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Etica para La Vida Cotidiana - Ruben Antonio Funez Rosales
Etica para La Vida Cotidiana - Ruben Antonio Funez Rosales
LA VIDA COTIDIANA
R. A.FÚNEZ
170.01
F864e Fúnez, Rubén Antonio, 1966-
Ética para la vida cotidiana [recurso electrónico] / Rubén Antonio Fúnez Rosales ;
slv diseño y diagramación Guillermo Antonio Contreras. -- 1ª ed. – San Salvador, El Salv. :
Editorial Multilibros, 2020.
1 recurso electrónico, (150 p. : il. ; 22 cm.)
Datos electrónicos (1 archivo : pdf, 20.6 mb ). -- http://www.editorialmultilibros.com
BINA/jmh
R. A. FÚNEZ
SEGUNDA EDICIÓN
1000 ejemplares
Enero, 2019
Impreso en El Salvador
Por Tecnoimpresos, S.A. de C.V.
19 Av. Norte, No. 125, San Salvador, El Salvador
Tel.:(503) 2275-8861
Dedicatoria
A E.S. por su constante guía
R. A. FÚNEZ
Contenido
Conclusión..................................................................................143
Bibliografía.................................................................................149
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Capítulo I
Origen de los valores
Objetivo general:
Objetivos específicos
Competencia
Resumen:
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Ética para la vida cotidiana
Prólogo
¿Una ética para qué? No podemos contemporizar con los jóvenes. Es
probable que en el afán de querer entenderles, intentamos primero caerles
bien y presentamos su modo de proceder, como algo normal en la vida
de todos los muchachos. Decimos: lo que ocurre es que cuando estamos
llegando a la edad de la sensatez, se nos olvida que también nosotros fuimos
jóvenes, pero hay que decirlo, lo anterior no justifica un modo de proceder que
requiere atención.
Pero, ¿se trata únicamente del comportamiento de los muchachos, o más
bien se trata de un comportamiento generalizado que se vive con distintos
matices en las distintas generaciones, en los jóvenes como displicencia, en
los no tan jóvenes como desesperación y en los adultos como frustración? No
estoy seguro que esté bien descrito el diverso comportamiento generacional,
no obstante, indica que algo no anda bien en los seres humanos, no son
los jóvenes, sino la sociedad, el mundo, quizá incluso la historia, que están
adoleciendo de una falta que no acabamos de llenar.
Dicho esto, volvamos a lo que nos interesaba al inicio de este prólogo: los
jóvenes, y dicho a la carrera, si el problema es de la sociedad, etc., hace más
complejo el asunto que nos ocupa. Ortega hablaba de un braceo naufrago,
de ese braceo desesperado en el que luchas por mantenerte a flote, pero
que no se acaba de lograr hasta que alguien nos auxilia. Este braceo no es
falta de puntos de referencia, por supuesto que hay y en abundancia, sólo
que en la situación que describimos, para dichos puntos de referencia, que
los seres humanos se estén hundiendo les es indiferente. Nos ahogamos en
presencia de todos y nadie, ni los que pueden, ni los que no pueden hacen
algo al respecto. Si el braceo naufrago fuera únicamente carencia de puntos
de referencia, o la noche oscura de San Juan de la Cruz, armándonos de
coraje y paciencia, se puede, o nadar hasta alguna orilla, o flotar hasta que
alguien nos encuentre; pero cuando nos ahogamos en presencia de todos, la
situación es ciertamente dramática.
Pienso que es en esta situación en la que se encuentra muchos de
nuestros jóvenes, y pienso que, como el personaje de aquella película india,
“Los tres idiotas” escriben en el muro de su vida: “i quit”. Y se llenan de
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Objetivismo axiológico
Conocimiento de los valores
Si los valores están en un mundo objetivo, en el topos uranos, ¿cómo
tenemos conocimiento de dichos valores? Voy a recurrir a dos famosos textos
de Platón, el primero es Menon (1871, 306) y el segundo es el banquete. En
el primero dice Platón que no aprendemos, sino que recordamos. Aquí está
el texto platónico: “no es extraño que, respecto a la virtud y a todo lo demás,
esté en estado de recordar lo que ha sabido. Porque, como todo se liga en la
1 “El pasotismo es un estilo de vida que requiere de un gran y constante espíritu de vago,
sobre todo para poder cumplir la Ley del mínimo esfuerzo, que se define tal y como sigue:
la necesidad de realizar trabajo es inversamente proporcional a la necesidad de éste, y
directamente proporcional a la posibilidad de no hacer nada, que significa... no importa, edita
tú el artículo” Consultar http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Pasotismo
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Ética para la vida cotidiana
2 Bajada de http://vps280516.ovh.net/divulgamat15/index.php?option=com_content&
view=article&id=10477:34-enero-2010-menon-de-platon&catid=69:teatro-y-matemcas
&directory=67, el 02 de mayo del 2018.
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Aquí nos interesa que se retenga que no enseñamos, sino que lo que
hacemos es simplemente orientar para que se recuerde adecuadamente.
La pregunta que inmediatamente nos tenemos que plantear es ¿cómo
se da este recordatorio? y para ello recurramos al Banquete, en el nuestro
filósofo (Platón 1867, 350) apunta que “cuando de las bellezas inferiores se
ha elevado, mediante un amor bien entendido de los jóvenes, hasta la belleza
perfecta, y se comienza a entreverla, se llega casi al término; porque el camino
recto del amor, ya se guie por sí mismo, ya sea guiado por otro, es comenzar
por las bellezas inferiores y elevarse hasta la belleza suprema, pasando, por
decirlo así, por todos los grados de la escala de un solo cuerpo bello a dos,
de dos a todos los demás, de los bellos cuerpos a las bellas ocupaciones, de
las bellas ocupaciones a las bellas ciencias, hasta que de ciencia en ciencia
se llega a la ciencia por excelencia, que no es otra que la ciencia de lo bello
mismo, y se concluye por conocerla tal como es en sí”.
No vamos a seguir a Platón en todos los vericuetos de su filosofía sino
atender los elementos que nos sirven para que entendamos el modo como el
filósofo griego concebía la intelección de los valores, en un primer lugar dice
que lo que hacemos es recordarlos, y en segundo momento afirma que este
recuerdo parte de niveles inferiores y se impulsa hasta su contemplación por
el ímpetu, como por un relámpago, afirma en el Banquete, hasta la belleza en
sí misma, qué es este relámpago, que es este impulso, algunos dicen que se
trata de la intuición intelectual.
Estamos nada más y nada menos que en el inhumano descubrimiento del
eros platónico, es el eros el que nos impulsa hasta la belleza, es el eros el que
nos impulsa al conocimiento de los valores en sí mismos.
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inmenso: para algunos es bella una mujer, en el caso de los hombres, porque
es delgada, para otros porque es “hermosa”, para otros porque es nariguda,
para otros porque tiene la nariz pequeña, para otros porque los labios son
finos, para otros porque los tiene carnosos, para otros porque es pequeña,
para otros porque es alta, para otros porque tiene los ojos chiquitos, para
otros porque los tiene grande, etc.
¿Qué late bajo esa enorme cantidad de consideraciones acerca de lo
bello? La respuesta más fácil con la que se despachan este tipo de dificultades
es la de sostener que se trata de un absoluto relativismo. Lo bello depende
de los ojos de quien mira, pero pienso que esta respuesta lo que denota es
la pereza para no comprometerse con el esfuerzo para comprender algo que
es en sí mismo complejo de explicarse. Ante esta diversidad de pareceres
muchas veces se me ha ocurrido pensar que es probable que la belleza no
esté ni en los ojos de quien ve, ni en el objeto que se nos antoja bello, la
belleza es como adecuadamente dijo Platón, una Idea, a la que los seres
humanos nos acercamos tanteándola y en todos los casos a los que nos
referimos, no con los sentidos, sino que parece que con el pensamiento.
Me parece que el enorme problema cuando nos enfrentamos con
la realidad de las ideas es que queremos encontrar un lugar en el que se
encuentran, pero evidentemente lo que ocupa un lugar es extenso, entonces
las ideas tienen que tener una extensión, son algo parecido a un ladrillo, y es
esta idea vulgar contra la que se revuelve Platón, las ideas no tienen extensión
y por ello no tienen por qué ocupar un lugar.
Recuerdo que un maestro muy querido, Raúl Mora, cuando se enfrentaba
con estudiosos de Platón que hablaban de un mundo objetivo como separado
de la realidad, les decía que Platón no era un estúpido, sino que a lo que hacía
referencia era justamente a esa índole de las ideas. Pienso que de lo que se
trata es de esforzarse por entender lo que metafóricamente Platón plantea,
porque se trata de estrictas metáforas o como dice Morente (1980, 21) de
cuentos4.
4 El texto de Morente afirma que “es un cuento, no vayan ustedes a creer que Platón cree en
todo esto”. El cuento es nada más y nada menos que el topos uranos, el lugar en el que se
encuentran las ideas. Claro, que Morente diga que es un cuento, exige de nuestra parte, si
es que queremos tomar en serio la filosofía platónica, que hagamos una especie de crítica
del texto, para enterarnos qué es lo que significa aquel topos uranos.
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Ética para la vida cotidiana
Hay que decir que las cosas fundamentales en las que se juega la vida,
no se agotan en haberlas visto, en haberlas medido, en haberlas pesado, no
se agotan descubriendo el lugar que ocupan y las relaciones que establecen,
esto no son más que hechos pero la vida no sólo está hecha de hechos sino
de opciones, de decisiones5 y ello no es fácilmente cuantificable, como lo de-
muestra el ejemplo con el que comenzamos este ensayo.
Quiero dejar establecido que cuando expongamos las distintas tesis de
lo que se ha llamado intuicionismo axiológico, no lo hago con el afán de dar
la razón ni a Platón ni a Scheler, sino más bien intento sintonizar con sus
más profundas motivaciones, con aquellas que los forzaron a sostener lo que
sostuvieron.
Pero nuestra afirmación también envuelve un aspecto que no hemos
considerado y es que aquellos valores no sólo son absolutos, sino que son
inmutables, es decir, no están sometidos a la variabilidad y al cambio, pero
¿no es a esto a lo que aspira todo conocimiento?, o en ¿qué se funda el
esfuerzo inhumano de la ciencia en querer reducirlo todo a ley? Acaso una
ley ¿no es el inmenso esfuerzo por captar la invariabilidad de los hechos?, el
sueño de todo hombre de ciencia es el mismo de Comte, a saber, encontrar la
ley fundamental del universo, ¿no es esta la enorme tarea de la física, cuando
pretende encontrar una física unitaria? Comte nos recuerda que los hechos se
presentan según un orden recurrente, bastante invariable y que las leyes son
fenómenos de invariabilidad de presentación6. Todo conocimiento sea este
científico o filosófico aspira a dicha unidad, no es de extrañar que en un tema
como el de los valores, los pensadores que se han enfrentado a ellos, también
aspiren a dicha unidad.
5 Me llamó la atención el modo como se refirió Léon- Dufour (1974) a la resurrección de Jesús,
no se trata de un hecho histórico, sino de algo real. Una afirmación de esta índole, nos mete
de cabeza a tener que pensar qué estamos entendiendo por realidad, y de repente, tenemos
que reconocer que no se trata de meros hechos, sino que rebasa aquella esfera.
6 Cf. Zubiri 2009, 128
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dicho valor, el modo de estar en las cosas es como participación, los valores se
mantienen ingrávidos, impasibles e inmutables en su mundo objetivo de valores.
Entonces las cosas valen porque participan de un valor objetivo. Que, como
dijimos más arriba, en lugar de solucionar el problema nos plantea un nuevo
problema, no sabemos ni qué es, ni cómo acceder a dicho mundo, porque no
son las cosas las que acceden, sino que son los valores los que devienen. O,
en palabras de Hessen, (1962, 46) “una propiedad de la esencia del valor es el
querer realizarse”. El valor como idea deviene en valor material.
En todo caso, para responder a la inquietud que nos planteábamos
más arriba, las cosas valen porque encarnan un valor. En las cosas buenas se
encarna la bondad, en las cosas justas se encarna la justicia, etc. No se trata
ni de las cosas, ni del sujeto, sino de un valor cuya existencia no depende
sino de ella misma, en rigor, dice Sánchez Vázquez (1969, 121) existe una
“separación radical entre valores y realidad, o independencia de los valores
respecto a los bienes en que se encarnan”.
Valor y bienes
Sin duda a lo largo de la historia han existido hombres y mujeres justos,
Jesús, Siddharta Gautama, Mahoma, Teresa de Calculta, Monseñor Romero,
y la lista puede continuar. Sin embargo, quien lea estas líneas puede pensar al
menos una cosa: hay otros que les ganan en justicia, hay otros hombres que
son más justos que los mencionados.
Hay cosas que son útiles: saber idiomas hoy es muy útil para conseguir un
empleo, tener habilidades prácticas es muy útil, estar dotado de inteligencia
emocional es sumamente útil para poder desenvolverse en una sociedad
cada vez más compleja, manejarse en el mundo de la informática es muy útil
para ser considerado un profesional competente. No obstante, para algunos
otros, la matemática, la física pura, la filosofía, la poesía, la pintura, la música
son más útiles que todo lo anterior para poder comprender los dinamismos
últimos de la realidad.
Para algunos, Kardashian, Kate Moss, Ratajkowski, son las mujeres
más bellas del mundo, para otros lo son las estudiantes de la Tecnológica,
para algunos dar una moneda al mendigo, alimentos al hambriento, ropa al
desnudo, casa al forastero, pueden considerarse actos buenos, en cambio
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para otros lo bueno consiste es forzar a que cada ser humano sea capaz de
responder desde sí mismo a las vicisitudes de su propia vida.
Como es fácil de constatar, este modo de proceder es artificiosa, tiene
como finalidad reflexionar acerca de la relación que se da entre unos valores
que consideramos fundamentales: la justicia, la utilidad, la belleza y la bondad,
y aquello en que se encarnan. Los partidarios del intuicionismo axiológico,
desde Platón hasta Scheler, nos recuerda Sánchez Vázquez (1969, 120)
consideran que “en los bienes se encarna determinado valor: en las cosas
útiles la utilidad; en las cosas bellas, la belleza, y en los actos buenos de los
hombres, la bondad”.
Pienso que la palabra clave para que entendamos este modo de pensar
es “encarna” que tiene el significado de signo, en el sentido en el que aspira
no a quedarse en la cosa en cuestión, sino a lo que apunta dicha cosa; dicho
de otra manera, cuando vamos por la calle y vemos una determinada señal
de tránsito, sabemos que dicha señal apunta hacia algo a lo que hay que
prestar atención, probablemente que a cien metros circulan frecuentemente
niños, etc. Si nos quedamos prendados en la señal, con mucha probabilidad
le vamos a dar un susto a los niños que están cruzando la calle. La señal tiene
el cometido de indicar.
Viniendo al tema que nos ocupa una persona justa, buena, bella, etc, es
señal, es signo de algo que no se agota en ella misma, en este caso, indica
a la justicia, a la bondad, a la belleza, que no se agotan en la individualidad
de la cosa en la que se encarnan. Me pregunto, no es acaso una experiencia
cotidiana lo que estamos describiendo, no nos parece, acaso que hay como
una especie de gradación en los valores, no nos ocurre frecuentemente que
distintas cosas nos parecen unas más bellas que las otras, unas más útiles
que las otras, etc. ¿Por qué ocurre esto? Para Platón y todos sus seguidores
la respuesta está justamente en que el valor se encarna en las cosas; el valor
no es una propiedad esencial de las cosas sino, digamos, una propiedad que
más bien la fuerza a no agotarse en lo que empíricamente es, el valor jalona
a la cosa a que tienda a la plenitud de su ser, a que sean lo que todavía, solo
borrosamente son.
