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13. Respiracion - Summary Lehninger Principles of


Biochemistry
Bioquímica (Universidad de la República)

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Fosforilación oxidativa (Cap 19)


En los eucariotas la oxidación fosforilativa tiene lugar en la mitocondria y la fotofosforilación en los
cloroplastos. En la fosforilación oxidativa se produce la reducción de O2 a H2O gracias a los electrones
cedidos por el NADH y el FADH2 Y tiene lugar tanto en la luz como en la oscuridad.

Fosforilación Oxidativa

Reacciones de transferencia de electrones en las mitocondrias

La mitocondria es el sitio en donde se realiza la fosforilación oxidativa en los eucariotas. Las


mitocondrias tienen dos membranas (Fig. 19-1). La membrana mitocondrial externa es fácilmente
permeable a pequeñas moléculas e iones, que se mueven libremente a través de canales
transmembrana compuestos por una familia de proteínas integrales de membrana llamadas porinas. La
membrana interna es impermeable a la mayoría de moléculas pequeñas e iones, incluido el protón
(H+); las únicas especies que cruzan esta membrana lo hacen a través de transportadores específicos.

La membrana interna aloja los componentes de la


cadena respiratoria y la ATP sintasa. La matriz
mitocondrial, el espacio acotado por la membrana
interna, contiene el complejo de la piruvato
deshidrogenasa y los enzimas del ciclo del ácido cítrico,
de la ruta de la β-oxidación de los ácidos grasos y de las
rutas de oxidación de los aminoácidos, es decir, todas
las rutas de oxidación de combustibles excepto la
glucólisis, que tiene lugar en el citosol. Debido a que la
membrana intema tiene una permeabilidad selectiva,
separa los intermediarios y enzimas de las rutas
metabólicas citosólicas de los de los procesos
metabólicos que se producen en la matriz. Sin
embargo, el piruvato, los ácidos grasos y los
aminoácidos o sus derivados α-ceto son llevados por
transportadores específicos a la matriz, para poder
acceder a la maquinaría del ciclo del Ácido cítrico. El
ADP y el Pi son transportados específicamente al
interior de la matriz al mismo tiempo que el recién
sintetizado ATP es transportado al exterior.

Los electrones son canalizados hacia aceptores


universales de electrones

La fosforilación oxidativa empieza con la entrada de


electrones en la cadena respiratoria. La mayor parte de
dichos electrones provienen de la acción de
deshidrogenasas que captan electrones de vías
catabólicas y los canalizan hacia aceptores universales
de electrones: nucleótidos de nicotinamida (NAD + o
NADP+) o nucleótidos de flavina (FMN o FAD).

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Las deshidrogenasas ligadas al NAD eliminan dos átomos de hidrógeno de sus sustratos. Uno es
transferido en forma de ión hidruro al NAD + mientras que el otro aparece como H+ en el medio. El NADH
y el NADPH son transportadores electrónicos hidrosolubles que se asocian reversiblemente con
deshidrogenasas. El NADH transporta los electrones que provienen de reacciones catabólicas a su
punto de entrada en la cadena respiratoria, el complejo de la NADH deshidrogenasa. El NADPH
generalmente suministra electrones a reacciones anabólicas. Las células mantienen reservas separadas
de NADPH y NADH, con potenciales redox diferentes. Esto se consigue manteniendo las razones [forma
reducida]/[forma oxidada] relativamente alta para el NADPH y relativamente baja para el NADH. Ni el
NADH ni el NADPH pueden atravesar la membrana interna de la mitocondria, pero los electrones que
transportan pueden ser lanzados a su través indirectamente.

Las flavoproteínas contienen un nucleótido de flavina, FMN o FAD, fuertemente unido, a veces de
manera covalente. El nucleótido de flavina oxidado puede aceptar un electrón (dando la forma de
semiquinona) o dos (produciendo FADH2 o FMNH2). La transferencia electrónica se da gracias a que la
flavoproteína tiene un potencial de reducción mayor que el del compuesto oxidado. El potencial de
reducción estándar de un nucleótido de flavina, a diferencia de lo que sucede con el NAD o el NADP,
depende de la proteína a la que está asociado. Interacciones locales con grupos funcionales de la
proteína distorsionan los orbitales electrónicos del anillo de flavina, con lo que varía la estabilidad
relativa de las formas oxidada y reducida. El potencial de reducción estándar pertinente es, por tanto,
el de la flavoproteína concreta, no el del FAD o FMN aislados, habiéndose de considerar al nucleótido
de flavina como parte del sitio activo de la flavoproteína y no como un reactivo o producto en la
reacción de transferencia electrónica. Debido a que las flavoproteínas pueden participar en
transferencias de uno o de dos electrones, pueden actuar como intermedios entre reacciones en las
que se ceden dos electrones (como sucede en las deshidrogenaciones) y en aquellas en las que se
acepta un solo electrón (como en la reducción de una quinona a hidroquinona).

