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Tema 48. Ley de los derechos y atención al menor. Maltrato al menor, detección
y tratamiento desde el trabajo social sanitario en atención primaria y
hospitalaria.
Las Administraciones Públicas de Andalucía velarán para que los menores gocen en el
ámbito de la Comunidad Autónoma de todos los derechos y libertades que tienen
reconocidos por la
Artículo 3. Principios.
1. Primará el interés superior del menor frente a cualquier otro interés legítimo.
7. Se promoverán las iniciativas sociales cuya labor suponga facilitar las condiciones
adecuadas al ejercicio de los derechos de los menores.
Las autoridades o responsables de todos los centros facilitarán al Defensor del Menor
toda la información que se les recabe.
Artículo 5. Identificación.
Igualmente, fomentarán que los medios de comunicación social en sus difusiones para
menores resalten los valores democráticos y solidarios, con especial atención al
respeto a la propia dignidad humana.
Del tiempo máximo que puedan dedicar a la publicidad los medios televisivos, sólo
podrá emplearse hasta un veinte por ciento para inserciones dirigidas a los menores.
Artículo 9. Integración.
Los padres, o tutores de los menores, serán informados de los motivos de la atención,
de la gravedad de los procesos, de las medidas sanitarias y tratamientos a seguir, y
tendrán derecho al acompañamiento del menor durante el máximo tiempo posible,
siempre que no afecte a la actividad realizada por los profesionales.
Para la realización de cualquier intervención que suponga un riesgo para la vida del
niño, se recabará el previo consentimiento de los padres o tutores en los términos
establecidos en la legislación vigente. En el caso de negativa de los padres o tutores,
primará el interés del niño.
4. Los menores tienen derecho a estar acompañados por sus padres, tutores,
guardadores u otros familiares, durante su atención en los servicios de salud, tanto
especializados como de atención primaria.
6. Los titulares de los servicios de salud y el personal sanitario de los mismos están
especialmente obligados a poner en conocimiento de los organismos competentes de
la Administración de la Junta de Andalucía en materia de protección de menores, de la
Autoridad Judicial o del Ministerio Fiscal aquellos hechos que puedan suponer la
existencia de situaciones de desprotección o situaciones de riesgo para los menores,
así como a colaborar con los mismos para evitar y resolver tales situaciones en interés
del menor.
9. Los menores tendrán derecho a recibir los cuidados que necesiten en el máximo
respeto a las creencias éticas,
1. Las Administraciones Públicas andaluzas pondrán los medios necesarios para que
los menores conozcan adecuadamente la historia y cultura de Andalucía. Igualmente,
se propiciará que los niños que pertenezcan a una minoría étnica puedan acceder al
conocimiento de su cultura e identidad propia, facilitándose el intercambio y
conocimiento de las distintas culturas.
2. Todos los menores tienen derecho a que el juego forme parte de su actividad
cotidiana como elemento esencial para su desarrollo evolutivo y proceso de
socialización.
TITULO II De la protección
1. Para el logro de los fines previstos en esta Ley, las Administraciones Públicas
andaluzas, en el ámbito de sus respectivas competencias y respetando la primacía del
interés superior del menor, se regirán por los siguientes criterios de actuación:
c) Cuando las circunstancias del menor aconsejen su salida del grupo familiar propio,
se actuará de forma prioritaria a través de medidas de alternativa familiar.
2. Cualquiera que sea la medida protectora que se adopte, se procurará que los
hermanos se confíen a una misma institución o persona.
9.
Dicha resolución, que será ejecutiva con arreglo a lo dispuesto en las leyes, se
comunicará al Ministerio Fiscal y será notificada a los interesados.
3. La guarda del menor acogido en un centro de protección será ejercida por el director
del mismo, bajo la vigilancia de la Administración de la Junta de Andalucía y la
superior del Ministerio Fiscal.
c) Cada menor residente deberá contar con un proyecto socio- educativo que persiga
su pleno desarrollo físico, psicológico y social.
CAPITULO VI
Con esta línea que posibilita la notificación de posibles situaciones de maltrato infantil
se pretende dar cobertura y protección a los y las menores, creando, desarrollando y
ampliando un dispositivo que permita la atención de quejas o denuncias en su sentido
más amplio, ya sean estos malos tratos físicos, psíquicos, abandono, desatención en
general o cualquier otro supuesto de características similares a los anteriores.
• Que salgan a la luz todas aquellas situaciones que vulneran los derechos de
los niños y las niñas.
Definición
La notificación del caso es una condición necesaria para posibilitar la intervención del
servicio de protección al menor. Es además una obligación legal y profesional (Ley de
Enjuiciamiento Criminal, artículo 262. Ley de Protección Jurídica al Menor, articulo 13.
