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EN LA CARRERA POLICIAL
JOSÉ LUIS SEGOVIA
Segovia, Jose Luis
Primeros pasos en la carrera policial / Jose Luis Segovia. - 1a ed. - Mar del Plata :
Jose Luis Segovia, 2021.
142 p. ; 20 x 14 cm.
ISBN 978-987-86-9475-7
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Índice
Introducción......................................................................................9
J.L.S.
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CAPÍTULO I
Cuestiones generales
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Ejercitar la lectura en voz alta y más aún en público es una excelen-
te herramienta para conocernos a nosotros mismos y detectar si tene-
mos falencias en la vocalización o pronunciación de las palabras. Con
el tiempo y la práctica, vamos a ganar mayor seguridad y confianza.
Por otra parte, es la puerta de ingreso para hablar mejor en público
al momento de dar una charla de capacitación, academias al personal,
o bien para las charlas previas a los allanamientos, momento en que
debemos explicar a nuestros compañeros el qué, quién, cómo, cuándo y
dónde de lo hay que hacer.
La lectura, en definitiva, es la mejor sugerencia, la mejor y más di-
vertida opción en busca de corregir las faltas de ortografía y de mejorar
nuestra vocalización y pronunciación.
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No podemos pedir respeto si antes no respetamos. Tampoco po-
demos pedir que sean educados si nosotros no lo somos. Aun así, en
el día a día y con el grado de agresividad e intolerancia que existe en
nuestra sociedad, resulta de difícil aplicación en los hechos, aunque,
insisto, la educación y el respeto son el camino fundamental a recorrer.
Este tipo de pensamiento debe originarse en cada uno de nosotros,
con una fuerte autocrítica.
Con autocrítica no me refiero a la Institución. En sí, una institu-
ción no habla, no gesticula, no agrede, no hace nada sino a través de
cada uno de nosotros, y es ahí donde está nuestro aporte. Si a cada
agresión respondemos con más agresión, no podemos pretender que
la agresión termine.
La referencia es hacia la actitud de cada uno de nosotros, la que
llevamos dentro. Esa voz interna que nos dice cómo reaccionar. En
caso de que haya que hacerlo, que no sea con odio o sentimientos
negativos, sino teniendo en claro que la única finalidad es contener el
episodio que se nos presenta, por más violento que sea, y no intentar
convertirnos en “juez y parte”, buscando una solución que solo debe
encontrarse en la justicia.
Solo debemos aportar lo necesario para que a quien le toca juzgar
le sea lo más sencillo posible arribar a las conclusiones que mejor lo
acerquen a la verdad de lo que haya acontecido.
Nuestra conducta, si no es la apropiada, termina favoreciendo
aquello que queremos combatir, y luego, casi de inmediato, descarga-
mos nuestra frustración en el trabajo de otra institución, como el Mi-
nisterio Público Fiscal, sin revisar antes nuestra propia labor, nuestra
propia actitud.
El ser educado y respetuoso no nos hace menos valientes, menos
policías, por el contrario, engrandece nuestra profesión. Además, si
logramos poner este tipo de razonamiento por encima de otros más
instintivos, también nos va a sumar positivamente en otros aspectos de
la vida que incluyen la familia, la pareja y los amigos.
Imaginen por un instante que ante algo que no sale como nosotros
pretendemos, reaccionamos sin control de nuestros sentidos y nos de-
jamos llevar, como un barco a la deriva. Podrían suceder muchas cosas
y todas van a resultar en algo negativo. Sin llegar a una reacción física,
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lo que digamos afecta el aspecto psicológico y deja marcas muchas
veces más severas.
Todo, solamente porque nos dejamos llevar por nuestras pasiones,
porque dejamos de usar el razonamiento, porque dejamos de pensar.
Suele escucharse como excusa que la educación “no es la de antes”.
Seguramente no, los tiempos van cambiando y los modelos formales
se van adaptando a nuevas realidades, no obstante, nosotros elegimos
una profesión muy particular y, en el mismo instante en que firmamos
nuestro ingreso a la Institución, se terminan las excusas.
Esta profesión no es para cualquiera. Ser policía abarca no solo
conocimientos técnicos y operativos, sino una necesidad imperante de
querer ayudar a otro, una necesidad de querer hacer las cosas bien y,
para eso, la educación y el respeto son dos factores que, inexcusable-
mente, debemos cultivar de manera constante y sostenida.
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La antigüedad solamente es sinónimo del paso del tiempo. El cono-
cimiento y la experiencia son el resultado de la actitud que se ponga en
aprovechar al máximo cada aprendizaje, manteniéndonos actualizados
y activos.
En cuanto al físico, sucede exactamente lo mismo. Si uno deja de
cuidarse, no realiza actividad física y los tiempos libres son solamente
para mirar televisión sentados en un sillón, es probable que cuando
pasen cinco o diez años nuestro aspecto sufra cambios negativos.
Esto no tiene que ver con la caída del cabello o las arrugas, ni tam-
poco con tener un “rollito extra”, sino con el descuido del cuerpo de
manera deliberada. Debemos cultivar nuestro cuerpo, cuidarlo y ejer-
citarlo, y para eso necesitamos autodisciplinarnos.
El mal estado físico de los policías siempre es visto con cierto recelo
por parte de la sociedad, que quiere verlos en forma atlética, lista para
actuar en caso de ser necesario.
Es justo que se nos exija una imagen general positiva, lo que inclu-
ye el correcto mantenimiento del uniforme, el aseo e higiene personal
en general.
Hagamos una comparación. Imaginen que van a una carnicería y
quien los atiende tiene la ropa sucia y rota, no usa barbijo y sus manos
y uñas están llenas de tierra y suciedad, su cabello está suelto y despro-
lijo ¿Qué pensarían? La diferencia es que, para comprar carne, pueden
ir a otro lugar.
Nadie puede leer por nosotros, nadie puede entrenar por nosotros,
nadie puede comer por nosotros y nadie puede vestirse por nosotros.
Estas son cuestiones que no debemos perder de vista.
Con el cambio de jerarquía sucede algo similar. Si bien es impor-
tante ir ascendiendo, lo cierto es que un ascenso no es garantía de
conocimiento ni de experiencia. Un ascenso sin fundamento es como
una lata vacía, no tiene nada.
Cada uno debe saberse seguro del cargo, rol o jerarquía que posee.
Para eso, no queda otro camino que el de esforzarse permanentemente
y tener objetivos claros y concretos a partir de los que se pueda comen-
zar a construir un vínculo positivo y de verdadero liderazgo.
Los que mayor jerarquía o cargo poseen deben poder demostrar
permanentemente los fundamentos de por qué poseen dicho cargo o
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jerarquía. A la vez, se debe poseer humildad y paciencia para enseñar y
transmitir los conocimientos adquiridos a los que vienen detrás, para
poder construir y sostener de manera eficiente la cadena de formación
durante el desarrollo profesional.
Es cierto que no se puede pretender saber todo, pero, cuando no
sabemos algo, tampoco es positivo salir del paso repitiendo algo que
escuchamos alguna vez y que ni siquiera sabemos si es cierto o no. Lo
prudente sería que, en esos casos, aceptemos no saber, investiguemos
la respuesta adecuada y recién después la transmitamos eficientemente.
Cuando la soberbia toma de la mano a la ignorancia, el camino
que se recorre es peligroso; es en este punto donde la humildad debe
emerger más que nunca.
No importa desconocer un tema en particular. Lo que importa es
informar bien y, si nos consultan algo que ignoramos, aprovechemos
la oportunidad para aprender juntos sin pensar que por eso somos
menos.
Ahora que estamos leyendo esto, sabemos que cada cosa que nos
dicen hay que confirmarla, chequearla y asegurarnos de que lo que se
nos ha dicho, informado o pretendido enseñar, sea correcto.
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búsqueda de un resultado favorable, pero, a la vez, una peligrosa hoja
de doble filo.
Por un lado, nos lleva a dar todo de nosotros porque le damos una
connotación de carácter personal, es una gran fuerza interna que nos
empuja y nos empuja y nos hace trabajar y trabajar. Hasta ahí es el
aspecto “positivo”.
Lo negativo comienza cuando los resultados no se dan o demoran
en producirse. Si personalizamos una investigación, no solo podemos
llegar a cometer el gravísimo error de querer tomar caminos equivo-
cados, sino que, además, cuando el individuo finalmente sea privado
de su libertad, muy probablemente sigamos tomándolo personal, así
como el daño que haya ocasionado.
Debemos tener totalmente en claro el rechazo a este tipo de activi-
dades, es nuestra función.
La persona que comete un delito, sea cual fuere, es solo eso: una
persona que comete un delito, y en esta profesión, al menos aquellos
que elijan trabajar operativamente, van a tener contacto permanente
con este tipo de personas.
Personalizarlo no solo va a afectar nuestra salud mental y física, sino
que probablemente nos ponga en una situación mínima de perder el
trabajo y máxima de perder la libertad. Es decir, no vamos a poder
seguir haciendo aquello que nos gusta, ser policías. Estaríamos actuan-
do en nuestra propia contra y, como si fuera poco, menoscabando la
Institución que buscamos enaltecer.
La sociedad no va a personalizar la condena, la va a generalizar.
Cuando un policía comente actos contrarios a los que debe por su
función, la gente no dice fulano hizo esto o lo otro, dice LA POLICIA
hizo esto o lo otro.
Así, nuestros errores personales tienen un triple fracaso: 1) el perso-
nal; 2) la ratificación del pensamiento institucional negativo que tiene
la sociedad de nosotros; y 3) sembramos las semillas del fracaso para las
futuras generaciones policiales.
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Importancia de las áreas administrativas
En líneas generales, las áreas administrativas cumplen una función
no operativa, salvo alguna circunstancia de excepción por las que se
puede convocar a este personal, por ejemplo, cuando existen investiga-
ciones en las que se deben realizar allanamientos múltiples o recargos
de largo plazo, donde también son convocados.
Esta ausencia en el día a día operativo genera, de alguna manera,
que su trabajo quede minimizado, como si fuera de menor importan-
cia. Esto es un error porque, si no fueran necesarias e importantes,
directamente no existirían. Ese tipo de valoración hay que modificarla.
Estas áreas cumplen un rol determinante y son los puntos más vulne-
rables cuando se ordena la inspección o auditoría de una dependencia.
Cuando llega ese momento, ya es tarde. Si no se tuvo el debido
control sobre cada una de estas áreas o si, por el motivo que fuera, el
personal en esas funciones no realizó a diario su trabajo con seriedad y
responsabilidad, las consecuencias administrativas y/o penales pueden
ser severas.
Apartándonos de las eventuales sanciones que se puedan recibir,
miremos más cerca, algo más sencillo, del día a día. El registro de las
horas extras, las planillas de presentismo, el pedido de licencias, las
carpetas médicas cuando sufrimos algún tipo de lesión, el recambio de
armamento, las habilitaciones para conducir móviles oficiales, entre
otras muchas actividades, son realizadas por estas áreas.
Es importante que en nuestro proceso de formación integral sean
tenidas en cuenta porque, cuando las necesitamos, deben estar listas y
preparadas.
En definitiva, es un preconcepto equivocado no darles la importan-
cia que tienen y, de alguna manera, desvalorizarlas porque no “realizan
procedimientos, allanamientos y/o detenciones entre otras tareas de
carácter directamente operativo”.
Cada cual cumple su rol, y ese rol es importante, es un engranaje
más que debe funcionar a la perfección para que la estructura general
no tenga mayores inconvenientes y pueda llevarse adelante la operati-
vidad sin estar pensando en deficiencias administrativas que puedan
ocasionar distracciones innecesarias.
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Logística, por ejemplo, debe ocuparse del mantenimiento integral
de los móviles, pero en este tema surge una cuestión fundamental que
nos abarca a todos: la higiene del móvil.
Este es un punto donde siempre existe conflictividad. Como no se
cuenta con la cantidad de móviles para cada unidad de trabajo, existe
la necesidad de compartir su uso, lo cual acarrea una serie de inconve-
nientes como quién lo usó y no lo limpió, quién se olvidó de dejarlo
con combustible, quién usó la rueda de auxilio y no se ocupó de repa-
rar a cubierta pinchada, etc.
Son cuestiones del día a día que se hablan hasta el cansancio, pero
todo, como siempre, por más que sea un tema recurrente, generador
de conflictos internos y menores –pero conflictos al fin– siempre va a
depender de los usuarios y, por ende, de la educación y el respeto que
cada uno tenga.
El no cuidar adecuadamente los recursos con que contamos, el no
mantenerlos en funcionamiento y limpios, habla de nosotros, no solo
como institución, sino de nosotros como personas.
Si nos consideramos personas educadas y respetuosas, seguramente
daremos tratamiento a los recursos logísticos como si fueran propios,
personales. En otras palabras, los mantendríamos en condiciones.
Me arriesgo a pensar que nos avergonzaría llevar a nuestra familia
o a un amigo en nuestro automóvil particular estando este sucio, lleno
de restos de comida, bolsas y botellas. Entonces, ¿por qué no trasladar
ese pensamiento al uso del recurso logístico? ¿Por qué no comenzar
respetándonos a nosotros mismos y a nuestros compañeros? Alguien
tiene que dar ese primer paso en positivo, y ese puede ser cualquiera de
nosotros, para comenzar a modificar esos hábitos nocivos.
Que sea por nosotros mismos un objetivo dejar el móvil en condi-
ciones para que nadie sienta vergüenza al usarlo porque está sucio, a
veces exageradamente falto de higiene. Si cada uno lo tomara así, hasta
aquel que no lo tiene incorporado porque ni siquiera se respeta a sí
mismo o a sus seres queridos, quizás por pudor, comience a adoptar
costumbres más positivas, diferentes.
Poder lograr esto por nosotros mismos, sin que se requiera de una
orden, es muy importante, porque habla de nuestra autoestima, de
cómo nos respetamos a nosotros mismos, a la institución y a la socie-
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dad.
Para cerrar, podríamos decir que, si no respetamos, no podemos
exigir respeto, si no valoramos, no podemos exigir que nos valoren.
La responsabilidad de dar ese primer paso es nuestra y de nadie más.
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Los jefes deben lograr ser respetados y admirados por sus subal-
ternos en la mayor medida posible. Eso facilitará la sana conducción,
generará un ida y vuelta genuino donde nos cuidamos y nos respeta-
mos entre todos, más aún cuando puede existir, por el propio trabajo,
alguna diferencia.
Es importante fundar las órdenes; el simple hecho de ordenar algo
no garantiza su cumplimiento efectivo, lo único que garantiza es que
una orden ha sido dada y nada más. Sabemos que una orden dada y no
controlada, es una orden no dada.
Tenemos que considerar que es más efectivo lograr que el personal
cumpla las órdenes por convicción y no por la simple obligación, pero
para esto, deben poder confiar en la conducción y, en este punto, es
fundamental el trato, el respeto y el ejercicio de un liderazgo positivo.
Una forma de lograr esto es haciéndolos parte, explicando los cómo y
los por qué de tal decisión, buscando un equilibrio que, con la práctica,
no nos lleve a demoras innecesarias.
La planificación cobra un lugar importante en todo, y esta no es
la excepción. No solamente en las órdenes de carácter complejo, sino
también en aquellas sencillas. Las ordenes sencillas, explicadas y fun-
dadas, nos preparan para el momento en que nos toque dar o recibir
órdenes complejas, donde se requieren mayores recursos y coordina-
ción con menos tiempo y más presión.
Para cuando eso suceda, el personal debe estar entrenado para poder
asumir con confianza el cumplimiento de la orden sin demora, sabien-
do que seguramente estará bien motivada.
La explicación y el fundamento de las órdenes puede llegar a ser
desgastante en el día a día, sobre todo en aquellos destinos donde hay
mucho trabajo al mismo tiempo, superpuesto.
No obstante, es esencial explicar y fundar las ordenes, como ejer-
cicio diario, para que su comprensión y ejecución sea más efectiva.
Explicando y fundando, paulatinamente iremos haciendo parte del
todo a nuestros conducidos que no estarán solo ejecutando un orden,
sino que, por el contrario, estarán formando parte de la resolución del
conflicto de que se trate, y lo irán, como debería ser, tomando como
propio.
La conducción estrictamente imperativa, excluyente y carente de
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dirección no es recomendable, lleva a que los conducidos comiencen a
no sentirse parte del equipo, como si su tarea no tuviera sentido. Si eso
sucede, se está muy cerca del fracaso.
La mentalidad debe estar puesta en el trabajo de equipo, y evitar
arrogarse el rol del que todo lo sabe y que no necesita explicar nada.
Debe estar claro quién manda, eso es indiscutible, pero para poder dar
órdenes y que estas resulten efectivas, debemos tener un equipo que
las cumpla con el mayor convencimiento posible de que lo que están
haciendo o tienen que hacer, tenga algún sentido.
Cuando simplemente cumplimos órdenes y no nos sentimos parte,
de a poco vamos perdiendo el sentido de pertenencia institucional, con
las consecuencias negativas que eso conlleva.
Si hay que expresar en pocas palabras lo que se quiere comentar en
estos párrafos destinados al trato con nuestros colegas y, por regla gene-
ral, en cualquier ámbito, podrían ser las siguientes: educación, respeto,
fundamentación y explicación.
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CAPÍTULO II
El Poder Judicial. Breve reseña
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que impliquen una intromisión o avance sobre los derechos de las per-
sonas. Es quien los resguarda y los protege (art. 23 CPPBA).
Esta protección debe ser comprendida por el funcionario policial
y alejarse de pensamientos facilistas, que se resumen en la creencia de
que el sistema favorece a unos en perjuicio de otros.
Todos somos actores dentro de un sistema que posee reglas y, cuan-
to más conozcamos las reglas, más posibilidades tendremos de tener
éxito durante la investigación y llegar a una sentencia condenatoria.
De nada sirve cortar camino, hay un recorrido y hay que respetarlo. Es
fundamental que esto sea comprendido e internalizado. Es algo que ya
no debe formar parte de la discusión, es un gasto de energía innecesa-
rio que no hace más que dejar expuesta nuestra falta de conocimientos
técnico-jurídicos de carácter básico.
Bien, hasta acá sabemos que es el Fiscal quien acusa al imputado
obteniendo pruebas por sí mismo, a través de la policía u otros medios,
que el imputado tiene derecho a defenderse a través de su abogado
(también puede hacerlo por sí mismo siempre que no perjudique el
debido proceso, pero no es el objeto dicho análisis en este momento), y
que es el Juez de Garantías quien vela, resguarda y asegura que durante
el proceso penal todo se ajuste a derecho.
Cuando el Fiscal entiende que ha obtenido las pruebas necesarias para
llevar una investigación a juicio, no va a ser el Juez de Garantías quien
juzgue, sino un Tribunal Oral Criminal (TOC) o Juzgado Correccional
(JC) según sea el caso, tal como veremos más adelante; no obstante, la
elevación a juicio debe solicitarla al Juez de Garantías (art. 334 CPPBA).
Si la sentencia es condenatoria o absolutoria, existen plazos para ser
recurridas (apeladas) ya sea por la defensa o por el Fiscal según sea el
caso (arts. 448 y 450 CPPBA).
Vencidos los plazos y no presentado el recurso, la sentencia quedará
firme. En caso de que el Fiscal o el Defensor decidan presentar un recur-
so por no estar de acuerdo con la sentencia de primera instancia, deben
hacerlo ante el Tribunal de Casación Penal (TCP) en el caso de las sen-
tencias dictadas por el TOC y, en los casos en que la sentencia fue dicta-
da por delitos correccionales, debe recurrirse a la Cámara de apelaciones.
La instancia de apelación a la que las partes pueden recurrir si, por
el motivo que fuera no están de acuerdo con lo resuelto por el Tribunal
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de Casación Penal, es la máxima instancia a nivel provincial, la Supre-
ma Corte de la Provincia de Buenos Aires (SCBA).
Finalmente, existe una instancia superior más a la cual se puede
recurrir, que es la máxima autoridad judicial a nivel nacional. Esta
autoridad final es la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN).
Para recurrir a la CSJN se deben cumplir ciertos requisitos, pero no
son motivo de análisis en este libro.
De lo leído hasta aquí puede que surja el interrogante respecto de
qué instancia existe si, por ejemplo, el Fiscal o el defensor solicitan una
medida al Juzgado de Garantías y este la rechaza.
En este caso, siempre que corresponda, ambas partes pueden recu-
rrir a la Cámara de Apelaciones y si, por el motivo que fuere, cualquie-
ra de las partes (Fiscal/defensor) no está de acuerdo con la decisión de
la Cámara de Apelaciones, pueden recurrir al Tribunal de Casación
Penal.
Los recursos podrán presentarse siempre que el Código Procesal
Penal lo admita (por ejemplo, la denegatoria de una detención no es
recurrible).
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Los Fiscales de un determinado Departamento Judicial, dependen
del Fiscal General, quien, a la vez, se encuentra bajo el ámbito del
Procurador General.
No se pretende en estas líneas explicar la función del Procurador
General o del Fiscal General, simplemente es necesario conocer la es-
tructura que contiene a los Fiscales que son con los que nos comuni-
camos diariamente.
Los Juzgados de Garantías intervienen en todo el proceso de la in-
vestigación hasta la elevación a juicio. En términos deportivos, podría-
mos definirlos como una especie de árbitro entre Fiscalía y la Defensa,
garantizando la protección de los derechos y garantías del imputado
a la vez que le permite a la Fiscalía avanzar en la investigación autori-
zando medidas como allanamientos, intervenciones telefónicas, entre
otras.
El Tribunal Oral Criminal no está de turno como los Juzgados de
Garantías: la designación de cuál va a juzgar un determinado caso es
por sorteo.
Los Juzgados Correccionales (JC) tampoco están de turno y, al
igual que los TOC, son elegidos por sorteo. Esto es así en el caso de
que deban dictar sentencia; en cambio, para la intervención en causas
contravencionales sí poseen turnos designados, como los Juzgados de
Garantías.
Los Juzgados de Ejecución (JE) intervienen una vez que la senten-
cia está firme, y su a disposición está la persona detenida durante el
cumplimiento de la pena impuesta, aplicando las leyes de ejecución
(libertad condicional, salidas transitorias etc.- art. 25 del CPPBA). Al
igual que los TOC y los JC, son elegidos por sorteo.
Es importante saber a disposición de qué Juzgado se encuentra por-
que son los que deciden, por ejemplo, los traslados a sede judicial, la
atención médica, los arrestos domiciliarios, los ceses de medidas de
coerción y varias otras medidas más.
En cualquier etapa del proceso, si la persona imputada tiene que
ser detenida, ya sea por el hecho en sí, porque se fugó o porque, por
ejemplo, quedó firme la sentencia, el órgano jurisdiccional que está
interviniendo es quien libra la orden de detención.
Por ejemplo, durante la Investigación Penal Preparatoria (IPP), la
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persona detenida está a disposición del Juez de Garantías. Una vez que
la IPP está elevada a juicio y hasta que queda firme la sentencia, va a
estar a disposición del Tribunal Oral Criminal o Juzgado Correccional
según corresponda.
Lo que determina quién va a juzgar en primera instancia, si el TOC
o JC, es el máximo de la pena prevista para el delito que se imputa. Si
ese máximo previsto es de hasta seis años de privación de la libertad
(por ejemplo, hurto, robo simple, tenencia de arma), interviene el JC;
en cambio, si el máximo de la pena prevista supera los seis años de pri-
vación de la libertad (homicidios, robos agravados, abusos sexuales), va
a juzgarlo el TOC. En este caso, si la pena prevista es de hasta 15 años,
el TOC es unipersonal, y si es de más de 15 años, el Tribunal va a estar
compuesto por tres jueces (colegiado).
Una vez que la sentencia queda firme, la persona detenida queda a
disposición del JE.