Los electrones pasan a través de una serie de transportadores unidos a membrana

La cadena respiratoria mitocondrial consta de una serie


de transportadores electrónicos que actúan
secuencialmente, la mayoría de ellos proteínas integrales
con grupos prostéticos capaces de aceptar y ceder uno o
dos electrones. Hay tres tipos de transferencias
electrónicas en la fosforilación oxidativa: (1) transferencia
directa de electrones, tal como sucede en la reducción de
Fe3+ a Fe2+; (2) transferencia de un átomo de hidrógeno
(H+ + e-) y (3) transferencia de un ión hidruro (:H -)
portador de dos electrones. El término equivalente de
reducción se usa para designar el equivalente de un
electrón sencillo que se transfiere en una reacción de
oxidación-reducción.
Además del NAD y de las flavoproteínas, hay otros tres ti-
pos de moléculas transportadoras de electrones que
funcionan en la cadena respiratoria: una quinona
hidrofóbica (ubiquinona) y dos tipos diferentes de
proteínas con hierro (citocromos y proteínas ferro-
sulfuradas). La ubiquinona (también llamada coenzima Q)
es una benzoquinona liposoluble que contiene una larga
cadena lateral isoprenoide.

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La ubiquinona puede aceptar un electrón, transformándose en el radical semiquinona ( *QH), o dos


electrones, formando ubiquinol (QH2) (Fig. 19-2). Al igual que las flavoproteínas transportadoras es, por
tanto, capaz de actuar como puente entre un dador de dos electrones y un aceptor de un electrón.
Debido a que la ubiquinona es, al mismo tiempo, pequeña e hidrofóbica, puede difundir libremente
dentro de la bicapa lipídica de la membrana mitocondrial interna y puede hacer de lanzadera de
equivalentes de reducción entre otros transportadores electrónicos de la membrana menos móviles.
Además, debido a que transporta tanto electrones como protones, juega un papel central en el
acoplamiento del flujo electrónico al movimiento de protones.

Los citocromos son proteínas con una intensa absorción de la luz visible característica, debida a la
presencia del grupo prostético hemo que contiene hierro (Fig. 19-3).

Las mitocondrias contienen tres clases de citocromos que se distinguen por diferencias en su espectro
de absorción de la luz y que se designan a, b y c.
Los cofactores hemo de los citocromos a y b están unidos muy fuertemente, aunque no de manera
covalente, a sus proteínas asociadas; los grupos hemo de los citocromos del tipo c están unidos de
forma covalente a través de residuos Cys (Fig. 19-3). Al igual que con las flavoproteínas, el potencial de
reducción estándar del átomo de hierro en el hemo de un citocromo depende de su interacción con las
cadenas laterales de la proteína, por lo que es diferente para cada citocromo. Los citocromos de los
tipos a y b, así como algunos del tipo c, son proteínas integrales de la membrana mitocondrial interna.
Una excepción sorprendente es el citocromo c de la mitocondria, que es una proteina soluble que se
asocia mediante interacciones electrostáticas con la parte exterior de la membrana mitocondrial
interna.

En las proteínas ferro-sulfuradas, el hierro está presente, no en forma de hemo, sino en asociación con
átomos de azufre inorgánico o con átomos de azufre de residuos Cys de la proteina, o con los dos al
mismo tiempo. Estos centros ferro-sulfurados (Fe-S) van desde estructuras sencillas con un solo átomo
de Fe coordinado a cuatro residuos Cys—SH con centros Fe-S más complejos con dos o cuatro átomos
de Fe. Todas las proteínas ferro-sulfuradas participan en transferencias de un electrón en las que se
oxida o reduce uno de los átomos de Fe de la agrupación ferro- sulfurada.

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En la reacción global catalizada por la cadena respiratoria mitocondrial se transportan electrones desde
el NADH, el succinato u otro dador electrónico primario a través de las flavoproteínas, la ubiquinona,
las proteínas ferro-sulfuradas y los citocromos y, finalmente, al O2.

Se han determinado experimentalmente los potenciales de reducción estándar de los transportadores


electrónicos individuales. Es de esperar que los transportadores funcionen en orden de potenciales de
reducción crecientes, porque los electrones tienden a fluir espontáneamente desde los
transportadores de E'° más bajo hacia los transportadores con E'° más elevado. El orden de los
transportadores deducido según este método es:
NADH → Q → citocromo b → citocromo c1 → citocromo c → citocromo a → citocromo a3 → O2.

