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García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist.

de México I 18/04/2020

El periodismo en México: 500 años de historia


Reporte de Lectura 1

Introducción

Toda sociedad moderna considera la información como una parte esencial de su


desarrollo y estructura social, y así como lo es ahora, lo fue desde sus comienzos. La
necesidad de información y conocimiento llevó a la inevitable aparición de la imprenta en
México (en aquel entonces Nueva España), lo que escaló a la utilización de semejante recurso
para la difusión masiva. Su éxito fue casi inmediato, y en cada una de sus etapas, la sociedad
la abrazó y le dio el cobijo que la iniciativa necesitaba para convertirse en la gran empresa
de carácter político, económico y sobre todo social, que es hoy.
A continuación, recorreremos las distintas eras del actual periodismo, como una
forma de entender los cimientos de la comunicación de masas en México.

Los pregoneros (1524-1550)

El 13 de agosto de 1521, la ciudad de Tenochtitlán, corazón del imperio mexica, fue


tomada por el ejército español (integrado por cuatrocientos cincuenta elementos), comandado
por Hernán Cortés, Diego de Ordaz, Pedro de Alvarado y Bernardino Vázquez de Tapia. A
su vez, Cuauhtémoc fue capturado, convirtiéndose en el último tlatoani. Luego de la victoria,
se puso en marcha la construcción de la nueva metrópoli/colonia española en lo que Cortés
se instalaba en Coyoacán para gestionar como gobernador, marcando así el principio de una
nueva etapa para la llamada Nueva España, caracterizada por el mestizaje lingüístico, cultural
y genético.
Por desgracia, se perdieron las primeras actas de los cabildos celebrados en Coyoacán,
por lo que se desconocen los actos de los primeros ayuntamientos de fines de 1522 y 1523,
periodo en que, se teoriza, Cortés nombró al primer pregonero de la Nueva España; los
pregoneros preceden al actual periodismo como fuente de conocimiento e información, pues
de forma primitiva, daban a conocer a la comunidad nuevas leyes, disposiciones, castigos y
medidas tomadas por el Ayuntamiento, las cuales debían ser acatadas, aunque omitiendo
cualquier otro dato o hecho “superfluo” acontecido en las distintas capas de la sociedad.
Gracias a Pedro del Castillo, escribano del Ayuntamiento de México, se sabe que Francisco
González era el pregonero oficial del cabildo en 1524, siendo quizá el primero de toda Nueva
España, y que pregonaba en plazas, mercados y por las calles más transitadas de la capital.
Perdidos los registros de 1530 a 1532, se supo que en 1533 Juan de Montilla fungió
como pregonero sustituto de González para trabajar en la capital de Nueva España. Como
dato añadido, se supo que el salario de los pregoneros era muy reducido, apenas 6 pesos
anuales, lo que impulsó un fugaz y vano esfuerzo de Juan de Montilla por cobrarle a la gente
por sus pregones. El cabildo amenazó al individuo por semejante conducta, por lo que a
Montilla no le quedó de otra que ejercer su labor con dedicación y buen comportamiento. En
ese tiempo, arribó a la capital el primer virrey, don Antonio de Mendoza, acompañado de su

Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México. Edamex, México
D.F. 1999
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esposa, doña Catarina de Vargas, en 1535. Quince años -hasta 1550- duró en el gobierno el
señor De Mendoza, y en ese tiempo hubo varios pregoneros como Hernando Díaz, Juan
González y Hernando Arrnijo, que tuvieron la tarea de transmitir las disposiciones y noticias
emitidas por el gobierno.

