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BREVE HISTORIA

DELMUNDOANTIGUO
RAQUEL LÓPEZMELERO
Profesora Titular de Historia Antigua (UNED)

BREVE HISTORIA
DEL MT]NDO ANTIGUO

1ñl f¿itorial univers¡rar¡a


E Ramon Areces
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Antonio González Ponas. 35-37
28019 MADRID

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INDICE

PRESENTACIóN r3

TEMA 1. MESOPOTAMIA 15

l. Introducción .......... 15
2. Pueblos,lenguas y culturas .. 17
3. La escritura y los sellos 20
4. Uruk: un primer modelo de ciudad-estado ......... 2l
5. La ciudad como centro de poder 22
6. El Vaso de Uruk (Vaso deWarka) 24
7. El enigma de las tumbas de Ur......... 25
8. Funcionamiento de la economía redistributiva 26
9. Las reformas de Urttkagina.............. 27
I0. Ur-Nammu y la construcción de una sociedad justa ......... 28
1l. dios-rey y el rey-dios ................
El 3l
12. Los códigos del Próximo Oriente 32
13. Los comerciantes asirios: el karum de Kanesh 35
14. La dureza proverbial de los asirios 36
15. La peculiaridad del estado imperial asirio......... 37
16. Estructura de la sociedad babilónica 39
17. La piedad y la culpa 4l

TEMA 2. EGIPTO 43

l. Introducción .......... 43
2. La geografía y los habitantes............ 45
3. Laescriturajeroglífica...... 47
4. Los egipcios de Naqada 50
5. Horus-Narmer,Menesy Horus-Aha.............. 50

ÍNorcp 7
6. Génesis y organización del estado 53
7. La imagen del faraón y la función de la realeza . .. 55
8. El ejercicio del poder y la figura del VISlT 58
9. La defensa del territorio y el ejército 60
10. La experiencia imperialista 6t
11. La función de Maat y las formas del derecho 63
12. La administración de justicia 64
13. La vida después de la muerte y la función de las pirámides 66
14. Una religión peculiar 69
15. Los desarrollos teológicos ............ tl
16. La religión de Osiris 73
17. El faraón místico y revolucionario......... 75
18. Los dominios funerarios y la propiedad-posesión de la tierra....... 76
19. Los faraones extranjeros................. 78
20. Egipto en la Época Romana 80

TEMA 3. LA REGION SIRIO-PALESTINA. ASIA MENOR Y EL


rRÁN 83

1. Introducción ............... 83
2. La región sirio-palestina o Levante mediterráneo............ 84
J. Asia Menor o Anatolia 85
4. Irán y Persia........ 86
5. Evolución de la región sirio-palestina a lo largo de la Edad del
Bronce 88
6. Los estados palaciales sirios.......... 90
7. El reino de Amurru y los hapiru................. 93
8. El problema de la indoeuropeización: el caso de Anatolia 94
9. El estado de los hititas 97
10. El carro de guena y los maryannu ........... 99
11. El intercambio de presentes y el juego de la diplomacia............... 101
12. Los Pueblos del Mar... 103
13. Los estados de comienzos del primer milenio en la región sirio-
palestina.... ro4
t4. La instalación de los hebreos en Palestina 106
15. El estado de Israel-Judá.............. 108
16. Los reinos separados y la consolidación de los judíos 110
17. Los comerciantes fenicios 111

8 BREVE HISToRIA DEL MUNDO ANTIGUO


18. La imagen de los persas 113
19. La construcción del Imperio Persa I 15
20. El sistema de las satrapías 117
21. El Gran Rey de los persas 119

TEMA 4. LAFORMACION DE LA POLIS t2l


1 lntroducción .......... 121
2. Lastablillas *i.éni";; ................. : :........... ... r24
3. El wdnax y el lagetés ............... t2s
4. El personal de los palacios micénicos y las rentas de la tierra...... r26
5. La disolución de los centros micénicos de poder t28
6. Más allá de las viejas teorías de las invasiones griegas y sus estir-
pes............. r29
7 . La documentación relativa al origen de la polis y el valor de los
poemas hontéricos 131
8. La gran colonización de la Época Arcaica 134
9. Tipología de los asentamientos coloniales .............. 135
IQ. Zonas de implantación de las colonias griegas r37
l1 . Causas y consecuencias de la colonización griega.. 138
12. Las tiranías de la Época Arcaica...... t39
13. La polis espafiana............ 142

TEMA 5. LA DEMOCRACIAATENIENSE t45

1. Introducción .......... I45


2. Rasgos distintivos de las democracias antiguas 147
3. La cuestión de la igualdad entre los ciudadanos ............ 149
4. Solón y la democracia ateniense .............. 151
5. El nuevo cuerpo de ciudadanos.............. 153
6. El papel de la tiranía de Pisístrato 155
7. Las nuevas tribus y el nuevo consejo de Clístenes........................ 156
8. Del demo rural al demo administrativo............. 157
9. El fin del poder del Areópago ............... .. 158
10. El imperialismo ateniense 159
I l. La política de los demagogos 161
12. El recurso a la utopía 162

ÍNorc¡, 9
TEMA 6. EL MUNDO HELENÍSTICO 165

1. Introducción .......... 165


2. Macedo,,iu y c,".i;.:.............:::...........:::...:........:..:::..:.................. 166
3. La hegemonía de Filipo sobre los griegos...... 168
4. La obra de Alejandro Magno....... 169
5. La exaltación delarealeza................ 172
6. La necesidad de la victoria............... I73
7. La apropiación de la tierra y la función de la opulencia ............. .. 173
8. El buen gobernante I74
9. La sacralización de los reyes ......... 176
10. La función de la guerra y los mercenarios l7i
11. El movimiento de la riqueza y la piratería.............. 178
12. El reino Antigónida ......... 179
13. La monarquía Lágida 181
14. El reino de los Seléucidas............... 183
15. Los judíos de la diáspora............... 185
16. Las ligas y confederaciones........... 187

TEMA ]. LAREPÚBLICAROMANA 191

1. Introducción .......... I9I


2. Los orígenes de Roma 193
3. Patricios, clientes y plebe 194
4. La nobilitas patricio-plebeya y el tribunado de la plebe 195
5. El senado romano 197
6. Las asambleas del populus Romanus I99
7 . De la religión al derecho 201
8. El derecho pretorio y el desarrollo de la jurisprudencia 203
9. El ager publicus y el problema de la tierra ......... 204
10. La centuariación y la agrimensura........ 206
11. Los efectos de las guenas sobre la capacidad económica de los
ciudadanos 206
12. La solución de Tiberio Graco 207
13. El programa político de Gayo Graco........ 2O9
14. El ejército romano republicano 210
15. Las reformas de Mario 212
16. Los ejércitos personales 214

10 BREVE HISTORIA DEL MUNDo ANTIGUo


TEMA 8. LA ROMA IMPERIAL 2t7

1. Introducción .......... 217


2. El ejército y las fronteras del Imperio 219
3. El oficio de princeps 220
4. La divinización del poder personal 221
5. La consolidación del culto imperial.............. 224
6. Los "distintos" ciudadanos romanos 226
7. Identificación y contenido de la ciudadanía romana..................... 228
8. La manumisión de los esclavos 229
9. La nueva organización administrativa y tributaria 231
10. La estructuración en ciudades ............ 232
ll. Civitates peregrina¿ ................ 234
12. Municipios y colonias 235
13. Organización y financiación de las ciudades 236
14. El evergetismo en las ciudades romanas 238
15. Las divisiones de la sociedad y los ordines 239
16. Las dos pirámides sociales 242
17. Las mujeres de la Roma Imperial 243
18. Religiones mistéricas y mitraísmo ............ 244
19. Sincretismo re1igioso.............. 246
20. La confrontación con los judíos 247
21. Elrechazo del cristianismo............ 248
22. La superstitio 250

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO. 25r

1. Introducción .......... 251


2. El modelo tetrárquico ................ 253
3. La defensa de las fronteras y el nuevo ejército 254
4. La nueva organización del territorio y de su administración ........ 255
5. La fundación de Constantinopla....... 257
6. Las reformas monetarias 258
7 . La iugatio-capitatio .......... 259
8. La dureza del sistema fiscaI.......... 260
9. La política religiosa de Diocleciano............ 26t
10. Constantino y la religión cristiana.... 263
11. La reunificación del Imperio bajo Constantino 264

ÍNotcs 11
12. La experiencia de Juliano "el Apóstata"............... 266
13. Lacreación del Imperium christianumporel emperadorTeodosio 267
14. La empresa de Justiniano y el final del Mundo Antiguo 268
15. la producción y el comercio en el Bajo Imperio .............. 270
16. Los trabajadores agrícolas 271
17. Administración y burocracia................ 2lz
18. El papel de los obispos 273
19. Causas de la disolución del Imperio Romano de Occidente......... 274
20. El legado de Roma 275

TABLAS CRONOLOGICAS 271

BIBLIOGRAFÍA 28r

L2 BREVE HIsToRIADELMUNDoANTIGUo
PRESENTACION

En un sentido restringido, la Antigüedad es la parte del proceso histórico de


la humanidad correspondiente a la Grecia Arcaica. Clásica y Helenística, y al
Imperio Romano, que, desde finales del siglo t a. C., engloba todas las grandes uni-
dades territoriales situadas alrededor del Mediterráneo. Pero, ya en el siglo xtx, el
historiador Eduard Meyer defendió la inclusión de las culturas de Mesopotamia,
Egipto, Asia Menor y Persia en el mismo concepto, por considerar que el mundo
grecorronano era heredero de tradiciones y formas de pensamiento desarrolladas
en ese ámbito desde los comienzos mismos del uso de la escritura. A medida que
se ha ido ampliando el conocimiento de las culturas antiguas con nuevos estudios,
se han reforzado los argumentos de Meyer, y por eso se ha seguido manteniendo
en las universidades españolas una disciplina de formación básica denominada tra-
dicionalmente Historia Antigua, que 1o es no solo de Grecia y Roma sino también
del Próximo Oriente y Egipto.
Siempre ha constituido un problema, sin embargo, incluir en una única asig-
natura anual cuatro mil años de historia, que se desarrollan en escenarios tan varia-
dos; y mucho más, porque la clásica historia evenemencial -es decir,la historia de
los acontecimientos- se ha venido enriqueciendo con las aportaciones de la
arqueología, y de otros campos. como el de la religión o las instituciones jurídi-
cas, donde se han desarrollado también ciencias históricas de la Antigüedad. Pero
había al menos, entre los docentes, una especie de inveterado consenso sobre lo
que debía entrar en los manuales de esa disciplina y sobre los conocimientos que
tenían que acreditar los estudiantes. Ese consenso ya no puede valer, obviamen-
te, para una Historia Antigua configurada, a todos los efectos, como asignatura
cuatrimestral en el Grado en Historia del Arte, o para una Historia Antigua (de
Grecia y Roma) que abarca la mitad de un cuatrimestre en el Grado en Filosofía.
Ha sido preciso, por tanto, plantearse de nuevo la selección de contenidos de
esas asignaturas, y hacerlo, naturalmente, de acuerdo con las pautas del Espacio
Europeo de Educación Superior (EEES), tal y como han quedado incorporadas a
nuestra normativa. Tanto la Historia Antigua, en el sentido amplio, que corres-
ponde a los estudiantes de Historia del Arte, como la Historia Antigua, en el sen-
tido restringido, que corresponde a los de Filosofía, contemplan un proceso his-
tórico, donde se van integrando unos elementos básicos de historia evenemencial,
que se combinan con el tratamiento de una serie de aspectos muy variados, a tra-
vés de los cuales se puede llegar a un cierto conocimiento de las sociedades del
Mundo Antiguo y de su evolución.
De acuerdo con ese planteamiento se ha elaborado el presente texto, que desa-
rrolla conjuntamente los programas de las dos asignaturas. Los temas que no se
incluyen en el programa de los estudiantes de Filosofía figuran, sin embargo, en
su Plan de Trabajo como lecturas complementarias de máxima prioridad, a fin de

PRESENTACIÓN I3
que puedan integrar los conocimientos de Historia Antigua correspondientes a la
asignatura de Historia Antigua y Medieval en un contexto apropiádo. Las Guías
Didácticas, que pueden encontrar, en los respectivos cursoi viituales, los estu-
diantes ya matriculados, contienen la información necesaria sobre el desarrollo
de las actividades y sobre la forma de evaluación.
Todos los temas están estructurados como procesos históricos, lo que signifi-
ca que los contenidos,que se incluyen en ellos corresponden, al marcoironológi-
co de referencia. En las respectivas introducciones, se intenta esbozar una di-a-
cronía, con el tipo de periodización que en cada caso procede, y, en los desarrollos,
se han introducido referencias cronológicas frecuentes para que el estudiante no
pierda el hilo conductor. Las Tablas que se incluyen al final sirven al mismo fin.
La orientación en el espacio, y la visualización de determinados elementos de
contenido sobre mapas históricos, es de la mayor importancia; pero, en esta asig-
natura,no se puede realizar con un material didáctico de este tipo, porque lo encá-
recería de un modo desorbitado, sin cumplir, a pesar de ello, los vérdaderos obje-
tivos. Son muchos los mapas históricos necesarios para seguir la lectura; y tienen
que tener una buena calidad, para que su ayuda resulte eftcaz. Si el estudiante asume
la disciplina de ir gugueleando las referencias geográficas de todo tipo que le apa-
recen€n el texto, podrá comprobar la cantidad de recursos cartográficos que tiéne
a su alcance en internet. La alternativa, sería, en cualquier caso, un atlas histórico.
Por razones similares se ha desistido de incluir, en este texto, un glosario. El
recurso a la Wikipedia (entradas en inglés) ofrece, además,la posibilidad de obte-
ner una información mínima, o bien de ampliarla, según el caso; y, no solo en lo
que respecta a los términos que se incluyen habitualmente en los glosarios, sino
también en relación con figuras históricas o acontecimientos. Lo mismo cabe decir
sobre las menciones arqueológicas, que suelen contar, en la web, con una buena
dotación de imágenes.
Se ofrece, en fin, una bibliografía complementaria, en español y accesible,
que puede utilizar el estudiante de acuerdo con sus propias disponibilidades y pre-
ferencias. En el caso de tener interés por ampliar de un modo muy especiat átgrin
ámbito o aspecto determinado, la obra de referencia sería 7a Cambridge Anclent
History Qos volúmenes aparecidos después de 1970), de la que es deudor en gran
medida este texto, como también lo es, naturalmente, de otros muchos trabajoi de
especialistas.

Adv e rtencias s obre trans c rip cione s

- Con el fin de facilitar la correcta lectura de las palabras griegas trascritas al alfabeto latino
a quienes no conocen las reglas de la acentuación griega, se ha procedido a utilizar las til-
des como si se tratara de palabras españolas. La y representa el mismo sonido que la u, en
francés, y 1a ü, en alemán. La lz inicial representa una aspiración. Las combinaciones ph,th
y ch se pronuncian, respectivamente, como/, zy j en español.
- Sobre los problemas que plantean las transcripciones de lenguas orientales, se advierte en el
tema 2, a propósito de la escritura jeroglífica. En general, se ha optado por utilizar las for-
mas coffespondientes a las entradas de la Wikipedia.

14 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo
Tema 1

MESOPOTAMIA

1. Introducción
2. Pueblos,lenguas y culturas
3. La escritura y los sellos
4. Urt¿k: un primer modelo de ciudad-estado
5. La ciudad como centro de poder
6. ElVaso deUruk(Vaso deWarka)
7. El enigma de las tumbas de Ur
8. Funcionamiento de la economía redistributiva
9. Las reformas de Urukaginct
I0. Ur-Natnnm y la construcción de una sociedad justa
1l . El dios-rey y el rey-dios
12. Los códigos del Próximo Oriente
13. Los comerciantes asirios: el karum de Kanesh
14. La dtreza proverbial de los asirios
15. La peculiaridad del estado imperial asirio
16. Estructura de la sociedad babilónica
17. La piedad y la culpa

1. Introducción

Mesopotamia significa "entre ríos" y es el nombre con el que bautizaron


los griegos del primer milenio la parle septentrional del espacio comprendido
entre el Éufrates y el Tigris. Más tarde, en el siglo t d.C., el escritor romano Pli-
nio el Viejo atribuyó tal denominación a todo el territorio bañado por esos dos

TEMA l. MESoPoTAMTA 15
ríos, desde las cadenas del rauro y el Antitauro, por el nofie, hasta el golfo
Pérsico por el sur. El desierto de Arabia y las altiplanicies sirias constituyen el
límite occidental, mientras por el oriente la separan del Irán las estribaóiones
de los montes zagros. Básicamente se coffesponde Mesopotamia con el actual
estado de Irak, aunque incluye también algunas zonas que hoy pertenecen a
Siria y a Turquía.
Esa gran unidad geográfica está formada en realidad por dos unidades muy
diferentes, separadas por una franja desértica que se sitúa al norte de Bagdad.
La 4q{edÁeplet-ttig!?l es elp?_{Lg llt-_o-qt?l-o_s_A y riene un gllmg*ggntinenral, con
itt15:_{I"r",o--." Itíqs y con llg_y!?-g qr" permiren una aeficulrura_deiáCáup alrernan-
do con pastizales. Ahí se formó el estado de Asiria, con su capital en la ciudad
de Assur,junto al rigris; logró desarrollar una de las tres principales culturas
de Mesopotamia, con manifestaciones importantes en el segundo y primer
milenios.
La p.af.lgsrlr, en cambio, es una llgguqgl*qvial.m-ufféftll,lo que hace posi-
ble el cultivo_de g{1{r_dgF e¡tens-isu_e_s_I;G€.adí_o: la?nicá opción, de hécho,
debido a las 4!1p!19!gpg!1!U$.q y a la g-qgasez.dp-pfp-c*rpita_c-ip_n_e-s.Fue el esce-
nario de las otras dos grandes culturas mesopotámicas: la sumeria, del tercer
milenio, y la babilonia, que toma el relevo en los dos milenios siguientes. Los
griegos llamaron a toda esa región Babilón (lo que es una helenización de su
nombre Babili),porque desde comienzos del segundo milenio Babilonia fue la
ciudad dominante y la capital indiscutida de una unidad política que, como en
el caso, de Assur,tuvo una tendencia imperialista. La ciudad existía desde fina-
les del tercer milenio con el nombre de Babilla, de origen incierto, pero no
semita. Los semitas mesopotámicos reinterpretaron más tarde el topónimo
como Bab-ili ("puerta del dios"). Por su parte, los semitas judíos la llamaron
Babel, que significaría "confusión", referida a la pluralidad de lenguas que se
hablaban allí. Babilonia parece haber sido la primera ciudad de la Historia que
logró alcanzar los 200.000 habitantes y siempre estuvo densamente poblada.
La primera época histórica de Mesopotamia se desarrolla en la parte sur de
la zona meridional, que es lo que se conoce como el país de súmer, con (Jruk
(3900-2900), primero, y luego ur y Lagaslz como ciudades más importantes
(2900-2340). La unificación política de la Mesopotamia meridional la lleva a
cabo por vez primera sargón, quien crea la ciudad de Akkad en la parte norte,
que es a lo que se llama país de Akkad.Tras el período de Akkad (2340-2200),
sigue una fase conocida como renacimiento sumerio, con la figura significati-
va del rey Gudea de Logash (2150-2100) y, sobre todo, con una Tercera Dinas-
tía de Ur, inaugurada por Ur-Nammlt,"rey de Súmer y Akkad' (Zll2-2094).
El segundo milenio conoce ya la polarización, y la gran rivalidad, entre
Babilonia y Asiria como poderes supremos de las dos partes de Mesopotamia.
Al principio, Asiria había sido solamente una potencia comercial, pero uno de

16 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo
los clanes nómadas amorritas. que se habían infiltrado en Mesopotamia tras el
eclipse de la Tercera Dinastía de Ur, consigue acceder al trono y crear, con
Shamshi-Adad r (hacia 1830 a.C.), el Imperio Paleo-Asirio. Otro de esos cla-
nes inauguraba no mucho después la Época Paleo-Babilónica (1894-1595),
durante la cual gobiernan las dinastías amorritas, a partir de Hamtnurabi (1792-
1730), toda la Mesopotamia meridional.
Entre los siglos xvt y x discurre una época intermedia de Babilonia, con un
dominio de trescientos años de los reyes casitas, procedentes de un pueblo de
los Zagros, que no era semita. A continuación se produce una restauración del
poder babilónico bajo el rey Nabucodonosor t (Nebukadnezor 1,1125-1104).
En los siglos xvl a mediados del xII, que se corresponden con el Bronce
Reciente, todo el Próximo Oriente se convierte en un terreno de juego de gran-
des potencias, donde la suerte de cada uno, también de los pequeños, depen-
de de la suerte de los demás. Los principales actores son Babilonia, Asiria,
Mitanni,los Hititas y Egipto. En esa época se encuadra el Imperio Asirio
Medio.
El primer milenio inaugura el Imperio Neo-Asirio (934-609),que mantie-
ne sometida a Babilonia, pdmero bajo una forma suave de dominio, similar a
la que habían ejercido los monarcas asirios en el pasado, llegando más ta¡de a
ocupar su trono, y a su total destrucción en el 689 a.C. a manos de Senaque-
rib (Sanherib),hijo de Sargón Il, que es la figura más prominente de la época.
Aunque es reconstruida por los propios asirios, se vuelve a sublevar y de nuevo
es conquistada. Entre eL625 a.C.y el 539 a.C. vive Babilonia su última fase
de independencia, la época Neobabilónica, iniciada por Nabopolassar ($)J-
605) y que alcanza, bajo su hijo Nabucodonosor tt, la mayor prosperidad. El
último rey, Nabónido (555-539), tiene que entregar la ciudad a los persas; pero
Babilonia sigue viviendo una época próspera como parte del Imperio Aque-
ménida (539-331). Asiria, por el contrario, se había eclipsado totalmente con
la desaparición de su estado en el 609 a.C.

2. Pueblos, lenguas y culturas

La fertilidad de Mesopotamia y su situación geográfica, con la consi-


guiente interacción continua entre los agricultores sedentarizados en el país
y los pastores nómadas de la periferia y la consiguiente importancia de las
actividades comerciales. tuvieron como consecuencia un continuo trasiego
poblacional y el asentamiento de grupos humanos muy variados, que ocasio-
nalmente accedieron al poder político. A una población preexistente se super-
pusieron los sumerios, en la zona más meridional, que debían de proceder en

TEMA 1. MESoPoTAMTA 17
último término del Asia Central, porque su lengua aglutinante solo tiene afi-
nidades con el turco, como más próximo, con el mogor y el japonés, por el
oriente, y con el grupo húngaro-finés, por el occidente. pero, en consonancia
con el desarrollo de la cultura sumeria entre el 3400 y el 3100 a.c., se regis-
tra en la Mesopotamia meridional una entrada continua de hablantes de una
lengua semítica del grupo oriental -los llamados más tarde acadios- que pro-
cedían seguramente de siria, porque la ciudad de Mari, en el curso *é¿io ¿"t
PurtryJ fue un importante centro acadio. Se instalan, sobre todo, en la región
del río Diyala y en la parte norte de la Mesopotamia meridional
-que teníá su
centro en la ciudad de Kish- donde se constituyen como elemento dominan-
te no solo numérica sino culturalmente. cuando se inicia el período de Akkad,
en e12340 a.c., se impone el acadio como lengua común en toda la Mesopo-
tamia meridional, porque para entonces los semitas deben de haber sidoya
numéricamente dominantes también en Súmer, aunque en esa zona se con-
servaran todavía la cultura y la lengua sumerias. La población sumeria, que,
según todos los indicios, no había recibido nuevos aportes desde su instála-
ción en Súmer más de mil años atrás, debía de estar prácticamente extingui-
da. cabe pensar que quienes la mantienen son, en realidad, semitas sumiri-
zados, pero cuyo carácter semita, en términos de organización social y de
referentes ideológicos, no solo no se pierde sino que se refuerza en un con-
texto claramente semita.
Más tarde, el acadio es adoptado por los amorritas (semitas occidentales),
que llegan a Mesopotamia a comienzos del segundo milenio, diversificándo-
se en dos variantes, el babilonio del sur y el asirio del norte. Desaparece enton-
ces por completo el sumerio como lengua hablada, aunque se conservó duran-
te mucho tiempo como lengua de cultura, especialmente en el ámbito religioso;
mientras tanto, el acadio babilonio es la lengua de uso en la documentación y
en la literatura, también por parte de los asirios. Consigue así perdurar hasta
la dominación persa, a mediados del primer milenio, en que adquiere el catác-
ter de lengua oficial, junto con el persa y el elamita del territorio iranio. Pero
se trataba de una linguafranca, porque está claro que en Mesopotamia se
hablaron muy distintas lenguas, semíticas y no semíticas, que no han dejado
huellas escritas. Ni siquiera lo han hecho cuando, como en el caso delos guti,
que sustituyen a la dinastía de Akkad, o el de los casitas, que suceden a los
amomitas en Babilonia, o el de los caldeos del período neobabilonio, corres-
pondían a la capa dominante.
Por otro lado, el arameo, que era la lengua de un grupo de semitas occi-
dentales instalado en Siria a comienzos del primer milenio, tuvo cada vezmás
presencia en el territorio asirio, donde también penetraron, alcanzando el catác-
ter de lengua oficial en el Imperio Neo-Asirio, junto con el acadio. su gran
ventaja era que utilizabauna forma de escritura alfabética,mucho más fácil de
aprender que la cuneiforme, y que se podía pintar sobre papiro, madera y cerá-

18 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
mica ya cocida. No solo consiguió convertirse en linguafranca en Mesopota-
mia: durante la época helenística (tema 6) empezó a compartir con el griego
ese carácter en un territorio que se extendía desde Egipto hasta Afganistán, lo
que duró hasta la llegada del Islam, cuando el árabe sustituyó esas dos len-
guas. Pero quedan todavía hoy unos 400.000 arameohablantes.

La consideración de los datos relativos a las lenguas y a los elementos de


población lleva a concluir que las etiquetas "sumerios", "babilonios" y "asi-
rios" pueden funcionar como identificadores convencionales de las culturas
más importantes de Mesopotamia, pero de ninguna forma como identificado-
res de pueblos. La cultura sumeria es un desarrollo histórico que tiene como
elemento humano tanto a los sumerios como a la población preexistente con
la que se funden, y luego también a los acadios, en su fase sumero-acadia.
Súmer (Shumeru), es. en realidad,la palabra acadia que designa la parte más
meridional de Mesopotamia en la Tercera Dinastía de Ur, que es la que cierra
el período sumero-acadio; porque el nombre sumerio que aparece con ante-
rioridad es Ki-en-gi(r),también el nombre de un territorio. De ese modo,la
cultura sumeria se va convirtiendo, sin solución de continuidad, en la cultura
babilónica, que, en cierto modo dura hasta el Islam, es decir, dos milenios y
medio. A los elementos sumero-acadios se suma la aportación amorrita,luego
la casita y más tarde la caldea (probablemente un grupo emparentado con los
arameos).
En cuanto a los asirios, son una etiqueta política creada por los griegos:
como estaban acostumbrados a designar a los estados con el término plural
correspondiente al conjunto de sus ciudadanos, o de sus integrantes, trascri-
bieron a su lengua como hoi Assjrioi ("los asirios") la denominación oficial del
estado, que en el acadio asirio era mat Assur ("país de la ciudad, o del dios,
Assur"). Correspondía a una zona relativamente reducida, situada a ambas ori-
llas del Tigris entre los úos llamados Gran Zab y Pequeño Zab, donde se ubi-
caba la ciudad de Assur. así como Nínive y Arbela; a esa zona se sumaban los
territorios incorporados en las distintas fases imperiales.
Tanto los autores griegos como los latinos utilizan el término "asirios" para
todo el conjunto,lo que prueba que no tenía un contenido étnico. De hecho, se
mantiene como designación territorial, con distintos límites, después de la
desaparición del estado asirio en el 609 a.C. y durante toda la época romana.
El territorio asirio propiamente dicho tenía seguramente una amalgama de
población, porque estaba en una zona de cruce de rutas comerciales; ya desde
el cuarto milenio se aprecian contactos con la Mesopotamia meridional, y más
tarde debe de haber recibido población de lenguas semitas, sobre todo, de muy
distintos orígenes. Así que no tiene mucho sentido preguntarse por la proce-
dencia étnica de los asirios. Es una cultura desarrollada por uno de los mode-
los de estado característicos del Próximo Oriente Antiguo.

TEMA r. MESoPoTAMTA 19
3. La escritura y los sellos

La forma más primitiva de escritura documentada en el Próximo Oriente


consiste en marcas realizadas sobre bolas de arcilla que se han aplastado para
formar una especie de tablillas. Se trata de signos correspondientes a nume-
rales y de marcas de sellos; a veces llevan solo numerales, y a veces conser-
van la forma esférica. No solo proceden de Uruk sino también de varios luga-
res del oeste del Irán, de Nínive, en la Mesopotamia septentrional, y de Siria.
Está claro que tienen que ver con cuestiones de contabilidad y de administra-
ción, y que su uso se ha difundido por las rutas comerciales. Son más antiguos
esos documentos que los que muestran pictogramas, por lo que ya no se puede
mantener la teoría de que la escritura empieza como una representación pic-
tográfica de objetos. Ahora parece más bien que las formas más antiguas de
escritura se deben interpretar como las lenguas, es decir, como sistemas con-
vencionales basados en, y dependientes de, una tradición común. Los picto-
gramas habrían surgido de modo adicional, como un recurso para quienes no
pudieran utilizar sistemas simbólicos comunes.
De todos modos, el sistema de escritura que encontramos en Uruk,entre el
3400 a.C. y el 3100 a.C., y que está atestiguado por unos cuantos centenares
de textos, es de una gran complejidad; resulta adecuado para la administra-
ción de esa unidad económica y constituye un conjunto de símbolos totalmente
independiente de cualquier tipo pictográfico. Lo que sí cabe dentro de lo posi-
ble, aunque no se pueda verificar, es que pudiera ser leído por hablantes de
distintas lenguas, como ocurre con la escritura chino-japonesa. Por otro lado,
queda demostrada la relación existente entre el uso de la escritura grabada
sobre arcilla y el de los sellos, que se explica porque funcionan en un mismo
contexto y sirven a unos mismos fines. Es una forma de registrar de manera
indeleble, y bajo la responsabilidad de determinadas personas y/o institucio-
nes, unos datos imprescindibles para las relaciones económicas internas de las
comunidades y para las relaciones comerciales. Aunque la buena arcilla, una
vez seca, resultaba muy dura, también era posible alterar el texto si se volvía
a mojar; por eso se horneaban. La escritura cuneiforme, así llamada por la
forma de la impronta que dejaba el cálamo sobre el barro, fue utilizada después
en Babilonia y en Asiria, tanto para el sumerio como para el acadio; pero en
los tres mil años que duró su uso sirvió para escribir unas cincuenta lenguas
distintas.
Los sellos, más antiguos que la escritura propiamente dicha, podían ser
planos o bien cilíndricos, en cuyo caso se imprimían haciéndolos rodar sobre
la superficie del barro. Eran de piedra o de hueso e iban grabados con signos
distintivos. Parecen haber servido primeramente para marcar la propiedad de
lo que había dentro de un saco o en un recipiente, utilizando para ello una bola

20 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo
de arcilla fijada con una cuerda. A partir de ahí se encuentran en tablillas que
registran documentos, a modo de firma y autenticación.

4. Urukz un primer modelo de ciudad-estado

Las tierras de la Mesopotamia meridional eran muy fértiles, pero solo


bajo una forma de cultivo de intenso regadío, que requería una determinada
organización de la tierra y unos trabajos bien coordinados. Aprovechando la
uniformidad del terreno, se construyeron canales paralelos que recogían el
agua de los dos ríos y la llevaban, con una suave caída, hasta el límite de la
tierra cultivable, derramándola por los surcos que se abrían a cada lado. Esos
canales había que mantenerlos en buen estado y comprobar continuamente
que cumplían su función. porque, si no,las cosechas se colapsaban. Además,
había que controlar la tendencia a la salinización, debida al alto nivel de las
aguas freáticas, que eran bastante salobres, y que afloraban hasta la raíz de
las plantas con los riegos intensos. La solución era el barbecho y la limpieza
de la tierra.
No sabemos cuándo ni en qué ritmo llegaron al territorio los hablantes de
la lengua sumeria, que encontraron allí, en cualquier caso, a una población
anterior, porque hay topónimos que así lo sugieren. Hab¡ía comunidades neo-
líticas cultivando las tierras más fáciles de regar y aprovechando también las
marismas que, en esa época,llevaban hasta el ,eolfo Pérsico a los dos ríos por
separado sin solución de continuidad -hoy el mar ha retrocedido, y los ríos se
juntan poco antes de la desembocadura. Pero deben de haber sido las nuevas
gentes las que desarrollaron comunidades grandes, autónomas y bien organi-
zadas,que fueron capaces de explotar todo el territorio bajo un modelo dirigista
de economía redistributiva.
La creación de los primeros estados y de las primeras ciudades de Meso-
potamia se documenta principalmente en el yacimiento de Uruk (Tell-el-
Warka), durante los años 34OO-3100 a.C. (el llamado período de Uruk tl). Un
territorio de unas 440 hectáreas multiplica por diez su población llegando a
alcanzar entre 25.000 y 50.000 habitantes y convirtiéndose en el centro de irra-
diación de todo un modelo cultural. Las escudillas en forma de campana en las
que se entregaban las raciones de cada día, y que son un testimonio de la eco-
nomía redistributiva, se han encontrado por centenares de miles desde Siria
hasta el Irán, dispersadas por los comerciantes. Aunque existía sin duda un
ámbito de intercambios privados, el comercio exterior estaba también centra-
lizado,lo mismo que la defensa, y los trabajos de construcción y manteni-
miento de canales, vías y demás.

TEMA r. MESoPoTAMTA 2l
Ese modelo económico tenía la ventaja, tanto para los individuos como
para las comunidades, de minimizar los riesgos que amenazaban continua-
mente su supervivencia, y de asegurar una coordinación eficaz en el manteni-
miento de los campos de cultivo; pero también resultaba gravoso, al tener que
soportar a una burocracia improductiva. Por no hablar de los costos de ciertas
obras públicas: se ha calculado que, para hacer latertaza de las construccio-
nes monumentales del distrito de E'ana,tuvieron que trabajar unos 1.500 hom-
bres durante más de cinco años a razón de diez horas diarias. Además, contri-
buyó a la estratificación social, en la medida en que los administradores se
consolidaban como una capa superior: la gran masa de trabajadores, en los dis-
tintos sectores, debía ser controlada y organizadaparaque pudiera funcionar,
pero ello significaba que los administradores tenían que tener autoridad sobre
ella. Documentos posteriores atestiguan hasta qué punto llegaron en el abuso
de poder.
Entre el 3100 a.c. y el290o a.c. (el llamado período de Dschemdet Nasr,
que se corresponde con el de Uruk rv) se registran cambios. Uruk se rodea de
una muralla de 10 km y unas novecientas torres, lo que se debe poner en rela-
ción con el desarrollo de ciudades rivales. El hallazgo de sellos de esas ciuda-
des sugiere la existencia de una cooperación, relacionada,q.uizá,con los cana-
les; pero también podría tratarse de una coalición con fines bélicos. La más
significativa es Kish, ya cerca de Bagdad, en cuyas proximidades (yacimien-
to de Dschemdet Nasr) se ha hallado un palacio con archivos. Los documen-
tos indican que una persona identificada como en y su esposa no solo admi-
nistraban el palacio sino que tenían derechos sobre una importante cantidad de
tierra. Ello sugiere que se había producido un cambio significativo sobre el
modelo de uruk. La tradición mítica mesopotámica afirmaba que la realeza
había bajado del cielo en Kish, y es ésta la ciudad rival de uruk en el período
siguiente. Los motivos de este desarrollo de Kish no los conocemos, pero pue-
den estar en relación con el hecho de que es la primera ciudad en la que llega
al poder un grupo de población de origen semita que tiene una organización
social distinta de la que era habitual en las ciudades de Súmer. como ya se
dijo más arriba, la zona de Kish había sido ocupada por semitas orientales.

5. La ciudad como centro de poder

El gran edificio que era el centro de la vida de uruk se puede considerar


como templo o como almacenes; en realidad tenía esas dos funciones y algu-
nas más, que se imbricaban y donde no tiene sentido buscar una distinción
entre lo religioso y lo civil. Como tampoco hay una distinción clara entre el

22 BREVEHIsToRIADELMUNDoANTIGUo
individuo y la comunidad, o entre el símbolo y la realidad que se esconde tras
é1. Esa indefinición funciona de alguna manera como fundamento de legiti-
midad de todo el sistema y como estímulo parala acción coordinada. La ciu-
dad es un modelo objetivado de la sociedad en una dimensión pefmanente y
magnífica, que, por eso mismo, se identifica con el lugar de culto y con el lugar
donde se centraliza la economía y se almacenan los recursos. La ciudad es el
cosmos y es la hacienda común. Y es una entidad primigenia que, en cierto
sentido, precede al hombre y que se identifica con la divinidad que la protege.
Las ciudades que construyen las comunidades humanas son actualizaciones
de la ciudad ideal, de la ciudad cósmica. La destrucción de la ciudad, que sig-
nifica, en el plano material,la pérdida de los recursos almacenados y la capa-
cidad de guardarlos en el futuro, es también la desaparición de la divinidad
que la representa y el fin de la comunidad en el plano institucional. En Meso-
potamia,la destrucción de las grandes ciudades se veía como el fin del mundo,
como una catástrofe de dimensión cósmica.
Y es que esa concepción de la cultura sumeria no solo sirve para que el
modelo de Uruk se repita, aunque a menor escala, por todo el territorio de
Súmer sino que irradia su influencia por Irán, Anatolia y Siria. En Mesopota-
mia se perpetúa, con una tendencia de los reyes a la construcción de nuevas
ciudades suntuosas, que no responde a ningún imperativo práctico. El caso
que mejor ilustra esa realidad es, probablemente, el de Asiria, donde Asszr es,
al mismo tiempo, el nombre de la ciudad y el del dios. La identificación es tan
fuerte entre la comunidad y la ciudad que los asirios no vieron con buenos ojos
los intentos de algunos de sus reyes por crear nuevas ciudades. A pesar de ello,
Sargón tt quiere culminar su empresa de creación del Imperio Neo-Asirio con
la construcción de una gran ciudad, Dur-Sharrukin ("ciudad de Sargón"), que
es la actual Khorsabad, situada a unos 15 km al norte de la antigua Nínive y
en cuyas ruinas fueron encontradas las primeras esculturas asirias.
Los trabajos empezaron en el '777 a.C., utilizando para ello los botines de
las campañas realizadas por el rey -los magníficos tesoros del reino de Urar-
tu enffe ellos-,la mano de obra de numerosos prisioneros y deportados que
había conducido hasta allí e, incluso, la fortuna personal del propio Sargón. Los
documentos procedentes de los archivos asirios muestran que a las provincias
del Imperio se les exigieron sendas aportaciones para la construcción, debien-
do costear por sí mismas los materiales necesarios y el trabajo de los especia-
listas. Lo que se ha conservado da una idea de la magnificencia de esa obra
megalómana. que pretendía ser una representación del Imperio Asirio y una
miniatura del cosmos, tal y como afirma el rey en sus inscripciones conme-
morativas. Desde el principio se había mantenido Sargón en comunicación con
los dioses, que supuestamente patrocinaban su empresa; los más importantes
de ellos viaiaron, en sus estatuas, hasta la nueva ciudad, para santificar con su
presencia, en el 706 a.C., una inauguración solemne a la que asistieron emba-

TEMA I. MESOPOTAMIA 23
jadas de todos los sometidos, portadoras de valiosos presentes. Pero un año
más tarde Sargón perdió la vida en una campaña y su cadáver quedó a merced
de los enemigos. Los asirios, que construían las cámaras funerarias y todas las
tumbas bajo sus casas, para evitar al máximo la profanación de sus muertos, y
que daban una extraordinaria importancia a las honras fúnebres de los reyes
difuntos, interpretaron la suerte corrida por Sargón como un castigo del dios
Assur, es decir, como una clara señal de que Assur debía seguir siendo la ima-
gen y el centro del estado asirio. Así que Senaquerib, hijo y sucesor del rey, no
quiso utilizar el palacio, que quedó como sede del gobernador de la provincia.
Alacabeza de la sociedadde Uruk se encontraba.quizá,lo que se ha dado
en llamar un príncipe-sacerdote (en sumerio , en).porque combinaría la función
civil con la religiosa. Se distingue en las representaciones plásticas por un pei-
nado y una barba especiales y por un faldón en forma de red o liso, que tam-
bién podía ser transparente. Pero no es seguro que se trate, en ese caso, de la
autoridad suprema. De hecho, aparece en las tablillas un nameschda ("señor de
la maza"), que era un personaje prominente, y toda una serie de funcionarios
pertenecientes a un aparato de poder. También se encuentra una alusión a lo
que podría ser un jefe de milicias; nada sorprendente, considerando la necesi-
dad de defenderse frente a los de fuera y de garantizar la buena disposición de
los de dentro. Por otro lado, el hecho de que no contemos con referencias a
reyes en este contexto histórico, y de que, poco después, la epopeya de
Gilgamesh presente al supuesto rey de Uruk en interacción con un consejo de
ancianos y con una asamblea de hombres armados, sugiere que no existía aún
la figura monárquica.

6. El Vaso de Uruk (Vaso de Warka)

Tan importante como las tablillas en la documentación de esta fase de Uruk


es un famoso vaso trabajado en alabastro, que se conserva en el Museo de Bag-
dad, procedente de un nivel arqueológico del 3000 a.C. del santuario de E'ana
y cuya decoración, organizada en tres bandas en forma narrativa, concuerda
con imágenes de sellos y de otro vaso similar muy mal conservado. Hay que
suponer, por tanto, que representa algo muy convencional y, ala vez, muy
importante. La banda inferior muestra por abajo el agua, que es la base de la
vida y, en especial, de las plantas, que aparecen como palmas y espigas salien-
do de ella. Por encima se encuentra una procesión de ovejas y carneros, es
decir, el ganado, que depende de la vegetación. La banda intermedia consiste
en una fila de individuos cargados con productos vegetales y animales. El epi-
sodio de la banda superior muestra a alguien que lleva la cola de un individuo

24 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


vestido con el faldón de red -laparte superior de la figura no se ha conserva-
do-, al que precede uno de los que entregan productos. Recibe al cortejo una
figura femenina, donde se puede ver a la diosa Innana (una especie de Afro-
dita) o a su sacerdotisa; tiene detrás dos cañas en espiral, que representan pro-
bablemente las jambas de una puerta, es decir, la entrada a un edificio. Detrás
hay dos carneros que soportan a dos figuras sobre pedestal y de tamaño menor,
seguramente estatuas, y, tras ellos, el interior de un almacén, con símbolos de
alimentos vegetales y animales.
Se ha interpretado esta escena como un testimonio de la celeb¡ación ritual
del matrimonio sagrado, en este caso, entre el en y la diosa Innana, que evo-
canalaunión de la diosa con Dumuzi -una divinidad sumeria de la vegetación
a quien un mito posterior de tinte semita presenta como un rey-pastor casado
con Innana. Pero más tarde se ha podido constatar que una de las figuras de
menor tamaño de la última escena del vaso lleva la identificación de en, con
lo cual podría tratarse del episodio final de la narración. Tras la entrega de los
productos en el almacén, que también es el templo, y que recibiría simbólica-
mente la diosa (o ritualmente su sacerdotisa), se representula al en como admi-
nistrador y como responsable del reparto. Por otro lado, se conoce una canción
de amor, bastante posterior. que concuerda con la escena del vaso, pero que
parece disociar la unión sagrada de Innana y Dumuzi del encuentro del ¿n con
la diosa: "En la puerta de lapislázuli del gipar (una parte del templo de Innana)
se encuentra el en con ella; en la siguiente puerta del almacén que está en E'ana
(el barrio de Uruk donde se levanta el templo de Innana) se encuentra Dumuzi
con ella".

7. El enigma de las tumbas d,e Ur

Hacia el 2550 a.C. se fechan una serie de tumbas halladas en la ciudad de


Ur,más meridional que Uruk,de la que se conocen archivos con documentos
económicos del 2700 a.C. Las tumbas recuerdan a las de Kish,pero, como
muestra la que no había sido saqueada, estaban adornadas con ajuares sun-
tuosos, que incluían muebles, lechos, carros tirados por bueyes para el tras-
porte del difunto, instrumentos musicales, vasos de piedra y materiales pre-
ciosos y joyería. Ello demuestra que el modelo económico de las ciudades
sumerias había conducido finalmente a una importante acumulación de rique-
za, posiblemente relacionada con el desarrollo de la figura monárquica. Pero
lo más impactante es constatar que a los muertos les habían acompañado unas
ochenta personas de ambos sexos al más allá. Junto a esos esqueletos se halla-
ron vasos de beber,lo que sugiere que los familiares y gentes de servicio, de

TEMA l. MESoporAMrA 25
buen grado o a la fuerza, habían acompañado a los difuntos hasta la sepultu-
ra, ingiriendo allí un veneno para dejarse morir junto a ellos. Todo un cortejo
fúnebre, incluidos los músicos y los animales de tiro, había penetrado en la
tumba por el corredor y no había vuelto a salir de ella.
Cabría pensar que se trata de un banquete, como los que aparecen muchas
veces en el Mundo Antiguo en relación con tumbas y cultos funerarios, donde
se representa al difunto en compañía de sus allegados. Pero el sacrificio de
tantas vidas y pertenencias debe de significar algo más. En algunas de esas
tumbas aparecen objetos marcados con nombres de reyes. Del hijo de uno de
ellos conocemos una inscripción donde se le llama no solo "rey de Ur" sino
también "rey de Kish" ,lo que sugiere que había logrado controlar las dos regio-
nes más importantes de la Mesopotamia meridional, o tal vez toda ella. Tam-
bién se conoce por una inscripción a un hijo de éste; de modo que la familia
había conseguido perpetuarse enlarealeza durante tres generaciones (en la
primera dinastía de Ur), y eso no se encuentra atestiguado en Mesopotamia
con anterioridad. Es probable que el ritual funerario de las tumbas de Ur 1ue
parece documentado en Egipto, en un enterramiento varios siglos anterior (ver
tema2)- tratara de magnificar la función del rey de algún modo que facilita-
ra una transmisión hereditaria no aceptada previamente.
De la misma tumba procede el famoso objeto conocido como "estandarte
de Ur", que se conserva en el Museo Británico. Es una caja de madera deco-
rada con un friso organizado en tres bandas. Hay escenas de guerra y de paz.
Se muestra una batalla, donde aparecen carros tirados por caballos, que no sir-
ven para la lucha sino para el transporte del guerrero. Por el lado de la paz, los
frisos inferiores evocan la producción de alimentos vegetales y animales, mien-
tras en el superior se representa una escena de banquete.

8. Funcionamiento de la economía redistributiva

En el período protodinástico de Súmer, es la ciudad de Lagash, situada al


este de Uruk y convertida en una gran potencia, la que nos ha trasmitido el
mayor número de documentos, correspondientes a su primera dinastía de reyes
(2480-2350 <>). Ello nos permite conocer cómo funcionaba el modelo de eco-
nomía redistributiva y cuál fue su evolución en una ciudad-estado organizada
como la antigua Uruk, pero con una monarquía y con un gran componente
poblacional acadio. La documentación procede en su casi totalidad de un tem-
plo de cuya administración era responsable su sacerdotisa, que, al menos en
algunos casos, resulta ser la esposa del rey. Al igual que en el período de Uruk,
la tierra era explotada bajo un modelo redistributivo; y también se encontra-

26 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


ban centralizadas la ganadería,la producción textil, la artesanía, la producción
de madera,la pesca y el comercio exterior.
Los registros de los almacenes son triples, puesto que recogen las entradas,
las salidas y los inventarios: es decir, lo que va aportando cada individuo,lo
que se le va dando y lo que hay, con un balance final por anualidades. Ese es
el esquema básico de la redistribución, pero el control de lo producido,la fija-
ción de las prestaciones y la administración de los recursos necesitaban un
aparato burocrático complejo con gran número de personal. De hecho, se esta-
blecía un plan económico para cada año sobre el modelo deudor-acreedor,
donde la pafe deudora era un individuo, o un conjunto de individuos de dis-
tinta naturaleza,y la parte acreedora era el estado -idealmente la propia comu-
nidad,la ciudad y la divinidad, pero, en la realidad, la institución que cobraba
y redistribuía. El trabajador iba recibiendo lo que se consideraba necesario
para su subsistencia y lo que necesitaba para producir lo que se le exigía; pero,
según de lo que se tratara, lo que lograba entregar al final resultaba más o
menos imprevisible, con el resultado de que lo producido no coincidiría nor-
malmente con lo que debía entregar.
Si el sistema no contaba con una importante tesaurización de los exceden-
tes, un año de malas cosechas, por causas naturales o humanas, podía colap-
sarlo; y, por otro lado, no cabía desatender las necesidades alimentarias del
trabajador hasta el punto de hacerlo improductivo. Cuando no se podía entre-
gar lo debido, quedaba pendiente la deuda, que se acumularía, en principio, a
la del siguiente ejercicio, lo que no siempre podría resultar compensado. En
definitiva, era un modelo que solo podía funcionar bien con los excelentes ren-
dimientos económicos de la tierra de Súmer; porque solo así lograría el esta-
do ejercer la función paternalista, la acción benéfica divina, que aseguraba el
sustento a todos los miembros de la comunidad.

9. Las reformas de Urukagina

Por lo que sabemos de Logash, las cosas se estropearon cuando empeza-


ron a funcionar como prestamistas individuos privados -talvez porque se resis-
tía a hacerlo la propia institución- y, encima, se trataba de los administrado-
res, que eran quienes tenían mayores y más seguros recursos. El modelo
redistributivo planteado sobre la relación acreedor-deudor parece haber poten-
ciado el desarrollo de la institución del crédito, que es fundamental en todo el
Próximo Oriente. Se generaliza un interés del33Vo para el cereal y del2O%
para la plata, lo que pone a los deudores en una relación de dependencia con
respecto a los acreedores, que, en el caso de Lagash, partían ya de una posi-

TEMA 1. MESoPoTAMTA 27
ción de superioridad. El crédito privado con ánimo de lucro, o, mejor dicho,
con usura, pervierte por completo el modelo redistributivo, privándólo de
sus
elementos positivos y minando sus bases ideológicas

^ _Pl último rey de la primera dinastía de Lagash accede al poder hacia el


2350 a.c., al casarse con una mujer de la famiii a real, sasa, qie es la sacer-
dotisa del templo de la ciudad, consagrado a la diosa B aba.Hapasado a la his_
toria como un reformador con tintes revolucionarios, pero lo más probable es
que hiciera lo imprescindible para atalar la crisis qu" i-"rruraba óon la
diso_
lución del estado. En el edicto que promulga al comienzo de su reinado, afir-
ma haber llegado a un pacto con el dios local Ningirsu--conforme al modelo
semita de relación con la divinidad- para que ,,no se dejara a los huérfanos y
a las viudas a merced de los poderosos" y cosas po. estilo. Del edicto de
urukagina, que incluye una condonación de deudás, se"ideduce que los admi-
nistradores estaban manejando la propiedad institucional como piopiedad pri-
vada, y que abusaban sistemáticamente de su superioridad frente a unos indi-
viduos que tenían la condición permanente di deudores, con una forma
indefinida de deuda pública y privada. prohíbe, por ejemplo, que un adminis-
trador apalee a un hombre porque no le quiera ven¿er ru^urno, o porque pre-
tenda que se lo pague en plata; es decir, protege la propiedad de los débiles
frente a los abusos de los poderosos. pero también oufigi a restituir a los tem-
plos la tierra que les han ocupado los administradores,
!, "n g"n"ru7, amenaza
con el destierro a los funcionarios que se apropien indeúidaménb de lo que no
les corresponda.
Las reformas de urukagina no pretenden erradicar la propiedad privada
ni tampoco atajar su desarrollo creciente, sino controlar los abusos personales
de los funcionarios, que también perjudican los intereses del rey. Lb cierto es
que la economía redistributiva tiende a transformarse en un moáelo de
explo_
tación feroz,por parte de los elementos dirigentes, de una masa de individjuos
que se mueve entre el.umbral de la supervivencia y la ruina producida por
las
deudas. Ahí funciona la figura del reylegislador, que contrarresta esa tenden-
cia con medidas puntuales, y que ofrece su jurisdicción, tanto para aliviar la
presión ejercida por los poderosos contra los débiles .orno p*á evitar que la
marginación social y la necesidad incidan sobre los elementos produciivos
hasta el punto de colapsar el sistema.

10. Ur-Nammu y la construcción de una sociedad justa

, -Aunqug el proyecto fue realizado en gran parte por su hijo shulgi (ver más
adelante), los dieciocho años del reinadó de ur-Námmu qitr2-zog4)
lo pre_

28 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
sentan como el prototipo del rey sumero-acadio que utiliza sus extraordina-
rios poderes para contrarrestar las tendencias abenantes del modelo socioeco-
nómico redistributivo. Este primer "rey de Súmer y Akkad'-también 1o habían
sido los de la dinastía de Sargón, pero como "reyes de Akkctd"- representa el
último intento,llevado a cabo en Mesopotamia, de sacar adelante un estado de
carácter redistributivo, sin propiedad privada de la tierra -toda ella era del
dios- y con un control eftcaz de las actividades de los administradores. Y ya
no se trataba solo de una ciudad-estado, sino de toda la Mesopotamia meri-
dional, que fue sometida a una reorganización, a base de distritos o provin-
cias, donde quedaban integradas todas las ciudades del territorio.
Al frente de esas unidades aparecen unos gobernadores de carácter here-
ditario, llamados ahora en-si ("señores de la tierra"), que estaban muy contro-
lados desde el poder central, lo que fue posible gracias a la habilitación de una
red de vías y de un sistema de correos. Hoy nos asombra la complejidad de esa
burocracia, por medio de la cual se intentaba centralizar al máximo los meca-
nismos redistributivos de las distintas comunidades. Según indican los docu-
mentos, cada provincia estaba especializada en la entrega de distintos produc-
tos, tanto comestibles como manufacturas, que luego se redistribuían y se
encauzaban también hacia el comercio exterior. En el caso de los distritos peri-
féricos, funcionaba, por el contrario, una forma de tributo en especie que se uti-
lizabadirectamente para el pago del personal militar, manteniendo a esos indi-
viduos al margen del sistema redistributivo.
Ur-Nammu parece haber diseñado de una pieza an estado que tenía que
enfrentarse a las tendencias disgregadoras internas, pero también a los ele-
mentos que amenazaban desde fuera, porque tuvo que realizar campañas con-
tra los gutiy contra el Elam. De hecho. había empezado como general -talvez
también hermano- de Utu-hengal, el primer rey de Súmer conocido después
de la dominación de los guti, que había sucedido, en Mesopotamia, al Impe-
rio de Akkad. Se trataba, probablemente, del gobernador de Uruk, que habría
logrado sublevarse con éxito al frente de una coalición de ciudades: en una
inscripción se vanagloria de haber expulsado a los invasores. Procedentes,
según parece, de la parte central de los Zagros,los guti son descritos en las
fuentes sumerias como un pueblo bárbaro que habría sumido en el caos a
Mesopotamia durante más o menos un siglo. Una situación idónea para orga-
nizarlo todo de nuevo.
Tras su victoria sobre Utu-hengal y después de haber colocado en Uruk a
uno de sus hijos como ¿n-sacerdote, Ur-Nammu estableció el centro del nuevo
imperio mesopotámico en Ur,donde puso a su hija como sacerdotisa del dios
local de lalwaNanna-Su'¿l¿, construyendo una muralla que rodeaba el recin-
to sagrado; y también erigió nuevos templos en otras ciudades, con las enor-
mes torres del tipo zigurat. Había organizado su investidura solemne en el

TEMA l. MEsoPorAMrA 29
templo de Nippur,lo que significaba una legitimación de su poder por pafie
del dios sumerio En-Iil para todo el territorio. De ahí el título dé ,,rey áe súmer
y Akkad". Desde esa posición podía emprender ra tarca que desóribe como
"organizat el camino desde abajo hasta aff7ba",la metáfora de "levantar el
país", utilizada en el sentido material de reconstruir
-canales, caminos, posa-
das y demás- y en el sentido ideológico de liberar de la esclavitud
-noianto
de los invasores como de quienes se habían hecho fueftes aprovechando la
situación. La labor de mejora de las comunicaciones, también aspectos
como la seguridad, fue muy importante para el desarrollo del comeriio, "n y,
desde luego, para el buen funcionamiento de los mecanismos redistributivoi.
Se construyeron, además, nuevos canales, que permitían aprovechar nuevas
tierras para el cultivo.
Toda esa organización se basaba en una especie de ordenamiento jurídico,
el código de ur-Nammu, del que solo se conservan partes. contiene leyes
penales sobre homicidio, daños a las personas, delitos sexuales o atenháos
conÍa la propiedad; pero también pretende regular todo aquello que resultaba
necesa¡io para el funcionamiento del estado en sus diversos aspectos, como la
unificación de pesas y medidas,la mejora del tráfico por tierrá y agua,la uti-
lización del ejército, la limitación de la influencia de los poderosos o la ela-
boración de un catastro de las tierras, partiendo de la idea de que el dios de la
ciudad era su único propietario.
se ufana ur-Nammu de haber sido implacable con los ladrones y con los
violentos, "haciendo resplandecer la justicia en el país". La idea de justicia se
relaciona, en este caso, con lavarade medir y con la cinta de agrimensor, que
recibe Ur-Nammu de los dioses porque solo es el ejecutor de sus actuaciones
de gobierno. Pero ambos objetos simbolizan un concepto laico de justicia, que
es el que legitima el modelo redistributivo de economía, donde uno espéra
recibir en consonancia con lo que aporta. El rey organizador es también ei rey
constructor, ya que, según se dijo más arriba, la ciudad-templo, como almacén
seguro de las provisiones, es una necesidad ineludible del sistema; así que la
vara y la cinta tienen también su aplicación en esa actividad.
El carácter semita (acadio) de la monarquía de (Jr tt quedapatente no solo
en la función del rey con respecto a la divinidad, que justifica su tono impla-
cable y su autoridad indiscutida, sino también en su imagen de pastor, que se
combina con la de constructor, amalgamando de ese modo la imagen semita del
pastor nómada con la imagen sumeria del agricultor sedentario. La imbricación
de los dos modelos culturales, que se complementan en Mesopotamia, es lo que
desarrolla el mito del pastor D umuzi y de la diosa Innana, el matnmonio sagra-
do sumero-acadio, y también la historia de amor más popular. El pastoi de
pueblos ur-Nammu es, como su hijo y continuador shulgi, un pastor sabio,
porque detrás de él está el dios, que inspira sus actuaciones.

30 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
11. El dios-rey y el rey-dios

Como ya se ha dicho,la introducción de larealezaen Mesopotamia se debe


a los acadios, que manejaban el concepto del dios gobemante, es decir, de un
poder monárquico divino ejercido por una divinidad masculina sobre las comu-
nidades humanas. La subordinación obvia de cualquier otro poder a ese de rango
superior, implica, por principio, una negación del autogobierno de las comuni-
dades a través de órganos como consejos o asambleas. Lo único que funciona
estructuralmente es una figura autocrática que actúe como intermediario entre la
divinidad y la comunidad. Ese es, en efecto, el rey que gobierna en nombre del
dios, transmitiendo sus directrices, y el que encontfamos ya en la época de Súmer
bajo la forma de una realezabajada del cielo hasta la ciudad de Kish; y ese es el
rol que asumen los reyes de Mesopotamia, con más o menos diferencias.
En semejante construcción, el rey tiene un enorrne margen de maniobra;
solo necesita justificar que es la persona adecuada para desempeñar la función.
Lo que oculre, normalmente, es que se hace con el poder, ya sea por herencia
ya sea por haber enderezado una situación difícil, y trafa de confirmar su legiti-
mación. Pero lo de presentarse como un dios no es un recurso válido para ello;
las divinizaciones de los reyes mesopotámicos son muy raras y obedecen afazo-
nes muy concretas. Dos casos significativos son el de Naram-Shin de Akkad
(2254-220A) y el de Shulgi,de la Tercera Dinastía de Ur (2093-2046), herede-
ros los dos y eficaces conservadores de una Mesopotamia meridional unificada.
El primero es nieto de Sargón de Akkad,y lleva a cabo una serie de campa-
ñas militares lejos, donde lucha en primera fila; pero, sobre todo, tiene que hacer
frente a una rebelión generalizada de las ciudades con las que había creado su
abuelo el Imperio de Akkad, encabezada precisamente por Kish,la más acadia
de todas, que es objeto, junto con Uruk, de una durísima represión. El haber
superado con éxito todas esas dificultades y conservar la vida se podía interpre-
tar como un claro signo de la satisfacción del dios con sus servicios, y eso es lo
que aprovechaNaram-Shinpararealizan una autodivinización, una divinización
en vivo, que parece no haber tenido precedentes en Mesopotamia. Pero lo que
dice en la correspondiente inscripción tiene un tono más justificativo que pre-
potente: "Puesto que, en ese peligro, ha reforzado Naram-Shin los cimientos de
su ciudad,los habitantes de su ciudad pidieron a la diosa lshtar de E'ana (y a los
dioses de otros ocho centros de culto) tenerlo como dios de su ciudad (Akkad) y
erigieron para él en medio de Akkad su templo". En adelante, su nombre se escri-
be con el determinativo de los dioses y se le representa con la corona de cuer-
nos que corresponde a los dioses. Una famosa estela lo muestra dispuesto a subir
por una montaña, coronada de estrellas, al encuentro con la divinidad.
Shulgi también comienza su reinado con una expedición militar, en este
caso para vengar la muerte de su padre Ur-Nammu. Pero no es un rey de gran-

TEMAl. MESOPOTAMIA 3I
des hazañas militares, sino más preocupado por las construcciones y embelle-
cimiento de los templos, para lo cual utilizó a prisioneros. Concretamente, en
relación con las obras realizadas en Nippur, donde estaba el templo del dios
En-lil y donde se hacía la investidura de los reyes, tenemos la primera noticia
sobre deportaciones de poblaciones extranjeras. Por lo demás, desarrolló el
proyecto de estado que había dejado inconcluso su padre Ur-Nammu, lo que
hizo posible la etapa, aparentemente tranquila y próspera, correspondiente a la
Tercera Dinastía de Ur.A partir del año duodécimo de su reinado, o tal vez algo
más tarde, utlliza Shulgi con su nombre el determinativo de los dioses, por lo
qLre parece haber sido objeto de una divinización oficial al modo de la de
Naratn-Shir?, aunque no conocemos detalles sobre ese acontecimiento.
A su muerte, tras un largo reinado, se ofrecen sacrificios ante el trono "divi-
nizado" del rey, lo que podría ser más bien una forma de sacralización de la
realeza. Por otro lado, hay un documento que se refiere a la subida de Shulgi
a los cielos sin dar más detalles; pero, en uno de sus himnos, compara a su
padre con una estrella y manifiesta el deseo de que se dirijan a é1 en oración
como a una estrella del cielo. De otros textos se deduce que Shulgi se presen-
taba como un pastor, que es una imagen semítica muy característica de la fun-
ción de larealeza;' y, como un pastor que sube a los cielos y, de alguna mane-
ra. se convierte en una estrella. Mucho más tarde, los astrónomos babilonios
conocían una "estrella de Shulgi", lo que también resulta singular. Por el con-
trario, la literatura sumeria desarrolló un poema que relataba un viaje de Ur-
Nammu a los Infiernos, donde se encontraba con Gilgamesh divinizado, al que
hacía ofrendas. Está claro que los soberanos de Ur uI se mostraban muy pró-
ximos a los dioses, pero la divinización y la subida a los cielos de Shulgi para
convertirse en una estrella es algo muy especial, donde habría que ver, posi-
blemente, una influencia de Egipto.

12. Los códigos del Próximo Oriente

Como ya se ha dicho, aparecen, en el ámbito cultural sumero-acadio de


finales del tercer milenio, conjuntos de disposiciones que reciben, supuesta-
mente. de la divinidad los reyes pastores de pueblos, de tradición semita, y
que, en ese contexto, sirven, aparentemente, para enderezar el modelo eco-
nómico redistributivo, utilizado de modo aberrante por los poderosos en con-
tra de los demás. Pero, en la medida en que esa normativa sirve también para
organizar sociedades bajo modelos de economía mixta -donde funciona la
propiedad privada de la tierra y la tributación, además del mecanismo redis-
tributivo-, que son los que se generalizan a partir del segundo milenio, los

32 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


códigos de leyes funcionan como un elemento característico del Próximo
Oriente, es decir, no solo en Mesopotamia.
Lo de llamar códigos a esos conjuntos normativos es una vieja conven-
ción, que tiene siempre presente el anacronismo que supone utilizar esa eti-
queta, normalmente atribuida a conjuntos de leyes y disposiciones juúdicas
organizados estructuralmente y promulgados como legislación única y de obli-
gado cumplimiento. En el caso de los códigos del Próximo Oriente, lo que
tenemos es una acumulación puntual de disposiciones que ni siquiera se arrno-
nizan con el resto del derecho en uso -llamarlo "vigente" también resultaría
anacrónico. Pero, además, se habla de códigos porque existe la tradición de
estudiarlos y presentarlos por separado, como si hubieran sido creaciones sin-
gulares. Nada más lejos de la realidad. Lo que existe en el Próximo Oriente
Antiguo es una masa norrnativa básica y elemental, que funciona como lo que
llaman los romanos "derecho de gentes", porque se le reconoce una validez
universal para las comunidades humanas. Sobre esa base, que pernanece idén-
tica, se configuran, eventualmente, conjuntos normativos, solo en parte dife-
renciados, y, a veces, solo en aspectos formales. Esos conjuntos se incorporan.
a su vez, a un patrimonio jurídico común, en el que conviven no solo entre sí
sino con la abundante normativa no escrita y con las sentencias de los reyes,
de los jueces y de los órganos jurisdiccionales colectivos. Por esa razón, y no
por un simple espíritu erudito, se deben de haber copiado, para las bibliotecas
-por ejemplo la que creó el rey neo-asirio Assurbanipal (668-631/27?) en Níni-
ve- todas las leyes que se podían encontrar.
Como una pieza de ese conjunto, que va desde el código sumero-acadio de
Ur-Nammu hasta el Pentateuco bíblico, es como hay que interpretar el código
del rey Hammurabi de Babilonia (1792-17 50), que debe su fama al hecho de ser
el único que conocemos completo; y, además, porque se conserva en una visto-
sa estela de esteatita que representa al rey recibiendo las leyes de manos del dios
Shamnsh,o Marduk. El hecho de que las disposiciones de ese código -que cons-
tituyen, como en los otros casos conocidos, una selección acumulativa de
supuestos de hecho- entren en contradicción con documentos jurídicos de la
época, y de que las leyes de Hammuraái no se citen como referente en ningún
documento conocido, ha llevado a suponer que no habían tenido aplicación.
Pero seguramente no nació ese código con el ánimo de desplazar y sustituir al
resto del derecho. El propio rey nos dice que ha promulgado sus leyes "para que
el fuerte no abuse del débil", lo que puede significar, sin más, que ofrece a sus
súbditos una jurisdicción beneficiosa para quien necesite de ella. Y eso también
lo capitalizaúa políticamente el rey, en la medida en que servía a su imagen de
transmisor de la justicia divina. La oposición de los poderosos podría quedar
neutralizada por el supuesto mandato divino que respaldaba la autoridad del rey.
La función de esos códigos es, en cualquier caso, muy controvertida. Puede
haber sido igualmente, en el caso de Hammurabi,la de establecer unas direc-

TEMA I. MESOPOTAMIA 33
trices para la justicia privada, que no podía quedar excluida como procedi-
miento, porque el estado no había desarrollado instrumentos alternativos sufi-
cientes. En esas sociedades, el recurso a la jurisdicción institucional es, bási-
camente, voluntario. Así habría que entender la ley del talión, que es un
elemento tan importante en el código de Hammurabi: quien ha recibido un
determinado daño puede resarcirse aplicándola en los términos establecidos
por el código, sin necesidad de que se juzgue al supuesto culpable. De todos
modos, los juicios eran muy numerosos, tanto por parte de la jurisdicción cen-
tral como de las comunidades y los templos.
Como medios de prueba se utilizaban, sobre todo,los testimonios perso-
nales y los documentos; la tortura no aparece en Mesopotamia hasta la época
helenística. Pero, si era necesario, se recurría a las fuerzas divinas, bajo formas
diversas. Una de ellas era el juramento, emplazando a la divinidad a fulminar
al perjuro. La otra erala ordalía o juicio divino, que siempre funcionaba con
las aguas: obligando a asumir, en el río, un riesgo importante de ahogarse. Al
principio tenía que aceptar obligatoriamente el procedimiento la parte acusa-
da, porque, si no lo hacía, resultaba condenada; más tarde tuvieron que pasar
por ello también los acusadores. La legislación de Hammurabi pretende, posi-
blemente,limitar el uso de ese tipo de procedimiento a través de disposiciones
como la que obliga a realizar bajo forma contractual y ante testigos las ventas
de esclavos o ganado y las entregas de oro o plata, so pena de ser considerado
como ladrón y, consecuentemente, ejecutado.
En el código de Hammurabi,tienen las mujeres un tratamiento mejor que
en las posteriores leyes asirias y babilónicas, y mucho mejor que el que
habían tenido antes, pero no sabemos por qué. Están, de hecho, equiparadas
a los hombres. Su punto débil es la capacidad, prácticamente ilimitada, que
se reconocía, por principio, en el Próximo Oriente a la hora de establecer
cláusulas en los contratos; la falta de restricciones en ese sentido las perju-
dicaba en los acuerdos matrimoniales que suscribían los padres y los novios,
porque podían enfrentarse a la muerte si llegaban aforzar el divorcio. El códi-
go asegura la situación financiera de la repudiada, especialmente cuando tiene
hijos, y siempre que no haya cometido adulterio; en cambio, en la legisla-
ción posterior, parece que el esposo no coffe ningún riesgo económico con el
repudio. Lo mismo vale para la viuda, que cuenta con la dote y con la apor-
tación inicial del novio, teniendo, además, derecho al usufructo de los bienes
obtenidos en el matrimonio. Tampoco se encuentra en otra legislación la pro-
tección económica de las mujeres frente a las deudas contraídas por el espo-
so. En el aspecto penal, el adulterio de la mujer se castiga con la muerte, igual
que el del hombre, a no ser que resulte perdonada por el esposo. Las leyes
posteriores insisten, en fin, mucho sobre la penalización de las mujeres, mien-
tras que, en este código, tienen, en general, la misma responsabilidad penal
que los hombres.

34 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUO
13. Los comerciantes asiriosz el karum de Kanesh

Un feliz hallazgo arqueológico, procedente de la Anatolia Central, nos ha


proporcionado una visión de los asirios, en época muy temprana, que difícil-
mente habríamos podido imaginar, y que podría corresponder igualmente a
otras ciudades de gran actividad comercial, aunque no tengamos documenta-
ción al respecto. Lo que se conoce como las "tablillas capadocias" suma un
total de más de 21.000 piezas, escritas en caracteres cuneiformes y en el aca-
dio que hablaban los asirios a comienzos del segundo milenio. Proceden del
yacimiento arqueológico de Kültepe (próximo a la actual ciudad de Kayseri),
correspondiente a una ciudad amurallada denominada por los asirios Kanesh,
junto a la cual habían establecido un asentamiento comercial, un karum (en
asirio, literalmente, "puerto", porque los emporios solían estar en las orillas
de los ríos). Esa ciudad no es otra que la Nesha de los hititas (tema 3). Las
tablillas indican que hacia el 1950 a.C. los asirios habían constituido una
amplia red comercial a base de emporios de distinto tamaño, que abarcaba toda
Anatolia y el norle de Siria; por otro lado, constituyen un documento de excep-
cional importancia para la historia del comercio a larga distancia, en sus aspec-
tos jurídicos y financieros.

El trayecto entre Assur y el kartunse cubría con caravanas de asnos; en


buenas condiciones climatológicas, duraba unas seis semanas el viaje, que en
invierno se suspendía. Los asirios llevaban a Anatolia el codiciado estaño que
se necesitaba para fabricar el bronce, habiéndolo conducido previamente hasta
Assur desde las minas de las altiplanicies iranias; la otra mercancía principal
eran los productos textiles, procedentes, seguramente, de las ciudades de la
Mesopotamia meridional. A cambio, obtenían, sobre todo, plata y oro. El esta-
ño lo vendían por el doble de lo que habían pagado por é1, y, en el caso de los
textiles, por el triple. A pesar de los riesgos y los gastos, las ganancias eran
sustanciosas. Conocemos un contrato entre la ciudad de Assur y un príncipe
local, que nos da idea de cómo se pactaban las relaciones. Los comerciantes
asirios conseguían de los poderes locales un derecho de tránsito, a más del
consentimiento y la colaboración para establecer los emporios, así como la
protección de las caravanas contra los ladrones. Como contrapartida, se les
reconocían derechos de monopolio y otras ventajas comerciales, y las mer-
cancías procedentes de Assur pagaban un impuesto por peaje.
El karutn tenía un estatuto, con una asamblea, un consejo y un gobernador
plenipotenciario enviado por la ciudad de Assur; formalmente se trata de un
administrador del dios Asszr, que era el auténtico señor. Sin embargo,lo que
funcionaba allí, sobre todo, eran comerciantes privados (tamkarunt), por lo
que es posible que el gobernador fuera un miembro de 1¿r aristocracia econó-
mica que funcionara con los demás en calidad de primus inter pares. La com-

TEMA I. MESOPOTAMIA 35
plejidad de los negocios realizados generaba una enjundiosa documentación.
pero hay unos tipos básicos. Por un lado, están los contratos realizados entre
los comerciantes residentes en Kanesh y los transportistas que cubren la ruta
hasta Ass¿¿r, donde se menciona la cifra (en unidades de peso de plata) que
recibe el transportista, el nombre del representante del comerciante en Assur
que debe recibir la plata y el compromiso del transportista de regresar a Kanesh
con la mercancía de que se trate. Y, como los comerciantes trabajan con ges-
tores residentes en Kanesh, se suscriben los correspondientes "subcontratos"
entre las tres partes, el comerciante, el transportista y el gestor. Por otro lado
están las cartas que escriben los comerciantes de Kanesh a sus representantes
en Assur,con las instrucciones sobre 1o que deben hacer con la plata 1ue fun-
ciona como medio de pago, como medio de tesaurizaciín y como medio de
inversión- y demás detalles relevantes. Y, finalmente, están las cartas de los
representantes a los comerciantes, que contienen también mucha información.
Todas esas cartas las llevaban consigo los transportistas. Los comerciantes del
knrum se servían también de recursos financieros como los modernos pararea-
lizar operaciones sin mover la plata, y utilizaban el crédito como una fuente
importante de ingresos.

14. La dureza proverbial de los asirios

Los autores antiguos consideraban a los asirios como los creadores de una
forma de dominio que se distinguía por su extrema dureza. Se referían, natu-
ralmente, al Imperio Neo-Asirio (934-609 a.C.), que llegó a ser el estado más
poderoso de la época, a partir del reinado de Tiglat-Pileser m (7 44-727) y que
era el único sobre el que estaban bien informados. Un historiador romano del
siglo rt a.C. puntualiza que fueron los primeros conquistadores,lo que signifi-
ca-y,probablemente, es correcto- los primeros en aplicar, como los romanos,
un derecho de conquista que peffnitía disponer con entera libertad de las per-
sonas, las pertenencias y el suelo de los vencidos. La proverbial crueldad de
los asirios, de la que hacen gala sus reyes en los documentos oficiales, se debe-
ría al hecho de que, a diferencia de los romanos y de otros dominadores, no se
sentían condicionados por la actitud del vencido, ni estaban interesados en asu-
mir su buena disposición; sino que manejaban la idea de que el enemigo era
irrecuperable, y, por eso, resultaba necesario eliminarlo. Así podían también
úilizar el terror como arma de conquista y como instrumento de control.
Los reyes del Imperio Neo-Asirio desarrollaron un modelo de estado que
habían creado los del Imperio Medio, especialmente Salmanasar t (1263-1234)
y Tukulti-Ninurta I (1233-1197), por influjo, seguramente, de los hurritas del

36 BREVE HISToRIA DEL MTINDo ANTIGUo


estado de Mitanni,quienes, durante más de trescientos años, ejercieron sobre los
monarcas asirios una forma de control que no conocemos bien. Las pautas del
dominio neo-asirio vienen marcadas ya por Tiglat-Pileser III, aunque la gran
época corresponde a los reinados de Sargón (722-705) y de su hijo Senaquerib
(704-681),quien llegó al extremo de arrasar la ciudad de Babilonia (689 a.C.),
tras un largó asedio, haciendo coffer las aguas del Éufrates sobre sus ruinas y
llevándose hasta Assur, con enorrne sacrilegio, la estatua del dios de la ciudad,
Marduk. Tiglat-Pileser tn convierte la dominación sobre Babilonia, siempre
problemática, en una auténtica anexión: pasando por encima de los acuerdos que
le otorgaban un estatus especial, ocupa personalmente su trono. Luego, en su
expansión hacia el sur, destruye sistemáticamente las ciudades y las fortifica-
ciones, dando muerte o deportando a sus habitantes y llevándoselo todo como
botín. No era común arrasar por completo lo conquistado, porque interesaba
que las comunidades siguieran siendo productivas para que proporcionaran tri-
butos; pero los asirios encontraron soluciones drásticas y eficaces, como mues-
tra la correspondencia conocida entre el poder central y las provincias. Se
reconstruía inmediatamente lo destruido y se sometía la agriculturay la gana-
dería,lo mismo que la producción artesanal, a un régimen de explotación de la
máxima eficacia, utilizando para ello a deportados.
Aunque era necesario controlar y supervisar a esos trabajadores, el procedi-
miento de las deportaciones tenía grandes ventajas: desaparecían las capas diri-
gentes, que eran siempre una potenci al amenaza,y se contaba de inmediato con
una mano de obra totalmente dependiente que se podía utilizar donde se quisie-
ra. En una sola expedición se llevó de los Zagros ese rey a 65.000 personas; y
también desplazaba a gente de la costa de Levante hasta los confines orientales
del Imperio. Se hacían inventarios de los grupos, registrando de cada individuo
la edad, el sexo, lo que sabía hacer y su estado de salud. Había que enviar los
datos a la capital; pero, como eran muchos los deportados que morían en el tras-
lado,los soldados destinados a vigilarlos intentaban lucrarse con las raciones de
comida previstas para ellos, según indican los documentos. Por otro lado, la
deportación y la pérdida de los bienes era la sanción establecida por escrito, en
los pactos que hacían los reyes asirios, para quienes los incumplieran.

15. La peculiaridad del estado imperial asirio

El final del estado asirio, con la muerte de su último rey Assur-Uballit,en


el 609 a.C., precedida de la destrucción de Assur en el614, de la de Nínive en
el612,y de las de los demás centros asirios de poder, impresionó mucho a los
contemporáneos, difundiendo la idea del castigo divino reservado para quie-
nes no tienen piedad con el vencido y hacen gala de su propia crueldad. Cono-

TEMA r. MESoPoTAMIA 37
ciendo la elevada calidad de la cultura asiria, tanto en esa época como en las
pasadas, se pregunta el historiador moderno por qué llegaroni actuar así, y por
qué, a pesar de haber utilizado semejantes recursos, no solo perdieron el Impe-
rio sino que desaparecieron como estado. La respuesta nunca es fácil,
casos, pero existen pistas que nos permiten, en éste, aproximarnos a"n "io,
ella. A
diferencia de otros imperios del Próximo oriente, el asirio parece haber sido
construido a ultranza, porque las condiciones iniciales no resultaban favora-
bles. El dominio de la gran Mesopotamia por la pequeña Asiria tenía, por prin-
cipio, poco futuro, no solo en términos de cifras de población sino porquó, en
el primer milenio, Babilonia teníayaunas raíces y una cultura que hábían con-
vertido a su capital en la ciudad emblemática del próximo oriente. Además,
Asiria estaba encajonada en un territorio desde el cual resultaba difícil con-
trolar el Imperio. Sin embargo, consiguieron poner bajo su dominio los asi-
rio_s todo lo que se extendía desde los montes zagros hasta Nubia, y, aunque
sufrían grandes reveses, resucitaban una y otra vez con energías renovadis.
Su imperio universal, dotado de una administración muy eficaz, sirvió de
modelo para los persas Aqueménidas. No es de extrañar que despertara la
admiración de los romanos.
El espíritu emprendedor de los comerciantes, su capacidad de afrontar los
riesgos y de superar los graves contratiempos, y, sobre todo, su experiencia y
su pragmatismo en el ámbito de la administración, deben de haber sido ingre-
dientes importantes para la construcción de ese asombroso estado. otro éle-
mento fundamental fue el desarrollo de un ejército formidable, heredado, segu-
ramente, de los mitanios, que les habían enseñado a ufllizar los carros de
guerra. Pero es difícil que hubiera podido funcionar todo eso sin el desarrollo
ideológico al que llegaron los asirios. La identificación entre el estado y la
divinidad, característica de Mesopotamia,les sirvió para construir el impório
universal, porque asumieron que era la voluntad del dios Assur gobernar ese
imperio. A partir de ahí, el mundo se divide en asirios, que es lá comunidad
política identificada con la ciudad y con el dios, y no asirios, todos los cuales
funcionan como enemigos a los que es necesario subyugar. Los ensañamien-
tos, los terribles procedimientos de ejecución que utilizan los asirios, consti-
tuyen, según dejan traslucir sus propias palabras, un mecanismo perverso de
legitimación de sus actuaciones: matan a los enemigos porque se oponen a los
designios de Assur,lo que es un sacrilegio que los convierte en seres abyectos
y, por lo tanto, merecedores de los peores castigos.
Pero lo que había detrás de todo eso era un imperio inviable, ya que, por
principio, no podía reconocer límites. Debía coner siempre hacia delante,
aumentando las dificultades de control y, sobre todo,los gastos militares. Los
estados sometidos tenían que pagar tributos cadavez más onerosos y aportar
cadavez más tropas,lo que no los libraba de los saqueos permanentes de los
soldados asirios. Eso solo podía servir para acumular enemigos, cuya coalición

38 BREVE HIsToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


acabó por aniquilar a Asiria. Las causas del final del Imperio Asirio estaban
funcionando potencialmente desde el principio, por 1o que sin esa dureza, que
también se aplicaban así mismos en el orden interno, posiblemente no hubie-
ran logrado ni construir el Imperio Neo-Asirio ni mantenerlo durante tres-
cientos años.

16. Estructura de la sociedad babilónica

A pesar de la importancia y el crecimiento de las ciudades, la arqueología


indica que existían en Babilonia muchos asentamientos pequeños de carácter
rural. Por otro lado, siempre había una parte importante de la población dedi-
cadaa la ganadería, que llevaba una vida nómada o seminómada, con sus pro-
pios rebaños o con los de los reyes, templos y grandes propietarios. Sin
embargo, la documentación disponible apenas se refiere a estos dos últimos
colectivos. Corresponde a los templos, a los palacios y al sector cada vez más
importante de los hacendados de nivel alto y medio. El modelo de economía
redistributiva de los milenios cuarto y tercero había pervivido en cierto modo,
porque seguían existiendo trabajadores vinculados a las tierras y a los talle-
res a cambio de un sustento básico; pero la tendencia alaprivatización, tanto
en la explotación del patrimonio de los templos como de los reyes, y la con-
solidación del derecho a la propiedad privada de la tierra, habían transforma-
do la sociedad.
La permanencia de la función ideológica de los templos los mantenía como
grandes entidades económicas, que, en teoría, seguían asumiendo el modelo
autárquico de producir todo lo necesario para el consumo y la idea de que la
divinidad era la "dueña de la casa". Seguían existiendo también los adminis-
tradores, con una cierta implicación en las tareas del culto; pero eran sobre
todo los superiores jerárquicos de toda una plétora de personal de servicio,
escribas, adivinos, y, en general, gente relacionada con los sacrificios y los
rituales. A ellos se sumaban artesanos, trabajadorcs agrícolas y pastores.
Los grandes dominios agrícolas de los templos, campos de cereal y pal-
merales sobre todo, eran explotados de tres formas; o bien directamente, a tra-
vés del propio personal de servicio, o bien cediéndolos a los administradores
como pago por su trabajo -en cuyo caso los podían dar en amiendo a terceros-
o bien arrendándolos por parcelas a quien estuviera interesado. De los rebaños
del templo, que podían ser muy grandes, una parte se explotaba también direc-
tamente y otra era confiada a pastores en condiciones varias y haciendo balan-
ces anuales. En cuanto a la producción artesanal, de la que formaban una parte
muy importante los textiles, tenía una diversificación similar, pero siempre

TEMA r. MESoPoTAMTA 39
bajo el principio de que el trabajador tenía que entregar la manufactura en
razón de los materiales recibidos. Los trabajadores del templo, y algunos otros,
seguían bajo el sistema redistributivo. Según los datos que se desprenden de
los archivos, se puede considerar como una retribución estándar la de 60litros
de cebada para los hombres, entre25 y 4o para las mujeres y 5 para los lac-
tantes, todo ello por mes. No es mucho, considerando que con eso tendrían
que conseguir todo lo imprescindible trocando o vendiendo una parte. segu-
ramente sacaban algo más de los templos de un modo u otro, lo que acentua-
ría su situación de dependencia.
Desde el tercer milenio los reyes mesopotámicos se las habían ido inge-
niando para funcionar económicamente de un modo similar a los templos. una
vez establecida la base ideológica de que el pastor de pueblos, el rey sabio y
valeroso, podía ejercer una protección paternalista sobre la comunidad, en
nombre de la entidad divina que se identificaba con ella, cabía reconocerle el
derecho a construirse un palacio seguro y suntuoso, como lo eran los templos;
y a disponer de unas tierras no solo para cubrir sus gastos, digamos, institu-
cionales sino para poder contar con un contingente militar que fuera la base del
necesario ejército. Aquí ya no se trataba de la gran hacienda autosuficiente que
pretendía ser el templo, sino de un palacio con una auténtica corte y una mili-
cia, que no producían y generaban muchos gastos. Las tierras de los reyes, que
no se explotaban directamente sino bajo diversas formas de arriendo, solo
podían cubrir una parte pequeña de ellos; lo demás procedía de los botines de
guena y, sobre todo, de las aportaciones exigidas a los súbditos. En ese senti-
do,la realeza no podía estar interesada en el modelo redistributivo sino en la
percepción de impuestos y tributos y, consecuentemente, en la expansión terri-
torial. La función del palacio se perfila cadavez más como la de administra-
dor del estado, con las tareas de recaudación interna y, sobre todo, con la ges-
tión de las prestaciones que, bajo distintas formas, se exigen a vasallos y
sometidos; también, por supuesto, con la responsabilidad de mantener el ejér-
cito. Para esto servían las tierras del rey, que cedía por parcelas a su gente de
confianza a cambio de una alta prestación militar.
En ese escenario, se produce un desarrollo espectacular de la economía
privada, también fuera de las ciudades especializadas en el comercio. Cono-
cemos muchos archivos de esas familias, algunos con millares de tablillas. Se
encuentran títulos de propiedad urbana y nistica, registros de esclavos, docu-
mentos sobre dotes, adopciones, disposiciones testamentarias y demás, y
muchísimos documentos de carácter financiero. Las propiedades rurales no
suelen ser explotaciones cerealísticas sino los huertos y los cultivos datileros
próximos a las ciudades, que, probablemente, se habían desarrollado al mar-
gen de los terrenos irrigados desde antiguo por los canales. Pero, sobre todo,
vive esa gente rica del comercio y del dinero, que sigue siendo todavía una
plata premonetal. Muchos de ellos son comerciantes profesionales, pero otros

4O BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo
se limitan a poner en manos de intermediarios su dinero y sus esclavos para que
le saquen los correspondientes rendimientos. Los elevados intereses y la nece-
sidad permanente de trabajadores especializados en los distintos sectores hacen
de esas inversiones algo muy lucrativo.
En muchos casos se trata de los administradores de los templos, y cabe sos-
pechar que pueden registrar como suyas algunas tierras de esa procedencia. De
todas formas,los templos no seguían funcionando como lo habían hecho en las
etapas iniciales. En el tercer milenio, contaban con comerciantes incluidos en
el sistema para dar salida a sus excedentes y comprar con ellos todo cuanto
necesitaban y no producían. Pero, desde la época paleobabilónica, existían
comerciantes independientes organizados en corporaciones, con un adminis-
trador alacabeza,que tenían sus propios lugares reservados en los puertos flu-
viales: en el primer milenio suelen trabajar esas organizaciones en exclusiva en
el sector público, es decir, para los templos y para los palacios. Compran lo
producido en los primeros, tanto manufacturas como ganado, por un precio glo-
bal, del que sacan un buen beneficio, que pierden los templos; sobre todo, por-
que prefieren renunciar al control de los intercambios y a la posibilidad de obte-
ner ganancias en ese juego, a cambio de recibir una cantidad de plata fija y
segura. El proceso de pivatización de los templos mesopotámicos es siempre
creciente; hasta el punto de que, en la época helenística, se llega a dejar todo en
manos de los banqueros, incluso las raciones del personal y los productos con-
sumidos en el culto. El palacio, en fin, es también un cliente óptimo de los
comerciantes, sobre todo en el sector financiero, porque los reyes babilónicos,
como también los asirios, funcionan continuamente con el crédito.

17. La piedad y la culpa

Uno de los elementos caracteísticos de la mentalidad religiosa babilóni-


ca, que no se puede datar, en cualquier caso, con anterioridad al segundo mile-
nio, es la relación personal con la divinidad en unos términos en los que el ser
humano asume el rol del hijo, o, más bien, del niño, atribuyendo al dios el del
padre. La divinidad funciona entonces también como un ser humano. que sirve
de guía y a quien se puede solicitar ayuda, pero que se enfada y castiga cuan-
do no se ha tenido el comportamiento que cabía esperar. Se trata de una vin-
culación especial a un dios determinado, del que se espera una protección cons-
tante y una intercesión favorable ante los demás dioses. Numerosos sellos
muestran esa escena de introducción ante una divinidad, de la mano de otra.
Esa relación piadosa, que también se produce con una doble figura divina,
masculina y femenina, o con un ser intermedio del tipo genio, pretende fun-

TEMA r. MESoPoTAMTA 4l
cionar como un do ut des (dar para recibir): el ser humano rinde culto a su
benefactor divino y, por ese mismo hecho, lo obliga a ejercer sus funciones
benéficas. Algunos documentos ponen de manifiesto el carácter pueril de esa
relación, recogiendo plegarias llenas de reproches, e incluso de veladas ame-
nazas, cuando no se ha recibido la ayuda que cabía esperar.
Paralelamente a esa vivencia, que escora del lado de la magia y la supers-
tición, muy desarrolladas también en Babilonia, se aprecia, en los textoJreli-
giosos, un cambio con respecto a la tradición sumeria. Mientras el único deber
que tenían antes las comunidades humanas, frente a las potencias divinas, era
el de rendirles culto como tales comunidades, y de ahí se deducían los efectos
benéficos, se perfilan ahora nuevos conceptos que tienen que ver con la con-
ducta individual. Una determinada actuación puede desencadenar la cólera de
los dioses y el consiguiente castigo, bajo la forma de una desgracia personal o
colectiva. La causa se interpreta como culpa; y la actuación, como pecado. El
pecado produce contaminación, enfermedad e incluso muerte. Aparece tam-
bién el concepto de expiación como recurso regenerador, y las prácticas des-
tinadas a exorcizar a los demonios supuestamente causantes del mal. La lite-
ratura médica babilónica registra los fallos cometidos en las prácticas de culto,
el contacto físico con pecadores y determinados pecados, como el falso testi-
monio, entre las posibles causas de ciertas enfermedades.
La idea de que los dioses han creado a los humanos para que los alimen-
ten es una formulación mitológica, pero de alguna manera permanece en el
imaginario colectivo babilónico; posiblemente por su relación ancestral con
el modelo redistributivo, para el que debe de haber servido como fundamento
ideológico. Se manifiesta en los sacrificios y en las ofrendas de alimentos, que
siguen los ritmos del calendario. Y se manifiesta también en esa suprema
humanización de la divinidad, que es la imagen de culto. Una figura de made-
ra, con ojos de cristal y con toda la policromía necesaria para hacerla aparecer
viva, recibe una peluca y un vestuario auténtico; mediante el llamado ritual de
la apertura de la boca, que tiene lugar durante su consagración, la imagen se
transubstancia y se convierte en una encarnación de la divinidad. Así funcio-
na su presencia en las procesiones y dentro del santuario: es un talismán que
protege del mal y que irradia efluvios benéficos; como también puede causar
la ruina de quien se aÍeva a profanarla. Los babilonios, en fin, no esperaban
mucho del más allá. Es el mundo subterráneo, del que no se regresa y donde
viven los muertos como sombras y sin alicientes. Pero, aun así,los vivos tie-
nen la obligación de llevarles alimentos y bebidas a las tumbas, para ellos y
para las divinidades de ese mundo; de otro modo, pueden atormentar a los
vivos. El hecho de no haber recibido sepultura o de haber sufrido una muerte
violenta también se consideraba como causa de desasosiego para los muertos.
A su vez, la profanación de las tumbas y el ensañamiento con los cadáveres
constituía una forma de venganza.

