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Sentimientos con sabor a sangre y cuerpo golpeados

Temblaban fulgurantes las flores del paraíso en la noche de Colonia, lo digo por su color que
supongo que como le pasa a todo ser viviente, habrán elegido en un momento dado.
Y aclaro eso de temblar, porque seguro que más de uno confunde el miedo con el pavoneo, y no es
plan que a estas alturas incurramos en tamañas imprecisiones.
Temblaban…, continúo, las flores anteriormente citadas con justicia, como republicanas, por
oposición directa a un par de rachas de viento mal contadas.
Y ruego no busquen vestigios de metáfora en la bucólica imagen sugerida, porque hace semanas
que escribo en silencio sobre el amor y trato de explicarme que duele tanto que agota y ya no está
uno para estos trotes.

Son irónicas, sonrío, las ocurrencias de los "teos", inventando dioses sembradores de paraísos
rebeldemente rojos...

Me hubiese bastado con ver aparecer su cara al enfundarse el suéter celeste con trenzas gruesas,
aquél que nunca le regalé y que me premiaba con el favor de intuir su figura.
Me hubiese bastado con reconocerlo capricho, pasajero, imposible, sólo capaz de ser imaginado por
mi mente desvariada.
Me hubiese bastado con ver su cuerpo semidesnudo dormido a mi lado y yo preguntándome desde
la cama si era posible que el mundo ni hubiera parado.
Me hubiese bastado con su silencio, con todo aquello que decía callado.
Me hubiese bastado, aunque ya no lo tenga, con haberlo tenido.

Desconecto de todos y de todo, y sólo resiste quien tenga que resistir… quien quiera resistir, porque
llega un momento en que no importa perder, y en cierto modo es lo que quiero… pero después veo
que necesito siempre de algo más que soledad para escapar de estos pensamientos…

Sentimientos salen dispersos, perdidos, del revés, expuestos, perversos, descerebrados, y en


exceso… Sentimientos se camuflan con palabras, que son amarradas, entrelazadas, para ser
descabelladas, mientras arden en la hoguera que se crea en mi cabeza…
Pensamientos, se destruyen mientras él está durmiendo, perfecto crimen sin huella…

Entretanto pienso que poco a poco voy de nuevo recuperándome… Que no quiero volver a pasar
por esto, por eso, dejo pasar, dejo que me olviden, y facilito las cosas…
Los hechos hablan, y las pruebas demuestran…
El tiempo es el que pone a cada uno en su lugar…, sólo hay que esperar…
Entonces uno resurge, como nuevo de entre las cenizas para disfrutar… puede que no vuelva a
sonreír jamás (tengo la risa huérfana), pero ya ¿qué más da?
La paz estará en mi cabeza…

Fantasmas me invaden por la noche, mis manos agarran mi cabeza, para que no explote, mis ojos no
se cierran y mi mente se evade en busca de recuerdos en los que poder pensar…
Me duermo… pero no me duermo… me canso pero no me agoto, me destrozo poco a poco… pero
no alcanzo el punto, para que mis ojos digan basta… y caigan por completo.

El problema de mi insomnio es que no exista como yo lo imaginé, es pensar que no me comprende


y nunca me llegará a comprender…
Es perderme entre el olvido.
No encajar es el problema…

El grito que él hace nacer, muere en el instante en el que me encuentro encerrado en la inmensidad
del campo y nadie lo oye.
Una mentira existe porque llega a oídos incautos. Lo mismo pasa con las verdades, pero de ellas no
hablo porque las conozco demasiado…, como mirar a otro lado sabiéndose tuerto, pero conseguir
convencerse de ello. Elegir convencerse de ello.

Vos, que al leer esto y tal vez reconozcas la imposibilidad a secas de la propuesta, no necesitas leer
más a partir de aquí.
Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la
búsqueda del conocimiento y una insoportable ternura por el sufrimiento del otro.

Hoy no escribo.
Recorro con ruido mi casa, recojo con brío mi alma. Empaqueto lo poco servible y lo mucho
inservible, no por nada, sino porque siempre arrastré fama de ordenado.
Dejo arrinconada ahí, detrás del práctico mueble al que no llegué a encontrarle nombre, una bolsa
llena, más o menos, de "explicancias" (he creado la palabra, asegurándome antes de que no existía.
Viene a decir lo mismo que "explicaciones", pero como entonada con tres copas de Cabernet
Sauvignon de más, lúdicamente desvergonzada).

Tal vez me vaya a trabajar de agrimensor, que todavía no sé lo que es, pero suena bien.
¿Que si estoy calificado? ¡Claro! He llegado hasta aquí midiendo distancias y en mi currículum
mentiré que no se me conoce el vicio de amar, ni a persona, animal, planta o luna...
Y sí…, echaré de menos mi antiguo empleo, aunque lo digo más porque te quedes tranquilo oyendo
estas cosas. Y no volvamos a lo mismo, ya que siempre terminamos regresando a la brutal
reconversión y al gobierno inexistente…

Ahora que ya es tarde…, cometeré fechorías, de las graves, de las mías.


Escaparé como proscripto de crímenes, aunque no de sangre, sí mortales.
Desoyeré mandatos, burlaré tribunales. Me reiré de las leyes que me conminan a rediles
programados.
¿Vale la pena el riesgo que alimenta al fugitivo? No lo sé. Pero te aseguro que no dispongo de vida
para penar una cadena perpetua.
Así que pronto, me levantaré y cruzaré el río.
He oído que en la otra orilla, es posible elegir cuándo el momento es digno de un amanecer o de un
anochecer...

No escribo más.
Ya es sabido que nadie quiere “comas”, que son pocos los que las usan.
Guardá éstas, que seguro que dentro de un tiempo valdrán su peso en oro... (al menos para
nosotros).
Ahora lo que me lleva es la velocidad, que se confunde con el desparpajo y el despojo, y con el
cuanto antes te lo diga, mejor...
Hoy no escribo.
Ocupo mi tiempo en quererte… y olvidarte.

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