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MEDIO SIGLO DE ANTROPOLOGÍA

FILOSÓFICA EN LA AMERICA LATINA


por JORGE J. E. GRACIA

INTRODUCCIÓN

EL 'lEMA D E L H O M B R E

A pesar de que el tema del hombiie b a constituido una preocu-


p a c i ó n constante d e la Filosofía occidental desde sus comienzos, no
es hasta fines del siglo pasado y principios del presente q u e t o m a
una posición p r e e m i n e n t e en la especulación filosófica. Se encuén-
trala m u c h o s tratados q u e se dedican a su estudio en épocas ante-
riores ( e l Alcibíades I d e Platón, el Tratado de la naturaleza hu-
mana de H u m e , e n t r e o t r o s ) , p e r o sólo en é p o c a r e c i e n t e la p r e o c u -
pación antropológica se independiza de otras temáticas filosóficas y
c o b r a autonomía.
G r a c i a s a l a l a b o r de pensadores c o m o S c h e l e r y Cassirer s t
h a c e p¡or primera vez del t e m a del h o m b r e un problema aparte, al
q u e se le d a aten-ción particular separadamente d e otras p r e o c u p a -
ciones. D e s c a r t a n d o su dimensión auxiliar para esclarecer otras cues-
tiones, se lo sitúa en el mismo c e n t r o d e la filosofía. Ya n o se estu-
dia el h o m b r e eomo un ser m á s q u e c o m p l e t a el c u a d r o metafísico
d e la realidad ( A r i s t ó t e l e s ) , o u n a m e r a imagen de la realidad su-
perior (los m e d i e v a l e s ) ; y a n o se m i r a al h o m b r e c o m o un p r e á m -
bulo en el e x a m e n del p r o b l e m a del conocimiento ( D e s c a r t e s , H u -
m e ) , o un mero instrumento para encontrar una solución a d e c u a d a
a problemas políticos ( R o u s s e a u , H o b b e s ) . E n la nueva filosofía, el
h o m b r e se convierte en un fin y la antropología filosófica d e j a d e
ser la sirvienta d e la metafísica, la teología, l a epistemología, l a ética
o la política y la ciencia xrara tran.sformarse en una rama indepen-
diente del saber con un c a m p o d e investigación propio, derivado
de la i n d e p e n d e n c i a y unicidad d e su objeto. Su carácter secundario
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se t e m a en preeininenci.',, pues aliora no se la designa un auxilio y


prerrequisitos a otras disciplinas sino a raíz do todas ellas.
E s t a dirección antropomoríista que toma la filosofía contenipo-
ranea y a se siente en el conocido pasaje de la Lógica d e K a n t : '•'
" L a f ü o s o f í a . . . comprende c u a t r o preguntas; ¿Qué puedo liaeerr
¿ Q u é debo hacer? ¿ Q u é puedo esperar? ¿Qné es el h o m b r e ? A la
primera cuesrión corresponde la metafísica, a la segunda la moral,
a la tercera la religión y a la cuarta la antropología. E n el fondo,
sin e m b a r g o , todo esto podría formar parte d e la antropología ya
q u e las tres primeras cuestiones se refieren a l a última".
E l estudio d e l h o m b r e c o b r a vuelo en el período q u e sucede
al cientilismo del siglo pasado y cpie se inaugura en el presente,
especialmente con el florecimiento y revitalización que experimenta
el pensamiento g e r m a n o y la aparición de nuevos movimientos filo-
sóficos c o m o el nco-kantianismo, la fenomenrdogía, el existeneialis-
mo, el neo-escolasticismo y la filosofía marxista.
E s precisamente la sección d e este período c¡ue se extiende al
siglo X X la q u e se estudiará aquí, dando una visión general de
c ó m o se incorpora l a p r o b l e m á t i c a antropológica entre los filósofos
latinoamericanos.

L A cuEsnc)ivi ANTKÍJPOLÓGICA.

L a característica más sobresaliente del t e m a del h o m b r e tal


como se presenta en la A m é r i c a latina es su pluralidad problemática.
E n eontra.ste con la precisión y limitación con rpie se plantea, poi-
ejemplo, el piroblema del valor que se centra en el conflicto entro
objetivismo y subjetivismo axiológieos, el t e m a del h o m b r e se enca-
ra en i m a problemática c o m p l e j a y multifacética; Los positivistas de
principio de siglo se preocupan por una descripción psicológica del
h o m b r e en un intento de resolver el problema de la dualidad fe-
noménica cuerpo-mente ( V a r o n a , I n g e n i e r o s ) ; los neo-escolásticos
(Amoroso L i m a , Robles, D e r i s i ) concentran sus esfuerzos en la in-

2. Véase la edición de Pliilosopliical Library, New York, 1953, p. 15.


3. Véase la Instroducción sobre el valor en la señnnda parte de la antología
El fiombre y los valores en la filosofía latinoamericana del siglo XX, sel.,
introds. y notas de R. Frondizi y Jorge J. E. Gracia, Mc.-cico, Fondo dií
Cultura Económica, en prensa.
Miímo Sica.o DK ANTIÍOPOI.OC'A F i t . o . s ó y i C A IÍN L.A AAIÍ:HU:A LATINA 57

vestigiic'iíSn do su esencia universal y e t e r n a ; los pensadores q u e


siguen al vitalismo de Bergson ( C a s o , Vasconcelos, F a r í a s Brito, M o -
l i n a ) y las nuevas corrientes germanas ( R a m o s , R o m e r o , R e a l e ) tra-
t a n d e plasmar una nueva interpretación d e lo i n t r í n s e c a m e n t e hu-
m a n o ; y al mi.smo ticmiio los existcncial/stas ( A s t r a d a , F e r r e i r a da
Silva) niegan toda posibilidad de su dcHnición esencial, mostrándose
partidarios de un h u m a n i s m o existencia.l. E s t e pluralismo no es más
q u e la rel'lexión del nmltiFacctismo (¡ue toma la cuestión en la dis-
cusión antropológica europea, d e la in|-luencia de la cual la A m é n c a
latina todavía no se ha l i b e r a d o c o m p l e t a m e n t e , y que es, a su vez,
p r o d u c t o de la a m b i g ü e d a d innata en la p r e g u n t a q u e la filosofía
del h o m b r e trata de responder: ¿ Q u é es el h o m b r e ?

I^a f o r m a en ((ue se interpi'ete esta pregunta y su contexto d e -


terminan hasta ci<-rto punto el caráct(;r de la respuesta q u e se le
dé, pues en ella están implícitas al menos cuatro cuestiones dife-
rentes; el p r o b l e m a ontológico de la condición del h o m b r e , el pro-
b l e m a metatísico d e su tvscncia, el p i o b l e m a epistemológico de su
definición y el p r o b l e m a cosmo-étieo de su posición con respecto
al resto del universo.
Distintas corrientes filosóficas han e n c a u z a d o sus respectivas res-
puestas d e acuerdo con patrones en p a r t e p r e d e t e r m i n a d o s por el
contexto conceptual particular en q u e la pregunta se h a e n m a r c a d o .
T a n t o la escolástica, colonial o contemporánea, c o m o el positivismo
latinoamericano, m e z c l a de naturalismo, comti.smo y cientifismo, y
las perspectivas más tradicionales han mantenido, a u n q u e por mo-
tivos m u y diferentes, una perspectiva en (jue la discusión de la con-
dición ontológica del h o m b r e p e r m a n e c e en el centro ele la p i o b l c -
m á t i c a antropológica. L a s corrientes marxista y existencialista, por
el contrario, se han e n t r e g a d o en un esfuerzo prolijo, aunque con
intenciones negativas, al esclarecimiento del p r o b l e m a metafísico
de la esencia del Iiombre, mientras q u e c l vitalismo de origen f r a n c é s
y el espiritnalismo de c o r t e g e r m a n o , tan populares en nuestro con-
tinente, han encanu'nado sus esfuerzos principales a l a reinterpre
t a c i ó n d e l c o n t e n i d o específico q u e separa al h o m b r e del resto d e l
universo. F i n a l m e n t e , todos han t o m a d o particular empeño en mos-
trar las consecuencias cosmo-cticas de sus respectivas soluciones,
anuncia.ndo la nueva ora d e un genuino humanismo.
C a b e notar, sin e m b a r g o , que a pesar de las preferencias a en-
carar y contestar la cuestión antropológica en difc]-entes terrenos,
casi todas las corrientes filosóficas h a n ofrecido alternativas en los
58 JoiiGE E. GRACIA

Otros niveles. C a d a una de ellas presenta un c a m p o d e investigación


más concentrado con incursiones m e n o s profundas y fructíferas en
ios c i r c u n d a n t e s . T o d a s las preguntas contienen, ex|ílícita o implícita-
m e n t e , dimensiones ontológieas, metafísicas, epistemológicas y eos
mo-étieas, a u n q u e g e n e r a l m e n t e una de ellas descolla y domina co-
m o centro de gravedad t e m á t i c a .
L a c a p a c i d a d para r e c o n o c e r la posición de c a d a uno de estos
aspectos del proiblema h u m a n o con respecto a los otros, así c o m o
sus interrelaciones y dependencias, nos da el criterio p a r a d e t e r m i n a r
l a originalidad y valor de l a contribución d e l a c o r r i e n t e filosófica
o pensador particular a la cuestión antropológica. C u a n t o más res-
tringida la temática, más restringida es la contribución y m e n o s va-
liosa se vuelve la solución ofrecida. Por el contrario, cuanto más se
distinguen estos aspectos, n o t a n d o al m i s m o tiempo sus relaciones,
m á s profunda e i m p e r e c e d e r a es la teoría.

