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de México I 20/06/2020
Introducción
Si bien el medio periodístico se volvió muy popular y un medio muy requerido para
el año 1800, no es sino en el siguiente periodo de cien años que el periodismo se consolidaría
como un recurso fundamental para el curso de la historia de México; es con los intensos
cambios históricos, como la guerra de independencia, la instauración del primer Imperio y la
primera República federal, además de las distintas guerras y confrontaciones internacionales
e internas que llevaron a México a desprenderse de parte de su territorio, así como a cambiar
de régimen y de dictador una y otra vez, las circunstancias idóneas para que el periodismo
descubriera el poder que tenían para influir en la mente colectiva.
Conforme la sociedad evolucionaba, también lo hizo el periodismo, el cual no se
limitó a la típica recolección de información circunstancial para presentar los hechos del día
y de la semana, sino que se involucró amplia y activamente en el ámbito político, tomando
un papel que sería crucial para avivar los aires revolucionarios, liberales y conservadores que
se desatarían después por causa de la gran difusión y alcance del medio periodístico.
Asimismo, la población encontraría en el periodismo una marcada diferenciación de
opiniones y contrastes ideológicos que, debido a la competencia entre bandos, conduciría a
los reporteros a luchar no solo por la credulidad y la veracidad de su contenido, sino por los
ideales sociales y políticos que, en resonancia con el pueblo mexicano, pretendían
proporcionarle a México una perspectiva que le permitiera prosperar como nación, al punto
de rectificar en su visión si lo consideraban pertinente, y la historia que derivó de estos ideales
es prueba de ello.
Además del Diario de México, otros periódicos secundarios surgieron en los años
previos a la guerra de independencia de México; Don Manuel López Bueno fundó el Jornal
Económico de Veracruz el 1° de marzo de 1806, y que duró hasta el 31 de julio del mismo
año, siendo el periódico más antiguo del lugar. Por su parte, Don José María Almanza fundó
el Diario Mercantil de Veracruz, que duró del 1° de julio de 1807 al 8 de julio de 1808.
Muchas más propuestas editoriales surgieron en cadena: en Jalapa, salió a la luz una
Gaceta quincenal en 1807; en la capital de la Nueva España se imprimió el Correo Semanario
Político y Mercantil de México, del 8 de julio de 1809 al 30 de octubre de 1811.
En Guadalajara, el Semanario Patriótico hacia su aparición hacia 1809. Y el 2 de
enero de 1810, la Gaceta de Valdés se manifestó abiertamente como oficial bajo el título de
Gaceta del Gobierno de México, impresa por don Juan Bautista Arizpe. Y a partir de agosto
de 1810 apareció El Conciso, del que sólo se conoce el primer número, ya que es probable
que la publicación desapareciera al año siguiente. Así mismo, de la capital fue el Semanario
Económico de Noticias Curiosas y Eruditas sobre Arquitectura y demás Artes y Oficios,
aparecido en 1810.
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periodismo político de México), el cual era publicado cada sábado y tuvo por objeto presentar
los fines que se perseguían con la guerra, la justicia del movimiento insurgente y las
circunstancias en que se desarrollaban los planes rebeldes, así como las capas políticas,
económicas y sociales que lo formaban.
El sábado 16 de mayo de 1812, se publicó el número más importante. Bajo el título
de "Sitio de Quautla por Calleja y rompimiento de él por el Benemérito Morelos" con detalles
de la confrontación. En consecuencia, el 3 de junio de 1812 el virrey Venegas arremetió
contra el Ilustrador Nacional. Afortunadamente, José María Cos, con apoyo de la sociedad
de “los Guadalupes”, pudo publicar el Ilustrador Americano el 27 de mayo de aquel año. Y
al igual que con el anterior periódico, hubo amenazas por parte del virreinato para quienes lo
leyeran o cooperaran en él. Para combatir a este periódico insurgente nació el Verdadero
Ilustrador Americano, dirigido por don José María Beristáin, realista, que fundó su diario en
la capital de la Nueva España y que desde luego fue visto con amplia simpatía por los
peninsulares.
Muchos periódicos surgieron en cadena a lo largo del país en esa época: el Semanario
Patriótico Americano, el Despertador de Michoacán, la Gaceta del Gobierno Americano en
el Departamento del Norte, El Pensador Mexicano, El Juguetillo, La Gaceta, El Diario, El
Perico de la Ciudad, El Aristarco, El Filopatro, El Sastre Elogiador de la Niña Juguetona, El
Vindicador del Pueblo y El Censor Extraordinario.
