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En la popa del barco se leía su nombre: Waldeck.

Dick llamo al perro que se arrojo


al agua y se acerco fatigado al bote. La lancha se acerco mas al Waldeck y el
capitán y Dick Sand comenzaron la búsqueda hasta que encontraron a cinco
negros.
Cuando regresaron al Pilgrim llamo a Negoro para que trajera agua a los cinco
hombres. De inmediato cuando apareció el cocinero el perro intento morderlo. EL
capitán pregunto a Negoro si conocía al perro pero Negoro respondió que jamás
había visto al animal.
4 Los sobrevivientes del “Waldeck”
El mas viejo de ellos, de unos sesenta años de edad, fue quien primero hablo. Su
nombre era Tom. Eran todos americanos y su barco había sido abordado, durante
la noche, diez días antes.
Sus nombres eran Bat, hijo de Tom, Austín, Acteón y Hércules. Todos eran fuertes,
especialmente el ultimo.
Dingo era el nombre del perro, pertenecía a la raza neolandesa.
Cada uno, entretanto, seguía cumpliendo en el Pilgrim su misión específica.
Un día que Jack se entretenía con unos cubos aprendiendo a leer, Dingo se
abalanzo sobre uno que tenía la letra mayúscula S y seguidamente sobre otro que
tenía la letra mayúscula V. Entonces Jack grito emocionado: “¡Dingo sabe leer sabe
leer!”
S.V. eran las letras que había en su collar. El capitán sospechó que el perro pudo
pertenecer a un hombre que se llamaba Samuel Vernon, tenía como objetivo
atravesar África de Oeste a Este, justamente las iniciales que llevaba Dingo en su
collar.
En medio de esta escena apareció Negoro, y Dingo comenzó a enfurecerse, Negoro
corrió a refugiarse a la cocina. El capitán Hull exclamo: “¡Aquí se encierra algún
misterio!”
5 Una ballena a la vista
Un día la señora Weldon notó que había un color raro en el agua. Sin sospechar
que podía llegar a ser un animal, Dick dijo que podían ser unos crustáceos
llamados brit. Justo en aquel momento un marinero grita: “Una ballena a babor”.
El capitán Hull, perseguido por la señora Weldon, Dick Sand y hasta el primo
Benedicto, corrieron hacia el castillo del Pilgrim. Dick afirma cree que se trata de
una jubarta de gran tamaño.
La tripulación muy contenta festejaba, y todos querían pescarla. El capitán Hull
organizo rápidamente la cacería. Llevaba con él a cinco hombres y una ballenera.
El capitán nombro a Dick Sand segundo capitán del Pilgrim.
En ese momento Negoro se dirigía a proa, entonces Dingo lanzo un fuerte ladrido.
Sino fuera por Dick Sand que aparto al perro de Negoro, lo hubiera destrozado.
6La jubarta
Comenzaron a rodear la jubarta que no se movía. El capitan Hull ordeno: “¿listos
muchachos? ¡Atraca ya, Howik!”.A todos les pareció raro que la jubarta no se
moviera. Entendieron todo cuando el capitán grito: “¡Un ballenato!”, después de
que la jubarta herida por el arpón se inclino y apareció el ballenato que estaba
amamantando.
El capitán no dejo de lado que la lucha seria feroz, porque la jubarta defendería
con todo a su cría.
Cuando la jubarta se asomó por fin, el capitán dijo: “Esta bestia va a tomar fuerzas
y se arrojara sobre nosotros”. Varias veces la esquivaron, cuando la jubarta intento
atacarlos.
Pero ya sin armas y sin timón comprendieron que ya estaban perdidos. Un feroz
coletazo del animal alcanzo para destrozar la embarcación.
Un rato más tarde, cuando Dick Sand llego al lugar de la tragedia, se veían flotar
algunos restos de la ballenera sobre las aguas ensangrentadas.
7Dick Sand se convierte el capitán
Cuando Dick Sand contemplaba la zona de la catástrofe, Negoro se presento ante
él y pronunció a Dick: “Tengo que hablar con el capitán Hull o con el
contramaestre Howik”.
Entonces Dick le explicó: “Bien sabe usted que han muerto”. Negoro inquieto
pregunto: ¿Quién manda entonces?, y Dick Sand respondió: “Yo”. Indignado
Negoro exclamo: “¡Usted! ¡Ja! Un capitán de quince años”.
8La señora Weldon confiaba su vida en Dick.
Lo primero que pensó Dick seria instruir a los demás sobre cosas elementales, y el
manejo del timón y el pliegue y despliegue del velamen.
Había dos brújulas en el barco, una estaba ubicada en la bitácora y otra, invertida,
estaba en los barrotes del camarote que ocupaba el capitán Hull.
