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Temario Específico SAS 2018/2019

Tema 48. Ley de los derechos y atención al menor. Maltrato al menor, detección
y tratamiento desde el trabajo social sanitario en atención primaria y
hospitalaria.

LEY 1/1998, de 20 de abril, de los derechos y la atención al menor.

TITULO I De los derechos de los menores

Artículo 1. Objeto y ámbito de aplicación.

La presente Ley establece el marco jurídico de actuación en materia de promoción y


protección de los derechos de los menores, así como en relación con la ejecución de
las medidas que sobre los mismos sean acordadas por los Juzgados competentes en
la Comunidad Autónoma de Andalucía, sin perjuicio de lo que disponga la legislación
estatal.

Artículo 2. Protección de derechos.

Las Administraciones Públicas de Andalucía velarán para que los menores gocen en el
ámbito de la Comunidad Autónoma de todos los derechos y libertades que tienen
reconocidos por la

Constitución, la Convención de Derechos del Niño y demás acuerdos internacionales


ratificados por España, así como por el resto del ordenamiento jurídico, sin
discriminación alguna por razón de nacimiento, nacionalidad, etnia, sexo, deficiencia o
enfermedad, religión, lengua, cultura, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal, familiar o social.

Artículo 3. Principios.

En el ejercicio de las competencias en materia de promoción y protección de los


derechos de los menores, las actuaciones públicas o privadas se ajustarán a los
siguientes principios rectores:

1. Primará el interés superior del menor frente a cualquier otro interés legítimo.

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2. El reconocimiento de la capacidad del menor para participar activamente en la


construcción de una sociedad más justa, solidaria y democrática, así como para
conocer la realidad que vive, descubrir los problemas que más le afectan y aportar
soluciones a los mismos.

3. Los poderes públicos de Andalucía otorgarán la protección y asistencia necesarias a


la familia para que pueda asumir plenamente sus responsabilidades como grupo y
medio natural para el adecuado crecimiento y bienestar de los menores.

4. Las Administraciones Públicas andaluzas adoptarán las medidas necesarias para


facilitar a los menores el adecuado conocimiento y ejercicio de sus derechos, teniendo
en cuenta su desarrollo y las limitaciones a su capacidad de obrar establecidas por las
leyes.

5. Se fomentarán en los menores los valores de tolerancia, solidaridad, respeto,


igualdad y, en general, los principios democráticos de convivencia establecidos en la
Constitución.

6. Las Administraciones Públicas de Andalucía actuarán de forma coordinada en aras


a garantizar el adecuado ejercicio de los derechos de los menores, fomentando la
colaboración con el resto de las Administraciones Públicas del Estado español.

7. Se promoverán las iniciativas sociales cuya labor suponga facilitar las condiciones
adecuadas al ejercicio de los derechos de los menores.

8. En la tutela de los derechos de los menores, especialmente en casos de posible


marginación, se contará con la iniciativa familiar y la colaboración de las entidades de
iniciativa social. Todo ello sin perjuicio de una intervención inmediata y directa de los
poderes públicos en los casos en que la familia o el menor lo requieran.

Artículo 4. Defensa de los derechos del menor.

Los menores, para la defensa de sus derechos, podrán personalmente o a través de


su representante legal:

a) Dirigirse a las Administraciones Públicas en demanda de la protección y asistencia


que precisen y solicitar de las mismas los recursos sociales disponibles.

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b) Poner en conocimiento del Ministerio Fiscal todas aquellas situaciones y


actuaciones que atenten contra sus derechos y contra su integridad física y moral.

c) Presentar quejas ante el Defensor del Menor.

Las autoridades o responsables de todos los centros facilitarán al Defensor del Menor
toda la información que se les recabe.

CAPITULO II De la promoción de los derechos de los menores

Artículo 5. Identificación.

1. En los centros de atención sanitaria en los que se produzcan nacimientos se


establecerán las garantías necesarias para la inequívoca identificación de los recién
nacidos.

2. Cuando quienes se hallan obligados legalmente a promover la inscripción del


nacimiento de un menor en el Registro Civil no lo efectúen, las Administraciones
Públicas de Andalucía adoptarán las medidas necesarias para lograr tal inscripción.

Artículo 6. Honor, intimidad y propia imagen.

La Administración de la Junta de Andalucía protegerá el honor, la intimidad y la propia


imagen de los menores frente a intromisiones ilegítimas y, en particular, las que
pudieran producirse a través de los medios de comunicación social y sistemas
informáticos de uso general o cualesquiera otros derivados de la aplicación de nuevas
tecnologías, así como todas aquéllas que se determinen reglamentariamente.

Asimismo, pondrá en conocimiento del Ministerio Fiscal las intromisiones ilegítimas


detectadas, sin perjuicio del ejercicio de las acciones legales que procedan.

Artículo 7. Información y publicidad.

1. Las Administraciones Públicas de Andalucía realizarán programas informativos y


formativos destinados específicamente a los menores, salvaguardando el derecho a la
recepción de información veraz, plural y respetuosa con los principios constitucionales,
según lo dispuesto en el artículo 5.2 de la Ley Orgánica 1/1996.

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Igualmente, fomentarán que los medios de comunicación social en sus difusiones para
menores resalten los valores democráticos y solidarios, con especial atención al
respeto a la propia dignidad humana.

2. Las Administraciones Públicas de Andalucía velarán para que en los medios de


comunicación social no se difundan programas o publicidad contrarios a los derechos
de los menores y, en particular, se atendrá a que no contengan elementos
discriminatorios, sexistas, pornográficos o de violencia. Igual vigilancia se extenderá a
los sistemas informáticos de uso general o cualesquiera otros derivados de la
aplicación de nuevas tecnologías.

3. Las Administraciones Públicas de Andalucía promoverán cuantas acciones sean


necesarias para evitar que las imágenes de los menores aparezcan en espacios o
anuncios publicitarios en los que se vulneren sus derechos e, igualmente, impedir que
su participación en los mismos pueda perjudicarles moral o físicamente.

4. La publicidad en los medios de comunicación social no perjudicará moral o


físicamente a los menores, debiendo respetar, a tal efecto, la legislación específica
sobre la materia.

Del tiempo máximo que puedan dedicar a la publicidad los medios televisivos, sólo
podrá emplearse hasta un veinte por ciento para inserciones dirigidas a los menores.

5. El lenguaje y los mensajes contenidos en la información y publicidad destinada a los


menores deberán adaptarse a los niveles de desarrollo de los colectivos a quienes se
dirijan.

6. Para el cumplimiento y seguimiento de lo previsto en el presente artículo, se


establecerá la necesaria colaboración entre las Administraciones Públicas de
Andalucía y los medios de comunicación social, especialmente en aquellos supuestos
en que se produzca un grave perjuicio para la adecuada formación de los menores
receptores de la información o publicidad.

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Artículo 8. Prevención de malos tratos y de la explotación.

1. Las Administraciones Públicas de Andalucía desarrollarán programas destinados a


adoptar medidas preventivas para evitar que se produzcan situaciones de malos
tratos físicos, psíquicos o sexuales, uso y tráfico de estupefacientes, drogas
tóxicas y sustancias psicotrópicas, mendicidad infantil, explotación laboral,
exposición y venta de menores o cualquier otra circunstancia que pueda
interpretarse como explotación de los mismos.

2. Para la detección y denuncia de las situaciones señaladas en el apartado anterior,


las Administraciones Públicas de Andalucía establecerán los mecanismos de
coordinación adecuados, especialmente en los sectores sanitario, educativo y de
servicios sociales.

3. Cuando se detecte la existencia de cualquiera de las situaciones citadas, se


procederá conforme a lo dispuesto en el título siguiente.

Artículo 9. Integración.

1. Las Administraciones Públicas andaluzas establecerán las medidas necesarias para


facilitar la completa realización personal y la integración social y educativa de todos los
menores y en especial de aquéllos que por sus especiales circunstancias físicas,
psíquicas o sociales puedan ser susceptibles de un trato discriminatorio.

En concreto, las Administraciones Públicas andaluzas velarán por el derecho de los


menores con minusvalías a que se les facilite el mayor grado de integración en la
sociedad que permitan sus condiciones.

2. Los menores extranjeros que residan en el territorio de la Comunidad Autónoma


Andaluza podrán recibir ayudas públicas que faciliten su integración social,
especialmente para salvar las dificultades de idioma y el conocimiento de los usos
sociales.

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Artículo 10. Salud.

1. Las Administraciones Públicas de Andalucía fomentarán que los menores reciban


una adecuada educación para la salud, promoviendo en ellos hábitos y
comportamientos que generen una óptima calidad de vida.

2. La Administración sanitaria andaluza garantizará una especial atención a los


menores, para lo que se regulará la provisión de los recursos humanos y técnicos
necesarios y se establecerán, en las instalaciones sanitarias, espacios con una
ubicación y conformación adecuadas. A este fin, se adaptará progresivamente la edad
de atención pediátrica.

3. Los menores, cuando sean atendidos en los centros sanitarios de Andalucía,


además de todos los derechos generales, tendrán derecho a recibir una información
adaptada a su edad, desarrollo mental, estado afectivo y psicológico, con respecto al
tratamiento médico al que se les someta.

Los padres, o tutores de los menores, serán informados de los motivos de la atención,
de la gravedad de los procesos, de las medidas sanitarias y tratamientos a seguir, y
tendrán derecho al acompañamiento del menor durante el máximo tiempo posible,
siempre que no afecte a la actividad realizada por los profesionales.

Para la realización de cualquier intervención que suponga un riesgo para la vida del
niño, se recabará el previo consentimiento de los padres o tutores en los términos
establecidos en la legislación vigente. En el caso de negativa de los padres o tutores,
primará el interés del niño.

4. Los menores tienen derecho a estar acompañados por sus padres, tutores,
guardadores u otros familiares, durante su atención en los servicios de salud, tanto
especializados como de atención primaria.

La Administración de la Junta de Andalucía, a través de los organismos competentes,


regulará la accesibilidad de padres, tutores guardadores y familiares, estableciendo las
normas de acreditación y los controles necesarios que garanticen este derecho.

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5. Los menores de las poblaciones de riesgo socio-sanitario recibirán una atención


preferente acorde con sus necesidades.

6. Los titulares de los servicios de salud y el personal sanitario de los mismos están
especialmente obligados a poner en conocimiento de los organismos competentes de
la Administración de la Junta de Andalucía en materia de protección de menores, de la
Autoridad Judicial o del Ministerio Fiscal aquellos hechos que puedan suponer la
existencia de situaciones de desprotección o situaciones de riesgo para los menores,
así como a colaborar con los mismos para evitar y resolver tales situaciones en interés
del menor.

7. En los centros sanitarios, tanto de Atención Primaria como Especializada, sobre


todo en estos últimos, y máxime cuando sea necesario el internamiento del menor, se
posibilitará la existencia de espacios adaptados a la infancia, donde se permita el
derecho al juego y se impida la desconexión con la vida escolar y familiar de los
mismos.

8. Los menores tendrán derecho a proseguir su formación escolar durante su


permanencia en el hospital, beneficiándose de los recursos humanos y materiales que
las autoridades escolares pongan a su disposición, en particular en el caso de una
enfermedad prolongada, con la condición de que dicha actividad no cause perjuicio a
su bienestar o no obstaculice los tratamientos que se sigan.

9. Los menores tendrán derecho a recibir los cuidados que necesiten en el máximo
respeto a las creencias éticas,

religiosas y culturales del menor y sus progenitores, siempre y cuando éstas no


pongan en peligro la vida del menor o la salud pública, en cuyo caso se atendrán a lo
dispuesto por la autoridad y la legislación vigente.

Artículo 11. Educación.

1. Los centros educativos de Andalucía, en colaboración con las familias de los


alumnos, formarán a los menores en el conocimiento y correcto ejercicio de sus
derechos. Tal formación, de acuerdo con la normativa básica estatal, irá dirigida al
desarrollo de sus capacidades para ejercer, de manera crítica y en una sociedad

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plural, la libertad, la tolerancia, la solidaridad y la no discriminación, así como para


intervenir autónomamente en el proceso de desarrollo de Andalucía.

2. Será uno de los objetivos fundamentales de la educación el de proporcionar a los


menores una formación integral que les permita conformar su propia identidad, así
como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y la
valoración moral de la misma. La educación tendrá un carácter compensador de las
desigualdades en origen de los menores que posibilite una efectiva igualdad de
oportunidades.

3. Los centros educativos contarán con las instalaciones docentes y deportivas


adecuadas al desarrollo integral de los menores que les garanticen una educación en
condiciones de calidad y seguridad.

Las distintas Administraciones velarán, en el ámbito de sus competencias, por la


existencia de unas instalaciones que reúnan los requisitos necesarios para garantizar
la educación en dichas condiciones de calidad y seguridad.

4. Las Administraciones Públicas de Andalucía velarán por el cumplimiento de la


escolaridad obligatoria en aquellas edades que se establezcan en la legislación
educativa vigente. A tal fin, se promoverán programas específicos para prevenir y
evitar el absentismo escolar.

5. Los titulares de los centros educativos y el personal de los mismos están


especialmente obligados a poner en conocimiento de los organismos competentes de
la Administración de la Junta de Andalucía en materia de protección de menores, de la
Autoridad Judicial o del Ministerio Fiscal aquellos hechos que puedan suponer la
existencia de situaciones de desprotección o riesgo o indicio de maltrato de menores,
así como colaborar con los mismos para evitar y resolver tales situaciones en interés
del menor. Del mismo modo, los titulares de los centros educativos y el personal de los
mismos deberán poner expresamente en conocimiento de los organismos y
autoridades citados en el párrafo anterior el absentismo escolar.

6. Los menores de las poblaciones y centros que estén en situaciones de especial


riesgo socio-educativo recibirán una atención preferente acorde con sus necesidades
de educación y atención.

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7. Las Administraciones Públicas andaluzas asegurarán, dentro del medio educativo


andaluz, el adecuado conocimiento por los menores de la historia, cultura, costumbres
y demás hechos diferenciadores de Andalucía.

8. Se promoverá la creación en los centros educativos de Escuelas de Padres, como


medida de apoyo, educación y prevención.

Artículo 12. Cultura, ocio, asociacionismo y participación social de la infancia.

1. Las Administraciones Públicas andaluzas pondrán los medios necesarios para que
los menores conozcan adecuadamente la historia y cultura de Andalucía. Igualmente,
se propiciará que los niños que pertenezcan a una minoría étnica puedan acceder al
conocimiento de su cultura e identidad propia, facilitándose el intercambio y
conocimiento de las distintas culturas.

2. Todos los menores tienen derecho a que el juego forme parte de su actividad
cotidiana como elemento esencial para su desarrollo evolutivo y proceso de
socialización.

Las Administraciones Públicas, a iniciativa propia o en colaboración con otras


entidades públicas o privadas, fomentarán la realización de actividades culturales,
deportivas y recreativas. A este fin, se promoverán las actuaciones urbanísticas
destinadas a ampliar o crear los equipamientos e instalaciones necesarios y
adecuados, en función de la población infantil y juvenil existente en la zona.

3. Las Administraciones Públicas andaluzas promoverán la participación y el


asociacionismo de los menores, como elemento de desarrollo social y democrático de
los mismos, velando para que la pertenencia de un menor a una asociación no
propicie valores antidemocráticos, insolidarios, xenófobos o que menoscaben un
desarrollo psicosocial saludable del mismo.

4. Las Administraciones Públicas andaluzas promoverán, a través de las


organizaciones no gubernamentales de infancia y juventud, el apoyo de espacios y
canales de protagonismo y de participación social de la infancia, primando la
participación social de la infancia en el ámbito familiar y escolar. Para ello,

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emprenderán acciones de concienciación y promoción en colaboración con las


organizaciones no gubernamentales y las instituciones públicas y privadas.

5. Las Administaciones Públicas de Andalucía potenciarán el acceso de los menores a


los servicios de información, documentación, bibliotecas y demás servicios culturales
públicos.

6. En todas las actuaciones citadas, las Administraciones implicadas favorecerán la


coeducación y la integración de los menores.

Artículo 13. Medio ambiente.

1. Las Administraciones Públicas de Andalucía fomentarán el pleno ejercicio del


derecho de los menores al disfrute de un medio ambiente saludable y no deteriorado
en el territorio de la Comunidad Autónoma Andaluza, promoviendo y adoptando para
ello las adecuadas medidas para su protección, conservación y mejora.

2. La Administración de la Junta de Andalucía, para hacer eficaz una educación del


menor de edad orientada hacia el respeto al medio ambiente, fomentará, mediante
cauces adecuados de colaboración, el compromiso de las distintas Administraciones
Públicas y otros sectores implicados en Andalucía para el desarrollo de la educación
ambiental, como proceso imprescindible en orden a la construcción de una sociedad
en desarrollo sostenible.

3. Igualmente, se promocionará que los menores conozcan y aprendan a respetar su


entorno urbano y rural.

Artículo 14. Derecho a ser oído.

1. Las Administraciones Públicas de Andalucía garantizarán que el menor que se vea


incurso en un procedimiento administrativo que pueda afectar a su esfera personal,
familiar o social sea oído en el mismo en la forma legalmente establecida, sin perjuicio
de recabarse su consentimiento si fuere necesario.

2. Igualmente, las Administraciones Públicas andaluzas promoverán que el derecho de


los menores a ser oídos se haga efectivo en el ámbito familiar y en los procedimientos
judiciales. En cualquier caso, las Administraciones Públicas de Andalucía velarán para

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que, en la aplicación de este derecho, se cumplan las condiciones de discreción,


intimidad, seguridad y ausencia de presión.

Artículo 15. Divulgación de derechos.

1. Las Administraciones Públicas de Andalucía promoverán y desarrollarán acciones


encaminadas al fomento y divulgación de los derechos de los menores. También
reconocerán públicamente la labor de aquellos medios de comunicación, entidades o
personas que más se hayan distinguido en la acción divulgativa de los derechos de los
menores, así como en su respeto y protección.

2. En conmemoración de la aprobación por la Asamblea General de Naciones Unidas


de la Convención sobre Derechos del Niño en 1989, se declara el día 20 de
noviembre de cada año como Día de la Infancia en la Comunidad Autónoma de
Andalucía.

Artículo 16. Consejo Andaluz de Asuntos de Menores.

1. Se crea por la presente Ley el Consejo Andaluz de Asuntos de Menores como


órgano consultivo y asesor de las Administraciones Públicas andaluzas en temas
relacionados con los menores.

2. La constitución, composición y funcionamiento del Consejo Andaluz de Asuntos de


Menores se determinará reglamentariamente.

TITULO II De la protección

Artículo 17. Concepto.

A los efectos de la presente Ley, se entiende como protección el conjunto de


actuaciones para la atención de las necesidades del menor tendentes a garantizar su
desarrollo integral y a promover una vida familiar normalizada.

Artículo 18. Competencias y colaboración.

1. Las Corporaciones Locales de Andalucía son competentes para el desarrollo de


actuaciones de prevención, información y reinserción social en materia de menores,

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así como para la detección de menores en situación de desprotección y la intervención


en los casos que requieran actuaciones en el propio medio. Igualmente, son
competentes para apreciar, intervenir y aplicar las medidas oportunas en las
situaciones de riesgo.

2. La Administración de la Junta de Andalucía es competente para la planificación,


coordinación y control de los servicios, actuaciones y recursos relativos a la protección
de los menores en la Comunidad Autónoma, así como para el desarrollo

reglamentario. Igualmente, es la entidad pública competente para el ejercicio de las


funciones de protección de menores que implican separación del menor de su medio
familiar reguladas en los Capítulos III y IV del presente Título.

3. La Administración de la Junta de Andalucía y las Corporaciones Locales


establecerán los oportunos mecanismos de cooperación para el adecuado ejercicio de
sus respectivas competencias.

4. Previa autorización de la Administración de la Junta de Andalucía, podrán colaborar


en funciones de guarda, mediación, prevención, detección, información y promoción
las entidades que estén habilitadas para ello con arreglo a lo dispuesto en la
legislación estatal y conforme a las condiciones que se establezcan
reglamentariamente. En cualquier caso, serán asociaciones o fundaciones sin ánimo
de lucro, entre cuyos fines figure la protección de menores, y deberán estar inscritas
en el correspondiente registro de entidades, servicios y centros de servicios sociales
de Andalucía. Igualmente, dispondrán de la organización, estructura y medios
materiales necesarios en relación a las funciones a desarrollar.

5. Cualquier persona o entidad y, en especial, las que por razón de su profesión o


finalidad tengan noticia de la existencia de una situación de riesgo o desamparo de un
menor, deberá ponerlo en conocimiento de cualquier autoridad, que inmediatamente lo
comunicará a la Administración competente, Autoridad Judicial o Ministerio Fiscal. En
caso de particulares, se mantendrá el anonimato del comunicante si así lo desea.

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Artículo 19. Criterios de actuación.

1. Para el logro de los fines previstos en esta Ley, las Administraciones Públicas
andaluzas, en el ámbito de sus respectivas competencias y respetando la primacía del
interés superior del menor, se regirán por los siguientes criterios de actuación:

a) Se fomentarán las medidas preventivas a fin de evitar situaciones de desprotección


y riesgo para los menores.

b) Se procurará la permanencia del menor en su propio entorno familiar.

c) Cuando las circunstancias del menor aconsejen su salida del grupo familiar propio,
se actuará de forma prioritaria a través de medidas de alternativa familiar.

d) Cuando no sea posible la permanencia del menor en su propia familia o en otra


familia alternativa, procederá su acogida en un centro de protección, con carácter
provisional y por el período más breve posible.

e) Se promoverán medidas tendentes a la reinserción familiar del menor, siempre que


sea posible.

f) Se potenciará el desarrollo de programas de formación profesional e inserción


laboral de los menores sometidos a medidas de protección, con el fin de facilitar su
plena autonomía e integración social al llegar a su mayoría de edad.

2. Cualquiera que sea la medida protectora que se adopte, se procurará que los
hermanos se confíen a una misma institución o persona.

3. Con el fin de garantizar la objetividad e imparcialidad en su actuación protectora, las


Administraciones Públicas de Andalucía adoptarán las oportunas medidas de forma
colegiada e interdisciplinar.

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CAPITULO II De las medidas preventivas

Artículo 20. Medidas de prevención y de apoyo a la familia.

1. Se promoverán planes integrales dirigidos a la promoción de la infancia y a la


prevención de las situaciones de riesgo.

2. Las medidas de apoyo a la familia podrán ser de carácter técnico y económico.

3. El apoyo técnico consistirá en intervenciones de carácter social y terapéutico en


favor del menor y su propia familia y tenderá a la prevención de situaciones de
desarraigo familiar, así como a la reinserción del menor en ella.

4. El apoyo económico a las familias que carezcan de recursos suficientes se


concretará a través de ayudas económicas de carácter preventivo y temporal para la
atención de las necesidades básicas de los menores de ellas dependientes.

5. Se desarrollarán programas de integración social del menor con dificultades


especiales, dirigidos a procurar la eliminación de aquellas barreras físicas y de
comunicación que les impidan su propio desarrollo personal y su integración educativa
y social.

6. Se promoverán programas de información y sensibilización sobre el menor y sus


problemáticas particulares, incentivando la colaboración ciudadana en la denuncia de
posibles situaciones o circunstancias que pongan en peligro la integridad del menor o
de su desarrollo personal.

7. Se desarrollarán programas formativos de garantía social dirigidos a ofrecer a los


adolescentes alternativas a situaciones de rechazo del sistema escolar ordinario,
fracaso y absentismo, proporcionándoles una formación profesional que favorezca una
próxima incorporación laboral.