ASPECTOS DE LA CUESTIÓN

E l requisito indispensable d e toda antropología, c o m o ha notado


c o r r e c t a m e n t e Frondizi en su Introducción a El yo como estructura
dinámica''', es u n a teoría del yo, o sea, según l a terminología adop-
t a d a aquí, el p r o b l e m a d e la existencia y naturaleza ontológica del
núcleo consciente del ser h u m a n o . Todos los grandes filósofos se
h a n d a d o c u e n t a d e la importancia de una ontología del yo, comen-
z a n d o l a discusión antj'opológica en este punto (Aristóteles, D e s c a r -
tes, H u m e . . ' ) . Cuando preguntamos ¿qué es el h o m b r e ? nuestra
respuesta h a d e empezar con un examen del tipo de ser q u e el
h o m b r e es, y en particular aquella realidad q u e constituye la raíz
de su distinción con el resto d e la naturaleza: el yo. E s t a investi-
gación no tiene por fin separar al h o m b r e del resto de los seres del
universo pues no se busca a este nivel la d i f e r e n c i a específica q u e
lo distingue dentro de un género m á s amplio. L a última pesquisa
f o r m a lo q u e hemos llamado a q u í el aspecto epistemológico d e la
cuestión, al cine haremos r e f e r e n c i a en b r e v e . L o q u e se busca en
este nivel es solamente clasificar al h o m b r e y, particularmente, su
yo dentro de las categorías ontológieas de la realidad. Se pregunta
si existe y cómo existe, no p r o p i a m e n t e qué es.

4. R. FRONDIZI, El tjo como estructura dinámica, Buenos Aires, Paidós, 1 9 7 0


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MEDIO Sini.o DE ANTROPOLOC;ÍA FILOSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 59

E s t a es, sin duda, la p r e g u n t a q u e se h a c e D e s e a r l e s en la se-


g u n d a de sus Meditaciones metafísicas y la q u e lleva a los m e d i e -
vales a separar el p r o b l e m a de la exislencia d e D i o s del p r o b l e m a
m u c h o más difícil d e su esencia. L a respuesta de D e s c a r t e s consiste
en postular el yo c o m o u n a .sustancia tjue no n e c e s i t a n a d a más que
a sí m i s m a ( y a D i o s l e j a n a m e n t e ) para existir, y la de H u m e , m u c h o
m á s tarde, en su Tratado de la naturaleza humana, en calificar al
yo c o m o un haz de p e r c e p c i o n e s , una colección o grupo o, en su
f a m o s a metáfora, un teatro. C o m o es bien sabido, el conflicto e n t r e
estos dos extremos, considerados i n a c e p t a b l e s por la filosofía con-
temporánea, produce tanto el ideali.smo, <)ue r c d u e e la realidad al
yo, c o m o el materialismo, q u e reduce el y o a la realidad material.
E n la A m é r i c a latina el tema del h o m b r e se inicia con este pro-
b l e m a y su solución positivista, q u e en la expresión más cruda con-
sidera al yo eomo un e p i f e n ó m e n o d e lo físico. C o n el desmorona-
miento del positivismo y la reacción vitalo-espiritualista a partir d e
la segunda d é c a d a del siglo, se suceden las teorías sobre este x^ar-
ticular. E n su gran m a y o r í a éstas marean un retorno parcial a u n a
c o n c e p c i ó n ontológica autónoma del yo en q u e se le c o n c e d e n parte
d e los atributos q u e h a b í a perdido gracias al cientifismo ochocentista,
a u n q u e no se regresa al sustancialismo, e x c e p t o dentro de l a c o -
rriente neo-escolástica. L a s nuevas t e n d e n c i a s usan la terminología
d i n á m i c a de función, actividad y estructura.

Al p r o b l e m a ontológico del h o m b r e le sigue en importancia la


investigación d e su esencia. E s t a cuestión t i e n e a su vez dos aspee-
tos c l a r a m e n t e diferenciables entre sí q u e i m p o n e n exigencias pro-
X)ias a la respuesta q u e se dé a la xiregunta antropológica. A u n q u e
y a no se interjíreta el qué es del h o m b r e c o m o un si es o cómo es,
sino en el sentido propio d e la pregunta q u e se responde con la
definición de la esencia, este qué es se d e s d o b l a en un m o m e n t o
Xirolegoméníeo inicial en q u e se investiga si el h o m b r e tiene alguna
e s e n c i a jiara después definir cuál es ésta. E l qué es esencial, no
ontológico, se x^resenta c o m o un si tiene y un ciuíl es. E l primero
c o r r e s p o n d e a lo q u e h e m o s llamado el a s p e c t o metafísico de la
cuestión y el segrmdo al epistemológico. E l p r o b l e m a m e t a f í s i c o es
similar al d e la condición ontológica del h o m b r e que vimos a n t e -
riormente, pero en este caso se refiere a u n a realidad a b s t r a c t a y
no c o n c r e t a . P o r esto lo l l a m a m o s m e t a f í s i c o y no ontológico.

C o m o es de esxierarse, la cuestión m e t a f í s i c a sigue un desarrollo


X^aralelo a la cuestióii ontológica en l a historia d e la filosofía o c c i -
dental. C o m i e n z a con la perspectiva e m i n e n t e m e n t e esencialista de
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los griegos, en qxic el lionrbre particular y m u t a b l e se subordina a


su esencia, universal c i n m u t a b l e . E n Platón la esencia se bipostatiza
en una realidad de la cual el h o m b r e particular es una m e r a reflexión
inferior. E s t a x^osieión e x t r e m a rjue t o m a la filosoFía occidental en
su etaj^a inicial va degenerando en proporción inversa a la medida
en q u e se c o b r a c o n c i e n c i a d e la realidad d e lo concreto, d e la
existeircia. E l primer paso decisivo lo dan los m e d i e v a l e s q u e su-
bordinan las esencias platónicas a una realidad trascendente, con-
virtiéndolas en arquetipos o ejemplares de las creaturas en la m e n t e
divina. A pesar del ata<jue medieval y d e las vici.situdes a q u e se
ve sujeto el eseneialismo antropológico en la edad moderna, no es
hasta el siglo X I X q u e se cava definitivamente la fosa en q u e se en-
cuentra sepultado todavía. L a doctrina q u e le da el golpe de gracia
es la identificación, de origen hegeliano, d e la e s e n c i a d e l h o m b r e
con su actividad. Gracias a ella es posible concluir q u e la esencia
del h o m b r e n o es algo dado, universal e i n n m t a b l e , sino algo cjue
d e p e n d e d e lo q u e el h o m b r e h a c e : L o q u e el h o m b r e es d e p e n d e
de su actividad. E n resumen, el h o m b r e se crea a sí mismo. Siir em-
bargo, en el siglo X I X la identificación hombre-actividad no es total,
y, p o r lo tanto, su esencia no q u e d a c o m p l e t a m e n t e indeterminada.
E l homo faber del ochocientos tiene una esencia todavía, una esen-
c i a sí, i n c o m p l e t a y dependiente de un tipo particular d e actividad
( e l trabajo en Marx, el libido en F r e u d , entre o t r o s ) , p e r o de todos
modos una esencia. Solo en el existencialismo d e l siglo X X se cierra
el ciclo d e ero.sión en un incsencialismo radical q u e niega al h o m b r e
toda esencia, identificándolo eomjrletamente con su existencia. Y a
no se b u s c a contestar qué es el h o m b r e , pues se da por seirtado q u e
el h o m b r e no es nada en el sentido estricto de ser un qué. E l h o m -
b r e solo es. L a determinación del qué es algo q u e .se da en la indi-
vidualidad radical de escoger.

T o d a s estas corrientes llegan y se mezclan en la A m é r i c a latina,


llevando el pensamiento del continente ibero h a c i a una concepción
de la esencia antropológica como dinámica, activa. Se antepone el
h o m b r e concreto al abstracto y se c o n c i b e su esencia como abierta
h a c i a el futuro. Sin e m b a r g o , h a n sido muy pocos pensadores, aun
entre los influidos por el existencialismo ( q u i z á Astrada sea el ú n i c o ) ,
q u e ha ido tan lejos c o m o j:>ara negarle j)or c o m p l e t o la esencia al
h o m b r e . L a tendencia general es de dinamizar la esencia, no de
aboliría.
E x a m i n a n d o el problema d e si el h o m b r e tiene e s e n c i a llegamos
al tercero de los aspectos q u e forman el núcleo de la cuestión antro-
MEDIO SIGLO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 61

po¡ógíca, d o n d e la pregvnita qué es se c o n v i e r t e e n cuál es, s e ñ a -


lando p r o p i a m e n t e la b ú s q u e d a d e c o n t e n i d o en la definición d e l
h o m b r e . S e h a llamado a esta dimensión d e l p r o b l e m a h u m a n o l a
cuestión e p i s t e m o l ó g i c a p o r q u e contiene, a sii vez, dos f a c e t a s c o r r e -
lativas: el p r o b k i n a p r o p i a m e n t e lógico de clasificación a través d e
género y difcrcnc:ia cjue plasma la definición e s p e c í f i c a del h o m b r e ,
separándolo d e otros seres, y el p r o b l e m a epistémico d e la interpreta-
ción d e tal definición. P ( U ' ejemplo, en el c a s o d e a c e p t a r la d e f i n i c i ó n
aristotélica del h o m b r e c o m o anijnal racional, la primera f a c e t a consis-
te p r e c i s a m e n t e cu establecer tal definición, mientras q u e la segunda
se refiere a la intci prctacíóii de lo que .signil'ica la racionalidad q u e
distingue al h o m b r e d e sus congéneres, los animales. L a solución d e
esta d o b l e cuestión es la cnie p r o p i a m e n t e resuelve el p r o b l e m a del
h o m b r e , aunf(ue solo lo logra .si se han resuelto p r e v i a m e n t e las dos
cuestiones proleginnénicas q u e la han a n t e c e d i d o arpií. P o r esta razón
este t e r c e r a.spetto d e la cuestión ha c o b r a d o especial i m p o r t a n c i a
en la filosofía c o n t e m p o r á n e a , en m e n o s c a b o a v e c e s de los otros.
L a b ú s q u e d a de la diferencia específica q u e m a r c a lo h u m a n o se
usó en ]>art¡cular en la A m é r i c a latina c o m o una m a n e r a efectiva d e
c o m b : i ! i r la posición ciciitifísta d e l positivismo corriente d u r a n t e f i n e s
d e l siglo pasado y principios del presente q u e reducía el h o m b r e
a lo p u r a m e n t e fisioltSgico, destruyendo toda distinción c u a l i t a t i v a
entre lo humano y lo no h u m a n o .

