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LOS GOBIERNOS DEL PRD

1963-2004

Juan Emilio Bosch Gaviño


1963-1963

Silvestre Antonio Guzmán Fernández

1978-1982

Salvador Omar Jorge Blanco

1982-1986

Rafael Hipólito Mejia Domínguez


2000-2004
Juan Emilio Bosch Gaviño

Nació en la ciudad de La Vega el 30 de junio de 1909. Hijo de José Bosch Subirats,


español de origen catalán y la puertorriqueña de ascendencia española Ángela Gaviño
Costales. Vivió los primeros años de su infancia en una pequeña comunidad rural
llamada Río Verde, donde comenzó sus estudios de primaria; los estudios secundarios
los hizo en el colegio San Sebastián de La Vega, llegando sólo hasta el tercer nivel de
bachillerato. En 1924 se trasladó a Santo Domingo, donde trabajó en varias tiendas
comerciales. Más tarde en 1929 viajó a España, Venezuela y algunas islas del Caribe.

Vida en el exilio

Bosch fue encarcelado por sus ideas políticas, siendo liberado después de varios meses.
En 1938, a sabiendas de que el tirano lo quería comprar con un puesto en el Congreso,
Bosch logró salir del país, estableciéndose en Puerto Rico.

Cuando Fulgencio Batista dirigió un golpe de Estado contra Prío Socarrás y asumió la
presidencia en 1952, Bosch fue encarcelado por las fuerzas de Batista. Después de ser
liberado, se fue de Cuba y se dirigió a Costa Rica, donde dedicó su tiempo a tareas
pedagógicas y a sus actividades como líder del PRD.

En 1959, se llevó a cabo la Revolución Cubana, dirigida por Fidel Castro que motorizó
un reordenamiento político, económico, y social en los países del Caribe. Bosch, con
instinto certero, percibió el proceso histórico que se había iniciado, y escribió una carta
a Trujillo, el 27 de febrero 1961. Le dijo a Trujillo que su papel político, en términos
históricos, había concluido en la República Dominicana.

Presidencia

Después de 23 años en el exilio, Juan Bosch regresó a su país cuando Trujillo fue
asesinado el 30 de mayo de 1961. Su presencia en la vida política nacional, como el
candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano, fue un nuevo cambio
para los dominicanos. Su manera de hablar, directa y sencilla, sobre todo al dirigirse a
las capas más bajas de la población, tanto rurales como urbanas, le permitió desarrollar
una profunda influencia y simpatías populares. Inmediatamente fue acusado por la
Iglesia y los conservadores de ser comunista, pero en las elecciones del 20 de diciembre
de 1962, Bosch obtuvo un triunfo total sobre su principal opositor Viriato Fiallo de la
Unión Cívica Nacional, lo que se conoce como las primeras elecciones libres en la
historia del país.

El 27 de febrero de 1963, Bosch y Segundo Armando González Tamayo tomaron


posesión como nuevo Presidente y Vicepresidente de la República Dominicana, en una
ceremonia que contó con la participación de importantes líderes democráticos y
personalidades, como Luis Muñoz Marín y José Figueres. Bosch hizo inmediatamente
una profunda reestructuración del país. El 29 de abril, se promulgó una nueva
constitución liberal. El nuevo documento concedía la libertad que los dominicanos
nunca habían conocido. Entre otras cosas, declaró los derechos laborales, y mencionó
los sindicatos, las mujeres embarazadas, las personas sin hogar, la familia, los derechos
del niño y los jóvenes, los agricultores, y los hijos ilegítimos.

Sin embargo, Bosch se enfrentó a poderosos opositores. Se trasladó a romper


latifundios, provocando la ira de los terratenientes. La Iglesia Católica Romana creyó
que Bosch estaba tratando de secularizar el país. A los industriales no les gustaban los
beneficios que la nueva Constitución otorgaba a la clase obrera. Los militares, que antes
disfrutaban de la libertad de hacer lo que quisieran, sintieron que Bosch los sometía.
Además, el gobierno de los Estados Unidos se mostraba escéptico ante el menor indicio
de la política de izquierda en el Caribe después de que Fidel Castro se declarara
abiertamente comunista.

Bosch Ordenó la militarización de la frontera con Haití tras el cerco de la Embajada


Dominicana en Puerto Príncipe por parte de policías haitianos que exigían la entrega de
asilados políticos.

Déficit encontrado por Bosch:

 Suma que figuraba como ingreso a los fondos del Estado, proveniente de los
beneficios de las empresas estatales, retirada después por ley promulgada por el
Consejo de Estado, según la cual esos fondos no debían ingresas en los del
Estado sino ser devueltos a las
empresas ...................................................................................................
RD$18,000,000.00

 Gastos obligatorios del Plan de Emergencias, que debían pagarse a razón de


RD$625,000.00 cada 15 días.................................... RD$15,000,000.00

 Meses de noviembre y diciembre del Plan de Emergencia, que no fueron


pagados por el Consejo de Estado y tuvo que pagarlos el gobierno de
Bosch ...................................................................................... RD$2,500,000.00

 La Regalía Pascual, que debe ser pagada y que no figuraba como gasto en el
presupuesto .........................................................................RD$8,000,000.00
 A ese déficit hay que agregar las diferencias entre los ingresos estimados por el
gobierno pasado y los ingresos reales recibidos por Bosch, el cual fue
de ............................................................................... RD$10,000,000.00.

Total..................... RD$53,500,000.00 1

1 Crisis de la Democracia de América En R. D., J. Bosch)

 La acusación de comunista que le hicieran al Bosch las elites conservadoras,


porque desde el primer momento en que Juan Bosch se dispuso a implantar una
sociedad económica en nuestro país encontró resistencia por parte de los grupos
tradicionales de poder.

