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García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist.

de México I 20/06/2020

El periodismo en México: 500 años de historia


Reporte de Lectura 2: Capítulos VI a XI

Introducción

Si bien el medio periodístico se volvió muy popular y un medio muy requerido para
el año 1800, no es sino en el siguiente periodo de cien años que el periodismo se consolidaría
como un recurso fundamental para el curso de la historia de México; es con los intensos
cambios históricos, como la guerra de independencia, la instauración del primer Imperio y la
primera República federal, además de las distintas guerras y confrontaciones internacionales
e internas que llevaron a México a desprenderse de parte de su territorio, así como a cambiar
de régimen y de dictador una y otra vez, las circunstancias idóneas para que el periodismo
descubriera el poder que tenían para influir en la mente colectiva.
Conforme la sociedad evolucionaba, también lo hizo el periodismo, el cual no se
limitó a la típica recolección de información circunstancial para presentar los hechos del día
y de la semana, sino que se involucró amplia y activamente en el ámbito político, tomando
un papel que sería crucial para avivar los aires revolucionarios, liberales y conservadores que
se desatarían después por causa de la gran difusión y alcance del medio periodístico.
Asimismo, la población encontraría en el periodismo una marcada diferenciación de
opiniones y contrastes ideológicos que, debido a la competencia entre bandos, conduciría a
los reporteros a luchar no solo por la credulidad y la veracidad de su contenido, sino por los
ideales sociales y políticos que, en resonancia con el pueblo mexicano, pretendían
proporcionarle a México una perspectiva que le permitiera prosperar como nación, al punto
de rectificar en su visión si lo consideraban pertinente, y la historia que derivó de estos ideales
es prueba de ello.

La Prensa y la Guerra de Independencia (1806-1821)

Además del Diario de México, otros periódicos secundarios surgieron en los años
previos a la guerra de independencia de México; Don Manuel López Bueno fundó el Jornal
Económico de Veracruz el 1° de marzo de 1806, y que duró hasta el 31 de julio del mismo
año, siendo el periódico más antiguo del lugar. Por su parte, Don José María Almanza fundó
el Diario Mercantil de Veracruz, que duró del 1° de julio de 1807 al 8 de julio de 1808.
Muchas más propuestas editoriales surgieron en cadena: en Jalapa, salió a la luz una
Gaceta quincenal en 1807; en la capital de la Nueva España se imprimió el Correo Semanario
Político y Mercantil de México, del 8 de julio de 1809 al 30 de octubre de 1811.
En Guadalajara, el Semanario Patriótico hacia su aparición hacia 1809. Y el 2 de
enero de 1810, la Gaceta de Valdés se manifestó abiertamente como oficial bajo el título de
Gaceta del Gobierno de México, impresa por don Juan Bautista Arizpe. Y a partir de agosto
de 1810 apareció El Conciso, del que sólo se conoce el primer número, ya que es probable
que la publicación desapareciera al año siguiente. Así mismo, de la capital fue el Semanario
Económico de Noticias Curiosas y Eruditas sobre Arquitectura y demás Artes y Oficios,
aparecido en 1810.
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Con el inicio de la Guerra de Independencia, Miguel Hidalgo creyó tener al pueblo


de su lado con solo una buena campaña, y con tal propósito, luego de tomar Guadalajara,
fundó 20 de diciembre de 1810, El Despertador Americano, impreso por don José Fructuoso
Romero y dirigido por el presbítero nayarita don Francisco Severo Maldonado, auxiliado por
don Ángel de la Sierra. Sin embargo, el movimiento insurgente encontró obstáculos y
oposición entre los distintos grupos sociales debido a que, si bien estaban de acuerdo con los
ideales del movimiento, muchos rechazaron los métodos violentos de Hidalgo para lograrlo
y se unieron a las filas virreinales.
Sólo se conservan los números 1 y 4 de El Despertador Americano. El primero se
forma de diez páginas y encierra una proclama que, aunque dirigida "A los habitantes de
América", se refiere únicamente a los europeos españoles establecidos en la Nueva España y
a quienes se hace el cargo de favorecer las ambiciones de "el monstruo que abortó la
Córcega", salvo honrosas excepciones "de una probidad superior".
Con tales alusiones a Bonaparte, en el periódico se dedicaron a categorizar a Hidalgo
como “el nuevo Washington”, quien sería el salvador del pueblo (peninsular, más que de
otros). Asimismo, ante cualquier exceso de las huestes rebeldes, el periódico se avocó a decir
que serían castigados por ello, a la par de que ensalzaban las victorias de Hidalgo para
convertirlo en el libertador de la nación, aquel que los salvaría de “la más cruel y absoluta
opresión”, todo con tal de instar y motivar a los criollos de unirse al ejército insurgente.
Cuando las tropas de Calleja recuperaron Guadalajara, el presbítero Maldonado,
exdirector de El Despertador Americano, solicitó indulto al brigadier don José de la Cruz,
aliado de Calleja, y le fue concedido, luego de lo cual asumió la jefatura de un nuevo diario,
El Telégrafo de Guadalajara, desde donde lanzó insultos contra Hidalgo, llamándolo
"Sardanápalo sin honor, infame y descarado".
Otros periódicos, a su vez, se sumaron al apoyo virreinal, reprobando los actos de
Hidalgo; en la capital, la Gaceta, hizo públicas en 1810 las excomuniones lanzadas contra
Hidalgo y sus compañeros por el obispo de Valladolid, don Antonio Abad y Queipo, así
como la proclama virreinal para que el pueblo conservara "la cordura de que ha dado
pruebas". Otros periódicos simpatizadores del virreinato fueron el Centinela Contra los
Seductores y El Español. Asimismo, el 7 de enero de 1811, apareció en la capital El Mentor
Mexicano, redactado por don Juan Wenceslao Barquera. Asimismo, existieron El Fénix, El
Ateneo y Semanario Político, este último de don Andrés Quintana Roo.
Como era de esperarse, la libertad de imprenta que contemplaba la nueva
Constitución no fue respetada en realidad por las autoridades virreinales. Al contrario,
siempre se tomaron las más enérgicas disposiciones tendientes a encarcelar a todos aquellos
que desafiaran el orden constituido.
Tras morir Hidalgo el 30 de julio de 1811 en Chihuahua por fusilamiento, don José
María Morelos y Pavón se volvió el líder insurgente. A partir de 1811, el caudillo hizo uso
de sus estrategias y dio rápidos y certeros golpes a las fuerzas realistas. En febrero de 1812
ocupó Cuautla y allí esperó el ataque de Calleja, que puso sitio a la ciudad. En respuesta,
Morelos rompió líneas luego de 72 días de batalla y se retiró para luchar en otro sitio.
Paralelamente, en Sultepec, apareció el 11 de abril de 1812, el Ilustrador Nacional,
del presbítero José María Cos (a quien actualmente se le considera uno de los artífices del
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periodismo político de México), el cual era publicado cada sábado y tuvo por objeto presentar
los fines que se perseguían con la guerra, la justicia del movimiento insurgente y las
circunstancias en que se desarrollaban los planes rebeldes, así como las capas políticas,
económicas y sociales que lo formaban.
El sábado 16 de mayo de 1812, se publicó el número más importante. Bajo el título
de "Sitio de Quautla por Calleja y rompimiento de él por el Benemérito Morelos" con detalles
de la confrontación. En consecuencia, el 3 de junio de 1812 el virrey Venegas arremetió
contra el Ilustrador Nacional. Afortunadamente, José María Cos, con apoyo de la sociedad
de “los Guadalupes”, pudo publicar el Ilustrador Americano el 27 de mayo de aquel año. Y
al igual que con el anterior periódico, hubo amenazas por parte del virreinato para quienes lo
leyeran o cooperaran en él. Para combatir a este periódico insurgente nació el Verdadero
Ilustrador Americano, dirigido por don José María Beristáin, realista, que fundó su diario en
la capital de la Nueva España y que desde luego fue visto con amplia simpatía por los
peninsulares.
Muchos periódicos surgieron en cadena a lo largo del país en esa época: el Semanario
Patriótico Americano, el Despertador de Michoacán, la Gaceta del Gobierno Americano en
el Departamento del Norte, El Pensador Mexicano, El Juguetillo, La Gaceta, El Diario, El
Perico de la Ciudad, El Aristarco, El Filopatro, El Sastre Elogiador de la Niña Juguetona, El
Vindicador del Pueblo y El Censor Extraordinario.
Durante la guerra de Independencia se plasmaron en los distintos periódicos todo un
torrente de ideas con esencia patriótica y en favor de la libertad de la Nueva España. Es esta
época se sientan las bases para ulteriores polémicas en busca del mejor camino para el
naciente país. Es a partir de 1810, con el grito de Miguel Hidalgo, que surge paulatinamente
una minoría consciente que a tientas busca su destino en la Historia y cuyos periódicos
constituyen una parte de sus métodos de lucha por el ideal anhelado. Consumada la
independencia nacional el 27 de septiembre de 1821, México nacía a la libertad y al mismo
tiempo se abrían otros senderos políticos que darían lugar a una nueva era que sería
enriquecedora para la historia del periodismo.