42 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


Tema2
EGIPTO

1. Introducción
2. La geografía y los habitantes
3. La escritura jeroglífica
4. Los egipcios de Naqada
5. Horus-Narmer, Menes y Horus-Aha
6. Génesis y organización del estado
7 . La imagen del faraón y la función de la realeza

8. El ejercicio del poder y la figura del visir


9. La defensa del territorio y el ejército
10. La experiencia imperialista
11. La función de Maat y las formas del derecho
12. La administración de justicia
13. La vida después de la muerte y la función de las pirárnides
14. Una religión peculiar
15. Los desarrollos teológicos
16. La religión de Osiris
11. El faraón místico y revolucionario
18. Los dominios funerarios y la propiedad-posesión de la tierra
19. Los faraones extranjeros
20. Egipto en la Época Romana

1. Introducción

La civllización egipcia, o lo que es lo mismo, el Egipto faraónico, es la


experiencia cultural de época histórica que ha tenido una mayor duración.

TEMA2. EGIPTO 43
Desde la unificación de los dos reinos, hacia el 3000 a.C., hasta el 30 a.C.,
existió un estado egipcio cuyos signos de identidad prevalecieron claramente
sobre los cambios y transformaciones. Descansaba en un modelo cultural e
ideológico que se fue adaptando a las circunstancias, pero que tuvo una fuer-
te tendencia conservadora. Había empezado a configurarse medio milenio
antes de la creación del estado único, y pervivió bajo el dominio romano, aun-
que no hubiera ya faraones. El cierre de los templos paganos, a finales del
siglo tv d.C., que acaba con el uso de la escritura jeroglífica, es Io que marca
un final para el Egipto faraónico. Se produce entonces un claro auge del cris-
tianismo, solo frenado y minimizado, un par de siglos después, por la impreg-
nación islámica.
La historia del estado egipcio, que dura unos 3-500 años, se parcela tradi
cionalmente en varias etapas, organizadas en dinastías. Entre el 3500 a.C.
(aprox.) y eI2657 a.C., discurre una primera etapa, integrada por un período
Predinástico (en el que todavía no hay reinados sobre la totalidad de Egipto)
y el período Tinita (dinastías t-tt), así llamado porque los faraones eran origi-
narios de Tinis (Thinis,This o Zrs), nombre griego de una ciudad que estaba
muy cerca de Abydos, en el Alto Egipto. La última parte del período Predi-
nástico (3150-3000 aprox.) se conoce como Protodinástico (o Dinastía 0), y
corresponde a una dinastía de reyes del Alto Egipto, el último de los cuales
habría llevado a cabo, hacia el 3000 a.C. la unificación de todo el país.
Luego se suceden los llamados Reino Antiguo (2657-2166, dinastías rt-
vr), Reino Medio (2020-1793, dinastías xl-xrl) y Reino Nuevo (1540-1070,
dinastías xvrrr-xx). Pero, después de cada uno de ellos, existe un Periodo Inter-
medio, en que se rompe la unidad del estado, por causas externas o internas;
la numeración de las dinastías continúa durante esos períodos, aunque los
faraones no gobiernan sobre todo el territorio. En el 716 a.C. comienzalalla-
mada Epoca Baja, donde alternan dinastías indígenas con dinastías extranje-
ras hasta desembocar, tras la conquista de Alejandro Magno (323 a.C.), en la
monarquía Lágidao Ptolemaica (305-30 a.C.) del Egipto helenístico (tema 6).
Pero el Egipto faraónico continúa existiendo unos cuatrocientos años como
parte del estado romano (ver más adelante).
La secuencia cronológica de la Historia de Egipto es el resultado de inte-
grar una buena cantidad de datos puntuales de muy distintos tipos, como la
duración de determinados reinados, o la coincidencia entre ciertos aconteci-
mientos (sincronismo), con las listas de reyes, que carecen de datación abso-
luta. No existía un interés en establecerla, porque, para los egipcios, los rei-
nados constituían una especie de eras, que servían pa¡a fechar lo que ocurría
dentro de ellos. También un acontecimiento especial, como la construcción de
un templo o el envío de una expedición, servía para establecer dataciones. Des-
graciadamente,las conclusiones de ese trabajo de los historiadores modernos

44 BREVE HISToRIADELMUNDOANTIGUo
distan mucho de ser unánimes. No solo existe una cronología alta, una baja y
una media, con el correspondiente desajuste de unos cuantos años entre las
tres secuencias, sino que las duraciones de ciertos reinados también son con-
trovertidas,lo mismo que el carácter simultáneo o sucesivo de determinados
acontecimientos o procesos. Se encontrarán, por tanto, grandes diferencias, al
respecto, en los distintos instrumentos bibliográficos. Aquí se ha utilizado una
de las alternativas más modernas y autorizadas, que solo debe servir. por otra
parte, como un referente general, como una forma de concatenación y como
una posibilidad de sincronizar, aunque sea aproximadamente. el proceso his-
tórico de los egipcios con los demás procesos del Mundo Antiguo.
El historiador y sacerdote egipcio Manetón es el artífice de la organiza-
ción de los faraones en dinastías, y también quien acuña ese concepto, aunque
lo utiliza en un sentido amplio, donde prevalecen otros criterios sobre el de la
continuidad familiar; por eso se puede encontrar a un padre y a un hijo en
dinastías distintas, y, a su vez, dinastías que incluyen a faraones no emparen-
tados entre sí. Como escribe su obra en griego, le aplica un término también
griego (dynasteia) que hasta entonces solo había significado "poder de gobier-
no". Lamentablemente. de la historia de Egipto (Aigyptiaká) escrita por Mane-
tón hacia el 280 a.C., para el rey Ptolomeo tt, solo se conocen unos pocos frag-
mentos, contenidos en la obra del historiador judío Flavio Josefo (37- I l0 d.C.)
y en algunas otras de menor entidad.

2. La geografía y los habitantes

El historiador Heródoto (siglo v a.C.) dice de Egipto que es un "regalo del


Nilo",lo que corresponde exactamente a la realidad, porque ese ío, de más de
6.000 km, no solo era la fuente de todo lo necesario parala vida, sino la gran
vía de comunicación que hacía posible la unidad del territorio egipcio. Proce-
dente del África ecuatorial, el Nilo Blanco recibe las aguas que recógen el Nilo
Azul y el Atabara de las montañas y altiplanicies de Abisinia, acumulando así
un potente caudal que desciende hacia el valle formando seis cataratas. La últi-
ma es en realidad la primera, porque se cuentan desde Egipto, y se encuentra
a la altura de la presa de Assuan; en la Antigüedad, constituía la frontera natu-
ral entre Egipto y Nubia. A partir de ahí, el Nilo discurre en dirección norte,
durante unos 900 km, por un valle muy estrecho, flanqueado por colinas y
montañas desérticas, que es el Alto Egipto. El siguiente tramo forma el Egip-
to Medio, con un valle bastante más ancho, donde se encuentra la laguna de El
Fayum, conectada artificialmente con el río. Poco después de Menfis (unto a
El Cairo), el Nilo se dividía en siete brazos (hoy solo dos,la Roseta y la Damie-

TEMA 2. EGIPIO 45
ta), formando un triángulo en su camino hacia el Mediterráneo; de ahí el nom-
bre de Delta (así se llama la letra griega correspondiente al sonido d, que tiene
la forma de un triángulo) que recibían las tierras bañadas por ellos. Ese es el
Bajo Egipto, en cuya denominación coinciden el concepto geográfico y el polí-
tico. como unidad política, el Alto Egipto comprende las otras dos zonas geo-
gráficas.
Debido a las lluvias monzónicas, el Nilo inundaba el valle, entre finales de
junio y finales de septiembre, dejando sobre él el limo que hacía la tierra muy
fértil. Pero la inundación había que controlarla y aprovecharla debidamente,lo
que suponía mucho trabajo. Se construían diques para que no se anegaran las
aldeas y los huertos; estanques, para recoger el agua que se había de utilizar en
la temporada seca; y canales, para distribuirla y hacerla llegar hasta donde
resultaba posible, ganando de ese modo terreno al desierto. Además, las cre-
cidas no eran iguales todos los años, y podían resultar desastrosas, tanto por
exceso como por defecto: el Nilo era capaz de destruir mucho y también de
causar hambrunas. Al igual que en el sur de Mesopotamia, el cultivo de los
fértiles campos exigía, en Egipto, esfuerzos aunados y solidarios, que dieron
lugar a la formación de unidades políticas independientes y autosuficientes.
Pero, a partir de ahí, se desarrolló también un poder unitario y un aparato ideo-
lógico que consiguió aglutinar a toda la sociedad egipcia. Semejante fenóme-
no se muestra como algo mucho más profundo y más auténtico que en Meso-
potamia; por eso, seguramente, logró cuajar de verdad y perdurar durante
milenios.
Esa permanente empresa común, por lo demás tan homogénea, que se desa-
r¡ollaba año tras año sin apenas cambios, y ese aislamiento geográfico, que
mantenía a los egipcios como en una burbuja, a no ser en zonas muy periféri-
cas, marcaron de un modo significativo su mentalidad, dejándolos, en cierto
modo, suspendidos en el tiempo. Solo una mínima parte de la población, muy
privilegiada,llegó a ser propietaria de tierra, y nunca existieron los empresa-
rios independientes. La inmensa mayoría de la gente se mantuvo en una rela-
ción de dependencia con respecto al estado, que era una situación afín a la
esclavitud, aunque con una gran estratificación interna. Los egipcios eran dis-
ciplinados y consecuentes con sus compromisos, pero muy recelosos frente a
todo cuanto procedía de fuera. Se veían a sí mismos como un colectivo dife-
rente del resto de la humanidad, que se dividía para ellos en razas, asociadas
a colores distintivos: se pintaban a sí mismos de color rojizo; a los asiáticos,
amarillos; a los libios, blancos, y a los africanos del sur, negros.
Había, en Egipto, piedra suficiente para las construcciones, que se llevaba
con facilidad a distancia, incluso cuando se trataba de grandes bloques, por
las aguas del Nilo. Pero el transporte fuera del agua era laborioso. Aunque se
conocía la rueda desde antiguo, no resultaba adecuada ni para los suelos

46 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


encharcados ni para la arena del desierto; así que todo cuanto no se podía lle-
var a cuestas, O cargado sobre asnos, había que arTastrarlO en trineos, que Se
deslizaban por pistas habilitadas al respecto. Para lo más pesado, se recurría a
grandes troncos trabajados en forma de rodillos. En esas operaciones se utili-
zabafracción humana y animal, sirviéndose de sogas fabricadas con diversas
fibras. como la de la palmera, que abundaban en el país.
La principal carencia era la madera, necesari apara construir las embarca-
ciones y para otras muchas cosas; pero se llevaba desde Nubia, o bien desde
la región sirio-palestina. En cambio, había cuarcitas auríferas, de las que saca-
ban muy buenos rendimientos los egipcios, machacando la roca y filtrando la
arena. El comercio exterior egipcio es, básicamente, una actividad de los farao-
nes, destinada a conseguir productos de lujo. Desde la época de la Dinastía v
(2456-2297), se sirven de la ciudad de Biblos, en la costa sirio-palestina, para
obtener la codiciada madera de cedro de los montes del Líbano; y llevan desde
el misterioso "país de Punt" ,en la costa de Somalia, marfil, incienso, especias
y pieles de animales salvajes.
Se considera que la población egipcia tenía un origen común con la bere-
ber de Libia, perteneciendo al grupo llamado tradicionalmente camita. Ese
habría sido el substrato sobre el que habrían operado transformaciones deter-
minantes los grupos de población semita (procedentes de la región sirio-pales-
tina y/o del desierto arábigo) que penetraron en el valle del Nilo con anterio-
ridad a la época histórica. La fusión de esos dos componentes, y la falta de
nuevos apoúes poblacionales, consolidó, ya en el Imperio Antiguo, un fenoti-
po egipcio característico, que duró hasta finales de la Epoca Romana y que
todavía se encuentra actualmente. En cuanto a la lengua egipcia, probable-
mente sea un resultado de la propia etnogénesis de los egipcios. No parece ni
una lengua africana ni una lengua semita, sino una mezcla de ambas; pero es
una discusión, todavía abierta, entre los lingüistas, lo de catalogarla, o no,
como una lengua del grupo semita y lo de establecer sus fases de formación.

3. La escritura jeroglífica

El año 1822 encontró finalmente la clave para el desciframiento de la escri-


tura jeroglífica el francés Champollion, haciendo con ello posible el naci-
miento de la Egiptología. Sus esfuerzos se habían sumado a los de otros espe-
cialistas de distintas nacionalidades desde que fuera presentada al público, en
1802, en el Museo Británico, la Piedra Roseta, una placa de diorita hallada
por un oficial francés, en 1799, cuando dirigía unas obras de fortificación en
el delta del Nilo, muy cerca del Mediterráneo. Lleva grabada una inscripción

TEMA2. EGItrfO 47
(del 196 a.c.) bilingüe, en egipcio y en griego, con un texto relativamente
largo y enjundioso; además,la versión egipcia está copiada en escritura jero-
glífica y en escritura demótica (ver más adelante). Semejante golpe de suerte
se debe a las aspiraciones de Napoleón Bonaparte al dominio de Egipto, y a
su interés por hacerse con una parte de sus antigüedades, por lo que envió
junto con las tropas a un grupo de eruditos en la materia.La expedición fra-
casó, y tuvo que devolver a los ingleses todo el botín, pero la Piedra Roseta,
que, naturalmente, había llamado la atención, estaba, en todo caso, dispuesta
para cumplir su trascendental cometido.
Los egipcios utilizaban, desde el período Predinástico, una escritura desa-
rrollada, probablemente, en la zona del Delta, y, aunque no hay textos conti-
nuos hasta el Reino Antiguo, el sistema eracapaz,con anterioridad, de repre-
sentar casi cualquier cosa. Lo que vemos es que se empieza a utllizar en
consonancia con la formación de un estado de amplio territorio, que controla
y coordina la actividad de un número muy importante de comunidades, y que
centraliza,de alguna manera, la explotación de los recursos. Para eso resulta-
ba necesaria la escritura, no solo en el nivel trivial de la administración, sino
también en el aspecto ideológico: el dominio de la escritura implica, en Egip-
to, el control de la sociedad, y, por eso mismo, su simple presencia constituye
un exponente de superioridad. Los miembros de la familia real y los funcio-
narios importantes se representan muchas veces en actitud de escribir.
Se ha tratado de buscar en el Próximo Oriente el origen de la escritura
egipcia, pero la cosa no está nada clara. Mientras las formas más primitivas
se relacionan allí con la contabilidad implicada en el comercio, la escritura
egipcia parece interesada desde los comienzos en registrar un espectro con-
ceptual muy amplio. Por otro lado, entre el sistema sumerio y el egipcio hay
grandes diferencias. En primer lugar, se aprecia que los signos egipcios son
de tradición local. Además, en el sistema sumerio los signos representan síla-
bas formadas por vocales o bien por consonantes combinadas por vocales; en
el egipcio, en cambio, solo se representan las consonantes y las llamadas
semiconsonantes, que tienen un carácter intermedio (dos tipos de c, un tipo
de i y un tipo de u).
Eso se corresponde con la diferencia fonética que existe entre el grupo lin-
güístico al que pertenece el sumerio y el que forman las lenguas semitas,
donde, de un modo u otro, se integra Ia egipcia. Así que, en el caso de que se
haya utilizado como modelo el silabario sumerio, se habría adaptado a la len-
gua egipcia convirtiéndolo en otro distinto,capaz de representar secuencias
fonéticas donde las vocales tienen una entidad muy diferente. En ese tipo de
lenguas, la representación de las consonantes era suficiente para identificar las
palabras; pero, sin conocer las vocales, no se pueden pronunciar. De ahíla
convención de los egiptólogos de utilizar, en las transcripciones de las palabras

48 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


egipcias, las vocales e y a (según el tipo de consonante que preceda); pero, en
lo de vocalizar más o menos las secuencias consonánticas que se encuentran,
y en lo de elegir la vocal, no hay unanimidad -lo mismo que en el uso de los
signos alfabéticos en general.
La escritura egipcia funciona con ideogramas. que son signos con valor
fonético, aunque tengan un carácter ideográfico,tal y como oculre con los
modernos pasatiempos llamados jeroglíficos: un pictograma correspondiente
al "mar" funciona como una secuencia fonética (m-a-r), que puede corres-
ponder a una palabra homófona, o bien, combinada con otros ideogramas, a
otras palabras. Ese principio tan simple se debe aplicar de una forma sofisti-
cada y llena de convenciones para que pueda constituir de verdad un sistema
de escritura adecuado a todo tipo de usos. Es 1o que hicieron los egipcios.
Hasta mediados del tercer milenio,la escritura jeroglífica, que llega a tener
más de 1.000 signos diferentes, solo registra infotmación sobre los reyes y sus
funcionarios; pero, poco a poco va sirviendo para transmitir toda una tradi-
ción escrita de contenidos religiosos, literarios y científicos. La mayoría de
ellos, seguramente, se perdió para siempre al desaparecer la biblioteca de Ale-
jandría, creada, a comienzos del siglo IIt a.C., por el primero de los reyes Pto-
lomeos y que llegó a tener más de 700.000 volúmenes. El dominio de la escri-
tura era 1o que abría, en Egipto, el camino de la promoción personal; por eso
las familias más acomodadas enviaban a sus hijos, entre los cinco y los diez
años, a unas escuelas que parecen haber existido desde comienzos del segun-
do milenio. Lo de convertirse en escriba era una meta muy alta.
La escritura egipcia llamada comúnmente jeroglífica (un jeroglifo es, lite-
ralmente, un "signo sagrado") era una forma artística y monumental, con la
que se grababan los texos, sobre piedra o madera, en las paredes de los tem-
plos, en los monumentos funerarios y en todo tipo de estelas. Pero existía
también una forma cursiva de esa escritura: es la llamada hierática (en grie-
go, "sacerdotal") -porque, en la época Ptolemaica, solo la utilizaban ya los
sacerdotes-, y que servía, casi exclusivamente, para pintar sobre cuero o papi-
ro, o bien sobre cerámica. Una forma todavía más simplificada de esta últi-
ma, es la escritura demótica ("popular"), que aparece a com.ienzos de la Épo.a
Baja (hacia el 700 a.C.). y es de uso cotidiano en la Epoca Ptolemaica. Final-
mente, la escritura copta es un alfabeto griego, adaptado por las comunidades
cristianas que vivían en Egipto en el siglo n d.C. a la representación de la
lengua egipcia. Las condiciones climáticas de Egipto han favorecido la con-
servación, bajo la arena, de las hojas fabricadas con papiro, donde se escribía
normalmente; gracias a eso tenemos hoy una enoflne cantidad de documen-
tos egipcios correspondientes a la vida cotidiana, que en otros lugares se han
perdido por haberse desintegrado los materiales perecederos en los que habían
sido escritos.

TEMA 2. EGIPTO 49
4. Los egipcios de Naqada

A unos 30 km al norte de la moderna ciudad de Luxor, en el corazón del


Alto Egipto y en la orilla occidental del Nilo, se encuentra el yacimiento
arqueológico de Naqada, que ilustra muy bien los orígenes del Egipto faraó-
nico; se trafa de una necrópolis que da nombre a toda una secuencia cultural.
Las tumbas de Naqada t (4000-3500) corresponden a una población de pasto-
res nómadas que solo tiene un lugar fijo para enterrar a sus muertos. En su
cerámica, representan en forma estilizada las montañas, el sol, el Nilo y una
serie de animales, así como figuras humanas de mujeres, que parecen danzan-
tes, y de hombres barbados. Esa cultura es de tradición local, pero la fase
siguiente, Naqada u (3500-3200). muestra unos cambios que se podrían deber
a la influencia del Próximo Oriente. Sus necrópolis se encuentran en un área
muy amplia, que cubre tanto el Alto como el Bajo Egipto, y que parece tener
una uniformidad cultural. Se debe de haber colonizado el ter¡itorio de forma
pacíf\ca,porque no se representan motivos bélicos en esa cerámica sí, en cam-
bio, barcos, lo que sugiere que esas gentes se desplazaban por el río de unos
lugares a otros, en relación, probablemente, con una agricultura practicada en
terrenos inundados durante las crecidas, que no habrían tenido aprovecha-
miento con anterioridad. La cerámica, y las paletas destinadas a preparar, a
base de malaquita, el maquillaje de los ojos -también conocidas estas últimas
en Naqada I, aunque son de un tipo muy diferente-, indican un mayor domi-
nio de las artes, y en ellas se representan motivos asociados con el Nilo, como
juncos, peces e hipopótamos.
El breve período al que corresponden los enterramientos de Naqada rn
(3200-3150) nos introduce en un escenario distinto. No hay en esas tumbas
cerámica pintada, pero abundan los cacharros de piedra con deco¡ación labra-
da y también hay paletas. Se representan los nombres de personajes impor-
tantes sirviéndose de dibujos de animales, que evocan aspectos relacionados
con las capacidades del combatiente, y aparecen también escenas de luchas
cuerpo a cuerpo con leones. El simbolismo tiene ahora un fuerte carácter ideo-
lógico, de una naturaleza que evoca la imagen del héroe, en relación, presu-
miblemente, con la construcción del estado.

5. Horus-Narmer, Menes y Horus-Aha

No muy lejos de Naqada, Nilo arriba, y al norte de la actual ciudad de Edfu,


se encuentran las ruinas de Nekhen, más conocida por su nombre griego de
Hierakónpolls ("ciudad del santuario"). Se ha calculado que pudo llegar a tener

50 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


entre 5.000 y 10.000 habitantes en la fase de la historia de Egipto conocida
como Protodinástico o Dinastía 0 (3 1 50-3000 aprox.) , que incluye a unos diez
reyes. Debe de haber sido la capital del reino del Alto Egipto inmediatamente
anterior a la unificación. Allí se construyó un templo al dios-halcón Horus
(probablemente,la forma griega de Heru, "distante", que designaría el poder
de ese rey), con el que se identifican sistemáticamente los faraones de la Dinas-
tía t, porque todos ellos adoptan un nombre oficial formado por el nombre del
dios, en combinación con una palabra distintiva. Además, cuando se pone el
nombre del rey por escrito, se representa un edificio con un halcón encima y
se escribe dentro de él el nombre. Es el llamado serekh, que, cuando se inte-
gra en un texto, sirve para destacar el nombre del faraón -a partir de la Dinas-
tía tv, el serekh se sustituye por un "cartucho" (shenu) , que no es otra cosa que
el nombre del faraón rodeado por una línea oblonga, con la misma finalidad.
De ese lugar procede un objeto que contiene la primera representación del
motivo iconográfico de la destrucción del enemigo, convertido más tarde en el
símbolo del faraón victorioso y utilizado así hasta la Epoca Baja. Se trata de
la conocida P¿LelaAd¿nXáorus.Nqrln*er.,conservada en el Museo de El Cairo.
En una cara se representa al rey vencedor: tocado con la corona del Alto Egip-
to y en presencia del halcón, levanta un arrna con el brazo derecho mientras
sujeta por el cabello a un enemigo arrodillado. El extremo inferior de la pale-
ta se completa con enemigos en huída. La otra cara, por el contrario, muestra
al rey en un contexto, de una iconografía compleja. En las dos caras de la pale-
ta aparece, en su parte superior, el nombre del rey en el serekh, entre dos enor-
mes p{o!qméS.de toro; el toro se encuentra también -simbolizando, probable-
mente,lafuerza física del rey- en una representación mítico-ritual de la misma
paleta. Se ha supuesto que la paleta conmemoraba la unificación de Egipto,
supuestamente lograda por Narmer de un modo que no se puede establecer
con los datos que tenemos.
El historiador egipcio Manetón heleniza el nombre de quien, según sus
datos, habría sido el primer faraón de la Dinastíat,llamándolo Menes. Puesto
que, en una placa de marfil de Naqada ur, el faraón que lleva el nombre "faraó-
nico" de Horus-Aha ("Halcón-Luchador") parece llevar también el de Mn
como nombre personal; y, puesto que una lista real del siglo xrrl a.C., que se
encuentra todavía hoy en el templo de Abydos,llama Meni al primer faraón del
Egipto unificado, se considera, en general, que se trata del mismo individuo.
Pero hay egiptólogos que defienden con otros argumentos la identificación de
Menes con Narmer. En cualquier caso, Horus-Aha (Hor-Aha) había sido hijo
de Narmer, porque ese dato aparece en un sello.
Sobre el faraón Horus-Aha hay numerosos testimonios, ya que su serekh
apaÍece en muchos sitios. Si Narmer consiguió la unificación de las dos par-
tes de Egipto, su hijo debe de haber sido el artífice del primer estado unifica-

rEMA2. EGrPro 51
do. Construyó su palacio real en el límite entre el Alto y el Bajo Egipto, donde
se desarollaría más tarde la ciudad de Menfis. Cerca de allí, en Saqqara. se
construyó un enterramiento en forma de mastaba -anterior a las formas pira-
midales- que inaugura la necrópolis en ta!ñGtonstruye más tarde la fámo-
sa pirárnide escalonada que conocemos. Tiene un conjunto formado por peque-
ñas cámaras. sobre las que se erigía una construcción cúbica de 5 m de altura,
con cubierta de madera y fachadas como las de un palacio. adornadas con cabe-
zas de toro hechas de barro. pero con cuernos auténticos. Esos toros recuerdan,
naturalmente, a los de la paleta de Narmer. En ese conjunto funerario, desti-
nado también al culto. se documenta por primera vez la asociación del barco
con el más allá.
Pero también se construyó Aha un enterramiento similar en Abydos, en la
necrópolis del Alto Egipto que habían utilizado sus predecesores, y donde, al
parecer, fue de verdad entenado. Allí se han encontrado, en pequeñas cámaras,
servidores, mujeres, enanos y peffos, que, a todas luces, habían pertenecido al
rey en vida y estaban destinados a seguir acompañándolo en su nueva morada.
Ese ritual, que concuerda con las creencias de ultratumba de los egipcios, había
sido sustituido, a finales de la dinastía, por algún tipo de alternativa: posible-
mente,la representación de los acompañantes en las paredes de la cámara. En
cuanto al doble enterramiento, lo utilizan los cuatro faraones de la Dinastía r, y
debe de tener el mismo sentido que la ubicación del palacio real: las partes pre-
valecen todavía sobre el conjunto unificado, de modo que el faraón debe estar
en las dos, tanto en vida como después de muerto.
Según parece, el rey Aha viajaba continuamente por el territorio, desple-
gando sobre las afanosas comunidades egipcias las alas protectoras del hal-
cón divino que simbolizaba su majestad. pero desplazándose, como es de
suponer, en su barco. En un peine de marfil aparece el serekh de Horus-Djer
(2949-2902), el faraón que sucede a Horus-Alta, con un par de alas muy abier-
tas por encima. Sobre ellas, se ve la figura de un halcón navegando en un
barco. Los dos motivos se instalan definitivamente en la iconografía del
faraón, y el barco perpetúa, en la vida de ultratumba, su imagen recorriendo
su reino. En los viajes de Aha, que eran en cualquier caso necesarios para
mantener la unidad, como muestra el interregno que se produjo a su muerte,
el faraón dictaba derecho (ver más adelante) y, en el ámbito religioso,lleva-
ba a cabo, en cada lugar, los rituales procedentes.
La temprana asociación del toro con el rey también resulta significativa.
Hacia el 10000 a.C. se había domesticado, a lo que parece en el valle medio
del Éufrates, el áos taurtts,consiguiendo de ese modo un animal de tiro que
hacía posible utilizar el arado y facilitaba el acarreo de los materiales de cons-
trucción. La domesticación de ese animal potencia el desarrollo de la agricul-
tura intensiva y la construcción de murallas y edificios, es decir,la creación de

52 BREVEHISToRIADELMUNDOANTIGUo
los estados que conocemos en Mesopotamia y en Egipto. En las primeras fases,
sin embargo, el toro doméstico estaba muy próximo al salvaje, y, aunque se uti-
lizaran bueyes, también había que tener animales adultos sin castrar para la
reproducción. Esas comunidades debían enfrentarse, por lo tanto, alafuerza
del toro, que funcionaría de ese modo como símbolo de la fuerza, y también
de la virilidad. Con el se identificaba el rey, según muestra el mito cretense del
Minotauro, un hijo de un rey llamado Minos, cuya leyenda parece de origen
egipcio. Más tarde,la ciudad de Menfis tendría corno divinidad local a F.lg\:
su heraldo era el buey sagrado Apis cuyo mito y ritual alcanzan una extraor-
dinaria importancia durante el Imperio Nuevo; pero, seguramente,las raíces de
esa manifestación religiosa estaban en el culto a Ptah del palacio real de Aha,
asociado al del toro sagrado.

6. Génesis y organizaciún del estado

Cuando se produjo la unificación de Egipto,los dos estados. el del Delta


y el del Valle, estaban ya constituidos como tales; por ello se mantuvieron, en
adelante, como dos piezas distintas, unidas por la persona del faraón. El del
A]tojgtpto, representado pictográficamente por un jugc.o como los que abun-
daban en las orillas del Nilo, tenía, como ya se ha dicho, su capital en fu1!1fogy,
la ciudad que fue cangag¿da-aJIerUS. ,{1 otro lado del río se conservaba la
antigua ciudad de N2kleb (El Kab), con el templo de la dlgsa-bu,itre Nekhbe¡
("Blanca"), protectora del rey. Elf@]/(literalmente, "señor del Junco", pero.
en realidad, "Señor del Alto Egipto") llevaba una corone- blanca; era una espe-
cie de casco cilíndrico alto, que se estrechaba en la punta y terminaba en forma
globular. como mllestra la paleta de Narmer.
El estado del Bajo Ejiplo, en cambio, se representaba por medio de una
AbgB.Su capital eñ6á6?-g, que también fue^cgnggla?-Horu¿y que se
encontraba a la orilla de uno de los brazos del delta del Nilo. AI otro lado del bra-
zo tenía tarnbién su ciudad gemela: Qgp,con una diosa--cob(a. Ambas ciudades A
constituyeron más tarde la ciudad de Buto (helenización de Djeboul), cuyos res- ,q
tos se encuentran en Tell-el-Fara'in, no lejos de la desembocadura del río y muy
cerca del lugar donde se fundó mucho más tarde Alejandría. El rey del bajo i
L.,
Egipto era un[@[ "Señor de la Abeja") y llevaba una corona roja: un bonete con
una larga punta hacia arriba por detrás, de la que salía una espiral. La combina-
ción de las dos coronas forma la doble corona (pskhent) del faraón del Egipto
unificado, que es \n nesut-bjrt, un "Señor del Alto y el Bajo Egipto".
Pero esos dos reinos eran también el resultado de una unificación. Algunos
objetos predinásticos muestran signos que se han interpretado como estandar-

TEMA2. EGTPTo 53
tes de las primitivas comunidades, constituidas durante la fase de coloniza-
ción del valle del Nilo, que empezó, probablemente, en lazona del Delta. La
roturación y el cultivo ya se habían iniciado en época neolítica, pero fue en el
Fneolítico cuando se llevó a cabo el aprovechamiento de toda la tierra culti-
ñUt". Se niveló el suelo y se construyéton los canales y diques que permitían
controlar y aprovechar las crecidas del río. Entonces se constituyen, al igual
que en la Mesopotamia meridional, prósperas comunidades políticas, integra-
das por un número relativamente elevado de personas y vinculadas de modo
permanente a una unidad territorial. También lo están, sin duda, a una deter-
minada divinidad, que tendría un santuario construido con cañas y rodeado
por una cerca, como el que parecen representar los jeroglíficos más antiguos.
Esas gentes habrían enterrado a sus muertos en el tipo de tumbas que se
encuentran en la fase u del yacimiento de Naqada.
Las comunidades de esa época -que, 1o mismo que en Mesopotamia, pare-
cen pasar de una fase pacífica a otra muy distinta, donde, por motivos que igno-
ramos, se disputan el territorio y se aglutinan bajo poderes hegemónicos- son
un anticipo de los distritos de época histórica, a los que se atribuye el nombre
de nomos (de nomós,la palabra griega que traduce, en época Ptolemaica, el tér-
mino egipcio sepat),aunque no coinciden exactamente los dos mosaicos, por-
que se hicieron modificaciones en función de las nuevas circunstancias. Tanto
el reino delAltg como el del Baig.Egipto eran caAiug!,o-s de nomos, de comu-
nidades territoriales, que, en número de cuarenta y dos -10 en el Bajo Egipto y
4 en el Alto- se repartían toda la tierra irrigada por el Nilo. El territorio de
esas unidades era tan reducido como para que los habitantes de las minúsculas
aldeas que se integraban en ellas pudieran ir y volver en el día hasta la peque-
ña ciudad que funcionaba como centro administrativo y religioso.
Allí estaba, en efecto, la residencia del nQmarca, suprema autoridad del
nomo, y allí estaba también el templo del "Señor de la ciudad y del nomo", a
quien se rendía culto como si en verdad fuera el dueño de todo el territorio y
de todo lo que había dentro de é1. A partir de esa figura divina y del príncipe-
sacerdote que había estado al frente de los nomos predinásticos, se había desa-
rrollado, a lo que parece, la figura del rey-faraón: la reducción de los prínci-
pes vencidos a la condición de nomarcas, es decir, de gobernadores
dependientes, habría permitido concentrar su antigua dignidad suprema en la
de un rey-I1orlts,\n poder en la distancia, de rango superior, que tiene unas
características muy peculiares. Cuando ese poder era más fuerte, el faraón qui-
taba y ponía a los nomarcas, y los trasladaba de un nomo a otro; pero, cuando
se debilitaba, el nomarca conseguía transmitir su posición por vía hereditaria,
lo que rcalzaba su poder local y facilitaba sus intentos de independizarse y, si
era posible, de convertirse en faraón. Los nomos sobrevivieron, como unida-
des administrativas hasta las reformas llevadas a cabo, en el Baio Imperio
Romano, por los emperadores Diocleciano y Constantino.

54 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


La conversión de las antiguas comunidades en los nomos conocidos se
debe, al parecer, ala organización administrativa llevada a cabo por el faraón
D.joser (2640-262A) a comienzos del Reino Antiguo, con la que consiguió un
importante aumento de la producción agrícola, mejorando el aprovechamien-
to de las crecidas del Nilo. Se trataba de implantar un modelo económico redis-
tributivo a nivel estatal, que consagraríauna imagen del faraón como padre
alimentador de los súbditos. Desde cada uno de los nuevos distritos afluían
los productos al palacio. donde eran almacenados y luego distribuidos por todo
Egipto. Claro que eso obligó a crear una amplia red de administradores, que
eran funcionarios del f-araón, y todo un aparato de escribas. Los personajes
más importantes son bien conocidos por las inscripciones que han dejado en
las mastabas donde se hacían enterrar. Pero las donaciones que debe hacer el
faraón a toda esa plantilla,lo mismo que a los templos, sumadas a la tenden-
cia a una administración de los nomos cadavez más independiente, acaban
por incidir de forma tan negativa en sus propios recursos que amenazan la
supervivencia de la institución y la unidad del estado. A lo largo de la Histo-
ria de Egipto se produce un movimiento de vaivén en las tendencias disgre-
gadoras y la capacidad del faraón para contrarrestarlas.
En Egipto, el modelo redistributivo evoluciona, como en Mesopotamia,
de un modo que lo desvirtúa y lo convierte en una forma opresiva de explo-
tación del campesino. En ambos casos funciona bien al principio, porque per-
mite potenciar las actividades que no son directamente productoras de ali-
mentos, lo que también repercute en un aumento de la riqueza en general.
Pero el desarrollo de la burocracia que conlleva crea muy pronto una capa
social dominante y privilegiada, que absorbe los excedentes de producción,
polarizando la sociedad en dos bloques: uno muy minoritario, que es el que
accede al poder, a la riqueza y a una forma de cultura muy elevada; y una
masa de campesinos, a los que se obliga a trabajar en el límite de la subsis-
tencia y que se perpetúan en unas prácticas religiosas y en unas creencias
inveteradas, capaces de sustentar ideológicamente el sistema. La ausencia,
en Egipto, del factor comercio de Mesopotamía, y la consiguiente falta de
desarrollo de la economía privada, que mantiene los medios de producción
bajo el control del estado, constituye un rasgo distintivo, que produce un efec-
to conservador.

7. La imagen del faraón y la función de la realeza

Se conoce el Antiguo Egipto como Egipto faraónico, porque. a pesar de


los cambios producidos a lo largo de los siglos, el principal signo de identi-

TEMA 2. EGIPTO 55
dad del estado egipcio es el papel ideológico desempeñado por [a realeza. El
faraón no es solamente un monarca, es decir, el titular exclusivo del poder
político; el faraón es el referente de todas las instituciones. No se concibe el
estado sin el faraón; pero ni siquiera se concibe la comunidad, ni la vida eco-
nómica ni la vida religiosa. El estado y la comunidad se consideran como un
organismo que no puede funcionar ni mantener sus piezas ensambladas sin la
existencia del faraón. La alternativa es el caos. que caracteriza a los Períodos
Intermedios. Por eso se vuelve una y otra vez ala unificación, y por eso están
dispuestos los egipcios a reconocer como su rey a un monarca de un estado
extranjero.
La persona del faraón aparece siempre magnificada por las representacio-
nes figurativas y por los relatos oficiales de sus acciones. El objetivo es equi-
pararlo a los reyes del tiempo mítico y asimilar su actuación a un mito funda-
cional que presentaba la realezacomo artífice de la unidad del estado y garante
del buen funcionamiento de la comunidad. Ese recurso de legitimación de la
realeza,que tuvo en el Egipto faraónico una aceptación generalizaday perpe-
tua, fue imitado por otros estados de la Antigüedad para justificar el poder
monárquico. Egipto funciona como modelo de una imagen del rey que lo dife-
rencia sustancialmente de los demás miembros de la comunidad, que lo pre-
senta como símbolo del estado y que lo imagina como fuente del poder polí-
tico, con independencia de que ejerza por sí mismo ese poder.
Los faraones del Reino Antiguo son los que mejor representan la dimen-
sión divina de la realeza. Al igual que los tinitas, se identifican con el dios
celeste Horus, que no es otra cosa que el poder real divinizado. Pero, en esa
época de desarrollo económico y científico, protagonizada especialmente por
el Bajo Egipto y donde florecen la matemática y la astronomía junto con
todas las artes, se produce una auténtica apoteosis del faraón. El segundo de
la Dinastía tu, conocido con el nombre de Diose( (2640-2620), construye
una famosa ptgúUgg3$glgAdg, que es la más antigua construcción monu-
mental en piedra de la historia de la humanidad y una obra asombrosa en tér-
minos arquitectónicos y artísticos. Estaba destinada a ser la eterna morada de
un monarca al que se atribuía un poder capaz de renovarse una y otra vez
por la fuerza del ritual. La pirámide representaba el túmulo primordial que
habría surgido de las aguas en la creación del mundo; y por esa escalera de
60 m de altura debía ascender el difunto hasta el cielo para ejercer desde allí
su acción benéfica, convertido en una estrella. El rostro de Djoser,tal y como
aparece en la estatua hallada en el recinto funerario, tiene una expresividad
poderosa, una fuerza divina. Detrás de toda la construcción había un perso-
naje importante: IMISI, probablemente el primer visir, y un sabio con
poderes curativos, a quien la leyenda hizo más tarde hijo del dios Ptah y a
quien los griegos identificaron con su dios Asclepio (llamado Esculapio por
los romanos).

56 BREVE lrrsroRrA DEL MUNDo ANTIcuo


Los faraones de ia Dinastía IV, que son los constructores de las grandes
pirámides (ver más adelante). siguen en esa línea. y uno de los últimos intro-
duce ya, en la titulatura oficial, el nombre de "hijo de Re". En la Dinastía v
(2456-2297 ) se practican rituales que present an al fnaón en comunicación con
el dios-sol (también trascrito como Ra), sirviéndose de un obelisco que lo refle-
ja en la punta. Es un paso más en la pretendida integración del faraón en el
ámbito divino. Sin embargo, el aumento del poder de los nomarcas, y la inca-
pacidad de los faraones para evitar una gueffa civil que colapsa el estado,
sumiendo a la sociedad en el caos, acaba con la ilusión de que larealezaes por
sí misma salvaguarda de Egipto.
En el Reino Medio se reconstruye esa idea, pero con una irnportante revi-
sión del fundamento ideológico delarealeza. Son las cualidades personales del
fa¡aón, no simplemente su filiación divina, las que garantizan el beneficio de
la institución monárquica; y otras personas, miembros de la familia real y/o
altos funcionarios, compaften con el rey algunos privilegios. Es el único inter-
mediario entre los hombres y los dioses; pero lo es por el hecho de ser rey y
no viceversa. La institución monárquica se sigue considerando imprescindible,
pero el faraón ya no funciona como un talismán: puede cometer enores, así que
debe esforzarse por ser instruido, prudente y magnánimo alavez que valero-
so. El faraón es, fundamentalmente, un ser humano, dotado de una personali-
dad individual.
No puede ser casual que, en esa época. y en relación con la figura de Sgsosi-
1{S1¡L(1872-1853),que es su máximo representante, alcance laesgulturaretra-
tíSllqgggfpgig una dimensión excepcional. Se ha dicho que quien ha visto una
vez un retrato de ese faraón no puede olvidar su cara, porque, en todos ellos.
se reproduce de modo inconfundible la identidad de Sesostris ttI. El hombre
que había sometido. con puño de hierro, a los nomarcas, imponiendo de nuevo
una administración de los nomos desde el poder central; el que había roto el
monopolio de la clase dominante, ampliándola hacia abajo; y, sobre todo, el
que había incorporado al estado egipcio el territorio nubio comprendido entre
la 1o y la2" cataratas, con sus tesoros minerales y vegetales,llevando la fron-
tera hasta la ciudad fortificada de Semna,enla2" catarata, y construyendo un
canal que permitía a los barcos llegar hasta allí rodeando la caída de las aguas;
ese gobernante singular. implacable con los enemigos de dentro y de fuera de
Egipto, y no el faraón que irradia beneficios divinos como encarnación de
Horus y de Re,es el que apaÍece en los retratos que le hicieron sus súbditos.
La imagen del faraón del Reino Nuevo se polariza, en cambio, en la del
rey victorioso, consonante con el escenario de gran belicosidad que es el Pró-
ximo Oriente en esa época. El comportamiento del rey en el campo de batalla
es lo que enaltece su figura y lo eleva a la categoría de superhombre. El mili-
tar y el atleta confluyen en un tipo heroico de filiación divina al que se aseme-

TEMA 2. EGIPTO 57
ja bastante el héroe griego. Tutmoqis 4t (1479-1425) y su hijo Amenofis rr
(1427-1401) ejemplifican muy bien ese modelo. Mientras el padre realizaba,
siempre con éxito, sus numerosas campañas militares (ver más adelante), se
entrenaba el hijo, desde muy joven, con entusiasmo, en el dominio de los caba-
llos, y conseguía tensar el arco como nadie. El texto que recoge su semblanza
hace constar que no se había conseguido hasta entonces, en una veloz canera
sobre el carro tirado por dos caballos, clavar una flecha, desde una distancia de
10 m, en cuatro discos de cobre tan gruesos como el ancho de una mano,
logrando, además, que una de las flechas aÍavesara por completo el blanco y
cayera al suelo. Tampoco en la carrera, ni en el remo, había nadie que pudiera
medirse con é1.
Pero no todos los faraones asumen el modelo correspondiente a su época,
entre otras cosas, porque no pasan todos ellos por las mismas circunstancias. En
el Reino Medio, Sesostris uI necesita ser más cruel que magnánimo; y, en el Rei-
no Nuevo, tenemos a un místico comoAmenofis tv (1353-1336), que nada tiene
que ver con el superhombre;y a dos figuras pragmáticas, la de Tutmosis ry
(1401-1391) y la de Ramsés l (1279-1213), que prefieren la diplomaciaala
gueffa para dirimir los conflictos. Por otro lado, en el Tercer Período Interme-
dio y en la Baja Epoca,la multiplicación de dinastías,los cortos reinados, y el
desempeño de la realeza por extranjeros deberían haber dado al traste con la
institución monárquica. Pero eso no ocurrió, porque para los egipcios la iden-
tificación delarealeza con el concepto de Maat,la justicia y el orden, por opo-
sición a Isfet,el caos y la iniquidad, era dogma de fe (ver más adelante).
Los documentos escritos, y los escenográficos, atribuyen al rey todos los
resultados de la labor de gobierno, aunque eso es solamente una presentación
dogmática del símbolo y el principio del poder político. Debido a esa condi.
ción suya, dedica el faraón su tiempo a actos protocolarios de iniciación, super-
visión o inauguración de las grandes obras; a la asistencia a ceremonias de
culto; a audiencias e imposición de condecoraciones; o a una prácticade depor-
tes, y disfrute del ocio, que generan una dimensión folclórica de su imagen. En
su calidad de cabeza del estado, se muestra como protagonista de la política
exterior y como autor de toda la correspondencia con los mandatarios extran-
jeros. Y, en algunos casos, aparece también como legislador.

8. El ejercicio del poder y la figura del visir

El ejercicio del poder en nombre del faraón da lugar a la existencia de un


complicado aparato estatal sobre el que carecemos de una información básica en
todas las épocas; solo tenemos unos datos, más o menos ilustrativos, que no

58 BREVE HISToRIA DEL MUNDO ANTIGUO


permiten reconstruir el sistema. Sabemos que en el estado egipcio faltaba, natu-
ralmente,la división de poderes del estado moderno; pero también hay indicios
de cambios constantes, en función de las circunstancias, que permiten dudar,
incluso, de la existencia de un modelo institucional de gobierno/administración.
La mentalidad egipcia está siempre predispuesta a asumir que el faraón es
el único gobernante legítimo y el único administrador; por eso también asume
que las personas en las que se ve obligado a delegar, para el desempeño de las
distintas funciones, tengan una estrecha vinculación personal con é1. El más
importante de esos delegados es el visir, que recibe todas las órdenes del faraón
y sólo a él debe rendir cuentas. Funciona como responsable supremo de la
tesorería, de la distribución de los alimentos, de los archivos y de la adminis-
tración de justicia; ocasionalmente puede dirigir también expediciones u obras
de construcción. En el Reino Nuevo existen dos visires, uno para el Alto y otro
para el Bajo Egipto.

El nombre de visir ha sido tomado del Imperio Otomano, en la idea de que


es la figura política, de cuantas conocemos, a la que más se asemeja el cargo
egipcio. Aunque puede parecer, a primera vista, que el visir tenía unas com-
petencias definidas de jefe de gobierno o primer ministro, eso no era así. Es
siempre un delegado que cumple órdenes, y que asume en cada momento 1o
que el faraón no puede o no quiere hacer por sí mismo; por eso sus compe-
tencias dependen siempre de la personalidad del faraón y de las circunstan-
cias. Parece, además, que algunos altos funcionarios dependían directamente
del monarca y no del visir.
En cualquier caso, la figura del visir no constituía una amenazapara la per-
sona del faraón: solo tres veces aparece un visir fundador de una nueva dinas-
tía faraónica. El caso más significativo se da ya en el Reino Nuevo, cuando los
visires habían aumentado su poder, a consecuencia de una mayor complejidad
de la administración del territorio en esa época, y habían adquirido f'unciones
militares en su nueva condición de gobernadores provinciales. Y, además, se
produce en el reinado de Ramsés xt (1099-1070), que significa la fase final de
la impotente lucha de los últimos faraones del Reino Nuevo contra los pro-
blemas políticos, económicos y sociales que afectaban al estado. Herihor
(1080-1Ó74 a.C.), vjg!¡glelAto hgiFtnJ¿-vir¡e,. rte Nubia, se convierte éñtri:
mer Profeta del dios Arlón, que ténía su santúario-sn Tebas. A su importÑe
@nionc", la suprErna-aua".id"d ."ligiosa. Désde esa
posición y aprovechando la debilidad del poder central, alasazón con sede en
Tanis, en el Bajo Egipto, consiguq funcion¿rcomo rey del tegiJorio quecon-
ttobb? v transm.rlr-qt Pero, durante los años que cubre
la Dinastía xxr (1085-945 a.C.),existen en realidad dos dinastías paralelas, en
el Alto y el Bajo Egipto, que se reconocen mutuamente y cuyos reyes procu-
ran desempeñar el supremo sacerdocio de Amón. No se trata, por tanto, de

TEMA2. EcrPTo 59
faraones propiamente dichos, sino más bien de una especie de visires dinásti-
cos. Es el clero del santuario oracular de Amón quien se muestra como trans-
misor de los beneficios divinos y quien dirige la política.

9. La defensa del territorio y el ejército

Poco después de haber sido incorporado Egipto al estado romano (31 a.C.),
afirma el geógrafo Estrabón que los egipcios no eran belicosos,lo que atribu-
ye a la rtqueza del país y a su aislamiento geográfico. Ese juicio es aplicable
a las épocas precedentes, porque se trataba de un pueblo de agricultores, que
no tenía necesidad de vivir a costa de sus vecinos. Solo necesitaba proteger ese
féttil valle del Nilo, con el que se identificaba material y espiritualmente, fren-
te a las poblaciones circundantes, y, para ese fin, que exigía periódicas expe-
diciones de castigo, utilizaron los faraones sobre todo a mercenarios.
La única excepción se da en el Reino Nuevo, que es cuando Egipto entra en
verdadero contacto con los otros pueblos del Mundo Antiguo y desarrolla una
auténtica política imperialista. En el relato de las hazañas del faraón Tutmosis llr
(1479-1425), da la impresión de que los egipcios glorifican el valor personal de
su rey con un entusiasmo belicista totalmente nuevo. Pero, incluso en esa Dinas-
tía xvIu, aparece la figura de Amenofis tv-Akhenaton (1353-1336), totalmente
ajena a semejante modelo. Y, en la nx (1292-1186), el faraón victorioso fun-
ciona más bien como un cliché destinado a magnificar unas operaciones mili-
tares, que ya sólo intentan mantener una cierta presencia egipcia en la región
sirio-palestina, en competencia con el Imperio Hitita. Al tinal, Egipto acepta a
monarcas extranjeros con tal de que lo gobiernen al modo egipcio.
Los faraones del Reino Antiguo no crearon un ejército. Los nomos, los
dominios de los templos o del faraón, y todo lo que necesitaba una protección
frente a los ataques de las tribus circundantes, tenía contingentes propios, reclu-
tados, armados y comandados por separado. Cuando había que hacer frente a
una amenaza que superaba la capacidad de esas unidades, reunía el faraón las
que fueran necesarias y las ponía bajo el mando de alguien de su confianza,que
difícilmente habría podido ser un militar con formación y experiencia. Ese
ejército solo servía para castigar a las tribus de los nubios o a los beduinos del
desierto arábigo; o pata tomar esas pequeñas ciudades de la costa palestina
que tenían un elevado nivel cultural, pero una reducida capacidad de defensa.

Un bajorrelieve de la época muestra una de esas ciudades, en la que se han


encerrado las mujeres, los niños y los ancianos, junto con su rey, y que está
siendo atacada por soldados egipcios con escalas y rudimentarias máquinas

60 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
de guerra. Fuera de los muros, afrontan los palestinos el combate cuerpo a
cuerpo con los soldados egipcios, provistos éstos de hachas de bronce, mien-
tras los otros llevan mazas con cabeza de piedra. El arco y las flechas parecen
haber sido la única arma utllizada a distancia. Los egipcios usaban también
puñales, que acabaron evolucionando como espadas en el Reino Nuevo.
En el Reino Medio seguía teniendo cada nomarca su tropa pafticular con su
comandante. Se constituían cuando era necesario y con gran resistencia y con-
trariedad por pafte de los enrolados. Se utilizaban mayoritariamente para escol-
tar a los convoyes de las minas y canteras del desierto, donde trabajaban con-
denados y cautivos, y paracontrolar los trabajos que se hacían allí, participando
también en ellos. Realizaban igualmente operaciones de castigo contra las pobla-
ciones periféricas. Ese tipo derazziaes el que presenta la propaganda de Sesos-
tris tu (1872-1853), en el monumento que construyó en Semna,como una gran
hazaña contra los nubios. De todos modos,la resistencia de los nubios y el inte-
rés de los egipcios por su territorio llevaron a estos últimos a la creación de un
cuerpo permanente de soldados de elite, conocido como "hombres de escolta del
soberano". La otra novedad importante de esa época es la construcción de gran-
des fortificaciones en los puntos débiles de las defensas naturales del país; se
conservan restos de algunas de ellas, como la erigida por Sesostris m en Semna.
Pero las cosas cambiaron durante el Segundo Período Intermedio (1793-
1540),porque la convivencia con los hicsos (ver más adelante) constituyó para
los egipcios una auténtica escuela de guerra. Lo que al principio era solo una
amenaza acabó por convertirse en cien años de opresivo dominio, del que solo
se libra Egipto con una respuesta adecuada. Por primera vez se convierte el
pacífico campesino en fiero soldado, al tiempo que se desarrolla en la noble-
za un gusto por las hazañas bélicas. Durante la dominación de los hicsos se
introduce en Egipto el arma de moda, en el ámbito del Próximo Oriente de
mediados del segundo milenio: el carro de guerra tirado por caballos (tema 3).
Iban en él dos soldados, el que conducía el carro y el que disparaba las flechas.
La condición de conductor de carro era un honor recibido del faraón, que ser-
vía para entrar en la elite del estado; los miembros de la escudería real eran sol-
dados instruidos y bien entrenados, que, cuando recibían esa distinción, ven-
dían gozosos su propiedad para comprar el carro. Muy por debajo de ellos
quedaba la masa de los soldados de infantería.

10. La experiencia imperialista

La necesidad de defensa y el contacto con el entorno parecen haber fomen-


tado en Egipto un ánimo imperialista. Nos falta documentación sobre las pri-

TEMA2. Ecrpro 6I
meras campañas egipcias por el Próximo oriente, aunque sabemos que los pri-
meros faraones de la Dinastía xvIII, con la que da comienzo el Reino Nuevo,
llegaron en sus expediciones militares hasta el curso superior del Éufrates. Sí
estamos bien informados, en cambio, sobre las diecisiete campañas llevadas a
cabo por Tutmosis tt (1479-1425), que hacen de Egipto dueño y señor de la
región sirio-palestina. Los pequeños estados quedan sometidos a vasallaje,
debiendo soportar la presencia de guarniciones militares egipcias y el pago
anual de tributos.
Tutmosis rrr dejó publicado, en una pared del templo de Amón en Karnak,
una especie de diario de guerra, que se completa con la gran estela erigida en
Napata (Gebel Barkal),la capital nubia situada junto a la cuarla catarata, y con
otros documentos. se había producido una coalición en la región sirio-pales-
tina, encabezada por el rey de Kadesh, que incluía a trescientas treinta de las
pequeñas, y minúsculas, unidades políticas en las que estaba fragmentado el
territorio (tema 3). con el respaldo del rey del estado de Mitanni,que vivía por
entonces su fase imperialista y tenía un magnífico contingente de carros de
guelra,los vasallos de Egipto se sublevaron, haciéndose fuertes en la ciudad
de Megiddo (Tell Mutesellim) y por fuera de ella. Tutmosis acudió con unos
12.000 soldados y, tras acampar ante la cadena montañosa de Montecarmelo,
que separaba a su ejército de la foftalezade Meggido, situada en un cerro, estu-
dió las tres posibilidades que se le ofrecían para seguir adelante, eligiendo al
final la más arriesgada; precisamente por eso, pilló por sorpresa al enemigo,
que esperaba el ataque por otro lugar.

La estrategiautllizada por el ejército de Tutmosis en esa ocasión, produjo


una nueva victoria treinta y tres siglos más tarde, durante la Primera Guerra
Mundial. El mariscal inglés Allenby venció a los turcos en Meggido (1917) y,
a continuación, escribió a un arqueólogo amigo: "Resulta asombroso que haya-
mos tenido que pasar por la misma experiencia que Tutmosis. Yo había leído
sus historias y por eso sabía lo que iba a ocurrir allf'. Además de las otras quin-
ce campañas en Asia, emprendió Tutmosis m otras en Nubia. En su cuadragé-
simo séptimo año de reinado, alcanzó la ciudad de Napata, entrando así en
contacto por vez primera con los africanos negros, que, en adelante, se inclu-
yen en las representaciones convencionales de los enemigos. Allí quedaron
fijadas las nuevas fronteras de Egipto, con una fortificación, un templo y la
gran estela conmemorativa de las hazañas del rey.
Pero ese nuevo espíritu, nacido de la necesidad y alimentado por el éxito,
no parece haber tenido larga duración.La Dinastía nx (1292-1186) ya no tiene
motivos para la euforia: debe compartir con los hititas la soberanía de Pales-
tina, y es mérito de Ramsés l (1279-1213) el haber sabido dar a ese conflicto
de intereses una solución diplomática que no tiene precedente en la historia
conocida (tema 3). En adelante Egipto solo debe emplearse militarmente en

62 BREVE HIsToRIA DEL MUNDo ANTIGIJo


defender su propio territorio de las tribus nómadas siempre dispuestas a ejer-
cer el pillaje sobre las ciudades de la Palestina meridional y, sobre todo, a pene-
trar con sus animales en el Delta. No solo conservan los egipcios la muralla,
con las torres fortificadas, procedente del Reino Medio: construyen ahora un
ancho canal que une los lagos del istmo situados en la frontera oriental del
Delta. El puente que permitía atravesar el canal estaba fortificado por ambos
lados. lo mismo que los pozos de la ruta que llevaba a Siria por el desierto. Allí
había guarniciones permanentes y un puesto fronterizo que no podía cnuzar
nadie sin dejar registrado su nombre, su profesión, el motivo de su viaje y las
cartas de las que fuera portador.
Sin embargo, esa frontera no sirvió para mantener a salvo el país, porque,
en la última fase del Reino Nuevo, Egipto sufre la presión de los llamados Pue-
blos del Mar (tema 3). que eran grupos humanos procedentes del Mediterrá-
neo. No resulta fácil identificar los etnónimos que aparecen en la documenta-
ción, pero sabemos que empezaron entrando como mercenarios y acabaron por
desplazar a los egipcios en el control del estado. Ya en la Dinastía xrx la rela-
ción de los extranjeros en los contingentes egipcios era de tres a dos; y, además,
muchos de los supuestos soldados egipcios tenían en realidad un origen forá-
neo, como es el caso de los arqueros. Por primera vez cuenta Egipto con un
ejército estatal, que está integrado en gran parte por prisioneros de guerra; según
revela un texto de Ramsés ur (1184-1153), se les reduce a la condición de escla-
vos y se les marca, a hierro candente, con el nombre del faraón.

11. La función de Maat y las formas del derecho

Como es habitual tratándose de Egipto, resulta muy difícil definir los con-
ceptos, y mucho más encontrar las palabras adecuadas para expresarlos. El
fundamento del derecho es Maat, que engloba las nociones de verdad, orden,
proporcionalidad, equilibrio, equidad, justicia, derecho y moral. Se represen-
ta a Maat como una diosa con una pluma en la cabeza, destinada a pesar, en el
más allá,los corazones de los difuntos, que son las sedes de sus almas, y deci-
dir con ello su ulterior destino. Cuando las diosas egipcias se desdoblan en
una personalidad femenina y otra masculina. aparece Thoth con los mismos
atributos que Maat: una pareja complementaria, que se ha pretendido equipa-
rar ala que constituyen el logos platónico y la Divina Sabiduría. Esa sabidu-
ría de Maat no funciona como un concepto abstracto, sino que se manifiesta
en todos los aspectos de la existencia percibidos por el ser humano: desde el
movimiento de los astros y las crecidas del Nilo hasta la más trivial de las rela-
ciones sociales.

TEMA 2. EGIPTO 63
Moat es una justicia cósmica que representa el orden del mundo; y el faraón
es el encargado de adecuar a ese orden la configuración de la sociedad y los
comportamientos humanos. Por eso es el faraón la única fuente de derecho, es
decir, el auténtico legislador y el auténticojuez; pero no porque tenga capaci-
dad para crearlo, sino porque tiene capacidad para representar a Maat en las
distintas formas del derecho . Maat es una justicia y un orden que no privile-
gia a los ricos ni a los poderosos, porque no se basa en un orden social esta-
blecido por los hombres; afecta a todos los individuos por igual, de modo que
así debe ser también el derecho. Maat está creando y conservando continua-
mente cl mundo para que no se conviefia en caos. y en esa intervención per-
manente de Maat es donde se integra el papel del faraón.
Desconocemos los orígenes y los elementos básicos del derecho faraóni-
co. Aunque sabemos que, desde mediados del tercer milenio --es decir, en el
Reino Antiguo- hasta la Época Ptolemaica, Egipto tuvo una forma jurídica
sometida regularmente a la intervención de reyes legisladores, y que tanto los
griegos como los persas se interesaron mucho en ella, no se conserva ninguna
colección de leyes anterior al Código cle Hermópolis, que es ptolemaico y cons-
tituye, en realidad, una recopilación de costumbres. Un texto del Primer Peío-
do Intermedio, conocido como Lamentaciones de lpttwer,nos informa de que
las leyes fueron sacadas de los archivos y pisoteadas en las calles y plazas: eso
significaba, evidentemente, la disolución del estado y el caos social.
Hay un término que se traduce por "ley" y que se refiere a las disposiciones
del faraón relativas a la administración y a la economía, incluyendo la organi-
zación del trabajo y la gestión de los impuestos. Sabemos que se registraban y
se compilaban, pero no sabemos cómo se hacía,y tampoco la forma que tenían.
Más difícil resulta entender otro término, normalmente traducido como "orden
real". Podían ser decretos, que establecieran soluciones para casos concretos;
pero la casuística conocida sugiere que se aplicaba ese término a algo similar a
las leyes, y, desde luego, a cualquier respuesta o información procedente del
faraón o de sus representantes. Probablemente designan esos dos términos una
misma realidad con dos manifestaciones diferentes; una realidad jurídica de la
que forman parte también las sentencias. En cualquier caso, el derecho egipcio
siempre es la emanación de la Maat por medio del faraón: él es el "Señor de
Maat" , que decreta con su boca la Moat que concibe en su corazón.

12. La administración de justicia

No era más que una parte de la complicadísima administración del estado.


Tenemos una larga serie de textos funerarios que recogen las actividades y

64 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
obligaciones de altos funcionarios como los visires, proyectando una luz indi-
recta sobre la praxis judicial. No existía una palabra que podamos traducir por
"juez"; sabemos que distintos funcionarios asumían esa tarea, y distintos tri-
bunales, siempre, virtualmente, en nombre del faraón. Un colgante de oro con
una representación de Maat podría haber sido el distintivo de quienes actua-
ban como jueces, porque algunas estatuas de altos funcionarios de la Baja
Epoca llevan una cadena con ese colgante.
El faraón decidía personalmente,quiz6, sobre los casos más graves. Por
otro lado, todo el mundo podía llevar un caso ante su principal representante,
el visir; aunque resultaría difícil, para el individuo común, tanto el hacerlo
como el conseguir una sentencia. Pero la simple posibilidad, ilustrada en una
narración popular procedente del Reino Medio y conocida como "el cuento
del campesino elocuente", servía para presentar al faraón como garante de la
justicia de Maat.
Se trata de un pobre campesino de un oasis, que, mientras se dirige al valle
para vender sus mercancías, se ve obligado a pisar con su asno las tierras de
un alto funcionario, porque han llenado el camino de basura; en realidad es
una trampa del administrador de esas tierras, para que el asno coma grano en
ellas y así tener un pretexto para quedarse con el animal y la carga. T¡as diri-
girse a la capital e insistir repetidamente en su defensa, con una elocuencia
que a todos sorprende, consigue el campesino que pongan por escrito su
demanda y que se pronuncie finalmente el faraón; no solo le devuelven el asno
sino que le adjudican todo cuanto poseía el administrador, que se queda tan
pobre como lo había sido antes el campesino.
El cuento muestra que la intervención personal del faraón en una causa
como ésa no es sino la excepción que confirma la regla. El campesino tiene que
ir a la capital, y, a pesar de que consigue inicialmente que el dueño de las tie-
rras introduzca su caso ante el faraón, la incapacidad de presentar testigos de
su versión de los hechos paraliza la sentencia. Durante nueve días pide justi-
cia en vano al dueño de las tierras, hasta que pierde los nervios y le insulta, por
lo que es apaleado. Solamente el último gran discurso que pronuncia en su
propia defensa, consigue cambiar su suerte.
Es un final feliz que no habría estado al alcance de cualquier pobre cam-
pesino, pero que exhortaba, en todo caso, a los humildes a recurrir a la justi-
cia; marcando también las pautas, para ese papel justiciero del faraón, que se
introducen en el Reino Medio. Los argumentos del o'campesino elocuente" se
refieren a la Maat, al orden, a 1o que es justo y lo que es injusto; y reclaman
unos mismos derechos para el pobre y pafa el rico. La sentencia consigue que
alguien recupere lo que es suyo y que sea castigado el ladrón y mentiroso; pero
el modo en que lo hace da una idea de la función de Maat como referente de
la administración de justicia.

TEMA2. EGITTO 65
Además de los altos tribunales, había tribunales de templos, y había con-
sejos locales capacitados para dirimir, en las aldeas, disputas entre particula-
res, quejas de los contribuyentes contra los recaudadores, o conflictos de los
tributarios de los templos. Por lo general,los tribunales actuaban a las puertas
de los palacios y los templos, y en los recintos de los santuarios. Los testigos
tenían una función muy importante. como la tenía, también, el juramento.
Está claro que las sentencias dependían de la materia jtzgada y no, como
en Babilonia, de la posición social o la riqueza de las partes implicadas. El
asesinato se castigaba con la muerte; al perjuro se le cortaba la lengua, y al
que falsificaba documentos o sellos,la mano. Un castigo habitual eran las pali-
zas, con un determinado número de golpes o de heridas sangrantes. Se con-
fiscaba lo poseído indebidamente y se obligaba apagar el doble, o incluso diez
veces su valor. La pena de muerte y otras sanciones llevaban aparejada la con-
fiscación de bienes; la mujer y los hijos del culpable podían ser obligados a ser-
vir en los templos. La amputación de las orejas y lanariz también era un posi-
ble castigo, que se combinaba con el traslado a grupos de trabajo en Nubia o
el Sinaí. En el Reino Nuevo,la pena de muerte parece haberse ejecutado por
empalamiento, aunque, al menos en algunos casos, se permitía el suicidio. La
deserción del servicio militar podía llevar a prisión a toda la familia.
A veces sorprende la gravedad de las penas anunciadas para la trasgresión
de algunas norrnas, sobre todo porque no se coffesponde con las sentencias
conservadas; tal vez tenían una finalidad disuasoria. Es probable asimismo
que el margen de interpretación de la Maat en el caso concreto fuera muy
amplio, al menos en las altas instancias; y que, tanto las penas previstas como
los precedentes judiciales, no fueran vinculantes, aunque se tomaran en con-
sideración.

13. La vida después de la muerte y la función de las pirámides

Para los egipcios, se producía la muerte cuando el ka abandonaba el cuer-


po. No es otra cosa el ka quelafuerua vital -1o que se entiende por "espíritu",
que es el thymós de los griegos-; es decir, un componente inmaterial e impres-
cindible del cuerpo de los seres humanos y de los dioses, que es lo que 1o man-
tiene vivo. Así aparece en los textos jeroglíficos desde el Reino Antiguo hasta
la época romana, coincidiendo su ideograma con los de "toro" y "comida".
Los egipcios representan el ka, convencionalmente, como una especie de
doble del individuo, con los brazos extendidos hacia arriba. En la concepción
más antigua, se entendía que el ka podía seguir existiendo mientras lo hacía
el cuerpo del difunto, y que ésa era la forma de pervivencia terrenal accesible

66 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo
a los mortales. Hacía falta, por tanto, conservar bien el cadáver, lo que se con-
seguía fácilmente, enterrándolo en las arenas secas del desierto, y luego, más
trabajosamente, con la momificación; también era importante perpetuar la
imagen del difunto con estatuas, relieves o pinturas. Había que aportar comi-
da al ka -las ofrendas se hacen "para el ka de"- pero funcionaban asimismo
los alimentos pintados. Los que habían sido objetos personales del difunto, y
la representación de los escenarios más gratos de su vida, debían acompañar-
lo, en fin, en la tumba, para que pudiera seguir disfrutando de sus anteriores
experiencias en la forma en la que lo hacía posible ese funcionamiento post
mortem delka,que no resultaba muy claro y que tampoco se imaginaba como
muy satisfactorio.
Tal es la causa no solo de la momificación de los cadáveres sino del desa-
rrollo tan peculiar de los enterramientos. La tumba egipcia tiene siempre la
finalidad de conservar el cuerpo con todo lo que 1o acompaña, de identificar a
la persona del difunto, de reproducir su ambiente vital y de facilitar la satis-
facción de sus ulteriores necesidades.Lariqueza de los ajuares funerarios de
los reyes y de la nobleza obliga a proteger los enterramientos contra los saquea-
dores; también hacen falta espacios y paredes para las representaciones, y para
dar mayor realce al ritual; y es necesario constituir legados, con tierras que
permitan costear en lo sucesivo los gastos ocasionados por el difunto.
La idea desarrollada desde la fase predinástica de que el faraón era como
un dios al frente del estado implicaba, como se ha dicho,la creencia en que,
después de su muerte, ese dios subía al firmamento para integrarse con las
estrellas y perpetuar el ciclo anual de desaparición y reaparición, consonante
con el ciclo vital de la naturaleza. Las enoÍnes pirámides de comienzos del
Reino Antiguo, erigidas sobre las cámaras funerarias donde descansaban sus
restos, representaban, verosímilmente, una especie de escala o de rampa ideal
utilizada para la ascensión, como sugiere la pirámide escalonada de Djoser.
Esas pirámides más antiguas se acompañan de una necrópolis, donde son inhu-
mados los parientes del faraón y los miembros de la nobleza que le habían
prestado servicio.
El cementerio,lo mismo que la pirámide y el templo que la acompañaba,
se ubicaban en el nivel alto de la zona desértica. No solo era ésa una tierra que
no se podía utlhzar para el cultivo, sino que las arenas secas constituían, tra-
dicionalmente, como se ha dicho, el medio ideal para la conservación de los
cadáveres -aunque lapráctica de introducirlos en sarcófagos situados en cáma-
ras contrarrestó ese efecto, obligando con ello arealizar la momificación. Un
corredor subterráneo. que podía tener hasta un kilómetro y medio, comunica-
ba ese conjunto con offo templo, situado en el valle, al que se accedía en barca
desde el Nilo por un canal y que estaba decorado con las hazañas del difunto.
También se cubrían con relieves pintados las paredes del corredor, que recibía

TEMA2. EGTPTo 67
luz a través de pequeños lucernarios. En determinados días del año y como
parte de las atenciones exigidas por el ritual funerario, se llevaban estatuas de
los dioses hasta el templo de la pirámide para que visitaran al difunto. A ese
templo, como a la propia pirámide, donde se realizaban las ofrendas, solo acce-
dían las personas imprescindibles.
La identificación del faraón con Osiris (ver más adelante), en el Reino
Medio,lleva a reinterpretar los monumentos funerarios de los reyes; de modo
que, aunque se mantenga el tipo de la pirámide, ya no cumple la misma fun-
ción. El recinto de la pirámide se cubre de árboles y arbustos, como una mani-
festación de la fuerza del faraón allí enterrado, y las partes subterráneas del
monumento se conciben como una evocación del reino de los muertos. La
cámara destinada a albergar el sarcófago se cubre con una bóveda que no cum-
ple ninguna fünción arquitectónica, por lo que debía de tener un valor simbó-
lico: se identificaúa con el túmulo primigenio donde yacía osiris en Abydos.
Los faraones del Reino Medio siguen construyéndose pirámides, pero no todos
lo hacen, y, en cualquier caso, son más pequeñas y más pobres. Algunos de
esos reyes, al menos,las utilizan como cenotafios, y se entierran realmente en
Abydos,en otro tipo se sepultura. De todos modos, el uso de las pirámides con-
tinúa, porque las construyen también otros individuos para sus enterramientos.
Desde el delta del Nilo hasta muy adenffado el actual Sudán -siempre en la ori-
lla occidental del río, que, al ser el lugar por donde se pone el sol, se asocia al
tránsito del difunto- podrían haber sido erigidas casi trescientas a lo largo de
toda la historia de Egipto, aunque la mayoría eran pequeñas, de apenas 1 m de
altura, y bastante toscas.
A comienzos del Reino Nuevo, con Tutmosis r (1494-1482), que es el
segundo de sus faraones, empiezan ya éstos a enterrarse en el llamado Valle de
los Reyes, situado frente a la ciudad de Tebas (actual Luxor), en el Egipto
Medio, que es la nueva capital de ese reino. Ahí, en la pared rocosa que flan-
quea la orilla occidental del Nilo, formando un doble valle (Este y Oeste),
construyen los faraones sepulturas rupestres. La necrópolis real se utiliza
durante el medio milenio que dura el Reino Nuevo, hasta el momento en que
los faraones de la Dinastía xxt (IO70-945), que se instaura en el Bajo Egipto,
mientras gobiernan el Alto los sumos sacerdotes del templo tebano de Amón,
crean una nueva capital en Tanis, en la zona oriental del Delta, enterrándose en
adelante allí.
Una serie de documentos privados, que se han conservado por pura casua-
lidad, proporcionan una información preciosa sob¡e la vida cotidiana de una
aldea, ocupada por los afesanos y los escribas implicados en la construcción
y decoración de esos monumentos. La aldea en cuestión se conoce con el nom-
bre árabe de Deir-el-Medina, pero, en su época, se llamaba Set-Maat ("el lugar
de Maat").

ó8 BREVEHrsroRrADELMnNDoANTrcuo
Es fundamental para ese nuevo desarrollo del culto funerario de los farao-
nes, que abandona definitivamente el modelo de la pirámide,la vinculación de
la muerte y del más allá con el curso diario del sol, en el que se integra el
faraón al morir. Esa nueva temítica,que combina la conversión del dioJsolar
Amón-Re, por parte del clero tebano, en la divinidad más importante de Egip-
to, con la identificación del faraón con osiris, impregna la decoración de las
tumbas reales. Desde el Reino Medio se consideraba que todos los seres huma-
nos, incluido el faraón, teníanun ba, que, en el Reino Antiguo, erala capaci-
dad de los dioses, y de los faraones, de hacerse presentes, con sus poderei, en
un determinado lugar. Ese numen protector era lo que recibía, en el caso del
faraón,el culto funerario, que se extiende, en el Reino Medio, a todos los mor-
tales. La doctrina del ka se combina, entonces, con la del ba.El ba se acerca
a la noción cristiana del "alma"
-aunque no coincide exactamente con ella, en
la medida en que sigue teniendo necesidades materiales- y es lo que protago-
niza el viaje de los muertos al más allá,y lo que vive eternamente en el reino
de osiris. Ello es así porque la resurrección que produce el ritual de osiris no
es una resurrección del cuerpo, sino una posibilidad de que el ba,qrue,a dife-
rencia del ka, tiene libertad de movimientos, siga viviendo en otro lugar, aun-
que conserve una dependencia con respecto a las atenciones funerarias. Esa
doctrina no es del todo coherente, porque las religiones tienen, en general,
muchas dificultades para compaginar la oferta de resurrección con la
riencia real de la muerte y sus consecuencias sobre el cuefpo. "*p"-

14. Una religión peculiar

Resulta muy difícil hacer una aproximación a la religión egipcia. Incluso


partiendo de una consideración de las religiones como sistemas dé integración
social, basados en formas comunes de explicar la realidad circundanie y en
respuestas comunes a los grandes imponderables de la existencia humana, la
religión egipcia nos desconcicrta. Por un lado, existe una gran abunclancia de
fuentes de todo tipo que proporcionan información sobre ella; así que el estu-
dio de cualquier divinidad o aspecto de esa religión se enfrenta neceiariamente
a una masa de datos muy heterogéneos
-iconográficos, arqueológicos y pro-
cedentes de los más variados documentos escritos- donde cuesta trazaÍ líneas
maestras y depurar la información.

otro problema es que la religión egipcia es, ante todo, una práctica de culto,
y de un culto a los dioses locales. En torno acad,asantuario sé reorganizaba el
conjunto religioso: el clero local esbozaba una teología que tenía cómo centro
al dios, aunque fuera asimilando ese dios a la divinidad predominante de la

TEMA2. EGIPTO 69
época. Es probable que ello fuera un residuo de una situación previa a la uni-
ficación de Egipto, en que, como se ha visto, cada distrito tenía su santuario y
su "faraón local"; pero. seguramente reforzado por la tendencia conservadora
de los egipcios y por la necesidad de tener su culto cerca. El caso es que los
dioses egipcios no forman un panteón de referencia común. Y el caso es que,
al margen de las prácticas cultuales de orden local, existen elaboraciones teo-
lógicas. algunas destinadas a sustentar esas prácticas, pero otras, dotadas de
vida propia, e incardinadas en el ámbito de la filosofía.
Por otro lado, algunas ideas erróneas sobre la religión egipcia, que des-
cansan en malentendidos, procedentes no¡malmente de los autores griegos y
latinos, se han instalado desde antiguo en la percepción moderna. Así ocurre
con la supuesta adoración de los animales por parle de los egipcios. Se debe a
la costumbre que tenían de utilizarlos para representar a los dioses,lo que no
está lejos de la sistemática asociación de los dioses con animales concretos, que
es tan característica de la religión griega. Lo mismo ocurre con la práctica de
criar animales sagrados en determinados santuarios para que actuaran como
heraldos de determinados dioses. Esa era la función, por ejemplo, del buey
Apis, en relación con el dios Ptah en Menfis; o la del carnero del dios Amón
en Tebas.

No es muy distinta, tipológicamente, de la Pitia griega, que actuaba como


profetisa del dios Apolo en Delfos; en ambos casos, el "heraldo" servía para
transmitir lavoz de la divinidad, en una forma que debía ser interpretada por
sacerdotes. También se criaban, en el Capitolio romano. ocas consagradas a la
diosa Juno, que habrían alertado, en su nombre, a los durmientes de la pre-
sencia de los enemigos al pie de la muralla de Roma. Y en ese orden estarían
también los pollos que se llevaban los generales romanos a la guerra en una
jaula para obtener los augurios, antes de entrar en batalla, a partir de su acti-
tud frente a la comida. Que algo sea sagrado no significa que reciba culto, en
los términos en los que eso se entiende en las religiones modernas, ni que sea
considerado como una divinidad. Lo único que significa es que tiene una fun-
ción de carácter religioso. Detrás de los animales sagrados de los egipcios hay
divinidades que se hacen tangibles a través de ellos, y ésa es su funcióni es la
misma que desempeñan las imágenes antropomórficas de los dioses una vez
consagradas. Una prueba evidente de que no había animales entre las divini-
dades egipcias es que no eran titulares de templos, y ni siquiera se ubicaban en
las zonas recónditas de los santuarios, donde moraban los dioses a los que esta-
ban asociados.
Tampoco se pueden utllizar las representaciones plásticas -que son tan
abundantes y tan ricas en la cultura egipcia- para interpretar la función reli-
giosa de los animales, sin un conocimiento de sus convenciones iconográficas.
La convención de representar a la figura humana en una forma ideal de juven-

7O BREVE HISToRIADELMUNDOANTIGUO
tud y belleza, con un cuerpo estilizado y una actitud serena, obligaba a utili-
zar símbolos no humanos para expresal las emociones y los rasgos de la per-
sonalidad; pafa eso se usaban los animales, que tenían atribuidos mensajes
específicos en el sistema de convenciones. También es del mismo tipo el fecur-
sode combinar un cuerpo humano con una cabezade animal: la cabeza susti-
tuye al animal en su función, mientras el cuerpo puede llevar los atributos. El
caso inverso es el de la esfinge: la cabeza de faraón representa al rey, mientras
el cuerpo de león simboliza la ñterza y la f\ereza. El uso de la escritura jero-
glíficamuestra hasta qué punto estaban familiarizados los egipcios con los sis-
temas simbólicos de representación.

15. Los desarrollos teológicos

La construcción del poder unitario bajo la figura del faraón obligó, desde
un principio ,areorganizar el ámbito religioso en clave de centralización. Había
que configurar un sistema que jerarquizara alas divinidades; de ahí vienen las
tríadas,las ogdóadas y las en-éadas" donde se agrupan bajo la divinidad que, en
cada caso, élilparticularmente asociada alarealeza. Esas construcciones se
renuevan, cuando es necesario, pero lo hacen imitando dos sistemas teológi-
cos principales. La teología de Heliópolis (la "ciudad del Sol" en su nombre
griego, pero llamada en egipcio lunu,lo que de alguna manera la relaciona
con el pilar, o los pilares, incluidos en mitos cosmogónicos), situada a la entra-
da del Delta, al norte de Menfis, aunque en la orilla oriental del Nilo, consi-
dera el agua como el origen de todo. Es un agua primordial, Nuu, que repre-
senta el caos; en ella se había autocreado el sol,Atun,del que había surgido una
primera pareja cósmica, un principio masculino y femenino (Shu y Tefnut),
que habían engendrado al dios-tierra Geb y a la diosa-cielo N¿¿r. Esos son ya
los padres de los "dioses del mundo": Osiris,,S¿¡lz,Isis y Neftis.
A la enéada heliopolitana se opone la ogdóada de Hermópolis (la "ciudad
de Hermes",llamada así por los griegos, debido a la identificación de su divi-
nidad local con el dios helénico Hermes), una ciudad situada en el Egipto
Medio, en la orilla occidental del Nilo, que llegó a ser casi tan importante como
Tebas, y frente a la cual construyó Amenofis ry la nueva capital de su reino (ver
más adelante); su nombre egipcio, Khmun ("ciudad ocho") alude a su carácter
de sede de la ogdóada. Aquí encontramos una cosmogonía que nos presenta
todo un universo previo a la creación del mundo. Hay ocho dioses primordia-
les, organizados en cuatro parejas -representados como ranas los machos y
como serpientes las hembras, debido a que operan dentro del agua. El dios N¿¿
y la diosa Na unet representan el Agua primordial inerte; Huh y Hauhet ,la Infi-

TEMA2. EGIPTO 7I
nitud de ese universo líquido; Kuky Kauket,las Tinieblas que lo oscurecen; y
Amun y Amaunet, el Misterio que encierra. Esos ocho creadores, que habrían
salido de la PalabradeThot,el dios lunarque funcionaba como divinidad local.
hicieron surgir del abismo una colina piramidal -la propia Hermópolis imagi-
nada como túmulo primordial- y crearon sobre ella el huevo del que salió el
Sol. Esa nueva divinidad es la que crea el mundo, tras vencer a las tinieblas, y
la que lo organiza.
Sobre este segundo modelo se creó la teología menfita de Ptah, conside-
rando al dios como un símbolo de la colina emergida y como engendrador de
su propia ogdóada. En ella se integraAtun,en calidad de pensamiento de Ptah;
Horus como su corazón,y Thot como su lengua. De forma similar se procedió,
en el Reíno Nuevo, cuando el dios tebano Am6n-Re se puso ala cabezade las
divinidades egipcias, como consecuencia de la promoción de Tebas a capital
de Egipto, subsiguiente a la expulsión de los hicsos (ver más adelante). La teo-
logía tebana combina las de Heliópolis y Hermópolis, en un intento de con-
vertirla en la teología oficial definitiva. Todas esas elaboraciones utilizan el
principio del sincretismo (ver tema 8), que permite identificar a unas divini-
dades con otras, partiendo de sus semejanzas.
Parece que la vivencia religiosa de los egipcios, con su extraordinariacapa-
cidad para manejar los símbolos y para integrar los distintos niveles de per-
cepción, era especialmente adecuada al uso de semejante recurso teológico.
Así, en la Dinastía v, en que se produce un aumento del poder del clero en
relación con el del faraón, queda consagrada la identificación del dios helio-
politano Atón con el dios dinástico Horus, que, como ya se ha dicho, simbo-
lizaba el poder real divinizado; a su vez, ambos se convierten en hijos de Re,
que es el sol del mediodía, considerado como una fuerza difina. Todo eso es
lo que da lugar a la construcción de templos solares, con sus obeliscos; de
modo que el ritual practicado en esos templos llegaba a prevalecer en impor-
tancia sobre el ritual funerario del faraón. Esa fue una innovación que volvió
a tener fortuna, también a favor del clero, con la identificación del dios Amón
con R¿. Los egipcios asumían esas novedades y las combinaban con el man-
tenimiento de sus cultos tradicionales. Ello explica la pervivencia del culto de
Osiris, que, por otro lado, va mucho más allá de eso: a pesar de la pujanza del
dogma solar creado por el clero de Heliópolis, y fal vez como una reacción
frente al mismo,los egipcios convierten el culto de Osiris en una especie de
religión alternativa, que triunfa plenamente en el Reino Medio.
Finalmente, en la llamada literatura sapiencial del Reino Antiguo, que pro-
cede de la alta capa de la sociedad egipcia, existen obras como las Enseñan-
zas de Kagemni, visir de Snofru (2590-2554), el fundador de la Dinastía lv, o
las Enseñanzas de Ptahhotep, visir de Djedkare (2355-2317), al final de la
Dinastía v. Contienen esas obras una serie de máximas alusivas al "castigo de

72 BREVEHISToRIADELMUNDOANTIGUO
Dios", a la "orden de Dios", a la "voluntad de Dios", o al 'Juicio de Dios",
que no solo evocan un escenario providencialista, en el que la divinidad esta-
blece las pautas de la conducta individualy juzgalos resultados, sino que esa
divinidad resulta personificada en un solo dios, carente de los rasgos indivi-
duales que caracterizan a los dioses de los politeísmos. Ese Dios de los egip-
cios reaparece una y otra vez en el mismo género literario. La interpretación
de ese desarrollo, en términos teológicos o filosóficos, y su integración en la
religión egipcia, es asunto controvertido. Pero conviene tenerlo presente, en
todo caso, a la hora de inte¡pretar la religión egipcia en general.

16. La religión de Osiris

El mito de Osiris se conoce en distintas versiones griegas, que lo compli-


can y lo desvirtúan, pero, en lo fundamental, es como sigue: Osiris era hijo
del dios-tiena Geb y de la diosa-cielo Nut, y heredero, por tanto, de un reino
que abarcaba toda la tierra. Fue un rey victorioso y bienhechor, que propor-
cionaba riqueza a su reino, haciendo reinar la justicia y cesar los combates. A
su lado, Isis, hermana y esposa divina, lo protegía. Pero Osiris tenía un her-
mano, Seth,que conspiró contra él y consiguió darle muerte, metiéndolo des-
pedazado en un cofre y arrojándolo al Nilo. Isis logró encontrar el cadáver y,
con la ayuda de otros dioses,lo limpió,1o reconstruyó y lo embalsamó. El dios
solar R¿ le ordenó despertarse, y entonces resucitó. Pero ya no volvió a reinar
en este mundo, sino en el de los muertos. Quedaba, sin embargo, su hijo Horus,
que luchó con Seth por el reino; el juicio de Geb, en el santuario de Heliópo-
lis, coloca en el trono a Horus. El clero de Heliópolis condenaba así la lucha
por el trono faraónico y consagraba la transmisión hereditaria.
El último faraón de la Dinastía v, conocido como Unas (2317-2297),es el
que construye, en Saqqara,la pirámide más pequeña de todas las que levan-
taron los faraones. Sin embargo, el conjunto funerario es magnífico, y en su
cámara es donde aparecen por primera vez los llamados Textos de las Pirdmi-
des, unos textos religiosos del Reino Antiguo, que son colecciones de prácti-
cas funerarias, máximas y conjuros, destinado todo ello a proteger al rey en su
viaje al más allá. Ahí se encuentra, también por vez primera, el tema de la
muerte de Osiris, y su posterior resuffección, como un símbolo de la trayec-
toria del faraón. En la nueva teología heliopolitana, que se impone con la
Dinastía v, el faraón es un ser mofal, y a través de la muerte es precisamente
como pasa a la morada de los dioses. Pero eso significa que ya no está presente
en el mundo de los vivos, y que la pervivencia del faraón se concibe como un
relevo entre el padre que muere, Osiris, y el hijo Horus, que se convierte en el

TEMA2. EGIPIO 73
nuevo faraón sobre la tierra. En esta época es cuando comienzan también las
prácticas de momificación, y por eso Osiris, símbolo del rey muerto, se repre-
senta como una momia.
En el Egipto reunificado que inicia el Reino Medio, se identificó la tumba
del faraón Horus-Djer (2949-2902), sucesor de Horus-Ahatras un breve inte-
rregno, como la tumba de Osiris, convirtiéndose en lugar de peregrinación.
Era una pequeña isla -en Abydos- rodeada de agua y cubierta de vegetación,
que fue considerada como el túmulo primigenio,la primera tierra que habría
surgido del océano primordial, durante la creación del mundo, y donde se
habría originado la vida. La retirada de las aguas del Nilo recreaba todos los
años el mito de la tierra emergente, que, gracias a Osiris, recuperaba la vege-
tación perdida. Era ése un ciclo de muerte y resurrección, al que se asimilaba
la trayectoria de los humanos.
Todos los muertos podían integrarse ahora en el ciclo de renacimiento pro-
piciado por Osiris, si se les hacian los funerales indicados, si se sometía su
cuerpo a una coffecta momificación y si seguían recibiendo alimentos y aten-
ciones. Claro que eso sólo podrían conseguirlo los ricos, porque la doctrina
había surgido para ampliar los favores divinos a la corte del faraón. Pero el
caso es que la religión de Osiris se populariza: se tiende a considerar que 1o de
entrar en su reino está abierto a todos y que depende del juicio divino, más
que de la capacidad económica.
En el reino de los muertos, donde gobiema Osiris,Isis es el "trono divino",
el regazo donde descansa el rey, por 1o que funciona como divinidad protec-
tora, especialmente para los difuntos, a quienes acompaña en su camino. El
desplazamiento del faraón difunto del reino de los vivos da lugar a un desa-
rrollo de un reino de los muertos, que funciona como un doble ficticio de aquéI,
donde se practican también los rituales. A su vez, el supuesto viaje del difun-
to da lugar a una geografía nueva, donde se configura un más allá, considera-
do por los egipcios como un occidente hermoso, que se puede alcanzar tras
haber superado la prueba del juicio de los muertos y después de una consa-
gración especial.
Es importante constatar que la creencia en el más allá implicada en la reli-
gión de Osiris desarrolla, desde el principio, una dimensión ética de la conducta
humana, donde aparece la idea de la recompensa y el castigo. El resultado
positivo del juicio de Osiris depende de no haber "cometido injusticia contra
los seres humanos"; de no haber "tratado mal a los animales"; de no haber
"perjudicado a los dioses"; de no haber "abusado de la propiedad de los huér-
fanos", de no haber "hecho daño a las tierras de cultivo", y cosas por el esti-
lo. Todo eso responde a un código de conducta social y religiosa que funcio-
na en el más acá y en el más allá, en la medida en que el juicio de los muertos
asume las normas que rigen en los juicios de los vivos. La religión de Osiris

74 BREVE HISTORIADELMUNDOANTIGUO
supera, por tanto.la idea elitista de que sólo los ricos, por su capacidad de con-
servar eternamente el cuerpo, pueden prolongar la vida después de la muerte.
En ese sentido, es una religión que sirve a todos, y,de ahí, su popularidad.
Pero también contribuye a consolidar el orden social, con sus enormes dife-
rencias, en la medida en que ofrece la posibilidad de una vida mejor única-
mente a través del acatamiento de las normas establecidas.