Los transportadores de electrones actúan en complejos multienzimáticos

Los transportadores de electrones de la cadena respiratoria están organizados en complejos


supramoleculares incrustados en membranas que se pueden separar físicamente. El tratamiento suave
de la membrana mitocondrial interna con detergentes permite la resolución de cuatro complejos
distintos de transportadores electrónicos, siendo cada uno de ellos capaz de catalizar la transferencia
electrónica a través de una porción de la cadena (Fig. 19-7). Los Complejos I y II catalizan la
transferencia de electrones a la ubiquinona a partir de dos dadores electrónicos diferentes: NADH
(Complejo I) y succinato (Complejo II). El Complejo III transporta electrones desde la ubiquinona
reducida al citocromo c, y el Complejo IV completa la secuencia transfiriendo electrones desde el
citocromo c al O2.

Complejo I: NADH hasta ubiquinona


La Figura 19-8 muestra la relación entre los Complejos I y II y la ubiquinona. El Complejo I, también
llamado NADH:ubiquinona oxidorreductasa o NADH deshidrogenasa, es un enzima enorme
compuesto por 42 cadenas polipeptídicas diferentes, entre las que se encuentra una flavoproteína que
contiene FMN y como mínimo seis centros ferro-sulfurados. El Complejo I tiene forma de L, con un
brazo de la L en la membrana y el otro prolongándose hacia la matriz. Tal como se muestra en la Figura
19-9, el Complejo I cataliza dos procesos simultáneos forzosamente acoplados: (1) la transferencia
exergónica hacia la ubiquinona de un ión hidruro del
NADH y un protón de la matriz expresado por:

NADH + H+ + Q → NAD+ + QH2

y (2) la transferencia endergónica de cuatro protones


de la matriz hacia el espacio intermembrana. Por lo
tanto, el Complejo I es una bomba de protones
impulsada por la energía de la transferencia
electrónica, y la reacción que cataliza es vectorial:
mueve los protones en una dirección específica desde
una localización (la matriz, que se carga negativamente
con la salida de los protones) hacia otra (el espacio
intermembrana, que se carga positivamente).
El amital (un barbiturato), la rotenona (producto
vegetal utilizado frecuentemente como insecticida) y
el antibiótico piericidina A inhiben el flujo electrónico
desde los centros Fe-S del Complejo I a la ubiquinona,
con el consecuente bloqueo global del proceso de la
fosforilación oxidaliva.

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El ubiquinol (QH2, la forma reducida; Fig. 19-2) difunde por la membrana mitocondrial interna desde el
Complejo I al Complejo III, donde se oxida a Q en un proceso acompañado de la salida de H + hacia el
exterior.

Complejo II: Succinato a ubiquinona


El Complejo II bajo un nombre diferente (succinato deshidrogenasa); es el único enzima del ciclo del
ácido cítrico ligado a membrana. Aunque más pequeño y más sencillo que el Complejo I, contiene cinco
grupos prostéticos de dos tipos y cuatro subunidades proteicas diferentes (Fig. 19-10). Las subunidades
C y D son proteínas integrales de membrana, cada una de ellas con tres hélices transmembrana.
Contienen un grupo hemo (hemo b) y un sitio de unión para la ubiquinona, que es el aceptor final de
electrones en la reacción catalizada por el Complejo II. Las subunidades A y B se extienden hacia la
matriz; contienen tres centros 2Fe-2S, FAD unido y un sitio de unión para el sustrato succinato.

Otros sustratos de las deshidrogenasas mitocondriales también pasan electrones a la cadena


respiratoria a nivel de la ubiquinona, pero no a través del Complejo II. El primer paso en la β-oxidación
de los acil graso-CoA, catalizado por la flavoproteína acil-CoA deshidrogenasa, implica la transferencia
de electrones desde el sustrato al FAD de la deshidrogenasa y a continuación a la flavoproteína
transferidora de electrones (ETF), que, a su vez, pasa sus electrones a la ETF:ubiquinona
oxidorreduetasa (Fig. 19-8). Este enzima pasa electrones a la cadena respiratoria al reducir la ubiquino-
na. El glicerol 3-fosfato, formado tanto a partir del glicerol liberado en la hidrólisis del triacilglicerol
como de la reducción de la dihidroxiacetona fosfato en la glucólisis, es oxidado por la glicerol 3-fosfato
deshidrogenasa. Este enzima es una flavoproteína localizada en la cara externa de la membrana
mitocondrial interna y, al igual que la succinato deshidrogenasa y la acil-CoA deshidrogenasa, canaliza
electrones hacia la cadena respiratoria, reduciendo la ubiquinona.

