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El diálogo transcurre entre Rafael y Agustín mientras cocinan. Rafael amenaza con pegarle a Agustín en el trasero, lo que genera una discusión. Más tarde, Rafael efectivamente le pega en el trasero a Agustín, causándole dolor aunque éste lo niega. Siguen discutiendo y molestándose mutuamente mientras preparan la comida, hasta que al final Rafael se desviste y las cosas parecen encaminarse a un encuentro más íntimo.
El diálogo transcurre entre Rafael y Agustín mientras cocinan. Rafael amenaza con pegarle a Agustín en el trasero, lo que genera una discusión. Más tarde, Rafael efectivamente le pega en el trasero a Agustín, causándole dolor aunque éste lo niega. Siguen discutiendo y molestándose mutuamente mientras preparan la comida, hasta que al final Rafael se desviste y las cosas parecen encaminarse a un encuentro más íntimo.
El diálogo transcurre entre Rafael y Agustín mientras cocinan. Rafael amenaza con pegarle a Agustín en el trasero, lo que genera una discusión. Más tarde, Rafael efectivamente le pega en el trasero a Agustín, causándole dolor aunque éste lo niega. Siguen discutiendo y molestándose mutuamente mientras preparan la comida, hasta que al final Rafael se desviste y las cosas parecen encaminarse a un encuentro más íntimo.
Rafael: Te advierto para que después no te quejes: en quince segundos te voy a
tocar el culo. Y no va a ser una caricia cotidiana, de esas a las que te tengo acostumbrado, te voy a agarrar un cachete con fuerza y te va a doler un poquito incluso. Agustín: Tengo un cuchillo. Rafael: ¿Pero estás dispuesto a usarlo? Agustín: Pffff, ¿Ante semejante amenaza? Sabés que tengo la cola sensible. Te aseguro que si te atreves, voy a encontrar vaina para mi facón. Rafael: ¿Me clavarías un cuchillo sucio? ¿Me harías eso a mí? Agustín: Yo lo único que digo es que voy a seguir cortando esta cebolla como si no hubieras dicho nada, voy a hacer caso omiso a tu estúpida advertencia, pero si me llegás a hacer doler, te clavo. Rafael: Cinco, cuatro, tres… Agustín: No te atrevas… Rafael: Uno, cero. Agustín: No me dolió. Rafael: Mentiroso. Te sarandié todo el orto. Agustín: Tocas culos como una nena. Rafael: Te la estás buscando. Agustín: ¿Porqué no te haces el útil y cortás un tomate? Rafael: Hay una sola tabla Agustín: Cortá sobre la mesada. Rafael: ¿Y quien se va a ocupar de tocarte la cola? Agustín: Bueno. Pero más suave que me dolió un poco. Rafael: ¡Ah! Pisaste tu propio palito. Te había dolido. Agustín: ¡Rascame la espalda! Rafael: ¿Acá? Agustín: Más arriba… ¡ahí! Con las uñas. Ahora el otro lado. Rafael: ¡Epa! ¿Toda esa cebolla le vas a poner? Agustín: Me zarpé ¿No? Rafael: Si, es mucha cebolla. Agustín: Bueno, cortáte varios tomates y queda para mañana. Rafael: ¿Y si no hay mañana? ¿Y si este día es el último? Agustín: Va a haber Rafael: ¿Cómo sabés? Agustín: Por inducción. Ayer hubo. Rafael: ¿Y te vas a basar en ese hecho aislado? Agustín: Cortá más finito, esos pedazos son más grandes que el tomate. Y confiá en mi, no sólo va a haber un mañana sino que va a haber una ensalada de tomate y cebolla en ese mañana. Rafael: No llores, cosita. Era un chiste, va a haber un mañana. No te preocupes, acá estoy yo para cuidarte, princesa. Agustín: Es la cebolla, princi-puto. Rafael: Vos lo pediste Agustín: ¡Ay, imbécil! Rafael: Bajá el cuchillo Agustín: Yo te avisé. Ahora tengo que matarte. Rafael: Dale, me vas a cortar en serio, recién me lo pasaste al lado del ojo. Agustín: ¡Mirá! me dejaste todo el culo rojo, estúpido. Rafael: Te pasa por cocinar en pelotas. No me pude resistir. Agustín: Es mi casa, yo cocino como quiero. Vos sos el que está en falta, todo de equipo deportivo y con olor a tercer tiempo.