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Los Depredadores Nos Dieron Su Mente
Los Depredadores Nos Dieron Su Mente
- Probablemente sí, pero surgirán otras. Hay una pandemia silenciosa que hace falta
eliminar con mayor urgencia para evitar que surjan nuevos "covids".
- ¿Cuál es esa?
- El virus de la moralidad, la cual tiene mucho que ver con el miedo.
- ¿Miedo a qué?
- Miedo a lo diferente, al cambio, a lo nuevo. El miedo genera resistencia, y esta se
convierte en hipocresía.
- Entiendo que hay mucha hipocresía en los moralistas, pero no considero que eso sea tan
peligroso al grado de matar personas, es decir, no lo definiría como una pandemia. La
moralidad es una característica que nos brindó la vida en sociedad.
- También el racismo o el sexismo, la pedofilia son herencias de la vida en sociedad. Esta
epidemia de la que hablo ha matado durante milenios, mata cada año que pasa en la
actualidad, y no sólo eso, mata también a futuro.
- Cómo es eso de que mata a futuro?
- Mira, por ejemplo, hoy en día tenemos la tecnología crispr, que tiene el potencial para
modificar el genoma humano. En China ya se logró incluso modificar los genes de unos
bebés para que sean inmunes al VIH, es decir, con esa tecnología genética cualquier
humano podría ser inmune a cualquier coronavirus.
- El caso que mencionas no es ético porque involucra bebés, es decir, se les está
imponiendo una decisión arbitraria sobre sus cuerpos sin que éstos puedan hacer o
decidir algo, eso es inmoral.
- ¡Exacto! Ahí está la hipocresía de la moralidad ¿No se les inculca de manera arbitraria
también la religión a los niños pequeños? ¿Qué hay de la circuncisión en los bebés judíos?
Se les niega incluso a dos adultos ¡dos adultos! la posibilidad de contraer matrimonio con
alguien de su mismo sexo. O el caso de las niñas a las que se les niega la posibilidad de
abortar porque un montón de adultos moralistas deciden sobre sus cuerpos. Si aceptan
socialmente esas arbitrariedades ¿por qué el resquemor a una modificación genética que
elevará la calidad de vida de un ser humano?
- Las que mencionaste son cuestiones ideológicas, discutibles, sí, pero las modificaciones
genéticas no son aún seguras, se necesita mucha investigación, ensayos de prueba y error
y para tales implicaría probar en seres humanos, sin saber realmente las consecuencias
que pueda tener, eso es lo inmoral del asunto.
- El alcohol y tabaco tienen consecuencias nocivas para la salud pero se permiten porque
un adulto puede decidir lo que consume o no.
Un esclavo obedece, pero un adulto libre decide, incluso aquello que puede ser fatal para
sí mismo. Los hombres que pisaron la luna lo hicieron a sabiendas de que era también un
experimento, que podrían no regresar a casa, pero lo hicieron por convicción propia y ya
no sólo pensando en sí mismos sino en la humanidad. Si un laboratorio ofreciera grandes
sumas de dinero a quien estuviera dispuesto a someterse a pruebas genéticas, estoy
seguro que muchos lo harían, tanto por sí mismos como por un sentido de servir a la
humanidad usando sus cuerpos como medios para desarrollar tratamientos y mejoras
hacia generaciones futuras.
- No es ético mandar gente a otro planeta sabiendo que pueden morir. Y no es ético
permitir los efectos desconocidos que una modificación genética pudiera tener. Lo siento
pero una sociedad civilizada no funciona así.
- Es porque los moralistas, al igual que el hombre del mito de la caverna, están asustados
ante todo lo desconocido. Cuando Elon Musk planteó el proyecto de colonizar Marte no
faltaron esos cortos de entendimiento quejándose de que "como podemos gastar recursos
en llegar a Marte cuando tenemos tantos problemas sin resolver en este planeta". Yo les
digo sí, y uno de esos problemas son ustedes, predicadores de la doble moral, que
construían sus fincas y ferrocarriles usando esclavos; que se jactaban de su democracia
sin dejar a las mujeres ser partícipes de ella, o que invadían países en nombre de tal
"democracia" ; que se pavonean de sus ciudades y edificios mientras desaparecen
bosques, se extinguen especies, se calienta el planeta ¿es esa su sociedad moral?
- Esas son cuestiones que van más allá de nosotros. A nosotros como individuos nos
corresponde mantener la integridad ética, a pesar de lo que pase en el mundo.
- "Cuestiones que van más allá de nosotros", eso es lo que decían aquellos atemorizados
por el rey o por Dios. Hoy en día somos rebaños de la "sociedad económica". Que el
mundo se caiga a pedazos, pero que no nos toquen nuestra moral, claro, que otros sufran
mientras no se metan con nuestra comodidad, la fortuna de nacer en la parte correcta del
mundo; que nuestras ideologías prevalezcan pisoteando derechos de otros. Yo pienso que
uno tiene que desentenderse del mundo y formar su propio juicio respecto a lo que es
correcto e incorrecto. Hay cosas que socialmente están mal, pero no son malignas en sí
mismas. Hay cosas que están mal y son o han sido socialmente normales.
Resumiendo entonces: sí, yo soy una persona moralmente incorrecta, al menos en ciertas
cosas que la sociedad define como tal.
Mas no te confundas, no soy alguien maligno en tanto no actuo de mala fe, con alevosía o
premeditación de hacer el mal a nadie, como sí hacen otros que con una mano matan y
con la otra sostienen la ley o la biblia. Eso para mí es ser inmoral en un sentido de justicia
universal, lógico, no de convención social.
Yo me guío por una dialéctica Interna que convive dentro de un entorno social. Y sueño
con esa sociedad "inmoral" que se guía por la inteligencia y no por sus miedos y creencias
irracionales.
Puedes tener algo en tu interior que duela como una espina que tú mismo enterraste; no
ser lo que esperas de ti o no tener un norte en tu corazón que te lleve a lo que te haga feliz,
un ir sin rumbo en un mar turbulento y pensar que es lo que mereces.
A veces puedes vivir con una eterna culpa no reconocida por la que quieres ser castigado,
para ello buscas al demonio más apto y te encariñas con él.
El poco amor propio nos hace amar a quien no nos ama, a quien solo viene a hacerte daño.
Aceptamos el amor que creemos merecer. La persona que elegimos es un reflejo de
nosotros mismos.
VIDEO Paradójicamente los mayores saltos que la humanidad ha dado, y sobre todo
los que tiene aún para dar, son gracias a desentrañar los secretos de lo más pequeño,
lo que reside en el interor de los átomos, las partículas, los genes. Descubriremos los
secretos del inmenso universo no a través de abarcarlo por completo, sino de
entederlo hasta el nivel de sus partículas primigenias. Asímismo, los mayores peligros
que enfrentamos no vienen de gigantescos monstruos o terremotos, ni de la explosión
de las estrellas, sino de los microscópicos secretos que recorren nuestras venas: virus,
bacterias, genes, átomos.
"Pienso luego existo" equivale a decir " solo lo que se experimenta existe".
Todo lo que es real es la energía de un testigo.
El gato de Schrödinger podía estar muerto y vivo al mismo tiempo porque había testigos
que así lo proyectaron.
Sí el gato hubiera estado solo dentro de esa caja y nadie supiera de su existencia, entonces
no hubiera sido posible esa paradoja, solamente hubiera existido "el gato", es decir, solo
su propia experiencia momentánea. La suya y no la de terceros que proyectaban
realidades alternativas respecto al gato.
Del mismo modo la ambivalencia dentro de nosotros mismos desaparece si prestamos
atención a nuestros propios testigos internos.
Nuestra atención es energía. Nuestros pensamientos van hacia una parte. Lo que sentimos
es "algo".
Hay una multitud dentro de nosotros. Nuestros "yoes" un día dicen "vive" y otro día dicen
"muere".
Somos en realidad un gato de Schrödinger atrapado en una caja de huesos y dentro de esa
caja coexisten todas las realidades posibles.
La elección es tuya: o vives tu propia existencia o vives lo que otros proyecten sobre ti.
Los demonios existen desde tiempos inmemoriales; eran esos idolos de los sacrificios y
zigurats mesopotámicos. Susurraban al oído de los grandes faraones que levantaron
piramides. Los demonios dominaban la mente de reyes y emperadores; vieron nacer y
caer imperios y probablemente aún están detrás de la gente mas rica y poderosa del
mundo.
Y todavia así piensas que va a haber un demonio en tu pinche habitación pedorreada y sin
enjarrar, no mames.
El capitalismo se basa en el concepto de propiedad privada, lo cual está muy bien, pero no
se trate de tus datos personales porque entonces ahí sí cual privacidad, esa ahora es del
pueblo para el pueblo *comunist noises*
Por cierto, he visto muchos comentarios de "como la hacen de pedo, en nada me afecta
que las empresas tengan mi información personal, no es como que tenga algo que ocultar"
.
Pues no, no hay nada que ocultar, pero es como si te dijera que para tener derecho a una
casa necesitas que esta tenga cámaras hasta en el baño, y que transmitan a todo el mundo.
Igual no es que vayas a hacer nada malo o que tengas un laboratorio de metanfetamina en
tu casa, pero simplemente hay algo que no cuadra cuando se profana el derecho a la
privacidad. Caminar en calzones, cagar o masturbarte no sería lo mismo si sabes que te
observan.
No te quitarían el derecho a hacer lo que quieras, pero te quitarían el derecho a hacerlo en
privado, y eso es más peligroso de lo que la gente cree.
Por ejemplo, el otro día estaba tocando guitarra tranquilamente, y poco después me
aparecieron anuncios para cursos de guitarra. Digo, ¿no tengo acaso el derecho a tocar
culero la guitarra y buscar yo mismo un curso cuando me plazca?
Pasa lo mismo cuando hablas acerca de cualquier cosa, lo cual hace evidente que existe un
algoritmo identificando palabras clave que traduce luego en hábitos de consumo. Es como
si te clasificaran en una categoría de persona, o más bien de consumidor.
No quiero asustarlos, pero qué pasa si trasladamos ese algoritmo desde lo meramente
comercial hacia un ámbito político. China ya vive en esa realidad peor que Orweliana, y
digo peor porque ya no es ficción.
¿Significa entonces que las personas del futuro ya no tendrán la posibilidad de conspirar?
Para qué quiero conspirar, probablemente dirás, y estamos de acuerdo. ¿Pero si en el
futuro fuera necesario? ¿Si en un futuro fuera necesario reunirnos para actuar contra las
politicas corporativas o los gobiernos que perpetúan modelos obsoletos ¿tendríamos que
despojarnos de toda nuestra tecnología para hacerlo? Y aún así, nuestra huella digital no
desaparecería, ya estaríamos rastreados como disidentes. Es decir, para las guerras del
mundo digital estaríamos completamente desarmados.
Quizá en las guerras del futuro no hagan falta soldados con rifles de asalto, sino hackers,
programadores, gente que sepa manejar el arma de este siglo: la tecnología.
¿Aceptarás esos términos y condiciones?
La opinión de los demás es como el culo, todos tienen uno, pero el único que importa es el
que tienes tú, el de los demás no es asunto tuyo.
Supongamos que alguien hace algo poco común o se muestra a sí mismo de forma
estrafalaria, excéntrica. Pueden pasar dos cosas, primero ese alguien hace caso a los
comentarios o le da pena lo que comiencen a decir de él, así que trata de contenerse a sí
mismo y situarse en los parámetros de lo "normal".
Por otra parte, también puede suceder que ese alguien le importe un comino la opinión
ajena (hay que tener la piel bien dura para esto). Esta persona permanece fiel a sí misma,
a lo que es y lo que siente, demuestra seguridad en su particular forma de ser. Luego
sucede algo curioso, cuando ven que ese "raro" es tan seguro de sí mismo, aparecen los
primeros imitadores, aquellos que legítimamente se identifican con él. Luego comienza
poco a poco el efecto rebaño y comienzan a sumarse otros, hasta eso que en un principio
era objeto de críticas o burlas se convierte en la nueva norma o moda.
Así es como todas las cosas nuevas surgen, de alguien que resistió a la presión social que
es como la gravedad, siempre tirando hacia abajo, a lo fijo y preestablecido.
Y no es que uno deba ser siempre “único y diferente”, en realidad es válido sentirse
identificado con las ideas de alguien más, pero eso es distinto a sumarse a una moda o
corriente solamente por el factor social, cual borregos sin criterio propio.
En pocas palabras: el mundo se mueve gracias a quienes les importa una mierda la
opinión de los demás.
Tuve ese sueño de nuevo. Aunque más que un sueño, parecía una niebla cargada de
relámpagos, y estos a su vez dejaban ver imágenes durante breves instantes, igual que un
rayo deja ver por un segundo las siluetas dentro de una habitación oscura.
Las siluetas venían del interior, de esa habitación oscura que llamo “mí mismo”, pero a la
vez eran también impersonales; era yo y a la vez no lo era.
Era yo mismo observando mi propia espalda. Y la figura del “otro”, del observado, era de
hecho distinta a la que ahora mismo concibo como mía. Pero lo era, éramos una misma
experiencia a través de dos siluetas que pudieron reconocerse durante el breve instante
que dura un relámpago.
Podía ver también a través de los ojos de quien me encontraba observando en ese
momento y a través de esa otredad me observaba a mí mismo.
Pensé en todas las personas que conozco, todos esos otros que no son yo. Y si sucede lo
mismo que en el sueño ¿y si somos un mismo ser desdoblado en multiples apariencias?
Y es que normalmente más que de carne somos de piedra, duros, alienados, pero en el
sueño las barreras que nos definen como individuos se fundieron cual magma volcánico.
Concretamente, la individualidad que ahora bien puedo sentir era sólo el espejismo de
otro sueño.
Siento a partir de esa experiencia, que el ego y la individualidad son una trampa: el
mecanismo que una misma conciencia creó para poder ver más cosas al mismo tiempo.
Como si cortaras tu cuerpo en mil pedazos y cada uno pudiera ir por su cuenta a un sitio
distinto, olvidando que son avatares del mismo ente que se dividió.
Despertar implica desvanecer la ilusión del yo individual y comenzar a reconocerte en los
otros, en la totalidad de lo creado.
No te tomes tan en serio a ti mismo, quizá todo es un sueño.
Todos piensan que estar loco es algo cool, que te hace ser especial de alguna forma. Hasta
que te ves a ti mismo hablando solo como si de verdad tuvieras a alguien en frente.