Durante la guerra de Independencia se plasmaron en los distintos periódicos todo un
torrente de ideas con esencia patriótica y en favor de la libertad de la Nueva España. Es esta
época se sientan las bases para ulteriores polémicas en busca del mejor camino para el
naciente país. Es a partir de 1810, con el grito de Miguel Hidalgo, que surge paulatinamente
una minoría consciente que a tientas busca su destino en la Historia y cuyos periódicos
constituyen una parte de sus métodos de lucha por el ideal anhelado. Consumada la
independencia nacional el 27 de septiembre de 1821, México nacía a la libertad y al mismo
tiempo se abrían otros senderos políticos que darían lugar a una nueva era que sería
enriquecedora para la historia del periodismo.
México era sumamente nuevo en el ejercicio del federalismo, razón por la cual el
pueblo desconfiaba de la efectividad de su implementación en un país recién independizado.
A principios de 1835, aún se conservaban las disposiciones constitucionales de 1824, y la
población culpaba al régimen por todo el caos que imperaba en el país.
Según una gran parte de la población, la monarquía era más beneficiosa que la
república (realmente porque no habían conocido otro sistema desde la época de la conquista),
por lo que el apoyo a Iturbide como el primer Emperador de México fue enorme. En
contraparte, la influencia de Estados Unidos fue la que convenció a los federalistas
mexicanos para derrocar a la corona. Iturbide, ya exiliado, opinaba que la idea de la república
era visionaria y que no encajaba con el ritmo evolutivo del pueblo mexicano, cuyos cimientos
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ideológicos no estaban preparados para un cambio tan radical, y que, de hecho, la tan soñada
idea de libertad que nació en Estados Unidos no tendría el mismo efecto en México.
En efecto, la instauración del federalismo implicaba la creación de estados
ampliamente autónomos, lo cual generó mucha discordancia en sus modos de gobierno. Fue
así que, bajo la presidencia del general Miguel Barragán, interino de don Antonio López de
Santa Anna, se llevó a cabo el cambio de gobierno del federalismo al centralismo; un acta
provisional conocida bajo el nombre de Bases para la Nueva Constitución, implantó la
República Central el 23 de octubre de 1835. Y un año después, en diciembre de 1836, se
dictó la nueva Carta Magna conocida como las Siete Leyes, que estableció el Supremo Poder
Conservador, cuya misión sería la de velar por el equilibrio entre los demás poderes. Se
amplió a ocho años el período presidencial y se suprimió la soberanía de los Estados, mismos
que fueron conocidos como Departamentos.
Texas se independizó tomando como excusa dicho cambio, a lo que el periódico El
Mosquito Mexicano publicó una noticia (jamás desmentida) acerca de que don Lorenzo de
Zavala, don Valentín Gómez Farias y don José Antonio Mejía apoyaron en secreto el proceso
independentista de ese territorio.
Tras la muerte del presidente Barragán y del breve interinato de don José Justo Corro,
el general don Anastasio Bustamante ocupó por segunda ocasión el Poder Ejecutivo a partir
del 19 de abril de 1837. y no bien había ocupado la presidencia don Anastasio cuando el
coronel don Ramón Ugarte se sublevó en San Luis Potosí pidiendo la vuelta al régimen
federal. Además, la nueva administración tropezó en todos los órdenes, puesto que, al
parecer, se manejó mal el Supremo Poder Conservador y llegó a convertirse en una carga
burocrática.
Debido a la crisis y las constantes guerras civiles, Bustamante pidió un préstamo a los
agiotistas, los cuales condicionaron el préstamo a cambio de hipotecar varios bienes
eclesiásticos. El clero se negó a ayudar, por lo que dicha actitud fue ampliamente criticada
en el Diario del Gobierno, donde hicieron quedar a la iglesia como una institución egoísta y
desagradecida con el pueblo que le daba sustento. Dichas críticas tenían sustento lógico, y
resultó ser trascendental que viniesen de un gobierno centralista y conservador. Tal
acontecimiento dividió al gobierno y a la iglesia, y los liberales-federalistas aprovecharon
para criticar y burlarse de la situación.
Para rematar a la frágil economía mexicana, tuvo lugar la “Guerra de los Pasteles”,
un conflicto con Francia que obligó a México a pagar 600 mil pesos por cobro de deudas e
indemnizaciones (algunas más reales que otras), y así evitar daños mayores por los ataques
en las costas veracruzanas.
