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EL ESTADO PERSONA MORAL

FACULTAD DE DERECHO Y
CIENCIAS POLÍTICAS
TEMA
EL ESTADO PERSONA MORAL

Cátedra : CIENCIA POLÍTICA

Catedrático : Dr. PERCY LA TORRE CAPACYACHI

Alumnos : ARROYO OBREGON, SOLEDAD


INDIGOYEN PORRAS, MILENA LEONOR
MORÁN MEJÍA, WENDY SHERLY
RAMOS TACZA, ZELMIRA
TAZA PIÑAS, SADITH MARIELA

Semestre : 2010-II

HUANCAYO – PERÚ
2010

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EL ESTADO PERSONA MORAL

ÍNDICE

CAPÍTULO I

CONCEPTOS PREVIOS
03
1. El Estado
03
2. Persona Moral

CAPÍTULO II

EL ESTADO, PERSONA MORAL

1. El Estado, persona moral 05


2. Tesis que niegan todo carácter científico a la idea de personalidad 08

3. El Estado como Persona Moral y Persona Jurídica 12

CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA

2
EL ESTADO PERSONA MORAL

CAPÍTULO I
CONCEPTOS PREVIOS
1. El Estado:
La palabra Estado en términos jurídico – político se le debe a Maquiavelo,
cuando introdujo esta palabra en su obra "El Príncipe" al decir: "Los
Estados y soberanías que han tenido y tiene autoridad sobre los hombres,
fueron y son, o repúblicas o principados. Los principados son, o
hereditarios con larga dinastía de príncipes, o nuevos; o completamente
nuevos, cual lo fue Milán para Francisco Sforza o miembros reunidos al
Estado hereditario del príncipe que los adquiere, como el reino de Nápoles
respecto a la revolución de España. Los Estados así adquiridos, o los
gobernaba antes un príncipe, o gozaban de libertad, y se adquieren, o con
ajenas armas, o con las propias, por caso afortunado o por valor y genio".
Sin embargo, en términos generales se entiende por Estado a la
organización política y jurídica de un pueblo en un determinado territorio y
bajo un poder de mando según la razón1.
Platón estima que la estructura del Estado y del individuo son iguales, y
con ello, analiza las partes y funciones del Estado y posteriormente, las del
ser humano, con lo cual establece el principio de Estado anterior al
hombre, porque, además, la estructura de aquél, aún siendo igual a la de
éste, es más objetiva o evidente. Aristóteles, por su parte, es más enfático
y declara que el Estado existe por naturaleza, y por tanto, es anterior al
hombre, no por ser éste autosuficiente y solo podrá serlo respecto al todo,
en cuando a su relación con las demás partes, complementando su
expresión al decir, en base a su Zoon Politikón, que quien no convive con
los demás en una comunidad, "o es una bestia, o es un dios".
Por su parte, Luis XIV rey de Francia, en la época del absolutismo se
atreve a decir la ya conocida frase "El Estado soy yo", que esto no implica
más que la falta de raciocinio en la que se vivía en ese tiempo, indica solo
la más pura esencia del absolutismo en sí, se tomaba al Estado como un
régimen político en el que una sola persona, el soberano, ejercía el poder

1
ENRIQUE BERNALES BALLESTEROS, Constitución Política del Perú de 1993-Análisis Comparado, Lima-
Perú, 1999.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

con carácter absoluto, sin límites jurídicos ni de ninguna otra manera. El


Estado no era sino una prolongación de las características absolutas del
rey en ese tiempo. Por otro lado, a la revolución Francesa se le considera
como la pauta principal del cambio de la evolución del significado de la
palabra Estado.
2. Persona Moral
Se entiende por Persona Moral (o persona jurídica) a un sujeto de
derechos y obligaciones que existe físicamente pero no como individuo
humano sino como institución y que es creada por una o más personas
físicas para cumplir un papel. En otras palabras, persona jurídica es todo
ente con capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones y que no
sea una Persona física.
Es decir, junto a las personas físicas existen también las personas
jurídicas, que son entidades a las que el Derecho atribuye y reconoce una
personalidad jurídica propia y, en consecuencia, capacidad para actuar
como sujetos de derecho, esto es, capacidad para adquirir y poseer bienes
de todas clases, para contraer obligaciones y ejercitar acciones judiciales.
Origen de persona
Ferrare indica que el origen de la palabra "persona" no está muy claro aún,
que el jurista romano Aulo Gelio la hace derivar del vocablo latino
"personare", y que entre los latinos su "sentido originario" fue el de
máscara, que no era otra cosa que la careta que cubría la cara de los
actores cuando recitaban en escena, con el objeto de que su voz vibrara y
resonara. Más tarde pasó a designar al actor mismo, al enmascarado.
También la expresión "persona gerere, agere, sustinare", se usó para
designar al actor que en el drama presentaba la parte de alguno. Agrega
Ferrare que el término pasó del lenguaje teatral a la vía real, para designar
a aquel que en la vida real representaba alguna función (gerit personam),
por lo cual el término pasó a signficar posición, función, calidad.
Finalmente, el término principió a usarse para designar el hombre mismo,
"en cuanto reviste aquel status, aquella determinada cualidad, y así se
habla de persona consulis, de persona socilis, en vez de socius, etc...."
Pero en esta forma de coligación persona va perdiendo gradualmente todo
significado y se reduce a un simple sufijo estilístico, un rudimento sin
contenido; así se llega a ver en la persona la indicación de género, cuyo
genetivo apositivo forma la especie, y esa indicación genérica no podía ser
que la de hombre. De este modo "persona" termina por indicar
independientemente el individuo humano, y este es el significado que se
hace más común y persiste hasta hoy.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