Código Penal artículo 407, 450. Código de Deontología y Ética Médica, articulo 30.2):
Protección infantil.
El Sistema de Información sobre Maltrato Infantil (SIMIA) sirve para notificar e inscribir
las situaciones de maltrato imputables a los progenitores o personas encargadas del
cuidado del menor, ya sea en el ámbito familiar o institucional. No entrarían otras
formas de maltrato (violencia entre iguales, o acoso escolar) con vías específicas para
su atención y tratamiento.
La página web del sistema ofrece información sobre el maltrato infantil, tipologías,
valoración de su gravedad y pautas de atención ante el mismo, y además facilita la
cumplimentación de la Hoja de Detección y Notificación mediante certificado digital y
su envío automático. Dicha hoja, que sólo debe ser rellenada por profesionales de los
servicios públicos de detección y atención (sanitarios, educativos, sociales, judiciales,
seguridad, etc.) también puede encontrarse en formato papel.
En primer lugar se regula un procedimiento para la notificación, por parte del personal
de los servicios públicos, de los casos de maltrato infantil que puedan detectar durante
el desarrollo de su actuación profesional.
Su fin es informar de los hechos a los órganos competentes (servicios sociales de las
Corporaciones Locales y Servicios de Protección de Menores de las Delegaciones
Provinciales de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social), de modo que inicien
las actuaciones pertinentes para el abordaje de la problemática sociofamiliar y pongan
en marcha las medidas necesarias que garanticen el bienestar del menor y la menor.
Por tanto, la notificación, aunque suponga una valoración inicial del posible caso de
maltrato por personal profesional que lo detecte, no representa un diagnóstico de la
situación, que deberá ser efectuada por los profesionales con competencias para ello.
Del mismo modo, se regula un proceso para la inscripción de los datos recabados en
un registro, tras su análisis y verificación, garantizando en todo momento la
información a los padres y madres o representantes legales de los menores, y la
presentación de las alegaciones que consideren oportunas.
Ámbito de aplicación
Comprende todos los casos detectados en Andalucía, en los que se tenga constancia
de que un o una menor haya sido o esté siendo víctima de malos tratos.
Esta Hoja se presenta en dos formatos, en versión impresa, que está disponible en
todos los centros y servicios públicos de la Comunidad Autónoma de Andalucía, y la
informática, a través de la página Web del Sistema de Información.
Su utilización se destina, de forma exclusiva, a los titulares de los servicios
públicos y el personal de los mismos (servicios educativos, sanitarios, centros de
atención socioeducativa, agentes policiales, personal de justicia, servicios sociales…)
que detecten durante el ejercicio de su labor profesional, un caso de posible maltrato
a menores. Este personal profesional podrá hacer uso de la versión informática de la
Hoja si se dispone de certificado digital.
La Hoja consta de tres ejemplares, el primero de los cuales será conservado por el
centro o profesional notificador, mientras que los otros dos se remitirán de forma
conjunta a los servicios sociales competentes de acuerdo al nivel de gravedad del
maltrato. Los tres disponen de la misma clave para la identificación inequívoca del
caso.
Es importante que junto a los dos ejemplares de la Hoja se remita cualquier
documentación o información relacionada con los hechos que pueda contribuir a su
investigación y valoración.
En función del nivel de gravedad del tipo de maltrato o maltratos detectados, se
señalará la valoración global del caso:
En nuestro país y a raíz de los estudios realizados por Arruabarrena (2011) surge el
instrumento de valoración de la gravedad BALORA que se viene aplicando por los
servicios de infancia en la Comunidad Autónoma Vasca (Decreto 230/2011 de la
CAPV). Los estudios realizados por la propia autora en la validación del mismo
constatan como la utilización del citado instrumento con una mínima formación a los
profesionales encargados de su administración, incrementa de forma significativa los
El instrumento que aquí se presenta incorpora una serie de mejoras surgidas del
pilotaje del mismo entre las que destacamos, una mejor definición del daño psíquico y
su valoración, una definición más clara de aquellas situaciones que pueden constituir
desprotección grave o la disposición de una guía rápida para los profesionales.
• Ha sido diseñado para ser aplicado tanto por los Servicios Sociales de las
Corporaciones Locales como por los Servicios de Protección de Menores para
la ejecución de las competencias establecidas en los arts. 18, 22 y 23 de la Ley
1/1998 de 20 de abril, de los Derechos y la Atención al Menor en relación a la
valoración de las situaciones de riesgo y desamparo. El instrumento aporta
criterios para la valoración de la gravedad de estas situaciones y las
correspondientes tomas de decisión.
Maltrato físico.
El niño, niña o adolescente que ha sufrido un daño físico o hay riesgo de que lo sufra
como consecuencia directa de las agresiones de su padre, madre o de las personas
que ejercen su tutela o guarda.
