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1.

1 Reseña filosófica del pensamiento Latinoamericana

Hasta hace muy poco la historia de la filosofía en América Latina fue


descuidada en el mundo. Teniendo en cuenta su rico e interesante
pasado, esa negligencia es lamentable y es el resultado de prejuicios
mal informados, y no de juicios bien fundados. Las contribuciones de sus
pensadores se consideraban simples copias de los trabajos de filósofos
españoles y portugueses, y no había mucho interés por investigarlas
contribuciones de las colonias, porque que la opinión generalizada era
que la tradición intelectual, como la política, estaba dominada por los
colonizadores.

El término Filosofía latinoamericana hace referencia a un proyecto


filosófico que propugna una contextualización de la filosofía europea en
el ámbito latinoamericano y no, como podría inferirse, al conjunto amplio
de corrientes filosóficas practicadas en los distintos países de América
Latina. Es el proyecto de una filosofía surgida desde América Latina y
enfocada en la reflexión sistemática sobre sus problemas y situaciones
propias. Conviene por ello realizar una distinción técnica entre Filosofía
en Latinoamérica y Filosofía latinoamericana.

Cuando se pregunta por la existencia de una filosofía americana, se


hace partiendo del sentimiento de una diversidad, es la conciencia de la
distinción y la diferencia, lo que guía el ejercicio teórico desde el
contexto regional al plano de las ideas. Para el mexicano Vasconcelos,
subyace en esta preocupación un deseo de reconocimiento e identidad:
“Bien visto y hablando con toda verdad, casi no nos reconoce el europeo
ni nosotros nos reconocemos en él. Tampoco sería legítimo hablar de un
retorno a lo indígena porque no nos reconocemos en el indígena ni el
indio nos reconoce a nosotros. La América española es de esta suerte lo
nuevo por excelencia, novedad no sólo de territorio, también de alma”.
(Vasconcelos, 1958)1

1
José Vasconcelos, citado por Manfredo Kempff Mercado en HISTORIA DE LA FILOSOFÍA AMERICANA.
Ed. Zig-Zag. Santiago. 1958.
Existe también un rasgo histórico que tiene mucha repercusión en el
sentido del pensamiento latinoamericano; se trata del hecho de que la
filosofía ha comenzado en el continente desde cero, es decir, sin apoyo
de una tradición intelectual milenaria, pues el pensar indígena no fue
incorporado al proceso de la filosofía Hispanoamericana. La filosofía ha
correspondido al carácter de un árbol trasplantado, y no de una planta
que surgiera de la conjunción de factores propicios a un brote original y
vigoroso de pensamiento. Ahora bien, tal vez, sea este carácter de
trasplantado el que opere como marco referencial del pensamiento
latinoamericano.

Si algo caracteriza el pensamiento latinoamericano es su preocupación


por captar la llamada esencia de lo americano, con toda la carga
equívoca que esto ha significado. Este pensamiento siempre ha tendido
hacia lo social y político. Las reflexiones en torno a Dios, el alma, la
muerte o el Ser, no han tenido cabida en la agenda principal de su
filosofía. El largo viaje hacia sí mismo que emprendió la reflexión desde
sus comienzos, le ha llevado a plantearse preguntas acerca de sus
condiciones de posibilidad, preguntas que  han convocado a respuestas
difíciles, donde el atraso, la marginación, el mestizaje, la hibridación y la
dependencia  han fundado una particular manera de enfrentar el
quehacer filosófico.

1.2 Pensamientos filosóficos del siglo XX en América Latina

En América Latina abarcó tanto a la filosofía como a la ciencia, la


política, la economía, la ética y la estética. Presentó variaciones según
los espacios en que se desarrolló, quienes adscribieron al positivismo en
América Latina señalando: El rechazo a la escolástica, el
desplazamiento de la idea de Dios por la de Naturaleza, entendida como
el conjunto de hechos regulados por leyes, susceptibles de ser
sometidos a observación y experimentación, de modo tal que la ley
natural se convirtió en la explicación de cualquier fenómeno físico,
biológico, social o psicológico, hasta de la elaboración de una moral de
base científica

Dicho de otra forma, la capacidad se refiere a la cualidad de ser capaz


para algo determinado, dicha cualidad puede recaer en una persona,
entidad o institución, e incluso, en una cosa. Es decir, la capacidad hace
referencia a la posibilidad de una entidad para cumplir con una
determinada función en atención a sus características, recursos,
aptitudes y habilidades.

La valoración de la ciencia moderna y del correlativo progreso del


bienestar social hizo del positivismo la corriente de ideas con mayor
predicamento dentro de las élites ilustradas latinoamericanas. Hugo
Biagini sostiene que “Salvo en el dominio de las cosmovisiones
aborígenes, hasta la llegada del positivismo puede hablarse de un
pensamiento entre especular y asimilativo, mientras que con la adopción
de ese ismo empieza a producirse en ciertos países sudamericanos,
considerables montos de innovación reflexiva” 2 (Biagini, 2005).

