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Tragicomedia de la Moderna

Celestina
Tragicomedia de la Moderna
Celestina
A Huella’s Production

Author: Directed by Mina the Werewolf


Coverdesign: Sky_Light
ISBN: -
© Huella’s Production
Auto 1

Calisto escaló la picuda roca para intentar observar donde había caído el balón que había tirado el
negro Sempronio. Desgraciado de él, siempre las tiraba altas. Y como buen brasileño sobre actuaba
cuando le daban una patada. Cayó del otro lado al ver la Esfera de Cuero. Y... Oh. Desgraciado de él.
Aquellas rocas delimitaban la playa normal de aquella nudista. Y delante de ella se encontraba una
joven de unos 20 años, morena, tez castaña, piel de Kim Kardashian, y... ¡Menudos pechos! Calisto
sentía como se despertaba su entrepierna.
- Oh, menuda diosa. Y desnuda la veo cual vino al mundo... ¿Cuál es tu bendecido Instagram, para
hablarte más a menudo, ya que tu OnlyFans ya lo he visto entero?
- ¿De qué hablas niñato? Vete a la mierda, eres sólo un crío híper extraño que habla como el medievo.
- Oh, desgraciado de mí. Que oyen mis oídos, que ven mis ojos. Te quiero para mí pero no soy digno de
tanta belleza.
- Coge el balón y vete a la mierda, anda chaval.
- Dime, por lo menos tú nombre y me iré.
- ¿Estás seguro de irte entonces? Me llamo Melibea, no sé quién está peor, si mis padres o tú.
- CALIHTO, DÓNDE EHTÁH - El chaval de 15 años pareció despertar de aquel sueño en el que se había
sumido y dejó de observar el magnánimo trasero de la hermosa Melibea y diose media vuelta para
encontrarse de cara con Sempronio. Aquel inmigrante ilegal no era capaz de estar 10 minutos él sólo,
siempre tenía que andar con algún blanco que le protegiera de aquellos blancos matones. Érase un niño
con complejo de Inferioridad, ya se sabía en el pueblo que su madre era Alcahueta, así como su tía, y él
intentaba alejarse de aquel mundo al que pertenecía y buscaba la protección de sus mayores. Calisto
aceptaba protegerlo, pero a veces aquel niño era como una sanguijuela que no se puede quitar salvo con
mucho dolor, y le seguía a todas partes. Sería un problema si Calisto conseguía ganarse la fidelidad de
Melibea.
- Oh Sempronio, mi fiel Sempronio, tú que has estado siempre para mí acabarás en buen augurio a la
hora de tu muerte. Por desgracia no es igual para mí, ya que mal de mil amores me aqueja.
- ¿Quién le hijo daño? - preguntó por su parte Sempronio.
- La vida. La vida me ha prohibido ser digno de aquella mujer - dijo Calisto, golpeándose el pecho por el
sufrimiento que carcómasele en el interior.
- Eho son bobadah. Mi amá dihe que hi un amoh te hace hufrih, no eh amoh. - A Calisto aquello no le
valía. Sólo soñaba con su reina, la diosa de sus sentimientos. Melibea... A partir de ahora, sólo soñaría
con ella, estaba seguro. Y cuando por las noches se encontraría se encontraría sólo, sabía quién tendría
en mente mientras la magia actuaría. Sempronio y el joven noble deshicieron el camino que habían
recorrido hasta aquella playa, morada de aquella Ninfa de los mares, para encontrarse con Pármeno,
dos años mayor, y el otro mejor amigo de Calisto, a quien siempre confiaba. Le contó la historia que
acababan de vivir, y Pármeno sonrió ampliamente.
- Bueno, creo que aquello se puede arreglar. - Agarróse del hombro a Calisto y se lo llevó aparte,
mientras Sempronio les pisaba los talones. - Conozco a una tipeja, puta, vieja. Se llama Celestina.
Quizás nos podría ayudar. Es donde yo compro la mercancía. - Calisto miró perplejo al muchacho.
Pensaba oírlo con tono burlesco, una sátira a su mente de 15 y tres meses con aires de grandeza. -
Déjame hablarle, el plan será drogarla y en tu cama hallarla. Abrirte las puertas del Elíseo de Melly
cuya única llave tiene la Vieja Celeste. - Antes de que Calisto articulara palabra o tan sólo se extrañara
de que su amigo en verso hablara, Pármeno se fue a la casucha de Celeste, y llamó a la puerta. Dentro
del hogar se armó el Caos. Alicia, la hija de Celeste de una relación mal parada, estaba aparejada con
Pármeno, pero actualmente con otro que escondió en el armario.
- ¿Qué pasó? - preguntó este.
- Viene mi padre - respondió la otra, cerrando la puerta. Alicia bajó mientras se subía aún los tirantes
de su sujetador y bajando a recibir al cornudo de su novio. - ¿Qué has hecho todas estas semanas que
hace casi un mes que no me visitas? Seguro tienes a otra.
- Pero qué me traes diciendo. Qué más quisiera. - se defendió Pármeno. - Tengo que hablar con tu
madre, sobre unos negocios.
- O sea que no vienes en todo el mes y cuando vienes es para venir a por droga, ¿no?
