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SANTIAGO DE CALI
2020
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Introducción
¿Qué es la didáctica?
Conclusiones y reflexiones
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Qué es la didáctica
Para comenzar, cabe aclarar que la didáctica tiene su origen en la antigüedad, pero es con
las teorías de Juan Amós Comenio en el siglo XVII que esta coge fuerza en la educación
formal. Juan Amós Comenio con conocimientos teológicos hizo grandes aportes en la
educación, sobre todo a partir del libro ‘La Didáctica Magna’, en el que resaltan sus
pensamientos humanistas, por lo cual se dice que es ‘el padre de la didáctica’. Él creía en la
educación como un derecho al conocimiento que Dios permitía a todos sus hijos, afirmando
además qué ‘La verdadera escuela es por tanto aquella que responde perfectamente a su fin: la
que es un verdadero taller de hombres.1
Por otro lado, es vital analizar nuestro contexto para entender la concepción de didáctica
actual, pues después del modelo humanista de Comenio, con la llegada de era industrial y el
posicionamiento del capitalismo, la didáctica en si misma ha tenido ciertas transformaciones
no muy favorables respecto a sus principios críticos humanistas. Esta se ha redirigido hacía el
mantenimiento de un sistema social impuesto, en el cual los procesos de educación tienen gran
relevancia, pues desde ahí se definen y reorientan en gran parte las aspiraciones y lecturas del
mundo de cada ciudadano.
1
El pensamiento pedagógico y didáctico de Juan Amós Comenio: su papel en la pansofía tríadica. Andrés Klaus
Runge Peña. En: Revista Pedagogía y Saberes. No. 36, Universidad Pedagógica. Bogotá, 2011. Pp.104
3
Podemos decir entonces, que la didáctica desde el modelo cognitivista es una contradicción
en sí misma, pues se afana en cumplir exigencias burocráticas del sistema, cayendo en una
instrumentalización que mecaniza, distanciándose del contexto de los estudiantes, por tanto de
lo humano y crítico. Esto exige a los profesores una mayor disposición ante el aprendizaje
continuo de la enseñanza, pero también su vinculación a la organización para transformar una
didáctica que no es coherente con las conversaciones internas y las preguntas de los estudiantes
ante sus lecturas del mundo. Es la didáctica al mismo tiempo la herramienta o haz bajo la
manga del docente para enfrentarse a estas incoherencias de lo sistemático, si se tiene una
relación inherente a las capacidades subjetivas, no despreciando lo teórico, sino más bien,
acercándose a la sensibilidad y el uso del don investigativo pedagógico, para cualificarse
constantemente e intuir el punto de equilibrio entre la teoría y la praxis, entre la enseñanza y el
aprendizaje, entre la didáctica natural del estudiante y la didáctica que el profesor planea o
programa. Reconociendo que esta última a fin de cuentas, se convierte en una hipótesis que es
comprobada o no, durante el desarrollo de la clase.
Por otra parte, encontramos autores que describen de manera más detallada ese punto de
equilibrio que se debe encontrar en la relación enseñanza-aprendizaje, con la didáctica como
herramienta movilizadora; como por ejemplo Paulo Freire, quien desde una reflexión crítica y
humana describe a la didáctica como el conjunto de acciones ordenadas desde lo cercano, es
decir, la relación con el estudiante, hasta lo macro, que es su contexto. Para esto define tres
campos: el saber, el contexto y el campo didáctico (que tiene dos momentos: primero, el
proceso propio de los estudiantes y sus códigos de aprendizaje, y segundo, lo que el maestro
programa o enseña).
Para concluir en la definición de didáctica, diremos teniendo en cuenta las palabras del
profesor Fayad, que es una rama de la pedagogía en la que se desarrollan acciones, pasos,
momentos, orientaciones, junto a un acompañamiento, disposición y reconocimiento de las
capacidades de los estudiantes durante el largo camino de la relación entre enseñanza y
aprendizaje de saberes.
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Importancia de su transformación constante
Las didácticas entonces, requieren por parte del docente, una formación en los sentidos, de
una sensibilidad y una tendencia a arriesgarse por lo creativo, lo diferente. Pues según Freire, ‘el
enseñar no existe sin el aprender’2 Es un viaje constante en el que el educador no puede dar nada
por sentado. Para esta misma formación, Freire propone ESTUDIAR con profundidad al
estudiante en OBSERVACIÓN Y RECONOCIMIENTO de sus capacidades; LEER de manera
clara comprendiendo lo leído, tanto el mundo, como la palabra; y sentípensarse, cómo construir
desde EXPERIENCIAS CREATIVAS SENSORIALES las didácticas.
2
Enseñar - aprender. Lectura del mundo – lectura de la palabra. En: Cartas a quien pretende enseñar. Paulo Freire.
Siglo XXI, México. 2006. Pp.45
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revelarían una mejor calidad en nuestra educación. Es éste un esfuerzo que debe comenzar con
los preescolares, intensificarse en el período de la alfabetización y continuar sin detenerse
jamás.’3
Precisamente, en esta responsabilidad mutua es vital que el docente sea empático con los
obstáculos que cada estudiante sobrepasa al enfrentarse a lo desconocido y encontrar dentro de sí
la codificación correcta para interiorizarlo. Es un proceso que compromete al estudiante
íntegramente, desde el inicio de su día y durante el transcurso de este, por lo que se debe ser
paciente y dentro de la disciplina comprensivo. Sin temor a crear relaciones amorosas y
respetuosas entre quienes están involucrados en el camino de la enseñanza y el aprendizaje,
mediante la implementación de didácticas coherentemente amorosas.
