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TERRITORIALIDAD Y PAISAJE E EL
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ÁNGEL JULIÁN GARCÍA ZAMBRANO
SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA
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GEOGRAFiA
DE
U H A M
Agradecimientos . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . 13
Referencias bibliográficas 25
Primera parte
ASPECTOS TEÓRICOS
7
8 ÍNDICE
Segunda parte
ESTUDIOS DE CASO
AGRADECIMIENTOS
Este libro es el principal producto del proyecto "La organización del espa-
cio urbano en la Nueva España, 1519-1620", que fue financiado por el Pro-
grama de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica
(PAPIIT, clave IN-303300) de la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico (DGAPA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El Instituto de Geografía de la UNAM también aportó recursos para la publi-
cación de este trabajo en coedición con el Fondo de Cultura Económica.
Agradecemos a las respectivas direcciones. De igual forma queremos reco-
nocer los aportes tanto en recursos humanos como en instalaciones a la
Facultad de Arquitectura y la DES de Humanidades de la Universidad Autó-
noma del Estado de Morelos, así como el tiempo cedido a los investigado-
res de nuestro equipo por la Universidad Autónoma de Zacateca s y por las
facultades de Arquitectura y de Filosofía y Letras de la UNAM. Del mismo
modo queremos agradecer a las instituciones que autorizaron reproducir
algunas de las imágenes del libro, en particular al Instituto Nacional de
Antropología e Historia, a la Real Academia de Historia de Madrid y a la
Nattie Lee Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas en
Austin.
En la coordinación del citado proyecto participó el doctor Héctor Men-
doza Vargas. Varios colegas comenzaron aquí sus carreras académicas.
Queremos agradecer a los becarios del Instituto de Geografía que participa-
ron en alguna etapa de la investigación: Montserrat Cayuela Gally, Pedro
Sergio Urquijo Torres, Arais Reyes Meza, Juan Pedro Rivera Pizano, Her-
mes Javier Medina Aboytes, Regina Lira Larios y Carina Guzmán Bullock.
Algunas de sus becas fueron financiadas por el Programa de Becas para la
Elaboración de Tesis de Licenciatura en Proyectos de Investigación (Probe-
tel) de la UNAM o por fondos sectoriales de la Secretaría de Medio Ambiente
y Recursos Naturales a través del proyecto "Interfase rural urbana en la
cuenca alta del río Lerma; hacia una metodología unificada de ciencias
sociales y ambientales" (Conacyt-Semarnat, clave 01430), coordinado por
Javier Delgado. También agradecemos la lectura atenta del manuscrito a
José Rubén Romero Galván, José Ornar Moncada Maya y Gerardo Bustos
11
Altepetl fue el término utilizado por los hablantes del náhuatl antes de la
Conquista para denotar sus unidades básicas de organización comunitaria.
Tras la llegada de los españoles a Mesoamérica, el vocablo fue traducido
como "pueblo" o bien como "ciudad" cuando el tamaño y densidad del asen-
tamiento les hizo pensar en una aglomeración urbana.' Con esta primera
traducción al castellano comenzó la redefinición de un concepto que origi-
nalmente no sólo implicaba -como propone esta traducción- aspectos
urbanísticos o sociopolíticos, sino también de índole estética, simbólica,
ecológica y geográfica. En efecto, el asentamiento poblacional estaba inde-
fectiblemente ligado al paisaje circundante, lo cual quedó de manifiesto en
la otra traducción, más literal, que se hizo del mismo término como "monte
lleno de agua".2 Estrictamente, el término deriva de las raíces yn atl, yn
tepetl ("agua, montañaLv lo que revela la importancia del ambiente para la
sociedad que se agrupaba en esas unidades de organización." Con el tiempo,
esta reducción semántica se tradujo en una reducción geográfica palpable:
mientras las viviendas y construcciones del altepetl prehispánico solían
presentarse esparcidas sobre laderas de difícil acceso o entre terrenos agríco-
las integrados con su medio, las congregaciones que los españoles concibie-
ron para los indios y a las cuales llamaron "pueblos", fueron concentracio-
nes de una alta densidad arquitectónica y poblacional establecidas en un
1 Molina (2001 [1555-1571]); el término utilizado para "ciudad" fue, con frecuencia, el de
3 James Lockhart (1999, p. 27) escribe estas raíces de modo: "in atl, in tepetl" y las traduce
como: "elílas) aguaís). la(s) montañaís)". Adicionalmente -sugiere el filólogo John Sullivan-
debemos tomar en cuenta la precisión que hace Ángel María Garibay respecto del diirasismo,
estructura lingüística que caracteriza al náhuatl; Garibay (1999), pp. 115-116. Por medio de
dicha estructura, dos frases (o dos palabras) se yuxtaponen para crear un nuevo significado.
Otros lingüistas prefieren hablar de metonimia al referirse a la característica de aglutinar dos
términos para formar uno nuevo con un significado distinto al de sus dos componentes. En
los capítulos 1 y IV así será analizado el término altepetl.
4 Una vez aceptado que el término altepetl es producto de un difrasismo, cabe preguntarse
el motivo por el que los conceptos de "agua" y de "montaña" se hallan en su raíz. Esta pregun-
ta guió en parte la investigación que nos condujo a analizar detenidamente la territorialidad y
el paisaje de los asentamientos indígenas de la Nueva España.
13
14 INTRODUCCIÓN
5 Hacemos referencia a la geografía como una disciplina que estudia la manera en que las
7 Molina (2001 [1555-1571]), cacique fue el término recogido de las Antillas para hablar en
la Nueva España del tlatoani.
8 Jansen (1982), pp. 93-95; véase también Smith (1973), pp. 40-4l.
9 Bartholomew (2000), p. 189. Por su parte, René García Castro apunta que para otros
pueblos otomianos como los matlatzincas el término equivalente es inpuhetzi, y que proviene
de inthahui ("agua") e inihetzi ("cerro"); García Castro (1999), p. 4l.
10 García Martínez (1987), p. 75.
mayordomo; il es un sufijo abstractivo que expresa la idea de tamaño, en este caso, territorial.
Por tanto, batabil se puede interpretar como el espacio dominado por el batab, Quezada,
(1993), p. 42. El segundo lo propone Bracamonte (2003), p. 18.
12 Tapia Zenteno (1985 [1767]), p. 120. Un equivalente más propio que tsabaal para desig-
nar al altepetl y que aparece contenido en este diccionario de Carlos Tapia Zenteno, publicado
en el siglo XVIII, es bichow, "pueblo", unidad geográfica donde vivía el tzalleinic o noble y que
al interior se dividía en barrios o kwemchal. Agradecemos esta nota al historiador Pedro Ser-
gio Urquijo Torres. Véanse también Hirth (2003), p. 63; Gutiérrez Mendoza (2003), p. 104.
13 Se impone la necesidad de hacer un estudio lingüístico que nos permita conocer en qué
b
INTRODUCCIÓN 15
23 Las dependencias en las que laboran los miembros de nuestro equipo son las siguientes:
(igual que en singular) que es más clásica. Véanse, por ejemplo, Lockhart (1999), p. 27, YSulli-
van (1996), p. 34.
18 INTRODUCCIÓN
les tales como permeabilidad, estabilidad de sus laderas, accesibilidad, tipo de suelo y de vege-
tación, fauna endémica, etcétera.
INTRODUCCIÓN 19
26 Tlacuilo (plural tlacuiloque). Nos referimos al pintor y escritor de origen indígena que,
sirviéndose de las tintas, representó territorios y paisajes, entre otros elementos de la pictogra-
fía. En los capítulos III y IV se retornará este concepto.
27 Nos servimos, sobre todo, de la cartografía topográfica producida por el Instituto Nacio-
moztoc en el que, según la tradición mexica, los seres humanos fueron con-
cebídos.v'
Esta primera parte está compuesta por tres capítulos en los que se
explican las afirmaciones anteriores, tomando en cuenta la presencia de las
comunidades que ocuparon ese tipo de lugares. María Elena Bernal García
y Ángel Julián García Zambrano sintetizan en el capítulo 1 los antecedentes
del tema, analizando trabajos escritos desde finales del siglo XIX, de manera
que podemos obtener una visión de conjunto de los esfuerzos de distintos
especialistas modernos por explicar las unidades territoriales en aquel mo-
mento de transición marcado por la llegada de los españoles a América.
Para ello, seguiremos las nociones de "altepetl colonial" y de sus anteceden-
tes prehispánicos. En este punto es válido recordar que el concepto euro-
peo de "ciudad" fue aplicado de inmediato a las grandes aglomeraciones
como Cempoala, Cholula, Tzíntzuntzan, Tenochtitlan o Zaachila, de forma
que -como indicamos- el término altepetl también fue su sinónimo. Este
capítulo es fundamental para entender algunos de los rasgos en los que nos
detendremos al estudiar casos particulares. Aquí se explican los elementos del
paisaje sagrado considerado por los pueblos mesoamericanos para asentar-
se, residir e incluso para dar continuidad a su territorialidad durante los
siglos que han seguido a la Conquista. También se expone de manera amplia
el modelo estético y funcional de la rinconada.
En el capítulo II Marcelo Ramírez Ruiz y Federico Fernández Christlieb
asocian la doctrina de la "policía humana" como fundamento teórico de los
colonizadores españoles para confinar en núcleos urbanos a las poblacio-
nes rurales y dispersas de los antiguos altepeme. Se comienza por exponer
los antecedentes de fundaciones coloniales verificadas en las Antillas y se
llega hasta el estudio de las congregaciones periódicamente implementadas
hasta inicios del siglo XVII, de tal suerte que se puede tener un panorama
detallado de las políticas coloniales de urbanización y de reducción de los
naturales. Al mismo tiempo, observamos cómo las comunidades indígenas
siguen viendo en ese mismo pueblo de traza ortogonal un altepetl formado
de calpoltiné> que guarda aún los .ritmos mesoamericanos y el paisaje sa-
grado que los identifica. Esta lectura doble del territorio favoreció el mesti-
zaje y suavizó el desgarrador proceso de la Conquista.
En el capítulo III, Marcelo Ramírez Ruiz se detiene a analizar el concep-
to de territorio asociado al pueblo de indios colonial y lo confronta con su
34 Heyden (1998), p. 43.
3S Calpoltin, plural de calpolli. Otros lingüistas prefieren usar calpolli como singular y plural.
22 INTRODUCCIÓN
36 Quedaron fuera seis casos estudiados que, sin embargo, dieron lugar a otras tantas tesis
de licenciatura: una sobre la geografía de Oaxaca elaborada por Montserrat Cayuela Gally
(2001); otra sobre la historia de la Sierra del Nayar a cargo de Regina Lira Larios (2003); una
más sobre historia de Tamuín, en la Huasteca Potosina, cuyo autor fue Pedro Sergio Urquijo
Torres (2004), y por último las tesis de Juan Pedro Rivera Pizano (2006) sobre Tepeapulco,
Hidalgo, de Hermes Medina Aboytes (2005) sobre Jiquilpan, Michoacán, y de Carina Guzmán
Bullock (2006) sobre Zinapécuaro, Michoacán. Todas ellas fueron desarrolladas en la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM. Adicionalmente, Arais Reyes Meza (2004) realizó su tesis en
la Facultad de Arquitectura empleando algunos de los razonamientos del proyecto aplicados
a la conservación del patrimonio histórico urbano.
37 La autora se sirve del concepto occidental de "ciudad" por ser así como los españoles
definieron este altepetl desde que tuvieron conocimiento de él. Cholula fue una de las aglome-
raciones urbanas más grandes del posclásico mesoamericano.
INTRODUCCIÓN 23
planteada. Por ejemplo, que las pirámides son exactamente cerros y que el
florecimiento de las ciudades donde se levantan estas pirámides tuvo nece-
sariamente que ver con la selección primera del sitio a una escala regional.
Las ciudades mesoamericanas eran fundadas sólo ahí donde estaba garan-
tizado el contacto entre sus pobladores y el mundo acuático del Tlalocan.í"
Marcelo Ramírez analiza también la pintura que formó parte de la rela-
ción geográfica de Tejupan (Texupan), en la Mixteca Alta oaxaqueña. Su
texto es objeto del capítulo v. Con este caso penetramos en otro universo lin-
güístico, el de los mixtecos, que sin embargo nos da un sinónimo del altepetl
de los nahuas: yucunduta, al que más generalmente se le conoce como ñuu.
En el ñuu o yucunduta de Ñuundaá (en el altepetl de Texupan), tuvimos la
ocasión de confrontar el mapa de 1579 con el paisaje actual. Caminamos por
los cauces de los ríos y llegamos a los veneros y manantiales. Subimos a las
cumbres representadas por el tlacuilo y desciframos glifos y glosas de una
manera en que hasta ahora no se había presentado. Un segundo aspecto de
este capítulo es el análisis del recorte territorial del cacicazgo de Texupan en
1581, 1619 Y 1718. Tales tierras fueron otorgadas por el cacique a la comu-
nidad y han sido, incluso hasta hoy, la base de su sustento y de sus relacio-
nes con los paisajes sagrados.
Por su parte, Ángel Julián García Zambrano analiza meticulosamente
la toponimia en los parajes que definieron el altepetl de Yecapixtla, en More-
los, para mostrar que este caso constituye una asombrosa réplica de la geo-
grafía sagrada mesoamericana. El capítulo VI también es un ejemplo del
desdoblamiento típico de un tlaxilacallié? prehispánico en dos pueblos colo-
niales que, si bien conservan su topónimo, se diferencian con los adjetivos
de viejo (el que guardó su locación original) y nuevo (el que se mudó a otro
terreno dispuesto por las autoridades congregadoras). El tlaxilacalli aludi-
do es Zahuatlan el nuevo, barrio de Yecapixtla cuya contraparte, Zahuatlan
el viejo, permaneció -y permanece- como ejido cercano rememorado con
nostalgia por los descendientes del prímero.w
Ante este panorama, el caso de Metztitlan, en Hidalgo, se presenta como
38 Esta descripción del mundo ha sido explicada por la misma autora en Bernal Gar-
cía (1993), pp. 50-177. Alfredo López Austin la aborda igualmente en López Austin (1994 y
1989), t. 1. .
39 Tlaxilacalli hace referencia al asentamiento dependiente de un altepetl, pero ubicado a
mediana distancia y bajo un patrón más bien disperso, por lo que los españoles no lo identifi-
caron necesariamente como una parte integral de la unidad a la que llamaron "pueblo". Al
igual que al calpolli, Molina lo tradujo como "barrio"; Molina (2001 [1555-1571]).
40 García Zambrano (2004).
24 INTRODUCCIÓN
cíficamente aquella que nos permite analizar con cierto detalle el recinto en
el que se realizaban las actividades políticas verbales y no verbales en las
comunidades indígenas.
En suma, se puede decir, por lo que concierne a la metodología segui-
da, que el análisis de la institución política, territorial, estética y ambiental
conocida como altepetl fue realizado desde tres diferentes aristas: en pri-
mer lugar se estudiaron los documentos primarios sobre la generalidad del
tema y sobre cada uno de los cinco casos presentados. En segundo lugar, se
hizo énfasis en el análisis iconográfico y, por último, se trabajó desde un
punto de vista geográfico y etnohistórico.
El libro que aquí presentamos es, pues, el resultado parcial de una
investigación interdisciplinaria, cuyo objeto central es el espacio en sus for-
mas de paisaje y territorio. Debemos advertir que se trata de un primer
avance y que su publicación en el estado actual constituye un corte necesa-
rio, un rellano en la complicada marcha de la investigación de largo aliento.
A nuestro juicio, es necesario llevar este análisis a una serie de casos más
amplia y, de ser posible, a áreas culturales de diferente tradición prehispáni-
ea. Ello implicaría asociarse a la mirada de otros especialistas, en particular
a la de arqueólogos, arqueoastrónomos, antropólogos, etnólogos, biólogos e
historiadores regionales que planteen otros casos en los que la geografía
pueda aportar una mirada complementaria.
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28 INTRODUCCIÓN
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PRIMERA PARTE
ASPECTOS TEÓRICOS
1. EL ALTEPETL COLONIAL
Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS:
CONTEXTO TEÓRICO-HISTORIO GRÁFICO
MARÍA
ELENABERNAL
GARCíA
ÁNGEL
JULIÁN
GARCíA
ZAMBRANO
sobre los límites del territorio que ocupaba cada una de las ciudades meso-
americanas, así como de la estructura puntual de la constitución sociopolí-
tica y económica de cada una de ellas. Lo que poseemos hasta ahora son
datos fragmentarios con los cuales tratamos de conformar un panorama, si
no completo, por lo menos más apegado al original. Es por esta razón que
juzgamos pertinente resumir los análisis hasta ahora emprendidos, a fin de
contar con un mayor y mejor conocimiento del proceso de integración del
asentamiento indígena con el sistema colonial. Igualmente consideraremos
las posiciones teóricas que pudieran contextualizar el hecho urbano prehis-
pánico en su conjunto e incluirlo dentro de la historia del urbanismo uni-
versal. A fin de cuentas, como bien lo afirmara David Carrasco, "la historia
de Mesoamérica se conforma de la historia de sus pueblos y ciudades".4
Dada la complejidad del tópico a analizar, hemos organizado este tra-
bajo en dos partes principales: la revisión de los estudios sobre los pueblos
y ciudades de la Colonia y la correspondiente a sus antecedentes mesoame-
ricanos. A las dos partes principales las dividiremos en subtemas. Natural-
mente, cada sección se entrelaza con la otra en uno o varios de sus aspectos.
La exposición respeta el orden cronológico en el que se produjo la informa-
ción con miras a proporcionar una semblanza, no nada más de la confor-
mación del altepetl, sino de la secuencia en que se produjeron hipótesis y
teorías. En razón de que este libro contiene estudios sobre un número ma-
yor de altepeme nahuas (Tlaxcala, Cholula y Yecapixtla), usaremos sola-
mente el término en idioma náhuatl en aras de facilitar la lectura del texto,
no sin dejar de reconocer la especificidad sociocultural de cada una de las
áreas mesoamericanas y los asentamientos a tratar en este volumen, uno
mixteco (Tejupan) y otro nahua-otomí-pame-huasteco (Metztitlan).
Por último, antes de incursionar en la historiografía y las teorías sobre
el concepto de altepetl, es necesario establecer las categorías de ciudad,
villa, pueblo y aldea, tal y como las entendió la tradición española en el
siglo XVI. Según el proyecto de las Relaciones geográficas gestado desde la
época de Carlos V (1555) y llevado a cabo en los territorios pertenecientes a
la Corona española hacia 1575, se le llamaba ciudad al asentamiento de
mayor• jerarquía dentro de una región determinada. 5 Sus rasgos principales
los pueblos de España [... ] para honra y ennoblecimiento de estos reynos", en Fraile Miguelez
(1917), pp. 262-263, 268 Y273. Véanse también Caballero (1866), pp. 13-16; J. Becker (1917),
pp. 97-103; Cline (1972), pp. 183-242, YLockhart (1992), p. 15.
EL ALTEPETL COLONIAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 35
8lbidem, pp. 478-479, n. 6; traducción de los autores. Los textos de Lockhart no utilizan
el plural debido a que el término altepetl es un objeto inanimado que no admite plurali-
zación.
9 En s. a. 1930.
y otro día por la mañana llegamos a la calzada ancha y vamos camino de Izta- t:
palapa. Y desde que vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tie- \
rra firme otras grandes poblaciones, y aquella calzada tan derecha y por nivel
como iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las
11 Ciudad que también se originó en un asentamiento indígena y copió el trazado de
Cholula.
38 ASPECTOS TEÓRICOS
14 Bandelier (1878), pp. 402-404, basado en varios cronistas. Los pormenores de dicha
información queda para los expertos en el tema y no conciernen al resumen aquí expuesto.
15 Siméon (1977), p. 2l.
16 Hicks (1982), p. 245, n. 2; Lockhart (1992), p. 16. A menudo la palabra se escribe calpulli,
22 Ibidem, p. 419.
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• SITIO DE CHINAMPA
LiMITES APROXIMADOS DE LA
TRAZA HISPÁNICA (Ca.1530)
te delimitado por las orillas de la propia isla o las del lago. De todas maneras
no se conoce un solo documento que corrobore cualquiera de estas suposi-
ciones. Asimismo, el análisis de Bandelier propone que las tierras cultiva-
bles se encontraban dentro del calpolli, aparte de pertenecer a éste. En
cuanto a las tierras "fuera" de la ciudad, los documentos se refieren única-
mente a los llanos despoblados que pudieron haber existido entre un alte-
petl y otro. A fin de cuentas, concluye el autor, la tenencia de la tierra en la
sociedad mexica antigua se daba de manera comunitaria y nunca de mane-
ra individual, así como tampoco la poseía o usufructuaba una sola persona.
En consecuencia, al desconocer los conceptos de dominio territorial y pro-
piedad privada que detentaban los españoles, los indígenas nunca imagina-
ron que los conquistadores y después la propia Corona pudieran interferir
sobre su derecho al usufructo de las tierras. Fue por ello que, cuando por
primera vez los indígenas "vendieron" sus tierras a los españoles en 1617,
ninguno de los dos grupos anticipaba las consecuencias que sus actos aca-
rrearían.s> El problema se ha prolongado hasta la fecha, generando a su
paso innumerables querellas todavía pendientes de solución.
Después de Bandelier, transcurrieron 96 años para que los investigado-
res volvieran a interesarse por el tema de la posesión de la tierra y, en con-
secuencia, por la organización urbana indígena. El gran paréntesis se debió
quizás a los influyentes enfoques de los historiadores Robert Ricard (1922-
1932) y William Prescott (1930-1936),26 quienes desde un punto de vista
etnocéntrico analizaron la aculturación colonial en términos de las bon-
dades atribuidas a la evangelización y a los fenómenos de conflicto entre
conquistadores y conquistados, ignorando el papel de la voluntad nativa
en el proceso de adaptación al nuevo sistema colonial. Durante ese largo
periodo, la mayoría de las investigacionés versaron sobre temas tangencia-
les que, de todas maneras y con el tiempo, llevarían a una mejor compren-
sión del altepetl. Una vez concluido el largo intervalo y a principios de
la década de los setenta, los investigadores especializados en la etnohisto-
ria produjeron nuevas hipótesis. En 1974, Edward Calnek trató de ubicar
la distribución de los conjuntos residenciales de la ciudad de México-
Tenochtitlan a través de documentos coloniales tempranos. Calnek excluyó
25 Bandelier (1878), pp. 433-434 Y n. 122. Las tierras las cedieron a la Corona española lós
indígenas de los pueblos de Axapusco y Tepeyahualco en el valle de México, buscando librarse
del tributo adeudado a los mexicas. Por su lado, Cortés pensó que obtenía derecho sobre las
tierras cuando solamente estaba obteniendo su usufructo temporal.
26 Ricard (2000 [1933]); Prescott (1936).
42 ASPECTOS TEÓRICOS
popan (N-O), Moyotlan (S-O), Teopan o Zoquiapan (S-E) y Atzacoalco (N-E). Después, Alfonso
Caso (1956) los identificó y asoció a las parroquias coloniales.
29 Calnek (1974), p. 24.
TLACOCHCALCO
Acacihtli
Aatl-Mexitzin
y Xocoyol
IZQUITLAN
Ocelopan
Xiuhcaque
o----------------~ ~----------------E
CIHUA TECPAN
CHALMAN
Tenoch y
Atototl Tzompan
YOPICO HUITZNAHUAC
Xomimitl Ahuexotl
s
Distribución de ocho calpolli, según Van Zantwijk. Fuente: Van Zantwijk
FIGURA 1.2.
(1976),plano II; dibujó: Ada Górnez.
Schroeder estudia en particular el caso del altepetl de Chalco, mediante el examen meti-
41
45 Lockhart, (1992), pp. 20-21; Schroeder (1994 [1991]), pp. 83, 95 Yss.
EL ALTEPETL COLONIAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 47
1 (después 4)
Tepeticpan 1
TlacochcaIcolT~manak:o
" ",
(tlayacaU: Opoehhuacan.
Itzcahuacan. Acxotlan)
" :, ":.",
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4 (después 3) 1 (después 4) (1) -, ,: Tlailotlacan. T~tlan.
QuiahuizUan r~Ua ',1 Tenanco. TeqtJ80tp80,
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4
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Chimalhuacan
(Uayacatl: Xochimilco,
Tepetlixpan)
2 (después 1)
Ocoteiolco
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Cuepopan Atzaqualco o Tzaqualco
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contigüidad entre uno y otro, como sucedía entre barrios vecinos en Espa-
ña, requisito fundamental de la urbanización practicada en Europa.w En
otras palabras, así como Hicks no logró identificar los límites de los calpo-
lli o tlaxilacalli en Tetzcoco, Schroeder y Lockhart no alcanzan a distinguir
los bordes del territorio ocupado por cada uno de los altepeme que confor-
maron el huey altepetl de Chalco. Del trabajo de Hicks, los autores soslaya-
ron su propuesta sobre la organización dispersa de la ciudad de Tetzcoco.
Como lo observaran previamente Parsons, Redfield, Villa Rojas, Bun-
zel, Caso y Hicks, y después Lockhart, García Zambrano y Bernal García,
los mesoamericanos se interesaron poco por conformar un asentamiento
47 García Zambrano (1992), p. 244; Lockhart (1992), p. 15; Bernal García (1993), pp. 361-362.
48 Lockhart (1992), p. 15; traducción de los autores.
49Idem.
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tral. Según Lockhart, los calpolli, generalmente siete, también podían pre-
sentarse en números de cuatro, seis y ocho.V Cada una de estas divisiones
recibía una parte del territorio de la ciudad, pero hasta ahora no se conoce
la ubicación de uno con respecto al otro (como en Tetzcoco). A la vez que el
calpolli conformaba un microcosmos del altepetl, funcional e ideológica-
mente también se dividía en secciones o "barrios" de 20,40,80 o 100 unida-
des habitacionales, como lo observara Calnek en 1974. Entre las funciones
principales de los calpolli estaban las de proveer al altepetl, durante todo el
año, de tributo en mano de obra y alimentos, así como guerreros cuando
fuere necesario. Las contribuciones del calpolli a la ciudad se organizaron
de la misma manera que el altepetl: cíclica, celular y simétricamente (fig. 1.4).
Lockart y Schroeder también discuten la diferencia o similitud entre los
términos calpolli y tlaxilacalli, llegando a la conclusión de que el primero se
usaba solamente durante la fase migratoria del grupo, y el segundo, una
de manera ambigua entre los números siete y ocho, hecho que debe tomarse en cuenta en
estudios futuros.
50 ASPECTOS TEÓRICOS
Los indios trazaban las localidades de tal manera que gran parte del sitio
de congregación lo cubrían las calles, porque en cada manzana sólo había entre
cuatro y ocho casas. Esto hacía que cada casa estuviera rodeada de grandes
solares, que en lugar de destinarse a la construcción de habitaciones, corrales
o huertos, como estaba previsto, los indios ocupaban como parcelas de cultivo.
Esto daba la impresión, según él [Ahumada] de que el asentamiento estu-
viera "tan fuera de policía y vecindad", como en los cerros o quebradas [de]
donde los sacaron.s+
65 Lockhart (1992), pp. 14-15 Y 17; Schroeder (1994 [1991]), pp. 42, 44 Y 53.
66Ibidem, p. 14; Schroeder (1994 [1991]), p. 209.
EL ALTEPETL COLONIAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 53
No existía nada que previniera, aún a la forma más simple de altepetl el que
creciera mediante incremento natural o por la absorción de inmigrantes hasta
convertirse en un altepetl complejo, con uno o más de las anteriores cabezas
del calpolli transformados en tlatoque. Inversamente, nada podía prevenir a un
altepetl compuesto que colapsara hacia una forma más simple y unificada,
debido a reveses sufridos a causa de pérdidas de población y derrotas militares,
o motivado a que una de las partes constituyentes desbordara a las otras."?
76 López Austin (1974), pp. 515-550; Lockhart (1992), p. 18; Schroeder (1994 [1991]), p.
dizada por Clark y Blake (1994), pp. 17-30, quienes aplicaron el modelo de la relación entre la
generosidad competitiva y el poder del prestigio en el surgimiento de sociedades jerárquicas.
56 ASPECTOS TEÓRICOS
91 Ibidem, p. 18.
92 Sin embargo, Hicks (1982), p. 230, maneja el concepto de calpolli como "barrios urba-
nos" o "pequeñas comunidades dependientes". Hicks cita a un grupo de autores, quienes, des-
de 1955 hasta 1979, estudiaron el posible origen del calpolli en grupos de terratenientes autó-
nomos unidos por lazos de parentesco consanguíneos, estamento s que perdieron su poder y
autonomía conforme la sociedad se organizó en Estado y se convirtió en urbana. En contraste,
EL ALTEPETL COLO IAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 57
otro grupo de académicos señala que "la palabra calpolli no designaba un lugar o entidad par-
ticular sino a varias comunidades en diferentes estados de organización social, desde una
familia extendida hasta un grupo étnico o nacional"; Hicks (1982), p. 230. Sin embargo, Hicks
afirma, con base en los datos proporcionados por Tetzcoco, que las seis secciones de este alte-
petl pudieron haber descendido directamente de terratenientes autónomos, dado que contaban
con sus propios líderes y éstos con sus sujetos y tierras; o sea, al ser inmigrantes originarios de
otros asentamientos, obviamente, no descendían de una era preestatal. En Tetzcoco, los úni-
cos grupos basados en lazos de parentesco fueron los nobles de linaje o tlacamecayotl; Hicks
(1982), p. 244. Al final, Hicks concluye que la palabra calpolli se usaba para designar diferen-
tes clases de comunidades y grupos sociales.
93 Wood (1991), p. 178.
rían desde ese momento. Otro acto esencial fue la construcción de los acue-
ductos que trasladarían el líquido desde los manantiales ubicados en las
montañas sagradas, cardinalmente situadas, hasta el centro del poblado. 106
Durante la segunda fase, el gobernante presidía la delimitación del núcleo en
un recuadro marcado, de nuevo, por ramas y zacates. El centro del núcleo
urbano lo señalaba un manantial, pozo, jagüey o fuente de agua. Desde ahí
el mandatario distribuía los cuatro cuadrantes cardinales (barrios o estan-
cias) y, a petición respetuosa de los ancianos, distribuía los lotes urbanos
(solares) y las parcelas destinadas a residencia y cultivo. Durante el repar-
timiento de tierras se invocaba el favor de las deidades y se exhortaba una
vez más a preservar la cohesión social del grupo y salvaguardar el territorio
legado por los ancestros. Al margen de las ventajas utilítarias, la disponi-
bilidad del agua sagrada determinó que en tiempos coloniales fuera pre-
cisamente junto a su reservorio donde se erigiera la iglesia colonial, la cual
remplazaba a la pirámide que había funcionado como "corazón de ciudad
o pueblo" (altepeyolloco) en la antigüedad. 107 Un elemento indispensable de
las ceremonias fue la creación del fuego nuevo, actividad asociada a la fun-
dación de ciudades en libros prehispánicos como el Códice Viena.l08 Culmi-
nados los ceremoniales descritos, que usualmente transcurrían durante al
menos todo un día, se celebraban los banquetes y las fiestas. En trabajos
posteriores, García Zambrano sugiere que la refundación de los pueblos de
indios del periodo colonial tuvo lugar en las cercanías de los antiguos asen-
tamientos prehispánicos, dando lugar en numerosas ocasiones a la distin-
ción entre pueblos nuevos y pueblos viejos.I''?
Pertinente a la delimitación de fronteras, las comunidades desempe-
ñaban responsabilidades que demostraban la interdependencia existente
entre el altepetl y la diversidad de los grupos étnico s cohesionados por
lazos de parentesco. 110 Una transcripción poco conocida de "La fundación
de Cuacuauzentlalpan", poblado del área de Tlalmanalco (región de Ame-
cameca-Ozumba, Estado de México), narra la integración de los habitantes
del pueblo a la ancestral rotación de las tareas del calpolli. Con el propó-
sito de resguardar efectivamente sus fronteras, a los jóvenes se les designa-
106 Como lo demostrara Eva Hunt, las montañas son visual y mentalmente asociadas a un
sentido cardinal, aunque éstas no conformen un cuadrado perfecto del modo como se concibe
en la cartografía cartesiana; véase Hunt (1977), pp. 97-99.
107 Altepeyolloco, el interior, el centro, el corazón de una ciudad; Siméon (1977), p. 21.
108 Jansen (1982), pp. 217-218.
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CUADRADO EX1ERNO: 3000 nehuizantles por lado
FIGURA 1.5. Modelo de rinconada. Fuente: García Zambra no (1992), fig. 5; dibujó:
Ada Gómez.
113 Aparte de xomulli, existen otras palabras para rinconada: anahuac e hiscalpan en
nahua, quelabigua en zapoteco, tzumindi y cuiseo en tarasco; García Zambrano (1992), p. 273.
114 Seler (1988 [1904]), I, p. 132.
64 ASPECTOS TEÓRICOS
metáfora para la acción de "esconderse". La frase se traduce como "yo entro en el rincón entre
las esteras"; John Sullivan, comunicación personal, 2003. Significativamente, en la escritura
pictográfica mixteca, los valles y tierras planas se denotan con bultos de petates amarrados
unos con otros para formar un rectángulo horizontal.
116 Véase García Zambrano, en este volumen, cap. VI.
EL ALTEPETL COLONIAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 65
20"00
19'30
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línea recta (figs. I.7 y IV.l2). Cabe aquí recordar que el término calzada deri-
va del náhuatl caltzalantli (literalmente "apertura o cañada entre casas").
Durante el periodo colonial temprano, las Relaciones geográficas evidencia-
ron la fusión de un esquema con el otro a través del régimen de congrega-
ciones. Específicamente, la Relación geográfica de Taxco (1581) testimonia
la inclinación de los indígenas a vivir de modo extendido, quienes optaban
por habitar áreas alternas a los grandes altepeme ubicados en valles exten-
sos. A la proclividad a vivir en terrenos agrestes que caracterizaba a estos
otros asentamientos, la sustituye paulatinamente la organización ortogonal
de la traza europea. Sin embargo, en ese caso los indígenas supieron entre-
verar, dentro de la nueva malla urbana dispuesta por las congregaciones, su
antiguo modo de habitación y sustentación cotidiana:
66 ASPECTOS TEÓRICOS
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FIGURA 1.7. Plano de Tenochtitlan: canales representados por líneas onduladas; chi-
nampas por rectángulos angostos y rectángulos mayores correspondientes a lotes
de casas. Fuente: Pasztory (1983), lámina 49; dibujó: Ada Gómez.
tezuelas de los indios. Y ésta es la orden que, generalmente, tienen los pueblos
de indios de la Nueva España."!"
Durante los años sesenta del siglo pasado prevalecieron las teorías ecológi-
cas dirigidas a explicar las razones que motivaron a los grupos humanos a
seleccionar un lugar determinado para asentarse. Por ello, Gibson enfatizó
las ventajas materiales, o de subsistencia, como el agua y las tierras fértiles,
influyentes en la determinación de los indígenas del centro de México al
momento de asentarse en los pies de montes serranos y las riberas lacustres
de la cuenca de México.Uf En este y otros trabajos, los autores hemos mar-
cado distancia de las teorías ecológicas, dado que, en general, sus adheren-
tes soslayan el ascendiente ideológico de las instituciones sociopolíticas y
religiosas en la conformación del Estado y el nacimiento del urbanismo.
Sin dejar de reconocer la necesidad de los grupos humanos de asentarse
junto a cursos o fuentes de agua y tierras fértiles, consideramos igualmente
importante la ideología y los valores simbólicos de la naturaleza, sobre
todo aquellos indispensables a la supervivencia humana. En sí, el propio
metónimo "altepetl", "agua-montaña", evoca una gama amplia de metáforas
que aportaban, y todavía aportan, significados y razón de ser a la vida de
una comunidad mesoamericana, unas expuestas aquí y otras en cada uno
de los capítulos de este libro. Una de las mejor conocidas es la que compara
al altepetl con una "olla llena de agua'c- '? frase equivalente a "olla de la
abundancia". La simetría se observa en obras de arte de manufactura me-
xica, las cuales representan a los tlaloque (plural de Tlaloc) mientras derra-
man agua y mazorcas de maíz previamente contenidas en una de esas ollas.
Hemos sugerido, igualmente, que a las rinconadas metafóricamente se las
comparaba con esas u otras vasijas de barro, principalmente con una de
boca ancha llamada apaztli.P? Es dentro de un apaztli que la diosa Cihua-
coatl-Quilaztli mezcla el nixtamal con la sangre del miembro viril de Ouet-
zalcoatl y otros dioses, y con esa masa forma el cuerpo de los seres huma-
120 García Zambrano (1991); (1992), pp. 274-275; (1994b), p. 79; este volumen, cap. VI; Ber-
nal García (1993), pp. 96 Y 194-196.
68 ASPECTOS TEÓRICOS
121 Berna] García (1993), pp. 126-127; López Austin (1994), p. 162.
122 Schroeder (1994 [1991]), p. 123.
123 López Austin (1996), pp. 399-401.
124 Berna] García (1993), pp. 237-315.
125 García Zambrano (1992); Berna] García (1993), cap. IV.
EL ALTEPETL COLONIALY SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 69
129lbidem, pp. 58-59. Chiconcuac se puede traducir por "siete serpientes"; John Sullivan,
comunicación personal, 2003.
130 Lockhart (1992), p. 16. El pueblo de Coixtlahuaca, estado de Oaxaca, contiene una cue-
va que los lugareños relacionan con Chicomoztoc; Ramírez Ruiz, comunicación personal,
octubre de 2003.
70 ASPECTOS TEÓRICOS
137 Las confederaciones o imperios podían recibir diversos nombres en la zona del centro
138 El resumen siguiente está basado en las investigaciones de Lockhart (1992), pp. 28-53 Y
García Zambrano (2001) (investigación concluida y remitida a los editores de la UNESCO en
1991). El primer trabajo conforma un resumen del proceso completo y el segundo un estudio
pormenorizado de las etapas de urbanización que se dieron durante el siglo XVI. García Castro
(1999), por su lado, sigue paso a paso la transformación de los pueblos del valle de Toluca y,
por ende, constituye una referencia obligada.
139 Lockhart (1992), pp. 29-30.
151 Carda Zambrano (1992), pp. 240-241; (2001), pp. 463 Y470-473.
74 ASPECTOS TEÓRICOS
159 C. Reyes García (2000), p. 13. El libro se basa en su tesis de maestría de 1976, el cual
suponemos que por falta de oportunidades no se publicó sino hasta 24 años después. Para su
tiempo, y aún ahora, la obra contiene una adecuada revisión de la bibliografía y datos induda-
blemente novedosos y valiosos.
EL ALTEPETL COLONIALY SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 77
160 Aunque no dejamos de considerar que al escribir a mitad de siglo, bien pudieron haber
aplicado los términos indiscriminadamente.
161 Por ejemplo, el explorador francés Desiré de Chamay (1887 [1863]). Sin embargo, la lis-
ta es extensa como para incluir a todos los científicos-exploradores en las referencias. Aquí y a
guisa de otro ejemplo se puede incluir a Alejandro von Humboldt (1810); al arquitecto Viollet-
Le-Duc (1854-1868); al inglés John L. Stephens, y al arquitecto y dibujante Frederick Cather-
wood (1843). También a los investigadores Alfred Maudslay (1889), Frans Blom y Oliver La
Farge (1926). Los trabajos de Andrews (1975), pp. 3-4, Y Mangino Tazzer (1990), pp. 16-17,con-
tienen listas pormenorizadas de esta historiografía.
78 ASPECTOS TEÓRICOS
162 Hasta la fecha existen seis exposiciones acerca del debate: cuatro estructuradas desde el
punto de vista de la antropología, cuya autoría corresponde a los arqueólogos Gordon R. Willey
(1981 [1956]), William A. Haviland (1970 [1966]), George F. Andrews (1975), pp. 14-32, y Marshall
Joseph Becker (1979); y dos de carácter interdisciplinario, una elaborada por Bernal García
(1993), pp. 14-24, a partir de los estudios de la historia de! arte, y la otra por e! historiador de
religiones Lindsay Jones (1995), pp. 35-37. Por razones ajenas a la voluntad de Berna! García, las
revisiones del debate expuestas por Haviland y Andrews pasaron inadvertidas en la elabora-
ción del trabajo de 1993. Entre los seis trabajos destacan los de Becker y Jones. El de Becker
por la precisión de los datos y el profesionalismo con el que maneja tan delicado argumento, y
e! de Jones por exponer las pasiones académicas y extraacadémicas de la gran mayoria de los
investigadores, las cuales, por supuesto, influyeron en la presentación de sus datos. Remitimos
también a los interesados en el tema a las investigaciones de Ashmore y Willey (1981), pp. 3-18
y Kubler (1984 [1962]), p. 44.
163 Willey y Phillips (1958).
164 Grosso modo y por razones metodológicas, época prehispánica se divide en el Periodo
Preclásico o Formativo (siglos xv a.c. al r d.C.), el Periodo Clásico (siglo 1 a VIII d.C.) y el Perio-
do Posclásico (siglo IX al año 1521 d.C.).
165 Service (I962); Sanders y Price (1968).
CUADRO 1.1. Historia cultural del Nuevo Mundo, según Willey y Phillips (1958)
Preclásico o Formativo Cerámica, hilado, producción Aldeas permanentes Principio de las clases
alimenticia desarrollada y pueblos: primeros sacerdotales
centros ceremoniales
bert Spencer sobre la supervivencia del más apto y la clasificación de las culturas de Lewis
Henry Morgan en salvajismo, barbarie y civilización. Estos y otros antropólogos del siglo XIX
siempre colocaron a sus propias culturas en el pináculo de sus clasificaciones, mientras aque-
llas que estudiaban quedaban en la barbarie o en el salvajismo; ibidem, pp. 48-49.
169 Ibidem, pp. 479-481.
172 Ashmore y Willey (1981), p. 10. La cita textual está tomada de Bernal (1968), pp. 64-65,
176 También citado en Ashmore y Willey (1981), p. 8., Jones (1995), p. 35, a través de su
perspicaz apreciación del problema, censura a Thompson del modo siguiente: "Thornpson
mantenía que la cultura mexicana era 'moralmente más débil [... ] de valores bajos' y por esta
razón su arquitectura se caracterizaba por su 'agitación [... ] ostentación e inestabilidad [...]
82 ASPECTOS TEÓRICOS
178 Shook y Proskouriakoff (1981 [1956]), p. 93. Proskouriakoff también fue colega de
Thompson en Yale.
179 Haviland (1970), p. 37; Jones (1995), p. 37.
EL ALTEPETL COLONIAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 83
183 Sucintamente, Kubler resume la historiografía sobre el tema: de 1830 a 1911 los sitios
tando, por casi 30 años (de 1946 a 1975), junto a un escaso número de
arqueólogos, el concepto de centro ceremonial predominantemente vacío.
No obstante, las teorías de Willey,Kubler y sus seguidores se habían propa-
gado en la literatura académica de la época con tal velocidad y cobertura
que generaron posiciones ambiguas por parte de otros investigadores. Por
ejemplo, el libro Arquitectura mesoamericana de 1975, del arquitecto Paul
Gendrop (de la Universidad Nacional Autónoma de México) en coautoría
con la arqueóloga Doris Heyden (del Instituto Nacional de Antropología e
Historia), intentó apegarse a los nuevos modelos proponiendo resolver el
dilema sobre el uso de los términos de "ciudad" y "centro ceremonial", inter-
cambiándolos de modo indiscriminado para designar todo asentamiento
arqueológico mesoamericano, dentro o fuera de la zona maya.
La crítica decisiva a la posición impermeable de la arqueología meso-
americana, que postulaba la hipótesis de los centros ceremoniales vacíos,
tendría que venir de otras disciplinas e investigadores de comparable esta-
tura académica e influencia. Entre 1971 y 1977, el geógrafo Paul Wheatley y
el antropólogo Richard Fox (los dos pertenecientes a la segunda fase de la
Escuela de Chicagoj.w+ dedicados al estudio del urbanismo desde sus pro-
pias áreas de especialidad, enérgicamente se opusieron a las conclusiones
de sus colegas que trabajaban el área de Mesoamérica. Wheatley estudiaba
particularmente el origen de la ciudad china y Fox teorizaba sobre el con-
cepto holístico de ciudad. Ambos académicos cuestionaron los trabajos de
Michael Coe (arqueólogo de la Universidad de Yale) publicados en 1961 y
1965,185al considerar que representaban una disciplina seriamente desin-
formada y, por ende, propusieron elevar a los llamados centros ceremonia-
les mesoamericanos a la categoría de ciudades.186 El resultado no se dejó
esperar y Coe reconsideró su posición cuatro años después, aceptando la
categoría urbana de los asentamientos mayas del Periodo Clásico e inclusi-
ve algunos del Preclásico.t-? Fue quizás el artículo del arqueólogo David
Freidel,l88 presentado en el mismo volumen donde publicó Coe en 1981, el
no de los protagonistas importantes del debate, excepto al autor del artículo Marshall Joseph
Becker (1979), pp. 3-20, en Kubler (1984 [1962]), pp. 44 Y474, n. 43. Como Jones informa,
(1995), p. 36, Becker siempre se mantuvo en contra de Thompson y el concepto de centro
ceremonial.
184 Wheatley (1971), pp. 390-391; Fox (1977), p. 23, n. 6.
185 Coe (1961 y 1965).
194 Becker (1979), pp. 8-11; Caso, en Berna! (1968), pp. 64-69.
86 ASPECTOS TEÓRICOS
204 Kubler (1958), p. 515. Después diseminada más ampliamente en su libro de 1984
[1962], p. 54.
88 ASPECTOS TEÓRICOS
Las ciudades mayas son más sofisticadas y variadas [... ] que las ciudades de Méxi-
co Central [... ] expresan[do] un periodo más extenso de evolución y el grandioso
grado de civilización de los mayas. Pero los principios fundamentales de la arqui-
tectura [... ] y el planeamiento de la ciudad [... ] se pueden deducir con más segu-
ridad del acierto del hecho artístico en sí, más simple y directo en México Central
que en las más ricas, más complejas y más extensas tradiciones de los mayas.t''?
210 Hardoy (1968), pp. 8-10. Véase también Chueca Goitia op. cit., pp. 44-45 Y 72-76.
211 Hardoy (1964), pp. 85 Y 93.
212 Hardoy (1968), pp. 261-302. El libro de 1964 se escribió en español y el de 1968 en
inglés. La última edición tuvo una amplia difusión debido a que formó parte de una serie
sobre la historia del urbanismo universal.
213 Margáin (1971), pp. 76-77.
228 Quizás debido a la organización en cuatro partes cardinales de la urbe china y la ciudad
mesoamericana.
EL ALTEPETL COLONIAL Y SUS ANTECEDENTES PREHISPÁNICOS 93
239 La extensión limitada de este trabajo no permite analizar a fondo el argumento de San-
ders y Webster. Según los autores, la razón para dejar de clasificar a Tikal como una ciudad
regio-ritual sería la obligatoriedad metodológica de recurrir a la historia regional, la demogra-
fía y las variables de métodos de subsistencia; Sanders y Webster (1988), pp. 534-535.
240 Webster (1997).
96 ASPECTOS TEÓRICOS
formación requerida por 'el estudio del altepetl. En la década de los seten-
ta, bajo la influencia de los aportes del historiador de religiones Mircea
Eliade.s+s y del ya citado Paul Wheatley, los estudios de la simbología de la
ciudad mesoamericana cobraron un gran auge. Según Eliade, las montañas
o pirámides localizadas en ciudades no industriales se distinguen por su
carácter sagrado al funcionar en calidad de ejes ductores entre los tres nive-
les del universo: el cielo, la tierra y el inframundó. Wheatley amplía el es-
pectro de estudio del historiador de religiones y considera a la ciudad una
construcción simbólica de la sociedad que la contiene.s+' Desde entonces,
la investigación se dividió en siete líneas fundamentales enfocadas desde
una diversidad de ópticas pertenecientes a varias disciplinas.t-> los mani-
fiestos toponímicos de la montaña en la pictografía indígena; el simbolis-
mo de las pirámides como montañas sagradas; los simbolismos de la pa-
labra nahua altepetl (que en realidad no fue más allá de las metáforas
expuestas en este trabajo); el estudio de los puntos cardinales en libros y
calendarios nativos; el papel de los puntos cardinales en la orientación de
las ciudades indígenas; la relación entre la ciudad y su paisaje circundante,
y la asociación entre los mitos y el territorio donde se originaron. A partir
de entonces se ha venido consolidando esta rama de estudio y autores de
todas las especialidades se han volcado a investigar las implicaciones míti-
cas y astronómicas relacionadas con la organización de la ciudad mesoa-
mericana.s+e
Un trabajo seminal fue el de la etnohistoriadora Doris Heyden, quien
en 1973comparó la cueva existente debajo de la Pirámide del Sol en Teoti-
huacan con la cueva mítica de origen ilustrada en la Historia tolteca-chi-
243 Eliade (1959) y (1971 [1949]).
244 Wheatley (1967); (1971), pp. 411-475.
245 De nuevo, los investigadores involucrados son lo suficientemente numerosos como para
referimos a cada uno de ellos en este trabajo. Los interesados pueden iniciar sus consultas
con los planteamientos de D. Carrasco (1988) y Bernal García (1993), cap.T, quienes abordan
las aportaciones principales relacionadas con el tema hasta 1988 y 1993.
246 Por ejemplo: Millon (1973), (1975); Aveni (1980), pp. 154-161 Y 218-219; Peter Furst, en
Carlson (1981), p. 215; Nicholson, en Carlson (1981), p. 214; Schele (1981); Tichy (1981), pp.
218Y 231; Van Zantwijk (1985), pp. 71 Y 82; Pasztory (1987), p. 459, Y Avení. Calnek y Hartung
(1988).Bajo la influencia de los estudios de Wheatley sobre la ciudad china, el arqueoastróno-
mo John Carlson (1981), pp. 160-215, introdujo al estudio de la ciudad mesoamericana la
posibilidad del empleo del método geomántico al escoger el sitio para asentarse; en consonan-
cia con esta tesis, principios geománticos formarían parte del diseño urbano mesoamericano.
Aunque en el mismo coloquio algunos investigadores como Nicholson y Furst se opusieron a
la idea, otros la aceptaron efusivamente. Incluimos esta nota debido a que avalamos la posi-
ción de Nicholson, Furst y otros autores.
98 ASPECTOS TEÓRICOS
250 Véase el volumen editado por la historiadora de arte Elizabeth Benson (1981); Schele
(1979) y (1981); Townsend (1982); Newsome (1991); Tate (1992). Después de 1993, la biblio-
grafía académica ha producido varios libros y artículos sobre simbologías específicas de la
arquitectura mesoamericana.
251 En particular véase Broda (1970), (1982), (1987) Y(1991).
256 También consúItese al historiador de arquitectura Ramón Gutiérrez (1983), p. 78, quien
estudia las supervivencias prehispánicas en la arquitectura colonial latinoamericana.
100 ASPECTOS TEÓRICOS
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II. LA POLICÍA DE LOS INDIOS
Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL
MARCELO
RAMíREZ
Rurz
FEDERICO
FERNÁNDEZ
CHRISTLIEB
el de la civitas romana, institución que agrupa a los cives, que son los "ciudadanos, que se han
congregado a vivir en un mismo lugar debajo de unas leyes y un gobierno", palabras de Sebas-
tián de Covarrubias (1611) que reproducen aproximadamente la definición proporcionada por
Isidoro de Sevilla en sus Etimologías: los ciudadanos se llaman así porque viven "formando
una unidad, coeuntes vivunt, para hacer más agradable y segura la vida común". Covarrubias
(1611), folio 288r; Isidoro de Sevilla (1994 [1911]), libro IX, cap. IV, 2, vol. 1; Nebrija (1495),
p. [70]. Kagan (1998), p. 32. La lógica de los frailes consistía entonces en ciudadanizar a los
114
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 115
indios asentándolos en núcleos urbanos (urbs), aunque tales urbes fueran nombradas pueblos,
como veremos más adelante, y organizándolos en concejo o república.
4 Las expresiones literales utilizadas por Nebrija dicen lo siguiente: "Civil cosa en griego:
politicus", "Civilidad o policía: civilitas", "Civilidad en griego: politia", "Civilmente: civiliter; poli-
tice", "Civil cosa de ciudad y polida: civilis". Nebrija (1495), p. [70].
5Ibidem, p. [164].
=Ibidem. p. [70].