Poco después, un pronunciamiento federalista obligó al presidente Bustamante a ir a
combatir a los rebeldes y dejó como interino al general Santa Anna, quien aprovechó su
nueva posición para dictar un decreto el 8 de abril de 1839 en que acusó de subversivos a los
periódicos y mandó aprehender a sus directores, todo por causa de las noticias que dejaban
mal parado al gobierno en materia de conflictos internacionales e internos. Dicha medida,
reconoció Bustamante, era anticonstitucional, pero necesaria dada la situación del país.
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El general don José Joaquín de Herrera fue el sucesor de Santa Anna en la presidencia,
quien gobernó del 6 de diciembre de 1844 al 30 de diciembre de 1845. Durante su
administración, las tensiones con Estados Unidos hicieron obvia una cercana confrontación,
pero como el presidente consideraba que México carecía de las necesarias condiciones para
pelear, prefirió seguir una política pacifista que no fue del agrado de una buena parte de la
población. Ante esto, Paredes y Arrillaga se levantó en armas y en enero de 1846 escaló la
presidencia para hacer frente a la amenaza norteamericana, a lo que los periódicos El Siglo
XIX y La Voz del Pueblo suspendieron sus publicaciones.
El 13 de mayo de 1846 Estados Unidos ya había declarado la guerra a México.
Mientras tanto, los federalistas pegaron el grito en el cielo pidiendo por la vuelta de Santa
Anna y la reinstauración del sistema federal. Gómez Farias, Manuel Crescencio Rejón y don
José María Lafragua hicieron que las tropas de Paredes se insubordinaran, y así derrocaron
al gobierno, quedando como presidente el general don Mariano Salas, quien convocó a un
Congreso Constituyente que restableció la Constitución federal de 1824. Meses después, el
14 de septiembre de 1846, regresaron el General Santa Anna y Gómez Farias, presidente y
vicepresidente respectivamente.
Al final no hizo diferencia alguna este cambio de mando. La absoluta falta de unión
en México le dio una gran ventaja a Estados Unidos, y más tarde, se le daría también una
considerable extensión del territorio como símbolo de nuestra derrota.
mismos, "para ver si el supremo gobierno, insensible a las arias y a las peticiones en recitado,
se ablanda a los acordes de una orquesta". Incluso los conservadores utilizaron esta forma de
ataque con El Látigo, que combatió la reforma y afirmó la inutilidad de los congresos.
Finalmente, la suspensión de pagos de la deuda extranjera, decretada por Juárez el 17
de junio de 1861 debido a la precaria situación económica nacional, abre las puertas a la
intervención extranjera.
Emperador, El Cura de Tamajón, y La Idea Liberal fueron otros periódicos liberales. Por su
parte, los partidarios del Imperio publicaron en Morelia la Gaceta oficial del Imperio, y en
México La Monarquía.
Entre los acontecimientos destacados donde intervino la prensa liberal, está la
conspiración de Napoleón III con un tal doctor Gwin, cuyo plan era separa a Sonora de
México y entregar el territorio a Francia, y a quien el mariscal Francisco Aquiles Bazaine
debía proteger. Los liberales publicaron la información como verdadera para desprestigiar al
Imperio, lo que ocasionó que Bazaine arrestara a los directores de La Orquesta, La Sombra,
La Cuchara, El Buscapié y Los Espejuelos del Diablo. Aunque se aplaudió dicha publicación,
se señaló la hipocresía de los liberales cuando Benito Juárez estuvo haciendo tratados que
comprometían la soberanía de México (con pruebas existentes). Aun así, los periódicos
liberales siguieron multiplicándose.
El 10 de abril de 1865, que resultaba ser el primer aniversario de la aceptación del
trono de México por Maximiliano, el Archiduque decidió expedir una serie de decretos para
adquirir popularidad, cosa contraria a lo que obtuvo; destacan entre tales decretos una ley de
imprenta que consignaba que nadie podría ser molestado por sus opiniones y que todos tenían
derecho de imprimirlas y circularlas sin que hubiese necesidad de censura alguna, pero pronto
se vio que era una vil falacia, porque era considerado un delito atacar al Emperador o a los
miembros de la casa reinante, dar noticias falsas, publicar algo que inquietara al pueblo y lo
hiciera rebelarse, o ironizar contra las autoridades.
El 3 de octubre de 1865, Maximiliano fue engañado por el mariscal Bazaine, quien le
dijo que Benito Juárez había escapado de México, a lo que el Archiduque soltó un mensaje
con aire triunfal, actitud que no le duró mucho porque ni a los conservadores les agradó la
actitud sobrada del Emperador, calificando con adjetivos “inmerecidos” al obstinado de
Juárez. Este despliegue de supuesta humildad y reconocimiento ante información falsa le
estalló en la cara, y Maximiliano se vio obligado a declarar que cualquiera que tuviera un
arma en mano debía ser fusilado, sin importar la causa política que defendiera, y sin
prisioneros.
