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Mente y músculo

Manual del usuario

Elizabeth Faith Burchatt Langford


Dibujos de Enci Noro

Primera edición de Mind and Muscle, an Owner’s Handbook, Garant Uitgevers, 1999

Traducido por Conchita Forn Donat, ©2007

Nota de la traductora
Se escribe Técnica con mayúscula cuando se refiere a la técnica de F. M. Alexander; las notas se han incluido en el texto entre paréntesis o en letra de menor tamaño.
Las referencias de libros y revistas se han incluido en el texto entre paréntesis; cuando existe una traducción de C. Forn se da la referencia completa a ella, indicando el número
de capítulo seguido de los números de los apartados separados por puntos.
Se utilizan las abreviaturas siguientes en las citas:

AC W. PLATZER, Atlas a color y libro de texto de Anatomía Humana, volumen 1, Sistema locomotor, Nueva York, Thieme, 1992.
AG Anatomía de GRAY, Longman, Edimburgo, 1973.
DE RAYMOND ARTHUR DART, Destreza y equilibrio: Artículos sobre destreza, equilibrio y la técnica de F. M. Alexander, 1996.
FA I. A. KAPANDJI, Fisiología de las articulaciones, Edimburgo, Churchill Livingstone, 1974.
LPC FRANK PIERCE JONES, Libertad para cambiar, 1976.
MCF F. P. KENDALL y E. K. McCREARY, Músculos: Comprobación y funcionamiento, Baltimore, Williams and Wilkins, 1983.
USM F. M. ALEXANDER, El uso de sí mismo, 1932.
Sobre la autora

Sobre la autora
Elizabeth Faith Burchatt Langford nació en Londres y se educó en la escuela femenina Bruton, el Real Colegio de Música y el
Constructive Teaching Centre de Londres. Violinista profesional y pionera en el uso de la Técnica Alexander en la educación musical, fue
la primera de su generación autorizada para formar maestros de Alexander. Perteneció al consejo de STAT durante unos siete años (dos de
ellos como presidenta) y ahora es presidenta de AEFMAT, la asociación belga de maestros de Alexander afiliada a STAT.

STAT, Society of Teachers of the Alexander Technique (Sociedad de Maestros de Técnica Alexander), tiene su base en Londres, con socios por todo el
mundo; unos cuantos países tienen sus propias sociedades que están afiliadas a STAT.

Sobre el título: Mente y músculo


Cuando compra un coche u otro equipo sofisticado, es probable que reciba usted dos manuales. Uno probablemente no lo mirará usted nunca (corresponde a los
servicios y reparaciones de expertos). El otro contiene sólo la información que usted necesita para usar el equipo adecuadamente. Nunca comprará usted un equipo
tan sofisticado como sus propios nervios y músculos: el sistema gracias al que usted se mueve. He aquí pues, el manual de usuario que usted nunca recibió.
Nuestros cuerpos se ven influenciados por nuestras suposiciones sobre ellos: de ahí la suprema importancia de tener claros los hechos, de librarse de los conceptos
erróneos. Con este fin, el libro recopila información esencial que antes no era accesible al lector corriente. Cubre lo que para mucha gente es un área desconocida
de conocimiento y lo hace de tal modo que hace accesible ese conocimiento al uso cotidiano práctico.
En un libro con la palabra músculo en el título, podría esperar usted encontrar ejercicios..., pero no en este. Aquí en cambio, encontrará usted experimentos a
efectuar usted mismo; están diseñados para revelar cuan íntimamente están relacionados mente y músculo, mucho más de lo que la mayoría de la gente se imagina.
A medida que la explicación se desarrolla, estos experimentos de forma secuencial, forman una guía práctica que permite al lector dejar de lado el rumor, mientras
verifica hechos con la experiencia personal. De esta forma pueden evitarse muchos errores costosos.
Este planteamiento hace surgir preguntas que mucha gente nunca ha hecho. La gente podría no haber hecho las preguntas porque en algún momento se le
inculcaron las respuestas erróneas; o porque en la vida cotidiana, la conexión esencial entre teoría y práctica puede ser difícil de encontrar. El conocimiento
adquirido de adulto, a menudo parece raro por los hábitos físicos de larga duración enraizados en los conceptos erróneos con origen en la primera infancia. La
teoría, si se guarda en el intelecto sin llegar a los músculos, es completamente inútil para alguien que sufre dolor o que encuentra obstáculos en su desarrollo
artístico o atlético, por ejemplo.
Este tipo de dificultad requiere para su solución, de una concienciación, no sólo de los patrones musculares habituales sino también de las ideas que hay detrás, a
las que están asociados. Se requiere la identificación de suposiciones, conscientes o no, que causan problemas innecesarios. Este libro, basado en la larga
experiencia educativa de la autora en este campo, se ofrece como una guía práctica para el uso mejorado de mente y músculo.

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Reconocimientos

Reconocimientos
Debería agradecer a Walter Carrington que escribiera el prefacio de este libro (un gran honor). Mi agradecimiento para él y para mis otros maestros, especialmente
para Peggy Williams, debe al menos ser escrito aquí: no sé expresárselo adecuadamente. Ni tengo palabras para expresar el placer obtenido con los dibujos de Enci
Noro, parte integral de lo que el libro pretende transmitir.
Ted Dimon, presidente de Alexander Technique Archives, Inc., dio su permiso para reproducir las fotografías del “Reflejo del miedo” del “Método para cambiar
los patrones de respuesta estereotipada mediante la inhibición de ciertos conjuntos posturales” (1965, Psychological Review, nº 72, páginas 196 a 214) de FRANK
PIERCE JONES. Las reacciones derivadas del “Reflejo del miedo” fueron imitadas perceptivamente por Alain d’Ursel y fueron fotografiadas hábilmente por
Athanase Vettas. Estoy agradecida a los tres por esta importante contribución, así como a Athanase Vettas por sus muchas otras fotografías reproducidas aquí.
Clare Hughes tomó la fotografía que con su amable permiso se muestra aquí como figura 5.3. Lamento haber sido incapaz de encontrar al dueño del copyright de
la foto periodística reproducida en el capítulo 2. La estancia de “te agradezco Señor toda esta maravilla” pertenece a los Poemas Completos 1904-1962 de E. E.
Cummings, editados por George J. Firmage, con permiso de W. W. Norton & Co., Copyright © 1991 por los administradores del E. E. Cummings Trust y George
James Firmage.
La difunta Ann Fletcher vio los primeros capítulos y me urgió escribir el libro que ella “siempre había querido leer”. Espero que Malcolm King sepa cuánto me
ayudó su entusiasmo a mantener el ímpetu necesario para terminarlo. Debo también mi profundo agradecimiento a Monique Vanormelingen por tanto trabajo
concienzudo en la preparación del texto para su publicación.
Prefacio
Betty Langford es una músico profesional dotada, pero también es una maestra experimentada de la técnica de F. Matthias Alexander.
Puedo atestiguar su destreza y conocimiento porque ella se formó en nuestra escuela hace muchos años y ha seguido siendo una colega y
amiga permanente. Su experiencia educativa le ha permitido una perspectiva clara de las necesidades de sus alumnos y en particular de su
necesidad de más información de la que ordinariamente deriva de las clases individuales de la Técnica. También le ha llevado a la
convicción de que tal información puede y debería estar disponible más ampliamente. De ahí la publicación de este libro.
El propio F. Matthias Alexander fue un exponente singular del precepto délfico Conócete a ti mismo. Su Técnica fue el resultado de una
larga y concienzuda experimentación consigo mismo con la que obtuvo una cantidad enorme de experiencia práctica y conocimiento.
Escribió cuatro libros para describir lo que había hecho; y cuando alguien intentaba entrevistarse con él, se le preguntaba inmediatamente si
había leído alguno de ellos. De no ser así, se le exigiría que lo hiciera antes de poder darle una cita.
No obstante, los libros de Alexander, inestimables por ellos mismos, no tratan de la información ordinaria sobre anatomía y fisiología y
temas afines; tratan de la práctica de la Técnica y desde siempre, muchos estudiantes han sentido la necesidad de más información general, presentada de una
forma que pueda ser relacionada directamente con los estudios prácticos. De su propia larga experiencia del estudio e investigación, Betty ha sido capaz de cubrir
esta necesidad en amplitud muy satisfactoria y por lo tanto, yo recomiendo este libro a todo aquel que desee seguir los pasos de Alexander.
WALTER CARRINGTON
Londres, 20 de agosto de 1998

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ESTABLECIENDO EL CONTEXTO

1ª parte: ESTABLECIENDO EL CONTEXTO

1.1 Hacia un sentido de dirección


Podría parecer que fuerzo demasiado la preocupación del cerebro con el músculo. ¿Podemos forzar demasiado esa preocupación cuando cualquier vía que tracemos en el
cerebro conduce directa o indirectamente al músculo?
SIR CHARLES SHERRINGTON, El cerebro y su mecanismo
(Conferencia de Rede, 1933, citado por el editor D. Denny-Brown en Selected Writings of Sir Charles Sherrington, Londres, Hamish Hamilton 1939.)
Parece que a través de la historia, siempre ha habido gente que busca una concienciación más clara de sí misma y de cómo se relaciona ella con el mundo. Su
indagación ha variado en énfasis: a veces la coacción ha sido religiosa, otras ha sido variadamente filosófica, política, psicológica. Una característica de nuestra
propia época es una sensación de que la búsqueda es incompleta si no se tiene en cuenta nuestra naturaleza de criaturas físicas que han de vivir en y con nuestros
propios cuerpos. Esta concienciación no es de ningún modo nueva, pero ha adquirido una urgencia renovada para una generación que se fía cada vez menos de su
propia energía física para el trabajo que ha de hacerse. ¿Qué es este cuerpo a veces tan cansado que incluso pensar en ello resulta tedioso, a veces quemándose con
una energía superflua que en sí misma es una carga porque carece de escape suficiente?
No es sorprendente que haya tanta búsqueda y una vasta explosión de técnicas y sistemas de moda para ejercitar e incrementar la concienciación física. ¿Cuán
satisfechos estamos de los resultados de toda esta oleada de interés? ¿Dónde nos lleva eso, si es que a alguna parte? ¿Podría darse a nuestra búsqueda un sentido de
dirección más fiable?
Este libro es mi intento de responder la última pregunta. Es el resultado de mi experiencia de treinta años como maestra de Alexander, pero no pretende ser otra
introducción a la Técnica Alexander (véase el capítulo 7.1). Lo que me impulsa a escribir es el hecho de que durante la enseñanza a gentes de la mayoría de los
estilos de vida y de muchos países, he llegado a reconocer la cantidad y el peligro de las malas concepciones extendidas ampliamente, sobre la relación entre mente
y músculo.
Ha llegado a ser lo que yo llamaría un folclore seudocientífico que es una fuente de problemas en sí mismo. La desinformación superficial es exuberante. Las
declaraciones infundadas son repetidas tan a menudo (impresas y de palabra) que mucha, quizá la mayoría de la gente da por sentado su certeza. Y pocos pueden
tener el tiempo para desafiar a este cuerpo de seudoconocimiento, comprobando comparándolo con hechos conocidos y verificados, ya que estos muy a menudo
son expresados en terminología técnica y deslizados dentro de más información de la que el lector general desea o necesita.
F. M. Alexander mantenía que dado que podemos evitar errores fundamentales en la forma en que nos usamos a nosotros mismos, “lo correcto ocurre por sí
mismo”. Como él demostró, el organismo humano es verdaderamente autorregulador hasta límites sorprendentes. ¡PERO... nadie puede permitirse olvidar ese
precepto! Espero en este libro aclarar algunos errores fundamentales que interrumpen el proceso autorregulador.
La secuencia planteada del libro pretende ante todo eliminar los malos entendidos. Luego sigue alguna aclaración de los hechos y de la terminología usada para
discutirlos. Después de esto llega una serie de experimentos; espero que los use usted para comprobar mis explicaciones por sí mismo. Todo esto es importante
para allanar el camino al consejo más específico que hay más adelante en el libro, pues yo no creo que sea inteligente seguir las sugerencias sin entender la idea
que hay tras ellas. De este modo, cada capítulo prepara el siguiente; así espero que quizá tras una ojeada para hacerse una idea general de los contenidos, el lector
volverá entonces al principio y leerá el libro en secuencia. En una primera lectura, las referencias cruzadas indicarán dónde sigue el hilo de un capítulo en otro.
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Hacia un sentido de dirección

Más tarde, las referencias cruzadas resultarán ser una parte vital del libro, pues el mayor beneficio se obtendrá de su uso continuado para una comprensión siempre
más profunda del asunto, que es naturalmente, usted mismo.
Este no es un libro para alguien a quien no guste cuestionar las ideas recibidas; ni es una colección de recetas fáciles. A pesar del lenguaje no-técnico (y la nota
ocasional de frivolidad), este es un libro serio. Un gran neurólogo (Sherrington) ha dicho que “cualquier vía que tracemos en el cerebro, conduce... al músculo” y
creo que un manual práctico sobre esta relación será de utilidad para aquellos a quienes gusta pensar en las cosas y que disfrutan su propia capacidad de usar tanto
la mente como el músculo.

1.2 Cómo se llegó a escribir este libro: Una historia personal


“Su señoría desea que usted lo lleve a su destino personalmente, reconociendo que de entregarlo a los canales ordinarios, el regalo retrasará su llegada más allá de la fecha
esencial.”
“¿Quiere usted decir que si ella lo envía por correo no llegará a tiempo?”
P. G. WODEHOUSE, Alegría matinal
Cuando yo era joven, me habría resultado útil tener un libro escrito en lenguaje sencillo y con la intención de eliminar malentendidos sobre mente y músculo. Yo
era, incluso más que la mayoría de la gente, una víctima de la mala información, pues empecé a aprender a tocar el violín a la edad de tres años y
desgraciadamente, la enseñanza que recibí era errónea, tanto técnica como fisiológicamente. Incluso sin evidencia fotográfica, ahora estaría claro para mí que mi
desarrollo temprano fue obstaculizado de este modo. Como estudiante de música y más tarde como violinista profesional, cuanto más trabajaba más sufría
físicamente de errores básicos que una formación musical convencional no hizo nada por corregir. Sin embargo, como me gusta la música (y porque era como me
ganaba la vida), me esforcé, generalmente con dolor y a menudo frustrada por mi incapacidad para tocar tan bien como yo quería.
Cuando tenía treinta años, fui a ver a un gran maestro de violín, el difunto Max Rostal, y le pedí ayuda para rehacer mi técnica desde la base. Su visión clara de mis
dificultades, me permitió situar mi planteamiento del instrumento en una base mucho más racional. Pero para entonces, como el propio Rostal reconoció, yo tenía
también otros problemas que quedaban fuera del ámbito de cualquier maestro de violín. Como expuso Rostal: “Usted ha entendido mí técnica; lo que me preocupa
es su postura”. Más tarde llegué a entender lo que realmente significaba esto: que no sólo mi ejecución sino toda mi actividad estaba basada en una forma de
manejar mi cuerpo que era insatisfactoria. A pesar de esto, mi ejecución mejoró lo que condujo a una gran exigencia profesional sobre mí misma y con el tiempo, a
una crisis.
Mientras era una secundaria (segundo violín) de la Real Orquesta Filarmónica de Liverpool, la larga serie de dolores y males menores culminaron en un dolor de
espalda tan aterrador que quedé imposibilitada, incluso dependiente de los amigos para girarme en la cama. Afortunadamente, yo tenía la certeza profunda de que
este problema no había caído sobre mí desde la nada, sino que era yo misma de algún modo su causa y que por esto tanto la ayuda médica como la osteopática
había resultado ineficaz. De hecho mi problema era de desgaste natural más que de enfermedad; yo sabía que formas más leves que la mía eran comunes entre los
músicos (mucho antes de que el daño por tensión repetitiva apareciera en los titulares), así que la idea no me era desconocida. (Por eso he sido capaz de entender
exactamente el cómo y el por qué esto me había ocurrido a mí.)
Los músicos que actúan han de pensar mucho en cómo hacen las cosas. Prueban otras maneras, van a clases, están acostumbrados a la idea de que podrían estar
muy equivocados en cómo están yendo en algo. Así que fue natural para mí buscar a alguien que pudiera decirme en qué me había equivocado. Al recibir clases de

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Cómo se llegó a escribir este libro: Una historia personal

Alexander, aprendí a cuestionar mis suposiciones más básicas sobre cómo hacer las cosas más ordinarias: sentarse, estar de pie, caminar, levantar cosas, levantar
los brazos. Gradualmente adquirí la comprensión de fondo de la que siempre había carecido, y empecé a aplicarla a la tarea más compleja de tocar el violín. Esto
resultó ser provechoso: desde entonces, al preparar y ejecutar programas exigentes, lo he hecho sin dolor agudo. Naturalmente, al principio tuve que abandonar
hábitos largo tiempo establecidos y revisar algunas de las ideas recibidas. El lío en el que estaba metida en ese momento no me dejó duda sobre la necesidad de
esto.
Lo que estaba aprendiendo me interesó extremadamente y quise ser capaz de compartirlo. Ya estaba recibiendo clases de Alexander con Walter Carrington; ahora
él me aceptó para formarme como maestra de Alexander. Me sentí afortunada de haber llegado lo más cercano a la fuente que era posible: durante los últimos años
de la vida de Alexander, Walter había sido su asistente principal, al cargo de la formación de los maestros. El curso de tres años completos de duración, me dejó
mucho mejor informada y lista para entender las dificultades de la gente que venía a mí a recibir clases de Alexander.
Al principio, yo había esperado trabajar principalmente con músicos. El caso es que siempre me he encontrado enseñando a todo tipo de gente, para su bienestar
personal, cualquiera que sea su actividad en la vida: actores y artistas, abogados y hombres de negocios, convalecientes y programadores de computadoras,
bailarines, dentistas, diplomados, doctores, economistas, granjeros, horticultores, amas de casa, intérpretes, cómicos, conferenciantes, mimos, enfermeros,
osteópatas y psicólogos, instructores de equitación, maestros de escuela, secretarios, maestros de Tai Chi Chuan y traductores, camareros, maestros de Yoga,
zoólogos y muchos más. He dado clases a un pensionista de Chelsea y a un multimillonario, a atletas y a niños minusválidos; he enseñado a fisioterapeutas y a sus
pacientes y he dado clases individuales a una comunidad de monjas. La persona más joven a la que enseñé fue un niño minusválido de cuatro años quien no hizo
contacto visual; fue un gran día cuando escudriñó mi cara diciendo: “¡Cuánto has envejecido desde la última vez!” Y recuerdo a una mujer de ochenta años
diciendo: “Quiero continuar estando perfecta hasta el final.” Todo esto ha sido también para mí (y aún es) un tremendo proceso de aprendizaje.
A pesar de toda esta variedad, el trabajo con músicos siempre ha sido importante. Poco después de titularme como maestra de Alexander, Allen Percival, entonces
director de la Guildhall School of Music, me dio la oportunidad de hacer trabajo pionero al incluir cursos de Técnica Alexander como parte del currículo normal de
la G. S. M. Al año siguiente, Sir William Glock me invitó a enseñar y dar conferencias en la escuela internacional de verano de música de Dartington. Otras
escuelas de música destacadas pronto siguieron el ejemplo de Guildhall; en unos cuantos países, dar clases de Alexander se considera ahora usual en la formación
de los músicos. Es agradable ver este progreso, aunque parece que hay aún bastante camino por recorrer antes de que el trabajo Alexander y otros estudios estén
integrados suficientemente. Mis mejores experiencias con la integración que recuerdo, han sido en colaboración con el pianista Rudolf Kratzert y el cantante
Malcom King, siendo los dos también maestros de Alexander.
Cuando recibí mi diploma de STAT, los pocos cursos de formación de maestros que existían entonces estaban dirigidos por los que fueron los primeros alumnos
del propio F. M. Alexander. Tuve el honor de ser la primera de la segunda generación de maestros de Alexander en ser autorizada por STAT para dirigir mi propia
escuela. Cuando se forma a maestros de Alexander, se tiene al menos tres años para conocerlos y asegurarse no sólo de su competencia sino de su comprensión de
los principios implicados. No obstante, en el resto de mi práctica de la enseñanza (es decir, al trabajar con gente que viene durante periodos más cortos de tiempo
para aprender ellos mismos y no para convertirse en maestros) observé que los alumnos no siempre eran conscientes de las implicaciones de la mejoría que
experimentaban y por tanto estaban peor protegidos de la información errónea de lo que podrían haber estado. También empecé a pensar en la gente que no recibe
clases de Alexander, pero que podría estar mucho mejor sin algunas de las ideas erróneas que nos rodean y de las que cualquiera puede ser presa fácilmente.
Entonces pensé que el énfasis de Alexander por no utilizar mal los mecanismos físicos, podría ser extendido útilmente a cuestionar las creencias y suposiciones
responsables del mal uso. Este cuestionamiento estaba implícito en la Técnica Alexander tal como me había sido enseñada, pero no parecía haber un libro escrito

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Cómo se llegó a escribir este libro: Una historia personal

en esas líneas, así que decidí escribir uno. El periodo de gestación ha sido largo, pero no estoy arrepentida de ello pues me ha dado la oportunidad de comprobar la
utilidad de todo lo que he escrito. Los proyectos sucesivos fueron probados con alumnos y amigos: la comprensión total debe mucho a sus preguntas, críticas y
ánimo.

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DESPEJAR LAS CUBIERTAS

2ª parte: DESPEJAR LAS CUBIERTAS

2.1 Movimiento e imagen corporal


... la “imagen corporal” podría ser la primera construcción y construcción propia mental que hay, la que actúa como modelo para todas las demás...
OLIVER SACKS, Una pierna para estar de pie
Cualquiera que lea esto tendrá algunas ideas preconcebidas sobre el cuerpo humano: ideas acumuladas con o sin estudio consciente. Me parece natural que esto
deba ser así, pues el cuerpo es un hecho que difícilmente podemos ignorar.
Empezando en la primera infancia, nos hacemos una imagen mental a partir de dos visiones de nosotros mismos: 1) desde el exterior, nuestro aspecto, mezclado
quizá con el que desearíamos tener y 2) desde el interior, el flujo continuo de percepciones y sensaciones que nos dicen dónde estamos y cómo somos y las cuales
nos proporcionan la información que confirma que estamos haciendo lo que pretendemos. No siempre somos conscientes de este flujo de información, pero la vida
sería difícil sin ello. ¿Recuerda intentar beber sin chorrear cuando el dentista le ha puesto anestesia? ¿Recuerda la inseguridad al apoyarse en un pie “dormido”?
Esta imagen mental de nosotros mismos está influenciada también por nuestra percepción del mundo que nos rodea: la observación de los demás, de muñecas y
juguetes mecánicos, de cómo las cosas en general se equilibran y funcionan; pues sentimos que nosotros mismos estamos sujetos a las mismas leyes mecánicas, la
misma fuerza de la gravedad.
Luego están, además, las ideas que se nos presentan a lo largo del camino, cosas que la gente nos dice, cosas que leemos: información (no necesariamente fiable)
sobre cómo este cuerpo nuestro “está montado”, cómo funciona, exhortaciones sobre la postura, el ejercicio, la respiración, la relajación, etc. A la manera fortuita
infantil, absorbemos parte de esto o todo ello y lo añadimos a la imagen mental que estamos construyendo.
Así que antes de tener la oportunidad de estudiar la cuestión conscientemente, ciertamente antes de desarrollar nuestra capacidad de valoración crítica de la
información, estamos ya en posesión de un hatillo de ideas, de las cuales algunas podrían ciertamente corresponder a los hechos. Por otro lado, mezcladas con ellas
bien podría haber verdades a medias, cosas imaginadas y alguna compensación extra por los malentendidos previos. Incluso podría haber cierta cantidad de
superstición pura.
¿Cuán importante es estar bien informado a este respecto? Si fuera posible ser completamente inocentes de toda imagen mental consciente de nuestros propios
cuerpos, quizá nos debería ir del todo bien (no estoy segura). Lo que sé con certeza es que, en este asunto, las ideas erróneas son peligrosas y tienden a perpetuarse
a sí mismas. Pues lo que yo he visto una y otra vez, en treinta años de enseñanza práctica, es que la forma en que la gente se mueve está gobernada por lo que ella
supone que es su cuerpo, por su imagen corporal personal. Conscientemente o no, esta imagen corporal está con nosotros todo el tiempo, influenciando cada
movimiento que hacemos, sea lo que sea lo que estemos haciendo: en el trabajo, el ocio, en cada actividad desde la tarea más mundana hasta el ejercicio de
destreza más exigente. Ello también afecta la forma en que estamos inmóviles y la forma en que hacemos lo que nosotros llamamos “relajarse”. Incluso se hace
sentir en nuestros talantes, nuestro pensamiento, nuestra capacidad de aprender. Los movimientos que van contra la verdadera naturaleza del organismo, conducen
a un desgaste natural inaceptable. De ahí que si esta imagen corporal contiene inexactitudes verdaderas, sea peligrosa para el bienestar.
Mi propósito al escribir este libro, no es intentar contárselo “todo sobre su cuerpo”. Nadie podría hacer eso. Si tal estudio le interesa, ya hay muchos buenos libros

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Movimiento e imagen corporal

de texto de anatomía y fisiología en existencia para aquellos con paciencia y muchos buenos años disponibles. ¡Hay tanta información! Como tan a menudo en
nuestra sociedad, el problema es el de la distribución, el de proporcionar juntos los trocitos significativos de conocimiento “en el momento exacto” en que se
necesitan en la vida cotidiana. ¿Cómo puede esperarse que adoptemos una actitud responsable hacia nosotros mismos, si la información mínima necesaria no está
disponible para nosotros?
Hay un montón de cosas por las que podemos aceptar le responsabilidad y lo hacemos, sin ser expertos: ¿quién buscaría un electricista para cambiar una bombilla
o un sastre para coser un botón? Cuando el fregadero se emboza, no se da por supuesto enseguida que la tubería esté mal, se imagina que algo se ha colado por el
desagüe. ¿Fue por descuido o faltaba el filtro del desagüe? Para el buen gobierno de nosotros mismos, la información que necesitamos a menudo está a ese nivel
mundano, información de la que carece gravemente la educación de la mayoría de la gente.
No podemos esperar que todos sepamos tantos detalles de anatomía como un cirujano, ni lo necesitamos. No todo aquel que conduce un coche necesita ser un
mecánico de motores experto, pero recuerdo a un mecánico experimentado diciéndome que siempre que revisaba un coche se hacía una muy buena idea de cómo
había sido conducido. ¿Qué ocurriría si las únicas personas que supieran conducir un coche adecuadamente fueran los mejores conductores de carreras? ¡Esto es
análogo, grosso modo, al estado presente del conocimiento sobre nuestro propio sistema locomotor! Algunos (no todos) buenos atletas, bailarines y músicos
conocen muy bien lo que están haciendo con sus cuerpos. El resto de la humanidad es sorprendentemente bien vaga sobre algo que nos concierne a todos tan
íntimamente, aceptando como si dependiera de la suerte que las cosas vayan bien o mal.
Si usted duda de esto, pregúntese a usted mismo por qué lo conocido vagamente como “dolor de espalda” o “mal de espalda” es la dolencia más común tras el
resfriado común. En un tiempo en que la actividad industrial era vista como el mayor problema en Gran Bretaña, el dolor de espalda que había crecido
dramáticamente a partir de entonces, ya era responsable de al menos tres veces en pérdida de días trabajados que los perdidos por las huelgas (estadísticas de
1980). Más recientemente, no sólo se ha reconocido la “lesión por tensión repetitiva” por las cortes británicas, sino que su abreviatura “RSI” (Repetitive Strain
Injury) ha pasado a formar parte del lenguaje. Los síntomas son muy reales y dolorosos, pero siento que verlo simplemente como parte de una “enfermedad” hace
poco por disipar la confusión que rodea las causas originales. (Véase el capítulo 6.4.)
Todo esto no es debido a que los doctores fracasen en su trabajo: mucha de la gente implicada no está “enferma” en el sentido usual de la palabra. Pero tampoco es
culpa suya; ni está fingiendo para librarse del trabajo. El hecho es que sufre del desgaste natural resultante de una imagen corporal incorrecta. He oído a doctores
declarar que en tales casos, sea cual sea el tratamiento, el paciente pronto volverá, porque a pesar de las maravillas de la medicina y cirugía modernas, no puede
esperarse competir con este desgaste natural constante. Incluso es más alarmante que tales problemas ya no están asociados exclusivamente al proceso de
envejecimiento: cada vez se ve afectada más gente joven. (Se discuten algunas razones históricas y sociales de esto en los capítulos 4.8 y 6.7.)
Una imagen corporal errónea deja a la gente a merced de todo tipo de despropósitos: cuentos de viejas, artículos de revistas escritos por periodistas sin
conocimiento especializado, consejo bien intencionado pero mal informado de familia, amigos y maestros, la influencia de figuras públicas admiradas que podrían
no ser necesariamente buenos ejemplos a imitar, furores de moda por tipos de ejercicio inadecuados, etc. Incluso hay formas de estar de pie y de sentarse que
tienen más que ver con la moda que con el sentido común o la comodidad. Una imagen corporal basada firmemente en los hechos es una defensa necesaria contra
estas y similares influencias.
Una imagen corporal bien fundamentada nos ayuda también a evitar tener (aunque inconscientemente) una influencia negativa sobre los demás. Todos somos
criaturas imitadoras, particularmente los niños. Me parece que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad social de evitar contaminar el ambiente con el mal
ejemplo y el consejo mal informado.

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Movimiento e imagen corporal

Así que lo que yo espero hacer a lo largo de este libro es despejar algunos malentendidos que a menudo encuentro mientras enseño a la gente cómo puede moverse
más eficientemente. La información que daré podría no necesariamente encajar con las ideas que usted ya tiene o con lo que se le ha dicho a usted hasta ahora,
pero estoy segura que es consistente con lo que ya se sabe sobre el funcionamiento de nuestros cuerpos. Con la esperanza de que usted comprobará lo que yo digo,
he dado las razones y referencias siempre que es posible; si no, ¿por qué debería usted creerme en lugar de a cualquier otro? ¡Un escepticismo saludable es la
mejor defensa contra toda la gente (yo incluida) que intenta decirle a los demás qué hacer! ( Por la fecha de algunas referencias, bien se podría inferir que a los
hechos, aunque bien establecidos y siendo significativos para la vida cotidiana, a menudo les puede costar un tiempo sorprendentemente largo encontrar la
aceptación general.)
En 1966, cuando empecé a estudiar seriamente el tema del movimiento humano, yo no tenía conocimiento teórico alguno, así que entiendo demasiado bien que
muchos de mis lectores no tengan el tiempo ni la inclinación a aprender el vocabulario técnico. Por esta razón he utilizado el lenguaje cotidiano donde era posible,
basándome en que algo que usamos cada día (como ciertamente estamos obligados a usar nuestros cuerpos) debe ser capaz de ser discutido en aquellos términos.
Esto es un asunto demasiado importante para ser dejado a los “expertos”; ¡y de hecho no hay forma de hacerlo así!
Hay un esfuerzo que quiero pedirle al lector, para evitar confusión. Es el esfuerzo mental de dejar de lado su imagen corporal existente lo suficiente para cuestionar
las suposiciones, conscientes o no, en que se apoya.

2.2 Algunos errores comunes en la imagen corporal


El hombre que puede decirme en qué me equivoco, es mi amigo de por vida.
F. M. ALEXANDER
Permítame explicar un poco más la forma en que una imagen corporal errónea afecta la manera de usarnos a nosotros mismos. En este capítulo citaré ejemplos de
algunos de los errores con los que me he encontrado con demasiada frecuencia. Empezaré cada ejemplo dándole la oportunidad de comparar su propia imagen
corporal con los hechos. Por favor, responda cada pregunta muy rápidamente, sin pararse a pensar; esa es la forma de descubrir qué suposiciones está haciendo
usted durante su vida cotidiana. Ciertamente, podría descubrir usted que estas suposiciones (reveladas por su primera reacción) guardan poca relación con
cualquier conocimiento real que usted tenga. (Véase el caso del doctor en el punto 2.2.2 párrafo 2.) Por favor, no se sienta tonto si ocurre esto. Este no es el
momento de molestarse por el orgullo intelectual. Ni es éste un examen escolar: no es importante “dar la respuesta correcta”. Es muy importante para usted saber
sobre qué base está usando usted su propio cuerpo.

2.2.1 ¿Dónde está la articulación de la cadera?


Por favor, ponga la mano en el lugar en que piensa usted que está, ¡enseguida! Ahora pare y piense. ¿Es ese realmente el lugar en el que la pierna está “articulada”
al cuerpo? Experimente y asegúrese. Ahora eche un vistazo a la figura 2.1. No importa si estaba equivocado. ¡Alégrese de haberlo descubierto! Mucha gente se
equivoca con esta articulación, probablemente porque ha oído la expresión “manos en las caderas”, con el significado de la figura de la izquierda. Pero eso es la
parte superior del hueso de la cadera; la articulación está mucho más abajo, como reconoce usted cuando piensa en ello e intenta mover la pierna
independientemente de las demás estructuras óseas.
Una vez hice la misma pregunta individualmente a cada alumno de una escuela para niños de talento de entre ocho y dieciocho años de edad, y sólo obtuve una

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Algunos errores comunes en la imagen corporal

respuesta correcta. Así que no quedé particularmente sorprendida al descubrir que los
problemas para caminar de un distinguido abogado eran debidos al mismo error en su imagen
corporal. Una vez entendió dónde está realmente la articulación de la cadera, el
“envaramiento” que le estaba incomodando simplemente desapareció, tanto que a partir de
entonces, pudo disfrutar corriendo regularmente por el bosque con su perro, no tanto por el
placer del ejercicio como por el puro placer de moverse como la naturaleza pretendía.
Ve como si supone usted, incluso subconscientemente, que sus piernas están articuladas a su
cuerpo en algún sitio próximo a la altura de la cintura, será desde ahí que intentará usted
moverlas, lo que significa que casi inevitablemente, usted empieza cada paso con un
movimiento de la pelvis mal asesorado, en lugar de permitir a la pierna balancearse
libremente desde su articulación real. No sólo limita esto los movimientos de la pierna,
también es malo para la parte baja de la espalda. (Véase el capítulo 5.2.)
Figura 2.1. ¿Dónde está la articulación de la cadera?
¡Ahí no! Es aquí donde está la articulación de la cadera.
2.2.2 ¿Dónde está la articulación entre la cabeza y la columna vertebral?
Señale rápidamente como antes. Mucha gente sitúa esta articulación demasiado abajo.
Incluso aquellos que piensan en ella a la altura correcta, usualmente la sitúan demasiado
atrás. La figura 2.2. muestra donde está realmente: aproximadamente entre sus oídos. (Véase
el capítulo 4.4.)
¿Le sorprende esto? Dudo que esté tan sorprendido como un doctor que vino a verme hace
algunos años, explicándome en lenguaje técnico preciso el problema que estaba teniendo con
su espalda. Todo el tiempo que estuvo hablando, yo pensaba si la forma en que él sostenía la
cabeza podía ser un factor contribuyente a su dolor de espalda. Tras un rato dije:
“Por mucho que una persona sepa de anatomía, ese conocimiento a veces permanece como si
estuviera fuera de ella. Incluso un doctor puede, por así decirlo, dejar este conocimiento sobre
la página impresa o en el cuerpo del paciente, fallando al incluirlo en su imagen corporal
personal. Puede continuar usando su propio cuerpo basándose en ideas adquiridas en la infancia; el hábito construido en esa época permanece inalterado por el
conocimiento adquirido más tarde. Así que ahora muéstreme, por favor, sin pararse a pensar, dónde está su articulación atlanto-occipital” (nombre técnico de la
articulación en cuestión).
El doctor tocó inmediatamente un punto aproximadamente en el medio en su cuello por detrás, rompiendo entonces a reír al chocar su conocimiento anatómico con
esa primera reacción (que estaba, como yo había adivinado, enraizada en una imagen corporal de su primera infancia). Entonces él entendió rápidamente que como
en esta imagen corporal la articulación real supuestamente no existía, él la mantenía tiesa para que se correspondiera con la imagen, y sólo se permitía moverse

Mente y músculo 10
Algunos errores comunes en la imagen corporal

desde más abajo, lo que tenía sus problemas. Peor aún, como él estaba suponiendo que la articulación no sólo
estaba mucho más abajo, sino también más atrás de lo que está en realidad, ello significa que (según su
imagen corporal) el peso de su cabeza no tenía un soporte central. ¡No es de extrañar que él sintiera la
necesidad de sostenerlo apretando! Y era ese sostener apretando persistente de detrás del cuello lo que resultó
ser indirectamente el responsable del dolor de su espalda.
Una advertencia: si piensa usted que ha estado cometiendo un error similar, le advierto seriamente de que no
intente corregirlo inmediatamente. Hacerlo así bien podría significar saltar de la sartén al fuego (como se
explica en el capítulo 3.5). El equilibrio de la cabeza es crucial para el bienestar de la persona al completo, así
que volveremos a ello con más detalle (en los capítulos 4.3 a 4.7). Por favor, tenga paciencia hasta entonces.
Figura 2.2. ¿Dónde está la articulación entre la cabeza y el extremo de la columna vertebral?
2.2.3 ¿Dónde está el diafragma?
La mayoría de la gente sabe que tiene algo llamado diafragma que es importante para la respiración. Pero es
realmente asombroso cuanta gente está dispuesta a dar consejos sobre “respiración diafragmática” cuando en
realidad no tiene ni idea, o tiene una idea errónea, de donde se encuentra este precioso diafragma. ¡Es aún más
sorprendente la cantidad de gente que la escucha!
¿Pensaba usted que el diafragma era ese trocito entre sus costillas por delante, por encima del ombligo? Si no
es así, me disculpo, pero me he encontrado con innumerables personas inteligentes que pensaban exactamente
eso y que por lo tanto, imaginaban que estaban haciendo algo bueno al combarse ahí al respirar.
Si usted sabía que de hecho hay un músculo dentro de su caja torácica, donde usted no puede verlo ni tocarlo,
una especie de techo con dos cúpulas para el abdomen, separando los órganos abdominales del corazón y los pulmones, bien. ¿Pero a qué altura se lo imagina?
(Figura 2.3.) ¿Se dio cuenta usted de cuán alto está esto por delante (sujetándose al interior de la parte inferior del esternón) y que dentro de usted, partes de él
están aún más arriba una parte del tiempo? ¿Sabe usted cuán abajo está sujeto por detrás? (Figura 4.3.) Dibuje sobre su propio cuerpo la forma de sus costillas
inferiores (sin olvidar las pequeñas costillas “flotantes”). El diafragma está sujeto a las seis costillas de debajo y recorre todo el espacio entre el esternón y la
columna vertebral, donde se sujeta a la mayoría de las vértebras lumbares, es decir, se sujeta al interior de la columna en la parte baja de la espalda. Naturalmente,
debido a la respiración, todo está en movimiento constante, ¿pero sabía usted que el diafragma nunca se aplana completamente sino que mantiene su forma (como
un paraguas muy viejo) durante los movimientos respiratorios? (Aquellas películas de naturaleza de una medusa nadando, puede ayudarnos a hacernos una idea
grosso modo.) Habrá más sobre el diafragma más adelante (capítulo 4.1). Aquí sólo hemos baldeado la cubierta, por decirlo así.
Podría dar muchos ejemplos de problemas físicos resultantes de líos mentales de este tipo. ¿Debo explicarle el caso de la chica que pensaba que sus costillas
estaban enganchadas (es decir, no-articuladas) a su columna? No es de extrañar que estuviera obligada a respirar elevando y dejando caer el pecho, un
procedimiento muy fatigoso e ineficiente. O podría contarle el caso del violinista que pensó establecer un argumento técnico diciendo: “En cualquier caso, cuando
mueve usted el brazo izquierdo a la posición de tocar, el hombro sólo lo acompaña naturalmente hacia arriba y adelante.” Bien, su hombro lo hacía porque él había
olvidado la existencia de la articulación del hombro y eso significaba una grave limitación en la libertad de su brazo.

Mente y músculo 11
Algunos errores comunes en la imagen corporal
Figura 2.3. ¿Dónde está el diafragma?
El diafragma separa los órganos abdominales del corazón y los pulmones. (Sección frontal: 1. la línea
negra gruesa representa el diafragma; 2. pulmones; 3. corazón; 4. costillas; 5. hígado. La línea de
puntos muestra la posición del extremo inferior del esternón.)
Un estudiante mío pidió una vez a cincuenta niños de cinco años de edad, que se dibujaran a
ellos mismos sin ropa: ¡cada niño dibujó una línea horizontal a la altura de la cintura!
Divertido, sí, pero no si ello les lleva a suponer que ahí hay una división real, una idea que
fácilmente anima a doblarse muchas veces inadecuadamente por esa parte del cuerpo, con el
consiguiente dolor de espalda más adelante. (Véase los capítulos 4.9, 5.3, 5.4.)
Hacerse una imagen corporal de sí mismo que se corresponda con la realidad es como montar
un rompecabezas: hasta que no ha colocado usted bastantes piezas juntas, es difícil ver cómo
será probablemente la imagen total. Por eso continuaré pidiéndole a usted que tenga paciencia,
pues sentiría mucho que alguien adelantara conclusiones erróneas al reaccionar demasiado
deprisa a lo que contiene este libro.

2.3 El eterno triángulo


La vida es un esfuerzo desesperado por conseguir ser de hecho tal como estamos diseñados.
ORTEGA Y GASSET
La imagen corporal de la que hemos hablado en los capítulos anteriores tiene muchos aspectos:
1. Lo que el cuerpo es: los materiales de los que está hecho; la manera de estar juntas las
diferentes partes; su forma; es decir, su Estructura.
2. La forma en que el cuerpo trabaja: cómo efectúa sus diferentes operaciones
(respiración, circulación, digestión, etc.); la forma en que se mueve (la acción de los
músculos sobre las articulaciones y demás); es decir, su Funcionamiento. (Yo distingo entre función y funcionamiento: es una función de mi coche
llevarme de A a B; si algo no está bien en su funcionamiento, podría no ser capaz de cumplir su función.)
3. La forma en que una persona utiliza su cuerpo: las posturas y actitudes adoptadas; la distribución de la tensión y la relajación por todo el cuerpo; el estilo
de caminar y del movimiento en general; técnicas especiales para actividades concretas (deportivas, artísticas, etc.); es decir, el Uso que se hace de él.
La gente a veces tiene dificultad con el concepto de usarse a sí mismo. Yo lo explico así: suponga que estoy llevando una bandeja pesada con ambas manos. Abro
la puerta con el codo y enciendo el interruptor de la luz con la nariz. Tomo la decisión consciente de usar el codo y la nariz de estas formas tan inusuales. Al entrar
sin la bandeja, uso las manos para ambos propósitos; así es mucho más obvio que se trata de una herramienta que yo podría ser bien inconsciente de haber usado.
El hecho de que por descontado haga uso de mi mano, no altera el hecho de que yo la usara, en lo que creo que usted estará de acuerdo. De todas nuestras
herramientas, las más inmediatas son aquellas que forman parte real de nosotros mismos. Nos son tan familiares que no siempre nos damos cuenta de usarlas.
Mente y músculo 12
El eterno triángulo

Cuando F. M. Alexander tituló uno de sus libros El uso de sí mismo, alguna gente encontró el título enigmático. Siempre he oído decir que esa expresión (The use
of the self) no podía ser traducida a algunos idiomas. No obstante, la traducción se hizo posible al reconocer la idea. A lo largo de este libro, estaremos viendo las
maneras en que nos usamos a nosotros mismos y en cómo pensamos que lo hacemos. En este capítulo discutiremos la relación íntima entre tres aspectos de la
imagen corporal: Estructura, Funcionamiento y Uso.
Cuando usted se pone a pensar en ello, resulta bien obvio que la forma en que su cuerpo funciona depende en parte de su estructura, su propia forma. Usted dirá:
“Ciertamente. La gente con una pierna más corta cojea, ¿verdad? La gente que está toda encorvada, tiene tortícolis en el cuello sólo por mirar a donde va.”
Exactamente. La Estructura afecta al Funcionamiento.
Sabemos también que a la inversa también es cierto: es decir, que la forma de funcionar el cuerpo afecta a su estructura. Los músculos que hacen un trabajo
pesado, se hacen más abultados, afectando a la forma total. Si un accidente provoca que una pierna no funcione adecuadamente, a veces ocurre que el esfuerzo
extra en la pierna buena conduce a un deterioro en la que previamente era la articulación buena de la cadera. Vemos que el Funcionamiento afecta a la Estructura.
Por lo tanto, a partir de la observación común podemos aceptar que Estructura y Funcionamiento se afectan mutuamente y son interdependientes. Se afectan entre
sí y ocurren cambios en el cuerpo. Así que el cuerpo no es una entidad tan fija como alguna gente supone que es. Sería un error pensar: “Tengo un cuerpo y éste es
como es.” ¿Ha pensado usted alguna vez en cómo la manera en que usa usted su cuerpo afecta tanto a la estructura como a la forma de su funcionamiento?
Sigamos paso a paso un deterioro que es, ay, demasiado común:
1. Imagine que sujeta usted el lápiz apretando demasiado y consigue la rampa del escritor. (El Uso afecta el Funcionamiento.)
2. Si lo hace demasiado a menudo, podría perder usted la tendencia a estirar los dedos de nuevo. (El Funcionamiento afecta el Uso.)
3. Si usted lo hace durante todo el día, todos los días durante años, llegará un día en que usted no podrá volverlos a estirar. (El Uso afecta la Estructura.)
4. Por esto, se vuelve más difícil hacer los rasgos hacia arriba en su escritura. (La Estructura afecta el Funcionamiento.)
5. Por lo tanto, para dibujar las letras se ve usted obligado a incrementar los movimientos de doblar los dedos y el pulgar. (La Estructura afecta el Uso.)
6. Esto a su vez, incrementa el efecto rampa, y así sucesivamente...

r
USO
Podemos ver a partir de este ejemplo íntegro que Uso, Estructura y Funcionamiento afectan a todos
los demás y son interdependientes. Los tres aspectos están íntimamente conectados y podrían verse
esquemáticamente así:
Cambios del tipo que he descrito ocurren todo el tiempo, pero como son graduales no siempre los ESTRUCTURA FUNCIONAMIENTO
notamos. Cuando nos damos cuenta de los efectos, hablamos de “rigidez” o de “vejez”, pero estas sólo
son palabras y no explicaciones satisfactorias. (Estoy recordando el chiste sobre el hombre que al decírsele que la rigidez de su pierna no era sorprendente a su
edad, replicó: “Pero doctor, tengo otra pierna que está perfectamente bien y la he tenido exactamente el mismo tiempo que esta.”)
Considere otro ejemplo corriente: por el continuo mal uso de la espalda, allanamos el camino para el día en que un movimiento repentino o una carga pesada cause
un “disco desplazado” o una hernia. Maldecimos al peso o al movimiento, sin entender que ya habíamos preparado el terreno para que algo fuera mal. De hecho
estábamos “buscando que ocurriera un accidente en algún sitio”; no es culpa de nadie, pero el hecho es que prestamos atención sólo a la causa inmediata y no

Mente y músculo 13
El eterno triángulo

tenemos en cuenta la causa a largo plazo, no estamos siendo realistas.


No obstante, sería un error terrible suponer que cambio debe significar necesariamente deterioro. El movimiento bien organizado, el buen uso del organismo
humano tiende a construir un cuerpo cuya forma real le predispone a la eficiencia continua. Necesitamos modificar el viejo dicho: “la práctica hace la perfección”.
No está garantizado que la práctica consiga la perfección; eso depende de lo que se ha practicado y cómo, y en qué contexto. Pero es altamente probable que, para
bien o para mal, sea lo que sea lo que hagamos, ocurrirá siguiendo la línea preparada por la repetición. Que eso probablemente constituya una amenaza o una
promesa, depende de cómo nos usemos a nosotros mismos, todo el tiempo. A los dietistas les encanta decirnos: “Es usted lo que usted come”. Por lo menos es
igual de cierto decir: “Es usted cómo usted se mueve”. Deduzca que es usted cómo usted está inmóvil, pues tanto el movimiento como la inmovilidad son formas
de usar el cuerpo viviente. Y como hemos visto, por la forma de usarlo, determina usted con holgura su estructura y funcionamiento futuros.
Hay personas, algunas de ellas doctores, que consideran que el género humano no ha evolucionado adecuadamente (o aún no, en cualquier caso) para la postura
erecta. Piensan que esto podría explicar el predominio del dolor de espalda. No estoy de acuerdo con este punto de vista. Mi trabajo me ha demostrado que incluso
en la vejez, tras una vida de mal uso, frecuentemente es posible recuperar el buen funcionamiento, seguramente un argumento a favor de la validez inherente del
diseño.
Debo admitir que a veces pienso que comprensiblemente, ¡tales doctores están demasiado influenciados en su forma de pensar por ver tanta gente enferma todo el
tiempo! Como maestra, yo también veo a gente en la que las cosas han ido mal; en cambio, soy afortunada por tener el castigo de trabajar con gente sana que
quiere entender sus cuerpos mejor para conseguir más incluso en sus diferentes actividades. Cada categoría me ayuda a entender a la otra. A veces tengo el placer
de ver que cosas que han ido muy mal por el mal uso, van de nuevo bien una vez corregido el mal uso. Esto me hace más fácil creer que el punto de vista optimista
es también el práctico.
Por favor, no me malentienda. No estoy proponiendo mi estilo de enseñanza como algún tipo de medicina alternativa. Estoy diciendo meramente, que quizá
utilizamos mal las habilidades del doctor cuando le pedimos que “recoja los trozos” resultantes de nuestro uso erróneo de nosotros mismos. Pobres doctores, tienen
bastante quehacer tratando la enfermedad; no es de extrañar que a veces parezcan pesimistas.
De cualquier modo, seamos prácticos. ¿Vamos a aceptar la idea de que nosotros mismos somos un final evolutivo, víctimas sin remedio de un mal diseño? ¿O
admitiremos que la mayoría de nosotros somos poseedores del buen equipo básico que no siempre conseguimos mantener funcionando bien? Suponiendo que haya
argumentos en ambos lados, ¿cuál es la hipótesis más útil sobre la que basar nuestras vidas?
Una cosa es segura: todos debemos respetar el cuerpo lo suficiente para usarlo de acuerdo con su diseño. No es cosa mía argumentar si ese diseño fue creado por
Dios o resultado de la selección natural, o de ambos. Lo que está claro es que no se trata de un embrollo fortuito. Usted no permitiría a una persona ignorante o
desmañada jugar con una pieza de un equipo complejo de su propiedad. Si usted se negara a prestar su coche a un mal conductor, si alguna vez ha prohibido a los
niños enredar en su máquina de coser, es que ya se ha dado cuenta usted de que el uso afecta el funcionamiento. ¿Por qué debería ser diferente con la pieza más
maravillosa de maquinaria que es su propio cuerpo?
Si se ofende usted por referirme a su cuerpo como maquinaria, por favor observe que no estoy sugiriendo que no sea más que una máquina. Sólo estoy señalando
que es ventajoso entenderlo y admirarlo como la maravilla de ingeniería que es.

Mente y músculo 14
INFORMACIÓN ESENCIAL (básica)

3ª parte: INFORMACIÓN ESENCIAL (básica)

3.1 Músculo
La gente siempre ha comido gente. ¿Qué otra cosa hay de comer? Si el Ju-ju no nos hubiera destinado a comer gente, no nos habría hecho de carne.
MICHAEL FLANDERS, El caníbal renuente
Una vez que empezamos a pensar en el factor Uso en nuestra imagen corporal, queda bien claro que nuestro uso de nosotros mismos depende mucho de nuestra
musculatura esquelética: el medio por el cual controlamos y movemos las partes del cuerpo con relación a otras partes y con relación a lo que nos rodea. (Hay
otros tipos de musculatura, relativas a la circulación, la digestión, etc. Yo no voy a escribir sobre ellas por la simple razón de que nosotros mismos no podemos
hacer gran cosa sobre esos sistemas, excepto indirectamente dándoles el espacio para funcionar eficientemente.)
He notado que a veces a la gente le repugna pensar cómo se usa a sí misma porque teme que esto signifique, como ella diría, “conocer todos los músculos y
aprender a controlar cada uno de ellos”. Tiene razón al sentir repulsión por esta idea absurda. Afortunadamente, la naturaleza no pretende que hagamos nada tan
complicado. Es cierto que el funcionamiento de la musculatura es muy intrincado. Pero desde el punto de vista de un manual práctico como este, la musculatura es
“tan simple que un niño puede usarla”. Y naturalmente, muchos niños pequeños la usan bien, sin tener idea de cómo funciona. Así que nada de “aprender a
controlar cada músculo”. Realmente, el único obstáculo oculto es que si al escrutar en algún sitio de nuestra imagen corporal, hay ideas erróneas sobre lo que es y
lo que hace la musculatura, entonces aquellas ideas pueden provocar que las cosas vayan muy mal para nosotros, porque el pensamiento se refleja en el
comportamiento muscular.
Es tan importante eliminar las ideas erróneas que me arriesgaré a aburrirle diciéndole cosas que ya conoce. En los últimos treinta años o cosa así, me he encontrado
con mucha gente muy inteligente y bien educada que sin embargo estuvo muy mal informada sobre la musculatura, lo que es y cómo funciona. Sopórteme si a
veces afirmo lo que a usted le parece obvio: créame, no es obvio para todo el mundo. (Naturalmente, debe serlo y lo sería si nuestra educación nos hubiera
enseñado los hechos más necesarios sobre nosotros mismos, ¿pero cuánta gente pensante afirmaría sin reserva que nuestro sistema educativo actual es una
preparación sensata para competir con las realidades de la vida?)
He notado que cuando uno no sabe mucho de un tema, a menudo teme hacer preguntas tontas. Es comprensible, pero deplorable, ¡pues las preguntas tontas son las
que es más importante hacer! He aquí algunas que yo hice en mi época; intentaré responderlas con tanta sencillez como los hechos lo permitan.

3.1.1 ¿Qué son los músculos, concretamente?


Solía encontrarme con que todo el mundo, desde los maestros de música hasta los periodistas que escriben en revistas de belleza, estaba listo y deseoso de decirme
qué hacer con mis músculos, ¡pero nadie hizo ningún esfuerzo por asegurarse de que yo supiera lo que eran! Mucha gente supone, como yo hice en un tiempo, que
los músculos son pequeñas cuerdas o poleas embebidas en la carne. Nada de eso: la carne es músculo. Vea pues, que mucho de su cuerpo es músculo: toda la carne,
de hecho (sin contar las capas de grasa superflua).
(Historia real: una vez, un maestro de anatomía quiso mostrar a su clase cómo es un músculo. Siendo vegetariano, se insensibilizó para entrar en una carnicería,
pero entonces se dio cuenta de que no tenía ni idea de qué carne pedir. Intentó explicar que necesitaba un “músculo”, ¡pero el carnicero le dijo que no creía que
Mente y músculo 15
Músculo

tuviera ninguno! Se diría que se trata de un caso de exceso de especialización por ambas partes.)
Cuando mira usted la carne y ve partes obviamente separadas unas de otras, es porque el carnicero ha cortado seccionando varios músculos. Los disectores
expertos saben que hay una forma correcta y una incorrecta de diseccionar, según el grano de la carne (siendo el grano, las fibras musculares). En los dibujos de
anatomía, la dirección de las fibras musculares se indica generalmente mediante muchas pequeñas líneas (a menudo de color rojo); estas líneas indican la dirección
en que el músculo concreto puede tirar.
Es una buena idea echar un vistazo a algunos dibujos de músculos. Una vez que eche usted un vistazo por todo el cuerpo, sin olvidar mirar las capas de la
musculatura profunda así como las superficiales, obtendrá una imagen útil de la naturaleza multidireccional de nuestro sistema muscular. Mire por ejemplo, las
figuras 4.11 y 4.12. No necesita sentirse obligado a aprender y recordar lo que ve; sólo con verlo le ayudará a deshacerse de las nociones demasiado simples que
pudiera usted haber estado albergando inadvertidamente y eso será suficiente por el momento.

3.1.2 ¿Cómo es el músculo vivo?


La respuesta corta es: como un elástico sólo que más. Con eso quiero decir que tiene algo parecido a la propiedad del elástico de tirar hacia atrás al estirarlo, pero
también puede contraerse activamente, a veces para acortar sus fibras y arracimarse, a veces sólo para evitar ser estirado. Recuerde que un músculo puede tirar o
dejar ir, pero no puede empujar. Lo que nosotros conocemos como “empujar” es una actividad compleja en la que algunos músculos tiran para estabilizar ciertas
articulaciones, mientras otras articulaciones son abiertas por el tirón ejercido por los músculos apropiados. Esto quedará claro a continuación (véase el apartado
5.4.9).

3.1.3 ¿Qué le ocurre al músculo cuando está en uso?


Usamos los músculos:
1. Variando su longitud: tenemos un ejemplo al doblar el codo. Esta articulación está unida en el lado interior por el músculo sujeto por un extremo al hueso
del antebrazo y por el otro extremo al hueso de la parte superior del brazo. Esto significa que las fibras musculares pueden contraerse, acortándose y
aproximando el antebrazo al brazo, reduciendo el ángulo de la articulación del codo (flexión). Algo del mismo estilo ocurre cuando usted aumenta de nuevo
el ángulo en el codo (extensión), pero en este caso los músculos activos son aquellos unidos de tal forma que pasan por el exterior del codo. Los
movimientos conocidos como flexión y extensión no están hechos por músculos de distinto tipo; la diferencia entre extensores y flexores recae en dónde
están unidos y de ahí el tipo de movimiento que pueden producir al contraerse. (Al hablar de este tipo de cosas, es más simple usar palabras como extender,
flexionar, extensor, flexor, extensión, flexión con su significado exacto. Estas palabras tienen un significado preciso en anatomía y fisiología, que no
siempre podría corresponderse al del uso coloquial.)
2. Variando el grado de tensión en un músculo: hacemos esto cuando mantenemos el ángulo de la articulación contra una resistencia (peso o presión en
contra). Así que no debemos llegar a la conclusión de que contracción siempre significa acortamiento (ni que relajación es sinónimo de alargamiento). Todo
depende de las circunstancias, tales como la influencia de la gravedad o la acción opositora de otros músculos. La contracción podría en realidad acortar un
músculo, moviendo así un hueso. O podría sólo hacer que el músculo se tensara lo suficiente para mantener su longitud contra la resistencia (resistencia de
otro músculo o de una fuerza exterior, incluida la gravedad).
3. Sin variar la longitud ni la tensión: es importante darse cuenta de que también utilizamos los músculos para no alterar su longitud ni su tensión. Esto ocurre
Mente y músculo 16
Músculo

cuando los mantenemos como están, ya sea continuando con el trabajo que ya están haciendo o sólo evitando que interfieran donde no se les quiere.
Esta última opción se hace más clara cuando reflexionamos que los músculos no trabajan aislados. Trabajan en grupos (a veces grupos muy grandes que van
literalmente desde la cabeza a los dedos de los pies y de las manos) y sus relaciones son complejas. Cuando hace usted un movimiento, cualquier movimiento,
usted usa:
a) el músculo o músculos responsables de ese movimiento (primarios);
b) el músculo o músculos que se opone al primer grupo (antagonistas): estos han de relajarse, pero no demasiado deprisa o el movimiento sería abrupto;
c) el músculo o músculos que estabilizan aquella parte del cuerpo sobre la que la parte móvil va a moverse (una puerta no se moverá fácilmente si el marco de
la puerta no está fijo);
d) el músculo o músculos responsables de mantener el equilibrio de todo el cuerpo en la situación cambiante creada por el movimiento;
e) los músculos responsables de mantener la forma del cuerpo, la integridad de la estructura dentro de la cual o sobre la cual ocurre el movimiento;
f) también usted, consciente o inconscientemente, previene (hasta cierto punto al menos) la actividad muscular que pudiera interferir con lo que usted quiere
hacer. Este uso “negativo” de la musculatura es muy importante y será explicado más extensamente. (Véase el capítulo 3.5.) Puede usted ver que de hecho,
usamos el sistema completo en cuanto usamos cualquier parte de él.
El mismo músculo a menudo desempeñará diferentes papeles según las circunstancias y a veces el cambio de papel es ciertamente muy rápido. Hay también
variaciones dependiendo de si el movimiento es ayudado por la gravedad o no. Otro punto que vale la pena considerar es que cada terminación nerviosa individual
controla sólo algunas de las fibras que componen el músculo. Por lo tanto, cuando un músculo se contrae, a veces sólo algunas de las fibras participan en la
actividad y en otras ocasiones lo hacen todas. Este arreglo permite muchos refinamientos sutiles en nuestro uso del músculo. Todo esto es de hecho una descripción
muy simplificada de lo que ocurre cuando usted usa sus músculos. Incluso así, puede ver usted ahora por qué sería complicado en demasía intentar controlar tantos
detalles interdependientes conscientemente. Por suerte para nosotros, nuestro maravilloso sistema reflejo es capaz de hacer las necesarias adaptaciones continuas
con suficiente rapidez y precisión para ahorrarnos el problema del cálculo y control. No obstante, el pensamiento consciente puede jugar un papel importante,
gobernando el sistema reflejo a través de las múltiples posibilidades que se le presentan entre una fracción de segundo y la siguiente. Discutiremos esto a lo largo
del libro, cada vez más específicamente en el proceso. Por el momento, lo que le estamos pidiendo al pensamiento consciente es entender los principios
implicados.

3.2 Más sobre la musculatura


“Cuando utilizo una palabra”, dijo Humpty Dumpty en un tono casi de desprecio, “sólo significa lo que yo elijo que signifique, ni más ni menos.”
“La cuestión es”, dijo Alicia, “si puede hacer usted que las palabras signifiquen cosas tan diferentes.”
LEWIS CARROLL, A través del espejo
Será obvio para el lector que, incluso utilizando el lenguaje cotidiano y el mínimo absoluto de vocabulario técnico, a veces necesitaremos detenernos a definir
términos, por razones muy prácticas. Este parece ser un momento en el que se necesita tal definición, si hemos de entendernos con claridad. En algún momento, en

Mente y músculo 17
Más sobre la musculatura

medio de la confusión que para la mayoría de nosotros constituye lo que debería ser una imagen corporal clara, se encontrarán palabras y expresiones como
relajación, tensión, estiramiento, flojera muscular, fuerza, debilidad, tono, etc., términos que pretenden describir el comportamiento muscular, aunque no son
completamente claros para mucha de la gente que los difunde. En este capítulo, intentaremos discutir su significado a la luz de lo que se sabe de la naturaleza y
propiedades del músculo.

