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HOJA DE RUTA PARA LAS IGLESIAS PARTICULARES

INSPIRADA EN EL VADEMÉCUM1 PARA EL PROCESO SINODAL 2021-2023


“HACIA UNA IGLESIA SINODAL: COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN”

Adsumus, Sancte Spiritus2

Estamos ante ti, Espíritu Santo,


reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero:
ven a nosotros, apóyanos,
entra en nuestros corazones.

Enséñanos el camino,
muéstranos cómo alcanzar la meta.
Impide que perdamos el rumbo
como personas débiles y pecadoras.

No permitas que la ignorancia


nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento,
para que no dejemos que nuestras acciones
se guíen por perjuicios y falsas consideraciones.

Condúcenos a la unidad en ti,


para que no nos desviemos del camino
de la verdad y la justicia,
sino que en nuestro peregrinaje terrenal
nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.

Esto te lo pedimos a ti,


que obras en todo tiempo y lugar,
en comunión con el Padre y el Hijo
por los siglos de los siglos. Amén.

1
Vademécum, 4.4. Esta “Hoja de ruta” debe ser aplicada en consonancia con el Documento Preparatorio y el
Vademécum en su integridad, documentos que se encuentran en línea en el sitio www.synod.va. Esta adaptación
ha sido preparada por la Comisión Teológica del SPEC para la promoción del Proceso Sinodal en Colombia.
2
Vademécum, Proemium.

1
EL PAPEL DEL OBISPO EN EL PROCESO SINODAL 3

La sinodalidad no existe sin la autoridad pastoral del Colegio Episcopal, bajo el primado del
Sucesor de Pedro, así como no puede existir sin la autoridad pastoral de cada Obispo
diocesano en la Iglesia Particular confiada a su cuidado. El ministerio de los obispos es ser
pastores, maestros y sacerdotes del culto sagrado. Su carisma de discernimiento los llama a
ser auténticos tutores, intérpretes y testigos de la fe de la Iglesia. En y
desde las Iglesias locales existe la única Iglesia Católica (LG, 23). La plenitud del Proceso
Sinodal solo puede existir verdaderamente con la participación de las Iglesias locales, que
requieren la participación personal del Obispo diocesano. “En virtud de esta catolicidad, cada
una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia, de tal
modo que el todo y cada una de las partes aumentan a causa de todos los que mutuamente se
comunican y tienden a la plenitud en la unidad” (LG, 13). La diversidad de las Iglesias locales y
su contexto y cultura aportan diferentes dones al conjunto, enriqueciendo todo el Cuerpo de
Cristo. Esta es la clave para comprender el camino de sinodalidad de la Iglesia.

Por lo tanto, el papel principal del Obispo diocesano en este Proceso sinodal es facilitar
la experiencia sinodal de todo el Pueblo de Dios en el camino hacia una Iglesia más sinodal.
El Obispo diocesano tiene un papel clave en la escucha del Pueblo de Dios en su Iglesia
diocesana. Bajo la inspiración del Espíritu Santo, el Obispo debe discernir cuáles
son los procesos que podrían resultar más fructíferos para la escucha del Pueblo de Dios en
su diócesis, en el camino de sinodalidad emprendido por toda la Iglesia. Para ayudar al
Obispo diocesano en esta tarea, es necesario que él mismo nombre el Delegado y/o Equipo
Diocesano para que la Secretaría General del Sínodo, a través de la Conferencia Episcopal,
pueda ponerse en contacto. Juntos, pueden lograr un discernimiento fundamentado en
la oración. El Obispo está llamado a participar activamente en la fase diocesana de
este Proceso Sinodal; su vinculación debe fomentar el diálogo abierto en medio de la
diversidad del Pueblo de Dios.

El Obispo puede buscar apoyo en algunas instancias de retroalimentación y participación


siempre que sea útil para la organización del proceso. Por ello, se invita al Obispo a
comunicarse con los respectivos órganos de participación, organizaciones y estructuras en la
diócesis, incluido el Consejo Pastoral Diocesano, el Consejo Presbiteral, parroquias,
comunidades religiosas, movimientos laicales, ministerios pastorales (ejercidos, por ejemplo,
en escuelas y hospitales), y comisiones diocesanas para fomentar su participación
en el Proceso Sinodal y solicitar su ayuda según corresponda. Bajo la autoridad del Obispo, el
(los) Delegado (s) diocesanos para el Proceso Sinodal, puede (n) comunicarse directamente
con los coordinadores en las parroquias y otras comunidades locales para preparar y facilitar
el proceso de consulta.

Al mismo tiempo, el obispo debe asegurar que se reserven los medios adecuados, incluidos
recursos financieros, logísticos, técnicos y de personal. El obispo también es responsable de
fomentar la participación de diversos grupos e individuos para que el
Proceso Sinodal sea un camino verdaderamente colaborativo, apoyado en la amplia

3
Vademécum, 4.2.

2
participación de los fieles y alcanzando la plena diversidad del Pueblo de Dios: sacerdotes,
diáconos, religiosos y religiosas, consagrados - hombres y mujeres -, y laicos en general. Las
estructuras diocesanas que ya ejercen de hecho la sinodalidad pueden ser un apoyo vital en
este sentido, en particular el Consejo Pastoral Diocesano, el Consejo
Presbiteral, los Consejos Pastorales Parroquiales, etc.

El Obispo podría pensar en redactar una “carta personal” o incluso un video en el que invite
y anime a todos en la diócesis a participar en el proceso de escucha, diálogo y consulta. Se
recomienda que la fase diocesana del Proceso Sinodal se abra y se cierre con una celebración
litúrgica, que puede presidir el Obispo.

Durante el proceso de consulta, el papel clave del obispo es escuchar. Aunque la vinculación
personal del Obispo diocesano en el proceso de escucha puede tener variadas expresiones,
sin embargo, se le recomienda su atenta participación cuando se trata de estar atentos a la voz
de los fieles. Además de participar en sesiones de escucha grupales en toda la diócesis, el
obispo puede convocar pequeñas reuniones comunitarias particulares, si así lo desea,
invitando a representantes de una particular realidad pastoral (transversal) de la diócesis,
especialmente a los de las periferias. Además, también puede revisar los
resultados obtenidos de las consultas a medida que va avanzando el proceso y discernir qué
está diciendo el Espíritu Santo a través de las personas confiadas a su cuidado. De manera
periódica, el Obispo debe reunirse con el Delegado para el Proceso Sinodal y su Equipo para
revisar el progreso de la consulta y abordar cualquier desafío que se presente. Se debe tener
cuidado para asegurar que la presencia del Obispo y del clero no interfieran o sofoquen en
los aportes auténticos y sin restricciones de los fieles, especialmente en circunstancias en las
que ha habido un escándalo, o simplemente debido a deferencia cultural.