Juárez no se sintió derrotado, sino que regresó con más entusiasmo dada la inesperada
publicidad que recibió. Asimismo, en Estados Unidos había terminado la guerra de secesión,
lo cual garantizó el apoyo norteamericano al movimiento juarista. Para colmo, Napoleón III
ordenó la retirada de sus tropas del territorio mexicano por la presión que sentía por parte de
Estados Unidos y Prusia, dejando a Maximiliano vulnerable. Ante esto, el Diario del Imperio
publicó en marzo de 1866 una noticia en la que se mostraba a Maximiliano pidiendo ayuda
napoleónica, pero no resultó. Las tropas juaristas avanzaron hacia la capital, apoyadas por el
gobierno norteamericano.
Durante los tiempos finales del régimen en 1867, El Emperador Maximiliano recibió
“ayuda” por parte de los medios conservadores, quienes trataron de encubrir hechos
perjudiciales y derrotas con mentiras, pero al final no contó para nada. Maximiliano fue a
combatir en Querétaro, pero perdió, y debido a traición del coronel Miguel López, quien era
comandante del Regimiento de la Emperatriz. A cambio de una buena paga y de que se le
perdonara la vida si cooperaba, el coronel López entregó a los republicanos el convento de
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La Cruz la madrugada del 15 de mayo de 1867, lo que resultó en que Maximiliano, Miramón
y Mejía fueron hechos prisioneros, juzgados y ejecutados el 19 de junio de ese año.
Tras dar por terminado el segundo Imperio Mexicano con la muerte de Maximiliano
de Habsburgo, Juárez entró triunfal a la capital de la República el 15 de julio de 1867. Sin
embargo, la paz no duraría, pues ya se había gestado el escenario que conduciría a la siguiente
revolución, esta vez, de mano de Porfirio Díaz, quien fue objeto de la frialdad de Juárez,
quien, cuando el militar le proporcionó al presidente importantes victorias para asegurar la
reinstauración de la república federal.
La falta de tacto y de piedad entre ambos personajes los volvió antagónicos ante la
sociedad, y hallaron cierta predilección por Díaz; cuando el militar se dio de baja, devolvió
íntegro el sobrante del presupuesto de guerra a Juárez, así como cuentas claras, lo que
acrecentó su fama y aceptación en contraste con la del mandatario. La disminuida aceptación
de Juárez se reflejó también en el Partido Liberal, donde crecía la oposición a la idea de
reelección del licenciado Benito, quien insistía cada vez más en extender su mandato.
Por su parte, en 1868 el país vivió un «renacimiento literario, íntimamente
relacionado con el desarrollo de la prensa. Se establecieron periódicos, se formaron
sociedades literarias y se celebraban sesiones en que se leían poesías, artículos en prosa y
discursos, ante un público entusiasta».
Así, en la capital surgieron distintos medios periodísticos: la Revista Universal, El
Recopilador, Ilustración Espírita, La Gaceta de Policía, La Sociedad Católica (conservador),
El Correo de México (liberal), La Guirnalda, El Semanario y La Vida en México. Y como
parte de esta ola de nuevos periódicos, en Veracruz, San Luis Potosí, Jalisco, Puebla, Pachuca
y Monterrey surgieron numerosos medios que, además del usual contenido político, también
comenzaron a tocar temas culturales y artísticos.
El partido de Juárez se disgustó con éste por su insistencia en prolongar su mandato,
pues era bien sabido que en 1858 se había declarado Presidente de la República porque era
el presidente de la Suprema Corte, y la Constitución lo habilitaba como presidente sustituto.
Asimismo, en 1861 se convirtió en presidente electo por su congreso, y en 1865 se prolongó
a si mismo el mandato y se negó a que González Ortega (presidente de la Suprema Corte) lo
sustituyera, según lo establecía la Constitución que el propio Juárez había invocado en 1858.
Y en ese momento, en pleno año 1871, sin dejar el poder, se estaba presentando como
candidato a la presidencia.
Sebastián Lerdo de Tejada y don Porfirio Díaz fueron los otros dos contendientes
presidenciales, pero como ninguno tuvo una mayoría absoluta como era requerido, Juárez
quedó electo presidente y Lerdo de Tejada quedó como presidente de la Suprema Corte de
Justicia, hecho que dio la impresión de ser producto del “la arbitrariedad y el fraude”. Tal
apego al poder le costó la crítica por parte de otros liberales, que lo fulminaron en notas
periodísticas contundentes y duras, donde lo señalaron como el culpable de 14 años de guerra
y derramamiento de sangre.
