apuntando como lanzas. Pisó mi tierra y tembló todo el continente.
Caminó desde mis costas
a mis valles y a cada paso germinó cimientos de ciudades futuras. Navegó mis ríos caudalosos y descansó donde el curso es más tranquilo. Trepó por mis laderas. Con su lengua dibujó mi mapa, y al final del recorrido estableció su morada en mis montañas.
A este país-hembra que tengo como cuerpo, lo gobierna un dictador de la ternura.