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Gestión de cartera

Desde mi punto de vista, es de vital importancia que, desde el minuto uno, tengas


una clara y sólida gestión de cartera.
No tener claro tu perfil, tu capacidad para soportar caídas, la necesidad del dinero
en un futuro próximo, etc. puede hacer que te veas ante problemas inesperados.
Problemas que hay que evitar desde el principio.

Gestionar una cartera significa hacer un seguimiento estratégico de las


inversiones que hacemos y asegurarnos de que están alineadas con nuestros
objetivos, tanto a corto como a largo plazo.
Cuando hablamos de gestión de cartera nos referimos a gestionar de manera
estratégica nuestras inversiones o activos financieros para reducir el riesgo y
maximizar la rentabilidad.
Es tomar las mejores decisiones de inversión e ir controlando su evolución para
ver si es necesario hacer algunos cambios, siempre teniendo en cuenta nuestro
perfil como inversores.
Sin embargo, dado que cada inversor tiene sus propias necesidades y
objetivos, no existe un modelo único de gestión de cartera. Por lo tanto, cada
uno de nosotros deberá encontrar la mejor forma de gestionarla.

Factores que influyen a la hora de crear y gestionar una cartera de inversión

Para gestionar una cartera propia, hay que tener en cuenta 6 factores
relacionados directamente con nuestro perfil de inversor. Estos factores son:

1. La edad: es muy importante tener en cuenta nuestra edad, puesto que


una persona joven puede asumir más riesgos que una persona cerca de
la edad de jubilación.
2. La situación personal y profesional: es imprescindible tomar
decisiones de inversión valorando siempre cuál es tu situación actual y
futura. Por ejemplo, una persona que vive sola y no tiene ninguna
hipoteca, se puede permitir invertir en activos de más riesgo y de más
rentabilidad; en cambio, una persona con familia e hipoteca, tendrá que
valorar opciones de inversión de menor riesgo.
3. La aversión/tolerancia al riesgo: a la hora de invertir, debes tener
claro cuál es tu nivel de tolerancia al riesgo. Si tu nivel de tolerancia es
más bien bajo, deberás inclinarte por un modelo de inversión de menos
riesgo y, por el contrario, si eres más tolerante al riesgo, podrás optar
por los activos más arriesgados.
4. El horizonte de la inversión: es decir, ¿cuándo necesitarás el dinero?
Antes de tomar cualquier decisión de inversión, siempre hay que tener
en cuenta el horizonte temporal. Por ejemplo, si sabes que en menos de
un año necesitarás el dinero, deberás buscar un tipo de inversión que
puedas recuperar antes de cumplir este tiempo.
5. La comodidad de la inversión: hay estrategias de inversión que
requieren de mucha más dedicación que otras, como es el caso de la
gestión activa. Es por eso que deberás valorar si estás dispuesto a
investigar por ti mismo las empresas o productos en los que quieres
invertir.
6. La diversificación: tengas el perfil que tengas, deberías crear una
cartera que contenga varios activos de diferentes características, de
este modo consigues una cartera diversificada y puedes minimizar el
riesgo de default (el riesgo más extremo y con el que puedes sufrir unas
pérdidas más importantes.

Cómo se crea y gestiona una cartera de inversión propia

Para gestionar una cartera de inversión en bolsa correctamente, primero debes


tener en cuenta:

1. Qué activos son más adecuados para ti según tu perfil de inversor.


2. Qué tipo de estrategia vas a seguir para crear tu cartera.
3. Cómo y cuándo hay que hacer un rebalanceo de la cartera.

Tipos de carteras de inversión (y sus estrategias)

 Cartera de gestión activa: la gestión activa es una estrategia que


busca obtener rentabilidades mayores asumiendo más riesgos. Sin
embargo, es un tipo de gestión que requiere de mucha dedicación
 Cartera de gestión pasiva: es una estrategia que se basa en
replicar los índices, por lo tanto, su nivel de dedicación es muy
inferior. Además, está comprobado que este es un método que a
largo plazo siempre ha resultado ganador a nivel de rentabilidad.
 Cartera de gestión mixta: se basa en crear y gestionar una cartera
que combine la gestión activa y la gestión pasiva, de este modo,
además de poder diversificar en diferentes activos, también
diversificas con diferentes estrategias de inversión.

Es imprescindible tener una estrategia clara y definida porque al trabajar sin una
estrategia es cuando se pueden cometer más errores.

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