7 Isidoro de Sevilla (1994 [1911]), libro XV, 2, 1, vol. II, p. 227.
8 Alfonso X (1974 [1555]), "Séptima partida", título XXXIII, ley VI, vol. 3, folio 97v.
9 Celso (1538), folio lxxi.
116 ASPECTOS TEÓRICOS
Así los mismos Aristóteles y Cicerón definen la ciudad, diciendo, ser una perfec-
ta congregación de hombres, que esparcidos antes por chozas en selvas ó bosques,
se juntaron en uno, mediante lo cual vienen conseguir los muchos y loables
á
efectos, que en esta vida sociable y política se consiguen, que es sin duda mu-
cho mejor que la solitaria, como lo enseña Santo Tomás, que el solitario, o ha
de ser Dios, o bestia; y se ayudan y defienden unos a otros, de donde aún estas
mismas congregaciones tomaron en latín el nombre de oppida ab ope mutua,
como lo advierten graves A[utores].11
El hombre puede vivir solo [solitario] de dos modos: porque no resiste la com-
pañía de los hombres debido a la crueldad de su ánimo, como los animales sal-
10 A lo largo de este capítulo escribiremos el nombre del tratadista con esta ortografía, aun-
que también algunas fuentes y autores prefieren escribirlo así: Eximenic o Eximenis.
11 Solórzano y Pereyra (1930 [1647]), libro II, cap. XXIV, vol. 1, p. 373. Subrayado original.
12 Aristóteles (1999 [1968]), 1253a, pp. 50-52.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 117
Cuidan algunos que pueblo es llamado la gente menuda, así como menestrales
et labradores, mas esto non es así, ea antiguamente es Babilonia, et en Troya et
13 Aquino (1998), parte u-u (b), cuestión 188, artículo 8, vol. IV, p. 733. Subrayado original.
'<Ibidem, parte U!, cuestión 40, artículo 2, vol. V, p. 354.
15 La expresión "cosa pública" es traducción literal de la voz latina res publica, la cual a su
en Roma, que fueron lugares muy señalados, et ordenaron las cosas con razón,
et pusieron nombre a cada una según que convenía, pueblo llamaron al ayunta-
miento de todos los hombres comunalmente de los mayores, et de los menores
et de los medianos: ea todos estos son menester et non se pueden excusar, por-
que se han á ayudar á unos a otros para poder vivir et seer guardados et man-
tenidos.!?
17 Alfonso X (1974 [1555]), "Segunda partida", título X, ley 1, vol. 2, folio 30r; Celso (1538),
folio CCCIIIr.
18 Nebrija (1495), p. [169].
Durante el siglo XVI, estos conceptos fueron incorporados por los frailes
y los juristas que debatieron acerca de la condición del indio: de su calidad
natural y política, de su libertad o esclavitud, de su asentamiento en pueblos
dependientes de la Corona o su encomienda a los colonos, y de su gobierno
en república o su sometimiento servil. En estos debates, se habló de la "po-
licía humana" como de esa vida política y cristiana que humanizaba la exis-
tencia miserable de los bárbaros. El término policía hizo referencia al orden
que debían guardar los ciudadanos como miembros de una república y de una
comunidad cristiana. Implicaba la subordinación de los deseos e intereses
individuales a los de la colectividad y la observancia de las leyes y ordenanzas
establecidas para su mejor gobierno.s? Richard L. Kagan traza una línea
de continuidad en la aplicación de este concepto, desde el siglo XVI hasta
la reconquista cristiana de las tierras ibéricas al norte del río Duero en el si-
glo X y, más aún, hasta los procedimientos de ocupación territorial de la
antigüedad:
22 Kagan (1998), p. 59; el diccionario Robert de lengua francesa consigna esta misma defi-
niciónfechándola, al menos, desde 1361.
23 ldem.
24 ldem. Véase también Aristóteles (2000 [1480]), libro tercero, 1, pp. 66-71.
120 ASPECTOS TEÓRICOS
25 Castillo de Bovadilla (1597), t. 1, p. 20; citado por Fraile (1997), p. 36. Pedro Fraile reali-
zó una investigación sobre la "ciencia de policía" durante los siglos XVIII y XIX publicada bajo
el título La otra ciudad del rey. Aunque este autor desestima la importancia del concepto "poli-
cía" antes de los siglos que él estudia, su trabajo nos permitió conocer el tratado de Castillo de
Bovadilla (1597) y el de Diego Saavedra Fajardo (1657), Idea de un príncipe cristiano representa-
do en cien empresas. Fraile (1997), pp. 29-4L Por lo demás, las numerosas citas que haremos de
las cédulas, y otros reglamentos a lo largo de este capítulo, probará que el concepto de "policía"
estuvo mucho más presente en España que lo que Fraile supone, incluso desde el siglo x»,
26 Covarrubias (1611), folio 591v.
27 Así lo expresa la instrucción girada al capitán Juan Alonso de TOITes,por parte del conde
. ." ;~ ..
1';';
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓNDEL ALTEPETL 121
29 Reducir y reducción fueron algunas de las expresiones más comunes al hablar del repo-
blamiento indígena durante el siglo XVI. Reducir es palabra que proviene del latín reducere, es
decir: reducirse, que significa convencerse, de modo tal que el reducido es aquel "convencido y
vueltoa mejor orden", Covarrubias (1611), folio Sr. De acuerdo con el Diccionario de autorida-
des, reducir significó: "vencer, sujetar o rendir, volviendo a la obediencia ú dominio a los que se
habían separado dél", "Vale también persuadir o atraer a alguno, con razones y argumentos, a
su dictamen." "Significa también convertir o convencer al conocimiento de la verdadera reli-
gión,ú a los pecadores a la enmienda." En consecuencia, la reducción "se toma también por la
rendición, sumisión y sujeción de algún reino, lugar, etc., por medio del poder o de las armas".
"Significa asimismo conversión o conquista de los infieles al conocimiento de la verdadera
religión,o de los pecadores a la enmienda", "se llama también el Pueblo de Indios, que se han
convertido a la verdadera religión." Diccionario de la lengua castellana (1737), t. V.
30 Así, por ejemplo, en respuesta a los primeros pobladores de La Española que expresaron
su interés por "sembrar pan y otras semillas; y plantar huertas y algodones, y linares y viñas, y
árboles y cañaverales de azúcar, y otras plantas; y hacer y edificar casas y molinos e ingenios
para el dicho azúcar y otros edificios provechosos y necesarios para su vivir", desde 1497
los reyes ordenaron a Cristóbal Colón que en su nombre repartiese "a las tales personas, ya
cada uno de los que ahora viven y moran en la dicha isla y a los que de aquí en adelante fue-
ren a vivir y morar en ella, las tierras y montes yaguas que vos viéreis que a cada uno de ellos
se debe dar y repartir, según quien fuere y lo que nos hubiere servido, y la condición y calidad
de su persona y vivir". "Carta patente de los reyes de Castilla al almirante Cristóbal Colón die-
tándole la normativa de cómo deberían realizarse los repartos de tierra en la isla Española."
Medina de! Campo, 22 de julio de 1497. Solano (J 984), Documento 1, p. 105.
31 Los servicios de los indios a los colonos empezaron en el mismo año en que fue emitida
la cédula de la nota anterior, en 1497. Además de la entrega de un tributo en oro y algodón
para el rey, Cristóbal Colón impuso a los indios servicios agrícolas y mineros. En años poste-
riores, este servicio se convirtió en e! pago de un peso de impuesto por cada 11 obtenidos en el
beneficio de las minas al español a quien habían sido repartidos los indios. "Según los datos
anteriores [dice Silvio Zavala] resulta que el repartimiento de indios a favor de los colonos es-
pañoles nació en las Antillas casi al mismo tiempo, pero con independencia del tributo del rey.
Su finalidad era llenar las necesidades de mano de obra de las empresas agrícolas y mineras
de los colonos y de la Corona. Jurídicamente se caracterizaba por ser un sistema de trabajo
forzoso, sin contrato de salario. Además de los indios repartidos y sin confundirse con ellos,
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 123
prestaban sus servicios en los trabajos de la isla los indios legalmente considerados esclavos
porguerra u otra causa de derecho." En fechas sucesivas, el repartimiento de indios fue regla-
mentadocon más detalle, de modo tal que en 1509 el rey instruyó que a oficiales y alcaldes se
dieran100 indios; al caballero con esposa, 80; al escudero con esposa, 60, y al labrador casado,
30.En 1512, la Corona limitó a menos de 300 los indios de repartimiento que podía obtener
un colono; sin embargo, en 1514 fueron realizados por orden del rey nuevos repartimientos
querebasan tal cifra. A partir de estas primeras experiencias, el repartimiento se instituyó
comouna práctica colonial, incluso en Tierra Firme. El largo debate sobre sus características
y sobre su perpetuidad o limitación a una, dos y hasta cuatro vidas puede leerse en La enco-
mienda indiana, de Silvio Zavala (1992 [1935]), pp. 13-39 Y 284-319.
32 "Introducción al comendador Nicolás de Ovando, Gobernador de las Islas y Tierra
Firme,sobre el modo y manera de concentrar a la población indígena dispersa en pueblos",
AlcaJáde Henares, 20 de marzo, y Zaragoza, 29 de marzo de 1503. Solano (1984), Documento
4, p. 110.
33Idem.
34 Ibidem, p. 111.
124 ASPECTOS TEÓRICOS
ción de los indios y las condiciones del dominio real sobre ellos fueron convocadas por la pro-
pia Corona a lo largo del siglo XVI, especialmente antes de que fuera creado en 1524 el Consejo
Real de Indias. Tales juntas también fueron realizadas en las capitales virreinales.
36 En su Historia de las Indias, Bartolomé de Las Casas comenta: "Por estas siete propo-
siciones parece cuán buena intención tuvieron los letrados y cuánto se desviaban de las infa-
mias que se habían levantado a los indios por los que los tenían y querían tenerlos apresas en
servidumbre perpetua. Todavía en la tercera, cuarta y quinta y séptima, pareció que suponían
que los indios habían de estar repartidos y en poder de los españoles como los tenían; pero
poníanles algunas limitaciones, porque les faltó clara y particular información, la cual. aun el
mismo padre fray Antón de Montesíno, como había poco que era venido a esta isla, cumplida
no tenía. Faltóles noticia de las multitudes de los pueblos pacíficos y señores y reyes desta isla,
y la gobernación natural y policía ordenada, cuanta, sin fe y conocimiento del verdadero Dios,
puede tenerse para vivir en paz y abundancia y prosperidad y crecimiento inmenso, como dije,
que tenían. Faltóles también conocimiento de la imposibilidad de poder vivir y no perecer como
perecieron, teniéndolos los españoles repartidos, y así ignoraron que aquella manera de servi-
dumbre fuese despótica o de esclavos, y no de hombres y gentes, como ellos determinaron,
que eran libres, y así carecieron totalmente de la lumbre y claridad y verdad del hecho". Las
Casas (1951 [1875-1876]), libro III, cap. VIII, vol. II, pp. 457-458; Zavala (1992 [1935]), pp. 22-23.
LA POLIcíA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 125
das como Ordenanzas antiguas para los indios o Leyes de Burgos.Y! con algu-
nas variaciones entre una y otra versión. La nueva reglamentación insistió
en la dispersión y lejanía de los indios respecto a los españoles como la cau-
sa por la que se mantenían en sus "errores y pecados". Las Leyes de Burgos
afirmaban que
el principal estorbo que tienen [los indios] para no se enmendar de sus vicios e
que la doctrina no les aprovecha ni en ellos imprime ni la tomen es tener sus
asientos y estancias tan lejos como los tienen e apartados de los lugares donde
viven los españoles que de acá han ido y van a poblar a la dicha isla [Española]
porque puesto que al tiempo que les viene[n] a servir los doctrinan y enseñan
las cosas de nuestra fe.38
Las Leyes de Burgos fueron objeto de un nuevo análisis por petición del
dominico Pedro de Córdoba. El rey convocó nuevamente a los miembros
de su Consejo y a otros eclesiásticos, ahora reunidos en Valladolid, para
que las complementasen de acuerdo con las nuevas observaciones de los
frailes residentes en La Española. El resultado fue una serie de leyes com-
plementarias emitidas oficialmente el 28 de julio de 1513. Una de estas
nuevas adiciones dice lo siguiente:
y porque los dichos indios podrían con el tiempo y con la conversación de los
cristianos hacerse tan políticos y tan entendidos y capaces y tan aparejados a
ser cristianos, para que por sí sepan regirse y vivan y sirvan como acá los hacen
los otros cristianos, Vuestra Alteza ha de mandar que anden vestidos; y como se
fuere conociendo la habilidad de cada uno, se les vaya dando la facultad para
vivir por sí, teniendo la dicha policía y habilidad para ser cristianos [...]42
blos y poner los indios en policía no hubiese lugar, y que todavía pareciese que debían estar
encomendados, como hasta aquí, deben proveer y remediar para adelante en los artículos
siguientes: lo primero, en que se aguarden las siete conclusiones y determinaciones de los letra-
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 127
terminar cuál de las tres opciones aplicar, los frailes tenían la instrucción
de realizar una encuesta entre los vecinos de La Española, de modo tal que
pudieran valorar la capacidad de los indios para "vivir políticamente", según
dice el texto que cita Zavala.é> Finalmente, en 1518 los jerónimos recomen-
daron la perpetuidad de los repartimientos a los encomenderos, al mismo
tiempo que la distribución de los indios en pueblos de acuerdo con la
segunda opción. De hecho, desde el inicio de la misión que les encargó Cis-
neros el 13 de septiembre de 1516, los jerónimos ya llevaban la instrucción
sobre cómo reducir los indios a pueblos controlados. Es incluso muy pro-
bable que la versión original de tales instrucciones fuera redactada por el
propio Bartolomé de Las Casas como complemento a las Leyes de Burgos,
pero su propuesta original fue modificada por los miembros del Consejo
delrey, quienes aún creían, dice Las Casas, "que estas gentes no eran para
vivirpor sí, ni tenían ni eran hábiles para tener policía, como si los halla-
ramos como brutos por las montañas, esparcidos, y los montearamos, y no
en sus pueblos [...]".46
Según la orden que llevaban los jerónirnos, los pueblos deberían asen-
tarseen "buena tierra para labranzas", con "ríos cerca, para sus pesquerías,
y para que de allí puedan ir a las minas con menos trabajo y sin inconve-
nientes,a voluntad cuanto ser pudiere los caciques e indios que allí hubieren
demorar, haciéndoles entender que esta mudanza se hace para su prove-
choy porque sean mejor tratados que hasta ahora han sido"."?
Los pueblos deberían fundarse con 300 vecinos "poco más o menos, en
elcual se hagan tantas casas cuantos fueren los vecinos, en la manera que
elloslas suelen hacer, aunque se aumente la familia, como mediante Dios se
aumentará, puedan caber todos ellos". Asimismo, se solicitaba el trazo de
callesy de una plaza y la construcción de una iglesia "lo mejor que pudie-
dos,por mandado del rey, nuestro señor (que haya gloria), dieron cerca del tratamiento de los
indios,y también las otras cuatro, en cuanto determinaron que las mujeres todas y los niños has-
tacatorce años no sean obligados a servir; salvo en la manera que allí se contiene; pero lo con-
tenidoen la sexta conclusión no se debe guardar por ]0 que adelante se dirá." Las Casas (1951
[1875·1876]),libro III, capítulo LXXXIX, vol. 111,p. 132.
45 El documento en que Zavala apoya esta cita es el siguiente: Colección de documentos
inéditosrelativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españo-
lasde América y Oceanía, sacados de los Archivos del Reino y muy especialmente del de Indias,
bajoladirección de los señores D. Joaquín Pacheco, D. Francisco Cárdenas y Luis Torres de Men-
daza,Madrid, Imp. De Ouirás, J 864- J 889, vol. XXXN, pp. 201-229; Zavala (1992 [1935]), p. 27.
46 Las Casas (1951 [1875-1876]), libro 111,capítulo LXXXIX, vol. 1111,p. 132.
47 Pichardo Viñals (1984 [1512]), p. 65; Las Casas (1951 [1875-1876]), libro III, capítulo
LXXXVIII,vol. III, pp. 121-130.
128 ASPECTOS TEÓRICOS
Este término debéis repartir entre los vecinos del lugar, dando de lo mejor a
cada uno de ellos parte de tierra donde puedan plantar árboles y otras cosas y
hacer montones para él y para toda su familia más o menos, según la calidad de
la persona y cantidad de la familia; y al cacique tanto como a cuatro vecinos.
Lo restante quede para el pueblo, para ejidos y pastos y estancias de puercos y
otros ganados.es
de 1516.Solano(1984),Documento12,p. 121.
49 Idem.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 129
55 Recordemos que los "gentiles" en Europa eran los pueblos que si bien tenian leyes, sin
embargo,no eran cristianos. Isidoro de Sevilla dice que son gentiles "porque perseveran como
nacieron(geniti), a saber: descienden de la carne en pecado, es decir, son servidores de los ídolos
y aún no regenerados". Isidoro de Sevilla (1994 [1911]), libro VIII, cap. X, 2, vol. 1. En palabras
de Sebastián de Covarrubias, los gentiles eran "los idólatras que no tuvieron conocimiento de
130 ASPECTOS TEÓRICOS
indios en pueblos fue una inmensa catástrofe, como sabemos, pues las gue-
rras, la esclavitud y las epidemias los diezmaron en el transcurso de tres
décadas, hasta hallarse muy pocos alrededor de 1530.56
En enero de 1529, la Corona instruyó la fundación de nuevos poblados
en La Española con gente trasladada de los reinos de Castilla y Portugal, "o
de los otros lugares que de Nos tuvieren licencia para ir a poblar y tratar en
las dichas Indias", anota la cédula girada al presidente de la Audiencia de
Santo Domingo.s? Al frente de cada nuevo poblamiento de 50 vecinos euro-
peos habría un "fundador" que a su costa organizaría la expedición y pro-
porcionaría a cada colono flete, matolaje y casa, dos vacas, dos bueyes, 50
ovejas, una yegua, 10 puercos, dos novillos y seis gallinas. Una vez que se les
señalara el territorio donde habría de construirse la nueva población, sus
pobladores tenían un año para empezarla y dos para terminarla. A los cin-
co años contados a partir del inicio de la construcción, el poblado habría de
tener al menos 25 casas de piedra; a los 10 años todas las casas deberían
estar hechas del mismo material. Si no fuera así, los colonos perderían sus
derechos e incluso serían multados.
En cada nuevo poblado debería haber una iglesia y una casa "a manera
de fortaleza", ambas levantadas en piedra. El término del poblado de es-
pañoles debería tener, como máximo, dos leguas (8 380 m) por lado si se
hallaba dentro de las 10 leguas vecinas a Santo Domingo, o tres (12570 m)
si estaba más allá de esta distancia. Tampoco debería fundarse como puer-
to de mar. La Corona reservó para sí "todos los montes y árboles de brasil y
bálsamo y droguerías". Además de los beneficios materiales que recibirían
los pobladores, la Corona les prometió el honor de convertirlos en "hijos-
dalgo de solar conocido" y armarlos caballeros. 58 Los aldeanos peninsula-
un verdadero Dios, y adoraron falsos Dioses, y de allí gentilidad, el paganismo"; Covarrubias
(1611), folio 434r.
56 Borah y Cook (1994 [1960]); Cook y Borah (1977 [1971]), pp. 359-387.
57 "Real Cédula al obispo Sebastián Ramírez de FuenleaJ, presidente de la Audiencia de
Santo Domingo, con orientaciones sobre fundaciones de nuevos pueblos en la Isla Española, y
concediendo gracias y mercedes a los promotores europeos", Toledo, 15 de enero de 1529;
Solano (1984), Documento 23, p. 141.
58lbidem, p. 144. Los beneficios y el prestigio señoriales, las aspiraciones de nobleza y el
afán caballeresco motivaron en los reinos cristianos de los que provenían los colonos, un
modo de vida que nombraron honrado. La honra quería decir tanto como "adelantamiento
señalado con loor que gana el hombre por razón del lugar que tiene; o por hecho señalado que
hizo; o por bondad conocida que hay en él". El que honra a los demás se honra a sí mismo, y
quien no comprendiera esto "es hecho semejante a las bestias; y es tal como ellas"; Celso
(1538), folio clxxxv. El caballero y el hijodalgo eran renombrados por su honra, su linaje y
su casa solariega, su familia, sus armas y caballos. Eran como los guardianes de la tierra del
LA POLIcíA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL J 31
61 "Instrucción que su Majestad el Rey don Carlos, y doña Iuana su madre, dieron a don
Hernando Cortés, para el buen tratamiento y conversión de los indios, y su población y pacifi-
cación y buen recaudo de la real hacienda, en la cual van puestos los capítulos de la instruc-
ción que se dio a Diego Velázquez año de diez y ocho para nuevos descubrimientos." Vallado-
lid, 26 de junio de 1523. Encinas (1596), libro cuarto, pp. 247-252; Zorita (J 984 [1574]), libro
primero, título v, ley primera, p. 36.
132 ASPECTOS TEÓRICOS
Vistas las cosas que para los asientos de los lugares son necesarios y escogidos,
y el sitio más provechoso, e que incurran de las cosas que para el pueblo son
menester, habéis de repartir los solares del lugar para hacer las casas, y éstos
han de ser repartidos según la calidad de las personas, y sean de comienzo
dadas por orden, de manera que hechas las casas en los solares el pueblo parez-
ca ordenado, así en el lugar que dejaren para la plaza, como en el lugar que
hubiere de ser la iglesia, como en la orden que tuvieren los tales pueblos y
calles dellos: porque en los lugares que de nuevo se hacen, dando la orden en el
comienzo sin ningún trabajo ni costa quedan ordenados, y los otros jamás se
ordenan.é+
65 Sabemos, sin embargo, que las mudanzas de pueblos y ciudades fueron el sello del urba-
de 1519 en donde describe "pueblos grandes y bien concertados" en Yucatán, y más aún véa-
se la segunda fechada el 30 de octubre de 1520 en donde describe Tenochtitlan; Cortés (1970
[1520)).
134 ASPECTOS TEÓRICOS
ni repartidos a los cristianos.e? A pesar de ello, lo que hizo Cortés fue preci-
samente dados en encomienda, aprovechando la variación de criterios que
al respecto tuvo la Corona a través de una serie de nuevas cédulas expedi-
das en los años siguientes hasta la promulgación de las Leyes nuevas en
1542. Antes de que el rey limitara finalmente la duración de la encomienda
al lapso de una vida, un mismo pueblo fue dado más de una vez a personas
distintas. Cortés mismo lo hizo (de 1521 a 1524), de igual modo que el go-
bernador Alonso de Estrada (de 1527 a 1528) y también la primera y segun-
da audiencias (de 1529 a 1531).70
En 1537 los obispos de la Nueva España enviaron al rey un comentario
que habría de reescribirse una y otra vez en el transcurso de las décadas si-
guientes. Según éste, los religiosos venidos a la Nueva España procuraron
adoctrinar a los indios, a pesar del gran "estorbo" que representaba la dis-
tribución territorial autóctona que ellos describieron como "dispersión y
derrama".
Estar estos naturales derramados en sus habitaciones y tan lejos unos de otros
que no se pueden juntar como los religiosos querrían, parécenos conviene,
para que se amplíe y se dilate nuestra santa fe católica y que estos naturales
más en ella aprovechasen, ser necesario la policía humana en ellos para que sea
camino y medio de darles a conocer la divina, y Vuestra Majestad debería man-
dar se diese orden como ellos la tuviesen al modo y manera de españoles en
acciones cristianas, viviendo juntos en pueblos en orden de sus calles y plazas
concertada mente y que de esto vuestro visorrey y gobernadores de estas partes
tuviesen especial cuidado. De esta manera los prelados podrían tener más entero
conocimiento de las cosas de estos naturales y verían y sabrían la manera me-
69 "Por ende yo vos mando, que en esta dicha tierra no hagáis, ni consintáis hacer reparti-
miento, encomienda ni depósito de los indios della, sino que los dejéis vivir libremente, como
nuestros vasallos viven en estos nuestros reinos de Castilla; y si cuando esta llegare tuviéredes
hecho algún repartimiento, o encomendados algunos indios a algunos cristianos, luego que la
recibiéredes revocad cualquier repartimiento, o encomienda de indios que hayáis hecho en esta
tierra a los cristianos españoles que a ella han ido, e estuvieren, quitándo los dichos indios de
poder de cualquier persona, o personas que los tengan repartidos o encomendados, y los dejéis
en entera libertad, e para que vivan en ella, quitándolos e apartándolos de los vicios y abomi-
naciones en que han vivido, y están acostumbrados a vivir como dicho es; y habéiles de dar a
entender la merced que en esto les hacemos, y la voluntad que tenemos a que sean bien trata-
dos y enseñados, para que con mejor voluntad vengan en conocimiento de nuestra santa fe
católica, e nos sirvan e tengan con los españoles que a la dicha tierra fueren, la amistad y con-
tratación que es razón." Encinas (1596), libro cuarto, p. 249.
70 Simpson (1970 [1966]), pp. 75-127.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓNDEL ALTEPETL 135
jor que con ellos se podía tener para su bien y doctrina y éllos así mismo tendrían
más aparejo para la poder tomar."!
Lo sugerido por los obispos en 1537 pasó a ser, casi en los mismos tér-
minos, un ordenamiento legal por decisión del rey un año más tarde.Z- La
"policía humana", expuesta por los frailes, insistió en organizar a los indios
al interior de un pueblo formado con calles y plazas de geometría regular.
Un régimen de vida así permitiría a los religiosos ejercer un mayor control
sobre los indios para vigilados y convertidos de una manera más eficaz.
John Sullivan ha demostrado precisamente la eficacia de la urbanización
sobre una planta ortogonal como una "tecnología disciplinaria" que marcó
prácticamente todo el territorio hispanoamericano.t-
Entre el 20 de noviembre de 1542 y el 4 de junio de 1543 fueron emiti-
das las llamadas Leyes nuevas, las cuales procuraron proteger de manera
másefectiva a los indios a través de una serie de medidas entre las que des-
tacaronlas siguientes: la liberación de los indios que se tuvieran ilegalmen-
te como esclavos, la prohibición de su esclavitud incluso por motivos de
guerra y rebelión.?" la prohibición de utilizados para trabajos forzados,
dándolesen cambio un trato de personas libres y súbditos del rey, la limita-
ciónde un número excesivo de indios encomendados a un mismo español,
la prohibición del otorgamiento de nuevas encomiendas (además de la
limitación de las que existieran al lapso de una sola vida)75 y la tasación
71 González de Cosío (1973 [1537]), pp. 46, 215-216. Las cursivas son nuestras.
72 "Porque para nuestra Santa Fe católica sea empleada entre los indios y ellos más aprove-
chenen ella, es necesario ponerles en policía humana, para que sea camino y medio de darles
aconocerla divina, y para esto se debe dar orden como vivan juntos ordenadamente, porque
destamanera los prelados podrán tener más entero conocimiento que los dichos indios, y
verány sabrán la manera y mejor orden que con ellos se podrá tener, para su bien y doctrina,
mandamosa los nuestros virreyes y gobernadores que procuren, por todas las vías y maneras
quepudieren, poner a los indios de sus distritos en toda buena policía, sin hacerles opresión
alguna,dándoles a entender los provechos que dello se seguirán." "Que los indios sean puestos
enpolicía sin ser oprimidos", Valladolid, 23 de agosto de 1538. León Pinelo (1992 [1681]),
libroVII,título XII [15], vol. 11,p. 1862.
73 Sullivan (1996).
herencia, ino que muriendo la persona que tuviere los dichos indios, sean pue tos en nue tra
real Corona c...),,;Millares Carlo (1952 [1542-1543]), folio 6v.
76 La Leyes nuevas fueron publicadas cinco veces en el periodo colonial, precisamente
entre 1542 y 1620.
77 En la Recopilación de Antonio de León Pinelo aparece inserta la iguiente cédula que
reglamentó la sucesión de la encomienda hasta la cuarta vida. Esta instrucción sobre la amplia-
ción de la encomienda fue expedida el 3 de junio de 1555 y luego ratificada y ampliada en 1559,
1561, 1576, 1583 Y 1607: "Porque viendo las justas causas que había para gratificar y remunerar
los servicios de los primeros descubridores, conquistadores y pobladores de las provincias de la
ueva España, se les hizo merced de las encomiendas de indios de ellas, considerando que estas
se iban acabando e incorporando las dichas encomiendas en la Corona real y que sus hijos y des-
cendientes quedan muy pobres y acabada la memoria del servicio de sus pasados, se mandó que
disimulase con la tercera vida, en sucesión de las dichas encomiendas, como en efecto se hizo, y
después, habiéndose representado que todas las dichas encomiendas de la mayor parte della ya
estaban en tercera vida, y éstas se iban acabando, y las que vacaban se iban incorporando en la
dicha real Corona, y que lo naturales hijos, nietos y descendientes de lo de cubridores y con-
quistadores de la tierra quedaban sin tener con que sustentarse, de manera que les seria fuerza
el dejarla, teniéndose consideración a los buenos y leales servicios que los primeros descubrido-
res y conquistadores de la dicha Nueva España hicieron a nuestra Corona, y a la voluntad que
siempre tenemos de remunerarlos en sus descendientes, se les hizo merced de que se disimulase
con la cuarta vida en la sucesión de las dichas encomiendas, y porque así sea ejecutado, man-
damos que se guarde y cumpla con las que al presente hubiere y adelante se proveyeren, para
que todas gocen en la dicha ueva España de la tercera y cuarta vida, con que en acabándose
la dicha cuarta vida se hayan de dar por vacas las dichas encomiendas y se hayan de incorporar
en nuestra Corona real, así como fueren vacando y falleciendo los poseedores que estuvieren
en la dicha cuarta y última vida". "Que en la ueva España se suceda en tercera y cuarta vida",
3 de junio de 1555. León Pinelo (1992), libro VII, título VI [11], vol. 11,pp. 1792-1793..
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓNDEL ALTEPETL 137
78 "Que los indios como personas libres hagan de sí lo que quisieren", Valladolid, 17 de
Esta carta de los religiosos fue respondida por la Corona en dos oca-
siones: la primera se registró en octubre de 154981 y la segunda en marzo
80 "Cédula inserto en ella el capítulo de la congregación, que se hizo en la nueva españa por
los perlados della el año de quinientos y cuarenta y seis, que trata de la reducción de los indios
de aquella tierra a pueblos congregados para que se guarde", Encinas (1596), libro cuarto, pp.
272-273. Las cursivas son nuestras.
81 "Años se ha hecho relación que el bien de los naturales de las Indias y a su salvación con-
vendría que se juntasen e hiciesen pueblos de muchas casas juntas en las comarcas que ellos
quisiesen, porque estando como ahora están, cada casa por sí y aún cada barrio, no pueden
ser doctrinados como convendría ni promulgarse las leyes que se hacen en su beneficio ni
gozar de los sacramentos de la eucaristía y otras cosas que se aprovecharían y valdrían estando
en pueblos juntos y no derramados, y que deberían ser persuadidos por la mejor y más blanda
y amorosa vía que ser pudiere, porque MANDAMOS a los nuestos visorreyes, presidentes y oidores
de las nuestras audiencias de las Indias que como cosa importante platicada con los prelados de
cada provincia, den orden cómo esto se haga, poco a poco en las partes donde la tierra lo
sufriere y se pudiere buenamente hacer y que ordenen sobre ello lo que vieren que conviene."
"Ley segunda en que da la orden que se ha de tener en juntar los indios en pueblos", Vallado-
lid, 9 de octubre de 1549. Zorita (1984 [1574]), libro primero, título II, ley segunda, p. 20.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 139
82 "Quese procure que los indios se reduzcan a vivir en pueblos políticamente, donde sean
doctrinados",Zigales, 21 de marzo de 1552. León Pinelo (1992 [1681]), libro VII, título X, [1],
vol.II, pp. 1825-1826.
83Idem.
84 "Quese procure que los indios se reduzcan a vivir en pueblos políticamente, donde sean
doctrinados",Zigales, 21 de marzo de 1552. Toledo, 19 de febrero de 1560. Segovia, 13 de sep-
tiembrede 1565. El Escorial, 10de noviembre de 1568. León Pinelo 1992 [1681], libro VII, tí-
tuloX, [1], vol. I1, pp. 1825-1826. "Real Cédula por la que se urge la necesidad de reducir a
pueblosla población indígena dispersa, contando con la colaboración entre poderes civiles y
eclesiásticos",San Lorenzo de El Escorial, 20 de mayo de 1578. Solano (1984), Documento
110,pp.2151-2152. "Cédula que manda al virrey don Luis de Velasco provea y de orden como
secumplalo proveído y mandado cerca de que los indios se reduzcan a pueblos congregados",
19defebrerode 1560. Encinas (1596),libro cuarto. "Cédula inserto en ella el capítulo de la con-
gregación, que se hizo en la Nueva España por los perlados della el año de quinientos y cua-
rentay seis,que trata de la reducción de los indios de aquella tierra a pueblos congregados para
queseguarde", 20 de mayo de 1578. Encinas (1596), libro cuarto, pp. 272-273; González de
Cosío (1973[1537]), pp. 215-216.
85 Sullivan(J 996).
140 ASPECTOS TEÓRICOS
86 Se trata de la Advertencias para los confesores de los naturales, firmada por Ioan Baptista
y que a la letra dice: "Que los indios que están derramados en diversas caserías, montes y
collados, viviendo fuera de pueblos formados, que estos tales sean constreñidos a vivir y hacer
sus casillas en las cabeceras o sujetos que tienen orden y policía para que puedan ser adminis-
trados, y conocidos de los que les tuvieren a cargo. Mandando que para el edificar destas nue-
vas moradas se les de ayuda a costa de las Repúblicas, y reservándolos para aquel tiempo de
los servicios personales, y para que se haga con más amor señalándoles tierras para sus
sementeras y ejidos para sus ganados, sin que sean molestados de los españoles". Baptista
(1600), folio 259v.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 141
pecados, o porque, como han querido decir no se hallan bien en los pueblos, ni
viven sanos por la costumbre que tienen de lo contrario que con ella se podría
trocar, en muchas partes se han hecho y van haciendo pueblos dellos de más de
los que antiguamente tenían en que-van haciendo las casas con alguna más
policía y forma de familia, y los más dellos andan ya vestidos y calzados, y con
alguna cobertura en la cabeza, y se hallan bien con la carne y otros manteni-
mientos y comidas que los españoles usan, principalmente con el vino, que dan
por ello todo cuanto tienen, y lo han venido a beber tan desordenadamente, que
ha sido necesario vedarles el uso dello.s?
De la Torre] llevó a las autoridades a pensar que para poder manejar ese con-
glomerado era necesario reunirlo, congregarlo, sacarlo de sus comunidades,
cortas o grandes, pero alejadas unas de otras.v-
rituales del mundo prehispánico, sino acaso a las recetas vitruvianas o hipo-
cráticas (fig. 1l.1, a y b ).96 En esta empresa de reasentamientos fue prioriza-
da la superficie plana que permitía la traza de las calles en damero, elabo-
radas con escuadra y compás.?? Los solares y sus respectivas casas fueron
distribuidos a partir de las calles. La iglesia y el cabildo fueron construidos,
de preferencia, en el centro, una con su atrio, el otro con su plaza. También
en el centro fueron ubicadas la cárcel y algunas casas civiles de importancia.
Al trasladarse de su antiguo cerro, de las rinconadas y los valles estrechos a
las planicies vecinas, los calpoltin fueron asentado como barrios, general-
mente distribuidos a partir de dos calles que funcionaron como ejes norte-
sur y este-oeste. En la segunda parte de este libro se abordarán casos espe-
cíficos en donde tal reordenamiento es visible. Este proceso de reducción
aplicado a la gente de los altepeme fue realizado de manera sistemática a
partir de 1550 y hasta la segunda o tercera décadas del siglo XVII, como hemos
dicho. Además de los expedientes que se encuentran en el Archivo General
de la Nación de México, las llamadas Relaciones geográficas, redactadas en
respuesta al cuestionario elaborado por el cosmógrafo real en 1577, nos
permiten comprender estos reacomodos territoriales realizados como pro-
grama del gobierno virreinal durante las últimas décadas. Como parte fun-
damental de la documentación colonial que registró los desplazamientos
hallamos una gran cantidad de "pinturas", elaboradas muchas veces por
tlacuiloque, los antiguos maestros de la tinta. Sobre ellas hablaremos en el
capítulo IlI.
Respecto de la segunda posibilidad de reducción de los habitantes de
un altepetl tenemos el desplazamiento de los calpoltin más pequeños y ale-
jados hacia los terrenos originales del calpolli "cabecera". A los ojos de los
españoles, los calpoltin trasladados eran considerados como "sujetos" y se
integraban en la nueva espacialidad como barrios del pueblo de indios. En
ocasiones, el sitio que se les reasignaba no era directamente contiguo, sino
que distaba todavía algunos kilómetros del núcleo urbano de la cabecera,
lo que daba la impresión de que se trataba de barrios periféricos.Pf Estos
nuevos barrios, centrales o periféricos, pudieron conservar su nombre, la
Santa Fe, fundado en 1491 a las afueras de Granada (un verdadero castrum estilo romano),
como un claro antecedente de lo que años después se fundaría sistemáticamente en las Anti-
llas y en América continental. Kubler (1984), p. 105; Tovar de Teresa (1992).
96 Al respecto véase Vitruvio (1997), libro I, cap. IV; Hippocrate (1996) [siglo IV a.Ci].
97 Kubler (1984); Sartor (J 992); Chanfón Olmos (1997); Angulo Íñiguez (J 982).
98 García Zambrano (2001b).
a)
b)
FIGURA n.l. Modelo que explica el proceso de organización territorial pasando de: a)
asentamientoprehispánico organizado en cuatro calpoltin, cuyas casas se presen-
tandispersas en las laderas de un área montañosa a: b) pueblo de indios tras la
congregaciónasentada en tierras más planas y organizado en los mismos cuatro
barrios,ahora con una densidad arquitectónica y demográfica mayor. Elaboración
deFedericoFemández y Marcelo Ramírez; dibujó: Ada Gómez y Arais Reyes.
148 ASPECTOS TEÓRICOS
dos y holgazanes que no tienen asientos ni oficio y los indios que anduvieren de esta manera,
se junten en pueblos y en ello se guarde la orden aquí contenida", Valladolid, 3 de octubre de
1558. Zorita (1984 [1574]), libro tercero, título primero, ley 13, pp. 209-210; "Ley 3, que los
españoles e indios ° mestizos se junten en pueblos", Valladolid, 3 de octubre de 1558. Zorita
(1984 [1574]), libro octavo, título segundo, ley tercera, p. 350.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 149
dejarlos bien acomodados de casas, tierras, aguas y monte, que todo sea mejor y
más cumplido que lo que dejan, o por lo menos tan bueno. Siguiéndose a esto
el consuelo espiritual que tendrán con la asistencia de su ministro de doctrina y el
amparo de la justicia y la comunicación de unos con otros para todas sus necesi-
dades, viviendo juntos y en policía, como los usan todas las naciones del mundo.t'"
poco. Y también consideraréis si será menos trabajo de los indios y más como-
didad del pueblo hacer plaza junto a la misma iglesia que estuviere edificada en
otra calle o plaza menos principal, advirtiendo que, también, ha de quedar en la
plaza la casa del cabildo, cárcel y [la casa de la] cornunidad.tv"
El sitio que a cada indio de los que nuevamente fueren a poblar se le podrán
señalar para labrar su casa y tener dentro de ella árboles y tierra donde sem-
brar algún maíz, chile y otras legumbres, cuanto baste para su regalo y recrea-
ción, será un solar de los de México: veinticinco varas en cuadra, habiendo dis-
posición. Y no la habiendo, cuanto sea posible, en que no se puede dar regla
cierta por ser tan diferentes los asientos de los pueblos. y advertiréis que con
esto no dejan de labrar las tierras que se les señalaren; y también advertiréis
que en las partes donde lo sufriere la disposición de la tierra se hagan las pare-
des de las casas de tapias al modo de Castilla, que les serán a los naturales tan
útiles como las de adobes, y a menos costa y trabajo.
En este señalamiento de solares tendréis atención de preferir en lo que fue-
re mejor y más cerca de la iglesia y plaza a los indios que entre ellos tienen por
"principales" y a los que fueren gobernadores y ministros de justicia, sin dar
lugar en ninguna manera a que en razón de ser o no "principales" los indios
sean admitidos a probanza, ni información, ni haya pleitos ni diferencias, sino
que vos, informado de palabra del ministro de doctrina y de otras personas de
crédito, lo dispongáis y gobernéis con justificación, prefiriendo los del dicho
pueblo que quisieren mejorarse a los que vinieren de fuera.
y porque según la ruin fama que en lo general tienen todos los pueblos
de indios de esta Nueva España, sucederá muchas veces que de una casa de un
indio a otra haya vacío grande que impida la policía que se pretende, y que éste
no sea bastante para poner en él barrio entero para que los de un pueblo o
104 Solano (1984), Documento 144, p. 291; Torre Villar (1995), pp. 316-317.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 151
En el solar que se le ha de dar a cada indio señalándole, desde luego, con algu-
na zanja o mojonera, se ha de edificar, desde luego, un aposento del alto que
pareciere y cubierto, que tenga treinta pies de largo y doce de ancho: que es dis-
posición bastante, y lo que, por ahora, se puede sufrir, que después cada uno irá
labrando conforme a su posible e inclinación, pero por traza. Cuanto a dister-
minación [deslinde] que será aprobada por los ministros, en razón de usar
compartimientos y atajos, al modo que se puedan con que se distinga la vivien-
da del servicio en que hubiere de haber inmundicias y el dormitorio de los hijos
del de las hijas. Y se vaya recorriendo esto para ver que en todo caso lo cum-
plan y se introduzca algo de policía cristiana en ellos. I 06
al pueblo, porque en todo gocen de alguna preeminencia más que los macehua-
les, no quitando a los que están en el pueblo las que tuvieren que las hayan
menester. Y en caso que en ese pueblo no haya tierras de comunidad bastantes
para los indios que han de quedar, y las hubiere de españoles o estancias se les
quiten las necesarias y más cómodas para los indios: y a estos españoles les no-
tificaréis que con sus títulos, si los tuvieren, ocurran ante mí, para que vistos se
trate de la recompensa que pareciere justo.
y en todo caso procuraréis en este repartimiento de tierras dejar muy con-
formes a los que vienen con los que están, de manera que no haya entre ellos
confusión ni enemistad. Y también advertiréis de dejarles tierras para que
siembren año y vez, y en los lugares calientes más cantidad. Informándonos
muy bien de la disposición y temple de la tierra y del uso y costumbre que los
vecinos han tenido en sus sementeras, para dejar a los que están y a los que vie-
nen con la misma cantidad y suertes de tierras que habrán menester: conside-
rando siempre en los unos lugares y en los otros el crecimiento que podrán
tener, como se desea y procura. 107
asegurar el abasto común de aquel año, obligando a los naturales del pueblo
[cabecera] a que siembren más de lo ordinario para que tengan qué vender a
los nuevos pobladores, o dando orden que se haga alguna sementera grande de
comunidad que después beneficien los que fueren nuevamente [por primera
vez]; o usando de otros arbitrios, los que os parecieren a propósito según la
calidad de la tierra y comodidad en las cosechas: para que vistos por mi elija los
más convenientes y de mayor utilidad en este caso tan importante. lOS
provincia o comarca y la calidad que el mismo suele mostrar: para poder con-
servar los dichos indios en esta granjería de la crianza de ganado; en especial,
menor. y para crecer en ella y aún introducida, si no se ha usado por ser medio
importante para el aprovechamiento suyo y para el abasto de esta tierra.t+>
113 Solano (1984), Documento 144, p. 294; Torre Villar (1995), p. 324.
114 TOlTe Villar, op. cit., p. 326.
115 "Instrucción de reducciones del virrey Conde de Monterrey", 28 de noviembre de 1598,
en Jarquín (1994), p. 17.
116 lbidem, p. 18.
------ - - - ---
solar
I
I eje E - O
L-sovaras~ I
do como gobernador o sustituido por uno nuevo, tal gobernador tuvo tam-
bién su casa en las inmediaciones de la plaza. En el dibujo en el que sinteti-
zamos nuestra hipótesis, estas primeras cuadras han sido marcadas con la
letra "A". El resto de las manzanas trazadas y marcadas con la letra "B" for-
man los solares periférico s asignados a los macehualtin, a la población que
no fue reconocida por los españoles con algún grado de nobleza. Si se tra-
taba de dos altepeme o dos calpolli reunidos en un mismo pueblo, los po-
bladores de cada uno ocuparían una mitad compartiendo frente a frente la
calle principal.Uf Ahora bien suponiendo que la congregación verificada en
el pueblo hipotético de nuestro dibujo estuviera compuesta de cuatro altepe-
me, o bien de cuatro entidades (digamos, una cabecera y tres sujetos), cada
una de ellas ocuparía un barrio; es decir, un cuadrante de la urbe. Hemos
numerado las manzanas para diferenciar a cada barrio, de manera que
cada una tenga un número romano para saber de qué entidad procedían y
una letra para saber si se trataba de indios principales o de macehualtin.
En la presente hipótesis, quedarían entonces al menos cuatro elemen-
tos genéricos como componentes de la urbe para indios:
1. La calle. La gran innovación en los asentamientos para indígenas fue
la red de calles que dio integración a los vecinos de los distintos barrios. La
calle fue juzgada como un espacio de convivencia y una muestra de vida
vecinal civilizada. El papel urbano de estos trazos rectos en los pueblos de
indios no es necesariamente equivalente al de las anchas calzadas que
maravillaron a los conquistadores de Tenochtitlan. Por eso, podemos con-
cluir que la calle fue uno de los elementos urbanos introducidos por el pen-
samiento occidental en Mesoamérica.
2. La unidad conventual. Estaba compuesta de una iglesia (que origi-
nalmente pudo ser una capilla abierta aisladaj.t '? un atrio almenado, fre-
cuentemente con capillas posas y cruz atrial, un huerto en el que se intro-
dujeron frutos mediterráneos, una residencia conventual de dos plantas
formada por un refectorio, una biblioteca y celdas en torno a un patio cua-
drangular en cuyo centro descansaba una fuente.
3. La plaza central. Podría ser extensión del atrio o el atrio mismo de la
iglesia. Ahí se verifica por lo regular el mercado un día por semana. Quizá
la primera intención fue que hubiera en ella una horca 120 para ajusticiar en
Ca CLUSIONES
Política indiana, el autor retorna la afirmación de que el ser humano es un "animal racional".
Para conseguir tal calidad, afirma que "nue tras gloriosos Reyes de España han mandado y
procurado que los indios [... ] comenzasen a vivir como hombres, deponiendo sus antiguas y
fieras costumbres, y haciéndose con esto más hábiles para recibir nuestra Santa Fé y Religión
Cristiana". Solórzano agrega que los desplazamientos de indios de lo cerros a la traza de los
pueblos se debía hacer "aunque no quisie en". Solórzano y Pereyra (1930 [1647)), libro 11,
cap. XXIV, vol. 2, p. 373.
127 "Que a los indio de las reducciones no se de licencia para vivir fuera de ellas", 4 de
febrero de 1608. León Pinelo (1992 [1681)), libro VII, título X, [9], vol. 11,pp. 1828-1829.
LA POLICÍA DE LOS INDIOS Y LA URBANIZACIÓN DEL ALTEPETL 161
128 Por ejemplo, podemos citar la orden de 1544 titulada "Provisión inserta en ella otra,
dadaporlos reyes católicos, para que los vecinos destos reinos de Castilla puedan ir libremen-
tedeunoslugares a otros a vivir donde quisieren para que lo mismo puedan hacer los indios",
17deoctubre de 1544. Encinas (1596), libro cuarto, foja 234.
129 "Ley3, que haya regidores indios y entren en cabildo con los españoles que fueren regi-
doresy haya alguaciles indios y sean muy bien tratados y las audiencias tengan cuidado
deelloy de que así se haga, si no les pareciere que en ello hay inconvenientes", Madrid, 12 de
juliode 1530. Zorita (1984 [1574]), libro séptimo, título primero, ley 3, pp. 325-326.
162 ASPECTOS TEÓRICOS
cluso el de alcalde ordinario. 130 A la estructura del cabildo indígena fue agre-
gada unos años más tarde la figura de gobernador.P!
Como vimos, la congregación de los indios en pueblos formó parte de
lo que John Sullivan llama una "tecnología disciplinaria", la cual procuró
concentrar a la población indígena, municipalizar el territorio y jerarquizar
los asentamientos.t-- Sin embargo, este proceso histórico está muy lejos de
explicarse a través del formato con el cual los legisladores de Indias trata-
ron de civilizar y urbanizar lo que consideraron una naturaleza montaraz y
rebelde. A pesar de los esfuerzos imperiales, los indios no fueron conforma-
dos como un conjunto indiferenciado de súbditos. Tampoco asumieron
mecánicamente la policía que se les quiso imponer. Las sociedades indíge-
nas reeditaron sus antiguas creencias, tanto en el ciclo ritual católico como
en los territorios y paisajes de sus pueblos; la dimensión espacial de su anti-
guo altepetl fue desplegada tanto en la nueva traza como dentro del fundo
legal, dando con ello comienzo a un profundo proceso de negociación que a
la larga dejaría bien librados a muchos de los rasgos más característicos
de la territorialidad prehispánica.
La viabilidad de la doctrina de la "policía humana" quedó en entredi-
cho por la escasez misma de indios, pero, a pesar de todo, los sobrevivien-
tes acomodaron su existencia en el pueblo trazado en las planicies, al pie
del antiguo cerro sagrado y a la orilla de los mismos ríos y lagunas de su
"gentilidad", como veremos a través de una serie de "pinturas" en el próxi-
mo capítulo.
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130 "Ley 4, que los indios puedan elegir alcaldes ordinarios y regidores cadañeros y alguaci-
les y otros oficiales necesarios y que tengan cárcel en cada pueblo si a las audiencias pareciere
que conviene", Valladolid, 9 de octubre de 1549. Zorita (1984 [1574]), libro séptimo, título pri-
mero, ley 4, p. 326.
131 "Ley 5, que todos los oficios que se proveyeren para un pueblo de indios se pongan jun-
tos en un mandamiento y de los derechos que de ello se han de llevar", Valladolid, 7 de julio de
1551. Zorita (1984 [1574]), libro séptimo, título primero, ley 5, p. 327.
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III. TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE
DEL PUEBLO DE INDIOS
MARCELO
RAMÍREz
RUIZ
168
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 169
EL TERRITORIO Y LA TIERRA
2 Isidoro de Sevilla (1994 [1911]), libro XIV, cap. V, 22, vol. Il, p. 19l.
3 García Gallo (1984), pp. 357-372; Vas Mingo (1999), pp. 68-72.
4 Covarrubias (1611), p. 1303.
5 Diccionario de la lengua castellana (1739), t. VI.
170 ASPECTOS TEÓRICOS
Terminus designó originariamente el hito o mojón que indicaba los fines o lími-
tes de cualquier espacio, ya fuera público o privado, y esta acepción se ha con-
servado hasta nuestros días. Pero la voz terminus, mojón o límite, llegó a adqui-
rir en los tiempos medievales una acepción nueva: la de espacio delimitado por
tales términos.s
006 Marca es "el territorio amplio, que se distingue y separa de los demás cercanos". Diccio-
nario de la lengua castellana (1734), t. IV, p. 496.
7 Covarrubias (1611), p. 471.
8 García Gallo (1984), p. 358. El mismo autor agrega lo siguiente: "La inexistencia en Cas-
tilla del siglo XI al XIII de una división y organización propiamente territorial -si se hace abs-
tracción de las merindades- hace comprensible el desuso de la voz territorio en su sentido
técnico y la generalización de la de término, usual al tratar de señoríos y ciudades para desig-
nar el ámbito espacial, a la vez patrimonial y jurisdiccional, de unos y otras. Y así, como tér-
mino lo denominan las Partidas". García Gallo (1984), p. 358.
9 Alfonso X (1974 [1555]), "Primera partida", título XX, ley VIII, vol. 1, folio 137v.
10 Así aparece en una instrucción suscrita por el rey en 1351: "A lo que me pidieron por
merced en razón de las contiendas e males que están entre algunos concejos de las ciudades e
villas e lugares del mio señorío sobre el partimiento de los términos e sobre el pacer e el cortar,
sobre que el Rey mio padre, que Dios perdone, a petición de los de la tierra que le pidieron que
diese hombres buenos, ciertos e abonados en cada una de las comarcas, que partiesen los tér-
minos entre los lugares que cumpliese, respondió que lo tenía por bien e que los cataría; et por
la muerte que le acaeció et otrosí por los menesteres de la guerra en que fue, que no hubo
lugar de lo poder hacer; que tenga por bien de dar e poner los dichos hombres buenos en la
manera que dicha es de cada comarca do fuere menester para esto, porque las contiendas e
peleas que eran entre los pueblos se partan e finquen las gentes en paz e en sosiego". "Cuader-
no primero otorgado a petición de los procuradores de las ciudades y villas del reino en las
Cortes celebradas en Valladolid en la era de MCCCLXXXIX (año 1351)", en Real Academia de la
Historia, (1863), Documento 47, t. II, p. 28.