Si, por ejemplo, la sentencia dictada por el TOC o el Juzgado Co-
rreccional es apelada (a TCP, SCBA o CSJN), la persona detenida
siempre queda a disposición del Tribunal que lo juzgó en primera ins-
tancia y no del de la instancia a la que se apela.
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mayores no podrá nunca, en ninguna circunstancia, disponer sobre un
menor imputado.
Para el caso de que el Fiscal del fuero siga ambas investigaciones,
los procesos se llevarán adelante de manera separada, convirtiéndose el
Fiscal del fuero en una especie de doble Fiscal –cosa que el de adultos
nunca puede hacer– debiendo ajustarse a las formalidades de cada uno
de los fueros, todo ello, desde el inicio hasta el juicio oral.
A veces suele confundirse la función del Fiscal de menores con la
función de asistencia social; por ejemplo, cuando la policía encuentra
un menor en situación de calle tiene preestablecido, equivocadamente,
llamar al Fiscal de menores para consultar temperamento a adoptar.
En los casos donde el menor no ha cometido un delito, no intervie-
ne el Fiscal de menores. Cuando nos encontramos con una situación
donde hay un menor vulnerable que no ha participado en la comisión
de ningún delito, debemos llamar a las siguientes instancias y en el
siguiente orden de prelación:
1. Al número 102, área minoridad dependiente del municipio.
2. Servicio Zonal, organismo provincial.
3. Juzgado de Familia en turno.
Si no sabemos cuál es el Juzgado de Familia que está de turno, a
través de la Comisaria de la Mujer y la Familia se puede obtener dicha
información dado que, por la especificidad de su labor, el contacto es
permanente.
Cuando un menor comete un delito, a diferencia del fuero de
adultos, hay que adelantar telefónicamente de inmediato no solamente
al Fiscal, sino además al Juzgado de Garantías del joven y al defensor de
menores. Con los aprehendidos adultos se adelanta telefónicamente al
Fiscal solamente.
El Fiscal de menores tiene, al igual que el de mayores, veinticuatro
horas para recibirle declaración al imputado, pero solo doce para pedir
la detención.
Generalmente es conveniente para el Fiscal recibir esa declaración
antes de pedir la detención, por lo que los tiempos se aceleran y no
tendríamos que perderlo tratando de localizar quién es el Fiscal de
menores en turno. Con el listado a mano solucionamos esta cuestión
rápidamente.
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Conocer de antemano qué Fiscal está de turno nos evita la incó-
moda situación de llamar al que no corresponde. Desde lo humano es
importante tenerlo en cuenta porque quizás interrumpimos el descan-
so de un funcionario que por la mañana siguiente tiene audiencias o
juicio oral o lo que sea, que requiere el máximo de su energía. Es solo
cuestión de ponerse en el lugar del otro para comprenderlo, ante todo,
porque tiene fácil solución portando en nuestra nube de trabajo el
listado con los turnos de los diferentes magistrados de todos los fueros.
Otra cuestión importante para tener en cuenta para aquellos casos
en que un menor cometa una contravención, (decreto ley 8031/73) es
que no hay que llamar al Fiscal de menores, sino directamente al Juez de
responsabilidad penal juvenil en turno.
Otra de las particularidades que advertimos en los casos con me-
nores privados de la libertad es que deben ser trasladados con la mayor
inmediatez posible al Centro de Atención y Derivación (C.A.D.) que
se encuentra en la localidad de Batán (en el caso del Departamento
Judicial de Mar del Plata).
En la medida de lo posible, es recomendable hacer los traslados de
menores en móviles denominados 360 para mayor garantía respecto
del joven, pero, a la vez, para evitarnos nosotros mismos un dolor de
cabeza si es que decide autolesionarse y luego tratar de hacernos res-
ponsables de ello.
Para el caso que no se cuente con un móvil 360, es recomendable
documentar por medios propios el traslado utilizando un teléfono ce-
lular.
Antes de concurrir al C.A.D. hay que tomar la precaución de lla-
mar para consultar si hay médico disponible, ya que es un requisito
indispensable para el ingreso y, como no queda cerca, un simple lla-
mado nos puede ahorrar bastante tiempo. Ya sabemos que los minutos
cuentan cuando hay un menor imputado privado de su libertad.
La custodia de los menores y el uso de esposas siempre ha sido un
tema que nos preocupa como funcionarios policiales.
Solo para ponerlo blanco sobre negro, no hay nada que prohíba
expresamente el uso de esposas con menores de edad.
Lo que hay que tener en cuenta –y nunca perder de vista– es que la
ley buscará siempre la protección del menor, lo cual es incuestionable,
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y es por esto que de alguna manera se apela al sentido común en este
tema.
Si el menor tiene doce años, pesa cuarenta kilos y se encuentra en
un evidente estado de shock por lo que acaba de vivir y se muestra ac-
cesible a las voces de orden que la policía imparte en el cumplimiento
de su rol, quizás lo más recomendable sería tenerlo bajo custodia cerca-
na, pero sin esposas, buscando no profundizar aún más el problema en
la psiquis de joven. Pero, insistimos, no hay nada escrito que prohíba
la utilización de esposas con menores de edad.
Si como funcionarios policiales logramos internalizar este concep-
to, con lo difícil que nos pueda resultar, estaremos dando un gran paso
hacia adelante, sobre todo en no gastar energías en cuestiones que van
mucho más allá de nuestro día a día y que están plasmadas en las leyes,
a las que nos debemos ajustar.
La ley 13.298 es la de Promoción y Protección de niños, niñas y
adolescentes, es una ley provincial de carácter asistencial.
La Ley Nacional 22.278 regula, entre otras cosas, inimputabilidad
(jóvenes que no han cumplido 16 años), la punibilidad de los menores
y también establece cuándo debe intervenir el Fuero de Responsabili-
dad Penal Juvenil de Menores y dónde deberán ser alojados en caso de
resultar necesario.
Es importante saber que, cuando el caso lo amerita, el Fiscal del
fuero puede dejar aprehendido hasta doce horas a cualquier menor,
incluso los inimputables. Si lo considera oportuno, hasta puede llegar
a solicitar al Juez de Garantías del joven que autorice medidas de segu-
ridad.
Las medidas de seguridad son aplicables a menores inimputables,
es decir, aquellos que aún no han cumplido los dieciséis años. No obs-
tante, los menores también son inimputables de acuerdo con el tipo
de delito que hayan cometido; por ejemplo, cuando la pena en expec-
tativa sea de menos de dos años de prisión (por ejemplo hurto, daño,
resistencia).
Para su aplicación, el Fiscal debe solicitarla al Juez de Garantías
del joven y, por lo general, son por un periodo corto de tiempo, a los
efectos de poder trabajar con el joven en relación con los derechos que
pueda tener vulnerados, no respecto de la actuación policial exclusiva-
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mente, sino en general.
Otro tema recurrente que nos suele costar un poco poner sobre
la mesa es qué sucede con la investigación cuando el imputado es un
menor inimputable. La respuesta es sencilla: debe realizarse como cual-
quier otra investigación. No hay que perder de vista que, tanto a la
víctima en particular como a la sociedad en general, debe darse una
respuesta, aunque no sea la esperada por la inimputabilidad del menor.
Todos tienen derecho a saber la verdad y, la única forma, es a través de
la investigación.
Otro tema que nos suele generar dudas o en el que seguimos el mito
es la notificación de imputación del menor. Cuando notificamos a un
menor del artículo 60 del CPPBA, el proceso es idéntico al que se lleva
a cabo con un mayor: lo firma el menor solamente. No es necesario
que se encuentre presente un testigo o un tutor. Corresponde notificar,
a su vez, a un representante legal, y esto puede hacerse separadamente
o en la misma notificación del menor, pero no es estrictamente necesario
que ambos estén presentes al mismo tiempo.
Durante la investigación, es el Juez de Garantías del joven –no el
de Garantías de adultos, sino uno especializado– quien va a garantizar
que no se vulnere ningún derecho ni garantía en el proceso penal. Es a
quien el Fiscal debe solicitarle que autorice medidas como, por ejem-
plo, órdenes de allanamiento o de detención. En este sentido, funciona
igual que en el fuero de adultos.
Por otra parte, va a depender de la gravedad del delito quien sea
el encargado de juzgar al menor, pero no está delimitado por años de
pena prevista como en el caso los mayores.
En la requisitoria de elevación a juicio, el Fiscal del fuero menciona
quién va a intervenir en el juzgamiento, si es el Juez de Responsabili-
dad Penal Juvenil o si será necesaria la conformación de un Tribunal
de Responsabilidad Penal Juvenil. En ambos casos, son elegidos por
sorteo.
A diferencia del fuero de adultos donde el Juez o Tribunal dicta sen-
tencia en forma directa, en la que absuelve o impone la pena a cumplir,
en el de menores se dicta lo que se llama auto de responsabilidad.
El Fiscal del Fuero puede solicitar la aplicación de una pena tal
como en el fuero de adultos, solo que esa pena queda en suspenso hasta
31
la realización de un nuevo juicio (cesura de juicio).
Para que se realice este nuevo juicio, es necesario que se den tres
requisitos:
• Dictado del auto de responsabilidad donde el Juez o Tribunal
consideren al menor como responsable del hecho.
• Que haya pasado un año de tratamiento (medidas de integra-
ción social).
• Que el menor haya cumplido dieciocho años.
Reunidos estos tres requisitos, se produce un nuevo debate en el
que se resuelve si es necesario aplicar o no una pena.
Si el menor durante ese año cumplió con las medidas de integra-
ción social y su comportamiento fue el adecuado, el Juez o Tribunal
podrá absolverlo o reducirle la pena a la escala prevista para delito tentado
–aun cuando lo haya consumado–. En otras palabras, le está permitido
al órgano encargado del juzgamiento bajar la escala penal para estable-
cer la pena a cumplir.
Por ejemplo, si se trata de un homicidio simple, que prevé pena de
ocho a veinticinco años (art. 79 CP), el Juez o Tribunal, siempre que
se den los tres requisitos antes mencionados, siguiendo lo previsto en
el art. 42 del CP para los delitos en tentativa, podrá aplicarle una pena
que vaya entre cuatro años de mínima (la mitad de ocho prevista para
la mínima) y dieciséis años y ocho meses de máxima (las dos terceras
partes previstas para la máxima).
Durante la investigación, cuando el Fiscal o el defensor no están de
acuerdo con alguna resolución del Juez de Garantías del joven, pueden
recurrir a la Cámara de Apelaciones, es decir, en este sentido funciona
igual que en fuero de adultos.
Dictada la sentencia, ya sea por el Tribunal o por el Juez de respon-
sabilidad, los recursos de apelación, al igual que en el caso del fuero
de adultos, se presentan ante el Tribunal de Casación, SCBA o CSJN,
según sea la instancia y en caso de corresponder.
32
Entre las atribuciones que posee el Fiscal del fuero se encuentra el
denominado Principio de oportunidad reglado (art. 40 ley 13.634), que
le da la posibilidad al Fiscal especializado de la temática de no iniciar o
abandonar, si ya está iniciado, la persecución penal del menor cuando
considere que ello resulta más conveniente para el futuro del niño.
Para graficar esto, como ejemplo, pensemos en un menor que por
primera y única vez comete un delito, quizás por juntarse con gente
equivocada o por su propia falta de experiencia, y resulta evidente que
se trata de un caso aislado. El Fiscal especializado tiene la posibilidad
de no iniciar o abandonar la persecución penal dado que someterlo a
proceso, privarlo de su libertad, no hará más que complicar la reso-
cialización del menor, que es, en definitiva, el rol principal del fuero.
Podríamos decir, de alguna manera, que todos tenemos derecho a
cometer algún error cuando somos menores de edad. Ello no es más
que la aplicación del sentido común, solo debemos poder compren-
derlo en su más amplio sentido.
33
Fuero Extraordinario Federal
En el fuero federal no solamente el Fiscal puede impulsar la inves-
tigación como ya hemos visto que sucede en el ámbito provincial, sino
que el Juez también puede hacerlo.
Si bien esa es una de las grandes diferencias en la etapa de investiga-
ción, existe una actualización en el Código de Procedimiento Penal de
la Nación (CPPN) que aún no está implementada en todo el territorio
nacional, solo en Salta y Jujuy, en el que se pasa del sistema inquisitivo
al sistema acusatorio.
Con la actualización de CPPN, el impulso de la investigación va
a ser potestad exclusiva del Fiscal tal como actualmente sucede en la
Provincia, y el rol del Juez va a ser el de control, similar a la función
del Juez de Garantías. Es una síntesis para que, en muy pocas palabras,
podamos comprenderlo.
En lo que respecta a nuestra función como auxiliares de la justicia,
que es en definitiva lo que nos interesa abordar, no va a variar.
Otra diferencia importante radica en el juicio oral. Una vez que
una investigación llega a este momento, no es el Fiscal de primera
instancia quien va a presentar la acusación como sucede en provincia,
donde el mismo Fiscal que investiga realiza la acusación en juicio, sino
que, en este fuero, lo hace un Fiscal Federal de Juicio.
El órgano encargado de dictar sentencia es el Tribunal Oral Cri-
minal Federal (TOCF), y tanto el Fiscal Federal de Juicio como el
defensor pueden recurrir la sentencia al Tribunal de Casación Federal
y, si corresponde –no todos los casos pueden recurrirse a la instancia
final–, a la CSJN
Durante la investigación, al igual que en el fuero provincial, tanto
el Fiscal como el defensor pueden apelar las resoluciones del Juez Fede-
ral de Primea Instancia a la Cámara Federal de Apelaciones.
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La regla general y las excepciones
Resulta de interés que podamos distinguir cuáles son las reglas ge-
nerales y cuáles la de excepción en cuanto a las medidas invasivas que
pueden disponer las autoridades sobre las personas y los bienes:
El Juez federal:
• Puede autorizar todo tipo de medidas requeridas por el Fiscal
federal.
• También puede ordenarlas directamente (al menos será así has-
ta la entrada en vigencia del nuevo CPPN)
El Juez de Garantías:
• No ordena medidas de manera directa, siempre lo hace a re-
querimiento.
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El Fiscal de provincia:
• Como regla general, no puede ordenar un allanamiento, sí pue-
de como excepción, previo aviso al Juzgado de Garantías.
• No puede ordenar una intervención telefónica, se la debe re-
querir siempre al Juzgado de Garantías.
• No ordena detener, dispone aprehender y luego puede solicitar
al Juzgado de Garantías que se ordene la detención.
El Fiscal federal:
• Como regla general, no puede ordenar un allanamiento, sí pue-
de como excepción.
• Como regla general, no puede ordenar una intervención telefó-
nica, sí puede como excepción (por ejemplo, en investigaciones
por secuestros extorsivos).
• No ordena detener, dispone aprehender y luego puede solicitar
al Juez que ordene la detención.
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CAPÍTULO III
Trabajar pensando en el juicio oral
37
premisas cada vez que nos toca llevar adelante una tarea dentro de una
investigación.
Algunos de esos aspectos no son difíciles de prever, solo habría que
agudizar al máximo el sentido común, pero, más allá de eso, hoy por
hoy, los teléfonos celulares de los Fiscales –recordemos: máximos res-
ponsables de la investigación y para quienes el policía es una de sus
principales herramientas–, están siempre abiertos.
Cada detalle es importante. Desde el momento en que buscamos
testigos para un allanamiento o procedimiento hasta qué y cómo co-
municamos la novedad al Fiscal. Eso, por mencionar algunos aspectos.
Hay cosas en las que debemos ser profesionales al ciento por ciento.
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Fiscal para hablar sobre una investigación, como mínimo tiene que
estar presentable en su aspecto y hablar con propiedad, seguridad y co-
nocimiento. Eso siembra las bases en la construcción de la confianza.
Una de las cuestiones centrales es no subestimar la inteligencia aje-
na. “Maquillar” una realidad para que parezca una verdad dentro de
la investigación –en otras palabras, contarle al Fiscal una linda histo-
ria sin fundamentos o con fundamentos que no son sostenibles como
prueba a largo plazo y, por abusar de esa confianza, la investigación
avanza un pequeño paso, pero con bases frágiles–, hará que más tarde
o más temprano la investigación no prospere.
Pensando solo en el corto plazo o en una nota periodística o en sim-
ple estadística, es difícil lograr buenos resultados en una investigación,
mucho menos obtener una sentencia condenatoria para el imputado.
La transparencia funcional, profesional, ese ida y vuelta honesto y
sincero con quien dirige la investigación es una herramienta de vital
importancia para lograr resultados. Su construcción debe ser diaria,
permanente, constante.
Más de una vez se ha escuchado decir a un Fiscal algo que es ciento
por ciento real: el policía es mis ojos, mis oídos y mis brazos en la calle.
Es una gran frase que nos debe generar un amplio grado de responsa-
bilidad cuando estamos trabajando, y debemos hacerlo pensando en el
objetivo final: el juicio.
La única y verdadera forma de saber si nuestro trabajo está bien he-
cho es lograr una sentencia condenatoria para los autores de los delitos.
Obtener una sentencia donde el imputado resulte condenado no
necesariamente se da en el marco de un juicio donde debemos ir a
sentarnos a defender nuestro trabajo.
Si lo pensamos bien, conseguir sentencias condenatorias sin llegar
a un juicio, habla aún mejor de nuestro trabajo, ya que las pruebas
obtenidas y la forma en que se obtuvieron son tan contundentes que
no han dejado margen para la discusión.
Los testigos
La selección de los testigos sin dudas es una de las tareas que más
nos cuesta realizar, un poco porque nos ponemos en el lugar de esas
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personas cuyo día va a dar un giro inesperado e incómodo.
Tenemos que saber que una persona no puede negarse a oficiar
como testigo, ya que de hacerlo incurriría en el delito de desobedien-
cia, pero, como trataremos de explicar, hay que considerar cuáles son
nuestras mejores opciones al momento de la identificación de testigos.
Hagamos una salvedad antes de incursionar en este tema. Si bien el
CPPBA en su art. 117 admite que la presencia de un solo testigo le da
validez al procedimiento, aun así, es recomendable utilizar dos y, en lo
posible, de diferente sexo por si hubiera que realizar, por ejemplo, una
requisa sobre un hombre y una mujer. En estos casos, vamos a salva-
guardar aún mejor el pudor de las personas de que se trate.
Esto queda supeditado a cada caso en particular, pero siempre que
las circunstancias lo permitan, hay que procurar contar con dos testigos.
Desde que se realiza el procedimiento hasta que llega el momento
del juicio oral, puede transcurrir en promedio entre un año y medio o
dos y, como debemos trabajar pensando en el juicio oral, es necesario
prever ciertas circunstancias, que ya conocemos por la práctica diaria.
Pensemos un poco en la gran cantidad de cuestiones que pueden
hacer que el testigo no pueda estar presente en el momento cumbre
donde se valora realmente nuestro trabajo (art. 117 último párrafo
CPPBA). Suelen pasar cosas como un cambio de domicilio, de abo-
nado celular, se enferman, se van del país, fallecen. En el caso de las
ciudades como Mar del Plata, Pinamar, Miramar, entre otras, debemos
sumarle otro inconveniente a tener en cuenta: los turistas. No es la
opción más recomendable al momento de requerir testigos.
Diferenciemos dos casos distintos en la búsqueda de testigos: cuan-
do hay tiempo y cuando no hay tiempo.
Si las circunstancias son de urgencia, recurriremos al testigo que
más a mano tengamos, cualquiera que trabaje o haya trabajado opera-
tivamente lo sabe, pero, ahora, deberíamos subir un escalón cuando se
nos presentan estas circunstancias: a pesar de toda urgencia, tenemos
que tomarnos esos segundos de más para elegir la mejor opción dis-
ponible.
Ejemplo: vía pública, procedimiento en flagrancia, persona apre-
hendida. Levanto la cabeza y veo una persona que tiene como activi-
dad la de cuidar coches e inmediatamente la convocamos como testigo
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porque fue lo primero que vimos. Quizás, unos metros más atrás o por
la vereda del frente, pasa caminando otra persona que va con algunas
bolsas de hacer compras, pero no la vemos porque en nuestra cabeza
está cristalizado el pensamiento del testigo más cercano, aunque ya sabe-
mos que, en realidad, buscamos el testigo que nos queda más cómodo.
No se trata de discriminar a una u otra persona, sino que se trata de
preservar mejor nuestro trabajo y su calidad.
También es probable que resulte más sencillo localizar a la persona
que estaba haciendo los compras que al cuidacoches.
Se trata de probabilidades. Probabilidades que debemos evaluar en
esos pocos segundos en los que tomamos la decisión, pero, si ni siquie-
ra lo tenemos en mente, seguramente caeremos en la opción cortopla-
cista, la que más cómoda nos resulte en ese momento.
Si dejamos de pensar y analizar cuáles son nuestras mejores opcio-
nes, estaremos demostrando que no pensamos en el juicio oral sino
que tratamos de salir del paso.
El policía que esté leyendo ahora estas líneas quizás piense que es
fácil decir esto pero que hay que estar en ese momento y en ese lugar.
La respuesta es que ya estuve allí y sé de primera mano lo poco grato
que resulta en un juicio no haber seleccionado bien al testigo.
Por otra parte, lo que se recomienda es que nos tomemos unos se-
gundos más para seleccionar el testigo siempre y cuando se pueda, pero
que al menos ese pensamiento lo tengamos presente. Siempre vamos a
resolver en el momento como se pueda.
Cuando hay tiempo para la selección de testigos, por ejemplo, para
hacer un allanamiento, las cuestiones expuestas más arriba pasan a ser
inexcusables. Ya no podremos decir que no tuvimos tiempo, que fue lo
primero que vimos ni ninguna otra excusa de las que solemos escuchar
cuando preguntamos por qué se eligió tal o cual testigo.
En estos casos, tenemos todo el tiempo del mundo para elegir la
mejor opción.
Si nos tomamos como práctica para el desarrollo de cualquier ac-
tividad operativa pensar en el juicio oral y qué es lo que más conviene
para esa instancia, van a ir desapareciendo los errores, al menos los más
comunes, y eso será un gran paso, un avance.
Cuando tenemos tiempo para buscar el testigo, lo primero que hay
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que pensar es a qué lugar vamos a ir a buscarlo. Si comenzamos esta
tarea a la salida de un club nocturno, quizás no hayamos entendido
nada de lo escrito hasta acá.
Seleccionado el lugar e iniciada la búsqueda, tenemos que conside-
rar cómo vamos a abordar a esa persona que, hasta ese instante, estaba
pensando en sus cosas personales y, seguramente, no había planificado
oficiar como testigo de un procedimiento policial. En otras palabras:
comprender el shock que puede generar en una persona el tipo de
requerimiento que le estamos haciendo. En este punto, tenemos que
desplegar el máximo de nuestras herramientas para generar empatía
desde el minuto cero. Ser corteses, amables, educados, respetuosos,
comprensivos y, a la vez, firmes.
Por lo general, las personas intentan evitar ser parte de un proce-
dimiento policial; allí es donde debemos estar lo suficientemente en-
trenados y capacitados para poder explicarles con solvencia, seguridad
y carisma, la importancia y la necesidad legal del rol que les estamos
pidiendo que cumplan, hacerlos sentir parte de una realidad positi-
va, fundamentar su importancia, explicarles, serles sinceros, francos,
mirarlos a la cara, no hacerlos sentir ellos y nosotros, sino que, desde el
primer paso, se sientan nosotros, juntos, todos integrando un mismo
equipo que busca la mejor forma de llevar ante la justicia a aquellos
que no se adaptan de la mejor manera a vivir en sociedad.
Para eso, hay que concentrarse y poner la mayor atención cuando
hacemos esta tarea ya que esa persona va a ser la garantía del proce-
dimiento para el imputado, y también para nosotros y el éxito del
trabajo.