Las cosas en este sentido, no sólo son como son, sino que encarnan
lo que podrían ser. 196), aunque su intención es otra, Zubiri (2007) dice
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Subjetivismo axiológico
Intolerancia y universalidad de los valores
Si pensamos que la idea de bondad, que la idea de justicia, etc, son
únicas, los problemas aparecen a raudales. En primer lugar ¿Quiénes tienen
acceso a aquellas ideas? En segundo lugar ¿por qué todos los demás están
como imposibilitados para acceder a ellas? Si atendemos a la primera de
las inquietudes aquí ocurren por lo menos dos fenómenos. El primero, es
que quien accede a dichas ideas, aunque en un primer momento pueda
sentirse obnubilado por la abundancia de luz que de ellas se desprende, si
logra mantenerse y logra verlas, está legitimado para dárselas a conocer a
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los afectos los que apunta a la bondad, Platón, ya vimos no da ningún crédito
a los afectos, sino que quien tiene que habérselas con el supremo bien es el
alma.
Shaftesbury afirma, además, que “apenas se contemplan las acciones,
cuando inmediatamente se disciernen los afectos y las pasiones humanas” se
trata de una unidad radical, no es que por un lado vayan las acciones y por
otro lado los afectos; es más parece que son los afectos los que mueven a la
acción. Por eso nuestro filósofo sigue afirmando que “el sentido de lo que está
bien y lo que está mal es algo natural en el hombre”.
En este texto se afirman al menos dos cosas. Por un lado, se trata de
un sentido, de un sentido interno que es natural a los seres humanos y, por
otro lado, se afirma que dicho sentido palpa, siente lo bueno y lo malo, no es
el nous, no es la mente, no es la razón, sino que la realidad de las cosas se
hacen presentes cuando son sentidas, los seres humanos tenemos un modo
inmediato de aprehender lo real de algo, y ese modo son los sentidos.
Pero Shaftesbury, no habla de meros sentidos, sino que más rigurosamente
habla de sentimientos, los sentidos son meros órganos sensorios, pero los
sentimientos apuntan a algo más profundo y radical, por eso mismo, como
lo ha sabido ver Copleston Shaftesbury asimila lo moral al sentido “estético”,
al sentimiento de lo bello y quiero concluir esta aproximación a la moral de
Shaftesbury observando que para él “cuando los afectos y pasiones de un
hombre están equilibrados y en armonía consigo mismo y con la sociedad,
“existe la rectitud, la integridad o virtud”.
Es verdad que esto parece tanto una crítica a Hobbes como a Locke.
Frente a Hobbes afirma que no hay una separación radical entre el interés
personal y el interes social, no sólo no existe, sino que su armonía es la
condición de posibilidad para el hombre virtuoso, y frente a Locke, el ser
humano, como miembro de una sociedad es la fuente de su moralidad.
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que esto nos parezca es lo que afirmó Hume cuando observó que “la razón
es, y debe ser, la esclava de las pasiones, y no puede pretender otra función
que la de servirlas y obedecerlas” (Copleston Ibid)
La inquietud que inmediatamente se suscita es ¿ocurre así en todos
los casos, ¿qué podemos decir de la voluntad? Sin entrar en el honorable
tratamiento que se ha hecho de la voluntad, hay que recordar que alguna tesis
de Tomas de Aquino establecía que la voluntad presupone el juicio de la razón,
esto supone que la voluntad se inclina a lo que la inteligencia le propone, en
este sentido la voluntad, de alguna manera sigue a la razón. Frente a ello dice
Hume que “la razón por sí sola nunca puede motivar un acto de la voluntad”
(Copleston 1993, 306) y más abajo continua afirmando que “la razón en el
sentido del entendimiento abstracto que se ocupa de las relaciones entre las
ideas o de las cuestiones demostrativas, nunca es la causa de una acción”
(Ibid) y más claramente afirma “tampoco es capaz de impedir la volición o de
disputar la preferencia a cualquier pasión o emoción” (Copleston 1993, 307)
En definitiva, la moral, por lo tanto, se siente más que se juzga. La
virtud, dice Hume, suscita una impresión “agradable”, mientras el vicio la
produce “desagradable”. Los sentimientos han adquirido carta de ciudadanía
en el mundo de la filosofía, y como decíamos al inicio de este ensayo, no es
una cuestión arbitraria sino que de este modo tenemos una comprensión más
adecuada de la realidad humana. Por ello Copleston (1993, 308) comenta que
“Hume se dio cuenta claramente no sólo de que el hombre no es una máquina
calculadora, sino también de que sin los apetitos y aspectos emocionales de
su naturaleza, dejaría de ser un hombre”. El hombre no es pensamiento, como
lo pudo haber pensado Descartes; recordemos que el filósofo francés cuando
concibió su yo, le atribuyó pensamiento y ese pensamiento se convirtió en su
nota esencial. Hume piensa que la nota esencial de la realidad humana es la
pasión, es el sentimiento, por ello apunta que “lo que llamamos juicio moral
expresa simplemente el sentimiento de aprobación o desaprobación que el
hombre que emite el juicio experimenta por el acto, la cualidad o el carácter
en cuestión” (Copleston 1993, 312).
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Ética para la vida cotidiana
Construcción de valores
Para D. Gracia (2013, 58), los valores ni se intuyen ni se sienten, sino que
“se hallan construidos”. Quiero reparar en el primer verbo de esta afirmación.
Cuando los seres humanos decimos que somos solidarios, no queremos decir
que nosotros nos hayamos inventado la solidaridad, sino que, de alguna,
manera nos la hemos encontrado.
En este sentido, parece que aquello que denominamos valores es algo
de lo que nos apropiamos, pero dicha apropiación es sólo posible porque la
generación anterior nos lo ha entregado, desde esta perspectiva, existe en el
mundo de los valores una especie de tradición, de traditio, de entrega.
Esta dimensión que sin duda es esencial en el tratamiento que hace D.
Gracia, de los valores corre el riesgo de perderse tanto si concebimos los
valores como realidades que se intuyen, como si los concebimos sintiéndolos.
Esto no implica, necesariamente, que tengamos que suponer que no
tengamos la capacidad de descubrir nuevos valores, pero aun en el caso de
que descubramos, dicho descubrimiento sólo es posible en la medida en la
que los valores que previamente nos hemos apropiado nos capacitan en la
dirección de aquel descubrimiento.
Ambas maneras de entender este encuentro, está implícito en el verbo
que comentamos. Pero, dice Gracia, de lo que ahora se trata es de decir
“cómo se construyen” o mejor, ¿de dónde parte la construcción de valores?
Si hemos descartado los dos modos tradicionales de plantearse este
asunto, hay que decir, que no se parte, ni de la idea, ni de la sensación, sino
que más radicalmente considerado, se parte de la realidad. Sin embargo, que
este modo de plantear nuestro problema en lugar de clarificarlo, lo que hace
es montar un nuevo problema. Porque ahora tenemos inexorablemente que
preguntarnos qué es realidad.
El hombre de la calle siente de inmediato cierta irritación, ¿no es complicar
innecesariamente el asunto? se pregunta, ellos están tan acostumbrados a
considerar que lo real es lo que ven, lo que tocan, lo que huelen que no
hay nada que los haga plantearse esta dificultad, sin embargo, basta que
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Ética para la vida cotidiana
podrían no ser bellas e incluso que podrían no ser esculturas como pudimos
identificarlo como bello.
Este proceso no es sólo individual, D. Gracia (62) afirma que “la
construcción tiene lugar tanto a nivel individual como en el orden social e
histórico, El resultado de ese proceso es lo que llamamos cultura, La cultura
es el depósito de valores de una sociedad”.
Y es ese depósito, como dijimos al inicio, que se va trasmitiendo de
generación a generación y es desde ese depósito que pueden construirse
nuevos valores.
En definitiva, los valores se construyen desde la realidad, dando un rodeo
por todo el campo de realidad, y si nos proponemos seguir a Gracia, habría
que decir, que si en lugar de aprehender el valor en el campo de realidad,
lo aprehendemos allende a dicho campo, es decir en el mundo nos vamos
a encontrar con la construcción de un valor ideal. De todos modos, lo que
queríamos era exponer los valores como construcciones y no seguir en todos
los vericuetos la exposición de la filosofía de Zubiri, que lleva a cabo D. Gracia.
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Actividad # I
Valoración personal
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Actividad # 2
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Actividad # 3
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Capítulo II
Para una jerarquía axiológica
Objetivo general
Objetivos específicos
Resumen:
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La confianza
¿En que se fundaba la seguridad con la que en otrora se cerraban los
contratos? Dos señores se disponían a comenzar un determinado proceso,
y se cerraba la discusión dándose un apretón fuerte de manos y poniendo
como garantía su palabra: “te doy mi palabra”, al que el otro respondía:
“confío en tu palabra”, y ambos estaban persuadidos de que así se haría;
tanto porque el que daba la palabra tenía en alta estima su palabra, como
el que recibía la palabra, confiaba en que si se daba la palabra, la palabra
se cumplía.
Ya sé que más de algún neoliberal puede sin duda argumentar que todo
ello era posible por la angostura de la situación rural en la que estos tipos
de contratos ocurrían, y que por la complejidad que ha ido adquiriendo la
sociedad actual, es ilusorio basar el cumplimiento de un contrato en la mera
palabra de los contratantes. Ello no obsta para que aquel procedimiento nos
haga hacer sentir que esta supuesta sociedad compleja, ha perdido una basa
fundamental en la relación que tienen que establecer los seres humanos.
Lo que desvela la actitud que subyace en aquel modo de proceder, es
la incuestionable confianza que había entre los sujetos contratantes, había
plena confianza entre ellos; podemos, incluso, pensar que no se fundaba
en que eran conocidos, sino en la confianza que aún había entre los
seres humanos; hay que decir que hoy de lo que penosamente estamos
careciendo es justamente de esa confianza, estamos tan urgidos por llevar
adelante nuestros propios intereses personales, que no nos importa, no sólo
atropellar a los otros, sino incluso utilizarlos en función de aquellos intereses;
todo ello ha generado una especie de opacidad en las relaciones humanas,
ya no sabemos a qué atenernos, porque no sabemos sí lo que nos dice
quien lo afirma es veraz.
Todo ello genera una especie de resistencia, si anteriormente éramos
transparentes, frente a gente que no lo es, evitamos serlo, si anteriormente
éramos serviciales, frente a gente que no es transparente, nos preguntamos,
más de setenta veces siete, si no estaremos siendo utilizados por los demás,
si en otrora los demás podían contar con nosotros, nos volvemos esquivos
y huidizos, si teníamos una alta estima por la colaboración, ya nadie quiere
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Ética para la vida cotidiana
ser un “tonto útil”, esta situación permea todos los campos de la sociedad,
desde lo económico hasta lo cultural e ideológico, estamos sumidos en una
profunda y radical desconfianza.
No obstante, es evidente que no podemos seguir así, una de las
cuestiones que está imponiéndose cada vez con mayor contundencia, es
que si queremos salir de la situación alarmante en la que nos encontramos,
no sólo como sociedad sino como mundo, requerimos volver a conquistar
la confianza, la confianza en las relaciones interpersonales, la confianza en
el ámbito laboral y empresarial, la confianza respecto a los líderes políticos,
y la confianza en nuestros intelectuales que se prestan fácilmente a ser
apologetas de sus respectivas ideologías.
La confianza sólo es susceptible de lograrse, en la medida en la que la
verdad, en el sentido más griego del término, se desvela; aquí lo que urge
preguntarse es ¿cómo ocurre dicha desvelación?, pienso que en asuntos
de ética y de moral, somos los individuos, las instituciones, etc. los que
tenemos que estar absolutamente convencidos que es mejor, que es incluso
más conveniente ser veraz que no serlo, ¿y las leyes? Ya harán lo que les
toca hacer, sin embargo, si tenemos que ser honestos, no estamos en la
situación en la que estamos por falta de leyes, tenemos leyes para todos
los gustos y colores y no por ello nuestra sociedad ha crecido en confianza.
Por lo tanto, por no ser veraz nos sumimos en problemas y dificultades
que no sólo atentan contra nuestro trabajo, sino que atentan contra la propia
salud; por no ser veraz hay seres humanos que se ven forzados a tener
que pasar por situaciones de indignidad, cuando rigurosamente no era
necesario que se tuvieran que pasar por situaciones vergonzosas, los seres
humanos tenemos que estar convencidos que es preferible actuar con la
verdad, es probable que si tal situación ocurriera, nos podríamos hacer más
fácilmente cargo de las consecuencias de nuestros actos que implicaría,
dice A, Cortina (2013), reparar nuestros errores, cada individuo sería más
responsable de sus acciones, si fuéramos veraces, creceríamos en una
ética de la responsabilidad, una responsabilidad que apunta no sólo a cada
cual, sino primariamente a aquellos a los que se ha infringido dolor.
Hay que recordarlo, esto que es válido para las personas, también lo
es para las instituciones, para las empresas; las empresas tienen que estar
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Acerca de la felicidad
Cuando Aristóteles estaba aún joven, se le ocurrió pensar que todos los
hombres queremos, por naturaleza, ser felices; Zubiri en su capítulo sobre la
moral, afirma que la felicidad es una posibilidad apropiada; A. Cortina sigue
acentuando la máxima aristotélica. Queremos indicar con ello que todo el
pensamiento occidental10, desde Aristóteles en pleno siglo IV a C, hasta A.
Cortina en el primer cuarto del siglo XXI d C, ha procurado responder a la
pregunta por la felicidad de los seres humanos.
Es una experiencia cotidiana que la felicidad no puede ponerse en las
cosas que se adquieren; pienso que a muchos nos ha pasado que estamos
ansiosos por adquirir algo, y una vez que lo hemos adquirido va perdiendo,
poco a poco, el encanto que nos movió a poseerlo, independiente de las
motivaciones psicológicas de este comportamiento, lo importante de retener
aquí es que por lo visto la felicidad no depende de las posesiones; a mí mismo
se me ocurrió afirmar en el contexto de una clase, que si a una persona
clínicamente depresiva se le dona un millón de dólares lo que va resultar de
ello, es que ahora tenemos a una persona depresiva con un millón de dólares,
un estudio reciente ha revelado que a pesar de toda la tecnología de la que
gozan los países hiper industrializados, sus ciudadanos están cada vez más
solos y R. Bradbury (1993), está absolutamente convencido que una sociedad
altamente técnica puede proporcionar diversión, pero no felicidad y denuncia
el vacío que experimentan, en esta sociedad, tanto hombres como mujeres.
10 �� Y asombrosamente es un tema que podemos considerar universal, así como los europeos
han buscado afanosamente la felicidad, también lo han hecho budistas e incluso, los mayas.
Es evidente que aquí nos interesa acentuar el afán por encontrar la felicidad, en ningún
momento estamos abordando los contenidos concretos de aquella búsqueda.
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Ética para la vida cotidiana
Algunos críticos afirman que esta insistencia en que tenemos que ser
felices, en realidad lo que causan es una especie de culpabilidad, producto de
que lo masivamente cierto es que los hombres no son felices, entonces al no
serlo, y escuchar que tenemos que serlo, los hace sospechar o que no han
puesto todo de su parte, o que son ellos los que no encajan en la sociedad.