8. Las medidas anteriormente mencionadas se llevarán a la práctica con la


colaboración y de forma coordinada con los Servicios Sociales Comunitarios
correspondientes.

9.

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Artículo 21. Medidas de prevención ante instituciones públicas y privadas.

1. Con el fin de prevenir el maltrato institucional, las Administraciones Públicas de


Andalucía velarán para que las distintas instituciones con competencia en materia de
menores, ya sean éstas públicas o privadas, no reproduzcan situaciones y procesos
innecesarios y desfavorables para el menor, específicamente en sectores como
instituciones o centros de servicios sociales, salud, educación, Administración de
Justicia, medios de comunicación, o cualquier otro de naturaleza análoga.

2. Si se tuvieren indicios de que tales situaciones existieran en cualquier ámbito, la


Administración Pública iniciará la investigación correspondiente y procurará los cauces
necesarios para su esclarecimiento y asunción de responsabilidades.

Artículo 22. Situaciones de riesgo.

1. Se consideran situaciones de riesgo aquéllas en las que existan carencias o


dificultades en la atención de las necesidades básicas que los menores precisan
para su correcto desarrollo físico, psíquico y social, y que no requieran su
separación del medio familiar.

2. La apreciación de la situación de riesgo conllevará la elaboración y puesta en


marcha de un proyecto de intervención social individual y temporalizado que, en todo
caso, deberá recoger las actuaciones y recursos necesarios para sueliminación.

CAPITULO III Del desamparo, la tutela y la guarda

Artículo 23. Desamparo y tutela.

1. Corresponde a la Junta de Andalucía, a través de la Consejería competente, asumir


la tutela de los menores desamparados que residan o se encuentren transitoriamente
en el territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía, sin perjuicio de las
competencias que sobre estos últimos pudiesen tener otras Administraciones Públicas.

Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 172.1 del Código Civil, se consideran


situaciones de desamparo, que apreciará en todo caso la autoridad administrativa
competente, las siguientes:

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a) El abandono voluntario del menor por parte de su familia.

b) Ausencia de escolarización habitual del menor.

c) La existencia de malos tratos físicos o psíquicos o de abusos sexuales por


parte de las personas de la unidad familiar o de terceros con consentimiento de
éstas.

d) La inducción a la mendicidad, delincuencia o prostitución, o cualquier otra


explotación económica del menor de análoga naturaleza.

e) La drogadicción o el alcoholismo habitual del menor con el consentimiento o


la tolerancia de los padres o guardadores.

f) El trastorno mental grave de los padres o guardadores que impida el normal


ejercicio de la patria potestad o la guarda.

g) Drogadicción habitual en las personas que integran la unidad familiar y, en


especial, de los padres, tutores o guardadores del menor, siempre que incida
gravemente en el desarrollo y bienestar del menor.

h) La convivencia en un entorno socio-familiar que deteriore gravemente la


integridad moral del menor o perjudique el desarrollo de su personalidad.

i) La falta de las personas a las cuales corresponde ejercer las funciones de


guarda o cuando estas personas estén imposibilitadas para ejercerlas o en
situación de ejercerlas con peligro grave para el menor.

2. El órgano competente de la Administración de la Junta de Andalucía que tenga


conocimiento de una situación de posible desamparo de un menor iniciará expediente
de protección, sin perjuicio de la adopción de las medidas inmediatas de atención que
el menor requiera.

3. La resolución del expediente determinará lo procedente sobre la situación legal de


desamparo y el ejercicio de la guarda, expresando la posibilidad de plantear la
oposición a la misma ante la jurisdicción competente por parte de los interesados.

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Dicha resolución, que será ejecutiva con arreglo a lo dispuesto en las leyes, se
comunicará al Ministerio Fiscal y será notificada a los interesados.

4. Se promoverá la posibilidad de que sea el propio menor quien ponga de manifiesto


su situación, bien a la Administración de la Comunidad Autónoma de Andalucía o a los
Servicios Sociales Municipales.

Artículo 24. Guarda administrativa.

1. La Administración de la Junta de Andalucía asumirá y ejercerá solamente la guarda


cuando quienes tienen potestad sobre el menor lo soliciten, justificando no poder
atenderlo por enfermedad u otras circunstancias graves, o cuando así lo acuerde el
Juez en los casos en que legalmente proceda.

2. Cuando quienes tienen la patria potestad o tutela soliciten de la Administración de la


Junta de Andalucía que asuma la sola guarda del menor, se formará expediente con
arreglo a lo previsto en el artículo precedente y conforme a lo dispuesto en el artículo
172.2 del Código Civil. La resolución que recaiga aceptará o denegará la solicitud,
pudiendo, en este último caso, constatar la situación legal del desamparo si se dan las
circunstancias para ello.

El procedimiento y requisitos para la solicitud de la guarda administrativa se


determinará reglamentariamente.

3. Quienes, teniendo la patria potestad o tutela del menor, solicitaran la guarda


administrativa recibirán información completa de todo el proceso, derechos y
obligaciones para evitar situaciones de desinformación.

Artículo 25. Registro de Tutela y Guardas de Andalucía.

1. Se constituirá un Registro de Tutela y Guardas de Andalucía, que será único para


toda Andalucía.

2. El Registro de Tutela y Guardas de Andalucía tendrá su sede en la Consejería


competente en materia de protección de menores, existiendo una oficina de este
Registro en cada una de las Delegaciones Provinciales de esta Consejería para
facilitar la inscripción de todos los menores, una vez adoptada la medida.

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3. La organización y funcionamiento de este Registro, así como el modo de


formalización de solicitudes y el procedimiento a seguir en cada acto de inscripción en
el mismo, se determinarán reglamentariamente.

Del internamiento en centro de protección

Artículo 36. El acogimiento residencial.

1. El acogimiento residencial de un menor en centro de protección se establecerá por


resolución de la Administración de la Junta de Andalucía o por decisión judicial.

2. La Administración de la Junta de Andalucía acordará el acogimiento residencial


cuando no sea posible o aconsejable aplicar otra medida protectora y por el período
más breve posible.

3. La guarda del menor acogido en un centro de protección será ejercida por el director
del mismo, bajo la vigilancia de la Administración de la Junta de Andalucía y la
superior del Ministerio Fiscal.

4. La medida de acogimiento residencial podrá ser complementada con la estancia del


menor con familias colaboradoras durante fines de semana y períodos vacacionales.

5. Los cambios de centro de protección deberán acordarse por resolución motivada,


previa audiencia del menor si hubiere cumplido los doce años. Dicha resolución será
notificada a los padres o tutores y comunicada inmediatamente al Ministerio Fiscal.

Artículo 37. Los centros de protección.

1. Los centros de protección de menores, en cuanto a su organización y


funcionamiento, se regirán por las disposiciones establecidas por la Administración de
la Junta de Andalucía. Su regulación deberá ajustarse a los principios inspiradores de
esta Ley; en cualquier caso, deberán poseer las siguientes características:

a) Poseerán un reglamento de funcionamiento interno democrático.

b) Tenderán a un modelo de dimensiones reducidas.

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c) Cada menor residente deberá contar con un proyecto socio- educativo que persiga
su pleno desarrollo físico, psicológico y social.

d) En concreto, se deberá potenciar la preparación escolar y ocupacional de los


menores, al objeto de facilitar, en lo posible, su inserción laboral.

2. Al menos, durante el año siguiente a la salida de los menores de un centro de


protección, la Administración de la Junta de Andalucía efectuará un seguimiento de
aquellos al objeto de comprobar que su integración socio-laboral sea correcta,
aplicando la ayuda técnica necesaria.

3. Para llevar a efecto lo señalado en el punto anterior, la Administración de la Junta


de Andalucía podrá recabar la colaboración de los Servicios Sociales Comunitarios
gestionados por las entidades locales, así como de cualesquiera otros organismos e
instituciones públicas o privadas que se consideren convenientes, los cuales vendrán
obligados a prestarla.

Artículo 38. Menores con deficiencias o discapacidades.

El acogimiento residencial de menores con graves deficiencias o discapacidades


físicas o psíquicas, o alteraciones psiquiátricas, que estén sujetos a amparo, se llevará
a efecto en centros específicos, en los que se garantizará un adecuado nivel de
prestaciones asistenciales, de acuerdo con sus necesidades.

Artículo 39. Menores toxicómanos.

El acogimiento residencial de los menores toxicómanos sujetos a amparo tendrá lugar


en centros específicos, en los que se garantizarán la asistencia y tratamiento
específico que demande su situación.

CAPITULO V De los menores en conflicto social

Artículo 40. Concepto y actuaciones.

1. Se considerarán menores en conflicto social a los efectos de la presente Ley,


aquellos que por situación de grave

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inadaptación pudiesen encontrarse en riesgo de causar perjuicios a sí mismos o a


otros.

2. La actuación de la Administración Autonómica en esta materia habrá de tener como


finalidad principal el desarrollo de acciones preventivas, así como la integración social
de estos menores a través de un tratamiento educativo individualizado y
preferentemente en su entorno sociocomunitario.

CAPITULO VI

Del seguimiento, modificación y cese de las medidas

Artículo 41. Seguimiento.

1. Sin perjuicio de las funciones que conforme a lo previsto en el presente título


puedan corresponderles, compete a las Administraciones Públicas de Andalucía la
responsabilidad en el seguimiento de las medidas por ellas adoptadas para la
protección de los menores, así como de los recursos necesarios para la adecuada
aplicación de tales medidas durante la vigencia de las mismas. En el caso de la
adopción, el apoyo necesario por parte de la administración competente podrá
continuar con posterioridad a su constitución.

2. En el seguimiento, la administración competente podrá recabar la colaboración de


otras administraciones, así como de

cualesquiera otros organismos o instituciones públicos o privados que se consideren


convenientes, los cuales vendrán obligados a prestarla siempre que resulte posible, en
función de las atribuciones del órgano requerido.

3. Las medidas de intervención en lo que a menores se refiere, sean cuales fueren, de


iniciación, seguimiento, modificación o cese de las mismas, se llevarán a cabo siempre
de forma coordinada entre las distintas administraciones implicadas. Se velará
especialmente porque exista continuidad y coincidencia entre las mismas.

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Artículo 42. Modificación y cese.

Cuando, como consecuencia del seguimiento a que se refiere el artículo anterior, se


constate que han variado o desaparecido las condiciones sociofamiliares del menor
que dieron lugar a la correspondiente acción o medida protectora, la Administración
Pública competente deberá modificarla o dejarla sin efecto, mediante resolución
motivada, salvo que la misma tenga carácter judicial, en cuyo caso se presentará la
oportuna propuesta ante el órgano judicial competente.

PROGRAMAS DIRIGIDOS A LA DETECCIÓN Y PREVENCIÓN DEL MALTRATO


INFANTIL

Es un servicio público y gratuito que presta la Dirección General de Infancia y Familias


de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía y se
constituye como un instrumento que permite detectar de forma rápida situaciones de
alto riesgo y facilitar así una intervención más adecuada a cada caso.

Con esta línea que posibilita la notificación de posibles situaciones de maltrato infantil
se pretende dar cobertura y protección a los y las menores, creando, desarrollando y
ampliando un dispositivo que permita la atención de quejas o denuncias en su sentido
más amplio, ya sean estos malos tratos físicos, psíquicos, abandono, desatención en
general o cualquier otro supuesto de características similares a los anteriores.

Desde diciembre de 2002, el Teléfono de notificación de posibles situaciones de


Maltrato Infantil ofrece a los ciudadanos un servicio de atención directa a través de
profesionales especializados en el tema de menores.

El período de funcionamiento con atención directa comprende el siguiente horario:

• De lunes a viernes: de 8 h. a 22 horas

• Sábados y días festivos: de 10.00 a 14.00 horas

Cuando el teléfono no se encuentra en período de atención directa, se conecta un


sistema de contestador automático, para que la persona llamante pueda aportar la
información sobre la situación de maltrato de la que sea conocedor y que recibirá la
atención inmediata.

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Los objetivos que se persiguen con este recurso son:

• Que salgan a la luz todas aquellas situaciones que vulneran los derechos de
los niños y las niñas.

• Constituirse en un instrumento que permita a la Dirección General de Infancia y


Familias, como órgano competente en materia de protección a la infancia,
detectar de forma rápida situaciones de alto riesgo y facilitar así la intervención
más adecuada a cada caso.

• Generar estados de opinión en contra de la violencia social y familiar a favor de


los derechos de los niños y niñas.

• Pasar de la actitud generalizada de escándalo e indignación sobre el tema del


maltrato a una respuesta participativa, de solidaridad y de comprensión ante la
solución del problema.

Por otro lado el Teléfono de Emergencia 1-1-2 Andalucía dependiente de la Consejería


de Gobernación, atiende durante las 24 horas del día todo tipo de urgencias, entre
otras las relacionadas con el maltrato infantil estableciéndose los oportunos cauces de
coordinación entre ambos recursos.

Detección y atención en situaciones de maltrato infantil

Definición

Conjunto de actuaciones que realiza el Equipo de AP en la población infantil que


cumple criterios de sospecha de maltrato infantil, con el objeto de posibilitar la ayuda a
la familia y al niño/a, minimizar las consecuencias, tratar las secuelas y prevenir las
recurrencias.

Criterios mínimos de oferta

El Equipo de AP tendrá un protocolo de actuación ante la sospecha de maltrato que


comprenderá las siguientes actuaciones:
-Se realizará una primera entrevista con los padres o personas cuidadoras,
procurando tener en cuenta los siguientes aspectos:
• La entrevista se llevará en privado.
• Aceptar inicialmente las explicaciones familiares y evitar la confrontación
dialéctica.
• Actitud no punitiva o juzgadora.
• Utilizar un lenguaje comprensible a la hora de proporcionar información,
en tono suave y normal.
• No insistir en preguntas que no quieran responder.
• Asegurar la confidencialidad.

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-La entrevista prestará especial atención a:
• La calidad del vínculo afectivo padres-hijos/as.
• Los cuidados a la niña y al niño.
• Presencia de síntomas que sugieren abandono o carencia afectiva.
• Actitud de los padres frente al establecimiento de normas y límites:
azotes, castigos o correcciones verbales desproporcionadas.
-Si fuera necesario entrevistar al niño o la niña, se valorará la posible
repercusión sobre el menor, procurando que no se sienta culpable. Nuestra
actitud será de escucha. Debemos recabar información sobre:
• Estructura y dinámica familiar.
• Condiciones higiénico-sanitarias de la vivienda.
• Estado de salud de los y las convivientes. Conductas adictivas.
• Condiciones laborales y socioeconómicas.
• Apoyo de otros familiares, vecinos o servicios sociales.

Examen clínico de la persona menor de edad:


• Debe ser meticuloso y a la vez cuidadoso para no causar reexperiencia
del trauma.
• Evitar exploraciones innecesarias o repetidas si pensamos que por la
gravedad o importancia de la lesión va a ser remitido a médico/a forense
o centro hospitalario.
• En caso de sospecha de maltrato emocional es conveniente derivar a la
persona menor de edad a servicios de salud mental para poder hacer un
diagnóstico diferencial con otros trastornos.

La notificación del caso es una condición necesaria para posibilitar la intervención del
servicio de protección al menor. Es además una obligación legal y profesional (Ley de
Enjuiciamiento Criminal, artículo 262. Ley de Protección Jurídica al Menor, articulo 13.
Código Penal artículo 407, 450. Código de Deontología y Ética Médica, articulo 30.2):

• Cuando se encuentre gravedad de las lesiones o necesidad de recoger


pruebas forenses se remitirá a un centro hospitalario donde se procederá
a la intervención policial y/o judicial.
• Cuando se sospeche alto de riesgo de desamparo familiar se asegurará
el ingreso en un centro hospitalario.
• No solo los casos graves deben ser notificados, también los
aparentemente leves y las situaciones de riesgo. En estos supuestos se
comunicará a servicios sociales del Centro de salud o servicios sociales
municipales de la zona.
• Remitir a centros de salud mental a padres con adicción a alcohol, drogas
o trastornos psiquiátricos. Recomendar el tratamiento por su médico/a de
familia de los trastornos de ansiedad o depresivos.
• El Equipo de AP establecerá objetivos específicos de educación para la
salud, dirigidos, no solo a la promoción de la salud física del menor, sino
a aumentar las competencias relacionadas con la parentalidad positiva
(que fomenten el desarrollo de un apego positivo y seguro, aumenten la
capacidad y habilidad para cuidar a su hija/o y modificar actitudes o
creencias sobre disciplina y necesidades psicoafectivas) y de seguimiento
de las familias de riesgo.

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- La intervención sobre la sospecha de maltrato infantil comprende:


• Tratamiento de las lesiones y sus secuelas físicas.
• Establecer medidas protectoras en caso de sospecha de riesgo de contagio
(inmunización tétanos, hepatitis B, tratamiento profiláctico de enfermedades
infecto contagiosas o lesiones físicas, controles serológicos de enfermedades
de transmisión sexual).
• Establecer medidas de prevención de embarazo secundario a agresión sexual.
• Asegurar el tratamiento emocional y psicológico remitiendo al niño y a la niña a
centros de salud mental infanto-juvenil.
• Coordinación con los servicios sociales de la zona, respetando las respectivas
áreas de trabajo, facilitando la comunicación, la toma de decisiones colegiadas,
realizando informes periódicos del estado de salud física del niño o de la niña.
• Seguimiento de la familia y el niño/a para el tratamiento de las crisis (secuelas,
repetición del maltrato, problemas de salud asociados).
• Procurar la atención al grupo familiar, adoptando medidas terapéuticas
oportunas (frente al alcoholismo, toxicomanías, trastornos psiquiátricos,
planificación familiar, etc.). Se valorará remitir a las familias a grupos de ayuda
mutua, educadores familiares o psicoterapeutas de familia.
• Favorecer la atención del o de la menor en su propia familia, siempre que ello
sea posible, procurando la participación de los padres y familiares próximos en
el proceso de normalización de su vida social.

Sistema de información sobre el maltrato infantil SIMIA

Decreto 3/2004, de 7 de enero, por el que se establece el sistema de


información sobre maltrato infantil en Andalucía,

Protección infantil.

El Sistema de Información sobre Maltrato Infantil (SIMIA) sirve para notificar e inscribir
las situaciones de maltrato imputables a los progenitores o personas encargadas del
cuidado del menor, ya sea en el ámbito familiar o institucional. No entrarían otras
formas de maltrato (violencia entre iguales, o acoso escolar) con vías específicas para
su atención y tratamiento.

La página web del sistema ofrece información sobre el maltrato infantil, tipologías,
valoración de su gravedad y pautas de atención ante el mismo, y además facilita la
cumplimentación de la Hoja de Detección y Notificación mediante certificado digital y
su envío automático. Dicha hoja, que sólo debe ser rellenada por profesionales de los
servicios públicos de detección y atención (sanitarios, educativos, sociales, judiciales,
seguridad, etc.) también puede encontrarse en formato papel.

Creado mediante Decreto 3/2004, de 7 de enero, y modificado parcialmente por el


Decreto 81/2010, de 30 de marzo, tiene por objeto la protección de los y las menores a
través del adecuado conocimiento epidemiológico de los casos en los que éstos sean

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objeto de malos tratos, su seguimiento y la coordinación de actuaciones entre las


Administraciones Públicas competentes en esta materia.
Desde una perspectiva amplia, se considera MALTRATO INFANTIL "cualquier acción,
omisión o trato negligente, no accidental, por parte de los padres, cuidadores o por
instituciones, que compromete la satisfacción de las necesidades básicas del menor e
impide e interfiere en su desarrollo físico, psíquico y/o social." (De Paul, 1988)
En este sentido el Sistema se destina fundamentalmente a la notificación e inscripción
de las situaciones de maltrato imputables a los propios progenitores o personas
encargadas del cuidado del menor y la menor, ya sea en el ámbito familiar o
institucional, debiéndose utilizar para otras formas de maltrato (violencia entre iguales,
acoso escolar, etc. ) las vías establecidas para ello.
El Sistema de Información sobre Maltrato Infantil dispone de una página Web donde
se ofrecen distintos contenidos sobre el maltrato infantil, tipologías, valoración de su
gravedad y pautas de actuación ante el mismo, así como información diversa sobre el
Sistema.
De igual modo, facilita la cumplimentación de la Hoja de detección y notificación a los
profesionales que dispongan de certificado digital y su envío automático para los casos
que se consideren graves.

Actuaciones principales que establece el sistema de información.

En primer lugar se regula un procedimiento para la notificación, por parte del personal
de los servicios públicos, de los casos de maltrato infantil que puedan detectar durante
el desarrollo de su actuación profesional.
Su fin es informar de los hechos a los órganos competentes (servicios sociales de las
Corporaciones Locales y Servicios de Protección de Menores de las Delegaciones
Provinciales de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social), de modo que inicien
las actuaciones pertinentes para el abordaje de la problemática sociofamiliar y pongan
en marcha las medidas necesarias que garanticen el bienestar del menor y la menor.
Por tanto, la notificación, aunque suponga una valoración inicial del posible caso de
maltrato por personal profesional que lo detecte, no representa un diagnóstico de la
situación, que deberá ser efectuada por los profesionales con competencias para ello.
Del mismo modo, se regula un proceso para la inscripción de los datos recabados en
un registro, tras su análisis y verificación, garantizando en todo momento la
información a los padres y madres o representantes legales de los menores, y la
presentación de las alegaciones que consideren oportunas.

Ámbito de aplicación

Comprende todos los casos detectados en Andalucía, en los que se tenga constancia
de que un o una menor haya sido o esté siendo víctima de malos tratos.

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Usuarios del sistema de información.

Titulares de los servicios públicos (sanitarios, educativos, sociales, judiciales, fuerzas


de seguridad…) y el personal de los mismos que detecten un posible caso de maltrato
infantil.
En virtud del Procedimiento de Coordinación para la Atención a Menores Víctimas de
Malos Tratos en Andalucía, de 20 de noviembre de 2002, la notificación de un caso de
maltrato no exime de las intervenciones que se deban realizar desde el propio ámbito
de actuación y de la colaboración con la instancia responsable del caso, prestando el
apoyo necesario que las otras instituciones requieran.
Profesionales de los servicios sociales de las corporaciones locales y de los Servicios
de Protección de Menores de las Delegaciones Provinciales de la Consejería para la
Igualdad y Bienestar Social, quienes promoverán la inscripción de los datos, una vez
verificados, en el Sistema.

Obligación legal de los profesionales

De acuerdo a la Ley 1/1998, de 20 de abril, de los Derechos y la Atención al Menor, y


sin perjuicio del deber general de denuncia previsto en la normativa legal de
aplicación, cualquier persona o entidad y, en especial las que por razón de su
profesión o finalidad tengan noticia de la existencia de una situación de maltrato,
deberán ponerlo en conocimiento de cualquier autoridad, que inmediatamente lo
comunicará a la Administración competente, Autoridad Judicial o Ministerio Fiscal.

Utilidades del sistema de información.

Además de la coordinación de actuaciones de las distintas administraciones ante el


maltrato infantil, la información contenida en el sistema va a permitir la investigación y
análisis del fenómeno, sus principales manifestaciones, características, incidencia y
distribución territorial, así como la realización de cualquier otro estudio de carácter
epidemiológico, estadístico, histórico o científico.
A tal fin se posibilita el acceso a los datos, previo procedimiento de disociación de los
mismos, a las Administraciones Públicas, Entidades o Instituciones y grupos de
investigación.
El tratamiento de estos datos se rige según lo dispuesto en la Ley Orgánica 15/1999,
de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, que garantiza y
protege las libertades públicas y los derechos fundamentales de las personas físicas,
especialmente en lo concerniente a su honor e intimidad personal y familiar.