En síntesis, podríamos decir que debemos elegir como testigos a
aquellas personas que posean la mayor capacidad de comprensión y de
expresión posible.
Abordado el testigo, una de las primeras cosas que tenemos que
saber es de qué ciudad es oriundo, luego podremos continuar con la
mini investigación sobre su profesión, nivel de estudios, dónde vive, y
otros factores que necesitemos saber.
Con respecto al domicilio del testigo, es importante verificar que
no sea cercano al lugar donde vamos a llevar a cabo el procedimiento.
Que viva cerca no invalida nada en cuestiones legales, pero es asumir
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un riesgo, por cuestiones de sentido común, innecesario.
En cuanto a los datos que le solicitamos, es muy importante que
pueda certificar su identidad mediante algún tipo de documentación.
En este sentido, la mejor forma es el D.N.I., pero, de no poseerlo,
siempre existe alguna alternativa como, por ejemplo, la licencia de
conducir o alguna otra acreditación. Lo importante es certificar su
identidad.
A veces nos podemos confiar demasiado y no consultamos con la
red policial si la persona que estamos requiriendo como testigo posee
algún tipo de impedimento legal. Luego es tarde. Una vez realizado
el procedimiento, en este caso un allanamiento, no podemos advertir
que la persona seleccionada para oficiar como testigo tendría que haber
sido detenida de inmediato por poseer un pedido de captura activo y
eso, si bien no anula la legitimidad del procedimiento, nos puede ge-
nerar un gran dolor de cabeza absolutamente innecesario.
Entonces, ya elegimos el lugar donde buscar testigos, los aborda-
mos correctamente, nos aseguramos de que sean de la ciudad y que
no vivan cerca del objetivo a allanar, acreditamos su identidad, veri-
ficamos que no tiene antecedentes y algunas otras preguntas que nos
den la tranquilidad suficiente de saber que estamos eligiendo la mejor
opción. Solamente nos queda extraer todos los datos necesarios, los de
rigor y los alternativos, que nos permitan poder ubicar a ese testigo de
acá a dos años.
En este punto es donde se recomienda tener en cuenta, además de
su número de celular, un celular alternativo, un domicilio alternativo,
una casilla de correo electrónico y cualquier otra forma que nos dé la
certeza de poder encontrarlo llegado el momento.
Para cerrar el tema de los testigos, una vez en el procedimiento nos
tenemos que asegurar de algunas cosas que, si lo pensamos dos segun-
dos, nos van a salir naturalmente, porque esa es, justamente, la esencia
del requerimiento legal de la presencia del testigo.
Si se trata de un allanamiento, es primordial que ingrese lo más
inmediatamente que las circunstancias lo permitan, sin perder de vista
su seguridad personal. Apenas se asegura el lugar y los ocupantes de la
vivienda están neutralizados, los testigos deben ingresar. Eso, acompa-
ñado de un video de la irrupción, nos garantizará demostrar ante las
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autoridades judiciales que nuestro trabajo operativo no esconde nada
y es transparente.
Por otra parte, iniciado el procedimiento en sí mismo, debemos
asegurarnos de que el testigo observe absolutamente todo lo que ocu-
rre en el momento en que ocurre. Por ejemplo, si hallamos un objeto
a secuestrar, el testigo debe ver bien dónde y cómo estaba ese objeto.
De poco sirve efectuar el secuestro sin que el testigo lo presencie. Cada
secuestro debe ser documentado mediante foto y/o video, pero que
el testigo lo vea desde el primer momento es fundamental para dar-
le mayor credibilidad cuando la situación deba ser analizada por los
magistrados, cerrando toda puerta posible a un planteo de la defensa.
Cada secuestro debe contar con su cadena de custodia, pero ya
llegaremos a ese tema en particular.
A veces los procedimientos llevan más tiempo del previsto y los tes-
tigos pueden llegar a perder la paciencia o, como es lógico, a agotarse.
Estar atentos a este detalle no es algo menor dado que, como sabemos,
el testigo es nuestra principal arma al momento de darle fuerza a nues-
tro trabajo, es quien va a dar fe que las cosas fueron hechas tal cual las
documentamos.
Estar pendiente del estado de ánimo del testigo es muy importante,
darnos cuenta de si le dio hambre o sed, si necesita una pausa porque
no se siente bien, hacerlo sentar si hace mucho que está parado y cual-
quier otro detalle que percibiremos tan solo prestándole atención a su
comportamiento.
Cada una de las cosas que vayamos advirtiendo, hay que ir solu-
cionándolas sobre la marcha, pero con cierto grado de previsión. Te-
nemos que asumir que estar cuatro o cinco horas rodeado de policías y
personas aprehendidas, en viviendas que por lo general no son las más
bellas y confortables, alejado de la rutina que tenía prevista para ese
día, todo, influye o puede influir de manera negativa en el testigo, de
acuerdo con su personalidad.
Darle un tratamiento de absoluta preferencia es determinante en
cuanto a lograr ganarnos su buena predisposición; también trabajar
profesionalmente, ya que eso le va a dar mayor tranquilidad y confian-
za en lo que él mismo está haciendo, le va a dar sentido.
Si bien es importante que el testigo se sienta cómodo, tampoco
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hay que irse al otro extremo y relajarse del todo, como si fuera un jue-
go. Hay cosas importantes que documentar en un allanamiento y las
bromas, que muchas veces suelen verse, lo único que hacen es despres-
tigiar la imagen seria y responsable que debemos mantener de forma
constante.
Una vez que se regresa a la dependencia con el resultado ya conoci-
do, si bien el clima puede ser un poco más relajado, hay que mantener
las formas y cuidados, transmitiendo siempre seguridad y profesiona-
lismo en lo que hacemos, teniendo en consideración permanente las
necesidades de los testigos.
La comunicación al Fiscal
La comunicación con el Fiscal es un punto de mucha importancia,
pero vamos a dividirlo en al menos tres circunstancias diferentes.
La primera está vinculada con lo que veníamos aportando en cuan-
to a una investigación, ya sea el inicio de una o la profundización
cuando ya está en curso. Muchas veces se piensa que es el Fiscal quien
nos pone la primera piedra en el camino cuando le comentamos haber
recibido un dato.
Para no redundar en este aspecto, a esta altura debemos tener claro
que, más allá de tomar conocimiento y tratar de pensar estrategias, el
Fiscal con el dato por sí solo no podrá avanzar. Hay que informarle,
pero no deberíamos cargar sobre sus espaldas algo que no puede resol-
ver. Eso se debe a que sabe que con el simple dato no alcanza, para que
alcance, tiene que ser información confiable y comprobable.
En general el policía obtiene el dato y llama al Fiscal, depositan-
do sus esperanzas en que este disponga con relación al dato recibido,
y eso no va a suceder porque, sencillamente, no se puede. Ante esta
inactividad, el policía se frustra evitando la autocrítica, herramienta
fundamental para evitar errores.
Cuando se llame al Fiscal, hay que considerar lo ya expuesto y saber
que ese dato obtenido debe estar apoyado en hechos que, al menos en
el campo de las probabilidades, se puedan confirmar y sostener en el
tiempo.
La segunda y la tercera están directamente relacionadas, pero, a la
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vez son diferentes.
El llamado en un delito flagrante es una y el llamado en un allana-
miento es otra.
El llamado por un delito flagrante: antes de comunicarnos con el
Fiscal, debemos tener establecido a qué Fiscal llamar.
Ser considerado y respetuoso del trabajo de otro es algo que de-
bemos tener como premisa. Imagínense por unos segundos que son
Fiscales y están de turno. Toda esa semana, las veinticuatro horas, los
siete días, con el celular sonando por diversas circunstancias. Madru-
gada del jueves –mitad se semana-, luego de poder conciliar el sueño
dos o tres horas seguidas y suena el celular. Atienden y, del otro lado,
un policía les consulta: “Buenas noches, doctor. Consulta: ¿usted me
podría indicar el número de teléfono del Fiscal de flagrancia o de quien
esté de turno hoy? Porque tenemos un temita acá…” Es posible que no
recibamos una respuesta agradable y, si lo pensamos, con justa razón.
Es cierto que cada uno debe cumplir su función, pero también
es cierto que podemos usar el sentido común y tener la precaución
de contar con cierta información antes de salir a un servicio, como,
por ejemplo, saber quién está de turno, quién en flagrancia, quién en
menores.
Supongamos que tomamos las precauciones y llamamos al Fiscal
indicado, pero hacemos lo siguiente: “Dr., buenas noches, lo llamo
por un hechito…”
De acá, dos cosas: la primera, presentarnos luego de saludar; y, la
segunda, no minimizar nada. Lo que para nosotros puede tener mayor
o menor gravedad, para la víctima siempre es grave o muy grave.
De alguna manera, si minimizamos y restamos trascendencia cuan-
do comunicamos la primera noticia al Fiscal, ya en nuestra mente nos
estamos intentando convencer de que lo que sucedió no es grave y, por
ende, no ponemos las energías en tratar de esclarecerlo sino en sacar-
nos la responsabilidad de encima lo antes posible y pasar al hecho que
siga para… hacer exactamente lo mismo una vez más.
Cualquier policía que realice su profesión por gusto y vocación de-
ber tomar cada caso como importante y hacer todo cuanto esté a su
alcance para resolverlo o, como mínimo, sentar las bases como para
que quien tenga la función de investigar específicamente no tenga que
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iniciar desde cero como si ningún policía hubiera tomado interven-
ción o, peor aún, como si hubiera tomado intervención el propio defen-
sor particular. La mentalidad de cualquier policía debe estar puesta en
ese sentido, en hacer todo lo posible desde el primer momento y de la
mejor manera.
Ya sabemos entonces que, además de presentarnos, no debemos
minimizar las circunstancias.
Supongamos que no hay personas aprehendidas, pero aun así es un
hecho grave y amerita llamar al Fiscal. Antes de buscar el numero en la
agenda telefónica deberíamos tomar nota imaginando qué es lo que al
Fiscal le puede resultar de interés saber, más allá de tener la noticia del
grave hecho ocurrido. Por ejemplo, si las víctimas resultaron heridas
y, sin hacer un análisis médico, poder informarle qué tipo de lesiones
tienen.
También es importante saber qué le sustrajeron, en qué fugaron y
hacia dónde, si hay cámaras públicas y/o privadas, si hay privadas saber
si graban, si sabemos cómo llegaron al lugar los autores y por dónde
se retiraron, si saltaron un paredón para ingresar o para huir, cuánto
mide, si usaron armas de qué tipo, si los pueden reconocer, descripción
y vestimenta, si se comunicaban entre sí o por algún medio tecnológi-
co con algún apoyo externo, si existen vecinos que hayan visto algo y
cualquier otra circunstancia que podamos previsualizar como de inte-
rés para el Fiscal.
Es importante, muy importante, convocar a personal de policía
científica.
En el supuesto que se efectúe algún tipo de secuestro tenemos que
saber, antes de llamar al Fiscal, dónde y cómo estaba dicho objeto,
tomar fotografías y asegurarnos de que, como ya dijimos, el testigo
lo vea. De esta forma, más allá de nuestro propio trabajo, vamos a
reforzar la contundencia de la prueba con el testimonio del testigo y
la documentación fotográfica y/o fílmica, cerrando cualquier tipo de
objeción posterior sobre la validez del acto de secuestro.
Para poder hacer una autoevaluación de la calidad de nuestra lla-
mada al Fiscal, podríamos contabilizar las preguntas que este nos hizo
una vez que terminamos de comunicarle las circunstancias del hecho.
Cada pregunta del Fiscal es una cosa que no tuvimos en cuenta
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antes de llamar. Cada pregunta del Fiscal es un gol en contra. Aun así,
debemos tomar nota para la comunicación del próximo evento. Si to-
mamos nuestro trabajo en serio, debemos considerar que una pregunta
del Fiscal que nosotros no previmos antes de llamarlo es un fracaso.
Lo bueno, para ser positivos, es que siempre vamos a poder mejo-
rarlo si sencillamente nos proponemos hacerlo. En este sentido somos
los únicos responsables de modificar esta realidad.
En el supuesto de que haya una persona aprehendida, además de
lo dicho recientemente hay que considerar los datos que informamos
al Fiscal sobre esa persona. Por ejemplo, nos dice que se llama Carlos
Alberto Pérez, correcto, pero hay que acreditarlo mediante algún tipo
de documentación y, cuando llamamos, tenemos que saber de antema-
no que la persona aprehendida es quien dice ser. No es raro que aporten
un nombre falso o un número de DNI incorrecto porque quizás sobre
ellos pese algún impedimento legal.
Entonces, antes de llamar hay que corroborar esto, que tan solo
nos puede demorar algunos minutos más que no van a modificar nada
porque, de todas formas, habrá que hacerlo a pedido del Fiscal.
Estos pequeños grandes detalles ejercen una buena impresión sobre
nuestro interlocutor, que va a saber que quien lo llama está comprome-
tido con la labor que le está tocando hacer en esos momentos y no que
simplemente está cumpliendo con el requisito de informar al Fiscal.
Estamos haciendo lo que tenemos que hacer y, sobre todo, ahorrando
tiempo que puede ser de vital importancia en muchos casos.
La tercera cuestión se da en las llamadas durante los allanamientos.
Acá no tenemos que pensar a qué Fiscal llamar, es más sencillo porque
es el Fiscal que solicitó y obtuvo la orden. En estos casos contamos
aun con más tiempo para organizar el llamado al Fiscal, por lo cual la
calidad en la comunicación debe ser superior.
Ya sabemos que tenemos que certificar la identidad de las personas
aprehendidas, que los secuestros deben realizarse en presencia de los
testigos previo a ser fotografiados, que tenemos que saber con certeza
dónde y cómo estaban cada uno de esos secuestros.
Podemos hacer el ejercicio de preguntarnos qué tipo de informa-
ción le puede interesar saber al Fiscal de cada secuestro realizado. Vea-
mos, por ejemplo, un arma. Supongamos que un amigo nos llama
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y nos cuenta que compró un arma, ¿qué cosas nos interesaría saber?
Como respuesta, rápidamente se me ocurre pensar en qué tipo de arma
es: un revolver, una pistola, una escopeta, una carabina o un pistolón.
Creo que también me gustaría conocer su marca y calibre. Además, me
daría curiosidad saber si funciona bien, si tiene munición como para ir
a practicar al polígono. Si es una escopeta, por ejemplo, me interesaría
saber qué longitud tiene el tubo cañón. Es cierto que quizás a mi ami-
go no le pregunte el número de arma y si tiene pedido de secuestro,
pero, cosas más, cosas menos, si invertimos la carga, solos nos daría-
mos cuenta, sin necesidad de ser expertos, qué tipo de información
le resulta de interés al Fiscal para la investigación en lo que respecta a
armas secuestradas.
Le va a interesar saber dónde fue secuestrada, en qué ambiente, si
estaba al alcance de la mano, si estaba cargada, si el lugar es de uso co-
mún o solo de una persona, en suma, todo detalle que deje claro quién
es el responsable del arma.
El mismo tipo de razonamiento para cada secuestro, es decir, pen-
sar nosotros mismos qué puede ser de interés para la investigación y
que, con seguridad, el Fiscal va a querer saber.
Si se trata de drogas, por ejemplo, sería útil conocer en qué lugar
fue secuestrada. Si fue en una habitación, de quién es la habitación, y,
más allá de lo que se nos informe al respecto, verificarlo. ¿Qué quiere
decir esto? Que, si me dicen que vive Antonela, pero en la habitación
solo hay ropa de hombre, está lleno de herramientas de trabajo y fotos
de un joven jugando al futbol con sus amigos, por citar cosas burdas,
es probable que no me estén diciendo la verdad y estaríamos malinfor-
mando al Fiscal si no tomamos las precauciones del caso.
Estos detalles hay que tenerlos en consideración cuando identifica-
mos quién ocupa cada lugar dentro de la vivienda allanada.
También tenemos que poder especificar el tipo de droga, la can-
tidad y cómo estaba dispuesta: un trozo, varios trozos, un envoltorio
grande y varios más pequeños dentro, lo que nos lleva a tener que saber
el peso de la droga, tanto el volumen total y como el individual en el
caso de los pequeños envoltorios.
Si hay drogas secuestradas, es muy probable que nos pregunten si
había otros elementos relacionados con las drogas como, por ejemplo,
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balanzas, recortes de nylon, medidores o sustancia de estiramiento.
Todo eso debemos saberlo antes de llamar.
Si algunos de los objetos registrables poseen pedido de secuestro, es
lógico que nos pregunten cuál es la autoridad que lo requiere y desde
qué fecha.
Con respecto a los teléfonos celulares, es importante que podamos
saber quién es el usuario de cada aparato. Si bien en la llamada al Fiscal
no le vamos a estar pasando el número de IMEI (básicamente, el IMEI
es el número de “DNI” del aparato), es posible que se nos consulte si
se trata de un celular sustraído a la víctima, marca y si está en funcio-
namiento, pero no mucho más. Que no nos pregunte el número de
IMEI, el de tarjeta SIM o, incluso, el número de abonado o empresa
no significa que dichos datos no deban ser volcados en el acta; demás
está aclarar que hay que hacerlo.
Es realmente de mal gusto y muy poco profesional, ante una pre-
gunta del Fiscal, pedirle que espere en línea para hacer la misma pre-
gunta a un compañero o, peor aún, a la propia víctima. No es aconse-
jable, bajo ningún aspecto, mantener una comunicación con el Fiscal
delante de la víctima. En definitiva, comprometer a otro tratando de
evitar responsabilidades propias es, como mínimo, poco ético. Este
tipo de comunicaciones deben mantenerse en privado y habiendo to-
mado nota de todas las circunstancias de interés. Esa actitud, además,
genera un buen vinculo de confianza, absolutamente necesario para
que la investigación prospere.
Dos observaciones más para cerrar el punto de la comunicación
con el Fiscal. Por un lado, no tutear, no es necesario hacerlo, guardar
las formas es importante y, por el otro lado, todo lo que adelantamos
telefónicamente al Fiscal debe ser coincidente con lo que se escriba en
el acta. De poco sirve contarle algo muy prolijo por teléfono y que, al
día siguiente, cuando lea el acta, se encuentre con otra realidad. Este
error es bastante común y, francamente, no tiene sentido. ¿Para qué
adelantar algo y luego no documentarlo o hacerlo de manera incom-
pleta? Aun así, suele pasar, y eso es un elemento en contra al momento
de querer conformar prueba suficiente pensando en el juicio oral.
50
CAPÍTULO IV
Cuestiones técnicas
51
del fiscal.
Este conjunto de evidencias recién podrá considerarse prueba cuan-
do el órgano jurisdiccional encargado de la evaluación lo valore como
tal durante el juicio.
Comprender este punto nos ayudará a saber dónde estamos po-
sicionados. Nosotros, los policías, somos un medio de prueba en sí
mismos cuando, por ejemplo, declaramos durante el proceso o en el
juicio, de allí la importancia de las formas en que llevamos adelante
nuestro trabajo.
Artículo Descripción
6 Acción pública, le corresponde al Fiscal.
56 Funciones, facultades y poderes del Fiscal.
59 Especificación de facultades del Fiscal.
60 Derechos del imputado.
83 Derechos y facultades de la víctima.
Derecho del imputado a designar defensor –aun estando incomunica-
89
do–.
52
99 Requisitos generales en actos procesales.
102 Declaraciones testimoniales de personas sordas y de niños, niñas y ado-
bis y ter lescentes.
117 a
Actas: regla general, contenido, formalidades y nulidades.
119
120 Quienes NO pueden ser testigos.
149 Arresto.
151 Detención: quién, cómo y cuándo.
152 Incomunicación: quién dispone y por cuánto tiempo.
153 Aprehensión: a quién y cuándo.
154 Flagrancia: cuándo se da el caso.
155 Aviso inmediato de una aprehensión al Fiscal.
156 Aprehensión ciudadana.
161 Facultad del Fiscal para disponer libertad.
169 Excarcelación y eximición de prisión: cuándo.
219 a
Registro y allanamiento.
221
222 Allanamiento policial sin orden judicial.
225 Requisa personal: quién, cuándo y cómo.
226 Orden de secuestro: quién, qué, urgencia, cómo.
233 bis Declaración bajo reserva de identidad.
234 Prohibición de declarar.
235 Posibilidad de abstención de declarar.
236 Deber de abstención de declarar y excepciones.
247 Designación de peritos y notificación.
259 Reconocimientos. Formas.
266 Finalidad de la IPP
267 El Fiscal es el responsable de la IPP
Carácter público de la investigación. El secreto como excepción. Cuando
280
y por cuanto tiempo.
285 Facultad de denunciar.
286 Forma y contenido de la denuncia.
287 Obligación de denunciar.
53
288 Prohibición de denunciar.
293 Función de la policía.
294 Atribuciones de la policía.
295 Prohibición de apertura de correspondencia.
296 Comunicación de los delitos que llegan a conocimiento de la policía.
297 Actuación policial de prevención.
298 Sanciones.
54
narios o empleados públicos, tienen la obligación de denunciar los de-
litos de acción pública que conozcan con ocasión del ejercicio de sus
funciones. Por otro lado, si la noticia es como un simple particular, la
posibilidad de denunciar es facultativa (como cualquier ciudadano).
Las personas que ejercen el arte de curar, como los médicos, parte-
ras, farmacéuticos, tienen la obligación de denunciar los delitos contra
la vida y la integridad física que conozcan al prestar los auxilios de su
profesión, pero esto deja de ser así cuando los hechos conocidos estén
bajo el amparo del secreto profesional.
La denuncia debe reunir ciertos requisitos formales para su validez,
no obstante, hoy día se confeccionan por sistema, con lo cual los requi-
sitos están preestablecidos. De todos modos, es importante saberlos.
Por ejemplo, se debe indicar el lugar y la fecha, debe estar firmado,
si por algún motivo la persona no puede firmar, hay que explicar por
qué y salvarlo con un testigo de su confianza, deben constar los datos
de quien denuncia, se le deben anoticiar las penas previstas para quien
denuncie falsamente y también se lo debe poner en conocimiento los
derechos que tiene como denunciante, y entregarle una copia.
En casos excepcionales, los datos del denunciante podrán mante-
nerse en reserva, pero el motivo debe ser fundado y justificado y se
hace en el Ministerio Público Fiscal. Aun así, se registran y, llegado
el caso, prima el derecho de defensa y, en el juicio oral, estos datos
pueden ser revelados de ser necesario, aunque no durante el proceso
de investigación.
Ya sabemos las cuestiones técnicas que, a grandes rasgos, debemos
conocer en cuanto a la denuncia, pero abordemos otras cuestiones con
relación a este tema porque, con mayor o menor suerte, siempre podre-
mos contar con algún colega que nos indique cómo hacerlo, debido a
que es una de las actividades más comunes dentro de nuestra función.
Con respecto a esa habitualidad es justamente donde debemos ha-
cer una parada, y ponernos a reflexionar un poco.
Una de las principales cosas que hay que tener claro cuando tene-
mos una persona frente a nosotros con la necesidad de realizar una
denuncia es que algo le sucedió y necesita de nuestra ayuda, y no necesita
y no quiere conocer nuestros problemas. Las personas no recurren a la
policía –o al Fiscal o al Juez– porque estén pasando el mejor momento
55
de su vida, sino todo lo contrario.
