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Críticas a la escuela de Chicago o Ecológica

Como bien se ha mencionado en un principio, esta escuela sociológica de Chicago nace


a causa de las problemáticas que se originaron en la ciudad de Chicago a causa de la
delincuencia, siendo características propias de las localidades industriales, en donde por lo
general las personas se contaminaban de comportamientos crueles y altamente criminológicos,
lo cual provenía de realidades sociales como el alcoholismo y aumento en el índice de pobreza,
siendo así como aumentaba la delincuencia. Sin embargo, para muchos esta realidad conflictiva
llevaría a un sinnúmero de críticas al intentar justificar el comportamiento humano inapropiado.

Como primer punto, muchos estudiosos consideraban que no debe analizar esta escuela
criminológica con las realidades latinoamericanas, ya que en estas sociedades no existe una
analogía de las comunidades humanas al ser una cultura que se nutre mucho de las costumbres
y mitos de los barrios, lo cual se puede considerar escéptico el hecho de que las características
de sus comunidades influyan con las conductas delincuenciales, así mismo por las realidades
sociales de las épocas, donde un país se encontraba en un crecimiento económico gracias a la
industrialización, mientras que los países latinoamericanos seguían luchando con sus conflictos
política y sociales, lo cual no se puede presumir que el crimen en dichos países se deba a lo
que mencionaba la Escuela de Chicago.

Por otro lado, se puso a consideración que la ecología humana no era más que una
manifestación de Sociología Urbana, por lo que, los realistas de izquierda realizan una crítica
a la perspectiva “ecológica” de la Escuela de Chicago. De esta forma el autor del libro
Prevención del delito y teorías criminológicas, Jorge Ayos (2013)1 cita a los autores Taylor,
Walton y Young, los cuales rechazaban ese legado positivista de la siguiente manera:

Esta crítica a la mirada que cruza territorios y cultura es la que abre la puerta a la idea
de cultura como emergente de tensiones estructurales. Sin querer cancelar estas
significativas diferencias, y también señalando que la noción de cultura como producto
de tensiones estructurales no es absolutamente ajena a la sociología de Chicago
(recordemos que el contexto de su producción son las mutaciones de las urbes
norteamericanas de principios de siglo), creemos que la dimensión comunitaria de sus
propuestas preventivas es el hilo conductor que morigera esta revisión sobre la
sociología de Chicago. (p. 303).
De este modo, se considera que existe un esquema generalizador dentro de estos
estudios, ya que esta teoría básicamente establece que una persona por nacer en un barrio donde

1
Ayos, E. (2013). Prevención del delito y teorías criminológicas: tres problematizaciones sobre el
presente. Doi: dx.doi.org/10.12804/esj16.02.2014.09, 265-312.
las condiciones de vida son deficientes, será un indicador determinante para que esta persona
a futuro vaya delinquir, ya sea por necesidad o costumbre, cuestiones que no se pueden
generalizar, en la actualidad se ha demostrado que existen muchas personas que están
triunfando y se desarrollaron en condiciones precarias, lo cual nunca ha sido un factor de
contagio de delito, por lo que, son casos excepcionales en los cuales los vicios y malos hábitos
pueden contaminar a un ser humano. Es decir, el método empírico – inductivo que se lleva a
cabo mediante la escuela de Chicago no es el adecuado ya que se reduce a patrones sociológicos
del lugar de origen de las personas.

En este sentido, la distribución de criminalidad en función de áreas o zonas no


constituye un hecho determinante en cuanto al índice de delincuencia, ya que muchas personas
residiendo en áreas delictógenas, nunca en su vida han llegado a delinquir, de la misma forma,
existen personas que se han desarrollado en zonas privilegiadas aun así han llegado a cometer
actos criminales, demostrando así que es una teoría que no tiene fuerza o validez para catalogar
a alguien como “criminal”. Por lo que, de acuerdo con los autores Bergalli, Bustos y Miralles
(1983)2, no se ha podido establecer un concepto firme acerca del análisis ecológico de la
criminalidad:

De tal manera que, por ejemplo, nunca pudo ser explicada bajo este enfoque ecológico
ni la delincuencia juvenil peculiar a esas áreas de delincuencia ni la propia de las zonas
alejadas de aquéllas. Por último, también ha quedado sin explicación, bajo la
perspectiva ecológica, la cuestión referida a si eran ámbitos semejantes los que
“producían” delincuentes o si, por el contrario, eran «atraídas» a ellos sólo personas
proclives al delito. (p. 116)
En relación a lo antes mencionado, Becker en 1999 mencionaba que la escuela de
Chicago era un simple mito que simplemente recopilaba estudios bien documentados, el cual
siguiendo la teoría de Platt (1996)3, establecía que dicha escuela: “En realidad, este espacio fue
mucho más variado y heterogéneo de lo que habitualmente se supone. A partir de su propia
experiencia como estudiante de sociología en Chicago, concluye que allí nunca existió una
escuela en el sentido que el término adquiere en los estudios sobre historia del pensamiento”.
(p. 205). Haciendo referencia a que existía la tradición de una escuela que realizaba actividades
y tenía proyectos prácticos de estudio de la sociedad, siendo así como muchos doctrinarios se

2
Bergalli , R., Bustos, J., & Miralles, T. (1983). EL PENSAMIENTO CRIMINOL~GICO (Vol. 1).
Bogotá - Colombia: Temis.
3
Piovani, J. (2011). La escuela de Chicago y los enfoques cualitativos: términos y conceptos
metodológicos. Papers (Universidad Autònoma de Barcelona), 245-258.
opusieron a esta teoría, ya que no existían experimentos controlados que revelaran o dieran
indicios de poder revelar una personalidad criminal.

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