TERRITORIALIDAD, PI TURA y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 171
21 Alfonso X (1974 [1555]), "Tercera partida", título XXX, ley 1, vol. 11, folios 171r-l72v,
p. 748; Celso (1538), folio CCLXXXIv.En Isidoro de Sevilla la posesión aparece definida de la
siguiente manera: "Se denominan posessesiones los campos anchurosos, públicos y privados,
que, en un principio, se adquirían no mediante una compra, sino que cada uno ocupaba y
entraba en posesión (possidere} de lo que podía. Y de ello recibieron su nombre". Isidoro de
Sevilla (1994 [1911]), libro XV,cap. XIII, 3, vol. 11,p. 253. El Diccionario de autoridades definió
la posesión como "el acto de poseer o tener alguna cosa corporal, con ánimo de tenerla para sí,
o para otro: y por extensión se dice también de las cosas incorporales, las cuales propiamente
no se poseen". Diccionario de la lengua castellana (1737), t. V.
22 "Ciertamente dos maneras hi ha de posesión: la una es natural et la otra por otorgamien-
to de derecho a que llaman en latín civilis. Et la natural es quando home tiene la cosa por sí
mesmo corporalmente, así como su casa, ó su castillo, ó su heredat ó otra cosa semejante
estando en ella: et la otra á que llaman civilis es quando algunt home sale de casa de que el es
tenedor, ó de castielo, ó de heredat ó de otra cosa semejante, non con entendimiento de la des-
amparar, mas porque non puede home siempre estar en ella; ea entonces maguer non sea tene-
dor de la cosa corporalmente, serio ha en la voluntad et en el entedimiento, et valdría tanto
como si esto diese en ella por si rnesmo." Alfonso X (1974 [1555]), "Tercera partida", título
XXX,ley 11,vol. 11,folio 172v; Ots Capdequí (1945), pp. 107-109.
23 Díaz de Montalvo (1484), libro v.n, título 1, ley XI, p. [418].
24 'Tenudo es el rey non tan solamiente de amar, et honrar et guardar a su pueblo así como
dicen el título ante des te, mas aun lo debe facer a la tierra misma de que es señor, ea pues que él
et su gente viven de las cosas que en ella son, et han ende todo lo que les es meester con que
cumplen et facen todos su techos, derecho es que la amen, et la honren et la guarden. Et el amor
que el rey le debe haber ha de ser en dos maneras; la primera en voluntad, la segunda en fecho:
et la que es de voluntad debe ser cobdiciando que sea bien cornplida, et poblada et labrada, et
placerle siempre que haya en ella buenos tiempos: la segunda que es de fecho es hacerle
174 ASPECTOS TEÓRICOS
poblar de buena gente, et ante de los suyos que de los estraños, si los pudiere haber, asi como
de caballeros, et de labradores et menestrales, et labrarla porque hayan los homes los frutos
della abundantemente." Alfonso X (1974 [1555]), "Segunda partida", título XI, ley 1, vol. II,
folio 31v.
25 García Gallo (1984), p. 359.
26 "El espíritu de la vieja Edad Media [dice Ots Capdequí], ya superado o en trance de supe-
ración en la Metrópoli por la política estatal de los Reyes Católico , resurge en las capitulacio-
nes de descubrimiento y condiciona la vida iuridica, social y económica de los nuevos territorios
en la etapa inicial de la colonización, con [uertes resabios señoriales. Se concede a los Jefes de
TERRITORIALIDAD,PINTURAY PAISAJEDEL PUEBLO DE INDIOS 175
lantado fundaba una ciudad como centro de una nueva jurisdicción territo-
rial, de la cual se convertía en gobernador, pero quedaba obligado a insti-
tuir su ayuntamiento.
En el desarrollo de la legislación indiana.s? el territorio fue más clara-
mente definido en las Nuevas ordenanzas de colonización y poblamiento de
Felipe I1, expedidas en 1573.28 Estas ordenanzas dicen que al pueblo de es-
pañoles que se fundara por primera vez, con 30 pobladores encabezados
por un adelantado, habrían de dársele "cuatro leguas [16 760 m] de térmi-
no y territorio en cuadra [cuadrado] o prolongado [rectángulo], según la
calidad de la tierra". La distancia mínima del nuevo territorio con la próxima
ciudad, villa o lugar de españoles sería de cinco leguas [20 950 m]. Además,
se instruye sobre la forma de dividir el territorio: "El dicho término y terri-
torio se reparta en la forma siguiente: sáquense primero lo que fuere
menester para los solares del pueblo, y exido competente, y dehesa en que
pueda pastar abundantemente el ganado, que está dicho que han de tener
los vecinos, y más otro tanto". El resto "del dicho territorio y término" se
dividiría en cuatro partes: una para el adelantado o gobernador que estaba
organizando la fundación del nuevo pueblo y las otras tres partes para los
30 pobladores, repartidas en 30 suertes. A cada poblador le corresponderían
Antonio de Mendoza (1548), Vasco de Puga (1563), Juan López de Velasco (1569), Juan de
Ovando (1571), Alonso de Zorita (1574), Diego de Encinas (1596), Rodrigo de Aguiar (1628),
Diego de Zorrilla (1629), Juan Francisco de Montemayor (1678) y, el que hizo la más comple-
ta, Antonio de León Pinelo, cuyo título es Recopilación de las leyes de los reinos de Indias (1681,
1756,1774,1791,1841, 1889-1890). Esta recopilación estuvo vigente hasta e! fin del periodo
colonial. Dentro de esta larga lista de obras y autores es indispensable mencionar la Política
indiana de Juan de Solórzano y Pereira. Aunque no tuvo un valor legal equivalente a las demás
recopilaciones, esta obra fue, sin embargo, de gran importancia doctrinal. Para entender
mejor lo que fue una "recopilación" en el contexto jurídico indiano anoto la siguiente cita:
"Entendemos por recopilación un método de fijación de! derecho que consiste en agrupar en
un solo texto un material jurídico preexistente. Tratándose de leyes, normalmente cada una
conserva su propia identidad, aunque, en realidad muchas veces se hacen resúmenes o se
refunden varias normas en una sola. Lo corriente es que se tome sólo la parte dispositiva de la
ley.La ordenación del material recopilado se hace o cronológica o temáticamente. No sólo hay
recopilaciones de leyes sino que también de sentencias, dictámenes, consultas, etcétera".
Dougnac Rodriguez (1994), p. 240; Ots Capdequí (1945).
28 Altarníra y Crevea (1950), pp. 214-282.
176 ASPECTOS TEÓRICOS
29 Covarrubias explica de la siguiente manera la voz exido: "Así como una casa principal
tiene delante de su puerta alguna plazuela, con más razón las puerta de las ciudades, villas y
lugares, han de tener algún campo que le sirva de plaza". Exido deriva del verbo latino exeo,
que es salir, y de ahí exida: "salida del lugar". Covarrubias (1611), folio 392r. En las Ordenanzas
de tierras yaguas, de Mariano Galván, aparece la siguiente definición: "Ejido se llama el cam-
po que está a la salida de las ciudades, pueblos y lugares, y que no se cultiva ni siembra. Su
extensión, según la ley, debe ser tanta cuanta se necesite, para que en el caso de que crezca la
población, siempre quede bastante espacio para que la gente se pueda recrear y salir los gana-
dos sin hacer daño; sobre lo cual es claro que no puede darse regla fija, sino que todo debe ser
arbitrario, en atención a la grandeza de las ciudades, número de sus habitantes, etc." La obra
de Mariano Galván, cuya primera edición es de 1842, recopila una serie de leyes virreinales
vigentes en el contexto del México independiente, incluyendo algunos aspectos de las orde-
nanzas que se han citado de Felipe 11,y las que se explicarán más adelante sobre el fundo legal
de los pueblos de indios. Galván Rivera (1998 [1868]), p. 22.
30 Covarrubias (1611), p. 301.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 177
española también derivaron el vocablo dehesa del árabe dehiserun (del verbo dehase: espesar
y estrechar), y significaría: "Tierra baja, llena de yerba, por la cual se camina mal por la hume-
dad del suelo y espesura de la yerba, que no deja abierto camino o sendero, cerrándolo todo".
Otra probable etimología nos remite al hebreo, donde significaría "campo de yerba". Covarru-
bias (1611), p. 301. En Las siete partidas se dice que a la tierra de pastoreo se le llama en latín
pascua: "E pascua llaman en latín a la defesa, e estremo do pacen e se gobiernan los ganados".
Alfonso X (1974 [1555]), "Séptima partida", título XXXIII, ley VIII, vol. III, folio 98v.
32 Covarrubias (1611), p. 3 bis.
33 León Pinelo (1992 [1681]), libro VIII, título XI, [15], vol. III, p. 2104.
las primeras décadas del XVII, a pesar de las ambiciones señoriales de los
encomenderos o de todos aquellos que deseaban convertir al indio en una
mano de obra esclava.
El programa de redoblamiento, que tuvo como eje la construcción del
pueblo de indios, se desarrolló en un contexto de debates sobre los dere-
chos patrimoniales del rey en las Indias y sobre la calidad natural, moral y
jurídica del indio. Personajes como Alonso de la Veracruz sostuvieron que
el rey no tenía otro dominio que aquel que le concedía la república, en este
caso la república de indios Y En la solución diseñada por los legisladores
de Indias a partir de la tradición castellana que se ha explicado, a las comu-
nidades indígenas organizadas en repúblicas o ayuntamientos se les reco-
noció el derecho natural y civil de un patrimonio territoriaJ.38
El resultado fue que el territorio del pueblo de indios se consideró
inalienable. Por ejemplo, en los casos en que el pueblo fuera entregado en
encomienda, el encomendero no tenía derecho a las tierras, incluso aunque
la comunidad desapareciera.t? En tales casos, dejaba de existir el territorio
como tal y sus tierras pasaban a ser realengas.
379-380; "Tierras cultivadas por privados o por la comunidad, ninguno que tenga el pueblo en
encomienda, como dicen, puede ocuparlas por propia autoridad; aunque actualmente estén
incultas; sea que esto lo haga o para sembrar o para pastizal de bestias". Veracruz (1981), pp.
60-61. "Mandamos que, en ninguna manera ni por ninguna vía, los españoles que tuvieren
indios encomendados sucedan en las tierras y heredamientos que quedasen de los indios que
murieren en los pueblos que así tuvieren, sino que las tales tierras y heredamíentos, no tenien-
do herederos los tales indios que así murieren, queden a los pueblos a donde fueren vecinos,
para que ellos las tengan y gocen dellas y puedan pagar los tributos que les tuvieren tasados",
14 de mayo de 1546. León Pinelo (1992 [1681]), libro VII. título XII. [43], vol. 11,p. 1869.
180 ASPECTOS TEÓRICOS
En este apartado se expondrá con más detalle de qué manera fue planteada
la organización territorial de los pueblos de indios a partir de los criterios
legales comentados. En primer lugar se explican las categorías legales en
que fue organizado el pueblo de indios y, luego, se analizan las contradic-
ciones en que derivó su aplicación.
Fundo legal
corrigiendo las medidas entre pueblo de indios y estancias, debiendo medirse las 600 y 1100
varas establecidas entre ambos desde el centro de los pueblos de indios", Madrid, 12 de julio
de 1695. Solano (1984), Documento 191, p. 384.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 181
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Iglesia
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Espacio o
separador o
o
Sur
FIGURA lII.1. En esta figura se muestra el fundo legal de 500 varas (419 m), medido a
partir de la iglesia. Se forma un cuadrado de 1000 varas (838 m) por lado. A partir
de este fundo legal fue trazado el espacio separador de 1000 varas con la propiedad
próxima, de modo tal que el cuadrado exterior del territorio del pueblo de indios
tenía 3000 varas (2514 m) por lado. Estas medidas estuvieron vigentes de 1567 a
1678, cuando fueron aumentadas a 600 y a 1100 varas para el fundo legal y el espa-
cio separador, respectivamente. Dibujo del autor.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 183
En 1573 fue agregado el ejido a las tierras de los pueblos de indios, con
extensión de una legua por lado (4 190 m), para que sus habitantes pudie-
ran tener ganado sin correr el riesgo de que sus animales se confundieran
con aquellos que criaban los españoles.e> Al trazo del ejido fue incorporado
como parte de él el espacio separador de 1000 varas (838 m). El esquema
territorial que se formó se muestra en la figura Ill.2.
Éste fue el modelo territorial utilizado para trazar el pueblo de indios
·-------5-o--o-o----~i~1~oo~ol~~1~o~oo~i------5-0--0-0----~
E j ido Y dehesa
o E
s
FIGURA III.2. En este esquema aparecen tres divisiones territoriales: a) el ejido de
una legua (5000 varas; 4 190 m) por lado, medido a partir del fundo legal; b) el
espacio separador incorporado al ejido, yc) el fundo legal de 500 varas (419 m).
Dibujo del autor.
45 "Los sitios en que se han de formar pueblos y reducciones tengan comodidad de aguas,
tierras y montes, entradas y salidas, y labranzas, y un ejido de una legua de largo, donde los
indios puedan tener sus ganados, sin que se revuelvan con otros de españoles", 10 de diciembre
de 1573. Solano (1984),1, Documento 92, p. 224. Ella de octubre de 1618 fue nuevamente
emitida esta disposición: "Mandamos que a las reducciones de los indios se les señalen en exido,
junto a cada una, que tenga de largo una legua, donde puedan tener sus ganados los indios, sin
que se les revuelvan con otros de españoles". León Pinelo (1992 [1681]), libro VII, título X,
[la], vol. II, p. 1829. Si bien la reglamentación sobre la medida del ejido en el pueblo de indios
fue emitida en 1573, la primera vez que se instruyó su creación fue en 1503.
184 ASPECTOS TEÓRICOS
Nos somos informados que de tener los españoles sus estancias cerca de pue-
blos de indios resulta que con sus ganados, bueyes y caballos son muy molesta-
dos, y les destruyen lo que tienen sembrado. Y los negros y gañanes les roban
las gallinas y, muchas veces, les quitan mujeres e hijos. Y por esta causa se des-
pueblan muchos pueblos. Y así convenía que ningún español tuviese estancia,
ni labranza, cerca de los dichos pueblos sino [a] una legua o, por lo menos,
media desviado de ellos. Y que en los dichos ganados se pusiese remedio, por-
que por ser muchos y entrar en los agostaderos antes de tiempo destruyen y
asuelan lo que tienen sembrado los dichos indios hasta dentro de sus casas.
y esto se remediara con que se guardase en ello la orden que se tenía en tiempo
del virrey Luis de Velasco, que no entraban los ganados hasta cierto tiempo del
año: y entonces iban entrando con mucha guarda. Y ahora entran en todo tiem-
po, sin guarda suficiente, con lo cual son agraviados y defraudados.w
46 "Real Cédula por la que se ordena que entre haciendas y pueblos de indios exista, por lo
menos, una distancia de media legua", Tomar, l° de mayo de 1581. Solano (1984), Documento
117, p. 258.
47 León Pinelo (1992 [1681]), libro VII, título X, [15], vol. 11,pp. 1830-1831.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 185
sin descendencia pasase a los pueblos de indios y nunca a españoles", Madrid, 14 de mayo de
1546.Solano (1984), Documento 46, p. 169; León Pinelo (1992 [1681]), libro VII, título X, [40],
vol. 11,p. 1855.
51 El texto completo de la cédula firmada por Luis de Velasco y fechada el 19 de febrero de
1560 es el siguiente: "Ya sabéis como por Nos está mandado que déis orden cómo los indios
de esta tierra que están derramados se junten en pueblos y lo que muchas veces cerca de
ellos os habemos mandado escribir y lo que sobre ellos nos habéis respondido.
"y porque nuestra voluntad es que se guarde y cumpla lo que cerca de ello está por Nos
proveído os mandamos que lo guardéis y cumpláis y pongáis en ejecución con todo cuidado y
diligencia, como cosa que mucho importa. Y porque con más voluntad y de mejor gana se jun-
ten los indios en poblaciones estaréis advertido que no se les quiten a los que así poblaren las
tierras y granjerías que tuvieren en los sitios que dejaren, antes proveeréis que aquellas se les
dejen y conserven como las han tenido hasta aquí". "Real Cédula al virrey de la Nueva España
insistiendo en que se junten en pueblos los indígenas dispersos, resguardándoles la propiedad
de los lugares que abandonaban", Toledo, 19 de febrero de 1560. Solano (1984), Documento
68, p. 193; Encinas (1994 [1596]), libro IV, folio 208v; Galván Rivera (1994 [1868]), cap. XII,
pp. 188-206.
186 ASPECTOS TEÓRICOS
se en "tierras apartadas y yermas", lejos de las tierras de los indios para que
no les destruyesen sus maizales.V en consideración de que el ganado, y
más particularmente las vacas, dice la instrucción, "cundían la tierra y los
indios no lo podían sufrir". La orden consistió en trasladar las estancias
ganaderas si era necesario, con el fin de no afectar más las tierras de las co-
munidades indígenas; sin embargo, pese a las prescripciones, hubo quejas
constantes de los indios porque los colonos les arrebataban sus tierras e
incluso se las llegaron a intercambiar por una camisa.P
La reducción de los indios en pueblos de 500 habitantes tuvo entre sus
objetivos principales dejar la tierra libre para entregarla en mercedes a los
españoles que la pidieran, como se aprecia de manera más clara en la orden
que en 1568 envió el rey a la Audiencia de México para que los indios no
estuvieran "poblados cada uno por sí, apartados unos de otros en algunas
partes". Ya "que de esta manera tienen ocupada toda la tierra [dice la ins-
trucción], convenía recogerlos y ayuntarlos en pueblos, en los sitios que
pareciesen para ello más convenientes, señalándoles largos términos para
sus labranzas y dehesas y montes [...] De esta manera se desocuparía mucha
tierra en que se pudiesen hacer algunos pueblos de españoles y mestízos'í.>'
Sin embargo, no solamente los indios vivían "derramados". El virrey Mar-
tín Enríquez explicó en 1571 que los mismos pobladores españoles se halla-
ban igualmente "salpicados" por distintos rumbos tras haberse repartido la
tierra con voracidad y de manera desordenada:
y de no haber tenido orden ni otro término la tierra está muy mal repartida,
porque no se dio por orden y todo se fue salpicando y escogiendo cada uno lo
mejor, o para ganado mayor o menor, o para sembrar trigo o maíz u otras
cosas. Yo he tenido cuenta que lo que se fuere dando y repartiendo se vaya con-
tinuando las heredades de los unos con lo otros, sin que queden pedazos en
medio perdidos. Y lo peor de todo ha sido que han apretado y recogido dema-
52 "Real Cédula para que las estancias de ganados se sitúen lejos de los pueblos y semente-
ras de los indios", Valladolid, 24 de marzo de 1550. Solano (1984), Documento 51, p. 173.
53 "Real Cédula a la Audiencia de México ordenando que las estancias de ganado se insta-
len lejos de los pueblos de indios, en razón del crecimiento del ganado y a los daños que éste
causa en las sementeras", Valladolid, 2 de mayo de 1550. Solano (1984), Documento 54, p. 177;
véase también las cédulas del 24 de marzo de 1554 y del 29 de octubre de 1556, en Solano
(1984), Documento 61, p. 186, YDocumento 62, p. 187.
54 "Instrucción a la Audiencia de México para que se realice una junta entre personas com-
siadamente a los indios, sin dejarles ejidos en muchas partes, ni otras cosas de
que tienen necesidad los pueblos, y en muchas partes aún no les sobran hereda-
des para sí y sus hijos.55
55 "Extracto de la carta de don Martín Enríquez, virrey de la Nueva España, al rey, en la que
expone los defectos que se han nacido en razón a la inexistencia de un plan ordenado de la dis-
tribución de los baldíos", México, 8 de abril de 157l. Solano (1984), Documento 85, p. 21l.
56 "Real Cédula aprobando que los indios puedan vender sus tierras, tras un mes de pre-
gón, en almoneda pública y con autoridad de justicia", Madrid, 23 de julio de 157l. Solano
(1984), Documento 88, pp. 213-214; "Real Cédula permitiendo que los indios puedan vender
sus bienes, mas si su valor sobrepasase de treinta pesos deberá procederse con autoridad de
justicia", Madrid, 18 de mayo de 1572. Solano (1984), Documento 89, pp. 214-215.
57 "Real Cédula indicando las razones por las que son necesarias medidas conducentes a la
composición de tierras, política que debe seguirse y anuncio de dos cédulas más sobre el mis-
mo contenido", El Pardo, 10de noviembre de 1591; "Real Cédula sobre la restitución de las tierras
que se poseen sin justos y verdaderos títulos", El Pardo, 10de noviembre de 1591; "Real Cédula
solucionando las posesiones de tierras indebidamente tenidas mediante una composición", El
Pardo, 10de noviembre de 159l. Solano (1984), Documentos 131,132 y 133, pp. 269-275.
58 García Zambrano (1992), (1994), (2000a), (2000b), (2001).
188 ASPECTOS TEÓRICOS
títulos son "relatos del espacio" en que se integraron la historia y los mitos
para legitimar la nueva configuración territorial de los pueblos de in-
dios. Rexina Olmedo Gaxiola define los títulos como:
59 Olmedo Gaxiola (1998), p. 22. Para ampliar la información respecto a los "títulos" redac-
tados en náhuatl, veáse Lockhart, Los nahuas después de la conquista (J 999 [1992]), pp. 582-
593; López Caballero (2003).
60 Wood (1998). El trabajo editorial de la mayor parte de los títulos aún está por realizarse;
por ahora, se pueden citar como ejemplos de títulos primordiales los publicados por los
siguientes editores: Fernández Gatica (2003); Valdés Inchausti (1983); Máynez Pilar (1995);
Silva Cruz (2002); López Caballero (2003); Cordero Avendaño (2001), e Instituto de Artes Grá-
ficas de Oaxaca (1997). Esparza, Reséndiz y Embriz publicaron en el año 2000 un Catálogo de
mapas, planos, croquis e ilustraciones históricas de Restitución y Dotación de tierras y Amplia-
ción de Ejidos del Archivo General Agrario. Aunque la mayor parte de los mapas que enJista este
instrumento de consulta datan de los siglos XIX y xx, algunos de ello son muy útiles para com-
prender las antiguas delimitaciones territoriales de los pueblos de indio, ya que con frecuen-
cia fueron hechos a partir de nuevos levantamientos topográficos cuyos antecedentes se
encuentran precisamente en las "vistas de ojos" descritas en los títulos primordiales.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 189
dientes a los pueblos sujetos. También están dibujadas las figuras de los
caciques.
La realización práctica de la traza, del fundo legal, del espacio separa-
dar, de la dehesa, del ejido y del territorio, definidos de acuerdo con los cri-
terios legislativos ya comentados, representó entre las comunidades indíge-
nas una serie de conflictos y tensiones que no se limitaron a la disputa por
la tierra, sino que incluyeron otra serie de problemas como la elección del
sitio para poblar, la distribución de los barrios en la traza, la congregación
de los pueblos sujetos en la cabecera y la redefinición de las jerarquías
territoriales, como se explica a continuación.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE 1 DIOS 191
escribe que incluso en la refundación colonial del altepetl prevaleció un "vínculo existente
entre el asiento de los poblados indígenas y la presencia de una fisiografía específica, consti-
tuida por cerros confinantes de fuentes acuáticas o ubicados cerca de ellas". Esta modalidad
de poblamiento habría buscado "armonizar el esquema poblador europeo con las formas de
asentamiento practicadas por los naturales". El autor propone que este "proceso de contempo-
rización" se desarrolló principalmente entre 1540 y 1550 por iniciativa de las órdenes mendi-
cantes, como una respuesta a la presión de los encomenderos sobre los indios y ante el riesgo
de su exterminio o de sus rebeliones trasladados a lugares distintos de los que estaban acos-
tumbrados; sin embargo, es más probable que este proceso se haya desarrollado durante
varias décadas, incluso hasta fines del siglo XVI y las primeras décadas del XVII, en el periodo
en que el Estado virreinal organizó las congregaciones en una escala mayor para concentrar a
los pueblos sujetos en los pueblos cabeceras. García Zambrano (2000a), p. 22.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 193
66 La expresión "montañas hechas a mano" fue el recurso lingüístico castellano para nom-
brar a la pirámide, como se aprecia en el relato de Sahagún: "y los túmulos que hicieron al sol
ya la luna [en Teotihuacan] son como grandes montes edificados a mano, que parecen ser
montes naturales y no lo son, y aún parece ser cosa indecible decir que son edificados a mano,
y cierto lo son, porque los que los hicieron entonces eran gigantes y aun esto se ve claro en el
cerro o monte de Chollullan, que se ve claro estar hecho a mano, porque tiene adobes y enca-
lado". Sahagún (1992), libro X 12, 115, p. 611. El "monte hecho a mano" de Cholula es otro
ejemplo importante del siglo XV1. Acuña (1985), Tlaxcala, "Relación de Cholula", tomo II, pp.
142-143. Véase Bernal García (1994).
67 Como un ejemplo de las fundaciones al pie de los antiguos cerros sagrados, traslado a
tes, una superficie que los autores de las Relaciones geográficas describie-
ron con frecuencia como "agra y fragosa.s" Los relatos sobre las congrega-
ciones nos aproximan a un proceso múltiple, contradictorio y desgarrador.
Aveces, la experiencia fue relatada como algo benéfico para los pueblos o
como la causa de su destrucción.s? En otras ocasiones fue anotada la preo-
68 Al respecto dice John Sullivan que la superficie montañosa "se vincula explícitamente
con la falta de voluntad de los indígenas de cooperar en el proyecto de congregación y el pro-
yecto civilizador que depende de él como base: el espacio accidentado es un lugar para escon-
derse". John Sullivan (1996), p. 43.
69 La congregación como una experiencia perjudicial a los indios está descrita en los tér-
nio de Mendoza [1534-1550], de feliz memoria, mandó a un caballero que se llamaba Her-
nando de Alvarado, que era alcalde mayor de la provincia de Calima y destos Motines, que en-
tonces era toda una jurisdicción (lo que ahora no es), que los pueblos que estuviesen en que-
bradas y arcabucos y lugares no acomodados, que los sacase de allí y poblasen en partes y sitio
de buenos asientos, donde pudiesen ser visitados de sus curas y religiosos, y de las justicias de
su Majestad. Y, así, el dicho Alvarado, con el mejor acuerdo y consejo que pudo, mudó los
dichos pueblos de sus antiguos sitios adonde al presente están, por ser mejores asientos y
lugares; aunque dicho mudamiento de pueblos costó a muchos indios e indias las vidas, por
sacados, como se sacaron, de sus rincones y naturaleza, a otras aguas y asientos nuevos". Acu-
ña (1987), Michoacán, "Relación de la provincia de los Motines", p. 158. La experiencia con-
gregadora de Ouacoman, otro pueblo de la provincia de Michoacán, también registró una
gran mortandad: "Antiguamente, dicen los naturales que había más gente de la que ahora hay,
los cuales estaban repartidos por cerros y quebradas, y, de allí, los pasaron al asiento donde
ahora están unos frailes franciscos, que, por haber mucho tiempo, no se acuerdan de sus nom-
bres; y así, los congregaron en este dicho asiento, donde viven con mucha sanidad porque,
demás de ser humedal, es [tierra] muy sana". Acuña (1987), Michoacán, "Relación de Ouaco-
rnan", p. 137.
70 Acuña (1987), Michoacán, "Relación de Ajuchitlán", pp. 30-31.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 197
clara en las pinturas de Cholula (fig. III.6 a), Coatepec (fig. III.6 b), Teutenango
(fig. IlI.6 e), Atengo (fig. III.3), Tetliztaca (fig. IIIA a) y las Minas de Zumpan-
go (fig. I11.7). En la pintura de Atlatlauca (fig. IlI.6 f) se ven los cuatro barrios
de la cabecera representados por cuatro casas distribuidas alrededor de la
iglesia.
En estas pinturas, la plaza fue dibujada en el centro de la traza, de
manera similar a la traza de cualquier ciudad, pero en medio de un paisaje
sagrado de características muy distintas del paisaje de los colonizadores,
para quienes el pueblo de indios mejor trazado, simplemente, era aquel que
se hallaba acomodado al modo de los pueblos de españoles, como aparece
escrito en la "Relación de Tistla" (provincia de Tlaxcala), pues dice que
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FIGURA I1I.6. e) Pintura de la Relación geográfica de Cuzcatlán (detalle), 1580. Benson
Latin American Collection, Universidad de Texas. Fuente: Acuña, 1985, Tlaxcala,
"Relación de Cuzcatlan", t. 11,pp. 87-103.
FIGURA ill.6.d) Pintura de la Relación geográfica de Epazoyuca (detalle), 1580,31 x 21.5
cm. Benson Latin American Collection, Universidad de Texas. Fuente: Acuña
(1985), México, "Relación de Cempoala, Epazoyuca y Tetliztaca", t. 1, pp. 83-91.
"este pueblo está asentado y formado por su orden, como pueblo de espa-
ñoles, con sus calles derechas'T" Una descripción similar fue realizada
a propósito de Cuseo (provincia de Michoacán): "Está poblado y junto, la
mayor parte del, por sus calles al modo español: las casas que tienen son de
adobes y cubiertas de paja.?"
Veían una ciudad capital que gobernaba a aldeas sometidas; al grupo concen-
trado de calpolli interiores lo denominaban la cabecera ("el poblado principal"),
y a los calpolli exteriores los llamarían sujetos. Aunque entendiéndolo así los
españoles entendieron muy mallo que era el altepetl, había poco en la superfi-
cie aparente que les dijera que se equivocaban y con el tiempo su concepto y su
terminología habrían de tener efectos importantes sobre los mismos nahuas.i"
tes". Acuña (J 987), Michoacán, "Relación de la provincia de Motines", p. 159. En algunos casos,
el autor de la misma Relación, quizás uno de los últimos encomenderos, describió cómo había
hecho la traza: "Tiene este pueblo cuatro calles: una, a un costado de la iglesia, y otra, al otro;
y otra, delantera, después del cementerio, y otra, en las espaldas della, que yo hice trazar para
ponerla en alguna policía". Acuña (1987), Michoacán, "Relación de la provincia de Motines",
p.163.
75 Lockhart (1999 [1992]), pp. 35-36. Charles Gibson proporcionó la siguiente explicación
sobre el uso del término cabeza en el contexto novohispano del siglo XVI: "En Castilla una
cabeza era la capital secular o eclesiástica de un distrito. Una ciudad podía ser la cabeza de un
distrito que incluyera una o más villas y una villa podía ser la cabeza de un distrito que abar-
cara cierto número de pueblos, aldeas o lugares". A partir de esta experiencia, los colonos
identificaron como capital el lugar en el que había un gobernante indígena local llamado tla-
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 203
toani. Así, una "comunidad tlatoani", o "régimen tlatoani", fue convertida en cabecera, a veces
también nombrada señorío, del cual el tlatoani era un señor, señor principal, señor natural o
cacique, aunque la Corona prohibió llamarles señor, pues en cuanto súbditos del rey, los indios
lo tenían a él como señor único y no había en sus dominios otro derecho de señorío más que el
suyo. "En suma, en todas las jurisdicciones [de las regiones tribales del valle de México] los
pueblos tlatoani de tradición firme y unitaria se convirtieron en cabeceras. Los pueblos de tra-
dición tlatoani interrumpida o dividida, o con antecedentes de cierto grado de subordinación,
se convirtieron en cabeceras en algunos casos y en sujetos en otros. Los pueblos con múltiples
linajes tlatoani como Xochimilco o Amecameca, ocuparon un status intermedio o sin resolver,
siendo clasificadas las locaciones tlatoani algunas veces como cabeceras, otras como sujetos.
En los casos típicos, los linajes tlatoani se mantuvieron, y cuando menos una aproximación de
las reglas de sucesión indígena se prolongó a principios del período colonial." Gibson (2000
[1964]),pp. 36-49.
76 James Lockhart (1999 [1992]), p. 608.
204 ASPECTOS TEÓRICOS
modular"."? Así fue el altepetl, una estructura formada por cuatro, seis,
ocho o a veces siete calpolli; algunos de los cuales eran interiores, los que
después fueron transformados por los colonos en pueblos cabeceras, y otros
eran exteriores, convertidos en pueblos sujetos.Zf A partir de esta estructu-
ra básica, el altepetl funcionó como un sistema rotatorio para la entrega del
tributo, los trabajos colectivos, la celebración de las fiestas o la distribución
de las responsabilidades públicas. Si hubiera un orden jerárquico en el alte-
petl existiría a partir de este sistema, pues el orden de su rotación privi-
legiaba como punto de partida al calpolli más antiguo, y así avanzaba hasta
el más reciente. El sentido de la rotación era contrario a las manecillas del
reloj, como se verá en varios casos correspondientes a la segunda parte
de este libro. El altepetl era simple cuando tenía un solo tlatoani; en cam-
bio, cuando eran varios los tlatoque conformaron un "altepetl complejo".
En ese caso, cada altepetl funcionó como un calpolli del altepetl simple.
Los trabajos sobre el altepetl, anteriores y posteriores al estudio de Lock-
hart (1992), nos han mostrado aproximadamente la misma estructura terri-
torial existente en diferentes áreas del México central y del sur. En Cholula,
por ejemplo, el concepto de altepetl fue utilizado "para referirse a la estruc-
tura socio-política en diversos niveles horizontales", en el barrio, el pueblo
y la cabecera.Z?
la economía, tendió a acercar una serie de partes relativamente separadas y autónomas, que
constituían el todo, cuya unidad consistía en el número y la disposición de esas partes, su rela-
ción idéntica con respecto a un punto de referencia común, y su rotación ordenada, cíclica."
Lockhart (1999 [1992]), p. 29.
78 En el conjunto de los calpolli hubo uno más grande y dominante, tal vez el primer fun-
dador del altepetl, a partir del cual se habrían desprendido nuevos calpolli, aunque un altepetl
pudo integrar entre sus partes a uno o más provenientes de etnias extranjeras. A su vez, cada
calpolli estaba subdividido en secciones o distritos y cada distrito estaría formado por 20, 40,
80 o 100 casas. La última escala de estas divisiones pudo ser un terreno con algún nombre y su
respectivo propietario. Cada sección tenía un jefe. Al igual que el altepetl, cada calpolli tenía
un nombre y un dios tutelar. La deidad principal del altepetl pudo ser la del calpolli más gran-
de, el cual también proveyó al tlatoani del conjunto. Un altepetl contaba con un templo y un
mercado.
79 "El altepetl en distintas instancias funciona para organizar la selección y nombramiento
de las autoridades religiosas, las cuales se encargan de la celebración del santo patrón y ejecu-
ción de las obras públicas. Además, como ya se ha señalado, el conjunto de las unidades orgá-
nicas de la urbe se nombra Altepetl al cohesionar un primer nivel horizontal, funciona en cali-
dad de cabecera local. Otra instancia de distinta naturaleza del Altepetl, se encuentra en
calidad de parroquia, semejante al municipio pero se distingue en el número de localidades,
geografía y funciones, pues reúne a los representantes de diferentes poblaciones." Cayetano
Reyes García (2000), p. 42. Véase el cap. 1 de este texto.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 205
80 "Mientras que las subentidades del altepetl se asociaban por la equidad y el equilibrio de
reino, una provincia o un territorio. La voz paisaje fue utilizada para nom-
brar un "pedazo de país en la pintura" que lo representa, según el Dicciona-
rio de autoridades.ñ' A su vez, en el origen del término país figuran las voces
page (el muchacho que sirve a un señor) y pagano (los habitantes de los
pagos). Aunque paje equivalga en latín apuer (muchacho), deriva del griego
:1tm~ (país), según Sebastián de Cobarruvias.s- Como fuera, el paje y los
paganos eran vasallos al servicio de un señor, ya sea por la entrega de un
servicio personal o por el arrendamiento de las tierras que ocupaban.
La voz paisaje y la pintura que evoca aparecieron al menos desde
mediados del siglo XVI en lengua portuguesa. En castellano, país y pintura
fueron las expresiones más comunes para denominar a los paisajes de la
naturaleza.s- En el Diccionario de autoridades, país está definido precisa-
mente como: "La pintura en que están pintados Villas, Lugares, fortalezas,
casas de campo y campañas't.s+ Según Covarrubias, pintar quiere decir "imi-
tar con varios colores en plano a las cosas naturales o a las artificiales" ,85
de ahí que pintura sea lo que se ha imitado como pictura, fictura o ficción:
"Es la imagen que representa la figura de alguna cosa, y que, una vez vista,
lleva la mente a recordada. Se dice pictura como fictura (ficción); es una ima-
gen fingida, no es la verdad.w escribió Isidoro de Sevilla en sus Etimologías.
La representación de los paisajes como pinturas nos lleva a la historia
de los mapas. La palabra mapa, derivada del latín mappa.s? originalmente
significó lienzo (o toalla), especialmente el que fue utilizado para señalar el
inicio de los juegos en un circo. Como el lienzo en que se dibujaban las tie-
rras y los paisajes se blanqueaba y almidonaba de la misma manera que
aquél, también al territorio representado terminó llamándosele mappa, o
simplemente mapa.v' Entre la Edad Media y los siglos xv y XVI, a la repre-
sentación de toda la tierra conocida se le llamó mapa mundi, imago mundi
o fictura mundi. En esta modalidad hallamos los famosos mapas T-O, en los
cuales fue dibujado el orbis terrarum de la cristiandad medieval a partir de
sus antecedentes romanos, los mapas catalanes del siglo XIV, y los mapas
de Ptolomeo, reelaborados y editados en el siglo xv. Por otra parte, la repre-
89 Según Covarrubias, "llamamos tabla una pintura, por estar pintada en la tabla". Cova-
rrubias (1611), folio 36r. Tabla también "se toma algunas veces por el mapa, u descripción, que
se hace de alguna Provincia, reino, etc.". Diccionario de la lengua castellana (1739), t. VI, p. 204.
Tabla "vale asimismo pintura hecha en tabla, o en piedra". La "tabla de manteles" que es "el
paño de lino que se tiende, y con que se cubre la mesa para comer" procede del latín mappa.
Diccionario de la lengua castellana (1739), t. VI, p. 204. El mapa es "la descripción geográphica
de la tierra, que regularmente se hace en papel o lienzo, en que se ponen los lugares, mares,
ríos, montañas, y otras cosas notables, con las distancias proporcionadas, según el pitipié que
se elige, señalando los grados de longitud y latitud que ocupa el País que se describe, para
conocimiento del paraje o lugar que cada cosa destas ocupa en la tierra". Diccionario de la len-
gua castellana (1734), t. IV, p. 492
90 Crone (1998 [1953]), p. 125.
91 "Ordenanza para la formación del libro de las descripciones de Indias", San Lorenzo El
Escorial, 3 dejuJio de 1573. Solano (1988), pp. 21-71.
208 ASPECTOS TEÓRICOS
denominen por los mismos nombres o se los den y añadan de nuevo en las par-
tes más principales y más conocidas de las Indias por donde pasaren, y en ellas
describa todos sus accidentes y especialmente la longitud y latitud por donde se
ha de saber lo cierto de cada descripción.v-
92Ibidem, p. 23.
93Ibidem, pp. 34-35.
94Ibidem, p. 38.
95Ibidem, pp. 40 Y 23.
96 López de Velasco (1971).
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 209
volumen XII de Handbook of Middle American Indians, en el cual viene una serie de ensayos de
Cline,Robertson, Harvey y West. Hasta ahora, el estudio más completo de las pinturas incor-
poradas a las Relaciones geográficas ha sido elaborado por Barbara Mundy (1996).
98 "Instrucción y memoria ... ", en Acuña (1985), p. 19.
Demarcarán la tierra de todo el distrito de cada una de las cabeceras que llevan
a su cargo y verán personalmente cuanto sea posible la tierra, disposición y
sitio dellas, y la población que hoy tiene de pueblos y caseríos y sujetos, tem-
ples, aguas, tierras para cultivar y fertilidad dellas, montes y pastos de toda la
dicha demarcación. Harán pintura clara y cierta con bastante demostración de
todo, declarando en ella las distancias y la parte donde cae cada cosa. 100
p. 18. La referencia a la solicitud de pinturas aparece en casi todos los expedientes de congre-
gación. Por ejemplo, cuando el conde de Monterrey instruyó a Baltazar de Aguirre, justicia
mayor de Otumba, que le describiera los caseríos que aún no se habían congregado, le pidió
que anexara una pintura: "Haciendo dello pintura para que por mi visto se provea en su reduc-
ción o permanencia lo que más convenga". "Oturnba. Congregación." Jarquín (1994), p. 114.
101 Algunos ejemplos de expedientes de congregación publicados pueden verse en Jarquín
(1994); y Ruvalcaba y Baroni (1994).
102 Galván Rivera (1998 [1868]), p. 62. Mariano Galván Rivera describió los mapas en los
siguientes términos: "Los mapas sirven también para decidir las controversias de confines, si-
tuaciones e identidades de las cosas litigiosas; mas es preciso distinguir los públicos de los pri-
vados, esto es, los geográficos y los topográficos impresos para la utilidad pública, o hechos
por pura conveniencia de las partes, sin consentimiento recíproco de las mismas, o con cita-
ción, audiencia y asistencia judicial, en cuyo únicos casos merecen fe, no reclamándose su
error". Ibidem, p. 63.
TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 211
solicitud, tomando en cuenta la distancia del sitio con los pueblos de indios
próximos, y si se hallaba baldía o en cultivo. A propósito de la solicitud de
un pago, muchas veces se iniciaron juicios litigiosos con los pueblos circun-
vecinos: las partes involucradas presentaban "testigos de identidad", el juez
los interrogaba de acuerdo con un cuestionario previamente diseñado y des-
pués se realizaba una o más "vistas de ojos", las cuales consistían en reco-
rrer el sitio en disputa y sus vecindades, en una caminata encabezada por el
juez del caso, acompañado de los testigos y de las partes en conflicto.tv-
A través de este recorrido se contrastaba la información recopilada en los
interrogatorios y en los documentos presentados por los litigantes, inclu-
yendo a veces antiguas pinturas prehispánicas en las cuales se hallaban
dibujados los territorios de los alteperne.w+ Al final, el juez emitía una opi-
nión generalmente favorable al otorgamiento de las tierras solicitadas, la
cual dirigía a los oidores de la Real Audiencia, quienes finalmente conver-
tían en merced la recomendación recibida. Al expediente se anexaba una
pintura en la que se representaba el sitio exacto del lugar concedido, la cual
sevalidaba a través de las firmas del autor, las autoridades, los testigos y los
vecinos. Aproximadamente, el mismo procedimiento se seguía cuando el
diferendo limítrofe era entre un pueblo de indios y cualquier otra propie-
dad, de indios o españoles.
Así pues, ya fuera en el contexto de los títulos primordiales, de las Rela-
ciones geográficas, de los expedientes de congregación de los barrios y pue-
blossujetos en las cabeceras, de las solicitudes de mercedes de tierra, de las
fundaciones de nuevas poblaciones o, en fin, de los conflictos limítrofes, las
pinturas fueron instrumentos legales y fuentes de información cuya utili-
dad no concluyó en el régimen virreinal, pues se les ha tomado en cuenta
en las disputas jurídicas libradas durante los siglos XIX y xx. Las pinturas y
sus expedientes dan cuenta de la fundación de los poblados; de cómo fue-
ron agregados o segregados; del primer deslinde territorial, mojonera tras
mojonera, y de los deslindes sucesivos y sus conflictos; de la distribución de
los ejidos, las dehesas y los campos de cultivos; de los nombres de los para-
jes, y de las tierras del cacique de la comunidad. Aún en nuestros días, estos
documentos demuestran la gestación de conflictos terri toriales vigentes y
sus probables soluciones.
Con frecuencia, las pinturas fueron elaboradas por los mismos escriba-
nos o por algún otro poblador que supiera un poco de dibujo, pero de pre-
ferencia deberían ser hechas por un agrimensor. También hubo artistas
indios a quienes se les encargó pintar sus pueblos, de modo tal que las
"escuelas" de pictografía indígena que sobrevivieron a la Conquista halla-
ron un cauce institucional para dibujar sus altepeme a través de una com-
binación de técnicas y materiales propios y europeos.
El resultado de la agrimensura española y la pictografía indígena en la
Nueva España es una gran cantidad de pinturas a las que se puede llamar
mapas-paisajes, pues si bien representan los deslindes territoriales y la ubi-
cación de los pagos solicitados en merced, también fueron dibujados en
ellos los paisajes en los cuales se construyeron los pueblos, las villas y las
ciudades. Estos mapas-paisajes son espacios de representación cultural y
discursos visuales, pues además de aparecer en ellos la dimensión material
del espacio, está dibujada su dimensión simbólica.
Así pues, tanto en la tradición carta gráfica del agrimensor como en la
tradición pictográfica del tlacuilo, el mapa y el paisaje se integraban; sin
embargo, el agrimensor se preocupó especialmente por desarrollar la cons-
trucción de modelos a escala del espacio, mientras que el tlacuilo privilegió
la representación de un simbolismo en que los elementos de la naturaleza
figuran con frecuencia como expresiones sobrenaturales.
Joaquín Galarza sugiere que las obras de la pictografía indígena deben
considerarse "como expresiones artísticas y no sólo como apuntes 'carto-
gráficos''',los ya que realizan un ejercicio de abstracción en que la naturale-
za está representada a través de símbolos. Galarza clasifica la pictografía
indígena colonial en los siguientes rubros: planos tradicionales, urbanos y
rurales, listas de tributos, censos, genealogías, libros de tierras, calenda-
rios, relatos históricos, imágenes religiosas, grandes códices, lienzos, escu-
dos y mapas. A través de estas obras, dice Galarza, podemos apreciar el
"paisaje del tlacuilo" y el "paisaje mixto", en el cual la pictografia indígena
integra elementos del "paisaje del agrimensor".
En el paisaje del tlacuilo, anota Galarza, "se conservan signos del siste-
c)
pinturas del tlacuilo, la autora dice que el lector recibe "la impresión de que no
hay un punto exterior de mirada. Es decir que para entenderlas hay que en-
trar en el espacio de la representación o que desde el exterior hay física-
mente que girarlas para poder entender toda la superficie'U!"
El "realismo circular" también fue una solución del agrimensor de los
siglos XVI y XVII, como se puede apreciar en mapas famosos como el de
Tenochtitlan enviado por Hernán Cortés a Carlos V, y en una serie de ma-
pas elaborados a propósito de las gestiones por mercedes de tierra o como
parte de los expedientes de congregación y de las relaciones geográficas. Un
ejemplo del "realismo circular" al que se refiere Russo es la citada pintura
de Atengo (fig. III.3), en la cual los topogramas que representan a todas las
mojoneras limítrofes se ven "de pie" solamente desde su centro. Un efecto
similar fue logrado por el agrimensor que hizo la pintura de las Minas de
Zimapan (figs. III.9. a y b). Es más, en la plaza del pueblo fue dibujada una
rosa de los rumbos, con su flor de lis dirigida al norte y atravesada por dos
líneas diagonales, de modo tal que su cruce marca el centro desde el cual
un observador ve todo el paisaje a la redonda.
Las características de los mapas-paisajes coloniales del tlacuilo inclu-
yen otros aspectos como el formato rectangular, cuadrado o circular en el
que fueron hechos; la información que proporcionan sobre la genealogía de
los linajes gobernantes y sobre la historia de la comunidad; otros aspectos
comentados sobre la reorganización y traslado de los pueblos a los valles
vecinos al cerro en el cual los hallaron los colonizadores españoles; la cons-
trucción de la traza del pueblo y la distribución de los barrios en ella; la
reubicación de los pueblos sujetos; la delimitación del territorio, y los con-
flictos limítrofes con otros pueblos, ciudades, reales de minas y haciendas.U>
Las pinturas de agrimensores y tlacuiloque son, así, un discurso visual com-
plementario a la información que proporcionan los documentos de los que
forman parte.
CONCLUSIÓN
Russo (2002), p. 6.
114
Entre los autores que han abordado la cartografía indígena y a quienes remito al lector
lIS
se encuentran los siguientes: Robertson (J 994); Brotherston (J 995); Mundy (J 996); Montes de
Oca (2003).
a)
b)
FIGURA III.9. Pintura de la Relación geográfica de las Minas de Zimapan, 31 x 34.5 cm.
Archivo General de Indias, Sevilla, España. Fuente: Acuña (1985), México, "Rela-
ción de las Minas de Zimapan", t. 1, pp. 95-104. a) Vista completa. b) Detalle de la
parte central.
220 ASPECTOS TEÓRICOS
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TERRITORIALIDAD, PINTURA Y PAISAJE DEL PUEBLO DE INDIOS 223
Rey don Felipe, con acuerdo de los señores Presidentes, y de su Consejo Real de las
Indias, que en sus tiempos ha habido tocantes al buen gobierno de las Indias, y
administración de la justicia en ellas. Sacado todo ello de los libros del dicho Con-
sejo por su mandado, para que se sepa, entienda, y se tenga noticia de lo que cerca
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224 ASPECTOS TEÓRICOS
ESTUDIOS DE CASO
IV. TU AGUA, TU CERRO, TU FLOR: ORÍGENES
y METAMORFOSIS CONCEPTUALES DEL ALTEPETL
DE CHOLULA, SIGLOS XII Y XVI*
MARÍA
ELENABERNAL
GARCÍA
A LO LARGO de una historia que abarca casi 3000 años, el altepetl de Cholula
experimentó dos formas principales e interrelacionadas de metamorfosis:
la histórica y la ideológica. La primera comprende su evolución sociourba-
na de caserío a ciudad y la segunda participa de los cambios que experi-
mentara el universo y la topografía terrestre durante los mitos de creación.
A través de los detalles del proceso ideológico se torna posible descubrir el
concepto de altepetl que guió a los chololtecas a conformar el paisaje consi-
derado adecuado para albergar un asentamiento urbano conforme a la tra-
dición mesoamericana. Según los datos arqueológicos, la historia del alte-
petl de Cholula se remonta a los años cercanos a 800 a. c., cuando un grupo
de incipientes agricultores decide establecerse y construir un caserío a la
orilla de la ciénega localizada al oriente del futuro centro de la ciudad,
sobre los terrenos que hoy ocupa la Universidad de las Arnéricas.! El pe-
queño humedal, donde la agricultura chinampera pudo haber sido practicada
desde entonces, se conservó hasta el siglo XVI, alimentado por varios arro-
yos superficiales y subterráneos conectados, en su mayoría, al río Atoyatl.?
* Parte de la investigación de este trabajo fue posible gracias a la beca suministrada por el
PAPlIT de la DGAPA y el Instituto de Geografía de la u AM. En Washington, D. C., el doctor Jeffrey
Ouilter facilitó la consulta de la biblioteca de Dumbarton Oaks, lo cual resultó determinante
en la recolección y verificación de los datos. Dana Leibsohn amablemente leyó el manuscrito y
por ello le estoy profundamente agradecida. Durante la observación del solsticio de verano en
Cholula, los arqueólogos Ismael Arturo Montero García y Víctor Arribalzaga T., junto con sus
estudiantes, matizaron el ritual académico y solar, al salpicarlo con libaciones de pulque blanco.
Loseditores hicieron gala de su gran capacidad de coordinación y paciencia, y el grupo entero
trabajó aun en medio de infortunios, en parte compensados por los resultados que ahora
podemos divulgar. Finalmente, el licenciado Efrén Gómez García colaboró en la reproducción
de las imágenes que ilustran este trabajo.
I Mountjoy y Peterson (1973), pp. 13-19 Y46-65; McCafferty (1996a), p. 2; (1996b), p. 302;
(2001),pp. 282 Y285. Véase figura lV. 12, ciénega alrededor del río Aquilat!.
2 Messmacher (1967); Mountjoy y Peterson (1973); McCafferty (2001), pp. 282-283.
231
Gran Pirámide.
s McCafferty (1996a), p. 2; (1996b), pp. 302-304.
6 McCafferty (200l), pp. 286-287.
7 Marquina (1964), pp. 1) 5-) 25; McCafferty (J 996a), p. 2.
8 McCafferty (1996a), p. 6.
11 Existen al menos dos propuestas. Una postula el abandono de la ciudad en ese momento
y la otra considera su ocupación ininterrumpida; McCafferty (1996b), p. 309.
12 Alva Ixtlilxóchitl (1985 [1625]), I. p. 529, Y II, p. 8.
13 Durán (1967 [1570]), II, pp. 24-25; Muñoz Camargo (1581-1583), en Acuña (1984),
p.115.
14 McCafferty (1996b), p. 312.
15 Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 126, reporta 40 000 personas antes de la Conquista;
Peterson (1987); Sanders (1971), pp. 29-31.
16 La frase se ha traducido de varias maneras. "Cerro hecho a mano", de acuerdo con los
cronistas del siglo XVI; Muñoz Camargo (1581-1583), en Acuña (1984), p. 115; el corregidor de
Cholollan Gabriel de Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 129; Sahagún (1981 [1569]), I. p. 29.
