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Yuusuke Makishima y Jinpachi Toudou.

Sus catorce carreras están atadas a


siete victorias y siete derrotas.
Bajo la lluvia, prometen resolver su
rivalidad en el último Interescolar de su
tercer año, haciendo de ésta la primera
promesa entre ambos.
Yuusuke Makishima, del Instituto Shohoku y Jinpachi Toudou, de la Academia Hakone.
Ambos son corredores en competencias de ciclismo de ruta, especialistas en la escalada
de recorridos de montaña. En medio de una lucha por ser el mejor Escalador, estos rivales
intercambian una promesa: en su tercer y último año, competirán por el premio de la
montaña durante el Interescolar. No es sólo una simple carrera por la cima, si no la conclusión
de una feroz batalla entre dos jóvenes escaladores que ponen en la línea su cuerpo y alma...

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PRÓLOGO

SOBRE LA CARRERA DE HAKONE

1 de agosto. Bajo un sol abrasador, en la prefectura de Kanagawa


se celebra el 41º encuentro deportivo nacional de ciclismo entre
escuelas (mejor conocido como Interescolar), un evento de carreras
de ruta que se lleva a cabo durante tres días para chicos de escuela
secundaria superior. El primer día se inició con sus participantes
corriendo a toda velocidad por la Ruta Nacional Nº 1 de Japón desde
la línea de salida en Enoshima hasta la meta en el lago Ashi. La ruta
fue cerrada específicamente para este evento y así evitar que acciden-
talmente entren vehículos de paso. Los espectadores se aglomeran
a lo largo del recorrido, agitando banderas de colores con mensajes
de apoyo para animar a su equipo favorito.
En medio del rugido de los aplausos, los seis miembros del equipo
representante de la prefectura de Chiba, el Club de ciclismo del Ins-
tituto Sohoku, se ubican al frente como uno de los mejores equipos
a lo largo de la Ruta Nacional 1 de Odawara, en la ciudad de Hakone.
Fue en este momento que uno de sus miembros, Naruko, alumno de
primer año con el acento de Osaka claramente reconocible en su
lengua, exclamó:

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­— ¡¡Capitáaan!! ¡Esperen, por favor! ¡Esto es malo!
Por lo frenético de su tono, el capitán del equipo, Kinjou de tercer
año, miró con curiosidad hacia atrás.
­— ¡¿Qué te pasa, Naruko?!
­— ¡Onoda-kun no está!
Su sexto miembro, quien lleva el dorsal con el número 176 pegado
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en su maillot , Sakamichi Onoda de primer año, había desaparecido sin
que ninguno de sus compañeros se diera cuenta. Desde atrás se empie-
zan a oír clamores de espanto que llegan a oídos de los participantes.
­— ¡Un accidente, hubo una caída en la retaguardia del pelotón!
­— Sucedió en la curva frente al ayuntamiento de Odawara. Parece
que involucró a muchos ciclistas.
­— ¿No será que Onoda-kun habrá sido afectado…?
Los temores de Naruko se hicieron realidad. No pasó mucho
tiempo antes de que el equipo de Sohoku corroborara lo que le
había sucedido a Onoda gracias al boletín oficial que un árbitro sos-
tenía desde el interior de un auto a la par de la carretera. El tablero,
que salía hacia afuera desde la ventanilla del asiento del pasajero,
marcaba la posición actual de cada participante para informar a los
equipos. Allí, confirmaron que el nombre de Onoda estaba ubicado
en último lugar.
­— Tch, quedó atrapado en ella —dijo Imaizumi, de primer año,
chasqueando la lengua.
­— ¡¿Onoda... en último lugar?! —murmuró con un gemido Tadokoro,
de tercer año.
­— Las posibilidades de que Onoda nos pueda alcanzar por su pro-
pia cuenta son bastante escasas —Kinjou tomó una decisión inme-
diata, el cambio de estrategia era inevitable— ¡Makishima! —Gritó
el mientras mantenían constante el pedaleo.

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­ Maillot: (“jersey” en francés) Prenda que se ajusta perfectamente al torso y los brazos,
evitando de este modo posibles enganches que pueden poner en peligro la seguridad del
ciclista y mejora la aerodinámica.

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­ — ¡Sho! —Respondió con su habitual latiguillo Yuusuke Maki-
shima, el portador del dorsal número 173, casi al unísono de la
orden de su capitán.
Con su bicicleta blanca y largo cabello ondeando en la brisa
se ubicó al frente del equipo. Si bien la apariencia lánguida de su
contextura física era evidente por sus brazos y piernas largas y del-
gadas, lo que más llamaba la atención de la gente era su cabellera.
Tan extensa que cubrían toda su espalda y de peculiar color verde,
con mechones teñidos de rojo apareciendo cada tanto. La gente
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del entorno comparaba su cromática con los de un escarabajo joya .
­— Ya lo sé —dijo
­— Mi intención era que tu trabajo fuera el de retener a los otros equi-
pos pero no tenemos otra opción. Ubicate al frente y tirá de nosotros.
Makishima asintió con la cabeza y tomó su posición en la delan-
tera, una vez que se alinearon dirigió al equipo a través de las colinas.
El aire caliente de agosto se abalanzó sobre él.
Las competiciones de ruta no son una carrera de colocación indi-
vidual, sino un deporte de equipo hecho y derecho. Para proteger al
Líder (también llamado Jefe de filas) los miembros forman una línea
en torno a él y lo llevan lo más cerca de la cima posible, donde el
objetivo espera. Hacen esto porque si corriera solo se enfrentaría de
lleno a la resistencia del viento, generándole un gran coste energé-
tico y logrando que se agote más rápido. Marchando de esta forma,
donde cada corredor se ubica detrás del otro, es posible cortar el
viento aprovechando el rebufo para retener energía. De esta forma,
el equipo de Sohoku, estuvo alternando los miembros que tiraron
para proteger a su Líder y Capitán, Kinjou.
Ya desde el período Edo, las colinas de Hakone Hachiri eran

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­ Escarabajo joya: (Polybothris sumptuosa) Especie de artrópodo insecto del orden de los
escarabajos, la familia Buprestidae y el género Polybothris. Son muy coloridos, se pueden
encontrar con dibujos azules, verdes, marrones, amarillos y rojos. Debido a su aspecto
llamativo se utilizan a menudo como joyas. Tienden a vivir en espacios boscosos o verdes
de Asia, Europa, Norte y Sudamérica, África y Australia e islas circundantes.

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conocidas por sus pendientes peligrosas. Los competidores que
destacan en ascenso y se especializan en estas agudas colinas son
llamados “Escaladores”. El plan para los escaladores de Sohoku,
Makishima y Onoda, era que ambos tiraran del equipo en las colinas
inclinadas de Hakone.
De acuerdo a la estrategia pensada por Kinjou, Makishima
actuaría independiente para contener a los escaladores de otros
equipos, mientras que Onoda actuaría como escudo contra el viento,
marcando el ritmo del equipo al tiempo que tiraría de todos hacia
delante. Además, el mismo Makishima también tenía un escalador
rival corriendo en la misma competición.
Aquel ciclista que suba más rápido y llegue primero al punto de
intervalo ubicado en la cima del recorrido de la montaña no sólo coloca
a su equipo a la cabeza sino que también recibe el honorífico premio
de “Rey de la montaña”. Makishima aspiraba lograr éste premio, por
ello deseaba con ansias poder empezar a competir contra sus rivales
ya que se suponía que Onoda quedaría a cargo de dirigir al equipo.
Pero Sakamichi había caído, fue atrapado en una caída en masa
y ahora estaba en el último lugar. Con el equipo posicionado a la
cabeza no había ninguna posibilidad de que él pudiera llegar a ellos
a tiempo. Y ahora que les falta uno de sus miembros es necesario
proteger más aún a su Líder.
­— ¡Maki-chan!
Una voz estridente lo llamó y un chico de uniforme azul ascendió
silenciosamente junto a Makishima. Pedaleaba al frente de ciclistas
que llevaban el mismo maillot, eran el equipo de una escuela privada
local, los representantes de la Prefectura de Kanagawa, la Academia
Hakone (Hakogaku para abreviar). El nombre del muchacho era Jinpa-
chi Toudou y se le había confiado el distinguido lugar de Escalador
estrella en su equipo. Hakogaku era la mejor selección nacional, se
los conocían como los reyes de las carreras de ruta del Interescolar,
anteriores campeones invictos de la competencia.
Mientras se frotaba un mechón largo del cabello que caía desde

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su casco hacia el puente de la nariz, Toudou sonrió. Makishima sólo
lo miró, sabía bien lo que quería decir.
­— Parece que uno de sus compañeros quedó atrapado en esa caída
masiva. ¿El número 176, cierto? Quedó en último lugar.
El brillante e insolente tono de voz conque Toudou comentó hizo
que todos en el equipo de Sohoku mordieran sus labios.
Ahh, y así comienza… — pensó Makishima. Miró a sus compañe-
ros de equipo y con un luminoso tono de voz, para equiparar a la de
Toudou, hizo un gesto con las manos para decir:
­ — ¿Qué pasa con esos rostros sombríos? Eso no nos ayuda, no se
puede hacer nada por lo que perdimos. ¡¡Supérenlo chicos, hay que
seguir adelante!! —Nadie respondió, pero a Makishima no le importó
y continuó hablando— Cuando se trata de pendientes, los débiles
sucumben. Esa es la ley. Ahora no es momento de pausas, vamos a
empezar una serie de subidas en zigzag sin descanso.
Con sus bicicletas, escalarán las colinas que agotarán lentamente
sus piernas. Subirán mientras sus pedales se ponen más y más pesa-
dos; tendrán que pedalear manteniendo el ritmo y la cadencia, aun
cuando su velocidad comenzara a desplomarse, jadeando y resoplando
en una agotadora lucha contra la gravedad. En comparación con el
llano, en las pendientes la diferencia entre quien lo hace bien o no es
contundente. Sólo aquellos que sobreviven, venciendo en el ascenso
a sus rivales y así mismo, tendrán el derecho de llamarse escaladores.
­ — Aquí es donde el recorrido asciende de repente 800 metros, ¡es
la fase de los escaladores! —Makishima cambió su plato delantero
exterior a uno interior, que era más adecuado para la escalada, y
mantuvo un pedaleo continuo— Si yo no tiro acá, ¿quién va a llevar
al equipo adelante?
­ — ¡¡Espeeeren!! —Naruko gritó con fuerza desde la parte trasera de
la línea. Se movió hasta alinearse junto a Kinjou— Capitán, aunque
está en la última posición Onoda-kun aún no se retiró, eso significa
que todavía puede correr. ¿Quieren dejar atrás a un compañero que
todavía desea pelear? Además, él es un escalador, lo necesitamos,

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¡tener dos escaladores es mejor que uno! ¡Descansemos las piernas
hasta que él nos alcance! —dijo apasionadamente.
­ — Si pudiera también me gustaría hacer eso, sho... —Le respondió
Makishima mientras luchaba por contener las ganas de apretar los
dientes. Miró fríamente a su compañero y le dijo sin titubear— ¿qué
decís, Naruko? Es como pedir que todos saltemos al fuego porque
uno de nosotros se quemó.
­ — ¡Estoy hablando con el Capitán, no con vos, Makishima-san!
Kinjou lo interrumpió.
­— Tengo gran respeto por la capacidad de Makishima y la exactitud
de sus decisiones en las montañas. Las conoce mejor que yo, así que
le dejo a él las decisiones de esta etapa.
De mala gana, Naruko se tragó sus vehementes palabras. Enton-
ces Makishima volvió a hablar.
­— Bueno, entonces nos recuperaremos para seguir los cinco juntos,
empecemos a movernos. Ajústense a mi ritmo de respiración. Nos
esperan ascensos mucho más duros que éste.
Aun así, Naruko se niega a renunciar y en vos alta, claramente
teñida de enfado le dice:
­— ¡Makishima-san! ¡Sólo acordate que vos también sos un esca-
lador!
Onoda se unió al club de ciclismo de carreras después de des-
cubrir que tenía capacidades para ser corredor. A pesar de ser un
principiante, puso todos sus esfuerzos en practicar seriamente estos
últimos tres meses. Onoda miraba con gran admiración a Makishima,
quien destacaba en los ascensos. Fue él quien lo reconoció como
escalador y el que más profundamente se alegró por ello.
Pero ahora eso no importaba. Tras las palabras de Naruko, enfatizó
frente de él su movimiento de mano y le señaló al equipo campeón,
la Academia Hakone, que se estaba alineando en ese momento
junto a ellos. Así les dio a entender que si bajaban la guardia aquí,
acabarían comiendo polvo.
­— ¿Quién tirará de ustedes, chicos, si no lo hago yo? —Les dijo

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mientras reducía una marcha para que sus pedales sean más ligeros.
Incrementó su cadencia y comenzaron a pedalear rítmicamente. La
velocidad del equipo aumentó.
Frecuencia cardíaca, cadencia de pedaleo, velocidad, grado de
pendiente de la colina, temperatura atmosférica, distancia recorrida
y tiempo. Todo esto se visualiza en el pequeño dispositivo “ciclocom-
putador” fijado sobre el manillar. Con esta información serán capaces
de controlar su marcha.
A medida que la pendiente se hacía más pronunciada, la respiración
de los integrantes que se habían esforzado en la etapa de superficies
planas crecía con mayor desigualdad. Makishima pudo escuchar como
sus jadeos aceleraban. Aparte de esforzarse en la etapa de los sprinters,
habían estado tirando del equipo a través del recorrido costero que
iba desde Fujisawa a Ninomiya. Naturalmente, estaban cansados.
Imaizumi, Naruko, Tadokorocchi... los que trabajaron en el llano
deben estar sintiendo los efectos posteriores en sus piernas. Y además,
hay que sumarle este intenso calor…
La temperatura se muestra cerca de los 33°C. Había sido más
alta mientras cruzaban el recorrido costero, pero al menos la acele-
ración en las partes planas causaba una pequeña brisa. La escalada
les impedía el aumento de velocidad y probablemente por esto la
sensación térmica subía mucho más de lo que realmente era. Y aún
peor, a este duro curso se le añade el tener que luchar contra la
gravedad para poder ascender.
Elegir correr entre las sombras de los árboles hubiese sido una
buena forma para preservar la resistencia. Por desgracia, ahora el sol
estaba justo encima de ellos. Las sombras de los árboles no se extendían
demasiado, apenas alcanzaban a llegar a los bordes de la carretera.
Empezaron a subir por el camino de tierra desgastada que se enrosca
a lo largo de la superficie de la montaña, acompañados con un rui-
doso coro de cigarras resonando en sus oídos. La carrera continuaba.
Por supuesto, este camino en pendiente era el mismo que utilizó la
liga de la Universidad de Kanto, Hakone Ekiden, que tuvo lugar en

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enero. Desde la costa, a cero metros sobre el nivel del mar, subirían
con máximo esfuerzo hacia la cima ubicada en la parte superior de
la Ruta Nacional N° 1, a 874 metros más arriba.
Esta fuerte pendiente, que era la más empinada del país, pro-
vocaba un exceso de trabajo al corazón. Tenía múltiples grandes
curvas que prácticamente se encorvaban 360​​° sobre sí mismos. No
iba a ser nada fácil alcanzar velocidad.
Pensá Yuusuke, pensá... Ángulo de la cuesta, cadencia, marcha,
cambios, nivel de fatiga y los movimientos de los equipos rivales... Nece-
sitamos llevar el ritmo adecuado para que sea óptimo y como el único
escalador mi deber es llevar a todo el equipo a la cima de la montaña.
Superar los caminos más peligrosos de Hakone es el mínimo requisito
que Sohoku necesita para alcanzar la victoria... sho.
Makishima miraba furtivamente de lado. Toudou de la Academia
Hakone no dejaba de observarlo, con el rostro lleno de anticipación
mientras mantenía perfectamente el ritmo con él. Anhelaba tanto
tener un uno-a-uno contra Makishima que apenas podía contenerse;
una pelea entre ellos dos para determinar quién se llevaría el premio
de la montaña.
Makishima desvía la mirada hacia la derecha de su manillar. Pre-
siona con fuerza la parte que sobresale de la empuñadura del mango.
Sus dedos frotan la palanca de cambios que está junto a la del freno.
Si pulsara esto dos veces, cambiaría las marchas y podría pedalear
tanto como quisiera.
Al cambiar a marchas pesadas ​​y incrementar poder en su peda-
leo, él sería capaz de subir esta colina más rápido que nadie en el
equipo. Y sólo Toudou sería capaz de mantenerse a su lado. Con la
mirada desbordando de felicidad coronando su rostro, Toudou sal-
dría a perseguirlo.
Si pudiera hacer eso ahora, lo haría en menos de un instante...
Pero Makishima era el único que podía tirar del equipo en ese
momento. No podía permitirse el lujo de actuar dejándose llevar
por sus impulsos egoístas.

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— Lo siento mucho, Makishima —dice Kinjou repentinamente,
como si leyera las emociones con las que su compañero penaba
para sus adentros. Makishima, con el rostro inexpresivo, respondió:
­— Ah, sos demasiado considerado, Kinjou. Ya lo hice el año pasado
y puedo volverlo hacer ahora, ¡te voy a llevar a la cima!
Kinjou sabía que Makishima ansiaba en secreto la posibilidad
de poder competir contra Toudou sin tener que contenerse por el
equipo. Y eso este año iba a ser posible porque tenían a Onoda.
­— ¡¿Qué pasa, Sohoku, qué pasa, Maki-chan?! ¿Acaso no piensan
atacar? ¡¡Vamos, corramos!! —dijo Toudou a su lado, con la intención
de provocarlos— ¿No te parece que ya es tiempo? Estamos en el
punto adecuado, ya no hay muchos escaladores que nos estorben. ¡Es
un buen momento! —Acercó más su bicicleta— Tengo que hacer el
cambio con Manami en cualquier momento y entonces voy a ser libre.
De entre la multitud de miembros que posee su club, Sangaku
Manami fue el primer alumno de primer año en toda la historia de
Hakogaku en ganar el privilegio de ser parte del equipo del Interescolar.
— ¡No puedo esperar, estoy ansioso de enfrentarte! ¡Mi corazón
baila de emoción! ¿Vos no te sentís igual, Maki-chan? ¡Claro que sí,
después de todo también sos un escalador!
Los ojos de Toudou dirigieron la mirada hacia lo que les estaba
esperado en la parte superior de la colina y Makishima acompañó su
visión. El cielo azul brillante, lleno de gigantescas nubes, se extendía
a través de la distancia de las montañas de Hakone.
­— ¡El punto de control de la Ruta Nacional N°1! ¡El intervalo de mon-
taña que está en la cumbre de las carreteras sinuosas de Hakone! En
esta etapa del Interescolar es donde finalmente vamos a ver cuál de los
dos llega primero a la cima de la montaña. ¿No es fantástico? ¡¡Aquí se
decidirá por fin cuál de los dos realmente merece llevarse el título de
Rey de la montaña!! ¡Manami, cambio!
­Gritó Toudou antes de acelerar sin hacer el mínimo de ruido. Se
movía como si estuviera deslizándose por el aire y no en una bici-
cleta. Ni siquiera se oían los chirridos de la cadena o el sonido de

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los neumáticos raspando el suelo. Esta aceleración serena era la
mejor arma de Jinpachi Toudou, la llamada “Escalada Durmiente”.
­— Maki-chan, en las catorce competiciones oficiales de escalada
en la que nos enfrentamos vos y yo, te gané siete veces y perdí siete.
También estamos igualados en los registros de carreras individuales.
Me hace muy feliz que podamos resolver nuestro duelo acá, en el
Interescolar.
­— Lo siento, pero eso no sucederá —respondió Makishima con
bastante facilidad, pero Toudou no podía creer lo que acababa de oír.
­— ¡¿Haah?! ¡¿Qué estás diciendo, Maki-chan?! ¿Acaso no me enten-
diste? ¡Te estoy desafiando! ¡Te digo que resolvamos nuestro duelo
aquí y ahora!
­— Y yo te estoy diciendo que no puedo
Su rostro que había sido impecablemente iluminado por la espe-
ranza se volvió sombrío y los hombros se le hundieron visiblemente.
­— ¿Eh... esto es una pesadilla o qué? ¿Cómo que no podés? ¿Maki-
shima, el escalador, no puede? ¡No vas a encontrar mejores condi-
ciones que el primer día en Hakone! Estamos en el mejor escenario,
en el Interescolar, con días por delante. Todavía quedan suficiente
fuerzas y el punto de control está ahí cerca, en la cumbre... —Tou-
dou respiró hondo y señaló a la cima de la colina— Con todo esto
sucediendo, uno sólo quiere subir para llegar más rápido que nadie.
¡¿No es eso lo que hace un Escalador?!
Esta vez Makishima no fue capaz de mirar hacia donde el dedo
del muchacho le apuntaba. En cambio, se llevó una mano para tirar
de su casco sobre los ojos. Su corazón estaba herido.
Lo siento, Jinpachi pero soy el único escalador que tiene mi equipo
en esta circunstancia... no puedo dejarlos...
­— ¡¿Qué te pasa?! ¡Este es el momento de saltar! ¡Vamos, te
estoy desafiando! ¡¡Corramos!!
Con la mirada llena de angustia, Toudou siguió provocando a
Makishima, tenía motivos para estar consternado. Esta sería su última
competición en la escuela secundaria, ambos estaban en tercer año.

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Después de que el Interescolar terminara, los alumnos de ter-
cero se retirarían del club. Esta era su última oportunidad. La última
ocasión para que los escaladores Makishima y Toudou puedan llegar
de una vez por todas a una conclusión.
— ¡Movete! ¡¡Movete, Maki-chan!! ¡Vamos...! Esto... esto no puede
estar pasando... —La irritación de Toudou finalmente explotó—
¡¡¿Qué vas a hacer entonces?!! ¡¿Cuándo, cuándo vamos a
resolver esto?!
Hace poco más de dos meses, en la mañana del último domingo
de mayo, aquel día ambos se habían prometido llevar su rivalidad
a una conclusión en el Interescolar.

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Capítulo 1

Escalada

La temporada de lluvias parecía haber empezado, ya que había


estado lloviendo sin parar desde hacía dos noches. Aunque la llu-
via había menguado de intensidad comparado con el día anterior,
todavía seguía cayendo.
En Chichibu, al noroeste de la prefectura de Saitama en la frontera
con Gunma, Yuusuke Makishima permanecía en cuclillas, junto a su
bicicleta de carrera, sobre la rotonda exterior de la estación de tren de
la localidad. La llovizna le empapaba la espalda y los hombros de su
campera rompevientos.
El poder desmontar su bicicleta de carreras y embalar sus piezas
en un bolso de transporte fue lo que le permitió poder llevarla con
él en el tren. Desarmarla y volver a ensamblarla era bastante sim-
ple y puesto que su peso era algo mayor a ocho kilogramos, no era
particularmente pesada. Además, los torneos de carreras se llevan
a cabo con lluvia o sol.
Las nubes de lluvia se cernían sobre el luminoso verde de la
cordillera que los rodeaba. Levantando la mirada hacia el cielo gris,
Makishima se dijo a sí mismo:

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­— No parece que vaya a mejorar en poco tiempo... bueno, mientras
no empiece a diluviar como ayer, no debería tener problemas.
Ese día se celebra el Torneo de Escaladas en las inmediaciones
del monte Hiromine. Una competencia individual donde los conten-
dientes combaten por llegar primeros a la cima de la montaña en
sus bicicletas. Makishima participará en la categoría Sub-18, para
estudiantes menores de 18 años.
Volvió a examinar su bicicleta una vez más. Le gustaba como el
blanco contorneado en rojo del logo “TIME” se ubicaba en su cua-
dro blanco. TIME es una marca de cuadros de carbono fabricados
en Francia. Pese a los años de uso que llevaba encima, gracias al
cuidado y la mantenimiento constante que el muchacho le hacía,
parecía siempre nuevo.
Tal como había terminado de comprobar, las ruedas estaban
desgastadas y sólo había equipado las dos llantas y el cuadro. En ese
instante su teléfono celular vibró en el bolsillo, estaba recibiendo una
llamada. El identificador de llamadas le indicaba que era “Jinpachi”.
Suspiró. Miró el teléfono vibrar en su mano por un momento
antes parecer darse por vencido y presionar el botón de Aceptar.
­— ¡Bueeeeeeeen día, Maki-chan!
Una voz que se sentía demasiado alegre para tan temprano a
la mañana se hizo eco en su oído. Era Jinpachi Toudou, hijo de una
familia propietaria de una posada de aguas termales en Hakone,
Kanagawa. No sólo tenía la misma edad que Makishima si no que
también era su mayor rival.
­— ¿Cómo te sentís hoy? ¡Yo en las mejores condiciones! Estoy en
la línea de Seibu en este momento.
­— No se pueden hacer llamadas desde el interior del tren.
­— Oh, no te preocupes. Ya llegué a la estación y ahora estoy en la
plataforma. Imagino que, obviamente, vos también estás viniendo
para acá ¿no?
­— Quién sabe, está lloviendo muy fuerte.
­— ¡Wahahaha! A mí no me engañás, desde acá puedo sentir tu

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feroz espíritu de lucha. No llegues tarde a la línea de salida. De hecho,
lo mejor es que llegues temprano a la mesa de registro y completes
correctamente tus datos. Cuando te entreguen tu número de dorsal,
cuidá de no perder los ganchos de seguridad. ¡Y no vallas a pegarlo
al revés!
­ — Hablás demasiado
­ — No, no tant--
­ Alejando su teléfono del oído, Makishima ignoró la voz que seguía
hablando del otro extremo y colgó.
­ — Ese Toudou... es tan persistente. Sabe que llego en un rato pero
que de todos modos me sigue llamando —Pese a la queja, la boca de
Makishima se amplía en una sonrisa natural. Después de inspeccionar
los frenos, ponerse el casco y extenderse en el sillín de su bicicleta,
pega las calas de sus zapatos a los pedales— Bueno, es momento
de ponerse en marcha hacia el monte Hiromine.
El Torneo de Escaladores del Monte Hiromine estaba abierto a
todos, desde profesionales hasta amateurs amantes del ciclismo. Las
categorías se dividieron por edad y cada grupo cruzará la línea de
partida en intervalos de una hora. La categoría Sub-18 agrupaba a
los participantes más jóvenes, incluso llegaban a participar alumnos
de escuela media. Ésta se componía de alrededor de sesenta par-
ticipantes de los cuales eran por lo general estudiantes que vivían
cerca de la región de Kanto. Si bien, aunque las mujeres también
podían competir, en el grupo no profesional Sub-18 eran todos
competidores varones.
Makishima, que normalmente corría en bicicleta como parte
de las actividades del club, participaba en competiciones de mon-
taña en su tiempo libre. Los torneos de escaladas son carreras para
determinar quién logra llegar a la cima en el menor tiempo posible.
El más rápido en subir hasta el pico de la montaña en un recorrido
que va de diez a veinte kilómetros de longitud.
El curso total del Torneo de Escaladores del Monte Hiromine era
de unos catorce kilómetros de largo. Había alrededor de 750 metros de

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distancia de la elevación de la línea de salida hasta la meta y tendrían
que ir desde el pie de la montaña hasta las zonas de camping cerca de
la cumbre. Un recorrido que cruzaba bosques y aldeas habitadas.
Makishima tuvo que parar varias veces antes de llegar a la esta-
ción donde debía bajar; la que más lo acercaba era Nagatoro, con
sus famosos centros turísticos. A partir de ahí, montó su bicicleta y
corrió hasta el punto de partida de la carrera.
En el momento en que llegó, la lluvia se había convertido en una
niebla pesada. El aire todavía se aferraba a la humedad pero las
gotas de agua que caían sobre su rostro no eran lo suficientemente
poderosas como para importarle. Y aunque su aliento aún no llegaba
a hacerse blanco, hacía bastante frío.
La hora de inicio para el Sub-18 era la más temprana, a las ocho
de la mañana. La mesa de registro se encontraba en el interior del
gimnasio de una escuela secundaria cerca del punto de partida. Una
veintena de estudiantes ya se arremolinaba alrededor, dentro del
jardín del establecimiento que era su área de encuentro designada.
Aún no veía a ningún adulto del grupo no profesional, pero lo más
probable es que sea porque ellos empiezan una hora más tarde.
Después de registrarse en el mostrador y dejar los artículos que
no necesitaba para la carrera, Makishima aceptó su número de dor-
sal. Abrió la cremallera de su rompevientos y lo colocó en la manga
del maillot. Como el resto de los participantes, empezó a dar vueltas
con pequeños saltos alrededor para calentarse un poco.
Los corredores tienen cuerpos delgados y flexibles, exentos de
grasa innecesaria. Los escaladores, en particular, tienen que desafiar
la gravedad mientras corren, por lo que pesar poco es una ventaja.
Como Makishima era bastante alto para ser un escalador, de bra-
zos y piernas largas, por no hablar de su maillot color amarillo con
“Sohoku” calado sobre rojo en sus hombros y, por encima de todo,
su largo cabello verde, no pasó mucho tiempo antes de que todos
los ojos estuvieran puestos en él.
­— Mirá, ahí está Makishima —oyó decir a las voces susurrando a su