Es más que bien recibido conocer el Código Penal, el Código Pro-
cesal Penal, tener un título profesional o técnico, capacitaciones o cur-
sos, pero a todo eso debemos sumarle otro factor que es sumamente
importante: tenemos que lograr que la persona que está sentada frente
a nosotros dispuesta a hacer una denuncia pueda sentir, percibir que,
quien la está escuchando, tiene verdadero y sincero interés en conte-
nerla, comprenderla, acompañarla, guiarla y ayudarla. Tiene que sen-
tir esperanza, que puede confiar y, para eso, debemos desplegar toda
nuestra empatía, lograr ponernos en el lugar del otro. Para nosotros es
normal, común, escuchar problemas e intentar resolverlos, pero esa
cotidianeidad no deber hacernos perder de vista que a quien tenemos
en frente dispuesto a denunciar, no tiene por qué conocer nuestro tra-
bajo, nuestra rutina, nuestros problemas o si podemos hacer algo o no
con respecto a lo que nos plantea, o si tenemos en ese momento los
medios o no para hacer lo que se necesite. Debemos ser profesionales,
pero también y, principalmente diría, sensibles.
Sabemos que algunas veces es poco lo que se puede hacer, pero
siempre podemos hacer algo.
Construir y generar empatía con nuestro interlocutor depende de
nosotros y de cuánto nos interese lo que estamos haciendo, ya que la
otra persona percibe todo eso. Nuestra expresión corporal habla. Más
allá de nuestras palabras, todo nuestro ser debe ponerse a disposición
de esa persona que necesita ayuda.
Esto es algo que solo los verdaderos policías entienden y asumen, aque-
llos que sienten y transpiran la función. Pero también sabemos que no
todos son así.
No deben dejarse influenciar por aquellos que no les interesa la
profesión o la ven solo como un mero trabajo. La función policial es
mucho más que un simple trabajo y, claro está, no es para cualquiera.
Cuán alto elevemos esa vara, depende de nosotros mismos.
56
primero escuchamos lo que tiene para decir y luego preguntamos),
pero es fundamental llevar adelante esta tarea con un máximo de con-
centración, atentos al relato del testigo.
Es muy importante generar un ambiente en el que el testigo se
sienta cómodo y seguro, sobre todo cuando dicho testimonio resulte
ser la llave que destraba el acertijo investigativo. En la etapa inicial,
esa en la que ni siquiera tenemos una mínima idea de cómo pudieron
haber ocurrido las cosas, es primordial no perderse ningún detalle, y
las declaraciones testimoniales de quienes tengan algún conocimiento
de los hechos son muy importantes.
Si no estamos atentos al relato del testigo, va a ser difícil que poda-
mos formular preguntas inteligentes que nos ayuden a reconstruir, de
manera efectiva, cómo sucedieron los hechos.
A veces, podemos avanzar por medios técnicos, como los que apor-
ta, por ejemplo, la policía científica, pero no en todos los casos se
cuenta con los mismos, ya sea porque los autores no dejaron rastros,
o bien porque los mismos no son lo suficientemente claros como para
dar certeza (una huella parcial). Además, en ciertas ocasiones el perito
puede obtener un rastro papilar, por ejemplo, pero si no está cargado
en el sistema, ese rastro va a corresponder a un no identificado, aunque,
claro está, si con el tiempo se identifica al autor, se puede realizar un
cotejo conformando una prueba de importantísimo valor.
Aun así, en la etapa inicial, las declaraciones testimoniales son las
herramientas que más a mano tenemos –junto a otras como las cáma-
ras de filmación– para comenzar a trabajar.
Cada investigación tiene sus particularidades y, en este sentido,
mediante un testimonio va a ser importante poder establecer determi-
nadas cosas. Por citar un caso común, en un robo en un domicilio, no
deberíamos perder de vista cuestiones como vestimenta, rango etario,
fisonomía, si llevaban el rostro cubierto, si llevaban armas, si la víctima
puede reconocerlos, si realizaron comunicaciones durante el ilícito, trans-
porte, apodos, dirección de fuga, tonos de voz, cómo ingresaron y cómo
egresaron del lugar del hecho (pudo existir efracción o escalamiento al
momento de la huida, lo cual agrava la figura delictiva), descripción de
objetos sustraídos, acreditación de preexistencia, si la víctima fue golpeada.
Cada detalle no solamente va a contribuir favorablemente en la inves-
57
tigación, sino que va a ser determinante al momento de establecer la
extensión del daño causado.
Como decíamos, cada investigación tendrá sus particularidades y
qué preguntar o cómo llevar adelante la declaración testimonial va a
depender del grado de concentración que tengamos en ese momento.
En cuanto a las declaraciones que se toman a veces de apuro en la
vía pública, lo recomendable es, una vez en la dependencia, transcri-
birla en la computadora con el formato conocido como testimonio,
para que resulte más fácil y rápida la lectura. Debemos convenir en ese
punto que la caligrafía, en los tiempos digitales que corren, no suele
ser la más clara.
Cada declaración testimonial debe ser abordada de manera tal que
no quede nada sin cubrir, nada sin preguntar, por un lado, por el bien
de la investigación y, por el otro, para no estar molestando al testigo
dos o tres veces por el simple hecho de no haber preguntado cuando
se debía.
Esto no quiere decir que no se pueda citar nuevamente al testigo,
pero, una cosa es hacerlo porque surgieron circunstancias que desco-
nocíamos y otra porque no nos concentramos debidamente en hacer
este trabajo cuando había que hacerlo.
Para cerrar, es importante recordar lo expresado en el primer párra-
fo de este título en cuanto a las dos partes que contiene una declara-
ción, pero, sobre todo, es imprescindible que quien reciba la declara-
ción no realice una interpretación de lo que el testigo quiso decir, sino
que escriba tal cual lo dice el testigo aun cuando las palabras utilizadas
no sean las más lindas. Esto debe ser así porque quien escribe tiene que
transmitir de la manera más fiel posible lo que el testigo dice.
La finalidad es acercarse lo más posible a la realidad de lo que haya
ocurrido y para ello, lo que se necesita saber es la forma en que lo per-
cibió el testigo y no lo que el escribiente haya interpretado de su relato.
58
encuentran taxativamente detallados, tenemos que acudir a un deno-
minador común: la urgencia.
Este tipo de situación excepcional debe ser coordinada con el Agen-
te Fiscal interviniente o en turno, puesto que resulta ser el funcionario
que avalará o no el accionar policial y con ello la validez de la tarea.
Suele suceder que en el afán de desarrollar de manera completa la tarea
de prevención, muchas veces se toma la decisión de requisar a una
persona para poder informar integralmente acerca de lo sucedido, sin
poder explicar acabadamente lo ocurrido.
Esta referencia no es en cuanto al “palpado superficial” o “cacheo”
que se lleva adelante para asegurarnos que no corremos riesgos en la
tarea a desarrollar, sino de una revisión de prendas, pertenencias o ha-
bitáculos en búsqueda de elementos que confirmen una sospecha de
actividad delictual.
La vigencia de un procedimiento es defendida por el Fiscal, quien
a su vez deberá explicarle al Juez (en realidad, a cada uno de los que
intervengan en la causa), cuáles fueron las razones por las cuales se
avanzó con una medida intrusiva sin contar con la orden judicial.
Podemos hacer una requisa sin avisar a nadie, pero luego debere-
mos convencer de la razonabilidad al Fiscal y al Juez; o bien, hacerla
con el aval o autorización del Fiscal, quien luego se encargará de argu-
mentar lo que corresponda para sostener su decisión.
Se trata de conocer que tan grave y urgente resulta la situación
como para ameritar o no una comunicación previa, pues claro está
no todas las situaciones son idénticas y, por tanto, ambas vías resultan
claramente posibles.
En síntesis, podemos: (1) hacer uso de las facultades que otorga
el 294 del CPPBA, debido a motivos de urgencia, lo que deberá ser
inmediatamente comunicado al Fiscal o al Juez; o bien, (2) plantear el
escenario al Agente Fiscal para que, en función de las facultades que
le otorga el CPPBA en el art. 59, sea él quien adopte la decisión de
proceder.
Para sostener una decisión de realizar una requisa sin orden, el cri-
terio principal resulta ser la “urgencia” de la situación, máxime cuando
se trata de interceptaciones en la vía pública. Sobre el punto la doc-
trina del máximo tribunal de la nación (C.S.J.N., “Fernández Prieto”,
59
12-11-1998) receptó el fundamento de la actitud sospechosa como
fundamento para interceptar, pero también destacó que al tratarse de
un vehículo en circulación se presentaban razones de “urgencia”.
Debemos recordar que en la medida en que utilicemos las faculta-
des del 294 del CPPBA, el acta (junto a su íntegra ratificación por par-
te de todos los intervinientes) deberá ser lo suficientemente completa
como para poder transmitir al lector, la situación que se presentó al
adoptar nuestra decisión. Esto es fundamental e irreemplazable.
Ahora bien, cuáles son estos motivos de sospecha o actitud sospe-
chosa no está debidamente legislado y debemos acudir al sentido co-
mún. Es irrelevante el resultado de la requisa (esto quiere decir que no
importa si tiene resultado positivo o negativo para valorar si teníamos
motivos suficientes) y debemos pensar en que estamos vulnerando el
derecho a la intimidad y si, el derecho que vamos a proteger, amerita
esa vulneración.
Así, tenemos como ejemplo un vehículo que no se detiene ante la
voz de alto por exceso de velocidad, la visualización de un pasamanos
de presunta venta de estupefacientes, quien camina por un barrio en
el cual no vive en horario nocturno y transportando algún electrodo-
méstico, quien deliberadamente abandona un bolso o mochila en un
centro comercial y cuando queremos advertirle de su “olvido” comien-
za a huir, entre otros casos.
En cuanto a quien debe realizar la tarea de requisa, el código prevé
que se realice por una persona del mismo sexo (regla general), pero si se
dan circunstancias que realmente lo justifiquen (excepción), el policía
que esté en el procedimiento podrá realizarlo.
No obstante, SIEMPRE se debe, en caso de existir oportunidad,
comunicar antes de proceder al Fiscal que corresponda.
60
investigado y/o personas en la morada de los elementos que deben
secuestrarse según la orden que poseemos.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que de voluntaria tiene
poco toda vez que se trata de una persona a la que se le está exhibiendo
una orden o bien se le está haciendo saber que se la requisará y/o que
su domicilio se registrará. Sólo se trata de una persona que, sabiendo
por la orden exhibida lo que se procura hallar en su poder, hace saber
que tiene esos elementos, dónde los tiene, y decide entregarlos. Lo que
sucede aquí es que el investigado está procediendo sin coacciones y con
el único incentivo de proteger su derecho a la intimidad y evitar así el
registro coactivo, colaborando.
No tiene nada de malo ni problema procesal alguno. Quien está
habilitado para registrar contra la voluntad del imputado, con mucha
más razón podrá hacerse de las cosas que éste le entregue y, por ello,
dejará constancia de las palabras que utilizó la persona para hacer en-
trega, dónde fue y de qué manera y, en caso de que el testigo hubiere
presenciado el acto, se le tomará declaración por separado.
En conclusión, lo único que se debe hacer es dejar debida cons-
tancia y, si sólo se iba a buscar aquel elemento, concluir la diligencia
inmediatamente y, siempre, formalizar el acto debidamente.
También podría darse el caso en que el objeto entregado, no sea
el que fuimos a buscar, pero que su posesión importa la probable co-
misión de un delito. En el caso deberá procederse del mismo modo,
puesto que nuestro rol de representantes de la autoridad, no nos per-
mite hacer caso omiso. Tal comportamiento nos pondría a nosotros
en la probable infracción al 274 del C.P., omitiendo la obligación de
perseguir penalmente un ilícito, y, por lo tanto, somos responsables de
documentar la situación tal y como se presentó.
61
como con cualquier registro y se deja constancia de lo actuado.
En segundo lugar, yendo al caso opuesto, se debe ver cómo se pro-
cede ante la anuencia para el ingreso cuando no se posee orden de
registro.
Si fuese el caso de un tercero no involucrado ni investigado –una
persona a la que el delincuente se le escondió en el patio, aun cuan-
do ya se haya ido y sea para el ingreso de policía científica- no existe
problema alguno en hacer uso de esa anuencia para el ingreso, toda
vez que ese ingreso no le causará perjuicio de carácter procesal alguno
a la persona. Sin embargo, tal permiso no exime de la obligación de
documentar la situación, puesto que con ello nos evitaremos los incon-
venientes que pudiesen generarse si mas tarde alguno de los colabora-
dores pretende cambiar de parecer.
Ahora bien, si fuese el caso de un investigado que permite el in-
greso del personal policial o bien cualquier conviviente que se viere
imposibilitado de declarar en contra del mismo (por ejemplo madre,
padre, pareja), resulta una nulidad insalvable hacer uso de tal permiso.
Sin perjuicio de que antes se encontraba legislado, hoy se ha resuelto
siempre, en todas las instancias judiciales, que tal accionar resulta nulo
y se debe siempre pedir la autorización judicial correspondiente.
62
zarla, pero el código de forma, es decir aquel que nos dice cómo llevar
a adelante el proceso, es el Código de Procedimiento Penal, que no es
uno, sino dos. Por un lado, está el Código de Procedimiento Penal de
la Nación y, por otro, el Código de Procedimiento Penal de la Provin-
cia.
Se utilizará una forma (nación) u otra (provincia), según el tipo de
delito cometido corresponda al fuero extraordinario o federal, como la
trata de personas, o bien, corresponda al fuero provincial u ordinario,
como un homicidio.
La realidad es que, con la práctica y el paso del tiempo, se va in-
corporando casi de manera natural establecer cuándo interviene uno u
otro fuero. No obstante, en estos primeros pasos, para poder distinguir
con mayor facilidad estas cuestiones, solo hay que darse cuenta si lo
ocurrido (afectación del bien) es general o particular.
En ejemplos sencillos: un homicidio en el barrio El Martillo afecta
a una parte de la sociedad, en este caso a la sociedad marplatense y no
a la sociedad en general, como nación, por eso se aplicará la forma que
indique el CPPBA.
Si, en cambio, en lugar de ser un homicidio en el barrio El Marti-
llo, lo que motiva la investigación es un lugar en el que comercializan
órganos humanos o existe trata de personas o tráfico de armas, ya no se
trata de la afectación a una determinada región, sino a todo el territo-
rio nacional, dado que son cuestiones que trascienden un determinado
sector, incluso, hasta un determinado país. En este caso, entonces, va
a intervenir la Justicia Federal y la forma va a estar delimitada por el
CPPN.
No obstante, la Ley 48 es una ley nacional que indica qué delitos
corresponden a la intervención del fuero extraordinario o federal.
63
60 CPPBA) y el motivo de su aprehensión. Si habla español, no va a
requerir ningún esfuerzo extra. Si no, deberemos requerir un testigo,
que de todas formas vamos a necesitar para el procedimiento de que se
trate, y dejar constancia de ello.
Este “inconveniente”, por denominarlo de alguna manera, lo debe
resolver el Fiscal al momento de indagarlo, pero ese no es nuestro pro-
blema.
Lo que sí podemos hacer para facilitar la tarea al Fiscal, es realizar
una pequeña investigación cuando hacemos la constatación del domi-
cilio o el informe de concepto y solvencia. Ese es el momento de inda-
gar en el barrio con vecinos y comerciantes acerca de cómo se comuni-
caba con ellos. Quizás la persona aprehendida pueda expresar que no
entiende nuestro idioma, pero si resulta que los vecinos y comerciantes
dicen lo contrario, entonces la tarea del Fiscal se verá simplificada al
momento de indagarlo.
No obstante, reiteramos que el tratamiento que tenemos que darle
a una persona aprehendida extranjera, es el mismo que a una nativa.
La comunicación con la autoridad consular que corresponda es res-
ponsabilidad del Ministerio Publico.
64
CAPÍTULO V
Aspectos generales de una investigación
65
las circunstancias.
No hay que olvidar este tema, debemos incorporarlo dentro de la
distribución de roles, siempre hay alguien que genera un vínculo cerca-
no y eso debemos sostenerlo no solo durante los primeros momentos,
sino también durante todo el proceso.
Muchas veces sucede que un hecho queda sin esclarecer. Se dan
casos en que tenemos algún indicio de quién pudo ser el autor, pero
aun así no logramos materializar las pruebas necesarias como para lo-
grar un allanamiento o una detención o alguna otra medida, pero la
víctima merece saber que estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo,
alcance o no, para lograr el objetivo.
Si se pierde de vista este aspecto, el de la contención y guía de la
víctima durante el proceso investigativo, con mucha razón puede lle-
varla a pensar que no estamos haciendo lo suficiente, incluso cuando
no sea así.
Esa sensación de desprotección que siente la víctima es porque fa-
llamos en la contención. Cualquier persona, aun sin que logre resolver-
se un caso por parte del Estado (policía, Fiscal, Juez) necesita y merece
sentir que se hizo todo lo posible y quizás, solo quizás, le resulte más
fácil dar vuelta la página y seguir adelante.
66
con información objetiva, para así poder agregarlo al expediente y que
este comience a cobrar fuerza como para, eventualmente, requerir de
alguna medida judicial (allanamiento, intervención telefónica, deten-
ción).
Suele verse seguido en una IPP una declaración o un simple infor-
me de un policía donde se describe lo siguiente: “se ha tomado cono-
cimiento que no sería ajeno al injusto investigado fulano de tal, que
dicha información fue aportada por personas que no quieren declarar
por temor a sufrir represalias…”.
Intentar avanzar solamente con esto es imposible. De alguna mane-
ra hay que fundamentarlo, explicarlo, justificarlo y, como se mencionó
unas páginas antes, no responsabilizar a nadie más que a nosotros mis-
mos por pretender progresar de esta forma y no poder hacerlo.
Esto no significa que haya que ignorar el dato, sino que no pode-
mos pretender avanzar solo con eso, que tenemos que encontrar la
manera de robustecerlo hasta convertirlo en información.
La mejor forma de volcar todo lo que nos llegue a conocimiento a
través de un tercero es mediante la declaración testimonial.
Según sea el caso, a veces se da que la información, cuya fuente se
pretende preservar, solamente puede salir de una persona, por tanto,
intentar preservarlo no tiene sentido, ya que, aun así, el origen, la fuen-
te, resulta obvia. Ejemplo: una persona comete un delito y le cuenta
solo a su amigo confidente todos los detalles, entonces, el amigo que
escuchó se convierte, a ojos del autor –y de todos en realidad– en la
única fuente posible.
Casos como el expresado suelen terminar en un pedido de declara-
ción con reserva de identidad. Desde mi punto de vista, algo así no tie-
ne sentido, pero, claro está, es mejor que nada, solo que ese testimonio
no va a tener la misma fuerza de prueba que si lo declarase sin reserva,
más aún cuando, como dijimos, su origen resulta obvio.
Estas situaciones son difíciles porque, por un lado, queremos resol-
ver el caso y, por el otro, preservar la fuente. Cuando nos sucede algo
así, siempre hay que ser claros con nuestro testigo, no ocultarle absolu-
tamente nada y poner, como se dice, todas las cartas sobre la mesa para
que su decisión de declarar o no sea de su absoluta responsabilidad,
más allá de ponerle a disposición lo necesario para que se sienta seguro.
67
Una vez logrado el testimonio, hemos pasado de un simple dato
a una información que podemos contar como elemento de prueba,
porque el testigo ha dado a conocer, bajo juramento de ley, lo que sabe
al respecto.
68
el máximo responsable y quien dirige la investigación es él.
Después de concluida una investigación, va a venir otra más y otra
más. Una sola no debe hacernos arriesgar la profesión o la libertad,
dejándolas, por imprudentes, en manos de un informante a quien ni
siquiera le importamos.
Esto, no hay que confundirlo con no tener manejo de datos de la
calle; recuerden que son solo eso, simples datos que, si no logramos
convertirlos en información contrastable jurídicamente, de poco o
nada van a servir.
Tomar por costumbre relacionarnos con informantes probable-
mente nos termine generando problemas. No perdamos de vista que,
para obtener datos de la calle, no necesariamente hay que involucrar-
nos con personas que nos puedan meter en problemas.
Muchas veces, el mejor dato sale de un buen vecino, que verdade-
ramente tiene temor, pero que, si se hacen bien las cosas, le inspirare-
mos suficiente confianza para que, al menos, nos cuente lo que vio o
escuchó.
Esa palabra de nueve letras, confianza, tarda mucho en construirse
y muy poco en destruirse y vale con todos: con el compañero, con
el Fiscal, con un amigo o con un vecino. No se puede pretender que
un vecino simplemente confíe en nosotros de un día para el otro. Esa
confianza se gana, pero lleva años de trabajo.
Es indispensable para cualquier investigador tener ojos y oídos dis-
tribuidos por toda la ciudad, en los que podamos confiar sin necesidad
de tener que recurrir a los mercenarios de la calle.
Con los avances tecnológicos que, seguramente, irán evolucionan-
do con el tiempo, debería prescindirse de la utilización de los infor-
mantes que, como es esperable, son personas que se manejan en un
ambiente ilegal y su intención de contactarse con policías es solo para
su propia conveniencia.
De todos modos, en caso de utilizarse un informante, debe hacerse
siempre con conocimiento del Fiscal a cargo de la investigación.
Como en todo, cada uno hará la evaluación de riesgos en cada
caso, solo que ahora ya no habrá excusas para decir que no fuimos
advertidos.
69
Relevamiento de cámaras (art. 265 bis CPPBA)
El testimonio es una las herramientas con las que se puede volcar
información, pero no es la única. Como decíamos antes, tenemos que
obtener otras informaciones que podamos utilizar como elementos de
prueba. Uno de ellos es el relevamiento de cámaras, públicas y priva-
das.
Esta tarea forma parte del ABC en cualquier tipo de investigación.
Dependiendo de la urgencia o gravedad del caso, se dispondrán de ma-
yores o menores recursos humanos para llevar adelante esta actividad.
Salvo excepciones, no pueden volcarse cuarenta o cincuenta policías a
realizar un relevamiento de cámaras, por eso es importante acostum-
brarse desde el inicio de la investigación a ganar tiempo en este sentido.
Esta tarea es bastante común, pero no siempre se realiza de la mejor
manera. Como todo, requiere de planificación. Si se sale desorganiza-
damente a realizar este trabajo, quizás se gasten recursos inútilmente y
eso no suma más que problemas y demoras.
Antes de salir a hacer un relevamiento, el personal debe saber de
qué se trata la investigación, cuál es el objetivo. Es fundamental la
charla previa informativa donde el responsable de la actividad explica
cada detalle necesario. Salir a hacer este trabajo sin la motivación sufi-
ciente porque no se tiene un objetivo claro, suele jugarnos en contra.
Como en toda actividad, el hacer algo con motivación no arroja los
mismos resultados que hacerlo por hacerlo, para sacarnos de encima la
tarea y simplemente cumplir con el protocolo.
El verdadero policía debe salir motivado a realizar su labor, y el jefe
debe motivar al personal, reforzar ese espíritu de trabajo para que no
dé lo mismo una cosa que la otra, para marcar la diferencia y que, si no
da buenos resultados, sea porque así debía ser y no porque no se hizo
bien o con la suficiente energía.
La planificación en este tema es algo que no requiere mayor esfuer-
zo, solo tenemos que pensar en lo que sucede cuando en un recipiente
con agua dejamos caer un objeto. Lo que vamos a ver son pequeñas
olitas que tienen su inicio en el punto donde el objeto ingresó y se van
expandiendo hacia los bordes en todas direcciones.
El relevamiento de cámaras es algo similar. El punto donde el ob-
70
jeto ingresó al agua no es más ni menos que el lugar donde ocurrió el
hecho. A partir de allí comienza a expandirse la búsqueda hacia todos
lados.
A veces contamos entre las primeras informaciones con la dirección
de fuga, esto es importante ya que nos permite optimizar recursos.
Es decir, si sabemos concretamente que salieron en dirección norte,
no tiene mucho sentido iniciar la búsqueda de cámaras hacia el sur,
al menos en la urgencia, ya que luego será necesario estudiar desde
dónde pudieron haber llegado. Pero, en la inmediatez, la prioridad es
la dirección de fuga.