3
Enseñar - aprender. Lectura del mundo – lectura de la palabra. En: Cartas a quien pretende enseñar. Paulo Freire.
Siglo XXI, México. 2006. Pp. 56
4
Ibíd. Pp. 26
5
Ibíd. Pp. 45
6
Entre el amor a los alumnos y el amor al saber, no tenemos por qué elegir. Philippe Merieau. En: Carta a un joven
profesor. Porque enseñar hoy. Grao, Barcelona. 2006. Pp. 25
6
Cuando un maestro se atreve a enseñar desde el amor, es la más grande revolución que se
puede llevar a cabo, pues en contextos desfavorecidos hay mucha necesidad de ello, y es lo que
menos se vive en el aula. En este caso, si bien es cierto que el compromiso con la didáctica es
personal, lo asume cada docente y cada estudiante para entrar en un proceso mutuo,
consensuado de enseñanza-aprendizaje, es también real la responsabilidad que cada educador
tiene a partir de la correcta investigación, de crear didácticas apropiadas para seducir al
estudiante. De esta manera también podemos hablar de una liberación de la didáctica,
descolonizando la propia sensibilidad individual para lograr cambios y transformaciones
verdaderas en lo que parece ‘anormal’.
7
Un punto de vista sobre la Didáctica de las Ciencias Sociales. Joan Pages. En: Revista Didáctica de las Ciencias
Experimentales y Sociales, No. 14, 2000. Pp. 11
7
atentamente instrucciones, pero pocas veces se escucha atentamente sus sentires, que son
cambiantes y fluctuantes. Es por eso que, así como es el sentido común del joven, así debe ser la
didáctica, una transformación constante.
Conclusiones y reflexiones
Mi relación entre el arte y la didáctica, tiene lugar en la libertad. Pues esta es una búsqueda
que a veces parece utópica en el sistema en el que vivimos, pero a fin de cuentas es uno de los
ideales de la humanidad. Creo que si las personas tal vez se dieran cuenta de que en realidad no
son libres, pueden tener más posibilidad de llegar a serlo. La didáctica por su parte, tiene el fin
de explorar este sentir hasta conducirse a ser causa y efecto a la vez. Si se comienza a libertar la
didáctica en su práctica, la descolonización de la homogenización y rigidez del pensamiento es
inminente. Pero para esto se necesita de una responsabilidad individual a la hora de encontrar la
vocación, en relación con el don pedagógico. Pues si tuve la fortuna de tener acceso a las
expresiones humanas y críticas del arte, fue por la firme intención de mis docentes de renunciar a
los encasillamientos y encaminar un viaje hacía lo inusual. Y esto es más que una hipótesis a
comprobar, como lo planteaba anteriormente, es vívido en experiencia propia.
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Es más que comprobado, que cuando el estudiante tiene libertad de intentarlo, equivocarse,
ser escuchado, corregirse, escucharse a sí mismo y luego encontrarse, por ejemplo en el arte, es
mucho más probable que se cumpla el fin de la educación, que es guiar al humano hacía su
formación integral para encontrar su misión que le llene de plenitud y libertad. Este camino tan
diverso, lleno de aristas, no se le puede emprender con bases rígidas, más bien solidas pero
flexibles a las transformaciones constantes. Veo entonces a la didáctica real como un bamboo,
que es fuerte, resistente, fresco, oxigenado, pero también flexible ante los cambios que traen las
corrientes del viento.
Y el maestro, que tiene una tarea nada fácil, es un transmisor de amor en el fondo, pues quien
en realidad puede llamarse maestro, sabe que no está en su lugar porque no había nada mejor,
sino, porque en sus manos está el abono de cientos de semillas de libertad que pasarán por su
salón. Sabe de la felicidad que es mirar las semillas brotar con avances que a simple vista no se
notan. Es saber que de a poco, la esperanza se siembra en los salones, en las canchas y en esos
lugares que el docente tiene el don de convertir en refugio seguro, como lo es aún para mí mi
colegio. Ahí mismo conocí cinco años después de mi grado las teorías de Freire, en un Pre-Icfes
comunitario con su nombre que me permitió ingresar a la universidad pública, y es por esto que
ahora, mi deuda es con las futuras semillas; las que están por brotar y las no nacidas. Las que
llegarán buscando refugio, o por obligación, pero se encontrarán con su única obligación de
comprometerse en su libertad.
Durante este proceso es importante siempre la réplica, porque cuando algo funciona, queda en
las fibras del ser humano, buscando compartirse con más seres, y ese es mi caso. Funciona la
pedagogía de la libertad, del amor. Funciona la didáctica hacía la libertad, así que es nuestro
compromiso replicarlo y continuar aprendiendo cada día. Si bien el ser humano habita en una
constante transformación, la educación también es un constante aprendizaje.
Para finalizar, hace falta también vivir en un viaje hacía nuestra posición de estudiantes,
entendiendo con empatía que ambos lugares requieren de un esfuerzo y entrega completa del ser,
pues este proceso deja una huella imborrable en cada estudiante, como en cada profesor.
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Referencias Bibliográficas
Enseñar - aprender. Lectura del mundo – lectura de la palabra. En: Cartas a quien pretende
Enseñar. Siglo XXI, México. 2006.
Entre el amor a los alumnos y el amor al saber, no tenemos por qué elegir.
Philippe Merieau. En: Carta a un joven profesor. Porque enseñar hoy. Grao,
Barcelona. 2006.
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