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alrededor. Estaba acostumbrado a ellas, por lo que se hizo el sordo
al pasar a través de las puertas de la escuela que lo comunicaban a
las calles de la ciudad. En el momento en que había encontrado una
pendiente de tamaño razonable entre las casas y estaba a punto de
subir por ella, una mano toca su espalda.
Se dio vuelta sorprendido y, tal como había esperado, se encon-
tró con Toudou. Llevaba su habitual maillot de la Academia Hakone,
blanco con líneas azul claro y calzas del mismo color, un par de tonos
más oscuro. Estaba sentado sobre su Ridley de cuadro blanco con
el logo en negro fabricado en Bélgica que destacan tanto en terreno
llano como en las pendientes.
Usaba el flequillo largo sujetado hacia atrás con una vincha y
sobre ella llevaba puesto su casco. Algunos mechones rebeldes
caían sobre su rostro y a lo largo del puente de la nariz, un estilo
que parecía preferir fuertemente.
Cuando hace un año se conocieron por primera vez, Makishima, sin
tener en cuenta su propio cabello de color verde, se le quedó mirando
y pensó con desagrado lo raro que era que un hombre usara vincha.
­— ¡Acá estás, Maki-chan! Yo ya hice el recorrido
­— Ah
­— ¿Qué pasa? ¿Te sentís enfermo? ¿Es el estómago? ¿La cabeza?
Mientras mantenía el ritmo de Makishima, Toudou le exami-
naba el rostro. Sin decir una palabra, mojado por la lluvia, el chico
de Sohoku cambió de marcha y empezó a subir la colina que había
elegido aleatoriamente. Su escalada era un estilo único y con una
correcta inclinación del cuadro salió pedaleado, casi al punto de que
no habría sido sorprendente si se caía. Según los estándares norma-
les, lo que se puede esperar de tales movimientos tan ineficientes es
que se pierda velocidad en el proceso, pero Makishima fue capaz de
cubrir una mayor superficie de suelo con sus neumáticos y de esta
manera, al poner más poder en los pedales, logra subir más rápido
que cualquier otra persona.
­— ¡Oh, pero si estás en perfectas condiciones! ¡Ansiaba esto con

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tantas ganas! ¡Mi corazón se eleva! ¡¡Golpea con fuerza!! ¡Hoy será
el día en que gane e incline nuestro marcador de 7-7 a mi favor!
Toudou lo siguió con su estrépita conversación pero en contra-
posición de su estridente voz, su bicicleta no emitía ningún tipo de
sonido. Montaba su bicicleta perpendicularmente al suelo de tal
manera que no permitía que generara temblor alguno. Su estilo era
precioso, el ejemplo perfecto de cómo se debe montar una bicicleta,
todo lo contrario de Makishima.
­— ¡Vamos a competir, Maki-chan!
­— Ya sé… —le contestó sin mirarlo
Debería guardar esa energía para el torneo, es un chico demasiado
hiperactivo —pensó Makishima, pero al instante empezó a correr
contra él para ver quién subía más rápido— Vamos, si te relajás me
voy a adelantar.
Mientras lo observaba correr, Toudou aceleró en silencio por la
pendiente. Adaptó su flexible cuerpo a la bicicleta con la columna
vertebral recta y se arqueó en ella de forma tan bella que parecía
una escultura clásica. Makishima no pudo evitar sentirse alegre de
poder volver a correr contra este chico.
Después del calentamiento, volvieron al patio de la escuela,
donde se llevó a cabo la ceremonia de apertura. Escucharon el
saludo de los patrocinadores y los consejos a tener en cuenta para
el recorrido dados por el director del comité. Antes de ir a la línea
de salida, Makishima volvió a inspeccionar su bicicleta.
Toudou, que se había mantenido al lado suyo durante la ceremo-
nia, en algún momento desapareció. Makishima lo buscó ya que le
pareció extraño pero no pudo encontrarlo entre la multitud. No era
para nada propio de él desaparecer sin decir una palabra.
­— Bueno, no importa —se dijo— de cualquier modo, ya me irá a
buscar cuando estemos cerca de la meta.
En la línea de salida habían colgado un banner con el nombre
del torneo escrito en él, tan grande que cruzaba de lado a lado la
autopista. Varios escaladores con sus bicicletas ya se encontraban

34
alineados bajo ella. Las posiciones de salida estaban basadas en
el orden de llegada, los primeros en llegar ganaban el privilegio de
poder elegir el lugar que les gustaba.
Ya había dos líneas formadas, con siete bicicletas alineadas
en la primera fila y ocho en la segunda. Los competidores estaban
empezando a formar la tercer y cuarta hilera.
Makishima se ubicó en el centro de la cuarta columna. No era
la mejor posición pero resultaba aceptable. Si se llegaba a ubicar
demasiado atrás corría el riego de quedar atrapado en alguna caída
si alguien de adelante cometía un error antes de la partida. Lo ideal
sería colocarse en la parte delantera del grupo pero no le gustaba
la idea de tener que insistir para llegar allá sólo por lograr un punto
extra y seguir sobresaliendo más de lo que ya de por sí hacía. Aca-
baba de aceptar que iba a quedarse donde estaba cuando…
­ — ¡¿MAKI-CHAN, A DÓNDE TE FUISTE?! ¡TE GUARDÉ UN LUGAR ACÁ! ¡VENÍ!
Al oír la estridente voz de Toudou saliendo desde la primera fila,
los ojos de Makishima se ampliaron de asombro y lo buscó veloz-
mente con la mirada. Toudou miraba hacia atrás con un continuo
moviendo de la cabeza buscándolo a él, agitaba violentamente en
el aire su mano derecha enguantada. Como era de esperarse, llamó
de inmediato la atención de los demás escaladores que lo rodeaban.
­— ¿Ese de Hakogaku es Toudou? —decían algunos.
­— Es Toudou, el dios de la montaña —murmuraban otros.
­— Sin duda es el favorito para ganar esta carrera —comentaban
por otro lado.
­— Uff, al menos quiero poder alinearme a él en el primer kilómetro
—Pronunciaban desesperanzados algunas voces.
Los murmullos se extendieron a lo largo de los participantes que
se alineaban detrás de él. Makishima llevó una mano hasta su casco
y trató de ocultar su rostro bajo de él. Era un chico muy vergonzoso.
­— ¡¿Maki-chan, dónde estás?! ¡¡Maki-... oh, ahí estás!! ¡Vení para
acá, no se puede hacer un buen arranque desde ahí! ¡Maki-chan,
Maki-chaaaan!

35
­El chico de Hakone insistió tan enérgicamente tantas veces que
los demás escaladores se giraron curiosos a mirar al objetivo de
sus gritos.
Ya no podía esconderse con todos viéndolo ahora, así que, con
resignación le levantó la mano en un pequeño gesto de reconoci-
miento y los ciclistas que estaban frente suyo se abrieron para darle
paso. Ubicó su bicicleta en la primera hilera, a la izquierda de Toudou
y otra vez se acomodó en posición de espera.
­— Eso fue tan vergonzoso... —Le dijo entre dientes pero eso no
disminuyó el buen humor de Jinpachi.
­— Acá no vas a tener que preocuparte de caer por culpa de que
alguno se resbale en la partida. En días de lluvia lo mejor es empezar
en la parte delantera.
Ahh... —pensó Makishima sin poder contradecirlo, sabía que tenía
razón— entonces por eso desapareció sigilosamente antes, se escabulló
de pronto para poder tomar un mejor lugar en primera línea...
Al darse cuenta de las buenas intenciones del muchacho, le hizo
una pequeña reverencia con la cabeza en señal de agradecimiento.
Pero el bajo perfil de su gesto, en vez de sentirlo como reconocimiento
a Toudou pareció preocuparle más.
­— ¿Qué es lo que te pasa, Maki-chan? ¿Te molestan las rutas mojadas?
­— N-no, no es eso
­— Muy bien, porque nuestro verdadero desafío se acerca... No te
asustes, habrá algunos chicos que van a intentar escaparse pero no van
a tener éxito. Perderán rápido la energía y se desmoronarán enseguida.
No caigas en su ataque señuelo. ¿Tenés el recorrido en tu cabeza?
­— Vi un video del año pasado en Internet
Hay algunos ciclistas que se conectan cámaras en sus bicicletas
o cascos para grabarse a sí mismos durante una carrera y suben el
video on-line. No sólo para promocionar la carrera y a ellos mismos
sino también como material de referencia para aquellos que deseen
participar en el próximo encuentro.
— ¿El de ese que era el único corredor amateur, verdad? Yo tam-

36
bién lo vi. Escuchame, mi estrategia es perfecta. Las rutas son estre-
chas y ásperas pero tiene curvas rítmicas, es un buen curso. Cuando
pasemos el punto de control de la primera mitad, nos deshacemos
de la mayor cantidad posible de rivales en las curvas cerradas que
van por los pueblos. Nuestra verdadera carrera la tendremos en la
segunda mitad, ¿entendido?
­— De acuerdo
­— ¿Seguro que estás en buenas condiciones? ¿Tanto vos como tu
bicicleta?
­— ¡¿Tenés que preguntarlo?!
­— ¡Wajaja! ¡Claro, es obvio! ¡Si yo estoy en perfecto estado, vos tam-
bién! —dijo Toudou alegremente con el pulgar hacia arriba.
Makishima volvió a mirar hacia el cielo y se dio cuenta de que
había dejado de llover. El pico del monte Hiromine, su objetivo, estaba
rodeado por nubes de lluvia.
Espero que el tiempo se mantenga. Las colinas tienen una pendiente
del 14%, con curvas cerradas y continuas. Estoy tan ansioso de poder
escalarlas que no veo la hora de empezar —pensó e inconsciente-
mente soltó un murmullo con un despreocupado tono de voz— No
te puedo culpar, porque yo también soy así —y comenzó a avanzar
junto al pelotón que se empezaba a mover.
Había escasos pequeños grupos de dos o tres personas de pie
al borde de la carretera, y la motocicleta que encabezaba al grupo
de ciclistas los escoltó a lo largo de la misma que estaba práctica-
mente desierta.
Para ese entonces Makishima ya comenzaba a experimentar esa
sensación de ansiedad en su corazón, que cada vez se aceleraba más.
Incluso Toudou había dejado de decir palabra y miraba concentrado
hacia adelante. Makishima lo observó en secreto y pudo notar como
el brillo en sus ojos incrementaba su intensidad y esto, por alguna
razón, encendió una llama en su propio pecho.
Al fin puedo volver a competir contra él, y eso está pasando en este
preciso momento...

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Se decía mientras lo invadía esa penetrante emoción que ponía
su corazón en llamas.
­— La carrera dará inicio en unos instantes —anunciaban repetidas
veces los altavoces. Había una cuenta regresiva que al llegar a cero
sería la señal que indicaría que la “Competencia de Escalada del
monte Hiromine” había empezado.
Comenzaron a pedalear con cautela, siguiendo el paso de la
motocicleta. Al no tener que preocuparse por cualquier posible
accidente de su entorno en el arranque, los dos salieron sin pro-
blemas en la parte superior del pelotón.
Antes de entrar en el sendero del bosque, la motocicleta los
condujo a ritmo pausado a lo largo de la verde ruta de la ciudad. La
motocicleta era de tamaño medio, con un asiento de pasajero, de
modo que trasladaba a dos personas. El miembro del staff que se
sentaba atrás llevaba una bandera blanca en la mano lista para ser
desplegada y cuando ésta se agitaba, la verdadera carrera comenzaría.
Sobre la baranda de un pequeño puente se lee un cartel que dice
“Camino de ascenso a la colina por la derecha”. Al cruzarlo la bandera
comenzó a mecerse y al instante todos los participantes intensificaron
su cadencia. La motocicleta incrementó su velocidad hasta alejarse del
tumulto. Tal como la señalización había indicado, al pasar el puente
había un cruce que se convertía en sendero del bosque.
Podían oírse los sonidos de cambio de marchas proviniendo por todos
lados. Las ruedas crujían y todos los participantes se apresuraron en girar.
El camino se hizo más estrecho muy rápido y todos se quejaron
por ello. No había ninguna línea central, ya que apenas era lo sufi-
cientemente ancha como para que dos coches pudieran pasar pega-
dos. La lucha por la posición llegó a ser imprescindible. El camino se
llenó con tan sólo cuatro o cinco bicicletas alineadas una junto a la
otra. Con un muro humano dispuesto de esta manera, nadie podía
atravesarlo y adelantarse.
Hubo algunos que de todos modos lo intentaron, pero sólo gana-
ron que sus codos sangraran cuando se raspaban con la pared de

38
hormigón que acompañaba al camino en ese trayecto del recorrido.
Al sentir ese pequeño forcejeo por la ventaja detrás suyo, Tou-
dou y Makishima defendieron su posición en la cabeza del pelotón
y entraron al sendero del bosque.
Su escalada era lenta. A su derecha las casas se alineaban por
aquí y allá. Era una colina baja, que podrían haber subido fácilmente
en un instante si no hubieran estado teniendo que estar controlando
su ritmo y a sus contrincantes.
La realidad es que algunos de los que se encontraban tras suyo se
mostraban muy impacientes y tras la primera oportunidad no dudaron
en saltar dejando gritos de provocación a los que los rodeaban. Toudou
y Makishima, después de intercambiar miradas, permitieron que se
vayan. Ahora que ya habían superado la línea de salida sin contratiem-
pos podían permitirse que la carrera se desarrollara sin preocupaciones.
De cualquier forma no importaba, esos chicos no parecían tener
mucha experiencia. Si salían de su ritmo, terminarían agotándose
muy pronto y no les alcanzaría la energía para continuar más tarde.
A diferencia de las carreras en carretera plana, donde se puede des-
cansar después de usar su fuerza, en las escaladas no había lugar
donde pedalear tranquilamente. En los caminos de colina, siempre
se va cuesta arriba. Para tener éxito, la clave está en saber mantener
con constancia el propio ritmo.
Luego de unos minutos la carretera comenzó a ampliarse repen-
tinamente. Eso pareció hacer que la gente respirara mejor, ya que
algunos más adelantaron a Makishima y Toudou, salpicándolos
con el agua que pisaban de los charcos estacionados en el camino.
Muchos lo hacían soltando gritos de asombro.
­— ¡Eh, pero si son Toudou y Makishima!
­— Ellos fueron los líderes del pelotón cuando empezamos, ¿qué
diablos están haciendo?
­— ¡Ya puedo presumirle a mis compañeros que logré superarlos!
­— Están pedaleando demasiado lento, probablemente hoy no
deben sentirse bien.

39
Debido a la reputación con la que ambos contaban como esca-
ladores, muchos querían deshacerse de ellos.
­— ¿Estás de acuerdo con esto, Maki-chan? Parece que ya hay unos
cuantos de los estaban detrás nuestro que se alejaron bastante.
­— Dejá que los idiotas se adelanten, vos mismo lo dijiste. No
importa. Mientras estemos a la cabeza en el último tramo, está bien.
­— Pero se nos separaron muchos. No me gustaría que haya nadie
fastidiándonos cuando sea nuestro momento —le dijo fijo a los ojos
mientras su mirada se tornaba seria— Se supone que esta carrera
nos pertenece sólo a nosotros dos.
­— E…está bien
Al principio de la carrera, el camino se hizo de repente estrecho
al entrar en zonas habitadas pero luego, cuando ya no podían verse
casas, por la izquierda se divisaba un arroyuelo correr entre las hojas
frescas, y a la derecha, la ladera de la montaña cubierta por el rocío
de la reciente lluvia.
En ese trayecto la ruta se volvía un poco más ancha, con una
línea central. Ocurrió dos veces, y cada vez que se ampliaba, los
corredores detrás de Makishima y Toudou aprovechaban para salir
a adelantarlos. Pero eso no volvería a pasar una tercera vez.
Los árboles sobresalían de repente por la pendiente, el campo
visual se oscurecía, el camino se estrechaba y la cuesta se volvía cada
vez más pronunciada. Era como si la colina sencilla había decidido
repentinamente que no quería seguir siendo fácil. El trayecto hasta
ahora, tres de los catorce kilómetros que tenía la carretera, había sido
sólo un calentamiento. De aquí en más, los once restantes serían el
comienzo de la verdadera escalada.
­— ¡Dioooos! —se alcanzaba a escuchar
­— ¡Mierda, es muy duro! ¡Bajé los cambios pero sigue siendo
pesado! —se decía a sí mismo otro
­— ¡E-esto no es justo! —se lamentaba con resignación alguno.
Todos empezaron a bailar, es decir, que se pararon sobre sus
pedales con el fin de aumentar la carga en ellos y ganar más de

40
propulsión. Pero aunque el baile logra que se vaya más rápido, el
cuerpo no puede mantenerlo por mucho tiempo.
Mientras que los escaladores respiraban fuertemente y perdían
velocidad, Makishima y Toudou se deslizaban fácilmente por delante
de ellos, todavía sentados en su sillín.
­— ¿Ya se están quedando atrás? No eran tan duros como parecían
¡wajajaja! —Les dijo Toudou con una carcajada mientras pasaban
por al lado. Todos se quedaron impactados mientras los veían pasar.
­— Ni siquiera están bailando todavía —decían boquiabiertos
­— Las elevaciones ya son bastante duras ¡¿y para ellos no repre-
sentan ningún esfuerzo?!
­— ¡¿Es un chiste?! —Alcanzaban a frasear incrédulos
En la cuesta empinada Makishima y Toudou habían pasado a
más de la mitad de los escaladores cuando se encontraron con un
grupo de casas particulares por delante que parecían aferrarse a la
pendiente cuesta arriba. Habían más alineadas al otro lado del río
también. Una señal de tráfico fue posteada en la entrada de los pue-
blos, y un miembro del staff vestido con piloto de lluvia los alertaba
para guiarlos en su recorrido.
Toudou sonrió.
­— Esa parece ser una buena empinada. Maki-chan, creo que debe-
ríamos empezar a poner un poco más de esfuerzo.
Makishima cruzó su mirada con la del muchacho y asintió en res-
puesta. Levantando sus caderas de la silla de montar, en un parpadeo
Jinpachi aceleró sin hacer ruido. El efecto óptico que su estela dejaba
en quien lo veía era como si se hubiese deformado varios metros.
Por su parte, Makishima lo seguía a la par con el cabello ondeán-
dole por detrás, balanceando el cuadro de su bicicleta de izquierda a
derecha con sus largos brazos y piernas. Con cada cadencia, saltaba
hacia adelante como si estuviera rebotando. Visto desde afuera,
parecía estar muy desbalanceado— ¿Qué mierda? Se inclina por
todos lados —alcanzó a escuchar de pasada.
­— E-estoy sorprendido. No puedo creer que no se caiga

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­— ¡Woah! ¡Así es como corre “La araña de las cumbres”!
A cada uno de los que pasaba por delante se quedaban mirán-
dolo con los ojos abiertos. “Araña” era el apodo que se le había dado
al ver el estilo de Makishima. En cuanto a Toudou, su aceleración
silenciosa le valió el apodo de “Ninja del Bosque”. Pero en cuanto a
él, prefería llamarse a sí mismo de otra manera...
­— ¡No está haciendo ningún tipo de sonido! Ni siquiera me di cuenta
de que estaba cerca —exclamó con sorpresa uno de los escaladores
que Toudou pasó cuando repentinamente vio aparecer delante suyo
la bicicleta de cuadro blanco y el maillot del corredor de Hokage.
­— Wajajajaja, tenés razón. Para cuando notan mi presencia... ¡¡Yo
ya estoy en el horizonte!! —le dijo alegremente, señalando con el
dedo al competidor rebasado por encima del hombro— ¡¡Me dicen
“Sleeping Beauty”!! Mi escalada es tan silenciosa que logra poner
al bosque a dormir. Cuando hablan de “Toudou, el Escalador Dur-
miente”, ¡se refieren a mí! Ahora ya tenés una buena historia de esta
carrera para contarle a tus amigos.
­— Nadie te llama “Beauty”
­— Maki-chan, ¿Dijiste algo?
­— No, nada. Debe haber sido el sonido del agua goteando —dijo
Makishima inocentemente. Con los dedos peinó hacia atrás su cabe-
llo y se dejó mojar por las gotas calientes de la llovizna que caía.
No pasó mucho tiempo antes de que pudieran divisar al primer
grupo que iba al frente, así como al segundo que se alcanzaba a
percibir por encima de la colina cada vez que cruzaban una curva.
Cada uno se componía por una decena de ciclistas, más una línea
alargada de otros aglutinados. Uno a uno iban perdiendo velocidad
y bajaban relegados al final de la línea.
Una cruel competición de supervivencia había comenzado.
Los muchachos continuaron la escalada, con Toudou ligeramente
por delante de Makishima que lo seguía pegado atrás. Las espaldas
de los que iban delante de ellos, retirados de la línea, se hacían más
grandes a medida que aparecían a la vista. Pero volvían a desaparecer

42
por completo ya que Makishima y Toudou los superaban, separán-
dose fácilmente de ellos.
Aquellos a los que pasaban tenían el rostro agotado y su respiración
se entrecortaba. Ni siquiera habían llegado a la parte más intensa de
la montaña todavía pero por su aspecto, algunos probablemente no
vayan a llegar a la meta. Los patrocinadores proporcionaron un vehículo
de rescate para los participantes rezagados que seguían al pelotón por
detrás lo más cerca posible en un límite de tiempo determinado. Una
vez que un competidor es alcanzado por él, debe retirarse.
Makishima y Toudou alcanzaron al segundo grupo. La distancia
entre el anterior y este era de un centenar de metros aproximada-
mente, pero el número de competidores se había reducido a siete.
Cinco de ellos se movían al unísono alineados en una fila.
Un chico menudo, con casco dorado estaba ubicado en la parte
delantera de la línea y parecía estar tirando de ella, controlándola.
Hacía movimientos pequeños y rápidos. Su bicicleta se veía muy lla-
mativa con el cuadro negro y líneas doradas, cuyo logotipo compartía
color. En la parte posterior de su maillot se leía “YAMANASHI” en
letras blancas, mientras que la prenda en sí tenía una combinación
de colores muy llamativos. Toudou ladeó la cabeza y dijo:
­— ¿Qué me decís de ese “interesante” maillot?
­— Naranja fluorescente con lunares púrpura... umm, parece que es
de Yamanashi, supongo que estarán representando a sus uvas —dijo
Makishima en voz baja.
Jinpachi asintió con la cabeza.
­— La línea de los hombros y los pantalones son color fucsia. Eso
debe de representar a sus duraznos. ¿Es un maillot bastante llama-
tivo, no? Hace que me duelen los ojos con sólo mirarlo.
­— Eso demuestra su amor por su ciudad natal. Está bueno, me
gusta.
Toudou se le quedó mirando
­— Maki-chan, ¿es joda, verdad?
­— ¿Hmm? ¿Qué cosa?

43
Los rumores sobre el peculiar gusto de ropa de Makishima habían
llegado incluso hasta los oídos del equipo de la Academia Hakone.
Ahora que lo pensaba, una vez lo había visto llevar una campera
de aspecto extraño después de una de sus carreras. Tenía azul y
amarillo en los bordes, mientras que el cuello y una de sus mangas
eran de color rojo brillante. En aquel entonces, Toudou pensó que
alguien se lo había prestado pero...
Ese rumor sobre su atroz sentido de la moda podría ser verdad…
Pensó Toudou con creciente horror. Makishima lo miró sin
comprender, no se daba cuenta de lo que estaba pasando por la
cabeza de su consternado amigo— No me importa. No quiero saber
la verdad... —se dijo mientras mantenía apartada la mirada y giró
su rostro al frente.
El muchachito del maillot de uvas debía ser muy hábil. Mante-
nía una distancia de cien metros al frente, cuidando su ritmo. No
había duda de que realizaría un ataque en la segunda mitad. Pero
los otros que lo seguían parecían ya estar en su límite; sus rostros
se arrugaban de dolor.
Makishima se acercó a Toudou y le indicó con la mirada— ¿Qué
hacemos? —Toudou volvió a sonreír.
­— ¿Ves esa la curva de la derecha que se acerca? Es la única entrada
al campamento que hay ¿qué te parece si una vez que la alcancemos
jugamos un poco con estos chicos, Maki-chan?
­— Actuás como si tuvieras todo el tiempo del mundo, pensé que
habías dicho que nuestro duelo era lo más importante
­— Wajaja ¡Esto es justamente por el duelo! Tenemos una turba que se
interpone en nuestro camino desde el principio. Si cualquiera de estos
viniera a atacarnos durante nuestra sagrada competencia, sería irritante.
­— Acá vos sos el principal irritante —murmuró Makishima, ras-
cándose la mejilla suavemente con el dedo índice.
­— ¿Dijiste algo? ¡Vamos! —y ambos le dieron más presión a sus
pedales.
No sólo había un cartel señalando los campamentos de la cum-

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bre donde estaba la meta, si no también otro al lado opuesto de la
carretera diciendo “Camino de ascenso a la montaña ↑” para indicar
que estaban entrando en una curva. Un miembro del staff agitó una
señal al aire, marcando en esa dirección, mientras otro contaba el
número de participantes que pasaban.
Makishima y Toudou siguieron al segundo grupo en la curva y
escalaron la pendiente. La colina ya era lo suficientemente empinada
como para hacer que cualquier persona suspirara si venía a pie y aun
así se siguió haciendo más pronunciada que antes. Los primeros diez
minutos a partir de aquí serían un obstáculo.
Toudou le indicó el momento de atacar con una señal de los dedos
y aceleraron. Con un rápido movimiento se separaron del pelotón y
escucharon como las voces de sorpresa mezcladas con resignación
se elevaron tras ellos.
­— Es el dios de la montaña...
­— ¡La araña Makishima!
­— Mierda, quiero competir con ellos pero no me puedo mover más.
Allí no parecía haber nadie con energía como para aumentar su
velocidad. Toudou estaba sonriendo triunfalmente de esto cuando…
¡Fwoohhhhhhhh!
Con un ronco rugido el ciclista-uva de casco dorado que montaba
al frente abandonó al pelotón y aceleró.
Toudou frunció molesto el ceño e intentó quitárselo de encima,
pero el chico persistió en su seguimiento. El muchachito de piel oscura
y ojos como platos se alineó al lado de Makishima. Se sacudió el agua
acumulada en la parte superior de la nariz y se presentó felizmente.
­— ¡Hey, reconozco esos malots que tienen! ¿Son Toudou de Hako-
gaku y Makishima de Sohoku, verdad? Yo soy Kouji Tobukuro, de
tercer año, estoy en el club de ciclismo de la escuela Yamanashi Kai
Shouhou. ¿Por qué no nos perdemos juntos?
Los amigos se miraron el uno al otro y sin disimular se dijeron
­— ¿“Malots”? ¿Qué es “malots”?
­— ¿Habrá querido decir maillot?