El gobierno del Consejo de Estado promulgó una ley llamada Ley de Emergencia
prohibiendo las actividades comunistas; en cambio, el gobierno de Bosch fue
transigente con los adeptos a este dogma, lo cual sirvió para que se acusara de
comunista al régimen.

En la constitución de 1963 fue construida como respuesta a la crisis económica, política


y social que vivía la República Dominicana, y en la misma se encontraban una serie de
derechos que han sido los más democráticos de nuestra historia y que siempre buscaron
la igualdad de la sociedad:
-       Prohibición de latifundios privados.
-       Calificación del minifundio como antieconómico y antisocial
-       La expropiación por causa a intereses sociales
-       La prohibición de propiedad extranjera en nuestro país
-       Los salarios equitativos
-       La reforma agraria
-       Entre otros más

Entre las medidas económicas de Bosch en su gobierno, podemos destacar algunas que
fueron para el beneficio de nuestro país pero que, sin embargo, resultaron perjudicables
para el sector empresarial principalmente, y podemos mencionar algunas como:
-       Intentó recuperar algunos de los bienes del estado que se encontraban en manos de
los    Trujillo
-       Dio inicio a una reforma agraria
-       Solicitó a los empresarios el pago de impuesto
-       Aplicó el plan de austeridad en el gasto público
-       Aplicó la restricción del gasto público a la instituciones autónomas del Estado
-       Revocó el contrato del estado dominicano con la compañía ESSO STANDARD OIL
-       Promulgó la ley sobre el precio tope del azúcar y la miel
-       Creó el departamento de control de precios

Política económica de Juan Bosch


Bosch, es quien primero plantea una Reforma Agraria. Se interesó además en impedir
cualquier tipo de corrupción administrativa. Bosch, a pocos meses de su gobierno,
promulgó una nueva Constitución, de carácter liberal, que contemplaba las siguientes
reformas en cuanto a lo económico: prohibió los latifundios privados, calificó el
minifundio como antieconómico y antisocial, prohibición de la propiedad de los
extranjeros en nuestro territorio, la prometida Reforma Agraria y derecho a los
trabajadores a gozar de los beneficios de la empresa.

En 1963 nuestro país sufre un notable desequilibrio económico. El Presidente toma


entonces algunas medidas, tales como: recuperación de algunos bienes del Estado que
se encontraban en manos de los Trujillo, solicitar a los empresarios anticipar el pago de
los impuestos para pagar el sueldo a los empleados, plan de austeridad del gasto
público, restricción del gasto público, revocó el contrato del Estado dominicano con la
Esso Standard Oil para construir una refinería de petróleo, promulgó la ley tope del
azúcar y la miel, obligó a los exportadores a entregar el 100% de las divisas para regular
el flujo, creo el Departamento de Control de Precios, firmó un préstamo para
construcciones de la presa de Taveras y Valdesia y el muelle de Puerto Plata.

A decir verdad, es casi seguro que el pueblo dominicano no estaba preparado para vivir
en la democracia y libertad. Las medidas de Bosch boicotearon la política económica de
la burguesía a favor de la clase pobre, lo cual entre otras causas provocan que a sólo 7
meses de gobierno, sea víctima de un Golpe de Estado con falsas acusaciones, poniendo
fin a la nueva gestión económica, que incluía la Reforma Agraria.

Golpe de Estado

El 25 de septiembre de 1963, después de sólo siete meses en el cargo, Bosch fue


derrocado en un golpe de estado encabezado por el coronel Elías Wessin y Wessin y
sustituido por una junta militar de tres hombres. Bosch volvió a exiliarse en Puerto
Rico.
Silvestre Antonio Guzmán Fernández

Nació el 12 de febrero de 1911 en La Vega. Hijo de Jimena Fernández de Castro y


Silvestre Guzmán Pérez.
En su ciudad natal realizó sus estudios primarios, secundarios y superiores. También, se
inició en la música como aficionado al flautín. Más tarde llevó a cabo sus estudios
autodidácticos y prácticas de agronomía en la Florida y California en los Estados
Unidos.

Presidencia
En 1977, el PRD lo escogió como candidato a la Presidencia, resultando victorioso en
las elecciones de mayo de 1978.
Con el apoyo decidido de la embajada de los Estados Unidos, de los empresarios (sector
que aunque beneficiario de las políticas de Balaguer había visto como insostenible su
prolongación en el tiempo) y con el voto mayoritario del pueblo dominicano, Guzmán
tomó posesión el 16 de agosto de 1978. De inmediato realizó cambios en el
ordenamiento burocrático-militar, tomó medidas contra la corrupción que había
caracterizado al gobierno anterior y se encaminó hacia un nuevo ordenamiento del
estado dominicano, eliminando el fantasma de asonadas militares y de la interrupción
del orden democrático.
Inició un proceso de "despolitización" de las fuerzas armadas y la Policía Nacional, las
cuales habían sido convertidas por Balaguer, en instrumentos de represión, de luchas
internas y de intimidación criminal y política, basadas en un apego al presidente de
turno y a su partido, el Partido Reformista.

Medidas Presidenciales Importantes


Antes de cumplir 60 días en el poder, promulgó la Ley de amnistía, poniendo en libertad
a centenares de presos políticos que Balaguer había mantenido como mecanismo de
represión, permitiendo el regreso de decenas de exiliados políticos del régimen anterior.
Derogó una serie de medidas administrativas que afectaban el disfrute de las libertades
individuales, dando paso al establecimiento de un ambiente democrático en el país.
En un discurso pronunciado el 22 de enero de 1979, delineó su política económica, la
cual enfocó en un incentivo al desarrollo agrícola y a la agroindustria, como principal
fuente generadora de empleo en la zona rural, protección a la pequeña y mediana
industria, limitación a las importaciones suntuarias, nuevos estímulos a la actividad
exportadora y aumento de la producción de energía eléctrica.
Muerte
La madrugada del domingo 4 de julio de 1982 se suicidó en el Palacio Nacional.