- No hombre, no te pongas así. - dijo Pármeno, protestando, pero la muchacha ya se había subido, por
lo que no le oyó.
- Siéntate hijo mío, y dime cuanto quieres esta vez. - dijo mientras tanto la vieja Celeste.
Sempronio se alteró al ver a Pármeno acompañado de la vieja.
- Señó, Señó, están aquí. Vienen aquí. Pármeno y la vieja. - dijo, mientras iba rápidamente a buscar a
Calisto. Una vez encontróse con el muchacho, se reunieron con los otros dos que estaban llegando.
- Me han dicho que necesitas de mi ayuda. Drogar a una muchacha para acostarla a tu lado. - dijo la
vieja Celeste.
- Oh noble señora, bien seas bendecida, ya que gracias a ti recuperaré la serenidad y podré volver a ser
digno de aquella por la que me aloco constantemente, ya que a mi lado la quiero veinticuatro siete.
- Vale, vale, no te me escandalices, pero un pago necesito, por adelantado a ser posible, para poder
creer que tu negocio llegará a buen puerto.
- ¿Y qué es lo que quiere, humilde señora, como seguro de que mi pago será realizado? - preguntó
Calisto haciendo una reverencia ante la contraria.
- Una nadería, un diezmo - dijo a su vez Celeste, que sabía cómo tratar a cada persona y a cada
mochuelo su olivo. Tenía el don de la palabra para el negocio, y le aplicaba a cada cerdo su San Martín.
Y al ver que Calisto hablaba en un lenguaje culto, apropiado de los bárbaros medievales, decidióse ella
adaptarse para llevar cabo a buen puerto y concordar con el léxico de esta digna obra. - Una
videoconsola me vendría bien. Ya que aunque a Fortnite no juego, como paho para proveerme de
mercancía me sería de gran utilidad. Eso o...
- ¿O...? - preguntó Calisto, escandalizado por tener que vender su única droga y ocio.
- O pagas a mi camello de otra forma, no montando en su joroba, sino en otro bulto que yo me sé.
- Que dice, que dice. Aunque a Melibea amo y con ella de todo quiero probar, antes dejo el Call of Duty
o el Lol que prostituirme con un porreta. Aunque buenos bultos querría yo probar, bajo la de un
camello nunca te debes asomar. Que por mucho que sea drogueta, nunca le bajaré la bragueta. Tome
mi buena señora, mi consola y demás trastos, que con esto tendrá usted sustento para usted y sus
clientes durante un mes.
- ¿Un mes? Mucho me subestima usted. Con ese dinero me da para una semana y unas horas de
felicidad, que con tantos clientes conseguiré suficiente dinero para un bailarín brasileño para la boda
de mi sobrina.
- Hablando de sobrinas... - dijo Pármeno, llevándose a la vieja Celeste aparte. - El negro Sempronio no
está fiado de tu fidelidad. El pobre cree en el amor verdadero y necesitaría un buen culo para ponerse
de nuestra parte. - Celeste la miró mal.
- Yo ya estoy mayor para esas cosas.
- No hablaba de ti, sino de tu talento de proxeneta. Quizás encontrarías a alguien que le pueda
complacer, al fin y al cabo es negro y larga la debe tener. Quizás una puta le puedas contratar.
- Ya me lo llevaré aparte, y trataré el tema con él. De momento voy a recibir mi pago y ultimar el
contrato. - La vieja Celeste volvió al lugar de reunión y llamó a Calisto. - Que las reuniones de negocios
mejor solos que a varios.
Auto 2
- Le he entregado mi PlayStation a aquella mujer... Ustedes creen que hice bien.
- Seh... Aquella mujer es la que me vende la droga todas las semanas. - Dijo Pármeno, mientras le daba
otra calada a su cigarro. - No hay ningún material que no tenga. Seguro que con un poco de coca Melly
te ve 5 años más mayor y se te tira encima.
- Higoh pensando que ehto tá mal. Mi amá... - Empezó a decir Sempronio, pero Pármeno lo
interrumpió.
- Nos da igual lo que diga tu "amá". Celeste será mayor, pero es increíble. Jefa de putas, puta ella
misma. Controla la droga y corrompe a los más altos. No hay nadie a quien se le resista.
- Juhtamente, sé cómoh e eya porque a mí ya meh cuidó.
- Entonces hice mal, ¿Cierto? Sabía que no debía de fiarme de tal trota conventos. Lo único que saben
hacer es llevarte por el mal camino. Seguro que vende aquella Play por unas escasas monedas que le
darán de que esnifar una semana, o que le servirá para un nuevo Satisfyer. ¿Dónde me he metido, yo os
lo pregunto, Dios puede apiadarse de mí ahora que he pactado con el Demonio en persona?
- Mira chaval - Empezó a responder Pármeno, quitándose el pitillo de la boca para dárselo. - ¿Quieres
acostarte con la Melly, no? Pues deja a la vieja hacer su trabajo. - En ese momento el trío de amigos vio
a la vil anciana acercarse de nuevo, para llamar a Sempronio. Este asustado fue, para ver lo que la
anciana le quería, y ambos fueron a casa de la anciana mientras esta utilizaba de nuevo su demoniaco
don para las palabras.
Auto 3