Una noche de descuido la brújula del camarote se desprendió y destrozó. Al día
siguiente se dieron cuenta de lo ocurrido.
Una de esas noches de oscuridad completa, Negoro colocó, debajo de la bitácora,
un trazo de hierro cuyo influjo cambiaba la dirección de la agujas, en ves de
señalar el norte magnético señalaban el Nordeste.
Tom, que antes de esta escena había perdido la vista y había caído en un estado de
soñolencia, creyó que por su culpa el barco se había desviado. Entonces movió el
timón nuevamente hacia el Este. Pero con la desviación de Negoro, en realidad, se
oriento hacia el Sudoeste.
Así el Pilgrim sufrió una desviación de cuarenta y cinco grados en su derrotero.
9Tempestad
El Pilgrim avanzaba con rapidez favorecido por el viento. A Dick Sand le extrañaba
no cruzarse con ningún barco de correo. Pero no se había dado cuenta que se
hallaba mas al Sur de lo que se suponía. En realidad no avanzaba hacia el Este sino
hacia el Sudeste.
El barómetro le indicaba una larga temporada de mal tiempo, preocupado el joven
capitán apenas descansaba. El viento soplaba a más de cincuenta y siete
kilómetros por hora.
Tenían esperanzas que ese fuerte viento los acercara a la costa americana.
Por varios días el tiempo no cambio. Lo que mas le extrañaba a Dick Sand era que
aun no apareciese la costa.
Un día se oyó a Tom: “Señor Dick, la sondaleza se ha roto y se ha perdido la
corredera” “¿seria esto fruto del desgaste
del material?”, fue lo que se preguntó desconfiado Dick Sand. Ya no disponían de
medios para medir la velocidad
La tempestad estaba ya a un paso y era urgente lidiarla plegando totalmente la
gavia. La orden del capitán Dick no pudo cumplirse, porque una violenta ráfaga le
arrancó la vela.
El temor de Dick era el de estrellarse contre el litoral, que suponía cercano.
Vislumbró el horizonte, sin distinguir nada, y retomó el timón.
Negoro subió al puente, extendió un brazo como si señalara tierra; luego, con una
malvada sonrisa, retorno a la cocina.
Oteando el horizonte
La tempestad se tornó terrible y se convirtió en huracán. Todas las aberturas
habían sido cerradas para oponer resistencia a terrible oleaje y dentro de los
camarotes, la señora Weldon, Jack y acompañantes solo confiaban en Dios y en
Dick.
Tom y su hijo Bat estaban en popa y se les acerco Negoro fingiendo querer
conversar con ellos. De pronto Negoro cayó en un vaivén y se agarró a la bitácora.
Tom gritó, pensando que se había roto la brújula, y precipitó a Dick de su
camarote. Negoro, sin que nadie se percatara, había sacado el pedazo de hierro de
debajo de la brújula y lo había hecho desaparecer. Cuando Dick llego se tranquilizo
al verla intacta.
Dick amenazo, con un revólver en la mano, a Negoro diciéndole: “Este revólver no
me abandona nunca y sepa usted, Negoro, que a la primera insubordinación le
parto la cabeza”. En aquel momento Negoro cayó sobre el puente. Hércules le
había dado un golpe sobre el hombro. Hércules le pregunto a Dick: “¿Quiere que lo
arroje al agua?” y Dick contesto: “Todavía no, Hércules”.Cuando Negoro se levanto
murmuro dirigiéndose a Hércules: “La pagarás caro, negro maldito”.
Dick Sand contó a la señora Weldon el episodio, los dos tenían sus sospechas pero
tuvieron que contentarse con vigilar a Negoro, porque no había pruebas contra él.
Dick diviso tierra firme, que según él, se trataba de la isla de Pascua. Su
entusiasmo era inmenso y todos participaron de la alegría.
¡Tierra! ¡Tierra!
La señora Weldon le agradeció a Dick exclamando: “¡Dick, hijo mío, capitán! Te
desobedezco saliendo, pero creo que amaina la tormenta, ¿no? ¡Cuánto has hecho
por nosotros!” Dick se puso muy contento y con más ánimo y energía que nunca.
Dick Sand se había confiado de sus cálculos afirmando que se encontraban en el
litoral del Perú y de Chile.
Después de varios días de reacondicionar y preparar al sacudido bergantín, se
escucho el grito de Dick: “¡Tierra! ¡Tierra!”. Todos corrieron a contemplar la
esperada meta, el único que no apareció fue Negoro.
Dingo comenzó a ladrar como si reconociera aquel paraje. Negoro al oírlo, se lanzo
a contemplar la costa.
La única opción que les quedaba era acercar el navío a la costa y perderlo.
Levantado por una ola enorme el navío encalló y su arboladura se derrumbó.
A los diez minutos del choque, toda la tripulación del Pilgrim, se hallaba sobre el
acantilado.