T a m b i é n se ve aqru', en las consecutivas respuestas q u e se h a n


d a d o en la historia de la filosofía occidental, una progresiva ero.siórr
y reinterpretación de ía i acionalidad, señalada por los griegos c o m o
d i f e r e n c i a específica, q u e culmina en los voluntarismos absolutos
del siglo X I X y cl voluntarismo individualista d e algunas coj-rientes
existeucialistas del presente. En la A m é r i c a latina a pesar d e u n a
m a r e a d a influencia d e los voluntarismos europeos (¡ue era do espe-
rarse p o r su i n m e d i a t e z tcmjioral y la reacción en contra del cienti-
iismo empírico-positivista, h a y un retorno a la razón entre algunos
de los pensadores (jue E o m e r o ha llamado " f u n d a d o r e s " d e la filo-
sofía l a t i n o a m e r i c a n a ( F a r í a s Brito, antes aun O y ó l a ) , a u n q u e la
t e n d e n c i a general es a reinterpretar al h o m b r e y su razón en tér-
minos vitaJo-espirituaüstas ( C a s o , V a s c o n c e l o s ) .

L a gran mayoría de los filósofos latinoameric:anos han c o n c e n -


t r a d o sus esfuerzos antropológicos en e s t e p r o b l e m a , siguiendo el
ejemjilo d e m u c h o s europeos c o m o S c h e l e r (El puesto del hombre
en el cosmos, 1 9 2 8 ) y Cassirer {Antropología filosófica, 1944). De-
bido a esto se han d e s c u i d a d o los p r o b l e m a s outológicos y m e t a f í -
62 JORGE ÍE. GRACIA

sicos del h o m b r e con consecneneias funestas j i a r a la claridad y valor


d e algimas teorías antroj^ológieas producidas en nuestro c o n t i n e n t e .
E l descuido no h a sido, sin e m b a r g o , la característica del último
aspecto d e la cuesHón h u m a n a , el joroblema d e la posición cosmo-
é t i c a d e l h o m b r e . T o d o s los jrensadorcs latinoamericanos q u e hair
tratado sustancialmcnte la cuestión antrojoológica h a n examinado
t a m b i é n , con rarísimas exeejiciones, la posición q u e o c u p a el hom-
b r e en el universo y las consecuencias jiara su. vida moral, social
y política q u e se derivan de ella. E s t a preocupación es especialmente
e v i d e n t e entre perjsadores comprometidos a una ideología práctica,
c o m o los marxistas, siendo quizá jírcxhicto directo d e la situación
crítica q u e e n f r e n t a la Ainériea latina en el p r e s e n t e siglo.
E s t e aspecto d e la cuestión consiste sencillamente err el pro-
b l e m a del humanismo, o sea, la interpretación d e lo h u m a n o en re-
lación con lo no h u m a n o . L a p r e g u n t a ¿qué es el h o m b r e ? se con-
vierte en la perspectiva d e esta p r o b l e m á t i c a en qué lugar y qué
relación. L a inclusión d e los e l e m e n t o s cósmico y teleológico l a h a c e
secundaria a la cuestión esencial c(ue es, en ú l t i m a in.stancia, la q u e
deteriuina en mayor o menor g r a d o el c a u c e ciue seguirá su res-
puesta. P e r o .si las cuestiones ontológica y m e t a f í s i c a han d e ser
resueltas antes de la epistemológica, y por lo tanto, m a n t i e n e n una
prioridad formal sobre ella, la cuestión c o s m o - é t i c a es su conse-
c u e n t e . L o f(ue e s t á contenido en la idtima no es el e n m a r e a m i e n t o
onto-metafísico del h o m b r e ni su interpretación definitiva, sino el
p r o b l e m a d e las consecuencias cosmológicas y éticas de tales solu-
ciones. C o n s e c u e n t e m e n t e , su posterioridad material es evidente.

E n esto siguen t a m b i é n los latinoamericanos u n a t e n d e n c i a d e


la filosofía occidental a m p l i a m e n t e e j e m p l i f i c a d a en su historia. P o r
su relevancia inmediata, el filósofo d e a c c i d e n t e le h a d a d o siempre
gran i m p o r t a n c i a a esta cuestión. L o s griegos comienzan a tratar
e f e c t i v a m e n t e el p r o b l e m a c u a n d o sitúan al h o m b r e como c e n t r o
cosmológico y ético del universo. T a n t o los dioses c o m o la realidad
c i r c u n d a n t e .so interpretan antroponiórficamentc, como muestra cla-
r a m e n t e la mitedogla religiosa y el naturalismo teleológico d e Aris-
tóteles. P e r o este h o m b r e , c e n t r o y m e d i d a absolutos d e todo, n o
es el h o m b r e concreto o histórico, Sócrates o Platón; es el h o m b r e
considerado en su esencia racional, en su h u m a n i d a d universal y
eterna.
E s t e h u m a n i s m o absoluto no se repite i n t e g r a l m e n t e en la his-
toria d e la filosoFía occidental, ni siquiera en el R e n a c i m i e n t o . C o n
la m u e r t e de la cultura griega el h o m b r e deja d e ser el centro d e l
'MEDIO SIGLO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 63

universo p a r a supeditarse en m a y o r o m e n o r g r a d o a otras realida-


des. E l primer desafío decisivo a esta visión e o s m o - é t i c a clásica se
p r e s e n t a c o n el pensamiento cristiano q u e , a u n q u e mantieire la cos-
m o l o g í a griega, subordina al h o m b r e a la realidad divina, a r r e b a -
tándole su a u t o n o m í a ótica y e n t r e g á n d o s e l a a un ser t r a s c e n d e n t e .
E l ciclo se cierra con el segundo d e s a f í o medieval, c u a n d o Nicolás
d e C u s a descentraliza al universo a fines d e l siglo X V , convirtiendo
al h o m b r e en uno m á s d e los seres q u e h a b i t a n u n cosmos infinito.
P a r a l e l o al desarrollo q u e poco a p o c o d e s n u d a al h o m b r e d e
sus atributos tradicionales — sustancialidad, esencia, razón— se le v a
privairdo de su p r e e m i n e n c i a co.smológiea y ética, hasta tal punto
q u e e n el siglo X T X se le n i e g a auir la c o n c i e n c i a moral. E s t a se
convierte b a j o el cientifismo crudo del positivi.smo en una m e r a ilu-
sión r c d u c i b l e a los instintos interpretados n r e e á n i c a m c n t e . I^o inade-
c u a d o de tíil concepción h u m a n í s t i c a e n g e n d r a una r e a c c i ó n adversa
e n c l pensainiento europeo, auiif<ue n o un retorno c o m p l e t o al h u -
manismo clásico. E s t e es el m o m e n t o de crisis y r e a c c i ó n anticien-
tifista en q u e se inicia el .siglo X X en la A m é r i c a latina. Inspirados
e s p e c i a l m e n t e pior cl per.spectivismo de O r t e g a y Gasset y más t a r d e
\}0X la coi-riente existencialista, los filósofos latinoamericanos, al igual
c|ue los europeos, se vuelven d e nuevo h a c i a el h o m b r e para recons-
tituirlo c o m o centro y m e d i d a del universo, pero y a n o en un sen-
tido absoluto. E l regreso a la c o s m o g o n í a griega y su é t i c a esencia-
lista e s imposible d e b i d o a los d e s c u b r i m i e n t o s c i e n t í f i c o s y filosóficos
d e l siglo pasado y primera mitad del presente. E l h o m b r e se con-
vierte, entonces, solamente en el c e n t r o relativo d e l universo; n o es
el h o m b r e universa] f\uG j u z g a el cosmos, sino el h o m b r e c o n c r e t o
e histórico q u e se construye su mundo. D e centro e s e n c i a l pasa a
.ser, en los humanismos c o n t e m p o r á n e o s más radicales, la condición
t r a s c e n d e n t a l d e todo. Su centralidad, por lo tanto, es relativa al
individuo y e m i n e n t e m e n t e subjetiva.
E s t o s son los cuatro p r o b l e m a s q u e e n f r e n t a t o d a antropología
filosófica y rpie c o b r a n una v i d a especial en la t e m á t i c a filosófica
l a t i n o a m e r i c a n a del siglo X X .