La Prensa Durante El Primer Imperio y La República Federal (1821-1835)

La consumación de la independencia abre para el periodismo mexicano una etapa que


propicia el advenimiento de la prensa industrial, a fines del siglo XIX. De hecho, el
periodismo predominantemente político y polémico que distingue esta época, ligado al
movimiento de los partidos o de las facciones, se prolongó hasta la época revolucionaria en
el siglo XX. Y estudiando el pasado, se puede definir una etapa crucial del desarrollo
periodístico, que se inicia en septiembre de 1821, con la independencia política mexicana, y
concluye en 1835 con el advenimiento de la república central, y engloba el imperio de
Iturbide y los primeros gobiernos republicanos.
En este periodo, está latente la pugna de dos tendencias políticas contrarias, que
cambian de nombre a lo largo del tiempo: los antiguos realistas contra insurgentes,
independientes contra serviles, republicanos contra monarquistas, yorkinos contra escoceses,
federalistas contra centralistas, liberales contra conservadores; o lo que es igual, el espíritu
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liberal y reformista contra el conservador y tradicionalista, por no hablar de aquellos partidos


o bandos intermedios que se descomponían y/o alineaban a conveniencia de las
circunstancias.
Sin embargo, la polémica era generada por ambas corrientes de pensamiento, lo que
acabó con la implementación indiscriminada de una serie de medidas represivas de la libertad
de expresión por parte de los distintos gobiernos, pues se reconoció el papel del periodista
como orientador de la opinión pública y la responsabilidad que ello conllevaba.
Ya para cuando la independencia estaba por consumarse victoriosa, la prensa gozaba
de una ilimitada libertad gracias a Juan O’Donojú, quien reestableció dicha libertad a la par
que se promulgaba el Plan de Iguala, siendo el dogma religioso la única línea que no podía
transgredirse. Por su parte, la Regencia del Imperio reconoció la libertad de imprenta; sin
embargo, por orden de Iturbide, todos los periódicos que se publicasen debían enviar
ejemplares a los jefes políticos, las comandancias militares y a una "Comisión calificadora
de impresos útiles", que debía integrar en cada localidad el ayuntamiento respectivo.
Dicha medida de control no impidió a varios periódicos publicar diversos mensajes
de naturaleza sediciosa u opositora a las disposiciones oficiales vigentes, es decir, que se
expresaran en contra de la libertad de prensa, o por el contrario, a favor y en defensa de la
misma, situación que los llevó a enfrentarse a otros periódicos y al mismo gobierno.
Después de la coronación de Iturbide, los partidos se redujeron de hecho a los
iturbidistas y a sus contrarios (republicanos y borbonistas), por lo que Iturbide hizo
desaparecer a aquellos periódicos cuya línea editorial le fuese desfavorable, es decir, se
empeñó en eliminar a la oposición. Sin embargo, las medidas represivas, lejos de sofocar el
ímpetu de la prensa, provocaron por contragolpe el que algunos opositores empezaran a
alentar las conspiraciones, sobre todo cuando el desacuerdo entre el Congreso e Iturbide se
hizo evidente.
Uno de los periodistas que más se distinguen en esta época de incertidumbre es José
Joaquín Fernández de Lizardi, quien se había unido a las fuerzas trigarantes en Tepotzotlán,
a fines de julio de 1821. Allí colaboró en los periódicos fundados por Iturbide, hasta que fue
excomulgado por hablar en defensa de la masonería. Absuelto poco después, Lizardi se
posicionó en contra de Iturbide, el imperio y sus prácticas de censura y encarcelamiento a
representantes populares por orden del monarca.
Los medios periodísticos tomaron sus propias posturas, pues el Diario de Veracruz
(1822-1823) condenó la censura de Iturbide y apoyó la rebelión de Santa Anna en Jalapa de
1922. Cuando el imperio se redujo a la capital, otros periódicos siguieron el ejemplo. Así, la
abdicación del emperador, y el decreto del Congreso reunido nuevamente el 8 de abril de ese
año, dejaron a la nación en libertad de constituirse, lo cual provocó un amplio movimiento
en la prensa. Específicamente, los dos ritos masónicos (convertidos posteriormente en
partidos políticos) de la época hicieron uso de los periódicos para difundir su postura político-
ideológica (El Águila Mexicana por parte de los yorkinos, y El Sol apoyando a los escoceses)
y ganar adeptos a la causa, ya fuese ésta de tipo liberal/federalista o
conservadora/centralizada. Así, los respectivos gobiernos de Guadalupe Victoria y Vicente
Guerrero se vieron apoyados o repudiados en los medios, según la alineación política.
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Dada la irregularidad en el ascenso de Vicente Guerrero al poder, éste dictó un decreto


el 4 de septiembre de 1829, restringiendo el uso de la prensa y declarando responsables a los
autores, editores e impresores de papeles que protegieran directa o indirectamente cualquier
intento de invasión a la república, apoyasen algún cambio del sistema federal o atacasen a
los supremos poderes de la federación o los estados. Aun así, la prensa usó de su derecho de
oponerse a algunos actos del presidente. La persecución de periodistas independientes e
intentos de censura le terminaron restando popularidad a Guerrero.
En diciembre de 1830 Bustamante usurpa la presidencia por el Plan de Jalapa, con el
pretexto de hacer cumplir la Constitución y las leyes; se depuso a las autoridades legítimas
de los estados y se preparó la persecución de los periodistas opositores. Asimismo, secunda
al gobierno jalapista con la Voz de la Patria, revista fundada en 1829, al grado de aprobar la
aprehensión de Guerrero y silenciar su asesinato.
Bustamante se volvió mucho más represor en términos de prensa que sus antecesores;
en mayo de 1830 se publicó un decreto con fuerza de ley que daba al gobierno derecho de
imponer multas a su arbitrio a los impresores de libelos, y se avocaron a perseguir y castigar
a cualquiera que publicara contenido “sedicioso”.
En los estados se fortalece la prensa constitucionalista y liberal, y para enero de 1833,
los periódicos de la oposición publican noticias del triunfo de la Revolución del Sur que
derrocó a Bustamante y le dio a Santa Anna a la presidencia. No obstante, apenas Santa Anna
tomó el poder, los periódicos federalistas fueron atacados. La prensa de los estados protestó
por la serie de medidas tendientes a anular su soberanía, entre otras la prohibición a las
entidades de disponer de los bienes de manos muertas. Por otro lado, Santa-Anna reorganizó
el ejército a su manera, y desconoció las leyes emitidas por el Congreso (las cuales fueron
ideadas por los mismos federalistas para protegerse de la censura) durante la gestión del
vicepresidente Gómez Farias, además de exigir a los editores que se responsabilizaran de sus
periódicos ante el ayuntamiento, imponiendo costosas multas que equivalían a cerrar las
imprentas.
Los periódicos denuncian los actos atentatorios de Santa-Anna, señalando el abuso
de poder que el presidente ejerció para aumentar su control sobre la libertad de expresión.