Finalmente, el Obispo convoca un Encuentro Pre-sinodal Diocesano para culminar la fase de


escucha y trabaja con el Delegado Diocesano para el Proceso Sinodal en su organización.
Esta reunión sinodal debe lograr una amplia representación de toda la diócesis con el objetivo
de orar, escuchar, reflexionar y discernir en común el camino sinodal por el que el Espíritu
de Dios está llamando a toda la diócesis. El obispo puede, entonces, revisar la síntesis
diocesana en colaboración con el Delegado, antes de que se presente a la
Conferencia Episcopal. Es muy importante señalar que la síntesis diocesana no tiene la
intención de evaluar positiva o negativamente al Obispo diocesano. Más bien, la síntesis
diocesana debe ser un informe honesto de todo lo que se compartió durante la fase diocesana
del Proceso Sinodal, viéndose reflejada la variedad de puntos de vista y perspectivas del
Pueblo de Dios.

Es comprensible que adentrarse en este proceso de consulta motive una variedad de


sentimientos entre los líderes pastorales, desde la emoción y la alegría hasta la ansiedad, el
miedo, la incertidumbre o incluso el escepticismo. Tales reacciones son a menudo parte del
camino sinodal. El Obispo tiene la capacidad de reconocer esta variedad de reacciones que
surgen en su diócesis, al mismo tiempo que fomenta la apertura al Espíritu Santo que a
menudo obra de maneras sorprendentes y estimulantes. Como buen pastor de su rebaño,
el Obispo está llamado a ir delante del Pueblo de Dios para conducirlo, a estar en medio de
él para acompañarlo y a ir tras de él, asegurándose de que nadie se quede fuera o se pierda.

3
EL PAPEL DE LOS SACERDOTES Y DE LOS DIÁCONOS
EN EL PROCESO SINODAL4

El ministerio de los sacerdotes y de los diáconos tiene dos puntos de referencia vitales: por
un lado, el obispo diocesano; y por otro, las personas confiadas a su cuidado pastoral. Así, el
clero presente en la Iglesia local constituye un punto de conexión útil entre el obispo y las
personas a las que sirve. Esto confiere a los sacerdotes y a los diáconos un rol clave para
caminar juntos en medio del Pueblo de Dios, unidos al obispo y al servicio de los fieles.
Deben aprender a comunicar al pueblo en nombre del obispo, y también comunicar al obispo
en nombre del pueblo. Están llamados a ser agentes de comunión y de unidad en la
construcción del Cuerpo de Cristo, a ayudar a los fieles a ir adelante juntos, caminando unos
con los otros en el corazón de la Iglesia. El clero es, del mismo modo, un heraldo de la
renovación, atento a las necesidades cambiantes de su rebaño y señalando cómo como el
Espíritu Santo abre nuevos caminos. En fin, están llamados a ser hombres de oración que
promuevan una experiencia genuinamente espiritual de la sinodalidad, para que el Pueblo de
Dios pueda estar más atento al Espíritu Santo y escuchar juntos la voluntad de Dios.

En este sentido, los sacerdotes y los diáconos tienen un rol crucial en el acompañar a todo el
Pueblo de Dios en el camino de la sinodalidad. Sus esfuerzos por promover y poner en
práctica un modo más sinodal de ser Iglesia de Cristo son de vital importancia. Los sacerdotes
y diáconos pueden sensibilizar sobre la naturaleza sinodal de la Iglesia y el significado de la
sinodalidad en las parroquias, ministerios y movimientos a los que sirven. También están
llamados a apoyar, animar, promover y facilitar el desarrollo de la fase diocesana del Proceso
Sinodal en la Iglesia local. Lo hacen a través de los órganos de participación ya establecidos
en la diócesis, como el Consejo Pastoral Diocesano, el Consejo Presbiteral y los Consejos
Pastorales Parroquiales. Se pide específicamente la participación de los órganos “sinodales”
de las Iglesias locales, de modo particular la participación del Consejo Presbiteral y del
Consejo Pastoral (DP, 31).

En el camino de la sinodalidad de la Iglesia, “puede revelarse fundamental la contribución


de los órganos de participación de las Iglesias particulares (…) a partir de los cuales
verdaderamente «puede comenzar a tomar forma una Iglesia sinodal»” (EC, 7). Al mismo
tiempo, los sacerdotes y los diáconos pueden encontrar formas nuevas y creativas de
promover una experiencia auténticamente sinodal entre los fieles laicos, en conexión con las
iniciativas del obispo diocesano y de la(s) persona(s) de contacto en las diócesis, designada(s)
para este Proceso Sinodal. Cabe señalar que la consulta que se realiza en la fase diocesana
del Proceso Sinodal está coordinada por el obispo diocesano y se dirige "a los presbíteros, a
los diáconos y a los fieles laicos de sus Iglesias [locales] tanto individualmente como
asociados, sin descuidar las preciosas aportaciones que pueden venir de los consagrados y
consagradas” (CE, 7).

El Documento Preparatorio nos dice que, en el ministerio de Jesús, “la elección de los
apóstoles no es el privilegio de una posición exclusiva de poder y de separación, sino la gracia
de un ministerio inclusivo de bendición y de comunión. Gracias al don del Espíritu del Señor

4
Vademécum, 4.3.

4
resucitado, ellos deben custodiar el lugar que ocupa Jesús, sin sustituirlo: no para poner filtros
a su presencia, sino para que sea más fácil encontrarlo” (DP, 19). Así, todo el clero, dotado
de los dones y carismas sagrados recibidos por su ordenación, tiene un rol fundamental para
que esta experiencia sinodal sea un auténtico encuentro con Cristo resucitado, fundado en la
oración, nutrido por la celebración de la Eucaristía e inspirado por la escucha de la Palabra
de Dios.

5
HOJA DE RUTA EN LAS IGLESIAS PARTICULARES

1. Elegir uno o dos delegados diocesanos (clérigo, religioso (a) o laico) cuyo nombramiento
estará vigente incluso más allá de 2023, si así lo dispone el Obispo. Si son dos, se recomienda
que uno sea mujer (Cf. Anexo A).

2. Conformar un equipo diocesano donde estén representadas las parroquias, los


movimientos, los ministros y las comunidades religiosas.

3. Discernir el mejor camino para actuar el proceso de escucha con base en el contexto real
de cada Iglesia Particular (El Obispo se puede apoyar en los órganos de participación en la
Iglesia: Colegio de Consultores, Consejo Pastoral Diocesano, Consejo Presbiteral, etc.).