17. El faraón místico y revolucionario

En el reinado de Amenofis tv ( 1 353 -1336) se produce un hecho insólito. El


faraón proclama a un dios nuevo, Atón, como única divinidad, y como único
referente de culto, creando así la primera religión monoteísta conocida. Como
ya se ha visto, el nombre designaba originariamente al sol en su calidad de
cuerpo celeste y había funcionado como una advocación de Re, el sol de
mediodía; pero el nuevo dios, el nuevo Atón, es la luz que inunda el mundo y
lo llena de vida.
En consonancia con lo que ya se ha visto en la literatura sapiencial, el con-
cepto de divinidad, por lo común muy diversificado, se polariza ahora en ese
dios solitario y abstracto, que no tiene forma nivoz, y que ulliza al faraón
como profeta. La esposa real, Nefeniti, aparece par igual con é1, en esa función
mediadora y en las manifestaciones de culto que le son inherentes. En ese sen-
tido, la iniciativa de Amenofis tv confiere al faraón una participación de lo
divino, y le otorga una superioridad sobre el resto de los mortales, solo com-
parables a las que había tenido durante el Reino Antiguo.
Para la nueva divinidad se construye en Karnak un templo cuyas enoÍnes
proporciones dejan pequeño al de Amón, situado muy cerca. Carece de cubier-
ta,pata que su morador,laluz, pueda entrar en él sin obstáculo alguno. Des-
pués traslada Amenofis tv la capital del reino a un lugar situado entre el Alto
y el Bajo Egipto. Tell el-Amarna, donde construye una ciudad de nueva plan-
ta y con un territorio definitivamente delimitado, a la que llama Akhetaton; es
la ciudad de Atón,la ciudad delaluz,la ciudad de Dios. Y es entonces cuan-
do cambia su propio nombre de Amenofis (Amenhotep), alusivo al dios Amón,
por el de Akhenaton (Echnaton).
De ahí en adelante la revolución se radicaliza. Aunque sabemos que, al
menos en el ámbito privado, hubo una continuidad de las prácticas religiosas
tradicionales, el caso es que fueron prohibidos esos cultos y clausurados los
templos,lo que exigió cambios drásticos en todos los órdenes. El antiguo clero,
procedente de familias selectas, fue reemplazado por individuos, en muchos

TEMA2. EGIPTO 75
casos extranjeros, que se mostraban leales alfaraón; y lo mismo ocurría con
los altos funcionarios. Cuando tenían nombres alusivos a las antiguas divini-
dades, los cambiaban por otros nuevos que mencionaban al sol, como R¿ o
comoAtón.
La nueva divinidad de la luz fue despojada también de toda antigua adhe-
rencia relacionada con un dios solar, como el epíteto "Horus del horizonte", y
la correspondiente imagen del halcón. En ese monoteísmo, solo existía Re,el
"señor del horizonte": un Re-padre, que llega a la tierra como Atón -así el len-
guaje de las inscripciones. Iconográficamente, Atón es representado como un
disco solar, acompañado del ttréus (la serpiente) y del signo de la vida; los
rayos que salen del disco y terminan en manos proyectadas hacia abajo indi-
can el caráctet protector de esa divinidad.
Un dios único sin forma humana y sin mitos, un dios padre y un dios aman-
tísimo de todas las criaturas de la tierra; ése es el referente teológico de la
nueva doctrina. Solo la familia del faraón recibiendo esos rayos de luz fun-
cionaba como representación antropomórfica del amor que caracfeizabala
nueva religión; y el poder político ejercido sobre los súbditos aparecía subli-
mado en esa función transmisora de lo divino, que era la que diferenciaba al
faraón y su familia del resto de los mortales, asimilándolo a la divinidad. La
nueva imagen teocrática presidía los hogares de los seguidores de Akhenaton.
Pero esa nueva teocracia se extinguió con su creador, y no solo por la falta
de un heredero varón que le diera continuidad; tampoco solamente por la hos-
tilidad provocada en el antiguo clero y la aristocracia. Parece que el ritual
funerario había dejado de estar asociado con el culto de Osiris y la idea del jui-
cio de los muertos, porque ya no se inscribía en los escarabeos de las momias
el correspondiente texto del Libro de los Muertos. También el destino de los
mortales había pasado a depender del faraón, cuya doctrina no debe de haber
ofrecido una alternativa satisfactoria a la oferta tan arraigada que representa-
ba Osiris. En definitiva, una religión impuesta por el poder, que no habría con-
vencido; y que solo habría dado una satisfacción sobrenatural a su creador y
un beneficio terrenal a sus seguidores.

18. Los dominios funerarios y la propiedad-posesión


de la tierra

El faraón es el único propietario legítimo del suelo y subsuelo del país, y


de todo cuanto produce; no se trata de ningún privilegio, sino de algo con-
sustancial con su exclusiva capacidad de ejercer sobre Ios humanos la acción

76 BREvEHISToRIADELMUNDO ANTIGUo
benéfica de Maat, atendiendo con ello a todas sus necesidades. Por eso tiene
también el derecho a exigirles cuantas prestaciones considere necesarias.
Todos los egipcios son siervos del gran dominio del faraón, que es el reino
de Maat. Esa doctrina es la que sustenta el dirigismo estatal, que en Egipto
se mantiene , a ultranza, durante toda su historia (tema 6), y que no solo afec-
ta a la agricultura y ganadería sino a la explotación de todos los recursos del
país y al propio comercio. Ejercido sobre un modelo de economía redistri-
butiva y combinado con la imposibilidad ideológica de acceder a la propie-
dad privada de las fuentes de recursos, inherente a la misma doctrina, pare-
ce constituir un sistema blindado, que no deja resquicios para la iniciativa
individual.
Sin embargo, esa doctrina tan pura, con la que comienza el Reino Antiguo,
empieza, desde el principio, a desarrollar adherencias. Para la administración
de ese gran dominio, necesita el faraón, como ya se ha dicho, de muchos fun-
cionarios, algunos de los cuales deben ejercer, en su nombre,las más altas res-
ponsabilidades. En lugar de incorporarlos al sistema redistributivo, les asigna
unas determinadas tierras --es decir, una parte del suelo egipcio, con todo lo que
hay en él- cuyas rentas perciben mientras están en el cargo. Pero la necesidad
de garantizar a perpetuidad las costosas atenciones funerarias de esos altos
dignatarios obliga al faraón a crear un tipo de dominio, que, aunque no se
pueda vender, es transmisible a herederos; el beneficiario es el llamado "sacer-
dote funerario", que suele ser un miembro de la familia y que asume las aten-
ciones al difunto.
Esa especie de legado funerario, y la sepultura, parecen haber sido las úni-
cas formas de propiedad privada de la tierra que se desarrollaron en el Reino
Antiguo; aunque habría que hablar más bien de posesión, en la medida en que
la propiedad sigue siendo del faraón, y esas tierras no se pueden ni parcelar ni
vender. Pero las tierras que cedía el faraón, en precario, a sus altos funciona-
rios, con una tendencia a que fueran vitalicias, si se portaban bien, e, incluso,
trasmisibles a herederos, si sucedían en el cargo, constituían, de suyo, un patri-
monio importante. La tumba de Metjen,un alto funcionario del faraón funda-
dor de la Dinastía w, Snofru (2590-2554), que prccisamente lleva el nombre
de Horus-Nebmaat ("Señor de la Maat"), registra la relación de tierras que
poseía. Por uno de los cargos desempeñados tiene una finca de unas 54hectá-
reas. Además, recibe de su madre unas 13 hect¿áreas en condominio con sus
hermanos, y tiene otras 3 hectáreas que le ha cedido el faraón por algún moti-
vo. Por otro lado, cuenta con un dominio heredado de su padre, cuya posesión
está garantizada por decreto real: es un terreno con frutales y viñedos, que
tiene también ganado y agricultores dispuestos para cultivar en él cereales.
En el Reino Medio, se mantiene la distinción entre propiedad privada y
propiedad vinculada al desempeño de una función, pero con una tendencia a

TEMA 2. EGIT'IO 77
una mayor disponibilidad. Aunque existe la obligación de mantener los domi-
nios intactos, se documentan ventas de funciones, que conllevan la posesión
de las tierras vinculadas a ellas. Por otro lado,la explotación de esos dominios
implica la posibilidad de establecer contratos de arrendamiento, y, en general,
otorga un margen de maniobra similar al que tendría un propietario. Durante
el Reino Nuevo, en fin, y, sobre todo, a partir de Ramsés l (1279-1213), los
faraones utllizan la tierra, en parcelas pequeñas y generalmente sin cultivar
todavía, también para recompensar servicios de menor envergadura, como los
de los oficiales del ejército e, incluso,los soldados. Esas fincas se pueden ven-
der y no tienen más obligación, frente al estado, que la de generar una especie
de impuesto.

19. Los faraones extranjeros

Hacia el 1650 a.C. (inicio de la Dinastía xv), durante el Segundo Período


Intermedio, empezó en todo Egipto la dominación de los hicsos, que duró unos
cien años. Establecieron su capital en Auaris (nombre griego de Hut-Waret,
Tell-el-Daba), ciudad situada en la parte oriental del Delta, que fue puesta bajo
la protección del dios Seth. Se trataba de una divinidad antigua, que simboli-
zaba el desierto, las tormentas, la oscuridad y el caos, y que por eso funciona
como el oponente mítico de Osiris. Era el dios de los extranjeros, que, tras la
expulsión de los hicsos, fue demonizado, aunque, por supuesto, sin dejar de
recibir culto en Avaris. Los hicsos representaban, efectivamente, un modelo
político distinto. Fomentaron el afán de independencia de los señores locales,
destruyendo así la unidad del estado, para luego someter a vasallaje a los rei-
nos resultantes -que es la situación de las Dinastías xvt y xvrl- (mediados del
siglo xvt a.C.).
El nombre de hicsos ("señores de las tierras extranjeras"), atribuido por
los egipcios a los invasores, no corresponde a ningún pueblo conocido, por lo
que se debe entender, al pie de la letra, como el de una capa dominante; crite-
rios lingüísticos, antropológicos y arqueológicos permiten establecer que esos
hicsos procedían del Próximo Oriente. Aunque las fuentes egipcias atestiguan
que su entrada en el país no fue precisamente pacíftca, tampoco registran nin-
guna batalla que les hubiera permitido conquistar de una vez el territorio. Lo
que sí se aprecia es que, a partir de la Dinastía xn (1794193-1648/45), se
habían ido asentando en la zona oriental del Delta numerosos grupos de pobla-
ción "asiáticos", y que ya entre los reyes de esa dinastía hay algunos que lle-
vaban nombres extranjeros. Se trata, evidentemente, de una fase de debilidad
del estado egipcio, cuya Dinastía xIV no es otra cosa que la presentación dinás-

78 BREVE HrsroRrADELMUNDoANTrcuo
tica de una serie de pequeños reinos independientes. Los reyes que cuentan
oficialmente como hicsos (Dinastías xv-xvll, 1648145-1539136)) adoptan los
rasgos formales de la monarquía faraónica y mantienen, en general,las insti-
tuciones del estado en el territorio que gobiernan directamente.La economía
sigue funcionando igual y el sistema administrativo es el mismo;lo único que
interesa, al parecer, a los reyes hicsos es enriquecerse con los productos de
todo Egipto a través del comercio.
Tras la época de la fragmentación de Egipto en una serie de poderes loca-
les, correspondiente al Tercer Período Intermedio, los nubios consiguieron feu-
nificar el país (716 a.C.) y convertirse en la única dinastía reinante, con capi-
tal en Napata (Kush), al sur de la cuarta catarafa. Los llamados "faraones
negros" de la Dinastía Kushita (la xxv) dominaron el territorio de Egipto
durante más de cincuenta años, hasta que los expulsaron los asirios. En el
Reino Medio, Nubia había sido parcialmente conquistada por Sesostris ltt, y
durante el Reino Nuevo había funcionado como una colonia egipcia, por lo
que los nubios habían asumido muchos elementos de la cultura y la religión de
los egipcios. Apenas se puede considerar a esa dinastía como extranjera. Todo
1o contrario hay que decir de los asirios (tema 1), quienes, naturalmente, se
negaron a asumir el papel de faraones, tratando a Egipto como territorio con-
quistado -de ahí el saqueo de Tebas- durante los pocos años que lo mantu-
vieron en su poder (671-66a a.C.).
Tampoco eran verdaderamente extranjeros los libios que gobemaron Egip-
to, a continuación de los asirios, constituyendo, a partir de Psamético I, las
dinastías llamadas sailas (664-525 a.C.).Llevaban siglos asentados en esa zona
como mercenarios y ya habían constituido un reino con capital en Sais (parte
occidental del Delta) durante el Tercer Período Intermedio. Es una época carac-
terizada por el protagonismo de los mercenarios y de los comerciantes. Egip-
to tiene su propia flota de gueffa e intenta, como lo había hecho en el Reino
Nuevo, expandir su poder hacia la región sirio-palestina, lo que conduce a una
confrontación con los babilonios y, luego, con los persas, nuevos conquista-
dores del teritorio.
Bajo el dominio persa, que empieza en el 525 a.C.,Egipto se convierte en
una satrapía (tema 3), que debe soportar onerosos tributos; por eso se suble-
van los egipcios y consiguen mantenerse independientes de los persas duran-
te unos sesenta años (Dinastías xxvlt-xxx), para caer de nuevo bajo su domi-
nio hasta que se produce la conquista de Alejandro Magno (323 a.C.).De
todos modos, los persas mejoraron la administración y terminaron de abrir
un canal entre el Nilo y el Mar Rojo. Darío I construyó y restauró templos, y
se muestra representado como un faraón en actitud de rendir culto a los dio-
ses egipcios. Exactamente lo mismo hicieron a continuación los Ptolomeos
(tema 6).

TEMA 2. EGIPTO 79
20. Egipto en la Época Romana

Tras la batalla de Fiársalo, en el 48 a.c., llega césar a Egipto en pos del


derrotado Pompeyo, que había buscado allí refugio. Los egipci,os le entregan
su cabeza, para congraciarse con él; pero, cuand.o conoce su relación lu
reina cleopatra (vtt Philopator), el hermano de ésta, y heredero también "ondel
trono, ataca el campamento romano. Se produce entonces un incendio en la
gran biblioteca de Alejandría, que acaba con centenares de miles de manus-
critos. Es derrotado y muerto el hermano de la reina, quien refuerza con ello
su posición. César vuelve a Roma, y también se traslada allí Cleopatra, con el
hijo de ambos. El asesinato de césar, en el44 a.c.,la obliga, sin embargo, a
regresar a Egipto, donde logra colocar en el trono a su hijo césar de tres años,
con el nombre de Ptolomeo xv, consiguiendo, para é1, el reconocimiento del
estado romano.
Después se produjo el encuentro entre cleopatra y Marco Antonio, el
matrimonio de ambos en Antioquía, los tres hijos habidos de esa relación y el
regalo, por parte de Antonio, de los territorios de creta, cilicia, Fenicia y Siria.
Araíz de eso, octaviano consigue, en el 32 a.c., que el senado romano consi-
dere a cleopatra como enemiga y declare la guerra a Egipto. La batalla de
Actium, en el 31 a.c., otorga a Roma una victoria a la que sigue poco después
el suicidio de la pareja. con el asesinato del hijo de cleopatra y césar, desa-
parece definitivamente el estado egipcio, quedando el territorio de Egipto
incorporado al estado romano.
Egipto se convertía así en el principal granero de Roma, donde, por otro
lado, era fácil que un general romano fuera aceptado como rey. Por esas razo-
nes, decidió Augusto constituirlo como un territorio especial, dentro de la gran
provincia administrada por el princeps -las provincias llamadas imperiales-,
al que tenían prohibido acceder sin permiso los romanos de rango senatorial.
Para los egipcios era el emperador romano una especie de faraón que residía
fuera, como había sido el caso de los reyes persas. Los gobernaba un prae.fec-
tus, es decir un representante del emperador con sede en Alejandría; era un
procurator de rango ecuestre, llamado, en griego, hegemón ("gobernador").
Su mandato, dependiente en todo momento de la voluntad del emperador, dura-
ba de uno a cuatro años y, hasta la época bajoimperial, abarcaba el ámbito mili-
tar, el fiscal y el judicial.
Por 1o demás, y de acuerdo con el proceder habitual de los romanos, Egip-
to conservó su propio modelo de administración, tal y como había funciona-
do en la época ptolemaica. Las cuatro ciudades griegas que llegó a haber
-Alejandría, Náucratis, Ptolemaide y Antinoópolis- eran poleis, a los efectos
de la organizacióndel territorio y de todos los aspectos institucionales. El Egip-

80 BREVE HIsToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


to propiamente dicho seguía dividido en nomos, donde se integraban las aldeas.
Una red de funcionarios controlaba la vida económica.
Se mantiene el derecho indígena, funciona el derecho griego, y, natural-
mente, el derecho romano. La suprema jurisdicción del prefecto, ejercida tam-
bién a través de un (legatus) iuridicus, resuelve como instancia opcional, o
por vía de apelación,los posibles conflictos de derecho. Pero la idea básica es
mantener todo lo que no se oponga a los intereses de Roma. El clero y los tem-
plos conservaron su tradicional importancia, en armonía con el poder romano,
hasta finales del siglo tv d.C., en que su incompatibilidad con el cristianismo
los hizo sucumbir.

TEMA2. EGIPTO 81
Tema 3
LA REGION Sl RIO-PALESTINA,
ASIA MENOR Y EL IRAN

1. Introducción
2. Laregión sirio-palestina o Levante Mediterráneo
3. Asia Menor o Anatolia
4. hán y Persia
5. Evolución de la región sirio-palestina a lo largo de la Edad del Bronce
6. Los estados palaciales sirios
7. El reino de Amurru y los hapiru
8. El problema de la indoeuropeización: el caso de Anatolia
9. El estado de los hititas
10. El carro de gueffa y los maryannu
11 . El intercambio de presentes y el juego de la diplomacia

12. Los Pueblos del Mar


13. Los estados de comienzos del primer milenio en la región sirio-pales-
tina
14. La instalación de los hebreos en Palestina
15. El estado de Israel-Judá
16. Los reinos separados y la consolidación de los judíos
17. Los comerciantes fenicios
18. La imagen de los persas
19. La construcción del Imperio Persa
20. El sistema de las satrapías
21. El Gran Rey de los persas

1. Introducción
En los dos temas precedentes se han tratado los procesos históricos coffes-
pondientes a Mesopotamia y Egipto, donde ya hay estados territoriales, que

TEMA 3. LA REGIóN sIRIo-pALESTINA. AsIA MENoR v eI- IRÁN 83


utllizan la escritura, a mediados del cuarto milenio. Pero existen otras tres
grandes unidades geográficas, en el Próximo oriente, a las que se ha aludido
ocasionalmente, en la medida en que estaban implicadas en esos grandes pro-
cesos. La región sirio-palestina, Asia Menor y el Irán son escenarios de désa-
rrollos culturales muy variados y complejos, a lo largo del segundo milenio
y una buena parte del primero a.c., que llevan sus propios ritmos y que cuen-
tan, en la mayoría de los casos, con una amplia documentación. Ei forzoso
limitarse aquí a tocar brevemente algunos aspectos que puedan servir como
introducción para ulteriores lecturas, y como complemento de la historia de
Mesopotamia y de Egipto.
La integración, en este tema, de tres áreas geográficas distintas plantea
dificultades, se haga como se haga, y, muy especialmente en este caso, porque
no se presentan los correspondientes procesos históricos en forma continuada.
En los otros dos temas, Mesopotamia y Egipto funcionaban siempre como
referentes geográficos únicos, pero en este tema los referentes son tres. por
eso ha parecido más conveniente empezar por tipificar esos grandes marcos,
en términos de geografía física y humana, uno a continuación del otro.
Luego se empieza por la Edad del Bronce en la región sirio-palestina, con
una panorámica general de la evolución en esa zona, y con una referencia a los
estados palaciales y a las poblaciones periféricas de la misma. A la Edad del
Bronce en Anatolia corresponden la cuestión de la indoeuropeización y una
breve referencia al estado de los hititas. A continuación, se tratan dos cuestio-
nes relativas a la fase del Bronce Final, que interesan a todos los estados del
Próximo oriente implicados en ella: la cuestión del carro de guerra y la cues-
tión de la diplomacia. La cuestión de los Pueblos del Mar cierra el marco de
la Edad del Bronce.
La última parte del tema corresponde a la región sirio-palestina y al Irán en
el primer milenio. Ahí se incluyen cuestiones relativas a los hebreos y los feni-
cios, y una referencia especial al Imperio Persa.

2. La región sirio-palestina o Levante mediterráneo

Los comerciantes venecianos llamaron Levante, es decir, la tierra por


donde sale el sol, a la franja costera comprendida enÍe el golfo de Alejandre-
ta, por el norte, y Gaza,por el sur, que hoy comparten, de norte a sur, Turquía,
Siria, Líbano e Israel. Es una denominación útil también en el contexto del
Mundo Antiguo; pero esa costa solo constituye una parte de una unidad geo-
gráfica del Próximo oriente Antiguo que funciona como una gran unidaá de

84 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


desarrollo histórico hasta la dominación romana. Incluye también la cadena
montañosa que discurre paralela a la costa, las tierras que hay tras ella hasta el
desierto y una zona interior del norte de Siria, que llega hasta el Éufrates. Es
lo que se ha dado en llamar región sirio-palestina, aunque también se llama
Levante (meditenáneo) en obras relativas al Mundo Antiguo.
La costa de Levante, y lazona interior del norte de Siria, constituyen, junto
con Mesopotamia y lazonade Egipto correspondiente al Delta y al valle medio
del Nilo, el llamado Creciente FéÍil del Neolítico, donde se desarrolla la agri-
cultura y se domestican las primeras especies de animales. La abundancia de llu-
vias y la fertilidad del suelo, en la franja costera, eran muy favorables para los
cultivos; pero las montañas están muy cerca de la costa, por lo que el teffeno
disponible para ese fin resultaba muy escaso. Tenía, eso sí, una enorrne rique-
za de bosque, que ha sucumbido a las continuas talas. El aislamiento de los
habitantes de la costa, producido por las montañas,los abría hacia el mar, donde
la pesca y el comercio ofrecían buenas oportunidades, debido, también, a la
abundancia de pequeños pueftos, en la línea costera y en las islas adyacentes.
Ese es el soporle geográfico de los fenicios,los famosos comerciantes orienta-
les de la primera mitad del primer milenio a.C., que marcan las costas del Medi-
terráneo con sus emporios, y que perviven en sus herederos, los cartagineses.
hasta el siglo tt a.C., en que Roma borra a éstos literalmente del mapa. El inte-
rior de Palestina era el teneno menos codiciado, tanto por sus bajos rendi-
mientos agrícolas como por su lejanía respecto de las rutas comerciales.
Lazona interior del norte de Siria estaba muy bien comunicada, por el
Éufrates, con la Mesopotamia meridional; y, a lo largo de la Edad del Bionce,
se convirtió cadavez más en encrucijada de rutas comerciales terrestres. Tam-
bién aquí había extensiones relativamente pequeñas que podían funcionar
como base de estados; eran las escasas zonas cuya pluviosidad hacía posible
el cultivo de secano. No solo en el interior de Siria, sino también en la costa,
se convirtieron algunas ciudades-estado de la Edad del Bronce en grandes cen-
tros palaciales, con unas economías peculiares y complejas. El caso más sig-
nificativo es el de Ugarit. Al igual que Mesopotamia,la región sirio-palestina
tenía detrás un enorme desierlo habitado por poblaciones nómadas, en penna-
nente interacción con las comunidades sedentarias.

3. Asia Menor o Anatolia

A comienzos del siglo I d.C., el geógrafo Estrabón describe el territorio


que coincide con la parte occidental y central de la moderna Turquía como una
península, a la que llamaAsia, añadiendo que lleva el mismo nombre que todo

TEMA3. LAREGIÓN SIRIO.PALESTINA.ASIAMENORYELIRÁN 85


el continente al que pertenece. Ahí estaba, en efecto,la provincia romana de
Asia, aunque solo cubría la parte más occidental de esa península. Hay que
esperar hasta el siglo rv d.c. para encontrar, en el historiador Paulo orosio, la
denominación de As.ia Minor, que se atribuye a todo el territorio de Turquía
situado al oeste del Éufrates. Eso es 1o que se llama hoy en día Asia Menor, en
relación con el Mundo Antiguo. Pero en el mismo sentido se utiliza también
el término Anatolia, el nombre que dieron los griegos (de anatolé, "salida del
sol") a la costa occidental donde se asentaron, y que luego se extendió también
ala zona central.
La península de Anatolia consiste, básicamente, en una altiplanicie, bor-
deada en el norte y nordeste por la cadena del Ponto y en el sur por la cadena
del Tauro. A lo largo de toda la franja costera se encuenÍan pequeños valles
fluviales muy mal comunicados con el interior, pero de gran riqueza natural y
fáciles contactos con las rutas marítimas. La meseta central, hoy mayoritaria-
mente esteparia y deforestada, era, en la Antigüedad, muy rica en bosques,
pastizales y posibilidades de explotación agrícola, pero sobre todo en recursos
minero-metalíferos. Esa diferenciación geográfica y geológica, a la que se
suma el enorrne trasiego poblacional propiciado por su emplazamiento geo-
gráfico, es lo que explica que, en ningún momento de la Antigüedad, haya
constituido Asia Menor un estado unitario. Siempre ha habido allí poblaciones
muy diversas, y estados también muy diferentes, tanto en tamaño como en
modelo cultural, que, incluso cuando quedaron integrados en los grandes impe-
rios -hitita, persa o romano- o en el marco del helenismo (tema 6), conserva-
ron sus peculiaridades. La manifestación cultural más importante de Asia
Menor, en la Edad del Bronce, es la civilización hitita. La primera parte del pri-
mer milenio a.C. conoce el desarrollo, en la costa occidental e islas adyacen-
tes, de las ciudades griegas (tema 4), que siguen floreciendo durante las épo-
cas helenística y romana. En el reino helenístico de Pérgamo, situado en la
misma costa, se creó una impresionante biblioteca, solo menor que la de Ale-
jandría.

4. Irán y Persia

La tercera área geográfica del próximo Oriente Antiguo incluida en este


tema se conoce también bajo dos nombres, Persia ekán,pero, en este caso, no
se trata de denominaciones alternativas de áreas geográficas más o menos coin-
cidentes. El primero procede del nombre griego Persís, derivado del persa
Parsa, que corresponde, con toda propiedad, a una región muy concreta del
suroeste del lrán, donde estaba situada Persépolis,la capital ceremonial de los

86 BREVE HISToRIA DEL MUNDoANTIGUo


Aqueménidas. Era la principal zonade asentamiento de los persas, uno de los
grupos dominantes del conjunto de los iranios (que hablaban lenguas indoeu-
ropeas del grupo indo-iranio); como también lo eran los medos, asentados,
fundamentalmente, en una región del noroeste, la Media, que tenía su centro
en Ecbatana (Hamadán). Como se verá más adelante,la Persís constituye la
parte fundamental del Imperio construido por los persas Aqueménidas, y ésa
es la razón por la que se llama Imperio Persa y por la que se utiliza el nombre
de Persia para referirse a é1.

El segundo nombre procede de la expresión Eran-shahr ("país de los


arios/iranios", porque -an es desinencia de genitivo de plural), donde ¿r es
una voz persa que equivale al adjetivo ariya ("ario").El Eran-shar es todo el
Irán, es decir, el territorio que, de un modo u otro, ocupan los iranios. Los per-
sas de la dinastíaAqueménida (558-330 a.C.) atribuían a ese término un valor
étnico, ya que Darío l se identifica a sí mismo como ariya (es decir, "de ascen-
dencia aria") en su inscripción funeraria. De modo que "iranio" y "ario" son
dos términos equivalentes. Pero, por otro lado, el Irán como concepto étnico,
religioso y político es una creación de los persas Sasánidas (224-651d.C.),
que, tras haber soportado a la dinastía irania, pero no persa, de los partos Arsá-
cidas (247 a.C.-224 d.C.), querían mostrarse como continuadores de los Aque-
ménidas. Tras la llegada del Islam cayó en desuso; pero lo resucitó, en el siglo
xx, la dinastía de los Pahlavi, que asumía la tradición Aqueménida como un
signo de identidad nacional, y quiso, por tanto, que el nuevo estado se volvie-
ra a llamar "(país) de los arios/iranios". El uso no lingüístico que se ha dado
al término "ario" en la historia europea del siglo xx es un total despropósito.
Hay que decir, sin embargo, que el Irán de la Antigüedad era todo el terri-
torio habitado entonces por los iranios: además del que corresponde hoy en día
al estado de Irán, una parte de los modernos estados (de sur a norte y noroeste)
de Pakistán,Afganistán, Tadchikistán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán.
Ese enorme territorio consiste en una gran altiplanicie rodeada de montañas:
por el norte, el Elburz y la cadena que continua hacia el este, empalmando con
los montes Pamir y con la cordillera del Hindu-Kush; los larguísimos montes
Zagros la separan, a su vez, del Golfo Pérsico y de Mesopotamia por el sur y
por el oeste. El interior del Irán está dividido en una serie de depresiones y
valles sin salida, en los que se encuentran grandes desiertos salados, con enor-
mes diferencias de temperatura y lagos salobres. Las áreas fértiles son los valles
intercalados entre las montañas, sobre todo los Zagros, que son una banda de
cordilleras paralelas, con buenos pastizales en las alturas. Ahí es donde tenían
los medos y los persas las zonas principales de asentamiento que se han men-
cionado antes.
La geografía del Irán explica, por tanto,la fragmentación de los iranios y
el hecho de que la unidad política llevada a cabo por la dinastía de los Aque-

TEMA 3. LA REGIÓN SIRIO-PALESTINA. ASIA MENOR Y EL IRÁN 87


ménidas tuviera que utilizar un modelo peculiar, a base de regiones bien dife-
renciadas, que funcionaban como piezas distintas con su propio gobierno. Es
el modelo que aplicaron a todo el Imperio. Aunque esa construcción era la
única viable, contribuía también a potenciar las tendencias disgregadoras, en
la medida en que reforzabalos poderes locales. Es la cuerda floja sobre la que
consiguen esos monarcas guardar bastante bien el equilibrio durante más de
doscientos años; habrían seguido haciéndolo, si no se hubiera cruzado en su
camino Alejandro Magno.
Los iranios tenían conciencia de comunidad cultural, entre otras cosas por-
que hablaban lenguas estrechamente emparentadas, que pertene cían al llama-
do grupo indoiranio, una rama del tronco lingüístico indoeuropeo donde se
incluyen también algunas lenguas habladas antiguamente en La India. pero
estaban fiagmentados en grupos, conespondientes a zonas distintas de asen-
tamiento, y también esos grupos tenían conciencia de identidad. A falta de tes-
timonios claros, se desconoce, sin embargo, el modo de vida que tenían esas
gentes cuando llegaron al Irán (en el tránsito del tercer milenio al segundo,
probablemente), lo mismo que las rutas y las posibles fases migratorias, o su
forma de sedentarización.
Puesto que la primera noticia sobre la ubicación de los medos y los persas
corresponde al siglo rx a.C., no cabe suponer que hubieran entrado en él Irán
como tales grupos más de mil años antes. Al igual que en el caso de los grie-
gos (tema 4), es más verosímil que esos grupos sean el resultado de una etno-
génesis -con diferenciación dialectal- dentro del territorio ya ocupado. por
otro lado, en la época de los Aqueménidas, se mantenía bien diferenciado, den-
tro del estado persa, el grupo de población de los elamitas, que había vivido allí
antes de la penetración de los indoiranios. La región del Elam, situada en el
suroeste del Irán y con capital en Susa, es uno de los escenarios del próximo
oriente que han proporcionado los testimonios de escritura más antiguos; era
una zona que recibía los influjos de Mesopotamia, y desde ella se produjo la
aculturación de todo el Irán.
i

5. Evolución de Ia región sirio-palestina a lo largo de la Edad


del Bronce

Tanto Mesopotamia como Egipto consideraron, desde comienzos de la


Edad del Bronce, a la región sirio-palestina, y a sus comerciantes, como una
periferia con la que había que contar, de un modo u otro, para obtener mate-
rias primas, como la madera,la piedra y los metales. Los testimonios arqueo-
lógicos correspondientes al tercer milenio, que revelan la existencia de péque-

88 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo
ñas cabezas de puente de Uruk por varios lugares, y de una posición comercial
egipcia en Biblos (costa sirio-palestina), así lo atestiguan. De ahí viene, sin
duda, el movimiento urbanizador que se aprecia en toda lazona durante el
Bronce Antiguo, y que tiene como principal exponente conocido la ciudad-
estado de Ebla (en la parte interior de Siria). Sin embargo, el colapso que se
produce, tanto en Egipto como en Mesopotamia, al final de ese período, pare-
ce haber influido muy negativamente en el proceso.
El caso es que la llegada al Levante, en el tránsito hacia el segundo mile-
nio, de los nómadas amorritas -nombre dado por los acadios a los nómadas
afincados al oeste de Mesopotamia después del 2000 a.C.- cambió radicalmente
la región; en adelante sería un área semita -cananea- con una permanente ten-
sión entre nómadas y sedentarios. Un comercio con crecientes posibilidades de
expansión, y con nuevas rutas, propicia el desarrollo, a partir del 2000 a.C., de
una serie de reinos sirios que construyen grandes ciudades muy bien amuralla-
das, y que controlan las caravanas entre el Mediterráneo y Mesopotamia, cons-
tituyendo sociedades complejas a lo largo del Bronce Medio: Karkemish en el
Eufrates, A/eppo (Halab) entre el Eufrates y el mar, y Ugarit ya en la costa, son
los más imporlantes. También en el interior, pero más al sur, el reino de Qatna
comercia sobre todo con Egipto. El abastecimiento de cobre desde Chipre
aumenta ahora la importancia de esos reinos intermediarios, con los que man-
tienen los babilonios y los asirios unas relaciones diplomáticas muy cuidadas.
Las ciudades sirio-palestinas del Bronce Reciente (1600-1100 a.C. aprox.)
son amuralladas como las del Bronce Medio y presentan, en general, el mismo
aspecto;pero el poblamiento tiende a concentrarse en las zonas costeras y en los
valles, con un progresivo abandono del interior, es decir, de las tierras situadas
al este del Orontes, en Siria, y al este del Jordán, en Palestina. Lo que ocutre, en
realidad, es que continúa la tendencia ya iniciada en el Bronce Medio: el amplio
poblamiento del Bronce Antiguo se va contrayendo hacia el oeste, y concen-
trando en las zonas más húmedas. Poco a poco, donde había habido agricultu-
ra extensiva de secano, acabaron por pastar cabras, pertenecientes a pastores
nómadas. Habrá que esperar hasta el primer milenio para que se repueblen esas
zonas, y se ocupen las colinas y las montañas. En total,la caída demográfica de
la población asentada resulta evidente; lo que no nos revela la arqueología, pero
se desprende de la documentación escrita, es que los individuos que han desa-
parecido de las aldeas están mezclados con los nómadas que buscan nuevas tie-
tras, y que todo eso constituye una permanente amenaza para las ciudades.
Entran en juego, en esta época, los hurritas del reino de Mitanni; luego los
hititas, en competencia con los egipcios, y, finalmente,los asirios. Con la supe-
rioridad que les confieren sus carros de guerra, ejercen un dominio, directo o
indirecto, sobre los reinos de la región sirio-palestina, que van pasando de unas
manos a otras en distintos grados de dependencia; a veces se trata de pactos de

TEMA3. LAREGIÓN SIRIO.PALESTINA.ASIAMENORYELIRÁN 89


vasallaje con unas obligaciones claramente fijadas, que se refuerzan con matri-
monios entre las casas reales. El caso es que la capacidad de las grandes poten-
cias de convertirse en poderes hegemónicos dependía por completo de cuál
fuera su posición en el Levante, porque perder influencia en esa región presu-
ponía desconectarse del comercio a larga distancia y, con ello, del abasteci-
miento de materias primas tan importantes como el cobre, indispensable para
fabricar el armamento.
En ese contexto de permanente juego con los poderosos, de amenaza con-
tinua de las poblaciones desarraigadas y de una dependenciacada vez mayor
del comercio, por el déficit creciente de recursos humanos productivos, desa-
rrollan su vida las ciudades cananeas del Bronce Reciente. Se trata de peque-
ñas ciudades-estado, con un rey a la cabeza, que son política y militarmente
débiles, muy heterogéneas social y culturalmente, pero muy eficientes en el
orden económico y muy dinámicas en cuanto a desarrollo político-social.
La población de esos estados es el resultado de una simbiosis étnica y cul-
tural entre una gran mayoría de población cananea -resultante de la impreg-
nación del sustrato llevada a cabo por los semitas occidentales amorritas- y una
minoría no semita -asociada al carro de guerra y perteneciente, en gran parte,
al grupo lingüístico indoeuropeo, aunque también con otros componentes-,
que se integra en la capa dominante, o incluso,la monopoliza. No parece haber
existido oposición étnica, porque, en esa clase dominante. aparecen también
nombres semitas. La documentación muestra que los reyes de los estados cana-
neos habían instalado a maryannu (ver más adelante) en sus reinos, para con-
tar con su protección, remunerándolos con la ocupación de tierras, que admi-
nistraban directamente en su propio provecho. Se convierten así en una especie
de nobleza, que adquiere una posición dominante.

6. Los estados palaciales sirios

La situación privilegiada del norte de Siria, con respecto a las rutas comer-
ciales que conducían a Egipto y Mesopotamia, y el aumento considerable del
comercio entre el este y el oeste, es lo que puede explicar que ya antes del
2500 a.C.las pequeñas aldeas de esa zona hayan dado lugar a verdaderos esta-
dos, con independencia de sus capacidades agrícolas. Esos centros eran plata-
formas del comercio a larga distancia, por lo que se parecen más a Assur.en
su primera época (tema 1), que a los estados de la Mesopotamia meridional.
basados en la agricultura intensiva de regadío. Sin embargo, a lo largo de la
Edad del Bronce, el desarrollo político-social de las ciudades sirias, y su urba-
nismo, es una consecuencia directa del influjo de Mesopotamia. Tratan de imi-

90 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
tar el modelo económico redistributivo de los grandes centros de poder, pero
no les funciona bien: aunque el comercio les aporta ingresos sustanciosos, los
rendimientos agrícolas no tienen nada que ver con los que produce, en Meso-
potamia, la agricultura intensiva de los grandes regadíos, con una población de
agricultores integrada en ese sistema. Lo que hay en Siria son aldeas con tie-
rras de secano, que se ven obligadas por lafuerza a enffegar lo que se les exige
desde el centro de poder; de ahí que sus habitantes emprendan la huída, con
cierta frecuencia, y traten de sobrevivir al margen del sistema. La situación se
hace particularmente grave en la última fase del Bronce Final.
Todavía en el Bronce Antiguo conocemos el caso de Ebla (Tell Mardikh),
un estado a mitad de camino entre el Meditenáneo y el Éufrates, que, hacia
2250 a.C., vivía de la agricultura,la artesaníay el comercio, conforme a un
modelo redistributivo, como muestran unas 15.000 tablillas cuneiformes con-
servadas en sus archivos. En ellas se utiliza la escritura sumeria para una len-
gua perteneciente al grupo semita oriental,lo mismo que el acadio de Mesopo-
tamia. Además de contar con una buena cantidad de tierra apta para el cultivo
-lo que era excepcional en esa zona de Siria- Ebla tenía una ubicación privile-
giada, porque se contaba entre las ciudades que controlaban la comunicación de
Mesopotamia con el Mediterráneo. El palacio de Ebla centralizala explotación
agropecuaria y el comercio, y funciona con grandes talleres de producción arte-
sanal, dirigida a la exportación. Cuenta con toda una red de administradores e
inspectores (ugula, mashkim), organizados jerárquicamente, que se ocupan,
sobre todo, del comercio y de los comerciantes (kas, o lu-kcts).
Una característica importante de los estados sirios es que el palacio consti-
tuye el único centro económico, por lo que asume también las funciones rela-
cionadas con el culto. Como muestran los archivos del nivel arqueológico vII
de Alalach (Tell AEana, en el sur de Turquía) correspondientes a los siglos xvttt-
xvII a.C., es decir, ya en el Bronce Medio, Ebla sirvió de modelo para la suce-
siva creación, en la zona, de estructuras de poder, con un centro palacial, que
lo era, alavez, de dominio y de culto, y con una actividad fundamentalmente
comercial, que implicaba asimismo una producción artesanal. Ahí se puede
comprobar que las capas dominantes, ya fueran sacerdotes o funcionarios, esta-
ban integradas en el sistema redistributivo, también para la adquisición de
bienes de prestigio, que llegaban a través del comercio exterior.
Existe, en las ciudades sirio-palestinas de la Edad del Bronce, un tipo de
rey-sacerdote, lo que, en principio, debería reforzar la posición delarealeza,
al no entrar en competencia con el clero de los templos. Sin embargo, esa rea-
lezatenía una entidad muy distinta de la de Egipto y Mesopotamia meridional,
en la medida en que, en esas ciudades, seguían funcionando las estructuras
sociales de tipo tribal de los amorritas, y el rey (malikum) estaba integrado en
ellas, lo que limitaba su poder y el realce de su posición. Además, tenía que

TEMA 3. LA REGIÓN SIRIO-PALESTINA.ASIAMENORY ELIRÁN 9I


contar con los Ancianos (abba), a quienes las instituciones ancestrales confe-
fian una impofante autoridad; así que el poder del rey estaba limitado por las
funciones de los Ancianos en la administración del palacio y del territorio.
Como gobernador del territorio y como jefe de la administración, se parecía
mucho más ese rey al visir egipcio que al t'araón. Por eso mismo, los funda-
mentos de legitimación de esta realeza son peculiares. Según se desprende de
los archivos de Alalach.el rey no deriva su posición patrimonial de un mono-
polio político y económico" sino que es rey precisamente porque tiene un gran
patrimonio familiar; hay otras personas que también derivan su posición de su
patrimonio, por lo que el rey es un propietario más, aunque muy rico.
Son, finalmente, los archivos de Ugarit (Ras Shamra), una ciudad situada
en la costa siria,los que proporcionan información detallada sobre los estados
sirio-palestinos de tipo palacial en el Bronce Reciente; más concretamente, en
su fase final, que incluye la época de Amarna y llega hasta la destrucción del
palacio (1350-1195 a.C. aproximadamente), en consonancia con la presencia
de los llamados Pueblos del Mar. En esa fase, el modelo de economía palacial
de las ciudades sirias se ve ya muy afectado por los factores negativos que
acaban definitivamente con é1. Al igual que Ebla, Ugarit tiene tierra de culti-
vo en cantidad importante, pero vive en especial del comercio; su ubicación en
la costa de Levante significa, en esa época, una integración en las rutas comer-
ciales a muy larga distancia, tanto hacia el este como hacia el oeste. Además
de un estado territorial, es un enorne emporio, donde tienen su asiento comer-
ciantes de muy distintas procedencias, entre los que se cuentan los griegos
micénicos (tema 4) . Ahí encontramos el alfabeto ugarítico, compuesto por 3 1
signos cuneiformes, correspondientes a las consonantes y a las semiconso-
nantes de las lenguas semitas.
El palacio de Ugarit perpetúa un modelo de economía redistributiva que,
como se ha visto,llevaba funcionando en Siria alrededor de un milenio, aun-
que no exactamente de la misma manera.Igual que en Alalach. hay una pola-
nzación fundamental entre el conjunto de las comunidades aldeanas (alu), que
trabajan el campo en el límite de la subsistencia y la organización central del
palacio, que desempeña funciones de coordinación política y militar, de culto,
de organización de talleres, de control de comerciantes y de redistribución de
productos. La redistribución solo funcionaba, en realidad, para quienes de algu-
na manera trabajaban directamente para el palacio: las aldeas, por el contrario,
estaban obligadas colectivamente a enÍegar al palacio los productos que les
hubiera exigido (cereales, vino, aceite o ganado), e incluso también plata; y lo
estaban igualmente arealizar prestaciones personales, tanto militares como de
otros tipos. Los campesinos y los artesanos de los talleres del palacio eran dos
colectivos muy depauperados, que se diferenciaban poco entre sí.
Pero lo que había por el lado del palacio era una plétora de prestadores de
servicios, muy jerarquizada y, naturalmente, muy onerosa. La capa más alta

92 BREVTHISToRIADELMUNDoANTIGUo
formaba una elite. entre la cual destacaban los maryannu,es decir, los impres-
cindibles y carísimos combatientes con catro. El privilegio de los altos fun-
cionarios, y de estos individuos, consistía en que permanecían fuera del siste-
ma redistributivo, y recibían, en cambio, asignaciones personales de tierras
del palacio. Ese tipo de feudalización significaba que tenían bajo su control,
al igual que el propio rey, aldeas de campesinos,lo que reforzaba su posición
y debilitaba la del estado. No es extraño que tendieran a hacerse independien-
tes. Como tampoco es extraño que los campesinos llegaran a situaciones lími-
te, en las que tuvieran que asumir la vuelta al nomadismo, y la conjunción con
las tribus que presionaban desde fuera, como única forma de supervivencia. En
su última f'ase, el sistema de economía palacial era un modelo agotado, que
había entrado en una espiral diabólica: cada vez resultaba mayor el desequili-
brio y menores, seguramente, las posibilidades de que las ganancias comer-
ciales compensaran el déficit. Si las rutas se veían afectadas, como en efecto
llegó a ocurrir, y si fallaba cadavez más el elemento humano productivo, el
colapso resultaba inevitable.

7 . El reino de Amurru y los hapiru i h. r,r* ?


?
t?
Los archivos egipcios de Amarna registran ya hacia 1350 a.C. peticiones
de ayuda al faraón por parte del rey Rib-Adda de Biblos (en la costa de Levan-
te), que se presenta como un buen vasallo y dice que está en una situación lími-
te. Bajo la dirección de un tal A4iru pretenden unos amorritas asentarse en un
territorio propio, entre las zonas de influencia de Mitanni y Egipto, a costa de
los pequeños reinos allí ubicados. Pero también alega problemas internos: a los
amorritas invasores se habían unido antiguos campesinos de Biblos, que habían
vuelto al nomadismo y merodeaban formando bandas. Se queja de que todas
sus aldeas de las montañas se habían aliado con Aziru y manifiesta el temor de
que, si el faraón no le presta su ayuda, sus campesinos lo atacarán. En otra
carta, se aprecia que la situación ha empeorado: la mitad de la población de
Biblos se ha puesto del lado de los amorritas porque ya no hay ni trigo ni ani-
males domésticos.
Sabemos, por otros documentos, que el padre de Aziru había sido un señor
de la guerra que había constituido años atrás un nuevo reino: aparece en la
documentación con el nombre de Amurru,tenía su núcleo en las montañas del
Líbano y estaba integrado por pastores y por bandoleros (los llamados habiru).
No se ha podido demostrar que tuviera una ciudad, y tampoco un rey, porque
Ab-di-Ashirta eta solamente "el hombre de Amurru". Había engañado a los
egipcios ofreciéndoles sus servicios de gendarmería,y, gracias a eso y a que

TEMA 3. r-a Rgcró¡r srRIo-pALESTTNA. ASrA MENoR y nt- nÁN 93


el faraón reinante era Amenofis w (tema 2),había llegado a controlar de facto
un territorio costero que incluía Biblos y Ugarit, y una amplia zona hacia el
interior. Pero ese gran reino de Amurru, heredado por A7iru, solo era un terri-
torio que vivía en las condiciones que reflejan las cartas de Rib-Adda.
Ese tipo de documentos -el propio Rib-Adda ha dejado unas setenta caÍ-
tas en el archivo de Amarna- es el que nos permite intuir lo que estaba ocu-
rriendo en realidad en los estados sirio-palestinos del Bronce Final. A pesar
de contar con maryannu,los pequeños reinos de Siria y Palestina dependían,
para hacer frente a situaciones graves, del apoyo que les prestaban las grandes
potencias de las que eran vasallos. Si eso no funcionaba, como en la época de
Amenofis IV, o como en la crisis de los hititas que revela la documentación de
Ugarit,las consecuencias podían llegar a ser fatales. De todos modos, el sis-
tema aguantó durante bastante tiempo, porque entre la ofensiva de Aziru con-
tra Rib-Adda y la destrucción de Ugarit median ciento cincuenta años.
Un buen número de las cartas que envían los reyes vasallos de las ciuda-
des cananeas a los faraones (Amenofis m y IV) en el siglo xIV a.C., y que están
en el archivo de Amarna, mencionan a los habiru como individuos dispuestos
a afacar y a saquear a quien quiera que sea a cambio de armas, provisiones y
cobijo. Operan en casi toda la región sirio-palestina, desde Damasco hasta
Jerusalén. También se tiene noticia de un tal Labayu, que utiliza, para atacar
la ciudad de Meggido, a unos hapiru: en parte, gente del lugar y, en parte, inva-
sores. El se queda con Meggido y les recompensa con la ciudad de Shechem,
en Palestina. Otra serie de fuentes egipcias de la misma época mencionan a ese
colectivo en contextos similares; y más tarde, también, como prisioneros des-
tinados por Ramsés ttt (hacia 1160) a trabajar para los templos, y por Ramsés
Iv a las canteras. La palabra que se ufiliza en egipcio para designarlos corres-
ponde exactamente con la de los otros documentos. De esas menciones, y de
otras más, contenidas en fuentes mesopotámicas, hititas, mitanias y ugaríticas ,
se desprende que, durante casi todo el segundo milenio, el término habiru se
aplica a grupos descritos como nómadas o semi-nómadas procedentes de fuera,
bandoleros, mercenarios, marginados y, en general, muy hostiles frente a las
ciudades. Después de la Edad del Bronce, ése es el nombre que identifica a los
hebreos, que, efectivamente. encajan en semejante colectivo hasta que se
sedentarizan bajo la forma del estado tribal de Israel (ver más adelante).

8. El problema de la indoeuropeización: el caso de Anatolia

La Edad del Bronce se inicia en Anatolia hacia el 3500 a.C. y sigue un


lento proceso uniforme, que en la última parte del tercer milenio, es decir, a

94 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUO


finales del Bronce Antiguo, ha logrado generalizar y consolidar un pobla-
miento de pequeñas y minúsculas ciudades-estado. En ellas,la actividad agrí-
cola y pastoril se ve complementada por la metalurgia; algunas tienen buenas
murallas, como es el caso de la riquísima Troya rr, en el noroeste. Las trans-
formaciones que se producen en Anatolia durante el Bronce Medio coffen
parejas con las experimentadas por la región sirio-palestina, que, como se ha
visto, conoce una frontera entre un Bronce Antiguo caracterizado por un
impresionante desarrollo de la civilización urbana, y un Bronce Medio cuyos
elementos dirigentes, de procedenciaforánea, asumen esa vanguardia cultu-
ral a partir de unos standards propios , que no eran ni urbanos ni , desde luego,
palaciales.
Sin embargo, mientras que la semitización de la región sirio-palestina es un
fenómeno histórico más abordable, tanto desde un punto de vista arqueológi-
co como desde el de la documentación escrita, la cuestión de la indoeuropei-
zación de las tierras anatólicas -que ésa es la cuestión- resulta mucho más
enjundiosa. Entramos aquí en un fenómeno que va desde Europa hasta el valle
del Indo, que carece de documentación escrita directa y que presenta un pano-
rama arqueológico muy confuso. Hay que tener presente que la tipificación de
los períodos, a base de establecer contrastes en la cultura material, es más bien
un recurso metodológico.
En realidad,los grandes cambios se producen con lentitud, a través de inno-
vaciones que se van difundiendo, y de movimientos poblacionales de muy dis-
tintos ritmos y características; por eso se registran, en esos cambios, hechos de
continuidad, al igual que se registran precedentes. Decir, por un lado, que entre
el Bronce Antiguo y el Bronce Medio se aprecia, en Anatolia, una ruptura, y
decir, por otro, que, en algunos aspectos, eso no ocutre, no es exactamente una
contradicción, por lo que hay que entenderlo en términos complementarios.
Entre los dos períodos se registran cambios significativos, que tienen que ver,
sin duda alguna, con un cambio importante en el componente de la población,
pero no sabemos cuándo ni cómo se han producido los nuevos aportes.
Lo único cierto es que, del mismo modo que la región sirio-palestina queda
integrada en el área semita a partir del segundo milenio, Anatolia entra a for-
mar parte, más o menos alavez,del área indoeuropea, porque el elemento
poblacional dominante habla lenguas pertenecientes a ese gran conjunto. En los
dos casos se trata de áreas lingüísticas; los elementos no lingüísticos incorpo-
rados a ellas son difíciles de establecer en términos generales, y muy poco úti-
les para el historiador cuando contempla procesos históricos concretos. De lo
que se trata es de interpretar las formas de integración cultural a la luz de las
circunstancias que concuran en cada caso. Lo de semita, y lo de indoeuropeo,
dista mucho de ser un componente químicamente puro; de modo que hay que
funcionar al revés: cuando tenemos constancia de que los elementos pobla-

TEMA 3. r-e R¡cróN srRro-pALESTTNA. AsrA MENoR y EL rRÁN 95


cionales de esa procedencia tienen un papel protagonista en un determinado
contexto cultural, debemos tratar de ver cómo están funcionando y cuál es el
resultado de su interacción con el medio. Esas cuestiones afectan al estudio
de la cultura hitita, que caracteriza a Anatolia durante el segundo milenio.
La idea de que los hablantes y difusores de las lenguas indoeuropeas, o
protoindoeuropeas, tenían algún tipo de cultura material común ha sido el
punto de partida de los diversos intentos llevados a cabo para conectar el fenó-
meno de la indoeuropeización, conocido tan solo en su registro lingüístico,
con unos hechos migratorios supuestamente perceptibles en el registro arqueo-
lógico. Pero, ni en relación con Asia Menor ni con otras áreas, se ha llegado
por esa vía a conclusiones satisfactorias; en el mejor de los casos, los marcos
de coincidencia son tan amplios, en el tiempo y en el espacio, que no resultan
operativos. No se puede reconstruir, de hecho, un fenómeno migratorio muy
concreto -como es el caso de la indoeuropeización de Anatolia- a partir de
mapas lingüísticos y/o de la distribución de los tipos cerámicos o de las formas
de enterramiento. Y ni siquiera los estratos lingüísticos establecidos a partir
de la toponimia y la antroponimia resultan ciertos, porque no se puede contar,
en las áreas indoeuropeizadas, con que los elementos no indoeuropeos sean
siempre más antiguos que los indoeuropeos.
En la Anatolia del segundo milenio se utilizaban varias lenguas, aunque
no sabemos en qué proporciones eran habladas; no lo era, desde luego, el
acadio, muy presente en los archivos hititas, pero porque funcionaba, duran-
te toda esa época, como linguafranca escrita. Hay que decir, de entrada, que
los hititas se llamaban así mismos nesitas, porque, como ha confirmado la
arqueología, el núcleo inicial del reino se encontraba en Nesha, que es la
Kanesh capadocia donde tenían los asirios de comienzos del segundo mile-
nio el asentamiento comercial que conocemos tan bien (tema 1). Su lengua,
por tanto, es el nesita, aunque se la llame habitualmente hitita; es una lengua
indoeuropea del grupo anatolio, que incluía algunas más: que sepamos, en el
oeste-suroeste de Anatolia (Arzawa) y en el sureste (Kizzuwatna) se hablaba
el luvita, conocido también por numerosas inscripciones jeroglíficas (el mal
llamado hitita jeroglífico), y muy parecido al nesita; y, en el noroeste, se
hablaba el palaita. Los habitantes de la zona donde se estableció la capital
hitita, Hattusa, eran los hatti, que hablaban el hático, una lengua aglutinan-
te, cuya filiación se ignora, como en el caso del sumerio (tema l). Lo mismo
ocurre con la también aglutinante, aunque de un tipo muy distinto, lengua
hurrita, de la población del reino de Mitanni. La región de Kizzuwatna fenía,
por otro lado, una población hurrita, a la que se sumaban los luvitas y algu-
nos hititas (nesitas).
Por consiguiente, el panorama lingüstico de Anatolia, en el segundo mile-
nio, presenta una indoeuropeización generalizada, que no había acabado con

96 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


las lenguas preexistentes, y, por lo tanto, tampoco con las poblaciones. La cul-
tura hitita es, el resultado de una fuerte impregnación indoeuropea del sustra-
to poblacional anatólico todavía vivo y todavía activo.

9. El estado de los hititas

Aunque el primer reino de los hititas parece haber tenido su capital en


Nesha, porque el nombre del legendario rey Anitta está confirmado por los
archivos y otros hallazgos arqueológicos de Kültepe,ya se había incorporado
al mismo el país de Hatti, aunque algo había salido mal. A comienzos del
Bronce Reciente (hacia 1600 a.C.), Hattusili ¡ desafía la "maldición de Anitta"
y, por razones estratégicas, seguramente, establece la capital del recién crea-
do Reino Antiguo Hitita en Hattusa (Bogazkóy). Allí perrnanece, también
durante el Reino Medio y durante la época del Imperio Hitita, hasta su des-
trucción hacia 1200 a.C., que se relaciona con los llamados Pueblos del Mar
(ver más adelante).
Entre la unificación política llevada a cabo por Mursili ¡, sucesor de
Hattusili r, que configura un reino hitita poderoso, y la formación del Imperio
Hitita por parte de Suppiluliuma t (1335-1321), discurre una etapa coinciden-
te con la hegemonía del reino de Mitanni,en la que las fronteras hititas se con-
traen y el país de Hatti vive toda suerte de vicisitudes en el orden interno y
externo, que ponen a prueba su cohesión. Ahí se integran los llamados Reino
Antiguo y Medio. La figura de Suppiluliuma profagoniza la inflexión más
importante en la tortuosa historia del estado hitita: lo que era un reino reduci-
do a sus mínimas fronteras y acosado por una serie de enemigos se va convir-
tiendo poco a poco, gracias a las sucesivas campañas militares del infatigable
monarca, a su finísimo olfato político y a algún que otro factor aleatorio de
signo favorable, en un poderoso imperio capaz de mantenerse durante un siglo,
a pesar de la pujanza de los asirios y de la vocación imperialista de los farao-
nes de la Dinastía xtx, hasta la catástrofe generalizada que cierra el siglo xnt
a.C. Tras ese colapso, en la zona central de la altiplanicie de Anatolia solo se
aprecian aldeas, con nuevos grupos de población (los frigios), que se mezclan
con las preexistentes. Solo el sureste registra una cierta continuidad con los
llamados reinos neo-hititas.
El edicto de Telepinu (hacia 1500 a.C.) y el testamento de Hattusili ¡ indi-
can que el estado hitita tenía grandes dificultades para consolidar una forma de
monarquía estable. Esos documentos revelan la falta de una regla sucesoria
aceptada y respetada, debido, probablemente, a que la realeza hitita se había
constituido asumiendo modelos que chocaban con la tradición indoeuropea.

TEMA3. r-¿ RncróN srRro-pALESTTNA,ASTAMENoRym rnÁt 97


El problema es que, con los datos que tenemos, no sabemos muy bien cómo
estaba construido el poder del estado. Está claro que los clanes que habían
consolidado una nobleza. después del asentamiento en Anatolia, tenían mucha
capacidad de atentar contra los reyes, y que la violencia en el acceso a la coro-
na fue especialmente grave en el primer siglo de vida del estado hitita; pero su
participación en el gobierno no está clara.
Existe un colectivo (pankus), que mencionan varios textos y que podría
haber compartido el poder con el rey de alguna forma; pero, por otro lado,
Hattusili,I se muestra en su testamento como un rey absoluto, que impone su
voluntad sin limitación alguna. Más que un órgano político de tipo consejo, el
pankus parece una asamblea de amplio espectro, un "pueblo", cuya compare-
cencia ante el rey no tenía otra función que la de recibir sus órdenes. Tampo-
co la existencia de un tribunal (tuliyas) con funciones judiciales significa nece-
sariamente que los poderes del rey estuvieran restringidos en ese terreno, y,
mucho menos, que é1 mismo y su familia dependieran de esa jurisdicción. Lo
probable en este caso es que el rey fuera considerado como juez supremo, y que
el tribunal actuara por delegación.
La documentación que ilustra esa situación inestable de los monarcas hiti-
tas deja traslucir indudablemente un conflicto. Pero, más que un conflicto de
competencias de los órganos políticos, o de criterios -electivo o hereditario-
en la nominación del nuevo rey, podría tratarse de un conflicto entre dos for-
mas de entender la realeza. Es probable que fuera electiva, en la tradición de
los hititas, o que se asumiera como rey a quien fueracapaz de ejercer ese poder,
con independencia de cómo lo hubiera obtenido, es decir, al más fuerfe de
.facto. Esos tipos de realeza chocarían, en todo caso, con la que postula la exce-
lencia del rey y, por extensión, la de su familia, justificando así la transmisión
hereditaria.
Un rasgo singular del estado hitita es que tenía un rey (tabarna) y una reina
(tav,anaruta).que desempeñaban unas funciones rituales como pareja, repre-
sentando quizá a la pareja divina suprema y transmitiendo de alguna manera
sus poderes benéficos. No eran considerados como dioses en vida, pero se les
divinizaba después de su muerte y se les rendía un culto especial. La condición
de reina también era vitalicia, por lo cual la tawananna podía sobrevivir al rey,
en esa función, y desempeñarla hasta su muerte al lado del sucesor. Tanto el
nombre de la reina como el del rey proceden de la lengua hática, lo que indi-
ca que esa función sagrada delarealezahabía sido tomada de la población no
indoeuropea preexistente. Puesto que también el nombre del príncipe herede-
ro (tuchkanri) es una palabra hática, se puede intuir que la transmisión heredi-
taria de larealeza se había fundamentado igualmente en la tradición local.
Todo eso sugiere que los monarcas hititas se apoyaban en la población hática
tanto o más que en la indoeuropea.

98 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


10. BI carro de guerra y los maryannu

Hay una tendencia a atribuir, con más o menos convicción, al estado de


Mitanni un especial protagonismo en la difusión del carro de guerra y el caba-
llo por el Próximo Oriente, así como en la constitución, llamada también a
generalizarse, de esa aristocracia militar que en los textos en acadio recibe la
denominación de ntaryannu, una palabra de formación hurrita -es decir, ni
semita ni indoeuropea- pero inequívocamente construida a partir del término
merya, que aparece, en la lengua indoeuropea sánscrita, con el significado de
"joven guerrero". El caso es que la generalización del carro de guerra cambió
el modo de combatir en todo el ámbito del Mundo Antiguo que pasaba por el
modelo cultural del Broncc Reciente. En la Mesopotamia del tercer milenio,
se había utilizado el onagro para arrastrar carros de dos o cuatro ruedas, pero
se trataba de vehículos muy pesados, que requerían, incluso los pequeños, un
tiro de cuatro animales. A su vez los caballos, oriundos en definitiva de las
remotas estepas asiáticas. eran raros por entonces en el Próximo Oriente, tanto
en el uso de tiro como en el de monta.
Se conocían ya en Anatolia hacia el 1900 a.C., porque están mencionados
en los documentos asirios del kartun de Kanesh; pero solo alcanzó verdadera
importancia el caballo cuando una conjunción de recursos técnicos permitió
aprovechar para el arrasÍe de vehículos su excepcional velocidad punta y su
triple marcha. La principal innovación, en ese sentido, fue la rueda radiada,
extraordinariamente ligera en comparación con la maciza, pero de una sofis-
ticada elaboración: se documenta por vez primera en forma gráfica en Capa-
docia y el nordeste de Siria en el siglo xrx a.C. A este perfeccionamiento se
debe sumar, desde luego, el de la ligereza del carro propiamente dicho, con-
secuencia de un cuidado diseño y de una exquisita selección de los materiales
utilizados. Un buen carro del Bronce Reciente, destinado al transporte de dos
gueneros, podía, sin embargo, ser llevado por uno solo de ellos sujetándolo en
vilo por encima delacabeza. En los primeros caffos de rueda radiada, el caba-
llo se controlaba todavía por medio de una única brida sujeta con una argolla
a la boca del animal, siendo en tal caso la conducción difícil y bastante limi-
tada; pero, antes de comenzar el Bronce Reciente, el bocado, conocido desde
muy antiguo en la estepa eurasiática, parece ya introducido en el Próximo
Oriente, junto con la doble rienda. Por otra par1e. el armamento ofensivo y
defensivo de los guereros hubo de ser modificado hasta conseguir formas idó-
neas para el combate en carro: la calidad del arco resultaba, en ese sentido,
determinante.
A las complejas manufactu¡as vinieron a sumarse ias técnicas de crianzay
entrenamiento de los caballos de guerra. así como las de preparación de los
propios guefferos, muy necesario todo ello para poder utilizar eficazmente el

TEMA 3. IE RNCTÓN SIRIO-PALESTINA, ASIA MENOR Y EL IRÁN 99


caffo como fterza de choque contra la infantería enemiga, como plataforma
móvil para el lanzamiento de flechas u otros proyectiles y para la persecución
de carros en retirada. El conjunto de las artes integradas en el combate con
carro tiene, sin duda, una dilatada historia y, posiblemente, procedencias diver-
sas; de ahí la discrepancia de los especialistas a la hora de establecer el origen
de semejante modalidad bélica. La domesticación del caballo y la invención del
bocado, asociadas al uso del carro, apuntan alazona de criadores de caballos
que se extiende desde Eslovaquia hasta los montes Urales; las maderas selec-
tas, a Armenia y sus aledaños; el vocabulario técnico contenido en textos hiti-
tas o acadios, a un territorio ocupado por indoeuropeos indoiranios. El desa-
rrollo final de esas artes y su peculiar impacto en el modelo cultural del
Próximo Oriente parecen haber tenido lugar, en todo caso, en Anatolia, Siria
y Mesopotamia septentrional de un modo más o menos paralelo. Los hititas
consiguieron reducir a cuatro el número de los radios, y, por otro lado, utili-
zaron un carro que podía llevar a tres guerreros en lugar de dos.
El hecho de disponer de carros de guerra confiere una tal superioridad a
un ejército que todos los reinos de la época procuran hacerse con ellos para
no sucumbir ante los demás --cuando no haya ocurrido que grupos de com-
batientes con caffos, venidos de fuera, hayan atacado los centros de poder, y
producido en ellos relevos dinásticos. En adelante, los carristas constituyen
una clase militar de maryannu,bien diferenciada, como se ha dicho, del resto
de la sociedad e identificable como una elite dominante, tanto en el aspecto
político como en el social y económico. Sin dejar de asumir su carácter de
intermediario de la acción benéfica de los dioses sobre la comunidad, el rey,
que ve su poder compartido indirectamente por esos guerreros, comparte, a su
vez,el ideal heroico de ellos en el nuevo contexto de una ideología militaris-
ta, que hace de la victoria el único título de legitimidad .Los maryannu cons-
tituyen también la cúspide de la pirámide social, en su calidad de protectores
de la comunidad, frente a un perrnanente potencial enemigo. Finalmente, la
extraordinaria carestía de su armamento y el hecho de tener que dedicarse en
exclusiva al entrenamiento militar exige que sean dotados de importantes
recursos económicos -lotes de tierra, con su mano de obra, que les conceden
los reyes- lo que desarrolla ese proceso de feudalización al que se ha hecho
referencia más arriba.
Como ya se ha apuntado ocasionalmente, en este tema y en los dos prece-
dentes,las clases militares del Bronce Reciente parecen resultar muy onerosas
por doquier para el sistema económico, hasta el punto de romper su equilibrio.
El fenómeno se manifiesta bajo la forma de un dramático endeudamiento (de
iure o de facto) de los elementos productivos para el que no se aplican medi-
das paliativas. Se endurecen las condiciones de vida, aumenta la esclavitud
como consecuencia de impagos, y se hace necesario hacer frente a la tenden-
cia a la huida de los campesinos oprimidos. Detrás de la aparente grandezay

100 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


de la estabilidad política de los reinos del Bronce Reciente hay en realidad un
modelo económico de trayectoria decadente. Cuando por fin se quiebran las
estructuras políticas de la Edad del Bronce en el Próximo Oriente ,los mar-
yannu se mantienen al frente de las unidades políticas resultantes, que tam-
bién se reagrupan, como es el caso conocido de la Pentápolis filistea (ver más
adelante); o bien trabajan como mercenarios para ellas. Hacia el año 1000 a.C.
los carros de los filisteos y los cananeos sembraban el terror entre las tribus de
los hebreos. El carro se mantiene, durante la Edad del Hierro, hasta que se van
consiguiendo caballos más grandes y más fuertes, que pueden soportar el peso
de un hombre con su armamento.

11. Bl intercambio de presentes y el juego de la diplomacia

La similitud que presentan las clases dirigentes entre los reinos del Bron-
ce Reciente, y su progresivo distanciamiento con respecto a los demás secto-
res de sus respectivas comunidades, desarrolla una afinidad entre ellas ali-
mentada por los frecuentes contactos y por los vínculos formales que llegaron
a establecerse. La homogeneidad de las formas de vida conduce a una estan-
darización de la cultura material, que hace circular por vía de comercio y de
don toda una gama de productos lujosos -debido a las materias primas, a las
técnicas o a las manufacturas artísticas utilizadas- por el Próximo Oriente,
Egipto y el Mundo Micénico (tema 4). Ello crea una fuerte demanda de ese tipo
de productos y un estímulo para el desarrollo de técnicas, como las aplicadas
ahora a la pasta vítrea, destinadas a evitar la dependencia de materias precio-
sas o semipreciosas, que planteaban serios problemas de disponibilidad.

El Bronce Reciente se caracteriza, pues, por un incremento del comercio


exterior, que en muchos aspectos ha seguido precedentes de épocas anteriores,
pero que apaÍece muy asociado, en toda caso, a la red de contactos interpala-
ciales; bien fuera porque los palacios hubieran asumido el monopolio de esos
intcrcambios, en lo que respecta a la circulación interestatal de los productos,
bien porque el respaldo de la diplomacia proporcionara a los comerciantes una
cobertura y una seguridad en las azarosas travesías y en el cumplimiento de los
compromisos. La conexión interpalacial seía, desde luego, favorable para la
regulación del comercio y para el desarrollo de formas sofisticadas de inter-
cambio comercial.
La diplomacia constituye por sí misma uno de los rasgos más característi-
cos del Bronce Reciente. Representa, de hecho, el desarrollo de un importan-
te producto cultural de la historia de la humanidad: el derecho internacional,
que, en este marco intercultural concreto, presenta formas peculiares, regula-

TEMA 3. LAREGIóN srRIo-pALESTtNA,ASTAMENoR y ELrRÁN 101


doras de las relaciones entre estados soberanos durante el tiempo depaz,y
reguladoras, desde luego, de los conflictos bélicos en todos sus aspectos. El
consenso respecto de esos principios y de esos modelos de comportamiento
diferencia claramente ahora a los pueblos que se consideran a sí mismos como
civilizados de los catalogados por ellos como biárbaros.
Lapieza de obligada referencia, es, en este caso, el tratado de paz sella-
do por el rey egipcio Ramsés tr y el rey l'itita Hattusili ttt, dieciséis años des-
pués de la batalla de Kadesh,en la que se habían enfrentado las dos potencias
con el mayor número de carros de guerra de toda la historia, y que había con-
cluido con un resultado ambiguo. Por iniciativa de Ramsés tl, que se empeñó
a fondo en el intento, las partes reconocieron, en términos de igualdad, un
status quo y unas fronteras que significaban, de hecho, compartir su presen-
cia en la codiciada región sirio-palestina. El correspondiente documento, con-
servado en versión egipcia y en versión cuneiforme, está redactado a partir del
formulario hitita. Lleva su título y su preámbulo, donde se alude a los ante-
cedentes, a la situación del momento y a las buenas intenciones para el futu-
ro; a continuación aparecen las cláusulas, que se refieren a la mutua renuncia
a la agresión, a la alianza defensiva, a la sucesión al trono y a la extradición
de fugitivos, es decir, a los temas en los que una relación de amistad entre los
dos monarcas podía resultar beneficiosa para ambos y pafa sus respectivos
estados. El carácter cordial y paritario de este acuerdo viene refrendado por
un intercambio de mensajes amistosos entre los dos reyes y entre sus respec-
tivas esposas. Por otro lado sabemos qrte Hattusili envía a una de sus hijas
como esposa de Ramsés il, lo que da testimonio de la permanencia de las bue-
nas relaciones.
Las distintas tradiciones locales, un tanto diferenciadas entre sí, diversi-
fican el formulario diplomático utilizado en las cartas y otros documentos,
pero las claves son conocidas por todos y no hay lugar para el equívoco. El
ácadio funciona como lengua internacional, eventualmente utilizada por inter-
locutores no mesopotámicos, como son los hititas, y las cancillerías palacie-
gas disponen de intérpretes y de léxicos bilingües o plurilingües para la
correcta interpretación de los documentos y para facilitar los contactos direc-
tos con los extranjeros. La fachada diplomática de la circulación de produc-
tos presenta la forma del don y el contra-don, de los presentes ceremonial-
mente intercambiados por los representantes políticos de los distintos reinos
a través de sus respectivos embajadores. Tal relación se opone dialécticamente
a la comercial, en la medida en que excluye, por principio, la ganancia y el
lucro, y en la medida en que los módulos de valoración le son aplicados para
establecer el grado de generosidad de la parte donante, y no el carácter equi-
tativo de la contraprestación. El don y el contra-don canalizan el intercambio
de objetos valiosos entre comunidades políticas soberanas, sancionando unas
relaciones de buena fe que facilitan el comercio arealizar conforme a las pau-

IO2 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTICUO


tas que le son características; y tienen también el importante papel de subli-
mar la prestación tributaria de los estados vasallos, creando una especie defic-
tio , en virtud de la cual la carga onerosa del sometido aparece como un obse-
quio complaciente, supuestamente compensado por la benévola protección
ejercida por el señor.
Otra faceta característica de la diplomacia de la época es el intercambio
de princesas destinadas a convertirse en esposas de los reyes, que establece
entre las partes implicadas unos vínculos de parentesco. más fuertes, en prin-
cipio, que los derivados del intercambio de presentes. Este modelo de relación
internacional es complejo en su aplicación concreta y se muestra asimétrico:
raramente existe una reciprocidad inmediata, y da la sensación de que quien
cede a la princesa asume una situación de inf'erioridad con respecto a quien
la recibe. Quizá sea determinante, en ese sentido, la idea de que la esposa
expatriada se convierte virtualmente en un rehén, que condiciona hasta cier-
to punto la iniciativa soberana de su estado de procedencia con respecto a su
patria adoptiva. Pero no es menos cierto que, cuando de verdad accede a la
posición de reina,la extranjera se ve rodeada de toda dignidad y tiene gran-
des posibilidades de ejercer su influencia, especialmente si llega a propor-
cionar descendencia al rey. De todos modos, ese tráfico de esposas regias
adopta formas muy diversas, en función del papel que estén destinadas a
desempeñar, y de la medida en que la habitual interprestación económica
representada por la do.te y por el "precio de la novia" haga entrar en juego los
intereses mate¡iales.

12. Los Pueblos del Mar

En un período de tiempo relativamente corto, al que se atribuye como refe-


rente general la fecha del 1200 a.C., se constata una oleada de destrucciones
de importantes centros de poder, en el Mediterráneo oriental, que ya no se
vuelven a ocupar, o al menos no inmediatamente. Es el caso de Hattusa,la
capital del Imperio Hitita, en el interior de Anatolia; también el de Ugctrit, y
de los palacios micénicos, en la costa o no lejos de ella; y el de las ciudades
egipcias de Menfis y Tebas, que sufren un duro castigo. La idea de atribuir
esos desastres a una gran acción coordinada de pueblos básicamente desco-
nocidos se debe a un informe del faraón Ramsés Irt, coffespondiente al 1180
a.C.. que registra el ataque de unos "países extranjeros",lo que no significa que
se trate de estados ni de pueblos. Dice el documento que se conjuraron en sus
islas, y que ningún país escapó a sus ataques: "Los países de Hatti, Kadi, Kar-
kemish,Arzawa (enAsia Menor) y Alashiya (Chipre) fueron destruidos". Des-

TEMA 3 . LA REcIóN srRro-pALESTTNA. ASrA MENoR y sL rRÁN 103


pués se refiere a "un lugar de Amurru", donde aniquilaron a la población y
devastaron su territorio, antes de dirigirse contra Egipto. A continuación men-
ciona a una serie de colectivos como integrantes de la coalición; los únicos
que parece posible identificar con cierra seguridad son los pgklg! (f-d*tq!eq.s),
pero tampoco sabemos qué clase de gente era (ver más adelante).
La cuestión de los Pueblos del Mar ha sido tratada desde todos los ángu-
Ios posibles sin llegar a conclusiones definitivas. Está claro que piratas de muy
distintos grupos étnicos operaban en el Delta del Nilo desde tiempo atrás. Y
también las tablillas de Ugarit informan sobre ataques desde el mar. Lo mismo
ocurre, en el iárea micénica, con las de Pilos (tema 4). En la correspondencia
entre elúltimo rey de Ugarit,Hammurabi, y el rey hitita Suppiluliuma z, otros
príncipes sirios y el señor de Alashiva (en Chipre), se pone de manifiesto que
existe una situación de peligro. El hitita se disculpa por no poder prestar ayuda
debido a que tiene todos sus soldados y sus carros defendiendo el país y todas
sus naves en la costa de Licia (Asia Menor). Además, necesita con urgencia ali-
mentos, por razones que ignoramos.
Toda esa serie de problemas, que se concentran en torno al 1200 a.C.,
sugieren una situación compleja, donde no resulta fácil distinguir las causas de
los síntomas, y donde los agentes perturbadores carecen de cualquier identifi-
cación. Lo único que nos consta es que había piratería, problemas con las cose-
chas, movimientos de grupos de población, bandolerismo, y factores de ines-
tabilidad interna. Es posible que determinadas islas del Egeo se hubieran
convertido en un centro de piratería "internacional", y que sea a eso a lo que
se refiere Ramsés n. Hay que tener en cuenta que, por el Mediterráneo circu-
laban continuamente mercancías valiosas, entre las cuales se contaba el cobre,
necesario para fabricar el armamento de bronce. La mención de Alashiya entre
los lugares amenazados por los Pueblos del Mar sugiere que los suministros de
cobre, que procedían de Chipre, se hubieran visto interrumpidos. Sin esos
suministros, pronto habría escaseado el armamento de bronce, dejando inde-
fensos a los centros de poder (tema 4). Por otro lado, los problemas de los hiti-
tas con los Pueblos del Mar podrían tener que ver con un intento, por su parte,
de controlar también la plata de Anatolia.

13. Los estados de comienzos del primer milenio en la región


sirio-palestina

Con la desaparición de los grandes estados palaciales, se acaban los archi-


vos de tablillas y, con ellos, los documentos escritos al servicio de los histo-
riadores; la transmisión del alfabeto de Ugarit por vía fenicia indica que se

LO4 BREVE HISToRIA DEL MUNDO ANTIGUO


siguió usando, pero, evidentemente, se escribía sobre materiales perecederos.
Disponemos por tanto, para esa época, solamente de los libros del Antiguo
Testamento, muy difíciles de úllizar como documentación, y de los pocos
datos que proceden de textos mesopotámicos y egipcios. Muy valiosa sigue
siendo, sin embargo, la información proporcionada por las excavaciones
arqueológicas.
Las zonas más ricas y más importantes desde el punto de vista estratégico,
tanto en el norte de Siria (Karkemish) como en la parte fenicia de la costa
palestina (Biblos, Sidón oTiro), continuaron ocupadas por el tipo cananeo de
pequeño estado autónomo con un teritorio y un centro urbano, que había sido
la base para el desarrollo de los grandes centros palaciales y que había convi-
vido con ellos en la fase anterior. Seguían teniendo un rey ala cabeza, y con-
taban con un pequeño ejército. Vistas desde fuera,las ciudades fenicias pre-
sentan grandes semejanzas entre sí: eran muy pequeñitas y contaban con un
modelo físico de asentamiento bastante similar; también lo era su organiza-
ción socio-política. Pero no tenían ninguna conciencia de pertenecer a un deter-
minado colectivo. Enla Biblia se las identifica simplemente como cananeas,
y el nombre de "fenicios" se 1o dieron los griegos a sus comerciantes porque
eran quienes vendían la púrpura (phóinix). Como ningunas otras, estaban esas
ciudades volcadas hacia el ñff, y, a lo que parece, pasaron de la Edad del Bron-
ce a la del Hierro sin apenas cambios. Por la documentación asiria sobre todo,
sabemos que, hacia 1100 a.C.,Arados, Biblos, Sidón y Tiro estaban dedicadas
al comercio a larga distancia y tenían los derechos de explotación de los codi-
ciados bosques de cedros del Líbano.
Pero el elemento dominante son ahora los grupos de organización tribal,
con una fuerte conciencia de identidad y una gran cohesión interna, que se van
convirtiendo en una especie de estados étnicos. Claro que, en su desarrollo
político, tanto los hebteog, en el sur, como los ?Iplgge$, en el norte, tomaron
de los pequeños reinos cananeos la idea del territorio como base para la orga-
nizaciín social; pero el estado tribal se configura de conformidad con su orga-
nización ancestral. No constituye comunidades de ciudadanos; lo único que
ocurre es que las unidades tribales se territorializany asumen, a modo de adhe-
rencias, unos elementos institucionales que copian de las ciudades cananeas.
Adoptan, por tanto, la tealeza, como recurso ideológico y como instrumento
administrativo para garantizar la unidad; y el aparato burocrático y sacral,
como supraestructura destinada al control de la sociedad. En el libro de Samuel
(l .8.5), los hebreos desean un rey p¿ra ser como los demás pueblos; para que
dicte sus leyes y los conduzca en sus guerras.
De otra nafinaleza parece el caso de los f4lglgqs, que controlaban las lla-
nuras costeras del sur de Levante en los siglos xtl-x a.C., mientras los hebreos
habían empezado a infiltrarse lentamente en Palestina. No solo son mencio-

TEMA 3. LA REGIÓN SIRIO-PALESTINA, ASIA MENOR Y EL IRÁN 105


nados por Ramsés III, en el documento referido anteriormente, y tienen una
entidad importante en la tradición histórica de Israel, sino que dejaron su
nombre en una pequeña región (Philistaia), que quedó incluida mucho más
tarde en la provincia romana de Judea (Iudaea). Tras el gran levantamiento
de los judíos al frente de Bar-Kokhba, en el siglo il d.C. (tema 8), los roma-
nos decidieron borrar del mapa el nombre de ludctea, por 1o que llamaron
Palaestina a la nueva praefectura -dependiente del gobernador de la pro-
vincia llamada Syria- en que quedó convertido todo el territorio de Judea. De
no haber sido así,llamaríamos Judea a la actual Palestina, lo mismo que lla-
mamos Siria al teritorio que coincide groso modo con la provincia romana
de ese nombre.
No se conoce el origen ni el número de los filisteos; su inclusión entre los
Pueblos del Mar implica que podían proceder de cualquier parte del Medite-
rráneo oriental, y es bastante probable que funcionafan como mercenarios, y
que pof eso fueran asentados por el propio Ramsés tu en Palestina. para que sir-
vieran de tapón frente a los elementos que intentaban continuamente penetrar
en el Delta. Pero está claro que, a pesar de la destrucción que se les atribuye,
los filisteos asumieron el modelo de las ciudades cananeas, su lengua y su cul-
tura. Sus cinco ciudades estaban unidas en una confederación -una pentápo-
lis- que, según el libro de Samuel,tenía los sistemas defensivos en común y
una tropa de mercenarios que reforzaba a los combatientes filisteos.
No resulta fácil valorar todos esos datos, sin tener más. No sabemos si el
nombre común de filisteos era un falso étnico destinado a dar unidad a la Pen-
tápolis, o se había producido algún tipo de etnogénesis a partir de elementos
de distintas procedencias, o los filisteos no eran más que un número relativa-
mente pequeño de mercenarios-piratas, que funcionaba como capa dominan-
te de una población cananea. Las piezas de la Pentápolis eran cinco minúscu-
las ciudades cananeas, que habían conquistado para luego instalarse en ellas,
pero sin eruadicar a su población. En ese grupo estaba Gaza, que había vivido
ii"mpre a la sombra de Egipto. En el Bronce Antiguo, es una ciudad de las
que surgen en función del comercio con Egipto, pero luego su valor es estra-
tégico. Se ubicaba en la zona de penetración hacia el Delta, por lo que alber-
gaba un fortín, y, según las épocas, estuvo más o menos habitada.

14. La instalación de los hebreos en Palestina

En la parte interior de Palestina, el tránsito de la Edad del Bronce a la Edad


del Hierro registra un paulatino aumento de la población. Hay una primera
etapa de claro nomadismo, que probablemente deriva, como sugiefe el docu-

106 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


mento de la época de Amarna mencionado más aniba, del abandono de las
aldeas dependientes de los palacios por parte de los cultivadores, y de lamez-
cla de éstos con población nómada. Aquí no se vuelven a formar reinos cana-
neos, sino que esos grupos se consolidan como comunidades tribales de pas-
tores nómadas, que constituyen inicialmente un modelo opuesto al estado
territorial de los centros palaciales.
Como ya se ha dicho, correspondíaenlaEdad del Bronce ese tipo de orga-
nización alos habiru del desierto, un término que entonces era de uso genéri-
co y claramente despectivo, pero que ahora designa una identidad étnica con-
creta, la de los hebreos, entendiendo por tales a los grupos de población
nómada que se instalan en Palestina al final del segundo milenio. Cuando esos
inmigrantes ya están mezclados con la población cananea, deberíamos dejar de
llamarlos hebreos, pero la sustitución del nombre no resulta fácil. como se
configuran en dos estados, el de Israel y el de Judá, no sirven para todos ellos
ni el nombre de israelitas ni el de judíos. Y, por otro lado, el Nuevo Testamento
identifica como tribus de Israel a los hebreos que se asientan en todo el terri-
torio, por lo que israelitas también funciona como sinónimo de hebreos. La
denominación convencional de hebreo-cananeos puede resultar operativa para
la etapa comprendida enÍe la constitución de los dos estados y la desapari-
ción del de Israel.
Las doce tribus de Israel, que, según el Antiguo Testamento (Josué 12.ri),
se repartieron el territorio de Canaan -para vivir en él a su manera- cores-
ponden, probablemente, a los grupos de parentesco nómadas que constituye-
ron de ese modo, en Palestina,la comunidad tribal de los hebreos --el estado
tribal de Israel- y que adoptaron, en ese momento,los nombres de quienes lle-
varon a cabo el acuerdo, es decir, de los representantes de cada uno de los gru-
pos. se trataría,en realidad, de crear un tipo de estado totalmente al margen de
la ocupación que tenía el territorio y de su organización en ciudades-estado,
con el fin de perpetuar en él su propio modo de vida. pero ese estado decide
pasar pronto del modelo nómada al sedentario. Las tribus de Israel ocupan,
efectivamente, los territorios de Palestina e intentan por todos los medios
sedentarizarse en ellos, hasta que al fin, y de un modo u otro,lo consiguen.
Sin embargo, en esa nueva fase no encajan los jueces de la tradición bíbli-
ca, sino los reyes capaces de lograr la victoria militar. Se ha sospechado, por
tanto, que los jueces del Antiguo Testamento, que se muestran como precur-
sores de los reyes, pudieran ser anacrónicos, y corresponder, en realidad, a una
fase muy posterior en la que no había reyes porque palestina estaba bajo domi-
nio persa. Pero también podrían haber tenido su lugar antes de la constitución
de la monarquía, porque los datos arqueológicos sugieren que hubo una fase
de dimorfismo, en la que compartieron territorio algunos de los antiguos cam-
pesinos cananeos, organizados en aldeas y practicando la agricultura, con los

TEMA3. r-¡npcróN sIRIo-pALESTINA,ASIAMENoR ysL lnÁN I07


pastores nómadas -hay que recordar aquí lo que se ha dicho más arriba sobre
el despoblamiento de la región-;' ahí podrían haber actuado los jueces bíblicos
como autoridad suprema, reconocida por todos, para dirimir los conflictos. El
ganado de los nómadas aprovecha el rastrojo que deja la agricultura -abonan-
do de paso los campos- porque en el desierto solo hay pasto después de las llu-
vias invemales; aunque, para ello, tienen que poder compartir los pozos con los
agricultores. Y también se da un intercambio de productos entre pastores y
agricultores, que beneficia a unos y otros.
Esa situación habría durado varias generaciones, a lo largo de las cuales se
habrían ido sedentarizando los hebreos en Palestina y absorbiendo a los ele-
mentos cananeos de las iíreas rurales. Una vez arraigados y "multiplicados", se
habrían dispuesto a conseguir tierras más fértiles, y mejores también para el
ganado, atacando a las ciudades cananeas. En ese momento deben de haber
decidido asumir la monarquía, por influjo, posiblemente, de la Pentápolis filis-
tea, que era una alianza para la defensa y la guerra. El estado tribal hebreo
asume, de hecho,la monarquía, pero todavía no en la figura de SaúI, a quien
atribuye la tradición bíblica elementos anacrónicos. No existe realmente ni
administración, ni capital, ni territorio definido. Saúl solo era un señor de la
gueffa, a quien las tribus del norte, en el futuro reino de Israel, eligieron como
caudillo carismático.

15. El estado de Israel-Judá

Perdió la vida Saúl en una sonada derrota frente a los filisteos, que ocupa-
ron la Cisjordania y Galilea. Entonces es cuando entra en escena otro señor de
la guerra, David, que tenía su propia tropa y, como muestra la historia de Abi-
gail, referida en el libro bíblico de Samuel (1.25),vivía de brindar protección
a los propios hebreos por las buenas o por las malas. Habíaestado unido a Saúl
durante algún tiempo, pero luego se distanció y se puso al servicio de los filis-
teos, para más tarde combatirlos y destruirlos. Tras la muerte de SaúI, David
fue proclamado rey de Judá --el territorio de las tribus del sur- por los ancia-
nos, en Hebrón (hacia el 1000 a.C.), bajo la fórmula de un caudillaje real como
el que tenían, para su propia pfotección, algunas ciudades cananeas. Años des-
pués consiguió que lo asumieran en los mismos términos las tribus del norte,
con lo que se convirtió también en ley de Israel, configurando así la llamada
monarquía dual. Atacó Jerusalén -una ciudad situada en el límite de los dos
territorios-, tomándola y haciendo de ella la capital del reino unificado; unifi-
cado sí, pero no demasiado, porque seguía tratándose de dos reinos con la
misma organización que habían tenido antes.

rO8 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


Aunque no conocemos la extensión de ese reino dual de Israel, incluía, en
todo caso,la Pentápolis filistea y algunos territorios con un poblamiento simi-
lar, por lo que podía constituirse en una síntesis entre el tipo tradicional de
monarquía territorial y el modelo de estado étnico, que, en principio, conside-
raba como territorio el que en cada momento ocupaba. La configuración admi-
nistrativa de Israel-Judá se adscribe, en la tradición de7 Antiguo Testamento,al
nombre de Salomón (965-932), el hijo de David, que, según esa misma tradi-
ción, habría creado un estado suntuoso, como los de la Edad del Bronce, con
unos sectores especializados, una regulación de las prestaciones garantizada
por un ejército de mercenarios, y una acumulación de riquezas como expo-
nente de prestigio. Las relaciones internacionales que le atribuye la tradición
bíblica y la construcción del magnífico templo de Jerusalén apuntan en la
misma dirección.
Pero todo eso parece destinado a magnificar la realidad. El reino de Salo-
món era, en realidad, un poder hegemónico sobre un territorio pequeño y no
especialmente codiciado, que, además, tenía que mantenerse en guardia: había
conseguido superar la fragmentación política de Palestina, pero estaba en una
situación de inferioridad cultural frente a los reinos de la costa, especialmen-
te los fenicios. Además, la unidad interna era precaria. Tal y como discurrie-
ron los hechos -referidos en los libros del Antiguo Testamento- en los dos rei-
nos, a partir de la muerte de Salomón, da la impresión de que ese reino
nacionalista de Israel-Judá que aparece en las fuentes bíblicas es una cons-
trucción de la época de la diáspora, que fue cuando se redactaron esos libros.
Es evidente, en todo caso, que el reino del sur, con su capital en Jerusalén, era
una entidad compacta en términos étnicos y culturales; y que, por el contrario,
el reino de Israel, en el norte, estaba fragmentado, tenía un componente cana-
neo urbano muy importante y se encontraba abierto a influencias externas.
No debe extrañar, por tanto, que quisieran seguir trayectorias separadas.
Por otro lado, la resistencia que atribuye la tradición bíblica a los hebreos de
Israel-Judá frente a las actuaciones de gobierno de David, que interferían en
las estructuras tribales, sugiere que, al menos para una parte muy importante
de la población,la monarquía solo era deseada en términos de caudillaje mili-
tar para circunstancias concretas. La historia de los árboles eligiendo a un rey,
incluida en el libro de los Jueces (9.7-15),1o deja muy claro: no quiso ser rey
el olivo, que es el árbol más últil; ni la higuera, que produce los frutos más
dulces; ni la vid, con el codiciado vino. De modo que tuvieron que coronar a
la zatza, que es inútil para los seres humanos. No menos demoledor resulta,
en fin, el pasaje del libro de Samue I ( 1 .8. I 1 - I 7) que present a a la realeza como
una auténtica plaga, sin hacer otra cosa que enumerar las cargas y los costos
que imponían esos reinos a sus súbditos. Lo que se rechaza, en realidad, no
es la figura del rey sino la constitución de un estado como los de las ciudades
cananeas.