1. AiNTttOPOLüCJA POSITIVISTA

E l pensamiento a n t i o p o l ó g i c o l a t i n o a m e r i c a n o se inaugura en
el siglo X X dentro de un c l i m a cientifista, el l l a m a d o positivismo,
cjue lio es sino la d e n o m i n a c i ó n común de rma actitud filosófica
g4 JORGE :E. GIÍACIA

insjjirada en elemento tan h e t e r o g é n e o s eomo el naturalismo evolu-


eionista de Speneer, el positivismo de C o m t e y el utilitarianismo de
J . S. Mili entre otros. L a unidad d e este jiositivismo l a t i n o a m e r i c a n o ,
por lo tanto, es más d e perspectiva q u e d e contenido, r e d u c i é n d o s e
e n última instancia a una actitud q u e exalta el valor explicativo d e
la c i e n c i a en d e t r i m e n t o d e toda metafísica o disciplina teóriea. Tocio
e o n o c i m i e n o genuino .se lia de b a s a r en la e x p e r i e n c i a empíriea y
no en la especulación. E n las palabras de I n g e n i e r o s : " L o s filósofos
d e l porvenir, p a r a aproximarse a formas d e expresión c a d a vez m e -
nos inexactas, dejarán a los poetas el hermoso privilegio del l e n g u a j e
d e toda hipótesis l e g í t i m a " {El hombre mediocre, 1942, ]}. 30)^'. C o -
mo resultado, el p r o b l e m a del h o m b r e se r e d u c e dentro d e esta
perspeetiva al estudio de los f e n ó m e n o s jísíquieos, y la antropología
filosófica se convierte en psicología e m p í r i c a asociacionista o b i o -
lógica.

H a y que notar por otro lado, ! a j j e r s p i c a c i a filosófica d e l j>osi-


tivismo al darse c u e n t a de la i m p o i t a n c i a f u n d a m e n t a l del p r o b l e m a
(mtológico del h o m b r e . T o d o jrosi.ivista c o m i e n z a por plantearse el
p r o b l e m a de la existencia d e l y e , p r o b l e m a q u e resuelve, sin CUJ-
bargo, n e g a t i v a m e n t e en términos f e n o m é n i c o s . P a r a el jiositivisfa
el y o d e j a de .ser algo existente y sustancial p a r a convertirse en un
haz d e f e n ó m e n o s q u e por .su iuterrelaeión, coordinación y sucesión
nos d a n la ilusión d e p e r t e n e c e r a algo q u e los sustenta. E s t e f e n o -
m e n a l i s m o empirista se usa t a m b i é n jrara e x p l i c a r el dualismo d e
la cxjieriencia hum;uia —sujeto objeto, m e n t e - c u e r p o — (¡ue se resuel-
ve d e s d e esta perspectiva monteniendo un paralelismo e n t r e estos
dos tipos d e f e n ó m e n o s eonsic.erados como correlativos pero irreduc-
tibles ( V a r o n a ) , o a c e j i t a n d o un monismo b i o - m e c a n i c i s t a en (\\¡v,
la dualidad fenomenal se rc-duce a la unidad real d e un sustrato
e n e r g é t i c o común ( I n g e n i e n j s ) .

E l positivismo del siglo X X coristituyi^ la e t a p a segunda y finid


del movimiento en la América latina. Este "¡íositivismo tardío", c o m o
lo llama Caturelli (La filosofía en Araentina actual, 1962, p. 1 7 )
refiriéndose a su versión arg'cnlina, se i m e d c dar ]ior termiuado en
la d é c a d a d e l veinte, d u r a n t e la q u e muere Ingenieros ( 1 9 2 5 ) y se
i m p r i m e por segunda y última vez en L a H a b a n a el Cnrso de fisí-
cologia d e V a r o n a ( 1 9 2 1 ) . M u c h o antes h a b í a ya d e j a d o d e existir

5. Pava las citas a El hombre mediocre so usará siempre la edición do 1942.


MEDIO SIGLO DE ANTBOPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 65

c o m o f u e r z a filosófica p u j a n t e en M é x i c o , d o n d e s u c u m b e con la
tiranía d e Porfirio D í a z d e la cual se h a b í a convertido en sostén
ideológico, ante el vigoroso esplritualismo nacionalista e n c a r n a d o por
l a R e v o l u c i ó n M e x i c a i ' a . C h i l e y B r a s i l constituyen d o s e x c e p c i o n e s
unportantes, sin embk/go. E l positivismo chileno, i n i c i a d o por L a s -
tarria en el siglo pasado, prolonga su agonía a lo largo d e la primera
mitad d e l presente, gracias a la actividad d e los hermanos J u a n
E n r i q u e y L u i s L a g a r r i g u e , el último de los c u a l e s m u e r e en 1.949.
U n fenómieno similar al chileno ocurre en el Brasil, a u n q u e el posi-
tivismo brasileño c a r e c e d e exponentes importantes en cl presente
siglo. Su partidario más distinguido, T o b í a s B a r r e t o ( I S 3 9 - 1 8 8 9 ) ,
p e r t e n e c e al siglo pasado y pronto lo abanchma ( 1 8 7 1 ) para ado]Mar
un m o n i s m o voluntarista (|uc c l a r a m e n t e d e l a t a las huellas <\c su
interés en Schoptaihaucr.

E s p r e c i s a m e n t e esta segunda fase, un t a n t o débil y heterodoxa,


'.pie p r o d u c e los dos pensadores más i m p o r t a n t e s d e l positivismo
.latinoamericano, quizá p r e c i s a m e n t e por estas razones q u e les per-
m i t e jiberarse en gran parte del d o g m a t i s m o intransigente cpie ca-
recteriza la primera fase d e l m o v i m i e n t o .
T a n t o Ingenieros c o m o V a r o n a , a u n q u e el último en m e n o r gra-
do, viven d u r a n t e un período e n q u e el positivismo se ve sujeto a
lar, primeras críticas filosóficas serias, por lo q u e sus perspectivas
se en,';anchan y c o m p l e t a n al t e n e r q u e t o m a r l a s en consideración
para su autodefensa. E l positivismo no representa p a r a ninguno d e
los dos, como lo f u e p a r a B a r r e d a o T e i x e i r a M e n d e s e n t r e otros,
u.n dogma, sino m á s b i e n una orientación filosófica (¡ue p u e d e ser
p e r f e c c i o n a d a y hasta criticada. A m b o s la m o d i f i c a n y adaptan, ,si-
gidendo l a p a u t a d e la crítica y c l c l i m a filosófico e n q u e se encuen-
tran r e s p e c t i v a m e n t e a lo largo de sus vidas, introduciendo en ella
las notas personales q u e los han constituido cu pensadores originales

EiMRiQuis JOSÉ V.AEO,N.\ (1849-1933)

I , a producción filosófica d e V a r o n a c a e en gran parte en la


d é c a d a d e los 8 0 del siglo pasado, pero h a d e considerársele sin d u d a
como un e x p o n e n t e de la segunda fase positivista tanto por el espí-
ritu crítico con qvic adopta la actitud positiva d e s d e el principio,
t-'omo por signos claros de evolución en su p e n s a m i e n t o h a c i a una
perspectiva muy d i f e r e n t e . Su actitud, c a r a c t e i i z a d a por una con-
ciencia de lo distintivamente h u m a n o y una convicción e s c é p t i c a
QQ JoncE E. GUACIA

üobre la posibilidad d e llegar a conocer con absoluta certeza la


verdad contrasta drásticamente coir el naturalismo confidente del
positivisnro ochocentista. E n la f a m o s a colección de aforismos Con
el eslabón ( 1 9 1 7 - 2 7 ) e s c r i b e : " D e la cruel sxperieircia d e la vida,
la lección m á s dolorosa es la c[ue nos enseña la inestabiHdad radical
d e cuanto nos circunda. T o d o .se desmorona, hasta lo q u e nos p a r e c e
más sólido: leyes, institucit)nes, sistem¡rs, ciencias. N a d a persiste, ni
aun la idea". E n otro añade significativamente: " C a s i todo nuestro
j o n o c i m i e n t o se reduce a repetidos actos d e Fe. E s decir, a confe-
siones do ignoí-ancia".

E s t a heterodoxia positivista es patente en su discu.sión del pro-


b f e m a del h o m b r e . Y a está presente en sos escritos más tcmpraiu)s
e inmadurcss sobre tíste t e m a c u a n d o i c c h a z a e n é r g i c a m e n t e la c o m -
pleta reducción de lo psíquico a lo fisiológico, baluarte del positi-
vi-snio recalcitrante. Si se c o m p a r a n los primeros escritos con sus
trabajos m á s maduros, se ve c ó m o V a r o n a v a alejándose cada vez
más d e tal reducción hasta terminar en un franco paralelismo Feno-
menalista.

T a n t o e s t a actitud crítica inicial como la evolución de su pers-


p e c t i v a antropomórfíca se h a c e n evidentes c u a n d o comparamos uno
de sus primeros ensayos titulado " T a evolución psicológica" ( 1 8 7 9 )
con el m a d u r o Curso de psicología ( 1 9 0 5 ) , su último texto d e d i c a d o
al p r o b l e m a d e l h o m b r e . E l Curso de psicología es u n a refundición
didáctica, con algunas modificaciones, de la segunda parte de las
Conferencias filosóficas titulada Psicología (1881-83).

