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La piel de zapa.

PERSONAJES:

Rafael de Valentín (protagonista)

Emilio de Fontaine (Amigo de Rafael)

Rastinac (amigo de Rafael)

Paulina (amor de Rafael)

Comtesse Foedora (mujer muy atractiva)

Anticuario (vendedor de cosas antiguas)

CITAS Y RESUMEN:
1- "El talismán":
Comienza con la trama de "Le Dernier Napoléon" ("El último Napoleón"): un
hombre joven llamado Raphaël de Valentin apuesta en el juego su última moneda,
pierde, y estando deprimido se dirige al río Sena para ahogarse. Sin embargo, en
el camino el joven decide entrar en una tienda rara e inusual, la cual encuentra
llena de curiosidades de todo el mundo. El comerciante de aquel local, ya algo
anciano, lo conduce a un pedazo de piel colgando en una de las paredes. La piel
estaba inscrita con unos caracteres de escritura oriental, que el viejo comerciante
llama "sánscrito", pero que guarda más similitudes con la escritura árabe. La piel
promete satisfacer cualquier deseo de su dueño, encogiéndose levemente con el
cumplimiento de cada deseo. El comerciante está dispuesto a darle la piel a
Valentin, pero lo insta a rechazar la oferta. Después de olvidar por completo la
advertencia del vendedor, Valentin toma la piel y desea un banquete digno de un
rey, lleno de vino, mujeres y amigos. Luego de estos sucesos, Valentin se
encuentra con unos conocidos que lo invitan a un evento como el deseado, donde
pasaría horas comiendo, bebiendo y hablando.
Cita: “El sujeto en cuestión no contaba más de veinticinco años, y el vicio
parecía ser en él tan sólo un accidente. La lozanía de la juventud seguía
luchando con los estragos de una impotente lascivia. Las tinieblas y la luz, la
nada y la existencia combatían entre sí, produciendo a la vez atracción y
horror. El joven se presentaba allí como un ángel sin aureola, extraviado en
su camino.” (pág. 9)

Cita: “En cuanto al joven, no se dio cuenta de su ruina hasta el momento en


que se alargó la raqueta para recoger su última moneda.” (pág. 10)

Cita: “Caminaba como por un despoblado, empujado por los transeúntes, a


quienes no veía, sin escuchar a través de los clamores populares más que
una sola voz; la de la muerte (…)” (pág.11)

Cita: “Existe algo de grande y de horrible en el suicidio.” (pág. 11)

Cita: “Sonrió, metió filosóficamente las manos en los bolsillos, y ya se


disponía a reanudar su interrumpida marcha, en la que se notaba cierto dejo
de frío desdén, cuando quedó admirado al oír resonar unas monedas en el
fondo de su faltriquera, de un modo verdaderamente fantástico. Una sonrisa
de esperanza iluminó su rostro, deslizándose de sus labios a sus facciones y
a su frente y haciendo brillar de alegría sus pupilas y sus sombrías mejillas.”
(pág. 12)

Cita: “cuando el joven miró al anciano, éste calló y cesó en su súplica,


reconociendo quizá en aquel fúnebre semblante la divisa de una miseria más
acerba que la suya.” (pág. 12)

Cita: “Al contemplar la inmortal creación, éste olvidó las fantasías del
almacén, los desvaríos de su sueño; recobró su ser y estado, reconoció en
el anciano un hombre de carne y hueso, completamente vivo, nada
fantástico, y tornó a la realidad.” (pág. 22)

Cita: “Demostró palpablemente la causa del fenómeno al anciano, quien, por


toda respuesta, sonrió maliciosamente. Aquel aire de superioridad hizo
sospechar al joven erudito que era víctima, en aquel momento, de la
charlatanería de su interlocutor; y no queriendo llevarse un nuevo enigma a
la tumba, comenzó a dar vueltas entre sus manos a la piel, como chiquillo
impaciente por conocer los secretos de su nuevo juguete.” (pág. 24)

Cita: “Si me posees, lo poseerás todo.