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Tipología del Maltrato Infantil y niveles de gravedad.

El maltrato infantil no puede equipararse exclusivamente con las agresiones físicas o


con el abuso sexual, sino que comprende una serie amplia de conductas y actitudes
de los progenitores o cuidadores, que de forma activa o pasiva, repercuten
negativamente en el bienestar del menor y en su adecuado desarrollo físico,
psicológico y social.
Se pueden establecer los siguientes tipos de maltrato:
o Maltrato Físico.
o Maltrato psicológico/emocional.
o Negligencia/abandono físico/cognitivo.
o Abandono psicológico/emocional.
o Abuso sexual.
o Corrupción.
o Explotación laboral.
o Maltrato prenatal.
o Retraso no orgánico en el crecimiento.
o Síndrome de Munchaüsen por poderes.
o Maltrato institucional.

Cada tipo de maltrato puede ser identificado por la presencia de determinados


indicadores relativos tanto a la conducta del menor, su estado físico y psicológico,
como a determinadas conductas y actitudes paternas. Asimismo, cada tipo de
maltrato, en función de las circunstancias y características propias, puede presentar
distintos niveles de gravedad, es decir, la intensidad o la severidad del daño que ha
provocado o puede provocar en el menor, que puede ser leve, moderado o grave. Esta
valoración se realizará en función de la frecuencia o reiteración de los episodios de
maltrato, de la intensidad de éstos, así como de las consecuencias que éstos
producen o pueden producir en el bienestar del menor.
Cada nivel se asocia con unas acciones e intervenciones específicas y con la
actuación diferenciada de determinados servicios.
o Maltrato leve: cuando la conducta maltratante no es frecuente y su intensidad es
mínima. Los efectos del maltrato recibido no han provocado daños en el menor ni se
prevé que se produzcan. Si se ha producido daño, éste no es significativo, por no
requerir intervención o tratamiento especializado. En estas circunstancias se
procurará, siempre que sea posible, la intervención desde el propio ámbito que haya
detectado el maltrato, en colaboración con los Servicios Sociales de las
Corporaciones Locales, quienes prestarán el apoyo y asesoramientos necesarios.

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o Maltrato moderado: Cuando el maltrato recibido, por su intensidad o frecuencia,


ha provocado daños en el menor, o se prevé que puedan producirse en su futuro
desarrollo. Por tanto se requiere de algún tipo de intervención o tratamiento
especializado, así como el establecimiento de un plan de intervención interdisciplinar
y personalizada por parte de los Servicios Sociales de las Corporaciones Locales, en
coordinación entre otros, con los servicios educativos y sanitarios, para salvaguardar
la integridad del menor dentro de su núcleo familiar.
o Maltrato grave: cuando los efectos del maltrato recibido pueden hacer peligrar la
integridad física o emocional del menor, o provocar daños significativos en su
desarrollo. O existe un alto riesgo de que puedan volverse a producir los episodios
de maltrato. O bien el niño es muy pequeño o padece algún tipo de enfermedad o
discapacidad que lo hacen especialmente vulnerable. Estas circunstancias podrán
implicar la adopción de una medida protectora por parte de la Delegación Provincial
de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, o en su caso, la derivación a los
Servicios Sociales de la Corporación Local para un tratamiento especializado en el
medio.

La hoja de detección y notificación del maltrato infantil.

La Hoja de Detección y Notificación es el instrumento principal para la comunicación


de los casos y la obtención de los datos que integrarán el Sistema del Maltrato
Infantil.
La información contenida en la Hoja hace referencia a:
o Los datos de identificación del o la menor.
o La fuente de detección y datos del servicio o centro.
o Tipología, indicadores y valoración del maltrato.
o Instancias a las que se comunica el caso.
o Origen del maltrato.
o Observaciones.

Esta Hoja se presenta en dos formatos, en versión impresa, que está disponible en
todos los centros y servicios públicos de la Comunidad Autónoma de Andalucía, y la
informática, a través de la página Web del Sistema de Información.
Su utilización se destina, de forma exclusiva, a los titulares de los servicios
públicos y el personal de los mismos (servicios educativos, sanitarios, centros de
atención socioeducativa, agentes policiales, personal de justicia, servicios sociales…)
que detecten durante el ejercicio de su labor profesional, un caso de posible maltrato
a menores. Este personal profesional podrá hacer uso de la versión informática de la
Hoja si se dispone de certificado digital.

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Es fundamental que con anterioridad a su cumplimentación se lea detenidamente el


manual de instrucciones. En él se aportan una serie de indicaciones sobre los
distintos apartados que componen la Hoja, esencialmente dirigidas a facilitar la
identificación de cada tipo de maltrato, el conocimiento de los indicadores que los
caracterizan y el proceso para valorar su nivel de gravedad.
Cualquier persona ajena a los servicios públicos, que tenga constancia de un
posible caso de maltrato a menores, puede hacer uso de forma gratuita, del
Teléfono de Notificación de posibles situaciones de Maltrato Infantil, 900 851
818.

Tramitación de la hoja de detección y notificación.

La Hoja consta de tres ejemplares, el primero de los cuales será conservado por el
centro o profesional notificador, mientras que los otros dos se remitirán de forma
conjunta a los servicios sociales competentes de acuerdo al nivel de gravedad del
maltrato. Los tres disponen de la misma clave para la identificación inequívoca del
caso.
Es importante que junto a los dos ejemplares de la Hoja se remita cualquier
documentación o información relacionada con los hechos que pueda contribuir a su
investigación y valoración.
En función del nivel de gravedad del tipo de maltrato o maltratos detectados, se
señalará la valoración global del caso:

o Si se trata de un maltrato de carácter leve o moderado, el segundo y tercer


ejemplar de la Hoja se enviarán a los Servicios Sociales de las Corporaciones
Locales.
o Si se usa la versión informática, se imprimirán para su posterior envío por correo
normalizado, ya que el envío telemático sólo se destina a los casos graves.
o Si se trata de un maltrato grave, el envío se realizará a la Delegación Provincial
de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, bien en formato papel o
mediante la remisión automática que permite la página Web.
Todo ello no es incompatible con la utilización de cualquier otro medio de
comunicación que se estime necesario, especialmente en los casos de urgencia,
donde pueda estar en peligro la integridad física o psicológica del o la menor.
La recepción de esta información supone la puesta en marcha de las actuaciones
oportunas para la valoración del caso y para garantizar la protección del menor o la
menor. Una vez verificado el maltrato, se inicia el proceso para la inscripción de los
datos en el sistema de información, cuya gestión corresponde a la Dirección General
de Infancia y Familias de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social.

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Si esta detección no se llevara a cabo en la mayor parte de las situaciones de


desprotección nunca llegarían a ser conocidas por los Servicios de Protección Infantil,
con la publicación del Decreto 3/2004, de 7 de Enero, por el que se establece el
Sistema de información sobre el Maltrato infantil en Andalucía, unido al procedimiento
de coordinación para la Atención de Menores Víctimas de malos tratos en Andalucía
surge la Hoja de detección u notificación de maltrato infantil como instrumento para la
recogida y transición sobre los casos detectados de maltrato infantil.

Los Servicios Sociales de las Corporaciones Locales o la Delegación Provincial, tras


realizar las actuaciones correspondientes en funcione de lo establecido en el Decreto
3/2004, cumplimentaran y enviarán el tercer ejemplar a la Dirección General de
infancia y familia.

Programa de atención a menores víctimas de abusos sexuales

Se trata de un servicio especializado con los siguientes objetivos:

• Verificar si un menor o una menor ha sido objeto de abusos sexuales a través de


la evaluación y el diagnóstico psicológico y familiar, estableciendo las
necesidades de protección y atención terapéutica que el mismo o la misma
precise.

• Ofrecer tratamiento psicosocial al menor y la menor, creando un contexto de


ayuda y atención que permita reducir los síntomas y secuelas derivados de la
situación vivida y evitar la revictimización y el desarraigo.

• Proporcionar orientación legal y social al menor y la menor y a su familia, sobre


los pasos legales y los recursos disponibles para ayudarles.

Valórame: instrumento para la valoración de la gravedad de las situaciones de riesgo,


desprotección y desamparo de la infancia en Andalucía

En nuestro país y a raíz de los estudios realizados por Arruabarrena (2011) surge el
instrumento de valoración de la gravedad BALORA que se viene aplicando por los
servicios de infancia en la Comunidad Autónoma Vasca (Decreto 230/2011 de la
CAPV). Los estudios realizados por la propia autora en la validación del mismo
constatan como la utilización del citado instrumento con una mínima formación a los
profesionales encargados de su administración, incrementa de forma significativa los

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niveles de acuerdo entre profesionales a la hora de calificar el nivel de gravedad de las
situaciones de desprotección infantil.

En nuestra Comunidad Autónoma hemos llevado a cabo una adaptación de este


instrumento en donde se han tenido en cuenta fundamentalmente , la organización
institucional del sistema de protección a la infancia en Andalucía, el Sistema de
Información sobre Maltrato Infantil en Andalucía (SIMIA) y los Manuales de los
Equipos de Tratamiento Familiar y Servicios de Protección de Menores. Tras está
adaptación se llevó a cabo un pilotaje del instrumento adaptado mediante la
realización de un estudio de viñetas, al estilo de los realizados en las investigaciones
que señalamos más arriba, constatándose un funcionamiento similar al del instrumento
original.

La utilización de instrumentos estandarizados de valoración de la gravedad como el


que se presenta, aumenta de forma significativa la consistencia en la valoración de la
gravedad de la desprotección infantil y reduce la probabilidad de error en las toma de
decisiones posteriores. Por otra parte y uno de los elementos más a destacar de este
instrumento es que se centra en la situación real del niño, el daño
sufrido y su grado de bienestar como elementos determinantes a la hora de valorar las
situaciones de desprotección.

El instrumento que aquí se presenta incorpora una serie de mejoras surgidas del
pilotaje del mismo entre las que destacamos, una mejor definición del daño psíquico y
su valoración, una definición más clara de aquellas situaciones que pueden constituir
desprotección grave o la disposición de una guía rápida para los profesionales.

Parte de los siguientes supuestos:

• Ha sido diseñado para ser aplicado tanto por los Servicios Sociales de las
Corporaciones Locales como por los Servicios de Protección de Menores para
la ejecución de las competencias establecidas en los arts. 18, 22 y 23 de la Ley
1/1998 de 20 de abril, de los Derechos y la Atención al Menor en relación a la
valoración de las situaciones de riesgo y desamparo. El instrumento aporta
criterios para la valoración de la gravedad de estas situaciones y las
correspondientes tomas de decisión.

• Se inserta en un determinado procedimiento de intervención en situaciones de


riesgo y desamparo, recogido en los respectivos Manuales de Intervención de
los Equipos de Tratamiento Familiar y de los Servicios de Protección de
Menores.

• Su utilización no se restringe a un único momento del proceso de intervención


en situaciones de riesgo, desprotección y desamparo, sino que ha de ser
aplicado a lo largo de las diferentes fases del mismo, desde la recepción de
una notificación sobre un niño, niña o adolescente en posible situación de
desprotección hasta la finalización de la intervención de los Servicios Sociales
y el cierre de expediente (resumen sacado del propio documento)

(Ver Documento Guía Rápida VALORAME en la documentacion complementaria)

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Tipologías de desprotección según VALORAME.

Maltrato físico.

El niño, niña o adolescente que ha sufrido un daño físico o hay riesgo de que lo sufra
como consecuencia directa de las agresiones de su padre, madre o de las personas
que ejercen su tutela o guarda.

1 Privación deliberada de comida y agua. De forma deliberada o intencionada no se ha


proporcionado al niño, niña o adolescente comida o agua durante al menos un día
(período inferior para niños o niñas pequeñas), o se le ha dado una cantidad mínima
de comida y/o comida nutritivamente inadecuada durante varios días.

2 Confinamiento o restricción física

Maltrato psicológico/emocional

El niño, niña o adolescente ha sufrido un daño psíquico grave o hay riesgo de que lo
sufra como consecuencia de las acciones de su padre y su madre o personas que
ejercen su tutela o guarda. En determinados casos –ver tipología de ‘Exposición a
situaciones de violencia de pareja o entre miembros de la unidad convivencial’- incluye
también las acciones de otras personas que forman parte de la unidad convivencial.
Se define daño psíquico grave como ‘la presencia constatada en el niño, niña o
adolescente de un trastorno psicopatológico, síntomas clínicos de ansiedad,
depresión, retraimiento o conducta rechazante, conductas agresivas o
autodestructivas, o retrasos en el desarrollo, u otros problemas severos de
comportamiento que comprometen seriamente su proceso de desarrollo y adaptación
personal y social y requieren tratamiento especializado inmediato’. La presencia de
síntomas clínicos deberá establecerse en base a la aplicación de técnicas diagnósticas
objetivas y/o instrumentos que dispongan de índices adecuados de fiabilidad y validez

Maltrato emocional.

patrón reiterado o continuado de conductas negativas o de interacciones destructivas


del padre, la madre o personas que ejercen la tutela o guarda hacia el niño, niña o
adolescente que provocan en él o ella un daño psíquico grave o le colocan en riesgo
de padecerlo.

Tipos de conductas:

Rechazar

Actos verbales o no verbales que rechazan o degradan al niño, niña o adolescente.


Incluye:

• Despreciar, insultar, degradar, y otras formas no físicas de tratamiento hostil o


rechazante.

• Avergonzar y/o ridiculizar al niño, niña o adolescente por mostrar emociones


normales, tales como afecto, dolor o tristeza.

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• Escoger siempre a un determinado niño, niña o adolescente para criticarle y
castigarle, para hacer la mayoría de las tareas domésticas, o para recibir
menos premios.

• Humillación pública.

• Culpar al niño, niña o adolescente del suicidio, muerte, graves problemas


físicos o mentales de un miembro de la familia, violencia de pareja o similares.

Aterrorizar

Amenazar al niño, niña o adolescente con un castigo extremo o uno vago pero
siniestro o con abandonarle, con el propósito de crear en él o ella un miedo intenso. O
colocar o amenazar con colocar al niño, niña o adolescente o a personas u objetos a
los que quiere, en situaciones evidentemente peligrosas o que le provocan un miedo
intenso.

Incluye:

• Colocarle o amenazarle con colocarle en circunstancias impredecibles,


caóticas o que le provocan un miedo intenso

• Establecer hacia él o ella unas expectativas rígidas o no realistas, con la


amenaza de pérdida, daño o peligro si esas expectativas no se alcanzan.

• Amenazar o cometer violencia contra el niño, niña o adolescente o contra


personas u objetos queridos por él o ella.

Aislar

Negar al niño, niña o adolescente las oportunidades para satisfacer sus necesidades
de interactuar y comunicarse con iguales o con otras personas adultas dentro o fuera
del hogar.

Incluye:

• Confinar al niño, niña o adolescente o poner limitaciones no razonables sobre


su libertad de movimiento en su entorno.

• Ponerle limitaciones o restricciones no razonables respecto a la relación con


iguales u otras personas adultas en la comunidad.

Restricción de la autonomía

Coartar o impedir al niño, niña o adolescente alcanzar las cotas de autonomía y


participación adecuadas a su edad, promoviendo o permitiendo conductas
evolutivamente inapropiadas.

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Incluye:

• Sobreimplicación, intrusividad y/o dominación extremas sobre el niño, niña o


adolescente, sin permitirle expresar sus sentimientos, opiniones o deseos o
creando un ‘micro-mundo’ para él. Incluye relaciones simbióticas o fusionales.

• Infantilización o parentalización16 del niño, niña o adolescente.

• Utilización del niño, niña o adolescente para la materialización de los deseos


no cumplidos de las personas adultas.

Sobreexigencia

Sometimiento al niño, niña o adolescente a una presión excesiva en cuanto a los


logros (académicos, físicos, comportamentales, responsabilidades a asumir, etc.) a
alcanzar o a las responsabilidades a asumir, estando éstos claramente por encima de
las posibilidades y capacidades del niño, niña o adolescente dada su edad y
características o, estando a su alcance, suponiéndole un estrés muy elevado y/o grave
restricción de otras necesidades o actividades propias de su estadio evolutivo. El niño,
niña o adolescente puede ser castigado o retirársele el afecto de su padre, madre o
personas que ejercen su tutela o guarda por no cumplir las expectativas.

El padre y la madre o personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña o
adolescente le asignan de forma habitual la realización de trabajos domésticos o de
cuidado de otros niños o niñas o personas enfermas o discapacitadas. No asiste a la
escuela por este motivo y/o no dispone apenas de tiempo para actividades lúdicas y
descanso. Puede que estas tareas le sean asignadas fuera del horario escolar o en
período festivo, implicando una limitación o restricción total o prácticamente total de su
tiempo libre y de sus oportunidades de relacionarse con iguales.

Transmisión de impredecibilidad, inestabilidad, inseguridad respecto al futuro


inmediato

A través de la conducta o de mensajes verbales, se traslada al niño, niña o


adolescente una grave inseguridad sobre aspectos fundamentales de su futuro
inmediato (p.ej., estabilidad de sus figuras adultas de referencia, unidad del núcleo
familiar; niños, niñas o adolescentes en guarda de hecho que reciben amenazas
repetidas de su padre y/o su madre de ser separados de sus figuras guardadoras). La
inseguridad puede ser fundada o infundada. Se incluyen casos de Síndrome de
Munchausen por Poderes en los que se transmite directa o indirectamente al niño,
niña o adolescente el mensaje continuado de que su salud está en grave peligro.

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Instrumentalización en conflictos entre las figuras parentales.

Ambas figuras parentales utilizan activamente al niño, niña o adolescente para


dañarse mutuamente y/o alejarle definitivamente de la otra figura parental. Incluye
también los casos en que la utilización se produce únicamente por parte de una de las
figuras parentales, la otra parte quiere defender sus intereses, y los
mecanismos/recursos judiciales puestos en marcha no resuelven el problema e incluso
éste empeora. Esta situación perturba la capacidad y disposición del niño, niña o
adolescente para establecer o mantener una relación adecuada y positiva con una o
ambas figuras parentales.

• Exposición a situaciones de violencia de pareja o entre miembros de la unidad


convivencial

• Amenazas de agresión física

Negligencia.

El niño, niña o adolescente ha sufrido un daño físico o psíquico o hay riesgo de que lo
sufra como consecuencia de la incapacidad19 de su padre, madre o personas que
ejercen su tutela o guarda de proporcionarle una atención adecuada a sus
necesidades físicas, de seguridad, formativas y psíquicas.

Negligencia hacia las necesidades físicas.

La forma en que un padre, una madre o personas que ejercen la tutela o guarda del
niño, niña o adolescente atienden sus necesidades de cuidados físicos sólo constituirá
desprotección si provocan o pueden provocar un daño significativo al niño, niña o
adolescente. En determinadas escalas y para determinados niveles de gravedad se
requiere un dictamen médico. Éste resulta especialmente importante cuando se
valoren situaciones que implican la utilización de hábitos minoritarios de alimentación,
medicinas alternativas, etc.

Alimentación.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la severidad de las


deficiencias observadas en la atención a las necesidades de alimentación del niño,
niña o adolescente; y su impacto en su salud o desarrollo físico.

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Cuidado de la salud física.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la severidad de las


deficiencias observadas en la atención a las necesidades higiénico-sanitarias y de
descanso del niño, niña o adolescente (se incluyen cuidados durante el embarazo), y
en base al impacto que tienen o pueden tener en su salud, en la de las personas que
están a su alrededor y en su rendimiento.

Vestido.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la severidad de las


deficiencias observadas en la atención a las necesidades del niño, niña o adolescente
de disponer un vestuario suficiente, en buenas condiciones y adecuado al tiempo
atmosférico; y el impacto que tienen o puede tener en su salud y en su participación en
actividades cotidianas.

Higiene Personal

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la severidad de las


deficiencias observadasen la atención a las necesidades del niño, niña o adolescente
en relación a su higiene personal; el grado en que eso afecta o puede afectar a su
salud, y el grado en que eso afecta a su relación con iguales y con otras personas.

Condiciones higiénicas de la vivienda.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la severidad de las


deficiencias observadas en las condiciones higiénicas de la vivienda, y el impacto que
tienen o pueden tener en la salud del niño, niña o adolescente. Se tiene en cuenta
también la disposición del padre y la madre o personas que ejercen la tutela o guarda
del niño, niña o adolescente a corregir la situación.

Estabilidad y condiciones de habitabilidad.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la disposición por parte


del niño, niña o adolescente de una vivienda con unas mínimas condiciones de
estabilidad, seguridad, espacio y habitabilidad, y el grado en que su madre, padre o
personas que ejercen su tutela o guarda tienen conciencia de la importancia de ello y
muestran un comportamiento responsable en este sentido.

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Negligencia hacia las necesidades de seguridad

Seguridad física de la vivienda y prevención de riesgo

La calificación del nivel de gravedad se establece en base a la presencia de déficits de


seguridad en la vivienda; la intensidad o frecuencia de conductas temerarias del padre
y madre o personas que ejercen la tutela o guarda con el niño, niña o adolescente; el
grado de amenaza que tales déficits suponen para la integridad física del niño, niña o
adolescente, y el grado en que el padre, la madre o las personas que ejercen su tutela
o guarda tienen conciencia de la importancia de ello y muestran un comportamiento
responsable en este sentido. *Ejemplos de condiciones peligrosas: Escape de gas de
estufas o cocina; incendio reciente en alguna habitación o en el edificio; escape de
agua caliente o vapor de los radiadores; sustancias (por ejemplo, productos químicos,
medicinas) u objetos peligrosos (armas, cuchillos, tijeras) guardados en estanterías
bajas o armarios sin cerrar con llave, debajo del fregadero o al descubierto; ventanas
abiertas sin protección; ventanas con cristales rotos o sin cristales; escaleras sin
protección.

Supervisión

La diferencia entre el ‘abandono’ y la ‘negligencia en supervisión’ se centra en la


intención –sea explí- cita u observable- del padre y la madre o de las personas que
ejercen la tutela o guarda de volver para hacerse cargo del niño, niña o adolescente.
En los casos de ‘abandono’ tal intención no existe, al menos a corto plazo.

Protección ante situaciones de desprotección grave perpetradas por otras


personas

Esta situación sólo se aplica si la persona (mayor o menor de edad) que ha


maltratado, abusado21, agredido o amenazado al niño, niña o adolescente ha sido
alguien diferente a su padre y su madre o personas que ejerzan su tutela o guarda.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base al conocimiento por parte


del padre y la madre o las personas que ejercen la tutela o guarda de lo que le estaba
ocurriendo al niño, niña o adolescente; su capacidad para percibir las señales de que
eso se estaba produciendo y su respuesta ante la situación.

Negligencia hacia las necesidades formativas.

La calificación del nivel de gravedad se establece en base al grado de atención y


supervisión del padre y la madre o las personas que ejercen la tutela o guarda hacia
las necesidades formativas del niño, niña o adolescente, y en base a su respuesta
ante los problemas que éste o ésta puede presentar a este nivel y a las demandas y
orientaciones del centro escolar.

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Negligencia hacia las necesidades psíquicas

. Implica desatención a las necesidades de interacción y afecto, estimulación y guía y


orientación del niño, niña o adolescente, y el rechazo o retraso en la provisión de
atención psicológica o psiquiátrica a problemas emocionales graves en el niño, niña o
adolescente.

• Interaccion y Afecto

• Estimulación

• Atención especifica a problemas emocionales graves

• Normas, límites y transmisión de valores morales positivos

Abandono.

