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LACAN – SEMINARIO 4 – La relación de objeto –

CLASE 14 → EL SIGNIFICANTE EN LO REAL.

2-
Dejamos a Juanito en el momento en que iba a abordar el complejo de castración.
Al principio no está en eso, porque juega con aquel wiwimacher que está ahí, el de su madre o el del caballo grande
o el del caballo pequeñito o de papá , o el suyo también, que al parecer para él no es sino un objeto muy bonito para
jugar al escondite, lo cual por otra puede procurarle el mayor placer.
Al principio este niño presenta una problemática del FALO IMAGINARIO, que está por todas partes y en ninguna
parte. Este falo es el elemento esencial de la relación del niño con la madre.
Hasta ahí ha llegado Juanito y todo parece ir perfectamente bien, gracias al liberalismo. El niño se desarrolla con la
mayor franqueza, con la mayor claridad, con la mayor felicidad. Pero después ocurre un pequeño tropiezo, LA
FOBIA.

A partir de deterninado momento, el niño da muestras de un gran espanto ante el objeto privilegiado que resulta ser
el caballo, cuya presencia ya había sido anunciada el niño le dice a su madre “si tienes un hacepipí, debe ser muy
grande, como un caballo”
Necesitamos entender cómo, de una relación tan feliz el niño pasa a la fobia.

¿Dónde está el inconciente? ¿Dónde está la represión? Al parecer no la hay. Él interroga a su padre y a su madre
con la mayor libertad acerca de la presencia o la ausencia del hacepipí, les dice que ha ido al zoo, donde ha visto a
un león dotado de un gran hacepipí.
El carácter simbólico del hacepipí se manifiesta cuando va a exhibirse en la oscuridad, lo muestra, pero como objeto
oculto. Se sirve de él como de un elemento intermedio en sus relaciones con los objetos de su interés, es decir, las
niñas a quienes solicita ayuda y les deja mirar.
Juanito manifiesta en el PLANO IMAGINARIO las actitudes más típicas que puedan esperarse de la agresión viril. En
sus relaciones con las niñas se dedica a cortejarlas, incluso de forma diferenciada según dos modalidades: están las
niñas que acosa, abraza, agrede y hay otras a quienes trata bajo la modalidad de la distancia.

Se da la llegada de la crisis por la intervención del pene real.

…Un detalle que nunca ha sido comentado, signo de la estructura subyacente de la relación del niño con la madre tal
como se la he planteado a ustedes, que permite concebir la llegada de la crisis por la intervención del pene real. El
niño sueña que esta con mariedl, una de sus amiguitas, a quien ve durante el verano en una estación de Austria, en
Gmunden, y entonces cuenta su sueño. Luego, cuando el padre le cuenta el sueño a la madre en su presencia y dice
que Juanito ha soñado que estaba con la niña, el le hace una rectificación preciosa – no solamente con mariedl,
completamente sólo con Mariel, ganzalleinmit der mariedl.

Como muchos otros elementos que pululan en las observaciones, este es desechado alegando que son cosas de
niños, pero tal réplica tiene su importancia. Freud lo dice claramente, todo tiene significación.

Esta réplica únicamente es concebible en la dialéctica imaginaria que, como les he mostrado, era la situación de
partida de las relaciones del niño con la madre. En efecto, esto se produce cuando Juanito tiene tres años y nueve
meses, y hace tres meses que ha nacido su hermanita. No sólo completamente solo, sino completamente   sólo con-
es decir que se puede estar con ella totalmente solo, sin tener, como ocurre con la madre, a esa intrusa. Si no dudo
en resaltar este completamente sólo con, es porque parto de que, sea cual sea la situación real, el niño nunca está
sólo con la madre.

El niño no interviene sino como sustituto, como compensación, en suma, en una referencia, sea cual sea, a lo que le
falta esencialmente a la mujer. Por eso no está nunca completamente solo, ganzallein, con la madre. La madre se
sitúa, y así va conociéndola poco a poco el niño, como marcada por esa falta fundamental que ella misma trata de
colmar, y con respecto a la cual el niño le aporta tan sólo una satisfacción que podemos llamar, provisionalmente,
sustitutiva.

Sobre esta base se concibe toda nueva hiancia de cualquier clase, toda reapertura de la pregunta y, especialmente,
la que surge con la maduración genital real, es decir, en el niño, con la introducción de la masturbación, cuando entra
en juego el goce real con su propio pene real. No hay forma de entender nada, salvo en base a esta constelación
partida, en la que se introducen los elementos críticos cuyos resultados diversos constituyen un complejo de Edipo
con una resolución normal. El complejo de Edipo no es nunca de por sí el principio de una neurosis o una perversión.

La situación entre la madre y el niño supone que este ha de descubrir aquella dimensión, el deseo de algo más allá
de él mismo por parte de la madre, es decir, más allá del objeto de placer que siente que es para la madre, en primer
lugar, y que aspira a ser. La dimensión original de cada sujeto es siempre correlativa de la realidad de la perspectiva
intersubjetiva, tal como está arraigada en cada sujeto. Ahora bien, en toda situación intersubjetiva tal como se
establece entre la madre y el niño, debemos plantearnos una pregunta previa, que probablemente sólo se resolverá
al final.

Se trata de saber cuál es la función del niño para la madre, con respecto a ese falo que es el objeto de su deseo. La
cuestión previa es - ¿metáfora o metonimia? No es en absoluto lo mismo si el niño es, por ejemplo, la metáfora de su
amor por el padre, o si es la metonimia de su deseo del falo, que no tiene y que no tendrá nunca.