 Con el voto mayoritario del pueblo dominicano, Guzmán tuvo el respaldo y la


legitimidad suficiente para, luego de tomar posesión el 16 de agosto de 1978, iniciar
cambios en el ordenamiento burocrático-militar, tomar medidas contra la corrupción
que había caracterizado al gobierno anterior, y avanzar a un ordenamiento del Estado
Dominicano, que aún permanece, eliminando todo residuo de asonadas militares, de
interrupción del orden democrático con elecciones cada 4 años.

Antes de cumplir 60 días en el poder, promulgó la Ley de amnistía, poniendo en libertad


a centenares de presos políticos que Balaguer había mantenido como mecanismo de
represión, permitiendo el regreso de decenas de exiliados políticos del régimen anterior.
Puso una serie de medidas administrativas que afectaban el disfrute de las libertades
individuales, dando paso al establecimiento de un ambiente democrático en el país.
En un discurso pronunciado el 22 de enero de 1979, delineó su política económica, la
cual enfocó en un incentivo al desarrollo agrícola, y a la agroindustria, como principal
fuente generadora de empleo en la zona rural, protección a la pequeña y mediana
industria, limitación a las importaciones suntuarias, nuevos estímulos a la actividad
exportadora, y ampliación de la producción de energía eléctrica.
El gobierno de Antonio Guzmán empezó con grandes expectativas por parte de la
población, ya que esta deseaba un cambio en cuanta a lo que democracia se hablaba
pues las libertades que existían en los 12 anos de Balaguer eran mínimas.

El gobierno de Guzmán se caracterizo básicamente por el mantenimiento de la


democratización política y el incentivo a la producción agrícola y agropecuaria. Por el
aumento creciente de la nomina del gobierno y el limitado gasto social del gobierno en
salud y educación. Y por la ampliación de los gastos corrientes, que permitió conceder
empleos a miembros del PRD.

Estos factores en vez de favorecer al desarrollo del país, lo que provocaron fue una
crisis económica, el déficit presupuestal, hubo descontento con los miembros del PRD y
paralización del proyecto de obras publicas, por falta de fondo. Lo que tuvo como
consecuencia: emisión de dinero sin respaldo, aumento de la deuda externa, el alza de
los precios en los combustibles, energía eléctrica y la restricción de las importaciones.

En el ano 1979 también se le unió a la crisis, el huracán David y la tormenta Federico,


que dejaron el país desvastados.
El 31 de agosto de 1979, poco mas de un año después de iniciado su gobierno, un
huracán categoría cinco asolo a la República Dominicana, dejando muchos centenares
de muertos , miles de heridos y cientos de miles de personas con sus hogares destruidos.
Los daños a la economía , particularmente la agricultura y la infraestructura, tal como
carreteras, puentes acueductos y las redes eléctrica de telecomunicaciones, fueron del
orden de los cientos de millones de dolares. Con vientos de hasta 280 kilómetros por
hora, el huracán David causo destrozos sin precedentes.
A finales de mayo de 1980, tras anunciar aumentos drásticos en los precios de la
gasolina y la electricidad , que el país padeció de apagones eléctricos que duraban días y
semanas y la gasolina y el diesel desaparecieron se produjeron violentas huelgas que
dejaron  un saldo de varios muertos.
Sin embargo Antonio Guzman  complacio las demandas de su base política ,
incorporando  a la nomina del Estado a casi diez mil nuevos empleados, o sea la nomina
publica aumento en mas de un 8%

Al cabo de tres años de gobierno, Don Antonio Guzman había perdido gran parte de la
enorme popularidad que disfruto al llegar al poder . Personal mente , estaba ante el
dilema de cumplir su promesa de no aspirar a una reelección o aceptar las presiones de
una parte de su partido para repostularse.

Aparte de las denuncias  de corrupción , el gobierno de Guzman fue desarticulando con
el ejercicio del poder. Muchas de las divisiones tenían que ver con el enorme poder
atribuido a la hija del Presidente. Sonia Guzman. Pese que los Sanchez Baret de la
Provincia Sanchez Ramirez  eran de los mayores aliados de Guzman a lo interno del
PRD .
Salvador Omar Jorge Blanco

Nació el 5 de julio de 1926 en la provincia de Santiago de los Caballeros, hijo del


empresario Pedro María Jorge Arias y Dilia Limbert Blanco. Fue connotado dirigente
político, activista de las lides democráticas, y experto en Derecho Civil, Comercial,
Laboral, Penal y Legislación de Tierras.

En su dilatada carrera política fue senador durante el período 1978-1982. En septiembre


de 1957 se casó con Asela Altagracia Mera Checo (fallecida en 2007), procreando a
Orlando y Dilia Leticia, nacidos el 22 de noviembre de 1966 y el 21 de diciembre de
1971.