En efecto así fue, estuve en un café, pedi comida para mí y mi acompañante, que no era
otro que esa voz dentro de mí. Y luego tuve que comerme ambos platos yo, para que la
gente no pensara que alguien me dejó plantado - o igual que lo pensara, pero la comida no
se desperdició-, y también para que el otro se callara y dejara de ponerme en ridículo.
Ahora cada que salgo llevo ropa para dos, café para dos, tiempo para dos. Pienso el doble,
como si hablara por dentro y no por fuera, pues siempre hay un debate interno que se
hace externo cada que la apariencia física está en soledad, que es cuando el otro o la otra
sale. Y es que a veces me habla como me hablaría un amigo o un enemigo, a veces como
una madre o una amante. Pero siempre mi otredad se parece un poco a las personas que
han transitado por mi vida. Por lo general cuando alguien intenta herirme o insultarme,
esa voz ya lo ha hecho antes y peor, con palabras más duras y críticas más mordaces.
Cuando alguien pretende amarme, mi otro yo me ha amado más y mejor.
No es hombre ni mujer, claro está, pues en la dimensión de esa conciencia todos somos
andróginos, de hecho esa voz describe nuestra dualidad como una mera ilusión, que en el
fondo nuestras formas crean una apariencia que es como el vapor que empaña el cristal
con el que miramos nuestra propia vida.
Tampoco tiene nombre, ni se identifica con ninguna de mis actividades o gustos, aunque
tampoco me juzga, me deja ser con lo que soy. Pero luego cambia de humor y se ríe de mí
cada vez que me identifico con algo o tengo un apego hacia alguien, dice que desde donde
está a veces me veo grande o pequeño, que cambio de forma según las cosas o emociones
con las que ocasionalmente me identifico.
A veces le grito, le pregunto que si qué quiere de mí, y me contesta con la misma pregunta,
¿qué quieres tú de ti? Porque a veces eres esto y eres aquello. Y tampoco sé qué contestar.
Le preguntó qué eres tú, dónde estás, y siento una presión en mi entrecejo, luego baja y
sube por mi espalda como un rayo en una escalera. Sé qué por lo general habita en el
medio de mis ojos, sobre todo cuando sostenemos acalorados debates. A veces para
silenciarlo a la fuerza relajo esa zona, misma que muchos llaman el tercer ojo, pero yo sé
que es ahí donde habita la otredad. También respiro con menos intensidad cuando quiero
un poco de paz, pues he notado que es como un alma de fuego y necesita el aire para
poder manifestarse. Lo malo es que yo también lo necesito, y hemos de compartir el aire
que mantenga su fuego y mi vida.
Todos piensan que estar loco es algo cool, que te hace especial de cierta forma, hasta lo
toman como un piropo cuando alguien se lo insinúa, pero cuando realmente sufres en las
noches para que la otra voz te deje dormir, entonces no creo que sigan pensando lo
mismo.
Todos tenemos una vida que resolver, es decir, aspectos específicos de nuestra existencia
que nos proponemos cumplir para sentirnos realizados.
El niñato que dio su primer beso o el joven que compró su primer coche. La primer
borrachera o el primer hijo. A sus cuarenta y tantos una persona que no resolvió su vida
amorosa se convirtió quizá en un ser patético y desesperado por tener a alguien, porque
no logró trascender ese aspecto de su vida, o al menos eso es lo que siente por presión
social.
O qué hay de aquel que logró todo en su vida y viajó a Praga a sus cincuenta y tantos,
luego de toda una vida de sacrificios, y ahora sentado junto a una mesa de roble en el café
Imperial piensa en aquel Pueblito donde pasó su vida entera. ¿Bien, lo logré, y ahora qué?
se pregunta.
Tengo mi casa, mi coche, mi esposa ¿ahora qué? Tengo todo lo que me propuse, lo he
logrado, qué sigue entonces.
La cuestión de realizarse es un eterno escapar del vacío.
Y es que el primer llanto cuando naces es también un "puta madre ¿y ahora qué?"
No te voy a mentir,
estoy muerto desde hace un tiempo
porque eso es lo que pasa cuando te olvidan.
Pero tú vives cada vez que te recuerdo,
hasta en el más insignificante detalle,
a veces hasta obsesivamente,
como cuando guardo tus estados de Instagram,
pero que borro luego de sentirme tan patético.
No sé, tal vez no sea tan malo,
tal vez sea peor ya no sentir nada.
Me gustaría preguntártelo, qué se siente dejar de sentir.
Yo te podría contar lo que se siente estar muerto y enterrado.
Y si eso suena demasiado dramático,
te diré que no lo es tanto,
porque sentir es estar vivo.
Y si recordar es vivir,
querida yo te estoy regalando vida eterna.
Bukowski escribió los Escritos de un viejo indecente. Yo a manera de parodia escribí los
Escritos de un viejo lesbiano.
Él tiene un poema titulado La puta que se robó mis poemas. La mía no es puta, pero igual
se robó mi poesía.
Lo sé porque no la encuentro últimamente y ella la buscaba como el sediento al agua.
Si hubiera tenido la amabilidad de pedírmela me hubiera abierto el pecho y sacado lo que
pudiera, aunque fueran papeletas mojadas por orines. Pero tendría el tacto de quitármela
con suavidad como se arranca un fruto maduro, y no que ella la arrancara como se
arranca una virginidad a la fuerza, erosionándola, haciendo difícil que el amor vuelva a
brotar ahí.
Porque, como toda manifestación de la vida, la poesía crece de nuevo, la de lotos sobre
pantanos, la de campos de girasoles bajo cielos azules. El arte es la cola de las lagartijas,
las hojas arrancadas por el viento: todo lo que vive se entrega, vuelve a brotar y vive de
nuevo. Incluso la muerte en su muerte ignora que de sus huesos habrá de brotar quizá un
muñón verde o retorcerse un gusano.
La vida es armoniosa y cálida, pero también es sucia, visceral y directa.
Por eso regalo lo que soy, porque no es mío, así como no es de los azahares el polen que
recogen las abejas, ni de estas es su miel que recoje el oso o el hombre; así como no es de
las moscas la mierda que sorben como borrachos en cantina de mala muerte.
Sólo el ego posee y dice "mio". La vida es impersonal, "es", se esparce como dientes de
león con el viento.
Banda estoy de bajón. Llegué temprano a casa porque la chava que intentaba ligar me
bateó. No entiendo por qué, solo me acerqué y le platiqué cerca del oído algo que a mi
parecer es super sexy. Cuando terminé de hablarle se levantó de su silla, me miró con
desprecio y se largó. Y pues me quedé solo, apuré mi tarro de cerveza y vine aquí a
contarles esto.
Sí tienen curiosidad de saber qué le dije a la chica para que huyera, se los transcribo a
continuación.
Mientras lo leen imaginen que se los digo al oído en tono super sexy.
"Una cualidad de la naturaleza humana es la fijación hacia una figura materna, entiendo
esta como un refugio de los peligros externos, la satisfacción incondicional de las
necesidades físicas y emocionales. La fijación por la madre - o incestuosa, como la llamaba
Freud- está directamente relacionada con el narcisismo inherente en las personas, la
extrapoación del "mí mismo" en una figura o ídolo externo, es decir, la figura incestuosa
no sólo puede ser la madre biológica como tal, sino esta representarse en todo aquello en
lo que nuestro narcisismo busca un refugio, que nos proteja del exterior, que nos ahorre el
agobio de enfrentar la realidad por nosotros mismos, de buscar respuestas o un
andamiaje ideológico que satisfaga una necesidad de identidad.
La fijación incestuosa ha estado representada por Dios o los dioses, la raza, la
nacionalidad o la política.
Este narcisismo - que se hace colectivo - obtuvo un desencanto luego de la segunda
Guerra mundial así como las guerras y conflictos posteriores (el miedo a una ecatombe
nuclear ocasionada por fanatismos nacionalistas aún se encuentra latente) lo cual ha
llevado a las nuevas generaciones a desentenderse de la identidad de razas o naciones,
llevándonos a un sentir más universal, del mismo modo que Nietzche planteó la
emancipación intelectual de la imperante figura religiosa.
¿Si ya no es dios o la nación, dónde se encuentra ahora nuestra fijación incestuosa?
¿En qué depositamos nuestra fe, donde vertemos la necesidad de pertenecer, de sentirnos
protegidos, saciados en todas nuestras necesidades?
La respuesta podría ser el placer, la sola existencia sin un propósito, el nihilismo en su
estado puro.
Internet y el capitalismo son lo que antes era dios o la identidad nacional. Las compañías
están ahí para satisfacer cada uno de nuestras necesidades y caprichos
incondicionalmente (siempre cuando pagues con tu tiempo de trabajo y tu privacidad).
Los productos, las marcas que patrocinan hasta los conciertos (de bandas incluso con
letras "antisistema")
El dinero ahora es dios y las marcas sus apóstoles, los influencer serían los esbirros, los
que evangelizan en la religión del consumo.
Pero el punto es entregarse a algo, verter tu identidad en algo que te identifique, que te de
un sentido de pertenencia, de soy "algo", "alguien" , que alguien atienda tus necesidades, y
resuelva tus problemas, porque siempre seremos bebés buscando una teta, y esa teta hoy
se cotiza en dólares.
Si yo mantuviera a un pueblo de esclavos a pan y agua, sin ropa, sin techo, trabajando de
sol a sol, sin descanso, sin nada que perder salvo su evidente esclavitud ¿Qué les detendría
entonces de revelarse contra mí?
En cambio si yo tuviese la misma horda de esclavos y les diera ropa, agua potable, casas
resistentes al viento y la lluvia; si les diera seguro médico (paupérrimo y sólo para el que
trabaje, por supuesto); aguinaldo, electricidad y escuelas para sus hijos (que les preparen
para relevar a sus padres en el trabajo); si les llevara entretenimiento (no necesariamente
arte), algún regalo esporádico, dinero (salido de lo que ellos mismos producen), alcohol a
la vuelta de la esquina, para que despabilen, para que no pongan mayor atención a mis
hoteles, mis yates, a mi palacio de oro macizo.
Si tuvieran esas migajas, esas pequeñas comodidades, entonces tendrían ya algo que
perder, sentirían que no les conviene ponerse en mi contra, aún cuando la injusticia y la
desigualdad prevalezcan.
Se harían adictos a esa gota de buena vida, la cual los mantendría con la ilusión de no
estar dentro de un círculo maestro-esclavo. Al mismo tiempo su trabajo seria la fuente de
mi inmensa riqueza, esa misma de la que vienen las migajas y “comodidades” que les
brindo.
Así pues, dale al esclavo algo que perder y pensará que trabaja para sí mismo, se volverá
incluso egoista, desdeñará a quien tenga menos que él.
Algunos tendrán más comodidades que otros y eso les dividirá, se odiarán entre ellos.
Mientras tanto yo seguiría llenando mis arcas, contaminando su aire, sus ríos, generando
más esclavos sin preocuparme ya de rebeliones.
Tolstoi 1890: dicen las mujeres "ah, hombres, con que solo nos quieren como objetos de
deseo para ustedes, pues como objetos de deseo os haremos dueñas de vosotros.
Mujeres de Internet:
Ah, hombres, con que solo nos ven como objetos de deseo, pues como objetos de deseo
nos darán miles de likes y atención, con lo que ganaremos miles de dólares, incluso más,
mucho más, de lo que ganan ustedes en sus profesiones.
Hombres de Internet: no puede seerr, esa streamer se hizo rica nomas por enseñar las
cheches en sus videos, no es justo para los que sí aportan algo y se esfuerzan en crear
contenido y blablabla
Also hombres de internet:
Mira esa nalgona de instagram, creo que pagaré el only fans para ver sus fotos en
calzones.
Tolstoi facepalm noises from el más allá
Imagina que tienes una percepción que se fragmenta en muchas, como la luz que se divide
al pasarla por un diamante. Esa visión es la mente que contiene algo que podríamos
llamar conciencia ( lo que es y se cuestiona a sí mismo).
La visión puede abarcar un rango ancho (muchas visiones) y los pensamientos
convertirse en un murmullo constante acerca de todo y de nada.
Esa es una visión amplia pero poco intensa; útil, pero a una distancia relativamente corta.
Muy ocupada, pero debil.
La otra posibilidad es despojar de nuestra atención todo el ruido en nuestro espectro
visible (entendido como la energía de nuestra atención).
Los pensamientos dejan de estar. Pasado, futuro, y el tiempo hipotético (lo que podría o
pudo haber sido pero no es) caen como un peso muerto y la atención que genera ansiedad
se esfuma.
Entonces la visión se enfoca como un láser hacia un solo lugar y momento, con un radio
menos extenso, pero con una intensidad mucho más aguda, tanto que podrá ver más allá,
inclusive ( si se es lo suficientemente receptivo) a percibir los hilos que mueven eso que
llamamos realidad, como si de un ojo de fuego saliera un rayo que rompiera el velo de
todo lo que es o creemos ser.
Hay una verdad espiritual que late en cada individuo, que se manifiesta desde el hecho de
haber nacido en una latitud específica, de tener tal familia y entorno sociocultural. En la
infancia temprana uno no elige sus experiencias, éstas te asaltan y forman el "yo" que se
ha de expresar en la vida adulta.
Para algunas tradiciones a esto le llaman karma, en el lenguaje común se le llama destino.
Pero ambos conceptos representan una falta de control sobre nuestra existencia, como un
camino predefinido que no podremos evitar.
Para el psicoanálisis existe la mente subconsciente, el superego, y en medio de esas dos el
"yo", el mediador, la cara con la que nos mostramos al mundo dentro de esa dicotomía
interna. Eso que llamamos karma, está incrustado en las tinieblas de lo que habita en el
subsconciente.
Todo aquello que nos ocurrió cuando todavía no formabamos una concepción clara del
"mí mismo", nos dio una personalidad que sigue conduciendo nuestros actos, haciéndose
pasar por "nuestras decisiones", o "nuestros gustos".
Esa es nuestra "verdad espiritual", el determinismo que nos ocurre en la realidad física, a
veces como ratones corriendo en una rueda.
Pero hay alternativas, pues podemos hacer consciente lo que habita en nuestro
subsconciente y también lo que manifestamos a través del superego (valores morales,
normas sociales); pero para encontrar esa verdad siendo humanos y no maestros como
Jesús o Buda, se nos ha otorgado nuestro camino físico, el cual podemos recorrer
conscientemente, poniendo atención a lo que sentimos, a lo que nos estimula o nos afecta,
y decidir entonces de acuerdo a nuestro sentir verdadero (que no está guiado por
pulsiones o traumas) , al yo libre y cristalino que todos somos en algún punto y al cual
podemos volver como aquel que regresa a casa.
