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Cómo Saber Si La Persona Tóxica Eres Tú
Cómo Saber Si La Persona Tóxica Eres Tú
No existen. Nunca le vamos a caer bien a todo el mundo. Nuestra forma de ser
puede activar unas emociones en unos y en otros no. Por ejemplo, tienes una
compañera con una personalidad arrebatadora y capacidad de liderazgo.
Puede que te fascine o que te abrume porque te hace sentir pequeño.
Hay distintos rasgos personales que nos pueden indicar que estamos
generando toxicidad. Pregúntate ¿soy egoísta? ¿Solo se hace lo que yo
quiero? ¿Tengo que ser yo soy el centro de todo? ¿Me cuesta ser empático, no
escucho porque no me interesa lo que les pasa a los demás? Si las respuestas
son sí puede que tu actitud esté afectando de forma tóxica a otra persona.
En el libro habla, entre otros, de dos perfiles habituales entre las personas que
descargan las pilas: los quejicas y los amargados. Pueden hasta hacer gracia
en las redes sociales, pero en la vida real son bastante insoportables. ¿Cómo
distingo la delgada línea que separa lo reivindicativo de ser una ‘ofendidita’?
Hay quejicas que van más allá y se sienten víctimas de una conjura global del
universo. Es el famoso meme de Cristiano Ronaldo diciendo ‘qué injusticia’.
Es el perfil de víctima. Vas de víctima por la vida sin serlo cuando tienes una
excusa para todo, y todo contado en modo drama para ser el centro de
atención. Es una actitud peligrosa porque generas en los demás un sentimiento
de culpa y, al no ser cierto, acaban alejándose de ti. Otra forma similar de tener
una actitud tóxica es lo que llamo personas put drama in your life. ¿Necesitas
que haya conflictos a tu alrededor? ¿Eres la que, en una comida con más
personas, saca un tema delicado que acaba provocando un enfrentamiento
entre los comensales? ¿Monta dramas por nada porque esa tensión te
da vidilla? Para saber si eres así pregúntate si eres de las que huye del
conflicto o la que lo genera.
Es que tener cerca a personas así es como andar por un campo de minas. Y
puede ser indicio de un trastorno límite de personalidad, que es el término
clínico para esas son personas que viven en constante inestabilidad emocional,
que sufren un descontrol de sus impulsos, pasan del amor al odio en segundos,
tienen ataques de ira o actuaciones personales muy conflictivas. Si eres así
acabas echando a la gente de tu lado porque en la vida no queremos
sobresaltos, que la vida ya tiene suficiente drama. En nuestras relaciones
personales queremos calma.
Todos tenemos una opinión, sobre todo, tenga o no sustento. Pero hay
personas bastante irritantes que no dudan en verbalizar sus juicios, gusten o
no. ¿La libertad de opinión vale para todo, o, en la vida cotidiana, es mejor
guardarnos ciertas valoraciones?
Desde fuera parece sencillo detectar quién es esa persona no vitamina, pero
cuando eres tú misma, ¿es igual de fácil?
Decirle a una persona tóxica que destila negatividad por los cuatro costados es
acción de alto riesgo. ¿Puede darnos algunos consejos?
Hay que hacerlo con mucho tacto. No es lo mismo que te digan a las bravas
‘eres tóxico’ que ‘noto que estás apagado, triste, veo que no disfrutas de las
cosas como antes, ¿qué te pasa?’. La forma como hablas a una persona marca
la forma en la que va a responder. Si atacas diciendo algo negativo, su primera
reacción es ponerse a la defensiva. Hay que decir las cosas con cariño,
pensarlas antes.
Pongamos que te das cuenta de que llevas una temporada siendo negativa.
Pero nadie te dice nada para que no les bufes. Quieres reconducir tu relación
con tu entorno. ¿Por dónde empiezas?
Una buena táctica es decir ‘últimamente me noto muy negativo, genero mal
ambiente, no sé qué me está pasando’. Tú abres la puerta y al hacértelo,
permites a los otros que te digan qué ven.
Ya tenemos detectado el problema y hemos pedido ayuda. Pero, ¿por qué nos
pasa?
Lo malo de ser tóxico es que acabas haciendo daño. ¿Se puede reparar lo que
se ha roto con otras personas?