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Sin darle importancia a lo que se decían, el chico de casco dorado
y maillot-uva, Kobukuro, les sonrió ampliamente mientras seguía
pedaleando con movimientos fuertes.
­— Ustedes son muy famosos, ¿eh? Encontrarme con celebridades
tan populares como ustedes y poder correr junto a ellos me hace
tan feliz. En serio chicos, son como ¡mis ídolos! Y como tenemos
la misma edad siempre tuve la esperanza de poder correr junto a
ustedes algún día pero nunca tuve la oportunidad de conocerlos.
­— Bueno, gracias. ¿De modo que con ese “nos perdemos” nos
estás pidiendo que tengamos una carrera, no? —bromeó Toudou,
con algo de sequedad
­— En Yamanashi, “perderse” significa “ir hasta el final”, “pérdida”
significa “no irse” y “perder” significa “perder”.
­— ¡Daahh, eso es demasiado complicado!
­— Es el código Koushuu, el dialecto que Lord Shingen Takeda
decidió. Pero lo más genial sobre Lord Shingen es que nos enseñó
que las personas somos como muros de piedra, como castillos. En
todas las estrategias, hay que ser tan rápidos como el viento, tan
silencioso como el bosque, atacar como el fuego que se esparce
y ser tan inmóviles como la montaña q’… —la charla de Tobukuro
parecía no tener fin.
Toudou y Makishima se quedaron mudos, pero si intentaban des-
hacerse de él se exigirían de más y ellos querían reservar su energía
para la ansiada carrera venidera.
No puedo creerlo, nunca imaginé que habría alguien que hablara
incluso más que Toudou —pensó Makishima honestamente sorpren-
dido— pero sus habilidades son evidentes. Él está subiendo la colina
pero tiene energía de sobra como para también hablar de esa forma.
­— ¿Qué hacemos? —le preguntó Toudou en ese momento
­— Parece bueno ¿podríamos usarlo... sho?
­— ¿Usarlo, eh? Bien entonces.
Ambos intercambiaron miradas al mismo tiempo y, sin saber de
quién fue la idea primero, decidieron que por el momento observarían

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la situación que se desarrollaría en las curvas cerradas que tenían
por delante. Después de allí, lo perderían en la primera pendiente
empinada.
­— ¡… así que eso dijo, ebeshi! —comentó Tobukuro con orgullo
Makishima y Toudou comenzaron.
­— “Ebeshi” significa “¡vamos!” en el diccionario Yamanashi
­— Bueeeno…
Sus caderas se levantaron en el aire, Tobukuro estiró sus manos
hacia delante y empezó a bailar. Aumentó la velocidad, dejando a
Makishima y Toudou atrás.
­— ¡¡Ebeshi!! ¡¡Dense prisa y alcánceme!!
­— Este pibe es un verdadero dolor de cabeza —Se dijeron mutua-
mente en silencio, sólo con el intercambio de miradas.
Habían llegado al punto de control de los cinco kilómetros. Fal-
tando nueve para la meta, el camino de aquí en más continuaría con
elevadas curvas zigzag muy cerradas. Era una situación difícil donde
no importaba lo mucho que habían escalado, aún no estaban cerca
de la cima de la montaña.
Tobukuro se lanzó con osadía hacia la primera curva cerrada.
Tomar la cara exterior de la curvas era recorrer mayor distancia pero
la pendiente no era tan difícil. La elección de correr por la curva inte-
rior, a pesar del ángulo de la pendiente, significaba que tenía plena
confianza en la potencia de sus piernas.
Voltea a verlos con inocente placer marcado en su rostro todo
traspirado, y dice con entusiasmo:
­— ¿Vieron eso? ¡¿Mi ataque a la curva?! Esa es una de las estrate-
gias de Lord Shingen, ¡atacar como el fuego que se esparce! ¡Cuando
veo la oportunidad, hago un ataque frontal al camino más corto y
lo rompo! ¡Ya pueden decirlo, soy asombroso!
­— Uvas es bastante bueno —dijo Toudou mientras veía la espalda
de Tobukuro y sus ojos se ponían serios. Acercó su boca cerca de
la oreja de Makishima y susurró— Lo dejo. Es un desperdicio sim-
plemente quedarse a ver cómo salen las cosas. Maki-chan, ¿qué tal

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si hacemos que este pibe acelere y ataque a los diez que están por
delante? Que haga el trabajo por nosotros. Así quedaríamos solos
más rápido —Y sin esperar respuesta, en silencio se deslizó más
cerca de Tobukuro— Hey, Tobukuro, mostranos lo que sabés hacer.
Hay tres grandes curvas más adelante, corramos por ellas y cuando
nos encontremos con el siguiente pelotón, deshagámonos de ellos.
Maki-chan, vos y yo.
El grupo de ciclistas que le señaló con la barbilla se encontraban
tan dispersos que ya no podía ser llamado pelotón. Las laderas se
habían inclinado aún más desde que entraron al camino de los cam-
pamentos, y a causa de las técnicas de escalada de curvas propias
de cada uno se generaban grandes espacios entre los participantes.
­— ¿Lo decís en serio? Correr contra Toudou-san y Makishima-san
¡es como un sueño hecho realidad! ¡Ebeshi! ¡¡Ebeshi!!
Tobukuro saltó hacia delante con alegría. Su cuerpito era como
un resorte en espiral. Podían ver sus músculos trabajar, incluso a
través de su maillot. Su baile era poderoso. Avanzó apoyando todo su
peso a un lado de los pedales y luego al otro lado, alternadamente.
­— Vamos, Maki-chan
­— Ohh, está bien…
La Araña se encogió de hombros, cambió de marcha y entró en
modo baile. Makishima, con su cuadro peligrosamente flexionado,
y Toudou, con su deslizamiento recto y sereno, compitieron entre sí
por llegar a la siguiente curva.
­— ¡Guhh! ¡Ese Uvas es rápido!
Atacar las curvas utilizando la distancia más corta parecía ser la
estrategia de Tobukuro. Él corrió a través de ellas sin dejar rastros de
duda. Sus ruedas dejaban huellas en el camino fangoso, marcando el
rastro de su recorrido través del interior de la curva, hacia la siguiente.
Ellos siguieron ese camino. Ponerse al corriente de su velocidad
era bastante simple, pero los chicos también tenía sus propios estilos
de escalada que les resultaba más eficiente. Sus marcas mostraban
una curva de líneas graduales en el barro, no eran rectas en absoluto.
­— ¡Atacar como fuego que se esparce!
Mientras gritaba, Tobukuro encerraba a los escaladores por
delante hasta que quedaban a sólo unos metros de distancia. Tou-
dou y Makishima se le pegaban muy de cerca.
La parte superior de su cuerpo permanecía inmóvil, como si
estuviera pedaleando en terreno plano, Toudou intentó rodearlo.
Makishima corría aún más fuera que él, cerca del centro de la ruta.
Cada vez que bailaba, su cabello se convulsionaba y salpicaba agua
desde sus neumáticos raspando.
­— ¡Estás acá, Toudou! ¡Este es mi ataque! ¡Mirá esto!
La bicicleta de Tobukuro agarró velocidad
­— ¡Uno menos!
Tobukuro agarró la curva y pasó fácilmente por delante de un
escalador que se había caído de la línea. Los de adelante se dieron
cuenta de que estaban siendo atacados y hubo dos respuestas:
algunos intentaron escaparse, otros mantuvieron su ritmo para pre-
pararse a contraatacar. Sin embargo, en ambos casos, el resultado
fue el mismo. Se rindieron al poco tiempo.
­— ¡Esto es increíble! ¡Se siente tan bien! ¡Quedan dos más!
Realmente atacaba como el fuego. Cuando quedaba atrapado,
simplemente no bastaba con ir más allá. Reacomodaba un poco su
velocidad por un momento y se pegaba por detrás de su objetivo
magníficamente antes de separarse de ellos en el interior de una
curva. Si hubiese demostrado incluso la más mínima vacilación en
la cara interna de la pendiente, habría perdido.
La luz en los ojos de Toudou cambió. Su respiración se volvió
cuidadosa y sus ojos se estrecharon.
­— Ese Uvas puede escalar sorprendentemente bien
­— ¿A dónde querrá llegar con esa aceleración? —soltó Makishima.
­— Es demasiado temerario, parece conocer muy bien estos cami-
nos. Es evidente por su audacia al sumergirse en el trayecto más corto.
Pero nosotros somos más poderosos cuando se trata de escalada y
lo dejaremos bien en claro una vez que lleguemos a las colinas más

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pronunciadas. ¡No te quedes atrás, Maki-chan!
A medida que la pendiente se hacía más aguda, Toudou aumentaba
su cadencia. Makishima también igualó su marcha. Naturalmente,
ninguno de las ciclistas que superaban estaba a su altura.
Se alinearon junto a Tobukuro y lo adelantaron como para demos-
trar que eran más rápidos. Los tres siguieron adelante, separando a
dos más fuera del desmembrado pelotón.
Tres ciclistas... cuatro... ¡Toudou y Makishima son tan sorprenden-
tes! —pensaba maravillado Tobukuro mientras los veía correr— No,
ahora no es el momento para estar deslumbrándome, ¡esta es la única
vez que podría tener esta oportunidad! ¡No voy a permitirme perder!
Los tres corrieron por la pendiente empinada de la siguiente curva.
Sus músculos se sentían como si estuvieran en el fuego. El paisaje no
era muy agradable, aunque en realidad tampoco podían ver clara-
mente adelante. El bosque se levantaba densamente alrededor suyo
y en las zonas en donde no lo hacía, se alzaban muros de hormigón
que servían de apoyo para los cimientos de las casas construidas en
las laderas de la aguda colina. Cuando el gris del cemento húmedo
ocupaba la mayor parte de su campo visual, pedaleaban con una
sola cosa en mente: la siguiente gran curva.
Makishima y Toudou avanzaban uno al lado del otro, pero eran
incapaces de deshacerse de Tobukuro. No importaba cuántas veces
se cayera, siempre se sumía en el borde interior de las curvas cortas
y terminaba justo detrás de ellos otra vez. Una fría inquietud comen-
zaba a extenderse desde las piernas de Makishima hasta su espalda.
El frío no era debido a la lluvia, ella había cesado convirtiéndose
en niebla pesada de nuevo y los alrededores se hicieron más brillan-
tes. Las nubes vuelven a cargarse rápidamente.
No me gusta la lluvia
Pensó Makishima mirando a las nubes. Su conducción no había
sido tan afectada, pese de las malas condiciones. Creía que era su
punto fuerte, puesto que siempre consideró que su fortaleza radi-
caba en el manejo de situaciones irregulares.

51
Toudou, con la mirada todavía al frente, se apartó un mechón
de cabello negro que se adhería a un lado de su cara, sacudiendo
a lo lejos las gotas de agua que se aferraban a él, y dijo impaciente
en voz baja:
­— ¿Maki-chan, percibiste ese calor en el cuerpo?
­— Desde hace rato. Tardaste en preguntármelo
­— Así lo creí. Hmm... ¡¡¿Hm?!!... ¿Sentiste eso?
­— Seh
­— Después de que pasemos a aquel tipo... nos despegamos.
Al escuchar esas palabras Makishima miró a Toudou con una
media sonrisa.
Después de “aquel tipo” los esperaba un camino ascendente sin
descansos. Los tres al fin habían alcanzado al último escalador que
no podría separarse de ellos.
­— ¡Atacar como fuego que se esparce!
Tobukuro pasó a toda velocidad usando la curva interior, mientras
que Toudou y Makishima hicieron lo mismo por la curva exterior.
­— ¡La puta madre, pensé que tenía la ventaja! ¡¿Y están acá?! —El
escalador lanzó un grito de frustración, pero parecía haber perdido
la voluntad de luchar. No fue tras ellos.
Entraron en la tercera gran curva que había sido designada como
la parte final de su corta competencia. Atrás dejaron ocho kilómetros
de carrera pero aún estaban a mitad de camino.
­— Hahh, hah, hah… —jadeaba entre resoplidos—ahora, ¡cinco
personas! Realmente es “tan silencioso como el bosque”, en serio
que es impresionante.
Tobukuro respiraba con dificultad, pero tenía un aspecto de
exaltación en su rostro.
­— Vos también, Makishima —le dijo felicitándolo.
Makishima y Toudou cambiaron de marcha al mismo tiempo,
levantaron sus caderas y coordinaron naturalmente su respiración
en pos de la carrera, cuando…
­— ¡Já! Ya están respirando con dificultad. Qué toscos.

52
Una voz nasal y extrañamente dulce habló. Su propietario se
alineó junto a ellos tres mientras hablaba, cayendo después de una
gran inhalación y volviendo a alinearse con ellos para superarlos
varios metros por delante. Bloqueó sus pasos a propósito, como si
quisiera que reaccionaran irritados.
­— ¡¿Dweh?! —gritó histérico Tobukuro. Al parecer había estado tan
absorto por su competencia con Toudou y Makishima que no había
prestado atención a lo que pasaba detrás suyo.
­— ¡Ya llegó! Será mejor que mantengamos a este tipo atrás, Maki-chan!
­— ¡¡Sho!!
Esa fría inquietud que Makishima había tenido antes y la pre-
sencia que habían sentido con Toudou provenían de este muchacho
que los venía persiguiendo desde atrás. Tenía un aire peligroso en él.
­— ¿Y qué te hace creer que te lo permitiría?
La bicicleta azul que apareció repentinamente delante de ellos
en una ráfaga de viento, era conducida por un chico que llevaba un
maillot verde claro con barras delgadas de blanco y azul claro. Se veía
bastante delicado para ser un atleta. El agua goteaba de las puntas
de sus mechones de flequillo que se asomaban desde el borde de
su casco. Tenía un rostro finamente cincelado y una nariz agradable
a la vista, con la proporción ideal para armonizar con su fisonomía.
El muchacho acercó sus largos dedos a la altura de su ojo e hizo
un movimiento empático con ellos, luego apoyó la mano sobre su
corazón y giró teatralmente su cara hacia el costado.
­— Nunca dejaré que Toudou o Makishima ganen esta carrera —les
dijo— ¡sin importar lo que cueste!
Incluso la modulación de su voz fue exagerada y dramática, lo
más probable era que se creyera algún tipo de actor de teatro.
­— Yo… yo, me avergüenzo de mí mismo, por haber tardado todo
este tiempo para poder alcanzarlos. Nunca debí subestimarlos. Pero
de aquí en más tendrán una dura batalla, asegúrense de echarle un
buen vistazo a mi poder.
­— Hmm, ¿y se puede saber quién sos? —le contestó Toudou—

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Nunca te vi en una carrera pero parecés bastante confiado.
Se le adelantó bloqueando su camino para ponerlo a prueba.
Makishima los siguió por detrás muy de cerca para poder observar
mejor la situación. Vio a Toudou acelerar su ritmo, como si hasta
el momento sólo hubiera estado poniendo la cantidad mínima de
esfuerzo. Tobukuro parecía que finalmente se estaba quedando sin
energía, pues poco a poco se fue rezagando y ya no corría junto a ellos.
Sin duda Toudou distraería la atención del chico de la bicicleta
azul cuando quisiera y cuando esto sucediera, Makishima aprovecha-
ría su punto ciego para superarlo y deshacerse de él. Por lo menos,
eso era lo que creía.
Los tres comenzaron a luchar por el liderazgo. La pendiente
tenía unos pocos grados de inclinación, lo que la hacía más fácil y
el perfecto lugar para aumentar la velocidad.
El adolescente aumentó su cadencia. Pedaleaba a buen ritmo, a
pesar de la inclinación. Normalmente, la forma ideal de recorrer una
subida sería cambiando a marchas más ligeras y pedal con mayor
frecuencia. En ese sentido, este chico era un verdadero escalador.
­— ¡Wah, esperen! ¡Yo todavía no abandoné!
Tobukuro entró en pánico al ser dejado atrás, pero su pedaleo
había perdido gran parte de su anterior intensidad. No podía alcan-
zarlos con tanta rapidez.
­— ¡No puedo perder! ¡Toudou, Makishima! ¡Practiqué todos los
días hasta el agotamiento! ¡¡Esta montaña me pertenece a mí!!
Los gritos de Tobukuro se alejaban gradualmente hasta desapa-
recer por completo después de la curva.
Toudou alineó su bicicleta al lado del chico delicado, que man-
tenía su ritmo con ellos, para hablarle.
­— Sos bastante bueno, eh. Dejaste atrás a Uva, haciendo que coma
polvo... y él no fue un oponente débil.
Como Makishima alineó su bicicleta junto a ellos, tomó por hecho
de que estaba de acuerdo con las palabras de Toudou. Además, a
pesar de que su rostro no mostró reacción, también lo dio a entender

54
cuando miró al escalador durmiente mientras despejaba el agua que
goteaba desde su flequillo, con un saetazo de su cabeza.
­— ¡¡Naturalmente!! He recorrido este camino miles de veces. Todos
los días, mañana y noche. Soy local en esta ciudad, nací y me crié
al pie de esta misma montaña. —dijo el grácil muchachito mientras
fulminaba con la mirada a Makishima y luego a Toudou.
­— Esta montaña es mi montaña. No voy a dejar que nadie más
conquiste su cumbre sagrada.
Al decir esto, el esbelto ciclista los adelantó. Avanzó media
bicicleta de distancia pero Toudou reaccionó de inmediato y al ins-
tante se volvió a alinear con él. También lo hizo Makishima con su
inexpresivo rostro.
­— Qué lindo, es tan tierna la confianza que te tenés vos mismo
pero lamento decirte que estás equivocado. La cima solamente le
pertenece a los más fuertes.
­— ¿Qué me querés decir, Toudou? ¿Acaso vos te quedarías sentado
muerto de risa mientras ves como unos extraños corren sin permiso
por tu jardín? — El delicado chico parecía ofendido por la declaración
del escalador de Hakone.
­— Uhhh —dijo Toudou un poco desanimado— Es bueno que tengas
tanto amor por tu ciudad natal pero no hay razón para que me trates
de esa manera. Esta es la primera vez que nos vemos.
El ciclista esbelto levantó sus hombros con excesivos aires de
fanfarronería y dijo en un desagradable tono de voz:
­— Pero yo sí los conozco, Toudou y Makishima, nos cruzamos en
varios torneos. Ustedes dos sólo se preocupan por el otro. Apuesto
a que ni siquiera recuerdan la cara o el nombre del chico del tercer
puesto y ni hablar de prestarle atención a los que no ganan ningún
premio. Es como si para ustedes los demás sólo fuéramos meros
adornos puestos en fondo para hacer que destaquen.
­ — ¿Estuviste en un tercer puesto...?
Makishima, que había estado observando todo el asunto, intentó
recordar su nombre.

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­— Ohh, si mal no recuerdo, te llamás... Musashigawa-kun... per-
doná —se disculpó Makishima— No es personal, a este chico no
le interesa más que su propia posición, sin mirar al resto. Si eso te
ofendió, realmente lo siento.
Tras estas palabras, Toudou sonrió con tristeza.
­— No, no, Maki-chan, no seas tan complaciente con él.
­— ¿Qué, sos su padre?
Descolocado por el sarcasmo de Makishima, Toudou habló con
el grácil Musashigawa.
­— Musashi-kun, pedirnos que reconozcamos tu duro trabajo, aun
cuando no hayas obtenido buenos resultados, es una romántica idea
que sólo puede ser aplicable en clase de Gimnasia de la escuela. Esta
es una carrera de verdad y los resultados lo son todo. Como mucho,
a lo sumo, en secundaria podés conseguir algo llorándole a extraños
para que vean más allá de los resultados. Además, te aseguro que si
hubiera habido alguien que nos venciera lo recordaríamos aunque
no quisiéramos.
El adolescente soltó una risa reprimida junto a un arrogante:
­— Muy bien… No me digas Musashi, mi nombre es Shin Musashi-
gawa. Estoy en el tercer año de la escuela Chichibu Midori. ¡En nombre
del orgullo y honor de mi ciudad, no voy a dejar que vos tomes esta
montaña! ¡JaJaJaJa!
La soberbia de Musashigawa produjo una enorme sonrisa de
blancos y brillantes dientes. Estaba tan presumido que si sus manos
no hubieran estado sosteniendo el manillar, probablemente habría
cruzado sus brazos y se echaría hacia atrás de manera prepotente.
Despejando todo gesto de alegría en su rostro, la expresión de Tou-
dou se tornó fría.
­— Como digas, entonces intentalo ¡tratá de arrebatarme la cima de
la montaña! —Al decir esto, Toudou se separó en silencio. Después
de una pausa, Makishima se encogió de hombros y lo siguió.
­— Hey, decime la verdad ¿qué querés lograr realmente? —le pre-
guntó cuando lo alcanzó.

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­— Está bien —le dijo en voz baja— hay que ver si es sólo un char-
latán o realmente tiene talento. Será divertido verle la cara cuando
lo dejemos relegado y sigamos con nuestra carrera.
Vaya… —Pensó Makishima, exclamando sorprendido pero de
igual modo lo siguió.
­— Te voy a demostrar que esta montaña me pertenece a mí —
declaró Musashigawa. Sin parecer molesto en absoluto por la fuerte
pendiente que transitaba.
Su jadeante respiración estaba justo detrás de Makishima. Era
como si pudiera sentir su cálido aliento en la espalda.
­— ¿Y qué si te dicen el dios de la montaña? ¿Y qué si te llaman la
araña de las cumbres? ¡Les voy a enseñar que en esta montaña, esos
ridículos títulos no tienen sentido!
Ambos se separaron de Musashigawa pero él les dio caza y los
alcanzó. Aceleraron, los volvió a atrapar y se alinearon uno al lado
del otro.
Este tipo es realmente persistente.
Pensó Makishima mientras intentaba perderlo. Sin importar
cuán duro peleaba por desprenderse de él, todavía seguía sintiendo
como si pudiese oír sus jadeos justo detrás suyo. Podía confirmar la
aceleración de sus propios latidos sin necesidad de mirar a su ciclo-
computador. Él seguía aferrándosele.
Calmate. No es más que otro participante, como el resto.
Makishima inhaló profundamente para no perder el equilibrio.
Pero el malestar que sentía por instinto no se desvanecía de su pecho.
En la última curva cerrada, el ciclista de Sohoku quedó en primer
lugar, evitando apenas la barandilla del borde de la carretera. Su pedal
raspaba el poste de la baranda, haciendo un ruido ensordecedor. En
el preciso instante en que inclinó su cuadro, Musashigawa llevó su
bicicleta más al interior de la curva. Aún más que Toudou o él. Esa
curva era ligeramente un poco más corta en su interior. Si hubiera ido
demasiado profundo, podría haberlos golpeado y caído del camino.
Musashigawa podía analizar y actuar sobre esa pequeña abertura...

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­— ¡Ese pibe…! Conoce hasta el diámetro de la curva... ¡¡Lo sabe
de memoria...!! —gruñó Toudou.
­— ¿Tenés idea de las miles de veces que corrí por esta ruta? —se
burló Musashigawa.
Musashigawa cambió de marchas a gran velocidad, y a partir de
ahí terminó la escalada de curvas cerradas, entrando por primera vez
en una pendiente cuesta abajo. Estaban transitando por una veta de
la montaña donde el terreno no era urbanizable y que se adentraba
a la cima de la montaña.
En ese momento, Makishima comprendió lo que sucedía. El
retador estaba por delante suyo, la distancia entre ellos crecía más y
más. Era evidente que él conocía cada mínimo rincón de este camino.
Puede que haya dejado de llover, pero el agua todavía chapo-
teaba a lo largo de la superficie de la carretera, fluyendo con especial
rapidez a causa del declive de ese tramo.
En las pendientes descendentes, aquel que conoce el camino
tiene una ventaja muy fuerte. El hecho de saber cuánta aceleración
poner en la curva, da un mejor control a la velocidad de la bicicleta.
Musashigawa probablemente sabía, con cálculo de un insignificante
margen de error, el momento ideal para frenar en este descenso,
pero no era lo mismo para Makishima y Toudou. Sólo habían visto
un video del recorrido e imaginaron como sería; esta era la primera
vez que experimentaban el camino real.
Bajaron la postura y sus cuerpos se doblaron cuando giraron
por la curva empinada. Sus ruedas seguían con peligrosos derrapes.
Manteniendo el dedo en los frenos, Makishima mordió el interior
de su labio. Esta carrera no se trataba sólo de escalar.
No voy a frenar hasta el último momento. Este camino debe seguir
cuesta abajo hasta llegar a aquel puente. La distancia entre Musas-
higawa y yo cambiará dependiendo de lo rápido que pueda cruzarlo.
Advirtió que Toudou debió de haber estado pensando lo mismo
porque también tenía su dedo sobre sus frenos y miraba con total
escepticismo a Musashigawa.

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De acuerdo —pensó y se preparó. Pero justo en ese instante una
gota de agua golpeó su ojo haciendo que parpadee por reflejo y por
la misma razón frunció el ceño intentando limpiarse. La rueda de su
bicicleta pisó un charco de barro y lo salpicó.
Sintió un impacto de golpe seco y repentinamente su bicicleta
perdió fuerza. Sus pedales giraban en el aire sin lograr nada.
¡La cadena! —soltó una voz en su cabeza. Contuvo el grito que casi
se le había escapado de sus labios. Logró seguir el resto del recorrido
cuesta abajo gracias al impulso y al sentirse seguro, desenganchó
el sistema de fijación de los pedales y apoyó sus pies en el suelo.
­— ¡¿Maki-chan?!
­— Mi cadena se salió —dijo con toda naturalidad, como restándole
importancia, cuando Toudou se dio vuelta a mirarlo y luego alzó la
voz frustrado para decirle— ¡¡Corré!! ¡Andá, seguí por mí! ¡¿Vas a
dejar escapar a Musashigawa?!
Pero Toudou pareció no escucharlo, pasmado desenganchó las
calas de su sistema de fijación izquierda y presionó los frenos con
la suficiente fuerza como para detener la bicicleta por completo.
­— Maki-chan…
­— ¿Creés que podría alcanzarlos así? —la voz de Makishima se
sentía áspera. Eso era algo tan raro viniendo de él que hizo que
Toudou se le acercara tranquilo. Incluso le pareció oírlo tragar.
­— Apurate lo más que puedas — le dijo— para cuando me alcances
ya me habré adelantado a Musashigawa y tomado para nosotros la
primera posición.
El chico de Hakone puso nuevamente su pie izquierdo sobre el
pedal y se precipitó a lo lejos como un vendaval incluso antes de
que el sonido de sus calas haciendo click en su sitio pudiera ser oído.
Después de verlo perderse por el campo, aún con una mano
levantada en el aire, Makishima se sacudió el pelo mojado que pesaba
más que nunca sobre sus hombros.
­— Creo que por la lluvia usé demasiado lubricante en la cadena.
Su intención fue utilizar el aceite para repeler el agua, pero al

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60
parecer esto tal vez fue lo que provocó que la cadena resbale por el
lado de la rueda dentada.
­— Este tipo de cosas suceden de vez en cuando. No es la gran cosa.
Arrimó su bicicleta a un lado de la carretera. Recogió la cadena
caída y la puso sobre el plato. Levantó la bicicleta por encima del sillín
de modo que la rueda trasera quedara suspendida en el aire y con
la otra mano hizo girar la biela, que conecta los pedales a los platos.
La cadena volvió a encastrarse en su lugar.
Ubicó nuevamente la bicicleta en el suelo y comenzó a andar.
Pero después de unas cuantas rotaciones de los pedales, la cadena
se volvió a salir y quedó atrapada entre los engranajes y el cuadro
de nuevo. No se iba a fijar de forma inmediata.
­— Tch, justo cuando estoy apurado.
Al igual que antes, se bajó de la bicicleta y se acuclilló para
fijar la cadena. En ese momento, Tobukuro pasó a toda velocidad y
alcanzó a oír que decía:
­— ¡Listo! Problemas con la bici ¡al fin pasé a Makishima!
Mientras Makishima seguía luchando con la cadena llena de
barro, otras seis personas más lo sobrepasaron.
­— No pasa nada, no es nada grave… —se convencía a sí mismo
mientras se esforzaba por mantener la calma. Cuando se trataba
de irregularidades y accidentes, él era un especialista.