Incluye las siguientes situaciones:

• El padre y la madre o las personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña
o adolescente le dejan solo o sola deliberadamente sin intención de volver.

• Han acordado con terceras personas que éstas asuman el cuidado del niño,
niña o adolescente, y transcurrido el tiempo acordado no vuelven para hacerse
cargo de él o ella y las terceras personas ya no pueden asumir su cuidado
durante más tiempo.

• Dejan frecuentemente al niño, niña o adolescente bajo la responsabilidad de


diferentes personas (desconocidas o poco familiares para él o ella) sin acordar
o disponer de un plan estable para asegurar su atención o una previsión
temporal para la delegación de la responsabilidad26.

• Se niegan a asumir la atención del niño, niña o adolescente tras su salida de


un centro residencial

Expulsión o negación de la entrada al domicilio

Abuso sexual.

• Cualquier clase de contacto e interacción sexual entre el padre, la madre, las


personas que ejercen la tutela o guarda, o personas familiares o allegadas que
forman parte de la unidad convivencial y el niño, niña o adolescente, en la que
esa persona, que posee una posición de poder o autoridad sobre el niño, niña
o adolescente, usa a éste o ésta para su propia estimulación sexual, la del
niño, niña o adolescente o la de otra persona.

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• Esta tipología se refiere al abuso sexual perpetrado por el padre, la madre, las
personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña o adolescente, o por
personas familiares o allegadas que forman parte de la unidad convivencial. En
los casos de abuso sexual perpetrado por personas diferentes a las señaladas,
se valorará y en su caso calificará la tipología de ‘Protección ante situaciones
de desprotección grave perpetradas por otras personas’

Incapacidad parental de control de la conducta del menor.

• La gravedad de esta tipología se determina en función de la presencia y


gravedad de problemas externalizados de adaptación personal, familiar, social
y/ escolar del niño, niña o adolescente; y en la capacidad del padre y la madre
o personas que ejercen su tutela y guarda para controlar y resolver tales
problemas.

• La capacidad del padre y la madre o personas que ejercen la tutela o guarda


para controlar la conducta de un niño, niña o adolescente con comportamientos
problemáticos no sólo depende de su voluntad o sus habilidades parentales
sino también del tipo e intensidad de los problemas del niño, niña o
adolescente.

• Los casos de niños, niñas o adolescentes con problemas externalizados de


carácter grave (ver descripción en las categorías de gravedad muy elevada y
elevada) cuya conducta no pueda ser controlada a pesar de que su padre y
madre o personas que ejercen su tutela o guarda deseen hacerlo y muestren
habilidades parentales adecuadas, serán calificados como de gravedad
elevada o muy elevada.

Otras tipologías

Síndrome de Munchausen por Poderes.

Los padres, tutores o guardadores del menor le someten a repetidos ingresos y


exámenes médicos alegando síntomas patológicos ficticios o generados de manera
activa por ellos mismos. Puede incluir la falsificación de datos aportados al historial
clínico (p.ej., indicar la presencia de síntomas no reales, exagerar su intensidad), la
simulación de síntomas (p.ej., falsificación de pruebas añadiendo sangre menstrual,
azúcar o material fecal a la orina, aparentar fiebre frotando el termómetro) y la
producción de síntomas (p.ej., erupciones por estímulos mecánicos o sustancias
irritantes, administración de sedantes, inducción de vómitos).

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Maltrato prenatal

Abuso de drogas o alcohol durante el embarazo, o cualquier circunstancia vital de la


madre que provoque o puede provocar daño físico en el feto o que este nazca con
síntomas de dependencia física de dichas sustancias u otras alteraciones imputables
al consumo por parte de la madre.

• Para calificar el maltrato prenatal y su nivel de gravedad se requiere una


valoración, diagnóstico médico o notificación que refleje la relación entre el
comportamiento de la madre y las secuelas físicas que dicho comportamiento
ha provocado o puede provocar en el bebé.

• Se excluyen bebés nacidos con síndrome de abstinencia cuyas madres se


encuentran en tratamiento con metadona bajo seguimiento médico y sin
consumo de otras drogas.

• Este tipo de maltrato también se puede hacer extensivo al progenitor o


compañero de la embarazada cuando inflinge a estas conductas maltratantes a
nivel físico o no atiende sus necesidades.

Corrupción. Inducción a la delincuencia y Modelos parentales asociales.

Mendicidad. Práctica que consiste en solicitar u obtener dinero o recursos materiales


de terceras personas en lugares públicos.

Explotación laboral.

El padre y la madre o personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña o
adolescente le asignan con carácterobligatorio la realización continuada de trabajos
(se excluyen tareas relacionadas con la organización doméstica) que: exceden los
límites de lo habitual, deberían ser realizados por personas adultas, interfieren de
manera clara en las actividades y necesidades sociales y/o escolares del niño, niña o
adolescente, y le son asignados con el objetivo fundamental de obtener un beneficio
económico o similar para el padre, la madre o personas que ejercen la tutela o guarda
o para la estructura familiar.

EL Trabajador/a Social en los distintos niveles de intervención y coordinación


entre los distintos servicios.

Durante los últimos veinte años se han desarrollado programas de prevención


primaria basados en diversos enfoques teóricos. Así, en el caso de la prevención
del abuso de sustancias, las estrategias tradicionales como la transmisión de
información, la educación afectiva o los programas de alternativas, continúan
siendo las más comunes, a pesar del elevado número de estudios de evaluación
que han mostrado su ineficiencia en la prevención de las conductas de abuso.
Orientaciones más recientes, como el entrenamiento en habilidades de resistencia
o la mejora de competencias personales han mostrado mayor eficacia. Las
estrategias tradicionales partían de nociones intuitivas sobre cómo prevenir,

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mientras que las contemporáneas se basan en las teorías psicológicas de la


conducta humana.

El término prevención, utilizado en diversas disciplinas científicas, implica actuar


antes de que un problema se produzca o en los primeros momentos desu aparición,
a fin de evitar que cause mayor deterioro. En psicología, el concepto se ha tomado
prestado del campo de la Salud Pública a partir de los trabajos de Gerald Caplan.
Este autor distingue tres tipos de prevención. La prevención primaria tiene lugar
antes de la aparición del problema. Por ejemplo, en la prevención de la
drogodependencia, los destinatarios son adolescentes que habitualmente no
consuman.

Si atendemos al problema del fracaso escolar, las intervenciones de revención


primaria se dirigen a estudiantes con un rendimiento normal.

Por otro lado, la prevención secundaria se dirige a colectivos de alto riesgo o en los
que acaba de iniciarse el problema, por ejemplo, menores que se han iniciado en
conductas pre-delictivas. Una última modalidad es la prevención terciaria, que trata
de reducir los perjuicios del problema y equivale al tratamiento o rehabilitación del
menor (Caplan, 1980).

Otra distinción sobre la prevención, propia del campo de las drogodependencias,


se refiere a los contenidos del programa preventivo, diferenciando entre
intervenciones específicas que incluyen información y habilidades relacionadas
directamente con las drogas (p.ej., habilidades de rechazo de la oferta) e
intervenciones inespecíficas que abarcan contenidos informativos relacionados con
la salud en general o con el desarrollo de habilidades personales (p.ej., habilidades
de comunicación, autoestima, etc.).

Dentro de este ámbito, Gordon (1987) propuso reemplazar los términos de


prevención primaria, secundaria y terciaria, diferenciando a su vez entre tres formas
de prevención. La prevención universal va dirigida a todos los adolescentes, sin
que hayan sido identificados como en situación de riesgo. Ejemplos de esta
modalidad serían los programas para fomentar una maternidad saludable,
programas de inmunización infantil o programas de desarrollo de competencias
para escolares. Estos programas se caracterizan por ser proactivos, aplicados
independientemente del estado de riesgo de los destinatarios, por lo que no tienen
ningún matiz estigmatizante. La prevención selectiva se dirige a menores en mayor
riesgo que el promedio, por ejemplo, programas de apoyo al estudio para niños con
dificultades escolares. La prevención indicada se dirige a menores de alto riesgo, o
en los que se ha detectado síntomas iniciales de un problema, aunque todavía no
cumplan los criterios diagnósticos.

Un ejemplo son los programas de autocontrol para niños con problemas de


conducta. Según Offord (1996), los programas universales presentan una serie de
inconvenientes, como el hecho de que parte de los esfuerzos se realizarán sobre
niños que no llegarán a tener problemas en el futuro (aun- que pueda resultar
positivo promover competencias personales). Además, la baja dosis que
generalmente proporciona la mayoría de intervenciones universales podría no
tener suficiente duración o intensidad para modificar patrones de desarrollo en niños
que ya estén en riesgo.

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Según este autor, los programas universales tienen un mayor impacto sobre los
niños con bajo riesgo, si bien los hallazgos en esta línea son contradictorios.

Una ventaja de los programas universales es su potencial para prevenir múltiples


problemas a la vez. Se ha demostrado que muchos programas aparentemente
tenían bajos efectos sobre problemas psicológicos, de abuso de drogas, fracaso
escolar o delincuencia, pero, sin embargo, influían sobre otros factores de riesgo
asociados a dichos problemas.

En la etapa preventiva el objeto de toda medida de intervención es estimular los


recursos personales y sociales que el menor pueda utilizar para enfrentarse con
fuentes de estrés. Si la etapa preventiva persigue fomentar la competencia
individual y mejorar socialmente las condiciones de vida del menor, la etapa
correctiva o de intervención temprana tiene el objetivo de detener el deterioro de la
situación problemática y tratar los síntomas presentes, modificando las pautas
comportamentales inadecuadas del menor o las variables ambientales que
mantienen o empeoran el problema.

En la intervención con menores en situación de riesgo se ha de valorar qué


miembros de la familia van a incluirse en el plan de tratamiento y con qué objetivos
concretos. En el campo de los problemas de maltrato infantil, Arruabarrena (2001)
distingue entre tres tipos de intervención:

a) en crisis, cuando el tratamiento tiene una duración breve (4-8 semanas) y el


objetivo es aliviar la crisis y superarla con éxito. Suelen ser programas intensivos de
atención continuada;

b) tratamientos a medio plazo, con una duración entre 3 meses y 5 años,


persiguen acabar con la situación de maltrato del menor y promover habilidades
parentales;

c) tratamientos a largo plazo, con una duración algo mayor que los anteriores, se
prolongan hasta que el niño alcanza la suficiente autonomía personal. Se aplican
especialmente a casos en que los padres presentan alguna limitación crónica
(déficits intelectuales, enfermedades físicas o psíquicas incapacitantes, etc.).

La prevención de los problemas en la infancia y adolescencia como el tratamiento


debería abordarse desde la triple vertiente individual, familiar y social (escuela,
comunidad).

Individual

Así, a nivel individual las intervenciones estarían dirigidas a potenciar los factores
personales de protección. Un ejemplo de esto son los programas de mejora de
habilidades sociales (Inglés, 2003) o de fomento de la autoestima (Bermúdez, 2001;
Quiles y Espada, 2004). El objetivo general es que los adolescentes tengan un
buen concepto de sí mismos y se perciban autoeficaces en las distintas áreas de
su vida, lo que se considera una condición indispensable para la prevención de los
problemas en esta etapa. También se pretende dentro de este ámbito reducir
factores de riesgo. Por ejemplo, cuando un programa preventivo persigue fomentar

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el espíritu crítico del menor se está reduciendo la probabilidad de que éste sea
objeto de la presión social (grupo de iguales, publicidad, etc.), que favorece la
adopción de comportamientos de riesgo.

Dado que la formación de la personalidad y la adquisición de hábitos se da desde el


nacimiento mismo, la intervención a nivel individual puede comenzar tan pronto
como sea posible. Así, ya en edad preescolar el menor puede adquirir destrezas
alternativas a las conductas agresivas o que eviten los problemas de relación
interpersonal o las dificultades académicas (Webster- Stratton, 1998, 2001). En
niños de educación primaria, los programas pueden dirigirse a mejorar el
aprendizaje académico y socioemocional, y a evitar el abandono escolar. Según
recomienda la agencia norteamericana antidrogas (NIDA, 2003), en esta etapa la
educación debería centrarse en las siguientes conductas: autocontrol, habilidades
de comunicación, control emocional, resolución de problemas sociales y apoyo
académico, especialmente mediante el refuerzo de la habilidad lectora. Ya en la
etapa adolescente, los programas preventivos deberían dirigirse a incrementar
competencias académicas y sociales, sobre todo atendiendo a las siguientes
habilidades: hábitos de estudio, habilidades de comunicación y refuerzo de
actitudes saludables.

Familiar

El nivel familiar se puede entender como foco de intervención principal o como


refuerzo de la actuación con el menor. En cualquier caso no se puede prescindir de
él ni en la prevención ni en el tratamiento de los problemas infantiles. En las
directrices estratégicas que establece el Plan Nacional sobre Drogas se señala que
en el año 2008 la totalidad de los programas de prevención escolar y comunitaria
habrá de incluir acciones dirigidas específicamente a la familia.

Una de las modalidades más desarrolladas para intervenir sobre situaciones de


riesgo han sido las escuelas para padres. Éstas pueden ser de tipo generalista, con
el objetivo de mejorar la interacción entre padres e hijos mediante la enseñanza de
habilidades parentales, o también de tipo específico, en las que los padres actúan
como terapeutas en el tratamiento de un trastorno psicológico del hijo. Nuestro
equipo ha desarrollado distintas modalidades de entrenamiento a padres para el
tratamiento de los problemas de ansiedad infantil (Méndez, 2002; Méndez, Orgilés
y Espada, 2003) que ponen de manifiesto las ventajas de la intervención de los
padres como terapeutas.

Los programas basados en la familia deben potenciar las relaciones y la unión


familiares, incluyendo habilidades educativas, etc. (Ashery et al., 1998) (NIDA, 2003).
Un caso en el que se interviene directamente con los padres del menor en riesgo es
en situaciones de maltrato infantil.

Se han establecido los factores de riesgo para el adulto que maltrata, como la falta
de habilidades parentales, la existencia de sesgos cognitivos o el estrés por una
situación social desfavorecida. En este sentido, la intervención con padres se dirige

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a enseñarles a educar a los hijos, actuando sobre los problemas que a los padres
les parecen más importantes.

También se les enseña a mantener una interacción social positiva con sus hijos y a
mantener el control de la ira. De igual modo, las ideas de los padres sobre la
situación influyen en su comportamiento (Wolfe, 1999). Por ejemplo, modificando
su interpretación de la desobediencia del menor como un desafío o un intento de
devaluarlo como padre («este niño me toma el pelo constantemente»), para
sustituirla por otras más adecuadas («sólo tiene tres años»).

Escolar y comunitario

Respecto al ámbito escolar, muchos autores coinciden en señalar que es el entorno


idóneo para desarrollar las actuaciones para la prevención (Secades, 1996). A
pesar de la limitación que supone trabajar únicamente con los adolescentes, la
intervención escolar tiene una serie de ventajas (García- Rodríguez, 1991): a) en
este ámbito se tiene acceso a la totalidad de los adolescentes, al ser obligatoria la
escolarización hasta los 16 años; b) se trata de edades de cambios críticos; c) en
los centros escolares se dispone de infraestructura adecuada para el desarrollo de
programas; d) los adolescentes tienen asociada la escuela a su formación y
educación, lo que puede optimizar la realización de un programa preventivo; e) la
escuela es el marco idóneo de formación y educación, y la promoción de conductas
saludables y prosociales es susceptible de integrarse en el proceso educativo.

El ámbito social abarca el entorno más próximo al menor, como el grupo de iguales
o la familia, de la que ya hemos hablado, también el entorno más amplio como el
barrio de residencia, y a un nivel mayor, el contexto social entendido como el
conjunto de elementos económicos y políticos en los que vive el menor.

El grupo de iguales juega un importante papel en la socialización del adolescente,


y puede influir en el aprendizaje de comportamientos adaptativos o
desadaptativos para el menor. Las conductas agresivas, que han demostrado ser
un importante factor de riesgo para otros problemas en la infancia y adolescencia,
tienen un carácter marcadamente aprendido en el seno del grupo. En el otro
extremo, los niños que sufren aislamiento social por el rechazo del grupo también
corren un mayor riesgo de implicarse en comportamientos problemáticos. El
grupo con modelos de conducta inadaptada también actúa como potenciador de
conductas antisociales. La mayoría de trastornos infantiles externalizantes se dan
en el seno de grupos desadaptados (Patterson, 1993; Vitaro, Tremblay, Kerr,
Paganini y Bukowski, 1997).

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Principios de la Intervención:

1. Prevalencia del interés del niño: los servicios de protección de menores tienen
que velar y respetar no sólo los derechos de los niños, en especial los necesitados
de protección, sino también los derechos de los padres.
2. Prevalencia de la Familia:

1. Para el logro de los fines previstos en esta Ley, las Administraciones Públicas
andaluzas, en el ámbito de sus respectivas competencias y respetando la primacía
del interés superior del menor, se regirán por los siguientes criterios de actuación:

a) Se fomentarán las medidas preventivas a fin de evitar situaciones de


desprotección y riesgo para los menores.

b) Se procurará la permanencia del menor en su propio entorno familiar.

c) Cuando las circunstancias del menor aconsejen su salida del grupo familiar
propio, se actuará de forma prioritaria a través de medidas de alternativa familiar.

d) Cuando no sea posible la permanencia del menor en su propia familia o en otra


familia alternativa, procederá su acogida en un centro de protección, con carácter
provisional y por el período más breve posible.

e) Se promoverán medidas tendentes a la reinserción familiar del menor, siempre


que sea posible.

f) Se potenciará el desarrollo de programas de formación profesional e inserción


laboral de los menores sometidos a medidas de protección, con el fin de facilitar su
plena autonomía e integración social al llegar a su mayoría de e da d.

2. Cualquiera que sea la medida protectora que se adopte, se procurará que los
hermanos se confíen a una misma institución o persona.

3. Con el fin de garantizar la objetividad e imparcialidad en su actuación


protectora, las Administraciones Públicas de Andalucía adoptarán las oportunas
medidas de forma colegiada e interdisciplinar.

3. Una alternativa mejor

a. no debemos realizar una separación definitiva de un menor de su familia


biológica si no tenemos una alternativa mejor, es decir, una nueva familia en
condiciones favorables para su desarrollo y que garantice el establecimiento de
vínculos de apoyo.

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b. en una separación temporal hay que tener en cuenta: que durante la misma se
debe realizar un plan de intervención con el núcleo familiar de origen y prestar
apoyo a los padres. Nuestro objetivo es la reunificación familiar.

c. debemos procurar que los hermanos permanezcas juntos.

d. debemos procurar la participación de los padres y del menor en todo el proceso.


En el caso de los niños, siempre se recogerá su opinión teniendo en cuenta su nivel
de desarrollo y grado de madurez, si es posible, los deseos del niño tendrán que ser
respetados.

e. al iniciar la intervención con un menor se debe elaborar un Plan de intervención


con una duración limitada en el tiempo y al mismo tiempo un plan alternativo por si
fallara el anterior.

La intervención del Trabajador Social tiene su primel nivel de intervención en la


atención primaria cuya función principal es el desarrollo de las prestaciones básicas.

En un segundo nivel de intervención dentro de los Servicios Sociales se actúa


mediante los programas de infancia y familia establecidos por los ETF (Equipo de
Tratamiento Familiar).

Dentro del ETF el Trabajador Social realizara las funciones:

• Recepcionar los casos y recabar la información derivada

• Estudiar y profundizar en el caso

• Valorar la idoneidad de los programas o recursos

• Elaborar un proyecto de intervención familiar

• Desarrollar y efectuar el seguimiento del proyecto de intervención familiar

• Colaborar con el servicio que haya derivado el caso

• Elaborar toda la documentación necesaria

• Cualquier otra función que considere adecuada

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Programa de Tratamiento Familiar en la Comunidad Autónoma Andaluza

SERVICIOS SOCIALES COMUNITARIOS (SS.CC) Y EQUIPOS DE FAMILIA (EF)

1. Suponen un primer nivel de atención, y sus actuaciones están dirigidas a la


prevención, detección, intervención y rein-serción, con programas comuni-tarios o
específicos de familia e infancia.

2. Intervienen, entre otras situaciones, en familias con menores, mediantela


gestión de prestaciones básicas, recogida de información sobre la situación de los
menores, seguimiento de acogimientos, Tienen diferente nivel de desarrollo y en
algunos municipios, y dentro de la prestación de Convivencia y Reinserción, se han
creado los denominados Equipos de Familia.
3. Carácter de Voluntariedad.

4. Suele existir conciencia de problema y voluntad de cambio. No está en peligro


la integridad del menor siempre que se inicie una intervención precoz.
5. Red social de apoyo.

6. Finalidad de las actuaciones de los SSCC: intervención sobre las áreas de


necesidad para evitar el agravamiento o la cronificación de la situación
Situaciones de dificultad familiar en la atención de las necesidades de los
menores que pueden normalizarse con los recursos y prestaciones básicas de los
que disponen.
7. Pronóstico positivo

EQUIPOS DE TRATAMIENTO FAMILIAR (ETF)

1. Suponen un segundo nivel de atención dirigida a casos muy concretos


(familias con menores en situación de riesgo), en los que la intervención de los
SSCC ha resultado insuficiente, o se detecta la necesidad de un tratamiento
complementario a esa intervención.

2. En algunos casos, colaboran en la reunificación familiar Intervienen sólo con


familias con menores en situación de riesgo social, con indicios positivos respecto a
la recuperabilidad de la familia.

3. También en aquellos casos en los que se ha adoptado una medida de


protección si se valora la idoneidad de la reunificación familiar por parte del
Servicio de Protección de Menores.

4. Voluntariedad parcial, especial-mente cuando se trata de evitar la


derivación a los SPM. En la mayoría de los casos, que la familia acepte
voluntariamente el tratamiento implica un trabajo técnico previo con ella para
facilitarle el asumir la situación.

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5. Es necesaria la conciencia de problema y voluntad para el cambio. En caso


contrario, se convertirá en un objetivo a conseguir en la fase inicial del tratamiento.

6. La integridad del menor puede verse en peligro si no se interviene y se


modifica la dinámica familiar.

7. Puede existir una red de apoyo social y familiar que, si se modifican algunos
aspectos disfuncionales, puede proporcionar al menor un entorno familiar
adecuado para su desarrollo Finalidad programa de tratamiento Familiar:
Normalizar la situación familiar para evitar la separación.
8. Tender a la reunificación en aquellas familias en que sea posible.

9. Situaciones de Riesgo: dificultad familiar en la atención a las necesidades


básicas de los menores que requieren de un tratamiento específico, de tipo social,
psicológico o educativo.

10. Situaciones de desprotección cuando se ha adoptado una medida de


protección y hay indicios favorables para la reunificación familiar.
11. Indicios de recuperabilidad

SERVICIOS DE PROTECCIÓN DE MENORES (SPM)

1. Son los evaluadores y decisores de la adopción de medidas de protección


Han de intervenir cuando la situación familiar requiere la adopción de una medida
protectora que implique la separación del menor de su entorno.

2. Sus actuaciones (la adopción de medidas de protección), en la mayoría de


los casos se producen en contra de la voluntad de los padres Generalmente no hay
conciencia de problema ni voluntad de cambio.
3. Está en peligro la integridad del menor.

4. La separación comportaría mas beneficios que perjuicios Los recursos


disponibles han fracasado y persiste la situación, por lo que los menores están en
situación de desprotección

5. Finalidad de las actuaciones: Garantizar la integridad del menor,


protegiéndole del peligro que supone continuar en su núcleo familiar.