L a cuestión q u e se p l a n t e a V a r o n a en " L a evolución psicoló-


g i c a " Forma el núcleo vital del problema del h o m b r e . L o pimtualiza
en la p r e g u n t a : " ¿ Q u é ]ios dice la evolución sobre la aparición y
manifestaciones de la actividad psíquica en l a n a t u r a l e z a ? " ( p . 1 9 8 ) " .
L o q u e se quiere saber es algo sobre el origen, autonomía y rela-
ción d e la actividad p s í q u i c a del h o m b r e con r e s p e c t o a lo no hu-
mano. E l positivismo recalcitrante respondía simplemente cpie la
evolución e n s e ñ a quu la actividad psíquica no es más q u e una x^ecu-

6. Para las citas a "La evolución psicológiea" usaremos el texto <jue ai>areco
cu Estudios literarios ij filosdficas. La Habana, La Nueva Principal, 188.S,
pp. ig.S-.'JlS. I . .
MEDIO SIGLO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 67

r
liarídad d e cierta actividad fisiológica —solución h a e c k e l i a n a q u e
encontramos todavía en I n g e n i e r o s (Principios de psicologúi, 1962,
p. 2 1 5 ) ^ . L a respuesta d e V a r o n a se aproxima en cierto m o d o a la
d e Ingenieros en este ensayo p e r o no d e b e confundirse c o n e l l a ;
. .esta actividad [la psíquica] ^ es un grado m a y o r de diferencia-
ción orgánica, a c o m p a ñ a d a de un grado m a y o r de c o o r d i n a c i ó n in-
terna, a q u e responde ima esfera m á s amplia d e relaciones interno-
e x t e r n a s " ( p . 1 9 8 ) . L a d i f e r e n c i a entre lo psíquico y lo n o psíquico
es cuantitativa puesto q u e consiste en un "grado m a y o r " de orga-
nización y coordinación. Sin e m b a r g o . V a r o n a r e c h a z a desde cl
principio la reducción de la complejidad psíquica a f e n ó m e n o s pri-
m a r i o s : " S i r v a esto p a r a evitar una exageración del e m i n e n t e H a e c -
kel, q u e p r e t e n d e encontrar los f e n ó m e n o s primoi-diales de la vida
p s í q u i c a en las unidades orgánicas primordiales, en las c é l u l a s "
( p . 1 9 9 ) . Hay, por l o tanto, una diferencia m a r c a d a e n t r e lo psicó-
logo y lo fisiológico. " I J O S primeros [fenómenos] . . . salen d e . . . los
segundos; pero la confusión y h o m o g e n e i d a d d e los primeros cons-
tituyen un estado q u e los separa —y m u c h o — d e los posteriores"
( p . 1 9 9 ) . Sin e m b a r g o , esta diferencia de estado no garantiza la
conelu.sión de q u e exista e n t r e ellos rma diferencia cualitativa cine
los distinga: " . . .sólo h a y diferencias d e grado entre las manifesta-
cixmes anímicas del animal y el h o m b r e " ( p . 2 0 7 ) . E n ecmclusión,
"liay m á s en el h o m b r e , p e r o n o h a y otra c o s a " ( p . 2 1 2 ) .
P e r o si no h a y diferenc:ia cualitativa, ¿por q u é no reducir, c(nuo
Plaeekel, lo psicológico a lo fisiológico? L a respuesta de V a r o n a a
esta p r e g u n t a es a m b i g u a : el f e n ó m e n o fisiológico necesita, nos
dice, " a c e n t u a r s e y d e t e r m i n a r s e " ( p . 1 9 9 ) para convertirse en psi-
cológico. E.sto, o b v i a m e n t e n o resucdve cl p r o b l e m a . T o d a v í a falta
por explicar en ([ué consiste esta " a c e n t u a c i ó n " y " d e t e r m i n a c i ó n "
fpte h a c e n posible el c a m b i o . D e su explicación en última instancia
d e p e n d e r á la aceptabilidad d e la posición adoptada por V a r o n a .

A u n dándose cuerrta de la importancia d e la cuestión. V a r o n a


se m u e s t r a al mismo tiempo i n c a p a z d e resolverla y reacio a p r o -
poner u n a hipótesis sin suficiente b a s e c i e n t í f i c a , al menos por el
m o m e n t o , puesto q u e , según nos dice, "la psicología c o n t e m p o r á n e a
n o h a resuelto aún de una m a n e r a satisfactoria el problema de la

7. Para las citas a los Principias do psicología usaremos la edición de 1962,


en Obras completas, III.
8. Los textos entre corchetes son míos.
68 JoRCF. E. GUACIA

transformación d e la c o r r i e n t e nerviosa, f e n ó m e n o objetivo, en p e r -


cepción o ideación, f e n ó m e n o subjetivo; perO' ha puesto fuera d e
d u d a q u e estos f e n ó m e n o s están indisolublemente unidos, q u e son
las dos fases de un solo y mismo f e n ó m e n o " ( p . 2 0 1 ) . E l dato em-
pírico q u e manifiesta dos aspectos del nrismo f e n ó m e n o lleva a V a -
rona a r e c h a z a r la introspección o el examen Fisiológico considerados
s e p a r a d a m e n t e comí) método único de la psicología. Se han de uti-
lizar ambos métodos para llegar a una explicación correcta de lo
psicológico ( p p . 204 s s . ) .
E s p a t e n t e q u e en este ensayo todavía s e intenta explicar el
j)roblema psieosomático desde una per.spectiva b á s i c a m e n t e reduc-
tivista aunque se adopta metodológicamente una posición dualista.
L a razón detrás de esto es q u e el contexto del ensayo e s evolucio-
nista y, por lo tanto, su propósito principa] es poner en evidencia
la continuidad entre el h o m b r e y el animal. L o sorprendente es (pu;
aun aquí V a r o n a no reduzca por completo el h o m b r e a la natura-
leza c o m o era de esperarse, sino cpie mantenga cierta ambivalencia
en su explicación. E s t a a m b i g ü e d a d se resolverá más tarde en la
Psicología ( 1 8 8 1 - 8 3 ) y el Curso de ]!sicología ( 1 9 0 5 ) , donde V a r o n a
adopta una actitud p u r a m e n t e fenomenalista cpie lo lleva a postular
un paralelismo psieosomático estricto b a s a d o en la irreduetibilidad
de los datos de la experiencia empírica. E s t e retorno a un análisis
científico del fenómeno tal corno se da, sin intentos de su descarae-
terización y reduceióu influenciados por supuestos que le sean ex-
ternos, y a está implícito en este ensayo t e m p r a n o a u n q u e V a r o n a
no deriva todas sus consecuencias hasta más t a r d e : " E l i m i n a r el
noúmeno —entidad— d e la producción del f e n ó m e n o —realidad—;
reducir el problema, b a l u a r t e d e la metafísica, a los datos de l;i
observación, la experimentación y la inducción, bosquejar, intentar,
pr'obar la posibilidad d e u n a ciencia de los oía'genes, esto ha h e c h o ,
esto h a c e la teoría evolutiva" ( p , 2 1 6 ) .
No es hasta después q u e escribe su tratado sobre metodología
eientífica {Conferencias filosóficas: Lógica, 1 8 8 0 ) q u e su actitud
empirista se aeentiin y define por completo. I^a b a s e metodológica
o u e ha d e regir toda investigación científica consiste en la identi-
ficación d e l fundamento de todo conocimiento con la experiencia.
L a experiencia, cure V a r o n a interpreta c o m o experiencia empíriea, es
e l único c a m i n o q u e c o n d u c e al saber y la ciencia. T o d a disciplina
supraempírica, a priori o de otro tipo, en b u s c a de un iroumeno
m c t a f í s i c o no es más C Í U C "un t a n t e o en un crepúsculo q u e se h a c e
más V más de noc-bc" (Con el eslabón).
U n a vez establecida la metodología a utilizar, está d e t e r m i n a d o
MEDIO Sici.o ni-, ANTUOPOEOCÍA FIEOSÓFICA I'.N I.A A^TÉHICA LATINA 69

el camino q u e seguirá toda investigación i n c l u y e n d o la psicológica.


E l fenomenalismo empirista se ai>]ica con todo rigor en el Curso de
psicología ( 1 9 0 5 ) , donde V a r o n a reitera e n f á t i c a m e n t e la indepen-
d e n c i a d e la psicología d e la fisiología; " L a psicología estudia los
f e n ó m e n o s m e n t a l e s " . T o d o " c u a n t o puede ser o b j e t o de nuestra ex-
p e r i e n c i a se llama f e n ó m e n o " ( p . 1)'-'. Nuestro c u e r p o , las partes de
q u e se c o m p o n e , la actividad y función d e estas partes, sus órganos,
todos estos d a t o s d e la experiencia son f e n ó m e n o s . P e r o estos f e n ó -
menos q u e nos d a la experiencia se presentan d e una d o b l e f o r m a ,
reflejando la duplicidad misma d e la experiencia. M i e n t r a s q u e "veo
el movimiento q u e ejecuta el brazo d e otra persona, veo y siento el
m o v i m i e n t o q u e ejecuta m i b r a z o " ( p . 2 ) . " L a f o r m a d e la expe-
riencia q u e sólo puedo tener c u a n d o se t r a t a d e f e n ó m e n o s q u e se
veriiican en mi cuerpo, y q u e siento c o m o tales, se l l a m a i n m e d i a t a " .
L o s f e n ó m e n o s q u e esta experiencia nos revela son mentales. E l otro
tipo de experiencia, por la q u e nos d a m o s c u e n t a d e otros c u e r p o s
además d e l nuestro y de sus funciones y actividades, se l l a m a m e -
d i a t a y los f e n ó m e n o s q u e ella origina se d e n o m i n a n objetivos.
L a psicología, por consiguiente, sólo se ocu^ja d e los f e n ó m e n o s
q u e nos d a la experiencia inmediata tanto en m í como en otros
m i e m b r o s de m i especie, q u e infiero p e r c i b e n similares f e n ó m e n o s
i n m e d i a t o s en virtud d e la s e m e j a n z a de f u n c i o n e s q u e d e s c u b r o
entre sus cuerpos orgánicos y el mío ( p . 3 ) .
P a r a V a r o n a , sin e m b a r g o , a pesar d e c^ue l a psicología es una
c i e n c i a i n d e p e n d i e n t e de la fisiología debido a la diversidad d e sus
respectivos objetos ( f e n ó m e n o s q u e e s t u d i a n ) , la metodología q u e
usa h a d e ser en p a r t e fisiológica, puesto q u e lo q u e se m e presenta
c o m o f e n ó m e n o inmediato o subjetivo, lo q u e siento c o m o mi cuerpo,
aetividad, etc., siempre v a a c o m p a ñ a d o de la experiencia d e un as-
p e c t o objetivo, lo q u e veo c o m o m i cuerpo, mi actividad, etc. M i e n -
tras q u e los f e n ó m e n o s objetivos q u e no se dan en mi cuerpo no
van a c o m p a ñ a d o s d e f e n ó m e n o s mentales, los f e n ó m e n o s mentales
.siempre v a a c o m p a ñ a d o s d e los objetivos, lo q u e señala, .según V a -
rona, " u n a correlación estrecha, una correlación q u i z á de equiva-
lencia, entre los actos mentales y los actos p u r a m e n t e físicos del
o r g a n i s m o " ( p . 3 3 ) q u e , según añade, revelan a m b o s aspectos fun-
d a m e n t a l e s d e una m i s m a realidad ( p . 3 ) . P o r lo tanto, el estudio
de lo p s í q u i c o h a d e c o m e n z a r con el estudio d e lo fisiológico, pero
no ha d e r e d u c i i s e a ello. E l error d e la psicología fisiológica es
p r e c i s a m e n t e el de c o n c e b i r la psicología c o m o una parte de la fisio-
logía y, por consiguiente, reducir cl f e n ó m e n o subjetivo al objetivo.
E l resultado último d e esta psicología es la teoría q u e c o n c i b e "el
70 JOHC.E E. GRAC/A

p e n s a m i e n t o . . . [ c o m o ] una especie do exudación del cei-ebro" ( p .