Complejo III: Ubiquinona a citocromo c


El siguiente complejo respiratorio, el Complejo III, también
denominado complejo citocromo bc1 o
ubiquinona:citocromo c oxidorreductasa, acopla la
transferencia de electrones desde el ubiquinol (QH 2) al
citocromo c con el transpone vectorial de protones de la
matriz al espacio intermembrana.

La unidad funcional del Complejo III es un dímero con las dos


unidades monoméricas del citocromo b rodeando una “ca-
verna” en el centro de la membrana, en la que la ubiquinona
tiene libertad para moverse desde el lado de la matriz de la
membrana (sitio QN en un monómero) al espacio
intermembrana (sitio QP del otro monómero) a medida que
lanza electrones y protones a través de la membrana
mitocondrial interna.

Se ha propuesto un modelo razonable para el paso de electrones y protones a través del Complejo III a
partir de su estructura y de detallados estudios bioquímicos de las reacciones redox, el ciclo Q. La
ecuación neta de las reacciones redox del ciclo Q es:

QH2 + 2 cit c1 (oxidado) + 2H+N —► Q + 2 cit c1 (reducido) + 4H+P

Aunque la vía de los electrones por este segmento de la cadena respiratoria es complicada, el efecto
neto de la transferencia es simple: QH2 se oxida a Q, al tiempo que se reducen dos moléculas de
citocromo c.

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El citocromo c es una proteína soluble del espacio intermembrana. Después de que su único hemo
acepte un electrón del Complejo III, el citocromo c se desplaza hacia el Complejo IV para ceder el
electrón a un centro de cobre binuclear.

Complejo IV: Citocromo c a O2


En el último paso de la cadena respiratoria, el Complejo IV, también llamado citocromo oxidasa,
transporta electrones desde el citocromo c al oxígeno molecular, reduciéndolo a H 2O. El Complejo IV es
un enzima muy grande de la membrana mitocondrial interna.
La subunidad II mitocondrial contiene dos iones Cu que forman complejo con los grupos —SH de dos
residuos Cys en un centro binuclear que se parece a los centros 2Fe-2S de las proteínas ferro-
sulfuradas. La subunidad I contiene dos grupos hemo, designados a y a 3, y otro ión cobre (CuB). El hemo
a3 y el CuB forman un segundo centro binuclear que acepta los electrones del hemo a y los transfiere al
O2 unido al hemo a3.

La transferencia de electrones a través del complejo


IV va del citocromo c al centro CuA al hemo a, al
centro hemo a3-CuB y finalmente al O2 (Fig. 19-14).
Por cada cuatro electrones que pasan a través del
complejo, el enzima consume cuatro H+ “sustrato”
de la matriz (lado N), convirtiendo el O2 en 2H2O.
También utiliza la energía de esta reacción redox
para bombear un protón hacia el espacio
intermembrana (lado p) por cada electrón que pasa,
añadiéndose al potencial electroquímico producido
por el transporte del protón impulsado por el
potencial redox a través del los Complejos I y III. La
reacción global catalizada por el complejo IV es:

4 cit c (reducido) + 8H+N + O2 → 4 cit c (oxidado) +


4H+p + 2H2O

En esta reducción del O2 por cuatro electrones


intervienen centros redox que transportan un único
electrón al mismo tiempo, y se ha de dar sin la
liberación de los intermedios incompletamente
reducidos tales como el peróxido de hidrógeno o los radicales hidroxilo libres, especies muy reactivas
que dañarían los componentes celulares. Los intermedios se mantienen fuertemente unidos al
complejo hasta que se convierten completamente en agua.

Los complejos mitocondriales se pueden asociar formando respirasomas

Cada vez hay más pruebas de que en la mitocondria intacta los complejos respiratorios se asocian
fuertemente entre sí en la membrana interna y forman respirasomas, combinaciones funcionales de
dos o más complejos de transferencia electrónica.
La cinética del flujo electrónico a través de la serie de complejos respiratorios sería muy diferente en
los dos casos extremos de asociación muy fuerte y de no asociación: (1) si los complejos estuviesen
fuertemente unidos, las transferencias electrónicas tendrían lugar esencialmente a través de un estado
sólido, y (2) si los complejos funcionasen separadamente, los electrones serían transportados entre
ellos por la ubiquinona y el citocromo c. Las pruebas cinéticas apoyan la transferencia a través de un
estado sólido y, por consiguiente, apoyan el modelo del respirasoma.

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La energía de la transferencia de electrones se conserva eficientemente en un gradiente de protones

La transferencia de dos electrones desde el NADH a través de la cadena respiratoria al oxígeno


molecular se puede describir como:
1
NADH + H+ + O2 → NAD+ + H2O
2
Esta reacción neta es muy exergónica.