Por eso buscar espiritualidad a través de terceros (religiones, maestros, etc) es un camino
peligroso, puede servirte, sí, pero como una luz que te permita seguir tu propio camino de
una forma menos caótica.
Pero el camino es de cada quien, cada experiencia es una forma única e irrepetible de
misticismo.
Para el común denominador la realidad física es una manifestación de la verdad espiritual,
lo cual es distinto a decir "mi verdad espiritual manifiesta mi realidad física".
Comer es extraño. Quiero decir, es bello y a la vez también quizá tiene algo de escabroso.
Tenemos siempre la imperiosa necesidad de llevarnos algo al estómago para que nuestro
organismo pueda seguir con vida.
Tal vez como una ingeniosa obra de la ingeniería biológica tenemos además papilas
gustativas que hacen del comer uno de los máximos placeres terrenales.
Si no te alimentas por supervivencia, hazlo aunque sea por placer; algo parecido a lo que
sucede con el sexo: si no follas por reproducción cuando menos folla por gusto, que a fin
de cuentas acabarás reproduciéndote, aunque sea por accidente. Podría decirse que esa es
la firma de nuestro “Autor”: el incentivo al placer para asegurar la supervivencia.
Pero fuera de estar condicionado siempre a la tiranía de privar la vida a otro ser -planta o
animal- por la necesidad de preservar la propia, es un hecho que nuestra esclavitud
biológica ( la nuestra y la de toda criatura que puebla el globo) nos hace objeto también de
esclavitud con nuestros semejantes.
Para comer necesitas obtener comida, o sea, en términos prácticos de nuestro sistema
económico: dinero. Para tener dinero necesitas alquilarte: tu tiempo, tu espacio, tu vida. Si
no te vendes no comes.
Es curioso vivir atado a nuestras propias necesidades biológicas y que estas nos aten a las
circunstancias mundánas. Y más lo es aún cuando nuestra esclavitud es también objeto de
tanto placer. Pero hay belleza en todo esto, - no quiero sonar a puro nihilismo-, como
colibríes revoloteando entre frescos azahares o una viuda negra clavando sus colmillos en
una mosca.
Provecho
Se nos ha convencido de que el valor como personas se adquiere desde afuera, según
requisitos impuestos por una sociedad que se cotiza en dólares. Pero la sociedad no es un
ente en sí mismo sino una composición de individuos, formados para pensar de manera
más o menos similar.
El sentido de pertenencia o realización se logra ya no a través de dioses ni reyes
tradicionales, sino a través de posicionarte dentro de un mercado específico y resaltar en
él. Hoy es el dios dinero el que convierte en cobre todo el oro que toca. Y son los
servidores de este dios quienes acumulan el poder de dictar a los demás individuos cómo
han de pensar y comportarse, qué valores prevalecerán y cuáles dejan de existir.
Incluso los movimientos disruptivos actuales se banalizan, entran en la misma dinámica
que el resto de mercados (sustitución del pensamiento individual por dogmas ideológicos,
politizacion de los medios y el arte).
La individualidad también se construye dentro del mercado, la "originalidad" tiene
marcas que la construyen. Ser único, especial y diferente tiene su propio merchandising.
Puse que soy furro en mi solicitud de empleo, solo por joder. Lo peor es que sí me
contrataron, de hecho me contrataron por ese detalle.
Me pidieron ir disfrazado de perro al trabajo. En la oficina les huelo la cola a mis
compañeros, me meo fuera del retrete o le doy la patita a mi jefe en señal de sumisión.
Ahora que lo pienso, no es muy diferente a un empleado normal
Los extremos se tocan. Cuando uno nace no tiene nada, no necesita nada, por tanto, tiene
todo. Luego, cuando comienza la madurez y la autoconsciencia, entonces la totalidad no
basta; comienzan también las posesiones parciales:
Tener vida
Tener familia
Tener comida
Tener novio
Tener ganas
Tener amigos
Tener destino
Tener éxito
Tener sexo
Tener amor
Mío, mío, mío
La vida no me vale nada si no es mía, me molesta si no la puedo tener en la seguridad de
mi mano. Mi existencia es sólo la posesión de un dios fatuo. Y yo soy dios de todas las
cosas más pequeñas.
Y todo para darme cuenta, allá en el sepulcro, cuando sea el polvo de mis huesos, que al
final del día no tengo nada. Cuánta razón tenía al ser niño, cuando ya lo tenía todo.
“Ya no deseo ser tierra, aire, agua, fuego, carne” , así pedí ante las emanaciones originarias
cesar mis perpetuas existencias; quería regresar a la nada, al vacío, romper la rueda. Con
una sonrisa, no sé si de burla o satisfacción, me dejaron arrojarme al vacío profundo de la
nada.
Eso sucedió hace no sé cuántas existencias ya. Y sigo aquí. ¿Cómo explicar lo que miré
entonces?
Es quizá como el código que compone los archivos de internet, que se separa en números
y letras diferentes para poder viajar a través de cables y llegar hasta un dispositivo
receptor, el cual los interpreta y reacomoda nuevamente ¿qué pasaría entonces si
quitáramos un solo número a ese código?
Eso es justamente lo que pasa cuando pides el vacío: “error”.
O imaginen un panel inmenso compuesto de pequeños puntitos luminosos que conforman
un todo, como los pixeles de una fotografía. Cuando regresé al vació pude apreciar esa
“imagen”, y toda la inmensidad de existencias que la conforman. Curioso fue que al pedir
la nada me encontrara precisamente con “todo”.
Pero descubrí también que la imagen no estaba completa. Al cesar mi “soy”, mi parte en la
existencia se convirtió en un pequeño punto negro, mientras que todos, con sus vidas
buenas o malas, brillaban y sus colores formaban matices.
Es algo extraño de explicar, lo sé.
Tan sólo imagina que tienes una máscara en la mano, por un lado hay un rostro y por el
otro un hueco, un vacío; entonces doblas la máscara, esperando que el rostro tome el
lugar del vacío, pero el único resultado será ver el rostro donde estaba el vació y el vació
donde previamente estaba el rostro. Y así, yo me “doblé” esperando que el “rostro” de mi
consciencia cesara para siempre. Pero sólo percibí ese espacio negro que representa la
falta de mi existencia.
Entonces comprendí el significado de lo que es “existir”. El vacío “es” ya por defecto un
“todo”, pero al carecer de “existencia” se extrapola a sí mismo a través de una “mascara”
externa; aire, tierra, agua, fuego y bocas, y oídos, y narices y manos y sexos.
La nada, busca volverse consciente, por eso creó la existencia en sus infinitas
emanaciones. O sea, nosotros.
El vacío creo la “mascara” para que sus sentidos pudieran “ver” y comprender y hacer
consiente lo experimentado. La nada se comprende a través del todo. La idea se fragmentó
en pixeles para que tomaran entonces los colores y formas que completan la “imagen”.
Podría entonces decirse que tú y yo, el que lee y el que escribe, somos parte de la misma
imagen, la misma conciencia, la misma mascara, pero vemos y percibimos experiencias
separadas al identificarnos con el rol que experimentamos. Es como si un dedo del pie
ignorara que forma parte de un cuerpo. Eso es el ego en nosotros, identificarnos con
nuestra identidad -he ahí la redundancia, la ilusión- , que no es un sino uno de las infinitas
partes que posee el universo, como en un cuerpo humano, pero a escala cósmica.
Un hombre del futuro llegó hasta el taller biomecánico a reparar la reversa de su pene
biónico delux3000 de seis velocidades. El mecánico tomó entre sus manos aquel
miembro de piel sintética y observó con atención. Hubo un silencio. Me temo que no
puedo hacer nada, dijo por fin, su amiguito se quemó, parece que la hizo trabajar
durante muchas horas y olvidó echarle aceite. Tiene restos de saliva, pero eso no sirve
para lubricar el motor.
El hombre visiblemente ofuscado habló a la compañía de prótesis biónicas y exigió
hacer válida su garantía.
Lamentamos mucho decirle esto, contestó el operador con esa voz monótona de
maquina entrenada, pero el modelo Delux3000 del pene biónico ha sido
descontinuado por el momento y no hay reemplazos disponibles.
¿Cómo? Gritó el hombre. Y qué voy a hacer entonces con esta cosa muerta.
Tranquilícese, señor. Aún hay algo que podemos hacer por usted.
Qué cosa, contestó con ansiedad el hombre.
Tenemos el modelo de vagina Mandevourer3000, con vibrador de siete velocidades,
compresión inteligente y lubricación con termostato.
¿Esto es una broma? - gritó el hombre - quiero que me arreglen la pija, no que me
pongan panocha.
Tranquilícese, para hacer válida su garantía y como compensación al cliente, la
empresa le proporcionará sin costo adicional el programa de neuralink "sinteticbitch"
que cambiará la configuración de su software cerebral para que disfrute su nueva
vagina sin ninguna resistencia mental y emocional. Andará como hembra en celo,
como ex monja recién casada.
Mmm... Suspiró el hombre ¿Y la vagina trae sistema de aire acondicionado? Es que
aquí en Alaska hace un calor que te cagas.
Por supuesto.
Bueno, deme dos.
Cuando necesitas hacerle saber al mundo que no te importa lo que piense el mundo de ti,
entonces quiere decir que te importa que sepan que no te importa, y en esto hay, pues,
cierta trampa, cierta súplica por reconocimiento de "soy especial" ,lo cual otorga una
satisfacción personal, un delirio de grandeza para una cultura popular que exige seres
"auténticos" e "interesantes".
Por tanto, la excentricidad y la locura deliberada, expuesta con bombo y pompa, implica
que vives por y para lo que piense el mundo, igual que las masas vulgares y comunes
actuan mediante modas y tendencias impuestas por el status quo.
Cada individuo es por defecto único e irrepetible, y he ahí la ironía: así como somos
iguales por pertenecer todos al género humano, también nos hermana el hecho de que
cada individuo es especial en sí mismo.
Y al ser todos diferentes, sin excepción, nos convertimos en iguales. Llamo a esto "la
paradoja del único y diferente".
Decía Schopenahuer que una vez quedan resueltas todas las necesidades que la
"voluntad" exige a las personas, a estas no les quedará más en la vida que el sinsentido, el
desánimo, el ocio. La necesidad, el deseo de algo, es aquello que dota de propósito, rumbo
y significado a nuestras existencias. Por ejemplo, si no sabes qué hacer con tu vida ten
hijos y obtén un sentido para tu existencia, uno dado por default biológico.
Al mismo tiempo, filosofías como el budismo enseñan que este deseo que la "voluntad"
impone, puede representar la cárcel de nuestras consciencias individuales.
El vagabundo y el iluminado tienen mucho en común, son seres marginados de los
parámetros sociales, el propósito y significado de sus vidas es sobrevivir a la
incertidumbre de encarar su propia existencia.
Es una cuestión de perspectivas: afronto el sinsentido de la realidad haciendo conscientes
mis deseos animales, o bien, soy feliz con el breve goze que me brinde la satisfacción de
mis necesidades triviales.
Podríamos decir que la sociedad del siglo xxi ha resuelto sus necesidades, al menos en la
cultura de occidente, pero al mismo tiempo la ansiedad y depresión han alcanzado picos
tan altos que lo que consideramos una moda en realidad se trata de una epidemia. Ya
nuestras necesidades están resueltas al punto que llegamos a la satisfacción del capricho,
de las necesidades inventadas por el marketing. Ahora afrontamos de cara el vacío, la
inseguridad de nuestros egos.
Ya no hay que salir a cazar ni ir a la guerra, ahora enfrentamos la soledad de un mundo
que no comprendemos, pero del que buscamos el mayor número de distracciones
posibles que le doten un nuevo sentido: el placer.
Y todo este paradigma no es sino un nuevo mercado que explotar: el mercado del
aburrimiento, del vacío existencial que busca satisfacerse con un iphone de miles de
dólares; la avalancha de series, películas, videojuegos en las que olvidarnos por un día
más.
Sabes, desde que estás conmigo me gusta más la jardinería. Cada vez que la cagas y
me enfado contigo voy y cuido mis plantas, las riego les remuevo la tierra, siembro
nuevas semillas. Tengo ya un gran jardín de rosales, una hectárea de césped podado,
un sabino, varios nim adultos, un oloroso eucalipto, una palmera, una hortaliza con
patatas, zanahorias, lechugas, rábanos; tengo un huerto con mangos, guayabas,
aguacates, duraznos. No sé, unos años más de relación tóxica y la selva Lacandona se
quedará pendeja.
Durante las guerras del mundo antiguo el bando ganador (si es que el ejercicio de
matar pudiera tener ganadores) saqueaba las ciudades del adversario y raptaba/
violaba a las mujeres. Las mujer al mismo nivel que los bienes materiales.
Cuando este formato de salvajismo dio paso a otros con ametralladoras y mercados
bursátiles, "triunfar" era igual a grandes cuentas bancarias y tener mujeres. Mismo
modus operandi, diferente escenografía. El rapto y la violacion pasaron también a ser
muestras domésticas de "masculinidad", donde, por ejemplo, el hombre muestra su
valor en base a las mujeres que puede usar, desechar, dominar, pero por otro lado las
mujeres que buscan el placer son lapidadas socialmente. Hoy en día, aún cuando el
"ente patriarcal" ha desaparecido de las leyes y marcos jurídicos en la mayoría de
países, cuando somos iguales dentro de un estado de derecho, permanece el factor
cultural incrustado en la psique colectiva como un parásito que se niega a abandonar
al huésped.
¿A qué le llamas ser hombre?
El hombre es fuerte, el hombre domina, es mejor que el otro, no atiende tareas
domésticas, no demuestra sensibilidad, es frío, pasa por encima de los demás y es
exitoso por ello. La masculinidad histórica es como la adoración a la figura del león, el
"rey" por derecho biológico, el que depreda a quienes considera inferiores y mata a los
leones más débiles para poseer (en el sentido más literal) a las hembras. ¿Por qué no
es "rey" el elefante? Más grande, más fuerte, más listo y sobre todo, su grandeza radica
en la bondad e inteligencia; el elefante es majestuoso en sí mismo, no necesita
depredar ni dominar. El león es el perfil de la masculinidad rancia y es siempre este
perfil el que acosa, mata, viola, porque culturalmente se ha inculcado tal como modelo
de "éxito", desde Babilonia hasta la Casa Blanca. Wall street y el metro de la ciudad de
México están lleno de "leones".