6. Situaciones de Desprotección que requieren la adopción de una medida de


protección Desamparo o Guarda.
7. Pronóstico desfavorable a corto o medio plazo.

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Tras la puesta en marcha de los ETF y en virtud de la distribución de


competencias establecida en la Ley 1/1998, la configuración del Sistema Público
de Atención a la Infancia y la Familia en el medio, quedaría de la siguiente
manera:

_ Los Servicios Sociales Municipales se ocupan del desarrollo de actuaciones de


promoción y prevención en materia de menores, detección de situaciones de riesgo,
maltrato y desprotección, intervención y tratamiento cuando los casos lo requieran y
la propuesta y derivación hacia los SPM cuando el menor se encuentra en una
situación de desprotección, aconsejando la adopción de una medida y por último, el
seguimiento, reinserción y reunificación familiar.

_ La Administración Autónoma es la responsable de la planificación,


coordinación y control de los servicios, actuaciones y recursos relativos a la
protección de menores, así como del ejercicio de las funciones de protección de
menores que implican la separación del menor de su medio familiar.

La Delegación Provincial de Igualdad y Bienestar Social es la entidad que asume


estas competencias en el ámbito de la provincia.

Ante una situación de necesidad detectada o una demanda realizada por una
familia, son los SSCC los responsables de estudiar el caso, recabar la información
relevante, establecer el pronóstico de la situación, evaluar la necesidad y, en
consecuencia, realizar la intervención adecuada para lograr la normalización de la
situación familiar. Pero también es cierto que, en algunos casos, las necesidades
de las familias no pueden ser totalmente satisfechas desde un ámbito estrictamente
comunitario, sino que requieren de una atención más específica, continua y
personalizada que la que estos servicios, por su naturaleza, estructura y dotación,
pueden ofrecer.

Así pues, en función de las actuaciones realizadas por los SSCC con la familia, de
los resultados obtenidos y de las perspectivas de evolución del caso, éste será
asumido totalmente por los SSCC, se derivará a la DPIBS si se considera necesaria
la adopción de una medida protectora o bien se derivará al ETF si la valoración del
caso determina la necesidad de un tratamiento específico y personalizado de la
unidad familiar.

En determinadas circunstancias la situación familiar puede requerir una


intervención a dos niveles: por un lado, puede ser necesario el tratamiento
específico de las disfunciones que alteran la dinámica familiar, y por otro, una
intervención a nivel comunitario mediante prestaciones básicas o el acceso a los
recursos sociales disponibles en la comunidad, de manera que, con la misma
familia, intervienen simultáneamente los SSCC y los ETF, cada uno desde su
horizonte de actuación.

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Decreto 494/2015, de 1 de diciembre, por el que se regula y gestiona el Programa


de Tratamiento a Familias con Menores en situación de riesgo o desprotección.

Artículo 3. Concepto y objetivos.

1. El Programa consistirá en proporcionar a las familias con menores en situación de


riesgo o desprotección un tratamiento específico e integrador que permita la
adquisición de pautas rehabilitadoras que compensen la situación de riesgo o
desprotección que pueda afectar directa o indirectamente al bienestar de los y las
menores, con una doble finalidad:

a) Preservar sus derechos y promover su desarrollo integral en su medio familiar,


normalizando su situación.

b) Posibilitar su retorno a la familia de origen, en aquellos casos en los que, tras la


adopción de una medida de protección, se contemple la reunificación familiar como la
alternativa prioritaria y más adecuada para los y las menores.

2. Con este Programa se persiguen los siguientes objetivos:

a) Mitigar los factores de riesgo, para evitar la separación del o la menor de su familia.

b) Capacitar a la familia para dar una correcta atención a sus hijos e hijas evitando
cualquier conducta negligente o maltratante, garantizando la seguridad y la integridad
básica de los mismos.

c) Lograr que la familia funcione de manera autónoma y adecuada, y los y las menores
tengan una atención y cuidados acordes a sus necesidades.

d) Proporcionar a las familias las habilidades y/o recursos técnicos necesarios para
superar la situación de crisis que dio lugar a la medida protectora.

3. El Programa tendrá como destinatarias a familias con algunas de las siguientes


características:

a) Familias con menores a su cargo en situación de riesgo o desprotección.

b) Familias en cuyo seno se han detectado situaciones de violencia familiar que


afectan directa o indirectamente a menores a su cargo.

c) Familias con menores con quienes se ha adoptado una medida protectora para
posibilitar la reunificación familiar.

4. En los supuestos anteriores, se atenderán los siguientes casos:

a) Familias en las que los Servicios Sociales Comunitarios han detectado carencias o
dificultades en la atención de las necesidades que los y las menores precisan para su
correcto desarrollo físico, psíquico y social, en las que tras la intervención realizada se
concluye que no es necesaria la separación del medio familiar si bien, valorada la

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existencia de indicios de recuperabilidad, se necesita un tratamiento específico para
obtener cambios significativos en la dinámica familiar y evitar la posible declaración de
desamparo en caso de continuar las mismas circunstancias.

b) Familias derivadas por los Servicios de Protección de Menores, en las que tras la
intervención realizada se concluye que no es necesaria la adopción de medida
protectora, pero requieren un tratamiento específico para lograr cambios significativos
y evitar el agravamiento de la situación y la posible declaración de desamparo.

c) Familias derivadas por los Servicios de Protección de Menores en las que, tras la
declaración de desamparo, se valora que la reunificación familiar es posible al existir
indicios de recuperabilidad en la familia y considerarse que la problemática familiar es
susceptible de ser abordada con un tratamiento específico adecuado por parte del
Equipo de Tratamiento Familiar.

5. El programa de Tratamiento a Familias con Menores sólo atenderá a familias


derivadas desde los Servicios de Protección de Menores o desde los Servicios
Sociales Comunitarios. Aquellos organismos o entidades que atiendan a familias con
menores en situación de riesgo o desprotección y consideren necesaria la intervención
de acuerdo con el programa, lo pondrán en conocimiento de los citados servicios,
quienes valorarán la pertinencia del tratamiento familiar solicitado y procederán, en su
caso, a la derivación.

6. En todos los casos será necesario que las familias acepten el tratamiento, debiendo
suscribir el compromiso de colaborar para el cumplimiento de los objetivos,
actuaciones y plazos establecidos en el proyecto de tratamiento familiar. Además
cuando exista patología mental grave de los progenitores o guardadores que, a pesar
de ser tratada, les incapacite para ejercer el rol parental, deberán existir elementos de
control en el entorno familiar, o personas próximas a la familia, que apoyen la
actuación del equipo.

Artículo 4. Líneas básicas del Programa.

1. El tratamiento a realizar tendrá como finalidad promover un funcionamiento


autónomo e independiente de la familia, dotándola de suficientes competencias para
que alcance su plena autonomía en la solución de problemas de cara al futuro.

2. La actuación técnica deberá llevarse a cabo dentro del contexto familiar con el
objetivo general de preservar la permanencia en su propio entorno.

3. El tratamiento de cada caso se desarrollará a través de un Proyecto de Tratamiento


Familiar.

4. Los proyectos de tratamiento deberán tener un carácter integral de forma que se


establezca un diagnóstico individual de cada núcleo familiar objeto de intervención, así
como una planificación de las actuaciones encaminadas a la superación de la
situación conflictiva que presenta dicho núcleo, y a la supresión de los factores que
han originado la situación de riesgo o de desprotección.

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5. Los proyectos de tratamiento familiar deberán establecer una previsión temporal y
un sistema de indicadores que permitan la valoración continuada y final de la
intervención realizada.

6. El Programa en su conjunto se desarrollará en estrecha conexión y colaboración, no


sólo con los servicios que derivan los casos, sino que por estar insertos en el propio
medio, se deberán establecer cuantos canales de cooperación y coordinación sean
necesarios con la red de recursos generales, así como con cualquier otro sistema y
dispositivo al objeto de garantizar al máximo la consecución de los objetivos del
mismo.

7. En aquellos casos en los que se haya adoptado una medida protectora, el proyecto
de tratamiento familiar estará estrechamente vinculado al Plan de Intervención
diseñado por el Servicio de Protección de Menores, estableciendo los niveles de
coordinación, colaboración y complementariedad necesarios entre todos los servicios
que intervienen en el entorno social y familiar.

8. Como herramienta de referencia, la consejería con competencias en materia de


infancia y familias pondrá a disposición de los Equipos de Tratamiento Familiar un
Manual que contenga los aspectos generales de organización, funcionales y
evaluativos que determinen los procesos de actuación de los mismos.

Artículo 5. Recursos humanos.

Los recursos humanos con los que contará el Programa en cada Entidad Local serán:

a) Uno o varios Equipos de Tratamiento Familiar, en función de los criterios de


población establecidos en el presente Decreto.

b) Una persona que coordine el Programa en la Entidad Local, designada por dicha
Administración, entre profesionales de los Servicios Sociales de la Entidad Local, que
no forme parte del equipo de tratamiento familiar y que preferentemente no pertenezca
a los servicios sociales de base.

Artículo 6. Equipos de Tratamiento Familiar.

1. El Programa será llevado a cabo por Equipos de Tratamiento Familiar, que tendrán
carácter técnico e interdisciplinar.

2. El número de equipos y su composición estará en función de la población a atender


y del ámbito de actuación de la Entidad Local estando integrados, al menos, por el
siguiente personal:

a) Ayuntamientos de Municipios con población superior a los veinte mil habitantes:

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b) Diputaciones Provinciales:

Los equipos correspondientes a cada Diputación Provincial se distribuyen atendiendo


a criterios de población infantil, número de municipios con población igual o inferior a
veinte mil habitantes de la provincia, número de zonas de trabajo social y extensión
geográfica del ámbito de actuación de cada Diputación de la siguiente manera:

3. El personal técnico de los equipos estará contratado por la Entidad Local a tiempo
completo y con dedicación exclusiva en el desempeño de sus tareas, durante todo el
periodo de vigencia del Convenio.

4. Los procesos selectivos del personal integrante de los Equipos de Tratamiento


Familiar se llevarán a cabo por parte de las Entidades Locales correspondientes, ya se
trate de Equipos de nueva creación o sustitución de profesionales en Equipos ya en
funcionamiento. Estos procesos selectivos se realizarán con respeto a los principios de
igualdad, mérito y capacidad; e incluirán en sus convocatorias el requisito de
experiencia y formación acreditada en el trabajo y la intervención con familias y
menores para la fase de concurso, garantizando en sus requisitos de acceso los

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exigidos legalmente para el ejercicio profesional en cada una de sus categorías
profesionales.

5. El horario de trabajo del personal tendrá la flexibilidad suficiente para permitir el


trabajo con las familias, en los casos requeridos, en horario de tarde.

6. La financiación de cualquier incremento en los efectivos o en el número de equipos


que exceda lo establecido en el presente artículo correrá a cargo exclusivo de la
Entidad Local correspondiente.

Artículo 7. Funciones del equipo de tratamiento familiar.

Las funciones que desarrollará el equipo técnico, como profesionales en el tratamiento


a familias con menores, serán las siguientes:

a) Trabajar en los casos derivados por la persona Coordinadora del Programa en la


Entidad Local, que podrán proceder de los Servicios Sociales Comunitarios o de los
Servicios de Protección de Menores.

b) Estudiar el caso y profundizar en el conocimiento de la situación, evaluando la


unidad familiar, y contrastando y completando la información recibida, tanto con la
propia familia como a través de otras fuentes o servicios relacionados con la misma,
para establecer un diagnóstico y un pronóstico de los cambios y logros que se pueden
conseguir, detectándose o reforzando los recursos disponibles dentro de la red de
apoyo social.

c) Formular las hipótesis de trabajo y elaborar un Proyecto de Tratamiento Familiar


individualizado y temporalizado para los y las menores y las familias, estableciendo los
objetivos y las estrategias a seguir, así como los recursos implicados en la resolución
de los conflictos familiares.

d) Consensuar con la familia el proyecto diseñado a fin de conseguir la máxima


implicación de la misma en el tratamiento propuesto.

e) Desarrollar y efectuar el seguimiento del Proyecto de Tratamiento Familiar mediante


la aplicación de las técnicas adecuadas y ajustadas a cada caso para conseguir los
objetivos propuestos de acuerdo a la evolución del mismo.

f) Establecer los mecanismos de información permanente necesarios para mantener la


colaboración y la implicación del servicio que haya derivado el caso, así como de los
recursos de los que éste disponga, para su adecuada resolución y posterior
derivación, si procede.

g) Colaborar con las instituciones implicadas en la atención a menores y sus familias,


en las diferentes fases del tratamiento.

h) Elaborar cuanta documentación e informes técnicos sean necesarios para facilitar el


conocimiento y la evolución de los casos tratados, así como la transmisión de esta
información a otros servicios implicados, y especialmente aquellos requeridos por el
Servicio de Protección de Menores.

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i) Establecer mecanismos de colaboración con la red de Servicios Generales y con
otros dispositivos especializados, con el fin de proporcionar a cada familia los recursos
idóneos para la resolución de su problemática.

j) Proponer la derivación de los casos a los recursos sociales más adecuados, una vez
finalizado el tratamiento, para que se continúe con el seguimiento de los mismos,
cuando sea necesario. Para ello deberán remitir la documentación técnica que se
precise para conocer los pormenores del tratamiento realizado y su evolución.

k) Proporcionar información sobre la evolución general del Programa y asistir a las


reuniones de trabajo y de la Comisión Técnica que se establezcan.

l) Cualquier otra función relacionada que se considere necesaria para la consecución


de los objetivos del Programa.

Artículo 8. Coordinación del Programa en la Entidad Local.

1. La Entidad Local designará una persona profesional de los Servicios Sociales que
realizará la función de coordinar el Programa en su ámbito de actuación, de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 7.a), y que se encargará de movilizar los recursos de la
Entidad Local y activar los mecanismos de colaboración con el resto de los servicios
implicados en la atención a las familias. Su actuación tiene como finalidad optimizar
los recursos, evitar solapamientos en las intervenciones y derivaciones inadecuadas.
Asimismo deberá contar con formación y experiencia técnica en el trabajo con familias,
con capacidad operativa y atribuciones en la toma de decisiones y la gestión de
recursos, así como con la dedicación necesaria para el adecuado desempeño de estas
funciones.

2. Las funciones que desarrollará la persona que coordine el Programa serán las
siguientes:

a) Facilitar la coordinación dentro del ámbito de la correspondiente Entidad Local y con


otras instituciones.

b) Facilitar al equipo de tratamiento familiar el acceso a los diferentes recursos


disponibles dentro de la Entidad Local.

c) Garantizar que las propuestas de derivación de los casos al equipo estén


justificadas, debidamente argumentadas y acompañadas por los informes técnicos
pertinentes.

d) Velar porque los casos derivados al Servicio de Protección de Menores con


propuestas de adopción de medida protectora, vayan acompañados de los informes
técnicos pertinentes.

e) Recepcionar los casos y canalizar las derivaciones de los mismos al equipo de


tratamiento familiar, a los Servicios Sociales Comunitarios, al Servicio de Protección
de Menores o a otros recursos en función del análisis y la valoración técnica que
realice de los mismos.

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f) Impulsar en aquellos casos en los que se ha adoptado una medida protectora, que
se establezcan los canales de coordinación adecuados entre los diferentes
estamentos y recursos, tanto especializados como comunitarios.

g) Realizar el seguimiento técnico de los casos.

h) Participar en las reuniones de las Comisiones Técnicas.

i) Cualquier otra función relacionada que se considere necesaria para la consecución


de los objetivos del Programa.

Artículo 9. Evaluación y seguimiento del Programa.

La coordinación, evaluación y seguimiento del Programa objeto del presente Decreto


se llevará a cabo por los siguientes órganos:

1. La Dirección General con competencias en materia de infancia y familias, que será


el órgano responsable del diseño del marco de referencia común de las actuaciones
en toda la Comunidad Autónoma de Andalucía.

2. Los Servicios con competencias en materia de prevención y apoyo a la familia de


las Delegaciones Territoriales de la Consejería respectiva, que serán el referente
técnico de las Entidades Locales incluidas en el Programa de Tratamiento a Familias
con Menores en la provincia, tendrán las siguientes funciones:

a) Analizar, evaluar y realizar el seguimiento del programa de Tratamiento a Familias


con menores en su ámbito provincial.

b) Dinamizar y optimizar el funcionamiento de las comisiones técnicas y de


seguimiento.

c) Garantizar que los casos atendidos se ajusten al perfil del Programa.

d) Establecer los mecanismos necesarios y los criterios adecuados para que no se


produzca una inadecuada utilización de los Equipos de Tratamiento y evitar con ello la
inoperancia de los mismos.

e) Cualquier otra función derivada de la coordinación y seguimiento global del


Programa en el ámbito de la provincia.

3. En aquellos casos en los que exista una medida protectora respecto del menor,
serán los Servicios con competencias en materia de protección de menores de las
Delegaciones Territoriales de la Consejería respectiva los responsables de la
derivación, seguimiento y supervisión técnica de los casos que sean derivados al
equipo de tratamiento para la reunificación familiar, con las siguientes funciones:

a) Establecer el marco de referencia de las actuaciones a seguir en dichos casos.

b) Definir los objetivos que se pretenden obtener con las familias con el propósito de
que desde los Equipos de Tratamiento Familiar se adecuen las intervenciones a
desarrollar que para tal fin se diseñen.

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c) Analizar y evaluar formalmente la información recogida sobre la evolución de los
casos de reunificación familiar y los resultados del tratamiento.

d) Valorar la necesidad de modificaciones en la medida, en su duración y en la


asignación de medios o recursos.

Disposición adicional primera. Variaciones en el número de habitantes de las


Entidades Locales.

En caso de que se produzcan cambios en la población se podrán modificar el número


y composición de los Equipos de Tratamiento Familiar de acuerdo con los criterios
establecidos en el artículo 6. Dichas modificaciones se contemplarían, a petición de la
Entidad Local, en el momento de la prórroga correspondiente.

Disposición adicional segunda. Menores Inmigrantes.

En aquellos municipios que cuenten con recursos de acogida y atención a inmigrantes


se activarán mecanismos de colaboración con los Equipos de Tratamiento Familiar,
necesarios para prevenir e intervenir, cuando corresponda, en aquellos casos de trata
de personas en que se vean afectados menores que puedan estar sufriendo
situaciones de riesgo o desprotección por parte de sus figuras parentales. A tal efecto
se podrán firmar protocolos de cooperación para coordinar y agilizar las actuaciones
que resulten adecuadas para dicha finalidad.

Disposición adicional tercera. Permanencia del Personal de los Equipos de


Tratamiento Familiar.

Los Convenios que se suscriban a partir de la entrada en vigor del presente Decreto
deberán respetar la continuidad del personal de los Equipos de Tratamiento Familiar
que vinieran desempeñando sus funciones en los mismos, sin perjuicio de lo regulado
en la Disposición Adicional Primera.

Disposición adicional cuarta. Garantía en la continuidad de la atención a las


familias.

Con el objetivo de garantizar la continuidad de la atención a las familias se podrán


suscribir convenios y prórrogas a los mismos con aquellos municipios que, teniendo
convenio vigente con arreglo a la Orden de 20 de junio de 2005 en la fecha de
publicación de esta norma, no mantuvieran el requisito de población.

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Maltrato al menor, detección y tratamiento desde el trabajo social sanitario en


atención primaria y hospitalaria.

ORDEN de 11 de febrero de 2004, por la que acuerda la publicación del texto íntegro
del Procedimiento de Coordinación para la Atención a Menores Víctimas de Malos
Tratos en Andalucía

Aunque los malos tratos a la infancia han sido una lacra constante en la historia de la
Humanidad, no es hasta mediados del siglo XX que se comienza a describir por parte
de la comunidad científica (Síndrome del Niño Apaleado) y se inicia entonces el
desvelamiento de un problema que, en gran medida, permanecía oculto a la
percepción de la comunidad, por los obstáculos sociales, culturales y afectivos que su
reconocimiento conllevan.
La primera vez que se defendió a una niña por malos tratos ante un tribunal, fue en
Nueva York, en 1874. Sólo gracias a la legislación para la protección de los animales
pudo ser defendida legalmente por la Sociedad Americana para laPrevención de la
Crueldad hacia los Animales, porque no existían leyes para la protección de la
infancia.
Es recientemente cuando la infancia ocupa un lugar social y cultural sustantivo, que
exige el reconocimiento de sus necesidades y la afirmación de sus derechos, en el
contexto de un avance universal del catálogo de derechos humanos, colectivos e
individuales. Junto a ello, se amplía la noción de maltrato más allá de los límites del
maltrato físico, hasta otras formas de violencia emocional, sexual, laboral,
asistencial y hasta otros contextos deficitarios o abandónicos, es decir, la definición del
maltrato incluye lo que se hace (acción), pero también lo que no se hace (omisión) o lo
que se realiza de modo inadecuado (negligencia). Hoy la perspectiva se orienta hacia
las necesidades del niño, físicas, psicológicas, afectivas, sociales, etc., y se adopta un
enfoque evolutivo y ecológico desde el que instaurar los esfuerzos de promoción y de
protección de la infancia.
Distintos Organismos Internacionales sensibilizados por el maltrato infantil
comenzaron a realizar Declaraciones y Recomendaciones, como fue la "Declaración
de Ginebra o Tablas de los Derechos de los Niños" de la Sociedad de Naciones en
1924; la "Declaración de los Derechos del Niño" en 1959, de la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas que proclama diez principios básicos que
deben orientar las políticas nacionales y los comportamientos sociales hacia la
protección de la infancia, para que pueda desarrollarse física y socialmente de forma
saludable (Principios I y IV), en un ambiente de afecto y seguridad (Principio VI) y ser
protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación (Principio IX); las
Recomendaciones 561 de 30 de septiembre de 1969 y la 874 de la Asamblea
parlamentaria relativa a la "Carta Europea de los derechos de los niños" del Consejo
de Europa dirigidas a prevenir los malos tratos; La "Convención sobre los derechos del
niño", de 20 de noviembre de 1989 de las Naciones Unidas que viene a dar concreción
y forma jurídica a los Principios de la Declaración del año 1959, y que España ratifica
en 1990 (BOE de 31 de diciembre); y por último las Resoluciones de las Naciones
Unidas que proclaman la Década 2000 al 2010 "Década Internacional para la Cultura