Del Centralismo a la Guerra con los Estados Unidos (1836-1848)

México era sumamente nuevo en el ejercicio del federalismo, razón por la cual el
pueblo desconfiaba de la efectividad de su implementación en un país recién independizado.
A principios de 1835, aún se conservaban las disposiciones constitucionales de 1824, y la
población culpaba al régimen por todo el caos que imperaba en el país.
Según una gran parte de la población, la monarquía era más beneficiosa que la
república (realmente porque no habían conocido otro sistema desde la época de la conquista),
por lo que el apoyo a Iturbide como el primer Emperador de México fue enorme. En
contraparte, la influencia de Estados Unidos fue la que convenció a los federalistas
mexicanos para derrocar a la corona. Iturbide, ya exiliado, opinaba que la idea de la república
era visionaria y que no encajaba con el ritmo evolutivo del pueblo mexicano, cuyos cimientos
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ideológicos no estaban preparados para un cambio tan radical, y que, de hecho, la tan soñada
idea de libertad que nació en Estados Unidos no tendría el mismo efecto en México.
En efecto, la instauración del federalismo implicaba la creación de estados
ampliamente autónomos, lo cual generó mucha discordancia en sus modos de gobierno. Fue
así que, bajo la presidencia del general Miguel Barragán, interino de don Antonio López de
Santa Anna, se llevó a cabo el cambio de gobierno del federalismo al centralismo; un acta
provisional conocida bajo el nombre de Bases para la Nueva Constitución, implantó la
República Central el 23 de octubre de 1835. Y un año después, en diciembre de 1836, se
dictó la nueva Carta Magna conocida como las Siete Leyes, que estableció el Supremo Poder
Conservador, cuya misión sería la de velar por el equilibrio entre los demás poderes. Se
amplió a ocho años el período presidencial y se suprimió la soberanía de los Estados, mismos
que fueron conocidos como Departamentos.
Texas se independizó tomando como excusa dicho cambio, a lo que el periódico El
Mosquito Mexicano publicó una noticia (jamás desmentida) acerca de que don Lorenzo de
Zavala, don Valentín Gómez Farias y don José Antonio Mejía apoyaron en secreto el proceso
independentista de ese territorio.
Tras la muerte del presidente Barragán y del breve interinato de don José Justo Corro,
el general don Anastasio Bustamante ocupó por segunda ocasión el Poder Ejecutivo a partir
del 19 de abril de 1837. y no bien había ocupado la presidencia don Anastasio cuando el
coronel don Ramón Ugarte se sublevó en San Luis Potosí pidiendo la vuelta al régimen
federal. Además, la nueva administración tropezó en todos los órdenes, puesto que, al
parecer, se manejó mal el Supremo Poder Conservador y llegó a convertirse en una carga
burocrática.
Debido a la crisis y las constantes guerras civiles, Bustamante pidió un préstamo a los
agiotistas, los cuales condicionaron el préstamo a cambio de hipotecar varios bienes
eclesiásticos. El clero se negó a ayudar, por lo que dicha actitud fue ampliamente criticada
en el Diario del Gobierno, donde hicieron quedar a la iglesia como una institución egoísta y
desagradecida con el pueblo que le daba sustento. Dichas críticas tenían sustento lógico, y
resultó ser trascendental que viniesen de un gobierno centralista y conservador. Tal
acontecimiento dividió al gobierno y a la iglesia, y los liberales-federalistas aprovecharon
para criticar y burlarse de la situación.
Para rematar a la frágil economía mexicana, tuvo lugar la “Guerra de los Pasteles”,
un conflicto con Francia que obligó a México a pagar 600 mil pesos por cobro de deudas e
indemnizaciones (algunas más reales que otras), y así evitar daños mayores por los ataques
en las costas veracruzanas.
Poco después, un pronunciamiento federalista obligó al presidente Bustamante a ir a
combatir a los rebeldes y dejó como interino al general Santa Anna, quien aprovechó su
nueva posición para dictar un decreto el 8 de abril de 1839 en que acusó de subversivos a los
periódicos y mandó aprehender a sus directores, todo por causa de las noticias que dejaban
mal parado al gobierno en materia de conflictos internacionales e internos. Dicha medida,
reconoció Bustamante, era anticonstitucional, pero necesaria dada la situación del país.
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El 8 de febrero de 1840, Yucatán anunció que se separaba de México mientras no se


volviera al sistema federal. Ese Departamento abarcaba entonces los hoy estados de
Campeche y Quintana Roo, y esa primera separación duró cuatro años.
En México aparecían, entretanto, La Ilustración Mexicana, El Repertorio, El Museo
Popular, El Año Nuevo, Almanaque Universal, Enseña, La Reforma y El Ateneo Mexicano,
fundado por el conde don José Justo de la Cortina en colaboración con el marqués Calderón
de la Barca.
El 29 de abril de ese año, el ministro don Juan de Dios Cañedo revocó el acuerdo de
Santa Anna que amordazaba a los periódicos, argumentando que "la justificación del
presidente no puede permitir que siga en suspenso el derecho de escribir, primera garantía de
los pueblos que han adoptado el sistema representativo". y de nuevo gozando de libertad, los
diarios federalistas redoblaron sus ataques al gobierno centralista, anunciándose como
voceros del pueblo que anhelaba una justicia que no podría dar nunca aquel sistema.
El gobierno intentó controlar las publicaciones en la medida de sus posibilidades, pero
no tuvieron el respaldo de la Suprema Corte, lo que desembocó en una larga campaña
federalista que dañó la imagen del régimen centralista.
Surgieron otros periódicos en 1841: El Clamor Nacional, Un Periódico más, El
Apuntador, Semanario de las Señoritas Mexicanas, El Ocaso de las Revoluciones, Boletín de
la Ciudadela y Siglo XIX, fundado por don Ignacio Cumplido, éste último periódico
destacado por su gran popularidad por tener escritores célebres que eran liberales y
conservadores, y cuyos reportajes se caracterizaron por tener una marcada imparcialidad.
Entretanto, el general don Mariano Paredes y Arrillaga se sublevó por causa de los
impuestos del gobierno. Recibió apoyo de Santa Anna y derrocaron al presidente
Bustamante. Poco tiempo después de llegar otra vez a la silla presidencial, Santa Anna
atiborró al pueblo con impuestos, argumentando que Inglaterra y Estados Unidos le estaban
cobrando los préstamos otorgados en años pasados, y a pesar de ello, el militar recibió el
apoyo generalizado con la ilusión de que las guerras civiles terminasen.
En 1842, el Presidente Santa Anna convocó un Congreso para que redactase una
Constitución, se percibió claro el intento de establecer una con múltiples ideales liberales-
federalistas, por lo que fue disuelto por orden presidencial, y en su lugar una Junta Nacional
Legislativa expidió en junio de 1843 las "Bases Orgánicas", que mantuvieron el centralismo,
aunque algo reformado, ya que desapareció el Supremo Poder Conservador.
López de Santa Anna ya era visto como un dictador a esas alturas, por lo que el
periódico El Siglo XIX se posicionó en contra del régimen, e informaba sobre las maniobras
del presidente para coartar todas las libertades públicas y entronizar el despotismo. Dicho
periódico se confrontó con el medio oficial del régimen, El Diario del Gobierno. Santa Anna
fue destituido luego de que en Guadalajara surgiera un movimiento caudillista que acabó con
la pierna perdida del militar paseándose por las calles.
Cabe mencionar que varios de los colaboradores de El Siglo XIX trabajaron en un
segundo periódico llamado El Monitor Republicano, fundado y dirigido por don Vicente
García Torres, y que fue un innovador del periodismo mexicano, pues trataba de política,
literatura, comercio, sociología y poesía y publicidad. Así, el bloque opositor encontró dos
frentes desde los cuales exponer sus ideas.
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El general don José Joaquín de Herrera fue el sucesor de Santa Anna en la presidencia,
quien gobernó del 6 de diciembre de 1844 al 30 de diciembre de 1845. Durante su
administración, las tensiones con Estados Unidos hicieron obvia una cercana confrontación,
pero como el presidente consideraba que México carecía de las necesarias condiciones para
pelear, prefirió seguir una política pacifista que no fue del agrado de una buena parte de la
población. Ante esto, Paredes y Arrillaga se levantó en armas y en enero de 1846 escaló la
presidencia para hacer frente a la amenaza norteamericana, a lo que los periódicos El Siglo
XIX y La Voz del Pueblo suspendieron sus publicaciones.
El 13 de mayo de 1846 Estados Unidos ya había declarado la guerra a México.
Mientras tanto, los federalistas pegaron el grito en el cielo pidiendo por la vuelta de Santa
Anna y la reinstauración del sistema federal. Gómez Farias, Manuel Crescencio Rejón y don
José María Lafragua hicieron que las tropas de Paredes se insubordinaran, y así derrocaron
al gobierno, quedando como presidente el general don Mariano Salas, quien convocó a un
Congreso Constituyente que restableció la Constitución federal de 1824. Meses después, el
14 de septiembre de 1846, regresaron el General Santa Anna y Gómez Farias, presidente y
vicepresidente respectivamente.
Al final no hizo diferencia alguna este cambio de mando. La absoluta falta de unión
en México le dio una gran ventaja a Estados Unidos, y más tarde, se le daría también una
considerable extensión del territorio como símbolo de nuestra derrota.