Bajo el lema “Gobierno de Concertación Nacional”, Salvador Jorge Blanco llegó a la


Presidencia de la República Dominicana el 16 de agosto de 1982, tal vez sin haber
calculado que las circunstancias lo llevarían a tomar medidas económicas que
posteriormente provocaron que el pueblo que lo llevó al poder se revelara contra las
decisiones que adoptó.
A pesar de que durante su campaña electoral había enarbolado la bandera de la
socialdemocracia, en el mismo discurso de la toma de posesión se vio obligado a
anunciar un período de austeridad para hacer frente a la crisis económica y financiera
que encontró al asumir el poder.
la rigidez del Fondo Monetario Internacional le impidió a Jorge Blanco desarrollar un
gobierno exitoso en materia económica, en tanto que para Arturo Martínez Moya el ex
mandatario asumió el poder en condiciones muy precarias y eso lo limitó para ejercer un
buen gobierno.
El incremento del precio del petróleo, las dificultades para mantener los niveles de venta
en los mercados mineros de la bauxita, ferroníquel, oro y plata, y, sobre todo, la crisis
del sector del azúcar de caña y sus derivados, sumados a una deuda externa de 2,400
millones de dólares, fueron parte de las dificultades que encontró su gobierno y que lo
obligaron a adoptar medidas que disgustaron a la población.
De entrada dispuso medidas intervencionistas, como la congelación de los salarios y los
precios, y la prohibición de importar un amplio número de productos de consumo, con
el objeto de ahorrar divisas y poder cumplir con las obligaciones de la deuda externa e
interna.
Como para obrar con el ejemplo, el entonces mandatario inició rebajándose su propio
sueldo mensual de 5.000 a los 3.000 dólares, y los de todos los altos cargos del
Ejecutivo que superaran los 375 dólares mediante la anulación de los aumentos
salariales introducidos en la administración pública y organismos oficiales el mismo día
de las elecciones; pero eso no fue suficiente para cubrir el pago de la deuda externa. La
banca privada internacional se negaba a otorgar nuevos préstamos y a renegociar el
pago de los intereses de los ya concedidos, por lo que el jefe de Estado optó por solicitar
la asistencia crediticia del FMI, a sabiendas de que tendría que ajustarse a las
disposiciones que el organismo le impusiera.
Las negociaciones terminaron en enero de 1983 con un Acuerdo de Servicio Ampliado
por el monto de 460 millones de dólares.
A cambio de la asistencia del Fondo, bajo un sistema de giros escalonados durante tres
años, el gobierno se comprometió a suprimir las subvenciones al consumo, restringir el
crédito interno, suspender toda emisión monetaria sin el debido respaldo y prolongar la
austeridad presupuestaria.
Las medidas provocaron el encarecimiento de los productos de primera necesidad,
alimentos y medicinas, en algunos casos hasta 200%, como resultado de la devaluación
del peso y la fijación para las importaciones del tipo de cambio de 2,75 pesos por dólar.
La situación desencadenó en una vasta protesta popular el 23 de abril de 1984,
precisamente en momentos en que el Gobierno sostenía un  forcejeo con el FMI por las
condiciones que le había impuesto.
Hubo motines, paros laborales, saqueos de tiendas de alimentos y choques de
manifestantes con la Policía Nacional en las principales ciudades del país.
al momento de Jorge Blanco asumir el poder la situación externa estaba delicada y los
pagos internacionales estaban atrasados, fruto del desequilibrio de la balanza de pago.
“Las importaciones habían crecido por encima de las exportaciones y no habían
ingresado capitales externos en forma de inversiones”, sostuvo Martínez Moya.
Explicó que no se pudo financiar adecuadamente la balanza de pagos porque no se
produjeron inversiones extranjeras, lo que a su juicio obligó el acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional, de donde salieron las medidas que provocaron la reacción
popular del 1984.
“Eso provocó un proceso de ajustes, tanto en el orden de los precios internos como de
las finanzas, yo te diría que fue que se hizo con retrasos, esas medidas que se tomaron
violentamente fue lo que provocó el caos social, porque fue el fruto de descuidos de
años; y el error que cometió esa administración fue hacer los ajustes de golpe y eso no
es aconsejable en la política económica”, apuntó el destacado economista.
Para las elecciones del 1982 el PRD se encontraba dividido, y de los comicios
electorales fue electo Salvador Jorge Blanco. Sus medidas económicas giraron en torno
a reducir el déficit fiscal y de la balanza de pagos a través de la eliminación de subsidios
a los sectores productivos nacionales. Inició el tránsito hacia la economía de servicios
iniciada por Balaguer. Sin embargo la crisis se agravó.

Esto trajo como consecuencias el aumento de la inflación, devaluación del peso, alto
nivel de desempleo y deterioro de las condiciones de vida. El endeudamiento nacional
crece nuevamente con la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional,
pero que con sus medidas sugeridas la situación empeoró. La inflación se disparó al
700% y se produjo un aumento de los precios de los productos básicos en un 200%.

Las denuncias de corrupción al gobierno de Jorge Blanco fueron orientadas a


desacreditar su gobierno y la incapacidad administrativa del PRD destruyendo la poca
popularidad que aún conservaba. Balaguer y el partido reformista estuvieron a cargo de
estas denuncias de enriquecimiento ilícito. Balaguer se presentó a elecciones como la
figura clave para gobernar con eficacia administrativa.

El gobierno de Jorge Blanco se vio enfrentado a dificultades económicas dramáticas,


luego de una serie de medidas que fueron tomadas por presiones del Fondo Monetario
Internacional, hubo protestas lo que desencadenó en una huelga general. El lunes 24 de
abril de 1984 se gestó un movimiento huelgario reivindicativo, de origen local y de
extensión nacional; las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, trataron de contener la
situación y se produjeron enfrentamientos cun saldo elevado no cuantificado de
muertos.

Tiempo después, Jorge Blanco fue sometido a la justicia por el jurista y político, Marino
Vinicio Castillo, quien instrumentó una denominada denunciaquerella en la que se
acusaba al ex mandatario de malversar fondos del Estado y otros delitos. El Fiscal del
Distrito Nacional, Prim Pujals, acogió la pieza acusatoria remitiéndola al Juez de
Instrucción de la Segunda. Circunscripción del Distrito Nacional, doctora. Francia
Martínez D.