- ¿Qué he lo que quiere, anhiana?


- De ti ya nada, muchacho, más tú quizás quieras algo mío para apartarte de nuestro camino.
- ¿Nuestro?
- Pármeno y mío.
- No hé de qué me habla. Yo yevo a hu hervihio de hahe ya muyo ayoh, y hólo hé lah mahdade que uhté
ha hecho. - La vieja Celeste diésele una colleja.
- Que vocalices te tengo dicho.
- Ay, no me pege hegnora, no me pege.
- Lo que te quería anunciar. Quizás con esa amiga de tu madre por la que tanto baboseas, podríamos
tener un negocio redondo.
- Ella no me querrá. Hoy un enano, ¿no cree?
- Pero quizás una vieja amiga y proxeneta podría convencerla de lo contrario. Además, todos aquí
sabemos el gigante que escondes. Pármeno me lo delató, me dijo que lo había visto y comido, y que
seguro que a la buena de Areúsa, buena amiga de tu madre y puta a mi servicio, seguro que sale bien.
- Ay, pero no hé, hegnora. Hoy mú joven para penhar en eha cohah ahora.
- ¿Que dices? Estás muy mayor. Es hora de hacerte notar de una vez por todas. ¿Me permites hablarla?
Seguro que le acabas encantando con esa cara de mono drogado y esa polla de caballo. (Siempre tuvo
unos gustos muy raros) - susurro por lo bajo la Vieja Celeste a continuación. - Tú déjame a mí, ¿Vale?
- Vale hegnora, uhté habrá. No creo que aquegna buena hegnora me ahepte en hu regaho, pero la
dejaré actuar de libre albedrío, a ver que eh capá de hacer. - La vieja Celeste asintió, satisfecha, y volvió
a su hogar despacio, mientras Sempronio dió la vuelta para volver a encontrar a sus amigos, a los cuales
deseaba contarles todo lo que acababa de acaecer, pero a la vez sabía que no debía si no quería perder a
Areúsa, ya que si Calisto enterábase, vería que en verdad todo esto esta planeado por los astutos
Pármeno y Celeste para que este perdiese todo lo que tuviese, hasta el mínimo real. Y el pobre negro
Sempronio perdería la oportunidad de ser abrazado por la buena de Areúsa, a la cual la había cogido
mucho cariño, como ésta a él, aunque lo veía más bien como un hijo propio que como un hombre, como
uno de sus múltiples clientes.
Al mismo día, la Vieja Celeste empezó a confeccionar la bebida que le daría a la buena de Melibea, para
que esta, sin sentido, cayera en los brazos de Calisto. Si todo saldría bien, pronto ella se vería rica y él
con una mujer pero perdido de deudas, jejeje.
Auto 4

La Vieja Celeste entró en la discoteca, que estaba abarrotada de gente. Se acercó a la barra, con suerte
encontraría el vaso donde meterle a Melibea el elixir de su riqueza. Pero allí no encontró a nadie, por lo
que decidió preguntarle a una mochacha que estaba bebiendo allí un vaso de buen alcohol.
- Eh moza. ¿Conoces a ésta? - preguntó la Vieja. La otra la miró con incredulidad.
- No sabía que dejaban pasar a los viejos. Yo soy Alisa. - Dijo, mientras intenta besar a la contraria en
los labios, pero Celeste se aleja a tiempo, cual cobra serpenteante. LLa otra cayó al suelo, y cuando se
levantó, con cierta dificultad, se notaba que se había pasado demasiado con el alcohol.
- ¿Que si la conoces?, te pregunté - Alisa miró un rato la foto, y en seguida gritó.
- Ay sí, esa es Melly. Es mi mejor amiga. Ahora vendrá, ese es su vaso.
- Vale, muchas gracias, - dijo la Vieja Celeste, antes de alejarse de la joven.
- Espero que no sea su madre, espero no haber metido en problemas a Melly. - pensó Alisa, pero en
seguida hundió su cabeza en los hombros. Era demasiado tarde para cualquier cosa. La Vieja Celeste
metió la droga en el vaso y esperó a ver desde lo lejos como la otra joven se lo bebía. Sabía que, apenas
unos minutos más tarde, la joven iría al baño, víctima de las náuseas. Allí se la encontró, mirando al
vacío, totalmente drogada y al servicio de la señora.
- Ahora harás caso de lo que te diga, ¿entendido? - la otra asintió. - Desvístete, y sácate una foto, en el
espejo. Eso a Calisto le bastará para una semana de pajas nocturnas. Envíaselo por este número, ¿me
entendiste? - la contraria asintió mientras hizo lo que se le acababa de pedir. En seguida, la Vieja
Celeste recibió una llamada de Calisto, prueba de que la había recibido, y de que estaba más caliente
que nunca. Incluso a la Vieja le pareció muy sexy aquella joven, pero en ese momento debía centrarse
en su actual trabajo. Le ordenó a la chica que se volviese a vestir, por el momento bastaría, aunque
sabía que Calisto pediría cada vez más y más. - Volveré a requerir de tus servicios.. Hasta pronto. - Dijo
antes de desaparecer por detrás de la puerta del baño, sin haber dejado ni un sólo rastro de lo que
acababa de hacer. Un trabajo redondo, como siempre, y al ver que Calisto no lo había llamado de
nuevo, supuso que ya se estaba haciendo una nueva paja. A buen pago rastro de leche, o al menos así se
decía entre las prostitutas. Salió de la discoteca no sin antes notar como en un lateral la moza de antes,
Alisa, estaba bailando mientras cantaba a voz en grito encima de una mesa. Sería un buen producto que
vender a alguno de esos viejos pervertidos de la Calle Bretón. Ya lo iría pensando, de momento tendría
que ir a visitar a Calisto, aunque quizás debería esperar un poquito, dejarle un poco de privacidad para
que este acabe sus menesteres. Decidió dar una vuelta, aprovechandole para dar unas cuantas caladas a
uno de sus últimos puros, pensando en sus próximos coños vendidos o comidos.
También debería hablar con Areúsa, cuestión de saber lo que harían con el pequeño Sempronio. Lo
oportuno sería esperar a que este se impacientara, ya que este momento podía no llegar nunca, por lo
que la Vieja no tendría porque mancillar a una de sus mejores trabajadoras con un niño cualquiera,
aunque este también era hijo de una buena y honrada trabajadora en el gremio de la Vieja Celeste.
Después de un buen cuarto de hora, pensó que sería oportuno volver, ya que Calisto tenía cara de tener
poca resistencia en sus genitales, aunque eso de buen hora, sólo Melibea lo sabría.
Auto 5