Independientemente de esta última postura, que en su momento tendrá
que ser tomada seriamente en cuenta, hay que decir que nos hace más ilusión
establecer que tiene sentido que los seres humanos se comprometan con su
felicidad. Estableciendo, desde un inicio que rigurosamente hablando qué sea
la felicidad no lo vamos a saber porque Aristóteles, Séneca, Pascal, Bentham
etc., nos lo digan; en esto ocurre lo mismo que con la filosofía, qué sea filosofía
sólo lo sabemos cuándo decidimos filosofar, lo mismo puede decirse de la
felicidad, sólo lo descubrimos cuando honradamente nos comprometemos
a vivirla, y en esto tiene razón Kant (1964, 107) cuando afirma que “no se
puede, pues, para ser feliz, obrar conforme a determinados principios, sino
conforme a consejos empíricos”.
Sin embargo, si la felicidad no estriba en que tengamos un satisfactor para
cada necesidad, entonces ¿de qué depende? Sin pretender que el asunto
quede establecido de una vez para siempre y creyendo firmemente que no se
trata de una receta. digamos que la felicidad estriba no tanto en lo que vamos
adquiriendo, sino en la puesta en marcha de aquello mediante el cual lo
adquirimos. Lo que nos hace felices no es que nos graduemos de licenciados
o de ingenieros, etc., sino el talento que pusimos en funcionamiento para
que esto último ocurriera; si atendemos a la última afirmación hay que decir
que rigurosamente hablando la felicidad se va encontrando en el proceso, un
proceso lleno de las más inverosímiles vicisitudes, en este sentido, A. Cortina
(2013, 166) afirma que la felicidad “se persigue en cada acto que realizamos,
en cada decisión que tomamos, en cada elección, dándole una dirección, un
sentido”.
Es felicitante11 saber que procedemos del modo como lo hacemos, porque
así lo hemos elegido. Las cosas que hacemos manifiestan la elección que
hemos tomado de actuar del modo como lo hicimos, entonces no buscamos
que se nos agradezca, que se nos tenga en gran estima. En este sentido, y
11 Es decir da felicidad
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con un claro sabor aristotélico A. Cortina (2013, 167) sigue afirmando que la
felicidad “no sirve para ninguna otra cosa, sino que todas las demás cosas se
hacen por ella”.
Es decir, no soy cercano porque quiero ser feliz, no colaboro porque quiero
ser feliz, no estudio porque quiero ser feliz, sino que soy cercano, colaboro y
estudio, porque soy feliz. Por eso no es que estamos felices, sino que somos
felices. Estar felices es coyuntural, estoy feliz cuando me encuentro con un
viejo amigo, estoy feliz cuando apruebo una materia que nos ha costado,
pero todo ello indica que estoy feliz, porque soy feliz, al respecto continúa
observando nuestra pensadora española que “a la felicidad se le pide
continuidad, es un modo de ser, no sólo un modo de estar. Se es feliz, se
quiere ser feliz, no se está feliz”.
12 Es popular, por ejemplo, la aplicación hecha en el ámbito del psicoanálisis por S. Freud.
Básicamente se refiere a la atracción que siente el niño por su madre y al enojo que despierta
su padre, cuando piensa que le roba la atención de su madre.
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Ética para la vida cotidiana
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infinitas sino que están justamente limitadas por la situación en la que son
entregadas.
Por lo tanto, existe esta condición, pero se trata de una condición que
pone en marcha la propia libertad, y ya en este escenario, nos recuerda A.
Cortina, somos nosotros en buena parte los autores de nuestra novela vital.
Aquel prudente “en buena parte”, indica el condicionamiento básico al que nos
hemos referido.
Tenemos que indicar que esta apuesta por el protagonismo de cada
individuo es esperanzador en la medida en la que pone de manifiesto que los
seres humanos somos perfectibles; es probable que nuestra novela, hasta
ahora haya seguido el guion escrito por otro, sin embargo, siempre es posible
volver sobre la marcha, enmendar lo que se tiene que enmendar y decidirse a
tomar control sobre la propia vida, todo esto, es evidente, tiene que realizarse,
porque de lo contrario no es más que teoría13, y en tanto tal, se corre el riesgo
de que suene algo ajeno a la propia experiencia.
Pensamos que en asuntos de ética, son los propios individuos los que
tienen que comprometerse con lo que aquí se afirma y demostrar in actu
exercito la verdad o falsedad de estas afirmaciones. Si estamos persuadidos
que cada quien es el responsable de su vida, de una vida que transcurre
entre realización y fracaso de los propios proyectos, tenemos que comprender
que todo ello nos va capacitando, a esto se refiere A. Cortina cuando sigue
afirmando que “el carácter de una persona condiciona en muy buena medida
como recibe los acontecimientos vitales, cómo los aprovecha. Cómo saca el
jugo a la fortuna para tratar de labrarse una vida buena”.
Forjemos, afirme en alguna ocasión, a un ser humano que cuando está en
la cima goza del aire fresco, de sus amigos y de su familia. Pero que cuando
está en la sima responde con buen talante, tanto a la soledad como al calor
abrasador. La felicidad tiene ver con todas las vicisitudes de la vida.
Hemos dicho que inexorablemente somos morales, es decir, inevitablemente
tenemos que apropiarnos valores y principios, pero es justamente esa
apropiación las que nos torna viriles, virtuosos, es decir, fuertes, para resolver
13 Estamos entendiendo teoría como una actividad que se contrapone a la práctica. En este
sentido estamos muy lejos de la comprensión que tenías los griegos, cuando afirmaban que
la teoría era la expresión más acabada de la práctica
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Ética para la vida cotidiana
El cuidado: salvaguarda
de las relaciones fundamentales
Aristóteles piensa que si un ser humano por decisión propia elige vivir
aislado de la sociedad o es un bruto o es un dios. Para el filósofo de Estagira,
los seres humanos somos naturalmente sociables. Pero esta sociabilidad
tiene un poder que desde sí mismo nos lanza a establecer una serie de
relaciones, sin esta fuerza centrífuga no tendríamos una clara inteligencia de
aquella dimensión humana.
Por lo tanto, de lo que se trata es de inquirir acerca de la manifestación
de la dimensión social del ser humano. Pienso que si atinamos a dar con
dicha manifestación podemos decir cosas inteligentes sobre la sociabilidad,
es decir, la manifestación es de la sociabilidad, porque como lo ha dicho
Zubiri (2008,15)15, la esencia de algo, no es algo escondido y misterioso, sino
que nos habla, incluso en los gestos externos en los que se desvela. Por lo
tanto, si atinamos con la manifestación de la sociabilidad, aprehenderemos la
sociabilidad misma.
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Pues bien, enumeremos lo que nos parece son los rayos de luz de aquella
sociabilidad, y lo primero que hay que decir, es que estamos vertidos hacia los
otros, es evidente que sin la presencia de otro, la vida de los seres humanos
serían inviable, Platón, aunque no sólo él, nos contó un mito para que
entendiéramos, no la sociabilidad de los seres humanos, sino la posesión del
nous, sin embargo, a nosotros nos interesa dicho mito, porque en él acentúa
la vulnerabilidad en la que nacen los hombres, y, lo que queremos manifestar
es que esa vulnerabilidad, no sale por el buen uso que haga del nous, de
hecho no sale, sino que lo que le permite salir, son los otros, los que van
tejiendo una serie de condiciones para que este nuevo ser pueda, en algún
momento, valerse por sí mismo.
Por lo tanto, la relación que establecemos con los otros, es esencial para
la propia sobrevivencia, y pensamos que si esta relación primaria e inexorable
estuviera cuidadosamente salvaguardada, plantaríamos las bases para que
este nuevo ser estuviera capacitado para establecer relaciones, no sólo con
los más cercanos, sino que de repente, le podría resultar más fácil relacionarse
con los lejanos.
Ya sabemos que en asuntos de ética esta problemática ocupa un lugar
destacado, no sólo se trata de relacionarme con los conocidos, sino que se
trata de establecer vínculos humanos con el extraño. Quizá de ese modo se
plenificaría aquella dimensión social de la realidad humana.
También la sociabilidad tiene que ver y mucho con uno mismo. Hay un
modo de pensar ético que puede inducirnos a confusión cuando pensamos
que sólo es una falta ética aquella que cometemos contra los demás. Es
inmoral, piensa alguno, quedarse apoltronado en la banqueta de un parque
cuando alguien ha sufrido un accidente, lo inmoral reside justamente en el
hecho de que su actitud a quien afecta es precisamente a otro.
Frente a esto, más de alguno se pregunta, y el posible daño que puedo
infringirme a mí mismo, es o no moral, a lo que tendríamos que responder, si
somos coherentes con lo que venimos diciendo que en la medida en la que no
sale Otro afectado no lo es. Pero si afirmamos que también el trato hacia uno
mismo manifiesta aquella sociabilidad primigenia, el problema moral queda
solucionado y podemos afirmar con toda seguridad que es tan inmoral afectar
a los otros como afectarse así mismo. De hecho, la base para el buen trato
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Ética para la vida cotidiana
con los demás, se afinca en el buen trato que tenemos con nosotros mismos,
la garantía del buen trato a los otros, está en el buen trato que nos podemos
dar a nosotros mismos, por eso el proverbio popular: “nadie da lo que no
tiene”, es de una enorme contundencia.
Hay una tercera e importante relación, se trata de la relación que
establecemos con la naturaleza, proteger la naturaleza no es que debamos o
no debamos hacer, para algunos o tomamos en serio nuestra responsabilidad
con la naturaleza o corremos el riesgo de perecer. Adela Cortina, cita la carta de
la tierra en la que justamente se afirma lo que acabamos de decir: “o hacemos
una alianza global para cuidar unos de otros y de la tierra o corremos el riesgo
de autodestruirnos y de destruir la diversidad de la vida”.
De esta situación se hace eco tanto S. Hawking, como el Papa Francisco16.
Por lo tanto, la sociabilidad humana pasa por la protección que se le pueda
dar a la Pachamama, de los Incas, hoy, Pachamama del género humano.
Finalmente, hay que entender la relación con lo Otro, con Dios. Huelga
decir que esta relación es de suma importancia en la realización de los seres
humanos, a Jung se le atribuye aquella afirmación, en la que sostiene que el
individuo que no tiene puesta su esperanza en Dios, no puede resistir por sus
propios medios los ataques físicos, y morales del mundo, y esta afirmación se
ha parafraseado diciendo que muchos de los problemas del hombre moderno
tienen su raíz en una incorrecta relación con Dios.
Es decir, la relación de los seres humanos con la ultimidad es de vital
importancia para una comprensión adecuada de la realidad humana.
Hemos dicho y queremos recordarlo que aquellas relaciones que
brevemente hemos apuntado son fundamentales, es decir, son las
proyecciones, son las manifestaciones de nuestra intima sociabilidad. Sin
embargo, actualmente se encuentra, como comenzamos a esbozarlo, en
serio peligro; los seres humanos nos agredimos mutuamente, vivimos en un
contexto muy cercano al que describió Hobbes en su Leviathan, los hombres
nos hemos convertido en lobos para el hombre, ya nadie confía en nadie,
la presencia de un hombre en lugar de llenarnos de confianza, nos llena de
miedo e inseguridad, porque no sabemos si va agredirnos.
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naturaleza querrían ser felices, también era verdad que aquella felicidad podía
alcanzarse con mayor facilidad si se encontraba a alguien que colaborara no
sólo en el proyecto personal sino en el proyecto común, no es otro es el fin de
la familia, de los pueblos e incluso del Estado. Por esto tiene toda la razón A,
Cortina (2013, 119) cuando afirma que “ese hacerse es una tarea compartida”.
Los seres humanos para salir adelante necesitan que se les apoye18, y es
justamente de ese apoyo del que carecen y por eso no ven las posibilidades
de salir adelante, no es que sean perezosos o que están apoltronados en su
zona de seguridad, sino que de ninguna parte proviene la colaboración que
necesitan para comenzar a construir una vida digna. Y cuando esto ocurre,
nos sigue recordando Cortina, “no crecen bien las personas”.
La colaboración de los otros no sólo ayuda a crecer, sino que es una
pieza fundamental para que los seres humanos puedan alcanzar su bondad.
Desde esta perspectiva, aquella forma de pensar con la que comenzamos
este ensayo, es absolutamente cierto que apunta a cuestiones importantes
con las que necesariamente tenemos que pensar; pero una vez hecho
lo anterior, si no vemos aparecer los necesarios apoyos que se requieren
fácilmente propenderíamos a pensar que no es más que un ardid para
justificar que los poderosos de siempre sigan enriqueciéndose no sólo acosta
de los trabajadores, sino ignorando a todos aquellos sectores que claman
urgentemente por una colaboración que los empodere de “modo que fueran
capaces de llevar adelante los planes de vida que tuvieran razones para
valorar” (Cortina 2013, 112).
18 Se hizo viral el desalojo de un grupo de familias que habían ocupado unos terrenos que
no eran suyos. Los comentarios acentuaban la falta de misericordia por parte de los
dueños. A mí me pareció que había que considerar dos cosas: la primera, es que, aunque
la gente dijera que tenía treinta años de estar ocupando aquellos terrenos, no la hacían
propietaria de ellos. Los terrenos tienen unos dueños legítimos y, la segunda, es que hay
que preguntarse de qué capacidades dotó la sociedad a aquellas familias, para que cuando
ocurría un desalojo semejante, pudieran valerse desde aquella capacitación. En el caso que
la sociedad no les haya posibilitado aquellas capacidades, la sociedad es culpable de la
situación de inseguridad a la que se estaba confinando a todos aquellos seres humanos.
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Ética para la vida cotidiana
Integridad
Castel19 es un joven que ha estado perdidamente enamorado de María,
ésta, al parecer, de quien está enamorada es de otro muchacho. Aquel ha
respetado en todo momento la decisión de aquella, sin embargo, no ha dejado
de padecer los arrebatos de su enamoramiento.
Pero a María, las cosas no le resultaron bien, su enamorado, una vez que
consiguió lo que buscaba, comenzó a desinteresarse por ella, hasta que decidió
terminar con ella, al verse engañada de este modo, y siendo absolutamente
consciente de los sentimientos de Castel, no se le ocurrió mejor idea, que
intentar seducirlo, éste, fue donde uno de sus mejores amigos a consultar
cómo tenía que proceder, su amigo, conociendo los nobles sentimientos
de Castel, le aseguro que el momento que siempre estuvo esperando es
justamente este, es el tiempo oportuno para que hagas todo lo que se te
ocurra hacer con ella, si lo único que querés es acostarte con ella, este es el
momento que no debes desaprovechar.
Castel solamente pudo preguntarse, ¿dónde quedan mis valores? Utilizar
a un ser humano, ya lo dijo Kant, es inmoral, porque los hombres no son
medios sino fines, pero utilizar a un ser humano que se ama, no sólo es
inmoral, sino que es monstruoso. Castel no le hizo la pregunta a su amigo,
sino que a quien realmente cuestionó fue, asimismo.
¿Qué importancia tiene este modo de proceder? Para los individuos es
de vital importancia que exista esta correspondencia entre lo que decimos
que somos, y lo que efectivamente hacemos. Primero, porque si decimos, y
además suponemos creer en algo, y actuamos negando con nuestra práctica
aquello que decimos que somos o creemos, a la larga, no vamos a estar
seguro de quién realmente somos, y no saber realmente quién se es no es algo
baladí, sino que en ello nos va la vida; si nos decimos una cosa y actuamos
de otra terminamos perdiéndonos a nosotros mismos, pero también, afectara
a todo tipo de relaciones que intentemos establecer, la gente no va a saber a
qué atenerse. Y todo ello crea una situación de inestabilidad.