Maltrato psicológico/emocional
El niño, niña o adolescente ha sufrido un daño psíquico grave o hay riesgo de que lo
sufra como consecuencia de las acciones de su padre y su madre o personas que
ejercen su tutela o guarda. En determinados casos –ver tipología de ‘Exposición a
situaciones de violencia de pareja o entre miembros de la unidad convivencial’- incluye
también las acciones de otras personas que forman parte de la unidad convivencial.
Se define daño psíquico grave como ‘la presencia constatada en el niño, niña o
adolescente de un trastorno psicopatológico, síntomas clínicos de ansiedad,
depresión, retraimiento o conducta rechazante, conductas agresivas o
autodestructivas, o retrasos en el desarrollo, u otros problemas severos de
comportamiento que comprometen seriamente su proceso de desarrollo y adaptación
personal y social y requieren tratamiento especializado inmediato’. La presencia de
síntomas clínicos deberá establecerse en base a la aplicación de técnicas diagnósticas
objetivas y/o instrumentos que dispongan de índices adecuados de fiabilidad y validez
Maltrato emocional.
Tipos de conductas:
Rechazar
• Humillación pública.
Aterrorizar
Amenazar al niño, niña o adolescente con un castigo extremo o uno vago pero
siniestro o con abandonarle, con el propósito de crear en él o ella un miedo intenso. O
colocar o amenazar con colocar al niño, niña o adolescente o a personas u objetos a
los que quiere, en situaciones evidentemente peligrosas o que le provocan un miedo
intenso.
Incluye:
Aislar
Negar al niño, niña o adolescente las oportunidades para satisfacer sus necesidades
de interactuar y comunicarse con iguales o con otras personas adultas dentro o fuera
del hogar.
Incluye:
Restricción de la autonomía
Incluye:
Sobreexigencia
El padre y la madre o personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña o
adolescente le asignan de forma habitual la realización de trabajos domésticos o de
cuidado de otros niños o niñas o personas enfermas o discapacitadas. No asiste a la
escuela por este motivo y/o no dispone apenas de tiempo para actividades lúdicas y
descanso. Puede que estas tareas le sean asignadas fuera del horario escolar o en
período festivo, implicando una limitación o restricción total o prácticamente total de su
tiempo libre y de sus oportunidades de relacionarse con iguales.
Negligencia.
El niño, niña o adolescente ha sufrido un daño físico o psíquico o hay riesgo de que lo
sufra como consecuencia de la incapacidad19 de su padre, madre o personas que
ejercen su tutela o guarda de proporcionarle una atención adecuada a sus
necesidades físicas, de seguridad, formativas y psíquicas.
La forma en que un padre, una madre o personas que ejercen la tutela o guarda del
niño, niña o adolescente atienden sus necesidades de cuidados físicos sólo constituirá
desprotección si provocan o pueden provocar un daño significativo al niño, niña o
adolescente. En determinadas escalas y para determinados niveles de gravedad se
requiere un dictamen médico. Éste resulta especialmente importante cuando se
valoren situaciones que implican la utilización de hábitos minoritarios de alimentación,
medicinas alternativas, etc.
Alimentación.
Vestido.
Higiene Personal
Supervisión
• Interaccion y Afecto
• Estimulación
Abandono.
• El padre y la madre o las personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña
o adolescente le dejan solo o sola deliberadamente sin intención de volver.
• Han acordado con terceras personas que éstas asuman el cuidado del niño,
niña o adolescente, y transcurrido el tiempo acordado no vuelven para hacerse
cargo de él o ella y las terceras personas ya no pueden asumir su cuidado
durante más tiempo.
Abuso sexual.
Otras tipologías
Explotación laboral.
El padre y la madre o personas que ejercen la tutela o guarda del niño, niña o
adolescente le asignan con carácterobligatorio la realización continuada de trabajos
(se excluyen tareas relacionadas con la organización doméstica) que: exceden los
límites de lo habitual, deberían ser realizados por personas adultas, interfieren de
manera clara en las actividades y necesidades sociales y/o escolares del niño, niña o
adolescente, y le son asignados con el objetivo fundamental de obtener un beneficio
económico o similar para el padre, la madre o personas que ejercen la tutela o guarda
o para la estructura familiar.
Por otro lado, la prevención secundaria se dirige a colectivos de alto riesgo o en los
que acaba de iniciarse el problema, por ejemplo, menores que se han iniciado en
conductas pre-delictivas. Una última modalidad es la prevención terciaria, que trata
de reducir los perjuicios del problema y equivale al tratamiento o rehabilitación del
menor (Caplan, 1980).