El hombre con este perfil se valora a sí mismo en base a las mil y un maneras en que
puede someter o usar a los demás para su autovaloracion, incluyendo sobre todo a las
mujeres; y la publicidad, la cultura popular, el porno están llenos de ejemplos. ¿Ves
personas o ves objetos?
Eso que llaman "patriarcado", ese ente invisible que aparentemente todo lo cubre, no
existe sino en forma de masculinidades individuales, de hombres y también mujeres
que siguen perpetuando viejos patrones de pensamiento ( o más bien, de no
pensamiento). Porque la cultura nunca es personal sino una apropiación, pues el
acosador repite ideas que están en el ambiente, ideas que llevan luego a sus
conductas.
La tarea que nos aguarda entonces (principalmente a los hombres) es desenmascarar
esas ideas, dejar de normalizarlas, exponerlas como conductas nocivas, y valorar sobre
todo la masculinidad del elefante, no del león, aun cuando ese mismo ambiente nos
intente degradar (repito, lo intenta) por no congeniar con él, por encararlo. Pero eso es
el miedo del depredador hacia algo más grande y más noble.
Otras masculinidades.
ciencia, todo ello dio escape a una psicosis que otros tiempos era negada y reprimida. El odio
tuvo otras salidas, en vez de guerra y fanatismo.
La oscuridad de la psique, los eternos tabúes religiosos, filosóficos y metafísicos, quedaron
reflejados como en un espejo gracias a películas como Pesadilla en la Calle Elm, Viernes 13,
Alíen, Terminator, Robocop, Star Wars, o la obra completa de Stanley Kubrick.
La industria del cine exploró sus horizontes, la música se convirtió en voz y estilo de vida; el
punk y la escena glam, el desenfreno y la anarquía contracultural de los años 60s, 70s, y 80s;
fue también en estas épocas cuando se concibió la figura del “rebelde sin causa”, que
replantea los paradigmas y normas establecidas, pero de una forma caótica, desordenada,
conflictiva.
A partir de los años 90s, con la llegada de la llamada “generación millenial” podríamos decir
que estos “rebeldes sin causa” acabaron con la necesidad de llevar chaquetas de cuero y
corte mohicano punk Encontraron en la creatividad un desfogue a sus pulsiones y
sentimientos de descontento social. El “gen” de la violencia encontró escape en la cultura del
“mí mismo”; todas las venas del espíritu humano han servido como catalizador para la
neurosis y las pulsiones primitivas.
La violencia transmutó así en contracultura. Lo que en otros tiempos era negado y reprimido,
para posteriormente estallar en guerras catastróficas, a finales del siglo XX y principios del XXI
se convirtió en estética, en hilo conductor de las diferentes narrativas: filosofía, tecnología,
cultura medio ambiental, psicodelia, política, estilo de vida... la generación más pacífica de la
historia.
¿Qué tanto está influyendo entonces en la psique colectiva el regreso de las sociedades
políticamente correctas?
No hemos superado aún el tabú de mirar un pezón o unos genitales (Aunque los escotes
rellenos con silicón no son problema, seguro esos si son normales para la salud mental de una
persona), de mostrar al lenguaje en todas sus venas, el comportamiento humano con toda su
crudeza.
Al humor tampoco le ha ido muy bien últimamente. La propia comunidad despierta se está
convirtiendo en su propio enemigo, censurándose a sí misma; “homofóbico, machista, racista,
clasista”.
Y la última vez que fuimos correctos y mojigatos acabamos en una guerra mundial que mató a
más de 80 millones de personas.
Dime qué tanta censura tienes y te diré cuánta violencia y neurosis estás acumulando.
Después de mirar un documental acerca de protones y electrones tuve un sueño muy peculiar.
Soñé que yo era una especie de pila, más bien, mi mente lo era y cada pensamiento requería
cierta cantidad de energía, que incrementaba o disminuía dependiendo la carga emocional.
La energía completa era SER y podría considerarse la parte neutral.
Ahora, yo iba disperso liberando mis pensamientos aquí y allá, pero el mundo exterior, las
circunstancias y personas también eran generadores, por tanto, el elemento mejor cargado
dominaba al otro o generaba cierta atracción, como el imán y el metal buscan generar un equilibrio
en sus cargas.
y, al encontrarme con alguien o vivir cierta situación, me pregunto qué soy yo, protón o electrón,
atraje o me atrajeron, nos estamos sumando o restando
En ese momento no supo qué podía decirle a manera de consuelo o apoyo moral, no creyó
siquiera posible consuelo alguno y se limitó a darle un fuerte abrazo, pero más que un abrazo
era sostenerle, como quien sostiene a un animal herido, salpicándose con su sangre,
sufriendo también su dolor. Un abrazo que no sana, pero que tampoco deja morir, que
sostiene durante el tiempo suficiente hasta que tarde o temprano lo que se ha roto vuelve a su
lugar, no igual que antes, pero quizá mejor.
Yo pensaba que no estaba loco, hasta que un día me descubrí a mí mismo hablando solo y
contestándome en voz alta, como si hubiera una persona frente a mí y no en mi cabeza.
Pero eso no fue lo incómodo, sino que lo hacía mientras comía solo en un café y pedí
comida para dos, como si diera por hecho que el otro estaba ahí.
En efecto, luego tuve que comerme ambos platos yo, para que la gente no pensara que
alguien me dejó plantado - o igual que lo pensara, pero la comida no se desperdició-, y
también para que el otro se callara y dejara de ponerme en ridículo.
Ahora cada que salgo llevo ropa para dos, café para dos, tiempo para dos. Pienso el doble,
como si hablara por dentro y no por fuera, pues siempre hay un debate interno que se
hace externo cada que la apariencia física está en soledad, que es cuando el otro o la otra
sale. Y es que a veces me habla como me hablaría un amigo, a veces como una madre o
una amante. Pero siempre mi otredad se parece un poco a las personas que han transitado
por mi vida.
No es hombre ni mujer, claro está, pues en la dimensión de esa conciencia todos somos
andróginos, de hecho esa voz describe nuestra dualidad como una mera ilusión, que en el
fondo nuestras formas crean una apariencia que es como el vapor que empaña el cristal
con el que miramos nuestra propia vida.
Tampoco tiene nombre, ni se identifica con ninguna de mis actividades o gustos, aunque
tampoco me juzga, me deja ser con lo que soy. Pero se ríe de mí cada vez que me identifico
con algo o tengo un apego hacia alguien, dice que desde donde está a veces me veo grande
o pequeño, que cambio de forma según las cosas o emociones con las que me
ocasionalmente me identifico.
A veces le grito, le pregunto que si qué quiere de mí, y me contesta con la misma pregunta,
¿qué quieres tú de ti? Porque a veces eres esto y eres aquello. Y tampoco sé qué contestar.
Le preguntó qué eres tú, dónde estás, y siento una presión en mi entrecejo, luego baja y
sube por mi espalda como un rayo en una escalera. Sé qué por lo general habita en el
medio de mis ojos, sobre todo cuando sostenemos acalorados debates. A veces para
silenciarlo a la fuerza relajo esa zona, misma que muchos llaman el tercer ojo, pero yo sé
que es ahí donde habita la otredad. También respiro con menos intensidad cuando quiero
un poco de paz, pues he notado que es como un alma de fuego y necesita el aire para
poder manifestarse. Lo malo es que yo también lo necesito, y hemos de compartir el aire
que mantenga su fuego y mi vida.
Todos piensan que estar loco es algo cool, que te hace especial de cierta forma, hasta lo
toman como un piropo cuando alguien te lo insinúa, pero cuando realmente sufres en las
noches para que la otra voz te deje dormir, entonces ya no está tan cool.
Puedes tener algo en tu interior que duela como una espina que tú mismo enterraste; no ser lo
que esperas de ti o no tener un norte en tu corazón que te lleve a lo que te haga feliz, un ir sin
rumbo en un mar turbulento y pensar que es lo que te mereces.
A veces puedes vivir con una eterna culpa no reconocida por la que quieres ser castigado;
para ello buscas al demonio más apto y te encariñas con él, aunque sabes todo el daño que te
hará.
Pero eso es precisamente lo que deseas, hacerte daño, pues no tienes el valor de hacértelo a
ti mismo. Así es como puedes llegar a amar el veneno y a querer lo que no te quiere.
Un hombre perdió una pierna durante la guerra de Vietnam.
Él no considera aquel suceso una tragedia, pues la guerra no tiene ninguna otra finalidad más
que perder.
Este soldado vive ahora con su pensión de guerra, lleva una prótesis de miles de dólares con
la que sale a caminar por las tardes como cualquier otra persona, lo acompaña su esposa y un
pequeño terrier color café.
Y piensa: en mi vida no han existido las tragedias, sino las malas decisiones. De hecho, tampoco
estoy seguro que sean malas, pues las decisiones son al alma lo que las piernas son para el cuerpo.
Una decisión permite movernos. La única tragedia es aquello que no puede moverse. La libertad es
valor más preciado que podemos tener. Libertad para tomar malas decisiones; libertad para no ir a
la escuela como me ordenó mi padre y decidir ir a la guerra donde perdería una pierna, mientras
miraba como mis compañeros perdían la vida.
Las malas decisiones son como ese sol que está cayendo en el horizonte, movimiento perpetuo
donde se forjan atardeceres y amaneceres; lo bueno y lo malo es una ilusión pintada por el miedo y
el deseo.
Moverse es lo único que importa.
Un hombre del futuro llegó hasta el taller biomecánico a reparar la reversa de su pene biónico
delux3000 de seis velocidades. El mecánico tomó entre sus manos aquel miembro de piel sintética
y observó con atención. Hubo un silencio. Me temo que no puedo hacer nada, dijo por fin, su pene
biónicó se quemó, parece que la hizo trabajar sin parar muchas horas y olvidó echarle aceite. Tiene
restos de saliva, pero eso no sirve para lubricar el motor.
El hombre visiblemente ofuscado habló a la compañía de prótesis biónicas y exigió hacer valida su
garantía.
Lamentamos mucho decirle esto, contestó el operador con esa voz monótona de maquina
entrenada, pero el modelo Delux3000 del pene biónico ha sido descontinuado por el momento y
no hay reemplazos disponibles.
¿Cómo? Gritó el hombre. Y qué voy a hacer entonces con esta cosa muerta.
Tranquilícese, señor. Aún hay algo que podemos hacer por usted.
¿Esto es una broma? - gritó el hombre - quiero que arreglen la pija, no que me pongan panocha.
Tranquilícese, para hacer validad su garantía y como compensación al cliente por el desagradable
inconveniente, la empresa le proporcionará sin costo adicional el programa de neuralink
"sinteticalbitch" que cambiará la configuración de su software cerebral para que disfrute su nueva
vagina sin ninguna resistencia mental y emocional. Andará como hembra en celo, como ex monja
recién casada.
Mmm... Suspiró el hombre ¿Y la vagina trae sistema de aire acondicionado? Es que aquí en Alaska
hace un calor que te cagas.
Por supuesto.
Existimos en tres dimensiones: en una somos un destello; en la siguiente somos la silueta que
está frente a la luz; en la tercera somos la sombra proyectada por destello y silueta.
Este esquema está simplificado en una línea recta de una dimensión, en la siguiente es
triángulo, luego pentagrama, luego mercaba así hasta expandirse en todas sus emanaciones
fractales que contienen todo lo que fuimos, somos y seremos: dimensiones sólo separadas en
nuestro entendimiento, pero que en realidad siempre son una sola en el eterno presente.
El cuerpo es el aquí y ahora, el recipiente donde el pasado vertió su contenido y nos dio forma
como la arcilla.
Estamos unidos a Dios de la misma forma que el tiempo lo está a la materia. Si no hay algo a lo que
el tiempo le ocurra, entonces no hay tiempo.
La sombra proyectada por luz y cuerpo es formada por pasado, presente y futuro.
Una actitud o una pose del presente está revelando el futuro, más que creándolo, pues el futuro
existe simultaneo al presente desde el momento en que el factor causal existe.
La forma de nuestra sombra es la intensidad de nuestra luz. Somos ya lo que seremos.
Vivo en este mundo, en esta tierra, en este planeta, entre toda esta gente y sus costumbres,
tradiciones, historia… y me siento como disfrazado, como si interpretara un papel con un rol al
que llamo cuerpo, alma, mente: personaje.
Pero nada es yo completamente, nada es mío del todo, siempre tomo algo prestado aquí y allá
para crear un personaje más o menos completo, para poder ser.
Mis gestos y expresiones son un intento de lo que escuché o lo que se me ocurrió luego de
ver o vivir. El yo que está detrás siempre es un lienzo en blanco.
A veces la obra me aburre y dejo de interpretarme a mí mismo, pero aún así continúa habiendo
alguien, alguien que no sabe quién es pero siente.
Pero en este mundo no hay lugar para los nadies.
Y vuelvo al papel del actor que lleva mi nombre.
PD: ya denme mi maldito Óscar!
- Sabes, es un poco retrasado creer que existe algo como el amor platónico
- Por qué lo crees.
- Ya sabes, cuando piensas que amas de una forma diferente y especial a alguien con quien
no podrás estar.
- Y qué hay de malo en eso.
- Que es un autoengaño, no existe tal cosa como el amor platónico. Todo es el mismo amor, el
mismo deseo, normal y corriente, pero uno se cubre el dolor de no poder hacer nada al
respecto y fabrica un mecanismo de defensa para no perder la cordura, para no morir como un
pájaro al que le han dejado las alas y el cielo fuera de la jaula. Qué más te queda en ese caso,
tienes que amar hasta los barrotes que te separan de lo que deseas. Los idealistas lo son
porque no les quedó más opción, porque no quisieron morir en el intento; que no vengan pues
con sus ínfulas de espíritus elevados.
Me senté a esperarte en un café de la colonia Roma. No llegaste o tal vez yo no fui. Sospecho
ahora del celular quebrado y la boca con gusto a malta de calcetín, cosa que no esperaría de
tus labios frondosos que posiblemente ni siquiera pude ver ni tocar.
Los malos pensamientos son como el semen: parece que es genial retenerlos pero te sientes
mejor al soltarlos. Si piensas que esta analogía es asquerosa, imagina la que tengo respecto a
las emociones y el estreñimiento.
Tienes una percepción que se fragmenta en muchas, como la luz del día que se divide al
pasarla por un diamante. Esa visión es la mente que contiene algo a lo que podríamos llamar
conciencia (la luz a través de la mente).
