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Angelito Terremoto iba corriendo a todas partes. En casa, en el colegio, en el patio, en el pabellón de deportes…
¡Angelito Terremoto no paraba de correr!
Y así se queda la historia de Angelito Terremoto, que poco a poco fue aprendiendo a pensar en los demás, sin dejar de ser él mismo.
◦ Un día, Angelito Terremoto tuvo una hermanita. Pero cada vez que él se acercaba o simplemente estaba cerca, la
niña lloraba.
-Porque haces mucho ruido, haces que tiemble el suelo y hablas muy alto -dijo mamá.
Angelito Terremoto, que era muy listo, entendió lo que su mamá dijo. Desde ese día empezó a moverse con cuidado
y a hablar bajito, sobre todo cuando estaba su hermanita cerca. A la niña le encantaba que su hermano estuviera con
ella, y se reía mucho con las monerías de Angelito cuando las hacía sin gritar y sin hacer temblar toda la casa.
-Mamá ¿al resto de gente también le molestan mis gritos, mis carreras y mis gracias? -preguntó Angelito Terremoto
un día a su mamá.
-A veces -dijo mamá.
Fue así, que Angelito Terremoto, que poco a poco fue aprendiendo a pensar y a respetar a los demás, sin dejar de ser él
mismo.