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DE SOBREMESA,
UNA DIVAGACION NARRATIVA
-
Edgar O'Hara
University of Texas at Austin
EL GENERO
1
Cito, con indicación de página, por Obras completas. Banco de la República de Colombia, 1965. De
sobremesa muestra una puntuación y una acentuación sui generis que no sé si atribuirla a la voluntad de
su autor. No he podido revisar las ediciones de 1925 y 1928.
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" ... basta leer De sobremesa para adivinar la influencia que en su novela, que
ha sido calificada de artificiosa, ejerció la técnica de los hermanos Gon-
court y de D'Annunzio" 4 •
Artificiosidad, capricho verbal: dos achaques contra el estilo modernista en general.
De sobremesa no se escapa, desde luego. Pero surge otra réplica: ¿cuál es el sentido
que la obra contiene sin proponérselo su autor? Silva, conscientemente, nos alcanza
el más visible, apoyado en la sugestión de los simbolistas: el escritor presenta la
mitad de un sentido y el público lector con intuición de artista deberá cerrar el
círculo del diálogo con la obra. Ahora bien, el otro sentido, más allá del autor y del
lector, corresponde al texto que nos habla desde una época y un estilo. Leer De
sobremesa con una perspectiva distinta supone el acceso a una materia en la que el
autor cree moverse como pez en el agua: el lenguaje. Debemos, por tanto, desvelar
el flujo de palabras que Silva ordenó con premeditada intención. Martha E. Altisent
apunta con eficacia a esa zona:
"De sobremesa es un buen ejemplo de la renovación estilística de la prosa
modernista. Si la ficción sustenta aquí una serie de reflexiones e ideas
sobre este período que la entroncan con la novela-ensayo, abunda tam-
bién el lirismo en el ritmo interior de la narración, que la acerca a la
poesía" 5 .
Pero es difícil escapar a la tentación de unir en una sola persona a Silva y Fernández,
mezclanco sus concepciones y deseos. Altisent señala que la obra es "en gran parte
un bosquejo de autobiografía o novela autobiográfica que la crítica ha relegado a
segundo término y ofrece gran interés para reconstruir la íntima personalidad de
6
Silva" . Del mismo modo, en un estudio estilístico de la poesía de Silva, Betty Tyree
2
Juan Loveluck: "De sobremesa, novela desconocida del Modernismo". En: Revista Iberoamericana,
Vol. xxxi, núm. 59, enero-junio 1965.
3
Loveluck, art. cit.
1
Emilio Cuervo-Márquez: José Asunción Silva, su vida y su obra. Amsterdam, Editorial De Faam,
1935.
5
Martha E. Altisent: "De sobremesa: itinerario de una personalidad modernista". En: El café
literario, Bogotá, Vol. IV, núm. 22, julio-agosto 198!.
6
Altisent, art. cit.
De sobremesa, una divagación narrativa 223
Osiek echa mano de las opiniones de Fernández para entender gran parte de la
poética de Silva 7 . O, como señala Eduardo Camacho Guizado, el texto muestra a
Silva "disfrazado débilmente de José Fernández" 8 • Esto, que parece indudable, no
debe influir en la lectura de la obra narrativa de Silva; prescindiendo del carácter
autobiográfico del narrador en De sobremesa, nos enfrentamos con un texto cuyo
mecanismo principal anticipa algunas fórmulas puestas en práctica años más tarde
por los vanguardistas. Y de ahí nace esa fluidez narrativa, el divagar del lenguaje
' .
que se atrapa a SI mismo.
LOS MECANISMOS
La obra empieza en el estudio del poeta José Fernández, donde un par de amigos
-Osear Sáenz, Juan Ro vira a los que se sumarán dos más Luis Cordovez y
Máximo Pérez , piden al escritor que lea unas páginas. La lectura del "Diario" de
Fernández consiste, evidentemente, en una retrospección que es del dominio públi-
co de los oyentes. Doble perspectiva: Fernández lee a sus amigos lo que ellos ya
conocen; pero De sobremesa también brinda a sus lectores las claves que están dentro
y fuera del "Diario". Por ejemplo, cuando Cordovez precisa:
" ... te había suplicado que nos leyeras unas notas escritas en Suiza, pero
resulta que Rovira desea conocer unas páginas que según dice tienen
relación con Villa Helena; Pérez otras que dizque describen una enferme-
dad que sufriste en París ... ". (Pág. 139).
entenderemos al final del "Diario" por qué esas páginas tienen relación con Villa
Helena y cómo las notas de Suiza o de París invaden la lectura de Fernández. El
"Diario" será una puerta para entender a su autor, y la verosimilitud del texto (por
consiguiente del pasado) se dará la mano con la situación real que viven los perso-
najes esa noche, después de la cena. El argumento del "Diario" es lo de menos,
entonces, pues recrea las aventuras y síntomas neurasténicos de Fernández, conoci-
dos ya por sus amigos. La interrogante pertenece al lector de De sobremesa y no al
auditorio del autor del "Diario". Por lo tanto las exageraciones y tropiezos narrati-
vos del "Diario" podrían deberse a los males sufridos por José Fernández. Astuto o
no, Silva queda limpio de polvo y paja. Pero lo más interesante es comprobar que si
los amigos y el propio Fernández hacen hincapié en la pasión romántica por Helena
sobre un mar de tormentos, escepticismo, euforia y moralidad, a nosotros, lectores
de la obra, nos llama la atención el procedimiento que rescatamos del "Diario" y su
relación con el tiempo presente en que lo lee Fernández. Los inconvenientes
aparecen cuando intentamos incluir De sobremesa en un género o combinaciones de
9
géneros. ¿Por qué es una "novela mediocre y precipitada"? Las respuestas son
múltiples: dispersión de temas, desarticulaciones a causa de los comentarios del
autor del "Diario", uso de referentes asimilados por la tradición (la mariposa, la
pintura, la simbiosis abuela-Helena, premoniciones todas de la muerte como enti-
7
Betty Tyree Osiek: José Asunción Silva. Estudio estilístico de su poesía. México, Ediciones De Andrea,
1968.