Pero tu vida me pertenecerá.
Dios lo ha querido así.
Desea, y se realizarán tus deseos.
Pero acomoda tus aspiraciones a tu vida.
Aquí está encerrada.
A cada anhelo, menguaré como tus días.
¿Me quieres? ¡Tómame! Dios te oirá.
¡Así sea!” (pág. 26)

Cita: “¡Exijo, por tanto, a ese poder siniestro, que me refunda todos los
goces en uno solo!” (pág. 28)

Cita: “(…). El primer deseo de usted es vulgar; yo mismo podría realizarlo;


pero lo dejo a cuenta de los acontecimientos de su vida futura. Después de
todo, ¿no quería usted morir? ¡Pues bien!, el suicidio queda simplemente
aplazado.” (pág. 29)

Cita: “Ahora bien; como a nosotros nos tiene tan sin cuidado la libertad
como el despotismo, la religión como la incredulidad; como, para
nosotros, la patria es una capital en la que las ideas se cambian y se venden
a tanto la línea, en la que todos los días hay suculentas comidas y
numerosos espectáculos, en la que hormiguean disolutas meretrices y no
terminan las cenas hasta el día siguiente, en la que los amores se alquilan
por horas como los «simones», París será siempre la más adorable de las
patrias, la patria de la alegría, de la libertad, del genio, de las mujeres
bonitas, de los hombres calaveras, del buen vino, y en la que jamás se dejará
sentir la férula del poder, por estar cerca de los que la empuñan…” (pág. 30 y
31)

Cita: “¡Quiero vivir en el seno de este lujo un año, seis meses, lo que sea!
Después, no me importa morir. Por lo menos, habré consumido, conocido,
devorado mil existencias.” (pág. 34)

Cita: “Prefiero morir de placer que de enfermedad. No tengo ni la manía de la


perpetuidad ni gran respeto por la especie humana, al ver cómo la trata Dios.
¡Dadme millones, y me los comeré! No quiero que sobre un céntimo para el
año próximo. Vivir para gustar y reinar: tal es el fallo que pronuncia cada
latido de mi corazón. La sociedad está de acuerdo conmigo, proveyendo
incesantemente a mis disipaciones. ¿Por qué me proporciona todas las
mañanas, la bondad divina, la renta necesaria para mis despilfarros
nocturnos? ¿Por qué no construyen ustedes hospitales? Como no se nos ha
colocado entre el bien y el mal para escoger lo que nos mortifique o nos
hastíe, sería una necedad no divertirme.” (pág. 49)

"La mujer sin corazón":


Valentin narra su propia historia durante el banquete antes mencionado. Parte
hablando de su estricto padre y de cómo perdieron su fortuna, lo que provocaría la
muerte de su progenitor; entonces se instaló en una modesta pensión —donde la
dueña y su hija Paulina lo tratan cariñosamente— y vivió aislado y con lo mínimo
para subsistir, mientras se esforzaba en escribir su primera obra, un tratado de la
voluntad, que no resultó bien recibido. Se encontró con un antiguo amigo, Eugène
de Rastignac, quien lo convenció para frecuentar los salones de la alta sociedad
parisina. Así es como conoció a Fedora, mujer refinada y coqueta, pero
inalcanzable, de quien se enamora; gastó el poco dinero que le quedaba en ella,
pero fue rechazado y decidió entonces que quería morir. Rastignac intervino otra
vez y lo convenció de que muriera en medio de vicios y placeres con el dinero que
obtendrían en el juego. Y sigue así, hasta que le quedaba sólo la última moneda
con la que va a jugar al Palais Royal al comienzo de la novela.
Un notario lo hace acreedor una fortuna de un familiar de su madre, volviéndolo
rico tal como él había deseado a su piel de zapa.

Cita: “Me adoraba y me había arruinado; esta idea le mató.” (pág. 59)

Cita: “Era, sin duda, excesivamente cándido para una sociedad ficticia que
vive a la luz artificial, que expresa todos sus pensamientos con frases
convenidas o con palabras dictadas por la moda. Además, no sabía hablar
callándome, ni callarme hablando.” (pág. 61)

Cita: “El comerciante que arriesga un millón, no duerme, no bebe, no se


divierte durante veinte años; empolla su dinero, lo hace trotar por toda
Europa; se aburre, se da a todos los diablos habidos y por haber; y luego
viene una liquidación, como yo lo he visto bastantes veces, que le deja sin
caudal, sin nombre, sin amigos. En cambio, el disipador disfruta de la vida y
de sus encantos. Si por casualidad pierde sus capitales, tiene la suerte de
ser nombrado administrador de contribuciones, de hacer un buen
matrimonio, de agregarse a un ministerio o a una embajada. Conserva los
amigos y la reputación, y no le falta nunca dinero. Conocedor de los resortes
del mundo, los maneja en provecho propio.” (pág. 72)

Cita: “¡Ah! Nunca nos falta dinero para nuestros caprichos: sólo regateamos
el precio de las cosas útiles o necesarias.” (pág. 73)
Cita: “Salí aterrado por la lógica de aquel lujo, de aquella mujer, de aquella
sociedad, vituperando mi estúpida idolatría. Así como yo no amaba a
Paulina, pobre, ¿no asistía el mismo derecho a Fedora, rica, para
rechazarme? Nuestra conciencia es un juez infalible, cuando aún no hemos
acallado sus dictados.” (pág. 95)

