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Fuentes Cedillo Lorna Mariana


Literatura mexicana II
09 de junio del 2014

La decadencia y degradación en la poesía de Ricardo Castillo

Ricardo Castillo es un poeta mexicano nacido en Guadalajara en el año de 1954, tiene

colecciones de poemas: Concierto en vivo, 1981, Como agua al regresar, 1982, Ciempiés

tan ciego y Nicolás el camaleón, 1989 y La oruga y El pobrecito señor X en 1980. La

poesía de este autor ha pasado por varias etapas, pero en la que se basara este ensayo sobre

la decadencia que refleja es una selección de poemas titulada Nuevos islario. Antología

personal. La poesía que maneja este autor es muy experimental; tiene una parte narrativa

importante, los poemas manejan una prosa poética. Nos cuentan historias, por ejemplo en

«Autogol» habla un personaje desde su infancia, el paso por la adolescencia y llega a la

etapa de la universidad y finalmente cierra.

Una de las principales características que tiene la poesía de este autor radica en el

urbanismo, así como seguramente muchos otros; Ricardo Castillo pone como escenario la

ciudad, donde las voces narrativas desarrollan su historia y reflexiones; es así como los

términos con los que se expresa también son muy propios de una sociedad urbana:

Son las diez de la noche.


De nada sirven los 600 gramos de felicidad
Que ha ahorrado mi padre.(pin uno, pin dos)
Ahora puedo verme el cadáver, ahora puedo ver
La sensibilidad del pulso.
Lasoledad tiene 360 grados. Nada gano con ir
Dulcemente al infierno,
nada gano con hablar de mí a estas alturas de ¡pum!
y olvido. (Castillo 20)
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Los gramos y los grados son elementos que comúnmente se encuentran relacionados con

una medida muy característica de las ciencias duras, que ayudan a sustentar la idea del

progreso que siempre es relacionada a las grandes ciudades; que siempre tienden a la

decadencia del espíritu humano. Además de manejar esta parte en números y no en la

palabra, sin embargo sigue manejando ciertos elementos numéricos con su representación

gráfica en palabra como “diez” que indica la hora.

Un tema recurrente en la poesía de este autor se relaciona con la decadencia y el

desencanto. La decadencia que nos presenta se relaciona de forma directa con la manera de

ver el mundo, con el ser humano y su relaciones; aunque haya poemas en los que habla del

amor y, aparentemente, no haya rastro de cualquier tipo de decadencia, la misma forma es

un tipo de decadencia, si es comparado con los poetas que siguieron el canon, dedicados a

seguir las formas y el ritmo de un estilo más antiguo, mucho más marcado en cuanto el

número de silabas, versos etc. Ricardo Castillo lleva la decadencia de la temática a la forma

en que se expresa, su poesía —como ya se ha mencionado antes— está íntimamente

relacionada con la prosa. Hay además de su forma un tipo de lenguaje que puede

considerarse vulgar, pero es en realidad el tipo de lenguaje de las masas, lo cotidiano:

entonces aprendí a faltar a clases,


a reprobar materias,
a sentir otras palabras
y a darme de putazos con cualquiera.
Era yo muy bueno para pelear
porque siempre tenía demasiado coraje,
tal vez porque el mundo me parecía insoportablemente
pendejo, (Castillo18)

El lenguaje mismo es decadente, la forma es diferente y la rima es casi inexistente, como si

fuera una historia una serie de sucesos transcurren uno tras otro, así pasa en uno de los
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poemas más largos y más decadente: «Autogol». Más allá del lenguaje o la forma, es

preciso hablar del contenido que sugiere una especie de ser humano degradado, una

degradación lograda por etapas.