Características de persona jurídica


Personalidad Jurídica. Es definida como toda unidad resultante de
una colectividad organizada de personas o conjunto de bienes y a
los que, para consecución de un fin social durable y permanente, es
reconocida por el Estado una capacidad de Derechos patrimoniales.
Capacidad. También tiene aptitud para ser titular de derechos y
obligaciones.
Razón Social o Denominación Social (nombre en el caso de las
personas físicas). Constituyen un medio de identificación necesario
para sus relaciones jurídicas.
Domicilio. Las personas morales tienen su domicilio en el lugar
donde se halle establecida su administración, aun cuando tengan
sucursales, si este es el caso el domicilio será en cada una de las
sucursales.
Patrimonio. Existe siempre, por el hecho de ser personas, la
capacidad de adquirir un patrimonio.
Diferentes teorías que explican la naturaleza jurídica de Persona
Jurídica
Existen varias teorías las cuales se diferencias por sus posturas diferentes,
entre las cuales tenemos:
a. Teoría de la ficción
La persona jurídica corresponde a una ficción del derecho, basándose
en esta teoría, es la confirmación de un ente individual e independiente
el cual genera las mismas obligaciones y derechos que una persona
natural, cuando hablamos de la teoría de la ficción decimos que la
persona jurídica es un órgano el cual tiene la opción de ser
representado por otro o por otros, en este caso personas que sí son
naturales.
b. Teorías negatorias
Como las teorías de la ficción también sostienen que la única persona
real es el ser humano, consideran, sin embargo que la doctrina
tradicional es superficial y no ahonda la investigación de la realidad que
se esconde detrás de la persona jurídica; la tarea del jurista consiste en
desentrañar la realidad. La persona jurídica sería un sujeto aparente
que oculta a los verdaderos.
c. Teoría de Kelsen
Kelsen niega la dualidad derecho objetivo-derecho subjetivo. Utilizando
los estudios de Duguit, pero planteando su doctrina en un terreno
puramente lógico, sostiene que los derechos subjetivos no existen sino
en cuanta expresión del derecho objetivo. Si no existen derechos

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EL ESTADO PERSONA MORAL

subjetivos con valor propio, autónomo, tampoco debe existir el sujeto


de derecho. Los derechos subjetivos y el sujeto de derecho, o sea la
persona, son conceptos auxiliares, que facilitan el conocimiento del
derecho. Persona, sea física o jurídica, es sólo la expresión unitaria
personificadora de un haz de deberes y facultades jurídicas, un
complejo de normas. El hecho de ser un centro de imputación de
normas, convierte a ese centro en persona. La teoría de Kelsen hace
una crítica sobre la diferencia que hacen los civilistas (persona moral y
física).Todas las personas son jurídicas. La única diferencia entre una y
otra es que las "morales" (como los civilistas las llaman) o de existencia
ideal actúan como órganos, un órgano (es la hipostasis que se hace
sobre el actuar de un individuo; en el que su acto se le atribuye a la
colectividad tal que ella lo hubiera hecho). Así la persona física es
individual y la de existencia ideal colectiva. La persona está constituida
por una norma de capacidad,(imputación central), la cual la faculta para
llenar el ámbito de validez personal de una norma de imputación
periférica, así una persona, sólo es el núcleo al cual se le imputa un
actuar.
d. Teoría de la Realidad
La teoría de la realidad surgió en el siglo XIX y XX, como reacción a la
teoría de la Ficción, como principales expositores debemos citar a los
alemanes Gierke y Jellinek. Esta teoría parte de la idea de que una
persona jurídica es una realidad concreta preexistente a la voluntad de
las personas físicas. Se basa en el sustrato material que conforma a
una persona jurídica, es de carácter objetivo. La figura legal de
"Persona Jurídica" existe con anterioridad a la idea de la "Persona
Física", estas últimas toman o dejan esta figura. Son un medio jurídico
para facilitar y regular las tareas entre asociaciones o sociedades y
existen por sí mismas, por ende son sujeto de derecho y adquieren una
capacidad independiente a la de las personas físicas que la componen.
En esta se ven 2 subclases:
e. Teoría organicista
Para esta teoría, las personas jurídicas no son entes artificiales
creados por el Estado sino, por el contrario, realidades vivas. Los entes
colectivos son organismos sociales dotados tanto como el ser humano
de una potestad propia de querer y por ello, capaces naturalmente de
ser sujetos de derecho (Gierke). A diferencia de la teoría de la ficción,
que sostenía que la autorización estatal era creativa de la personalidad
jurídica, sostiene Gierke que sólo tiene valor declarativo. Las personas
físicas que componen a la persona jurídica funcionan como organismos
de la voluntad colectiva de la persona jurídica. Es necesario que quede
claro que para esta teoría lo más importante que debe ser amparado