3.2.1 Relajación
(En este contexto, relajar = aflojar, laxar o ablandar.)
Estamos tratando aquí con la que es probablemente una de las palabras usadas peor en el lenguaje. Hoy día, gente que es consciente de estar lo que ella llama
“tensa” es capaz de hablar como si la tensión fuera mala y la relajación buena. Esto es un despropósito y un despropósito peligroso. Necesitamos ambas cosas,
adecuadamente distribuidas, todo el tiempo, mientras vivimos, incluso cuando estamos durmiendo.
Como puede usted comprender a partir del capítulo anterior, la distribución de la tensión y la relajación está cambiando constantemente y es muy compleja,
demasiado compleja de hecho, como para ser manejada mediante la interferencia directa, como veremos. La charla sobre “moverse de forma relajada” no ayuda a
nadie; sólo anima el pensamiento embrollado y de ahí, la actuación embrollada. Olvidemos por un momento todas las cosas (quizá útiles) que esta expresión podría
haber significado en alguna gente en algún momento. En su lugar, examinémoslo lógicamente. Mediante la relajación, puede dejar caer usted alguna parte suya que
había levantado previamente; puede dejar caer un objeto al dejar de sostenerlo; o puede caerse usted al suelo. ¡Admitirá usted que eso deja muchos de nuestros
movimientos sin explicación! El resto de nuestras acciones se consiguen mediante contracción muscular, tirando los músculos de los huesos haciéndoles así
moverse respecto a otros huesos. Así que “moverse de forma relajada” es una expresión insensata.
Es aun más tonto, si piensa usted en ello, lo escuchado a menudo: “está tan completamente relajado”, refiriéndose a alguien desempeñando una tarea habilidosa.
Por ejemplo, se escucha esto una y otra vez en la televisión durante la retransmisión de torneos de tenis. La única respuesta razonable es: “No, no lo está. Si
estuviera tan relajado como es posible estar, estaría tirado en el suelo hecho un bulto. E incluso entonces sus músculos respiratorios estarían trabajando.” La
naturaleza no permite la relajación completa, por suerte para nosotros.
Pienso que todos deberíamos intentar defender al lenguaje de estos asaltos, pues si no llegará el día en que ya no podamos utilizar las palabras para comunicarnos
útilmente con los demás. Dando por sentado que algunas cosas no son fáciles de expresar, podríamos aún preocuparnos un poco más por nuestras palabras.
(Humpty Dumpty al menos pagó un extra a las palabras al pedirles que significaran algo que ellas no significaban.) Insisto en este punto porque la conversación de
esta clase ha metido a innumerables personas en graves dificultades físicas, al darles la idea de que ellas pueden de alguna manera conseguir algo poniéndose a sí
mismas todas blandas. El resultado usual es que relajan lo que pueden relajar, sin ninguna garantía de que esto sea lo que debería estar relajado. Muy a menudo, la
secuela de tal intrusión es trabajo extra para los músculos que ya están trabajando de más. El resultado puede ser dolor persistente desmedido.
Un aspecto del problema es que lo que se siente como relajación podría ser en realidad el rendimiento de un grupo de músculos a un fuerte tirón continuado de un
grupo muscular oponente. Por ejemplo, a menudo me encuentro con que la gente que parece muy colapsada tiene ciertos músculos abdominales
desproporcionadamente fuertes. Ella deja de luchar con el efecto de tirar hacia abajo de estos músculos, lo llama “relajación” y frecuentemente, acaba con dolor de
espalda. Los intentos directos de “fortalecer la espalda” no son la solución (véase el apartado 3.2.5). Es demasiado fácil caer en esta trampa, que es muy peligrosa,
porque la estructura completa del cuerpo depende de un equilibrio y cooperación delicados entre los grupos musculares opositores.

Mente y músculo 18
Más sobre la musculatura

Hasta ahora hemos estado hablando de la clase de “relajación” que tiene lugar, o que podemos inducir, mientras hacemos nuestras actividades normales. Ahora me
gustaría mencionar un riesgo aún más grave. Ocasionalmente me he encontrado con gente que había practicado la relajación consciente hasta el punto en que podía
hacerse a sí misma pesada, floja y virtualmente desprevenida para cualquier tipo de movimiento fuera el que fuera. Afortunadamente, esto es raro ¡pues necesita
mucha práctica! Es difícil ver qué bien puede hacerle a alguien. Alguna gente afirma que le ayuda a dormir, pero los científicos nos dicen que durante el sueño
saludable tiene lugar mucho movimiento. Un perro o un gato dormidos parecen tranquilos, pero vivos al tacto, bien diferentes del estado de colapso que el confuso
pensamiento humano supone a menudo deseable. En palabras del entrenador de atletismo PERCY WELLS CERUTTY (en Atletismo: cómo hacerse un campeón,
1960, Londres, Stanley Paul):
Cuando se entiende la ciencia y arte de proporcionar toda la potencia sin tensión ni esfuerzo, la palabra “relajación” se usa raramente.

3.2.2 Eficiencia muscular


He visto que es desorientador hablar de “relajación” al maravillarse de la economía de esfuerzo mostrada por una persona diestra efectuando una tarea complicada.
Lo que estamos admirando de hecho es la idoneidad en la ejecución, la presteza de la respuesta a las intenciones del interesado, por parte de los músculos
mantenidos en un equilibrio de funcionamiento constantemente adaptable. Esto es más fácil de entender cuando observamos que una de las propiedades del
músculo es que la contracción más efectiva se hace cuando el músculo implicado ya está ligeramente estirado para empezar.
Para aclarar esto mejor: un músculo que está siendo estirado ligeramente está, por naturaleza, tirando ya ligeramente contra el estiramiento, es decir, está
empezando a tirar en la dirección de su contracción. En esto es como un elástico (véase el capítulo 3.1 y el apartado 3.2.6). Este ligero estiramiento y la reacción
refleja del músculo al ser alargado, le quita la flojera al músculo, haciéndolo vital y listo para el trabajo. Entonces, cada poquito de contracción que puede hacer
dentro de sí mismo se vuelve efectiva (suponiendo que sea el músculo correcto para el trabajo entre manos). Pero al igual que el elástico de nuestra cintura no
podía esperarse que sirviera de mucho si no se le sometía a un poco de tirón, así es difícil para un músculo muy flojo contraerse lo suficiente para estar listo para
conseguir algo.

3.2.3 Contracción excesiva


La contracción excesiva es también un obstáculo para la eficiencia. Naturalmente, hay un límite a la cantidad de contracción que un músculo puede conseguir, así
que naturalmente, si está contraído de más antes de empezar el trabajo que usted quiere que haga, ya no tiene mucho campo para hacer más, por mucho que quiera
cumplir sus deseos. Además, cuando usted quiere hacer un movimiento en dirección opuesta, se le exigirá demasiado trabajo al músculo oponente. En los
movimientos repetidos rápidamente, este tipo de batalla intensificándose entre músculos opositores, no permite a ningún músculo el tiempo necesario para
alargarse entre las contracciones. Es muy cansado y puede llevar a la detención del movimiento muy rápidamente. ¡Tanto trabajo para nada! Los atletas de la época
victoriana llamaban a esto tener un bloqueo muscular, una expresión que parece haber caído en desuso, pero que sin embargo es muy descriptiva. He visto a
violinistas llegar a ello en pocos minutos, con ciertos movimientos del arco repetidos rápidamente. A largo plazo, puede hacerse algo del mismo tipo a usted
mismo, si habitualmente contrae usted sus músculos sin ningún propósito útil, encogiéndose sobre sí mismo en lugar de manteniendo una estructura expandida
dentro de la cual los músculos tengan espacio para funcionar adecuadamente.
Todo esto explica por qué ni los músculos flojos ni los contraídos excesivamente son eficientes. Los músculos tienen una clara oportunidad de hacer su trabajo
adecuadamente sólo cuando pueden confiar en que la estructura esquelética se mantenga en un estado equilibrado de expansión. Cuando hablo de los músculos

Mente y músculo 19
Más sobre la musculatura

funcionando “adecuadamente”, quiero decir que el resultado que usted quiere se consigue con el mínimo esfuerzo adecuado a la tarea; en eso consiste la eficiencia
muscular. ¡A veces el mínimo esfuerzo podría ser un gran esfuerzo! Eso está bien, si el esfuerzo es el apropiado y se aplica correctamente.

3.2.4 Experimento
(Para aquellos que sepan jugar a las gomas.)
Coja unos 150 cm de elástico delgado y una los extremos. Consiga a alguien con quien jugar a las gomas. Entenderá usted mucho la necesidad de mantener la
goma ligeramente estirada, pues verá como las cosas se desorganizan si no lo hace. Puede también descubrir usted lo que ocurre si se tira muy fuerte de la goma. A
veces hago que mis estudiantes jueguen a las gomas: es bien sorprendente lo mucho más fácil que es discutir este tipo de cosas con ellos después. (Si no sabe usted
jugar a las gomas, pregúntele a su abuela.)

3.2.5 Fuerza y debilidad


En la práctica, la moraleja de todo esto es: si algunos de sus músculos parecen estar “débiles”, pueden de hecho simplemente haber llegado al límite de su
capacidad de trabajo. Quizá ya están trabajando inadecuadamente duro, haciendo todo lo que pueden o incluso deberían hacer. En ese caso, no responderán a los
llamados “ejercicios de estiramiento”. La cuestión es, no cómo estirarlos sino cómo volver a hacer su esfuerzo efectivo. Podrían estar trabajando demasiado duro
debido a ciertas condiciones: quizá otros músculos están tirando en contra de ellos, como describí antes; o posiblemente, en alguna parte del sistema, unos
músculos que deberían estar funcionando conjuntamente, no están haciendo su parte del trabajo. Puede haber muchas razones para la aparente debilidad. Así que
prevéngase de sacar rápidas conclusiones. (Véase también el capítulo 4.9.)

3.2.6 Estiramiento
Podría pensar usted que la solución para la contracción excesiva sería estirar los músculos de nuevo. Pero los ejercicios de estiramientos no son la solución
automática de este problema, debido a otra propiedad del músculo conocida como el reflejo de estiramiento. Es la tendencia característica del músculo al ser
estirado, a tirar volviendo a donde estaba (como el elástico).
Pensamos en los músculos más a menudo como en cosas que nos mueven alrededor y esto es cierto. Pero son también cosas que evitan que nos caigamos: una
función que comparten con varios tipos de tejido conectivo. “'La función primaria del músculo es la de relacionar' las diferentes partes del cuerpo entre sí” (DE,
3.3 punto 2) y “responder al desacoplamiento resistiéndose a ello... La verdadera naturaleza de los músculos es la de ser sensibles al estiramiento y responder
resistiéndose a ese estiramiento...” (DAVID GORMAN, “En nuestra propia imagen”, 1987, Alexander Review, volumen 2, nº 1, reimpreso en Mirándonos a
nosotros mismos, Learning Methods, 1997). En Libertad para cambiar (1976), F. P. JONES escribió:
Un estímulo al que un músculo responde contrayéndose es el estiramiento mecánico. El estiramiento puede ser aplicado por una fuerza externa como la gravedad o una
fuerza interna como la presión hidráulica en los discos o por la contracción de otros músculos. La tensión generada en un músculo es proporcional a la fuerza de
estiramiento, pero puede ser modificada… por mecanismos del sistema nervioso que responden tanto a la realimentación desde el músculo... como a señales de otras partes
del organismo. (LPC, 13.5)
En el mismo libro, Jones también cita a Sherrington describiendo la postura como una “congerie de reflejos de estiramiento” (LPC, 13.6). Los reflejos de
estiramiento son enormemente importantes: son operativos no sólo en lo que hacemos, sino también en cómo estamos. Además de proporcionar una medida de

Mente y músculo 20
Más sobre la musculatura

salvaguarda para no sobrepasar nuestras capacidades, operan con gran sutileza y discriminación: parece que el sistema de reacción mencionado por Jones, que
Gorman considera “en realidad un sistema de reacción más complejo activado por el error” (véase la obra de Gorman citada antes), es capaz de comparar nuestras
intenciones con las condiciones reales de nuestros músculos.
Siempre se debe dudar en interferir con un mecanismo así de delicado. Si piensa usted que algunos de sus músculos están demasiado contraídos, mi consejo es que
no haga usted esfuerzos por estirarlos. Podría usted muy bien estimularlos a contraerse más. En el peor de los casos, podría usted dañarlos pues puede ocurrir que
la parte activa de un músculo desee estirar, pero esté siendo restringida por el tejido conectivo. Una onza de precaución es mejor que una tonelada de ejercicios
bien intencionados. ¿Qué puede hacer usted entonces al respecto? ¡Paciencia! Tomar en consideración la información básica es un procedimiento necesario para
que sean efectivos los pasos positivos descritos más adelante.
(El funcionamiento del reflejo de estiramiento podría ser también un argumento para evitar el tratamiento por “tracción” si no es absolutamente necesario para
evitar el daño nervioso o juntar partes desplazadas que deben curarse y cicatrizarse unidas, por ejemplo tras un accidente. Si se le ofrece la tracción como un
tratamiento para el “dolor de espalda”, le sugiero que le pregunte al doctor si no hay algo menos drástico que pudiera intentarse primero, o quizá incluso pedir una
segunda opinión. Yo no soy médico y odio parecer que les critique pues reconozco de buena fe que ellos saben muchas cosas valiosas que yo no sé. Pero, con toda
modestia, no puedo dejar de reconocer que como maestra de movimiento y coordinación, he adquirido cierta cantidad de conocimiento especializado que no está
incluido en la formación médica. A la luz de la experiencia, me siento obligada a decir que habiendo visto a bastante gente que previamente ha recibido tratamiento
por tracción, hasta ahora sólo me he encontrado con una persona que afirmaba estar “bien del todo” después. Las demás parecían haber sido tanto amedrentadas
como debilitadas por ello y yo diría que su coordinación general parecía estar sufriendo. Fui consciente de una falta de elasticidad en ellas, una pérdida de
confianza en el movimiento. Naturalmente, puedo apreciar cuán necesario parecía en su momento encontrar algún remedio para el dolor, el que fuera.
La solución real nunca es dejar que las cosas lleguen a ese estado. No es permisividad consigo mismo tomarse tiempo para descubrir cómo corregir sus errores
antes de que le hagan un daño grave, pero demasiada gente lo deja para demasiado tarde y luego espera que el doctor les toque con una varita mágica para que así
pueda seguir infligiendo un mal tratamiento a su propio cuerpo largamente sufridor.)

3.2.7 Músculos flojos


Como mencioné antes, a veces un músculo no está listo para trabajar porque está demasiado flojo. Puede encontrarse un ejemplo en la musculatura abdominal.
Estos músculos, cuando cooperan de verdad adecuadamente entre sí y con el resto del cuerpo, actúan como una especie de corsé elástico idealmente diseñado para
mantener las cosas cómodamente en su lugar sin restringir nuestra libertad (véase la figura 4.12). Pero si un músculo está demasiado contraído, otro bien podría
estar flojo como resultado. Lógicamente, aquí los ejercicios de estiramiento podrían parecer ser la solución, ¡pero cuidado! Usted nunca puede estar seguro de qué
músculo está usted estirando. Pudiera ser que la contracción excesiva de algunos músculos, como describí antes, sea la causa real de la flojera de otros: interferir
con la forma de la estructura ósea, ha quitado a otros músculos la oportunidad de empezar a trabajar desde un estado de estiramiento. Es difícil de imaginar un
ejercicio de estiramiento que pudiera remediar la situación.
Con todo, en la vida cotidiana, los ejercicios específicos raramente son la solución a tales problemas y es mejor evitarlos. Incluso cuando se ha diseñado
ejercicios preparatorios muy especiales para técnicas especiales de danza, atletismo, música, etc., es importante siempre establecer el verdadero equilibrio cómodo
entre los grupos musculares de la totalidad del cuerpo, antes de embarcarse en tal entrenamiento especializado. Un entrenador listo siempre toma esto en cuenta.
¿Adónde nos lleva esto? Bien, ¡anímese! Algunos planteamientos aparentemente más indirectos, no son los menos efectivos. Cuanto más progresemos en el

Mente y músculo 21
Más sobre la musculatura

montaje del rompecabezas de nuestra imagen corporal, mejor verá usted cómo estos planteamientos pueden funcionar.
Explicar en detalle cómo funciona la musculatura sería muy complicado y queda fuera del alcance de este libro. Aquí he intentado separar aquellos aspectos cuya
mejor comprensión puede ser de utilidad práctica en la vida cotidiana. El único propósito es ayudarle a basar su imagen corporal en los hechos.
Resumiendo, podríamos decir que hay esencialmente dos tipos de desproporción muscular: flojera y contracción excesiva. Su interacción es complicada, por lo
cual un ataque directo a cualquiera de ellos raramente tiene éxito. La única solución real es establecer una estructura suavemente expansiva por la actividad de la
musculatura entera. Empezaremos a discutir esto en el capítulo siguiente. (Información sobre el funcionamiento de la musculatura puede encontrarse en la
Anatomía de Gray, sección de Miología. Se ha hecho referencia a otras fuentes en el texto de ese capítulo.)

3.3 Musculatura y estructura


Es mejor no hacer nada que hacer daño. La mitad del trabajo útil del mundo consiste en combatir el trabajo dañino. Un poco de tiempo dedicado a aprender a valorar los
hechos no es tiempo malgastado, y el trabajo que se hará después es mucho menos probable que sea dañino...
BERTRAND RUSSELL, La conquista de la felicidad
Hasta ahora hemos hablado de los músculos y de las formas en que se influyen entre sí. Esta influencia se ejerce principalmente vía los huesos sobre los que los
músculos actúan. Pues es función de los músculos actuar sobre los huesos, ya sea moviéndolos o manteniendo la relación de un hueso respecto a otro. ¿Cómo
obran los diferentes trocitos de nosotros respecto a los demás trocitos? La pregunta es inevitable ya que, como hemos visto, la totalidad está involucrada en
cualquier uso de las partes.
Tarde o temprano en este tipo de discusión, alguien se ve obligado a aparecer con la temida palabra postura. Esta es una palabra de la que no me ocupo mucho,
quizá porque tan a menudo va unida a las palabras buena o mala. Precedida de buena, conjura imágenes de soldados en posición de firmes o jovencitas victorianas
equilibrando libros sobre la cabeza. Suena rígida. Cuando mala es el adjetivo asociado a ella, puede excitar sentimientos de culpa y rebelión y ambas emociones
nos apartan más del buen uso de nosotros mismos.
Pondré un ejemplo. En mi enseñanza privada, a menudo he tenido que tratar con gente que es lo comúnmente llamado “cargada de hombros”. Si se sabe lo que se
está haciendo, es usualmente bien fácil ayudarla. La gente más difícil de ayudar es aquella que siente que deja caer los hombros hacia delante, pero que cree que
debe mantenerlos atrás, que la “buena postura” requiere que ella “haga el esfuerzo”. No obstante, mantener los hombros atrás la hace sentirse “tensa”, así que
entonces piensa que ella debe “relajarse”. Como hemos visto (en el apartado 3.2.1), probablemente ella no tiene idea de qué relajar.
Para cuando esta gente se ha enredado con todas las perturbaciones, sin ninguna visión clara de cuales son las posibles elecciones, toda la situación se ha hecho
más que complicada. Conocí a una mujer de unos sesenta años de edad que había estado en este compromiso doble desde la infancia, cuando el consejo mal
informado (¡siéntate recta!, ¡hombros atrás!) la había empujado a una vida de incomodidad. Peor aún, ella siempre había tenido sentimientos de insuficiencia
asociados a su incapacidad de hacer lo que se le decía. Lloró con alivio cuando le demostré que sus padres, con la mejor de las intenciones, habían cometido un
error fundamental al infundirle aquel primer “debes”. (Véase el capítulo 5.5.)
No todo el mundo intenta con tanta fuerza obedecer el consejo paterno de echar los hombros atrás. Hay aquellos que quedan hartos de todo esto y expresan su
rebelión derrumbándose agresivamente; se supone que esto demuestra lo “relajados”, lo “indiferentes” que son, pero a menudo puede ser reconocido como un

Mente y músculo 22
Musculatura y estructura

intento de enmascarar los problemas. Y también hay gente que cuando está sentada alterna entre a) un derrumbamiento que a nadie le hace bien y b) lo que ella
cree que es una “buena postura” o “sentarse recta”. Una descripción más precisa de b) podría ser: “inclinar la pelvis y meter la espalda para ocultar (incluso a uno
mismo) el hecho de que usted aún está en realidad hundiéndose”. Esta alternancia es muy agotadora y sus consecuencias son desagradables. Yo tengo que saberlo:
¡lo he hecho durante años y ello me ha hecho mucho daño!
Vi un buen ejemplo de este corregir y volver a corregir sin sentido (en el cual todos podemos caer tan fácilmente) en un sargento mayor del regimiento retirado que
me dijo que su espalda le había empezado a doler. Hasta entonces, yo le había conocido como una persona excepcionalmente feliz. Desde su retiro temprano, él
estaba haciendo un trabajo que le gustaba especialmente; era bueno en ello y estaba viviendo en el lugar de sus sueños. Sin embargo, el trabajo era físicamente
exigente y el dolor de su espalda empezó a amenazar no sólo su salud sino su subsistencia y su hogar. Todo aquello de lo que él más disfrutaba en la vida estaba
repentinamente en riesgo. Cuando nosotros discutimos el problema, rápidamente reconoció que la mayor parte de su vida de adulto había estado alternando entre
dos formas contrarias de estar: una era el rígido porte militar requerido en el ejército, la otra era el hundimiento de fuera de servicio que él pensaba que era
descansado. Afortunadamente, su físico era fundamentalmente bueno y él tuvo una preferencia natural por el medio feliz una vez se le hubo explicado, pero me
enfurece pensar en las vidas que han sido arruinadas innecesariamente por este tipo de cosas.
Así que intentaré evitar la palabra postura. Vistas todas sus asociaciones, no parece probable que ayude mucho en nuestra discusión. No obstante, necesitamos una
palabra para indicar la relación entre los diferentes trocitos de nosotros mismos. La palabra anticuada porte tiene la doble ventaja de sugerir movimiento y de
implicar que el peso y la sustancia han de ser enfrentados. Estructura es otra palabra útil. Ya la he usado antes y ahora me gustaría examinar sus implicaciones con
más detalle.
La estructura a la que me refiero consiste, en sentido amplio, en huesos y músculos. Es una estructura con dos propósitos que proporciona una cubierta protectora
para los órganos que son nuestro sistema de soporte vital, encerrándolos dentro de una especie de tubo reforzado, mientras que a la vez proporciona el medio de
transportar esta cubierta y su precioso contenido de un sitio a otro. Ya sea desplazándose o quedándose en un lugar, puede equilibrarse a sí misma en distintas
actitudes y extender trocitos de sí misma para obrar recíprocamente con el mundo de nuestro alrededor. Así esta estructura móvil nos proporciona tanto protección
como adaptabilidad. Dentro de ella y a su alrededor, podemos hacer una variedad infinita de movimientos. Pero la mayoría dependerá de la manera de usarla y
dirigirla.
Los dos capítulos anteriores trataban principalmente de los músculos. ¿Qué deberíamos recordar sobre el papel de los huesos en la estructura? La Anatomía de
Gray (AG, Osteología) dice:
El tejido óseo y los puntales y palancas del esqueleto formados de él, están adaptados evidentemente con exquisita precisión para resistir todas las formas de tensión y con
un grado adecuado de elasticidad, en el variado juego de la musculatura. A veces se dice que el esqueleto da forma al cuerpo, pero la forma en sí misma es en gran manera
una expresión de las actividades motoras características…
La última frase citada se refiere a la forma de las diferentes especies animales determinada por los movimientos típicos efectuados por el animal. También queda
claro que la forma de los diferentes individuos humanos es en gran medida una expresión de la actividad muscular característica de cada persona.
Haremos bien en reflexionar sobre las cualidades del tejido óseo que Gray resume así (AG, Osteología):
El hueso es esencialmente un tejido conectivo altamente vascular, viviente, constantemente cambiante, mineralizado… notable por su dureza, elasticidad, mecánica del
crecimiento característica y su capacidad regeneradora.

Mente y músculo 23
Musculatura y estructura

La gente tiende a olvidar que el hueso es “viviente, constantemente cambiante”. Todos sabemos que los huesos rotos se recomponen; aparte de eso, encuentro
mucha gente renuente a creer que nada en su esqueleto pueda nunca mejorar. Esto parece ilógico, vista su presteza en aceptar el deterioro. Vale la pena recordar
que el esqueleto, además, es una parte viva de nuestra estructura. También es inevitablemente usado (o a veces mal usado) por su propietario.
En relación con esto recuerdo con placer a una niña cuyo doctor me envió con escoliosis, una condición a menudo descrita en los libros de texto como una
curvatura lateral de la columna vertebral; Carrington señala que de hecho se trata de “una condición en espiral”. (Véase WALTER CARRINGTON y SEÁN
CAREY, Explicando la Técnica Alexander: Los escritos de F. Matthias Alexander, 1992, apartado 5.2 pregunta 4.) El doctor quería, en lo posible, evitarle el
tratamiento ortopédico a esta niña y me pidió que mirara lo que podía yo hacer. Frente a una vivaracha niña de seis años, vehemente con sus clases de violín y su
clase de baile, no me fue fácil explicarle por qué yo quería que ella temporalmente abandonara estas actividades. Afortunadamente, ella era extremadamente
brillante y pudo entender la importancia de aprender a hacer las cosas sin poner en juego los hábitos dañinos asociados. Ella cooperó al completo y fue un día feliz,
algunos meses después, cuando el doctor dijo: “Bien, ella ciertamente tenía escoliosis y ciertamente no la tiene ahora”.
Esa experiencia me enseñó que el mensaje de Alexander puede ser trasmitido de más de una forma: la cordialidad de esta niña durante las muchas horas que
pasamos juntas cada fin de semana, proporcionó las oportunidades para todo tipo de trabajo y juego. No hubo una estructura programada; las cosas fueron
mayoritariamente bien casuales, pero siempre en torno al tema de “hacer esto sin hacer aquello”, acompañado de indicaciones táctiles muy ligeras por mi parte. El
músculo responde instantáneamente a nuestro más ligero pensamiento; los cambios en las estructuras óseas tienen lugar mucho más lentamente y cuando lo hacen,
a menudo es en respuesta a cambios en el comportamiento muscular. Nada permanece inmóvil, y el cambio puede ser para mejor o para peor. Muy a menudo
ocurre que los cambios buenos se establecen porque simplemente nosotros dejamos de provocar los cambios malos.
El hueso es una forma especializada de tejido conectivo. El material básico conocido como tejido conectivo toma formas y texturas diferentes para adecuarse al
lugar y la función de los diferentes componentes de la estructura. Estas formas incluyen:
a) Cartílago. La estructura incluye muchos tipos de cartílago, proporcionando elasticidad y protegiendo al hueso de la fricción, especialmente en las
superficies articulares. (Véase AG, Osteología.)
b) Ligamentos. Presentes en las articulaciones, son cuerdas o bandas resistentes, que mantienen los huesos juntos. A pesar de su fuerza, son flexibles y no
ofrecen resistencia a los movimientos normales, estando diseñados para prevenir los movimientos excesivos o anormales. (Véase AG, Artrología.) Jones
señala que “los ligamentos sólo pueden funcionar a su longitud normal” (LPC, 13.5 último párrafo). Así que sólo mediante el uso equilibrado de nuestros
músculos, podemos asegurar que los ligamentos tendrán la oportunidad de salvarnos de nosotros mismos.
c) Tendones. Resistentes cuerdas o correas que unen el músculo al hueso. Cada fibra muscular tiene un pequeño manojo de fino tejido conectivo al que el
músculo está unido; cada haz de fibras musculares tiene también un manojo de tejido conectivo y lo mismo hace todo el músculo. Todos estos manojos
recorren la longitud del músculo para unirse en los extremos, formando tendones. (Véase AG, Miología.)
d) Aponeurosis. Amplias láminas de denso tejido conectivo a las que el músculo está unido, no estando todos los músculos unidos directamente al hueso.
(Véase AG, Miología.)
e) Fascia. Un término amplio que “significa poco más que una colección de tejido conectivo lo bastante grande para ser vista a simple vista”. (Véase AG,
Miología.) Tal tejido conectivo es importante para la estructura, donde aparece entre los músculos que se mueven mucho sobre los demás, presumiblemente
para facilitar el movimiento. (En algunos lugares, la fascia profunda se parece a una aponeurosis y efectúa la misma función.)

Mente y músculo 24
Musculatura y estructura

Idealmente, el conjunto de los huesos mantiene los músculos sólo ligeramente estirados y así listos para trabajar eficientemente cuando se les pide (véase el
apartado 3.2.2) y los músculos mantienen los huesos en su lugar. Es más bien como la relación entre el marco y las cuerdas de una raqueta de tenis: el marco
mantiene las cuerdas suficientemente tirantes y las cuerdas previenen el alabeo del marco. Naturalmente, es mucho más complicado que eso, porque el montaje de
una raqueta de tenis, aunque ha de ser capaz de resistir las tensiones del impacto, no ha de ceder para mantener la integridad de su estructura esencial activamente
doblándose y girándose ella misma.
Sin el hueso, el cuerpo sería sólo una masa blanda, que no nos serviría más que una tienda de campaña sin palo de soporte. Sin músculo, los huesos se
amontonarían sobre el suelo; la misma columna vertebral despojada de sus músculos, tendones, ligamentos y cartílago, en lugar de ser el principal soporte vertical,
parecería una colección de abalorios de apariencia extraña, incapaz de soportarse a sí misma, sin contar con todo lo demás.
Algunos de nuestros músculos están implicados principalmente en prevenir la deformación de la estructura. Algunos se ocupan más de interaccionar con el entorno
moviendo la estructura en el espacio o partes de ella en relación con otras partes. Algunos tienen que jugar un papel doble. Muchos están implicados en el asunto
de mantenernos equilibrados en vertical cada instante. Para entender cómo la estructura puede ser mantenida o deformada, echemos un vistazo a los sistemas
musculares mayores. Un estudio detallado de los músculos individuales podría resultar demasiado complejo para nuestros propósitos. El punto práctico importante
aquí es que los músculos no funcionan separadamente: cada uno actúa dentro de una estructura que se adapta constantemente, influenciando y siendo
influenciado por los demás músculos (apartado 3.1.3).
Es válido describir los músculos como organizándonos a nosotros mismos en grandes sistemas desde la cabeza a los dedos de los pies, cada uno de los cuales
tiende a actuar como un grupo respecto a los demás sistemas musculares. Estudiando estos grupos, podemos hacernos una idea útil de la organización de la
musculatura como una totalidad y de cómo determina nuestra forma y ademanes básicos. (Véase DE, capítulo 3.) (Véase G. STRUYF-DENYS, Las cadenas
musculares y articulares, Sociedad Belga de Osteopatía y de Investigación en Terapia Manual, 1978.)
Cuando estamos en el útero, estamos plegados y la forma de la columna vertebral sigue una curva conocida como curvatura primaria. Después de nacer, podemos
curvarnos también en la dirección contraria. La curvatura primaria no se pierde, pero al crecer empiezan a aparecer curvaturas secundarias en la columna vertebral
en esta dirección contraria: en el cuello y en la parte baja de la espalda. Durante nuestros primeros intentos de movernos, descubrimos que tenemos músculos para
darnos a nosotros mismos cualquier forma: hay un sistema muscular delante para retorcernos hacia arriba y otro detrás para inclinarnos hacia atrás. Más tarde, la
habilidad para estar erectos dependerá de nuestra adquisición de algún modo de un equilibrio entre los tirones entre estos dos sistemas musculares y así de un
equilibrio entre las curvaturas primaria y secundarias.
Viéndolo desde el punto de vista mecánico, entenderá usted que el desequilibrio significa que para no caerse, la persona recurre a todo tipo de compensaciones
musculares complicadas que hacen la vida más cansada y difícil. Así que el equilibrio entre las curvaturas primaria y secundarias está íntimamente implicado en la
eficiencia o no del acto de equilibrio que todos efectuamos todas las horas que estamos despiertos. Además, poca o demasiada curvatura dará como resultado el
posicionamiento ineficiente del peso y la tensión, y de ahí, con el tiempo, el daño a la estructura y la reducción de la cualidad de elasticidad de su soporte.
Enseguida puede ver usted que al estar de pie, si uno de estos sistemas musculares está demasiado flojo, la mínima actividad del otro puede desequilibrar toda la
estructura. Puede ver usted también que si un sistema está tirando con demasiada fuerza, el otro tendrá que trabajar con fuerza extra para compensar. Es como
montar una tienda de campaña entre dos personas: si la tienda se inclina hacia un lado, hemos de decidir si las cuerdas de su lado necesitan ser estiradas o si las de
mi lado necesitan ser aflojadas. Además, si un sistema trabaja demasiado fuertemente, el sistema opuesto al compensar tira contra él, ¡lo que le estimula a trabajar
aún más fuerte! (Apartado 3.2.6.) El segundo a su vez, reacciona en contra de esto, y así sucesivamente, hasta que en lugar de cooperación entre los dos sistemas,

Mente y músculo 25
Musculatura y estructura

lo que tenemos es algo parecido a una guerra en escalada. Como en la guerra, no es fácil para ninguna de las partes reducir sus fuerzas, debido a los riesgos
implicados en un desequilibrio de poderes.
No obstante, si se permite que continúe el desequilibrio, la estructura entera se retorcerá, entumecerá y debilitará. Continuando con la analogía de la tienda, si los
dos seguimos tensando nuestras cuerdas y si las cuerdas no se sueltan o arrancan los clavos de la tienda, el palo se romperá o será tirado al suelo. En el cuerpo
humano, junto al daño a la columna vertebral, lo que sufre en un conflicto entre la parte delantera y la trasera es un tercer sistema muscular que enlaza ambas
partes: un sistema de músculos que son como un trampolín, que incluye el suelo de la pelvis, el diafragma, el paladar blando y los arcos de los pies. En una guerra
en escalada (o incluso en la guerra fría) entre las partes delantera y trasera, estos músculos que contribuyen en un delicado sistema de elasticidad interior, pierden
parte de su naturaleza elástica, con consecuencias desastrosas, pues entonces nos echamos abajo a nosotros mismos, creando tensiones que ni las articulaciones ni
los órganos internos se supuso que soportarían nunca.
Estos tres sistemas comparten una buena cantidad de responsabilidad para sostenernos erectos, pero nuestra musculatura no se reduce a estos tres sistemas.
Tenemos también sistemas musculares implicados en los movimientos de torsión del tronco y en los movimientos de brazos y piernas. De nuevo, algunos de estos
movimientos son del tipo para doblarnos sobre nosotros mismos por la parte de delante del cuerpo; otros son más de la variedad lateral o hacia atrás. De nuevo
ambos son necesarios y ninguno debe predominar. De nuevo, hay el peligro de escalada si nuestros esfuerzos por corregir una tendencia dominante se prosiguen
con demasiado entusiasmo.
Cuando los mayores grupos musculares dejan de estar bloqueados en una guerra en escalada, cuando en su lugar empiezan a cooperar, se puede empezar a apreciar
la forma en que ellos nos envuelven en una doble “amplia espiral que circunda el torso”, como describió R. A. DART (“Musculatura voluntaria del cuerpo
humano: la disposición en doble espiral”, DE, apartado 3.9). ¿Cómo los diferentes músculos, incluso las diferentes capas musculares, se relacionan y cooperan? Si
esto no es inmediatamente obvio para usted cuando considera el tronco, ciertamente puede usted hacerse una idea pensando en la musculatura de las extremidades,
pues sería claramente un error suponer que los músculos del brazo sólo están en el brazo o que los músculos de la pierna sólo están en la pierna.

3.3.1 Experimento
Apoye la totalidad de su antebrazo sobre la mesa y tamborilee con los dedos: verá funcionar los músculos de su antebrazo aunque el propio antebrazo no se mueve.
Similarmente, se puede ver funcionar los músculos de la parte superior del brazo al mover el antebrazo: el bíceps es un ejemplo obvio. De hecho, el sistema
muscular de la extremidad superior puede ser seguido todo a lo largo desde “la parte que trabaja” (las puntas de los dedos y del pulgar) hasta la parte más estrecha
de la espalda, así como a través de los hombros hasta la columna al mismo nivel, por delante del esternón y por muchas rutas hacia arriba hasta la cabeza. Esto
significa que las condiciones de la espalda afectan a la eficiencia de los dedos y viceversa.
Similarmente, los músculos responsables de los movimientos de las piernas también se encontrarán unidos a la columna lumbar (parte baja de la espalda) y
también vale una influencia similar de doble dirección. ¿Empieza a ver usted por tanto, cómo los brazos y las piernas se influyen entre sí, cómo el sistema
completo enlaza? Debemos ver también cómo la actitud de la cabeza ejerce una influencia muy significativa sobre todo (capítulos 4.3 a 4.7). No obstante, primero
miraremos algunos modos en que las ideas y sensaciones pueden influenciar el uso muscular y viceversa.

3.4 Músculos y talante


... speces of thynges and progressiouns
Mente y músculo 26
Músculos y talante
Schullen enduren by successiouns,
And nat eterne, withouten any lie.
This maystow understonde and seen al ye.
CHAUCER, Cuentos de Canterbury: El cuento del caballero
(Cosas de todo tipo, todos los procesos, sobreviven / Por sucesión continua, no viven / Por siempre. Y esto no es mentira, / Como cualquiera puede ver con medio ojo.)
Los sistemas musculares que acabamos de discutir, estas organizaciones de los músculos de la cabeza a los pies que determinan nuestra forma y las actitudes
físicas, están asociados íntimamente a nuestro talante e incluso a características personales más duraderas. Nuestro propio lenguaje refleja este hecho. Hablamos de
alguien que parece que sostuviera el peso del mundo sobre sus hombros. Decimos tengo una espalda amplia, significando que puedo aguantarlo, puedo
soportarlo. Las circunstancias podrían echarnos abajo; amigos u oportunidades son bienvenidos con los brazos abiertos. Hay el tipo de persona sobresaliente y la
flor marchita. Yo podría estar de un humor expansivo o justo manteniendo la cabeza fuera del agua. Alguien podría expresar vergüenza o embarazo diciendo:
Simplemente no sé como levantaré la cabeza de nuevo. Enfrentado a una tarea desagradable, uno aprieta los dientes y sigue con ello. Etc.
Lo que esta clase de lenguaje tan vívido expresa es la unidad del ser humano individual. La sabiduría intuitiva del lenguaje cotidiano no reconoce división alguna
mente-cuerpo. Si estoy deprimida o me siento grande, soy yo quien se siente deprimida o grande, no mi cuerpo o mi mente. Hay una coherencia, una consistencia
entre los estados “interno” y “externo” y eso es bueno, mientras funcione. Ciertamente hay un tiempo para acurrucarse y estar cómodo, un tiempo para un paseo
fortificante, estimulante al viento, un tiempo para la reticencia y un tiempo para ser sobresaliente, un tiempo para la concentración y un tiempo para un estado de
observación de más “amplitud de ángulo”; un tiempo de aflicción, de enfado, de saltar de alegría; de determinación, de aceptación calmada; y cada uno de estos
estados del ser de la totalidad de la persona tiene naturalmente sus actitudes típicas y sus condiciones musculares.
Todo esto es normal, incluso esencial; y también está bien que alguna gente por naturaleza tienda más en un sentido o en otro. Lo que no está bien es que la gente
se quede tan fija en una de estas actitudes que no pueda adoptar otra, siquiera una que fuera más adecuada, que estuviera más en concordancia con sus deseos
reales.
Por ejemplo, imagínese a una chica de poco más de veinte años, que ha sido muy tímida durante su crecimiento (quizá acomplejada por su altura o su figura en
desarrollo) y así ha adoptado lo que al principio no era más que un hábito de inclinar la cabeza y cruzar los brazos delante a la altura del pecho. Añada a esto que
ella está muy encariñada con su hermana mucho más joven y ha dedicado gran cantidad de tiempo a abrazar a la niña y a encorvarse protectoramente sobre ella.
Añadamos a esto que ella es académicamente buena y ha pasado muchas horas en su pupitre expresando concentración girando no sólo la mirada sino también el
cuello y los hombros hacia abajo y hacia adentro hacia el trabajo frente a ella. Siempre se ha sentido cómoda y feliz con su hermanita pequeña y en sus estudios,
así que le gusta mucho su actitud encorvada; se siente segura en ella. Sin embargo, si hubiera sido menos tímida, habría emergido naturalmente de esa actitud al
caminar, bailar, charlar con sus contemporáneos. De hecho, durante largo tiempo, era sólo la timidez lo que evitaba que ella saliera de su “cargazón de espaldas”
habitual, pero con el tiempo, los músculos se han adaptado a la longitud que siente como familiar, estirando de los huesos hasta una relación más o menos estable
entre ellos.
Un día tiene que ir a una entrevista de trabajo. El empleo en cuestión sería adecuado a sus capacidades. Obviamente, es importante para ella permitir que el
entrevistador aprecie esto en sus respuestas, ella no está demasiado preocupada por ello. Pero, siendo las cosas como son, sabe también que es importante ser capaz
de parecer confiada y tener un aire de sentirse cómoda con ello. Se mira al espejo intentando juzgar el efecto que ella hará y descubre que de hecho, no parece muy

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Músculos y talante

confiada. Ni siquiera está segura, al pensar en ello, de que su ropa le caiga como debería. Observándose a sí misma, empieza a sentirse menos segura de sí misma
de lo que estaba antes. Prueba diferentes posturas, pero nada parece marcar una gran diferencia. Es joven, pero ya ha pasado demasiado tiempo permitiendo la
expresión física de sólo algunos aspectos de su carácter y ahora parece como si ella estuviera enganchada a la “personalidad” a la que ella ha dado forma
corporalmente.
Si esto tan solo se le hubiera ocurrido antes, podría haber utilizado los momentos en que ella no se sintiera particularmente tímida, protectora o concentrada y
haberse dado la oportunidad de permitir a su cuerpo volver de golpe a su forma, la que fuera. No es demasiado tarde para invertir el proceso, pero si no consigue
ayuda experta, podría ser ahora difícil para ella intentar esto sin provocar el efecto escalada (capítulo 3.3).
Sería más fácil entender y por lo tanto evitar, lo que ha ocurrido si pudiéramos ver una versión acelerada de tales cambios ocurriendo, como en aquellas películas
de flores creciendo. De hecho, un efecto acelerado puede ser observado a veces en los atletas, particularmente en pruebas de resistencia. Una vez vi a un atleta de
primera clase llegar a tal estado de fatiga que los músculos que soportan la columna ya no tuvieron fuerza suficiente para resistir su tendencia personal a encogerse
por delante. Esta tendencia, normalmente ligera, en ese momento era exagerada en demasía por las demandas hechas sobre todo el organismo. El desequilibrio de
los tirones sobre la estructura entera del cuerpo se hizo tal que fue igualmente imposible continuar o detenerse, siendo el único resultado posible, caer. La
verticalidad que había dependido de lo que hemos llamado escalada, ya no fue posible cuando simplemente se volvió demasiado cansado mantener la escalada.
Siento que se debería estar agradecido a los atletas que tienen el valor de exponerse a ellos mismos a tales ordalías. El valor para el resto de nosotros recae en la
posibilidad de entender en un corto espacio de tiempo, un proceso que en circunstancias normales le costaría mucho más tiempo desarrollar resultados visibles. Lo
que vi en este caso, en el transcurso de unas pocas horas, podría enseñarnos algo sobre lo que el paso de los años puede hacer a la gente que habitualmente
consigue resultados por medios de escalada: es decir, podríamos aprender algo de aquello a lo que a menudo se hace referencia (atolondradamente) como “proceso
de envejecimiento”. Como no toda la gente anciana desarrolla un encorvamiento y las molestias asociadas, el uso de la palabra envejecimiento en este contexto
hace suposiciones altamente indeseables sobre lo que deberíamos y no deberíamos aceptar como normal.
(Había una mujer a la que di clases de Alexander hace muchos años: una biólogo entonces sesentona. A partir de entonces yo recibiría de ella cartas deliciosas y
desafiantes, algunas de las cuales aún conservo. En una en particular que conservo como un tesoro, escribió:
El paseo diario hasta la estación me costaba 35 minutos... ahora 22 minutos y sin perder el aliento... ¿por qué debería saber yo que el intento de correr... a mi edad sería
una locura y no sólo parecería una locura? ¿Qué es la senectud?
Y en otra, tras describir mejorías en la salud y un renovado deleite por el trabajo intelectual, añadió:
Una desventaja genuina y propia de mi edad (yo había aceptado la idea de la Muerte); esto ya no es así; la vida está llamando por señas mucho…
A medida que yo misma me hago vieja, pienso en aquellas cartas cuando estoy tentada de pensar que esta o aquella dificultad es cosa de la edad.)
Es normal querer dar la expresión física apropiada a los sentimientos y estados mentales; ciertamente el no hacerlo puede en algunos casos sentirse como una
especie de mentira o traición a uno mismo. La mayoría de la gente alguna vez ha de enfrentarse a aflicciones, impresiones, contrariedades: son afortunados los que
pueden permitirse el espacio para vivir estas experiencias y seguir adelante a partir de ellas. Mucha gente alcanza también altos grados de excitación: son
afortunados los que pueden vivirlos alegremente y aún manejar los momentos monótonos. En lo que a nuestras reacciones concierne, el asunto real es el grado y la
duración. Hay un deseo natural, incluso una necesidad, de usar el cuerpo para expresar emociones, estados de ánimo, rasgos de la personalidad, incluso si a veces
esto significa salir del “entorno feliz”. Hay también una necesidad de conservar la posibilidad de una estructura expandida, equilibrada. En medio de estas dos

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Músculos y talante

necesidades hemos de mantener el equilibrio, ¡a menos que nos convirtamos en lo que la sabiduría popular llama unos desequilibrados!
Recuerde que (aquí también, como con el tipo de equilibrio más mecánico que estuvimos discutiendo en el capítulo anterior) la forma de mejorar el equilibrio no
se encontrará mediante la escalada, forzándose a sí mismo en contra de su inclinación natural. Puede encontrarse recordándose a sí mismo que usted posee
realmente montones de características distintas de las dominantes, aunque en diferentes proporciones. Reconozca que no es necesario empujarse a usted mismo a
un doscientos por ciento de ninguna actitud o estado de ser. Por muy sincero que sea usted con lo que está haciendo o en lo que está sintiendo, deberá llegar un
momento en que quede usted libre para moverse en otra dirección, aunque sólo sea temporalmente. Puedo asegurarle que el simple conocimiento de este hecho,
combinado con permitir conscientemente que así ocurra a un nivel muscular mundano, ha ayudado a mucha gente a enfrentarse a circunstancias que eran difíciles a
un nivel usualmente pensado como “psicológico”. Si quiere poner esto a prueba, usualmente es mejor, como con otras habilidades, practicar con algo fácil, así que
aquí tiene un par de experimentos que podría gustarle hacer.

3.4.1 Experimento 1
Cuando esté cargando con algo pesado, recuerde que sus manos también son capaces de abrirse y dejarse ir de lo que están sosteniendo. Este pensamiento
disminuye la probabilidad de sostener el objeto apretando más de lo necesario. Como resultado, probablemente sus manos liberarán su agarre más fácilmente
cuando llegue el momento apropiado para dejar la carga.

3.4.2 Experimento 2
Cuando se quede inmóvil, admita tan solo la posibilidad de girar la cabeza o mover una extremidad, recordando que estos movimientos son posibles incluso si
usted no decide hacerlos precisamente ahora.
Con estos experimentos estará usted estableciendo para sí mismo los fundamentos de una estructura equilibrada que no se vendrá abajo demasiado lejos en
ninguna dirección. ¿Quién de nosotros puede saber cuándo llegará el momento de necesitar toda la elasticidad que podamos juntar? La experiencia en el tipo de
pensamiento descrito antes, en situaciones tan banales como esas que acabo de mencionar, pueden ser de valor inestimable al enfrentarse con mayores vuelcos en
la vida. He visto a gente utilizar este planteamiento al recuperarse de enfermedades graves, de tragedias emocionales, de todo tipo de contrariedades. No obstante,
yo no me atrevería a recomendárselo a usted si no estuviera hablando también desde la experiencia personal.

3.5 Músculos y elección


El factor más importante es… la capacidad de no responder de la manera usual… Su ausencia negaría toda posibilidad de variación adaptable en el comportamiento.
DAVID STENHOUSE, El desarrollo de la inteligencia
Al menos tenemos el poder de elegir lo que no haremos.
WALTER CARRINGTON
A lo largo de este libro, se sugiere que algunos de los movimientos que nos son posibles, deberían ser evitados o efectuados menos a menudo o conseguidos por
medios diferentes de aquellos que damos por sentado. Naturalmente, esto implica que podemos elegir, como ciertamente es, con amplitud mucho mayor de la que
la gente supone a menudo. A lo largo de todo el día, en todos nuestros movimientos, cada pequeña componente de cada acción ha reemplazado una multitud de
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Músculos y elección

posibilidades diferentes: de hecho ha sido elegida conscientemente o no. Obviamente, hay mucho más implicado que la estructura y la musculatura que la controla.
Muchos niveles del cerebro y del sistema nervioso están involucrados en el gesto más ligero. La Anatomía de Gray (AG, Introducción a la Neurología) dice del
sistema nervioso humano que “su estructura y actividades están inseparablemente entrelazadas con cada aspecto de nuestra vida, física, cultural e intelectual.”
Un aspecto de toda esta actividad merece nuestra atención en particular. El gran neurólogo Sir Charles Sherrington (en El cerebro y sus mecanismos, 1933,
Cambridge University Press, Cambridge, página 10) destacó que:
… refrenar un acto no es menos un acto que cometer uno, porque la inhibición es, al igual que la excitación, una actividad nerviosa.
Actividad nerviosa significa en este contexto, naturalmente, “actividad del sistema nervioso”. La inhibición (Sherrington usa la palabra con su significado técnico)
es la compañera y antagonista de la excitación; es la no-activación de los mecanismos. F. M. Alexander utiliza “inhibición” con el significado de no-activación de
los mecanismos cuando su acción sería inapropiada para un fin deseado (capítulo 7.1). Para comprender el trabajo de estos dos hombres, es importante saber que
en su vocabulario, la inhibición no tiene nada que ver con el significado coloquial de suprimir impulsos naturales. Al contrario, es una función esencial en toda la
gente saludable. Vale la pena examinar este concepto en más detalle.
Inhibición significa detener las funciones de una estructura u órgano mediante la acción de otro sobre él, mientras aquel aún retiene su poder de ejecutar esas funciones.
L. BRUNITO, Naturaleza, 1 de marzo de 1883
Este, el significado fisiológico de la palabra, es también “el significado más frecuente” según el Shorter Oxford English Dictionary de 1977, que no menciona
ningún significado “psicológico” o “coloquial”. Es esencial recordar esto al leer a Alexander.
Se solía pensar que cuando se pretende hacer un movimiento, el cerebro sólo ha de enviar un mensaje a los músculos implicados vía el sistema nervioso,
diciéndoles de hecho: “¡Vamos, despierta, ocúpate de esto!” Hoy día los científicos saben que una función igualmente importante del cerebro y el sistema nervioso
es la de refrenar a los músculos hasta el momento apropiado. Esto no significa ni “relajarlos” ni “retenerlos”. Simplemente significa no sugerirles la acción en
primer lugar. En el pasaje citado antes, Sherrington estaba explicando que, lo sepamos o no, gran cantidad de actividad cerebral se dedica a no-activar los
músculos.
Esto es significativo, ciertamente de inmensa importancia práctica para todos nosotros. Debería aconsejársenos bien el pensar en el movimiento como una cuestión
de dar permiso a los músculos implicados, mejor que la de incitarles a la acción. Entre estos dos planteamientos, está toda la diferencia entre, digamos, soltar la
correa de un brioso perro joven y azotar a un burro remolón.
De hecho, nuestros músculos sólo están demasiado a punto y deseosos de entrar en acción; se trata de un problema de selección. Deberíamos pensar en la precisión
del movimiento como una cuestión de denegar el permiso a ciertos músculos, de pedirles que no actúen. Hay importantes matices aquí: un perro joven que tira de
la correa no le está obedeciendo a usted, al igual que sus músculos deberían obedecerle a usted. Hasta cierto punto puede controlarle tirando usted también de la
correa, pero esto es fatigoso y aburrido. ¡Cuán más agradable es tener un perro bien entrenado caminando pegado a sus talones sin la correa, listo y deseoso de
correr a por la pelota! La tranquila autoridad del buen entrenador de perros, la vigilancia obediente y feliz del perro bien entrenado, proporcionan el modelo de la
relación deseable entre mente y músculo.
Como sabemos, incluso un buen perro podría a veces sentirse tentado a correr o saltar en el momento equivocado; luego, justo antes de que empiece a moverse,
necesita un recordatorio amigable de que usted espera que él continúe comportándose. Así nuestros músculos necesitan tales recordatorios. Naturalmente, es más

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Músculos y elección

fácil detener al perro en cuanto usted ve la idea llegando a su cabeza, ¡que cuando él ya ha empezado a hacer lo que usted no quiere que haga! Y lo mismo ocurre
con nuestros músculos. El proceso que los neurólogos llaman inhibición se supone que lo maneja el cerebro y el sistema nervioso y no los propios músculos.
Tomemos un ejemplo concreto. Suponga que está usted aprendiendo a tocar el violín y (comprensiblemente) está usted un poco asustado de dejarlo caer cuando la
mano izquierda tiene cosas difíciles que hacer. Así que quizá usa usted los músculos para levantar el hombro, así como para intentar agarrar mejor. Su maestro,
correctamente, le dice que no debería levantar el hombro. Ahora, ¿qué ocurre? Quiere hacer usted lo que sugiere su maestro, pero el hábito es fuerte y de algún
modo su hombro continúa elevándose. Así que usted lo mantiene abajo con fuerza muscular. Ahora parece más como el maestro quería decir, pero no es así en
realidad. Las cosas siguen sin funcionar muy bien ahora que usted está interfiriendo doblemente con su hombro al intentar simultáneamente, ¡elevarlo y
mantenerlo abajo! Hasta que usted no deje de hacer ambas cosas, su brazo no funcionará tan libremente como debería, el problema del violín seguirá sin resolver y
probablemente, usted no estará muy cómodo tampoco. La solución es: la verdadera inhibición, la prevención del error original de forma que no haya nada que
“corregir”.
Vale la pena preguntarnos a nosotros mismos, cómo somos de buenos en permitir a nuestros músculos saber cuándo no entrar en acción. Esta es una pregunta
importante, pues de esta capacidad depende nuestro poder de elección, nuestra libertad para explorar nuestras habilidades y aumentar nuestra destreza.
Muchos de mis lectores habrán visto en televisión a ese gran pianista, el difunto Arthur Rubinstein. ¿Se ha preguntado usted alguna vez cómo podía hacer él que
todo pareciera tan fácil, incluso a los noventa años de edad? Ya hemos visto que parlotear sobre “relajación” meramente evita la cuestión. La solución es que los
mejores ejecutores de cualquier campo son aquellos cuya coordinación les permite elegir precisamente cuándo, dónde y cuánto permitir a los músculos contraerse
y cuándo denegar ese permiso. Quizá ellos no puedan explicar cómo, pero son capaces de ser verdaderamente selectivos. No sólo saben cómo hacer lo que ellos
quieren hacer; lo más fundamental es que también saben cómo no hacer algo que obstaculizaría lo que ellos quieren conseguir.
Todos tenemos esta facultad y constantemente hacemos uso de ella con gran amplitud. De hecho, una gran parte de nuestro cerebro está dedicada a esta clase de
control de “elegir-no”, tanto que tendemos a darlo por supuesto. Es más fácil apreciar su importancia vital si considera usted cómo es la vida para alguien que ha
sufrido daño en aquellas partes del cerebro que normalmente hacen estas elecciones “negativas” esenciales. Tales personas tienen dificultad en terminar cualquier
acción, porque en el instante en que eligen mover alguna parte suya, todo empieza a moverse. Imagínese intentar enhebrar una aguja, desabrochar un botón, o
incluso ponerse las gafas, si ambos brazos insistieran en moverse por todas partes. Imagínese ser incapaz de mover su boca para formar la palabra “Sí” sin casi
saltar de la silla. Imagínese ser sacudido por los espasmos que dolorosamente le retuercen en contorsiones contra su deseo. Imagínese ser incapaz de encender la
luz porque estas contorsiones evitan que su mano alcance el interruptor. Estas cosas le ocurren realmente a la gente en quien alguna parte de su mecanismo de
“elegir-no” (es decir, inhibitorio) está estropeado y quien por lo tanto, no puede ser selectivo en sus movimientos.
Entre la miseria y frustración de tales sufridores por un lado y por el otro, la facilidad y dominio de un Rubinstein, podríamos imaginar una especie de escala
graduada sobre la que colocar a toda la gente corriente: usted, yo, Jaimito que lo tira todo, la tía cuya calceta es tan pulida, aquella chica guapa tropezando
ligeramente al andar, el gordo de sorprendente paso ligero, el carnicero manejando confiadamente sus peligrosas herramientas, todos los grados imaginables de
destreza o chapucería que clasificamos como “normal”. Podemos vernos a nosotros mismos moviendo esta escala arriba y abajo según lo bien que manejemos no
hacer las cosas que pudieran interferir con nuestras intenciones.
Los científicos nos dicen que todos tenemos muchas células cerebrales sin usar. Si pudiéramos despertar algunas de aquellas células que están ganduleando en las
áreas de “elegir-no”, nos convertiríamos en gente mejor movedora, menos frustrada, más confiada, más feliz y más sana. ¿Pero cómo despertar a esas células?
¿Cómo aumentar nuestro poder de pensar eficientemente al respecto?

Mente y músculo 31
Músculos y elección

Se da algunas indicaciones a lo largo de este libro. Tendrán mucho más significado para usted si trabaja usted primero a medida que van apareciendo las
explicaciones. Al hacerlo así, será bueno colocar cada explicación y cada experimento dentro de una imagen realista de sí mismo como puede construirla usted.
Hablando muscularmente, el número de elecciones disponibles para cada uno de nosotros es astronómico. No obstante, no sólo nuestros nervios y músculos son
capaces de actuar muy rápidamente, sino que les gustaría hacerlo así según patrones ya familiares para ellos. En ausencia de instrucciones claras procedentes de
nosotros, probablemente ellos harán esta vez lo que han hecho antes.
Sortear esta tendencia es un verdadero triunfo de la imaginación. Toda nuestra vida, la gente ha estado diciéndonos qué hacer. Incluso cuando dice “así no”,
usualmente añade levantando la voz, “Así”. Y nosotros, dándonos prisa por corregirlo, a menudo no vemos que así no es una condición previa indispensable para
así. Y encima, adoptamos una forma similar de darnos instrucciones a nosotros mismos, empujándonos a acabar de hacer algo, sin pensar demasiado en lo que
debería ser evitado, comportándonos con nosotros mismos como un jefe impaciente. Pero en cambio, podríamos adoptar hacia nosotros mismos el papel de padres
a quienes gusta ver despertar las capacidades del niño haciendo pinitos, que da la bienvenida a cada descubrimiento con excitación, que reaccionan a cada
retroceso con paciencia. ¡Piense sólo en la sorprendente cantidad de aprendizaje que el niño consigue en su primer año de vida! Todo este logro sería imposible si
ellos estuvieran dando empellones, sin permitir cometer errores, sin dar tiempo a experimentar.
Aprenda del modo como trata a sus hijos. Siempre que quiera mejorar el modo en que hace usted algo, dese a sí mismo mucho tiempo para experimentar. Si algo
es difícil, antes de hacer mayores esfuerzos, incluso antes de empezar a pensar qué hacer, esté preparado para preguntarse si ya está usted haciendo algo que
aumenta la dificultad. Por encima de todo, dese tiempo a usted mismo para decir “suponiendo que yo vea que para ello yo no…” cualquiera que sea el elemento
que haya decidido usted abandonar temporalmente.
Todos nos inclinamos a querer llegar a conclusiones, y esto nos pone en peligro de intentar actuar sobre hipótesis que son contradictorias entre sí. Mental y
muscularmente, nadie puede hacer ningún experimento si no está preparado para abandonar algunas suposiciones. Entendiendo la importancia de apartar los
obstáculos del camino, de despejar las cubiertas antes de ponerse a trabajar, usted ya ha empezado el trabajo.