Cita: “Fui a buscar las flores, entregándole con ellas mi vida y mi fortuna.
Experimenté simultáneamente remordimiento y placer al obsequiarla con
aquel ramo, cuyo precio me reveló todo lo que la galantería superficial, en
uso en la sociedad, tiene de dispendiosa.” (pág. 97)

"La agonía":
Comienza varios años después del banquete de las partes una y dos. Valentin,
utilizando el talismán para obtener una renta cuantiosa, descubre que la piel y su
propia salud menguan. La situación lo aterra por el hecho de que más deseos
podrían adelantar su muerte. Organiza su hogar para evitar la posibilidad de
desear cualquier cosa: su criado, Jonathan, ordena los alimentos, la ropa, y los
visitantes con una estricta regularidad. Se reencuentra con Pauline, también
enriquecida, y se confiesan su mutuo amor; comprometidos, viven felices una
temporada, hasta que la mermante piel le recuerda a Valentin la cercanía de su
muerte. Desesperado, un enfermo Raphaël intenta encontrar de alguna manera
estirar la piel, pero los científicos que estudian la zapa fallan. Se somete a la
opinión de un consejo de médicos, quienes indican distintos diagnósticos y le
recomiendan un viaje al balneario de Aix-les-Bains para que recupere su vitalidad.
Vuelve a París aún más enfermo, cuando la piel ya no es más grande que una
hoja de vinca. Pauline lo visita en su habitación, reafirmando su amor. Raphaël le
muestra la zapa y ella reconoce sus efectos. Horrorizada, al darse cuenta de que
ella misma es el objeto del deseo de Valentin y que esto lo matará, se encierra en
otra habitación e intenta suicidarse. Él golpea la puerta, le declara su amor y
expresa su deseo de morir en sus brazos. Raphaël tumba la puerta y muere
mordiendo el pecho de Pauline.
Cita: “Rafael recordó el deseo zumbón que le hizo aceptar el fatal presente
del viejo, y saboreó todos los placeres de la venganza (…)” (Pág. 132)

Cita: “—¡Quiero que me ame Paulina! —demandó.


La piel no hizo ningún movimiento, como si hubiera perdido su fuerza
contráctil: sin duda, no podía satisfacer un deseo ya realizado.” (Pág. 135)

Cita: “—Yo no he creado nada; absolutamente nada. El hombre no inventa


una fuerza, la dirige, y la ciencia consiste en imitar a la Naturaleza.” (Pág.
148)

Cita: “—¡Cáscaras! El tema es vastísimo. Pues bien; como decía, su


decaimiento proviene tanto de un exceso de labor imaginativa, como de
desarreglos en el régimen, del uso reiterado de estimulantes demasiado
enérgicos. La acción forzada del cuerpo y del cerebro ha viciado el
funcionamiento de todo el organismo. Es fácil reconocer, señores, en los
síntomas de la cara y del cuerpo, una tremenda irritación en el estómago, la
neurosis del gran simpático, la viva sensibilidad del epigastrio, la reducción
de los hipocondrios. Ya se habrán fijado ustedes en el volumen y en las
palpitaciones del hígado. (…) El enfermo está dominado por una idea fija.
Para él, esta piel de zapa se contrae realmente, aunque es probable que
siempre haya tenido el mismo tamaño que ahora; pero, contráigase o no, la
tal zapa viene a ser para él la mosca en la nariz de cierto gran visir.” (Pág.
161)

Cita: “El mundo alegre destierra de su seno a los desdichados, como un


hombre de salud vigorosa expulsa de su cuerpo un principio morbífico.”
(Pág. 165)

Cita: “Por majestuosa que sea una desgracia, la sociedad sabe


empequeñecerla, ridiculizarla con un epigrama: traza caricaturas para lanzar
a la cabeza de los reyes caídos las afrentas que supone haber recibido de
ellos. Semejante a las jóvenes romanas del Circo, no perdona jamás al
gladiador vencido; vive de oro y de burla. «¡Mueran los débiles!».” (Pág. 166)

Cita: “Quienquiera que padezca física o moralmente, que carezca de dinero o


de poder, es un paria. Que permanezca en su desierto; si traspasa sus
límites, sólo encontrará por todas partes crudezas invernales frialdad en las
miradas, en los ademanes, en las palabras, en el corazón; y aun puede darse
por satisfecho si no recolecta el insulto allí donde debería brotar para él un
consuelo.” (Pág. 166)

Cita: “Así es como la sociedad honra la desgracia; la mata o la ahuyenta; la


envilece o la expurga.” (Pág. 166)

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