La Vieja Cheposa iba andando tan tranquilamente por la calle cuando repentinamente se encontró con
Sempronio, al que le dió las buenas nuevas.
- Justamente hacia allí me dirijo ahora mismo. - Coincidieron ambos, por lo que decidieron
acompañarse mutuamente para poder narrarle con todo lujo de detalles al pervertido de Calisto como
consiguieron las fotos que le dieron tan suculento placer. Se encaminaron por allí, pasaron por la plaza
de la fuente y la de la Estatua para acabar todos juntos en el pequeño piso de Calisto, en el centro de la
Ciudad, aprovechando que sus padres (no olvidemos que aunque muy buenorro y muy fuckboy, no deja
de ser un hombre de 15 años, por lo que no cuenta con la suficiente madurez como para vivir sólo)
estaban fuera haciendo unos recados. Allí también se encontraba el pequeño y negro Sempronio,
dispuesto a escuchar lo que la Vieja Celeste tenía que decir, para poder criticarla aunque sea, más tarde
por detrás. Era la hora. Todo el clan se encontraba reunido, y era hora de empezar el relato de como la
Vieja Celeste habíaconseguido que Melly mandara aquellas fotos al desnudo.
Auto 6
Cuando la Vieja Celeste por fin hubo acabado la narración sobre como le fue en aquella discoteca y
como consiguió producir el elixir que dejó a Melibea totalmente fuera de todo espíritu de razón. Calisto
la miraba maravillado, sin creerse muy bien lo que acababa de escuchar, sin poderse creer totalmente
que unas excelentes fotografías de Melibea se encontraban en aquel momento en su posesión, en su
celular. Mientras, Sempronio escuchaba por debajo todo lo que la Vieja tenía que decir y en seguida
buscaba un contrapunto, o algo contra moral. Pero Pármeno, justo al lado, que ya había escuchado todo
aquel relato anteriormente, mientras acompañaba a la vieja a casa de su amigo menor, le mandaba
callar constantemente, con miedo de que la Vieja Celeste le oyera y se enfadara, decidiendo anular todo
el plan.
Celeste en efecto escuchaba pero decidía ignorar al muchacho, pensando cada vez más fuerte en Areúsa
y tramando un plan que sería crucial para poder continuar con aquel exitoso negocio. Necesitaba
ponerse a Sempronio en su bolsillo lo más pronto posible. Decidiría pedirle el favor de acompañarla a
casa para que estos pudieran hablar tranquilamente y eventualmente poder ir a casa de Areúsa, no
podía posponer lo más. Aunque si por ella fuese, lo habría pospuesto bastante más. Sin embargo,
Sempronio ya había movido la ficha, y ahora le tocaba a ella poner el negocio en el tablero o hacer
jugada inteligente, por lo que su vieja mente astuta la aconsejaba que hiciese caso a lo que razón dijese,
e inventarse una nueva treta que hiciese mantener a Sempronio atento y fiel a ella para poder continuar
con un negocio sin peligros, o por lo menos con el menor posible.
Con ello, se estaba haciendo tarde, y Calisto y la vieja ya habían acordado que pagaría al día siguiente,
para poder evitar los malos encuentros durante la oscura noche que se avenizaba. La Vieja Celeste,
acompañada junto al negro Sempronio, al que no verían y sería por lo tanto más fácil que este
defendiera a la vieja. Irían rápido al hogar de Celeste, o así lo creía Sempronio, mientras que la vieja ya
pensaba en desviarse sin que el mozo se diera cuenta hasta la morada de Areúsa, donde el chico sería
baticinado, entre los muslos de aquella mujer, como fiel seguidor de la Celes por el resto de su
existencia, y se encargaría de propulsar a esta a la fama de la Vida media cuando muriese.
Mientras, en el hogar de Calisto, Pármeno acompañaba a su amigo a la cama. Antes de ir el mismo a la
suya propia, ya que quería estar seguro de que su amigo no se emocionara demasiado. En vano, ya que
Calisto no conseguía dormirse de la emoción, por lo que Pármeno lo dejó sólo para que navegara entre
los campos de trigo y paja para que se durmiera más tarde.
Auto 7

