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La música, ¿cómo lenguaje universal?

Resumen

Tradicionalmente, la música se define como el arte que surge de la combinación de los

diferentes sonidos para expresar sentimientos y es un producto cultural con múltiples

finalidades; pero la naturaleza metodológica y estructural de la música lleva a comprenderla

y a apreciarla de una forma diferente con una realidad cultural envolvente; ya que la música

es el fruto de intercambios de experiencias teórico-prácticas en diferentes zonas del mundo

y su metodología de aprendizaje es activa y participativa, así llevando consigo a la

colaboración y el entendimiento entre los intérpretes. Todo esto nos encamina a la música

como una imagen del tiempo y de la sociedad que la ha producido, y, debido a ello, se

convierte en una herramienta idónea para trabajar la interculturalidad en el aula. Se toma

como el fomento hacia la expresión de la diversidad cultural para reforzar valores

personales y mostrar cómo se puede educar interculturalmente mediante la música.

Introducción

Habría que decir que algunos aspectos del lenguaje verbal resultan, de un modo u otro,

musicales, y algunos de la música son lingüísticos. La música puede ayudar al desarrollo de

algunas habilidades importantes para la adquisición de competencias verbales, como la

destreza de escuchar y recordar con atención, la facultad de pasar sonidos a símbolos y

viceversa, controlar la entonación de la voz, etcétera.

Asimismo, la música puede ofrecer oportunidades para explorar el poder expresivo del

lenguaje (llamas, 2011). Por ejemplo, la calidad vocal de una interpretación musical está

unida al aprendizaje de una actitud de escucha atenta. También hay puntos de convergencia

entre el aprendizaje de algunos componentes del lenguaje musical y el aprendizaje de las


lenguas en lo referido a acentos, esquemas de entonación, elementos expresivos del

discurso, ritmo, articulación, puntuación, dinámica, estructura y fraseo. Todos estos

elementos son claros nexos entre el lenguaje hablado y la música, en cuanto a su

aprendizaje.

Igualmente habría que decir que un desarrollo adecuado de las capacidades verbales en

las personas ofrece mejores oportunidades para lograr una adecuada comprensión musical.

Argumentos

Pero un aspecto hay que tener muy claro: la música es un importante modo de

comunicación y de comprensión dentro del mundo de la imaginación y lo sonoro, teniendo,

por tanto, sus propias reglas y calificándose como un lenguaje eminentemente no-verbal

(universidad de Oxford, 2003). Es decir, las reglas musicales no pueden transferirse, así

como así a las que organizan el lenguaje verbal. Cada una de esas normas tiene su campo

de acción. La música estaría más relacionada con los lenguajes verbales más abstractos,

permitiendo a las personas la aproximación a las dimensiones más espirituales humanas.

“La respuesta emocional a esta música corresponde nada más a la ubicación geográfica”

dice el neurocientífico Stephen McAdams (McAdams, 2017)

Por todo ello es innegable que la música, aunque no sea un lenguaje universal sí que es un

lenguaje, y un indudable medio de expresión. Como dijo Aristóteles, la música expresa los

movimientos del alma.

Por medio de la música se han plasmado tanto ideas, sentimientos como ideologías: nace de

las formas de vida de un pueblo, por lo que a través de ella podemos conocer, valorar y

respetar, la diversidad cultural a la que hoy día tenemos acceso.


Esta información pude ser, como he dicho anteriormente, interpretada de diversas maneras,

pero no deja impasible a nadie. La música puede que no sea experimentada igual por cada

oyente, pero lo importante es que, en cada uno, suscita una respuesta (aldous, 2003). A

veces, la reacción es colectiva. Sólo hay que observar, por ejemplo, cuando se interpreta en

Viena, el primer día del año, la Marcha Radeztky de Johann Strauss. Como los oyentes, la

primera vez es probable que fuese de manera espontánea, pero ahora convertida en

tradición, la acompañan dando palmadas cuando escuchan el “refrían” o estribillo de esta

obra. Igualmente sucedió cuando se escuchó por primera vez el Aleluya del Mesías de

Georg F. Haendel en Inglaterra (Kivi, 2005). La emoción que sintieron el rey y toda la corte

les hizo ponerse en pie, como homenaje ante la grandiosidad expresada en este fragmento.

Una de las formas musicales que expresan una ideología colectiva, son los himnos. En la

catedral de Turín, San Ambrosio los creó y cultivó con el beneplácito de San Agustín. Las

marchas tienen el ritmo muy marcado, pueden ser tristes o alegres, con lo cual el oyente se

deja llevar por lo que la música le transmite: fuerza, tristeza o alegría.

En el caso que nos ocupa, la música, como resultado del momento vivido por el

compositor, encontramos dos aspectos diferentes (Murray, 1985). Por un lado, es obvia la

existencia de una música autóctona de cada pueblo, en la que se han desarrollado y

establecido unos patrones identificativos y característicos del mismo, que formarán parte de

su patrimonio y constituirán las señas identitarias que, junto a la lengua y demás códigos

particulares, los diferenciará de otros pueblos o culturas (willes, 1981). Por otra parte,

importante será el hecho de que dichos patrones, como consecuencia de las interrelaciones

que se dan entre los distintos pueblos, se extiendan más allá de las demarcaciones que

imponen las fronteras geográficas y, sutilmente, se entremezclen puntualmente con otros


modelos establecidos y característicos de otra identidad que, en mayor o menor grado, con

más o menos veracidad, gracia y originalidad, creará novedosos esquemas musicales.