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de la Paz y No-Violencia para los Niños" , y la necesidad de trabajar a favor de la Paz


y No-Violencia en la vida diaria de cada niño y niña, en los hogares, en las escuelas,
en la comunidad y en la programación televisiva, como el mecanismo a nuestro
alcance para la construcción de la Paz desde la Comunidad Educativa Escolar.
Estos notables pasos en la conformación de un catálogo de derechos fundamentales
para todo menor tiene su traslación interna en los ordenamientos jurídicos de los
estados que, como el español, suscribieron la Convención sobre los Derechos de los
Niños, en la consideración de que toda violencia contra los niños constituye una
violación de los Derechos Humanos; y de que el buen trato a la infancia es el signo
más cierto del progreso social y cultural de los pueblos y de su fuerza moral.
La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor regula, en
el ámbito estatal, la Protección de Menores y el reconocimiento de los derechos
instituidos en las normas internacionales. En Andalucía, a su vez, se aprobó la Ley
1/1998, de 20 de abril, de los derechos y la atención al menor, en la que se regulan los
instrumentos de protección de los derechos de los menores, y, con posterioridad, en el
desarrollo reglamentario de la misma, el Decreto 42/2002, de 12 de febrero, del
régimen de desamparo, tutela y guarda administrativa, establece los procedimientos
administrativos que garanticen la efectividad de los derechos de los menores. En lo
fundamental, el maltrato infantil que ocurre en el contexto familiar, tiene una etiología
multifactorial y una existencia a menudo larvada, lo que conlleva una dificultad
intrínseca para su conceptualización y para su definición. Se acepta que la familia por
sí sola no puede satisfacer todas las necesidades de los niños y que, cuando los
padres son incapaces para proteger a sus hijos de situaciones abusivas o son ellos
mismos los agentes del maltrato, todos losciudadanos y las instituciones tienen el
deber de denunciarlo y la comunidad debe intervenir para proteger a los menores y
preservar sus derechos.
La protección a la infancia integra tanto la acción protectora en sentido estricto como la
totalidad de actuaciones que desde las distintas instancias sociales aseguran el
bienestar infantil. Más allá de las intervenciones de promoción y prevención que deben
animar las políticas de atención a la infancia, las tareas de detección, investigación e
intervención en casos de maltrato infantil configuran un procedimiento laborioso y
especializado, que debe preservar la integridad de los menores y los derechos de ellos
y de sus familias. Por ello, y por la complejidad del proceso, es esencial asegurar la
integración de los esfuerzos y la coordinación entre los servicios públicos, en
cumplimiento de las directrices morales y legales establecidas en nuestra sociedad.
Existen, por tanto, diferentes mecanismos sociales de protección a la infancia y
diferentes niveles de responsabilidades, deberes y competencias que conforman el
sistema de protección a la infancia. Con este espíritu, establece la Ley 1/1998 en su
artículo 6: "Las Administraciones Públicas de Andalucía actuarán de forma coordinada
en aras a garantizar el adecuado ejercicio de los derechos de los menores,
fomentando la colaboración con el resto de las Administraciones Públicas del Estado
español", lo que permite hablar de una orientación estratégica en el que el Sistema de
Atención a la Infancia de Andalucía se configura como conjunto articulado de
detección, evaluación e intervención en situaciones de riesgo y desprotección infantil y
en el que están involucrados todos los ciudadanos y, en especial, la totalidad de los

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Servicios Públicos, con singular relevancia de los Servicios Sociales, Servicios de
Salud, Educación, Sistema Judicial, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El objetivo de la
coordinación consiste en consensuar mecanismos y procedimientos de actuación que
permitan a las diferentes instituciones y profesionales implicados cooperar de manera
eficaz para conseguir la protección del niño, evitando la duplicidad de servicios y la
disparidad de criterios y objetivos.
Por todo ello, al objeto de desarrollar y potenciar una actuación coordinada que
permita un tratamiento intersectorial, interdisciplinar e integral de la atención de
menores que sufren malos tratos, las Consejerías de Gobernación, Justicia y
Administración Pública, Salud, Educación y Ciencia y Asuntos Sociales, la Delegación
del Gobierno en Andalucía, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, la Fiscalía
del Tribunal Superior de Justicia y la Federación Andaluza de Municipios y Provincias,
en su compromiso de aunar esfuerzos para trabajar en orden a erradicar la violencia
contra la infancia, adoptan el presente Procedimiento de Coordinación.
2. Actuación coordinada de las Instituciones.
El presente protocolo establece las bases de coordinación y las pautas de actuación
que deberán informar la intervención de las diferentes instituciones públicas y de los
distintos ámbitos de actuación profesional, desde una concepción global, integrada e
intersectorial y según la responsabilidad que les compete para preservar y defender
los derechos de los niños y de las niñas y para intervenir cuando los mismos sean
vulnerados, especialmente ante situaciones de maltrato. Las Instituciones
responsables de la atención a la infancia se comprometen:
- A intervenir de manera inmediata y a colaborar con otras instancias responsables,
prestando el apoyo necesario que otras instituciones requieran.
- A impulsar la sensibilización y la formación de los
profesionales que intervienen en los diferentes ámbitos profesionales contemplados en
el presente protocolo para que repercuta en una mejora general de la atención a
menores víctimas de maltrato.
- A colaborar en la implantación y mantenimiento de un sistema de Registro de casos
de maltrato infantil que permita un adecuado conocimiento epidemiológico y el
establecimiento de protocolos de notificación y seguimiento homogéneos.
- A constituir Comisiones de Seguimiento en el ámbito provincial y local.
- A impulsar y desarrollar los principios y el procedimiento de actuación establecidos
en el presente Protocolo, así como a garantizar los derechos de las niñas y de los
niños de acuerdo a los principios generales que inspiran la intervención protectora.
3. Principios generales de la intervención protectora ante situaciones de maltrato
infantil.
La actuación ante las situaciones de maltrato infantil debe estar inspirada en los
siguientes principios:
- La intervención protectora ha de estar inserta en un marco más amplio de promoción
del bienestar infantil.
- El interés superior del menor prevalecerá en todo el proceso de decisiones y
actuaciones.

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- La familia es el mejor contexto para satisfacer las


necesidades del menor, siempre que ésta cumpla las funciones de educación y
protección del menor.
- Todo el sistema de atención a la infancia debe estar
orientado a la prevención primaria y a la detección temprana.
- La intervención ante casos de maltrato infantil debe gozar de la máxima prioridad, ha
ser planificada y coordinada y, en la medida de lo posible, debe respetar la continuidad
de la historia familiar y personal del niño.
- Los servicios de protección, en el caso de que no se pueda garantizar la seguridad y
desarrollo de los menores dentro de su propia familia, deberán asegurar la satisfacción
de sus necesidades separándolos de su medio familiar y proporcionándoles un
contexto de convivencia alternativo.
- Se deben desarrollar estrategias y recursos para posibilitar la reunificación familiar.
En todo caso, los esfuerzos deben dirigirse a buscar la integración definitiva del menor
en un entorno familiar estable y seguro.
- Todas las actuaciones deben mitigar los procesos de victimización secundaria,
inspirándose en el principio de mínima intervención, evitando actuaciones repetitivas, y
con criterios de celeridad, especialización, coordinación e interdisciplinariedad.
4. Derechos de los y las menores.
Se establece como derechos de los y las menores que sufren situaciones de malos
tratos los siguientes:
1.º Derecho a su protección y su seguridad.
2.º Derecho a recibir la atención necesaria en el menor plazo de tiempo.
3.º Derecho a que se preserve en todo momento su intimidad y privacidad.
4.º Derecho a no verse obligados a repetir innecesariamente el relato de los hechos.
5.º Derecho a que se les eviten desplazamientos innecesarios.
6.º Derecho a ser informado, de acuerdo con el grado desarrollo, en cada momento de
las actuaciones que se vayan realizando.
7.º Derecho a ser oído.
5. Pautas de actuación a desarrollar desde las distintas instancias.

I. Los Servicios Sociales.


Los Servicios Sociales (Corporaciones Locales) son la principal vía de acceso de los
ciudadanos a los servicios especializados y tienen una labor fundamental en la
prevención, detección y atención a la infancia y adolescencia:
– Cuando los Servicios Sociales detecten un posible caso de maltrato infantil, o
tengan conocimiento de él a través de otra instancia, priorizarán su atención y
actuarán, en un

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primer momento, valorando la información existente y recabando toda aquella


complementaria que se estime necesaria (educativa, sanitaria.).
- Atendiendo a la urgencia y gravedad del mismo, se deberá decidir sobre la necesidad
de denunciar y/o notificar a las entidades competentes, para garantizar la protección y
atención inmediatas que el menor requiera, aportando los informes técnicos que
corroboren esta situación, que se podrán complementar con posterioridad con la
remisión de nueva información.
- En los casos en que se estime necesario, se acompañará al menor a un centro
sanitario para que reciba la atención que precise, informando después a la familia de
la actuación realizada, y se solicitará, en su caso, el apoyo y asesoramiento de otros
profesionales especializados (dispositivos de salud mental, equipos de evaluación y
tratamiento de abuso sexual, centros de atención a toxicomanías.)
- De no existir criterios de urgencia, los Servicios Sociales continuarán la evaluación y
determinarán la intervención y el tratamiento a realizar desde los propios Servicios y
las actuaciones complementarias que se precisen desde otras instancias.
- Cuando se sospeche la existencia de un delito, se debe denunciar en el Juzgado de
Guardia, y ponerlo en conocimiento de la Fiscalía de menores y, si se estima que la
integridad del menor corre peligro, se debe recabar la colaboración de la Policía para
que preste la protección necesaria.
- Toda situación de maltrato o desprotección, tras la
evaluación inicial, conllevará las siguientes actuaciones:
a) Si se califica de Leve los Servicios Sociales dispondrán las intervenciones
necesarias y si se estima abordable desde otros ámbitos profesionales (escolar, salud
mental.), se prestará el apoyo y asesoramiento necesarios para conseguir una
intervención integral y coordinada.
b) En los casos en que se valora el maltrato como Moderado los Servicios Sociales
evaluarán la totalidad de la problemática que subyace al contexto maltratante y
establecerán un plan de intervención interdisciplinar y personalizado, que exigirá el
empleo de estrategias de actuación y tratamiento con los recursos psicosociales
necesarios para incidir significativamente sobre el problema, de modo tal que la
permanencia del menor en su medio familiar garantice su integridad y su bienestar
básicos. Esta intervención de los Servicios Sociales (Corporaciones Locales) en las
situaciones de Riesgo se regula legalmente en los artículos 22.1 y 18.1 de la Ley
1/1998 de 20 de abril.
c) Si el maltrato se califica de Grave se habrá de derivar el caso a la Delegación
Provincial de la Consejería de Asuntos Sociales, junto a la información recabada
(social, psicológica, educativa, sanitaria, legal, etc.), donde se reflejen el conjunto de
las intervenciones realizadas y se proponga, en aras del superior interés del menor y
una vez agotadas las posibilidades de actuación en el propio medio, la adopción de
una medida de protección que implique su separación familiar.
d) Si se valora la situación como urgente y se estima necesaria una medida de
protección provisional para garantizar la integridad del menor, se le solicitarán estas

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medidas cautelares a la Entidad Pública (Delegación Provincial) u otros órganos


competentes (Juzgado de Guardia, Fiscalía de Menores.), sin menoscabo de la
continuidad que la intervención de los Servicios Sociales exija con la familia del menor
y de la remisión de los Informes técnicos que la Entidad Pública requiera.
e) Los Servicios Sociales colaborarán con la Administración de la Junta de Andalucía
en el seguimiento de la situación personal y familiar de los menores acogidos a
medidas de protección, interviniendo coordinada y complementariamente, y, en su
caso, en el apoyo a la reunificación de los mismos en su ámbito familiar.
II. Los Juzgados.
La actuación de los órganos judiciales ante casos de maltrato infantil se puede
producir en cualquier momento de la intervención protectora, y conlleva el ejercicio de
las funciones establecidas por las normas legales aplicables, que tienen en cuenta el
interés superior del menor.
Para facilitar la plena efectividad de los derechos de los menores, es aconsejable que
los órganos judiciales competentes tengan en cuenta las siguientes pautas, o
recomendaciones, en la realización de las actuaciones judiciales, dejando a salvo en
todo caso el ejercicio de sus competencias jurisdiccionales:
- Ante un caso de maltrato infantil, se valorará la conveniencia de la intervención
forense respecto de la víctima para evitar la revictimización, teniendo en cuenta que,
no existen lesiones físicas, puede ser idóneo iniciar la intervención con una
exploración psicosocial y, según el resultado, valorar la necesidad de intervención del
forense.
- Las medidas de aseguramiento de pruebas así como sobre la adopción de medidas
cautelares de protección son esenciales en este tipo de intervenciones dada la
situación de vulnerabilidad del menor.
- En los casos urgentes resulta conveniente que un médico forense y un médico del
hospital en el que esté ingresado el menor exploren conjuntamente al menor en el
mismo centro hospitalario de forma inmediata, por lo que se procurarán las medidas
de organización del servicio de guardia que hagan posible la presencia del médico
forense en este reconocimiento.
- Cuando se tiene conocimiento de que el menor ha sido objeto de otras
intervenciones profesionales por parte de otros ámbitos profesionales, es
recomendable efectuar una coordinación previa entre los equipos que han actuado,
antes de iniciar o de seguir la intervención.
- Se ha de valorar la conveniencia de elaborar un plan de trabajo común para dar
respuesta tanto a las necesidades del menor como a la demanda judicial.
- La celeridad en la información al Ministerio Fiscal permitirá que actúe desde el inicio
del procedimiento en el ejercicio de sus competencias tuitivas del menor, garantizando
su protección.
- Siempre que sea posible se procurará que en las diligencias de toma de declaración
del menor por el Juez competente éste sea asistido por el Equipo Especializado.
- Se debe promover la mayor agilización posible de la causa.

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- Se tenderá a establecer mecanismos procesales que minimicen las consecuencias


sobre la víctima de las actuaciones a realizar en los procedimientos judiciales
(victimización secundaria). Entre tales medidas se recomiendan:
a) Que la actuación de los profesionales en los procedimientos judiciales se realicen
con consideración a los menores, tomando en cuenta su edad y aptitudes.
b) Reducir la toma de declaración al menor a los aspectos más relevantes y procurar
que esta diligencia de declaración no se reitere ni se extienda innecesariamente,
teniendo en cuenta la posibilidad de que los datos aportados por la investigación
policial-judicial sean suficientes. En los casos en que el menor presenta grave
afectación como víctima, se procurará posponer su declaración hasta que se recupere
psicológicamente.
c) La declaración del menor en la Sala de Vistas se realizará en los casos que sea
imprescindible, procurando en la medida de lo posible que la celebración del juicio se
practique a puerta cerrada, sin la presencia de público ni de medios de comunicación.
d) Procurar asistencia psicológica a los menores durante los interrogatorios así como
permitir la presencia de personas de apoyo.
e) En fase de instrucción, se recomienda que las pruebas periciales sean las
imprescindibles y que, en cualquier caso, sean practicadas en la forma que menos
perjuicio ocasionen al menor.
f) Adaptar la sala de audiencias para crear un ambiente confortable.
g) Reducir las diligencias consistentes en careos o reconstrucciones de los hechos a
los supuestos en que sean imprescindibles.
h) Evitar que durante el desarrollo de las actuaciones del procedimiento el menor sufra
situaciones de enfrentamiento con el agresor.
i) Utilizar un lenguaje comprensible para el menor.
j) Procurar la protección visual del menor siempre que sea necesario.
k) Valorar las declaraciones que el menor, en un ambiente de confianza, haya podido
realizar a otros menores.
III. Fiscalía de Menores.
La actuación del Ministerio Fiscal se puede producir en cualquier momento del proceso
de intervención técnico y le corresponden las siguientes competencias:
- Intervenir legalmente ejerciendo la acusación en los procesos penales por maltrato a
menores.
- Investigar hechos denunciados directamente ante la Fiscalía y, en su caso, archivar
las diligencias.
- Proponer al Juez medidas de protección cautelares, en los casos de urgencia, e
informar a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales para la adopción posterior de
la medida legal de desamparo.

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- Asegurar que se preserve el derecho a la intimidad del menor y que se eviten


procedimientos dolorosos o superfluos para el menor.
- Garantizar que las acciones penales y/o de protección acordadas preserven el
proceso de esclarecimiento de los hechos acontecidos y las necesidades ulteriores
que el menor requiera derivadas de los procedimientos antedichos (de tratamiento,
asistencia legal, separación familiar.).
- Supervisar la situación de los menores con medidas de protección, conociendo, al
menos semestralmente, información actualizada de su situación personal.
IV. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (dependientes del Gobierno de la Nación, de la
Comunidad Autónoma y de las Corporaciones Locales) actuarán, ante casos de
maltrato infantil, cumpliendo las siguientes pautas de actuación:
- Se coordinarán con las instancias adecuadas cuantas acciones sean necesarias,
especialmente, aquéllas relacionadas con la forma de tomar declaración al menor y el
contexto de
exploración y de atención inmediata, procurando incluso, cuando sea posible, adecuar
la indumentaria para la mejor atención de los menores.
- Las primeras diligencias policiales deben garantizar la protección inmediata del
menor y asegurar la recogida de pruebas y, posteriormente, se remitirán a las
instancias competentes los informes que recojan el resultado de sus averiguaciones.
- Se practicarán todas aquellas actuaciones que sean necesarias para garantizar la
dignidad y la integridad física y moral de la víctima, tanto en el lugar de los hechos
como durante los traslados a centros hospitalarios y asistenciales y, en su caso, al
domicilio.
- Se debe prestar el auxilio necesario a otras instituciones (Servicios Sociales,
Educación, Salud.), cuando así se le solicite por parte de éstas, para garantizar la
seguridad y la integridad del menor y de los profesionales que lo atienden y para la
realización de averiguaciones e Informes que puedan solicitarse en colaboración .
- Se debe colaborar con los Servicios de protección en la ejecución del procedimiento
y de las medidas administrativas cuando el interés del menor así lo requiera, en
aquellos casos en que falta la colaboración necesaria de los padres ocuidadores.
- Cuando la Policía detecte a un menor en situación de abandono o desprotección
debe, una vez adoptadas las medidas de atención inmediata que precise (atención
sanitaria, localización familiar) ponerlo en conocimiento de la Entidad Pública
competente o, en su caso, del Ministerio Fiscal que dispondrán las actuaciones
necesarias para garantizar la protección integral del menor.
- Si la policía detecta un posible caso de maltrato hacia un menor informará sobre el
mismo según las circunstancias:
• En los casos de maltrato leve y moderado, a los Servicios Sociales.
• En las situaciones de maltrato grave o que requieran una actuación urgente, a
la Delegación Provincial de AsuntosSociales.

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• En cualquier caso, cuando se aprecie un posible delito, se notificará también al


Juzgado de Guardia y al Ministerio Fiscal.
V. Servicios Educativos.
Los Servicios Educativos tienen un papel fundamental en la detección y atención de
menores maltratados, gracias al contacto normalizado y continuado que mantienen
con los niños y sus familias:
- Los Centros educativos deben elaborar aquellos Informes que puedan ser necesarios
para la intervención de otras instancias o instituciones, garantizando la
confidencialidad y el anonimato necesarios.
- Se deben realizar evaluaciones psicopedagógicas con carácter preventivo y
promover la formación necesaria a los técnicos (orientadores, psicólogos, pedagogos)
del sistema educativo sobre los indicadores que puedan relacionarse con la existencia
de situaciones de maltrato infantil, así como incluir esta problemática en el currículo de
formación inicial y permanente de los profesores.
- La sospecha de maltrato por parte de cualquier profesor/a determinará de modo
inmediato que los equipos técnicos del sistema educativo intervengan en la
evaluación, recabando con la mayor celeridad toda la información de carácter
psicopedagógico, familiar (Servicios Sociales) y del propio menor.
- La misión de los Servicios especializados del sistema educativo no es tanto
determinar la ocurrencia o no del maltrato cuanto valorar la situación global del menor
(necesidades de atención, estado emocional, apoyo familiar, etc.) y la manera de
canalizar la problemática planteada. Esta primera valoración determinará las
necesidades de atención inmediata que el menor requiera (asistencia sanitaria,
protección policial, apoyo psicológico) y se asegurará esta asistencia, si fuese
necesaria.
- Cuando se sospeche de la existencia de lesiones se debe acompañar al menor a un
centro sanitario para su valoración clínica, informando después a la familia de la
actuación realizada, y, en su caso, realizar además la correspondiente denuncia a la
Autoridad Judicial y la notificación verbal y escrita a la Delegación Provincial de
Asuntos Sociales.
- Atendiendo a la gravedad de la situación detectada, los servicios educativos
actuarán:
a) En los casos de maltrato leve se diseñará un plan de intervención desde el ámbito
educativo que aborde la problemática psicosocial del menor, con el apoyo y
seguimiento de Servicios Sociales y de otros recursos sociocomunitarios (salud
mental, y otros).
b) En los casos de maltrato moderado se dispondrá la inmediata coordinación,
notificación (mediante informes técnicos) y derivación a los Servicios Sociales
(Corporación Local).

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c) Cuando se estima que existe probabilidad de que el menor sufra maltrato grave se
notificará de modo verbal y por escrito a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales
y, en su caso, al Juez de Guardia, aportando los informes técnicos pertinentes.
d) En los casos de urgencia que se estima que peligra la integridad del menor, se
notificará de forma inmediata a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales,
Autoridad Judicial o Ministerio Fiscal, sin menoscabo de que los propios servicios
educativos garanticen la atención inmediata que el menor requiera (acompañamiento a
centro sanitario, protección policial.).
- El Director/a del centro dará cuenta de las actuaciones realizadas a la Inspección
Educativa y a los Servicios Sociales, así como a los propios servicios especializados
(Equipo de Orientación Educativa o al Departamento deOrientación) para su adecuado
seguimiento y coordinación.
VI. Servicios Sanitarios.
Los Servicios Sanitarios constituyen un pilar básico en todo el sistema de atención a la
infancia y, particularmente, en aquellos casos de menores que sufren maltrato:
- El Centro sanitario debe garantizar en todo momento la protección inmediata del
menor, la confidencialidad y el anonimato necesarios, así como la emisión de aquellos
Informes técnicos que puedan ser necesarios para la intervención de otras instancias o
instituciones.
- La actuación sanitaria debe ser integral y continuada en el tiempo. Incluye tratar las
lesiones producidas y proveer la correcta intervención terapéutica (enfermedades de
transmisión sexual, profilaxis postcoital del embarazo, psicoterapia...). Las primeras
intervenciones deben ir orientadas a dar protección inmediata y apoyo psicológico a la
víctima, tratar médicamente posibles lesiones y conseguir pruebas médicas que
posibiliten la persecución judicial del delito.
- El Centro sanitario está obligado a denunciar los casos de lesión a través del
correspondiente parte al Juzgado de Guardia, pero también a notificar las situaciones
de riesgo y de sospecha a las instancias administrativas con competencia en
protección de menores. Cuando tienen la sospecha deben realizar un examen
(anamnesis y exploración clínica que incluya indicadores psicosociales de
riesgo/maltrato), elaborar un informe y hacer la notificación, sea cual sea su
especialización.
- En cada dispositivo sanitario se debe informar de todos los casos de riesgo
detectados a la Unidad de Trabajo Social para que ésta se coordine con otras
instancias, complemente la evaluación psicofamiliar, oriente y efectúe el seguimiento
que el caso precise.
- Cuando se diagnostiquen daños que hayan podido ser causados por maltrato infantil
se expedirá el parte de lesiones, que será elaborado con letra legible, con
identificación del facultativo, donde se recoja obligatoriamente el alcance de las
lesiones (físicas y/o psicológicas) y su valoración, así como posibles agresiones
anteriores. En él se incluirá también la valoración del estado emocional, las pruebas
complementarias realizadas, el tratamiento aplicado, si se precisó o no ingreso

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hospitalario y el avance de un pronóstico. Deben realizarse fotografías en caso de
lesiones como prueba.
- Es esencial que la exploración y, en su caso, toma de muestras se inscriban en un
ambiente no traumático y lo más relajado posible.
- Cuando, durante la exploración y asistencia al menor, se aprecie riesgo para su
integridad, se puede solicitar la intervención del Fiscal de Menores o de la Policía.
A) En Atención Primaria:
- Se establecerá un protocolo de detección de niños en situación de riesgo a través de
la coordinación de los distintos programas sanitarios (de Educación maternal,
Educación para la salud, control del puerperio y recién nacido, visitas domiciliarias,
seguimiento en Salud Mental), y con el asesoramiento y la coordinación necesaria con
los Servicios Sociales.
- Debe protocolizarse la valoración del riesgo y/o maltrato en el embarazo y en
neonatología (maternidad no compartida, embarazo adolescente con inadaptación
psicosocial,manifestaciones de rechazo al embarazo, relaciones familiares conflictivas,
gestantes sin pautas educativas y marginadas, enfermedad mental/deficiencias
psíquicas...).
- En Salud Mental se ha de establecer un protocolo para la detección y actuación en
casos de riesgo y maltrato infantil, con particular atención a la disponibilidad de
tratamientos que incidan sobre las secuelas y eviten ulteriores victimizaciones.
B) En el Hospital:
- En los casos en los que el maltrato revista mayor gravedad y tenga carácter de
urgencia médica habrá que derivarse de forma inmediata al Servicio de Urgencias del
Hospital, donde el menor puede quedar ingresado. Se procederá a la exploración
física y psicológica, toma de muestras y parte de lesiones dirigido al Juez de Guardia.
Para evitar duplicidad deintervenciones, se ha de procurar que el reconocimiento se
haga conjuntamente por médico forense (a solicitud judicial) y especialista(s)
hospitalario(s), que emitirán Informe al Juzgado de Guardia y, en su caso, a la Fiscalía
y a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales.
- Se realizarán dos informes, uno forense, para su remisión a la autoridad judicial que
lo ha requerido y otro clínico- asistencial, que refleje la valoración médica y psicológica
realizada por los distintos especialistas sanitarios.
- A continuación, debe comunicarse a la familia la actuación realizada.
- El examen médico debe reflejar:
• Entrevista e historia clínica, exploración general,exploración genital, oral y anal
en casos de abusos sexuales, y todas aquellas actuaciones y pruebas
complementarias necesarias (recogida de ropas, limpieza de uñas, pruebas de
embarazo, determinación de grupo sanguíneo y rh del paciente, enfermedades
de transmisión sexual...).