Luego de un largo examen de la documentación que acompañó a la pieza acusatoria y


que motivó la prisión preventiva de más de una docena de altos militares y funcionarios
del Estado involucrados en los hechos delictivos denunciados, Jorge Blanco fue llamado
a interrogatorio el 29 de abril de 1987.

Al final del interrogatorio, que duró cerca de diez horas, ordenó la prisión Jorge Blanco,
quien instrumentó un expediente con la recusación de la juez y su apresurado retiro del
despacho. Se recluyó en su hogar, donde esa misma noche enfermó. Sus médicos
informaron que padecía de problemas cardíacos.
EL GOBIERNO DE HIPOLITO MEJIA

El 16 de agosto de 2000 Mejía tomó la banda presidencial y comenzó su mandato de


cuatro años en presencia de nueve gobernantes, en ejercicio o antiguos, de los países
más vinculados a la República Dominicana. El primer jefe del Estado del PRD desde
hacía 14 años anunció un paquete de medidas para los primeros 100 días de Gobierno
cuyo epítome era el “mantenimiento del equilibrio macroeconómico con un rostro
humano”. El plan, muy ambicioso, contenía actuaciones urgentes para corregir
importantes deficiencias en los campos de la educación, la sanidad, la nutrición, el
medio ambiente, la producción agrícola, la vivienda, la función pública y la seguridad
ciudadana, e iba a requerir una inversión total de 5.000 millones de pesos, unos 312
millones de dólares al cambio de entonces. Según el flamante presidente, ese dinero iba
a obtenerse con cargo al presupuesto del Estado y de los fondos de depósito de las
instituciones locales.
Todo esto era, naturalmente, bienvenido por la población. Pero Mejía anunció y aplicó
también una impopular subida media del 25% en el precio de los combustibles, para
compensar el encarecimiento del petróleo y evitar hinchar más la deuda pública interna,
rayana en los 1.000 millones de dólares. Antes de abandonar el poder, Fernández Reyna
había amagado con aplicar esa medida. Precisamente, en la precampaña, Mejía advirtió
al peledeísta que la subida de las gasolinas, además de castigar a la población, generaría
una inflación incontrolada. Ahora, no parecía temer tanto el segundo escenario, así que
el Gobierno decretó unas alzas de precios que no afectaban al propano y la electricidad.

En los meses siguientes, el equipo de Mejía acometió planes de expansión agropecuaria,


hidroeléctrica y de las comunicaciones terrestres. La cosecha del banano con
tratamiento ecológico (del que la República Dominicana es el primer productor
mundial) tuvo unos resultados muy satisfactorios. En cuanto a la red viaria nacional, fue
sometida a obras intensivas de reparación y construcción, mayormente vinculadas a los
intereses turísticos.

También, se pusieron sobre la mesa sendos megaproyectos para tender el primer tren de
pasajeros del país, entre Santo Domingo y la ciudad portuaria de Haina (la línea de
ferrocarril en servicio se destinaba exclusivamente al transporte de caña de azúcar desde
las plantaciones a las procesadoras), y un tranvía capitalino. El Gobierno aseguró que la
tesorería pública no pondría un peso para financiar estas construcciones y que las
adjudicatarias privadas invertirían los 450 millones de dólares necesarios para hacer
realidad dos vías de comunicación consideradas fundamental. Sin embargo, nada de
todo esto se llevó a cabo.

Finalmente, la pretensión de reducir la pobreza y el generoso subsidio a los alimentos


básicos y el consumo energético requirieron de una subida de impuestos que pasó el
escrutinio de la Cámara de los Diputados en diciembre de 2000 y que el presidente
quiso orientar a los contribuyentes jurídicos. También, con el argumento de la
austeridad, el nuevo poder despidió a decenas de miles de funcionarios que en su gran
mayoría, lo cual no debía tomarse por casual, habían sido nombrados por la
Administración anterior. Cuando empezaron las suplencias, saltó a la vista que muchos
de los que estrenaban puesto eran personas ligadas al PRD, lo que alentó las denuncias
de perpetuación de los usos patrimonialistas del Estado.

2000 registró todavía un crecimiento económico bastante impresionante, el 7,8%. Pero


en 2001, la contracción de los intercambios en el comercio regional, la recesión en
Estados Unidos y el efecto negativo de los atentados terroristas del 11 de septiembre
pasaron factura a las exportaciones efectuadas desde las zonas francas y al turismo, con
el resultado de la pérdida de miles de puestos de trabajo y un descenso general de la
actividad. El año cerró con una tasa de crecimiento del PIB del 3% y un repunte
inflacionario, rozando el índice el 9%.

Al comenzar 2002, los sectores productivos experimentaron una recuperación,


alimentando la percepción de que el contratiempo había sido superado. Por lo demás, el
comportamiento de los precios, gracias a que estaban subsidiados, era clemente y el
Gobierno siguió proyectando una imagen de dinamismo y preocupación social, aunque
empañada por la lentitud o la paralización de varios proyectos emblemáticos. Mejía
llegó al ecuador de su mandato con una erosión evidente pero conservando una
importante cuota de credibilidad. Todo esto tuvo su reflejo en las elecciones legislativas
del 16 de mayo de 2002, en las que el partido del presidente retrocedió a los 73
diputados y perdió la mayoría absoluta en la Cámara baja, si bien incrementó sus
senadores de 24 a 29 (sobre 32). En cuanto a los comicios locales, los perredeístas
ganaron en 104 de los 125 ayuntamientos, entre los que no estuvo Santo Domingo, ido a
manos del PLD.