9 ) . ;Su error e s "sustituir pura y .simplemente una entidad metafísica,
la materia, a la otra entidad metafísica, q u e le oponían los antiguos
introspeccíonistas, el espíritu" ( p . 9 ) . L a psicología espiritualista, por
el contrario, con sir énfasis en el método introspectivo, consideraba
la fisiología como una jiarte d e la psicología, reduciendo el fenó-
m e n o objetivo al mental y c a y e n d o , como resultado, en las m á s pri-
mitivas c o n c e p c i o n e s animistas, en las q u e se postulaba la existencia
d e una sustancia espiritual, "un h o m b r e - f a n t a s m a , d()tacb> de las
mismas facultades del h o m b r e r e a l " ( p . 7 ) .
P a r a V a r o n a , entonces, el supuesto f u n d a m e n t a l d e la ciencia
psicológica, mientras no se descubra lo contrario, es la irreduetibi-
lidad f e n o m e n a l de la m e n t e al cuerpo o, en sus propios términos,
de lo mental a lo objetivo. L a psique presenta un dualismo irredu-
cible al nivel pui'amente f e n o m é n i c o , y el fenómeno es el dato fun-
d a m e n t a l d e donde p a r t e toda ciencia.
Pero si esto es así, preguntamos, ¿de d ó n d e proviene la unidad
del yo? ¿ Q u é son el sujeto y la c o n c i e n c i a ? ¿ C ó m o se explican las
características q u e se l e h a n atribuido tradicionalmente al y o : auto-
nomía, identidad, p e r m a n e n c i a , simplicidad. . . ? ¿Existe el yo? ¿ C ó -
mo es su f o r m a d e ser?
V a r o n a rehuye la tcu-minología del yo en las páginas claves dcd
Curso de psicología, segru-amentc por el tufillo anímico q u e pudiera
q u e d a r en ella, i^refiriendo los términos "sujeto", " m e n t e h u m a n a " ,
" c o n c i e n c i a " . T o d o s equivalen a lo m i s m o : " l a serie de f e n ó m e n o s
coordinados d e q u e m e d a c u e n t a en m í la experiencia inmediata,
cuando la considero e n su coordinación" ( p . 2 ) , o sea, e l haz d e
fenómenos mentales cuando lo consideramos c o m o interrelacitmado.
O b v i a m e n t e , no t o d o f e n ó m e n o m e n t a l es conciente —la conciencia
c o m p r e n d e sólo los f e n ó m e n o s mentales q u e nos d a "la experiencia
inmediata en su forma más c l a r a " ( p . 3 ) . H a y f e n ó m e n o s m e n t a l e s
o psíquicos preeonscicntes y subconscientes q u e e s c a p a n la claridad
d e la conciencia. L o s f e n ó m e n o s conscientes además d e coordinados
y claros se presentan c o m o sucesivos ( p . .32).
L a " c o n c i e n c i a " o, lo (jue podríamos llamar e n términos no-va-
roniano.s, el " y o " , no es más, según él, q u e un "brillante kaleidosco-
p i o . . . d o n d e se agrrqoan para disolverse las más caprichosas com-
b i n a c i o n e s ; cuadro suficientemente coordinado, cuando se le observa
d e t e n i d a m e n t e , y se considera la unidad d e l acto psíquico, según
se d e s p r e n d e de la noción p r i m e r a de un organismo relacionado con
un m e d i o " ( p . 5 5 6 ) .
•VIEDIO SIGLO DE ANTROPOLOGÍA FII,OSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 71

L a unidad d e l yo se eonvierte, pava V a r o n a , en una unidad


í u n e i o n a l d e tipo orgánico q u e c u m p l e la ley m á s g e n e r a l d e t o d o
ser: " R e t e n e r lo provechoso, r e p e l e r lo dañoso, con el m e n o r gasto
d e e s f u e r z o " ( p . 5 6 3 ) . L o s t r e s m o m e n t o s q u e p r o d u c e n esta u n i d a d
f u n c i o n a l son: la semíbilidml, " e n q u e el estado de las fuerzas or-
g á n i c a s y el poder del estímulo se nos revelan por los estados c a r a c -
terísticos del placer, dolor o i n d i f e r e n c i a " ; la percepción, "acto por
el cual el sujeto, consciente de sí propio, se h a c e c o n s c i e n t e del objeto
y siente su contacto, su redación" ( p . 5 5 3 ) ; y, gracias a q u e " l a m o -
dificación r e c i b i d a n o viene a ocupar un l u g a r t o t a l m e n t e d e s o c u -
p a d o " , sino q u e " e n c u e n t r a . . . fuerzas latente.s, . . . c a d a u n a d e las
cuales v i e n e a .ser una f u e r z a i n c i d e n t e cjue entra en conflicto con
las existentes y t i e n e q u e producir una r e s u l t a n t e " ( p . 5 5 4 ) , se
p r o d u c e el t e r c e r m o m e n t o o reacción, "la r e s p u e s t a q u e consiste
en una serie de actos c o o r d i n a d o s " ( p . 5 5 6 ) .

A pesar d e todo el énfasis en la irreducibilidad d e l o p s í q u i c o


a lo físico de q u e nos l i a b l a Varcma, él mismo c a e hasta cierto punto
en la fosa q u e cava p a r a el roductivismo positivista, y a q u e d e s c r i b e
la unidad psíquica en términos orgánicos c o m o producto d e p r o c e -
sos similares a aquellos. E l dualismo varoniano, entonces, alcanza
solamente, c o m o dijimos a n t e r i o r m e n t e , al f e n ó m e n o , p u e s t o q u e en
última instancia la dimensión p s í q u i c a q u e c a r a c t e r i z a al h o m b r e
n o es m á s q u e u n p r o d u c t o m á s d e procesos fisiológicos y, p o r lo
tanto, descriptible b a j o m o d e l o s c o n c e p t u a l e s de e s e tipo. L a exis-
t e n c i a d e l yo y las c a r a c t e r í s t i c a s d e p e n d i e n t e s del m o d o d e ser q u e
tiene, las interpreta V a r o n a corno f u n c i o n a l e s y, p o r consiguiente,
carentes d e sustancialidad: la simplicidad se convierte en c o m p l e -
jidad, la a u t o n o m í a e n d e p e n d e n c i a , la p e r m a n e n c i a e n c a m b i o , la
identidad e n coordinación y la r e a h d a d m e n t a l en f e n ó m e n o . Al
m i s m o t i e m p o . V a r o n a m a n t i e n e siempre c i e r t a distinción e n t r e lo
m e n t a l y lo físico, distinción a n t i p á t i c a a u n a r a m a d e l a corriente
positivista de la q u e el r e p r e s e n t a n t e m a y o r en l a A m é r i c a l a t i n a
es I n g e n i e r o s .

JOSÉ INGENIEROS (1877-1925)

E l punto de partida para la i n t e r p r e t a c i ó n psieológico-natura-


lista d e l ser h u m a n o de V a r o n a lo f o r m a n el t r a t a d o Cuerpo y mente
d e A l e x a n d e r B a i n y los Principios de psicología d e S p e n c e r , desarro-
llándose su doctrina dentro d e la corriente d e psicología asociacio-
nista e n q u e figuran H u m e y los M i l i e n t r e otros. I n g e n i e r o s , por
72 JoiiOE E. C.RAOrA

la doctrina de V a r o n a de la d e Ingeirieros. E n primer lugar, I n g e -


nieros a b a n d o n a la perspectiva fenomenalista. H a b l a con menos f r e -
c u e n c i a d e "fenómenos", prefiriendo el término "funciones", lo (pie
señala c l a r a m e n t e el realismo básico de su posición cientifista. Esto
es, sin duda, lo q u e lleva a R o m e r o a caracterizar la distinción entre
el pensamiento psicológico d e V a r o n a e Ingenieros d e la siguiente
m a n e r a : " L a psicología d e V a r o n a entra en el autentico positivismo,
en l a línea q u e desciende d e las cautelas empíricas d e H u m e . L a
de] argentino p e r t e n e c e más bien a la dirección qrre prolongaba el
m e c a n i s m o y el evolucionismo e n ima metaFísiea a fines del siglo
X I X y aun a comienzos del X X , línea q u e arranca de H o b b e s , pasa
por los materialistas del siglo X V H I y revive en el arrogante cien-
tifismo del pasado i n m e d i a t o " (Filósofos y problemas, 1956, p. 3 3 ) .
E s t e realismo cientifista q u e se aparta del d a t o f e n o m e n a l junto