4. Planear la participación amplia usando diversas plataformas y métodos5 para que haya
diversas reuniones de consulta sinodal alrededor de la diócesis (cf. Anexo B):
- respuestas individuales a cuestionarios
- encuentros grupales (presenciales y/o virtuales) a nivel parroquial/ arciprestal/vicarial o a
nivel de movimientos o realidades supraparroquiales
- foros presenciales o virtuales en colegios, universidades y mundo académico, de la salud,
de la cultura, etc.
- plataformas virtuales para la participación
- Encuentros para grupos con capacidades especiales o dificultades del lenguaje, para
sectores marginados o de periferia
- Medios adecuados para vincular a los alejados de la Iglesia (cine, deporte, cultura, etc.) y
proponerles la consulta
 Destinar presupuesto, instalaciones físicas, recursos humanos, sistemas de
gestión de información, etc.

5
El Vademécum sugiere estudiar el proceso de escucha de algunas experiencias sinodales como, por ejemplo,
la Asamblea Eclesial para América Latina y el Caribe (cf. www.asambleaeclesial.lat) cuya metodología se basó
en encuestas particulares, encuestas grupales, foros virtuales, encuentros parroquiales, etc.

6
5. El equipo diocesano puede apoyarse en coordinadores y equipos
parroquiales /supraparroquiales para gestionar la participación (lo ideal sería que cada
parroquia contara con un coordinador/equipo del camino sinodal).

6. Proporcionar un taller de formación para el equipo diocesano y los eventuales


coordinadores/equipos parroquiales o supraparroquiales. (La Conferencia Episcopal de
Colombia ofrece en el micrositio www.sinodo.cec.org.co distintos subsidios desde cuatro
perspectivas: teológica, espiritual, metodológica y comunicacional. En cuanto a la Comisión
Teológica se han programado tres encuentros virtuales de formación (21 de
septiembre: Teólogo venezolano Rafael Luciani; 28 de septiembre: Padre Fidel Oñoro; 5 de
octubre: Mons. Nelson Jair Cardona), un glosario sinodal,

7. Implementar estrategias de publicidad del proceso sinodal para que llegue a


conocimiento de todos.

8. Organizar la celebración litúrgica y la invocación al Espíritu Santo que dará inicio al


proceso diocesano de escucha (17 de octubre). Durante esta etapa el equipo central debe
estar en constante comunicación con los coordinadores de grupos (parroquiales
o supraparroquiales) para monitorear el progreso, brindar apoyo y facilitar intercambio de
ideas. Debe fijarse una fecha para la presentación de los resultados grupales de la consulta
que serán la base para que el equipo central diocesano realice la síntesis.

9. Sínodo diocesano.6 Se recomienda que el proceso diocesano de consulta culmine con una
experiencia de sínodo que cuente con una amplia participación del Pueblo de Dios, incluya
una celebración litúrgica y permita “orar, escuchar, reflexionar y discernir” los resultados del
proceso de escucha diocesano (cf. Anexo C).

10. Preparar y enviar la síntesis diocesana (cf. Anexo D) en la fecha señalada por la
Conferencia Episcopal, antes de su Asamblea Ordinaria CXII, con una extensión máxima de
diez (10) páginas. Los Delegados diocesanos del Proceso Sinodal deben mantener su
nombramiento al menos hasta la realización de la XVI Asamblea General Ordinaria
del Sínodo de los Obispos (Roma, octubre de 2023) teniendo presente, además, que
el Proceso sinodal es el comienzo de una nueva etapa eclesial permanente.

6
El Vademécum lo llama “Asamblea Pre-Sinodal”, sin embargo, en la perspectiva de las últimas intervenciones
de la Secretaría General del Sínodo se ha llamado “Sínodo Diocesano” en razón de que la XVI Asamblea
General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (2023) no agota el “Sínodo 2021-2023”.

7
NO OLVIDAR ESTOS INGREDIENTES EN LA EXPERIENCIA SINODAL7
Celebración litúrgica de inicio, encuentros de consulta y reflexión en grupos pequeños,
favorecer momentos de silencio y oración, conversaciones informales, experiencias
compartidas (expresiones artísticas, juveniles, con personas vulnerables y con capacidades
diferentes, ancianos, etc.) convocación de una gran asamblea diocesana (sínodo) y una
celebración litúrgica conclusiva.

PEDAGOGÍA DEL ENCUENTRO (DIMENSIÓN INFORMAL) 8


Se sugiere que antes de iniciar las consultas en pequeños grupos parroquiales
o supraparroquiales se viva la dimensión informal del Proceso Sinodal a través, por ejemplo,
de una peregrinación, un servicio social o caritativo o, sencillamente, compartir un alimento
en comunidad para vivir la pedagogía del encuentro practicada por Jesús. Esto ayudaría a
incentivar la participación de personas que se motivan más por la acción práctica que por la
discusión intelectual. Los encuentros informales pueden suscitar, también, relevantes
conclusiones sobre la visión de Iglesia que tienen los laicos.

LA PREGUNTA FUNDAMENTAL PARA LA CONSULTA9

En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”:


¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia
particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro
“caminar juntos”?

Para responder la pregunta fundamental se invita a:


 a) preguntarse sobre las experiencias en la propia Iglesia particular que hacen
referencia a la pregunta fundamental;
 b) releer más profundamente estas experiencias: ¿qué alegrías han provocado? ¿qué
dificultades y obstáculos se han encontrado? ¿qué heridas han provocado? ¿qué
intuiciones han suscitado?
 c) recoger los frutos para compartir: ¿dónde resuena la voz del Espíritu en estas
experiencias? ¿qué nos está pidiendo esa voz? ¿cuáles son los puntos que han de ser
confirmados, las perspectivas de cambio y los pasos que hay que cumplir? ¿dónde
podemos establecer un consenso? ¿qué caminos se abren para nuestra Iglesia particular?

7
Vademécum, 4.5.
8
Vademécum, 5.2.
9
Vademécum, 5.3.

8
DIEZ EJES TEMÁTICOS CON PREGUNTAS ESPECÍFICAS PARA ILUMINAR
LA PREGUNTA FUNDAMENTAL:

I. LOS COMPAÑEROS DE VIAJE. En la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo


camino uno al lado del otro. En la propia Iglesia local, ¿quiénes son los que “caminan
juntos”? Cuando decimos “nuestra Iglesia”, ¿quiénes forman parte de ella? ¿quién nos pide
caminar juntos? ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están
fuera del perímetro eclesial? ¿Qué personas o grupos son dejados al margen, expresamente
o de hecho?

II. ESCUCHAR La escucha es el primer paso, pero exige tener una mente y un corazón
abiertos, sin prejuicios. ¿Hacia quiénes se encuentra “en deuda de escucha” nuestra Iglesia
particular? ¿Cómo son escuchados los laicos, en particular los jóvenes y las mujeres? ¿Cómo
integramos las aportaciones de consagradas y consagrados? ¿Qué espacio tiene la voz de las
minorías, de los descartados y de los excluidos? ¿Logramos identificar prejuicios y
estereotipos que obstaculizan nuestra escucha? ¿Cómo escuchamos el contexto social y
cultural en que vivimos?