En las mitocondrias que respiran activamente, la acción de muchas deshidrogenases mantiene el


cociente [NADH]/[ NAD+] real muy por encima de la unidad, por lo que la variación real en la energía
libre mostrado en la ecuación anterior es mucho mayor (más negativo).
La mayor parte de esta energía se usa para bombear protones fuera de la matriz. Por cada par de
electrones transferidos al O2 se bombean cuatro protones por el Complejo I, cuatro por el Complejo III
y dos por el Complejo IV. Por lo tanto, la ecuación vectorial del proceso es:
1
NADH + 11H+N + O2 → NAD+ + 10H+P + H2O
2
La energía electroquímica inherente en esta diferencia de concentración de protones y en la separación
de cargas representa una conservación temporal de la mayor parte de la energía de la transferencia
electrónica. La energía almacenada en este tipo de gradiente, denominada fuerza protón-motriz, tiene
dos componentes: (1) la energía química potencial debida a la diferencia en concentración de las especies
químicas (H+) entre las dos regiones separadas por la membrana, y (2) la energía eléctrica potencial que se
origina con la separación de cargas cuando un protón atraviesa la membrana sin un contraión.
Cuando los protones fluyen espontáneamente a favor de su gradiente electroquímico, hay energía
disponible para producir trabajo.
En mitocondrias, cloroplastos y bacterias aeróbicas, la energía electroquímica en el gradiente protónico
impulsa la síntesis de ATP a partir de ADP y Pi.

Durante la fosforilación oxidativa se producen especies de oxígeno reactivas

Diversos pasos en la ruta de reducción del oxígeno en la mitocondria tienen el potencial para producir
radicales libres muy reactivos que pueden dañar las células. En el paso de electrones desde QH 2 al
Complejo III y el paso de electrones desde el Complejo I a QH2, interviene el radical
* -
Q como intermedio. El *Q- puede, con una probabilidad baja, pasar un electrón al O 2 en la reacción:

O2 + e- → *O2-

El radical superóxido libre así generado es muy reactivo; su formación también conduce a la producción
del radical hidroxilo libre, *OH, aún más reativo.
Estas especies de oxígeno reactivas pueden causar estragos reaccionando y dañar enzimas, lípidos de
membrana y ácidos nucleicos. Los factores que enlentecen el flujo de electrones a través de la cadena
respiratoria aumentan la formación de superóxido.
Para impedir el daño oxidativo por *O2- , las células tienen varias formas del enzima superóxido
dismutasa, que cataliza la reacción:
2 *O2 - + 2H+ → H2O2 + O2

El peróxido de hidrógeno (H202) así generarlo se vuelve inocuo por acción de la glutatión peroxidasa. La
glutatión reductasa recicla el glutatión oxidado a su forma reducida, utilizando electrones del NADPH
formado por la nicotinamida nucleótido transhidrogenasa (en la mitocondria) o por la vía de las
pentosas fosfato (en el citosol). El glutatión reducido también sirve para mantener los grupos sulfhidrilo
de la proteína en su estado reducido, impidiendo algunos de los efectos deletéreos del estrés oxidativo.

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La nicotinamida nucleótido transhidrogenasa es de gran importancia en este proceso: produce el


NADPH esencial para la actividad de la glutatión reductasa.

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Síntesis de ATP

El modelo quimiosmótico es el paradigma de este mecanismo. Según dicho modelo (Fig. 19-19), la
energía electroquímica inherente a la diferencia en la concentración de protones y a la separación de
cargas a través de la membrana mitocondrial interna (la fuerza protón-motriz) impulsa la síntesis de
ATP a medida que los protones fluyen de manera pasiva de vuelta hacia la matriz a través de un poro
asociado a la ATP sintasa. Para resaltar el papel crucial de la fuerza protón-motriz, la ecuación de la
síntesis de ATP se escribe algunas veces como:

ADP + Pi + nH+P → ATP + H2O + nH+N

Cuando se suspenden mitocondrias aisladas en un tampón que contiene ADP, P i y un sustrato oxidable
tal como el succinato, tienen lugar tres procesos que pueden medirse fácilmente: (1) se oxida el
sustrato (el succinato da fumarato), (2) se consume O 2 y (3) se sintetiza ATP. El consumo de oxígeno y la
síntesis de ATP dependen de la presencia de un sustrato oxidable (en este caso el succinato), así como
de ADP y P¡.