Mente y músculo 32
INFORMACIÓN ESENCIAL (específica)

4ª parte: INFORMACIÓN ESENCIAL (específica)

4.1 Sobre la respiración


… el propio aire… vale lo que todas las perlas y diamantes de diez mil mundos… es debido a su preciosa y pura transparencia, que todos los mundos no serían nada sin tal
tesoro…
THOMAS TRAHERNE, Siglos
Continuando con nuestro trabajo de despejar posibles malentendidos, entramos ahora en un área en la que este proceso de limpieza se necesita más urgentemente:
es decir, todo el asunto de la respiración. Puedo pensar en pocos aspectos de la vida en los que seamos tan vulnerables a la superstición.
La forma en que respiramos es realmente un producto resultante del modo en que manejamos la estructura. Desgraciadamente, ocurre muy a menudo que cuando
estoy intentando explicar algo sobre la estructura, la gente se me adelanta y empieza a hablar de la respiración. Pero ahora que hemos discutido la estructura y
algunas de las influencias que actúan sobre ella, parece un buen momento para observar cuidadosamente algunas de las suposiciones más predominantes que
infestan cualquier discusión sobre la respiración. Me gustaría pedirle que “mantuviera su incredulidad en suspenso” hasta completar mi argumentación. Al hablar
sobre la respiración, nos enfrentamos a una dificultad especial: que el lenguaje es lineal, una palabra tras la otra. También aquí, por encima de todo, estamos
tratando con cosas que no son para nada lineales: cosas interdependientes, contenidas en las demás, a menudo virtualmente simultáneas.
Habiendo leído la exposición del capítulo anterior, quizá no se sorprenderá usted de encontrar que mucho del consejo práctico que tengo que dar (y es práctico)
será de una naturaleza aparentemente negativa, sugiriendo qué no hacer. Como Alexander remarcó, para que lo correcto ocurra por sí mismo, necesitamos dejar de
hacer lo erróneo. Pero tristemente, mucho de lo que se nos ha enseñado o hemos supuesto sin habérsenos enseñado, está bajo la influencia del tipo de pensamiento
que dice: “Si algo está mal, ¡rápido!, haz lo opuesto y eso debe estar bien.” Esas bien podrían ser las palabras de un maleficio lanzado sobre nosotros en la infancia
por alguna hada perversa que deseaba poner una plaga sobre toda nuestra vida. Pues si vemos “bien” como opuesto a “mal”, estamos condenados para siempre a
lanzarnos de un extremo al otro, y en el momento en que pasamos por el “medio feliz” es tan breve que apenas notamos su existencia. En ningún lugar es esto más
cierto que en el asunto tan discutido de la respiración.
Debería pensar usted que cuando la gente empieza a decirle cómo debe usted hacer algo que en cualquier caso la naturaleza le obliga a hacer continuamente desde
el nacimiento hasta la muerte, ¡podría usted justificadamente decirles dónde irse con su consejo! Sin embargo mucha gente le permite a otra gente decirle que no
está respirando adecuadamente. Incluso aceptarán ideas sobre cómo deben respirar e intentan poner tales ideas en práctica, sin siquiera cuestionarse si sus mentores
saben algo más al respecto que ellos mismos, o pueden demostrar que ellos mismos sean mejores en ello. Lo encuentro sorprendente.
La mayor parte de la confusión sobre la respiración surge del hecho de que aunque casi todo el tiempo se supone que es automática y autorreguladora, también es
necesario que nosotros sólo ocasionalmente seamos capaces de interferir con el proceso natural (por ejemplo al pasar a través de un humo espeso). Los humanos
somos capaces de estar tan orgullosos de la parte consciente de nuestro cerebro, que saltamos a la conclusión de que todo lo que podamos poner bajo su control,
necesariamente será mejorado. Esto es una falacia. La única manera por la que podemos mejorar conscientemente el funcionamiento de nuestros procesos
automáticos o casi automáticos, es quitando la interferencia y dándoles el lugar y la oportunidad de funcionar.
La confusión está aún más enredada por el hecho de que al ser la respiración tan esencial para la supervivencia, la naturaleza nos ha provisto de varios sistemas a
Mente y músculo 33
Sobre la respiración

prueba de fallos. Igual que podemos respirar por la boca cuando la nariz está bloqueada, hay también unos cuantos movimientos posibles que darán como resultado
la entrada y salida del aire de los pulmones. Unas maneras son más eficientes energéticamente que las otras, pero obviamente, ¡incluso el peor modo es mejor que
no respirar en absoluto!
Mucho depende de las circunstancias. La respiración normal es una combinación de movimientos de las costillas y del diafragma (apartado 2.2.3). La forma de
compartir la responsabilidad varía según la totalidad de la actitud corporal. Algunos ejemplos: acostarse sobre la espalda restringe algo el movimiento de las
costillas, así que el diafragma ha de hacer una proporción mayor del trabajo; reclinarse mucho hacia delante al estar sentado (como podría hacer para quitarse los
zapatos) aumenta la presión dentro del abdomen, limitando así el movimiento del diafragma, con lo que las costillas se ven obligadas por tanto a cargar con la
mayoría del trabajo. Si en un accidente, quedara usted aplastado en un espacio en el que el movimiento tanto de las costillas como del diafragma estuviera
gravemente restringido, estaría usted más que contento de respirar usando los músculos del cuello para elevar y hacer descender el pecho, un procedimiento
extenuante que en circunstancias normales sería visto como un síntoma de enfermedad. (Los músculos esternocleidomastoideos pueden actuar como músculos
auxiliares de la respiración y a menudo puede vérseles funcionando así en los asmáticos.) Estos son sólo algunos de los ejemplos más obvios de las variaciones
posibles dentro de este proceso sutil y complejo que conocemos como respiración.
Figura 4.1. Izquierda: aplastado con el pecho colapsado. Derecha: a veces
se cree que es “hacer una respiración profunda”, pero no tiene nada que ver.
Si alguna vez ha habido un caso en el que decir “la naturaleza sabe más” es
en este asunto de la respiración. En la naturaleza, la respiración está
regulada por la actividad total del momento (es decir, según la demanda de
oxígeno de la sangre por parte de los músculos que trabajan) y por la actitud
física de la estructura que determina qué movimientos respiratorios pueden
satisfacer esa demanda.
Pero obviamente, si está usted todo aplastado con el pecho hundido (figura
4.1. izquierda), no habrá mucho espacio para el aire en sus pulmones, así
que cuando necesite usted más aire, estará obligado a elevar el pecho, o
(más probablemente, si se ha metido usted en ese desastre en primer lugar)
inclinará el pecho, levantándolo por delante metiendo la espalda. En ese
caso, al espirar usted se colapsará y redondeará la espalda de nuevo. Esto es
lo que mucha gente llama “hacer una respiración profunda” (figura 4.1.
derecha). No es nada de eso. El meter la espalda restringe el movimiento de
las costillas inferiores e interfiere con el funcionamiento del diafragma,
haciendo la “respiración profunda” imposible.
Como reacción contra esto (¿recuerda lo que dije sobre la gente lanzándose
de un extremo al otro?) algunos defienden lo que llaman “respiración
abdominal”. (La expresión es bien absurda; difícilmente necesito señalar

Mente y músculo 34
Sobre la respiración

que el único lugar al que el aire puede ir es a dentro de los pulmones, y ciertamente, ¡estos no están
en el abdomen!) Lo llamado respiración “abdominal” implica una compresión hacia debajo de los
órganos abdominales, cuyo resultado es un engrosamiento visible de la región abdominal. Es
fisiológicamente imposible sin restringir la libertad de las costillas (figura 4.2.).
Figura 4.2. La respiración “abdominal”
restringe el movimiento de las costillas. Los pulmones no están en el abdomen.
Los músculos abdominales tienen un papel a desempeñar en la respiración. No obstante, la
marcada curvatura en la inspiración, de la que alguna gente está tan orgullosa, indica meramente
una pared abdominal débil, habiendo sido inducida la debilidad usualmente, por la practica
deliberada de este estilo de respiración. Los defensores de la “respiración abdominal” son a veces
muy difíciles de desalentar porque creen que hay algo espiritual en su modelo respiratorio. Puede
usted ver un estilo similar de respiración en algunos cantantes y músicos de instrumentos de viento
mal enseñados. Les gusta llamarlo “respiración diafragmática”, pero a menudo son vagos sobre lo
que quieren decir con esa expresión. (Incluso hay algunos cantantes muy buenos que utilizan un
planteamiento similar y gracias a una combinación de talento y un físico fuerte, salen adelante con
ello durante un tiempo considerable en algunos casos.)
En uno de mis cursos, conocí a una joven que me dijo que había estado en un curso sobre
respiración y por lo tanto, lo sabía todo al respecto. Aunque incapaz de decir qué es el diafragma ni
dónde está, menos aún cómo funciona, consideraba parte de su trabajo enseñar a sus pequeños
alumnos a “respirar con el diafragma” y aparentemente no tenía remordimientos de conciencia por
su intrusión. Tal abuso de la influencia de un maestro y de la confianza de un niño, es un peligro
real para la salud; ¡ay, no es infrecuente!
F. M. ALEXANDER en Teoría y práctica de un nuevo método de reeducación respiratoria (1907;
reeditado en Artículos y conferencias, apartado 1.9.3; reimpreso en La herencia suprema del
hombre, apartado 3.3), explicando la educación respiratoria mal aconsejada, observa:
… cuando el diafragma se deprime indebidamente en la inspiración… hay un hundimiento por encima y
debajo de las clavículas, ahuecamiento de la región lumbar de la espalda, protuberancia indebida del
abdomen, desplazamiento de las vísceras abdominales, reducción de la altura, depresión indebida de la laringe…
El Dr. Pierre BONNIER en La voz: su cultura fisiológica (París, Alcan, 1910) también publica las más horrendas advertencias contra esta aberración, citando:
El peligro (para las mujeres incluso mayor que para los hombres) de comprimir, deformar e incluso desplazar una serie completa de órganos: riñones, intestinos, vejiga,
útero y ovarios.
Una amiga mía tiene aún otro nombre para este tipo de respiración: la llama respiración “abdominable” (sic) ¡probablemente el mejor nombre de todos para ello!

Mente y músculo 35
Sobre la respiración

Naturalmente, nada de lo que he dicho aquí altera el hecho de que en ciertas posiciones notará usted un ligero
movimiento abdominal durante la respiración. No hay nada fantástico en ello. Una de las cosas que ocurren durante
una inspiración normal es que el diafragma y las costillas colaboran para crear espacio en el tórax, permitiendo al aire
entrante expandir los pulmones. Durante esta fase de la respiración, el diafragma está presionando hacia abajo sobre el
contenido del abdomen, para que éste no intente ocupar el espacio torácico aumentado, destinado al aire entrante
(figura 4.3). Por lo tanto, el contenido abdominal a su vez, presiona naturalmente sobre la pared muscular del
abdomen, tendiendo a extenderla y a causar una ligera curvatura.
Figura 4.3. La línea a trazos muestra el diafragma.
Arriba: después de inspirar. Abajo: después de espirar.
En este punto, en una persona cuyo “porte” es bueno, es decir, cuya estructura mantiene su estado expandido
(capítulos 3.2, 3.3, 4.7, 5.5), los músculos abdominales automáticamente resistirán el estiramiento ejercido sobre
ellos. Los reflejos de estiramiento (apartado 3.2.6) están involucrados aquí, estimulados también por la elevación
lateral de las costillas natural a la inspiración. Esta reacción refleja limita el desplazamiento de las vísceras. Por lo
tanto, lo que uno nota en una persona bien coordinada, es un cambio en la actividad y tono de los músculos
abdominales, más que ninguna curvatura abdominal marcada.
La reacción refleja que acabo de describir, tiene un papel importante a desempeñar al cantar. Es el fundamento
esencial de lo que quieren decir los buenos cantantes cuando hablan de “apoyar la respiración”. Pero entonces, los
mejores cantantes siempre trabajan con una estructura expandida. Esto no siempre puede decirse de sus alumnos que
es por lo que las explicaciones sobre el “apoyo” a menudo son funestamente mal comprendidas. La raíz de la mala
comprensión radica en la naturaleza refleja del proceso: dentro de una estructura en expansión, cuando se hace una
gran demanda sobre el organismo, estos funcionamientos reflejos pueden ser sentidos con fuerza y el maestro
naturalmente procura describir tales sensaciones. Naturalmente que es válido hacerlo así. No obstante, por mucho que
se intente (o se intente sentir), eso no provocará la respuesta refleja correcta en el alumno si la estructura está
parcialmente colapsada.
Cuando la condición de la estructura no permite el “apoyo abdominal” apropiado para la respiración, he oído incluso a
maestros de canto adoptar una solución tan mal concebida que resulta bien fascinante: al alumno, que por la forma
errónea de intentar trabajar sus músculos abdominales, ha abusado de ellos hasta el punto en que son incapaces de un
trabajo eficiente (apartado 3.2.2), ¡se le recomienda llevar un fuerte corsé! Por medios como éste intenta el hombre
“mejorar” los dones maravillosos de la naturaleza. (Como he dicho, el hecho de que individuos excepcionales tengan éxito ignorando las reglas de la naturaleza, no
debería animar a nadie a subestimar el precio que la naturaleza puede imponer por tal intromisión.)
Hay otra trampa en la que la gente puede caer fácilmente, más comprensiblemente, aunque no menos peligrosamente. Consiste en mantener las costillas fijas en su
posición más amplia, con lo cual quiero decir el lugar que ocuparían naturalmente al final de una inspiración normal. La gente que ha recibido clases de Técnica
Alexander, a veces cae en esta trampa si no ha captado de verdad lo que quiere decir “ensanchar la espalda”. Si no se corrige, esta tendencia conduce a una caja

Mente y músculo 36
Sobre la respiración

torácica rígida, una menos capaz de adaptarse por sí misma con facilidad a los requerimientos de oxígeno del cuerpo. De nuevo, algunos cantantes y actores
cometen esta interferencia con la naturaleza muy deliberadamente, quizá creyendo que la respiración no continuará si ellos no hacen nada al respecto.
(Naturalmente, esto es cierto sin una estructura adecuada: ¡algo tendrá que hacerse!)
También es importante saber que contrariamente al “saber popular”, es imposible vaciar los pulmones completamente. La cantidad de aire que se queda en ellos
todo el tiempo es considerablemente mayor que la cantidad de aire que fluye dentro y fuera cuando usted está respirando tranquilamente (véase W. G. SEARS,
Anatomía y Fisiología para enfermeros y estudiantes de Biología Humana, Londres, Edward Arnold, 1965). Así que si su órgano respiratorio no se ha vuelto
ineficaz por el mal uso repetido, puede usted usualmente encontrar un poco más de aire si realmente lo necesita. Suponga que estuviera usted cruzando una calle
bulliciosa y viera a un amigo ir a cruzar delante de un autobús; dudo que perdiera usted el tiempo pasando por la ejecución de “hacer una respiración profunda”
antes de gritar “¡cuidado!”
De hecho, toda la idea de tomar aire (profundamente o no) es quizá el mayor de todos los malentendidos sobre la respiración. Ciertamente que es el punto de
partida para la creación de innumerables problemas innecesarios. Siempre que usted note que alguien inspira, ya sea lo que llama su atención el pequeño boqueo
afectado de los locutores de televisión antes de decir “Buenas tardes” (y ciertamente antes de prácticamente cualquier frase que pronuncien) o el sonido de sorber
que la gente hace al inspirar conscientemente el encantador aire fresco por la nariz, ¡puede estar usted seguro de que lo que está haciendo en realidad, es impedir el
libre flujo del aire a los pulmones! El sorber o boquear es la prueba audible de que se está estrechando el conducto del aire. Si usted lo piensa es tan obvio que casi
es ridículo.
No hay nada que usted pueda hacer para inspirar que no haga la inspiración más difícil. Si usted ha espirado, ciertamente que usted inspirará. No tiene elección en
el asunto mientras usted viva. Pero entrometiéndose en este proceso mucha gente se las compone para hacer la vida extremadamente incómoda para sí misma. Si
yo pudiera imponer una ley, sería esta: a nadie se le permite decir “haga una respiración profunda”. (Se me podría convencer de hacer una excepción con los
doctores cuando usan el estetoscopio, ¡pero me gustaría saber cómo se lo hacen los veterinarios!)
Si la estructura está bien y usted no interfiere, su respiración siempre se adaptará a las necesidades de la actividad que está usted efectuando. Esto podría sonar
como una declaración temeraria, pero su verdad ha sido demostrada con los cantantes y los que tocan instrumentos de viento. Usualmente se obtienen resultados
alentadores muy rápidamente una vez que se ha captado y aceptado el principio. Si la estructura no está en buenas condiciones, intentar ser diestro con la
respiración sólo pondrá tanto la estructura como la respiración, peor de lo que ya están.
Además, es axiomático que si un sistema necesita corrección y mejora, cualquier demanda que se le haga tenderá a exagerar el fallo. A mayor demanda, mayor
riesgo. (Usted sabe que esto es cierto con su coche.) Así que ahí va una advertencia muy importante: ¡no haga ejercicios respiratorios! Sólo exagerarán todos los
fallos existentes en su patrón respiratorio. En mi experiencia educativa, esto es cierto incluso en aquellas técnicas aparentemente no-agresivas como los ejercicios
de concienciación (en los que se anima a la gente a “sólo observar” la respiración). (Véase el capítulo 4.2.)
Si usted es perfecto, no necesita ejercicios respiratorios; si usted no es perfecto, prevéngase de ellos. Incluso pueden crear problemas. Podría citar el caso de mi
propio padre, cuyo entusiasmo juvenil por los ejercicios respiratorios no le previnieron de convertirse al final de su vida, en uno de los peores asmáticos que nunca
he visto. Realmente, me parece que sus intentos del pasado de “mejorar” su respiración contribuyeron a su enfermedad. Ciertamente observé que su respiración era
más libre cuando sus esfuerzos frenéticos por respirar le agotaban hasta el punto en que perdía la conciencia. El hecho trágico era que él simplemente no podía
permitir a la naturaleza continuar un trabajo que pertenece a su propio dominio, y esto lo atribuyo en parte al hecho de que él había practicado conscientemente el
interferir con el proceso natural. Murió a los sesenta y un años de edad de fallo cardíaco provocado por sus aterradores esfuerzos por hacer la cosa más natural del

Mente y músculo 37
Sobre la respiración

mundo, esto es, permitir al aire, que es el elemento que nos rodea permanentemente, salir y volver a entrar en el cuerpo.
El suyo era un caso extremo y calcado de algo que se ve a menudo en forma modificada. Como en este momento estoy siendo autobiográfica, debería contarle que
quedé afectada considerablemente al ver lo que he descrito. Como adulta joven, desarrollé un patrón similar de esfuerzo al enfrentarme a las dificultades de la vida.
Así que la respiración también se volvió problemática para mí, hasta que finalmente gané un poco de sentido común al respecto. Por favor, no intente enseñar a sus
hijos a “respirar adecuadamente”: la solución no está ahí.
Pero usted podría decir: “Soy consciente de que, por alguna razón, mi respiración no es como
debería ser. ¿Seguro que hay algo que puedo hacer yo al respecto?” Bien, sí, lo hay, pero antes de
poder explicarlo es absolutamente necesario que nos libremos de los conceptos erróneos. Así que
vamos a echar un vistazo a lo que realmente se supone que ocurre en la respiración natural.
Como usted sabe, la respiración permite al cuerpo recibir oxígeno, pasándolo de los pulmones a la
sangre. Un intercambio similar tiene lugar cuando el anhídrido carbónico de la sangre pasa a los
pulmones y es exhalado. La necesidad corporal de oxígeno es mayor durante el ejercicio enérgico
que en otros momentos; durante el ejercicio hay también más anhídrido carbónico del que librarse.
Por eso cuando hacemos ejercicio tendemos a respirar más profundamente; y por eso, si nuestro
ejercicio es desacostumbrado, jadeamos. Naturalmente, esta reacción es automática. Sería
imposible controlarlo de inmediato. Es así porque se mantiene al cerebro constantemente
informado del equilibrio entre el oxigeno y el anhídrido carbónico de la sangre. El cerebro actúa
según la información recibida, adaptando constantemente las instrucciones que da al mecanismo
respiratorio, como la velocidad de respiración y el volumen de aire a desplazar. Todo esto es tan
bien conocido que no es fácil comprender cómo alguien tuvo la idea de que la “respiración
profunda” fuera buena en sí misma, que divorciarla de la actividad que debería inducirla podía
conseguir resultados beneficiosos. El caso es el contrario. Los ejercicios de respiración profunda
siempre son arriesgados y usualmente son dañinos.
Figura 4.4. Se hicieron cosas aterradoras en nombre de la respiración profunda
… que fueron fuertemente criticadas por F. M. Alexander en su primer libro.
Esta fotografía publicada hace algunos años en un diario inglés, presenta a un alumno de una clase de una
escuela pública londinense, efectuando ejercicios de respiración profunda. En otra foto se ve a este chico
trabajando en clase. Muchachos desafortunados como éste están simplemente desarrollando deformidades.
Afortunadamente, finalmente ha tenido lugar un cambio a mejor en las escuelas de calistenia.
A principios del siglo veinte, se hicieron cosas aterradoras en nombre de la respiración profunda
(figura 4.4). Afortunadamente, lo peor de la locura ya ha pasado. No obstante, ha dejado a un buen
número de personas con el sentimiento de culpabilidad por deber realmente respirar más
profundamente. A menudo sienten alivio al aprender que la superstición de la respiración profunda
no era más que otro ejemplo de la inclinación humana a desconfiar de la capacidad del cuerpo de

Mente y músculo 38
Sobre la respiración

conocer su propio negocio. Una se pregunta por qué alguien supuso alguna vez que era bueno respirar profundamente cuando no está metido en una actividad que
necesite un gran aporte de oxígeno. De hecho, hacer eso desarregla el equilibrio químico del flujo sanguíneo. (De niño, posiblemente comprobó usted que podía
aturdirse a sí mismo respirando excesivamente.) Abusar de la naturaleza de esta forma sería muy peligroso, si no fuera por el hecho de que hay un mecanismo a
prueba de fallos: una persona que siguiera con ello demasiado tiempo, perdería el conocimiento hasta que se hubiera restablecido el equilibrio. Incluso así, ¡el
procedimiento no es recomendable!
Quizá el mito de la respiración profunda surge de un interés real por la salud de la gente amontonada en oficinas y fábricas, quietas o hundidas, cansadas o hartas.
Naturalmente que es bueno salir, moverse, respirar aire fresco: necesitamos todo esto por muchas razones. Un buen paseo animado induce una respiración más
vivaz, pero activar la respiración sin caminar es más dudoso. Fue un gran error quedarse sólo con un aspecto del bienestar y separarlo para interferir.
Cada uno de nosotros está provisto de un “piloto automático” para adaptar a lo largo del día los complejos movimientos respiratorios a la demanda de oxígeno. Los
intentos de mejorar este equipo de precisión son peores que anodinos. Si el equipo parece defectuoso, a menudo la explicación es que alguien ha estado haciendo el
tonto con él.
¡El primer paso y el más necesario es dejar de entremeterse!
(Para el uso profesional de la voz, hay maestros que saben exactamente cómo preparar el órgano respiratorio del alumno para las demandas hechas sobre él.
Usualmente consiguen hacer esto en un tiempo sorprendentemente corto y sin alboroto: no mediante ejercicios tal como se entiende normalmente, sino mediante
un cuidadoso despertar controlado del órgano entero a sus propias sutilezas y potencias. Si no está siendo usted supervisado por uno de estos raros expertos, será
mucho mejor para usted no tener nada que ver con los ejercicios respiratorios, sean los que sean. No puedo insistir suficientemente en que incluso los
aparentemente más inocuos tienen sus riesgos.)
Habiendo apartado todo eso del camino, podemos volver a la pregunta que podría usted estar aún haciendo: “¿Qué puedo hacer yo para mejorar mi respiración?”
Primero, si siente usted que su respiración necesita mejorar, haga algún tipo de actividad física regular que le atraiga por sí misma. Si está usted haciendo algo por
diversión, tiene menos probabilidades de dedicar atención a ningún despropósito sobre regular su respiración; y la naturaleza se cuidará normalmente de que
obtenga usted el oxígeno adicional que necesita, suponiendo que no se empuje a usted mismo a hacer más de lo que es capaz y tenga ganas de hacerlo. Los atletas
son bien conscientes del “efecto entrenamiento” (la adaptación gradual del organismo al incremento gradual de las demandas) así que sea paciente. (Más sobre el
ejercicio en el capítulo 6.5.)
Si el efecto del entrenamiento no parece estar funcionando con usted, si siempre se queda rápidamente sin aliento durante el ejercicio o si su “respiración
tranquila” (cuando no está haciendo nada en particular) aún parece bien agitada, podría probar usted el procedimiento siguiente. Debo subrayar que esto no es un
ejercicio sino un experimento de no-interferencia. (Los maestros de Alexander notarán que en este ejemplo he adaptado el “experimento” preferido de Alexander.
Lo he hecho así porque según mi experiencia, la gente tiende a notar parecidos con los ejercicios familiares, mientras que las diferencias sutiles, pero importantes,
tienden a ser pasadas por alto.)

4.1.1 Experimento
Sin interrumpir el ritmo respiratorio que tenga usted en este momento y sin tomar aire especialmente (ni siquiera ese poquito aire extra que toma usted a menudo
antes de empezar a hablar y sea estricto con usted mismo en esto o el experimento no será válido), la próxima vez que usted esté espirando haga un ruidito: si

Mente y músculo 39
Sobre la respiración

puede usted con facilidad reforzar las eres (delante de la boca, estilo escocés, no como la “r” francesa), entonces “rrrrrr” va muy bien en este experimento; en caso
contrario use aquella vibración de los labios que hacen los niños cuando imitan un motor a gasolina. Ambos pueden hacerse con la voz o con una especie de
susurro. Ayuda mucho en verdad si puede imaginarse a usted mismo haciendo el sonido para llamar la atención de un minino o para distraer a un niñito. No apriete
al salir el aire, no se premia la duración y si se esfuerza mucho en ello, no puede esperar que el reflejo funcione adecuadamente. Haga el sonido elegido hasta el
momento en que usted preferiría respirar de nuevo. En ese momento, cierre la boca y deliberadamente póngase a pensar en algo distinto (sus planes para mañana,
un cuadro de la pared, un titular del periódico), cualquier cosa servirá mientras no lleve carga emocional. Lo mejor es pensar en que su cabeza esté libre para
equilibrarse a sí misma (capítulo 4.4). Tarde o temprano, el aire entrará en sus pulmones.
No depende de usted decidir si el aire llega enseguida o tras una pausa. No importa si llega deprisa o despacio, mucho o poco. El asunto es dejar tales decisiones a
los reflejos de su cuerpo que sabe mucho más de estas cosas de lo que usted nunca sabrá. Sobre todo no esté tentado de “llenar a tope”: confórmese con el aire que
su cuerpo decida adquirir en esta ocasión en particular.
El aire entrará fácilmente por su nariz, si no tiene usted un resfriado tan grave que ambas ventanas de la nariz estén completamente bloqueadas. Se podría decir
ciertamente que dos ventanas de la nariz son un lujo, pues el conducto del aire dentro de la nariz es mucho más ancho de lo que parece, mientras usted no lo
estreche con la acción de husmear. Un antídoto útil contra husmear es ese ensanche de las ventanas de la nariz que ocurre más arriba, cerca del puente de la nariz:
puede usted identificarlo cuando quiere usted reírse en un mal momento: una minúscula reacción que facilita la respiración y que es alentada cuando ve usted el
lado divertido de las cosas. (Si sus gafas lo restringen, ajústeselas.) Tomar aire por la nariz es preferible siempre que sea posible: en esa vía el aire se filtra y
calienta y así es menos probable que cause irritación.
No repita este procedimiento más de tres o cuatro veces seguidas. Haga el mismo experimento en diferentes posiciones y durante diferentes actividades: tumbado
en el sofá, de pie, limpiando el baño, mirando hacia delante, mirando hacia arriba al techo, caminando, todas las variaciones que pueda pensar. Pero sólo un poco
cada vez. Recuerde que no está intentando ningún ritmo en particular. Juegue con sus ruidos, diviértase con ellos como hacen los niños. Ello le ayudará a no fijarse
en su inspiración.
Cuando haya hecho este experimento unas pocas veces, podría permitirse usted interesarse ligeramente por la longitud de sus ruidos. (¡Pero siga ignorando su
inspiración!) Notará probablemente, que algunos de sus sonidos duran más que otros. Si es así, bien. Si no, está usted interfiriendo de algún modo e incluso haría
mejor en detener este pequeño experimento. No significa necesariamente que usted interfiera cuando usted no piensa en ello.
Haya o no resultado útil para usted el experimento anterior, debería intentarlo varias veces cuando está trabajando duro o pensando en algo con gran concentración,
preguntándose solamente a sí mismo si está usted aguantando la respiración. La gente a menudo lo hace sin darse cuenta. Si descubre usted que lo está haciendo,
no haga nada especial al respecto; sólo dese permiso tranquilamente para espirar. La inspiración siguiente seguirá por su cuenta, tarde o temprano y ¿quién tiene
prisa?
¿O quizá al contrario, tiende usted a seguir echando el aire cuando está absorto? No hay tampoco nada especial a hacer, tal como solemos entender hacer. En
cualquier dificultad respiratoria, el mejor consejo es decirse primero a uno mismo que ninguna ansiedad (sobre la respiración o cualquier otra cosa) deberá
interferir con la libertad de la cabeza de equilibrarse a sí misma; luego, amablemente, permítale a su cuerpo ocupar tanto espacio en el mundo como su comodidad
necesite. La respiración probablemente se ajustará por sí sola y el aire vendrá a ocupar el espacio creado por su estructura en expansión. Hay aire suficiente para
todos y no hay nada a ganar arrebatándolo vorazmente. Le parecería grosero precipitarse sobre la comida; ¡aún hay menos razón para precipitarse a conseguir aire!

Mente y músculo 40
Sobre la respiración

Una razón por la que resulta difícil escribir sobre la respiración es que ¡los expertos difieren en cómo tiene lugar exactamente! En la edición de 1973 (Longman,
Edimburgo) de la Anatomía de Gray, esta obra de referencia esencial, nos habla de las diferentes opiniones concernientes a la acción de los músculos intercostales
(músculos que conectan las costillas adyacentes) y añade: “Estas controversias aún no han sido resueltas”. De otro grupo de músculos (los elevadores de las
costillas) dice que “elevan las costillas, pero su importancia en la respiración es discutible”. (Las últimas ediciones plantean otras cuestiones.) Me han dicho que
Husler, quien estudió textos de Anatomía en muchos idiomas cuando preparaba su libro sobre la fisiología del canto, encontró que el músculo torácico transverso,
al que dan mucha importancia los expertos italianos, recibía menos atención cuanto más al norte se iba, ¡desapareciendo virtualmente en los textos escandinavos
que él consultó!
Se comprende la dificultad encontrada por los fisiólogos al intentar una descripción general de la respiración. Citando a Gray de nuevo:
La amplitud y carácter de los movimientos (de la pared torácica) muestra variaciones muy sorprendentes que podrían depender de la conformación del esqueleto torácico,
del hábito o de otros factores y esta variabilidad extrema debe tenerse en cuenta al analizar los movimientos de cada sujeto en particular. (La cursiva es mía.)
No obstante, no todo está perdido. Podemos preguntarnos a nosotros mismos cómo los fisiólogos llegaron a sus conclusiones (experimentales). Presumiblemente
examinaron a bastante gente disponible. Pero como A. MASLOW dice (en The Father Reaches of Human Nature, Harmondsworth, Penguin-Pelican, 1973):
Si queremos responder la pregunta de cuán alto puede crecer la especie humana, entonces obviamente está bien elegir a aquellos que ya son los más altos y estudiarlos. Si
queremos saber cuán rápido puede correr un ser humano, entonces no sirve de nada promediar la velocidad de “una buena muestra de la población”; es mejor juntar a los
ganadores de medallas de oro olímpicas y ver cómo pueden hacerlo.
Similarmente, si queremos saber sobre la respiración, no es una mala idea tener en cuenta a la gente que demostradamente es buena en ello. El dejar de discriminar
de esta forma podría tener importancia en las discrepancias en las observaciones (sin duda fiables) aportadas por los diferentes expertos.
Por lo tanto, tomemos en consideración a tres escritores que demandan que prestemos atención a su propia actuación, la de sus alumnos o a ambas.
1. Justo antes de cambiar de siglo, un joven actor estaba teniendo problemas de pérdida de voz asociada con la respiración audible. Tras un largo periodo
observándose a sí mismo y reeducándose a él mismo (una historia fascinante que vale la pena estudiar en detalle), se hizo famoso, concretamente por su
control de la respiración en papeles shakesperianos exigentes, tanto que otros actores le pidieron que les diera clases y doctores famosos le enviaron a sus
pacientes para reeducación respiratoria. Él era Frederick Matthias Alexander (1869-1955), fundador de la ahora bien conocida Técnica Alexander y maestro
de los personajes más grandes del teatro de su época. (Véase el capítulo 7.1.)
¿Qué tenía este hombre que decir sobre el tema de la respiración? De todas las cosas, él mantenía que la respiración como tal no existe: es un producto
resultante de la coordinación total, dependiendo de la forma y actividad del cuerpo en un momento dado cualquiera. En El control consciente y
constructivo del individuo (1923), apartado 2.5 párrafo 1, escribió que:
… lo llamado “mala respiración” es sólo un síntoma y no una causa primaria… el nivel respiratorio depende del nivel de uso coordinado general de los mecanismos
psicofísicos… estamos confundiendo una mala condición general con un defecto específico.
2. Compare esto con lo que Frederick Husler, conocido maestro de canto y autor de Cantar: la naturaleza física del órgano vocal, tenía que decir de lo que él
llamaba el “armazón respiratorio”:

Mente y músculo 41
Sobre la respiración
Si se considera la dinámica ajustada delicadamente en que el acto de la respiración al cantar ha de tener lugar, la conclusión obvia parece ser que algún tipo de estructura
debe existir dentro de la cual el mecanismo de la respiración puede efectuar su trabajo con perfecta libertad de acción. Tal armazón es reconocible en la acción combinada
de varios músculos del tronco, desde los cuales el mecanismo de la espiración es mantenido como tal.
F. HUSLER y Y. RODD-MARLING, Cantar: la naturaleza física del órgano vocal, Londres, Hutchinson, edición revisada, 1976.
Añade que este armazón
No puede ser adquirido “fijando”, “ajustando” o “manteniendo”, se forma sólo mediante el movimiento correcto.
F. HUSLER y Y. RODD-MARLING, Cantar: la naturaleza física del órgano vocal, Londres, Hutchinson, edición revisada, 1976.
Alexander y Husler no estuvieron en contacto, pero habrían estado de acuerdo en que si la estructura se mantenía apropiadamente durante la exhalación, la
inspiración seguiría por su propia cuenta y no necesitaba que se le prestara atención.
¿Por qué la discrepancia entre esto y el énfasis puesto tan a menudo en el acto de inspirar? Mucha gente parece aceptar el punto de vista expresado por J. V.
BASMAJIAN (en Anatomía primaria, Baltimore, Williams and Wilkins, 1976) de que “aunque la inspiración es un esfuerzo muscular, la espiración es un
retroceso elástico”. Mis alumnos fisioterapeutas a menudo me dicen que esa es la base sobre la que se les ha enseñado a “reeducar” la respiración de la gente.
Cuando se les pregunta qué quieren decir con esta descripción tan incompleta, ellos demuestran la elevación y basculación de la caja torácica durante la
inspiración, seguido de una especie de colapso de la totalidad del tronco al espirar, es decir, doblándose por la cintura combinado con un descenso del esternón.
Esto podría no ser lo que Basmajian quería decir, ¡pero es así como un error ya demasiado predominante recibe lo que sería un estatus oficial! Alexander observó
desdeñosamente de este procedimiento: “Esto no es respirar; es elevar el pecho y colapsarse.”
La descripción de Husler de la respiración se basa en el “armazón respiratorio” funcionando “con máxima eficiencia en los escasos grandes cantantes que aparecen
de vez en cuando” y que nos recomienda que tomemos como “modelos a ser observados atentamente” (véase F. HUSLER y Y. RODD-MARLING, Cantar: la
naturaleza física del órgano vocal, Londres, Hutchinson, edición revisada, 1976). Mi propia opinión es que lo que se observa en los grandes cantantes, que
diariamente dan prueba de la eficiencia de lo que están haciendo, es más digno de prestarle atención que cualquier mera explicación de lo que se ve ocurrir en
gente que sólo es “normal” en el sentido de no estar enfermos de verdad en este momento. Note que digo “lo que se observa”. Debemos ser precavidos al aceptar
las descripciones de lo que hacen, dadas por los grandes cantantes. Lo que es obvio para ellos podría no serlo para nosotros y de ahí que sus palabras puedan
causar confusión.
3. Los libros del Dr. Pierre Bonnier son otra fuente que merece interés, que ya he citado antes. (Podemos hacer referencia a Bonnier como a Husler, sin
implicarnos en las polémicas de los cantantes. Lo que importa aquí es que los pasajes citados están sorprendentemente de acuerdo con la enseñanza de
Alexander y con mis propias observaciones.) El trabajo de Bonnier me llamó la atención hace pocos años cuando oí que una cantante llamada Alice
Thieffry había conseguido una aclamación al efectuar un solo en la catedral de Bruselas ¡la vigilia de su nonagésimo noveno cumpleaños! Finalmente
conseguí una presentación para esta notable dama que había continuado cantando durante unos cuarenta años después de la edad de retiro usual, sólo para
descubrir que acababa de morir a la edad de cien años. Un amigo mitigó amablemente mi frustración obteniendo para mí una copia del libro de Bonnier
(tiempo atrás agotada) a quien la Srta. Thieffry había declarado que debía su radiante y cumplida edad avanzada. Su salud había sido muy mala cuando ella
era joven, pero amaba cantar y este libro fue el punto de arranque de su transformación.
La explicación (larga, técnica, argüida estrechamente, a veces controvertida) de Bonnier de la intrincada relación recíproca de fuerzas que operan sobre el

Mente y músculo 42
Sobre la respiración

órgano de la respiración, va más allá de nuestras intenciones aquí, pero vale la pena citar lo siguiente:
… la expansión torácica se adapta por sí misma a todas las actitudes corporales y varía cada instante. Por lo tanto, el estilo respiratorio varía en todo momento y sería
absurdo exigir un movimiento uniforme a un órgano que cambia de forma, que debe acomodarse a estorbos variables y aprovecharse de un campo de acción igualmente
variable. Una actitud permite un modo de respirar que otra actitud prohibiría y es completamente absurdo desear fijar una regla que será rota en cada momento por la
necesidad de respirar de una manera conveniente y servible en las más diversas posiciones y movimientos. (La traducción es mía.)
P. BONNIER, La voz: su cultura fisiológica, París, Alcan, 1910
Me he extendido bastante en todo esto porque, como Bono dice: “No son las ideas que no tenemos las que bloquean nuestro pensamiento, sino las ideas que sí
tenemos”.
¿Cómo funciona la respiración cuando habitualmente usa usted su estructura de este modo expansivo? La descripción adecuada no es fácil, pero con el uso
muscular equilibrado del tronco, lo que ocurre es grosso modo como sigue. Si la columna vertebral no está ni colapsada ni exageradamente arqueada, las costillas
pueden desplazarse respecto a ella para desempeñar su papel de expeler el aire o dejarlo entrar en los pulmones. El cinturón escapular (formado por los omóplatos
y las clavículas) mantiene su amplitud por detrás y por delante, de forma que el esternón permanece en su sitio sin elevarse en la inspiración ni caer en la
espiración. (Ciertamente, en la exhalación fuerte en condiciones ideales, el esternón tiende a elevarse ligeramente como reacción al movimiento de las costillas.)
En lugar de hundirse en un intento de aplastar el aire de la cavidad torácica y luego ser laboriosamente levantado de nuevo para hacer sitio al nuevo lote de aire, el
esternón al igual que la columna vertebral, actúa como una base estable para el libre movimiento de las costillas. Cada costilla, según su diseño particular, tiene
espacio (dentro de los límites dictados por el movimiento corporal total del momento) para seguir la ruta prescrita por la naturaleza, gracias a los movimientos de
desplazamiento de las costillas donde se articulan a las vértebras.
Luego, durante la inspiración, cuando cada costilla tiene la oportunidad de seguir su camino natural, el resultado total es esencialmente una expansión lateral de la
caja torácica. Esto no sólo ayuda a hacer sitio para el aire entrante, sino que también crea espacio extra dentro de la caja torácica para las vísceras desplazadas por
la actividad del diafragma. (Véase AG.) ( Figura 2.3: recuerde que la parte superior del abdomen está contenida dentro de la caja torácica.) El desplazamiento
hacia abajo de las vísceras encontrará alguna resistencia de los reflejos de estiramiento de los músculos abdominales. Todo esto funciona natural y libremente
cuando la estructura en expansión ve que hay espacio suficiente para todo ello y cuando el curvado forzado del abdomen inferior ya no se ve como una opción.
Ligeros cambios en la pared abdominal son un resultado normal del desplazamiento (particularmente cuando se está acostado sobre la espalda), pero por naturaleza
estamos protegidos de la distensión exagerada. Para la mayoría de los propósitos normales, no se necesita la tensión voluntaria de los músculos abdominales para
prevenir el descolgamiento de la pared abdominal, lo que sería tan innecesario e indeseable como la relajación o colapso voluntarios. ¡La naturaleza es mucho más
sabia que todo eso! Sólo ocúpese de la estructura en expansión y sus reflejos se ocuparán del resto.
Al espirar, como los músculos abdominales entran en juego más positivamente, pero aún por reflejo, la presión resultante procedente de los contenidos del
abdomen ayuda al movimiento hacia arriba de la “cúpula” del diafragma. Mientras se eleva la “cúpula” del diafragma para expeler el aire, sus bordes se mantienen
abajo por la acción de las costillas. Al ser así estirado el diafragma cada vez más al espirar, se va poniendo a punto para contraerse (reflejo de estiramiento,
apartado 3.2.6) y así cooperar con la elevación lateral de las costillas para hacer sitio a la nueva afluencia de aire. Aquí vemos cómo la acción de cada conjunto de
músculos es contenida y finalmente invertida por la reacción que provoca en los músculos opositores. A lo largo del ciclo respiratorio, ocurre algo similar en todas
partes de forma demasiado compleja como para detallarlo aquí. Puede ver usted por qué insisto tanto en la importancia de quitarse de en medio y dejar que las
cosas ocurran.

Mente y músculo 43
Sobre la respiración

Entonces vemos que bajo estas condiciones ideales, el famoso “retroceso elástico” opera en la inspiración. Vemos por qué esta fase del ciclo respiratorio puede ser
descrita correctamente como “un proceso que no necesita que se le preste atención o esfuerzo consciente”. Finalmente vemos que la respiración, lejos de ser una
serie de esfuerzos tipo válvula de pistón (“dentro-fuera, dentro-fuera”) se convierte en un proceso que podríamos ilustrar mejor como un círculo o con forma de
ocho en el cual la exhalación prepara y causa la inhalación y viceversa. ¡No es de extrañar que incluso un bebé pueda hacerlo!
Naturalmente que hay implicado trabajo muscular, tanto al espirar como al inspirar, pero eso no nos concierne. A pesar del hecho de que los músculos implicados
son del tipo “voluntario”, lo que (como mencioné antes) nos permite en circunstancias especiales gobernar los procesos automáticos durante un rato, bajo
condiciones normales los reflejos se ocupan de todo mientras nosotros nos ocupemos de la estructura, del armazón. (Los capítulos 4.4 y 4.7 contienen información
importante sobre esto.)
Así que si lo que usted quiere es el bienestar que proviene de la respiración sin problemas y bien adaptada, sugiero que si pospone usted cualquier otra
experimentación respiratoria hasta haber aprendido a mantener y mejorar la estructura, probablemente descubrirá entonces que no queda nada más por hacer con
respecto a la respiración como tal: es verdaderamente un producto resultante. Y si usted es un cantante, un actor, toca un instrumento de viento o es un atleta (o
tiene otras razones para pensar que tiene necesidades especiales) recuerde que cualquier técnica especializada que no esté construida sobre una base de sólida
comprensión de los procesos naturales, es una casa construida sobre la arena.
He aquí tres citas breves que resumen lo que he estado diciendo:
Para el cantante (como para el que no lo es) cada parte del órgano general tiene su propia parte a ejecutar e incluso más importante, todas las partes han de trabajar juntas
en acción-reacción elástica como una unidad orgánica. Destacar demasiado una parte significa romper la unidad. Sobre todo primariamente no hay ningún arte en respirar.
F. HUSLER y Y. RODD-MARLING, Cantar: la naturaleza física del órgano vocal, Londres, Hutchinson, edición revisada, 1976.
Hay un lugar en el cerebro que… hace funcionar el movimiento respiratorio del pecho. Ese lugar es así responsable del estado de aireación de la sangre que la más ligera
diferencia… enseguida aumenta proporcionalmente esa acción del pecho y ventila el pulmón con más libertad. Hay pues un sistema director regulando la toma de aire…
operando químicamente y con un plan autorregulador. Como si eso no fuera suficiente, hay otra regulación más que opera mecánicamente por sí sola.
SIR CHARLES SHERRINGTON, El hombre en su naturaleza, Cambridge University Press, 1940.
… es incorrecto y peligroso hablar de "enseñar a una persona a respirar"…
F. M. ALEXANDER, El control consciente y constructivo del individuo (1923), apartado 2.5 párrafo 9.

4.2 Respiración y espíritu


¿Cómo debería alguien (elevado del no, de la nada total) gustar, tocar, oír, ver, respirar, siendo la duda meramente humana inimaginable para Vos?
E. E. CUMMINGS
Desde los tiempos más remotos, la gente ha estudiado el misterio de la respiración: invisible, intangible, sin la cual dejamos de ser, lo cual parece implicar
numerosas preguntas sobre nuestra verdadera existencia. También hace surgir preguntas sobre nuestra relación con todo lo demás existente, así que quizá no es
sorprendente encontrar en la literatura de muchas religiones y doctrinas filosóficas, que palabras como aliento, vida, espíritu, viento tienden a superponer su
significado. (Una nota al pie de la Nueva Biblia inglesa dice: “Viento y espíritu son traducciones de la misma palabra griega que tiene ambos significados.”)

Mente y músculo 44
Respiración y espíritu

También encontramos evidencia de individuos que reflexionando sobre estas cuestiones, han alcanzado discernimientos profundos, que a veces han intentado
compartir.
En ello, me parece, yace cierta dificultad. Discernimientos de este tipo, aunque de largo alcance, son sutiles y llegan como una experiencia dentro del contexto de
la totalidad de una vida individual. De ahí que sean difíciles de explicar verbalmente, pues las propias palabras parecen cambiar de significado mientras llegan a
los oídos que las escuchan. Cuando las palabras son tomadas por la gente que no ha compartido la experiencia, los discernimientos rápidamente se convierten en
métodos. En el proceso pierden, inevitablemente, mucha de su esencia; en el peor de los casos se tergiversan groseramente. De ahí las advertencias que uno
encuentra en toda doctrina contra los métodos y sistemas; de ahí la insistencia en la necesidad imperativa de un guía personal.
De ahí también, mi propia desconfianza en los ejercicios respiratorios. He dejado claro mi propio punto de vista en el capítulo anterior y no insistiré en ello aquí.
Pero como a menudo llega casi como una sorpresa, parece deseable llamar la atención sobre las opiniones en cierta forma similares, expresadas con alguna
insistencia por la gente que vive en el centro de doctrinas muy diferentes. A veces, al revisar estas opiniones, parece posible seguir paso a paso el proceso de
transformación de una experiencia en una idea y desde allí en un sistema.
Muchos cristianos ortodoxos conocen y aman la Oración a Jesús, una invocación del nombre sagrado en una oración tan breve que puede ser repetida en medio de
los asuntos rutinarios de cada día. “Numerosos escritores han mencionado los aspectos físicos de la oración, los ejercicios respiratorios, la atención prestada al
latido del corazón y a otros cuantos aspectos menores... Los Padres antiguos y modernos han tratado el asunto llegando siempre a la misma conclusión: nunca hay
que intentar los ejercicios físicos sin la guía estricta de un padre espiritual” (Arzobispo ANTHONY BLOOM, La oración viviente, Londres, Darton, Longman and
Todd, 1966).
San Hesychius escribiendo en el siglo sexto o séptimo sugirió que unir la oración a la propia respiración podía proporcionar sin esfuerzo alegría y paz,
conduciendo a una vida de oración continua con el tiempo. Muchos fueron alcanzados por la belleza y simplicidad de esta idea, pero con el tiempo parece haber
sido elaborada y sistematizada. Un texto del siglo decimocuarto da instrucciones detalladas sobre las posturas y sobre regular la respiración para adaptarla a la
oración. Suponiendo la fidelidad de la traducción, esto parece una tergiversación del original. Quizá explica por qué la práctica fue desalentada como mecánica y
por qué encontramos a un obispo ortodoxo del siglo decimonoveno advirtiendo en contra de ella basándose en que “mucha gente ha dañado sus pulmones sin
conseguir nada” (IGUMEN OF VALAMO CHARITON, El arte de la oración: una antología ortodoxa, Londres, Faber and Faber, 1966).
El maestro sufí HAZRAT INAYAT KHAN en La música de la vida (Nueva York, Omega, 1983), al resaltar la importancia de la respiración al proporcionar “orden
y armonía” a cuerpo, mente y alma, tiene que dar esta advertencia:
Hay muchos que sin la guía y el conocimiento apropiados, practican la respiración. Año tras año continúan y consiguen escaso resultado... y a menudo las venillas del
cerebro y del pecho se rompen debido a la mala respiración. Hay muchos que han experimentado esto por no saber cómo respirar. Se ha de ser extremadamente cauto; se
debe hacer los ejercicios respiratorios correctamente o no hacerlos para nada.
G. I. GURDJIEFF fue igualmente claro al hablar de los ejercicios respiratorios en Perspectivas desde el mundo real (Dutton, 1973): “El riesgo es grande (se
informó que dijo) pues la máquina es muy complicada... Si alguien de aquí está experimentando con la respiración, es mejor que se detenga mientras aún esté a
tiempo.” Él explicó que “la dificultad está en saber en qué momentos y qué posturas requerirán ciertos tipos de respiración en qué tipo de gente” (véase P. D.
OUSPENSKY, En busca del milagro, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1950).
Los textos de yoga clásico dejan claro de forma similar que no se enseñaba la respiración antes de que el alumno hubiera seguido un largo entrenamiento en otros

Mente y músculo 45
Respiración y espíritu

aspectos del yoga y luego sólo bajo la guía personal de un gurú experimentado, en un mano a mano (PANTAÑJALI, Cómo conocer a Dios: aforismos de yoga de
Pantañjali, traducción de Swami Pravhavananda y C. Isherwood, Signet, 1969). (Como los maestros de yoga eran tan discretos sobre impartir su experiencia,
parece poco seguro suponer que toda enseñanza del yoga actual tenga mucha conexión con la doctrina.)
TAISEN DESHIMARU en su libro, Zen y las artes marciales (París, Seghers, 1977) (¡mezclado con algún consejo altamente sistematizado sobre respiración!) ,
dice que “tradicionalmente, los maestros nunca lo enseñaron.” (La cursiva es mía.)
Muchas técnicas de meditación recomiendan observar la respiración. Pero como señala K von DÜRCKHEIM en El culto japonés a la tranquilidad (traducción de
E. O’Sheil, Londres, Rider, 1960):
Cualquiera que haya elegido observar su respiración natural y efectuar conscientemente el acto de respirar, no se sorprenderá nada al ver cómo su respiración se altera
repentina y antinaturalmente por el simple hecho de ser puesta bajo observación.
Algunos escritores budistas aconsejan prestar atención al movimiento del aliento cuando pasa por la punta de la nariz en su camino de entrada y salida. Que ello
tienda a prevenir la intervención inútil o dañina en lo que le ocurre al aire después de ello, parece una buena idea para cualquiera que encuentre difícil dejarlo solo.
Otra meditación budista sugiere intentar observar el momento en que la inspiración deja paso a la espiración y viceversa. Posiblemente, el propósito de esta
meditación es el sobresalto al recibir las ideas, al descubrir que cuando se permite a la respiración continuar sin alteración, tal momento no existe (véase el capítulo
4.1). Esto para algunos puede ser extremadamente desconcertante, incluso atemorizador. Y por lo tanto una vez más, volvemos a la idea de que cualquier
experimento de este tipo requiere de guía diestra.
Pero como un guía diestro y experimentado en estos asuntos está raramente disponible en nuestra sociedad, ¿debemos por lo tanto, dar la espalda a todos los
pensamientos y preguntas de ese estilo que surgen en nosotros? Si vemos los peligros de tocar ligera y apresuradamente prácticas que han de ser tratadas con
respeto (según las repetidas declaraciones de aquellos que probablemente las conocen mejor) seguro que aún nos es posible considerar las cuestiones profundas
concernientes a nuestra existencia.
A través del clamor del consejo y la teoría, emergen voces claras que parecen salir de algún punto central donde auténticas experiencias se tocan entre sí. A veces
en el lenguaje poético, a veces en la terminología de doctrinas enormemente diferentes, se nos recuerda el aliento por el que vivimos, su libertad de ir y venir, el
hecho de que no nos comete controlar sino recibir. En los pasajes siguientes hay unas pocas de esas expresiones; sin duda otras se le ocurrirán a usted. Si algunas
de ellas (desde el antiguo texto sagrado hasta la poesía moderna) parecen hablarle a usted, espero que las escuche pacientemente; muy posiblemente tienen algo
más que decir.
El Señor del Universo dijo: “He creado los cuatro vientos, para que cada uno pueda respirar dónde se encuentre…” (Egipcio, aproximadamente 4.000 años antes de Cristo.)
Formó Yavé Dios al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado. (Génesis 2:7.)
Ni Ser ni no-Ser existían aún, ni el espacio aéreo, ni el espacio más allá. ¿Qué se agitaba poderosamente? ¿Dónde?... Nada aún distinguía la noche del día. El Uno respiró
de su propio impulso, sin aliento. No existía nada más. (Veda.)
… un aliento de vida salió de mí y por mi propio acto creé criaturas vivientes. (Isaías 57:16.)
Permíteme estirarme en la sombra… Girar la cara al aliento vigoroso del viento del oeste… (Hesíodo, aproximadamente 700 años antes de Cristo.)
Es por la tierra en nosotros que conocemos la tierra y el agua por el agua y por nuestro aire el aire divino… (Empédocles, aproximadamente años 493-433 antes de Cristo.)

Mente y músculo 46
Respiración y espíritu
El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va… (Juan 3:8.)
… el aliento, que nosotros y los griegos llamamos “aire”, principio vital que penetra el universo entero y está unido íntimamente con todo… (Plinio el Viejo, 23-79.)
El gran flujo del océano me pone en movimiento, flotando, flotando como las algas sobre la superficie del agua. La bóveda celestial me excita y el aire poderoso agita mi
espíritu y me arrojo a mí mismo al polvo. Tiemblo con alegría. (Esquimal.)
… Mía es esta fuerza misteriosa del viento invisible. Soporto el aliento de todas esas vidas. Aliento la vegetación y las flores… soy la fuerza que vive escondida en los
vientos… como un hombre no puede actuar sin respirar, así un fuego no puede quemar si no es con mi aliento… Impregno todas las cosas, que no mueren… (Hildegarda
de Bingen, 1098-1179.)
El aire está mejor siendo un milagro viviente como ahora es, que si estuviera henchido de coronas y cetros… La libertad de vuestra generosidad me ha engañado. Estas
cosas están demasiado cerca para ser apreciadas. (Thomas Traherne, 1637-1674.)
… permite a la corriente irresistible de mi energía universal llegar como el impetuoso viento sur de la primavera, permítele llegar precipitándose sobre el vasto campo de la
vida del hombre, permítele traer la esencia de muchas flores y los murmullos de muchos bosques… (Rabindranath Tagore, 1861-1941.)
Mi nariz recibe y transmite a mi alma la dulce esencia del laurel, la esencia indefinible del boldo…
PABLO NERUDA
Me acuesto bajo el cobertor del cielo, y descanso ligeramente sobre las almohadas de las nubes… Apóyate sobre mi pecho toda la noche mi amor, pues yo soy las nubes, el
viento y el aliento divino.
CLARE CAMERON
Si usted piensa “yo respiro”, el “yo” sobra. (Shunryu Suzuki, 1905-1971, Mente Zen, Mente del principiante.)

4.3 El factor coordinador


Es monstruoso que los pies deban dirigir la cabeza.
Reina Isabel I de Inglaterra
Hemos compartido bastante hasta ahora, así que no hay duda de que usted entiende que desde mi punto de vista no parece que ningún planteamiento que trate
fragmentos del organismo humano, nos llevará muy lejos. Todo en nosotros está tan entretejido, es de tal complejidad maravillosa, que si tomamos el
planteamiento de los fragmentos, mientras intentamos corregir una cosa, otra se estropea. Por esto pienso que la mayoría de la gente saldría mucho mejor sin
aquellos articulillos ubicuos que nos dicen cómo mejorar nuestra postura, cómo respirar, cómo relajarnos, etc. Por mucho que sepamos, simplemente no podemos
incluirlo todo de una vez; por mucho que jugueteemos, no podemos ocuparnos de todo a la vez. Podemos fácilmente meternos en un barullo irremediable. ¡Si
hubiera tan solo un factor coordinador simple que se ocupara de algunos detalles, dejándonos libres para pensar en las otras cosas! Pues bien, lo hay.
El factor coordinador principal es la cabeza. La gente extremadamente bien coordinada (algunos acróbatas circenses, por ejemplo) siempre ha sido consciente de
esto, pero probablemente no de una forma que pudiera ser compartida verbalmente. Los hechos quedaron establecidos científicamente hace más de setenta años,
aunque su importancia práctica no siempre ha sido apreciada. Mucho antes de eso, en los años 1880, el gran pionero F. M. Alexander, trabajando empíricamente,
descubrió lo esencial sobre la coordinación y basó su famosa técnica en ello (véase el capítulo 7.1). Su enseñanza práctica continúa extendiéndose, pero sus libros,
Mente y músculo 47
El factor coordinador

en general, parecen ser mejor comprendidos por aquellos que ya conocen por
experiencia personal, lo que él quería decir. (Muchos escritores recientes parecen
encontrar el tema incluso más difícil de manejar que Alexander, así que mucho del
material disponible más fácilmente en las librerías es desorientador. Pero véase las
“Más lecturas sugeridas” al final del último capítulo.)
Este “manual”, aunque debe mucho a mi experiencia como maestra de Alexander
desde 1969, no intenta describir las sutilezas de la Técnica Alexander en manos de
un buen maestro. Mi esperanza más modesta es que proporcionándole a usted los
factores relevantes y aconsejándole lo que puedo expresar en lenguaje llano, pueda
yo ayudarle a protegerse a usted mismo de algunas ideas erróneas con las que todos
hemos sido bombardeados desde la infancia.
Figura 4.5. Usted sabe que la lámpara de la derecha seguro que caerá
mientras que la lámpara de la izquierda puede que no caiga.
La cabeza coordina, no sólo porque eso es con lo que pensamos, sino por todo tipo
de razones, como intentaré demostrar. Para entender por qué es el principal factor
coordinador, necesitaremos entrar un poco más profundamente en cuestiones de
equilibrio, refiriéndonos en particular a la cabeza y su relación con el resto del cuerpo. ¿Qué hay del peso de la cabeza y su efecto
sobre el resto? Las cabezas varían de tamaño y naturalmente, las cabezas de los niños son más grandes en proporción al cuerpo, pero
incluso en el adulto, su cabeza representa una carga considerable colocada encima de todo. ¡Realmente es un logro del equilibrio lo
que estamos efectuando a lo largo de todo el día, cuando piensa usted en ello! El cuerpo humano en vertical, esté quieto o en
movimiento, es esencialmente una estructura inestable, pues su masa se ahusa sobre una base formada por sus pequeños pies. Es
razonable pensar que el posicionamiento de un peso grande y móvil (la cabeza) en el extremo superior de esta estructura tiene una
influencia importante en el equilibrio de la totalidad.
Por alguna razón, ocurre a menudo que cuando intento discutir sobre cuestiones de equilibrio con la gente, me encuentro con un
cierto rechazo: “Yo no entiendo de mecánica… nunca estudié física”. Pero hay ciertas cosas que no puede usted dejar de saber; y
actúa usted sobre este conocimiento todos los días. Suponga que estoy sosteniendo las lámparas de la figura 4.5; ciertamente sabe
usted que la lámpara de la derecha se caerá si la suelto y que la lámpara de la izquierda probablemente se enderezará, tambaleándose
un poco para finalmente quedarse de pie sobre su base. ¿Cuál es la diferencia? La mayor parte del peso en la lámpara de la derecha
está ya a punto de caer fuera de la base, mientras que en la lámpara de la izquierda la mayor parte del peso tiende a caer dentro de la
base. Recuerde que la gente está sometida a la gravedad igual que las lámparas, pero podemos elegir más sobre cómo reaccionar.
Para ayudarle a dirigir su atención a lo que usted ya sabe ciertamente, he aquí unos pocos experimentos que vale la pena hacer.
Figura 4.6. Vea con cuanto cuidado ha de colocar el bloque de encima.

Mente y músculo 48
El factor coordinador

4.3.1 Experimento 1
Haga una torre de piezas de construcción infantiles (figura 4.6), seis piezas de las más pequeñas debajo y la misma altura de piezas más grandes encima. Luego
coloque otra pieza pequeña encima y finalmente coloque una de las piezas más grandes en la cima de la torre. ¡Vea con cuánto cuidado ha de colocarla para evitar
hacerlo caer todo! Naturalmente, esto es muy diferente de un cuerpo humano, pero pienso que ayuda a iluminar algunas cuestiones de equilibrio que manejamos
todo el tiempo sin darnos cuenta.

4.3.2 Experimento 2
Si puede hacerlo sin separar los talones del suelo, póngase en cuclillas. (Si no puede
hacerlo fácilmente, no importa, quédese de pie frente a un sofá bajo, de espaldas a él,
como si estuviera usted pensando en sentarse en él. Entonces agáchese todo lo que
pueda cómodamente, sin levantar los talones.) Ahora vea si puede usted mirar al
techo, moviendo sólo la cabeza. ¿Cómo le ha salido? ¿Se ha caído hacia atrás y ha
terminado sentado en el suelo (o el sofá)? Si ha mantenido el equilibrio, ¿cómo lo ha
conseguido?
a) ¿Se ha apoyado en algo?
b) ¿Se ha aguantado aumentando el esfuerzo en piernas y pies?
c) ¿Ha movido los brazos hacia delante?
d) ¿Se ha doblado por la cintura?
En cuclillas estaba usted equilibrado exactamente con algún peso (las asentaderas) por
detrás de su base (los pies) mientras probablemente su cabeza y la parte superior del
cuerpo estaban un poco hacia delante para compensar. Cuando mueve usted un peso
importante (su cabeza) hacia atrás, crea usted un problema de equilibrio. Las
reacciones a y b son intentos de resolver ese problema aumentando el esfuerzo
muscular para quedarse donde está; c y d son intentos de resolver el problema de
equilibrio colocando peso extra hacia delante para compensar el desplazamiento hacia
atrás del peso de la cabeza. Sea como fuere, pienso que habrá notado usted que el
desvío del peso de la cabeza tuvo un efecto sobre su equilibrio e impuso algún tipo de
comportamiento compensatorio en usted (figura 4.7).
Figura 4.7. Izquierda: Intento de ponerse en cuclillas ante el sofá:
La cabeza influye en el equilibrio. Derecha: Estando precariamente en cuclillas, fácilmente se
cae al cambiar la posición de la cabeza. (La inadecuada rotación lateral del muslo añade
dificultad; véase el capítulo 5.2.)