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- Los criterios de ingreso hospitalario pueden ser:


• Necesidad de tratamiento hospitalario.
• Necesidad de protección de la víctima.
• Gran afectación psicológica.
- Durante la hospitalización de cualquier menor es fundamental mantener un protocolo
de observación por parte de enfermería, que aprecie la calidad de las relaciones
padres-hijo, las actitudes y las conductas del menor, la calidad y cantidad de las
visitas, el interés familiar respecto de la evolución del menor, el posible incremento de
sintomatología tras las visitas, etc., especialmente, en los casos de riesgo y posible
maltrato y, en general, respecto de toda la poblacióninfantil.
- En cada provincia se designará un dispositivo sanitario de maltrato infantil de
referencia (Hospital) que disponga de un equipo especializado para la evaluación de
casos de maltrato infantil, especialmente los más graves (lesiones) y los relacionados
con el abuso sexual, que garantice un protocolo completo y ágil de atención y que
contemple la integridad de los aspectos a abordar (apoyo emocional y legal,
evaluación psicosocial, exploración y tratamiento somáticos, recogida de pruebas,
protección, denuncia...).
- Si desde cualquier dispositivo sanitario se sospecha de la existencia de maltrato se
debe contactar inmediatamente con los Servicios Sociales (Corporación Local) para
recabar toda la información de la que éstos dispongan y coordinar las primeras
actuaciones. Esta primera valoración determinará las necesidades de atención
inmediata que el menor requiera (asistencia sanitaria, protección policial, apoyo
psicológico) y se asegurará esta asistencia, si fuese necesaria.
- Atendiendo a la gravedad de la situación detectada, los servicios sanitarios actuarán:
a) La evaluación del maltrato como leve determinará el diseño de un plan de
intervención desde el ámbito sanitario que aborde la problemática psicosocial del
menor, con el apoyo y la coordinación de otros profesionales que trabajen en el
entorno social del menor, sobre todo, de los Servicios Sociales, a los que, en todo
caso, se informará para su asesoramiento y seguimiento.
b) En los casos de maltrato moderado se dispondrá la inmediata coordinación,
notificación (mediante informes técnicos) y derivación a los Servicios Sociales
(Corporación Local).
c) Cuando se estima que existe probabilidad de que el menor sufra maltrato grave
(maltrato prenatal, síndrome de Münchaussen por poderes, abuso sexual.) se
notificará de modo verbal y por escrito a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales,
aportando los informes técnicos pertinentes, y, en su caso, al Juez de Guardia,
mediante el parte de lesiones.
d) En los casos de urgencia, en los que se estima que peligra la integridad del menor,
se notificará de forma inmediata a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales,
Autoridad Judicial o Ministerio Fiscal, sin menoscabo de que los propios servicios
sanitarios garanticen la atención inmediata que el menor requiera (tratamiento de
lesiones, ingreso hospitalario, apoyo emocional, protección policial.)

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VII. Consejería de Asuntos Sociales.


Corresponde a la Consejería de Asuntos Sociales, a través de la Entidad Pública
competente (Delegación Provincial), iniciar un procedimiento de protección cuando
tenga conocimiento de una posible situación de desamparo, sin perjuicio de la
adopción de las medidas inmediatas de atención que el menor requiera:
- Cuando la Consejería de Asuntos Sociales, a través de sus Delegaciones
Provinciales, detecte la existencia de circunstancias que impliquen un riesgo para el
desarrollo personal o social de los menores, habrá de ponerlo en conocimiento de los
Servicios Sociales para que comprueben la situación del menor y en su caso
intervengan conforme a sus competencias, para evitar que se produzca la situación de
desprotección.
- Si con la intervención de los Servicios Sociales y otros recursos disponibles no se
consigue un cambio positivo y suficiente en el comportamiento y actitud de los padres,
tutores o guardadores y los menores se mantienen privados de la necesaria asistencia
moral o material, el órgano competente de la Administración de la Junta de Andalucía,
ponderando la concurrencia y gravedad de los indicadores de desprotección
existentes, habrá de declarar la situación de desamparo y asumirá su tutela.
- Cuando la Delegación Provincial de Asuntos Sociales tenga conocimiento de que
existen circunstancias que ponen en grave riesgo la integridad física o psíquica de un
menor se podrá declarar la situación provisional de desamparo como medida cautelar.
- Para la ejecución de la medida protectora se recabará el auxilio y la colaboración
policial en aquellos casos en que se prevea que puede haber oposición violenta por
parte de los padres o cuidadores y, si fuese necesario, el auxilio judicial para que se
autorice la entrada en domicilio, todo ello en orden a proceder a la ejecución forzosa
del acto administrativo.
- Si se han detectado indicios de un presunto delito se deberá poner siempre en
conocimiento del Ministerio Fiscal, y, en su caso, si procede, en conocimiento del
Juzgado mediante la oportuna denuncia.
- La aplicación de la medida de protección exigirá un seguimiento personalizado de la
situación y evolución de los menores y su familia, en coordinación con los Servicios
Sociales, y habrá de adaptar en cada momento el ejercicio de la medida de protección
al desarrollo y a las necesidades psicosociales de los menores, prevaleciendo el
superior interés de los mismos, y planificando el conjunto de la intervención con el
objetivo último de la integración definitiva en un contexto familiar y social normalizado.
- A los menores sujetos a medidas de protección se les garantizará la adecuada
continuidad afectiva y social que sea beneficiosa para su desarrollo personal, así como
la atención educativa individualizada, la preservación de su intimidad e imagen, la
atención sanitaria adaptada a sus circunstancias, evitando exploraciones repetitivas e
intrusivas, y a la adecuación de los procedimientos administrativos o judiciales para
evitar su revictimización.

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PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN SANITARIA


EN CASOS DE MALTRATO INFANTIL

La OMS plantea una estrategia de prevención de la violencia y en particular del


maltrato infantil basada en un enfoque de salud pública y de efectividad de las
intervenciones. Este enfoque se define en cuatro pasos:

1. Definir la magnitud del problema a través de su vigilancia


2. Analizar los factores de riesgo y los grupos de riesgo
3. Evaluar las intervenciones para identificar las evidencias científicas
4. Aplicar ampliamente aquellas intervenciones que funcionan

La dimensión del maltrato abarca aspectos físicos, psicológicos, sociales legales, etc.,
por tanto el abordaje de este problema debe hacerse en equipo, de forma,
interdisciplinar e intersectorial, coordinada y centrada en el interés superior del menor.
Una niña o un niño que está sufriendo malos tratos está viviendo un acontecimiento
traumático que puede tener efectos sobre su salud y desarrollo evolutivo. Los
profesionales del ámbito sanitario con su intervención se convierten en un recurso
clave para iniciar su proceso de recuperación.

La consideración de las personas menores como sujetos de derechos y la actuación e


implicación profesional ante situaciones de riesgo o sospecha de maltrato contribuye a
la consolidación de una cultura general del buen trato a la infancia.

Desde el ámbito sanitario hay capacidad para impulsar la promoción de la


parentalidad positiva y las competencias parentales, favorecer la coordinación
intersectorial y realizar la detección precoz, identificación y notificación de situaciones
de sospecha o certeza de malos tratos a la infancia y a la adolescencia. La prevención
y atención al maltrato debe ir orientada a potenciar la resiliencia de los menores, a
fomentar en los padres, madres o tutores el ejercicio positivo de la parentalidad,
reconociéndolos como los principales responsables del niño o niña, y prevenir o evitar
las secuelas a corto y largo plazo que ocasiona este grave problema. La intervención
en casos de menores victimas de malos tratos precisa además de una continuidad
asistencial.

Ante la presencia de factores de riesgo los profesionales deben dirigir sus actuaciones
a evitar una posible situación de maltrato a través del apoyo a la familia, fomentando
las habilidades parentales en el cuidado de los menores, proporcionando las ayudas
sociales necesarias (a través de los trabajadores sociales de salud) y reorientando
hacia estrategias de buen trato.

Cuando existe sospecha de maltrato, o éste es evidente, la atención correcta y la


protección de los menores debe gozar de máxima prioridad y se debe asegurar que
prevalezca siempre el interés superior del menor sobre cualquier otro interés legítimo,
informando a los organismos competentes de la administración de la Junta de
Andalucía en materia de protección de menores, la Autoridad Judicial o el Ministerio
Fiscal.

Este protocolo considera a los hijos e hijas de las madres víctimas de violencia de
género como víctimas singulares de esta violencia, por vivir en un entorno de
violencia y miedo en lugar de un ambiente protector y seguro, y porque sus derechos
son vulnerados. El conocimiento de este tipo de situaciones debe ir acompañado de
una evaluación de los menores y de una derivación y atención por equipos
especializados que garanticen una intervención adecuada. Igualmente, se prestará

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especial atención a mujeres embarazadas víctimas de violencia de género ante


posibles repercusiones en el feto y riesgo de maltrato prenatal.

La tipología de maltrato ha sufrido variaciones en las distintas épocas y en función de


los diferentes contextos socioculturales.

Internacionalmente y en trabajos del Observatorio de la Infancia del Ministerio de


Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, se reconocen cuatro tipologías básicas de
maltrato infantil:

1. Maltrato físico
2. Maltrato emocional
3. Negligencia
4. Abuso sexual

El Sistema de Información sobre el Maltrato Infantil de Andalucía10 , establece


además los siguientes tipos: corrupción, explotación, maltrato prenatal, retraso no
orgánico en el crecimiento, Síndrome de Munchaüsen por poderes y maltrato
institucional.

De acuerdo con Save the Children, este protocolo considera la exposición a la


violencia, especialmente la violencia de género, como un tipo de maltrato.

Considerando el contexto de la violencia en el maltrato infantil, puede haber un


Maltrato Intrafamiliar, en el que las personas menores son maltratadas por personas
de su familia. Si las personas maltratadoras son al mismo tiempo los cuidadores o
cuidadoras principales, las personas menores están o pueden estar en una situación
de desprotección y requiere intervención sanitaria y social urgente.

Si las personas maltratadoras son familiares pero no son los cuidadores o cuidadoras
habituales, las personas menores están en una situación habitualmente de protección
quedando en desprotección al coincidir con la persona maltratadora. Estos casos
requieren intervención sanitaria y social para garantizar la protección siempre.

Cuando el maltrato se produce por personas que no pertenecen a la familia, existe un


Maltrato Extrafamiliar. Los padres y/o tutores son los responsables de garantizar la
protección del menor. Requiere intervención sanitaria y/o social.

PREVENCIÓN

Cualquier actividad asistencial de salud representa una oportunidad única para realizar
actividades de prevención de maltrato infantil que pueden estar integradas en la
práctica habitual.

Abarca desde la promoción de factores protectores, el fomento de la educación


afectiva y buen trato, las competencias en parentalidad positiva y habilidades
parentales, hasta el reconocimiento de los factores de riesgo y el diseño de programas
específicos para el seguimiento de personas menores en situación de riesgo.

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Estrategia de prevención primaria:

Está dirigida a la población general con el objetivo de evitar la presencia de factores de


riesgo y potenciar los factores protectores. Incluye actividades realizadas por el equipo
de salud (profesionales sanitarios y trabajadores sociales) en cooperación con
otros sectores y agentes sociales, contempladas en procesos asistenciales, programas
de salud y cartera de servicios de los centros sanitarios de Andalucía.

- Fomentar la cultura del buen trato, promoción de los derechos de la infancia y


espacios de paz
- Promoción de entornos libres de violencia.
- Sensibilización y formación de profesionales de Atención Primaria y Hospitalaria en la
detección y prevención del maltrato infantil a través de la creación de redes de
profesionales.

Se está llevando a cabo en el Sistema Sanitario Público de Andalucía, con la creación


de Red de Salud y Buen Trato a la Infancia y Adolescencia www.redsabia.org y
programa de sensibilización y formación en distintos centros sanitarios.

El Observatorio de la Infancia de Andalucía realiza un amplio programa formativo


dirigido a profesionales.

- Intervenir en foros comunitarios de educación para la salud incrementando las


habilidades de madres y padres en el cuidado de los hijos e hijas, en las relaciones
educativas y afectivas que se establecen en su relación:
• Sesiones de preparación al parto (Proceso embarazo, parto y puerperio) y a la
paternidad y maternidad. Proyecto de humanización perinatal.
• Promoción del apego y parentalidad positiva a través de distintos planes y
programas: Programa de Salud Infantil y Adolescente de Andalucía (PSIA-A);
proyecto Dédalo, Ventana Abierta a la Familia
(www.juntadeandalucia.es/salud/ventanafamilias), Escuelas de padres, en
colaboración con otros centros comunitarios…
• Prevenir el embarazo no deseado, principalmente en mujeres jóvenes,
mediante:
La educación sexual en centros escolares. Forma Joven. Estrategia nacional
de salud sexual y reproductiva
• El programa de salud infantil y adolescente de Andalucía (PSIA-A).
• Facilitar recursos de planificación familiar. Teléfono de Salud Sexual y
Reproductiva 900 850 100.

- Utilizar “guías anticipadoras”, para comunicar a cada edad específica los


requerimientos del niño o niña, reconocer los periodos críticos o las dificultades que
entraña cada etapa, brindar orientación práctica en cuanto al establecimiento de
disciplina constructiva y promover la estimulación del niño y el crecimiento emocional
estable. (PSIA-A)

- Educación sexual, educación en valores, a través de materiales educativos


específicos y de actividades programadas.

- Otras estrategias comunitarias que se establezcan desde el SSPA.

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Detección precoz de situaciones de riesgo o Prevención Secundaria

Está dirigida a la población de riesgo con el objetivo de reducir daños y atenuar o


revertir los factores de riesgo presentes, potenciando los factores protectores. Incluye
actividades realizadas por el equipo de salud (profesionales sanitarios y trabajadores
sociales) contempladas en procesos asistenciales, programas de salud y cartera de
servicios de los centros sanitarios de Andalucía:

1. Programa de seguimiento con visitas domiciliarias realizada por Equipo de Atención


Primaria (Enfermería, Trabajo Social, Medicina General, Pediatría…) a familias en
situación de riesgo (madres con bajo nivel socioeconómico, familias monoparentales,
madres adolescentes..) desde la etapa prenatal hasta los 2 años de vida del niño o
niña, con una frecuencia y duración apropiadas y con un contenido definido
previamente para cada familia.

Existe un nivel de evidencia alto en la efectividad de estos programas para reducir la


incidencia de maltrato infantil, así como en la prevención de acciones criminales en las
madres y consumo de drogas.

2. Rechazo al castigo físico y formación a las familias en métodos alternativos de


disciplina.

3. Ofrecer recursos a los miembros de familia en situaciones de riesgo, para educar


en el “manejo del enfado y la ira”, resolución de conflictos, o programas de prevención
de servicios sociales (mediación familiar, conflictos intergeneracionales).

4. Observación de factores de riesgo y factores protectores desde el primer contacto


de los menores con el Sistema Sanitario Público de Andalucía, con la apertura de la
historia clínica y actualizando la información en visitas sucesivas. (Programa de Salud
Infantil de Andalucía)

5. Ofrecer recursos de Salud Mental para diagnóstico, tratamiento, seguimiento y


recuperación a padres y madres y/o cuidadores con trastornos mentales.

6. Ofrecer recursos de prevención y deshabituación a drogas y alcohol u otras


sustancias, a padres y madres con hijos e hijas menores, con adicciones o riesgo de
padecerlas.

7. Ofrecer a las familias que lo precisen todos los recursos comunitarios de ayuda
psicológica a adultos y menores, social, programas de apoyo a las familias, laboral o
económica.

8. Colaborar con los servicios sociales comunitarios en la definición de objetivos,


planes, estrategias y ayudas definidas para cada familia de riesgo.

9. Adecuar las visitas del programa de salud infantil en aquellos menores en situación
de riesgo, realizando un seguimiento cercano de las familias y estableciendo objetivos
específicos de educación sanitaria, que permita aumentar su capacidad y habilidad
para cuidar a su hijo o hija y modificar actitudes o creencias sobre disciplina y
necesidades psicoafectivas, incidiendo en métodos positivos de disciplina constructiva
y estimulación del afecto y cariño entre padres y madres e hijos e hijas.

10. Participar en actividades grupales y/o comunitarias, como por ejemplo Escuelas de
Padres y Madres.

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11. Coordinación con Servicios Sociales a través de la Unidad de Trabajo Social


U.T.S.

Estrategia de prevención terciaria

La prevención terciaria está dirigida a personas menores víctimas de maltrato o abuso


sexual, con el objetivo de reducir secuelas y evitar proceso de revictimización. La
intervención ante casos de maltrato infantil debe gozar de máxima prioridad, ha de ser
planificada y coordinada y, en la medida de lo posible, debe respetar la continuidad de
la historia familiar y personal de las personas menores.

Son fundamentales las medidas que garantizan la coordinación de las actuaciones de


las instituciones competentes respecto a la atención global (Educativo, Sanitario,
Policial, Social y Judicial) a las víctimas de maltrato infantil en las siguientes áreas
básicas de intervención social: Detección, Notificación, Evaluación, Intervención y
tratamiento, Seguimiento y Recuperación.

Todas las actuaciones deben mitigar los procesos de victimización secundaria,


inspirándose en el principio de mínima intervención, evitando actuaciones repetitivas, y
con criterios de celeridad, especialización, coordinación e interdisciplinariedad.

DETECCIÓN

Detectar significa reconocer o identificar la existencia de una posible situación de


maltrato infantil. Es la primera condición para poder intervenir en estos casos y
posibilitar la ayuda a la familia y al menor. La detección debe ser lo más precoz posible
y tiene que incluir aquellas situaciones donde existe maltrato, la simple sospecha de
maltrato y también aquellas situaciones de riesgo en las que pueda llegar a producirse.
Se basa en la identificación de indicadores de sospecha.

La detección de un caso de maltrato infantil debe implicar la valoración de los demás


menores que conviven en el medio, ya que también están en riesgo de padecerlo.

Las fuentes de detección son la población en general y profesionales que están en


contacto con el menor: servicios sociales comunitarios, educadores, personal sanitario,
policías, monitores de tiempo libre, etc. El SSPA ofrece distintas oportunidades que
resultan privilegiadas para conocer las circunstancias personales y familiares de los
menores: control del embarazo, preparación al parto y nacimiento, revisiones del
programa de salud infantil y adolescente, consultas a demanda, atención a menores
con enfermedad crónica, hospitalizaciones…

Se considera indicador de sospecha de maltrato aquellos signos y síntomas que


presentan los menores cuando no reciben el trato que necesitan. Los indicadores son
signos de alarma que deben alertar de la posible presencia del maltrato. Las
categorías de indicadores son:

1. Verbalización del menor o de otra persona, lesiones o daño orgánico o emocional


detectados en la entrevista y exploración de la persona menor de edad.
2. Indicadores que podemos detectar en la conducta del menor
3. Indicadores en el comportamiento de los familiares, cuidadores o responsables
legales del menor.

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Cuando un profesional de salud identifica en un menor la presencia de indicadores de


sospecha de maltrato debe:

1. Realizar una anamnesis o entrevista en el contexto de la exploración general con


preguntas abiertas para intentar identificar o definir cuál es el problema o concretar el
mecanismo de producción de lesiones o contextualizar el origen de los indicadores
detectados.

A veces, puede ser necesario realizar una entrevista más exhaustiva tanto a los
familiares, progenitores como al propio menor, en estos casos hay que valorar la
conveniencia y preferencia de las personas menores de estar o no acompañados y
adaptar la comunicación a su nivel de comprensión. Es importante evitar juicios de
valor, desaprobación o censuras y, por el contrario, manifestarles apoyo y protección
a los niños, niñas o adolescentes.

Por parte de los profesionales es fundamental reconocer durante la entrevista otros


signos y síntomas compatibles con maltrato infantil y realizar una escucha activa,
anotando literalmente los comentarios de las personas menores.

2. Transmitir a las personas menores el interés por lo que les pasa, asegurarles que el
objetivo de las intervenciones que se van a llevar a cabo es intentar reconducir la
situación en la que viven, es importante informarles de los procedimientos que se van
a llevar a cabo, la naturaleza de las exploraciones, las molestias que éstas pueden
acarrearles y manifestarles que no se les engañará ni se hará nada en contra de su
voluntad.

3. Valorar en equipo la situación, datos de su entorno y antecedentes de interés. El


equipo está constituido por los diferentes profesionales y especialitas que han
intervenido o intervienen en su asistencia.

4. Establecer la conveniencia de informar a los padres de la sospecha de maltrato.


Informarles, una vez que se tiene orientado el diagnóstico diferencial, y
preferiblemente dentro de una estrategia acordada con Unidad de Trabajo Social de
salud y los profesionales que participan durante la intervención.

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PRIMERA ATENCIÓN

El abordaje del maltrato infantil debe ser integral, incidiendo sobre el conjunto de
carencias, problemas y necesidades biopsicosociales del menor, y debe mantenerse
en el tiempo dando respuesta a nuevas necesidades que puedan surgir. Se debe crear
un clima básico de confianza y de ayuda que favorezca la expresión de sus
emociones, sentimientos y pensamientos.

Durante todo el proceso se deben facilitar las medidas de protección necesarias,


respetando y promoviendo la garantía de los derechos de la infancia. El proceso de
recuperación debe iniciarse desde el mismo momento que contacta con el Sistema
Sanitario.

1. La atención debe estar centrada en la persona menor como sujeto protagonista (por
encima de otras consideraciones, dudas o mitos).

2. Atención en condiciones y en instalaciones acordes a la edad, desarrollo evolutivo y


características de las personas menores respetando su intimidad, dignidad y
confidencialidad.

3. La exploración física debe hacerse lo antes posible, siempre antes de 48-72 horas
después de haber ocurrido el posible episodio de maltrato o de haber sido verbalizado,
para evitar que desaparezcan muestras biológicas (semen, pelos, sangre, etc.) o que
cicatricen las posibles lesiones.