TEMA 3. LA REGIÓN SIRIO-PALESTINA.ASIAMENOR YELIRÁN 109


16. Los reinos separados y la consolidación de los judíos

El caso es que, a partir del reinado de Salomón, existieron dos estados


hebreo-cananeos independientes, y enemigos, con una realeza muy conflicti-
va, que no consiguió arraigar en la población. El estado de Israel contó con la
figura excepcional del rey Omrí (886-875), que construyó una capital de nueva
planta, Samaria, en un lugar privilegiado, y dirigió sus esfuerzos hacia la inte-
gración de los elementos cananeos con los hebreos. El resultado fue negativo,
porque el resentimiento del campo frente a la ciudad desembocó, a mediados
del siglo vlr a.C. en una gueffa civil, tal y como denuncia el profeta Isaías
(9.21). De dar crédito al libro de los Reyes (2.15.16), un cabecilla de la tribu
de Manasés habría dado orden de abrir los vientres de las mujeres encintas en
una ciudad de la tribu de Efraín, que se había negado a abrirle sus puertas.
La resistencia frente al dominio de los asirios, con sucesivos levantamien-
tos, marcó una lenta agonía del estado de Israel, que culminó en la destrucción
de Samaria en e\722 a.C.; Sargón il deportó a toda la población israelita que
no necesitaba como mano de obra y repobló el territorio, y la ciudad de Sama-
ria, con población deportada, procedente de fuera de Palestina. Pero muchos
israelitas lograron refugiarse en el reino de Judá, sobre todo en Jerusalén, que
triplicó o cuadruplicó por entonces su población. A partir de ese momento ya
se puede llamar judíos a los habitantes de Palestina. Como ya no existía la
rivalidad entre los dos reinos, se fue produciendo una fusión de las dos pobla-
ciones hebreo-cananeas. la del norte y la del sur, de la que surgió, tras largas
vicisitudes vividas en común,la cultura de la diáspora.
La discordia entre el reino de Israel y el de Judá se había producido desde
el mismo momento de la disolución de la monarquía dual, debido al emplaza-
miento de Jerusalén en la frontera entre los dos reinos. No querían los de Judá
renunciar a esa ciudad como capital , por lo que tuvo lugar una encarnizada
disputa por el territorio fronterizo, que duró décadas. Al final quedó la fronte-
ra a 10 km de Jerusalén, lo que obligó a fortificarla poderosamente y a man-
tener como una explanada vacía el territorio que la separaba de la ciudad. Sin
embargo, mientras existieron los dos reinos,los reyes de Judá fueron una espe-
cie de vasallos de los de Israel, que llegaron al extremo de destruir las mura-
llas de Jerusalén y saquear el templo. Para librarse de ese yugo, el rey de Judá
se somete voluntariamente al poder de los asirios, en e|733 a.C., debiendo
abrir, en consecuencia, las puertas del templo de Jerusalén al dios Asszrr, que
quedó entronizado allí. Esa circunstancia, unida a la presencia de los asirios en
Israel, después de la destrucción de ese reino, y alallegada de los exiliados,
llevó al reino de Judá a revocar su sumisión.
Los documentos y relieves asirios dejan constancia de las matanzas y
deportaciones llevadas a cabo, en represalia, por el rey Senaquerib (701 a.C.).

110 BREVE HISTORIADELMUNDOANTIGUO


Hasta la caída de Nínive, en el 612 a.C., el reino de Judá permaneció como
vasallo sumiso de los asirios, soportando los salvajes tributos que había asu-
mido a cambio de que Jerusalén no fuera destruida. Pero en ese momento se
creció de nuevo, en la idea de que el duro revés de los asirios había sido obra
de Yahveh, y un signo de que había llegado el momento de la recuperación de
los judíos. Semejante malentendido, y la doctrina de fondo, que ya estaba bien
instalada, conduce al final del estado de Judá, que se produce en el 587 a.C. a
manos del rey babilonio Nabucodonosor. Esta destrucción de Jerusalén, evo-
cada en el libro de los Reyes (2.25.7) con un lenguaje desgarrador,veníaa
sumarse a la que había sufrido ya la ciudad en el 597 a.C. por haberse enfren-
tado ciegamente a los babilonios.

17. Los comerciantes fenicios

La disolución de los centros de poder del Bronce Reciente tuvo unas con-
secuencias muy importantes sobre el comercio alarga distancia. Por un lado,
cesa la demanda de los bienes de prestigio no perecederos, que estaban impli-
cados en los intercambios de los poderosos y en el exponente de su riqueza, y
que no se prestaban a la ganancia libre de los comerciantes; por otro lado, y por
la misma razón,los pequeños estados de la costa de Levante, que debían ejer-
cer el comercio bajo fórmulas de vasallaje, se ven libres de semejante carga.
Las mercancías que en adelante circulan por las rutas comerciales del Medi-
terráneo y del Próximo Oriente son manufacturas de lujo, que tienen deman-
da en todo ese territorio y que dejan enormes beneficios a quienes las venden
en exclusiva, porque pueden negociar los precios sin ningún condicionamien-
to. En ese contexto se produce el desarrollo de las ciudades fenicias y de una
forma especial de comercio.
Como ya se ha dicho,las ciudades fenicias se asoman al primer milenio con
la importante ventaja de controlar la madera de cedro de los bosques del Líba-
no, cuya demanda es constante. Pero el principal artículo que empiezan a dis-
tribuir ahora es la púrpura, bajo la forma de tejidos de lujo teñidos con ella. De
su exclusividad en este comercio, perpetuado a lo largo de los siglos, dan fe no
solo el nombre de "fenicios" que se les atribuye (ver más arriba), sino el de
Tyriae vestes que se aplica, en el ámbito romano, a las ropas de púrpura, sím-
bolo del poder y la riqlueza de los reyes, y de quienes se asemejan a ellos. En
la época del emperador Diocleciano (284-305 d.C.), por un gramo del tinte
puro se pagaban entre diez y veinte gtamos de oro. La descripción que nos
transmite el escritor Plinio el Viejo sobre su elaboración justifica el precio tan
elevado de la púrpura tiria, pero también deja entrever las grandes ganancias

TEMA 3. LA REGróN srRro-pALESTTNA. ASrA MENoR y EL rRÁN 111


que se derivaban, en este caso, de una relación tan desigual entre la oferta y la
demanda.
El tinte se obtenía de la secreción de una glándula del murex brandaris,un
caracol que se daba, en la Antigüedad, en la costa de Levante. Un kg de esa
sustancia proporcionaba unos 60 g de tinte; y, para teñir un kg de lana, hacían
falta unos 200 g. Pero, para obtener el kg de secreción, era preciso abrir, en
vivo, unos 50.000 ejemplares. Se separaban las glándulas, y luego se aplasta-
ban para obtener el líquido, que se sometía a ebullición hasta conseguir un flui-
do viscoso, en el que se sumergían las telas, secadas finalmente al sol. Latra-
dición presenta a Sidón y a Tiro como dos ciudades hermanas, y sabemos que,
en efecto, habían llegado a una especie de simbiosis. Sidón, que tenía más terri-
torio, elaboraba los productos, mientras los comerciantes tirios los llevaban en
sus barcos. Lo importante es que controlaban el negocio en exclusiva, desde la
obtención de los caracolillos hasta el intercambio de las telas en los lugares de
destino. El negocio de la púrpura implicaba mucha mano de obra, pero segura-
mente muy barata, y la materia prima estaba al alcance de la mano y bajo con-
trol. Las ganancias de esos comerciantes debían de ser muy elevadas.
Un célebre pasaje de la Odisea (15.4I4 ss.), proporciona una evocación
tópica de los fenicios en sus movimientos a comienzos del siglo vut a.C. Se
quedaban con sus barcos, llenos de las más variadas mercancías, en puntos
clave del Mediterráneo, durante un año entero, y allí realizaban los intercam-
bios. El narrador es el porquerizo Eumeo: en realidad el hijo de un rey, a quien
"los fenicios, famosos como navegantes y.como granujas" habían raptado y
luego vendido como esclavo, en la isla de Itaca, al padre de Odiseo. Se dedi-
caban también, por lo tanto, al comercio de esclavos; enoffnemente lucrativo,
si obtenían el producto del modo como lo habían hecho con Eumeo. Y eso sig-
nifica, por otro lado, que podían disponer de mano de obra, pafa sus talleres,
en función de las necesidades. En los viajes de regreso de las naves, llevarían
también cantidad de alimentos obtenidos en las transacciones.
Además de esa red de emporios ambulantes que eran sus barcos, tenían los
fenicios, por todas las costas del Mediterráneo --e incluso en la costa africana
del Atlántico (Lixus)-,una serie de emplazamientos fijos. Muchos de ellos se
fundaron a mediados del siglo vn a.C. o algo después, pero otros parecen más
antiguos. El caso de Gadir (Cádiz) es uno de los más problemáticos en cuanto
a datación. Hay autores antiguos que sitúan esa fundación en el siglo xt a.C.,1o
que se correspondería con una alusión bíblica (Reyes 10.22) a unas "naves de
Tarsis",que habría tenido el rey Salomón conjuntamente con el rey Hiram t de
Tiro. Se entiende que Tarsis corresponde a Thrtessos, que es el nombre con el
que se refiere Heródoto (1.163) al sur de la península Ibérica, y el de la "plata
laminada, venida de Thrsis" que menciona el libro del profeta J eremías ( 1 0.9).
El interés comercial de los fenicios por la plata de Sierra Morena debe de haber

II2 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


sido, efectivamente, muy antiguo; y. por otro lado, la tradición escrita relativa
a la fundación de Gadir sugiere que había pretendido reproducir la topografía
mítica de Ti¡o, es decir, que había surgido como una segunda Tiro, en el otro
extremo del Mediterráneo. Las huellas tierra adentro del comercio fenicio en
Andalucía son muy numerosas y de datación nluy antigua; así que no sería de
extrañar que la fundación de Gtídir se hubiera realizado en fecha muy tempra-
na. Las hazañas de Herakles-Hércules que van jalonando el Mediterráneo hacia
el oeste culminan en el estrecho de Gibraltar (las llamadas "columnas de Hér-
cules"), y simbolizan unos movimientos comerciales y colonizadores de los
griegos (tema 4), en los que éstos habían seguido los pasos a los fenicios. Pero
desde cuándo, exactamente, se encontraba Gadir. con su famoso templo de
Melqart, en la bahía de Cádiz,eso, seguramente, no lo sabremos nunca.
La tipificación de los estados fenicios resulta muy difícil, porque la enor-
me cantidad de documentación escrita que deben de haber generado se ha
desintegrado, y tampoco se ha conservado la litelatura cartaginesa, que segu-
ramente recogía tradiciones fenicias. Lo que tenemos sobre los comerciantes
fenicios de los comienzos del primer milénio es esa imagen tópica de nave-
gantes astutos, mentirosos y piratas, tan alejada de los códigos de honorabili-
dad de la Edad del Bronce, como lo están, por otro lado, en los poernas homé-
ricos, el taimado protagonista de la Odisea y el heroico Aquiles de la llíada.
Lo que está claro es que el comercio de esa primera Edad del Hierro se regía
por las normas de la moderna globalización, y que los comerciantes fenicios
se contaban entre sus grandes beneficiarios. Podían comprar a los mejores pre-
cios y vender a los más altos, porque ejercían un libre comercio puro y duro
sin competencia, y, por lo tanto, sin que la parte con quien negociaban tuvie-
ra un referente medianamente cierto del valor de los artículos. Si funcionaban
por medio del trueque, y con el sistema del precio a convenir, la ventaja que
les proporcionaban la información, y la experiencia, debía de situarlos siem-
pre en una posición ventajosa. Por otro lado, el principio de que las partes
negocian libremente el acuerdo de intercambio, y que esa libertad es el único
referente ético del compromiso, deja fuera de lugar los calificativos de "codi-
cioso" o "truhán" que les atribuye quien se puede sentir engañado desde otro
referente moral.

18. La imagen de los persas

Los persas han pasado a la historia, sobre todo, como los orientales pre-
potentes que no escatimaron recursos para subyugar a los valerosos griegos
en las Guerras Médicas; y que no lo consiguieron, porque la democracia ate-

TEMA3. laRpcróN srRro-pALESTTNA.ASTAMENoRyeT-nÁN 113


niense articuló la sonada victoria de Salamina (480 a.C.) sobre un ejército de
súbditos genuflexos. A su vez, la imagen de Alejandro Magno arrebatándoles
más tarde el Imperio los convierte, en el imaginario europeo, en un símbolo de
la derrota de Oriente por Occidente, con una polarización ideológica, que no
ha hecho sino reforzarse con el paso del tiempo. Pero ésa es una visión sim-
plista, parcial y tergiversada, de la que son responsables, en último término, los
griegos. Para empezar, los persas eran, como los hititas, grupos de población
procedentes del área indoeuropea,lo mismo que los griegos y los romanos; su
implantación en el ámbito del Próximo Oriente les había hecho seguir mode-
los de esa zona, que resultaban muy aparentes, pero que se habían superpues-
to a otros rasgos culturales de fondo que no dejaban de permanecer activos.
Por otro lado, el hecho de no haber sido incorporados al Imperio Persa
resultó trascendentalparalos griegos, sobre todo por la manela como capita-
lizaron los atenienses su pafiicipación en la victoria (tema 5). Sin embargo,
para el enofme Imperio Persa no tenía tanta impoftancia. Simplemente existí-
án.arones geopolíticas para someter a la Grecia continental, pofque no pafe-
ciafác1l gaianttzar la sumisión estable de las posiciones persas en la región de
Tracia y las islas del mar Egeo, si no se controlaba a unos griegos que tenían
grandes intereses en ese ámbito; una reciente insurrección de las ciudades grie-
gas de la costa de Asia Menor había demostrado que el Egeo podía funcionar
al unísono.
La primera expedición de los persas fracasó, y luego prepararon una segun-
da. cuando la necesidad de atender a otros frentes más importantes y el relevo
dinástico lo permitieron, dejando así diez años a los griegos para reaccionar de
un modo u otro. En ésa consiguieron destruir la ciudad de Atenas, y podrían
haber ganado en Salamina, porque ya habían demostrado su capacidad de hacer
frente, con éxito, a una coalición formada por la Confederación Jonia y otras
comunidades griegas costeras de Asia Menor, de la zona de acceso al mar
Negro y de chipre, apoyadas por naves de Atenas y de Eretria (isla de Eubea).
De haberlo conieguido, habrían contado, a buen seguro, con la sumisión de los
estados de la Grecia continental, ya que había en ellos sectores de la capa diri-
gente filopersas, dispuestos a sacar ventaja de su integración en un imperio
que ejercíá su dominio con suavidad y un buen sentido de la diplomacia. Por
ótro üdo, las cifras que atribuye la tradición griega al ejército persa en la
segunda expedición resultan poco creíbles, pretenden, verosímilmente, justi-
ficar la renuncia de los atenienses a la defensa de su ciudad.
Algunas facetas de la visión de los persas que nos transmiten los griegos
proceden de malentendidos sobre unas costumbres orientales, que no efan pro-
piamente suyas. Les sorprendieron mucho, por ejemplo, las riquezas encon-
iradas en los palacios pefsas, porque sLrS poleis no tesaurizaban; Solo los tem-
plos guardaban algo de valor, que eran los objetos dedicados por las ciudades

II4 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


y los particulares. Los ciudadanos se costeaban el armamento y, cuando había
que hacer un gasto especial, reunían los fondos necesarios. Los palacios per-
sas tenían, sin embargo, riquezas acumuladas durante largo tiempo, porque era
el rey quien equipaba los ejércitos, y quien funcionaba, en general, como el
tesoro del estado. Pero, al margen de esas razones prácticas, había toda una
construcción ideológica, tomada por los persas de otros estados del Próximo
oriente, y, en especial, de los monarcas asirios. Los presentes enviados obli-
gatoriamente al rey por los súbditos tenían un complejo código de referencia,
que fijaba las ocasiones y los montantes en forma aproximada; de ahí tiraba
luego el rey para desempeñar su papel dadivoso. Era, en definitiva, un mode-
1o de circulación de bienes adscrito a la construcción del poder, que entendía
el presente del súbdito como una manifestación de sumisión, y, a su vez, el
presente del rey como una manifestación de dominio.
Los persas asumieron el precedente imperialista de los asirios, pero dán-
dole un carácter muy distinto, mucho más "moderno". Tenían una habilidad
especial para aprovechar las experiencias anteriores y mejorarlas. De ese
modo, crearon un modelo de imperio capaz de integrar territorios cultural-
mente muy diversos en una administración altamente eficaz,como muestra el
sector de las comunicaciones, donde habían seguido precedentes elamitas. La
larguísima "vía real" que conducía desde Sardes, casi en la costa de Asia
Menor, hasta Susa, en el Elam, nos resulta conocida por las referencias del his-
toriador Heródoto: tenía "estaciones reales" (stathmói basíteioi) y unos buenos
albergues (katalyseis), que solo podían :ui;ilizar las personas autorizadas para
ello, quienes mostraban un documento oficial sellado, que les garantizaba ser-
vicios y alimentos. una serie de tablillas de Persépolis, en la persís,registran,
a su vez, a individuos y grupos en tránsito, que atravesaban el Imperio de punta
a punta, escoltados y por vías vigiladas, tanto para llevar el coreo, las mer-
cancías y el dinero, como para rcalizar cometidos diversos. La labor llevada a
cabo, en este ámbito, por la dinastía de los persas Aqueménidas fue aprove-
chada, como realidad y como modelo, por los sucesivos imperios del Mundo
Antiguo, entre ellos, el romano. Detrás de la obra de Alejandro está la cons-
trucción del Imperio Persa, que la hizo posible.La civilización persa consti-
tuye una experiencia cultural riquísima y una parte sustancial de la historia de
occidente.

19. La construcción del Imperio Persa

El personaje fundamental es, en este caso, ciro, un hombre de parsa que


se hace con el poder tribal supremo en su región, incorpora el Elam, y
"onii-

TEMA3. LAREGTóN sIRIo-pALESTTNA,ASIAMENoR ypLrRÁN 115


gue, en el 550 a.C. que los grupos tribales de los medos traicionen a su jefe/rey
Astiages y se sometan a é1. Por entonces los medos habían sabido aprovechar
la rivalidad entre Babilonia y Asiria, y, cuando se produjo, en el 609 a.C., la
disolución del estado asirio (tema 1), se habían quedado con su territorio. Así
que Ciro lo recibió de ellos, junto con las regiones del Irán que ya dominaban.
Luego cayó en sus manos el riquísimo reino de Lidia, que controlaba Asia
Menor, y, finalmente, con la victoria sobre el rey neobabilónico Nabónido
(539 a.C.), Babilonia y la región sirio-palestina; en el reinado de su hijo Cam-
bises se produjo la conquista de Egipto.
La clave de un éxito tan arrollador no solo hay que verla en las habilida-
des de Ciro a la hora de jugar sus cartas, sino en una forma totalmente nueva
de entender la política y el imperio, con la que sentó unas bases que desarro-
lló Darío t (522-486). Ciro construyó un estado monárquico, que imitaba los
modelos mesopotámicos despóticos y dejaba atrás el modelo de estado tribal
que habían utilizado los medos. Pero se trataba de un estado de los persas,liga-
do a la monarquía persa de los Aqueménidas. Las demás piezas del Imperio,
incluidos la Media y el Elam, conservaban su propia organización interna,lo
que facilitó su incorporación, en gran medida negociada con los elementos
dominantes.
El título favorito de los monarcas iranios, "Rey de reyes", encerraba un
claro simbolismo: el poder de un rey sobre unos estados que seguían siendo
como reinos, aunque no tuvieran un rey soberano. La Persís estaba sometida,
naturalmente, al Rey, pero sus habitantes pagaban impuestos, diferenciándo-
se así de las demás regiones, que estaban sujetas cada una de ellas a una tri-
butación de conjunto. Según muestfan los relieves de Persépolis, eran los per-
sas quienes desempeñaban las funciones de la corte y la administración, y
quienes servían como oficiales del ejército. Esa construcción estaba mucho
más próxima al modo como organizaron los romanos la administración del
territorio, en la Época Republicana, que a cualquier precedente oriental.
Aunque Alejandro Magno conquistó todo el territorio de los Aqueméni-
das, y estableció en él comunidades griegas (tema 6), sus sucesores, los reyes
helenísticos Seléucidas, tuvieron que entenderse con las elites locales para
mantener el control y se fueron replegando hacia el oeste. En el 250 a.C. se
vuelve a construir un Imperio Persa -en un sentido geográfico- por iniciativa
de otro pueblo iranio: el de los partos. Es también un complejo multicultural
de satrapías, con un nuevo Rey de reyes, que combina elementos de la tradi-
ción Aqueménida con otros tomados de los Seléucidas, y que dura medio mile-
nio; pero solo domina una parte del Irán. Los romanos consiguen mantener a
raya a los partos en lo que respecta a su expansión por occidente, aunque asu-
men el Éufrates como frontera definitiva de su Imperio, porque llevarla más al
este resulta inviable. En e|224 d.C. entra una nueva dinastía persa, la de los

116 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


Sasánidas, que considera a los Aqueménidas como sus "plogenitores", y, a sus
reyes, como un instrumento de la divinidad. Integra en la aristocracia a los cla-
nes partos con los persas, añade algunos territorios al Eran-shar,y aguanfa
hasta la llegada del Islam, con frecuentes confrontaciones con el Imperio
Romano de Oriente.

20, El sistema de las satrapías

Los fundamentos los puso Ciro, pero Darío t tuvo que mejorar el control
de los gobernadores, después de algunas experiencias de deslealtad. El esque-
ma de Ciro combinaba una administración central, donde confluían en última
instancia todos los asuntos, con una administración provincial o regional, cuya
cabeza era siempre una persona de confianza del Rey. La "Tierra del Rey"
-como se identifica el territorio del Imperio Persa en los tratados suscritos con
los griegos- estaba, por tanto. dividida en provincias o distritos, que es a 1o que
se llama comúnmente satrapías; pero hay que tener en cuenta que ese término
se utiliza también en relación con épocas posteriores, en las que el territorio
persa había caído bajo el dominio de otros estados, porque, como ya se ha
dicho, esos estados, empezando por el macedónico de Alejandro Magno, reu-
tilizaron en muchos aspectos la administración de los persas. Los gobernado-
res de los Aqueménidas se llamaban sátrapas ("protectores del reino"); en prin-
cipio, su mandato no estaba limitado en el tiempo, y podían incluso transmitirlo
a sus hijos. Pero eso no significa que tuvieran tales derechos, sino que, al tra-
tarse de puestos de confianza, el Rey podía disponer de ellos como creyera
conveniente.
El sátrapa debía imitar, en los signos extefllos,la imagen del Rey, confi-
gurando su provincia, de cara a las comunidades locales, como una especie de
reino, con su corte; en eso consistía la construcción del "Rey de reyes". Tenía
un lujoso palacio, con su pairidaeza (en griego,paródeisos, de donde "paraí-
so"), que significa "cercado". Se trataba de un vasto dominio, adscrito al pala-
cio, donde había árboles frutales y ornamentales, jardines y, además, animales
salvajes para practicarla caza y entrenar en ella a los jóvenes herederos. Se
conocen a través de \a Anóbasis de Jenofonte (principios del siglo tv a.C.),
quien tuvo ocasión de verlos, dejando luego en su obra, para la posteridad, la
imagen del sátrapa como prototipo de vida lujosa. Esa combinación de jardín
ornamental y parque de fieras de los palacios aqueménidas estaba inspirada
en un modelo asirio. El rey Senaquerib (704-681) había instalado unos céle-
bres jardines en el palacio de Nínive y también, junto al río Tigris, un recinto
con animales salvajes. Pero ya desde el siglo xr a.C. habían empezado los

TEMA 3. I-e R¡cróN srRro-pALESTTNA. ASrA MENon y nl rRÁN lI7


monafcas asifios a reunir muestfas de la flora y la fauna del país en su ciudad
de Assur, para que funcionaran como una representación del reino. En esos
paraísos se celebraban posiblemente cacerías de un carácter ritual, que deben
de ser las representadas en los relieves asirios.
Se sabe poco sobre cómo funcionaba la satrapía aqueménida, pero los
datos disponibles indican que no se había diseñado una estructura de gobier-
no uniforme, y que los distritos cambiaban mucho de límites y otros aspec-
tos. Según los casos, podían gobernar territorios en calidad de sátrapas, o
subordinados a ellos, parientes del Rey, miembros de la nobleza persa, reye-
zuelos locales o incluso reyes de pequeñas ciudades, como los fenicios. El
denominador común de esos gobernadores efa su absoluta dependencia, per-
sonal y directa, del Rey, o del sátrapa. Ello estaba en consonancia con el
hecho de que las poblaciones sometidas, como los griegos de Asia Menor,
los fenicios,los judíos o los egipcios, conservaban sus administraciones par-
ticulares, que distaban mucho de ser semejantes. Mientras se mantuviesen
obedientes a la autoridad del Rey y pagaran lo exigido, nadie se metía con
ellos ni entraba en sus asuntos internos.
Cuando las circunstancias 1o requerían, se nombraba a una autoridad mili-
tar superior , de carácter supramegional, con poderes especiales . Por otro lado '
determinadas poblaciones sometidas gozaban de ciertos privilegios, cuando
ello resultaba políticamente interesante para el Rey, o cuando no parecía opor-
tuno someterlos a tributo regular, debido a su propia organización interna o a
sus costumbres. Así, por ejemplo, ciertas tribus del desierto de Arabia envia-
ban "presentes", mientras algunas otras de las montañas los recibían del Rey,
a cambio de su apoyo. Con los escitas,los grandes criadores de caballos del
otro lado del Mar Negro, a quienes Daúo t no pudo someter, había también
acuerdos especiales, según las épocas.
Ese gran pragmatismo y esa enorrne versatilidad frente a las circunstancias
concretas, que vemos mucho más tarde en los romanos, no tiene precedente,
en el Mundo Antiguo, como forma de abordar la administración de todo un
imperio. Significaba un trabajo minucioso y continuo de diplomacia y de con-
trol, tanto desde el palacio del Rey, como desde las satrapías, que implicaba,
por activa y por pasiva, tanto a los elementos sometidos como a los propios
sátrapas. Los palacios de las satrapías tenían cancillerías, que, con la ayuda de
traductores e intérpretes, mantenían los necesarios contactos con los distintos
elementos del Imperio, incluidos los templos, y, naturalmente, la coffespon-
dencia con el Rey. Todo eso producía mucha documentación escrita, que se
guardaba en archivos, junto con los datos catastrales y los registros que se
habían hecho en determinados territorios, para fijar con más exactitud los tri-
butos. Lo mismo que en el caso de Roma, una parte de ellos se exigían en espe-
cie, para poder utilizarlos directamente en el mantenimiento de las tropas.

118 BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


2I. El Gran Rey de los persas
Existe la costumbre de utilizar la mayúsculaparael rey persa, porque los
griegos trataban a los reyes Aqueménidas con una deferencia especial, que los
distinguía de los demás. El término basiléus ("rey") sin ningún otro refirente
correspondía con propiedad al persa, que aparece muchas veces en las fuentes
griegas como basiléus ho megas ("el gran rey"). Los reyes Aqueménidas no
recibieron ninguna forma de culto en Irán, y tampoco se les atribuyó origen
divino. La relación de la monarquía con la religión era muy importante, pero
se parecía más a la de los futuros emperadores cristianos (tema 9) que a la que
tenían los reyes orientales, los helenísticos, o los emperadores de la Roma
Imperial (tema 8). se ha afirmado, en ese sentido, que los reyes persas gober-
naban "por la gracia de Dios". Ahura-Mazda"y todos los dioses existentes"
--es decir,los de los demás estados del Imperio- habían encomendado a Darío
el Imperio; "por la gracia de Ahura-Mazda" había sido elegido y gobernaba en
su nombre.

Esa legitimación de la persona del rey procedente de la divinidad obliga a


los súbditos a la obediencia, a la lealtad y al cumplimiento de las obligaciones
tributarias y militares. Pero también a él le marca unas pautas. Se supone que
es el "delegado" de Ahura-Mazdaporque está en condiciones de discernir entre
el Bien y el Mal (tema 8), entre lo justo y lo injusto; así que no puede ser arbi-
trario, y tiene que preocuparse de ejercer como un buen juez, un buen militar
y un buen administrador. Y tiene que proveer a las necesidades de los súbdi-
tos, como en los casos de inundaciones o hambrunas. Esa especie de declara-
ción programática parece haber sido elaborada por Darío r para la dinastía
Aqueménida, porque Jerjes copia al pie de la letra, en su propia inscripción
sepulcral, la fe de cumplimiento que había incluido su padre Darío en la suya.
Los principios del buen gobierno formulados por Darío r tuvieron una amplia
circulación fuera del Imperio Persa, como lo prueban algunos testimonios,
entre los que se cuenta laAnábasis de Jenofonte.
La obediencia y la lealtad que recababan los Aqueménidas de sus súbditos
no se refería a las actitudes y los comportamientos de los individuos en gene-
ral, sino a las dos grandes amenazas siempre presentes: la rebelión de los terri-
torios del Imperio, protagonizada por las máximas autoridades locales, y la
usurpación del trono por parte de los miembros de la nobleza. La sanción nega-
tiva de tales conductas se monta sobre la idea de que perjudican al reino, pór-
que llevan consigo la violencia y la guerra. El mantenimiento del orden en
todo el Imperio se proclama como una"paz aqueménida"o que proyecta el
orden cósmico de Ahura-Mazda sobre é1. De ese modo se vinculá la conser-
vación del Imperio a la continuidad dinástica familiar, que Darío r consagra
como norma incuestionable, según indican sus inscripciones. pero el mono-

TEMA 3. la ngclóN srRro-pALEsrrNA.ASrA MENoR y sr_ rRÁN 119


polio aqueménida del trono chocaba con los intereses de una nobleza persa,
que, aunque debía a esos monarcas su posición privilegiada en el estado, tam-
bién tenía mucha fierza. Los Aqueménidas tuvieron que emplearse a fondo
para contrarrestar esa fuerza, en la línea de conseguir que el Rey -después de
todo un miembro de la nobleza persa- no fuera primus inter pares ("el prime-
ro entre los iguales") sino alguien únicamente reemplazable por su propio hijo.
Era importante, en ese sentido, la educación de los príncipes, pero también la
investidura real.
La necesidad del Rey de contar permanentemente con un heredero de
incorporación inmediata explica, sin duda,la poligamia de los Aqueménidas:
las posibilidades de que los príncipes desaparecieran, por muerte natural o vio-
lenta eran, en efecto, muy elevadas. Pero también se habían preocupado de
resolver el problema inverso: de que la competencia entre los príncipes no
resultara demasiado conflictiva, por lo que tenían sus expectativas regular-
mente marcadas, y de ellas dependía también el estatus de las esposas reales.
Según informa Heródoto, el Rey no salía a las campañas militares sin tener
designado a un heredero. Se trataba de un príncipe oficialmente investido como
tal, que, a consecuencia de ello, podía utilizar una tiara y gozaba de privilegios
y distinciones especiales.
Dice Heródoto que los jóvenes persas aprendían tres cosas: a montar a
caballo, a disparar el arco y a decir la verdad. Esto último indica que la fideli-
dad al Rey y a la patria -es decir,la Persís- era un contenido básico de la edu-
cación persa. En el caso de los príncipes y de los hijos de los nobles, la ins-
trucción se confiaba a los llamados magos, los hombres oficialmente más
sabios, que, además de ocuparse de cuestiones relacionadas con el culto, apli-
caban su condición de transmisores de los conocimientos ancestrales a la ins-
trucción de los futuros dirigentes de la sociedad y el estado.
La muerte del Rey abría un período de luto oficial, en el que se celebraban
las honras fúnebres y se daba cumplimiento al testamento del difunto. El prín-
cipe heredero presidía todos los actos con gran solemnidad, pero todavía no
gobernaba; por eso calificaron los griegos esa fase como anomía ("falta de
leyes"),lo que no significa que hubiera anarquía o desorden. La investidura del
nuevo Rey tenía lugar en Pasargadas, en el antiguo palacio de Ciro, próximo a
Persépolis. Los griegos la conceptuaron como unabasiliké teleté,es decir, una
ceremonia de "iniciación real",lo que significa que era un "rito de paso", que
transformaba al príncipe heredero en rey, a través de una experiencia mistérica
(tema 8). Alimentado de un modo frugal, como sus lejanos ancestros persas, y
vestido con la túnica de Ciro, que le transmitía simbólicamente el poder y la
autoridad del fundador de la dinastía, vivía el naciente monarca, en el interior
del templo de la diosa irania Anahita, sus vivencias mistéricas: ese encuentro
con Ahura-Mazda que lo dejaba imbuido del poder asociado ala gracia de Dios.

I2O BREVE HISTORIA DEL MUNDO ANTIGUO


Tema 4
LA FORMACION DE LA POUS

1. Introducción
2. Las tablillas micénicas
3. El wdnax y el lagetés
4. El personal de los palacios micénicos y las rentas de la tierra
5. La disolución de los centros micénicos de poder
6. Más allá de las viejas teorías de las invasiones griegas y sus estirpes
7 . La documentación relativa al origen de la polis y el valor delos poe-
mas homéricos
8. La gran coloni zación de la Época Arcaica
9. Tipología de los asentamientos coloniales
10. Zonas de implantación de las colonias griegas
11. Causas y consecuencias de la colonización griega
12. Las tiranías de la Época Arcaica
13. La polis espafiana

1. Introducción

La polis es la organización político-social caructerística de la Antigua Gre-


cia. Se trata, en esencia, de una comunidad de unidades familiares cuyos miem-
bros varones asumen solidariamente la defensa del territorio que ocupa, porque
poseen una pafie de la tierra de cultivo, que es lo que constituye su medio de
vida. La polis es un estado, en la medida en que no forma parte de otro y no
reconoce ningún poder externo; pero también es el estado, porque toda la comu-
nidad constituye el cuerpo de gobiemo, y porque no existe una distinción entre
el estado y los individuos. Lapolls es una comunidad de ciudadanos.

TEMA4. r-¡poRnecróNDELApo¿rs l2l


Los ciudadanos de las pol¿ls son los griegos del Mundo Antiguo, los Helle-
nes, que tenían una fuerte conciencia nacional; es decir, la idea de constituir un
colectivo distinto del resto de los individuos que ocupab an 7a oikoumene -la
tierra-conocida- por la peculiaridad de su lengua, de sus instituciones y de su
pasado común. Pero, como todos los pueblos en general, los griegos eran el
resultado de una etnogénesis de largo recorrido, donde se habían amalgamado
elementos muy diversos y nada peculiares. En el caso de los griegos, era el
resultado final de la superposición de grupos migratorios, pertenecientes al enor-
me colectivo de los indoeuropeos (tema 3), a un substrato lingüístico-cultural
prehelénico.Lamezcla de esos dos grandes componentes ha dejado huellas
arqueológicas desde finales del tercer milenio. Pero ni al final del período lla-
mado Heládico Antiguo n (2300-2200 a.c.), ni en el paso del B¡once Antiguo
al Bronce Medio (2000/1900 a.c.), ni a comienzos del Bronce Reciente (hacia
1600 a.C.) se aprecian destrucciones generalizadas por el territorio de la Héla-
de. Eso sugiere que los inmigrantes fueron entrando en pequeños grupos a lo
largo de mucho tiempo, y que evolucionaron dentro del territorio de la Hélade
de forma diversa, mezclándose con la población preexistente. En total, su núme-
ro debe de haber sido considerable, porque en todos los centros palaciales de la
fase final del Bronce Reciente se utilizaba una misma lengua indoeuropea --el
griego micénico-, y porque todos los habitantes de Grecia conocidos en época
histórica utilizaban dialectos de una lengua indoeuropea --el griego.
El Bronce Reciente de Grecia (Heládico Reciente) se conoce como Época
Micénica (1600-1200 aprox.), aunque hay que tener presente que hasta el
1450 a.c., aproximadamente,la isla de creta prosigue con su cultura Minoi-
ca, por lo que queda fuera de ese marco. Lafortaleza de Micenas, en el nor-
deste del Peloponeso, es lo que ha dado nombre a ese período arqueológico,
en cuya última fase encontramos estados palaciales como los de la región
sirio-palestina (tema 3) -y como los de la creta Minoica- y en la que apat"-
ce consolidada una lengua griega: el micénico. Pero esos estados palaciales
se configuran después de una fase micénica anterior, donde lo que hay son
pequeñas unidades políticas territoriales, atestiguadas por las ricas tumbas de
sus reyes. La integración de tales unidades políticas en otras más grandes,
centralizadas en palacios, no ocurrió hasta el 1450 a.c.,más o menos, en que
fueron destruidos todos los centros palaciales de la Creta minoica por úna
oleada de terremotos y maremotos. A partir de ahí, la cultura minoica d-e la isla
se funde con la cultura micénica del momento
-que yahabíaido recibiendo
influjos minoicos-, y los supervivientes prehelénicos de esa cultura quedan
integrados en la masa de los griegos micénicos, como demuestra la deiapari-
ción de sus lenguas.
Hacia el 1200 a.c., y durante un cierto período de tiempo, ras zonas próxi-
mas al Mediterráneo oriental, incluidas las griegas, experimentan una oleáda de
destrucciones que acaban con esos centros de poder (tema 3); desde ese momen-

T22 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


to la cultura micénica pervive en ciertos aspectos, detectables en el registro
arqueológico, hasta su completa desaparición antes del cambio de milenio. Esta
fase post-palacial se denomina Post-micénico. Desde los siglos xv-xrv a.C. se
encuentra cerámica micénica en la costa occidental y meridional de Asia Menor.
También en Rodas y Chipre,la costa de Levante, especialmente tJgarit,y en
Egipto. Los micénicos contaban, a lo que parece, con una flota que se movía por
el Mediterráneo y que tenía a sus comerciantes afincados en las costas orienta-
les de ese mar. Debe de ser a los que, desde el siglo xrv a.C.,llaman los hititas
Achijawa, por proceder de la región de Acaya (norte del Peloponeso); son los
aqueos de los poemas homéricos.
Se llama tradicionalmente Edad Oscura de los griegos a los siglos que
separan las destrucciones de los palacios micénicos de los comienzos de la
época histórica, es decir de la Época Arcaica, que tiene su inicio a principios
del s. vtII a.C. Lo más característico de esos siglos es la total ausencia de docu-
mentos escritos. Por lo demás,las últimas décadas de investigación, a partir,
sobre todo, de la intensa labor arqueológicarealizada, muestran hoy en día
esa fase bastante menos oscura. El rasgo más relevante es el de la continuidad.
Como ya se ha dicho (tema 3),los movimientos de los llamados Pueblos del
Mar, y las destrucciones asociadas a ellos, acaban, de un modo u otro, con los
estados palaciales, y la actividad comercial por el Mediterráneo se minimiza,
lo que significa que la dimensión lujosa de la cultura material, que deja hue-
llas arqueológicas, termina por eclipsarse. La Grecia micénica constituye una
parte de ese escenario.
El tejido socioeconómico de la Grecia micénica pre-palacial sigue evolu-
cionando lentamente hasta desembocar enla polis, a comienzos de la época
histórica, sin más componentes foráneos que la influencia oriental que irradia,
en la última fase, a través de los asentamientos griegos de la costa de Asia
Menor. Esas comunidades minorasiáticas, que se muestran a comienzos de la
época histórica como ricas ciudades y como centros de cultura, son el resulta-
do de una presencia inintemrmpida de los griegos en esas costas desde la Épo-
ca Micénica, que les había permitido recibir de manera constante el influjo
oriental. Durante la Edad Oscura siguen trasladándose pequeños grupos huma-
nos desde la Grecia peninsular hasta las islas del Egeo y las costas de Asia
Menor, lo que funciona como un precedente del movimiento que se conoce
como gran colonización griega.
Consideramos también, en este tema, el desarrollo embrionario delapolis
alaluz de las fuentes escritas más antiguas.Eslapolis que nace como un esta-
do aristocrático, donde solo una parte de los ciudadanos, que se diferencia del
resto por la excelencia de su linaje, combinada con una acumulación de tierra,
ejerce de verdad el poder político, a través de las magistraturas y de los con-
sejos. Tras pasar revista al fenómeno de la colonización griega en sus aspec-

TEMA4. LAFORMACIÓNDELAPO¿IS I23


tos más relevantes, se estudia latitanía, como derivación aberrante del proce-
so de formación de la polis, y el singular modelo de estado que nace y se desa-
rrolla en Espafta.

2. Las tablillas micénicas

En la fase palacial de la cultura micénica se utilizaban seguramente archi-


vos con tablillas de materiales perecederos, donde se registraba todo lo nece-
sario para el mantenimiento de esos centros de poder. Lo que ha llegado a
nuestras manos son las tablillas de barro de uso cotidiano, que solo tenían datos
del año en curso y del año anterior. Se secaban al sol y, cuando ya no servían,
se sumergían en agua para reutilizar la arcilla; han sido los incendios causan-
tes de la destrucción de los palacios los que las han cocido, haciendo así posi-
ble su conservación. Así que los datos que contienen corresponden a los dos
últimos años de vida de los palacios, y solo hipotéticamente resultan aplicables
a toda esa l-ase; no sabemos hasta qué punto reflejan la normalidad o unas cir-
cunstancias excepcionales relacionadas con las inminentes destrucciones.
Esos apuntes recogían lo imprescindible parala finalidad prevista, por lo
que la información que proporcionan es, por principio, pobre, limitada y difí-
cil de interpretar. Además, están escritas con un silabario, el llamado Lineal B,
que derivaron los micénicos del Lineal A de los palacios de la Creta minoica
para transcribir la lengua griega. La adaptación no consiguió, sin embargo,
superar las limitaciones del sistema, que no permite identificar de modo inequí-
voco las secuencias fonéticas representadas por los signos (no distingue, por
ejemplo, entre los sonidos de I y de r). No obstante, el desciframiento de ese
silabario ha permitido, en primer lugar, constatar que 1o que se escribe es una
variante del griego, con la importante consecuencia de poder considerar como
griegos a esos micénicos; y, en segundo, identificar las palabras hasta el punto
de hacer posible una lectura relativamente satisfactoria de los documentos.
Casi todos los palacios micénicos arqueológicamente conocidos han pro-
porcionado ese tipo de documentos. Las tablillas más útiles son las de Pilos,
en el suroeste del Peloponeso, porque, al ser más grandes, proporcionan más
información. Hay unas 1.200. Del palacio de Cnoso, en Creta, proceden unas
3.000; y tenemos unas pocas más, halladas en Micenas y Tirinto, en el nor-
deste del Peloponeso, y en Tebas, ya Grecia central. Los palacios de Midea,
próximo al de Micenas, y Orcómeno, en la misma región que Tebas, tenían,
verosímilmente, el mismo sistema de registro, pero no ha dejado huellas.
Al margen del caso de Cnoso, que se mantiene muy próximo, arqueológi-
carnente, a los precedentes minoicos,los estados palaciales micénicos del con-

124 BREVE HTsToRIADELMUNDoANTTGUo


tinente parecen bastante semejantes unos a otros, tanto en lo material como en
lo institucional. Algunos aspectos de la administración, incluido el uso del sila-
bario, y de la arquitectura han sido tomados de los minoicos; aunque nuestra
capacidad de apreciar ese influjo está limitada por el hecho de que n-o podemos
leer las tablillas en Lineal A, porque no están escritas en una lengua conocida.
Las tablillas de Ugarit, el estado de la costa de Levante con el que comercia-
ban los micénicos, y que también sucumbió hacia el 1200 a.c. (téma 3), resul-
tan, en cambio, muy útiles, porque ese modelo palacial parece haber influido
bastante en el micénico, al menos tal y como se conoce en pilos.

3. El wanax y el lagetés

La cabeza de los centros micénicos de poder es el wa-na-ka, el wánax


("señor"), que es la suprema autoridad no solo política y militar sino también
religiosa- lo que explica, quizá,que el término wdnax se utilizara en las invo-
caciones a los dioses cuando ya no existíanwónakes humanos. El ceremonial
religioso lo realizaba él mismo, mientras que, para comandar el ejército, se
servía de alguien especialmente preparado para ello: el ra-wa-ke-ta (lagetés,
"conductor del ejército", "general"). Además de la tierra cuyos beneficios obte-
nía para sí --el témenos (te-me-no) real-,poseía el wánax una cantidad similar
de tierra, que adjudicaba a sus servidores de alto rango (te-re-ta,"hombres de
servicio"), las ko-to-na ki-ti-me-na. El lagetés poseía un témenos tres veces
menor que el témenos real, y también tenía algún personal de servicio. Apare-
ce en las tablillas en contextos militares y en relación con las arrnas. En efcon-
junto del palacio de Pilos, tiene su propia residencia, al igual que el rey, y pró-
xima a la de éste, aunque es más modesta; nada lo relaciona con el culto, que
está evidentemente asociado al rango muy superior del rey.
La dimensión religiosa de los centros palaciales era muy importante, pero
no sabemos hasta qué punto las funciones sacerdotales del rey constituían su
fundamento de legitimidad, o si ello derivaba más bien de su situación patri-
monial. El propio palacio funcionaba como centro de culto, con sus própios
santuarios, aunque también existía en Pilos, en el distrito de pa-ki-já-ni,un
lugar de culto. Todos esos templos estaban integrados en la economía del
palacio, que se ocupaba de las ofrendas y los sacrificios, y del personal que
los atendía; unu pa.t. muy importante áe la burocracia estaba dedicada a
ellos. Los datos de las tablillas dejan traslucir hasta cierto punto el papel
desempeñado por el wónax en ese culto, que iba más allá de una r"rponrubi-
lidad relativa a su mantenimiento y de la presidencia ylo realización de ritua-
les oficiales. En una tablilla se lee: "En Pakijana, con respecto a la iniciación

TEMA4. LAFORMACIÓNDELAPO¿IS I25


del rey (pa-ki-ja-si ntu-jo-me-no e-pi wa-na-ka-te, es decir, myoumeno epí
wónaki).
Eso podría significar que, mediante un ceremonial exclusivo, el rey adqui-
ría una condición religiosa superior a la de los demás moftales: un acceso privi-
legiado a la esfera divina. Posiblemente la fiesta religiosa llamada wa-na-so-i,
que tenía lugar en el mes "de la fiesta del rey" (wa-na-se-wi-io),fuera la corres-
pondiente a su iniciación anual. Cabe suponer que la iniciación lo convertía en
transmisor de los favores divinos a la comunidad; es decir, en garante de la
supervivencia y la prosperidad de la misma. El gran problema, en el caso de
estos reyes micénicos, es que no sabemos cómo había funcionado larcalezaen
los palacios minoicos hasta el 1450 a.C., y tampoco sabemos hasta qué punto
había sido ése el modelo asumido por los reyes micénicos, que ejercían su
poder sobre estructuras sociales muy distintas.
En relación con la realeza,lo mismo que con otros aspectos de la cultura
micénica, tenemos tres ingredientes: el indoeuropeo, que sabemos, por el caso
hitita, lo determinante que podía resultar en combinación con poblaciones del
Bronce Antiguo y con influjos sirio-mesopotámicos; el minoico, y el que pro-
cede de los contactos con Ugari¡. Saber cómo han funcionado en cada uno de
los aspectos, y si 1o han hecho igual en todos los palacios micénicos, resulta
poco nlenos que imposible.

4. El personal de los palacios micénicos y las rentas de la tierra

Las tablillas del palacio de Pilos permiten, en principio, reconstruir la situa-


ción como sigue. Entre las personas socialmente importantes sujetas a la auto-
ridad del rey de Pilos, se podrían establecer dos grupos. Por un lado estarían
los poderes locales; es decir,los miembros de la nobleza micénica que en la
fase anterior habían sido independientes, pero estaban ahora sometidos al
vvánax- seguramente uno de ellos en origen; seguirían vinculados a sus anti-
guas tierras y representarían una tendencia centrífuga, potencialmente amena-
zadora del poder central. Serían los qa-si-re-v,e (basiléis). Por otro lado, se
cuentan los hombres próximos al rey en el palacio, que obtienen las rentas de
una tierra como recompensa por sus servicios, y, aunque puedan estar intere-
sados en el mantenimiento del sistema. también funcionan como poderes loca-
les. Serían los ya mencionados te-re-ta (telestafi. Ese tipo es el que se encuen-
tra en los estados palaciales del Levante.
Luego hay una serie de personas del palacio, con funciones diversas, aun-
que de menor rango. Se trata de los e-ke-ta (hepetói, "acompañantes"), que

L26 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


asumen tareas de comando militar, y realizan, por ejemplo, la supervisión de
los grandes talleres; o de los ko-re-te-re,funcionarios del rey afincados en los
distritos del territorio; también están en ese grupo los sacerdotes y las sacer-
dotisas. El palacio cuenta asimismo con aÍesanos; y, desde luego, con una
gran cantidad de esclavos, sobre todo mujeres, (do-e-ro, do-e-ra, es decir,
doulos, doule), comprados, obtenidos como botín o nacidos in situ. Por ejem-
plo, en una de las series de tablillas se registran 1.500 esclavas, identificadas
como ki-ni-di-ja, mi-ra-ti-ja o ra-mi-ni-ja; es decir, procedentes de las loca-
lidades de Cnido y Mileto, en Asia Menor, y de la vecina isla de Lemnos.
Todos esos trabajadores recibían, probablemente, raciones alimenticias del
palacio. Para los demás, se utilizaba la tierra como remuneración de un modo
un tanto complejo.
La diferenciación entre la elite central y los señores locales se pone de
manifiesto en la forma de tenencia y explotación de la tierra, que constituye la
fuente de recursos. Las tablillas muestran que todo el territorio estaba contro-
lado en términos catastrales y fiscales, y que de todas las tierras obtenía bene-
ficios el palacio, de un modo u otro; pero una parte de las tierras seguía en
manos de las comunidades locales, que utilizaban sus recursos, seguramente,
como 1o habían hecho antes. Esa comunidad aparece en las tablillas como da-
mo (demos), que es el término genérico aplicado más adelante, en muchas
poleis -y en Atenas antes de Clístenes- a la pequeña comunidad rural afinca-
da en un territorio que le da el nombre. Los demos micénicos debían de ser lo
mismo: las comunidades rurales resultantes del asentamiento de los grupos
humanos en el territorio. En \a organización del estado palacial, el término se
lutiliza, al parecer, para identificar a los colectivos responsables del conjunto
de las tierras que no administra directamente el rey; parece, pues, que, desde
el palacio, se exigía al damos un tributo/prestación global, por sus tierras. Sin
embargo,las tablillas registran parcelas constituidas sobre ese tipo de tierras:
las ko-to-na ke-ke-me-na, que están asignadas a los hepetái, a determinado
personal religioso, o a los ko-re-te-re.Esas ko-to-na estaban gravadas con un
tributo/prestación, el o-na-to, que se descontaría, entonces, del débito global
del damos; a no ser que el beneficiario de las mismas hubiera recibido del rey
el privilegio de la inmunidad(e-to-nijo),porque, en tal caso, tenía el damos que
asumir la carga. Así ocurría, al parecer, con las tierras de los templos: en una
tablilla se registra la disputa entre una sacerdotisa del distrito de pa-ki-ja-na
que afirma que su tierra es un dominio inmune "del dios", mientras el damos
sostiene que no es así y que debe pagar por ella.
Las haciendas que poseían los telestíti por asignación del rey se registran
como ko-to-na ki-ti-me-na; solo esos miembros de la elite central, que prestan
los más altos servicios al rey, pueden tener ese tipo de tierra. De las rentas
obtenidas pagaban los telestái una parte al rey, debiendo prestarle también ser-
vicios de carácter militar. Las ko-to-na ki-ti-me-na,lo mismo que el témenos

TEMA4. LAFORMACIÓNDELAPO¿1S T27


del rey y el del jefe militar, debían de incluir también a comunidades de agri-
cultores, que serían quienes las trabajaban. Aunque el estado palacial debía de
obtener importantes beneficios del comercio, está claro que resultaba muy one-
roso para los campesinos . A la organización tradicional, que ya contaba con una
capa dominante de cierto nivel económico, se había sumado un amplio perso-
nal improductivo; el palacio generaba, además, un alto consumo de productos
de lujo y unos importantes gastos militares.

5. La disolución de los centros micénicos de poder

No es fácil establecer con seguridad la causa del colapso de los estados


palaciales micénicos, cuyas destrucciones no se produjeron exactamente al mis-
mo tiempo. En el caso de Pilos, parece relacionado de alguna manera con un
cofie en el suministro de las materias primas que había que traer de lejos para
fabricar el armamento; se debería, entonces, a la incidencia de los llamados
Pueblos del Mar sobre las rutas del Mediteráneo. Las tablillas de los demás
palacios no proporcionan ninguna infomación al respecto; pero, el hecho de
que no se haya intentado, en general, la reconstrucción de los centros palacia-
les sería, en principio, acorde con una situación de ese tipo: porque, si no era
posible contar con lo necesario para defenderlos y para mantener la unidad
política de los correspondientes territorios, habría que abandonar el modelo.
Según indican las tablillas de Pilos,la fabricación del armamento y de los
canos de guerrra tenía lugar en el palacio. Se documenta una rica producción
de armas y de piezas de armadura (corazas y cascos), así como de carros.
Había 120 car¡os en uso, que utilizaban exclusivamente los hepettíi. En esos
dos últimos años de la vida del palacio no se refleja, sin embargo, en las tabli-
llas ningún suministro de los metales necesarios para su fabricación. Está claro
que el cobre había que traerlo de Chipre, porque en Grecia el mineral era esca-
so y de mala calidad; y sabemos, por los documentos hititas y egipcios de la
época ya mencionados, que los Pueblos del Mar estaban dificultando por
entonces, con sus ataques, el tránsito de las naves de carga. Y también nos
consta que habían tomado posiciones en Chipre. Por eso, probablemente,
registra una tablilla una orden del wánax de recoger el bronce de los objetos
depositados en los templos.
Por otro lado, las tablillas pilias registran movimientos que sugieren la
existencia de un peligro inminente desde el mar. Si se esperaba un ataque, y
escaseaban, por ejemplo,las puntas de flecha y las lanzas arrojadizas,la situa-
ción se debía de considerar como muy grave. El hecho de que no se hayan
encontrado restos humanos en los niveles de destrucción del palacio indica

L28 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


que f'ue evacuado por completo antes del incendio. Toda lazona sur del reino,
que miraba hacia el mar, quedó casi despoblada durante un buen tiempo. Los
datos, procedentes de las distintas excavaciones de yacimientos micénicos,
que cabe poner en relación con el final del poder de los wónakes son muchí-
simos, y permiten establecer hipótesis muy variadas, en los detalles.
Los ataques producidos desde el mar, en consonancia con la imposibilidad
de reponer el armamento, resultan un motivo verosímil del abandono. Pero la
posición excepcional del lagetés, así como la presencia de los hepetái en el
territorio y en los talleres, y la disponibilidad de los c¿uros, evocan, en todo
caso, el escenario de los estados palaciales de la región sirio-palestina, que
necesitan una protección eficaz para sobrevivir, y deben soportar, por ello,
unos gastos muy elevados (tema 3). A las posibles causas coyunturales y exó-
genas de la disolución de los centros palaciales micénicos, se sumaban, vero-
símilmente, problemas de orden interno, similares en líneas generales a los
que provocaron parecidas destrucciones en el Próximo Oriente.

Según todos los indicios, se recuperó, tras las destrucciones, la primitiva


estructura de los pequeños reinos, con los basiléis prepalaciales. Ese es el tér-
mino que designa comúnmente en griego al rey, porque fueron los reyes de
los siglos subsiguientes a la fase micénica. En realidad eran los jefes de clan,
a los que, a comienzos de la Época Arcaica, llamará el poeta Hesíodo todavía
basiléis, aunque estén integrados en pole¿s donde no hay reyes. En ese momen-
to ya son la elite dominante del estado aristocrático. Algunos basiléis de la
época palacial estaban asentados en la periferia de los estados palaciales y no
parecen haber caído bajo su dependencia. Sus pequeños palacios no se vieron
afectados por las destrucciones y fue en ellos donde pervivió el uso de la cerá-
mica micénica de lujo y otros refinamientos. Es el caso de Atenas, donde no
se aprecia solución de continuidad después de la Época Micénica. En otros
casos, en la etapa posterior a las destrucciones, se encuentra uno de esos peque-
ños asentamientos en el territorio de un antiguo estado palacial. La época micé-
nica de los centros palaciales habría sido, por tanto, un desarrollo político
coyuntural, debido a la influencia de modelos externos, que no afectó a la
estructura social de los griegos micénicos.

6. Más allá de las viejas teorías de las invasiones griegas


y sus estirpes

Tras la disolución de los estados palaciales, en relación con la cual se pro-


dujo en Grecia una caída demográfica importante, tuvieron lugar movimientos
de grupos humanos, más o menos reducidos, por todo el territorio, con nuevos

TEMA4. LAI.ORMACIÓNDELAPo¿Is I29


asentamientos y redistribución de poblaciones. Es una fase de una cultura mate-
rial pobre, por lo que apenas han dejado huellas arqueológicas esos movimien-
tos internos; y la multitud de leyendas, atribuibles, en principio, a ese contexto
histórico, parecen más bien destinadas a proporcionar unas raíces míticas al
mosaico dialectal de la época histórica, es decir, del siglo vru a.C. en adelante.
Los siglos de la llamada Edad Oscura de los griegos no han dejado documen-
tación escrita, pero tiene que haber sido en esos siglos, y debido precisamente
alalarga permanencia de los elementos hurnanos en determinadas regiones,
cuando se consolidaran los dialectos y sub-dialectos que afloran en la Epoca
Arcaica. La diferenciación lingüística de los griegos llegó a ser importante; pero
todos ellos se entendían entre sí a poco acostumbrados que estuvieran a comu-
nicarse unos con otros; además,los principales dialectos quedaron asociados a
géneros literarios, por lo que funcionaron como lenguas de una cultura común.
Los dialectos históricos, y las leyendas vinculadas a ellos en esa época,
son el único testimonio de la supuesta existencia de unas estirpes eolia, jonia
y doria con anterioridad a la llegáda de los griegos a la penínsulá balcánica, que
habrían penetrado en ella en oleadas sucesivas separadas entre sí por siglos, y
habrían conservado su organización hasta la época histórica. Esa teoría, man-
tenida tradicionalmente y que atribuía a la invasión de los dorios la caída de
los reinos micénicos, ha resultado incompatible con los estudios sobre el
mosaico dialectal, y tampoco se deja conciliar con los resultados de los nume-
rosos trabajos arqueológicos realizados en las últimas décadas. Todo se entien-
de mejor si consideramos que la organización en tribus, tal y como se conoce
en la fase inicial de la polis, y que se ha venido atribuyendo a la fase migrato-
ria de las estirpes, es una forma de configurar los nuevos cuerpos de ciudada-
nos, partiendo, verosímilmente, de una población un tanto heterogénea y caren-
te de una tradición común. Así se explicaría mejor, por ejemplo, que, al rcalizar
sus respectivas reformas, tanto Fidón de Argos como Clístenes de Atenas hayan
creado unas nuevas tribus; es decir, que hayan dado ese nombre a las nuevas
divisiones del cuerpo de ciudadanos.
Tampoco las organizaciones atenienses conocidas como fratrías se podrían
entender bien considerándolas como unidades gentilicias divisoras de unas tri-
bus ancestrales; y sí encajan, en cambio, en el contexto de la polis. Las atri-
buciones documentadas de las fratrías están relacionadas con el reconoci-
miento de los nuevos ciudadanos, a través de una presentación ritualizada del
niño por parte del padre; y esa función la conservan cuando Clístenes atribu-
ye al demo la habilitación oficial de los nuevos ciudadanos en la edad adulta
(tema 5), articulando así un doble procedimiento. La fratría parece una divi-
sión del cuelpo de ciudadanos que perrnite establecer colectivos más pequeños,
en los que todo el mundo se conoce, y puede, por tanto, prestar testimonio.
Hay que tener en cuenta que, en una sociedad sin archivos y con una población
básicamente analfabeta, como lo es la que da origen alas poleis,ei testimonio

130 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


funciona continuamente como instrumento de garantía de las relaciones jurí-
dicas: de la paternidad, por ejemplo, que es la cadena de transmisión del dere-
cho de ciudadanía. Las fratrías deben de haber sido, por tanto, colectivos de
vecinos constituidos en "hermandad", que es el significado literal de la pala-
bra. En ese carácter encaja también el papel que atribuye ala fratría la ley de
Dracón sobre el homicidio, cuyo principal objetivo es sustituir la venganza
familiar por la intervención de la polis, estableciendo una diferencia entre el
homicidio involuntario, el voluntario justificado y el propiamente criminal.
Laorganización social de la Edad Oscura se basaba, seguramente. en gru-
pos de parentesco y en grupos vecinales, como continuidad de la época micé-
nica. Como ya se ha dicho, el estado palacial micénico incluía un tipo de comu-
nidad, el damos, al que reconocía como interlocutor y que respondía en
conjunto de las prestaciones debidas por las tierras que ocupaba. Era, por tanto,
un colectivo que se autoadministraba, por lo que debía de tener su propio apa-
rato institucional y su propia organización interna. Ahí tendrían su papel los
basiléis, como cabezas de los grupos gentilicios, con las atribuciones judicia-
les que, probablemente, reflejan los versos homéricos y los versos de Hesío-
do. Una tradición indoeuropea muy posiblemente: pero que no tiene que ver
con el modelo antropológico de la división tribu-clan-familia, en absoluto
documentado en relación con los griegos. Por otro lado,los gtupos de inmi-
grantes griegos habían tenido que mezclarse con una población prehelénica
que tenía una larga tradición de asentamiento.

7. La documentación relativa al origen de Ia polis y el valor


de los poemas homéricos

Aunque los cambios que se producen en Grecia durante la Edad Oscura


son básicamente endógenos,los contactos con Oriente resultan muy fructífe-
ros. Sus efectos se documentan ampliamente en el ámbito de la cultura mate-
rial, pero, sobre todo, en una innovación de enorme trascendencia. Poco des-
pués del 800 a.C. y cuando el uso del silabario Lineal B había quedado en el
olvido, se desarrolla el alfabeto griego a partir de un alfabeto consonántico uti-
lizado por los fenicios, que procedía del norte de Siria, como muestran los
archivos de Ugarit. Ello ocurre , al parecer, en Chipre, donde negociaban con-
juntamente los comerciantes griegos y los fenicios; y son los propios comer-
ciantes quienes difunden el uso de ese sistema a través de las rutas marítimas.
A diferencia de las lenguas semíticas,la lengua griega necesita transcribir las
vocales para que las palabras se puedan identificar comectamente, por lo que
fue necesario crear algunos signos nuevos. Eso llevó a una cierta dive¡sifica-

TEMA4. LAFORMACIÓNDELAPO¿/S 131


ción del alfabeto, porque se hizo, paralelamente, en distintas zonas griegas;
pero, en total, la simplicidad del sistema alfabético, comparado con el silábi-
co, hizo posible que el uso de la escritura se difundiera con rapidez.
La posibilidad de poner por escrito el derecho contribuyó a la consolida-
ción de lapolis y a la transformación del modelo aristocrático en formas de par-
ticipación en el poder más abiertas al conjunto de los ciudadanos. La figura del
legislador estaba, en muchas p oleis , envuelta en la leyenda, como es el caso de
Dracón enAtenas, o de Licurgo en Esparta. Pero también se plasmaron en tex-
tos escritos las epopeyas que culminaban toda una tradición de poesía épica
oral y que narraban las peripecias de los dioses y de los héroes en sus luchas
por la conquista de Troya o de Tebas, así como las que implicaban a los seres
divinos en la creación del mundo y el proceso de la civilización. Los únicos de
esos poemas que han llegado hasta nosotros son la llíada y la Odisea, atribui-
das al legendario poeta Homero y convertidas, en la Atenas de la ÉpocaClá-
sica, en una auténtica Biblia, que se aprendía de memoria en las escuelas. Al
margen de su indiscutible calidad litercna,los dos poemas mitificaban el cami-
no de los griegos hacia su identidad y su grandeza,tal y como la quería verAte-
nas desde su imperio marítimo, construido araíz de las Guerras Médicas. La
Ilíada presentaba a todos los griegos unidos en una expedición dirigida con-
tra una potencia oriental, con la victoria del héroe griego sobre el troyano por
designio de los dioses. La Odisea, que narra el azaroso regreso de uno de los
héroes a su casa, era un símbolo de la capacidad de los griegos para recoffer
los mares, supcrando todos los peligros y regresando incólumes a sus casas.
Una tal expedición solo se podría situar en la época de los palacios micé-
nicos, como, en efecto,lo hacían los antiguos al atribuirle mayoritariamente la
fecha de 1184 a.C., o de 1250 a.C, que es la datación de Heródoto; sin embar-
go, como quiera que esos dos larguísimos poemas solo pudieron ser com-
puestos cuando se pusieron por escrit<,r, es decir, a partir del siglo vut a.C., difí-
cilmente podrían recoger acontecimientos de un pasado tan remoto sin haber
existido una tradición escrita. Es obvio, por la misma razón,que esas datacio-
nes tan precisas no pueden derivar de documentos auténticos. Por otro lado, a
pesar de los denodados esfuerzos de filólogos e historiadores por casar los
datos homéricos con un trasfondo histórico verosímil,las excavaciones de las
últimas décadas han negado a la guerra de Troya su pretendida historicidad.
Los niveles arqueológicos de Troya correspondientes a la época micénica care-
cen, de hecho, de cualquier indicio de conquista violenta; y tampoco se detec-
ta en ellos presencia micénica alguna. Entre los años 950/900 y 750 a.C. sí
hay allí griegos, que han aprovechado, verosímilmente, la existencia de una
ocupación muy pobre de la ciudad. Los restos de 1o que habían sido un día
unas impresionantes murallas pudieron motivar la elección de Troya como
escenario de una saga construida a partir del legendario recuerdo del poderío
de los micénicos y de sus relaciones con la costa oriental del Mediterráneo. En

132 BREvE HIsroRrA DEL MUNDo ANTTGUo


suma, los poemas homéricos se pueden utilizar como documentación, pero
solo en relación con la fase que precede al comienzo de la época histórica; eso,
en las ciudades de Asia Menor, donde, al parecer, füeron redactados, porque en
la Grecia peninsular el desarrollo ha sido más lento.
En esa fase (correspondiente, según las zonas, a los siglos rx-vn a.C.), a
partir de los tejidos sociales que se habían consolidado en cada una de las áreas
griegas, y en función también de los influjos foráneos, se habían desarrollado
ya los dos tipos de organización política que aparecen en la época clásica: la
polis y el éthnos. El primero se llama tradicionalmente ciudad-estado, porque
suele contar con un centro urbano; el segundo, estado federal, porque las uni-
dades sociales que lo integran conservan más atribuciones que en la polis y
porque su evolución histórica tiene lugar en la línea del federalismo. Pero no
se trata de dos modelos antagónicos, sino más bien de desarrollos un tanto
divergentes de los colectivos de ciudadanos. Lo que hay en realidad es un enor-
me conjunto de poleis de una tipología muy variada, y unos cuantos ethnebas-
tante distintos entre sí (tema 6). Desaforlunadamente, no tenemos información
sobre las primeras fases de los ethne,pero sí, en cambio, de las poleis.
Significativas son, en ese sentido, dos escenas complementarias: enla Odi-
sea aparece un hombre que tiene que decidir, en el ógora,es decir, enlaplaza
pública, sobre "muchos pleitos"; en la llíada, se describe una escena grabada
en el escudo del héroe Aquiles donde un grupo de ancianos (gérontes) debe
emitir por turno su juicio sobre compensación por homicidio, mientras escu-
cha la gente para atribuir un premio a la mejor sentencia. Esos jueces son ó¿sf-
léis , pero no conducen el procedimiento ni juzgan como lo harían unos reyes,
o jefes de clan, autoritarios. No parecen, en verdad,los basiléis dorophógoi
("devoradores de regalos", es decir, "sobornables") que, según el poeta Hesío-
do, decidían los pleitos, en torno al 700 a.C., en una aldea de Beocia, que segu-
ramente no había alcanzado todavía la forma de polis.
Parece más bien que lo que tenemos ya es una comunidad que confía la
administración de justicia a los hombres de más conocimientos y experiencia;
y que no es tanto su posición social y el poder derivado de ella lo que los habi-
lita como jueces, cuanto su prestigio y la confianzaque deposita en ellos la
comunidad. A partir de ahí se podría entender mejor el carácter que tienen, en
la polis de la primera fase, las altas magistraturas singulares y los consejos de
ancianos: actuarían, supuestamente, en beneficio del demos,que manifiesta su
conformidad y su agradecimiento por medio de la aclamación y el silencio, es
decir, todavía no con un voto individual. En el modelo político que constitu-
ye el germen de la polis, se había articulado, por tanto, el papel singular del
líder, que sería uno de los basiléis, con la función consejera de los ancianos,
también basiléis, y con la capacidad de aceptar o rehusar del pueblo, el demos
(el llamado laós enla llíada, que es ahí la asamblea de los guerreros). Algu-

TEMA4. LAFORMACIÓN DELAPO¿IS 133


nos pasajes de la Odisec muestran la fuerza que puede ejercer el demos desde
esa posición.

Por otro lado, en el texto conocido como Gran Retra, que atribuían los
espartanos a su mítico legislador Licurgo, el liderazgo corresponde a los dos
coffeyes, designados archagetai ("caudillos"); hay un consejo de 28 ancianos
(Gerousía) al que se suman los correyes como dos miembros más; y hay una
Apella, que es el damos bajo la condición de asamblea, convocada, presidida
y disuelta por el consejo. Si el damos adopta un acuerdo que no parece bien a
la Gerousía, debe ésta disolverlo --es decir, disolver la asamblea- y convocar-
1o de nuevo. Se entiende, por tanto, que el damos puede aprobar, por aclama-
ción, algo propuesto por uno de los miembros del consejo; pero que el conse-
jo tiene derecho de veto sobre un acuerdo de la asamblea que no parece bien
a la mayoría de sus miembros. No puede, sin embargo, imponer su voluntad;
así que, si se trata de algo sobre lo que hay que decidir,tendrá que acabar
haciendo una propuesta que resulte aceptable para el damos.

8. La gran colonización de la Epoca Arcaica

Aunque los griegos procedían del interior de Europa, y solo tuvieron en su


lengua una palabra para designar el mar cuando llegaron a Grecia y la toma-
ron prestada de la población prehelénica, vivieron después muy abiertos al
Mediterráneo. La mayor parte de sus asentamientos estaban cerca de las cos-
tas, por lo que no debe extrañar que se implicaran desde los tiempos micéni-
cos en el comercio ultramarino, y que más tarde, en ocasiones de escasez de
tierras, trataran de encontrarlas por esas rutas costeras.
Como se ha dicho más arriba, la costa de Asia Menor debió de recibir algún
asentamiento permanente de carácter comercial ya en la época palacial micé-
nica. Pero está claro, en todo caso, que en las islas del Egeo y en esa costa
comienza la implantación de pequeñas comunidades griegas araíz de la diso-
lución de los centros palaciales. Es la llamada primera colonización griega de
Asia Menor, atribuida tradicionalmente a los siglos xl-x a.C., pero que ha debi-
do de empezar algo antes El resultado final fue la existencia de tres pequeñas
áreas de población giega, situadas una a continuación de la otra, que, de norte
a sur, se conocen con los nombres de Eólide, Jonia y Dóride. La propaganda
ateniense de la Época Clásica pretendT que la colonización de laloni ahabía
partido del Atica, porque presentar el Atica como cuna de los jonios legitima-
ba, en cierto modo, su afán proteccionista frente a esas ciudades, con el que dis-
frazaba, a su vez,la imposición del Imperio (tema 5). Pero otros testimonios
antiguos situaban el origen de los jonios en Pilos y en la región de Acaya, en

I34 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


el norte del Peloponeso, y, efectivamente, la supuesta colonización jonia de
los atenienses carece de verosimilitud. Toda esa zona minorasiática recibe un
goteo de inmigrantes griegos, de distintas procedencias, muy dilatado en el
tiempo, que no tiene nada que ver con proyectos fundacionales, porque, cuan-
do se produce, no existe todavía la polis.
La colonización griega por antonomasia es la que tiene lugar en la Época
Arcaica. Debido a la fijación de los grupos humanos en sus respectivos terri-
torios, el excedente de población ylo la escasez de tierras producen gueffas
de fronteras. donde se disputan ciudades o pequeñas zonas intermedias; tam-
bién hay guerras de conquista de territorios adyacentes, como la de Mesenia
por los espartanos, y, finalmente, hay poleis que envían a una parte de su
población a fundar una nueva ciudad en algún lugar costero del Mediterráneo.
En términos generales, este movimiento colonizador comienza hacia media-
dos del siglo vtu a.C.y termina de extinguirse hacia finales del siglo vl a.C.;
viene a coincidir, por tanto, con la Epoca Arcaica. La mayoría de esas colo-
nias, fundadas a veces por otras colonias, llegaron a ser muy prósperas, por
lo que suelen contar con una excelente documentación arqueológica, aunque
raravez corresponde a la fase inicial. También hay muchos datos en las fuen-
tes escritas, pero de un valor muy desigual. sobre todo en lo relativo a los
orígenes.

9. Tipología de los asentamientos coloniales

El nombre genérico que coffesponde a las fundaciones de la colonización


griega de esta época, apoikía ("asentamiento separado"), indica que se entien-
de como una segregación poblacional de una comunidad preexistente; es la
que se llama metrópolis ("ciudad madre"). Aunque cada una de ellas tiene su
propio cuerpo de ciudadanos, y la colonia es independiente de la metrópoli.
ambas se consideran unidas a perpetuidad por unos lazos filiales que excluyen
el enfrentamiento mutuo y el respaldo a los respectivos enemigos. y que inclu-
yen un deber de auxilio. Supuestamente,la fundación colonial ha sido decidi-
da por la metrópoli mediante un decreto, por el que designa a un "fundador"
(oikistés) con poderes especiales, establece el número de los colonos, propor-
ciona los medios para llegar hasta el nuevo asentamiento y prefigura el apara-
to institucional básico de la nueva ciudad.
Pero difícilmente podrían haber seguido ese procedimiento las primeras
fundaciones, porque en el siglo vllt a.C. la polis estaba todavía en proceso de
formación institucional, aunque las correspondientes comunidades ya se
encontraran territorializadas. Para la primera fase habría que pensar en algo

TEMA4. r-eroRnacróNDELApo¿/s 135


más informal; entonces, desde luego, y, probablemente, también después,la
colonia debía de formarse con elementos de distintas procedencias, aunque
la iniciativa partiera desde una comunidad determinada. El marco natural de
esa fase es sin duda el que refleja la Odisea homérica: una movilidad de
muchos griegos por el Mediterráneo, que arrancaba de la época micénica y
que implicaba un contacto con los fenicios, precursores de los movimientos
de colonización (tema 3). Sin un conocimiento de las rutas marítimas de
cabotaje, en términos de posibilidad de subsistencia y de oportunidad comer-
cial, no habríapodido cuajar ese movimiento. Por la misma razón,cabe supo-
ner que las primeras fundaciones se hayan debido a la iniciativa individual de
expertos navegantes, capaces de reunir los recursos humanos suficientes y
de conseguir el patrocinio de las comunidades que los podían proporcionar.
La tradición escrita atribuye al Oráculo de Delfos un papel muy importante
en el asesoramiento sobre las posibilidades de éxito de los proyectos colo-
niales; podemos asumir que contara, en efecto, con una buena información,
pero hasta bien entrada la Época Arcaica no tiene, que sepamos, una dimen-
sión panhelénica.
Laapoikíade la ÉpocaArcaica es claramente distinta de otro tipo de colo-
nia,laklerouchía. Esa creación ateniense del siglo lv a.C. es una forma de
asentar a una parte de los ciudadanos sin recursos en un lugar alejado, donde
obtienen un lote de tierra (kleros); sin embargo ,los klerouchoi seguían siendo
ciudadanos atenienses, porque el territorio donde se instalaban pertenecía a
Atenas. La cleruquía era en realidad un enclave de la polis ateniense en un
territorio confiscado a otra ciudad, o cedido voluntariamente por ella. Se tra-
taba de colonias militares, cuyo principal objetivo era garantizar a los ate-
nienses la lealtad del estado en el que las creaban o proteger a ese estado fren-
te a terceros. Y tampoco se llaman apoikiai las colonias militares de la época
helenística (tema 6), porque su finalidad no es segregar una parte de la pobla-
ción para acomodarla en otro sitio: se llaman katoikiai, porque de lo que se
trata es de salpicar de asentamientos griegos un territorio recién incorporado,
y potencialmente hostil, para controlarlo mejor. Mucho más parecido ala apoi-
kía es el emporion ("lugar de comercio"), que se funda con fines comerciales
en la época de la gran colonización. Tiene fundamentalmente un puerto, y un
área urbana con un mercado y con las instalaciones necesarias para realizar
las actividades previstas; el territorio rural no interesa, en principio, por lo que
puede ser inexistente o exiguo. Aunque el emporio cuenta con órganos admi-
nistrativos, no es unapolis propiamente dicha, porque no suele ser autónomo;
y puede, incluso, pefenecer a varias ciudades, como es el caso de Náucratis,
en la costa egipcia. Algunos emporios acabaron, sin embargo, por convertirse
en poleis, y algunas apoikiai adquirieron un carácter predominantemente
comercial; por ello esos nombres se utilizaban a veces de modo indistinto,
como si fueran sinónimos.

136 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


L0. Zonas de implantación de las colonias griegas

Las primeras colonias fueron fundadas por un número limitado de ciudades


griegas, entre las que destacan Corinto y Mégara de la Grecia central, y Calcis y
Eretria de la gran isla de Eubea. Las zonas elegidas tenían óptimas posibilidades
agrícolas: en la ruta occidental,la isla de Sicilia, que habría de ser el principal gra-
nero de Roma durante la época republicana, y el sur de Italia, en adelante deno-
minado Magna Grecia; en la oriental,la península llamada Calcídica por los colo-
nos eubeos. Durante esa primera fase de la colonización, se habían explorado
zonas de la Italia meridional, Sicilia y el norte del Egeo, que ofrecían grandes
posibilidades económicas. Desde algunos de los nuevos asentamientos se podía
controlar la ruta comercial que pasaba por el estrecho de Mesina hacia el Medi-
terráneo occidental; y las colonias de la Calcídica funcionaban como avanzadi-
llas de las rutas que conducían, a través de los Estrechos, hasta las feracísimas tie-
rras que bordeaban el Ponto Euxino (mar Negro). En la fase más avanzada, las
fundaciones se multiplican, y también aumenta el número de las metrópolis.
Por el occidente, Sicilia y la Magna Grecia conocen un espectacular desa-
rrollo de las primeras colonias griegas y el nacimiento de otras muchas; se fun-
dan, además, nuevas colonias en la costa del Adriático, que dan cobertura a las
rutas occidentales. Los griegos se atreven, incluso, por las costas del Medite-
rráneo occidental, que era el ámbito comercial de cartagineses y etruscos.
Hacia el 600 a.C. fundan la colonia Massalia (Marsella), lo que les permite
controlar la ruta comercial del Ródano y distribuir los productos griegos por
la Galia meridional; y, desde esa posición, siguen creando colonias y emporios
a lo largo de la costa Azul y de su continuidad en la costa oriental de la Penín-
sula Ibérica . Emporion (Ampurias) se funda poco después de Massalia, pn-
mero en un islote (Palaiópolis) y luego en una porción de tierra firme aneja a
la población indígena de Indike (Nedpolis).
La expansión por el este también fue muy importante. Las costas de la Pro-
póntide (mar de Mármara), el pequeño mar situado entre los estrechos del
Helesponto (Dardanelos) y el Bósforo, se colonizaron,presumiblemente, antes
que las costas del mar Negro, donde los asentamientos griegos arrancan en la
segunda mitad del siglo vrr a.C. La iniciativavenía de nuevo de Mégara, pero
también de Mileto. La rica tierra negra que bordea el Ponto Euxino era un
atractivo para los asentamientos,lo mismo que las posibilidades comerciales;
pero se trataba de una zona desconocida y seguramente hostil. Los milesios
tomaron la iniciativa hacia el 625 a.C.,llegando arealizar en esas costas más
de noventa asentamientos coloniales, lo que da idea de las dificultades que
encontraban para su consolidación. Les siguieron los megarenses.
Según indican los testimonios arqueológicos, tras los mercenarios jonios
que ayudaron al faraón Psamético t, a mediados del siglo vtt a.C., a liberar

TEMA4. LAFORMACIÓNDELAPO¿1J T37


Egipto de los asirios, llegaron los comerciantes, que fueron instalados en un
brazo del Nilo. solo un siglo más tarde, con Amasis rr, recibieron tierras, pero
ya con un estatuto ventajoso. que convertíaala colonia de Náucratis en el
único puerto de embarque y desembarque de todo el Delta. Aunque, según
Heródoto, fueron los milesios los primeros en establecerse, mercaderes grie-
gos de las más variadas procedencias pudieron compartir con ellos la colonia,
que gozaba de autonomía administrativa. De ese modo, el faraón excluía pos-
teriores asentamientos griegos en otras tierras de Egipto sin dejar por ello de
beneficiarse de un rico y variado comercio. La otra fundación africana de los
griegos fue Cirene, en la Libia oriental; porque más al oeste era territorio y
ámbito de expansión púnicos.

11. Causas y consecuencias de Ia colonización griega

Se encuentran en las fuentes literarias numerosas tradiciones relativas a la


fundación de apoikiai donde parece que la decisión se ha tomado por motivos
de política interna o externa. Es el caso de la única fundación colonial de
Esparla, Tarento (Magna Grecia), que se hizo, supuestamente, conlos parthe-
niai ("hijos de doncella", es decir, hijos de soltera), quienes, por no ser ciuda-
danos, no tenían derecho a su lote de tierra. Se trataba de sacarlos clel territo-
rio del estado, porque formaban un grupo fuerte con posibilidad de apoyar con
éxito a un tirano. Y es el caso, en el otro sentido, del movimiento colonizador
de Focea (Asia Menor), que sufría la amenaza de los persas sobre su territo-
rio, y temía por la supervivencia.
Los objetivos comerciales parecen haber motivado las iniciativas proce-
dentes de las ciudades euboicas, de las del Istmo (corinto y Mégaraj, y de
Mileto, en Asia Menor, porque esas metrópolis vivían ya antes del comercio
básicamente. Pero el grueso de la gente que se hacía a la mar en esas empre-
sas estaba destinado a instalarse en el territorio de la colonia con un lote de tie-
rra como medio de vida; porqlle, aunque nacieran en función de intereses
comerciales, las colonias griegas procuraban ser autosuficientes. Así que se
fundaban, a buen seguro, con campesinos que carecían de tierra en su comu-
nidad de origen. El crecimiento demográfico llevaba fácilmente a esa situa-
ción en Grecia, porque las posibilidades técnicas de incrementar la produc-
ción eran nulas. Cuando se le pedía más a la tiera, intensificando el iultivo.
los rendimientos se reducían, porque se empobrecía.La descendencia múlti-
ple solía llevar a dividir las haciendas hasta unos módulos insuficientes para
el mantenimiento de una familia de tres generaciones; por eso aboga el pbeta
Hesíodo por el hijo único, alegando que, de otro modo, ra riqueza no aumen-

138 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


ta sino que disminuye. La ruina de los campesinos acababa por dejar las peque-
ñas haciendas en manos de la aristocracia, con lo cual las generaciones siguien-
tes ya no podían heredadas. Todos esos factores combinados creaban una pre-
sión social, que seguramente no interesaba a los poderosos, por lo que pueden
haber favorecido, en muchos casos, como válvula de escape las iniciativas de
fundación de colonias.
Como quiera que la primera fase de la colonización griega resulta coinci-
dente con la fase de formación dela polis, cabe pensar que haya influido el pro-
ceso colonizador sobre el desarrollo de sus instituciones. De hecho, una tradi-
ción recogida en la Política deAristóteles recordabaaZaleuco y a Carondas
como legisladores de colonias de la Magna Grecia y Sicilia. En esas funda-
ciones de nueva planta había que integrar en un cuerpo de ciudadanos a per-
sonas de orígenes diversos, sin condicionamientos de una estructura social pre-
via; y había que constituir lotes equitativos y dar una forma catastral a todo el
territorio. Había que establecer un nuevo modelo político-social, buscando el
acuerdo e integrando experiencias de diversas procedencias, como. por ejem-
plo.la fenicia. La transformación de la sociedad gentilicia en una comunidad
tipo polis debe de haberse visto influida por esas experiencias.
En la fase ya más avanzada,la colonización permite trasplantar la cultura
helénica, bajo el modelo de la polis, a casi toda la costa mediterránea. Y, por
otro lado,la colonia recibe, necesariamente, influencias del medio indígena, de
donde tienen que tomar, en todo caso, a sus mujeres los primeros colonos-unos
doscientos varones, por término medio, según algunas apreciaciones.
Las actuaciones muchas veces coordinadas de las ciudades fundadoras, y la
necesidad de contar con apoyos en lugares tan alejados, fomentaron también el
sentimiento de los griegos de formar parte de una misma comunidad, porque,
en esas circunstancias, era mucho más lo que los unía que lo que los separaba.

12. Las tiranías de la Epoca Arcaica

Desde mediados del siglo vu a.C. y durante un siglo, se produce en varias


poleis de Asia Menor y Grecia continental un desarrollo político que no tiene
continuidad y a veces es particularmente efímero. Se trata de un poder perso-
nal que gobierna de forma autocrática, dejando en suspenso las instituciones
de la polis en la medida en que le pueden servir de obstáculo, o controlándo-
las a través de sus partidarios. Se le aplica un término nuevo -fjrannos- impor-
tado de Asia Menor, porque no se le puede llamar basiléus, que, como se ha
dicho más arriba, designa en esa época a las cabezas de las familias aristocrá-

TEMA4. LAFORMACIÓNDELAPO¿1S 139


ticas integradas en una polis o a los reyes de las comunidades que no han lle-
gado al alcanzar esa forma política. Tampoco es el wánax de los reinos micé-
nicos. De hecho, latiranía no es un modelo político ni una fase en el desarro-
llo de las instituciones de la polis: es un resultado provisional de las fuertes
tensiones que produce el paso de la sociedad gentilicia alaorganización de la
polis; y de la debilidad que experimenta el control político cuando hay un régi-
men que ha perdido su forma y su fuerza sin que otro las haya alcanzado toda-
vía. En esa coyuntura, los miembros de la aristocracia rivalizan y compiten
por un protagonismo, que unas veces asume los límites institucionales y otras
desemboca en la tiranía. Si consiguen acceder a las pocas magistraturas impor-
tantes, pueden disfrutar, todavía por entonces, de un poder y una capacidad de
maniobra que les permite intentar una prolongación indefinida de su mandato
con atribuciones plenas. Por eso en algunas ciudades se toman acuerdos espe-
ciales para prevenir que ocurra algo así; y, en general. los límites cadavez más
estrictos que van alcanzando las magistraturas en las poleis, durante la fase de
desarrollo del modelo, se deben en gran medida a la necesidad de acabar con
el fantasma de la tiranía. Interesados en ello estaban quienes resultaban mar-
ginados del poder, no el demos; porque, si 1o que dicen las fuentes sobre Pisís-
trato de Atenas es correcto (tema 5), habrían llevado a cabo los tiranos una
cierta política populista.
lmportante es, para el éxito del intento, que la ciudad tenga una vertiente
económica distinta de la riqueza fundiaria; es decir, que pueda desarrollar el
enriquecimiento de un sector ajeno a la aristocracia con el beneplácito y el
apoyo del poder político. Los tiranos necesitan muchos recursos económicos
para conservar el poder, y, en general, hacen ostentación de su riqueza. Tucídi-
des afirma, en efecto, que el desarrollo de una iqueza en forma de metal o
moneda, que se transmite fácilmente de una mano a otra y que puede crecer de
modo ilimitado -lo que no ocure con la tierra y sus beneficios- es un fenóme-
no asociado a la tiranía, que la hace deseable no solo para quienes pueden alcan-
zarla sino para todos los que esperan enriquecerse colaborando con ella. El
fenómeno se relaciona en especial con los tiranos orientales, a los que imitarí-
an los demás,lo que explicaría la utilización de ese vocablo para designarlo.
En la polis de Corinto, la alianza de unas doscientas familias nobles -los
llamados Baquíadas- había eliminado la monarquía hacia mediados del siglo
vru a.C. y establecido unas magistraturas anuales, que desempeñaban en exclu-
sividad. Desde esa posición y aprovechando la excelente ubicación geográfi-
ca de Corinto, habían logrado que su cerámica, y otros productos de lujo, se
distribuyera por todo el Mediterráneo, convirtiendo a su ciudad enlapolis más
rica de la época. Su colonia de Siracusa, fundada en eL733 a.C. en la isla de
Sicilia, acabó por tener también un desarrollo espectacular, especialmente en
el s. v a.C., bajo una.forma de tiranía apoyada por los pemas que ya no tiene
que ver con la de la Epoca Arcaica.

I4O BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


Hacia el 660 a.C. Cípselo desbanca a los Baquíadas y se convierte en tira-
no. Según la tradición, había podido conseguir la magistratura de polémar-
chos,es decir, el comando de las tropas, porque su madre era una Baquíada;
pero no estaba bien visto por la nobleza corintia al no serlo el padre. Le habrían
estado vedadas, por tanto, las magistraturas desde las que se ejercía el poder
de verdad. La imagen de Cípselo como el tirano que apoya la reivindicación
de los hoplitas de participar en el gobierno dela polis no es verosímil, porque
en esa época no se había convertido todavía la falange hoplita en un instru-
mento militar ef\caz. Resulta más probable que se haya apoyado en su familia
paterna, el clan de los Labíadas, posiblemente enriquecida con el comercio y
propietaria de tierra, pero excluida del club de monopolio del poder. A Cípse-
lo lo presenta la tradición con tintes favorables; y también a su hijo Periandro,
gran aficionado a las artes y considerado como uno de los Siete Sabios de Gre-
cia. Los dos llevaron a Corinto por un camino de prosperidad que no volvería
a conocer; pero Periandro tuvo que recurrir a la represión y fue asesinado.
Heródoto refiere la anécdota del joven tirano preguntando al también tirano
Trasibulo de Mileto qué tendría que hacer para mantenerse en el poder; y de
cómo éste le mostró un campo de trigo, indicándole que debía cortar las espi-
gas que sobresalieran de las demás.
Por los mismos años que lo hiciera Cípselo en Corinto, asumió la tiranía
Ortágoras enla polis de Sición, situada en el nordeste del Peloponeso. También
habría partido de ia magistratura de polemarco, lo que sugiere que por esa
época no tenían aún las magistraturas unos límites de tiempo y de funciones
ni bien definidos ni tan cortos y tan estrictos como más adelante. En tal caso,
el desempeño de una magistratura podía aproximarse sutilmente a la tiranía si
contaba con el respaldo necesario; ni siquiera el hecho de que el continuador
fuera un hijo tendría por qué resultar tan irregular. Lo que verdaderamente
puede haber descalificado a los ti¡anos arcaicos ante la masa es el recurso a la
represión sangrienta de los oponentes, porque los delitos de sangre tenían una
consideración muy negativa, también desde un punto de vista religioso. Pero
esa represión, que legitimaba luego el asesinato del tirano --como muestran los
honores acordados en Atenas a los llamados Tiranicidas, que habían dado
muerte al hijo y sucesor de Pisístratcr se hacía ineludible, puesto que lo que
no estaban dispuestos a admitir los miembros de la aristocracia era el mono-
polio familiar. Parece que el proceso de consolidación de la polis como un
colectivo autónomo y soberano había avanzado tanto que cualquier intento de
institucionalizn un poder monárquico haciéndolo hereditario no podía resul-
tar duradero.
Una canción ateniense de bebedores, de finales del siglo vI a.C., celebra
a Harmodio y a Aristogitón, los Tiranicidas, diciendo que, al matar al tirano,
han hecho a Atenas "isónoma", es decir, con las mismas leyes para todos.
Ahora bien: en ese momento, que es previo a las actuaciones de Clístenes

TEMA4. lapoRruecróNDELApo¿rs l4l


(tema 5), estaban muy lejos los atenienses de tener todos ellos los mismos
derechos políticos. La única isonomía a la que se puede referir la copla era la
que se daba, conforme a la constitución de Solón, dentro del colectivo de las
rentas más altas; así que el monopolio del poder por parte de Pisístrato signi-
ficaba un privilegio frente a ese colectivo, el único desde el que se podía acce-
der a la magistratura más importante, que era el arcontado. Los Tiranicidas
fueron honrados, en el ágora, con una estatua de bronce, que se llevaron los
persas en el 480 a.C. como botín. Después de la victoria de Salamina se colo-
có el famoso grupo escultórico que conocemos en copia romana; por enton-
ces se consideraba ya ala tiranía como el enemigo de la democracia, y por eso
consiguieron los descendientes de los Tiranicidas mantener sus honores- aun-
que Tucídides afirma que habían actuado por motivos personales.