Mente y músculo 49
El factor coordinador

He elegido a propósito un ejemplo claramente extremo. Pero de hecho, lo haya notado usted o no, el posicionamiento de la cabeza siempre le hace cambiar al resto
de usted. En un sentido esto es simplemente mecánico, igual que la torre de piezas de construcción. Pero los cambios en el posicionamiento de la cabeza también
provocan cambios en el comportamiento muscular. R. MAGNUS en “Algunos resultados de los estudios de la fisiología de la postura” (Conferencias de Cameron
Prize, en Lancet, 11 de septiembre de 1926) discutiendo los movimientos de los animales: “Es posible, dando a la cabeza diferentes posiciones, cambiar la
distribución del tono en la totalidad de la musculatura corporal...” Esto es normal y natural. Los bailarines y los acróbatas tienen conocimiento del proceso (incluso
si no le dan un nombre). La Anatomía de Gray hace una referencia de pasada a ello en el apartado de Neurología, sin subrayar la enorme importancia práctica que
tiene para todos nosotros. (El propósito de Gray es proporcionar hechos, no colocarlos por orden de importancia.) Si experimenta usted como le he sugerido, se
dará cuenta de que tiene usted el medio de elegir la forma en que el equilibrio se consigue y mantiene.
Naturalmente, nada de todo esto significa que deba mantener usted una posición fija de la cabeza, sino todo lo contrario, como veremos. Minúsculos movimientos
de la cabeza causan cambios significativos por todo el cuerpo, así que es interesante ver cómo funcionan. Mientras esté leyendo la descripción del capítulo
siguiente, por favor, no intente sentir lo que estoy explicando. Algunos de los mecanismos son tan delicados que casi no hay ninguna sensación involucrada, por lo
que intentar sentirlos podría crear confusión. Es mejor sólo leer y entender. Más adelante, sugeriré pequeños experimentos que puede hacer usted si quiere
comprobar mis explicaciones.

4.4 Movimientos de la cabeza (1)


Los seres humanos tienen una estructura específica (como todas las demás especies) y sólo puede crecer según esta estructura. Libertad no significa libertad de todos los
principios de guía. Significa libertad para crecer según las leyes de la existencia humana. Significa obediencia a las leyes que gobiernan el desarrollo humano óptimo.
ERICH FROMM, Tener o Ser
… es esencial, para quitar los cascos de los policías, dar un empellón hacia delante antes de intentar levantarlos. En caso contrario, la barbilla del sujeto queda sujeta por la
correa… Hay una forma correcta y una incorrecta...
P. G. WODEHOUSE, El código de los Wooster
4.4.1 Mirar arriba y abajo, cabecear
En el capítulo 2.2, hablábamos de la articulación entre la cabeza y el extremo superior de la columna vertebral y del error común de imaginar que está en algún
lugar detrás del cuello. En la figura 4.8 observará dos pequeñas prominencias (cóndilos occipitales) que forman parte de la base del cráneo. Son como minúsculas
mecedoras y se asientan en un par de pequeñas cúpulas (las superficies articulares superiores del atlas o primera vértebra cervical), en lo más alto de la columna.
Observe lo alto que está esto y cuán hacia delante. Imagínese esta articulación entre sus oídos (apenas por debajo del nivel de los agujeros de las orejas) y no se
equivocará mucho.
Las dos “cúpulas” están formadas dentro de la superficie superior de la vértebra atlas de forma que las “mecedoras” no pueden salirse por muy libremente que les
permitamos moverse. Los ligamentos las mantienen en su sitio y naturalmente hay almohadillado y lubricación. Los cóndilos pueden girar dentro de sus “cúpulas”,
resbalando hacia atrás y hacia delante para producir un pequeño movimiento de cabeceo de la cabeza, como cuando le dice usted a alguien que sí en silencio. I. A.
Kapandji (FA, volumen 3) da a este movimiento una amplitud de quince grados. Sin embargo, mucha gente coloca límites inconscientes a este movimiento en sí
misma, reemplazándolo por movimientos de todo el cuello, un error tan común que incluso ha llevado a cierta confusión terminológica.

Mente y músculo 50
Movimientos de la cabeza (1)
Figura 4.8. Cráneo mostrando los cóndilos.
Algunos ejemplos:
1. W. PLATZER, AC: “La contracción bilateral (del esternocleidomastoideo) levanta la
cabeza.”
No está claro lo que quiere decir esto. En la postura erecta, los esternocleidomastoideos
obviamente no pueden “levantar la cabeza”. No obstante, cuando el cuerpo está en
posición supina y dependiendo de la acción de otros músculos (incluidos los
abdominales) pueden participar en levantar la cabeza separándola de la superficie en la
que se apoya.
2. F. P. KENDALL y E. K. McCREARY, MCF: “En una posición errónea habitual con la
cabeza adelantada los músculos esternocleidomastoideos permanecen en una posición
acortada y tienden a desarrollar acortamiento.” (la cursiva es mía.)
Esto es cierto verdaderamente, pero es necesario decir que es el cuello lo que está
adelantado; la cabeza, aunque “adelantada” en el espacio, es decir, respecto al tronco,
usualmente es inclinada hacia atrás-abajo respecto a la columna cervical, en un intento
por contrarrestar el desequilibrio y que así los ojos puedan mirar hacia delante, como en
la ilustración de Kendall de la página 300.
3. J. V. BASMAJIAN, Anatomía primaria (Baltimore, Williams and Wilkins, 1976):
“Cuando los esternocleidomastoideos derecho e izquierdo se contraen simultáneamente,
se flexionan la cabeza y el cuello.”
Descripciones similarmente vagas se encontrarán dondequiera que los autores traten la cabeza y
el cuello como si la existencia de la articulación atlantooccipital fuera de interés puramente
teórico. Parecen reflejar la confusión general sobre los detalles prácticos lo que causa problemas
en esta área. Para mayor claridad concerniente a la acción de los esternocleidomastoideos,
véase: T. D. M. ROBERTS, Entender el equilibrio (1995, párrafos 9 y 10 del apartado 6.7 y
último párrafo del apartado 9.21).
Hay también a este nivel un movimiento de inclinación lateral muy ligera cuya amplitud
total es de tres grados, según Kapandji (FA, volumen 3). Lo que usualmente entendemos
por “inclinar la cabeza” es un movimiento efectuado principalmente en el cuello. Girar
la cabeza también ocurre en alguna parte. (Se discute en el capítulo 4.6.)
La articulación cabeza-atlas tiene una característica que es de inmensa importancia
práctica para nosotros. Para entenderlo lo compararemos con otra articulación: el codo. A medida que lo lea, le invito a hacer algunos pequeños experimentos.

4.4.2 Experimento 1
a) De pie o sentado con todo el brazo estirado a la altura del hombro, doble el brazo por el codo. Ha contraído usted los músculos flexores sujetos al lado
interno del brazo, por encima y por debajo del codo; esto tira de su antebrazo hacia la parte superior del brazo.

Mente y músculo 51
Movimientos de la cabeza (1)

b) Ahora estire el brazo de nuevo. Ha contraído usted los músculos extensores sujetos a la parte posterior del brazo por encima y por debajo del codo. Ha
liberado usted los flexores correspondientemente, pero esa liberación por sí sola no hubiera estirado su brazo cuando estaba en aquella posición. El
movimiento necesita de la contracción de los extensores, digamos de un uso activo de la articulación, con lo cual quiero decir que ello depende de la
contracción muscular.

4.4.3 Experimento 2
a) Empiece con el brazo colgando normalmente del hombro. Dejando la parte superior del brazo donde está, doble el codo. De nuevo ha contraído usted los
flexores, como hizo en el experimento 1a). Claramente, esto también es activo.
b) Mantenga el codo doblado durante unos segundos. Está usted manteniendo una contracción flexora, así que esto, obviamente, también es activo.
c) Simplemente deja caer su antebrazo. Su brazo de ha estirado porque sus flexores ya no se oponen a la fuerza de la gravedad. Esta vez usted no necesitó
usar sus extensores, ¿verdad? Usted sólo necesitó dejar de mantener el codo doblado.
En el experimento 1, contrajo usted flexores y extensores por turno, es decir, usted hizo ambas cosas: doblar y estirar. En el experimento 2c) usted no necesitó
hacer el estiramiento; la gravedad podía hacerlo por usted. Llamemos a esto un uso pasivo de la articulación. ¿No es obvio? Sí, ciertamente. Un ejemplo obvio de
la diferencia entre hacer y permitir que ocurra. Considerar lo obvio a menudo puede ayudarnos a entender cosas que inmediatamente son menos evidentes.
La mayoría de las articulaciones pueden ser utilizadas activa o pasivamente, según las circunstancias. Pero la articulación cabeza-atlas es única. En el sentido:
efectivamente la cabeza sólo puede moverse pasivamente (como su brazo se movió en el experimento 2c). Veamos por qué.

4.4.4 Experimento 3
Si se pone usted a cuatro patas, sobre las manos y las rodillas, se dará cuenta de que si quiere usted ver bien lo que hay a su alrededor, levantará la cara tirando de
detrás de su cabeza hacia su espalda. (Muchos músculos pueden participar en esta acción, mayoritariamente tirando dela cabeza hacia la columna vertebral,
mientras el grande y poderoso par llamado trapecio puede también tirar de ella hacia los hombros.) En mor a la brevedad llamaré a esta acción echar la cabeza
atrás. Esta me parece la manera más simple de describir este movimiento. Nos queda claro en la posición a cuatro patas. En la posición erecta, podríamos pensar
en ello como “levantar la cara”. No obstante, el hecho es que la acción muscular consiste en tirar de la cabeza hacia la espalda.
Además, considerando sólo el movimiento en la articulación cabeza-atlas, el movimiento hacia atrás de la cabeza se consigue con la mayor suavidad si permite a
sus ojos dirigir el movimiento. La cabeza se mueve con mucha naturalidad para facilitarle a usted mirar donde quiere mirar. Cuando termina esto, cuando ha
terminado usted de mirar, no necesitará usted usar la potencia muscular para volver a colocar su cabeza en la posición “neutral” original: la gravedad lo hace por
usted, cuando deja usted de sostener su cabeza atrás, igual que hizo su brazo en el experimento 2c). El uso pasivo de la articulación es la única manera de hacer
el retorno genuino a lo neutral.
Naturalmente, al igual que el brazo, la cabeza puede ser liberada a diferentes velocidades (pero no intente dejarla caer bruscamente). Es en realidad una cuestión
de adónde quiere usted mirar. Así que cuando usted decide simplemente que ya no necesita tirar o sostener su cabeza hacia atrás, ¡ello no implica que todo se
colapse! No, su cabeza sólo vuelve naturalmente a lo “neutral”, mientras la intrincada red de reflejos de estiramiento continúa funcionando para protegerle a usted.
Naturalmente también es posible dejar caer el cuello, como un animal que quiere pacer la hierba. Este no es el movimiento que estamos discutiendo ahora, pero
Mente y músculo 52
Movimientos de la cabeza (1)

mucha gente confunde los dos, lo que hace importante el siguiente experimento.
Figura 4.9. El peso de la cabeza
proporciona la oposición a los músculos que echan la cabeza atrás.
(Véase las implicaciones importantes en el capítulo 4.7.)
Arriba: Debido al peso oponente del niño, el extremo más ligero del
columpio se eleva cuando la mujer deja de aguantarlo abajo.
Abajo: Debido al peso oponente de la parte frontal más pesada de la
cabeza, la parte posterior más ligera de la cabeza se eleva cuando los
músculos dejan de aguantarla abajo.
W = peso; P = fuerza; F = fulcro: aquí es donde está la articulación.
4.4.5 Experimento 4
Le sugiero que intente las dos cosas para distinguir la diferencia
entre
a) dejar caer la cabeza,
b) dejar caer el cuello.
En la base del cuello puede notar usted dos protuberancias (las
apófisis espinosas de la séptima vértebra cervical y la primera
dorsal). Desde esta zona en la que el cuello y la espalda se
encuentran, su cuello puede caer mucho, si usted quiere.
Tanto si deja caer el cuello como si lo mantiene más o menos
alineado con la espalda, puede usted echar la cabeza atrás (como
he descrito) y permitirle caer hacia delante de nuevo. Estos son los
movimientos más pequeños y la cabeza se mueve desde la
articulación entre los oídos, un lugar muy alejado del punto de
encuentro del cuello y la espalda.
Insisto en este punto porque mucha gente no es consciente de esta distinción entre cabeza y cuello. Naturalmente puede usted moverlos juntos o separadamente,
depende de usted. Pero si usted no sabe que puede elegir, podría usar cabeza y cuello como si estuvieran soldados juntos. Mucha gente lo hace así y muchos
problemas están causados por esta confusión de cabeza y cuello.
Continuemos esta línea de pensamiento un poco más. Suponga que estoy en la cocina y quiero mirar hacia arriba, a un estante alto. Como he dicho, unidos a la
parte posterior de la cabeza hay muchos pares de músculos que pueden ser puestos en acción para tirar de la cabeza hacia la columna vertebral (y en el caso del
trapecio, hacia los omóplatos). Naturalmente, esto inclina mi cabeza: su parte posterior es echada abajo y por lo tanto la cara se levanta. Naturalmente puedo usar
mis músculos para hacer esto siempre que quiero (para eso están). Lo importante es que cuando quiero mirar recto hacia delante de nuevo, la gravedad aún hará el

Mente y músculo 53
Movimientos de la cabeza (1)

trabajo, igual que hizo cuando yo estaba a cuatro patas. Por esto el centro de gravedad de la cabeza está ligeramente delante de la articulación del atlas, así que la
cabeza siempre caerá suavemente a lo “neutral”cuando no esté yo sosteniéndola en otra parte.
Vimos (en el apartado 3.1.3) cómo los músculos pueden cooperar oponiéndose a los demás; nosotros lo damos por sentado y a menudo suponemos que podemos
hacer una acción y luego invertirla haciendo lo opuesto. Esta es una suposición peligrosa, porque no hay un antagonista efectivo para todas las fuerzas
musculares capaces de echar la cabeza atrás. (El papel de los músculos largo de la cabeza y recto anterior de la cabeza se discute más adelante en este capítulo.)
De hecho, no es necesario ninguno: el peso de la cabeza proporciona la oposición necesaria. (I. A. Kapandji describe esto en FA, volumen 3: “un sistema de
palanca... el fulcro está a la altura de los cóndilos occipitales... la fuerza la produce el peso de la cabeza aplicada a través de su centro de gravedad cerca de la silla
turca; los músculos posteriores del cuello... contrarrestan el peso de la cabeza...”) La figura 4.9 muestra el principio en acción.
He aquí otro pequeño experimento que podría dejarle todo esto claro. Como con todos los demás experimentos que sugiero, si no parece aclararle las cosas
inmediatamente, por favor no insista. Hay otras maneras menos directas de llegar a la misma comprensión.

4.4.6 Experimento 5
(Puede usted intentar este experimento consigo mismo sólo tres o cuatro veces; no tiene sentido repetirlo más. No se le ocurra hacérselo a otra persona; sería fácil
hacerle daño, por muy suave que usted sea.)
Siéntese cerca de una mesa (de altura normal, no una mesita baja) y ponga los codos sobre la mesa. Con los dedos corazón, busque con suavidad el pequeño hueco
justo tras los lóbulos de las orejas (entre la mandíbula y el cráneo). Dejando los dedos donde están y con la boca cerrada, ponga las puntas de los pulgares bajo la
barbilla. Suponiendo que su articulación de la cabeza está “en neutral”, un suave empujoncito hacia arriba con los pulgares (los codos siguen sobre la mesa) será
suficiente para inclinar su cara hacia arriba sólo un poquito, es decir, inclinar toda la cabeza ligeramente hacia atrás sin echarla contra la espalda. (Si esto no parece
funcionar con usted, no aumente la presión del pulgar y no use potencia muscular para mover a cabeza. Ambas cosas serían contraproducentes.)
Cuando usted deje de empujar con los pulgares, probablemente encontrará que su cabeza se inclinará suavemente hacia delante hacia su posición original, tocando
los pulgares de nuevo. Esto es lo que ocurrirá si la articulación sigue estando “en neutral”. Naturalmente, si lo prefiere, en lugar de permitir a la cabeza inclinarse
hacia delante por su propio peso, puede usted intervenir para sostener la cabeza en su posición inclinada hacia atrás. De lo que se trata es de notar que la elección
es suya. Note que la cabeza puede ser enviada más atrás de lo que su articulación permite, si usted también dobla el cuello hacia atrás. Si usted hace esto, el
experimento no será válido, pues el movimiento ya no será puramente un movimiento de la cabeza.
La razón de que haya dedicado tanta explicación a la articulación cabeza-atlas es que muy poca gente reconoce dónde está y cómo funciona. Así, aunque ella
usualmente puede mover la cabeza o mantenerla quieta, es bien inconsciente de la tercera posibilidad, que yo llamo el estado neutral de la articulación en el cual
está simplemente disponible para el movimiento. Aunque usted podría no elegir necesariamente empezar la opción del movimiento en un momento dado
cualquiera, este estado neutro, cuando existe, crea las condiciones que son decididamente ventajosas para el resto del cuerpo.
Explicaré como funciona esto. Como hemos visto, muchos músculos pueden participar en echar la cabeza atrás en esta articulación (además de los músculos
suboccipitales recto posterior de la cabeza mayor y menor, podemos enumerar el larguísimo de la cabeza, semiespinal de la cabeza, esplenio de la cabeza, trapecio
y esternocleidomastoideo – véase el ejemplo 2 del apartado 4.4.1); hay sólo dos pares de músculos pequeños capaces de activar en el sentido opuesto (largo de la
cabeza y recto anterior de la cabeza) y ellos no son suficientemente poderosos como para competir con las fuerzas musculares combinadas involucradas en el

Mente y músculo 54
Movimientos de la cabeza (1)

tirón hacia atrás. Estos dos pares cooperan con otros músculos más profundos (aquellos involucrados en los tirones laterales, hacia atrás y rotacionales sobre la
cabeza: recto lateral de la cabeza y el grupo de músculos suboccipitales) para hacer pequeños ajustes cuando estamos de pie, sentados, moviéndonos alrededor.
Aquí en el corazón, por decirlo así, de todo lo que mueve la cabeza, todos los músculos minúsculos que (cuando no están dominados por fuerzas más grandes)
están trabajando continuamente para equilibrar la cabeza y para colocarla en la posición más ventajosa para el equilibrio del cuerpo entero. Naturalmente, el
equilibrio ideal de la cabeza es algo constantemente cambiante según las acciones que se pida al resto del cuerpo que efectúe. (Más sobre las implicaciones en los
capítulos 4.5 a 4.7.) Estos músculos profundos siempre cuidarán del equilibrio de la cabeza, suponiendo que se les permita hacerlo.
Según R. A. DART: “El trapecio... puede operar, aunque muy inadecuadamente, como un retractor (o extensor) adicional de la cabeza” (“Aspecto muscular de la mala oclusión”,
DE, 4. 2, párrafo 3). Inadecuado o no, este uso del trapecio se ve frecuentemente en la mala postura.
Véase también MCF, sobre el acortamiento del trapecio superior.
4.4.7 Experimento 6
Coloque los dedos y el pulgar de una mano juntos en racimo y sobre sus puntas equilibre una pelota grande de playa o un objeto similar. Camine o baile por la
habitación, notando cómo cooperan sus dedos con los demás mediante movimientos minúsculos para mantener la pelota en equilibrio. Esto proporcionará una idea
del funcionamiento aproximado de la actividad refleja continua de los músculos que rodean exactamente la articulación cabeza-atlas.
La interacción continua de estos músculos la efectúan los reflejos de estiramiento debidos a la reacción de los músculos a la gravedad y a los demás. Es un sistema
reflejo sutil y delicado que no deja lugar a la interferencia bienintencionada. No debería usted intentar controlarlo o incluso sentirlo. Todo lo que ello necesita es
que usted no lo gobierne innecesariamente.
Me parece estar oyéndole preguntar: “¿Pero voy a estar seguro de que no estoy gobernándolo?” Una buena pregunta que intentaré responder sugiriendo otro
experimento.

4.4.8 Experimento 7
Haga esto exactamente donde esté usted y tal como esté, sin moverse.
a) Imagine que alguien que a usted no le gusta mucho, quiere moverle la cabeza y que usted ciertamente no va a permitirle hacerlo.
b) Ahora haga como que la persona que a usted la gustaría que le tocase más que todo el mundo, quiere mover su cabeza muy suavemente ¡y a usted no le
importa lo más mínimo!
Estoy segura de que usted confiaba en ambos casos en que su cabeza estaba lista para reaccionar como usted quería que lo hiciera en estas situaciones imaginarias.
Probablemente, usted no tiene una idea clara de cuál era la diferencia: eso no importa. Lo único que importa de verdad es que sus músculos sean obedientes, como
es habitual. En 7a) yo espero que los músculos alrededor de la articulación se contrajeran todos juntos para apretar la cabeza a la vértebra atlas. (Probablemente
otros pocos músculos intervienen también en la acción.) En 7b) lo más probable es que los músculos en cuestión se relajaran y volvieran a su trabajo de adaptarse
suavemente a las circunstancias. Así ve usted que tiene más control del que pensaba que tenía. ¡Muy a menudo las cosas cambian en un instante en respuesta a sus
deseos!
Si esto parece un cuento de hadas, permítame que le pregunte: ¿Cómo se lo hace usted para tomar un sorbo de agua o un bocado? La descripción de la deglución

Mente y músculo 55
Movimientos de la cabeza (1)

ocupa prácticamente toda una página en la Anatomía de Gray (AG, Esplacnología), ¡cuando usted puede hacerlo simplemente así! Y precisamente “simplemente
así” ha tenido usted el efecto sobre la disponibilidad de su cabeza para la acción de sus propios reflejos; no necesita pensarlo, a menos que sea para pararse a ver si
sus demandas han sido cumplidas.
Hablando de cuentos de hadas, hay uno sobre un hombre al que le concedieron tres deseos. Malgastó dos de ellos deseando sin pensar cosas que no quería en
realidad, con resultados tan desastrosos que la única solución fue... ¡usar el tercer deseo para desear que nada de aquello hubiera sucedido! Si hemos de evitar
querer esfuerzos musculares que sólo se anulan los unos a los otros, necesitamos pensar un poco con claridad sobre lo que realmente deseamos que ocurra.
Debe decirse que para alguna gente los mecanismos descritos no parecen responder fácilmente al simple deseo, a pesar de haber entendido intelectualmente lo que
está implicado. Cuando ese es el caso, hay a menudo una explicación simple; descartada la enfermedad o lesión específica, el problema usualmente está originado
en los hábitos y conceptos erróneos. A menudo resulta que en el pasado, esa persona ha dado a la musculatura tantas instrucciones contradictorias que el concepto
de un estado neutral se hace engañoso en extremo.
En tal caso, es razonable buscar ayuda. No hay varita mágica que le capacite a uno para funcionar mejor sin aprender a hacer algunos cambios. Los maestros de
Alexander son gente que ha sido formada especialmente para guiar a la gente a través de este tipo de dificultad. Puede ser importante buscar el consejo de un
maestro cualificado que le vea y le conozca de verdad. Este libro no es un conjunto de instrucciones de “hágalo usted mismo”.
No obstante, con la información apropiada, a menudo podemos evitar complicar nuestro problema: al menos cuando sentimos la necesidad de compensar las
dificultades cuya naturaleza real no está clara, podemos hacer una pausa para pensar. Y esto ya es algo, pues sólo esa pausa permitirá a cualquier solución ser
efectiva. (Véase el capítulo 3.5.) En los dos capítulos siguientes, mientras seguimos montando el rompecabezas de nuestra imagen corporal, examinaremos más los
movimientos de la cabeza.

4.5 Movimientos de la cabeza (2)


Cualquier animal y especialmente el hombre, es una estructura altamente integrada cuyas partes deben cambiar juntas al cambiar su comportamiento. La evolución de la
mano, los ojos, los pies, los dientes, toda la estructura humana, forman un mosaico de dones especiales.
J. BRONOWSKI, La ascensión del hombre
4.5.1 La mandíbula y su influencia
Puede ser sorprendente descubrir que el mayor obstáculo para el buen equilibrio de la cabeza, surge a menudo de la forma de usar la mandíbula inferior. Ya sea
comiendo, hablando, cantando o simplemente tragando saliva, la gente muy a menudo adquiere hábitos que trabajan en contra del equilibrio libre de la cabeza que
es tan esencial para todo uso eficiente de los mecanismos. Podemos distinguir entre hábitos debidos a los conceptos erróneos sobre el funcionamiento de la
mandíbula y los hábitos debidos a las emociones, probablemente enraizadas en nuestra historia evolutiva.
Miremos primero los conceptos erróneos, que según mi experiencia se refieren principalmente a la apertura de la boca. A menudo le pido a la gente que represente,
mediante descripciones o movimientos de manos, lo que piensa que ocurre cuando abre la boca. Estas aclaraciones generalmente se agrupan en tres categorías:
a) se muestra la mandíbula inferior entera descendiendo verticalmente, se diría que separándose de sus sujeciones;

Mente y músculo 56
Movimientos de la cabeza (2)

b) algo como las “sombras” que solíamos hacer de niños, de un cocodrilo abriendo la boca, elevando la mandíbula superior;
c) algo como una caja boca abajo, con la tapa colgando de la bisagra.
La primera de estas aclaraciones es claramente imposible. En cuanto piensa usted en ella, se da cuenta de que la mandíbula inferior debe estar unida a algo por
arriba (de hecho, al cráneo) y unida más atrás de la barbilla, ya que la barbilla cae. Verdaderamente, la gente cuya imagen mental corresponde a a) es usualmente
franca al admitir que “no sabe bien cómo la mandíbula hace eso” y le alivia aprender que de hecho no lo hace. Las aclaraciones b) y c) son posibles, pero tienen
inconvenientes. La gente que elige la opción del “cocodrilo” usualmente ve enseguida que ello implica necesariamente echar la cabeza atrás, visto el hecho de que
la mandíbula superior forma parte del cráneo. El obstáculo oculto de la opción de la “caja boca abajo” es un poco más difícil de apreciar, porque es posible usar la
mandíbula inferior así y no mover la cabeza, pero de hecho, esto resulta incómodo particularmente para la laringe, así que en este caso también, casi seguro que
usted terminará echando la cabeza atrás.
Realmente, la mandíbula inferior se supone que se desliza hacia delante al caer la barbilla. Naturalmente que la barbilla finalmente se desplaza cerca del cuello de
nuevo (ya que cualquier movimiento articular se convierte en un arco), pero para entonces gracias al componente hacia delante, se ha evitado la incomodidad. De
este manera, la boca puede abrirse bien ampliamente sin inconveniente y sin alterar el equilibrio de la cabeza. Hay músculos para mover la mandíbula hacia
delante-abajo (para abrir la boca) y hacia atrás-arriba (para juntar los dientes). La posición de reposo está entre ambas, con un pequeño espacio entre los dientes
superiores e inferiores, incluso cuando los labios están juntos. Desde la perspectiva de la gravedad, cuando se está en vertical, se necesita una pequeña cantidad de
actividad muscular para evitar que la boca se abra cuando no lo queremos. Abrir depende mucho de liberar estos músculos y no debería haber mucho trabajo en
realidad. (Como usted sabe, ello ocurre a menudo fácilmente cuando usted cae dormido en un tren.)
Desgraciadamente, entender todo esto no siempre previene que se mantenga la mandíbula demasiado apretada para poder moverla adecuadamente. Los músculos
de la mandíbula son muy poderosos y a menudo usamos mucha más de la potencia adecuada para lo que estamos haciendo. Pienso que la evolución tiene algo que
ver con ello. Sobre la tierra o en el mar, las criaturas que devoran a otras necesitan buenos músculos de la mandíbula, músculos rápidos en cerrar, suficientemente
fuertes para aguantar cuando tu cena está haciendo esfuerzos frenéticos por escapar. Seguramente estos músculos expresan la verdadera esencia de la
determinación de la criatura por sobrevivir. En las circunstancias alteradas de la existencia humana, nosotros a menudo expresamos determinación apretando los
dientes; ¡se puede convertir en un hábito usar todo ese poder para algo tan poco esforzado como evitar estar con la boca abierta!

4.5.2 Experimento 1
Intente decir, con toda la vehemencia que pueda poner en ello, algo como “¡Juro que voy a terminar este trabajo esta noche aunque me muera!” (Pienso que
entenderá usted lo que quiero decir.) Pregúntese a sí mismo si reconoce esto como algo que hace usted cuando se enfrenta a una dificultad.

4.5.3 Experimento 2
Imite a un bebé chupando: sin echar la cabeza atrás, coloque la punta del dedo meñique ligeramente contra sus labios. Alcáncelo con los labios y la lengua, llévelo
dentro de la boca y chúpelo rítmica y vigorosamente, como si realmente esperara sacar algún alimento de él. Mire su perfil en el espejo: ¿se mueve su mandíbula
hacia delante y atrás cuando usted chupa, desde un punto situado justo delante de sus orejas? Observación: no use el pulgar para esto; la idea es evocar recuerdos
de chupar para subsistir (sin confundirlo con chupar el pulgar para sentirse bien, que podría ser un recuerdo posterior).

Mente y músculo 57
Movimientos de la cabeza (2)

4.5.4 Experimento 3
Mientras está sentado leyendo esto, sin cambiar nada, pregúntese a sí mismo si sus dientes se están tocando entre sí, o si hay un pequeño espacio entre ellos. Luego
pregúntese a sí mismo lo que está haciendo su lengua. ¿Se está moviendo mucho dentro de la boca? ¿Está descansando tranquilamente y si es así, dónde?

4.5.5 Experimento 4
De vez en cuando, cuando necesite usted tragar saliva, observe como lo hace. ¿Permite usted a la mandíbula moverse hacia delante como la de un bebé? Si sus
dientes se juntan, ¿se tocan ligeramente o los aprieta usted? Lo más importante: ¿echa usted la cabeza atrás? (Si es así, ¡piense cuántas veces a lo largo del día debe
ocurrir eso!) Quizá podría usted de vez en cuando detenerse durante un segundo antes de tragar, con la intención de dejar su cabeza libre cuando usted hace eso.
Un poco de experimentación en esa línea podría ayudarle a asegurarse de que su mandíbula no pone en riesgo innecesariamente el libre equilibrio de su cabeza.

4.6 Movimientos de la cabeza


Cuando la evolución postural del individuo es tal que pone a disposición del encéfalo anterior un aparato perfectamente equilibrado, los aspectos consciente y
subconsciente del movimiento están felizmente integrados.
RAYMOND A. DART, “Aspecto muscular de la mala oclusión” (1946, DE, 4.2 párrafo 12.)
4.6.1 Giro
Mientras que el movimiento de cabeceo ocurre al moverse la cabeza sobre la
primera vértebra, los movimientos de giro ocurren entre las vértebras primera y
segunda. La primera vértebra se llama atlas (figura 4.10. izquierda) porque la
cabeza descansa sobre ella; la segunda, en la que ocurre el giro, se llama axis
(figura 4.10. derecha). La parte superior del axis forma la apófisis odontoides que
encaja en la parte frontal del agujero del atlas, siendo mantenida en su sitio por un
ligamento; la forma de las superficies articulares permite al atlas girar alrededor del
diente del axis. (La apófisis tiene el aspecto de un diente y se la llama diente del
axis.) Es evidente por la forma de los huesos que la relación entre la cabeza y la
vértebra atlas no le permite girar: en el movimiento de giro, cabeza y atlas van
juntas.
Figura 4.10. Vértebra atlas desde arriba y perfil.
Vértebra axis desde arriba y perfil.
Unos cuantos músculos están involucrados en girar la cabeza. La mayoría de ellos, además de girar la cabeza, tienden a inclinarla hacia atrás, todo lo cual está muy
bien si quiere usted mirar hacia los lados y hacia arriba. Pero la tendencia hacia atrás puede resultar inconveniente si lo que usted quiere es ver a la altura de los
ojos o por debajo. Por ejemplo, podría usted necesitar mirar sus manos haciendo todo tipo de cosas, desde lavar los platos a tocar el piano; o ver en su espejo

Mente y músculo 58
Movimientos de la cabeza

retrovisor lateral del coche a los coches que vienen por el carril rápido. En tales casos, podría usted terminar haciendo torpes movimientos compensatorios si no
toma usted ciertas precauciones.
¿Qué precauciones? Primero permita al peso de la cabeza su libertad, devolviendo así la articulación cabeza-atlas a su “condición neutral” (apartado 4.4.4). Esto
minimiza la presión sobre la articulación cabeza-atlas, además de ser ventajoso para los músculos implicados. Luego busque el objeto que quiere usted ver... con el
ojo que está más alejado del objeto.
Sé que esto suena raro, pero hay buenas razones para ello. La relación neurológica entre los movimientos oculares y los movimientos de la cabeza es compleja,
pero podemos extraer algunas conclusiones simples, entre las cuales una de las más útiles es esta: si quiere usted que su cabeza gire hacia la izquierda fácil y
suavemente, pídale a su ojo derecho mirar brevemente hacia su hombro izquierdo antes de ir a mirar a cualquier otro sitio y viceversa. Este sencillo procedimiento
tiene muchas ventajas:
a) Los mecanismos del cuello están protegidos del desgaste natural innecesario. (Incluso si usted quiere mirar hacia arriba con una inclinación lateral de la
cabeza, tiene muchas menos probabilidades de dañarse a sí mismo si empieza el movimiento como he sugerido.)
b) Si es necesario mirar más allá de lo que un movimiento en la articulación atlas-axis puede conseguir sin ayuda, los mecanismos que están más abajo en el
cuello y el tórax desempeñarán su papel suavemente en un movimiento que se ha empezado correctamente.
c) Verá usted mejor de este modo de lo que haría si el giro de su cabeza fuera brusco y mal coordinado.
Voy a sugerir aquí algunos experimentos. De nuevo, hago hincapié en que no son ejercicios sino lo que yo llamaría exploraciones. La comprensión intelectual es
importante a su modo, pero sólo cuando usted ha “estado allí” llegará su comprensión a pertenecerle a usted. Así que espero que hará usted los experimentos,
¡recordando que un verdadero experimento no siempre da el resultado que usted espera!

4.6.2 Experimento 1
A cuatro patas, la cabeza colgando sin bajar el cuello (véase el apartado 4.4.5) y con el ojo derecho cerrado: mire su mano derecha con el ojo izquierdo; luego mire
al suelo aún más lejos hacia la derecha, permitiendo a la cabeza girar lo necesario. Entonces cierre el ojo izquierdo y mire con el ojo derecho a su mano izquierda y
más lejos. Intente lo mismo con ambos ojos abiertos, pero aún con la idea “el ojo más alejado manda”. Compare esto con lo que ocurre cuando usted dirige con el
ojo más cercano; cierto, la cabeza no tiene que girar tanto para ver el mismo objeto, ¿pero tiene el movimiento la misma suavidad?
… cerrar un ojo facilita la rotación de la cabeza y del cuerpo entero hacia el lado temporalmente ciego.
R. A. DART, “La consecución del equilibrio” (1947, DE, 5.3 párrafo 50.)
4.6.3 Experimento 2
En una habitación muy grande o en el exterior, ande deprisa hasta un punto decidido antes, gire sin detenerse y vuelva andando deprisa. Para tener resultados
interesantes, esto debería hacerse sin titubear al girar, andando a la misma velocidad todo el tiempo. Haga esto de dos maneras:
a) manteniendo la cabeza exactamente la misma relación con los hombros, los ojos mirando recto hacia delante (como un soldadito de plomo);
b) el ojo más alejado intentando mirar a través del hombro para ver el camino que espera usted recorrer al girar. (Sí, sé que su nariz está en medio, pero eso no

Mente y músculo 59
Movimientos de la cabeza

importa cuando ambos ojos están abiertos.) Naturalmente, se permite a la cabeza seguir el movimiento del ojo. Naturalmente, el otro ojo dirige a la cabeza
hasta una posición de mirar hacia delante después de terminado el giro. Haga giros hacia la izquierda y hacia la derecha y compárelos. ¿Es más fácil girar a
la izquierda o a la derecha? ¿Podría el lado más fácil enseñar al otro lo fácil que es en realidad?

4.6.4 Importantes aplicaciones prácticas para la seguridad vial


Le aseguro que hay montones de “cuellos rígidos” dolorosos y perturbadores que no tienen absolutamente nada que ver con las corrientes de aire de las ventanas
del coche a las que usualmente se acusa de ello. Es más, es demasiado fácil, particularmente si el tráfico le está poniendo un poco nervioso o impaciente, hacer un
movimiento espasmódico al girar la cabeza que puede incluso hacerle “ver las estrellas” por un instante... un instante en el cual podría ocurrir un accidente.
Sé que no quiere usted intentar cosas nuevas en medio del tráfico bullicioso. Pero cuando lo haya preparado experimentando en casa, pruebe a recordarse a usted
mismo esta advertencia al mirar si es seguro salir del aparcamiento. Espero que usted lo encontrará tan natural que pronto lo estará haciendo incluso al prepararse
para adelantar.
Piense en todo esto de vez en cuando, casualmente, cuando anda por casa. Permita al ojo más alejado dirigir a su cabeza y a la cabeza dirigir a su cuerpo hacia lo
siguiente que usted quiera hacer. Una ventaja es el darse cuenta gradualmente de que la cabeza no necesita ser mantenida fija sólo porque lo que usted está
haciendo no requiere movimiento continuo. Hay momentos en que necesitamos mirar principalmente recto hacia delante (por ejemplo, conduciendo por una
carretera o mirando la pantalla del ordenador como estoy haciendo yo ahora). En tales momentos no es necesario seguir moviendo la cabeza para comprobar que
no está fija: es bien posible dejarla tan solo en un estado neutral, temporalmente inmóvil, pero lista para el movimiento. Alguna gente siente que se pone rígida
siempre que está haciendo algo que no implica mucho movimiento. Necesitan reconocer que es perfectamente posible estar claramente inmóvil sin usar la
musculatura para fijar las partes implicadas. El experimento 7 del apartado 4.4.8 puede ser adaptado a los movimientos de girar la cabeza. El pensamiento en este
caso se convierte en “No me importaría que alguien suavemente hiciera cabecear mi cabeza y luego la girara un poquito.” Esto lleva a darse cuenta de que cuando
la cabeza está dispuesta para el movimiento pasivo de esta manera, también está dispuesta para los pequeños movimientos iniciados por nuestros propios ojos.
Mucha gente no se da cuenta de cuan a menudo se mueve como un soldado de juguete, como si la cabeza estuviera soldada el cuerpo. La gente se siente mucho
mejor una vez que un pequeño pensamiento ha alisado el camino para otras posibilidades placenteras.
Antes de dejar este tema, una advertencia contra los ejercicios que implican “hacer rodar la cabeza”. Esto es ejercicio por mor al ejercicio, con la vaga idea de
hacerse bien a uno mismo. Alguna gente imagina que eso libera el cuello: sólo puedo asegurar que está seriamente equivocada. Nadie pensaría en mover la cabeza
de esta forma en la vida real y yo no creo que eso le haga ningún bien a nadie. Los movimientos naturales tienen un propósito. El propósito usual de mover la
cabeza es ver algo, ¿pero qué puede alguien esperar ver mientras rueda la cabeza alrededor? Tales ejercicios están bien lejos de ninguna idea de recoger
información visual y tienden a confundir la coordinación. (Si le gusta bailar en discotecas, me gustaría sugerirle que podría usted disfrutar esto más incluso cuando
la cabeza está libremente equilibrada que cuando rueda en todas direcciones; pruébelo, podría empezar usted una moda.)
Sé que para la gente que padece de “cuello rígido” debido a hábitos de mal uso, estos ejercicios podrían proporcionar la ilusión de liberación, cuando de hecho van
en contra de la posibilidad de mejorar el uso. Es así porque la gente no tiene en cuenta toda la intrincada interacción de los músculos mediante los cuales la
naturaleza le permite a su mirada viajar a donde usted quiere. Si mueve usted la cabeza simple y naturalmente, permitiéndole seguir sus movimientos oculares, no
necesitará usted de tales ejercicios y estará mejor sin ellos. Un requerimiento esencial de la buena coordinación muscular es poner interés en aquello que está usted
considerando (o buscando) como guía de los movimientos de su cabeza, como lo hacía cuando era un niño pequeño.

Mente y músculo 60
Cómo la cabeza afecta a la estructura

4.7 Cómo la cabeza afecta a la estructura


El conocimiento no es una libreta de hojas sueltas de hechos. Sobre
todo es una responsabilidad para la integridad de lo que somos.
J. BRONOWSKI, La ascensión del hombre
En el hombre bípedo, la relación de la cabeza respecto al cuerpo
erecto es de importancia primaria.
RAYMOND A. DART, “Musculatura voluntaria del cuerpo humano:
la disposición en doble espiral” (British Journal of Physical
Medicine, 1950; DE, 3.12 punto 1.)
… ¿cuál es el principio del arco? Puede llamarlo usted, si prefiere,
una afrenta a la gravedad; sería más correcto que lo llamara una
interpelación a la gravedad. El principio afirma que combinando
diferentes piedras con una forma determinada y de una manera
determinada, podemos asegurar que su propia tendencia a caer
prevendrá que caigan.
G. K. CHESTERTON, Ensayos
En el estado fetal primitivo, la cabeza es la parte más grande de
nosotros. Cuando somos niños pequeños, es aún muy grande
proporcionalmente al resto: un peso a considerar. Cuando somos
lo bastante mayores como para pensar en estas cosas, nuestros
cuerpos han crecido hasta ser mucho mayores que nuestras
cabezas. Entonces tendemos a pensar en la cabeza como el lugar
donde pensamos, en el cuerpo como nuestra parte “física”, olvidando algo que por instinto dábamos por descontado cuando éramos muy pequeños: la importante
influencia que tiene la cabeza, considerada puramente como un peso, sobre la forma en que todo el resto de nosotros funciona.
Cuando experimentó usted poniéndose en cuclillas y moviendo la cabeza (apartado 4.3.2), vio cuán fácilmente un pequeño movimiento de la cabeza podía
desarreglar o ayudar a su equilibrio. Ahora me gustaría explicar algunos de los efectos de más largo alcance que la cabeza puede tener sobre la estructura como una
unidad.
Ya hemos hablado de los grandes sistemas musculares que sostienen el cuerpo en su postura erecta (capítulo 3.3). Comparaba estos sistemas a cuerdas que
sostienen una tienda de campaña: en esencia son similares, pero naturalmente mucho más complicados. La figura 4.11 muestra las diferentes capas de músculos de
la espalda: puede usted ver que toda esa musculatura, vista como un sistema, difícilmente puede ser considerada sin hacer referencia a todos los enlaces con la
parte posterior de la cabeza.
Figura 4.11. Músculos de la espalda.

Mente y músculo 61
Cómo la cabeza afecta a la estructura
De izquierda a derecha: capas segunda, primera, cuarta, tercera y más
profunda.
He señalado que el extremo superior de la columna vertebral no sólo
está más alto sino también más hacia delante de lo que mucha gente se
imagina; así que la cabeza está mejor aguantada de lo que usted podría
haber pensado (figura 2.2). No obstante, no olvide que la parte más
pesada de la cabeza está delante de la articulación cabeza-atlas
(capítulo 4.4). Cuando considerábamos la cabeza equilibrada sobre el
atlas, observábamos una tendencia de la cara a caer un poquito, de
forma que la parte posterior de la cabeza se elevaba naturalmente.
(Piense en una mecedora o en una balanza antigua de dos platillos.)
Ahora quiero llamar su atención sobre el hecho de que cuando la parte
posterior de la cabeza se eleva, se tiende a empezar a aflojar los
músculos verticales de la espalda, como usted esperaría. De esta
forma el peso de la cabeza al caer ligeramente hacia delante en su
articulación, puede ejercer un estiramiento suave sobre todo el sistema
vertical de músculos de la espalda, volviéndolos así más tónicos, más
preparados para las demandas que podríamos estar a punto de
hacerles. En cierto modo es como un sistema de poleas.
Este es el reflejo de estiramiento funcionando otra vez (apartado
3.2.6). Como sabemos, los músculos se contraen al ser estirados. No
obstante, no olvidemos que los músculos pueden tirar en cualquier
dirección según los movimientos que usted decida hacer. Si lo que
quiere es que la parte frontal de la cabeza permanezca caída para que la parte posterior pueda continuar elevándose, eso es lo que ocurrirá. (Repito, la cabeza cae
hacia delante, ¡no el cuello!) La cabeza mantendrá el extremo superior de los músculos en su lugar y los músculos, contrayéndose, arrastrarán su extremo inferior
hacia arriba. (Si usted de verdad no quiere eso, esta contracción refleja de los músculos de la parte posterior del cuello estirará de la cabeza hacia atrás-abajo.)
Cuando los músculos estiran de su extremo inferior hacia arriba (hacia la cabeza), ejercen un tirón hacia arriba sobre aquellas estructuras situadas inmediatamente
por debajo y así sucesivamente en una reacción en cadena de reflejos de estiramiento. Pero naturalmente, esto no hace desaparecer la gravedad: continúa actuando
en el otro extremo de la estructura, los pies (y las nalgas, si está usted sentado) como siempre. De ahí que la cadena de reflejos de estiramiento efectúe la función
útil de empezar a aflojar, poniendo a los músculos en un estado en el que están sólo lo suficientemente tirantes para estar listos para la acción eficiente (apartado
3.2.2).
Figura 4.12. Músculos frontales.
Derecha: capas profundas.
Ahora mire la parte frontal del cuerpo (figura 4.12). Empezando en el pubis, tenemos un par de músculos grandes (rectos del abdomen) cuyas fibras corren
Mente y músculo 62
Cómo la cabeza afecta a la estructura

verticalmente para sujetarse a las costillas y al extremo inferior del esternón. Si seguimos subiendo encontramos otro par de músculos (esternocleidomastoideos)
cada uno unido por su extremo inferior al extremo superior del esternón (y a las clavículas). El extremo superior de este músculo está sujeto a la parte posterior del
cráneo, justo detrás de las orejas (apófisis mastoides) y continúa hacia atrás para apoyarse en el occipucio al lado del trapecio. Considere la importancia de la
secuencia pubis, recto del abdomen, costillas y esternón, esternocleidomastoideo, apófisis mastoides y occipucio, que enlaza todo el frente del torso a la parte de la
cabeza que está detrás de la articulación cabeza-atlas. A través de esta secuencia, cuando la cabeza está libre para equilibrarse a sí misma, la elevación natural de la
parte posterior de la cabeza puede ejercer una tendencia de elevación sobre la parte frontal del cuerpo, así como sobre la espalda.
Los músculos mencionados no son de ninguna manera los únicos implicados, sólo algunos de los más obvios. Hay también secuencias interiores de músculos,
como mencioné antes (en el capítulo 3.3); también ellos están sometidos a la misma tendencia elevadora, porque también ellos están unidos finalmente al cráneo,
interiormente.
(Los enlaces desde la apófisis estiloides del hueso temporal al hueso hioides, la faringe y el cartílago de la tiroides explican en parte la influencia favorable que
habitualmente el buen equilibrio de la cabeza puede ejercer sobre la respiración y la fonación.)
Lo que importa es el hecho asombroso de que en lo que pensamos erróneamente que es nuestro esfuerzo contra la gravedad, ¡nuestro principal aliado es la
gravedad! Por esta razón, a veces hablo de “permitir a la cabeza caer hacia arriba”, lo que no es tan disparatado como parece. Piense en ello: el efecto de rendir la
cabeza a la fuerza de la gravedad puede ser para ayudarnos a subir contra la gravedad. ¡Un cachito brillante de ingeniería!
Y eso no es todo. En la figura 4.11 izquierda, vemos las capas de músculos de la espalda que están más cerca de la superficie. Observe cómo el trapecio conecta la
cabeza, los omóplatos y la columna vertebral. Mire de nuevo la vista frontal (figura 4.12): el trapecio también hace de conexión entre la cabeza y la clavícula. El
esternocleidomastoideo conecta también la cabeza y la clavícula, así como la cabeza y el esternón. Así que el cinturón escapular (es decir, los omóplatos y las
clavículas) también está incluido en el levantamiento hecho posible por la liberación de la cabeza. Como los brazos están suspendidos del cinturón escapular, este
levantamiento hará que los propios brazos parezcan menos una carga; lo mismo se aplica a cualquier cosa que las manos puedan necesitar cargar.
Como ve, la cabeza es parte de la estructura, una parte muy significativa. Ciertamente, podríamos decir que la estructura completa, en cierto sentido, está
suspendida de la cabeza.
Una vez que la gente ha entendido que la cabeza cuenta realmente en todas las cuestiones de coordinación, a menudo cometen el error de preguntar: “¿Está mi
cabeza en la posición correcta ahora?” ¡Esta es la pregunta equivocada! La “posición correcta” cambia tan rápida y sutilmente que sólo los reflejos pueden
ocuparse de ello. Encuentro mejor evitar la palabra posición, porque el equilibrio está alterándose siempre, no sólo por los movimientos obvios de las extremidades
y el tronco, sino incluso por funciones tales como la respiración y el latido del corazón. De ahí que las relaciones entre las partes del cuerpo estén modificándose
continuamente. La noción de “posiciones correctas” limita el ámbito y la sutileza de tales modificaciones; es más útil pensar en términos de tendencias preferibles.
Según el diccionario, equilibrio es “la condición de igualdad entre fuerzas opuestas”. (Podría argüirse que el pegamento es una fuerza, pero nuestra habla ordinaria
respeta la diferencia entre las cosas que están equilibradas ¡y las cosas que están enganchadas entre sí!) En el cuerpo humano, es el disponer de articulaciones lo
que nos permite pasar de una actitud equilibrada a la siguiente. El disponer de la articulación cabeza-atlas facilita el proceso completo de equilibrio tanto que
ninguna “posición” fija de la cabeza puede ser “correcta” nunca. Sin embargo, observe que esto significa también que usted no puede estar “bien” molestándose en
intentar demostrar que su cabeza está libre: la búsqueda ansiosa de un estado “relajado” impedirá la acción espontánea de los reflejos. La idea clave en todo esto es
la disponibilidad para el equilibrio.

Mente y músculo 63
Cómo la cabeza afecta a la estructura

Cuando se permite a la cabeza equilibrarse como he descrito, la gravedad, que continua ejerciendo su tirón sobre el resto del cuerpo, puede también proporcionar el
otro extremo del estiramiento necesitado por nuestros músculos. Buscando una imagen, siempre podría uno imaginarse a sí mismo oscilando (como si uno fuera
una especie de hamaca vertical) entre el efecto de la gravedad sobre la cabeza y el efecto de la gravedad sobre los pies... pero si esta imagen no le dice nada a
usted, ¡olvídela por ahora! Quizá pudiera explicarse por sí sola más tarde (cuando usted vaya a intentar los experimentos 4 y 5 del capítulo 5.6).
Si la única influencia sobre el cuerpo fuera la hacia arriba resultante del efecto de la gravedad sobre una cabeza libremente equilibrada, no deberíamos estar
mucho mejor. Recuerde que los músculos, para ser realmente eficientes, deben estar ligeramente estirados. Por eso mientras insisto en la importancia de la cabeza,
continúo diciendo que la cabeza puede tener este efecto. No es una conclusión predeterminada. El buen uso de la cabeza es primario, indispensable, debido a la
manera en que eleva y organiza nuestra verticalidad. Pero no es sólo la tendencia hacia arriba lo que tiene importancia. A menudo cito a un colega mío que acuñó
la frase: “Toda goma elástica tiene dos extremos”. Contrariamente a la creencia popular, no podemos en realidad construir la coordinación que nos gustaría
empezando por la base y desarrollándola. La influencia de la cabeza es demasiado importante para eso. Pero si primero prestamos atención a la libertad de la
cabeza para equilibrarse a ella misma, podemos elegir algo en cómo arreglamos las cosas por debajo de ella.
Al discutir otros asuntos, necesariamente haremos referencia frecuentemente a la cabeza; su inevitable influencia quedará más clara a medida que vayamos viendo
otros aspectos de la estructura y la manera de usarla. Si le he convencido del efecto inevitable del equilibrio de la cabeza sobre todo lo que hacemos, un vistazo al
“otro extremo del elástico” nos espera en el capítulo 4.8.

4.8 El otro extremo del elástico


Había habido un tiempo en que dos personas habían pensado que el Sr. Polly era lo más maravilloso y adorable del mundo, habían besado sus pies diciendo: “¡ñam, ñam!”
Y se habían maravillado de la exquisita suavidad y delicadeza de su cabello… habían discutido si el sonido que él acababa de hacer era exactamente pa pa, o verdadera e
intencionadamente papá… estas dos personas le habían adorado desde la coronilla de su cabeza hasta la planta de sus exquisitos pies.
H. G. WELLS, La historia del Sr. Polly
Hay suficiente tristeza en el mundo sin tener a tipos como Gussie Fink-Nottle yendo por ahí con botas marineras.
P. G. WODEHOUSE, Alto ahí, Jeeves
Cuando pensamos en el “elástico” que empieza en la cabeza, el otro extremo está obviamente, en los pies. Y hay muchos hechos significativos al respecto que vale
la pena establecer o restablecer. Quizá la mayoría de las veces pensamos en nuestros pies como cosas que nos soportan. Pero los pies son mucho más que soportes:
también hay que pensar en ellos como antenas, órganos sensoriales, tentáculos, si lo prefiere. Los pies son los receptores de un flujo continuo de información sobre
el terreno: abollado o nivelado, plano o en pendiente, áspero o resbaladizo, firme o blando, etc. Es importante para nosotros saber estas cosas y es a través de
nuestros pies cómo recibimos una cantidad enorme de la información instantánea necesaria para mantenernos al día de las condiciones actuales.
Si estuviéramos obligados a responder conscientemente a cada pizca de información recogida por estas “antenas”, la distracción sería abrumadora.
Afortunadamente, muchos de los mensajes son tratados de forma refleja, sin siquiera reaccionar conscientemente; ¿cómo sino podríamos andar sobre un suelo
desigual mientras mantenemos una conversación? Pero todos los mensajes deben ser recibidos y entendidos a algún nivel, así que es un gran error hacer algo por
impedir el flujo libre de la información.
Naturalmente que nuestros pies necesitan protección del frío, la suciedad y cosas que podrían dañarlos. Lo mismo ocurre con las manos, pero reconocemos que los
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El otro extremo del elástico

guantes que protegen nuestras manos también limitan la precisión de nuestro uso de ellas, porque no podemos sentir bien lo que estamos haciendo. Guante en
alemán es handschuh (zapato para mano). A menudo desearía que pensáramos en los zapatos como “guantes para pies”; así podríamos abandonar algunos de los
objetos estúpidos que ponemos en nuestros pies.
Los pies, considerados como antenas, se parecen mucho más a las manos de lo que nos damos cuenta. ¿Cómo puede esperarse que un mensaje llegue a través de
un pie que se hace no-receptivo mediante zuecos o suelas de plataforma? ¿Cómo puede un pie trasmitir información vital si toda su capacidad es absorbida al
equilibrarse sobre un tacón alto? ¿Cómo puede responder libre y eficientemente si está aturdido por la incomodidad? ¿Sometería a tal tratamiento a aquellos
queridos piececitos con los que llegó usted al mundo? Esos mismos exquisitos piececitos, habiéndose convertido en parte de su equipo de precisión para
equilibrarse a usted mismo, incluso ahora están haciéndolo lo mejor que pueden por servirle a usted. ¿Cómo puede ayudarles mejor a ayudarle a usted?
Pienso que debería usted empezar reconociendo que “la naturaleza es más lista”. Dando por sentado que a usted le gusta tener alguna protección, con un buen
calzado aún podemos aproximarnos a estar descalzos. Es decir, podemos sentir, movernos, podemos equilibrarnos, no estamos obligados a hacer movimientos
innecesarios. El buen zapato es flexible, se mantiene en el pie y no es más grueso ni pesado de lo que demanden las circunstancias. (¡No estoy sugiriendo que ande
con zapatillas de ballet!)
Cuando yo era joven, los zapatos se clasificaban exactamente en “cómodos” y “elegantes”. Los zapatos “cómodos” eran pesados y de aspecto tosco; parecía que
llevaran la palabra “paseo campestre” escrita encima y ninguna chica con idea del vestir podría haber soportado llevarlos puestos en la ciudad. Los zapatos
“elegantes” tenían la puntera fina, lo que no estaba tan mal si los zapatos eran lo bastante caros como para estar bien hechos, en cuyo caso la puntera empezaba de
verdad más allá de los dedos.
Pero los zapatos “elegantes” también llevaban tacones, bastante altos o muy altos. Ahora, en un zapato de eleva los talones por encima del nivel de los dedos,
buena parte de su peso se echa hacia delante sobre las almohadillas de los dedos, en lugar de distribuirse uniformemente sobre la base (ya pequeña) de todo el pie.
El problema de equilibrio resultante le obliga a usted finalmente a doblarse hacia atrás por la cintura. Esto sirve al propósito de llevar la parte superior del cuerpo
hacia atrás para compensar la posición demasiado adelantada de las piernas y la pelvis, pero el equilibrio se mantiene a costa de una exagerada curvatura lumbar y
el daño gradual a la columna vertebral.
Para cuando un par de generaciones de mujeres había sido retorcido físicamente de esta forma, estábamos listas para la suprema estupidez del tacón de aguja. ¡Y
así tan apartadas de la realidad estábamos todas por entonces, que se oía hablar más del daño causado a los suelos y al césped que del daño a la gente! Es más, una
nueva generación de niñas observaba inconscientemente que este retorcimiento, esta deformidad, era ¡la forma educada de estar de pie!
Y ahora el daño está hecho. Los errores posturales de una generación anterior se han instalado en la imagen corporal de la juventud actual. Aunque mucha de la
generación más joven y ahora sensible, prefiere los zapatos cómodos que le permite moverse de forma natural, costará bastante más asegurar que realmente lo haga
así, bastante más deshacer el daño. (Hemos de admitir que este deterioro era debido a la extravagancia femenina, pero también los hombres deben aceptar parte de
la responsabilidad: los traseros femeninos protuberantes, la inclinación hacia atrás y el andar con bamboleo que acompañan a la deformidad, aunque indignos,
¡eran considerados “sexy” por algunos hombres!)
El tacón de aguja hace intentos periódicos por reaparecer. ¡No nos dejemos manipular de nuevo! Hoy día la resistencia es más fácil. Las jóvenes parecen sentirse
cómodas con “deportivas”; y las mujeres que buscan elegancia pueden encontrarla, si miran alrededor un poco, en el calzado plano o de tacón bajo, tanto activos
como elegantes. Si usted realmente se enamora de unos zapatos de tacón alto (unos con un tacón bien robusto, naturalmente), pregúntese a sí misma si realmente

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El otro extremo del elástico

vale la pena sacrificar el atractivo y la energía que corresponden al movimiento grácil y fácil. Y si (todos somos humanos) la respuesta parece ser “sí”, sepa lo que
está haciendo y decida que estos son zapatos para una ocasión especial en la que usted únicamente estará sentada con aspecto decorativo durante unas pocas horas.
Prométase a sí misma que nunca los llevará puestos todo el día, nunca en días consecutivos y que nunca andará con ellos más que desde el coche hasta la puerta de
su anfitrión.
¿Qué pasa si usted honestamente encuentra incómodos los zapatos de tacón bajo, incluso aquellos que le parecen bonitos? Quizá los músculos de sus pantorrillas y
demás ya se han acortado por llevar tacones altos durante varios años. En este caso, haría usted mejor en reeducarse con cuidado. Un buen plan sería empezar
llevando tacones ligeramente más bajos parte del tiempo; la próxima vez compre unos un poco más bajos y así sucesivamente. Podría usted también probar a darse
el lujo de andar por casa sin zapatos durante un rato. Para mucha gente con esta dificultad, la sensación placentera de los pies desnudos sobre la alfombra parece
animar a un alivio general de los músculos de las piernas. Si este no es su caso, solamente sea paciente: ¡el cuerpo humano es muy adaptable si no se abusa de él!
Un ejemplo predominante de lo que yo llamo abuso se encuentra en las llamadas sandalias deportivas y otro calzado diseñado similarmente para forzarnos a tener
arcos donde los fabricantes piensan que debemos tenerlos. Antes de entender más de esto, una vez salí a comprar un par, pero pronto descubrí que esto
simplemente no era posible: mis arcos no coincidían con los bultos de las sandalias. Considero que tuve suerte.
Ahora que sé más sobre el asunto, me pregunto por qué tanta gente imagina que tiene los “pies planos” y luego piensa que necesita esta forma de “ejercicio”. Si
sus pies húmedos dejan huellas en el suelo del baño mostrando pequeños huecos que indican la presencia de arcos, no tiene usted necesidad de preocuparse por
este asunto, así que no piense más en ello. En cambio, si la huella de su pie no muestra ninguna sugerencia de un arco... ¡me alegro de que esté usted leyendo este
libro! Porque debería usted ciertamente pensar un poco en su forma completa de usarse a sí mismo. No puede usted corregir los pies independientemente. Los
arcos de los pies se supone que son elásticos, en respuesta a lo que ocurre por encima de ellos, así como a la sensación del suelo bajo ellos. No sólo los pies
“planos” sino también los arcos muy altos denotan una falta de elasticidad y van asociados a problemas, pero esto raramente se menciona, no habiendo encontrado
lugar en el folclore. Repito: no se ganará nada imponiendo una forma a nuestros pies. Lo que está implicado es nuestra forma de usar le estructura entera del
cuerpo, no menos que la cabeza. (Véase el capítulo 4.7.)
Otra objeción seria a tales zapatos y sandalias supuestamente beneficiosos es el tipo de ejercicio que imponen a los pies. Sin nada alrededor del talón sujetando el
calzado, se ve usted obligado a agarrarlo con cada paso o incluso a arrastrarlo adonde vaya usted. ¡Suena a la maldición de una bruja de cuento de hadas!
Imagínese un “ejercicio” similar de la mano, si algo le obligara a agarrar cada cosa que usted tocara. ¿Qué clase de ejercicio sería el que entrenara a su mano a
abandonar toda sutileza de sensación, toda habilidad para adaptarse al deseo de acariciar a un minino, sentir la cualidad de la seda, coger un huevo sin romperlo,
abandonando todas las posibilidades naturales a favor de la reacción de apretar inevitable?
Además, al menos se debe admitir que apretar es una función normal, ciertamente importante de la mano. ¿Puede decirse lo mismo del pie? Yo puedo coger
objetos pequeños con los pies, por diversión o por pereza, pero difícilmente diría que se trata de su función principal, ¿verdad? ¿Por qué debería ejercitarlos de esta
forma? El constante agarrar un zapato que se hace para avanzar, conduce a una cantidad tremenda de tensión indeseable que impide el funcionamiento apropiado
de pies y piernas. Hace años en el Guardian, leí una explicación de un artículo aparecido en el Lancet, que advertía de que “están apareciendo cada vez más
pacientes… con dolor de pies, sobre todo chicas adolescentes que habían estado usando las sandalias…” aún persiste la superstición de que algo que va unido a la
palabra “ejercicio” debe ser bueno para usted.
No, el funcionamiento apropiado de los pies consiste en sentir y equilibrar. Los pies se ejercitan bien efectuando estas funciones naturales de forma natural, en el
extremo inferior de un cuerpo bien coordinado. ¡Líbrese de todos los zapatos y sandalias que requieran que los pies hagan algo más! Como Bertie Wooster podría

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El otro extremo del elástico

haber dicho, hay suficiente tristeza en el mundo sin gente llevando sandalias de ejercicio.
Por razones similares, es también desaconsejable andar con zapatillas que también vayan tan sueltas que sus pies tengan que trabajar para conservarlas.
Obviamente, esto se aplica al calzado sin talón y a las chancletas. Este tipo de calzado tiene una utilidad limitada si se usa estrictamente en el lugar adecuado (es
decir, el baño y la piscina). Incluso así, sea cuidadoso: feos accidentes han sido causados por las chancletas así como por las sandalias de ejercicio.
Inesperadamente pueden quedar enganchadas en cosas o ser pisadas por alguien que camina detrás de usted, o incluso por su otro pie.
Hace algunos años, había un invento aún más chiflado que la sandalia de ejercicio. Alguien tuvo la brillante idea de que como los tacones altos son malos, ¡los
tacones demasiado bajos deben ser una ventaja extra! Así que fabricaron zapatos con el extremo de los dedos más alto para que el talón quedara más bajo que los
dedos. Se los conoció como “zapatos de tierra” y fueron un ejemplo perfecto del razonamiento erróneo de que si algo es incorrecto, lo opuesto debe ser lo correcto.
El argumento era que las huellas de los pies desnudos sobre la arena muestras a menudo un pesado hundimiento en el talón; por lo tanto se declaró que ello era
“natural”. Las objeciones son las siguientes: 1) ¿Puede alguien demostrarme que la arena sea más natural que la roca, digamos, o el suelo firme? Repito que
nuestros pies están diseñados para adaptarse a las condiciones que encuentren. 2) La arena es una de las superficies más fatigantes sobre las que andar. 3) La gente
con una coordinación realmente buena, pisa bien ligeramente: ¡puede verlo usted en la arena también, si lo está buscando! ¿Así que cual es el objeto de un zapato
que toma como modelo la mala coordinación?
Demasiado para esta moda particular y los riesgos que la acompañan para el tendón de Aquiles, los músculos de la pantorrilla y la organización general del
equilibrio por todo el cuerpo. Ello no arraigó, ¡pero quede advertido! Alguien no dudará en exhumar la idea la próxima vez que intente encontrar una forma de
hacernos gastar dinero. (Posdata: Desde que escribí esto, ¡lo han hecho! El nombre ha cambiado; las objeciones permanecen.)
Mientras estamos con el tema del calzado, unas palabras sobre las zapatillas para correr. A menudo son muy buenas para todo tipo de usos cotidianos. Pero pienso
que hay que precaverse de aquellos que intentan ser demasiado listos. Ha habido furor por reforzar la parte tras el tobillo. Se supone que ello “protege el tendón de
Aquiles”. Quizá los pies de algunas personas pueden tolerar esto; sin embargo, a menudo la llamada protección hiere la parte a la que se supone ayuda, mientras
limita la libertad de movimiento del tobillo. Parece que bastantes atletas han encontrado esto problemático, pues en una revista de atletismo, leí una sugerencia de
cómo tratar el problema. Lo copio aquí porque lo encontré útil cuando este fue el único tipo de calzado para correr que pude encontrar. Se corta verticalmente a
ambos lados de la costura trasera, hasta donde estaría el borde superior del zapato si no llevara el “soporte” añadido. Los cortes quedan a un centímetro de la
costura para que no desmonten el zapato; el trozo que no queremos bate sin hacer daño. Yo hice esto hace unos diez años y al mismo tiempo quité el anodino
“soporte del arco” (tarea fácil ya que sólo estaba pegado). El calzado inmediatamente resultó cómodo. Aunque ahora gastado, aún resulta bueno en los paseos por
el campo. Las suelas flexibles son lo bastante gruesas para protegerme de los senderos de guijarros de los alrededores de donde vivo. Al ser más firmes, cansan
mucho menos que las suelas demasiado elásticas y blandas que se supone son tan cómodas. Menos peligrosas también: la comodidad esponjosa puede provocar
caídas debido a la falta de información sobre el suelo bajo sus pies.
Una cosa más sobre lo que usted se pone en los pies: muy sencillo, no estire de los calcetines o las medias tan fuerte que entumezcan sus dedos. Los dedos a
menudo tienen el mal hábito de encogerse: no necesitan que se les anime además a hacerlo. Naturalmente, al decir eso quiero decir que el propietario de los dedos
ha adquirido este hábito. Los dedos pueden hacer ajustes finos para equilibrar, así que es mejor no pedirles que hagan movimientos insensatos que los invalida para
su función.
Otra forma muy predominante en que la gente utiliza mal sus pies proviene, pienso, de una idea errónea. Se cree comúnmente que el talón debería tocar el suelo
antes que el resto del pie. La verdad es que todo depende. Los factores principales son: 1) si camina usted cuesta arriba, cuesta abajo o sobre llano; 2) si camina

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El otro extremo del elástico

usted rápida o lentamente; 3) si está dando pasos cortos o largas zancadas; 4) la altura de sus tacones. Todo esto suena bien complicado, pero no lo es en realidad si
tan solo decide usted que los propios pies saben cómo pisar.
He aquí algunos experimentos diseñados para dar a sus pies la oportunidad de olvidar todas las instrucciones infundadas que podrían haberle dado de niño. Haga
los experimentos descalzo, para empezar. Más tarde, debería ser capaz usted de incorporar la misma experiencia al andar con los zapatos puestos.