Lo que conviene hacer
Dick Sand, el capitán, creía que se hallaban en la costa del Perú. Dingo y Negoro,
actuaban de forma extraña como si conocieran el lugar.
El pequeño Jack encontró un refugio, una amplia gruta. Allí comieron y bebieron
todos, incluso Negoro. Después de comer, el grupo pidió a Dick que siguiera al
frente del grupo. Lo primero que ordenó hacer, fue averiguar donde estaban
exactamente, entre tanto Negoro se alejaba lentamente.
La señora Weldon, Dick y sus compañeros volvieron al Pilgrim para extraer lo que
quedaba de alimentos, armas y unos quinientos dólares que había a bordo. Era
poco el dinero que había y la señora Weldon aseguró que ella tenía más.
Ya iban todos a descansar cuando Tom señalo que Negoro no había regresado. En
ese instante Dingo comenzó a ladrar con fuerza y todos se apresuraron a correr
hacia el rió.
Cuando llegaron no vieron ni oyeron nada. Entonces Dingo dejó de ladrar.
Regresaron a la gruta y se dispusieron a descansar.
Harris
Austin, que hacia guardia frente a la gruta, vio a Dingo que corría ladrando hacia el
rió. A sus ladridos despertaron todos y salieron para ver de qué se trataba. Se
armaron y siguieron a Dick Sand siguiendo las curvas del rió. Dingo seguía
ladrando.
Vieron a un hombre que avanzaba despacio procurando serenar al animal. El
hombre a ver a Dick y sus compañeros armados, aseguro el fusil en sus manos.
Entonces Dick Sando comprendió que se trataba de un aventurero extranjero.
Dick Sand saludó al hombre diciéndole: “Sea usted bien venido”. El hombre
respondió: “Bien venido también usted, joven”. Antes de que Dick Sand pudiera
explicarle como habían llegado hasta ahí, el desconocido se saco el sombrero y
saludó. La señora Weldon acababa de aparecer.
El hombre explico a Dick y sus compañeros que se encontraban en las costas de
América del Sur, mas exactamente en la costa boliviana, justo en el límite con
Chile.
Harris, el desconocido, los invito a acompañarlo a una estancia llamada San Félix
donde vivía su hermano. Tendrían que cruzar por medio de la selva, pero
acortarían la distancia en casi ochenta millas. Según los cálculos solo se trataría de
diez días de camino.
Ya en la gruta cada uno recogió su parte de cargamento y emprendieron el viaje.
La señora Weldon y Jack iban montados en el caballo de Harris.
El camino
Al frente del grupo iban Dick Sand y Harris, ambos armados, el primero con un fusil
y el segundo con un Remington.
Antes del atardecer habían recorrido ocho millas con relativa comodidad y
decidieron acampar hasta donde habían alcanzado. Bajo un enorme mango, se
instalaron a descansar.
Una larga caminata
Dick Sand y sus compañeros se despertaron con las primeras luces del día. A las
siete de la mañana, reiniciaron su marcha hacia el Este.
Los días 8, 9, 10, 11, y 12 de abril no ofrecieron mayores variantes. El promedio de
recorrido era de ocho o nueve millas por día y la salud de todos era bonísima.
Durante cuatro días continuo aún la marcha hacia el Nordeste. Por lo tanto, el día
16 de abril, habían recorrido, según lo calculado, unas cien millas y debían estar a
cuarenta y ocho horas del término de su viaje.
Al día siguiente el americano anuncio que en veinticuatro horas estarían en San
Félix.
La señora Weldon se alegro, pero no por ella, sino por Jack que padecía de fiebre.
Al llegar la noche acamparon, y como de costumbre se hizo la guardia. Pero un
grito despertó a todos; el primo Benedicto había sido mordido, según él, por un
díptero llamado tsetsé que jamás se había encontrado en América sino en otro
país.
Luego de lo ocurrido los demás reanudaron el sueño, pero Dick no descanso en
toda la noche.
Una espantosa palabra
Según Harris, por la noche de aquel día 18 estarían en San Félix.
Después de una larga caminata que parecía sin fin, Tom encontró un cuchillo de
forma curva y mango de marfil y se lo entrego a Dick Sand, el cual mostrándolo al
americano, dijo: “los indígenas deben de estar cerca”.
Harris explicó a Dick Sand: “Ya deberiamos estar cerca de la estancia. Tal vez, por
querer acortar el camino me he perdido” “Creo que debo seguir yo solo”, pero
Dick respondió: “No, señor Harris”, “Como usted quiera. Pero durante la noche no
podré guiarlos” manifestó Harris.
Dick Sand pensó acampar bajo un grupo de árboles, pero el viejo Tom lo detuvo.