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EL ESTADO PERSONA MORAL

por la ley, es esa voluntad colectiva que surge de la asociación de las


personas físicas.
f. Teoría de la institución
Esta teoría tiene su punto de partida en la observación de la realidad
social, que demostraría que una de las tendencias más firmes en las
sociedades contemporáneas es el desarrollo de la vida colectiva, de la
vida social. El ser humano abandona todo aislamiento, porque
comprende que para realizar sus fines y para satisfacer sus
necesidades de todo orden precisa unirse a otros hombres, asociarse a
ellos. Entra enseguida voluntariamente en muchas asociaciones. En el
fondo subyace siempre el ser humano, porque él es el fin de todo
Derecho, pero la vida de estas entidades está por encima de la de cada
uno de sus miembros, considerados aisladamente. La institución se
define como un organismo que tiene fines de vida y medios superiores
en poder y en duración a los individuos que la componen. Comprende
a la persona jurídica bajo la idea de "empresa" en cuanto lo que
importa no son en sí sus órganos, sino si se cumple la finalidad
planteada o no. La persona jurídica encuentra su justificación en el
cumplimiento de ese fin planteado.
La teoría de la institución tiene un claro fundamento iusnaturalista,
puesto que el derecho de asociación es considerado uno de los
derechos naturales del hombre, como ha proclamado León XIII en su
encíclica Rerum Novarum.
g. Teorías propiamente jurídicas
Todas estas teorías tienen un mismo punto de partida: si bien es
verdad que desde el ángulo biológico y aun metafísico la única persona
es el ser humano, desde lo jurídico se llama persona a todo ente capaz
de adquirir derechos y contraer obligaciones. Desde este punto de vista
tan persona es el hombre como los entes de existencia ideal, puesto
que ambos tienen esa capacidad. No haber advertido el significado
jurídico de la palabra sería el error inicial del planteo de la teoría de la
ficción.
La diferencia que existe entre las dos personas (natural y judicial) es de
varias formas por ejemplo: la jurídica: es todo con la justicia
Nacimiento de la personalidad jurídica
Las personas jurídicas nacen como consecuencia de un acto jurídico (acto
de constitución), según un sistema de mera existencia, o bien por el
reconocimiento que de ellas hace una autoridad u órgano administrativo o
por concesión. En ambos casos puede existir un requisito de publicidad,
como la inscripción en un registro público.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

CAPÍTULO II

EL ESTADO, PERSONA MORAL

1. EL ESTADO, PERSONA MORAL


El Estado:
Según Jorge Jellinek considera al estado como un ser viviente, ya que al
tener una vida real, es sujeto de los derechos y obligaciones para mantener
una relación de orden y soberanía al mismo tiempo.
Estado tiene dos puntos de vista:
El sociológico.- examina al Estado a través de los hechos reales en que se
manifiesta su vida específica en sus relaciones internas
El Jurídico.- analiza al Estado como un objeto y sujeto del derecho y como
relación jurídica.
Quiere decirse con esto que, según la ciencia, el Estado constituye
realmente una persona, de la categoría de las personas llamadas morales.
Verdad es ésta obtenida por la sociología, con ayuda cierta de la filosofía,
pero anterior a toda elaboración propiamente jurídica. Sin embargo, entre los
sociólogos y los juristas, no todos aceptan la tesis de la realidad de la
persona moral. Para unos, la personalidad del Estado, consagrada por el
derecho positivo, no sería más que una creación técnica, que se justifica por
los servicios que puede prestar, pero sin correspondencia con ninguna
realidad propiamente científica. El punto de vista es, pues, pragmático.
Para otros, más radicales, el concepto de personalidad sería no solamente
falso, sino inútil, e inclusive, aplicado al Estado, positivamente peligroso, de
tal suerte que será preciso proscribirlo completamente. De este modo, con
relación al caso especial del Estado, es todo el problema de la personalidad
moral el que está en juego, pues, en general, se considera que si la
personalidad moral está dotada de algún valor científico o simplemente
práctico, el Estado debe tenerla, en primer lugar.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

El interés de la controversia es el siguiente.


Si el Estado no constituye realmente una persona, no podría ser titular de
derechos y obligaciones. Se trata, entonces, de descubrir a los verdaderos
titulares de los derechos y obligaciones que se le atribuyen o que son
ejercitados a nombre suyo. Si la atribución al Estado de esos derechos y
obligaciones no se realiza más que por un procedimiento técnico, y no
porque él sea verdadero titular de ellos, la solución sólo tiene un carácter
provisional: el día en que se descubra un procedimiento técnico mejor, más
directo o más económico, la “construcción” antigua cederá su lugar a una
“construcción” nueva, de naturaleza igualmente provisional. Mientras se
espera, la atribución seguirá siendo incierta, fundada sobre las bases frágiles
de un utilitarismo empírico; a merced de las opiniones del legislador y del
público.
Por el contrario, si el Estado es realmente persona, nada ni nadie podrá
discutir su calidad de sujeto de derecho, fundada sobre la naturaleza de las
cosas, ni pretender transferir a otros los derechos y obligaciones que son
muy suyos. Mas es preciso ver si ese resultado ventajoso desde el punto de
vista de la seguridad, está de acuerdo con las conclusiones del análisis
científico, pues, en la hipótesis contraria, tal resultado no habrá sido
adquirido sino por virtud de un procedimiento siempre discutible.
Antes de exponer la tesis de la realidad de las personas morales, y
especialmente del Estado-persona, conviene examinar las tesis negativas de
la personalidad real.
Todas estas tesis parten de la idea de que sólo el ser humano individual es
apto para constituir una persona. En efecto, sólo él está dotado de razón y
de voluntad, de una razón y de una voluntad que le pertenecen en
propiedad, que provienen de él mismo independientemente de los demás y
que él pone al servicio de un destino natural y sobrenatural que le es
igualmente propio. El individuo humano constituye así una unidad
substancial, a la vez distinta y completa, que lo califica desde luego para ser
una persona, titular de derechos y de obligaciones. Pero fuera del individuo,
de la persona física, no hay lugar para la idea de persona moral: una
persona es física o no lo es, y no hay más persona física que la persona
individual. Hablando en términos científicos, el concepto de persona moral
sería contradictorio. De igual modo, ¿qué se encuentra se pregunta bajo el
concepto de persona moral? En toda asociación, cualquiera que sea su
naturaleza, no se percibe otra cosa que una suma de personas físicas, que
quieren y actúan colectivamente por así decirlo, o sea, en conjunto, pero
siempre individualmente, sin que surja de la reunión de esas personas
físicas en la asociación ninguna persona nueva y distinta, dotada de una
razón y de una voluntad propias.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