Según este autor, los programas universales tienen un mayor impacto sobre los
niños con bajo riesgo, si bien los hallazgos en esta línea son contradictorios.
c) tratamientos a largo plazo, con una duración algo mayor que los anteriores, se
prolongan hasta que el niño alcanza la suficiente autonomía personal. Se aplican
especialmente a casos en que los padres presentan alguna limitación crónica
(déficits intelectuales, enfermedades físicas o psíquicas incapacitantes, etc.).
Individual
Así, a nivel individual las intervenciones estarían dirigidas a potenciar los factores
personales de protección. Un ejemplo de esto son los programas de mejora de
habilidades sociales (Inglés, 2003) o de fomento de la autoestima (Bermúdez, 2001;
Quiles y Espada, 2004). El objetivo general es que los adolescentes tengan un
buen concepto de sí mismos y se perciban autoeficaces en las distintas áreas de
su vida, lo que se considera una condición indispensable para la prevención de los
problemas en esta etapa. También se pretende dentro de este ámbito reducir
factores de riesgo. Por ejemplo, cuando un programa preventivo persigue fomentar
el espíritu crítico del menor se está reduciendo la probabilidad de que éste sea
objeto de la presión social (grupo de iguales, publicidad, etc.), que favorece la
adopción de comportamientos de riesgo.
Familiar
Se han establecido los factores de riesgo para el adulto que maltrata, como la falta
de habilidades parentales, la existencia de sesgos cognitivos o el estrés por una
situación social desfavorecida. En este sentido, la intervención con padres se dirige
a enseñarles a educar a los hijos, actuando sobre los problemas que a los padres
les parecen más importantes.
También se les enseña a mantener una interacción social positiva con sus hijos y a
mantener el control de la ira. De igual modo, las ideas de los padres sobre la
situación influyen en su comportamiento (Wolfe, 1999). Por ejemplo, modificando
su interpretación de la desobediencia del menor como un desafío o un intento de
devaluarlo como padre («este niño me toma el pelo constantemente»), para
sustituirla por otras más adecuadas («sólo tiene tres años»).
Escolar y comunitario
El ámbito social abarca el entorno más próximo al menor, como el grupo de iguales
o la familia, de la que ya hemos hablado, también el entorno más amplio como el
barrio de residencia, y a un nivel mayor, el contexto social entendido como el
conjunto de elementos económicos y políticos en los que vive el menor.
Principios de la Intervención:
1. Prevalencia del interés del niño: los servicios de protección de menores tienen
que velar y respetar no sólo los derechos de los niños, en especial los necesitados
de protección, sino también los derechos de los padres.
2. Prevalencia de la Familia:
1. Para el logro de los fines previstos en esta Ley, las Administraciones Públicas
andaluzas, en el ámbito de sus respectivas competencias y respetando la primacía
del interés superior del menor, se regirán por los siguientes criterios de actuación:
c) Cuando las circunstancias del menor aconsejen su salida del grupo familiar
propio, se actuará de forma prioritaria a través de medidas de alternativa familiar.
2. Cualquiera que sea la medida protectora que se adopte, se procurará que los
hermanos se confíen a una misma institución o persona.
b. en una separación temporal hay que tener en cuenta: que durante la misma se
debe realizar un plan de intervención con el núcleo familiar de origen y prestar
apoyo a los padres. Nuestro objetivo es la reunificación familiar.
7. Puede existir una red de apoyo social y familiar que, si se modifican algunos
aspectos disfuncionales, puede proporcionar al menor un entorno familiar
adecuado para su desarrollo Finalidad programa de tratamiento Familiar:
Normalizar la situación familiar para evitar la separación.
8. Tender a la reunificación en aquellas familias en que sea posible.
Ante una situación de necesidad detectada o una demanda realizada por una
familia, son los SSCC los responsables de estudiar el caso, recabar la información
relevante, establecer el pronóstico de la situación, evaluar la necesidad y, en
consecuencia, realizar la intervención adecuada para lograr la normalización de la
situación familiar. Pero también es cierto que, en algunos casos, las necesidades
de las familias no pueden ser totalmente satisfechas desde un ámbito estrictamente
comunitario, sino que requieren de una atención más específica, continua y
personalizada que la que estos servicios, por su naturaleza, estructura y dotación,
pueden ofrecer.