Parece algo sencillo, aunque a veces, en el afán de cumplir una or-
den, dejamos de pensar y solo cumplimos la orden. Esto se nota sobre
todo en los primeros meses de trabajo donde, por lo general, estamos
llenos de inseguridades y hacemos estrictamente lo que se nos ordena.
No hay nada de malo en proponer ideas o pensamientos, a veces
pueden ser zonceras y, otras veces, pueden desatar otras ideas que son
superadoras. Nunca deben dejar de tener presente que todos somos
humanos, que tenemos días mejores y días peores como cualquier otra
persona. Todas las ideas deben ser siempre más que bienvenidas, prin-
cipalmente en los días malos. No solo por este ejemplo sencillo del
relevamiento de cámaras, sino en general.
Recuerden que tener una jerarquía mayor o más años de antigüe-
dad no es garantía precisa de mayor conocimiento o mejores ideas o,
como acabamos de mencionar, tampoco garantiza que nuestros días
sean siempre buenos y que algunos detalles se nos pasen por alto.
Hemos visto, en líneas generales, cómo dar inicio al relevamiento.
Ahora pensemos un poco en la segunda parte.
Ya sabemos dónde iniciar y hacia dónde ir. Ahora estamos en la
puerta de una vivienda que tiene una cámara de seguridad instalada.
Tocamos timbre, llamamos a la puerta y alguien nos atiende. Antes de
ese momento ya debemos estar absolutamente concentrados en cómo
vamos a iniciar el diálogo.
Pongamos como ejemplo una situación compleja, donde el hecho
investigado es grave y los tiempos urgen más que de costumbre, luego
podemos aplicar esto a todos los casos.
Siempre partiendo de la base del respeto, la educación y las sanas
71
y buenas costumbres, debemos presentarnos con jerarquía, apellido,
nombre y dependencia para la cual trabajamos. Luego, sin entrar en
demasiados detalles –si no es estrictamente necesario– fundar los mo-
tivos de nuestra presencia y requerimiento. En ningún caso, pero en
estos menos aún, bajo pretexto de apuro, sirve de mucho una posición
altanera que no hace más que predisponer mal a nuestro interlocutor,
y no es eso lo que buscamos.
Los buenos modales, un tono de voz ameno y seguridad al hablar
nos van a resultar de mucha utilidad. Es cierto que, llegado el caso,
podemos conseguir una orden y secuestrar lo que necesitemos, pero
eso lleva un poco más de tiempo y debemos concentrarnos en dejarlo
como la última opción, cuando ya agotamos toda instancia de negocia-
ción con el dueño de las cámaras.
Cada minuto ganado cuenta y entrar en discusión solo resta tiem-
po. Si somos educados y transparentes, mostramos seguridad y damos
confianza al dueño de casa, seguramente obtendremos lo que buscamos
de manera inmediata y dejando nuestra imagen en alto, profesional.
Al prestar atención a cómo va evolucionando el diálogo, podremos
notar algunas circunstancias que nos ayuden a persuadir, pero para
eso tenemos que estar concentrados. Todo esto siempre que la persona
no acceda rápidamente a nuestro pedido, que a veces suele pasar. Pero
si se va haciendo largo el tema, más de lo necesario, antes de tomar la
decisión de pretender cortar camino cerrando el diálogo con mayor
ímpetu, debemos buscar otras alternativas más allá de la propia charla,
agotando toda instancia posible, optimizando al máximo la paciencia
y la moderación.
Debemos desplegar nuestra mejor versión buscando generar em-
patía con quien hablamos. No podemos perder de vista que estamos,
de alguna manera, interrumpiendo el descanso o momento de ocio de
una familia y que, de por sí, tampoco es muy grato que la policía llame
a la puerta.
Hasta acá nos reunimos en la dependencia, nos explicaron qué era
lo que teníamos que hacer, distribuimos el recorrido partiendo desde
el lugar del hecho, hablamos con los vecinos y obtuvimos las imágenes
¡Excelente! Ahora hay que analizarlas.
En los hechos graves donde hay que desplegar mucho recurso hu-
72
mano, de un relevamiento pueden surgir cuarenta, cincuenta cámaras
o más.
Imaginen qué pasaría si todos le entregamos las imágenes al res-
ponsable de la investigación, así, sin más. Piensen en cuánto tiempo
tardaría esa persona en terminar de analizar cada uno de los archivos
digitales que le hayamos dejado.
Hay que tomar por costumbre tomar cada trabajo como propio.
En definitiva, es la imagen institucional la que está en juego, nuestro
prestigio como equipo. Es por este motivo que lo que debemos hacer
una vez que llegamos a la dependencia es ponernos de inmediato a mi-
rar las imágenes, contando con toda la información necesaria y mirar
todo con mucha paciencia.
No es conveniente adelantar ni acelerar la imagen para ahorrar
tiempo, eso produce el efecto inverso porque hay que volver a mirar.
También es una forma de aprender a respetar a quien realiza a menudo
ese tipo de trabajos, ya que cinco horas de video implican cinco horas
de observación.
En definitiva, hay que sentarse, con mucha paciencia y ganas de
encontrar lo que sea que estemos buscando, escribir un buen informe
acompañado no solo del video sino también de las imágenes que ilus-
tren el informe y lo hagan más entendible.
Todo lo que escribamos tiene que poder ser entendido por cual-
quier persona, no hace falta poner palabras difíciles que muchas veces
ni sabemos lo que significan. Hay que escribirlo tan sencillo como po-
damos, pero completo y, sobre todo, objetivo, sin adicionarle nuestra
opinión, sino lo que se ve. Con respecto a este punto, hay veces que
nuestro punto de vista puede ser de alguna utilidad, pero siempre va
a ser algo subjetivo y, lo que necesitamos, son elementos de prueba
objetivos.
Para cerrar este tema, dejo una muy buena herramienta de trabajo
que nos permite organizarnos mejor y tener un panorama más claro de
lo que hayamos hecho. Claro que esta misma herramienta tiene varias
aplicaciones posibles durante una investigación. Esta, la georreferen-
ciación, es una de ellas.
Esta herramienta –gratuita– de Google Maps nos permite crear
nuestro propio mapa y, digitalmente, indicar cada cosa que hayamos
73
hecho. Por ejemplo, si identificamos una cámara pública o una priva-
da, escribir referencias de interés, identificar objetos, agregar fotos en-
tre otras varias. No solamente nos permitirá organizar nuestro trabajo,
sino que nos dará, a la vez, la posibilidad de mostrarlo y explicarlo de
manera más eficiente.
Imagen ilustrativa.
74
cuya función era preservar la escena.
Creo que, en este sentido, más que repasar estrategias y formas, hay
que tomar real y definitiva consciencia de la importancia de esta tarea.
Hasta el policía más desprevenido sabe cómo hacer este trabajo,
pero a veces no se hace y ello va en contra de los intereses de la inves-
tigación.
La preservación del LDH no se refiere únicamente al lugar espe-
cífico del crimen –hablando por ejemplo de un homicidio– sino un
poco más allá, para generar el espacio necesario para desarrollar la tarea
con cierta tranquilidad, ya que esto va a aumentar necesariamente las
posibilidades de hacer un trabajo eficiente.
Es bastante común llegar un LDH y encontrar autos, curiosos, po-
licías donde no deben estar y hasta animales, todos yendo de un lugar
a otro dentro de una zona critica. Los primeros en llegar deben estable-
cer el perímetro y dar el primer paso en la preservación.
Puede suceder que estemos desbordados por la gente, por el males-
tar propio que genera la situación, pero, a veces, las personas invaden
por el simple hecho de que se lo permitimos muy fácilmente.
Si se está desbordado hay que pedir apoyo y, si por motivos excep-
cionales, no se ha podido establecer un buen perímetro de seguridad,
debemos hacerlo constar en el acta de procedimiento.
Respecto de la policía científica, hay que llamarlos cuanto antes. Al
igual que otras áreas de la policía, tienen grandes cúmulos de trabajo
y necesitan estar prevenidos lo antes posible. Apenas tomamos cono-
cimiento de un hecho, sobre todo en los graves, hay que convocar sin
dilación a los peritos.
75
tanto a otras redes sociales como en el caso de Instagram, Twitter y las
“más modernas”.
Podríamos inferir, siempre a grandes rasgos y lejos de hacer un
estudio sociológico, que detrás de ese grupo etario viene otro cuya
edad se encuentra comprendida entre los treinta y cinco / cuarenta
años a los sesenta / sesenta y cinco –entre los que me encuentro– que
nos ha tocado durante nuestra formación personal y profesional ir co-
nociendo y adaptándonos sobre la marcha a estas formas actuales de
comunicación, que no teníamos cuando éramos niños o adolescentes
y que aparecieron en nuestras vidas cuando teníamos veinte o más
años. Al teléfono celular, por citar mi caso personal, tuve acceso re-
cién cuando tenía veintiuno –ya formaba parte de la fuerza policial–.
En aquella época aún no se podía navegar en internet con el celular,
apenas si hablábamos o enviábamos algún mensaje de texto. Ni hablar
de la existencia de las nubes de almacenamiento o una cámara de fo-
tos, solo por ejemplificar las grandes diferencias. Quizás habría alguno
más afortunado que tenía un celular más avanzado, probablemente
adquirido en el exterior, pero, en general, la inmensa mayoría, ni tenía
siquiera remotamente el acceso a la telefonía celular tal como sucede
en la actualidad.
Luego vienen los que tienen treinta y cinco o menos años que, ya
en su adolescencia contaban con acceso a un teléfono celular de mane-
ra más cotidiana. Es la generación para la cual tener un celular dejó de
ser una excepción para comenzar a ser lo normal.
No es necesario tener una mente brillante para darse cuenta de que
el uso del celular ha invadido plenamente nuestras vidas y, buena parte
del tiempo, la gente se la pasa navegando en redes sociales. Ni bien sur-
ge una nueva, de inmediato algún famoso la promociona y allá vamos
todos, a descargar esa nueva aplicación, para estar conectados.
Esta especie de introducción no hace más que graficar lo que su-
cede hoy por hoy y que, seguramente, se va a ir incrementando con
el paso del tiempo y el avance de medios tecnológicos. En esa misma
introducción encontramos las cosas positivas y las que no lo son tanto.
Si lo miramos desde el aspecto investigativo, debemos celebrar la
existencia de las redes sociales como herramienta de trabajo (art. 209
CPPBA principio de libertad probatoria). Esto se debe a que, aun a
76
sabiendas de que les puede traer algún dolor de cabeza, la necesidad
de mostrar el logro por parte de quienes cometen delitos, los lleva a
exhibirse en las redes. Muestran las armas que usaron, el dinero que
robaron, la moto, auto, celular o lo que sea que hayan comprado con
el producto del botín recién adquirido, y a veces incluso se muestran to-
dos juntos los que participaron del evento. Como si fuera poco, suelen
agregar frases que confirman las sospechas.
Como decía, visto desde ese lado, es muy importante tener presen-
te las redes sociales durante la investigación, sin invadir la privacidad,
claro está, siempre me refiero a la información que se muestra de ma-
nera pública. Para internarse en lo privado de las redes, como todo,
debemos obtener una orden judicial, pero la realidad es que la mayoría
de las veces no hace falta debido a esa necesidad de mostrar que tienen
las personas, sobre todo las más jóvenes.
Bien, ahora observemos desde otro lado. Nosotros mismos y el uso
de redes sociales. Acá es donde encontramos el aspecto poco feliz del
avance tecnológico.
Las redes sociales pueden utilizarse como herramienta de trabajo,
no solo policial, sino de cualquier tipo de trabajo y, además, pueden
emplearse para esparcimiento, recreación, distracción o como quieran
llamarlo, lo que es, justamente, extremadamente contradictorio con
nuestra función como policías en particular.
Una de las características principales que debe tener un policía
mientras desarrolla su función y, en general, siempre, incluso en su
vida diaria estando franco de servicio, es prestar atención a nuestro en-
torno, de manera permanente y constante, ya que nunca sabemos qué
puede pasar ni cuándo.
Darse el lujo de patrullar celular en mano, no solo implica poner
en riesgo nuestra propia vida sino, lo que es peor, la del compañero.
Podemos decir que no nos importa nuestra vida, está bien, de acuerdo,
asumamos por un instante en este juego de palabras que entendemos
que no importe la vida propia, pero ¿qué hay de nuestro colega? ¿Te-
nemos derecho a poner en riesgo su vida? Si pasa algo y alguien resulta
herido, ¿qué le voy a decir a su familia? ¿Les voy a hablar yo mismo?
¿Cómo les explico que lo que sucedió fue porque yo estaba distraído?
Aun así, ¿mis palabras de arrepentimiento curarán sus heridas o, peor
77
aún, lo sacarán de su tumba? ¿Cómo hago para seguir durmiendo por
las noches? ¿Podré hacerlo? ¿Cómo miro al resto de los colegas a la cara
siendo plenamente consciente de que lo que pasó se podía evitar si
hubiera estado atento?
Son preguntas duras, difíciles, pero es mejor tenerlas presentes
siempre. Tenemos que prevenir esto, evitarlo.
Debemos agregar que cuando hacíamos referencia al patrullaje, en
el mismo sentido es aplicable a cuando vamos a hacer un allanamiento
o usamos vehículos no identificables durante una investigación o la
situación que sea que estemos realizando.
Hay una frase que no es propia e ignoro su autoría, pero que está
inundada de sentido común y por eso se las dejo acá: “Podemos men-
tirle a cualquiera, menos a nosotros mismos”. Recuerden estas palabras
cada vez que estén trabajando, sobre todo, en las calles. Arrepentirse
después es tarde, el daño ya estará hecho.
Cuando estamos trabajando, estamos trabajando, nuestra profe-
sión no admite distracciones.
Otro aspecto negativo, no tan extremo, pero también importante,
es distraerse con las redes cuando se están recibiendo directivas (acade-
mias), ya sea por nuevas órdenes, la organización de un allanamiento o
una simple conversación sobre aspectos relacionados a nuestro trabajo.
Parece poco creíble, pero estas páginas están dirigidas, sobre todo, a los
más jóvenes de nuestra fuerza, que saben que esto sucede, pero quizás,
al verlo escrito, tomen dimensión de lo que significa y hagan lo posible
por evitarlo.
Los protocolos
Desde hace unos años a esta parte, se han ido incorporando di-
ferentes protocolos de actuación de acuerdo con las diferentes espe-
cialidades dentro del área de investigaciones. Algunos de esos proto-
colos son generales para todo el ámbito de la policía de la Provincia
de Buenos Aires, como el de los Secuestros Extorsivos y, otros, más
locales, como el protocolo para los delitos de usurpación. También hay
protocolos para búsqueda de personas y para los robos agravados en
viviendas, entre otros.
78
En realidad, sobre este tema en particular, lo importante es no solo
saber de su existencia, sino leerlos y estudiarlos, sobre todo si nos toca
desempeñarnos en algunas de las áreas donde existen guías que nos
indican qué, cómo y cuándo hacer una determinada cosa.
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actualizando en estos temas consideren que esto no es importante. Una
sugerencia: simplemente ignórenlos y sigan mi consejo.
Muchos, por vergüenza, timidez o lo que fuera, no se animan a
hacer algo distinto, pero a la vez les molesta que otros lo hagan, mucha
gente se resiste a los cambios, pero indefectiblemente debemos adap-
tarnos y actualizarnos permanentemente.
80
una escucha directa.
Veamos en pocos renglones qué es una escucha en diferido y qué es
una escucha en directo. La escucha en diferido es cuando se produce la
comunicación, queda grabada en el sistema y el organismo encargado
de esta tarea la descarga en un DVD –por ahora– y envía el material,
que nosotros recibimos varios días después para hacer la transcripción.
La escucha en directo es cuando se produce la comunicación e inme-
diatamente el organismo encargado nos las hace escuchar. Si bien se la
denomina directa, siempre hay un pequeño delay (retraso) que puede
traer algún dolorcito de cabeza, pero no vamos a analizar eso ahora.
Por el momento, es el sistema con que se cuenta.
Retomando el tema, hay muy pocas cosas, si nos gusta nuestra
profesión, que sean tan vertiginosas como una escucha directa y todo
lo que implica: la velocidad a la que hay que trabajar, no solo para in-
terpretar, sino también para ordenar y organizar el trabajo de campo,
sin margen para el error y con mucha presión.
Para realizar la transcripción, necesitamos crear un archivo o do-
cumento que contenga la información que identifique lo que estamos
escuchando: número de IPP, Fiscalía y Fiscal, número de abonado,
número de CD/DVD e identificación de cada comunicación con fe-
cha y horario.
Respecto de la transcripción, no necesariamente tenemos que es-
cribir todo, sino lo que sea de interés. Por ejemplo, si en una comu-
nicación el investigado le dice a su novia: “Estaba pensando en vos,
te extraño”, realmente carece de sentido transcribirlo. No obstante,
siempre hay que tener en cuenta el contexto en que se produce la co-
municación y, para eso, hay que estar concentrados.
Si, por ejemplo, notamos en el curso de la escucha que esa misma
frase se repite como patrón cada vez que el investigado necesita que
su novia le lleve droga, la situación cambia. Esto, siempre a modo de
ejemplo y más que nada para resaltar lo importante que es estar con-
centrados cuando hacemos esta tarea, puede deberse a que notemos
que la novia, en lugar de una respuesta esperada como “Yo también”,
le responda: “Recién llega, separo y voy para tu casa”. Es decir, nada que
ver con la pregunta formulada, por lo que podría tratarse de un código
de comunicación preestablecido. Si bien el ejemplo es grosero, sirve
81
para darnos cuenta de que no hay ni un solo segundo en una escucha
telefónica al que no debamos prestarle atención.
Análisis de comunicaciones
Algo similar sucede con el análisis de comunicaciones: si bien se
cuenta con sistemas que facilitan este trabajo, la interpretación y el
sentido lo hace el recurso humano.
Esta, en realidad, es la parte en que debemos detenernos un mo-
mento.
Así como todas las tareas que debemos realizar, en este tipo de acti-
vidades debemos profundizar más todavía en lo que respecta a nuestra
capacidad de concentración, sentido de responsabilidad, sentido de
pertenencia institucional y permanente desarrollo de la curiosidad in-
vestigativa, que nos impulsa a querer saber cada vez más cosas y de me-
jor calidad, para poder convertirlas en elementos de prueba objetivos
que nos permitan avanzar en la tarea investigativa.
Que se nos designe para hacer este trabajo implica que, quien nos
82
lo solicita, ve en nosotros ciertas aptitudes que los demás no tienen.
Para realizar un análisis de comunicaciones telefónicas es necesario
conocer algunos conceptos muy básicos que nos permitan saber qué es
lo que queremos lograr al realizar el análisis del flujo de comunicacio-
nes y cuál es el alcance de la información que nos puede proporcionar
esta tecnología. De esta manera podremos obtener un mejor aprove-
chamiento de la información aplicada a la investigación de un hecho
delictivo.
Algunas de esas cuestiones son, por ejemplo, las siguientes:
83
y, al mismo tiempo, esa intensidad va aumentando en la celda a la
que se está acercando, hasta que se produce el cambio de una a otra y
así sucesivamente. Esta migración permite que la comunicación no se
interrumpa por falta de señal, y se denomina handoff o handover y son
datos que, sin voluntad del usuario, son emitidos por los celulares y
ayudan al rastreo de un dispositivo.
Esta transferencia, mientras el dispositivo permanece encendido, se
transforma en la denominada “señal de vida” que emite el aparato para
ser detectado y que puede trazar un camino virtual de los movimientos
realizados por los dispositivos investigados.
Existen tres formas para la localización de un aparato celular. La
primera es voluntaria del usuario a través, por ejemplo, de las posicio-
nes aportadas por la ubicación o los lugares visitados
Las otras dos son involuntarias respecto del usuario y son propias
del sistema. Una es la triangulación de antenas que se proveen a través
de las señales emitidas por el celular. La otra es a partir de la antena de
wifi con que cuenta cada celular: si está activado, se puede determinar
las IP (identificación) de cada red cableada de wifi a la que se conecta.
Si bien es muy básica la información, es necesaria para comprender
cómo se produce una comunicación y qué herramientas nos puede
aportar el sistema a la investigación.
Otra cuestión importante está relacionada con los impactos que
se dan entre las tarjetas SIM (denominadas comúnmente “chip”) y los
IMEI (Es como un numero de documento único que tiene cada aparato
celular o “carcasa”).
El número de IMEI de un teléfono podemos encontrarlo de forma
física o de forma digital o electrónica. El físico se encuentra en el com-
partimento donde va colocada la batería –en aquellos que no son inte-
grados–. El electrónico o digital se obtiene marcando las teclas *#06#
pero, para ello, es necesario contar con la debida autorización judicial
porque estaremos manipulando el aparato y, por ende, entrometiéndo-
nos en la intimidad de la persona.
Ambos números de IMEI deben coincidir, de no ser así, tendremos
un indicio de que el aparto celular es irregular.
Dependiendo de la información con que contemos podemos rea-
lizar una búsqueda o un pedido de intervención si es que la medida es
84
viable.
Sabemos que el número de abonado puede ser intervenido a través
de la SIM, lo que quizás no es tan conocido es que también podemos
pedir la intervención del número de IMEI. De esta forma, la SIM que
se coloque en dicho aparato (IMEI) quedará intervenida y podremos
escuchar las conversaciones.
Cada contacto entre una SIM y un IMEI queda registrado.
Si contamos con el número de abonado de un teléfono sustraído,
podemos pedir su intervención como también se puede solicitar en
qué números de IMEI pudo haber impactado dicha tarjeta SIM. Esto
se da si quien sustrajo el teléfono intenta usar la SIM en otro aparato
celular (IMEI). No es lo más común, ya que generalmente se despren-
den de la tarjeta SIM y se quedan con el aparato o carcasa (IMEI), pero
es información que no podemos dejar de chequear justamente por su
obviedad.
Hasta acá podemos, entonces, hacer el seguimiento de la tarje-
ta SIM a través de todos los impactos que haya tenido en diferentes
IMEI, a su vez, cada IMEI en que haya impactado la SIM puede ser
intervenido y se puede requerir qué otras SIM impactaron en cada uno
de esos IMEI, construyéndose una red de información que resulta de
gran importancia sobre todo en las investigaciones complejas.
Si partimos del secuestro de un aparato celular obtenido en un
allanamiento, requisa o hallazgo, podemos solicitar que se informe qué
SIM impactaron en dicho IMEI y, a partir de allí, comenzar a cons-
truir la red de información siguiendo el mismo tipo de razonamiento.
Si logramos dominar el funcionamiento podremos encontrar va-
rios usos. Un ejemplo sería el siguiente: investigación por secuestro
extorsivo. Se produce un llamado desde un abonado X, prepago y, por
ende, sin ningún titular registrado. Podemos solicitar a la prestataria
(siempre vía judicial) que informe a qué IMEI está asociado dicho
abonado (SIM) y, a su vez, que otras SIM impactaron en ese IMEI.
De esa forma podrían surgir otros abonados y quizás alguno de ellos
posea titularidad registrada. Ahí estará la llave para abrir el camino en
la investigación.