19 Se trata de nombres ficticios, aunque el hecho descrito es real. Como sabemos Castel y
María son los personajes de la novela de E. Sábato, El túnel
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Esto que afirmamos de los individuos es igual de válido, tanto para las
empresas, como para las instituciones. Propendemos a pensar que cuando un
empresario funda una empresa, lo mueve no sólo el afán de hacer ganancia,
cuestión que, dicha entre comillas, es legítima, por ser nota constitutiva de la
empresa, sin embargo, lo mueven también otros dinamismos, por ejemplo,
devolver a la sociedad parte de su ganancia, ofrecer empleo a los jóvenes
a los que tanto les cuesta conseguir el primer empleo, etc. Etc. Entonces lo
mínimo que se puede esperar de ella, es que exista una correspondencia
entre lo que dice y lo que hace.
Lo mismo podemos decir de las instituciones. Pensamos que los políticos,
por ejemplo, actúan desconociendo o no tomando en serio esa especie de
sordina que hay en la población respecto al papel y respecto a las motivaciones
que mueven a los políticos actuales; la población siente que hay una distancia
escandalosa entre lo que los políticos dicen y lo que hacen, todo ello ha
generado mucha resistencia, sobre todo entre los jóvenes respecto a los
asuntos de política; una empleada de FUSADES, tuvo que encarar el hecho
de que su conferencia no contaba con la simpatía de los oyentes, cuando
preguntó, inocentemente, a quienes de los participantes no les interesaba
la política y la casi totalidad del auditorio levantó la mano. Y la razón de esta
crisis es la falta de correspondencia entre el decir y el hacer.
Quiere entonces decir, que para la sociedad, para las instituciones y para
los individuos es de vital importancia que nos esforcemos en que haya, dice A.
Downs20, coherencia entre las declaraciones y las realizaciones. Que existan
instituciones, sociedades e individuos íntegros.
Si para reflexionar sobre la integridad recurrimos al modo como se entiende
en el contexto del discurso, hay que decir, que la integridad es una propiedad
de las instancias a las que nos hemos referido, y tiene como resonadores, no
solamente la realidad de ellas mismas, sino que los resonadores son todos
aquellos que esperan que aquellas instituciones se comporten como tal.
Cuando nosotros no somos íntegros, la integridad no solo tiene que ver
con la propia realidad, sino con todos aquellos que esperan de nosotros que
nos comportemos con integridad.
Es verdad que afirmar estas cuestiones es relativamente fácil, sin
embargo, esto no significa que lo sea en la realidad. El mismo Castel era
dolorosamente consciente de lo difícil que es la integridad. Al ser consciente
20 Citado por A. Cortina (2013)
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Ética para la vida cotidiana
La conciencia moral
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21 Existe una tradición filosófica española para la cual no es muy claro la existencia de la
conciencia. De hecho afirma que rigurosamente de lo que podemos hablar es de actos
conscientes. Lo que aquí nos interesa señalar es que al no estar meramente yuxtapuestos
aquellos actos conscientes, constituyen algo más a los meros actos, es decir, constituyen la
conciencia. La conciencia no es mera suma de actos conscientes sino que hace referencia,
al exceso que necesariamente ocurre de aquellos actos.
22 Consultar las 10 estrategias de manipulación mediática en https://www.revistacomunicar.
com/pdf/noam-chomsky-la-manipulacion.pdf, consultado el día 04 de marzo de 2018
23 Esta afirmación puede sonar a marxismo trasnochado, pero lo que ocurre es que los dueños
de los grandes medios de comunicación proceden trasnochadamente
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Ética para la vida cotidiana
confianza y dialoguemos con ellas para de esa manera ir, no sólo haciéndonos
una idea de lo que sea la realidad sino, al mismo tiempo, ir forjando nuestra
conciencia, todo esto va a ir equipándonos de buenos criterios para discernir
entre lo verdadero y lo falso, en un mundo en el que nos inunda el discurso y
la propaganda.
Pero todo lo que menos diciendo se apoya en la férrea intención de
acertar. Los individuos no actuamos sólo por actuar, sino que lo hacemos con
la imperiosa finalidad de que nuestra actuación acierte en el blanco, y para
eso, como se viene diciendo prácticamente desde Aristóteles se requiere de
una práctica de todos los días, un buen arquero se entrena diariamente, y su
puntería se funda en toda esta práctica anterior.
Una de las cuestiones de las que poco a poco nos vamos convenciendo,
es que muchos de los problemas por los que atraviesa actualmente la
humanidad pueden solucionarse mediante la cooperación.
Es verdad que más de alguno va a salir argumentando que en una
sociedad tan compleja en la que no conocemos a nadie y en la que incluso
los familiares, muchas veces son los principales obstáculos para superar
los agudos problemas económicos con los que nos encontramos, hablar
de cooperación es no haber entendido los dinamismos intrínsecos de
la sociedad; habrá más de algún cínico que ante el sufrimiento de un ser
humano simplemente pueda decirse que él no tiene ninguna responsabilidad,
que cada quien elige el estado de vida que prefiere como mejor, y, de repente,
pretender aliviar lo que a nosotros nos parece males, no es más que una
especie de distorsión, de intromisión ilegítima en el modo de vida que cada
cual ha elegido.
No obstante, pese a todo ese ruido, muy común en una sociedad que
concibe a los individuos como desprendidos de todo vínculo social, la
cooperación es la disposición que deberíamos cultivar para hacer frente a las
dificultades. Los economistas han observado que nunca antes la humanidad
ha logrado apropiarse de tantos recursos, de tanta riqueza, de tanto saber, de
tanta tecnología como la humanidad actual.
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24 Veamos que afirma uno de los diarios de circulación virtual de El Salvador: “La Fiscalía Gene-
ral de la República ordenó el viernes la captura del expresidente Mauricio Funes Cartagena
(FMLN/2009-2014), quien fue acusado formalmente por haber sustraído con una elaborada
estratagema más de 351 millones de dólares del erario nacional”, bajado de http://lagace-
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resentimiento, con el que podemos realizar “el poder” que tenemos. Con el
que podemos duplicar el daño que recibimos. El patrón golpea al trabajador, el
trabajador golpea a su mujer, la mujer golpea al hijo y el niño golpea al perro.
De aquí proceden todos los reclamos que se hacen desde los que optan por
este grupo.
Gabino Palomares y Amparo Ochoa describen con amargura esta
actitud cuando cantan: “Pero si llega cansado, Un indio de andar la sierra,
Lo humillamos y lo vemos, Como extraño por su tierra. Tú, hipócrita que
te muestras, Humilde ante el extranjero, Pero te vuelves soberbio, Con tus
hermanos del pueblo”.
No obstante, lo que realmente nos interesa es acentuar lo que tiene
de paralizante dicha actitud en el esfuerzo por forjar un carácter bueno, un
carácter felicitante. Queremos partir observando que cuando la gente dice ¨no
tengo ni para mí…¨ está describiendo una situación que es real, de verdad, lo
que tiene lo tiene poco, por eso decía A. V. Rechnitz que los pobres tienen que
ser unos genios en economía, ya que logran sobrevivir con un presupuesto
que es ilusorio.
Nuestra inquietud es la siguiente ¿procediendo de esa manera, es decir,
agrediendo a su igual, alivia la situación en la que se encuentra? ¿responde
con mayor eficacia y eficiencia, a dicha situación? Tenemos que contestar en
seguida27, que no, que en nada ayuda a los pobres ignorar a los demás pobres.
Que como bien dicen popularmente, salir al encuentro del otro, con los escasos
recursos con los que contamos no nos hace más pobres, y, como lo indica, el
sentido común, no hacerlo tampoco nos vuelve más ricos. Entonces, ¿por qué
no ensayamos, para responder a nuestra situación crítica, salir al encuentro de
aquellos que también se encuentran en una situación vulnerable?28
27 Y constatar este hecho es esperanzador, en la medida en la que podemos soñar con que la
situación puede superarse.
28 G. Standing en su estudio sobre el precariado apunta que ocurre una situación anómala en-
tre lo que él llamado precarios. El precario tiende a esconder su situación. Quien, por ejem-
plo, pierde su trabajo, pasa una especie de vergüenza, y procura por todos los medios seguir
con una rutina parecida a cuando era un empleado, se levanta temprano, sale temprano de
su casa, aunque con toda probabilidad sea para ir a leer en una gasolinera la sección de
empleos del periódico; de esta manera sus vecinos no saben que está desempleado. Y res-
pecto a sus amigos, evita por todos los medios encontrarse con ellos, y justamente lo hace
para que tampoco conozcan la situación en la que se encuentra. El fracaso en esta sociedad
culpabiliza a los sujetos. Y de lo único que se trata es de ser responsable, no culpable.
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Ética para la vida cotidiana
que cada cual alcance su propio éxito o, por lo mismo, habría que prescindir
de ellos para que el camino al éxito quede expedito.
Son varias las inquietudes que nos suscitan este modo de concebir el
éxito. Debemos comenzar estableciendo que es legítimo que las personas
busquen ser exitosas en la vida, y, además, si nos encontráramos con alguien
que no desea serlo, tendríamos que animarle a que lo sea y descubrirle sus
más profundas motivaciones que lo están imposibilitando para hacerle pensar
que no tiene que ser exitoso. De hecho, ser exitoso tendrá que ver con lo más
propio de cada cual.
Sin embargo, una vez establecido lo anterior, si es necesario preguntarse
por las razones que nos han llevado a pensar que los demás son obstáculos
para alcanzar el éxito. Una dificultad similar se generó en un salón de clases
cuando una de las alumnas expuso que por ser el tema de la felicidad un
asunto estrictamente subjetivo se corría el riesgo de que la felicidad de
alguno afectara a la felicidad de algún otro, respecto a lo cual conteste que
no tendría por qué ocurrir de ese modo, aunque sea el mismísimo Kelsen30 el
que proponga tal dificultad; pienso que si de verdad se trata de una auténtica
felicidad, no tendría por qué entorpecer la felicidad de los demás, pero como
de esto hablaremos en cualquier otro momento, establezcamos que por lo
que respecta al éxito, tampoco tendría que afectar a los demás.
La otra inquietud que tenemos que encarar es si es correcto abandonar
a los otros cuando lo que buscamos es nuestro éxito. Pensamos que para
comenzar a esclarecer dichas dificultades tenemos que tener muy claro que
aunque creemos que el aporte del liberalismo clásico, respecto al individuo,
tiene elementos de mucha importancia en relación a la reivindicación de la
esfera individual, tiene también muchas dificultades, al concebir al individuo
como una mónada, como una realidad autosuficiente cerrada sobre sí mismo,
y evidentemente si pensamos a los individuos separados de todos los demás
perdemos, de manera definitiva, la realidad individual, y esto lo afirmamos
porque en la realidad misma del individuo se encuentra como nota suya, al
30 Lo que H. Kelsen propone es lo siguiente: “Supongamos que dos varones aman a una mis-
ma mujer y que ambos, con o sin razón, creen que sin ella no serían felices. No obstante,
conforme a la ley —y tal vez conforme a sus propios sentimientos— esa mujer no puede
pertenecer más que a uno de los dos. La felicidad de uno acarreará irremediablemente la
desdicha del otro”. Qué es la justicia, disponible en http://yumpu-download.tiny-tools.com/
single.php?id=56623514&page_num=7, consultado el 7 de marzo del 2018.
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menos, todos aquellos que son significativos para la propia vida. En este
sentido es importante rescatar la noción de individuo que presenta Zubiri
(2006, 25), al concebirlo como di-verso, al respecto afirma que “todo hombre
es de suyo diverso, esto es, la diversidad es un momento de su realidad”.
Sin embargo, lo que a nosotros nos interesa es lo que el pensador vasco
entiende por diversidad, y, en este sentido afirma que en esta diversidad “va
envuelta en una u otra forma, expresa y reduplicativamente, la referencia a
los demás hombres”. Los seres humanos no somos islotes, estamos desde
nuestra realidad vertido hacia los otros.
Si esto es así, el éxito de cada cual tendría que tener necesariamente
presente a los demás, es a esto lo que se refiere A. Cortina (2013, 141) cuando
observa que “el secreto del éxito en sociedades democráticas consiste […] en
tratar de sacar día a día lo mejor de las propias capacidades, lo cual requiere
esfuerzo, que es un componente ineludible de cualquier proyecto vital, y en
hacerlo, no sólo en provecho propio, sino también de aquellos con los que se
hace la vida, aquellos con lo que y de los que se vive”.
Es verdad que somos individuos, pero también es verdad que somos
individuos diversos.
Posibilidad de cambiar
Un antiguo profesor de Moral y Cívica, en este momento no recuerdo si
refería este hecho a la esperanza que genera que los seres humanos podamos
cambiar, o al pesimismo de que los hombres siempre cometemos los mismos
errores, sin embargo, contaba una y otra vez, que los hombres, aunque
estemos más sucios que un cerdo, vamos a la ducha, nos enjabonamos, nos
bañamos en agua abundante y salimos limpios y perfumados. Tenemos la
capacidad de limpiarnos de toda la cochinada que hemos acarreado por el
modo en el que hemos decidido vivir.
Fuera la razón que fuera por la que aquel noble profesor de escuela
normal, nos refiriera aquel símil, lo importante es que me sigue sonando y se
las cuento a mis alumnos, con el único afán de que no sólo sienta esperanza
con la posibilidad de poder actuar de modo diverso, al modo como lo han
65
Ética para la vida cotidiana
hecho sino que, incluso, puedan liberarse de la culpabilidad, una vez que son
conscientes de que se pueden restañar los errores.
Se trata de una apuesta por el ser humano. Aunque la realidad humana sea
una hybris de pecado y gracia, para decirlo en terminología de antropología
teológica, o una mezcla de bondad y maldad, recordando tanto a Hobbes
como a Rousseau, o poseedores tanto de genes altruistas como de genes
egoístas, para darle su lugar a la genética, confiamos en que los hombres
más tarde que nunca, decidiremos, consciente y razonablemente optar por
ese chispazo de bondad, que también hay en cada uno de nosotros.
Se trata de la convicción de que los hombres podemos cambiar, cuando así
lo decidamos, en este sentido, el cambio moral es estricta y radicalmente una
decisión personal, pero lo que queremos indicar es que esa decisión tiene la
garantía de realizarse, no es una mera veleidad, sino que es una posibilidad real.
Podemos haber errado en nuestro blanco, podemos habernos
equivocado con la clase de hombres que decidimos ser, no obstante, el error
y la falta no tienen la última palabra, siempre contamos con la posibilidad
de rectificar. A. Cortina repite morosamente que es más inteligente crearse
un buen carácter que un mal carácter, y tiene toda la razón del mundo, pero
también tenemos razón cuando afirmamos que aun en el caso que nos
hubiéramos forjado un mal carácter, podemos hacer un alto en el camino, y
comenzar a construir un buen carácter.
Pero también, y este aspecto es necesario tenerlo en cuenta, recurrir a
aquel símil también nos recuerda que en asuntos de moral y ética es de vital
importancia respetar los procesos personales, y en asuntos personales no
cabe la distinción entre rápidos y lentos, si nos encontramos frente a cierta
opacidad moral, tenemos que decir, que no se trata de que sea una persona
lenta en comprender la importancia de la moral, lo único que significa es que
se está forjando la propia biografía. Y estos procesos son lentos, pero hay que
decir, que son los más seguros.