13. La polis espartana

La singularidad de Esparta, y toda su trayectoria histórica, viene marcada


por el hecho de haber conquistado un enoÍne territorio partiendo de un peque-
ño cuerpo de ciudadanos, que, en adelante se ven obligados a utilizar todas
sus energías en defenderlo. A comienzos del siglo vut a.C. los espartanos incor-
poran al territorio de su polis el sur de Laconia, sometiendo a los campesinos
que la ocupaban a la condición de heilotes, es decir, "capturados". Con sus tie-
rras constituyen lotes (klaroi), que se adjudican a los ciudadanos, obligando a
los ilotas a cultivarlos y a entregar una parte sustancial del producto a los nue-
vos dueños. De esta forma la polis espartana se convierte en un colectivo de
propietarios de tierra muy homogéneo -de ahí la denominación de homoioi
("iguales"), que se aplican a sí mismos- y muy peculiar. Parece que esos lotes
no se podían vender, porque debían constituir siempre la cuota de manteni-
miento de un espartano y de su familia, permitiendo de ese modo que se dedi-
cara por entero a la defensa y demás obligaciones públicas. Las esposas de los
espartanos eran quienes controlaban el rendimiento del klaros, que no solo
garantizaba la supervivencia de la familia, sino que permitía entregar la parte
de contribución exigida por el estado al ciudadano para las mesas comunes
(syssitia). El incumplimiento de esa obligación llevaba consigo la pérdida de
los derechos políticos y del propio klaros, por lo que esa función de las muje-
res resultaba de vital importancia.
Un siglo más tarde se produce la conquista de Mesenia, cuyos habitantes
no se convierten en ilotas sino que pagan tributo. Se sublevan y, tras una larga
gueffa, son sometidos definitivamente; esta vez, una parte importante de Mese-
nia queda en las mismas condiciones que Laconia. Se constituyen nuevos

142 BREVE HrsroRIA DEL MUNDo ANTrcuo


klaroi, aunque la situación de esos ilotas parece menos dura porque están más
lejos, y los separa de los espartanos el monte Taigeto. Aunque siguen siendo
quienes trabajan las tierras, no están tan a merced de sus dueños como los
otros. El estatus de los ilotas acaba por regularse, de todos modos, en un sen-
tido favorable: un léxico antiguo les atribuye una condición intermedia entre
el esclavo y el libre, lo que debe de significar que están obligados a trabajar una
determinada tien'a, pero no pueden ser vendidos ni utilizados como esclavos:
viven, seguramente, en sus casas con sus familias. También se parecen a los
esclavos públicos, en la medida en que solo el estado puede librarlos de su
condición servil,lo que en efecto hace como recompensa por los servicios
prestados en la guena.

Tras la incorporación de Mesenia, y las nuevas regulaciones que afectan a


los sometidos y a los propios espartanos, se crean los éforos, un cuerpo de
cinco magistrados elegidos por la asamblea, que en el siglo v a.C. ya habían
llegado a asumir una serie de funciones muy importantes, como la de convo-
car la asamblea o la de tratar con los embajadores extranjeros. Su nombre indi-
ca que nacieron como "inspectores", por lo que deben de haber gozado de una
gran autoridad desde el principio. La existencia de los éfbros obligó a delimi-
tar los poderes de los reyes, aunque no por ello se conviertieron en magistra-
dos. El monopolio de las dos familias, los Agíadas y los Euripóntidas, en el
desempeño delarealeza, que se basaba en su pretensión de descender del héroe
Heracles, colocaba a los correyes en una posición n-rarginal a las instituciones
dela polis. Los incardinaba en la tradición, los magnificaba y los separaba del
resto de los ciudadanos; eran los jefes del ejército, supuestamente capaces de
conseguir la victoria por su ascendencia heroica. Un rey victorioso tenía en
Esparta un enorme carisma y mucha fuerza; de hecho. algunos de ellos lleva-
ron a cabo iniciativas políticas muy arriesgadas, que costaron caras a Esparta,
aunque ellos mismos también sufrieran las consecuencias.
Pero el excesivo poder de los reyes no era el único factor que desequili-
braba al estado espartano. Con el paso del tiempo y la posibilidad de vender
la tierra, la de Mesenia al menos, fue creciendo el número de los espafianos
que, por no poder pagar la contribución, pasaban a la condición de hypoméio-
nes ("inferiores"): a finales del siglo v a.C. eso se había convertido ya en un
problema, porque disminuía peligrosamente el número de los hoplitas y de
quienes debían asumir las obligaciones de los ciudadanos, mientras existía un
colectivo de marginados en una situación de indigencia. Al mismo tiempo,
había muchas mujeres ricas, que administraban varios klaroi sin obligaciones
de cara al estado.
Y también estaban los periecos. Se trataba de los numerosísimos habitan-
tes de las poleis sometidas por Esparta, sobre todo en Laconia, pero también
en Mesenia, que no habían sido reducidos a la condición de ilotas. Formaban

TEMA 4. LA FoRMACTóN DE LA po¿1s L43


parte del estado junto con los Spartiatai,en su denominación oficial "Los
Lacedemonios", porque servían en el ejército, incluso como hoplitas, si se
podían costear el correspondiente armamento; pero no tenían derechos políti-
cos. Sin embargo, como sus comunidades se autoadministraban conforme a
sus propias norrnas internas, algunos eran ricos e influyentes dentro de ellas y,
en cierto modo también, en el conjunto del estado. Es que, como los ciudada-
nos de Esparta no podían dedicarse a actividades lucrativas, fueron los perie-
cos, al igual que las mujeres espartanas, quienes tuvieron la posibilidad de
enriquecerse con la industria y el comercio. En definitiva, los ciudadanos
espartanos estaban atrapados en un modelo político cadavez más distorsiona-
do, que ya para los Antiguos resultaba aberrante: Esparta era al mismo tiem-
po aristocracia, por la naturaleza de los reyes; oligarquía, porque solo unos
pocos tenían derechos políticos; y democracia, porque todos los ciudadanos
tenían los mismos derechos. En realidad, no era ninguna de las tres cosas, por-
que se parecía muy poco alas poleis correspondientes a esos modelos.

I44 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


Tema 5
LA DEMOCRACIA ATENI ENSE

1. Introducción
2. Rasgos distintivos de las democracias antiguas
3. La cuestión de la igualdad entre los ciudadanos
4. Solón y la democracia ateniense
5. El nuevo cuerpo de ciudadanos
6. El papel de la tiranía de Pisístrato
7 . Las nuevas tribus y el nuevo consejo de Clístenes

8. Del demo rural al demo administrativo


9. El fin del poder del Areópago
10. El imperialismo ateniense
11. La política de los demagogos
12. El recurso a la utopía

1. Introducción

La democracia gnega, bajo su forma más desarrollada y mejor conocida,


que es la democracia ateniense, ha fascinado a los historiadores modernos y a
los teorizantes políticos de la Época contemporánea. se ha visto como un pre-
cedente de nuestros estados parlamentarios, que no logró sobrevivir al mode-
lo delapolis y se extinguió definitivamente con é1. En las últimas décadas del
siglo xx, caracterizadas por un creciente desinterés hacia el Mundo Clásico, se
ha intentado minimizar esa experiencia, asimilándola a otras formas primiti-
vas de organización política y negándole carácter de legado histórico en rela-
ción con las modernas experiencias democráticas.
Sin embargo, la creciente tendencia de nuestras democracias a limitar la
legitimidad de las actuaciones de los gobernantes a su conquista del poder a tra-

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSB I45


vés de las urnas, y la creciente insatisfacción cívica que vienen produciendo
esas actuaciones, está llevando a plantear el problema de la nula influencia
-ya no participación- de los ciudadanos en la gestión de los intereses comu-
nes; y a preguntarse si las posibilidades tecnológicas de los medios de comu-
nicación de masas no podrían, en un futuro cercano, hacer viable una comu-
nidad política donde lavoz y la decisión de los ciudadanos tuvieran de verdad
cabida. En este escenario, con los nuevos retos y los variados obstáculos que
presenta, cobran un interés renovado los experimentos democráticos de los
antiguos griegos.
La democracia ateniense es el resultado de un proceso, relativamente bien
documentado, que se produce durante los siglos vI-N a.C., y que combina la
presión ejercida por la masa de los ciudadanos con el liderazgo de una serie de
figuras de extracción aristocrática. Se trata, básicamente, de configurar un
poder político distinto del poder social; de que la polis, como conjunto de ciu-
dadanos, vaya asumiendo las competencias de los grupos familiares; y de que
la integración del ciudadano en la gestión de la comunidad sea cadavez menos
dependiente de su vinculación a esos grupos sociales tradicionales.
En una primera etapa, Solón, un ciudadano elegido como árbitro y legis-
lador por su reconocido prestigio, lleva a cabo tres tareas fundamentales: la
primera es la fijación por escrito y la pública exposición de las leyes, que limi-
ta el poder de los jueces sobre unos ciudadanos socialmente dependientes; la
segunda es la creación del campesinado libre jurídica y económicamente; y la
tercera, más larga y laboriosa por más inconcreta y conflictiva, es la incorpo-
ración de la comunidad de ciudadanos al poder político, que se va completan-
do de modo gradual a lo largo de todo el siglo vt a.C. y conlleva una serie de
innovaciones en el conjunto de las leyes. Lo que consigue Solón es extender
los privilegios de la nobleza, con respecto al desempeño de las magistraturas,
a un mayor número de ciudadanos: y lo hace sustituyendo el criterio del lina-
je por el de la riqteza en la titularidad de los derechos políticos.
Luego, con la tiranía de Pisístrato. que mantiene esas reformas. la masa
adquiere protagonismo y conciencia de poder, en consonancia con la poster-
gación de la aristocracia. Más tarde Clístenes debilita, con su reforma de las
tribus y la potenciación de las comunidades locales, los vínculos de depen-
dencia social en el ejercicio del poder político; y crea un nuevo Consejo, abier-
to a todos los ciudadanos. que eclipsa al Areópago,lapieza, clave del estado
aristocrático. Con las reformas de Clístenes, el demos queda definitivamente
incorporado al poder político, y en la etapa final, donde se producen las refor-
mas de Efialtes,logra el monopolio de ese poder.
La democracia radical conlleva una negación del protagonismo de los líde-
res por su capacidad de introducir cambios. Y es que el nuevo sistema se con-
sidera como una meta final; y ni siquiera como una innovación, sitro como la

146 BREVEHTsToRTADELMUNDoANTTcuo
adecuación de la gestión política al orden natural de las cosas, porque lapolis
es la forma natural de las comunidades humanas. La iniciativa individual aten-
ta contra el mantenimiento de ese orden; así que no debe gobernar el hombre
sino la ley, que es la expresión del poder de la comunidad. El rol político con-
siste en encarnar la ley, en la parcela que a cada cual sea asignada en cada
momento. Laatomización y la rotación del poder son una garantíacontra la ini-
ciativa individual, y cualquier ciudadano puede participar en la gestión públi-
ca, porque lo mejor que se espera de él es que aplique la ley.
Esa forma de legitimación del poder de la masa, que excluía, por principio,
el poder del gobernante, permitió a los ciudadanos atenienses acceder a unas
cotas de libertad pública y de participación política, con lavozy con el voto, ver-
daderamente excepcionales. Pero ya en el siglo v, y sobre todo en el lv, se mani-
fiestan los aspectos negativos del monopolio del poder político por la asamblea
de los ciudadanos. También es ésa una experiencia del pasado que puede con-
tribuir a iluminar las prospecciones de futuro de nuestras democracias.

2. Rasgos distintivos de las democracias antiguas

No es fácil plasmar las diferencias entre la democracia griega y las demo-


cracias modernas en pocas palabras. Habría que comparar contextos socioló-
gicos muy diversos y comparar también los respectivos desarrollos. Pero se pue-
den apuntar algunos rasgos distintivos, que, en gran medida sirven para
contrastar el modelo de estado constitucional modemo con el modelo delapolis.
El primero, y principal, que la democracia griega es bastante más que una
forma constitucional o un sistema político: es, sobre todo, un fenómeno social
y cultural, porque en la antigua Grecia no existía una diferencia propiamente
dicha entre el estado y la sociedad. Tan es así que la denominación oficial de
las poleis no era, como suele ocurrir en los estados modernos, el topónimo
correspondiente a su territorio sino el (falso) etnónimo que identificaba a sus
ciudadanos. Atenas, Esparta o Corinto funcionaban solamente como nombres
geográficos: la identificación política era Los Atenienses, Los Lacedemonios
o Los Corintios.
En ese sentido,la diferencia más evidente es la oposición entre democra-
cia directa y democracia representativa. En nuestros parlamentos los ciudada-
nos ejercen su soberanía a través de unos representantes que ni siquiera están
a sus órdenes. El ejercicio de la soberanía por parte de los ciudadanos moder-
nos se limita, en realidad, a la emisión de un voto de tarde en tarde en los tér-
minos en los que se les plantea la votación. Y cada vez es mayor el abismo
que separa a los ciudadanos de los partidos, que son los que monopolizan la

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSB I47


política, y de los parlamentarios, que son los únicos soberanos. En las demo-
cracias antiguas, por el confario, la asamblea está abierta a todos los ciuda-
danos , con igualdad de voz y de voto; y, en las poleis en general, la condición
de ciudadano implica una cuota de participación en el gobierno de la comuni-
dad -considerando, sobre todo, lo reducido de su tamaño. Naturalmente había
algunos ciudadanos mucho más implicados que los demás en el juego políti-
co, tanto el limpio como el sucio. Se puede decir, por tanto, que había políti-
cos: pero, a la hora de ejercer la soberanía, su voto valía lo mismo que el de
cualquier ciudadano. Y cualquier ciudadano podía presentar propuestas para
que fueran votadas en la asamblea.
No está clara la manera como un ciudadano dela polis clásica percibía dife-
rencias entre el ámbito público y el privado, pero no se distinguía, desde luego,
entre el ciudadano y el individuo. La ciudadanía era de suyo un estatus privile-
giado, y ese estatus determinaba todos los derechos y todos los deberes, todas
las capacidades y todas las limitaciones. Y, en la medida en que el ciudadano
solo era una pieza de un colectivo al que se debía en cuerpo y alma, no había
espacio ideológico, en la democracia antigua,para el reconocimiento de dere-
chos políticos de las minorías o de los individuos como tales. Asimismo ocu-
ffe que las leyes que, desde nuestro punto de vista, protegen los derechos indi-
viduales, se veían realmente como leyes protectoras del orden social, es decir,
de la comunidad. Desde ese punto de vista, se puede entender mejor, por ejem-
plo, la actitud del pensamiento político griego ante el fenómeno de la esclavi-
tud, a pesar de que muchos ciudadanos caían en ella por causas diversas.
En las democracias antiguas no existe esa separación de poderes que carac-
fenza al moderno estado constitucional. En general, la polis no distingue entre
administración y política. Son comunidades que se autoadministran por medio
de órganos de gobierno, colectivos o individuales, con atribuciones muy diver-
sas. La distribución, entre esos órganos, de lo que hoy llamamos funciones legis-
lativas, judiciales, administrativas o de gobierno es bastante caótica, con una
tendencia general, a no distinguir entre esos poderes y a acumularlos por razo-
nes generalmente históricas. Por eso resulta muy difícil establecer equivalencias
entre los órganos políticos de las democracias antiguas y los de las modernas.
La polis democrática, como la polis en general, no llega a desarrollar el
concepto de derogación de las leyes, y tampoco tiene un procedimiento claro
para la transformación o sustitución de las instituciones. Prevalece la idea de
que la legitimidad política se encuentra en un modelo primigenio y sacrosan-
to, de suerte que las innovaciones se intentan presentar como un regreso a ese
modelo supuestamente pervertido en la príctica. Esto lleva a una legislación
acumulativa, donde se mezclan leyes obsoletas con las que normalmente se
aplican, dejando en la ambigüedad la posibilidad de defender la aplicación de
cualquiera de esas leyes sin contravenir ninguna de las otras. Y algo similar

148 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


ocuffe cuando se trata de adaptar un órgano político a unas circunstancias nue-
vas. Lo que se hace a veces es crear uno nuevo y transferirle competencias del
antiguo, que se mantiene, sin embargo, conservando una parte de ias que tenía.
Es el caso de las reformas que el ateniense Clístenes lleva a cabo en ál cons"-
jo y las tribus (ver más adelante).
cabe destacar, en fin,la interacción que manifiestalapolis entre los aspec-
tos religiosos y los civiles. Es verdad que los órganos políticos tienen un .atá.-
ter laico, y que los magistrados se distinguen de los sacerdotes; y es verdad que
el término que designa a la ley en la época de la democ racia griega, nomos,-no
tiene el carácter sacral del viejo término thesmós. Pero la Atenas de Pericles
sigue siendo la ciudad de Atenea, y las magníficas construcciones que se levan-
tan entonces en la Acrópolis ateniense reflejan de un modo inequívoco hasta
qué punto estaba imbricado el espíritu cívico con las manifestaciones públicas
de religiosidad, claramente diferenciadas de los actos de piedad individual. La
idea de quelapolis, como territorio y como comunidad humana, depende, para
su supervivencia, de los dioses y de su divinidad tutelar en especial --en el caso
de Atenas, de esa enorme Atenea armada como un hoplita, que se mostraba
amenazante a quien franqueaba las puertas de la Acrópolis- estuvo siempre
presente.
Es por una acusación de impiedad, de irreverencia ante los dioses, por lo
que consiguen sus enemigos políticos condenar a Sócrates a beber la cicuta en
e|399 a.c. Y un episodio tan laico como la conclusión de la larga Guerra del
Peloponeso entre Atenas y Esparla, se plasma en un grupo escultórico erigido
en el ágora de Atenas en el 370 a.C. por Cefisódoto, que es una alegoría reli-
giosa de los efectos delapaz. Eirene ("Paz"),a quien laTeogonía de Hesíodo
presentaba ya en el s. vrr a.c. como hija de zeus y de Themis ("Derecho"), y
como herrnana de Dike ("Justicia") y de Eunomía ("Buen Gobierno"), sostie-
ne en sus brazos maternales al pequeño Ploutos,personificación de la rique-
za.En ese conjunto, solamente zeus es una divinidad propiamente dicha: las
demás son personificaciones divinas de conceptos fundamentales de la polis.
Su sacralización bajo la forma de emparentamiento con el padre de los dioses
es una buena muestra de esa implicación religiosa del sentimiento político que
caracteriza a la polis en todas sus forntas constitucionales.

3. La cuestión de la igualdad entre los ciudadanos

La idea de igualdad es inherente al concepto de la poris como una comu-


nidad de ciudadanos. Y lo es en la medida en que la polis funciona virtual-
mente como una colectividad pública cuyos miembros comparten el territorio

TEMA 5. LA DEMocRACtA ATENTENS r. 149


que ocupa y asumen equitativamente la obligación de defenderlo. El modelo
ideal, que es el que se aplica, en principio, a las fundaciones de colonias, impli-
ca una distribución igualitaria de la tierra y los recursos. En ese modelo, la
administración de la comunidad, es decir,las tareas políticas, se entienden más
como deberes que como derechos, y se entienden en términos equitativos.
Pero, incluso en la feoría, se trata de una igualdad restringida a un deter-
minado colectivo de los habitantes de la polis. A los efectos de su incorpora-
ción a las tareas de gobierno,lo mismo que a la prestación militar,los ciuda-
danos son únicamente varones. Y en el territorio de esas comunidades políticas
vive siempre un número, a veces muy grande, de personas de ambos sexos,
que, o bien por ser esclavos -o vivir en situaciones afines a la esclavitud- o
bien por ser extranjeros o descendientes de extranjeros, quedan fuera del colec-
tivo de los ciudadanos. Esas diferencias de estatus se consideran conformes al
modelo de la polis y, por lo tanto, no se cuestionan. De hecho, se perpetúan a
lo largo del período en el que se desarrolla la democracia.
Otra cosa es la igualdad en términos de praxis política. Administrar la
comunidad significa ejercer un poder sobre los demás, lo que convierte esa
tarea en algo deseable; solo si existe una igualdad de oportunidades para acce-
der a las distintas formas de ejercer el poder, existirá igualdad entre los ciuda-
danos. Esa es la meta que pretende alcanzar la democracia griega. Porque en
todas las comunidades existen diferencias de linaje y de riqueza entre los ciu-
dadanos, que diversifican las condiciones de ejercicio del poder. Incluso las
nuevas fundaciones, que affancan con el patrón igualitario, se van adulteran-
do con el paso del tiempo. Lo normal es que el colectivo de los ciudadanos esté
polarizado en dos grupos de muy distinto tamaño: el de los nobles y/o ricos,
que son los pocos, y el que forman los demás.
Eso va generando una tensión social, que en ocasiones alcanzapuntos crí-
ticos: la llamada stasis,con la que se puede llegar a colapsar el funcionamiento
delapolis. Empieza a ocurrir en el tránsito del siglo vrr al vr a.C., cuando "los
pocos" se encuentran divididos, en la medida en que lanqleza ya no coinci-
de exactamente, como antes, con la excelencia de linaje. La aristocracia man-
tiene, en general, una actitud conservadora, pero precisamente de sus filas salen
individuos dispuestos a encabezar iniciativas de cambio; se proyectan, de un
modo u otro, sobre una masa heterogénea, compuesta por ciudadanos de muy
distinta capacidad económica, que demanda, potencialmente, una aproxima-
ción al modelo igualitario, en lo económico y en lo político. En algunas poleis
se alcanza la estabilidad reduciendo la diferencia numérica enúe los dos gru-
pos; es decir, incorporando a más ciudadanos al estrato privilegiado, con una
tendencia a borrar las diferencias entre el linaje y lariqueza como criterio de
excelencia social. En otras, como es el caso de Atenas, se van sucediendo fases
de desarrollo constitucional, hasta llegar a un modelo con una asamblea y un

150 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


tribunal de justicia accesibles a la totalidad de los ciudadanos, que son los órga-
nos políticos dotados de los poderes supremos.
Esa forma política es la democracia, el "gobierno del demos" --es decir, el
gobierno de todos. Y la democracia consagra en Grecia un modelo de igualdad
limitado al ejercicio del poder, que ni consigue ni puede pretender la igualdad
económica. Porque la verdadera soberanía de la democracia griega coffespon-
de a la ley (nomos), y la ley garantiza la estabilidad de las relaciones económi-
cas básicas. Cicerón llegó a escribir, en una Roma convulsionada por la lucha
política, que la razón del origen de los estados -en el sentido de comunidades
reguladas por leyes- es proteger la propiedad privada. Y la Historia le ha ido
dando larazón: la igualdad económica, que se ha revelado incompatible con la
propiedad privada, no ha conseguido rebasar los límites de la utopía.
En la etapa más lograda de la democracia ateniense, desde el punto de vista
de la teoría política, se llega a producir, por razones coyunturales -la pérdida
del imperio y la guerra, básicamente-, la mayor desigualdad económica entre
los ciudadanos, un buen número de los cuales carece por completo de medios
de vida. Subsisten gracias al salario que obtienen por participar en la asamblea
y en los tribunales; y, al estar desocupados, son quienes votan regularmente.
Pero ese voto no determina la vida económica de la polis ateniense. Los ciu-
dadanos ricos, y hasta los menos ricos, resultan, en mayor o menor medida,
marginados de la vida política y actúan a la defensiva.La disociación entre
los derechos/deberes políticos y la integración económica de los ciudadanos en
la comunidad -es decir,la asimetría de la igualdad- es una causa manifiesta
del fracaso de la democracia ateniense.

4. Solón y la democracia ateniense

Para los antiguos griegos estaba claro que la democracia había nacido en
Atenas. Pero, mientras el historiador Heródoto nos transmite, en el siglo v a.C.,
la idea de que había sido Clístenes quien la había creado unas décadas antes,
nos encontramos con que en el siglo rv a.C.7a Athenaion politeia la atribuye
a Solón. Pero ese tratado sobre la constitución de Atenas -o 1o que más bien
parece un bonador del mismo, redactado por algún miembro de la escuela de
Aristóteles- se escribe ya en un momento en que la demccracia radical estaba
sufriendo las críticas del pensamiento político. Tal vez no fuera conforme a la
naturaleza que todos los ciudadanos tuvieran la misma cuota de participación
en el gobierno de la comunidad, considerando las grandes diferencias que exis-
tían entre unos y otros, por capacidades naturales, por educación y, sobre todo,
por recursos económicos.

TEMA5. LADEMoCRACIAATENIENS¡ 151


Desde ese punto de vista,la obra de Solón, que se desarrolla entre los años
580-570 a.C., se podía considerar como la auténtica configuración de la demo-
cracia; es decir, de la forma natural de ejercicio del poder por parte de los ciu-
dadanos. La democracia radical implicaba de facto una disociación entre la
forma política y la realidad socioeconómica,lo que podía resultar rechazable
desde un planteamiento democrático filosófico. Da la impresión de que a
mediados del siglo rv la figura política de Solón se magnifica y da un nuevo
juego en la confrontación ideológica del momento, es decir, en el debate sobre
la democracia. Si se trataba de legitimar el regreso a una democracia rnodera-
da, estableciendo un tipo de constitución mixta (ver más adelante) -una espe-
cie de "democracia oligárquica"- eI mejor referente del pasado sería Solón,la
figura política más prestigiosa de la historia de los atenienses.
Los dos siglos largos que separaban a Solón de esa época permitían intro-
ducir algún que otro anacronismo en su obra- quizáel contar entre sus refor-
mas la posibilidad de que cualquier ciudadano pudiera iniciar un proceso públi-
co a favor de cualquier perjudicado, o el derecho de apelación ante un tribunal
popular, que le atribuye la Athenaion politeia y que podrían ser posteriores. Y
difícilmente se remontarían a Solón todas esas leyes que se identifican como
suyas en los discursos forenses del siglo ry a.C.
Heródoto 1o presenta como sabio,legislador y poeta. Conocemos, en efec-
to, buena parte de sus elegías, que tienen un importante contenido político y
en las que se lamenta de haber intentado lograr un compromiso entre las par-
tes enfrentadas sin conseguir satisfacer a ninguna de ellas. Tampoco quiso con-
vertirse en tirano, es decir, asumir un poder personal que le permitiera gober-
nar por lafuerza, y prefirió exiliarse y viajar por el mundo. Sus reformas no
fueron, sin embargo, revocadas.
No hay duda de que la actuación de Solón en Atenas fue motivada por un
intenso clima de stasis, de enfrentamiento interno. Pero nada invita a pensar
que se tfatata de una movilización de los pobres en contra de los ricos. De
hecho, las menciones del demos,la masa de los ciudadanos, en los poemas de
solón, que constituyen la única fuente de información contemporánea y fide-
digna, resultan ambiguas: permiten intuir que tuvo un papel en él pro"eso, p"ro
no revelan la forma de su participación en el mismo, y, especialmente, en la
sanción de legitimidad que lograron las leyes y disposiciones de Solón.
El carácter de comunidad política que tiene el demos ateniense en la Época
clásica parece el resultado de un largo proceso que a comienzos del siglo vr
solo puede haber sido incipiente. El motor de la stasis debe de haber sido en
ese momento la propia elite política, de cuya rivalidad y disensión tenemos
constancia cierta y que podía determinar el movimiento de los bloques socia-
les dependientes. Está claro que por entonces había un número considerable de
agricultores inmersos en una situación muy opresiva; y que se podían adoptar

I52 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


medidas para aliviarlos que no constituyeran cambios drásticos -como lo
habría sido un nuevo reparto de la tierra- aunque perjudicaran a los terrate-
nientes. Era una causa de la que se podía erigir en paladín cualquier elemento
influyente de la sociedad.
Parece que la stasis de la época de Solón coincide con un momento boyan-
te y todavía de crecimiento de la producción artesanal básica de Atenas, que
era por entonces la cerámica de Figuras Negras, distribuida por todo el Medi-
terráneo y el Mar Negro a lo largo del siglo vr a.C. Y se había producido un
incremento del comercio en general. Hay razones para sospechar que el sec-
tor artesano-comercial, todavía muy minoritario respecto del agrícola, estaba
promovido y controlado por algunos miembros de la aristocracia cuyos inte-
reses no eran coincidentes con los del conjunto de la misma. A su vez, tales
actividades debían de implicar a un colectivo de elementos sociales varios,
distintos de los agrícolas, que sin duda presionaban sobre el sistema, apadri-
nados por algunos aristócratas.

5. El nuevo cuerpo de ciudadanos

Solón libera alos hektémoroi, campesinos obligados a pagar una sexta


parte de la cosecha que obtenían, arrancando los mojones que marcaban la ser-
vidumbre de esas tierras. En adelante serían propiedad de quienes las cultiva-
ban, que presumiblemente habían incurrido en esa situación al tener que pedir
prestado el grano necesario para aguantar hasta la siguiente cosecha. Aunque
la Athenaion politeia menciona aparte una seisachtheia -cancelación de deu-
das- es probable que se refiera a la misma medida; entre otras cosas, porque
no parece que haya podido existir en esa época un colectivo distinto del de los
campesinos que pudiera estar tan significativamente endeudado. Algunos de
esos ciudadanos se habían convertido en esclavos a consecuencia de las deu-
das. Solón les devuelve la libertad y establece la prohibición de tomar a la per-
sona del prestatario como garantía de los préstamos.
Por consiguiente, no solo se trata de aliviar la situación económica de un
sector de la población, sino de garantizar el mantenimiento del cuerpo de ciu-
dadanos con la existencia de un campesinado libre e independiente. Con ese
cuerpo de ciudadanos constituye Solón cuatro clases, enrazón de sus respec-
tivas rentas (pentakosiomédimnoi, hippéis , z.eugitai y thetes), y establece una
participación en el gobierno proporcional a esas diferencias. Las magistratu-
ras más importantes correspondían en exclusiva a los que obtenían de sus tie-
rras un mínimo de quinientos medimnos de grano y a los "caballeros", cc)l't
rentas suficientes estos últimos como para costearse el armamento en la caba-

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSB 153


llería.A las magistraturas menores accedían los llamados "yugueros", que eran
probablemente quienes tenían una yunta de bueyes. Sin duda se trata de los
hoplitas, los soldados de infantería pesada, que también tenían que disponer a
sus expensas del correspondiente armamento. La última clase la integraban
quienes no tenían tierras, y ésos solo tenían derecho a ser miembros de la asam-
blea (ekklesía) y del tribunal popular (heliaia).
Ahora bien: como quiera que en ese momento un buen número de ciuda-
danos atenienses vivían de la artesanía y el comercio, obteniendo de ello
ganancias muy variadas, está claro que esas clases no incluían solamente a los
agricultores; con independencia del significado de sus nombres, debían de ser-
vir para clasificar a los ciudadanos por su capacidad económica, al margen de
la procedencia de sus rentas. Datlo que se atribuye al propio Solón la fijación
de una equivalencia entre la moneda y el medimno, no parece que hubiera
habido dificultad en homologar las rentas procedentes de la industria y el
comercio con las de la tierra. La recentísima introducción de la moneda en
Atenas hace suponer que el medimno funcionara todavía para establecer los
precios, tanto si se pagaba en especie como en moneda. Por otro lado, aunque
los nombres de la primera y la tercera clases apuntan a las actividades agríco-
las, parece que Solón hubiera utilizado como base para su clasificación de los
ciudadanos una más antigua que los dividiera en tres clases a los efectos de la
prestación militar (caballería, infantería pesada e infantería ligera), constitu-
yendo dos clases distintas con la primera. Si, como parece probable, las clases
solonianas funcionaban también como referentes de reclutamiento, tendrían
que estar incluidos en ellas todos los ciudadanos, en función de su capacidad
económica y sin tener en cuenta cómo obtenían sus rentas.
Desde el punto de vista de la democracia radical, esa gradación en el acce-
so al poder de los magistrados resulta elitista, pero no deja de representar un
gran avance con respecto a la situación anterior, en la que el arcontado, una
magistratura de enorme poder y de enorme prestigio, estaba monopolizada por
la nobleza. Ahora, en cambio, podía desempeñarla cualquier ateniense con
trcscientos medimnos de renta, es decir, un hippéus , si, como parece, los arcon-
tes se eligieron por sorteo a partir de Solón. De hecho, el desdoblamiento del
colectivo de los más ricos en dos clases, se debió solamente, que sepamos, a
la conveniencia de que los tamiai ("tesoreros") tuvieran un patrimonio espe-
cialmente elevado para responder de las finanzas que manejaban, porque ésa
era la única magistratura reservada a la clase más alta. Por otro lado, el desa-
rrollo económico de Atenas en esa época debió de permitir integrar en las dos
clases más altas a un buen número de ciudadanos; de modo que la sustitución
del criterio de linaje por el criterio económico en el desempeño de las magis-
traturas no solo significaba un cambio cualitativo: sería una ampliación con-
siderable del número de ciudadanos pertenecientes a la clase dirigente.

I54 BR¡vE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


La polis ateniense ya había tenido su legislador: Dracón. Sin embargo, el
desarrollo económico y el enfrentamiento social parecen haber hecho necesa-
ria la repetición de esa tarea. Solón compone un nuevo cuerpo de leyes, sua-
vizando algunas de las que había puesto por escrito Dracón y complementán-
dolas con otras. Pa¡a que todos las puedieran conocer, se copiaron en las caras
de unos bloques prismáticos giratorios, denominados dxones ("ejes"), que se
instalaron en un edificio público. Una parte de esos óxones contenía la ley de
Dracón sobre el homicidio, que Solón había mantenido tal cual.

6. El papel de la tiranía de Pisístrato

En el año 632 a.C.,o quizá un poco más tarde,Atenas había conocido una
fracasada intentona de establecerlatiranía (tema 4).La obra de Solón no con-
siguió, evidentemente, cambiar las condiciones que la habían hecho posible;
él mismo decidió ausentarse de Atenas durante diez años para evitar el acoso
de quienes le pedían, por un lado, que derogara sus leyes y quienes le instaban,
pot otro, a que asumiera un poder personal tiránico para hacer una política más
radical.
No mucho después y tras un tercer intento, se convirtió Pisístrato en el tira-
no de Atenas; los treinta y seis años de su mandato y los pocos que consiguie-
ron sucederle sus hijos constituyen una época significativa de la historia de
ateniense, caracterizada por una creciente prosperidad económica y por la
dimensión monumental que adquirió el área urbana dela polis. Heródoto, Tucí-
dides y la Athenaion politeia coinciden en señalar que Pisístrato mantuvo las
leyes establecidas y que fue respetuoso con las magistraturas, asegurándose
tan solo de que las desempeñaran sus propios partidarios. Por otra parte, el
conjunto de su gobierno merece para esos autores un juicio favorable que con-
tiene términos inequívocamente elogiosos. Era técnicamente un tirano, en la
medida en que ejercía un poder personal sin desempeñar magistratura alguna,
sin más límites que los que él mismo quería imponerse y con la ayuda de una
tropa armada. Pero valdría decir también que 1o que hizo fue mantener por la
fuerza las reformas de Solón, que, de otro modo, difícilmente se habrían sos-
tenido. Ello da idea de hasta qué punto constituyeron esas reformas un avan-
ce en el camino hacia la democracia.
Para financiar su política, Pisístrato estableció un impuesto delSVa sobre las
rentas de los ciudadanos, concediendo, probablemente, inmunidad a las tierras
de menor rendimiento; ello se deduce del hecho de que haya utilizado una parte
de esos ingresos para hacer préstamos a los campesinos en apuros, que, con las
restricciones impuestas por Solón, tendrían más difícil el conseguirlos de par-

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSE 155


ticulares. También le atribuye la Atlrcnaion politeia la creación de unos jueces
itinerantes que recorrían las pequeñas comunidades rurales del Ática adminis-
trando justicia, para así evitar que los campesinos descuidaran sus tareas acu-
diendo a los tribunales de la capital ateniense, o simplemente prescindieran de
ese recurso. También esa medida habría sido favorable a la masa, puesto que
podía proteger a los más débiles de los abusos de los más fuertes. La actuación
de esos jueces afirmaba la autoridad dela polis en un ámbito como el rural, en
el que la autoridad de los aristócratas seguía siendo muy grande.
No sabemos de qué modo utilizó Pisístrato el voto delaekklesíaparasacar
adelante sus medidas. Pero lo que está claro es que la guardia personal estaba
destinada a protegerlo sobre todo de sus rivales en el conjunto de la clase domi-
nante. Tras la marcha de Solón se habían formado dos facciones: la de la llanura
(las tierras mejores, que poseían los terratenientes) y la de la costa (la zona dedi-
cada a la industria y el comercio), encabezadas, respectivamente, por los aris-
tócratas Licurgo y Megacles, que tenían intereses contrapuestos. Y luego se
formó la que, según Heródoto, seguía a Pisístrato: la de las alturas. Aunque
resulte anacrónica la afirmación de la Athen.ction politeía,en el sentido de que
los primeros defendían una constitución oligárquica,los segundos una mode-
rada y los terceros la democrática, podemos intuir las respectivas orientaciones.
Se trataría de volver al orden previo a las reformas de Solón, de asumir las refor-
mas o de llevarlas aun más adelante. Los numerosos campesinos del Ática, que
explotaban sus pequeñas haciendas cn las tierras rnás pobres de fuera de la lla-
nura serían los más interesados en esta última opción, y en ellos se habría apo-
yado Pisístrato para formar su facción.

7. Las nuevas tribus y el nuevo consejo de Clístenes

Después de la etapa pisistrátida, se enfrentan dos facciones y prevalece la


de Clístenes, un miembro de la a¡istocrática familia de los Alcmeónidas, a la
que había pertenecido también el líder de la facción de la costa. Su oponente,
Iságoras, e¡a el heredero de los apoyos de Pisístrato, pero cometió algunos
errores que lo hicieron caer en desgracia. La familia de Clístenes arrastraba el
estigma de un delito de sangre, que había valido el destierro a algunos de sus
miembros y que le restaba prestigio, pero consiguió aglutinar las fuerzas que
podía oponer a la facción empeñada en limitar las reformas. Clístenes consi-
guió así sacar adelante una serie de iniciativas coordinadas, que se tradujeron
en una trascendental reforma de la constitución ateniense; por eso lo conside-
ra Heródoto como el verdadero forjador de esa democracia.

156 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
En el 503 o 502 a.c. probablemente, se crea un cuerpo electoral que dis-
tribuía a los atenienses en diez tribus, distintas de las cuaffo tribus tradiciona-
les, que en adelante conservaron unas atribuciones residuales sin ningún valor
político. Puesto que el territorio delapolis ateniense, el Ática, tenía tres zonas
bien diferenciadas -el área urbana llamada Atenas, la costa y la llanura- y, en
gran medida, con distintos intereses y liderazgos, se decidió que cada una de
las nuevas unidades electorales, las nuevas tribus, estuviera compuesta por
ciudadanos de las tres zonas. Cadazonafue dividida en diez áreas geográfióas,
y cada tribu se formó con tres piezas tomadas de cada una de las zonas. pare-
ce que con las nuevas tribus se podría minimizar la posibilidad de que los lazos
de dependencia social que tenían los ciudadanos con las familias importantes
determinaran el sentido del voto. Se ha comprobado, de hecho, que los domi-
nios de algunas de esas familias resultaron divididos entre distintas tribus. Clís-
tenes procuró, además, dar toda solemnidad a las nuevas tribus, poniéndolas
bajo la advocación de héroes tradicionales, para que los atenienses las asu-
mieran como sus nuevas organizaciones suprafamiliares y dejaran de lado las
viejas tribus encabezadas por las familias aristocráticas.
En el 501 a.c. creó un nuevo consejo, la Boulé, integrado por quinientos
miembros, que se elegían cada año, por sorteo y sin posibilidad de reelección,
araz6n de cincuenta por cada una de las nuevas tribus. Nacía con la misión
específica de ejercer la proboúleasis, es decir, un tratamiento previo de las
materias a someter ala ekklesía, que solo podía pronunciarse sobre propues-
tas tramitadas por la boulé. Siempre eran ciudadanos cualesquiera los que vota-
ban en un órgano y en el otro; pero los consejeros eran mucho menos nume-
rosos y podían disponer del tiempo y los recursos necesarios para filtrar y
elaborar adecuadamente las propuestas. Siguió existiendo, por supuesto, el
Areópago, el viejo consejo aristocrático, que por entonces se nutría a perpe-
tuidad con los arcontes salientes, manteniendo una cifra de unos ciento cin-
cuenta miembros; conservaría su función de "guardián de las leyes" tal y como
hubiera quedado definida en las leyes de Solón, hasta que las reformas de Efial-
tes (ver más adelante) consiguieron dejarlo fuera de juego.

8. Del demo rural al demo administrativo

El territorio del Ática que no estaba ocupado por la ciudad de Atenas y su


puerto se encontraba dividido en unidades territoriales de muy distinto tama-
ño, con una aldea o un pequeño centro urbano. Eran una pervivencia del pobla-
miento previo al sinecismo que había servido para formar la polis ateniense.
Tomando como modelo esas comunidades, se formaron unos ciento cuarenta

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSE I57


demos, que quedaron englobados, sin división alguna, en las treinta unidades
(trittyes) con las que, como se ha dicho más arriba, se constituyeron las nue-
vas tribus. Cada ciudadano ateniense fue inscrito en el demo correspondiente
al lugar en el que en ese momento vivía, aunque, para el futuro,la pertenen-
cia al demo se transmitía de padres a hijos, con independencia de que se cam-
biara de lugar de residencia. En adelante se identificaron los ciudadanos ate-
nienses por un nombre seguido del nombre del padre y por el nombre del
demo, a modo de apellido. Quedaban así en un segundo plano las diferencias
de linaje, entre otras cosas, porque ya no se hacía necesario mencionar las uni-
dades gentilicias para distinguir a los individuos.
En la nueva condición de demotes ("miembro de un demo") radicaba la
condición de ciudadano ateniense, es decir, su derecho de ciudadanía. Como
miembro de un demo tenía el ateniense que no pertenecía alanoblezalos mis-
mos derechos y las mismas obligaciones que los nobles. El detnos, el colecti-
vo político de los ciudadanos atenienses, era el conjunto de todos los demr¡tai.
Como la condición de demotes era inseparable del derecho de ciudadanía, se
encomendó a los demos la tarea de registrar a los nuevos ciudadanos, al cum-
plir los dieciocho años, en presencia de testigos que dieran fe de su edad y de
su ascendencia. Esa inclusión en el registro implicaba el reconocimiento de la
condición de ciudadano a todos los efectos.
El demo era, por tanto, una división del colectivo de los ciudadanos que
coincidía básicamente con una unidad de poblamiento, aunque no del todo.
Las unidades demasiado pequeñas se combinaron para formar un solo demo,
mientras que el área urbana de Atenas se dividió en varios demos, dejando de
constituir una unidad; y, con el paso del tiempo,los cambios de residencia tam-
bién produjeron desajustes. Los demos eran pequeñas comunidades autóno-
mas, que podían poseer tierra comunal, tenían ingresos y gastos, y celebraban
cultos locales. Las decisiones salían de una asamblea de los demotai (tígora),
aunque existía también un magisÍado (démarchos) y un tesorero. Esas asam-
bleas, a las que acudirían, en calidad de demotai,los miembros de 1a Boulé y
los magistrados en ejercicio, así como los ciudadanos dispuestos a concur¡ir a
la Ekklesia o ala Helictia, servían seguramente para el intercambio de opinio-
nes y el comentario de la actualidad política. Los demos {uncionaban como
unidades de reclutamiento v de tributación.

9. El fin del poder delAreópago

Nos consta que a mediados del s. v a.C. cada una de las diez secciones de
la Boulé elegidas por las tribus, que se denominaba prytaneia, residía en un

158 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


edificio público de la ciudad durante una décima parte de su año de manda-
to, constituida en sesión permanente y presidida cada día de ese mes por uno
de sus miembros elegido por sorteo y sin posibilidad de repetir. El presiden-
te de la pritanía en ejercicio lo era también de la totalidad dela Boulé, y desde
e|487 a.C. también de la Ekklesía, si llegaban a reunirse.
No sabemos si ese recurso constitucional de las pritanías se remonta a Clís-
tenes, porque no está claro que hubiera llevado tan lejos la sustitución del Are-
ópago por la Boulé. Parece diseñado, desde luego, para negar posibilidades de
actuación al Areópago, que era mucho más fácil de reunir quela Boulá en caso
de necesidad, y que, desde su papel de "guardián de las leyes'', puede haber
seguido funcionando, después de la creación de la Boulé,como un consejo de
gobierno a los efectos de asesorar a los magistrados en situaciones difíciles. Se
ha argumentado por ello que el recurso de las pritanías podría haberse conta-
do entre las reformas de Efialtes, un ateniense que, con el apoyo de Pericles,
consiguió, en cualquier caso, en el 462 a.C., que fueran arrebatados al Areó-
pago los importantes poderes judiciales que conservaba.
Con esta decisión parece haberse derribado la última barrera que limitaba
el monopolio del poder por parte del pueblo; sobre todo porque, a raíz de las
Guerras Médicas, el Areópago había cobrado un gran prestigio y sabemos que
podía llegar a ejercer una enorme influencia en el desarrollo de la política. No
solo tenía un cierto carácfer sagrado, por tratarse de una institución ancestral,
sino que el conjunto de los ex-arcontes que lo integraban constituía el colec-
tivo con mayor y mejor experiencia política. Pero la experiencia y la cualifi-
cación entraban en conflicto con el principio de la igualdad política de los ciu-
dadanos, que exigía la mayor rotación posible en el ejercicio de los poderes
personales y la mayor capacidad de decisión para los órganos colectivos que
integraban a todos los ciudadanos.

10. El imperialismo ateniense

La victoria sobre los persas en las Guerras Médicas, con la decisiva bata-
lla naval de Salamina, contribuyó a reforzar la democracia ateniense. A dife-
rencia de otras poleis,los remeros atenienses eran ciudadanos, y pertenecían
a la clase de los thetes. Su papel eclipsó el de los hoplitas, por no hablar de la
caballería, que ya no jugaba ningún papel en la guerra. La amenazapersa, que
no había desaparecido del todo, permitió a Atenas capitalizar su poderío naval
constituyendo un imperio marítimo con las poleis que necesitaban protección
y que se mostraron dispuestas a pagarla con contribuciones monetarias y/o
aportaciones militares.

TEMA5. LADEMocRACTAATENTENSc 159


Lo que se conoce como imperio ateniense no lo erade iure en el aspecto
político, porque las -aproximadamente- ciento cincuenta comunidades griegas
áel mar Egeo que llegáron a pertenecer a la llamada Liga Ático-Délica seguían
siendo formalmente soberanas, pero tenemos constancia de que los decretos de
la asamblea ateniense se imponían por todo ese ámbito, y de que iban más allá
de cuestiones de tributos y de guerra. Esos decretos implican la invasión de las
poleis del Egeo por parte de Ios atenienses de forma temporal o permanente,
con "inspectores", con guarniciones militares y con ciudadanos de Atenas (ft/e -
rouchoi),que obtuvieron parcelas de tierras arrebatadas a los locales (tema 4).
La ingerencia política en los asuntos internos consistía básicamente, en impo-
ner la democracia donde no la había, aunque algunas oligarquías fueron res-
petadas debido a su actitud colaboradora.
Pronto se dieron cuenta esos estados de que la obediencia a los persas no
podría haber resultado más gravosa que la protección ateniense. Porque de lo
que sí se trataba, desde luego, era de un imperio económico. Las arcas de
Atenas estuvieron rebosantes en el período de la llamada Pentecontecia, los
años 480-430 que separan la victoria de Salamina de ia larga Guerra del Pelo-
poneso (431-404),con 1a que finalizaría la hegemonía ateniense. Es la época
en la que se encuadra el mandato de Pericles, un estratego que, desde esa
magistratura militar sucesivamente renovada, consiguió dirigir la política ate-
niense en sus mejores años. Atenas se embellece con las magníficas cons-
trucciones de la Acrópolis, el imperio estimula el comercio y la producción
artesanal, y la sangría económica de los aliados sirve para culminar la pues-
ta en práctica de la democracia. Ningún ciudadano tendrá ya que renunciar a
asistir a la asamblea o a formar parte de los tribunales por tener que ganarse
el sustento, puesto que por esas prestaciones recibe un salario. Y también se
paga a los consejeros y a algunos otros magistrados. Y se paga a los remeros
de la ingente flota y a los hoplitas. El sostenimiento de la democracia ate-
niense depende, por tanto, en muchos sentidos del mantenimiento de un impe-
rio claramente opresivo para los que lo sufren.
En consonancia con el desarrollo económico de Atenas se produce una
gran afluencia de esclavos, que trabajan en las propiedades agrícolas, en los
talleres artesanales, en las actividades comerciales, en las obras públicas y en
las minas de plata del Laurión. Con ellos se suple con creces la mano de obra
libre que puede ahora ganar su salario en las actividades públicas exclusivas
de los ciudadanos, y que, en la segunda mitad del siglo v a.C., va decreciendo
por culpa de la Guerra del Peloponeso. Y gracias a ellos se hacen grandes for-
tunas. Tenemos documentada en esa época la mayor concentración de recur-
sos monetarios en manos públicas, pero también privadas, que se hubiera cono-
cido en Grecia con anterioridad. Una buena parte de la población, sobre todo
la urbana, llegó a participar también de esa riqueza y. consecuentemente, del
consumo de los productos que llegaban a Atenas desde los lugares más leja-

160 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTTGUo


nos. De hecho,la oferta de salario público había atraído a muchos campesinos
a la ciudad, cuyos alrededores dejaron de ser campos de cultivo y albergaron
nuevas viviendas. La dependencia de Atenas del alimento exterior creció así
de forma importante.

ll. La política de los demagogos

Se convirtió, por tanto, Atenas en una polis extraordinariamente comple-


ja, cuyo control interno y externo, político y económico, requería una buena
información y unos buenos conocimientos. Algunos atenienses tenían todo
eso, porque contaban con tiempo y dinero para fbrmarse, para viajar y para
mantener los necesarios contactos. Eran, de hecho, los individuos más pode-
rosos del Mundo Griego. Pero su voto en la asamblea resultaba irrelevante,
mientras las leyes y todo tipo de decisiones debían salir de una masa ignoran-
te y fácilmente influenciable. De ahíla importancia de la retórica,la capaci-
dad de convencer a un audit<lrio para que vote en un determinado sentido. Y
esa fue la gran paradoja de la democracia ateniense. Había eliminado institu-
cionalmente el poder individual, subordinándolo al poder ejercido por el
demos; pero la falta de instrucción y de información de la masa la dejaban en
manos del orador más hábil. Así nace el demogogris ("el que arrastra al demos" ,
el líder popular) como figura política clave de la democracia ateniense en su
fase radical.
El liderazgo de Pericles tenía ese carácter, pero no resulta discutido, ni
mucho menos vilipendiado, en los documentos que conocemos. Lo más que se
le reprocha, en los diálogos platónicos, es el haber pretendido hacer a los ciu-
dadanos mejores y haberlos hecho en realidad vagos y perezosos. Se celebra
su honestidad y lo acertado de sus propuestas; aunque Plutarco constata una
tensión, especialmente al final de su vida política, entre su ideal de buena edu-
cación, y absoluta compostura, y su forma de conectar con la masa.
Los auténticos demagogos que le sucedicron no tenían más objetivo que el
de sacar adelante las propuestas que les interesaban. La mayoría eran ricos, y
hasta de talante aristocrático aunque atacaran a los aristócratas; pero se pres-
tabanahalagar al demos como fuera, con tal de llevárselo a su terreno, y lo fus-
tigaban cuando era necesario para mantener las distancias. Si damos crédito a
Tucídides, Cleón se affevía a decir a su auditorio lo que realmente pensaba de
él: que una democracia no tiene capacidad de gobernar un imperio, si cambia
constantemente de decisión; y que las malas leyes que se respetan son siem-
pre mejores que las buenas cuando no se puede confiar en su permanencia.
Los demagogos intentaban manejar al demos como a un caballo encabritado,

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSE 161


para hacerle seguir un camino señalado por el conocimiento que tenían de la
situación.
El problema es que eran políticos corruptos, que cedían a los sobornos y a
-las presiones interesadas de dentro y de fuera de Atenas, y que no tenían escrú-
pulo alguno en comprar a testigos que conoboraran sus afirmaciones. y el pro-
blema era también que disfrutaban con el juego político, pero no estaban inte-
resados en la valoración de sus actuaciones en términos éticos. Sabían que la
riqueza supuestamente conseguida por las habilidades financieras era ló que
despertaba la admiración de las masas; eso, y los éxitos militares. se forma-
ban, por tanto, en una retórica alejada de la filosofía, y dirigida a la manipula-
ción de la masa, donde solo interesaban las técnicas de convencer. Algunos
discursos, auténticos o supuestos, que han llegado hasta nosotros constiiuyen
una buena muestra del refinamiento de los recursos utilizados. Todos los polí-
ticos, sin excepción, necesitaban crearse una imagen, cultivarla adecuadamente
y prodigarla en los espacios públicos, para poder utllizarlaen la asamblea como
plataforma de sus pretensiones; lo que allí hacían los ciudadanos, al fin y al
cabo, tras escuchar los distintos discursos, era elegir entre las imágenes que
competían entre sí. La victoria en ese certamen se consideraba como un honbr;
y el-"amor por el honor", la philotimía, se veía como una ambición legítima,
a diferencia del deseo de poder característico de la tiranía.La política ré habíu
convertido en una competición de rivales, donde la asamblea soberana de la
democracia ateniense actuaba como jurado.

12. El recurso a la utopía

El desencanto producido en Atenas por el funcionamiento de la democra-


cia radical desarrolla posturas contrarias a la política. Frente a la polyprag-
mosyne,la participación intensa en la actividad política, que celebra ypredl-
ca el famoso discurso fúnebre de Pericles a mediados del siglo v a.c., ieinvita
ahora a 7a apragmosyne, a la ausencia de participación. pero también se poten-
cialavía del pensamiento utópico, ya presente en los versos homéricos.
Hay que decir, sin embargo, que el término "utopía" no es antiguo. Fue
creado por el británico Tomás Moro en 1516 para dar nombre a una isla habi-
tada por una sociedad imaginaria, cuyas leyes sirven como contraste para cen-
surar la caótica política de su época. No se pretende, por tanto, en esa obra
desarrollar un modelo de sociedad perfecta, o simplemente mejor. Lo que sí
hay es una ciefia ambigüedad en el término. Aunque se trata dé una paiabra
latina, porque Moro escribe en latín, es una formación griega (ou-topiá), des-
tinada a significar "sin lugar", es decir la isla que no éstá1n ningúna parte.

162 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


Pero, en la pronunciación inglesa, no se distinguiría de una formación eu-topia,
cuyo significado sería "buen lugar". El concepto originado por Moro tiene, en
efecto, ese doble sentido de ideal y de imposible, de propuesta razonable y de
lucubración, que ya se encuentra en el pensamiento político griego.
En un sentido amplio,la utopía abarca, pues,la teoría política, en la medi-
da, sobre todo, en que esa teoría no haya conseguido plasmarse en realidad.
Resultan utópicas, por lo tanto,las teorías de las constituciones mixtas (demo-
cracias oligárquicas): una especie de alternativas a la democracia radical, pro-
puestas en el siglo IV a.C., que podrían llegar a conciliar los intereses de la
minoría integrada por los ricos con los de la mayoría integrada por los pobres.
Esas utopías moderadas significan una vuelta atrás en el desarrollo de la demo-
cracia, en un intento de recuperar los valores de cohesión social y de virtud
cívica que se consideraban característicos de la polis como modelo político.
Pero también las utopías radicales plantean una vuelta a unos orígenes ide-
alizados. Es el caso de la revolución esparlana, llevada a cabo por los reyes
Agis y Cleómenes en el siglo il a.C., que tiene como referente un anadasmós,
es decir, un nuevo reparto equitativo de la tierra- no solo entre los ciudadanos,
que ya eran poquísimos, sino entre los demás colectivos de habitantes del esta-
do cuya prestación militar resultaba en ese momento imprescindible. Agis
logró abolir las deudas y quemar los documentos correspondientes a las tierras
hipotecadas, pero fue asesinado sin poder hacer más. Cleómenes llevó a cabo
el repafto de tienas, en el contexto de un ambicioso programa político de recu-
peración de Esparta, que podría haber tenido algún futuro; pero la derrota de
los espartanos por el rey Antígono tu de Macedonia tuvo como consecuencia
la abolición de las disposiciones de Cleómenes y, consecuentemente, el fin de
la revolución.
Todas esas utopías constituyen intentos de resolver la stasis'.la división y
el enfrentamiento social que siguió haciendo estragos en el Mundo Griego
durante el siglo ttl a.C., como 1o había hecho en anteriores ocasiones. Solo que
ahora ya no se podía esperar que la resolviera la democracia: fue en realidad
la propia democracia la que sucumbió ante ella.

TEMA5. LADEMOCRACIAATENIENSS 163


Tema 6
EL MUNDO HELENISTICO

1. Introducción
2. Macedonia y Grecia
3. La hegemonía de Filipo sobre los griegos
4. La obra de Alejandro Magno
5. La exaltación delarealeza
6. La necesidad de la victoria
7. La apropiación de la tierra y la función de la opulencia
8. El buen gobernante
9. La sacralización de los reyes
10. La función de la guerra y los mercenarios
I L EI movimiento de la riquezay lapiratena
12. El reino Antigónida
13. La monarquía Lágida
14. El reino de los Seléucidas
15. Los judíos de la diáspora
16. Las ligas y confederaciones

l. Introducción

El término hellenismós se aplicó en la Antigüedad, a partir del siglo tu a.C.,


al uso de la lengua griega y, sobre todo, a la adopción de la cultura y la religión
helénicas por quienes no eran griegos ancestrales. Pero la configuración del
Helenismo como una época de la Historia Antigua con rasgos propios se debe
al historiador Droysen, euien, a finales del siglo xtx, atribuyó ese nombre al
período que se encuadra entre la muerte de Alejandro Magno en eI323 a.C. y

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO 165


la definitiva consolidación del dominio de Roma, a finales del siglo r a. C.,
sobre todas las tierras que bordean el Mediterráneo. En lugar de considerarla
como una fase decadente, por la desaparición de la polis como forma cultural
predominante, destacó la gran importancia que tuvo, a su juicio, en la evolución
del Mundo Antiguo y de la Historia de la Humanidad en general. Se refería
sobre todo Droysen a la mezcla de pueblos y de culturas ocasionada por las
conquistas de Alejandro Magno, que provocó el contacto entre griegos y judíos ,
preparando así el camino para la formación del cristianismo.
Pero el helenismo fue mucho más que eso. En el enorme territorio incor-
porado a su dominio, desarrolló Alejandro una política favorable a la difusión
de la cultura griega, propiciando su amalgama con las formas culturales impor-
tantes que se encontraban en é1. A pesar de su prematura muerte, esa iniciati-
va tuvo una continuidad y dio sus frutos en diversos teffenos. En el lingüísti-
co, hubo conservación de las lenguas locales, pero por primera vez se
consolidó un griego común,la llamada koiné,que funcionó como linguafran-
ca dela administración, el comercio y la cultura por todo el territorio, tam-
bién durante la época romana. Y los elementos orientales se combinaron con
los griegos en la religión y las diversas artes.
Siguiendo el precedente de Alejandro, se desarrolló una forma de poder
personal monárquico, que sirvió de modelo para los emperadores romanos, y
que permitió la pervivencia de unas poleis ya no soberanas, en combinación
con otro tipo de organizaciones. Es también la época que conoce la conversión
de Macedonia en una potencia mediterránea de primera magnitud; y la de Ale-
jandría en la ciudad más populosa, crisol de culturas y poseedora de la mayor
biblioteca del Mundo Antiguo. La guena alcanza una nueva dimensión; y se
produce un importante desarrollo de la diplomacia, en un juego permanente y
frenético entre las grandes potencias,los estados medios y las piezas pequeñas.
En ese marco tan globalizado tuvo cabida y movilidad una especie de "ciuda-
dano del mundo", con una dimensión individual de la que había carecido el ciu-
dadano de la polis soberana. La variedad y la riqueza del pensamiento filosó-
fico de esa época, que se prolonga en el Mundo Romano, son el resultado de
esa evolución. Valdría decir, en fin, que casi todos los aspectos más significa-
tivos de la vida de los hombres y las comunidades de ese nuevo ámbito hele-
nístico experimentaron cambios que llaman la atención del historiador.

2. Macedonia y Grecia

El hecho de haber sido el territorio macedónico encrucijada de rutas euro-


asiáticas ancestrales motivó el asentamiento en él de grupos humanos muy

166 BREVE HISTORIA DEL MUNDo ANTIGUo


diversos, de los cuales sólo algunos debían de hablar lo que podría llamarse un
dialecto del griego- bastante diferente, por otra parte, de los de la Grecia pro-
piamente dicha. La noticia de que los macedonios no necesitaban intérprete
para comunicarse con los griegos corresponde sin duda a una época de conti-
nuos contactos y aproximación lingüística, en la que la elite dominante había
llegado a adoptar la lengua griega. El caso es que el factor lingüístico, unido
a su bajo nivel cultural,llevó a los griegos a considerar alapoblación de Mace-
donia en general como extraña a su universo panhelénico. Solo para los roma-
nos formaban Macedonia y Grecia una unidad.
Desde comienzos del primer milenio, probablemente, se fue consolidando
en Macedonia una capa social dominante que adquirió el control de las tierras
mejores y que, con el tiempo, alcanzaría una cohesión política, dando lugar a
una dinastía reinante cadavez más poderosa. La fundación, en el área de la Cal-
cídica, de colonias griegas, que tenían un contacto comercial y cultural inten-
so con sus metrópolis, introdujo poco a poco en el mundo griego a la aristo-
cracia macedónica, que acabó por helenizarse completamente. Pero la gran
transformación de Macedonia fue obra de su rey Arquelao t, hijo del monarca
anterior y de una esclava, y que subió al trono en el 413 a.C. después de ase-
sinar a los herederos legítimos. Llevó la capital a Pela, en la costa, haciendo
de ella lugar de encuentro de artistas y filósofos en medio de una magnificen-
cia dispendiosa. Convirtió a los campesinos en hoplitas, es decir, en soldados
de calidad capaces de competir con la elite de los jinetes; y de ese modo la
asamblea, que era el conjunto de los hombres en disposición de combatir,
quedó abierta a mucha gente. El poder del rey quedaba así reforzado frente al
de la nobleza.
De ahí parte ya Filipo tr (382-336 a.C.), que es el verdadero artífice de la
grandeza de Macedonia. Aprovechando ladureza natural y la buena forma físi-
ca del campesino macedonio, consiguió formar un ejército muy eficaz. Para la
infantería y la caballería creó una nueva formación táctica,que todavía se llama
falange macedónica. El modelo era el orden de batalla oblicuo inventado por
Epaminondas, un magnífico general de Tebas con el que había llevado a cabo
Filipo su formación militar; solo que, a diferencia de la falange tebana, utili-
zabala caballería en el ala ofensiva, empleando la infantería como ala defen-
siva. Convirtió así a su caballería en una fuerza táctica, concibiendo también
el conjunto de los cuerpos de tropas como un conjunto táctico, donde el movi-
miento de cada grupo y de cada hombre guardaba relación con el movimien-
to de los demás. Contaba, además, con tropas auxiliares de prestaciones espe-
ciales, como los honderos, obtenidas de los aliados o empleadas a sueldo.
Paradójicamente, el retraso de Macedonia en su incorporación al mundo
griego la hacía jugar con ventaja. Contaba con un ejército de macedonios que
se entrenaba día y noche, fuera invierno o verano, y que manifestaba una adhe-

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO 167


sión incondicional a un jefe, con el que compartía fatigas y peligros. Eso en una
época en la que los ciudadanos de las poleis griegas consideraban la prestación
militar como una carga indeseable y trataban de defender sus personas y sus
cosas con mercenarios.

3. La hegemonía de Filipo sobre los griegos

Pero la personalidad y las cualidades de Filipo resultaron determinantes para


que llegara a convertirse, como lo hizo, en el poder hegemónico de toda Grécia.
Su permanencia en la corte tebana, como rehén, entre los quince y los dieciocho
años le proporcionó, además de una excelente formación militar, un buen cono-
cimiento de los asuntos griegos, porque era esa la época de la hegemonía teba-
na (37 l-362 a.C., entre las batallas de Leuctra y de Mantinea). pero Tebas no era
lugarpara que un joven macedonio, educado enladurezamilitar, desarrollara un
interés por las artes y la cultura o adquiriera habilidades retóricas. Y, sin embar-
go, Filipo respetó cuanto pudo a Atenas por reverencia a la que reconocía como
capital cultural del mundo griego y buscó para su hijo Alejandro el mejor pre-
ceptor que pudiera encontrarse entonces, el mismísimoAristóteles. Por lo demás.
tenía como virtudes innatas la habilidad política,la clarividencia sobre las reac-
ciones de los contrarios y una audacia perfectamente controlada.
Los atenienses estuvieron siempre divididos ante Filipo: la equiparación de
la monarquía alatftaníatenía que ponerlos en su contra; pero la übértad de las
poleis estaba sirviendo para que se destruyeran mutuamente, por lo que se
podía ver en él a un agente conciliador. El orador ateniense Isócrates véía en
Macedonia la salvación de Grecia, porque ya no había modo de soportar las
cargas económicas de la guerra; y también Esquines estaba obsesionado con
7apaz. Fue Demóstenes quien lo declaró enemigo de los atenienses, hasta el
punto de recomendar una alianza con el rey persa. predicó abiertamente la
guerra contra él en la tercera de sus Filípicas,uno de los discursos políticos
más apasionados que jamás se hayan escrito, y consiguió la dirección de la
política ateniense para formar con otros estados griegos una coalición, que
contaba con la ayuda económica de los persas. Arrancaron a Filipo una vicio-
ria naval, pero al final venció él en Queronea (338 a.C.).
A pesar del desastre de los atenienses y de que la "falange sagrada " teba-
na quedó deshecha, no se persiguió a los vencidós ni hubo eñsaRamiento algu-
no. Filipo buscaba la reconciliación con Atenas, donde podía capitalizarlas
voluntades que le eran allí favorables; así que le ofreció inapaz tan generosa
que le valió los honores de los atenienses para sí y pafa su hijo. Naturalmen-
te,los atenienses tenían que disolver lo que quedara de la liga naval y renun-

168 BREvE HrsroRrA DEL MUN'Do ANTIGUo


ciar a sus posiciones de la costa tracia; pero no tendrían guarnición macedó-
nica y podrían seguir utilizando sus puertos. Oficialmente eran libres e inde-
pendientes. En cambio los tebanos, que sí constituían una potencial amenaza
militar en un futuro próximo, quedaron bajo la vigilancia de las tropas mace-
dónicas y bajo la administración de un consejo de partidarios de Filipo.
Luego reunió Filipo a todos los griegos independientes en un gran con-
greso en Corinto (337 a.C.), donde se proclamó solemnemente la koiné eire-
ne,lapaz general, y se creó unaalianza de todos los griegos, bajo la hegemo-
nía personal del monarca, quien asumía el título de slrategós autokrator,es
decir general con plenos poderes. Las condiciones de lapaz eran de autonomía
e independencia formal en términos generales, pero estaban dirigidas sobre
todo al mantenimiento del statu.t quo: no se podían modificar las constitucio-
nes ni las fronteras y se quedaban las guarniciones macedónicas donde se
habían establecido, como en Tebas y en la estratégica Corinto. Todos podrían
navegar libremente y deberían resolver sus disputas por procedimientos pací-
ficos. Se creaba, en fin. un consejo supervisor de esta paz,con una participa-
ción de cada estado proporcional a su contribución militar. Este tratado de paz
y de alianza implicaba en realidad el fin de la polis como organización autó-
noma y soberana. Aunque no pervivió tal cual hasta la conquista romana de
Grecia, ultimada a mediados del siglo tl a.C.,las poleis griegas siguieron sien-
do dependientes, entre ellas t, sobre todo, de un modo u otro, de un poder
soberano superior.

4. La obra de Alejandro Magno

Filipo fue asesinado cuando preparaba una ofensiva contra los persas,
dejando a su hijo con veinte años en una posición muy débil. Pero Alejandro
reaccionó con rapidez, consiguiendo asesinar, a su vez, a quienes podían dis-
putarle la sucesión al trono. También Demóstenes creyó que un joven inex-
perto sería incapaz de relevar a su padre, y que era el momento de alentar los
deseos de Tebas y Atenas de sacudirse la hegemonía macedonia; sin embargo
Alejandro invadió Beocia cuando nadie lo esperaba, y los atenienses implora-
ron su perdón. Tras una expedición hasta el Danubio, que acabó con el inten-
to de tracios e ilirios de independizarse de los macedonios, tuvo que hacer
frente a una nueva insurrección en Grecia, con el rey de Persia apoyando, entre
bastidores, Taprédica levantisca de Demóstenes. Esta vez Tebas, que rehusó la
oferta de Alejandro de renovar la alianza sin represalias a cambio de la entre-
ga de los sediciosos, sufrió un durísimo castigo; no solo por parte de las tro-
pas macedónicas sino también de los griegos que se habían sentido compro-

TEMAó. ELMLÍNDOHELENÍSTICO 169


metidos pol la sublevación. La ciudad desapareció para siempre, los supervi-
vientes fueron ejecutados hasta en los templos, o bien vendidos como esclavos.
Y, una vez máS, Atenas se salvó y fue tratada con deferencia, renunciando
incluso Alejandro a que le fuera entregado Demóstenes. Con esa baza políti-
ca y la capacidad militar de los tebanos cercenada, podía dedicarse por com-
pleto a la empresa iniciada por su padre.
En el 334 a.C. cruzó el Helesponto para no regfesar nunca. Llevaba sólo
35.000 hombres y se proponía atacar un reino cincuenta veces mayor que el
suyo y veinte veces más poblado: desde el Helesponto hasta la India y desde
el mar de Aral hasta las cataratas del Nilo. Las poblaciones más diversas, en
tazas,lenguas y costumbfes, Se asentaban en los territorios más diversos, Con
fríos insoportables y calores agobiantes.Alejandro contaba con la superioridad
tácticade su ejército, con su capacidad de resistencia y con su adhesión incon-
dicional. La geografía, no las annas ni los hombres, eran el mayor enemigo de
los invasores. Por esarazón,el rey Darío tu actuó a la defensiva, procurando
que los encuentros de los dos ejércitos se produjeran en los lugares y en las
condiciones más favorables para é1. No le sirvió de nada. Fue perdiendo una
tras otra las piezas de su Imperio y los enormes tesoros que albergaban sus
palacios de Babilonia, Susa y Persépolis. Las tres grandes ciudades se entre-
garon sin resistencia aAlejandro, quien se permitió incendiar el palacio real de
esta última,la perla de la corona, como represalia por lo que había hecho el rey
Jerjes en territorio griego durante las Guerras Médicas. Con ese gesto lleno de
simbolismo, Alejandro se erigía oficialmente en vengador de todos los griegos.
Para entonces ya se había convertido en el faraón de Egipto, substraido al
dominio persa, y había fundado en su costa la ciudad de Alejandría.
En eL 321 a.C . inicia Alejandro una nueva empresa: la expedición a la India,
de donde procedía la mayor parte de los tesoros de los persas. Allí vence al rey
Poro y luego se convierte en su amigo, pero tiene que afrontar un motín de los
soldados por su afán de seguir adelante. CreíaAlejandro que al otro lado de la
lndia se encontraba el Océano, el límite de la tierra habitada, y estaba empe-
ñado en llegar hasta allí; pero tuvo que decidir regresar, porque sus soldados
tenían la moral debilitada tras dos meses de continuas lluvias. El regreso hasta
Susa fue penoso: solo el descenso por el Indo, con una parte de las tropas
embarcada y la otra a pie por ambas orillas, duró diez meses; y luego tuvieron
que cruzar desieftos ardientes, padeciendo hambre y sed.
El almirante Nearco, enviado a explorar la costa con unas pocas tropas,
recorrió una ruta naval ya conocida con anterioridad, que unía la desemboca-
dura del Indo con las del Eufrates y el Tigris. Alejandro tuvo que reprimir toda-
víala insumisión de algunas zonas persas, que habían aprovechado su larga
ausencia para independizarse. Después de eso,licenció a la mayoría de los sol-
dados, formando un nuevo ejército con persas, a los que instruyó militarmen-

I7O BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


te a la manera macedónica. Luego regresó a Babilonia con el propósito de ini-
ciar una expedición naval que bajaría por el Eufrates, bordearía la península
arábica y entraría por el mar Rojo, conquistando puertos y creando asenta-
mientos coloniales para establecer una ruta segura. cuando estaba a punto de
salir, murió a consecuencia de unas fiebres.
Se puede dudar de que Alejandro hubiera soñado con un Imperio univer-
sal, que lo habría llevado hacia occidente después de oriente, adelantándose
así a la obra de Roma. Pero está claro que no quería limitarse a la conquista del
Imperio Persa; como también, que quería dar una organización a los territorios
sometidos desde un punto de vista civilizador. Partiendo de la red de funcio-
narios que tenían los persas Aqueménidas, se proponía incorporar a las tareas
administrativas a elementos locales: no solo porque contaba con pocos mace-
donios en relación con la amplitud de los territorios, sino por su falta de cono-
cimiento de las costumbres y las lenguas de los asiáticos y los egipcios. Pero
parece haber ido más allá de ese objetivo práctico, aplicando una política de
fusión, que tendía alamezcla de las poblaciones y a la confluencia de los ras-
gos diferenciadores hacia modelos comunes.
El propio Alejandro estaba ala cabeza de la administración, con esa ener-
gía sobrehumana con la que le había dotado la naturaleza, que se veía com-
plementada por una gran inteligencia y una enorme cultura. Tenía un grupo
reducido de buenos colaboradores de su total confianza, que le ayudaban con
los archivos, la correspondencia y las finanzas, supervisando las actuaciones
de los sátrapas,los gobernadores de las antiguas provincias del Imperio Persa
(tema 3). Como jefe del ejército, asumía la jurisdicción militar; pero también
tenía abierta una vía de apelación al rey, canalizada a través de un archicanci-
ller, contra las decisiones judiciales de cualquier naturaleza.
Alejandro se jactaba de no tener riquezas personales y, efectivamente, no
las atesoró como habían hecho los persas; lo que hizo fue acuñar una gran can-
tidad de moneda de oro, y sobre todo de plata, con su efigie, que se movía por
Europa y por Asia, fomentando las actividades comerciales. La expedición a
Asia, en la que el rey, como buen discípulo de Aristóteles, fue acompañado de
ingenieros, geógrafos y naturalistas, enriqueció los conocimientos de los occi-
dentales sobre la flora, la fauna y los recursos mineros del Oriente. También
hubo un interés por el conocimiento de nuevas rutas marítimas y fluviales, y
por el aumento y mejora de las terrestres; todo lo cual podía tener una finali-
dad política y económica, pero sin duda alguna tenía también una repercusión
social y cultural.
Cuando murió, Alejandro dejaba una obra grandiosa, pero también frágil.
El enorme imperio se componía de grandes regiones con una larga tradición de
independencia, que hicieron inviable la unidad política. Pero el elevado núme-
ro de macedonios y de griegos presentes de un modo u otro en Oriente, y el pri-

TEMA6. ELMUNDoHELENÍsrrco l7l


mer diseño de la política imperial, tan favorable a la mezcla de las grandes
culturas orientales con la helénica, fueron un germen suficiente para que en las
generaciones sucesivas se produjera una helenización de esas regiones y Llna
influencia oriental sobre los griegos. No cabe sino la sorpresa ante la magni-
ficencia arquitectónica y escultónca,que nos revelan los museos, de unas ciu-
dades griegas tan remotas como las que se levantaron en los actuales territo-
rios de Afganistán, Pakistán y Tayikistán.
La consecuencia final de la prematura muerte de Alejandro fue la consti-
tución, en el enorme territorio que había conseguido conÍolar, de tres grandes
monarquías, que rivalizaron por mantener, en sus respectivas órbitas de poder
y de influencia, a un buen número de pequeños reinos y a las poleis griegas.
Se trata de los Antigónidas de Macedonia,los Lágidas de Egipto y los Seléu-
cidas del Próximo Oriente.

5. La exaltación de la realeza

La Época Helenística vive el apogeo de la realeza. Como ya se ha dicho,


tres grandes reinos se reparten casi todo el territorio, englobando las antiguas
poleis y otras formas de organización política. De puertas adentro esas comu-
nidades siguen viviendo como lo habían hecho antes, pero por encima de ellas
hay un poder monárquico que controla sus relaciones con el exterior y que
vela por su supervivencia. En algunas zonas,la monarquíatenía larga tradición;
pero en el ámbito de la polis había sido sustituida por modelos aristocráticos
y, después, oligárquicos o democráticos. Los griegos de la Época Clásica se
jactaban, ante los orientales, de no obedecer a ningún soberano y de ser los
dueños de sí mismos.
Sin embargo, era ése un ideal fracasado: las poleis más f'uertes habían tira-
nizado a las demás, plegándolas a sus propios intereses y comprometiéndolas
en guerras interminables, con las peores consecuencias para los ciudadanos.
Por eso habían visto algunos, en la política dominante del rey Filipo de Mace-
donia, el poder unificador que podía acabar con esos males. La figura caris-
mática de su hijo Alejandro Magno reforzó esa idea y dejó sentadas las bases
para el desarrollo de una ideología monárquica, que llevaron a cabo sus suce-
sores con gran éxito. La exaltación del poder personal se basa en una magni-
ficación de la persona del rey, que lo hace distinto a los demás mortales e
imprescindible para la supervivencia de la comunidad. Los elementos que con-
curren en esa construcción son muchos y de distintas procedencias; pero resul-
tan integrados de modo coherente en un modelo monárquico, que solo pre-
senta ligeras diferencias entre unos territorios y otros.

172 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTTGUo


6. La necesidad de la victoria
El rey helenístico es, ante todo, un guerrero, que ejerce personalmente esa
función. siguiendo la tradición macedónica, comparte las fatigas con sus sol-
dados, arenga a las tropas antes de entrar en combate y, aunque rodeado de
una guardia personal que lo protege _los somatophjlakes o "guardianes del
cuerpo"- lucha en primera línea, con sus ropas de púrpura y su casco resplan-
deciente, para que todos lo vean. Ese riesgo, que a veces le cuesta la vida,
resulta necesario, porque su presencia se entiende como un talismán contra la
derrota. Es la victoria lo que confirma el poder del rey, asegurando a la comu-
nidad que se trata de la persona adecuada para gobernarlo.
La necesidad de la victoria por parte de esos reyes va más allá de la defen-
sa del propio territorio; constituye un motor de la guerra, porque la amplia-
ción territorial es una forma de reforzar la posición del rey. En la iniciativa
bélica, el rey se arriesga, pero también pone en peligro a las comunidades que
tiene bajo su dominio. Y, sin embargo, el rey se muestra como restaurador de
la paz: como protector de las poblaciones y garante de su prosperidad. Es un
recurso propagandístico destinado a distorsionar la realidad. Potencialmente,
el rey evita las guenas entre unas comunidades y otras, y ese es el argumento
que capitaliza, en la realidad,las implica en los enfrentamientos que mantie-
ne contra los otros reyes. Pero, ante las comunidades que agrega a sus domi-
nios tras derrotar al contrario, se muestra como liberador y protector, dando por
sentado que con él van a vivir mejor.
La victoria confiere al rey un derecho patrimonial sobre el territorio con-
quistado, que puede transmitir en herencia a sus sucesores del modo que esti-
me oportuno, y del que puede detraer cuanto quiera como patrimonio perso-
nal privado, destinado a engrosar sus propias arcas. Debido a los continuos
enfrentamientos entre los reyes, hay territorios que cambian de manos una y
otra vez, con consecuencias sobre la población, en función de la actitud man-
tenida ante el conflicto. La victoria legitima igualmente el botín de guerra, que
también distribuye el rey a su entera discreción. Pero ese derecho de conquis-
ta se proyecta indefinidamente en el tiempo, porque el rey tiene siempre la
potestad de disponer, sobre los territorios de las comunidades y de los parti-
culares,lo que se le antoje. Puede hacer asignaciones a los templos, o hacer
transferencias de unas comunidades a otras.

7. La apropiación de la tierra y la función de la opulencia


El carácter hereditario de la monarquía determina que el derecho de con-
quista, con el que se legitima el dominio patrimonial del territorio, sea trans-

TEMA6. ELMuNDoHer.pNÍsrrco I73


misible por herencia. Pero, en realidad, los reyes helenísticos manejan los terri-
torios como si se tratara de propiedad privada: constituyen con ellos la dote de
las princesas que contraen matrimonio con príncipes extranjeros o los ceden
por vía testamentaria. También de esa forma pueden las comunidades pasar de
un estado a otro.
Los monarcas helenísticos consiguen que 1o que habría resultado escanda-
loso en la Grecia Clásica constituya ahora un fundamento de adhesión. Se trata
siempre de permitir a un solo individuo, por su pretendida excelencia, lo que no
se podría permitir al ciudadan o de la polis en el ejercicio de un poder personal.
La capacidad del rey para disponer patrimonialmente de los bienes de la comu-
nidad es lo que garantiza su opulenciv,y,a su vez, la opulencia es 1o que per-
mite distinguir al rey, y a la familia real, de los demás por los signos externos.
Las ropas, el palacio,los banquetes y la corte constituyen un instrumento pro-
pagandístico, con el que se trasmite el mensaje de que el rey tiene capacidad
para defender a la comunidad y para socorrerla con sus dádivas. Se convierte
en un símbolo de la riqueza de todo el territorio. Es exactamente el modelo de
los reyes persas Aqueménidas (tema 3), que copian los soberanos helenísticos,
en tantos aspectos, sin el menor reparo y a veces de manera muy burda.
La opulencia de los reyes irradia sobre las comunidades, porque una parte
de sus riquezas las utilizan para ejercer la prodigalidad. Hacen frecuentes dona-
ciones de grano a las ciudades, con ocasión de las malas cosechas- gestiona-
das muchas veces por un elemento influyente de esas comunidades, lo que
refuerza su posición en Ia ciudad en beneficio del propio rey. También ayudan
a restaurar murallas o costean la construcción de teatros o de los gimnasios-
biblioteca característicos de la época. La dádiva genera un decreto de agrade-
cimiento por parte de la comunidad, en el que ensalza al soberano y manifies-
ta lo contenta que está por encontrarse bajo su dominio. Conocemos muchos
de esos documentos, que se contarían por miles, porque se copiaban en sopor-
tes más o menos duraderos y se mantenían ala vista del público.
Otras veces las donaciones y los privilegios se dirigen a los templos, donde
también se ofrendan valiosos objetos procedentes del botín de guerra. Ahí se
deja constancia pública de la generosidad de los reyes, y la adhesión del per-
sonal de los templos resulta de suyo capitalizable.

8. El buen gobernante

La virtud atribuida al rey helenístico hasta la saciedad esla philanthropía,


un'oamor a la humanidad", que se puede manifestar de modo diverso. Mitiga
la crueldad de la guerra, en la medida en que invita a tratar con benevolencia

17 4 BREVE HlsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


al vencido, y suaviza el poder despótico con la invitación a la indulgencia.
Está próxima también a la justicia cuando mueve al rey a distinguir entre el cul-
pable y el inocente. Pero funciona, en realidad, como un comodín en la ima-
gen del rey virtuoso.
Entre la familia real y las comunidades están los Amigos, un grupo hete-
rogéneo de personas, de distinto rango y procedencia, que tienen el privilegio
de compartir la mesa con el rey y de asesorarlo en los aspectos más variados,
siendo ampliamente recompensados por su lealtad y cooperación. Incluía ese
grupo a filósofos, médicos o artistas y otros expertos; y de ahí elegía el rey a
su consejo permanente de asesores, pero también a los mandos del ejército, a
los altos funcionarios y a los embajadores.
La presencia de los filósofos y los sabios al lado del rey se documenta
ampliamente en las fuentes literarias. Conecta con el ideal platónico del rey-
filósofo, funcionando como una garantía de que el monarca recaba y recibe el
asesoramiento necesario para gobernar con providencia y con sentido de la
justicia. Es una idea que estaba en la mente de Filipo de Macedonia cuando eli-
gió a Aristóteles como preceptor de su hijo, y que practicó Alejandro durante
toda su vida. La curiosidad y el afán de saber es uno de los rasgos que concu-
ffen en la imagen propagandística del rey.
Además de guerrero y de benefactor, el rey helenístico es legislador y juez.
En realidad, todas esas funciones se distinguen entre sí mucho más ante los
ojos modernos de lo que lo hacían para los antiguos. La percepción de la figu-
ra del rey era más bien unitaria y abstracta; así que el carácter de fuente del
derecho, que atribuye Aristóteles, en su Política, al monarca no tenía un curso
común. La ley y la sentencia se veían como beneficios reales. De todos modos,
las comunidades sometidas a los reyes siguieron utilizando sus propias insti-
tuciones como antes, por 1o que se mantuvo la pluralidad de los ordenamien-
tos y las prácticas jurídicas. Lo propio del rey era recoger los tributos.
Por esa razón, su actividad legislativa se suele desanollar en el ámbito fis-
cal, con las consecuencias sobre el derecho privado que resultaran pertinentes.
La obra de los Lágidas en Egipto es la única que conocemos, gracias a la con-
servación de los papiros. Pretende, sobre todo, proteger a los agricultores de
los abusos de los funcionarios y de los usureros,lo que sirve, naturalmente, a
los intereses del rey. En otros territorios, puede haber ocurrido algo similar.
La jurisdicción de los reyes deriva de su condición de jefes del ejército, y
es en ese ámbito donde se ejerce necesariamente. Pero, en la media en que el
rey está por encima de cualquiera otra jurisdicción, puede asumir voluntaria-
mente cualquier caso que se le remita, en primera instancia o por vía de ape-
lación. Su disposición favorable, en ese sentido, se interpreta como un acto de
filantropía.

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO 175


9. La sacralización de los reyes

Los reyes helenísticos reciben culto, aunque eso no significa que se les
considere como a dioses. En Egipto son faraones y tratados como tales por los
egipcios; no debe extrañar, por tanto, que se les represente con la indumenta-
ria correspondiente. Pero en Alejandía, y las ciudades griegas del propio Egip-
to, los Ptolomeos, que no dejan de ser nunca una familia griega, utilizan el
atuendo y la diadema del resto de los monarcas helenísticos; así se muestran
en la estatuaria y en las monedas. Tampoco la visita de Alejandro al Oráculo
de Amón en el oasis de Siwa, ni el hecho de que los sacerdotes lo saludaran
como "hijo de Amón", es una prueba de divinización; como presunto descen-
diente de Heracles, Alejandro lo era de Zeus, y, en ese santuario oracular, por
iniciativa de los griegos asentados en la costa egipcia, se había producido ya
en la época de Heródoto la identificación deZeus con Amón. El conquistador
de Egipto, Alejandro, estaba destinado, al igual que otros monarcas extranje-
ros que lo habían precedido, a reinar como faraón (tema 2) y, consecuente-
mente, a recibir el título de hijo de Re; ese reconocimiento es el que llevan a
cabo los sacerdotes egipcios.
En cuanto ala proskyn¿sis -inclinación reverente-, adoptada por Alejan-
dro en su protocolo, estaba tomada de los persas, que no consideraban a sus
reyes como dioses (tema 3). Era un signo de sumisión a la persona y al poder
del rey. Repugnaba, sin embargo, a los griegos, con su tendencia a considerar
que todos los hombres eran políticamente iguales; ni siquiera los macedonios,
que tenían una monarquía ancestral,la asumieron de buen grado. Unos y otros
estaban acostumbrados a hacer eso solamente ante los dioses, y por ello la exi-
gencia de Alejandro les parecía desorbitada. Además, en la tradición religiosa
griega, el intento de equipararse a los dioses se consideraba como hybris ("des-
mesura") y acarreaba el castigo divino.
Pero el culto que, según algunas fuentes, exigió para síAlejandro a las
ciudades griegas, sirviendo de precedente para sus sucesores, no conectaba
con esos elementos orientales ni implicaba, que sepamos, un reconocimiento
como dios. Los reyes más antiguos de las ciudades griegas,los que las habían
fundado y habían dado origen a los principales linajes, pertenecían al colecti-
vo de los héroes: seres humanos, con un supuesto progenitor divino, que les
habría trasmitido una naturaleza superior a la del resto de los mortales. Esos
individuos de la epopeya habían realizado grandes hazañas, con la ayuda de
los dioses, y recibían una forma de culto, es decir, honores especiales, en las
ciudades con las que habían tenido relación. A juzgar por las monedas, pare-
ce que Alejandro quiere mostrarse a los griegos como un nuevo Heracles, de
quien pretende descender. Sus fulgurantes conquistas y sus expediciones sin
precedente; el hecho de que no hubiera entablado una batalla sin ganarla, ni

176 BREVE HrsrozuADEL MUNDoANTrcuo


asediado una ciudad sin conquistarla ni penetrado en un país sin someterlo;
todo eso demostraba el favor de los dioses hacia su persona y lo asemejaba al
más famoso de los héroes, cuyas hazañ.asjalonaban todas las costas del Medi-
terráneo.

10. La función de la guerra y los mercenarios

Las monarquías helenísticas eran en realidad monarquías militares, ente-


ramente dependientes de su capacidad de equipar ejércitos y de mantenerlos a
su servicio. La guerra no era solamente, como pretende el historiador Polibio,
el resultado de la ambición de los reyes; de la articulación de la guerra con la
paz salían los fundamentos ideológicos del poder monárquico.
Los ejércitos de los soberanos helenísticos tenían una composición com-
pleja. El punto de partida fuc cl gran ejército de Alejandro, estacionado en las
distintas satrapías, que se iba reforzando con reclutamientos realizados en Gre-
cia y Macedonia. Funcionar como mercenarios al servicio de esos grandes reyes
era una buena salida para muchos jóvenes carentes de medios de vida, que en
casos como el de los arqueros cretenses constituían cuerpos especializados.
Pero llegó un momento en que esos recursos humanos resultaron insuficientes
para cubrir la demanda. Sabemos que en el2l7 a.C. se enfrentaron en Siria, en
la batalla de Rafia, 75.000 hombres de Ptolomeo rv a 68.000 de Antíoco m:
unos ejércitos muy numerosos, que se esquilmaban en las frecuentes luchas y
que había que reponer, lo que obligó a los reyes a crear una auténticacanteÍa
de soldados profesionales.
Fundaron una especie de colonias militares, dando tierra a antiguos solda-
dos y a hombres que carecían de ella para poder contar con reservas de reclu-
tamiento que pasaban de una generación a otra. Se trataba de griegos y mace-
donios sobre todo, por lo que esas ciudades, que se extendían hacia el Oriente,
tenían, al igual que las antiguas fundaciones de Alejandro, el aspecto de autén-
ticas poleis y funcionaron como mecanismo de transmisión de la cultura grie-
ga (ver más adelante). Pero hubo que recurrir también a las poblaciones indí-
genas del territorio y de fuera de é1, como los egipcios,los tracios o los galos.

En ningún caso se trataba ya de ciudadanos-soldado, que lucharan para


defender a sus familias o para garantizar la supervivencia de sus respectivas
comunidades; y resultaba, en general, difícil asegurarse su lealtad creando vín-
culos de adhesión personal. Su prestación era su medio de vida, y solo estaba
asegurada mientras tenían una expectativa de supervivencia y de compensación
económica. Incluso era normal que el rey vencedor asumiera a soldados del

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO 177


vencido, porque los necesitaba y porque era quien estaba en mejores condi-
ciones de retribuirlos; o, simplemente, que. al concluir el tiempo para el que
habían sido contratados, en lugar de renovar su compromiso con el mismo rey,
prefirieran, o se vieran obligados, atrabajar para otro.
Porque la relación entre las partes era de naturaleza contractual. Un docu-
mento de mediados del siglo ltt a.C. nos muestra, por ejemplo, los términos
acordados bajo juramento entre un rey seléucida y sus mercenarios después
de un motín. Además de a pagar el salario, Eumenes I se compromete a respe-
tar el tiempo pactado sin prolongaciones, a proporcionar una cantidad fija de
cereal y de vino, a gratificar a las viudas y a los huérfanos, y a permitir que al
término del servicio puedan los soldados disponer de sus ganancias libremen-
te y con inmunidad fiscal. Por su parte, aseguran ellos que servirán al rey con
afán y lealtad, entregándole sin merma todo cuanto recuperen de su propie-
dad, poniendo al descubierto cualquier conspiración de la que tengan noticia
y rehusando los contactos con el enemigo por carta o por medio de embajadas.
Esas condiciones se darían también, presumiblemente, en la relación entre los
reyes y sus soldados más fidelizados: los que generaba la política de asenta-
mientos y adjudicaciones de tiera.