Mejía aseguró por activa y por pasiva que esta reforma no se hacía pensando en sí
mismo, y que él no iba a ser candidato en 2004. Pero éso era precisamente lo que pedían
los miembros de un llamado Proyecto Presidencial Hipólito (PPH), que presentaba toda
la traza de una plataforma organizada por el perredeísmo más fiel a Mejía para impulsar
la que sería la ambición secreta del presidente.

El 13 de julio de 2002, el Congreso, constituido en Asamblea Nacional Revisora de la


Carta Magna, aprobó la enmienda que facultaba la reelección con el voto combinado del
PRD y el PRSC, pero la modificación constitucional relativa al porcentaje electoral
necesario para ser elegido presidente no prosperó porque los asambleístas
socialcristianos no quisieron extender su aval a este punto. Además, un grupo de
legisladores del PRD votó en contra de la primera medida, escenificando la división
interna en el partido gobernante, donde dirigentes como el actual presidente orgánico,
Hatuey Decamps Jiménez, no escondían sus apetitos sucesorios. Tampoco faltaron las
insinuaciones de compra de votos por el oficialismo con dinero extraído del erario
público

A partir de los trabajos de la Asamblea Nacional Revisora la presidencia de Mejía fue,


decididamente, cuesta abajo. En septiembre, la decisión del Gobierno de reestructurar a
la baja los subsidios otorgados a las empresas de electricidad -lo que iba a suponer la
indexación de las tarifas para todos los consumidores excepto los habitantes de las
barriadas más pobres-, pero sin comprometerse a liquidar las deudas contraídas por el
Estado con ellas, fue respondida por siete plantas generadoras con un corte masivo del
servicio que desató la cólera popular en Santo Domingo. Los disturbios callejeros
degeneraron en choques de gran violencia entre manifestantes y policías, produciéndose
dos muertos.

Mejía transigió ante la contundente medida de presión (o de extorsión) de las compañías


eléctricas, algo que venía conociéndose como “apagones financieros”, y dispuso el
abono inmediato de 90 de los 320 millones de dólares de la deuda reclamada. Las siete
generadoras se reconectaron a la red, pero el caos energético siguió campando por sus
respetos, con nuevos cortes que exasperaban a los clientes y el aumento de los impagos
y de los robos de suministro. El PLD no daba tregua al presidente, descalificando todas
sus decisiones e intentando deslegitimar los trabajos de la mayoría legislativa mandando
a casa a sus diputados. Mejía advirtió que, de ser necesario, gobernaría “a decretazos
limpios”, pronunciamiento que le valió la imputación de “autoritarismo” por sus
detractores.

El súbito encarecimiento de la electricidad por la supresión de los subsidios generó otra


ola de descontento popular en febrero de 2003. Ese mismo mes, el Gobierno,
confrontado con el descenso de los ingresos del turismo y de las franquicias industriales
y de servicios, el descontrol de la inflación, la imparable devaluación de la moneda
nacional y la escalada de los tipos de interés, anunció un paquete de medidas de
austeridad, principalmente un impuesto adicional del 10% a los bienes importados no
indispensables y la retirada de circulación por el Banco Central de 300 millones de
pesos (12,5 millones de dólares). A continuación, el presidente presentó en el Congreso
varios proyectos de ley orientados a prevenir la corrupción y la opacidad en el ejercicio
de la función pública.

El 7 de abril se informó que la fusión bancaria era imposible y el 13 de mayo la Junta


Monetaria intervino a la entidad quebrada. A lo largo de estas jornadas aciagas, el jefe
del Estado y el gobernador del Banco Central fueron revelando a la estupefacta opinión
pública la magnitud del desastre. En síntesis, el Baninter tenía un agujero contable de
55.000 millones de pesos, al cambio, 2.200 millones de dólares, cifra colosal que
equivalía al 67% del presupuesto del Estado para 2003, al 15% del PIB y a la casi
totalidad de las remesas enviadas por los emigrantes (segunda fuente de ingresos
nacional) en un año. Este descomunal déficit era el fruto de 14 años de operaciones
fraudulentas registradas en una contabilidad paralela a la oficial.

El director del Baninter, Ramón Báez Figueroa, amigo íntimo de Mejía y padrino de una
red de financiación a cambio de favores corporativos en la que estaban metidos todos
los partidos (amén de mandos militares y policiales, jerarcas de la Iglesia y figuras de la
prensa, todos los cuales habrían dado alas durante años a este entramado delictivo o,
como mínimo, dudosamente legal, por medio de la colaboración, la complicidad o el
silencio), fue arrestado y encarcelado por orden del 7º Juzgado de Instrucción de Santo
Domingo a petición de la Fiscalía del Distrito Nacional, que le formuló acusaciones por
los presuntos delitos de lavado de activos, estafa, abuso de confianza y emisión de
cheques sin fondos. Igual suerte corrieron los dos vicepresidentes de la entidad.

Mejía, que ya había encajado en noviembre el arresto del jefe de la Seguridad


Presidencial, coronel Pedro Julio Goico Guerrero, por su presunta relación con una
estafa millonaria –al Baninter, precisamente- con tarjetas de crédito, y más
recientemente, en enero, la dimisión del procurador general de la República, Virgilio
Bello Rosa, por su inacción ante los casos de corrupción, mantuvo el tipo frente a esta
cadena de desastres e hizo lo que a la oposición política le pareció un ejercicio de
lavado de manos bastante impropio.