La “personificación” tendría, por otra parte, esta segunda ventaja,


igualmente simplificadora: que permitiría explicar de manera lógica, es decir,
coherente, la unidad y la perpetuidad del Estado.
Sin duda, tras del Estado no existen más que individuos personas físicas.
Pero los individuos son múltiples; aun sumándolos unos a otros,
“coleccionándolos” , siguen estando físicamente separados. Más aún, están
destinados a la muerte y su vida individual está encerrada en un corto
espacio de tiempo. Tal es el hecho ineluctable, que vale lo mismo para los
jefes de Estado, gobernantes y funcionarios, que para los simples
ciudadanos. Ahora bien, el Estado, o mejor, los fines a los que está
ordenada la formación estatal, no podrían acomodarse a ese hecho. Para
que esos fines sean satisfechos, en el interior como en el exterior, el Estado,
o la formación que se designe bajo ese nombre, debe ser considerado como
una entidad única, a pesar de la multiplicidad de los individuos, y durable a la
vez, no obstante la vida efímera de éstos.
El concepto que ha parecido más apto para traducir esta doble idea de
unidad y de perpetuidad es el de personalidad. Se “personifica” al Estado
para conferirle una unidad y una perpetuidad que no existen en la realidad
de las cosas, puesto que la realidad no nos da más que individuos, pero que
son postuladas por las exigencias mismas, de orden práctico, del sistema
estatal. En virtud de ese procedimiento puede explicarse, por ejemplo, la
permanencia necesaria de los compromisos adquiridos por los sucesivos
gobiernos, especialmente en el orden internacional. Si se sostiene, conforme
a la realidad estricta, que esos compromisos emanan de la voluntad de las
personas físicas que ya no ejercen el gobierno, resultará imposible explicar
cómo los gobernantes posteriores permanecen obligados por compromisos
que no suscribieron. La dificultad lógica queda suprimida por la creación de
este concepto: la persona-Estado, que sería la comprometida, y con
respecto a la cual los gobernantes de la época no habrían sido más que sus
representantes u órganos.
Queda por saber qué autoridad tiene competencia para crear de ese modo
personas morales. Pues, desde el momento en que las personas morales no
tienen existencia real que bastaría reconocer, sino que son inventadas en
todas partes, utilitatis causa, por un procedimiento técnico de ficción, es
necesario que esta ficción tenga un creador, juez, por lo me- nos, de la
oportunidad de su creación. En los tiempos de la Escuela de la Exégesis, en
que se profesaba el principio de que sólo el legislador tenía poder para
establecer ficciones, la creación de las personas morales dependían del
Estado-legislador: es la tesis llamada de la ficción legal más con respecto a
la persona-Estado, esta solución peca de imposibilidad lógica. ¿Cómo podría
el Estado, que por hipótesis no existe, darse a sí mismo la ficción de la
existencia?

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EL ESTADO PERSONA MORAL

Para engendrar personas, aunque sean ficticias, como para cualquiera otra
operación, es preciso primeramente que exista el creador, y con una
existencia real. Sin embargo, en la actualidad se decide con más frecuencia
que la personificación del Estado se impone por sí misma, por razón de su
valor práctico y antes que toda decisión del legislador: es la tesis llamada de
la ficción doctrinal, según la cual pertenece a la doctrina, es decir, a la
ciencia jurídica —ciencia que no es solamente especulativa sino práctica—
crear todas aquellas verdades que se reconocen necesarias para la buena
marcha de las relaciones humanas, comprendiendo entre ellas las ficciones.
La tesis que se acaba de exponer, aun negando la personalidad moral como
realidad, la admite, empero, como ficción útil. Para Duguit, fiel a su método
“estrictamente positivo y realista”, las ficciones deben ser desterradas del
campo de la ciencia: sólo lo verdadero es útil. Sin apoyo en lo real, la idea de
personalidad moral sería no solamente redundante y superflua, sino
peligrosa. No se concibe, desde luego, según Duguit, una colectividad
dotada de conciencia y de voluntad. En cambio, no hay personalidad más
que donde se encuentran conciencia y voluntad.
“El Estado es una pura abstracción. La realidad son los individuos que
ejercen el poder estatal; ellos están sometidos a la acción del derecho como
todos los demás individuos”.
Mediante el mismo método rigurosamente “científico”, Duguit condena,
además, al mismo tiempo que la noción de personalidad moral del Estado o
de las asociaciones, las nociones, más elementales, de sujeto de derecho,
es decir, de persona a secas, y de derecho subjetivo. Siendo falsas, todas
esas nociones son igualmente inútiles: en lugar de simplificar, las ficciones
complican. Sería bastante el reconocer la realidad y atribuir las actividades
jurídicas a un fin y no ya a un sujeto. “Lo que caracteriza la transformación
que se ha realizado en el derecho moderno, es que la idea de regla (es
decir, de derecho objetivo) se sustituye en todo a la idea de derecho
subjetivo. Yo no digo que haya derechos sin sujetos; digo que no hay
derechos (subjetivos)”.
Además de inútil, la noción de Estado persona sería peligrosa, como razón
de ser o incentivo de un derecho subjetivo de poder público o de soberanía
que sería inconciliable con ese principio que precisa salvar a toda costa: la
sumisión del Estado al derecho.