III. TOMAR LA PALABRA Todos están invitados a hablar con valentía y parresia, es decir
integrando libertad, verdad y caridad. ¿Cómo promovemos dentro de la comunidad y de sus
organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos? ¿Y
ante la sociedad de la cual formamos parte? ¿Cuándo y cómo logramos decir lo que realmente
tenemos en el corazón? ¿Cómo funciona la relación con el sistema de los medios de
comunicación (no sólo los medios católicos)? ¿Quién habla en nombre de la comunidad
cristiana y cómo es elegido?

IV. CELEBRAR “Caminar juntos” sólo es posible sobre la base de la escucha comunitaria
de la Palabra y de la celebración de la Eucaristía. ¿Cómo inspiran y orientan efectivamente
nuestro “caminar juntos” la oración y la celebración litúrgica? ¿Cómo inspiran las decisiones
más importantes? ¿Cómo promovemos la participación activa de todos los fieles en la liturgia
y en el ejercicio de la función de santificación? ¿Qué espacio se da al ejercicio de los
ministerios del lectorado y del acolitado?

V. CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN Dado que todos somos discípulos misioneros,


¿en qué modo se convoca a cada bautizado para ser protagonista de la misión? ¿Cómo
sostiene la comunidad a sus propios miembros empeñados en un servicio en la sociedad (en
el compromiso social y político, en la investigación científica y en la enseñanza, en la
promoción de la justicia social, en la tutela de los derechos humanos y en el cuidado de la
Casa común, etc.)? ¿Cómo los ayuda a vivir estos empeños desde una perspectiva misionera?
¿Cómo se realiza el discernimiento sobre las opciones que se refieren a la misión y a quién
participa en ella? ¿Cómo se han integrado y adaptado las diversas tradiciones en materia de
estilo sinodal, que constituyen el patrimonio de muchas Iglesias, en particular las orientales,

9
en vista de un eficaz testimonio cristiano? ¿Cómo funciona la colaboración en los territorios
donde están presentes diferentes Iglesias sui iuris diversas?

VI. DIALOGAR EN LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD El diálogo es un camino de


perseverancia, que comprende también silencios y sufrimientos, pero que es capaz de recoger
la experiencia de las personas y de los pueblos. ¿Cuáles son los lugares y las modalidades de
diálogo dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones,
los conflictos y las dificultades? ¿Cómo promovemos la colaboración con las diócesis
vecinas, con y entre las comunidades religiosas presentes en el territorio, con y entre las
asociaciones y movimientos laicales, etc.? ¿Qué experiencias de diálogo y de tarea
compartida llevamos adelante con los creyentes de otras religiones y con los que no creen?
¿Cómo dialoga la Iglesia y cómo aprende de otras instancias de la sociedad: el mundo de la
política, de la economía, de la cultura, de la sociedad civil, de los pobres?

VII. CON LAS OTRAS CONFESIONES CRISTIANAS El diálogo entre los cristianos
de diversas confesiones, unidos por un solo Bautismo, tiene un puesto particular en el
camino sinodal. ¿Qué relaciones mantenemos con los hermanos y las hermanas de las otras
confesiones cristianas? ¿A qué ámbitos se refieren? ¿Qué frutos hemos obtenido de este
“caminar juntos”? ¿Cuáles son las dificultades?

VIII. AUTORIDAD Y PARTICIPACIÓN Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa


y corresponsable. ¿Cómo se identifican los objetivos que deben alcanzarse, el camino para
lograrlos y los pasos que hay que dar? ¿Cómo se ejerce la autoridad dentro de nuestra Iglesia
particular? ¿Cuáles son las modalidades de trabajo en equipo y de corresponsabilidad?
¿Cómo se promueven los ministerios laicales y la asunción de responsabilidad por parte de
los fieles? ¿Cómo funcionan los organismos de sinodalidad a nivel de la Iglesia particular?
¿Son una experiencia fecunda?

IX. DISCERNIR Y DECIDIR En un estilo sinodal se decide por discernimiento, sobre la


base de un consenso que nace de la común obediencia al Espíritu. ¿Con qué procedimientos
y con qué métodos discernimos juntos y tomamos decisiones? ¿Cómo se pueden mejorar?
¿Cómo promovemos la participación en las decisiones dentro de comunidades
jerárquicamente estructuradas? ¿Cómo articulamos la fase de la consulta con la fase
deliberativa, el proceso de decisión con el momento de la toma de decisiones? ¿En qué modo
y con qué instrumentos promovemos la transparencia y la responsabilidad?

X. FORMARSE EN LA SINODALIDAD La espiritualidad del caminar juntos está


destinada a ser un principio educativo para la formación de la persona humana y del cristiano,
de las familias y de las comunidades. ¿Cómo formamos a las personas, en particular aquellas
que tienen funciones de responsabilidad dentro de la comunidad cristiana, para hacerlas más
capaces de “caminar juntos”, escucharse recíprocamente y dialogar? ¿Qué formación
ofrecemos para el discernimiento y para el ejercicio de la autoridad? ¿Qué instrumentos nos
ayudan a leer las dinámicas de la cultura en la cual estamos inmersos y el impacto que ellas
tienen sobre nuestro estilo de Iglesia?

10
ANEXOS DEL VADEMÉCUM

A. EL DELEGADO Y EL EQUIPO DIOCESANO


PARA EL PROCESO SINODAL

Cada diócesis debe seleccionar una o dos personas para que sirvan como contacto
diocesano (Delegado-s). Si es posible, conviene organizar un equipo de personas para su
apoyo. Se recomienda un modelo de co-liderazgo, en lugar de nombrar a un único delegado
- contacto, ya que esto refleja la naturaleza sinodal del proceso. Sus funciones son:

Servir de enlace entre la diócesis y la Conferencia Episcopal (i.e. con el Delegado o


Equipo de contacto de la CEC).

Servir como punto (s) de referencia para las parroquias y otros grupos eclesiales en
la diócesis sobre la consulta sinodal.

Servir como contacto principal para el Obispo diocesano con respecto al Proceso Sinodal.

Trabajar de manera sinodal con un equipo para definir cómo se desarrollará el proceso
diocesano de escucha y recopilar, analizar y sintetizar los resultados de la consulta en toda la
diócesis.