- Verás amigo Sempronio, ¿pensaste en lo que te dije? - El contrario siguió caminando, en silencio. Tras
un rato, se paró en seco.
- Uhted me prometió que me daría a Areúha, y aquí higo. ¿Por qué Calihto tiene algo y jo no?
- Tú me importas tanto o más que Calisto, mi niño. Pero él es impaciente, tú tienes el don de la espera.
Es más, llevas esperando toda tu vida para la mejor de las riquezas, el dinero de la herencia de tu padre,
que nos entrego una parte del secreto a mí y otra parte a tu madre. Si bien te portas conmigo y ayudas a
que el negocio de Calisto acabe a buen puerto, yo quizás podría darte un pequeño adelanto. Pero
vayamos primero a casa de Areúsa. - Una vez llegaron allí, Celestina subió. - Quedate aquí. - Sempronio
asintió, antes de que esta desapareciese escaleras arriba para hablar con su trabajadora.
- Hola madre, ¿Qué tal está? ¿A que se debe tan tardía visita? - preguntó Areúsa a la Vieja Celeste
- Vengo por un negocio. Que te aventajará tanto a tí como a mí. Sé que te gustan los negros, y
justamente te traigo a uno.
- Hombre madre, ¿pero no habría sido mejor esperar hasta mañana?
- No me seas vaga. El cliente me lleva esperando ya basgante. No seas ahora tú quien le hagas la
puñeta.
- ¿Pero lo conozco, al menos?
- Si, es el Sempronio, el hijo de Paquita.
- ¿Ese? Pero es un enano, seguro que no tiene siquiera el dinero para pagarte.
- No, pero un servicio que tiene que devolverme. Venga hazlo, está más bueno, su edad no es un límite.
- No sé....
- Piensa que de mayor, te podrá proteger, es fuerte y grande para su edad. Tú tan sólo tendrías que
devolverle el servicio de vez en cuando. - Areúsa, que se había quedado pesando unos instantes, estaba
a punto de caer en las tentadoras palabras de la vieja, y para acabar de empujarla hasta el fondo, la
Vieja Celeste llamó al niño para que subiese. Este, al ver a Areúsa desnuda, ya que esta se iba a acostar,
no pudo evitar sentir el despertar de su entrepierna. Se puso colorado y apartó su mirada, pero Areúsa
ya había visto la cosa tiesa revelarse en un gran bulto. La Vieja Celeste decidió irse en silencio, dejando
que entre ellos tuviese que surgir lo que sea, pero que a ella no le salpicase. Bajó los escalones de la
casa, enviando un mensaje momentáneo a Pármeno, acordando unos últimos detalles para asegurarse
que el plan fuese a acabar bien pase lo que pasase. Si todo salía tal y como lo esperaba la vieja, tendría
que preparar más comida de la normal para mañana. Pero ahora debía plantear lo que pasaría mañana,
ya que Calisto seguramente empezaría pronto a reclamar más y más, ya que una simple foto no bastaba
para saciar el apetito de un adolescente calenturiento que se haría pajas cada diez minutos. Así, como
quien no quiere la cosa, llegó a su casa, donde se encontraba también una Alicia ya dormida desde
hacía un tiempo. La Vieja también se acostó, sin tener ningún  sueño concreto. Nunca los tenía.
Auto 8
Sempronio, feliz, llamó a la puerta de la casa de Calisto. Sin embargo, una vez allí descubrió que estaba
durmiendo.
- Se ha pasado la noche bebiendo del alcohol de sus padres para celebrarlo - dijo Pármeno cuando este
se lo encontró. - Oyes, yo me decía que quizás podrías venir conmigo esta tarde. He acordado comer en
casa de Alicia. Su madre cocina, y tengo que tratar el pago que nos dará Calisto con ella. Areúsa
también irá, y seguro que podemos oasar una buena comida y compartir las ganancias. Dejemos a
Calisto, y ya veremos que es lo que reclamará después, pero de momento él está de fiesta, por lo que
nosotros nos podemos permitir estar de fiesta por hoy. Vayamos a casa de la Vieja Celeste y Alicia, y
discutamos allí negocios, hablemos de Melly y veamos como discurre el futuro, plácidamente sentados
bajo nuestro manto de fortuna, cuando estafemos a Calisto para que nos dé toda su riqueza y sacie
nuestra ambición. Ya quiero ver la cara de sus padres cuando descubran que les han dejado sin un
duro. ¿Y nosotros, dónde estaremos? En una buena playa, con unas buenas chicas, disfrutando del
buen tiempo y de la buena vida. ¿Qué te parece el plan? ¿Te unirás? ¿O seguirás a tu querido Calisto
endeudado y sin gloria hasta el fin de tus días, perdiendo a Areúsa y perdiendo toda la dignidad que
Calisto también perderá? ¿En qué bando jugarás? ¿Al que éticamente es malo pero ganará, o seguirás
hasta el fin con tu fidelidad, siendo el perrito faldero de Calisto y esperando a su pérdida final? ¿A qué
jugarás Sempronio? Contesta antes de que se nos haga tarde, que la vieja querrá saberlo también.
Auto 9

Pármeno y Sempronio llegaron al fin a casa de Alicia y la Vieja Celeste. Cuando la puerta se abrió,
ambos pudieron descurbrir que eran los últimos en llegar, y que ya habían llegado antes que ellos
Areúsa, que estaba ayudando a poner la mesa junto a Alicia, pero cuando vieron a los chicos entrar,
rápidamente ellas se pusieron a saludar a sus correspondientes muchachos, para instalarse a la mesa,
donde la Vieja instaló un buen cocido.
- Que delicia, Madre
- Me alegro que te guste, Areúsa. Ahora deberíamos hablar de un temita bastante importante, o así lo
considero yo. - Todos miraron a la vieja con especial atención. - Es hora de que todos tomemos ya
nuestros papeles en este negocio. Dentro de poco, Calisto empezará a reclamar cada vez más de Areúsa,
y lo que viene pronto, viene mejor. Podríamos intentar extorsionarle durante años y tener un pago
seguro, pero hay que recordar que Calisto no deja de ser menor de edad, y que sus padres se acabarían
dando cuenta de que este les están robando el dinero. Y como Calisto no tiene pinta de andar rondando
por páginas de Póker, lo mejor será un pago rápido con huida incluída. En definitiva, debemos darle a
la Melly, aunque sea lo último que hagamos. - En ese momento, alguien interrumpió a la vieja. El
timbre sonaba abajo.
- Ya voy yo, Madre. - dijo Sempronio, para evitar que la vieja Celeste se levantara. Abrió y allí se
encontraron a una más, Alisa, la meja de Melly que había pasado la noche rondando un viejo
almanaque al que llamaban páginas amarillas, había mirado en todas las redes sociales para encontrar
a la Vieja que había encontrado en la discoteca. Había encontrado a Melly visitiéndose, y esta, como por
arte de magia, le había pedido que fuese a buscar a la vieja que acababa de salir del baño, ya que
necesitaba verla, pero nunca la encontró, ya que esta y Sempronio habían ido a buscar a Areúsa y las
cosas de ese lado habían salido mejor de lo que la propia Celeste podía haber esperado. Ahora, Alisa
tenía que llevar a aquella anciana frente a su amiga, aunque no conocía exactamente la finalidad.
- Por favor señora, acompáñeme. La moza por la que preguntó ayer requiere de su presencia
actualmente. Dice que quiere hablarla, que es urgente. Por favor, acompáñeme, y la llevaré a su casa. -
No estaba segura de que eso fuese prudente, sin embargo no tenía tampoco claro que era lo que Melly
pretendía al ordenar su búsqueda. Corrióse a preparar la Vieja Celeste y juntas se encomendaron hacia
la morada de Melly, una delante guía, la Vieja atrás.
Auto 10