2. TESIS QUE NIEGAN TODO CARÁCTER CIENTÍFICO A LA IDEA DE


PERSONALIDAD
Las tesis que niegan todo carácter científico a la idea de personalidad
aplicada a las agrupaciones, especialmente al Estado, descansan según
parece, sobre un doble error científico.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

El primer error consiste en no ver en el Estado más que la suma de


individuos que, en su correspondiente sitio, de jefes o súbditos, componen lo
que se llama Estado.
Aun teniendo en cuenta la sucesión de generaciones, es decir, no sólo los
ciudadanos actuales, sino los muertos y las generaciones futuras, hay, en el
Estado, algo más que actividades y fines individual adicionados, aunque sea
a todo lo largo del tiempo. Hay actividades individuales al servicio de un fin
social, orientadas hacia ese fin social, dispuestas y organizadas en vista de
ese fin social.
En otros términos, el Estado no es solamente una colección de personas
individuales ligadas entre sí por vínculos de derecho y de obligación, de
mando y de sujeción, que no tendrían, por lo demás, sentido alguno, en ese
plano estrictamente individual; el Estado es comunidad de hombres,
dominada por la idea de un fin superior que es la causa de su unión y que
determina sus estatutos respectivos en el seno del sistema social. Es esta
realidad nueva, en el orden psicológico, moral y jurídico, la que constituye el
Estado.
Seguramente que el Estado, como todas las asociaciones o combinaciones
humanas, se compone de individuos: sin individuos no hay Estado; sin
actividades individuales no hay actividades sociales, de jefes ni de súbditos.
Sin duda también, el Estado debe en última instancia ser provechoso a los
individuos, por la participación de éstos en el bien público, medio
complementario del bien particular individual. Pero de que los individuos son
personas físicas que constituyen el punto de partida y que vienen siendo, en
último término, los beneficiarios del sistema estatal, no se podría
lógicamente deducir que, en el intervalo, es decir, en el momento en que el
sistema es creado por ellos y para ellos, el Estado se identifique con los
individuos componentes o con su suma. Individual el Estado por su origen y
por su destino, la formación llega a ser, por su razón de ser, por su manera
de ser, por su naturaleza, social no basta, incluso, decir que, en el Estado,
los individuos miembros están asociados entre sí: el Estado no es una
pluralidad de relaciones inter-individuales; es adhesión, vinculación de todos
a un fin común, y sólo indirectamente, por intermedio de ese fin común, es
como se encuentran federados entre sí. Reducir lo social a lo individual
cuantitativo, sin otro elemento cualitativo, es negar el fenómeno social, negar
la sociología, que supone precisamente la especificidad de lo social con
respecto a lo individual, aun múltiple. Reconocer esta especificidad no es
caer en la ficción; ni siquiera es usar de la abstracción, “realizar universales”;
es inclinarse ante un hecho tan real y tan susceptible de constatación
científica como el hecho estrictamente individual.
Verdad es que la realidad del Estado es una realidad moral, en tanto que la
realidad del individuo es una realidad física

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EL ESTADO PERSONA MORAL

Pero no toda realidad es física, exclusivamente material. Es preciso también


contar, entre las realidades, las ideas, psicológicas y morales, así como las
“realizaciones” consecutivas a esas ideas. Pues bien, el Estado es una
realidad de esta especie: en su punto de partida, una idea experimentada,
vivida, que responde a una necesidad y que está justificada además con
respecto a la razón: la idea de bien público; luego, una ejecución de esta
idea en una determinada organización de las relaciones humanas, cuyas
manifestaciones caen bajo el dominio de la experiencia más directa.
En resumen, no hay porqué esforzarse en evitarlas y desecharlas: la misma
idea, la misma organización se vuelven a encontrar bajo los conceptos de “
gobernantes” y de “ gobernados” , así como de “ servicios públicos” , que
recubren también realidades morales y no físicas.
El Estado, empero, no es solamente una realidad distinta de la suma de sus
miembros individuales. Tiene todos los títulos para ser reconocido como
persona, tanto en el plano de las relaciones internas, con respecto a los
ciudadanos, como en el plano internacional. Aquí es donde aparece el
segundo error de los negadores partidarios de la ficción, error que consiste
en creer que no existe personalidad real más que en los seres dotados de
conciencia y voluntad.
De nuevo la dificultad se encuentra en las nociones fundamentales: antes se
trataba del concepto de “realidad” , ahora del concepto de “ persona”.
Concedamos, desde luego, que el Estado, como tal, no tiene ni conciencia ni
voluntad; únicamente los individuos particulares, personas físicas, están
dotados de conciencia y de voluntad. Se rechaza, pues, salvo mejor opinión,
la tesis de la conciencia colectiva distinta de la suma de las conciencias
individuales, en el sentido de Durkheim y aun de G. Davy, e inclusive, si se
quiere, la tesis del “yo común” de J. J. Rousseau.
Cuando varias voluntades se concentran en un mismo objeto, aunque
tengan conciencia de esa concentración y estén deseosas de fundirse en
una voluntad única, esta interpenetración no modifica el mecanismo
psíquico, que sigue siendo individual: el pretendido yo común no es más que
un nosotros, muy íntimo si se quiere, pero que no va hasta la absorción de
las conciencias y de las voluntades individuales.
Pero del hecho de que la conciencia colectiva distinta de la suma de las
conciencias individuales no exista (o por lo menos no esté demostrada), no
nace el derecho de concluir que no podría existir una persona colectiva
distinta de la suma de las personas individuales, pues la personalidad no
implica, necesariamente, una conciencia y una voluntad propias en la
entidad que está revestida de ella. Para que se pueda hablar de
personalidad, no sólo en derecho, sino científicamente, basta que se
considere una entidad, aunque sea accidental, consistente en un grupo
organizado de individuos humanos en vista de un fin específico que