5. Invitar a todas las parroquias a participar en el proceso de consulta ayudándoles


a organizar encuentros para vivir el Proceso sinodal a nivel local. Las parroquias pueden
unirse con otras parroquias para promover un mayor sentido de comunión y caminar
juntos. El Delegado/Equipo diocesano debe alentar a las parroquias a fomentar un espíritu de
fraternidad, corresponsabilidad y la participación plena y activa de los ordenados, religiosos
consagrados y laicos de la comunidad, incluidos los niños, jóvenes, solteros, matrimonios,
familias y ancianos. De este modo, el proceso de consulta representará la diversidad
de edades, géneros, procedencias socioeconómicas y orígenes étnicos y culturales. Buscará,
asimismo, la vinculación a la consulta de aquellos menos activos en la práctica de la fe
católica, también de las diferentes denominaciones cristianas y otras tradiciones religiosas, y
residentes en la comunidad local que no tengan conexión con la parroquia.

11
6. Invitar a cada ministerio laical, movimiento, comunidad eclesial y departamento/oficina
dentro de la diócesis para brindar información sobre las preguntas incluidas en
el Vademécum y el Documento Preparatorio desde el punto de vista de su ministerio o

enfoque específico. Cada uno de estos grupos puede celebrar su propia consulta o trabajar
junto con otro y/o con parroquias de la diócesis. Deben hacerse esfuerzos para involucrar a
todos los diversos apostolados, culturas, comunidades, grupos, iniciativas y esfuerzos
ecuménicos/interreligiosos dentro de la diócesis en el proceso de consulta, fomentando una
auténtica experiencia de sinodalidad en la Iglesia local.

7. Ofrecer capacitación y acompañamiento (en forma de talleres, seminarios web, videos,


materiales, y/o apoyo personal) a quienes se encargarán de llevar a cabo y facilitarán el
proceso de consulta a nivel local (en parroquias, comunidades, etc.), con el fin de ayudarles
a comprender el significado de la sinodalidad, los objetivos del actual Proceso Sinodal y las
características de la experiencia sinodal que están tratando de fomentar

8. Desarrollar métodos para recibir aportes del proceso de consulta en toda la diócesis y
comunicar este proceso a parroquias, grupos diocesanos, religiosos, comunidades y
movimientos, involucrando la participación más amplia posible.

Esto puede incluir:


 Sugerir que las parroquias / comunidades designen su propio delegado /
equipo de contacto para llevar a cabo la consulta.
 Sugerir que las parroquias/comunidades realicen una, dos o más reuniones de
consulta con personas de la comunidad local. Las parroquias/grupos tal vez deseen
tener una consulta especial para ciertos grupos (por ejemplo, adolescentes,
adultos, jóvenes, parejas casadas, migrantes y refugiados, los que son menos activos
en la fe, y aquellos que experimentan pobreza y marginación, etc.).
 Sugerir que las parroquias encuentren una manera de sintetizar o tomar nota
de cada consulta/conversación (ya sea por medio de un secretario o a través de
grabaciones de la reunión electrónicamente y hacer que los participantes o
facilitadores carguen sus notas en línea, u otros medios).
 Establecer un plazo específico y el proceso o medio por el cual se realizará el
envío de los resultados de la consulta al Delegado/Equipo diocesano.
 Fomentar las reuniones después del proceso de consulta con aquellos que
participaron y otros, para compartir lo que se ha hecho, para el seguimiento de
los aportes proporcionados y discernir los próximos pasos para integrar el espíritu y
el estilo de sinodalidad a nivel local.

9. Consultar regularmente el estado del proceso de escucha en cada parroquia / comunidad,


brindando apoyo, aliento, acompañamiento y reiterando gratitud.

10. Reunir las síntesis/aportes/ideas de las consultas locales de manera oportuna.

11. Supervisar la organización de la Reunión Sinodal Diocesana (ver Apéndice C).

12
12. Analizar y sintetizar los aportes recogidos, desarrollando una síntesis con extensión
máxima de diez páginas, que deberá enviar a la Conferencia Episcopal en el plazo
establecido. Esta síntesis debe ser redactada en conjunto con el Equipo Diocesano, en
colaboración con el Obispo y/o su designado (véase el Anexo D).

13. Enviar la síntesis diocesana a la Conferencia Episcopal en el tiempo y la forma que se


indicarán.

PERFIL:

El Delegado o los Delegados (de estado clerical, laical o consagrado) y el equipo deben
tener las siguientes cualidades:

 Una persona espiritualmente madura con una fe viva.


 Colaborador natural.
 Comunicador eficaz.
 Capacidad de sintetizar una variedad de información.
 Capacidad de interactuar adecuadamente con personas de diversas culturas, generaciones
y de trayectoria eclesial.
 Familiaridad con las estructuras y procesos diocesanos.
 Experiencia previa trabajando en iniciativas colaborativas o procesos sinodales.
 Humildad para trabajar con un compañero delegado y / o un equipo; abierto a las ideas
y cualidades de los demás, así como a probar nuevas formas de proceder.

Cabe señalar que el Delegado Diocesano no tiene que ser, obligatoriamente,


miembro del clero. Si se utiliza un modelo de co-liderazgo, es muy recomendable que
los co-líderes sean un hombre y una mujer. Al menos uno de ellos debe pertenecer al estado
laical.

El equipo que colabora con el Delegado o Delegados debe reflejar la diversidad de la


diócesis e incluir líderes diocesanos clave: mujeres y hombres laicos, clérigos y
consagrados religiosos, de diferentes culturas, generaciones y orígenes, que representen a
la Iglesia en sus diversos ministerios y carismas, en particular el trabajo pastoral de la
diócesis con los jóvenes, familias, migrantes y refugiados, y pobres. Sería útil que algunos
miembros del Equipo hayan trabajado previamente/recientemente con procesos sinodales
locales, diocesanos o nacionales, o esfuerzos similares.

* Nota: En el Vademécum y todos los apéndices y recursos que lo acompañan, el término


"diócesis" se refiere a las Iglesias Particulares en general, y puede ser sustituido por los
términos eparquía, ordinariato, vicariato apostólico o cualquier otro cuerpo eclesial
equivalente.

13
B. GUÍA SUGERIDA PARA ORGANIZAR ENCUENTROS GRUPALES DE
CONSULTA SINODAL

Las reuniones de consulta sinodal pueden organizarse entre varios grupos en una parroquia
o reuniendo a diversos grupos de diferentes parroquias. Otros organismos diocesanos o
religiosos supraparroquiales y las organizaciones de laicos también pueden celebrar
reuniones de consulta.

El siguiente es un esquema general de los pasos que se pueden tomar.


1. Se puede formar un equipo organizador para planificar y llevar a cabo el proceso de
consulta y reuniones a nivel local, incluido el discernimiento de cómo llegar a las personas y
los métodos más adecuados para fomentar el diálogo y la participación en
una auténtica experiencia sinodal.