4.8.1 Experimento 1
Sentado en una silla, dedos y talones sobre el suelo, levante una pierna de forma que el pie se separe ligeramente del suelo. Intente asegurarse de que está colgando
libremente del tobillo. Luego baje la pierna, permitiendo al suelo colocar el pie al tocar tierra. ¡Intente no preparar el pie a medio vuelo para su contacto con el
suelo! (Esto no siempre es tan fácil como parece: hay tantos hábitos involucrados.) Repítalo con el otro pie; luego alterne los pies unas pocas veces.

4.8.2 Experimento 2
De pie, repita el mismo proceso. Podría ser una buena idea apoyar la mano ligeramente sobre el respaldo de una silla o superficie a la altura conveniente, para así
evitar toda preocupación por el equilibrio. Los pies y tobillos deberían estar lo más pasivos posible. Mirar hacia abajo a sus pies interferirá con la coordinación de
la parte superior de su cuerpo, así que es mejor usar un espejo.

4.8.3 Experimento 3
Ande atravesando la habitación a diferentes velocidades, intentando también no recolocar el pie cuando no toca el suelo. A mucha gente se le ha lavado el cerebro
con tanto desatino de “levante los pies, ande tobillo-dedos”, que no puede manejar esto enseguida, así que sea paciente consigo mismo. Si realmente consigue dejar
que sus pies se ocupen de ellos mismos, podría ser usted capaz de observar algunas cosas interesantes.
1. Ande realmente despacio y casualmente, como si estuviera viendo escaparates. Podría ocurrir que la almohadilla del pie toque el suelo ligeramente antes de
que lo haga el talón.
2. Si anda usted un poco más deprisa a pequeños pasos, podría descubrir que la almohadilla y el talón tocan el suelo más o menos simultáneamente.
3. Una zancada más grande lleva su talón abajo primero.
4. Repita estos tres experimentos llevando zapatos. A menos que los zapatos no lleven nada de tacones, hay diferencia. ¿Puede decir usted cuál es la
diferencia? No intente demostrar nada; sólo experimente y observe.
¡Le advierto de que no es fácil ser el observador apartado de lo que está haciendo usted mismo! Por ejemplo, si mira usted abajo a sus pies para ver lo que están
haciendo, difícilmente puede usted llamar a eso observar lo que hacen naturalmente. Le sugiero que simule usted estar paseando, dándose prisa, etc. y le pide a un
amigo objetivo que observe lo que ocurre realmente. Los espejos también son útiles.
No quiero dictar reglas sobre estas cosas: eso sería animarle a saltar de la sartén al fuego. Sólo quiero llamar su atención sobre el hecho de que abandonados a sus
propios recursos, sus pies son capaces de una mayor sutileza de reacción de lo que usted pudiera haber supuesto. Valdría la pena intentar estos experimentos de
nuevo tras estudiar los capítulos que tratan sobre las piernas (capítulos 5.1 a 5.3).

Mente y músculo 68
Sobre las articulaciones (especialmente las de las piernas)

4.9 Sobre las articulaciones (especialmente las de las piernas)


Dar un paso es cuestión, no solamente de esta o aquella extremidad, sino de la actividad neuromuscular total del momento, no menos que de la cabeza y el cuello.
Sir CHARLES SHERRINGTON, El esfuerzo de Jean Fernel (1946, Cambridge University Press, Cambridge, reedición de 1974 de Dawsons of Pall Mall, página 89)
La discusión sobre los pies nos lleva inevitablemente a pensar en las piernas. Pues los pies puede decirse que son el “fin del trabajo” de las piernas o, si prefiere
usted verlo de esa forma, sus piernas son el equipo necesario para poner los pies donde usted quiere. (A menudo se subestima la importancia práctica de lo obvio.)
Cuando nos ponemos a pensar en las piernas, uno de los hechos más obvios sobre ellas es que están articuladas. Así que pensemos un poco sobre lo que significa
esto para nosotros desde un punto de vista práctico. Mirando a las garzas o a otros pájaros de patas largas, muchos de nosotros tenemos la impresión de que todo
parece doblarse en la dirección equivocada. ¡Mucha gente está también completamente embarullada sobre cómo funcionan sus propias piernas! Esto crea un lote
completo de dificultades innecesarias.
¡Cuántas veces hemos oído todos decir que es peligroso levantar una carga pesada con las piernas estiradas y la espalda curvada! Supongo que no puede haber
mucha gente que no esté al tanto de esto. ¿Así que por qué tanta gente lo hace? La gente libremente admite que “sabe que debería doblar las rodillas”, pero que de
algún modo lo olvida o no parece capaz de hacerlo. Dice que está rígida, implicando que algo está mal en el equipo. De hecho, lo que está mal es simplemente que
aunque sabe que las rodillas deberían doblarse, no sabe realmente cómo lograrlo cómodamente.
De hecho, no es muy práctico intentar doblar las rodillas sin referencia a todas las otras partes implicadas. Así que echemos un vistazo a cómo se supone que
funciona el equipo. Espinilla, pantorrilla, tobillo, rodilla, muslo, cadera: ¿cómo se comportan todas estas piezas cuando están en movimiento? Quizá nos
embrollamos porque tanto el lenguaje cotidiano como (sorprendentemente) la terminología anatómica dejan gran cantidad de lugar a la confusión, así que
especialmente en este capítulo, no haré apología por encargarme del cuidado extra al definir términos.
El diccionario dice:
Articulación: Junta. Unión de dos huesos… ya sea rígida o (especialmente) para moverse uno sobre el otro. Aquello donde o mediante lo cual dos miembros o elementos
de una estructura o mecanismo artificial están unidos o encajados, tanto si están fijos rígidamente (como por ejemplo ladrillos, piedras, tuberías, etc.) como en una bisagra,
pivote, rosca.
Parece que aquí le falta algo al lenguaje. Personalmente, siento la necesidad práctica de dos palabras diferentes que signifiquen dos cosas esencialmente tan
diferentes. Ya estemos hablando de un cuerpo vivo o de “una estructura o mecanismo artificial”, parece raro que no podamos hacer fácilmente la distinción entre
“cosas pensadas para moverse una sobre otra” y “cosas encajadas juntas de forma que quedan rígidamente fijas”.
Naturalmente, el diccionario enumera todos los significados cotidianos. Incluso cuando nos volvemos hacia el anatomista en busca de expresiones claras, no
salimos mucho mejor. La estructura detallada de las diferentes articulaciones del cuerpo humano es compleja y fascinante. Hay libros excelentes que nos cuentan
mucho de ellas, más ciertamente de lo que la mayoría de nosotros necesitamos saber. Además ha sido señalado en la Anatomía de Gray (como no), Introducción a
la Artrología, que las descripciones corrientes no son satisfactorias:
La clasificación convencional… falla en resaltar la diferencia mecánica básica entre las articulaciones en las que los elementos del esqueleto rígido son capaces de moverse
relativamente entre sí mediante la interposición de un tejido deformable… y aquellas en las que el movimiento depende de superficies que se deslizan en sentido contrario.
En la práctica de la ingeniería esta distinción en obvia.

Mente y músculo 69
Sobre las articulaciones (especialmente las de las piernas)

Hay muchas complejidades que los autores de la Anatomía de Gray tendrían que considerar antes de hacer cambios radicales en la terminología aceptada; se
entiende su indecisión. Mi tarea es diferente de la suya. Este es un manual del usuario, no uno para técnicos. Los autores y el diccionario están de acuerdo en que
las articulaciones son lugares de encuentro de los huesos. Hay lugares de encuentro que no nos están disponibles para el movimiento voluntario; estos no son mi
interés principal. Mi trabajo es intentar dejar claro a) dónde existe posibilidad de movimiento, b) la naturaleza de ese movimiento y c) cómo se relaciona con los
movimientos del resto del cuerpo. Así que cuando digo “articulación”, a menos que establezca específicamente otra cosa, quiero decir un lugar donde un hueso
puede moverse respecto a otro hueso.
Todos poseemos ciertas articulaciones que están diseñadas para permitir movimientos específicos sin comprometer la salud de la estructura. Entendiendo las
verdaderas posibilidades de tales articulaciones, podemos evitar el movimiento exagerado en lugares donde todo lo que es posible es que la estructura “ceda” un
poco. Es decir, podemos aprender a usar y no mal usar nuestras articulaciones. Podemos reconocer el desgaste normal evitable por lo que es y no necesitamos
aceptarlo como “desgaste normal justo”. Sí, otra vez lo mismo, aún bien y verdaderamente dentro de ese eterno triángulo de Estructura, Funcionamiento y Uso
interdependientes. Aquellos que me han seguido hasta aquí reconocerán que la única forma en que podemos influenciar lo que le ocurre a nuestras articulaciones es
vía nuestros músculos; y que cómo usamos nuestros músculos es fundamentalmente cuestión de elección: una elección determinada ampliamente por nuestra
comprensión (o carencia de ella) del funcionamiento de la estructura como una unidad.
El diseño de nuestras articulaciones es tal que los huesos están acolchados y protegidos muy eficientemente del daño que, de no estar así, podrían infligirse entre sí
por la fricción y la presión. Si estas precauciones de diseño demostrarán ser adecuadas en casos individuales dependerá mucho de la actuación de la estructura
entera: del uso que hacemos del cuerpo entero. Las articulaciones están diseñadas elaboradamente tanto para permitir el movimiento como para limitarlo.
Claramente, cuando hablamos de libertad de movimiento, no queremos decir que los huesos debieran ser capaces de ir a cualquier parte, pues eso significaría
carencia de estructura, el colapso de la estructura. Las limitaciones son parte de la excelencia del diseño total.
Por ejemplo, entre las vértebras contiguas del cuello, el tórax y la región lumbar, es posible una cierta cantidad de movimiento, pero el diseño de las articulaciones
intervertebrales pone límites claramente estrictos a ello. Mucho del dolor de espalda, por no mencionar el daño estructural, es causado por la falta de respeto por
estos límites. La acción muscular puede modificar la forma de la columna vertebral; pero la columna es una parte tan importante de la estructura que la naturaleza
de tales modificaciones debería ser sólo la de la buena afinación. Demasiado a menudo se convierten en los medios principales para hacer movimientos que podían
conseguirse más eficazmente (y menos peligrosamente) si sus propietarios estuvieran bien informados de los modos adecuados de usar las articulaciones de sus
piernas.
Ya he mencionado la cuestión de levantar cargas pesadas (volveré a ello en el apartado 5.7.15) Pero de hecho, este es sólo uno de una serie de problemas
relacionados. ¿Por qué a menudo los ancianos tienen dificultades para levantarse de una silla? ¿Por qué tanta gente hace “¡uf!” cuando se deja caer en un sofá,
como si estuviera consiguiendo un gran logro? ¿Por qué, al menos en el mundo occidental, tan pocos adultos pueden ponerse en cuclillas manteniendo los talones
en el suelo, una cosa que cualquier crío puede hacer sin dificultad?
Toda esta gente está intentando usar los músculos de las piernas de maneras simultáneamente contradictorias. Está desequilibrada y tensando las piernas para evitar
caerse. El hábito de echar la cabeza atrás empeora aún más el equilibrio (capítulo 4.7). Tanto si el movimiento deseado es con o contra la gravedad, toda
posibilidad de un uso razonable y fácil de las articulaciones de las piernas se hace así imposible. Hay tanta confusión sobre esto que incluso en las salas de espera
de los doctores se ven carteles que, aunque perfectamente correctos por las advertencias que dan, desorientan proponiendo alternativas que difícilmente podrían ser
efectuadas por alguien con la necesidad de consejo en primer lugar. En breve echaremos un buen vistazo a lo que está implicado realmente en estos movimientos

Mente y músculo 70
Sobre las articulaciones (especialmente las de las piernas)

de bajar y levantarse (con o sin una carga externa añadida al peso del propio
cuerpo). Primero, unas pocas definiciones más del diccionario.
Tobillo. Articulación que conecta el pie con la pierna. (Ignoraremos el
segundo significado de “la parte delgada entre éste y la pantorrilla”.)
Pantorrilla. Parte trasera carnosa de (la caña de) la pierna.
(Caña de la) pierna. Parte de la extremidad inferior humana que va desde la
rodilla hasta el tobillo; tibia o hueso de la espinilla.
Espinilla. Parte frontal de la pierna entre la rodilla y el tobillo.
Rodilla. Articulación entre el muslo y (la parte inferior de) la pierna. (El
diccionario dice también “o región próxima a la articulación”; ¡vea con cuanta
confusión nos enfrentamos en todas partes! Así que usaré “articulación de la
rodilla” cuando la claridad parezca requerirlo.)
Muslo. Parte superior de la pierna, desde la cadera hasta la rodilla.
Cadera, hueso de la cadera, articulación de la cadera. Aquí realmente
empezamos a subir por la torre de Babel, con el diccionario reflejando toda la
confusión que existe en el pensamiento y el habla de la gente. (Tocamos esto
en el apartado 2.2.1, como puede recordar.) No estoy acusando al diccionario,
que existe para enumerar todos los significados dados a las palabras. De entre
la masa de confusión y contradicción seleccionaré sólo las definiciones que
voy a usar yo.
Hueso de la cadera (llamado también el hueso innominado). Unión de tres huesos primitivos: ilion, isquion y pubis. Es un hueso grande de aspecto complicado.
Son un par de huesos que se unen en medio del frente (sínfisis del pubis); por detrás se articulan con el sacro (es decir, las cinco vértebras fusionadas por debajo de
la parte lumbar de la columna vertebral) en la articulación sacroilíaca (figura 4.13). La articulación sacroilíaca permite que “ceda” un poco pero no un gran
movimiento; puede dar problemas si se toman libertades con ella. Los cambios hormonales durante el embarazo lo hacen un poco más móvil para acomodarse así
al crecimiento del bebé que hace de lo más importante evitar daños en esta área.
Figura 4.13. Pelvis y hueso del muslo.
El hueso de la cadera es bien difícil de visualizar, así que intentaré ayudarle a identificar partes de él en usted mismo. Cuando un entrenador físico dice “manos en
las caderas”, se refiere a las crestas ilíacas, es decir, el borde superior de los huesos de las caderas, para nada cerca de las articulaciones de la cadera, ¡fíjese, por
favor! (Véase el apartado 2.2.1, figura 2.1.) Cuando un maestro de Alexander habla de los “huesos de sentarse” se refiere a la parte inferior de los mismos huesos,
las tuberosidades isquiáticas. Entre estos extremos superior e inferior, mirando hacia fuera y ligeramente hacia delante está la cavidad para la cabeza del hueso del
muslo o fémur. Este lugar de encuentro del hueso del muslo con el hueso de la cadera es la articulación de la cadera. No es fácil encontrarla por el tacto, pero si

Mente y músculo 71
Sobre las articulaciones (especialmente las de las piernas)

toca alrededor mientras mueve la pierna, probablemente podrá aproximarse a ella sintiendo que
parte de mueve mientras el hueso de la cadera permanece quieto. La prominencia que siente usted
moverse, es probablemente el trocánter mayor (figura 4.13). La cabeza del hueso de la cadera está
tan solo un poco más arriba y más hacia dentro; no puede usted sentirla con los dedos porque está
sujeta con seguridad en su cavidad, pero de tal forma que puede moverse ahí dentro perfectamente.
Las articulaciones de la cadera son los lugares en que puede usted mover las piernas con
respecto al cuerpo o el cuerpo respecto a las piernas. Los errores y el mal uso aquí pueden salirnos
caro; hay importantes elecciones a hacer y no mucha gente es realmente consciente de ellas. Puede
haber confusión sobre lo que es aconsejable pedir a esta y a otras articulaciones, incluso sobre lo
que es posible. Además, no siempre es obvio cuándo y dónde se provocará un movimiento dado y
en qué articulaciones (y en qué circunstancias) meramente se permitirá que ocurra. Tanto el
provocar activamente como permitir pasivamente la función de la articulación son aspectos
importantes del movimiento. Es bueno aclarar cual es cual (capítulos 5.1 a 5.4). Contrariamente a
la creencia popular, muchos de los problemas que tiene la gente con sus articulaciones no son
debidos a las articulaciones como tales, tanto como a las ideas confusas como las de cómo usarlas
(figura 4.14).
Figura 4.14. Entendiendo las posibilidades reales de las articulaciones (arriba)
podemos evitar… el movimiento exagerado donde sólo “ceden” un poco (abajo).
Una vez fui testigo de un ejemplo sorprendente de esto, que vale la pena citar aquí. Concierne a
una mujer de unos sesenta años de edad, que había sido operada para reemplazar ambas
articulaciones de la cadera: en uno de los lados, la operación no había tenido éxito y la habían
repetido. Esto significa que la pobre mujer había sido incapaz de moverse durante mucho tiempo y
cuando finalmente intentó andar de nuevo, con articulaciones que ahora estaban bien, simplemente
no puedo conseguirlo a pesar de sus valientes esfuerzos. Ella vino a verme con muletas, el día que
se le había dicho categóricamente que nunca andaría otra vez sin ellas. Ella repetía
desesperadamente: “Soy tan endeble”.
Con un asistente entrenado ayudándome, conseguí sostenerla durante sólo tres pasos. Era un trabajo mucho más duro de lo que hubiera sido simplemente cargarla,
tanto que verdaderamente los dos quedamos empapados de sudor. “Usted no es endeble”, le dije. “Es usted una mujer muy fuerte y está enviando usted toda su
fuerza exactamente en la dirección equivocada.” Recuerdo que le grité en mi ansia por comunicarme con ella, por atravesar todo su terrible desánimo. Eso fue
suficiente para esa mujer valiente y determinada. Ella entendió y cooperó tan bien que en el tercer día consecutivo de nuestro trabajo juntas, subió las escaleras a
paso normal. El cuarto día tuve el placer de verla marchar andando, usando sus piernas con absoluta corrección. La calle estaba resbalosa, por lo que ella apoyó
una mano ligeramente sobre el brazo de su hijo, por precaución; en la otra mano balanceaba las superfluas muletas. No todo el mundo tiene la misma capacidad de
saltar atrás cuando las cosas han llegado tan lejos, pero cuento esta historia porque quiero que se comprenda que, aunque es cierto que los conceptos erróneos
conducen al mal uso que conduce al daño, no es inteligente dar por supuesto que el daño ha sido hecho o que es irreparable.

Mente y músculo 72
Sobre las articulaciones (especialmente las de las piernas)

El dolor, la debilidad o las sensaciones de “rigidez” podrían ser simplemente un arma protectora de la naturaleza, una advertencia para pensar de nuevo,
obviamente cuanto antes mejor. ¡Así que ánimo! Cuento con que usted lo hizo todo muy bien cuando era un bebé y que puede seguir en buen lugar cuando se
ponga a pensar en la forma en que se mueve usted ahora. Como ve, tiene usted mucha buena experiencia y su cuerpo no puede verdaderamente olvidarla. Ese
saber-cómo está presente en usted ahora, incluso si está un poco escondido. En los capítulos siguientes, veremos si podemos eliminar algunas de las capas más
recientes de experiencia y hábito que parecen hacer inaccesible al adulto el saber-cómo del niño.

Mente y músculo 73
APRENDER MEDIANTE EXPERIMENTACIÓN GUIADA

5ª parte: APRENDER MEDIANTE EXPERIMENTACIÓN GUIADA

5.1 Piernas: 1) Aprendiendo de los bebés


… a mi entrada en el mundo… supe por intuición aquellas cosas que… recojo de nuevo de la razón más alta.
THOMAS TRAHERNE, Siglos
Cuando se trata de entender nuestras piernas, nuestros mejores maestros son los niños pequeños. Así que si hay en bebé en su familia, está usted en una posición
ventajosa. Si no, no importa: ¡después de todo, usted mismo ha sido un bebé! Así que puede usted recurrir a sus recuerdos y al sentido común al seguir los
experimentos que sugiero, hasta que tenga usted la ocasión de comparar sus descubrimientos con algún bebé que conozca.
Los experimentos vienen dados en la secuencia en que usted probablemente los hizo por primera vez. Hay mucho a ganar de revivirlos, usando sus poderes adultos
de observación inteligente y usando la suficiente imaginación como para ponerse usted en el lugar de un bebé, sin la firmeza, habilidades y experiencia que ahora
usted da por sentados.

5.1.1 Experimento 1
Acuéstese en la cama sobre la espalda, o en el suelo si lo prefiere, usando una almohada bajo la cabeza. (Vale, los bebés no necesitan almohadas, pero las columnas
de los adultos son diferentes de alguna manera. Véase el capítulo 3.3.) Suavemente doble las rodillas y las articulaciones de la cadera, de forma que los muslos
queden más o menos en contacto con su abdomen. ¿Está haciendo una buena imitación de un bebé genuino? Le apuesto que nunca vio a uno acostado con las
rodillas juntas a algo parecido; los pies quedan muy juntos, pero las piernitas simplemente caen hacia los lados, ¿verdad?
Si sus muslos parecen estar más juntos que como estarían los de un bebé, no los fuerce hacia fuera de ninguna manera: sólo vea si puede aguantarlos un poco
menos apretados. La gravedad podría cambiar las cosas tras unos instantes. Si no, no importa; su atención se ha enfocado hacia la cuestión y eso es suficiente por
ahora. El propósito principal de este experimento es recordarle cómo era ser un bebé acostado sobre la espalda. Antes de nacer, las articulaciones de las rodillas y
de la cadera habían estado mayoritariamente en flexión, así que era natural y cómodo dejarlas así. No habiendo desarrollado aún la potencia muscular que podía
resistir el efecto de la gravedad sobre sus muslos, usted simplemente les dejaba caer hacia fuera.

5.1.2 Experimento 2
Este está diseñado para enseñarle a pensar en los movimientos que un bebé puede hacer acostado boca abajo. En esta posición, cuando el bebé siente la necesidad
de moverse, una cosa que puede hacer es mover los pies. Al mover un pie (ahí donde esté, sin levantarlo) ya sea acercándolo al tronco o alejándolo, esto se
consigue modificando los ángulos en la articulación de la cadera y la articulación de la rodilla.
Para probar esto usted mismo, le sugiero que aparte la almohada y se acueste boca abajo con las piernas estiradas, los pies más o menos juntos. (Gire la cabeza
hacia un lado si quiere.) Al doblar la pierna, usted encontrará fácil elevar el cuerpo, pero comprenderá usted que para el bebé que aún no puede hacer esto, la
presencia de la cama (o el suelo) gira el muslo hacia fuera al plegar la pierna hacia arriba hacia el abdomen; es decir, la cabeza del hueso del muslo rueda en su
cavidad al mismo tiempo que la articulación de la rodilla y la articulación de la cadera se flexionan. En otras palabras, la flexión va acompañada de la rotación
Mente y músculo 74
Piernas: 1) Aprendiendo de los bebés

lateral del muslo. Mientras experimenta, deje el pie claramente centrado mientras lo arrastra hacia el tronco. Entonces puede usted apreciar que cuando estira la
pierna hacia fuera de nuevo, la cabeza del hueso del muslo rota en sentido contrario; es decir, la extensión de la articulación de la cadera y de la articulación de la
rodilla va acompañada de la rotación medial del muslo.
Es importante notar que el modelo del funcionamiento adecuado de sus articulaciones de la cadera fue olvidado de una vez por todas mediante estos movimientos
del bebé. El equipo básico estaba ahí cuando usted nació (AG, Osteología: “En el nacimiento... el acetábulo es una cavidad cartilaginosa...”); pero un proceso de
terminación se ocupaba de los movimientos que usted hacía durante esta época primitiva de su vida. Una vez completado este estado, durante el resto de su vida,
la única forma en que sus piernas pueden funcionar adecuadamente, de acuerdo con su verdadera naturaleza, es cuando la flexión va asociada a la rotación
lateral de la cabeza del fémur en su cavidad y la extensión a la rotación medial. Si las complicaciones de la vida adulta le han hecho de algún modo olvidar cómo
es esto, vale la pena reexaminar estos movimientos que usted hizo una vez tan naturalmente. Su disponibilidad es importante para usted como adulto. (Capítulos
5.2 a 5.4.)

5.1.3 Experimento 3
Vea si puede hacer uso de los mismos movimientos para desplazar el cuerpo por la cama o por el suelo. Cuando era un bebé, tenía usted una gran motivación para
hacer muchos de estos movimientos pues si usted flexionaba las piernas, podía empujarse a usted mismo hacia delante al extenderlas, suponiendo que hubiera algo
a lo que sujetarse con pies o rodillas. ¡Inténtelo!
Conocí a una niñita en este estado de desarrollo que estaba acostada sobre la barriga sobre el suelo pulido un día cuando empezó a llorar. Su madre se lanzó a
cogerla, pero me anticipé a ella colocando las palmas de mis manos suavemente en contacto con las plantas de los pies de la niña. Inmediatamente dejó de llorar y
empezó a utilizar la resistencia proporcionada por mis manos para moverse por la habitación. Aparentemente el llanto había nacido de la frustración saludable,
pues ella sentía francamente que era el momento de empezar a salir y ver las cosas por ella misma. ¿Puede recordar usted ese sentimiento o imaginarlo?
Que con este logro, más el uso de manos y brazos para separar del suelo la zona de los hombros, usted fue capaz de ver y explorar una parte de su entorno incluso
antes de poder levantarse sobre manos y rodillas lo suficiente para interesarse por ver más. A menos que estuviera sobre una superficie muy resbaladiza, podía
hacer un progreso muy bueno, incluso con su barriga tocando el suelo y usted se hacía más fuerte y más hábil todo el tiempo.

5.1.4 Experimento 4
Vea si puede revivir el gran momento en que consiguió usted con alguna ayuda de sus brazos, continuar el movimiento de flexión / rotación lateral de la pierna
hasta el punto en que primero una rodilla, luego ambas pudieron ser llevadas más o menos bajo su cuerpo. Cierta cantidad de presión de las palmas sobre el suelo,
un esfuerzo para estirar (extender) los hombros, y fue usted capaz de disfrutar de toda una nueva perspectiva del mundo. Por entonces estaba usted bien colocado
para hacer algunos descubrimientos fascinantes sobre su cuerpo y sus posibilidades. La fase siguiente sugiere un experimento más.

5.1.5 Experimento 5
Ahí estaba usted, equilibrado sobre cuatro apoyos, dos manos y dos rodillas, con el empeine de los pies descansando en el suelo tras usted (figura 5.1). Vio usted
algo en el suelo frente a usted que llamó su atención y enseguida su cabeza, muy pesada en comparación con el resto de usted, empezó a tirar de usted hacia el
objeto de su interés, encontrando poca o ninguna resistencia por parte de los músculos de su cuellito blando. Esto puso en peligro su equilibrio y no fue muy

Mente y músculo 75
Piernas: 1) Aprendiendo de los bebés

agradable para sus muñecas.


Figura 5.1. Balanceándose sobre manos y rodillas.
Todo esto fue un poco más de lo que usted esperaba, pero por suerte descubrió que sus manos,
no muy a gusto en la situación y teniendo ya alguna experiencia en empujar el suelo, podían
ahora intentar apartar este suelo irritante y haciéndolo así podía empujarse hacia atrás a usted
mismo recuperando el equilibrio. No sólo había usted recuperado el equilibrio, ¡esto era
divertido! ¿Pero cómo lo había conseguido? Pienso que cuando usted quiso que sus manos
empujaran el suelo, se estimuló una fuerte reacción refleja en sus brazos, enderezándolos si
estaban ligeramente doblados y moviéndolos un poco hacia atrás desde las muñecas. Esto
produjo una combinación de efectos: los extremos superiores de sus brazos de movieron en sus
cavidades, su tronco se movió con relación a los brazos, las articulaciones de la cadera y las
articulaciones de las rodillas se flexionaron un poquito más.

¡Magnífico! Con tan solo una pequeña presión de sus manos, pudo hacer funcionar
simultáneamente cuatro pares de articulaciones (muñecas, hombros, cadera y rodillas). Ahora
podía hacerlo todo otra vez, pues no había nada más fácil que permitir a su pesada cabeza
desequilibrarlo todo y luego divertirse poniendo las cosas bien de nuevo. Fue precisamente por
no tener usted el poder muscular actual, que pudo hacer todo esto. Su gran descubrimiento fue
que podía usted iniciar los movimientos y luego sólo permitirles ocurrir. Las articulaciones de la
cadera y las articulaciones de las rodillas se usaban pasivamente.
Vemos ahora que “pasivo” es una palabra aplicable a otros movimientos además de caer. Caer es
pasividad en relación con la gravedad (apartado 4.4.3, experimento 2c). Una articulación puede
también responder pasivamente al movimiento que ha sido iniciado activamente y luego
únicamente dejado ocurrir; la respuesta, aunque pasiva, no es necesariamente ayudada por la
gravedad.
Es muy importante, en interés de la buena coordinación, entender este hecho. El experimento 5
nos presenta una buena oportunidad de entenderlo… así que importa definitivamente, cómo hace
usted el experimento. No esté tentado por su experiencia de adulto, de hacer un movimiento
similar mediante la potencia de las piernas: no es lo mismo.
Cuando usted era pequeño, no tengo ninguna duda de que hizo usted estos movimientos una y otra vez, balanceándose hacia delante y atrás, mirando alegremente a
todos invitándoles a admirarlo y compartir su placer. ¿Lo recuerda? Bien, quizá no, ¿pero por qué no se da la oportunidad de revivir estos momentos que le
enseñaron tanto sobre sí mismo?
Observación: Cuando haga este quinto experimento, cuide de no dejar a su espalda combarse; eso es algo que nunca le habría ocurrido de bebé. Ni debería usted

Mente y músculo 76
Piernas: 1) Aprendiendo de los bebés

arquear la espalda como un gato: los bebés tienen espaldas bien planas. Tenga cuidado de empezar el experimento con las muñecas directamente bajo los hombros
y las rodillas directamente bajo las articulaciones de la cadera, los pies más o menos juntos. Los empeines de los pies deberían descansar sobre el suelo. Con el
sostén vertical de las cuatro extremidades, ahora tiene usted una posición inicial desde la cual puede usted muy fácilmente perder y recuperar el equilibrio.
Recuerde, fue el peso de la cabeza lo que inició toda la secuencia del balanceo. No deje caer el cuello, sólo la cabeza (véase el apartado 4.4.5, experimento 4).
Podría recordarle de nuevo que evite deliberadamente moverse hacia atrás y hacia delante. Igualmente, niéguese a utilizar la potencia muscular para el propósito
de bloquear las diferentes articulaciones. Lo que estamos buscando aquí es el método fácil al alcance de los bebés. Los movimientos deberían ocurrir por
accidente, como ocurrió. Necesita de mucha imaginación conseguir extraer lo mejor de estos experimentos. Vea si puede pensar cómo sería no tener experiencia
previa de cómo funcionan estos trocitos de usted mismo. Naturalmente, puede usted gatear a cuatro patas mientras hace todas las suposiciones a las que su yo
adulto está acostumbrado, pero entonces no descubrirá usted ni remotamente tanto.
Como adultos tendemos a olvidar hasta qué punto el inicio del movimiento depende del interés, la curiosidad, el deseo de participar en la vida de nuestro alrededor
y de nuestra sensación de frustración hasta que podemos hacerlo así. Estos factores constituyen el motivo que estimula el movimiento. Hasta que entendamos cuán
literalmente opera esto en los niños pequeños (cómo los ojos dirigen a la cabeza, la cual a su vez dirige al cuerpo), continuaremos esforzándonos en hacer las cosas
que fueron fáciles cuando éramos pequeños. El planteamiento que entonces fue tan natural para nosotros, si se comprendiera mejor, podría ser útil al aplicarlo a los
intereses más complejos de nuestras vidas adultas.
La gente mayor a menudo encuentra difícil creer que está haciendo algo satisfactorio si no siente que hace lo que le parece ser la cantidad de esfuerzo apropiada;
pero la sensación acostumbrada de esfuerzo “suficiente” llega, demasiado a menudo, ¡de vencer la resistencia muscular habitual a lo que exactamente queremos
hacer! Así que otra cosa que puede aprenderse del experimento de balancearse hacia delante y atrás es precisamente cuán poco esfuerzo es necesario para mover el
cuerpo entero, tomando la precaución de que los esfuerzos contradictorios no se estén haciendo al mismo tiempo.
Un día, mientras el bebé disfruta de este balanceo, simplemente va demasiado hacia delante y no puede volver atrás. En cambio, levanta una mano y la pone
delante para frenar la caída. En el momento en que la mano abandona el suelo, ocurre algo muy importante. (Esto no forma parte del repertorio del bebé, pero le
ayudará a usted a entender cómo funcionan las cosas.)

5.1.6 Experimento 6
Empiece a cuatro patas, sin echar la cabeza atrás, las muñecas directamente bajo los hombros, las rodillas directamente bajo las articulaciones de la cadera. (No se
balancee por ahora; necesitará usted tiempo para apreciar lo que está ocurriendo.) Su peso corporal está repartido sobre cuatro puntos: dos manos, dos rodillas.
Manteniendo el cuerpo quieto, doble el codo de forma que su mano derecha justo se separe del suelo. Ahora está usted sobre tres puntos de apoyo, ¿verdad? Haga
esto varias veces y observe lo que ocurre con el peso. Su mano izquierda está soportando más peso que antes, seguro. ¿Qué ocurre con sus rodillas? ¿Qué les
ocurre? (¡Por favor, no siga leyendo! Haga el experimento usted solo, que mis observaciones pueden esperar.)
* * *
La mayoría de la gente nota aumento de presión sobre la rodilla derecha. ¿Qué le pasa a la rodilla izquierda? Le puede costar unos instantes darse cuenta de que la
presión sobre ella se ha reducido. De hecho hay ahora sólo dos puntos de apoyo, la mano izquierda y la rodilla derecha. Si es posible, haga esto con un amigo; un
toque muy ligero sobre la espalda (¡sin apretar!) debería permitirle a usted notar mucha actividad muscular ahí al adaptarse el equilibrio a las nuevas condiciones.

Mente y músculo 77
Piernas: 1) Aprendiendo de los bebés

¿Puede el pequeño movimiento de una mano causar toda esta actividad, sin que el propietario de los músculos ni siquiera se dé cuenta de ello? Claro que sí. Esta es
una razón por la que es tan importante para los bebés gatear. La repetición de este poquito casi imperceptible de ejercicio es la preparación más significativa para el
trabajo que la espalda tendrá que hacer cuando llegue el momento de ponerse de pie. (También es muy beneficioso para las espaldas de los adultos.) Además, lo
que estamos viendo aquí es el preludio de andar.

5.1.7 Experimento 7
Cuando hizo usted el experimento 6, levantó la mano mientras estaba quieto; no obstante (como mencioné al principio de esta sección), el bebé lo hace mientras el
peso de la cabeza lleva al cuerpo hacia delante. Así que la presión reducida sobre la rodilla izquierda tiene su importancia. Como las articulaciones de la cadera
están neutrales al moverse el cuerpo hacia delante, y como la rodilla izquierda ya no está presionando sobre el suelo, ocurrirá un movimiento pasivo en la
articulación izquierda de la cadera, permitiendo al muslo avanzar hasta la perpendicular una vez más. No ha habido necesidad de elevar la rodilla izquierda, ni
volverla a bajar, sino que la rodilla ahora se ha recogido con el resto del cuerpo. ¡Se ha dado el primer paso! El interés por algo fue el motivo: la pesada cabeza
abrió el camino; la espalda proporcionó el puente móvil del que la pierna libre estuvo suspendida. El propio paso fue un acontecimiento mecánico pasivo.
En la secuencia completa, sólo el levantar la mano fue un movimiento activo. Al continuar la cabeza dirigiendo el camino, la secuencia se repite con la otra mano y
la otra rodilla y el proceso hacia delante continúa. El balanceo hacia delante de la pierna libre, al cambiar aumentando la flexión, se asocia naturalmente a la
rotación lateral de la cabeza del hueso del muslo en la articulación de la cadera, como he explicado.
Observación: para hacer este experimento correctamente, permita a sus pasos con la mano y la rodilla ser pequeños; son incidentales al movimiento hacia delante
de la cabeza. No levante los pies: deje que se arrastren ligeramente sobre el suelo.
Está claro que hay un apoyo mano-rodilla en diagonal para el cuerpo mientras se gatea. Primero la mano y rodilla libres se mueven hacia delante por separado;
luego, a medida que el niño adquiere confianza, se mueven simultáneamente. En una etapa posterior, se dan pasos más grandes que implican una combinación de
movimientos activos y pasivos y algunos movimientos del tronco de tipo espiral.
Todo esto sigue de forma natural y saludable, siempre que se proporcione la oportunidad suficiente para que el desarrollo ocurra a su propio ritmo. Por diferentes
razones, esto no ocurre siempre. Algunos hogares no disponen de espacio suficiente, algunos suelos son incómodos para las pequeñas manos y rodillas, algunos
niños prefieren rodar o deslizarse sobre sus traseros. Y tristemente, algunos padres son competitivos con el progreso de sus hijos, animándoles a andar demasiado
pronto. Algunas de las peores espaldas que he visto pertenecen a adultos que no gatearon de niños. Por favor, nunca den prisa a un niño en esta etapa de
desarrollo.
Si el niño no parece interesado en gatear (algunos no lo están), invente juegos sobre el suelo que impliquen moverse a cuatro patas. Incluso cuando andar ya es lo
habitual, no desanime al niño a gatear si eso es lo que a él gusta hacer. Y hágalo usted mismo, es bueno para todo tipo de cosas. Las espaldas pueden ser
fortalecidas, se alivian las crisis de dolor, muñecas y tobillos se liberan gracias a estos movimientos más naturales. Incluso he conocido casos de dislexia ligera en
adultos resueltos cuando la persona practicaba el gateo. No puedo explicar realmente esto (es asunto de neurólogos), pero parece probable que la dislexia en estos
casos era una expresión de ligera confusión asociada al hecho de que la etapa de gatear no había sido vivida completamente durante la infancia. He aquí un
experimento útil que asocia la coordinación mano-ojo con las diagonales mano-pierna del gateo.

Mente y músculo 78
Piernas: 1) Aprendiendo de los bebés

5.1.8 Experimento 8
Espero que en los experimentos de gatear hechos hasta ahora, haya estado usted mirando al suelo un poco por delante de usted, para conseguir el efecto de “cabeza
directora”. (Podría haber observado usted que los bebes levantan a menudo la cara, pero que sus proporciones son diferentes de las suyas: eso no funcionaría igual
con usted.) Para cambiar, intente mirar la mano que se mueve mientras usted gatea; dirija con el ojo contrario (véase apartado 4.6.2, experimento 1) y permita a la
cabeza girar para facilitar mirar.
Una vez en una fiesta navideña, conocí a una niñita encantadora que ya podía caminar muy bien. Se sentó a cenar con los adultos y se comportó durante toda la
velada como una perfecta dama. Hacia medianoche decidió explorar el piso a cuatro patas y yo fui la persona elegida para acompañarla. La más vieja y la más
joven del grupo, gateamos juntas por todas partes. Ella tenía dieciocho meses de edad, yo sesenta y cinco años; ambas disfrutamos y estoy segura ello nos
benefició mucho a ambas. Gatear es tan bueno que parece una pena abandonarlo definitivamente cuando se “dejan las cosas de la infancia”. Es tan esencial que
pienso que gatear casi nada es mejor que no gatear nada. No obstante, le beneficiará mucho más si lo hace reflexivamente. Mis observaciones durante todo este
capítulo (sobre imaginarse a sí mismo siendo un niño pequeño, descubriendo cómo funciona su cuerpo sin su experiencia y confianza de adulto), son aplicables a
sus experimentos de gatear. Y la experiencia que usted gana le ayudará cuando considere los movimientos que hacemos como adultos.

5.2 Piernas: 2) Aprendiendo de los niños pequeños


Cada facultad adquiere la idoneidad para su función efectuando su función; y si su función la efectúa un agente substituto, no tiene lugar ninguno de los ajustes naturales
requeridos, sino que la naturaleza se deforma para ajustarse a los arreglos artificiales en lugar de ajustarse a los naturales.
HERBERT SPENCER (citado por F. M. Alexander en La herencia suprema del hombre, apartado 1.6.4 párrafo 20.)
Cuando el bebé, frustrado por las limitaciones de la perspectiva desde el suelo, se estira por primera vez para ponerse de pie, usualmente lo consigue apoyándose
en algo, quizá los barrotes del corralito, por ejemplo. En otras palabras, estira desde abajo, los ojos pidiendo a manos y brazos que ayuden a la cabeza a alcanzar un
punto de vista más dominante. Y lo que ayuda a manos y brazos a hacer esto es: el peso coordinante de la cabeza que, como hemos visto, ejerce una influencia
enorme sobre el resto del cuerpo. Por favor, note que no se recurre a las piernas para que hagan lo que sería el inmenso esfuerzo de manipular el peso corporal
desde abajo. ¡Cuán sensato y cuán diferente del comportamiento adulto!
Así que aquí tenemos a nuestro bebé, agarrando los barrotes de su corralito. Una vez conseguida la verticalidad, las articulaciones de las piernas aún no están
trabadas, aún no son mantenidas rectas con esfuerzo por parte de los músculos de las piernas, visto que las piernas pueden doblarse de nuevo sin esfuerzo en
cuanto el bebé pierde su precario equilibrio. He aquí también una lección que podemos aprender nosotros sobre las cuclillas y los movimientos relacionados.
Sabemos que muchos adultos encuentran difícil, incluso imposible, ponerse del todo en cuclillas, lo que los niños pequeños encuentran tan fácil y natural. ¿A qué
es debido esto? Podría haber muchos factores, por ejemplo las sillas. (Véase el capítulo 6.3.) Ya he insinuado que las ideas erróneas podrían ser responsables en
mayor medida de lo que generalmente se supone y es este aspecto el que miraremos ahora.
No estoy diciendo que todo el mundo debería ser capaz de ponerse en cuclillas perfectamente. Si usted ha recorrido mucha de su vida adulta sin ser capaz de
ponerse adecuadamente en cuclillas (es decir, sin levantar los talones), realmente no creo que debiera usted intentar forzarse a sí mismo a hacerlo. Bien
posiblemente las circunstancias de su vida son tales que raramente necesite o desee usted efectuar este movimiento. No obstante, muchos de los movimientos que
hace usted cada día podrían resultar más fáciles al entender esta acción del bebé, así que vale la pena dedicarle algo de atención.
Mente y músculo 79
Piernas: 2) Aprendiendo de los niños pequeños

Dos factores hacen las cuclillas fáciles para los niños pequeños. El primero es el uso pasivo de las articulaciones. Una vez que el niño pequeño ha conseguido
ponerse en pie, las piernas son mantenidas rectas por reflejo entre el peso corporal arriba y la presión del suelo desde abajo, hasta que algo ocurra que altere el
equilibrio. Entonces la seguridad puede fácilmente ser recuperada, más cerca del suelo. Gracias a la gravedad y a la no-interferencia del niño, las piernas sólo se
doblan pasivamente, como una concertina, con el resultado de que el cuerpo desciende sin alterarse.
No obstante, los adultos a menudo piensan que necesitan hacer algo esforzándose, para “estar de pie adecuadamente”. Sea lo que sea lo que eso pueda significar (y
hay bastantes malas interpretaciones predominantes) el esfuerzo para “estar de pie adecuadamente” usualmente da como resultado una contracción excesiva de los
músculos extensores que controlan las articulaciones de la cadera y de las rodillas. Entonces se piensa que en las cuclillas es cuestión de “doblar las rodillas” y
lleva a implicar una acción positiva de los músculos que doblan las rodillas (flexores de la rodilla), porque se está haciendo demasiado por mantener las piernas
rectas (es decir, los músculos extensores están trabajando de más). Estas contradicciones son las responsables de muchos de los problemas comúnmente llamados
de “rigidez”.
Alguna gente intenta resolver esto estando de pie con las rodillas ligeramente dobladas. ¡Pero eso sólo da como resultado contracciones bien innecesarias para
estabilizar las rodillas en su posición doblada! Es una falacia pensar que las rodillas dobladas están más “relajadas” que las rectas. (Véase el capítulo 5.4.) Además
esta gente, cuando quiere ponerse en cuclillas, se encontrará usando fuerza muscular para vencer su rigidez autoinducida.
¡En cambio, los niños pequeños no malgastan esfuerzo haciendo lo que la gravedad puede hacer por ellos! El cuerpo entero desciende con seguridad sólo porque
las articulaciones de cadera, rodilla y tobillo estaban en una condición “despreocupada” y por tanto prontamente dispuestas como un conjunto de bisagras. Esto
también puede funcionar en los adultos; todo depende del equilibrio. Podría ser útil pensar en una lámpara de brazo que se equilibra en muchas posiciones sin
necesidad de apretar o aflojar los goznes.
El segundo factor que ayuda a los niños pequeños a ponerse en cuclillas con facilidad es la rotación de la cabeza del hueso del muslo. Cuando considerábamos los
movimientos de la pierna de un bebé acostado, vinos que la flexión cadera-y-rodilla va acompañada inevitablemente de la rotación lateral de la cabeza del fémur
en su cavidad y que la extensión va acompañada de la rotación medial. Estos movimientos han completado la conformación de la articulación y la forma no
cambia sólo porque el niño se ponga de pie. Esto es una suerte visto que esos niños muy pequeños usualmente tienen barrigas muy protuberantes que de otra forma
obstruirían la flexión de la articulación de la cadera.
¡Naturalmente que las “barrigas” no son raras entre los adultos! E incluso la persona más delgada haría bien en recordar que incluso sin este obstáculo en particular
para la flexión de la cadera, queda otro posible impedimento: esto es, la propia naturaleza de la articulación misma. (AG, Artrología, explica la rotación medial y
lateral del fémur según la disposición existente en la articulación de la rodilla.) Desgraciadamente, muchísimos adultos intentan la flexión cadera-y-rodilla
mientras se niegan a sí mismos la rotación natural del muslo hacia fuera que debería acompañarla (véase la figura 4.7). Esto no sólo es antinatural en sí mismo,
sino que es una de las causas principales de daño lento, inexorable de la espalda, como comprenderá usted a continuación. Por la falta de la flexión-más-rotación
adecuada de la articulación de la cadera, los requerimientos del equilibrio obligan a la columna vertebral a compensar de maneras para las que no está diseñada.
Hay razones culturales para este error extendido y peligroso. Le daré un par de ejemplos. Durante las décadas segunda y tercera del siglo veinte, se hizo
socialmente inaceptable que una mujer permitiera que ocurriera la rotación natural hacia fuera del muslo. El acortamiento de la falda significó que al sentarse, por
ejemplo, la decencia convencional exigiera mantener las rodillas juntas. Esto se conseguía mediante contracciones musculares contrarias a las reacciones de
coordinación espontáneas preparadas por la naturaleza durante la infancia.

Mente y músculo 80
Piernas: 2) Aprendiendo de los niños pequeños

Es interesante reflexionar que este tabú sobre sentarse naturalmente parece haber
sido desconocido durante la época victoriana. Pero en aquellos días una mujer a
la que se veía cruzar las piernas, bien podía ser condenada al ostracismo por “no
ser una dama, evidentemente”. Sin duda que también este prejuicio tenía su
origen en la mojigatería, pero ciertamente era menos dañino que el otro ¡y lo
sigue siendo! Una mujer podía sentarse cómodamente con su falda hasta los pies;
y cuando un niño llegaba llorando, corría naturalmente directamente a meterse
entre sus muslos, de donde ella podía levantarlo y consolarlo sin retorcerse ni
dañarse a sí misma al sostener su peso.
Figura 5.2. Las minifaldas son menos cómodas
pero con los tobillos cruzados… y los muslos libres de rotar, aún podría usted
componérselas para ponerse adecuadamente en cuclillas al volver a llevar pantalones.
Hoy las costumbres son más cómodas y también lo son los estilos del vestir. La
minifalda, que limita la libertad de movimientos, aún está presente, pero hay
alternativas (figura 5.2). Naturalmente que muchas mujeres llevan pantalones; y
en el momento de escribir esto, por suerte las largas blusas sueltas vuelven a
estar de moda. Aunque los hábitos de mal uso físico permanecen en nosotros,
pues es más fácil adquirir un hábito que librarse de él. Esto podría explicar la
amplia aceptación de los pantalones vaqueros, que han sido una influencia
restrictiva, particularmente obvia en el caso del modelo pitillo. (He observado
que incluso el tejido rígido tiene un efecto adverso sobre la calidad del
movimiento en mucha gente.)
Hubo un tiempo en que tuvimos una costumbre de coordinación que era
razonable, al menos en algunos aspectos. Esa costumbre se ha perdido. ¿Qué
podemos hacer al respecto? Nosotras las mujeres de cualquier edad, forma o
estilo de vida, podemos dar un paso en la dirección correcta (¡un gran paso para
el género humano femenino!) , eligiendo tejidos flexibles y estilos ondeantes. Si
alguna vez los diseñadores reconsideran su decisión para permitir a la
comodidad ser elegante, pienso que deberíamos aún ejercer nuestro derecho a
agradarnos a nosotros mismos. Bonito, distinguido o quizá encantadoramente excéntrico, suponiendo que llevamos puesto lo que nos sienta bien, tendremos buen
aspecto; tendremos también una buena influencia en aquellos de nuestro alrededor y muy posiblemente sobre la moda misma.
(No es tan difícil influenciar en la moda como uno pudiera pensar. Cuando hacían furor las suelas de plataforma entre los jóvenes de ambos sexos, conseguí
inadvertidamente cambiar la moda en todo un colegio por la fuerza de la demostración a una estudiante de que ella podía cantar mejor cuando sus pies podían
sentir el suelo estando de pie. Se convirtió en una especie de líder de la moda entre sus contemporáneos: en pocas semanas, las sandalias planas hacían furor, ¡sin

Mente y músculo 81
Piernas: 2) Aprendiendo de los niños pequeños

decir yo una palabra más! Seguro que tanta demanda debe haber influenciado a las tiendas locales en su compra de stock.)
El problema de la articulación de la cadera no es exclusivamente femenino. Esto fue un enorme rompecabezas para mí ya que (aparte del efecto de los pantalones
vaqueros, común a ambos sexos) el mal uso de la articulación de la cadera en los hombres debe tener una historia diferente. Discutí esto con colegas y alumnos
masculinos. Recuerdo un tiempo en que busqué comentarios sobre esta tendencia, cuando el hábito de estar de pie con la pelvis echada hacia delante (hasta el
límite de la extensión de la articulación de la cadera) parecía ser particularmente típico de los jóvenes varones americanos. Enseguida me encontré metida en el
mundo del folclore… un hombre pensaba que el hábito era debido a la influencia de las fantasías inspiradas por las películas del Oeste. Otro recordó que durante
sus días de estudiante en EE.UU., generalmente se sostenía ¡que no adoptar tal postura era “una indicación de desmañados sexuales”! Desmañados o no, la
extensión exagerada de las articulaciones de la cadera limita ciertamente la libertad de movimiento bien drásticamente. Desde que yo lo observé a finales de los
sesenta, la moda ha viajado hacia el este y ahora está bien generalizada en Europa, afectando a las mujeres lo mismo que a los hombres.
No sugiero que adoptar esta postura haya tenido siempre un motivo similar. Para mucha gente, particularmente cuando está cansada, simplemente representa una
manera de mantener el equilibrio. Es cierto que esta es una forma de equilibrarse a uno mismo; pero no es la mejor manera, porque cuando las caderas están en
esta posición adelantada, el equilibrio requiere que la caja torácica se incline hacia atrás para compensar.
De ahí que las costillas inferiores estén constreñidas, la columna lumbar esté comprimida y el peso de la parte superior del cuerpo termine bloqueando las
articulaciones de las caderas, anulando su valor como “goznes”. Yendo hacia mejores respuestas a la cuestión del equilibrio, en el capítulo siguiente sugeriré unos
pocos experimentos diseñados para ayudarle a investigar sobre sus piernas.

5.3 Llegar a conocer las propias piernas


Este dominio del cerebro sobre la maquinaria refleja no toma la forma de una intromisión en los detalles reflejos, sino que manda a un mecanismo reflejo “debes actuar” o
“no debes actuar”. La ejecución detallada del acto motor está aún al cargo inmediato del reflejo.
Sir CHARLES SHERRINGTON, El esfuerzo de Jean Fernel
Los entendidos que estudian estos asuntos afirman, creo, que esto ha tenido algo que ver con la mente subconsciente, y bien seguro podrían tener razón. Yo no habría dicho
de buenas a primeras que yo tuviera una mente subconsciente, pero supongo que debo sin saberlo, y sin duda ello estaba ahí, trabajando duro diligentemente en la antigua
posición.
P. G. WODEHOUSE, Vamos, Jeeves
Al explorar los movimientos de la pierna que hicimos cuando éramos bebés, ya hemos prestado alguna atención a las articulaciones de las caderas y de las rodillas.
Una vez que el bebé está de pie, otra articulación se vuelve importante: el tobillo. En el buen uso de las piernas, los tres pares de articulaciones (cadera, rodilla y
tobillo) actúan en cooperación. Así que echemos ahora un vistazo más de cerca a los movimientos posibles que nuestros tobillos nos ofrecen y exploremos luego
lo que significa esta cooperación entre ellos y las otras articulaciones. Pienso que podemos hacer esto mejor mediante algunos experimentos simples. (Si quiere
usted leer sobre los tobillos en libros anatómicamente más detallados, necesitará recordar que la carencia de acuerdo en la terminología es bien pasmosa.)
Los siguientes ejemplos se han tomado de:
AG Anatomía de GRAY, Longman, Edimburgo, 1973;
AC W. PLATZER, Atlas a color y libro de texto de Anatomía Humana, volumen 1, Sistema locomotor, Nueva York, Thieme, 1992;

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Llegar a conocer las propias piernas
FA I. A. KAPANDJI, Fisiología de las articulaciones, Volumen 2, Extremidad inferior, Edimburgo, Churchill Livingstone, 1974;
MCF F. P. KENDALL y E. K. McCREARY, Músculos: Comprobación y funcionamiento, Baltimore, Williams and Wilkins, 1983.
1. Lo que Kapandji llama flexión de la articulación del tobillo (en la página 140), Kendall dice que es extensión (en la página 26). Sin embargo, Kendall al igual que Gray,
prefiere el término flexión dorsal.
2. Lo que Kapandji llama extensión de la articulación del tobillo, Kendall dice que es flexión; sin embargo, el término empleado es flexión plantar tanto por Gray como por
Kendall. Kapandji afirma que flexión plantar es “un término incorrecto”.
3. “El tobillo o la articulación tibiotarsal…” (FA, página 136);
“… la articulación superior del tobillo o articulación talocrural…” (AC, página 218).
4. “… la articulación inferior del tobillo o articulaciones subtalar y talocalcaneonavicular…” (AC, página 218);
“Articulación subtalar (talocalcaneana)” (FA, volumen 2, página 158) (Observe que Kapandji discute esta articulación junto con el pie, no con el tobillo).
5. Gray explica (AG, página 463): “… dos articulaciones… forman una sola unidad funcional a menudo llamada ‘articulación subtalar’, pero este término se usa aquí sólo
para la articulación posterior, describiéndose la anterior como parte de la articulación talocalacaneonavicular.”
5.3.1 Experimento 1
a) Siéntese en una silla y cruce la pierna izquierda sobre la derecha por la rodilla. Doble el tobillo izquierdo para que los dedos se aproximen a la espinilla.
Libere.
b) Coloque todo el pie sobre el suelo. Deje el talón donde está y doble el tobillo de nuevo (el tipo de movimiento que podría hacer usted al soltar el embrague
en el coche). Observe que en ambos casos ha hecho usted un uso activo de la articulación del tobillo para así mover el pie respecto a la pierna inferior.
c) Póngase de pie y repita el movimiento b).

5.3.2 Experimento 2
Póngase de pie mirando a una pared, brazos a la altura de los hombros, palmas hacia abajo y las puntas de los dedos de las manos tocando la pared. Con las piernas
rectas y los talones sobre el suelo, déjese caer hacia delante desde los tobillos, hasta que las palmas queden planas sobre la pared. Ahora deje que los codos se
doblen si le apetece, pero sólo si esto es fácil para las piernas. No vaya tan lejos que produzca usted una sensación de tensión en los músculos de la pantorrilla.
¡Esto no es un ejercicio!
Observe que el movimiento producido en sus tobillos es el mismo que el del Ejercicio 1, pero esta vez se usó la articulación pasivamente, gracias a la acción de la
gravedad sobre el resto del cuerpo. Note también que en el Ejercicio 1, el uso activo del tobillo permitía a la pierna y verdaderamente a todo el cuerpo, moverse
respecto al pie.

5.3.3 Experimento 3
Siéntese otra vez, piernas cruzadas por la rodilla. Esta vez doble el tobillo en sentido opuesto, como una bailarina. Claramente el movimiento es activo y el tobillo
permite el movimiento del pie respecto a la pierna.