Aéstos los han seguido varios autores. También, "cerro artificial" en Marquina (1964), p. 116 Y
"montaña construida" en Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 142, n. 2. Hoy
día algunos nahuatlatos prefieren la frase "cerro fabricado"; Sullivan, comunicación personal.
2003. A su manera, cada una de las traducciones es correcta. En este trabajo utilizaré "cerro
fabricado" debido a su precisión lingüística. El sustantivo alusivo a "cerro fabricado a mano"
es tlamachiualtepetl, en Bonfil Batalla (1973), pp. 219-223; de tia C'algo"). maitl ("mano"), tla-
chiualli ("criatura o hechura") y tepetl ("cerro, montaña, serranía"); Molina (1977), folio 117v.
17 McCafferty (2001), p. 300.
234 ESTUDIOS DE CASO
21 Bernal Díaz del Castillo (1977 [1580]), IIII, p. 247; carta de Hernán Cortés a Carlos V,en
Marquina (1964), p. 115.
22 Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 29.
23 C. Reyes García (2000 [1976]), p. 79.
24 Según Bente Simons (1967), p. 271, Cholollan fue "hecha ciudad" por la Corona españo-
la en 1535; pero según Gabriel de Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 128, el virrey Don Luis de
Velasco otorgó dicho título durante su gobierno, entre la década de 1550 a 1560. Además,
el sistema de gobierno antiguo se fundió con el recién instalado. Así, a fines del siglo XVI, la
ciudad contaba con un gobernador español, dos alcaldes, dos regidores y un alguacil, todos
indígenas, por cada uno de sus 10 barrios principales; Juan de Pineda, en P. Carrasco (1970),
p.187.
25 Rojas (1581), en Acuña (1985), pp. 125-126 Y 141.
26 C. Reyes García (2000 [1976]), p. 81.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 235
cueye al norestej.s? Asimismo, chubascos intensos que caen sobre las "tie-
rras areniscas", que menciona Rojas.sf filtran el agua rápidamente al sub-
suelo. Las privilegiadas circunstancias ambientales transformaron a la
región en una de las más fértiles y productivas del centro de México. Toda-
vía en el siglo XVI el valle de Cholula contó con la gran cantidad de ríos,
arroyos y ciénegas que lo caracterizaron en tiempos prehispánicos, muchos
de los cuales fueron drenados durante el siguiente siglo.s? En comparación
con estas descripciones, y a excepción de las montañas que la rodean, Cho-
lula ha perdido gran parte de esa belleza ambiental pero sus habitantes
conservan mucho del carácter prehispánico de la ciudad: la pirámide y la
plaza al centro, la orientación solsticial de sus lotes habitacionales y cam-
pos de cultivo, y una organización sociopolítica basada en la distribución
cardinal de sus barrios (calpolli). 30
En cuanto a la transformación ideológica del altepetl de Cholula, exis-
ten dos acercamiento s básicos: el histórico-arqueológico, a través del cual
McCafferty analiza el simbolismo de las numerosas remodelaciones de la
Gran Pirámide desde sus principios en el Periodo Clásico Temprano hasta
el presente.t! y el enfoque histórico-artístico que emplearé en este trabajo.
El objetivo principal del análisis consiste en empezar a desentrañar el con-
cepto de altepetl que detentaron los nahuas del siglo XVI y, con ello, el pro-
ceso a través del cual la topografía de un territorio específico se adaptaba a
los requisitos de ese concepto. La exploración del tópico depende principal-
mente del análisis comparativo, morfológico e iconográfico de las cinco
pinturas de gran formato que ilustran el altepetl de Cholula en la Historia
tolteca-chichimeca (en adelante Historia) (figs. IV.l, IV.2, IV.3, IV.4 Y IV.S [folios
7v,9v-10r, 14r, 26v-27r y 28rJ).32 Debido a que el documento fue presenta-
do ante oficiales locales entre 1540 y 1550, y su confección responde a una
disputa de linderos entre el altepetl de Cuauhtinchan y los reclamos avan-
zados,de 1546 a 1560, por Tepeaca y otros altepeme circunvecinos apoyados
por facciones cuauhtínchantlacas.P el libro debió de haber figurado en di-
Rollo Selden (siglo XVII temprano), que ella estudió constituyeron Títulos de pueblos y tierras.
35 Aunque el término "códice" posee connotaciones de "libro antiguo", técnicamente el
códice es el libro encuadernado por uno de sus lados o lomo. Las culturas mesoamericanas
prehispánicas empastaron sus libros en forma de acordeón o en rollos.
36 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), pp. 11-15.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 237
41 Desde el siglo XIX los historiadores observaron que las pinturas y descripciones de un
águila posándose sobre un nopal representaban la escena fundacional de México-Tenochti-
dan. Sin embargo, Alfonso Caso (1949), Mary Elizabeth Smith (1973), Jill Furst (1978),
pp. 309-316, Viola Konig (1979), pp. 38-44, Y Maarten Jansen (1982) fueron quienes, hasta don-
de tengo conocimiento, empezaron a reconocer los elementos del paisaje, la ordenación del
espacio y la fundación del altepetl correspondiente a cada códice. Después García Zambrano
(1992,1994), p. 220, Bernal García (1993), pp. 321-345, Y Boone (2000), pp. 99-161, destaca-
ron los rituales, las escenas y emblemas de fundación en la mayoría de los códices. Específica-
mente para Cholula: Leibsohn (1993), p. 41; Mundy (1996), pp. 107-133.
Cholollan 5. Nahua, Historia tolteca-chichimeca, folio 28r. Manuscrito
FIGURA IV.5.
en papel europeo, 30 x 22 cm. Cuauhtinchan, Puebla, 1545-1563. Bibliotheque
Nationale, Paris. Ilustrado en Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976).
Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
ORÍGE ES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 241
42 Glass (1975), pp. 56 Y 220; Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), pp. 11-16;
Leibsohn (1992), p. 65, Y (1993), pp. 13, 132 Y 178. El prototipo prehispánico de la Historia no
se ha encontrado hasta la fecha; Leibsohn (1933), p. 178. El texto original en náhuatl ha sido
traducido al español y anotadas las ediciones de Berlin y Rendón (1947) (con prólogo de
Kirchhoff); Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976). Leibsohn (1993), pp. 300-369,
tradujo el documento al inglés.
43 Robertson (J 959), pp. 59-67; Leibsohn (1993), p. 14.
44 Leibsohn (1993); Leibsohn, en prensa.
sobre los simbolismos de las plataformas piramidales impide su inclusión en este trabajo. En
principio, consúltese a López Austin (1994).
58 McCafferty (2001), pp. 306-307; basado en los estudios de Linda Manzanilla el al.
(1996),p. 255, Y de Susan Gillespie (1989). La traducción aquí presentada de Tonacatepetl es
de Sullivan, comunicación personal, 2002.
59 Suárez Cruz (2002).
60 Una breve historia de esas investigaciones se expone en este volumen, cap. 1. Uno de los
informantes principales del fraile fue un centenario y docto natural de Cholula, quien inter-
pretólibros pictográficos en presencia de Durán (1967 [1570]), II, p. 16.
244 ESTUDIOS DE CASO
finales del siglo XIX, las últimas décadas produjeron avances importantes.
Particularmente entre 1992 y 1994 aparecieron las disertaciones doctora-
les de Dana Leibsohn sobre la Historia, la de Barbara Mundy sobre los ma-
pas de las Relaciones geográficas y la propia sobre la secuencia cronológica
y estructural de los mitohistorias como condición fundamental para estu-
diar la organización del espacio urbano mesoarnericano.s! Complementa-
riamente, Ángel García Zambrano examinó el contenido histórico y mitoló-
gico de los rituales de fundación.v? Recientemente, el historiador Enrique
Florescano retornó el tema en 1999 y en el año 2000 Elizabeth Boone recla-
sificó manuscritos y mapas en categorías según el tipo de la información
que contienen, defendiendo el aspecto histórico de los documentos.s- En
general, la mayoría de los documentos terminan con la fundación del asen-
tamiento correspondiente al grupo del que trata el manuscrito.
De reciente manufactura, la cuarta línea de investigación volcó sus
esfuerzos a tratar de esclarecer el funcionamiento y significado del concep-
to de espacio que detentaron los mesoamericanos y a dilucidar la simbolo-
gía de sitios arqueológicos específicos. Naturalmente, esta rama de indaga-
ción incluyó las tres anteriores. A principios del siglo xx, la búsqueda
estableció una relación simbólica entre la montaña sagrada, el topónimo de
altepetl y el altepetl mismo.s+ Más tarde y a partir de la década de los seten-
ta, los estudios del historiador de religiones Mircea Eliade y del geógrafo
urbanista Paul Wheatley influyeron de manera decisiva en la formulación
de las hipótesis sobre el simbolismo del urbanismo mesoamericano. Eliade
buscó el "modelo, arquetipo o historia sagrada primordial" que explicara la
creación de los asentamiento s humanos y "justifijcara] la existencia del
mundo't.v> Por su lado, Wheatley introdujo a los estudios de geografía
urbana el tema de la función simbólica de la ciudad, la cual integra "un sis-
tema de pensamiento y acción que sincroniza los ciclos y ritmos de la vida
humana con los movimientos reguladores y fuerzas naturales de los cielos
[los cielos en el sentido astronómico y en el sentido religiosoj.t= Es decir,
61 Leibsohn (1993); Mundy (1993) y (1996); BernaJ García (1993): cap. VI y pp. 413-433.
62 García Zambrano (1992) y (1994).
63 Florescano (1999); Boone (2000).
64 Francisco del Paso y Troncoso (1982 [1898]) Y Zelia Nuttall (1979 [1900]), pp. 282-283,
notaron que las pirámides representan montañas sagradas. Por su parte, Eduard Seler (1986
[1905]), pp. 33-35, observó la confluencia de pirámide y montaña, la última como el símbolo
de altepetl, en el mapa de Guevea.
65 Eliade (1971 [1949]); cita de D. Carrasco (1987), pp. 126-127.
66 Wheatley (1971), p. 414. La idea fue expuesta con anterioridad en la conferencia inaugural
metónimos complementarios, los cuales se conforman por dos conceptos distintos, en este
caso atl C'agua") y tepetl ("montaña, cerro, serranía"), que "juntos producen un término más
amplio que cualquiera de sus partes, evitando simultáneamente una apreciación tácita de sus
diferencias"; Tedlock (1985), p. 346.
70 Broda (1987), p. 231.
71 Sahagún (1981 [1569]), p. 256; Broda (1987), pp. 247-248. Quince años antes, López
Austin (1998 [1973]), p. 62, propuso que el altepetl derivaba "su nombre de la montaña hueca
que protege las moradas humanas".
72 Broda (1987), pp. 247-248.
7S En el trabajo de 1993 pasé por alto la investigación de D. Carrasco debido a dos factores.
"lugar" elaborado por los mexicas y su transformación por medio del ri-
tual, centrándose en los espacios transitados por el dios Xipe Totec durante
el ritual de Tlacaxipeualiztli en México-Tenochtitlan.?? En 1995 el autor
maduró y presentó su hipótesis en los siguientes términos: la "visión meta-
mórfica de lugar" que detentaron los mexicas implica que el espacio urbano
"constantemente se revitaliza y legitima a través de una serie de espectácu-
los rituales públicamente desplegados, en los que actúan como testigos de
esa transformación los propios participantes". 78 Como se verá más adelante,
una de las consecuencias del proceso consiste en que el núcleo de la ciudad,
además de transmutarse "se dispara y circunvala" dentro "de un ambiente
controlado aunque dinámico y efímero", generando así un grupo de com-
plejas relaciones centrípetas y centrífugas que producen transformaciones
secundarias dentro de las transformaciones prirnarias."? Con base en este
conjunto de postulados es que pretendo extraer de la Historia algunos de
los principios cosmológicos que incidieron en la producción de un metóni-
mo como altepetl y la metamorfosis de la cuenca del río Atoyatl en el alte-
petl de Cholula.
Algunas observaciones metodológicas y técnicas facilitarán el segui-
miento del argumento expuesto a continuación. El análisis se llevará a cabo
con base en los estudios que sugieren que el altepetl mesoamericano con-
formó una ciudad en toda la extensión de la palabra, si bien de un carácter
diferente al de la urbe europea.s? Por tanto, emplearé las palabras altepetl y
ciudad de manera intercambiable, aunque privilegiaré la primera sobre la
segunda. También recurriré a los nombres antiguos Huey Tollan y Cholo-
llan, en vez de los hispanizados Tula y Cholula, a fin de mantener la cohe-
rencia con el texto de la Historia. Considerada la profusión de palabras en
náhuatl necesarias a la urdimbre del argumento, sólo utilizaré cursivas si
fuere necesario aclarar etimologías o evitar confusiones. Los nombres
de los años correspondientes al ciclo de 52 años (Xiuhmolpilli o "bulto de
años") se escribirán con mayúsculas y los de los días del ciclo de 260 días
(tonalpoualli o "cuenta de los días") con minúsculas. Con el gentilicio "tol-
teca-chichimeca" me referiré al grupo que conquistó Cholollan en el si-
glo XII, mientras que el de "tolteca" aludirá a los habitantes de 'Iollan.v' Por
77 D. Carrasca (1999). En este trabajo el autor reúne las ideas expuestas en sus investiga-
ciones previas.
78 D. Carrasca (1995), p. 3.
79 D. Carrasca (1995), pp. 25-26. También Bernal García (1993) pp. 177-178 Ys. f.
80 Bernal García y García Zambrano, en este volumen, cap. 1.
CHOLOLLAN 1
teca" a los toltecas-chichimecas [337]. Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976),
p. 209, n. 3, usaron el gentilicio "tal teca" para referirse al mismo grupo. La primera solución
funciona, pero confundiría en un trabajo de esta naturaleza y la segunda aplica el mismo
patronímico a grupos disímiles.
82 Pasztory (1975), pp. 163-165 Y 179. Éste es el mural sureste del Patio de Tepantitla (500-
600d. C.). El gesto de apuntar con las manos hacia arriba, abajo o al frente también se origina
en la tradición pictórica mesoamericana.
83 En este trabajo se consideran la posición de los objetos en relación con el observador de
la pintura.
248 ESTUDIOS DE CASO
FIGURA IV.6. Gran Tollan. Nahua, Historia tolteca-chichimeca, folio 2r. Manuscrito
en papel europeo, 30 x 22 cm. Cuauhtinchan, Puebla, 1545-1563. Bibliotheque
ationale, París. Ilustrado en Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976).
Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
ral del papel. el blanco imita la nieve que cubre las cimas de los altos volca-
nes ubicados al oeste y norte de Cholollan.s+ Dos tipos de plantas crecen del
cuerpo del cerro: cinco manojos de zacate a los lados y seis flores rojizas
que cubren la superficie que transita del nivel medio al superior. El peñasco
comparte la manera de representar su cualidad rocosa con los topónimos
adjudicados a la sierra de Tlaxcala, ilustrados en dos de los tres mapas de
Cuauhtinchan (elaborados entre 1533-1563 como la Historia): 85Texcallan
("El lugar del peñasco"), Texcaltepec ("En la montaña de riscos"), Tepetic-
pac ("En la cima del cerro") y Texcalticpac ("En la cima del riscO").86Esta
84 El presente análisis se basa en el facsímil editado por Kirchhoff, Odena Güemes y
L. Reyes García (1976), por lo que no es posible asegurar si el tinte ama~illento del papel se
deba, exclusivamente, al paso de los años.
85 Fechados por Yoneda (1981), pp. 109-110.
86 Yoneda (1981), pp. 70-71, propone que las formas redondas y sombreadas del topónimo
de Tepeticpac representan rocas o acantilados. Muñoz Camargo (1986 [ea. 1590]), pp. 104-105
Y ss.; Torquemada (1975 [1615]),1, p. 362; Kirchhoff (1947), p. liii. Texealla ("despeñadero o
lugar riscoso lleno de peñascos") y texealli ("peñasco, risco u horno"); Molina (1977), folio 112r.
El diseño de montaña riscosa de los mapas de Cuauhtinchan 1, 2 Y 3 lo comparte el topónimo
de Texcoco en documentos pictóricos del siglo XVI. Exceptuando el sombreado, el diseño deri-
va de la plástica teotihuacana.
ORíGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 249
que se refieren las historias del siglo XVI y aquellos que piensan fue el sitio arqueológico de
Tula cuenta con poco más de medio siglo y se encuentra lejos de ser resuelta.
FIGURA IV.9.a) Emblema de Cholollan-Tollan-Tlachiuhaltepetl. Relación geográfica de
Cholula, mapa de 1581, detalle. Ilustrado en Acuña (1985), lámina en color. Repro-
ducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
96 Molina (1977), folio 21v; Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 129. El posfijo locativo -an
significa "en el lugar".
97 C. Reyes García (2000), p. 91.
99 Dyckerhoff (1979), p. 200. De atl C'agua"). choloa ("huir, saltar o chorrear el agua"), y
(posesor de la tercera persona del singular), yan C'lugar de") y meya ("manar la fuente o cosa
semejante"); Molina (1977), folio 55r.
100 Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 129.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 253
na, estoy completamente convencida de que estas culturas distinguieron entre el jade y el tur-
quesa, así corno sus variadas tonalidades: verdes, azules y verdiazules, claros y oscuros. Ba-
sándose en documentos etnohistóricos, los investigadores consideran al chalchiuitl una
cuenta de jade. Ello debido a que Molina proporciona al menos dos palabras para "jade": chal-
chiuitl ("esmeralda basta"); Molina (1977), folio 19r, y quetzalitrtli C'esmeralda", literalmente
"piedra del color del quetzal" [verde]); Molina (1977), folio 58v. No obstante, la frase quetzal
chalchiuitl, según el mismo Molina (1977), folio 89r, también significa "piedra preciosa de
color azul o verde". Para complicar mayormente el problema, la raíz de la palabra chalchiuitl
deriva de xiuitl con /i/ corta ("turquesa o hierba [¿verde?]"); Kartunnen (1983). Molina (1977),
folio 159v,no registra la diferencia entre /i/ larga e /i/ corta y traduce xiuitl como "año, cometa,
turquesa y hierba". Tanto Pasztory (1983), p. 85, como Boone (2000), p. 254, n. 30, presentan la
distinción sin proporcionar argumentos. La palabra y el emblema de chalchiuitl correspon-
derían al jade según las dos autoras y el quincunce en forma de cruz cuadrada representaría la
turquesa, según Pasztory.
109 Torquemada (1975 [1615]), lII, p. 80. La etimología de la palabra se compone de chal/i,
"hueco, agujero o apertura"; Códice Ramire; [1609], en Alvarado Tezozómoc (1987), p. 18.
Molina (1977), folio 12r, traduce camachalli, "quijada" y Delfina de la Cruz de la Cruz, nahua
de la Huasteca, como "el interior de la boca" (comunicación personal con Sullivan, marzo de
2004).
110 Nagao (1985), pp. 51 y 100, n. 106.
111 Klein (1976), pp. 257-260, analiza la posición frontal de Tlaltecuhtli y concluye que la
tierra se representa siempre de esta manera. En realidad la tierra puede representarse también
de perfil, como el Cipactli; Bernal García (1993), p. 129
FIGURA IV.IO.a) Rana con glifo chal-
chiuitl. Azteca, piedra, 19 cm de
altura, 51 cm de largo, 1200-152l.
Museo Nacional de Antropología,
México.ilustrado en Pasztory (1983),
lámina 228. Reproducción autori-
zada por Esther Pasztory.
112 La piedra preciosa también aparece en esculturas e imágenes de templos y ollas reple-
la letra "V" parece una comparación más adecuada a esta representación en particular. De
todas maneras, cualquiera de las dos podría usarse puesto que la Historia usa las dos versio-
nes, como se verá más adelante.
121 Del su tantivo xochatlauhtli, compuesto de xochitl ("flor") yatlauhtli ("barranca gran-
de");en Molina (1977), folios 8v y 160r. ótese que al incluirse la raíz atl, la barranca constitu-
ye el lecho de un río. Ellocativo verbal posesivo ypilcayan deriva del verbo pilca "colgar", al
que se agrega el sufijo durativo, "-ya" y ellocativo "-n", literalmente "el lugar o tiempo de su
colgamiento" o "su lugar o tiempo donde colgaba", Sullivan, comunicación personal, 2003 y
29de mayo de 2004.
122 Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 136, reporta que el Atoyatl desciende de las sierras del
124 Alvarado Tezozómoc (1998 [1598]), p. 3. La palabrayn puede funcionar como artículo
y generalmente se traduce como "el, la, los, las" o esporádicamente como un pronombre pose-
sivo, "su". Sin embargo, su función básica es la de un subordinador que señala los elementos
de una lista; Sullivan, comunicación personal, 2003. Oncan ("allí, mostrando el lugar, de tal
parte") e ihuitl ("pluma de ave"); Molina (1977), folios 77r y 96v. Ellocativo del topónimo com-
puesto machoco pudiera referirse a machoncotl ("brazalete de plumas"), en Siméon (1977),
258 ESTUDIOS DE CASO
¿'
\
FIGURA IV. I 1. Mapa de la cuenca del Alto Atoyatl. Ilustrado en Wegener (1979), fig. 1.
huacan, el antropólogo Karl Taube deduce que los collares de plumas que
ostentan las serpientes del Templo de Quetzalcoatl conforman espejos de
agua que funcionan a manera de portales entre el ambiente acuático de los
tableros y la tierr'a.V> En náhuatl, la relación semántica entre barrancas,
cursos de agua y plumas largas se muestra lo suficientemente cercana
como para ignorada. Por ejemplo, las palabras para acequia, tlalatlauhtli y
aquetzalli, literalmente significan "barranca de agua en la tierra" y "pluma
p. 246. En el mapa de Tamazolco, Tlaxcala, ejecutado en 1616, a los ríos y otros cuerpos de
agua se les añade un diseño que puede representar flores o plumas. Al único de forma circular,
el documento lo llama maxoxotlan; véase Brotherston (1995), fig. 78.
125 Taube (1986), p. 61. Considerando que durante la fase perteneciente al Periodo Clásico
del Patio de los Altares, los quinamentin tallaron serpientes emplumadas en terrazas formadas
por taludes y tableros, en McCafferty (1996a), 10, la simbología de los espejos emplumados al
estilo Teotihuacan debió de formar parte de la tradición artística de los cuauhtinchantlacas
que elaboraron el documento.
FIGURA IY.12. Mapa de Cholollan. Ilustrado en González-Hermosillo A. y L. Reyes
García (2002), fig. 3. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antro-
pología e Historia.
260 ESTUDIOS DE CASO
FIGURA IV.l3. a) Río Atoyatl. Reproduc- FIGURA IV.l3. b) Río Atoyatl emplumado.
ción autorizada por el Instituto Nacio- Reproducción autorizada por el Institu-
nal de Antropología e Historia. to Nacional de Antropología e Historia.
126 Otras dos palabras se usan para acequia: huey apantli ("gran pared de agua") yapantli
128 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 171, n. 1, tradujeron tlacochcue-
ponque como "las flechas brotaron". El verbo "brotar" tiene en náhuatl varias acepciones: cue·
ponqui (" huevo reventado, flor abierta, cosa resplandeciente") y cueponticac ("blanquear de
lejos el edificio"), en Molina (1977), folio 261~
129 De tzayana.nitla C'rasgar, romper, hender algo o desgajar rama de árbol"); tzayani ("ras·
garse algo de esta manera"); tzallantli ("abra, quebrada de sierras o montañas"); Molina (1977),
folio 151v.
130 De atl ("agua") y quiauatl C'puerta o entrada de alguna casa o lugar"); Molina (1977),
folio 89v.El glifo nominal consiste de un hilo de agua entre dos rectángulos.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 261
133 Durán (1967), II, p. 17; Bernal García (2001), pp. 329-333. Las palabras para "valle"
pueden traducirse literalmente como "quebrada entre montañas" o "dentro de las montañas".
Por ejemplo, tepetzalan, tlatzalan, tepeytic; Molina (1977), folio 116r. En la cosmovisión mesoa-
mericana, la tierra consiste de una capa interpuesta entre el océano y el cielo.
134 Sahagún (1981), III. pp. 344-345.
135 Rojas (1581), en Acuña (1985), pp. 125-126 Y211; Simons (1967), p. 283.
136 Como en la mayoría de las ciudades mesoamericanas; Bernal García (1993), caps. IV y V.
137 Marquina (1970), p. 36; Tichy (1981), pp. 221-223 Y fig. 5.
138 En su trabajo sobre el significado cosmológico del cerro Teotón, Tim Tucker (2001) con-
sidera altamente relevante la línea recta que resulta entre la cima del Popocatepetl y la cima del
volcán Matlalcueye, la cual también pasa sobre la confluencia del Atoyatl y el Zahuapan.
139 Registrados en Carta Topográfica, Ciudad de México E14-2: México, Tlaxcala, Distrito
Federal, Puebla, Hidalgo y Morelos, 1:250000, Instituto Nacional de Estadistica, Geografía e
Informática, México.
140 Torquemada (1975 [1615]), III, pp. 78-79. De matlalin o matlaltic ("color y cosa verde
oscuro"); Molina (1977), folio 53r. También texutli ("color azul"), matlalin, matlaltic ("azul más
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 263
TLACHIUALTEPEC
143 El cronista Muñoz Camargo (1986 [ea. 1590]), p. 102, afirma que en el siglo XV1 el vol-
cán pertenecía a la sien-a de Tlaxcala.
144 Torquemada (1975 [1615]), III, pp. 78-79; K1ein (1976), p. 71.
264 ESTUDIOS DE CASO
148 Durán (1980), p. 204; Nicholson (1971), fig. 27. Según MoJina (1977), folio SSr, al cogo-
llo del maguey, antes de echar jilote, se le llamaba meyolotli, una palabra derivada de meya
("fuente o manantial"). Si el volcán Matlalcueye ocupa el norte de la ciudad, la diosa se une al
patrón mesoamericano en donde una montaña norte se identifica con la diosa creadora, como
es el caso de Tonantzin y el Tepeyac en México-Tenochtitlan, y Zak K'uk en Palenque y el Tem-
plo de la Cruz.
149 Anders, Jansen y L. Reyes García (1994), pp. 258-259, identifican a esta diosa como
Mayahuel.
150 Nicholson (1971), p. 420.
151 Anders, Jansen y L. Reyes García (1994), pp. 258-259, identifican a esta deidad como
Chalchiuhtlicue.
152 Sahagún (1981), III, pp. 344-345; (1982), libro 11,cap. 12, p. 247.
a)
b)
concepción del altepetl como monte lleno de agua, J 53 ya que los habitantes
del centro de México pensaban que:
La mar entra por la tierra, por sus venas y caños, y anda por debajo de la tierra
y de los montes; y por donde halla camino para salir fuera, allí mana, o por las
raíces de los montes, o por los llanos de la tierra, y después muchos arroyos se
juntan y juntos hacen los grandes ríos; y aunque el agua de la mar es salada, y
el agua de los ríos dulce, pierde el amargor, o sal, colándose por la tierra, o por
las piedras, y por la arena, y se hace dulce y buena de beber; de manera que los
ríos grandes salen de la mar por secretas venas debajo de la tierra, y saliendo se
hacen fuentes y ríos.J54
155 Kubler (1985b [1966]), p. 97; Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976),
p. 146, n. 1 bis.
156 McCafferty (1996a), pp. 7 Y 12.
157 En el Códice Borbonicus y en el Templo Mayor, las bandas negras verticales se relacio-
nan a Tlaloc y Chalchiuhtlicue.
ORÍGE ES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 267
162 Simons (1967-1968), pp. 267-339; Leibsohn (1993), pp. 94 Y 133, n. 10.
268 ESTUDIOS DE CASO
Año Evento
l-Pedernal (al menos 1064 d.C.) Salida de los grupos toltecas de Colhua-
catepec-Chicomoztoc.
l-Pedernal (1116 d.C.) Salida de los toltecas-chichimecas de la
Gran Tallan.
2-Conejo (1130 d.C.) Viaje de Couenan a Cholollan.
l-Pedernal (1168 d.C.) Arribo a Cholollan de los toltecas-
chichimecas.
2-Casa (1169 d.C.) Conquista de Chollolan por los toltecas-
chichimecas.
6-Casa (1173 d.C) Peregrinaje de los toltecas-chichimecas
a Colhuacatepec-Chicomoztoc 2.
1-Pedernal. (1168 a 1220 d.C.) Los toltecas-chichimecas en
Esta fecha es ambigua. No se sabe Colhuacatepec-Chicomoztoc.
si se añaden o sustraen 47 años.
7-Conejo. Esta fecha es ambigua, De regreso en Cholollan y conquista
dependiendo si se sustraen o añaden definitiva.
los 47 años a la fecha anterior (un
años después de 1173 o 1226 d.C.).
De todas maneras, el día y mes
serían el 25 de febrero o el 4 de
marzo, según la correlación
de Caso (1971).
163 Otras traducciones del grupo de topónimos compuestos, algunas concordante s con las
presentadas aquí y otras no, pueden consultarse en Berlin y Rendón (1947), p. 79; Leibsohn
(1993), p. 376, n. 36; Yoneda (1996), pp. 190-191. Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García
(1976), p. 146, n. 1, prefirieron dejar de traducir los topónimos y respetar su integridad en
náhuatl.
CUADRO !V.2. Las cinco listas de topónimos de ChololZan en la Historia tolteca-chichimeca
Lista 1[120J Lista 2 [J 21] Lista 3 [258-259J Lista 4 [265J Lista 5 [273J
* Nuevas traducciones. También véase Berlin y Rendón (1947); Kirchhoff, Odena Güernes y L. Reyes García (1976); Leibsohn (1993),
p. 376, nota 36.
270 ESTUDIOS DE CASO
167 Leibsohn (1993), pp. 109 Y 138, n. 41, propone que "durante la narración del viaje [...]
los eventos y las paradas de un itinerario [actúan de tal manera que] aleja a la geografía de un
estado de anonimidad y expone su inalterable preexistencia". Como señalamos en la introduc-
ción de este libro, las ciencias geográficas también identifican los elementos naturales y cultu-
rales en el paisaje; véase García Romero y Muñoz Jiménez (2002), pp. 43-45 Y 127.
168 Definición basada en los estudios de Dyckerhoff (1979); y. F. Tuan (1977), en J. Z. Smith
(1992), p. 28; D. Carrasco (1999), p. 115. Los migrantes nombraban los parajes que veían por
primera vez y de esa manera el grupo se los apropiaba.
169 Simons (1967), pp. 267-339; Kubler (198sb [1968]), p. 95; Kirchhoff, Odena Güemes
y L. Reyes García (1976), p. 146, n. 1, y 148, n. 1; C. Reyes García (2000 [1976]), p. 90; Leibsohn,
(1993), p. 133, n. 10; Mundy (1996), p. 128, tabla 6.
ORíGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 271
Cholollan 1, la narrativa
180 Aunque los especialistas en gramática náhuatl consideran sinónimos la copla metafóri-
ea (yn atl-yn tepetl) y el topónimo (altepetl) (Sullivan, comunicación personal, 2003), el texto
de la Historia marca una diferencia profunda entre una forma y la otra. En los párrafos del 12
al 282, correspondientes a la narrativa presentada en este trabajo, el altepetl se menciona 25
veces (82, 83, 84, 85, 88, 91, en el 134 tres veces, 136, 137, 140, 141, 151, 160, 163,230,263,265,
266, en el 267 dos veces, 273, 274, 281). Entre estas 25 ocasiones, la metonimia yn atl, yn alte-
petl ocurre solamente en cuatro ocasiones en los párrafos (84, 91, 263 Y273); o sea, 16% del
total. Yn atl-yn tepetl señala al altepetl únicamente cuando se encuentra en manos de Quetzal-
coa ti (84), cuando los toltecas-chichimecas dejan la Gran Tollan y enfrentan la incertidumbre
de la llanura y el desierto (91), al regreso de Colhuacatepec-Chicornoztoc, una vez que los tol-
tecas-chichimecas llegan a Xiuhcalco mientras los xochimilcas todavía acechan la ciudad
(263) y cuando los toltecas-chichimecas encaminan a los totomiuaques y cuauhtinchantlacas
hacia la llanura y el desierto a fin de que ellos mismos busquen sus propios lugares de asenta-
miento (273). En cambio, la palabra altepetl ocurre en las 21 ocasiones restantes para referirse
a ciudades establecidas o próximas a establecerse, sea la Gran Tollan, la ciudad de Cholollan,
Cuauhtinchan o Chiquiuhtepec.
181 El remate del canto se logra a través de la aglomeración de los tres topónimos siguien-
tes y la separación puntual del último. Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976),
p. 146, n. 1, observaron la diferencia y la encontraron "sugerente". La sugerencia la tomó Leib-
sohn (1993), pp. 156-159, quien explica la manera en que los tlacuiloque explotaron las cua-
lidades visuales de la escritura, permitiendo al libro funcionar de manera complementaria
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 275
186 Paulatinamente se hará evidente que el color blanco (blanco y negro en los dibujos de la
Historia) señala una relación temporal con los sucesos y parajes ancestrales.
ORÍGE ES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 277
CHOLOLLAN 2
187McCafferty (1996a), p. 3.
188Las características ambientales del área ocupada por la montaña primordial las descri-
ben Alvarado Tezozómoc (1998 [1609]), p. 17, Y Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García
(1976), p. 160, n. 2.
278 ESTUDIOS DE CASO
McCafferty (1996), p. 14; (2001), pp. 299-300; Furst (1978), pp. 202-203.
189
McCafferty (1996a), p. 13.
190
191 Klein (1976), p. 73. El Señor Siete Flor es también una divinidad de la presente o Quin-
ta Era, relacionado con el centro de la tierra; Furst (1978), pp. 241-243; Heyden (1985), p. 109.
192 Según C. Reyes García (2000 [1976]), p. 97, con esta palabra se denomina, además, a
caños y surcos de tierra.
193 Yoneda (1996), p. 190.
194 El follaje alargado y desordenado trata de imitar, sin éxito, las ramas del sauce. De
hecho sería imposible identificar un sauce en este dibujo si no fuera por la información pro-
porcionada por el texto.
195 Alvarado Tezozómoc (1998 [1598]), pp. 19-21, da a entender que los ahuehuetes se rom-
pen cuando un grupo se separa de un lugar o de una corporación étnica; Heyden (1989), p. 60.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 279
Al enmarcar por tres de sus lados al trío paisajístico, cada uno de los 10
tlatoque (plural de tlatoani, "gobernante") olmecas-xicallancas ocupa uno
de los 10 rectángulos que representan los barrios que integraban el antiguo
altepetl.ws Entre ellos destacan los dos gobernantes más viejos y principales
de la ciudad, el Señor de lo Alto-Dueño de banderas de papel, quien fuera
presentado en la pintura anterior, y el Tlalchiyach Tizacozque o Señor de
lo Bajo/del suelo-Dueño de collares de tiza.J?? representante de la mitad sur
del altepetl. Los dos personajes ocupan la esquina izquierda inferior de la
composición, con el Señor de lo Alto apropiadamente colocado inmediata-
mente arriba del Señor de lo Bajo. Ambos portan tilmas sobre sus hom-
bros, azul el de arriba y rojo el de abajo. Los colores simbolizan el cielo y la
tierra, 198 y repiten el azul del cuerpo superior de la montaña y el rojo de sus
flores y su cueva.t''? Sus cargos con relación al paisaje los enfatiza la colo-
cación de sus nombres sobre los folios de la Historia. El Señor de lo Bajo
ocupa la esquina inferior derecha del folio 8v y el Señor de lo Alto el ren-
glón superior del folio 9r. Inmediatamente después, al pasar al folio 9v, apa-
rece la ilustración de Cholollan 2. Basados en este y otros documentos,
George Kubler y Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García propusieron
que al altepetl olmeca-xicallanca lo rigieron dos gobernantes-sacerdotes,
probablemente asociados a clanes exogámicos.sv? A los barrios y personas,
que constituían y habitaban dichas mitades, se les consideraba las manos y
los pies del altepetl.t?!
El elemento horizontal y longitudinal adherido a la frente del Señor de
lo Bajo lo identifican Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García con las
tuberías de barro llamadas apiaztli ("caño de agua"),2021as cuales drenaban
El ahuehuete tenía 1 008 años y su rotura abre el camino de la migración. El mismo docu-
mento dice que el ahuehuete se rompe cuando los mexicas salen de Chicomoztoc y otro lo
plantan los mexicas allJegar al lugar donde se asientan.
196 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 150, n. 3.
197 Muñoz Camargo, en Acuña, (1984), pp. 248-250, aclara que se trata de la tierra, el suelo.
198 Rojas, 1581, en Acuña, (1985), p. 130; Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García, (1976),
p. 146, n. 1 bis.
199 Los indígenas del Altiplano representaban tanto el cielo como el agua con el color
azul.
200 Kubler (1985b [1966]), pp. 97-98; Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976),
no", literalmente "mano del altepetl"); ima icxi in altepetl ("suburbio, barrio de ciudad o la parte
más pequeña o alejada del centro del altepetl", literalmente "las manos y pies del altepetl"): en
este volumen, cap. 1. En el caso de Cholollan, Rojas parece referirse a los barrios de la ciudad.
202 Molina (1977), folio 8v.
280 ESTUDIOS DE CASO
Cholollan 2, la narrativa
(1976), p. 149, n. 2. .
206 Caso (1979), p. 426, en McCafferty (2001), p. 301. Durán (1980), p. 167, también men-
ciona una deidad llamada Chiconquiauitl ("Nueve Lluvia") entre aquellas que participaban en
la novena fiesta del año mexica, miccailhuitontli ("Pequeña fiesta de los muertos").
207 Sullivan, comunicación personal, 2003.
208 Olivera y C. Reyes García, en Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976),
p. 150, n. 3. El resto de los gobernantes carece de una dirección fija, según los mismos autores.
También véase el Códice de Cholula, en González-Herrnosillo A. y L. Reyes García (2000),
p. 98. En general, los colores pueden asociarse a este tipo de simbolismo; por ejemplo, en
el Templo Rojo de Cacaxtla (ea. 900) se ilustra una rana cubierta de escamas azules en la
pared oriente, mientras la rana amarilla con manchas negras pertenece al mural poniente, por
lo que se asocia al jaguar (el animal símbolo de "abajo"). Según el astrónomo John Carlson
(1993), p. 238, el par representa la dualidad este-oeste y los binomios cielo-infrarnundo y día-
noche.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 281
CHOLOLLAN 3
214 Hecho que no excluye la presencia de este tipo de remates en otras estructuras, tanto en
este como en otros códices; problema que demanda una atención específica.
215 Seler (1980 [1904]), I, pp. 90-97. De xiuit/ con /i/ larga ("cometa o año"); Kartunnen
(1983).Véase nota 108.
216 Véase el resumen sobre la función y el simbolismo de estos edificios en Bernal García
(1993),pp. 311-315.
217 Heyden (1976).
Cholollan 3, la narrativa
220 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 160, n. 1; basados en Muñoz
Camargo. Según el mismo Muñoz Camargo (1986 [1590]), p. 98, el título de tepilhuan C'caba-
llerosde línea recta") lo adquirían aquellos que demostraban bravura en la guerra o la sabidu-
ría en cargos oficiales. La expresión "de línea recta" pudiera referirse también al reconoci-
miento del linaje de los personajes en cuestión.
22 J En comparación con la migración rnexica, la cual Boone (1990) interpretó acertada-
mente como un tipo de peregrinaje y rito de paso, la Historia distingue entre la migración de
la Huey Tollan a Cholollan y la peregrinación a Colhuacatepec-Chicornoztoc.
222 Leibsohn (1993), p. 379, n. 52. Kirchhoff (1947), pp. xxxix-xli ii, también reconoció la
p. 163, n. 3, basado en sus estudios de campo con los nahuas de la Huasteca, propone que la
tierra primordial se podria haber amasado y moldeado con la ductibilidad de un trozo de nix-
tamal. El ritual recuerda la hipótesis del antropólogo e historiador Alfredo López Austin
(1996b), pp. 478 Y 485, quien propone una diferencia básica entre la materia fría, húmeda y
dúctil del tiempo primordial y la materia seca y endurecida por el calor del sol.
288 ESTUDIOS DE CASO
225 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 163, n. 3; Bernal García (1997),
p.95.
226 Leyenda de los soles, en Velásquez, Códice Chimalpopoca (1992 [1558]), pp. 119-120. En
el proceso de apertura de la cueva, los rituales ejecutados por Icxicouatl también juegan un
papel indispensable. Sin embargo, el desarrollo de este trabajo justifica su exclusión por el
momento.
227 Brotherston (1995), pp. 124-129. El literato propone que la cuenta se remonta a la épo-
ca olmeca.
228 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 163, n. 5; Taube (1986), p. 66.
Estos y otros autores trataron el episodio de manera aislada con respecto a Cipactli y Tlalte-
cuhtli. La inclusión de Tonacatepetl como continuación del proceso de metamorfosis que sufrie-
ron saurio y anfibio se presentó en Bernal García (1993), pp. 121-178; (2001a), (2002) y s. f.
229 Bernal García (2001a).
230 Durán (1967 [1570)), II, p. 17; Bernal García (2001a), p. 328 y s. f.
información mítica que la Historia omite corresponde a las cuatro eras que
Tlaltecuhtli atraviesa para convertirse en Tonacatepetl, las cuales corres-
ponden a los cuatro puntos cardinales empezando por el norte.233 Todavía
hoy día, los habitantes de Cuauhtinchan consideran que "la tierra primor-
dial no estaba rota ni partida";234 idea complementaria de tlachiuhtli, "cosa
hecha o formada, cosa engendrada o tierra labrada.t-> La raíz de la segun-
da palabra corresponde a la de Tlachiualtepec, reconociendo así la función
netamente humana de la agricultura.
Juntos, el temas cal de Cholollan 3 y la cueva de Chicomoztoc, propician
el florecimiento de Cholollan a imagen y semejanza de la transmutación y
partición de la tierra Tlaltecuhtli. Así, con la conquista y muerte del altepetl
olmeca-xicallanca, nace a su vez el altepetl tolteca-chichimeca. Un ejemplo
del poder asociado al temascal en el surgimiento de nuevos seres y ciu-
dades lo proporciona la historia de la fundación de México-Tenochtitlan.
En Temascaltitlan ("Lugar del ternascal"), el dios Huitzilopochtli anuncia a
sus sacerdotes la proximidad del momento de la fundación del altepetJ.236
Temascaltitlan se ubicaba en el barrio ureste de la ciudad de México, el
punto cardinal con el que se relaciona el temascal de Cholollan 3. Aunque
el lugar que conforma el lindero sur del valle de Cholollan, en la Historia,
obedece al nombre de yn Acaualla, yn Tetl iyacac C'Campo de hierba crecida-
Lugar de su punta de piedra"),237 éste conforma el área por donde los tolte-
cas-chichimecas y sus ancestros ingresan al altepetl, dos días antes de su
propia escena de fundación. Su topónimo pictográfico consiste de un rec-
tángulo horizontal de orilla blanca y centro pedregoso (fig. IV.4 [folios 26v-
27r]). De entre los sitios propuestos para su ubicación, el más factible es el
oriente de la pedrera de ealtican- Teyeacac. 238El eje solsticial norte-sur de
233 De hecho, Alva Ixtlilxóchitl (1985 [1625]), 1, pp. 529-530, concatena las cuatro eras con
ba que los indigenas de hoy todavía piensan en términos de sus mitos ancestrales.
235 De tlachiualli ("criatura o hechura") y su sinónimo tlachiuhtli ("cosa hecha o formada,
cosa engendrada o tierra arada y labrada"): Molina (1977), folio 117v.
236 Lo cual ocurre, según el análisis de la migración mexica, en los lugares pertenecientes a
que yl1 Acaualla-yn Tetl iyacac se encontraba al suroeste del valle, "en el extremo oriental de la
290 ESTUDIOS DE CASO
Cholollan apunta a esta área, un llano enrnarcado por las faldas del Popoca-
tepetl y la sierra de montes bajos que se continúan del oriente al sureste del
valle (fig. IV.12).
CHOLOLLAN 4
pedrera de Nealtican, donde existió una hacienda llamada Santa María Teyeacac". Segura-
mente al mismo terreno se refiere L. Reyes García, quien en el anverso del Códice de Cholula,
en dirección sureste hacia el centro de Cholollan, descubre un topónimo logográfico que cons-
ta de un cuadrado dentro de otro; su glosa es Callocan-Cuauhtla ("Donde está el camino del
caserío al bosque"), alusiva a "un gran terreno rectangular en los términos de esta provincia";
L. Reyes García, en González-Hermosillo A. y L. Reyes García (2002 [1586]), p. 96. J. Sullivan
separa los componentes de Callocan-Cuauhtla en calli C'casa"), yoh C'cubíerto de casas"), ea
(ligatura), -n (locativo) y cuauhtla C'bosque"): o sea, "Lugar lleno de casas-En el bosque". El
mismo lugar se representa, en la parte inferior y sur del reverso del mismo documento, con un
cuadrado lleno de círculos irregulares y amarillos que, dada la información anterior, se trata-
ria de piedras. Además, una de sus esquinas termina en una punta afilada y negra, iyacac. Junto
a este topónimo, el tlacuiloque coloca una hilera de gobernantes, una situación bastante simi-
lar a la representación de yn Acaualla, yn Tetl iyacac en Cholollan 4. En contraste con la infor-
mación anterior, Muñoz Camargo (1986 [ea. 1590)), p. 100, y C. Reyes García (2000), pp. 60 Y
83, localizan el sitio a varios kilómetros al oeste de Cholollan. El primero junto a Huejotzingo,
con el nombre de Tetliyacac, y el segundo con un "lugar de hierba crecida, zacatales y malpaís"
a unos 20 km fuera de Cholollan, al suroeste de Calpan.
239 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), pp. 150, n. 3,181, n. 6b y 182-183;
L. Reyes García (1978), p. 37. Los autores ubican las relaciones cardinales gracias a las rutas
que toman los peregrinos de yn Acaualla, yn Tetl iyacac al Xiuhcalli y luego hacia Totomiucan
y Cuauhtinchan.
240 Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García (1976), p. 181, n. 6a.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 291
241 Los pequeños signos en forma de "U" o "V" que llenan los estandartes se relacionan a la
tierra. Brotherston (1995), p. 71 Y fig. 73, los encuentra también en la nieve de los volcanes
Poyauhtecatl, Matlalcueye, Iztaccihuatl y Popocatepetl en el Códice Viena, p. 39. Por lo tanto,
existe la probabilidad de que las almenas en forma de cono representen los volcanes a los
lados del valle.
242 Según McCafferty (1996a) pp. 1 Y 12 Y (2001), p. 281, algunas residencias de la elite
olmeca-xicallanca ubicadas al lado de la Gran Pirámide fueron abandonadas en la época
correspondiente a la construcción del Xiuhcalco. También lo fueron otras en San Andrés Cho-
lula, como lo proponen Olivera de V. y Reyes (1969), en McCafferty (1996a), pp. 12-13.
243 Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 144; Kirchhoff, Odena Güemes y L. Reyes García
244 Una información más amplia y detallada sobre la forma y funcionamiento de estos
mapas conceptuales o cognitivos la proporciona M. E. Smith (1973), p. 92; Kirchhoff, Odena
Güemes y L. Reyes Carda (1976), p. 181, n. 6; Leibsohn (1995), pp. 180-185; Mundy (1996) y
Boone (2000), p. 165.
245 Bernal Carda (1997). También consúltese el artículo de Eduardo de J. Douglas (2003),
p. 302, quien llega a una conclusión similar con base en su estudio del Mapa Ouinatzin [ea. 1542].
246 Las formas a las que me refiero como retoños, Robertson (1959), pp. 122 Y 186, las lla-
mó "excrecencias óseas". La gran mayoría de los investigadores de libros indígenas han segui-
do esta interpretación. En cambio, Yoneda (1981), p. 78, sugiere que podían representar plan-
tas o piedras. Recientemente, Boone (2000), pp. 49-51, observa que también pudieran
constituir "protuberancias de la tierra". En el caso de la Historia, y otros documentos, los dise-
ños curvilíneos parecen representar retoños. De todos modos, la iconografía de estos peque-
ños pero importantes detalles ameritaria un estudio aparte.
ORiGE ES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 293
CUADRO IV. 4. Relación de las pinturas de Cholollan con los puntos cardinales
en la Historia tolteca-chichimeca
Eje
principal
Punto de la Tipo de Tipo de
Pinturas cardinal pintura representación topónimo
cerro, de colores ocre y turquesa alternadas, proyectan una energía sin prece-
dentes. Como de costumbre, la rana acompaña al montículo, pero a dife-
rencia de las coincidencias anteriores esta vez muda parcialmente su gama
cromática; conserva el turquesa y las manchas azabache de siempre, pero
en el vientre el ocre es sustituido por el blanco, color premonitor de su pró-
xima y última metamorfosi en Cholollan 5. Al colocarse debajo del calme-
cactlaca chalchiuhcuechtli ("Caracol [largo] de jade"), el topónimo logográ-
fico refuerza su constante identificación con el verdiazul de las cuentas
chalchiuitl (fig. IVA [folios 26v-27r]).247Por debajo del cerro, la línea berme-
ja esta vez exuda una franja ondulada que los documentos etnohistóricos
identifican como la dentadura de la boca de la tierra. En este caso las excre-
cencias parecen derivar del endometrio de Chicomoztoc y los "dientes"
convertirse en gotas de agua debido a su coloración azul. Una diferencia
notable entre las dos cuevas-vaginas consiste en que la primera se abre y la
segunda se cierra (figs. IVA, IV.16 Y IV.18 [folios 26v-27r, 5r y 16r]). Al menos
en la Historia, ésta es una diferencia considerable entre las montañas míti-
cas y las presentes.s+s
Bajo el topónimo logográfico aparece de nuevo el manantial negruzco
247 Cuechtli ("cierto caracol largo"); Molina (1977), folio 25v. Cuextli ("estera"), Campbell
(1985), en Sullivan, comunicación personal, 2003.
248 De hecho, la gran mayoria de los topónimos de los documentos prehispánicos y colo-
niales son del tipo "cerrado".
294 ESTUDIOS DE CASO
249 Eduardo Merla, comunicación personal en 1980 con McCafferty (1996a), pp. 3-5;
(2001), pp. 285-286.
250 McCafferty (2001), p. 285.
251 La continuidad se confirma debido a que las listas siempre nombran a las diferentes
formas del manantial con el topónimo AtI yayahuacan.
252 El mismo concepto transpira al examinar las listas de topónimos compuestos. Mientras
en las tres primeras listas manantial y ríos aparecen separados, el primero en el lugar número
dos y el segundo en el lugar seis, en los dos últimos listados se encuentran uno junto al otro (cua-
dro rv.z), Adicionalmente, los ríos toman la delantera con respecto al manantial en la Lista 5.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 295
nen que en la iconografía maya los mecates representan el cordón umbilical y/o los intestinos
del dios del maíz, los cuales conectaban el cielo y la tierra.
256 Molina (1977), folios 88r y 89r. De quauitl ("árbol"), xochitl (Tlor") y quetza ("hacer
levantarse el que estaba sentado, detener al que camina, enhiestar madero, hacerlo el perro a
la perra o el caballo a la yegua").
257 La discrepancia entre la información de la Historia y el mapa que muestra el territorio
del altepetl en 1519, elaborado por González-Hermosillo A. y L. Reyes García (2002), fig. 3,
seguramente se debe a un cambio de linderos. En 1530 los terrenos más allá del cerro Cente-
pec fueron cedidos a los españoles para la instauración de la ciudad de Puebla. La Historia se
elabora al menos 15 años después y seguramente por esta razón se refiere a Centepec como el
lindero oriente. Así, el cerro de Xonacatepec, o el de Amalucan, pudieron haber establecido
el límite oriente de las tierras chololtecas en periodos anteriores.
296 ESTUDIOS DE CASO
FIGURA IV.19.Final de la Cuarta Era. Códice Ríos o Vaticano A, 3738, detalle. Valle de
México, papel europeo, ea. 1566-1589, página 46 x 29 cm. Biblioteca Apostólica
Vaticana, Roma. Ilustrado en Anders y Jansen (1988), p. 151. Reproducción autori-
zada por Akademische Druck-u. Verlagsanstalt.
miuacan y Cuauhtinchan, sus aliados y quizás sujetos desde el siglo XII has-
ta el XVI.258 Si el punto de referencia paisajístico de los tlacuiloque lo con-
forma el mismo Centepec, las barrancas de flores en Cholollan 4 coinciden
con la realidad geográfica: al oriente del centro de Cholollan y al poniente y
norte del cerro (véase también fig. IV.9.b, en donde el Atoyatl corre al orien-
te del centro del altepetl). La posición del Centepec en el oriente corrobora
el orden cardinal de cerros y pinturas de Cholollan en la Historia. 259 Por
ello, el circuito que hemos venido siguiendo junto a los líderes toltecas-chi-
Cholollan 4, la narrativa
262 De xiuitl con /i/ larga C'año, cometa") y calli ("casa"); Molina (1977), folio 11v. Nótese
265 Según Heyden (1989), p. 84, existe evidencia arqueológica de un pequeño asentamiento
267 Tanto Rojas (1581), en Acuña (1985), p. 129, como Dyckerhoff (1979), p. 200, sugieren
que el altepetl obedeció al nombre de Cholollan desde antes que llegaran los toltecas-chichi-
mecas. Sin embargo, basado en comparaciones con los códices mixtecos, R. E. L. Chadwick
(1966), p. 22 Y (1967), p_ 26, en Pasztory (1975), p. 222, propone que el altepetl olmeca-xica-
llanca pudo haberse nombrado "Lugar de la calavera". Asimismo, McCafférty (2001), p. 295,
sugiere los topónimos "Ciudad de las escaleras" o "Friso de tules".
