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Teseo y Ariadna

Todo comenzó en Creta, cuando el rey Minos le pidió a los dioses ser coronado

tempranamente como soberano.

Se dice que Poseidón escuchó su ruego e hizo que del mar saliera un bellísimo

toro blanco como señal de que su deseo era concedido. Minos se comprometió a

sacrificar al toro en honor al dios. Sin embargo, el animal era tan hermoso que el

nuevo rey hizo que lo confundieran entre todo el ganado y sacrificó a otro

toro para cumplir con el compromiso.

Poseidón se percató de la astucia de Minos. En venganza por intentar engañarlo,

hizo que su esposa, Pasíafe, incubara una pasión insana. De repente, se enamoró

del toro. De esa unión nació el Minotauro: mitad hombre, mitad toro.

El Minotauro solamente se alimentaba de carne humana. A medida que iba

creciendo se volvía más salvaje y para neutralizarlo, Minos le encargó a Dédalo la

construcción de un laberinto con una única salida. Finalmente, el Minotauro

quedó atrapado allí.

Entre tanto, el hijo mayor de Minos murió a manos de los atenienses. Minos

lanzó grandes maldiciones sobre Atenas y le declaró la guerra. Para detener las

calamidades que habían caído sobre la polis, los atenienses aceptaron las

condiciones que Minos puso para su rendición. Debían entregarle, todos los

años, siete hombres jóvenes y siete mujeres jóvenes.

Teseo era el hijo del rey de Atenas, Egeo. Teseo era famoso por su valor.

Además, tenía la fama de haber vencido siempre a todos sus enemigos. Por

eso, cuando cumplió 18 años, se ofreció para que lo incluyeran entre los jóvenes

a sacrificar. Aprovecharía para matar al Minotauro y acabar con los sacrificios.


Así fue como Teseo se embarcó rumbo a Creta. Al llegar, vio a Ariadna. Era la hija

del rey Minos. Teseo se enamoró de ella al verla; un acontecimiento que fue

recíproco. Los dos iniciaron una relación y Ariadna conoció cuáles eran las

intenciones del joven. Sabía que, aunque lograra derrotar al Minotauro, no

conseguiría después salir del laberinto.

Para evitar que esto ocurriera, le entregó a su amado un ovillo de hilos de oro.

Así Teseo lo iría deshaciendo a medida que avanzara en el laberinto, para seguir

su rastro de vuelta. De este modo, no iba a perderse. Teseo inició su misión.

Primero hizo que el Minotauro le persiguiera para que la bestia se cansara.

Luego, según cuenta el mito de Teseo y el hilo de Ariadna, le dio muerte.

Tal y como estaba acordado, encontró la salida gracias al hilo de Ariadna.

Después los dos se embarcaron rumbo a Atenas, junto con la tripulación. Sin

embargo, ya en camino fueron víctimas de una terrible tormenta. Esto les obligó

a desembarcar en la isla de Naxos.

Hay varias versiones del mito. Una de las más conocidas señala que Dioniso, dios

del vino y la fertilidad, vio a Ariadna y se enamoró de ella. Gracias a sus malas

artes, logró que ella se borrara por completo de la mente y del corazón de su

amado. Por eso Teseo partió, dejando a Ariadna en aquella isla.

Teseo, por su parte, regresó a Atenas en su barco. Le había dicho a su padre que

de tener éxito en su empresa, izaría las velas blancas. De no ser así, serían izadas

la velas negras. Sin embargo, en el momento del regreso, olvidó cambiar las

velas negras por las blancas. Al ver el barco, su padre pensó que había muerto.

Entonces se arrojó al mar. Compungido por lo sucedido, Teseo bautizó esas aguas

con el nombre de su padre: mar Egeo.

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