Así pues, en función de las actuaciones realizadas por los SSCC con la familia, de
los resultados obtenidos y de las perspectivas de evolución del caso, éste será
asumido totalmente por los SSCC, se derivará a la DPIBS si se considera necesaria
la adopción de una medida protectora o bien se derivará al ETF si la valoración del
caso determina la necesidad de un tratamiento específico y personalizado de la
unidad familiar.
a) Mitigar los factores de riesgo, para evitar la separación del o la menor de su familia.
b) Capacitar a la familia para dar una correcta atención a sus hijos e hijas evitando
cualquier conducta negligente o maltratante, garantizando la seguridad y la integridad
básica de los mismos.
c) Lograr que la familia funcione de manera autónoma y adecuada, y los y las menores
tengan una atención y cuidados acordes a sus necesidades.
d) Proporcionar a las familias las habilidades y/o recursos técnicos necesarios para
superar la situación de crisis que dio lugar a la medida protectora.
c) Familias con menores con quienes se ha adoptado una medida protectora para
posibilitar la reunificación familiar.
a) Familias en las que los Servicios Sociales Comunitarios han detectado carencias o
dificultades en la atención de las necesidades que los y las menores precisan para su
correcto desarrollo físico, psíquico y social, en las que tras la intervención realizada se
concluye que no es necesaria la separación del medio familiar si bien, valorada la
b) Familias derivadas por los Servicios de Protección de Menores, en las que tras la
intervención realizada se concluye que no es necesaria la adopción de medida
protectora, pero requieren un tratamiento específico para lograr cambios significativos
y evitar el agravamiento de la situación y la posible declaración de desamparo.
c) Familias derivadas por los Servicios de Protección de Menores en las que, tras la
declaración de desamparo, se valora que la reunificación familiar es posible al existir
indicios de recuperabilidad en la familia y considerarse que la problemática familiar es
susceptible de ser abordada con un tratamiento específico adecuado por parte del
Equipo de Tratamiento Familiar.
6. En todos los casos será necesario que las familias acepten el tratamiento, debiendo
suscribir el compromiso de colaborar para el cumplimiento de los objetivos,
actuaciones y plazos establecidos en el proyecto de tratamiento familiar. Además
cuando exista patología mental grave de los progenitores o guardadores que, a pesar
de ser tratada, les incapacite para ejercer el rol parental, deberán existir elementos de
control en el entorno familiar, o personas próximas a la familia, que apoyen la
actuación del equipo.
2. La actuación técnica deberá llevarse a cabo dentro del contexto familiar con el
objetivo general de preservar la permanencia en su propio entorno.
7. En aquellos casos en los que se haya adoptado una medida protectora, el proyecto
de tratamiento familiar estará estrechamente vinculado al Plan de Intervención
diseñado por el Servicio de Protección de Menores, estableciendo los niveles de
coordinación, colaboración y complementariedad necesarios entre todos los servicios
que intervienen en el entorno social y familiar.
Los recursos humanos con los que contará el Programa en cada Entidad Local serán:
b) Una persona que coordine el Programa en la Entidad Local, designada por dicha
Administración, entre profesionales de los Servicios Sociales de la Entidad Local, que
no forme parte del equipo de tratamiento familiar y que preferentemente no pertenezca
a los servicios sociales de base.
1. El Programa será llevado a cabo por Equipos de Tratamiento Familiar, que tendrán
carácter técnico e interdisciplinar.
b) Diputaciones Provinciales:
3. El personal técnico de los equipos estará contratado por la Entidad Local a tiempo
completo y con dedicación exclusiva en el desempeño de sus tareas, durante todo el
periodo de vigencia del Convenio.
j) Proponer la derivación de los casos a los recursos sociales más adecuados, una vez
finalizado el tratamiento, para que se continúe con el seguimiento de los mismos,
cuando sea necesario. Para ello deberán remitir la documentación técnica que se
precise para conocer los pormenores del tratamiento realizado y su evolución.
1. La Entidad Local designará una persona profesional de los Servicios Sociales que
realizará la función de coordinar el Programa en su ámbito de actuación, de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 7.a), y que se encargará de movilizar los recursos de la
Entidad Local y activar los mecanismos de colaboración con el resto de los servicios
implicados en la atención a las familias. Su actuación tiene como finalidad optimizar
los recursos, evitar solapamientos en las intervenciones y derivaciones inadecuadas.
Asimismo deberá contar con formación y experiencia técnica en el trabajo con familias,
con capacidad operativa y atribuciones en la toma de decisiones y la gestión de
recursos, así como con la dedicación necesaria para el adecuado desempeño de estas
funciones.
2. Las funciones que desarrollará la persona que coordine el Programa serán las
siguientes:
3. En aquellos casos en los que exista una medida protectora respecto del menor,
serán los Servicios con competencias en materia de protección de menores de las
Delegaciones Territoriales de la Consejería respectiva los responsables de la
derivación, seguimiento y supervisión técnica de los casos que sean derivados al
equipo de tratamiento para la reunificación familiar, con las siguientes funciones:
b) Definir los objetivos que se pretenden obtener con las familias con el propósito de
que desde los Equipos de Tratamiento Familiar se adecuen las intervenciones a
desarrollar que para tal fin se diseñen.