Es solo un ejemplo, pero conociendo el funcionamiento se pueden
buscar diversas alternativas. Toda esta información debe solicitarse a
85
las empresas de telefonía vía judicial. En el pedido se consignarán los
datos de la IPP y, en caso de solicitar el tráfico de comunicaciones de
un determinado sector de la ciudad, en el texto debemos solicitar se
informe la totalidad de comunicaciones que efectuaron aperturas de
antenas para las bases que cubren determinada zona (por ejemplo:
que comprende a la calle A y calle B de tal localidad). Para ello debe-
mos consignar en el pedido la ubicación geográfica de la base de que
se trate (por ejemplo: la Latitud S 38º 0864105, Longitud O 57º
6548522¨) para evitar cualquier tipo de error. También es importan-
te mencionar el período de interés (por ejemplo: período compren-
dido entre las 19:30 h del día 24-03-2019 a las 03:30 h. del día 25-
03-2019). Además, debemos solicitar se identifique la denominación
y ubicación geográfica de las antenas de tratamiento. De esta forma
tendremos toda la información necesaria sobre las comunicaciones
que se produjeron en un determinado período en una determinada
zona. A medida que vaya avanzando la investigación y surjan datos
relacionados con telefónica celular, se podrá ir consultando este. Esta
tarea debe hacerse sobre todo en hechos graves, pues, sin saber al
inicio de la investigación qué abonados intervinieron, a medida que
vaya surgiendo alguna información, se podrá corroborar de inme-
diato si tuvo o no actividad el día, horario y lugar que nos resulta de
interés.
Si contamos con un número de teléfono, podremos requerir por la
misma vía, la siguiente información:
86
• Detalle sobre cada línea que se encuentre registrada (datos de
titularidad, plan de servicio y forma de pago de factura). Tam-
bién se puede consultar si durante el período que nos interesa
la línea ha registrado tráfico de red utilizando conexiones de
wifi y, en ese caso, se aporten los datos de los números de IP
utilizados y horarios de dichas conexiones.
Ahora sabemos qué podemos pedir y de qué forma. Una vez que se
cuenta con la información hay que analizarla y ampliarla según vaya
evolucionando la investigación.
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este sistema es un complemento de esa medida judicial, porque me-
diante su utilización se puede probar, por ejemplo, el contacto entre
abonados telefónicos, pero de ninguna manera asegura la existencia de
un diálogo entre los interlocutores.
El V.A.I.C. entregado por la D.A.A.I.C al investigador es inviola-
ble, es decir, no pueden cambiarse datos.
Es necesario que el operador que realice el análisis cuente con la
pericia suficiente para entender y poder aportar a la justicia elementos
de prueba que fortalezcan a otras pruebas concretas para reforzar la
hipótesis de investigación.
El sistema nos permite realizar cruces de llamadas, ayuda a la bús-
queda de patrones de comunicaciones como ser horarios, vínculos, uti-
lización de celdas, como también, de acuerdo a la habilidad del opera-
dor, se pueden establecer situaciones hipotéticas que, sumadas a otras
pruebas, se convierten en hechos concretos.
Un ejemplo de esto es el llamado silencio que habla, que se da
cuando en una investigación de secuestro extorsivo los teléfonos de
los investigados dejan de comunicarse entre ellos por un determinado
tiempo, lo que podría indicar que durante ese lapso estuvieron todos
juntos en el mismo lugar.
También, nos permite analizar, de acuerdo con los impactos de cel-
das de diferentes abonados, una ubicación geográfica aproximada de
los lugares donde se encontraban en el momento que interesa a la in-
vestigación. Por ejemplo, con una intervención telefónica en paralelo
se puede lograr establecer la zona donde opera un teléfono utilizado
por quien apoyaba a los imputados que cometían un hecho de robo
a mano armada o, también, para determinar la zona donde se encon-
traba cautiva una víctima de secuestro extorsivo, si es que el abonado
analizado corresponde al teléfono del encargado de custodiarlo.
Las llamadas se visualizan en orden cronológico, pudiéndose cam-
biar este por cualquier otro campo (teléfono, titular, domicilio, etc.)
mediante una lista desplegable que permite organizar la información
de acuerdo con lo que necesitemos.
Entre las varias funciones que posee, nos permite relacionar telé-
fonos (los números en común con los que se comunicaron dos o más
abonados) u ordenar listas por cantidad de comunicaciones, es decir,
88
nos dejará saber con quién se comunica más fluidamente un determi-
nado abonado.
Imagen ilustrativa.
Sistema Investiga
“Investiga” es un software creado por el área de ingeniería infor-
mática de la Universidad FASTA de la ciudad de Mar del Plata. Su
finalidad es plasmar en un gráfico un cruzamiento de llamadas desde
dos o más abonados telefónicos.
En primer lugar, mediante oficio del Juez interviniente, se solicita
a las empresas prestatarias de telefonía los listados de llamadas entran-
tes y salientes de los números del abonado investigado, aclarando, tal
como en el caso del V.A.I.C., periodo de tiempo de interés para la
investigación.
Es necesario que dichos listados se encuentren en formato .xlsx
89
(Excel) y que en los mismos consten cuatro columnas con fecha, hora,
número de abonado que realiza la llamada y número de abonado que
la recibe.
Esa información es cargada en el software, al cual se accede me-
diante usuario y clave exclusivamente otorgado por la Universidad
F.A.S.T.A. y, dependiendo de la cantidad de información cargada, en
unos minutos podrá visualizarse en pantalla un gráfico por cada abo-
nado, cada uno con sus respectivas llamadas entrantes y salientes, uni-
das por una flecha indicativa.
En caso de que los abonados investigados tengan llamadas en co-
mún con otro abonado, este se visualizará de manera inmediata, tam-
bién señalizado con flechas indicativas.
Iremos viendo en pantalla gráficos de las características de la si-
guiente imagen ilustrativa:
90
Descripción de los objetos sustraídos. Importancia (art. 294
CPPBA)
Ya sea en la denuncia, declaración o acta, es sumamente importante
que se realice una descripción detallada de los objetos sustraídos. A
veces es solo dinero, pero otras veces son electrodomésticos, armas,
joyería u alguna otra cosa.
En este punto debemos prestar especial atención y no saltearnos
nada en lo que respecta a cantidades, pero tampoco en los detalles. El
ejemplo más sencillo es un anillo. Si en la declaración hacemos constar
simplemente que le sustrajeron un anillo dorado, la realidad es que en-
tre esa descripción y la nada misma, no hay mucha diferencia.
El color está bien, pero quizá pueda tener algún grabado, una pie-
dra o cualquier otro detalle que la víctima recuerde, que lo convierta
en un objeto único y no genérico. Su posterior secuestro va a marcar
la diferencia en la calidad de elementos de prueba con los que vamos a
contar para que el Fiscal pueda sostener una imputación.
Así, debe hacerse con todos y cada uno de los objetos robados,
describirlos lo más detalladamente posible y, sobre todo, no olvidar-
nos de ninguno de ellos. Por ejemplo, si de una vivienda sustraen tres
televisores, una heladera, una cama y un anillo, pero nos olvidamos
de consignar el anillo, al momento de solicitar la orden de registro y
allanamiento, nos va a condicionar la requisa y el anillo no vamos a
poder buscarlo.
Si lo piensan bien, se van a dar cuenta de que tanto los televisores
como la heladera y la cama son objetos que pueden verse a simple vista
en cualquier ambiente de la vivienda y no habrá que hacer un gran
esfuerzo para dar con ellos. En cambio, no sucede lo mismo con el
anillo. Por su tamaño, tendríamos que revisar cada rincón de la casa.
Al no contar en la orden del Juez la posibilidad de buscar el anillo para
secuestrarlo, una vez que tengamos ante nuestra vista los televisores, la
heladera y la cama, la diligencia se agotó y ya no podremos continuar
el registro, porque, de hacerlo, estaríamos actuando por fuera de las
limitaciones de la orden judicial, con lo que ello implica.
Si, por otro lado, fuimos cuidadosos en la descripción de los ob-
jetos sustraídos y los mismos constan en el pedido de allanamiento
91
que el Fiscal hace al Juez y este habilita la orden respectiva, podremos
registrar todos los espacios de la vivienda, cajones y/o cajitas, hasta
poder dar con el anillo.
En ese recorrido de búsqueda del anillo, puede suceder que se en-
cuentren otros objetos (armas, dinero, droga) que permitan al Fiscal,
con razones fundadas, ordenar su secuestro. Luego dispondrá de cua-
renta y ocho horas para pedir la convalidación al Juez de Garantías.
Con estos secuestros, podrá reafirmar una hipótesis de acusación o
sumarle otros delitos al investigado (tenencia ilegal de arma, infracción
ley 23.737 o la que corresponda según sea el caso).
Por último, cabe aclarar que de cada objeto sustraído habrá que
acreditar la preexistencia y si bien se puede realizar mediante testi-
gos, también podemos solicitarle a la víctima que aporte la factura
de compra. Casi siempre la guardan porque es necesaria para efectuar
reclamos por cuestiones de garantía o de seguro.
En algunos casos de objetos electrónicos puede que conste los nú-
meros de serie o identificaciones digitales que no solo acreditará la pre-
existencia, sino que nos permitirá obtener información para solicitar el
secuestro del bien y para eliminar todo tipo de duda al momento de la
identificación del objeto.
92
CAPÍTULO VI
Allanamiento: Aspectos Operativos
93
no, socio, genera una situación aún más compleja.
En cambio, si podemos realizar el mismo trabajo a primera luz
del día, una gran parte de estos problemas no los vamos a tener. Pare-
ce algo sencillo de entender, pero hay que explicarlo bien durante la
investigación y proveer al Fiscal de los fundamentos necesarios para
lograr que el Juez así lo autorice.
Leídos estos renglones previos de manera apresurada, puede pare-
cer que necesitáramos esto por temor. Es todo lo contrario, lo que se
busca es minimizar cualquier tipo de situación de riesgo que obligue al
policía a tener que defenderse y, aunque lo haga dentro del marco de
la ley, si la cuestión era probablemente evitable, entonces el estado ha
fallado y la sociedad lo ha pagado.
Cualquier procedimiento que, por falta de planificación, tiene
como resultado lesionados, sea el imputado, los vecinos o el propio
policía por situaciones evitables, es un fracaso. Por otro lado, claro está,
pueden suceder cosas imprevisibles que desencadenen situaciones des-
agradables, pero en este caso estamos hablando de un procedimiento
con planificación, como lo es el allanamiento, y poder contar con la
orden de un día para el otro es sumamente importante y nunca debe
ser dejada de lado esta cuestión. Una cosa es que no lo autoricen, otra
cosa es no solicitarlo. El eje cambia, y no pesará en nuestra consciencia.
Regresemos ahora al momento en que tenemos la orden autorizada
para llevar a cabo al día siguiente.
94
cada vehículo, considerando también el espacio que ocupan los tes-
tigos, sino que los mismos estén en condiciones, funcionando y con
combustible.
Más de una vez se ven demorados los allanamientos, con la conse-
cuente desventaja operativa que ello implica, porque al momento de
salir un vehículo no funciona o tiene una rueda pinchada o, lo peor,
se olvidaron de cargarle combustible. Todo esto tiene que preverse el
día anterior al allanamiento y designar un responsable que se ocupe a
primerísima hora de certificar que este todo en condiciones para salir.
Hay que armar una carpeta de cada objetivo a allanar para entregar
a cada uno de los policías que sean designados como responsables. Esta
carpeta debe contener toda la información necesaria e indispensable
para que, quien esté a cargo del procedimiento, pueda comprender en
una lectura rápida los objetivos del allanamiento y las dificultades que
presenta el objetivo a allanar.
Numero de IPP, magistrado, carátula, domicilio, orden de allana-
miento y copia, orden de detención y copia, nombre, apellido, edad y
D.N.I. del investigado, fotografía de la vivienda, fotografía del inves-
tigado, composición del grupo familiar, objetos a secuestrar, objetos a
tener en cuenta, reseña sobre la peligrosidad del barrio, detalles de los
obstáculos a sortear para el ingreso: perros, cadenas, rejas, candado,
puerta blindada, cámaras de seguridad, si existen pasillos, patio con
tendal u otros.
Si el objetivo es de difícil acceso, no la vivienda en sí, sino el lugar,
no está de más agregar una imagen aérea indicando el recorrido ópti-
mo.
Podemos incorporar un apartado que se denomine observaciones,
en el cual haremos constar toda otra circunstancia que se nos ocurra
que nuestros compañeros deben saber antes de realizar la irrupción.
Dentro del campo de las previsiones, no debemos olvidarnos de la
Oficina de Guardia. Es prudente armar un listado con la distribución
de recursos humanos y logísticos y los datos de la IPP para entregar
a la Guardia al día siguiente, poco antes de salir. De esta manera, nos
aseguramos de que cuenten con la información fidedigna y no tengan
que andar corriendo detrás de cada uno de nosotros para saber en qué
vamos, con quién y a dónde. Es importante porque toda esa informa-
95
ción debe volcarse en el libro de guardia.
Aún estamos en el día anterior. Tenemos que establecer cuál es el
horario adecuado para la irrupción, sin perder de vista la hora de salida
del sol y las condiciones climáticas.
Saber el clima nos facilitará prever el tipo de vestimenta más acorde
ya que sabremos si va a hacer frio, calor, viento, lluvia o humedad.
También vamos a poder prever que, si va a llover, por ejemplo, la tarea
de búsqueda de testigos nos llevará más tiempo de lo normal y eso
puede afectar el horario óptimo de irrupción.
Una vez que conocemos el clima y establecemos el horario de irrup-
ción, tendremos que fijar el horario de presentación. Siempre es mejor
hacer la tarea con tranquilidad, por lo cual, un margen de una hora y
media o dos horas antes del horario óptimo de irrupción, en condicio-
nes climáticas favorables, debería estar bien.
Si se hace la planificación correctamente, mucho del trabajo habrá
quedado organizado desde el día anterior y, en consecuencia, solo de-
beremos sortear los imprevistos que puedan surgir.
El profesionalismo requiere de exactitud. Si trasladamos esta pre-
misa al horario de presentación, significa puntualidad. El incumpli-
miento de cualquiera de los policías en el horario de presentación pue-
de acarrear una demora generalizada y perjudicar el horario óptimo de
irrupción, con lo que la planificación puede comenzar a desmoronarse.
La responsabilidad, en este caso, siempre va a recaer en el encar-
gado de la organización, y las medidas que se tomen en este sentido
sientan un precedente para evitar situaciones similares en el futuro.
La impuntualidad puede afectar la distribución de roles, que es
otro aspecto que debe ser previsto el día previo, que no es ni más ni
menos que saber quién va a hacer cada cosa. Si, por ejemplo, el desig-
nado para guiar a un determinado grupo porque conoce el lugar por
haber hecho la tarea previa se queda dormido y llega tarde o no llega,
nos obliga a reorganizar y designar a otra persona sobre la marcha y,
quizás, esa otra persona ya tenía un rol establecido y así sucesivamente.
Es muy importante cumplir con este requisito. Además, es una for-
ma de hacerle ver al colega que respetamos su trabajo, y ya sabemos
que el respeto y la educación son reglas básicas para el mejor funciona-
miento de cualquier emprendimiento, en este caso, de trabajo policial.
96
También el día anterior vamos a tener que dejar preparados todos
los elementos de seguridad y confort necesarios para realizar el allana-
miento.
Entre los elementos de seguridad, tendremos que contar el chaleco
antibalas, el arma reglamentaria en condiciones con su cargador de
repuesto, ambos completos, armas largas, los elementos de irrupción
en sí mismos al alcance: ariete, barreta, corta candados, maza, linterna,
escudo balístico (sobre todo si hay un pasillo entre los obstáculos a sor-
tear). Algunos compañeros cuentan también con protección de tibias,
casco, rodilleras, coderas; en definitiva, todos los elementos que hacen
a nuestra seguridad.
Todo esto hay que coordinarlo con el superior inmediato y el res-
ponsable del área logística para que tenga preparados los cargos para
entrega del material.
En cuanto a los elementos de confort, sencillamente nos referimos al
maletín de trabajo.
Se los denomina de confort porque justamente van a garantizar que
durante el procedimiento no nos falte nada. Puede ser que el objetivo
sea en un lugar céntrico y cualquier eventualidad logística de confort
la podamos solucionar, pero si nos toca un lugar alejado, estaremos en
problemas. En todo caso, siempre es recomendable planificar como si
fuéramos al mismísimo desierto, así nos obligaremos a pensar en abso-
lutamente todas las necesidades.
Cada equipo debe contar al menos con un maletín de trabajo, so-
bre todo porque puede darse la situación de allanamientos múltiples y
debemos estar preparados para esa eventualidad.
El maletín debe contener todas aquellas cosas que podemos llegar a
necesitar, es como una especie de oficina móvil. Entre los objetos con
los que debemos contar podemos mencionar hojas, sobre, cinta, pega-
mento para papel, hilo, lezna, lapiceras, lápiz, tijera, regla, cargador de
celular, batería externa de celular, formularios de testimonios, fajas de
secuestro y/o clausura, abrochador, formularios de cadenas de custo-
dia, de hoja testigo para reactivo –no olvidar dejar estos modelos con
la cinta pegada al dorso en el sector donde se va a realizar el test para
evitar manchas en los expedientes–, reactivos, balanza digital pequeña,
equipo para reactivos (jeringas y agujas) y rótulos preimpresos. Para
97
salir del paso no está demás tener a mano en el maletín formularios de
entrega de menor o cédulas de citación preimpresas para completar a
mano de ser necesario, solo por citar algunos ejemplos. Tampoco de-
bemos olvidar la computadora, la impresora y sus respetivos cables de
comunicación y alimentación.
Todo esto debe estar preparado y en condiciones el día anterior al
allanamiento.
98
con la mayor antelación posible para permitirle al designado procesar
internamente su función y mentalizarse como corresponde para mi-
nimizar riesgos y errores, sobre todo, cuando el objetivo presenta más
dificultades de lo normal.
Como se ha mencionado, es importante trabajar con tiempo y tran-
quilidad, cargar en el transporte todos los elementos de seguridad y de
confort necesarios para no olvidarnos de nada. Un repaso de esto entre
más de una persona garantizará la disminución de errores u olvidos.
Antes del allanamiento habrá que solicitar testigos, tema que ha
sido tratado unas páginas más arriba, no obstante, recordemos que
debemos avisar a la oficina de guardia nombre, apellido, edad, domi-
cilio y celular de los testigos por si surge alguna consulta familiar al
respecto.
Con todo listo, testigos incluidos, nos dirigiremos al objetivo a alla-
nar.
A esa altura los choferes ya saben el recorrido que tienen que hacer
y dónde deben estacionar para no perder la ventaja táctica.
No nos vamos a detener en técnicas de irrupción, porque no es el
objetivo principal de este libro, solamente algunos comentarios basa-
dos más que nada en la experiencia personal.
La distribución de roles, el orden, la concentración y tener los ele-
mentos de irrupción listos y en condiciones, son factores clave.
Una irrupción, desde que se franquea la puerta hasta que se neu-
traliza a los moradores, en condiciones normales, no puede llevar más
de quince segundos en promedio. Durante ese tiempo no debe haber
otra cosa en nuestra mente más que la tarea que específicamente nos
toca cumplir, concentrados al cien por ciento y atentos a cualquier
eventualidad, para poder actuar rápida y eficazmente.
Una vez que la situación está controlada, de inmediato hay que
hacer ingresar a los testigos, sin demora alguna. Habrá alguien desig-
nado para esta tarea como así también para tomar nota del horario de
ingreso.
Durante el procedimiento
Ya con los testigos dentro del objetivo, se dará lectura de la orden
habilitante.
99
Leída la orden, se distribuirán los roles, entre los que van a estar el
del escribiente, el que requisa, el que toma nota, el que custodia a los
ocupantes de la finca (hombres y mujeres), cobertura del perímetro, tal
como se haya planificado.
Es sumamente importante filmar la irrupción y tomar placas foto-
grafías y de video de cuanta circunstancia resulte de interés, desde los
secuestros hasta el registro de situaciones donde los ocupantes de la
casa busquen generar reacciones entre el personal. Eso va a ser de suma
importancia para respaldo si es que hay que tomar decisiones operati-
vas que limiten esas agresiones teniendo en cuenta el entorpecimiento
del normal desarrollo del procedimiento.
Si sumamos la presencia de los testigos y el respaldo fílmico, casi
que no tendremos que estar explicando mucho llegado el momento
del juicio oral. Hay que mentalizarse bien, armarse de paciencia, pen-
sar en el objetivo final (el juicio oral) y no hacer nada que arruine o
perjudique un trabajo que quizás nos llevó meses por no poder contro-
lar nuestro temperamento.
Nunca debemos perder de vista las medidas de seguridad en lo que
refiere a la neutralización y custodia de las personas, más aún sobre
aquellas que posean algún tipo de impedimento legal. No obstante,
si bien en un principio es recomendable neutralizar a todos mediante
la utilización de esposas y/o precintos, una vez que la situación esté
controlada, habrá que evaluar la situación caso por caso.
Por ejemplo, con aquellas personas que sean detenidas, o posean
pedido de captura activo, o las que estén investigadas que podrían lle-
gar a ser aprehendidas de acuerdo con el resultado del procedimiento,
debemos ser más que cautelosos en su custodia y esposamiento, dado
que por el motivo que fuera podrían intentar fugarse o realizar alguna
maniobra que ponga en una situación de riesgo a cualquiera de los
presentes. Por otro lado, sus familiares, como la mamá del imputado,
que tiene sesenta años y usa muletas para movilizarse, quizás no sea ne-
cesario tanta precaución en cuanto a la limitación de sus movimientos.
No obstante, no hay que perder de vista nunca a nadie. Los encargados
de ejercer la custodia deben estar permanentemente atentos en el rol
que les toca cumplir.
Otro tanto sucede con los designados para cubrir el perímetro ex-
100
terno. De ellos depende la seguridad de todos los que quedan dentro
y no tienen la posibilidad de ver qué ocurre afuera. Estar desprevenido
en esta función puede significar un alto riesgo para todos. En este pun-
to, el celular juega un rol muy negativo como factor de distracción.
Cualquier desatención puede significar que alguien ingrese imprevista-
mente al domicilio objetivo y causar desorden en el menor de los casos,
lesiones o muerte en el peor, todo por el descuido de los encargados de
cubrir el perímetro. Esto los deja en una situación imperdonable desde
todo punto de vista, en especial cuando fue debidamente planificado
y distribuido el rol.
Concluido el allanamiento y registro, de corresponder, se procederá
al traslado de quienes hayan resultado privados de su libertad por or-
den judicial o del ministerio público (detención o aprehensión, según
sea el caso).
Este es otro momento, desde lo operativo, importante.
Antes de realizar la extracción de la vivienda para traslado al móvil,
debemos asegurarnos de que el entorno esté controlado y calmo o, por
lo menos, controlado. A veces se dan situaciones de gritos o alguna vio-
lencia verbal por parte de familiares, amigos o vecinos de las personas
que debemos trasladar. Mientras no pase a acción de agresión física o
intento de rescate, simplemente debemos ignorarlo y no reaccionar;
hacemos nuestro trabajo concentrados y nos vamos.
A veces, nuestro ego nos juega una mala pasada y podemos generar
una situación inesperada, que de ninguna manera podemos justificar.
Me refiero a que, en ocasiones, cuando las cosas salen bien en un pro-
cedimiento, se nos nota demasiado en la cara, en nuestra expresión
corporal. Eso no nos puede pasar. Es claro que, si esta situación es ad-
vertida por algún familiar, amigo, vecino, puede enardecerlos y, desde
su punto de vista, encontrarán la motivación necesaria para comenzar
alguna situación revoltosa, clara y fácilmente evitable si trabajamos
con profesionalismo.
Hay que ser serios, respetuosos, educados y profesionales siempre.
Comprender y tener claras las circunstancias más allá de nuestro ob-
jetivo. El éxito general de todo procedimiento es llegar todos, hacer
todo, salir y regresar todos sin novedades más allá de las propias del
trabajo.
101
Luego, entre colegas, en el más privado de los ámbitos, se podrá
hablar de cómo fue el procedimiento y si los resultados salieron como
esperábamos. Este análisis postprocedimiento nunca hay que hacerlo
en público ni delante de nadie más que de nuestros compañeros, y
recordar que, esta medida de allanamiento, es un paso más en la inves-
tigación cuyo final de camino es el juicio oral.
