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Historia de México
“En América, los idiomas de los colonizadores europeos (inglés, francés, holandés,
portugués) han dado origen a centenares de nuevos lenguajes originados en la adquisición
de “segundas lenguas”” (Weisman, 2020). Es así la mezcla de la Nueva España: indígenas,
negros, esclavos, criollos, mestizos, mulatos y europeos, que la cuya lengua madre de cada
uno se abandona para poder adaptarse a una nueva sociedad.
Cuando viví en Argentina, recuerdo haber estado la primera semana perdida en Buenos
Aires y al acercarme a un policía para preguntar por una dirección, me habló rápido y con
palabras que no entendía, así que le pedí que lo repitiera, y respondió, “¿Qué sos boluda
que no entendés?” Me quedé sorprendida del lenguaje y las maneras que tenía este
servidor público, sin embargo, al final, pudo darme explicaciones en “español” y me fui.
Pensaba que siendo mexicana no iba a ser tan difícil comunicarme en Argentina donde se
habla la misma lengua. Sorpresa la mía al darme cuenta de que al principio los argentinos
no me entendían, ni yo a ellos. Teníamos palabras tan raras, o las mismas palabras con un
significado diferente.
Semanas después, estaba conversando con una señora de la tercera edad, y platicándole
de como es que llegué hasta allá, ella se sorprendió y me preguntó la edad, acto seguido,
me dice “Vos sos una pendeja”, y bueno… de donde yo vengo eso era de los insultos más
fuertes. No respondí, me quedé en silencio, seguí dialogando con ella, y repite la misma
frase con una sonrisa y dándome unas palmadas en el hombro. Terminando aquella
conversación fui en busca de una amiga argentina para aclarar mis dudas. Ahí me enteré
de que “pendejo” en argentino significa lo que para mí, mexicana norteña, equivale a la
palabra “huerco”, y en otras regiones del país significa “chamaco” “chico” “niño” o
“joven”.
Fue, naturalmente, por medio de la observación y mi cambio de léxico, que poco a poco
pude establecer una comunicación óptima con mis paisanos latinos. Empero, estaba la
cuestión cultural, que es más directa, más política, romántica, tajante y nostálgica. El
proceso de adaptación a un nuevo ecosistema fue el deconstruirme, dejar a un lado
palabras, modos, costumbres, comida, vestimenta, entre otras cosas, para poder convivir.
Cuando regresé a México dos años después, me preguntaban “¿Eres argentina?” y yo
respondía “¡No! ¡Cualquiera!” (con aquella tonadita tan peculiar). “Cualquiera” significa
“nada que ver”. Por supuesto que no tardé más de una semana en regresar a mi identidad
mexicana.
Entre los géneros musicales se encuentra el villancico, que muestra una unidad del
imperio español. El villancico procede de una tradición escrita, literatura culta con tema
popularizante, género poético destinado únicamente para musicalizarse. Lo cantaban los
villanos, cortesanos y también en el ámbito eclesiástico; villancicos en maitines, en
navidad y en otras festividades dentro de la iglesia católica. Se cantaba en lengua
vernácula. (Abril, 2013). Uno de los tipos más singulares de villancico es el negrillo,
negrilla o negrito. Dentro del códice de Gaspar Fernandes encontramos varios ejemplos. El
lenguaje es un español deformado, español “bozal” que se atribuye a personajes de raza
negra. Durante los siglos XVII y XVIII hay gran número de piezas denominadas “guineo”,
“negrilla”, “negrito” o “villancico de negros” (Waisman, 2020). Estos fueron compuestos
en ritmos ternarios, onomatopeyas, hemiolas, y su propio lenguaje. Las negrillas destacan
entre las piezas del cancionero de Fernandes, así como piezas en castellano, en portugués,
en negrillo, guineo, indio y latín. (Alcántara Rojas, 2016)
En otra ocasión, volviendo a cuando vivía en la Argentina, recuerdo escuchar los músicos
en las calles cantar y tocar tango. Era muy joven y no conocía el género, sin embargo, al
regresar a México años después, me topé con un ensamble de Tango, donde lo que se
escuchaba no tenía ni reflejaba nada de lo que yo escuché en aquel país. No había
declamación, desgarro, nostalgia, recitativos, acelerando, pero, la música ahí estaba.
No apoyo el argumento de que solo se puede y sabe cantar y/o tocar “bien” la música del
país o región de uno, (porque dentro de un país encontramos géneros diferentes), pero sí
apoyo el hecho de que uno tiene que indagar y conocer bien la cultura, el idioma, el
contexto histórico social para poder llegar a aproximarse a una interpretación más
auténtica. Un ejemplo, probablemente más claro es, ¿Cómo interpretas la salsa y sus
complejos rítmicos? ¿El jazz, el bolero? Tú puedes ver una partitura, pero no se interpreta
literalmente. Una vez un gran músico dijo: la partitura solo es un mapa. Cuando yo intenté
cantar un blues me dijeron que” no era tan cuadrado el asunto”, que podía alargar las
notas, o que podía cambiar melódicamente las notas al final de la frase. Recientemente
canté un bolero con un ensamble clásico, gente muy preparada y estudiada, sin embargo,
lo que interpretamos, no sonaba a bolero, a pesar de que hicimos exactamente lo que
decía la partitura.
Uno tiene que adentrarse en el mundo donde se desarrolló la música para poder llegar a
comprender el cómo y para qué se hacían las cosas, encontrar mediante la investigación,
la autenticidad. El mestizaje reflejado en el cancionero de Fernandes, nos ofrece un
abanico de oportunidades para profundizar en diferentes géneros musicales, dando como
resultado interpretaciones con bases más sólidas, fortaleciendo y acompañando la labor
de los musicólogos encargados de este proyecto en cuanto a la música mexicana.
Bibliografía
Abril, O. M. (2013). Omar Morales Abril, “Villancicos de remedo en la Nueva España”, en Humor,
pericia y devoción: villancicos en la Nueva España. CIESAS.
Alcántara Rojas, B. (2016). En ‘mestizo y indio’: las obras con textos en lengua náhuatl del
“Cancionero de Gaspar Fernández”. Obtenido de
http://musicat.unam.mx/wp-content/uploads/2020/03/CONFORMACION_Y_RETORICA_N
UEVA_ESPA%C3%91A-5.pdf.
Aurelio Tello, c. d. (2001). Archivo musical de la catedral de Oaxaca: cancionero musical de Gaspar
Fernandes, tomo primero. México: Conaculta, INBA, Cenidim.