2. Se puede fomentar la participación a través de anuncios parroquiales, redes sociales, cartas,


etc. Con la ayuda de los líderes civiles locales, así como de instituciones eclesiásticas (por
ejemplo, escuelas y centros sociales), se puede hacer un esfuerzo especial para identificar y
llegar a aquellos que no han estado en contacto regular con la comunidad eclesial durante
algún tiempo. Se debe prever la vinculación de aquellos que están excluidos o cuyas voces a
menudo no se tienen en cuenta.

3. Idealmente, los participantes deben incluir personas de una diversidad de comunidades,


experiencias, culturas, edades y estilos de vida. El tamaño total del grupo puede
depender del lugar disponible y el número de encargados de realizar la reunión.

4. Aproximadamente, 2 o 3 semanas antes de la reunión, deben enviarse materiales


preparatorios para la oración y la reflexión a todos los participantes. Estos pueden incluir un
breve texto sobre qué es sinodalidad, la pregunta principal de reflexión y las preguntas
iluminadoras, y algunos formatos para orar y discernir con base en estas preguntas,
incluyendo pasajes recomendados de las Escrituras. Los participantes también deben ser
informados sobre el método que se utilizará en la reunión de consulta sinodal. Lo ideal es
que los participantes y coordinadores reserven el tiempo suficiente para la preparación
personal utilizando todos estos materiales ya que esto es crucial para un diálogo fructífero.
5. Las principales preguntas de reflexión deben ser relevantes y breves. A menudo es mejor
tener menos preguntas que se pueden explorar profundamente, en lugar de tener muchas
preguntas que se responderían superficialmente. Este Sínodo plantea la siguiente pregunta
fundamental: “En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”:
¿cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos
invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”? (Documento Preparatorio,
26).

Para responder la pregunta fundamental se invita a:


 a) preguntarse sobre las experiencias en la propia Iglesia particular que hacen
referencia a la pregunta fundamental;
14
 b) releer más profundamente estas experiencias: ¿qué alegrías han provocado? ¿qué
dificultades y obstáculos se han encontrado? ¿qué heridas han provocado? ¿qué
intuiciones han suscitado?
 c) recoger los frutos para compartir: ¿dónde resuena la voz del Espíritu en estas
experiencias? ¿qué nos está pidiendo esa voz? ¿cuáles son los puntos que han de ser
confirmados, las perspectivas de cambio y los pasos que hay que cumplir? ¿dónde
podemos establecer un consenso? ¿qué caminos se abren para nuestra Iglesia particular?

A menudo es muy fructífero para los participantes reflexionar sobre el camino que ha
recorrido su comunidad local hasta la actualidad. ¿Cuál ha sido la historia de la vida de fe de
la comunidad? ¿Cómo esta comunidad ha logrado llegar al estado en el que se encuentra
ahora? ¿Cómo ha estado presente Dios en esta historia? Recordar juntos el pasado ayuda a
construir la comunidad y a trazar un camino futuro.

Para ayudar a las personas a explorar esta pregunta fundamental con profundidad, diez ejes
temáticos han sido desarrollados para resaltar aspectos significativos de la "vivencia de
la sinodalidad" (DP, 30). Las preguntas que acompañan a cada uno de los diez temas se
pueden utilizar como punto de partida o guía útil para enriquecer la consulta. Estas preguntas
se pueden encontrar en la quinta parte del Vademécum y una versión más detallada está
disponible en el material adjunto en el sitio web del Sínodo.

6. Debe garantizarse que haya suficientes facilitadores de grupo, de acuerdo con el método y
formato elegidos de la reunión de consulta, que hayan sido adecuadamente
preparados para acompañar el proceso. El equipo de personas que prepararán la síntesis
grupal también debe ser elegido con antelación.

7. En la reunión grupal, la oración comunitaria y la liturgia desempeñarán un papel vital. La


escucha mutua se basa en la escucha de la Palabra de Dios y del Espíritu Santo. Variadas
formas de oración pueden ser usadas para pedir la guía e inspiración de Dios
y la comunión de unos con otros. La liturgia y la meditación de las Escrituras pueden ser, en
su conjunto, medios muy útiles en este sentido.

8. Puede usarse un método adecuado para el diálogo grupal que esté en consonancia con los
principios de la sinodalidad. Por ejemplo, el método de Conversación Espiritual promueve
participación activa, escucha atenta, habla reflexiva y discernimiento espiritual. Los
participantes forman pequeños grupos de aproximadamente 6-7 personas de diversa
procedencia. Éste método puede emplearse aproximadamente durante una hora y
comprende tres rondas. En la primera ronda, todos se turnan por igual para compartir el fruto
de su oración, en relación con las preguntas de reflexión distribuidas previamente (véase el
No. 5 del presente anexo). No hay discusión en esta ronda y todos los participantes
simplemente escuchan profundamente a cada persona y contemplan cómo el Espíritu Santo
se mueve dentro de sí, dentro de la persona que habla, y en el grupo en su conjunto. Esto es
seguido por un tiempo de silencio para evidenciar la moción interior del Espíritu. En la
segunda ronda, los participantes comparten lo que más les impresionó de la primera ronda y
lo que los conmovió durante el tiempo de silencio. Un poco de diálogo puede también ocurrir,
y se mantiene la misma atención espiritual. Una vez más este momento es seguido de un
tiempo de silencio. Finalmente, en la tercera ronda, los participantes reflexionan sobre lo que
parece estar resonando de manera general en la conversación y lo que los conmovió más
profundamente. Pueden indicarse ideas e incluso preguntas no resueltas. Oraciones

15
espontáneas de acción de gracias pueden concluir la conversación. Por lo general, cada grupo
pequeño tendrá un facilitador (coordinador) y tomador de notas (o secretario).

9. Una vez que el diálogo grupal ha tenido lugar, los participantes deben revisar y compartir
sobre su experiencia del proceso dentro de su pequeño grupo. ¿Cómo fue su experiencia?
¿Cuáles fueron los altibajos? ¿Qué ideas nuevas e iluminadoras han descubierto? ¿Qué han
aprendido sobre el proceso del camino sinodal? ¿Cómo estuvo Dios presente y obrando
durante este encuentro?

10. Los participantes deben decidir sobre los resultados que desean comunicar al equipo de
organización/facilitadores. Las preguntas orientadoras para la síntesis diocesana
como está descrito en la Parte 4 del Vademécum se pueden utilizar como base para esta
retroalimentación en el nivel local (véase también el anexo D).

11. Todos los participantes que se encuentran en los distintos grupos pueden reunirse para
concluir la asamblea. Un representante de cada pequeño grupo podría compartir en
plenaria la experiencia del grupo. Los participantes deben ser informados sobre la siguiente
etapa del Proceso Sinodal de modo que se enteren cómo su aporte contribuirá a la
Iglesia Universal. Es recomendable que la reunión concluya con una oración o canto de
acción de gracias.