La visión puede abarcar un rango ancho (muchas visiones) y los pensamientos convertirse en
un murmullo constante acerca de todo y de nada.
Esa es una visión amplia pero poco intensa; útil, pero a una distancia relativamente corta. Muy
ocupada, pero débil.
La otra posibilidad es despojar de nuestra atención todo el ruido en el espectro visible (entendido
como la energía de nuestra atención).
Los pensamientos dejan de estar. Pasado, futuro y el tiempo hipotético (lo que podría o pudo
haber sido pero no es) caen como un peso muerto y la atención que genera ansiedad se esfuma.
Entonces la visión se enfoca como un láser hacia un solo lugar y momento, con un radio menos
extenso, pero con una intensidad mucho más aguda, tanto que podrá ver más allá, inclusive ( si se
es lo suficientemente receptivo) a percibir los hilos que mueven eso que llamamos realidad, como
si de un ojo de fuego saliera un rayo que rompiera el velo de todo lo que es o creemos ser.
El otro día iba caminando por la calle y en la esquina del hotel Grecia me encontré a un
vagabundo que exclamaba con solemnes palabras algunas odas a Dios, al destino y a la vida.
Me quedé escuchándolo mientras esperaba la luz del semáforo. Dijo una frase que quedó bien
grabada en mi mente:
Dios eres tú expresado en el exterior, aprende a discernir las señales y descubrirás a Dios
hablándote directamente, sin intermediarios.
Me quedé con esas palabras dándome vueltas en la cabeza. Días después, al salir del trabajo
me llegó un mensaje misterioso al celular. No pude identificar al remitente, pero lo escrito resonó
con lo que el vagabundo dijo.
Transcribo íntegro el mensaje de texto:
Ya deja de hacerte pendejo, deja de retrasar tus proyectos y poner excusas ridículas para seguir
procrastinando y no hacer nada importante con tu vida, o al menos eso que deseas hacer y que tú
mismo te has encargado de sabotear. O bien, deja ya de darle tantas vueltas al suicidio y hazlo de
una buena vez, hijo de tu puta madre, que para eso te di el libre albedrío.
Luego de leer el mensaje, miré al cielo, una lagrima rodaba por mi mejilla izquierda, la del corazón,
y con una sonrisa en los labios exclamé "namasté".
Amigos tengo que confesar algo. La verdad es que no soy humano.
En realidad soy un criminal galáctico y fui confiscado a una cárcel planetaria en la sección
Regus 4826e mejor conocida por ustedes como Planeta Tierra. Estoy pagando condena aquí,
haciéndome pasar por humano, viviendo esta vida de mierda, atrapado en esta carne débil y
pedorra. No me suicidio porque me incrementan la condena y me obligan a reencarnar. Estoy
aquí atrapado con ustedes, chinguen todos a su madre
El deseo es un arte pintado con el color de sugerentes fantasías, entre más imposibles mejor.
El amor frívolo es como esas flores de plástico que adornan los patios estériles.
Mientras tanto la experiencia auténtica reside en lo que está vivo como una criatura salvaje, ni
tuya ni mía pero real.
He matado una rosa para ti, mírala, contémplala en su muerte lenta y de vivos colores.
Así te quiero para mí; que te seques poco a poco entre mis manos: mía, mía, mía.
Hay pequeños mundos dentro de universos mayores. Todos tenemos uno, todos hemos
creado un ecosistema especial para nosotros y quienes nos rodean. Los demás no
comprenderían las bromas y apodos familiares; tu familia a veces no entiende lo que haces y
eres en el mundo exterior, con otras personas. Hay cosas que haces sólo con alguien más,
bromas que funcionan con una persona en específico, anécdotas que existen sólo en ese
submundo de dos. Perder a alguien es similar a la separación de una familia, cuando se van
los hijos o se marchan los padres. Ya nada es lo mismo y uno conserva los recuerdos como
sus más preciados tesoros.
Siento que nuestro nombre y nuestra forma son como espejismos en un lago,
el reflejo de algo o alguien que nos está viendo o leyendo.
Y eso que nos mira desde el otro lado,
es el sueño de algo infinitamente mayor,
tan vasto e inmenso...
desde la nada hasta el átomo,
el sueño por fin revelado,
como los reflejos sobre el lago.
El silencio es la calma en el agua.
Te quiero como el albañil a su caguama. Te deseo como señora al centro de mesa. Te
necesito como profe de inglés a su grabadora.
Me destruyes como aspirar resistol. Y por eso me encantas, como el placer doloroso de unos
tacos con salsita de la que sí pica.
Conquistar es, a efectos prácticos, forzar el interés que no surgió de manera natural. En la
conquista, tanto bélica como simbólica, una parte representa el deseo y la otra el trofeo.
A veces hay violencia en el proceso, pero también existen otros métodos más sutiles, como
cuando tomaban a los hijos de los reyes enemigos de Egipto y los enviaban de nuevo a casa
años despues, ya educados con la cultura de los faraones. La conquista es suprimir tu
identidad e implantar la mía, a la fuerza o con la miel de la mentira y los dioses ajenos.
Moctezuma amó a Cortés por creerlo la encarnación de un dios, pero en Cortés no había amor
o fraternidad sino la concreción de un deseo; el penacho de Moctezuma era un trofeo, uno que
coronaria su propia vanidad.
En el juego de la conquista no hay necesariamente amor sino la búsqueda de un trofeo
narcisista. Si eso te complace, si tu propio ego se satisface con ser objeto de deseo, un
premio más que una persona, entonces adórnate con mil penachos y deja profanar tu cuerpo.
Rapture y Columbia son dos ciudades conectadas por el mismo hilo desde dos realidades
distintas, una debajo del océano y la otra sobre las nubes. Son lo mismo, pero cada cual
desde uno y otro lado. Y en esta multidimensionalidad todos podemos tener un hilo que nos
conecte al mismo lugar donde estamos, pero en el otro lado. Me pregunto que estará haciendo
mi otro yo, o mis otros yoes, mientras yo (es decir, el de esta realidad) escribe esta nota de
texto. Una pista podría ser lo que siento, tal vez se encuentre cantando, bebiendo, o haciendo
el amor.
Decía Schopenahuer que una vez quedan resueltas todas las necesidades que la "voluntad"
exige a las personas, a estas no les quedará más en la vida que el sinsentido, el desánimo, el
ocio. La necesidad, el deseo de algo, es aquello que dota de propósito, rumbo y significado a
nuestras existencias. Por ejemplo, si no sabes qué hacer con tu vida ten hijos y obtén un
sentido para tu existencia, uno dado por default biológico.
Al mismo tiempo, filosofías como el budismo enseñan que este deseo que la "voluntad" impone,
puede representar la cárcel de nuestras consciencias individuales.
El vagabundo y el iluminado tienen mucho en común, son seres marginados de los parámetros
sociales, el propósito y significado de sus vidas es sobrevivir a la incertidumbre de encarar su
propia existencia.
Es una cuestión de perspectivas: afronto el sinsentido de la realidad haciendo conscientes mis
deseos animales, o bien, soy feliz con el breve goze que me brinde la satisfacción de mis
necesidades triviales.
Podríamos decir que la sociedad del siglo xxi ha resuelto sus necesidades, al menos en la cultura
de occidente, pero al mismo tiempo la ansiedad y depresión han alcanzado picos tan altos que lo
que consideramos una moda en realidad se trata de una epidemia. Ya nuestras necesidades están
resueltas al punto que llegamos a la satisfacción del capricho, de las necesidades inventadas por el
marketing. Ahora afrontamos de cara el vacío, la inseguridad de nuestros egos.
Ya no hay que salir a cazar ni ir a la guerra, ahora enfrentamos la soledad de un mundo que no
comprendemos, pero del que buscamos el mayor número de distracciones posibles que le doten
un nuevo sentido: el placer.
Y todo este paradigma no es sino un nuevo mercado que explotar: el mercado del aburrimiento,
del vacío existencial que busca satisfacerse con un iphone de miles de dólares; la avalancha de
series, películas, videojuegos en las que olvidarnos por un día más.
Solo volvía a mí cada vez que su interés romántico en turno la dejaba o decepcionaba, que a
efectos prácticos es lo mismo. Era intermitente en mi vida igual que una lámpara averiada se
enciende y se apaga en un callejón oscuro. Pero no me importaba, siempre estuve ahí para
ella, aun sabiendo que yo era solo un refugio para su soledad momentánea. No importaba, al
menos era feliz en esos breves momentos que parecía entregada a mí. A veces soñaba que
se quedaba así para siempre. No me juzguen, cada quien encuentra su manera predilecta
para destruirse, qué más da que la mía tenga nombre y apellido, unos ojos que se le hacen
chiquitos cuando me miran y una sonrisa que me arregla el mundo. Cada quien se mata a su
manera.
Y si en dado caso te mandaron al carajo por raro, por intenso, por vulgar, marigüano,
terraplanista, no te aflijas amigo, amiga, mejor ahora que después de meses o años.
El yo de las primeras citas es una forma idealizada, con fisuras que derraman la verdad a
cuentagotas. La verdadera persona está detrás de toda la parafernalia del queda bien. La
persona real saldrá a la luz tarde o temprano.
Pocas mentiras hay tan peligrosas como la conquista romántica, pues apela a los mejores
sentimientos que tienen los seres humanos y los pone al servicio de los más básicos y
primitivos. Aunque, admito, puede ser divertido, hasta adictivo, como ir por unos cigarrillos y
volver veinte años después.
- No te da la sensación de que ya somos demasiados en este mundo, de que todo está hecho,
descubierto y explorado. Que cualquier idea o proyecto que se te ocurra alguien ya lo hizo
mucho mejor y con más presupuesto. Es como si no nos quedara ya nada, o tan difícil como
encontrar una migaja en un desierto de arena.
- Hombre, no seas tan fatalista, si lo que dices fuera verdad la biología no se molestaría ya ni
siquiera en producir una huella digital exclusiva para cada individuo, pues cada uno sigue siendo
único e irrepetible. Dentro de esa individualidad única ocurre una historia irrepetible, un misterio
que sólo a ti te toca descubrir. El problema es pasar la vida apropiándonos de relatos que los
demás nos inculcan y tratar de replicarlos sin antes encontrar los propios. Recuerda que quienes
nos adoctrinan fueron adiestrados también por sus antecesores. Pero aquellos que crearon las
historias del mundo son quienes han seguido su propia voz, y ésta ha hecho eco en los demás. Dos
personas haciendo la misma cosa están relatando el mismo universo pero desde un punto de vista
distinto, o la misma historia desde dos universos. Nunca habrá dos puntos iguales en tanto sean
dos personas distintas quienes lo intepreten. Encuentra tu propio relato y lo demás vendrá por
añadidura.
Dicen los físicos que Dios no juega a los dados, pero tal vez a este le importa un comino lo
que digan unos monos lampiños y se ha montado un divertido juego de azar cósmico que
consiste en mandar almas a los diferentes planos y realidades: ese de ahí que sea inteligente,
aquel idiota. Ese enfermo, aquel sano, aquel de allá arquitecto, ese de ahí mejor no, abortado.
Y en ese casino universal es donde radica la belleza de la realidad. Un niño del África nace
destinado a la precariedad, la enfermedad o la guerra, luego aparece una pareja de
occidentales millonarios y la vida del niño queda resuelta para siempre y con mucho mayor
calidad de vida que el 90% de la población mundial. Y es que en la tierra ocurre otro juego
pero no de azar, sino de deliberada facilidad para unos y exacerbada dificultad para otros.
Pero quién dicta lo que es justo y lo que no; si en el universo los destinos parecen suceder
mediante el caos, en la tierra pueden siempre torcerse a voluntad. Así, la realidad indiferente y
sin sentido es adaptable mediante la voluntad de las personas. Los destinos te predestinan
hacia una dirección en concreto, pero el espíritu individual hace que se conviertan en una
variable más.
Esto quiere decir que nos deja la puerta abierta a construir nuestra propio universo a pesar de
las dificultades, o bien, la particular adversidad que nos toca es un indicio del camino que
debemos recorrer, y ese camino es tu parte de tu destino, aunque en la tierra parezcas tan
sólo una ficha en el tablero de alguien más.
El capitalismo “dejar ser, dejar hacer” significó la prosperidad y el desarrollo de los países
durante más de un siglo, y aún a día de hoy, los países con mejor calidad de vida son
fundamentalmente capitalistas. Esto es a grandes rasgos lo que cualquier libertario y/o
entusiasta del capitalismo neoliberal esgrimirá contra todo discurso que huela siquiera
levemente a política social. Y es que sí, el capitalismo ha funcionado porque genera
prosperidad en base a la inversión, el empleo y el consumo; y seguiría siendo el modelo
económico a seguir en caso de que los recursos del planeta fueran ilimitados e indestructibles. El
problema es que no lo son. El capitalismo neoliberal tenía una cuenta regresiva y ya se ha
cumplido. El ciclo de producción ilimitado con la finalidad de sostener el crecimiento económico,
no da más de sí.
Más inversión para crear más productos, más empresas, más consumo, luego desechar y reiniciar
el ciclo. Esa es la ecuación del crecimiento económico que en efecto ha generado la prosperidad.
Pero continuar con ese modelo sin políticas de sustentabilidad implica generar necesidades
artificiales que son satisfechas con recursos reales y el medio ambiente. Pero si los bienes y
productos se produjeran con una funcionalidad de por vida, o bien, si se dejara de consumir de
forma irresponsable, significaría detener el crecimiento económico. Ese es el dilema.
Este sistema funcionó bien durante el siglo xx y la población mundial se disparó hasta llegado el
siglo xxi. Hoy los “baby boomers” del siglo pasado siguen apostando a ese modelo desde los
puestos políticos y corporativos, porque es lo que conocen y ha funcionado. Veremos qué sucede
entonces cuando llegue el relevo generacional, tomando en cuenta que el libre mercado y la
propiedad privada son el camino a seguir, pues oferta y demanda es el orden natural de las cosas.
Las compañías deberán ajustarse a la demanda más urgente del momento: la sustentabilidad
ambiental y la responsabilidad social. Aplica también para nosotros como consumidores.
.
Nota: este no es un post comunista. Podrá ser insulso, mal redactado, comunista, pero nunca un
mensaje a mi ex.