Informes de situación
Hay que tener muy presente que la conducción está –o así debería
ser– expectante del resultado del procedimiento, pero más aún lo está
respecto de los primeros minutos. Es imperativo, apenas la situación
está controlada y mientras alguien va leyendo la orden de allanamien-
to, informar de inmediato a la conducción cómo ha resultado la irrup-
ción y si hay novedades al respecto. Por ejemplo, si salió con correc-
ción, deberemos informar rápidamente que el personal, los testigos y
los ocupantes de la vivienda están bien y, si se puede, adelantar si el o
los investigados se encuentran presentes.
Esto no solamente tiene que ver con la coordinación de las comu-
nicaciones tal cual deben ser, sino que también nos va a ahorrar el lla-
mado o mensaje de la conducción preguntando cómo fueron las cosas.
Si eso sucede, quedaremos un poco mal parados por no haber seguido
el canal normal –y lógico– de comunicación.
En este caso, es mejor adelantarse e informar, lo cual, además, nos
permitirá concentrarnos debidamente en lo que tenemos que hacer.
Una reprimenda por no informar debidamente puede llegar a des-
concentrarnos de lo que tenemos que hacer, preocupados por lo que
102
pueda pasar cuando regresemos a la base. Seguramente un conductor
experimentado no lo dirá en ese momento para evitar distracciones
en el personal, pero no tengan dudas de que, si alguien de la conduc-
ción debe llamar para informarse de la situación porque el responsable
del operativo no lo hizo, es seguro que tendrá algún dolor de cabeza
más tarde. Y esto, si tenemos claro nuestro rol, es totalmente evitable.
Además, si el conductor no toma medidas al respecto, estas conductas
terminan por naturalizarse.
Por otra parte, también habrá que confeccionar, ya con más tiem-
po, lo que se denomina adelanto escrito de resultado. Se trata de algo
lacónico y concreto, sin desarrollo narrativo. La información necesaria
para una lectura rápida que le permita al conductor, a su vez, respon-
der rápidamente a preguntas que le puedan realizar desde estamentos
superiores.
En este sentido, si el conductor está desinformado queda mal para-
do y, si el conductor queda mal parado, la imagen de la dependencia se
verá menoscabada; en consecuencia, el prestigio institucional merma.
Si eso sucede a menudo, más tarde o más temprano habrá cuestiona-
mientos acerca de la falta de conducción o control. Esto no le resulta
de utilidad a nadie y cualquier conductor que lo permita, evidente-
mente no puede seguir conduciendo.
Regresando sobre el adelanto escrito de resultado, no hay un for-
mato preestablecido, pero podemos seguir como modelo el siguiente:
04MAYO.20-MAR DEL PLATA: 2 ALLANAMIENTOS por AMENAZAS
y EXTORSIÓN–1 DETENIDO MAYOR. 1 ARMA SECUESTRADA.
INTERVENCIÓN: (número. de Fiscalía y titular).
OBJETIVOS: 1) (calle y numeración), 2) (calle y numeración).
SECUESTRO: 1 revolver Cal..9, 8 municiones, 2 celulares, $5.000 (etc.).
DETENIDO: (nombre, apellido, edad y DNI)
GENESIS: (muy breve resumen del hecho. Contendrá fecha, nombre, apellido
edad y DNI de la víctima. Qué medidas judiciales se obtuvieron y que dependen-
cia colaboró).
Ejemplo: 25/04/20 Juana García (35, DNI 33.333.333) denunció que en 2018
mantuvo una relación de seis meses con Juan Carlos Pérez. Desde el momento de
la ruptura Pérez no dejó de amenazarla con matar a sus hijos y a su actual pareja.
Además, le pidió a cambio de no ventilar fotos intimas en las redes sociales.
De tareas investigativas se obtiene orden de allanamiento y detención de Pérez.
Medidas se llevaron a cabo hoy. Colaboración de Cria. 4ta. MdP.
103
Este es solo una especie de modelo como para graficar qué tipo de
información es necesaria comunicar apenas el resultado del allanamiento
sea conocido. Esto nada tiene que ver con la comunicación al Fiscal con
todos los pormenores del procedimiento, son meras cuestiones opera-
tivas y de interés exclusivamente policial.
Comunicado de prensa
Si el procedimiento tiene cierta relevancia, es prudente confeccio-
nar un informe de prensa y tenerlo preparado por si es requerido.
Hay que ser muy cuidadosos en su confección para no ventilar in-
formación que pueda perjudicar la investigación o causar más inconve-
nientes. El ejemplo más común es el caso de la detención por un caso
de abuso sexual. Por lo general son hechos que llaman la atención de la
sociedad, y es factible que se nos pida un informe apto para la prensa,
pero de ninguna manera deberá contar este parte con información que
sea indicativa de quién es la víctima, porque eso implicaría volver a
victimizarla.
A veces la sociedad pide insistentemente que se publique el rostro o
el domicilio de la persona detenida, pero en ninguna circunstancia esta
información debe hacerse conocida. Principalmente porque si se sabe
quién es el imputado, se puede deducir quién es la víctima o dónde
vive, y esta imprudencia le sumará nuevos trastornos.
En cuanto a las fotografías, debemos considerar que su publicación
podría entorpecer un futuro reconocimiento en rueda si, por ejemplo,
surgen otras víctimas.
Por otra parte, si esa información se ventila y la sociedad se entera
de quien es el imputado, pueden producirse situaciones de violencia
(incendio de la vivienda) o hasta intentos de linchamiento. En un caso
así, nuestra responsabilidad es directa. No podemos permitir que la so-
ciedad intente tomar “justicia” por su propia mano, solamente la Jus-
ticia a través de los mecanismos legales puede hacerlo, y salvaguardar
los derechos y los bienes de la sociedad, sin ningún tipo de distinción,
es nuestra responsabilidad.
Un error de estas características es insalvable.
Pensando en que eventualmente nos puedan pedir un informe apto
104
para la prensa, debemos prever la toma de fotografías y la confección
de videos que también sean aptos para, llegado el caso, mostrarlos al
público.
En estos detalles también hay que prestar atención. Por ejemplo, el
uniforme. Por lo general, luego de un allanamiento podemos quedar
algo desalineados o desprolijos producto del estrés, esfuerzo y el can-
sancio. Es por esto que los policías que sean designados para formar
parte de un video o fotografías, cualquiera sea el destino de la foto,
pero más aún si es para una posible exposición pública, deben extre-
mar los cuidados para estar en condiciones presentables ya que, como
saben, estarán representando a la Institución, la cual está por encima
de nosotros.
Suele verse que dos efectivos de una misma dependencia están bien
uniformados, pero, a la vez diferentes. Uno tiene una campera de un
modelo y otro de otra. A la vista, queda mal. Son detalles que hay que
tener en cuenta y que tienen que ver directamente con el sentido de
identificación institucional.
Nosotros, dentro de la fuerza, sabemos que existen distintos tipos
de uniforme de acuerdo con la especialidad en la que cada uno trabaje,
pero debemos pensar que la mayoría de la sociedad no lo sabe y lo
único que va a percibir es falta de uniformidad de una Institución que
debe mostrarse con uniformidad.
La mesa de trabajo donde se exhiben los secuestros realizados –
siempre y cuando esto no perjudique la investigación por un posible
reconocimiento posterior–, debe reunir requisitos de orden y organi-
zación. Solo lleva unos minutos más y habla directamente de nosotros
como un ente organizado. Si hacemos conocer los secuestros de mane-
ra desordenada, sin identificación, no estaremos más que mostrando
una mesa con cosas. Si, por el contrario, organizamos bien esta mesa y,
a la vez, explicamos correctamente el interés que tiene cada uno de los
objetos secuestrados, el público podrá ver y analizar por qué ese pro-
cedimiento fue exitoso en cuanto a una detención y los elementos de
prueba que se colectaron durante el allanamiento.
Todo hay que explicarlo. Si no se explica, no se entiende; si no se
entiende, se pierde interés en la noticia y, por tanto, la decisión de
exponerla al público pierde sentido.
105
Recordemos que siempre hay que hacer las cosas como si los recep-
tores fuéramos nosotros mismos, como nosotros pretenderíamos que
se nos muestren. Si lo piensan bien, alguna que otra vez habrán visto
en algún medio una foto o video con un policía desalineado o una
mesa con secuestros desprolija y, estoy seguro, los ha hecho sentir incó-
modos. Aquellos que saben que somos policías, hasta pueden gastarnos
alguna broma al respecto. Si bien esto último es intrascendente, no por
ello deja de ser bochornoso.
No perdamos de vista que, en el fondo, la imagen que reflejamos ins-
titucionalmente es nuestra propia imagen, pues de esto vivimos y a esto
nos dedicamos, y, creo, a todos nos gusta, y además nos hace bien, que se
hable de manera favorable y no despectivamente sobre nuestra profesión.
Prestando atención a los detalles, iremos sumando poco a poco
para ir ganando terreno en lo que respecta a imagen institucional. El
trabajo debe ser siempre impecable, detallado y preciso, sin margen
para las dudas, si no, por más que las fotos y los videos sean perfectos,
de nada servirán.
La imagen es la parte superficial; el trabajo profesional, la estructu-
ra. Ambas deben coexistir correctamente y, si hay que hacer prevalecer
una sobre otra, será el trabajo profesional lo insustituible, el maquillaje
quedará para otra oportunidad. No obstante, si se presta atención, se
pueden realizar ambas cosas sin ningún tipo de inconvenientes.
Todo lo relacionado a la prensa, qué informar, cuándo y si se puede
o no hacer, para mejor salvaguarda de la investigación, es menester
contar con la autorización de Fiscal, a quien habrá que adelantar qué
es lo que se va a comunicar y de qué imágenes va a ser acompañado el
informe de prensa.
Por lo general, es al Fiscal a quien llaman los medios para hacer
preguntas sobre un determinado procedimiento y, si este no está en
conocimiento de lo que se informó a la prensa, puede suceder que
la policía y el ministerio publico digan cosas diferentes por falta de
coordinación. Esto solo generará malestar social porque, si hay con-
tradicciones, pueden, con mucha razón, pensar que alguna de las dos
instituciones está mintiendo u ocultando.
Por suerte, esto es fácil de prever informando al Fiscal, coordinando
con él y solicitando su autorización.
106
CAPTÍULO VII
Allanamiento. El acta
107
en el juicio de manera oral.
Siempre habrá que escribir los hechos tal cual sucedieron porque,
dos años más tarde cuando nos sentemos a declarar en el juicio, lo que
nosotros y los testigos vamos a decir es lo que recordemos que en rea-
lidad haya pasado, y no lo que hayamos escrito, por lo tanto, disfrazar
lo sucedido no solo es un delito, sino que no sirve de nada en cuanto a
beneficio de la investigación, por el contrario, el único que se beneficia
es el imputado y su defensa.
El formato que a continuación vamos a describir es personal: no es
la única forma de hacerlo, es la forma que he ido desarrollando con el
paso del tiempo en cerca de veinticinco años de servicio y, con unos
cuantos juicios orales por la cabeza, debo decir que nunca me ha traído
problemas. Por eso, con mucha seguridad, lo dejo como, al menos,
una guía, una idea, de cómo encarar esta cuestión.
Esta estructura está dividida en cuatro partes:
• Información de la causa y testigos.
• Irrupción.
• Requisa.
• Parte final y cierre.
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facilitar su localización llegado el momento de citarlos para el
juicio oral.
109
Irrupción
110
creer que, en ese momento de alta adrenalina, un policía esté inmovili-
zando a una persona y, al mismo tiempo, requiriéndole sus circunstan-
cias personales. Deténganse un momento en esto y simplemente pién-
senlo, imagínenlo… No es creíble, ¿verdad?. Entonces no lo hagamos.
Al momento de la neutralización de los ocupantes, debemos escribir
todo tal cual como sucedió en ese momento. Por ejemplo: en la cocina,
una mujer mayor de edad; en el garaje, un hombre mayor de edad; en
la habitación (H1, H2, más adelante abarcaremos este tema), un joven
o una joven menor de edad; y así con todos, solo eso, nada más.
Si surge alguna circunstancia como resistencia, forcejeo, alguna
lesión durante esta etapa del procedimiento –como cualquier otra
circunstancia que ocurra en cualquier momento del procedimiento–,
debemos hacerla constar.
Si bien abordaremos este tema en particular más adelante, debemos
tener muy presente la ley 26.743 (de identidad de género) e identificar
a las personas tal como se perciben ellas mismas.
…procediéndose a la neutralización de (colocar la cantidad de personas mayores y
menores, sexo, y especificar en qué lugar fueron neutralizadas) …
… Neutralizadas las mismas y ya sin que exista riesgo alguno para las perso-
nas que se encuentran en el lugar, personal policial y/o terceros, inmediatamente
se hace ingresar a los testigos (y, de corresponder, al representante del Ministerio
Publico Fiscal), quienes se encontraban a una distancia prudencial a los fines de
resguardar su integridad física …
111
…Una vez con los mismos dentro de la vivienda se da lectura en voz alta del
contenido de la Orden de Allanamiento (y de detención en caso de correspon-
der)…
112
que, cuando el acta sea leída por alguien que no estuvo en el
lugar, pueda entenderla, imaginarla y, para eso, los puntos fijos
de referencia son importantes.
Suele leerse en las actas, en la parte de la descripción de la vivienda,
cosas como la siguiente: “La vivienda consta de dos dormitorios, coci-
na-comedor, baño y patio”. Eso no describe nada. Siendo generosos,
podremos pensar que se mencionan los ambientes de la vivienda, pero
no más que eso y, francamente, carece de toda utilidad.
Como decíamos, hay que describir, contar qué es lo que estamos
viendo y recordar que escribimos pensando en que va a ser leído y
analizado por personas que no estuvieron en el lugar. Debemos lograr
que puedan imaginarlo tal cual es. Los puntos de referencia son algo
sencillo y muy importante, porque le dan sentido a la derecha o la iz-
quierda, a arriba o abajo. Un error común es escribir, por ejemplo: “A
la derecha, se accede al baño”. La cuestión es saber a la derecha de qué
se accede al baño. Sería más explicativo escribir: “Parados en la puerta
principal de acceso, de espaldas a la calle Jujuy, a la derecha, existe una
puerta que da acceso al baño”. De esta manera, quien lee, ya puede
darse una idea de en qué lugar exacto está el baño.
Utilizar la puerta principal de acceso como punto de referencia nos
permite inferir que estamos hablando de una planta baja. Siguiendo
esta idea, podemos describir toda la vivienda sin mayores problemas y
va a ser de mucha utilidad, acompañada de un croquis ilustrativo que
debe coincidir exactamente con la descripción.
Con todo esto, sumado a las fotografías y videos, no van a existir
dudas de dónde fueron secuestrados los objetos o dónde fueron neu-
tralizadas las personas.
Se describe la vivienda de la siguiente manera en cuanto a la distribución de sus
ambientes: (descripción de la casa, ambientes que la componen, como se accede a
cada uno de ellos)…
113
Además, tenemos que prever los mecanismos con que vamos a con-
tar para cuando necesitemos requerir de su presencia, es decir, además
de su abonado celular (que posiblemente sea secuestrado en el mismo
procedimiento, con lo cual no nos va a servir de nada a estos fines), un
abonado celular de referencia (tendremos que estar atentos a que no
se nos brinde otro abonado que también vaya a ser secuestrado), una
dirección de correo electrónico o algún abonado fijo de un familiar.
Puede suceder que una persona sea conocida “en el ambiente” y ya
sepamos quién es sin duda alguna, no obstante, hay que poder certifi-
carlo por cualquier medio.
El D.N.I. sería lo ideal, pero también se puede corroborar a través
de la licencia de conducir, carnet de obra social y, si no queda otra
alternativa, podremos recurrir al sistema A.F.I.S. que, si bien no posee
a toda la ciudadanía cargada en sus registros, al menos nos permitirá
minimizar las posibilidades de que una persona con algún impedi-
mento legal (ejemplo captura, averiguación de paradero, comparendo
compulsivo), se nos pase por alto.
Para facilitar la lectura del acta, se recomienda resaltar los nombres
y apellidos de las personas identificadas, como así también asignarle un
número de orden; esto va a servir para agilizar la respuesta a la pregun-
ta, que por lo general se hace, acerca de cuántas personas se encuentran
en la vivienda objetivo.
En cuanto a la descripción de la vestimenta, puede hacerse al mo-
mento de la identificación de las personas, solo hay que tener en cuen-
ta si dicha información es de utilidad realmente. Por ejemplo, en un
procedimiento en flagrancia, es fundamental describir las vestimentas
de las personas aprehendidas, pero, por otra parte, en un allanamiento
no tiene tanta importancia, salvo que se trate de la vestimenta con la
que fue visto al momento del hecho o bien que esté utilizando alguna
de las prendas sustraídas a la víctima. En definitiva, con aplicar el sen-
tido común debería alcanzar, aunque, si tienen dudas, mejor describan
la vestimenta.
… Se identifica a los moradores de la siguiente manera: 01) (nombre, apellido,
edad, DNI, domicilio, celular, fijo, celular de referencia, mail, profesión, domici-
lio laboral, hijo de padre, madre), quien fuera neutralizado en el living come-
dor. Se encuentra vestido con (describir vestimenta); 02)__ …
114
Requisa (registro)
En esta caprichosa división de la estructura en cuatro partes, encon-
tramos la requisa, tal como la conocemos en nuestra jerga, aunque, en
realidad, estamos hablando del registro de la vivienda objetivo y, si así
está ordenado, de la requisa de las personas. Dejando de lado el tecni-
cismo, vamos al tema que nos ocupa.
Es momento de comenzar a revisar la casa. Por lo general, al llegar
a esta altura del procedimiento ya hemos juntado en un mismo sector
a todos los ocupantes de la vivienda debidamente neutralizados. Este
sector comúnmente es el living o cualquier espacio más o menos am-
plio que nos permita instalar nuestra mesa de trabajo, donde tendremos
a mano todos los elementos necesarios, y, con la distancia prudencial
de seguridad y bio seguridad, los ocupantes con su respectiva custodia.
Este sector, donde se encuentran todas las personas, lo denomino
–arbitrariamente– lugar más contaminado.
Es momento de explicar por cuál lugar comenzar y por qué.
La ley nos obliga a preservar el pudor de las personas cuando se
efectúe un cacheo o requisa sobre ellas. Pero, en realidad, más allá de
que estemos obligados por ley, el ser persona humana, padre, madre,
hijo, esposo, hermano, amigo de alguien, en definitiva, el sentido co-
mún, de por sí debería guiarnos en la toma de ciertos recaudos en
cuanto al pudor de las personas cuando hagamos estas tareas.
Se celebra que haya una ley que nos obligue a hacerlo. Solo digo
que quien necesite de la existencia de una ley para hacer esta tarea en
particular de esa forma, quizás debiera replantearse si la profesión que
eligió es la correcta.
Teniendo en cuenta lo anterior, se recomienda iniciar el registro
por aquel lugar donde, inmediatamente después, se va a realizar el
cacheo o requisa de los ocupantes de la vivienda. Este lugar, por lo
general, es el baño. De todas formas, el responsable del procedimiento
deberá decidir en qué sector va a realizar el cacheo/requisa, y ese sector
es el primero que debe registrarse. Asumamos en este ejemplo, para
poder seguir la organización, que ese sector es el baño.
Antes de comenzar el registro, debemos preguntar a los ocupantes
si alguien quiere presenciar la tarea. De ser así, tomando las medidas de
seguridad del caso, debemos permitírselo, ya que es su derecho.
115
…Se hace constar que el ciudadano/a (alguno de los ocupantes de la vivienda ob-
jetivo) va a presenciar el registro domiciliario (si nadie quiere hacerlo, es mejor
dejar constancia de ello)…
Una vez registrado el baño, con el resultado que fuera, se dará ini-
cio al cacheo o requisa de los ocupantes, tarea que deberá llevarse a
cabo por personal policial del mismo sexo que la persona a cachear o
requisar, y en presencia del testigo también del mismo sexo.
Si bien ya hemos hecho mención de este tema, recordemos que
el CPPBA nos autoriza a realizar estos procedimientos con un solo
testigo; he aquí uno de los inconvenientes que se nos presentan si no
llevamos dos testigos, uno de cada sexo.
…Se realiza requisa (o cacheo de seguridad) de las mujeres por parte de la Oficial
Claudia Ferreira, obteniéndose el siguiente resultado: _____. Se realiza requisa
(o cacheo de seguridad) de los hombres, por parte del Teniente Pablo Alcántara
obteniéndose el siguiente resultado:__…
116
Evitemos esto registrando el lugar más contaminado luego de la re-
quisa del baño (o del sector designado para realizar el cacheo o requisa)
y antes de continuar con el resto de la vivienda objetivo.
…Se continua el registro por el LIVING COMEDOR, donde está instalada la
mesa de trabajo, obteniéndose el siguiente resultado: _ …
117
mero dos, tres y cuatro. En ambos casos se cuenta con un folleto donde
se explican los pasos a seguir para realizar la prueba.
Antes de realizar el test orientativo, debemos preguntarle al o los
imputados si van a presenciarlo y si van a firmar las actuaciones pro-
ducidas, de lo que se dejará debida constancia. Hechas estas preguntas,
hay que explicar a los presentes los pasos a seguir durante la prueba y,
sobre todo, anticipar de qué color se tornará la muestra para el caso
de resultar positiva. En otras palabras, el testigo y el imputado deben
saber antes de realizarse el test qué es lo que indica que sea positivo,
para que no quede ningún tipo de duda.
Si bien ya fue mencionado, recuerden que antes de iniciar el test es
importante tomar la precaución de colocar cinta en la parte posterior
de la hoja testigo. Lo ideal, al armar el maletín de trabajo, es dejar estas
hojas testigo en las condiciones que las necesitamos porque, a veces, en
el apuro durante el procedimiento, nos podemos olvidar.
La numeración de los test sobre la hoja sirve para identificar a qué
muestra corresponde cada uno de ellos y debe coincidir con lo que se
escriba en el acta.
Supongamos que se secuestra en el living una bolsa que, a su vez,
contiene treinta envoltorios más pequeños. No vamos a realizar el test
sobre cada uno de los treinta envoltorios, sino que debemos pedirle
a uno de los testigos que elijan uno al azar y, sobre ese envoltorio,
se realizará la prueba, que, en este caso, identificaremos como prueba
número uno.
Si tenemos más de un lugar donde se haya secuestrado material
estupefaciente, iremos identificando las muestras con números corre-
lativos.
Por cuestiones de practicidad operativa, es recomendable realizar
las pruebas orientativas de todas las muestras que sean necesarias sobre
un mismo tipo de sustancia (por ejemplo, cocaína), y luego, las del
otro tipo de sustancia (por ejemplo, marihuana).
La numeración de las muestras debe ser correlativa para no dar
lugar a confusión. Si son tres muestras de cocaína y dos de marihuana,
siguiendo esta modalidad, la número uno, dos y tres corresponderán a
cocaína, y las número cuatro y cinco, a marihuana.