Mente y músculo 83
Llegar a conocer las propias piernas

5.3.4 Experimento 4
Póngase de pie bajo el dintel de una puerta, sujetando el marco de la puerta para sostenerse para hacer el experimento con la mayor libertad posible sin la más leve
posibilidad de caerse. (¡Obviamente se situará usted sin riesgo de pillarse los dedos con la puerta!) Con las piernas rectas, inclínese hacia atrás desde los tobillos
hasta donde sea cómodo sin permitir a los dedos de los pies separarse del suelo.
Observe que desde el punto de vista de los tobillos, por así decirlo, ellos han pasado por el mismo movimiento que en el Experimento 3, pero con un uso pasivo de
la articulación. ¿Se sorprendió usted por la cantidad de movimiento posible en sus tobillos cuando no tenía usted que hacerlo y cuando no había peligro de caer?
(Cuando podría usted caerse, intenta usted instintivamente usar sus músculos para limitar el movimiento.)

5.3.5 Experimento 5
Póngase de pie bajo el dintel de una puerta otra vez, con los pies juntos. Esta vez colóquese en un lado para que tenga usted sitio para caerse de lado, usando la
mano o el codo para pararse y volver a la vertical. ¿Cuán lejos puede llegar usted con ambos pies completamente quietos sobre el suelo?
La amplitud del movimiento posible entre pies y piernas es bien sorprendente, ¿verdad? ¡Paradójicamente, quizá por esto tanta gente fija los tobillos! La libertad le
hace sentirse como si pudiera caerse si se permitiera continuar sin parar. Por eso usa la potencia muscular para limitarlo y quizá se queja a continuación de que no
puede efectuar ciertos movimientos correctamente porque sus tobillos están “demasiado rígidos”.
En cierto sentido podría parecer que los tobillos están rígidos porque un hábito de fijación puede hacer a los músculos incapaces o reacios a responder enseguida a
las sugerencias de que podrían comportarse diferentemente. Pero con tiempo y paciencia, buen uso de la estructura y sobre todo, con la comprensión de la acción
coordinada de las articulaciones de la cadera, rodilla y tobillo, ¡los músculos pueden cambiar sus pequeños hábitos como el resto de nosotros! (Aunque permítame
que le recuerde, que forzar siempre es contraproducente. Como veremos, hay soluciones mejores.)
Realmente, la “rigidez” tiene poco que ver con la estructura de la articulación (enfermedad o daño accidental aparte). La rigidez es usualmente algo que nosotros
nos estamos haciendo a nosotros mismos, o quizá algo que hemos hecho en el pasado: actividad muscular prolongada y excesiva. Es posible ser más optimista al
respecto cuando nos damos cuenta de que podemos elegir un poco la forma en que usamos nuestras articulaciones. Vale la pena recalcar esto porque ¡restringir la
libertad de las articulaciones de pies y piernas es un modo ineficiente de intentar evitarse caer a usted mismo!

5.3.6 Experimento 6
Empiece repitiendo el Experimento 2. No llegue tan lejos que la parte posterior de sus piernas sienta alguna tensión; sólo observe el punto en que empieza usted a
llegar al límite de lo que es fácil y cómodo y deténgase ahí. Ahora permita a sus rodillas doblarse, aún con peso sobre sus manos. Eche un vistazo a sus tobillos.
¿Se han doblado más de los que era posible cuando sus piernas estaban estiradas? Si no es así, ¿pueden hacerlo ahora si decide usted permitírselo?
Quizá estaría usted de acuerdo conmigo en que el comportamiento del tobillo depende hasta cierto punto de lo que las rodillas estén haciendo. Veamos algunos
experimentos más a hacer sobre la libertad interdependiente de las articulaciones relacionadas.

5.3.7 Experimento 7
De pie, con los pies un poco separados, mantenga las piernas rectas y dóblese ligeramente hacia delante, sólo desde la articulación de la cadera. Observe lo que le
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Llegar a conocer las propias piernas

ha ocurrido a sus tobillos. Sus piernas se han movido hacia atrás desde los tobillos todo el espacio entre las articulaciones de los tobillos y las articulaciones de la
cadera, sin que usted hiciera nada especial al respecto. Y algo bueno también: ello impidió que usted se cayera al colocar el abdomen y las nalgas más atrás para
compensar el peso de la parte superior del cuerpo al moverse usted hacia delante al doblarse. Aprecie la forma en que sus tobillos y las articulaciones de la cadera
están programados para cooperar con los demás así como para cuidarse de su equilibrio. Y esta cooperación implicó el uso pasivo de estos dos pares de
articulaciones.

5.3.8 Experimento 8
Empiece como en el Ejercicio 7. Tras doblarse desde la articulación de la cadera con las piernas rectas, vea qué ocurre si dobla usted las rodillas ligeramente.
Pienso que lo encontrará muy difícil a menos que permita usted a los tobillos doblarse un poco también, de forma que lleve a toda la estructura ligeramente hacia
delante de nuevo. Pero estoy segura que encontrará a los tobillos perfectamente deseosos de cooperar con las rodillas, como hicieron con las articulaciones de la
cadera en interés del equilibrio. Ayuda que permita usted a los huesos del muslo rotar hacia fuera, de la forma que notamos al observar los movimientos del bebé
(capítulo 5.1).

5.3.9 Experimento 9
Sentado en una silla firme, junte los pies y coloque toda la parte inferior del pie (dedos y talones) sobre el suelo. Ahora junte las rodillas manteniéndolas así un
momento, luego deje que las rodillas se separen de nuevo. (No se preocupe si hay un ligero cambio en el contacto del pie con el suelo.) Haga estos movimientos
unas cuantas veces, siempre usando el menor esfuerzo muscular posible.
Por favor, observe que poner las rodillas juntas era una contracción muscular. También lo era mantenerlas juntas; ambas cosas implicaban el uso activo de la
articulación de la cadera. Separar las rodillas era simplemente cuestión de dejar de hacer esto, es decir, de liberar la contracción: un uso pasivo de la articulación de
la cadera. La postura a la que se llegaba era el equivalente vertical de cómo está acostado un bebé sobre la espalda.

5.3.10 Experimento 10
Empiece como en el Ejercicio 9, pies y rodillas juntos. Vea si puede usted moverse hacia delante desde la articulación de la cadera: sin doblarse por la cintura.
¿No puede usted llegar muy lejos? Eso es normal. Ahora deje de mantener las rodillas juntas y ahora podrá usted continuar el movimiento un poco más lejos,
¿verdad? La razón es no sólo que su abdomen ya no está en medio; la liberación hace posible la rotación lateral necesaria de la cabeza del hueso del muslo en la
articulación de la cadera. Esta rotación es tan natural en estas circunstancias que ocurre por sí misma, sin ninguna acción positiva por parte de usted. Compare esto
con nuestros experimentos con los movimientos del bebé (capítulo 5.1). Normalmente no hay ninguna razón por la que no debiera funcionar igual de pie para los
adultos. El problema empieza cuando nos negamos a permitirle funcionar pasivamente.
Permítame señalar una vez más que nada se ganará forzando, como si estuviéramos intentando demostrar algo, ni intentando hacer mejoras instantáneas.
¡Cualquiera puede forzar y vivir para arrepentirse! Mi propósito es ayudarle a redescubrir lo que usted ya puede hacer muy fácilmente. En cuanto estas cosas
quedan claras para usted, las mejoras pueden seguir suavemente, a su propia velocidad.

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Llegar a conocer las propias piernas

5.3.11 Experimento 11
Empiece como en el Experimento 10, parándose con los muslos en su posición cayendo hacia fuera. Coloque las manos sobre las rodillas, para retener las rodillas
donde están, mientras levanta usted los pies, uno cada vez, justo lo suficiente para permitirle colocarlos ligeramente separados, más o menos directamente bajo las
rodillas. Ahora intente moverse hacia delante desde las caderas, exactamente como en el Experimento 10. ¿Es más fácil con los pies en su nueva posición? En
cualquier caso, observe cuánto más fácil es cuando usted no evita la respuesta natural, es decir, la rotación de la cabeza del hueso del muslo. Cuando usted vuelva
de nuevo a la vertical, no aguante los muslos en su posición de rotación hacia fuera: al dejarlos solos, podría descubrir que rotan ligeramente hacia dentro.

5.3.12 Experimento 12
También es posible separar aún más las rodillas mediante una contracción muscular voluntaria. En este caso, llegará un momento en que sus pies también se
moverán, perdiendo contacto con el suelo el lado del dedo gordo. Juegue con esto hasta que sepa cuál es la diferencia entre esto y el uso pasivo de la articulación.
Para un movimiento cómodo de las piernas o del tronco respecto a las piernas, la disponibilidad de la rotación pasiva de la articulación de la cadera es una
necesidad absoluta. Nadie puede ignorar este requerimiento sin correr riesgos graves.
En este capítulo hemos estado explorando las posibilidades ofrecidas por las articulaciones de nuestras piernas. En el próximo capítulo echaremos un vistazo más
de cerca a algunas de las maneras en que más a menudo necesitamos hacer uso de estas posibilidades.

5.4 La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”


Aunque la razón no está divorciada de las aspiraciones prácticas de la vida… no es una mera herramienta para la acción inmediata. Su función es saber, entender… y
relacionarse ella misma con las cosas comprendiendo… sus relaciones ocultas…
ERICH FROMM, El hombre por sí mismo
Entonces, hasta donde puede decirse, muchas especificaciones estructurales quedan determinadas por los genes, pero otro número grande puede ser determinado sólo por la
actividad del propio organismo viviente, ya que se desarrolla y cambia continuamente a lo largo de su vida.
ANTONIO DOMASIO, El error de Descartes
Se aconseja a menudo a la gente, especialmente si sufre de dolor de espalda, usar sus piernas para proteger la espalda. Demasiado a menudo esto es entendido
como hacer trabajar más duro a las piernas. Pero a menos que las piernas trabajen de forma correcta, hacerlas trabajar más duro las daña. Aún peor, el uso
ineficiente de las piernas también es perjudicial para la propia espalda. En muchos casos, las piernas se vuelven desproporcionadamente fuertes respecto a la
espalda; al entrar en acción apresuradamente, cualquiera que sea la tarea, a menudo privan a la espalda de un poco de la actividad saludable que le gustaría efectuar
a esta. Es una verdadera pena olvidar que cada parte de nosotros puede beneficiarse de que se le pida que actúe de acuerdo con su verdadera naturaleza y
capacidad, como parte de un equipo coordinado.
En este capítulo, vamos a pensar en algunas maneras de poder hacer uso práctico de los hechos que ya he explicado (capítulos 4.9 a 5.3 y 4.3 y 4.4). Empezaré
recordándole lo que descubrió usted cuando siendo un bebé, se levantó usted del suelo por primera vez: que la forma natural de organizar el movimiento es querer
poner la cabeza en algún lugar para así tener mejor visión. Toda criatura desde el inicio del mundo, ha sido capaz por rutina, de maniobrar su cabeza a donde
pudiera comer, ver, oír, olfatear el peligro en el aire mejor. Todas estas funciones corresponden a la cabeza y son vitales para sobrevivir, así que naturalmente ha de
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La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

ser algo sencillo para cualquier criatura poner la cabeza donde desea que esta esté. ¿Y por qué no debería ello ser igualmente sencillo para usted? Después de todo,
¡tiene usted millones de años de experiencia evolutiva tras de sí! Cuando quiere usted poner la cabeza en algún sitio, tiene usted derecho a suponer que el resto del
cuerpo cooperará.
La dificultad para muchos de nosotros los humanos es que tendemos a preguntarnos cómo hacer las cosas y ocurrírsenos la respuesta errónea, muy a menudo
porque no hemos tenido en cuenta la influencia física, práctica de la cabeza sobre el resto del cuerpo. Las malas respuestas crean malos hábitos que crean
problemas. A menudo he descubierto que algunas malas respuestas pueden ser eliminadas mediante una explicación; que la experimentación concienzuda puede
liberar la presa del hábito; y que muchos problemas pueden así resultar ser menos firmes de lo que suponemos.
Me gustaría pedirle que echara otro vistazo al capítulo 4.4 (especialmente al Experimento 5 y a la explicación que lo acompaña) ya que es un soporte importante a
la mayoría de mis sugerencias de este capítulo. La comprensión del papel de la cabeza combinada con una estimación de cómo las articulaciones de la pierna
pueden funcionar armoniosamente, debería ayudarle a conseguir la cooperación suave de su cuerpo cuando quiere usted poner su cabeza en algún sitio.

5.4.1 Experimento 1
Siéntese en una silla firme con los pies ligeramente separados. ¿Dónde nota que su peso presiona más sobre la silla? Idealmente su peso debería estar bonitamente
equilibrado sobre los huesos de sentarse, las tuberosidades de los isquiones (figura 4.13). La gente que hace esfuerzos para “sentarse recta”, usualmente inclina la
pelvis exagerando la curvatura lumbar (“metiendo la espalda”, como suele decirse). Esto coloca el peso del tronco demasiado hacia delante, sobre los muslos, lo
que es malo para la circulación así como para la espalda. La manera realmente buena no se encontrará sentándose así, ni tampoco derrumbándose y retorciendo así
la columna y el abdomen y restringiendo la respiración. Los huesos de sentarse están bien diseñados para sentarse de forma equilibrada, ya que son como
mecedoras; y naturalmente los movimientos de la pierna quedan mucho menos restringidos cuando su peso no está sobre los muslos. Cuando las piernas están
disponibles para el movimiento y la cabeza está equilibrada libremente sobre sus pequeñas mecedoras, no echada atrás (capítulo 4.4), es esta una forma fácil y
cómoda de permanecer sentado.
La experiencia demuestra que una posición sentada cómoda se logra más fácilmente cuando la posición en pie que la precede es también equilibrada y económica.
Hay unos pocos puntos que vale la pena mencionar al respecto y aquí hay algunos experimentos para ilustrarlos. Haga los experimentos de pie, apóyese en algo si
quiere para equilibrarse mientras considera usted lo que está pasando; use un espejo si quiere, pero evite doblarse para mirar directamente a sus pies y piernas.

5.4.2 Experimento 2
De pie, doble una rodilla para así levantar el pie detrás de usted. Naturalmente esto exige la flexión activa de la articulación de la rodilla. Vuelva a poner el pie en
el suelo.

5.4.3 Experimento 3
Levante un pie por delante de usted, como si fuera a subir un escalón. La articulación de la cadera se dobla de forma que el muslo queda casi en horizontal; la
pierna y el pie de más abajo sólo están colgando. Esta es una flexión activa de la articulación de la cadera. La articulación de la rodilla también está flexionada,
pero pasivamente: usted no lo hizo, la gravedad lo hizo. Ahora:

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La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

5.4.4 Experimento 4
Aún de pie, deje caer el pie de nuevo al suelo. Cuando usted deja que mantener la articulación de la cadera flexionada, tiene ahora la extensión pasiva de la
articulación de la cadera y de la articulación de la rodilla, gracias a la gravedad. Su peso está aún sobre un pie; continúe pensando en la otra pierna y el otro pie
como colgantes mientras manda suavemente hacia arriba el peso sobre sus pies. La pierna colgante se defendió bien, ¿verdad? Usted no tuvo que hacer nada al
respecto. (De hecho hubo un pequeño ajuste, un poquito de extensión extra para recibir el peso extra, pero ello sólo ocurrió, ¿verdad? Hay un reflejo que se cuida
de eso.)
Quizá se está usted preguntando ahora por qué la gente tan a menudo se esfuerza manteniendo las articulaciones de las caderas y las articulaciones de las rodillas
en extensión cuando está de pie. ¿Tiene usted el hábito de hacer un trabajo innecesario de esto? ¡Parece divertido preocuparse por hacerlo, cuando la gravedad y
sus reflejos pueden hacer el trabajo por usted! Déjeme recalcar que en la posición normal de pie, las rodillas no deberían estar dobladas. Ello conduce a envararse
en la posición flexionada, lo que no es mejor que envararse en la posición extendida.

5.4.5 Experimento 5
Para dejar claro este último punto, apriete las rodillas todo lo que pueda para que las rótulas de las rodillas se eleven. Ahora permita amablemente a las rótulas
descender de nuevo, pero no doble las articulaciones. Esto asegura la suficiente firmeza en las piernas para estar de pie seguro, aunque podría sorprenderse usted
del pequeño esfuerzo implicado. Ello también proporciona un punto de arranque neutro, desde el cual los tres pares de articulaciones (cadera, rodilla, tobillo)
pueden flexionarse pasiva o activamente según convenga.
Ahora me gustaría que redescubriera usted cómo es permitirse a sí mismo el tipo pasivo de flexión en los tres pares de articulaciones todos simultáneamente. Ha
hecho usted experimentos para mostrar la diferencia entre el uso activo y pasivo de las articulaciones. Ha visto usted que los movimientos contra la gravedad
implican algún esfuerzo muscular en algún sitio. Sabe usted también que los movimientos ayudados por la gravedad pueden cuidarse de sí mismos, ¿verdad? Si no
hay peligro de caer, pueden. Pero si se siente usted caer, obviamente hará usted algo al respecto. La pregunta importante es ¿qué? La razón por la que mucha gente
no puede ponerse en cuclillas es la misma por la que hace un alboroto ineficiente (y no muy elegante) al descender a una silla: empieza poniéndose a sí misma en
peligro de caer, luego bloquea las articulaciones para dejar de caer, luego es incapaz de creer que estas mismas articulaciones podrían, si se las tratara
decentemente, comportarse como bisagras hermosamente construidas y bien engrasadas.
Entre las articulaciones de la cadera, la rodilla y el pie, hay movimientos recíprocos muy delicados. No he intentado describirlos porque ocurren por sí mismos, sin
dar ningún problema cuando se mantiene el equilibrio adecuadamente. No obstante, debe decirse que las rodillas sufren una buena cantidad de presión y son
dañadas más fácilmente que reparadas. Su mejor protección es funcionar como parte de un equipo equilibrado de articulaciones, como he indicado.
Todos sabemos que algo que está desequilibrado caerá si no se hace algo al respecto. Entonces, ¿por qué intentamos sentarnos desequilibrándonos a nosotros
mismos? Cuando está usted de pie delante de una silla con la intención de sentarse en ella, es obvio que su intención incluye poner mucho de su peso tras sus pies,
es decir, fuera de su base. Por lo tanto, es de sentido común que necesitará usted poner mucho de su peso delante de sus pies, es decir, fuera de su base en el
sentido opuesto. Hacer esto satisfactoriamente requiere la cooperación de los tres pares de articulaciones: cadera, rodilla y tobillo. Afortunadamente, ellos saben
muy bien cómo trabajar en equipo. Ciertamente podría decirse que están programados para hacerlo así. (Acuérdese de cómo mantenían su equilibrio por usted en
los Experimentos 7 y 8 del capítulo 5.3.)

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La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

Podría no resultarle fácil al principio dar el permiso a las articulaciones para hacer su trabajo. Si ellas no se usan para hacer las cosas a su manera, podrían estar
vacilantes. Si no está usted convencido de que son competentes, podría estar enviándoles un mensaje que en realidad significa: “Quiero dejaros hacer este
movimiento, pero ¡por favor, no me dejéis caer!”
Por esto me gustaría que fuera usted considerado consigo mismo al hacer el siguiente experimento. Así que colóquese de pie, de espaldas a un sofá como si
pretendiera sentarse (pronto verá por qué).
Figura 5.3. Posición perfecta en cuclillas, con los talones en el suelo.
5.4.6 Experimento 6
De espaldas al sofá, repita primero los Experimentos 7 y 8 del capítulo 5.3. Luego vea si puede usted usar el
mismo planteamiento para permitir a las articulaciones de la cadera, rodilla y tobillo doblarse algo más,
manteniendo el tronco estirado, sin doblarse por la cintura. Si esto parece difícil, quizá olvidó usted que
fisiológicamente, la flexión coordinada de las articulaciones de la pierna va acompañada necesariamente de
la rotación de la articulación de la cadera; en otras palabras, se debe permitir que las rodillas se separen al
moverse hacia delante. No deje de pensar en esto hasta que ya haya doblado las rodillas: antes de empezar a
moverse, dé el permiso para que las dos cosas ocurran simultáneamente desde el principio del movimiento.
Sus piernas saben cómo hacerlo y le agradecerán que no interfiera usted.
Recuerde no echar la cabeza atrás, o su equilibrio sufrirá y sus piernas empezarán a trabajar demasiado duro.
(Si pierde usted el equilibrio, sabe que caerá usted en el sofá sin hacerse daño, así que puede usted sentirse
libre para experimentar.)
Es mejor no ser demasiado ambicioso, pero después de haber jugado usted con esto durante un rato, podría
descubrir que puede continuar utilizando la flexión pasiva de las articulaciones de cadera, rodilla y tobillo, sin
doblarse por la cintura, manteniendo un fácil equilibrio hasta que su trasero llegue al sofá; es más fácil si su
trasero no está esperando el sofá antes de alcanzarlo.
Si esto no es un problema, podría usted intentar repetir el experimento completo apartado del sofá; quizá es
usted uno de los afortunados que pueden ponerse en cuclillas como un bebé. No lo intente con demasiado
esfuerzo y sobre todo, ¡mantenga los talones en el suelo! Esto es importante: permitirles levantarse puede
parecer más fácil, pero ello pone mucha más tensión en las piernas y la espalda. Es mejor mantener los
talones abajo y permitir a las articulaciones doblarse pasivamente tanto como puedan hacerlo cómodamente.
Levantar los talones invalida el experimento, creando la tensión muy desequilibrada e innecesaria que
estamos intentando evitar. No sea demasiado vehemente en conseguir llegar abajo del todo; es más importante
mantener el cuerpo alargado y no colapsarse por la cintura.
Si se encuentra usted en cuclillas, necesitará levantarse de nuevo. Pruebe a la manera de los niños pequeños
(ellos son los expertos): cabeza baja, trasero arriba, para dar un fácil inicio al estiramiento de las piernas. Si

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La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

esto le parece torpe a usted, invente un modo más fácil, sentándose o arrodillándose.
Ya sea al ponerse en cuclillas o al volver a levantarse, ¡por favor, no fuerce! Forzar conduce a problemas. La facilidad conduce a mayor facilidad otro día. La
experiencia demuestra que no hay nada a ganar compitiendo con uno mismo por algo así. Hace treinta y tres años, yo no podía ponerme en cuclillas para nada. Me
costó seis meses (y la ayuda de maestros de Alexander) permitir a mis articulaciones comportarse como los goznes adecuados (y he sido capaz de ponerme en
cuclillas fácilmente desde entonces). A alguna gente le cuesta más tiempo; algunos pueden hacerlo a la primera; algunos nunca llegan al final; no importa
demasiado. Lo que estamos pretendiendo no es ponernos en cuclillas per se, sino una comprensión mejorada de los movimientos necesarios en la vida cotidiana.

5.4.7 Experimento 7
Cualesquiera que sean los resultados obtenidos con el Experimento 6, intente exactamente el mismo planteamiento, pero de pie delante de una silla ordinaria de
comedor, dándole la espalda, como si estuviera usted a punto de sentarse. En lugar de sentarse, haga como si fuera usted a ponerse en cuclillas con los talones en el
suelo, recordando siempre mantener el cuerpo alargado sin doblarse por la cintura. No eche la cabeza atrás, pero permítale que le dirija tan hacia delante desde la
articulación de la cadera como sea necesario para sentirse absolutamente confiado de que usted no se caería aunque la silla no estuviera allí. Cuando su
movimiento pasivo alcance el punto en que su trasero toque el asiento de la silla, ¡estará usted sentado! Lo único que queda es abrir la articulación de la cadera
(moviendo el torso hacia atrás desde la articulación de la cadera para quedar sentado en vertical).
Hay ventajas considerables para esta forma de bajar a una silla: a) equilibrio perfecto a lo largo de todo el movimiento; b) ninguna tensión en piernas o espalda; c)
ningún peligro de un aterrizaje indigno si la silla resulta ser más baja de lo que usted esperaba; d) una posición, una vez está usted sentado, que es más cómoda,
más saludable para la espalda, la digestión y la respiración; e) levantarse de nuevo es más fácil. ¿Quién renunciaría a todas estas ventajas cambiándolas por una
verticalidad con esfuerzo con las rodillas apretadas juntas, seguida de un hundimiento cansado y desgarbado?

5.4.8 Experimento 8
Sentado bien equilibrado, las manos a los costados, acuérdese de lo natural que es, al moverse, permitir a la cabeza del hueso del muslo rotar en su cavidad. Ahora
vamos a ver si, con ayuda de la cabeza, puede usar usted menos esfuerzo que antes al usar la bisagra que ofrece la articulación de la cadera. Esta vez intente hacer
el proceso de moverse hacia delante aún más pasivo, como sigue.
Está usted sentado con la cabeza equilibrada libremente, ¡claro! Antes incluso de pensar en moverse desde las articulaciones de la cadera, libere la cabeza un
poquito más hacia delante de su articulación de lo que su equilibrio sentado requiere. Note particularmente que sólo la cara debería caer y no el cuello (capítulo
4.4).
Si está permitiendo usted a las articulaciones de la cadera estar real y verdaderamente disponibles, este ligero desplazamiento del peso de la cabeza puede tener el
efecto de desequilibrar al torso entero, de forma que sin ningún esfuerzo muscular alrededor de la articulación de la cadera, el cuerpo empezará a inclinarse
suavemente hacia delante desde la articulación de la cadera, simplemente abandónelo a la gravedad. Los músculos de la espalda automáticamente entrarán en
acción para evitar que usted caiga más de lo que usted decida y este poquito de ejercicio es justo lo que les gusta.
No permita que la mención de la gravedad haga que usted exagere y se haga más pesado a usted mismo de lo que es en realidad; ¡la gravedad puede hacer caer sin
ninguna ayuda por parte de usted! Si su cabeza dirige el camino como he descrito, ello evitará que su cuerpo se colapse y así obstaculizar la libertad de las
articulaciones de la cadera poniendo presión extra sobre ellas.
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La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

El movimiento que acabamos de explorar es útil cuando está usted sentado y quiere coger algo que queda justo fuera de su alcance sobre la mesa frente a usted.
También es una preparación para un método fácil de…

5.4.9 Levantarse
Observe que lo que hemos investigado en el Experimento 8 es también un componente necesario para levantarse de una silla eficientemente y sin alboroto.
Permítame recordarle de nuevo que es muy fácil cuando usted no previene la rotación natural de los huesos de los muslos. Si no ha usado usted contracción
muscular para flexionar la articulación de la cadera, entonces extenderla (como al enderezarse en la posición de pie) será mucho menos trabajoso.
Pensemos en ello. ¿Qué ocurre en realidad cuando se levanta usted? La mayoría de la gente parece suponer que la acción debe llegar desde sus pies y piernas.
Examine esta suposición un momento. Suponga que está usted frente a una muñeca de tamaño real, con las mismas articulaciones que un ser humano. Suponga que
la muñeca está sentada y que su tarea consiste en ponerla de pie. ¿Se agacha usted realmente hasta el suelo e intenta manipular las piernas de la muñeca para que se
estiren mientras soportan el peso de la muñeca, la mayoría del cual, no olvide, está actualmente detrás de las piernas y muy por detrás de los pies? Seguro que no.
Tal método nunca se le ocurriría a usted. Usted agarraría a la muñeca por la parte superior del cuerpo o por la cabeza. Similarmente, si quisiera usted poner de pie a
una persona real sentada en una silla, podría intentarlo tirando de ella por las manos o los brazos, o poniendo las manos bajo sus axilas y levantándola; o quizá
probaría con un empujón repentino hacia arriba desde detrás; o posiblemente podría pedirle que se apoyara en usted de alguna manera mientras usted mismo se
enderezaba; si estuviera desesperado, ¡podría usted incluso estirarla del cabello como un hombre de las cavernas de los dibujos animados!
Naturalmente, podría tener usted mejor suerte si pudiera primero sacar el peso de la persona de la silla y ponerlo sobre los pies. Luego podría usted intentar
levantar, pero esto no funcionaría si las piernas ya estuvieran tiesas en una posición doblada, como estarían si hubiera algún miedo a caer. Y las piernas tendrían
una cantidad absurda de trabajo que hacer si se les pidiera que se estiraran, no sólo bajo el peso del cuerpo, sino contra la acción oponente de sus propios músculos
flexores. Junto a eso, se habría creado un problema de equilibrio considerable, cuya solución probablemente requeriría cosas muy desagradables de la espalda.
Estas son algunas de las pegas que la gente se pone a sí misma cada vez que se pone de pie. ¿Tiene usted el hábito de hacer las mismas suposiciones?
Es un planteamiento diferente considerar en qué lugar del espacio estaría su cabeza si ya estuviera usted de pie y comparar esto con su posición actual. La distancia
entre las dos posiciones no es tan grande. ¿Y la dirección? Suponga que sólo pensamos en eso, ignorando por ahora ninguna cuestión sobre cómo podría usted
llegar ahí arriba. De pie, su cabeza estará más alta que ahora mientras está usted sentado. También estará más hacia delante. Por lo tanto, lógicamente, será mejor
evitar todos aquellos movimientos de la cabeza que la lleven hacia atrás-abajo, o hacia los lados-abajo, o hacia delante-abajo. Cuando usted empieza eligiendo no
ir en esas direcciones, la cabeza ya está tan cerca de su destino como puede estar mientras usted sigue sentado. Decida que no vale la pena endurecer las piernas, lo
que sólo pone el freno, por así decirlo. Decida que la naturaleza del movimiento será la suave inclinación hacia delante descrita en el Experimento 8; al empezar la
inclinación conduzca la cabeza hacia su meta. Después de todo, podría usted usar el mismo movimiento de inclinación con el propósito de mirar bajo su silla, así
que ¿por qué no aprovecharse de ello para ponerse de pie y caminar por la habitación, o ponerse de pie mientras se gira para saludar a alguien?
Como ya he indicado, es razonable esperar que su cuerpo coopere para poner la cabeza donde usted la quiere. Lo que es irrazonable es poner dificultades en su
camino, que es lo que hacemos si envaramos las piernas esperando un trabajo duro. Si las piernas están disponibles para el movimiento, se enderezarán bien
fácilmente al dirigir la cabeza al cuerpo oblicuamente hacia delante-arriba. Cuando la cabeza llega sobre los pies y las piernas están rectas, está usted de pie, no
hay necesidad de hacer ese poquito extra que bloquea la articulación de la cadera en hiperextensión. (Véase el capítulo 5.2.)

Mente y músculo 91
La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

Observe que no estoy diciendo que las piernas no hagan nada, sino que los problemas llegan de exagerar lo que ellas podrían tener que hacer. Ponerse de pie
implica momentos de flexión de la cadera y de extensión de cadera-y-rodilla; si la flexión se hace mediante potencia muscular tendrá que ser corregida mediante
excesiva potencia muscular, con el riesgo de dañarse a largo plazo. Es útil aprovecharse de las posibilidades implicadas en el uso pasivo de las articulaciones;
entonces el uso activo podría muy bien parecer nada o casi nada.

5.4.10 Otros usos del Experimento 8


La posición de pie es vertical; también lo es, usualmente, estar bien sentado. Entre las dos como las piernas se doblan en los tres conjuntos de articulaciones de la
cadera, rodilla y tobillo, el cuerpo no debe colapsarse por la cintura, sino que debería inclinarse en diferentes ángulos según requiera el equilibrio. Nuestras piernas
articuladas ofrecen pues una multitud de posibilidades al estilo mono, todo el recorrido desde estar de pie hasta las cuclillas: son útiles en todo tipo de actividades,
tareas de la casa, jardinería, limpiar zapatos, recoger cosas del suelo, lavarse las manos en un lavabo bajo, usar una mesa de trabajo baja, abrocharle los botones a
un niño, la lista es interminable. Una vez se pilla el principio, puede ser aplicado sin fin para conseguir sin dañar la espalda, muchísimos de los movimientos más
frecuentes necesarios en la vida cotidiana.

5.4.11 Levantar cosas


Es particularmente importante recordar todo esto siempre que hay algo pesado que levantar. Las reglas de seguridad esenciales para levantar objetos pesados se
dan en el apartado 5.7.15 y deberían ser leídas juntamente con este capítulo.
Para usar sus posibilidades de tipo bisagra al completo, necesitará naturalmente empezar con los pies algo separados (cuánto depende de las circunstancias). Pero
no permita que este hecho le conduzca a un hábito de estar de pie o sentado con los pies exageradamente muy separados, una situación en la cual las articulaciones
de la cadera podrían estar sujetas a fuerzas mecánicas indeseables. La postura muy amplia es llevada a cabo por abducción, que es un movimiento diferente de la
rotación que he destacado. He aquí un experimento para ayudarle a reconocer la diferencia.

5.4.12 Experimento 9
a) De pie con los pies juntos, mantenga los talones juntos mientras gira un pie hacia fuera como una bailarina de ballet. De nuevo, no fuerce, pero note que
toda la pierna se mueve desde la articulación de la cadera. Esto es rotación, activa en este caso. Como hemos visto, la pequeña cantidad de rotación pasiva
en la que el pie puede quedar colocado, es un componente esencial de la buena coordinación.
b) Empezando con los pies juntos, eleve lateralmente una pierna estirada, tanto como pueda con comodidad, sin forzar. Esto es abducción. He sugerido probar
esto así para así notar claramente la diferencia entre los dos movimientos, pero naturalmente usted también usa la abducción cuando coloca el pie separado;
y a veces combinará usted las dos.
Leer y pensar en estos principios y en su aplicación práctica puede protegerle a usted de los dañinos conceptos erróneos, pavimentando así el camino para la
facilidad y comodidad. Será obvio a partir de las observaciones previas que un buen maestro de Alexander podría ayudarle a usted a experimentar la confianza que
acompaña la soltura en la ejecución.

Mente y músculo 92
La forma correcta de “usar las piernas para proteger la espalda”

5.4.13 Una advertencia


A veces se sugiere que hay algo a ganar deslizando la espalda arriba y debajo de una pared; esto se supone que libera las piernas de algún modo, aunque no se
explica cómo podría hacerlo. Le advierto muy encarecidamente que no intente este ejercicio. El uso correcto y fácil de las piernas sólo es posible cuando hay buen
equilibrio en la estructura completa del cuerpo humano, como he explicado. Deslizarse arriba y debajo de una pared confía en el soporte de la pared; no implica
ningún equilibrio y hay el riesgo del desarrollo indeseable de los músculos de las piernas, cuya “fuerza” desproporcionada lo más probable es que debilite su
espalda. Podría también usted dañarse las rodillas. Se ha defendido que el procedimiento es beneficioso para la espalda, pero esto ha sido refutado
convincentemente por Walter Carrington (en Explicando la Técnica Alexander, respuesta del apartado 3.16):
… no puedo imaginar por qué nadie pensó que este procedimiento era útil; va en contra de todo lo que sé sobre mecanismos básicos… las curvas de la columna son vitales
y necesarias en toda la distribución del sostén, la absorción del choque y el soporte del peso… Poner la espalda plana contra una pared estando en pie fomenta una
desviación…

5.5 La cintura escapular


Mi yugo es blando y mi carga ligera.
Evangelio según San Mateo 11:30
En el capítulo 5.1, cuando estábamos tratando con los movimientos de gateo (apartado
5.1.6 en adelante), vimos que las cuatro extremidades compartían el trabajo de soporte
y locomoción. Al crecer y desarrollarnos descubrimos que gracias a nuestra
verticalidad, las complicadas herramientas articuladas consistentes en mano-antebrazo-
brazo quedan así libres para una multitud de otras actividades y el trabajo requerido de
ellas se hace cada vez más diferenciado del trabajo que debe ser hecho por la pieza del
equipo pie-pierna-muslo.
En el capítulo 5.4, vimos con algún detalle la acción recíproca entre las extremidades
inferiores y el tronco, particularmente con vistas a cuidar mejor de la espalda. Ahora es
el momento de reflexionar sobre las diferentes relaciones existentes entre las
extremidades superiores y el tronco y de ver lo que ellas pueden significar para
nosotros en la práctica en la vida cotidiana.
Figura 5.4. Lado izquierdo de la cintura escapular, vista desde arriba.
La escápula flota en suspensión muscular, ligeramente apuntalada por una delgada
clavícula móvil. (AG, Osteología. El esqueleto apendicular: Filogenia y funciones.)
La cintura escapular es la estructura en forma de yugo de la cual, en las articulaciones
de los hombros, están suspendidos los brazos. Cuando se usa adecuadamente, el
“yugo” es blando y la carga ligera. (Véase el capítulo 4.7.) Además de estar ahí para

Mente y músculo 93
La cintura escapular

que cuelguen los brazos, la cintura escapular forma una parte importante de la estructura del tronco. Está diseñada soberbiamente para cumplir esta doble función;
sin embargo, la complejidad de la organización puede dar lugar a malentendidos y de ahí a formas inadecuadas y dañinas de usar el equipo.

La cintura escapular (figura 5.4) consiste en dos escápulas y dos clavículas. Cerca del punto más externo de cada hombro, el omóplato (escápula) se une a la
clavícula de forma que pueda haber movimiento entre los dos huesos. Las clavículas, manteniendo la distancia entre las articulaciones de los hombros, ayudan a
dotar a los brazos de una gran amplitud de movimiento. El único lugar en el que esta combinación de escápulas y clavículas se une directamente al esqueleto del
tronco es en la articulación esternoclavicular, es decir, donde la clavícula se mueve sobre el esternón.
Esto contrasta con la solidez mucho mayor de la cintura pélvica, cuyos grandes huesos de la cadera se unen al sacro en una articulación que verdaderamente
permite muy poco movimiento (figura 4.13). Mientras que la cintura pélvica está construida masivamente para la resistencia al peso, en la cintura escapular tanto
la naturaleza de la articulación como la ligereza de los huesos favorecen la movilidad. (Véase la obra citada antes.) Esto permite un amplio recorrido a nuestras
manos: nuestras manos agarradoras, indagadoras, sensibles, adaptables.
Hay diecisiete músculos sujetos a cada omóplato, conectándolo directamente a la cabeza, el brazo, el antebrazo, la caja torácica, la columna vertebral (cuello, tórax
y zona lumbar) así como al hueso hioides (al que se sujeta la raíz de la lengua). Así que su comportamiento influencia y es influenciado por el comportamiento de
todas estas partes. Las clavículas están conectadas muscularmente a la cabeza, las costillas, el esternón y los brazos. Además de todo esto, tanto los omóplatos
como las clavículas tienen relaciones sorprendentemente próximas con los músculos abdominales. (Véase en particular la relación del serrato anterior con el
músculo oblicuo externo del abdomen.) Donde están implicados tantos músculos, las combinaciones y permutaciones de su comportamiento son extremadamente
complejas y permiten una enorme variedad de usos (y malos usos). Gray (AG, Artrología. Movimientos de la cintura escapular) dice:
Debería prestarse atención al hecho de que los músculos que son antagonistas para un tipo de movimiento, podrían sin embargo combinarse entre sí y actuar como motores
primarios para otro tipo de movimiento. Los movimientos y no los músculos individuales están representados en los centros motores del cerebro y, más importante, los
músculos no están asociados, en su control nervioso, en asociaciones inalterables, sino que pueden combinarse con gran plasticidad según el dictado de las demandas de
movimiento.
¡No hay que sorprenderse de que la cintura escapular a menudo parezca adoptar algunas posturas extrañas! En este mar de complejidad, dos requerimientos surgen
como enormes rocas:
1. La cintura escapular está ahí para tener los brazos suspendidos de ella. Los brazos sirven para poner las manos donde queramos, que es usualmente en
algún sitio en el que podemos ver lo que estamos haciendo con ellas. La versatilidad de la extremidad superior, combinada con la forma en que están
situados nuestros ojos en la cabeza, y la forma en que la propia cabeza se articula, asegura un amplio campo en el que manos y ojos pueden cooperar. Para
conservar esta ventaja está el hecho de que las escápulas, apoyadas sobre la caja torácica, se curvan ligeramente hacia delante. Ciertamente así es como
las cosas se supone que son, pero desgraciadamente muchos consejos posturales ignoran los hechos.
2. El otro requerimiento inevitable, si la estructura se ha de mantener adecuadamente, es que la cintura escapular debe permanecer lo suficientemente
amplia para hacer lo que necesiten las otras estructuras que dependen de ella. Esta necesidad podría ser la que yace tras todas estas exhortaciones de echar
los hombros atrás. No obstante, hacer eso es peor que inútil: ningún músculo puede activamente ensanchar la cintura escapular, pues ningún músculo puede
empujar, como usted ya sabe (apartado 3.1.2) y está claro que no hay ningún punto desde el que los hombros pudieran ser estirados hacia fuera
lateralmente. Además, cualquier intento de mejora debe respetar la forma curva de la estructura. Si una persona es realmente demasiado estrecha por

Mente y músculo 94
La cintura escapular

delante, la única diferencia que puede conseguirse tirando de los hombros hacia atrás es... poner las cosas peor al estrechar la espalda, también. Se debe ser
particularmente cuidadoso de no dar a los niños una idea errónea respecto a esto.
Naturalmente, a todos nos gusta ver la pequeña espalda y hombros perfectos del niñito saludable y podemos sentir simpatía por la reacción de los padres que ven a
su hijo en edad escolar sentado hundido frente al televisor. ¿Qué ha ocurrido con toda aquella perfección que ellos solían encontrar tan conmovedora? Pero mire lo
que ocurre cuando ellos dicen: “Te estás encorvando. ¡Por favor, siéntate recto y echa los hombros atrás!” El pequeño Juanito, que quiere divertirse en paz, podría
parecer que hace caso, al menos temporalmente, pero no se pregunta a sí mismo cómo liberar los tirones musculares dañinos que él ha estado infligiéndose a sí
mismo: él sólo se opone a aquellos tirones con otros, aún más dañinos. Ya se veía estrecho por delante, ahora empieza a estrecharse aún más porque los omóplatos
son estirados el uno hacia el otro en la espalda, sobresaliendo como alas. Músculos importantes se vuelven demasiado flojos para hacer su trabajo. Las
disposiciones musculares de total importancia entre los hombros, el cuello, la cabeza y la columna vertebral han sido desarregladas y la coordinación del sistema
entero alterada crucialmente. Y sobre todo eso, Juanito puede quedarse con la idea de que esta torsión incómoda es lo que se conoce como “buena postura”. (¡Él
podría creer esto incluso mientras vuelve a su hundimiento!) No, dos errores no equivalen a lo correcto y este planteamiento debe ser descartado, pues echar los
hombros atrás puede hacer un daño grave: nada menos que interferir con la buena respiración (capítulo 4.1).
No obstante, no podemos ignorar la necesidad de ensanchar la estructura entera, ni el hecho de que esta necesidad a veces presenta dificultades. Si los hombros son
un verdadero problema, no hay remedio rápido. Pero hay una solución, sólo una, y esta es: la única manera de restaurar la anchura es, bien simplemente, dejar de
estirar los hombros el uno hacia el otro, sin importar si el estrechamiento parece estar delante o detrás.
Una vez que abandona usted el mal uso, las tendencias naturales del cuerpo pueden empezar a reafirmarse a sí mismas. No puedo prometer resultados instantáneos,
pero como ya he indicado, los músculos son obedientes. Si decide usted que realmente le gustaría que las puntas de sus hombros se separaran, si continúa
recordando que eso es lo que usted quiere y si al mismo tiempo recuerda usted que no hay forma de conseguir esto mediante acción muscular… entonces,
gradualmente, cualesquiera que sean los músculos que puedan estar manteniendo sus hombros demasiado juntos recibirán el mensaje de que usted quiere que dejen
de hacerlo. No es necesario entrar en cuestiones sobre qué músculos exactamente serán influenciados por su deseo de ser ancho. No tenemos ese tipo de control
sobre ellos. Como explica Gray en el pasaje citado antes, los centros del cerebro que controlan estos asuntos están diseñados para tratar con los movimientos, no
con los músculos individuales. Es importante entender que este es un caso en el cual no hacer lo erróneo es todo lo necesario para que el buen movimiento se
haga posible. Una vez queda esto claro, hay maneras de ayudar a mejorarlo, como veremos. (Véanse también los capítulos 5.6 y 5.7.)

Tendemos a pensar que nuestros omóplatos están en la espalda, así que puede ser de ayuda observar que parte del omóplato (la apófisis coracoides) sale hacia
delante bajo la clavícula para formar parte de la estructura de la parte frontal del cuerpo (figuras 5.4 y 4.12 derecha). Esto ayuda a darse cuenta de que anchura sólo
puede significar anchura total: no es posible ensanchar la parte frontal a expensas de la posterior o viceversa. Debería entender también que ensanchar la espalda
concierne a músculos cuyas fibras corren oblicuamente (figura 5.5). Esto significa que si las curvaturas de la columna están exageradas, no puede haber verdadero
ensanchamiento; ni tampoco puede haberlo si nos hundimos. Cada error privará a algunas de esas fibras oblicuas de su elasticidad, al estirarlas demasiado o al
imponerles la flojera. Cualquier intento de forzar a los hombros hacia abajo es también un error, por la misma razón: mire la dirección de las fibras musculares y
verá usted mismo lo que quiero decir. Mientras piensa usted en la cintura escapular, examine sus clavículas o las de un amigo y observe que desde la articulación
con el esternón, se dirigen no sólo hacia los lados sino también hacia arriba y atrás donde se encuentran con los omóplatos. (No se desoriente con algunos
diagramas anatómicos con los que puede usted encontrarse, pensando que las clavículas son horizontales: un diagrama no es necesariamente real y podría estar
ilustrando algún otro punto.)

Mente y músculo 95
La cintura escapular
Figura 5.5. Los músculos trapecio, romboide y dorsal ancho corren oblicuamente.
No estoy sugiriendo que necesite usted hacer nada respecto a todo esto, pero una buena idea
general de cómo se supone que funcionan las cosas, ciertamente le ayudará a evitar errores.
Sobre todo recuerde que como la cintura escapular está suspendida de la cabeza (capítulo 4.7),
la intrincada estructura completa depende para el soporte eficiente del equilibrio de la cabeza.
Si se echa la cabeza atrás, se ha de hacer una cantidad no económica de trabajo para combatir
la tendencia de todo el cuerpo a colapsarse y desorganizarse. Y parte de ese trabajo casi seguro
que lo harán (muy inadecuadamente) los hombros.
Es necesario, en particular, que la anchura de la cintura escapular se mantenga en los
momentos en que las manos son necesarias cerca del medio del cuerpo. Muchas actividades lo
necesitan, por ejemplo comer, escribir a máquina, hacer punto, montar a caballo, clavar un
clavo… Haga su propia lista según su estilo de vida: la encontrará interminable. En estos
momentos todos estamos tentados a olvidar que los brazos son perfectamente capaces de poner
las manos donde nosotros las queremos, sin arrastrar los hombros con ellas (capítulo 5.6).
A veces, naturalmente, un omóplato está obligado a acompañar a un brazo. Esto es
estructuralmente inevitable cuando se levanta la parte superior del brazo por encima de la
altura del hombro: entonces la forma de la articulación del hombro implica que el hueso del
brazo (el húmero) se lleva consigo al omóplato en el desplazamiento (y también es algo
bueno). (Si quiere usted colgarse de las manos de una rama, por ejemplo, está muy bien que el
sistema muscular esté reforzado por el hueso.) A veces también, si necesita usted alcanzar algo
muy alejado delante de usted, simplemente sin otro modo de cogerlo, se puede permitir al
omóplato abandonar su lugar habitual y desplazarse hacia delante por el costado de la caja
torácica, para añadir longitud al brazo. Pero permítame recalcar que esta es una táctica de
último recurso, para ser utilizada cuando no hay otro medio: utilizada frecuentemente, destruye
la estabilidad de la estructura y mina la eficiencia del movimiento. En la mayoría de las
circunstancias, los omóplatos deberían ser vistos como pertenecientes a la estructura del
tronco; sólo raramente deberían ser tratados como pertenecientes a los brazos. Si se les trata adecuadamente, los hombros y su musculatura asociada efectúan un
trabajo de relación fuerte, sutil y útil entre brazos y espalda. Por lo tanto, no debería pedirse a los hombros que efectúen movimientos que pueden ser
desempeñados más eficientemente moviendo la parte superior del brazo en la articulación con el hombro o cambiando el ángulo en el codo, o ambas cosas. El
mal uso de los hombros puede deteriorar su utilidad para sus tareas verdaderas.
Desgraciadamente, las posibilidades de la articulación del hombro son ignoradas a menudo y mucha gente desplaza sus omóplatos con mucha regularidad al hacer
todo tipo de tareas que no necesitan de tal cosa: cortar el pan, limpiar las cacerolas, escribir, incluso al lavarse las manos. Si recuerda usted que le gustaría permitir
a su cintura escapular estar ensanchada, sus brazos versátiles pueden usualmente encontrar modos alternativos de poner sus manos donde usted las quiere.
Además, no olvidemos que las piernas también pueden ayudar: doblar todo el tronco hacia delante desde la articulación de la cadera puede ser una manera útil de

Mente y músculo 96
La cintura escapular

añadir alcance, como puede verdaderamente, un uso apropiado de todas las articulaciones de la pierna (capítulos 5.3 y 5.4).
Ahora que ya hemos estudiado el soporte de la “herramienta”, en el próximo capítulo consideraremos la propia herramienta.

5.6 El filo
La mano es el filo de la mente.
J. BRONOWSKI, La ascensión del hombre
Hemos visto que la cintura escapular es la estructura de soporte de la que los brazos están suspendidos. Claramente, los propios brazos existen para poner nuestras
manos donde las queremos, pues las manos son la parte que hace el trabajo de esta espléndida pieza de equipo. No hay ninguna parte de nosotros más característica
de todo lo que pensamos que es humano, nada más íntimamente relacionado a la mente humana que la mano humana.
Por su capacidad tanto de observación como de acción, nuestras manos relacionan la mente con el mundo de nuestro alrededor; son el medio más inmediato y
obvio por el cual podemos afectarle. Para hacerlo, primero y ante todo, ellas deben proporcionarnos continuamente información sobre nuestros alrededores: no son
sólo herramientas sino también antenas. Al efectuar ambas funciones, frecuentemente necesitan la cooperación de los ojos. No es casual que nuestros brazos están
colocados de forma que pueden fácilmente traer objetos adonde ambos ojos pueden enfocarlos. Ciertamente, esta habilidad es tan útil que a veces desatendemos a
mucha de la información que nos llega vía el sentido del tacto (lo que es una pena). Nuestras manos, si se les da la oportunidad, son capaces de apreciar muchas
sutilezas. Esto parece tan importante que me gustaría inmediatamente, sugerirle un par de experimentos.

5.6.1 Experimento 1
Sin moverse del sitio, coloque una mano ligeramente sobre diferentes cosas dentro de su alcance, una tras la otra. No las agarre, deje su mano vacía, como
diríamos, lista para recibir información y nada más. Utilice la palma entera o sólo las puntas de los dedos, según el tamaño y la forma del objeto. Quizá la primera
cosa que usted note es que algunas cosas se sienten más calientes o más frías que otras o que su propia mano.
Ahora intente apoyar su mano sobre cada objeto durante un momento más largo: probablemente descubrirá que incluso cuando su mano está bien quieta le dice
algo sobre la textura de lo que está tocando. Esto podría despertar su curiosidad, así que ahora mueva la mano ligeramente. ¿Puede decir si le llega a usted más
información desde la palma o desde las puntas de los dedos? Varíe la presión un poquito. ¿Reconoce más de la presión ligera o de la firme? ¿Qué tiene que decirle
la mano sobre la forma de las cosas?
Desde donde estoy sentada mecanografiando esto, puedo tocar no sólo partes del ordenador, sino también la superficie pulida de la mesa, su cara inferior sin pulir,
varios libros, el lápiz, bolígrafo y goma, un candelero de latón, las flores en un jarrón de cerámica, nueces en un bol, mis gafas y el trapito de limpiarlas, un
paquete de pañuelos de papel, mi propia cara, dientes y cabello, la blusa de seda, la falda de lana, las medias de nailon: todas estas cosas se sienten de forma muy
diferente, incluso la cualidad del papel de los diferentes libros. Encuentro que un toque muy ligero me dice más sobre la superficie de las cosas, el grano de la
madera de la mesa, por ejemplo. Un contacto ligeramente más firme me permite notar algo de las estructuras de debajo, por ejemplo el hueso de mi barbilla no
solo anuncia su presencia sino cuan separado está de la superficie. Cuando coloco las manos alrededor del bol, sé algo de su forma; si lo empujo o lo levanto,
incluso muy ligeramente, también me hago alguna idea sobre su peso.

Mente y músculo 97
El filo

5.6.2 Experimento 2
Podría usted mirar otra vez los mismos objetos sin tocarlos, sólo recordando lo que sabe usted sobre la sensación de cada uno de ellos. Luego haga lo mismo con
otras cosas de la habitación, recordando o imaginando cómo es su tacto, simulando que está a punto de tocarlos. Probablemente descubrirá que en la mayoría de
los casos usted tiene una expectativa de cómo será el tacto de cada objeto, por lo que al mirar algo desconocido de esta forma despertará su curiosidad. Tanto la
expectativa como la curiosidad harán a sus manos más alertas. He descubierto que esto es una manera bien buena de espabilar mis manos antes de tocar el violín.
Es ciertamente un juego útil para la gente que pudiera tender a colapsar sus manos y hacer sus brazos más pesados de lo que son en realidad.
La gente no siempre se da a sí misma la oportunidad de hacer uso de la sensibilidad de sus manos. Conocí una vez a una mujer que sufría de dolor persistente en
sus brazos, sin razón aparente… hasta que descubrí, para mi sorpresa, que el sentido del tacto tenía muy poca importancia para ella. Un día estábamos hablando de
ropa cuando ella pareció genuinamente aturdida al mencionar yo el uso del tacto para juzgar la calidad de la ropa, o cuando al admirar su bolso de piel nuevo, gocé
de la suavidad de su forro de ante. Verdaderamente, ella insistió en que había comprado el vestido por la única razón de que le gustaba el color y similarmente, que
había elegido el bolso a juego con el vestido. Me pareció que tal falta de interés en el tacto de las cosas estaba relacionada con el dolor de sus brazos, pues he
observado que alguna gente sufre de estar demasiado ocupada o demasiado ansiosa para notar lo que está tocando. El tacto es vital para nosotros; no es caprichoso
sugerir que cuando las manos no reciben la oportunidad de vivir como antenas, los brazos y hombros pueden volverse pesados con el aburrimiento o rígidos con la
ansiedad.
Todos estos objetos de nuestro alrededor, todas las cosas que usamos, movemos, examinamos, manipulamos, las manejamos por medio de nuestras manos y al
hacerlo hacemos uso de lo que nuestras manos nos dicen de ellas. La experiencia también juega un papel: nosotros ya sabemos que las rosas pueden pinchar, que el
jabón resbala. Nuestras manos, adaptándose a la situación presente, son capaces de combinar el conocimiento recordado con la nueva información sensorial. Esto
les permite reaccionar adecuadamente a las necesidades del momento. Verdaderamente, la mano tiene su “destreza”. (Según el diccionario, destreza es la habilidad,
arte, primor o propiedad con que se hace una cosa.)
Permite a mi mano derecha olvidar su destreza. (Salmo 137.)
Citando la Anatomía de Gray (AG, Miología. Los movimientos de la mano):
… el género humano va mucho más lejos que ninguna otra criatura en su aplicación variable sinfín de las destrezas de manipulación, siendo las manos las herramientas a
las que corresponde su desarrollo mental sin rival.
Mientras que es cierto que las manos de algunos primates comparten muchas características con nuestras propias manos, “el pulgar humano… está incluso mejor
evolucionado para la oposición que en otros primates.” (AG, Osteología.)
Una vez derribé un frasco de mermelada mientras estaba sosteniendo vasos con ambas manos. Ingeniándomelas (sólo lo justo) para evitar que el frasco cayera sin
soltar los vasos, me sentí en ese momento como si en lugar de manos tuviera sólo zarpas. Empecé a imaginarme cómo sería hoy la vida humana, si nuestros
ancestros nunca hubieran desarrollado pulgares capaces de oponerse a los demás dedos para así sujetar cosas firmemente y con precisión. Sin un pulgar oponible y
todas las posibilidades que ello implica, apenas puedo imaginarme que se hubieran desarrollado las herramientas y la escritura, o ninguna de las actividades que
derivan de ellas. Supongo que nuestros antepasados no habrían empezado a adaptar las sencillas herramientas que permitieron al género humano hacer
herramientas y maquinaria más avanzadas, en cuyo caso ¿tendríamos ahora alguna artesanía y alguna industria? Sin la escritura, el intercambio de información de
cualquier tipo habría sido limitado: ¿Podría haberse desarrollado la ciencia tal como la conocemos? Preguntas similares se aplican a muchas actividades que ahora

Mente y músculo 98
El filo

damos por sentado. ¿Qué instrumentos musicales podríamos hacer y tocar? ¿Con qué juegos nos
podríamos divertir, más allá de simples placeres como el de patear piedras? Por mucho que se
indague, parece que todo en nuestra civilización o en cualquier otra civilización de la que
tengamos conocimiento, depende en alguna medida directa o indirectamente del hecho de que el
pulgar puede oponerse a los demás dedos.
Algunas criaturas hacen cosas notablemente hábiles (por ejemplo, los pájaros tejedores, los
castores, las termitas), pero al ser incapaces de “adaptar su mano” a la vasta variedad de usos que
nosotros damos por sentados, se ven obligados a seguir siendo especialistas. Alguna gente
excepcional muestra una habilidad sorprendente en superar limitaciones: las pinturas de artistas
que sostienen el pincel con la boca o entre los dedos de los pies demuestran lo que los seres
humanos pueden conseguir cuando una idea prende en la mente. Sin embargo, si ninguno de
nosotros nunca hubiera tenido pulgares tal como los conocemos, muchas actividades serían tan
difíciles que su idea nunca se nos hubiera ocurrido.
Sólo puedo especular sobre hasta que punto los pulgares se desarrollaron para cubrir las
necesidades de nuestro desarrollo mental y cuánto sirvieron para estimular nuestras ideas las
posibilidades ofrecidas por nuestros pulgares. Pero lo cierto es que el pulgar vive y se mueve en
un campo de acción diferente del de los demás dedos y que esta diferencia es esencial para la
ejecución eficiente de la mayoría de las actividades de las que nuestras manos son capaces. Si
pasamos por alto la diferencia o la comprendemos mal, probablemente usaremos mal el pulgar y
ciertamente toda la mano y así nos privaremos a nosotros mismos de algunas de las ventajas que
tenemos como seres humanos.

5.6.3 El equipo
Figura 5.6. Huesos de la mano.
Echemos un vistazo a la mano y a su equipo de emergencia y en particular, a los movimientos de que disponemos para usar separadamente o en una variedad
enorme de combinaciones. Sugiero que observe usted sus propias manos, comprobando mis afirmaciones mientras las lee.

5.6.4 Dedos
Tres pequeños huesos (falanges) forman un dedo y para cada dedo hay un cuarto hueso (metacarpiano) dentro de la mano haciendo de conexión entre el dedo y la
muñeca. Así que cada dedo tiene tres articulaciones que pueden ser flexionadas o extendidas con diferentes grados de independencia. Las articulaciones más
próximas a las puntas de los dedos no pueden usualmente ser operadas independientemente del segundo conjunto de articulaciones. No obstante, observe que las
articulaciones más alejadas de las puntas de los dedos (articulaciones metacarpofalángicas) pueden ser flexionadas mientras los dedos están rectos; también pueden
ser extendidas mientras las otras dos articulaciones están en flexión.

Mente y músculo 99
El filo

Partiendo de las puntas de los dedos, sólo los dos primeros conjuntos de repliegues corresponden a articulaciones; el tercer conjunto de articulaciones, donde están
los nudillos, se corresponde más con los repliegues de la palma de la mano. Los repliegues en los que los dedos se unen a la mano pueden confundir: muestran
dónde se dobla la piel, pero es bueno observar dónde ocurre realmente el movimiento.
Al flexionarse los dedos, tienden a inclinarse muy ligeramente hacia el pulgar flexionado. El meñique, que tiene la mayor distancia por recorrer, tiene un músculo
extra (oponente del meñique) que puede girarlo (rotarlo) activamente hacia el pulgar. No espere encontrar este músculo en el propio dedo: va desde la muñeca
hasta el metacarpo y ayuda a acortar la palma. (Lo verá en acción cuando lleguemos al Experimento 3.)
Los dedos también pueden moverse hacia los lados, apartándose o aproximándose a
los demás. La independencia total del dedo queda excluida por el diseño, por lo que
intentar imponerla por la fuerza es peligroso; en cualquier caso, seguro que fracasará.