12. Después de la reunión, los miembros del equipo organizador/de facilitadores pueden
reunirse para revisar toda la experiencia y preparar la síntesis basada en los comentarios
enviados por todos los grupos pequeños. Luego pueden enviar su síntesis al Delegado y
Equipo Diocesano.

13. Si las personas no pueden asistir a una reunión presencial o virtual, se deben hacer
esfuerzos para comunicarse con ellos a través de mensajes de texto, llamadas telefónicas,
radio u otros medios apropiados. Es importante que hagamos todo lo posible para escuchar
las voces de todos, especialmente de aquellos que están marginados. Para obtener más
recursos, consulte el sitio web del Sínodo.

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C. ASAMBLEA SINODAL DIOCESANA

Cada Iglesia Particular culmina la fase diocesana con un Encuentro Sinodal Diocesano. Esta
reunión brinda la oportunidad para que diversos miembros de la diócesis se reúnan para una
celebración litúrgica, para orar juntos, para reflexionar sobre su experiencia del Proceso
Sinodal en la diócesis, para escuchar los comentarios que han surgido de la consulta
sinodal en las distintas realidades eclesiales, para dialogar sobre la realidad actual de la
Iglesia local y los signos de los tiempos, y discernir la llamada del Espíritu Santo a la diócesis
en el camino de sinodalidad.

Si bien es cierto que gran parte del proceso de consulta durante la fase diocesana logró la
participación de comunidades específicas de la Iglesia Particular como parroquias,
ministerios, comunidades y otros grupos eclesiales, el objetivo del
Encuentro Sinodal Diocesano es permitir el encuentro de una parte representativa de toda la
diócesis, incluidos los grupos minoritarios y personas en las periferias, permitiendo a los
participantes orar, escuchar, reflexionar y discernir juntos. En la reunión sinodal pueden
darse a conocer los resultados de las consultas en las parroquias y
realidades supraparroquiales. La retroalimentación del Proceso de Escucha grupal y sinodal
debe ser un conjunto coherente en la síntesis diocesana (Consulte el Anexo D para obtener
más información sobre la síntesis diocesana).

Objetivos

a. Concluir la etapa diocesana de consultas sinodales con el Pueblo de Dios.


b. Celebrar en comunión y reflexionar sobre las realidades emergentes y la experiencia del
Proceso Sinodal diocesano.
c. Destacar los temas principales de las consultas parroquiales y supraparroquiales con un
grupo elegido de representantes de diferentes comunidades de la diócesis.
d. Involucrar a miembros de diversas comunidades (parroquias, ministerios, movimientos,
escuelas, clero, comunidades religiosas, marginados, jóvenes, grupos culturales,
etc.) para reflexionar sobre la experiencia en sí y los aportes del proceso de consulta, en vista
de la síntesis diocesana sobre la base de los comentarios recibidos en toda la diócesis.
e. Escuchar lo que Dios dice a la Iglesia Particular a través de su Pueblo, para discernir su
voluntad y los caminos a los que invita a la Iglesia a seguir en el contexto diocesano para
lograr una comunión más profunda, una participación más plena
y una misión más fructífera.
f. Sacar a relucir las mejores prácticas, los caminos sinodales y un nuevo impulso y
vitalidad para lograr una Iglesia más sinodal para caminar juntos, escucharnos
mutuamente y ser corresponsables.
g. Desarrollar la síntesis diocesana que transmita lo compartido por el Pueblo de Dios durante
el proceso de consulta en la diócesis, como contribución al actual Proceso Sinodal de toda la
Iglesia.

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Participantes

La participación activa en esta reunión sinodal dependerá de la situación local de la


diócesis. La Diócesis puede adaptar estas directrices de acuerdo con el número de la
población, las distancias geográficas, los recursos disponibles y las procedencias culturales
de las personas, etc. Idealmente, los miembros deben incluir:
 El Obispo diocesano, los Obispos auxiliares y el Delegado o Delegados del Proceso
Sinodal en la Diócesis
 Personas cuyas voces a menudo no se escuchan adecuadamente, como las que
experimentan pobreza, ancianos, grupos minoritarios, personas aisladas, personas con
discapacidad, migrantes, refugiados, comunidades indígenas, etc.
 Laicos líderes (hombres, mujeres, jóvenes de diversos ministerios, comunidades
eclesiales y organismos diocesanos)
 Otros laicos del común (hombres, mujeres y jóvenes invitados de
parroquias y Organizaciones eclesiásticas)
 Clero (sacerdotes diocesanos, sacerdotes religiosos, diáconos, etc.)
 Miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica
(reflejando la diversidad de carismas) y líderes de instituciones apostólicas
y obras caritativas
 Delegados ecuménicos e interreligiosos interesados (y otros que pueden no
ser católicos pero que pueden aportar perspectivas útiles para la Iglesia)
 Personas con habilidades especializadas requeridas para la reunión, incluidos facilitadores,
teólogos y expertos en pastoral y eclesiología.

Agenda y desarrollo del Sínodo Diocesano

El objetivo de este encuentro diocesano sería celebrar el camino sinodal que la Iglesia
Particular ha recorrido hasta el momento, reflexionar sobre los resultados recibidos del
proceso de consulta en la jurisdicción y avanzar hacia el desarrollo de la síntesis
diocesana que representa los frutos de la escucha y el discernimiento del Pueblo de Dios.
Esta síntesis, que debe ser enviada a la Conferencia Episcopal, será la contribución de
la Iglesia Particular a la Iglesia Universal. Es muy necesario que antes de programar la
asamblea sinodal diocesana se lea el anexo D sobre la presentación de la síntesis puesto que
este apéndice sugiere algunas preguntas cuyas respuestas deben consolidarse en esta
asamblea.

La forma en que se realice esta reunión sinodal será fruto del diálogo y el discernimiento del
Obispo con el Delegado o Delegados y el Equipo de apoyo del Proceso Sinodal en la
diócesis para perseguir de la manera más efectiva los objetivos ya mencionados.
Es muy recomendable que la fase diocesana culmine con una celebración litúrgica dando
gracias a Dios por lo vivido e invocando la guía del Espíritu Santo en el camino que quedará
por recorrer. Sobre los demás elementos que debe tener este sínodo puede discernir el Obispo
y su Equipo. Los Delegados deben recopilar todos los resultados y comentarios del proceso

18
de consulta en toda la diócesis que pueden ser presentados a los participantes en el
Sínodo que culmina la fase diocesana.