La Prensa Después de la Guerra con los Estados Unidos. La Prensa en la Época


de la Reforma (1848-1861)

Como consecuencia de la guerra con Estados Unidos, en México quedó expuesta la


naturaleza de los partidos políticos, quienes hasta entonces habían dedicado toda su atención
a los sectores burocrático, eclesiástico y militar, sin detenerse a cumplir las promesas que
hicieron con el pueblo para el mejoramiento social. Específicamente, el sector
productivo/industrial clamaba por atención a sus derechos y necesidades.
Por su parte, los periódicos, que habían dejado de publicar debido al conflicto armado,
regresaron para presentar un programa completo de reformas, incluidas la del ejército, el
clero y la burocracia; el reajuste del sistema hacendario y la depuración de la administración
de justicia, tal y como hizo El Eco del Comercio, portavoz de los intereses mercantiles, y
fundado por Manuel Payno en enero de 1848.
Las administraciones de José Joaquín de Herrera y Manuel de la Peña y Peña dejaron
en el país una difícil situación hacendaria y graves problemas sociales, sin mencionar la
presión ejercida por los liberales y por los conservadores, cuyas facciones, santanistas y
monarquistas, se aliaron y usaron a los periódicos (La Palanca y El Universal,
respectivamente) para difundir no solo sus ideas, sino también para promover a los próximos
candidatos presidenciales. Es por medio de la prensa que las editoriales desatan una reñida
campaña electoral entre 16 candidatos, de la que salió victorioso Mariano Arista, miembro
del partido moderado, y que llega a la presidencia en 1850.
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El Monitor Republicano (uno de los periódicos que impulsó la campaña de Arista)


propuso la supresión del senado y la abolición de los fueros, como primeras providencias
reformistas (Editoriales del 10 y 12 de enero; 24 y 25 de febrero y 13 de marzo de 1851, y
28 de febrero y lo. de marzo de 1852). Planteó, además, la necesidad de intervenir los bienes
de "manos muertas".
Ante esto, el periódico El Siglo XIX invitó a la prensa en general a discutir acerca de
las modificaciones a la ley fundamental, mientras que el Congreso se ocupaba en el arreglo
del crédito interior y exterior del país. Y fue a raíz de la inactividad del Congreso, el cual
estaba ocupado en la elaboración de proyectos hacendarios no muy prácticos, y de la
divergencia entre las aspiraciones de los estados y la política centralizante del gobierno, que
se creó una atmósfera de intenso malestar social y aumentaron el número de desafectos al
régimen.
Las publicaciones conservadoras acerca del regreso de la república central se
intensifican por la revolución ocurrida en Jalisco, octubre de 1852. Por ello, el 22 de
septiembre, Arista publica un decreto en que se toma como pretexto tal movimiento para
prohibir que se publique cualquier cosa que directa o indirectamente favorezca a los rebeldes,
o que criticase a las autoridades. Sin embargo, los periódicos repudiaron la medida y
recularon.
Al final, Arista renunció al cargo en 1853, lo que avivó nuevamente la confrontación
entre partidos políticos para hacerse con el poder. Entre todos, el Partido Conservador toma
ventaja e impulsa la instauración de la dictadura de Santa-Anna. Cabe señalar que dicho
periodo fue caótico para la prensa, pues la absoluta libertad de expresión permitió el
surgimiento de múltiples periódicos políticos que se empeñaron en restregarle a los otros los
errores de sus respectivos partidos. Dicha confrontación alentó el desarrollo del pensamiento
político en el periodismo.
Para cuando el gobierno dictatorial de Santa-Anna se formalizó, se hicieron evidentes
las estrategias de los conservadores para destruir el federalismo y el sistema representativo;
uno de los primeros golpes fue la expedición de la ley Lares, sobre libertad de prensa, del 25
de abril de 1853. La mayoría de los medios sufrieron un golpe contundente: en provincia sólo
subsistían los periódicos oficiales, en la capital varios órganos liberales desaparecieron, y de
los que quedaron, la mayoría dejaron de lado los temas políticos y se limitaron a cubrir
noticias, anuncios o asuntos mercantiles, amén de no decir una sola palabra si no era para
apoyar las políticas monárquicas del poder Ejecutivo.
El único periódico que se “salvó” fue El Universal, el cual fungió como principal
periódico de la dictadura, y que se dedicó a alentar y justificar las acciones de Santa-Anna;
llamó delincuentes a los insurgentes que combatió Iturbide, justificó la venta de La Mesilla
y, al iniciar la Revolución de Ayutla, inició una campaña de ocultación de los progresos de
la misma, además de desprestigiar a los caudillos involucrados.
Santa Anna intentó volver sobre sus pasos prometiendo al país un estatuto orgánico
en una proclama dictada en febrero de 1855, que en aquellos momentos se interpretó como
una transacción con los rebeldes, tema del cual casi todos los periódicos se negaron a hablar.
Finalmente, El Universal intentó desmentir los rumores de la huida de Santa-Anna y su
familia, quienes efectivamente tomaron rumbo a Veracruz en julio de 1855.
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La prensa recobra su libertad, y nuevamente los partidos liberales y conservadores