a una teoría de la realidad como un Fondo común de energía, oclu-


yen para Ingenieros la posibilidad de todo dualismo antropológico.
E l resultado es la reducción d e lo c o n c i e n t e a lo psíquico, lo psí-
q u i c o a lo biológico, lo biológico a lo Físico-químico y t o d o al fondo
e n e r g é t i c o común. A V a r o n a , por el contrario, q u e identifica la reali-
d a d con el f e n ó m e n o le es ¡josible mantener un dualismo antropo-
lógico al nivel feíromenal: " H a y d o s aspectos f u n d a m e n t a l e s d e cura
nrisma r e a l i d a d " (Curso, p. 3 ) . Para V a r o n a , b a y una sola realidad,
q u e se manifiesta, por un lado, c o m o f e n ó m e n o m e n t a l y, por otro,
c o m o f e n ó m e n o objetivo. C a d a uno d e estos es un dato irreducible
d e n u e s t r a exx^erieneia. P a r a Ingenieros, por el contrario, la sola reali-
dad energética se manifiesta funcionalmente diferente en niveles,
pero estos niveles funcioriales sojr p e r f e c t a m e n t e explicables en térmi-
nos de los precedentes y, en riltima instancia, p o r esa mi.sma reali-
dad b á s i c a o fondo energético común y las leyes q u e la rigen. A esta
" e x p l i c a c i ó n " reduccionista e s a la cjue V a r o n a nos dice q u e todavía
no h a llegado la psicología ( " L a evolución psicológica", p. 2 0 1 ) . P o r
consiguiente, para V a r o n a , desde el punto de vista p u r a m e n t e cien-
tífico y empírico, lo que siento es irreductible a l o q u e veo. E s t e es
el criterio r|ue separa lo mental d e lo objetivo, i.e. la inmediatez o
m c d i a t e z d e ! fenómeno. L o primero c o m p r e n d e lo psicológico; lo
último lo Fisiológico, Físico-químico, etc.

Ingenieros n u n c a especifica c l a r a m e n t e el criterio d e distinción


entre estos dos niveles de la ex^^eriencia, p r e c i s a m e n t e porque no
está interesado en la experiencia y su caracterización, sino en la re-
d u c c i ó n d e las funciones superiores a las inferiores p a r a justificar
su monismo cientifista. Sólo en el caso d e la conciencia, grado más
MEDIO SK^LO DE AN-I-ROPOEOG'A FILOSÓFICA EN LA U\MIÍRICA LATINA 73

alto tic e s t a j e r a r q u í a funcional de la energía, p a r e c e d a r un crite-


rio c u a n d o nos d i c e : "A m e d i d a q u e éstas a u m e n t a n [las variaciones
funcionales adquiridas m e d i a n t e l a selección n a t u r a l ] , es posible u n a
experiencia individual m a y o r ; junto con ésta c r e c e la posibilidad d e
relacionar una excitación n u e v a con esa experiencia anterior ( e s d e -
cir, la posibilidad de una e x p e r i e n c i a conciente)" (p. 1 4 8 ) . Esto
p a r e c e .indicar q u e cl criterio que d i f e r e n c i a lo c o n c i e n t e d e lo psí-
(|uico e s una c a p a c i d a d o propensión a relacionar c u a n d o se e s exci-
tado por c l m e d i o y .se r e a c c i o n a d e acuerdo con las leyes generales
d e a d a p t a c i ó n y supervivencia. E n e s t e sentido, " l a «conciencia» e s
una cualidad extrínseca d e los f e n ó m e n o s y d e p e n d e d e sus r e l a -
ciones con la e x p e r i e n c i a p r e c e d e n t e " ( p . 1 5 7 ) . E s t o aclara el pasaje
q u e nos d a I n g e n i e r o s en la p á g i n a anterior; " E l c a r á c t e r c o n c i e n t e
d e un f e n ó m e n o d e p e n d e d e sus relaciones con la anterior experien-
cia. E n todo ser vivo, el g r a d o d e c o n c i e n c i a q u e p u e d e a c o m p a ñ a r
a u n a sensación recibida, d e p e n d e de la c a n t i d a d de las impresiones
antericnmente fijadas por la m e m o r i a y sistematizadas en tendencias
( h e r e d i t a r i a s ) o en hábitos ( i n d i v i d u a l e s ) . A un m á x i m u m d e ex-
]:ierieneia corresponde la posibilidad de un m á x i m u m de c o n c i e n c i a "
(p. 143).

C o m o es e v i d e n t e , este criterio e s p u r a m e n t e cuantitativo. U s a n -


do un e j e m p l o nuestro p o d r í a m o s d e c i r ctue u n a c a r g a m a y o r de
e l e c t r i c i d a d en el a c u m u l a d o r h a r á q u e e l c o c h e arranque, aparición
d e lo c o n c i e n t e , y una m e n o r lo m a n t e n d r á inerte, lo i n c o n c i e n t e .
E n V a r o n a , por el contrario, el criterio es e n p a r t e cualitativo o al
menos a m b i g u o , jiues la claridad, q u e V a r o n a señala como m a r c a
distintiva del f e n ó m e n o c o n c i e n t e , p u e d e interpretarse t a n t o como
intensidad d e luz, y e n t o n c e s es hasta cierto punto c u a n t i t a t i v a m e n t e
sujeta a medida, o c o m o luminosidad, y e n t o n c e s constituye u n a
cualidad i n d e p e n d i e n t e d e su c a n t i d a d . V a r o n a n o especifica c ó m o
h e m o s de tomar su criterio, pero c i e r t a m e n t e esta a m b i g ü e d a d lo
seriara d e la tendeircia cuantitativa m e c a n i e i s t a q u e caracteriza la
psicología positivista de I n g e n i e r o s . E n el p r o b l e m a del yo, sin e m -
b a r g o , se acercan sus soluciones.

E l " y o " , para I n g e n i e r o s , lo q u e él llama el "yo individual", "x^er-


sonalidad c o n c i e n t e " o "yo c o n c i e n t e " , no es m á s q u e la exq^eriencia
X^síquica a c u m u l a d a h a s t a un m o m e n t o dado e n el individuo h u m a -
no, es decir, " l a suma de exxJcriencia común a c a d a e s p e c i e y pax-
ticular a c a d a i n d i v i d u o " ( p . 1 4 3 ) . E s , a ñ a d e más adelante, " u n a
síntesis continua d e las exx:)eriencias concientes xiarticulares" (x^. 1 5 7 ) .
A e s t e " y o " o " c o n c i e n c i a " . I n g e n i e r o s le niega todo tixJo d e reahdad
74 JORGE K. Cr\c\\

en exceso d e la experiencia m i s m a ; " . . .no es una «entidad» inexten-


sa e inmaterial, no es una «Facultad» sintetizadora de los Fenómenos
psicológicos, n o es un «eplFeaómeno» sobrepuesto a los Fenóme-
nos Fisiológicos, no es una «Fuerza directriz o creadora» d e la acti-
vidad psíquica. L a «coneieucia» c o m o realidad, no existe; sólo p u e d e
considerarse como la abstracción d e una eualidad, comrin a ciertos
f e n ó m e n o s biológicos en d e t e r m i n a d a s eímdiciones" ( p . 1 5 7 ) . L a
c o n c i e n c i a o yo consciente, entonces, no es más q u e una "abstracción
o b j e t i v a d a " , existiendo solamente c o m o " c o n c i e n c i a de a l g o " ( p . 1 4 0 ) .
E n realidad sólo hay Fenómenos conscientes, es decir. Fenómenos q u e
están relacionados con la e x p e r i e n c i a previa.

C o m o en el caso de V a r o n a , la conciencia se interpreta ontoló-


g i c a m e n t e c o m o una colección f e n o m e n a l , a u n q u e I n g e u í e r o s y V a -
rona difieren en parte, como vimos anteriormente, en la caracterís-
tica e s p e c i f i c a q u e le atribuyen a tales f e n ó m e n o s ; en V a r o n a la
claridad, coordinación y sucesión; en Ingenieros su relacionabilidad,
q u e d e p e n d e e n último t é r m i n o d e las dimensiones d e l repositorio
c x p c r i e n c i a l en q u e se da, es decíj-, d e la experiencia individual. E s t a
última, p a r a Ingenieros, " e s el conjunto d e reacciones adaptativas
d e a d a p t a c i ó n d e l t e m p e r a m e n t o congénito al medio social" y "el
t e m p e r a m e n t o es el c o n j u n t o d e . . . tendencias congénitas, anteriores
a la exjreriencia individual", o sea, la h e r e n c i a p r o d u c t o de "la men-
talidad c o m ú n a la especie, m á s la variaciones especiales adquiridas
p o r . . . ascendientes directos, raza, sociedad, f a m ü i a " ( p . 1 3 3 ) . Estas
t e n d e n c i a s congénitas hereditarias, c o m o vimcs, son modificadas por
las reacciones adaptativas d e c a d a individuo, constituyéndose en ex-
p e r i e n c i a individual y, gracias a la educación, e n personalidad. L a
riltima constituye el c a r á c t e r y se manifiesta p o r l a c o n d u c t a .