En «Autogol» —que puede servir de autobiografía— existe la decadencia por grados, la

voz narrativa al inicio describe la niñez "perfecta", pero a una familia degradada, común

hasta cierto punto. Pero conforme el poema avanza son perceptibles los cambios, más allá

de la mención específica dentro del poema, se puede percibir un cambio en el tono:

y la verdad que me sabía delicioso y fácil


saber que una suma tiene sus secretos,
que una división sus restas,
era yo feliz acumulando en mi fiel memoria todas
las operaciones
con sus posibles horizontes y recompensas,
hasta que un día el gato favorito
fue un pájaro que nunca más durmió bajo mi cama.
La cosa se puso mal, (Castillo 17)

Aquí la voz enuncia una felicidad antes del cambio a la adolescencia, donde el mundo va

tomando otro rumbo mucho más fatídico, la juventud en la esta antología tiene un sentido

peyorativo —no se celebra sino más bien está plagada de torpeza y error—, tiene el

desencanto característico de la juventud urbana. Pero Ricardo Castillo va más allá, su obra

se encuentra permeada del desencanto mismo del hombre en relación con la vida, no solo

en «Autogol» sino en varios poemas se encuentra esta dificultad de identificación con la

realidad. ¿No es en este punto cuando la decadencia se encuentra de una forma muy

presente y se relaciona con el desencanto? ¿Es el desencanto una reacción de la

decadencia?

En la poesía y en la vida en general se tiende a pensar que una acción tiene una reacción;

cuando la decadencia se hace presente hay una consecuencia a desencantarse de la vida y


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las creencias; es por eso que la poesía de Ricardo Castillo tiene un tono tan duro, muestra

que la decadencia se encuentra en el mismo núcleo de la sociedad: la familia, en el mismo

amor, en la vida y lo cotidiano.

La reacción por la degradación de la familia es el desencanto, en este punto van de la mano.

Si este que es el núcleo central de la sociedad "perfecta y utópica"—idea recientemente

vendida— ¿qué queda se encuentra degradada? Así es como Ricardo Castillo responde:

Mi padre nos quiere,


mi madre nos ama
porque hemos logrado ser una familia unida, amante de
            la tranquilidad.
Pero ahora que son las diez de la noche,
ahora que como de costumbre nadie tiene nada que hacer
propongo cerrar puertas y ventanas
y abrir la llave del gas. (Catillo 20)

De forma resumida no queda nada, sólo la muerte. La familia tiene un final trágico como

consecuencia de la degradación sufrida, ha caído en una decadencia tan honda que la única

salida posible es el suicidio; la realidad desencanta por completo, desaparecen las utopías

tanto dentro como fuera del hogar. La propuesta final es el resultado de todo lo anterior, de

esas verdades que esconden la familia y este poeta decide revelar, despertar al lector de una

forma cruda y visceral a la realidad.

Aunque el desencanto y decadencia se encuentren presentes de forma constante en el autor,

hay un cambio en el tono cuando se trata un tema amoroso de por medio, pero sigue siendo

un lenguaje crudo y urbano, en un mismo poema pueden converger tanto una parte neutral

—donde no hay un lugar donde la escena se desarrolle— como la mención específica de un

espacio, por ejemplo en un poema de Nicolás:


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Amo lo que no alcanzo a ver


porque amo lo que veo,
los estigmas, el estertor de la personalidad,
la locura cristalizada en el asombro,
la locura que nunca cae, la curva inesperada,
el reflejo certero, sin prisa,
que deviene en revelación,
el misterio transformado en mensaje.(Castillo 34)

Aquí el tono neutro da la sensación de un amor sin degradación, pero el contenido nos dice

otra cosa, pese a su complejidad se puede deducir que no todo es bello y perfecto, sino lo

contrario; es totalmente confuso, hay una búsqueda en el reflejo, un yo que no se encuentra

y crea una especie de angustia. En esta parte sin escenario todo parece ambiguo, sin

embargo en la segunda parte ya hay una ubicación, un lugar donde el lector puede

identificarse:

De igual manera pero en otra parte


amo las historias personales, sus calles endurecidas,
los habitantes solos de mirada conmovedoramente
oblicua.
Amo a los insomnes que luchan entre su esperanza
y su pesadilla,
la confusión del ahogado, la convicción del perdido,
el dolor de ser tripas, el fiel servicio de las muelas
carcomidas.
Amo a los que un día en un chispazo vieron el destino
y cayeron heridos por el impacto
más allá de cualquier destino verificable. (Castillo 34,35)