“¡Mire!, señor Dick. ¡Mire! ¡Ahí! ¡Ahí! En esos árboles… ¡Manchas de sangre! ¡Y…
en el suelo… miembros mutilados!”. Dick corrió junto a él y pidió a Tom que no
diga nada a nadie. Dingo ladraba desesperado.
Se eligió otro sitio y se dispusieron a pasar la noche. Dick Sand, Austin y Bat
vigilaban juntos en silencio.
Tom se puso de pie de un salto y Dick Sand no pudo impedir que gritara: “¡Es el
león, el león!”. Entonces Dick agarro un cuchillo y se lanzo hacia el sitio que
ocupaba Harris, pero ya era tarde, él y su caballo ya habían desaparecido.
Dick pudo responder todas las preguntas que se había cuestionado anteriormente.
Entonces pronuncio la trágica idea que se le había cruzado por la cabeza días atrás:
“¡Africa! ¡Africa ecuatorial! ¡La de los tratantes y los esclavos!”.
2 parte Harris y Negoro
Durante el día que sucedió la horrible revelación, dos hombres se encontraban
cerca de Dick y los suyos para conversar. Éstos eran Harris y Negoro.
Eran dos viejos colegas, dos agentes de la caravana de Alvez. Se habían organizado
para que Dick Sand y todos sus compañeros se internaran en medio de la selva,
para vender a los negros, menos a Tom que ya estaba viejo, y a los otros…
Negoro, revelo a Harris, que es un prófugo, tras ser condenado por los
portugueses a vivir toda su vida en la cárcel de Loanda, logro escaparse.
Luego Negoro contó a Harris como hizo para desviar el barco y por todas las
situaciones que tuvo que pasar.
En un momento se escucho un ladrido furioso y Dingo se abalanzó sobre Negoro;
pero éste le apunto con el fusil de Harris y le disparó una bala.
Un terrible aullido de dolor siguió al balazo y Dingo se perdió en medio del follaje.
Harris preguntó a Negoro por que lo odiaba tanto Dingo, Negoro reveló que era
una vieja historia. En silencio y una al lado del otro se encaminaron hacia el
Coanza.
Un camino penoso
Dick Sand y Tom decidieron no revelar la verdad a la señora Weldon y a los otros.
Solo les dirían que Harris los había traicionado
El plan de Dick ahora era encontrar un rió que los guiara a la costa.
Con las luz del nuevo día se despertaron todos, Dick informo a sus compañeros
que Harris los había traicionado y que esta combinado con Negoro.
Informo también, que necesitaban llegar cuanto antes a la costa, pero por la selva
seria peligroso, requerían lo mas antes posible encontrar un rió.
Notaron la ausencia de Dingo pero decidieron dejarlo atrás porque no les convenía
detenerse, aparte Dingo es un perro inteligente pensaba Dick.
Decidieron acampar en medio de bambúes a fin de tomar alimentos y recobrar
fuerzas. Durante la comida hablaron poco; la señora Weldon, con su hijito en
brazos, no quería probar bocado.
Los pésimos caminos de Angola
Cuando Jack se despertó abrazo a su madre, su aspecto había mejorado y la fiebre
no había vuelto.
Luego de esta alegría, Dick propuso que reiniciaran la marcha. La primera milla se
hizo muy agotadora, ya que iban caminando entre malezas y enredaderas.
Después pasaron por un túnel hecho por elefantes; en él se veían restos humanos
y cadenas de esclavitud. Dick Sand temía que alguien preguntara algo por lo que
estaban pasando.
“Hay que reconocer bien el suelo antes de poner el pie en él” señaló Dick. Habían
llegado a una amplia llanura, y el suelo comenzaba a ponerse húmedo.
A las cinco de la tarde dejaron atrás el pantano, pero en el cielo fueron
apareciendo relámpagos y truenos.
Llegaron a unos hormigueros vacíos (Dick había llegado a examinarlos, antes de
que se largara la lluvia), más sólidos que una carpa o una choza. Y ahí se
refugiaron.
Qué pasa con las hormigas
El primo Benedicto estaba muy confundido. No podía entender el abandono del
hormiguero, se habían llevado hasta las larvas jóvenes.
Dick Sand comenzó a asustarse cuando Benedicto manifestó: “Es posible que estos
insectos, que son tan instintivos, hayan adivinado algún peligro”.
Después de un rato prepararon la comida y con verdadero apetito se lanzaron
sobre ella. Mientras cenaban, el primo Benedicto dio un discurso informativo
sobre las termitas belicosas y las de mayores proporciones. Cuando Benedicto
informo que esos insectos se encontraban en África, en las provincias del centro y
las meridionales, Tom se apresuro a decir: “Pero aquí no estamos en África”.