11. El movimiento de la riqueza y la piratería

La irnagen estándar del soldado helenístico es peculiar, y tiene connota-


ciones distintas según sea su fuente de procedencia.La comedia ha consagra-
do la del soldado fanfarrón, que tiende a la prepotencia y al abuso en el medio
social en el que se mueve. Es el que pasaba su tiempo en las guarniciones
impuestas por los vencedores a las ciudades sometidas. Las inscripciones
sepulcrales destacan, por el contrario, el valor de los soldados y la fama con-
seguida por sus hazañas. Pero es que su misma actividad resultaba ambigua.
Estaban implicados en un modelo económico en el qlre una buena parte de la
riqueza pasaba constantemente de unas manos a otras en virtud de un derecho
de conquista que no reconocía límites. Por tiera y por mar se imponía una y
ofra vez la ley del más fuerte, sin más cortapisas que la dependenci a del azar,
de los caprichos de la diosa Fortuna.
La guerra favorecía el movimiento de las riquezas y de las personas. El
saqueo de las ciudades conquistadas, e incluso, en ocasiones, de los templos,
hacía pasar las riquezas de unas manos a otras y facilitaba su circulación: con-
trarrestaba la tendencia a una tesaurización improductiva, inyectando recur-
sos en la economía. El cúmulo de obras de arte enviado a Roma por los gene-
rales victoriosos contribuyó a que los romanos se sintieran atraídos por lodo

I78 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


lo griego, hasta el extremo de que la conquista militar de Grecia por Roma se
tradujo en una conquista cultural de Roma por Grecia; y de esa forma se pro-
dujeron otros muchos intercambios de influencias. Y ello también porque los
prisioneros de guerra solían ser vendidos como esclavos. De hecho,los trafi-
cantes de esclavos seguían a los ejércitos, esperando el momento en que los
vencedores instalaran el mercado. Entre la oferta había personas cultas y/o
conocedoras de un oficio, que luego transmitían sus conocimientos al lugar
donde prestaban sus servicios. Pero, en ocasiones, toda una ciudad, o un peque-
ño territorio, sucumbían a los efectos de la gueffa, porque no solo perdía su
riquezaatesorada, junto con los alimentos y los animales, sino también a toda
su población, masacrada y vendida, así como sus murallas y demás construc-
ciones. En esos casos,los reyes asentaban en el lugar a otros elementos huma-
nos para poner en marcha la recuperación.
El Mediterráneo helenístico era un caldo de cultivo parala piratería, que
se confunde, también en el léxico, con el bandolerismo. Había existido desde
los tiempos delos poemas homéricos, pero la proliferación del soldado de for-
tuna, del mercenario, incrementa su actividad; considerando, sobre todo, la
naturaleza de las acciones de guerra características de esa época. Resulta muy
difícil, de hecho, establecer un criterio que distinga la piratería de lo que no lo
es en infinidad de casos documentados, porque no podemos fiarnos de las eti-
quetas que utilizan las fuentes. Los mismos mercenarios que se integraban en
los ejércitos formaban pequeñas Íopas armadas pararealizar operaciones muy
concretas por encargo de los monarcas y, en general, de los estados.
Los etolios (ver más adelante) arrastran la acusación de haber ejercido pira-
tería de estado; pero Roma es más que sospechosa, para los historiadores moder-
nos, de haber utilizado a piratas en sus operaciones de expansión territorial por
el sur de Italia cuando todavía no tenía barcos. A comienzos del siglo r a.C. los
romanos son ya los dueños de casi todas las costas del Mediterráneo, y tienen
que emprender una acción importante contra la piratería que infesta sus aguas,
perjudicando en muchos aspectos sus intereses económicos. Se trata de los mer-
cenarios que no encuentran trabajo, porque se han ido empobreciendo, o han
desaparecido,los estados que los contrataban, y buscan la supewivencia como
pueden. Los piratas son marginados sociales, pero no más de lo que lo eran los
mercenarios sin arraigo. La diferencia entre unos y otros es circunstancial.

12. El reino Antigónida

El reino macedónico de Filipo y Alejandro tiene su continuidad en la lla-


mada dinastía Antigónida, que, condicionada por esa tradición, se muestra

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO L79


menos autocrática que las otras dos. El rey tenía un consejo de Amigos (ver
más adelante), pero existía un demos, que parece haber constituido una espe-
cie de nobleza influyente y haber funcionado hasta cierto punto como un órga-
no político. Conservaba un protagonismo en la designación del sucesor del rey
y en los juicios por alta traición, por lo que su lealtad resultaba imprescindi-
ble. En algunos documentos oficiales aparece la mención "Los Macedonios"
unida a la del propio rey, de donde se deduce que el monarca no representaba
por sí solo al estado. Otras veces el"koinón de los macedonios", es decir, el
conjunto de los ciudadanos, dedica honores al rey. Sea cual sea la interpreta-
ción de esas fórmulas, da la impresión de que el reino macedónico no ha lle-
gado a convertirse en una monarquía como la seléucida o la ptolemaica. Es el
rey quien firma normalmente los tratados, y no conocemos ningún documen-
to que recoja un decreto de una asamblea macedónica; pero la nobleza tenía un
peso político y tal vez el pueblo conservaba algún tipo de poder residual.
Algunas comunidades de Macedonia tenían un desarrollo urbano y estaban
organizadas como polei,so con su propio territorio. Es el caso de las antiguas
colonias griegas incorporadas por Filipo, y de Casandrea y Tesalónica, funda-
das por el rey Casandro. Tenían autonomía para administrar sus recursos, con-
tando para ello con consejos, asambleas y magistrados. Pero el rey tenía poder
para intervenir en todos los asuntos,lo que hacía directamente, o a través de
una especie de supervisores (epistctlai), instalados en ellas.
Una cuestión muy importante es la de las relaciones de Macedonia con las
póleis griegas, que no dejaron de resultar conflictivas. No era un estado impe-
rialista, que apeteciera una expansión territorial; pero tampoco quería que las
ciudades griegas cayeran en la órbita de los reinos rivales, como lo era el de
los Ptolomeos, o el más cercano del Epiro. Se trataba de mantener una hege-
monía sobre Grecia como ya lo habían hecho Filipo y Alejandro,lo que fomen-
taba cierta resistencia en algunaspoleis y llevaba a confrontaciones ideológi-
cas constantes entre los paladines de la libertad y los partidarios de la tutela
macedónica. Este es el caso del historiador Polibio, que responde a la acusa-
ción de un etolio en el sentido de que Grecia debía su esclavitud a Macedonia,
que Filipo, al despojar a los espartanos de sus antiguas conquistas, no había
hecho otra cosa que sacar de la esclavitud a los mesenios,los megalopolitanos,
los tegeos y los argivos, griegos todos ellos.
El caso es que Macedonia protegía a los griegos de las posibles incursio-
nes de los tracios y los ilirios, y constituía una garantía para las poleis peque-
ñas contra la tendencia dominante de los estados más grandes. El control era
de carácter militar, a base de guarniciones establecidas en puntos estratégicos,
como Corinto y Atenas; pero también político, mediante la constitución de
alianzas asimétricas, como lo había sido la liga de Corinto establecida en su día
por Filipo. Las poleis eran formalmente libres y gozaban de autonomía en el

180 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


orden interno, pero las decisiones en materia de política exterior se tomaban
al dictado del poder hegemónico. Después de una serie de episodios bélicos,
que implicaron a distintas ciudades, se estableció una alianza entre Macedo-
nia y Grecia, donde los griegos ya no eran pol¿is sino ligas o confederaciones
de poleis (ver más adelante). Tenía un consejo para tratar cuestiones de paz y
de guerra, así como la admisión de los miembros; y tenía el inconveniente de
que las decisiones debían ser refrendadas por los respectivos estados, lo que la
hacía poco operativa. La iniciativa de Filipo v de Macedonia de afacar ala
confederación de los etolios, que no había querido formar parte de la liga
greco-macedónica, resultó desastrosa para el reino Antigónida, porque los eto-
lios buscaron como aliados a los romanos, a la sazónempeñados en su expan-
sión hacia Oriente. Los aqueos se salieron entonces de la liga, y Filipo fue
derrotado en Cinoscéfalos, perdiendo así todo control sobre Grecia. No mucho
después, la victoria de Roma en la Tercera Guerra Macedónica significa el fin
del reino.

13. La monarquía Lágida

Es el reino de los Ptolomeos. Recibe su nombre de Lago, padre de Ptolo-


meo Lágida, que es el fundador de la dinastía. Nace del reparto del Imperio de
Alejandro y se mantiene hasta la muerte de la última Cleopatra a finales del
siglo r a.C. Es la monarquía helenística de mayor duración, porque Egipto
seguía siendo una fortaleza natural. Durante buena parte de su dominio, los
Ptolomeos mantuvieron en su poder amplias zonas de Asia Menor y de las
islas del Egeo, así como Chipre.
Los Ptolomeos tenían su coto cerrado, pero estaban perfectamente inte-
grados en el teatro de operaciones del Mundo Helenístico, en el aspecto eco-
nómico sobre todo, pero también en el resto de las actividades. Contaban, por
tanto, con un buen ejército y una flota, esenciales para la seguridad de sus
dominios y parahacerse con las materias primas, metales y madera, que Egip-
to siempre había necesitado de fuera. También requerían artículos de lujo,
como mármoles,lana, púrpura, vinos o caballos, a los que los macedonios esta-
ban acostumbrados.
Aprovechando las peculiaridades de Egipto, que se prestaban a ello, implan-
taron un sistema económico absolutamente dirigista y con un control férreo de
la población, que conocemos muy bien gracias alhallazgo de una serie de papi-
ros de la época de Ptolomeo u Filadelfo (308-246 a.C.). No se trataba de incre-
mentar la producción sino de obtener los mayores ingresos fiscales posibles con
la ayuda de una burocracia abundante y eficaz.Había que explotar al campesi-

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO 181


no (fellah) hasta el límite de resultar productivo, y evitar que una parte de las
ganancias fueran a otros bolsillos. Así que se pedía a los cobradores de impues-
tos (oikonomol), por un lado, que no dejaran cabeza de ganado sin tributar; pero,
por otro, que escucharan las quejas de los campesinos contra los funcionarios y
procuraran que no huyeran si se veían en apuros para pagar sus deudas con el
estado. Los cobradores del rey estaban respaldados por pequeñas guarniciones
militares distribuidas por todo Egipto. Por lo demás.los Ptolomeos mantuvie-
ron la organización del territorio, y de la población, en nomos y aldeas tal y
como estaba, con sus correspondientes instituciones locales (tema 2).
Gracias a la conservación de los papiros conocemos bastante bien lo que
hizo Ptolomeo Lago con la tierra que había conseguido por derecho de con-
quista (ver más adelante). Convitió una parte en propiedad personal suya, en
basiliké chora ("tierra del rey"). cultivada por laoí basilikoí ("gente del rey"),
que se contrataban por períodos más o menos largos. Se les daba la semilla, que
habían de devolver en la siguiente cosecha, y el utillaje de labranza, y se les
ordenaba lo que debían cultivar. Tenían que entregar la mitad del producto
obtenido, incluido el débito de la semilla, lo que, en el caso del trigo, se hacía
vnavez trillado bajo la supervisión de los cobradores.
Luego estaba la hierá chora ("tierra sagrada"),la gran cantidad de tierra
poseída por los templos desde antiguo y cultivada por los "esclavos sagra-
dos", teóricamente propiedad de la divinidad a quien estuviera consagrado el
templo, pero, en la práctica, libres. No quiso Ptolomeo confiscar esas tierras,
pero las sometió a registro, para poder controlar los cultivos y fiscalizar las
rentas. Los reyes percibían una parte de ellas, aunque luego realizaran con-
tribuciones ocasionales para el sostenimiento de los templos; y sabemos que
se sirvieron de esas rentas para costear los nuevos cultos de los faraones muer-
tos y de sus esposas. Sin embargo, en fases de debilidad de la monarquía fue
necesario restablecer algunos de los privilegios de los sacerdotes para conse-
guir su respaldo.
Con otras tierras constituía el rey lotes bajo la condición de doreá ("rega-
lo"), que cedíaa los funcionarios más importantes para que se beneficiaran de
sus rentas. Tenemos noticia de una finca de casi tres mil hectáreas, que era cul-
tivada a pleno rendimiento. Esos lotes contaban como propiedad privada, es
decir, transmisible por herencia o por compraventa, que debía de existir, por
otra parte, en Egipto, con dimensiones muy variadas. Todas esas tierras priva-
das fue¡on sometidas al pago de impuestos y al control de la siembra.
La última modalidad conocida de tenencia de tierra corresponde a las par-
celas de los klerouchoi, de unas 28 hectáreas de extensión media, donde se
asentaba a hombres, normalmente de origen extranjero, con el doble deber de
cultivarlas y de asistir a filas cuando fueran llamados. Se contaba así con una
reserva de mercenarios, implicados en la producción de alimentos e, indirec-

I82 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


tamente, en la defensa del territorio. se les asentaba, por supuesto, en las zonas
más vulnerables.
El dirigismo económico de los Lágidas, calificado como mercantilismo de
estado, no se proyectaba solo en la producción del campo. Las minas, las can-
teras y las salinas, lo mismo que la elaboración del aceite, funcionaron como
férreos monopolios estatales, con un control estricto de los procesos y con la
imposición de precios fijos; fuera de eso solo tenía cabida el contrabando y la
producción clandestina. Los pescadores, apicultores y comerciantes actuaban
bajo licencia estatal, y, por 1o tanto, también muy controlados. La producción
de lino, papiro y cerveza estaba más diseminada, por lo que resultaba más difí-
cil de controlar; pero se la sometió a un régimen similar al de los monopolios.
También se prohibió el uso de moneda extranjera; había que cambiarla por la
moneda ptolemaica.
Los egipcios seguían siendo la fuerza de trabajo, aunque se había super-
puesto a ellos una clase dirigente greco-macedónica y una buena cantidad de
clerucos, que vivían diseminados por los campos. No se fomentó la creación
de ciudades. Así que solo existían la antigua factoría comercial griega de Náu-
cratis, que se mantenía como un enclave especial destinado al comercio de
Egipto con los griegos; Ptolemaide, única fundación de los Lágidas; y, natu-
ralmente,Alejandría, centro cultural y administrativo. muy cosmopolita, donde
se concentraban los mercenarios de diversas procedencias y del que en vano
se quería mantener alejados a los nativos.

A finales del siglo ut a.C. los reyes tienen dificultades económicas, por lo
que deben recurrir a los egipcios para mantener sus ejércitos; ello se sincroni-
za con un aumento del poder de los sacerdotes y con una reactivación del
nacionalismo egipcio. El Alto Egipto se independiza en el 207 a.C. y las zonas
del Bajo Egipto y el Delta se llenan de bandoleros. Hay un rechazo frente a lo
griego, por lo cual la clase dirigente griega y el mismo rey, ahora a la defensi-
va, se egiptizan en los aspectos formales y en las manifestaciones religiosas.
De esa forma consigue aguantar la dinastía hasta la conquista romana, aunque
los reyes ya no controlan a los funcionarios ni a los sacerdotes, y lo que pre-
valece es la anarquíay la comrpción.

14. El reino de los Seléucidas

La tercera gran monarquía helenística llega a abarcar un enorme territo-


rio: todo el que había conquistado Alejandro Magno en Asia, con las únicas
excepciones de Palestina y una parte de Siria, que quedaron integradas en el

TEMA 6. EL MUNDO HELENÍSTICO 183


reino lágida, así como la remota región de Bactriana, donde se formó el reino
greco-bactriano. Semejante mosaico de pueblos y culturas, con las largas tra-
yectorias políticas que tenían a sus espaldas, era muy difícil de mantener unido.
La Persia de los partos (tema 3) se independiza pronto, con los territorios más
orientales. Y, tras muchas fluctuaciones en las otras zonas, lo que queda es un
reino bastante reducido -una parte de Si¡ia, con la capitalAntioquía- que lan-
guidece hasta su total sumisión a Roma.
Al igual que los Ptolomeos, superponen los Seléucidas a la población indí-
gena una clase dirigente greco-macedonia, marginando en este caso, a los per-
sas de la administración. El control del territorio se produce a través de una
amplia burocracia y con el recurso de la creación de colonias militares (katoikiai).
A diferencia de las fundaciones de Alejandro, estas colonias eran de sodados en
activo, que, en tiempo de paz. además de cultivar la tiera, constituían guami-
ciones permanentes, y, en tiernpo de guera. funcionaban como reserva de efec-
tivos. También había katoikiai de civiles, con indígenas que podían ser alistados
en caso de necesidad. En ambos casos se tratabade territorios delimitados y divi-
didos en parcelas de similar extensión, que tenían una pequeña aldea.
Algunas delas katoikíai de los griegos se convirtieron en auténticas poleis'.
contaron con cuerpos de ciudadanos organizados en tribus, con códigos de
leyes y con instituciones de autogobierno similares a las de las poleis de Gre-
cia. Entre ellas se comportaban como ciudades autónomas; pero estaban total-
mente sometidas a la autoridad del rey, que controlaba su tributación,les impo-
nía sus guarniciones y sus supervisores, interfería en la administración de
justicia, y les cursaba instrucciones sobre todo lo que consideraba oportuno.
Muchas de esas ciudades repiten los nombres de los reyes de la dinastía
-Seleucias o Antioquías- y, lo mismo que las numerosas Alejandrías, se dis-
tinguen unas de otras por referencia al nombre de su río o de la región cn la que
se ubican. Algunas eran de nueva fundación, como Seleucia del Tigris, pero
otras eran ciudades indígenas helenizadas, o, como en el caso de Priene, en Asia
Menor, ciudades antiguas refundadas. Sus edificios públicos y sus murallas sue-
len ser espectaculares; una excelente muestra del urbanismo de esas ciudades
nos la ofrece Priene, cuyos restos han permitido reconstruirlo por completo.
También en este reino existía una gran cantidad de basiliké chora,de "tie-
ftareal", asignada en forma de lotes a la nobleza macedonia. La cultivaban
laoí basilikoí, campesinos que vivían en aldeas y cuyas condiciones de depen-
dencia con respecto a la tierra y a los asignatarios no están claras por falta de
documentación. Por la misma razónignoramos cómo y en que medida se bene-
ficiaban el rey, y los asignatarios, de las correspondientes rentas. Lo que sí
sabemos es que los laoí debían pagar un impuesto ,el phoros, que era una can-
tidad fija por aldea, y estaban obligados a prestaciones de carácter personal.
Los templos también tenían propiedades trabajadas por laoí,algunas antiguas,

I84 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


confirmadas por el rey, y otras como resultado de donaciones de particulares
o de concesiones de los soberanos.

15. Los judíos de la diáspora

Con la desaparición del reino de Judá (tema 3) se inicia la etapa en la que


los judíos constituyen una comunidad étnica y cultural que no tiene como
soporte un estado y ni siquiera un determinado territorio. Quienes habían sido
deportados a Babilonia se mantuvieron como una comunidad en el exilio, que
esperaba regresar a la ticrra de Canaan y reconstruir el estado. Por otra pafte,
como los babilonios no repoblaron, los judíos que no habían sido deportados
no se mezclaron con otras poblaciones y fueron creciendo en número. A1 cabo
de dos generaciones, Palestina pasó a manos de los persas, quienes permitie-
ron a los exiliados regresar; sin embargo,la mitad de ellos prefirió quedarse en
Babilonia, porque allí, en realidad, vivían bastante bien. El templo de Jerusa-
lén fue reconstruido, y consagrado de nuevo en el 515 a.C.; pero, como ya no
existía un rey judío, y sus funciones las había asumido Yahveh, el sumo sacer-
dote quedó como dueño y señor del territorio, sometido únicamente a la auto-
ridad del sátrapa de la provincia de Siria, a la que pertenecía Palestina. Fuera
de esa nueva Judea se fueron formando otras comunidades judías, a parte de
la babilónica (tema 9).
A pesar de que la religión de Yahveh contribuía a mantener a la comunidad
judía como algo distinto del resto de la humanidad, los judíos de la época hele-
nística estaban muy divididos, entre otras cosas, porque había que interpretar
continuamente los designios de Yahveh, y eso no resultaba fácil. Había cues-
tiones de pureza, muy complicadas, que los clasificaban en grupos. La oposi-
ción en términos socioeconómicos también era muy fuerte, porque los sumos
sacerdotes y la clase dirigente se entendían, por lo general, con los poderes
dominantes -los Lágidas y los Seléucidas, después de los persas, y luego los
romanos- y cargaban sobre el resto de la población todo el peso económico.
Por otro lado, algunos profetas habían atribuido las desgracias de los judíos a
la necesidad que habría tenido Yahveh de destruir una sociedad corrupta e
injusta para construir un nuevo orden social, con un reparto equitativo de la tie-
ITa, es decir, una vuelta a los orígenes. Por 1o tanto, cada vez que se agudiza-
ban las dificultades económicas, aumentaba la tensión social, y las conse-
cuencias solían ser muy graves, ya que, lejos de medir sus fuerzas, los judíos
confiaban ciegamente en la ayuda de Yahveh.
La mayor división entre ellos fue, seguramente, de orden cultural, debido
a su distinta actitud frente al fenómeno del helenismo, que
ilevó a grandes con-

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO 185


frontaciones. Algunos se mostraron receptivos, y aprendieron el griego, para
acceder a las obras que estaban escritas en esa lengua; pero otros lo conside-
raban como unaamenazapara su identidad. El fanatismo de los yavistas extre-
mados provocaba, por otro lado, el rcchazo de muchos judíos. La traducción
del Antiguo kstamento al griego (Septuaginta) había hecho montar en cólera
a los egipcios, al verse retratados de un modo tan inaceptable, en una reinter-
pretación disparatada de la historia primitiva de los hebreos. Como conse-
cuencia de todo eso, se había desarrollado una imagen tópica de los judíos
muy desfavorable, que a quienes vivían en Judea podía no importarles, pero
que perjudicaba mucho, por ejemplo, a los judíos de Alejandría. Precisamen-
te porque los judíos seguían teniendo, en general, una conciencia de comuni-
dad cultural no debe sorprender que intentaran muchos de ellos dar a Jerusa-
lén un carícter más abierto, y que desearan que esa gran ciudad se pareciera a
las grandes urbes del mundo helenístico.
Tal fue el intento del sumo sacerdote Jasón (175-I72 a.C.), quien, con el
respaldo del rey Seléucida Antíoco tv, configuró Jerusalén como una polis,
con su territorio, con su comunidad de ciudadanos -de la que fueron excluidos
los opositores al proyecto- y con su consejo, que era la antigua Asamblea de
los Ancianos . La ciudad tendría un g,vmnasion , al modo helenístico. donde se
enseñaría la lengua griega; y recibiría el sobrenombre de Antioquía, en honor
del monarca seléucida. En la medida en que esa ciudad se regiría por su pro-
pia politeia, quedaba fuera de la ley mosaica (Torah).Aunque el resto de Judea
no resultaba afectado por esas medidas,los sacerdotes del templo de Jerusa-
lén veían muy recortados los enorrnes privilegios económicos de los que goza-
ban, de modo que se las arreglaron, al parecer, para crear una situación tan
grave que Antíoco se vio obligado a deponer a Jasón, y todo su proyecto quedó
en agua de borrajas.
Sin embargo, con ocasión de un motín de los judíos frente a las exaccio-
nes de Antíoco, el rey llevó a cabo una represión feroz, y luego adoptó medi-
das extremas, esperando que sirvieran para terminar de una vez por todas con
el poder de los sacerdotes hostiles al helenismo, y apoyando con ellas a los
que estaban abiertos a é1, como era el caso también del sumo sacerdote que
había sucedido a Jasón. Estableció una colonia militar en Jerusalén, abrió el
templo a divinidades paganas y prohibió, bajo pena de muerte, no solo cele-
brar el sabbath y circuncidar, sino tener incluso rollos de la Tora. La conse-
cuencia fue, sin embargo, la rebelión del sacerdote Matatías, continuada con
un éxito arrollador por su hijo Judas, el llamado Macabeo ("Martillo"). Duran-
te varios años se mantuvo el territorio al margen del poder de los Seléucidas,
es decir, sin pagar los tributos debidos.

El nuevo rey seléucida,Antíoco v, viendo la gravedad de la situación, orde-


nó restituir el templo de Jerusalén a la exclusividad de Yahveh y permitió que

186 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


volvieran los judíos a sus antiguas costumbres, pero ya eta demasiado tarde.
Judea se había convertido en la "tierra prometida", es decir, en el estado que
Yahveh había destinado a los judíos, por lo que habíanllegado algunos de fuera,
y ya se habían hecho repartos de tierras y cosas por el estilo. Los Seléucidas
toleraron una especie de autonomía de Judea, con un rey, que se prolongó
durante un siglo, porque Roma erayael árbitro delazona,y el reino seléuci-
da se encontraba a la defensiva. Pero acabó en el 63 a.c. cuando pompeyo
Magno derrotó a Antíoco xlr y convirtió siria y Palestina en provincia roma-
na. En ese tiempo, los judíos habían logrado ampliar, incluso, el territorio de
Judea, pero las luchas internas fueron feroces, y ya no solo se trataba de la
actitud ante el helenismo. La interpretación del yavismo los había dividido en
una serie de corrientes irreconciliables, que se arrogaban con toda vehemen-
cia la ortodoxia.

16. Las ligas y confederaciones

La impotencia que sentían las poleis frente a las grandes monarquías empu-
jó a muchas de ellas a agruparse bajo la forma de ligas, con una tendencia a
confiar el poder a un solo hombre, que funcionaba como un monarca, aunque
sólo en relación con las cuestiones de interés común. Laliga tenía un mayor
protagonismo que cada una de las ciudades por separado y también facilitaba
la resolución de los conflictos entre ciudades. En principio, no se puede hablar
de federalismo cuando no hay asambleas ni competencias judiciales o milita-
res de orden federal. Pero, por otro lado, en el modelo federal delkoinón ("con-
federación") que desarrollan en esa época las comunidades que no habían lle-
gado a constituirse en poleis con anterioridad y se habían mantenido como
grupos tribales (ethne),también se aprecian diferencias. Lo que tenemos es un
cúmulo de experiencias con un cierto denominador común, pero que no se
pueden reducir a un tipo federal. Y, además,la documentación sobre el fun-
cionamiento de esos estados es muy escasa.
En Tesalia (Grecia septentrional) se formó una liga que asumió como jefes
vitalicios a los vecinos monarcas macedonios. Y algo parecido ocurrió en Asia
Menor y el Egeo, con tres ligas que aglutinaban alas poleis costeras e isleñas
a los efectos de comunicarse con los monarcas Antigónidas. En la región del
Epiro (en el noroeste), que se repartían tres grupos tribales -los molosos,los
peonios y los tesprotios- se constituyó una liga que reconocía como cabeza
al reyezuelo de los molosos, aunque luego se sometieron a la monarquía auto-
crática de Pirro, para pasar, finalmente, a funcionar como un koinón "repu-
blicano".

TEMA6. ELMUNDOHELENÍSTICO I87


El estado federal más poderoso y más complejo es el koinón de los eto-
lios. Lo integraban cantones ocupados por grupos tribales, y tenía una pobla-
ción rural establecida en aldeas. En la Epoca helenística había desarrollado
instituciones federales, lo que hizo posible que se integraran en él algunas
poleis. Y desde el s. tv a.C. contaba con centros urbanos. El poder correspon-
día a una asamblea que integraba a todos los etolios libres y que se reunía dos
veces al año, al comienzo y al término de la temporada de campaña militar,
para tratar cuestiones relacionadas solamente con la gueffa y la defensa, por-
que las ciudades tenían autonomía y sus respectivos cuerpos de ciudadanos. A
la cabeza del koinón había un general en jefe de mandato anual, al que acom-
pañaba un jefe de la caballería, un secretario, un organizador de los juegos y
una serie de encargados de las finanzas. También había un consejo, por si era
necesario reunirse más veces, formado por representantes de los miembros del
koinón, en proporción a la aportación militar. En et220 a.C. la confederación
etolia incluía una buena parte de Grecia, desde el mar Jónico al mar Egeo, a
lo que se sumaban varias islas y otros territorios alejados.
Arcadia, en el Peloponeso, y Beocia, en la Grecia Central, son ejemplos
de ligas integradas por poleis. Cada una de ellas tenía sus propias institucio-
nes, bastante diferentes enÍe sí, y, además, había instituciones federales. En
el255 a.C. se organizó definitivamente la Confederación Aquea, que absor-
bió a las ciudades de la Liga Arcadia. Los integrantes conservaron mucha
autonomía, hasta el punto de acuñar su propia moneda. Conservaban. natu-
ralmente, sus respectivos cuerpos de ciudadanos, sus constituciones y sus tri-
bunales. El koinón se ocupaba de la política exterior, el ejército y las cues-
tiones relacionadas con la confederación. Presidía esta confederación también
un general, con un mandato bianual reelegible; y había un almirante, un secre-
tario y un tesorero, así como diez demiourgoi, que formaban un cuerpo de
gobierno con el general. Existía igualmente una asamblea federal, cuyas fun-
ciones y composición no conocemos bien: en el s. tt a.C. se documenta una
asamblea donde parece que se votaba por ciudades. En todo caso, las mino-
rías de las ciudades tenían un peso que restaba autoridad al presidente y se tra-
ducía en ineficacia militar. Por eso tienen que recurrir a los macedonios para
hacer frente a Cleómenes de Esparta.
Polibio utiliza el término svmpoliteia ( "ciudadanía conjunta") para refe-
rirse a la pertenencia a las confederaciones etolia y aquea en el caso de las
poleis que conservan su propia identidad, incluidos los que se encuentran lejos
y se han integrado en la confede¡ación mediante un tratado de isopoliteia ("ciu-
dadanía igual") con la propia confederación o con una de sus ciudades. En
otros casos también utllizael primer término cuando esperaríamos este último:
parece por ello que son dos formas de llamar a una misma cosa. El hecho es
que los ciudadanos de las ciudades que se integraban en las confederaciones
conservando su propio cuerpo de ciudadanos funcionaban con una doble ciu-

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¡erepe¡ ¿l."ruEpup
TemaT
LA REPUBLICA ROMANA

1. Introducción
2. Los orígenes de Roma
3. Patricios, clientes y plebe
4. La nobilitas patricio-plebeya y el tribunado de la plebe
5. El senado romano
6. Las asambleas del populus Romanus
7 . De la religión al derecho

8. El derecho pretorio y el desarrollo de la jurisprudencia


9. El ager publicus y el problema de la tierra
10. La centuariación y la agrimensura
11. Los efectos de las guenas sobre la capacidad económica de los ciuda-
danos
12. La solución de Tiberio Graco
13. El programa político de Gayo Graco
14. El ejército romano republicano
15. Las reformas de Mario
16. Los ejércitos personales

1. Introducción

La historia de la República Romana es la historia de una comunidad itáli-


ca de lengua indoeuropea que se convierte en una ciudad-estado semejante a
las poleis, debido al influjo de Etruria y de las colonias griegas de la Magna
Grecia y de Sicilia. En una primera etapa funciona como un estado aristocrá-
tico, con una nobleza de sangre que monopolizael poder. Pero luego, y en con-

TEMA7. LAREPÚBLICAROMANA I9I


sonancia con una pdmera expansión territorial que la hace dueña de toda Ita-
lia, consolida un modelo oligrárquico, basado en pirámides sociales, cuyas cús-
pides constituyen una nobleza de poder, donde se combinan los critérios de
linaje con los económicos y donde tienen cabida hombres nuevos. Ese carác-
ter a la vez cerrado y abierto de la sociedad romana le permite también ir
ampliando el colectivo de los ciudadanos, es decir, aumentar st manpower,
sin devaluar con ello, sino todo lo contrario, el estatus de la ciudadanía.
En el siglo nt a.c. Roma funciona ya como un estado helenístico, dispu-
tando a los cartagineses la hegemonía en el Mediterráneo occidental y a los
monarcas herederos del Imperio de Alejandro Magno los territorios que con-
trolan. Antes del cambio de era los romanos son los únicos dueños del Medi-
terráneo, con todo el norte de África y su prolongación por el Próximo orien-
te, y con toda la Europa situada al oeste del Rin y al sur del Danubio. Es un
imperio enorrne, que incluye los pueblos y las culturas más diversas, y que
requiere un extraordinario potencial militar para su conservación; pero, tam-
bién, unos mecanismos institucionales adecuados, que Roma sabe desarrollar.
Los contactos con el Mundo Helenístico le aportan experiencias y sabiduría
acumulada; pero es su gran sentido práctico lo que le permite ir arbitrando
soluciones nuevas, en cada caso, para mantener bajo control los distintos terri-
torios sin hacer en ellos más cambios de los necesarios.
Pero la República Romana no sobrevive a su imperialismo. No se habría
construido ni mantenido el lmperio sin un elemento humano muy importante:
los miembros de la clase dirigente que acceden a las más altas magistraturas y
gobiernan los territorios provinciales. Son hombres muy cultos, que combi-
nan la instrucción en la oratoria y la filosofía con el entrenamiento militar; y,
sobre todo, que acceden a los puestos de mayor responsabilidad después de
haber adquirido experiencia en una sucesión de magisÍaturas y cargos más
bajos. Son al mismo tiempo las máximas autoridades civiles, con funciones
administrativas y judiciales, y los altos mandos militares. Muchas veces pier-
den la vida al frente de sus tropas, porque el triunfo militar es una clave en la
promoción social. Así que, cuando logran encumbrarse y consiguen la adhe-
sión de unos soldados que dependen de ellos social y económicamente, no
resisten a la tentación de hacer una política propia con procedimientos auto-
cráticos. Las luchas internas encarnizadas, y la gueffa civil que producen estos
atentados contra la tradición republicana, terminan paradójicamente, por con-
vertir la monarquía en la única salida de la crisis. En adelante, la etérna oli-
garquía romana consigue perpetuarse bajo un poder personal.
La influencia de las colonias griegas sobre Roma fue bastante superficial.
La sociedad romana se desarrolló al margen de ella con unas peculiaridades en
la religión y en las costumbres que son de tradición itálica y en gran medida
etrusca, y, una vez que se consolida el modelo, resulta muy conservador, por-

L92 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


que los romanos lo asumen como un signo de identidad y como una garantía
de supervivencia. Pero la conquista de Grecia cambia las cosas. Esta vez Roma
se heleniza y, por eso mismo, se abre al exterior. Lo que resulta de ello es una
cultura en cierto modo greconomana, que se manifiesta especialmente en las
artes plásticas,la literatura y la religión. De todos modos, siempre se trata de
una impregnación griega sobre un modelo cultural romano que desarrolla pro-
ductos peculiares de altísima calidad. como son el ejército, el derecho o la
arquitectura.

2. Los orígenes de Roma

Están envueltos en la leyenda. Después dela caída de Troya, habría logra-


do huir el príncipe Eneas, hijo del troyano Anquises y de la diosa Afrodita-
Venus.llevando a hombros a su anciano padre y de la mano a su pequeño lulo
Ascanio. Llegados al Lacio, habría fundado Ascanio la ciudad de Alba Longa,
de cuyos reyes descendería la madre de Rómulo y Remo, Rea Silvia; Rómu-
lo, a su vez hijo del dios Marte, habría fundado Roma, que sería la hedera de
Alba Longa. A pesar de haber reconocido el historiador Tito Livio, a finales del
siglo t a.C., que sobre la época anterior al saqueo de Roma por los celtas, en
el 387 a.C., no existía documentación alguna sobre la ciudad, ofrece un lar-eo
relato de la época monárquica y de los comienzos de la República, con toda
suerte de detalles sobre las figuras y los acontecimientos de esos siglos. En
realidad, todo 1o que precede al siglo iI a.C., en que empiezan a registrarse los
acontecimientos por escrito. resulta incierto; ni la fecha canónica de 1a funda-
ción de Roma, e|753 a.C., ni la lista canónica de los siete reyes merece con-
fianza alguna. No se trata ya de que la historia primitiva de Roma fuera mal
recordada, sino de que había habido razones para reescribirla: los orígenes de
Roma y su primera trayectolia debían estar en consonancia con un estado
invencible y predestinado por los dioses para gobernar a todos los pueblos.
Después de haber sido ocupado en la Edad del Bronce, el solar de Roma
muestra huellas de unas pocas cabañas, en las colinas del Palatino, el Capito-
lio y el Quirinal, coffespondientes a los comienzos del primer milenio a. C.; la
otra serie de colinas -bastante más de cuatro por cierto- parece haber estado
cubierta de bosques. Un cambio significativo se aprecia, efectivamente, en el
siglo vnl a.C., con una mayor ocupación por parte de una sociedad diferen-
ciada, que tenía una cultura material de cierta calidad; sin duda es el resulta-
do de los influjos de Etruria y de la Magna Grecia, que, gracias a los intensos
contactos con el Mediter¡áneo, son regiones mucho más desarrolladas que la
Italia central. Pero nada indica que se haya fundado una ciudad: se sigue tratando

TEN{Ai. LAREPÚBL]CAROMANA 193


de cabañas en las alturas, asociadas a una necrópolis que se ubica en la más anti-
gua zona del foro. Los primeros signos de urbanismo en Roma, debidos también
al influjo exterior, corresponden al siglo vI a.C.; aunque, desde mediados del
siglo vtt a.C., se aprecia en algunos lugares de la región del Lacio el desarrollo
económico de una elite aristocrática que muestra su riqueza en las casas priva-
das y en pequeños templos, construidos con basamentos de piedra, paredes de
entramado de madera y tejas de barro cocido. Abundan los objetos de lujo y la
cerámica utilizada en los simposios, al estilo etrusco y del sur de Italia. Roma
conoce por entonces, procedente de Etruria, uno de los alfabetos griegos.
La urbanización de Roma, después del 600 a.C., sucede, sin duda, a la con-
quista de su territorio por los etruscos, que aparece, en la historiografía roma-
na, muy maquillada por la leyenda, a fin de que no empañe la imagen glorio-
sa de Roma. A los reyes etruscos debe Roma muy probablemente la fundación
ritual de la ciudad, con la delimitación del pomerium -elámbito sagrado de la
ciudad- que se atribuye a Rómulo; y toda una serie de intervenciones topo-
gráficas y drenajes (cloaca maxima), que amplían el área habitable, prote-
giéndola frente a las crecidas del Tíber. Pero no solo los aspectos materiales;
también los institucionales, en el marco religioso y en el profano, que hacen
de Roma una ciudad son, en esa fase, de procedencia etrusca. El rey civiliza-
dor de la dinastía etrusca habría sido Servio Tulio, a quien se atribuye la cons-
trucción de las murallas más antiguas y de un templo en el Forum Boarium,el
mercado de ganado próximo al Tíber; esa muralla no es anterior, sin embargo,
a la conquista de la ciudad etrusca de Veyes, en el 394 a.C., que culminaba
una guerra de diez años.

3. Patricios, clientes y plebe

En esas fechas los romanos ya habían aprovechado el debilitamiento de


los etruscos para expulsar a los reyes y crear su res publicct hacia el 500 a.C.
(en el 510 comienza la lista canónica de los cónsules). Se trata de una acción
coordinada de los clanes aristocráticos, los patricios, que en adelante mono-
polizan las magistraturas; son las familias que habían logrado prevalecer sobre
las demás, y que, al crearse la República, se consolidan como un coto cerra-
do. Una parte muy importante de la población, que accede al cuerpo de los
ciudadanos, está vinculada a los patricios por unos lazos de dependencia, cuyo
origen se remonta, probablemente, a la primera ocupación importante del Lacio
en el siglo vru a.C. mencionada antes.
Los clientes, que formanla clientela de cada una de las familias patricias,
deben al patronus (una especie de "padre") obediencia y lealtad, mientras él

194 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrGllo


asume un deber de auxilio y protección. El vínculo sagrado de laJides obliga
a las dos partes. Aunque la clientela se perpetúa a lo largo de la historia de
Roma, es una institución característica de una comunidad que carece de ins-
trumentos públicos de defensa para sus miembrosl y permite, además. integrar
en la comunidad a nuevos elementos productivos, que quedan al servicio y a
la merced de los más ricos sin necesidad de asumir la condición de esclavos.
Cuando se convierten en ciudadanos de \a res publica, los clientes son políti-
camente independientes. pero mantienen su dependencia social. que condi-
ciona de modo muy importante el ejercicio de su libertad política: con esa fuer-
za cuentan los patricios. Por otro lado, las familias nucleares de los patricios
están aglutinadas en gentes, especie de clanes donde todos los individuos lle-
van el mismo nombre gentilicio, y que refuetzanla posición de los patricios
frente a los clientes, porque se forman relaciones multilaterales.
Alas gentes patricias, con sus múltiples clientes. se opone la plebs,el
"número". que no constituye, a todas luces, un conjunto homogéneo. Se trata
de agricultores independientes, así como de artesanos y comerciantes que tra-
bajan en la ciudad de Roma; algunas de estas familias son ricas e influyentes
-en la primera mitad del siglo v ya las había, al parecer, con grandes dominios
agrícolas- por lo que acaban por constituir una elite, marginada. sin embargo,
de los privilegios de los patricios. Porque los patricios habían creado la Repú-
blica para gobernar el estado corporativamente, y para turxarse en el ejercicio
de un poder personal , que se configr,rra como un poder militar, el íntperünt, con
atribuciones también civiles. Mientras las funciones religiosas del rey quedan
reducidas a una especie de sacerdocio. el del rex sacrorum. el comando del
ejército se confía a consules curn intperio, variables en número inicialmente y
sujetos a una limitación de tiempo. Si las circunstancias lo reclaman, existe la
posibilidad de nornbrar alun dictcttor con poderes especiales.

4. La nobilitas patricio-plebeya y el tribunado de la plebe

Pero el monopolio de los patricios crea tensiones insuperables. Según la


tradición, los plebeyos se retiraron al monte Aventino, fuera del ponteriunt,y
se negaron a realizar las prestaciones habituales. Lo que hay de cierto detrás
de eso es que los patricios los necesitaban, por lo que se vota, en el367 a.C.,
lalex Licinia-Sextia,que, probablemente, es la que fija en dos el número de los
cónsules, con la consiguiente colegialidad, y establece que uno de ellos sea
siempre plebeyo. Con eso podían quedar satisfechas las aspiraciones de los
plebeyos ricos, que en adelante forman con los patricios la nobilitas patricio-
plebeya tan característica de la República Romana. La condición de patricio

TEIUAT. LAREPÚBLICAROMANA 195


sigue teniendo una importante cotización social, pero la capacidad económi-
ca también es muy necesaria para mantenerse en la clase dirigente; por eso los
plebeyos ricos tienen buena aceptación y abundan los matrimonios mixtos. Lo
que identifica, sin embargo, a los miembros de esa nobleza no es la capacidad
económica ni la pertenencia a los linajes patricios, sino que alguien de la fami-
lia haya desempeñado ya el consulado, es decir, la máxima magistratura del
estado . Por eso, aunque \a nobilitas patricio-plebeya tiende a mantenerse como
un coto cerrado, existe la posibilidad de que, con los necesarios apoyos, una
nueva familia acceda a ella si uno de sus miembros consigue que 1o voten los
comicios como cónsul. Son los llamados homines novi ("hombres nuevos"),
como es el caso de Gayo Mario (ver más adelante).
Además,los plebeyos consiguen una promoción política que está vedada
a los patricios. En el movimiento que desemboca enla lex Licinia-Sextia,hay
plebeyos agobiados por las deudas y empobrecidos, que también necesitan
mejorar sus condiciones. y que no quieren seguir estando a merced de los patri-
cios. se crea, entonces, la figura del tribunus plebis, un ciudadano pertene-
ciente a la plebe, dispuesto a defender a los plebeyos cuando le piden ayuda
frente a las actuaciones de los magistrados, tanto en el ámbito militar como en
el civil. Al tomar posesión del cargo, se declara a sus personas sacrosantas, es
decir, inviolables; quien intente atacarlos obligará a la plebe a protegerlos con
todos los medios a su alcance.La sacrosanctitas confiere a los tribunos una
autoridad que neutraliza el imperium: con solo poner su mano sobre los ciu-
dadanos que requieran su auxilium,hace a éstos inmunes frente al imperium
de cualquier magistrado.
Poco a poco, el tribunado de la plebe se convierte en una especie de magis-
tratura exclusiva de los plebeyos, que refuerza su posición en la clase dirigen-
te, porque acaba teniendo mucho poder. A partir de un número inicial de dos,
llega a haber hasta diez tribunos anuales. consiguen los tribunos de la plebe un
derecho de veto (intercessio) frente a los acuerdos del senado y de las asambleas
populares; así como el derecho a convocar asambleas de los plebeyos (conci-
lia plebis) y a hacer propuestas que, una vez aprobadas por esas asambleas bajo
la forma de plebiscita ("acuerdos de la plebe"), obligan por igual a patricios y
plebeyos a partir de la aprobación de la lex Hortensia del287 a.C. La propues-
ta de esa ley a los comicios la realizó un dictator,lo que significa que, en ese
momento había llegado a haber graves enfrentamientos.
De los tribunos de la plebe se esperaba, en general, no tanto que intenta-
ran reducir los privilegios de los patricios, que eran ya pocos, como que pro-
curaran aliviar la situación de los ciudadanos pobres proponiendo medidas
destinadas a ese fin,lo que siguió siendo siempre un frente abierto. Sin embar-
go, el tribunado de la plebe no se convirtió en la plataforma política de los des-
poseídos. En primer lugar, porque les estaba vedada a los patricios, y hubo

196 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


patricios, como Julio césar, que lideraron políticas populistas, debiendo utili-
zar para ello otros cauces. Por otro lado, -los tribunos de la plebe pertenecían
al grupo de los plebeyos ricos- además de ser los más preparados, eran los que
tenían tiempo para dedicarse a la política- y, en definitiva, a la nobilitas patn-
cio-plebeya, de la que dependía cualquier político en Roma para desempeñar
un papel dirigente. Además, el elevado número de los tribunos contribuía a
atomizar su poder y creaba un clima de rivalidad entre ellos que restaba mucha
fuerua a sus iniciativas. El recurso más importante con el que contaban era el
de¡echo de veto; pero, cuando empezaron a utllizarlo sistemáticamente para
paralizar el funcionamiento del estado, en lugar de esgrimirlo en busca del
consenso, la República acabó inmersa en una larga guerra civil que condujo
inexorablemente hasta la monarquía.

5. El senado romano

La palabra senotus viene de senex ("viejo"), por 1o que designaba, en ori-


gen, a una asamblea o consejo de las personas de mayor edad, que eran las
cabezas de los grupos familiares; ese tipo de "consejo de ancianos" corres-
ponde a un modelo social donde se reconoce la autoridad de quienes tienen
más experiencia y conocimientos acumulados. Pero eso solo puede corres-
ponder, en Roma, a la situación inicial delares publica; lo que los romanos
veían después en el senado era una representación de las f-amilias de mayor
rango social. Un alto magistrado, el censor, que estaba encargado de estable-
cer el census de los ciudadanos, nombraba también a los senadores, leyendo
pública y solemnemente la lista de los nombres (lectio senatus); aunque tenía
poderes para hacer la selección , debía asumir también los usos inveterados
(mores nmiorum),como el que fijaba en 300 el número de miembros del sena-
do, o el que obligaba a incluir entre los senadores a quienes hubieran desem-
peñado una magistrattra cum imperio, es decir, consules y praetores (y, si era
el caso, el dictator). En principio, la pertenencia al senado se entendía como
vitalicia; por ello solía el censor confirmar los puestos; y las vacantes produ-
cidas por defunción las cubría con quienes tenían derecho a entrar y con los
ciudadanos que considerara más adecuados para el puesto (optimus quisque).
Desde finales del siglo u a.C. fueron incluidos también los tribunos de la
plebe y los magistrados de menor rango. Además, el ingreso en el senado de
los magistrados y tribunos salientes se hizo automático, de modo que, indi-
rectamente, eran las asambleas populares las que cubrían esos puestos. Sin
embargo, como el pueblo no elegía para las magistraturas a ciudadanos cua-
lesquiera sino a quienes tenían mayor prestigio social por sus clientelas y por

TEMA7. LAREPÚBLICAROMANA I97


los servicios prestados, el ingreso en el senado quedaba restringido a la clase
dirigente.
Las reuniones de los senadores eran convocadas y presididas por los magis-
trados cum imperio y por los tribunos de la plebe, cuando lo creían convenien-
te, porque no tenía presidencia propia. Se trataba de un órgano de consejo que
debía ser consultado para las cosas importantes -las que tradicionalmente se le
debían someter a consulta- y que podía serlo para cualquier cosa. Así que el
convocante exponía la cuestión (relatio) y luego iba solicitando a los senado-
res su opinión (sententia) siguiendo un orden que se basaba en el rango de las
magistraturas desempeñadas (gradus dignitatis): los consulares eran, por tanto"
los primeros en manifestarse, haciéndolo los patricios antes que los plebeyos,
al igual que en los siguientes colectivos de ex magistrados. Cada uno de los
senadores sabía cuándo le conespondería hablar, es decir, el lugar que ocupa-
ba en el escalafón del prestigio senatorial; y ésa era también la medida del peso
de su sententia.

Solo en situaciones extremas -muy frecuentes, por otro lado, en la etapa


final de la República- llegaban los senadores a un intercambio desordenado de
palabras (altercatio). Lo que ocurría habitualmente es que solo se pronuncia-
ran los consulares, y no todos: y. de los demás magistrados, quienes tuvieran
una competencia especial relacionacla con el caso atratat. Los demás se limi-
taban a participar en una votación que se hacía por grupos: cada senador se
aproximaba al colega cluya sententia quería votar, y ganaba la que conseguía
más apoyos. El resultado se protocolizaba bajo la forma de un senadoconsul-
to (senatus consulntm), que pasaba a los archivos. A diferencia de lo que ocu-
rría en las asambleas populares, la propuesta inicial podía sufrir grandes cam-
bios: el senadoconsulto podía recoger un rechazo frontal de la misma, o ser el
resultado de una confrontación entre los senadores que dejaba la cuestión abier-
ta. Hasta la fase final de la República, el senado dirigía. directa o indirecta-
mente,la política romana; pero de su funcionamiento interno se deduce que no
era el senado como tal institución el que lo hacía, sino los grupos de senado-
res de la nobilitas romana que, en cada momento. integraban la clase política
activa. Una de las claves de la persistencia de la estructura aristocrática del
estado romano es, sin duda, que la nobilitas no degenera nunca en un círculo
de personas que disfrutan de una situación de poder sin ser los protagonistas
de la lucha política que lo persigue.
Intentar definir las competencias del senado romano carece de sentido, por-
que tenía competencia sobre todo lo relacionado con el gobierno del estado, es
decir, todo lo que se integraba en la esfera pública. Cuando se crean los comi-
tia tributa,la verdadera asamblea popular (ver más adelante), se trasladan a
ellos algunas de las antiguas competencias del senado, a saber.la elección de
los magistrados, la capacidad de modilicar las leyes o la declaración de gue-

198 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


ffa: pero el senado no pierde realmenfe esas competencias, porque. aunque no
tenga ya la capacidad de decisión final, sigue interviniendo como órgano de
obligada consulta. De hecho, en la fase intermedia de la República Romana,
que se caracteriza por la concordia institucional, puede decirse que las cues-
tiones más importantes son decididas formalmente por el pueblo, pero fácti-
camente por el senado. E incluso después, cuando la intervención del senado
no consigue condicionar los acuerdos de los comicios, la consecuencia de su
fracaso es un aumento de la crisis institucional.
La pregunta es por qué ocurre eso; y por qué las figuras que sucesivamen-
te ejercen poderes personales contrarios a la tradición republicana, en lugar de
prescindir del senado, intentan adaptarlo a las nuevas situaciones para que siga
funcionando como antes. Por qué son tan importantes, en definitiva, dentro de
la política romana, Ios senadoconsultos, que no tienen fuerza de ley y que no
son vinculantes; es decir, por qué siguen dependiendo los edictos de los magis-
trados y Ias leyes de los comicios de los dictámenes del senado. La respuesta
hay que buscarla en el fundamento social de las instituciones políticas roma-
nas. El magistrado, que es quien controla los comicios. solo constituye una
parte del colectivo, por cuya voluntad desempeña el poder durante una deter-
minada fracción de tiempo; pero el colectivo romano al que representa el
magistrado no es el populus Roman¿ls reunido en los comicios, sino el conjunto
que fornan las cúspides de las pirámides sociales en las que está esÍuctura-
do: es decir, el senado, que no es otra cosa que el populus Romanus legítima-
mente representado por su nobilitas. No se trata, por lo tanto, de que los magis-
trados tengan que obedecer al senado, sino de que no pueden desobedecerlo,
porque se supone que lo representan: por eso tenían que pedirle consejo y por
eso lo hacían. Y un edicto manifiestamente contrario a un dictamen del sena-
do no dejaría de ser legal, pero carecería de legitimidad en términos de acep-
tación social y se volvería en contra del magistrado responsable del mismo.

6. Las asambleas del populus Romanus

Las asambleas que incluían a todos los ciudadanos romanos se llamaban


comitia; existían tres tipos, que se habían ido creando sucesivamente, en fun-
ción de las transformaciones sociales, y que tenían distintas competencias. Las
más antiguas eran Los cowitia curiata. donde el conjunto de las familias de
ciudadanos estaba agrupado en treinta cttriae o secciones, controladas por los
patres, es decir,las cabezas de los grupos familiares. Aunque perdieron atri-
buciones al crearse nuevas asambleas, conservaron algunas de las antiguas,
revestidas todas ellas de un carácter religioso; por ello se realizaban ante esos

TEMA7. LAREPÚBLICAROMANA T99


comicios las adopciones de quienes no estaban bajo la patria potestad de nadie
(adrogaciones) y, mediante ese procedimiento, pasaban del ámbito sagrado de
una familia al de otra.
Al crearse la República, verosímilmente, o qtizá bajo los reyes etruscos,
como pretende la tradición, surgió un nuevo modelo de asamblea, donde los
ciudadanos estaban organizados por centurias (comitia centuriata), divisio-
nes del ejército, en principio de cien individuos, pero luego de más, porque se
mantuvo el númer<l fijo de 193 centurias. Como la prestación militar era dis-
tinta según el armamento que podía costearse el ciudadano, estos comicios
estaban distribuidos en clases económicas. La importancia del voto era pro-
porcional alanqueza, porque se votaba por centurias, y los ciudadanos esta-
ban distribuidos en ellas de una forma muy descompensada. La caballería,
que representaba a la elite económica, y el conjunto de los individuos de una
cierta capacidad económica podían contar al principio con la mayoría porque
llenaban 98 de las 193 centurias; y, tras la reforma de finales del siglo III a.C.,
solo les faltaban cinco centurias para ello. Y las otras centurias estaban tam-
bién distribuidas en clases económicas. Por otro lado, el aumento de la pobla-
ción iba acentuando el desequilibrio, porque el número de las centurias se
mantuvo constante. Así que llegó un momento en que, si en una centuria de
caballería votaban 100, en una de los siguientes más ricos votarían 200, en
las del siguiente grupo varios centenares y en las de los proletarii (los que
solo tenían a su prole como "patrimonio") muchos miles. En el momento en
que se crearon esos comicios, sin embargo, el principio de adecuar la impor-
tancia del voto a la importancia de la prestación militar resultaba innovador,
porque se pasaba con ello del voto gentilicio, condicionado por el pater fami-
licts, al voto del soldado.
La tercera forma de distribución de los ciudadanos utiliza una unidad local
llamada tribus, con la que se forman los comitia tributa. Quedó el área urba-
na de Roma dividida en cuaÍo tribus urbanae; y el resto del territorio, en trein-
ta y una tribus rusticae.A esas tribus se fueron incotporando, siempre con cri-
terios locales,los ciudadanos romanos de los territorios itálicos y del Imperio.
Estos comicios nacieron como una transformación de los cottcilia plebis, que
también utilizaban el sistema de la tribus locales, en asambleas de todos los
ciudadanos; es decir, donde pudieran integrarse también los patricios y que
pudieran ser convocadas y presididas por los altos magistrados. La votación se
hacía por tribus, que tenían, naturalmente, un número muy distinto de inte-
grantes; pero era un tipo de asamblea más igualitaria porque la importancia
del voto de cacla uno no dependía de su capacidad económica.
En los comicios romanos se votaba por mayoría de curias, centurias o tri-
bus; cada una de esas unidades contaba como un voto, con independencia del
número de los que hubieran votado dentro de ella. Había que votar en Roma,

2OO BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


pero la ausencia de quienes estaban lejos no influía en el resultado final, si,
como solía ser el caso, no tenían unos intereses particulares. En la segunda
mitad del siglo u a.C. se introdujo el voto secreto para proteger a los votantes
contra las presiones ejercidas por los patronos. Por lo demás, las asambleas
no tenían por sí mismas iniciativa. Las propuestas procedían siempre de miem-
bros de la clase dirigente, y, salvo excepciones, en último término, del sena-
do; porque, si un magistrado presentaba una propuesta que no gustaba a la
nobilitas, buscaban a un colega que ejerciera el derecho de veto. Tampoco se
sometían a discusión las propuestas en la asamblea. Lo que sí era posible, y
ocurría con frecuencia. es que el ponente reuniera al pueblo de un modo infor-
mal (contio) la víspera de la votación para explicar la propuesta y dar lugar a
que fuera discutida.
La aprobación de las leyes era el principal cometido de los comitia tribu-
ta, es decir, del populus Romanus propiamente dicho. Solo los magistrados
con imperium y los tribunos podían presentar las propuestas. El ponente (roga-
tor) elaboraba su propuesta (rogatio) en forma de edicto y la exponía al públi-
co Qtromulgore) ires semanas antes de la votación; ese mismo magistrado era
quien convocaba la asamblea y la presidía. Tras abrir la sesión, leía el texto,
controlaba la votación y proclamaba el resultado. Se votaba "sí" (uti rogas,
"como propones") o "no" (antiquo, "lo de antes"). La intercessio,el derecho
de veto, solo se podía ejercer contra la propuesta del magistrado, no contra la
decisión del pueblo, por lo que cabía la posibilidad de que una propuesta veta-
da fuera presentada de nuevo por otro magistrado.
El otro cometido importante de los comicios romanos era la elección de los
magistrados, que tenía lugar en fechas fijas. Los cónsules y demás magistra-
dos cum imperio, es decir, poder militar supremo, eran elegidos por los comi-
tia centuriara; los tribunos de la plebe, por los comitia tributa plebeyos e con-
cilia plebis. Los candidatos se presentaban, pero no se discutía sobre ellos; los
ciudadanos se limitaban a escribir el nombre preferido en una tablilla y a depo-
sitarla en una urna. Cuando funcionaban los comicios como tribunal para deli-
tos graves, se emitían los votos con tablillas que llevaban pintada una A para
la absolución-a(bsolvo)- y una C para la condena -c(ondemno).

7. De Ia religión al derecho

El derecho romano más antiguo era ritualista; su fundamento estaba en una


religión dirigida a indagar el futuro y a establecer compromisos con las fuer-
zas divinas para intentar controlar el sucesivo desarrollo de los acontecimien-
tos. El colegio sacerdotal de los augures, de filiación etrusca, era el encarga-

TEMA7. LAREPÚBLICAROMANA 2OI


do de realizar esas prácticas, a las que se asemejan los formalismos de los
negocios jurídicos más antiguos. La compraventa de las fincas y servidumbres
de paso, los esclavos y los animales de tiro y carga se hacía como el resto de
las transacciones, es decir, mediante un acuerdo entre vendedor y comprador,
seguido de un intercambio de la cosa y el medio de pago; pero en esos casos
no era válida si no iba acompañada de una ceremonia solemne,lamancipatio
("mancipación"), o la in iure cessio (cesión ante el magistrado). En ambos
casos, el adquirente reclamaba formalmente su derecho sobre el bien adquiri-
do como si actuara en un pleito. De la semejanza de esos ceremoniales y for-
mulaciones con lo realizado por los augures se ha deducido que fueran ellos
los encargados de dar validez a los negocios jurídicos importantes: la actuación
del augur serviría para dimensionar hacia el futuro la relación de propiedad
entre el adquirente y el bien adquirido que había resultado de la compraventa;
la sacralización de esa relación implicaría a las fuerzas divinas como garantes
de su permanencia.
La época augural del derecho romano habría concluido, en todo caso, hacia
mediados del siglo v a.C., con la redacción de las xrr Tablas; un resultado, en
principio, de la necesidad de formular por escrito y mantener a la vista de todo
el mundo una serie de normas reguladoras de las relaciones jurídicas de los
ciudadanos. La tradición posterior se refiere a una supuesta embajada, que
habría ido a buscar asesoramiento a Atenas para realizar la codificación; no
cabe dar crédito a ello, aunque no parece tan disparatado, si se tiene en cuen-
ta lo mucho que difiere el lenguaje de la lex duodecim tabularum del de los
negocios jurídicos romanos primitivos. Es un lenguaje lapidario, que prescin-
de de todo lo superfluo y que recuerda, efectivamente, el de las leyes griegas;
pero el influjo debe de proceder de las colonias de Sicilia y la Magna Grecia.
Para hacer la selección, fijar los textos y, quizá también, reformar algunos usos
jurídicos del pasado, se nombró a una comisión de diez ciudadanos con pode-
res especiales.
Sin embargo, las xu Tablas no significan todavía una independencia del
derecho con respecto a la religión. Se incardinan, por el contrario, en el ámbi-
to de los po ntffices , el colegio sacerdotal de culto público que deja en un segun-
do plano a los attgures tras la creación de la República y se convierte en la
dirección espiritual de los romanos hasta la época de la impregnación cultural
griega. El culto que dirigen esos sacerdotes otorga una impoftancia extraordi-
naria a la formulación del ritual que acompaña al sacrificio, lo que permite
establecer contratos con las fuerzas divinas, para obligarlas a desarollar su
acción benéfica. Paralelamente,la jurisprudencia pontifical solo reconoce efi-
cacia jurídica a los certa verba, las palabras rituales que no dejan margen a la
interpretación; es el ius strictum, el derecho al pie de la letra. A1 referirse a é1,
el jurisconsulto Gayo, del siglo rr d.C., pone el ejemplo de un hombre que per-
dió su pleito porque, al formular la reclamación, escribió "vites" ("vides"),

202 BREVE HrsroRrADEL MUNDo ANTrcuo


cuando tenía que haber escrito "arbores", porque la ley de las xll Tablas que
protegía su derecho se refería a los árboles en general y, por lo tanto, la pala-
bra que utilizaba,en su formulación, era"drbores".

8. El derecho pretorio y el desarrollo de la jurisprudencia

En el siglo ttt a.C. los continuos contactos de los romanos con los extranje-
ros (peregrirzi) obligan a crear un praetor peregrinus que pueda administrar jus-
ticia sin las restricciones y los fomalismos del procedimiento establecido para
los ciudadanos romanos. Desarrolló. en efecto, un nuevo procedimiento. que
también podía utilizar cuando las dos paftes eran ciudadanos romanost y, como
daba tan buen juego, una lex Aebutia otorgó, hacia el 200 a.C., al praetor urba-
nus,el de los ciudadanos romanos,la posibilidad de utilizarlo también.
El pretor instruye el caso, escuchando a las partes, y escribe lo que consi-
dera necesario para que el juez,a la vista de ese texto (formula) y tras escuchar
a los testigos, condene o absuelva. Alos certa verba del procedimiento de las
legis actione.s ("acciones de ley") sustituyen en este procedirniento formulario
los llamados concepta verba ("palabras adecuadas al caso"), de modo que el
pretor tiene toda la libertad para admitir nuevos tipos de demanda. Este dere-
cho creado a partir de la práctica jurídica se conoce con el nombre de izs hono-
rariunt,porque procede de la actividad de un magistrado, el pretor, y la magis-
tratura se conceptúa como honos (tema 8). No eran, por principio, los pretores
unos profesionales del derecho, pero todos los miembros de la nobilitas roma-
na recibían, además de una formación militar alta. una formación jurídica bas-
tante completa, porque lo mismo podían desempeñar estas magistraturas que
un pontificado. o ser gobernadores de provincia, con las conespondientes atri-
buciones jurídicas.
Los contactos con Grecia producen, finalmente, desde mediados del siglo tt
a.C. una auténtica renovación del derecho. En el 156 a.C. llegó a Roma, esta
vez sí de Atenas, una embajada de filósofos, cuyas enseñanzas entusiasmaron
a la elite cultural romana; la jurisprudencia de la época recibió, en efecto. un
fuerte influjo de los estoicos y de los escépticos. Es el caso de los renombra-
dos jurisconsultos Mucio Escévola el Augur y Mucio Escévola el Pontífice, y
de Rutilio Rufo el Viejo. La filosofía griega permite crear una auténtica cien-
cia del derecho, basada en el método deductivo, con el qlle se elaboran reglas
susceptibles de ser aplicadas a nuevas situaciones. Pero esta época helenística
de la jurisprudencia romana desanolla, sobre todo, un concepto de justicia
ajeno a cualquier condicionamiento religioso: la aequitas ("equidad"), que no
es otra cosa que la justicia de los filósofos convertida en derecho. La uequitas

TEMA7. r-¡RspúslrcARoMANA 203


no es la igualdad sino la decisión igual para los casos iguales,lo que permite
superar las limitaciones del ius strictum, abriendo la vía de la interpretación;
la aplicación del derecho se convierte así en creación de derecho, en la línea
abierta por el ius honorarium, pero ahora con mayor versatilidad y profundi-
dad. Por influencia de la Stoa, por ejemplo, que considera la justicia como un
principio inherente alarazón humana en relación con las actuaciones de los
individuos, introduce Escévola el Pontífice, en la práctica jurídica, el concep-
to de bonafides ("intención honesta"), QUe permite al magistrado apartarse de
la letra del contrato en los casos en los que ello proceda.

9. El ager publicus y el problema de la tierra

Mientras que en Grecia la tierra pública tiene muy poca importancia, sí


existe en Roma una diferencia significativa entre el ager publicus y el ager
privatus . A mitad del s . v a.C . Ia Ley de las xu Tablas nos ofrece un buen tra-
tamiento de la propiedad privada, con una posibilidad abierta al testador de
constituir legados y, probablemente, de nombrar herederos, modificando así los
efectos de la sucesión sin testamento; pero nada se refiere, en los fragmentos
conservados, a la tierra pública. Aunque se ha sostenido que las xu Tablas
habían regulado la propiedad privada partiendo de una situación previa en que
la tierra estaba bajo el dominio de las gentes,es decir, los clanes familiares, no
parece que haya sido así, puesto que sabemos que los Claudii la habían reci-
bido, muy al principio, del estado romano, y nada indica que fueran luego pro-
pietarios colectivos de la misma. La condición de propietario que atribuyen
las xtt Tablas al pater familias se explica mejor, de hecho, si entendemos que
la tierra cultivable del primitivo territorio romano fue parcelada y reconocida
como propiedad de las familias nucleares cuando se constituyó formalmente
la ciudad-estado.
Por otro lado, la afirmación de Cicerón en el sentido de que el rey Numa
distribuyó entre los ciudadanos tierra conquistada, que se ve corroborada por
las leyes que se le atribuyen relativas a los mojones (termini), se puede dedu-
cir que, desde un momento muy temprano de la historia de Roma, la tierra
conquistada se consideraba propiedad del estado, y que esa tierra se repartía
entre los ciudadanos. También hay alusiones en las fuentes a que, en la tierra
conquistada por el ejército romano, se asentaba provisionalmente a campesi-
nos (el llamado ager occupatorius) para que la mantuvieran bajo control; y
que de esa tierra solo se daba a cada hombre lo que pudiera cultivar. La lex
agraria del I l1 a.C. indica que, hasta un límite de 30 yugadas, la tierra públi-
ca se podía convertir en privada por medio de una ocupación y un cultivo pro-

204 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


longados. Así que existía la idea de que la tierra pública adquirida por derecho
de conquista debía servir para constituir haciendas que fuerán el médio de vida
de los ciudadanos romanos carentes de ellas; lo que significa que se asumía una
conespondencia lógica entre la participación de los ciudadanos en la expansión
territorial y su condición de propietarios de tierra.
Los beneficiarios de los lotes de tierra pública tenían su derecho protegi-
do frente a terceros, y parece que la situación se transmitía a sus herederos, por
lo que esa tierra funcionaba, en la prácfica,como propiedad privada. pero óso
es compatible con la posibilidad de que el estado los considerara como usu-
fructos revocables, y de que, como afirma el historiador Apiano, estuvieran
sujetos al pago de una tasa. Ager publicus era, en cualquier caso, la tierra de
las comunidades sometidas al estado romano que, por decisión de éste,
seguían viviendo como lo habían hecho antes, en las mismas condiciones jurí-
dicas y económicas en el orden interno, aunque obligadas al pago de un tri-
buto. Por algunos documentos sabemos que se devolvía formalmente a esas
comunidades la tierra conquistada y se les daba permiso para conservarla en
su poder, y para seguir utilizando sus propias leyes, "mientras el pueblo roma-
no quisiera" (dum populus Romanus vellet). Si la comunidad en cuestión no
daba lugar a represalias, esa situación se mantenía indefinidamente, por lo
que los antiguos propietarios de las tierras seguían siéndolo en los
términos; pero, como se puede comprobar en un célebre pasaje del juriscon-
-is-ot
sulto Gayo, del siglo n d.c., el estado romano mantenía la propiedad (domi-
nium) de los territorios conquistados, mientras que sus supuestos dueños solo
disfrutaban en realidad de una posesión entendida como usufru cfo Qtossessio
vel ususfructus).
No cabe dudar de lo que dice Apiano sobre la expansión de Roma por Ita-
lia en la primera fase de la República: que las tieras de los vencidos se expro-
piaban y que lo que se hacía con ellas era, o bien fundar o refundar ciudades
-es decir, coloniae-, o bien asignarlas en propiedad a ciudadanos, por donación
o por venta, o bien conservadas como ager publicr.rs, sometidas a contratos de
arrendamiento o dejando que se ocuparan a cambio de prestaciones a la comu-
nidad romana. Lo que no se puede probar es que todas esas alternativas hayan
funcionado desde el principio; pero sí, al menos, desde el s. w a. C., puesto
que había una lex Licinia del367 a.c. que establecía un límite de yugadas y de
animales domésticos por ciudadano para la tenencia de ager publicus.y,por
otro lado, se fundaron colonias en esa época, cuyos colonos, que no eran ciu-
dadanos romanos en su totalidad, acabaron siendo propietarios de sus tierras;
no debe extrañar, por tanto, que se hayan vendido algunas parcelas, o que se
hayan regalado a ciudadanos romanos de especial mérito. Lo que está claio, en
cualquier caso, es que en el s. n a.C. el populus Romanus tenía una cantidad
considerable de ager publicus.

TEMA7. LAREpúBLTcARoMANA 205


10. La centuriación y la agrimensura

La división de la tierra en una red de parcelas cuadrangulares (centuriae)


que hicieron los romanos en sus coloniai todavía es percéptible en muchas
zonas a través de la fotografía aérea. Esa unidad de agrimensura -equivalente
a200 iugera (el iugum era un cuarto de hectárea, es decir, como un cuadrado
de 50x50 metros)- y sus divisiones eran utilizadas para la adjudicación de las
tienas a los ciudadanos, como muestra el caso más antiguo conocido, que es
el de la colonia de Tarracina, fundada en e|329 a.C.La agrimensura se apli-
caba exclusivamente a la tierra de cultivo, excluyendo, por tanto,los bosques
y espacios irregulares. Se realizaba con un instrumento ,la groma, consistente
en dos varillas iguales cruzadas en ángulo recto y montadas sobre un palo, que
se clavaba en el suelo. Con é1 se trazaban dos grandes límites perpendiculares
entre sí, y en el punto de intersección de esas líneas se colocaba un mojón (ler-
minus).Lalínea que discurría de norte a sur se llamaba cardo, y la de este-
oeste, decumanus maximus ("principal"); a partir de esas líneas se identifica-
ban las parcelas numerándolas por referencia a una de ellas y distinguiendo si
estaban a la derecha o a la izquierda del terminus. El mojón era cilíndrico y
tenía grabadala cruz que representaba la groma y, normalmente, inscritos los
nombres de los magistrados comisionados para fiscalizar la agrimensura. Por
otro lado,la retícula resultante de la centuriación, laforma, se solía grabar en
piedra o en bronce para que quedara expuesta en el área pública de la colonia.
El ejemplar mejor conservado es el de la colonia de Arausium (Orange, Fran-
cia), parcelada por orden del emperador Vespasiano en el77 d.C.

11. Los efectos de las guerras sobre la capacidad económica


de los ciudadanos

Afirma el historiador Apiano que los romanos utilizaban la tierra conquis-


tada para ¡ener unos ciudadanos agricultores con los que pudieran contar como
soldados. Es decir, que no se trataba de conquistar tierra para convertir a los
ciudadanos romanos en pacíficos agricultores, sino de que la tiera conquista-
da financiara una expansión territorial sin límites. Desde finales del s. rrr a.C.
Roma se había conver-tido, efectivamente, en una potencia de ese ámbito hele-
nístico en el que la iniciativa de la guerra funcionaba como una jugada venta-
josa y el actuar a la defensiva significaba perder teffeno y coffer el riesgo de
sucumbir.
En ese contexto, el campesino-soldado de Roma se había convertido en
realidad en un soldado-campesino, que no podía atender a las tareas del campo

206 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


debido a la constante movilización y que podía ver sus tierras devastadas por
la guema, como en efecto ocurrió en Italia durante la Segunda Guerra púnica.
Esas haciendas, que a menudo no tenían quien las reclamara, se dejaban en
poder de quien quisiera volver a ponerlas en cultivo, a cambio de una renta
del 207o del cereal obtenido y del r07o de lo que dieran los frutales. pero lo que
ocurió, al parecer, fue que los ya teratenientes y los que disponían de recur-
sos económicos derivados de la expansión territorial se hicieron con esas tie-
rras, e incluso las compraron a los campesinos que tenían dificultades para
rehabilitarlas; solo ellos estaban en condiciones de explotarlas en forma masi-
va por medio de esclavos. De ese modo un gran número de ciudadanos roma-
nos se habría quedado sin un medio de vida permanente, mientras el estado
tenía grandes dificultades para controlar el producto y obtener las correspon-
dientes rentas.

12. La solución de Tiberio Graco

Como tribuno de la plebe, Tiberio Sempronio Graco, que pertenecía ala


rama plebeya de una de las principales gentes de la nobili¡f¿z.r romana, y había
recibido una excelente formación, trató de solucionar el problema planteándolo
en términos morales y de visión de futuro. No se trataba de crear un orden
nuevo con unas medidas revolucionarias. Había que recompensar a los ciuda-
danos romanos por su participación en la conquista de 1os nuevos territorios,
reforzando así la cantera de los soldados, y eso se podía conseguir recurrien-
do al excedente de tiena pública que habían acumulado ilegalmente los ricos.
La propuesta aprobada en el 133 a.c. consistía en recuperar de cada uno de
ellos la cantidad de ager publicus que excediera las 500 yugadas establecidas
tiempo atrás por la ley, compensando las inversiones realizadas en esos cam-
pos con una reducción de 250 yugadas por cada hijo, hasta un máximo de dos,
en la tierra que perdían; por otro lado, la propia confirmación del derecho a
seguir explotando la tierra pública con la que se quedaban, que era, según pare-
ce, un reconocimiento de propiedad, se podía ver también como una forma de
compensación. Todo el ager publicus de que dispusiera el estado después de
esa recuperación sería asignado en lotes a los ciudadanos pobres, pero no en
propiedad, para que no pudiera ser vendido.
A pesar de que las 125 a250 hectáreas que se permitía conservar resulta-
ba una buena cantidad frente a los 30 iugera (entre 7 y B hectáreas) que iban
a tener los nuevos lotes, la propuesta de Tiberio fue recibida con la mayor opo-
sición. Los ricos teratenientes -no solo romanos sino también de las ciudades
itálicas- veían cercenadas sus haciendas, sin posibilidad de recuperar lo per-

TEMA7. I-AREPÚSLTCAROMANA 207


dido comprándolo de nuevo; y, además, la gran operación catastral que se
ponía en marcha servía de paso al estado para fiscalizar sus explotaciones y
cobrar de verdad las rentas debidas. En los termini correspondientes a esas
actuaciones aparecen los magistrados como IIIviri agris iudicandis adsignan-
dis ("triunviros para dictar veredictos sobre los campos y asignarlos"),lo que
sugiere que se atribuyeron poderes judiciales a esos magistrados.
Tiberio Graco era un joven político en promoción, hijo del cónsul que en
el 179 a.C. había logrado en Hispania una paz estable. Pero había sufrido un
duro revés en el 137 a.C. como artífice de un acuerdo de paz con los numan-
tinos que luego el senado romano se negó a ratificar, y que le costó la vida al
cónsul Hostilio Mancino, con quien Tiberio había trabajado como cuestor.
Se sentía frustrado e indignado, de modo que, en el 133 a.C., presentó su pro-
puesta de ley sin consultar previamente con el senado, como era costumbre,
perdiendo así la posibilidad de recibir el apoyo de algunos senadores. La opo-
sición consiguió entonces que otro de los tribunos interpusiera su veto, pero
Tiberio trató de invalidar su actuación alegando que un tribuno no podía ir en
contra de los intereses más elementales de la plebe y consiguiendo que fuera
destituido. Un último intento por parte del senado de paralizar el proceso fue
la negativa aautorizar el uso de los fondos públicos para adelantar a los adju-
dicatarios de las tierras todo lo necesario hasta llegar a la primera cosecha.
Tiberio salvó el obstáculo consiguiendo que los comicios destinaran a tal fin
el tesoro personal del difunto rey Atalo rrr de Pérgamo, cuyo testamento hacía
al pueblo romano heredero de su reino. Una nueva afrenta para el senado,
que era quien administraba y decidía tradicionalmente todo lo relativo a polí-
tica exterior. Y, para colmo, intentaba Tiberio ser reelegido como tribuno, a
pesar de que estaba prohibido desempeñar el cargo durante dos períodos con-
secutivos.
No tanto las medidas propuestas como esa escalada en su subversión de
las reglas del juego parece haber sido lo que desató el pánico en la clase diri-
gente; considerando que ya no estaba protegido por la sacrosanctitcts frlbu-
nicia, un grupo de senadores armados con patas de sillas, y acompañados por
una turba mejor pertrechada, irrumpió en la asamblea, dando muerte a Tibe-
rio y a muchos de sus seguidores. Era una especie de ejecución de conspira-
dores, porque su lex agraria se siguió aplicando por toda Italia, como prue-
ban los mojones encontrados- y el hecho de que en el 129 a.C. los pleitos
relativos a esas tierras fueran remitidos al cónsul en ejercicio, es decir, que
los triunviros de la comisión fueran relevados de sus funciones judiciales.
Pero también era la primera vez que se utilizaba, en la República Romana, el
asesinato como medio para sacar del escenario político a un oponente fuer-
te. El 133 a.C. significó de alguna manera el principio del fin de la Repúbli-
ca Romana.

208 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


13. El programa político de Gayo Graco
Diez años después, accedió al tribunado de la plebe Gaius sempronius
Gracchus, hermano de Tiberio, que consiguió sacar adelante un programa
legislativo ambicioso y coherente. Por un lado, transfirió al colectivo de los
equites, es decir los ciudadanos ricos que no tenían asiento en el senado, los
jurados que hasta entonces se componían de senadores y que debían juzgar,
sobre todo,los comportamientos de los gobernadores de rango senatorial que
estaban al frente de los territorios extraitálicos (provinciae), donde tenían la
posibilidad de enriquecerse de modo desorbitado defraudando al estado roma-
no y extorsionando a las comunidades sometidas. Por otro lado, mejoró las
condiciones económicas de la plebe urbana con una ley sobre los cereales que
aseguraba a todos los ciudadanos la compra, una vez al mes, de una determi-
nada ración de grano a un precio fijo, subvencionado en lo que fuera necesa-
rio por las arcas públicas; era una forma de hacer partícipes a todos los ciuda-
danos de los tributos que pagaban los provinciales, normalmente en especie,
con los que se enriquecían los recaudadores y con los que se cubrían los enor-
mes gastos militares.
Gayo Graco propuso una nueva ley agraria como complemento de la ante-
rior, probablemente para no perjudicar en exceso a los itálicos, que podían per-
der propiedades ancestrales, debido a su consideración como ager publicus.El
hecho es que la doctrina del ager publicus como tierra de la que el estado podía
seguir disponiendo indefinidamente para compensar los desequilibrios produ-
cidos de modo natural en la propiedad privada de los ciudadanos, que es la
que defienden los Graco, debía de plantear muchos problemas jurídicos. No
solo interfería en la propiedad privada de las comunidades sometidas, sino que
lo hacía dentro de la propia Roma, porque los romanos reconocían la pres-
cripción como una forma legal de acceder a la propiedad privada de la tierra a
través de una posesión de la misma ininterrumpida y no cuestionada.
Por 1o tanto,las tierras públicas que no se habían arrendado mediante con-
trato, sino que se había consentido en que fueran ocupadas indefinidamente,
podían considerarse afectadas por la prescripción. No debe extrañar, por tanto,
que la retroactividad implicada en la ley de Tiberio resultara muy cuestiona-
da; sobre todo, si, como parece, la calificación de ager publiczs no tenía un
desarrollo jurídico consonante con el derecho civil. No cabe duda, por tanto,
de que resultaba mucho menos conflictivo recurrir, para dotar de tierras a los
ciudadanos, a las que estuvieran fuera de Italia; esta solución, que estaba lla-
mada a prevalecer en la época de césar y de Augusto, es la que intenta Gayo
Graco al promover la lex Rubria del 122 a.c. Se frataba de recuperar el terri-
torio de cartago, que había sido sembrado de sal y declarado maldito después
de la conquista y destrucción de la ciudad en el 146 a.C., mediante la funda-
ción de una Colonia lunonia Carthago con 6.000 colonos.

TEMA7. LAREPÚBLICAROMANA 209


Pero, mientras Gayo se encontraba allí haciendo preparativos, aprovechó
el senado su ausencia para promover una alternativa, a través del tribuno Livio
Druso, que resultaba más popular: no tendrían que trasladarse los ciudadanos
romanos a ese lugar maldito y tan alejado de Roma, porque se iban a fundar
para ellos doce colonias en territorio itálico. Al ver cancelado su proyecto, se
hizo fuerte Gayo en el Aventino junto con sus partidarios, lo que provocó que
el senado proclamara e7 senatus consultum ultimum: el decreto que permitía a
los cónsules utilizar cualquier procedimiento para que "la República no sufrie-
ra daño". Uno de los cónsules se encargó, en efecto, de cumplir la orden, ata-
cando con una tropa a los amotinados y dándoles muerte.
Lo de las doce colonias, que no se llegó a someter a votación, solo había
sido una maniobra, destinada a evitar la fundación de esa enorme colonia en
cartago; el senado temía, seguramente, que la adhesión de los colonos al fun-
dador conviftiera a Gayo en una figura política más poderosa de lo que ya era.
Pero lo convirtió en un mártir, que, junto con su hermano, funcionaba como un
símbolo de la incapacidad de la República para resolver por la vía del con-
senso las controversias internas de la clase diriqente.

14. El ejército romano republicano

La introducción de la falange, debida, según parece, al contacto con los


etruscos, convirtió a los primitivos gueneros romanos en un ejército. Pero tam-
bién dividió a los ciudadanos enÍe los que podían costearse el armamento pesa-
do, constituyendo, por tanto la classis (en esa época, "ejército"), y los que no
podían hacerlo. Estos infra classem ("por debajo del ejército") intervenían arrna-
dos a la ligera cuando se les necesitaba. Por otro lado,los más ricos, entre los
que se contaban los patricios, constituían la caballería, es decir, el colectivo de
los equites. unos y otros complementaban al ejército propiamente dicho. La
infantería se constituyó como Iegio ("legión"),10 que significa que estaba regis-
trada, porque era el resultado de un reclutamiento (dileclrs). se estima que, en
su fase inicial, el ejército romano habría contado con 2.500-4.000 hombres.

Sin embargo, en el tránsito del siglo rv al ul a.C. y debido, probablemen-


te, a la necesidad de enfrentarse a pueblos itálicos que habitaban terrenos mon-
tañosos, Roma transforma su ejército en una tropa mucho más operativa, lo que
significa el final de la falange, de la formación compacta de infantería pesada
al estilo griego. se constituye entonces el ejército con el que Roma logra pre-
valecer sobre todas las potencias del Mediterráneo helenístico y, a pesar de
todas las dificultades por las que atraviesa, en el orden interno, mantener inde-
finidamente bajo control todos esos enorrnes tenitorios.

210 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


La unidad básica seguía siendo la legión, con un número ideal de 6.000
hombres, aunque fuera necesario combinar varias para formar un ejército más
grande. Pero la legión se dividió en 30 manípulos, que constaban cada uno de
ellos de dos centurias, es decir, 200 hombres. El manípulo es, por tanto, la
nueva unidad -que se configura también de una forma nueva-, capaz de inte-
grar a los ciudadanos de menor capacidad económica. Los soldados más jóve-
nes y los más pobres constituye la fila de los velites, armados a la ligera y des-
tinados a la primera línea de batalla. A continuación y siguiendo un orden de
edad que significa también experiencia militar, se disponen las tres filas de los
hastati ("lanceros"), principes ("primeros") y triarii ("terceros"); con inde-
pendencia de los nombres, los hastati y los princip¿s llevaban el mismo arma-
mento, mientras que los lriarii,la verdadera reserva de potencia militar, tenían
una espada.
En cuanto a la caballería, no tuvo mucha importancia fáctica en el ejérci-
to de la época republicana: daba cobertura alos velites, protegía los flancos y
perseguía al enemigo en retirada. Pero su presencia en el campo de batalla
reforzaba su posición social. Era la parlicipación, en la guena, dela nr¡bilitas
como colectivo social. Así se explica, probablemente, la existencia delos equi-
tes equo publico, ciudadanos que recibían del estado lo necesario para perte-
necer a la caballería, o bien porque habían perdido la capacidad económica
para costeárselo, a pesar de pertenecer a familias ilustres, o bien como recom-
pensa por los servicios prestados.
El mando supremo del ejército corresponde alos consules, que tienen tam-
bién atribuciones en la esfera civil, y a otros magistrados subordinados a ellos,
los praetore.r, que suelen funcionar como gobernadores de las provincias y
como jefes supremos de las tropas asignadas a las mismas. unos y otros pro-
ceden de la clase dirigente romana y ejercen su función gracias al imperium y
alos auspicia.Lo primero es el poder que reciben tras ser elegidos, que tiene
un contenido concreto. Lo segundo es de naturaleza religiosa: algo así como
la legítima capacidad de indagar la voluntad de los dioses en relación con las
acciones bélicas para poder conducir debidamente y con garantíade éxito a la
comunidad constituida en ejército. En la práctica, era un ceremonial, basado
en la observación de Tanafuraleza, que debían rcalizar los cónsules y pretores
antes de comenzar las operaciones militares. Por debajo de esos generales en
jefe estaban los tribuni militum ("tribunos de los soldados"), que peftenecían
al colectivo de los equites y que, en número de seis por legión, prestaban sus
servicios en el consiíiu*,elcónsejo del general; tamúién eán elégidos por los
comicios del pueblo. otra cosa eran los centuriones. Había, naturalmente, 60
por legión y procedían de abajo: era el más alto puesto al que podía aspirar un
soldado raso. Esos hombres experimentados que comandaban las cénturias
eran la espina dorsal del ejército romano; los responsables, en gran medida, del
éxito en las batallas y en las operaciones de castigo.

TEMA7. r-tR¡púsLrcARoMANA 2ll


La limitación de un año, que correspondía al mandato de los cónsules,
reducía sus posibilidades de comando a una campaña militar, lo que, en un
principio, podía resultar adecuado. Pero, con la expansión territorial y la nece-
sidad de enviar lejos de Roma a gobernadores que tenían que afrontar muchas
veces gueffas dilatadas, se inició laprácfica de prolongar el comando militar
de un cónsul, o de un pretor, más allá de su año, o de nombrar a los cónsules
salientes como gobernadores, con comandos adaptados en el tiempo a las cir-
cunstancias. De todas formas, el carácter efímero de esas posiciones. que eran
las únicas oportunidades de mandar un ejército,llevaba, en la mayor parte de
los casos, a aprovecharlas a ultranza,con campañas innecesarias, o con éxi-
tos magnificados, para intentar conseguir la gloria -objetivada como trium-
phus- que permitía perpetuarse en lo más alto de la clase dirigente.
Las fuentes antiguas destacan la obediencia de los soldados romanos -la
disciplina militaris. Respetaban la jerarquía y, por lo general, acataban las
órdenes sin rechistar. Los motines eran muy raros, porque los mandos podían
aplicar procedimientos de castigo inmediato, que incluían la pena de muefte.
En esos casos y en los de manifiesta cobardía, se utilizó, hasta época imperial
muy avanzada, aunque en rarísimas ocasiones, el castigo de la decimatio
("reducción de un 107o"). La unidad militar señalada para el castigo se divi-
día en grupos de diez, con independencia del comportamiento individual de sus
miembros; en cada grupo había que designar por sorteo a alguien que luego era
lapidado o muerto a golpes por sus compañeros. Los demás eran castigados a
dormir fuera del campamento y a comer cebada en lugar de trigo.

15. Las reformas de Mario

Entre el año 201a.C., en que acabó la Segunda Guerra Púnica, y el 91 a.C.,


que marca el inicio de la Guerra Social (la guerra de los socil,los "aliados"),
apenas,hubo un año de paz. Se luchaba desde Hispania hasta Asia Menor y
desde Africa hasta la Galia y los Balcanes. En la mayor parle de los casos se
trataba de sofocar insurrecciones y de pacificar territorios recién anexionados,
realizando expediciones de castigo y poniendo sitio a pequeñas ciudades; pero
era un esfuerzo militar enorme para los romanos y sus aliados itálicos. La
movilización de diez o doce legiones no era rara; así que, sin contar la flota,
había unos efectivos permanentes de unos 100.000 hombres. Sabemos que no
resultaba fácil reclutarlos, porque al final de la Segunda Guerra Púnica el lími-
te del censo militar estaba en una fortuna estimada de 4.000 ases y en la época
de Gayo Graco se había rebajado hasta los 1.500, asumiendo, en consecuen-
cia, el estado el equipamiento militar. Por otra pafie, los soldados no estaban

212 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTTGUo


motivados, y la organización en manípulos funcionaba mal en la lucha de gue-
rrillas que frecuentemente habían de asumir.
En el 105 a.c. consigue Gayo Mario poner fin a la guerra que llevaba Roma
en el norte de África contra el rey númida Yugurta. Éru un ho^o ,oru.r, que
había logrado que 1o eligieran para el consulado tras largos años de experien-
cia militar, y que fue reelegido seis veces consecutivas, lo que no tenía prece-
dente en Roma. se trataba del mejor general del momento, y, tras la guerra de
Yugurta, se cernía sobre Roma la amenaza de dos grupos de pueblos germá-
nicos: los cimbrios y los teutones. Por alguna razón habían abandonado su
morada, próxima a la costa del mar del Norte, y estaban empeñados en asen-
tarse por el sur. Mario consigue aniquilarlos antes de que entren en Italia. Pero,
para lograr esos éxitos militares tan importantes con un ejército que había per-
dido eficacia desde bastante tiempo atrás, Mario tuvo que llevar a cabo la refor-
ma militar que se le atribuye, y que puede haber sido, sobre todo, una siste-
matización de anteriores intentos de mejora.
creó la cohorte (480 hombres normalmente) como unidad divisoria de la
legión, dándole una entidad que permitíautllizarla por separado; a finales de
la época republicana yahabía desplazado por completo al manípulo y siguió
siendo la unidad básica del ejército romano hasta el Bajo Imperio. También
mejoró mucho la formación y el entrenamiento del soldado, para que pudiera
enfrentarse a distintos pueblos con hábitos de lucha muy diversos. Pero lo más
importante que se le atribuye como reforma se refiere al reclutamiento, porque,
según afirma el historiador Salustio en su relato sobre el bellum lugurthinum,
ya no tuvo en cuenta Mario las clases censitarias para hacer la leva, sino que
reclutó a los ciudadanos independientemente de su riqueza,y, además, procu-
ró que fueran voluntarios. Para quienes no tenían medios de vida, el servicio
en el ejército, por poco que se pagara, revalorizaba su condición de ciudada-
no, proporcionaba un sustento y abría la posibilidad de mejorar económica-
mente; de una carga habría pasado a ser una oportunidad.
Aunque estos soldados planteaban el problema de qué hacer con ellos cuan-
do hubiera que licenciarlos, puesto que no tenían una hacienda a la que regre-
sar,la realidad es que por entonces el modelo del campesino soldado no seguía
funcionando como lo había hecho antes de la expansión territorial. Los luga-
res donde se prestaba el servicio estaban muy lejos de Roma, de modo que ya
no se trataba de ir a la guerra durante una parte del año, sino de estar muchos
años fuera de casa. Por Io tanto, no podía el soldado atender a una hacienda que
le sirviera para el futuro. La solución era profesionalizar el ejército y dotar al
soldado con una parcela de tierra cuando regresara a la vida civil. Tierras había
para crear colonias donde asentar a los veteranos, pero el senado se negaba en
rotundo a autorizar esas fundaciones. Temían, probablemente, que los vetera-
nos asumieran como patronos a los miembros de la clase política que presen-

TEMA7. LAREpúBLTcARoMANA 2I3


taran las leyes de fundación de las colonias; y que esas clientelas aumentaran
el prestigio de unos individuos ya muy influyentes, con el consiguiente peli-
gro de que se rompiera el equilibrio dentro dela nobililas. Pero talvez calcu-
laron mal, porque esos clientes, una vez asentados en colonias tan lejanas, no
podrían ir a Roma para las votaciones. El caso es que Mario, y más tarde César,
intentaron sacar adelante las correspondientes leyes fundacionales sometién-
dolas a votación en los comicios sin contar con el senado; en el caso de Sila,
como se autoproclamó dictator,podía funcionar con sus propios decretos.

