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Isla de luces

Y así llegamos todos


con los ojos como signos
de interrogación.
De todos los caminos
a esta isla de luces.

Golpeamos tus piedras,


estamos entre tu pan,
entre tu aceite humano.
Ciudad de río dulce
con olor a gorrión.

Todavía, todavía
se dice uno,
un salto más, otra pirueta,
otro rictus de danza,
la reverencia es fácil
y el payaso de adentro
tiene la risa digna,
y es saludable estar
bien adaptado.

Pero el día menos pensado


me iré con el canto
del hacha ciudadana,
casas, techos, manzana,
buen día, traje sucio,
treinta afanosas guitas,
mitad aliento, mitad
alondra acostumbrada.

Tu voz despertará palomas


gritándome que vuelva,
pero ya no te oiré.
Estaré flotando,
como pedacitos
de vientos germinales.

He guardado lluvia
en el bolsillo de mis ojos
para cuando decida mi partida.
Para regarte desde arriba,
ciudad de flor amarga.

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