268 Historia tolteca-chichimeca, en Kirchhoff, Odena Güernes y L. Reyes García (1976),
p. [265]).
ORÍGE ES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 299
LAS METAMORFOSISPARADIGMÁTICAS
DEL ALTEPETLDE CHOLOLLAN
269 López Austin (1994), p. 33 Y (1996a), pp. 399-401, basado en los escritos de Mircea Elia-
embargo, la Lista 3 se refiere a los eventos correspondientes a Cholollan 3, igual que la Lista 1
se refería a un paisaje anterior al de la Lista 2.
271 Éste es Ozomacouatl yneuirnollocan, de ozomatli ("mono"), eoatl ("serpiente, gemelos,
gusanos"), y ("suyo, suya"), neuimollocan (de difícil traducción, pero se acerca a "Lugar cubier-
to del nehuimolli del mono" y pudiera asociarse a sentarse en cuclillas, esponjarse y expandir-
se); Sullivan, comunicación personal, 2003. El topónimo ocurre en esta única ocasión en todo
el documento; por lo tanto y por lo pronto, una comparación viable se torna imposible. Sin
embargo, su asociación con otro único topónimo en la Historia, yn Iztac acatl ymancan ("El
lugar en donde se extienden las cañas blancas"), pudiera asociarlo con la forma de simio que
toma Quetzalcoatl en algunas representaciones y, desde luego, con la fecha de su nacimiento y
muerte l-Caña.
272 Berlin y Rendón (1947), p. 99, traducen los tres topónimos compuestos de la misma
manera. De atl ("agua"), iztac ("blanca cosa"), y (adjetivo singular posesivo de la tercera perso-
na), mantea) (pretérito agentivo de mani, "estar extendido") y-n (locativo); Molina (1977),
folios 8r, 49r y 52r, y Sullivan, comunicación personal, 2003. Según Molina (1977), folio 52r, en
náhuatl el concepto de "extendido" se refiere a cosas más anchas que altas, como un libro, un
plato o un lebrillo con agua; con las tortillas, según Sullivan.
273 De xeliui C'partirse o hendirse por medio"); Molina (1977), folio 158v y notas anteriores
Onoe describe cosas largas y tendidas sobre el suelo, como tablas, troncos, palos, plantas o
gentes sentadas en hilera; T. Sullivan (1992), pp. 239-240, n. 2. En la Historia, ellocativo verbal
300 ESTUDIOS DE CASO
que la interpretación es viable, la Historia muestra otras razones más convincentes para expli-
car la blancura del estero. Por ejemplo, la palabra cueponqui, como vimos antes, se asocia al
nacimiento (reventar como un huevo o abrirse una flor). La misma raíz se usa en la palabra
cueponticac, que siginifica "blanquear de lejos el edificio"; Molina (1977), folio 26r. O sea, las
ciudades encaladas resplandecen cuando se miran de lejos.
276 He observado que la flor de algunos tules en verdad es blanca, lo que convertiría a un
tas de topónimos similares, pero su argumento no reclamaba la solución del problema aquí
expuesto. Berlin y Rendón (1947), p. 88; Leibsohn (1993), p. 379, n. 53, y Bernal García (J 997),
p. 99, tradujeron esta lista. Aquí se actualizan algunas de esas traducciones.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 301
Náhuatl Español
las aguas azules"), yn Iztac tolin ymancan ("El lugar en donde se extienden
los tules blancos"), yn Iztac acatl ymancan ("El lugar en donde se extienden las
cañas blancas"),278 yn Iztac uexotl yhicacan ("El lugar en donde se alza el
sauce blanco") e yn Iztac axalli ymancan ("El lugar en donde se extienden las
arenas blancas del agua").279 Este paraje se distingue del correspondiente a
la Lista 3 de Cholollan en que todos sus elementos, excepto el sauce ergui-
do, se extienden, supuestamente, hacia la redonda.e''? Sorprendentemente,
el paraje blanquecino descrito en Colhuacatepec 2 se ilustra solamente en
Cholollan 1, en donde las aguas del estero son azules y el sauce se alza entre
los tules (fig. IV.I [folio 7vD. A la vez, la blancura prístina del paraje funda-
278 Los t1acuiloque de la Historia distinguen entre tallan ("tule") y acatl C'caña"). De nuevo,
281 Eliade (1971), pp. 3-4. "La naturaleza es en sí una hierofanía y las 'leyes de la naturale-
así") y naualli ("bruja [chamán]"); Molina (1977), folios 117v y 63v. Leibsohn (1993), p. 382,
n. 67, cita a Frances Kartunnen para proporcionar un significado complementario de nahual,
"hechicero o aquel que trabaja con conjuros". También traduce Nauallachtli como "Lugar don-
de está el lobo disfrazado", de nahualli, y cuetlachtli, "lobo", remitiéndose al hombre abrigado con
una piel de lobo en Colhuacatepec-Chicomoztoc 2; Leibsohn (1993), p. 379, n. 53 y p. 382, n. 67.
285 Se desconoce la etimología de la palabra náhuatl zaquan. Sin embargo, Molina (1977),
folio 15r, registra la palabra zaquantototl ("pájaro de pluma amarilla y rica"). Sahagún también
reporta un ave con este nombre entre un grupo de pájaros de "pluma muy rica y leonada":
Sahagún (1981[1569]), lII. p. 235. A través de esta lista de topónimos, el mismo cerro mítico
parece experimentar una transformación propia, de y Coliuhqui ycatcan (UEllugar donde se
alza el cerro arqueado") a y Coliuhqui tepetl ("El cerro arqueado") (cuadro IV.S).
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 303
286 De hecho, Heyden (1989), pp. 88-89, fue la primera que comparó el texto mexica con los
manantiales de la Historia y las corrientes de agua que enmarcan el mural del Patio de Tepan-
titla, Teotihuacan.
287 Aveni, Calnek y Hartung (1988), pp. 291-293, basados en Alvarado Tezozómoc (1998
[1609]), p. 63. Al punto de unión de las aguas azules y rojas, A1varado Tezozómoc (1998 [1609]),
p. 3, lo llama yninepajuhyan, palabra que el traductor del libro interpreta como "entronque".
El término es un locativo verbal que significa "su lugar de convergencia o de intersección";
traducción corroborada por Sullivan, correo electrónico, 25 de octubre de 2004.
288 Jan en (1982), pp. 217-218; Bernal García (1993), cap. V; García Zambrano (1994a).
304 ESTUDIOS DE CASO
294 El águila fue el emblema del Señor de lo Alto y el jaguar del Señor de lo Bajo; Rojas
296 La sustitución de la "Montaña de los frutos de la tierra" por una estructura arquitectó-
comparan la montaña partida del vaso cerámico con la montaña tipo Colhuacatepec-Chico-
moztoc del Códice Nuttal, p. 20. Como en la Historia, la montaña mítica del Nuttall muestra
sólo una voluta, aunque su iconografía corresponde a la montaña partida.
299 Reyes Valerio (1978) cap. XN. A su vez, otro prototipo de la escena del tambor de Mali-
nalco corresponde al mural sureste y superior del Patio de Tepantitla en Teotihuacan (véase
fig. IV.7).
300 Los prototipos de estas escenas se desplazan hacia los periodos Clásico y Preclásico de
la época prehispánica e incluyen la gran mayoría de las culturas conocidas de esa época. En
ocasiones, los dos momentos se presentan en una sola ilustración.
308 ESTUDIOS DE CASO
301 García Zambrano (1992); Bernal García (1993), cap. IV. Específicamente para Cholo-
llan, el Códice de Cho/u/a informa que al terminarse el templo de San Gabriellos chololtecas
"traen el agua"; L. Reyes García, en González-Hermosillo A. y L. Reyes García (2002 [1581]),
p. 123. Por su lado, McCafferty (2001), pp. 285 y 315, n. 3, reporta, independientemente de los
trabajos citados, que los habitantes del sitio arqueológico de Amalucan (probable lindero de
Cholula antes de 1519) durante el Periodo Formativo construyeron un canal de irrigación que
pasaba debajo de la pirámide principal, "en un esfuerzo por convertirse en altepet!". La prácti-
ca continúa hasta el presente en algunos pueblos de México; García Zambrano (2004).
302 Códice de Cho/u/a, en González-Hermosillo A. y L. Reyes García (2002 [1581 D, p. 86, fig.
23. En realidad, el "códice" consiste de un lienzo de papel amate, de 112 x 166 cm, ilustrado
por ambos lados; González-Hermosillo A., en González-Hermosillo A. y L. Reyes García
(2002), p. 49.
303 Rojas (1981), en Acuña (1985), p. 126.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 309
310 La Historia distingue tres tipos de ancestros: los más antiguos, Tezcauitzil y Tololuitzil; los
312 Leyenda de los soles, en Velásquez, Códice Chimalpopoca (1992 [1558]), pp. 119-123.
312 ESTUDIOS DE CASO
316 El fenómeno pudiera relacionarse con el momento en que en el Popol Vuh los primeros
seres humanos verdaderos empiezan a actuar como dioses, mientras los dioses empiezan a
actuar como humanos; Tedlock (1985), p. 63.
317 Gillespie (1991), pp. 336-337, basada en los estudios morfológicos e iconográficos de
varios autores, por ejemplo, Stern (1949), p. 69, YKlein (1976), p. 15.
ORÍGE ES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 313
322/bidem, p. 332. Por su lado, Schele y Freidel (1991), pp. 302-303 Y 309, sugieren que la
información asociada al juego en el área maya del Periodo Clásico apunta a una "tercera
manifestación" que los autores relacionan con la aparición de la montaña florida en la tercera
creación maya, tal como lo expone el Popal Vuh. En las mitohistorias del área maya, la trans-
314 ESTUDIOS DE CASO
324 Bernal García (2002). No deseo minimizar el carácter indefinido del territorio atravesa-
do ni el trayecto histórico durante el cual la ruta forma meandros, como se puede apreciar en
el Mapa de Cuauhtinchan 2. De cualquier forma, el resultado final es una derivación norte-sur.
325 Boone (1990). También véase Broda (1990), p. 107.
326 Aveni, Calnek y Hartung (1988), p. 302; Bernal García (1993), pp. 239-245. Por ejemplo,
la guerra entre Huitzilopochtli (el futuro sol), Coyolxauhqui y sus 399 hermanos (luna y estre-
llas del sur, en conjunto llamados centzonhuitrnahua); y después el duelo de Huitzilpopochtli
con su sobrino Copil en Tepetzinco.
327 Aveni, Calnek y Hartung (1988), pp. 302-303.
328 Berna! García (1993), pp. 289-311.
329 Dos de las versiones más conocidas del mito se encuentran en Historia de los mexicanos
y en la Historia de los mexicanos por sus pinturas; Garibay (1965), pp. 32 y 108.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 315
CHOLOLLAN 5
bajos anteriores propuse que animales como conejos, chapulines, y ahora ranas, constituyen
metáforas zoomorfas de la pelota de hule; Bernal García (1993:), p. 99.
332 J. Sullivan, comunicación personal, mayo de 2004.
316 ESTUDIOS DE CASO
pec en el folio 29v y el Chiquiuhtepec, topónimo del pueblo de Totimehuacan, en el folio 32r.
337 C. Reyes García (2000), p. 79.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 317
nización básica del altepetl mesoamericano. Las variaciones pudieran comportar sinónimos,
cognados o conceptos complementarios.
34\ La diferencia pudiera ser significativa y debe estudiarse.
342 González-Hermosillo A., en González-Hermosillo A. y L. Reyes García (2002), p. 85, opina
quela figura representa el plano de una picota, o ésta vista desde arriba. Por su lado, L. Reyes
García,en la p. 128 del mismo documento, llama al doble círculo concéntrico eoyoetli ("agujero").
318 ESTUDIOS DE CASO
FIGURA IV,24.a) Tlaloc y los cuatro puntos cardinales con el Tonalamatl. Reproduc-
ción autorizada por Akademische Druck-u. Verlagsanstalt.
FIGURA rv.za.b) Tlaloc y los cuatro puntos cardinales con los periodos de Venus.
Mixteca-Cholula, Códice Borgia. Manuscrito en forma de acordeón, pp. 28 Y27,
Periodo Posclásico, piel de animal, 10.27 cm de largo, página 26.5 x 27 cm. Biblio-
teca Apostólica Vaticana, Roma. Ilustrado en Seler (1980), III. Reproducción auto-
rizada por Akademische Druck-u. Verlagsanstalt.
con la que, según los estudios de Schroeder sobre los altepeme de Chalco,
las ciudades lograban "mudarse" de un lugar a otro.é+? Hoy día cuentan los
habitantes de Cholula que "el Señor [dios] mandó a San Gabriel [a quien,
se recordará, se dedica la iglesia al centro de la ciudad colonial y aparente-
mente toma el lugar de Ouetzalcoatl], quien descendió con la espada en la
mano y dio fuerte golpe a Tlamachihualtepetl ["Cerro fabricado a mano"],
levantando la punta del cerro artificial con la espada, la cual, al despren-
derse, fue a caer en San Pedro Atlixco [al sur de Cholula], lugar donde se
encuentra la otra parte del cerro hecho a mano". 350Si se toma en cuenta que
Muñoz Camargo reporta que Cholollan debe su nombre a las tres piedras
que saltaron del Tlachiualtepetl construido por los gigantes, la leyenda se
remontaría por lo menos al siglo XVI. El mismo Códice de Cholula contiene
una versión tan antigua como la proporcionada por Muñoz Camargo y,
a mi parecer, más ilustrativa. Empieza la historia en la esquina superior
izquierda del anverso del lienzo, en donde un corto texto informa que Cho-
lula se originó con los consabidos gigantes. Mezclando creencias prehis-
pánicas y católicas, el texto explica que al destruirse la ciudad de los "hom-
bres largos", los señores [¿olmecas-xicallancas?] "vinieron a construir la
montaña de los toltecas, el Tlachiualtepetl, con adobes y con lodo [en el
año caña]".351La narración continúa dentro de una banda blanca, a manera
de los listones de Cholollan 3, la que imita un camino sinuoso y descendente
que atraviesa una pirámide construida de adobes y pintada color turquesa
(fig. IV.2S). Significativamente, la frase sobre el listón declara y aclara que
esa pirámide no es otra que "el Tlachiualtepetl de los toltecas", aquel desba-
ratado por san Gabriel o Ouetzalcoatl en tiempos de las tinieblas. Las cua-
tro rocas, producto de la cima fragmentada, caen a los lados inferiores de
la misma, distribuidas aproximadamente en sentido cardinal: una llega al
"país chichirneca", otra al mar, una tercera a un lugar cuya identidad se
desconoce por haberse diluido la tinta del documento original, y la última a
Michiuacan.s= Texto, montaña y filacteria equiparan la función del Tla-
FIGURA IV.25. Tlachiualtepetl y sus fragmentos (detalle del Códice de Cholula, rever-
so). Chololteca, Códice de Cholula, mapa, 1586. Papel amate, 112 x 166 cm. Museo
Nacional de Antropología e Historia. Ilustrado en González-Hermosillo A. y L.
Reyes García (2002), fig. 20. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia.
J
J
FIGURA IV.26. a) Nudos de fundación. Mixteca, Rollo Selden, detalle. Oaxaca occiden-
tal, siglo XVI. Papel amate en rollo, 38 x 350 cm. Biblioteca Bodleiana, Oxford. ilus-
trado en The Selden Roll, 1955. Bodleian Library, University of Oxford, Ms. Arch.
Selden A 72 (3).
360 L. Reyes García (1979), p. 34; D. Carrasco (1992 [1982]), p. 135. Marcelo Ramírez Ruiz,
en este volumen, cap. III, reporta que un anciano del pueblo de Texupan asegura la existencia
de un manantial, río o brazo de mar que corre debajo de la iglesia y cerro del pueblo viejo (un
cerro cubierto de tepalcates), al cual se puede acceder sorteando un túnel que conecta río y
antiguo teocalli.
324 ESTUDIOS DE CASO
FIGURA IV.26. e)
Míxteca, Códice Viena. Manuscrito en
forma de acordeón, p. 38, detalle. Oaxaca oriental.
Periodo Posclásico, piel de animal. 13.5 m de largo,
página 22 x 26 cm. Nationalbibliothek, Viena. Ilus-
trado en Jansen (1982), vol. II, p. 38. Reproducción
autorizada por Maarten E. R. G. N. Jansen.
Los "huecos" seguramente se refieren a cistas de ofrendas como las encontradas en el Templo
Mayor de México-Tenochtitlan.
364 García Zambrano (1992) y (2004).
365 Su identificación se deduce por comparación entre la forma de los pétalos en las alme-
nas con el tocado del jefe del calpolli llamado Chicnauh Omitl. Éste se encuentra dentro del
rectángulo a la izquierda de yn Acaualla, yn Tetl iyacac en Cholollan 4.
366 En la Historia, este evento no se lleva a cabo en un temascal sino sobre cuatro árboles
372 De uauana ("escarbar, hacer rayas en la tierra, reglar el papel, trazar, dibujar"); Molina
374 Según la correlación de Broda (1983), cuadro 2; la más aceptable desde mi punto de vista.
375 Seler enfocó su atención particularmente a la lucha cuerpo a cuerpo o "sacrificio gla-
diatorio", como se conoce en la literatura.
376 La Historia menciona la ceremonia cuando los nonoalcas llegan a establecerse a Teoti-
tlan en el valle de Tehuacan y la ilustra dos veces más, ambas en los desplegados correspon-
dientes a la fundación de Cuauhtinchan; Historia tolteca-chichimeca, en Kirchhoff, Odena
Güemes y L. Reyes García (1976), folios 32v y 33r; Broda (1970), pp. 233-235 Y Graulich
(1999), p. 288.
377 Broda (1970), pp. 255-256.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 327
378 Byland y Pohl (1994), pp. 56, 66 Y fig. 31, comparan la montaña partida del Vaso de
Nochistlan con este topónimo. El último, según los mismos autores, se refiere al sitio del Perio-
do Clásico (300-1000 d. C.), Hua Chino C'Lugar del bulto blanco y rojo"), situado en la comar-
ca de Jaltepec. La montaña contiene, aparte de otros signos significativos discutidos por los
autores, dos flores blancas en forma de quincunce, representativas del año solar. Las flores
también la conectan con el Chalchiuhtepec de Cholollan 5.
379 Durán (1967 [1570]), pp. 95-96; Broda (1970), pp. 220 Y 264.
380 Broda (1970), pp. 255-256; Graulich (1999), pp. 291-298 Y 303-304.
381 Broda (1970), pp. 252-257; Graulich (1999), p. 289. Ouauhizatzapituli y quauhtzatzapic-
tli ("reja de madera"); Molina (1977), folio 87v. Aparentemente, en México-Tenochtitlan este
tipo de sacrificio pertenecía a la veintena de Ochpaniztli (31 de agosto a 19 de septiembre),
fiesta gemela de Tlacaxipeualiztli que celebraba a la diosa madre. Probablemente, los docu-
mentos que muestran ambas ceremonias en una escena de fundación estén amalgamando
ambas fiestas. Coincidentemente, la fiesta de la Virgen de los Remedios en Cholula se lleva a
cabo en septiembre.
382 Graulich, (1999), pp. 291-298 Y 303-304.
328 ESTUDIOS DE CASO
4-movimiento, una cruz diagonal.t= Seler afirma que en los libros mixtecos
mencionados el diagrama de la tierra (cemanahuatl)384 aparece debajo del
armazón de madera. La similitud entre las formas del cemanahuatl y el chal-
chiuitl propone una función análoga entre los dos iconos: el mundo como
flor o piedra preciosa. Ambos muestran un círculo petaloide de color azulo
verdiazul, y al centro un diagrama de la tierra fragmentado en cuatro seccio-
nes cardinales.w> uno con el cuadrado dentro del círculo y otro con el cua-
drado fuera de él. Cemanahuac conformaba una palabra alterna para de-
nominar a un huey altepetl en el centro de México, según Schroeder.ve
Documentos etnohistóricos informan que alrededor del armazón de madera
los arqueros vestían los atuendo s característicos de cinco deidades mascu-
linas, aparentemente todas representativas del sol en sus varias versiones
cardinales.w? A los varones los acompañaban cuatro deidades femeninas
que Durán asocia con las cuatro auroras, quienes, a juzgar por la identifica-
ción del fraile, representaban el cielo del amanecer. Una de esas "auroras"
era Mayahuel.wf Según Broda y Graulich, los cautivos de Tlacaxipeualiztli
morían durante el día, probablemente al amanecer, favoreciendo así la
alternancia entre la oscuridad y la claridad.w? Por su parte, D. Carrasco
sugiere que durante Tlacaxipeualiztli, la ciudad se convertía en un campo
de batalla utópico, propicio a las metamorfosis del espacio urbano y del
poder político que lo controlaría.w?
Otros de los cautivos morían sobre el temalacatl ("piedra redonda como
muela de molino"), "rasguñados" a espadazos.t?' De acuerdo con las fuen-
tes etnohistóricas, en México-Tenochtitlan la piedra circular, colocada hori-
383 Otra víctima fue el dios Xipe Totec, representante del sol. Para mayor información, los
lectores pueden consultar los trabajos de Broda, D. Carrasco, Graulich y otros investigadores
citados por ellos.
384 Taube (1983), p. 122, identifica al cemanahuatl con la tierra como espejo que humea.
Cemanahuac, cemanauatl, tlaticpac, tlalticpactli C'mundo"): Molina (1977), folio 87v.
385 Seler (1988), 1, p. 132.
386 Las confederaciones o imperios podían recibir diversos nombres en la zona del centro
de México: altepetl, tecpilaltepetl, cemanahuac a/tepetl, uey altepetl y tlahtoca/tepetl; Schroeder
(1994 [1991]), pp. xvii, 117 y 120. Esta información, sin embargo, no distingue entre un alte-
petl y un huey altepet!'
387 Tlacauepan, Huitzilopochtli, Titlauacan, el sol, Ixcozauhqui; Durán (1967), 1, p. 140;
Broda (1970), p. 254. Cuatro auroras y un viejo lobo, además de Titlacahuan Tezcatlipoca e
Ixcozauhqui, acompañaban el sacrificio gladiatorio; Graulich (1999), p. 287.
388 Graulich (1999), p. 320.
397 Caso (1963), pp. 33-34; Furst (1978), pp. 201-203; McCafferty (2001), p. 300. La liba-
ción de pulque pudiera relacionarse a los deleites y pasatiempos de los 400 mimixcoas, que
luego fueron sacrificados para hacer mover al sol; véase Torquemada, en Muller (1972),
p.148.
330 ESTUDIOS DE CASO
400 Códice Viena, p. 23, en Jansen (1982). Pictóricamente, el dios del sol mixteco parece un
405 Los reportes de las excavaciones arqueológicas en el centro de Cholula, junto a estudios
cosoTanto los años "conejo" como los días "flor" se relacionan al punto cardinal del sur, igual
que la regeneración de la tierra primordial en Colhuacatepec-Chicomoztoc 2 ocurre en la pin-
tura de Cholollan correspondiente a ese rumbo cardinal (fig. IV.3). Siete es también el número
de almenas del temascal y de las flores rojas sobre el topónimo de Cholollan 3, hecho que rela-
cionaría edificio y montaña con esta serie de eventos.
408 D. Carrasco (1995), pp. 25-26.
332 ESTUDIOS DE CASO
Cholollan 5, la narrativa
Atoyatl, lo que comprueba que la Historia está cargada de símbolos espaciales y temporales.
412 El filo de las "espadas" mesoamericanas lo formaban varias navajas de obsidiana inser-
tadas en hilera a un madero. Consúltese Graulich (1999), p. 289.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 333
lugar de estar del cerro fabricado". Le siguen "El lugar de donde cuelga el
gran barranco de flores-El lugar donde el agua es negra" y "El lugar donde
se alza el sauce blanco-El lugar en donde se extienden los juncos blancos"
(cuadro IV.2). Nótese que el topónimo principal de la ciudad, "El lugar del sal-
to del agua", se incorpora a las listas hasta el final y preside sobre el paraje
silvestre que albergaría al cerro artificial. Esto es, el altepetl de Cholollan
se instala en un paraje primordial, reacomodado de manera diferente del que
encontró Couenan cuando llegó a recoger el tule blanco, el sauce blanco.
Las siguientes dos coplas juntan primero los lugares en donde se acomodan
las montañas del norte y sus aguas oscuras, y después, el lugar donde el
sauce y el tular crecen juntos como en Colhuacatepec-Chicomoztoc 1 y Cho-
lollan 1. Por lo tanto y como se explicó atrás, el sauce llega al tular del alte-
petl tolteca-chichimeca directamente desde el primer paisaje primordial y
su representante en la tierra, Cholollan 1; a través del tular partido (de la
Lista 3) y la pintura de Cholollan 3. Sin embargo, las dos plantas nos pare-
cen muy familiares debido a que, aunque separadas, ambas o una u otra,
aparecen en cada una de las cuatro primeras pinturas de Cholollan. El tular
sólo aparece como un todo en Cholollan 1 y en la copla de la Lista 5. En los
dos casos, la información (visual y textual) enfatiza la verticalidad del sau-
ce sobre la horizontalidad del tular (fig. IV.l [folio 7v] y cuadro IV.2, Lista 5,
núms. 4 y 5).413 Así, pinturas y letanías textuales contrapuntean la informa-
ción con el fin de mostrar la transformación del territorio del altepetl. Las
pinturas exponen el levantamiento de los árboles cardinales como postes
del universo alrededor del "cornal" de Cholollan. Las listas, de acceso un
tanto más difícil, ilustran los reacomodos del paisaje primordial, acentuan-
do la verticalidad del árbol central en la Lista 5.
A diferencia de las tres primeras coplas, las dos siguientes agrupan
parajes relacionados a tres tipos de aves, asociadas éstas a un sitio rico en
algas acuáticas: "El lugar de estar en pie el pájaro quetzal-El lugar de
comer del águila blanca" y "El lugar de rascarse o desplumarse la codorniz
blanca-El lugar en el que están tendidas las algas acuáticas'v'!+ Lo único
que puede decirse de estos cuatro lugares en este momento es que el águila
representaba al sol y la codorniz su principal ofrenda. La siguiente y sexta
copla difiere de las anteriores en que incorpora a dos aspectos que transi-
tan entre el elemento paisajístico y el arquitectónico: un cerro mitad natu-
ral y mitad pirámide, y un sendero o calzada, ambos ilustrados en Cholo-
llan 1 (fig. IV.l [folio 7vJ): "Lugar de la escalera de piedra-Lugar de tres
collares".41SLa séptima y última copla parece vincular a los dirigentes (cal-
mecatlacas) del altepetl con el edificio en donde se educaban (Calmecac):
"El lugar de los ancestros [o del linaje de la culebra]-En la casa del meca-
te/linaje". En la Lista 5, el tular ocupa el lugar estratégico que separa las
aguas oscuras del norte y el pasado del grupo de aves y los elementos urba-
nos y socioculturales del altepetl. La copla, geográfica y urbana, sociopolíti-
ea y religiosa, poética y plástica, constituye la forma básica de la composi-
ción de cantares, discursos y pictografías en Mesoamérica. Visualmente, la
copla literaria se manifiesta en la voluta doble que remata la montaña par-
tida. La voluta doble amalgama el paraje habitado por las deidades y los
elementos culturales inventados por los humanos, originando los emblemas
fundacionales de las ciudades mesoamericanas.v'> En la Historia, los tla-
cuiloque sitúan la escena fundacional del altepetl colonial debajo de la sec-
ción en que el texto narra cómo los tepilhuan-chichimecas empiezan a bal-
bucear sus primeras palabras en náhuatl.
Al organizarse en coplas, el altepetl de Cholollan llega a la etapa final
de un largo y complejo proceso de transformación originado en Colhuaca-
tepec-Chicomoztoc 1. El más simple de ellos sigue la circunvalación perifé-
rica contraria a las manecillas del reloj, de norte a oriente. Desde el norte,
los toltecas-chichimecas vislumbran, en primer lugar, los elementos princi-
pales de una ciudad, la geografía representada por yn atl, yn tepetl, junto a
las partes básicas del paraje primordial, yn Iztac tollin, yn Iztac uexotl; y en un
segundo momento observan los integrantes indispensables del paisaje urba-
no, el cual incluye componentes naturales, arquitectónicos y socioculturales.
Desde el poniente, los tlacuiloque enfatizan la vida y muerte de la ciudad
olmeca-xicallanca, la primera en la organización política del altepetl y la se-
gunda en el sauce desarraigado del tular. Desde el sur, tular, sauce y temas-
cal juntos producen la hierofanía con la cueva de Chicomoztoc y la parti-
ción del paraje primordial (cuadro IV.3). Al arribar al oriente observamos el
nacimiento de la nueva ciudad y desde el centro la imbricación, por medio
del ritual, de los parajes míticos con los paisajes geográficos y la gente del
415 Temamatlac y Ecoztlan; la primera traducción fue corroborada por J. Sullivan, la segun-
Topónimos y
párrafos en
donde se Puntos TIpo de
Pinturas encuentran cardinales entorno físico
dades y los humanos, y los altepeme ancestral es con los altepeme del pre-
sente.s!? y el eje poniente-oriente emula la eclíptica solar, mientras las rela-
ciones humanas e históricas predominan. Por ejemplo, la ciudad vieja de
los olmecas-xicallancas muere en el oeste con el astro solar y la nueva de los
toltecas-chichimecas nace con el sol que despunta en el oriente (cuadros IV4
y IV.6). Atados al centro, los ejes sujetan cada una de las esquinas de la ciu-
dad a los puntos cardinales, pero los mismos cordeles la siguen girando
como si fuera un trompo, razón por la cual la estabilidad lograda rápi-
damente se torna dinámica y efímera. El frágil equilibrio se refleja en la
primera copla de la Lista 5, en donde Cholollan, la ciudad recién reorgani-
zada, se sostiene en los componentes del paraje prístino de Tlachiualtepetl
ycatcan, presto a retomar su forma de agua y montaña y separar al sauce
del tular. El pivote principal siempre es el tular, pletórico de vida aun en los de-
siertos del norte de Mesoamérica.
CONCLUSIONES
417 Fue probablemente por esta razón que los mexicas nombraron "Calzada de los muertos"
al eje norte-sur de la ciudad de Teotihuacan. Otra interpretación la ofrece Annabeth Headrick
(1999), quien propone que el apelativo se debió a la gran cantidad de bultos mortuorios
encontrados en la ciudad.
ORÍGENES Y METAMORFOSIS DEL ALTEPETL DE CHOLULA 337
tipo de culturas, la conformación del territorio del altepetl fue una condi-
ción indispensable a la supervivencia del pueblo como gente y como terri-
torio. El estudio de la concepción del espacio mesoamericano, los procedi-
mientos que atraviesa para configurarse plenamente en un altepetl, y los
rituales que lo mantienen vivo, requieren de un mayor conocimiento de
dicha concepción y de la función del territorio y los espacios que conforman
la ciudad mesoamericana. Por tanto, el tópico también requiere de adicio-
nales y variadas investigaciones que, aunadas a las pasadas y presentes,
contribuyan a dilucidar los procesos simbólicos y materiales que dieron
vida a un complejo urbano que merece un sitial privilegiado en la historia
de México y en la historia universal del urbanismo.
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V. ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL
MARCELO
RAMÍREZ
RUIZ
nimia mixteca del siglo XVI es diferente a la de la actualidad. En este capítulo se escribirán los
nombres como aparecen en las fuentes documentales novohispanas, pero también como se
escriben en la actualidad. En el caso de Tejupan, sólo se utilizará la "X" cuando se cite este
nombre en fuentes coloniales.
350
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN:LUGAR DEL AZUL 351
cas del ex distrito de Tepozcolula que colindan con los municipios chochol-
tecos del ex distrito de Coixtlahuaca.! Esta franja limítrofe ha sido conflic-
tiva desde antes de 1520 y hasta nuestros días, pues ha avanzado y ha retro-
cedido en una y otra dirección, según la capacidad de expansión que han
tenido estas poblaciones colindantes. A la llegada de los españoles a la
región en los años veinte del siglo XVI,4 Tamazulapan y Tejupan estaban
dominados por el reino de Coixtlahuaca e incluso se hallaban avecindados
en sus territorios algunos barrios de población chocholteca. La citada rela-
ción de 1579 dice que los de Tejupan "traían guerra con un SEÑOR CHOCHÓN
advenedizo, el cual los sujetó". También dice que "en este pueblo hablan
dos lenguas los indios: mixteca y chocholteca. La más general es la mixteca,
y [en ella] llámase el d[ic]ho pueblo de Texupa Ñuundá, q[ue] quiere decir, en
la lengua castellana, "tierra azul", y, en mexicano, 'Iexupa't> Antonio de los
Reyes anotó la misma información en su Arte en lengua mixteca de 1593,pues
dice que en Tejupan, Tamazulapan y otros pueblos de la región se hablaba
principalmente el mixteco (similar al de Tepozcolula) y también el chocho.v
Después de la Conquista española, el sometimiento de Tejupan a Coixtla-
huaca cesó y este pueblo recuperó su dominio territorial hasta las cumbres
montañosas del norte y noreste que lo separaban del reino chocholteco; sin
embargo, hasta ahora el deslinde territorial no ha sido resuelto con claridad."
principios de 1520. En septiembre del mismo año se entrega Coixtlahuaca a Cortés. Los ejérci-
tos de Orozco y Alvarado pasaron por la Mixteca en 1521 y 1522. Gerhard (1986), p. 294; Dahl-
gren (J 990 [1954]), pp. 69-7I.
5 Acuña (1984), Antequera, "Relación de Texupa", t. II, pp. 220-22I.
6 Reyes (1959 [1593], p. iii; Byland (1980), p. 119.
7 La frontera del reino chocholteco de Coixtlahuaca con los pueblos mixtecos del valle de
352 ESTUDIOS DE CASO
9 Ibidem, vol. III, folio 7v. Las fuentes que registran la toma de Coixtlahuca por los me-
xicanos son las siguientes: a) Códice Chimalpopoca (5-tochtli, 1458); b) Anales de Tlatelolco
(5-tochtli, 1458); e) Historia de los mexicanos por sus pinturas (año 139, 1461); d) Monarquía
indiana, de Torquemada (1455), y e) Códice en Cruz (5-tochtli, 1458). Kelly y Palerm (1952),
p.269.
10 Durán (1995 [1867]), p. 238; Rincón (1999), pp. 344-347; Dahlgren (1990 [1954]), p. 74.
11 Berdan (1992), vol. 11,pp. 16-17, Yvol. 111,folio 7v. Durán dice que una vez vencidos los
de Coixtlahuaca se obligaron a entregar a los mexicanos como tributo "mantas de a diez bra-
zas, fardos de chile y fardos de algodón y sal de la mar y diversos géneros de colores para teñir
y pintar". Durán 1995 [1867]), p. 241.
12 Berdan (1992), vol. III, folios 14v-16v; Kelly y Palerm (1952), pp. 277-278 Y 304-308;
•Teotitlán
del Camino
.TEJUPAN
TorwlCpec.
TeposcoTula
•
• T1axiaco
Coquila
•
Huajolotitlan
~1IC01k1.
Atlatlaucae
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SANTI~O
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....} ; • ~ TULANCrNGO
Río Tejupan
FIGURA V.2. Mapa del municipio de Tejupan y los municipios circunvecinos. Elabo-
rado a partir de García García, s. f., p. 23.
EL -uu
19 Reyes (1959 [1593]), p. II; Burgoa (1997 [1674]), segunda parte, t. I. cap. XXIII, folios
24Ibidem, folio 153v. Ñayevui es "persona". Alvarado (1962 [1593]), folio 166v.
25 Según el mismo autor, el ñuu mixteco era equivalente al altepetl del México central.
Terraciano (1994), p. 237.
26 Terraciano (1994), pp. 250-253 Y 548.
35 Byland (1980). La investigación del autor fue realizada de enero de 1977 a enero de
1978,bajo los auspicios oficiales del INAH y la observación de Marcus Winter. Antes de iniciar
esta investigación en el valle de Tarnazulapan, Byland ya había colaborado con Blanton y el
propio Winter en las excavaciones de Monte A1bán (1972-1973). La elección del área de traba-
jo de Byland fue sugerida por Roland Spores en el transcurso de un intercambio personal que
tuvieron entre 1974 y 1975. El financiamiento provino de la Wenner-Green Foundation for
Antropology Research y la Hill Fund of The Pennsylvania State University. Byland (1980),
pp.IX-X.
36 Los municipios contemporáneos a los cuales corresponden las áreas arqueológicas de
lascinco poblaciones históricas mencionadas son los siguientes: Santiago Tejupan. Tamazula-
pan del Progreso, Santiago Teotongo, Trinidad Vista Hermosa, San Antonio Acutla, San Juan
Tepozcolula, San Pedro Nopala y San Miguel Tulancingo. El autor tuvo el propósito inicial de
incluir el valle de San Pedro y San Pablo Tepozcolula en su investigación, pero luego lo des-
cartópara lograr más precisión y profundidad en su análisis.
37 Byland (1980), pp. 10-22.
360 ESTUDIOS DE CASO
del valle); su densidad fue de 28.4 personas por km-, El total estimado para
el valle es de 4 500 habitantes. La cultura mixteca emerge en este periodo
como una cultura separada de otras en el contexto regional y mesoamericano.
d) Cuarta fase ("Ramos"): 200 a.e. a 200 d.e. Se sabe poco de esta fase,
pero se supone que la situación del pueblo viejo fue de estabilidad y pocos
cambios.
e) Quinta fase ("Las Flores"): 200 a 700 d.C. La población total estimada
del valle en este periodo es de 5 900 habitantes, de los cuales 71% se en-
cuentra en el área de Tejupan. El pueblo viejo de Tejupan reunió unos 1050
habitantes en un área de 48 haectáreas. Fue el centro de un Estado organi-
zado y tuvo durante este periodo el control político de todo el valle de Tama-
zulapan; sin embargo, su arquitectura monumental fue de menor impor-
tancia que la de Yatachío y Yucuchicano. Este periodo de organización y
grandeza de Tejupan coincidió con la etapa de los centros urbanos de Meso-
américa, caracterizada por la existencia de ciudades con miles de habitan-
tes, una arquitectura monumental, el desarrollo de la escritura, la jerarquía
de los asentamientos y la diferenciación social.s? La densidad de población
en el área de Tejupan fue de 37.7 habitantes por krn-: en el área de Tamazu-
lapan de 8.3 habitantes por km-. El origen de los linajes gobernantes de la
Mixteca -sobre todo en el caso de Tilantongo- ha podido rastrearse hasta
los últimos años de este periodo.s!
f) Sexta fase ("Natividad Temprano"): 700 a 1000 o 1100 d.C. La pobla-
ción del pueblo viejo de Tejupan se redujo a 580 habitantes, distribuidos en
un área de 28 hectáreas. En este periodo emergieron otros dos sitios que ya
estaban poblados: Yucuchicano y Yucucano-Yucuchico. En el área de Teju-
pan habitó 71% de la población del valle; su densidad calculada es de 46.8
habitantes por krn-. En el área de Tamazulapan la densidad fue de 22.2
habitantes por km-.
g) Séptima fase ("Natividad Tardío"): 1000 o 1100 a 1520 d.e. Ésta es la
fase arqueológica de la cual Byland encontró más información. La pobla-
ción total del valle a la llegada de los españoles fue estimada en 19805 habi-
tantes, de los cuales 55% (lO 870 habitantes) se distribuyeron en el área de
Tejupan (el mínimo calculado fue de 7 116 habitantes; el máximo de 14612
habitantes). La densidad de población en el área de Tejupan fue de 116.9 ha-
bitantes/km-. (Byland comenta en este apartado la enorme diferencia entre
el cálculo demográfico expuesto a partir de su investigación arqueológica y
40 Winter (1986), p. 12l.
41 Dahlgren (1990 [1954]), pp. 85-90.
362 ESTUDIOS DE CASO
da por la "Relación de Texupa" de 1579, en la cual se dice que antes de la Conquista Tejupan
tenía 12000 habitantes. Los autores dedujeron que tal cantidad se refería a cabezas de familia
o tributarios y la multiplicaron por 4.5, suponiendo que ése era el número promedio de indio
viduos en una familia. El resultado es de 54 000 habitantes, como ya se dijo. En el cálculo de
Cook y Borah, el área municipal de Tejupan es de 71.45 km2 En tal caso, dice Byland, habría
750 habitantes por km-. También Paddock señaló la diferencia entre los cálculos arqueológi-
cos y las estimaciones de Borah y Cook en el poblamiento del valle de Tamazulapan. Acuña
(1984), Antequera, "Relación de Texupa", t. II, p. 221; Borah y Cook (1977 [1968]), p. 71; Byland
(1980), pp. 92 y 159-160; Paddock (1953).
43 Byland (1980), pp. 120-178 y 317-323.
ÑUU DAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 363
ñuu canu yucunduta (pueblo grande), tayu toñine, tayu nann y yuhuita-
yo_48Una de las voces Ñudzahui que aparece en la traducción de "pueblo"y
de "ciudad" es yucunduta, donde yucu es "cerro" y duta es "agua". El signi-
ficado de yucunduta es similar al de altepetl, pues si bien denomina "cerro-
agua", también fue utilizado en la traducción de "pueblo" y "ciudad". El uso
de este término fue mayor precisamente en el área de transición de la Mix-
teca Baja a la Alta, que es donde se encuentra Tejupan. Al igual que ñuu,
también yucu aparece en los nombres de los pueblos de la Mixteca y en la
toponimia de la región.e?
La territorialidad jeráquica que implantaron los españoles no era equi-
valente a la territorialidad del sistema yuhuitayo-ñuu-siqui, pero tomaron
en cuenta el tamaño de los asentamientos y convirtieron en cabeceras a los
más grandes, como ya se ha dicho. Esta reorganización territorial también
se vio fortalecida porque fueron congregadas en la población cabecera las
familias sobrevivientes de aquellos pueblos sujetos y estancias que registra-
ron la mayor mortandad durante el siglo XVI. El resultado fue que la con-
centración de la población y su asentamiento en trazas modificó la organi-
zación tradicional, pero siguieron funcionando aproximadamente las
mismas reglas en la sucesión de los linajes, como puede apreciarse en la
documentación resguardada en el Archivo General de la Nación de México
sobre los cacicazgos de la Mixteca.w Si bien cada yuhuitayu, ñuu y siqui
eran patrones de asentamiento y estructuras socioeconómicas, también eran
linajes gobernantes cuyas reglas de sucesión agregaban o desagrega-
ban entidades políticas. Así, la definición colonial de cada sistema cabece-
ra-barrios-sujetos como unidad administrativa, política, económica, demo-
gráfica, religiosa y territorial contrastó con las asociaciones de los linajes
Ñudzahui que integraban distintos ñuu, aunque no estuvieran asentados en
contigüidad territorial ni formaran parte de la misma jerarquía admini~-
48lbidem, folio 63v. Además de definir yuhuitayo como "ciudad", Alvarado también trasla-
dó este término al castellano en palabras como "provincia" (tayu), "cabecera de pueblo" (sacaa
tayu), "asiento" (tayu) y "pueblo" (yuhuitayo).lbidem, folios 63v, 174v, 40r, 28 y 174v.Terracia-
no (1994), pp. 244 Y 343.
49 Por ejemplo en Ñuuyucucoo: "En el cerro de la serpiente" (Coatepec); Yucuñaña: "CelTO del
raposo" (Coyotepec); Yucundaa: "Cerro de ichtli" (Tepozcolollan); Yucuquesi: "En el cerro que-
mado" ( Tlatlaltepec); Yucucuihi: "En el cerro precioso" (Tlazoltepec); Yucutnoo: "En el cerro
negro" (Tliltepec); Yucudzaa: "CerTOde pájaros" (Tototepec). Jiménez Moreno (1962), pp. 87-98.
so Sobre cacicazgos en la Mixteca, véanse Byland (1908), p. 26; Dahlgren (1966), pp. 155-
157; Spores (1967), pp. 110-188. María de la Cruz Paillés publicó varios expedientes sobrelos
cacicazgos de Yanhuitlan, Cuyotepexi, Tepenene, Tonalá, Tlacotepec y Huajuapan. Paillés
(l993a) y (l993b).
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 365
correspondiente al año siguiente dice así: "En este 'año de 1551 vino a vivir en este pue-
blo como Vicario de la Vicaría que se fundó, Alonso Maldonado, clérigo". Para este recibí-
miento se compraron ocho trompetas, la cuales fueron a traer a México varias personas. Entre
el costo de las trompetas y la comida de quienes fueron por ellas se gastaron 120 pesos.Es
probable que Alonso Maldonado estuvo en Tejupan hasta 1554, cuando llegó el nuevo vicario
Francisco de Zárate, como está anotado en la página 11 del mismo códice. León (1933), pp.1,
3, 11, 19 bis, 20 bis y 27 bis.
53 La primera anotación del Códice Sierra correspondiente a 1550 dice lo siguiente: "Cinco
pesos por los ordenamientos o nombramientos de alcaldes y alguaciles y también para gasto
de la comida de los nativos que fueron por ellos". Se refiere al viaje realizado a la ciudadde
México por algunos enviados para obtener los nombramientos expedidos por la Real Audien-
cia de la ciudad de México de los cargos de alcaldes y alguaciales de Tejupan, los cuales dura-
ban un año. Es probable que la primera elección se hubiera realizado un poco antes de 1550,
con los cargos anotados de alcaldes y alguaciles. Con el paso de los años se fueron agregandoa
la república otros cargos, de modo tal que en el registro de 1559 se anota lo siguiente: "Ciento
treinta pesos ministrados al Gobernador, Alcaldes, Regidores, Alguaciles, Fiscales y Mayordo-
mos, por mandamiento del Señor Virrey". León (1933), pp. 1, 19 bis, 26 Y30 bis. En Tepozcolu-
la existen registros del nombramiento de alguaciles desde 1542. Spores (1992), p.!.
54 Los 20 pesos gastados en la fiesta de Santiago Apóstol hacen menos de la tercera parte
que lo gastado por la comunidad de Tejupan en la fiesta anual de Santa Catalina. León (1933),
pp. 39 Y39 bis.
UUNDAÁ-TEXUPAN:LUGAR DEL AZUL 367
mientras se hacía la traza. Es posible que la población del Pueblo Viejo per-
maneciera en Santa Catarina hasta que se trasladó a la traza actual en
1563,lo cual coincidiría con dos circunstancias: la salida del clérigo Fran-
cisco de Zárate, quien estaba a cargo de la iglesia en Santa Catalina o Santa
Catarina; y la llegada de los dominicos para fundar una doctrina-convento
bajo la advocación de Santiago Apóstol.s> De ser así, el Códice Sierra habría
documentado entre 1550 y 1564 lo que llamaré la "etapa del altepetl Santa
Catalina Texupan", y ya no habría registrado la "etapa del altepetl Santiago
Texupan". Es probable, como veremos, que la traza y la congregación que-
daran hechas en ese año, y que a partir de entonces se iniciara la construc-
ción del monasterio al que se refiere la relación de 1579, en el cual había
dos religiosos en ese momento. 56
Por otra parte, también es importante señalar que en Santa Catarina o
Santa Catalina Texupan residió la cacica del altepetl, llamada en el Códice
Sierra "Señora Doña Catalina". Esta mujer es la misma que en el expedien-
te del cacicazgo que veremos enseguida se nombra Ychique Yatonatlesuchi
y, después de su bautizo, Cathalina de Zárate. El nombre y el apellido que
tomó la cacica coinciden con el nombre de la santa patrona del pueblo y
con el apellido de Francisco de Zárate, quien llegó a atender la doctrina de
Tejupan en 1554, en sustitución de Francisco Maldonado. Lo más probable
es que esta coincidencia no fuera casual, sino una asociación buscada con
el propósito de identificarse con el ejercicio del poder, de la misma manera
ss Es en la página 60 del Códice Sierra en donde está anotado que despidieron al clérigo
Francisco de Zárate porque concluyó su estancia en el pueblo, ya partir de entonces empezó a
administrar la doctrina el fraile dominico Francisco de Espinoza, quien ya se encontraba
como vicario en Tamazulapan. León (1933), pp. 60 y 61 bis. La primera doctrina de los domi-
nicos en la Mixteca fue organizada en Yanhuitlan (1529). Luego se agregaron clérigos secula-
res en Tlaxiaco (1540), Yanhuitlan (1541-1546), Achiutla (1550) y en Santa Catarina Texupa
(1551),como se ha dicho. Posteriormente regresaron los dominicos a fundar nuevas doctrinas
en San Pedro Tepozcolula (1538), San Juan Cuestlaguaca (1544), Asunción Tlaxiaco (1548) y
Yanhuitlan (otra vez en 1547); después fundaron conventos-doctrinas entre 1556-1557 en San
MiguelAchiutla, Santa María (Natividad) Tamazulapa y Magdalena Patlaguistlaguaca. En este
contexto fue fundada la doctrina dominica de Tejupan (1563) bajo la advocación de Santiago
Apóstol.Gerhard (1986), pp. 295-296.
S6 Acuña (1984), Antequera, "Relación de Texupa", t. II, p. 220. En un documento fechado el
18de diciembre de 1563, el virrey Luis de Velasco concedió a los naturales de Tejupan su soli-
citud de aposentar a los religiosos que llegaron a residir al pueblo en las "casas de la comuni-
dad",que era donde solía realizarse la audiencia de los alcaldes de la república, porque enton-
ces no podían construirles una casa especial. AG ,mercedes, (primera parte), exp. 227, citado
en Spores (1992), pp. 45-46. Este dato es el que me lleva a suponer que en 1563 el convento aún
noestaba construido.
368 ESTUDIOS DE CASO
en que lo hicieron otros caciques de la Mixteca con santos y santas, con los
religiosos y también con los corregidores, alcaldes, virreyes y hasta reyes
españoles.
b) Suma de visitas. Fue escrita por un autor anónimo en 1548. La des-
cripción de Tejupan sólo es de un párrafo, pero proporciona datos impor-
tantes sobre los pueblos dependientes de la cabecera. El original de este
documento se encuentra en la Biblioteca de la Real Academia de Historia
de Madrid. La edición disponible es la de Francisco del Paso y Troncoso.v
e] Relación de Texupa (20 de octubre de 1579). La relación fue ela-
borada como respuesta al cuestionario de 1577 diseñado por Juan López
de Velasco. Esta relación es muy breve, pero su importancia reside en que
fue acompañada de una pintura elaborada por algún tlacuilo mixteco. Mide
56 x 41 cm. Está hecho sobre dos hojas de papel europeo empalmadas, de
modo tal que debe leerse en una sola posición, en formato vertical, conla
parte de arriba dirigida al oriente. La relación la hizo el corregidor Diego
de Avendaño en compañía de los frailes Antonio de la Serna y Pascual de
la Anunciación. El original de este documento también se encuentra en la
Biblioteca de la Real Academia de Historia de Madrid, junto con su mapa.
Para este análisis se ha consultado la edición de René Acuña.w
d) Relación de Santiago Tejupan (20 de agosto de 1777). Esta relación
forma parte de una serie de respuestas que los párrrocos de la diócesis de Oa-
xaca escribieron al cuestionario de 62 puntos diseñado por Antonio de
Ulluoa, a partir de una instrucción que recibió de José de Gálvez en 1776.La
"Relación de Santiago Tejupan" fue elaborada por el bachiller Carrizosa.
En ella se describe de una manera breve y superficial el paisaje de Tejupan.
La edición es de Manuel Esparza.>?
e) Títulos y mercedes del cacicazgo. La documentación colonial del caci-
cazgo de la actual Villa Santiago Tejupan inicia en 1572 y llega hasta 1756.
Esta documentación fue conocida como Títulos y mercedes del cacicazgo, y
tuvo como fines tanto la demostración de los derechos de la herencia por
sucesión como la descripción de las tierras y bienes que incluía. La primera
donación oficial del cacicazgo registrada en el expediente es la que concedió
el virrey Martín Enríquez a Gregorio de Lara, descendiente del antiguo linaje
de los tlatoque de Tejupan, el 30 de octubre de 1572.60 La última fecha que
61 Agradezco a Sebastian van Doesburg el haberme facilitado una copia de este documento
y su versión transcrita del mismo.