Debido a que la energía de la oxidación del sustrato impulsa la síntesis de ATP en la mitocondria, es de
esperar que los inhibidores del paso de electrones al O 2 (por ejemplo, el cianuro, el monóxido de
carbono y la antimicina A) bloqueen la síntesis de ATP. Más sorprendente es el descubrimiento de que
lo contrario también se cumple: la inhibición de la síntesis de ATP bloquea la transferencia electrónica
en mitocondrias intactas.

La teoría quimiosmótica explica fácilmente la dependencia de la transferencia electrónica de la síntesis


de ATP en la mitocondria. Cuando se bloquea el flujo de protones hacia la matriz a través del canal de la
ATP sintasa (por ejemplo con oligomicina), no hay una vía de retorno de los protones a la matriz, y su
salida continua impulsada por la actividad de la cadena respiratoria genera un gran gradiente de
protones. La fuerza protón-motriz va aumentando hasta que el coste (energía libre) del bombeo de
protones fuera de la matriz en contra de este gradiente es igual o superior a la energía liberada por la

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transferencia de electrones desde el NADH al H2O. Llegado este punto, el flujo de electrones ha de
parar; la energía libre del proceso global del flujo de electrones acoplado al bombeo de protones es
cero y se alcanza el equilibrio.
Hay, no obstante, ciertas condiciones y reactivos que desacoplan la oxidación y la fosforilación. Cuando
se rompen mitocondrias intactas mediante tratamiento con detergente o corte mecánico, los
fragmentos membranosos resultantes aún puede catalizar la transferencia electrónica desde el
succinato o el NADH al O2 pero no hay síntesis de ATP acoplada a esta respiración. Ciertos compuestos
químicos, también producen el desacoplamiento sin romper la estructura mitocondrial. Entre los
desacopladores químicos se encuentran el 2,4-dinitrofenol (DNP) y el (FCCP). Estos desacoplantes son
ácidos débiles con propiedades hidrofóbicas que les permiten difundir fácilmente a través de la
membrana mitocondrial. Una vez la forma protonada ha entrado en la matriz mitocondrial pueden
liberar el protón, disipando de este modo el gradiente de protones. Los ionóforos tales como la
valinomicina permiten que los iones inorgánicos atraviesen fácilmente las membranas. Los ionóforos
desacoplan la transferencia de electrones de la fosforilación oxidativa, disipando a través de la
membrana mitocondrial la contribución eléctrica en el gradiente electroquímico.
Las mitocondrias manipuladas de modo que se cree una diferencia en concentración de protones y una
separación de cargas a través de la membrana interna sintetizan ATP en ausencia de un sustrato oxidable, la
fuerza protón-motriz es por sí sola suficiente para impulsar la síntesis de ATP.

La ATP sintasa tiene dos dominios funcionales, F0 y F1

La ATP simasa milocondrial es una ATPasa de tipo F, similar en estructura y mecanismo a las ATP
sintasas de cloroplastos y bacterias. Este gran complejo enzimático de la membrana mitocondrial
interna cataliza la formación de ATP a partir de ADP y P ¡, acompañado por el flujo de protones desde el
lado P al N de la membrana. La ATP sintasa, también denominada Complejo V, tiene dos componentes
distintos: F1, una proteina periférica de membrana, y F0, que es una proteina integral de membrana.

El gradiente de protones impulsa la liberación del ATP de la superficie del enzima

Aunque la ATP sintasa equilibra el ATP con ADP + P i, el ATP recién sintetizado no abandona la superficie
del enzima en ausencia de un gradiente de protones. Es el gradiente protónico el que provoca que el
enzima libere el ATP de su superficie.
Para que la síntesis de ATP sea continua, el enzima debe ciclarse entre una forma que une ATP muy
fuertemente y una forma que libera el ATP.

La catálisis rotacional es la clave en el mecanismo de unión y cambio de la síntesis de ATP

Se propuso un mecanismo de catálisis rotacional en el que los tres sitios activos situados sobre F 1
alternan en la catálisis de la síntesis de ATP (Fig. 19-26). Una subunidad β determinada empieza en con-
formación β-ADP, que une ADP y P¡ del medio. A continuación la subunidad cambia de conformación,
adoptando la forma β-ATP, que une y estabiliza fuertemente el ATP, hecho que comporta el rápido
equilibrio del ADP + P¡ con el ATP en la superficie del enzima. Finalmente, la subunidad cambia hacia la
conformación β-vacía, que tiene una afinidad muy baja por el ATP, por lo que el ATP recién sintetizado
se libera de la superficie del enzima. Cuando esta subunidad vuelve a adoptar la conformación β-ADP,
se une ADP + P¡, con lo que se inicia otra ronda de catálisis.
Los cambios de conformación, esenciales en este mecanismo, están impulsados por el paso de
protones a través de la porción F0, de la ATP sintasa. La corriente de protones a través del “poro” F 0
hace que el cilindro formado por las subunidades c y la subunidad γ anclada roten alrededor del eje
mayor de γ, que es perpendicular al plano de la membrana. La subunidad γ pasa a través del centro del