retoman sus intensas campañas y publicaciones para disputarse el poder. Reaparecen
periódicos como El siglo XIX, El Republicano, y El Monitor Republicano. Otros periódicos,
como El Heraldo, se afiliaron al lado liberal. Entretanto, surgen muchos más de esta facción:
La Pata de Cabra de Juan de Dios Arias, Los Padres del Agua Fría, y El Güirigay. En
provincia, el movimiento de la prensa no fue menos intenso. Aparecen periódicos como La
Revolución, Las Garantías Sociales (Mérida); El Constitucional (Guanajuato); El Clamor
Público y El Veracruzano (ambos de Veracruz).
Por su parte, del lado conservador, están los periódicos La Cruz, La Sociedad, La
Verdad, y Omnibus. Dicho desequilibrio de presencia en los medios obliga a los
conservadores a congregarse en la capital y en contadas ciudades importantes del país.
Asimismo, hasta antes de la publicación de la ley Lafragua, en diciembre de 1855, la
prensa gozó otro periodo de absoluta libertad, lo que propició la extrema franqueza en la
expresión de las ideas, así como “el desbordamiento incontenible de las pasiones”. Mientras
el lado liberal se explayó en sus ideas y exigencias reformistas (sobre todo con la presencia
de Juan Álvarez), el lado conservador se dedicó a limpiar su imagen y a deslindarse del
régimen santanista, argumentando que el dictador no se había apegado a las doctrinas
conservadoras, todo con tal de mantenerse vigentes y activos dentro de la esfera pública.
El gobierno provisional (encabezado por el general Martin Carrera) expide la
convocatoria para la integración del Congreso Constituyente extraordinario, el 16 de octubre
de 185, y el Partido Conservador fue excluido del proceso electoral como consecuencia de la
etapa revolucionaria que se vivía en ese momento.
Como aditivo, la Ley de administración de justicia suscrita por Benito Juárez, primer
ordenamiento creado de acuerdo con las peticiones radicales, genera una confrontación
definitiva entre la prensa conservadora y el gobierno.
Por ello, los periódicos conservadores se empeñaron en separar a Álvarez y a
Comonfort, esparciendo rumores y escándalos (algunos reales) sobre Álvarez dejando la
presidencia y la capital. Cuando Comonfort llega al poder, conservadores y liberales luchan
por poner al nuevo mandatario de su parte; los primeros quisieron usar a la prensa para influir
en su administración y amenazarlo, mientras que los segundos le recordaron sus aires
revolucionarios para mantenerlo encarrilado.
Debido a la poca contundencia del mandatario con la conformación de su gabinete y
su programa, el cual generó opiniones dispares, Comonfort se vio obligado a dictar una ley
provisional de imprenta el 28 de diciembre de 1856, cuyo reglamento fue suscrito por el
ministro Lafragua; prohibía atacar directamente la religión católica y la forma de gobierno,
lo cual se consideró atentatorio por ambos bandos, e impuso a los escritores públicos la
obligación de firmar sus publicaciones, norma que por sí sola hizo desaparecer gran número
de impresos conservadores.
Debe señalarse que los periodistas aún tenían libertad para emitir sus opiniones,
aunque se registraron múltiples denuncias, juicios de imprenta y sanciones que llegaron a la
suspensión temporal o definitiva de muchas publicaciones.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

El acto más trascendental de la primera época del gobierno de Comonfort fue la


apertura del Congreso Extraordinario Constituyente. Los periodistas tendrían un lugar
exclusivo para estar presentes, y publicarían la crónica de las sesiones.
En 1856, luego de combatir a las fuerzas reaccionarias en Puebla y conseguir la
rendición de la ciudad, el gobierno decretó la intervención de los bienes del clero de Puebla
el 31 de marzo, lo que desembocó en la notable evolución hacia el reformismo de los
periódicos de provincia, los cuales se habían mantenido al margen de lo que el Congreso
resolviera hacer en materia de reformas, y comenzaron a solicitar reformas radicales. Por otro
lado, los periódicos de oposición aprovecharon cada oportunidad para señalar los ataques al
clero por parte de las doctrinas democráticas, además de mostrarse escépticos ante los
resultados del trabajo del poder legislativo.
La Ley de desamortización civil y eclesiástica (Ley Lerdo), aprobada en junio de
1856, provocó la inconformidad de los jacobinos, quienes señalaron su insuficiencia. Por
supuesto, los liberales la recibieron gustosos, afirmando que era lo mejor, pero cuando estos
buscaron la confirmación del pueblo pidiendo su opinión, obtuvieron silencio. Esto puso en
duda si las ideas que llegaban al Congreso, fuesen liberales o conservadoras, realmente
reflejaban la voluntad de la nación.
Aun así, consiguieron una respuesta favorable cuando se presentaron iniciativas como
la libertad de cultos y el de la libertad de prensa, las cuales conmovieron enormemente la
opinión pública. La discusión de los periódicos, por sí misma, modificó el pensamiento del
pueblo en general, ya que tanto liberales como conservadores tenían algo que decir en defensa
o en detrimento de las mismas.
El año de 1857 resultó fatal para el liberalismo. Hubo problemas con el juramento a
la Carta Magna promulgada el 5 de febrero, que obliga a todos los empleados públicos. El
Monitor Republicano optó por declararse en contra de la Constitución, e hizo un llamado con
la finalidad de aplazar indefinidamente la instauración del orden constitucional. La Cruz
desempeñó un papel importante en la cuestión del juramento y en la del aplazamiento de la
Constitución, mientras que El Omnibus sugirió a Comonfort que abandonara la causa, lo que
le valió una suspensión por parte del gobierno y su reemplazo por El Diario de Avisos.
Comonfort perdió el apoyo del Partido Liberal, lo cual quedó demostrado con la
creación de El Clamor Progresista, el 13 de mayo de 1857, cuyo objetivo era sostener la
candidatura de Lerdo de Tejada a la presidencia de la república.
El aplazamiento constitucional fue visto como una calamidad por los liberales, y la
situación empeoró cuando Comonfort accedió a negociar con los redactores del Plan de
Tacubaya, en diciembre de 1857. Se desconoció la Constitución de febrero de 1857; disolvió
el Congreso y esto dio paso a la guerra de tres años o guerra de reforma.
El Partido Conservador desconoció posteriormente a Comonfort y elevó al rango de
presidente de la república al general Félix Zuloaga, quien recurrió también a la censura de la
prensa que no le favoreciera.; el 31 de julio desaparece El Siglo XIX, pocos días después de
El Monitor Republicano, y a El Heraldo le embargaron la imprenta por las multas. Por otro
lado, hubo un periódico moderado, La Razón, que juzgaba igualmente exageradas las
pretensiones de los dos partidos extremos, y que fue atacado por igual por liberales y
conservadores; desapareció el 15 de enero de 1858.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

Apareció brevemente un periódico llamado El Vapor el 1° de enero de 1857, que


propuso unificar a ambos partidos, formar una coalición y, mediante el diálogo, unificar las
acciones políticas para pacificar al país, a costa de sacrificar algunas pretensiones de cada
bando. No tuvo éxito alguno. Un mes después, desapareció.
Por su parte, Benito Juárez, quien era presidente de la Suprema Corte, se convirtió en
vicepresidente de la república luego de que Comonfort abandonara la causa, de acuerdo con
la Constitución de 1857, y en ese nuevo puesto, organizó el gobierno liberal en Guanajuato,
y después de varias vicisitudes se establece provisionalmente en Veracruz.
Dicho gobierno liberal recibió apoyo y defensa de múltiples periódicos en Veracruz
y en la capital, entre los que se destacó un famoso Boletín clandestino redactado por
Francisco Zarco, quien fue encarcelado hasta que la batalla de Calpulalpan entrega a los
liberales la ciudad de México, el 25 de diciembre de 1860. Por su lado, El Diario de Avisos,
que criticó agresivamente el gobierno liberal instaurado en Veracruz, las leyes de reforma y
el tratado McLane-Ocampo, desaparece el 1° de enero de 1861, fecha que marca la entrada
de las tropas liberales en la capital del país. Para colmo, diversos enfrentamientos entre
periódicos aliados evidenciaron que el frente conservador estaba más dividido de lo que
aparentaba.
La restauración republicana en enero de 1861 conllevó una polémica en cuanto a los
dos ejes (excluyentes para algunos) que habían llevado al país a ese punto: la constitución y
las reformas. Los conservadores tachaban a la Constitución de 1857 de anticatólica, mientras
que los liberales con fanatismo constitucional no aprobaban incluir las nuevas reformas. En
palabras del periódico El Siglo XIX, "El gobierno se halla urgido por dos fuerzas
correspondientes a los dos grandes objetos de actualidad, que son, restaurar en la república
el orden legal, y realizar las reformas necesarias para consolidarlo".
El 27 de diciembre de 1860 había aparecido El Movimiento, periódico que
consideraba la Constitución de 57 ya inoperante, y propuso la formación de una convención
para redactar una nueva ley fundamental, debido a que fue la misma Constitución y las
reformas las que habían dividido al país, y defendía la candidatura de Lerdo de Tejada para
la presidencia. El Constitucional surgió para hacer de periódico opositor, e identificó las
teorías de El Movimiento con la idea del golpe de estado de Comonfort.
El Congreso se reactivó en medio del anuncio de grandes crisis y del amago de una
intervención extranjera. Se hablaba de un desacuerdo entre el Congreso y el ministerio.
En marzo de 1861 aparece otro diario conservador, El Pájaro Verde, de Mariano
Villanueva Francesconi, el cual se opuso abiertamente a las Leyes de Reforma que, por ser
extraordinarias y realizadas fuera de la Constitución, consideraba anticonstitucionales.
Otro rasgo característico de la prensa en estos años previos a la invasión francesa, es
el auge de la pequeña prensa de carácter satírico, frecuentemente ilustrada. Ejemplos son los
periódicos: Las Cosquillas, El Guillermo Tell y El Palo Ciego (ambos opositores del gobierno
juarista), y La Cuchara, el cual propuso estúpidamente que se expulsara a los franceses
residentes en México a su país natal, lo que le valió el arresto al editor y la suspensión del
periódico.
Sobre todos los anteriores destacó La Orquesta, considerado uno de los mejores en la
historia del periodismo satírico en México, que aparece el 1° de marzo de1861, según ellos
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