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Finalmente. las tropas del general Díaz -quien tenía como segundo al general Manuel
González, luego presidente de la República- derrotaron a los lerdistas en Tecoac, y el
presidente huyó a los Estados Unidos, donde murió en 1889.
Los porfiristas no perdieron el tiempo y fundaron tres importantes periódicos para
hacer propaganda a su nuevo jefe: El Monitor Tuxtepecano, El Bien Público y La Legalidad,
que publicó toda la documentación que se cruzaron Díaz e Iglesias cuando ambos buscaban
una solución pacífica a la crisis política.
La nueva administración acarreó su respectiva oleada de periódicos nuevos, cada cual
a favor o en contra del régimen. Entre todos los periodistas, se destacó Manuel Caballero
(1849-1926), a quien se considera como "el primer gran reportero de México", e introdujo la
noticia ágil y certera, y el "cabeceo" intencionado, en su diario El Noticioso, de 1879.
También durante 1879, el grupo adicto a don Porfirio fundó El Republicano,
magnífico vehículo de propaganda para el presidente Díaz. La Casera, El Fígaro Mexicano,
La Sombra de Lizardi, Belcebú, El Doctor Merlín, El Pobrecito Hablador, La Patria Festiva,
El Tranchete, El Vigilante, El Correo del Lunes, La Tribuna y La Historia Cantante, fueron
todos periódicos publicados en 1879, si bien algunos como La Casera y La Historia Cantante
tuvieron muy corta vida.
Ley Lares
Ley Zarco
Conocida como Ley de Imprenta del 20 de febrero de 1861 e inspirada por Francisco
Zarco, quien pugna por la conservación de los jurados de imprenta, y establece lo siguiente:
a) Los ayuntamientos integrarían al jurado en 24 horas, seleccionados de listas
elaboradas cada año.
b) La obligación de ser jurado sería inexcusable, so pena de multa.
c) Habría dos jurados, uno de calificación, formado por once individuos y otro
de sentencia, que se integraría por diecinueve ciudadanos.
d) El jurado de calificación, a los que la ley denomina jueces de hecho, decidirían
por mayoría absoluta de votos si una acusación era o no fundada,
notificándose la decisión al Ayuntamiento correspondiente.
e) Si la decisión fuera acusatoria, el Ayuntamiento sometería el caso a un juez
conciliador, quien convocaría al jurado de sentencia para que […] dictase la
resolución y, en su caso, la pena que correspondiese según se tratase de faltas
a la vida privada, a la moral o al orden público.
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Conclusiones
El periodismo fue clave para la historia de México, además de las acciones militares,
políticas y económicas de cada época. Las altas esferas de poder descubrieron en la imprenta
un vasto tesoro, una herramienta social que, usada con audacia y echando mano de la aguda
pluma de muchos periodistas convencidos, se volvería el eje fundamental de la imagen
pública y percepción política de la sociedad.
Es mediante el periodismo que cada figura política de relevancia logró ganar fuerza
para llegar a la cúspide del poder, para luego perderla ante la revelación de las injusticias,
promesas rotas y agravios a la sociedad mexicana. Aunque la historia convencional omite a
las imprentas, este libro recolecta y rescata los nombres de incontables periódicos que,
mediante el ejercicio del controversial derecho a expresarse libremente, tomaron partido en
las distintas etapas y transiciones sociopolíticas de México.
En otro tenor, cabe resaltar una constante que, sin importar la época, estuvo presente
y representó el acabose de tantos opresores: la lucha por la libertad de expresión y la libertad
de imprenta. Fuera la corona española, José Iturbide, Santa-Anna, Vicente Guerrero,
Anastasio Bustamante, Juan Álvarez, Ignacio Comonfort, Maximiliano de Habsburgo, o
incluso Benito Juárez, todos y cada uno de estos personajes utilizó a la prensa para
mantenerse en el poder con el apoyo del pueblo, aún si eso significaba tomar medidas
drásticas contra la libertad de expresión. Sin embargo, tales intentos de censura y control
sirvieron de poco, pues la voluntad y la necesidad del pueblo mexicano por conducirse a
través de la verdad siempre fue más poderoso que cualquier dictador o régimen.
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Fuentes bibliográficas:
• Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México.
Edamex, México D.F. 1999
• Libertad de imprenta en el siglo XIX. Dos casos emblemáticos: La Ley
Lares y la Ley Zarco:
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2289/40.pdf
• Constitución Liberal de 1857:
http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/1857.pdf
• Ley Lafragua: http://p20130328.blogspot.com/p/ley-lafragua.html