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Capítulo 2

Exigencias de batalla

Su cadena quedó arreglada, Makishima ensilló la bicicleta una


vez más y comenzó a perseguir a Toudou.
Al cruzar el puente lo esperaba otra pendiente cuesta arriba. No
había más casas en la zona, a partir de ahí era un camino propio de
montaña. La carretera era angosta, demasiado estrecha para que
compitieran dos bicicletas y su superficie estaba llena de baches.
Ya no era un camino asfaltado bajo el mando administrativo de una
oficina del gobierno. Había una señal que le advertía tener cuidado
al pasar por ahí.
Dos miembros del staff lo estaban esperando allí. Uno de ellos
indicaba el curso con su bastón mientras que el otro se ocupaba de
contar la cantidad de participantes que pasaban
­— ¡El camino es peligroso más adelante, así que andá con mucho
cuidado!
La voz del staff que advirtió a Makishima se desvaneció rápida-
mente detrás de él. La ladera de la montaña que iba hacia abajo se
convirtió en un valle profundo que lo mareaba cada vez que miraba
hacia abajo. La banquina junto a la carretera estaba rota por todos

63
lados, corría el peligro de caerse por el lado empinado de la montaña
si acercaba demasiado.
El lado interno de la carretera, lejos de la ladera de la montaña,
estaba cubierta de piedras o de muros de hormigón y árboles. Ramas
mojadas colgaban por encima en intervalos de diez a cientos de metros.
El bosque era espeso a su alrededor, el camino muy estrecho.
Posiblemente era lo suficientemente amplio como para que sólo
quepan tres bicicletas. No había desvíos ni espacios en la banquina
como para permitir que las bicicletas se pasen entre sí.
Habían hecho orificios en los muros para permitir que el agua
drene y moje el terreno de montaña; el agua fangosa brotaba de
ellos. Las canaletas se habían bloqueado por las hojas caídas, por
lo que el agua turbia se desbordaba sobre la carretera.
­— Parece que acá las lluvias de ayer y de esta mañana fueron
mucho peor que en otros lados. Es una carrera de montaña, así que
esos grandes charcos de barro no ayudan para nada… Feeeew... —
Makishima dejó escapar una larga exhalación, luego aspiró y se llenó
los pulmones de aire fresco. Sintió como si su visión se aclarara más.
Cambió a marchas más ligeras y pedaleó sentado.
El barro frío que salpicaba contra sus piernas goteaba por debajo
de sus zapatos. Tenían agujeros de ventilación pero cada vez que
pedaleaba, el agua que escurría por ellos producía un sonido de
chapoteo.
­— Tendría que haber esperado, pero las condiciones son mucho
peor de lo que imaginaba...
La bicicleta blanca de la que tan orgulloso se sentía ahora estaba
toda embarrada. Miró la cubierta delantera, la rueda cortaba el agua
fangosa con un pesado sonido de chapoteo. Sentía fría la espalda
de su maillot. Las bicicletas de carrera no tienen guardabarros, así
que cada vez que pisaba un charco, el barro terminaba golpeando
directamente sobre su espalda.
Cuando uno corre en bici por diversión no le importa tener que ir bajo
la lluvia o tormentas pasajeras. Puedo trabajar con irregularidades. Si

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lo pienso de esa forma, no hay nada que temer —Levantó la cabeza.
Chequeó el tiempo —Jimpachi... ¿Hasta dónde habrá llegado? Estoy a
tres… no, cuatro minutos por detrás. Si quiero alcanzarlo voy a tener que
subir mucho más el ritmo. Cuando nos volvamos a encontrar todavía
tendremos cinco kilómetros por delante... o cinco y medio.
Toudou ya había pasado por ese camino, iba delante de él en esta
calzada oculta por ramas verdes. Con su pulgar derecho escurrió el
agua que le goteaba del flequillo y con el índice cambió de marcha
para pedalear a mayor ritmo.
Todavía había una distancia de siete kilómetros entre él y la meta.
Eso era más o menos la mitad del recorrido. La elevación se hacía
cada vez más alta y la niebla se iba arremolinando poco a poco en
torno a él. La blanca bruma lo envolvía cada vez que pasaba a través
de un canal, lo que le dificultaba mucho poder ver con claridad. Para
alguien que estuviera viendo desde el pie de la montaña, tranquila-
mente podría confundirla con nubes de lluvia.
Creyó ver una figura perdida entre la niebla delante de él.
­— Los encontré.
Levantó las caderas del sillín e inclinó su cuerpo hacia un lado.
Era el momento de comenzar la persecución.
No pasó mucho tiempo antes de que tuviera en la mira la vaci-
lante bicicleta serpenteando a través de la fina, y a veces espesa,
niebla. El escalador parecía indeciso sobre cómo encarar el reco-
rrido, probablemente porque no podía ver delante de él. Llevaba un
maillot naranja fluorescente con lunares púrpura. A juzgar por esa
combinación de llamativos colores, era Tobukuro.
­— Es Uvas... pero si calculé bien, cuando me sobrepasó subió
de la novena a la octava posición. Luego de él pasaron cinco o seis
personas más ¿por qué me lo encuentro primero? ¿Se habrá sobre
exigido? ¿El clima frío lo superó tanto como para que lo superaran
esos cinco o seis ciclistas?
­Pedaleó con mayor fuerza y se le acercó, cuando Tobukuro lo sintió
se dio vuelta a mirar.

65
­— Makishima... de vedad estás aquí.
Cuando lo alcanzó pudo ver como sus enormes ojos resplande-
cieron. Makishima no podía pasarlo sin dejarle antes alguna señal
de reconocimiento, así que cuando comenzó a decirle “Vo”, él lo
interrumpió...
­— Oh... digo...
Bajó la mirada haciendo pucheros y continuó pedaleando con
cuidado como si intentara probar algo, parecía preocupado por su
rueda. Extrañado, Makishima también miró la rueda delantera de
la bicicleta negra de su contrincante.
­— ¿Un pinchazo?
3
La cubierta de su llanta , parecía un diskette al pisar el suelo.
­— No te sientas mal, me compadezco de tu situación.
Los pinchazos son una parte inevitable de estas carreras, le pasa
al más desafortunado ciclista. En una competencia de ruta de larga
distancia, habría un móvil de apoyo que llegaría a auxiliar al compe-
tidor remplazando su llanta pero esta fue programada para terminar
en una hora. Tampoco llevaban herramientas de reparación, ya que
lo tenían que dejar durante la etapa de práctica.
Tobukuro se sonrojó ante la mirada compasiva de Makishima,
e intentó disimularlo diciendo con vehemencia— ¡Todavía puedo
correr! ¡Aún no me doy por vencido!
A la araña de las cumbres le dolía el corazón al ver en ese estado
a un rival contra el que hace sólo unos momentos atrás había com-
petido ferozmente. Ahora estaba reducido y paralizado por la situa-
ción de ser superado por fuerzas que estaban fuera de su control.
Makishima intentó transmitirle su cordialidad.
­— Tuviste mala suerte. Este es un camino bastante malo así que lo
que te pasó es comprensible. Me siento mal por vos, en serio, y no
estoy diciendo que a mí no me vaya a pasar lo mismo pero cuando
bailo, los laterales de mis llantas son las que raspan el asfalto y así

3
­ Llanta: Parte de la rueda. Aro grande de metal donde va montado el neumático de caucho.

66
reduzco al mínimo las posibilidades de que se pinchen.
­— Makishima, pensé que venías a reírte de mí... los demás se burla-
ron cuando me pasaron. Creyeron que me lo merecía y ni siquiera me
miraron, tomaron por sentada mi desesperación sin realmente darse
vuelta a verme. Como que no les importa nadie más que sí mismos.
Los ojos de Tobukuro se abrieron de asombro. Cuando Makishima
respondió con un leve “¿En serio?” la expresión de su rostro se vio
transformada por una triste una sonrisa.
­— Sorprendente. Te veo bastante relajado, pensé que por estar
entre los mejores y ser uno de los más célebres corredores serías
alguien más agresivo para alcanzar la meta.
­— ¿De Verdad? ¿Me ves relajado?
­Apabullado por la despreocupada respuesta de Makishima,
Tobukuro se mordió el labio y le preguntó en voz baja:
­— Che, Makishima, ¿para vos hasta donde creés que puedo llegar
con la rueda así?
­— Apuesto que hasta la meta. Todo depende de cuánto esfuerzo
le pongas.
­— Pero así no puedo correr... Para serte honesto, cuando llegaste
me estaba preguntando si sería mejor que me retirara. ¿Qué caso
tiene cruzar la meta si estás en el último lugar? Me anoté en esta
carrera porque quería competir. Cuando esos tipos me superaron y
se burlaron de mí los perseguí con mis fuerzas pero perdí... no pude
alcanzarlos con la goma pinchada. Así que…
Al escuchar las palabras de Tobukuro, Makishima eligió las suyas
con cuidado.
­— Si yo estuviera en tu lugar y me retirara de la carrera, no me
volvería a sentir capaz de competir con los demás. Pero mientras
siguiera corriendo, todavía podría desafiarlos o, al menos, evitar que
aquellos que intenten superarme tengan éxito. No ganaría la carrera
pero tampoco la perdería.
No era muy bueno sosteniendo una conversación con alguien
que casi no conocía. Cuando repentinamente se dio cuenta de la

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escena, advirtió que Tobukuro lo observaba fijamente escuchando
cada palabra que decía. La vergüenza pudo más e hizo que volteara
hacia otro lado. Se frotó suavemente la mejilla con el dedo índice
evitando el cruce de miradas para ocultar el leve sonrojo que sentía
en su rostro.
­— Umm, entonces, lo que quiero decir es que… ahora estás deci-
mocuarto, tenés a más de cuarenta personas detrás tuyo. Si lográs
mantenerlos a todos atrás, todavía tendrías esa posición al cruzar
la meta
­— ¡Sos increíble, Makishima! ¿Pero, ese número también te incluye
a vos?
­— ¿Eh…?
Ignorando al confundido Makishima, la punta de la nariz de
Tobukuro se puso roja y de pronto estaba de muy buen humor. Se
lanzó delante de él y le bloqueó el camino. Su rueda delantera plana
patinó pero Tobukuro no le prestó atención.
­— ¡Kwah! Parece que encendí un fuego en vos.
­— ¡Así es! Makishima, cometiste el error de ayudar a tu enemigo
en su momento de angustia —le dijo Tobukuro mirándolo con una
expresión desafiante. Makishima se encogió de hombros.
­— Tenemos razones para competir pero será para otro momento.
Perdoname pero ahora estoy apurado.
Se pegó con cuidado al interior de la curva y Tobukuro trató de
adelantársele. Makishima se separó bailando por el extremo exterior.
Grandes gotas de agua cayendo desde las puntas de las hojas y barro
salpicando apuntaban directamente a sus rostros, como si sus ojos
fueran el blanco. Pero no podía darse el lujo de dudar.
Inclinándose hacia la curva exterior, aceleró y trató de esquivar
a Tobukuro. Su hombro raspaba los troncos de los árboles y las
ramas golpeaban su casco, pero él no les prestó atención. Toda su
concentración estaba puesta en el pedaleo.
Pero Tobukuro se mantuvo persistente en su ataque.
Voy a tener que hacer un cambio de planes...

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Makishima se vio atascado justo al lado de Tobukuro donde sólo
había espacio para que una bicicleta pudiera adelantarse. Bloqueaba
su camino pero sólo tenía que detenerlo para poder avanzar.
Se hombreaban y sus pedales golpeaban entre sí. Intentando
contener a Tobukuro, que lo golpeaba imprudentemente, Makishima
apenas podía ir por la parte externa de la carretera. Del otro lado
de la banquina había un precipicio que caía hacia el barranco. Era
inevitable que no le corriera sudor frío al verlo.
Pero por encima de ese precipicio había un espacio amplio y
abierto. Era a todo o nada, Makishima estaba decidido. Inclinó su
cuerpo hacia el exterior de la curva y en el rebote se flexionó en
dirección a Tobukuro al mismo tiempo que empujaba su bicicleta
hacia delante.
La cabeza de Makishima bloqueaba la visión de Tobukuro que,
por reflejo, se echó hacia atrás y su rueda plana delantera se movió un
poco. Makishima aprovechó la oportunidad y consiguió adelantársele.
­— ¡Si! —Celebró al mismo instante que cambiaba de marcha para
acelerar inmediatamente. Sacó dos bicicletas de distancia. Tres, cinco
metros. Podía palpar con todos sus sentidos que estaba ganando.
­— ¡Perdete!... es decir, ¡Andá, Makishima! ¡Yo voy a mantener mi
decimoquinto lugar! —La voz de Tobukuro fue inesperadamente
alegre y brillante.
­
El camino de la montaña era estrecho, con ramas que salían por
ambos lados y la lluvia golpeaba sus hojas. A través de la montaña
se esculpía una subida sin fin. La nariz de Makishima se vio invadida
por el fuerte aroma del bosque. Aceleró, superando a los escaladores
que iban por delante con su singular baile araña. Le costaba respirar
y las palpitaciones de su corazón se apresuraban con intensidad.
— Inhalo, exhalo, respiro… cinco más
Cuando escucharon las ruedas de Makishima raspando el suelo
y el sonido de su respiración salvaje, algunos escaladores trataron
de escaparse pero otros ya habían agotado su energía y ni siquiera

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notaron su ataque, por lo que cayeron muy fácilmente.
Jadeando, con su corazón desbordando, Makishima continuó
la persecución. Su objetivo era la cima que estaba cuesta arriba, al
otro lado de la curva. Pedaleaba rítmicamente pero a una cadencia
superior.
­— ¡¿Q gué?! ¡Makishima está aquí! —exclamaban algunos sorpren-
didos por el pánico.
­— ¡Cuando le pasé por al lado, todavía tenía problemas con su
bici! —decía alguno intentando comprender la situación
­— Me lo imaginaba… pero esto es todo lo que puedo dar —mur-
muraba con resignación otro.
­ — ¡Whoaaaww...! —había quienes exclamaban con sincera admi-
ración.
¿Cuántos faltan? —Makishima contó con sus dedos repasando
la cantidad de ciclistas que lo habían pasado— No deben quedar
más de tres, sin incluir a Jinpachi y Musashigawa. Mis piernas me están
empezando a doler y la pendiente se volvió todavía más empinada.
Se adentra en la curva y ve la espalda de un escalador. Elige cómo
será su siguiente accionar, no quiere cometer errores por lo que
decide que va a avanzar a pequeños pasos. Alcanza a uno, rompe
su posición y va por el siguiente.
Después de superar a los tres escaladores, cruza solo la curva
cerrada y al final de la misma lo espera otra pendiente que ascendía
repentinamente. Era una cresta más pero a partir de ahora empezaba
la verdadera montaña.
Mientras intentaba controlar su agitada respiración revisó el
ciclocomputador.
­— Creo que puedo alcanzarlos en dos minutos pero si me quedo
sin energía, cuando llegue no voy a ser un gran desafío... No. Me
voy a preocupar de eso después de que los atrape —se dijo furioso,
mientras sacaba una barrita energética del bolsillo trasero y se lo
metía en la boca— ¡Olvidate de todo hasta que los atrapes, Yuusuke!
La repentina pendiente era muy empinada pero todavía no era

70
la que Toudou había establecido para su duelo. Golpeó sus muslos
con sus puños, se mentalizó, mordió la barrita dulce y tomó agua.
Al disiparse la niebla, le llegó la débil luz del sol. Hasta el agua
turbia que corría por el camino reflejaba algo de luminosidad, tuvo
que entrecerrar los ojos por el reflejo que le hacía elevar el ánimo.
Controló la respiración y comprobó las condiciones en la que se
encontraba su cuerpo. Se sentía caliente y todavía contaba con abun-
dante energía. Gracias a la salida del sol, la temperatura también
estaba subiendo, ya no exhalaba nubes blancas.
­— ¡Allá voy!
­
En la gran curva, en menos de dos minutos finalmente pudo ver
a su presa por delante. El camino era bastante recto y le llevaba
unos cincuenta metros de distancia. Por el maillot verde claro, era
Musashigawa.
Había alguien más.
Él estaba ahí. Toudou estaba ahí delante. Le llevaba varios metros
a Musashigawa.
Sólo pudo verlo durante una fracción de segundo antes de que
desapareciera en la curva. Musashigawa parecía soslayarlo, sin prisa.
¡¡Acá estoy!!
Su corazón bailaba. Dejó atrás 5,2 kilómetros y por fin estaba allí.
Había sido casi exactamente como lo había anticipado.
Makishima los persiguió. La distancia entre Toudou y Musas-
higawa no disminuyó pero éste último no estaba demasiado lejos
tampoco. No había mucha gente que pudiera mantenerse al ritmo
de Toudou así. Era una clara evidencia de la habilidad del muchacho.
¡Estoy acá, estoy acá, estoy acá! —gritaba por dentro lleno de júbilo.
El barro que le había salpicado en la cara estaba seco y mientras
se la limpiaba con su dedo medio pudo sentir sus labios formando
por sí solos una sonrisa natural. En el pasado quedaron la garganta
adolorida, su respiración obstruida y el corazón tronando por el
esfuerzo de bombear sangre. Una gran energía de poder surgió a

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través suyo, como si acabara de empezar la competencia.
— ¡Ahora es cuando todo comienza!
Atacó a Musashigawa con su baile único. Cuando llevaban unos
diez metros de distancia, Musashigawa oyó el sonido del agua sal-
picando por la bicicleta de su contrincante y giró su cabeza. Su cin-
celado rostro de tez clara, todavía se veía imperturbable. Entrecerró
sus ojos en una mirada rencorosa, y tiró para atrás el cabello que se
le pegaba a la frente con un exagerado tirón de su mano.
­— Makishima, nos alcanzaste. Eso es bastante sorprendente. Estoy
impresionado. Bueno, esto significa que cuando cruce la meta antes
que vos y gane, voy a poder ver en primera fila tu rostro contraído
por el resentimiento. Tu papel aquí es el de demostrar que soy el
rey de esta montaña, su líder supremo, y que ella me pertenece a
mí. Tenés que sentirte honrado de haber sido elegido para ese rol.
­— ¿Estás seguro de eso...? —dijo Makishima con exasperación.
­— No te preocupes que no sólo vas a ser vos, ese pibe también va
a caer. Así que, lo bueno es que no tenés por qué sentirte solo, eh —y
con la mano extendida, Musashigawa señaló hacia adelante— Por
cierto, tengo una sola pregunta para hacerte. ¿Toudou y vos están
juntos? Porque en las carreras siempre parece que estás con él.
­— ¿Huh? —Le preguntó Makishima, incapaz de comprender de
inmediato lo que quiso decir con “juntos”.
­— Te estoy preguntando si son socios, si cooperan entre sí para
derribar a los demás para así los dos pueden seguir compitiendo.
¿Están trabajando juntos?
­— ¡No! ¿Por qué razón haría algo como eso?
­— Eso es lo que parece.
Makishima sacudió la cabeza y respondió:
­— Un escalador siempre está solo, al menos eso es lo que yo pienso.
Cuando se sube una montaña, la rapidez con que vaya o qué tan bien
se suba depende exclusivamente de la capacidad individual. Así que
no tiene sentido trabajar con amigos. Al final, sólo uno cruza primero
la línea de meta y reclama la cima sin conquistar. El que estemos

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trabajando juntos es una posibilidad en un millón, ya que tendríamos
que renunciar a nuestra propia victoria para llevar al otro a la final.
Musashigawa todavía lo miraba con escepticismo, parecía estar
convencido de su duda, por lo que Makishima le dijo con firmeza:
­— Lo único que un escalador quiere más que nada es la cima,
no llevarse bien con amigos. Si existe algún escalador que piense
diferente, me gustaría conocerlo.
­— Hmm —dijo Musashigawa moviendo la cabeza, aunque no
parecía muy convencido— Por ahora voy a aceptar tu explicación.
Bueno, Toudou ya se adelantó bastante así ya va siendo tiempo de
que termine mi descanso.
Nada a la vista indicaba que se había estado esforzando como para
necesitar que sus piernas descansaran. Subía una cuesta empinada
pero su jadeo no era demasiado acentuado, hizo algunas respiraciones
cortas y se lanzó. Levantó la cadencia al mismo tiempo que cambió
de marchas. Sonó un “shaa” cuando pasó a través de un charco y
levantó una cortina de agua que brillaba por le reflejo del sol.
En el instante mismo que se lanzaron a través de la curva que se
retorcía como una serpiente enroscada, el ángulo de la pronunciada
pendiente se levantó repentinamente aún más. Musashigawa cam-
bió de marchas sin problemas y escaló manteniendo la velocidad.
Este movimiento tomó realmente por sorpresa a Makishima así que
chasqueó la lengua antes de también hacer el cambio.
¡No me gusta como va esto!
Empujó sobre sus pedales, puso toda la fuerza de su espalda en
eso. Su bicicleta saltó hacia adelante, como si rebotara. Giró sobre sí
mismo a la derecha, luego a la izquierda y pedaleó, pedaleó… pedaleó.
Su baile arañaba la superficie de la carretera como si estuviera
balanceándose a través de una danza muy intensa. El agua que se
había acumulado en los surcos lo rociaba en forma de gotas.
Mientras Musashigawa se movía rápidamente para acortar su
distancia con Toudou, Makishima lo hacía aún más rápido para
hacerlo entre Musashigawa y él.

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Escalaron. Compitieron en la escalada y subieron un poco más.
Gracias a la cantidad de desniveles que había en el camino,
Makishima pudo alcanzarlo. Lo miró a los ojos antes de soplarse el
flequillo que le caía sobre sus ojos y aceleró. Se separó, sacándole
alrededor de dos bicicletas cuando… ¡whump!
Sintió como que algo golpeó su neumático trasero.
­— ¡Mierda!
No lo vio por culpa del agua fangosa pero había una gran grieta
en el asfalto entre el desvío y la carretera. Su rueda trasera la pisó
cuando se inclinó en esa dirección.
Está bien... ¿verdad?
Se preguntó asustado y pedaleó más duro varias veces a propó-
sito para comprobar el estado de los neumáticos.
No parece haber ningún cambio en la presión del aire.
Aliviado, siguió escalando. Le faltaban por lo menos quince
metros para poder alcanzar a Toudou.
A su espalda escuchó un sonido proviniendo directamente de las
ruedas y se dio cuenta de que Musashigawa había estado observando
cuidadosamente todo el asunto. Lo miró por encima del hombro.
­— Makishima... recién… —Musashigawa sonreía débilmente.
Makishima sintió un frío espeluznante correr por su espina dorsal
que le dificultaba aún más el pedaleo. Su bicicleta se balanceaba
mientras apuntaba a la espalda blanca de Toudou. Le faltaban diez
metros para llegar a su objetivo. Siete metros. Cinco metros. Tres…
­— Sho, ya te adelanté —le dijo al pasarlo.
­— ¡Ya llegaste, estás acá, Maki-chan! ¡Te estuve esperando todo
este tiempo! ¡Sabía que me alcanzarías para luchar sin descanso
por la cumbre!
Sus chispeantes ojos brillaron. Toudou se incorporó en su asiento
y extendió su brazo derecho como un ala, hablando con evidente
alegría. En ese momento la luz del sol se asomó a través de pequeñas
aberturas de niebla, el cuadro húmedo y los rayos de las ruedas bri-
llaban ante ella. Por el destellante reflejo de la misma en la carretera

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mojada, Makishima entrecerró los ojos.
Cuatro kilómetros y medio para llegar a la meta.
­— Te lo agradezco. Entonces supongo que voy a tener que desha-
cerme de vos para hacerte pagar con intereses mi duro trabajo —Le
dijo y corrió por delante de Toudou, intentando romper con él. Podía
sentir la pasión rodándole por el pecho
­Kwah, ¿qué es este calor que siento dentro mío? —pensó con entu-
siasmo. Sentía ganas de gritar de alegría, estaba completamente
fuera de sí.
­— ¡Lo hiciste, Maki-chan! ¡¡Tomáa!!
Toudou lo persiguió embriagado de júbilo. Se alineó junto a él y
se adentraron al interior de la siguiente curva.
El baile de Makishima necesitaba tener gran cantidad de espacio,
así que corrió tan cerca del centro de la carretera como era posible.
De otro modo, si el curso hubiera estado trazado junto a un muro
su hombro terminaría golpeando contra el.
En comparación, el baile de Toudou sólo utilizaba una única posi-
ción, con el mínimo indispensable de movimiento para su cuerpo.
A simple viste no había mucha diferencia con la que se usa en posi-
ción sentado para correr en llanos. Eso también le permitía poder
atravesar aberturas estrechas.
­— Wajajajajaja —Con una carcajada que sonó honestamente feliz,
Toudou volvió a mirar a Makishima.
­— ¡¿Cómo es eso, Maki-chan?!
­— Que otra vez voy a tener que deshacerme de vos
Mientras conversaban, escucharon el sonido de ruedas chapo-
teando por la aspersión de agua de alguien más que se acercaba.
Era Musashigawa.
­— ¿A dónde mierda creés que estás correteando? No voy a dejarte
adelantar en esta montaña, ¡sos una verdadera molestia! —dijo en
voz baja Musashigawa tras un inútil intento de contener su rabia.
Se alineó junto a sus contrincantes.
­— Entonces alcanzanos y corré. Es decir… si podés —Toudou aceleró

75
en silencio y se ubicó a la cabeza.
­— Esta montaña es mi montaña, ¡mi cuerpo! ¡¡Sus horribles cami-
nos y difíciles pasajes son mi carne y hueso!!
Con esa extraña exclamación, Musashigawa incrementó su
cadencia. El agua que salpicaba de sus ruedas golpeó las piernas
de Makishima y lo descolocó por la sorpresa que le causó sentir de
golpe la intensidad y el frío de la misma. En la pequeña vacilación
de ese momento, Musashigawa bordeó directamente en frente de
Makishima, bloqueando su camino.
­— ¿Qué me ves, Makishima? ya se los dije, tengo experiencia en
este trayecto. Subo aquí todos los días, aunque el camino esté malo,
haya lluvia o mucho viento como hoy.
Al terminar de decir esto, Musashigawa fue tras Toudou, que al
verlo venir también aceleró. La distancia entre ellos y Makishima volvió
a incrementarse en tan sólo un instante a diez y luego veinte metros.
­— Musashigawa... ese chabón es un problema.
Makishima pedaleó con su escalada de araña y los alcanzó ense-
guida. Se convirtió en una batalla de tres bandos. Toudou tomó la
iniciativa, lo siguió Musashigawa y Makishima se mantenía atrás.
El chico de Hakone aprovecharía el momento para volver a tomar
ventaja.
La situación se repitía una y otra vez como si fuera un loop: uno
se ubicaba a la cabeza, caía, peleaba por romper la fila y se ubicaba
al frente de nuevo. La primera posición se alternaba por vertigino-
sos turnos.
­— ¡Qué desagradable que sos! —Musashigawa finalmente perdió la
compostura y le gritó. Bloqueó a Makishima, tomó la delantera y se
dio vuelta para increparlo— ¡Mentiroso! ¡Esto es un dos contra uno!
Makishima levantó una ceja y frunció el ceño.
­— No mentí. En serio, no somos tan cercanos.
Por detrás de Makishima, la característica voz de Toudou con-
sintió en voz baja:
­— Es verdad. Nuestra sociedad termina cuando empecemos a

76
luchar por la cima. Tal como lo hacemos ahora.
­— No me queda otra.
­— ¡¿Qué querés decir con que no te queda otra, Maki-chan?! ¡¡Retirá
lo dicho!! ¡¿Me estás diciendo que preferís competir contra alguien
que no sea yo?! ¡¡Soy el único que puede satisfacer tu espíritu de
lucha!! ¡Bien entonces, andá y divertite con este esnob!
­— ¿Haah?
Silenciosamente, Toudou retomó su velocidad para llevar la bici-
cleta por delante de Makishima. Entonces, todavía mirando hacia
adelante, dijo con claro humor en su tono de voz:
­— En realidad no pensás eso, ¿verdad, Maki-chan?
­— De ninguna manera —le respondió Makishima con una sonrisa
irónica mientras se limpiaba una cantidad de barro que había ate-
rrizado en su mejilla.
­— ¡Ya, córtenla! ¡Me tienen harto! —Musashigawa aumentó aún
más la velocidad, pasando junto a Toudou y retomando la punta.
­— No, no, no ¡No te vamos a dejar que te alejes mucho de nosotros!
¡Vamos, Maki-chan!
­— Es exactamente por esa razón que la gente se hace una idea
equivocada —se quejó Makishima, pero de igual forma respondió a
la aceleración de Toudou, pero entonces…— ¿Hmm?
Algo en su rueda trasera se sentía mal. No tanto como para des-
colocarlo pero había algo que estaba ligeramente desviado... algo
diferente de lo habitual.
No me digas que lo de antes... —Dejó que Toudou se adelantara y,
disimuladamente, le echó un rápido vistazo a su neumático trasero.
No vio ningún cambio visible. Era una rueda embarrada común y
corriente – ¿Será… imaginación mía...? —Siguió pedaleando— Sí, sólo
es mi imaginación.
Pero por alguna razón, no estaba acelerando tanto como esperaba.
Cambió de marchas varias veces para poner a prueba su velocidad
y aún seguía sintiéndose diferente, no era usual.
­— ¿Qué pasa, Maki-chan? ¡El esnob ya nos dejó porque vas dema-

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siado lento! — Señaló Toudou, frustrado.
La espalda de Musashigawa se hacía cada vez más pequeña,
desapareciendo más allá de la curva. Cuando volvieron a mirar, lo
vieron ya varios metros más adelante antes de desaparecer de su
vista por completo.
­— Ah... ahh, ya se escapóoo... ¿Maki-chan, qué pasó? ¿Algo anda
mal?
­— Oh. No, lo siento. Mis piernas están un poco adoloridas —Maki-
shima esquivó la pregunta con lo primero que se le ocurrió.
Toudou lo miró preocupado, con el ceño fruncido. Mantuvo la
mirada fija, por lo que Makishima apartó la suya.
­— Qué se le va a hacer, si lograste llegar hasta acá... —aceptó Tou-
dou— Las colinas que faltan van a ser aún más empinadas, guardá
tus energías hasta llegar a ellas. Todavía podemos deshacernos de
él desde allí.
No intentó seguir adelante él solo. Igualó el ritmo de Makishima
y corrió a su lado pero sus labios dibujaron una delgada línea fruto
de la decepción. Permaneció en silencio durante un buen rato.
­— Antes de llegar a la meta, vamos a tener nuestra carrera —dijo
finalmente con voz tranquila— sólo nosotros dos. No importa qué.
­— Sí...
­— Si no, el que me hayas alcanzado no habrá servido para nada —
Toudou miraba a Makishima con una expresión seria —Una escalada
que no nos tiene a los dos compitiendo no es una escalada en absoluto.
Con sólo verlo era evidente que estaba molesto e irritado. El
camino lleno de baches apareció para añadir algo más a su enfado.
Cada vez que golpeaba ligeramente en su sillín chasqueaba la lengua.
­— Entonces, ¿por qué no comenzamos a correr desde acá? Estoy
bien ahora —murmuró Makishima. Esa sensación de que había algo
con su rueda trasera había desaparecido mientras corría a baja velo-
cidad. Él sentía que podía acelerar— Era sólo mi imaginación, después
de todo... Gracias a Dios, parece que no afectará nuestra carrera —En
su interior, Makishima se sintió aliviado.