mismos, "para ver si el supremo gobierno, insensible a las arias y a las peticiones en recitado,
se ablanda a los acordes de una orquesta". Incluso los conservadores utilizaron esta forma de
ataque con El Látigo, que combatió la reforma y afirmó la inutilidad de los congresos.
Finalmente, la suspensión de pagos de la deuda extranjera, decretada por Juárez el 17
de junio de 1861 debido a la precaria situación económica nacional, abre las puertas a la
intervención extranjera.

La Prensa en la Intervención y el Segundo Imperio (1861-1867)

El Partido Conservador sufrió una contundente derrota ante el liberalismo encabezado


por Juárez (quien fue apoyado por el gobierno de Estados Unidos con suministros de armas,
municiones, equipo y hombres), lo cual, aunado a la existencia de los tratados McLane-
Ocampo y Corwin-Doblado, hizo que los conservadores se dieran cuenta de que sólo una
intervención militar europea podría equilibrar el campo de juego y contrarrestar la influencia
norteamericana en México.
Fue así que se plantearon dos frentes, uno que abogaba por el constante “cuidado” de
México por parte de Estados Unidos (pues Lerdo de Tejada incluso sugería la adopción de
un sistema de gobierno similar al del norte), y otro que deseaba que el país fuese libre de toda
influencia extranjera, predominara el catolicismo y se impidiera la cesión de partes del
territorio. Así, empezaron a surgirlos periódicos en apoyo de uno y otro grupo.
Al arribar las tropas francesas a Veracruz, se fundaron distintos periódicos: hubo uno
en el puerto llamado "La Crónica del Ejército Expedicionario", el cual sirvió de órgano oficial
a los soldados de Napoleón III, el cual estaba influenciado por ideas erróneas que luego se
publicaban en Europa. Por otra parte, en 1862 aparecieron en México La Chinaca, y el
Boletín del Cuerpo de Ejército de Oriente, que eran liberales. Y periódicos adeptos al imperio
estarían El Cronista de México, El Pájaro Verde, Le Trait d'Union (periódico francés), y
L'Estafette des Deux Mondes, el cual fue tan importante que en algún momento se le
consideró la voz semioficial de la Intervención, pues criticaba la forma republicana no sólo
de México sino de todas las naciones americanas.
Asimismo, Guillermo Prieto fundó en la capital El Monarca, diario con litografías
que hacía chistes de Maximiliano, aun antes de la llegada de éste. Y en 1863 se creó el
Periódico oficial del Imperio, órgano bilingüe elaborado por los miembros de la regencia que
gobernaba entonces en México, que pasó a ser Diario del Imperio, el medio oficial del
gobierno imperial. Este último contenía leyes, decretos, informes ministeriales,
nombramientos de funcionarios, etc., y noticias relativas a la marcha de los negocios
públicos, así como a las actividades oficiales y extraoficiales del Emperador. Incluso luego
de derrocado el imperio, dicho Diario se mantendría fiel, hasta que desapareció el 18 de junio
de 1867, un día antes de que Maximiliano fuera fusilado en el Cerro de las Campanas por
orden de Juárez.
Ante el avance francés, Juárez se movilizó hacia San Luis Potosí, donde se publicó el
Diario del Gobierno de la República Mexicana, que actuó como vocero republicano. Y como
apoyo, el liberal Francisco Zarco fundó La Independencia Mexicana, además del periódico
Acción. El Ferrocarril, El Jarocho, El Independiente, La Cuchara, El Precursor, El
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Emperador, El Cura de Tamajón, y La Idea Liberal fueron otros periódicos liberales. Por su
parte, los partidarios del Imperio publicaron en Morelia la Gaceta oficial del Imperio, y en
México La Monarquía.
Entre los acontecimientos destacados donde intervino la prensa liberal, está la
conspiración de Napoleón III con un tal doctor Gwin, cuyo plan era separa a Sonora de
México y entregar el territorio a Francia, y a quien el mariscal Francisco Aquiles Bazaine
debía proteger. Los liberales publicaron la información como verdadera para desprestigiar al
Imperio, lo que ocasionó que Bazaine arrestara a los directores de La Orquesta, La Sombra,
La Cuchara, El Buscapié y Los Espejuelos del Diablo. Aunque se aplaudió dicha publicación,
se señaló la hipocresía de los liberales cuando Benito Juárez estuvo haciendo tratados que
comprometían la soberanía de México (con pruebas existentes). Aun así, los periódicos
liberales siguieron multiplicándose.
El 10 de abril de 1865, que resultaba ser el primer aniversario de la aceptación del
trono de México por Maximiliano, el Archiduque decidió expedir una serie de decretos para
adquirir popularidad, cosa contraria a lo que obtuvo; destacan entre tales decretos una ley de
imprenta que consignaba que nadie podría ser molestado por sus opiniones y que todos tenían
derecho de imprimirlas y circularlas sin que hubiese necesidad de censura alguna, pero pronto
se vio que era una vil falacia, porque era considerado un delito atacar al Emperador o a los
miembros de la casa reinante, dar noticias falsas, publicar algo que inquietara al pueblo y lo
hiciera rebelarse, o ironizar contra las autoridades.
El 3 de octubre de 1865, Maximiliano fue engañado por el mariscal Bazaine, quien le
dijo que Benito Juárez había escapado de México, a lo que el Archiduque soltó un mensaje
con aire triunfal, actitud que no le duró mucho porque ni a los conservadores les agradó la
actitud sobrada del Emperador, calificando con adjetivos “inmerecidos” al obstinado de
Juárez. Este despliegue de supuesta humildad y reconocimiento ante información falsa le
estalló en la cara, y Maximiliano se vio obligado a declarar que cualquiera que tuviera un
arma en mano debía ser fusilado, sin importar la causa política que defendiera, y sin
prisioneros.
Juárez no se sintió derrotado, sino que regresó con más entusiasmo dada la inesperada
publicidad que recibió. Asimismo, en Estados Unidos había terminado la guerra de secesión,
lo cual garantizó el apoyo norteamericano al movimiento juarista. Para colmo, Napoleón III
ordenó la retirada de sus tropas del territorio mexicano por la presión que sentía por parte de
Estados Unidos y Prusia, dejando a Maximiliano vulnerable. Ante esto, el Diario del Imperio
publicó en marzo de 1866 una noticia en la que se mostraba a Maximiliano pidiendo ayuda
napoleónica, pero no resultó. Las tropas juaristas avanzaron hacia la capital, apoyadas por el
gobierno norteamericano.
Durante los tiempos finales del régimen en 1867, El Emperador Maximiliano recibió
“ayuda” por parte de los medios conservadores, quienes trataron de encubrir hechos
perjudiciales y derrotas con mentiras, pero al final no contó para nada. Maximiliano fue a
combatir en Querétaro, pero perdió, y debido a traición del coronel Miguel López, quien era
comandante del Regimiento de la Emperatriz. A cambio de una buena paga y de que se le
perdonara la vida si cooperaba, el coronel López entregó a los republicanos el convento de
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

La Cruz la madrugada del 15 de mayo de 1867, lo que resultó en que Maximiliano, Miramón
y Mejía fueron hechos prisioneros, juzgados y ejecutados el 19 de junio de ese año.