16. Los ejércitos personales

La devaluación política del senado que se inicia en la época de Mario cons-


tituye en sí misma un síntoma de la profunda crisis de la República Romana;
porque, si había sido el órgano más importante del estado, era precisamente
porque ese poder superior y esa autoridad indiscutida era lo que garanfizaba el
mantenimiento de la oligarquía. Pero la consecuencia más grave de la actitud
del senado frente a los veteranos fue que los soldados tendieron a hacer piña
con sus generales, hasta el punto de dejarse manejar en contra del estado. Es
lo que ocurrió en el 88 a.c., cuando el cónsul cornelio Sila, de camino ya ala
gueffa contra Mitrídates, se enteró de que habían revocado su comando y se lo
habían dado a su rival político Gayo Mario. Arengó a las tropas, diciéndoles
que el nuevo jefe llevaría a otros soldados a un lugar tan prometedor en botín
como lo era Asia Menor, y consiguió con ello que marcharan sobre Roma para
ayudarle a recuperar lo perdido.
Este hecho desembocó en una guerra civil ,lo mismo que en el 49 a.C.,
cuando Julio césar, que tenía un comando para guerrear en las Galias, cruzó
con sus tropas el río Rubicón, que separaba el territorio itálico del provincial.
Tanto Sila como César se apoyaron en la fidelidad de sus soldados. La guerra
civil permitió a Sila ejecutar o declarar proscritos a los partidarios de Mario,
por lo que sus propiedades fueron confiscadas; así llegó a asentar a 100.000
veteranos en Italia. Manumitió también a 10.000 esclavos de los proscritos, a
los que dio su nombre familiar de cornelius y con los que pudo contar como
soldados y como clientes. Desde su posición de fuerza se permitió, además,
duplicar el número de los senadores (de 300 a 600), y cubrió las vacantes que
había dejado la guerra, de tal manera que, al final, dos tercios de los s"nuáo-
res le debían el puesto. A partir de la época de Mario y de Sila, los políticos que
ambicionaban un poder personal sin limitaciones podían ufllizar los ejércitos
de la República para sus fines, porque les resultaba muy fácil entrar en con-
junción de intereses con las tropas que comandaban.

2T4 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


En el año 67 a.C. cayó, en fin, una importante baneraque impedía la con-
centración de un gran numero de tropas bajo un único mando. Hasta ese
momento los cónsules y procónsules tenían limitadas sus funcion es a una pro-
vincia,es decir, un teritorio concreto, o, excepcionalmente, a dos; así que, por
muy importantes que fueran las operaciones militares arealizar, solo dispo-
nían de una parte del ejército. Pero desde treinta años atrás los piratas hacían
inseguras las rutas del Mediterráneo, hasta las proximidades mismas de Roma,
sin que se hubiera podido hacer algo realmente eficaz contra ellos; como sus
reductos se encontraban por todas las costas, no servía de nada combatirlos
en una de las provincias. Había muchos intereses económicos perjudicados,
y la imagen de Roma como dueña y señora del Mediterráneo estaba en entre-
dicho. Tras una fuerte confrontación, el senado consintió en que se pasara la
lex Gabinia que configuraba el comando más importante, con mucho, que
había conocido la República Romana, y que recayó, como estaba previsto, en
Pompeyo Magno. El beneficiario recibía un proconsulado de diez años para
todas las costas del Mediterráneo, 50 millas adentro, y sus islas. Podía nom-
brar a 15 legados para distintas partes de ese territorio, con rango de pretor, es
decir, con imperium; y a dos cuestores, para ocuparse de las finanzas. Se le
adjudicaban 500 naves de guerra, 120.000 soldados y 5.000 jinetes, además de
una espectacular suma de dinero y un crédito abierto.
Esa provincia de Pompeyo estableció en cierto modo, un precedente que
habría de dar mucho juego: un solo hombre podía recibir el gobierno de un
territorio enorrne durante mucho tiempo, y podía poner al frente de sus divi-
siones territoriales a personas de su confianza, enteramente a sus órdenes, es
decir, a legati; pero éstos podrían funcionar como gobernadores de esos temi-
torios, con todas las atribuciones, porque serían, en realidad, magistrados caz
imperio, aunque fuera por delegación. Así que ya no solo se trataba de la posi-
bilidad de concentrar un gran número de efectivos y recursos económicos en
un único comando, sino de que las altas magistraturas del estado pudieran ser
cubieftas por las personas elegidas por un hombre que contaba con un ejérci-
to al servicio de sus personales objetivos. En definitiva, es el modelo que uti-
lizará Augusto para mantener durante décadas un poder monárquico que se
perpetúa en sus sucesores,los emperadores romanos.

TEMA7. LAREPúBLTcARoMANA 215


Tema 8
LA ROMA IMPERIAL

l.Introducción
2. El ejército y las fronteras del Imperio
3. El oficio de princeps
4. La divinización del poder personal
5. La consolidación del culto imperial
6. Los "distintos" ciudadanos romanos
7. Identificación y contenido de la ciudadanía romana
8. La manumisión de los esclavos
9. La nueva organización administrativa y tributaria
10. La estructuración en ciudades
11 . Civitates peregrinae

12. Municipios y colonias


13. Organización y financiación de las ciudades
14. El evergetismo en las ciudades romanas
15. Las divisiones de la sociedad y los ordines
16. Las dos pirámides sociales
17. Las mujeres de la Roma Imperial
18. Religiones mistéricas y mitraísmo
19. Sincretismo religioso
20. La confrontación con los judíos
21. El rechazo del cristianismo
22. La superstitio

1. Introducción
El Imperio Romano se forja en la Época Republicana con la expansión de
Roma por el Meditenáneo, que culmina a mediados del siglo ll a.C. Como ya

TEMA8. LARoMATMPERTAT. 217


se ha dicho,la palabra imperium designa el poder administrativo y militar de
ciertos magistrados y de los gobernadores provinciales; y, más tarde, el de los
emperadores. Pero también se aplica, por extensión, al poder del populus
Romanus sobre las tieras conquistadas y, entonces, significa "dominio". Lo
que llamamos Imperio Romano, en un sentido territorial-institucional, es el
conjunto de las tierras que están bajo el dominio del estado romano desde el
siglo tt a.C. hasta finales del siglo v d.C. (en Occidente) y hasta la dominación
árabe, en el siglo vn d.C., en Oriente (tema 9), aunque el definitivo final del
Imperio de Oriente (Bizantino) no llega antes del año 1453 en que se produce
la conquista de Constantinopla por los otomanos.
Pero también se conocen como Imperio Romano, por oposición a la Repú-
blica Romana,los siglos en los que hubo un emperador al frente del estado. En
ese sentido se utiliza la división entre Alto Imperio, que comienza conAugus-
fo (27 a.C.), y Bajo Imperio, que empieza con la llegada de Diocleciano al
poder (284 d.C.). Las diferencias son, sin embargo, tan grandes entre esas dos
etapas que no parece oportuno a muchos historiadores tratailas como una sola,
aunque se divida en dos partes. El Alto Imperio es un desarrollo político, ins-
titucional y cultural que comienzaconAugusto y concluye con la llamada cri-
sis de1 siglo n. Ese es el período que se ha dado en llamar Principado, porque
el papel institucional de Augusto, y en ciefto modo también de sus sucesores,
es el de princeps ("el primer ciudadano", "el ciudadano más importante"),
mientras que imperator,q\e significa "general en jefe", magistrado en el ejer-
cicio del imperium fuera de Roma, en campaña, es en realidad el título con-
vertido en nombre que adopta voluntariamente Augusto. Pero ésa es también
la Epoca Imperial por antonomasia, y la que ffatamos en este tema.
La fecha del 27 a.C. es un tanto convencional. Corresponde al año en el
que Julio César Octaviano, hijo adoptivo y heredero político de Julio César,
devuelve al senado los poderes especiales que había disfrutado desde el ase-
sinato de su padre y recibe un nuevo comando, desde el cual, gracias a una
labor de ingeniería constitucional que dura varios años, y a la paulatina desa-
parición de los principales enemigos políticos, logra afirmar un poder monár-
quico -si no de iure , al menos de facto- y trasmitirlo a sus sucesores. Esa es
también la fecha en la que se le otorga el nombre de Augustus. Pero lo cierto
es que la dictadura de Julio César había sido ya una forma de monarquía,
sacralizada por una divinización que continúa en sus sucesores. Solo el modo
como había acabado esa experiencia, debido a la oposición republicana, sugie-
re a Augusto la comedia de presentar su propio dominio como una res publi-
ca restituta, es decir, como la restauración de la república después de las gue-
rras civiles.
Lo que sí es cierto es que la obra de Augusto, en el aspecto militar, admi-
nistrativo y también social, que se desarrolló a lo largo de cuarenta años,logró

218 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


una transformación tan importante y tan duradera que debe figurar necesaria-
mente como el inicio de la Roma Imperial. Tiberio, calígula, claudio y Nerón
constituyen la primera dinastía de emperadores, los llamados Julio-Claudios,
porque combinaban dos gentes,la lulia de Augusto y la Claudirz del primer
esposo de Livia -la mujer de Augusto- y padre de Tiberio. Acabó con la insu-
rrección y la guerra civil, porque Nerón había descuidado el ejército y gober-
nado, en la última etapa de su vida, de un modo inaceptable para los círculos
conservadores del senado -aunque era muy querido por los griegos, y se había
ganado a la plebe romana. Luego sigue la breve, pero muy importante dinas-
tía de los Flavios (69-96 d.C.), Vespasiano y sus hijos Tito y Domiciano, que
acaba con el asesinato de éste y la condena formal de su memoria. Por el con-
trario, el siglo rr d.C. es de una gran estabilidad interior. La sucesión en la
siguiente dinastía, la de los Antoninos, se produce, a falta de hijos naturales,
mediante adopción de uno de los senadores importantes o de familiares de los
emperadores. Pero Cómodo, que es hijo de Marco Aurelio, gobierna al estilo
de Nerón y acaba asesinado en e| 192 d.C. Lo más brillante de la Roma Impe-
rial ya se había vivido. Después de la dinastía de los Severos( 193-235 d.C.),
sigue un largo período de inestabilidad política y de descontrol militar, con
emperadores, en su mayor parte efímeros, que son proclamados una y ofravez
por las tropas, y hasta con secesiones puntuales, que rompen la unidad del
Imperio.

2. El ejército y las fronteras del Imperio

Augusto crea un auténtico ejército profesional, que prestaba un juramento


personal de lealtad al emperador y donde existía todo un sistema de remune-
raciones y recompensas; de la fidelidad de las tropas dependerá en adelante no
sólo la persona y la vida del emperador sino la unidad del Imperio. Con los
350.000 hombres que solía haber movilizados, se mantenía la seguridad inter-
na, se aseguraban las fronteras y se podía intentar ocasionalmente alguna ope-
ración de expansión. Después del desastre de Teotoburgo, en el 9 d.C., en que
Augusto perdió tres legiones enteras, se afirma la idea de renunciar a la expan-
sión del Imperio más allá del Rin; lo que se produce son intentos sucesivos, a
partir de Claudio, de incorporar y mantener Britannia. Hay que esperar al rei-
nado de Trajano (98-117 d.C.) para encontrar una nueva política expansionis-
ta.La ocupación de la Dacia, fruto de las campañas por el bajo Danubio, puso
en manos de Roma sus minas de oro. El objetivo de Trajano y Septimio Seve-
ro de ampliar los territorios por el este conquistando pafies del Reino Pártico
resultó, sin embargo, fallido; de modo que, a la muerte de Caracala (217 d.C.),
Roma tenía el mismo territorio que dejaraAugusto en el l4 d.C., con la excep-

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 2L9


ción de Britannia y la Dacia -pero esta última fue evacuada definitivamente
bajo Aureliano (270-275). Así que el Rin y el Danubio, con su continuación en
el Eufrates, quedaron como fronteras definitivas del Imperio.
El Imperio del siglo il d.C. cubría una superficie de unos cinco millones de
kilómetros cuadrados, habitada por unos cincuenta y cinco millones de perso-
nas. El control era eficaz y logró superar tanto el levantamiento de los judíos
bajo Adriano (ver más adelante) como las invasiones de germanos y Mauri
durante el reinado de Marco Aurelio. El emperador estaba ala cabeza de una
administración que tenía como principal objetivo recaudar lo necesario para
mantener el ejército: para ello se servía de las ciudades, que conocen en el
siglo tt d.C. su mayor apogeo.

3. El oficio de princeps

El historiador romano Casio Dión cuenta que en uno de los viajes del
emperador Adriano se le acercó una mujer pidiéndole audiencia. Al decirle
éste que no tenía tiempo, ella gritó: "¡Entonces deja de hacer de emperador!"
Esa anécdota resume perfectamente el papel del princeps y demuestra que su
oficio no era una sinecura. No hay que dejarse engañar por la imagen alta-
mente politizada de unos emperadores entregados a sus placeres. En la reali-
dad, la función imperial significaba no sólo una disponibilidad continua y
audiencias interminables de cualquier género, sino también la participación en
debates y decisiones, sin olvidar la dirección de los numerosos servicios reli-
giosos y el trabajo con ayudantes y secretarios de todo tipo.
En efecto, la participacióndel princeps en el gobierno del estado era mucho
más compleja de lo que cabe inferir de sus cargos y poderes, porque es evidente
que muy pronto ya no fue capaz de desempeñar directamente su propia fun-
ción, ni de dirigirlo y controlarlo todo. Poco a poco, los principes se rodean de
una especie de administración, pública y privada, en la que delegan sus pode-
res y sus competencias. Todavía se discute -sin conclusión definitiva- sobre
el modo en que ejercía el princeps sus poderes de magistrado: si lo hacía
tomando la iniciativa, o se limitaba a reaccionar ante las solicitudes que le lle-
gaban, a la manera de los reyes helenísticos. El resultado de ese debate tiene
consecuencias para la interpretación de la burocracia imperial, es decir, para
comprender su entidad, su eficacia y las trasformaciones producidas en la
administración del Imperio.
El princeps ostentaba poderes similares a los de un magistrado, y su actua-
ción pública se desarrollaba en gran medida a través de las instituciones tra-

220 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


dicionales, y en función de ellas. No nos lo debemos imaginar, por tanto, como
un monarca absolutista o como un dictador. En realidad, el gobierno directo de
la res publica no era su cometido, porque correspondía a los magistrados tra-
dicionales. En ese sentido, el princeps se limitaba a ejercer una vaga tutela
sobre las actuaciones de los poderes públicos, y no intervenía sino a petición
de parliculares, comunidades o los propios magistrados, o bien cuando se tra-
taba de temas muy importantes. En su calidad de comandante supremo del
ejército, estaba especialmente presente -de modo directo o indirecto- en las
provincias donde se concentraban efectivos militares, se ocupaba de mantener
el orden público y procuraba tratar y resolver personalmente cualquier caso o
incidencia que, por uno u otro motivo, le pareciera relevante. Por 1o tanto,
mantenía estrechos contactos con el senado, con el populus y con los magis-
trados, sobre todo en las cuestiones tocantes a Roma e Italia; y participaba,
seguramente, en la mayoría de los debates y en todas las decisiones senatoria-
les, o bien como un simple senador o bien desde la posición de superioridad
correspondiente a s us poderes extraordinarios.
Lo que está claro en esa construcción, porque lo demuestran los hechos, es
que, en el ámbito del gobierno,los principes podían ser más o menos activos,
sin que ello se notara demasiado en el funcionamiento del estado; pero lo que
no podían hacer era dejarse comer el tereno en el ámbito militar, porque enton-
ces sí que las consecuencias resultaban desastrosas, tanto para ellos como para
la unidad del Imperio. Por eso se puede considerar, en cierto modo, el sistema
político de la Roma Imperial como una monarquía militar. De hecho, a medi-
da que pasa el tiempo, los principeJ perrnanecen cada vez menos en Roma, lo
que produce un desencuentro con el senado, y un desequilibrio en el ejercicio
del poder, que no hace más que agudizarse. Los "buenos emperadores" saben
encubrir el proceso con gestos de deferencia; pero, a medida que se hace más
explícita y más dominante la base militar del poder imperial, va disminuyen-
do el peso político del senado, hasta que llega un momento en que su papel es
meramente simbólico. De ahí el consejo que el emperador Septimio Severo
da a sus hijos, en el lecho de muerte (211 d.C): "pagad bien a los soldados y
olvidaos de todo lo demás".

4. La divinización del poder personal

En las idus (eI día 15) de marzo del44 a. C., tres días antes de salir a la
gueffa contra los partos, Julio César fue asesinado en la curia de Roma, a los
pies de la estatua de su mayor adversario político, Pompeyo Magno, por un
grupo de senadores, antiguos enemigos políticos algunos, pero otros, compa-

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 22I


ñeros de viaje. Soñaban todos ellos con repristinar la república, es decir, con
restituir su forma primigenia al antiguo régimen senatorial dela nobilitas patri-
cio-plebeya. Pero pocas semanas después, César fue divinizado con el nombre
cultual de Divus lulius -una decisión del populus Romanus, ratificada en el
42 a. C. por el senado- y se le otorgaron sacerdotes y templos.
El asesinato no resulta sorprendente, porque el odio a los reyes, es decir, a
un poder monárquico,llamado tyrannís o regnum, formaba una parte sustan-
cial de la ideología de la república romana, desde la legendaria expulsión de
los reyes, que se situaba a mediados del siglo vlr a.C. De hecho,la acusación
de aspirar a ese tipo de poder, sobre la base del apoyo popular, había costado
la vida a varios políticos republicanos, entre ellos, a los hermanos Graco. Muy
consciente de eso. César había rechazado varias veces la oferta de asumir
signos regios, como el nombre de Rómulo,la diadema y el mismo título de r¿,rr.
Pero esos signos solo habrían venido a sumarse a todo un cúmulo de poderes
y honores que había ido recibiendo de parte de un senado ya compuesto, despu-
és de su ampliación a 900 miembros impulsada por el propio César, en buena
pafte por pro-cesarianos.
Entre esos poderes y honores, se contaban, nada más y nada menos, el
mando exclusivo sobre todos los ejércitos romanos,la inclusión de la estatua
de Julio César entre las de los dioses en las procesiones de ciertas fiestas reli-
giosas, el cambio del nombre del mes quinctilis a iulius (julio) y el permiso de
aparecer en todas las ocasiones públicas con el atuendo de triumphator, stmi-
lar al del dios supremo Júpiter. Todo ello culminó en su nombramiento como
dictator perpetuus, en febrero del44 a.C. Esa fue la gota que colmó el vaso,
para los defensores del regimen oligárquico tradicional, que vieron definiti-
vamente amrinadas sus posibilidades de turnarse en el desempeño de los pues-
tos más altos del estado. La alternancia en el poder, que era la quintaesencia
de la república romana, presuponía que la vieja figura institucional del dic:tct-
¡or -donde únicamente encajaba la acumulación de todos los poderes en una
misma persona- fuera un recurso de muy cofia duración, destinado a salvar
situaciones extremas; de ningún modo, la base legítima de un poder personal
permanente.
La divinización póstuma de César, por el contrario, era todo un acto revo-
lucionario, en la medida en que hasta ese momento ningún romano había reci-
bido honores divinos en Roma. ni vivo ni muerto. Solo en el ámbito helenísti-
co de Grecia, Próximo Oriente y Egipto, que, por entonces, los romanos
conocían bien y habían conquistado casi por completo, abundaban los mode-
los teocráticos, y también los cultos a los monarcas, a partir del caso de Ale-
jandro Magno. Y ya se ha dicho también que, entre los griegos, existía un culto
inveterado a los héroes, personajes de la epopeya y el mito, a quienes, enrazón
de sus extraordinarios méritos. se había atribuido una condición semidivina.

222 BREVEHISToRIADEL MUNDoANTIGUo


No puede sorprender, por ello, que, en ese ámbito, se hubieran llegado a otor-
gar honores divinos a magistrados romanos, como, por ejemplo, a Tito
euin-
cio Flaminino, en el 196 a.c., por proclamar la libertad de las ciudades grie-
gas frente al dominio macedónico.
Sin embargo,lo que ocurría fuera de Roma y de Italia entraba en el ámbi-
to de las relaciones con los pueblos sometidos, donde existía una tradición de
seguir el juego a los poderes locales siempre que resultara favorable a los inte-
reses romanos. Pero que el hijo adoptivo de César, un joven de diecisiete años
que había recibido una herencia política muy prometedora, pero también
bastante envenenada, se atreviera a llamarse Gaius lulius Divifitius (Gayo
Julio, hijo del Divinizado), rehusando, incluso, adoptar el cognomen octavia-
nus,que le habría correspondido por su auténtico padre, para borrar esos orí-
genes, eso era una osadía, por no decir una provocación, sin precedentes. Nin-
gún otro romano podía ufanarse de tener un padre divino. Seguramente, el
heredero de césar hizo una jugada de alto riesgo, que al final le salió bien,
porque supo, en todo momento, dominar el juego político con una enorme inte-
ligencia y con una perfecta falta de escrúpulos.
Ese aura sacral que rodeaba al Divi filius desde el 44 a.c. se vio respalda-
da, sin duda, por el resultado favorable de la batallade Actium del 31 a.c.,
que, con la derrota y muerte de Marco Antonio, ponía fin a una larga y san-
grienta guerra civil. La consecuencia de ello es que el hijo de césar ya no solo
tiene una sacralidad heredada, sino que, enel27 a. c. el senado le otorga el
cognomen de Augustus, tomado de la esfera augural y vinculado semántica-
mente al concepto de auctoritas -el poder no institucional con el que alguien
consigue que prevalezca siempre su propio dictamen-, porque se le atribuye,
por principio, una entidad superior vinculada al ámbito religioso. Augustus
significaba, efectivamente, dotado de la máximafuerza sacral". pero Augusto
sabe muy bien que, al menos en Roma y en vida, un culto a su persona, al esti-
lo del de los reyes helenísticos, solo se puede volver en su contra; sencilla-
mente, no encaja enla res pttblica restituta, que es su lema programático. De
modo que anda con pies de plomo. Lo de la máxima ñterza sacral se sustan-
cia, según los testimonios conocidos, en un culto al Genius y, más tarde, al
Numen de Augusto. que es un recurso ingenioso para hurtar su propia imagen
a los signos externos de divinización.

Por otro lado, no le cabía duda de que un culto a su persona contribuiría a


consolidar la nueva forma monárquica de gobierno, por lo que permitió que,
en las provincias de oriente, un número de ciudades y, sobre todo, de asam-
bleas provinciales le dedicaran estatuas y templos, normalmente en asociaci-
ón a la Dea Roma, cuyo culto en Oriente tenía ya una cierta antigüedad, y al
Divus lulitts, su padre. También en el occidente menos romanizado, se inau-
gura, en el 12 a.C., en la ciudad de Lugdwnum (Lyon) tJn ara Romae et Augusti

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 223


("altar de Roma y de Augusto") como centro cultual de las tres provincias de
la Gallia Comata, parangonable a los altares augústeos (arae Augustcte) del
noroeste de la Península Ibérica. Por debajo de ese nivel, y ya sin iniciativa ni
control pol pafte del estado, nacieron, todavía en vida de Augusto, numerosos
cultos locales en ciudades de Oriente y Occidente, con estatuas, edificios sagla-
dos y sacerdotes.

5. La consolidación del culto imperial

Tras las solemnes honras fúnebres celebradas en el foro, el cadáver de


Augusto fue conducido hasta el Campo de Marte, que era la explanada extra
muros consagrada a la divinidad protectora del ejército y donde se reunían los
comicios centuriados. En ese ámbito militar, fue incinerado, en una pira, el 19
de agosto del 14 d.C., y, a continuación, sus cenizas fueron enterradas en el
monumental mausoleo que había hecho construir para ese fin. Un testigo juró
haber visto elevarse de entre las llamas a un águila, el animal sagrado de Júpi-
ter, que habría llevado hasta el cielo el espíritu del princeps; un mes más tarde,
el senado decretó la divinización de Augusto. En adelante, aparece, por tanto,
su nombre, en todos los documentos, acompañado del calificativo de divus,
como es el caso de los emperadores sometidos sucesivamente al mismo ritual.
El término divus tiene la misma etimología y significado que deus ("dios"), por
1o que no resulta procedente traducirlo por "divino"; pero, como su aplicación
se limita normalmente a los emperadores, y otros miembros divinizados de la
familia imperial, se puede señalar, en ciefio modo, ese uso específico, tradu-
ciéndolo como "divinizado" . En el siglo tv d.C., el calificativo de divus fue
purgado de sus connotaciones paganas y reinterpretado al servicio del cristia-
nismo, por lo que indica ya solamente la designación del emperador por la gra-
cia de Dios.
Unavez consolidado tras la muerte de Augusto, el culto imperial cumple
su función ideológica y mediática, con independencia de la divinización de
los emperadores, que no era automática. No todos entraron en ese olimpo tan
especial, empezando por Tiberio, el hijo adoptivo y sucesor inmediato de
Augusto. Si las relaciones con el senado no eran malas,la divinización resul-
taba previsible; por eso el emperador Vespasiano, con su proverbial sentido
del humor, dijo, al sentir que se estaba muriendo: ooAy, ay, ay: creo que me
estoy convirtiendo en dios". Por otro lado, algunos emperadores, normalmen-
te por sus altercados con el senado, fueron sometidos a un procedimiento de
sentido inverso, que se conoce como dctmnatio memoriae ("condena del
recuerdo"), y que era bastante más denigrante que una negación de honores.

224 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


Los casos más conocidos son los de calígula, Nerón, Domiciano y cómodo.
Se destruían, o reesculpían, sus imágines y se borraban sus nombreJen inscrip-
ciones dedicadas a ellos; aunque, normalmente, sólo los nombres personales,
y a menudo de forma imperfecta, para que quedara claro de quién se trataba.
un caso extremo es el de Geta, hijo de septimio Severo, que fue asesinado, en
el2r2 d.c., a manos de caracala, su propio hermano, por rivalidades de poder.
No sobrevive su nombre en casi ninguna de las inscripciones dedicadás a la
familia de los Severos, porque, sobre lo borrado, caracala hizo inscribir sus
propios títulos de victoria. Pero, a esas alturas, los emperadores podían hacer
lo que quisieran con los honores divinos y humanos, porque el señado ya tenía
muy poca autoridad.
Es en el reinado de Tiberio cuando realmente comienza la primera fase del
culto oficial al emperador. A diferencia de los cultos locales que habían sur-
gido con anterioridad de forma espontánea, estos otros se crean mediante
solicitud de las provincias interesadas, y la subsiguiente autorización de parte
de Roma. En muchísimas capitales provinciales -por ejemplo, de las treJpro-
vincias de Hispania,enTarraco y en Augusta Emerita,que sepamos de Cier-
to, y muy probablemente, también, en corduba- se levantaron templos dedi-
cados a Divus Augustus. La iniciativa y la gestión correspondían a las
asambleas provinciales (concilia), integradas por los representantes de las
civitates de la corespondiente provincia y presididas por los flamines ("sacer-
dotes") provinciales, que se elegían anualmente.Tiberio prohibió, sin embar-
go, que se le dedicaranaél mismo templos y que se creasen flaminados y
sacerdocios con su nombre; ni siquiera se podían colocar estatuas e imágines
suyas sin su permiso, y, cuando 1o concedía, era con la condición de que no
se pusieran entre las de los dioses, sino solamente como decoración de los
edificios.
La segunda fase relevante para el desarrollo del culto imperial supra-local
es la época flavia (69-96 d.c.).En ella, el culto de los emperadores muertos
y divinizados incluye ya a los vivos -lo que es una prueba de que no depende
de la divinización*, y se establece también en las provincias en las que no
había existido con anterioridad, experimentando una regulación general. De
todas formas, solo se puede hablar de culto cuando existe un lugar para reali-
zar sacrificios, como, por ejemplo, un altar. Las estatuas, que con tanta frecu-
encia dedican los provinciales a los emperadores, son testimonios de respeto,
incluso de devoción, pero no de culto, aunque se coloquen en los templos.
Todas esas formas de culto imperial eran fomentadas desde el gobierno cen-
tral porque constituían una de las herramientas más poderosas para asegurar la
cohesión del Imperiol y, a su vez, servían como plataforma social a las elites
provinciales, que copaban los sacerdocios, tanto masculinos como femeninos.
Esas elites estaban igualmente interesadas, por supuesto, en manifestar su
adhesión a los emperadores dedicándoles estatuas. Por eso se mantuvieron esas

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 225


prácticas hasta la conversión de los emperadores al Cristianismo !, de forma
matizada, incluso más adelante.
El culto mismo podía adoptar formas muy diversas. Sus manifestaciones
más aparentes se producían en los días de las fiestas imperiales, que' poco a
po.o,ibun rellenando el calendario religioso romano, al lado de las fiestas reli-
giotut tradicionales. Se trataba, en muchos casos, de celebrar aniversarios,
como el del nacimiento y la muerte de Augusto. Otras veces se conmemora-
ban acontecimientos sonados, como la batalla de Actium,la toma de Alejan-
dría u otras victorias importantes; pefo, también, la inauguración de templos
o altares por un emperador. En esos días, además de celebrarse juegos y repre-
sentaciones teatralés, se organizaban procesiones, en las que, con gran parti-
cipación de la población y de los magistrados y sacerdotes, se llevaban esta-
tuás y bustos de los emperadores y de su familia, que recorrían los puntos
signiiicativos del culto: el teatfo, el circo y finalmente el templo. Se hacían
sairificios de animales, así como ofrendas incruentas como la del incienso.
Otra manifestación del culto imperial eran, en fin, los innumerables bustos y
pinturas de la domus divina, como se conocía a la familia imperial, que esta-
ban en los santuarios de las casas,junto con los Lares,los protectores divinos
del hogar y la familia, y eran venerados con ellos.

6. Los ttdistintostt ciudadanos romanos

Los ciudaclanos romanos de mediados de la Época Republicana habían


constituido un conjunto homogéneo, en la medida en que coincidían casi por
completo con los habitantes de la ciudad de Roma de condición libre. Se había
concediclo la civitus Rornana a gente de fuera en muy raras ocasiones y solo a
título indiviütal (viritim), para vincular a Roma a los miembros de las clases
dirigentes de las ciudades itálicas sometidas, o para recompensar a soldados
que hubieran prestado servicios muy especiales al estado romano. Se trataba'
sin embargo, de una doble ciudadanía, porque los beneficiados con la romana
seguían formando parte del cuerpo de ciudadanos de su comunidad de origen,
donde estaban sometidos a las normas jurídicas que rigieran en ella'
Pero la Guerra Social del gl-89 a.C. obligó a conceder la civitas Romana
a las comunidades de los llamados "aliados" (socii) itálicos, que no estaban dis-
puestos a seguir soportando las cargas militares y de otras naturalezas, que les
imponía Roma para mantener y agrandar el Imperio, sin conseguir una equi-
paración en los derechos. A consecuencia de ello, las comunidades itálicas ubi-
cadas al sur del Apenino Septentrional se convirtieron en conjuntos de ciuda-
danos romanos equiparados en el orden jurídico y fiscal a los de la propia

226 BREVE HTSToRIADELMUNDoANTIcUo


Roma, pero no en el político-social. Podían votar en Roma, en los comicios y
tribunales, pero, para acceder ala nobilita,s romana, necesitaban desempeñar
el consulado, lo que no era fácil, porque, por muy importantes que fueran en
sus propias comunidades. no contaban con las clientelas de los nobles roma-
nos. Tenían que utilizar la puerla abierta alos homines novi, que significaba
una lucha por la promoción. jugando con el dinero, las relaciones personales
y las propias habilidades; y lo hacían sistemáticamente, hasta el punto de que,
a lo largo de la historia de Roma. la Urbs funciona como un polo de atracción
irresistible para quienes aspiran a integrarse en la clase dirigente.
Por consiguiente,la masa de ciudadanos romanos de Italia constituye una
especie de periferia de la cir"rdad de Roma, con unas características propias;
también, porque la distancia a la urbe significa una limitación importante para
la asistencia a los comicios. Por otro lado, su vida está marcada por las con-
tingencias de la comunidad donde realmente viven su día a día.A ese colecti-
vo de ciudadanos se suman, por otro lado,los de las colonias que se fundan en
época de César y Augusto, ya como colonias de ciudadanos romanos, y tarn-
bién alguna comunidad indígena extra-itálica que, por razones excepcionales,
consigue la ciudadanía romana en los mismos términos que las itálicas.

,Pero hay más colectivos de ciudadanos romanos, que son característicos de


la Epoca Imperial. al menos en cantidades significativas. La necesidad de fun-
dar. por razones varias, colonias con una mezcla de ciudadanos romanos e itá-
licos, o indígenas de los teffitorios provinciales, había dado lugar, en Ia Época
Republicana, a un tipo muy especial. Se le había dado el nombre de colonias
latinas, porque, en su relación con Roma, se parecían a las ciudades que había
habido tiempo atrás en la región del Lacio, incluidas en el nomen Latinum,es
decir, en el conjunto de comunidades que logó colocar Roma bajo su égida por
primera vez en su historia. En todos esos cuerpos de ciudadanos había indivi-
duos que, por las razones que fuera, tenían la civitas Rontana, pero solo la
podían aprovechar en un sentido restrin-eido, porque los demás conciudada-
nos no la tenían; y, por otro lado, interesaba consolidar en ellas una capa domi-
nante de ciudadanos romanos, que fuera siempre et puente entre Roma y la
comunidad en cuestión. Se concedía por ello la ciudadanía romana a quienes,
sin tenerla previamente. llegaran a ejercer una ma-eistratura local (o, a partir del
siglo tt d.C., a pertenecer al senado local); lo que tenía efectos sobre los des-
cendientes, ascendientes y consofies, en virtud de lo que hoy llarnaríamos un
derecho retroactivo, pero que. en el contexto jurídico romano, era necesario
para que esa concesión tuviera consecuencias jurídicas plenas -a los efectos de
herencia-. por ejemplo.
Ese es el modelo que utilizan algunos emperadores ya no para fundar ciu-
dades sino para incorporar amplios territorios indígenas a un sistema de pro-
moción de sus elites. Nerón lo hace con la población de los Alpes Marítimos,

TEMA8. LARoMATMPERTAT- 227


y Vespasiano, en el 73174 d.C., con las ciudades de toda Hispania,a las que su
hijo Domiciano otorgará diez años más tarde sus respectivas leyes municipa-
lei. Eso significaba que, al cabo de unas cuantas generaciones, se podía haber
multiplicaáo el número de los ciudadanos romanos en ese tipo de ciudades;
aunque no tanto como podría parecer en principio, porque las magistraturas y
los sénados locales eshban monopolizados, en la práctica, pof una capa dclmi-
nante relativamente cerrada. A esas pequeñas clases dirigentes, a nivel local,
se sumaban los individuos que recibían la civitas Romana por servir en el ejér-
cito; se trataba de los peregrini que formaban los cuerpos de tropas auxiliares
-un importante complemento de las legiones- y de las flotas, y que, desde
mediados del siglo t d.C., se convertían en ciudadanos romanos, sistemática-
mente, tras largos años de servicio o a su licenciamiento. Numerosos diplomas
militares -dípticos en bronce donde se grababa el correspondiente documen-
to- atestiguan esas concesiones, que convertían en iustae nuptiae ("matrimo-
nio legal") la relación de pareja que en ese momento tuviera el soldado, con la
consiguiente capacidad de engendrar ciudadanos romanos.
Con el paso del tiempo, el colectivo de los ciudadanos romanos de Roma
ya
-no sólo el de sus habitantes- fue aumentando, aunque, como los comicios
casi no tenían vida propia en la Época Imperial, la civitas romana estaba cada
vez más despolitizada. Al decir del poeta Juvenal, en el tránsito del siglo I al
u d.C., el ciudadano romano sólo deseaba dos cosas'. panem et circenses -su
ración de trigo y su entrada para el circo. Pero mucha era la gente que se había
mudado a Roma esperando utilizar su civitas Romana para vivir del empera-
dor, por 1o que cadaveztocaban a menos. Por otro lado, el aumento del núme-
ro de los ciudadanos romanos redujo los beneficios fiscales de ese estatus. Por
eso se consiclera que la concesión de la ciudad anía a todos los habitantes libres
del Imperio llevada a cabo por el emperador Catacala en el2l2 d.C. (consti-
tutio Antoniniana) tenía exclusivamente unos fines recaudatorios.

7. Identificación y contenido de la ciudadanía romana

El uso de los tria nomina ("tres nombres") identificaba automáticamente


a los ciudadanos romanos -aunque lo usaban también algunos latinos. El pri-
mero era el praenomen, qtJe llevaban solo los varones y que cayó en desuso a
partir del siglo m d.C. A continuación iba el gentilicio (nomen) o nombre de
familia y después el cognomen,qlte podía ser más de uno. La nomenclatura ofi-
cial completa incluía también el dato de filiación, que era el praenomen del
padre en genitivo (es decir, "hijo de"), como garantía de haber nacido de un
ciudadano, y, hasta el siglo m d.C.,la tribu electoral. En el caso de los libertos

228 BREVE HrsroRIA DEL MUNDo ANTIGUo


-esclavos que habían conseguido la libertad- en lugar del dato de filiación iba
el praenomer¡ o nombre del antiguo dueño Qtatronus),seguido por la inicial de
libertus. En cuanto a la tribus, todos los ciudadanos de las colonias y munici-
pios de derecho romano estaban inscritos en una de las 35 tribus romanas, lo
mismo que se hacía con quienes obtenían la ciudadanía a título individual.
Estos últimos a menudo asumían el nonten del protector que había hecho posi-
ble su promoción, o, en su caso, del emperador que los había beneficiado.
Quienes conseguían la ciudadanía romana como miembros de una civitas
peregrina (ver más adelante) seguían formando parte del colectivo de sus ciu-
dadanos a los efectos de derechos y deberes. Tenían, por tanto, una doble ciyi-
/cs, que podían disfrutar armonizando sus respectivos contenidos. El criterio
básico, establecido por Augusto, era que las concesiones de la ciudadanía
romana no perjudicaran a las comunidades donde vivían y tenían sus propie-
dades los beneficiarios. El principal privilegio de los ciudadanos romanos era
el derecho a prestar el servicio militar en las legiones -con mejor salario, y
posibilidades de ascenso, que las unidades auxiliares. En el aspecto fiscal el
beneficio ya no estaba tan claro. Los que vivían en las ciudades peregrinas
tenían que compartir, como se ha dicho,las cargas globales; y las colonias y
municipios de derccho romano y latino también tenían ese tipo de cargas, salvo
concesión expresa. Además, se fue afirmando la tendencia a gravar impositi-
vamente a los ciudadanos romanos. El poder utllizar el derecho romano en el
ámbito familiar y patrimonial sí tenía ventajas; lo mismo que el poder realizar
transacciones comerciales en el marco del derecho romano (comnercittm).La
ciudadanía romana se transmitía automáticamente por vía materna, siguiendo
el principio fructus sequitur motrem ("el fruto sigue a la madre"), a menos que
la ciudadana romana hubiera contraído matrimonio con alguien que no lo fuera
y que no tuviera concedido el derecho a casarse con una ciudadana tomana
(conubium). En cambio, el ciudadano que quería tener descendencia con ese
estatus tenía que casarse legalmente (iustae nuptiae) con una ciudadana roma-
na, o con una mujer que tuviera reconocido el delecho a contraer ese tipo de
matrimonio.

8. La manumisión de los esclavos

Es imposible establecer el número de esclavos en la Época Imperial. Ade-


más, tiene poco sentido dar una cifra, porque, entre las distintas zonas del
Imperio, existían enormes diferencias. Hubo una tendencia general al mante-
nimiento de las situaciones previas a la conquista romana: donde los esclavos,
o las personas dependientes, en situaciones a fines a la esclavitud, habían sido

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 229


un elemento importante de la población, siguieron siéndolo más o menos como
antes; y, donde eso no ocurría, tampoco parece que haya cambiado la situación.
Semejante panorama resulta consonante con el modelo imperialista romano,
que pretende hacer a las comunidades más productivas, pero realizando tan
solo cambios que les permitan seguir administrándose por sí mismas.Incluso
los grandes dominios imperiales se explotan por el sistema tradicional, como
muestra el caso de los colonos del norte de Africa, conocido a través de la lla-
mada lex Manciana y de las decisiones de los emperadores, sobre todo Adria-
no. Lo mismo ocuffe con el caso de Egipto.
Los esclavos que resultan más significativos, desde el punto de vista de la
sociedad romana, son, en esta época, los domésticos, que hacían todo tipo de
trabajos.Tener una granfamilia (defamulus, "esclavo") de esclavos era un signo
de distinción, por lo que había muchas, y ahí los esclavos estaban muy jerar-
quizados. También se utilizaban como administradores y mayorales (vilici) de
las haciendas (villae), que se trabajaban con esclavos, complementados tem-
poralmente por asalariados. Los esclavos nacidos en las casas (vernae) etan
muy apreciados, porque resultaban de mayor utilidad.
En Roma los esclavos eran manumitidos con mucha más frecuencia que en
Grecia y, además, si se utilizaba para ello el procedimiento correcto, se con-
vertían en ciudadanos romanos, aunque quedaran bajo la condición de liberti,
que no transmitían, en todo caso, a sus hijos. El liberto permanecía para siem-
pre ligado al antiguo dominus por un deber de lealtad y fidelidad (obsequium,
reverentia) y por la obligación de prestar ciertos servicios (olficia) o trabajos
(operae). A mediados del siglo t a.C. manifiesta Cicerón claramente la idea de
que los esclavos merecen ser manumitidos al cabo de un tiempo, y que cuen-
tan con ello. Esa expectativa los ayudaba, sin duda, a aceptar mejor su situa-
ción y a portarse bien con el dominus. Recibían tn peculium, una especie de
patrimonio propio con el que podían luego comprar su libertad.
Sabemos que a finales de la Época Republicana hubo manumisiones en
masa, y parece que en Italia más de la mitad de los esclavos se manumitían por
debajo de los treinta años, y las esclavas, todavía más jóvenes. Augusto impu-
so restricciones, fijando la edad mínima en los treinta años, pero de los escri-
tos de los juristas del siglo tt d.C. se desprende que se manumitía con mucha
facilidad. Eso es concordante con la información que aportan las inscripciones
funerarias, que apenas registran esclavos difuntos por encima de los treinta;
siendo también esa edad la que inicia la documentación del grueso de las
defunciones entre los libertos. Conociendo el sistema clientelar romano, pode-
mos entender que resultara interesante para el dominus contar con esas perso-
nas en situación de dependencia, que podían dar juego en muchos sentidos.
Pero a veces el dominus manumitía a la esclava con la que había mantenido
relaciones íntimas para poder casarse con ella.

230 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTrcuo


9. La nueva organización administrativa y tributaria

, Como ya se ha visto (tema 7), el término provincla designaba, en la


Epoca Republicana, el campo de responsabilidad o el territorio extra-itálico
encomendado a un magistrado cum imperio pata su control y gobiemo duran-
te un tiempo determinado. Aunque los límites de ese ámbito de competencias
podían cambiar, y de hecho lo hicieron cuando se estimó oportuno, también
existía una tendencia a mantenerlos, lo que fue dando a las provincias una
cierta permanencia y. por consiguiente. un carácter de unidades administra-
tivas. En ese sentido, se pueden considerar las provincias Hispanio Citerior
e Hispania Ulterior ("la de más acá" y "la de más allá", respectivamente),
en que se dividió el territorio peninsular desde el 197 a.C. hasta finales del
siglo I a.C.
A partir de Augusto, la entidad de las provincias se reafirma, porque el
princeps lleva a cabo una política de estabilización del dominio romano, no
solo destinada a asegurar el control militar sino también en la línea de opti-
mizar los recursos; lo que se traduce en actuaciones administrativas impor-
tantes. Se elaboran mapas, se hacen catastros y censos, y se procura una mejor
distribución de los elementos humanos en relación con la tierra, lo que impli-
ca expropiaciones, desplazamientos de población y el desarrollo de la pro-
piedad del emperador. Como consecuencia de todo ello cada provincia tiene,
en la Epoca Imperial, unaforma provinciae que es una auténtica estructura
administrativa y ya no sólo, como antes, una configuración básica, con los
datos indispensables para el ejercicio de las funciones del gobernador.
Esos datos servían para cobrar los dos impuestos a los que estaban some-
tidos los provinciales: el tributum capitis ("por cabeza"), que era el que -era-
vaba el patrimonio personal de los peregrini (ver más abajo) y el tributum
soli ("por el suelo"), que pagaban las ciudades como colectividad, a no set
que tuvieran reconocida una inmunidad. Los ciudadanos romanos no tenían
tributación personal, pero, por eso mismo, introdujo Augusto un impuesto
sobre la transmisión hereditaria de los bienes del5Vo (vicesima hereditctturn).
Por otro lado. creó un impuesto indirecto: la centesimo rerum venalium, que
gravaba con un l%o las transacciones comerciales en subastas. El primer
impuesto iba a parar al aerarium publicum o aerctrium Saturni. que era el
tesoro del populus Romanus; el segundo, al aerarium miliÍare, del que se
pagaban los beneficios de los veteranos licenciados. Además, Augusto fue
acumulando enormes propiedades, los dominios imperiales, que funciona-
ron como un patrimonio personal durante toda la época de los emperadores
Julio-Claudios. Luego adquieren un carácter de bienes de la corona, por lo
que se acaba por constituir un patrimonio del emperador propiamente dicho
(res privata).

TEMAIt. LAROMAIMPERIAL 23I


En el27 a.C. Augusto había recibido del senado el encargo de gobernar
todos los territorios que se consideraban especialmente conflictivos, y que
requerían una mayor disposición de efectivos militares. Esa enorme provincia
incluía un buen número de las provincias ya existentes, que, en adelante tuvie-
ron como gobernadores a legati Augusti pro praetore, sometidos al poder pro-
consular del princeps y nombrados por é1. Son las llamadas provincias impe-
riales. El resto, que incluía lo más rico y lo más civilizado del Imperio,
constituye el conjunto de las provincias que debemos llamar públicas -y no
"senatoriales" como se hacía años atrás- porque seguían estando bajo la auto-
ridad del populus Romanus. Las gobernaban senadores, con el título de pro-
cónsul -que es el que correspondía también a Augusto en su provincia impe-
rial- por períodos anuales. En principio, se siguieron adjudicando por sorteo
entre los candidatos ya preseleccionados, pero la intervención, directa o indi-
recta, de los emperadores en todo el procedimiento era importante.
Como se ha dicho más arriba (tema 2), la provincia de Egipto, especial-
mente rica y que tenía prohibida la entrada a los senadores sin autorización
expresa del emperador, quedó como propiedad personal de éste, que la admi-
nistraba por medio de procuradores de rango ecuestre, igual que algunas pro-
vincias pequeñas y en todo caso carentes de tropas legionarias, en las que el
procurator Augusti era a la vez el gobernador. Así, por ejemplo, el caso de
Sardinia (Cerdeña), de las dos Mauritanias y de algunas provincias alpinas.
Poco después, sobre los años 13-10 a.C., se produjo, en Hispania,la división
dela Ulterior en dos, una imperial y otra pública. Quedaron, así, una Hispa-
nia Ulterior Baetica, con capital en Cc¡rduba, como pública, y, como impe-
riales, una Hispania Ulterior Lusitania, con capital en Augusta Emerila
(Mérida), y una Hispanict Citerior, o Tarraconensis, con capital en Tarraco
(Tarragona).

10. La estructuración en ciudades

El modelo de la polis y de la civitcts itálica, al que conespondía la propia


ciudad de Roma, fue utilizado sistemáticamente, desde comienzos de la Época
Imperial, como la pieza básica del tejido administrativo. Tenía, en efecto,
muchas ventajas para el poder central que los individuos, y los recursos que
eran capaces de explotar para su subsistencia y para generar el excedente que
se les quería exigir bajo la forma de tributo, estuvieran integrados en ese tipo
de comunidades. La civitas era un territorio delimitado, normalmente con un
centro urbano, con unos determinados individuos registrados como ciudada-
nos, y con unas leyes que regulaban su funcionamiento interno. A esa "unidad

232 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUO


de explotación" se le podían exigir unas prestaciones globales en dinero, en
especie y en efectivos militares, proporcionales a su capacidad, sin necesidad
de asumir la administración interna, sino ejerciendo tan solo, clesde el poder
central, una tutela jurídica y un control militar. Las relaciones entre el estado
romano y esas comunidades podían diversificarse hasta cierto punto, pero inte-
resaba que fueran lo más homogéneas posible. Las fundaciones realizadas por
Roma en el territorio provincial eran naturalmente del tipo civitas, y muchas
ciudades indígenas se podían transformar en algo semejante con cierta facili-
dad; con las demás comunidades se hizo todo lo posible para que confluyeran
hacia ese modelo.
No es que se fnafara de convertir todo el territorio en una red de civita-
/¿.i, como la que describe el orador griego Elio Aristides en su famoso pane-
gírico de Roma, del 144 d.c., donde compara favorablemente el Imperio
Romano con otros imperios históricos, como el persa o el macedónico, uti-
lizando ese criterio. Quedaron fuera de esa red, en todo caso, los grandes
dominios imperiales, con minas, canteras, bosques y, sobre todo, latifundios,
que administraba directamente el poder central, por medio de procuratores
Augusti y libertos imperiales. Y siguió habiendo, en el noroeste de Europa,
en los Balcanes, en el interior de Asia Menor, en el Próximo oriente y en el
Norte de África, amplias zonas en las que dominaban las organizaciones tri-
bales, o una población absolutamente dispersa en lugares muy pobres e
impracticables. Lo que sí se hizo fue extender la red de las civitates a todo
lo que interesaba incluir en ella, aprovechando, muchas veces, conflictos
armados con la población indígena. Desde Pompeyo y césar, que sepamos,
había habido una tendencia a organizar los territorios ocupados por pobla-
ciones tribales, y a estimular la formación de ciudades creando minúsculos
centros protourbanos. En la misma dirección iban las acciones destinadas a
convertir en una unidad más grande algunos grupos de aldeas, o a hacer bajar
de las montañas a elementos de población levantiscos para instalarlos en
zonas llanas.
Sabemos, sobre todo, que Augusto actuó en esa línea en Dalmacia, divi-
diendo y reorganizando las tribus para constituir civitates.Un documento halla-
do en El Bierzo (León) en 2001 , correspondiente al 15 a.c., indica que, araíz
de las guerras cántabro-astures,Augusto organizó administrativamente el nor-
oeste peninsular, con la asistencia de sus técnicos catastrales, configurando
nuevas civitates con territorios definidos, a las que quedaron adscritos los habi-
tantes de la zona en calidad de conjuntos de ciudadanos. Ello lo hizo dispo-
niendo como creyó conveniente de las tierras y de una población previamen-
te organizada en grandes grupos de carácter tribal, a los que los romanos
llamaban gentes, igual que a sus propios clanes familiares; pero, en lugar de
utilizar como unidad de autonomía administrativa, frente al estado romano,
las pequeñas unidades territoriales y de poblamiento -los llamados castella-

TEMA8. LARoMATMpERTAL 233


funcionó con unas civitates más grandes, que las aglutinaban, y que venían a
coincidir vagamente con las gentes.
De esa forma se podía exigir el tributo y la contribución militar a una uni-
dad más grande, donde las piezas pequeñas funcionarían como responsables
solidarias. Desde el punto de vista romano se trataría de un tipo de contribu-
tio, que era una fórmula utúizada para agrupar ciudades pequeñas, a efectos
administrativos, y estaba inspirada, según todos los indicios, en modelos hele-
nísticos. Ese tipo de civitas es la llamada tradicionalmente territorial, porque
no tiene un centro urbano propiamente dicho, y se encuentra en la Galia y en
Britannia, donde la población indígena estaba organizada también en gentes;
pero se encuentra igualmente en la provincia Tarraconensis de Hispania. En el
noroeste de Hispania, a lo largo del siglo r d.C. la territorialización de las gen-
/¿s y su conversión en civitates va potenciando el desarrollo de centros urba-
nos más grandes, que acaban por convefiirse en municipios, con una reconfi-
guración del territorio, sobre la que carecemos de datos concretos.

ll. Civitate s peregrinae

A comienzos de la Época Imperial, la inmensa mayoría de las civitates del


territorio sometido al poder romano eran peregrinae,porque todos o casi todos
sus ciudadanos tenían la condición jurídica de peregrini ("extranjeros"), es
decir, que no eran ciudadanos romanos. Ese era el estatus de las ciudades que
quedaban sometidas al dominio romano por derecho de conquista, y a las que
Roma mantenía tal y como estaban antes, reconociendo documentalmente la
condición libre de sus ciudadanos, la restitución de sus campos y sus cons-
trucciones y el permiso de seguir utilizando sus propias leyes.
Pero, según informa Plinio el viejo -que fue procurador de la provincia
Hispania citerior en el73 d.c.- esas ciudades podían ser de fres tipos: foetle-
ratae , liberae o stipendiariae . Las primeras se habían incorporado o sometido
mediante unfoedus,un pacto o tratado, que, aunque ftera iniquuLn ("desigual"),
al menos establecía de un modo preciso sus obligaciones y sus derechos, y pro-
clamaba su independencia, como si realmente fueran extratenitoriales. De ésas
había poquísimas; se trataba, como en el caso de la feno-púnica Gades (cádiz)
-a quien ya César convierte en municipio de derecho romano-, de ciudades que
habían podido negociar su integración. Las segundas, también muy escasas,
tenían unos privilegios concedidos por Roma, enrazónde algún tipo de actitud
colaboradora, pero no estaban respaldados en esa forma contractual sanciona-
da por los dioses. También eran formalmente extraterritoriales, y por eso no
dependían del gobernador de la provincia en la que se encontraran.

234 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


Las demás se llamaban estipendiarias porque estaban sujetas al stipendium
o tributo, lo que significaba que su territorio pertenecía al estado romano a
todos los efectos. De todos modos, no conocemos derechos y deberes que fue-
ran específicos de un tipo o del otro, de modo que la diferencia era relativa. La
realidad es que Roma trataba a cada ciudad como le parecía oportuno enrazón
de las circunstancias, que también podían cambiar a lo largo del tiempo. De un
socius ("aliado") podía llegar a exigir, en nombre de laJides que garantizaba
elfoedus ("pacto"), unas prestaciones máximas. Por otro lado, la voluntad de
intervenir, o la necesidad de hacerlo, en los asuntos internos de una civitas
peregrina,por parte de los gobemadores provinciales, tenía que ser muy varia-
da, considerando las enormes diferencias que había entre unas y otras; y con-
siderando que el gobernador, por sí mismo, o a través de sus colaboradores,
ejercía funciones militares, administrativas y judiciales.

12. Municipios y colonias

Alas civitares peregrinae se oponían, en la Roma imperial,las colonias y


los municipios, que tenían una organización interna similar a la de la propia
Roma. Sus estatutos eran el resultado de un largo proceso iniciado en la fase
de la expansión de Roma por ltalia, y que tuvo una cierta continuidad en las
provincias del occidente romano. Pero es César quien empieza a utilizar sis-
temáticamente esos modelos para poner en marcha laromanización jurídica de
las provincias occidentales del Imperio. A pesar de que la documentación es
abundante, lanaturaleza de esas comunidades, y sus relaciones con el estado
romano, tienen, sin embargo, muchos puntos oscuros, permanentemente abier-
tos a la controversia. Ni de lejos se podrían tratar aquí; aunque, de todas for-
mas, mucho debe de haber en esos temas de discusión vacía, porque un escri-
tor de la época del emperadorAdriano, es decir, del siglo rr d.C., nos transmite
lo siguiente: "Lo que son los municipios, lo que difieren de las colonias, no lo
sabemos".
Está claro que, en esa época,los dos tipos habían confluido; pero las pala-
bras de Aulo Gelio son una llamada de atención al historiador moderno con-
tra su tendencia a sistematizar la realidad administrativa, lo que es un hándi-
cap para entender un derecho público romano, que funcionaba como una
prácfica de administración de la realidad cotidiana, alaluz del sentido común
y de los precedentes. Cada ciudad era lo que era en cada momento, y el hecho
de que tuviera plasmado en su nombre el término colonia o el término muni-
cipium solo apuntaba a unas diferencias, a veces históricas, a veces honorífi-
cas, que en poco, o en nada, influían en la vida de sus ciudadanos.

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 235


Podemos quedarnos con una diferencia básica, que fue perdiendo relevan-
cia a medida que pasaba el tiempo: las colonias eran ciudades de nueva crea-
ción, pequeñas imágenes de la misma Roma, que nacían a consecuencia de
una deductio ("envío"), es decir, de una expedición sancionada por la ley,
mientras que los municipios eran ciudades preexistentes, a las que se otorga-
ba una forma jurídica romana, similar a la de la propia Roma y también a la
de las colonias. La lex lrnitana, que es el estatuto regulador de un municipio
de la época de los emperadores Flavios (último tercio del siglo r d.C.) y que
tiene detrás un modelo estándar de regulación municipal, ha venido a confir-
mar las palabras de Aulo Gelio: aunque sean dos nociones jurídicas distintas,
los municipios y las colonias pueden resultar muy parecidos y casi imposibles
de diferenciar en su funcionamiento cotidiano.
La distinción entre colonias y municipios se complica con la distinción
entre comunidades de derecho romano y de derecho latino, que es lo que
plantea mayores problemas de interpretación. Al margen de la consideracfun
general de que, en las segundas, ya fueran colonias o municipios, se alcan-
zabala ciudadanía romana a través del desempeño de una magistratura local
-o también, por la pertenencia al senado local, a partir de la época de Adria-
no probablemente-, la naturalez a exacta del derecho latino, en la Época Impe-
rial, es de lo más controvertida. Ni siquiera se puede establecer con seguri-
dad si se trata de un derecho personal, de un derecho colectivo, o de algo
indeterminado,lo que sería muy importante para comprender cómo funcio-
naba. cuesta trabajo creer, aunque no se pueda excluir del todo, que una ciu-
dad considerada oficial y solemnemente como colonia o como municipium,
que, por lo mismo, no pertenece a la categoría de las civitates peregrinae, es
decir extranjeras, tenga a casi todos sus ciudadanos -los que no han podido
conseguir la ciudadanía romana a través del embudo de las magistraturas- en
condiciones jurídicas parecidas a las de los habitantes de las civitates pere-
grinae. Pero a más que llamar la atención sobre el problema no se puede lle-
gar aquí.

13. Organización y financiación de las ciudades

Fuera cual fuera su estatus, la civitas se consideraba como una colectivi-


dad pública, integrada por los ciudadanos, el territorio y todo el patrimonio
común. Pero, a su vez, el conjunto de los ciudadanos de cada civjtus,consi-
derado como órgano político, se llamaba populus,igual que el conjunto for-
mado por todos los ciudadanos romanos, que tenía la misma conáición. El
populus se reunía en asamble a y ejercía las competencias que estuvieran esta-

236 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


blecidas para é1. En el caso de las colonias y los municipios, esas competen-
cias estaban definidas en la correspondiente lex, e incluían, en cualquiei caso,
la elección de los magistrados: los más importantes eran los llamados dunvi-
ros (duovirl), que eran dos ciudadanos varones de mandato anual. como las
colonias y 1os municipios imitaban el modelo de Roma, tenían también sena-
dos locales, regulados asimismo por la coruespondiente lex. Esos senadores,
llamados decuriones o curiales, sumaban aproximadamente un centenar en
las ciudades grandes, y un número proporcionalmente menor en las demás. La
pertenencia a esos senados era vitalicia y los propios senadores elegían a los
nuevos (cooptatio).
Todos los ciudadanos que integraban elpopulus estaban obligados area-
lizar prestaciones para la comunidad, llamadas munera, que incluían jornadas
de trabajo para lo que fuera necesario (operae) y otras cosas, como la cesión
de animales de carga. Solo se libraban de los munera quienes, como era er
caso de los veteranos, tenían immunitas ("inmunidad"). Las ciudades solían
tener ingresos por conceptos como el arriendo de tierras comunales, o las
tasas de peaje, pero sobre todo se financiaban, directa e indirectamente, a tra-
vés de las aportaciones de los miembros de la clase dirigente. Para desempe-
ñar una magistratura o un sacerdocio, cargos electivos todos ellos, y para
entrar en el senado, había que pagar una determinada cantidad, tarifada en
función de la importancia del cargo y que variaba mucho de unas ciudades a
otras. A esas cantidades obligatorias, se sumaban otras voluntarias, fijadas
por la costumbre.
La asamblea de los ciudadanos y el propio senado procuraban elegir a los
más ricos; pero, por eso mismo, los presionaban para que renunciaran a la
indemnización de los gastos ocasionados por el desempeño del cargo y para
que complementaran la suma honoraria o legitima (el "precio público" del
cargo fijado por la ley) con una cantidad 1o más generosa posible. Sin embar-
go, cuando la elección estaba reñida, el proceso se podía convertir en una
auténtica puja. También era frecuente que organizaran juegos a sus costas.
Semejantes prodigalidades se veían recompensadas por la civitas con cosas
como la cesión de un solar para el enterramiento (locus sepulturae) o la erec-
ción de una estatua, muchas veces ecuestre, en un lugar público. En ciudades
como Segobriga (Ctenca), se ha podido constatar que esas estatuas honorífi-
cas se alineaban, una al lado de otra, en los foros, dando la impresión de autén-
ticas formaciones de caballería.Era fundamental, por supuesto, dejar cons-
tancia de las dádivas, para su ulterior capitalización política y social por parte
del individuo y su familia, lo que se hacía en un epígrafe grabado en el pedes-
tal. En un mismo individuo podía repetirse el proceso, como constatan los
hallazgos de estatuas múltiples con inscripciones distintas pero dedicadas a la
misma persona. Todos esos documentos son una fuente de primer orden para
el conocimiento de la sociedad de la época.

TEMA8. LARoMATMpERTAL 237


14. El evergetismo en las ciudades romanas

El evergetismo ocupa un lugar central en la vida social, económica y polí-


tica de las comunidades del Imperio romano. Su contenido viene marcado
por los términos griegos euergetes ("benefactor") y euergesía (acción y efec-
to del "benefactor"), que se aplican al fenómeno helenístico del que deriva, y
que han servido para crear, en la moderna historiografía, el término técnico
con que se designa. Cualquier aportación económica debida a la iniciativa de
los ricos y destinada a beneficiar a una comunidad se puede considerar como
evergética; pero se habla de evergetismo, como fenómeno significativo, cuan-
do, en un determinado contexto político o social, como es el caso de la Roma
Imperial, se produce una importante circulación cle bienes desde el poder
mismo si se trata de un monarca que de una capa dominante- hasta la masa
-lo
social sobre el que se ejerce, y cuando esa circulación tiene la forma de una
dádiva, destinada a producir automáticamente un rédito político-social, de
acuerdo con el mecanismo del don-contradon. Puesto que el evergetismo se
practica, en las ciudades del Imperio, en términos de competencia, no solo
sirve para reafirmar 7a polarización entre los ricos y la masa de los ciudada-
nos, y el modelo paternalista de la sociedad romana, sino que consagra el
grado de capacidad económica como criterio de dignidad social dentro de la
propia capa dominante.
Los soberanos helenísticos practicaron mucho la euergesía en favor de las
ciudades, para sacarles un rendimiento político (tema 6); de ahí el sobrenombre
de Euergetes que llevan algunos de ellos. En la Época Republicana, imitaron esa
prodigalidad varios miembros delanobilita,r romana, construyendo, con ocasión
del desempeño de altas magistraturas, edificios destinados a la utilidad pública,
que les servían para aumentar su prestigio personal, y el de sus familias, dentro
de la clase dirigente. Tal es el caso de la basilica Aem.ilia,que perpetúa, en el
Foro romano, el nombre familiar de uno de los censores der año 179 a.c.
En la Época Imperial, es el emperador el benefactor universal por natura-
leza, quien, consecuentemente, monopoliza el ámbito dela tJrbs para esos des-
pliegues propagandísticos. Su actitud paternalista viene reflejada en el título de
pater patriae , que ostentan todos los emperadores a pafiir de Augusto; y a esos
beneficios responden los habitantes del Imperio con gratitud y d"uoóión, 1o
que es una de las raíces del culto imperial. pero el emperador era también un
modelo a imitar desde abajo, de modo que los propios emperadores animaban
a los miembros de las elites senatoriales, ecuesffes y locales a seguir su ejem-
plo. En las ciudades de Italia y de las provincias es donde se pueden estudiar
los mecanismos de ese comportamiento evergético, cuyos tesiimonios repre-
sentan una buena parte de la epigrafía pública de las ciudades del Imperio. No
es infrecuente encontrar, entre los evergetas, a mujeres de elevada posición

238 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


social, poseedoras de grandes fortunas. un grupo especial lo constituyen los
libeftos adinerados, que, aunque tenían cerrado el acceso a las magistraturas
municipales, podían desempeñar el sevirato augustal, un sacerdocio creado
para ellos; solo con esos actos tenían la posibilidad de dejar constancia públi-
ca de sus personas.
Las prestaciones evergéticas podían adoptar Ias formas más diversas. se
financiaban obras, como la construcción de tramos de las murallas, templos,
acueductos o termas. También se pagaban deudas, en las que hubiera incurri-
do la ciudad ocasionalmente; se facilitaba grano a la población en tiempos de
hambre; se organizaban juegos y representaciones teatrales; se facilitaba acei-
te gratuito para su uso en los baños públicos; se hacían distribuciones de dine-
ro a diversos colectivos para celebrar banquetes con ocasión de festividades
religiosas, y un largo etcétera. No hay que pensar, sin embargo, que las magní-
ficas construcciones de las ciudades de la época eran un resultado del everge-
tismo: los munera y las aportaciones obligatorias, por ley o por costumbre, a
más de otros ingresos, constituían, seguramente, la parte fundamental de esa
capacidad edilicia.
Excepto en el caso de los liberlos, la recompensa del evergeta por parte de
su ciudad era la estatua honorífica, que a veces se hacía por suscripción públi-
ca del conjunto de los ciudadanos o de una parte de ellos. En los casos en los
que esos homenajes tenían lugar a título póstumo, la relación de honores solía
sumar la estatua misma, una laudatio (panegíric s), el locus sepulturae (espa-
cio para la tumba) y elfunus (gastos del sepelio); en casos excepcionales, se
concedía unfunus pttblicum (sepelio público). Un elevado número de inscrip-
ciones de este tipo ofrecen un texto peculiar: se hace constar que la ciudad
decidió llevar a cabo el homenaje, pero que fue el propio homenajeado, o un
familiar suyo si ya había fallecido, quien corrió con los gastos. Aunque no
resulta fácil explicar esa vuelta de tuerca del evergetismo, lo que está claro es
que podía servir para que el evergeta se hiciera un homenaje a la medida de su
bolsillo.

15. Las divisiones de la sociedad y los ordines

"Favoreciendo a los más honorables serás querido por los humildes y, al


mismo tiempo, apreciado por los impoftantes (...). Mantén las distinciones pro-
pias de los ordines y cargos: nada es más injusto que ese igualitarismo que
quiere confundir, revolver y entremezclar las diferencias". En esos consejos
sobre la administración de justicia, en su provincia, que da Plinio el Joven a un
procónsul amigo suyo, queda plasmado el carácter fundamentalmente desi-

TEMA8. LAROMAIMPERIAL 239


gualitario de la sociedad romana; un carácter que no sólo es reconocido, sino
también justificado, por los intelectuales griegos y romanos. y que refuerzan
sistemáticamente los dirigentes. Cada persona peÍenece a un grupo, que se
inserta en una jerarquía, con derechos y deberes concretos. A su vez, cada
grupo adjudica a sus miembros un lugar dentro de una escala jerárquica inter-
na, en función de su fortuna, de su edad, de su extracción social, de sus rela-
ciones y, si procede, de su carÍera político-administrativa.
Las líneas divisorias de la sociedad romana imperial seguían muchas veces
un esquema binario, formando parejas de grupos, de lo cuales sólo uno mere-
cía una consideración positiva, interviniendo en ello criterios jurídicos. eco-
nómicos y sociales altamente variables. Se contraponía así a libres y a escla-
vos, a ciudadanos romanos y a peregrini, ahabitantes de la ciudad y a
habitantes del campo, a ricos y a pobres, etc. Pero la oposición básica y deter-
minante es la que utiliza Plinio, entre los ciudadanos de pro (honesti) y los
humildes. Aunque las fuentes antiguas, incluidas las jurídicas, no proporcio-
nan unas definiciones concretas de esos dos colectivos, el uso que se deduce
de los contextos permite establecer. sin lugar a dudas, que los honesti son los
integrantes de las capas dirigentes de las ciudades, y del Imperio en general.
Las consideraciones políticas, económicas y morales se imbrican de un modo
inseparable. Y el hábito hace al monje; de modo que la posición social, de la
que se hace pública y pennanente ostentación, es 1o que califica al ciudadano
para asumir las funciones de responsabilidad, que se llaman honores precisa-
mente porque garantizan y confirman esa posición de salida, que es la digni-
tas y lafama -el hecho de que todo el mundo sepa quién es el sujeto y de que
reconozca su superioridad.
En esa posición va implícita una riqueza suficiente como para cumplir con
las responsabilidades públicas; y la excelencia moral, como el valor al reclu-
ta, sencillamente se le supone. Constituyen, pues, esos notables la madera de
la que se hacen los gobernantes; y, además de su preeminencia social, gozan
de un tratamiento privilegiado de parte de los magistrados, que pertenecen,
naturalmente, al mismo colectivo. Al otro lado de esa línea divisora se encuen-
tra la masa que forman todos los demás ciudadanos: los plebeii o humiliores,
a quienes se mantenía al margen de las funciones de responsabilidad. Debían
ser gobernados por los honesti, que asumían frente a ellos una actitud pater-
nalista, cuando no de desdén.
Se calcula que, de los aproximadamente cincuenta y cinco millones de
habitantes del lmperio, menos de un millón entraba en el número de los hones-
ri. Formaban parte de ese sector dirigente los miembros de los ordines sena-
torial y ecuestre. así como todos los concejales municipales (los llamados decu-
riones o curiales) y los veteranos del ejército, con sus respectivas familias. No
se trataba, por tanto, de un colectivo homogéneo, existiendo, consecuente-

240 BREVE HIsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


mente, distintos grados de honorabilidad. La calificación de honestus no era
social en un estricto sentido de linaje, ni menos aun económica, porque que-
daban excluidos de ella quienes, por muy grande que fuese su riquezá, tenían
vedado el acceso a los órganos de la administración local por habér sido escla-
vos o por algún estigma relacionado con su actividad profesional.
La composición de los dos ordines superiores, el senatorius y el equester
-que habían tenido un origen común en la época republicana-, y su respectivos
rangos sociales y atributos, fueron definidos por los emperadores, entre Augus-
to y claudio; aunque, de acuerdo con el uso romano, no se llegara a elaborar
un estatuto coherente, ni mucho menos a la integración de las elites locales en
un ordo organizado a nivel imperial. Cada ordo tenía su propia dignidad y su
propio peso (dignitas, auctoriras), del que participaban todos sus miembros.
El único ordo de acceso hereditario era el senatorial, compuesto por unos
600 senadores varones integrantes del senado, más sus esposas y suJdescen-
dientes masculinos en tres generaciones, que también pertenecían al ordo a
todos los efectos, aunque no tuvieran asiento en el senado. El acceso de nue-
vas familias al ordo senatorial dependía ya exclusivamente del libre albedrío
del emperador. Para entrar en el senado romano era necesario ser varón y ser
elegido para la magistratura superior más baja, la cuestura -hasta finales de
época julio-claudia por los comicios, y, a partir de entonces, por el propio sena-
do. El censo mínimo de los miembros del senado fue fijado porAugusto en un
millón de sestercios. En público, se les reconocía por el borde purpúreo ancho
(latus clavus), que llevaban en la túnica, y, a partir de la época del emperador
Adriano, también por el título de clarissimus.
Distinta era la estructura del segundo ordo,el de los caballeros. Sus requi-
sitos eran ser varón de nacimiento libre en tercera generación y poseer un pairi-
monio mínimo de 400.000 sestercios. Sin embargo, el estatus no era heredita-
rio, y su concesión, junto con sus atributos -el anillo de oro y el equus
publicus-, debía ser attorizadapor el emperador. Llevaban un borde purpúreo
estrecho (angustus clavus) en la túnica y, al igual que los senadores, se senta-
ban en un sector reservado en los espectáculos públicos. Muchos de los apro-
ximadamente 20.000 caballeros que había en época julio-claudia -a continua-
ción su número aumentó enormemente con el nombramiento de equites
provinciales- se confomaban con la distinción que suponía pertenecer al ordo
y no entraban nunca al servicio del emperador.
Las fuentes jurídicas reconocen un ordo decurional, porque los miembros
de los senados locales tenían privilegios de ese tipo; pero el colectivo era
mucho menos homogéneo aun que el ecuestre. Las diferencias entre las ciu-
dades eran tan enormes, en riqueza y en cifras de población, que los requisi-
tos para pefienecer a los respectivos senados variaban muchísimo, y, por lo
mismo, la cotizacíón social. Entre un decurión de una capital provincial y otro

TEMA 8. LARoMATMPERTAL 241


del más humilde de sus municipios, mediaba, por ejemplo, un abismo. Y algo
parecido se puede decir de los veteranos; aunque, como estaban exentos de
los munera municipales, vivían, en principio, mejor que los curiales.

16. Las dos pirámides sociales

Todos esos colectivos que formaban los ciudadanos romanos quedaban


integrados en una especie de pirámide, que tenía, por encima de ella al empe-
rador y su familia. En la parte más alta estaban los senadores y, a continuación,
los caballeros. Más abajo, y par igual, se puede situar a los decuriones y a los
veteranos. Finalmente, el mayor cuerpo de la pirámide lo constituían las dos
plebes, equiparadas en rango social, aunque mucho más numerosa la rural que
la urbana. En el nivel más alto de la plebe se sitúan los legionarios, con sus
mandos inferiores.
Pero no menos impoftante que la división entre los honesti y los humiles era
la que separaba aTos ingenui (personas nacidas libres) de los esclavos y liber-
tos (esclavos que habían conseguido la condición de libres, es decir, e7 status
libertatis). Como no podía ser de otra forma en una sociedad tan jerarquizada
como la romana, también enÍe esos últimos existían grados de dignidad, que
reflejaban los de los ingenui, aunque en clave más baja. Por lo tanto, no existía
una sola pirámide social, sino más bien dos, adosadas: una muy grande, que es
la de los ingenui. y otra,la de los libertos, muchísimo más estrecha, aunque
casi tan alta como la primera. Las dos pirámides descansan sobre el colectivo
de los esclavos, que se va integrando en la pirámide de los libertos a través de
la manumisión. Muchas personas libres tenían un nivel de vida inferior al de la
mayoría de los esclavos y de los libertos pobres, y carecían de cualquier peso
social. Por el contrario, determinados libertos, e incluso esclavos, eran perso-
najes con poder y jugaban un papel importante en la administración, la econo-
mía y el entramado social de sus ciudades o del Imperio. Algunos llegaban a
hacerse muy ricos, como muestran los relieves funerarios y, bajo una forma
satírica, eI Banquete de Trimalquión, de Petronio. A finales del siglo r d.C., pli-
nio el viejo menciona el caso de un liberto que habría dejado, a su muerte,4.1 l6
esclavos,250.000 cabezas de ganado y 60 millones de sestercios (60 veces la
fortuna necesaria para conseguir asiento en el senado romano).
Puesto que los emperadores utilizaban a un alto número de esclavos, para
las más variadas tareas, y los tenían perfectamente jerarquizaclos, de ahí salían
los libertos más influyentes, precisamente por su cercanía al emperador. Es el
gran conjunto social de lafamilia Caesaris,la "familia" del emperador. Resul-
ta evidente, en cualquier caso, que los emperadores querían integrar a los escla-

242 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrGrro


vos en la sociedad y facilitarles la promoción. La mejor forma de evitar que esa
capa de la población resultara conflictiva, como había ocurrido ocasionaimente
durante la época republicana, era configurarlos como una sociedad al modo
de la de los libres, con una estructurajerárquica y una posibilidad de ascender
en la pirámide. De ese modo, un esclavo no era la misma cosa en términos
jurídicos que en términos sociales.Incluso el estigma del nacimiento servil, que
vedaba el acceso a determinados niveles de la pirámide, podía borrarlo el
emperador; pero solo lo hacía, por supuesto, en casos muy excepcionales, para
no desequilibrar el sistema y, de paso, para rentabllizar al máximo su propia
capacidad de conceder beneficios.

17. Las mujeres de la Roma Imperial

No es fácil hacer una valoración de la situación de las mujeres en la Roma


Imperial, no solo por falta de información suficiente sino porque la cuestión no
se puede plantear en los términos modernos. En las sociedades del Mundo
Antiguo, en general,las mujeres, como los hombres, se debían a la comunidad;
y, por ello, representaban los roles que la naturaleza les había asignado, igual
que los hombres. La función principal de la esposas de los ciudadanos roma-
nos era la procreación de hijos legítimos, para perpetuar la familia y conser-
var el patrimonio (cuando no existían hijos propios, era habitual recurrir a la
adopción de personas idóneas). A esa función se sumaba la administración de
la casa y, directa o indirectamente, las labores domésticas. De todos modos,la
información de las fuentes literarias se refiere casi exclusivamente a las muje-
res de mayor nivel social y de los ambientes más romanizados, o a figuras
excéntricas, mientras que los documentos epigráficos suelen recoger fórmulas
muy estereotipadas, como la figura ideal del ama de la casa como laniJica,
"hilandera". Y hay que tener en cuenta, desde luego, que, en el ámbito del
Imperio,las diferencias locales han debido de ser muy grandes.
En cierto modo, la historia de las mujeres romanas es la historia de su
emancipación, porque, desde finales de la Época Republicana, y debido a Ia
influencia helenística probablemente, su situación jurídica tiende a mejorar.
Al matrimonio tradicional cum manl¿, que dejaba a la esposa a merced del
marido o del suegro, se impone el matrimonio sine manu,en el que conserva
la propiedad y las rentas de la dote, junto con la posibilidad de seguir adqui-
riendo bienes personales; hasta los 25 años sigue bajo la patria potestas de su
padre, pero luego funciona con un tutor, que es más bien una figura nominal,
destinada a legitimar sus actuaciones. La legislación de Augusto, que preten-
día fomentar la reproducción de los ciudadanos, sobre todo de clase alta, sig-

TEMA8. LARoMATMpERTAL 243


nifica un paso atrás en la emancipación de las mujeres, en la medida en que las
obliga a estar casadas, bajo pena de multa, entre los 20 y los 50 años (entre los
25 y los 60, en el caso de los hombres) y a divorciarse, para casarse de nuevo,
si no tienen hijos. No obstante, el ius liberorum ("derecho de los hijos") otor-
gaba, desde el 9 d.C., a la ciudadana que hubiera tenido tres hijos, o a la liber-
ta con cuatro,la total emancipación frente al esposo y otros privilegios -lo que
se manifestaba públicamente, en su atuendo, por medio de una estola especial.
Por otro lado, los ciudadanos romanos no se podían casar con prostitutas ni con
adúlteras, y los senadores ni siquiera con libertas. El adulterio del esposo
seguía, sin embargo, quedando impune.
Estas disposiciones de Augusto sobre la moralidad de las ciudadanas, que
el princeps aplicó con todo rigor a su propia hija, se cuentan entre las páginas
más negras de su autocracia. Entre otras cosas, iban en contra del ideal tradi-
cional republicano de la univira, la mujer virtuosa, digna y de buenas cos-
tumbres, que ni siquiera al quedar viuda quería volver a casarse. Además, como
estimulaban y recompensaban a los denunciantes, contribuyeron a envenenar
el ambiente de Roma. Los efectos deseados fueron, en todo caso, muy pobres,
sin duda porque se buscaban subterfugios para obviar esa legislación. Las
mujeres romanas de la sociedad alta y media asistían a los banquetes y a los
espectáculos públicos, cuando querían y podían. La imagen que proyectan a
través de los testimonios literarios es bastante diferente, según de donde pro-
ceda. Los poetas Marcial y Juvenal, por ejemplo, satirizan su supuesto liber-
tinaje, mientras que el historiador Tácito resalta la dignidad dela matrona aús-
tocrática, ridiculizada por la sátira.
Las mujeres de la familia imperial, empezando por Livia, la esposa de
Augusto, ejercieron, por lo general, mucha influencia directa e indirectá. com-
partían también los honores con sus esposos y familiares, ya que varias de ellas
fueron divinizadas ya en el siglo r d.C.; eso significa que tenían cultos, templos
y sacerdocios propios. Mujeres de la alta sociedad ejercían como sacerdotisas
e intervenían también en las prácticas mistéricas de Isis y de Cíbele. Era igual-
mente importante la participación de las mujeres en la vida económica. Libres
y esclavas trabajaban en una serie de oficios y profesiones, como la medicina,
la cosmética o el comercio, y naturalmente, en las labores agrícolas.

18. Religiones mistéricas y mitraísmo

La manifestación religiosa más vital de la Roma Imperial es sin duda la que


se engloba bajo la etiqueta de religiones mistéricas, que se habían introducido
ya en la Epoca Republicanatardía, como consecuencia de los contactos con

244 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


oriente. Las más importantes fueron la egipcia de Isis, muy popular entre las
mujeres, que se identificaban con la imagen maternal de la diosa llevando en
brazos a su hijito Horus, y la de Mitra, de raíz persa, que era exclusivamente
para hombres y hacía furor entre los soldados. Lo que tenían en común esas
religiones era la participación en rituales secretos y efectistas, por medio de
unos actos de culto inusualmente intensos. Tanto en el caso de Mitra como en
el de la divinidad siria Atargatis y en el de la frigia Cíbele, se practicaba el
taurobolium, que servía para purificar al participante mediante aspersión con
la sangre de un toro recién degollado. Desde el siglo r d.c., como mínimo,
estaba difundido el culto de Mitra por todo el Imperio Romano. Recibió un
respaldo por parte de los emperadores, pero fue siempre rechazado por los
cristianos; por eso, cuando el cristianismo se convirtió en religión de estado
(tema 9), resultó perseguido y acabó por desaparecer.
Ni los detalles de esos ceremoniales ni las palabras pronunciadas en ellos
han llegado hasta nosotros, porque no se podían revelar. Solo los ya iniciados,
lo que ocurría en forma gradual, tenían acceso a la experiencia última, que
podía producir, al parecer, una transformación espiritual muy positiva. El ritual
religioso activaba las fuerzas emocionales de los participantes, induciendo en
ellos vivencias intensas; y, cuando era posible, dándoles acceso a un universo
esotérico donde se fundían e interaccionaban la religión y la filosofía. Lo que,
en el nivel del ritual, constituía una experiencia común, funcionaba en las pro-
fundidades de la mente como un tránsito personal de muy variado registro.
Por eso participaban en los misterios todo tipo de personas.
El nombre de Mitra, presente ya en los libros religiosos de la antigua India
conocidos con el nombre de vedas, revela la función más importante de esa
divinidad de origen indoiranio: simboliza el "pacto", y, por lo tanto,lafierza
religiosa que mantiene unidas a las personas en un compromiso común. En un
tratado suscrito por el Imperio Hitita y el reino de Mitanni, en el siglo xrv a.C.
(tema 3), aparece Mitra como divinidad garante de los juramentos .La encar-
nación persa de Mitra, con la que, de alguna manera, conecta el culto mistéri-
co, lo hace portador de una luz sobrenatural, vinculada al supremo dios del cielo
-Ahura-Mazda,en la doctrina deZarattstra (siglo v a.C.)-, que funciona como
principio del Bien para gobernar el mundo; y que se encuentra en permanente
lucha con las funestas fuerzas de las tinieblas, el principio del Mal, controlado
por el dios Ahriman. En ese dualismo de los persas, Mitra representa el papel
del Mediador entre el Bien y el Mal, entre el Cielo y la Tierra y entre los Dio-
ses y los Hombres. La última manifestación de Mitra se encuentra en Asia
Menor (en la región de Kommagene, donde gira el Éufrates hacia el este y
comienza la Mesopotamia), durante la Época Helenística; es el dios que sim-
boliza el Poder encarnado en el rey -a la maner a de Horus en Egipto (iema 2) .
Se trata, en ese caso, de una divinidad helenístico-persa a cuyo culto se asocia
el que recibe el monarca Antíoco r del reino de los Seléucidas (tema 6).

TEMA8. LARoMATMpERTAL 245


Este último desarrollo de Mitra es el que explica la receptividad de los
emperadores romanos frente al mitraísmo, y e1 hecho de que constituya, en el
contexto militar, una manifestación oficial de culto. Pero lo imporlante es que
esa religión tenía, en realidad, dos caras; porque también, y de modo muy espe-
cial, era una de las religiones modernamente llamadas "de salvación", al igual
que el cristianismo. No hay constancia de que haya sido en Kommagene donde
se produjo esta última evolución. Pero se ha llamado la atención sobre el hecho
de que la ciudad de Tarso, situada en la región minorasiática de Cilicia -que es
contigua de Komntagene por el suroeste- sea la única que lleva en sus mone-
das la imagen del Tauróctono, es decir, de Mitra degollando ritualmente al toro.
Es posible, por tanto, que haya sido ahí --en el ámbito de la religión privada,
naturalmente- donde se recuperó al Mitra Mediador de los persas para hacer del
dios helenístico del Poder un dios. también. Salvador. En adelante. no solo es
invocado Mitra a la salud Qtro salute) del estado y del poder; también 1o es
como guía para cada uno de los seres humanos en un camino que conduce, a tra-
vés de una serie de estadios, hasta la Verdad y, con ella, hasta la Salvación.
El objetivo de la iniciación mitraica, y de la participación en la experien-
cia final, era integrarse, con la ayuda del Mediador de la Luz, en esa dimen-
sión cósmica de la existencia que contemplaba la victoria del Bien sobre el
Mal, para así librarse del poder destructor de las Tinieblas. No solo los solda-
dos; también los funcionarios imperiales o los comerciantes, y algunos escla-
vos, se sentían poderosamente atraídos por esas prácticas, como prueban los en
torno a mil testimonios epigráficos conocidos. Hay centenares de mitreos -las
cavernas naturales, o remedadas, que proporcionaban la oscuridad necesaria y
el consiguiente contraste con la plena luz del día requeridos por el ritual- docu-
mentados por todo el Imperio; y centenares de relieves y frescos con la repre-
sentación del taurobolio mitraico. Allí se recreaba el mito de Mitra; y allí tenía
lugar la comida en común de la carne del toro degollado, convertida una y otra
vez, mediante la consagración ritual, en la carne del toro al que había dado
muefte Mitra en su dimensión cósmica. Laluz cegadora del sol, que recibían
en los ojos los iniciados, al salir del mitreo, eralaLuz Eterna, accesible a los
morlales a través de la práctica mistérica.

19. Sincretismo religioso

La actitud religiosa de la época imperial está marcada por la tolerancia,


tanto frente a las divinidades y los cultos de Grecia como del oriente, muchos
de los cuales ya habían penetrado en Roma en la última fase de la Época Repu-
blicana. En algunos casos se había producido un sincretismo, de mayor o

246 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


menor envergadura, consistente en tratar como una sola divinidad, resaltando
los rasgos comunes, a dos divinidades inicialmente independientes. De esa
forma se había identificado a J(rpiter con zeus, a Juno con He.a, a Marte con
Ares, a venus con Afrodita, a Minerva con Atenea, a Neptuno con posidón, a
Plutón con Hades, a Mercurio con Hermes, a Diana con Ártemis. etc. se había
constituido así un panteón grecoffomano, en el que las divinidades romanas
adoptaban mitos, atributos y formas de representación plástica de las divini-
dades griegas con las que se identificaban en competencias. La llegada a Roma
de una buena cantidad de estatuas griegas de divinidades, de las que se hicie-
ron muchas copias, favoreció ese proceso. El sincretismo era compatible con
una persistencia de los santuarios y los cultos itálicos, donde cada una de las
figuras divinas conservaba sus rasgos tradicionales.
Una forma de sincretismo es la interpretaÍio romana, expresión utilizada
por el historiador Tácito en su Germania en relación con una gruta sagrada
del territorio de los Naharvali, donde dice que, a pesar de ser el oficianie un
sacerdote vestido de mujer, rinden culto a Cástor y Pólux (los Dioscuros grie-
gos, venerados también en Roma por los equites) "por interpretación roma-
na". Los romanos veneran allí a los Dioscuros porque el culto que se practica
va dirigido a divinidades que se asemejan a ellos. La interpretatio parté de una
aceptación del santuario como lugar sagrado, con independencia de la divini-
dad que lo ocupa; el forastero que acude allí asume que la figura divina vene-
rada en el lugar es también la que guarda semejanza con ella en su propia reli-
gión. De esa forma, puede obtener los beneficios espirituales deseados en
cualquier santuario,lo que es muy importante para las personas que se trasla-
dan a zonas ajenas a su propia cultura. En los tenitorios del Imperio Romano
es muy común esa práctica religiosa, que ha quedado atestiguada por nume-
rosos documentos epigráficos dedicados a una divinidad que lleva los dos nom-
bres. El caso más ejemplar es el de Marte, del que eran muy devotos los sol-
dados: de ahí las frecuentes dedicaciones a un Mars seguido del nombre de
una divinidad celta en todo el occidente europeo.

20. La confrontación con los judíos

En el ámbito religioso de la Roma Imperial, el judaísmo funciona como un


elemento provocador. Su monoteísmo, que no admitía compromisos con otras
religiones, tenía que chocar necesariamente con el culto público dedicado a la
dect Roma y al emperador, aunque fuera realmente una forma de rendir hono-
res al estado romano. Por otro lado, desde la clase dirigente romana no se
entendía bien el contenido religioso del judaísmo; se ignoraban las singulari-

TEMA8. LARoMATMPERTAL 247


dades y los objetivos de los grupos que habían surgido, en Palestina, entre la
población judía -fariseos, saduceos, esenios y celotes-, debido a diferencias
en la interpretación de los textos sagrados y en los modos de vivir la religión
de Yahveh. Se consideraba, básicamente, el judaísmo como una forma de nacio-
nalismo hostil al poder romano, y en esos términos discur¡ieron las relaciones.
Gracias a la actitud conciliadora de Herodes el Grande, habían logrado los
romanos consolidar su situación en Palestina; pero tras su muette, en el 4 a.C.,
se produjeron desórdenes internos. También en Alejandría, entre los años
38-41 d.C. tuvieron lugar violentos enfrentamientos entre griegos y judíos. El
gran levantamiento judío del 66 d.C. contra el poder de Roma. alimentado por
los celotes y por unas esperanzas mesiánicas que habían logrado difundirse,
provocó el asedio y conquista de Jerusalén, y la destrucción de su templo. en
el 70 d.C., por el emperador Tito. Y solo la toma de la fortaleza de Masadct con-
siguió. cuatro años más tarde, poner fin a las encarnizadas luchas.
Se intensifica entonces la diáspora de los judíos por todo el Imperio. con la
consiguiente proliferación de las sinagogas, lugares de culto, donde se leían y
explicaban las escrituras. Eran también escuelas de fbrmación de niños y adul-
tos. y centros sociales, donde se llevaba la administración, por lo que contribu-
yeron a la afirmación de la identidad judía. Solo en Roma se conocen los nom-
bres de quince sinagogas. En esos medios,la destrucción de Jerusalén y las duras
represalias de Roma alimentaban sentimientos apocalípticos, que se tradujeron
en dos nuevas sediciones. La de los años 115-117 d.C. implicaba a un territorio
de diáspora que arrancaba en Mesopotamia e incluía la Cirenaica (Libia).