En un momento que Dick estaba completamente alejado de la realidad la señora
Weldon se apoyó sobre su hombro y le dijo: “Lo sé todo, mi pobre Dick, pero la
voluntad de Dios aun puede salvarnos. ¡Hágase entonces su voluntad!”
La campana de buzo
A media noche, Dick sintió una terrible impresión de frió. Se levanto y observo que
el agua invadía la parte inferior del hormiguero.
Habían quedado atrapados en una cosa que se parece a la campana de un buzo.
Al último intento de salvación, el último orificio que podían hacer, se escucho un
silbido, y el aire comprimido se esparció, y un rayo de luz se filtro hacia el interior.
La alegría invadió a todos. Dick Sand fue el que primero en manifestarse del
boquete.
Lanzo un grito y simultáneamente, una flecha atravesó el aire.
Hércules, Acteón y Bat dispararon contra las canoas. Pero… no pudieron hacer
nada porque los indígenas los superaban en números.
La señora Weldon, Jack y el primo Benedicto fueron llevados en una barca
diferente y con diferente dirección que la barca en que se llevaron a Dick y los
suyos.
Dick y sus compañeros se resistieron, pero Hércules fue el único que pudo escapar.
Al llegar a tierra, Dick Sand y sus compañeros fueron encadenados como esclavos.
Un campamento junto a la Coanza
El rió Coanza se había desbordado durante la noche. Éste era el rió que Dick quería
encontrar para llegar a la costa.
Al llegar al campamento de indígenas, conducida por Ibn Hamis, socio de Harris y
Negoro, Dick Sand y sus compañeros fueron tratados como esclavos.
Tom, Austin, Acteón y la pobre Nam fueron atados por la garganta, en parejas;
tenían una cadena que los sujetaba por la cintura. Solo poseían los pies libres para
caminar y los brazos para llevar la carga.
Dick Sand era el único que no estaba atado a ningún esclavo. Sus pies y manos
estaban libres, pero un havildar lo vigilaba constantemente.
Dick intentó acercarse a sus amigos para comunicarles, ya que el sabia mucho de
geografía, que desde el Coanza a Kazonndé había aproximadamente unas tres
semanas de camino. Pero un guardia se abalanzó sobre él. Dick le arrebató el arma
pero ya lo habían rodeado ocho soldados y lo hubieran asesinado si un jefe árabe
no los hubiera detenido. Se trataba de Ibn Hamis.
El diario del capitán
Si bien la tormenta había acabado el día anterior, el tiempo no era bueno. Bajo un
cielo nublado la caravana partió del Coanza y se dirigió hacia el Este.
Todos los días la caravana se ponía en marcha al amanecer y solo paraba una hora
a las doce.
Los esclavos fatigados y castigados no podían avanzar mas, algunos eran victimas
de cocodrilos hambrientos y otros eran asesinados. La viruela atacaba con
violencia y el camino era un arroyo de sangre y cadáveres.
Dick Sand asustado, distingue entre la oscuridad, dos ojos brillantes. Un animal
saltó sobre él, era Dingo. Lamiéndole las manos intentaba indicar a Dick que debía
buscar algo. Éste encuentra un pedazo de caña y dentro de ella un papel. Dingo se
despide lamiéndolo y se marcha. Era una carta de Hércules informándole que la
señora Weldon, Jack y el primo Benedicto van con Harris y Negoro; él esta bien y
esta con Dingo.
Dick se alegro mucho y dio gracias a Dios.
Uno de los largos y pesados días de mayo, veinte esclavos no pudieron seguir
caminando y los asesinaron. Entre ellos estaba la pobre Nam.
El arribo de a Kazonndé
El 26 de mayo la caravana llego a Kazonndé, la mitad de los prisioneros había
muerto.
Kazonndé es uno de los más importantes mercados de Angola. Kazonndé se divide
en dos partes: la de los negociantes y la del rey negro.
En Kazonndé, el barrio mercantil pertenecía a José Antonio Alvez, el patrón de
Negoro y Harris, y el más importante tratante de la región.
Al llegar a Kazonndé, los esclavos fueron llevados a la gran plaza, donde los
exponían para la venta.
Dick Sand observo a Ibn Hamis y Alvez que hablaban constantemente. Y se
aproximó a ellos; Alvez estaba ahora junto al barrancón de Tom y los suyos.
Entretanto Tom señaló a sus compañeros y le dijo: “¡Somos ciudadanos libres!
¡Ciudadanos de los Estados Unidos de América!”. Alvez, con ironía, respondió: “Si…
Si…Americanos. ¡Sean bien venidos! ¡Bien venidos!”.
Cuando Dick Sand se encontraba frente a Alvez preguntó enfadado: “¿Qué quiere
usted de nosotros?”, inútilmente repitió varias veces la misma pregunta.