Hay un texto en la Biblia cristiana que ilustra magníficamente bien esto
que acabamos de decir, está recogido en el libro de Lucas31, en él cuenta la
historia de un hijo que decidió pedirle la parte de herencia que le correspondía
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32 Gn. 6,6
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33 ¿La ley? ¿El propio oficio? ¿La indiferencia? ¿La dureza de corazón? ¿una actitud de po-
bre? ¿realmente que nos impide encontrarnos con el que lo necesita?
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Ética para la vida cotidiana
Por ello, en asuntos de moral, no bastan las normas. Quizá las normas
son recursos útiles, pero sin duda, son insuficientes. Por ello A. Cortina,
señala, con la máxima claridad, que en asuntos de ética está en juego, nada
más y nada menos que la transformación interna de las personas. las normas,
los valores y los principios, no son un mero ritual externo, sino que tienen que
apuntar a aquella transformación a la que se refiere nuestra filósofa española.
Los seres humanos tenemos que estar convencidos de que vale la
pena actuar bien y el énfasis, ínsito en ello es aquella profunda transformación
que tiene que darse para que realmente la observancia de la norma sea un
comportamiento moral.
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Actividades capítulo II
Actividad # 4
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Ética para la vida cotidiana
Actividad # 5
Elabore una jerarquía de sus valores, y diga cuales son las ventajas y cuáles
son los peligros de contar con una jerarquía axiológica
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Actividad # 6
Consulte el libro de Adela Cortina, Para qué sirve realmente la ética, y resuma
el capítulo II: labrarse un buen carácter
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Ética para la vida cotidiana
Capítulo III
Valores y consumo
Objetivo general
Objetivos específicos
Resumen:
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Consumo y autonomía
La propuesta de A Cortina va en el sentido de la creación de un
consumidor que sea un ciudadano económico. Dicha propuesta me obliga
a pensar acerca de qué es lo que decide que compremos. No me refiero al
supermercado semanal, sino a una serie de actividades que pueden incluso
verse dificultadas por la obligación de responder con mayor urgencia a las
compras del supermercado. Me refiero a la costumbre de salir con la familia,
al menos una vez a la semana, a la heladería a comprarse un buen helado, o
escaparse por la noche a tomar café, o a cenar, teniendo café y alimentación
en casa.
Es probable que el marketing tenga mucho que ver en las decisiones que
tomamos, es probable que los amigos hubieran comentando que en esos
lugares se venden buenos helados y buen café, es probable que una tarde que
pasaba por aquellos lugares me llamara la atención el tipo de comensales que
se dan cita en aquellos lugares o, incluso, que me llamara la atención el modo
como está decorado el lugar, entran en juego una pluralidad de variables.
Sin embargo, todas suponen que no soy más que una realidad pasiva,
que está ahí para ser bombardeada por todos los hipotéticos mensajes que
convierten en exquisitos los productos que publicitan, ¿hay algo en la propia
realidad que no sea ser receptor pasivo de toda aquella publicidad? Galbraith,
como ya tuvimos ocasión de ver, dice que nada, que en rigor lo que se impone
es la dictadura del productor; por su parte Miller, apunta que todo, porque el
consumidor es la vanguardia en esta sociedad de consumo.
Parece que ambas posturas son excesivas, y que se requiere un sano
tratamiento del consumidor. Simplemente se trata de una realidad que tiene
necesidades y deseos. Justamente por estar dotada de necesidades y deseos
puede ocurrir que la publicidad pueda avivarlos.
Es importante darse cuenta que no es la publicidad la que crea necesidades
y deseos, la realidad humana tiene como ingrediente suyo no sólo ser
necesitante sino deseante, lo que cabe hacer a la publicidad es deformarlos,
el genio del marketing estriba en sintonizar con los deseos profundos. Pero
dicho esto es necesario también decir, que en esto estriba la autonomía del
consumidor.
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Ética para la vida cotidiana
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¿En qué estriba la complejidad de una acción tan cotidiana como consumir?
De hecho, es precisamente lo obvio que se nos antoja consumir que tiene que
forzarnos a preguntarnos, si tras su obviedad no se esconde la esencia misma
del consumismo. Para continuar con el ejemplo anterior, preguntémonos ¿Si
tenemos buen café en casa, si nos podemos comprar un cuarto de galón de
un buen helado y compartirlo en casa, a qué se debe que vayamos a una
tienda de café o a una tienda de helados a consumirlos? Como tengo que
confesar que desconozco los mecanismos últimos de tal comportamiento, no
nos queda más que seguir el ejemplo del buen Descartes35 y arreglarnos
una moral que nos permita conducirnos razonablemente en el mundo del
consumo, y para ello vamos a seguir escrupulosamente la propuesta que
hace A. Cortina.
Hay una serie de claves a tener presente para diseñarnos una ética del
consumo; en primer lugar, algo que ya hemos dicho, hay que tener presente que
todos los seres humanos deseamos ser felices, y que es legítimo reivindicar,
sobre todo en este contexto de anomia social en el que nos encontramos
de manera global, este íntimo deseo a la felicidad36; en segundo lugar hay
que tener presente que en la sociedad en la que estamos situados, existen
un conjunto de creencias, de mitos, de ideas de felicidad y, por último, una
ética del consumo, tiene que tener presente que los seres humanos estamos
dotados de igual dignidad.
Una vez establecidos estos presupuestos A. Cortina (2002, 233) apunta
que “el consumo para ser humano, tendrá que ser autónomo, justo y prudente”.
Como cada uno de estos aspectos del consumo está lleno de dificultades
tenemos que preguntarle qué entiende por cada uno de ellos.
35 Descartes, afirma en la tercera parte de El discurso del método que “como para empezar a
reconstruir el alojamiento en donde uno habita, no basta haberlo derribado y haber hecho
acopio de materiales y de arquitectos, o haberse ejercitado uno mismo en la arquitectura
y haber trazado además cuidadosamente el diseño del nuevo edificio, sino que también
hay que proveerse de alguna otra habitación en donde pasar cómodamente el tiempo que
dure el trabajo; así, pues, con el fin de no permanecer irresoluto en mis acciones, mientras
la razón me obligaba a serlo en mis juicios, y no dejar de vivir, desde luego, con la mejor
ventura que pudiese, hube de arreglarme una moral provisional”
36 Es grave, piensa nuestra misma autora, que actualmente nadie cree que es legítimo desear
ser felices. Por ello tenemos que insistir en esa necesidad, sobre todo, porque llena de es-
peranza la propia vida.
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El don de la solidaridad
Durante mucho tiempo estuve persuadido que la actitud que nos puede
salvar de la situación en la que actualmente se encuentra la humanidad, es
la de ser solidarios con todos los demás. Salir, como ilustra el evangelio38, al
encuentro de los que se encuentra apaleados a la vera del camino.
No obstante, las dificultades aparecen por montón. Únicamente para
centrarme en dos de ellas quiero indicar que una proviene de un cuadro vívido
que tengo en la memoria: un muchacho tumbado debajo de un árbol en un sillón
viejo de carro. Estaba sosegado, relajado, incluso apacible. Contemplar dicho
cuadro hizo preguntarme, si contribuyo con dicho muchacho si por solidaridad
le proporciono la moneda que pide, mientras está en vigilia e inmediatamente
pensé que no se le hace ningún favor, porque también en el fondo de mi ser
habita la idea de que para desarrollar plenamente nuestra humanidad tenemos
que recurrir a todos los recursos que nos ha proveído la Vida; de repente
pasar por situaciones críticas39 nos fuerzan a poner en juego todas nuestras
capacidades, que son las que nos permiten hablar de una realidad estrictamente
humana40. Quizá con la moneda que más de alguno le da lo que se potencia
sea esa especie de desgana, de desfallecimiento, de sopor.
La segunda proviene de los economistas neoliberales41 que sin ningún
escrúpulo defienden que el altruismo y la solidaridad, son valores que
corresponden a las comunidades primitivas, pero que se tornan imposibles
en la sociedad compleja en la que nos encontramos. Ante esta postura, hay
que decir que la vida no sólo depende de hechos, sino de opciones y lo que
en rigor va haciendo la vida de cada cual, e incluso la vida de las instituciones
civiles, son las opciones que se van tomando.
38 Lc 10, 25-37
39 La vida no puede concebirse como exenta de conflicto. Primero porque no es real, el conflicto
nos rodea por todos lados, y negarlo sería ilusorio. Y segundo, el conflicto, impulsa la Vida
hacia adelante. Lo éticamente correcto, sería asumir el conflicto como ingrediente natural
de la Vida. Quizá de esa manera se nos quita el aturdimiento ante el conflicto y podamos
responder adecuadamente a su desafío.
40 Otra cosa es la función que tienen que desempeñar los poderes públicos. Quizá el Estado
tiene la obligación de evitar situaciones como la descrita y empoderar a las personas a que
puedan servirse, como recomendaba Kant, de su capacidad para pensar.
41 Cf. F. V. Hayek (1988)
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42 Zubiri (2007, 343) tiene una descripción bellísima de esto que acabamos de decir. Nuestro
filósofo vasco apunta que “además de las propiedades formales que emergen naturalmente
de las sustancias que la componen, la sustantividad humana tiene otras cuya araíz no es una
emergencia sino una apropiación: la apropiación de posibilidades. En tal caso, el momento
subjetual de la realidad humana cobra un carácter singular. Por un lado, esa realidad es,
como cualquier sustancia, sujeto de las propiedades que posee por razón de las sustancias
que la componen, pero por otro, no está por debajo de sus propiedades, sino justamente al
revés, está por encima de ellas, puesto que se las apropia por aceptación”
43 Cf. A. Cortina (2002, 276)
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44 Seguramente hay otras muchas prácticas que tienen este mismo espíritu: reunirse a
escuchar música, a tomar café, a pasear, a leer, a ver una película, etc. Etc.
45 Es una práctica antiquísima y que no se trata únicamente de intercambios de mercancías
nos lo recuerda Platón cuando en el Timeo, precisamente este le dice a Sócrates: Porque
no sería justo que, después de haber sido tratados ayer por ti como deben serlo los que
son convidados, no lo tomáramos con calor nosotros, los que aquí estamos, para pagarte
obsequio con obsequio”
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La noción de ciudadanía
Consumir puede considerarse una nota esencial humana en el caso que
reconozcamos que no hay ni un tan solo ser humano que pueda prescindir del
consumo. Consumimos alimentos, vestidos, recursos naturales, consumimos
artículos que inexorablemente estamos forzados a hacerlo porque si no lo
hacemos desapareceríamos del planeta. Por eso afirma A. Cortina que
“cualquier ser humano es consumidor, aun en la más elemental de las
situaciones” (Cortina, 2002, 31).
No obstante, no es consumir lo que da cuenta de la realidad humana, no
es consumir lo que nos diferencia específicamente de otros animales, por lo
tanto, no podemos colocar el consumo como la piedra angular de los seres
humanos. Lo mismo podemos argumentar respecto a la sociedad, el consumo
es una nota importante para el funcionamiento de la sociedad, pero lo mismo
que dijimos respecto a los seres humanos, es susceptible de ser dicho respecto
a la sociedad; sin entrar en las dificultades de sí podemos hablar con precisión
de sociedades animales, podemos afirmar que no sólo las agrupaciones
humanas consumen sino que también lo hacen las agrupaciones animales,
entonces consumir tampoco es la piedra angular que explique esencialmente
el funcionamiento de las sociedad humana.
No obstante, el consumo es una realidad determinante para el
funcionamiento de nuestra sociedad. Y es justamente en la sociedad en la que
podemos encontrar la llave que nos permita estudiar este fenómeno social.
Al respecto Cortina (2002, 29) comenta que “en la creencia social de que la
acumulación de bienes del mercado es síntoma de éxito personal y promesa
de felicidad reside la clave de las sociedades consumistas”.
Rasgos que tenemos que comentar de la afirmación de nuestra pensadora
española. Arriba nosotros, deliberadamente, llamamos artículos a todo aquello
que consumíamos para ir haciendo nuestra vida, en cambio, en el texto que
acabamos de citar se le llama bienes del mercado, es decir, no se trata de un
mero artículo, sino de una mercancía, el cambio de nombre es fundamental para
entender el fenómeno que estudiamos. Un mero artículo puede perfectamente
ser entendido en los términos en los que entendía Cervantes los bienes a los
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que recurrían los miembros de su edad de oro, todo estaba como a la mano, el
esfuerzo para adquirirlos era poco significativo. Sin embargo, cuando se trata
de bienes del mercado implica tener el dinero que vale, para poder apropiarse
de dicha mercancía. El consumo es de mercancías.
Pero también aquí hay que hacer una matización, no se trata de un mero
consumo. Dijimos arriba que todos los animales consumen, en el ámbito
de la sociedad de mercado, el consumo ha devenido a consumismo. No
nos apropiamos necesariamente de lo que necesitamos, sino que una vez
cubierta nuestras necesidades básicas, nos apropiamos de otras mercancías
que pueden ser llamadas superfluas, en el sentido en el que no son vitales
para hacer la vida.
Nuestra autora apunta a una razón que explica este afán de consumir lo
superfluo, al afirmar que tenemos que la creencia que cuanto más consumimos
más exitosos somos, todo aquel esfuerzo de E. Fromm (1978) en distinguir
entre tener y ser se ha decantado, en nuestras sociedades, en tener, en
llenarse de cosas, para tenerlas a la mano.
No discutamos, por el momento, la noción de éxito, y preguntémonos si
acumular cosas nos hace ser mejores seres humanos. Es decir, alguien con
el que los otros pueden contar, y me temo que tener, no necesariamente nos
capacita para reconocer al otro, más bien da la impresión que en la medida
en la que tenemos más el otro va siendo cada vez más incomprendido, por
esta razón A. Cortina (2002, 28) piensa que en este tema que nos ocupa la
pregunta que urge contestar es “quién decide lo que se consume” y para
responderla dialoga por un lado con Galbraith y por otro lado con D. Miller.
Galbraith piensa que son los productores los que llevan las riendas de
la producción. Postura que los hechos parecen darle la razón, un ejemplo,
justifica nuestra afirmación: la fiebre por adquirir el último teléfono celular no
depende de la decisión del consumidor, sino que el consumidor está inmerso
en una espiral, en la que no se ha acostumbrado a su nuevo celular, cuando
aparece en el mercado uno nuevo. Para Galbraith los productores recurren a
todas las estratagemas posibles para persuadir al consumidor de las nuevas
bondades que posee el artefacto que ha aparecido en el mercado.
Por su parte Miller, piensa que los consumidores se han erigido en
una nueva clase social. Fundamentalmente Miller tiene razón, porque una
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realizar, si se les impide a las personas llevar a cabo aquello que pueden
desde sí mismas hacer, se consideraría una intromisión ilegítima en su vida.
sólo está permitido intervenir ahí, donde es imposible poder llevar a cabo
dignamente las acciones necesarias tanto para la realización personal, como
para la realización de la sociedad.
No obstante, no se especifica en qué puede consistir aquella intervención,
para ello es necesario recurrir a Amartya Sen, que piensa que es función de la
sociedad equipar a los individuos con todas aquellas capacidades necesarias
para poder, por sí mismos, llevar adelante los proyectos que consideren
razonables ejecutar; si le preguntamos al economista indio cómo se puede
restaurar este orden social o en términos de Galeano, cómo podemos
contribuir a poner de nuevo este mundo sobre sus patas, sin duda contestaría
que empoderando a los miembros que lo constituyen, y este empoderamiento
apunta a forjar capacidades para que puedan, desde ellos mismos, salir
adelante; para que puedan desde ellos mismos construir el futuro que
consideren más razonable construir.