Todo el comportamiento de la madre con Juanito indica que el niño es para ella un apéndice indispensable. La madre
de Juanito, a quien Freud adora, se las arregla para cambiarse las bragas delante de su hijo.

¿En el caso Juanito no se ve ya que Juanito es para la madre la metonimia del falo ? → Decir que el niño es tomado
como una metonimia del deseo del falo de la madre no significa que sea metonímico como falóforo – implica, por el
contrario, que es metonímico como totalidad. Ahí empieza el drama. Para él todo estaría muy bien si se tratara de su
wiwimacher, pero no se trata de eso, lo que está en juego es él mismo, todo entero, y la diferencia empieza a
plantearse muy seriamente en cuanto interviene el wiwimacher real, convertido para Juanito en un objeto de
satisfacción. En ese momento, empieza a producirse lo que se llama la angustia, debido a esto, a que puede medir la
diferencia existente entre aquello por lo que es amado y lo que él puede dar.

Dada la posición de original del niño respecto de la madre, ¿Qué puede hacer? Está ahí para ser objeto de placer.
Se encuentra por lo tanto en una relación en la que fundamentalmente es imaginaria y su estado es de pura
pasividad. Si no vemos aquí la raíz de esa pasivización primordial, no podemos comprender nada de la observación
del hombre de los lobos. Lo mejor que puede hacer el niño en la situación en que se encuentra, prendido en la
captura imaginaria, en la trampa donde se introduce para ser el objeto de la madre, es ir más allá de ese punto y
darse cuenta poco a poco, por así decirlo, de lo que él es en verdad. Como es imaginado, lo mejor que puede hacer
es imaginarse tal como es imaginado, o sea, por así decirlo, pasar a la voz media. Pero desde el momento en que
existe también como real, no tiene remedio. Entonces se imaginará como fundamentalmente distinto de lo deseado y,
en esta medida, expulsado del campo imaginario donde, por el lugar que él ocupaba, la madre podía encontrar la
forma de satisfacerse.

De entrada aparece una angustia, pero ¿angustia de qué?. Tenemos un indicio en un sueño del que Juanito se
despierta sollozando porque su madre iba a marcharse. En otro momento, le dice a su padre “si tu te fueras”. En
ambos casos se trata de una separación. Sus angustias se manifiestan cuando está separado de su madre y en
compañía de alguna otra persona. Como Freud subraya, estas angustias aparecen al principio y el sentimiento de
angustia se distingue de la fobia. Pero ¿qué es una fobia? No es tan fácil de entenderlo.

3-
Hay una diferencia radical entre: el sentimiento de miedo y el sentimiento de angustia, el cual aparece cuando el niño
se siente de pronto como algo que podría quedar completamente fuera de juego.
El niño piensa entonces que podría no cumplir ya de ninguna forma su función, no ser ya nada, sino eso que tiene el
aspecto de ser algo, pero al mismo tiempo no es nada y se llama una METONIMIA.
La metonimia es un procedimiento de la novela realista. Si una novela realista puede interesarnos, no es por ese
pequeño cosquilleo real que nos aporta. Es porque detrás apuntan siempre a otra cosa. Apuntan precisamente a lo
que en apariencia sería todo lo contrario, es decir, todo lo que falta.
Nuestro Juanito se ve, de golpe caído o al menos ve que puede caer, de su función de metonimia, se imagina como
una nulidad.
Juanito no experimenta angustia, sino miedo. El niño teme que ocurra algo real, dos cosas: que los caballos
muerdan, que los caballos se caigan. Los caballos surgen de la angustia, pero lo que traen es el MIEDO. El miedo se
refiere siempre a algo articulable, nombrable, real, esos caballos pueden morder, pueden caer.
Lo que vive Juanito, lo que hay en él es el miedo. No miedo al caballo, sino a los caballos, de forma que a partir de la
fobia el mundo se le aparece puntuado por toda una serie de puntos peligrosos, puntos de alarma, que lo
reestructuran.

Siguiendo una indicación de Freud – que, cuando se pregunta por la función de la fobia, aconseja para resolver tener
en cuenta otros casos – recurriremos antes de ver si la fobia es una especie de mórbida o un síndrome, a una de sus
formas más típicas, más extendidas, o sea la agorafobia, que sin duda tiene valor por sí misma y nos presenta un
mundo puntuado por signos de alarma dibujando un campo, un dominio, un área. Si nos vemos obligados a tratar de
indicar en qué dirección se insinúa, no ya la función de la fobia, no digo eso porque no debemos precipitarnos, sino
su sentido, es el siguiente – la fobia introduce en el mundo del niño una estructura, sitúa precisamente en primer
plano la función de un interior y un exterior. Hasta ese momento, el niño estaba, en suma, en el interior de la madre,
acaba de ser rechazado, o se lo imagina, está angustiado, y entonces, con ayuda de la fobia, instaura un nuevo
orden del interior y del exterior, una serie de umbrales que se ponen a estructurar el mundo.
Hemos trasformado la angustia en miedo y el miedo es, aparentemente, más tranquilizador que la angustia. Pero
esto tampoco es seguro.
Sólo hemos querido puntuar que no podemos de ningún modo hacer del miedo un elemento primitivo en la
construcción del yo. El miedo no puede considerarse en ningún caso un elemento primitivo, un elemento último, en la
estructura de la neurosis. En el conflicto neurótico, el miedo interviene como un elemento que defiende
destacándose, y contra algo completamente distinto, que por naturaleza carece de objeto, a saber, la angustia. Esto
es lo que nos permite articular la fobia.

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