5.6.5 El pulgar
El pulgar tiene dos falanges y un metacarpiano. Es en la articulación en que el
metacarpiano se une a la muñeca, donde el pulgar disfruta la gran libertad tan crucial
para la destreza humana. La flexión de todas o alguna de las tres articulaciones situará
a la punta del pulgar señalando cruzando la palma de la mano, hacia el dedo meñique;
la extensión de estas articulaciones lleva la punta del pulgar en sentido opuesto. El
pulgar “está en un plano situado casi en ángulo recto al de los otros dedos” ( AG,
Artrología. Movimientos y mecanismos de las articulaciones) y no debería ser
colocado en el mismo plano de los otros dedos si no hay una razón clara para hacerlo.
La mano puede adaptarse pasivamente a una superficie plana, ¿así que por qué
prepararla activamente quitando el pulgar de su espacio natural? Un hábito irreflexivo
de sacar al pulgar de su esfera de acción normal (figura 5.7 arriba) puede tener un
efecto de envaramiento y dejar menos rápidamente disponible la función de oposición,
que le sugiero que examine usted ahora.
Figura 5.7. Arriba: el pulgar en su propio plano (izquierda) y en el plano
de los dedos (derecha). Centro: pulgar en flexión. Abajo: oposición del pulgar y el meñique.
5.6.6 Experimento 3
Para reconocer una de las ventajas más espléndidas de su mano:
a) Doble el pulgar flojamente dentro de los dedos; esto es la flexión. Suelte los
dedos para ver dónde la flexión ha llevado al pulgar (figura 5.7 centro).
b) Presione la yema del pulgar (la parte blanda cerca de la punta) contra la parte
correspondiente del meñique estirado (figura 5.7 abajo). Este es un ejemplo

Mente y músculo 100


El filo

extremo del movimiento de gran importancia llamado oposición, en el que el metacarpiano y la sección media del pulgar rotan para que el pulgar pueda
oponerse a los otros dedos. (La articulación más próxima a la punta del pulgar no está diseñada para girar.) Note como flexión y oposición se combinan en
diferentes grados, ofreciendo muchas relaciones posibles del pulgar con los demás dedos; las alternativas aumentan aún más con el hecho de que la
distancia entre el pulgar y la palma puede ser aumentada (por ejemplo, para agarrar un objeto grande). Estos movimientos se combinan entre sí.
He evitado nombrar los movimientos del pulgar en el texto principal debido a la terminología divergente. En la terminología de Gray, flexión se mezcla con oposición y las dos
pueden combinarse con abducción; extensión finalmente se convierte en rotación lateral; aducción lleva al pulgar a lo largo del dedo índice. Gray deja claro el campo de actividad
espacial del pulgar. (Kapandji utiliza la misma terminología, pero con significados diferentes, excepto en el caso de la oposición.) Me parece que los recursos de la mano humana
desafían la descripción completa y pueden ser apreciados mejor por aquellos que hacen el uso más sutil de ellos. (He visto el dibujo de una mano de pianista de Kapandji en FA,
volumen 1, página 175, provocar la mofa de los pianistas y, de hecho aquellos pianistas que he observado, son
manifiestamente correctos al desmentir que ellos normalmente alcanzarían una tecla del modo indicado.)
5.6.7 La muñeca
(Figura 5.6.) En la muñeca tenemos ocho huesos pequeños, colocados en dos filas y bloqueándose entre sí
gracias a su forma, y unidos por ligamentos de forma que permiten ceder muy limitadamente entre ellos. Tres de
ellos forman parte de la articulación de la muñeca (articulación radiocarpiana) donde la mano como una unidad
se mueve con relación al antebrazo. Los demás se articulan con los metacarpianos, dentro del cuerpo de la mano;
aquí de nuevo, la cantidad de juego es limitada en lo que a los dedos índice, mayor y anular se refiere. (Las
posibilidades especiales del metacarpo asociadas al meñique y la libertad enormemente mayor del pulgar se han
descrito antes.) Ocurren cambios dentro del delicado complejo de la muñeca que permiten la flexión, extensión y
pequeños movimientos laterales de la mano con relación al antebrazo. Observe que estas posibilidades pueden
también ser usadas para permitir los movimientos del brazo cuando las manos se quedan en el mismo sitio. (Por
favor, noten los músicos que las discusiones técnicas sobre la “muñeca” podrían ser aclaradas especificando si se
hace referencia a la articulación o a los huesos metacarpianos, o si el término se utiliza ampliamente para indicar
la parte inferior del antebrazo.)
Figura 5.8. Mano derecha palma arriba (izquierda) y palma abajo (derecha).
5.6.8 El antebrazo
Es en el antebrazo (no en la muñeca) donde hacemos los movimientos que giran la mano de la posición con la
palma hacia arriba a la palma hacia abajo y viceversa. Cuando la palma está hacia arriba, el radio y el cúbito
están paralelos (figura 5.8. izquierda). Para girar la palma hacia abajo, el radio llevando consigo a la mano, rota
sobre el cúbito, cruzándolo oblicuamente (figura 5.8. derecha). Este movimiento se conoce como pronación.
Volver a girar la palma hacia arriba se llama supinación. Estos movimientos, más fácilmente visibles en el
extremo de la muñeca de los huesos que en el codo, a veces son confundidos con movimientos de la muñeca.
Para dejarlos claros para usted mismo, inténtelos con el codo pegado a su costado.

Mente y músculo 101


El filo

5.6.9 El codo
Con o sin la rotación descrita antes, el codo permite la flexión y la extensión.

5.6.10 El brazo
La cabeza del hueso de la parte superior del brazo (húmero) gira en una cavidad poco honda del omóplato. Este punto de unión es la articulación del hombro.
Observe dónde está: quizá más hacia fuera del costado de lo que usted piensa. Esta colocación bola-cavidad permite una variedad de movimientos enorme,
principalmente en el espacio delante de nosotros y hacia el lado; los movimientos hacia atrás están mucho más limitados. La rotación de la parte superior del brazo
puede ser combinada con los movimientos de rotación del antebrazo de pronación y supinación, mejorando o cambiando su efecto sobre la mano. El antebrazo y el
brazo también pueden rotar independientemente el uno del otro e incluso en sentidos opuestos.
Hemos hablado de todas estas articulaciones, de todos estos movimientos, principalmente en los términos de las posibilidades que ofrecen de poner las manos
donde nosotros las queramos. No olvidemos el otro conjunto de alternativas que ofrecen: muchos de los movimientos descritos pueden usarse pasivamente cuando
queremos mantener las manos donde las queremos mientras movemos el cuerpo.

5.6.11 Manejando el equipo


Una cosa es examinar los detalles de nuestro equipo para apreciar mejor sus posibilidades. Otra es asegurarse de usar estas posibilidades de la forma más
ventajosa. Hay una solución tan absurdamente simple que a menudo es pasada por alto. La regla de oro es: dirige el extremo que hace el trabajo. Quiero decir lo
que usted ve cuando un niñito quiere alcanzar un dulce: los dedos y el pulgar van hacia el objeto deseado, lo agarran y luego van directamente a la boca (sin
preguntar cómo). Los adultos pueden aprender de esto, pues cuando el extremo que hace el trabajo dirige, podemos normalmente confiar en que todo el equipo
complicado hará su trabajo.
Si hubiera algún problema, lo primero a preguntarse es qué obstáculos puede estar usted poniendo en el camino del funcionamiento fácil. ¿Está usted bloqueando
una articulación que podría ser llamada a participar? ¿O está usted empezando un movimiento desde el extremo erróneo de la herramienta, es decir, ocupa la parte
superior del brazo antes de que los dedos y el pulgar tengan la oportunidad de dirigirse hacia su objetivo? El hombro, el cuello, incluso la cabeza podrían ser el
culpable, pues a veces el punto de interferencia es distante y no obvio. Deténgase un momento, dedique un poco de atención a la estructura, luego pida al extremo
que hace el trabajo que dirija el camino.

5.6.12 Brazos y equilibrio


Es obvio que muchos movimientos del brazo desplazan el peso de dentro de nuestra base a fuera de ella y que esto tiene un efecto sobre el equilibrio. (Compare
esto con lo que ya he dicho sobre el equilibrio en los capítulos 4.3, 5.2, 5.3 y 5.4.) A lo largo de todo el día movemos las manos a nuestro alrededor, usualmente por
delante del cuerpo y los brazos las acompañan. ¿Qué le hace esto a nuestro equilibrio? Si equilibra usted una muñeca sobre sus pies y luego mueve sus brazos
hacia delante, la muñeca se caerá hacia delante. Entonces, ¿por qué no nos caemos también? Casi nunca pensamos en esto, pero hay muchas soluciones posibles y
algunas son mejores que otras. He aquí un par de experimentos que podrían dejar esto más claro.

Mente y músculo 102


El filo

5.6.13 Experimento 4
De pie ante una estantería, a la distancia del brazo, listo para coger un libro que está aproximadamente a la altura de sus hombros. Al alcanzarlo, debe hacerse algo
para equilibrar el peso del brazo que se desplaza hacia delante fuera de su base. Esto podría hacerse envarando las piernas, lo que no recomiendo. Es más probable
que compensara usted echando los hombros atrás, inclinando la caja torácica y “metiendo la espalda”. No obstante, podría usted permitir al cuerpo entero
compensar mediante un pequeño movimiento hacia atrás que hace uso de sus tobillos libres, dejando el resto de usted inalterado. En este caso, el movimiento será
tan pequeño que en realidad usted no tendrá que hacerlo para nada: será suficiente con que usted sólo decida que es el único ajuste del equilibrio que va a consentir
ahora; es más un permiso que una acción.
Recuerde, el libre equilibrio de la cabeza (capítulo 4.4) es un factor que afecta este experimento y el siguiente, naturalmente, porque influencia cada movimiento.

5.6.14 Experimento 5
Vea lo que ocurre cuando está usted sentado y necesita mover los brazos delante de usted. Incluso para hacer un movimiento pequeño con los codos parcialmente
doblados, es aconsejable aplicar el mismo principio que en el Experimento 4, pero ahora tendrán que ser las articulaciones de la cadera las implicadas, como
articulación más inferior disponible que podría permitir ocurrir la adaptación (véase el capítulo 5.3).
En este capítulo hemos discutido muchos movimientos posibles. Considere el número tan enorme de maneras en que cada uno puede ser utilizado solo, en
combinación o fundiéndose con otros; considere también, las variaciones infinitas de amplitud, velocidad, fuerza, ligereza, peso, firmeza, delicadeza, fluidez e
intención que pueden ser aplicadas a ellos… y empezará a apreciar usted algunas de las formas en que el equipo de emergencia sirve a sus manos al vivir la
relación de doble sentido con su mente y sus alrededores.

5.7 Más sobre las manos


Si no vivimos lo que sabemos, ni siquiera lo sabemos. Sólo haciendo nuestro conocimiento parte de nosotros mismos, mediante la actividad, entramos en la realidad que
significan nuestros conceptos.
THOMAS MERTON, Pensamientos en soledad
He aquí unos pocos experimentos más para llamar nuestra atención sobre nuestra privilegiada posición como poseedores de un par de manos humanas, y para
ayudarle a observar algunos factores fundamentales que se aplican a todo lo que hace usted con ellas.

5.7.1 Experimento 1
Deje colgar un brazo a su costado, los dedos y el pulgar sin hacer nada en absoluto. Con la parte superior del brazo tocando aún su costado, flexione amablemente
el codo para que forme más o menos un ángulo recto, todavía sin hacer nada con la mano. El pulgar y el índice estarán ahora por encima, el meñique será el más
próximo del suelo. Si realmente no hace usted nada con la muñeca, su mano estará colgando de forma que el lado del dedo meñique parece caer un poco desde el
antebrazo (desviación del cúbito): es decir, el metacarpiano del pulgar está más o menos alineado con el antebrazo (figura 5.9. arriba). Con el codo flexionado
como se ha descrito, este es el punto de partida de todos los demás experimentos de este capítulo. Es una posición de disposición neutral, que llamaremos DN para
abreviar.

Mente y músculo 103


Más sobre las manos
Figura 5.9. DN = Disposición neutral (arriba). Modo receptivo (abajo).
Ocurre a menudo que cuando aparece la idea de efectuar una tarea con las manos
incluso recto hacia delante, la gente empieza haciendo esfuerzos innecesarios como
bloquear los codos o levantar los hombros o flexionar las muñecas o mover el pulgar
de maneras que reducen su disponibilidad para la acción apropiada. Algunos,
posiblemente queriendo probarse a sí mismos cuán “relajados” están cuando sus
manos no tienen nada especial que hacer por el momento, parece que colapsen las
muñecas en posturas que implican una flexión extrema. DN evita ambas trampas: es la
actitud desde la cual puede usted mover fácilmente sus manos para cualquier cosa que
quiera usted que hagan, así que no tenga prisa por cambiarla.

5.7.2 Experimento 2
Empiece en DN y esta vez, sin cambiar el ángulo entre el antebrazo y el brazo, mueva
el codo ligeramente hacia delante desde su posición de reposo. Este es un movimiento
de la parte superior del brazo, cuyo extremo superior puede moverse en la articulación
del hombro sin alterar al propio hombro. Si no hace usted nada más que eso, su mano
está ahora más alta que al principio. Deje el brazo donde está y permita al codo abrirse
para que su antebrazo quede más o menos horizontal de nuevo. Intente combinando
estos dos movimientos, alcanzar algo justo delante de su mano. Mucha gente al hacer
esto, bloquea ya sea el codo o la articulación del hombro o ambas y se mete en algo
menos conveniente y más complicado, así que vale la pena investigarlo.

5.7.3 Experimento 3
Empiece en DN. Dejando la mano completamente sola, gire el antebrazo
amablemente para que la palma de la mano mire hacia arriba. Permita al peso de su
mano llevar a la muñeca a una ligera extensión (si no lo estaba ya). Con su otra mano, coloque varios objetos pequeños sobre la palma, sin mover el pulgar ni los
otros dedos. Podría usted intentar esto con una caja de cerillas o un lápiz, con cacahuetes o caramelos o con monedas sueltas. Mejor aún, pídale a un amigo que
ponga las cosas en su mano, para ayudarse a usted mismo a observar si su pulgar reacciona innecesariamente. Si puede usted aceptar cosas en la palma de la mano
sin sentir la más ligera necesidad de hacer nada al respecto, ha empezado usted a conocer su mano en lo que yo llamo su modo receptivo (figura 5.9 abajo).

5.7.4 Experimento 4
Empiece repitiendo el Experimento 3 y ahora siga jugando combinando el modo receptivo con movimientos del brazo y del antebrazo, como en el Experimento 2.
Entonces vea si dejando el codo en su costado, puede mover usted la mano cruzando el cuerpo, luego hacia fuera por el lado, sin necesidad de cerrar la mano para
no perder los caramelos o lo que sea. (Esto necesita de un movimiento del húmero en la articulación del hombro.) Podría también repetir usted el experimento,

Mente y músculo 104


Más sobre las manos

colocando algo ligeramente más pesado en su mano (quizá un pequeño objeto decorativo) notando lo fácilmente que se adapta usted al cambio de peso. Observe
también que las manos pueden a menudo estar en modo receptivo cuando sostienen objetos grandes e incluso pesados, si la tarea de las manos es principalmente la
de adaptarse a la forma del objeto (una ponchera, por ejemplo) pues la fuerza y capacidad de levantar pueden ser proporcionados por cualquier otra parte del
cuerpo.

5.7.5 Experimento 5
Repita el Experimento 4 hasta el momento en que la palma de la mano está mirando hacia arriba con la muñeca en ligera extensión. Deje que el pulgar toque el
índice como cogiendo un pellizco de sal. Con el codo aún en su costado y sin alterar la relación de la mano con el antebrazo, gire suavemente el antebrazo para
que así la palma mire hacia abajo. Pienso que descubrirá que todavía el pulgar está casi en prolongación con el antebrazo, la muñeca en ligera extensión. Tanto
mano como muñeca están lo bastante libres y eficaces para estar a punto para el movimiento. Si está usando usted la estructura como he descrito, la totalidad del
cuerpo contribuirá al soporte de la mano y el brazo. Estas partes móviles no necesitarán ahora envararse para soportarse a sí mismas. (Así es cómo la gente se daña
a sí misma.)

5.7.6 Experimento 6
Combine los Experimentos 5 y 2.

5.7.7 Experimento 7
Combine el Experimento 6 con elevar y descender el codo por el costado, mediante un movimiento de la parte superior del brazo en la articulación del hombro.
¿Qué diferencia hace esto a donde llegan sus dedos?
Si pasa usted mucho tiempo ante el teclado de un ordenador o máquina de escribir, los Experimentos del 5 al 7 son particularmente importantes para usted. Sin una
buena pronación del antebrazo, tendrá usted que desorganizar sus hombros para poner las manos bien. Este es el inicio de una espiral viciosa, ya que la gente que
tiene el hábito de utilizar mal los hombros no puede conseguir la pronación adecuada del antebrazo: lo que tiene a menudo es dolor, en algún lugar del complejo
cuello-hombro-brazo-mano. Si la libertad de la rotación del antebrazo es limitada indebidamente o presenta dificultades para usted, no intente forzarla. Haría mejor
usted en dedicar algún tiempo y reflexión al comportamiento de sus hombros y de sus pulgares. (Véase también el capítulo 6.4.)

5.7.8 Sujetar, manejar, sostener, elevar


Tenemos cinco maneras principales de sostener objetos:
1. podemos usar las manos en su modo receptivo, como describí antes. Uso típico: sosteniendo una ponchera grande, las manos permanecen pasivas mientras
toman contacto con el objeto, luego hacen el esfuerzo justo para mantener un contacto firme mientras reciben su peso. Otras posibilidades:
2. el agarre potente;
3. el agarre preciso;
4. el agarre en pinza;

Mente y músculo 105


Más sobre las manos

5. el agarre en gancho.
Figura 5.10. Agarre potente (izquierda). Agarre preciso (derecha).
5.7.9 El agarre potente
(Figura 5.10 izquierda.) Uso típico: manejar un martillo. Es el agarre que usamos cuando algo ha
de ser sostenido firmemente en la palma de la mano, con los dedos flexionados alrededor del
objeto y el pulgar proporcionando la presión contraria.
La gente que practica aikido sabe que si la muñeca de un oponente puede ser puesta en flexión
extrema, su agarre se debilitará porque el pulgar ya no puede oponerse a los dedos con eficacia.
Permítame deducir un corolario: para sostener algo firmemente, el modo más efectivo es acceder
al objeto de forma que el pulgar continúe la línea del antebrazo. Entonces su muñeca estará en ligera extensión y ligeramente girada hacia el lado del meñique
(desviación del cúbito), dos condiciones que favorecen un agarre firme sin tensión innecesaria. El agarre mejorará más si la mano está realmente abierta al
empezar, es decir, si extiende usted todas las articulaciones de los dedos y del pulgar sin flexionar la muñeca, justo antes de agarrar el objeto. Con el objeto bien y
verdaderamente en la palma de la mano, los dedos y el pulgar aún alargados pueden entonces envolver el objeto de forma que los músculos están de manera aún
más ventajosa para mantener el agarre. Cuanto más eficiente es el agarre, más rápidamente disponibles estarán los movimientos del antebrazo y del brazo
necesarios para efectuar la actividad deseada.

5.7.10 Experimento 8
Coja una revista bien resistente y enróllela apretadamente. Agárrela con firmeza, luego pídale a alguien que intente quitársela. ¿Abrió usted la mano (como se ha
descrito antes) antes de agarrar la revista? Hágalo de la otra forma: ¿Cuál es la diferencia?

5.7.11 El agarre de precisión


(Figura 5.10. derecha.) Uso típico: coger un alfiler, un lápiz o una herramienta pequeña. Este agarre se usa para sujetar objetos pequeños entre las puntas del pulgar
y uno o más de los otros dedos. Pulgar y dedos estarán entonces listos para cooperar en movimientos de flexión y extensión así como para manipular el objeto. En
esto pueden contar con la cooperación de todo el resto del equipo de emergencia, siempre suponiendo que el resto de la extremidad está dispuesto para el uso. Los
problemas surgen cuando el propietario está tan absorto en el trabajo hábil de dedos y pulgar que permite a las otras articulaciones fijarse justo cuando podrían ser
necesarias para las adaptaciones pequeñas. Observe que a veces usamos una combinación de agarre de precisión y agarre potente en la misma mano: por ejemplo,
el pulgar y el índice manipulan algo que los otros dedos están sosteniendo firmemente.
Es importante observar que el agarre de precisión, como el agarre potente, es el más eficiente cuando el pulgar prolonga la línea del antebrazo, es decir, cuando la
muñeca está en ligera extensión y ligera desviación del cúbito. Incluso cuando no hay implicado ningún agarre, es esta una actitud natural de la mano, que
favorece la agilidad de los dedos sin forzar la muñeca. Nota: Con esto se pretende indicar la base para el comportamiento saludable de la mano en funcionamiento;
no debe tomarse como si se recomendara una posición fija, pues las manos siempre están en proceso de hacer pequeñas adaptaciones para las necesidades del
momento.

Mente y músculo 106


Más sobre las manos

5.7.12 Experimento 9
Flexione la muñeca y enhebre una aguja mientras mantiene la flexión de la muñeca. Luego enhebre una aguja usando los
movimientos de un dedo y el pulgar mientras aprieta ligeramente las muñecas una contra la otra (es decir, las muñecas están en
extensión). Compare la precisión y comodidad de los dos métodos.
Figura 5.11. Agarre en pinza: sólo se flexionan los dedos en las articulaciones metacarpofalángicas.
5.7.13 El agarre en pinza
(Figura 5.11.) Uso típico: leer un periódico. En este agarre los dedos están estirados y el pulgar, oponiéndose a ellos, se coloca
lo más cerca que pueda de las puntas de los dedos. De nuevo, para facilidad y comodidad, casi con certeza el pulgar necesita
estar más o menos en línea con el antebrazo. Si tiende usted a flexionar demasiado los dedos o a apretar los puños sin ninguna
razón en particular, podría intentar usted jugar, ligera y fácilmente, con movimientos de tipo de pinza. Pienso que los
encontrará usted muy saludables para sus manos.

5.7.14 El agarre en gancho


(Figura 5.12.) Uso típico: llevar una maleta. Las dos primeras falanges están flexionadas, formando un gancho. Si es posible,
esta forma de llevar carga es preferible a empuñar el asa, pues el peso se distribuye
de forma más saludable. (El pulgar puede ser usado de vez en cuando para guiar la
carga.)
Figura 5.12. Agarre en gancho.
5.7.15 Reglas esenciales de seguridad para levantar objetos
pesados
1. Colóquese de pie lo más cerca posible del peso.
2. No eche la cabeza atrás.
3. Mantenga la espalda estirada y “en una pieza”, es decir, no se doble por la cintura (ni hacia delante ni hacia atrás).
4. No levante los talones. Si necesita agacharse hasta el peso, use las articulaciones de la cadera, rodilla y tobillo e inclínese hacia delante como un mono,
espalda recta y talones en el suelo (véanse los apartados 5.3 y 5.4.11).
5. No permita a los hombros caerse hacia delante. ¡No vaya al otro extremo echándolos hacia atrás! Piense sólo en mantener la anchura total de la cintura
escapular (véase el capítulo 5.5).
Siempre que hay que levantar algo, lo más importante es pensar antes en la estructura coordinada. Si ha trabajado usted con cuidado a lo largo del libro hasta ahora
y le es verdaderamente familiar el consejo dado sobre el equilibrio de la cabeza, sobre la cintura escapular y sobre la relación apropiada de las piernas con la
espalda, su atención a estos asuntos debería asegurar que el peso es aceptado de forma que no coloque demasiada tensión sobre partes vulnerables de la estructura.
Mente y músculo 107
Más sobre las manos

Habiéndose ofrecido tiempo suficiente a sí mismo para pensar en estas cosas, así como para preparar la estructura para cubrir las demandas que va usted a hacer
sobre ella, no abandone todas las preparaciones en el momento en que decida entrar en acción. Manténgalas todas en marcha al actuar velozmente: la velocidad
supera a la inercia. Sobre todo, no eche la cabeza atrás cuando las cosas se pongan difíciles. Si no puede levantar el peso sin eso, probablemente no puede
levantarlo de ningún modo y sólo se dañará a usted mismo si insiste en intentarlo. En cambio, recordando los mismos principios, empuje, gire o ruede el peso; o
consiga ayuda.
No siempre es fácil, al enfrentarse con una dificultad, recordar las buenas intenciones y las precauciones inteligentes. Por eso tan a menudo sugiero experimentar y
practicar con algo fácil, relacionándolo con el resto de lo que ha entendido usted. Si no damos importancia a parar y elegir cómo vamos a hacer las cosas, los viejos
hábitos (véase el capítulo 6.6) tienen una manera de decidir por nosotros, a veces con consecuencias desafortunadas.

Mente y músculo 108


Ayudas e impedimentos

6ª parte: Ayudas e impedimentos

6.1 Tacto
Sostengo una azada en mi mano vacía.
Koan zen
En los capítulos 5.6 y 5.7, discutíamos algunas maneras en que usamos esa herramienta maravillosa, la mano humana. Otro aspecto merece un capítulo para él
solo: el uso de la mano como medio de comunicación a través del tacto. No sólo en las caricias de los amantes y en la relación entera de la madre y el bebé, sino
también en los abrazos amistosos y las palmaditas en la espalda, en el dar la mano habitual, al ayudar a la gente enferma o anciana, incluso al indicar que estamos
intentando pasar a alguien en una habitación llena de gente; en todas estas situaciones y en muchas más aparecen momentos en los que el propio estado es
comunicado directa e inmediatamente a otro ser humano. Esto me parece una gran responsabilidad. Para aceptarla adecuadamente, necesitamos prestar atención a
cómo nos usamos a nosotros mismos, pues así reducimos el riesgo de inmiscuirse quieras o no quieras en otra gente, de agobiarla inadvertidamente con problemas
que no la conciernen necesariamente.
Puedo explicar esto mejor con unos pocos ejemplos de la vida real. Un incidente me fue relatado independientemente por dos amigas mías, que también se
conocían entre sí, llamémoslas Juana y María.
La versión de Juana: “Estoy preocupada por María. La vi en el sendero sentada en la tapia, con muy mal aspecto, así que le toqué el hombro suavemente y le
pregunté: “¿Qué te ocurre?” Pero ella se libró de mí diciendo: “¡Déjame sola!” ¿Es el principio de un derrumbamiento o algo así?”
Al día siguiente escuché la versión de María: “Me sentía tan terriblemente mientras volvía a casa del trabajo ayer que al subir la colina tuve que sentarme en la
tapia. La última gota fue que Juana llegó y se apoyó en mí tan pesadamente que pensé que iba a desmayarme. Me temo que pueda haber sido un poco áspera con
ella.”
Podía adivinar lo que había pasado. Sabía que Juana era una persona amable; sabía también que ella siempre parecía un poco colapsada. Creo que probablemente
su mano, a pesar de lo suave que podría haber sido, comunicó su propia pesadez fundamental a María, quien al ya estar muy mal, la encontró literalmente
imposible de soportar.
Otro ejemplo: un hombro se estaba recuperado bien de una lesión deportiva cuando su propietaria, absorta en su trabajo, no respondió enseguida a una pregunta de
una colega, así que esta la tocó en el hombro. ¿Quién podría quejarse de algo así? Sin embargo, la impaciencia había dado a este toque tal calidad agresiva que el
hombro le envió olas de dolor por todo el cuerpo durante horas. Escuchar esto me trajo los tristes recuerdos de mi suegra, profundamente trastornada sus últimas
semanas, por la impaciencia que ella había sentido en las manos de una enfermera (sin duda desbordada de trabajo). A pesar de las mejores intenciones, no siempre
reconocemos cómo nuestro humor habitual puede afectar nuestro toque, lo cual sin embargo, a menudo les dice a los demás más de lo que desearíamos que ellos
supieran sobre cómo nos manejamos a nosotros mismos, nuestra propia coordinación, nuestras propias emociones. Tales traiciones involuntarias de uno mismo
(particularmente penosas para niños y ancianos incapaces de defenderse a sí mismos) a menudo pueden ser evitadas tomando conciencia del manejo adecuado de
nuestra propia estructura.

Mente y músculo 109


Tacto

Un ejemplo placentero es un recuerdo que tengo de un paseo por la montaña, en el que uno de mis estudiantes me tendió una mano por si yo necesitaba ayuda al
cruzar un charco helado. En tales momentos, el tacto de otra gente puede ponerme nerviosa, pero en este caso, aunque nuestras manos apenas hicieron contacto,
recibí la impresión vívida y tranquilizadora de que el soporte adecuado estaba disponible si lo necesitaba. El estudiante había alcanzado un nivel alto de
coordinación, claramente perceptible a través del gesto cortés impremeditado.
Estos incidentes o similares podrían surgir casualmente en cualquier momento. Pero algunas situaciones exigen un conocimiento particular de la necesidad de
organizar los propios movimientos lo mejor posible. Cualquiera que use cualquier tipo de técnica física para ayudar a otras personas, debería ser particularmente
sensible a este hecho. La experiencia y la observación me han convencido de que no hay ninguna técnica de masaje o procedimiento de manipulación que pueda
garantizar ser útil o incluso ser inocuo, independientemente de la coordinación personal de la persona que lo emplea.
La verdad de esto se me hizo patente hace muchos años cuando, como maestra de Alexander relativamente inexperta, estaba trabajando con una anciana
encantadora y valiente cuyo hombro había sufrido cirugía. La operación había tenido éxito, el tratamiento postoperatorio manifiestamente no tanto, pues tras casi
dos años ella aún apenas podía levantar la mano hasta la boca. Trabajando con gran cuidado, descubrí que podía ayudarla a conseguir progresivamente un grado
mayor de movimiento en la articulación del hombro y que esto no le dolía, siempre y cuando mientras yo guiaba su brazo suavemente, pensara sin cesar en mi
propia coordinación así como en la suya, pero si mi concentración vacilaba un instante, ella tenía dolor enseguida.
Esta experiencia hizo que me diera cuenta, con más claridad que nunca, del valor de mi formación de Alexander, con su insistencia constante en que el
requerimiento primario de un maestro de Alexander es el propio uso de sí mismo (véase el capítulo 7.1). Naturalmente, no todo el mundo puede tener una
formación concentrada del tipo que nosotros recibimos durante esos tres años, pero seguro que nadie puede permitirse ignorar la importancia del tacto. Mi
formación me mostró y sigo aprendiendo, que aunque el tacto puede ser refinado casi indefinidamente, no hay esencialmente nada esotérico en ello. Igual que un
niño pequeño espontáneamente se hará a sí mismo ligero cuando quiere que usted le levante, o increíblemente pesado cuando tiene un berrinche, también los
adultos se hacen a ellos mismos ligeros o pesados, y así modifican el efecto que ellos tienen sobre aquellos que llegan a tocar. Y aunque la vida adulta está sujeta a
todo tipo de influencias que podrían conducirnos a hacernos a nosotros mismos pesados y descuidados, aún parece bien natural para la gente volverse ligera y
sensible cuando trata con bebés o animales pequeños. Extender un grado similar de respeto hacia los demás adultos no parece un paso grande o difícil: sólo
necesita pensarse en ello.

6.2 Más ayuda para su espalda


… esfuércese por el reposo, pero mediante el equilibrio y no mediante el cese de su actividad.
SCHILLER
La mayor parte de este libro ha tratado sobre la exploración del hecho de que un buen uso natural de sí mismo emerge a menudo bien fácilmente, suponiendo que
puedan eliminarse las ideas erróneas fundamentales. Ahora vamos a descubrir un procedimiento simple que puede ser tremendamente beneficioso, potencialmente
para todo el mundo. Este procedimiento, si se sigue fiel y regularmente, no sólo confirma y anima el buen uso: desenmascara suavemente los efectos dañinos de
los errores. Le pido encarecidamente que lo intente, prestando cuidadosa atención a los detalles que aunque sencillos, son importantes.

Mente y músculo 110


Más ayuda para su espalda

6.2.1 El procedimiento
Consiste en esencia en acostarse sobre la espalda en el suelo (no en la cama) con la cabeza sobre algunos libros (no almohadones) que no deben tocar su cuello; sus
pies sobre el suelo, las rodillas dobladas y señalando recto hacia arriba. (Puede que haya oído usted esto antes o haya leído algo al respecto; desgraciadamente,
algunas descripciones publicadas son incompletas, mientras que otras son gravemente desorientadoras.) Las instrucciones detalladas vienen más adelante en este
capítulo.
Usted querrá saber, ¿cómo puede este procedimiento tan ordinario beneficiar mi espalda? La respuesta es: proporcionando a su estructura completa oportunidades
repetidas de volver a la forma mejor de la que es capaz en un momento dado. La mayoría de nosotros, a lo largo de un día normal, hacemos algunas ligeras
adaptaciones torpes a las necesidades de equilibrarnos a nosotros mismos. Claramente, estar acostado elimina el problema del equilibrio; acostarse del modo que
describiré, invita también a la ayuda de la gravedad a deshacer las complicaciones en las que casi seguro nos hemos metido a nosotros mismos. Ello ayuda a
recuperar el equilibrio entre el trabajo de diferentes grupos musculares, ayudando así a establecer las relaciones adecuadas entre los distintos componentes del
esqueleto.
Las curvaturas primaria y secundaria de la columna vertebral son soportadoras de peso: se supone que están ahí, pero si se hacen exageradas, la estructura
completa se acorta y ya no puede mantenerse a los músculos en una longitud de trabajo eficiente. Cuando usted se acuesta en la posición descrita antes, cambios
sutiles empiezan a ocurrir. Acostarse sobre una superficie firme, con un soporte firme bajo la cabeza, mejora el efecto de la gravedad sobre aquellas partes suyas
que no están directamente soportadas; esto tiende a reducir las curvaturas de la columna, alargándole a usted un poquito. Como usted sabe, hay músculos que
normalmente trabajan para sostenerle a usted cuando está de pie. (No todos ellos pertenecen directamente a la columna; están por todas partes.) Algunos de estos
músculos al haber estado trabajando en exceso, reconocerán ahora gradualmente que tienen libertad para adaptarse a la situación cambiante: así que usted no sólo
se alarga sino que se ensancha y quizá se aplana ligeramente.
Esta sutil acción recíproca de las fuerzas naturales y la sabiduría del propio cuerpo, requiere que usted no se empuje. Olvídese de intentar aplanar la espalda,
olvídese de intentar relajarse. Si usted no hace nada de todo eso, le estará dando a su cuerpo la oportunidad de recuperar sus propios equilibrios. Quizá no sentirá
usted que ocurra nada, pero esto no significa que no esté ocurriendo nada, sólo que los cambios ocurren suavemente y sin ruido, a la velocidad de su cuerpo. Si se
ha puesto usted en el suelo de la forma apropiada, ha hecho usted su parte. No recomiendo pensar en lo que pudiera estar pasando o lo que planea hacer usted a
continuación. Sólo acepte el hecho de que la gravedad está trabajando para usted ahora; el trabajo de usted es permitirle seguir en ello. Es más bien como si, una
vez separada la ropa para lavar, le permite Usted a la lavadora hacer la colada.

6.2.2 Usted necesitará


un poco de sitio en el suelo,
una manta,
un pequeño montón de libros,
un trozo de espuma delgada.
Añada cinco minutos, y tiene usted los ingredientes para hacerse mucho bien a usted mismo.

Mente y músculo 111


Más ayuda para su espalda

El sitio en el suelo debería ser el espacio suficiente para acostarse sobre la espalda con las rodillas dobladas y rodar hacia los lados para levantarse de nuevo. Elija
un lugar que no sea de paso, en el que la gente no pase por encima de usted. Envuelva los libros y la espuma en la manta y téngalos a mano. Métalo todo en una
bolsa pequeña y llévela consigo cuando se marche.
La manta es para acostarse encima, así que no quiere una mullida. Una manta de viaje del tamaño apropiado será adecuada.
Los libros son para apoyar la cabeza, así que mejor que no tengan cubiertas duras. (Yo usaba viejos Reader’s Digest, que son ideales, pero libros de bolsillo o guías
de teléfono también servirán muy bien.) Sea lo que sea que use usted, la altura es de suprema importancia; y la altura correcta varía mucho de una persona a otra.
Para calibrar la altura de los libros, siéntese como lo hace normalmente y pídale a un amigo o amiga que coloque su codo justo bajo sus omóplatos, en el punto
de máxima curvatura hacia fuera. Con el antebrazo y la mano formando una línea recta vertical, su amigo mueve ahora su brazo recto hacia arriba hasta que su
mano quede detrás de la cabeza de usted. Entonces él o ella coge los libros con la otra mano y mira cuántos necesita para llenar el espacio entre su mano y la
cabeza de usted. Mientras ocurre esto, debe estar usted muy seguro de no mover la cabeza hacia atrás; permítale caer en neutral (cómo se describió en el apartado
4.4.4) y no importa si esto le hace a usted mirar hacia abajo. A estos libros añada unos pocos más, otra buena pulgada o así de grosor; tendrá usted entonces la
altura aproximada de libros sobre los que va a descansar usted la cabeza. La altura precisa de libros necesarios probablemente variará de vez en cuando, así que
asegúrese siempre de tener unos pocos más a mano. No se sorprenda si descubre que usted cambia. A veces está usted más cansado de lo que piensa, a veces está
mejor de lo que se siente. En caso de duda, use libros de más mejor que de menos: usted sabrá si tiene demasiados (su barbilla presionará sobre la nuez de Adán).
Demasiado pocos y beneficio perdido.
La espuma delgada es para que sus pies no resbalen. Coja una pieza de unos dos pies cuadrados (60 cm x 60 cm). Una alternativa excelente es el material que
venden en las tiendas de alfombras para evitar que las alfombrillas resbalen.
El tiempo lo ha de encontrar usted. Lo ideal sería hacer este procedimiento de acostarse durante cinco minutos después de desayunar, cinco minutos a la hora de
almorzar, lo mismo al final de la tarde y de nuevo justo antes de irse a la cama. Si tiene usted algún problema de espalda, este es el tiempo mínimo que debe
realmente dedicar a ello (aunque para algunos el tiempo del medio día será difícil). Pero sean cuales sean las dificultades, la mayoría de la gente admitirá, si la
presiona, que puede de algún modo disponer de cinco minutos para ella misma, un par de veces durante cada veinticuatro horas, si realmente lo intenta.
Extras opcionales. Alguna gente tiene un pequeño saliente detrás de la cabeza y por eso le gusta poner otro pequeño trozo de espuma sobre los libros. Si lleva
usted pantalones vaqueros, podría encontrar incómodas las costuras al acostarse: un pequeño trozo de espuma metido en los pantalones ayudará. Si su espalda está
muy dolorida, de forma que acostarse sobre una superficie dura resulta realmente difícil, una pieza de espuma más gruesa a lo largo de toda su espalda, ayuda.
¿Posee usted una caja torácica particularmente honda entre el pecho y la espalda, de forma que sus brazos están como cayendo detrás de usted cuando está usted
acostado sobre la espalda? Le podría ir bien colocar un pequeño cojín delgado bajo cada omóplato. Esto también puede ser una idea útil si es usted muy “cargado
de hombros”. Primero averigüe el lugar correcto para colocar los cojines, luego no enrede con ellos cuando ya esté acostado.

6.2.3 Cómo empezar


Depende mucho de la manera en que usted se ponga en posición. No es difícil; con esta descripción, puede usted comprobar los detalles. Creo que la mejor forma
de empezar es la siguiente:
1. Extienda la manta sobre el suelo, colocando los libros y la espuma donde espera usted que estarán su cabeza y sus pies cuando esté acostado sobre la

Mente y músculo 112


Más ayuda para su espalda

espalda con las rodillas dobladas. Gire los libros para que todos ellos tengan el lomo hacia el lado contrario al de sus pies (en caso contrario no estaría usted
muy cómodo).
2. Póngase de pie sobre la espuma.
3. Siéntese en la manta, luego acerque el trasero a sus pies todo lo que pueda sin esfuerzo. (No parecerá muy cerca estando acostado.) Abrazar las rodillas
hace más fácil colocar los pies y le ayuda a usted a mantener el equilibrio.
4. Permita a la cabeza caer hacia delante, proporcionando un contrapeso al tronco que está, naturalmente, algo por debajo de su base.
5. Coloque los pies un poco separados, aproximadamente la anchura de las caderas, manteniendo las plantas de los pies en contacto con el suelo.
6. Apóyese poniendo las manos sobre el suelo, ligeramente detrás de su trasero, con los dedos señalando hacia fuera de los lados.
7. Apoyándose aún en las manos, estire los brazos, manteniendo la anchura en los hombros para que no sean estirados hacia arriba alrededor del cuello.
8. Liberando las articulaciones de la cadera, permita al abdomen caer hacia atrás, luego rápidamente permita a los brazos doblarse para quedar apoyado en los
codos.
9. No se entretenga en esta posición y deslice los codos hacia delante para que los hombros puedan seguir inalterados mientras descansa la cabeza sobre los
libros. Nota: No estire las piernas mientras hace esto.
10. Si los libros tocan su cuello, empújelos suavemente un poco más lejos, sin levantar la cabeza: en esta posición no hay forma de levantar la cabeza sin
acortarse a sí mismo. (Naturalmente, si lo calculamos mal y no acertamos a los libros, o nos los encontramos por la espalda, no hay nada a hacer más que
empezar de nuevo. Pronto se acostumbrará usted a colocar bien las cosas.)
11. Si los libros están definitivamente demasiado altos, coloque una mano en su coronilla para levantar la cabeza mientras la otra mano quita el libro de
encima. Repítalo si es necesario: ya ve por qué es mejor que los libros sean delgados. Utilice el mismo método si necesita añadir libros.
12. Si sus pies están demasiado lejos, muévalos suavemente; si no es necesario, mucho mejor; de ahí la sugerencia 3 anterior.
13. Deje descansar las manos sobre los huesos de las caderas o sobre el suelo, pero preferiblemente no sobre su pecho o abdomen.
14. Si sus rodillas no están apuntando arriba recto hacia el techo, muévalas hasta que lo estén: ahora serán fáciles de equilibrar y no le queda nada de qué
preocuparse.
Observe que aunque cuesta muchas palabras describir esta manera de colocarse en posición, es mejor hacerlo bien deprisa y fácilmente. Así que primero
comprenda lo que va a hacer usted y luego hágalo sin ningún alboroto; siendo demasiado cuidadoso podría envararse usted.
Hay ventajas para el modo de acostarse que he descrito; no obstante, si presenta dificultades graves para usted, sólo consígalo lo más fácilmente que usted pueda.
Esta colocación permite que ocurra todo tipo de cosas buenas. Sólo quédese así y ello le hará algún bien. De lo único que es usted responsable es de comprobar
que sus rodillas sigan señalando directamente hacia arriba; si permite usted a sus piernas perder el equilibrio, tendrá más trabajo sosteniéndolas, ¡así que no se
duerma! Aparte de eso, no es necesario que haga nada de nada; cualquier tipo de trajín es contraproducente, así que no pierda el tiempo mejorando la forma en que
está usted acostado. Si está usted seriamente incómodo, empiece de nuevo; si no, sólo acéptese a sí mismo como es.

Mente y músculo 113


Más ayuda para su espalda

6.2.4 Volverse a levantar


Es esencial rodar hacia un lado. No se siente o deshará lo bueno que se ha hecho a sí mismo. Planee la forma en que piensa rodar, luego hágalo sin ralentizarlo
demasiado (usualmente es más fácil). Supongamos que elige usted rodar hacia la izquierda:
1. Con el ojo derecho, mire hacia su hombro izquierdo, permitiendo a su cabeza girar a la izquierda (véase el capítulo 4.6).
2. Manteniendo las rodillas dobladas, deje caer las rodillas hacia la izquierda, pasando simultáneamente la mano derecha cruzando su cuerpo hacia la
izquierda.
3. Una pequeña presión de su mano derecha y su pie izquierdo contra el suelo y está usted a cuatro patas. A partir de ahí, si no tiene tiempo para gatear un
poco (capítulo 5.1), puede usted levantarse, recordándose a usted antes no echar la cabeza atrás.
No se quede en el suelo demasiado tiempo; con cinco minutos basta o diez de una tirada. Es interesante y valioso ver si puede usted quedarse despierto y alerta
mientras no hace nada (los gatos pueden hacerlo). Poco y a menudo es lo que produce resultados, así que yo siempre le ruego a la gente que persista en ello porque
he visto transformarse a la gente al hacerlo regularmente. (Un hombre, al preguntarle si era perseverante, me miró ofendido y dijo: “No estoy loco; ello me ha
ayudado tanto que naturalmente que lo haré el resto de mi vida.”) No sólo ayudará a su espalda, sino que también todas sus partes se beneficiarán. Sería una pena
no hacer algo tan simple que ayuda tanto.
Comprendo que mucha gente, incluso teniendo tiempo, tenga vergüenza de hacer algo ligeramente inusual cuando los amigos o colegas podrían verles. Pero hay
gente que, fiel al procedimiento descrito antes, está preparada para enfrentarse a unas pocas cejas levantadas en defensa del sentido común, y la respeto por ello.
Tengo frente a mí una narración de un informe al Gobierno que afirma que en Bretaña, el dolor de espalda provoca más de cien millones de días laborables
perdidos cada año; los que padecen de la espalda que han estado sin trabajar durante dos años, se dice que es improbable que vuelvan al trabajo (The Independent,
14 de junio de 1995). Las cifras de la Asociación Nacional de Dolor de Espalda dicen que el coste anual del Servicio Nacional de Salud es de unos 480 millones de
libras esterlinas y que el coste para la industria en pérdida de producción es al menos de 5,1 billones de libras. Las estadísticas de la A.N.D.E. muestras también
que está aumentando el riesgo en los niños británicos en edad escolar. Y en Bélgica, un informe del Ministro de Educación afirma que seis de cada diez
catorceañeros sufre de problemas de espalda (The Bulletin: the newsweekly of the capital of Europe, Bruselas, 21 de noviembre de 1996). Yo podría seguir y
seguir. Con un problema social de esta magnitud, cualquiera que tome medidas sensatas para evitar convertirse en parte del problema, merece el agradecimiento de
todos; y tener la posibilidad de acostarse durante el descanso para almorzar merecería muchos informes oficiales.

6.3 Sillas y demás mobiliario


Estirado en el potro de tortura de un asiento demasiado blando…
ALEXANDER POPE
Hay cosas tan erróneas que incluso sus opuestas no están bien.
KARL KRAUS
Naturalmente, este libro es primariamente sobre la gente más que sobre las cosas y como sabemos, la gente es altamente adaptable: ello es una razón de nuestro

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Sillas y demás mobiliario

éxito como especie. No obstante, parte de esta adaptabilidad consiste seguramente en ser capaz de evitar cosas que funcionan en nuestra contra, así que vale la
pena echar un vistazo a algún mobiliario básico del que nos rodeamos y ver cómo afecta a la forma en que usamos nuestro equipo humano.
Cuando no nos estamos desplazando o estamos de pie preparándonos para ir a algún sitio, a menudo nos gusta sentarnos o acostarnos y en respuesta a este deseo,
hemos inventado varios objetos. Nunca he comprendido bien el punto hasta el cual las sillas son acusadas de nuestros problemas musculares y esqueléticos. Se oye
decir a la gente: “Naturalmente, las sillas son antinaturales”, como si eso explicara muchas cosas. ¿Pero es cierto que hay algo antinatural en las sillas? Dando por
supuesto que en el clima cálido y seco nuestros antepasados primitivos deben haber sentido natural sentarse o ponerse en cuclillas en cualquier lugar en el que se
encontraran, en un clima nórdico habría presumiblemente muchas ocasiones en las que un árbol caído o una roca próxima serían preferibles al suelo húmedo,
fangoso. Ni puede realmente argüirse que haya algo antinatural en sentarse per se. Las articulaciones que permiten ponerse en cuclillas (lo que es
indiscutiblemente “natural”), también nos permiten efectuar las cuclillas interrumpidas conocidas como sentarse. Las sillas como tales no son las villanas como se
las hace parecer.
No obstante, pienso que hay algo seriamente mal en nuestra actitud ante todo el asunto de estar sentados y que esto a veces da como resultado la elección de
asientos bien inadecuados para nuestros propósitos y a veces el usar mal sillas que podrían estar muy bien en sí mismas. Suponga que nos preguntamos a nosotros
mismos por qué nos sentamos en primer lugar, y qué clase de sillas necesitamos para diferentes propósitos. Esencialmente, supongo que podríamos decir que hay
sillas para trabajar y sillas para descansar.

6.3.1 Sillas de trabajo (también para comer y para sentarse un instante)


A veces nos sentamos para estar así convenientemente situados para hacer algún tipo de trabajo con las manos o los pies o ambos; o a veces sólo para descansar los
pies y las piernas o para dar a la espalda un cambio de trabajo. Todo esto seguramente es razonable, pues los isquiones, ideales para sentarse, permiten a la
estructura expansiva del cuerpo estar equilibrada en una variedad de posturas, según lo que estemos haciendo (véase el capítulo 5.4).

6.3.2 Asientos para sillas de trabajo


Los mejores asientos para este tipo de uso son firmes, planos y horizontales, permitiendo la máxima eficacia del equilibrio, combinada con la máxima libertad de
movimientos de brazos y piernas. Las sillas con asientos con forma no son deseables; tampoco las que tienen acanalado el borde del asiento. Una capa delgada de
guata es aceptable, pero los asientos realmente blandos fatigan porque en lugar de soportarle, le obligan a adaptarse usted a ellos todo el tiempo.

6.3.3 Asientos de silla que hacen daño


Las sillas más desastrosas que he visto hasta ahora son aquellas sillas apilables que consisten en un armazón de metal tubular con un asiento y respaldo de lona: no
sólo no dan soporte, sino que las partes metálicas evitan cualquier colocación razonable de los muslos del usuario. Casi igual de dañina (cualquiera que sea el
material) es cualquier silla con el asiento más alto por delante que por detrás. Se las ve en todas partes, pero pienso que se hicieron populares al principio por la
pura conveniencia de ser apilables, sin tener en cuenta la comodidad o la salud del usuario. Ninguna cantidad de “educación física” deshará el daño hecho a los
escolares condenados a pasar horas cada día sentados en tales sillas. Las buenas sillas nunca pueden garantizar el buen sentarse, pero es escandaloso que los
niños, obligados a usar sillas en las que es imposible sentarse apropiadamente, sean así moldeados para una mala coordinación, dolor de espalda y otros
problemas de salud futuros.

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Sillas y demás mobiliario

A veces se defiende los asientos inclinados hacia delante, y yo me atrevo a decir que son un buen cambio al de ser forzado hacia atrás le guste o no a usted. Pero la
inclinación hacia delante anima a pies y piernas a estar constantemente ocupados. Esta desventaja podría pasar inadvertida a mucha gente que habitualmente hace
trabajar de más a sus piernas de cualquier modo, pero el problema subyacente (mal uso de piernas y espalda) aún no ha sido corregido. Las piernas tienden a
volverse desproporcionadamente activas con detrimento de la espalda y finalmente de las propias piernas. A alguna gente muy alta les gustan estas sillas, pero
nadie que haya adquirido el equilibrio adecuado sentado, tendrá dificultad en adaptarse a cualquier asiento horizontal de cualquier altura, siempre que los pies
puedan estar sobre el suelo (véase los capítulos 5.2, 5.3 y 5.4).

6.3.4 Respaldos para sillas de trabajo


En cualquier asiento que no le permita equilibrarse apropiadamente, tenderá usted a colapsarse por la cintura, redondeando la columna lumbar; esto es malo para
su espalda (y para otras partes de usted). Un respaldo de silla que empuje hacia adentro la parte inferior de la espalda no corrige este error; la acomoda, pues de
hecho usted sólo se estará colapsando en el sentido opuesto (véase el capítulo 3.3). Sólo cuando los asientos son adecuados se hace posible discutir los respaldos
de las sillas. Si está usted sentado en buen equilibrio, y suponiendo que conoce la forma apropiada de compensar los movimientos de los brazos (apartado 5.6.12,
experimentos 4 y 5), probablemente no necesitará usted realmente un respaldo para su silla mientras tenga algo interesante que hacer. (¡Supongo que usted
usualmente no se reclina atrás en la silla mientras come!) Los momentos en que usted querrá un descanso para la espalda de algún tipo son aquellos en que hace
una pausa para pensar o tiene que esperar algo. También a veces, cuando se está cansado (y tiende a cansarse más a sí mismo encogiéndose y colapsándose) puede
estar bien que la silla le invite a expandirse de nuevo.
Un respaldo sensato le tocará entre los omóplatos o muy ligeramente por debajo de ellos; debería ser usted capaz de tomar contacto con él al inclinarse hacia atrás
ligeramente, de una pieza, desde las articulaciones de la cadera. Naturalmente, esto significa que el asiento no debería ser muy profundo; si lo es, usted o se
colapsará o se tensará antes de llegar al respaldo, o bien tendrá usted demasiada presión en los muslos (lo que es malo para la circulación). Si no se ha colapsado
usted, no necesitará una gran área de contacto; un respaldo con una superficie plana es mejor que con una redondeada.

6.3.5 Sillas de trabajo: una sugerencia


Según mi experiencia, es mejor cuando las sillas no son demasiado complicadas; intentar hacer que todo encaje perfectamente puede crear problemas. Mi silla de
trabajo favorita es una que compré en una tienda de viejo de pueblo: parece el dibujo de un niño y sirve para todos los alumnos adultos que he conocido hasta
ahora. (La mujer de la figura 4.14 está sentada en ella.) Al inventar sillas para gente que ha de pasar muchas horas ante el escritorio o la mesa de trabajo, los
diseñadores no podrían hacerlo peor si tomaran como punto de partida un buen taburete de piano. Para hacer el trabajo de un pianista, (siendo de destreza y
también físicamente exigente), es esencial estar sentado cómoda y fiablemente, pues las manos deben dominar una amplia área, mientras los movimientos de los
pies sobre los pedales han de estar coordinados con los de las manos. Por lo tanto, en toda sala de conciertos buena encontrará usted taburetes estables con asientos
horizontales, con relleno muy firme de crin recubiertos de cuero (menos sudoroso que el plástico); el relleno es acolchado para que no se endurezca. Estos
taburetes, de altura ajustable, son caros pero extremadamente duraderos. No veo por qué no podrían ser adaptados, para uso más general, añadiéndoles un respaldo
como el que he descrito. (Podría añadirse ruedas cuando fuera necesario.) En las condiciones más exigentes, los mejores taburetes de piano han demostrado su
validez para generaciones de pianistas, quienes, como el resto de nosotros, vienen en todas las formas y tamaños. ¿Seguro que los diseñadores de sillas podrían
aprender de toda esta experiencia?

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Sillas y demás mobiliario

6.3.6 Sillas de descanso


Aquí hay más amplitud para la variación, pero el principio aún persiste de que una silla no puede ser buena si le obliga a usted a colapsarse. En cualquier caso,
¿por qué quiere la gente colapsarse? Si usted está simplemente bien cansado, una forma más equilibrada de sentarse le hará recuperar las fuerzas; si su fatiga es
insoportable, lo que usted necesita es acostarse. Los sillones y sofás muy bajos y demasiado blandos son una abominación: la mayoría de la gente puede
difícilmente sentarse o levantarse de ellos sin hacerse daño, y lo que ocurre entremedio apenas soporta que se piense en ello.
Derrumbarse en estado colapsado es realmente dañino. Recuerdo una velada cuando me dejé caer en casa de unos amigos para encontrarme a uno de ellos medio
acostado de lo más incómodamente sobre un sofá blando, quejándose de agudo dolor de espalda. En una esquina había una anticuada silla de comedor bien hecha
con brazos. Le convencí para que se sentara en ella y (como él recientemente había empezado a recibir clases de Alexander) le recordé unos pocos principios
básicos. Él había empezado a sentirse mucho mejor cuando su esposa, volviendo con el café dijo: “¡Vaya!, ¿no parece tonto sentado allí?”. Bien malhumorada
repliqué: “Ni la mitad de tonto de lo que parecía en ese sofá, sufriendo cuando había una solución sencilla.” Sé que puede ser un poco difícil elegir una silla o
taburete firme, pero puede usted resistir las invitaciones bienintencionadas a “sentarse aquí y estar cómodo”, pienso que descubrirá que vale la pena,
particularmente si su espalda tiende a dar problemas.
Hay muchos tipos de sillas de reposo que son razonables y no dañan. Los sillones de orejas de respaldo alto pueden ser muy cómodos, si el asiento es firme y no
demasiado profundo. Naturalmente, la profundidad ideal depende de la longitud de sus muslos: usted no quiere tener que colapsarse por la cintura para alcanzar el
respaldo de la silla. He visto una silla moderna forrada de cuero que me encantaría tener: sentada en ella, se inclina una ligeramente hacia atrás, lo que en este caso
está bien, porque la postura con la cabeza contra el alto respaldo y los pies sobre un gran reposapies a juego, se siente lujosamente descansada, pero no te deforma.
Mi silla favorita para ver la televisión es una pequeña silla de hospital antigua, muy baja con un pequeño asiento acolchado y respaldo casi recto. Y en una chaise-
longue y algunos equivalentes modernos, puede usted poner los pies en alto mientras sigue participando en lo que esté ocurriendo.

6.3.7 Sillas de rodillas


A veces la gente me pide mi opinión sobre el tipo de silla en el que usted se arrodilla en lugar de poner los pies en el suelo. Se hace amplia publicidad de estas
sillas como correctoras de la mala postura, porque usted difícilmente puede mantener el equilibrio si usted se hunde. Desdichadamente, cualquiera con tendencia a
hundirse meterá probablemente la parte inferior de la espalda en su lugar, ¡como se describe en la publicidad!, y eso no es realmente una mejora, sino sólo lo que
se ha llamado “un tipo diferente de mal” (véase los capítulos 3.3 y 5.4). También puede haber problemas si la presión llega a la parte equivocada de la rodilla.
(Honradamente debo decir que he conocido a una persona para la cual tal silla era adecuada para un propósito particular y que podía usarla gracias a una espalda
que ya estaba en una inusual buena condición.)

6.3.8 Sillas divertidas


Las mecedoras son divertidas, al igual que los grandes balones hinchables con que los niños disfrutan rebotando sobre ellos. Pero ambos, si se utilizan todo el día
animarán la agitación perpetua y el uso excesivo de los músculos de las piernas. Por diversión, ¿por qué no? ¿Una alternativa a las sillas de trabajo sensatas?
Ciertamente no.

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6.3.9 Papel de los pies al estar sentado


A menudo observo que la gente está tan incómoda en la silla que ha elegido o bien en la que se le ha pedido que se siente, que incluso empeora las cosas haciendo
cosas raras con sus pies y piernas. Si los pies están cómodamente en contacto con el suelo, se facilita el equilibrio y el resto del cuerpo recibe mucha información
útil y la utiliza. Cuando los pies están metidos bajo la silla con sólo los dedos en contacto con el suelo, se crea gran cantidad de tensión innecesaria en todas las
piernas subiendo hasta las caderas y la espalda tiene en consecuencia menos oportunidad de colocarse a sí misma bien. Naturalmente, de vez en cuando, uno se
mueve sólo por cambiar de posición un momento, así que yo nunca diría que “siempre”, pero cruzar una rodilla sobre la otra no es un hábito espantosamente
bueno: permitírselo demasiado a menudo, crea problemas alrededor de las articulaciones de las caderas e induce a la espalda a colapsarse a la altura de la cintura.
En cambio, cruzar los tobillos (figura 5.2) puede ser una componenda útil para las mujeres que llevan faldas cortas, porque las rodillas se mantienen bastante juntas
sin provocar la dañina tensión usual en los músculos de los mulos.
Es importante no sentar a los niños con las piernas colgando; debería proporcionárseles sillas de la altura adecuada o, a falta de ellas, algún tipo de plataforma para
apoyar los pies; en un apuro podría usted sacar un buen partido de las guías de teléfono, suponiendo que cubran una superficie suficientemente grande. El mismo
consejo se aplica a adultos muy bajitos y es a menudo incluso más importante que la altura de sus superficies de trabajo.
Se verá que todos los consejos de este capítulo dependen de que la gente se siente de una forma que respete la integridad de la estructura del cuerpo humano. No
es posible obligar a nadie a sentarse sensatamente, pero debería ser un asunto de interés general que todo el mundo tuviera la oportunidad de hacerlo así.

6.3.10 Sillas de ruedas, sillitas


¿Qué vamos a decir entonces, sobre algunas torpes situaciones dolorosas a las que a veces la gente se ve forzada? Muchas veces, cuando se me pedía que ayudara a
gente en silla de ruedas, había quedado horrorizada al ver asientos combados, respaldos que no dan soporte, estrechos apoyabrazos que magullan, ningún lugar
para descansar la cabeza, y una pequeña barra estúpida que no sostiene los pies adecuadamente en posición alguna y aun menos permite ningún cambio de postura.
Si estar sentado en un escritorio durante horas puede sentirse a veces como una represión intolerable, ¿cómo debe ser pasar las horas del día en uno de estos
aparatos? Sé que las sillas de ruedas necesitan ser ligeras, en consideración a la gente que ha de empujarlas; sé que deben pasar por puertas estrechas y que debe
ser posible plegarlas para meterlas en los coches, pero con los nuevos materiales y la tecnología, seguro que no es necesario conducir a la gente a mayores
discapacidades y desánimo. Algunas sillitas son así de malas; es triste ver a niños engibados e indefensos, demasiado pequeños para quejarse de este obstáculo al
desarrollo saludable.

6.3.11 Coches
Mis observaciones sobre el contacto con el suelo valen también cuando usted está conduciendo. La posición de los pedales en los coches puede ser
extremadamente importante. Las piernas más rígidas que yo he visto en gente normalmente saludable, pertenecían a dos mujeres jóvenes de constitución más baja
de la media, como la mía propia. Al enterarme de que ambas conducían el mismo tipo de coche, me senté en el asiento del conductor y pronto averigüe la causa del
problema. Los pedales estaban situados tan altos y tan alejados que no podían ser alcanzados con los talones en el suelo; esto significa que todo el rato que estaba
usted conduciendo, se veía obligado constantemente a levantar ambas piernas y empujar. El coche en cuestión debía estar del todo bien para un hombre de piernas
largas y pies grandes, pero era este un error de cálculo por parte de los fabricantes, ya que por otros motivos era probablemente menos del gusto de la gente muy
alta. Podría no darse cuenta usted de este defecto oculto hasta que hubiera conducido el coche un rato, así que quede advertido.

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6.3.12 Camas
Ahora me parece que se ha entendido más o menos en general que las camas firmes son más saludables que las blandas. Como dije al hablar de sillas, no es para
nada descansado si tiene usted que adaptarse constantemente a lo que se supone que le está sosteniendo a usted. Si por alguna razón se encuentra usted con un
colchón realmente blando, es mejor ponerlo en el suelo que despertarse rígido y dolorido.
A veces se me pregunta sobre la mejor posición para dormir, a menudo por gente que ha tomado mi consejo del capítulo 6.2 un poco demasiado en serio. Como sea
acuéstese como se describe en ese capítulo, antes de irse a la cama: estará usted en mejor estado para empezar su descanso nocturno. Entonces váyase a la cama y
olvídese de las posiciones, pues de todas maneras hay mucho movimiento durante el sueño saludable. Es bueno recordar unas pocas indicaciones: si duerme usted
sobre la espalda o de costado, necesitará probablemente dos almohadas, pero si se gira usted boca abajo durante la noche, aparte la almohada. Es una buena idea
recordar, justo antes de dormirse, que usted no quiere realmente echar la cabeza atrás; entonces, si usted lo hace así durante el sueño, con la práctica puede usted
programarse a sí mismo para subir a la superficie y cambiar de posición. No tema empujar las almohadas y ponerse cómodo: ¡no está usted en un desfile! Evite las
almohadas especiales que “sostienen” el cuello mientras dejan a su cabeza colgar de él, tanto hacia atrás como de lado.
En este capítulo hemos visto unas pocas dificultades típicas que pueden surgir de lo que se podría llamar el mobiliario básico. En el próximo capítulo
consideraremos algunos problemas relacionados con algún mobiliario sofisticado que ha aparecido en escena más recientemente.