El auge del rock devino luego de la contracultura en los años 60s 70s, como reacción-
consecuencia de la sociedad conservadora en aquellas epocas. El rock era grito y escándalo,
era ruido y desorden en una sociedad persignada, ultracorrecta. Los 80s y 90s fueron el punto
más alto del rock en la liberación cultural de occidente, tanto que ya todo era posible. Desde el
punk hasta el metal, listo, en los 2000s el rock ya habia dado lo que tenía qué dar a las masas
o el mainstream. Ahora está pasando a convertrtse en música más de nicho, tal como lo es el
jazz, el country, folk, etc. Aunque hay algo interesante sucediendo en la sociedad alctual: el
regreso del correctismo político y el vacío cultural - con el reguetón, trap, edm, como
estandarte-. No sé, tal vez un nuevo punk será necesario en estos tiempos, pues décadas
atrás eran hippies y punks los parias, los transgresores del orden social, los que hacían rasgar
sus vestiduras a los correctos, persignarse a los más recatados. Hoy en día ese papel en la
sociedad lo tienen las feministas y los gays, pero no hay una música en concreto que
represente a la contracultura, como sí lo fue el rock "hippie" por ejemplo; aunque estos
terminaron siendo un nicho de mercado más, una apropiación cultural que el capitalismo,
válgame la reduncancia, capitalizó. Hoy veo muchas banderas arcoiris, pañuelos verdes y
celestes, slogans y correctismo político. No desacredito las luchas sociales actuales, pero me
parece que hay gente llenándose los bolsillos mientras nosotros sangramos y el soundtrack de
esta generación trata de estar tristes, drogarse o mostrar el culo, lo cual no está mal, pero
tampoco nos plantea una nueva contracultura ni nos sacude del vacío al que nos arroja el
stablishment.
En aquellos años andaba con la camisa manchada de salsa Valentina y un riff de Rammstein
sonando en mi cabeza todo el tiempo. Tenía más cabello y menos responsabilidades. Tenía
menos respuestas pero muchas más quejas hacia todo, como el hijoputa de mates en la
secundaria, que nos follaba con la nota y en sus ratos libres se tiraba a la de español. Viví
pensando todo el tiempo que odiaba matemáticas, cuando mi verdadero yo las deseaba,
hambriento de saberlo todo. Siempre tenía un por qué y un pero hacia todo aquello que me
hinchara las pelotas, como la absurda regla de llevar el cabello corto. Cuando preguntaba el
"por qué" la respuesta era la misma: son las reglas. Hasta el día de hoy sigo pensando que las
reglas deben tener un por qué, para obecerlas por convicción, no sólo porque "son las reglas".
Deseaba quemarlo todo y que se volviera a hacer desde las cenizas, con los "por qués" bien
claros. Los años pasaron. Ahora soy más tranquilo, paciencia es mi segundo nombre. Tal vez
el alcohol ayuda. Ahora estoy dentro del sistema, como una célula más en el torrente
sanguíneo social. Suena el despertador, me levanto, laboro, consumo, pago impuestos, qué
más quiere el mundo de mí. Pero secretamente maquino algo, he logrado encontrar muchas
respuestas a las preguntas que antes me hacía. No sucedió lo que más temía, no me convertí
en lo que detestaba. Espero. Ahora tengo una voz que antes no tenía.
El riff de Rammstein sigue ahi de vez en cuando.
No vayas a la guerra
Desobedece
Esto no es propaganda.
Propaganda sería pedirte que mates en nombre de la democracia
En nombre de un dios que no es tuyo
Si tanto se odian
Pues que se maten entre ellos
Pero tú no vayas a la guerra
No eres soldado de nadie
Tú no eres bala
No eres carne de cañón
No seas tú quien tire del gatillo
No seas quien presione el botón que dejó caer la bomba
Desobedece
Tú no eres la tercera guerra mundial, no eres tú quien odia
No escuches a quien quiere levantar muros
Si tanto necesitan una guerra
Pues que la tengan
Entre ellos
No nosotros, los que sí somos humanos
Por qué las bombas han de caer sobre nuestros techos
Por qué han de ser nuestros hijos los huérfanos
Y que luego te declaren héroe
Los mismos que hicieron la guerra
pero no sangraron en ella
Que nadie los escuche cuando pidan odiar
No vayas a matar y ser matado
No hay honor
No hay nobleza ni valentía en obedecer
Qué la guerra ocurra en las mentes
Qué la poesía sea de plomo
Qué pensar se convierta en una bomba que cimbre las raíces del mundo
No regales tu mejor arma
No entregues tu mente
No derroches las balas de tu pensamiento
Que no pongan odio en tu cabeza
No vayas a la guerra
Leyendo a Erich Fromm me llamó la atención su concepto acerca del narcisismo, entonces
pensé en cómo este se refleja muy bien en la dinámica de las redes sociales. Habla de dos
formas de narcisismo, una benigna y otra maligna. La primera es el narcisismo enfocado en la
creatividad y la producción, es decir, un ensimismamiento que desarrolla una cualidad
artística, manual, o intelectual que lleva a la persona a hacer grandes cosas. El otro
narcisismo no se trata de algo que se crea o se hace, sino de algo que se tiene, se consume o se
percibe de sí mismos.
En el creador el ego es alimentado por su obra, lo cual lleva a generar algo de valor para los demás,
o sea, del interior sale algo al exterior. En el narcisista patológico el ego solo es alimentado por la
atención de los demás, por consumir, es decir, desde el exterior hacia el interior. Este narcisista
ególatra generalmente se sentirá inalcanzable, superior, déspota, altivo. Sentirá que merece algo
de los demás (porque en realidad lo necesita para no sentirse vacío) , ya sea lo físico o
simplemente atención.
Generalmente estar solos es la condición del narcisista (aún cuando físicamente se encuentren
rodeados de personas) , pues en la idolatría y sentir atención encontrarán un gran llenado de sus
vacíos. Estos son, por ejemplo, los influencer y modelos de Instagram, que no crean nada de valor
ni aportan algo al mundo más que la exposición de su cuerpo(una cualidad más circunstancial que
otra cosa) o marcas caras, y el mundo les da la atención que merecieran arquitectos, músicos,
pintores, científicos, etc. Pero igual tampoco es su culpa, utilizan el bug social a su favor, pues este
mundo en general valora lo superficial sobre la sustancia.
Estoy 100% seguro de que si este blog fuera escrito por una gótica culona y no por un dude
promedio, los likes y comentarios se contarían por miles.
*foto de una nalgona de Instagram para no morir ignorado.
El frío atrae el calor, el polo negativo atrae al positivo, el aire busca el vacío, el frío busca el
calor. Todo en la naturaleza busca siempre el equilibrio, desde lo más tangible como el agua
hasta lo puramente medible, como el magnetismo. Nosotros no estamos exentos de las leyes
universales y podemos estar tanto llenos como vacíos de algo, por tanto, buscamos
inconscientemente el equilibrio.
Esto lo podemos ver, por ejemplo, en las personas buenas y tranquilas siendo acosadas por la
gente más mierda. Los vacíos buscan devorar a quienes no lo están. Ahí es donde la gente
conflictiva se ensaña con quienes son tranquilos.
Por eso yo le digo a los niños: jamás busques problemas, sé un buen chico, pero rómpele la
puta cara a quien se meta contigo. El problema se resuelve si las personas de bien son
mejores en la violencia que los malvados.
Y si de pronto sientes que cruzaste la línea, es necesario equilibrar de nuevo, que hagas algo
bueno por alguien, algo que se sienta como esa parte que perdiste al bajar al nivel de los
vacíos. Podemos resumirlo en eso: crear ambientes vibratorios, al igual que los ambientes
biológicos pueden reproducir células sanas o hacer proliferar bacterias, virus, etc. Somos un
ecosistema mental a fin de cuenta, un caldo de cultivo de frecuencias.
Una cualidad de la psicología humana es la fijación hacia la figura materna desde los primeros
años de la infancia hasta la edad adulta. La fijación por la madre – o fijación incestuosa, como
la llamaba Freud- está directamente relacionada con el narcisismo inherente en las personas y
la extrapolacion del "mí mismo", de sus miedos. Todo es yo, todo se trata de mí, pero soy tan
frágil e insignificante que me apego, cual bebé a la teta, hacia algo más grande que yo, algo
que me identifique y me dé certidumbre. La madre se convierte en una figura o ídolo externo
que protege de la soledad, del peligro, la muerte y la enfermedad.
La crisis del coronavirus nos ha demostrado que muchas personas no dejan de ser niños
narcisistas – psicológicamente hablando-, llenos de miedo y sin conciencia del prójimo. En qué
se diferencia pues un niño egoísta - que aún no reconoce al otro como ente individual, para el
niño todo es“si mismo, todo le pertenece”- a un adulto llevándose todo el gel antibacterial,
mucho más del que realmente necesita, sin importarle las otras personas.
El peligro hace resurgir lo peor de las personas, les hace ver como lo que son en el fondo:
monos asustados. El narcisismo busca un refugio que nos proteja del exterior, que nos ahorre
el agobio de enfrentar la realidad por nosotros mismos, de buscar respuestas o un andamiaje
ideológico que satisfaga una necesidad de identidad. La fijación incestuosa ha estado
representada por Dios o los dioses, la raza, la nacionalidad o la política. El apego al
nacionalismo obtuvo un desencanto luego de la segunda Guerra mundial, así como las
guerras y conflictos posteriores - el miedo a una hecatombe nuclear ocasionada por
fanatismos nacionalistas llevó a las masas a desentenderse de la identidad de razas o
naciones hacia un sentir más universal, del mismo modo que Nietzsche planteó la
emancipación intelectual de la imperante figura religiosa.
¿Si ya no es dios o la nación, dónde se encuentra ahora nuestra fijación incestuosa?
La respuesta a esto es otra pregunta ¿en qué depositamos nuestra fe, donde vertemos ahora
la necesidad de pertenecer, de sentirnos protegidos, saciados en todas nuestras
necesidades?
El capitalismo es ahora la madre, es decir, lo que antes era Dios y el nacionalismo. Las
compañías están ahí para satisfacer cada uno de nuestras necesidades y caprichos (siempre
cuando pagues con tu tiempo de trabajo y tu privacidad).
Los productos, las marcas que patrocinan hasta los conciertos (de bandas incluso con
mensajes "antisistema". El dinero ahora es dios y las marcas sus templos. El mono aterrado
por la incertidumbre encuentra su refugio en las compañías; ya no tiene que salir a cazar ni ir
a la guerra. Las marcas libran sus batallas económicas por ti, tú solo tienes que pagar con tu
tiempo de vida – lo que llaman también “dinero”. Pero el capitalismo no es como la madre que
te ama incondicionalmente, su amor y protección son directamente proporcionales a tu nivel
adquisitivo.
El común denominador entre el apego a Dios, el estado, el dinero, es entregarse a algo, verter
tu identidad, que alguien atienda tus necesidades, y resuelva tus problemas, porque siempre
seremos bebés buscando una teta, y esa teta hoy en día tiene el signo del dólar.
Acepté lo que soy, mi aburrimiento, mi tedio, mi soledad. Acepté la imperfección que por
tantos años intenté erradicar de mi ser. Soy imperfecto como el caracol arrastrándose
eternamente, y como el mismo llevo la espiral del sinsentido en mi espalda.
Acepté lo que soy y el peso de todo lo que no soy ha dejado de aflijirme. Ahora voy aqui,
flotando en un barquito de papel, sobre el océano de todas las cosas que no comprendo. Hay
tantos hombres y mujeres haciendo todo lo que no soy ni seré. Hay tantos que envidiarían mi
vida. ¿Quién es feliz y quien no lo es? ¿Quién está en lo correcto y quién equivocado? Pero
todos son yo, todos viven en mí y yo vivo en ellos, en ustedes.
Nos veo, como las células de un cuerpo que se pierde por mirarse solo a sí mismo. Y ahí
estoy, vacío, aburrido, solo y sin sentido, pero una célula indispensable en el cuerpo del todo.
Estoy completo, mi sentido existe en tanto "soy".
El tiempo es dinero. Si no tengo dinero, tengo tiempo. Mi dinero es para mis amigos y mi
familia. Mi vida es para quien la quiera, mi tiempo es tuyo, si quieres un minuto o dos, tómalos.
¿Vamos al cine, a comer, charlamos? Veamos si son cinco minutos o cinco años. Mira, no
deseo quitarte nada, ni me quitas al tomar lo que te doy a manos llenas. Si no marchamos
juntos cual manecillas del reloj, entonces aquí no hay nada.
Es que yo vivo solo para mí y si estoy contigo es porque me comparto, me basto, me sobro. Yo
no quiero nada, ya lo tengo todo. Aun así te necesito, porque tú amas lo que tengo para dar
¿Quieres algo de mí? Tómalo, insisto.
Que si qué tengo yo y por qué lo tiro por la ventana. Amigo, tengo una existencia que no perjudica
a nadie, tengo una casa con mesa para todos. Somos lo que damos. Qué si qué es esta vida que
tengo, dices, que si a qué me va a llevar todo esto, que piense en mi futuro, me aconsejas.
Mira a aquellos desdichados que luchan y luchan contra un mundo que desde el principio fue
puesto en su contra. Una guerra interminable por tomar algo de afuera y devorarlo.
No, amigo, como en aquel barco que se hunde y los músicos siguen tocando con su dignidad
intacta, así hemos de marchar nosotros, con el corazón por delante, mientras nuestras almas
danzan y nuestros cuerpos se retuercen en el delirio etilico, en el calor de las piernas de un
amante. Dar, siempre dar, para ser, para vivir.
Desde que supe que me gustas me convertí en una mejor persona. Hablo mejor, me visto
mejor, bebo menos, me ejercito más; he escuchado la música que te gusta, los libros que
siempre citas. Desde que supe que te quiero te pareces a los colibríes, aves para las que
tienes que crear jardines, que no toleran una jaula, aunque fuera de oro, aunque sea de amor,
de manos entrelazadas. Quise ser un jardín lleno de las cosas que te gustan y aun así volaste
a otro lugar, probablemente hacia una jaula. Espero que no.
Ahora sé que cada quien tiene su propia fragancia y su propio color, que ser un jardín propio
es la forma más honesta de querer, empezando contigo mismo.
¿Se puede ser una persona espiritual y al mismo tiempo disfrutar los placeres terrenales? Te
lo pregunto porque veo que escribes cosas de temática espiritual o filosófica, y luego hablas
de borracheras, sexo, cosas mundanas. Parecieras más hedonista que otra cosa.