Estas capacidades, dice Sen, son cuatro, las que tienen que ver con lo
corporal, con lo mental, con lo social y con lo singular. Con este modo de
enumerar las capacidades, Sen evidencia su preocupación por la realidad
humana de manera global, no se trata sólo de comer, sino que se trata de la
vida de la mente, de su vida social y de su propia individualidad. Se trata de
considerar la realidad humana en su totalidad, y es capacitando esa totalidad
como los seres humanos pueden responder adecuadamente a la realidad,
esa capacitación es la condición que puede permitir desarrollar una vida en
libertad; la libertad se funda en una previa capacitación.
A. Cortina (2002, 212), pensando en el tema que la ocupa, a saber, el tema
del consumo, se pregunta con cuanta capacidad debe contar la persona para
moverse adecuadamente en aquel ámbito, a lo que apunta que “el mínimo
imprescindible consiste en fomentar de tal modo las capacidades que una
persona sea capaz de participar en un diálogo sobre aquellas cuestiones de
consumo que le afectan, celebrándose el dialogo en condiciones de simetría”.
Por lo tanto, la función de la sociedad es la de capacitar a sus miembros
para que puedan desde ellos mismos echar a andar todo proyecto que
consideren razonable. Nuestra pensadora española completa la visión de
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tengo todo el derecho del mundo de exigirles que se comporten del modo
como lo tienen que hacer. A la larga, dice Mises, aquel comportamiento al
único que beneficia es al propio dictadorzuelo.
Pero, en segundo lugar, estamos considerando a los demás como
menores de edad, como niños incapaces de poder servirse adecuadamente
de su propia razón, de alguna manera lo que ocurre es que se desprecia la
capacidad de los otros.
Todo esto es importante tenerlo claro cuando nos vamos a proponer
hablar de las necesidades. Es fácil declarar que en una sociedad consumista
algunos tienen necesidades falsas. Lo mismo que en el caso que nos ocupó
anteriormente podemos preguntar desde qué criterio estamos clasificando las
necesidades entre auténticas y falsas, cómo es posible que alguien sí pueda
enterarse de que sus necesidades son auténticas, pero que no lo puedan
hacer aquellos que tienen necesidades falsas, ante esto A. Cortina (2002,
161) observa que “por la ambigüedad de las necesidades y deseos resulta
imposible dilucidar cuales son las auténticas”.
Fijémonos que afirma que es imposible llevar a cabo aquella aclaración,
en el caso que dijera es difícil, dejaría la posibilidad de que se pudiera atinar,
de algún modo, hacer aquella dilucidación, pero desde el momento en que
afirma que es imposible, establece que es un pseudoproblema distinguir entre
necesidades auténticas y necesidades falsas, y la razón, me parece, tiene un
aire de familia con la que expusiera Mises, porque observa que querer ofrecer
aquella explicación implicaría sostener que hay un solo modo de estar en el
mundo, “el auténtico con necesidades auténticas y auténticos deseos y los
restantes con necesidades y deseos espurios”.
Sin embargo, una vez planteado lo anterior se distancia de Mises49 al
afirmar que “existe manipulación de las necesidades”; el marketing y la
publicidad se han mostrado muy eficaces en la sociedad actual y la gente
también consume por la carga simbólica de las mercancías; por eso nuestra
autora propone que el consumidor tome “conciencia de sus motivaciones
49 Más arriba (p. 42) afirmó que Por insondables que sean los abismos de los que emergen los
instintos y los impulsos, los medios a que el hombre apela para satisfacerlos son fruto de
consideraciones racionales que ponderan el costo, por un lado, y el resultado alcanzado, por
otro”. Es decir, la acción de los consumidores, en última instancia, es producto de una razón
que calcula costos y beneficios.
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Lo grave del asunto es que, por las urgencias de la vida, por el afán de ir
solucionando las múltiples dificultades que nos presenta la sociedad actual,
vamos perdiendo progresivamente a los grupos de referencia, con lo que se
nos complica la propia identidad, quien soy: un estudiante, un trabajador, un
desempleado, un gorrón, un oportunista, etc. No obstante, la sociedad parece
que nos ofrece una solución para responder a nuestra inquietud, lo que somos
viene decidido por los lugares en los que optamos comprar, todos los que
coinciden en aquellos lugares tienen como un “aire de familia”.
Hay algo común entre los que compran en La Tiendona, hay algo de
común en los que compran en Super Selectos, hay algo de común en los
que compran en la Gran Vía. Ocurre que cuando frecuentamos los mismos
lugares, generalmente, vamos identificando un determinado tipo de persona,
un determinado tipo de ser persona, poco a poco vamos forjando una
identidad, en este sentido el lugar que elegimos cuando compramos des-vela
la identidad que queremos forjar. (Cfr. Cortina 2002, 92).
Queremos insistir en que se trata de la propia identidad, estamos muy lejos
de hablar de identidad de grupo, identidad de una determinada comunidad,
la identidad que se forja en aquellos lugares que frecuentamos para ir de
compras es la identidad personal. Al respecto Cortina (2002, 99) apunta que
“la clave de la identidad parece consistir en el estilo de vida elegido, que
puede ser cualquiera, con tal que se cuente con la capacidad adquisitiva para
costearlo”.
Por esas cosas de la vida, que probablemente sólo se entiendan si se
acepta que la vida se va abriendo sus propios caminos, fui testigo de una
interesante conversación en la que participaba un grupo de elegantes
señoras. La conversación giró en torno a los lugares que visitan cuando van
de compras a Miami. En aquel momento, además de parecerme simpático,
me pareció una conversación curiosa, en la medida en la que hablaban de
lugares, que yo desconozco, y de precios que me parecían desorbitantes.
En uno de esos intermedios, muy propios de este tipo de reuniones,
tuve la oportunidad de preguntarle a una de aquellas señoras, a la que había
observado prudentemente callada, ¿qué le estaba pareciendo la reunión?, a
lo que me contestó, la verdad, no sé ni que hago aquí, no tengo absolutamente
nada que decir.
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50 G. Gutierrez (1972, 83) aporta una noción clara de cristiandad cuando apunta que “en la
mentalidad de cristiandad […] las realidades terrenas carecen de autonomía propia. Lo
temporal no tiene auténtica consistencia frente a la Iglesia. Esta, en consecuencia, lo utiliza
para sus propios fines
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51 Aunque siempre hay que tener presente en posturas como la de Cortina el peligro de por
querer beneficiar a la universalidad, que no podemos, nos impedimos de beneficiar al vecino
que si podemos. Puede ocurrir que en la pretensión por la universalidad se nos cuele la falta
de compromiso con los afectados más inmediatos.
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Actividad # 7
Formule y comente todas las motivaciones que encuentra usted que lo fuerzan
a consumir, preferiblemente presente ejemplos
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Actividad # 8
Escriba un ensayo de 400 palabras en las que expone lo que entiende por
consumo incluyente
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Actividad # 9
Investigue que afirman, tanto la postura marxista, como la postura neoliberal,
respecto al consumo
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Capítulo IV
Apuntes para una ética de la empresa
Objetivo general
Objetivos específicos
Resumen:
En el cuarto capítulo buscamos establecer la
vinculación entre éxito empresarial y ética, para ello
pasamos listas a los stakeholders responsables del
buen funcionamiento ético de la empresa.
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¿De qué pasta están hechos aquellos directivos que gestionan enormes
corporaciones? No recuerdo muy bien cómo se llama la película, pero
recuerdo muy bien en qué consistió su trama argumental: el dueño de una
gran empresa estaba en banca rota y le urgía vender dicha empresa, en una
de esas negociaciones intrépidas con otro hombre de empresa, logra venderla
por un buen precio.
El comprador descubre que la empresa adquirida está en banca rota,
ante este hecho guarda silencio, pero su abogado, que también conoce la
situación de la empresa comprada, está inquieto, y transmite dicha inquietud
al comprador, el cual procede como si la empresa estuviera en las condiciones
más óptimas, entiende que realizó una mala compra, sin embargo, sólo le
quedan dos alternativas, o sacar a flote una empresa en quiebra, o hacer
exactamente lo mismo que le hicieron a él con otro comprador incauto.
Este es el mundo real de los negocios, en esta esfera la competencia es
salvaje52. Por lo tanto, no es retórica la inquietud con la que comencé este
ensayo, ¿de qué pasta tiene que estar hecho el directivo de una empresa? Y
es justamente sobre lo que quisiera reflexionar. Tenemos que comenzar por
la imagen que debe que tener de sí mismo un ejecutivo.
Lo primero que debe tener presente es que sobre sus hombros recae la
viabilidad económica de la empresa, ¿puede echar a andar la empresa en este
mercado? es la pregunta sobre la que debe tener absoluta claridad. También es
responsabilidad del ejecutivo asegurar la supervivencia de la empresa. Como
decíamos más arriba, en un contexto en el que la competencia es salvaje, no
sólo tiene que tener una enorme sensibilidad para descubrir oportunidades,
sino que tiene que estar en una constante innovación tecnológica. Y, en tercer
lugar, tiene que tener la enorme sensibilidad para mantener un buen equilibrio
entre todos los intereses de sus accionistas.
52 Conozco situaciones en la que una empresa más pequeña, tiene que competir salvajemente
con una empresa más poderosa para no ser expulsada del mercado. Y como muy bien lo
apunta I. Camacho la existencia de directivos no es patrimonio exclusivo de las grandes
sociedades capitalistas, sino que existen directivos en todas las organizaciones, en todas
las empresas, y en todos los modelos empresariales.
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Empresa y economía
¿Cuál es el terreno del que se nutre una empresa? Esta inquietud es
importante tenerla presente, al menos por dos cosas. La primera para dar
cuenta cabalmente de su funcionamiento, y segundo, para no perdernos
respecto a su finalidad.
En mi comunidad hay una institución que se llama la Posada de Santa
María, y se dedica a darle de comer a los que no tienen como obsequiarse
un desayuno, a dar becas a estudiantes de bajos ingresos y a enseñarle a
tocar guitarra a los jóvenes que está interesados en este instrumento, pero
que no tienen los fondos para pagarle a un maestro de música, por eso el
encargado de esta institución está cada mes apelando a la buena voluntad de
sus donantes para que la institución siga funcionando.
Evidentemente una organización como esta, funciona en base a donaciones
y al final del mes no está esperando tener ganancias, aunque sí se esperaría
que hiciera un uso razonable de los fondos que recibe. Una institución como
la descrita no tiene que competir con ninguna otra, de hecho, el triunfo más
significativo es ver cómo crece mes con mes la cantidad de personas que
recurren a ella por su desayuno. En esto consiste la ganancia, en que ayudan
a más gente.
Con una empresa, ocurre todo lo contrario, el contexto en el que tiene que
sobrevivir es en un contexto estrictamente económico, por lo tanto, lo primero
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que hay que establecer es qué se entiende por actividad económica, y para
ello hay que tomar en cuenta la menos cuatro aspectos.
En primer lugar, la empresa tendrá que hacer un uso racional de unos
recursos que son escasos. Ambos aspectos requieren de una consideración
cuidadosa. El hombre de empresa, si quiere tener éxito en sus negocios,
tendrá que entender que los recursos que tiene a su alcance no son infinitos,
y que, por lo tanto, no se trata de depredar, sino de fomentar una actividad
económica que sea sostenible, es decir, que diseñe procedimientos para que
aquello que explota pueda estar disponible durante mucho, mucho tiempo. A
esto es a lo que se refiere este aspecto, cuando apunta que tiene que ser, por
lo menos razonable.
Y esto que para algunos puede resultar evidente, no significa que lo sea
para todos. A. Camus, en su novela La peste, es justamente lo que denuncia;
en una sociedad en la que importa tener para cada necesidad un satisfactor,
y donde la preocupación de los seres humanos es el afán por hacer dinero,
parece que sus habitantes están como sedados para darse cuenta de la
inminencia de los peligros, o más bien, parece que infantilmente los niegan
hasta que ya son inexorables, de esto se hace eco también Saramago en su
Ensayo sobre la ceguera, se trata de una ceguera parecida a la que denuncia
Jesús en los evangelios, no es que no se vea, sino que nos negamos a ver
lo que realmente ocurre. Es decir, volviendo a nuestro tema, se espera que la
actividad empresarial sea sostenible y razonable.
Otro aspecto de la actividad económica es que aquellos bienes se emplean
en vistas a satisfacer necesidades humanas, de lo que podemos afirmar al
menos dos cosas, la primera es que tenemos que tener presentes que se trata
de necesidades humanas, en donde el énfasis está justamente en lo humana que
son; por lo tanto, lo que se haga tiene que tener como destinatario al ser humano,
a una persona. Por lo que implícitamente creemos que tiene que ser considerado
y valorado a partir de los productos que se le ofrecen. Pero en segundo lugar, se
trata de necesidades, que por definición pueden no tener límites.
Esta tarde visitando un centro comercial y contemplar a todos los seres
humanos que se dan citan en estos lugares, se me ocurrió pensar que existen
seres humanos a los que le resulta sumamente significativo y cómodo contar con
un empleo que pueda proporcionarles un salario para poder gastárselo. Aquella
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ilimitación de las necesidades humanas puede ser terreno de cultivo para una
campaña publicitaria orientada exclusivamente a consumir, pues bien, todo
entusiasmo en este sentido tiene que tener el freno del empleo razonable de los
recursos naturales, y, un último aspecto de la actividad económica, hay que indicar,
casi de inmediato a la llamada de atención para no hipertrofiar las necesidades
humanas que la actividad económica tiende a un determinado beneficio.
Platicando con una compañera en relación al éxito de los seres humanos,
me comentaba que el éxito es proporcional al riesgo que se asume, y un
empresario, cuando le pregunté sobre aquello de que disponía para asumir
un riesgo, me contaba que además de ser un riesgo razonable, también hay
una especie de dimensión subjetiva en el asunto del riesgo, que él lo describía
diciendo que arriesgarse le subía la adrenalina, y en lugar de quedarse
paralizado se veía impulsado hacia adelante.
Es decir, con todo lo de gratificante que pueda tener emprender labores
empresariales hay que decir que su colmo está en el beneficio que pueda
acarrear, de hecho, si no tuviera en el horizonte un determinado beneficio, por
muy estimulante que pudiera ser, nadie emprendería una actividad empresarial.
Lo que aquí ocurre es que aquellos beneficios alcanzan a todos los que de
algún modo participan en la producción.
Es decir, la ética tiene presente un beneficio que disfrutan lo que aquí
hemos llamados todos los stakeholders, a todos los que están comprometidos
con la buena marcha de la empresa.
¿Con qué criterios? Lo que afirma la economía liberal es que un criterio
inamovible es la distribución que hace el mercado. Aquí hay que indicar que los
economistas liberales el único modo que tienen de concebir a los hombres y a
las mujeres, es intercambiando productos en el mercado. Y aquí quiero hacer
referencia a unos de los personajes descritos por A. Camus que describe
magistralmente el modo como emplean los recursos los hombres en el ámbito
del mercado. Dice nuestro filósofo que su personaje “con la práctica se había
dado cuenta de que su vida material estaba asegurada, puesto que no tenía
más que adaptar sus necesidades a sus recursos”.
Es decir, si lo que tengo como salario es el mínimo, en una economía de
mercado, soy yo el único responsable en decidir cómo tengo que gastar dicho
dinero, no tengo que estar a expensas de la beneficencia o de los subsidios,
112
R. A. FÚNEZ
sino que muy racionalmente tendré que ver cómo hacemos para emplear lo
mejor que podemos nuestros recursos, este conocimiento, solo puede provenir
del mercado.