El siglo xx filosófico se abrió con el esfuerzo de superación del


positivismo que había prevalecido en las últimas décadas del siglo
anterior, fungiendo como medio intelectual, político y pedagógico de
progreso y advenimiento a la modernidad. Bajo la impronta de ideas
positivas se dinamizó el abandono del régimen colonial y el tránsito
hacia una situación de “capitalismo periférico”, especialmente en
aquellos países donde la economía fue organizada por sectores sociales
emergentes que fueron exitosos en su capacidad de responder a las
demandas de productos primarios en el mercado mundial. Sin embargo,
ese proyecto modernizador no terminó de cuajar y el positivismo dejó ver
sus limitaciones para dar cuenta de procesos históricos, sociales,
políticos y culturales emergentes en las primeras décadas del siglo xx.
2
Biagini, H. E. (2005). “Positivismo – antipositivismo”, en: Salas Astrain, R. (coordinador académico),
Pensamiento Crítico Latinoamericano. Conceptos fundamentales, Santiago de Chile, Ediciones
Universidad Católica Silva Henríquez, pp. 787-798.
Entre los rasgos que caracterizaron al antipositivismo pueden señalarse:
la revalorización de la metafísica, la religiosidad, el espíritu y la
conciencia; la diferenciación entre filosofía y ciencia, entre naturaleza y
sociedad; la humanización de la experiencia y del universo; el rescate
del desinterés y la heroicidad en las acciones humanas. Se retomaron
categorías como: vida, espontaneidad, totalidad (frente al mecanicismo,
el análisis y la descomposición), libertad y temporalidad (en cuanto
posibilidades creadoras y de reconocimiento de múltiples dimensiones
del tiempo).

Entre quienes se han ocupado del desarrollo de la filosofía


latinoamericana del siglo xx, prevalece la opinión de que es posible
identificar dos tendencias: por una parte, los que piensan que los temas
a tratar son los clásicos de la filosofía occidental y su puesta al día; por
otra parte, quienes consideran que sin menoscabo de la filosofía
occidental, nuestra filosofía tiene como tema propio, aunque no
exclusivo, el acontecer dramático de la realidad latinoamericana. Ello ha
ocasionado no pocos debates acerca de si se trata de hacer filosofía de
América Latina. Esta tensión ha recorrido buena parte del quehacer
filosófico entre nosotros, especialmente en el período del que nos
ocupamos, el cual se extiende, con variaciones nacionales, desde
principios del siglo xx, hasta la primera mitad de la década de los 70.

La búsqueda de autenticidad, en unos casos fue entendida como


esfuerzo de pensar genuinamente desde nuestra América los temas de
la filosofía universal, y en otros casos se comprendió como reflexión
acerca de los problemas de nuestra propia cultura e historia.

Si bien el paso del positivismo a las orientaciones de pensamiento que le


sucedieron y las consideraciones acerca del papel que jugaron los
representantes de la generación de los fundadores en el proceso de
institucionalización y “normalización” de la filosofía han ocupado el
centro de la escena en la mayoría de las revisiones panorámicas de
nuestro pasado filosófico, existen otras dimensiones del filosofar de
nuestra América que, a nuestro juicio, merecen ser especialmente
consideradas en relación con los criterios de originalidad y autenticidad.
Nos referimos, por un lado, a los esfuerzos por reconstruir el propio
pasado filosófico, que alumbró el campo de trabajo de la historia de las
ideas latinoamericanas; por otro lado, al despertar de la preocupación
por la cuestión colonial, especialmente entre los pensadores del Caribe,
y finalmente, al surgimiento del complejo movimiento de la Filosofía
latinoamericana de la liberación.

El trabajo realizado durante buena parte del siglo xx por filósofos e


historiadores de diversas procedencias nacionales, que colocan en el
centro de las preocupaciones la más vasta realidad continental, ha
permitido caracterizar a la historia de las ideas como un tipo de
historiografía en la que interesan las ideas de un sujeto sobre sí mismo y
su propia realidad socio-histórica, de modo que se trata de las ideas de
un sujeto que se implica como fundamental objeto de estudio.

1.3 Filosofía de Liberación de Latinoamérica

Luchar por el reconocimiento de la diversidad cultural implica luchar por


la igualdad y la libertad individual de escoger la propia identidad
sociocultural. Las últimas décadas del siglo xx, signadas por
movimientos a favor de que se reconozcan las diversidades culturales,
también posibilitaron avances por la paz, la democratización y los
derechos humanos. Contrariamente, la imposición que homogeniza
modelos sociopolíticos, económicos y culturales equivale al
sometimiento y la dependencia neocolonial-neoliberal impuesta por los
centros dominadores.