De Juárez a don Porfirio (1868- 1879)

Tras dar por terminado el segundo Imperio Mexicano con la muerte de Maximiliano
de Habsburgo, Juárez entró triunfal a la capital de la República el 15 de julio de 1867. Sin
embargo, la paz no duraría, pues ya se había gestado el escenario que conduciría a la siguiente
revolución, esta vez, de mano de Porfirio Díaz, quien fue objeto de la frialdad de Juárez,
quien, cuando el militar le proporcionó al presidente importantes victorias para asegurar la
reinstauración de la república federal.
La falta de tacto y de piedad entre ambos personajes los volvió antagónicos ante la
sociedad, y hallaron cierta predilección por Díaz; cuando el militar se dio de baja, devolvió
íntegro el sobrante del presupuesto de guerra a Juárez, así como cuentas claras, lo que
acrecentó su fama y aceptación en contraste con la del mandatario. La disminuida aceptación
de Juárez se reflejó también en el Partido Liberal, donde crecía la oposición a la idea de
reelección del licenciado Benito, quien insistía cada vez más en extender su mandato.
Por su parte, en 1868 el país vivió un «renacimiento literario, íntimamente
relacionado con el desarrollo de la prensa. Se establecieron periódicos, se formaron
sociedades literarias y se celebraban sesiones en que se leían poesías, artículos en prosa y
discursos, ante un público entusiasta».
Así, en la capital surgieron distintos medios periodísticos: la Revista Universal, El
Recopilador, Ilustración Espírita, La Gaceta de Policía, La Sociedad Católica (conservador),
El Correo de México (liberal), La Guirnalda, El Semanario y La Vida en México. Y como
parte de esta ola de nuevos periódicos, en Veracruz, San Luis Potosí, Jalisco, Puebla, Pachuca
y Monterrey surgieron numerosos medios que, además del usual contenido político, también
comenzaron a tocar temas culturales y artísticos.
El partido de Juárez se disgustó con éste por su insistencia en prolongar su mandato,
pues era bien sabido que en 1858 se había declarado Presidente de la República porque era
el presidente de la Suprema Corte, y la Constitución lo habilitaba como presidente sustituto.
Asimismo, en 1861 se convirtió en presidente electo por su congreso, y en 1865 se prolongó
a si mismo el mandato y se negó a que González Ortega (presidente de la Suprema Corte) lo
sustituyera, según lo establecía la Constitución que el propio Juárez había invocado en 1858.
Y en ese momento, en pleno año 1871, sin dejar el poder, se estaba presentando como
candidato a la presidencia.
Sebastián Lerdo de Tejada y don Porfirio Díaz fueron los otros dos contendientes
presidenciales, pero como ninguno tuvo una mayoría absoluta como era requerido, Juárez
quedó electo presidente y Lerdo de Tejada quedó como presidente de la Suprema Corte de
Justicia, hecho que dio la impresión de ser producto del “la arbitrariedad y el fraude”. Tal
apego al poder le costó la crítica por parte de otros liberales, que lo fulminaron en notas
periodísticas contundentes y duras, donde lo señalaron como el culpable de 14 años de guerra
y derramamiento de sangre.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

Mientras, los periódicos porfiristas como El Ferrocarril, El Siglo XIX y La Victoria,


secundaron dichas declaraciones y achacaron al régimen el fraude electoral. Por su parte, La
Voz de México y El Monitor Republicano guardaban una prudente neutralidad, ya que el
primero prefería permanecer al margen de la cuestión, y el segundo atacaba por igual a Juárez
y a don Porfirio.
Mientras tanto, se introdujo en México el primer linotipo instalado por don Manuel
León Sánchez, al que también se debe la innovación de la prensa a colores, máquina que se
usó por primera vez en el diario El País, de don Trinidad Sánchez Santos, en 1911.
Entre los periódicos, se hace hincapié en la aparición del periódico El Socialista,
órgano del Gran Círculo de los Trabajadores de México, y que, pese al nombre, sólo
practicaba el mutualismo. Su director fue Juan de Mata Rivera. Este diario concluyó en 1880.
El Socialista "daba noticias de reuniones y festivales de organizaciones, casamientos y
bautismos de trabajadores y expresaba en los términos debidos su pena cuando fallecía un
miembro del circulo. En sus columnas se señalaba y criticaba a los patrones injustos".
Porfirio Díaz se alzó en armas contra el régimen juarista con el Plan de la Noria en
noviembre de 1871, pero perdió el combate y huyó a Guadalajara y luego a Nayarit. Sin
embargo, Juárez no duró en el poder mucho tiempo más; repentinamente, el 18 de julio de
1872 falleció don Benito Juárez, lo que dejó a Sebastián Lerdo de Tejada en calidad de
presidente, dado que él presidía la Suprema Corte, al igual que el Juárez. Lerdo de Tejada
concluyó el periodo presidencial de su predecesor, y luego convocó a elecciones, pero sin
dejar el puesto. Eso le garantizó la permanencia.
El 1° de enero de 1873, Lerdo de Tejada inauguró el primer ferrocarril puesto en
servicio en el país, y tanto el pueblo como los medios de comunicación festejaron el
acontecimiento, dejando de lado sus posturas ideológicas por un corto periodo de tiempo.
Por otro lado, el mismo año de 1873, Lerdo introdujo en la Constitución del 5 de febrero de
1857, las Leyes de Reforma, cuestión que reavivó cierta polémica.
Tras una intensa campaña periodística en la que tuvo mucha intervención el periódico
El Jesuita, de Veracruz (de Juan Campos), el presidente Lerdo decidió expulsar a los jesuitas
extranjeros y a las Hermanas de la Caridad, a las que el mismo Juárez había respetado.
En 1874 entró don Porfirio Díaz a formar parte del Congreso en representación de un
distrito de Oaxaca. Su popularidad era abrumadora, y tanto jefes militares como prominentes
políticos mostraron su simpatía con el caudillo.
En esa misma época, los niños tuvieron también dos periódicos propios para ellos:
Los Chiquitines, que era ilustrado; y El Periquito.
El régimen de Lerdo de Tejada fue en declive en 1876. La “crema y nata” del Partido
Liberal había ya estrechado filas en torno a don Porfirio Díaz y, para colmo, el presidente
Lerdo se enemistó ese año con los Estados Unidos. Resulta que el gobierno lerdista se opuso
a otorgar una concesión que solicitaban el general Rosencrantz y Edward Plumb, para
construir por su propia cuenta una línea ferroviaria de México a El Paso y otra de México a
Nuevo Laredo. Y don Porfirio aprovechó para trasladarse a Nueva Orleans llevando consigo
su Plan de Tuxtepec, que había proclamado el 10 de enero de ese año y que luego reformó
en Palo Blanco, Texas.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

Finalmente. las tropas del general Díaz -quien tenía como segundo al general Manuel
González, luego presidente de la República- derrotaron a los lerdistas en Tecoac, y el
presidente huyó a los Estados Unidos, donde murió en 1889.
Los porfiristas no perdieron el tiempo y fundaron tres importantes periódicos para
hacer propaganda a su nuevo jefe: El Monitor Tuxtepecano, El Bien Público y La Legalidad,
que publicó toda la documentación que se cruzaron Díaz e Iglesias cuando ambos buscaban
una solución pacífica a la crisis política.
La nueva administración acarreó su respectiva oleada de periódicos nuevos, cada cual
a favor o en contra del régimen. Entre todos los periodistas, se destacó Manuel Caballero
(1849-1926), a quien se considera como "el primer gran reportero de México", e introdujo la
noticia ágil y certera, y el "cabeceo" intencionado, en su diario El Noticioso, de 1879.
También durante 1879, el grupo adicto a don Porfirio fundó El Republicano,
magnífico vehículo de propaganda para el presidente Díaz. La Casera, El Fígaro Mexicano,
La Sombra de Lizardi, Belcebú, El Doctor Merlín, El Pobrecito Hablador, La Patria Festiva,
El Tranchete, El Vigilante, El Correo del Lunes, La Tribuna y La Historia Cantante, fueron
todos periódicos publicados en 1879, si bien algunos como La Casera y La Historia Cantante
tuvieron muy corta vida.