Pero la más importante fue la de Sirnón Bar-Kokhba,qtJe duró tres años


(132-135 d.C.), con la creación de un reino independiente, donde se acuñaba
moneda con las leyendas "Liberación de Israel" y "Simón, príncipe de Israel".
Tuvo que reunir hasta doce legiones el emperador Adriano para sofocarla en
un baño de sangre, en el que perecieron también muchos romanos. Además
de los que fueron convertidos en esclavos. habrían sido 580.000 los judíos
muertos, según el historiador Casio Dión, y más de mil sus ciudades y aldeas
destruidas. Refundada por Adriano como C ol o ni a Ae li a C ap it o I ina, Jerusalén
se convierte en una ciudad romana -con templos dedicados a luppiter Capi-
tolinus y a Venus- a la que tenían los judíos prohibido el acceso.

21. El rechazo del cristianismo

Los cristianos no se sublevaron contra el poder de Roma, así que los pro-
blemas que tuvieron con el estado romano fueron de otra naturaleza. El rela-

248 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


to del historiador Tácito sobre la persecución llevada a cabo contra ellos por
el emperador Nerón, en el 64 d.C., bajo la acusación de ser los causantes
del gran incendio producido en Roma, permite hacerse una idea de la ima-
gen que se había difundido sobre ellos, por entonces, entre la gente de la
urbe romana. A pesar de que Tácito recoge la sospecha de que el propio
Nerón había encargado el incendio, que destruyó dos tercios de las casas
romanas, para conseguir así un solar donde construirse su enorme palacio,
dice el historiador que acusó a los cristianos porque se les aborrecía por sus
crímenes, porque su religión era una superstición siniestra y porque odiaban
al género humano. Por otra parte, un intercambio epistolar entre el empera-
dor Trajano y Plinio el Joven, ala sazón gobernador de la provincia mino-
rasiática de Bitinia-Ponto (111 d.C.), nos permite conocer la doctrina apli-
cada por el poder central romano durante varias décadas a los casos de
denuncias contra los cristianos, que, al parecer, fueron muy abundantes. No
había que perseguirlos, sino castigar al que fuera acusado, a menos que nega-
ra ser cristiano y lo probara con hechos, haciendo invocaciones a los dioses
de los romanos. Y no había que hacer caso de las denuncias anónimas, ni
ceder a la cólera popular -las actas de los mártires dan idea de la presión que
ejercía la masa en los procesos-. sino seguir escrupulosamente el procedi-
miento judicial romano. No se aclara en esos documentos, sin embargo, por
qué el hecho de ser cristiano constituía un delito tan grave como para mere-
cer la muerte.
La verdad es que no resulta fácil establecer los motivos del rechazo ofi-
cial y del odio popular frente a los cristianos con la documentación que
tenemos. En su primera caÍfa a los corintios, dice Pablo que dar testimonio
del Cristo crucificado era un escándalo para los judíos y un sin sentido para
los griegos. Un mesías del linaje de David muerto en la cruz no resultaba
aceptable para muchos judíos. Y, para los paganos, Jesús había sufrido una
muerte infamante, reservada a los esclavos y a los peores delincuentes.
Efectivamente, no podían ver los romanos a ese personaje como figura
emblernática de una religión digna de respeto. Por otro lado, se acusaba a
los cristianos de apartarse de las leyes morales y de las reglas de la socie-
dad; pero, cuando se detallan los cargos, es evidente que se trata en gran
parte de fantasías, derivadas de calumnias o malentendidos, o bien de prác-
ticas extravagantes de algunas sectas muy concretas. Un factor que ha podi-
do alimentar una actitud desafiante de los cristianos frente al estado es la
búsqueda voluntaria del martirio; porque, al margen de cuál fuera la doc-
trina, en las comunidades cristianas funcionaba el martirio como un bautis-
mo de sangre, que implicaba la liberación de las culpas y la posición privi-
legiada en el cielo. El culto de los mártires, que ya estaba establecido en el
siglo It d.C., muestra el gran honor que alcanzaba el mártir dentro de esas
comunidades.

TEMA 8. LAROMAIMPERIAL 249


22. La superstitio

Desde finales del siglo I a.C., el concepto de superstitlo designa una acti-
tud negativa que puede convertir a una religión o práctica religiosa en algo
contrario a los valores de la sociedad romana y, por 1o tanto, indeseable. Se pro-
duce cuando un ciudadano se olvida voluntariamente de su dignidad al entre-
garse a una divinidad que lo pone fuera de sí y 1o esclaviza. En lugar de prac-
ticar la pietas con serenidad y compostura, ejecuta rituales desmesurados, se
adhiere a profecías inverosímiles y se deja embaucar por charlatanes. Ese tipo
de reproches se dirige contra las mujeres y contra algunos miembros de la
nobilitas que celebran rituales extranjeros. considerados como bárbaros. Un
senadoconsulto del 186 a.C. establece ya la prohibición de celebrar los Bac-
chanalia -fiestas en honor del dios del vino Baco- en toda Italia por esas mis-
mas razones. El caso había llegado hasta el senado cuando empezaron a par-
ticipar en tales celebraciones miembros de la nobilitas. El resultado de la
consulta senatorial fue considerarlas como una amenaza contra la seguridad del
estado, por lo que algunos de los acusados se suicidaron para no sufrir una
condena que habría llevado a la confiscación del patrimonio farnilia¡.
También entraban en este concepto las prácticas de magia y brujería, lo
que equiparaba la superstitio ala deisidaimonía griega, definida por Teofras-
to. en sus Coracteres, como Llna cobardía de cara a lo divino: que se reconoce
por un miedo obsesivo a los dioses, una inclinación excesiva a practicar cul-
tos de adoración, una actifurd supersticiosa frente a los prodigios de la vida dia-
ria y de los sueños, y una inclinación a evitar posibles desgracias mediante
magias, rituales y continuas purificaciones.
Así se entendía la asunción, por parte de los judíos, de las profecías de los
libros sagrados, y muchos otros aspectos de su actitud religiosa. Y ya se ha
dicho más arriba que utiliza superstitio Tácito en relación con los cristianos.
En realidad, Roma se enfrentaba desde la época republicana a unas prácticas
religiosas que no encajaban en la dimensión pública de la religión romana. No
se trataba de rechazar a nuevas divinidades, sino unos cultos que entraban en
competencia con la dignidad del ciudadano, representada por la nobilitas . En
ese sentido, el cristianismo, con el emblema del crucificado, y con una tau-
maturgia extraña a la tradición romana, podía quedar incluido en el mismo
paquete; además, a diferencia del culto de Mitra o del de Isis, no se podía con-
trolar desde el estado. porque su naturaleza monoteísta no lo permitía. Una
vez considerado como superstitio el cristianismo, se entiende mejor que pudie-
ra ser objeto de persecución legal.

250 BREVE HISToRTA DEL MUNDo ANTtcuo


Tema 9
EL ESTADO BAJO-IMPERIAL
Y EL FIN DEL IMPERIO

1. Introducción
2. El modelo tetrárquico
3. La defensa de las fronteras y el nuevo ejército
4. La nueva organización del territorio y de su administración
5. La fundación de Constantinopla
6. Las reformas monetarias
7 . La iugatio-capitatio

8. La dureza del sistema fiscal


9. La política religiosa de Diocleciano
10. Constantino y la religión cristiana
11. La reunificación del Imperio bajo Constantino
12. La experiencia de Juliano "el Apóstata"
13. La creación del Imperium Christianltm por el emperador Teodosio
14. La empresa de Justiniano y el final del Mundo Antiguo
15. la producción y el comercio en el Bajo Imperio
16. Los trabajadores agrícolas
17. Administración y burocracia
18. El papel de los obispos
19. Causas de la disolución del Imperio Romano de Occidente
20. El legado de Roma

1. Introducción
La fase del Imperio Romano conocida como Bajo Imperio, o Antigüedad
Tardía, se inicia con la subida al poder de Diocleciano (284-305) y dura hasta
finales del siglo v d.C. en la parte Occidental. En la parte Oriental, se prolon-

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 25I


ga, sin solución de continuidad, en el lmperio Bizantino a lo largo de [a Edad
Media. Tratamos en este tema el período comprendido entre Diocleciano y
Justiniano (527-565), que constituye una unidad en el aspecto político e ins-
titucional.
Cuando el emperador Diocleciano asume el poder, se encuentra con una
serie de problernas básicos: la incapacidad del gobierno central para mante-
ner la unidad y la estabilidad del Imperio, la inseguridad de las fronteras, la
debilidad de la moneda, la ineficacia del sistema fiscal y la confrontación
religiosa. Diocleciano arbitró soluciones para todos ellos, recurriendo, en
general, al pasado; si bien una parte de la investigación moderna lo ve tam-
bién como un innovador, percibiendo ya en su reinado el germen de muchas
reformas habitualmente atribuidas a Constantino. Intentaba recuperar ese
Imperio Romano que se había ido deteriorando, en todos los sentidos, a lo
largo del siglo tn d.C.
A su vez, el emperador Constantino (307-337) emprendió la tarea de confi-
gurar un nuevo modelo de imperio adecuado a las circunstancias. En ese senti-
do, es una figura comparable a la de su predecesor Augusto; y la trascendencia
histórica de su obra se manifiesta también en la fundación de Constantinopla,
que logró funcionar durante siglos como una segunda Roma.

La reacción del emperador Juliano, llamado el Apóstata (360-363), frente


a la obra de su suegro Constantino y de loshijos de éste, los conflictos religio-
sos y la definitiva consagración del Imperio Cristiano por parte de Teodosio
(379-395) son también páginas significativas de la historia del Bajo Imperio.
Las siguientes décadas ven la división definitiva del Imperio, y la pérdida
de su parte occidental a favor de los pueblos germánicos, que culminó en la
destitución, en 476 d.C., de Rómulo, el último Augustus occidental, a manos
de Odoacro -jefe de los germanos hérulos-, precedida por un largo período en
el que los magistri militum, supremas autoridades militares, hacían y deshacían
emperadores. No es sino en el largo reinado de Justiniano cuando se logra
recuperar buena parte de las provincias perdidas y fortalecer la cohesión del
estado con la unificación del derecho y de la religión.
Con su insistencia en controlar la vida de la gente y con la dureza de las
sanciones que establece,la legislación bajo-imperial proyecta la imagen de un
estado dirigista, férreo e implacable, que fue bautizado por los historiadores
modernos como Dominado. por oposición al Principado del Alto Imperio.
Parecía, en efecto, que los ciudadanos del Imperio hubieran entrado en una
condición semejante a la de las personas dependientes de un dominus,un
"dueño", con respecto al emperador. La consideración de otros datos ha lle-
vado, sin embargo, más recientemente, a hacer una lectura inversa de esa nor-
mativa. sería la incapacidad de controlar el mínimo necesario para que el

252 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


Imperio pudiera seguir adelante, y la dificultad en hacer cumplir las leyes, lo
que explicaría las reiteraciones y la dureza.
Lo más característico del Bajo Imperio es, por un lado, la eristencia de un
sistema fiscal parlicularmente opresivo, que carga, directa o indirectamente,
sobre la masa de la población, favoreciendo, de iure o de facto, a una capa
social alta, económicamente fuerte y muy cerrada. Y, por el otro, la gestación
de un nuevo modelo político y social, en el que la religión cristiana, en conti-
nuo proceso de expansión, juega un papel determinante.La Iglesia asume el
reconocimiento de la autoridad del estado, que en esas fechas se identifica con
la persona del emperador; a partir de ahí,la desobediencia al emperador se
puede considerar como desobediencia a la ley de Dios. sobre esa base se cons-
Íuye una monarquía providencialista, que intenta imponer su autoridad en la
conciencia de los súbditos, en la medida en la que se presenta, con el bene-
plácito de la jerarquía eclesiástica, como instrumento de la voluntad divina.
Esos conceptos son asumidos por los nuevos reinos "bárbaros" que ocupaban
los territorios de la parte occidental. En ellos se mezclan individuos e ideas de
las procedencias más diversas para producir una amalgama que marcará deci-
sivamente la Europa medieval.

2. El modelo tetrárquico

La solución de Diocleciano al caos y la ruptura de la unidad del Imperio, que


había caractenzado la etapa de los llamados emperadores-soldado (siglo ur d.c.),
fue dar a la monarquía una forma al mismo tiempo plural y colegiada. De ese
modo,la necesidad de actuar simultáneamente en distintos lugares del territo-
rio con grandes contingentes no daría lugar, como antes, a usurpaciones del
poder imperial. Nace así la Tetrarquía, que consiste en una división en cuatro
partes del territorio del Imperio, y en la asignación de cada una de ellas a un
emperador: a Diocleciano el Este con el limes del Eúfrates, a Galerio los Bal-
canes y el limes del bajo Danubio, a Maximiano Italia y el Nofte de África con
el limes del alto Danubio, y a Constancio r el Oeste con el limes del Rin.
Una relación jerárquica entre los tetrarcas debía garantizar la unidad del
poder. Galerio y Constancio eran los Caesares, adoptados por, y subordina-
dos a, Diocleciano y Maximiano, los Augusti. La máxima autoridad corres-
pondía a Diocleciano, expresamente facultado para producir disposiciones rela-
tivas a todo el territorio. Como imagen de su rango supremo funcionaba la
asociación de su persona a Júpiter,cabeza de los dioses y símbolo del poder
político; en cambio, Maximiano se vinculaba a Hércules, el más importañte de
los héroes, y el elevado al olimpo, luchador infatigable y siempre vencedor.

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIALY ELFIN DEL IMPERIO 253


La idea era que los Caesares se fueran convirtiendo en Awgusli sucesiva-
mente; pero el relevo de los tetrarcas, iniciado en el 305 d.c., no funcionó bien.
No se soluciona el problema hasta el 324 d.c., en que se hace con el poder
único Constantino, y somete la tetrarquía al principio dinástico, cubriendo los
puestos subordinados con sus propios hijos. La monarquía colegiada aguanta así
hasta el final de la dinastía teodosiana, a mediados del siglo v d.C. Hubo, sin
embargo, un episodio grave de usurpación: las tropas de la parte occidental del
Imperio proclamaron Augusttts a Magnencio y asesinaron a Constante, uno de
los hijos de constantino, en el 350 d.c. constancio tt, el Augustus del oriente,
tuvo que emplear a los bárbaros alamanes contra el usurpador, y se entabló una
de las batallas más sangrientas de la historia romana (Mursa, 351 d.c.) en la que
más de 50.000 soldados perdieron la vida.

3. La defensa de las fronteras y el nuevo ejército

Diocleciano refuerza la línea fronteriza del Imperio construyendo fortines


al otro lado de las fionteras fluviales, en lugares estratégicos, destinados a con-
trolar los movimientos de los potenciales enemigos. La mayor parte de los
ef-ectivos se mantienen acuartelados en las zonas fronterizas, terrestres y flu-
viales; son los llamados limitanei y ripenses. Pero a ellos se suman los comi-
tatenses, un ejército móvil, mejor equipado y entrenado, que acompaña a los
emperadores y puede acudir con prontitud a donde se le requiera. Era un sis-
tema ensayado ya por Aureliano (270-215), que llevará constantino a sus últi-
mas consecuencias.
El número de legiones es ahora mucho mayor, porque cada una de ellas tie-
ne menos efectivos: 4.000-2.000 hombres, pero con Constantino ya sólo unos
I .000, porque de ellas se extraían vexillationes ("destacamentos") permanen-
tes. Así resultaba más fácil utilizarlas para las numerosas operaciones meno-
res en las fronteras y en los lugares socialmente conflictivos; y así había menos
riesgo de que los mandos pudieran convertirse cn usurpadores del poder impe-
rial. Se hizo necesario incluir en las tropas a una buena cantidad de bárbaros,
y, además, se vio obligado Diocleciano a establecer una cuota fiscal de reclu-
tamiento. cada contribuyente o grupo de contribuyentes, ciudad o terrate-
nientes, constituía un capitulum,que debía proporcionar anualmente un deter-
minado número de soldados, o bien la cantidad necesaria para conseguirlos.
sobre esa base, constantino aumenta los efectivos,llevándolos a unos 500.000
hombres. Frente a los bárbaros sigue una política de contener y combatir a
unos utilizando para ello a otros. A estos últimos se les incluye en el ejército
o se les asienta en tienas del Imperio más o menos próximas a la fronterá, para

254 . enEv¡ HrsroRrA DEL MUNDoANTrcuo


que sirvan de muro de contención. Así se estabiliza el limes del Rin y del Danu-
bio. sármatas, vándalos y godos consiguen introducirse de ese modo en el
Imperio en cifras elevadas.
El otro problema importante es la larga ofensiva de los persas Sasánidas
(tema 3), que obliga a los emperadores a detraer muchos recursos de la defen-
sa de otras fronteras. No solo seguían en la línea de disputar a Roma los rei-
nos vasallos, sino que, en la época de Constantino, comenzaron a perseguir a
los cristianos que tenían dentro de sus fronteras como sospechosos de pactar
secretamente con el enemigo. El emperador Juliano el Apóstata perdió la vida
en una campaña contra ellos al otro lado del limes del Eúfrates. Después de una
efímera paz, volvieron los persas a la ofensiva, atacando los reinos clientes de
Roma situados en Armenia y en la Iberia (la actual Georgia).
Pero persas y romanos tuvieron que ponerse de acuerdo para hacer frente
a unenemigo común, que habría de tener una enorrne trascendencia: los hunos.
La migración de ese pueblo temible empujó a los godos contra el limes del
Danubio. Entonces el emperador valente (364-378) toma la decisión de insta-
lar a 200.000 godos, ya cristianos arrianos, en tierras del Imperio, bajo la con-
dición de federados y con obligación de apofiar tropas. Pero no se les da un
trato satisfactorio, y por ello se rebelan en Tracia. Se hacen fuertes desde un
principio, ejerciendo el pillaje, y resisten a los intentos del emperador por con-
trolarlos, derrotándolo en la batalla de Adrianópolis (378 d.C.), comandados
por Fritigerno. El caso es que se quedan dentro del Imperio, contribuyendo
finalmente a la desintegración de su parte occidental.

4. La nueva organización del territorio y de su administración

Para lograr un mejor control de las provincias y reducir, de paso, el poder


de los gobernadores, duplicó Diocleciano su número, que llegó a superar el
centenar. Se incluyó el territorio itálico en esa organización, con doce distri-
tos gobemados por correctores; al frente del resto de las provinciashabía prae-
sid¿s ecuestres y sólo algunos procónsules senatoriales.
Las provincias fueron agrupadas en doce diócesis (Hispania, Britannia,
Africa, Italia, Gallia Viennensis , Gallia Treverensis , Oriens , Pontus , Asia, Thra-
cia,Moesiay Pannonia), con un vicarius alacabeza,que funcionaba como un
delegado del emperador por debajo del prefecto del pretorio correspondiente.
Bajo esa condición, estaba llamado a inspeccionar tanto los aspectos militares
como el mecanismo de la administración de justicia, y, desde luego, las finan-
zas.Laproximidad geográfica y los intereses estratégicos determinaron la cons-

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 255


a
titución de los lotes. Así, por ejemplo, para que el estrecho de Gibraltar tuvie-
ra un único t,icarius, se inte-qró la provincia Mauritcmia Türyitana en la diócesis
hispánica; también porque las comunicaciones entre las dos Mauritaniae
-Caesariensis y Tingitana- eran precarias y posibles únicamente por mar'.
Además de tener bajo su jurisdicción un territorio mucho más pequeño,
los gobernadores provinciales se vieron privados del mando militar, lo que
hacía muy difícil que pudielan sublevarse y autoproclamarse emperadores. Por
otra par1e, eran ahora casi todos ecluites y ya no senadores. Asumieron las com-
petencias de los quaestores y procuraÍores en el ámbito de la recaudación de
impuestos. A la cabeza de la administración están los prefectos del pretorio, que
actúan en nombre de cada uno de los emperadores, como supremas autorida-
des militares y administrativas. Ese carácter prevalece ahora sobre el antiguo
de jefes de la guardia del emperador. Al frente de cada una de las legiones
había un praefectus legionis ecuestre. no un senador como antes.
Existía toda una red de funcionarios con competencias específicas. Uno de
los servicios más eficaces para el control del Imperio, por pafie de los empe-
radores, lo constituían los agentes in rebus. Habían nacido como correos, al
servicio de las comunicaciones del emperador, pero asumieron también otras
funciones: el control de la correspondencia oficial les permitía obtener mucha
información, que podían transmitir al gobierno central. A partir del 412 d.C.
se nombra a varios para cada provincia; es un cargo que facilita la promoción
a puestos de gobierno, y que siembra el pánico donde actúa.Iban de uno en
uno, o en parejas, montados a caballo, y tenían una organización casi militar,
pero descentralizada. No parece que estuvieran facultados para arrestar o apli-
car tortura.
Constantino considera ya como una a.menaza la figura del prefecto del
pretorio, por lo que reduce sus competencias, privándola de sus atribuciones
militares, que pasan a unos altos oficiales llamados ntagistri militurn (inicial-
mente uno de caballería, magister equitum, y oÍo de infantería,magister pedi-
tunt),quienes a finales del siglo rv d.C. se convertirán en los verdaderos hom-
bres poderosos del Imperio. De ese modo. y por primeravez en el estado
romano, quedan definitivamente separadas las carreras militar y civil. Es posi-
ble que Constantino haya conservado durante algúrn tiempo, y en función de
las necesidades, la figura del prefecto central que acompaña y sustituye al
emperador; pero introduce, en todo caso, la figura del prefecto adscrito a un
determinado territorio. De ese modo nacen las prefecturas, que engloban las
diócesis, que siguen incluyendo, a su vez, las provincias. Este nuevo tipo de
prefecto, que está alacabeza de ellas, es el cargo de más alto nivel en la admi-
nistración del territorio imperial, responsable sobre todo de la recaudación
del impuesto más importante (annona) y del abastecimiento del ejército. A la
muerte de Constantino es cuando se fijan las tres prefecturas características

256 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


de la época bajo-imperial: la de las Galias, para las diócesis occidentales; la
de oriente, para las diócesis orientales, y la de Italia para las demás.
El gobierno central del estado, personificado por el emperador, descansa-
ba en dos pilares. El primero era un consistorium, consejo privado del empe-
rador, compuesto por juristas y militares de experiencia. Lopresidía el p.oplo
emperador, o, en su ausencia, el quaestor sacri palatli. El segundo eia üna
cancillería, con un magister fficiorum ('Jefe de servicios"), a la cabeza de
una serie de altos funcionarios, que tenía también el control de las fábricas de
armas y de la guardia palatina. Tanto los miembros del consistorio como los
responsables de los distintos fficia ("servicios") eran comites,es decir,,ami-
gos y compañeros" del emperador. El patrimonio de éste y el patrimonio del
estado estaban separados, y eran gestionados, respectivamente, por dos de esos
organismos: la comitiva rei privatae y la comitiva sacrarum largitionum.

5. La fundación de Constantinopla

Esa corte imperial tan jerarquizada,conese estrecho círculo de poder basa-


do en la fidelidad incondicional a la persona del monarca era literalmente
-que
eso, el titular único de todos los poderes- necesitaba una sede apropiada. La
fundación de una nueva ciudad como sede principal del emperador y su corte,
además de tener ventajas prácticas, tenía un valor simbólico, anclado en la tra-
dición oriental, que podía contribuir poderosamente a magnificar su figura.
Por otro lado, hacía tiempo que los emperadores no residían en Roma; sus
sedes de Italia eran Milán (sustituida más tarde por Aquileya) y Rávena, lo
que les permitía estar más cerca de las fronteras. Ya Diocleciano había fijado
su residencia en Nicomedia (la modema rzmit,en el noroeste de Asia Menor),
no lejos del Bósforo -ese nudo estratégico de las comunicaciones terrestres
entre Asia y Europa en el paso del Mar Negro al Mediterráneo. Fue en la ori-
lla occidental del Bósforo, en el solar de la antigua polis llamada Byzantion,
donde Constantino, pocos años después de convertirse en único emperador
tras derrotar a su rival Licinio en el 324 d.c., inauguró en el 330 d.c., con un
solemne ritual pagano, la ciudad que debía perpetuar su nombre y proclamar
su grandeza: Constantinopla.
Aparte de un amplísimo palacio, construyó magníficos templos, tanto paga-
nos -los de la diosa Tyche ("Fortuna") y de los Dioscuros- como cristianos
-la iglesia de los Apóstoles-, en la que é1 mismo sería enterrado, casi como el
apóstol décimo tercero. En el centro de un foro monumental, se levantó asi-
mismo una columna gigante de pórfido rematada por una estatua del empera-
dor representado como el dios Sol. El urbanismo de la nueva ciudad reflejaba

TEMA9. ELESTADo BAJo-TMpERTALyELFTN DELTMpERTo 257


de esta forma la pluralidad religiosa del Imperio y la indefinición del propio
emperador en ese teneno. Puesto que Constantinopla debía ser, además, un
centro de administración, creó allí un senado siguiendo el modelo del de Roma,
pero que, al principio, era de rango inferior, porque sus miembros eran clari,
no clarissimi. Durante mucho tiempo mantuvo Roma su preeminencia, pero
más tarde, sobre todo con Constancio r, se equipararon las dos capitales. Final-
mente, tras la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C., Cons-
tantinopla pasó a ser, ya no la segunda, sino la única Roma,la capital del Impe-
rio Bizantino durante toda la Edad Media.

6. Las reformas monetarias

Diocleciano se encuentra con un antoniniano -un doble denario- en con-


tinua depreciación a lo largo del siglo tu d.C., porque emperadores y usurpa-
dores habían acuñado en cantidad para pagar a sus soldados y miembros de la
administración. sin disponer del metal necesario; además, la moneda mejor
había dejado de circular, ya que era la que se tesaurizaba. La consiguiente
inflación estimulaba el pago en especie,limitando con ello la agilidad y la ver-
satilidad de las actividades comerciales. Además, dejaba indefensos a los sec-
tores de la población que cobraban del fisco: los soldados y los funcionarios,
que eran imprescindibles para el mantenimiento del poder central.
Para solucionar estos problemas, se arbitran, en eL294 d.C., dos medidas:
crear una moneda fuerte, en metales preciosos; y crear una moneda de curso
común, que. aunque no tuviera un valor real , resultara aceptable. Así nace el
solidus (de donde "sueldo" y "soldado") de 5,3 g de oro, es decir, en relación
1/60 con la libra de oro; se le atribuye un valor de 1.000 denarios. pero se
acuñan muy pocas piezas. La otra moneda relativamente fuerte es el argen-
teus , de 3 g de plata, con una relación 1196 con la libra de plata y un valor de
100 denarios, que se acuña hasta el 310 d.C. y también en cantidades reduci-
das. Por otro lado, se crea eI numnrus ofollis, una moneda de bronce recu-
bierta de una fina capa de plata, que pronto se perdía por el uso. Tenía una
equivalencia de 25 denarios y estaba destinada a una amplia circulación como
unidad básica; esa moneda teníaya un valor nominal,lo mismo que sus frac-
ciones de bronce.
Al margen de que circulara más o menos,la moneda fuerte no consiguió
revalorizar el bronce, sino que produjo un efecto inflacionista. Parc frenarlo,
publicó Diocleciano, en el 301 d.C., tn edictum de pretiis maximis, que afec-
taba a más de mil precios y salarios, y que establecía la pena capital para los
infractores. En el punto de mira estaban los especuladores, a los que compara

258 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


el edicto con los bárbaros atacantes del Imperio. El caso es que ni siquiera se
permitía a los comerciantes rebasar los límites establecidos para repercutir los
gastos de transporte colTespondientes a mercancías llevadas de fuera. Ese texto
es una fuente de primer orden para el conocimiento de la economía de la época.
Parece, en todo caso, que esas medidas resultaron desastrosas para la econo-
mía. Como los precios autorizados eran demasiado bajos, los comerciantes
redujeron drásticamente su actividad; los productores no podían, entonces, dar
salida a sus productos, de modo que la producción se redujo. Se recurrió a la
venta ilegal y al trueque. Al mismo tiempo,la puesta en circulación de un abun-
dante numerario alimentó la inflación; los soldados, que tenían sus salarios
limitados por el edicto, se contaban entre las víctimas. Según testimonios de
la época, el edicto habría caído en desuso no mucho después de su publicación;
y, a la muerte de Diocleciano,la inflación seguía su curso.
Enel3l2 d.C., el emperador Constantino empieza a acuñar un nuevo soli-
dtts, con un peso de 4,5 g y una relación de Il72 con la libra de oro; su valor
erayade275.000 denarios. Esa moneda, que el estado reacuñaba cadavez
que entraba de nuevo en sus arcas, para garantizar el mantenimiento del peso,
sí tuvo larga vida; hasta el siglo x en el Imperio Bizantino, donde la llamaban
como lo habían hecho siempre los griegos del Imperio Romano: nómisma.Por
lo tanto, era una pieza tesaurizable, al igual que el miliarensis de plata (tam-
bién 1172 de Ia libra), aunque la relación de I a 14, que se estableció entre el
valor del oro y el de la plata, resultaba favorable al primero, por lo que era ése
el que se guardaba preferentemente. Todo ello beneficiaba al estado y a los
ricos, que eran quienes podían tesaurizar ese numerario. Los demás tuvieron
que seguir funcionando, en la medida en que debían utllizar moneda, con un
numerario de bronce, emitido en grandes cantidades, y cuyo valor real fue
reducido en sucesivas ocasiones, con el consiguiente ef'ecto inflacionista. Fun-
cionaba, en realidad, en el lmperio un doble sistema monetario.

7. La iugatio-capitatio

Para el cobro de impuestos sobre las tierras, Diocleciano introduce un sis-


tema nuevo, conocido como iugatio-capitatio, que no es tan fácil de interpre-
tar con los datos que tenemos. Parece que el objetivo era aumentar los ingresos
del fisco forzando una mayor productividad, en la medida en que no se tribu-
taba por lo que se obtenía sino por lo que, según el fisco, se debería obtener.
De acuerdo con la interpretación más común,lo que hizo Diocleciano para
el cobro de la annona -tras realizar un censo de personas y animales, y un
catastro de tierras- fue dividir las tierras con los medios de producción por el

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IN,IPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 259


número de unidades fiscales productivas (iuga) que había censadas en ellas.
Por esa unidad fiscal de tributación había que pagar un impuesto, normalmente
en especie: el que estableciera el fisco (indictio). De alguna manera se intro-
ducía un mecanismo corrector para distinguir unas tierras de otras. Así, sabe-
mos que, en la diócesis de Oriente, el iugum fiscal equivalía, en unidades de
superficie, a 5 yugadas de viñedos, a20 ytgadas de tierras llanas y a40 yuga-
das de tierra de montaña. Además, las personas, tanto en las ciudades como en
sus territorios, tenían que pagar por cabeza (caput) un impuesto, normalmen-
te en efectivo,llamado capitatio, teniendo en cuenta que un hombre contaba
como un caput, y una mujer, como la mitad. Igual que en el caso dela iuga-
tir¡,la capitatio de una ciudad y su territorio eran unidades fiscales de cálcu-
lo, para poder establecer los impuestos, y no correspondían necesariamente al
número real de habitantes. La estimación del total requerido por el fisco a los
contribuyentes (annona) se hacía por períodos, primero de cinco y, a partir de
312 d.C., de quince años.

8. La dureza del sistema fiscal

Esos largos ejercicios fiscales permitían, en teoría, compensar los efectos


negativos de plagas o malas cosechas; pero eta, en cualquier caso, necesario
mantener el manpower de cada iugum, o, al menos, de cada hacienda respon-
sable del pago. Así se inicia el mecanismo de adscripción fija del trabajador a
la tierra: de esa forma de dependencia, afín a la esclavitud, que es el colonato
del Bajo Imperio. El sistema fiscal de Diocleciano se fue aplicando paulatina-
mente, y parece que hubo ciertas diferencias, según las zonas; esos datos dis-
cordantes con el planteamiento general han hecho muy difícil a los historia-
dores la comprensión de la reforma.
El otro efecto social importante del nuevo sistema tiene su origen en la
manera como decidió Diocleciano asegurarse el cobro dela annona.Los
magistrados y los senados locales, es decir los curiales, seguían siendo res-
ponsables del reparto de las cargas entre los miembros de la comunidad, de la
recaudación de las contribuciones y de la organización de las prestaciones.
Pero ahora debían responder, solidariamente, con sus propias fortunas de todos
esos pagos, y se hizo hereditaria la condición de curial. Como, por unas u otras
razones,la recaudación tendía a ser deficitaria, entraron en una deriva de empo-
brecimiento que los llevó frecuentemente a la ruina. El abuso y la comrpción
parece haber sido, en muchos casos, su único recurso de supervivencia.
La nueva moneda de oro y plata de Constantino agravó la presión fiscal.
Si el estado queía disponer de ella en las cantidades necesarias, tenía que hacer

260 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


llegar esos metales a sus arcas por vía impositiva. Estableció para ello Cons-
tantino un impuesto pagadero en oro y plata,de donde el nombre chrysárgyron,
con el que se conocía en Oriente; el nombre latino de collatio lustralis aludía
a su cobro por períodos de cinco años. Afectaba a los comerciantes y a los
artesanos, fuera cual fuera su condición económica o social. Autores de los
siglos w y v denuncian ladureza de esa carga: había padres obligados a ven-
der a sus hijos como esclavos, o a prostituirlos, para hacerse con la cantidad
requerida. Los senadores y los curiales también tenían que pagar un impuesto
quinquenal, y algunos extraordinarios, en oro. A lo que se sumaba la exigen-
cia del pago en oro de los arriendos de propiedades imperiales.
La demanda de oro y plata, originada por todos esos pagos, hacía subir su
precio. Con ello se revalorizaban las piezas tesaurizadas por los ricos, mien-
tras la tendencia, para el resto de la población, era de un paulatino empobre-
cimiento, puesto que, para el pago de sus impuestos, las tenían que comprar a
precios cadavez más altos. Un siglo más tarde, Salviano de Marsella, un escri-
tor del siglo v d.C.. auguraba que el Imperio Romano moriría encadenado por
su propio sistema impositivo. como alguien que es estrangulado por un ladrón.

9. La política religiosa de Diocleciano

La Tetrarquía de Diocleciano es una época de exaltación de la religión roma-


na, en la medida en que constituye una base importante del poder imperial que
se quiere revitalizar. La asociación de los tetrarcas con el más grande de los
dioses, Júpiter, y con otra divinidad principal del panteón romano, Hércules, y
las ostentosas celebraciones públicas de las victorias, iban en ese sentido. Los
dioses romanos ancestrales se mostraban ahora propicios ala grandeza del esta-
do romano, y había que seguir fomentando su protección. Las actitudes disi-
dentes -no tanto hostiles, porque muchos cristianos solamente se negaban a
hacer sacrificios al emperador, pero no les importaba hacer plegarias en su
favor- con respecto a esas manifestaciones religiosas, podían ser interpretadas
fácilmente como actos de hostilidad frente al estado. Era una falta de pietas
frente a los dioses, garantes de la seguridad, prosperidad y continuidad del esta-
do, y frente al propio emperador, protegido por ellos y cuya persona aparecía
cadavez más como quasi-divina. Eran actos, en definitiva, que había que repri-
mir; mucho más, si se podían relacionar con alguna de las amenazas que por
entonces sufría su integridad, como era el caso del maniqueísmo.
Un primer objetivo fueron, en efecto, los maniqueos, contra quienes se
proclamó un edicto que los condenaba como representantes de un culto extran-
jero subversivo. Posteriores emperadores, y los propios cristianos ortodoxos,

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 26I


combatieron sin éxito esa doctrina, que se propagó por el Occidente romano
y que duró, en Oriente, hasta la llegada del Islam. Había sido creada, en el
siglo m d.C., por Mani, un babilonio que se hizo amigo de los reyes persas
Sasánidas, y la consolidó en su territorio. Se consideraba a sí mismo como
una manifestación del Paráclito ("Intercesor") anunciado en el Nuevo Testa-
mento, y la suya era una religión de redención. Su referente racional era un
dualismo entre el bien y el mal de inspiración mitraica persa (tema 8), con el
correspondiente ropaje cósmico: la invasión del reino de la luz por las fuerzas
de las tinieblas había entremezclado esos principios formando una materia
que aprisionaba la sustancia divina. La redención de las almas se procuraba en
el seno de ciertas comunidades, que tenían sus propias reglas internas y sus
propias prácticas. Durante el gobierno de Diocleciano,los maniqueos estaban
implicados en la ofensiva persa contra el Imperio; por eso,los que vivían den-
tro de él fueron considerados como conspiradores.
Algunas actuaciones conocidas, de la época de Diocleciano, conÍa los cris-
tianos no se pueden calificar de persecución. El caso de los Mártires de la
Legión Tebana, aunque ficticio, es representativo de ese tipo de episodios. El
hagiógrafo de San Mauricio cuenta que una legión romana entera -con un
número obviamente simbólico de 6.666 integrantes- se convirtió al cristianis-
mo y fue ejecutada por ello en el 286 d.C. Estaba asentada en la Tebaide egip-
cia y fue desplazada a la Galia para combatir a unos rebeldes. En la ciudad de
Agaunum (actual Saint-Maurice en Suiza), se dio muerte a los mandos -Mau-
ricio y otros- porque la legión se negó a hacer un sacrificio en honor del empe-
rador (probablemente por su salud); la operación se fue repitiendo con los suce-
sivos relevos hasta acabar con todos los integrantes. Evidentemente, se aplicó
a los soldados el castigo previsto para la indisciplina militar. Toda esa historia
carece de historicidad: es una leyenda etiológica, creada para explicar la exis-
tencia de un montón de huesos que descubrió el obispo Teodoro hacia el año
350 d.C., guiado por una revelación. Pero no debieron de ser raros los inci-
dentes de ese tipo, porque, en el seno del ejército, el carácfer exclusivista de
la religión cristiana, en el sentido de considerar anatema hacer un sacrificio a
un mortal, entraba en conflicto con los deberes militares. El estado romano
debió de verlos con preocupación, y hubo, por ello, algunas actuaciones enca-
minadas a purgar de cristianos el ejército y la administración de justicia.
En el 303 d.C. tiene lugar una dura persecución contra los cristianos, que
se atribuye a Diocleciano, como cabeza que era de la Tetrarquía, pero que fue
promovida, al parecer, por Galerio, uno de los Caesares y ferviente defensor
de la religión tradicional. Un edicto publicado en Nicomedia obligaba a que-
mar las Escrituras y a demoler las iglesias, al tiempo que prohibía participar
en las manifestaciones del culto cristiano. Quienes se negaban a hacerlo per-
dían sus derechos civiles: podían ser torturados y ejecutados sin juicio previo,
puesto que ya no tenían capacidad para acudir a los tribunales. Los libertos

262 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


imperiales se convertían de nuevo en esclavos. Este edicto tuvo una aplica-
ción desigual en el territorio del Imperio; en la Galia y en Britania, por ejem-
plo, el Caesar Constancio I se limitó a demoler las iglesias.

10. Constantino y la religión cristiana

En el 306 d.C. asumió Majencio, hijo del ex-Augustus Maximiano,la púr-


pura y se hizo con el control de Italia. Como por aquellos años, con los conti-
nuos nombramientos, consensuados o no, de Augustiy Caesares en contra del
principio dinástico, el sistema tetrárquico ideado por Diocleciano iba llevan-
do a situaciones cada vez más conflictivas, Constantin o , Augustus de 1a parte
occidental del lmperio y a su vez hijo de Constancio r, otro ex-Augttstus,se
creó una base dinástica propia. Propagó que era descendiente del emperador
Claudio r el Gótico (268-270) y, distanciándose de los lovii y Herculei tetrár-
quicos, declaró como sus protectores divinos al dios Sol Invictus y aApolo, que
también era venerado como divinidad solar. Un panegírico del 310 d.C. cuen-
ta que había tenido una visión deApolo, quien le habría prometido el dominio
del mundo y un reinado de treinta años.
El 28 de octubre de 312 d.C. se produjo la famosa batalla del Pons Milvius
sobre el río Tíber, al norte de Roma, en la que Majencio fue derrotado y per-
dió la vida. En vísperas de la batalla tuvo Constantino, según relatan dos auto-
res cristianos, otra visión que le habría llevado a poner un símbolo crucifor-
me en los escudos de sus soldados; ese recurso al dios cristiano le habría
procurado, supuestamente,la victoria. Los detalles de los relatos de las visio-
nes, y las consecuencias de éstas sobre las convicciones religiosas persona-
les de Constantino, son altamente discutidos;pero al menos dos observacio-
nes pueden constatarse con relativa seguridad. En primer lugar, después de la
victoria sobre Majencio muestra Constantino una notable cercanía al cristia-
nismo y a la Iglesia cristiana, aunque no se convirtió formalmente antes de
encontrarse en el lecho de muerte, que fue donde se dejó bautizar. En segun-
do lugar, y como prueba esta última circunstancia,la aproximación de Cons-
tantino al cristianismo no significaba una renuncia completa a los cultos y
dioses romanos.
Aunque la victoria del Pons Milvius no se celebró ya con un sacrificio a
Júpiter en el Capitolio, seguía utilizando Constantino los rituales públicos tra-
dicionales, como lo hizo, por ejemplo, en la inauguración de Constantinopla.
También conservó hasta su muerte el título de Pontifex Maximus,que habían
llevado todos los emperadores desde Augusto, y que seguirían llevando los
sucesores de Constantino como mínimo hasta el 383 d.C. Eso significaba que

TEMA 9. EL ESTADO BAJO.IMPERIAL Y EL FIN DEI- IMPERIO 263


seguía siendo el principal responsable de todos los temas sacrales de carácter
público. Continuó demostrando su cercanía al dios Sol Invictus en sus mone-
das hasta e1324 d.C.; y,con respecto a su legislación, no fue más allá de un res-
paldo, por lo demás bastante prudente, a la Iglesia cristiana y sus clérigos.
Aparte del cristograma (una letra griega chi crtzada con una letra griega
rho),qlrie lleva en el casco en el famoso medallón deTicinum, del 315 d'C., no
aparecen antes de los años veinte, en las monedas, símbolos cristianos como
el labarum'. el estandarte consistente en una bandera con el cristograma, sus-
pendida del palo horizontal que cruzaba el palo vertical con el que se llevaba
cogido, y que fue considerado como un símbolo de la crucifixión. Hasta en la
inscripción del magnífico arco erigido en Roma para celebrar la victoria del
Pons Milvius, ésta es atribuida a la inspiración de una divinidad no especifi-
cada (instinctu divinitalis). En cuanto a la constitución del domingo como día
festivo de la semana, conciliaba los intereses cristianos con la receptividad del
paganismo -sobre todo del mitraísmo (tema 8)- que también lo tenía como
día festivo, al presentarlo como "día del sol".
Al igual que su predecesorAugusto, tuvo Constantino la habilidad de cons-
truir un orden nuevo con una mezcla de paciencia y prudencia, y con una cier-
ta ficción de tradicionalismo. En ese nuevo orden figuraba claramente la inte-
gración de la Iglesia en el estado y la captación de su jerarquía con el señuelo
de los beneficios. Favorece, efectivamente, a las comunidades cristianas al
reconocer a las iglesias capacidad jurídica para recibir legados y donaciones,
y al otorgar a los sacerdotes la autoridad de sancionar con su presencia la
manumisión de los esclavos realizada en las iglesias. A ello se sumaron deter-
minadas exenciones tributarias para los clérigos, así como el nombramiento de
cristianos para puestos de la administración. No se veían quizá esas medidas
como una forma de privilegiar ala Iglesia o a los cristianos como tales, y por
eso no provocaron el rechazo abierto de los paganos que seguían formando la
abrumadora mayoría de la población del Imperio, sobre todo de las elites y de
los soldados. Lo que parece haber pretendido Constantino es integrar el cris-
tianismo en la estructura social y económica del estado; algo que podía resul-
tar,para muchos paganos, como una línea de actuación positiva.

11. La reunificación del Imperio bajo Constantino

El enfrentamiento con Licinio -la última de las figuras imperiales con las
que tiene que compartir el poder Constantino antes de convertirse en único
emperador en eI324 d.C.- tiene, además de su manifiesto trasfondo político,
también una faceta religiosa. En su ámbito oriental, el trovius Licinio, después

264 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


de un peíodo de tolerancia --como muestra el hecho de que el Edicto de Milán
del 313 d.c., favorable al cristianismo, fuera acordado con constantino-, había
iniciado una persecución contra la Iglesia, a la que ya veía, probablemente,
como una amenaza.Larazón es que los cristianos, particularmente numerosos
en su parte del Imperio, podían ver a constantino, promotor del Edicto, como
una especie de patrono, lo que amenazaba la posición de Licinio. porque, a
pesar de que Constantino casó a su propia hermanastra Constancia con Lici-
nio, las tensiones entre los dos iban en aumento, sobre todo porque constan-
tino articulaba cada vez más abiertamente sus aspiraciones mbnáiquicas. Tras
una serie de batallas ganadas a Licinio, consiguió, en efecto, convertirse en
único emperador. Licinio fue retirado de la vida pública, y, al año siguiente,
asesinado por orden de constantino. Dos años más tarde lo fue su hijó, junto
con Fausta, la esposa de constantino, y el propio hijo de éste, el caeiar-cris-
po. Lo mismo que Augusto, constantino llegó a convertirse en monarca de
todo el Imperio por un camino sembrado de muertos, porque no se detenía
ante los asesinatos si los consideraba necesarios; pero al menos el princeps no
se manchó las manos, como Constantino, con la sangre de su propia familia.

La última fase del reinado de Constantino estuvo marcada por éxitos exte-
riores contra sármatas y godos, reformas en la administración y una política
religiosa bajo el signo de una progresiva discordia entre los cristianos. El con-
cilio de Nicea del325 d.c., el primer concilio ecuménico, que fue convocado
y moderado por el emperador, tuvo una asistencia masiva de obispos, sobre
todo de oriente, y acabó con la condena de Arrio, un clérigo de Alejándría que
había conseguido dividir peligrosamente a la Iglesia cristiana. Exóomulgado
y expulsado de la ciudad, se dedicó a predicar su doctrina por las iglesias oii"n-
tales, multiplicando en poco tiempo el número de sus adeptos. Lámanzanade
la discordia era la interpretación de la naturaleza de Cristo como hijo de Dios,
cuestión muy debatida entre los cristianos de la época,porque podía llevar a
la conclusión de que se trataba de un simple mortal. Mientras los seguidores
de Alejandro de Alejan dría y su sucesor Atanasio defendían que el Hijo era de
la misma naturaleza que el Padre (homoousios),los arrianos pretendían que,
habiendo sido generado por el Padre, tenía que formar parte necesariamenté de
la creación y tener, por ello, distinta naturaleza, aunque similar a la del padre
(homoiousios) -la famosa discusión sobre la iota (la "i" que distingue las dos
palabras). Tras la condena de esta doctrina por una mayoría aplastante, en el
concilio Ecuménico de Nicea (325 d.c.),se proclamó el credo Niceno-cons-
tantinopolitano en el Segundo concilio Ecuménico de Constantinopla, del 3gl
d.c.,lo que ha sido el documento fundamental de la fe cristiana hasta hoy.
En los años siguientes, Constantino hizo muchos esfuerzos para reconciliar
a los arrianos con los demás cristianos; --el mismo Arrio fue readmitido en la
Iglesia yaen327 d.c.-, y se decantó cadavezmás claramente, aunque sin per-
der del todo la prudencia, por una política favorable al cristianismo. La tajante

TEMA 9. EL ESTADO BAJO.IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 265


prohibición del adulterio y el concubinato significa que esa religión era asumi-
da como referente jurídico de la sociedad. Por otro lado, adoptó algunas medi-
das muy duras contra determinados santuarios paganos de la parte oriental, cuyas
prácticas chocaban con la moral cristiana. Las fuentes hostiles de la época lo
acusan de haber despojado a los templos paganos de sus tesoros, que habrían ser-
vido, en parte, para la construcción y decoración de Constantinopla; pero, tam-
bién, para sanear las arcas del estado. Así podía ganarse el emperador las volun-
tades de los habitantes del oriente reduciendo el peso de las cargas fiscales.

12. La experiencia de Juliano '6el Apóstata"

El último intento de restaurar la religión romana -lo de "paganismo" solo


tiene sentido, en realidad, desde la órbita cristiana- lo protagoniza, en los
años 361-363 d.C., el emperador Juliano, sobrino y yerno de Constantino y
apodado el Apóstata por los cristianos; pero se quedó en un episodio efímero
y fallido. En realidad Juliano había sido educado en el cristianismo arriano por
orden de Constancio rr, y su apostasía se produjo, al parecer, en secreto mien-
tras vivía aquéI. Gracias a sus éxitos militares en las campañas contra los fran-
cos y los alamanes logró convertirse en Caesar en el 355 d.C., y luego en
Augustus. Su oposición al cristianismo no era tanto política como filosófica:
se había dejado seducir por el neoplatonismo, en materia de trascendencia, y
eso le había llevado arechazar las doctrinas religiosas que se mostraban incom-
patibles con é1, o que, de algún modo, no se dejaban reducir a ese modelo.
Tal era el caso del cristianismo, al que antepuso Juliano, como prácficay
doctrina de salvación, un misticismo de tipo helenístico, conectado con la
superstición, la magia y las prácticas adivinatorias. Los cultos solares y las
religiones mistéricas (tema 8) eran los marcos apropiados para esa orientación
religiosa, en su dimensión social; y frente a esas religiones se había polariza-
do el cristianismo. Se trataba de dos monoteísmos no del todo incompatibles
en teoría, pero con unos referentes culturales distintos, y con unos intereses
políticos definitivamente contrapuestos. La controversia religiosa de la época
bajo-imperial se muestra, por lo tanto, de modo diferente en función del terre-
no en el que se plantea.
Juliano empezó por proclamar la libertad de cultos y creencias, supri-
miendo las restricciones establecidas por la legislación anterior; e, igualmen-
te,los privilegios que había alcanzado el clero cristiano. Luego vinieron otras
medidas de mucho mayor calado. Pretendía reinstaurar el Imperio "humanis-
ta" de la época de los emperadores Antoninos ,revitalizando la vida municipal
y poniendo en marcha una administración austera, para lo cual estableció una

266 BREVE HrsroRrA DEL MUNDo ANTrcuo


larga serie de cambios. Pero, en el punto en el que estaban ya las cosas, eso sig-
nificaba erradicar el cristianismo como referente ideológico y como base dél
poder político.
Tomando como modelo el desarrollo jerárquico y la forma de implanta-
ción de la Iglesia, intentó fomentar, en las provincias del Imperio, la cónfigu-
ración de un nuevo clero ("pagano"), debidamente adoctrinado y del que seiía
él I a cabeza como P o nt ife x M aximu s . G ozaria de privi I egios fiscale s, pero ten-
dría que seguir obligatoriamente una forma de vida ejemplar, y ejercer una
caridad denominada philanthropía.La reacción fue muy fuerte, y, aunque
intentó compensarla con actuaciones puntuales inteligentes, se vio obligadb a
radicalizar sus posiciones iniciales. En eL362 d.C. promulga una constiiución
por la que se prohíbe a los cristianos la enseñanza de la gramática y la retóri-
ca, por considerarlos, a ellos y a sus escritos, incompatibles con la tradición
grecorromana. Y siguieron nuevas medidas contra el clero, que acabaron por
safanizar definitivamente la figura de Juliano entre los cristianos.

13. La creación del Imperium Christianum por el emperador


Teodosio

En el período que separa a Juliano de Teodosio se vio recrudecida la con-


frontación de los arrianos con ese cristianismo consagrado como ortodoxo en
el concilio de Nicea. Este emperador de origen hispano, que representaba a lo
que ya era una fuerte aristocracia cristiana de las provincias occidentales del
Imperio, estaba decidido a configurar definitivamente el Imperium Christia-
num.De ahí su renuncia a ostentar el título de Pontfex Maximus. un edicto,
promulgado en Tesalónica, en el 380 d.c., declaraba a los arrianos enemigos
públicos y establecía penas para quienes ignoraran o conculcaran la doctrina
niceana. A ello siguió un concilio, celebrado en constantinopla en el 381 d.c.,
en el que se acabaron de definir posiciones ortodoxas frente a distintas alter-
nativas teológicas; y en el que se llevó a cabo una organización territorial de
la Iglesia, constituyendo diócesis y provincias, como las de la administración
del estado. Se reconoció la primacía de la sede patriarcal de Roma, y, en segun-
do lugar, la de Constantinopla, frente a las de Antioquía y Alejandría, que
habían resultado más conflictivas. En la primera fase de su mandato, y desde
la sede imperial de Constantinopla, se muestra Teodosio conciliador con las
aristocracias paganas y con los paganos de reconocido prestigio en Oriente;
nombra, incluso, al ilustre maestro de retórica, Temistio, como preceptor de su
hijo. Necesitaba el apoyo de esos grupos para consolidar su posición. Las
medidas contra los no cristianos fueron, por lo tanto, pocas y muy puntuales.

TEMA9. ELESTADo BAJO-TMpERIALyELFINDELIMpERIo 267


En el 388 d.C. envía, sin embargo, a un prefecto a Siria, Egipto y Asia
Menor con instrucciones de disolver las asociaciones paganas y de destruir sus
templos, como 1o fue, en efecto, el famoso Serapeo de Alejandría. Una serie
de constituciones convierten en días laborables las fiestas paganas que no se
hubieran cristianizado (389 d.c.), y prohiben los sacrificios cruentos y la ple-
garia dirigida a las imágenes paganas (391 d.C.). Las excavaciones arqueoló-
gicas han revelado la existencia de numerosos mitreos (tema 8) reutilizados
como criptas de iglesias, y de templos demolidos constituyendo la cimentación
de otras; debió de generalizarse, por 1o tanto, la declaración de lugar abando-
nado para los templos paganos clausurados o destruidos. Por la misma época
fue extinguido para siempre el fuego perpetuo que ardía en el templo romano
de vesta y se disolvió el colegio de las vestales. una constitución del 392 d.C.
condenaba definitivamente el paganismo -es decir, cualquier religión o prác-
tica religiosa no fuera el cristianismo de Nicea-, tanto en el ámbito públlco
como en el privado, estableciendo de esta forma el catolicismo como única
religión del estado. En el 393 d.c. se celebraron los últimos Juegos olímpicos.
Teodosio aparece ya con el lábaro en sus monedas.
Esta radicalización de la política religiosa de Teodosio se ha relacionado
con su enfrentamiento al obispo de Milán, Ambrosio. La matanza ordenada
por el emperador entre los habitantes de Tesalóni ca, a raíz del asesinato de su
oficial godo Buterico,le había valido, en el 390 d.C.,la excomunión del obis-
po, revocada tan solo después de varios meses de pública penitencia. Es posi-
ble que semejante incidente deteriorara hasta tal punto la imagen del empera-
dor, que éste no viera otra salida que ponerse en las manos de Ambrbsio,
asumiendo plenamente sus posiciones. La victoria conseguida en el 394 d.c.
gontra el usurpador Eugenio y el ferviente pagano Nicómaco Flaviano, que se
habían hecho fuertes en occidente, debió de convencerlo, a él y a los cñstia-
nos en general, de que había elegido el buen camino. Cuando muere Teodosio
en el 395 d.c., deja el Imperio a sus dos hijos muy jóvenes, Arcadio y Hono-
rio, encomendados al cuidado del magister militum Estilicón. Aunqu-e en ese
momento todo parecía indicar un gobierno común de los dos Augusti, como
había existido varias veces en los siglos pasados,los acontecimienios llevaron
por otro camino e hicieron la unidad del Imperio Romano cadavez más ilu-
soria: nunca jamás volvería a reunir un único Augustus las dos partes, que a
partir de ese momento siguieron trayectorias diferentes.

14. La empresa de Justiniano y el final del Mundo Antiguo

con el fin de la dinastía de Teodosio, en el 450 d.c., se abría al magister


militum alano Aspar la posibilidad de acabar también con el Imperio RJmano

268 BREVEHISToRIADELMUNDoANTIGUo
de Oriente. Pero el emperador León utllizó a los isáuricos, un belicoso pueblo
de Asia Menor, parareforzr el ejército; el general que fuera más tarde
rador zenón el Isáurico logró, efectivamente, en el 410 d.c., dejar "f"-pe-
fuera de
juego a Aspar. El siguiente emperador, Anastasio, contribuyó también a la esta-
bilidad del Imperio. Había que seguir luchando para conservar el territorio;
pero no faltaban recursos humanos ni dinero en las arcas. por eso pudo el
emperador Justiniano (527-565) intentar la recuperación del occidenté.
Justiniano procedía de la parte romanizada de la península Balcánica, el
verdadero reducto por entonces de la tradición romana y una buena cantera
para el ejército. Asumió una ambiciosa misión, a la que no faltaba lógica inter-
na: combatiendo a los herejes arrianos, para lograr la unidad religiosa en la fe
católica,lograría la ayuda de la divinidad en la renovación del Imperio Roma-
no. se trafaba de recuperar el territorio perdido; pero, sobre todo, de unificar
las relaciones jurídicas, imponiendo un derecho romano a todos los súbditos
del Imperio. Por eso pone en marcha la ingente tarea de codificar las leyes
imperiales y las aportaciones de los juristas. Cuando Roma era, para el occi-
dente europeo, una etapa ya superada, consigue producir uno de sus más
impofiantes legados: ese Corpus luris Civilis que tanto ha influido en el dere-
cho europeo posterior.
La recuperación territorial llevada a cabo por Justiniano produjo más car-
gas económicas que ingresos; y tampoco se pudieron compensar, con las levas
occidentales, los efectivos desplazados desde oriente. Como no era posible
restablecer el limes africano, porque los vándalos habían cedido ya mucho
territorio alos Mauri,la ocupación del norte de África no sería duradera. por
otro lado, tras la muerte del emperador, no solo presionaron los longobardos
sobre Italia, sino también los eslavos sobre la península Balcánica, empujados
unos y otros por las migraciones de los ávaros. La frontera (Iimes) del Danu-
bio no se pudo mantener; Italia se perdió casi toda y hubo que ir cediendo el
sur de Hispania a los visigodos. Además, la Persia Sasánida aprovechó la
coyuntura favorable paralanzar una nueva ofensiva contra los romanos, que
solo recibió una respuesta realmente adversa, por parte del emperador Heia-
clio, en e\622 d.C..
Pero entraba en juego entonces un poderoso rival. En el 651 d.c. fueron
aniquilados los sasánidas y Persia se islamizó. Al mismo tiempo, perdían su
romanidad, frente al Islam, el norte de África, Egipto y el próximo oriente. pri-
vada de las zonas más ricas, la a sí misma llamada Basileia ton Romaion
("Reino de los romanos") entraba modestamente en la Edad Media con una
sede que seguía estando en Constantinopla, desde la cual tan solo controlaba
ya el Asia Menor, Grecia y el Sur de Italia. Lo que hemos dado en llamar Impe-
rio Bizantino, porque Constantinopla fue fundada en el solar de la ciudadde
Byzantion, se sintió siempre como continuadora de Roma, y sus emperadores

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 269


se consideraban como una sucesión inintemrmpida de monarcas, desde Augus-
to hasta Constantino xl Paleólogo, en el siglo xv.

15. La producción y el comercio en el Bajo Imperio

La economía romana no sólo estaba profundamente subdesarrollada en


términos modernos, en la medida en que dependía de una ingente masa de
mano de obra agrícola, con una mecanización y racionalización muy rudi-
mentaria, sino que también era muy precaria. podían fallar las cosechas, y a
menudo lo hacían, con consecuencias desastrosas en muchos casos; por no
hablar de los estragos originados por los acontecimientos bélicos, que asola-
ron los campos de muchas provincias, sobre todo de las fronterizai, a partir
del siglo v d.c. Algunos productos agrícolas cultivados para el mercado, óomo
el aceite de oliva y el vino, y otros artesanales, como la cerámica conocida
como terra sigillata fina de mesa, sí parece que se transportaban en cantida-
des enormes a través del Imperio, y que llegaban hasta sus últimos rincones,
incluso a lugares muy alejados de las rutas marítimas; pero no debe de haber
existido un comercio a larga distancia de grano u otros productos básicos de
alimentación. Es probable que los únicos transportes de grano regulares a
larga distancia fueran los organizados por el estado para apiovisionár al ejér-
cito, y a las poblaciones de las grandes ciudades: en primir lugar a Romá y,
a partir del siglo rv d.c., también a constantinopla. cuando fallaba la cosé-
cha de un alimento básico, no había medios de transporte ni estructuras
comerciales para asegurar que la penuria pudiera ser remediada rápida y fác\l-
mente con lo obtenido en otra región. La gente se moriría de hambre, y
muchos de los supervivientes, debilitados por Ia falta de alimentación, falle-
cerían a consecuencia de enfermedades.

. Existía, por supuesto, un comercio con transportes alatgadistancia de otros


bienes, aunque, si se trataba de materiales perecederos, óomo, por ejemplo,
tejidos o alimentos sin envases duraderos, raras veces han dejado huellas
arqueológicas. un papel importante en ese comercio correspondía tanto a la
administración estatal, con las residencias imperiales, como i los ricos hacen-
dados, que adquirían materiales lujosos para sus villae. como uno de tantos
ejemplos cabríacitar la villa de Carranque (Toledo) de época de Teodosio, con
sus grandes cantidades de mármoles procedentes de fuera de Hispania. A lo
largo de los siglos v y vr d.c. -aunque los datos arqueológicos no son del todo
concluyentes- parece que el nivel de la vida económica de la parte occidental
clel Imperio fue bajando, con lo cual la demanda de artículos sofisticados y de
alta especialización se iba reduciendo, desplazándose entonces los centros de

270 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


producción hacia el sur y el este del Imperio. Ese proceso iba acompañado de
una disminución de la calidad y del estándar tecnológico de los productos.

16. Los trabajadores agrícolas

La población del Bajo Imperio vivía -como en todas las sociedades pre-
modernas en general- casi toda ella en el campo, cuya explotación constituía
la base principal, si no la única, de la subsistencia. En las últimas décadas,la
combinación de las escasas fuentes literarias que tenemos con el siempre cre-
ciente número de datos arqueológicos ha permitido arrojar nueva luz sobre las
condiciones de subsistencia de esa población rural. Tanto en Occidente como
en oriente, gran parte de la tierra estaba en manos del estado -es decir del
emperador, o de los reyes en los nuevos estados bárbaros- y de los miembros
de la nobleza, seguidos por la Iglesia y los monasterios; pero las formas de
asentamiento presentan diferencias.
Mientras que, en líneas generales, en oriente predominan ras haciendas
medianas y pequeñas, organizadas en aldeas y poblados agrícolas, el occiden-
te se caracterizapor un hábitat muy disperso, salpicado por grandes viltaeltjo-
sas. Parecidas diferencias se encuentran también en el estatus de las personas
que cultivaban la tierra, con un elevado número de esclavos en occidente, que
en Oriente eran mucho menos frecuentes, al menos fuera del ámbito doméJti-
co. Pero no cabe duda que en ambas partes del Imperio existía una amplia capa
de campesinos de condición libre, unos trabajando su propia tierra, y otros la
de un dueño externo.
Entre estos últimos se contaban los coloni, a los que se ha hecho referen-
cia anteriormente, conocidos a partir del 352 d.C. a través de disposiciones
legales; aunque eran libres a los demás efectos, estaban adscritos a ia tierra de
sus dueños, sin posibilidad de abandonarla, a no ser que dejaran a un hijo en
su lugar. Su estatus fue empeorando hasta resultar, en época de Justiniano,
prácticamente igual al de los esclavos. La importancia numérica de ese grupo
tan oprimido, en relación con los campesinos independientes, resulta impoii-
ble de calcular; pero difícilmente se podría corresponder con la atención que
ha recibido, en el último medio siglo, por parte de la investigación histórica,
especialmente la de orientación marxista. El caso es que se ha querido ver el
colonato bajo-imperial como precursor de la servidumbre medieval y del modo
feudal de producción,1o que no está del todo claro, por más que resulten inne-
gables ciertas semejanzas. La más importante de ellas es la mediatización de
sus relaciones con el estado que se deriva de su inclusión en el census de los
dueños, pero más datos no hay. según algunos historiadores, hubo una dismi-

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 27I


nución generalizada de la población rural en esos siglos, aunque puede que
esa impresión sea solo una consecuencia del uso de materiales como la made-
ra y el tapial, en las construcciones de sus viviendas, lo que habría dejado
menos huellas arqueológicas.

17. Administración y burocracia

En la Antigüedad Tardía, se ejercía el gobierno central desde las cortes


imperiales, normalmente dos aparfir de Valentiniano y Valente (Constantino-
pla en Oriente y Milán o Tréveris, más tarde Rávena, en Occidente), y el
gobierno local desde las capitales de las civitates, es decir los centros urbanos
que controlaban a su vez un territorio rural (tema 8). Entre la cofte y la civitcts
existían varios niveles administrativos regionales: las prefecturas del pretorio,
las asambleas regionales de elites locales,los gobiernos provinciales, etc. A lo
largo del siglo tv d.C., se fue produciendo una compenetración cada vez más
estrecha entre esos niveles, tanto formal como infonnal. Como ya se ha dicho,
las civitates se gobernaban por medio de un consistorio (ordo decurionum o
curia) de tematenientes asentados en ellas,los llamados decuriones o curiales.
Pero ya a partir del siglo tn d.C. no pocos curiales habían accedido a la buro-
cracia imperial, dejando un número mucho menor de decuriones disponibles
para desempeñar las múltiples tareas que las autoridades imperiales seguían
atribuyendo alas curiae locales.
El volumen del aparato burocrático fue creciendo, porque era ahí sobre
todo, y cada vez menos en las civitates.donde se podían conseguir tanto rique-
zas como promoción social -y, en último término, el estatus senatorial y toda
la serie de derechos y privilegios que conllevaba. Ya por el400 d.C. existían
unos 24.000 puestos en la administración imperial, con unos 3.000 en cada
parte del Imperio que conducían al primer escalón del estatus senatorial (el
clarisimado, por encima del cual estaban los spectabiles y los illustres).Para
poder entrar en la burocracia imperial era imprescindible poseer la tradicio-
nal educación clásica literaria, cuya adquisición podía costar fácilmente diez
años, o incluso más, de clases privadas con un grammaticus. Quienes habían
desempeñado con éxito una de las funciones burocráticas formaban el grupo
de los honorati y se relacionaban entre sí a nivel supralocal; es decir. consti-
tuían un colectivo selecto al margen de, y por encima de,los senados locales
o curias.
Cuando, en el transcurso de los dos siglos siguientes, se constituyeron nue-
vos reinos "bárbaros" en el suelo de casi todo el Occidente, una serie de cor-
tes reales sustituyó a la única corte imperial. Las elites políticas de esos nue-

272 BREvE HrsroRrA DEL MUNDo ANTTGUo


vos reinos eran muy dispares, pero estaban fundamentalmente compuestas por
dos colectivos. Por un lado estaban los grupos dirigentes de esos pueblos forá-
neos -godos, francos, burgundios, suevos, vándalos, etc.- que, combinando la
vía militar y la diplomática, se habían asentado dentro de las antiguas fronte-
ras del Imperio; pero, por otro, había una aristocracia romana, normalmente
perteneciente a la antigua elite de terratenientes, que había sobrevivido al
colapso del Imperio. Ambos colectivos estaban obligados a proporcionar con-
tingentes militares, porque ya no existía un ejército profesional; y, como la
burocracia fue reducida, también la recaudación de impuestos iba bajando. Lo
que menos cambió, al pasar del estado central a los reinos bárbaros, fue la base
ideológica de la monarquía. El concepto bajo-imperial del emperador como
vicario de Dios en la tierra se mantuvo tal cual, porque todos los reyes de los
nuevos estados, unavez convertidos al cristianismo, y fuera cual fuera su orien-
tación -arriana u ortodoxo-católica-, se autolegitimaban con el recurso al
designio divino, convocaban concilios, nombraban obispos, y demás.

18. El papel de los obispos

A nivel local, la unidad tradicional, la civitas, conservaba muchas de sus


funciones anteriores -jurídicas, económicas, políticas y culturales- como cen-
tro del territorio rural que tenía a su alrededor, aunque las curiae habían desa-
parecido casi por completo y el gobierno local estaba en manos de comites
civitatis o duces nombrados por los reyes. No existe una diferencia de fondo
con respecto a lo que ocurría en el Imperio de Oriente. El rasgo más llamati-
vo, sin embargo, es el papel cadavez más importante que jugaban los obispos
en el nivel local, reforzando la impofiancia dela civitas, que en aquella época
ya conespondía normalmente a una diócesis. Con el paso del tiempo, el obis-
po, que era elegido, como mínimo, con el consenso de los ciudadanos, debe de
haber llegado a ser el individuo más poderoso en muchas ciudades. A medida
que la Iglesia iba acumulando patrimonio, el obispo llegaba a controlar mayo-
res fondos que sus conciudadanos, excepto los más ricos; ello le permitía cum-
plir con el papel defensor de los más desvalidos, como huérfanos, viudas y,
también, enfermos. Debido a su autoridad, era capaz de resolver disputas enúe
miembros de su comunidad más rápidamente que cualquier funcionario oficial,
y eso, sin cobrar. Por otro lado,la naturaleza religiosa de su oficio daba peso
a su intercesión en favor de particulares cuando tenían problemas con los fun-
cionarios imperiales o de los reinos.
Con todo, el poder del obispo era solamente fáctico al principio, puesto
que no estaba integrado en el gobierno de la civitas. De hecho, es posible afir-

TEMA 9. EL ESTADO BAJO-IMPERIAL Y EL FIN DEL IMPERIO 273


mar que, hasta finales del siglo ry d.C. por lo menos, la Iglesia y sus cabezas
permanecieron fuera del engranaje y de la parafernalia del gobierno local. Es
que representaban toda una ideología rival, en la medida en que las evergesías
-es decir, las donaciones de los particulares influyentes, destinadas a la cele-
bración de espectáculos y divertimientos públicos-, que constituían la esencia
de la política cívica tradicional (tema 8)-, eran condenadas como vanidad y
ambición de vanagloria por los predicadores cristianos. Por otro lado, el calen-
dario de las fiestas cívicas merecía el rechazo de la Iglesia debido a sus oríge-
nes paganos. Cuando, en el trascurso del siglo v d.C.,las curiae perdieron toda
su fuerza y se consolidó definitivamente la cristianización de los líderes cívi-
cos, el poder de los obispos aumentó en general; porque se produjo un vacío
de poder en la administración local, en la que ya se había ido introduciendo el
obispo de un modo u otro. La implicación de los obispos en los asuntos loca-
les variaría mucho según la ciudad y según las inclinaciones de cada uno, aun-
que no cabe dudar de que en la época de Justiniano presidieran los colegios de
los notables locales.

19. Causas de la disolución del Imperio Romano de Occidente

Como ya se ha visto, la presión de las poblaciones periféricas, actuando


desde fuera y desde dentro, ha jugado un papel importante en la disolución de
los imperios del Mundo Antiguo. Pero, para resultar realmente eficaz, ha teni-
do que entrar en conjunción con determinados factores de orden interno. El
de Roma se muestra como uno de esos casos. Tantos miles de kilómetros de
frontera no se podían defender si la presión era fuerte y se ejercía simultánea-
mente por muchos puntos. La separación del lmperio en dos mitades, que fue
un hecho desde el 395 d.C., dejaba algunas zonas más desprotegidas; pero el
verdadero problema era el de los efectivos. Había un ejército profesional cuyos
costos soportaba el resto de la población; por eso no se podía llamar a ésta
masivamente a las arrnas cuando resultaba necesario. Hubo que recur¡ir a los
propios bárbaros, privilegiando a unos con tratados. dinero y tierras para que
controlaran a los otros; pero, al final, los bárbaros se crecieron demasiado en
algunas zonas, mientras las migraciones en cadena no dejaban de presionar. La
larga ofensiva de los persas contribuyó también a la debilidad del Imperio,
manteniendo un frente abierto que distraía recursos y efectivos necesarios para
contener a los bárbaros en Occidente y a los árabes en Oriente.
Además de los problemas políticos y militares, había problemas sociales y
económicos. A los gastos del ejército y de la abultada burocracia, se sumaban
los de una aristocracia opulenta, rodeada de elementos también improducti-

27 4 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


vos. Y todo tenía que salir del trabajo de unos campesinos cadavez más empo-
brecidos, y de unas tierras cuya productividad de conjunto se vio afectada
seriamente por las sucesivas invasiones. Tenemos noticia de importantes con-
flictos sociales, como el movimiento bagáudico, en Hispania (441-451d.C.) y
la Galia (desde el siglo nr d.C.). Se trataba de bandas de marginados -guerri-
lleros o ladrones, según las fuentes-, en las que había agricultores huídos de
las tierras. vivían de lo que pillaban y se enfrentaban a los soldados. De modo
que podrían haber sido muchos los súbditos del Imperio que recibieron a los
bárbaros con cierto alivio y con un tanto de esperanza.

20. El legado de Roma

Una buena parte de Europa habla lenguas románicas, herederas del latín,
que se utilizó como lengua común en todo el occidente romano. Pero también
las lenguas germánicas, habladas en otra parte considerable del ámbito euro-
peo, y lenguas tan minoritarias y singulares como el euskera, se han llenado y
se siguen llenando de palabras latinas.

El concepto dela translatio imperii,la posibilidad de transferir la legiti-


midad de ese Imperio Cristiano por derecho divino, sirvió para consagrar, pri-
mero, al reino franco-germánico en Occidente y, más tarde, después de la caída
de Constantinopla, la Segunda Roma, en el 1453, a los zares rusos en la Euro-
pa oriental, con la idea de Moscú como la "Tercera Roma". El estado romano
bajo-imperial, como forma política monárquica, y sus recursos para ejercer el
control sobre poblaciones diversas en un amplio territorio, tenían que funcio-
nar como modelo para los reinos europeos con similares aspiraciones. De
hecho, a pesar de los importantes y numerosos cambios producidos a lo largo
de la historia europea, no ha perdido ese modelo toda su vigencia, al menos en
el aspecto mediático.
Las raíces romanas, o grecoffomanas, siguen patentes en la literatura, el
pensamiento y las artes. Y romana es una herencia significativa en el campo
de la arquitectura y de la técnica, que, en alguna medida, ha llegado hasta nues-
tros días. La continuidad religiosa es por demás sorprendente. La unidad cul-
tural del Mediterráneo facilitó la difusión del cristianismo, que desarrolló su
dogma y configuró su Iglesia en el marco político y social del Bajo Imperio
Romano. Es esa religión, con su vinculación estrecha entre el poder político y
el poder espiritual,la que se extiende a los pueblos germánicos y a los pueblos
eslavos. La gran división del cristianismo entre la Iglesia católica de Roma,
con un papa que podía mantenerse relativamente independiente de los pode-
res políticos, y la Iglesia Ortodoxa, con un pafriarca subordinado al monarca

TEMA 9. ELESTADO BAJO-IMPERIALY EL FIN DELIMPERIO 27 5


de Constantinopla, procede, en fin, de la evolución tan distinta que tuvieron las
dos mitades del Imperio a partir del siglo v d.C.
Hay que mencionar, por último, la herencia del derecho. Ya en la Época
Republicana nos sorprende Roma por la capacidad de sus juristas para crear
derecho, a medida que la continua expansión territorial exige dar soluciones
nuevas a los problemas que plantea. Luego, Augusto y Adriano encomiendan
los nuevos diseños de la administración del Imperio a juristas. que trabajan
integrados en el aparato estatal. Son esos precedentes los que inspiran la ini-
ciativa de Justiniano, convencido de que la cohesión del territorio soio se podía
lograr con una unificación del derecho . El Corpus luris Cit'ilis es una obra
ingente, integrada por una introducción sistemática -las Institutiones-, una
recopilación de leyes -el Codex- y una recopilación de extractos de las obras
de los juristas más importantes, ordenados por materias -los llamados Diges-
ta-.La recepción de ese derecho romano en la Europa posterior ha sido ntuy
distinta según las áreas y la configuración de los estados: pero en todas ellas
ha marcado de alguna manera la codificación del derecho privado a lo largo
del siglo xtx. España es uno de los ámbitos de mayor pervivencia. Por lo
demás, el derecho romano es el único ordenamiento jurídico nacional que ha
conseguido convertirse en nuestros días en un auténtico derecho mundial,
capaz de regular las relaciones humanas al margen de las peculiaridades de
cada territorio.

276 BREVE HISToRIA DEL MUNDo ANTIGUo


TABLAS CRONOLOGICAS

(En todas las tablas,las dinastías contienen solamente los nombres más imporlantes)

1. EGIPTO (Tnua 2)
3500-2657 a.C. Predinástico
3500-3200 a.C. Naqada II
3200-315O a.C. Naqada Ill
3l-50-3O00 a.C. Protodinástico Namer (último rey) unifica Egipto
(Dinastía O)
3000-2000 (< >) BRONCE ANTIGUO
3000-2657 a.C. Pe¡íodo Tinita Horus-Aha (=Menes) (2982-2950)
(Dinastías I-II) Horus-Dier (2949-2902)
2657 -2166 a.C. Reino Antiguo
2657-259O a.C. Dinastía III Djoser (Horus Netjerichet) (2640-2620)
259O-2456 a.C. Dinastía IV Grandes pirámides (.Keops, Kefren, M¡'kerinos)
2456-2297 a.C. Dinastía V Templos solares; (Unas 2317-2297)
2297-2166 a.C. Dinastía VI
2166-2020 a.C. Primer Período Intermedio
2000-1600 a.C. (< >) BRONCE MEDIO
2020-1793 a.C. Reino Medio
1916-1793 a.C. Dinastía XII Sesostris III (1812-1853152)
1793-1540 a.C. Segundo Período Intermedio
1650-l-540 a.C. Dinastías XV-VII Hicsos
1600-1100 a.C. (< >) BRONCE RECIENTE
1540-1070 a.C. Reino Nuevr¡
154O-1292 a.C. Dinastía XVIII Hatshepsut (1179-1457)
Tutmosi s lIl (l 41 9 - I 425)
Amenofis ( Ame nhote p) I1 (l 421 - 1 40 l)
Tutmosis IV ( 140 l- 1391)
Amenofi s (Ame nhote p) IY (Ekhnaton)
(1353- 1336) Epoca de Amama
Tuta n k hamo n (l 332 - I 323)
a.C.
1292-1186 Dinastía XIX Ramsés II (1219-1213)
1186-1O7Oa.C. DinastíaXX RamsésIII(1184-1153),RamsésXI(1O99-1070)
1070-716 a.C. Tercer Período Intermedio
Gobierno del Bajo Egipto desde Tanis
Gobierno del Alto Egipto desde Tebas
716-323 a.C. Época Baja
716-656 a.C. Dinastía XXV Faraones nubios (ftzsleiras)
611-661 a.C. Dominación asiria
664-525 Dinastías Saltas (libias) Psamético I (664-6lO)
525-4O4 a.C. Dinastía XXVII Faraones persas (Cambises, Darío I, Jerjes)
1O4-343 a.C. Dinastías XVIII-X Faraones egipcios
343-332 a.C. Dinastía XXXI Faraones persas (Darío III)
332-323 a.C. Alejandro Magno
306-30 a.C. Época Ptolemaica
306-285 a.C. Ptolomeo I Sorer (Biblioreca de Alejandría)
285-246 a.C. Ptolomeo ll Philadelphós (Egipcíacás de Manetón)
196 a.C. Piedra Roseta
69-30 a.C. Cleopatra YII Philopátor
30 a.C.-392 d.C. Época Romana

TABLASCRONOLÓGICAS 277
2. MESOPOTAMIA, SIRIA Y PALESTINA, ANATOLIA E IRAN (TEUES I V 3)

3000-2000 a.C. (< >) BRONCE ANTIGUO


3900-2900 a.C. Súmer Uruk
2900-2340 a.C. Súmer Ury ktgush(Urukagina)
2340-2200 a.C. Súmer y Akkad Período de Akkad (Sargónl, Naram-Shin)
2150-2100 a.C. Súmer Gudea de lzlgcslr
2ll2-20\4 a.C. Súmery Akkad Ur III (Ur-Nammu, Shulgi)
2250 a.C. Siria Tablillas de Ebla
2000-1600 a.C. (<>) BRONCE MEDIO
2000 a.C. (< >) Mesopotamia Asentamiento de los amorritas
2000 a.C. (< >) Siria-Palestina Asentamiento de los antorritas
2000 a.C. (< >) Anatolia Asentamiento de los indoeur. (grupo anatolio)
2000 (>) Irán Asentamiento de los indoeur. (erupo indoiranio)
1900 a.C (< >) Asiria Época Paleo-Asiria (comercio con Anatolia)
r894-1595 Babilonia Época Paleo-Babilónica (Hanmurabi 17 92- 11 50)
2000 a.C. (>) Siria Karke nis h. Alep ¡to, U gttri t
siglos XVIII-VII Siria Tablillas de Alalach
1600-1100 a.C. (< >) BRONCE RECIENTE

siglos XVI-X Babilonia Reino de los casitas


1600-1355 a.C. Anatolia Reino Antiguo y Medio Hitita (Hattusili 1,1600 a.C. >;
Telepfuu, l -500 a.C. >)
1500-1300 a.C.(< >) Siria Reino de Mitanni
1400 a.C. (< >) Asiria Imperio Medio Asirio (Salmanassar I, 1263-1234t
Tu kult i - ninurta, 1 23 3 - 1191 )
1355-1200 a.C. Anatolia Imperio Hitita
1335-1321 a.C. (< >) Anatolia Suppiluliuma I
1265-1235 a.C. (< >) Anatolia Hattttsili III
1200 a.C. (< >) Anatolia Suppiluliuma II
1350-1195 a.C. Siria Tablillas de Ugarit
1350 a.C. Palestina Rib-Adda de Biblos / Amurru / habiru
1200 a.C. (< >) Siria-Palest./ Anatolia Incursiones de los Pueblos del Mar
I 125-1 104 Babilonia Reino Medío (Nebukadnezar I 1125-l 104)
siglo X-ó26 a.C. Babilonia Descentralización (arameos y caldeos)
1100 a.C. (<>) EDAD DEL HIERRO
siglos a.C.
XII-X Palestina Filisteos
1100 a.C. (<) Mesop. y Siria Asentamiento de los arameos
ll00 a.C. (<) Palestina Asentamienlo de los hebreos
1000-965 (< >) Palestina David (de Judá y, después. de Israel)
I 100 a.C. (< >) Palesrina lnicio del comercio fenicio a larga distancia
S65-q32 f,.C. < >){ Palcstina Salomón de Israel-Judá
934-609 a.C. Asiria Época Neo-Asiria ( Tiglatpileser 111,744-127 Sargón II,
722-1 05',Senaquerib, 704-68 I )
88ó-875 a.C, Palestina Omrí de lsrael
75O-626 a.C. Babilonia Reino de los caldeos
722 a.C. Palestina Fin del reino de Israel iya solo judíos)
ó89 a.C. Babilonia Destrucción de Babilonia por los asirios
625-539 a.C. Babilonia Época Neo-Bab ilónica (Nabopolas sttr, 625 -6O5 ; N e buka¿l-
nei.ar II. 6O4-562; Nabónido, 555-539)
612 a.C- Asiria Caída de Nínír'e
587 a.C. Palestina Fin del estado de Judá (>Diáspora)
Siglo IX a.C. Persia Primeros datos sobre medos y persas
558-330 a.C. Persia Dinastía Aqueménida (Ciro, 5-58-530; Cambises, 530-522;
Darío I 522-486: Jerjes I,.186-465; Darío III, 336-330)
241 a.C.-224d.C. Pe¡sia Dinastía Arsácida
224-65t d.C. Persia Dinastía Sasánida

278 BREVE HISToRIADEL MUNDo ANTIGUo


3. GRECIA (Teuas 4,5 y 6)
2000-1700 a.C. (< >) Primeros estados palaciales (Creta protopalacial)
2000 a.C. (>) Inicio del asentamiento de indoeuropeos en la Grecia peninsular
1700-1450 a.C. (< >) Segundos estados palaciales (Creta neopalacial), tablillas Lineal A

1600-1200 a.C. (< >) BRONCE RECIENTE (Hetádico Reciente = Micénico)


1600 (< >) Inicio del amu¡allamiento de Micenas y de Tirinto
1450-1200 a.C.(< >) Estados palaciales micénicos, tablillas Lineal B
1450-1380 a.C. (< >) HRII-IIIAi: estado palacial micénico de Cnoso (Creta)
1380-1200 a.C. (> >) HRIIIA2-IIIB: máximo desarrollo de la civilización Micénica
1330-1200 a.C. (< >) HRIIIB: estado palacial micénico de Pilos
1200-1060 a.C. (< >) HR IIIC: movimientos de población/continuidad micénica
1050-900 a.C. (< >) Instalación de griegos en la costa occidental de Asia Menor
l100-800 a.C. (< >) EDAD OSCURA (diferenciación diatectat de tos griegos)
800-500 a.c. (< >) Époc,q.AncArc¡
716 a.C. Inicio de las listas de los vencedores en los Juegos de Olimpia
710-540 a.C. (< >) Gran colonización griega
750-650 a.C. Fijación por escrito de los poemas homéricos
720-600 a.C. (< >) Guerras Mesenias (1" y 2') de Esparta
650 a.C. (< >) Inicio de las tiranías arcaicas (Corinto, Argos y Sición)
621 a.C. (< >) Leyes de Dracón en Atenas
600--550 a.C. Apogeo de Esparta. Creación de la Alianza Espartana (550 a.C.).
594/93 a.C. (< >) Leyes de Solón en Atenas
546-510 a.C. Gobierno de Pisístrato y sus hijos en Atenas
545 a.C. (< >) Inicio del dominio de los persas sobre las ciudades jonias
508-501 a.C. Reformas de Clístenes cn Atenas

500-323 a.c. Époc¡ clÁsrc,r


490 a.C. Victoria de los griegos en Maratón (1" Guerra Médica)
480 a.C. Victoria de los griegos en Salamina (2" Guerra Médica)
480-430 a.C. Pentecontecia: (cincuenta años de) apogeo de Atenas
411 a.C. Creación de la Liga Atico-Délica (inicio de la hegemonía de Atenas)
460-445 a.C. Primera Guerra del Peloponeso (Atenas, junto con Argos, contra Esparta.)
464 a.C. Guerra Mesenia (3') de Esparta
462161 a.C. Refbrmas de Efialtes en Atenas (democracia radical)
431-404 a.C. Guerra del Peloponeso (Atenas y Esparta con sus respectivos aliados)
404-403 a.C. Restablecimiento de la democracia (expulsión de los Treinta Tiranos)
395-386 a.C. Guerra de Corinto (Esparta contra Tebas, Atenas, Corinto y Argos)
37'7 a.C. Creación de la Segunda Liga Atica
311-362 a.C. Hegemonía de Tebas tras la batalla de Leuctra (37 i a.C.)
362 a.C. Batalla de Mantinea. Fin de la hegemonía de Tebas.
359-336 a.C. Filipo de Macedonia: progresivo control de los estados griegos.
334-330 a.C. Expedición de Alejandro Magno contra Darío III de Persia
323 a.C. Muene de Alejandro en Babilonia

323-30 a.C. Époc¡, nprBNÍsrrcA


323-281 a.C. Luchas de los sucesores de Alejandro (Diádicos)
323-322 a.C. Guerra Lamíaca: Atenas sometida al macedonio Antípatro
235-222 a.C. Cleómenes III de Esparta: intento de reforma
215-2O5 a.C. 1" Guerra Macedónica (Filipo V de Macedonia y Aníbal contra Roma)
212 a.C. Tratado del estado federal de los etolios con Roma
200-197 a.C. 2" Guerra macedónica: libertad de las ciudades griegas (196 a.C.)
192-188 a.C. Guerra entre Antíoco Ill (Seléucida) y Roma. Paz de Apamea.
171-168 a.C. 3" Guena Macedónica. Sumisión de Macedonia (reino Antigónida)
146 a.C. Victoria de Roma sobre la Liga Aquea (destrucción de Corinto)
63 a.C. Se incorporan al dominio romano los restos del reino Seléucida
30 a.C. Fin del reino Lágida: Egipto se incorpora al dominio romano

TABLASCRONOLÓGICAS 279
4. ROMA (Teuas 7,8 y 9)
1000 a.C. (>) Primeras huellas de asentamiento en el tenitorio de la futura Roma

753-509 a.C. MONARQUÍA CANÓNrCA


753 a.C. Fecha canónic¿r de la tundación de Roma
753-600 a.C. Reyes romanos (Rómulo. Numa Pompilio, Tulio Hostilio y Anco Marcio)
600-509 a.C. Reyes etruscos (Tarquinio el Antiguo. Servio Tulio, Tarquinio el Soberbio)
600-500 a.C. Expansión etrusca por Italia
600 a.C. (< >) Inicio del urbanisnro en Roma
5fJ9 -27 a.C. ÉpOCl nEpUBLICANA
509 a.C. Fecha canónica de la primera lista de cónsules: inicio de la República
450 a.C. (< >) Ley de las XII Tablas
406-396 a.C. Guerra contra la ciudad etrusca de Veyes y anexión de su tclrito¡io
386 a.C. (< >) Incursión de los galos en Ronla (excepto el Capitolio)
367 ¿r.C. Leyes Liciniae,t¿xtid¿: acceso de los plebeyos a ias altas magistraturas
3-{0-338 a.C. Incorporación del territorio del Lacio al dominio romano
326-212 a.C. Roma se va haciendo dueña de toda Italia, incluida Etluria
264-241 a.C. l' Guera Púnica
221 a.C. Primeras provincias: Sicilia, Córcega y Cerdeña
2 t8-201 a.C. 2" Guerr¿r Púnica: hegemonítr romana en el Mediteráneo Occidental
200-168 a.C. Cuerras en Oriente: hegemonía romana en el lúeditenáneo O¡iental
197 a.C. Creación de las provincias Hispanía Citerior v Hispaniu Ulterior
154-133 a.C. Guerras Lusitanas y Celtibéricas: ampliación territoriai en Hispania
150-146 a.C. 3" Guena Púnica: destrucción de Cartago; se crea laprovinciade AJt'ica
I49-146 a.C. Macedonia y Crecia provincia ronana (destlucción de Colinto)
133 a.C. Ley agraria de Tiberio Graco: asesinato de Tiberio Graco
123-121 a.C. Leyes de Gayo Graco; asesinato de Gayo Graco
ll3-100 a.C. Reformas de Gayo Mario
9l-88 a.C. Cuen'a de los socli: concesión de la ciudadanía rom¿rna a toda Italia
82-80 a.C. Dictadura de Sila: reformas
80-72 a.C. Guenas contra Sertorio en Hispanía
59 a.C. Primer Triunvilato (Julio César, Gneo Pompeyo y Licinio Craso)
58-51 a.C. Conquista de toda la Galia
49-11 a.C. Guerra Civil y dictadura de Julio Cés¿r
4-l a.C. Segundo Triunvirato (Marco Antonio. Octaviano y Lépido)
3l a.C. Batalla de Accio: derrota de Marco Antonio por Octaviano

27 a.C.-281 d.C. ALTO IMPERIO (Principado)


27 a.C. Augusto recibe el gobienro de todas las provincias imperiales
2-i a.C. Intperiunt proconsulare maius y tribunicia potestas
l3-10 a.C. D.ivisión de la provincio Hispania Ulterior en Baetica y Lusitania
r4-68 d.C. Dinastía de los Julio-Claudios (Tiberio, Calígula, Clauclio y Ncrón)
69-96 d.C. Dinastía de los Flavios (Vespasiano. Tito y Domiciano)
96-138 d.C. Dinastía de los (primeros) Antoninos (Trajano, Adriano)
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305-337 d.C. Constantino I el Grande
360-363 d.C. Juliano el Apóstata
379-3q5 d.C. Teodosio I el Grande
393 d.C. Prohibición definitiva de las relígiones y prácticas religiosas no crisrianas
395-176 d.C. Etapa final del Imperio Romano de Occidente
527-565 d.C. Justiniano
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280 BREVE HISToRIADELMUNDoANTIGUo


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