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­— ¡Está bien, entonces, comencemos la carrera después de la curva!
Se miraron y se levantaron de sus sillines al mismo tiempo. Tou-
dou corrió recto y en posición vertical, mientras que Makishima lo
hizo moviéndose violentamente de un lado a otro.
­— ¡Maki-chan, el barro y las piedras vienen volando hacia mí cada
vez que virás! Retrocedé un poco.
­— No puedo, el camino es demasiado estrecho.
­— Entonces corré detrás de mí.
­— El barro que salpican tus ruedas me da en la cara, así que nop.
­— Ah, bien. ¿Me estás diciendo que si quiero ir delante la única
opción es ganándote, cierto?
Toudou se deslizó y tomó la delantera. Makishima intentó seguirlo
pero su neumático trasero volvió a sentirse pesado, como si estuviera
arrastrando algo.
No, no, no. Es sólo mi imaginación, mi imaginación. Aunque hubiera
algo malo con ella, no es nada grave. Puedo seguir avanzando sin que
este tipo de accidentes me moleste.
Ganar esa ronda parecía haberse apaciguado en Toudou porque
bajó la velocidad y estaba esperando que Makishima lo alcanzara.
Éste pedaleó con cuidado y se alineó junto a él.
­— ¡Está bien, Maki-chan! Por lo que recuerdo hay una curva cerrada
más adelante, cuando entremos en ella corremos de nuevo. Ya me ima-
ginaba que era demasiado pronto para que te esforzaras. Descansá
las piernas hasta que lleguemos allá, si no, sería demasiado aburrido.
­Dejame solo…
Durante varios cientos de metros la subida del camino fue en
lenta escalada antes de llegar a otro conjunto de curvas.
­— Vamos a alcanzar a ese esnob en la pendiente empinada que
está delante de la curva cerrada.
Toudou tomó la decisión por su cuenta, Makishima asintió evasi-
vamente con la cabeza. El hecho de que no podrían competir por la
meta juntos a menos que se deshicieran de Musashigawa era cierto.
Pero a juzgar por el pedaleo en alta cadencia de éste y su familiaridad

79
con el camino lo hacía un escalador formidable.
­— El esnob puede pedalear extraordinariamente en alta cadencia...
No creo que haya muchos que puedan subir a tantas RPM —murmuró
Makishima. Toudou lo miró desconcertado.
­— ¿Y eso qué? ¿Qué es lo que te molesta?
­— Oh, nada...
Makishima estaba recordando a un chico de anteojos que iba a
primer año. Se había unido al club a última hora, hacía más o menos
un mes. Entró justo el último día que se podía elegir club.
4
Sakamichi Onoda, pese a llevar semejante nombre era un com-
pleto amateur en lo referente a bicicletas de carrera. Jamás se había
subido a una e incluso admitió que no era bueno en los deportes.
Sin embargo, era capaz de subir sin problemas la entrada trasera
de la escuela en una bicicleta hogareña. La escuela está ubicada en
una colina cuya pendiente se empina a un ángulo de más del 20%,
eso hace que con sólo verlo las piernas de cualquier persona normal
se rindan de seguir. Onoda lo había hecho bastante bien cuando,
usando su bici y zapatillas normales, compitió contra la bicicleta de
carrera totalmente equipada de Shunsuke Imaizumi. Y éste era un
corredor de alto nivel ya desde la escuela media.
El arma de Onoda era su cadencia. El poder pedalear a esa velo-
cidad era cuestión de destreza individual y él fue bendecido con esa
capacidad. Al parecer, había entrenado involuntariamente sus pier-
nas al hacer, cada semana, un recorrido de ida y vuelta a Akihabara
(una distancia de más de noventa kilómetros) en una bicicleta que
había sido modificada desde el cuarto grado de la primaria, para
evitar que vaya muy lejos.
Persuadido por Imaizumi, quien descubrió su talento, y por otro
compañero recién llegado, Naruko, Onoda encontró el deseo de
unirse al club de ciclismo de carreras de ruta a pesar de su aversión
por los clubes que implican actividad física.

4
­ Sakamichi: (Literal japonés) Ladera o pendiente de montaña.

80
El mismo día que el chico entró, Makishima quedó impactado
al ver la carrera de bienvenida para los de primero —una carrera de
sesenta kilómetros en donde todos los años los nuevos miembros
del club compiten para tener una idea de sus fuerzas—. Ya estaba
decepcionado porque este año no se habían unido escaladores pero
durante esa carrera, en la subida al Minegayama (la montaña que
queda cerca de la escuela) Onoda montó por primera vez en su vida
una bicicleta de carreras real. A una persona ordinaria le hubiera
tomado algún tiempo acostumbrarse a la nueva sensación, pero él
lo hizo de inmediato. Además, pedaleó usando zapatillas comunes
en vez de las de ciclismo con calas. Pedaleaba sin parar con mucha
facilidad a través de la pendiente cuesta arriba. Cuando Makishima
lo vio correr desde el interior de la camioneta que corría junto a él,
su corazón gritó de alegría.
¿Qué con este principiante...? ¿Podría... podría ser que...?
Y cuando escaló con él durante la práctica individual, lo que había
sido un presentimiento calando en lo profundo de su corazón, se
convirtió en convicción. Fue suficiente para que, segundos después
de que la práctica terminara, manifestara con excelso entusiasmo
en la sala del Club:
­— ¡Kinjou! ¡Ese chico! ¡¡Ese principiante!! ¡Con entrenamiento,
puede escalar! ¡¡Él tiene los instintos, ese chico es un escalador!!
Onoda... Con su presencia, quizás…
Makishima cargaba con una gran responsabilidad para el equipo.
Durante los intervalos de escalada en los torneos, él era el único
encargado de tirar de sus compañeros y controlar su ritmo. Los tor-
neos dependían del trabajo de equipo, a diferencia de los de Escalada
donde se competía de manera individual, por eso es que rara vez
tuvo la oportunidad de escalar con la libertad que él quería. A pesar
de su escaso número, Sohoku se había vuelto un equipo fuerte, el
más fuerte que se haya conseguido y cuanto más lo fueran, más se
apoyarían en él para que tirara de ellos en los ascensos.
­Sohoku ahora posee un potencial escalador que se ve prometedor. El

81
próximo año tal vez podría confiársele que tirara del equipo a través
de las montañas. Como ahora es un novato tendré que enseñarle todo
lo que sé pero por lo menos no voy a tener que preocuparme tanto por
qué pase con el equipo después de que me gradúe.
­
­— ¿Maki-chan, por qué sonreís así? Te ves espeluznante —dijo
Toudou con recelo.
­— Por nada.
­— Nahh, no puede ser por nada. ¡Ya sé! ¡Te emociona nuestra
carrera! ¿no es cierto? ¡¡No te podés aguantar, deseando que ya
llegue!! ¡Yo tampoco, Maki-chan, mi sangre hierve! ¡Quema! ¡¡Estoy
temblando de emoción!!
­— ¿Emoción? ¿Seguro que no es de frío por la lluvia de antes?
­— Probablemente —Toudou acordó con facilidad y retomó su lugar
hacia adelante— En ese caso, sólo tenemos que aumentar el ritmo
para calentarnos.
­— Sí, está bien.
Sin embargo, a pesar de que Makishima afirmó, Toudou no mostró
signos de movimiento. Miraba a la distancia con una expresión sincera.
­— ¿Maki-chan, te acordás cuando nos conocimos? Fue hace un
año, un mes y veintitrés días.
­— El mes pasado me dijiste algo parecido por teléfono. Sobre una
fecha de aniversario o algo así. ¿Qué sos, una mina ahora?
­— Ese día yo gané la primera vuelta pero en los últimos cien metros,
remontaste y ganaste la carrera. Entonces…
­— ¡Oiii, por favor! ¡Sí, realmente sos una mina!
­— Está bueno recordar los buenos momentos y poder hablar de
ellos mientras corremos juntos, así como ahora.
­— Uh-huh... ¿no que íbamos a hacer calentamiento? —preguntó
Makishima con exasperación, poniendo una mano sobre la cabeza.
­— Hablemos primero. No sólo soy fachero, soy muy buen escalador
y un excelente conversador ¡Los cielos me bendijeron tres veces!
­— El frío debe estar afectando tu cerebro.

82
Pero Makishima también sentía el frío. La luz del sol se asomaba
entre las nubes pero estaban cruzando un bosque en ese momento,
por lo que los árboles les impedían recibir cualquier calidez. Ya no
le sobraban energías como para seguir quejándose. Como Toudou
corría por delante, comenzó a hablar a gusto del pasado, absorto
y satisfecho.
­— Fue en Saitama. El último del año, en primavera. En el Torneo
de Escalada del cerro Okuchichibu.
­
A principios de abril del año pasado, en la prefectura de Saitama,
todavía hacía frío ya que eran los primeros días de primavera pero
igualmente era un buen clima. El torneo se hacía en la montaña,
donde comenzaban a verse los primeros brotes de hojas verdes,
aún plegadas. Toudou estaba precalentando antes de entrar en la
carrera, categoría Sub-18. Era casi la hora de la ceremonia de aper-
tura. Pensó que sería mejor que empezara a dirigirse allí.
Bueno. Como de costumbre, estoy en perfectas condiciones. Esta
montaña será otro reclamo bajo mi nombre.
Mientras guiaba lánguidamente su bicicleta hacia la zona donde
estaba toda la gente, podía oír susurros a su alrededor. Todo el
mundo estaba mirando el maillot blanco y azul que llevaba puesto.
­— Hey, ese es Toudou.
­— ¿Está acá?
­— ¿Toudou de la Academia Hakone?... así que es él...
­— ¿Ese es el que ganó el último Torneo de invierno de Escalada?
­— Está en segundo año
­— ¿En serio? ¿Quiere decir que hace unos días estaba en primero?
Toudou estaba muy orgulloso de sí mismo. Se bajó de la bicicleta
para caminar a su lado al alinearse con los demás participantes en
la ceremonia de apertura, pero en secreto se dio unas palmaditas a
sí mismo para decirse mentalmente “es lo de menos para mí”. Justo
en ese momento, chocó con el hombro de otro que venía caminando
en la dirección opuesta.

83
Levantó la vista y vio un maillot amarillo con la insignia “Instituto
de Chiba, Shohoku”. El chico que la llevaba tenía el rostro delgado y
cabello verde. Su expresión era tan desagradablemente antipática que
Toudou no sintió ningún deseo por disculparse por chocar con él.
­— ¿Sohoku? Nunca oí de él.
Al oír el murmullo de Toudou, el chico, que también empujaba
de su bicicleta, se detuvo y le dijo directamente:
­— Ni yo tampoco nunca oí hablar de vos.
Eso tocó el orgullo de Toudou, que se dio vuelta y le gritó antes
de que volviera a dar el siguiente paso.
­— ¡¿Qué no sabés quién soy?! ¡Soy Jinpachi Toudou, de Hakogaku!
La gente me llama el Dios de la Mont—
Y antes de que pudiera terminar de hablar, el chico lo miró por
sobre el hombro y lo interrumpió para decirle.
­— Esa vincha es horrorosa.
Su adormilada forma de hablar hacía que su declaración fuera,
ante los oídos de Toudou, aún más insultante de lo que debía ser y
se sintió profundamente ofendido.
­— ¿Ah sí? Uhhh bueno, mirá quien habla ¡¿Y tu pelo?! ¿Qué sos,
un insecto? ¡¿Un escarabajo joya?!
­— Soy una araña
­— Wahahaha ¡¿Una araña?! —Le dijo mientras lo veía alejarse—
¿De qué está hablando este pibe? —Pensó con desprecio, pero tam-
bién creyó que nunca más lo volvería a ver, sin embargo, en medio
de la carrera…
De verdad es como una araña... ¡¿Qué le pasa a su baile?!
Sin duda alguna, ese era el mismo chico con el pelo color escara-
bajo joya de antes. En la repentina pendiente, donde Toudou había
pensado que no iba a haber nadie que lo igualara, ese chico corría por
delante de él. Mientras bailaba, sus largos brazos y piernas se movían
en su bicicleta de lado a lado en ángulos extremos. Parecía como si
sus pedales casi raspaban el pavimento. Partes de los neumáticos
que normalmente no tocan el suelo estaban golpeando el asfalto.

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¡Nunca vi nada igual!
Y sin embargo, él era muy rápido. Su mirada denotaba que
anhelaba con todo el corazón llegar solo a la meta y apuntó hacia
ella como si fuera una bestia hambrienta ansiosa por clavarle los
dientes a su presa.
­— Pero este campeonato será mí--… —Toudou tuvo que tragarse
las palabras, perdió por sólo unas pulgadas antes de la meta.
­— ¡El ganador es Yuusuke Makishima, de segundo año de la Escuela
de Sohoku! —los altavoces anunciaban con fuerza para que todos
lo oigan.
Una gran conmoción se levantó entre el público. La multitud
exclamaba “¡Toudou perdió!” mientras lo rodeaban como un vór-
tice que se lo tragaba.
— ¡¡La puta madre!!

­— ¡Después de eso, nos seguimos encontrando en otras carreras


de escaladas para luchar por la cima! ¡En los cursos que pusieron a
prueba nuestras verdaderas habilidades, chocamos! ¿No es cierto,
Maki-chan?
­— Me pregunto por qué…
­— ¡No existe otra razón! —Afirmó con seguridad Toudou mientras
le daba una ligera palmada al tubo de su manillar— Nacimos bajo la
misma estrella que nos unió en destino. Uno escrito como “dignos
rivales” pero que puede leerse como “grandes amigos”. ¡Escrito como
“mejores amigos” y que puede ser leído como “rivales”!
­— ¿Y cuándo fuimos mejores amigos/rivales?
­— Cuando te reconocí como tal y empecé a llamarte “Maki-chan”.
Eso fue... un mes después de nuestro primer encuentro, en el Torneo
de Escalada del Monte Okutama. La cuarta carrera de fin de semana
en la que competimos.
Makishima no lo negó. Era cierto que aquel día, cuando estaban
corriendo por la meta, Toudou le había dicho “¡Sos Maki-chan!”
antes de acelerar escapar. Lo aceptó y fue tras él. Mientras estaba

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recordando, Toudou señaló repente:
­— ¡Llegó el momento! ¡¡Las curvas continuas!!
Este segundo grupo de curvas cerradas eran aún más pronun-
ciadas que las que habían corrido antes con Tobukuro.
Por la repentina inclinación, la vegetación era escasa. Pasando
la arboleda, era un camino sinuoso que se deslizaba a lo largo de la
superficie de la montaña como una serpiente. El intervalo entre las
curvas también era más corto que antes, éstas se retorcían de derecha
a izquierda y había tal cantidad que comenzaban a marearlo. Eran
tan pronunciadas como inclinadas, y todavía no habían llegado a la
empinada fuerte que tenía una pendiente aún más grave.
Podían ver a Musashigawa asomando desde la parte superior de la
segunda curva, parecía estar a unos doscientos metros por adelante.
­— Ahora ya no importa lo que intenten, nadie que venga atrás
puede ser capaz de alcanzarnos. Ese que está delante de nosotros
es una molestia, vamos a reducirlo cuando pasemos las curvas. Este
es el comienzo de una lucha feroz que es sólo entre nosotros dos,
¿qué decís? Una vez que consigamos atravesarlas quedarán unos
tres kilómetros para la meta. Va a ser un viaje ardiente, ¡ardiente
para nosotros! —Toudou se alineó junto a Makishima y apuntó con
un dedo a su rostro— ¡En las catorce carreras en las que competimos
hasta ahora, tenemos siete victorias y siete derrotas cada uno! ¡En
los torneos de escaladores de este último año y un mes, siempre
fuimos vos o yo quien se subía al podio del primer puesto! Cada vez
que yo ganaba, vos lo hacías en el siguiente y cuando vencías vos, yo
me llevaba el otro y así sucesivamente. Vos ganaste la última vez y
empataste el marcador... llegó el momento de que resolvamos esto
de una vez por todas. ¡¡Para ver si sos vos o yo quien merece ser
campeón!! —Las manos de Toudou se apoyaron en los cambios—
¡No podés perder ahora! ¡¡Vos no, Maki-chan!!
­— ¡Sho!
Pero primero tenían que superar ese conjunto de curvas. Presio-
naron el cambio al mismo tiempo y pedalearon con todas sus fuerzas.

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Como lo pensé... la parte posterior se sigue sintiendo extraña —Las
cejas de Makishima, que normalmente se fruncían en una expresión
de constante preocupación ahora arrojaban una aún más sombría.
Tenía la sensación de que era algo diferente de lo habitual, clara-
mente para él el tubular parecía suelto— ¿Es una fuga lenta? Después
de todo este tiempo, la parte trasera está perdiendo aire gradualmente
—Por primera vez, Makishima sintió una punzada premonitoria—
Incluso con un pinchazo, hasta en el peor de los casos lograría seguir
corriendo con la llanta sola pero eso sólo me llevaría a la meta, sería
absurdo pensar que podría competir así. Yo... no voy a poder correr
como de costumbre. Es sólo cuestión de tiempo.
Una fuga lenta. A diferencia de un pinchazo común, que pierde
todo su aire de una sola vez y la rueda queda inutilizable, en una fuga
lenta el aire se escapa poco a poco a través de un pequeño agujero
en minúsculas cantidades. Lleva un poco más de tiempo antes de
que el neumático quede inoperante.
Ahora que se acercaba a la entrada de las curvas quedaban tres
kilómetros por recorrer. La meta estaba a unos quince o tal vez diez
minutos. Ya habían recorrido el ochenta por ciento de la ruta. Incluso
si corría con toda su fuerza contra Toudou el resto del camino, su
resistencia y la fuerza en las piernas deberían mantenerse hasta el
final. Pero eso era si no tenía problemas con su rueda.
Si fuera una fuga lenta y corro a todo poder, el tubular tal vez podría
resistirme por ¿veinte minutos?
Mientras Makishima pensaba, Toudou se hundía con fuerza en
la curva. Las ruedas dividieron el agua turbia que fluía sobre el pavi-
mento. Corrió a una velocidad sorprendente para ser una subida tan
repentina. Iba a la misma velocidad que iría una bicicleta doméstica
sobre una carretera plana.
Makishima cayó detrás de Toudou tanto como para que los
árboles que bordeaban la curva pronto ocultaran al muchacho. Las
huellas que dejaba en el agua fangosa también desaparecieron sin
dejar rastro.

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Mientras lo perseguía su rueda se hacía un poco más pesada
cada vez que bailaba. Sentía como si estuviera siendo tirado hacia
atrás y no pudiera levantarse del suelo. No iba tan rápido como
quería pero la diferencia era demasiado leve como para que Toudou
se diera cuenta.
No cabe duda, es una fuga lenta. En un momento así... ¡¿es una
maldita joda?!
Bailar en un neumático carente de suficiente presión de aire
llevaba a que su oscilación fuera imprevista y podría provocar que
se desinflara mucho más rápido. Y sería aún peor si utilizaba los
espectaculares ángulos que creaba con su baile. Además, la calle
también estaba muy resbaladiza. Las malas condiciones se suma-
ban en su contra.
Limpió un poco su rostro y terminó corriendo cerca del borde del
acantilado. Pero ni siquiera con eso era capaz de tomar suficiente
velocidad como para ser un desafío en la carrera.
Tch… ¿Qué vas a hacer ahora, Yuusuke...? No importa lo bueno que
seas contra las irregularidades y accidentes, ir con neumáticos desinfla-
dos es otra historia. Si decido jugármela con todo para competir contra
Jinpachi, podría ser capaz de escalar a base de fuerza bruta, pero eso
aumentaría las probabilidades de que el neumático se agote. ¿O debería
resistir hasta llegar a línea final? Puedo mantenerme a su altura mientras
descansa las piernas pero si tenemos una verdadera lucha para llegar
a la meta, al final no voy poder ocultarlo.
­— ¡¿Qué pasa, Maki-chan?! —Lo llamó Toudou— ¡Vení de una
vez! ¡Subí, dale! ¡¡Vas a tener más calor cuando empecemos nuestra
feroz competencia!!
­— Grhh…
En ese momento, no podía cumplir con las expectativas de Toudou.
¿Por qué...? ¿Por qué tiene que haber una fuga lenta...? Si hubiera
estallado de inmediato, me hubiera frustrado pero al menos podría decir
que es eso y quedar ahí. En cambio así, tengo que seguir arrastrándome
con esta lenta tortura... ¡¿Por qué?!

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Si todavía creía que podía andar a plena potencia, ya lo habría
hecho. Desde luego, en estas pronunciadas curvas sólo podría
hacerlo por varios minutos pero al menos conseguiría competir
contra Toudou. Pero eso aceleraría la descarga de aire de su tubular
haciéndole un gran daño al neumático y no tardaría en tener que
dejar de correr por completo.
La situación con Tobukuro ya no es sólo por simpatía.
Probablemente Toudou no aceptaría una victoria obtenida sólo
por su cuenta. Entre ellos, la competencia se extendía más allá de sólo
la línea de llegada, era desde cualquier punto del camino que estén.
No quiero decepcionarlo. A mí tampoco me gusta esto... el tener que
abandonar una carrera por algo así… No puedo hacerlo.
Pero eso sólo era en el peor de los casos.
El tubo podría no estar tan gravemente dañado como él pensaba.
De hecho, la sensación de que el aire se escapaba con cada pedaleo
y que las cosas estaban empeorando, sólo habían sido durante las
primeras vueltas. Por lo demás, estaba estable.
Tal vez el problema no era tan grave como creía...
Makishima detuvo su baile. Se sentó en el sillín, cambió a mar-
chas más ligeras e intentó pedalear más rápido.
Estaba bien, podía correr sin problemas. Si lo hacía sentado no
tendría mucho efecto en su rueda y si usaba el baile sólo cuando
realmente lo necesitara podría hacerlo.
¡Así las probabilidades de que el neumático aguante hasta la
meta son bastantes!
El daño realmente podría ser menor de lo que pensaba. Incluso
si se excedía en todo todavía existía la leve posibilidad de que su
rueda resistiera todas las áreas que obstaculizaran su camino. Él
realmente era capaz de correr.
Pero Makishima sabía por experiencia que una perspectiva tan
optimista no era fiable al cien por ciento.
Tenía tres escenarios: la peor situación; la de “de algún modo
lo voy a lograr”; y la de “No te preocupes de nada hasta el último

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segundo”. Era difícil decidir cuál era verdadera o al menos cuál tenía
mayor probabilidad, y menos en ese momento que no podía darse el
lujo de bajarse de la bicicleta para comprobar la rueda. Si lo hacía,
perdería la opción de tener una competencia directa. Era lo mismo
que dejar de competir.
Mientras era invadido por la indecisión retomó la curva y sólo
cuando viró volvió a tratar de bailar. Esta vez, no tuvo la sensación
de que el aire se escapaba del neumático.
Se contiene por más tiempo de lo que pensaba. Todavía puedo andar
mientras elija mi trayecto con cuidado y mantenga el bajo impacto.
Afortunadamente, aunque la carretera sigue húmeda, hay menos barro
y el agua fluye mejor. Según el video que vi, el camino se ensancha más
adelante con menos barro y rocas. Debería serme más fácil conducir ahí.

“¿…hasta donde creés que puedo llegar con la rueda así?”


La voz de Tobukuro sonó en su cabeza, al igual que la respuesta
que le dio:
“…mientras siguiera corriendo, todavía podría desafiarlos o, al menos,
evitar que aquellos que intenten superarme tengan éxito. No ganaría la
carrera, pero tampoco la perdería”
Makishima levantó la cabeza.
­— Mientras siga corriendo, todavía no perdí —los ánimos volvieron
repentinamente a él.
Si dejaba que la distancia entre ellos se acrecentara más, Toudou
sospecharía que algo ocurría. Él todavía estaba ahí, delante suyo y
cuando vio su espalda los recuerdos de las tantas veces que lo per-
siguió surgieron vívidamente en su mente.
En los momentos más importantes, él escaló con Toudou. Siem-
pre compitió contra él.
Es porque siempre está ahí cada vez que escalo. Yo siempre quise
la meta, la cumbre, la cima. Así es como siempre fue, ¡siempre! y es
justamente porque compito contra él que la anhelo con más ganas.
Así es como había sido para Makishima este último año y ni

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siquiera era consciente de ello.
Ya lo decidí. Allá voy —puso toda su fuerza en los pedales e inclinó
su cuerpo— ¡¡Sho!!

Toudou estaba subiendo la curva cerrada. Sin titubear ni miedo


alguno, Makishima corría sobresaliendo de la banquina, un poco más
y podría haber caído sobre ella. Se lanzó por el interior de la curva.
Ambos lucharon por el siguiente interior, cuando Makishima consi-
guió ir un poco por delante, Toudou atacó con fuerza por el exterior.
Alineados uno junto al otro, lucharon por el liderato con sólo
unos pocos centímetros entre ellos y subieron a la cima de la colina
casi al mismo tiempo. Se miraron mutuamente y antes de que cual-
quiera pudiera anunciar propia la victoria, el camino de repente se
hizo cuesta abajo.
La calzada se hacía más amplia a medida que bajaban. Antes
apenas si dos bicicletas podían pasar una junto a la otra pero ahora
hasta incluso podían cruzarse con autos pequeños, si se movían
lentamente.
No fueron capaces de alcanzar a Musashigawa, desapareció en
la curva de la pendiente cuesta abajo. Había alrededor de ciento
cincuenta metros entre ellos.
Toudou se quedó viéndole la espalda antes de volver a Makishima.
El sudor de su frente y la respiración irregular que lo obligaban
a exhalar bocanadas de aire al hablar eran prueba de la cantidad de
energía que había puesto en su carrera. También para Makishima,
que por primera vez en el día lo que se secaba de su rostro no eran
gotas de lluvia.
Toudou inhaló y exhaló marcadamente varias veces antes de
comenzar a hablar.
­— ¡Todavía no resolvimos esto! —Inhaló profundo— porque
si vamos cuesta abajo debe haber otra cuesta arriba —Inhaló de
nuevo— ¡La meta siempre está en la cima! Vamos a competir de
nuevo en la próxima cuesta arriba. ¡¡No llegués tarde, Maki-chan!!

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Con la respiración entrecortada por calientes jadeos agarró la
botella de agua unida al cuadro de su bicicleta y tomó un audible
trago de agua. Con los ojos puestos sobre Makishima, se limpió la
boca y sonrió.
Dejaron que la gravedad haga el trabajo por ellos y tomaron la
pendiente cuesta abajo uno al lado del otro.
Jadeando, Makishima intentó controlar su respiración cuando
volvió a sentir que algo estaba mal con su rueda trasera.
Tch... Está pesada. La presión del aire disminuyó después de esta
carrera en las curvas.
A pesar de que ya se había decidido por ir, la misma indecisión volvía
a rondar por su cabeza. Evitar la competencia individual y llegar a la
meta o luchar su batalla, incluso si después no cruzaba la línea final.
Si no exagero puedo llegar a la meta pero estaría compitiendo tres
veces más. Si en las curvas luchamos al mismo nivel, las consecuencias
podrían ser demasiado grandes.
Miró a Toudou de reojo. Llevaba la cabeza gacha, mirando hacia
abajo para ofrecer menos resistencia al viento mientras iba cuesta
abajo. El sudor propio del trabajo le goteaba por su barbilla y la
punta del cabello.
­— ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —le dijo al notar su mirada
Makishima apartó la vista apresuradamente. La amplitud del
camino provocaba que hubiera menos sombra de los árboles sobre
ellos y el reflejo del sol se concentraba en el centro del mismo.
Cuando volvió a mirar hacia abajo el repentino resplandor le hizo
entrecerrar los ojos.
­— No... Sólo pensaba lo empapados que estamos por la lluvia y
la transpiración.
­— Eso pasa, Maki-chan
­— Ya sé
Quiero ir a la meta con Jinpachi... si pudiera... —Miró a su amigo
una vez más, luego desvió la mirada y le preguntó sin contenerse—
¿Por qué siempre me estás invitando a mí?