Antecedentes del periodismo humorístico (1521-1842)

Si algo distingue a la naciente nacionalidad mexicana y que se remonta a sus orígenes


confluyentes de la cultura española e indígena, es el humor, el cual fungió como una vía única
para alivianar las dificultades, celebrar los triunfos y para confrontar tragedias, como el
matrimonio o la misma muerte. Por otro lado, el humor también ha servido para llevar a cabo
protestas dinámicas contra la injusticia y la incompetencia, o bien para hacer
cumplidos/elogios que, si bien podrían carecer de lógica o de clemencia, eran sinceros.
El humor ha servido para criticar la realidad y manifestar descontento o alegría, según
se den las circunstancias; en la Nueva España, las manifestaciones humorísticas comenzaron
con rumores sobre Hernán Cortés, hasta que la gente de ciertos grupos empezó a escribir
sobrenombres y mensajes de protesta y burla en las paredes de su morada en Coyoacán.
Desde ese momento y a lo largo de toda la historia de la Nueva España, pasquines, epigramas
y libelos fueron dirigidos a diferentes personalidades públicas: a Martín Cortés (hijo del
conquistador); a Gaspar de la Cerda Sandoval, el Conde de Galve (por huir de un incendio
en su morada, el cual fue ocasionado por ciudadanos hambrientos); a Juan Antonio de
Vizarrón y Eguiarreta, Arzobispo de México y trigésimo octavo Virrey de la Nueva España
(por su sobriedad y firmeza); a Agustín de Ahumada y Villalón, Marqués de las Amarillas y
Virrey de la Nueva España en 1755 (por lo conflictiva que fue su administración, entre abusos
y comercios ilícitos en Puebla, hasta problemas con las minas de León); a Don Bernardo de
Gálvez (porque la gente se fijó más en la “nacionalidad” su esposa que en su labor como
virrey en 1756); al Conde de Gálvez y al inspector José Espeleta (al primero por exhibirse en
todos lados para ser aplaudido, menos en la iglesia, y al otro por su carácter áspero), y así
sucesivamente sucedió con todos y cada uno de los posteriores virreyes, inspectores, militares
y demás figuras públicas y/o de autoridad, incluidas sus familias, amigos y allegados.
Al final, ningún individuo conocido por el pueblo podía escapar de la crítica, y todas
las “pullas lanzadas” fueron motivo de miles de sonrisas del pueblo, a costa del agravio de
los protagonistas de tales burlas. Aquellos autores anónimos, que con sus punzantes e irónicas
composiciones literarias agraviaron gente a mansalva, se volvieron el antecedente del
humorismo periodístico en México.

Periodismo colonial. Las hojas volantes (1541-1700)

La imprenta fue introducida en América el 10 de junio de 1539, cuando se formalizó


el convenio entre el impresor sevillano Juan Cromberger y Juan Pablos, apoderado suyo,
quien regenteó la primera imprenta de la Nueva España. Asimismo, el primer libro impreso
en América lleva por título “Breve y más compendiosa doctrina cristiana en lengua mexicana
y castellana”, de Juan de Zumárraga, escrita en español y en náhuatl.

Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México. Edamex, México
D.F. 1999
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En 1541, dos años después de la llegada de la imprenta a la Nueva España, las hojas
volantes (papeles sueltos de carácter informativo) hicieron su aparición, aunque en Europa
su uso se remontaba al siglo XV. Dichas hojas volantes se publicaban con poca periodicidad,
y en ellas se comunicaban todo tipo de datos: relaciones, noticias, sucesos, traslados,
crímenes, ejecuciones, asuntos de guerra, muertes o nombramientos de monarcas/virreyes,
disposiciones oficiales, llegadas y salidas de navíos, edificaciones y dedicaciones de obras
arquitectónicas, fundaciones, misiones, festejos civiles y eclesiásticos, canonizaciones, actos
públicos, solemnidades, certámenes literarios, terremotos y otros sucesos raros, físicos y
naturales, además de otros acontecimientos (fuesen de la Nueva España o del extranjero) que
fueran de interés para la colonia. Sin embargo, pese al uso meramente informativo de este
medio, hubo ciertas prácticas amarillistas en sus titulares.
El primer papel informativo que fue denominado como “gaceta” data de 1666. Se
llamó Gazeta general. Sucesos de este año de 1666. Provisiones y Mercedes, en los Reynos
de España, Portugal y Nueva España, y fue impreso por la viuda de Calderón. De esta misma
casa salió la Primera Gazeta del año de 1667 y Relación de lo sucedido en Portugal y la
Gazeta nueva de varios sucesos hasta el mes de junio de 1668. Después se tomó la iniciativa
de numerar las gacetas, con la intención de darles carácter de serie y cierta periodicidad;
como ejemplo, en 1722, la Gaceta de México y Noticias de la Nueva España del padre
Castorena y Ursúa alcanzó periodicidad mensual.
Estas publicaciones fueron en su época muy valiosos a nivel sociológico, pues eran
los únicos vehículos de información y aglutinantes de la conciencia social, aunque también
tienen gran valor en términos históricos. Sin embargo, la impresión y publicación de las hojas
volantes y gacetas conllevó muchos contratiempos, complicaciones e inconvenientes, pero el
principal problema de la época era la carencia de papel, dado que las publicaciones ya
alcanzaban 8 hojas de extensión como mínimo.
Dichas publicaciones tuvieron éxito entre la población debido a la narrativa, la cual
hacía una mezcolanza de literatura y relatos orales, y que eventualmente sentaría los
antecedentes del lenguaje periodístico para transmitir efectivamente la información al tiempo
que provocaban un sentimiento en el lector que le facilita vincularse con el mensaje en más
de una manera, garantizando así una mayor comprensión y absorción del mismo.
Dada la naturaleza de las hojas volantes y gacetas del siglo XVI, XVII y principios
del XVIII, se puede afirmar que la sociedad era, en aquel entonces, un simple receptor pasivo,
del que no se exigía el menor razonamiento, opinión o interpretación de la información
proporcionada, lo cual se contraponía con la posición ensalzada del gobierno y altos mandos.
Aun así, se reconoce que estas hojas volantes fueron una manifestación notoriamente popular
(que paulatinamente ha ido en desuso) de lo que sería el periodismo contemporáneo.

Periodismo mexicano del siglo XVIII. Las gacetas (1722-1809)

En enero de 1722, Juan Ignacio de Castorena y Ursúa fundó la Gaceta de México y


Noticias de la Nueva España, con la autorización del entonces virrey de la Nueva España,
don Baltasar de Zúñiga, Marqués de Valero. Así inició el periodismo regular en nuestro país.

Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México. Edamex, México
D.F. 1999
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Según el mismo Castorena, un periódico regular acercaría a Nueva España a la


extendida costumbre europea, procurando alcanzar un paralelismo entre el desarrollo
histórico y político de ambos continentes. En sus propias palabras, "es plausible y bien
recibida costumbre imprimir las noticias de cada mes, en un cuaderno mensual. . ." (Gaceta
de México, núm. 6, junio de 1722).
Castorena atribuía al periodismo un gran valor histórico, lo cual era secundado por
Tavera Alfaro, quien señalaba la práctica de publicar gacetas como una imitación de la usanza
europea que aspiraba a la conformación de una identidad nacional respaldada por el
desarrollo de una madurez intelectual.
A diferencia de Europa, en la Nueva España no se respetaba la publicación
cronológica de la información a rajatabla; aunque Castorena agrupaba las noticias de un solo
día en orden y separadas por un punto, solían escaparse datos que servían para posteriores
gacetas, de modo que la información se intercalaba y complementaba con sucesos salteados
en el tiempo, lo que implicó una relatividad en la percepción de lo nuevo y lo viejo. Dichas
publicaciones, cabe mencionar, carecían de clasificaciones puntuales del tipo de noticia,
siendo la clasificación geográfica la única existente. Por otra parte, en dichas gacetas no había
reflexión política alguna, dado que la intencionalidad tenía una tendencia prioritariamente
informativa, no orientadora (sin mencionar el tipo de gobierno monárquico que no admitía
algo semejante a una queja).
Las fuentes de información que usó Castorena para la gaceta eran diversas; buscó
informantes (un equivalente a corresponsales) en las distintas demarcaciones del virreinato,
especialmente entre las autoridades eclesiásticas o civiles que, por razón de sus cargos, tenían
acceso a datos privilegiados. También recurrió a la correspondencia de los emisarios, así
como a los puertos, donde arribaban noticias de lugares diversos.
A pesar de la diversidad de fuentes, Castorena dio prioridad a la información
eclesiástica dadas sus preferencias personales, aunque no fue excluyente; en sus gacetas
abundaban notas relativas al culto religioso y a las actividades de los eclesiásticos y de las
órdenes monásticas, pero también había notas que describían el movimiento comercial, el
tráfico marítimo, el laboreo de las minas, las costosas edificaciones, los reconocimientos
geográficos, la catequización de los indígenas y otras actividades propias de la sociedad
colonial.
Luego de que la primera “Gazeta de México” de Castorena desapareciera (y él
muriera) en 1733, el sendero del periodismo quedó abierto para publicaciones mensuales
como la que fundó Juan Francisco Sahagún de Arévalo en 1728, y que suplió el hueco de las
publicaciones de Castorena. Sahagún continuó las publicaciones de la segunda Gazeta de
México de 1728 a 1739, se tomó una pausa por escasez de papel y se retomó en 1742, cuando
adoptó el nombre de “Mercurio de México”, y cuyo primer número abarcó noticias del par
de años de inactividad. Cabe señalar que, al contrario que Castorena, Sahagún tenía un estilo
de publicación más directo, lógico, ordenado, claro y preciso, además de que Sahagún tenía
una predilección por la exactitud y selección de la información publicada. de modo que,
aunque éste último no dio declaraciones de su manera de trabajar. Su labor se considera más
periodística que la de su predecesor, aunque ambos tenían en común la idea de considerar al

Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México. Edamex, México
D.F. 1999
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 18/04/2020

periodismo como fuente primordial de la historia, sin ignorar su función informativa


inmediata.
Como valor agregado a su labor, a Sahagún le fue concedido el cargo de primer
cronista e historiador del reino de la Nueva España, lo cual facilitó su tarea de informar al
público novohispano, sobre todo por su facilidad para consultar los archivos y conocer las
correspondencias oficiales, y al igual que Castorena, también hizo uso de informantes para
recopilar datos “dignos de la luz pública”.
La tercera Gazeta de México, fundada por el impresor Manuel Antonio Valdés, con
autorización del virrey Matías de Gálvez, apareció el 14 de enero de 1784, y con el mismo
nombre siguió publicándose hasta el 27 de diciembre de 1809. El 2 de enero de 1810 se
transforma en “Gazeta del Gobierno de México” para concluir, junto con el virreinato, el 29
de septiembre de 1821. La periodicidad, así como el precio de la suscripción a la gaceta,
fueron variando con los años debido a distintos factores como falta de papel, extensión de la
gaceta, y la misma regularidad con que se publicaba.
En cuanto a la orientación ideológica y las características internas de la Gazeta de
México, Manuel Antonio Valdés se vale de las ideas y los métodos introducidos por
Castorena y Sahagún, con su respectivo aporte de estilo personal. A través de sus reflexiones
sobre el arte del periodismo, Valdés fue considerado el periodista mejor dotado de la época
colonial. Tanto era su compromiso con su trabajo, que Valdés llegó a decir que las gacetas
eran "una colección de noticias del día, ya sean de unos sucesos peregrinos, ya de unos
regulares acontecimientos que no se escriben para un lugar determinado, sino para un reino
entero, donde es moralmente imposible se encuentre uno solo perfectamente instruido de lo
ocurrente; y que no sólo a los presentes, sino a los ausentes y futuros se dirigen,
consiguiéndose por tan fácil medio hacer perenne la memoria de innumerables cosas...".
Sin embargo, para Valdés, las gacetas no solo tenían valor histórico, ni se publicaban
por el bien común, sino que su aspiración era que la gaceta se convirtiese en “instrumento
del Estado, en instrumento de difusión de la política paternal de la Ilustración Española”.
Con esto, Valdés convirtió al periodismo en un arma del poder público, un recurso para
“extender la palabra del gobierno” a las masas, y al cual le daría carta abierta para censurar
previamente las noticias a conveniencia. Como pago por facilitarle al gobierno controlar el
contenido de las gacetas, Valdés tuvo el permiso virreinal para solicitar a gobernadores,
corregidores, alcaldes mayores y otros funcionarios subalternos que colaborasen en recopilar
y proporcionar información para las publicaciones, eso sí, bien circunstanciadas con datos
verificables y escrupulosos, para asegurar que la gaceta siempre tuviera contenido fidedigno.
Con los esfuerzos de Castorena, Sahagún y Valdés, el periodismo en la Nueva España
se formalizó y marcó los precedentes de la labor periodística seria, lo cual serviría para la
llegada del Diario de México en 1805.

