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JESUTAS
I.LOS CONQUISTADORES
d u r a n t e la
en el que las legiones romanas habían
haros del
baros gran bosque
del gra
no habían «civilizado».
penetrado, pero que
de las perspectivas, la limpieza de las lineas,
Por la amplitud
potencia del material y su belleza solar, aquí se
la formidable
el orden, la estabilidad y la seguridad,
manifiestan teatralmente racionalizar el mundo y los pueblos
a domesticar y
con vistas
más tarde, se dice que inspirándose en
de la selva. Tres siglos
el gran urbanista Lucio Costa diseñó y
constru-
estos modelos,
yó Brasilia.
rúes o charrúas.
con el
Los guaraníes -los etnólogos prefieren designarlos
nombre de tupí-guaraníes-eran seminómadas que practicaban
Civitas, polis.
Una teocracia barroca en tierra guaraní 557
Asunción subordinado
al arzobispo de Buenos Aires: estructura paralela que compli-
caba mucho las cosas y que fue el origen de numerosos con-
«que se parezca a una calle o una plaza. Las chozas de paja de los
indios, de dos metros cincuenta de altura, están separadas por pa-
tios malolientes. En ellos las vacas se pasean libremente y los in-
dios arrojan los restos de los animales muertos. La iglèsia y las «ha-
bitaciones» de los padres están hechas de cuero sin curtir y parecen
tiendas de gitanos. Sin embargo, la iglesia tiene techo de paja; muy
cerca, y de unos maderos, están colgadas dos pequeñas campanas.
El altar está hecho de ladrillos de barro secados al sol y está ador-
nado con un crucifijo y con dos cuernos de buey llenos de arena
en los que se colocan las velas».
«En medio de los salvajes, es sólo con Dios con quien viven y
trabajan los jesuitas; sólo es en su amor donde encuentran su ali-
vio; sólo es en su gloria donde encuentran su orgullo.»
562 Jesuitas
E l tratado hispano-portugués de 1750, 1lamado «de los límites». Véase más ade
lante, pág. 588-589.
Una teocracia barroca en tierra guaraní 563
vcesos, yy que
excesos,
que hhubiese desembocado en el horror y en la náu-
s s
sus
i el
sea si el
arte políticode los jesuitas no hubiese puesto orden.
Era también un
proyecto estratégico.
Tln siglo después de que el papa Borja hubiese impuesto a
Madrid ya Lisboa el tratado de lordesillas, todavía nadie sabía
gué fronteras había trazado. Pero lo que estaba claro era que
dos imperialismos se entrentaban: uno portugués, basado so-
bre la explotación desentrenada de tierras y de hombres, siem-
nre a la búsqueda de yacimientos mineros y de esclavos para
pre
Sus plantaciones; el otro, más racional, más organizador, de ob-
ietivos más amplios y que por haber destruido verdaderos im-
perios, de México a Lima, sabía que este continente podía pro-
ducir otra cosa que la fuerza del trabajo y los metales preciosos.
Constantemente superados o dominados por la potencia es-
pañola desde 1492, los portugueses intentaban volver a ganar
el terreno perdido mediante la agitación y el exceso. Que fue
ron exarcebados cuando desde el gran imperio vecino partie-
ron, para el colmo, lecciones de moral, prohibiciones de la es-
clavitud y de la servidumbre... Era demasiado: se irá a buscar
a mano armada la fuerza de trabajo que el español pretendía
confiscar y, más aún, por virtud cristiana...
Contra esta ebullición rabiosay revanchista, a veces, sangui-
naria, el poder de Madrid consideró oportuno dotarse de un es-
cudo lateral y bendecido por Dios. La «república» jesuita-guaranií
fue creada o aceptada como un Estado-tampón entre el impe-
rio de los Habsburgo de España y los satélites turbulentos de
Lisboa. Así, en 1649, Felipe IV de España reconocía a los guara-
nies su condición de vasallos en tanto que «barrera del Para-
guay contra el Brasil».
Por fascinantes que sean, los debates ideológicos sobre la na-
uraleza del « Estado» jesuita serían engañosos si no tuviesen
en un dato muy importante al que las
consideración reducc1o
nes fueron de alguna manera adosadas: los colegios jesuitas de
América Latina. El historiador sueco Magnus Mörner ha llamado
particularmente la atención sobre estos fundamentos de la en
lo
PCa asOcialista» del Paraná v que fueron a las reducciones
que los kibutzim israelíes a la generosa diaspora.