Los elementos como mencionar las calles en otro contexto nos da lugar a una imagen

mental mucho más clara: la ciudad; después viene todo aquello que la voz narrativa anuncia

amar y que se relaciona con la vida cotidiana urbana, los habitantes de una ciudad

progresista; si se maneja la idea de progreso igual a bienestar sería algo optimista, pero no

es así ya que es devastadora con los miembros de su sociedad; allí es donde radica la
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decadencia: no en la ciudad contaminada, ni en sus altos edificios, ni en sus calles solitarias

sino en el efecto que causa en las personas que la habitan. Atrapadas sin la esperanza de

una utopía, ya que ésta lo único que parece ofrecer es degradación y desesperanza.

El desencanto es total, no hay un solo elemento que pueda salvarse, tal vez la niñez, pero

pronto puede olvidarse ese pensamiento al notar como ciertos elementos en retrospectiva no

dan una esperanza, sino más bien la vivencia de un niño inmerso en un mundo ajeno al del

adulto o adolescente. En cuanto al amor pareciera que se encuentra un ritmo pausado y

agradable, pero de nuevo la degradación se encuentra en el contenido, el desencanto no es

el acto mismo del amor sino en la perspectiva desde lo que es amado. Básicamente el

mundo de Ricardo Castillo se encuentra totalmente fuera de las fantasías, es más bien —por

sus elementos como el lenguaje o la forma prosaica que maneja— un mundo cruel donde lo

único que puede hacerse es vivir tratando de encontrarse.

Abarcar todos los poemas de este autor y analizarlos a través de la temática de la

decadencia y el desencanto sería un trabajo largo y extenuante, aunque es posible encontrar

ciertos rasgos característicos que se repiten para lograr el efecto deseado. Si bien es

importante conocer al autor y la época en la que escribe no es relevante del todo y que a

partir del inicio del siglo XX hay una necesidad por innovar la forma en la que se expresa

la problemática vivida y eso es suficiente mencionar para dar un panorama general de

cambios, en la actualidad —año 2014— los temas manejados por Ricardo Castillo en sus

inicios no son ajenos, aún hay una idea de progreso que lleva a la decadencia del espíritu

humano y en consecuencia aquellos que deseen cuestionarse se darán cuenta que en la

realidad no hay esperanza, por lo tanto el desencanto es inevitable. Así lo expreso Ricardo

Castillo en su poesía, la decadencia es total y lleva de forma inevitable al desencanto con el

mundo y la realidad.
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Bibliografía:

Cansigno G., Yvonne. «Acerca del poeta y su mundo y en torno a la poesía mexicana»

UAM. En línea: http://espartaco.azc.uam.mx/UAM/TyV/21/221981.pdf

Castillo, Ricardo. Nuevo islario. Antología personal. Arlequín: 2003. México.

Castañeda Barrera, Eva. «La transgresión poética de los setenta» Revista destiempo, No.

29. En línea: http://www.destiempos.com/n29/castaneda.htm

De Aguinaga, Luis Vicente. «Avanzar al sesgo. Entrevista con Ricardo Castillo» Periódico

de poesía. En línea: http://www.periodicodepoesia.unam.mx/index.php?

option=com_content&task=view&id=1324&Itemid=77

Escalante, Evodio. «Las desventuras del alucine. Ricardo Castillo» Proceso, sin fecha de

publicación. En línea: http://hemeroteca.proceso.com.mx/?

page_id=278958&a51dc26366d99bb5fa29cea4747565fec=133967&rl=wh

Stellini, Christina. «La mirada sesgada, El pobrecito señor X, de Ricardo Castillo»

Universidad de Guadalajara. En línea:

http://www.jcortazar.udg.mx/dela/investiga/stellini.php

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