-¿Se puede acaso ser espiritual de otra manera? Es que, mira, qué es lo terrenal sino una
emanación de lo espiritual. Y qué es lo espiritual sino hedonismo mistificado. Fuimos
engañados, amigo, nos han vendido la espiritualidad como algo separado del cuerpo, del
mundo, cuando este no es sino una manifestación de mi espíritu. Es como si la luz intentara
negar sus sombras; tendría que desaparecer la luz misma para que las sombras no existieran.
La luz abraza a las sombras, y los placeres de mi cuerpo no son sino la fiesta de mi alma; lo
que el espiritu desea para el cuerpo es una orden. El truco está en dejar de separar las
realidades. Tal como enseñan los cabalistas, existimos entre diferentes emanaciones, entre
cuerpos sutiles y densos, pero somos uno solo, pues los opuestos son espejismos. Nada es
espiritual y nada es mundano. Todo "es".
-¿Entonces, me estás diciendo que si un vicio terrenal te lleva a la perdición, tal es la
condición de tu espíritu?
- Claro, porque para que un placer te pervierta, antes tuvo que pervertirse tu alma. Es como el
sistema inmune de tu cuerpo físico, las enfermedades no entran a menos que tu cuerpo esté
debilitado o receptivo a la enfermedad. El problema con los placeres mundanos es que estos
se pueden apoderar no sólo de tu cuerpo, sino de tu consciencia. Cuando te vuelves esclavo
del sexo este deja de ser placer y se convierte en lujuria. Cuando te domina el hambre te
conviertes en gula.
Los placeres son peligrosos en el sentido de que pueden apoderarse de ti como parásitos y
terminas viviendo tu vida al servicio de estos.
Es lo único que podría advertir respecto a los placeres del cuerpo.
De resto el hedonismo auténtico no es más que manifestación del espíritu. Quien niega el
placer de su cuerpo, está negando la voluntad de su espíritu.
El cerebro, declarándose a sí mismo el órgano más importante, también afirmó que el corazón
es el más pendejo.
El corazón le contestó "papi yo no tengo nada que ver en las decisiones, yo solo bombeo
sangre y sin mí tecnicamente no vives, así que más respeto"
Pues sí, replicó el cerebro, sin ti no vivo, pero tú sin mí no tienes sentido.
Entonces alguien más abajo del ombligo gritó, cállense todos, ahí viene la que nos gusta. Y el
cerebro se calló y el corazón bombeó la sangre hacia esa voz que venía de entre las piernas.
Me levanto aún con sabor a cenizas en la boca. Tú sigues ahí, desparramada en la cama que
parece un campo de batalla, bombardeada de sudor y semen. Se filtra la luz del sol entre las
cortinas raídas. Abres los ojos, te frotas la cara, bostezas.
Buenos días, me dices, y sonries.
Buenos días ¿dormiste bien?
Asientes con la cabeza.
Hiré a preparar café y desayuno. Sigue acostada si quieres. Ahí está el control de la tv.
Camino fuera de la habitación, pero justo antes de salir me detengo y doy la vuelta, te miro a los
ojos.
¿Qué? Me preguntas arqueando la ceja.
¿Cómo me dijiste que te llamas?
Llevaba todos aquellos años pensando que tenía problemas mentales, hasta que descubrí que
todos los teníamos. Sí, todos estamos locos. Pero qué pasa si los locos toman el manicomio,
si encierran a los doctores, si echan a los guardias: la locura se vuelve norma y el cuerdo, si
es que alguna vez lo estuvo, ahora encerrado termina volviéndose también loco. Este es el
mundo, un manicomio tomado por locos que salen a buscar cuerdos para acorralarles.
La enfermedad desaparece si se normaliza. Hasta la vacuna se vuelve escándalo si se sataniza.
Esto es un manicomio lleno de hombres que se cortaron una pierna o se sacaron un ojo para poder
ser piratas; hay Hitlers y Napoleones, hay Raskólnikovs matando mujeres porque se sienten
pequeños. Hay quienes se sienten dueños de los otros locos; hay quienes gustosos juegan el papel
de esclavos. No importa lo que seas, solo hay que interpretar un rol para poder encajar.
Que alguien venga y me diga pues que no está loco, porque tienes que estarlo si quieres ser
funcional en el mundo.
Estamos hechos de hábitos, manías, tiempos que se prolongan cuál manecillas de reloj, y
vuelven al mismo sitio una y otra vez.
Aunque los días sean distintos, nosotros luchamos por hacerlos iguales.
El hábito nos da paz, o más bien nos controla el ansia.
Somos ansiosos por las costumbres, porque lo nuevo es incierto y nosotros necesitamos
seguridad.
Veo a la señora de espalda encorvada que sale todas las tardes a regar la calle enfrente de su
casa, aunque no haya polvo ni nadie que lo levante, se riega la seguridad del hábito, la
costumbre, la droga que nos aleja del incierto "y ahora qué".
Quererte es un gusto adquirido, poco a poco y a fuego lento. Porque el amor es una palabra
fuerte, áspera y salvaje como las frutas silvestres, no apta para mentes débiles y estómagos
delicados.
Un elefante coronado de flores y un bebé antílope a punto de ser devorado por leones. ¿Cuál
es el límite entre belleza y calamidad? La belleza es útil a los "hombres" exclaman los
idealistas de la meritocracia. ¡No! Hubiera dicho Hegel, la belleza es fin en sí misma, de otro
modo se convertiría en una ramera, en una mercenaria al servicio de una agenda.
La sangre, las moscas y el semen en los templos de Babilonia pasaron a ser el dios
judeocristiano, que en fondo fue siempre un pretexto para justificar los horrores de los
hombres, lo que son y no se atreven a admitir como deseos de sí mismos. Viven esos dioses
acaso aun hoy entre las sombras de nuestro mundo moderno; habitan entre magnates y
estrellas de Hollywood.
¿Y nosotros qué? Los simples mortales ¿dónde mora nuestra belleza?
¿Qué dioses obran a nuestra imagen y semejanza?
Lo pregunto porque francamente no lo sé ¿qué te es caro y bello a ti, sin influjo de dogma,
país o ideología? Yo no creo en nada, la verdad, ni en dioses ni ateísmos, ni en sexos o razas,
ni capitalismos ni comunismos. Ser y dejar ser, el Edén. Yo veo musas en vez de dioses, me
son bellas como las ninfas al fauno. Cambian de forma, palomas serpientes, valles o montes
de venus. Las contemplo en un amanecer o en las tetas de una mujer en la madrugada.
¿Dionisio? Puede ser.
Me gusta hacer fiestas en mi habitación, con o sin invitados. Me encanta la risa y el olvido,
adoro el vino que me mata y el café que me resucita. Detesto el cigarrillo pero me agradan las
personas que fuman. Y es que, si no temes a la muerte, menos terror te infunde la vida. La
vida mía transcurre entre soledades y compañías, que al final del día terminan en lo mismo.
Vivo despreocupado aunque el mundo se esté acabando. Me gusta caminar por la arena,
cenar en lugares con buena música; comer unos grasientos tacos, tomar aguardiente de tres
pesos, o ir a un lugar fifí a comer un platillo molecular acompañado del más delicado merlot.
Me gustan las personas que dicen mucho aunque hablen poco. Aprendo hasta del que me
detesta, pues quién soy yo sino aquellos que me odian o me aman. A veces también soy gris,
pero eso también me gusta, es bello y extraño como el gris en los ojos, es rara la paz cual
agua tibia junto a un volcán.
Esos y muchos, muchos otros son mis dioses, mis musas, pero no se quedan conmigo para
siempre, me habitan en cuanto me son bellos y generan placer. Nos dejamos y extrañamos de
vez en cuando.
También salgo a buscar más, busco y rebusco entre la vida y los gustos de otras personas.
Ese es también el oficio del que escribe, plasmar lo que las vidas de otros tienen para contar.
En los actos se revela el corazón, en todo aquello que te es bello y caro, ahí habitan tus
dioses, no en los templos ni en los atardeceres. Es en tus actos, en tus intenciones y en
aquello que es importante para ti, donde se revela el rostro de tus dioses personales, ahí
sabras si son bellos u horribles demonios.
Cuéntame entonces acerca de aquello en lo que encuentras belleza o te genera placer.
Cuentame de tus intenciones y lo que llevas a cabo con ells. Por sus frutos os conoceréis.
Un día desperté, y al girar la cabeza en la almohada noté que no estabas. Cualquier persona
sensata hubiera creído que tan solo te levantaste antes y que andabas por ahí, recibiendo el
calor del día antes que yo. Pero yo no era sensato y supe que en verdad te marchaste. No sé
a dónde, pero el silencio crudo y desolador de los pájaros delataba tu ausencia. El olor de tu
cabello todavía perfumaba la almohada. Decidí empezar el día así, esforzándome en creer
que nada raro pasaba. Pero comencé a recordarte: tus gestos, tus manías, hasta tu mal
humor. A veces creía en verdad escuchar tu risa entre el ruido del tráfico. Te miré sentada en
la mesa conmigo, comentándome tus inquietudes mientras tomábamos el café. De camino a
casa busqué tu número e imaginé llamar para preguntarte qué querías de cenar. En la noche
vimos televisión un rato; nos aseamos y preparamos la ropa del día siguiente, luego fuimos a
la cama. Hicimos el amor un poco más fríamente que de costumbre, pero quedamos
satisfechos. Todo eso hicimos sin que estuvieras tú. El día siguiente fue igual, y el siguiente, y
el siguiente… hasta que me acostumbré a vivir con ese fantasma que se negaba a salir de
casa. Hace ya tiempo que te fuiste, las paredes, el techo y nuestros viejos objetos se
desmoronan y caen a pedazos, pero el fantasma sigue ahí; no le puse tu nombre, pues a
veces tuve miedo de confundirte con aquellas que llegaban de vez en cuando a intentar
ocupar tu lugar.
Te vi por fin, en un día de tantos, parecías hasta más pequeña, caminabas incluso de otra
forma. Supe entonces que de verdad eras un fantasma, que aquella persona habitando las
habitaciones vacías de mi mente no existía más. Y quiénes son aquellos que se aferran a
fantasmas sino muertos también. En ese momento decidí volver a vivir.
Todos tenemos una vida que resolver, es decir, aspectos específicos de nuestra existencia
que nos proponemos cumplir para sentirnos realizados.
El niñato que dio su primer beso o el joven que compró su primer coche. La primer borrachera
o el primer hijo. A sus cuarenta y tantos una persona que no resolvió su vida amorosa se
convirtió quizá en un ser patético y desesperado por tener a alguien, porque no logró
trascender ese aspecto de su vida, o al menos eso es lo que siente por presión social.
O qué hay de aquel que logró viajar a Praga a sus cincuenta y tantos, luego de toda una vida de
sacrificios, y ahora sentado junto a una mesa de roble en el café Imperial piensa en aquel Pueblito
donde pasó su vida entera. ¿Bien, lo logré, y ahora qué? se pregunta.
Tengo mi casa, mi coche, mi esposa ¿ahora qué? Tengo todo lo que me propuse, lo he logrado, qué
sigue entonces.
La cuestión de realizarse es un eterno escapar del vacío.
Y es que el primer llanto cuando naces es también un "puta madre ¿y ahora qué?"
Una voz: a contraluz y en el silencio yo te canto.
No te canto con mi voz
sino con mis manos.
Una respuesta: con esas manos que cantan,
quiero escucharte en mi espalda.
Pero también hay algo bueno que sacar de todo esto, y es que así como es estúpido juzgar a los
demás, también lo es el ser tan duros con nosotros mismos, obsesionarnos con nuestro aspecto
físico o con nuestra posición en la pirámide social. A la mierda todo. A veces ni yo me escucho,
porque la neta, ps solo sé que no sé nada.
Namasté
Cuando llegue el día en que tenga que presentarme a San Pedro, con los ángeles o los
demonios, con los seres de otra dimensión u otra planeta, mira no ´se, a donde coño que uno
va cuando deja este mundo. Cuando esté ahí y me pregunten ¿qué te ha gustado de tu paseo
por la Tierra de los mortales?
Probablemente yo contestaré:
Pues, pocas cosas hay en ese mundo que de verdad me engancharon, la neta, y hablándote
al chile porque así hablan en el lugar que me tocó nacer. La neta me gustaba un chingo la
libertad, sobre todo porque en esa sociedad de sujetos la libertad es lo primero que intentan
arrancarte.
En serio, o sea, naces y ya te están metiendo a alguna pinche religión que ni entiendes pero
la aceptas porque de pequeño pues es lo que hay, igual que cuando te dicen que Colón
descubrió América y tú te crees el cuento como un pendejo, porque a fin de cuentas pues que
sabe uno y qué ganas con cuestionar sino rechazo.
Luego creces un poco y si eres medio despierto o tienes un poco de sentido común, empiezas
a derribar todos esos mitos que no cuestionabas de pequeño. Pero a veces es complicado,
porque en la tierra hay otras instituciones que te presionan hacia el pensamiento colectivo,
como las escuelas, donde estás toda tu niñez y juventud, lugares donde lo interesante es que
haces buenos amigos y la pasas cool, a veces, si no eres un nerd, un otaku, o cualquier otra
cosa que resalte, o llame la atención de alguna forma, porque eso parecen odiar
particularmente los comunes, a los que no lo son, parecen tomarlo como una afrenta personal
y la cargan contra ti.
Pero bueno, algo muy divertido de ser niños es que nos encanta saber cosas, luego ya de
grandes hasta miedo nos da preguntar. Lo bueno es que ahora existe san google y puedes
aprender todo lo que quieras sin al alcance de un click.
Sí mi bro, la neta lo que yo odiaba es todo aquello que me robaba libertad. Y lo que amaba era
exactamente lo opuesto, por ejemplo pocas cosas me daban tanta libertad como andar en una
moto por la carretera en un atardecer o por alguna ruta entre la sierra o cerca del mar.
Otra cosa genial sin duda es la música, y muy ligada a ella el alcohol. Ahh el alcohol, cuantas
alegrías y cuantos dramas por culpa y gracias al alcohol.
Hay muchas cosas que me han hecho feliz en esta vida, ahora, si me preguntas qué me ha
atado como para no querer desprenderme nunca, te diré que a nada en particular. Tal vez te
suene un poco nihilista el no haber generado apegos con nada. Pero Fui feliz aquí y allá, sin
ser esto ni aquello y sin pertenecer realmente a un mismo sitio. La verdad eso en vida puede
parecer más un defecto, pues realmente no te sientes identificado a nada y en efecto muchas
veces me sentí así, vacío, sin rumbo. Y eso siempre me causó problemas con los demás, vivir
desapegado. La verdad tuve muchas dificultades para comprender las relaciones humanas.