Pero, además, soy el que decide irse al cine en lugar de desayunar los
siguientes cuatro días, en este sentido en una economía de mercado la
iniciativa la toman los individuos, no los grupos, no es mi comunidad con la que
me reúno todos los lunes los que deciden por mí lo que es más adecuado, en
una economía de mercado la iniciativa la toman los particulares, y lo pueden
hacer, porque el mercado les proporciona toda la información con la que tienen
que contar para tomar una decisión.
El mercado es el que te indica que el cine cuesta tanto, y que si lo gastas
viendo una película, lo tenes que restar del presupuesto de la semana, es
el mercado el que me indica que en el mercado X los productos están más
baratos que en el super Y.
La pregunta que se hace I Camacho, que es la que tendría que atender
toda ética empresarial una vez establecidos los datos anteriores es la quién
asume la responsabilidad por los más vulnerables de la sociedad. Porque
como muy bien lo plantea nuestro pensador español (2002, 54) “el mercado
no sabe de la urgencia de una necesidad ni de su importancia” y lo que con
ello ocurre, continúa diciendo es que “eliminamos de la actividad económica a
todos aquellos que no tienen recursos para adquirir los bienes y servicios que
de hecho necesitan”.
Con estos temas abordamos problemas que tendrían que estar en el
núcleo mismo de la empresa, el afán empresarial tiene que verse movido
también por el deseo de contribuir en la solución de todos estos problemas que
aquejan la sociedad, es verdad que sigue siendo inamovible la afirmación de
los beneficios, pero esto no debe oscurecer el hecho de que la empresa debe
su éxito a la sociedad en la que se encuentra, y que lo menos que tendría que
hacer es contribuir con la solución de los problemas anteriormente planteados.
113
Ética para la vida cotidiana
La empresa y la ética
Hay categorías que, por ser usadas preferentemente para dar cuenta de
la realidad individual, presentan una enorme dificultad cuando intentamos, con
ellas, entender realidades sociales. Nos referimos precisamente a categorías
como moral, por ejemplo, hablar de una persona moral es más comprensible
que referirse a una institución como moral.
Sin embargo, como la noción de moral está íntimamente vinculada a la
práctica, y la práctica tiene que ver tanto con las instituciones como con las
personas, se infiere que nos podamos referir a la práctica de una institución en
tanto que moral.
Además, ocurre frecuentemente que respecto a algo, tenemos un conjunto
de ideas que organizadas decimos que nos da la imagen de ese algo; de
una empresa cuya práctica no respeta el medio ambiente, ni respeta a sus
trabajadores etc., nos vamos formando una mala imagen; es decir, las empresas
no sólo tienen una imagen, sino que trabajan continuamente para forjarse una
buena imagen, dicha imagen tiene que ver con el modo en que usualmente
actúa dicha empresa de tal manera que cuando pensamos en la empresa X
decimos sus productos son confiables, en cambio cuando pensamos en la
empresa Y, afirmamos que sus productos no ofrecen ninguna garantía.
Por todo ello pensamos que es válido, que es legítimo que hablemos de
moral referida también a la actuación de las instituciones, y del mismo modo que
importa que las personas sean morales, importa mucho que las instituciones
sean morales, por una razón que es elemental, el campo de influencia de
una institución es mucho mayor que el de las personas individualmente
consideradas.
Pero hay otra razón que es mucho más sutil, y nos referimos a la capacidad
que tienen las instituciones de modelar a los miembros que la integran.
Puede ocurrir y de hecho ha ocurrido que las personas individualmente
consideradas tengan las mismas preocupaciones, con respecto a la injusticia,
a la contaminación, y con respecto a la corrupción, no obstante, como miembro
de una institución, tenga que tomar decisiones que afectan justamente en
todo aquello que dice creer, las instituciones y nuestra historia lo demuestra
114
R. A. FÚNEZ
53 Berzosa, Carlos La difícil relación entre ética y economía, Revista de Economía Mundial,
núm. 35, 2013, pp. 271-284, Sociedad de Economía Mundial, Huelva, España
115
Ética para la vida cotidiana
que mueve la vida empresarial, y si el texto está dirigido a los ejecutivos, quiere
recordarles que la función para la que han sido contratados no es para que se
lucren a costas de la empresa, ni para que la utilicen en otras funciones que
no sean propias de ella, sino que están en función de su máximo beneficio.
Cuestión, además que es verdadera.
La dificultad está en que se afirme que sea la única finalidad, y parece
que así como lo del beneficio nos parece cosa evidente, también nos resulta
evidente que no es la única meta, y lo decimos por lo que significa el beneficio.
Y para ello vamos a poner un ejemplo que siempre me ha llamado la atención.
Cerca de mi casa hay dos pupuserías. Pero es sintomático que estando
a la par, y vendiendo ambas únicamente pupusas, siempre la una está
significativamente vacía y en la otra, la gente tiene que esperar a ser atendida
por lo llena que está.
¿Dónde está la diferencia?, ¿qué es lo que la hace tan atractiva?, hay
que decir en seguida que es una especie de reconocimiento por parte de la
población por la calidad de pupusas que ofrecen. Es decir, el beneficio está
íntimamente vinculado con la aceptación que tienen de parte de la sociedad,
desde esta perspectiva el énfasis puede ponerse en la calidad de producto
que ofrece, y basta con enunciar el problema para caer en la cuenta que el
compromiso estriba en ofrecer un excelente bien o servicio a la sociedad, por
lo tanto, la finalidad es esta última, que tiene como consecuencia un beneficio
proporcional a la calidad de bienes que ofrece.
Hay un segundo aspecto sobre el que vale la pena reflexionar. Acabo de
ver la película “Walt Disney, antes de Mickey” y quiero fijarme en un dato que
me parece significativo, independientemente de las peripecias por las que tuvo
que pasar para que sus ideas tuvieran alguna relevancia, la película quiere
dejar en claro que sólo pudo ser posible por el equipo con el que contaba,
de repente únicamente la idea no es suficiente para que una empresa tenga
éxito, sino que es igualmente importante contar con un grupo de personas
que se comprometan en concretar dicha idea, desde este punto de vista tiene
razón I. Camacho cuando apunta que “no puede entenderse la empresa sólo
desde su relación con los propietarios, puesto que otras personas ponen algo
muy importante de su vida en ella”.
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Ética para la vida cotidiana
Empresa y trabajo
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Ética para la vida cotidiana
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R. A. FÚNEZ
del trabajo, así como los recursos que maneja la economía son bienes
escasos, del mismo modo, el trabajo se ha convertido en un bien escaso, de
hecho, una tarea sin resolver es el desempleo en el que se encuentran miles
de ser humanos, y la tercera es la flexibilización del trabajo, que simplemente
significa el final del trabajo estable.
Una ética empresarial responsable, llegados a este punto, tiene que aspirar
a menores beneficios, para responder adecuadamente a dicha situación. La
razón última, como muy bien lo afirma Camacho, en una situación como la
descrita “el grado de vinculación del trabajador a la empresa se resiente
cuando este sabe que su permanencia en ella es más que aleatoria”.
121
Ética para la vida cotidiana
Actividad capítulo IV
Actividad # 10
Investigue, qué hacen las empresas salvadoreñas, respecto a la
responsabilidad social empresarial
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R. A. FÚNEZ
Actividad # 11
123
Ética para la vida cotidiana
Actividad # 12
Elabore un mapa conceptual de todas aquellas categorías éticas que aparecieron
durante el curso de ética
124
R. A. FÚNEZ
Capítulo V
Para una ética profesional
Objetivo general
Objetivos específicos
Resumen:
En el siguiente capítulo nos preguntamos por los
rasgos fundamentales que definen a un ciudadano y
para respondernos a dicha inquietud exponemos la
ciudadanía entendiéndola como social, económica,
civil y cultural.
125
Ética para la vida cotidiana
Introducción54
Son dos las misiones principales que hoy tiene urgentemente que encarar
la actividad universitaria. La primera es la de formar, poner las condiciones
para que sus egresados se comporten en la sociedad, no sólo con unas
aptitudes que le permitan desempañar óptimamente su trabajo, sino dotado
de unas actitudes que le posibiliten proceder con bondad y justicia; su misión,
desde esta perspectiva, es la de formar hombres buenos y justos.
En segundo lugar y ante el hecho real de la escasez en el empleo, la
universidad tendría que poner a la disposición de sus estudiantes todas
aquellas habilidades que lo capaciten para emprender desde sí mismo, las
actividades necesarias para responder a sus urgencias vitales.
En otras palabras, un estudiante de nuestra universidad, tendría la
posibilidad, tanto de emplearse con éxito, como emprender un trabajo por
cuenta propia.
Todo esto implica una determinada idea, no sólo de lo que entendemos
por estudiante, sino qué entendemos por ciudadano, porque en definitiva a la
sociedad no vamos a entregarle estudiantes, sino profesionales capaces de
forjar su propia ciudadanía, de este modo tenemos planteado el problema al
que tenemos necesariamente que encarar, ¿cuáles son los rasgos con los
que tiene que contar este ciudadano? Para responder a esta inquietud hemos
dividido este ensayo en cuatro partes a) ciudadanía social, b) ciudadanía
económica, c) ciudadanía civil, y, d) ciudadanía cultural, al que anteponemos
lo que consideramos el planteamiento adecuado del problema.
126
R. A. FÚNEZ
dejar su tierra y embarcarse en una aventura tan larga, como peligrosa, como
es la de llegar a Estados unidos?
Pienso que no tiene una respuesta unívoca. Sin embargo, estudiar qué
ocurre por ejemplo con la deserción escolar, puede arrojar cierta luz. Hay
investigaciones que se han realizado en algunas universidades que buscan
encontrar una respuesta a ¿por qué algunos estudiantes abandonan su
carrera universitaria? Este tipo de investigaciones es de suma importancia,
dado que la respuesta que con evidencia se nos presenta es que se debe a
dificultades económicas. Pero las investigaciones lo que arrojan es que en
el seno de una sociedad compleja, las respuestas no son únicas, sino que
existen una pluralidad de respuestas. Por ejemplo, se afirma que “Aunque
muchos creen que la principal causa de la deserción estudiantil en pregrado
es el factor económico, lo cierto es que variantes como el estrés provocado
por la presión de grupo, la baja autoestima, el mal rendimiento académico y
la poca claridad sobre un proyecto de vida, son algunas de las principales
causas que motivan a un joven a abandonar sus estudios universitarios”55.
Volviendo a la pregunta inicial de este ensayo, podemos en una primera
aproximación sospechar que tampoco la respuesta es única, sino que pueden
darse una pluralidad de respuestas. A alguien que está cotidianamente con las
comunidades que deciden emigrar le puede resultar irritante que digamos que
la emigración puede también explicarse como una crisis en la ciudadanía56,
en rigor, los migrantes no se sienten ciudadanos en las localidades en las
que han venido haciendo su vida; esto quiere decir que cuando tienen que
encarar las dificultades, tanto individuales como sociales, se encuentran con
que nadie les puede echar la mano
Las autoridades, sobre todo políticas y económicas están tan interesadas
en lucrarse de los recursos públicos, que no atienden las necesidades
de la sociedad y de sus miembros; en este sentido los miembros de esta
sociedad experimentan que nadie se preocupa por ellos, y correlativamente
va creciendo, en su modo de vivir esa sensación de que tampoco ellos se
55 Consultar https://noticias.universia.net.co/vida-universitaria/noticia/2008/01/21/245181/que-
desertan-jovenes-universidad.html.
56 Para evitar malos entendidos aclaremos que los migrantes sólo son un caso, pero que en
rigor la crisis de ciudadanía, es algo que compete a todos los miembros de Estado Nacional,
tanto los poseedores de los medios de producción como los trabajadores. Tanto los partidos
políticos como las universidades, todos en general padecemos la crisis de ciudadanía.
127
Ética para la vida cotidiana
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R. A. FÚNEZ
Ciudadanía social
Hay revueltas por todos lados, los marroquíes invaden Europa por Sevilla,
los hondureños huyen masivamente de su país, los argentinos protestan fuera
del Congreso Nacional, ante el inminente debate del proyecto del presupuesto
2019, que consideran un brutal ajuste del gobierno de Macri.
Esta sociedad de la que se ufanan los neoliberales de óptima, es evidente
de que está en crisis. Ante el fracaso de los socialismos reales, algún analista
afirmó que lo que se nos venía encima era la rebelión de los poderosos,
rebelión que ha ido concretándose con el mantenimiento de salarios bajos,
con una falta escandalosa de empleos, pero sobre todo con el enriquecimiento
de muchos miembros del Estado, producto de la corrupción.
Sin embargo, las clases populares no se han quedado de brazos cruzados
y están ensayando formas de luchas inéditas, que a todos nos tienen que
hacer pensar acerca de la manera en la que tenemos que encarar y solucionar
los graves problemas por los que atraviesa la sociedad. La solución a estos
agudos problemas no es cuestión de individuos, no estamos como estamos
solamente porque los individuos son culpables de su suerte, estamos como
estamos porque unas estructuras sociales no han respondido efectivamente
a los desafíos que provienen de la sociedad.
Esta sociedad de la que tenemos que hacernos cargo presenta, al menos
dos relaciones, una relación que va del individuo a la sociedad, es decir,
un individuo que se siente miembro de una sociedad, y la relación que va
de la sociedad al individuo, es decir, de una sociedad que responde a las
necesidades urgentes de estos individuos.
Estas relaciones plantean una serie de cuestiones, a) ¿a qué tipo de
necesidades nos referimos? b) ¿cuál es el límite de esta injerencia del Estado
129
Ética para la vida cotidiana
130
R. A. FÚNEZ
57 Cada vez me parece más evidente, que nadie tiene derecho de realizar las tareas que pue-
do realizar con mis propios recursos y capacidades. En todo caso, la responsabilidad de la
sociedad es la potenciar aquellas capacidades, para que pueda, dignamente, responder a
mis propias obligaciones.
58 Consultar http://w2.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_193 10
515_quadragesimo-anno.html
131
Ética para la vida cotidiana
Ciudadanía económica
En el ENADE celebrado este año 2018, las propuestas se han centrado
en torno a educación, salud, nutrición, infraestructura y empleo. Se trata de
los problemas fundamentales que tiene planteada la sociedad salvadoreña.
La pregunta que inexorablemente se nos plantea es acerca de quiénes
son los sujetos responsables de solucionar aquellas dificultades. De estos
hipotéticos sujetos nos queremos fijar en dos: las empresas y los trabajadores.
La razón es que de la correcta relación que se establezca entre los dos sujetos
en cuestión va a forjarse, lo que Adela Cortina llama ciudadanía económica.
Por lo tanto, lo que vamos a esclarecer en esta parte es qué es esto de
ciudadanía económica.
Describamos para comenzar a grosso modo la relación que hasta este
momento se da entre estos dos sujetos tan importantes en la vida económica
de la sociedad y preguntémonos con seriedad si es atinado mantener este
tipo de relaciones, tanto para las empresas como para los trabajadores.
Comencemos afirmando que la masiva presencia en la sociedad del Estado
de bienestar ha influido negativamente en el modo como proceden algunas
empresas.
Es un dato de esta realidad, que el empleo es escaso, el sueño de
los keynesianos del pleno empleo es una propuesta difícil de cumplir. Los
profesionales concluyen sus estudios universitarios y no logran conseguir un
empleo en el cual puedan desarrollar el conocimiento que adquirieron en sus
años de formación.