Dick le comunico al viejo Tom que Nam había muerto en el camino. Pero la
conversación se interrumpió cuando Dick sintió que una mano se apoyaba sobre
su hombro y escuchó una vos que reconoció al instante. Era Harris.
Harris, fingiendo piedad y tristeza, dio a entender a Dick que la señora Weldon y
Jack estaban muertos.
Entonces una insaciable sed de venganza se apodero del joven, que se abalanzo
sobre Harris y le arrancó el cuchillo que éste llevaba en el cinto; sin piedad se lo
hundió en el corazón. Después de unos minutos, el hombre estaba muerto.
Un día de gran mercado
Alvez y los suyos reclamaban su muerte, pero Negoro los detuvo; pidió que lo
encadenaran y lo llevaran a prisión.
Después de dos dias, se abrio el mercado. Alvez era allí quien dirigía las
operaciones.
Tom y los suyos, muy codiciados por los extranjeros, fueron comprados por un
árabe.
Un trago para el rey Kazonndé
A las cuatro de la tarde un ruido de tambores y otros instrumentos se oyó en la
calle principal. Había llegado el rey Moini Lunga, acompañado por sus dos mujeres,
sus funcionarios y sus soldados. Era un gran alcohólico.
Alvez lo saludó e intentó negociar con el rey, pero este solo pedía beber. Moini
Lunga desesperado por tomar, planteó: “por cada gota de aguardiente le daré una
gota de sangre de un blanco”, también sugerida por Negoro.
Entre tanto fue cayendo la noche y llego la hora para que ardiera el alcohol. Alvez,
hizo llevar al centro de la plaza una gran caldera. Dentro de ella fueron vaciados
varios barriles de alcohol y guindas.
Moini Lunga, tambaleante, se acerco a la cadera y Alvez puso en su una mecha
encendida.
Con una gran cuchara Alvez removía el líquido, que despedía llamas cada vez más
altas.
El rey tomó el cucharón y lo hundió en la caldera; lo retiró y luego de tomar un
sorbo se produjo una combustión espontánea. Moini Lunga se incendió por
completo. Su ministro intentó ayudarlo pero también se incendio totalmente.
El entierro del rey
Decretaron que se le haría al rey los funerales propios de un dios. Negoro
aprovecharía para que Dick Sand fuera una de las victimas que acostumbraba a
inmolar en tales ocasiones.
Una noche, después de una visita burlona y amenazadora de Negoro, Dick recibió
sorpresivamente a Dingo que logró pasar por debajo de la puerta donde lo tenían
prisionero. No llego a entender al perro por que en seguida los perros del lugar
descubrieron a Dingo, que huyo precipitadamente.
Pensaban enterrar al rey en un arroyo, para que después sus restos fueran tapados
por el agua. Las paredes y la base fueron recubiertas por sus esposas y esclavas
vivas. Dick Sand mostraba las huellas muy frescas de las torturas que le había
ordenado infligir Negoro.
La reina hizo una señal y las cuatro esposas del rey fueron degolladas. El avance de
las aguas fue ahogando a las esclavas y Dick Sand hizo su último esfuerzo por
romper sus ligaduras. El agua siguió subiendo y no quedo más mínima señal de las
victimas sacrificadas en honor del rey borracho.
Una factoría por dentro
Por supuesto, Negoro y Harris habían mentido. Tanto la señora Weldon como su
hijo y el primo Benedicto se encontraban en Kazonndé. La caravana llego ocho días
antes que la de los esclavos en la que iban Dick y sus amigos.
La señora Weldon, Jack y el primo Benedicto fueron encerrados en el
establecimiento de Alvez.
Tres días después del entierro, la señora Weldon recibió la visita de Negoro. Este
hombre pretendía negociar con ella. Este quería vender a la señora Weldon, pero a
su propio esposo. Por eso exigió a la señora que le escribiera una carta fingiendo
que estaban todos bien y presentando a Negoro como un fiel servidor que la
ayudó a huir de los salvajes. Negoro, amenazante, le dio el plazo de ocho días para
tener lista la carta.
Corriendo tras de un bicho encontró la libertad
La señora Weldon necesitaba encontrar la manera de que su esposo mande el
dinero sin verse obligado a viajar a Kazonndé, donde estaría expuesto a la traición
de Negoro.
El portugués se presento el día fijado ante ella y exigió que la señora que escribiera
la carta en la forma en que él había pedido.
La señora Weldon se resistió a escribir la carta. Negoro notó que no lograría vencer
la resistencia de la señora, entonces cedió. Llegaron al acuerdo que una nave
depositaria al señor Weldon en Mossamedes, un pequeño puerto de Angola,
conducida por el portugués. Ellos llevarían allí a la señora, a su hijito y al primo
Benedicto. En el momento de ser liberados los prisioneros se entregaría la suma
que se conviniese y Negoro se alejaría de allí rápidamente. Después de esto
escribió la carta y se propuso a esperar.