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Toudou pareció sorprendido por la repentina pregunta porque
le pidió que repitiera la misma con un desconcertado:
­— ¿Lo qué?
­— ¿Por qué siempre a mí?
Toudou parpadeó varias veces y entre pucheros le respondió:
­— ¿No es obvio? Porque sos Maki-chan
Makishima se quedó confundido en silencio y Toudou, tras una
expresión de satisfacción, comenzó a reír en voz alta.
­— Escuchame Maki-chan, este tipo de cosas se basan en los sen-
timientos, no en la lógica. No hay que ser racional cuando se trata
de disfrutar. Dejáselo todo al instinto.
­— De verdad, es que no lo entiendo.
­— ¡¿Eh?!
Las cejas de Toudou se levantaron súbitamente, honestamente
sorprendido ante las palabras de Makishima. Se quedó mirándolo a la
cara con tanta fuerza que le hubiera perforado agujeros en ella y no
se dio cuenta de que iba directo a una abertura del carril protector.
­— ¡Boludo, mirá para adelante!
­— ¡Mierda! —gritó y con rápidos reflejos sacudió el manillar.
Su bicicleta volvió al cauce sin hacer ruido y él no tuvo ni el
mínimo de lesiones gracias a que reaccionó a tiempo.
­— ¿Qué querés decir con que no lo entendés, Maki-chan? ¡¿Para
vos no es divertido?! ¡¡¿No sentís nada cuando competimos?!!
­— No tengo idea... a lo que voy es que, no sé la razón por la que
vos o yo escalamos. Lo único que sí puedo decir es que…—Sintién-
dose algo incómodo, Makishima se interrumpió y giró la cabeza para
mirar a lo lejos. Luego dijo en menor volumen—…nunca viví nada
tan divertido como esto.
Las mejillas de Toudou se volvieron un poco coloradas ante la
inesperada respuesta de Makishima.
­— ¡¡¿De verdad, Maki-chan?!! Estoy tan contento de haberte invi-
tado hoy. Siempre tengo la sensación de que si te dejara solo hasta te
podrías olvidar de registrarte o que no lo harías porque te pareciera

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que es demasiado molesto. Si no te estoy llamando me dejás tan,
tan preocupado...
­— ¡¿Sos una mina?!
­— ¡¿Hey, y quién creés que tiene la culpa de que me preocupe
tanto?! Por empezar, siempre te olvidás de nuestros aniversarios.
­— ¡¡Pará de hablar así, sos peor que una mina!! ¡¡¿Vos en realidad
sos una piba, verdad?!! —Mientras le reprochaba con fervor esa
manera de expresarse, Makishima recordó la llamada telefónica en
la que habían estado hablado de fechas de aniversario.
­
­— Maki-chan, es el último domingo de mayo. ¿No me digas que
lo olvidaste?
Esa inesperada llamada de Toudou le llegó a mediados del mes
pasado. Makishima estaba volviendo de la escuela y descansaba un
rato en su habitación después de cenar.
Sus llamadas siempre eran repentinas. No importaba si era a la
tarde o a la noche, llamaba dos o tres veces por semana. Como no
coincidían en los horarios de clases, muchas veces eran impertinen-
tes, la peor vez fue cuando lo llamó en su período de receso pero el
problema era que Makishima todavía estaba en clase.
Y ahora, desde el mismo momento en que respondió el teléfono,
Toudou le repetía sobre “el último domingo de mayo”
­— ¿Huh?
­— ¡Viste, sabía que te ibas a olvidar! Apuesto a que ni sabés qué
día es hoy.
­— Es lunes —mientras respondía, Makishima buscaba en su cabeza
preguntándose si había algo más que no estaba recordando.
­— ¡Hace un año, en esta misma fecha te gané por primera vez! El
año pasado cayó domingo.
­— Oookay
­— ¡No me digas “Oookay”! En aquel entonces nuestra puntuación
era nada más de una victoria y una derrota pero también fue el
inicio de todo, lo que despertó en mí la alegría de competir contra

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vos. Aunque eso lo supe después de haberlo hecho, en realidad lo
entendí de verdad cuando el marcador de 2-1 volvió a quedar empa-
tado en nuestra cuarta carrera. ¡Ahí fue cuando te reconocí como
mi mejor amigo/rival por primera vez! Desde entonces no dejamos
de competir mutuamente y ahora estamos en 7-6. ¿Ya te inscribiste
para nuestra decimocuarta carrera, la que va a ser dentro de dos
semanas, cierto? Así que ahora te estoy hablando para la que viene
después, la decimoquinta. El plazo de inscripción es este viernes,
es para el Torneo del Monte Hiromine de Saitama. Ya sabés, el que
se hace el último domingo de mayo.
­— Ah, s--sí.
No era que se le había olvidado, sólo que todavía no estaba seguro
de participar. Coincidía el mismo día con otro torneo en Kanagawa y
se había estado preguntando en cuál participaría Toudou, pero no
quería preguntarle. Algo de esa idea le molestaba. Creía que Toudou
se inscribiría en el torneo más cercano de su casa, en Kanagawa.
Tras su “¿Saitama está bien para vos?” el muchacho le respondió:
­— ¿Qué querés decir?
­— Hay otro torneo que te queda más cerca.
­— Ah sí, ya sé. Es demasiado cerca y lo conozco muy bien así que
sería aburrido. Tendría ventaja. Las del Interescolar de este año, que
se hace acá, no se pueden evitar pero yo quiero que luchemos en
igualdad de condiciones. En algún lugar donde ninguno de los dos
ya haya corrido.
­— Kwah, ¿así que es por eso? —sonrió irónicamente y suspiro invo-
luntariamente.
­— ¿Qué, tenés algún problema con eso? ¿O estás tan seguro que vas
a ganar? ¿Vos te inscribiste por la misma razón, no? ¡Si te olvidaste,
andá a hacerlo ahora!
­— Ya veremos
­— ¡Te voy a estar esperando!…
Toudou sonaba como si quisiera decir algo más, pero Makishima
alejó su teléfono de la oreja y colgó.

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­— Así que por eso eligió Saitama... Ya veo
Se fue directo a su biblioteca y encendió la computadora que
descansaba sobre un estante vacío. Buscó la página oficial del Tor-
neo de Escalada del Monte Hiromine y chaqueó que todavía estu-
viesen aceptando participantes. Buscó el formulario de solicitud y
comenzó a llenarlo.

Y ahora, estaban compitiendo en esa carrera.


Makishima volvió a mirar la carretera delante de él.
No importa las vueltas que le dé, mi pinchazo no se va a arreglar.
¡Voy a ir con Jinpachi tan lejos como pueda!
Al pensar de esa manera y tomar la decisión de asumir las conse-
cuencias que conllevaban, su estado de ánimo se sintió más ligero.
No quedaban más de dos kilómetros y medio para la meta. Se
habían elevado hasta ochocientos metros de altura y subieron cerca
de seiscientos desde la línea de salida. Otra pendiente en ascendente
se iba a elevar pronto sobre ellos; la zona más dura de esta carrera,
la pendiente empinada con una inclinación del 14%.

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Capítulo 3

Promesa

­Faltando dos kilómetros y medio para la meta, llegaron a una bifur-


cación en el camino. Un cartel marcaba: “Torneo de Escalada, a la
derecha”.
­Al pasar la curva, la carretera se hizo mucho más amplia y la natu-
raleza presente provocaba que la superficie de la calzada cambiara
por completo. Comenzaba a secarse y ya no se enchastraban tanto de
barro o se mojaban por la lluvia mientras corrían, tampoco reflejaba
tanta luz la superficie mojada.
­Pero arriba las nubes se movían rápidamente y la luz del sol se filtró
por un instante antes de desaparecer detrás de ellas nuevamente.
Se hacía cada vez más débil hasta que sólo quedaron Cúmulos en
el firmamento. La transformación del clima hizo que Makishima
levantara la vista al cielo.
Volvieron a formarse nubes grises. Es cierto que no me disgusta la
lluvia pero se sentía un poco más alegre cuando estaba el sol.
El camino siguió cuesta abajo después de la bifurcación durante
algún tiempo antes de volver a ir cuesta arriba. Usarían la fuerza del
descenso para añadirle impulso a su escalada.

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­— Ese esnob se aleja cada vez más. —Dijo Toudou, que iba media
bicicleta por delante de Makishima. Se mordió el labio inferior— Sea
como sea lo vamos a derribar antes de acercarnos a la meta, de
ninguna manera vamos a dejar que nos moleste.
Pero el sinuoso camino los retrasaba y todavía no veían rastros
de Musashigawa corriendo delante de ellos.
­— Che, Maki-chan, ya que después voy a estar subiendo a toda
velocidad quiero aprovechar a preguntarte algo ahora que todavía
tengo oportunidad —A medida que pedaleaba sentado con gran
facilidad en la pendiente cuesta abajo, Toudou habló sin dejar de
mirar hacia adelante.
Realmente es enérgico —pensó Makishima mientras lo miraba.
Tenía la espalda recta, sin rastros de agitación, como si acabara de
comenzar a correr. Aunque, él tampoco tenía ningún tipo de pro-
blema con su propio cuerpo.
­— ¿Vas a acompañarnos en la lucha por la cima del Interescolar
este verano, verdad?
­— Quién sabe... Mi escuela no es como la de los reyes.
Los campeones nacionales del año anterior, la Academia Hakone,
otra vez se habían convertido en los representantes de Kanagawa de
este año. Su habilidad era superior, incluso a nivel nacional. Natural-
mente, eran los candidatos favoritos para ganar el campeonato. En
cambio Sohoku, apenas habían ganado las eliminatorias regionales
para representar Chiba el otro día.
­— ¿Qué decís, Maki-chan? Sos tan deshonesto con vos mismo.
Nuestra preciada carrera va a ser en las colinas de la Ruta Nacional
Nº1 de Hakone. Ustedes van a pasar, estoy seguro.
­— Hay otros torneos de escalada antes que ese.
­— Sí, hay. ¡Pero el Interescolar es especial!
­— Ahí no puedo correr como quiero sin depender del equipo.
­— Listo, vamos a ser nosotros. Hakogaku y Sohoku van a ser quienes
compitan por la cima de la montaña Hakone. Va a ser así.
Makishima pensó que Toudou estaba siendo obstinado.

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­— Seguí soñando. Hay equipos muy fuertes en todo el país q--
­— ¡¿Entonces esa es tu respuesta, Maki-chan?! —Toudou lo inte-
rrumpió— ¿Te hace sentir bien poner excusas para negarte a correr?
Es el mejor escenario para nuestra última carrera en equipo. Ya
estamos en tercero, el Interescolar es nuestro último torneo de la
secundaria. Después de eso, nos retiramos del club. Creo que debe-
rías a venir a competir conmigo... Creo… que tenemos que competir
en las colinas de Hakone.
Con su mano izquierda tomó la parte “NE” de su brazo derecho
del “HAKONE” que llevaba inscripto en su maillot y giró sólo una
fracción de segundo para mirar a Makishima. Sus ojos estaban tran-
quilos pero tenían una intensa luz emanando de ellos.
­— Va a ser la última vez que compitamos llevando estos maillots.
Con la vista aún puesta al frente, señaló con su mano derecha
hacia atrás dirigiéndose al maillot amarillo de Makishima.
­— Tu maillot de Sohoku… —Luego se llevó la mano hacia su hombro
izquierdo, de manera que parecía que se estaba palmeando con su
propio brazo— y mi maillot de Hakogaku —dijo e hizo una pausa,
como si estuviera tratando de controlar sus emociones en aumento,
luego moduló cada palabra con cuidado y de manera significativa
continuó hablando— En la carretera, donde ellos marchen lado a
lado, donde las palabras “Hakogaku” y “Sohoku” compitan y corran
sobre las colinas, ahí vamos a tener nuestra última carrera.
Su voz pareció temblar ligeramente. Makishima sintió los fuer-
tes sentimientos vibrando desde su espalda y no supo qué decirle.
­— S... Sí, está bien. Estaría bueno... que sea así...
­— ¡¿Qué te pasa?! ¡Qué manera tan lamentable de responder,
Maki-chan! ¡Absolutamente! ¡Vamos a competir en el Interescolar!
—Toudou no se dio vuelta, por eso sus sentimientos se transmitieron
a través de sus palabras y de su voz.
­— Yo quisiera pero no depende sólo de mí. No puedo lograrlo yo solo.
­— ¡Kinjou y Tadokoro no se darán por vencido! También tienen
una conexión con nosotros.

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­— Sí, pero... No tenemos muchos integrantes. Sería muy difícil
poder ser capaces de competir por la cima...
­— ¿No tienen nuevos miembros, acaso? Se rumorea que se les unió
una gran promesa, oí que es alguien que era un ciclista de elite en
la escuela media.
­— Ah, Imaiz... digo —Makishima se dio cuenta que estaba por nom-
brarlo y se contuvo a tiempo. Esquivó la pregunta— Eso es secreto
profesional.
Pero surgieron pensamientos más complejos desde el fondo de
la mente de Makishima.
El Interescolar depende del esfuerzo en equipo. Como único
escalador de Sohoku, Makishima sería responsable de tirar del suyo
en las montañas de Hakone. De hecho, Kinjou ya le había dicho lo
mismo, así que era claro que no podría correr libremente.
­— ¿Eso significa que... puedo esperar por una respuesta afirmativa?
­— Quién sabe.
No importaba cuánto Toudou lo presionara para obtener res-
puestas, Makishima no tenía intenciones de darle más.
­Nuestra última carrera usando nuestros maillots, eh. Que nuestros
equipos pudieran pelear por la meta sería genial pero... el querer que
sólo sea una lucha entre nosotros dos...—Makishima miró su maillot
amarillo y las palabras “Club de Ciclismo de Carreras, Instituto Sho-
hoku” escrito sobre el pecho— Yo también quisiera poder dar una
respuesta afirmativa pero con sólo un escalador...
De repente se acordó del chico de anteojos y de la forma en que
lo vio pedalear cuando escalaba en serio...
No, no, no. No es posible. Tiene las cualidades de un escalador pero
sigue siendo un principiante. No sabe contener contrincantes ni como
llevar su propio ritmo. No sabe nada. Todavía le falta resistencia, no
importa lo mucho que le enseñe, esos son los fundamentos básicos. Tiene
que agarrar experiencia y entrenar mucho... El año que viene podría
ser de utilidad, eso es lo que espero pero ¿usarlo en este Interescolar?
Eso es en unos meses, nunca llegaría a tiempo. Además, todavía no se

102
decidió si el equipo se va a conformar por seis personas. En la próxima
concentración de entrenamiento se va a decidir eso.
Pero eso no significaba que no lo deseara.
Aunque ese chico crece a una velocidad aterradora. Posee las cuali-
dades básicas y el talento natural en cantidades envidiables. Sería con-
veniente enseñarle, él es muy trabajador y se lo toma todo muy en serio.
No, eso no significaba que Makishima no lo deseara.
Al darse cuenta de lo que estaba pensando, se sonrió en secreto
con tristeza. La estridente voz de Toudou atravesó sus pensamientos
y lo sacó de ellos.
­— Maki-chan, esa es la colina. Corramos.
Iban cruzando una dócil pendiente que era demasiado corta
como para usarse para correr pero al finalizar la misma había una
más empinada. Era una subida que se convirtía suavemente en varios
5
repechos de una longitud de aproximadamente un kilómetro.
Levantaron la vista y vieron una sombra revoloteando entre los
árboles por un instante antes de que desapareciera en la curva.
­— ¡Ahí lo vi! ¡Era Musashigawa! ¡¡Date prisa, Maki-chan!!
Toudou pedaleó con grandeza. Makishima mordió el interior de
su labio y lo siguió. Resopló suavemente mientras lo perseguían bai-
lando para subir la pendiente. Estaban tan cerca que su neumático
delantero se superponía con el trasero de Toudou y justo cuando
hizo un cambio de marchas…
­— ¡¡Bache!!
­— ¡¿Weh?!
Cuando escuchó gritar a Toudou, ya era demasiado tarde.
Había una rampa de unos diez centímetros de altura cruzando
la carretera. Además, debajo de ella estaba escavada por lo que se
formaba una zanja de más de diez centímetros.
El sonido de “clunk, clunk” vibró a través de su cuerpo. Había
sido un gran impacto.

2
­ Repecho: Cuesta del terreno pronunciada y no muy larga.

103
¡¡Guh!! —El corazón de Makishima se congeló— ¡¡Esto es realmente
malo...!!
Efectivamente, su rueda trasera se había hecho bruscamente
pesada, como si algo se hubiera aferrado a ella y la estuviese arras-
trando hacia abajo
Mi neumático trasero está muerto. Voy a tener que correr solamente
con la llanta antes de lo que pensaba...
Sabía con seguridad que ahora su neumático trasero estaba
totalmente plano, pero incluso si el tubular se desinflaba por com-
pleto, para él era posible correr con la llanta. Los pedales eran los
que hacían girar la rueda trasera, proporcionando la propulsión.
Si bien no era imposible correr con la llanta de la rueda trasera,
el diámetro del neumático era más pequeño sin el tubo inflado, lo
que significaba que la distancia recorrida en un ciclo de pedaleo
sería menor que antes. También, debido a la pérdida de elasticidad,
habría una mayor fricción que significaba menor velocidad.
Si tan sólo el tubular hubiera durado un poco más hasta habría
conseguido pasar a Musashigawa...
­— Qué feo eso, Maki-chan, justo ahora. A mí también me tomó
por sorpresa pero alcancé a esquivarlo.
­— Seh
“Al final, vos sí pudiste zafar”. Eso es lo que Makishima quiso
decir con su afirmación. Se pegó a él por detrás para que no pudiera
notar su rueda pinchada.
­— ¿Mmm? ¿Qué te pasa, Maki-chan? —le preguntó el muchacho,
con la respirando acelerada.
­— Nada…
­— ¡No me digas que querés que tire de vos en esta colina! ¿Todavía
estás congelado por el frío? Te dije que esto era una competencia, ¿no?
Como Makishima seguía insistiendo en correr a su espalda,
Toudou parecía confundido y se dio vuelta para intentar visuali-
zarlo. Makishima giró ligeramente la cabeza para que su mirada no
pudiera encontrarse con la de él. Toudou jadeaba buscando aire en

104
la empinada cuesta mientras intentaba hablar.
­— Hah, hah, hah. Respirá, respirá bien, Maki-chan, aunque acá la
carretera está seca no deja de ser difícil por eso.
­— Seh
La respiración de Makishima también era rápida, con cada
segundo aceleraba más.
­— Ya falta poco para terminar y... ese pibe molesto todavía sigue...
adelante... hah, hahh… tenemos que bajarlo rápido y... hacer que esta
carrera sea sólo de nosotros.
­— Bien.
Con el agua aun chorreando de sus zapatos, Makishima todavía
pedaleaba respirando con dificultad. No estaba seguro de si era su
imaginación pero creyó oír un crujido provenir de su bicicleta. Le
impactó que las cosas le estuvieran saliendo tan mal últimamente.
Aunque no pueda hacer demasiado esfuerzo todavía puedo seguir
adelante. Todavía.
Rodearon otra curva cuando volvió a sentir que su rueda se
hacía más pesada.
­— Hah… hahh... Hey, ahí está.
Toudou señaló con una mano delante de él. A mitad de la pen-
diente empinada, a pocos metros, se podía ver claramente el maillot
verde claro. Estaba más cerca de lo que habían pensado.
­— ¡Vamos, Maki-chan!
Lleno de ánimo, Toudou inició la persecución. Makishima lo
siguió pero ahora podía sentir el daño de su rueda viajando a través
de su cuerpo y se le hacía cada vez más incierto saber si sería capaz
de soportar esta subida.
¡Mierda, está pesada! ¡Me voy a caer...!
Pero no podía permitirse el lujo de perder ahí, había llegado tan
lejos y él quería pelear con Toudou por la meta. Desde que le dijo
que su última carrera estaba cerca, incluso le pareció más ansiada.
Se mordió los labios una vez más y pedaleó con mayor seriedad.
Pero la distancia entre él y Toudou se hacía cada más evidente.

105
­— ¡¿Maki-chan no venís detrás de mí?!
Al sentir que la presencia detrás suyo se hacía cada vez más lejana,
Toudou entró en pánico y estuvo a punto de darse vuelta. Pero el
chico flaco de maillot verde claro estaba justo allí, a pocos metros de
distancia. Unas pedaleadas más en esa súbita inclinación y él estaría
a su alcance. Naturalmente, podía sentir que Toudou se le acercaba,
así que si le apartaba la vista ahora se le podría escapar de nuevo.
­— Voy a detenerlo de una vez ¡Maki-chan, date prisa en llegar!
Calmó su espíritu y reprimió su aura para utilizar su especial
Escalada Durmiente y pasar desapercibido ante Musashigawa, toda-
vía tenía mucha fuerza para conquistar las pendientes. Mientras
aceleraba medio cuerpo por delante de él, el muchacho lo miró de
soslayo y le dijo:
­— Veo que Makishima ya se cayó. Sólo quedan dos kilómetros para
llegar a la meta, él no va a ser capaz de alcanzarnos. Ahora Toudou,
¿por qué no aceptás que esta carrera ahora es entre vos y yo?
Toudou apretó sonoramente los dientes y lo fulminó con la
mirada. Había una sonrisa estampada en el rostro de Musashigawa
pero sus hombros se movían de arriba a abajo y respiraba conside-
rablemente alto.
También está en su límite —se dio cuenta y de repente lo encontró
divertido. Respiró hondo para aparentar que su respiración acelerada
se mantenía natural, hinchó el pecho y rio
­— Wahahaha, ¿qué estás diciendo? Maki-chan vendrá.
Estaban subiendo por una pendiente donde se hacía muy difícil
hablar pero lo hizo para mostrarle a su oponente que él ni se inmu-
taba por ello y que era impoluto. Incluso si eso significaba sobre
exigirse él mismo.
Musashigawa dibujaba una respiración dificultosa después de
otra. Y entonces habló con palabras entrecortadas.
­— Tenés... una hermosa amistad… pero fue… el mismo Makishima
el que… el que me dijo que... un escalador siempre está solo.
El orgulloso ciclista de Hakogaku señaló con dos dedos a la cara

106
del de Chichibu Midori, que unió sus finas cejas en señal de disgusto.
Seguía con la respiración dificultosa y aunque la de Toudou también
era trabajosa, él dejaba de hablar sin parar.
­— Hay dos tipos de soledad. Una es la soledad desdichada, la que
no podés poner tu fe en nadie y nadie la pone en vos. La otra es del
tipo que se puede soportar, porque tenés a alguien que te da su
confianza y en quien también podés confiar. Es probable que vos sólo
conozcas un tipo — Siguieron escalando y mientras subían, Toudou
sonrió y puso una mano sobre el lado izquierdo de su pecho, justo por
encima de su corazón que latía intensamente— Seguramente es la
segunda. Lo sabemos aquí, en nuestros corazones pero tenés razón,
es verdad que un escalador está solo —Tomó aire, le dolía respirar
pero había algo que realmente quería decir en ese momento— Al
final, la escalada es una lucha con uno mismo. Solamente una persona
puede cruzar primero la meta y obtener la victoria.
Musashigawa no parecía querer darse el lujo de responder. Esa
zona era la más dura de la ruta. Incluso a él, que afirmaba que la
montaña le pertenecía, le dificultaba escalar allí y estaba usando
todas sus fuerzas. Toudou volvió a respirar hondo y continuó.
­— Ganar un compañero de armas y lograr ser el más rápido que
pudiera ser por competir contra él, sólo es otro resultado. Uno afor-
tunado, pero no es algo que haya buscado ni premeditado con antici-
pación —Se detuvo, volvió a respirar— Pero como las circunstancias
se dieron solas, agradezco haber tenido la suerte de obtener ese
afortunado resultado.
El largo discurso de Toudou pareció haber hecho efecto en los
nervios de Musashigawa porque una vena azul le apareció en la sien.
­— Dame... todos los discursos que quieras... tené toda la espe-
ranza... que desees... Pero sólo hay una cosa… que es verdad —
Musashigawa puso sus brazos sobre el manillar, como si quisiera
empujar su bicicleta hacia abajo y controló su respiración. Siguió
pedaleando— Esta carrera me pertenece a mí.
Aunque lo dijo de manera teatral, ya no tenía energías que gastar

107
para gesticular como antes. En su lugar, pedaleó más rápido. Obsti-
nadamente, Toudou también lo hizo y bloqueó su camino.
El aire se evaporaba con su aliento caliente.
Musashigawa apretó los dientes y trató de sacárselo de encima
pero le mantuvo el bloqueo, incluso después de que chocaron los
manillares y las ruedas.
­— Toudou... Makishima no está llegando... Él ya se cayó... es... es
un hecho.
En ese momento Toudou pensó que Musashigawa lo decía por
mal perdedor.
­— ¿Creés que yo puedo estar cerca de una meta de escalada sin
Maki-chan intentando frenarme? Eso es imposible —Sintió el oxígeno
recorrer su cuerpo mientras movía los músculos, inhaló y exhaló
con agónicas bocanadas. Entonces habló directo y con profunda
honestidad— Maki-chan vendrá… él está… viniendo para que los
dos podamos… ir juntos a la meta… Así nosotros… vamos a poder
luchar por la cima.
La perplejidad de Musashigawa por la inquebrantable confianza
de Toudou se hizo más evidente en su rostro, sus pálidas mejillas
estaban rojas. Estremecido por sus palabras, jadeó audiblemente
antes de tragar aire y giró para mirar hacia atrás.
Por el contrario, Toudou no lo hizo. A pesar de que su respiración
acelerada se entrecortaba, no paraba de hablar.
­— Él va a venir. Además se ve que yo no soy el que está asustado...
Te da miedo ese que es duro en los caminos en mal estado… el que
puede manejar las irregularidades… ¿Le tenés miedo a Maki-chan,
no es cierto?
­— No viene. ¿No te das cuenta? Makishima est--
Los labios de Musashigawa se curvaban en una sonrisa triunfante
mientras hablaba cuando notó que una figura que se inclinaba de
un lado a otro se levantaba sobre la curva inferior de la colina. Con-
tuvo la respiración y Toudou, aliviado, se giró para mirar hacia atrás.
El sudor caía del cabello agitado de la figura y con cada mecer

108
de su cuerpo avanzaba una gran distancia. Escalaba acercándose a
ellos a gran velocidad.
­— ¿Ves? — Dijo Toudou con el pecho hinchado de orgullo y extendió
su brazo hacia Makishima a modo de saludo.
­— No puede ser... ¡Imposible! — Decía Musashigawa con los ojos
desorbitados.
­— ¡Maki-chan, te tardaste! ¿Qué te quedaste haciendo?
­— Oh… es que… me encontré una revista de huecograbado en el
suelo y… me tuve que parar a recogerla.
A pesar de que respiraba con dificultad él respondió con fingida
ignorancia. Una de las comisuras de su boca se torció levemente
hacia arriba y Toudou, sabiendo que eso era un pobre intento de
sonrisa, se rio en voz alta.
­— Wahaha, ¡que relajado estás, Maki-chan! ¿Decís eso para que
este esnob se ponga nervioso, verdad? ¡Lo sé! ¡Te conozco!
Makishima había llegado tal como Toudou había dicho que lo
haría. Él no se había cansado de más ni su cuerpo se había endurecido
por el frío. Toudou siempre creyó que todavía podía seguir corriendo.
Había subido la cuesta empinada sin quedarse atrás. Este chico
de pelo verde, cuyas expresiones magras hacía difícil adivinar lo
que estaba pensando, había corrido tras él en esta difícil pendiente
y sonreía. Eso fue suficiente para que Toudou se alegrara y sintiera
que su corazón ardía.
Una pendiente que se erguía por 300 metros y entonces el agua
empezó a caer de nuevo. Una lluvia repentina de gotas gordas se
desplomaba desde los cielos sin cesar con un fuerte golpeteo. Caía
sobre sus cuerpos calientes. Humedecía el hormigón gris transfor-
mándolo nuevamente en negro. Caía a plomo sobre los brazos, la
espalda, los muslos y sus bicicletas.
Las gotas de agua bailaban a su alrededor y empapaban todo su
cuerpo. El bosque, los caminos y todo lo que los rodeaba resonaban
con el “Thuk, Thuk, Thuk” de la lluvia.
­— Se volvió a largar —dijo Makishima— Sólo falta un poco más