Los Convenios que se suscriban a partir de la entrada en vigor del presente Decreto
deberán respetar la continuidad del personal de los Equipos de Tratamiento Familiar
que vinieran desempeñando sus funciones en los mismos, sin perjuicio de lo regulado
en la Disposición Adicional Primera.
ORDEN de 11 de febrero de 2004, por la que acuerda la publicación del texto íntegro
del Procedimiento de Coordinación para la Atención a Menores Víctimas de Malos
Tratos en Andalucía
Aunque los malos tratos a la infancia han sido una lacra constante en la historia de la
Humanidad, no es hasta mediados del siglo XX que se comienza a describir por parte
de la comunidad científica (Síndrome del Niño Apaleado) y se inicia entonces el
desvelamiento de un problema que, en gran medida, permanecía oculto a la
percepción de la comunidad, por los obstáculos sociales, culturales y afectivos que su
reconocimiento conllevan.
La primera vez que se defendió a una niña por malos tratos ante un tribunal, fue en
Nueva York, en 1874. Sólo gracias a la legislación para la protección de los animales
pudo ser defendida legalmente por la Sociedad Americana para laPrevención de la
Crueldad hacia los Animales, porque no existían leyes para la protección de la
infancia.
Es recientemente cuando la infancia ocupa un lugar social y cultural sustantivo, que
exige el reconocimiento de sus necesidades y la afirmación de sus derechos, en el
contexto de un avance universal del catálogo de derechos humanos, colectivos e
individuales. Junto a ello, se amplía la noción de maltrato más allá de los límites del
maltrato físico, hasta otras formas de violencia emocional, sexual, laboral,
asistencial y hasta otros contextos deficitarios o abandónicos, es decir, la definición del
maltrato incluye lo que se hace (acción), pero también lo que no se hace (omisión) o lo
que se realiza de modo inadecuado (negligencia). Hoy la perspectiva se orienta hacia
las necesidades del niño, físicas, psicológicas, afectivas, sociales, etc., y se adopta un
enfoque evolutivo y ecológico desde el que instaurar los esfuerzos de promoción y de
protección de la infancia.
Distintos Organismos Internacionales sensibilizados por el maltrato infantil
comenzaron a realizar Declaraciones y Recomendaciones, como fue la "Declaración
de Ginebra o Tablas de los Derechos de los Niños" de la Sociedad de Naciones en
1924; la "Declaración de los Derechos del Niño" en 1959, de la Asamblea General de
la Organización de las Naciones Unidas que proclama diez principios básicos que
deben orientar las políticas nacionales y los comportamientos sociales hacia la
protección de la infancia, para que pueda desarrollarse física y socialmente de forma
saludable (Principios I y IV), en un ambiente de afecto y seguridad (Principio VI) y ser
protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación (Principio IX); las
Recomendaciones 561 de 30 de septiembre de 1969 y la 874 de la Asamblea
parlamentaria relativa a la "Carta Europea de los derechos de los niños" del Consejo
de Europa dirigidas a prevenir los malos tratos; La "Convención sobre los derechos del
niño", de 20 de noviembre de 1989 de las Naciones Unidas que viene a dar concreción
y forma jurídica a los Principios de la Declaración del año 1959, y que España ratifica
en 1990 (BOE de 31 de diciembre); y por último las Resoluciones de las Naciones
Unidas que proclaman la Década 2000 al 2010 "Década Internacional para la Cultura
c) Cuando se estima que existe probabilidad de que el menor sufra maltrato grave se
notificará de modo verbal y por escrito a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales
y, en su caso, al Juez de Guardia, aportando los informes técnicos pertinentes.
d) En los casos de urgencia que se estima que peligra la integridad del menor, se
notificará de forma inmediata a la Delegación Provincial de Asuntos Sociales,
Autoridad Judicial o Ministerio Fiscal, sin menoscabo de que los propios servicios
educativos garanticen la atención inmediata que el menor requiera (acompañamiento a
centro sanitario, protección policial.).
- El Director/a del centro dará cuenta de las actuaciones realizadas a la Inspección
Educativa y a los Servicios Sociales, así como a los propios servicios especializados
(Equipo de Orientación Educativa o al Departamento deOrientación) para su adecuado
seguimiento y coordinación.
VI. Servicios Sanitarios.
Los Servicios Sanitarios constituyen un pilar básico en todo el sistema de atención a la
infancia y, particularmente, en aquellos casos de menores que sufren maltrato:
- El Centro sanitario debe garantizar en todo momento la protección inmediata del
menor, la confidencialidad y el anonimato necesarios, así como la emisión de aquellos
Informes técnicos que puedan ser necesarios para la intervención de otras instancias o
instituciones.