El presidente contraatacó lanzando la operación de salvamento estatal de los ahorros de


los clientes engañados y acelerando las negociaciones con el FMI para la concesión de
un préstamo stand-by de 600 millones de dólares. Claro que esta asistencia urgente iba a
quedar condicionada a un plan de austeridad lesivo para la población y, lógicamente, a
hinchar la deuda externa, simultáneamente al agrandamiento de la deuda interna. Lo
cierto era que los naufragios bancarios iban a tener, estaban teniendo ya, un impacto
brutal en la economía nacional y en el bolsillo de los ciudadanos. El único consuelo que
cabía albergar era que, gracias a la depreciación del peso, algunas exportaciones y los
ingresos por el turismo no podían sino acrecentarse, pero este ímpetu no iba a resultar
suficiente para contrarrestar la caída en picado del consumo y el negocio internos, amén
de las pérdidas en el sector agrícola. En 2002 la economía había crecido el 3,8%, pero el
ejercicio de 2003 se prometía recesivo.

El 11 de noviembre el país quedó paralizado por una huelga general de 24 horas contra
la política económica del Gobierno. Los paros fueron convocados por la llamada
Coordinadora Nacional de Unidad y Lucha (CNUL), colectivo formado en diciembre de
2002 por diversas organizaciones populares y sindicales, y sus principales exigencias a
Mejía eran la concesión de incrementos salariales del 100%, la desgravación de las
gasolinas, una solución definitiva para la crisis de la electricidad y la suspensión de las
negociaciones con el FMI. Los choques con las fuerzas antidisturbios de la Policía
fueron muy violentos y a su término se contaron ocho muertos, 40 heridos y medio
millar de detenidos
El barullo se instaló de tal manera en el PRD que tuvieron lugar, no una, sino dos
elecciones primarias. En la primera, celebrada el 7 de diciembre, participaron Decamps,
el senador Ramón Alburquerque Ramírez y José Rafael Abinader Wasaf, llevándose la
victoria el primero. En la segunda, prevista inicialmente para el 14 de diciembre y luego
postergada al día 21 antes de sufrir un nuevo retraso, Mejía debía medirse con Ortiz,
Suberví y el ex presidente del partido Emmanuel Esquea, pero los tres decidieron
retirarse alegando que los “pepehachistas” habían alterado el padrón en su contra y que
el proceso estaba viciado de raíz.

Así las cosas, cuando el 18 de enero de 2004 pudo celebrarse esta singular primaria,
Mejía sólo tuvo que enfrentarse con una persona, Frank Joseph Thomén, que no era sino
un partidario y amigo personal. Su candidatura fue registrada a toda prisa para dar una
imagen de competición interna y únicamente cosechó un 5% de votos. El tortuoso
camino de las presidenciales de mayo estuvo completamente despejado para Mejía
desde el momento en que la Junta Central Electoral (JCE) dictaminó que la primaria
ganada por Decamps no había sido válida por no reunir el quórum de participación
necesario que establecen los estatutos generales del PRD.

En enero de 2004 el Gobierno, presionado por el FMI, dispuso toda una batería de
medidas de austeridad, tanto impositivas como relacionadas con el gasto. El primer
grupo abarcaba una serie de aumentos significativos en los precios de los combustibles
y la electricidad, y de las tasas al consumo de alcohol, tabaco y otros productos, así
como la eliminación de las exenciones del impuesto sobre la renta a los intereses
devengados a las empresas por los certificados del Banco Central.

Ahora mismo, la inflación interanual marcaba el 43% -la tasa más elevada del
continente-, el paro era del 17% y la deuda externa alcanzaba los 7.600 millones de
dólares, el doble que en 2000. En estas circunstancias, no dejó de causar sorpresa, y de
invitar a la esperanza, conocer que en 2003 la economía había experimentado un
crecimiento negativo del 1,3% cuando un semestre atrás se había vaticinado el -3%. Sin
duda, el turismo, los servicios de comunicaciones y la minería del níquel habían salvado
al país de lo peor. De hecho, ya estaba en marcha una tímida recuperación.

Todo esto llenaba de pesadumbre a la opinión pública. Pero, marginadas del candelero
informativo, otras tragedias se abatían sobre el país, y éstas eran cotidianas. Por un lado
estaba el éxodo de balseros que intentaban llegar por mar a las costas de Puerto Rico,
cuyo número crecía de manera exponencial, con el consiguiente aumento de los
naufragios por la precariedad de las embarcaciones. En 2003 los guardacostas de la
Marina de Estados Unidos apresaron a casi 2.000 inmigrantes indocumentados de
origen dominicano, el doble que el año anterior, y en las primeras semanas de 2004 se
estaba produciendo un alud sin precedentes. Por otra parte, el drama silencioso de las
redadas y expulsiones masivas de haitianos ilegales, desarrolladas con regularidad desde
hacía muchos años independientemente de quien gobernase en Santo Domingo, y que
tantísimas veces habían ocultado deportaciones forzosas de ciudadanos dominicanos por
el mero hecho de ser de raza negra.
Antes de las elecciones, el 21 de abril, Mejía tomó una decisión trascendente de política
exterior, la orden de retirada inmediata de los 300 soldados que servían en el Irak
ocupado dentro de la Brigada Plus Ultra, integrada por contingentes hispanos de cinco
nacionalidades y componente de la llamada División Multinacional Centro-Sur (MND-
CS), con campo de operaciones en las provincias sureñas de Najaf y Qadisiyah. Las
tropas dominicanas habían sido despachadas en agosto de 2003 por un motivo
exclusivamente político, complacer al Gobierno de George W. Bush, y venían estando
supeditadas a una cadena de mando militar que empezaba con España, seguía con
Polonia y terminaba, en la cúspide, con Estados Unidos.