Es que yo siento que sí sabía amar, pero lo hacía un poco como los gatos, siempre
manteniendo cierta distancia, guardando un sitio de mi corazón solo para mí.
Pero si dices que ahora estoy en el otro mundo, entonces no tengo ya nada de qué
preocuparme, seguro aquí me entienden. Pero te diré que ni siquiera aquí pertenezco, ya sea
que regrese con los mortales un día o me convierta en polvo estelar en los confines
imperecederos, seguiré siendo lo mismo que era cuando estuve en la tierra; seguiré siendo
como las hojas de los árboles que se marchitan en el otoño y se convierten en abono para
volver a brotar en otro ser, ya sea que se arrastre, camine o crezca sobre profundas raíces.
Yo seguiré siendo el que soy.
Hay cosas que parecen inalterables, pero solo lo son por sesgo de información.
¿Estoy afirmando que se puede, por ejemplo, engañar a la muerte y alterar el ciclo natural
de las cosas?
Sí y no. Puedo decir que sí, no porque lo sepa, sino porque no hay todavía información que
demuestre lo contrario.
No hay viajes en el tiempo porque no sabemos cómo hacerlo, aunque existan
teóricamente a nivel atómico. Por tanto tampoco tenemos la certeza de que sea imposible,
hay una posibilidad abierta mientras no se demuestre que no hay tal posibilidad.
Hay sesgos de información que establecen paradigmas a un 50|50.
Afirmar algo que es cierto – el cielo es azul- no hace que sean menos ciertas ni que se
invaliden otras posibilidades.
Por tanto, afirmar y dar por hecho inamovible algo que sabemos no imposibilita otras
opciones, por ejemplo que el cielo es azul solamente por el fenómeno refractario de la luz
y que hay otros colores en ese espectro
Tal vez hay no una, sino miles de formas para trascender y llegar a algo más, pero nos es
imposible verlo, del mismo modo que a un ácaro le es incomprensible darse cuenta que no
vive en un mundo propio, sino sólo en la cama que pertenece a un ser humano.
Y este ser humano a su vez cree que vive en un mundo absoluto y hasta se ha llegado a
creer elegido en la creación, pero quizá somos un ácaro más, en esta cama planetaria que
no es sino la fornitura de una existencia o entidad que no vislumbramos.
y para alcanzar a comprender lo que ahora mismo no podemos, necesitamos un estado
sobrehumano, al igual que el ácaro tendría que convertirse en humano para comprender
el mundo más allá de la cama.
Y mira, aquí estás, leyendo esto justo ahora. No importa lo que hayas hecho ayer ni hace
10 años. Estás aquí y esa presencia es la misma que ha sido siempre, solo han cambiado
percepciones, puntos de vista a nivel racional que modifican tu conducta y triggers
emocionales; pero esa conciencia con la que te hablas a ti mismo dentro de tu cabeza y
que no existe en nadie más que en ti, eso es lo que fue, es y será por siempre.
Desconozco si tal conciencia pueda cambiarse, lo que puedo asegurar es que amenaza con
dejar de existir. O al menos a nivel sensorial, cerebral. Nadie sabe qué es lo que pasa con el
“tú” detrás de lo biológico.
No nos metamos en cuestiones metafísicas, sólo digo que hay algo que dirige al cerebro, a
la mente, y no al revés. ¿Al morir esta experiencia personal y subjetiva desaparecerá
también?
Y hay billones de planetas en los universos, incontables de ellos con vida, con seres e
inteligencias incluso superiores a la nuestra y esto es un hecho, ponerlo siquiera en duda
es tan estúpido como afirmar que la tierra es plana.
Somos millones de multiversos colisionando todos los días.
Y nadie más podrá reproducirlo, lo que sea que vivas será solo tuyo.
Y así la conciencia intenta expresar su propio universo, e inventa lenguajes o cantos o
rugidos, según la carne donde esté.
Eres lo que fuiste y eres lo que serás. Como el gato de Schrödinger. Ya estás muerto y no
lo sabes.
Tuve ese sueño de nuevo. Aunque más que un sueño, parecía una niebla cargada de
relámpagos, y estos a su vez dejaban ver imágenes durante breves instantes, igual que un
rayo deja ver por un segundo las siluetas dentro de una habitación oscura.
Las siluetas venían del interior, de esa habitación oscura que llamo “mí mismo”, pero a la
vez eran también impersonales; era yo y a la vez no lo era.
Era yo mismo observando mi propia espalda. Y la figura del “otro”, del observado, era de
hecho distinta a la que ahora mismo concibo como mía. Pero lo era, éramos una misma
experiencia a través de dos siluetas que pudieron reconocerse durante el breve instante
que dura un relámpago.
Podía ver también a través de los ojos de quien me encontraba observando en ese
momento y a través de esa otredad me observaba a mí mismo.
Normalmente más que de carne somos de piedra, duros, alienados, pero en el sueño las
barreras que nos definen como individuos se fundieron cual magma volcánico.
Concretamente, la individualidad que ahora bien puedo sentir era sólo el espejismo de
otro sueño.
Siento a partir de esa experiencia, que el ego y la individualidad son una trampa: el
mecanismo que una misma conciencia creó para poder ver más cosas al mismo tiempo.
Como si cortaras tu cuerpo en mil pedazos y cada uno pudiera ir por su cuenta a un sitio
distinto, olvidando que son avatares del mismo ente que se dividió.
Y este “ente” inmaterial sigue ahí, el universo, aprende, sueña que es una persona, y esta a
su vez sueña que es muchas personas. Y lee ahora un artículo en Facebook, un artículo
que él o ella misma escribió.
A las personas que están naciendo ahora les parecerá absolutamente natural el uso de
Smartphones; el poder tener toda la información que necesiten al alcance de los dedos
resultará tan básico y normal como nos resulta hoy en día tener un cagadero con agua potable,
mismo que en pocos años nos resultará anacrónico utilizar (tanto como lo era cagar en
letrinas) y sustituiremos por alguna otra invención amigable con el medio ambiente.
Todo lo cotidiano nos parece lógico y lo lógico parece cotidiano. Pero a veces lo absurdo
también se normaliza, pues lo “normal” no es sino lo impuesto con el látigo del uso frecuente y
masivo. Somos mentes de colmena a fin de cuentas.
En un futuro no muy distópico podría ser normal salir con la cola al aire; nadie se persignará
al pedir una mamada a domicilio; sería tan común discriminar al cristiano como en otro
tiempo lo fue apedrear al ateo.
La extravagancia no existe, jamás ha existido. Solamente existe lo domesticado y lo no
domesticado, lo “común” contra lo “salvaje”, y estos dos polos aparentemente irreconciliables
luego se invierten, como términos relativos que son, dependiendo de quién los vea.
Si no me creen a mí, pregúntenle a los mexicanos, quienes ya “domesticaron” la narcoviolencia
hasta el punto de devorarla con gusto en telenovelas. Para Erich Fromm esto sería algo propio
de “necrófilos”.
Lo que para unos es salvaje, para otros es normal. Lo que para unos es normal, para los otros
es incomprensible. Para el Tercer Reich lo moralmente aceptable era meter jud10s al h0rn0.
Para los judíos del siglo XXI, lo moralmente aceptable es b0mbarde@r palestin0s.
Los cristales intelectuales se levantan frente a la mente narcisista, proporcionándoles
únicamente el reflejo de sus particulares autoengaños, postulándolos como verdades
absolutas.
¿Cómo saber si vivo en una sociedad manipulada por su propias “normas de lo correcto y
cotidiano”? Facil: cuando una cultura es incapaz de abrazar fácilmente a otra, es porque está
cegada por su propio reflejo. El uso cotidiano de las costumbres sociales las convierte en
arquetipos del “yo”.
Cada cual tiene los suyos, sus espejos como muros de cristal, y cree conveniente suponer que
deben ser firmes también para los demás, cuando estos ni siquiera lo son para uno mismo,
pues se derrumban conforme van apareciendo otros nuevos.
Si hasta el muro de Berlin cayó, ¿qué te hace suponer que tu “verdad” prevalecerá por
siempre?
¿Acaso nos gusta el dolor? No, pero somos amantes de todo aquello que nos hace sentir
vivos. Porque estamos vivos pero a veces se nos olvida.
“Necesito saber y recordar que estoy aquí, que no soy de papel. Yo soy eso que ríe, que
llora, que maldice y que abraza y se aferra a aquello que ama, pero también a aquello que
odia y destruye”. Hay apegos para el amor, hay apegos para el odio.
Muchos necesitan un pasado que olvidar para seguir recordándolo y emocionarse cada
vez que recuerdan lo que desean olvidar.
Pueden amar u odiar pero nunca ( o al menos es más difícil) ser indiferente, pues la
indiferencia es negar la emoción y eso es la muerte misma. El ego detesta la indiferencia.
La indiferencia duele más que el odio para un apego emocional. La emoción enciende las
relaciones, para bien o para mal, para iluminar o para destruir.
Todavía recuerdo una de mis tantas vidas, aquella en la que anduve junto a mis hermanos
israelitas durante cuarenta años de éxodo en búsqueda de la tierra prometida donde
fluían leche y miel.
Viene a mi mente ahora aquella magnifica ironía de la que Borges hablaba y que gusta
tanto a las deidades: al mismo tiempo que el dios de los israelitas nos mandó a buscar la
tierra de leche y miel, me mandó también tendencia a la diabetes e intolerancia a la
lactosa.
Por cierto, después de cuarenta años de vagar por el desierto, guiados por la estrella de la
mañana, nos dimos cuenta que no era una estrella, era el Sol. Ya decía yo, me daba
siempre la impresión de pasar por el mismo sitio todos los días.
Y pensar que ya hay un camino predefinido para todos, un proyecto marcado como las
veredas en el monte que siguen ahí a pesar de los años o del verano. Ya sabes, eso que
siempre nos han dicho desde pequeños: naces, creces, te reproduces, mueres. Lo que todo
eso implica está dado según el lugar, la cultura o la familia donde naces.
Hay quienes decidimos extraviarnos un poco a propósito, no porque el camino que nos
han dicho sea malo, sino por ver lo que hay en todas las partes que nunca nos han
contado, por andar ahí donde te provoca andar.
Y posiblemente nadie dará un peso por ti, echarán sus propios miedos en tu mochila. Y si
hay alguien que se atreva contigo, o que al menos no tema por ti, pues qué bueno, más
fuerte pisarás, imparable como viento de la Patagonia.
Descartes afirmó que es fútil cuestionar si la realidad es sueño o una suerte de espejismo
ideado por un genio cósmico, puesto que aunque nada fuera real, los hechos fácticos
seguirían estando ahí: dos más dos seguiría siendo cuatro, la luz seguiría siendo luz,
arriba seguiría siendo lo opuesto a abajo, es decir, por más artilugio que sea nuestro
sueño al que llamamos realidad, esta no puede evadir las leyes factuales. Y la primera y
más racional de esas leyes es la revelación del pensamiento, del saber que existo puesto
que tengo la capacidad de dudar mi propia existencia.
Es como hablar de aquel árbol derrumbado en el bosque, el cuál no existe ni existió a
menos que alguien lo haya visto. El árbol no existe por sí mismo a menos que sea
experimentado por alguien: una experiencia mira, al árbol, huele al árbol, escucha al árbol,
piensa en el árbol, por tanto,el árbol existe.
La filosofía cartesiana revela al pensamiento como la prueba definitiva del no sueño, de
que todo cuanto implique un experimentador es real, pues si hay sospecha de que todo es
falso, entonces quién sería aquel que duda sino la revelación de que algo existe y duda. Si
nada existe, si todo es sueño, entonces por qué hay alguien que piensa que nada existe.
Ser consciente de la propia experiencia revela la Sí existencia de todas las cosas. El Yo soy,
es por tanto, equivalente al Yo pienso, por tanto, existo.
Cuando Tomas de Aquino y su filosofía dominica afirmaba que todo cuanto es virtud en el
ser humano proviene de Dios, se refiere a la virtud del pensamiento, de la consciencia del
mí mismo, elemento del cuál carecen los animales.
Sólo Dios y los seres humanos, amén de otras razas autoconscientes, pueden disipar la
niebla de la realidad y anclarla a un propósito, a diferencia de la larva de una mosca, o una
serpiente reptando por el desierto, que existen a merced de su condición biológica,
incapaces de manifestar voluntad individual.
Existe probablemente una inteligencia colectiva en la naturaleza equiparable a la
conciencia individual humana, una que existe para todos los miembros de una especie,
que diseña y guía los pasos de su evolución, como la forma en que las hormigas tenderán
la red de su colmena, o el instinto de los millones de aves que migran cada año.
Para los animales puede bien ser todo sueño, nada existir, pero no para ti ni para mí, que
somos conscientes de nuestra propia individualidad, y con este silogismo tenemos la
realidad a nuestra merced, como la cuerda del telón en nuestras manos.
Decía Schopenahuer que una vez quedan resueltas todas las necesidades que la
"voluntad" exige a las personas, a estas no les quedará más en la vida que el sinsentido, el
desánimo, el ocio. La necesidad, el deseo de algo, es aquello que dota de propósito, rumbo
y significado a nuestras existencias. Por ejemplo, si no sabes qué hacer con tu vida ten
hijos y obtén un sentido para tu existencia, uno dado por default biológico.
Al mismo tiempo, filosofías como el budismo enseñan que este deseo que la "voluntad"
impone, puede representar la cárcel de nuestras consciencias individuales.
El vagabundo y el iluminado tienen mucho en común, son seres marginados de los
parámetros sociales, el propósito y significado de sus vidas es sobrevivir a la
incertidumbre de encarar su propia existencia.
Es una cuestión de perspectivas: afronto el sinsentido de la realidad haciendo conscientes
mis deseos animales, o bien, soy feliz con el breve goze que me brinde la satisfacción de
mis necesidades triviales.
Podríamos decir que la sociedad del siglo xxi ha resuelto sus necesidades, al menos en la
cultura de occidente, pero al mismo tiempo la ansiedad y depresión han alcanzado picos
tan altos que lo que consideramos una moda en realidad se trata de una epidemia. Ya
nuestras necesidades están resueltas al punto que llegamos a la satisfacción del capricho,
de las necesidades inventadas por el marketing. Ahora afr
Muy bien. Lo siguiente sería que me proporciones un correo electrónico para darte de alta
en la web y explicarte las mecánicas para publicar/compartir contenido}
cagj000627@gmail.com Jonathan cg
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