118
…Se designa al Sargento Julián Aguirre para que lleve a cabo la Prueba de Orien-
tación respecto del material secuestrado, dejándose constancia que el ciudadano
(imputado) Juan Carlos Pérez (sí/no) presenciará esta diligencia refiriendo además
que (si/no) firmará las actuaciones producidas. Se explica a los presentes los pasos a
seguir y cuál será la coloración en caso de resultar positivo en cada caso. Se extrae
una pequeña cantidad de (de la muestra de que se trate, por ejemplo: sustancia
secuestrada en el living), la que es colocada sobre una hoja en blanco denominada
“Hoja Testigo”, identificándola con el número uno. Se utiliza en este caso la am-
polla número uno, provista por la Superintendencia de Investigaciones del Tráfico
de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado para cocaína, notando que, al contacto,
se va tornando de un color turquesa, lo que nos indicaría que estaríamos ante la
presencia de la sustancia conocida como Clorhidrato de Cocaína. Se extrae una
pequeña cantidad de (de la muestra de que se trate, por ejemplo: sustancia secues-
trada en la cocina) identificándola con el número dos. Para este caso se utilizarán
las ampollas identificadas con el número dos, tres y cuatro provistas por la Super-
intendencia antes mencionada para marihuana. Hecha la mezcla correspondiente
del contenido de las ampollas, se nota que, al contacto con la muestra extraída,
se va tornando de un color rojizo, lo que nos indicaría que estaríamos ante la
presencia de la sustancia conocida como Cannabis Sativa Lineo (marihuana)…
119
tación por infracción a la ley de estupefacientes (23.737).
120
Resulta un dolor de cabeza, una gran pérdida de tiempo y, además,
habla muy mal de nosotros que no podamos determinar en qué lugar
secuestramos los objetos.
Siguiendo el juego de ponerse en el lugar del otro, pensemos en
que recibimos la misma caja, pero al abrirla encontramos sobres co-
rrectamente identificados, donde puede verse que contiene cada uno
con su cadena de custodia. Esto realmente simplificaría el trabajo y
aumentaría nuestra eficiencia como estado. También debemos pensar
que somos muchos más y que si nos organizamos bien, ahorraremos
tiempo y trabajo.
Claro que no es la única forma la que vamos a explicar a continua-
ción, pero a lo largo de los años ha dado resultado.
Supongamos que tenemos dinero secuestrado en tres ambientes de
la vivienda y debemos organizar su ensobrado. En primer lugar, es muy
importante que haya fluidez y coordinación entre quien escribe el acta
y quien haya tomado nota de los secuestros durante el registro. Si se
fue lo suficientemente meticuloso, no habrá mayores inconvenientes.
Si, por alguna circunstancia, no estuviera claro en qué lugar se rea-
lizó el secuestro, siempre se puede recurrir como respaldo a las fotogra-
fías y/o videos que se hayan hecho al momento de realizar el secuestro.
No obstante, por lo general, resulta suficiente con que quien haya ido
tomando nota, esté concentrado en su rol.
Entonces tenemos las tres sumas de dinero que ya discriminamos
en el acta (la suma total y la discriminación en tantos billetes de qui-
nientos pesos, tantos billetes de cien pesos y así sucesivamente), solo nos
queda colocarlas organizadamente en sobres.
Mencionamos en este ejemplo que el dinero había sido secuestrado
en tres ambientes distintos, que vamos a suponer como habitación
tres, cocina y living comedor.
En un sobre colocamos el dinero secuestrado en la habitación uno,
y le colocaremos un rótulo, o directamente escribimos en el sobre la
leyenda: “A1: dinero secuestrado en la habitación identificada como
tres (H3)”. Luego, haremos lo mismo con el dinero secuestrado en la
cocina, en este caso, la leyenda escrita dirá: “A2: dinero secuestrado
en la cocina”. En el tercer sobre, colocaremos el dinero secuestrado en
el living comedor con la leyenda: “A3: dinero secuestrado en el living
121
comedor”.
Estos tres sobres correctamente identificados como mencionamos
los vamos a colocar dentro de un sobre más grande, o caja, o lo que
más convenga de acuerdo a las cantidades de que se trate y, a este sobre,
caja (en términos generales se lo denomina continente) lo rotularemos
como: “A: Totalidad de dinero secuestrado”. Este continente deberá
estar acompañado de su correspondiente cadena de custodia.
Esta forma de organización sirve para todos los secuestros. Si lo or-
ganizamos así, va a resultar mucho más práctico y ágil poder identificar
sin errores en qué lugar de la vivienda fue realizado cualquier secuestro.
A la vez, estaremos facilitando la tarea de la Fiscalía, nos ahorraremos
tener que explicar qué hicimos o dónde pusimos los secuestros y, sobre
todo, nuestra imagen institucional sumará puntos favorables.
Cada trabajo que nos toca hacer debe ser lo más puntilloso posible
y a la vez práctico. Nuevamente, el truco pasa por ponerse en el lugar
de otro.
… Se ensobra el secuestro discriminado de la siguiente manera: SOBRE A: Tota-
lidad de la sustancia secuestrada. Dentro de este sobre se colocan los siguientes: A1:
sustancia secuestrada en la requisa personal de Juan Carlos Pérez. A2: Sustancia
secuestrada en la cocina. A3: Sustancia secuestrada en habitación. SOBRE B:
Totalidad del dinero secuestrado. Dentro de este sobre se colocan los siguientes:
B1: Dinero secuestrado en la requisa personal de Juan Carlos Pérez. B2: Dinero
secuestrado en la mesa de luz. B3: dinero secuestrado en el cajón de la cocina (y
así con todos los secuestros)…
122
sobre el secuestro debe estar acompañado de la cadena de custodia, por
lo que no podremos cortar en tres partes una misma cadena. Hay que
tener esa previsión.
…cada uno de los sobres posee su correspondiente cadena de custodia…
…No siendo para más el acto, se da por finalizado el mismo, el cual es leído,
ratificado y firmado al pie para constancia por quienes en ella hemos intervenido
siendo las veintitrés horas con cincuenta minutos. (si alguien no firma se deberá
dejar constancia de los motivos).
123
Manifestaciones espontáneas del imputado
Acerca de cómo documentar las manifestaciones espontáneas de un
imputado durante un procedimiento, sea allanamiento, sea flagrancia,
es un tema que se ha conversado con varios magistrados y, debo decir,
no hay un criterio unánime. Hay quienes sostienen que de ninguna
manera debe hacerse y hay otras posturas que abonan dicha circuns-
tancia como posible.
Creo que, más que nada, se debe a la falta de confianza y credibili-
dad de esa espontaneidad y lo que se busca es proteger el procedimiento
evitando que un policía intente disfrazar una espontaneidad y que, en
pleno juicio, todo caiga por la borda.
Debemos hacer una autocrítica –cada uno de nosotros– para poder
razonar los porqué de una opinión y otra.
Lo que se busca en estas páginas es, en el fondo, tomar plena con-
ciencia de la enorme responsabilidad que tenemos sobre nuestras es-
paldas y que, cuando más serios, responsables y creíbles seamos, en
resumen, cuando más profesionales seamos, más fácil va a ser nuestra
tarea e, inevitablemente, nuestra palabra va a ir cobrando cada vez más
valor.
Dicho lo anterior, rememoro una frase que escuché, respecto de
este tema, en una de las tantas charlas con magistrados: “Todo lo que
viene a mí, puedo, lo que voy a buscar, no”.
Significa que la espontaneidad debe ser real, sin ningún tipo de par-
ticipación de nuestra parte. Si en pleno procedimiento el imputado
dice algo que le puede resultar perjudicial, (por ejemplo: “No lo quise
matar, se me escapó el tiro, el arma está enterrada en el patio”), y no-
sotros ni nadie hizo nada para que dijera eso, sino que simplemente
lo dijo, no tiene absolutamente nada de malo, mucho menos si ya le
habíamos hecho saber sus derechos.
Ahora, si la misma situación se produce luego de que un compañe-
ro le preguntara algo, por mínimo que sea, la situación cambia, porque
los policías no podemos hablar nada con el imputado, más allá de
solicitarle la información necesaria para identificarlo.
Esto lo debemos tener muy claro y no tratar de disfrazarlo. Me
parece que por allí viene la cuestión de evitar documentar las mani-
124
festaciones espontáneas. En rigor, podría hacerse, más aún si estamos
filmando el procedimiento y queda registrada la situación de esponta-
neidad.
Filmar todo un procedimiento puede resultar complicado, sobre
todo porque suelen durar algunas horas y, de momento, lo hacemos
con nuestros propios teléfonos celulares, pero hay que encontrarle la
vuelta para poder filmar lo más posible. Eso, junto con los dos testi-
gos, nos garantiza no tener ningún tipo de inconvenientes respecto de
nuestro accionar.
No obstante, una consulta al Fiscal que interviene sobre cómo
quiere que queden documentadas estas situaciones solucionará cual-
quier tipo de duda que tengamos y nos ahorrará dolores de cabeza.
125
CAPÍTULO VIII
El juicio oral
127
el típico pensamiento de “por qué no habré guardado copias de todo”.
A esa altura es un poco tarde para el reproche, y por eso resulta útil
la sugerencia ya vista de cómo ir almacenando todo el trabajo que
hacemos, por lo menos hasta finalizado el juicio oral o se haya tomado
conocimiento de una sentencia en juicio abreviado.
No obstante, aún se puede hacer algo respecto de la preparación
para el juicio, para esa instancia final en la que debemos hacer, como
en todo, lo mejor posible para cumplir nuestro rol para que el Fiscal
pueda sostener la hipótesis acusatoria y la sentencia resulte condena-
toria. Allí es donde verdaderamente vamos a saber si nuestro trabajo
durante la investigación fue bien hecho.
Asumamos, como ejemplo –ya sabemos que tenemos que corre-
girlo–, que ha llegado la cédula de notificación para la audiencia de
debate oral y que no tenemos la información guardada sobre lo que
hicimos, ni con quién lo hicimos.
El primer paso es acudir a la Oficina de Operaciones de nuestro
lugar de trabajo, o como sea que se denomine –hoy es ese el nom-
bre– para iniciar una búsqueda por lo que conocemos en nuestra jerga
como P.U. o Volante. Con algo de suerte podemos encontrar una pri-
mera referencia que nos oriente.
Otra opción es solicitar una copia de nuestra intervención en la Fis-
calía. Para esto, es recomendable, pero no excluyente, hablar con nues-
tro jefe directo y que nos facilite el camino para obtener una audiencia.
Si por el motivo que fuera nuestro jefe directo no puede obtener una
audiencia, entonces no podemos quedarnos de brazos cruzados, debe-
mos ir directamente a la Fiscalía a hacer saber nuestra inquietud.
No se puede pretender que se nos den todos los detalles, pero al
menos una orientación general acerca de por cuál procedimiento esta-
mos siendo citados y cuál fue nuestra intervención.
No obstante, esto debe ser la excepción y no la regla general.
Parte de nuestro trabajo, de nuestro profesionalismo, implica ac-
tuar en todo, pensando en el juicio oral y, por tanto, debemos procurar
estar siempre preparados para esta instancia.
128
Durante nuestro testimonio en juicio
Algunos ¿policías? ¿experimentados? en juicios suelen recomendar
que, ante cualquier cosa que tengan dudas recurrir al no me acuerdo.
Realmente hay que alejarse de esas personas.
Una vez que contamos con la información necesaria, tenemos que
mentalizarnos de manera diferente.
Hay que llegar a la fecha del juicio preparados, informados, con
ganas de declarar y, sobre todo, con ganas de aportar detalles que acer-
quen a la verdad para obtener un resultado favorable, es decir, una
sentencia que sea condenatoria.
Otro aspecto muy pero muy importante es nuestra imagen como
representantes de una Institución, nunca debemos olvidarnos lo que
somos, lo que representamos, nada más y nada menos que a la Institu-
ción policial. Unos días antes del día de nuestra audiencia tenemos que
evaluar cómo nos vamos a presentar, qué vestimenta vamos a usar. Cla-
ro que no hay nada escrito al respecto, pero usando el sentido común,
debemos darnos cuenta de que no es un evento menor, es sumamente
importante. La recomendación es usar el uniforme, o bien un traje.
Debemos dejar de lado la informalidad en semejante evento.
Puede ser que no se tenga la costumbre, pero debe haber al menos
un traje en el armario de cada policía. En caso de no contar con uno,
podemos usar el uniforme, no hay ningún inconveniente, pero debe
estar impecable. La manera en que nos presentamos habla de nosotros,
pero también de la Institución.
Así como al principio de estas páginas hablábamos del respeto y
la educación, esta ocasión sirve, justamente, para demostrarlo. Con-
currir bien vestido, sea de traje, sea con uniforme, es una manera de
indicar que respetamos el lugar del otro, en este caso del Tribunal, del
Fiscal y también, claro está, de la defensa, aunque, principalmente, nos
estaremos respetando a nosotros mismos como funcionarios e incide
directamente en nuestra credibilidad y seriedad, que es, en definitiva,
lo que va a evaluar el Tribunal cuando nos toque declarar.
Una excusa bastante común es escuchar en las audiencias que no
nos uniformamos ni usamos un traje por estar de licencia. Eso no nos
deja exentos, bajo ningún aspecto. Siguiendo ejemplos ya usados de
129
cambio de roles, imaginemos entrar a la sala de audiencias y que el Tri-
bunal, el Fiscal y el defensor estén vestidos con jeans, remera, zapatillas
y despeinados ¿Qué pensaríamos de eso? ¿Nos agradaría? ¿Estarían re-
presentando bien a su Institución?
En definitiva, todos somos representantes del Estado, todos somos
funcionarios públicos –quizás el defensor no sea oficial y sea particular,
pero, aun así, va a estar bien vestido–.
No estar a la altura de las circunstancias en este sentido es una
forma de no respetar al Estado y, como somos parte de él, no nos esta-
ríamos respetando a nosotros mismos.
Repasando, ya sabemos que debemos estar informados ante del
juicio, que lo ideal es contar con información propia, que, en todo
caso, podemos recurrir a la Fiscalía a buscar orientación o parámetros
generales para informarnos, que tenemos que estar bien presentables
cuando nos toque pasar a declarar.
130
Es seguro que, si se adopta esta costumbre, con el paso del tiempo
van a ir aprendiendo cada vez más y más, sin siquiera ser conscientes,
casi sin esfuerzo.
Como entiendo que no estamos acostumbrados a todo esto, no se
resignen ante la falta de respuesta, insistan cuantas veces sea necesario,
pero háganse de una copia de la sentencia y léanla, más de una vez si
es necesario.
131
CAPÍTULO IX
Identidad de género. Ley 26.743
133
de dejar nuestra subjetividad a un lado, sino de crecer verdaderamente.
En cualquier procedimiento policial del que formemos parte, de-
bemos tener presente estos sencillos conceptos, pero también debemos
trasladarlos a todos los aspectos de nuestra vida, con nuestras amista-
des, nuestra familia y, sobre todo, con nuestros hijos. Nos toca transi-
tar una etapa histórica, de enormes cambios en costumbres que están
arraigadas desde hace muchos años. Eso significa que tenemos, debe-
mos, recoger el guante y sembrar pensando en el futuro, en las nuevas
generaciones, abandonando los preconceptos para dejar un terreno
más fértil y sencillo a quienes nos sucedan.
Parte del trabajo policial consiste en identificar personas correcta-
mente, sobre todo porque muchas veces intentan cambiar sus datos
para evitar que se advierta que, por ejemplo, poseen algún impedi-
mento como, puede ser, un pedido de captura. Si bien tenemos estar
atentos a estas circunstancias, también debemos evaluar el contexto en
el que estemos trabajando y ser respetuosos, alejándonos de los precon-
ceptos –que deberíamos abandonar definitivamente–.
En un procedimiento de identificación puede suceder que nos en-
contremos con una persona que exhibe su DNI, en el que sus datos,
respecto del nombre de pila, no coincidan con los que la persona men-
ciona verbalmente. ESTO ES UN DERECHO y no implica absoluta-
mente nada sospechoso, dado que tanto su apellido como su número
de documento, no pueden variar. Si es necesario redactar un acta, de-
bemos consignar los datos tal como la persona identificada se perciba.
En el mismo sentido, ya sea un cacheo de seguridad o una requisa
ordenada por la autoridad judicial o de urgencia, debe realizarse por
parte de un funcionario del mismo sexo del que se percibe la persona
de que se trate. En cuanto a su custodia de seguridad, debemos seguir
el mismo razonamiento.
Llegado el caso de que la persona quede privada de su libertad y
deba procederse a su traslado a una dependencia o unidad carcelaria,
dicho lugar de alojamiento será indicado por la autoridad judicial que
tenga intervención.
Agregamos un cuadro con algunos conceptos básicos:
134
Aspectos físicos objetivamente mensurables (cromo-
Sexo biológico
somas, hormonas).
Construcción social y cultural binaria comúnmente
Género asociada al sexo biológico. Lo que la sociedad espera
de hombres y mujeres.
Vivencia personal. Cómo cada uno se siente. Puede
Identidad de género
corresponderse o no con el sexo biológico.
Cómo mostramos nuestro género al mundo (ej.
Expresión de género
nombre, vestimenta).
Atracción física, emocional, erótica, afectiva y espiri-
Orientación sexual
tual que sentimos hacia otras personas.
135
CAPÍTULO X
Armamento provisto
Cuestiones generales
El arma provista requiere de un mínimo cuidado y mantenimiento
para que su funcionamiento y estado sean óptimos con el paso de los
años.
Sin ser especialista en la materia y luego de conversarlo con algunos
colegas, sobre todo los más jóvenes, me convencí de la necesidad de
mencionar al menos algunas cuestiones generales al respecto, más que
nada de sentido común, que pueden colaborar en un mejor manteni-
miento del arma provista.
Sabemos que es el último recurso, pero llegado el caso, debemos
poder confiar en que está en óptimas condiciones.
El mejor lugar donde colocar el arma en todo momento es en la
funda, pero si la dejamos las 24 horas dentro de esa misma funda sin
ninguna mantención, seguramente comience a oxidarse debido a la
acumulación de humedad. Por ese motivo, es recomendable que a dia-
rio se le quite esa humedad pasándole un paño limpio por la superficie.
La limpieza de la pistola debe realizarse luego de su utilización o
bien, caso contrario, cada treinta días aproximadamente. Esto va a de-
pender del grado de exposición que tenga al clima.
El policía que preste servicio en un destino rural o en una zona
costera deberá acortar esos plazos.
Para la correcta limpieza debemos considerar en primer lugar las
normas de seguridad, colocando a resguardo los cartuchos de todos los
cargadores que se posean, sin olvidar el cartucho que podamos portar
en la recámara.
137
Una vez hecho esto, comenzamos con el desarme.
El grado de despiece que se realice va a variar de acuerdo con el
conocimiento que cada uno posea de su arma. Una recomendación
aplicable en muchos sentidos pero más en este caso en particular es no
desarmar sino estamos seguros de que los vamos a poder volver a armar.
Lo que se conoce como desarme básico o de “campaña” consiste en
separar la parte móvil (corredera, cañón y guía/resorte recuperador)
de la parte fija (frame). Este es el desarme básico que todo policía debe
conocer de su arma provista y, si poseen dudas al respecto, les reco-
miendo sacárselas lo antes posible e instruirse rápidamente.
La limpieza se puede realizar con un cepillo suave de cerdas –puede
ser un cepillo dientes– y una baqueta para el caño. Siempre debemos
utilizar un producto de limpieza creado para tal fin y evitar sumergir
el arma en combustible.
Luego de la limpieza hay que lubricar el arma. Para esto debemos
utilizar aceites creados específicamente para la lubricación de armas y
bajo ningún concepto utilizar aceites para máquinas de coser, multiu-
sos o cualquier otro.
Se coloca una pequeña cantidad de aceite sobre un paño limpio, y
así lubricamos las partes móviles y la guía de la corredera, sin dejar ex-
cedentes. Se pueden comprar paños especialmente diseñados para esta
tarea, pero no es tan indispensable como los aceites especiales.
Hay que prestar especial interés en que la recámara y el ánima (in-
terior del cañón) permanezcan secos al finalizar la limpieza, como así
también el conducto por donde pasa la aguja percutora.
El popular aceite WD40 no es recomendable para un uso conti-
nuo, ya que en el momento resolverá el problema de lubricación, pero
acarrea otros inconvenientes posteriores.
Los cargadores deben limpiarse junto con el arma, repasando su in-
terior con un paño limpio ya que acumulan suciedad y esto perjudica
el normal desplazamiento del conjunto elevador.
En ningún caso debemos estirar el resorte. Si el mismo no posee la
fuerza suficiente para elevar los cartuchos correctamente, habrá que
reemplazarlo de inmediato.
Para portar el arma debemos tener en cuenta en todo momento el
uso de una funda, sin importar la condición en la que se porte (de civil
138
o uniformado).
El no utilizarla afecta directamente su cuidado debido a que se en-
sucia con restos que se desprenden de la ropa. Además, afecta la seguri-
dad ya que es muy probable que se nos caiga en caso de una situación
de alto riesgo o emergencia.
La elección de la funda va a depender de la función que cada efec-
tivo realice, ya sea la elección del material (cuero, encarne, nylon o
polímero) como el modelo en sí (ej. muslera o a la cintura).
Es recomendable que la funda cubra la mayor parte del arma para
una mejor protección tanto de la exposición del clima cómo a los gol-
pes, teniendo en cuenta en todo momento que nos posibilite un des-
enfunde rápido.
Cada usuario deberá seleccionar el nivel de seguros a desactivar
para el desenfunde del arma en caso de ser necesaria su utilización en
situación de alto riesgo. Lo recomendable es tener bien pero bien claro
en qué condición se está portando el arma y lo que se tenga que hacer
en caso de ser necesario usarla.
De igual importancia es la elección del portacargador, guardando
los mismos recaudos mencionados.
Con respecto a los cartuchos 9 mm debemos tener en cuenta que
su correcto funcionamiento va a depender del tipo de almacenamiento
que posean. Si se guarda la caja de cartuchos en un lugar invadido
por la humedad no podemos pretender tener la certeza que funcionen
como es esperado.
No debemos utilizar cartuchos que no sean provistos, la mejor elec-
ción son los que poseen una punta chata de 147 grains.
No utilizar en ningún caso cartuchos de punta ojival de 125 grains,
ya que éstos se utilizan para prácticas de tiro.
También existe la opción normada en la resolución RENAR 66/99,
en la que se habilita al funcionario policial a través de REPAR y me-
diante un formulario firmado por la superioridad, a comprar cartuchos
de similares características a los provistos y utilizarlos en su arma re-
glamentaria.
La escopeta. El uso de una escopeta provista requiere, como todo, de
su conocimiento (sistema de carga, ubicación del seguro, ubicación del
retén libertador de chimaza, etc.). Se recomienda el uso de la correa de
139
transporte para su traslado.
La limpieza y mantenimiento de este tipo de armamento es respon-
sabilidad del área logística, por lo que no se recomienda realizar esta
tarea sin conocimientos específicos.
En relación con los cartuchos calibre 12/70 UAB provistos, debe-
mos tener especial cuidado con los culotes, porque una deformación
en los mismos provoca una traba en la alimentación del arma. Estas
deformaciones se producen por caídas y/o una mala descarga del arma.
La correcta manera de descargarlos es “por dónde se los carga”, y
no por la ventana expulsora accionando la chimaza. Esto provoca por
parte de la uña extractora y botador una innecesaria marca en el culote.
Por regla general, el arma provista debe encontrarse siempre en
condiciones de uso inmediato, y por tal motivo el único que debe ma-
nipularla es el efectivo policial que la porta, manteniéndola a resguardo
de la curiosidad de familiares y amigos.
Es responsabilidad de cada uno el resguardo seguro del arma, pero es
recomendable dejarla siempre en el mismo lugar, que debe ser de fácil
acceso ante una situación de riesgo.
No se aconseja guardar el arma sin el cargador o desarmada.
Una última sugerencia a título personal. Como en todo, la instruc-
ción es muy importante y seguramente puede más que la curiosidad. Es
preferible tomarse el tiempo para explicar a un familiar las consecuen-
cias del uso indebido de un arma que lamentar un accidente.
140
Palabras finales
141
Impreso en
Gráfica Tucumán
Galicia 202, Mar del Plata