Pero supongamos que usted logra conseguir un empleo en alguno
de estos cinco sectores: Comercio al por mayor y al por menor, Industria
Manufacturera, Establecimientos financieros, seguros, bienes inmuebles,
servicios, Construcción que han sido tradicionalmente los sectores que más
empleo ofrecen. Por honradez tenemos que afirmar, que nada le garantiza la
seguridad en su empleo. G. Standing observa que lo que permea el ambiente
laboral es la de una constante inseguridad en el trabajo.
La inseguridad a la que nos referimos hace referencia al hecho de que
los trabajadores no tienen la seguridad de permanecer en dichos trabajos,
también indicamos con ello, que justamente por esa inseguridad se ven
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R. A. FÚNEZ
forzados a aceptar empleos con salarios que no les permiten satisfacer sus
necesidades básicas.
Los empleadores arguyen que producto de la competencia, no pueden
proporcionar a sus empleados mejores salarios, porque no podrían mantenerse
en el mercado, de hecho, esta fue una de las objeciones que se esgrimieron
ante la posibilidad de subir el salario mínimo. Pero además crean una especie
de actitud en los trabajadores de agradecimiento a sus empleadores, el
trabajador no sólo se siente mal remunerado, sino que tiene que agradecer al
empleador por la oportunidad que le da al ofrecerle un trabajo.
Esta relación es sinuosa, más tarde o más temprano se desata el
conflicto, de hecho, los trabajadores no están dispuestos a que una situación
así se mantenga, porque, en un primer análisis no le hace bien a la clase
trabajadora. Lo que nosotros queremos plantear aquí es que no sólo no le
hace bien a los trabajadores, sino que tampoco le hace bien a la sociedad, ni
le hace bien a las mismas empresas.
Recojamos un dato que aparece arriba y preguntémonos ¿en qué
beneficia a la empresa que sus miembros tengan que sentirse agradecidos
porque su empleador les ha proporcionado un empleo? ¿en qué beneficia a
la empresa que los empleados tengan que andar con temor porque no tienen
seguridad de su empleo? ¿en qué beneficia a la empresa que sus líneas
estratégicas sólo sean conocidas por los altos ejecutivos de la misma? ¿en
qué beneficia a las empresas que sus trabajadores lo único que sepan hacer
es ejecutar órdenes, o como dice un buen compañero, a que sus trabajadores
se limiten a ser soldados? Hay que decirlo con claridad, en nada.
A la empresa, a la sociedad, al país lo que le conviene es contar con
trabajadores, como dice Adela Cortina capaces de tener una participación
significativa en las decisiones económicas59. En otras palabras, a la sociedad
le sirve más un ciudadano económico.
Por ello lo que hay que preguntarse es por las condiciones que posibilitan
a dicho ciudadano, y por los rasgos que tiene para que sea considerado
ciudadano económico.
59 De hecho, la ENADE, para que sea un foro que de verdad toma en serio la situación econó-
mica del país tiene que comenzar a invitar a los obreros, a los trabajadores, que cotidiana-
mente, se esmeran en hacer productivas a las empresas.
133
Ética para la vida cotidiana
Respecto a la primera inquietud hay que decir que las condiciones están
estrechamente vinculadas con el modo en el que se concibe la empresa. Esta
mañana mientras venía a la Universidad y darme cuenta que ya en metro sur
también han construido entradas eléctricas que fuerzan a los usuarios a tener
que pagar el parqueo, se me ocurrió pensar que hay empresas que en lo
único que andan pensando es en diseñar todas las estrategias posibles para
vaciar el bolsillo de los parroquianos.
Es evidente que este modo de concebir la empresa, es decir, propender
a pensar que su único dinamismo es la ganancia, tiene que superarse en
la medida en la que no es sano ni para la empresa, ni para la sociedad, ni
para nuestro mundo; una empresa tiene que verse principalmente movida
por el afán de responder a las acuciantes necesidades que tiene la sociedad.
La mueve resolver necesidades, de esta manera, está comprometida con la
sociedad, y el volumen de sus ganancias va a depender de la efectividad de
este compromiso.
La pregunta no es cómo nos beneficiamos, sino ¿a qué necesidades
respondemos? Puestos en esta dirección cambia de arriba abajo la imagen
de la empresa. Dado que se trata de necesidades que afectan a la sociedad,
es la sociedad en su totalidad la que se siente responsable de solucionar
dichas necesidades.
Desde esta perspectiva, todos aquellos que confluyen en el seno de la
empresa, desde los que mantienen limpias las oficinas, hasta los que han
invertido su capital, se siente responsables, ¿de qué? De los problemas que
están procurando solucionar, a todos los mueve un objetivo común: responder
adecuadamente a su sociedad.
Pero de este modo de proceder se desprende que los trabajadores se
sienten miembros de esa empresa. Y la empresa es una corporación de la que
participan, proporcionalmente, todos sus empleados. Pero esta participación
implica un doble compromiso, la capacitación tecnológica de los trabajadores
y trabajos estables.
De esta manera vemos cómo se va forjando la ciudadanía económica: los
trabajadores se sienten miembros de una empresa, que está preocupada por
sus trabajadores, el sentido de pertenencia se funda en el hecho de sentirse
respaldados por la institución a la que pertenece. De este modo dice Adela
134
R. A. FÚNEZ
Ciudadanía civil
Recientemente participe en un importante congreso, al que asistieron
intelectuales prestigiosos de universidades prestigiosas, y en el que se
expusieron temas de relevancia intelectual. Los estudiantes participaron
estoicamente de las conferencias y estuvieron muy atentos a ellas, sin
embargo, me temo, que si les preguntamos ¿qué fue lo mejor del congreso?
estoy casi seguro, y el casi lo digo por pura prudencia, que responderían que
fue la forma popular en la que se interpretó una importante fiesta nacional, o la
broma que hizo alguna de las ponentes respecto a las Pupusas y a la Pilsener.
Estamos en una sociedad superficial, que va poniendo remiendos a los
problemas, no los solucionamos, no porque carezcamos de los recursos para
hacerlo, sino porque nos hemos acostumbrado a dejar las cosas a medias, a
resolverlas más tarde, o a salir del compromiso.
Tenemos que trabajar en la excelencia, tenemos que volver a recuperar la
excelencia, tenemos que responder óptimamente a aquello para lo que somos
buenos, y no dejar las cosas que nos competen, a medias. Es a esta actitud
a la que Cortina describe como declive de la aristocracia, y que nosotros no
la circunscribimos a unos pocos, sino a la necesidad de que todos tenemos
que aspirar a una vida aristocrática, a una vida en la que desarrollamos
plenamente todas nuestras facultades y habilidades.
Aquella necesidad a la que nos referimos no es meramente una necesidad
de individuos, sino que se trata de necesidades de la sociedad. Todos
sabemos que se están yendo para Estados Unidos públicamente, hondureños,
salvadoreños y guatemaltecos, y lo están haciendo porque en sus países no
encuentran solución a sus agudos problemas, el asunto es que con cada
salvadoreño que se va, porque aquí no tiene cabida, cada salvadoreño que
se queda sufre la ausencia del que se fue, los problemas están evidenciando,
135
Ética para la vida cotidiana
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R. A. FÚNEZ
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Ética para la vida cotidiana
Ciudadanía cultural
Por honradez tengo que comenzar diciendo que todas las luchas en
defensa del modo de vivir de un pueblo determinado, nunca las he podido
comprender adecuadamente. Al respecto recuerdo muy vívidamente la
dificultad que sentía para comprender la opción de Jorge Sarsanedas por
los gnöbes panameños. No entendía que concibiera su lucha a la par de
ellos como la conservación de su manera de vivir, que a mí se me antojaba
precaria, no entendía en qué se ayudaba a la gente conservando sus casas
de bajaraque y lodo, si podían contar con casas de cemento y hierro.
Es evidente que mi comprensión del asunto, estaba enfocado no en
lo que ellos entendían como bienestar, sino en lo que yo entendía como
bienestar, y para mí vivir bien, era al menos, contar con las necesidades
básicas satisfechas, y esas necesidades tenían que ver con una casa digna,
con agua, luz, y servicios sanitarios.
Evidentemente, Sarsanedas ni siquiera se tomaba el tiempo para
comprender mis dificultades, dado que eran producto de mi más completa
ignorancia con todo lo que tiene que ver con el mundo de la antropología. Sin
embargo, 30 años después sigo preguntándome acerca de la importancia de
luchar por mantener la manera de vivir de un grupo humano determinado60.
Es que incluso para responderse preguntas tan sencillas como quién soy yo,
tengo inexorablemente que dar el problemático rodeo de los otros. Quien sea
yo se va constituyendo, mejor dicho, se va forjando en mi convivencia con los
demás, y estos demás son, fundamentalmente, como yo. En este sentido,
es correcto responder, yo soy Pipil, soy Lenca, soy Pocoman, soy Garífuna,
es que decir, afirmar que soy Ruben, como muy bien lo pensó Comte, es
60 Pregunta que me hace recordar mi coexistencia, mientras cursaba primaria, con los Garí-
funas de la costa atlántica de Honduras. Considero que se nos hacía pensar que se trataba
de seres humanos con mayores dificultades para aprender, que los demás niños. La razón
principal para hacernos pensar de ese modo eran las dificultades que tenían estos niños
garífunas para expresarse en castellano; lo que no lograban entender ni profesores ni com-
pañeros, era que ese niño que hacía todo su esfuerzo para comunicarse en castellano, lo
estaba haciendo en una segunda lengua, y que, por lo tanto, era el doble de listo, tanto
frente a compañeros como frente a sus profesores. De todos modos, quiero constatar el
hecho de que el respeto a lo diverso nunca ha sido un fuerte en nuestras sociedades, y a la
sociedad a la que me estoy refiriendo, es una sociedad tercer mundista, atrasada e inculta.
Es decir, estas dificultades no son sólo de sociedades desarrolladas e industrializadas, sino
que las vemos aparecer en cualquier sociedad y en cualquier estrato social.
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Ética para la vida cotidiana
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Actividades capítulo V
Actividad # 13
Elabore un cuadro en el que compare la ciudadanía social, la ciudadanía
económica, la ciudadanía civil y la ciudadanía cultural
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Ética para la vida cotidiana
Actividad #14
Escriba un ensayo de 500 palabras sobre su idea de profesional
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Conclusión
En rigor ¿Qué tipo de ser humano quisiera ayudar a forjar con la lectura
de este texto? Ya sé que los hombres y mujeres no nos hacemos, por leer un
libro, sino que nos hacemos en nuestra actividad cotidiana, en nuestra praxis
cotidiana, no obstante, como repetía sin cesar J.M Castillo, en tiempos de
crisis lo que importa es contar con buenas ideas.
En este mismo sentido, pienso que en tiempos de crisis importa haber
construido unos buenos valores, haber forjado unas buenas competencias.
Pero este modo de proceder es forzado por el mismo modo en el que
estamos entendiendo praxis cotidiana, a saber, al actuar, lo hacemos a partir
de una serie de nociones, de principios, de valores. No hay un ser humano
sobre el planeta que actúe sin ningún tipo de moral.
Esta moral puede comenzar a constituirse, por supuesto, en crisis, pero si
nos esforzamos en construirla sin tener que esperar que las cosas se compliquen,
cuando vengan tiempos “de vacas flacas” estaremos mejor preparados.
Entonces, el tipo de ser humano al que quisiera ayudar a forjar, es a ese
hombre, a esa mujer que cuando está en la cima disfruta de las cosas que
tiene: de familia, de amigos, del tiempo libre, de la vida; pero que cuando
se encuentra en la sima, no se queja, no le echa la culpa a los demás de
su situación, asume con responsabilidad las circunstancias en las que se
encuentra, y descubre una manera de solucionarla.
No estoy pensando en el super hombre Nietzscheano, sino más bien en
un hombre común y corriente, que entiende desde el fondo de su ser que en la
vida, los éxitos y los fracasos son los dos lados de la misma realidad y que así
como asumimos tan de buena gana los éxitos, asumimos del mismo modo los
fracasos, y que es la totalidad de esta realidad la que va configurado la vida.
¿Cómo proponemos comenzar con este propósito? Me parece que un
paso ineludible es comenzar preguntándose qué estamos entendiendo por
valor. ¿Por qué? Porque de la idea que tengamos de valor va a depender los
valores que forjemos y la vida que construyamos.
Pienso que si tenemos una consideración platónica de valor, es decir, si
pensamos que hay una bondad absoluta, una justicia absoluta o una belleza
143
Ética para la vida cotidiana
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cuando está caliente por medio de golpes o por presión”, al ser humanos en
el que soñamos.
Los valores se construyen en el fragor de la vida, en el fuego de la
vida, y todo lo que nos ocurre, les va dando una forma determinada, los va
puliendo, los va adecuando al modo de vida que nos queremos labrar. En el
caso que entendamos que es esto lo que ocurre con los valores, cada día
se va a convertir en una valiosa oportunidad para encontrar o construir las
posibilidades que nos van a permitir apropiarnos de aquellos valores.
Sin embargo, aquí se nos presenta una magna dificultad ¿qué valores?
¿Cuáles son los valores que quisiéramos que conformara la propia vida? En
esta inquietud hay al menos dos aspectos sobre los que vale la pena insistir.
El primero, que hay que esclarecer es qué valores poseemos ya, no estamos
comenzando de cero.
Resulta que respecto de estos valores ocurren al menos dos cosas, que
ya no nos funcionen, o que queramos pulimentar. Esto lo estamos diciendo
muy rápido, pero lo que queremos indicar con ello, es que los hombres
siempre tenemos la posibilidad de hacer un alto en el camino y decidir si
queremos continuar viviendo del modo como lo hemos hecho hasta ahora,
tenemos la posibilidad de cambiar, y es verdad lo que canta Mercedes Sosa,
“todo cambia”, pero cambia porque nos comprometemos en cambiar61, no
porque sea un mero resultado del azar.
Pero en segundo, lugar significa que tenemos una especie de haber,
desde el cual comenzar a construir la persona que queremos ser. Dicho lo
anterior, ocurren al menos dos cosas. La primera es que por las urgencias
de la vida no logramos tener claridad respecto a cuáles son nuestros valores.
Con qué valores contamos. Que significa esto.
No saber con qué valores contamos puede ser consecuencia de la altura
de los tiempos en los que estamos situados. Todo o casi todo es provisional
en la sociedad en la que estamos: la flexibilidad laboral ha ido creando en la
mente del trabajador, que su trabajo no es seguro; la obsolescencia planificada
y percibida de los productos, nos han sumido en una sociedad en la que
todo se desecha o se reemplaza; esta incertidumbre también ha influido en
el mundo de los valores, por ello cuando nos detenemos a reflexionar sobre
61 Al menos desde nuestra perspectiva ética
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Bibliografía
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Este libro se terminó de imprimir
en el mes de enero de 2019
en los talleres de Tecnoimpresos, S.A. de C.V.
19ª. Av. Norte N.º 125,
ciudad de San Salvador, El Salvador, C.A.
R.A. FÚNEZ
Ortega y Gasset, para describir la realidad hablada de
un braceo naufrago, de ese braceo desesperado en el
que luchás por mantenerte a flote, pero que no se
acaba de lograr hasta que alguien nos auxilia. Este
braceo no es falta de puntos de referencia, por
supuesto que hay y en abundancia, solo que en la
situación que describimos, para dichos puntos de
referencia, que los seres humanos se estén hundiendo
les es indiferente. Nos ahogamos en presencia de
todos y nadie, ni los que pueden, ni los que no pueden
hacen algo al respecto. Si el braceo naufrago fuera
únicamente carencia de puntos de referencia, o la