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esferoide α3β3, que se mantiene quieto respecto a la


superficie de la membrana gracias a las subunidades
b2 y δ. Con cada rotación de 120°, γ se pone en
contacto con una subunidad β diferente, y el contacto
provoca el cambio de la subunidad β a la
conformación β-vacía.
Las tres subunidades β interaccionan de tal modo
que cuando una adopta la conformación β-vacía, la
vecina de un lado ha de adoptar la conformación β-
ADP y la del otro la β-ATP. Por lo tanto, una rotación
completa de la subunidad γ provoca que cada
subunidad β se cicle a través de sus tres conformacio-
nes posibles, y en cada rotación se sintetizan y se
liberan de la superficie del enzima tres moléculas de
ATP.

La fuerza protón-motriz suministra energía para el


transporte activo

Aunque el papel principal del gradiente de protones


en la mitocondria es suministrar energía para la síntesis de ATP, la fuerza protón-motriz también sirve
para impulsar varios procesos de transporte esenciales para la fosforilación oxidativa.
La membrana mitocondrial interna es por lo general impermeable a las especies cargadas, pero hay dos
sistemas específicos que transportan ADP y Pi a la matriz y ATP hacia el citosol (Fig. 19-28).

La nucleótido de adenina translocasa, integral de la


membrana interna, une ADP3- en el espacio
intermembrana y lo transporta a la matriz en
intercambio con una molécula de ATP4- transportada
simultáneamente hacia el exterior. Debido a que este
cotransportador antiparalelo transporta cuatro cargas
negativas liada fuera a cambio de tres que entran, su
actividad viene favorecida por el gradiente
electroquímico transmembrana que le proporciona a la
matriz una carga neta negativa; la fuerza protón-motriz
impulsa el intercambio ATP-ADP. La nucleótido de
adenina translocasa es inhibida específicamente por el
atractilósido, un glucósido tóxico producido por una
especie de cardo. Si se inhibe el transporte de ADP al
interior y de ATP al exterior de la mitocondria, no se
puede regenerar el ATP citosólico a partir del ADP, lo
que explica la toxicidad del atractilósido.
Un segundo sistema de transporte de la membrana
esencial para la fosforilación oxidativa es la fosfato
translocasa, que promueve el cotransporte paralelo de un H2P04- y un H+ al interior de la matriz. Este
proceso de transporte también está favorecido por el gradiente de protones transmembrana (Fig. 19-
28). Observe que el proceso requiere que un protón pase del lado P al lado N de la membrana interna,
consumiendo parte de la energía de la transferencia electrónica. Mediante disección suave de la
mitocondria con detergentes puede aislarse un complejo de la ATP sintasa y las dos translocasas, el ATP
sintasoma, lo que sugiere que las funciones de estas tres proteínas están fuertemente integradas.

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Sistemas de lanzadera envían indirectamente NADH citosólico a la mitocondria para su oxidación

La NADH deshidrogenasa de la membrana mitocondrial interna de células animales sólo puede aceptar
electrones del NADH de la matriz. Dado que la membrana interna no es permeable al NADH, sistemas
especiales de lanzadera transportan equivalentes de reducción desde el NADH citosólico a las
mitocondrias mediante una ruta indirecta.

La lanzadera de NADH más activa, que funciona en las mitocondrias de hígado, riñón y corazón, es la
lanzadera del malato-aspartato (Fig. 19-29). Los equivalentes de reducción del NADH citosólico se
transfieren en primer lugar al oxalacetato citosólico, obteniéndose malato por acción de la malato
deshidrogenasa citosólica. El malato así formado pasa a través de la membrana interna mediante el sis-
tema de transporte del malato-α-cetoglutarato. Dentro de la matriz los equivalentes de reducción
pasan por acción de la malato deshidrogenasa mitocondrial al NAD +, formando NADH; este NADH
puede pasar electrones de forma directa a la cadena respiratoria. En el paso de este par de electrones
al O2 se generan unas 2,5 moléculas de ATP. El oxalacetato citosólico debe regenerarse mediante
reacciones de transaminación así como mediante la actividad de los transportadores de membrana
para empezar otro ciclo de la lanzadera.