Ante el portal se encontraba Melly, quien miraba al infinito sin saber bien que pensar. Ambas mujeres
llegaron hasta ella, y la Vieja no le tardó en preguntar.
- Alisa, muchas gracias por tus servicios. Ya te puedes marchar. - dijo, como seria y ausente. - O, Vieja.
Desconozco tu verdadera identidad, desconozco tu motivación última, pero lo recuerdo todo. Así que te
pido una explicación, y dependiendo de lo fuerte que sea tu razón, me decidiré en denunciarte o no.
- Vengo aquí por un hombre. Un hombre llamado Calisto, seguramente lo conozcas, aunque lo hayas
tratado de niño durante vuestro encuentro. El me contrató, aunque sé que se avergüenza
tremendamente de haberlo hecho, y nunca me encargó aquella foto. En realidad el tiene un problema
de crecimiento, y todo el mundo lo confunde por un niño. Él quedó enmudecido por su belleza, y no se
atrevió a corregir vuestra injuria, la cual lo ofendió bastante. Quiere veros, quiere deciros lo hermosa
que sois, y quiere que quedéis, esta misma noche, para poder expresaroslo en persona sin tener que
depender de mi humilde persona. Quiere veros, y os ruego, aunque no sea de rodillas por mi vejez, que
la aceptéis, y que vayáis juntos a consumar vuestro amor si eso deseais, o que le digáis cuatro verdades
si no queréis verle de nuevo. Pero por lo menos si aceptarais la invitación le conseguiriais un gran
alivio, y a mí unas moneditas a demás de evitar que te tenga que drogar de nuevo. Droga con la que no
podrás denunciar nada, ya que corre muy rápido por la sangre, y dado que nunca te violé, no habrá
rastro de agresión sexual ni nada que hará a la policía abrir un caso. Así que buena suerte si quieres
denunciar, pero yo te aconsejo ir a la cita.
- Que así sea. - Dijo la contraria.
Auto 11

- Aquí tienes mi pago por las palabras que me acabas de traer. - dijo Calisto, pasándola 4 billetes de 50
euros, bajo la sorprendida mirada de Sempronio y Pármeno. Eso era mucho dinero, demasiado. No
estaban acostumbrados a ver tanto dinero. Calisto nunca les había regalado nada, ni siquiera les había
invitado a un misero helado y a esta fulana que legaba a las tres y cuarto le daba doscientos euros a la
primera que le traía buenas noticias, sin pruebas ni nada. La sucia rata vieja se alejó un poco con el
dinero ya en el bolsillo y anunció.
- Melly estará en el parque a las once de la noche hoy mismo, si deseas verla. Ve con cuidado, que a esas
horas cualquier peligro aguarda. Y, sobretodo, y antes que nada, piensa a llevarte a tus amigos, para
que ellos te defiendan en los momentos más peligrosos. - Aviso la vieja, antes de desaparecer. Encima,
les hacían trabajar más de la cuenta. Esa vieja iba a pagar su descaro, lo prometió tanto Pármeno como
Sempronio en sus respectivas cabezas.
Auto 12

Calisto se acercó hasta la oscura sombra que estaba sentada en un banco, sus amigos escondidos en un
arbusto detrás, al igual que Alisa, aunque en otro arbusto.
- Oh, mi bella dama, ¿Eres tú? - La otra se giró al oír una voz tras de ella. Se sonrojó levemente al ver la
cara del niño al otro lado. - Oh, dichosos sean mis ojos de poder volver a verte. - Al ver que Melly le
miraba tan raro como en la playa nudista, se aclaró la garganta. - Perdón, cuando me pongo nervioso
hablo raro. Yo soy Calisto, ¿Qué tal estás? - Así empezó una conversación que duraría horas y horas,
hasta que Calisto debió irse.
- ¿Qué hacemos ahora? - preguntó Sempronio, una vez dejaron a su amigo en casa.
- No sé lo que vas a hacer tú, pero yo voy a ver a esa Puta Vieja. Prometimos repartirnos el dinero y yo
todavía no he visto más de lo que Calisto le ha dado en mano. - Contestó rápidamente Pármeno. El
contrario asintió, y se apresuró a seguir a Pármeno que ya había comenzado a caminar. Cuando por fin
llegaron a casa de la vieja llamaron a la puerta. La Vieja, que estaba a punto de echarse a la cama, fue a
mirar quien llamaba tan tarde, cuando reconoció a los dos muchachos.
- ¿Qué hacéis aquí a horas tan tardías? ¿Tan pronto está Calisto comiendo de la mano de su amada?
- Calisto está donde debe estar y nosotros te reclamamos el pago que nos prometiste - dijo Sempronio,
adelantándose.
- ¿Qué pago?
- Los 200 euros más todo lo anterior. Lo queremos de inmediato si no quieres tener problemas. - dijo a
su turno Pármeno.
- ¿Eso son amenazas? ¡Desagradecidos! Yo os he dado todo lo que tenía, todo lo que vosotros tenéis
ahora.
- Justamente, no nos has dado nada, vieja. - dijo Pármeno, tirando una mesa por la rabia.
- Te exijo que te calmes, jovencito. - Grito la Vieja. Pármeno sacó una navaja.
- Que me calme, dice. - Cuando Sempronio se dio cuenta de lo que estaba pasando e intentó parar a su
compañero, ya era demasiado tarde, y la Vieja Puta Celeste ya yacía en el suelo. Todo pasó demasiado
rápido en la casa de la Vieja. Alicia se había despertado al oír tantos gritos viniendo del salón, y al ver a
su madre en el suelo ni siquiera llegó a reaccionar. Pármeno miraba con odio a la vieja. Después
llegaron los policías, Alicia seguía tan conmocionada que ni siquiera había vertido una sola lágrima en
lo que había pasado. Ni una sola palabra. Sólo odio. Odio y sed de venganza.
Auto 13