62 Bailey (1963) y (1973-1974).
El pueblo de Texupaestá en un llano, entre dos cerros. Por la parte del ponien-
te está más abierto, que es la parte [por] donde le baña el sol de la tarde. El un
cerro está más cerca del pueblo, q[ue] no el otro. Llámase el un cerro, en lengua
mexicana, Comaltepeque y, el otro cerro, Miagualtepeque, asimismo en len-
gua mexicana. Tiene una vega, desde donde está el pueblo poblado a la parte
del poniente, q[ue] tendrá una legua buena de largo y, de ancho, un cuarto,
poco más o menos. Nacen, arriba del pueblo, dos arroyos pequeños: el uno va
65 Smith (1973); Spores (1967); Terraciano (1994); Wake y Stokes (1997), pp. 233-241.
66 La cita completa es la siguiente: "Este pueblo está asentado en una ladera al pie de una
sierra alta; tiene por sugetos el barrio de Agueguetlan y Capultongo y Petalcingo y Acala y Cal-
tepetongo, Macatlan, y en todos ay mil, y diez y siete personas: dan cada un año ciento y
ochenta y tres pesos de oro en polvo; es tierra fragosa y en parte llana, alcanca monte, danse
bien todas las frutas y semillas de la tierra y de Castilla, cogese mucha seda. Es tierra fria y
sana; esta de México cinquenta y cuatro leguas y de los Angeles treinta y dos y de Guaxaca
veinte: confina con Tarnaculapa y Tapazcolula y Cuestlavaca". Paso y Troncoso (1905), "Suma
de visitas", t. I, p. 249.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN:LUGAR DEL AZUL 371
por medio del pueblo y, el otro, por el lado de la parte del norte. Júntanse a la
salida del pueblo y, juntos, van por la vega abajo.s?
67 Acuña (1984), Antequera, "Relación de Texupa". t. II, pp. 219-220. Es interesante contras-
tar las descripciones de la Suma de visitas de 1548 y de la "Relación de Texupa" de 1579 con la
que hizo en 1777 el bachiller Carrizosa para apreciar las diferencias en las percepciones del
paisaje entre el contexto de la segunda mitad del siglo XVI y la segunda mitad del siglo XVIII.
Leamos a continuación lo que escribió Carrizosa: "Esta cabecera se halla en un llano, guarne-
cida de montañas, de este modo la que se ofrece al Sur, es elevada y áspera, más de legua de
bajada; comienza desde el pueblo de San Juan sujeto a Tepozcolula su recinto, y finaliza en
Tamazulapa su punta en el Occidente; comienza en su vecindad hacia el Norte una montaña
muy humilde que principia su punta al Occidente para el Oriente, prosiguiendo de mucho
adelante, estas dos montañas hacen labor dejando libre el llano que fabricó la mano divina, en
partes ancho como media legua, en algunas más el que compone las dichas dos leguas de
Tamazulapa; en dicha montaña humilde que tengo al Norte se hallan los tres pueblos mencio-
nados, Santiago Teotongo, San Antonio y San Miguel Teslancingo, sujetos al citado Tamazula-
pa". Carrizosa (1994), p. 315.
372 ESTUDIOS DE CASO
18. Qué tan lejos o cerca está de alguna sierra o cordillera señalada que
esté cerca dél, y a qué parte le cae y cómo se llama.
19. El río o ríos principales que pasaren por cerca, y qué tanto apartados dél
ya qué parte, y qué tan caudalosos son; y si hubiere qué saber, alguna cosa nota-
ble de sus nacimientos, aguas, huertas y aprovechamientos de sus riberas, y si
hay en ellas, o podrían haber, algunos regadíos que fuesen de importancia.s"
de la relación, pues los ríos, los valles y las montañas de su pintura apare-
cen como el soporte de planos simbólicos en que se integraron a las anti-
guas tradiciones mixtecas los significados del colonialismo cristiano. Mien-
tras en la geografía del cosmógrafo se procuró una descripción detallada de
la naturaleza y sus recursos, en la "geografía" del tlacuilo se aprecia la
representación de un simbolismo que integró lo natural a lo sobrenatural,
como se expone a continuación.
69 Una glosa colocada en el mapa al pie de uno de los cerros del norte dice "comaltepeque",
que significa Cerro del Camal; sin embargo, en la tradición oral de los habitantes de Tejupan
tal cerro se encuentra en el SUl~ ¿Cómo explicar esta diferencia? Lo más probable es que las
glosas no fueran hechas por el mismo tlacuilo, sino por algún español, quizás el corregidor o
los frailes. En tal caso, para explicar este error sólo se puede decir por ahora que el glosistase
equivocó de lado al escribir comaltepeque. Por otra parte, en lo que se refiere al cerro miagual.
tepeque citado en la relación, no he logrado identificar cuál es ese cerro en el paisaje actual de
Tejupan ni en qué parte del mapa esté representado; sin embargo, es probable que se trate
de Yucu ayuhu.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 375
Yucu cm cuini
~~.~lgada)
Yucu
ndahasitna
(Cerro de su
Mano de la Abuela)
ahora sólo se dirá que Yu yusaa y Chocani son dos de las actuales ayudantías
del municipio de Tejupan. En lo que se refiere a Yucu ayuhu y Yucu chi
canu, se encuentran despoblados.
A continuación se analizan por separado Yucu ayuhu, Pueblo Viejo, la
traza y sus barrios, y los pueblos sujetos de Tejupan, con el fin de apreciar
las relaciones entre la tradición oral, el mapa y la documentación colonial.
Yucu ayuhu
Esta montaña destaca en la pintura por su tamaño (fig. V6); está dividida
en tres niveles marcados con muros hechos con dos hiladas de piedra blan-
ca cada uno. Estos niveles fueron interpretados por Joyce Waddell como
murallas de defensa, pero más probablemente se trató del perímetro de tres
terrazas labradas sobre el cerro. La división superior tiene incrustadas cin-
co flechas que tal vez indican el ritual de fundación de la comunidad. En
esa concavidad superior del cerro están dibujados rostros humanos, en per-
fil y en perspectiva, cada uno sonriendo; en el primer plano se ven cuatro
rostros (de los cuales el más grande es el de la derecha y el más pequeño el
376 ESTUDIOS DE CASO
FIGURA
V.6. Yucuayuhu. Fotografía del autor.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 377
gentes cuando pasaban de noche". Para evitar que al pueblo desciendan los
espantos fueron puestas dos cruces, una en el Cerro de la Cruz y otra en la
cumbre de Yucu ayuhu. De acuerdo con las exploraciones arqueológicas de
Byland, éste fue el asiento de uno de los pueblos de Tejupan, el cual tal vez
fue congregado en la cabecera, como se explicará más adelante.
Ñuundaá-Pueblo Viejo
J1 7
Cada poblado de alguna importancia tenía su propio ídolo del lugar, el cual era
la máxima deidad. Aunque a veces fueron varios los dioses principales, como
en el caso de Yanhuitlan, debe creerse que uno de ellos fue de mayor importan-
cia que el resto. Como ya indicamos, tales ídolos de lugar diferían aparente-
mente de pueblo en pueblo en cuanto su nombre, forma y culto; pero generali-
zando se podría decir que llevaban nombres calendáricos, eran antropomorfos
y hecho de piedra verde en un tamaño más bien reducido.P
tli, es azul claro, el "color del cielo.?+ El nombre de Texupan está derivado
entonces de texu(tli) y -pan, "sobre lo azul"75 o "lugar del azul". Wigberto
Jiménez planteó que Texupan proviene de Te-xoc-pan, que significa "en [o
sobre] la piedra azul".76 Esta definición corresponde de manera literal al
topograma de Tejupan que aparece dibujado en la página 43 del Códice
Mendocino , pues es la huella de un pie sobre un óvalo azul?? (fig. V.8. a).
- uundaá, en mixteco, tiene el mismo significado que la palabra nahua,
como ya se ha dicho. Ñuu significa tierra, lugar o pueblo; daá es azul. Así se
forma Ñuundaá, "Tierra azul" o "Lugar del azul".78 De acuerdo con el Voca-
bulario en lengua mixteca de Francisco de Alvarado, en mixteco azul se dice
sa ndaa o ñuhundaa. Para Antonio de los Reyes es simplemente daaJ? El
significado de - uundaá corresponde al topograma de Tejupan representa-
do en el Códice Sierra y en el mapa anexado a la "Relación de Texupa" de
1579 (fig. V.8. b).
En el Códice Sierra, elaborado en el mismo pueblo de Tejupan para
registrar los gastos de la comunidad entre los años 1550 y 1564, como se
explicó en el segundo apartado de este capítulo, están dibujadas dos varia-
ciones del topograma del mapa de 1579: uno en la página 4 (corre pondien-
te al año 1551) y otra en la 15 (que registra los gastos del año 1555). En los
dos dibujos aparece la mitad del perfil de la montaña, con su joya turquesa
en la cúspide y con unas líneas que atraviesan de lado a lado en su base, las
74 En Sahagún se encuentra anotado lo siguiente sobre este color: "Hay un color azul claro,
de color del cielo, que llaman texotli, y xoxóuic; es color muy usado en las ropas que se visten,
como mantas y huipiles; hácese de las mismas flores que se hace el matlalli", El matlalli es
el color azul fino, color "muy preciado y muy apacible de ver". Sahagún (1992), libro XI, cap. XI,
14,211, pp. 698-699. La información que proporciona Molina es casi la misma que la anotada
por Sahagún: azul es texutli; "azul más fino", matlalin y matlaltic; "azul color del cielo" es
xoxouhqui. Molina (2001 [1555-1571]), p. 18. Hilda Aguirre Beltrán propuso la derivación de
Texupan de texihuitl (tetl, "piedra" y xihuitl, "precioso o azul"). A la partícula texu. se le habría
agregado ellocativo -pan, para dar como resultado Texupan. Aguirre Beltrán (1999), p. 21. Por
último, es conveniente señalar que en las páginas 35 y 52 del Códice Sierra se utilizó la palabra
texutli para denominar al color azul. León (1933), pp. 35 y 52.
75 Acuña (1984), Antequera, "Relación de Texupa", t. Il, p. 221. Véase nota 1.
76 Jirnénez Moreno (1962), p. 96. En el Códice Sierra aparece escrito Texiupan y Texupan.
León (1933).
77 Berdan (1992), vol. Il, pp. 102-105 Yvol. I1I, p. 43.
78 Jirnénez Moreno (1962), p. 96. También en la relación de 1579 se dice que Texupa en
mexicano y Ñuundaa en mixteco significa "tierra azul". Acuña (1984), Antequera, "Relación de
Texupa", t. Il, p. 221; Byland (1980), p. 27. Según la tradición oral de los habitantes del pueblo
de Tejupan esta denominación de "tierra azul", "lugar del azul" o "piedra azul" está relacionada
con la piedra que abunda en el Rio del Pueblo, a la que precisamente le llaman "piedra azul".
79 Reyes (1959 [1593]); Alvarado (1962 [1593]).
380 ESTUDIOS DE CASO
a) b)
e) d)
El glifo consiste en el corte de una vasija con los colores heráldicos del jade y
conteniendo agua, que a veces sale en forma de corrientes rematadas por perlas
y caracoles. Creemos que no sólo representa el río, sino también el lago, Mini,
cuando está cerrado, y cuando e tá rematado por olas altas representa el mar,
Duta canú o "agua grande".85
81 León (1933), p. 30 bis. Bartolomé de Camas aparece como corregidor de Tejupan en una
instrucción del 19 de septiembre de 1550 dirigida a él para que hiciera una investigación en
Achiutla;después ocupó los siguientes cargos en la región: corregidor de Tepozcolula, corregi-
dorde Coyotepeque y Tonaltepeque, alcalde mayor de Tamazulapan y alcalde mayor de Tepoz-
colula.Gerhard (1992), pp. 511 y 526-528; Spores (1992), pp. 10 y 2l.
82 Srnith (1973), p. 61; Jan en (1982), vol. I, pp. 139 Y64-65, vol. II, p. 480. Véase nota 9l.
tercer glifo toponímico descrito por Caso es, como se dijo, el templo o el ta-
blero de un edificio, "generalmente decorado con grecas estilo Mitla. Re-
presenta un palacio y sobre él se encuentran el señor o la pareja, señores de
ese lugar". Los ejemplos más conocidos se ven en Tilantongo, Teozacualco
y Tututepec. El cuarto glifo toponímico es el que corresponde a "llanura",
"llano" tyodzo o yodo) o "tapete de plumas", el cual se encuentra incorpora-
do en topónimos como Yodzo yaha, "llano de calabazos" (Tecomaxtlahua-
ea) y Yodo coo, "Llano de la serpiente" (Coixtlahuaca). Existen otros glifosde
lugar utilizados con menos frecuencia, tales como la piedra, el temas cal,el
juego de pelotas, el petate o la tierra de cultivo.s" Lo que el tlacuilo hizo con
más frecuencia fue combinar varios glifos para representar un "lugar pobla-
do" y sus características. Éste fue el caso de Ñuundaá, pues su significado
se representó con la combinación del glifo del cerro, del agua que sale de
sus lados o que corre en su base, de la joya turquesa que está en su cima,
del palacio o tecpan que representa una casa gobernante y su linaje (dibuja-
do en el interior o al lado del glifo del cerro) y las figuras de la cacica y del
gobernador del pueblo que se hallan aposentados en é1.87
pp. 77 Y79.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 383
cual aparece dibujada la traza tal como hoy la podemos recorrer; sin
embargo, para Tomás Santiago, el pueblo de Tejupan se fundó en la traza
actual "desde el principio del mundo y durará hasta el fin del mundo".
Al hacerse la traza, el pueblo quedó organizado en dos barrios y cada
barrio en dos secciones. Los dos barrios están separados por Yusaa ñuu, el
Río del Pueblo. El barrio del norte o "de arriba" recibió el mismo nombre
del pueblo: Ñuundaá, que en este caso significaría "barrio de piedra azul".
El barrio del sur o "de abajo" se llama Ñúuaada, que significa "barrio de tierra
salada", precisamente porque al sur de este barrio corre Yusaa nduaada, el
Río Salado, cuyos manantiales se encuentran cerca de San Juan Tepozco-
lula. Quizás el barrio que lleva el nombre del pueblo estuvo formado por el
grupo de pobladores principales y el otro fue un grupo subordinado desde
la fundación de la comunidad.
El otro eje que divide la traza de Tejupan es una calle -actualmente lla-
mada Reforma- que atraviesa de norte a sur. El resultado final es la divi-
sión de la traza en cuatro secciones, las cuales están numeradas a partir del
cuadrante inferior izquierdo y en sentido inverso al movimiento de las ma-
necillas de un reloj, de modo tal que la cuarta sección corresponde al cen-
tro, donde se encuentra el monasterio (fig. V.9). A continuación se anotan
los barrios y sus secciones: a) barrio Ñúuaada: sección primera (suroeste) y
sección segunda (sureste); b) barrio Ñuundaá: sección tercera (noreste)
y cuarta (noroeste).
En la actualidad, cada sección está representada en el cabildo munici-
pal por un teniente y dos ayudantes, los cuales son nombrados directamen-
te por el presidente municipal para auxiliado en sus tareas. Su cargo dura
un año. Esta forma de gobierno actual rememora el dato proporcionado
por la "Relación de Texupa" de 1579, en la que se dice que en el periodo pre-
hispánico cada barrio fue gobernado por un miembro de la nobleza desig-
nado por el cacique.s? Por otra parte, en el expediente sobre el cacicazgo de
Tejupan se dice que, cuando fueron reconocidas por primera vez en 1581 la
tierras que le pertenecían, la república estaba formada por un gobernador,
dos alcaldes, cuatro regidores y un alguacial mayor, y que también fueron
invitados al recorrido cuatro principales.v? Podría suponerse, aunque por
ahora no es demostrable, que los dos alcaldes representaban a los dos
barrios, y los cuatro regidores y cuatro principales a las cuatro secciones.
89 Acuña (1984), Antequera, "Relación de Texupa", t. 11,p. 221; Spores (J 967), p. 92.
90 AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1, folios 60-61v.
2~
eje norte-sur
FIGURA V.9. La traza, los barrios, los caminos y los ríos de Tejupan en el mapa
de 1579.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 385
El valle donde está situado el pueblo, se divide en 4 barrios, por el río (Yutza
toho) que corre del Poniente hacia el Oriente y una calle que cruza el río de
manera perpendicular. Las 4 secciones limitadas cada una por río y camino
se llaman: -San Pedro (Vaa) en el Nordeste. -San José (Tidini) en el Sudeste.
-Guadalupe (Vaadu) en el Sudoeste. -Santiago (Vaadu) en el Noroeste."!
Tal vez tenga razón Jansen cuando dice que la división de un pueblo en
cuatro secciones pudo ser un principio de organización común en la Mix-
teca Alta. Sin embargo, esa distribución no fue dibujada en el mapa de
Tejupan de 1579, en el cual la traza aparece formada por 39 manzanas en
total. El tamaño actual de cada una de ellas oscila entre 144 y 156 metros
por lado.
En el barrio norte se encuentra una calle -llamada Zaragoza en la sec-
ción tercera y Progreso en la sección cuarta- que funciona como un eje
que atraviesa la traza de este a oeste, precisamente de la puerta del atrio de
la iglesia a la capilla El Calvario, de modo tal que pasa entre el actual pala-
cio municipal y la plaza cívica. Es muy probable que este eje ya existiera
cuando fue elaborado el mapa en 1579, pero no fue representado, y en el
lugar en que debería estar dibujada la capilla aparece en el mapa una man-
cha blanca que pudo haberse puesto ahí para cubrir algún otro elemento
pintado con anterioridad. De cualquier manera, en el mapa no aparece
dibujado este eje, ni tampoco el eje norte-sur ni la división de la traza en
barrios y secciones. Tampoco se hace ninguna referencia al túnel -más
bien mítico que "real"- que la gente de la comunidad dice que unió a Pue-
blo Viejo con la iglesia, de lo cual se deduce que el tlacuilo no representó en
elmapa todos los elementos de la traza, sino solamente una versión que sir-
viera para acompañar la relación.
Como se puede ver en el mapa, el tlacuilo integró el paisaje sagrado de
las montañas con la traza diseñada por los colonizadores. Estas dos espa-
cialidades estuvieron unidas a través del túnel que conecta a Pueblo Viejo
con la iglesia, y también a través de los tres ríos que bajan de las montañas
al pueblo: el Río Grande al norte, el Río del Pueblo en el centro y el Río Sa-
lado al sur. La parte alta del mapa está ocupada por las montañas sagradas,
y de entre ellas surge el Río del Pueblo como un largo cordón umbilical que
alimenta a Tejupan, el cual se extiende sobre las faldas de Pueblo Viejo.Tam-
bién los tres caminos integran la traza con las montañas: uno va a Coixtla-
huaca, otro a Yanhuitlan y uno más a Tepozcolula (fig. V.9).92 Los tres cami-
nos salen de la iglesia. El del centro va directo al pie de Yucu ayuhu y
continúa su recorrido paralelo al Río del Pueblo. Sobre este camino central
aparecen, al igual que en los otros dos, marcas de herraduras y también
huellas humanas, las cuales se detienen en Yucu ayuhu, mientras las de
animales continúan hacia las sierras. El tránsito de las huellas humanas
probablemente indica el ciclo ritual de la iglesia a la montaña. Así pues,
mientras los caminos suben desde la traza y atraviesan las montañas, los
ríos bajan de las montañas al valle.
Es posible decir que la mano del tlacuilo trazó el mapa en circunstan-
cias de control que se refieren al fin práctico para el cual serviría: ilustrar la
relación; sin embargo, en el mapa se hallan representadas las asociaciones
simbólicas que integran los mitos prehispánicos del ñuu con la iglesia y la
traza coloniales.
92 A la representación en los mapas de este movimiento de los caminos que suben a las
montañas y de los ríos que bajan a los valles es al que calificó Duccio Sacchi como "circular",
pues integra al paisaje sagrado con la traza colonial. Sacchi (J 986).
ÑUU DAÁ-TEXUPAN:LUGAR DEL AZUL 387
Hago saber a vos, el que es o fuere corregidor del pueblo de Texupa, que por
parte de los naturales del dicho pueblo me fue hecha relación que los naturales
de los barrios sus sujetos, especialmente los de Caltitlan [escrito Ocaltitlan en
los títulos del cacicazgo de Tejupan] y Petlalzingo [escrito Petalcingo en la
Suma de visitas y Petlalcingo en los títulos del cacicazgo], traen revuelto y des-
asogeado el dicho pueblo por andarse pasando de un barrio a otro y querer ser
sujetados de diferentes tequitatos de aquellos a quienes deben obedecer. Y de
esta forma no se conserva la junta que han hecho. Y me pidieron les mandase
dar mi mandamiento para que de aquí adelante no anduviesen vagueando de
unas partes a otras partes. E a los que hiciesen lo contrario se castigasen y des-
terrasen, e por mi visto, atento lo susodicho, por la presente os mando que no
consintáis ni deis lugar que de aquí adelante los naturales de los barrios sujetos
de ese dicho pueblo se anden pasando de unos sitios a otros, ni de las partes
donde se juntaron y que obedezcan al gobernador y alcaldes de la cabecera y a
104Ibidem, pp. 336-349.
105 Gerhard (1986), p. 298.
390 ESTUDIOS DE CASO
los tequita tos que tuvieren cargo de su administración. De manera que no des-
asosieguen a los que estén quietos y [se] conserve la junta. Y a los que hicieren
lo contrario los podáis castigar y echar del pueblo, que para ello os doy poder
cumplido, cual en tal caso se requiere.tv=
108 Expediente sobre el pleito entre Tejupan y Tirso de Granada, Archivo Municipal de Teju-
pan, folio 2.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 391
Una vez que se han explicado la traza, los barrios, los sujetos y el paisaje de
Tejupan, vamos a ver por último de qué manera se delimitó su territorio,
para lo cual se utilizará como punto de partida el expediente agrario del
pueblo. El territorio municipal actual de Villa Santiago Tejupan de la Unión
abarca 15816.7 hectáreas, de acuerdo con su expediente de conflictos y
titulación de terrenos comunales localizado en la Secretaría de la Reforma
Agraria.t-? En colindancia con el territorio de Tejupan se encuentran los
territorios de las comunidades que aparecen en el siguiente cuadro:
General. Expediente número 276.1/685 (725.7) (3). Asunto: Deslindes comunales (toca).
Suchixtlahuaca, foja 149. También véase la carpeta de trabajos técnicos (1).
114 AG ,Tierras, volumen 1443, exp. 1, cuaderno segundo. La versión del título promordial
de Tejupan incorporada al expediente de Suchixtlahuaca en la Secretaría de la Reforma Agra-
ria está resumida y no es literal; para este análisis utilizaré el original resguardado en el AGN.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 395
115 AG ,Tierras, vol. 34, exp. 1, folio 60v. Este documento, que se refiere al reconocimiento
de las tierras del cacicazgo, aparece repetido dos veces en el exp. 1, vol. 34, Tierras, AGN. La
primera vez que se halla insertado es de las fojas 59 a 63v; la segunda, de foja 75 a 80. Es im-
portante notar que los mismos topónimos de una y otra versión varían; más adelante indicaré
exactamente cuál es la diferencia.
116 AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1, folios 60-61 V.
117 En la foja 76 del mismo expediente (AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1) fue duplicado este
documento, como dije antes, pero con algunas variantes en los topónimos: así, dice Caltitlan
en vez de Ocaltitlan; Chinamaltetlan por Chimatitlan; Ytuquiniy por Ytuquini; Mondollo por
Mudollo; Anebetitlan por Anueuetitlani; Suminoyeque por Cumanoyequei; Sacoaltongo
por Cacualtongo: Quecalitlaguaca por Quecalitlabaca; Tachita por Teonechita; Oselotalteco por
Oselotatalco; Theozacualco por Telcacoalco; Socoltongo por Cocoltongo: Tiangistengo por Tian-
guis;Yobeyacua por Yoliaqua.
396 ESTUDIOS DE CASO
FUENTE: elaborado a partir de AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1, folios 59-60 y 76-82.
Es probable que los cuatro primeros barrios enlistados fueran las cua-
tro secciones o siqui de la cabecera, y que los demás fueran los pueblos
sujetos que se encontraban distribuidos en derredor del poblamiento cen-
tral. El documento sólo aclara que los siete pedazos de tierras descritos eran
"muy grandes" y que "dicha sementera está junto al monasterio de el dicho
pueblo, sobre la mano derecha saliendo de dicho monasterio, y de las gradas
de él sobre la mano derecha que se llama Yossoninonoo, que al presente está
sembrada de trigo y la tienen los religiosos del dicho pueblo arrendada al
dicho don Gregario por diez fanegas de trigo". 1 18 Aunque el documento no es
claro, y no aparece en él un mapa de los barrios y las tierras descritas, es muy
probable que no solamente se refiera a los alrededores de la traza, sino tam-
bién al espacio que comprendía el cacicazgo en el valle y en las montañas.
Una vez reunida la comunidad, como lo pidió el cacique, el 17 de agos-
to de 1581 el corregidor dio a conocer a los presentes cuáles eran las tierras
que Gregario de Lara reclamó como "suyas, propias y le pertenecen por
razón de su cacicazgo". Después que le fueron reconocidas por todos como
propias de su cacicazgo las tierras señaladas, el cacique tomó la palabra
para decir que las daba a la comunidad para su cultivo:
119
Ibidem, folio 62.
120 Ibidem, folio 63v.
121 Ibidem, folio 64.
In Ibidem, folio 6.
123 Ibidem, folio 25v.
398 ESTUDIOS DE CASO
españoles era Ya sa Huyya ("señor 7 Caña"), y su mujer era Ya ani Cuin, cuya
etimología es muy dudosa, nos dice René Acuña;124según Caso puede sig-
nificar 3 Hierba, 3 Lagartija o 3 Zopílote.t-" Aún está por aclararse cuál era
el parentesco entre Cathalina de Zárate y los personajes que describe la
relación, aunque lo más probable es que fuera su hija. Además, también
será muy importante saber si el gobernador que aparece al lado de doña
Cathalina en el Códice Sierra era su esposo Yacootuta (Yya coo tuta), hijo de
Yaxiqui (Yya si qui, 10 Movimiento), indio principal del barrio Texcalticpac
de Tepozcolula. J 26
El parentesco de Felipe de Austria con el linaje de Tejupan consistió en
que era esposo de Inés (solamente así se le llama en el expediente sobre
el cacicazgo de Tejupan), hija de María de Zárate y, por lo tanto, nieta de
Cathalina de Zárate. Ya que María de Zárate no había tenido hijos varones,
dijo Felipe de Austria, le correspondería a él la herencia por ser su yerno.
También sostuvo que la propia María de Zárate lo había nombrado su suce-
sor en el cacicazgo y que la república, los principales y comunes de Tejupan
y sus sujetos habían estado de acuerdo, y que le habían tributado como a
cacique durante los últimos 30 años, lo cual contradijo Gregorio de Lara
diciendo que, si bien había gobernado al pueblo, "no había sido por derecho
propio", porque tal derecho correspondía solamente a un cacique, "sino
por nombramiento de Gobernador't.t??
Felipe de Austria es el mismo personaje que aparece en otros documen-
tos coloniales con los nombres de Felipe de Santiago y Felipe de Castilla.
En el mapa de Teozacualco correspondiente a la "Relación de Teozacualco y
Amoltepeque" de 1580 también se le nombra "Coyote-palo en la mano.!"
Este personaje era el segundo hijo de los caciques de Tilantongo, Juan de
Acuña (1984), Antequera, "Relación de Texupa", t. 11,p. 220. Véase nota 2.
124
Caso (1992b) y (1979), vol 11,p. 305 Y vol. 1, apéndice IV, núm. 425.
125
126 AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1. folio 25v. En Reyes y reinos de la Mixteca, Alfonso Caso pro-
puso un esquema de la descendencia de Yya xi qui hasta la sexta generación. Caso (1992b)y
(1979), vol. 11,p. 388. La propuesta es interesante; sin embargo, al compararla con la informa-
ción que proporciona el expediente de Títulos y mercedes del cacicazgo de Santiago Tejupan
(AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1) resulta inexacta.
127 AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1, folio 10. En su argumentación para obtener el cacicazgo,
Felipe de Austria sostuvo que "el dicho Don Gregorio de Lara le había perturbado en la pose-
sión quieta e pacífica que había tenido de el dicho cacicazgo, todo lo cual, demás de haber
escritura y otros recaudos que se presentarian en su tiempo e lugar, se probaría por pinturas e
otras probanzas, e demás del título que tenía alegado [...]". AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1, folioSv.
La alusión a tales pinturas puede referirse a documentos pictográficos que no fueron anexados
a este expediente o se perdieron.
128 Acuña (1984), Antequera, "Relación de Teozacualco y Arnoltepeque", t. 11,pp. 136-139.
- UUNDAÁ-TEXUPAN:LUGAR DEL AZUL 399
sentó en Tejupan unos años más tarde, pues también reclamó el cacicazgo
con el argumento de que María de Zárate y Pedro Osorio no tuvieron hijos
varones y que entonces le correspondía el cacicazgo al yerno. También
argumentó que el cacicazgo de Tilantongo era el que proveía de un nuevo
cacique a las casas que se quedaban sin sucesión en la Mixteca; finalmente y
a pesar de sus gestiones, las autoridades españolas concedieron el cacicaz-
go de Tepozcolula a Diego de Mendoza y Catalina de Peralta.P>
El resultado fue que Felipe de Austria perdió tanto el juicio de Tejupan
como el de Tepozcolula y, por lo tanto, los cacicazgos correspondientes ya
no retornaron la línea sucesoria de Tilantongo. Así, la separación de la casa
gobernante de Tejupan de la casa de Tepozcolula, y la de Tepozcolula de la
casa de Tilantogo, reafirmó a fines del siglo XVI la presencia de los linajes
locales, incluso aunque los nuevos caciques no demostraran de manera cla-
ra y convincente su descendencia directa de los gobernantes que se halla-
ban al frente de los ñuu cuando llegaron los españoles.
Además de Felipe de Austria y Gregorio de Lara, el otro demandante del
cacicazgo de Tejupan fue Juan de Zúñiga, hijo mayor de Domingo de Men-
doza y de Ana, su mujer. A su vez, Domingo de Mendoza era hijo de Teilteu-
tle y Acabeuchil, marido y esposa, respectivamente, de quienes Zúñiga dijo
que fueron antiguos caciques de Tejupan. La información que proporcionó
sobre sí mismo este personaje dice que era vecino, principal y alcalde del
pueblo de Questlavaca, que debe de ser Coixtlahuaca, pero natural y princi-
pal de Tejupan. Es probable que Zúñiga fuera descendiente del linaje go-
bernante de algún barrio chocholteco de Tejupan, pero en las fechas en que
se desarrolló este juicio (1573) ya se hallaba avecindado en Coixtlahuaca,
en donde era alcalde. Doesburg comenta que el barrio del cual procedía la
familia Zúñiga era Chiyocani (Chiyo canu),134 que tal vez sea la actual
comunidad de Chocani, de la cual ya se ha hablado. La relación entre la
familia Zúñiga de este barrio y el linaje caciquil de los Zúñiga en los pue-
blos chocholtecos de Coixtlahuaca lleva a sugerir, como ya se ha dicho, que
Chiyo canu fuera chocholteco.
La concesión del cacicazgo a Gregorio de Lara derivó finalmente de las
siguientes circuntancias. En primer lugar por haber demostrado ante el
corregidor Luis Velásquez de Lara -quien llevó el caso-, que era descen-
diente en línea directa del linaje de caciques que habían gobernado Teju-
pan, además de que fue nombrado nuevo cacique por la última cacica, que
133 AGN, Tierras, vol. 24; Caso (1992b [1979]), vol. 1, pp. 152-153.
134 Doesburg (200Ia), p. 56.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN:LUGAR DEL AZUL 401
era su abuela Juana de Santa María, hija de Yya coo tuta (quien fue el hijo
segundo de Yya si qui) y de Yya chi qui "Tonatlesuchi", también llamada
Doña Cathalina de Zárate. Es probable que Cathalina de Zárate muriera en
1554-o que dejara el cacicazgo por hallarse ya muy vieja-, pues ése es el
último año en que se le menciona en el Códice Sierra, y que el cacicazgo
pasara a manos de su hija Juana de Santa María (y no a María de Zárate y,
por lo tanto, tampoco a Inés de Osorio y Zárate, esposa de Felipe de Aus-
tria). A su vez, Juana de Santa María heredó en vida el cacicazgo a su nieto
Gregorio de Lara entre 1570 y 1572.135 Así fue como se completó este ciclo
hereditario. Los argumentos que utilizó Felipe de Austria para calificar esta
sucesión como ilegítima y transversal son los siguientes: a) que la descen-
dencia la fundaba Gregorio de Lara en Yya coo tuta, quien no había sido el
primero sino el segundo hijo de Yya si qui, pues la descendencia del primer
hijode Yya si qui, llamado Yya ea uaco, se había acabado; b) que Yya si qui
no había sido el indio principal de Tejupan, sino de un barrio pequeño de
Tepozcolula llamado Texcalticpac, como ya se dijo, y e) que los derechos
sucesorio s de Yya coo tuta no derivaban de su propia línea genealógica,
sinode haberse casado con Yya chi qui "Tonatlesuchi" o Cathalina de Zára-
te,a quien el propio Felipe de Austria reconoció como la antigua "señora y
cacica" de Tejupan.
En cualquiera de los dos principales casos en disputa -el de Gregorio
deLara y el de Felipe de Austria-, la línea sucesoria del cacicazgo de Teju-
pan derivó de Yya chi qui "Tonatlesuchi" o Cathalina de Zárate. Así, quie-
nesse enfrentaron en la sucesión fueron el bisnieto de la cacica y el esposo
de una de las nietas, quien provenía del linaje de Tilantongo y había sido
gobernador de Tejupan durante los últimos años. Al final, como se ha expli-
cado, se impuso la línea sucesoria local en la figura de un varón.
Por la presente declaro al dicho Don Gregario de Lara por tal cacique de el
dicho pueblo de Texupa, y por tal mando a los naturales de él le tengan y obe-
dezcan según y como han obedecido a los demás caciques, sus antecesores, que
en el dicho pueblo han sido, y las justicias de él las hagan tener y obedecer por
tal, y se guarden las preminencias que a como tal se le deben guardar y gozar,
y se le de y acudan con la tasación que últimamente está hecha para tal cacique
o se hiciere de aquí adelante, ya él se le manda que no pida ni lleve otra cosaso
las penas de las ordenanzas.t= ".
antes de bautizarse el primer rey de Tilantongo preguntó cuál era el nombre del rey de los con-
quistadores, y cuando le respondieron que Felipe de Austria, dijo: "Pues este mesmo Nombre y
alcuña escojo y quiero así me nombren, y así se llamó". Burgoa (1997 [1674]), segunda parte,
t. 1,cap. XXXIII, folio 176v. En realidad, Felipe de Austria fue rey de Teozacualco, como ya se
ha explicado.
142 Para más información en lo que se refiere a los criterios hereditarios de los cacicazgos
FUENTE: Elaborado a partir de AGN, Tierras, vol. 34, exp. 1, folios 105-121.
406 ESTUDIOS DE CASO
El cacicazgo colonial que fundó Gregorio de Lara fue heredado a sus des-
cendientes durante más de dos siglos. El primer heredero fue Jerónimo de
Lara, pues lo recibió en 1619. Unos años después, este personaje se casó
con Ignacia de Velasco, quien quedó como cacica de Cuilapan al fallecer
Antonio de Guzmán, su primer esposo. A partir de este matrimonio queda-
ron unidos el cacicazgo de Tejupan y el de Cuilapan. En agosto de 1636
murió Jerónimo de Lara y el cacicazgo pasó a su hijo Jerónimo de Lara
y Guzmán, quien se casó con Petronila de León, cacica de Etla. De este
matrimonio nació un hijo, llamado Pedro de Lara y Guzmán, el cual tuvoel
cacicazgo durante algunos años y, al parecer, luego murió sin herederos.
El cacicazgo pasó entonces a Juana de Lara y Guzmán, su hermana, quien
tampoco tuvo herederos directos.t+' El cacicazgo fue heredado entonces a
su sobrina Isabel Ramírez de León y a su esposo Felipe Félix de Velasco,
quienes en julio de 1718 promovieron la composición de tierras que se con-
virtió en el Título primordial de Santiago Teiupan.t+' Entre el primer heredero
de Gregorio de Lara y Felipe Félix de Velasco hubo un siglo de sucesiones,
en las cuales el cacicazgo de Tejupan se unió al de las villas de Cuilapany
Etla a través de las alianzas matrimoniales comentadas.
Ya que se ha resumido la línea genealógica del cacicazgo en el periodo
en que fueron formulados los documentos sobre las tierras, se exponen a
continuación el deslinde territorial promovido por Jerónimo de Lara en
mayo de 1619 y por Felipe Félix de Velaseo en julio de 1718.
Jerónimo de Lara realizó ante las autoridades del pueblo y del virreina-
to la ratificación de su persona como cacique heredero de su padre, el cual
había muerto unos meses antes. Antes de su reconocimiento oficial como
heredero del cacicazgo fueron realizadas las investigaciones de rigor, con
testigos que declararon su identidad, uno de los cuales fue Antonio de Men-
doza, indio principal y alcalde ordinario, quien dijo aproximadamente lo
mismo que los demás testigos: que conoce a Jerónimo de Lara desde que
143 AGN, Tierras, vol. 3567, exp. 5.
144 AGN, Tierras, vol. 1443, exp. 1, cuaderno segundo folios 1-2.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 407
por su cacique y señor, y como a tallo sirven,y respetan todos los más princi-
pales de este pueblo, y así mismo sabe este testigoque todas las tierras que hay
en este pueblo son y pertenecen al dicho don Gerónimode Lara y Guzmán,por
ser patrimonio de el dicho cacicazgo desde el tiempo de la gentilidad, y que
esto que tiene dicho es público y notorio, públicavozy fama [...].145
Nombre Nombre
Mojón en mixteco en chocholteco Colindancia
5 Chini yucu ychen duta Cugna cheguinda Tejupan al sur. San Cristóbal
[¿Frente al Cerro de Agua?] [¿Cerro de Flor?] al norte.
Nombre Nombre
Mojón en mixteco en chocholteco Colindancia
FUENTE: elaborado a partir de a) AGN, Tierras, vol. 1443, exp. 1, cuaderno segundo, folios 6 a 11, y b) Secretaría de la Reforma
Agraria, 20 Delegación, Expediente Suchixtlahuaca, Expediente núm. 276.1/685 (723.7), Asunto: Dictamen paleográfico, fajas 3 a 8.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 411
582.40 has
l...IPJtaya
598.80 has
Cerroprpdoal Prftón
(NantcJu:ui)
El Mirador
parece que está localizado dentro de la cuenca chocha. Este cerro pudo ser
en otro tiempo una de las marcas sagradas más importantes del territorio
de Tejupan, porque es un lugar "donde pegan primero el Sol y la Luna",
como dicen los comuneros del lugar, y en el cual también comentan que se
halla enterrado un tesoro. 149 La línea que propusieron las autoridades
t49 Los comuneros del lugar no se ponen de acuerdo para decir con exactitud cuál es el
Cerro del Sol. Doesburg sugirió que este cerro podría ser El Mirador. Doesburg (200Ia), p. 74.
Maarten Jansen comenta que el nombre mixteco de Santo Domingo Tonaltepec, el cual colin-
da con el municipio de Tejupan al este (fig. 2), es Yucu nchii, que precisamente significa Cerro
del Sol, en cuyas ruinas arqueológicas los habitantes del pueblo creen que salió el Sol al prin-
cipio del mundo. El autor piensa que un relato como éste podría ser la última versión de un
mito antiguo. Jansen (1982), pp. 198-201 Y 247. El Cerro del Sol al que se refieren las colindan-
cias de Tejupan no es el mismo cerro que el de Tonaltepec; sin embargo, se puede preguntar:
¿qué significado tiene en la geografía simbólica de Tejupan la existencia de este Cerro del Sol?,
¿por qué se llama En donde pegan el Sol y la Luna? Los comuneros del lugar no supieron dar-
me una explicación, pero quizás también este lugar sea un antiguo centro ritual asociado al
414 ESTUDIOS DE CASO
oriente, que en la cosmogonía mixteca era el lugar en donde salieron el Sol y los Ñuhu. o dioses
por primera vez.
ÑUUNDAÁ-TEXUPAN: LUGAR DEL AZUL 415
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Archivos consultados
I García Zambrano (2006) y s. f., en prensa. Grave (1987), p. 431, considera que las fisuras
barrancosas de la cima y el tajo que forman las montañas gemelas de Chalcatzingo debieron
de haberse visualizado literalmente como el portal de entrada o salida del inframundo.
424 ESTUDIOS DE CASO
las formas en que se castellanizó el nombre del altepetl colonial de Yecapixtla. Las implicacio-
nes de la expansión mexica en el área de la Tlalnahuac son tratadas por M. Smith (1986),pp.
76-79, Y Maldonado Jiménez (1990), p. 45.
3 Maldonado Jiménez (1990), p. 45.
Digo que los dichos indios que dicen ser principales [en Yecapixtla]nunca
tuvieron mayequesni las tierras en que los dichos indios estan no son suyas ni
ellos son señores como dicen en su petición ni nunca lo fueron ni muchos
dellos son principales y las tierras que dicen ser suyas las [h]an usurpado al
pueblo sin [h]averseentendido.?
9 "Ouaderno de los indios mayeques que tienen los principales de los sujetos cada uno por
Sobre que no pueden cumplir el tributo en que estan tasados [ ... ] dixo que con-
firmandose con las leyes e provisiones e cedulas reales [ ... ] de su Majestad
manda que los indios tributen lo que buenamente pueden dar y tributar sin
vejación ni molestia alguna por manera que sea menos de lo que tributaban en
tiempo de la infidelidad pasada e que se tenga respecto a que les quede con que
se puedan sustentar sus hijos e que mejor puedan ser doctrinados e industria-
dos en las cosas de nuestra Santa Fe Catolica e para que los indios de Acapistla
y sus subjetos sean reservados en recompensa de los trabajos e servicios perso-
nales de obras y edeficios que se [h]an fecho porque de aquí en adelante se tor-
ne a poblar e se puedan perpetuar e conservarP
11 Aún en 1564 se reportaba que "Los naturales de sta Villa e sujetos [h]an adelgazado y
muerto mucha cantidad de jente y no [h]ay dia que no se entierren [... ] de cuya causa se [h]a
apocado e se apoca la dicha jente", en "Quenta e vesita de la Villa de Yacapistlan", 03/02/1564,
AGN, HJ, lego276, exp. 78, fol. 67v.
12 Desde 1549 se preparaba la visita de los pueblos del marquesado, a fin de ajustar las pre-
bendas en vasallo s y tributos que Cortés se había arrogado a sí mismo según la concesión real
de 1529. Además de verificarse el tenor de los servicios personales prorrateado en obras públi-
cas, tendría lugar la prohibición del traslado de cal a la ciudad de México sin remuneración y
abastecimiento de comida; Sarabia Viejo (1978), pp. 385-386.
13 "Ouaderno de los indios mayeques ... ", AGN, HJ, lego276, exp. 78, fol. 33r.
ZAHUATLANEL VIEJO Y ZAHUATLANEL UEVO 427
agravio [... ]", en "Quenta e vesita de la Villa de Yacapistlan ... ", AGN, HJ, 03/02/1564, lego276,
exp. 78, fol. 44v.
17 "Quenta e vesita de la Villa de Yacapistlan", AGN, HJ, 03/02/1564, lego276, exp. 78, fol. 45r.
18 "La mayoria [de las tierras] estan por labrar por haber poca gente [... ], [aunque] hay
alguna tierra de riego, aun el agua es poca porque como viene de otras jurisdicciones no la
dejan pasar muchas veces [... ] ni se da ningun algodón [... ] ni tienen trato [comercio] ni con-
trataciones ni granjerías, antes son muy pobres e miserables y no viven mas de con el maiz que
siembran y con lo que hilan e tejen las mujeres se sustentan y pagan su tributo [... ]", en "Quen-
ta e vesita de la Villa de Yacapistlan ... ", AGN, HJ, 03/02/1564, leg. 276, exp. 78, fols. 64r y 67r.
19 "Que por falta de tan poco mayz e chia e frisoles [... ] van al tianguis y mercado de Gua-
tepequez [Oaxtepec] y compran algun chile y algodón e fruta e otras cosas y lo llevan por la
provincia de Chalco y rescatan mayz e frijoles e chia pa[ra] traello a esta Villa para se poder
sustentar y pagar su tributo [... ] Y si mas tributo se les cargare seria causa de que se ausenta-
sen e fuesen a vivir a tierras ajenas fuera de su natural [... ]", en "Ouenta e vesita de la Villade
Yacapistlan", AG ,HJ, 03/02/1564, leg. 276, exp. 78, fol. 64r, 67r y 67v.
20 "Ouenta e vesita de la Villa de Yacapistlan ... ", AG ,HJ, 03/02/1564, lego 276, exp. 78,
fol. 67v.
ZAHUATLANEL VIEJO Y ZAHUATLANEL NUEVO 429
Desde principio de mayo primero de enero deste año en adelante los dichos
naturales den de tributo al dicho Marques del Valleen cada un año seis mill e
ciento e cinquenta pesos de oro comun pagados por los tercios del año y mas
tres mil y setenta y siete hanegas de maiz al tiempo de la cosechapuesto en la
cabecera de la dicha Villa[...] y que sea carga del dicho Marques de dar [...]
ZAHUATLAN
ELVIEJOY ZAHUATLANEL UEVO:METAMORFOSIS
DEU TLAXILACALLI
EN PUEBLOSUJETOY BARRIODEU ACABECERA
26 Gibson (1986), p. 36, discriminaba hacia 1960 sobre el sentido con que los españoles
superpusieron a la estructura de pueblos indígenas del valle central de México los vocablos
estancia, barrios y colaciones. Lockhart (1992), pp. 20-21, define al altepetl complejo o como
puesto como aquella entidad integrada por más de un grupo étnico donde la dirección guber-
nativa se compartía entre los tlatoque representativos de dicho organismo; véanse otrosele-
mentos distintivos del altepetl en este volumen.
27 Molina (1977 [1555-1571]), p. 146.
28 "El Alcalde y naturales del pueblo de San Martín Saguatlan el Viejo que habitan enun
ZAHUATLAN EL VIEJO Y ZAHUATLAN EL UEVO 431
barrio de Ayacapixtla nombrado Saguatlan Nuevo sobre que se les restituya a su antiguo pue-
blo", año de 1739, AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, fol. 28r.
29 Grijalva (1985 [1624]), p. 59.
31 Particularidades del proceso congregador en este periodo en Torre Villar (1995), pp.
20-40.
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32 García Zambrano (2001a), p. 493. Así sucedió con una de las ermitas de San Juan Teoti-
huacan,cuyo "derrocamiento" fue ordenado por el virrey Pedro de Campos cuando los habi-
tantesdel pueblo le suplicaron revocar la orden de congregación del año de 1603; véase AG ,
congregaciones de San Juan Teotihuacan, 15 de septiembre de 1603, vol. 1, fol. 5, y García
Zambrano(2001a), p. 493.
33 "Autos de la visita de Alonso Moreno Cano", 1605-1606, AGN, HJ, vol. 49, exp. 8, fol. 41~
34ldem.
35 "Sobre haverse huido unos indios de un barrio a otro, y consta por dichos Autos que asi
elBarrio de Saguatlan como de Tetlicuylucan, Acatepec, Calalpa, Tecucuspan, Tecaxic, Coato-
talco,Tlaltenango, Coapalco, Ayapango, Costoco, Tescala, Soquiapan y San Antonio son de la
dichaVilla de Ayacapistla, una de las cabeceras de la jurisdicción de Cuernavaca"; en "Autos de
lavisita de Alonso Moreno Cano, 1605-1606", en "Libros de contaduría de Juan Francisco
deAnda, Juez Conservador del Estado del Marquesado, cotejados por Vicente López de Leto-
nael 24 de Marzo de 1794", AGN, HJ, vol. 49, exp. 8, fols. 2r-6v.
434 ESTUDIOS DE CASO
Alonso Moreno Calvo [... ] y demas oficiales del Gobierno y mandones hizo
Visita General de los indios y yndias, casados y solteros congregados [...] y lle-
vándalos por delante y andando de casa en casa que son el barrio de Tetlicuylu-
can, Acatepeq, Calalpa, Tecucuspan, Tecaxic, Coatotalco, Tlaltenango, Sagua-
tlan, Coapalco, Ayapango, Costoco, Tescala, Soquiapan [y] San Antonio todos
los quales dichos barrios visito el dicho Juez personalmente con sus oficiales
llevando por delante el tlayacanque de cada barrio y entrando en muchas casas
para ver si tenian necesidad de reparos ma[n]dallas [a] reparar y aderezar que
la qual dicha congregación hallo [h]aber según vida del barrio de Tetlicuylucan
a Juan Pablo y su mujer y del barrio de Acatepeque a Juan Lazaro y su mujer y a
Pablo Garcia y su mujer y del barrio de Calalpa [a] Esteban y su mujer y [al
Melchor y su mujer y del barrio de Tecusculpan Tomas y su mujer y Lazaro y su
mujer y Pablo viudo para todos los quales dejó a los dichos principales manda-
miento para que donde quiera que estuvieren los traigan presos y se restituyan
a la dicha congregación y los pongan en las casas y solares que por el Juez Con-
gregador les fueron dadas ... 3?
38 "Otro sí les mantengan limpios y aderezados los corrales de nopales que por el dicho Juez
les mandó pusiesen y las gallinas que les mandó criasen siempre las tengan y vayan en aumen-
to y [en] compañía del dicho Juez Congregador visitamos los dichos nopal es y muchos dellos
[estaban] ya con grana y mucha cantidad de gallinas de la tierra y de Castilla de lo qual doy fee
[...]", en "Autos de la visita de Alonso Moreno Cano", 1605-1606, AG ,HJ, vo!. 49, exp. 8, fo!. 5v.
39 "[ ... ] en la qual dicha Visita de la congregación [de Achichipico] no halló [h]aberse huido
ni muerto ningun indio ni yndia y mandó al dicho Gobernador del dicho pueblo y principales
tengan mucho cuidado de los dichos congregados de que asistan en sus casas y solares que les
fueron dados por el Juez que los congrego. Otro si mandó que tengan mucho cuidado de lim-
piar los nopales [... ] que les fueron mandados plantar [... ] y tambien [h]abia mucha cantidad
de gallinas de la tierra y de Castilla [.. .]", en "Visita del pueblo de Achichipico", 1606, AG ,HJ,
vol.49, exp. 8, fo!. 8r.
40 "Autos de la separación del curato de Ayacapixtla y erección del de Achichipico", 1760,
tener alli con algotra gente que guarde el dicho ganado y que se remude cada
semana pidiendome mandase darles licencia para tener en el dicho sitio una
casa y corral para el albergue del dicho ganado menor [... ] permito y mando
que los dichos indios puedan tener en el dicho puesto de Caguatlan una casa
paxiza y un corral para encierro y guarda de dicho ganado y albergue de la
gente [ ] sin que hagan alli vivienda ni habitación lo qual se cumpliere sin
excusa [ ]'41
Para este entonces nada hacía pensar que el desdén colonial por la for-
ma extendida de poblar de los indígenas en una cañada que creían situada
a sólo dos leguas de la cabecera, aludida por el virrey con el mote de "el
puesto viejo", generaría al barrio de Zahuatlan el nuevo. Dicho barrio se ubicó
en el sector este de la cabecera/villa de Yecapixtla (fig. VI.2)al ser traslada-
dos los indígenas desde su posición sur en la cañada, la cual se encontraba
realmente a unas cinco leguas de distancia (fig. VI.3).
ZAHUATLAN
ELNUEVO
Y ZAHUATLAN
ELVIEJO
Con base en manuscritos del primer tercio del siglo XVIIIque retrospectiva-
mente trazan las vinculaciones entre el pueblo nuevo, agregado a la cabece-
ra, y el pueblo viejo que sobrevivió tanto a la peste (ea. 1590) como al pro-
ceso congregador de 1606, se ha podido recuperar el desarrollo del suceso.