Eran más o menos las once de una mañana tan calurosa y la señora Weldon y el
pequeño Jack dormían.
De pronto el primo Benedicto exclamó: “Un hexápodo”. Entonces esperó hasta
que el insecto se posara sobre su nariz para observarlo bien; pero este, asustado
por un grito del primo Benedicto se escapó.
Benedicto se puso de rodillas y comenzó a seguir al insecto. Salio de la choza y
llegó hasta el muro de la factoría. El primo Benedicto, ansioso por no perderlo,
comprobó que cabía en el túnel que se había metido la mantícora tuberculosa. Era
tal su interés, que no se dio cuenta que había logrado escapar de ese lugar donde
los tenían prisioneros.
Luego de seguir incansablemente al insecto, este se interno, de repente, en un
bosque próximo. Entonces la mantícora tuberculosa se perdió entre el follaje.
El primo Benedicto se lanzó, sin saber lo que hacia, a correr por el bosque. De
pronto, al pasar junto a un matorral, un ser enorme se abalanzó sobre él, se lo
llevo por la espesura y desapareció con él.
Un mago improvisado
La señora Weldon estaba muy preocupada por que su primo no volvía. Sospechaba
que podía ser alguna trampa de sus secuestradores.
Alvez, al enterarse de lo ocurrido, hizo cerrar el túnel y estrechó la vigilancia sobre
la señora Weldon y su hijo. Del primo Benedicto no quedaba una sola huella. Los
días pasaron, la vida continuó con su ritmo anterior.
Entretanto, se desarrollo un hecho insólito en aquella región. Las lluvias no
cesaban y se estaba perdiendo toda la cosecha.
La reina Moira, ante esta terrible catástrofe, decidió acudir al mgannga (gran
mago) de Angola, que era sumamente célebre. El gran mago acepto, y anuncio su
llegada a Kazonndé.
Era un hombre robusto, alto y hermoso; llevaba consigo una canasta con amuletos
y objetos de superstición. El hombre era mudo y solo para comunicarse emitía
sonidos.
La reina se entusiasmo al verlo; cuando empezó con sus gestos y danzas ella
intentaba imitarlo. La tormenta no acababa y todos empezaron a murmurar, la
reina frunció el entrecejo. Pero el mago, mucho más grande que todos ellos,
extendió su brazo señalando a la choza donde se encontraba la señora Weldon,
que se había asomado para ver que ocurría.
Al ver esto, todos entendieron que la señora Weldon y Jack eran los causantes de
esta tragedia. El mago tomó a Jack y lo alzó hacia el cielo sacudiéndolo. La señora
Weldon, por temor a que lo arrojara al suelo, se desmayó.
El mgannga tomó a la señora, también, en sus brazos, y se los llevo entre la
multitud. Alvez quiso oponerse, pero la reina ordenó a sus soldados que lo hicieran
prisionero.
Mientras tanto, el mago seguía llevando en sus brazos a Jack y a su madre.
Rápidamente se alejo de Kazonndé, hasta que lo perdieron de vista. Llego justo a
un rió y se detuvo. Sacó entre el follaje una piragua y embarcando en ella a la
madre y al niño la empujó con el pie mientras decía: “¡Mi capitán! ¡Aquí traigo a la
señora Weldon y a su hijito Jack! En marcha y que el cielo haga reventar todas sus
nubes sobre las cabezas de los tontos de Kazonndé”.
A la deriva
El mago era Hércules, irreconocible bajo aquellas vestimentas, y aquel que hablaba
era Dick Sand. Dick estaba apoyado sobre el primo Benedicto, y junto a el estaba
Dingo.
También era Hércules, que se había llevado al primo Benedicto el día de la caza de
la famosa mantícora.
Mientras la piragua se deslizaba sobre el rió, Hércules contaba por todo lo que
había pasado: lo que había hecho después de que se escapo del hormiguero.
Durante días y días, la piragua se deslizaba a una velocidad de dos millas por hora.
La luz de un nuevo día trajo extraños resplandores en el agua. A medida que
navegaban, se oía ruido cada vez más ensordecedor. Era una catarata. Entonces
debieron lanzar la embarcación hacia la orilla izquierda. Apenas llegaron a la costa,
Dingo saltó al agua, llegó a tierra y desapareció entre la espesura. Dingo indicaba
que lo siguiesen, y así llegaron a una choza. Allí adentro encontraron unos huesos
blanquecinos. “¡Un hombre ha muerto aquí!” exclamó la señora Weldon. En el
fondo de la choza encontraron un tronco, sobre él aparecían dos grandes letras
rojas, algo borradas ya. S.V. eran las iniciales que tenia Dingo en su collar. Dick
Sand recogió una cajita de cobre que había en el suelo, la abrió, y leyó un papel
escrito con sangre que decía: “Asesinado…Robado por mi guía Negoro…3 de
diciembre de 1871…Aquí…120 millas de la costa… ¡Dingo! … ¡Conmigo!”. Firmada
“S. Vernon”.