Sosia, uno de los amigos de Calisto, venía llorando cuando llegó hasta Tristán.
- ¿Qué pasa, Sosia? - dijo, al verlo con una cara tan grave.
- Son Sempronio y Pármeno. Ellos... Están en la cárcel. - Tristán se tomo esta noticia como si le
hubiesen dado una bofetada. No pudo evitar pensar en Calisto, que siempre andaba acompañado del
dueto.
- Debemos ir a casa de Calisto. Allí me darás más detalles de lo ocurrido. - Y así fue. Calisto, al
enterarse de la noticia, tuvo que sentarse.
- Esta noche fueron tanto Sempronio como Pármeno a casa de una señora mayor. Celeste, la llaman.
Parece ser que pelearon y la mataron. Su hija Alicia era novia de Pármeno. Ahora los dos están con la
policía, y van a ser juzgados.
Auto 14

Melly miraba a su alrededor, ya que no veía a Calisto por ningún sitio. Estaba a punto de volver con
Alisa cuando oyó los pasos de su amado, que iba acompañado de Sosia y Tristán.
- Oh, Melly, desgracia. La Vieja que tú y yo conocíamos a muerto esta misma noche a manos de varios
de mis amigos. Un terrible dolor que me impide disfrutar de esta velada junto a ti esta noche. El dolor
me aflige y me confunde. No estaba agarrado a esa Vieja Puta, pero ella fue la que favoreció nuestros
favores. Lo mejor será vernos mañana, cuando ya me encuentre mejor. Lo siento mucho. - dijo, y besó a
Melly en forma de despedida, antes de juntarse con Sosia y Tristán. Melly se había puesto colorada casi
automáticamente al sentir los cálidos labios de su amado sobre los suyos. Pero esos labios habían
desaparecido demasiado rápido, y Melly se encontraba ahora mismo sola. Fue a ver a Alisa, la cual
siempre la acompañaba a todas las citas con Calisto, ya que de noche cualquier clase de peligro podía
estar aguardando en las profundas oscuridades. Igual que Calisto hacía con Sosia y Tristán.
Calisto ya había llegado hasta su morada, y se arrepentía enormemente de haber abandonado a
Melibea tan a pronto. El dolor de la pérdida de Sempronio y Pármeno le afligía, era cierto, pero el dolor
de no tener en aquel momento a Melly a su lado era aun más fuerte. Se hecho en su cama, mirando
aquella única y bendita foto que tenía de su amada, a la que ya echaba de menos y a la que ya esperaba
para el día siguiente. Debía haber un método de estar los dos juntos antes de que acabara la noche, y
antes de que ella se enamorase de otro.
Auto 15

- Centurio, vete majo, que aquí no pintas nada. - dijo la puta Areúsa.
- Pero querida...
- Que no, que vayas, que viene por ahí mi prima Alicia, que ya la oigo subir las escaleras. - Centurión,
indignado, bajó a través de la cañada de la ventana cuando la mujer fue a abrir a su amiga.
- Hermana. - Alicia se tiró en los brazos de la mayor. - Seguramente ya conozcas las desagradables
noticias que nos han llegado desde la casa de mi madre.
- Si, amiga, todo lo oí de boca de otros. Si en algún momento necesitas de mi ayuda, no dudes en
pedírmela para cualquier cosa.
- Lo único que ahora necesito, que ahora resiento, es una sed de venganza insaciable. Aquellas muertes
no fueron sino por la avaricia de Calisto, un niñato con falta de tetas en su vida. Sin él, ahora mi madre
y mi novio estarían bien vivos y felices. Él es el culpable de todo esto, y justicia no será hecha hasta que
este muera.
- Lo que pides es exigente, pero no imposible. Conozco a un buen amigo que justamente se estaba
yendo cuando tú viniste. Tiene algunos negocios sucios con la mafia de Verona, y matar a gente es su
oficio más que una molestia para él. Su nombre es Centurio, y podemos ir a visitarlo ahora mismo, si
así lo deseas.
Auto 16

- Hija, contigo queríamos hablar. - dijeron Lucrecia y Pleberio, los padre de Melly. La joven se acercó
con temor a que sus salidas nocturnas fuesen descubiertas. Nada más lejos de los contrario. - Es hora
de que salgas más a menudo. A tu edad, no las hay muchas cuales sean vestales.
- Si ellos supieran. - pensó Melly. - Aunque un poco breve, Calisto se lo llevó todo de mi himen hará ya
casi dos semanas. Dos semanas que le amo con locura de todas las formas posibles, pero no se lo puedo
confesar a mis padres, se negarían a nuestro amor y me prohibirían ver a Calisto, algo que me causaría
demasiado dolor.
Auto 17
- Debes llamar a Sosia, amigo de Calisto, y este nos sustraerá la información necesaria para que
Centurio lo mate, ¿Entendido? - preguntó Areúsa. Alicia asintió, determinada. En eso, llegó Sosia, y
Areúsa decidió esconderse en el baño. Alicia abrió para encontrarse con el hormonado.
- Hombre chico, a ti te quería ver yo. Eras amigo de mi novio, Pármeno, antes de que este acabara en la
cárcel, y tengo entendido que también eres amigo de Calisto.
- Si bebé. - dijo Sosia, mordiéndose el labio inferior. - Todos los días le acompaño para que se folle a su
putita en el parque.
- O, por dios, ¿A la vista de todo el mundo? - se escandalizó Alicia.
- No, no. De noche, de forma que sólo las estrellas sean testigos de lo que hacen allí.
- Ojalá tuviese yo ha alguien que hiciese eso ahora que mi amado está donde jamás le podré volver a
ver.
- Yo te podré dar todo lo que necesites, princesa. - Alicia se quedó mirándolo con cara de asco.
- Creo que no me has entendido. Me gustaría que alguien llevara cartas por mí a Pármeno, diciendo lo
mucho que lo amo y lo mucho que le echaré de menos. - Sosia la miró, confundido. Alicia se rió de su
incredulidad y decide despedirse de él antes de que la situación se volviese más incómoda. Areúsa sale
del baño.
- Madre mía, que pesado el chaval, más hot y se muere. Menos mal que nos lo hemos quitado de
encima,  y ya tenemos la información que necesitábamos. Es hora de ir a informar a Centurio.
Auto 18