4. Asistencia sanitaria que coordine a los diferentes especialistas en un solo acto,


tomando imágenes de las lesiones, muestras para análisis y garantizando la cadena
de custodia en las muestras de interés médico-legal.

5. Medidas que permitan garantizar la protección alejando a personas menores del


foco de violencia, incluso facilitando un ingreso hospitalario de forma cautelar.

6. Coordinación de las actuaciones preventivas, terapéuticas y de intervención social.

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Se considera riesgo vital cuando existe riesgo de muerte, pudo haberlo existido o
podría existir, si se repitiera o continuara produciéndose la situación de maltrato;
cuando existe grave impacto para la salud del menor por la presencia de lesiones o
enfermedades que requieren tratamiento hospitalario o pueden dejar secuelas, cuando
existe trastorno psíquico grave y/o riesgo de suicidio.

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Los criterios para determinar la urgencia de la intervención son la gravedad inicial del
incidente (en función del tipo de maltrato, de la gravedad de la lesión o del impacto
para la salud y de la vulnerabilidad del menor) y la probabilidad de que vuelva a
repetirse (accesibilidad del maltratador, historia de cronicidad, características del
funcionamiento familiar…)

Se consideran situaciones de riesgo de desprotección aquellas en las que existan


carencias o dificultades en la atención de las necesidades básicas que los menores
precisan para su correcto desarrollo físico, psíquico y social. La apreciación de la
situación de riesgo conllevará la puesta en marcha de un programa de intervención
social individual temporalizado que recogerá las actuaciones y recursos. Este
programa está dirigido por los servicios sociales comunitarios y precisa la colaboración
de los demás sectores que conforman el sistema de atención social a la infancia.

Se procederá al ingreso hospitalario cuando se cumplan algunos de los siguientes


criterios:
• Necesidad de protección de la víctima mientras se determina la medida más
adecuada al interés del niño o niña
• Cuando existe gran afectación psicológica.
• Cuando hay necesidad de establecer o confirmar el diagnóstico de maltrato
• Realización de exploraciones complementarias.
• Observación controlada de actitudes parentales (Ej. Síndrome de Munchaüsen
por poderes) Según la gravedad del caso y que se valore la existencia de
riesgo vital o riesgo de desprotección para el menor, se actúa según un
procedimiento de actuación ordinario o un procedimiento de urgencia.

Procedimiento ordinario
Se inicia en los casos en los que hay indicadores de sospecha, pero no existe riesgo
vital ni desprotección.

En el ámbito sanitario, estos casos pueden detectarse en los diferentes niveles de


atención, primaria u hospitalaria. Si es necesario traslado al hospital para valoración
por especialistas, se contactará con Pediatra de Guardia del centro hospitalario con el
fin de agilizar la atención y realización de pruebas complementarias pertinentes.

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En todos los casos se ponen en conocimiento de la Unidad de Trabajo Social (UTS) de


Salud, se hace un seguimiento por parte del profesional de salud y una valoración del
entorno, estudio social, entrevistas, etc… y después de un estudio de campo y según
se valore el diagnóstico diferencial y el impacto para el estado de salud orgánico y
psicológico, se plantea por parte del Equipo la cumplimentación de la Hoja de
detección y notificación del maltrato infantil (desarrollado en el apartado de
notificación), además de los informes que pudieran ser oportunos.

En este proceso es clave la participación de la Unidad de Trabajo Social del centro


sanitario en las siguientes actuaciones:

• Entrevistas al menor y sus familiares.


• Recabar antecedentes socio-familiares e integrar la información sobre el menor
y su familia procedente de otras áreas (servicios sociales, educación, salud…)
• Coordinar la intervención sanitaria con la de otras instancias que tengan un
papel significativo sobre el funcionamiento del núcleo familiar (Servicios
Sociales Comunitarios, Servicio de Protección de menores o Unidades de
Tratamiento Familiar) Valorar junto con otros profesionales sanitarios, las
características del contexto familiar y la interacción de los factores de riesgo y
de protección para la adopción de medidas más adecuadas al interés superior
del menor.
• Proponer a la familia activos y recursos comunitarios y programas de apoyo
que promuevan el cambio de las circunstancias familiares y coordinar la
movilización de estos para asegurar la continuidad de la intervención integral e
intersectorial.
• Acordar conjuntamente con el menor y su familia el “Plan de salud familiar” . En
los casos de Violencia de género, actuar según el Protocolo de Violencia de
Género y en coordinación con el resto de profesionales.

En Atención Primaria pueden incrementarse los controles de salud en aquellos


menores con sospecha de maltrato. Desarrollar programas de seguimiento específico,
planes de observación de enfermería en los que se incluirán a todos los menores
convivientes del núcleo familiar. Se prestará asesoría y atención si la requieren a otros
adultos del entorno que también pueden ser víctimas de violencia.

En Atención Hospitalaria, pueden requerir un seguimiento en el hospital aquellos


casos dudosos que por las características de los indicadores, de las lesiones o
mecanismos de producción de las mismas hacen necesario continuar el estudio de
salud de estos menores. Es fundamental establecer un sistema o circuito por el que se
conozca la evolución de los casos, con el objetivo de mejorar las actuaciones que se
consideren deficitarias o incompletas.

Realizar el diagnóstico social del caso y los informes técnicos que faciliten la
intervención de otras instancias competentes en protección de menores. • Mantener el
seguimiento sobre el funcionamiento familiar y el grado de colaboración de los padres
con los profesionales que intervienen. • Prevención del maltrato infantil y promoción
del buen trato.

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Procedimiento de urgencia

Se inicia en los casos en los que existe riesgo vital, negación de asistencia médica
por parte de los responsables del menor, cuando se precisa valoración urgente y/o
cuando no está garantizada la protección de la persona menor.

Se precisa valoración urgente en todos los casos que presentan riesgo vital, en
agresiones sexuales recientes debiendo ser valorados en un plazo inferior a 72 horas,
en casos de abuso sexual crónico con la última agresión reciente, ante síntomas
recientes que hagan sospechar abuso sexual, si existe riesgo de pérdida de pruebas,
necesidad de evaluación por otros especialistas, necesidad de evaluación por médicos
forenses y/o necesidad de tratamiento.

Cuando el caso que requiere un procedimiento de urgencia se detecta por parte de


profesionales de Atención Primaria de Salud se traslada al hospital de referencia y se
comunica con Pediatra de urgencia, favoreciendo una atención coordinada e
inmediata.

Si el caso se detecta en un centro hospitalario se comunicará a la unidad de Pediatría


y se procederá a la aplicación del protocolo intrahospitalario: exploración coordinada y
en condiciones adaptadas, notificación telefónica al juzgado de Guardia a través del
Parte al Juzgado de Guardia, y exploración y toma de muestras, si procediera, por
parte de forenses o policía judicial, cuando es necesario).

Se cumplimentará la Hoja de detección y notificación del maltrato infantil en los casos


que procede (desarrollado en el apartado de notificación).

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ASISTENCIA

Las actuaciones clínicas, psicológicas y sociales del maltrato infantil consisten en:

A. Tratamiento de lesiones físicas o complicaciones derivadas de la situación de


maltrato

• Tratamiento médico-quirúrgico de las lesiones, enfermedades o trastornos derivados


del maltrato. • Valorar la necesidad de profilaxis de enfermedades infecciosas. • En
casos de abusos sexuales, además se valorará la indicación de anticoncepción de
urgencia o interrupción voluntaria de embarazo. • Satisfacer las necesidades básicas
y subsanar las carencias de estimulación, afectivas, educativas o nutricionales: evitar
excesos o alimentación inapropiada, que ocasionan los síntomas o problemas de su
salud, mediante el aporte de los nutrientes necesarios y el establecimiento de una
dieta variada y equilibrada. Capacitar a los progenitores o cuidadores de los menores
para establecer una dieta adecuada .

B. Tratamiento de daño psicológico

• Asistencia psicológica especializada inmediata si la persona menor lo requiere;


imprescindible en todos los casos de abuso sexual. • Facilitar al menor los recursos de
tratamiento psicológico especializado que necesite; sobre todo en casos de abuso
sexual. Aplicar tratamiento psicoterapéutico que necesite para aminorar el daño
producido a través de las Unidades de Salud Mental InfantoJuvenil o de Equipos
especializados. • Orientar al menor y progenitores sobre los recursos y el apoyo
psicológico y educativo. Valorar la derivación a otros recursos.

C. Tratamiento del entorno

• Entrenar a los progenitores o cuidadores de los menores en habilidades de


estimulación, cuidados y pautas psicoeducativas que satisfagan las carencias
detectadas durante la intervención. • Valorar las necesidades de la familia y la
derivación a los programas o especialistas que precisen: Salud Mental, Programa de
tratamiento con Metadona, Programas de Apoyo a Familias.

• Alejar del foco de violencia. Ejemplos: Ingreso hospitalario si es necesario,


implicación de otros familiares. • Acordar con el menor y familiares, un “Plan de salud
familiar ” para recuperar su proyecto vital. • Atención en situaciones de Violencia de
Género según Protocolo de Violencia de género

NOTIFICACION

Notificar es transmitir o trasladar información sobre el supuesto caso de riesgo, de


sospecha o de maltrato infantil comprobado, sobre su familia y sobre el propio
informante. Es una condición necesaria para posibilitar la intervención para mejorar las

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condiciones de las personas menores y su familia y una obligación legal y ética del
profesional.

La notificación ha de hacerse ante la sospecha de cualquier situación de


desprotección o maltrato, no es necesaria la certeza.

Ha de informarse (notificación) de los indicadores de desprotección y/o de delito a la


Entidades competentes, mediante distintos instrumentos:

• Hoja de Detección y Notificación del Maltrato Infantil,


• Parte al Juzgado de Guardia de Comunicación de Asistencia Sanitaria por
Lesiones, que pueden acompañarse de envío de Informes y coordinación
telefónica.

Estos instrumentos son de uso exclusivo para profesionales, por ello, para facilitar la
comunicación y/o denuncia de la ciudadanía de posibles situaciones de maltrato
infantil, se establece en Andalucía la línea de teléfono: 900 851 818. Y para las
personas menores de edad, se pone en marcha la Línea de ayuda a la Infancia con el
número 116111.

1. Notificación a Servicios Sociales (indicios de riesgo y/o desamparo).

De conformidad con lo dispuesto en el Decreto 3/2004, de 7 de enero, se establece en


el Sistema de Información sobre Maltrato Infantil de Andalucía, la Hoja de Detección y
Notificación como un instrumento para la recogida y transmisión de información sobre
los casos detectados de maltrato infantil.

Se notifica a través de la Hoja de detección y notificación del maltrato infantil, las


situaciones de maltrato imputables a los propios progenitores o personas encargadas
del cuidado del menor, ya sea en el ámbito familiar o institucional. También se
considera maltrato infantil los casos de abuso sexual cometidos por menores de 18
años, cuando sean significativamente mayores que el menor-víctima (con una
asimetría de edad en torno a 4 a 6 años de diferencia) o cuando estén en una posición
de poder o control sobre él o ella, por ejemplo cuando el maltrato se comete por un
grupo de menores o mediante el empleo de amenazas o violencia física).

La Hoja de Detección y Notificación puede ir acompañada o precedida de otros cauces


de información cuando se estime oportuno (Informes asistencial por teléfono, fax, etc.).
El uso de la Hoja de detección y notificación promueve la coordinación
interinstitucional, la recogida sistemática de información y aumenta la eficacia en la
toma de decisiones para la protección del menor y la mejora de las condiciones
familiares y ambientales.

Las hojas de notificación realizadas en el ámbito sanitario, a través de la UTS, deben


dirigirse a:

1. Una copia se guarda en la Historia Clínica del menor.

2. Las otras dos copias dependiendo de la gravedad, se enviarán a:

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- Los Servicios Sociales Comunitarios de la persona menor, en los casos leves y
moderados - La Delegación Territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales en los
casos graves.

La tercera copia de la hoja se envía sin cumplimentar (la cumplimentan profesionales


de los Servicios Sociales Comunitarios o Delegación Territorial de Igualdad, Salud y
Políticas Sociales).

La Web SIMIA facilita a los profesionales que dispongan de certificado digital, la


creación, cumplimentación informática e impresión de una Hoja de Detección y
Notificación, así como su envío automático, para los casos que se consideren graves,
a los Servicios de Protección de Menores. Desde la web, los profesionales tienen
acceso al manual de instrucciones para la cumplimentación de la Hoja, pueden
consultar las hojas notificadas y visualizar los documentos asociados a una Hoja
específica.

A la Web SIMIA puede accederse desde el Portal de la Junta de Andalucía, a través


del siguiente enlace: https://ws058.juntadeandalucia.es/simia/

Para problemas técnicos, existe un Centro de Atención a Personas usuarias cuyo


teléfono es 955049070, permanece operativo de lunes a jueves de 8 a 15 horas y de
16 a 19 horas, los viernes de 8 a 15 h.

2. Notificación al Juzgado

El Decreto 3/2011, de 11 de enero, crea y regula el modelo de parte al Juzgado de


Guardia para la comunicación de asistencia sanitaria por lesiones. Se comunica la
asistencia sanitaria por lesiones que pueda motivar una posible causa judicial. Esta
comunicación se realiza a través del Parte al Juzgado de Guardia. Se cumplimenta por
personal facultativo, tras la asistencia sanitaria inicial, por el cual se pone en
conocimiento del Juzgado de Guardia la existencia de lesiones en una persona, la
acción causante de las mismas, pronóstico y, en su caso, otros datos relacionados con
los hechos que motivan la asistencia sanitaria, también se puede emplear para
comunicar al Juzgado las manifestaciones que hace el menor o sus familiares y que
pueden motivar una causa judicial.

Este decreto define lesión como todo daño o detrimento de la integridad física o mental
de una persona causado por cualquier medio o procedimiento que pueda motivar una
posible causa judicial, bien porque la persona lesionada lo declare o porque haya
signos o síntomas claros para sospecharlo.

A través del Portal Salud: http://www.juntadeandalucia.es/salud encontrará más


información sobre el Parte al Juzgado de Guardia, así como los modelos para poder
cumplimentarlos e imprimirlos.

En el Parte al Juzgado de Guardia, se podrán adjuntar fotografías de las lesiones,


previo consentimiento de la persona atendida si tiene más de 16 años o, en su caso,
por su representante legal, según modelo normalizado del Decreto 3/2011 de
Comunicación de Asistencia Sanitaria por Lesiones. Dicho modelo consta de original y
dos copias. El original se remite al juzgado junto a las fotografías, la primera copia se
entrega a la persona interesada y la segunda copia se incorporará a la historia clínica.

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Se debe poner en conocimiento del Juzgado de Guardia mediante comunicación
telefónica cuando existe una situación de emergencia, cuando los padres o tutores
legales se niegan a la asistencia necesaria, y cuando se considera necesaria la
presencia de Médico o Médica Forense, como ocurre cuando se sospeche la posible
existencia de lesiones, según las manifestaciones del menor o sus familiares o,
cuando por las características del maltrato, puede ser necesaria la obtención y
tramitación de muestras biológicas para estudio de ADN ( en casos recientes: han
pasado menos de 48-72 horas) y en casos de riesgo vital extremo.

3. Notificación al Ministerio Fiscal

Se puede contactar telefónicamente (En apartado Recursos: Teléfonos de Fiscalías de


menores de Andalucía), por fax y a través del Juzgado de Guardia las 24 horas del
día.

Aporta al proceso de protección las siguientes competencias:

• Investigar hechos denunciados directamente ante la Fiscalía.


• Proponer al Juez medidas de protección cautelares, en los casos de urgencia, e
informar a la Entidad Pública Competente (Junta de Andalucía) para la adopción
posterior de la medida legal de desamparo.
• Asegurar que se preserve el derecho a la intimidad del menor y evitar procedimientos
dolorosos o superfluos
• Garantizar que las acciones penales y/o de protección acordadas preserven el
proceso de esclarecimiento de los hechos acontecidos y las necesidades ulteriores
que el menor requiera derivadas de los procedimientos antedichos (de tratamiento,
asistencia legal, separación familiar).
• Intervenir legalmente ejerciendo la acusación en los procesos penales por maltrato a
menores.
• Supervisar la situación de los menores con medidas de protección, conociendo, al
menos semestralmente, información actualizada de su situación personal.
• Iniciar actuaciones cuando el agresor es otro menor.

Cuando el maltrato es extrafamiliar, desde el ámbito sanitario se asesorará a los


padres o tutores legales, sobre conveniencia de poner denuncia y de la posibilidad de
tener el apoyo de los servicios sociales municipales, la policía o la oficina de ayuda a
las víctimas informando del Servicio de Asistencia a Víctimas (SAVA).

VALORACIÓN Y SIEGUIEMIENTO

Una vez realizada la primera atención y notificación de un caso de sospecha de


maltrato infantil y asegurado los mecanismos de protección, es necesario realizar una
valoración y seguimiento integral de la situación. Contemplará la valoración de las
posibles causas de los indicadores detectados, de las características del incidente,
los factores de vulnerabilidad infantil y las características de las personas cuidadoras
siendo recogido en un informe técnico e incluido en la historia clínica del menor y
debiendo aportar el informe a las instituciones competentes.

Requiere la colaboración de distintos profesionales y la constitución de un equipo


funcional de trabajo formado por personal facultativo y enfermería de atención primaria
y especializada que han intervenido en su asistencia, y de Trabajo Social de salud.

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Recogerán la información más relevante sobre el caso en base a elementos
fundamentales:

1. Historia social de salud


2. Examen de salud: existencia de indicadores físicos y comportamentales del menor y
en la conducta de sus acompañantes y cuidadores. Hay que tener en cuenta la
posibilidad de que la persona acompañante sea al mismo tiempo la persona agresora.
3. Pruebas complementarias: realización de pruebas, médico-legales o psicológicas,
para confirmar o realizar diagnóstico diferencial con otros procesos.

En Atención Primaria pueden incrementarse los controles de salud en aquellos


menores con sospecha de maltrato.

Desarrollar programas de seguimiento específico, planes de observación de


enfermería en los que se incluirán a todos los menores convivientes del núcleo
familiar.

Se prestará especial atención para detectar otras formas de violencia entre personas
del entorno, especialmente menores y mujeres que pueden estar sufriendo violencia
de género u otro tipo de violencia.

Si se detecta otras víctimas de violencia en el entorno, se procederá a la derivación,


valoración y atención concreta.

En Atención Hospitalaria, pueden requerir un seguimiento en el hospital aquellos


casos dudosos que por las características de los indicadores, de las lesiones o
mecanismos de producción de las mismas hacen necesario continuar el estudio de
salud de estos menores.

Es fundamental establecer un sistema o circuito por el que se conozca la evolución de


los casos, con el objetivo de mejorar las actuaciones que se consideren deficitarias o
incompletas.

Realizar el diagnóstico social del caso y los informes técnicos que faciliten la
intervención de otras instancias competentes en protección de menores.

Mantener el seguimiento sobre el funcionamiento familiar y el grado de colaboración


de los padres con los profesionales que intervienen.

Prevención del maltrato infantil y promoción del buen trato

Como modelo de buena práctica recomendable para favorecer la coordinación surge la


experiencia de las comisiones locales, constituidas por atención primaria, equipos de
salud mental, equipos de orientación educativa y psicopedagógica generales y de
atención temprana en educación infantil y primaria y los de departamentos de
orientación en Institutos de Educación Secundaria, policía local y servicios sociales
municipales.

Los Servicios Sociales Comunitarios y las Delegaciones Territoriales con competencia


en protección de menores realizan las actuaciones dirigidas a la evaluación social del
caso y el abordaje de la problemática sociofamiliar y la correcta atención del menor.

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Las Autoridades Judiciales y Fiscalía de Menores iniciarán el procedimiento
correspondiente y los profesionales sanitarios colaborarán mediante la aportación de
informes técnicos, y en algunos casos mediante comparecencia como testigos o como
peritos.

En los casos en que los padres o tutores legales sean imputables o exista riesgo de
desprotección o desamparo, las Comisiones Provinciales de Medidas de Protección
(compuestas, entre otros, por un representante del profesionales del Sistema
Sanitario Público de Andalucía), evalúan la situación del menor, la actitud y
recuperabilidad de las familias, declaran, en su caso, la situación legal de desamparo y
establecen las medidas de protección necesarias para los menores.

RECUPERACIÓN DEL PROYECTO VITAL

Cada uno de los diferentes profesionales sanitarios puede participar desde su


especialidad en la recuperación de un proyecto vital satisfactorio para el menor. Desde
medicina y enfermería se puede ayudarle a superar las carencias, enfermedades o
lesiones que presenta, a informar a la familia y al menor sobre los cuidados básicos,
educación y estilos de vida más saludables.

Los psicólogos pueden ayudar al menor a convivir o a superar su experiencia


traumática. Trabajadores Sociales aportarán una valoración continuada de la actitud y
de las actuaciones familiares, de la capacidad de protección del menor, a la vez que
orientan y coordinan los diferentes recursos.

La labor de profesionales sanitarios en la recuperación, debe centrarse en reorientar


a los niños, niñas y adolescentes para que encuentren la manera de aprender a crecer
con su experiencia traumática; a pesar de ella pero a partir de ella. Se intervendrá en
las fortalezas, las habilidades, la capacidad de crecimiento personal y las
oportunidades que tan terrible situación también conlleva, valorando, estimulando y
potenciando los activos o recursos para el desarrollo de estos menores.

Los principios básicos del proceso de recuperación son:

1. Haber logrado la protección del menor, es decir, debe encontrarse en un entorno de


buenos tratos y a salvo de prácticas maltratantes.
2. Encontrar esperanza de alcanzar una vida mejor y mantenerla, superar el miedo, la
humillación y la inseguridad. Conseguir que ningún niño o niña tenga que sacrificarse
voluntariamente a las prácticas maltratantes por proteger a otros o para que se
mantenga la estabilidad familiar.
3. Re-establecimiento o establecimiento de una identidad positiva.
4. Valorar las potencialidades y recursos del niño o niña, fortalecer la confianza en sí
mismo/a y su autoestima, es decir, que tome conciencia de su propio valor. Fomentar
su autonomía respetando su singularidad. Favorecer medidas de autoprotección.
5. Incentivar la empatía, reciprocidad, la capacidad ética, la solidaridad para que
pueda relacionarse de una forma constructiva basada en el respeto hacia sí mismo,
hacia los demás y hacia el entorno.
6. Construir una vida con sentido donde la capacidad de esfuerzo y de hacer
proyectos, de tener metas, ocupe un lugar relevante. Integrada en la sociedad en la
forma correspondiente a su edad.
7. Adaptado a su periodo evolutivo, asumir responsabilidades ante los límites y normas
sociales que aseguran el buen trato hacia sí mismo y hacia los demás.
8. Fortalecer la sensación de poder y de control sobre su entorno y su vida.

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En el proceso de recuperación hay que subrayar la importancia vital del apego y la
palabra. La recuperación no se construye sola, sino gracias a los fuertes vínculos de
afectos que se han tejido a lo largo de toda la vida y es el amor hacia el niño o niña lo
que va hacer que consiga recuperarse, rehacerse y crecer aprendiendo en este arduo
proceso.

Desde el ámbito sanitario, el proceso de recuperación requiere la colaboración del


equipo de salud y la coordinación con referentes de Salud Mental y profesionales de
Servicios Sociales que permitan a través de programas específicos ayudar a los
menores a recuperar su proyecto vital.

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