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Popayán
2022
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La receta al ser un texto de orden cultural puede ser leída por todos, tanto hombres
como mujeres pueden aplicar las instrucciones de quién la dicta. Está compuesta por una
serie de verbos imperativos que brindan al lector la facilidad de seguir pautas para obtener
un resultado en concreto, en este caso “la sopa de Pistou”. Es preciso detenerse a analizar
un poco el relato y determinar quién es el narrador; uno intradiegético que cuenta desde su
propia experiencia el cómo y el qué ingredientes usar, esto nos hace dar cuenta que el
narrador tiene una competencia modal, un saber hacer, un saber preparar que ganó gracias
a la práctica de haber probado todas las otras variantes de la sopa, este mismo sujeto es el
destinatario manipulador.
Para entrar a hablar un poco acerca de los destinatarios de la receta, se debe tener
en cuenta que esta se encuentra inmersa en la categoría de un hacer persuasivo, pero no del
todo. Esto es fundamental para construir el contrato de comunicación, en donde se llevarán
a cabo los procesos de intercambio, uno de carácter cognitivo (las pautas a seguir en la
elaboración del plato ) hasta llegar a uno de carácter pragmático (el plato preparado) que
es el objeto de deseo. Dicho esto, el destinador- manipulador (narrador intradiegético) lo
que busca es la puesta en práctica de su platillo, teniendo en cuenta cada una de las
indicaciones que da, pero ¿cómo hace para que así sea? Necesita de un destinatario-sujeto
con el cual vincularse y llevar a cabo su objetivo, no obstante, no hay un lugar narrativo
explicito que nos muestre que en x línea se trace esa conciliación, por eso, lo que se
encuentra aquí es un contrato tácito, pues se sobrentiende que el destinador-sujeto pacta de
antemano aquel acuerdo por propia convicción, por ende la idea del hacer persuasivo se
deconstruye un poco, debido a que el destinador-sujeto pudo haber escogido la receta por
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simple gusto (querer hacer ) o porque debía alimentar a su familia (deber hacer), en
cualquiera de las dos opciones, el sujeto es modalizado por un programa a realizar.
En concordancia con lo anterior, es claro que hay una aceptación de ese contrato
implícito para que pueda existir el denominado saber culinario, hay una transferencia de
saberes que da paso a la performance, no obstante ¿hay acaso una performance extra
narratoria? Tal parece que es así, debido a que lo que se espera es la realización del plato,
situación que no se presenta por parte del destinador-sujeto, pues es este al que apenas se
le están transfiriendo las competencias necesarias para su participación como actante en lo
que refiere a la receta “una sopa de Pistou” que solo será sancionada por alguien con
competencia modal superior respecto a preparaciones culinarias.
Asimismo, como cualquier programa de base, este debe estar pensado por un sujeto
intencional, pues en un primer momento el individuo está de acuerdo con la axiología
culinaria ligada a un orden ya sea cultural o tradicional, siendo este el origen de la receta
de donde provienen unos valores que se adhieren a su moral, sin embargo, el sujeto no
alcanza la categoría de sujeto motivado hasta no hacer su performance. Pero si lo vemos
desde el punto de vista del narrador-manipulador, este podría llamarse sujeto motivado,
puesto que su fin es uno lucrativo; quiere vender su receta.