Los datos se encuentran en el expediente suscrito por el alcalde e indígenas
de Zahuatlan, quienes solicitaron la restitución de la comunidad al espacio
del antiguo asentamiento.s- A través del extenso manuscrito se recrea la
continuidad del pueblo viejo y la renuencia de sus pobladores a abandonar-
lo en el transcurso del siglo XVII,Entre las memorias registradas aún en
1739 sobre lo acaecido a inicios de la centuria anterior, permanecían intac-
tas las remembranzas relativas al edificio de la iglesia y los antiguos
cimientos de viviendas probablemente de fecha anterior a la llegada de los
españoles, Tal circunstancia se refleja en testimonio suministrado por
Gabriel Bermejo, mestizo de 90 años de edad, quien a su vez recordó haber
escuchado de sus padres versiones sobre el estado impecable de la iglesia
41 "Permítase que los indios de Caguatlan [sic] congregados en Acapistla puedan tener el
puesto viejo un corral para la guarda de ganado y una casa pajiza"; ciudad de México,
06/09/1604, AG ,Congregaciones, vol. 1, fol. 119 (fotostatos).
42 "El Alcalde y naturales ... ", AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, 39 fols.
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FIGURA VI.3. San Martín Zahuatlan el viejo al sur de Yecapixtla y en posición opues-
ta a Achichipilco. Separación de curatos de Yecapixtla y Achichipilco (1760); AGN,
Bienes Nacionales, lego431, exp. 3. Reproducción autorizada por el Archivo Gene-
ral de la Nación.
43 "El Alcalde y naturales ... ". 03/12/1739, AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, fols. 13r-13v.
ZAHUATLAN EL VIEJO Y ZAHUATLANEL NUEVO 439
Por lo demás, la segunda mudanza de inicios del siglo XVII (1606) pudo
ser sobrellevada a pesar de las instrucciones congregadoras que exigían
el desarraigo radical de los pobladores que serían trasladados a la cabece-
ra.44 En otras congregaciones de la Nueva España, dicha renuencia desen-
cadenó varias modalidades de comportamiento. Mientras en algunos casos
los indígenas visitaban subrepticiamente el hogar donde residían antaño,
otros se conformaban con divisar a lo lejos las milpas y el entorno donde
realizaban sus cultivos. También sucedió que quienes accedieron a infor-
mación relativa a la legalidad de sus tierras esporádicamente retornaran
a labrar sus parcelas. Tal fue el caso de los habitantes de Zahuatlan, quie-
nes proclamaron su derecho a preservar el antiguo poblado con terrenos
de labor:
y asi mismo sabe y conoce por tierras propias destos naturales el pueblo viejo y
desierto nombrado San Martín Sahuatlan que dista de esta villa [de Yecapixtla]
poco mas de legua y media [... ] al que no han desamparado los naturales de
dicho barrio de Sahuatlan [el nuevo] pues anualmente con el dominio de pro-
piedad que tienen a el siembran sus tierras sin que [h]aya persona que se lo
impida.s>
44 Artículo 32: "Acabado el dicho inventario y sacadas de la iglesia las imágenes, plata y
ornamentos, pediréis al dicho ministro que la mande derribar toda sin que quede cosa que se
levante de la tierra, excepto un cementerio [... ]"; Torre Villar (1995), p. 3l.
45 "El Alcalde y naturales ... ", 03/12/1739, AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, fol. 19v.
46 Torre Villar (1995), p. 30.
47 "El Alcalde y naturales ", 03/12/1739, AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, fol. 3r.
48 "El Alcalde y naturales ", 03/12/1739, AG ,Tierras, vol. 1958, exp. 5, fol. Ir.
440 ESTUDIOS DE CASO
53 "y fueron llamados uno por uno y [h]alló [h]aver veinte y tres tributarios enteros que
hacen cuarenta y tres, quatro viudos dos viudas cuios nombres quedan asentados en una
memoria que hize y dexo en mi poder sin entrar en ella muchachos y muchachas que son qua-
renta y tres de todas edades que en todos [h]asen el numero de noventa y cinco, y [h]aviendo
reconocido todas las calles de dicho barrio no es capaz ya de que vivan mas por no tener nin-
guna extension en que poder fabricar sus viviendas ni menos donde poder sembrar cosa algu-
na"; informe del teniente Joseph de Ynusta, Yecapixtla, 0411211739,en "El Alcalde y natura-
les...". AGN, Tierras, año 1739, vol. 1958, exp. 5. fols. 23r-23v.
54 Densidad poblacional establecida por el agrimensor Antonio Cataño Cordero al senten-
ciar: "Digo y advierto que por ser ordinaria la vecindad desta Villa de Yecapixtla, se excede
su población de los linderos de las seiscientas varas como se presenta en el mapa por que se
compone de distintos varrios como son san sebastián xoxocotlan, san pablo testicuiluca y
sobre la barranca de sochitlan, y la otra [barranca] que tiene esta hazia el sur, san andres te-
nancuitlapico, y más arriba santa monica tlaxcuapa, san marcos, por el oriente, de arriba para
abajo, santiago mecameca entre dichas dos barrancas, y entre la de sochitlan, y la barranca de
dicho Don Ignacio Volado, san miguel tatutulco, nuestra señora de la candelaria, saguatlan el
nuevo, chacaltepec santos reyes, santo thomas tecocuxpa, san pablo agua teneo, concepción,
442 ESTUDIOS DE CASO
siembran anualmente maíces y otras semillas [... ] y que le consta [... ] el gran
trabajo que tienen a conducir dichas semillas a esta dicha Villa y su barrio [de
Zahuatlan] porque no tenían capacidad en que guardados y que para esta
razon es bien publico a estos naturales [se les permita] la nueva fundación que
pretenden a el origen de donde son ... 55
y [h]aviendo salido fuera pregunté [... ] donde estaban las tierras en que estos
naturales siembran sus maíces y semillas y me llevaron a un potrero que estaba
poco menos de media legua de dicho pueblo el que dixeron se llama Guatepec
en donde veo esta sembrado de maíz [... ] que se pueden sembrar seis fanegas
[... ] y está en paraje propio suio [sic por suyo] por estar todo empotrerado y
seguro de daños y aun de mal[h]echores por las muchas barrancas que lo cir-
cumbalan [... ]57
san estevan y al norte san nicolas atentlipan, parte de estos barrios se hallan, como dixe, fuera
de las seiscientas varas", en "Declaración jurada de Antonio Cataño Cordero, Agrimensor dela
Real Audiencia de la ciudad de México sobre las medidas de tierras que posee la Villa de Yeca-
pixtla'', 22/02/1745, AGN, Tierras, vol. 8, primera parte, fol. SIr.
ss Testimonio de Juan Álvarez de Villegas, probanza del año 1739, en "El Alcalde y natura-
les ... "; AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, fol. 22r.
56 Informe del teniente Joseph de Ynusta, 04/12/1739, en "El Alcalde y naturales ...", AGN,
Tierras, vol. 1958, exp. 5, fol. 24v.
57 Énfasis del autor. Informe del t niente oseph de Ynusta, 04/12/1739, en "El Alcaldey
naturales ... ", AGN, Tierras, vol. 1958, ex . 5, fol. 27r.
ZAHUATLAN EL VIEJO Y ZAHUATLAN EL NUEVO 443
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FIGURA VL4. Deslinde de tierras en Zahuatlan con indicación del pago o sitio de
Temacpalco. Autor: Ildefonso de Hiniesta Bejarano. Año 1741, AGN, Tierras, voL 8,
primera parte, exp. 1, foL 198. Reproducción autorizada por el Archivo General de
la Nación.
59 "Hace presente a Vuestra Señoría lo referido como tambien el que los indios de dicho
pueblo en el paraje en que se halla situado es una cañada aspera sin fructifeza [... J", en Juan
Bautista de Rivera Angula, juez comisario de Tierras, México, 03/03/1741, AGN, Tierras, vol.
1958, exp. 5, fol. 36v.
60 García Zambrano (2001a), p. 495 Ynota.l l Z. "Que el motivo que han tenido los naturales
para mantenerse en el paraje litigioso, han sido para estar separados de la doctrina, y conser-
varse en vicios y torpezas", en "Autos del convento de Santo Domingo contra los naturales del
barrio de Saguatlan, año de 1762", AG ,Tierras, vol. 1612, exp. 1, fol. 330v.
61 Heyden (1975), Broda (1989), Bernal García (1992), Townsend (1992). Aveni (1986), pp.
353-356.
63 Grave y Angula (1987), pp. 157 Y431-432, resaltan la importancia de los farallones dis-
tintivos de Chalcatzingo como sitio que, aunque carente de ventajas materiales para asentarse
ZAHUATLANEL VIEJO Y ZAHUATLANEL UEVO 445
dos en la Colonia para describir tales ambientes, los cuales se conocían con
designaciones en lenguas indígenas alusivas a su específica geografía: xo-
mulli, hiscalpan, tzumindi, entre otros.s+ Sin embargo, la mayor atención
prestada al característico despliegue del terreno dejaba sin considerar a las
conspicuas barrancas o cañadas que complementan el paisaje serrano del
valle central del México. Naturalmente, estos quebrados accidentes forman
parte del acceso a las rinconadas, alternando con ellas, por cuanto forma-
ban un efectivo sistema colector o tributario de sus ríos, sumideros y entor-
nas lacustres.v> En Zahuatlan, este sistema de tributación hidrológica reci-
bía la sugerente denominación de la "varranca de el agua". 66
Referentes metafóricos inherentes a la barranca de Zahuatlan el viejo
se infieren del modo como este quiebre del terreno era sinónimamente alu-
dido en tiempos coloniales con las designaciones de olla, "joia", joya u
hcya.»? Por lo tanto, compartía la visualización indígena del paisaje que se
inspiraba en la forma simbólica de una vasija, probablemente visualizada
por los indígenas en los elementos del terreno que por su forma cóncava o
hueca estimulaban tal reminiscencia. La transposición incluía la semejanza
que creía verse respecto de ollas específicas figuradas en los mismos cerros
o montañas.vs Sahagún proporciona un sugerente testimonio de tal género
de interrelaciones. Basado en informantes indígenas, recoge la especie que
correlacionaba a los cerros-ollas con los cimientos de un ámbito acuático
subterráneo (Tlalocan), del cual se creía que provenían los ríos: "Los anti-
guos de esta tierra decían que todos los ríos salían de un lugar que se llama
Tlalocan [... ] y también decían que los montes están fundados sobre él, que
están llenos de agua, y de por fuera son de tierra, como si fuesen vasos
grandes de agua ... ".69 Aunque el texto de Sahagún carece de alusiones direc-
tas a cañadas o barrancas, su identificación en Zahuatlan como si su cárca-
(tierras fértiles y abundancia de agua), fue no obstante elegido por los trasuntos simbólicos
del paisaje. García Zambrano (1994), p. 222 Y s. f.
64 García Zambrano (1992), pp. 273-275.
del mayor volumen de construcciones erigidas en terrazas corresponde a las fases que los
arqueólogos denominaron "barranca" y "cantera"; véase Grove (1987), pp. 57-59 Y 62-67.
66 "y bajan a topar al pueblo despoblado de tzaguatlan [... ] por la varranca del agua [... ]
corriendo 111 barranca abajo, hasta el sur [... J", en Censo perpetuo otorgado a Bartolomé Galle-
gos por una estancia de ganado menor, AG ,Censos, HJ, Yecapixtla, año de 1624, documento
refrendado el 28/0511743, vol. 51, exp. 19, fols. Ir-Iv.
67 García Zambrano (1992), pp. 274-275; (1994), p. 222.
70 John Sullivan, comunicación personal. "y empiezan las dichas tierras desde la barranca
angosta [... ] que llaman Ayauhcali; y llega hasta la barranca que llaman TlaJapaztli ..;", Docu-
mentos del cacicazgo de Amecarneca, 06/09/1605; Barlow, en Monjaráz-Ruiz et al. (1994).
vol. 5. p. 35l.
71 John Sullivan, comunicación personal. "La duodécima parte de tierras pertenecientes á
el cacicazgo de Micacatzin [... ] está en un llano que llaman Tlalapazco, que viene a ser como
una Joya [u olla]". Documentos del cacicazgo de Amecarneca, 06/09/1605; Barlow, en Monja-
ráz-Ruiz et al. (1994). vol. 5. p. 35l.
72 Molina (1977 [1555-1571 D. folio 81v. Véase viñeta inferior izquierda en la Historia tolte-
puente y por la parte del norte y oriente donde hace cabezada y principio con un cerrillo lla-
mado [tjsaquala", Guastepec pueblo, demanda del gobernador y naturales de Guastepec con-
tra el convento de Santo Domingo, 12/01/1614, AGN, HJ, vol. 76, lego40, fol. 19v.Tzaquala; de
tzaqualli, "cosa encerrada o tapada", y tlan, "lugar de"; o Tzaquallan, "Lugar de la cosa ence-
rrada o tapada"; John Sullivan, comunicación personal. Otras connotaciones de Tzaquala/tta-
qua/li en García Zambrano (2000), pp. 33-34.
87 García Zambrano (2000), p. 33.
ZAHUATLAN EL VIEJO Y ZAHUATLAN EL NUEVO 449
88 "Ouaderno de pruebas dadas por los naturales del pueblo de Tlayacapa]n] en los Autos
que se siguen con los del pueblo de Guastepeque sobre tierras, año de 1766", Tlayacapan,
16/01/1766,AGN, Tierras, vol. 2744, exp. 1, fols. 78r-95v; véanse también fols. 88v-91V.
89 "Quaderno de pruebas ... ", Tlayacapan, 16/0111766,AG .Tierras, vol. 2744, exp. 1, fol. 91v.
450 ESTUDIOS DE CASO
Compañía de Jesús y la hacienda San Nicolás Pantitlan", años 1664-1672, AGN, Tierras,
vol. 1728, fo!. 38r.
91 Énfasis del autor. Medida y deslinde de tierras en Yecapixtla por el agrimensor Antonio
Cataño Cordero, año de 1741, AGN, Tierras, vol. 8, primera parte, exp. 1, fol. 39r.
92 El museo comunitario Yaucalli en Yautepec conserva una escultura antropozoomorfa de
Esta villa está asentada [... ] en tierra llana, entre dos barrancas muy hondas de
más de cuarenta estados [... ] por la parte del norte tiene serranía, y por la del
oriente al volcán, y por la del sur algunos cerrillos; de manera que casi está asen-
tada en una hoya, aunque es tierra llana y que de muchas partes se parece y des-
cubre.v>
p. 215. De hecho, glosas y tonalidades de azul intenso del recreado curso de aguas entre tra-
mos de la cañada registrada el pie del macizo de Achichipi[l]co, enfatizan el instante en queel
agua se sume y reemerge.
103 John Sullivan, comunicación personal.
104 Acuña (1985), "Relación de la Villa de Acapiztla", 1, p. 215. Zoquiapan, "Sobre o en el agua
lodosa",
ZAHUATLAN EL VIEJO Y ZAHUATLAN EL UEVO 453
105 Según Robelo (1982 [1900]), p. 3, de atl, "agua", chichipini, "lloviznar o gotear cosa
líquida", y ellocativo -co; también mencionado por Maldonado Jirnénez (2000), p. 186.
106 Acuña (1984), "Relación de la Villa de Acapiztla", 1, p. 215.
107 Siméon (1996 [1885]), p. 97.
108 Virve Piho (1982), en Maldonado (2000), pp. 186-189 Y figs. 16-18.
454 ESTUDIOS DE CASO
109 "Con lo que se llegó a la puente de los tepetates o cueva pintada que es lindero [oo.]
entendiéndose que la dicha varranca sirve de lindero y va dividiendo las tierras que se miden
de las de Cuaguistla y el pueblo de Saguatlan El Viejo que estas quedan de la dicha banda al
oriente ... ", Deslinde de tierras por adquisición de estancias de ganado menor de parte de los
ZAHUATLANEL VIEJO Y ZAHUATLANEL NUEVO 455
entre ambos lugares y elaboró un mapa (fig. VI.4) a escala de época de 25 cordeles. El primer
tramo correspondiente a los puntos A y B del mapa (cueva pintada/puente de los tepetates) y el
paso de los coyotes arrojaron 37 cordeles; y al espacio señalado en la carta con las letras B y C
estuvieron indicados 61 cordeles; por lo que la distancia hasta Temacpalco, cercano al naci-
miento del manantial y cañada claves, fue de 98 cordeles. Si se considera que la unidad deno-
minada "cordel encerado" equivalía a 50 varas o 0.80 crns., se obtiene una distancia de 575
metros entre Temacpalco y la "cueva pintada"; véase fig. VI. 4. Deslinde de tierras en Zahuatlan
con indicación del pago o sitio de Temacpalco, Ildefonso de Hiniesta Bejarano, AGN, Tierras,
vol.8, primera parte, fo1.198.
112 John Sullivan, comunicación personal.
diente. Un mapa de la zona colindante a Ocuituco en Gerhard (1970a), fig. 1, p. 104. Hacia
1740 la intromisión incluía a Juan de Peralta, Antonio Torres (Cacique de Cuernavaca), la
Hacienda de Guamango y el ingenio de Cuahuixtla, este último posesión del "Convento Impe-
rial de Santo Domingo" en la ciudad de México; véase folio 175r.
114 "Cogiendo por el camino hasta dar a el puente que nombran de los tepetates desde el
qual comienza el potrero y tierra denunciada [... ] cogiendo de sur a norte via recta hasta lle-
gar al potrero que dicen [llamarse] Ternacpalco", AGN, Tierras, vol. 8, primera parte, fol.
187r.
115 El relieve de una palma de la mano, reportado originalmente por Carlo Gay, es consta-
tado por Jorge Angulo junto a la "caja de ofrendas" y la cruz moderna colocadas entre las
rocas de la cima de la montaña sagrada de Chalcatzingo; Angulo (1987), p. 154 Y fig. 10.26.
Huellas de manos de carácter rupestre fueron localizadas por Apostolides (1987), p. 179,
fig. 12.17, Yp. 190, fig. 12.42, en distintas grutas de los cenos unidos por el saddle o curvatura
en forma de silla distintiva de Chalcatzingo.
116 "Guiaron hasta el referido puente de los tepetates que es donde comienza el potrero y
tierra denunciada [de Zahuatlan] [... ] junto a ella por el lado norte una varranca [... ] y desde
aquí por la orilla de la misma varranca [... ] quedando a la izquierda el potrero Temacpalco
[... ] se torcio al sur hasta llegar a un cerrillo que dicen de las piedras [... ] y se torcio para el
poniente mirando [h]assia la hoya de Sahuatlan [... ] y siguiendo el mismo rumbo [...] se ve
otra varranca que hace un medio circulo que corre hasta el referido puente de los tepetates
[... ] cueva pintada [... ] en donde fenecio dicha vista de ojos"; AGN, Tierras, vol. 8, primera par-
te, fols. 188r-189r.
ZAHUATLANEL VIEJO Y ZAHUATLANEL NUEVO 457
121 Según Aguilar Benítez (1999), p. 315, los llamados palmares (Brahea dulcis) crecen en
manuscrito expresa lo siguiente: "Teneis en poses ion muchas suertes de tierras que son e han
sido propias de vuestra comunidad y heredades de vuestros padres y antepasados en que
haceis vuestras labrancas e sementeras [... ] las qua les se comprenden dentro de los linderos
siguientes= que comienzan de norte a sur desde el pago [o sitio] que llaman el corral de la pal-
ma que parte terrninos con el pueblo de Atlatlaucan hasta el pago que llaman Epasoapan e de
aquí van corriendo por la fuente quebrada, hasta el pasaje que le dicen 'Iequaque", en el "Títu-
lo y Merced de Tierras de los indios del pueblo de Tlayacapan, año de 1539", AGN, Tierras, vol.
12,primera parte, exp. 4, fol. 297r.
125 "Dicha mohonera la havian puesto en el año de quarenta y tres para que se conociera
que hasta allí llegaba la jurisdicción y las tierras de los de Tlayacapa[n], y que en un gueco que
tenía le faltaba una losa en la que estaban puestas unas letras que decían lo mismo que en las
del torreón o peana [que en otro lugar demarcaba las tierras realengas de las del marquesa-
do]", en "Ouaderno de pruebas ... ", 16/01/1766, AG ,Tierras, vol. 2744, exp. 1, fol. 88r.
126 "Tecarna quiere decir 'mano junto a la boca'"; Acuña (1985), "Relación de Chiconauh-
dan", 1, p. 230, nota 6.
127 lbidem, p. 282.
41, 76, para describir el perfil cóncavo de unión de los cerros gemelos que enmarcan la rin-
conada de Chalcatzingo. Traspuesto el paraje de la barranca del río Amatzinac, las tierras
bajas del lugar son conocidas hoy día con la designación de "La joya"; Grove (1987), p. 11,
fig. 2.3.
131 Lister (1940), pp. 211 Y216.
una serpiente con sus fauces abiertas.l>' Asociada a una de las paredes de
la cancha de pelota, que bien pudieran reproducir las de los verticales fara-
llones de las barrancas, dicha efigie es primariamente vinculada con el tér-
mino mixteco yuvui, "hondonada", "barranco" "golpe de agua" o "quebrada
entre dos montes't.t-> Se recordará aquí el instante preliminar del retorno
de Quetzalcoatl al mictlan o mundo de los muertos, probablemente en pro-
cura de la gestación de otra humanidad, motivo por el cual construyera una
cancha de pelota distinguida por una línea divisoria que, como antes diji-
mos, en realidad representaba a una profunda barranca (tlecotl).
[desde la Colonia] puente por estar del lado diestro una barranca [ .. .]"138
Bajo la denominación indistinta de Temacpalco, Temacpatitlan, o incluso
el vocablo parecido pero erróneamente escrito de Temalpatitlan, el icono
alusivo a "la palma de la mano" funcionaba en calidad de determinante del
sentido de acceso o salida en la estrechez de serpenteantes cañadas. Quizás
el más informativo de los casos en que hasta al topónimo se le adscribió
valor lingüístico inherente a la acción particularizada sea el que consigna
las colindancias dentro del paraje de Atlacomulco. Además de presentarse el
nombre del lugar en el frecuente contexto de un "abarrancadero de agua",139
dicho sitio reunía las metafóricas alusiones hasta ahora advertidas. Es
decir, las correspondientes a un paraje situado "en una conjunción de barran-
cas donde está una cuevita con una mano pintada nombrada Temacpalco
[ ... ] cueva excavada en el respaldo de la barranca en un concurso de otras
dos [barrancas], y llaman este lugar Temacpalco que quiere decir mano
pintada en la piedra". 140
A través de lo reportado por fray Bernardino de Sahagún es posible
conocer las lecturas subyacentes en los nombres de lugar denominados
Temacpalco. Acorde al cronista, el grabado de la palma de una mano se
relaciona con un episodio de la vida de Quetzalcoatl, el cual tuvo lugar pre-
cisamente en un paraje así llamado.t+' Abrumado por la circunstancia de
su partida de Tula, el héroe divinizado pernoctó en Temacpalco, el cual lle-
gó a ser identificado por la impronta que en piedra dejaron sus manos.!"
Previo al suceso, había ordenado que sus casas recubiertas de plata y nácar
fueran ritualmente quemadas y sus restos significativamente enterrados en
cañadas u hondonadas junto a los ríos.
Otro modo toponímicamente aparejado de referirse al complejo funcio-
namiento de las barrancas se manifiesta en los términos atemajac o atlama-
xac y los correspondientes techialco o techialli. Relacionados al funciona-
co", Morelos, 1695, AGN, Tierras, vol. 1608, exp. 1, fols. 23v-24r.
141 Sahagún (1981 [ea. 1585]),1, p. 289.
ron por unos riscos abajo cerca del pueblo, y como había muchos de ellos heridos de los que
se venían a esconder en aquella quebrada y arroyo, y se desangraban, venía el agua algo turbia
de sangre"; Díaz del Castillo (1977 [1632]), 1, p. 468.
146 Idem.
147 Cuentepec, Morelos, título de composición de tierras de San Sebastián Cuentepec y sus
agregados Tlaxotla y Atlamaxac, AGN, Tierras, vol. 2684, exp. 4, fol. 2r, "Donde se ven dos cami-
nos que de oriente vienen para el poniente, el que va al norte va para Chalma, y el que va para
el sur, del primero va para Malinalco y donde se van dos barrancas [oo.] la que llaman Xate-
petitlan, a unirse con la otra que pasa dentro de los parajes de techialco, teposahuatitlan, tetl-
nahuatitlan y texochqui, donde llaman atlamaxac, lugar donde tomamos las aguas para el uso
de nuestro pueblo". En sentido lato, atlamaxac deriva de atlauhltli], maxajtl] y la terminación
locativae; es decir, "en la horcajadura de la barranca"; John Sullivan, comunicación personal.
464 ESTUDIOS DE CASO
148 "Que por lo que toca a los parajes y linderos comienzan desde el dicho pueblo viexo de
[ajtlamaxaque y hasta San Miguel Tlaxotla que es de oriente a poniente y de norte a sur des-
de Tenagualtitlan a dar a Techialco que llaman el resebimiento [sic]", en "Los naturales deste
pueblo [de Cuentepec] contra Juan García sobre tierras, año de 1706", AG ,tierras, vol. 1939,
exp. 1, fol. 9r.
149 "Los naturales deste pueblo ... ", 25110/1706, AGN, Tierras, vol. 1939, exp. 1, fols. 13v-14r,
150 John Sullivan, comunicación personal.
153 Ibidem, p. 61. Aparentemente la frase comparte el sentido que M. E. Smith (1973), p. 58,
encuentra en los vocablos mixtecos yuhi fa ini descriptivos del espacio de una "quebrada entre
dos montes", lo cual puede, según la autora, corresponder a una variante de yuvui, "cañada" o
"barranca" .
154 "y se llegó a una puente que llaman la puerta de Islava y habiendo baxado y subido una
barranca [... ] se llegó a un llano [... ] y allí dixeron [... ] llamarse techiali", Cuentepec, Morelos,
AGN, 1706, Tierras, vol. 1939, exp. 1, fols. 13v-14r.
1551dem.
156 Los lugareños de Chalcatzingo todavía creen en la sonoridad producida debajo de la
gruta contentiva de la imagen o figura de "El rey" o gobernante que parece haber salido de las
entrañas mismas de la tierra: Grave (1987), p. 431.
466 ESTUDIOS DE CASO
cativo del "Lugar del toque" por cuanto la raíz tzotzompain] probablemente
es un locativo derivado de tzotzona, "tocar" o "golpear algo o un instrumen-
to",159el Memorial... de Chimalpahin añade el suceso del golpeteo del agua
justo en la pared o cuesta del cerro a cuyo pie arribaban los botes donde
venían los emigrantes dispuestos a trasponer este umbral: "y porque allá
van a chocar las aguas contra el acantilado de Chicomoztoc, por eso tam-
bién se llama Tzotzompa. Esta cueva séptuple existe desde hace mucho
tiempo con sus horadaciones, y de ella salieron todos los varios pueblos de
naturales de [esta] Nueva España, según todos han [siempre] sostenido.tw
Consecuente con el propiciatorio acto, las grutas muestran el instante
en que los ancestros tratan de salir de las cavidades internas (Hg. V1.6). En
este rito de paso que implica nacimiento acompasado a la ruptura del inte-
FIGURA VI.S. Chicomoztoc: detalle del interior de las grutas, en Paul Kirchhoff, Lina
Odena Güemes y Luis Reyes García (comps.) (1976), INAH-SEP-CISINAH, México, folio
16r, p. 28. Reproducción autorizada por el Instituto Nacional de Antropología e
Historia.
Guiaron los testigos para un portezuela y una serranía que está al Sur y dixe-
ron nombrarse Cuahuazontecomatle[...] y quedó señalado por lindero el refe-
rido portezuela [...] y desde él se van deslindando por las cumbres de dicha
serranía que tambien llaman Cuahuasontecomatle [...] hasta donde fenece
dicha serrania [...] quedando comprendidos dentro de estos linderos [...] los
parajes que llaman elllari.ode Doña Juana, el ojo de agua [y la rinconada]que
llaman Coyotliapa.t=
Kirchhoff et al. (1976), p. 160, nota 2, observaron la omisión involuntaria del tlacuilo.
166
Acuña (1986), "Relación de Minas de Tasco", 11,p. 123, nota 67. Junto a la connotación
167
169 Santiago Ocuila, AGN, HJ, vo!. 52,leg. 29, exp. 22, fo!. 41Or.
170 Ibidem, 22, fols. 410r-41Ov.
171 "Dixeron los testigos [... ] llamarse el zerro de Chiconquahui cuia mojonera está junto a
una barranca a la falda de dicho zerro [... r,expediente sobre linderos de Aguatlan, Totolapan,
epopualco y Atlatlauhca, fo!. 21r. "En un portezuelo vi dos mojoneras nuebas [... ] una de
Teocalcingo, y la otra de San Pedro Huaxahualco": huaxa, de huaxin, "guaje" y hualco,
de hualtin, "cosa redonda", y ellocativo -co; Robelo (1984 [1900]), p. 59. Indios de Teocalcingo
se pueblan en Zacualpilla, 24/12/1685, AGN, Tierras. vo!. 3697, exp. 2, fol. 74v.
172 "Comenzando [h]asia la parte del oriente en el pago que llaman Tetzontecomatl [... ]
e de aquí siguen [h]asia la parte del norte desde tetzonyocac [... ] y corren hasta quatzotzon-
co, tzoquiapan [... ] y de aquí cojen [h]asia la parte del poniente [... ] hasta Xochitlan en el
cerro que llaman Chiconquiahuitl, y con la parte del sur con el cerro que llaman citlaltepec
que parte terminos con el puente de Atlatlaucan", en "Los naturales de Nepopualco, juris-
dicción de Tlayacapa[n] contra el Marqués de Uluapa sobre tierras". AGN, Tierras, vo!. 1591,
exp. S, fo!. 1r.
472 ESTUDIOS DE CASO
CONCLUSIONES
podia impedirlo, que era el gobernador de Yacapistla, que podia resistirlo, no lo hace, antes
con su presencia se executa la diligencia; ya esto se agrega, que hasta por pueblo se podia esti-
mar según la Ley 15, título 3, libro 6 de Indias, que ordena que siendo de quarenta indios la ley
manda que haya un Alcalde y un Regidor; y pasando de este número, y con el agregado de
los muchachos ya se dexa reconocer mui por menor la facilidad de lo que se pide, mayormen-
te quando los indios, aun mudándose a reducciones nuevas, dexando las antiguas, no pierden
su derecho, ni a las tierras que se tenían, según la Ley 9 del mismo titulo, ya se lee, que havien-
do sido la agregación a Yacapistla, con el Justo Titulo de la peste, conservando sus reduccio-
nes, nunca pueden decirse apartados, ni que es nueva reducción, lo que es solo manifiesto
y claro recurso in termario, por lo que no perdieron sus tierras, ni derecho a reasumirlas, y
quando la iglesia, que deben tener por Ley 4 facilmente se puede redificar, y habilitar, según se
informa que está; yel paraje tiene tierras yaguas conforme a la Ley 8, por lo que aun siendo
para nueva reducción, se debía pedir y poner en ella, aplicándoseles por el cómmodo de los
indios y por el augmento de ellos mismos, quanto mas en la restitución que se postula. En
cuya atención no hai embarazo para que V. S. mande se restituyan a los naturales de este
barrio de San Martín Saguatlan, y se tengan por pueblo, eligiendo para el año que viene Alcal-
de y Regidor en conformidad de la Ley, y con las calidades de que reparen la iglesia, de que
aya decencia en ella, que con igualdad se asignen las tierras a los indios de casa familia y casa
con igualdad interviniendo la justicia y gobernador de Yacapistla, y dexando tierras de las
mejores y bastantes para la comunidad e indios que se augmentaren en lo futuro, quedando
sujetos a la cabecera de Yacapistla y doctrina en que han estado y así se les dee a entender [...]
Méxicoy Mayo 20 de 1740. Lic. Joseph Antonio Ramos del Manzano; Joseph Antonio Bermú-
dez Sotornaior", en "El Alcalde y naturales AGN, Tierras, vol. 1958, exp. 5, fols. 28v-29v.
177 El ingenio de Quaguistla se opuso a la restitución de tierras a Zahuatlan por considerar
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Cuernavaca; por lo que ambos solicitaron "de mandar que el despacho librado a dichos natu-
rales se recoxa; ya mi convento se libre para que la justicia de Cuernavaca no proceda a prac-
ticar diligencia alguna, y en caso de haber comenzado sobresea en ellas y las remita a este juz-
gado [... ] contradiciendo como contradigo dicha restitución y protesto su nulidad [...] frai
Miguel de Ortega y Castro, Procurador", en "El Alcalde y naturales ... ", AGN, Tierras, vol. 1958,
exp. 5, fol. 33r.
ZAHUATLAN EL VIEJO Y ZAHUATLAN EL NUEVO 475
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476 ESTUDIOS DE CASO
ra del presente capítulo y sus comentarios. De igual manera, agradecemos a José Juan Zarrio-
rano sus valiosas aportaciones en trabajo de campo.
2 Hemos destacado en itálicas el adjetivo natural puesto que, desde nuestro punto de vista,
la naturaleza también es un concepto cultural. En este sentido tienen razón los geógrafos
Roger Brunet y Olivier Dollfus al decir que "no existe un paisaje natural puesto que todo pai-
saje es percibido". Sin embargo, conviene aclarar que nos referimos aquí a las características
del relieve, del clima, de la hidrografía, del suelo y de la biodiversidad que perciben los grupos
sociales que se asientan en el territorio. Berque (1992), p. 356.
3 Entre los estudiosos de la relación sociedad-naturaleza siempre existe la preocupación de
no explicar la historia a partir del "deterrninismo geográfico". Muchos fueron los trabajos
durante la primera mitad del siglo XIX que expusieron cómo e! medio determinaba las activi-
dades y el devenir de los pueblos. Por el contrario, aquí nos guiamos por un enfoque impulsa-
do desde la geografía cultural, el cual ubica a los pueblos en el centro de la construcción de!
espacio geográfico y no como resultado de éste. Foote et al. (1994); Claval (1995); Berque
(2000);Bonnemaison (2000); Shurmer-Smith (2002); Anderson (2003).
479
480 ESTUDIOS DE CASO
8 Las definiciones de paisaje han sido presentadas en la introducción de este libro. Por el
momento resumiremos que el paisaje es una extensión territorial reconocible con los sentidos,
principalmente con la vista y con los pies sobre el suelo. Pinchemel (1988), p. 382; Bender
(J 995), pp. 1-48.
EL ALTEPETL DE METZTITLANy SU SEÑORÍO COLONIALTEMPRANO 481
mayor jerarquía política [... ] en comparación con otras que le eran subordinadas" o bien para
482 ESTUDIOS DE CASO
las grandes aglomeraciones. Reyes García (2000), p. 41. Molina (2001 [1555]) tradujo vei alte-
petl como "ciudad".
12 Estas dos "provincias", que no se diferencian sino hasta el siglo XVII, son Metztitlan y
Sochicoatlan (Xochicoatlan); Gerhard (1986), p. 250.
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SE - onto COLONIAL TEMPRANO 483
17 Además del vocablo en náhuatl, debe contemplarse el término en otomí, el otro gran
componente étnico de la zona estudiada. En el diccionario otomí de Alonso Urbano (1990
[1605]), la palabra utilizada para "pueblo" es an dehe nttoehoe, que según Doris Bartholomew
significa también agua-cerro. Sin embargo; la palabra otomí moderna para "pueblo" es hnini;
Bartholomew (2000), p. 191. ,/ .
18 López Austin (1999); Broda el al. (1991).
19 Los nombres fueron proporcionados entre el29 de octubre y el 5 de noviembre de 2002 por
don Antonino Vite y don Jerónimo Monsalvo, así como por un grupo de habitantes del pueblo a
quienes se les solicitó que hicieran el mismo ejercicio de apelar los puntos del horizonte. En traba-
jo de campo realizado en abril de 2005, don Aristeo Domínguez nombró algunas de estas eleva-
ciones con nombres no exactamente iguales, de manera que es necesario precisar la toponimia,
20 Este sobrenombre deriva del hallazgo -cada vez menos frecuente- de ofrendas dejadas
en sus partes altas, donde se dice que se realizaban ritos para dar a las mujeres infértiles la
posibilidad de procrear. Fray Andrés Lozano O. S. A. cuenta haber encontrado en los años
setenta alimentos y bebidas en ofrenda. También parece haber pintura rupestre en que se
representa a hombres y mujeres desnudos.
21 Sobre la significación de esta morfología, véase Bernal García (1994).
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORíO COLONIAL TEMPRANO 485
FIGURA VII.!. Vista desde la iglesia de Tepatetipa, en la que se observa, en primer tér-
mino, el puerto de montaña que cierra la rinconada por el rumbo poniente. Este
puerto de montaña separa la Mesa Grande del cerro Texinteyo. Foto de los autores.
22 Sobre Iztayatla, pueblo formado aparentemente en el siglo XIX, véase Azcué y Mancera
(1929), p. 484.
23 Se trata en concreto de "un fragmento de una punta de proyectil de tipo Clovis" hallada
en el contexto de un área de taller de "talla de bifaciales"; Vázquez (2001), pp. 93-95. Cassiano
(1998) y Álvarez y Avilez (1994).
24 Estos arqueólogos han reportado el sitio bajo el nombre de "Oyapa". Nosotros hemos
tres que están situadas en puntos más bajos cercanos a la vega. Ahí los antiguos pobladores
representaron frecuentemente una luna, figuras antropomorfas claramente sexuadas yalgu-
nas escenas de caza. Véase Lorenzo Monterrubio (1999). Agradecemos la colaboración del
señor Erasto Badillo para ubicar algunas de las pinturas.
30 Molina (2001 [1555-1571]) define veiatl como "el mar" (folio 155v), pero el término se
refiere a cualquier gran extensión de agua: vei, o huey, "grande" (folio 155v); atl, "agua" (folio
8r);pan, "en" o "sobre"; Carochi (2001 [1645]), folio lOv.
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORío COLONIAL TEMPRANO 487
FIGURA VII.2.Paraje Tepelmonamique o donde "se juntan los cerros", así llamado
por los habitantes de Tepatetipa. Podría corresponder al Tepetl-monanamicyan o
tercer piso del inframundo en la cosmovisi6n mesoamericana. Foto de los autores.
35 En los Papeles de Nueva Esparza, fray Ambrosía Montesinos reporta a Cuimantlan (Acui-
manda) y Xilitla (nos referimos a! Xilitla ubicado en la cuenca del río Claro) como sujetos de
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 489
cuyos límites en sus bordes más elevados llegan a los 2000 msm, mientras
que su parte más baja, sobre el abanico aluvial de Tlatepexe, desciende por
debajo de los 1 300. Salvo el abanico, las elevaciones que limitan la rinconada
son verdaderos bastiones naturales que otorgan protección al asentamiento
frente a las amenazas bélicas -.Complementan este sistema defensivo las
dos espectaculares barrancas ubicadas tras los cerros del horizonte que se
observa desde Tepatetipa y que enmarcan la rinconada: la de San Juan, al
oriente, y la de Tezisco, al poniente.
El interior de la rinconada, sin tomar en cuenta el píedemonte, está for-
mado por un relieve de pendiente relativamente suave que va de los 1400 a
los 1 800 msm. Esta característica morfológica, que contribuye a la retención
del agua, permite una fecundidad especial en comparación con cualquier
otro paraje situado a la misma altitud en esta área. Estamos, pues, ante la
única posibilidad en la vertiente interna de desarrollar actividades agríco-
las, a una escala significativa, sobre el ecotono que marca la transición
entre las tierras tropicales y las templadas del México central. Así, partien-
do del asentamiento de Tepatetipa se accede a recursos de ámbitos muy
e
diversos, desde el matorral xerófito subtropical hasta el bosque de encinos
y pinos en apenas unos kilómetros lineales.t?
Asimismo, la rinconada de Tepatetipa es punto de partida para acceder
a diversos pisos ambientales hacia abajo y hacia arriba. Hacia abajo se
encuentra la vega de Metztitlan; es decir, la llanura de inundación del río
Venados que nace en los campos volcánicos de Tulancingo y que se encuen-
tra confinado lateralmente por las escarpadas montañas de la Sierra Madre
Oriental. Por su naturaleza aluvial y por la humedad del subsuelo, los terre-
nos de la vega son extremadamente fértiles y pueden ser irrigados con
intervención humana. Además de los suelos fértiles, también se tenía acce-
so inmediato al lago. El atractivo de bajar a la vega puede haber sido tam-
bién el de la pesca y la caza de algunas aves que frecuentaban el lago. Res-
pecto a la variedad de recursos, la Relación geográfica de 1579 sostiene:
39 Sánchez Mejorada, (1978); Rzedowski (1981), p. 253; Armella et al. (2003). Tan sólo res-
Acerca del nivel del lago a principios del siglo XVI, debemos indicar que
era superior al actual. La geógrafa Sara Cantú determinó que todavía en la
primera mitad del siglo xx era frecuente ver, en años particularmente llu-
viosos como el de 1930, que el agua alcanzara la cota de 1 262 msm; es decir,
que llegara casi hasta el pueblo de Jihuico."! Sin embargo, se considera que
el nivel más estable era el de 1 250 msm; esto es, a la altura del pueblo actual
de Pie de la Cuesta, frente al cerro Huatepec.s- Al comenzar el siglo XVI, el
nivel de las aguas debió de haber oscilado entre estos dos puntos. El mapa
que acompaña la Relación geográfica de 1579 dibuja el nivel del agua entre
estos límites, con lo cual podemos decir que, bajando desde Tepatetipa vía
San Lucas, la orilla del lago les era inmediata (fig. VII.3).43 Si hoy en día su
nivel es mucho más bajo se debe a las dos horadaciones que se hicieron a
mediados del siglo xx para desaguada parcialmente por la barranca de
Almolón. Con todo, los primeros habitantes de Tepatetipa encontraron,
hacia abajo, aguas y tierras suficientes a menos de una hora de camino.
Saliendo de la rinconada, por el abanico aluvial de Tlatepexe, encontra-
mos otro atractivo más: tras atravesar la vega se accede a las veredas de
Metznoztla, las más cortas para comunicarse con la otra barranca que ver-
tebra el señorío: la llamada Barranca Chica, en cuyo fondo corre el río Ama-
jaco Este valle es más profundo y estrecho que la barranca de Metztitlan y
1579, se distingue que el nivel del agua llega a rebasar la base del cerro Huatepec, equivalente en
el mapa actual a la cota aproximada de 1 255 msm. Una interpretación más completa de ese
mapa ha sido publicada en Femández Christlieb, F., y Garza Merodio, G. (2006).
492 ESTUDIOS DE CASO
Los árboles silvestres que comúnmente se crían en las montañas de esta provin-
cia son pinos, robles, encinos, cedros, madroños, de los cuales no tienen ningún
44 El río Almolón nace del lago de Metztitlan. Es importante señalar que el lecho rocoso
calcáreo sobre el que se asienta dicho lago permite la existencia de filtraciones y sumideros,
cuyas aguas manan en la barranca de este río; Can tú (1953), p. 21. Chávez consigna en la Rela-
ción geográfica de Metztitlan este hecho, Chávez (1986 [1579]), p. 70.
45 Sánchez Mejorada (1978); Rzedowski (1981), p. 253.
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 493
era la planicie fértil. Después de todo, establecer el pueblo junto a las tie-
rras de cultivo era una práctica común del ideal agrícola en el ámbito medi-
terráneo del que provenfan.t?
Un último aspecto que cuenta en la selección del sitio es la ventaja que
éste ofrece para apropiarse estratégicamente del territorio circundante y
organizar eventualmente una defensa militar. Resulta imprescindible ima-
ginamos cómo hacían la guerra, para entender qué papel jugaba el relieve
en el campo de batalla. Para ello, es importante conocer lo que dice al res-
pecto la descripción de la Relación geográfica de 1579:
Las armas que usaban eran arcos y flechas, de gran fuerza y certísima puntería;
varas tostadas de braza y media de largo con puntas de pedernal: tirábanse con
unos amientos o tiraderas que llevaban más fuerza que una jara de ballesta y
espadas de palo con filos de navajas. Las armas defensivaseran rodelas hechas
de esas cañas macizas que llaman otLatL, hendidas y menudas de medio dedode
ancho, atadas unas con otras muy fuertemente, formando un lienzo o cañizo
de largo a largo y otro atravesado, y,por ser esta madera tan dura como huesoy
llevar fortísima contextura, es bastante a reparar el tiro de una saeta de ballesta
castellana. Con estas rodelas, se escudaban y defendían de las piedras que con
hondas se tiraban que es una de las más dañosas armas ofensivasque usaban.50
Como se ve, al tratarse de proyectiles que sólo podían detenerse con es-
cudos o rodelas, se infiere que la posición elevada sobre el terreno brindaba
ventajas sobre quienes estaban abajo. Pues bien, el relieve de la Sierra Madre
Oriental ofrece una buena cantidad de refugios y de parajes ideales para
establecer una población y defenderla. En este sentido, la confederación de
Metztitlan logró articular un sistema defensivo muy eficaz que, entre otras
cosas, les permitió a sus pobladores resistir durante decenios los embates
de la Triple Alianza.
Si comparamos nuevamente las características de los sitios de Tepateti-
pa y de Metztitlan, veremos que una vez más el primero ofrece innumera-
bles ventajas sobre el segundo. La loma donde está fundada la villa es difícil
de defender, porque queda completamente expuesta por el lado de la vega
(lado sur), desde donde, además, se puede subir con facilidad a los cerros
que circundan el pueblo. Quien acceda a la vega puede tomar posesión de
esta colina. Por el este, la barranca de San Juan, que para la rinconada de
Tepatetipa implica una gran muralla defensiva, para la villa de Metztitlan
es un corredor que da entrada desde las alturas de Zacualtipan, tierras
habitualmente inhóspitas para los habitantes de la confederación. Para los
españoles esta muralla orográfica resultó inútil en tanto las soberanías
vecinas ya habían sido por ellos sojuzgadas.
Por último, cabe realizar un análisis de las raíces que componen el
topónimo de Tepatetipa. John Sullivan propone que la palabra puede des-
componerse en: tetl + icpatetl + t[i] + icpac, cuyo significado sería "encima
del ovillo de piedra"; es decir, encima de un conjunto específico de piedras
que probablemente marcaban el sitio de un asentamiento anterior. Otra
posibilidad derivada del análisis de este topónimo refuerza la idea de que
Tepatetipa era un lugar de importancia en tiempos prehispánicos: si la des-
composición de la palabra es tecpatl + itetl + t[i] + icpac, entonces el signifi-
cado podría ser "encima del vientre o del centro del pedernal", lo cual se
asocia a una idea de centralidad que debe ser explorada igual que se ha
hecho en otras regiones.v'
Con los elementos discernidos hasta ahora sobre la selección del sitio,
se puede inferir la preeminencia de Tepatetipa como el altepetl dominante
de la confederación de Metztitlan, probablemente desde la llegada de los
linajes otomíes de Xaltocan.V a principios del siglo xv, hasta el estableci-
miento de la villa de Metztitlan, hacia fines de la década de 1530 en que se
buscó una nueva sede para la cabecera. En el apartado siguiente proporcio-
naremos nuevos argumentos sobre esta hipótesis. También hablaremos del
espacio urbano de los pueblos de indios refundados por los españoles y, en
particular, de los casos de Metztitlan villa y de Tepatetipa pueblo.
59 Así llamaron desde el siglo XVI los españoles a esta porción de la Sierra Madre Oriental
que ocupa partes de los estados de Hidalgo y Veracruz y cuyo inicio parece ser la vega de
Metztitlan. Grijalva (1985 [1624]), p. 77; Victoria (1985), p. 33.
60 Rubial García (1989), p. 114. José Guadalupe Victoria supone, por su parte, que la cons-
trucción del convento de Molango se efectuó hasta los años cuarenta. Victoria (1985), p. 85.
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 497
Siendo así, es posible que los españoles desearan levantar en este sitio una
unidad conventual para convertirla en sede religiosa de la cabecera. Ahí
vivió en un primer momento "el Señor de Tipa" (de Tepatetipa, como reza
la tradición oral); es decir, el cacique reconocido por la autoridad colonial.
En consecuencia, pensamos que la primera casa de la orden en terrenos de
este altepetl se comenzó a construir en la rinconada de Tepatetipa.v! Sin
embargo, los españoles pronto cambiaron de opinión. Como dijimos, tanto
los agustinos como los encomenderos compartieron la idea de que la cabe-
cera no debía estar situada necesariamente entre los cerros, sobre todo ante
la opción de residir sobre una planicie extensa e irrigada por un caudaloso
río. Así, pues, se dieron a la tarea de buscar un nuevo emplazamiento más
cerca de la vega de Metztitlan para levantar sus iglesias. Como quiera que
haya sido, en 1536 ya se había comenzado la construcción de la iglesia de
San Agustín Tepatetipa. Inicialmente se pensó en construir una modesta
unidad conventual y para ello se edificó la iglesia y, perpendicular a ella, una
crujía anexa provista de cuatro celdas.v? No podemos descartar que a mitad
del proceso de construcción se haya decidido dejar Tepatetipa como simple
pueblo de visita e imponer la cabecera en otro paraje.
Como indicamos en apartados anteriores, el emplazamiento sobre el
que se asienta la iglesia de Tepatetipa pudo haber sido de alta significación
en tiempo prehispánico. Es posible que la explanada sobre la que se cons-
truyó haya sido nivelada antes de la llegada de los españoles.s-' Durante
los dos o tres años que pudo haber durado la construcción de la iglesia, los
habitantes de Tepatetipa, que contribuyeron con su mano de obra, vivían
dispersos dentro de los límites del altepetl. No fue sino 25 años más tarde,
cuando la población había disminuido, que se decidió congregarlos en las
61 En este caso no tomamos en cuenta el erróneo fechamiento del Catálogo de construccio-
nes religiosas del estado de Hidalgo que, basándose en una inscripción pintada en la fachada,
propone el año de 1525 como el momento en el que se terminó el edificio, sin reparar que aún
los agustinos no llegaban a la Nueva España; Azcué y Mancera (1940 [1929]), p. 498. Ante la
manifiesta imposibilidad de fechar con exactitud esta arquitectura Victoria (1985), p. 83,
nuestro razonamiento sobre la secuencia se sustenta en las condiciones del paisaje.
62 Artigas (1996), p. 154. Es posible que el programa arquitectónico haya sido realizado
conforme a lo previsto, pero también es posible que la idea original haya sido modificada
durante la marcha. Esto último puede pensarse a raíz de que los contrafuertes que sostienen el
sencillo edificio anexo son de un grosor fuera de proporción, como si hubieran sido planeados
para sostener una construcción de mayor volumen. No obstante, también está el caso de Hua-
lula, otra pequeña iglesia construida con masivos contrafuertes, de la que Juan B. Artigas afir-
ma que hay una proyección arquitectónica ejecutada con maestría. Artigas (1996), p. 148.
63 Pablo Escalante coincide en que "es posible que la iglesia agustina de Tepatetipa haya
sido construida sobre un antiguo templo o adoratorio prehispánico", Escalante (1994), p. 75.
498 ESTUDIOS DE CASO
proximidades de esta iglesia, para lo cual se trazó el pueblo con sus calles
principales formando una trama ortogonal. Este desfase temporal explica
la razón por la cual la puerta de la iglesia no mira hacia el pueblo sino
hacia el exterior, hacia un rumbo de importancia prehispánica, no colonial.
Así visto, el sitio de Tepatetipa ostenta, una vez más, una centralidad mayor
a la villa de Metztitlan, cuyas iglesias dan su cara al sur. Al haber sido cons-
truida la iglesia de Tepatetipa sobre el borde de la parte más llana de la rin-
conada, tampoco pudo trazarse el pueblo por sus cuatro flancos sino exclu-
sivamente a sus espaldas. Esto hizo que quedara no en medio, como en casi
todos los pueblos coloniales, sino en un extremo de la aglomeración.s+ Du-
rante el siglo :xx las calles de la traza original fueron ensanchadas, lo que
permite apreciar con mayor nitidez la cuadrícula del pueblo. Esto se obser-
va claramente desde las alturas de la Mesa Grande (fig. VII.4).
También es posible que la caída en la jerarquía política de Tepatetipa,
junto con el despoblamiento y la posterior congregación, expliquen el aban-
dono paulatino de al menos dos barrios cercanos que le eran sujetos: San
Lucas Chohuiztlan y San Mateo Metlatiapa. Las ruinas de San Lucas son
todavía visibles desde Tepatetipa; conservan pintura parecida a la de su
iglesia. Para llegar es necesario atravesar dos profundas cañadas y comen-
zar el ascenso del lado de la Mesa Grande. Según los pobladores actuales
quedan, de San Mateo, apenas unos paredones irreconstruibles.
La otra posible sede de la cabecera temprana fue San Pedro Tlatemal-
CO. 65 Aunque no es muy probable que lo haya sido, lo cierto es que cumple
con el imaginario urbano español de estar cerca del río. De hecho, su iglesia
se levantó prácticamente sobre el suelo de la vega, a 20 km del borde que
entonces tenía el lago, distancia considerada como prudente para escapar a
las crecidas estacionales. Es posible que durante el periodo de construcción
de esta iglesia las aguas no hayan subido de su nivel medio, pero antes de
1539, o durante ese año, una crecida repentina cargada de aluvión azolvó
buena parte del conjunto arquitectónico.eé Recordemos que la vega se en-
64 En este libro hemos estudiado también el caso de Tejupan, cuyo convento situado en un
extremo tampoco mira hacia el pueblo.