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EL ESTADO PERSONA MORAL

representa el principio animador de ese grupo. No es necesario que la


entidad misma esté dotada de conciencia y de voluntad, desde el momento
en que posee a su servicio, es decir, al servicio del fin al que está ordenada,
voluntades individuales conscientes del fin que se trata de alcanzar y de los
medios que se requiere emplear para llegar a él.
En definitiva, la realidad moral que procede de la comunión organizada y
regulada de los miembros en el mismo fin (comunión que es la única
interpretación admisible del “yo común”) requiere la personalidad moral,
personalidad distinta de la física de los individuos por los cuales existe y vive
el ser moral.
La personalidad de los seres morales, sin duda, se diferencia de la
personalidad del individuo humano. Desde luego no está dotada de los
mismos derechos, pues si es erróneo no atribuir a los seres morales más
que derechos pecuniarios, con exclusión de todos los derechos morales (el
ser moral tiene, por ejemplo, un derecho a la vida, un derecho al honor), no
se podría, evidentemente, reconocerle los derechos “ inseparables de las
condiciones naturales del hombre”, como son por ejemplo los derechos de
familia (no obstante expresiones como madre patria, sociedad filial,
etcétera). En el mismo orden de ideas, es claro que los conceptos de
responsabilidad moral y, en cierta medida, penal no puedan ser
transportados al dominio de la personalidad moral, precisamente porque
esas responsabilidades suponen demérito y el demérito no puede afectar
más que a los seres dotados de una voluntad propia y, en este sentido,
personal. Pero, sobre todo, la personalidad de los seres morales no tiene el
mismo valor absoluto que la personalidad del individuo humano, pues
mientras el individuo humano encuentra su fin en sí mismo, en su propio
perfeccionamiento, los seres morales no tienen personalidad y derecho sino
para los individuos.
Estas diferencias son innegables y justifican una distinción clara, radical,
entre la personalidad moral y la personalidad física. No podría, sin embargo,
conducir a negar a los seres morales toda personalidad ni a no
reconocérselas más que ficticiamente, por asimilación a la personalidad de
los seres físicos, pues el ser moral merece el calificativo de persona moral
precisamente en razón de su naturaleza propia. Aunque distinta y, en suma,
subordinada, la personalidad moral constituye una realidad con el mismo
título que la persona física. Por sí mismo, directamente, el ser moral
unificado e incorporado es sujeto de derecho
Precisa añadir que, según la realidad psicológica y sociológica, la
personalidad de los grupos y, en particular, del Estado, es susceptible de
grados.
La persona moral perfecta, escribe Hauriou, es “aquella en la cual el
fenómeno moral de la responsabilidad de los órganos respecto a los

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EL ESTADO PERSONA MORAL

miembros del grupo, se ha traducido en organizaciones formales. El tipo de


esta persona moral perfecta es el Estado moderno de régimen
representativo, constitución escrita, y sobre todo de régimen parlamentario;
es, también, el de las sociedades mercantiles por acciones”.
El mismo autor señala la diferencia entre el tipo de Estado parlamentario,
que representa la persona moral perfecta, y el tipo del “Estado francés del
siglo XVII,
con monarca absoluto responsable directamente ante Dios”, que representa
una personalidad moral menos evolucionada.
Es excesivo, sin duda, ver en el Estado parlamentario la única fórmula
posible de la persona moral perfecta, o incluso restringir esta perfección a la
organización formal de la responsabilidad de los órganos hacia el grupo.
Pero lo que sí parece cierto es que entre más participan, activamente, los
miembros del cuerpo en la gestión de la cosa pública en la idea del Estado,
más estrecha es la comunión moral y mejor alcanza el cuerpo la perfección
de la personalidad. El Estado persona moral perfecta no es aquel en que los
súbditos se limitan a obedecer a jefes más o menos responsables; es aquel
en que, de una manera o de otra, toman parte en el gobierno. Así se
consuma la integración: la obra del Estado, la empresa de la cosa pública se
convierte verdaderamente en la obra de todos.

3. EL ESTADO PERSONA MORAL Y PERSONA JURIDICA


Partimos nuevamente del concepto clásico de lo que significa el Estado, éste
entendido como una organización jurídica política, que tiene como objetivo
alcanzar fines, y tiene tres elementos el pueblo, territorio y poder político, a
su vez tiene una característica muy importante ésta afirmación según Jean
Dabin viene a ser la personalidad moral, en la que postula que es un sujeto
de obligaciones y derechos. A su vez nos habla de otra característica que es
la personalidad jurídica, La personalidad jurídica es un imperativo ineludible,
solo ella puede dar satisfacción a la necesidad de unidad y continuidad en la
actividad estatal. La personalidad jurídica es única y no múltiple. El Estado
no puede dejar de ser soberano en ningún momento, puede actuar en
algunos momentos a la manera de los particulares, pero sin perder sus
características de sociedad política, cuyo fin está por encima de cualquier
agrupación privada. El Estado es la única personal moral y jurídica que no
reconoce a ninguna otra por encima de ella. Schmid ha analizado el
concepto de Estado de Cohen en tres niveles: como modelo (Musterbegriff),
como guía (Leitbegriff) y como la meta de la autoconciencia (Zielbegriff). El
Estado es un concepto modelo porque es la única expresión acabada de la
voluntad pura y la realización histórica de la autoconciencia. Es decir que
sólo el Estado puede poner de manifiesto ante los hombres en qué consiste
ser una persona moral. El Estado, por su organización y fines, es una