Ley Lares

La Ley de Imprenta, conocida como Ley Lares, fue promulgada en México el 23 de


abril de 1853 por el ministro de Justicia, Teodosio Lares, durante el último periodo
presidencial de Antonio López de Santa Anna. El resultado fue una ley de imprenta
conformada por 5 títulos y 50 artículos.
La Ley Lares señalaba, en síntesis, lo siguiente:
• Los impresos debían registrarse, con su nombre y domicilio ante la primera
autoridad política del sitio en que radicaran;
• Debían colocar un letrero en su establecimiento con el nombre del mismo y el
del dueño; los impresos debían llevar el nombre verdadero del impresor y su
domicilio, lugar y año de impresión.
Además, el editor responsable debía cubrir los requisitos siguientes:
1) Ser mayor de 25 años de edad;
2) tener un año de vecindad en el lugar donde se haga la publicación;
3) estar en ejercicio de los derechos civiles;
4) no estar privado ni suspenso de los derechos políticos;
5) tener constantemente en depósito las cantidades siguientes: en el Distrito Federal
la suma de 3 a 6 mil pesos; en las capitales de los estados de mil a 3 mil pesos y en los demás
lugares de 600 a mil pesos.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

Se le considera una de las leyes más opresivas de la dictadura de Santa Anna, en


consecuencia, varios órganos liberales desaparecieron pues se les obligaba a registrarse y
realizar un depósito de entre tres y seis mil pesos, entonces una cantidad muy elevada, que
obligó a varios periódicos a cerrar, y era un mecanismo para anticipar las multas en caso de
violar la ley. Su vigencia tuvo altibajos, fue derogada en 1855 cuando renunció Santa Anna
y triunfó la Revolución de Ayutla; los gobiernos liberales de Juan Álvarez y Benito Juárez
decretaron la libertad de imprenta por medio de la Ley Lafragua.
Ley Lafragua
El 28 de diciembre de 1855 se expidió la Ley Lafragua, por José María Lafragua, la
cual indicaba que nadie podría ser molestado por sus opiniones, siempre y cuando lo
publicado no afectara el orden moral y la libertad individual. Esto estableció el fin de la
censura. También se refirió esta ley al no abuso de la libertad de imprenta y la limitó en
materia religiosa y gubernamental.
La Ley Lafragua se opone al régimen de la nula libertad de expresión; es de orden
liberal, ofrece garantías, establece un juicio con todos los trámites legales, respeta el derecho
de defensa y concede el recurso de la segunda instancia. Los autores de artículos periodísticos
se deberían hacer responsables de sus escritos firmándolos, por otra parte, no era permitido
el abuso de la libertad de imprenta, especialmente en materia religiosa y gubernamental.
Esta legislación fue elevada a rango constitucional mediante los artículos 6° y 7° de
la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, y reafirmada por la Ley
Orgánica de la Libertad de Prensa de 1861 expedida por el Congreso de la Unión. En
contraste, no fue acatada por los gobiernos conservadores de Félix Zuloaga y Miguel
Miramón, quienes restablecieron la Ley Lares.

Ley Zarco

Conocida como Ley de Imprenta del 20 de febrero de 1861 e inspirada por Francisco
Zarco, quien pugna por la conservación de los jurados de imprenta, y establece lo siguiente:
a) Los ayuntamientos integrarían al jurado en 24 horas, seleccionados de listas
elaboradas cada año.
b) La obligación de ser jurado sería inexcusable, so pena de multa.
c) Habría dos jurados, uno de calificación, formado por once individuos y otro
de sentencia, que se integraría por diecinueve ciudadanos.
d) El jurado de calificación, a los que la ley denomina jueces de hecho, decidirían
por mayoría absoluta de votos si una acusación era o no fundada,
notificándose la decisión al Ayuntamiento correspondiente.
e) Si la decisión fuera acusatoria, el Ayuntamiento sometería el caso a un juez
conciliador, quien convocaría al jurado de sentencia para que […] dictase la
resolución y, en su caso, la pena que correspondiese según se tratase de faltas
a la vida privada, a la moral o al orden público.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

Se elimina la censura previa, no se pueden confiscar los implementos de producción


de los diarios como forma de castigo a quienes infringieran la ley y desaparecen los depósitos
de efectivo. Se buscó que la crítica al poder estuviera asegurada y por tanto el
encarcelamiento de los periodistas se hizo muy difícil.

Artículos 6° y 7° de la Constitución Liberal de 1857:


ART. 6. La manifestación de las ideas no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o
administrativa, sino en el caso de que ataque la moral, los derechos de tercero, provoque a
algún crimen o delito, o perturbe el orden público.
ART. 7. Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquiera materia.
Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni exigir fianza a los autores o
impresores, ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límites que el respeto a la
vida privada, a la moral y a la paz pública. Los delitos de imprenta serán juzgados por un
jurado que califique el hecho, y por otro que aplique la ley y designe la pena.

Conclusiones

El periodismo fue clave para la historia de México, además de las acciones militares,
políticas y económicas de cada época. Las altas esferas de poder descubrieron en la imprenta
un vasto tesoro, una herramienta social que, usada con audacia y echando mano de la aguda
pluma de muchos periodistas convencidos, se volvería el eje fundamental de la imagen
pública y percepción política de la sociedad.
Es mediante el periodismo que cada figura política de relevancia logró ganar fuerza
para llegar a la cúspide del poder, para luego perderla ante la revelación de las injusticias,
promesas rotas y agravios a la sociedad mexicana. Aunque la historia convencional omite a
las imprentas, este libro recolecta y rescata los nombres de incontables periódicos que,
mediante el ejercicio del controversial derecho a expresarse libremente, tomaron partido en
las distintas etapas y transiciones sociopolíticas de México.
En otro tenor, cabe resaltar una constante que, sin importar la época, estuvo presente
y representó el acabose de tantos opresores: la lucha por la libertad de expresión y la libertad
de imprenta. Fuera la corona española, José Iturbide, Santa-Anna, Vicente Guerrero,
Anastasio Bustamante, Juan Álvarez, Ignacio Comonfort, Maximiliano de Habsburgo, o
incluso Benito Juárez, todos y cada uno de estos personajes utilizó a la prensa para
mantenerse en el poder con el apoyo del pueblo, aún si eso significaba tomar medidas
drásticas contra la libertad de expresión. Sin embargo, tales intentos de censura y control
sirvieron de poco, pues la voluntad y la necesidad del pueblo mexicano por conducirse a
través de la verdad siempre fue más poderoso que cualquier dictador o régimen.
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 20/06/2020

Fuentes bibliográficas:
• Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México.
Edamex, México D.F. 1999
• Libertad de imprenta en el siglo XIX. Dos casos emblemáticos: La Ley
Lares y la Ley Zarco:
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2289/40.pdf
• Constitución Liberal de 1857:
http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/1857.pdf
• Ley Lafragua: http://p20130328.blogspot.com/p/ley-lafragua.html

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