109
para terminar la carrera, así que no mucho molesta pero...
Cuando los alcanzó, suspiró en secreto al ver que Toudou no
había pasado a Musashigawa en esta subida, así que no pudo evitar
lanzarle sus reproches.
­— ¿No que ibas que alcanzarlo y bloquearlo? Daba lo mismo si
seguías adelante en silencio hasta la cima, necesitamos hacer el
trayecto más rápido que cualquier otra persona.
Eso tocó una fibra sensible en Musashigawa que lo miraba fija-
mente, sacudido entre respiraciones salvajes.
­— Esa actitud tan distante, esas palabras burlonas... ¡Makishima,
eso es lo que más odio de tu ser!... —se detuvo entre resoplidos—
si ustedes no lo consiguen, entonces demostraré que irrefutable-
mente… no me pueden ganar en esta montaña. Después no vengan
llorando.
Apretando los dientes, siguió pedaleando con fuerza hasta que
se desvaneció.
­— ¡¿Qué?! — Eso tomó por sorpresa a Toudou— Ese enano infu-
mable... pensé que ya había llegado a su límite.
— Si no podés saber con certeza cuáles son tus propios límites
hasta que caés al suelo, menos los de otras personas.
Toudou asintió y su expresión se fue retornando a una de concen-
tración. Se golpeó las mejillas con ambas manos para despertarse.
Las gotas de agua mezcladas con sudor se esparcieron en su rostro.
En el área de la curvatura de la banquina, los árboles sobresalían
más, creando un techo bajo con sus ramas y formando un túnel. El
maillot verde claro de Musashigawa se mezclaba con facilidad.
­— Tch, ese tipo es como un ninja —se quejó Toudou.
Mirá quien habla —pensó Makishima, pero se lo quedó para sí
mismo. A Toudou le decían a sus espaldas el “Ninja del Bosque”
pero él se consideraba un “Bello Durmiente”.
­— No voy a seguir jugado con sus métodos sucios —dijo Toudou,
y comenzó la persecución.
Makishima lo siguió, no quería perderlo de nuevo. Su última

110
carrera con él estaba cerca, así que había decidido que quería dis-
frutar de todas las que les quedaban porque sabía que no iban a
durar para siempre.
Para ese entonces, el aire de su neumático trasero se había
escapado por completo. Continuó virando con fuerza e inestable-
mente. Aun así, no iba a dudar más, no quería perder ahí su carrera
con Toudou.
No pasó mucho tiempo antes de que el chico de Hakone alcanzara
a Musashigawa e intentó superarlo. Pero esta vez, le tocaba a él ser
bloqueado. Los movimientos torpes de su contrincante hacían que
su rueda delantera derrapara cuando se apartaba para evitar la coli-
sión. Las carreteras mojadas no ayudaban para nada con la tracción.
­— ¡Whoa!
Normalmente habría sido capaz de esquivarlo con facilidad,
pero su resbaladiza rueda delantera alcanzó un pequeño bache en la
superficie del pavimento. Eso por sí solo perturbó el hermoso estilo
de manejo de Toudou y lo obligó a cambiar por una forma sólida.
Aunque se veía bastante agotado, Musashigawa sonrió atrevi-
damente.
­— Me conozco todos los pozos de este camino... su… ubicación,
ancho… profundidad... Ni aunque ustedes lo hubieran recorrido
antes... como ejercicio de reconocimiento... ¡nunca me podrían supe-
rar cuando de elegir el mejor tramo se trata!
­— ¡¡Ghhh!!— Tragó Toudou con fastidio. Se había obstinado y siguió
intentando superarlo pero cada vez que lo hacía, su rueda volvía a
golpear un pozo y le provocaba un breve retraso— ¡Maldita sea!
Su respiración también se estaba haciendo desigual. Mientras
más entrecortada se hacía, más fuerza le ponía para escalar. Maki-
shima los observaba con calma desde atrás.
­— Se enfoca sólo en Musashigawa e intentar superarlo para com-
petir con él, es por eso que queda atrapado en su trampa. Bueno,
no es que tenga ningún derecho a presumir de eso si yo también
quedé atrapado en ella. Sube a su propio ritmo y elige el curso a

111
seguir, así es como se supone que una escalada debe ser. Sólo hay
que pensar en Musashigawa como una gran roca que simplemente
se le ocurrió estar ahí.
Pero desde esa distancia, no podía decírselo a Toudou, él estaba
demasiado cerca de Musashigawa como para que no lo fuera a
escuchar.
Voy a tener que mostrárselo con mi propia forma de conducir. Pero
con este pinch--… ¡Tarado, decidiste no dudar más! ¡Vamos!
Flexionando su cuerpo, le puso toda la fuerza a su pedaleo. Su
rueda inestable quedó atrapada por la superficie mojada de la carretera
y no pudo evitar que se resbalara. Tuvo que avanzar temerariamente.
Respiró hondo. El corazón latía con dolor, sus piernas estaban
sufriendo pero podía sentir la euforia creciente en él. Sentía que era
capaz de hacer cualquier cosa.
Mientras Musashigawa estaba distraído con Toudou a su dere-
cha, Makishima rompió el bloqueo superándolo por la izquierda. Su
bicicleta le llevó medio metro de ventaja antes de que Musashigawa
pedaleara con aún más fuerza y volviera a desaparecer.
­— ¡¿Huh?!
­— ¡Maki-chan! ¡Pared!
A pesar del grito de Toudou, Makishima apenas pudo evitar
chocar contra una sobresaliente pared de rocas.
Se salvó literalmente por un pelo, ya que las matas de musgo
verde le arrancaron varios mechones de cabello que quedaron atra-
pados en la roca. Cuando levantó la cabeza hacia arriba, la lluvia
velaba su campo de visión, por lo que era difícil para él distinguir
el lecho rocoso de la maleza. De ésta podía pasar a través de ella
cuando se cruzaban en su camino pero con las rocas, sólo terminaría
hiriéndose a sí mismo.
Naturalmente, el susto hizo que le diera tiempo a Musashigawa
para que lo dejara atrás.
­— ¡La reputísima madre…!
Lo intentó de nuevo y fue tras él pero cuando trató de superarlo

112
las ramas de árboles de la orilla del camino se agolparon de repente
frente a su cara. Bajó la cabeza para esquivar la vista de ellas pero
al volver a subirla Musashigawa se había perdido de vista nuevo.
­— Respiro, respiro… hah... hah...Lo estoy consiguiendo… ¡ya soy
uno con esta montaña!
La voz de Musashigawa llegó a ellos en forma de eco desde algún
lugar de entre los árboles de la carretera. Él fue capaz de utilizar
el terreno y todo el entorno natural de esta montaña en beneficio
propio. Finalmente ambos pudieron comprenderlo.
Siguieron adelante. En un paisaje que se había vuelto gris por la
persistente lluvia y ahora también estaba lleno de sombras de las
ramas colgantes, siguieron corriendo.
Entre resoplidos, inhalaciones y exhalaciones profundas, su respi-
ración se hizo más rápida. Sus sienes latían por debajo de sus cascos.
Pero todavía no podían alcanzarlo.
­— ¡¡Ese enano…!!
Al fin habían conseguido subir la cuesta pero todavía no podían
llegar al punto de la carrera en la que tenían vía libre para competir.
Habían alcanzado la parte más difícil de la pendiente pero eso no
significaba que después de eso el camino se haría fácil. Todavía había
colinas, en todo el camino hasta la meta, que planteaban un desafío.
­— Conque El rey de esta montaña, eh... —Makishima susurró mien-
tras trataba de controlar su respiración. Toudou respondió alegre-
mente. Parecía estar en el nivel alto de un ciclista.
­— ¡Respiro, respiro!... tener a alguien…—inhaló— que te puede
estar mordiendo los talones, en ocasiones puede hacerte cambiar
la mirada del futuro. Eso me hace estremecer.
­— ¿Oh? ya veo, así que tirando palabras dóciles va a hacer que el
camino se suavice.
Toudou pareció entrar en pánico ante las palabras de Makishima.
Daba la impresión de que creía que estaba poniendo excusas, o al
menos esa era la impresión que le daba a Makishima.
­— ¡Maki-chan, no estoy queriendo decir que ya me aburrí de

113
competir contra vos! ¡Estoy seguro de que ya lo sabés, pero yo sólo
lo digo!
­— ¿Eso te preocupa?
­— Lo que quiero decir es que esto le añade una especia de esti-
mulación a la carrera. Me hizo recordar que el condimento no está
solamente en lo accidentado del recorrido.
Lamiéndose los labios, Toudou pedaleaba mientras se limpiaba
la lluvia de la cara con su mano enguantada.
­— Es lo que yo digo, una carrera no se puede hacer con sólo una
o dos personas. Una competencia puede hacerse entre dos pero no
una carrera. No solamente hablo de las carreras de equipo, tampoco
en las individuales.
­— No hay duda de eso.
Ambos asintieron lo que el otro decía. Coordinaron su respiración
durante el pedaleo afín de poder atrapar a Musashigawa.
­— ¡No te vuelvas a asustar, Maki-chan!
­— ¡Cuidado, a tu derecha! No te vayas a caer.
­— ¡¿Con quién creés que estás hablando?! ¡Yo soy el Dios de la
Montaña! ¡Cualesquiera sean los caminos de montaña que pueda
haber, todos ellas están bajo mi dominio! No importa qué tan mala
esté la carretera o su grado de inclinación y da lo mismo dónde se
encuentre ¡¡Vale lo mismo para todas!!
Musashigawa estaba en la curva frente a ellos. Los rastros que la
bicicleta dejaba en el barro mostraban que estaba evitando limpia-
mente al mínimo tropezarse con baches, incluso hasta la pequeña
piedra que llegaba rodando en el agua de la lluvia.
Las ramas verdes que sobresalían eran una reminiscencia de
garras que tiraban de los contrincantes de Musashigawa hacia
abajo para evitar que lleguen a él. Parecía como si las mismas coli-
nas cambiaban de forma poco a poco para preservar la ventaja que
llevaba. Después de que él pasaba a través de ellas, las ramas se
cerraban como puertas robustas que bloqueaban el paso de los
demás, mientras que las colinas parecían brotar repentinamente en

114
ángulos agudos para reducir a quienes venían detrás.
Musashigawa parecía tener el libre control de esa montaña, como
una ilusión que los tenía atrapados en ella.
Toudou gruñó.
­— Mmm... Es como si la montaña le estuviera abriendo camino,
estoy empezando a pensar en ella como un demonio.
Por la ventaja de localía y por las miles de veces que Musashi-
gawa habría recorrido el camino hacía que esta ordinaria montaña
pareciera temible. Y cuando el miedo se apoderaba, ni siquiera el
oponente más apto podría pasar a competir en una carrera de dos
personas para la meta.
­— Las montañas son demonios —dijo Makishima por encima del
hombro con una ligera inclinación de sus cejas.
­— Cuando alguien se cree que conquistó una montaña y la puede
controlar, se vuelve soberbio y se le llena el pecho de sí mismos pero
decime la verdad ¿a cuántos de ese tipo viste ganar la cima? En todos
y cada uno de ellos, sus piernas cedieron y perdieron velocidad.
Su arrogancia los hace subestimar a la montaña, los caminos, las
colinas, y a los otros corredores. Y cuando eso pasa ¿qué creés que
ocurre con ellos?
Makishima abrió los brazos, levantándolos a la altura de los
hombros y dijo con firmeza:
­— Todos cayeron en la trampa de la montaña. Ella lo quiso así, no
los dejó llegar a su cima y a cambio los hundió hasta el fondo. Es
por eso que digo que las montañas son demonios.
Con los ojos bien abiertos, Toudou apoyó sus palabras.
­— ¡Tenés razón, Maki-chan! Pero nosotros no vamos a temerle —Se
ajustó al agarre de los cambios con firmeza— Si no sintiera respeto
por ella, su orgullo y nobleza, no tendría derecho de llamarme Dios
de la Montaña.
­— Exactamente.
Ambos asintieron el uno al otro.
­— Yo lo distraigo —le dijo Makishima.

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­— ¿Eh? ¿Querés ir adelante? ¿Que pensás hacer?
­— Vos sabés —le contestó sin dudarlo y Toudou estalló a carcajadas.
­— Naturalmente.
Toudou retrocedió, al mismo tiempo, Makishima se arrojó
estrepitosamente detrás de Musashigawa, dejándole en claro que
aprovecharía cualquier situación para adelantarlo ni bien viera una
abertura. Musashigawa frunció las cejas, molesto por el ruido. Su
respiración era irregular
­— ¿Makishima? Así que Toudou ya se dio por vencido...—inhaló,
exhaló, inhaló y volvió a exhalar—qué vergüenza para quien se hace
llamar dios de la montaña.
­— No me mires a mí, yo no sé nada de él. Yo sólo voy donde quiero
ir, a veces pasa que por coincidencia él también está ahí.
­— ¿De verdad?… sé que ustedes son cercanos.
Musashigawa lo miraba nuevamente con desconfianza.
­— Y otra vez con lo mismo... No nos tratan como a un equipo. Te lo
dije antes, los que suben las montañas son siempre lobos solitarios.
Podemos competir entre nosotros pero nunca vamos a conspirar.
¿Me equivoco?
En lugar de responder, Musashigawa pedaleó más fuerte, Maki-
shima se mantuvo a su lado. Debido a que iba corriendo con la llanta,
el sonido de su bicicleta ahora era diferente pero podía cubrirlo
gracias al fuerte ruido de la lluvia torrencial y la aspersión del agua
desde sus ruedas.
Aunque Makishima le había dicho a Toudou que distraería a
Musashigawa, en realidad tenía la intención de superarlo. Si no fuera
por la condición de su neumático, probablemente podría haber ido
mucho más rápido pero ahora no importaba cuán temerariamente
corriera, no podía superarlo. No todavía.
No me importa este pibe, yo voy a ir por el camino que yo quiera.
Cada vez que Makishima intentaba darle alcance, Musashigawa
hacía varios ataques.
Para engañarlo, de repente agarró velocidad. Cuando Makishima

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mordió el anzuelo y lo siguió, la pendiente de la colina comenzó a
cambiar de repente pero Musashigawa era más rápido para cambiar
de velocidad, así que salió al paso por delante. Cuando Makishima
intentó tomar una abertura desde la curva interior, el camino dobló
inmediatamente en la dirección opuesta, de modo que la curva inte-
rior se convirtió en una amplia curva exterior. Musashigawa lo dejó
atrás. Nada de lo hacía podía vencer a la experiencia del muchacho
en este camino.
Pero alguien que había escalado montañas en todo tipo de regio-
nes y diversos caminos, también tiene algunos trucos aprendidos.
¡Yo también tengo experiencia!
Se acercó a la abrupta pendiente con fuerza bruta e hizo confiar
a Musashigawa de sus movimientos. Cuando parecía haber bajado
un poco su ritmo para prepararse para las laderas que tenía por
delante, levanta la vista y…
­—... ¡¿Aahh?! ¿¿T-Toudou?? ¿D-desde cuándo...?
Toudou estaba allí, a pocos metros por delante de ellos.
­— No me di cuenta en absoluto... No oí un mísero sonido. ¡Ni
siquiera el del agua chapoteando! —Gimió Musashigawa.
­— ¡Wahahaha! ¡Este es el verdadero talento deL Sleeping Beauty,
el Escalador Durmiente! ¡Soy quien obliga incluso a los árboles y la
hierba a soñar! No importa qué montaña sea ni a quién le pertenezca,
pongo a todos sus bosques a dormir.
Mientras Toudou se adulaba alegremente a sí mismo, Makishima
miró rápidamente a sus pies y partió el agua con su estilo de baile.
Las ondas de agua turbia rodaron hacia las ruedas de Musashi-
gawa, y mientras se hundía a través de ellos, hicieron un gran sonido
de chapoteo. Palmas de agua caían sobre su neumático trasero y las
que se levantaban golpeaban a su propia espalda, haciendo que se
encogiera por el espasmo. En ese momento, Toudou desapareció.
Para ser más precisos, estaba a varios metros por delante cuando
Musashigawa volvió a mirar.
­— ¡Wahahahaha!

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El rostro de Musashigawa palideció al verlo reír en voz alta.
­— ¡¡Kuhhhhhhh!!
Miró a Makishima con ardor en los ojos, tomó aire con una inha-
lación profunda y pedaleó con todas sus fuerzas. La potencia del
impacto que hizo su roce contra la cadena de las marchas fue tal
que parecía que se podían dibujar chispas.
Le dio persecución a Toudou que corría como si estuviera pati-
nando sobre hielo. Makishima lo utilizó para que tirara de él, se
mantuvo cerca a escondidas.
Guiándose por las vibraciones del sillín, podía deducir que su
rueda trasera se había reducido sólo al borde. No había más aire en el
neumático. Emitía un sonido diferente que evidenciaba su problema
pero la rabia de Musashigawa hacía que la sangre se precipitara en
su cabeza sin dejarle prestarle atención más que a un solo objetivo,
y eso hacía que pasara fácilmente desapercibido.
­— Toudou…
Musashigawa estaba desesperado por alinearse con Toudou.
Las gotas de agua, que podían ser tanto sudor como lluvia, caían
de su cabello, rostro y todo su cuerpo. Lo persiguió desaforado con
el único objetivo en mente, sin mirar a nada ni nadie a su alrededor.
Pedaleaba con tanta fuerza que sus piernas parecía que se caían.
­— ¡¡Esperáaaaaaa!!
­— No voy a esperar, la meta es la que me está esperando a mí. Pero
está muy bien, así es como tenés que hablar. ¡Conmigo vos siempre
tenés que usar la palabra “esperá”!
­— ¡Vos, minúsculo…!
Toudou aprovechaba su cuerpo flexible para hacer que su con-
ducción sea constantemente punzante. Musashigawa se mantuvo
en persecución y lo cazaba particularmente a él pero Toudou no
dejaba de alardear de la diferencia de su capacidad. A pesar de su
familiaridad con el recorrido, la atención de Musashigawa estaba
siendo distraída por su oponente que revoloteaba por delante de
él. Le prestaba mucha mayor atención y alteraba su concentración.

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­— Wahahaha ¡Así es como corre el dios de la montaña! ¡Aprendé,
miralo bien!
­— ¡Cortá con esa mierda! ¡¡Esta montaña es mía!!
­— Corriste por este monte miles de veces. Sos fuerte, lo admito, pero
estás solo. Si hubieras tenido a alguien contra quien correr, alguien
que rivalizara con tu fuerza, podrías haber crecido más rápido.
Advirtiéndole primero, Toudou tomó un curso fácil, eficiente en
una curva amplia.
Makishima, que aún los perseguía, bailaba bastante lejos de la
curva interior por lo que su cuerpo se inclinó sobre la barandilla y
se pasó al camino interno para conseguir superar a Musashigawa.
Todo fue gracias a la forma que Toudou eligió tomar su recorrido.
Musashigawa, con la sangre hirviéndole en la cabeza, la guardia.
Como tenía muy cerca a Toudou olvidó tomar el curso que normal-
mente haría y dejó una abertura en la parte interna de la carretera.
­— Permisooo, yo también voy para adelante.
­— ¡¡Aaaaaaaah!! ¡No, Makishima también!
Makishima alcanzó a Toudou y se alineó con él. Musashigawa
daba profundas y sonoras respiraciones antes de hablar, le costaba
articular palabras de corridas.
­— ¡T-toudou!... ¡Maki…shima!… insignificantes… ¿cómo se atreven?...
Yo sabía… ¡sabía que ustedes dos trabajaban juntos!
Musashigawa ya había agotado toda su energía , respiraba moviendo
sus hombros y su agraciado aspecto comenzaba a retorcerse. Tenía
con los dientes apretados y lleno de resentimiento.
­— Quién sabe, más bien es...
­— Yo no diría eso, después de todo, este pibe es...
Makishima y Toudou se señalaron el uno al otro y dijeron al
unísono.
­— ¡Mi enemigo!
Porque tenían a alguien contra quien competir, ellos eran rápi-
dos. Porque tenían a alguien contra quien competir, ellos querían
ser mucho más rápidos. Daba igual qué montaña o carretera sea.

119
En todas las carreteras, en todas las montañas, ellos querían lle-
gar más rápido. Querían llegar a la meta antes que el otro lo hiciera.

No cambiaron su ritmo después de dejar a Musashigawa atrás.


Siguieron corriendo en silencio y, sin esperar palabras de confir-
mación, escalaron dando por iniciada la competencia por la que se
habían estado preparando. Lo único que hicieron fue mirarse el uno
al otro. Sólo con eso, sabían todo lo que el otro sentía y pensaba.
La ardua escalada cuesta arriba continuaba. Ellos expulsaban
sus fuerzas restantes.
Inhalaban, exhalaban. Resoplaban, respiraban con fuerza. Cuanto
más se acercaban al poder que los impulsaba hacia delante, más
acelerada era su respiración, más rápido su pulso, más calientes sus
cuerpos. Su sangre circulaba palpitante por todo su organismo y sus
músculos se flexionaban aún más.
Pedaleaban. Empujaban sus pedales con fuerzas, tiraban de
ellos hacia arriba, luego hacia abajo de nuevo.
El objetivo estaba a poco más de un kilómetro de distancia. En
términos de tiempo no eran más de cinco minutos pero ya había
llegado por fin la feroz carrera sin cuartel que haría que se sienta
mucho más que eso.
Una seria competencia entre ambos. Un uno a uno para alcanzar
primeros la meta.
Pedaleaban. Sus corazones bombeaban. Los músculos de sus
muslos los impulsaban. Ellos escalaban. Luchaban entre sí. Ellos
estaban compitiendo.
Toudou escalaba con su espalda recta paralela al suelo, con her-
mosa elasticidad. Sus divinos músculos de apariencia débil subían
en línea recta sin desperdiciar movimiento o sonido alguno.
Makishima, con un control total de sus largas extremidades,
inclinaba su bicicleta tan lejos que parecía que se fuera a caer. Sus
pedales casi raspaban el suelo mientras subía con un rebote, balan-
ceándose de izquierda a derecha.

120
Estos dos polos opuestos competían entre sí mientras ascendían,
corriendo por la meta en la cima de la montaña.
La inclinación de la colina ya no era tan difícil. Pedaleaban con
todas sus fuerzas, como si estuviesen corriendo por terreno plano.
Se enfrentaban a la resistencia al viento, instando a sus cuerpos
cansados a seguir pedaleando.
Escalaban la colina, sólo ellos dos. Sería uno o el otro quien
alcanzaría la meta un centímetro más rápido, incluso una décima
de segundo.
Al salir del túnel verde, la lluvia caía sobre ellos con aún más
intensidad. Caía por sus mejillas, labios y por sus gargantas al
absorberlas con cada inspiración de aire. Grandes gotas de lluvia
se desplomaban por todo el cuerpo.
¡Qué bien se siente esto! El agua fría cayendo sobre mi piel caliente
es el paraíso.
Makishima se regocijó, superado por la emoción. Podía correr,
su rueda seguía girando. Todas sus dudas habían desaparecido.
Puedo hacerlo... yo puedo hacer esto. Está pesado pero todavía
puede andar. Mis piernas están bien. Puedo pedalear. Puedo correr
hasta el final. ¡¡Kwah!! Hasta ya me acostumbré a montar con la llanta.
Se concentró en el pedaleo para que no se tambaleara en su neu-
mático inestable. Incluso en una situación como ésta todavía podía
mantenerse a la altura de Toudou. Si seguía suspendiéndose hasta
el final, las posibilidades de éxito, a las que casi había renunciado,
se hacían más y más loables.
¡Todavía puedo seguir! ¡Todavía puedo correr!
Ya no sentía la lluvia golpeándole las mejillas, ni siquiera el agua
deslizándose sobre sus muslos. Toudou estaba a su lado, eso era
todo lo que sentía.
¡Todavía puedo seguir! ¡Todavía puedo pelear contra él!
Todavía podía escalar, todo el camino hasta la cima.
Toudou tomó la curva interior y Makishima lo persiguió con ter-
quedad desde el extremo exterior. Cuando entró en la curva interior,

121
Toudou entró desde el exterior para ponerse en su camino.
Todo lo que Makishima tenía en su mente era seguir avanzando
por delante. Con su percepción sobre Toudou, seguía luchando con-
tra él. Así mismo, pedaleaba para avanzar al frente y ser, incluso,
más rápido que él.
Llegué hasta acá. ¡Quiero correr con Toudou hasta el final! Dale,
dale, dale, movete, movete, movete. No me importa si todo se rompe
con tal de que llegue a la meta ¡Movete, rápido! ¡¡pedaleá, corré!!
­— ¡¡Corré, corré, corré!!
Iban empatados sobre la línea recta. Su respiración se hacía
poco a poco más acelerada y superficial. Sus cuerpos ardían, su
mente se mantenía fría, perspicaz, y todo su ser se acrecentaba con
la exaltación.
Sé que debería estar cansado pero no me siento así. Todavía puedo
seguir adelante. Todavía puedo llegar más rápido. Incluso con sólo el
borde, puedo escalar. ¡¡Puedo llegar a la cima!!
Makishima se olvidó, incluso, de su respiración cansada. El sólo
pensamiento de que podía ir más rápido hacía que sus piernas gira-
ran, su corazón latiera y sus sentimientos se agitaran.
Más rápido, con más fuerza, apuntá a la cima. Llevame tan cerca
de los cielos como sea posible. Llevame más rápido que mi rival.
Afilando sus sentidos, podía sentir la respiración áspera de su
contrincante contra el lóbulo de su oreja. Podía sentir el corazón de
la otra persona en su propia piel.
Justo al lado mío hay otro ciclista que intenta ir más rápido que yo.
No importa cuántas veces lo sacuda, él siempre corre a mi lado. Me
adelanta, lo alcanzo y lo vuelvo a superar hasta llegar a la cima. Él es
mi impulso. ¡Y justamente porque ahora está aquí es que voy a subir
esta cuesta mucho más rápido que él!
La colina empinada se abrió. La lluvia cayó aún más pesada sobre
ellos, como una cortina.
Toudou atacó. Con rápida facilidad cambió de marcha para ale-
jarse de Makishima, que aumentó su velocidad con calma.

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La colina por la que estaban corriendo era donde tendría lugar el
momento decisivo de su carrera. Incluso si seguían subiendo a una
velocidad pausada, no habría tiempo para que puedan descansar
sus piernas. Era el preludio de la fuerte pendiente que los esperaba
en el extremo...
¡Acá comienza mi momento crucial, Jinpachi!
El cuerpo y las emociones de Makishima se enardecieron aún
más. Sus pies empujaban los pedales.
A su derecha había un muro de contención de bloques de concreto,
a su izquierda un acantilado. Si quería superar a Toudou siguiendo
la línea donde viajaba, paralela a él, Makishima tendría que llevar
su bicicleta a sólo cinco centímetros cerca de la pared de hormigón.
Movió los manillares a unos perfectos cinco centímetros y su
bicicleta lo siguió cuando, en ese mismo momento, una pequeña
piedra que rodaba por el agua a lo largo de la superficie de la carre-
tera entró en la visión de Makishima.
¿Por qué fue capaz de verla con tanta claridad? A esa piedra tan
pequeña, muy pequeña.
­— ¡¡Uff!!
Conteniendo la respiración giró el manillar para esquivar el peli-
gro entrante pero, con su bicicleta imperfecta, perdió el control y no
pudo de evitarla por completo
Un ruido sordo lo golpeó e hizo que se inclinara hacia delante. El
neumático delantero perdió instantáneamente la presión.
­— ¡¡Aaaaaaaah…!!
Su bicicleta se tambaleó hacia delante por varios metros, per-
diendo velocidad antes de frenar precipitadamente como si estuviera
a punto de colapsar.
Él desenganchó sus calas y apoyó el pie en el suelo, que se hun-
dió en los nuevos charcos que se formaban por la lluvia, provocando
ondas a su alrededor.
¿Por qué?
Fueron las primeras palabras que vinieron a su mente y no se irían.

