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«Nacimiento de la Luna y el Sol»

Este es uno de los muchos mitos de la cultura arhuaca, un pueblo indígena localizado
en la Sierra Nevada de Santa Marta. La historia indica que en medio de la oscuridad,
nacieron dos niños de una hermosa indígena arhuaca, desprendiendo luz por todo su
cuerpo. La mujer, con temor de que se los quisieran robar, decidió esconderlos en una
cueva. Pero su gran resplandor se filtró por entre las hendijas de la puerta y logró ser
visto por todos. Curiosos, los nativos se dirigieron a la cueva con el fin de conocer lo que
había en su interior.

Con tambores, caracoles y flautas, llegaron hasta allí y comenzaron a tocar hermosas
piezas musicales que fueron escuchadas por los pequeños. El varón, que se llamaba
Yuí, quiso salir para poder escuchar mejor la hermosa melodía que venía de afuera. Al
verlo, los indígenas intentaron atraparlo. Asustado, Yuí comenzó a volar y llegó hasta lo
alto del cielo, convirtiéndose en el sol. Se dice que quienes lo siguieron con la mirada,
quedaron paralizados y se convirtieron en piedra. A pesar de lo sucedido, quienes aún
permanecían en la entrada de la cueva, notaron que la luminosidad en su interior
continuaba. Entonces, decidieron volver a tocar sus instrumentos de una manera aún
más hermosa, logrando así que Tima, la hembra, saliera a escuchar su música.

Una vez afuera, los indígenas le arrojaron cenizas a su rostro, la cual cegó sus ojos.
Intentaron capturarla, pero no lo lograron, pues ella también emprendió el vuelo hacia el
cielo, situándose muy cerca de Yuí. Como su cara había quedado cubierta de
ceniza, Tima no volvió a tener el mismo resplandor que su hermano; fue así como se
convirtió en la luna y sale cada noche para vigilar los verdes prados de quienes una vez
quisieron poseerla.
Teseo y el Minotauro

Poseidón le concedió a Minos, el rey de Creta, un hermoso toro blanco a condición de que
lo sacrificara en su honor. Tan fascinado estaba Minos con aquel toro, que sacrificó a otro
ejemplar como sustituto, y Poseidón lo descubrió. Poseidón hizo que Pasifae, esposa de
Minos, sintiera gran atracción por el toro. Parsifae ordenó al arquitecto Dédalo fabricar una
vaca para esconderse en ella y acercarse al toro, tras lo cual se unió a él y se embarazó.
Nació una criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro, llamado Minotauro. El
Minotauro devoraba a quien encontrara a su paso, y se hizo incontrolable al crecer.
Entonces el rey Minos encomendó a Dédalo construir un laberinto para encerrarlo.
Mientras se construía el laberinto, Minos recibió la noticia de que su único hijo, Androgeo,
había sido muerto por los atenienses. Entonces sitió la ciudad de Atenas y los obligó a
pagar un tributo cada nueve años, que consistía en sacrificar siete doncellas y siete
mancebos al Minotauro.
Teseo, hijo del rey de Atenas, Egeo, se ofreció como parte del tributo para detener el
derramamiento de sangre. Como los barcos atenienses debían izar velas negras en señal
de luto, le pidió que, si volvía con vida, izaran velas blancas.
Minos tenía dos hijas: Ariadna y Fedra. Ariadna se enamoró de Teseo y le prometió

ayudarlo. Le entregó un ovillo de hilo y una es pada mágica. Con el hilo


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