- La actuación sanitaria debe ser integral y continuada en el tiempo. Incluye tratar las
lesiones producidas y proveer la correcta intervención terapéutica (enfermedades de
transmisión sexual, profilaxis postcoital del embarazo, psicoterapia...). Las primeras
intervenciones deben ir orientadas a dar protección inmediata y apoyo psicológico a la
víctima, tratar médicamente posibles lesiones y conseguir pruebas médicas que
posibiliten la persecución judicial del delito.
- El Centro sanitario está obligado a denunciar los casos de lesión a través del
correspondiente parte al Juzgado de Guardia, pero también a notificar las situaciones
de riesgo y de sospecha a las instancias administrativas con competencia en
protección de menores. Cuando tienen la sospecha deben realizar un examen
(anamnesis y exploración clínica que incluya indicadores psicosociales de
riesgo/maltrato), elaborar un informe y hacer la notificación, sea cual sea su
especialización.
- En cada dispositivo sanitario se debe informar de todos los casos de riesgo
detectados a la Unidad de Trabajo Social para que ésta se coordine con otras
instancias, complemente la evaluación psicofamiliar, oriente y efectúe el seguimiento
que el caso precise.
- Cuando se diagnostiquen daños que hayan podido ser causados por maltrato infantil
se expedirá el parte de lesiones, que será elaborado con letra legible, con
identificación del facultativo, donde se recoja obligatoriamente el alcance de las
lesiones (físicas y/o psicológicas) y su valoración, así como posibles agresiones
anteriores. En él se incluirá también la valoración del estado emocional, las pruebas
complementarias realizadas, el tratamiento aplicado, si se precisó o no ingreso
La dimensión del maltrato abarca aspectos físicos, psicológicos, sociales legales, etc.,
por tanto el abordaje de este problema debe hacerse en equipo, de forma,
interdisciplinar e intersectorial, coordinada y centrada en el interés superior del menor.
Una niña o un niño que está sufriendo malos tratos está viviendo un acontecimiento
traumático que puede tener efectos sobre su salud y desarrollo evolutivo. Los
profesionales del ámbito sanitario con su intervención se convierten en un recurso
clave para iniciar su proceso de recuperación.
Ante la presencia de factores de riesgo los profesionales deben dirigir sus actuaciones
a evitar una posible situación de maltrato a través del apoyo a la familia, fomentando
las habilidades parentales en el cuidado de los menores, proporcionando las ayudas
sociales necesarias (a través de los trabajadores sociales de salud) y reorientando
hacia estrategias de buen trato.
Este protocolo considera a los hijos e hijas de las madres víctimas de violencia de
género como víctimas singulares de esta violencia, por vivir en un entorno de
violencia y miedo en lugar de un ambiente protector y seguro, y porque sus derechos
son vulnerados. El conocimiento de este tipo de situaciones debe ir acompañado de
una evaluación de los menores y de una derivación y atención por equipos
especializados que garanticen una intervención adecuada. Igualmente, se prestará
1. Maltrato físico
2. Maltrato emocional
3. Negligencia
4. Abuso sexual
Si las personas maltratadoras son familiares pero no son los cuidadores o cuidadoras
habituales, las personas menores están en una situación habitualmente de protección
quedando en desprotección al coincidir con la persona maltratadora. Estos casos
requieren intervención sanitaria y social para garantizar la protección siempre.
PREVENCIÓN
Cualquier actividad asistencial de salud representa una oportunidad única para realizar
actividades de prevención de maltrato infantil que pueden estar integradas en la
práctica habitual.
7. Ofrecer a las familias que lo precisen todos los recursos comunitarios de ayuda
psicológica a adultos y menores, social, programas de apoyo a las familias, laboral o
económica.
9. Adecuar las visitas del programa de salud infantil en aquellos menores en situación
de riesgo, realizando un seguimiento cercano de las familias y estableciendo objetivos
específicos de educación sanitaria, que permita aumentar su capacidad y habilidad
para cuidar a su hijo o hija y modificar actitudes o creencias sobre disciplina y
necesidades psicoafectivas, incidiendo en métodos positivos de disciplina constructiva
y estimulación del afecto y cariño entre padres y madres e hijos e hijas.
10. Participar en actividades grupales y/o comunitarias, como por ejemplo Escuelas de
Padres y Madres.
DETECCIÓN
A veces, puede ser necesario realizar una entrevista más exhaustiva tanto a los
familiares, progenitores como al propio menor, en estos casos hay que valorar la
conveniencia y preferencia de las personas menores de estar o no acompañados y
adaptar la comunicación a su nivel de comprensión. Es importante evitar juicios de
valor, desaprobación o censuras y, por el contrario, manifestarles apoyo y protección
a los niños, niñas o adolescentes.