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EL ESTADO PERSONA MORAL

persona moral, sujeto de derechos y obligaciones. Por la superioridad de sus


fines el estado es Soberano, pero su agrupación es tal servicio de un fin
superior, el estado está sometido al derecho.
Estos tres caracteres están estrechamente vinculados entre sí, y no pueden
darse el uno sin el otro. De estos caracteres es la personalidad moral, que
por sus funciones y sus fines, constituye, con plena razón y justicia, una
verdadera persona, titular de derechos y obligaciones.
Además se cataloga a la persona como el individuo humano, pero persona
moral, el Estado, es además persona jurídica de ordinario, los dos términos
son usados como sinónimos, tanto por los juristas como por los moralistas y
filosóficos. Sin embargo, se trata de dos categorías distintas. La
personalidad moral es una institución social mientras que la jurídica no es
más que una institución jurídica.
Hay doctrinas que han negado la existencia del estado como personalidad,
unas decían que el hecho de tener conciencia y tener voluntad sólo
pertenece a la persona física y que no puede haber otro ente que no fuera la
persona física porque carecería de estos, por ello no aceptan la personalidad
jurídica del estado.
Por ejemplo según Saviny, propugnador de la escuela histórica del derecho.
Negó la personalidad Jurídica. Como real dijo que es una ficción,
invenciones, herramientas del derecho, Duguit, decía que tampoco podía
haber personalidad jurídica, que eso era una idea, una abstracción.
Estas ideas tienen dos orígenes:
1. En la doctrina (ciencia jurídica): lo que dicen los teóricos.
2. O en el derecho: lo que la ley dice, escuela de exégesis.
Cuando hablaron de la naturaleza del estado estaban anticipando bajo otro
punto de vista si el estado tiene o no personalidad jurídica con la teoría del
ESTADO COMO SUJETO DE DERECHO. Y se basa también el derecho, lo
que dice la ley.
Así como había quienes afirmaban que no existía personalidad y otros que
si, a su vez, otros teóricos se fueron a los extremos y dijeron que el estado
tenía doble personalidad y partían del hecho de que el estado puede actuar
en dos acciones.
En lo que concierne al Estado no hay duda, debe ser considerado como
“persona”, dijimos que la personalidad moral es un fenómeno de tipo social,
que se da en el seno de las instituciones por obra de la interiorización e
incorporación de la idea directriz. Por eso, quienes consideran al estado
como persona moral se ubican entre aquellos que destacan el aspecto
sociológico del estado.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

La personalidad moral no es una ficción, dice Renard, porque hay una


realidad detrás de dicha personalidad. Realidad social; o también, realidad
moral, como la llama Dabin, para quien el estado es una realidad de este
último tipo: "en su punto de partida, una idea experimentada, vivida, que
responde a una necesidad y que está justificada además con respecto a la
razón: la idea de bien público; luego, una ejecución de esta idea en una
determinada organización de relaciones humanas, cuyas manifestaciones
caen bajo el dominio de la experiencia más directa". Dabin concluye
sosteniendo que el estado es una persona moral o colectiva, distinta de la
suma de las personas individuales. "En definitiva, enseña, la realidad moral
que procede de la comunión organizada y regulada de los miembros en el
mismo fin (comunión que es la única interpretación admisible del “yo
común”) requiere la personalidad moral, personalidad distinta de la física de
los individuos por los cuales existe y vive el ser moral".
Similar punto de vista admite Carré de Malberg, al exponer que el estado es
una persona real "desde antes que se le considere desde el punto de vista
especial del derecho". Hay en el estado una doble personalidad: una real
(moral) que es anterior a su personalidad jurídica (construcción técnica con
que el derecho la recubre), y que forma el sustrato o soporte de esa
personalidad. O como dice Gierke, existe anteriormente a la personalidad
jurídica del estado una persona colectiva real que forma el sustrato, que es
la base social de la persona jurídica.
En definitiva, las teorías de la institución y de la personalidad moral
coinciden en admitir que el estado implica una realidad social subyacente,
una individualidad objetiva que está por debajo de la personalidad jurídica.
La personalidad jurídica vendría a ser, entonces, algo así como la
representación conceptual de una realidad, que es la institución o la persona
moral.
La forma de la existencia jurídica es la personalidad jurídica, dice Legaz y
Lacambra, lo que equivale a afirmar que el modo de existir que tienen los
hombres o los agregados humanos en el orden del derecho es la
personalidad jurídica. Esta permite estar en situaciones jurídicas, ser titular
de derechos y de obligaciones. De donde la personalidad jurídica es una
categoría elaborada por el sistema de normas. El sujeto de derecho es una
creación del derecho que puede considerarse ficticia, una capacidad
atribuida a favor de un ente también jurídico; por eso algunos autores
consideran que "personalidad jurídica y capacidad jurídica son expresiones
equivalentes: persona es quien tiene capacidad; quien tiene capacidad es,
por eso mismo, persona" (Alfredo Orgaz). Sujeto en sentido jurídico no es
sino una capacidad creada mediante la voluntad del orden jurídico (Jellinek).
Se supone al estado como un sujeto de derecho o persona jurídica,
fabricado por el orden de normas. No interesa, para esta posición, la