“a pesar de la asombrosa diversidad de música influenciada por innumerables culturas y

disponible para el oyente moderno, nuestra naturaleza humana compartida puede ser la base

de estructuras musicales básicas que trascienden las diferencias culturales”, (Samuel A

Mehr, 2019)

Todos tenemos el conocimiento de la enorme influencia que ejerce un sonido, una melodía

o un ritmo determinado sobre las personas. Ya desde la antigüedad usaban la lira, el arpa, la

flauta y toda clase de instrumentos para alegrar la vida del hombre o para festejar ciertos

acontecimientos. Incluso en la aberración del hombre llegaron a crearse marchas militares y

de guerra. Hay músicas relajantes, no entraré en los estilos porque hay muchos, un solo

ejemplo son los sonidos naturales o las de "new Age", sean las que sean se han ido

utilizando para fines concretos siempre con el ánimo de condicionar la mente humana a

diferentes estados: alegría, relajación, excitación incluso

Pero el enorme poder de la música, como todo, tiene su lado oscuro, nada como canciones

de amor tristes para deprimir a una persona. He comprobado lo lamentable que es que las

personas, sobre todo las que han roto recientemente una relación, se apegan

"automáticamente" a toda aquella melodía o canción que trate de lo mismo, de rupturas,

llantos y lágrimas, de despedidas y de mensajes como "qué voy a hacer sin ti", etc.

Esto provoca una acentuación gravísima del estado depresivo de la persona afectada, en

muchos casos la música, una simple canción ha sido el detonante de un suicidio. Una de las

músicas más curativas que puede haber es la de los cantos gregorianos, porque, a pesar de

parecer, como alguien me sugirió una vez, "cantos de ultratumba", son enormemente

relajantes, haciendo que la mente se desconecte del trauma amoroso o de la idea obsesiva
que la atenaza. Músicas como la Celta también posee cualidades curativas, hablamos

siempre de canciones sin letra, sólo melodía.

Sin duda alguna hay canciones preciosas, de cantantes o grupos famosos, pero éstas tratan

en un 90 por cien de las veces sobre penas de amor, rupturas y un sin fin de mensajes de

agonía por la pérdida de algún ser amado, es "ahí", en esos mensajes agazapados bajo el

maravilloso ritmo de la propia canción, donde está el verdadero peligro para todos aquellos

que se refugian en ellas, pues en vez de aliviar su situación depresiva, la agravan

considerablemente.

La música clásica posee también efectos dispersantes, relajantes, serenantes, y no digamos

ya el canto de pájaros, el correr del agua o el sonido del viento sobre las hojas de los

árboles, todas medicinas para el alma quebrantada.

Curiosamente, en ciertos estados de decaimiento, existen músicas, por raro que parezca,

como algunas de "Heavy Metal" que son capaces, gracias a su ritmo, de sacudir a la

persona y ponerla en marcha.

Conclusiones

La música a través de los siglos ha tenido un papel más novedoso en cuestión de cambio; se

puede expresar en que tiene un papel muy influyente en la sociedad y derivando todas sus

culturas

En la lectura podemos observar que se presentan parámetros comunes y que en su

desarrollo desde una perspectiva globalizadora es satisfactorio en cualquier etapa del ser

humano.

¿La música influye en una persona? Claro que sí, ya que se muestra como un reflejo de lo

que es el individuo, lo que expresa la persona, lo que piensa; por lo tanto, más que influir a
la persona se la muestra tal y como es, sin restricciones y sin falsas demostraciones de

personalidad para impresionar, de esto se deriva de cómo es la persona en realidad; La

música puede afectar, perjudicar, beneficiar, relajar pero aparte de todo lo que la música

produce en nosotros se ha comprobado, que la música no influye en toma de decisiones

personales.
Bibliografía
aldous, h. (2003). “Música en la noche”. barclona: editorial Kairos.

Kivi, P. (2005). New Essays on Musical Understanding. Oxford: universidad de Oxford.

llamas, j. (20 de abril de 2011). sinfonia virtual. Obtenido de


http://www.sinfoniavirtual.com/revista/019/musica_y_lenguaje.php

McAdams, S. (2017). Canada Research Chair in Music Perception and Cognition. montreal: Mc
graw hill.

Murray, S. (1985). cuando las palabras cantan. buenos aires: editorial ricordi.

Samuel A Mehr, M. S. (2019). Universality and diversity in human song. Science, eaax0868:1-17.

universidad de Oxford. (2003). Música, Pasión, Razón: la teoría de los afectos en el teatro y la
música del siglo de Oro”. En anonimo. montreal.

willes, e. (1981). “El valor humano en la educación musical”. barcelona: pairos.

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