2. Transmitir a las personas menores el interés por lo que les pasa, asegurarles que el
objetivo de las intervenciones que se van a llevar a cabo es intentar reconducir la
situación en la que viven, es importante informarles de los procedimientos que se van
a llevar a cabo, la naturaleza de las exploraciones, las molestias que éstas pueden
acarrearles y manifestarles que no se les engañará ni se hará nada en contra de su
voluntad.
PRIMERA ATENCIÓN
El abordaje del maltrato infantil debe ser integral, incidiendo sobre el conjunto de
carencias, problemas y necesidades biopsicosociales del menor, y debe mantenerse
en el tiempo dando respuesta a nuevas necesidades que puedan surgir. Se debe crear
un clima básico de confianza y de ayuda que favorezca la expresión de sus
emociones, sentimientos y pensamientos.
1. La atención debe estar centrada en la persona menor como sujeto protagonista (por
encima de otras consideraciones, dudas o mitos).
3. La exploración física debe hacerse lo antes posible, siempre antes de 48-72 horas
después de haber ocurrido el posible episodio de maltrato o de haber sido verbalizado,
para evitar que desaparezcan muestras biológicas (semen, pelos, sangre, etc.) o que
cicatricen las posibles lesiones.
Se considera riesgo vital cuando existe riesgo de muerte, pudo haberlo existido o
podría existir, si se repitiera o continuara produciéndose la situación de maltrato;
cuando existe grave impacto para la salud del menor por la presencia de lesiones o
enfermedades que requieren tratamiento hospitalario o pueden dejar secuelas, cuando
existe trastorno psíquico grave y/o riesgo de suicidio.
Los criterios para determinar la urgencia de la intervención son la gravedad inicial del
incidente (en función del tipo de maltrato, de la gravedad de la lesión o del impacto
para la salud y de la vulnerabilidad del menor) y la probabilidad de que vuelva a
repetirse (accesibilidad del maltratador, historia de cronicidad, características del
funcionamiento familiar…)
Procedimiento ordinario
Se inicia en los casos en los que hay indicadores de sospecha, pero no existe riesgo
vital ni desprotección.
Realizar el diagnóstico social del caso y los informes técnicos que faciliten la
intervención de otras instancias competentes en protección de menores. • Mantener el
seguimiento sobre el funcionamiento familiar y el grado de colaboración de los padres
con los profesionales que intervienen. • Prevención del maltrato infantil y promoción
del buen trato.
Procedimiento de urgencia
Se inicia en los casos en los que existe riesgo vital, negación de asistencia médica
por parte de los responsables del menor, cuando se precisa valoración urgente y/o
cuando no está garantizada la protección de la persona menor.
Se precisa valoración urgente en todos los casos que presentan riesgo vital, en
agresiones sexuales recientes debiendo ser valorados en un plazo inferior a 72 horas,
en casos de abuso sexual crónico con la última agresión reciente, ante síntomas
recientes que hagan sospechar abuso sexual, si existe riesgo de pérdida de pruebas,
necesidad de evaluación por otros especialistas, necesidad de evaluación por médicos
forenses y/o necesidad de tratamiento.
ASISTENCIA
Las actuaciones clínicas, psicológicas y sociales del maltrato infantil consisten en:
NOTIFICACION
Estos instrumentos son de uso exclusivo para profesionales, por ello, para facilitar la
comunicación y/o denuncia de la ciudadanía de posibles situaciones de maltrato
infantil, se establece en Andalucía la línea de teléfono: 900 851 818. Y para las
personas menores de edad, se pone en marcha la Línea de ayuda a la Infancia con el
número 116111.
2. Notificación al Juzgado
Este decreto define lesión como todo daño o detrimento de la integridad física o mental
de una persona causado por cualquier medio o procedimiento que pueda motivar una
posible causa judicial, bien porque la persona lesionada lo declare o porque haya
signos o síntomas claros para sospecharlo.
VALORACIÓN Y SIEGUIEMIENTO
Se prestará especial atención para detectar otras formas de violencia entre personas
del entorno, especialmente menores y mujeres que pueden estar sufriendo violencia
de género u otro tipo de violencia.
Realizar el diagnóstico social del caso y los informes técnicos que faciliten la
intervención de otras instancias competentes en protección de menores.
En los casos en que los padres o tutores legales sean imputables o exista riesgo de
desprotección o desamparo, las Comisiones Provinciales de Medidas de Protección
(compuestas, entre otros, por un representante del profesionales del Sistema
Sanitario Público de Andalucía), evalúan la situación del menor, la actitud y
recuperabilidad de las familias, declaran, en su caso, la situación legal de desamparo y
establecen las medidas de protección necesarias para los menores.