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El músculo esquelético y el cerebro utilizan una


lanzadera diferente del NADH, la lanzadera del
glicerol 3-fosfato (Fig. 19-30). Difiere de la lanzadera
del malato-aspartato en que cede los equivalentes
de reducción desde el NADH a la ubiquinona y de
ella al Complejo III, no al Complejo I, con lo que sólo
proporciona energía para la síntesis de 1,5 molé-
culas de ATP por par de electrones.

Regulación de la fosforilación oxidativa

La fosforilación oxidativa sintetiza la mayor parte del ATP que se produce en las células aeróbicas. La
oxidación completa de una molécula de glucosa a CO 2 da lugar a la formación de 30 o 32 ATP. En
comparación, la glucólisis en condiciones anaeróbicas (fermentación láctica) genera sólo dos ATP por
glucosa.
Las vías oxidativas aeróbicas que acaban en la transferencia de electrones al O 2 junto a la fosforilación
oxidativa son las responsables de la mayor parte del ATP que se produce en el catabolismo. Por lo
tanto, es absolutamente esencial que se regule la producción de ATP en la fosforilación oxidativa para
adaptarse a las necesidades fluctuantes de ATP de la célula.

La fosforilación oxidativa está regulada por las necesidades celulares de energía

La tasa respiratoria en la mitocondria está bajo una regulación precisa; está limitada generalmente por
la disponibilidad de ADP como sustrato de la fosforilación. La dependencia de la velocidad de consumo
de O2 de la concentración de ADP, el aceptor del P¡, el control por aceptor de la respiración, puede
llegar a ser espectacular. En algunos tejidos animales la razón del control por aceptor, la proporción de
la velocidad máxima de consumo de O2 inducida por el ADP a la velocidad basal en ausencia de ADP, es
al menos de 10.

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La concentración intracelular de ADP es una


medida del estatus energético de la célula. Otra
medida relacionada con ella es el cociente de
acción de masas del sistema ATP-ADP: [ATP]/
([ADP][Pi]). Normalmente este cociente es muy
elevado, de modo que el sistema ATP-ADP está casi
completamente fosforilado. Cuando aumenta la
velocidad de algunos procesos que requieren
energía (síntesis de proteínas, por ejemplo), se
produce un aumento en la velocidad de
degradación del ATP a ADP y Pi disminuyendo el
cociente de la acción de masas. Con más ADP
disponible para la fosforilación oxidativa aumenta
la velocidad de la respiración, lo que da lugar a la
regeneración de ATP. Ésta continúa hasta que el
cociente de acción de masas vuelve a su valor
elevado normal, punto en el que la respiración se
enlentece de nuevo. La velocidad de oxidación de
los combustibles celulares está regulada con tal
sensibilidad y precisión que la razón [ATP]/([ADP]
[P¡]) fluctúa sólo ligeramente en la mayoría de
tejidos, incluso durante variaciones extremas en la
demanda de energía. En pocas palabras, el ATP se
forma a la misma velocidad en que es requerido
por las actividades celulares.

Las rutas de formación de ATP están reguladas de


forma coordinada

Las principales rutas catabólicas tienen


mecanismos reguladores engranados y
concertados que les permiten funcionar con-
juntamente en una forma económica y
autorreguladora para la producción de ATP y
precursores biosintéticos. Las concentraciones
relativas de ATP y ADP controlan no sólo las
velocidades de transferencia electrónica y
fosforilación oxidativa, sino también las
velocidades del ciclo del ácido cítrico, oxidación
del piruvato y glucólisis (Fig. 19-33). Donde quiera
que haya un incremento en el consumo de ATP,
aumenta la velocidad de transferencia electrónica
y de fosforilación oxidativa. Simultáneamente
aumenta la velocidad de oxidación del piruvato vía
ciclo del ácido cítrico, aumentando el flujo de
electrones hacia la cadena respiratoria.

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Estos procesos pueden, a su vez, provocar un aumento en la velocidad de glucólisis, aumentando la


velocidad de formación del piruvato. Cuando la conversión del ADP a ATP disminuye la concentración
de ADP, el control por aceptor hace más lenta la transferencia de electrones y con ello la fosforilación
oxidativa. La glucólisis y el ciclo del ácido cítrico también disminuyen su velocidad porque el ATP es un
inhibidor alostérico de la fosfofructoquinasa-1 y de la piruvato deshidrogenasa.
La fosfofructoquinasa-1 es también inhibida por el citrato, el primer intermediario del ciclo del ácido
cítrico. Cuando el ciclo está “en reposo" el citrato se acumula en la mitocondria y a continuación se
transporta al citosol. Cuando aumentan las concentraciones de ATP y citrato, se produce una inhibición
alostérica concertada de la fosfofructoquinasa-1 que es mayor que la suma de sus efectos individuales,
disminuyendo la velocidad de la glucólisis.

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