- ¿De qué forma queréis que los mate? - preguntaba Centurio. - Conozco por lo menos 170 tipos de
veneno distintos, y otras tantas muertes mucho más dolorosas. Podéis seleccionarla en el extenso
catálogo 2021-2022 que acabamos de sacar. Ojeadlo cuanto queráis, incluso os lo podéis llevar a casa,
que yo ya tengo muchos por aquí. - Las dos mujeres ojeaban el libro, señalando varias opciones que no
estaban mal a modo de venganza, hasta que por fin encontraron uno que sería el perfecto, el elegido.
Centurio observó el que habían escogido, y sonrió interiormente. Uno de sus favoritos. Mañana mismo
lo llevaría a cabo y Calisto vería el fin de sus días en muy poco.
Empezó llamando a todos aquellos a los que necesitaría para llevar a cabo su maléfico y mortífero plan.
Tenía la suerte de poder contar con un amplio grupo de personas que le debían muchos favores, por lo
que no se podían negar en este trabajo por el que además, pagarían mucho las dos doncellas que habían
ido a visitarle aquel día. Consiguió las suficientes personas para llevar a cabo su plan, y las citó para
poder negociar los distintos puntos del plan. Mañana, a aquella misma hora, Calisto estaría muerto.
Auto 19
Un estruendo interrumpió a Melly y a Calisto, que estaban gozando el uno del otro.
- ¿Qué es todo ese ruido? - preguntó Melly.
- Voy a mirar.
- ¿Qué dices? Puede ser peligroso. - pero Calisto ya se había ido. Se le había pasado la erección con el
susto, y no quería que su querida la viese pequeña. Cuando llegó vió como sus dos amigos intentaban
ahuyentar a un grupo de tíos que estaban amenazándolos con unas relucientes navajas. Se puso a
escalar un árbol para poder observar que era lo que estaba pasando exactamente. Pero una de las ramas
se quebró y Calisto cayó al suelo, en medio de los dos grupos disidentes.
Estaba quieto en aquel sitio, mirando al infinito.  Su espalda había golpeado el suelo y había expulsado
el alma de su cuerpo nada más tocarlo. Alisa, que había sido atraída hasta allí con todo aquel ruido, vió
como la multitud se amontonaba alrededor de Calisto, y fue, con lágrimas en los ojos, a ver a Melly para
avisarla de la triste noticia, de la muerte de aquel al que amaba. No sabía muy bien como planteárselo,
pero se lo tenía que contar de una forma suave para que el golpe no fuese tan duro. Se acercó al banco
donde solían quedar Calisto y su amiga, pero allí ya no había rastro de nadie, y Alisa tenía la impresión
de que esta se había ido a su casa de nuevo, por lo que decidió ir hacia allí para anunciarle lo que nadie
la querría anunciar, la muerte de Calisto.
Auto 20
Alisa llegó hasta la puerta de Melibea, dónde se encontraba su padre, hablando con uno de los vecinos.
Decidió interrumpir al buen hombre para poder avisar sobre el mal de su amiga.
- Señor, por favor, soy Alisa, amiga de su hija. Está sufriendo, por mal de amores. Alguien tiene que
hablar con ella, y a usted seguro que la escucha. Vaya a ver a Melly ahora mismo, antes de que haga una
locura. - El padre no entendía nada, pero aún así, fue a ver a su hija, para ver que la pasaba. Y allí la
encontró, encerrada en su habitación y tumbada en la cama.
- ¿Qué te pasa, cariño? - preguntó, sentándose a su lado. La hija levantó la cabeza, descubriendo a su
padre.
- Nada papá, salvo que soy la más desafortunada del mundo.
- ¿Por qué dices eso?
- Un amigo mío muy querido ha muerto esta noche. Ya no sé que voy a ser sin él.
- No te preocupes cariño. Sé que la pérdida puede ser dura, pero hace parte del proceso. ¿Quieres que
vaya a preparar un buen desayuno, para empezar con buenas fuerzas? Me da la impresión de que no
has desayunado hoy. - La otra asintió, y aprovechando que su padre se había ido, se clavó un pequeño
cuchillo que guardaba en una mesilla, muriendo desangrada.
Auto 21

- ¿Hola? ¿Holaaaa? - Era Lucrecia, la madre de Melly, quien acababa de volver de su turno de noche en
el hospital y no encontraba por ningún lugar ni a su hija ni a su marido, lo cual era muy extraño.
Finalmente, al llegar al cuarto de su hija, encontró a esta tumbada, en un manto de sangre, en su cama.
Al pie de este cuerpo se encontraba el padre de la pequeña criatura que parecía tan indefensa allí
dormida, pero que en la realidad escondía un gran carácter.
A la madre no le hicieron falta minutos, ni palabras, excusas o explicaciones, para entender lo que
había pasado, tumbándose al lado de su marido para llorar la infinita pérdida. Y es que no necesitaba
las explicaciones de Alisa o cualquier cosa que le hubiesen dado al padre para entender que su hija
estaba enamorada, y que la única cosa capaz de hacer que una persona de tal edad se suicidara era
justamente la falta de amor. Falta de amor de sus compañeros, de su ex, o de sus padres. No sabía
dónde se encontraba el amado o la amada, si estaba muerto o si se estaba liando con otra persona, pero
ahora ya no importaba. Ya no era a ella hacer justicia de lo que le había pasado a su hija, y debía asumir
que se había ido, aunque sería un duelo duro.
Era difícil aceptar que lo importante no era como había muerto o quien era el causante de su muerte,
sino que ella había vivido inmensamente feliz durante la vida. Sí, eso era lo importante. Para nada se
vengaría de aquel o aquella joven, a la que sólo había conocido por los brillantes de su hija. Para nada.
En ningún momento se vengaría, no no. Y que le diesen al resto del mundo.

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