El anuncio de Mejía fue inmediatamente posterior a las órdenes de retirada de sus tropas
impartidas por los gobiernos de España, cuyo contingente era la columna vertebral de la
Plus Ultra, y Honduras. Por lo demás, la postura proestadounidense de Mejía en
vísperas del inicio de las hostilidades contra el régimen de Saddam Hussein el 20 de
marzo de 2003 acarreó la dimisión, el día 26 de ese mes, del secretario de Relaciones
Exteriores, Hugo Tolentino Dipp, que consideraba inapropiado este alineamiento.

La participación de la República Dominicana, si bien de manera testimonial, en las


labores de vigilancia de la seguridad y de reconstrucción posbélica en el país árabe tras
la extremadamente polémica invasión de marzo de 2003, en retrospectiva, ha tendido a
monopolizar el comentario sobre el quehacer de Mejía en política exterior. Aunque no
se venía caracterizando especialmente por el activismo allende las fronteras nacionales -
aspecto que sí había definido el cuatrienio de Fernández Reyna-, en la primavera de
2004 la presidencia de Mejía tenía ya en su haber unos cuantos eventos de alto relieve
relacionados con la integración económica regional.

Así, el 25 de mayo de 2001 el presidente asistió en Salvador en calidad de observador a


la III Reunión de Jefes de Estado y de Gobierno entre la República de China (Taiwán) y
los Países del Istmo Centroamericano. También, representó a su país en la I Cumbre del
Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), la Comunidad del Caribe
(CARICOM) y la República Dominicana, en Belice el 5 de febrero de 2002. No siendo
miembro de estos organismos, la República Dominicana había suscrito con los dos
sendos acuerdos de libre comercio que entraron en vigor durante el mandato de Mejía:
el del CARICOM, el 1 de diciembre de 2001, y el del SICA, país por país (El Salvador,
Guatemala, Honduras y Costa Rica, por este orden) entre octubre de 2001 y marzo de
2002.

El 16 de mayo de 2004 el pueblo dominicano acudió a votar y, sin sorpresas, Fernández


Reyna se proclamó presidente sin necesidad de disputar la segunda vuelta del 27 de
junio. El peledeísta obtuvo el 57,1% de los sufragios y el perredeísta mereció la
confianza del 33,6% de los votantes, número más elevado que el barajado por la
mayoría de los sondeos y que no estuvo exento de mérito, dados la calamitosa situación
económica y social que se dejaba en herencia, el fuerte rechazo popular a las políticas
del Ejecutivo y la división instalada, hasta el borde de la ruptura, en las filas del PRD.
El hombre del PRSC, Eduardo Estrella Virella, sólo sacó el 8,6% de los votos.

Mejía aceptó sin rechistar, con gesto de buen perder, el veredicto de las urnas y felicitó
a Fernández Reyna por su triunfo. Hasta la transferencia del poder, el 16 de agosto, el
antiguo ingeniero agrícola tuvo que hacer frente, a finales de mayo, al desastre
provocado por la brutal crecida del río Silié en la zona fronteriza con Haití. La tromba
de agua arrasó la localidad de Jimaní, en la provincia sureña de Independencia, donde se
contabilizaron más de 800 muertos y unos 320 desaparecidos.

En vísperas de su despedida de la Presidencia, Mejía explicó que a partir de ahora iba a


emplearse en actividades mayormente privadas, aunque sin retirarse del todo del plano
público y de la política, citando en particular la organización de un “club de amigos” en
la provincia de San Cristóbal y la inauguración de una oficina de análisis de asuntos
políticos. Con su franqueza y desparpajo característicos, el aún presidente se calificó de
“gobernante atípico” y añadió que pretendía adelgazar los 10 kilos que había adquirido
durante su paso por el Ejecutivo, -“aunque después dirán que tengo el SIDA”, comentó-,
e iniciarse en la artesanía de la madera.
Su personalidad campechana desdecía mucho de su cargo como Jefe de Estado. Muchos
catalogaban a Mejía de inculto y mal hablado, debido a la manera como éste se
expresaba, sobre todo cuando un periodista le formulaba una pregunta. Mejía se define a
sí mismo como una persona sin pelos en la lengua que dice lo que piensa, mientras otros
interpretan esa actitud como ofensiva e inadecuada para la imagen de un presidente.

A lo largo de su periodo presidencial, Mejía tuvo muchas diferencias con los periodistas
dominicanos. En un momento de su gobierno utilizó la represión debido su falta de
tolerancia a las críticas. En julio de 2003 dos periodistas realizaron una encuesta radial
donde ponían a votar por Hipólito Mejía o por El Diablo,y ganó el Dialo dicha encuesta
redial, mientras que la reacción de Mejía no se hizo esperar y mando a apresar a los
periodistas, más tarde lo mandó a liberar alegando ignorancia.También durante su
gobierno mandó a apresar a otros periodistas como Marino Zapete y Julio Martínez
Pozo.

Mediante una entrevista realizada a Mejía por el periodista Jorge Ramos en noviembre
de 2003, Mejía se defendió diciendo que las personas no comprendían su manera de ser,
que él era claro y no se andaba con rodeos. Ramos le hizo varias preguntas con respecto
a la relación de éste (Mejía) con sus opositores políticos y con los periodistas, donde le
preguntó: Usted dice que sus opositores son babosos y dinosaurios. Y que los
periodistas son talibanes?, a lo que Mejía respondió: A los que hablan baba hay que
decirles baboso, yo creo que esa es la palabra gramatical que se ajusta en ese caso.
Mejía popularizó en su campaña electoral de 2004 entre otras muchas, las frases "El
Perro de mamá belica" y "Lo voy agarra por el pichirri". Sus frases son conocidas a
nivel popular como "Hipolitadas".
Sus seguidores se refieren a él como "Papá", y en sus últimas campañas políticas es muy
común la exclamación "Llegó papá.

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