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EL ESTADO PERSONA MORAL

realidad sociológica infra jurídica a la cual se superpone la dimensión


especial de la personalidad de derecho; no importa si detrás de esta
máscara hay o no un sustrato social que le sirva de soporte. Es suficiente la
creación técnica para investir al estado de derechos y de obligaciones, y
para explicarlo. Eso es lo único que debe estudiar el jurista. "El estado
aparece como persona únicamente desde el momento en que se le mira
bajo su aspecto jurídico. Por tanto, la personalidad del estado no es una
formación natural, en el sentido de que preexistiría a toda organización
constitucional y resultaría de ciertas propiedades originarias de las
colectividades nacionales, sino que es una consecuencia del orden jurídico
en cuyo establecimiento coincidió con la aparición del estado", dice Carré de
Malberg, explicando el alcance de esta teoría.
La necesidad de afirmar la naturaleza del estado como unidad o síntesis
obliga a hacer de él un ser del mundo jurídico, una persona jurídica. "El
concepto de personalidad estatal implica esencialmente el carácter unitario
de la persona estado" (Carré de Malberg).
En resumen, la diferencia de la presente teoría con la que reconoce la
personalidad jurídica del estado nada más que como una construcción
jurídica añadida a una realidad social preexistente, radica en que la una
niega toda personalidad en el estado hasta que el orden de normas le da
esa investidura, mientras la otra afirma una realidad subyacente que no es
creación del derecho, y que se recubre después de personalidad jurídica
para poder emplazarse en situaciones jurídicas.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

CONCLUSIONES
 El Estado posee ciertos caracteres, circunstancias, características que le
son propias dentro de ellos encontramos al Estado como Personal Moral y
Jurídica.
 Si partimos de que el estado es una organización organizada, asentada en
un territorio con un poder etc., de esa definición podemos sacar los
caracteres que son imprescindibles, no es que sea integrante sino que son
calificativos y por ellos no pueden faltar. Hay que pensar que se tienen los
elementos y estas características que no se pueden rechazar si no habrá
un estado integro, dentro de los cuales tenemos a la personalidad moral y
jurídica.
 Deviene de la pregunta de los científicos que si el Estado es o no una
persona. Es una persona, si no le damos esa característica no lo podremos
entender, es un ente una cosa a la que el derecho le da el don de poder ser
sujeto de derecho (ejercer derecho y contraer obligación), es una persona
jurídica que forma un ente distinto de cada uno de los miembros que lo
conforman, además estos es lo que garantiza de que el estado sea
perpetuo, el estado sigue igual solo se renuevan autoridades, personas
viven y mueren, el estado sigue solo cambian sus seres, y esto se puede
justificar solo diciendo que el estado es una persona, porque sino cada vez
que se cambia de gobernante se diría que el estado murió y no es así, es
simplemente una renovación.
 Hay doctrinas que han negado la existencia del estado como personalidad,
unas decían que el hecho de tener conciencia y tener voluntad sólo
pertenece a la per. Física y que no puede haber otro ente que no fuera la
per. Física porque carecería de estos, por ello no aceptan la personalidad
jurídica del estado.
 Saviny propugnador de la escuela histórica del derecho. Negó la
personalidad Jurídica. Como real dijo que es una ficción, invenciones,
herramientas del derecho.
 Duguit decía que tampoco podía haber personalidad jurídica, que eso era
una idea, una abstracción.
 Estas ideas tienen dos orígenes: 1. En la doctrina (ciencia jurídica): lo que
dicen los teóricos; 2. o en el derecho: lo que la ley dice, escuela de
exégesis.
 Cuando hablaron de la naturaleza del estado estaban anticipando bajo otro
punto de vista si el estado tiene o no personalidad jurídica con la teoría del
ESTADO COMO SUJETO DE DERECHO. Y se basa también el derecho,
lo que dice la ley.
 Así como había quienes afirmaban que no existía personalidad y otros que
si, a su vez, otros teóricos se fueron a los extremos y dijeron que el estado
tenía doble personalidad y partían del hecho de que el estado puede actuar
en dos acciones.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

 En el derecho público: donde estado impone sus órdenes, hay un estado


que manda.
 En normas de derecho privado: donde prevalece la autonomía de la
voluntad; hay un estado que está en relación con los particulares.
 Es una sola persona pero con ambos campos de actuación, actuando a
veces con su poder de imperio o con su poder de particular, realiza
distintos cometidos y fines pero es una sola persona y lo jurídico viene por
ser reconocido por el derecho. El estado como persona no nace de la
norma si no desde cuando ya existe una comunidad organizada y luego
hacen un pacto que es la constitución.
 Los principales efectos jurídicos de considerar al estado como persona (es
decir de adquirir derechos y contraer obligaciones) son: 1. Perpetuidad o
contuinidad estatal: cambia la población pero el estado sigue, se refiere
también a la variabilidad de gobiernos; 2. El estado puede establecer
relaciones patrimoniales con otros sujetos de derecho: de tipo económico,
puede negociar, endeudarse, prestar, contratar con otros estados o
individuos; 3. Se puede establecer o iniciar acciones por responsabilidad
contractual y extracontractual contra el estado: si el estado es sujeto de
derecho puede realizar contratos con otros sujetos de derecho, y si no
cumple con el contrato se puede demandar por incumplimiento, se puede
demandar al estado el pago debido, cuando el estado causa un daño (hay
una norma que dice que todo daño debe indemnizarse), y aparte cuando
un funcionario causa un daño el estado también es responsable; 4.
Intervención procesal del estado en juicio en calidad de demandante y
demandado: el estado de Guatemala puede demandar a alguien y puede
ser demandado por alguien, puede actuar como persona jurídica pasiva o
activa.

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EL ESTADO PERSONA MORAL

BIBLIOGRAFÍA

 ENRIQUE BERNALES BALLESTEROS, Constitución Política del Perú


de 1993-Análisis Comparado, Lima-Perú, 1999.

 JEAN DABIN, http://www.bibliojuridica.org/libros/2/832/10.pdf.

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