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Hoy en día vemos levantarse ministerios musicales en todo el mundo, pero realmente son pocos los que
verdaderamente están viviendo una alabanza poderosa a Dios.
El trae sanidad, libertad y nuevas fuerzas a mi vida, muchas veces he alabado a Dios y he declarado en fe que
tengo la victoria sobre tales situaciones, necesitas declararlo con fe, y Él hará!
· En esto encontramos 3 verdades bíblicas:
o La instrucción divina: “Reúne al pueblo”. En la unión hay poder y solidaridad.
o La promesa divina: “Les daré agua (vida)”.
o Nuestra responsabilidad: “sube, oh pozo, a él cantad”.
Dice que los trompetistas y cantores eran como si fueran uno, mm necesitamos unirnos más como un equipo,
dejemos a un lado la enemistad, el chisme. Hacían sonar sus instrumentos en agradecimiento y alabanza a Dios
y no a ellos mismos, no perdamos el sentido, el enfoque que debemos tener como ministerio al entregar
nuestra alabanza a quien realmente la merece.
Como resultado de esta actitud la presencia de Dios llenó toda la casa, creo que esa debe ser nuestra meta,
cuando eso pasa las cosas tienen que cambiar, los hermanos no siguen siendo los mismos cuando Dios se
mueve en medio de la iglesia.
1 Co 14, 15
15 ¿Qué debo hacer entonces? Orar con el espíritu y también con la inteligencia,
cantar himnos con el espíritu y también con la inteligencia.
Que poderosos serian nuestros servicios en la iglesia si todos los que estamos “alabando” entendiéramos y
creyéramos eso que estamos diciendo, wow… Te invito a ser parte de esa generación de adorares que adoran
en espíritu y en verdad, con entendimiento!!!
4. La alabanza trae bendiciones y satisfacciones
Sal 63, 1-5
1 Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá.
2 Oh Dios, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua.
3 Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria.
4 Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán.
5 Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre.
Hch 16,25-34
25 Cerca de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban alabanzas de Dios,
mientras los otros prisioneros los escuchaban.
26 De pronto, la tierra comenzó a temblar tan violentamente que se conmovieron
los cimientos de la cárcel, y en un instante, todas las puertas se abrieron y las
cadenas de los prisioneros se soltaron.
27 El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las puertas de la prisión,
desenvainó su espada con la intención de matarse, creyendo que los prisioneros
se habían escapado.
28 Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, estamos todos aquí».
29 El carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en la celda y,
temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas.
30 Luego los hizo salir y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la
salvación?».
31 Ellos le respondieron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu
familia».
32 En seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
33 A esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas.
Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia.
34 Luego los hizo subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la
alegría de haber creído en Dios.
“La alabanza que se dirige a Dios abre las puertas de la cárcel, convierte al hombre, salva a la familia y pone fin
a la cautividad satánica”