8
Eduardo Camacho Guizado: La poesÚL de José Asunción Silva. Bogotá, Universidad de los Andes,
1968.
9
Camacho Guizado, ob. cit.
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1"Al . .
Usent. art. ot.
11
Altisent. art. cit.
De sobremesa, una divagación narrativa 225
to del otro narrador que contempla la escena del estudio de Fernández, decidiremos
hasta qué punto sus desplazamientos corresponden a un travelling sostenido por la
abertura del diafragma:
"Con el aumento de luz fue visible el grupo que guardaba silencio: el fino
perfil de José Fernández, realzado por la palidez mate de la tez y la
negrura rizosa de los cabellos y de la barba; la contextura hercúlea y la
fisonomía plácida de Juan Rovira (... ) la cara enjuta y grave de Osear
Sáenz. (Pág. 126).
Sugestivamente Fernández recoge en el "Diario" esta reflexión sobre sí mismo ante
la realidad, los demás artistas y el amor:
"Divago al escribir. Cada uno de esos hombres al olvidar las miserables
materialidades de la vida lo hacía para realizar algún plan grande que
inmortalizara su memoria. Yo pierdo inútilmente mi tiempo entretenido
como un niño en futilidades más o menos hermosas, sin buscar la única,
que devolverá la paz a mi espíritu conturbado". (Pág. 227).
Ese "entretenimiento infantil", digamos, ha de ser la observación de ambientes,
personas y cosas sin detenerse en la acción que los une. El divagar narrativo se
sustenta en el "Diario" pero tiene su origen y apoyo en la descripción de escenas o
estados de ánimo en extrema quietud, por más que el narrador se desplace conti-
nuamente y aparezcan y se evaporen los personajes como en el teatro. Aunque no lo
diga, el narrador contempla también al lenguaje y vibra enlazado a la sensualidad y
las piedras preciosas del Modernismo. De pronto toma distancia y se acerca a la
realidad de otro modo:
"El ojo humano al aplicarlo al lente del microscopio que investiga la
infinitesimal y aliente del enorme telescopio que, vuelto hacia la altura, le
revela el cielo, ha encontrado, arriba y abajo, en el átomo y en la incon-
mensurable nebulosa, una sola materia, sujeta a las mismas leyes que nada
tienen que ver con la suerte de los humanos". (Pág. 286).
Dejemos al margen el positivismo filosófico de Fernández y aceptemos que el
narrador instaura su estirpe aristocrática distinguiéndose de la materia, las perso-
nas y la historia. Asume el papel heredado del romanticismo europeo "con ropaje
de pequeño dios: el artista" 12 • Pero traza, con tensa vocación, los perfiles que una
nueva mirada lo insta a percibir. Las alusiones al ojo, al juego de luz y sombra, a los
delirios mientras están cubiertos los párpados, tienen, en un sentido, una proceden-
cia anterior al romanticismo: La Vida Nueva de Dante y la contemplación de Helena
como figura y medio para aspirar a lo sublime. Pero en otro sentido, y es éste el que
nos interesa, apuntan a una consideración estética que no podía extenderse más allá
de los límites de una época y su estilo. La noción de ruptura habla por sí sola en toda
la obra pero de una manera velada, por debajo del retrato de Helena y el diálogo de
miradas con el ser amado en la ausencia. En cierto modo el diálogo paralelo será con
el lenguaje representado por el propio Fernández. En una especie de trance queda
12
Loveluck, art. cit.
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UNA LECTURA
En ninguna escritura el concepto de realidad puede desprenderse del lenguaje. Si
distinguimos los distintos atractivos (literarios y extraliterarios) que De sobremesa
ofrece para levantar el mapa de una época y un autor, nos enfrentamos a las propias
disyuntivas, ahora sí, de Silva ante la significación de su lenguaje. Sobre la poesía de
Silva, Camacho Guizado plantea instancias en su acercamiento y alejamiento de la
realidad:
"En primer término, la realidad pasa por una desrealización. También
experimenta una dignificación. Finalmente, el estilo silviano se orienta
hacia una dimensión irreal. Se puede decir que en la poesía de Silva se
13
produce un proceso de distanciamiento progresivo de la realidad" .
Atendiendo a las innovaciones rítmicas y métricas que Silva experimentó en verso,
no es difícil imaginar esta distancia de la realidad, mencionada por Camacho
Guizado, como el distanciamiento del lenguaje en De sobremesa. La aguda conciencia
de sus límites imprime a De sobremesa un notorio rasgo de contemporaneidad. Como
divagación narrativa, la obra de Silva rebasa el estrecho margen que le concedía el
13
Camacho Guizado, ob. cit.
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