El sentido del término “liberación” -entendido como acciones que


apuntaban a la ruptura de la dominación social y económica soportada
en América Latina-, fue alcanzando inserción en el pensamiento de la
juventud argentina desde finales de la década de 1960. Grupos de
profesores y alumnos universitarios abrieron compuertas a análisis
históricos retrospectivos referidos al desenvolvimiento de las ideas en
América Latina, desde la colonización española hasta la situación
sociopolítica y económica de inicios de 1970, época que presentaba
signos de una dicotomía social y económica entre países desarrollados y
no desarrollados. Además, especialmente en el caso de Argentina, las
influencias filosóficas de la época fueron recepcionadas a partir de
nuevas concepciones que buscaban un acercamiento a otros países del
mundo en los que también se percibía el peso de una dependencia
social y económica.

1.3.1 Caracterización general de la Filosofía Latinoamericana

Para la filosofía latinoamericana la praxis de liberación es el " acto


primero", punto de partida y lugar hermenéutico de una reflexión humana
radical, como es la filosófica, que usa como mediación analítica
intrínseca las aportaciones de las ciencias del hombre, la sociedad y la
cultura. Se trata de un nuevo modo de reflexión filosófica concreta,
histórica e inculturada, enraizada en la praxis liberadora, como
contribución teórica a la misma. Pero no por plantearse desde una
perspectiva latinoamericana deja sin embargo de pretender validez
universal, aunque se trata de una universalidad situada.

La Filosofía latinoamericana, por ser filosofía, supera cualquier tipo de


reduccionismo en su comprensión de la liberación, considerándola como
humana integral. Desde sus primeros planteos ese filosofar intentó
superar tanto la mera relación sujeto-objeto como la pura dialéctica "
opresión-liberación”. Lo hizo a partir de la exterioridad, alteridad y
trascendencia ético-históricas del otro, del pobre, inspirándose en
Lévinas, pero reinterpretándolo desde América Latina, en cuanto pensó
al pobre no sólo en forma personal y ética, sino también social, histórica,
estructural, conflictiva y política.

1.3.2 Diferenciación en distintas corrientes


Se fueron distinguiendo diversas corrientes según distintos enfoques
filosóficos e ideológico-políticos. Así es como Cerutti-Guldberg las
diferenció primero en cuatro líneas, según su relación con el populismo:
populismo concreto y abstracto; crítica historicista o problematizadora al
populismo. Más tarde usó una terminología más filosófica para referirse
a las mismas tendencias: filosofía ontologista, filosofía analéctica,
versión historicista y problematización de la filosofía. En gran parte se
juega en esa interpretación la comprensión del pueblo pobre, entendido
sobre todo desde la cultura y sabiduría populares, desde la exterioridad
al sistema o desde la opresión de clase, comprendida en mayor o menor
medida según la concepción marxista.

Hay quienes ponen el principio de diferenciación entre las distintas


vertientes de filosofía latinoamericana en la mediación analítica
preferentemente empleada para la reflexión filosófica desde y sobre la
práctica liberadora.

1.3.3 Situación actual de la Filosofía de la Liberación

El panorama es el siguiente: casi todos los autores más representativos


cuentan con un pensamiento maduro y obras importantes. Hay
representantes de esa filosofía en casi toda América Latina, así como en
otros continentes. Así quedaron confirmados los puntos siguientes:
 La vigencia y actualidad de ese movimiento
 El acuerdo en cuestiones metodológicas y temáticas
fundamentales
 Una crítica filosófica renovada a la situación agravada de los
pobres en el mundo y en América Latina, así como a la ideología
y prácticas neoliberales
 La contribución teórica a nuevas alternativas viables de liberación,
en especial en referencia a una globalización alternativa. Pues,
como lo expresó el Foro Social de Porto Alegre: " Otro mundo es
posible".

Asimismo, se asume la opción ético-política que implica que la Filosofía


de la Liberación tiene un aporte específico que dar a estos desafíos
históricos.
REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA:

Alvarado, M. (2011). “Carlos Norberto Vergara: escuela de y para la


libertad” Buenos Aires, Biblos, pp. 43-58.

Arpini, A. (2010). Filosofía y política en el surgimiento de la Filosofía


Latinoamericana de la Liberación. In Solar (No. 6, pp. 125-149).
Universidad Científica del Sur.

Biagini, H. E. (2005). “Positivismo – antipositivismo”. Santiago de Chile,


Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, pp. 787-798.

José Vasconcelos, citado por Manfredo Kempff Mercado en HISTORIA


DE LA FILOSOFÍA AMERICANA. Ed. Zig-Zag. Santiago. 1958.
Santos Herceg, J. (2012). ¿Qué se dice cuando se dice filosofía
latinoamericana? Revista de filosofía, 68, 65-78.

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