Posibilidad de realizar reuniones sinodales en línea o híbridas (reuniones sinodales


electrónicas)

Puede ser necesario o útil organizar reuniones en línea o híbridas, tanto para el proceso grupal
de escucha como para la celebración diocesana del sínodo. Las reuniones en línea o una
combinación de reuniones presenciales y en línea pueden ser una opción efectiva,
especialmente en medio de la pandemia de COVID-19. Se debe tener especial cuidado para
asegurar que estas reuniones en línea o híbridas se lleven a cabo en un espíritu de oración,
comunión, y escucha atenta los unos a los otros y al Espíritu Santo. Los facilitadores o los
moderadores deben asegurarse de que todos los participantes puedan contribuir
y ser escuchados, incluidos aquellos que se sienten menos cómodos o familiarizados con la
tecnología.

El papel de los jóvenes en las reuniones en línea o híbridas (reuniones e-sinodales)


Invitamos a las diócesis a involucrar a los jóvenes en la planificación y ejecución de estas
reuniones “e-sinodales”, explorando así formas creativas de hacerlas accesibles y fáciles de
usar para todos los participantes, teniendo en cuenta las diversas necesidades de los diferentes
grupos de edad. Herramientas como las redes sociales, las plataformas virtuales y la
tecnología interactiva podrían ser excelentes para llegar a más personas y recopilar respuestas
que podrían ser útiles. Los jóvenes pueden desempeñar un papel clave contribuyendo de
manera creativa y efectiva a lograr mejores resultados.

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D. PREPARACIÓN DE LA SÍNTESIS DIOCESANA

La síntesis diocesana transmite los frutos principales del discernimiento de todo el Pueblo de
Dios en la diócesis. Se recomienda que los resultados finales se transmitan en un documento
escrito que no supere 10 páginas. Otros materiales como imágenes, videos, historias,
expresiones artísticas y los testimonios personales pueden presentarse como anexos, en la
medida en que ayudan a entender la experiencia y los aportes de los participantes.

La síntesis diocesana debe reflejar la diversidad de puntos de vista y opiniones expresadas, y


prestar especial atención a las experiencias vividas por los participantes, tanto positivas como
negativas. La síntesis debe ser fiel a las voces del Pueblo y a todo lo que surja de su
discernimiento y diálogo, en lugar de una serie de generalizaciones
o declaraciones doctrinalmente correctas. Los puntos de vista que son contrarios entre sí
no deben ser omitidos, siempre y cuando sean reconocidos y declarados como tal. Las
opiniones no deben excluirse simplemente porque fueron expresadas por una pequeña
minoría de participantes. De hecho, a veces la perspectiva de lo que suele llamarse el
"informe de la minoría" puede ser un testimonio profético de lo que Dios quiere decir a
la Iglesia.

El contenido de la síntesis puede organizarse de acuerdo con las siguientes preguntas, que se
ofrecen como sugerencias o inspiración, de modo que no ha de responderse individualmente
a cada pregunta sino que las respuestas deben crear un texto hilado y homogéneo. El objetivo
es transmitir adecuadamente los diversos frutos, ideas, alegrías y desafíos de la experiencia
sinodal y del discernimiento del Pueblo de Dios en la diócesis:

 En cuanto al proceso de la consulta, ¿cuáles fueron los principales pasos dados


en la diócesis? ¿Cuáles fueron las principales preguntas planteadas? ¿Qué se hizo para que
la participación fuera amplia y variada, hasta llegar a las periferias? Aproximadamente, ¿qué
proporción de personas en la diócesis participaron de una manera u otra? ¿Hubo algún grupo
de personas cuya participación fue especialmente notable? ¿Hubo grupos específicos de
personas que no participaron por algún motivo habiéndoseles invitado?

 ¿Qué fue lo más significativo de toda la experiencia de la consulta? ¿Cuáles fueron los
puntos altos y los puntos bajos, o los consuelos y desolaciones? ¿Qué disposiciones, actitudes
o sentimientos fueron notables? ¿Qué tensiones o desacuerdos surgieron del proceso de
escucha? ¿Qué temas o cuestiones dieron lugar a diversos puntos de vista? En general,
¿cuáles fueron los frutos que el Espíritu Santo trajo a través de esta experiencia?

 Entre los resultados de las reuniones locales, ¿qué fue particularmente significativo,
sorprendente o inesperado? ¿Qué nuevas perspectivas o nuevos horizontes se abrieron? ¿Qué
historias particulares o experiencias de la vida real fueron especialmente conmovedoras y por
qué? ¿Qué puntos de vista parecen tener una fuerte resonancia? ¿Qué puntos de vista fueron
mencionados menos pero son interesantes y dignos de mención?

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 En general, ¿qué ha inspirado el Espíritu Santo a la comunidad con respecto a la realidad
actual que vive la Iglesia Particular, incluyendo las luces y sombras? ¿Qué expresaron los
participantes sobre las áreas donde la Iglesia necesita curación y
conversión, especialmente, en su vida espiritual, cultura, actitudes, estructuras, prácticas
pastorales, relaciones humanas e institucionales y alcance misionero?

 ¿De qué manera el Espíritu Santo está invitando a la iglesia local a crecer en espíritu
de sinodalidad? ¿Qué sueños, deseos y aspiraciones para la Iglesia fueron expresados por los
participantes? Con base en los resultados, ¿qué pasos debe seguir la diócesis para convertirse
en más sinodal? ¿Cuáles son los próximos pasos a seguir para nuestra diócesis en el camino
de sinodalidad en comunión con toda la Iglesia?

 ¿Qué imagen(es) cultural(es) articula(n) nuestra(s) experiencia de sinodalidad?

Se recomienda que la síntesis sea preparada por un pequeño equipo de personas en lugar de
una gran asamblea. Este equipo llevará a cabo su tarea en colaboración con el Obispo
diocesano y el Delegado diocesano del Proceso Sinodal. Deben leerse todos los textos en
espíritu de oración. Las reuniones del equipo redactor, en sí mismas, deben ser sinodales y
espiritualmente discernientes, para escuchar la voz viva del Pueblo de Dios en toda la
diócesis bajo la guía del Espíritu Santo.

Cada diócesis puede optar por preparar la síntesis antes o después de


la Asamblea Diocesana Sinodal, siempre y cuando los frutos de esta reunión se incorporen
también a la síntesis final. En la medida de lo posible, todos deben sentir que su
voz está representada en la síntesis. Como modelo de transparencia, se pueden dar a conocer
a la comunidad en general los nombres de los integrantes de los equipos de redacción
grupales en la etapa de consulta y de redacción de la síntesis final.

Está decididamente recomendado que la síntesis se haga pública una vez redactada,
como bitácora para el camino que debe emprender la diócesis en un espíritu de sinodalidad.
En la medida de lo posible, se pueden dar oportunidades al Pueblo de Dios para revisar y
replicar el contenido de la síntesis diocesana antes de que sea enviada oficialmente a
la Conferencia Episcopal.

Documento preparado por la

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COMISIÓN TEOLÓGICA DEL SPEC
PARA LA PROMOCIÓN DEL PROCESO SINODAL EN COLOMBIA

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