L o que I n g e n i e r o s llama la "psicogenia individual" ( p . 1 1 3 ) , es


decir, ¡a aparición del yo consciente o ¡rersonalidad individual, está
a b s o l u t a m e n t e condicionada jior el medio. L a autonomía del yo se
convierte en de|>endencia, su unidad es luncional y su p e r m a n e n c i a ,
variación. L a s consecuencias de tal interpretación son imjrortantísi-
mas, pues si el yo iirdividual es t o t a l m e n t e exjDlicable en términos
de la experiencia producto d e la adaptación progresiva d e l individuo
al m e d i o d e acuerdo con la ley d e l mentu' esfuerzo, c o m o propone
Ingeuiero.s, entonces su l i b e r t a d c s ilusoria. E s t o lo v e el pensador
argentino c l a r a m e n t e , a c e p t a n d o sin titubeos las conclusiones a qut;
lo lleva su explicación b i o - m e c a n i c i s t a d e l h o m b r e ; " e l t é r m i n o elegir
está mal enq^leado y c o n t i e n e el falso sobreentendido d e una enti-
dad q u e elige; la pretendida elección es, simplemente, una selección
MEDIO SIGLO DE ANTKOPOLOGÍA FIEOSÓEICA EN LA AJMÉRICA LATINA 75

nátuml entre diversas posibilidades, en el sentido m á s propieio a l a


eonservaeión de la vida y segvín el m e n o r esfuerzo; es decir siguien-
d o las vías d e menor resistencia formadas en el curso de l a expe-
riencia, tendencias hereditarias y hábitos adquiridos. L o q u e suele
llamarse elegir es un proceso p u r a m e n t e b i o - m e c á n i c o y bio-c[uímico,
ni más ni menos q u e el de un reactivo en una solución c o m p l e j a
«elige» algunos cuerpos para precipitarlos y no propicia a los res-
tantes, siguiendo ú n i c a m e n t e las vías de m e n o r resistencia d e t e r m i -
nadas por la afinidad q u í m i c a " . D e m a n e í a q u e , p a r a Ingenieros, no
sólo el yo y la conciencia, c o m o realidades, son ilu.siones, .sino t a m -
bién sus características más apreciadas c o m o la l i b e r t a d . I n g e n i e r o s
r e d u c e el m o v i m i e n t o d e l universo y sus diferentes niveles al m á s
rudimentario determinismo, no ya bioléigieo, .sino físico-químico. L a s
llamadas "características d e l h o m b r e " , c o m o la "libertad de elección",
no son ni siquiera atributos especiales úv. lo ennsciente, puesto q u e
se encuentran aun en las capas m á s primitivas de la exi.stencia, c o m o
h a b í a defendido H a e c k c l anteriormente.

Son estas funestas consecuencias del positivismo con sus reper-


cusiones ético-políticas, q u e despiertan las primeras críticas entre
los x>ensadores latinoamericanos. C u a n d o éstos .se dan e n t e r a c u e n t a
d e (pie la reducción positivista de lo consciente a lo p.síquico, d e lo
p s í q u i c o a lo biológico y d e l o biológico a lo físico-químico, trae
consigo la instauración de un rígido m e c a n i c i s m o determinista, oclu-
yendo la posibilidad de u n a teoría d e l h o m b r e q u e t o m e comx)leta
c u e n t a de su libertad y, por lo tanto, d e l a responsabilidad y el d e -
b e r , c o m i e n z a el a t a q u e a los supuestos positivos q u e h a b l a n j^roclu-
cido esta situación.
Aun V a r o n a e Ingenieros, conscientes d e la importancia d e la
fundamentación del d e b e r , tratan d e construir u n a ética normativa
q u e en a m b o s casos resulta inccmgruente con sus principios positivos
cleterministas. S i no hay libertad de acción, si tanto el h o m b r e como
.su aetividad .son un producto d e f a c t o i c s jirccedentes, y estos a su
vez producto de otros factores determinados m e c á n i c a m e n t e , ¿ c ó m o
]mede cl moralista prescribir una vía de a c c i ó n ? S i el yo c a r e c e d e
autonomía e independencia, ¿ c ó m o p u e d e ser libre y, por tanto,
responsable d e sus accixmes? Sin duda es posible construir una ética
descriptiva sin libertad, ];icro no una ética normativa q u e intente
convertirse en regla y guía de acción h u m a n a .
D e nuestros dos x>oosadores. V a r o n a es el q u e comprende mejor
este principio. E n su excelente obra Conferencias filosóficas: Moral
76 JORGE E. GUACIA

( 1 8 8 3 - 8 4 ) , escrita posteriormente a la serie de Fsicologúi y reimpresa


varias veces, ofrece una explicación del fue clamen ío de la moival sin
intentar la prescripción normativa. C o n c o r d a n t e con su determinis-
mo positivista, que, sin e m b a r g o , es menos agudo gracias a la irre-
ducibilidad fenomenal (iue luantiene con respecto a lo psico-físieo,
propone el sentimiento d e solidaridad como la b a s e d e la moral.
" L a moralidad no es sino el sentimiento, más o menos claro, q u e
tiene el individuo de su d e p e n d e n c i a con respecto al cuerpo social;
en una sola p a l a b r a : de la solidaridad social" ( 1 8 8 8 , p. 1 7 8 ) . L a
moralidad del acto, entonces, no presupone la libertad individual
y Varcma p u e d e concluir q u e "la solidariclad nos apri.siona" ( p . 1 8 2 ) .
Ingenieros, por el contrario, no p a r e c e c o m p r e n d e r por completo
el c a r á c t e r descriptivo cjue le impone su psicología a su ética. E n
los Principios de psicología e s c r i b e : " L a ética, la lógica y la estética
son tres vastos capítulos d e la psicología genética. L a una estudia
la formación natural de las costumbres sociales y e s t a b l e c e las nor-
m:is d e conducta individual, adaptadas al m u d a b l e concepto del
B i e n . . . " ( p . 2 1 5 ) , pei-o más tarde se lanza en El hombre mediocre
( 1 9 1 3 ) y Hacia nna moral sin dogmas ( 1 9 1 7 ) , en una diatriba elo-
cuente pero .sin fundamento filosófico en contra de la mediocridad
humana, con el propósito de inducir la juventud a escoger una vía
de acción idealista en qwe "los ideales [hipótesis p e r f e c t i b l e s ! d e
XJerlección, fundados en la experiencia social y evolutivos como
ella misma, constituirán la última trabazón d e una doctrina de la
perfectibilidad indefinida, propicia a todas las posibilidades de eiral-
lecinuento h u m a n o " (El hombre mediocre, 1942, p. 3 0 ) . P a r a ([ue
esto sea posible es necesario, sin duda, la cooperación h u m a n a : " L a
evolución h u m a n a es un esfuerzo continuo del h o m b r e para adap-
tarse a la naturaleza, cjue evoluciona a su v e z " ( p . 3 0 ) . P e r o c a b e
preguntar, ¿cómo es posible una moral prescriptiva si somos el pi'o-
ducto determinado d e nuestros antecedentes lísico-cpu'micos? ¿ C ó m o
cs posible, para Ingenieros, decir <pie "toda moral futura es un pro-
ducto de esluerzos individuales" ( p . 1 3 6 ) , si esos esfuerzos indivi-
duales no son más cpie acciones determinadas absolutamente por la
genética expcriencial individual en su contacto con el medio? ¿ C ó m o
es posible h a b l a r d e "dirigir" c "inspirar" la juventud si la juventud
ya está inexorablemente d e t e r m i n a d a a actuar por factores pura-
mente bio-físieos?

L a inconsistencia de Ingenieros es simplemente la d e tratar de


construir una moral prescriptiva sobre ima b a s e p u r a m e n t e descrip-
tiva. Si la é t i c a es parte d e la psicología y la psicología nos enseña
MEDIO SIGLO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA EN LA AMÉRICA LATINA 77

(¡ue el ser h u m a n o es un eslabón más en u n a c a d e n a natural abso-


l u t a m e n t e determinada, el moralista h a d e convertirse i r r e m e d i a b l e -
m e n t e en observador o, c u a n d o más, historiador del f e n ó m e n o ético,
pero n u n c a en prescriptor; y la ética p a s a a ser historia natural.
C o m o es evidente, la solución al p r o b l e m a onto'ógico del h o m b r e
d e t e r m i n a en el ¡rositivismo c i e r t a inconsistencia en su solución al
p r o b l e m a eosmo-ético tpic señalamos arriba, ya (¡ue la r e d u c c i ó n
total d e l h o m b r e a la naturaleza o c l u y e la posibilidad d e una apre-
ciación g c n u i n a d e lo q u e c o n t r i b u y e el h o m b r e al universo. E l ca-
m i n o donde d e s e m b o c a la actitud positivista es el naturalismo, no
el h u m a n i s m o .

I J O S esfuerzos infructuosos lauto de V a r o n a c(mio d e I n g e n i e r o s


3' otros positivistas latinoamericanos por a c o m o d a r los aspectos axio-
lógicos d e l h o m b r e en la n a t u r a l e z a señalan c l a r a m e n t e la imposi-
bilidad d e tal empresa dentro d e los supuestos positivistas. Q u i z á
es p r e c i s a m e n t e el c o n v e n c i m i e n t o d<; tid imposibilidad q u e lleva a
V a r o n a a a b a n d o n a r p a u l a t i n a m e n t e td q u e h a c e r filosófico sistemá-
tico y adoptar, en los postreros años d e su vida, el escepticismo m o -
d e r a d o (jue traspiran sus últimos escritos.

P o r último c a b e añadir q u e la atención exclusiva d e l positivista


a las cuestiones ontológica y c o s m o - é t i c a d e l p r o b l e m a d e l h o m b r e ,
resultado directo d e sus supuestos, descuida las zonas e|uizá más
ricas d e especulación a n t r o p o l ó g i c a : la m e t a f í s i c a y epistemo-lógica,
c o m o b i e n nos enseña el desarrollo de la filosofía posterior.
E l próximo ensayo, continuación del presente, versará sobre la
antropología q u e p r o d u c e la reacción antijrositivista cu la A m é r i c a
latina.

1. Esto os el primero de luui .serie de ai'tíuiilos sobre la aritropologia filosófica


en la América latina. Se escribirán (rtros artículos sobre la antropología de
los fundadores. Ja antropología espiritualista, el &\'isteueiaIismo, mar.xisrao
y neo-escolasticismo, etc.

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