Aquella noche habían entendido todo: este hombre había salido a explorar el
centro de África y tenía como guía a Negoro. Negoro lo asesino en esa choza y se
quedo con sus pertenencias. Tras el crimen huyó y luego cayo en manos de los
portugueses, logró evadirse de la cárcel y en Nueva Zelandia se embarco en el
Pilgrim.
Dingo debió permanecer días enteros contemplando esas dos letras que se fijaron
en sus ojos. En la costa fue recogido por el capitán del Waldeck y de allí paso al
Pilgrim.
Dick Sand y Hércules se disponían a sepultar aquellos huesos cuando Dingo,
lanzando un aullido de rabia, salio corriendo de la choza. Uno hombre luchaba con
el perro.
Hércules corrió, como todos los demás, hacia el sitio donde provenían los gritos, y
vieron arrojarse a un hombre que rodaba por el suelo. Era Negoro.
Sorprendido por Dingo, apenas tuvo tiempo de herir al animal con su puñal.
Cuando Hércules se arrojó arriba del hombre, no necesito matarlo, este yacía
muerto. También Dingo, herido mortalmente, se arrastró hasta la choza, y fue a
morir junto a su amo. Negoro había muerto, pero los indígenas que lo
acompañaban no debían estar lejos y, al ver que no regresaba, sin duda lo
buscarían.
Dick Sand decido explorar la otra orilla, Hércules se quedaría con los demás. Dick
estaba ya casi sobre la costa y se preparaba para saltar de la piragua, pero en ese
momento se escucharon gritos de una docena de indígenas que pretendían atacar
al joven. Dick se vio perdido, y decidió sacrificar su vida para salvar a sus amigos.
Había una forma de salvar a los suyos; disparó su fusil sobre el timón de la piragua,
que salto hecho pedazos. Los indígenas, buscando salvarse a nado, se arrojaron de
la piragua y ésta se hundió hasta el fondo de la catarata. Los caníbales se
desgarraban por doquier al chocar con las rocas. Pero Dick se agarró al banco que
unía los bordes de la embarcación y con la cabeza fuera del agua, se confió a sus
fuertes brazos de nadador. Un cuarto de hora mas tarde, sobre la orilla izquierda,
se reencontraba con todos sus amigos.
Conclusión
Dos días mas tarde, encontraron una caravana que marchaba hacia Emboma, en la
desembocadura del Congo.
La señora Weldon, su pequeño hijo Jack, Dick Sand, Hércules y el primo Benedicto
llegaron, por fin a Emboma. Un barco desde allí los llevo hasta el istmo de Panamá,
desde donde la señora Weldon envió un telegrama a su marido, en San Francisco,
avisando a aquel hombre desesperado su regreso.
Finalmente, los náufragos del Pilgrim, llegaron a la capital de California. Solo
faltaban el viejo Tom y sus compañeros.
Dick Sand se convirtió en hijo y Hércules en amigo intimo de la familia Weldon. En
cuanto al primo Benedicto, apenas llegó, se encerró a estudiar al hexápodo que
Hércules había encontrado especialmente para él. Mas ¡oh sorpresa!, el Hexápodo
Benedictus no era sino una araña, y si tenia seis patas, era porque Hércules, al
apretarla entre sus dedos, le había quebrado las dos que le faltaban.
Tres años mas tarde, Jack contaba ya ocho años de edad y Dick Sand le hacia
repetir sus lecciones. A los dieciocho años, había finalizado sus estudios y ya
estaba al frente de la casa James W. Weldon.
Dick pensaba, todo el tiempo, en el viejo Tom, en Bat, en Austin y en Acteón, y se
sentía responsable de su desdichada suerte. La misma tristeza invadía a la señora
Weldon.
Por eso James Weldon, Dick Sand y Hércules removieron cielo y tierra para hallar a
los desaparecidos. Gracias a las agencias que el señor Weldon tenía en todo el
mundo consiguieron ubicarlos. Dick Sand quería dar todos sus ahorros para
rescatarlos de la esclavitud que cumplían en Madagascar, pero el señor Weldon no
se lo permitió y él se encargo del trámite, por medio de un agente suyo.
De este modo, un día de noviembre, los cuatro negros llamaron a la puerta. De los
náufragos de Pilgrim solo faltaba la pobre Nam y Dingo, pero ellos ya no podían
retornar a la vida.
Se hizo una gran fiesta ese día y el mejor brindis que fue acompañado por todos
con aclamaciones, fue el que la señora Weldon dedico a Dick Sand, “al capitán de
quince años”.

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