65 Respecto de Tlatemalco, Pablo Escalante dice que "habría sido construido entre fines de
1536 y algún momento del año 1539". Escalante (1994), p. 63.
66 Gerhard (1986), p. 191; Victoría (1985), p. 83; Angulo Íñiguez (1982), p. 270, YMcAndrew
(1965), p. 482, dan por sentado que en 1539 se produce dicha inundación. Hemos aceptado
esta visión sin dejar de observar que pasa muy poco tiempo entre la fundación y el abandono,
y que en ese lapso de escasos tres años se construyó el edificio con toda la calidad arquitectó-
nica que le conocemos.
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 499
67 Escalante (1994). Cuando este autor publicó su trabajo, al parecer era necesario bajar un
par de peldaños para entrar a la iglesia. Como las inundaciones se han seguido sucediendo,
seguramente ha habido cambios en la forma del acceso. Nosotros hemos visto también que los
pobladores han levantado un pequeño bordo de tierra de unos 50 cm, bloqueando la entrada
al agua que eventualmente pudiera acumularse frente a la iglesia. En 2004 fuimos testigos de
la inundación del templo y el área anexa encerrada por la carretera nueva que une Paso Vena-
dos con Metztitlan. Mientras el agua de la vega ya se había reencauzado, el recodo en el que se
halla la iglesia de San Pedro seguía anegado debido al efecto de represamiento ejercido por
la carretera. El piso de la vega tiene 2.10 m menos que el de la carretera, mientras que el de la
iglesia está 3.88 m por debajo de dicha carretera. Según Sara Cantú, la carretera hasta Metzti-
tlan fue construida en 1952. Cantú (1953), p. 224. Antes de esa fecha, el desnivel entre la vega
y el terreno en torno a la iglesia muy probablemente no existía, pues los sedimentos que han
sepultado la iglesia sin duda provienen en su mayoría de las inundaciones que afectan al con-
junto de la vega. Las evidencias geomorfológicas indican que el aporte de sedimentos desde la
ladera montañosa adyacente a la iglesia, si ha ocurrido, debe de haber sido proporcionalmen-
te mucho menor.
68 Byrne el al. (2000). La investigación de Roger Byrne, James Johnstone y Claudia Leal
buscaba pruebas de la actividad minera -río arriba- de los siglos XVIII y XIX, mediante el
análisis estratigráfico de los sedimentos acumulados en el fondo lacustre. Sus resultados nos
permiten calcular esta tasa de sedimentación con base en un fechamiento por radiocarbono
de 975 ± 50 años a 9.06 m de profundidad.
69 Escalante (1994), p. 70, propone que la porción enterrada del edificio es mayor a este
valor, ante lo cual podemos suponer dos soluciones: la acumulación de sedimentos es mayor
en este extremo de la vega o el edificio enterrado es más bajo de lo que se ha calculado.
70 Kubler (1982), p. 618; Artigas (1996), p. 64; Angulo Íñiguez (1982), p. 270; McAndrew
(1965), p. 482; Victoria (1985), p. 83. En las notas que hace Francisco del Paso y Troncoso a la
fuente escrita por Joan de Vera afirma que "el monasterio [de Metztitlán] se fundó en el año de
1539"; Paso y Troncoso (1905), III, p. 102. Elena Vázquez (1965), p. 78, opina que "la fun-
dación se resolvió en 1539, pero se realizó hasta 1543".
71 La Tercena "pudo haber sido construido entre 1537 y 1540, lo que lo hace uno de los edi-
ficios virreinales más antiguos que quedan en pie. En la misma fecha se construyó el primitivo
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORíO COLONIAL TEMPRANO 501
convento de Comunidad". Artigas (1996), p. 71. Kubler dice que este último "fue abandonado
después de los estragos de una inundación, acaecida en 1539, según la tradición local; pero es
improbable que esta gran 'Comunidad' haya sido concluida en tan poco tiempo". Kubler
(1982), p. 618. Por su parte, Escalante dice que "pocos años después de 1539 se construyó en
la ladera de Metztitlan el hermoso edificio de La Tercena". Escalante (1994), pp. 62-63.
72 Gerhard (1988), p. 191; Kubler (1982), p. 618; McAndrew (1965), p. 482; Angulo Íñíguez
(1982), p. 270.
73 Victoria (1985), p. 84; Escalante (1994), p. 62.
74 Gabriel de Chávez nos indica que en el año en que redactó su relación (1579) el agua
subió cuatro leguas (unos 20 km) de su borde lacustre habitual; Chávez (1986 [1579]), p. 70, es
decir, llegó de nuevo a San Pedro Tlatemalco.
75 La amenaza del agua sobre el Convento de La Comunidad pudo haber tenido también
un impacto psicológico: no hizo falta mojarse para temer a la crecida. El efecto de ver subir el
agua del lago casi 20 m por encima del nivel hasta entonces observado, en un punto donde la
vega se ensancha más de un kilómetro, puede haber replanteado para sus constructores la per-
tinencia de ese sitio. El volumen de agua que observaron durante la crecida despertó sin duda
extremos temores.
502 ESTUDIOS DE CASO
acompañados del geomorfólogo José Juan Zamorano, quien nos fue indicando la presencia
casi constante de una capa de lutitas a lo ancho de la loma. Sobre esta capa arcillosa resbala
otra más gruesa y pesada de roca caliza, y sobre esta última es donde se levantan los tres edifi-
cios coloniales. Agradecemos al doctor Zamorano su asesoría.
78 Artigas (1996), pp. 84-91.
79 Al parecer era frecuente hallar cerámica y lítica a nivel superficial en la loma hace algu-
nas décadas. Lameiras (1969), pp. 16-33.
80 Duverger (2003), pp. 119.
81 Kubler(1982), p. 618; Artigas (1996), p. 91.
82 Osbom (1970), p. 10. Este autor aclara que, pese al nombramiento, el alcalde mayor vivió
uso, aunque sus acabados no estuvieran listos sino hasta 1577.84 La activi-
dad política de la nueva cabecera de Metztitlan haría entonces que Tepate-
tipa pasara definitivamente a segundo término.
En síntesis, el poder del señorío indígena es trasladado de Tepatetipa
a Metztitlan. Este poder queda regulado mediante la constitución de un
cabildo indígena, para el cual se construye una sede "entre 1537 y 1540".85
Este edificio es conocido actualmente como La Tercena, pero, como señala
Juan B. Artigas, no era propiamente "una tercena" (un almacén para guar-
dar el tributo recogido en especie), sino la sede del nuevo poder 10ca1.86De
ser así, también se trasladan los principales y el señor mismo de Tepate-
tipa para residir en la nueva cabecera. Es probable que de esta residencia
venga la tradición de señalar un predio en la actual villa de Metztitlan
como "la antigua casa del Señor de Tipa", 87
Cabe observar la rapidez con la que las construcciones del área fueron
emprendidas. En unos cuantos años, según reconocen los estudiosos, se le-
vantaron edificios de gran envergadura y calidad. Sorprende la decisión de
los agustinos por llevados a cabo y su poder para organizar logísticamente
la operación con la mano de obra indígena. Aunque Antonio Rubial señala
que las casas e iglesias de los agustinos "no pasaban de ser en un principio
más que una choza de paja" y que "las suntuosas construcciones en piedra
se iniciaban a menudo después de un tiempo", 88pareciera que en el caso de
la Sierra Alta se empezó a construir inmediatamente en piedra, completan-
do en cada caso el programa arquitectónico descrito.
El reordenamiento espacial de la década de 1560 consistió en seguir los
preceptos urbanísticos de esta etapa de colonización ya practicados con
anterioridad en otras partes de Nueva España. Una iglesia cristiana o uni-
dad conventual sustituye al centro ceremonial o al templo que representaba
84 Esta fecha, descubierta por Juan B. Artigas en 1972, se halla pintada en el fresco de la
portería.
85 Artigas (1996), p. 71. Por su parte, Pablo Escalante propone que este edificio no fue
construido sino "pocos años después de 1539"; Escalante (1994), pp. 62-63.
86 Artigas (1996), p. 67. Sara Cantú tiene otra opinión: para ella sí se trata de un depósito para
"la recaudación de diezmos y tributos". Cantú (1953), p. 187. De este mismo sentir es el estudio-
so y residente del sitio, señor Porfirio Piña, a quien agradecemos su comunicación personal.
87 El supuesto predio donde quizás alguna vez estuvo la "casa del Señor de Tipa" se ubicó
89 Tanto Sara Cantú como Juan B. Artigas coinciden en que fue "una ciudad trazada dentro
94 Cantú (1953); Soustelle (1993). Según Ana María Álvarez y María Rosa Avilez, "el Seño-
río estuvo conformado por cuatro grupos étnicos, cuando menos a fines del posclásico:
nahuas, otomíes, pames-chichimecas y huastecos": Álvarez y Avilez (2002), p. 286.
95 Davies (1968), p. 22.
96 Chávez (1986 [1579]), p. 61.
99 Gallinier (1987), p. 18. En el mapa de esta obra etnográfica se ve con claridad la distri-
ción de Metztitlan habitaban las verdes estribaciones del norte. Con carac-
terísticas ambientales similares a estos últimos, se asentaban los tepehuas
en las proximidades de Tlahuelompa, Malila, Cholula e Ilamatlan.t''?
Para comprender la estructura territorial de la confederación de Metz-
titlan, se juzgó necesario realizar un ejercicio cartográfico a escala 1:50000,
en el que se pudieran reconocer rutas de comercio, abastecimiento, puntos
de conflicto y límites, mismos que en su conjunto pudiesen reflejar la orga-
nización del territorio lograda por esta entidad política (fig. VII.s).
El conjunto de sus rutas comerciales, abasto y defensa, partían del ma-
cizo de El Escorpión hacia las diversas unidades políticas afines y hacia las
zonas de frontera. Por la vertiente marítima, el predominio de Malila se
lograba de forma semirradial por los cauces que se desprenden de este ele-
vado sector de la Sierra Madre con dirección hacia el norte (cuenca del río
Claro) y al oriente (cuencas de los ríos Atlapexco y Calabozo). Cabe hacer
notar que muy próximo a Malila se encuentra Tianguistengo que, como su
nombre indica, pudo ser el más importante centro de intercambio de la ver-
tiente exterior. Hacia el interior del continente, Tepatetipa se vinculaba a
dos ejes con rumbo predominante norte-sur; es decir, los cauces de las
inmensas barrancas de Metztitlan y Amajac.
Estas dos grandes barrancas constituyeron corredores en los que el
intercambio entre La Huasteca y el Altiplano Meridional había encontrado
tradicionalmente uno de sus caminos más cortos.w- Desde luego, la sal de
buena calidad, un producto de primerísima importancia, fue transportada
durante siglos por esas rutas hasta quedar bloqueadas por la injerencia de
la Triple Alianza. Algodón y alguno productos suntuario complementaban
las mercancías que usaron tales caminos.w- Las rutas de abastecimiento al
interior de cada altepetl se desprendían de estas líneas fundamentales de
comercio, como pequeños vasos capilares que buscaban obtener la mayor
variedad de productos por medio del acceso a los diversos pisos ambientales.
La competencia por el control de estas rutas provocó, en diferentes eta-
pas históricas, rivalidades entre diversas soberanías. Los principales puntos
de conflicto detectados en la parte sur a principios del siglo XVI fueron
los siguientes cinco parajes: el área del Paso de Venados, el valle de Metz-
quititlan, la meseta basáltica de Carpinteros (en especial con rumbo hacia
Zacualtipan), los bordes de la meseta basáltica de Atotonilco (no sólo sobre
100 Recordemos que aún ahora, aunque en menor medida, subsisten en estos mismos lugares.
101 Can tú (1953), p. 101.
102 Osborn (1970), p. 80.
508 ESTUDIOS DE CASO
o 15 km
el área del Paso de Venados, sino sobre las elevaciones situadas entre las
dos vegas) y del Paso Trampa, en las inmediaciones de Fuentezuelas. Hacia
la Sierra de Zimapán se creen menos frecuentes los puntos de conflicto,
debido a que los mexicas no codiciaban los recursos del área y tampoco era
fácil el ataque de ellos en una zona lejana y de difícil acceso.w- En con-
103 La templada y semiárida Sierra de Zimapán no ofrecía a los mexicas productos muy
distintos de los que podían hacerse con mayor facilidad en áreas más próximas a Tenochtitlan.
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 509
lOS Paso y Troncoso (1905), 1, p. 199. En esta fuente el nombre del poblado aparece como
TIalo!'
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 511
msm con rumbo noreste. Unos cinco kilómetros aguas abajo se localizan
una serie de meandros, que se consideran difíciles en su defensa por parte
de los habitantes de Metztitlan, por lo que el límite necesariamente tuvo
que subir por las cumbres situadas al sureste de dichos meandros, hasta
ganar de nuevo el curso del Amajac, por un corto trecho. De ahí, ascendería el
límite hacia la divisoria entre las cuencas del Amajac y la parte media de la
del Tizapa- Tenango, habiendo seguido su cauce principal por unos tres
kilómetros hasta comenzar a subir por la ladera oriental del cerro Ixtetipa.
La línea habría pasado por la cumbre de este cerro y descendido rápida-
mente al cauce del río La Reforma-Apancatl. Este último habría constituido
la frontera hasta la cota de 400 msm, justo al poniente de la cumbre del cerro
Acatlaxi. Desde aquí, habría seguido el parteaguas de la serranía que corre
desde este último hasta el cerro El Chorro. A partir de aquí, con rumbo
este-sureste y cruzando la barranca del río Acoyoapa, se llega al cerro Otee-
tla, elevación que domina desde el sureste la cuenca baja del río Claro. El
cauce principal del río Claro, que habría servido por escasos tres kilómetros
de lindero entre las soberanías de Metztitlan y de la Triple Alianza, pasa a
sólo dos kilómetros al poniente de la cumbre del cerro Otectla. Desde las
aguas del río Claro, la línea fronteriza debió de ganar las alturas de Oui-
mixtla, para descender enseguida al río Xalpa, afluente del río Claro. La
línea habría seguido su cauce por menos de dos kilómetros, al cabo de los
cuales se encontraba al oriente la cumbre del cerro Mopozoqueco, desde el
cual el límite descendería hacia las diversas barrancas que protegían a Talol
por el poniente. Como ya se mencionó, dicha población era la más septen-
trional de las sujetas a la confederación de Metztitlan, habiendo sido su
cabecera Tlanchinol.
Sobre los límites que hemos propuesto como definición de esta gran
unidad, debemos, sin embargo, concluir haciendo la siguiente observación.
Algunos de los especialistas consultados se inclinan a pensar que el cau-
ce del río Amajac funcionó como una "frontera natural" que demarcó el
límite poniente de la confederación; es el caso de José Lameiras.tvs Davies
dice que su territorio se extendió muy poco al sur y al poniente del pueblo
de Metztitlan, con lo que descarta que los montes que separan la cuenca del
Amajac del Valle del Mezquital, en tierra francamente otomí, quedaran den-
tro de los Iímites.t?? Vázquez argumenta incluso que precisamente ésta es
Lameiras (1969), p. 8.
106
Davies (1968), p. 30. En su mapa núm. 2 aparece Iztacapa como la población más occi-
107
se trata de lo que se conoce como el paraje Iglesia Vieja en el pueblo de Ocuilcalco (comunica-
ción personal de Ana Álvarez Palma).
111 Gerhard (1986), p. 190.
112 Ibidem, p. 136; Barlow (1943), pp. 119-121; Davies (1968), p. 60.
113 Las Relaciones geográficas de 1579 indican, efectivamente, que Metztitlan "traía guerra"
514 ESTUDIOS DE CASO
Osborn parece reforzar la anterior; según él, ocho de las 12 cabeceras inclui-
das en la alcaldía mayor de Metztitlan fueron parte integral de la confede-
ración prehispánica, y dos de las restantes (Chapulhuacan y Huayacocotla)
eran enemigos explícitos.t+'
Continuando con esta historia de anexiones coloniales, el caso de Xili-
tla es el más llamativo debido a su lejanía y a los sujetos que se le mencio-
nan, incluyendo algunos en plena Sierra Gorda de Ouerétaro.t t> Por cierto,
la mención de estos pagos nos permite asegurar que se trata del actual
municipio del estado de San Luis Potosí y no de los pequeños Xilitla encon-
trados al interior de la confederación.
De esta manera, el territorio del señorío colonial adquirió, entre 1560 y
1590, su máxima extensión reflejada, por cierto, en el mapa que acompañó
la Relación geográfica de 1579.116 Después de esa etapa, el señorío de Metz-
titlan habría de perder territorios tras la separación de las "provincias" de
Xochicoatlán y Huayacocotla, así como de algunas encomiendas a manos
de jurisdicciones vecinas.U?
con Huayacocotla, además de con otros dos pueblos de la lista: Chapulhuacan y Tzicoac; Chá-
vez (1986 [1579]), p. 67.
114 Osborn (1970), p. 11.
116 Otro de los puntos enigmáticos del mapa que aparecen en la frontera septentrional es el
del fuerte de Xalpa, ubicado por Barbara Mundy como el presidio español de Jalpan, también
en la Sierra Gorda. Mundy supone que Xalpa es sólo un referente dibujado por el autor del
mapa de 1579 para ubicar una frontera que no estaba bien delineada; Mundy (1996), p. 43.
117 Gerhard (1986), pp. 190-191.
119 Nos guiaremos por las obras de Robert Barlow (1943), de Sara Cantú (1953), de Nigel
Davies (1968), de Wayne Osborn (1970) y de Peter Gerhard (1986). La fuente a la que nos refe-
rimos es la "Relación de Metztitlán", Chávez (1986 [1579]).
120 Recordemos que, según nuestra propuesta, Metztitlan es en realidad Metztitlan-Te-
patetipa.
121 Cantú (1953) menciona a Metzquititlan y Zacualtipan, dos poblados que nosotros no
consideramos parte de Metztitlan; esta autora omite a Molango y Malila.
122 Mendizábal (1946), pp. 22-23.
123 Gerhard (1986), p. 189. Peter Gerhard le da la misma jerarquía de entidad subordinada
sede de mercado fue investida con el rango de cabecera por los españoles
fue debido a su antigua importancia comercial y al tamaño de su urbani-
zacíón.P+
Ahora bien, respecto de Iztacapa podemos decir lo siguiente. Ni las
fuentes escritas por españoles en el siglo XVI ni los historiadores contempo-
ráneos lo incluyen como una de las cabeceras de Metztitlan. Incluso hay
algunos especialistas que dejan estas tierras fuera de la confederación.t=
Esto se debe probablemente a su movilidad interna. Si en el caso de otras
unidades ha sido difícil para los españoles (e incluso para los historiadores
contemporáneos) definir las cabeceras, para el caso de Iztacapa es aún
más complejo. Por su parte, Gerhard y Davies lo incluyen en la confedera-
ción pero no le asignan necesariamente categoría de cabecera.Pv Las razo-
nes por las que nosotros proponemos que Iztacapa fue altepetl son las
siguientes: en primer lugar la distancia en términos reales; es decir, fran-
queando los obstáculos del terreno, nos hace pensar que difícilmente de-
pendía exclusivamente de Tepatetipa. Más aún, creemos que Iztacapa o
Tenango, como también se le llamó al territorio que engloba a estos dos
pueblos, constituía una entidad paisajística y étnica distinta de las demás.
Gerhard define esta área como una unidad en la forma siguiente: "Entre
Macuilxóchitl [es decir Chapulhuacan] y Metztitlán había una zona salvaje
y escabrosa conocida por los varios nombres de Tenanco. Cuezalatenco o
Chíchicaxtla, habitada por chichimecas pames aparentemente dominados
por Metztitlán't.P? Por su parte, en los Papeles de Nueva España, se mencio-
na que el territorio llamado Tenango (cuya cabecera consideramos que era
Iztacapa) tiene 10 sujetos.t-f Esta aseveración nos permite imaginar un
territorio complejo y políticamente bien estructurado. Soustelle, Gerhard y
otros autores describen el componente otomí y pame de los habitantes de
Iztacapa- Tenango. Hoy en día es posible comprobar el uso de la lengua oto-
mí en los pueblos del área. 129 La cabecera, por cierto, podía turnarse, como
era habitual, entre los tres lugares primordiales de asentamiento de Iztaca-
pa: el primero fue el pueblo de Iztacapa mismo y los otros dos fueron los
124 Además de Gabriel de Chávez (1986 [1579]), fray Pedro de Agurto lo definió años atrás
como cabecera con nueve sujetos; Paso y Troncoso (1905), lII, p. 126.
125 Lameiras (1969), p. 10; Vázquez (2001), p. 41.
129 Queremos agradecer la ayuda prestada en trabajo de campo (mayo de 2002) en el área
chas partes. s. en arroyos o acequias". Proviene de atl, "agua" (8r) y maxac.no, "entre mis pier-
nas, en la horacadura" (54v). En el caso de los ríos, no se trata de una división sino de una
confluencia, como parece quedar más claro en Siméon (1999): "amaxac o amaxactli: lugar
donde una corriente de agua se divide en varios brazos, entroncamiento. Relativo a atl y
rnaxactli". Ahora bien, para el mismo Siméon: "Maxactli o maxatl: sinónimo muslo, pierna,
entroncamiento, bifurcación".
J31 Recordemos que el lago permite la existencia de filtraciones y sumideros cuyas aguas
manan en la barranca del río Almolón; Cantú (1953), p. 21, de tal suerte que, en la cosmovi-
sión mesoamericana, este líquido se infiltra en el inframundo volviendo a salir; Bernal García
(1994);véase también García Zarnbrano, capítulo VI de este libro.
518 ESTUDIOS DE CASO
134 Quizá el caso mejor explicado para el proceso de formación de altepeme complejos sea
el de Chalco-Amecameca que describió Chimalpahin (1991 [1637]) Yque estudió Susan Schroe-
der (1991).
EL ALTEPETL DE METZTITLAN y SU SEÑORÍO COLONIAL TEMPRANO 519
Si aceptamos este esquema dual para esta gran unidad política, pode-
mos decir que Malila funcionó como la contraparte de Tepatetipa. Mientras
que Tepatetipa estaba en la vertiente interna sometida a un clima más seco,
Malila estaba en la vertiente externa bajo un clima húmedo. Casi equidista-
ban de la punta de El Escorpión y, como señalamos, cada una tenía su terri-
torio de influencia. Lo que parece probable es que, a su llegada, los españo-
les atribuyeron a Tepatetipa una jerarquía mayor. Ahora bien, tanto una
como la otra perdieron su preeminencia a lo largo del siglo XVI. Como
hemos visto en la primera mitad de este capítulo, la fundación de la villa de
Metztitlan cercana a la vega restó importancia política a Tepatetipa. En el
caso de Malila sucedió lo mismo con el traslado de poderes a Lolotla que,
enclavada en un pequeño puerto de montaña, le arrebataría el título de
cabecera:
Cuando los españoles vinieron a esta tierra solía ser cabecera Malila, y así se
intitula en las provisiones reales por cabecera, y como está en el camino por do
van los españoles a Pánuco, el cacique gobernador y alcaldes se pasaron a una
estancia suya en el cual están al presente, y se intitula por cabecera, y así lo tiene
por tal todas las estancias sujetas a Malila, y esta estancia que se tiene por cabe-
cera que se llama Lolotla.P>
A la llegada de los españoles, todo indica que Malila fue desdeñada casi
de inmediato debido a su posición en un sitio incompatible con el ideal
urbano occidental. Según Gerhard, el traslado del poder a Lolotla se veri-
ficó antes de 1571.136 Ya antes, los agustinos habían tomado la decisión de
fundar un gran convento en Molango para la administración religiosa de la
vertiente húmeda, razón por la cual Malila comenzó a perder su peso polí-
tico. Asimismo, fundaron (o refundaron) Zacualtipan y le otorgaron gran
importancia en detrimento tanto de Malila como de otro de los asenta-
mientas prehispánicos importantes del área: Tlahuelompa.P? El sitio en el
que se fundó Lolotla es también un punto sobre el camino real que une a
Molango y Zacualtipan con Huejutla. Este trazo reforzó el esquema espa-
ñol de ocupación del territorio por medio de dos ejes de penetración desde
138 El trabajo de campo fue sistemático para el territorio de las dos cabeceras principales:
ñala la misma fuente, varios de estos sujetos "están entremetidos en los pueblos de Metzti-
tlán", lo que dificulta la definición de límites entre Ilamatlan y territorios vecinos durante el
siglo XVI.
145 Nos referimos a los dos huey altepeme de Metztitlan separados por el macizo de El
Escorpión.
522 ESTUDIOS DE CASO
148 Paso y Troncoso (1905), Ill, p. 120; véase nota 2 al pie de página.
149 Según Sullivan, debe ser Yahualiuhcan, "lugar redondo" (comunicación personal).
150 Sabemos de este altepetl gracias al cura y vicario de los pueblos de Yahualica y Huaza-
lingo, Jhoan Gómez Carrasco, quien señala que forma parte de la provincia de Metztitlan;
Paso y Troncoso (1905), Ill, p. 127.
151 Paso y Troncoso (1905), I, p. 28.
En síntesis, los dos grupos en los que hemos analizado los núcleos
urbanos de los altepeme de la confederación quedarían como se muestra en
el cuadro VII.1.
CUADRO
VIL!a
a Sirva esta subdivisión exclusivamente como una forma de ordenar la lista de los asenta-
mientas. Como se recordará, en el capítulo 1 de este libro María Elena Bernal y Ángel García
señalan que el tipo amajac, una de las formas del relieve que nosotros utilizamos, es en reali-
dad una variante de la rinconada.
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
BIDUOGRÁFICAS
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JOHN SULLIVAN
531
532 ESTUDIOS DE CASO
perativa en la que participaron tanto los españoles como sus aliados indígenas. Durante el
siglo XVI, época en la que su participación fue indispensable, los aliados indígenas gozaron de
un grado de autonomía y privilegio que iría desapareciendo mientras se consolidaba el nuevo
régimen. Las comunidades indígenas sabían que su cooperación era indispensable y utiliza-
ban elementos no sólo de su propia retórica, sino también de la española para con eguir privi-
legios y defender sus intereses. En la segunda mitad del siglo XV], este equilibrio de poder se
manifestaba en el carácter dialógico del discurso manuscrito que circulaba entre el régimen
colonial y las comunidades indígenas. Este periodo de predominio del diálogo terminó tajan-
temente en Tlaxcala en 1599 cuando los integrantes del ayuntamiento t1axcalteca fueron
encarcelados, y muchos de los propios (tierras de cultivo del municipio cuyos réditos están des-
tinados a satisfacer los gastos públicos) de la ciudad fueron embargados, para luego ser vendi-
dos con el fin de solventar varios años de servicio que la confederación debía a la Corona.
3 Martínez y Sempat (1991), p. 176.
+Ibidem, pp. 153-255.
534 ESTUDIOS DE CASO
"caballero o principal". Es el jefe de un teccalli, "casa noble", dueño de mucha tierra, quien la
subdivide entre sus parientes (la nobleza menor) y sus dependientes, los teixhuihuan y los
macehualtin; Lockhart (1992), pp. 102-109.
ESPACIO, LENGUAJE Y SUJECIÓN IDEOLÓGICA 535
PRIMERAMENTE su MERCED DIJO: Que por cuanto a su noticia ha venido por rela-
ción de los dichos Gobernadores, Alcaldes y Regidores y Dn. Francisco Maxix-
catzin, Cazique de la Cabecera de Quiahuixtlán y Dn. Gonzalo, Cazique de la
Cabecera de Tepetiquipaque, y de otros principales de esta dicha Provincia, que
en ella hay falta de orden y concierto que convenía que hubiese en las cosas del
Gobierno y regimiento de la República.J>
Cabe hacer notar que, además del ayuntamiento, se incluye entre los
petitorios a dos de los tlatoque de la confederación, hecho que sugiere la
13 Gómez de Santillán (1991 [1545]), pp. 210-221.
14Ibidem, p. 221.
15Ibidem, p. 212.
ESPACIO, LENGUAJE Y SUJECIÓN IDEOLÓGICA 537
posibilidad de una disputa grave, lo cual justifica aún más la presencia del
visitador.
Efectivamente, el documento se refiere a un diferendo relacionado con
el choque entre la estructura del gobierno municipal que han implantado
los españoles en Tlaxcala y los principios organizativos de la cultura políti-
ca prehispánica que han sido violados como resultado de tal imposición. El
segundo recurso de legitimación empleado por las ordenanzas consiste,
por consiguiente, en la representación de esta disputa como una falta de
orden social que debe ser remediada. Esta "falta de orden y concierto que
convenía que hubiese en las cosas del Gobierno y regimiento de la Repú-
blica",16 actúa como una definición por negación de la "ley", cuyas dos fun-
ciones principales son el ordenamiento de las relaciones humanas y el res-
tablecimiento del orden social cuando existiere alguna disputa."? Pero el
asunto aquí no se limita a la necesidad de restaurar el orden social. Se trata
de la intervención de un gobierno, que profesa derivar su legitimidad polí-
tica del consenso de los gobernados, en los asuntos de otro; y esta interven-
ción requiere de maniobras discursivas para justificarse. Según David Spurr
en The Rhetoric of Empire: Colonial Discourse in Journalism, Travel Writing,
and Imperial Administration, el discurso colonial transforma el acto de
apropiación en respuesta a una petición putativa de parte del colonizado.
Los motivos de esta petición pueden tomar la forma de un caos que pide la
restauración del orden, la ausencia que pide la afirmación de la presencia o
la abundancia natural que espera la mano creativa de la tecnología. El dis-
curso colonial transfiere ellocus del deseo al objeto colonizado mismo, al
mismo tiempo que se apropia del territorio y los medios por los cuales se va
a comprender esa apropiación. lB
Existe una frase en las ordenanzas que ayuda a entender algunos de los
matices de sentido que giran alrededor de la dicotomía "caos-orden" como
recurso importante dentro del discurso colonial. Se afirma que a raíz de la
introducción de las formas de gobierno hispánico en Tlaxcala se han suscita-
do "muchas pasiones y diferencias't.t? Este mecanismo lingüístico, el difra-
sismo, tan típico del lenguaje de la cultura legal occidental, y tan abundante
en las ordenanzas, yuxtapone dos conceptos cuya relación no es necesaria.
No sabemos si la "diferencia" o "disputa" tlaxcalteca, que inicia la cadena de
16/dem.
17 Danet (1985), pp. 273-274.
18 Spurr (1993), p. 28.
19 Gómez de Santillán (1991 [1545]), p. 216.
538 ESTUDIOS DE CASO
20Ibidem, p. 212.
2lIdem.
22Ibidem, p. 215.
23 Ibidem, pp. 216-217.
24Ibidem, pp. 218-219.
ESPACIO, LE GUAJE Y SUJECIÓ IDEOLÓGICA 539
32 "Los nahuas tendían a elaborar construcciones complejas con base en una serie de par-
EL MARCO
FíSICODELDISCURSO
ORAL
Crucifijo l.
Tlaxcala Tlaxcala l
Silla
del
presi-
Escaños: Escaños:
alcaldes, dente alcaldes,
regidores regidores
España, aún a finales del siglo xv, apenas empezaba a tener conocimiento
de las ideas renacentistas, y su referente ideológico pertenecía más bien a
la Edad Media. En la península ibérica coinciden, a finales del siglo xv, la
introducción de las primeras ideas y formas renacentistas, las últimas gue-
rras para rescatar territorios en manos de los "infieles" y los viajes de ex-
ploración que resultarían en el conocimiento de un nuevo mundo para los
españoles.f? La reina Isabel tomó un papel activo y catalizador de estas
corrientes y para 1492 había fusionado el celo religioso propio con el de
la Conquista. La combinación produjo como resultado fuertes campañas
de proselitismo, al principio empleando métodos persuasivos que pronta-
mente se convirtieron en coercitivos.w Este sentir de la época se refleja en
las palabras de los conquistadores. Hernán Cortés viene a la conquista de
México para "ganar almas paganas y fama en la tierra" y Bernal Díaz del
Castillo "para servir a Dios, a Su Majestad y distribuir la luz a aquéllos que
se encuentran en las tinieblas, y para volverse rico como desea todo ser
humano'v'?
Para servir a los intereses de Dios y la Corona, el ensamblaje pictórico
de la sala de cabildos de Tlaxcala contiene dos partes principales. La prime-
ra es una agrupación de imágenes que se compone de un crucifijo, de una
imagen de la Virgen María a su derecha y una figura de san Juan a su
izquierda. Éste es un tipo de crucifixión específico y tradicional que repre-
senta el instante en el que, antes de morir, Jesucristo se dirige a su madre y a
su más joven pupilo: "Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quién él
amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer he ahí a tu hijo. Después
dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la
recibió en su casa". El pasaje del Nuevo Testamento se encuentra en el libro
de san Juan Evangelista.w explicando al mismo tiempo que es éste y no san
Juan Bautista la figura escogida para la sala de cabildos de la ciudad de
Tlaxcala. Además, san Juan Bautista nunca aparece en escenas de la cru-
cifixión.
La descripción de las ordenanzas sugiere que la escena no se contenía
dentro de un mismo marco, sino que constaba de tres imágenes separadas.
Cualquiera que hubiere sido el caso, la agrupación claramente se deriva de
uno de los tipos más comunes de crucifixión, remontándose su origen hasta
47 Parry (1972).
48 Ibidem, pp. 71-78.
49 Ibidem, pp. 67 Y 80.
50 Juan 19: 25-27, en Reina (1960 [1567]).
ESPACIO, LENGUAJE Y SUJECIÓN IDEOLÓGICA 547
ordenó que todas las personas que entren en el dicho Cabildo, hincadas las
rodillas, recen a las dichas imágenes encomendándose a ellas para que Dios
les dé lumbre y gracia para acertar en todo". 70 Ya fuera una genuflexión
o un arrodillamiento, el rito puede entenderse si se le considera dentro
del concepto de "pista no verbal". Según Hymes la "pista no verbal" es un
elemento indispensable para describir la relación entre el lenguaje oral y su
contexto sociocultural en los eventos discursivos. Estas "pistas" tienden a
ocurrir al exterior de las fronteras de la organización espacio-temporal del
evento."! La genuflexión o arrodillamiento prescrito por las ordenanzas se
debe ejecutar a la entrada (frontera espacial) y antes de iniciar (frontera
temporal) los cabildos; y claramente tiene el propósito de influir en el esta-
do de conciencia y, por ende, sobre el tono del discurso entre los integran-
tes del ayuntamiento.
La genuflexión, y la oración y persignación que la acompañan, consti-
tuyen las prácticas corporales y verbales que, vinculadas al simbolismo pictó-
rico, contribuyen al proceso de significación y, desde luego, a la construcción
de cada uno de los integrantes del ayuntamiento en sujetos de la Corona y
la Iglesia católica. Althusser especifica, además, que los actos físicos del
sujeto responden a un proceso de interpelación ideológica que se norman
por las prácticas rituales que se realizan en las instituciones socíales.r- Debe
hacerse notar que, para un católico, la genuflexión o el arrodillamiento
implican el acto de la persignación en la mayoría de los casos, acto no men-
cionado explícitamente en las ordenanzas. Otro juego ideológico llevado a
cabo dentro del recinto del cabildo consiste en la distribución de sujetos
humanos en sitios distintos, ejecutando diversas funciones dentro de la ins-
titución social y con el propósito de vincular a estos individuos a una identi-
dad predeterminada para así crear sujetos dóciles y obedientes.P Si se
agregan las hipótesis enunciadas en el párrafo anterior, el discurso político
del sujeto también sería de carácter dócil y obediente.
La distribución de asientos en la sala de cabildos, igualmente, esta-
blece un vínculo entre institución y sujeto de acuerdo con un ordena-
miento espacial básico para el ejercicio jerárquico de las actividades
discursivas del municipio. Por ello, el apartado IV de las ordenanzas, titu-
lado "Sobre los asientos del presidente y capitulares en Cabildo", for-
Iten mandó, que debajo de las dichas imágenes se ponga una silla para en que
se siente la persona que presidiere en el dicho Cabildo, y que a los lados se pon-
gan escaños y asientos donde se asienten todos los Oficiales del dicho Cabildo,
los cuales se asienten por orden: el Corregidor, si se hallare presente, en la dicha
silla. Y no hallándose presente, el Gobernador, y cuando el dicho Corregidor se
hallare presente, el dicho Gobernador se asiente en la cabecera del Escaño a la
mano derecha y a la mano izquierda, por su orden, todos los demás oficiales.?"
Esta real cédula, emitida en 1583, advierte que si se construyen los cole-
gios no deben servir para más que enseñar a los indígenas "la doctrina cris-
tiana y leer y escribir y cantar y tañer para cuando se celebran los santos
oficios".89Está claro entonces que la intención de la Corona era la de limitar
el ascenso académico del indígena al nivel del letrado-jurista donde como
agente real pudiera regular los procesos políticos indígenas desde una posi-
ción interior, al mismo tiempo que le vedaba la entrada al círculo de los
letrados-humanistas para evitar el peligro que podrían traer sus aportacio-
nes al debate sobre la legitimidad del proyecto colonial español.
En el caso del ayuntamiento indígena, la cuestión de la lealtad del escri-
bano a la Corona y a su propia comunidad es asunto de controversia. Aun-
que parece dudoso que los escribanos de Tlaxcala, todos integrantes de la
nobleza indígena, estuvieran desempeñando el papel de espías imperiales,
la historia regional proporciona datos que sugieren esta posibilidad. La
cadena de posibilidades se inicia con la conversión de Tlaxcala al cristianis-
mo bajo la supervisión de los franciscanos entre 1527 y 1530. El convento
franciscano fue un instrumento indispensable para el pronto éxito de este
87lbidem, pp. 72 Y 79.
88Konetzke (1953), p. 550.
89ldem.
558 ESTUDIOS DE CASO
proyecto, porque en sus recintos fueron internados los hijos de las princi-
pales casas nobles para recibir instrucción cristiana. Durante el proceso de
adoctrinamíento, los frailes estimulaban a los niños a delatar a aquellos
parientes suyos que seguían o reincidían en la práctica de la idolatría, lo
cual resultó en el ajusticiamiento de varios teteuctin.v? Ahora, había que
preguntar, ¿dónde aprendieron su profesión los escribanos de Tlaxcala? Lo
más probable es que formaron parte de ese grupo de primeros internos en
el convento franciscano, y como tales recibieron el adoctrinamiento cristia-
no que les exigía la delación de sus parientes idólatras.
Walter Mignolo sugiere que estos letrados-juristas indígenas fueron un
factor importante en la descomposición de la sociedad tradicional indíge-
na. Los niños internados por los franciscanos, muchas veces hijos de ple-
beyos, adoctrinados y alfabetizados, llegaron a ser oficiales de los ayunta-
mientos y, por ende, terminaron mandando a sus propios señores.v' En el
caso de Tlaxcala no he encontrado evidencia de este fenómeno, puesto que
todos los integrantes del ayuntamiento, incluyendo a los escribanos, perte-
necen a la nobleza. Yo diría que fue más determinante el efecto del alfabe-
tismo en sí que la influencia de ciertos individuos sobre la estructura social.
En todas las sociedades existen opiniones sobre la naturaleza de la comuni-
cación y sobre el valor relativo de los distintos tipos de interacciones comu-
nicativas que coexisten.v- En Tlaxcala, no todos los integrantes del ayunta-
miento sabían leer y escribir. Al fin de muchas actas, el escribano declara que
firmaron sólo "yn quimati amad" (los que "saben" papel [escribir]). Algunos
de los nobles más importantes, presumiblemente los más viejos, no sabían
leer y escribir, y mientras que se reserva para ellos en los cabildos las deci-
siones definitivas sobre recolección de tributo y rotación de labores, es pro-
bable que su falta de alfabetismo los incapacitara para participar en muchos
de los aspectos de un mundo político bicultural y alfabetizado. Es muy
posible que el alfabetismo se insertara como cuña en la alta nobleza, reor-
ganizando los criterios de valor social y capacidad para el ejercicio del
poder local a favor de "yn quimati amad".
Por eso, las "Ordenanzas de Santillán" proponían institucionalizar el
ayuntamiento hispano como sitio y proceso únicos de la actividad política
de la confederación tlaxcalteca. Un aspecto fundamental de este proyecto
es la reglamentación de los medios materiales para la circulación del dis-
90 Martínez y Sernpat (1991), pp. 41-46.
91 Mignolo (1989), p. 69.
92 Ibidem, p. 73.
ESPACIO, LENGUAJE Y SUJECIÓN IDEOLÓGICA 559
curso dentro de los cabildos, los cuales incluyen los canales oral y escrito
del lenguaje y tales medios no verbales como la iconografía y el lenguaje
corporal ritualístico cristiano y jurídico. Mientras la organización política
tanto española como nahua compartían una tradición oral bastante des-
arrollada, lo cual facilitó la imposición y acomodación de las formas muni-
cipales hispánicas en Tlaxcala, la introducción de la escritura legal española
en los procesos políticos indígenas debe considerarse como una verdadera
innovación, sin precedentes en la cultura política nahua. El apartado VII de
las ordenanzas manda que:
Otro apartado, el XXIII, especifica que ante los escribanos "se hagan y
pasen las compras y ventas y contrataciones, y testamentos [y] entre los cua-
les [escribanos] se puedan hacer y asentar todas las escrituras y contratos
que entre partes se hicieren, y pasar cualesquier autos de importancia que
el dicho Gobernador y Alcaldes hicieren'i.v+ Estos géneros provenientes del
sistema legal español pueden agruparse en tres grandes categorías de acuer-
do con su semejanza con los géneros nahuas prehispánicos. La primera cate-
goría, que incluye las actas de cabildo y los documentos que el ayuntamiento
recibe de las autoridades imperiales (privilegios, provisiones y ordenanzas),
quedaría dentro del género prehispánico de la retórica. Pero este arte del
discurso público no es de los géneros que emplean la comunicación escrita
prehispánica.P> La segunda categoría, que comprende los procesos legales
supervisados por los funcionarios municipales tales como los testamentos,
contrataciones, compras, ventas y autos tampoco corresponde a los géne-
ros prehispánicos que utilizaban la escritura. Estos procesos se realizaban en
ceremonias públicas formales y empleaban fórmulas verbales ritualizadas.
Su legalidad derivaba del carácter de su lenguaje y del hecho de ser atesti-
93 G6mez de SantiJIán (1991 [1545]), p. 214.
94 Ibidem, p. 218.
95 Lockhart (1992), pp. 329-330.
1
96Ibidem, p. 328.
ESPACIO, LENGUAJE Y SUJECIÓN IDEOLÓGICA 561
habían llegado los integrantes del ayuntamiento. Tanto así que los oficiales
municipales tenían que consultar su libro de actas de cabildo para rastrear
el desarrollo histórico de sus propias decisiones respecto a algún asunto en
especial, y así contar con precedentes en los cuales basar sus últimas reso-
luciones. Por ejemplo, el lunes 9 de marzo de 1545 el ayuntamiento de la
ciudad de México pide al escribano municipal revisar las actas anteriores
para recaudar autos sobre un deudor:
[E] por que sobre este caso hay hecho proceso e ciertos abtos mandaron a mi
diego tristan escribano que so pena del ynteres desta cibdad e de cien pesos de
oro la mitad para la comarca e fisco e la otra mitad para esta cibdad saque e
junte de los libros deste cabildo lo que sobre lo suso dicho a pasado lo qual asy
mismo mandan a miguellopez escribano del cabildo so la dicha pena e que se
le notifique luego e sacado lo den y entreguen al señor alonso del castillo alcal-
de al qual piden lo esecute e haga justicia sobre ello e si no se hiziere cayga a su
culpa e cargo el ynteres desta cibdad. E luego el dicho señor alcalde dixo que
dandole los dichos recabdos esta presto de hazer justicia. 102
nen un esquema temporal estricto a los cabildos: "Iten ordenó y mandó que
todos los Alcaldes y Regidores de esta dicha Ciudad hagan Cabildo dos días
de cada semana, los cuales sean lunes y viernes" .111 Este esquema efectúa
una disciplina de asistencia que redefine el ejercicio del discurso político
como una conducta caracterizada por la clausura, la uniformidad y la repe-
tición. Foucault incluye la regularización de las actividades en el tiempo
entre las tecnologías de disciplina que contribuyen a la formación de los
sujetos.U? Segundo, las discusiones capitulares son apropiadas por el acta
de cabildo. Este género discursivo secundario incorpora dentro de sí mate-
rial oral y lo transforma en enunciado. En otras palabras, le da un principio
y un fin, convirtiéndolo así en una unidad significativa. Al mismo tiempo
conserva materialmente, por medio de la escritura, las formas lingüísticas
del cabildo después de la muerte del contexto no verbal de su emisión. La
información que requiere la Corona para la administración de sus domi-
nios ahora está estructurada en unidades manejables, tanto por su contes-
tabilidad como por su capacidad de transmitir contenidos a través de gran-
des distancias.
En un cabildo, los integrantes del ayuntamiento se reúnen para discutir
y, con base en las aportaciones de cada individuo, tratan de llegar a un
acuerdo, el cual servirá para regir talo cual aspecto de la vida municipal. El
acta de cabildo español y el nahua difieren mucho en su manera de repre-
sentar este fenómeno. El acta española nunca incluye el proceso de aporta-
ciones individuales que llevan al acuerdo, sino lo reduce a las frases: "plati-
caron y mandaron", "platicaron y proueyereon", "acordaron y mandaron"
y "platicaron y acordaron" .113 Dice también que hubo una discusión, pero
sólo registra por escrito el contenido del acuerdo. Las pocas veces que se
cita algo dicho por uno de los oficiales siempre es narrado por la voz del
escribano en tercera persona. La versión del escribano se destaca por su
intención de neutralidad u objetividad, como si quisiera establecer una
división tajante entre los hechos sucedido s y el mundo de las convivencias
de los agentes humanos de carne y hueso. Esta descontextualización cosi-
fica las "leyes" locales establecidas a través de los acuerdos capitulares,
transformándolas en "la ley". Las separa de su origen en el consentimiento
de la "república" y permite que se apliquen a la comunidad como una auto-
ridad objetiva, legítima en sí misma. El acta de cabildo indígena, en cam-
[T]enga la una, el dicho Gobernador; y las otras cuatro, los cuatro Caciques
Gobernadores de esta dicha Ciudad, que son: el de la Cabecera de Ocotelulco, y
el de Tizatlán, y el de Quiahuixtlán, y el de Tepetiquepaque, los cuales todos se
junten cuando se hubieren de meter o sacar cosa alguna del dicho Archivo, y por
aviso de un escribano del dicho Cabildo la abran y metan o saquen lo que así hu-
bieren de sacar o meter en el dicho Archivo y el dicho Escribano lo asiente.V?
En la leal ciudad de Tlaxcala a XIII 1131 días del mes de enero de mil quinientos
cuarenta y ocho años. Nosotros, el gobernador, alcaldes y regidores, nos reuni-
mos en este cabildo porque abrimos el "baúl" Iquapetlacalli/ todos nosotros que
tenemos llave tomamos dos documentos en presencia de testigos Visto por mí
Fabián Rodríguez escribano del cabildo. Para confirmar lo hecho, aquí pusi-
mos nuestros nombres y firmamos ... 122
EL ESPACIO CARCELARIO
e ocho años yn tehuan governador alcaldes yuan regidores yn nican cabildo timocentlallique
ypampa tictlapoque in quapetlacalli yn tizquime ticpiya tlatlapoloni ... ontetl ticanque amatl ...
yn imixpan testigos ... nispan niquittac Fabian Rodrigues escrivano cabildo ynic nelli mochihu
nican tictlalli~ue tomachiyo totoca ... "; Celestino, Valencia y Medina (1985), párrafo /47/.
123 Moore (1954), p. 202.
Tostón" en Tlaxcala. Felipe II conspira para aplicar otro tributo a las comu-
nidades indígenas bajo el nombre engañoso de "servicio". Técnicamente, el
"servicio" es un donativo voluntario que ofrecen los vasallos por un tiempo
limitado en un momento de dificultad para la Corona.O? En realidad, lo
que se trataba de hacer era aumentar de manera permanente los ingresos
reales destinables a las guerras en Europa y la defensa del comercio maríti-
mo. Como Tlaxcala tenía muchos privilegios que la protegían de este tipo
de tributo, y la experiencia legal para hacerla s valer, el virrey emprendió
una estrategia de cuatro puntos para obligar a la provincia a pagar: 1) no
informar a Tlaxcala que estaba expresamente incluida en la cédula real que
pedía la aplicación del "servicio"; 2) buscar el apoyo de los religiosos; 3)
poner a un gobernador español en Tlaxcala que agradara a la nobleza para
irla encaminando, y 4) apelar al honor y reputación del cabildo, como
hidalgos y caballeros, a cumplir con sus obligaciones en su papel de integran-
tes de la nobleza imperial. El ayuntamiento tlaxcalteca, deseoso de mante-
ner el estatus especial que distinguía a la provincia de los otros pueblos
"pecheras", decide sólo pagar el servicio por los dos años originalmente soli-
citados en la cédula real. En 1594 suspende su participación en el servicio,
y empieza un proceso de pagos parciales y apelaciones ante la Audiencia.
El siglo, caracterizado mayormente por el predominio del diálogo en las
relaciones entre españoles y tlaxcaltecas, terminó tajantemente en 1599
cuando los integrantes del ayuntamiento tlaxcalteca fueron encarcelados, y
muchos de los propios de la ciudad embargados y luego vendidos para sol-
ventar los años de servicio atrasados.
Durante la mayor parte del siglo XVI, la aplicación de la represión física.
en Tlaxcala se limita al caso de aquellos individuos que violan las leyes
establecidas por los agentes del Imperio español y el ayuntamiento indíge-
na. De acuerdo con Foucault, un aspecto importante de las tecnologías de
disciplina, que integran el proceso de formación de sujetos, es la identifica-
ción y exclusión de aquellos individuos que no se conforman a la identidad
asignada por el proceso de interpelación ideológica.P! En Tlaxcala, la cár-
cel es el instrumento especificado por las ordenanzas para aquellos que se
resistan a esta identificación y exclusión.t V Según Gutiérrez, la cárcel
en Tlaxcala. El acta de cabildo del 4 de noviembre de 1547 establece cuotas para la renta de
mano de obra de las personas que han sido arrestados por ebriedad. De tal manera, los infrac-
572 ESTUDIOS DE CASO
Iten ordenó y mandó que porque en esta dicha Ciudad no hay Cárcel conve-
niente, ni prisiones y de todo hay mucha necesidad, que luego a costa de pro-
pios, se haga una Cárcel junto a la Casa Pública, en los aposentos que allí tiene
esta dicha Ciudad, la cual dicha Cárcel tenga aposentos fuertes, en que se pon-
gan los delincuentes que estuvieren presos por delitos graves, y aposentos a
donde se pongan los que estuvieren presos por menos delitos, y otros aposentos
separados donde se pongan las Personas Principales, y otros aposentos donde
se pongan las Mujeres.t >'
tores a las nuevas reglas sobre el consumo de alcohol se convierten durante el periodo de su
castigo en mercancía circulante dentro de la provincia.
133 Gutiérrez (1990), pp. 18-19. \
134 Gómez de Santillán (1991 [1545]), pp. 217-218.
ESPACIO, LENGUAJE Y SUJECIÓN IDEOLÓGICA 573
\
135lbidem, pp. 214-215.
136lbidem, p. 215.
574 ESTUDIOS DE CASO
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ACERCA DE LOS AUTORES
Este libro se terminóde imprimir en diciembrede 2006en los talleresde Impresora y Encua-
dernadora Progreso, S. A.de C. V. (IEPSA), CalzoSan Lorenzo, 244;09830México,D. F. En
su tipografía, parada en el Departamento de Integración Digitaldel FCE, se utilizaron tipos
NewAsterde 12, 10:13,9:13y 8:10puntos. La ediciónconsta de 1500ejemplaresen rústica y
500empastados.
LTEPETL
DEL SIGLO XV
"G -CRRRO" R~ u 'A DF L S fR Dl:CCIO FS
del término altepetl que sirvió a lo pueblo de lengua
n.ihu ti para denominar a sus unidades de organización
comunitaria. De ahí que la geografía e ha} a entido
atraída por indagar esta relación entre los grupos socia-
les, su terntono } <¡umedro natural a partir de técnicas
que le son propias, como el análisis cartográfico o el tra-
bajo de campo. Fn este libro se estudian los cambios en
el paisaje producidos en el tránsito de la época preluspá-
nica a la colonial. La pertinencia de este estudio se expli-
ca en la medida que muchas de las características del
altepetl rnesoarnericano continúan vivas en el México
rural de tradición indígena en pleno iglo n.
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INSTITUTO DE
GEOGIlAFIA
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