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¿Por qué…? ¿Por qué mi suerte no quiere correr acá? ¿Yo no puedo...
seguir corriendo?
No podía dejar de lado su deseo, o mejor dicho, todavía no podía
admitir lo que acababa de sucederle. Ajustó de nuevo las calas de su
zapato y trató de pedalear. No sirvió de nada. Su neumático delantero
estaba completamente muerto.
Él no podía seguir escalando.
Esto... no está pasando, ¿no? Es mentira, no es real... ¿verdad?
Pero era real. Todo Makishima se desinflaba junto al neumático.
Tal vez alertado por la repentina ausencia de sonido de las ruedas
rodando, Toudou gritaba mientras pedaleaba:
­— Vamos, Maki-chan, este es el último repecho difícil. El camino
delante de la meta es tarea fácil, por lo que acá es donde vamos a
compet--...
Pero Makishima no pudo responderle nada. Se desabrochó los
dos sistemas de fijación y se apoyó en el suelo. Su bicicleta estaba
completamente parada. Al verlo bajar de ella, Toudou frenó y se
dio la vuelta.
­— ¿Qué…?
­— Pinchazo —confesó antes de que Toudou pudiera terminar de
plantear la pregunta. No podía andar más así que no había razón
para tratar de ocultarlo. La resignación se apoderó de él.
El ceño se Toudou se frunció ante las palabras de Makishima,
como si no le estuviera creyendo lo que decía.
­— ¿Pinchazo…?
La lluvia golpeaba la superficie de la carretera
Viéndola desde acá, lo que realmente es horrible es esta lluvia en la
que estamos —pensó Makishima. Incluso sus emociones se estaban
enfriando.
Llevando su mirada hacia las ruedas de Makishima, el rostro de
Toudou adquirió una expresión de desesperación.
Se miraron en silencio durante algún tiempo, la lluvia seguía
cayendo sobre ellos. La escena probablemente sólo duró unos pocos

126
segundos pero a Makishima le pareció mucho, muchísimo más.
De repente, Toudou levantó la cabeza y lo miró directamente a
los ojos, parecía enojado. El agua fría caía en el punto culminante
de su carrera. Finalmente perdió los estribos.
­— ¡¿Qué estás haciendo?! ¡La meta está justo ahí! ¡Corré con
llantas! ¡Vos sos capaz de llegar usándolas!
Makishima negó con la cabeza. Las gotas de agua caían desde
los bordes de su casco.
­— No puedo. Eso es lo que estuve haciendo hasta ahora pero esta
vez es el neumático delantero el que está muerto. Ambas ruedas
están desinfladas.
Dos pinchazos, y la rueda delantera estalló al instante. El correr
ahora haría que las ruedas giraran pero en un instante volvería a
estar donde empezó.
­— Pinchadas... las dos... —Toudou susurró, casi sin habla. Ahora
que sabía la completa situación se quedó en silencio.
­La fría lluvia seguía cayendo sobre la dupla en silencio, cabizbajos.
No sabía que un maillot mojado por la lluvia podía sentirse tan
pesado —pensó Makishima. El peso que sentía era tal que hacía que
quisiera caer al suelo.
De pronto Toudou golpeó su propio muslo haciendo un fugaz
pero estridente sonido.
­— ¡¡La puta madre!! —Miró a Makishima— Esta era la carrera per-
fecta para resolver nuestro duelo. ¡Estábamos los dos en perfecto
estado! ¡Te llamé tantas veces para asegurarme!
­— Los pinchazos son un golpe de mala suerte. No se puede hacer
nada —dijo Makishima con un pequeño encogimiento de hombros—
Andá. Ganá esta ronda.
Toudou apretó los dientes. La mano aferrada a su muslo estaba
temblando. Tenía mucho que decir pero, con mucho esfuerzo, logró
tragarse las palabras. Como Makishima, el principal damnificado, no
mostraba ninguna emoción, Toudou entendió que eso sólo lo haría ver
como un idiota, pero al final eso no le importó y le terminó diciendo:

127
­— Los demás corredores ya vienen.
Se negaba a dejar que Makishima renunciara a la carrera. Lo instó
a, por lo menos, terminarla pero el chico sabía que sus ruedas no
aguantarían tanto. Sus emociones desbordando demostraban que
simplemente aún no aceptaba la realidad.
­— No te preocupes por mí, me voy a quedar leyendo alguna revista
de huecograbado o algo mientras espero que llegue el vehículo de
rescate.
El vehículo de rescate esperaba al final de la línea y no había
manera de que hubiera traído una revista de huecograbado con él
a una carrera.
Si al menos Toudou se riera por su patética broma y se exasperara
por lo mala que era. Si tan sólo lo enfureciera y lo hiciera renunciar a...
En su lugar, Makishima se mostró inexpresivo,  esforzándose
enormemente por evitar que las emociones se reflejen en su ros-
tro. Él no iba a mostrar su amargura, su dolor y su autocompasión.
Nunca. Si lo hiciera, Toudou también se entristecería y quería que
él aceptara su victoria sin que esto le molestara.
Antre el semblante de Makishima, los ojos de Toudou se calma-
ron, parecía haber recuperado la compostura.
Entiendo... él se debe sentir mucho más frustrado que yo.
Puso un pie sobre el pedal.
­— ¡Esta victoria no cuenta! ¡¿Escuchaste?! ¡Terminamos esto en
nuestra próxima carrera! ¡En verano, en el Interescolar!
Y a medida que se alejaba acomodó el enganche del otro pie. Se
mordió el labio y antes de volver a girar su cabeza hacia Makishima
tomó aire y gritó:
­— ¡Ahí vamos a resolver nuestro duelo de una vez por todas! ¡¡Ese
será el escenario de nuestra última batalla!!
Su bicicleta se alejó en un instante y no volvió a mirar hacia atrás.
Sí... en el Interescolar. La última vez que vamos a poder competir
entre nosotros llevando estos maillots.
Makishima tomó su propio maillot por el pecho.

128
Nuestra última carrera.
­— ¡¿Te quedó claro?! —le terminó de gritó de espaldas mientras se
alejaba. Su silueta nebulosa por la lluvia desapareció cerca de la curva.
­— Kwah... como digas —le contestó Makishima
Es la primera vez que hacemos una promesa. Hasta ahora, nunca
habíamos tenido necesidad de hacer un pacto de batalla porque siempre
estaba o por delante o detrás de mí.
Ambos contrincantes pactaron un encuentro por primera vez y
en su última pugna como estudiantes.

La lluvia hacía que todo se viera nebuloso. El banner horizontal


que anunciaba que Toudou se acercaba a la línea de meta entró en
su visión. Había terminado con demasiada rapidez.
El estacionamiento para los campistas de la cima era la meta para
este Torneo de Escalada del Monte Hiromine. Era un lugar amplio
para ser una cumbre, con espacio suficiente para aparcar veinte
bicicletas. Varias tiendas blancas para el personal de la carrera se
alineaban en la zona. Los árboles altos rodeaban el estacionamiento.
En el otro lado de la playa de estacionamiento había un pequeño
bloque de construcción donde se encontraban las fuentes de agua, los
miradores y los baños. Los campamentos estaban a poca distancia a
lo largo de la cresta de la montaña por lo que no se veían desde allí.
El camino para la carrera iba directamente a la playa de esta-
cionamiento. El límite entre ambos formaba la línea de llegada, una
tira delgada de cinta blanca había sido aplicada sobre la superficie
de la carretera para identificarla. El momento en que su neumático
delantero cruzó esa línea, indicó que había llegado a la meta.
Un número de espectadores estaban esperando delante de la
línea. Muchos eran miembros de la familia de los participantes.
Entre los espectadores estaba el club de fans de Toudou, un
grupo de chicas que se reunió en las inmediaciones de la meta.
Sostenían su paraguas con una mano y con la otra, una bandera de
apoyo. Eran groupies muy entusiastas.

129
­— ¡Kyaah, es Toudou-sama!
­— ¡Viene primero, ganó él!
­— ¡Sabía que Toudou-san iba a ganar!
­— ¡Hacé lo de señalarnos con el dedo!
­— ¿Listas? “Los cielos me bendijeron tres veces…”
Le gritaban con entusiasmo.
Ahh... Tengo que responder a lo que me piden, no es mi política
decepcionar a mis admiradoras.
Apuntó al cielo y luego bajó la mano para señalar a las chicas.
­— ¡Tienen mi más profunda gratitud por haberme venido a apoyar
con este clima tan lluvioso! Los cielos me bendijeron tres veces, no
sólo soy un excelente escalador también soy fachero y buen conver-
sador. Soy Jinpachi Toudou, de Hakogaku, el chico conocido como El
dios de la Montaña. Mi escalada pone al bosque a dormir.
Su voz no tenía el mismo vigor que antes pero igual les sonreía
para que las chicas no sospecharan que algo estaba mal.
­— ¡Acá, acá! ¡Dejame que te proteja con mi paraguas!
­— ¡Te tengo preparada una bebida caliente para vos, Toudou-sama!
­— ¡No es justo! ¡No trates de conseguir ventaja!
Pero incluso los gritos aduladores de sus admiradoras sonaban
distantes en los oídos de Toudou.
Cruzó la línea de llegada sin sentir realmente que había ganado.
Levantó ambos brazos al aire pero las dejó caer automáticamente
de nuevo en el manillar con una sensación de vacío.
­— ¡El campeonato va para la Academia de Hakone! ¡Felicitaciones
Toudou Jinpachi-kun!—dijo un miembro del staff mientras se acer-
caba a comprobar su número de dorsal. Le puso una toalla seca
sobre sus hombros.
­— No... Esta victoria no cuenta —murmuró al bajar de la bicicleta.
Las chicas se reunían en círculo chillando a su alrededor y a la que
le tendió el paraguas le dijo, con todo el esfuerzo que pudo reunir:
­— Si te seguís mojando y pescás un resfriado por mi culpa sería
muy doloroso para mí —y empujó suavemente la mano que sostenía

130
el paraguas de nuevo hacia ella. Ella se sonrojó y asintió en silencio.
­— ¡Kyaah, estoy muy celosa!
­— ¡Te tocó la mano!
Las chicas estaban fuera de sí por la emoción. Toudou les dio la
espalda y se dirigió hacia un mirador en la esquina, arrastrándose
lentamente entre los charcos mientras empujaba su bicicleta. Después
de que la apoyó contra un pilar, se dejó caer débilmente en un banco.
­— Idiota…
El reproche no era para Makishima si no al dios de la montaña
que había provocado que se pincharan los neumáticos. Se mordió
con fuerza el labio inferior y luego dejó salir un profundo suspiro.
Se quitó el casco y los guantes y los dejó junto a él. Agitó su
cabello para quitarse el agua acumulada, dejando que salpicara en
todas direcciones. Se acomodó nuevamente una vincha.
Las gotas de lluvia repiqueteaban fuertemente sobre el techo
de hierro que se ubicaba encima de su cabeza. Se oían sonidos de
aplausos crecientes como olas que subían y bajaban cada vez que
los otros escaladores cruzaban la línea de meta pero Toudou no
escuchaba nada de eso. En cambio, quedó con la mirada perdida
entre los aleros del techo que goteaba y las nubes grises rodando
rápidamente por el cielo.

Cuando terminaba de bajar la curva, el vehículo de rescate hizo


sonar su bocina. Makishima le hizo un ligero movimiento con la mano
para llamar su atención. Su carrera había terminado.
Frías gotas de lluvia caían de sus mechones sobre sus mejillas.
El agua corrió sobre sus labios e hizo que soplara lejos. Sonrió. Se
estremeció y envolvió los brazos alrededor de sus hombros.
­— Hace frío…
La lluvia continuaba cayendo.

Yuusuke Makishima y Jinpachi Toudou hicieron una promesa.


Por primera vez. Una promesa muy importante...

131
Epílogo

DE VUELTA EN HAKONE

­— ¿Qué? ¿Por qué decís que la promesa no se puede cumplir? ¡Dale,


Maki-chan, vamos! ¡Compitamos juntos por la cima!
De vuelta en las sinuosas colinas de Hakone, Toudou gritaba tan
fuerte que ahogaba el coro de cigarras alrededor de ellos. Los equi-
pos de Sohoku y de la Academia Hakone todavía seguían corriendo
lado a lado.
El ardiente sol de verano quemaba sus espaldas. Sentían el sudor
cayendo y su respiración se traducía en jadeos salvajes. Todos peda-
leaban con mucha seriedad mientras se dirigían a la cima. A pesar
de que lo hacían con todas sus fuerzas, los compañeros de Toudou
y Makishima los observaban con gran expectación.
Arakita, el ciclista de tercer año de la Academia Hakone, apretaba
los dientes irritado.
El capitán de Sohoku, Kinjou, los miraba en silencio mientras
Tadoroko ponía mala cara. Los chicos de primer año, Naruko e Imai-
zumi, observaban a sus mayores con rostros sombríos. En cambio
la Academia Hakone (el capitán Fukutomi, Shinkai y Arakita, de
tercer año, Izumida, de segundo y Manami, de primer año) estaba

133
más preocupado por los escaladores de los otros equipos que se
lanzaban lejos de ellos.
Las gotas de sudor caían por la frente y las mejillas de Toudou
para hundirse con fuerza en el asfalto, con cada palabra que él gritaba.
­— Maki-chan, esta es la última vez. ¡Es la última vez que vamos a
poder competir entre nosotros! ¡YA ESTAMOS EN TERCER AÑO! ¡¡ESTE
INTERESCOLAR ES NUESTRA ÚLTIMA CARRERA!!
Toudou levantó una mano hacia él, como si le hiciera señas. Su
voz implorando se hacían gritos cada vez más fuertes.
Makishima lo miró y apretó fuertemente los dientes hasta casi
molerlos. Su dedo índice derecho frotaba la palanca de cambios.
Después de un momento de vacilación, la cadena en sus marchas
se desplazó con un click y su pedaleo se hizo más pesado. Todos los
de Sohoku contuvieron la respiración.
El susurro de Makishima sonaba como si estuviera siendo expul-
sado de su garganta.
­— ¡Bien!
­— Makishima… — llegó a murmurar débilmente Kinjou, pero se dejó
llevar por el viento. Los miembros de Shohoku se veían afectados.
Toudou se llenó de alegría.
­— ¡Eso es! ¡Al fin vas a entrar! ¡¡Maki-chan, Maki-chan, Maki-chan!!
¡Una carrera hasta el punto de control de la montaña!
­— ¡Sho!
­— ¡¡Una carrera para decidir quién es el escalador más fuerte!!
Makishima se levantó de su sillín y al mismo tiempo Toudou dio
un grito de felicidad. Ese era su característico baile. Su bicicleta se
inclinó hacia un lado y se oyó el ruido de los neumáticos raspando
el suelo. Sus ruedas se volvieron y zumbaron pero antes de que
cualquiera de sus compañeros de equipo resoplara tras contener
el aliento, Makishima se sentó de nuevo sobre el sillín. Estaba apre-
tando los dientes. Las manos le temblaban.
Naruko se quedó mudo por un instante pero salió de la fila y se
dirigió a la parte delantera en estado de pánico.

134
­— ¡Perdoname Makishima-san! La forma en como te hablé antes
estuvo fuera de lugar... Sos el único que realmente se está sacrifi-
cando... por el equipo...
La boca de Makishima formó una sonrisa.
­— Kwah... ¿sacrificándome? Vamos, no exageres. Te hiciste una
idea equivocada, yo sólo me estaba estirando. Olvidate. No rompas
fila o gastarías tu energía inútilmente.
­— ¡¡MAKI-CHAAAAN!! —Toudou se desesperó.
­— ¡TOUDOU! —Arakita le gritó con impaciencia— ¡Qué mierda estás
haciendo, andate de una vez! ¡Dejate de joder con estas cosas que
te estás retrasando! —Acercó su bicicleta junto a Toudou y le susu-
rró— Puta madre ¿Sos tarado, no te das cuenta? Calmate. No es
que Makishima no vaya porque no quiere. No puede. Shohoku sólo
tiene un escalador.
Antes de que Arakita terminara de hablar, Toudou bajó la cabeza
y cambió de marchas sin decir nada. Sin hacer sonido alguno, se
movió hacia delante y tomó velocidad de inmediato.
Estaban en la curva cerrada donde en la tierra había clavada
una señal que decía “Hakone” haciendo referencia a la curva Ohira-
dai, que era conocida incluso por Hakone Ekiden, y donde muchos
partidos de desempate tuvieron lugar allí. Era el lugar que Toudou
había decidido, para sus adentros, que daría inicio su carrera con
Makishima. Pero justamente ese fue el lugar donde Toudou no tuvo
más remedio que acelerar por su cuenta y dejarlo atrás.
Después de alejarse lo suficiente como para estar seguro de que
ni su equipo ni su rival lo pudieran oír, apretó sus soportes de su
manillar con tanta fuerza que hundió las uñas en ellos y gritó con
todo su corazón.
— ¡Imbéciles...! ¡Tenían que haber venido preparados, idio-
tas!! ¡Maldición!
Algo que no era sudor estuvo a punto de derramarse de las
comisuras de sus ojos. Dejando que su ira y frustración se hicieran
cargo, se abocó a la única tarea de pedalear.

135
Mientras tanto, en los equipos, Arakita habló con Sohoku.
­— Esa fue una inteligente elección, el darse por vencidos. ¿No,
Sohoku? Si su único escalador los abandona en las colinas, el equipo
se vendría abajo. Tomaste una decisión sensata pero gracias a eso
el resultado del intervalo de la montaña es nuestro.
­— Tres minutos... sho —lo interrumpió Makishima en voz baja—
Siempre y cuando sea dentro de tres minutos, puedo alcanzarlo.
­— ¿Eh? ¿Tres minutos? ¿Qué? —Arakita preguntó en voz alta,
finjiendo que no había oído bien— ¿Creés que esta situación será
diferente dentro de tres minutos? —Se quedó mirando como en su
rostro se colaba en una ligera sonrisa.
¿Qué le pasa, acaba de... sonreír?
­— No me importa el resultado de montaña, sólo me interesa llegar
a competir contra Toudou, eso es todo... Si es dentro de un plazo de
tres minutos, aún puedo alcanzarlo...
­— ¿Alcanzarlo? ¿Y qué va a pasar con tu equipo? No podés escalar
y tirar de sus sprinters agotados al mismo tiempo. ¡Fin del juego!
¡Sabemos que sos es el único escalador de tu equipo!
­— Ya está por llegar…—señaló con dos dedos al aire— ¡El segundo
escalador de Sohoku!
Arakita pareció desconcertado por esto, pero se incorporó de
inmediato y en vez de mostrarse impresionado, se burló.
­— ¿Que él va a venir? ¡¿En tres minutos?! Jajaja ¡no digas bolude-
ces! ¿Me estás hablando del que está en último lugar, el que quedó
atrapado en el derrape?
Pero en ese momento, los corazones de todos en el equipo Sohoku
golpeaban por la excitación. Eligieron creer que Makishima tenía
razón. Onoda llegaría para cumplir con su palabra y con la orden
que Kinjou le dio. La misión de tirar de todos, excepto Makishima,
por las colinas de Hakone. Él vendrá.

Mientras seguía pedaleando cuesta arriba con seriedad, Toudou


podía oír los gritos de apoyo cada vez más cerca.

136
­— ¡Ha-ko-ga-ku! ¡¡Ha-ko-ga-ku!!
­— ¡Toudou! ¡¡Touuudouuuu!!
­— ¡Ka-na-ga-wa! ¡¡Ha-ko-ga-ku!!
Como estaban corriendo de locales, el equipo de animadoras de
su escuela y sus compañeros de clase se habían alineado a lo largo
de la carretera para animarlo a él. Puesto que Toudou era especial-
mente popular entre las chicas, también tenía miembros en su club de
fans. Habían colgado pancartas en las paredes de piedra y gritaban
empujándose unas a otras, como si fuera el concierto de un ídolo.
­— ¡Ya está acá! ¡Es Toudou-kun!
­— ¡Viene primero, está en primer lugar!
­— ¡Kyaa! ¡Toudou-san, sos re copado!
­— ¡Toudou-samaa, vos podés! ¡¡Vos podéees!!
Normalmente, él habría posado confiado frente a las chicas,
como si tuviera todo el tiempo del mundo y les tiraría algunas frases
cancheras pero en este momento, Toudou simplemente no podía
decidirse a hacerlo.
Sus pedaleadas eran ligeras. Todavía tenía fuerza en las piernas
para seguir adelante y sin embargo su corazón se sentía pesado.
Este es el primer día... Hay una gran multitud observándome. Estoy
corriendo solo en la cima y la carrera es en mi propia ciudad pero... sólo
quiero que termine...
No era así como se suponía que debían ser las cosas. Desde que
hicieron su promesa estuvo deseando verla cumplida. Incluso llamó
a Makishima una y otra vez para asegurarse de que aún la mantenía.

Unos días antes, en la hora del almuerzo, lo había llamado desde


la cafetería de la escuela. Sonó durante un tiempo antes de que
finalmente atendiera. Le alegró oírlo decir “qué”, aunque haya sido
de manera cortante, e hizo que hablara rápidamente.
­— ¿Cómo estás, Maki-chan? ¿Todo bien? ¿No estás lesionado o
enfermo antes del Interescolar, cierto? ¡Te quiero en tu mejor con-
dición así que llamé porque estaba preocupado!

137
Oyó un débil suspiro en su oído.
­— Esta es la tercera vez en la semana
No importaba cuántas veces lo hiciera, no podía evitar dejar de
preguntarle. Esa promesa era importante para él.
­— ¿Te estás secando el cabello adecuadamente después de bañarte?
Dormí con cobijas adecuadas y apagá el aire acondicionado. ¡Ah!
Asegurate de tomar tus minerales.
­— ¡¿Qué sos ahora, mi vieja?!
­— ¡Hahaha, perdón! Es que estoy muy emocionado.
Makishima dio otro suspiro de exasperación y guardó silencio.
Toudou podía oír el ruido de las cigarras en el otro extremo, así que
dedujo que debía estar al aire libre en ese momento. Escuchó peque-
ños sonidos de sorbos y el crujido en una barra de helado, antes de
que finalmente obtuviera una respuesta por parte de Makishima.
­— Estoy en perfectas condiciones. Mejor que nunca.
­— ¡Yo también, Maki-chan! ¿Y sabés qué? ¡¡Estoy en muchísimas
mejores condiciones que vos!!
­
Había estado esperando este día durante tanto tiempo pero ahora
la promesa se rompió cruelmente. Estaba seguro de que había sido
mutua y que no sólo él esperó ansioso por este momento.
¡Idiota! ¡¿Qué esperabas, Jinpachi?! No te ilusiones, él no viene.
Deshacete de tus esperanzas, tiralas.
­— ¡¡Tiralas bien lejos!!
Pedaleó más fuerte para olvidarse de todo. Sus esperanzas, su
promesa, su amistad, su motivación, simplemente tirar todo por la
borda. Olvidarse de todo y mantenerse en movimiento hasta que su
cabeza deje de pensar y quede vacía.
Sacátelas de encima. Tiralas, tiralas, tiralas, tiralas, ¡tiralaaas!
Ahora que Makishima no iba a venir, las colinas de la montaña
le pertenecían sólo a él. Se separó de los demás escaladores que lo
perseguían y corrió en solitario.
No pienso permitir que nadie me quite la posición. No voy a dejar

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ni a una sola persona correr delante de mí. Estoy tomando el punto de
la montaña. ¡Por eso lo abandoné todo!
Tomó su primera, y probablemente única, promesa que jamás
haya hecho con otro corredor y la tiró a la basura. Rivalizar entre
sí con sus verdaderas capacidades le había dado una emoción que
jamás podría lograr compitiendo con otra persona. Por eso era que
había estado esperando su carrera con Makishima más que nada.
Tomó los sentimientos que había apostado en esa carrera. Tomó
todo y los arrojó lejos.
Conquistar el intervalo de montaña. Ayudar al equipo a ganar. Pro-
teger el buen nombre y honor de Hakogaku, como los reyes indomables,
los mejores de la nación. Eso es ahora... mi única razón de existir.
En el momento en que Toudou alcanzó a ver un cartel que decía
“Ruta Nacional Nº 1 - Punto de control - 2 km” los espectadores que
se agolpaban a lo largo de la carretera gritaron.
­— ¡Hey, mirá! Alguien se acerca por detrás de Nagano
El corazón de Toudou dio un puñetazo puntiagudo. Había pasado
a Nagano hace sólo unos momentos.
Da igual si hay uno o dos detrás de mí. No voy a dejar que nadie
me supere, no importa quién sea.
Los murmullos de los espectadores se hicieron más fuertes.
­— Mirá como se tambalea de un lado a otro.
­— Debe estar llegando al límite.
­— Qué el baile tan desbalanceado, se mueve demasiado de lado
a lado.
Desbalanceado... se tambalea de un lado a otro... Toudou miró
hacia atrás. El escalador de Nagano se acercaba a él rápidamente
pero el ciclista “desbalanceado” que supuestamente venía detrás de
ellos todavía estaba al otro lado de la curva. Todavía no podía verlo.
El que yo conozco a menudo dobla su cuadro en ángulos locos de
derecha a izquierda... pero lo dejé atrás. Se quedó abajo por su equipo.
Una leve esperanza había estallado de nuevo en su pecho y
Toudou pedaleó aún más fuerte para evitar que se apoderara de él.

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¡¡Él no va a venir!!
Por detrás, le pareció oír el sonido de neumáticos raspando la
carretera. Un sonido familiar de un estilo muy particular.
­— ¿Qué pasa con su color de pelo?
­— Wow... es como el de un escarabajo joya.
Toudou tragó saliva. Un chico de cabello largo y del color de un
escarabajo joya…
Pero no puede ser él...
La figura sombreada del escalador subía por la curva y se dirigía
hacia él.
No puede ser él.
Se preguntaba si lo que estaba viendo era un espejismo. Ami-
noró la marcha y giró con toda la parte superior del cuerpo para
mirar. El escalador de Nagano lo superó a gran velocidad pero no le
importó, forzó la vista para visualizar más nítido a la sombra que se
le acercaba rápidamente.
La bicicleta de la borrosa silueta se inclinaba violentamente
bajo sus largos brazos y piernas mientras subía a alta velocidad la
pendiente empinada.
No puede ser, pero si no es él, entonces... ¿quién es ese... ese pibe
que parece araña...?
Debajo de la luz del sol en pleno verano podía ver con toda cla-
ridad la larga cabellera verde con rayas rojas, arremolinándose a
través del aire. Cada vez que su bicicleta se inclinaba, los radios de
sus ruedas se reflejaban la luz.
Si esto es un sueño, no me despierten...
La conmoción de los espectadores se hizo más fuerte.
­— ¡Qué increíble baile! No puedo creer que haya hecho así todo
el camino hasta acá.
Toudou no lograba detener los latidos de su corazón. No podía
creerlo. El cabello del ciclista se agitaba contra la luz de fondo y
efectivamente era color verde...
El pibe que yo conozco siempre... viene por detrás de mí con su pelo

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ondeando en la brisa y una gran sonrisa en el rostro...
Al notar la presencia de Toudou, el ciclista levantó la cabeza.
Gotas de sudor volaron de ella y brillaron por el sol.
­— Sho, Toudou. ¿Cómo estás de condición?
Toudou no podía hablar. A pesar de que tenía un billón de cosas
que quería decir, su corazón estaba rebosante. Ahora estaba más
cerca, a pocos de metros para que su bicicleta se alineara con la de él.
­— Tuve que escalar a los pedos para llegar hasta acá así que… ya
entré en calor.
Su respiración era entrecortada mientras jadeaba en busca de
aire. Pero viendo sus mejillas enrojecidas y el poderoso brillo en sus
ojos, Toudou podía sentir su intenso deseo de competir sin demora
contra él en ese instante.
­— Nunca estuve en mejores condiciones como ahora.
Lo miró directo a los ojos y la esquina de su boca se curvó con
una expresión de felicidad.
­— Onoda, llegó desde el último lugar para tirar de nuestro equipo.
­— Maki… chan… yo…
Una gota de líquido rodó por la mejilla de Toudou, brilló cuando
salpicó el suelo. Podría haber sido el sudor.
Podría haber sido.
A este chico, a Makishima, que había corrido tras él para man-
tener su promesa, Toudou le expresó:
— ¡¡De repente estoy en mi mejor condición!!

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Palabras finales

Encantada de conocerte. Soy Tokiumi Yui, a cargo de la redacción


de este escrito.
Esta historia fue hecha con la intención de sumar contenido a la
historia que Watanabe-sensei había pensado pero en realidad sólo
hubo que afinar pequeños detalles a lo que él ya tenía en mente.
Cuando nos reunimos a discutir de ella, el Sensei me la presentó
como “este tipo de historias” y me la contó pero un interminable
flujo de ideas vinieron con él, junto a imágenes específicas muy deta-
lladas. Me hizo pensar “¡Esta es una historia interesante! Increíble,
de hecho, ¿cómo pudo crearla tan fácilmente?” Recuerdo como si
fuera ayer cómo me costó el no quedarme ensoñando o imaginando
escenas durante la reunión, a fin de no perder ni una sola palabra.
Incluso cuando recibí el borrador, encontré las ideas más sor-
prendentes, e instrucciones de cómo corregir las líneas habladas para
que tuvieran un impacto más emocional. Aunque estuve escribiendo
profesionalmente desde hace mucho tiempo, sus instrucciones fueron
tan “interesantes” (otra forma de decir “precisas”, estaba determi-
nado a que la historia fuera aún más sugestiva) que mi espalda se

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estremeció y me costó suprimir mis emociones. Esta era la primera
vez que tenía una experiencia así.
Gracias a experiencias realmente sorprendentes como esta me
digo a mí misma que no puedo dejar de escribir.
Me gustaría mucho que ese lado “interesante”, a pesar de ser
sólo palabras, pueda ser transmitido a todo el mundo. Agradezco
sinceramente a Watanabe-sensei y todos los involucrados por la gran
experiencia de aprendizaje. Y a todos los que lean este libro, ofrezco
mi más profundo agradecimiento.

Perfil de la escritora

Tokiumi Yui
Escritora. Nacida el 6 de enero, en la prefectura de
Nagano. Debutó con “Goutahime” (Fujimi Shobo).
Otros trabajos incluyen “Novela - Genji Monogatari
Asaki Yumemishi”, “Novela - Escuela Intermedia Chi-
hayafuru “ (Kodansha), “Kobayashi Ga Kawaisugite
tsurai!! - Himitsu no W Date?! - “(Shogakukan), etc.
Desde libros para niños a series noveladas.

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