El Diario de México (1805-1817)

En 1805, y con el permiso del virrey Iturrigaray, Carlos María de Bustamante y


Jacobo de Villaurrutia iniciaron la edición del que sería llamado Diario de México, el
antecedente directo de lo que es el periodismo en el México actual, pues se trató del primer

Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México. Edamex, México
D.F. 1999
García Real Brandon Hazel Procs. y Medios de Comunic. en la Hist. de México I 18/04/2020

esfuerzo comunicacional por difundir las ideas que la sociedad (o sea que se dirigía al común
del pueblo, más que a grupos minoritarios) generaba y demandaba para sí misma, el cual es
uno de los principios básicos del periodismo: servir a quien se informa.
El objetivo del Diario de México, definido desde el inicio, fue el de difundir la cultura
e instruir a las masas, para así promover el progreso de la sociedad contemporánea y lograr
el bien social; Bustamante comenzó a publicar las obras inéditas de numerosos poetas en su
periódico mediante una dinámica de buzones donde personas de toda índole podía depositar
trabajos para ser publicados (firmados bajo pseudónimo), pero claro, no era el único tópico:
el diario cubría notas eclesiásticas, disposiciones políticas y gubernativas, notas judiciales
(como los casos resueltos, sin resolver y sentencias), adelantos en las ciencias y las artes, así
como avisos de eventos sociales públicos de carácter lúdico y, no menos importante,
recomendaciones de lectura. Toda idea, escrito y acontecimiento provenían del seno de la
Nueva España (al punto de que se descubrieron poetas, oradores, políticos, historiadores y
hombres versados en todo género, formados por sí mismos, entre la “prole”), lo que convirtió
al diario en un “actor social” al incidir en el comportamiento social de la época.
Aunque el Diario de México tenía una línea editorial definida en cuanto a cultura
refería, no pudo librarse de la censura y la lucha contra fuerzas externas al diario; dada la
época en que el diario existió, las fuerzas políticas resultantes de la invasión napoleónica en
España y del cruce ideológico de esos años, se hizo inminente una intervención en la
elaboración y aprobación de las publicaciones, sobre todo, primero por parte de la Iglesia,
hasta llamar la atención de las fuerzas virreinales, tanto por las denuncias de abuso,
inconformidad por reformas o descuidos de la autoridad, hasta por la postura que debía tomar
el diario ante la independización de México (ligeramente a favor del pueblo, cosa
inadmisible). A diferencia de la postura de Manuel Antonio Valdés con la antigua Gazeta de
México, quien permitió desde el principio que el gobierno aprobara las publicaciones, en el
Diario de México la intervención fue iniciativa externa a la empresa, representando así el
primer intento de conceptuar la libertad de prensa e información, de modo que las notas del
diario no pudiesen representar un inconveniente para los intereses de grupos poderosos.
El Diario de México fue un parteaguas informativo, el mayor exponente de
periodismo de la época, y que marcó la tendencia para las futuras generaciones periodísticas.

Conclusiones

La labor periodística comenzó el día que alguien decidió recolectar información,


considerarla de interés social y publicarla. La esencia de la comunicación radica precisamente
en entender la conformación de esa red, así como la relevancia que adquiere conforme se
amolda a la sociedad, a su cultura y su historia, a la vez que participa activamente de ella.
Por supuesto, semejante poder de difusión ha sido siempre el objetivo de los grupos
minoritarios que detentan el poder político, económico y religioso, pero lo que impera al final
siempre es el interés por hacer un bien a la sociedad, al común del pueblo. Mientras el
periodismo tenga en sus principios la intención de no solo informar, sino también ilustrar y
mostrar la realidad como la integración de posturas, hechos y opiniones, dicha labor tendrá
un futuro innegablemente valioso en la sociedad.

Bibliografía: Castañeda, Carmen Ruiz. 500 años del periodismo en México. Edamex, México
D.F. 1999

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