6.4 Lesión por tensión repetitiva: otro planteamiento


“Estaba buscando un ratón.”
“¿Un ratón?” , dijo ella, “¿Qué quiere decir?”
Bien, naturalmente, si ella no sabía lo que era un ratón, había evidentemente una buena cantidad de tedioso trabajo preparatorio ante nosotros…
P. G. WODEHOUSE, Jeeves en alta mar
Aunque mi propósito al escribir ha sido simplemente el de presentar información básica que debe estar a disposición de todo el mundo, no puedo dejar este
examen de la mente y el músculo sin tratar específica, aunque brevemente, el mortificado asunto de la lesión por tensión repetitiva. En el momento de escribir, se
utiliza el término principalmente en el mundo de los ordenadores, para referirse a un conjunto de condiciones que causan gran cantidad de dolor, minando la salud
de muchos usuarios de ordenador. Si es usted uno de esos afligidos, podría haber ido a este capítulo antes de leer el resto del libro. Eso es muy comprensible, pero
espero que después lea usted el libro desde el principio: mi argumento entero tiene un soporte en este doloroso problema, para el cual, créame, no hay reparación
rápida.
Poco después de que algunos operadores de ordenadores hubieran sido acusados de daños por sus empleados por lo que pronto se conocería como LTR, un juez se
hizo famoso diciendo que la LTR no existía y fue debidamente ridiculizado en Tengo noticias para usted de la BBC: “… cuando el juez Tal y Tal se confundió a sí
mismo con un experto en medicina” pareció resumir las cosas bien limpiamente. Por desgracia ello existe, naturalmente. Y mientras algunos empleadores intentan
por un lado defender sus intereses financieros (lo que no es sorprendente), al mismo tiempo están buscando soluciones sinceramente. Después de todo, nadie
quiere un problema si puede evitarse.
Tristemente, hasta ahora la búsqueda no ha sido muy fructífera. Esto es debido a que usualmente se ha dado por supuesto que la LTR es una “enfermedad nueva”.

Mente y músculo 119


Lesión por tensión repetitiva: otro planteamiento

Las condiciones específicas observadas incluyen tendinitis, hombros congelados, bursitis, epicondilitis y síndrome del túnel carpiano. Agrupar estos males bajo el
nombre único de “Lesión por tensión repetitiva” proporciona una descripción económica, centrando la atención acertadamente sobre un problema muy real.
Sorprendentemente, alguna gente todavía no desea reconocer el uso como un factor. No sugiero que la tensión repetitiva sea la única causa posible de las
condiciones mencionadas. (Una vez la uña de un gatito me pinchó la punta del codo, el cual rápidamente se inflamó mucho y se puso tumefacto; el diagnóstico fue
bursitis aguda.) No obstante, esta discusión, como tantas otras, debe finalmente poner en marcha las probabilidades, la experiencia y el sentido común.
La mayor parte de mi vida adulta ha estado dedicada a descubrir formas de evitar este tipo de problema, primero para mí misma y más tarde para los demás. Así
que es encantador encontrar que se le ha dado un nombre y se le ha tomado en serio. Sólo siento que los argumentos al respecto hayan estado tan apartados de la
cuestión.
El error ha sido sacar el problema de contexto, pero no puede haber sido fácil saber sólo cómo mirarlo. Pero cuando interpretamos Lesión por tensión repetitiva
literalmente como lesiones resultantes de tensiones repetidas sobre el organismo, descubrimos evidencia de que estas lesiones existían a mediados del siglo
diecinueve cuando, por ejemplo, se encontró que grupos enteros de obreros estaban sufriendo de discapacidades idénticas debidas a una acción repetida concreta
impuesta por un trabajo concreto. Esto está bien documentado, pero hay muchas formas en que la tensión repetida o lo que yo he llamado inaceptable desgaste por
uso, puede ser causado. No todas las formas de desgaste por uso producen lesiones similares (posiblemente Adán tuvo lumbago y Eva sufrió de pulgar de
hilandera) sino que los síntomas enumerados antes han sido corrientes entre los músicos desde hace tiempo, como sé yo por experiencia. Quizá porque un día
típico mío incluye ambos tipos de trabajo, pienso que una comparación entre los músicos y los operadores de ordenador podría aportar indicadores útiles.
Los músicos, como los obreros de las fábricas del siglo diecinueve, no están en posición de quejarse: ni siquiera para los buenos intérpretes hay demasiados
empleos. Si ganarse la vida tocando el violín es un tormento, usted no habla demasiado de ello o la gente pensará que usted no puede con ello y encontrará otro
músico que pueda. Si estuviera usted muy fuertemente motivado, podría empezar a cuestionar la técnica que se le enseñó de jovencito; si el dolor se hace muy
fuerte, usted abandona. En cualquier caso, es un problema personal, o un fracaso personal, incluso una tragedia personal.
La situación cambia cuando (como en el campo de los ordenadores) gran número de personas decentemente pagadas, afectadas de forma similar mientras usan
habilidades de las que hay mucha demanda, se sienten obligadas a quejarse. Esta gente usa máquinas que constantemente son mejoradas: ¿Es sorprendente que
busque en la tecnología cómo resolver sus propios problemas? Pero la dificultad es más compleja que eso; es en realidad sobre la relación entre el hombre y las
máquinas que él ha creado, entre el equipo que la naturaleza le dio y el equipo que él se ha fabricado para sí mismo.
El mismo hecho de que parezca físicamente fácil presionar una suave tecla, tiene mucho que ver con el problema. Recuerdo la primera vez que utilicé una máquina
de escribir eléctrica: la más ligera duda sobre cuántas n hay en “connotar” y tenían un par de docenas de ellas. La suavidad de las teclas, aunque agradable,
significa que has de sostener tus propias manos y brazos: el teclado no va a ayudarte aguantándolas durante un instante y los artilugios adicionales no ayudan
mucho.
El soporte necesario, que depende de varios factores de dentro del cuerpo humano mismo, ha sido estudiado extensamente, aunque no como ocurre en el área de
los ordenadores. ¿Así que cómo es posible sostener los brazos sin tensión? Por ejemplo, ¿cómo mantiene un violinista ambos brazos levantados hora tras hora,
mientras los dedos hacen cosas complicadas? Algunos sufren torturas, mientras otros quedan meramente razonablemente cansados: ¿Qué marca la diferencia?
Como se explica por todo este libro, el intérprete que consigue el soporte económico de las estructuras principales del cuerpo, puede indudablemente dominar con
más libertad y agilidad los pequeños movimientos de precisión.

Mente y músculo 120


Lesión por tensión repetitiva: otro planteamiento

Las dificultades de trabajar con un ratón son diferentes de aquellas que presenta un teclado. Como el ratón funcionará incluso si usted se apoya en él mientras se
colapsa usted en la silla, esto podría al principio parecer una forma razonable de trabajar; quizá lo encontrará usted descansado, durante un tiempo. A largo plazo,
es usted el que sufrirá, no el ratón, especialmente porque necesita práctica adquirir la coordinación de la mano y el ojo vía la pantalla. Es altamente desaconsejable
practicarlo de maneras que sólo sienten los fundamentos para problemas futuros.
Le haré una advertencia si trata usted con la “realidad virtual”. Esta evolución enormemente interesante, tiene muchas posibilidades excitantes. No obstante, usarla
como un juguete puede ser peligroso: el sistema nervioso humano está diseñado para enfrentarse a la realidad verdadera. Por muy serio que sea su propósito al
trabajar con la variedad virtual, hará usted bien en organizar su conocimiento de forma que no se aparte de la senda de lo que le está ocurriendo a usted en el
mundo real. Podría parecer a veces que sólo su cerebro está trabajando, pero ese cerebro, extendido por todos los nervios de su cuerpo, está inextricablemente
entrelazado al músculo. No puede usted evitar usar la totalidad de su organismo todo el tiempo, cualquiera que sea la preocupación predominante en un momento
dado.
La realimentación es un concepto clave para los músicos: los sonidos que producimos pueden decirnos mucho sobre si las cosas están funcionando
adecuadamente. Otro tipo especial de realimentación llega de dentro, del sentido cinestésico, que nos dice lo que estamos haciendo muscularmente. Toda esta
información puede aún ser mal utilizada pues muchos factores le tientan a uno a amontonar esfuerzo sobre esfuerzo de forma desencaminada. Alternativamente,
puede uno intentar identificar todos los obstáculos para la buena ejecución, aprendiendo gradualmente a asociar los resultados escuchados con los medios usados
para conseguirlos. Los medios incluyen al instrumento, el propio cuerpo y los procesos de pensamiento propios. Utilizar todo esto de la forma más ventajosa
posible es lo que los músicos llaman técnica, de la cual el oído es el juez supremo.
Como usuario de ordenador, no tiene usted la ventaja de la realimentación externa que los músicos obtienen del sonido; pero la realimentación del sentido
cinestésico está ahí para hacerle saber lo que está ocurriendo en su propio cuerpo. También necesita usted una técnica para interpretar y utilizar este tipo de
realimentación. Necesitará usted volverse receptivo a las señales de alarma antes de que se conviertan en dolorosas, antes de convertirse en tensión, antes de
convertirse en lesión. Será necesario adquirir el hábito de organizar su conocimiento de forma que esas señales puedan alcanzar la conciencia lo suficientemente
pronto para ser útiles. Hacer caso de ellas requiere cierta comprensión del funcionamiento del músculo; de esta comprensión y su aplicación práctica, es de lo que
trata este libro.
Todos pueden aceptar la idea de que las máquinas de todo tipo deben ser usadas correctamente o darán problemas. El uso correcto de una máquina es algo que
debe ser aprendido, como usted sabe; igual que usted sabe que cuanto más versátil sea la máquina, más hay que aprender sobre sus diferentes usos. El organismo
humano puede adaptarse a muchos usos, pero algunos de ellos necesitan de verdad ser estudiados. La analogía es exacta. Todas las directivas generales dadas en
este libro son aplicables.
No hay ninguna panacea ni ninguna tecnología que hiciera posible el protegerle de las consecuencias de la información pobre sobre cómo mente y músculo se
relacionan entre sí en usted personalmente. Si su problema es alguna forma de LTR, le recomiendo que use urgentemente sus habilidades para resolver problemas
de una forma que incluya en su campo de conocimiento la cuestión de cómo está usándose a usted mismo. De paso, no cometa el error de suponer que la dificultad
es particular de su tipo concreto de trabajo. Eso no sólo es derrotista, también es falso. Sería más preciso decir que su trabajo es uno de aquellos con más
probabilidades de enfrentarle a usted rápida y dramáticamente con problemas que en cierta medida son predominantes en toda nuestra sociedad, problemas muchos
de los cuales están asociados ciertamente, con el cambio tecnológico cada vez más rápido. Por eso necesita usted buena información que le capacite para explotar
su adaptabilidad como ser humano.

Mente y músculo 121


Lesión por tensión repetitiva: otro planteamiento

El contenido principal de este libro explica la estructura dentro de la cual la sorprendente versatilidad humana puede y debe funcionar. Aquí mencionaría yo unos
pocos aspectos que es particularmente importante que usted recuerde. (Encontrará explicaciones detalladas en el contenido principal.)
1. El equilibrio de la cabeza (capítulos 4.3 al 4.7) influencia inevitablemente nuestro bienestar en todo lo que hacemos, por lo tanto, no debe estar obligado
usted a pasar periodos largos de tiempo estirando el cuello. Así que obviamente, su pantalla debería estar situada donde pueda usted verla
convenientemente, sin echar la cabeza atrás. Lo mismo se aplica a cualquier libro o escrito que usted consulte frecuentemente; hay varios atriles disponibles
que sujetarán los documentos con el ángulo conveniente, de forma que pueda usted también evitar agacharse. El espacio para tales necesidades es un
requisito tan obvio como una luz decente sobre su trabajo. Estoy segura de que ha pensado usted en tales cuestiones. También depende de usted hacer buen
uso del espacio, la iluminación, las ayudas y… usted mismo. La ergonomía por sí sola nunca lo resolverá todo.
2. Comodidad. Cualquiera que trabaje sentado necesita estar cómodamente sentado. Pero estar “cómodo” para trabajar no es lo mismo que repantigarse, así
que llamaré su atención sobre mi explicación sobre sentarse equilibrado (capítulos 5.3 y 5.4) así como sobre lo que se ha dicho sobre las sillas (capítulo
6.3).
3. El cuerpo humano está diseñado soberbiamente para la versatilidad de movimiento; está menos preparado para permanecer quieto, pero también puede
hacerlo. De hecho, si se dan las condiciones correctas, tratará el estar quieto como una sutil forma extrema de movimiento. Para darle esa oportunidad, de
vez en cuando dedique un momento a pensar en los movimientos que hemos explicado; incluso si usted no elige hacerlos de verdad precisamente ahora,
recuerde que aún están a su disposición en cualquier momento que decida usted usarlos. Lo que podría estar haciendo usted en un momento dado podría ser
fascinante, exigente, exasperante, pero por muy ocupado que esté usted, tómese un momento para mirar a su alrededor para cambiar el enfoque de sus ojos,
para hacer a veces como que va usted a moverse, porque esto produce una diferencia física (capítulo 3.4). Naturalmente, muévase de verdad a veces
también; cualquier empleador que equivocadamente le escatime el tiempo para levantarse y moverse alrededor un poco, no está actuando en su propio
interés. ¿Seguro que quiere que sea usted de lo más eficiente? ¿Cómo puede usted pensar adecuadamente si le duele todo?
4. No sólo los músicos, sino la gente de su trabajo también, necesitan entender sus manos y brazos y la estructura de soporte que es la cintura escapular
(capítulos 5.5 al 5.7).
5. La flexión de la muñeca prolongada es un hábito peligroso. Los dedos trabajan mejor si la muñeca está, lo más a menudo posible, ligeramente en extensión
(capítulo 5.7).
6. La flexión del codo exagerada también es peligrosa. Utilice sólo la suficiente potencia muscular para tener el ángulo que usted quiere en el codo; mucha
gente olvida que sólo es una mano lo que está sosteniendo, no la compra semanal.
7. Los hábitos adquiridos durante el trabajo pueden ser muy fuertes. Evite corregir demasiado. Intente identificar las cosas que hace usted que podrían ser
dañinas y vea si puede hacerlas menos a menudo. Observe si ocurren en otros momentos, cuando son más fáciles de abandonar (capítulo 6.6).
8. Prevenir es mejor que curar. Antes de que las dificultades se vuelvan dolorosas, dele al cuerpo la oportunidad de recuperar la buena forma. (La manera más
rápida se describe en el capítulo 6.2.)
9. Estrés emocional. La destructividad, las distracciones, las dificultades con los colegas, las preocupaciones, ya sean personales, financieras o relativas al
trabajo, todas o cada una de ellas puede cobrar peaje a la propia salud. La mayoría de la gente ahora reconoce esto, pero saber que ello ocurre no parece
resolver gran cosa, por sí mismo. Pero cuanto mejor entienda usted cómo tales problemas podrían encontrar expresión en el comportamiento muscular,
Mente y músculo 122
Lesión por tensión repetitiva: otro planteamiento

mejor protegido estará usted. He tenido este aspecto en mente durante la escritura de este libro. (Los capítulos 3.4, 3.5, 6.7 podrían ayudarle a ver el sentido
de parte de la información más detallada y el consejo dados en otros capítulos.)
10. Aburrimiento. A veces, aunque uno no se ocupe de admitirlo, las presiones del trabajo podrían estar compuestas de aburrimiento. (Lo conozco todo al
respecto: ¡una vez toqué la misma comedia musical durante dos años y medio!) Muerto de aburrimiento, aburrido para echarse a llorar, aburrido hasta la
extinción: las expresiones coloquiales exageran duramente los efectos perjudiciales del aburrimiento. Su única característica salvadora es que le da la
oportunidad de observar cómo se está usando a sí mismo; y eso, planteado constructivamente, es altamente interesante.

6.5 Ejercicio y ejercicios


Considere al alca; habiéndose extinguido debido a que olvidó cómo volar y pudo sólo caminar.
Considere al hombre, que bien podría extinguirse porque olvidó cómo andar y aprendió a volar antes de lo que pensaba.
OGDEN NASH, Una advertencia para todos
… el mal uso ha de ser eliminado antes de que tenga sentido intentar construir algo… El progreso en la actuación atlética llega mediante el incremento de la demanda sobre
ustedes mismos mientras aseguran la respuesta completa, inteligente y consciente a la demanda, que es que la dirección, coordinación y equilibrio sean mantenidos
correctamente todo el tiempo.
WALTER CARRINGTON, Pensando en voz alta, 18. “Montar a caballo”, último párrafo.
Mucha gente en nuestra sociedad, aburrida de trabajar en un entorno cada vez más artificial y mecanizado, da gran valor a las actividades de ocio de todo tipo.
Antes o después la gente se da cuenta de que hace tiempo que no hace nada que requiera realmente gastar energía física. Observa que se encuentra mejor después
de unas vacaciones o un día pasado caminando o montando en bicicleta por el campo; podría sentirse bien a gusto consigo misma tras correr para coger un autobús
o cambiando los muebles de sitio, o haciendo un poco de jardinería. Pero a veces estas cosas la dejan sin aliento o le da un tirón muscular o termina con dolor de
espalda. Y así aparecen las preguntas: ¿Estoy perdiendo la forma física? ¿Debo hacer más ejercicio? ¿Qué tipo de ejercicio sería bueno para mí? Estas son buenas
preguntas que emanan del puro instinto.
No obstante, estas preguntas a menudo toman la forma de sugerencia de formas de ejercicio que serían necias dadas las circunstancias; y puede ser muy difícil dar
un consejo sensato sin desanimar profundamente. La gente implicada a veces tiene tales errores obvios en su manejo de sí misma que pedirle más al “esqueleto” en
su estado presente exageraría los errores hasta un punto peligroso. (Si su coche necesita una revisión, podría arriesgarse usted hasta las tiendas locales, ¿pero osaría
usted confiar en que le lleve de vacaciones a los Alpes?) Aunque admito que todos nosotros necesitamos movernos. Quizá son nuestras ideas sobre el ejercicio las
que necesitan ser revisadas.
¿Ejercicio para qué? Para ponerse en forma, claro. ¿Pero qué es estar en forma? Yo lo definiría como ser capaz de hacer lo que necesite hacer y lo que quiera hacer,
mientras se siente bien para lo que espera usted de sí mismo, y esto naturalmente, varía considerablemente de una persona a otra.
Lo que usualmente se llama “estar en forma” parece tener dos aspectos principales. Uno, la buena forma cardiovascular, tiene que ver con el corazón y los vasos
sanguíneos: ¿Cómo y cuán enérgicamente puedo moverme antes de quedarme sin aliento, antes de sentir punzadas, antes de que se me dispare el corazón y sentir
las extremidades débiles y que parezca que todo ha dejado de funcionar? Este tipo de estar en forma se cultiva mediante demandas regulares sobre el sistema. En

Mente y músculo 123


Ejercicio y ejercicios

los últimos años se ha señalado a menudo que en una sociedad muy sedentaria, la gente que hace ejercicio regularmente tiene una mejor esperanza de vida. No voy
a empezar a discutir que: todas esas compañías de seguros no pueden haberse equivocado en sus números; ¡arriesgan su dinero!
Otro tipo de estar en forma, generalmente pensada como muscular, concierne a los músculos esqueléticos. Naturalmente que los dos tipos de estar en forma están
relacionados, pero la diferencia no debería ser ignorada. Es posible entrenarse con un buen modelo de buena forma cardiovascular (de cualquier grado, durante un
tiempo) mientras simultáneamente daña usted su estructura, de la cual el sistema de músculos esqueléticos forma una parte importante. La gente que hace esto,
tiende a no prestar seria atención a las cuestiones de estar en forma muscular hasta que se encuentran con problemas, que son vistos entonces como “lesiones” y
por lo tanto, considerados como un asunto médico. Pero si A se lesiona mientras hace algo que B hace con impunidad, la pregunta que debería hacerse es: ¿Fue
realmente un accidente o A no “estaba en forma” para hacerlo? A la hora de la verdad, incluso la buena forma cardiovascular de A sufre también probablemente,
porque los defectos en la estructura (incluyendo los componentes musculares) le obligan a detener las actividades a las que el organismo como una unidad se había
acostumbrado. Demasiado a menudo A decide o bien a) que no estaba en la buena forma suficiente en primer lugar y que debería hacer más ejercicios de
calentamiento en el futuro, o b) que sólo fue mala suerte; así cuando las consecuencias de la lesión remiten tras un periodo de reposo, trabajará duro para “ponerse
en forma” de nuevo. ¿Piensa mucho en la forma correcta de hacer un ejercicio en particular o si le conviene a él o a ella personalmente?
Además, como hemos visto, el cómo es al menos tan importante como el qué. Hay muchas formas de ejercicio, agradables y saludables para la gente que hace
buen uso de la estructura que yo dudaría en recomendar a gente con ciertos tipos de dificultad. La pregunta esencial es: ¿sobre qué base se está usando
habitualmente el sistema? Si el mal uso es habitual, la halterofilia, por ejemplo, exagerará el mal uso; en este caso, muy en serio, sería mejor el ejercicio de coger
un alfiler con la atención debida a los fundamentos de la buena coordinación. (¡Los capítulos 3.5 a 5.7 muestran precisamente cuántas consideraciones pueden
afectar una acción tan simple!) A lo largo de todo el día, cada cosita que usted hace es un ejercicio bueno o malo, según cómo la haga usted.
Siendo así, es de lógica que cualquier ejercicio específico es bueno o dañino sólo según la condición de la persona que lo practica. He aquí un ejemplo bien
sorprendente. Algún tiempo antes de conocerle, un joven atleta había sido obligado a abandonar la carrera debido a una lesión de rodilla. Tras una operación,
seguida de fisioterapia, se había convertido en un hábil y buen nadador. Él me consultó sobre un dolor en el hombro, que estaba afectando una de sus brazadas. De
pasada me mencionó que continuaba haciendo el ejercicio postoperatorio que le habían puesto para fortalecer el cuádriceps de la pierna lesionada. Le pedí que me
demostrara el ejercicio y fue espantoso observar el suficiente mal uso de la zona cabeza-cuello-hombro como para justificar el problema del hombro. Mi siguiente
tarea podría haber sido ayudarle a hacer el ejercicio de la pierna sin dañar el hombro, pero antes utilicé exámenes estándares para determinar si este ejercicio en
particular aún era necesario. El hombre quedó sorprendido y divertido al descubrir que el cuádriceps de su pierna “débil” se había vuelto ahora ligeramente
demasiado fuerte y que él había estado dañando su hombro diligentemente sin ningún propósito y en detrimento de su nuevo deporte.
Lo anterior es un ejemplo del tipo de lo que puede ocurrir muy fácilmente si se hace un ejercicio sin tener en cuenta lo que le está ocurriendo al resto de la
estructura. Este caso, de un problema surgido de un ejercicio empezado en primera instancia bajo el consejo médico, muestra por qué ejercicios específicos de
cualquier tipo, aunque necesarios, sólo deberían ser utilizados con la debida atención a su efecto total. ¡Cuánto más cierto es esto cuando gente con información
insuficiente a su disposición decide hacer un ejercicio que piensa que será bueno para ella! Estoy pensando en todos aquellos ejercicios abdominales que se supone
que endurecen la barriga, pero que terminan restringiendo el movimiento de las costillas; en tocarse los dedos de los pies (si puede usted hacerlo, no necesita
hacerlo como ejercicio; si no puede, tenga cuidado pues podría dañarse la columna vertebral al insistir en ello); en los ejercicios de girar la cabeza (hechos con la
idea de “liberar el cuello”) que sólo confunden los reflejos que equilibran la cabeza (véase el capítulo 4.6); en los ejercicios respiratorios (véanse los capítulos 4.1 y
4.2); en los ejercicios de hombros que deforman la cintura escapular; en los ejercicios de brazos que debilitan la espalda en lugar de contribuir a su fortalecimiento,
etc. Alguna gente practica las sentadillas con la esperanza de contener un abdomen prominente, arriesgándose a: a) acortar los flexores de la cadera que ya están
Mente y músculo 124
Ejercicio y ejercicios

demasiado cortos, b) alterar el equilibrio entre la parte delantera y la trasera del tronco, con el peligro consiguiente para la columna vertebral y c) desbaratar su
propio propósito reduciendo el espacio disponible para el alojamiento ordenado del contenido abdominal.
Figura 6.1. Sentadillas.
… Existe la posibilidad de que las sentadillas con las rodillas dobladas, en las cuales los flexores de la cadera se acortan en
mayor medida que con las piernas extendidas, podría incluso conducir más a desarrollar acortamiento en los músculos y
aumentar la lordosis… Las personas que corren mayor riesgo de quedar afectadas adversamente … son los niños y los
jóvenes… Aquellos adultos que tienen dolor en la parte baja de la espalda asociada a la excesiva flexibilidad de esta parte
de la espalda, también podrían quedar afectados por esto… algunos sujetos muestran excesiva flexión al sentarse o
doblarse hacia delante, pero una lordosis al estar de pie.
Es desafortunado que la capacidad de hacer cierto número de incorporaciones, sin tener en cuenta cómo se efectúan, se
utilice como medida de la forma física.
MCF, “Ejercicios de sentadillas: Indicaciones y contraindicaciones” (la cursiva es mía.)
Personalmente encuentro sorprendente que tales advertencias, de fuente tan respetada, sigan aún ampliamente desatendidas.
La gente hace tantas de estas cosas que finalmente menguan su buena forma. Las hacen con la mejor de las intenciones; y a veces se sienten mejor durante un
tiempo, pero esa sensación tiende a no durar mucho si el bienestar de la totalidad no ha sido considerado adecuadamente. No, para la mayoría de la gente es mejor
hacer las cosas por diversión, como he dicho antes, y no importarle todo este trabajo duro para “hacerse bien a sí mismo”. Nos usamos mejor cuando nos
divertimos.
Dicho eso, siento una gran simpatía por los atletas que hacen esfuerzos valientes para recuperar la forma tras una lesión: se trabajan tan duro a sí mismos, a
menudo a costa de dolor considerable. A veces en la televisión se ve a atletas muy famosos esforzándose de una forma que me llena de una mezcla de respeto,
compasión y frustración. Aquí quizá, en alguien que antes de lesionarse tenía una coordinación soberbia (no sólo en un deporte en particular sino en la vida
cotidiana), lo que explica en parte el éxito original. ¡Hay!, lo que hemos llamado “buen uso de la estructura” era al principio tan natural para la persona implicada
que su esencia se volvió irreconocible, incluso para su propietario. De ahí que la coordinación fundamental, una vez comprometida por las adaptaciones a la lesión,
sea difícil de recuperar. Sinceramente espero que lo que he escrito pudiera empezar a dirigir los esfuerzos de tales personas en direcciones diferentes. En el
deporte, como en muchas otras áreas del comportamiento, se ha hecho un trabajo muy serio para mejorar las técnicas específicas. Igual que en otros campos,
podría hacerse fructíferamente más referencia a la organización fundamental de la estructura humana necesaria para cualquier actividad saludable; tal organización
podría verse útilmente como una pre-técnica.
La concienciación de esta necesidad de una pre-técnica es lo que yo estimularía en alguien que empiece cualquier tipo de programa de “puesta en forma” a
cualquier nivel. Si ha seguido usted conmigo hasta aquí, sabe usted algo sobre qué funciones necesitan estar disponibles, sabe sobre no obstaculizar la acción
refleja. También sabe usted que cualquier tipo de esfuerzo violento se refleja en la relación de la cabeza con el cuello (ese importante indicador) y que este es un
asunto de entendimiento personal y responsabilidad personal. Me gustaría poner sólo unos pocos ejemplos de cómo este conocimiento puede ser aplicado en la
práctica.
Caminar y correr son naturalmente, dos de las formas de ejercicio más instantáneamente disponibles. Hasta tiempos muy recientes, eran maneras obvias y

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Ejercicio y ejercicios

necesarias de ir de un sitio a otro. Caminar fue una parte importante de mi infancia en tiempo de guerra, aunque el largo paseo a y desde la escuela no era muy
agradable debido a la pesada cartera. En cambio era muy agradable salir con las manos vacías para ir a jugar con un amigo a un par de millas de distancia. Me
pregunto cuánta gente hoy día conoce el placer de caminar a buen ritmo, con el balanceo natural de los brazos ayudándole. Puedo recomendarlo, particularmente
en el campo, el parque o el bosque, al aire libre y con mucho a lo que mirar, pero incluso en la ciudad, en calles tranquilas, es posible conseguir un buen ritmo.
(Conozco a un hombre con dos oficinas que camina con las manos vacías de una a otra: habiendo enviado antes los faxes que necesita, puede librarse de la cartera
y disfrutar el paseo.)
Ya ve usted, nuestros brazos no dejan de ser patas delanteras sólo porque ya no caminemos más a cuatro patas. (Esto fue señalado por Percy Cerutty, entrenador de
atletas de élite.) La relación del patrón cruzado entre brazos y piernas, presente desde el momento en que empezamos a gatear aún tiene mucha importancia
(capítulo 5.1). Por un lado ayuda a nuestro equilibrio; por otro, el movimiento del brazo actúa sobre la longitud de la zancada; en tercer lugar, creando un
estiramiento diagonal suave y natural, continúa el buen trabajo que el gatear hizo a nuestras espaldas cuando éramos pequeños. He aquí algunos experimentos a
hacer al aire libre preferentemente. Naturalmente, ganará usted más de ellos si conserva en mente la importancia de una cabeza libremente equilibrada.

6.5.1 Experimento 1
Con los brazos cruzados tras la espalda, corra bien deprisa unos veinticinco metros. La mayoría de la gente se sorprende al descubrir cuánto y cuán
espontáneamente se mueven sus hombros, compensando el hecho de que los brazos ya no están libres para compensar primero una pierna, luego la otra que está
delante.

6.5.2 Experimento 2
(Hacerlo a velocidad moderada, con una buena zancada.)
a) Camine cuesta arriba con los brazos rígidos a los costados.
b) Camine cuesta arriba con los brazos colgando libremente, sin querer balancearlos ni evitarlo si ello ocurre.
c) Camine cuesta arriba balanceando los brazos decididamente en movimientos muy amplios. ¿Cuál fue el efecto sobre su zancada? Cambie la velocidad del
balanceo de los brazos. ¿Qué ocurrió?
d) Pruebe a), b) y c) corriendo, si le apetece.
e) Corra cuesta abajo. ¿Qué les ocurrió a sus brazos? ¿Pueden regular la velocidad o la longitud de la zancada? ¿Pueden tener efecto de freno?
Podría investigar usted estas cuestiones mientras camina. Podría también pensar usted en el Experimento 3 del capítulo 4.8, ampliándolo para incluir las
observaciones del efecto de los diferentes tipos de terreno. Recuerde también que al aprender de los bebés (capítulo 5.1) observábamos que los movimientos de
flexión-extensión de la cadera y rodilla están íntimamente relacionados con la rotación del hueso del muslo en la articulación de la cadera. Sobre todo recuerde la
libertad de la cabeza. Con todo esto en lo que pensar y con los alrededores que mirar, no creo que andar le resulte aburrido, aunque a alguna gente se lo parezca.
Si quiere obtener usted placer de correr, le sugiero que el primer paso positivo sea encontrar un buen ritmo natural de caminar. Cuando empiece usted a disfrutar
andando bien deprisa, un día en que se lo esté pasando bien y sintiéndose un poco exuberante, permita que su andar se convierta en correr. ¡No es trampa correr

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Ejercicio y ejercicios

cuesta abajo! Corra mientras quiera, no más, pero (y esto es muy importante) no se detenga de repente. Si está usted cansado o sin aliento, de ninguna manera
diga “¡uf!” y se colapse hundiéndose; debería reducir su potencia gradualmente, andando aprisa un rato, luego quizá más lentamente. Naturalmente que los atletas
experimentados entienden de esto, pero la gente que se estrena en la idea del ejercicio, podría no estar enterada de que es peligroso ignorar esta regla,
particularmente si no tiene usted una condición excelente. Si corre usted cuando le apetece y cambia a un paso rápido antes de cansarse de correr, bien podría
descubrir que puede usted disfrutarlo más al mejorar su condición. Alterne andar y correr a su gusto, pero siempre empiece y termine andando.
Como puede usted ver, andar y correr están relacionados naturalmente y muchas cosas se aplican igualmente a ambos. Nunca he sido aficionada al término jogging
que parece implicar pesadez y movimiento arriba-abajo en lugar de movimiento hacia delante. (En Inglés jog significa “trote corto, especialmente como ejercicio
físico; caminar con trabajo; moverse arriba y abajo con movimiento inconstante”.) Todo movimiento realmente bueno tiene un elemento de ligereza, una cualidad
elástica por todo el organismo. Muchos de nosotros hemos conocido algo con esa cualidad en algún momento de la vida; pienso que el propósito del ejercicio de
cualquier tipo, correctamente dirigido debería ser redescubrirlo.
Estas observaciones deben mucho a mi prolongada asociación con otro maestro de Alexander, el difunto Paul Collins, cuya historia vale la pena repetir aquí. Paul
fue campeón de maratón en Canadá tres veces y representó al Canadá en los Juegos Olímpicos de 1952, pero una grave lesión de rodilla le obligó entonces a dejar
la competición internacional. Paul amaba correr de verdad, así que intentó todo tratamiento disponible, pero todos sus intentos de volver a correr terminaron en
frustración hasta finales de los 1960, cuando vio que debía desafiar a sus suposiciones básicas sobre correr y el movimiento en general. Recuerdo bien el día en
que, descontento con su velocidad en una carrera de entrenamiento, decidió, en lugar de intentar correr más rápido, prestar más atención a cómo estaba usando él
toda su estructura y descubrió enseguida que estaba corriendo más rápido sin pretenderlo concretamente. Animado, persistió en este planteamiento y con el tiempo
se sintió atraído por el desafío de distancias larguísimas. Treinta años después de la lesión original, durante una carrera de seis días, le vi romper diez récords
mundiales para su grupo de veteranos. En el examen médico de después de la carrera, el doctor observó que Paul era el único atleta de la carrera que no había
necesitado atención médica en algún momento durante esa semana. Podría parecer un modo bien extremo de demostrar que el uso afecta al funcionamiento, ¡pero
él lo dejó claro!
Natación. Para aquellos que la disfrutan (como hago yo y mucho), se reconoce en general que la natación es un ejercicio excelente para todo el cuerpo. El cambio
en el efecto de la gravedad ofrece posibilidades que no tenemos en tierra, mientras el hecho concreto de estar en un elemento diferente impone ciertas restricciones
sobre cualquier inclinación a los movimientos repentinos, a tirones. Por estas razones, ciertos convalecientes pueden empezar a hacer movimientos en el agua que
son imposibles para ellos en nuestro entorno usual. ¿Entonces, por qué hay mucha gente que dice que le gusta el agua, pero tiene propensión a tener el “cuello
rígido” después de nadar? Claramente es porque nunca se ha cuestionado su creencia de que necesita “sacar la cabeza del agua para inspirar”. En mi terminología,
esto significa echar la cabeza atrás, lo que no le sienta mejor al organismo humano en el agua que fuera de ella; verdaderamente, en gran medida, ello impide el
movimiento y ¡hace más difícil la respiración misma! Es en esto en lo que las técnicas de natación más al día pueden ayudar a la coordinación básica (aunque,
curiosamente, algunos nadadores que lo saben todo al respecto, no parecen conscientes de todas las posibilidades que ellas ofrecen.)
De niña, se me dijo que en la braza el movimiento del brazo era hacia delante, luego hacia los lados. (Incluso hoy día, a veces se enseña esto.) Si usted hace eso,
estoy de acuerdo en que usted tendrá que echar la cabeza atrás cuando necesite aire (o bien estar vertical en el agua, ¡lo que no le llevará lejos!) Como los
nadadores serios saben, la forma apropiada de dar esta brazada es: tras el movimiento de los brazos hacia delante, hay un importante elemento hacia abajo al llevar
las manos de vuelta al pecho. A los treinta años o cosa así de aprender yo esto por primera vez, los detalles precisos de la brazada han variado con los otros
descubrimientos en dinámica acuática, pero lo que quiero dejar claro es esto: como resultado del movimiento del brazo hacia abajo, su cabeza abandona el agua
automáticamente, sin necesidad alguna de echarla atrás para inspirar. Pruébelo: es más cómodo, los movimientos de las extremidades se hacen más fuertes y
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Ejercicio y ejercicios

usted se sentirá mejor sin el efecto de frenada causado por el movimiento hacia atrás de la cabeza. Naturalmente, durante la parte de la brazada de los “brazos hacia
delante”, no debe importarle a usted mojarse la cara: si espira cuando la tiene en el agua, eso no es realmente un problema.
En cualquier caso, mucha gente tiene el fuerte hábito de echar la cabeza tras al nadar; usualmente, el hábito se formó cuando de niño, estaba un poco asustado de
todo el asunto. Si le gusta a usted nadar, y le gustaría vencer a este hábito, pienso que le interesarán los capítulos 6.6 y 6.7 que tratan, respectivamente, de los
obstáculos debidos a los hábitos y a los miedos.
Como he dejado implícito en todas partes, todos tenemos hábitos cuyas razones de existir bien podríamos haber olvidado. Si algunas de ellas se cruzan en nuestro
camino, ¿qué haremos? Hemos tocado este tema antes; en el capítulo 6.6 profundizaremos en el tema.

6.6 Hábito
Las cosas habituales me engullen… tanto cuenta la carga del hábito.
Las confesiones de San Agustín
Para mejorar tanto como yo he hecho este año, primero ha de aceptar usted la posibilidad de jugar mucho peor.
Virginia Wade (al ganar el título de Wimbledon)
El hábito no se hereda. No es una “acción refleja”.
Sir CHARLES SHERRINGTON, El hombre en su naturaleza, Cambridge University Press, 1940.
Cualquiera que experimente con el movimiento de cualquier tipo, por cualquier razón, ciertamente se encuentra, tarde o temprano, una red completa (a menudo
sumada a una “red para atrapar al incauto”) construida con sus propios hábitos. Todos estamos acostumbrados a la distinción entre hábitos “buenos” y “malos”,
pero catalogarlos de esta forma sólo es una parte de la historia. Pueden existir ayudas e impedimentos potenciales en un único hábito. Los hábitos ciertamente son
útiles para ahorrar tiempo, permitiéndonos llevar a cabo secuencias aprendidas sin reconsiderar constantemente los procedimientos básicos; también nos permiten
construir nuevas destrezas sobre la base de logros pasados. Pero incluso los hábitos “buenos” pueden ser un engorro en momentos en que son inapropiados.
(Recuerdo avergonzada cómo una vez, en medio de una sequía prolongada, en una granja a millas de distancia de ninguna parte y que dependía de su propio pozo,
como me las compuse precisamente para dejar correr el agua del lavabo, aunque se había explicado cuidadosamente que dejar correr el agua frecuentemente podía
conducir a la calamidad de un pozo seco.)
También a veces, los buenos hábitos se han adquirido en una tarea acompañados de material extraño. De niña, “ayudando” en la cocina mirando a mi madre,
aprendí cómo batir huevos con un tenedor. Junto con el rápido movimiento del antebrazo, copié lo que ella hacía con los hombros y pronto empecé a sentirme
agarrotada y cansada. ¿Cómo podía saber yo, joven como era, que la tensión que había copiado era meramente una expresión de la ansiedad de mi madre
apresurándose hacia la siguiente tarea, lo cual no contribuía en nada a la velocidad o efectividad del batido del huevo? Montar claras de huevos se hacía con un
cuchillo en un plato grande, pero desde que esta habilidad, incluso más fascinante, me fue demostrada por mi abuela, una digna anciana que trabajaba a su propio
ritmo, nunca me implicó problemas musculares, entonces o después. De adulta, he sido capaz de analizar la diferencia y me he interesado apasionadamente en
desligar las destrezas de las trampas que las rodean.
El pequeño reto particular que acabo de describir era bien divertido de emprender, pero la gente a menudo encuentra que los hábitos que quiere cambiar parecen
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Hábito

realmente compulsivos, como si una forma particular de hacer algo fuera algún tipo de droga. Verdaderamente, hay una cierta similitud entre el problema del
fumador que no puede dejar de fumar y el de, digamos, quien padece de dolor de espalda, que consciente de que un movimiento en falso podrá producir el
desastre, a pesar de todo se siente impulsado a moverse de la forma habitual. “El reflejo es tan fuerte”, dicen, pues alguien en este aprieto a menudo usará las
palabras “reflejo” y “hábito” como si fueran sinónimos, lo que está bien lejos de ser el caso. Volviendo al diccionario de nuevo, encontramos lo siguiente:
1. Reflejo: Reacción nerviosa, de carácter involuntario, que aparece frente a un estímulo o impresión externo o interno (por ejemplo, un estornudo).
2. Hábito: Costumbre adquirida por la repetición de actos iguales o semejantes; una práctica difícil de abandonar; una constitución o actitud mental.
Los reflejos son reacciones implantadas por la naturaleza; nos ayudan y protegen. Los hábitos son reacciones casi automáticas en las que nos hemos entrenado a
nosotros mismos, ya sea a propósito o inadvertidamente. La relación entre las dos cosas es compleja y el grado de control que tenemos sobre cada una de ellas es
variable, pero estoy segura de que es importante distinguirlas y saber la amplitud del dominio en el que tenemos alguna libertad de elección.
En ciertas circunstancias, según el diccionario, se puede vencer un reflejo mediante una decisión consciente. Esto podría estar relacionado con lo que se hace
cuando, al manejar maquinaria, se interrumpe la acción de un aparato automático, para así tomar el control manual. Así que aunque toser y estornudar son acciones
reflejas diseñadas por la naturaleza para librar al cuerpo de materia indeseable, la operación del reflejo puede a veces ser aplazada o suprimida en consideración a
los demás. La propia respiración puede ser interrumpida temporalmente, si es necesario pasar por un lugar que huele mal. Además, mientras que es natural
apartarse de un contacto doloroso (que es por lo que usted podría tirar un plato que le está quemando) el deseo consciente de evitar romper un plato y derramar la
comida podría permitirle vencer la reacción natural el tiempo suficiente para alcanzar la mesa. En los niños, para los que caer es un gran peligro, el reflejo de
agarre dominante (capítulo 6.7) podría prevenir el soltar un objeto causante de dolor, pero de adultos, adquirimos cierta cantidad de experiencia práctica relativa a
los mecanismos reflejos. Sabemos algo (usualmente no verbalmente) de sus utilidades y limitaciones. Con un poco más de comprensión, es posible ampliar este
conocimiento experimental, para saber mejor cuando es seguro vencer un reflejo y cuando lo más sabio es quitarse de en medio y permitir operar al reflejo.
Extrañamente, a menudo somos más capaces de someternos a nuestros hábitos que a nuestros reflejos. Y aunque puede que usted no intente pasar por encima del
funcionamiento reflejo, algunos hábitos tienen ese efecto, con resultados desafortunados. Explicaba (en el capítulo 4.4) que el echar atrás involuntariamente la
cabeza en su articulación con el atlas, obstaculiza el tan importante acto de equilibrio reflejo de la cabeza. Tristemente, este hábito es tan predominante (ver las
razones en el capítulo 6.7) y tiene efectos de tan largo alcance, que se le debe hacer frente siempre que se decida cualquier intento serio de cambiarlo.
Si quiere usted experimentar con maneras no habituales de hacer algo, le recomendaría el plan siguiente:
1. Acepte que la naturaleza de un experimento es que tener éxito no está implicado necesariamente: la idea completa es descubrir qué ocurre si plantea usted
las cosas de forma diferente.
2. Concédase a sí mismo el tiempo adecuado, pues alguien que tiene prisa no puede hacer (o valorar) ningún experimento verdadero.
3. Recuerde que echar la cabeza atrás sería el error fundamental, desbaratando el equilibrio, no sólo de la propia cabeza sino de toda la estructura dentro y
alrededor de donde ocurrirá la acción elegida. Por lo tanto, esto habría de ser lo primero a considerar (capítulo 4.7).
4. Continúe recordando esto mientras es usted lo más claro posible sobre otros errores secundarios específicos que ha decidido usted evitar. (Si ha trabajado
usted con los experimentos de este libro hasta aquí, habrá encontrado usted algunos de ellos bien obvios y otros más habilidosos. Así que ahora
probablemente tiene usted una idea clara de qué errores concernientes a la estructura es más probable que le estén esperando personalmente a usted.)

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Hábito

5. Mientras considera usted la tarea que tiene delante, recuerde que los puntos 3) y 4) continúan siendo relevantes.
6. Entonces, evitando aún los peligros latentes más probables, particularmente el relativo a la cabeza, ¡láncese! En este momento no entre en detalles sobre el
cómo exactamente va a llevarse a cabo la acción: evitando los peligros latentes peores habrá creado usted de todas formas una estructura diferente para los
movimientos que va a hacer usted. En estas circunstancias cambiadas, los movimientos mismos podrían diferir substancialmente de sus expectativas.
Después de todo, está usted experimentando.
7. Después puede usted criticar el resultado si quiere, pero en esta etapa, no intente controlar un movimiento mientras lo hace o se arriesgará a hacerlo ir más
lento hasta un grado antinatural, lo que siempre es más difícil.
Ampliaré esto un poco. Queda claro, al pensar en ello, que para cada movimiento hay una velocidad que es la más natural y por lo tanto, la más fácil. Esta
velocidad está muy relacionada con las proporciones físicas. Un niño pequeño da pasos más pequeños y más rápidos que un hombre alto; imitar al otro sería
fatigoso para ambos, si no imposible. Sería un trabajo muy duro balancear los brazos tan deprisa como tamborilea usted los dedos sobre la mesa. Retardar el
tamborileo de los dedos a una velocidad cómoda para el balanceo de los brazos le envararía a usted, destruyendo el ritmo suave del movimiento. Los movimientos
grandes son lentos; los movimientos pequeños son rápidos, pues la velocidad de un movimiento depende mucho del tamaño y peso de la parte movida, así como de
las fluctuaciones en su energía y del estado de su coordinación general. Dando por sentado que podría ser necesario, por muy variadas razones, modificar la
velocidad de un movimiento, siempre es aconsejable empezar descubriendo lo que parece una velocidad natural para usted, hoy, para que así tenga usted un
modelo cómodo del que partir mientras sea consistente con lo que quiere conseguir usted.
Espero que sea haciendo algo desafiante, algo que le interese, en lo que probablemente quiera usted introducir mejoras: un deporte, quizá, o tocar un instrumento
musical o superar una discapacidad de algún tipo. Esto proporciona una motivación excelente, pero puede ser desalentador ir de cabeza intentando mejorar
acciones que ya sabe usted que son problemáticas. Esto es debido a que mejoría significa cambio y cambio significa ser capaz de dejar de lado lo habitual; y eso
(hasta que el proceso experimental de clasificación ha avanzado más) puede significar una pérdida temporal de elementos útiles del modelo habitual, junto con
aquellos que usted estará encantado de desechar. Para afrontar esta pérdida aparente, en el contexto de algo que es importante para usted, necesita usted una gran
cantidad de confianza en sí mismo y en el proceso. Siendo esto así, hay mucho a decir sobre practicar sus habilidades experimentales con cosas que usted ya hace
con facilidad, con lo que usted da por sentado, con lo que no tiene carga emocional: todo ello proveerá más material incitante para la aplicación de los principios
descritos aquí. Y si un experimento dado demuestra no ser productivo, es más fácil no darle importancia.
Usted se conoce a sí mismo y a su propia vida, así que las mejores ideas como material de experimentación serán aquellas que usted mismo invente, pero para que
empiece, he aquí unas pocas sugerencias.

6.6.1 Experimento 1
Habiéndose dado tiempo a sí mismo para permitir a su cabeza equilibrarse libremente, intente levantar una mano para cepillarse el cabello sin alterar su cabeza.
¿Recorrió la mano todo el camino o adelantó la cabeza para acercarla a ella? Obviamente, no hay nada absolutamente bien o mal al respecto, pero es interesante
ver cuánto pudo usted elegir (o no) al hacer un gesto tan trivial. Precisamente porque es trivial, puede hacer usted experimentos divertidos, diversión que debería
negarse a sí mismo si estuviera tratando con algo importante.

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Hábito

6.6.2 Experimento 2
Con el mismo planteamiento anterior, llévese un vaso a los labios. Si está sentado, vuelva a colocar el vaso sobre la mesa abriendo el codo, en lugar de doblándose
hacia delante. Si está de pie al dejar el vaso, piense primero en la cabeza, luego vea si sus piernas en lugar de la cintura, se doblarían un poco. Puede sentirse raro,
pero no importa: no se ve raro.
Es una buena idea inventar usted mismo pequeños retos de este tipo, para jugar con ellos durante la rutina cotidiana. Intente inventar uno nuevo cada día, elegido
entre el repertorio de cosas para las que usted ha formado hábitos, cosas que normalmente no exigen ninguna atención. El aspecto más útil del juego es la
minúscula pausa que le proporciona el tiempo para pensar en su cabeza (capítulos 4.3 a 4.7). Probablemente, no siempre se dará usted la oportunidad de hacer
esto, pero por lo menos la oportunidad estará ahí. De este forma, poquito a poquito, creará usted la experiencia que le mantendrá en buena posición cuando usted
quiera cambiar en serio la forma en que hace algo.
Finalmente, me gustaría proponer un experimento que es más difícil, porque concierne a algo que todos practicamos con algún cuidado en un tiempo en que
nuestra coordinación no estaba completamente ajustada a ello: escribir. Se ve a menudo un uso agarrotado de la
mano en niños y también en adultos (figura 6.2 superior). Cosas que han sido practicadas deliberadamente, a
menudo son particularmente resistentes al cambio, así que un método para tratar este tipo de problema podría
resultarle útil a usted.
Figura 6.2. Arriba: uso agarrotado de la mano. Abajo: mano pasiva recibiendo un lápiz.
6.6.3 Experimento 3
Nota: Use un lápiz cuando haga este experimento por primera vez. Deje para más tarde cualquier experimento
similar con plumas, bolígrafos, etc.
1. Sentado cómodamente a un pupitre o mesa, coloque una hoja de papel frente a usted, no centrada sino
más cerca de la mano con la que usted escribe.
2. Haga una pausa para pensar en su cabeza un momento. Mientras continúa pensando en su cabeza,
cambie la mano de escribir a la disposición neutral (figura 5.9), luego abra el codo de forma que su
mano (aún en DN) descanse suavemente sobre el papel.
3. Haga otra pausa. Pensando todavía en su cabeza y en su libertad, use la otra mano para pasar un lápiz a
la mano de escribir, que permanece receptiva pasivamente mientras se le coloca el lápiz (figura 6.2
inferior). Si no siente que el lápiz está bien en su mano… deténgase otra vez, pues este es un momento
crucial. (¡Así que, por favor, no empiece a preguntarse si podría escribir usted así!)
4. En cambio, libere la cabeza de cualquier cosa que pueda estar echándola abajo hacia su mano y ajuste el
lápiz, si fuera necesario, con su otra mano de forma que toque las yemas (no en las mismas puntas) de
los dedos índice y pulgar y descanse sobre el lado del dedo corazón, cerca de la uña.
5. Dando aún permiso a su cabeza para equilibrarse libremente, coloque ligeramente en pronación el
Mente y músculo 131
Hábito

antebrazo de escribir. Esto debería poner la punta del lápiz en contacto con el papel, pero no se preocupe si no lo hace: sólo use la otra mano para ajustes al
lápiz, como antes.
6. Sin olvidar nunca la cabeza, dibuje puntos, guiones y signos de exclamación. ¿Qué tipo o tipos de movimientos minúsculos separan otra vez al lápiz del
papel y en qué circunstancias?
7. Pensando aún un poco en la cabeza, estire el pulgar y los dedos índice y corazón, para hacer una ligera marca hacia arriba en el papel. La marca
probablemente será tenue, pero por favor, hágala tan larga como le permita el estiramiento de los dedos. Su contacto con el lápiz debería ser justo el
suficiente para evitar que se le escape, no más. El pulgar es el que mueve efectivamente; los otros dedos, pasivos, se dejan guiar por él.
8. Aún teniendo presente la cabeza, como por casualidad permita a los dedos y al pulgar flexionarse
un poco. Probablemente descubrirá usted que todo lo que cuesta hacerlos volver (lo suficiente
para hacer una pequeña marca hacia abajo en el papel) es: no continuar estirándolos
efectivamente.
9. Continuando dirigiendo la cabeza, puede empezar usted a repetir los movimientos de flexión-
extensión de los pasos 7 y 8, haciendo aún efectivo el movimiento hacia arriba. El resultado es un
suave garabato que podría decirse que corresponde vagamente a rasgos verticales de escritura. De
ninguna manera empiece apretando el dedo índice sobre el lápiz: debería usted sentir escasamente
el contacto.
Figura 6.3. Aprendiendo a hacer garabatos. Arriba: movimientos laterales de la muñeca.
Abajo: combinando movimientos verticales y laterales para hacer círculos.
10. Aún dominando el equilibrio fácil de la cabeza, empiece a hacer movimientos laterales desde la
muñeca (figura 6.3 superior). (Si estuviera usted escribiendo y no sólo garabateando, el resultado
de estos movimientos laterales podría tener algo que ver con hacer el palito cruzado de la “t” o
podría tener alguna relación con el desplazamiento por la página al escribir una palabra.)
11. Si es usted diestro, descubrirá que puede usted desplazarse aún más permitiendo a la cabeza del
húmero rotar en la articulación del hombro de forma que el codo se acerque más al costado. (Los
zurdos descubrirán que esta rotación les hace volver al principio de la línea.) La leve curvatura de
su garabato puede ser corregida, si usted quiere, con apertura y cierre ligeros (extensión y flexión)
de las articulaciones de codo y hombro, así que mantenga estas opciones disponibles también
(capítulo 5.7). No se apoye en la mano. Sea cual sea la mano con la que escribe usted, compruebe
la disponibilidad de la rotación del brazo en la articulación del hombro (apartado 5.6.10) y piense
en mantener la anchura de la cintura escapular cuando la mano se acerca al centro del cuerpo
(capítulo 5.5). (Si es usted zurdo, los movimientos de escritura no sólo serán diferentes, sino más
difíciles, como la mayoría de las cosas en una cultura de diestros, y la atención a estas
precauciones es particularmente deseable.)
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Hábito

12. Con la cabeza aún muy suelta y alejada de la mano, pruebe diferentes maneras de combinar garabatos verticales y laterales (9 y 10 anteriores) en burdos
círculos en el sentido de las agujas del reloj y su contrario. Varíe su tamaño y no se preocupe si se cruzan entre sí.
13. Luego desplácese un poco añadiendo semicírculos más arriba o más abajo. (Algunos podrían empezar a parecerse un poco a eeeeeeee, aaaaaaaa,
oooooooo en escritura seguida.)
14. Alargue los círculos haciendo lazos, para que se conviertan en llllllll unidas.
15. Aún con la misma estructura de cabeza equilibrada y mano libre, pruebe algunos movimientos en forma de ocho, alargándolos gradualmente para que por
arriba se conviertan en lazos de l y por debajo en lazos de q.
Y siga así, lo más fácil y juguetón posible y no importa si prefiere usted la letra cursiva o siempre la normal, o si le dicta usted algo a su secretaria. Visto como
modelo para el desarrollo de destrezas existentes, este experimento puede aún ser útil para usted, si lo efectúa fielmente.
No tenga prisa por convertir este experimento en “escritura real”: ¡la facilidad puede resultar engañosa! En particular, la reducción del tamaño debería ser hecha
suavemente, con la comodidad como prioridad. Tiene usted años de experiencia escribiendo, pero quizá nunca nadie le dio tiempo para aprender lo suficiente sobre
garabatear y la forma en que puede convertirse en escritura cómoda. La mayoría de nosotros sufrimos de esta forma y siempre he pensado que es una gran pena
que tan a menudo se espere que los niños escriban apropiadamente antes de siquiera haber adquirido la coordinación avanzada necesaria para manejar un lápiz con
facilidad y placer.
El valor principal del Experimento 3 es que muestra un plan para reconsiderar destrezas que ya están establecidas, un modus operandi para desenterrar hábitos
sepultados hace mucho tiempo y echarles otra ojeada. El procedimiento podría parecer melindroso en primera instancia, pero la aplicación subsiguiente implica
menos pérdida de tiempo de lo que podría haberse supuesto. La razón por la que he insistido en la libertad de la cabeza como preparación para todos y cada uno
de los pasos experimentales, es que usted anunciará la presencia de todas las contradicciones de su coordinación en la zona cabeza-cuello. Recíprocamente,
cuando consigue usted calmar esta zona, las ondas tranquilas del “buen ejemplo”tienden a propalarse al resto de su sistema. Es precisamente esto lo que el
profesor JOHN DEWEY tenía en mente cuando, en Naturaleza y conducta humanas (una introducción a la psicología social, Nueva York, Holt, 1922), llegó a la
conclusión:
Hasta que uno no toma lo suficientemente en serio los actos intermedios como para tratarlos como fines, pierde su tiempo en todo esfuerzo por cambiar hábitos. Entre los
actos intermedios, el más importante es el siguiente. El medio primero o más primitivo es el más importante fin a descubrir.
Esencialmente, esto es trabajo que hace usted mismo, pero si inicialmente siente usted que el consejo individual de un maestro sería de ayuda, espero que usted no
se sorprenda o quede pasmado: ¡no es usted el único! Se admite que F. M. Alexander hizo ese tipo de cosas (y mucho más) trabajando para resolver su problema de
voz y lo hizo él solo. Pero muchos mortales ordinarios y algunos extraordinarios también (véase el capítulo 7.1), piensan que pueden usar alguna ayuda experta,
aunque sólo sea para ahorrar tiempo. Solo o con un maestro, usted sabe cuáles son los hábitos en particular que le gustaría reconsiderar. El procedimiento descrito
antes es una manera ensayada y comprobada de pasar por ello.
Hay un obstáculo principal para conseguir cambiar. Hay un sentido, implicado en la observación citada antes de Virginia Wade, en el cual “lo bueno es enemigo de
lo mejor”. Queda claramente ilustrado por una historia real. Una vez se me pidió que le echara una mirada a una niñita de cuatro años, que había estado
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Hábito

aprendiendo a tocar el violín durante un mes. Ello le gustaba y lo estaba llevando muy bien a pesar (como yo a su misma edad) de sostener tanto el violín como el
arco de una forma muy horrible que ciertamente tendría que ser desaprendida en algún momento (y cuanto antes mejor). De hecho, no fue para nada difícil hacer
que ella los sostuviera con absoluta perfección, después de lo cual ella exclamó: ¡Pero mamá, así no puedo volver a tocar mis tonadillas! Comparo esto con un
recuerdo agradable trabajando con un violonchelista famoso que me había pedido que comentara su forma de usarse a sí mismo mientras tocaba. Yo no quise
meterme en camisa de once varas (después de todo, él era el violonchelista y no yo) ni quise arriesgarme a decir nada que pudiera alterar su interpretación esa
velada. No obstante, él dijo que había hecho tantos experimentos que confiaba ser capaz de probar cualquier sugerencia mía y usarla o no según decidiera él. Su
actitud es rara: la mayoría de nosotros, como aquella niña, espontáneamente nos aferramos a lo que conocemos, a lo que ya podemos hacer, a los hábitos que nos
son familiares, como si algo precioso corriera peligro. De varias maneras, la percepción del cambio como un peligro parece casi universal. Por esto en el capítulo
siguiente consideraremos la relación entre los músculos y el miedo.

6.7 Músculos y miedo


… incapaz de pensar de miedo y lista para echar a correr donde fuera para eludir a la horrible criatura… se lanzó directamente por la puerta y subió la montaña.
Verdaderamente fue una tontería… como si ella hubiera estado buscando un lugar apropiado para que el ogro se la comiera a su placer; pero esa es la forma en que el
miedo nos sirve: siempre toma partido por la cosa que nos da miedo.
GEORGE MACDONALD, La princesa y el ogro
Cuando la gente empieza a aceptar hasta que punto se ha cometido errores en el uso de nosotros mismos, a menudo pregunta cómo es posible que una confusión
tan extendida pueda aparecer. Para entender lo que va mal, pienso que necesitamos mirar algunas de las primeras reacciones de la infancia y cómo influencian la
vida adulta.
Uno de los mayores peligros para un bebé es que puede caerse o dejársele caer sobre la cabeza. Si nuestros ancestros evolutivos fueron trepadores de árboles, este
peligro debe haber sido más importante incluso. Como debe ser, la naturaleza ha dotado al infante de una respuesta refleja a la sensación de caer. ( La reacción está
compuesta por varios reflejos que usualmente son descritos por separado. Para nuestro propósito actual, hay razones prácticas para considerarlos juntos, por
ejemplo, la observación de muchos expertos de que el reflejo de agarrar inhibe el reflejo de Moro, como se esperaría en una situación de la vida real.) Los brazos
son primero lanzados muy abiertos, luego llevados cerca del cuerpo de nuevo. Las manos pequeñitas se cerrarán en su agarre reflejo sorprendentemente fuerte
sobre cualquier cosa que toquen, quizá encontrarán algo útil que agarrar. De ser así, apretará el agarre implicando una flexión suficientemente fuerte de toda la
extremidad superior para soportar el peso del cuerpo.
E. VURPILLO en Gran diccionario de Psicología (1991, París, Larousse) describe las dos fases del reflejo de Moro:
… primero se apartan los brazos del cuerpo, se arquea la espalda y se echa la cabeza atrás, luego se ponen las extremidades superiores en flexión y aducción…
(... tout d’abord, les bras s’écartent du corps, le dos s’arque et la tête est rejetée en arrière, puis les membres supérieurs reviennent en flexion et adduction…)
En la misma obra describe también el agarre reflejo como dos partes:
… de hecho, dos reflejos o dos partes del mismo reflejo. El primero lo provoca la estimulación de la cara palmar de los dedos. Estos se flexionan… y sujetan el objeto que
los toca apretando fuertemente. El segundo lo causa una fuerte presión en los tendones de los dedos; es en este sentido que puede extenderse a toda la extremidad superior.
Así que el experimentador, colocando su dedo en la palma del sujeto, puede ver como la mano se aprieta a su alrededor y, de esta forma es capaz de levantar el cuerpo
entero del niño…

Mente y músculo 134


Músculos y miedo
(… en fait, deux réflexes ou deux parties d’un même réflexe. Le premier est provoqué par la stimulation de la face interne des doigts. Ceux-ci fléchissent… et maintiennent
fortement serré l’objet présenté. Le second a pour cause une forte pression sur les tendons des doigts ; c’est en ce sens qu’il peut diffuser à tout le membre supérieur. C’est
ainsi que l’expérimentateur peut, en présentant un doigt qu’il met dans la main du sujet, voir cette dernière se serrer dessus et soulever ainsi tout le corps de l’enfant…)
Suponga que no hay nada a lo que sujetarse. ¿Y entonces qué? En particular, ¿qué ocurre con la cabeza, proporcionalmente más pesada que la del adulto? ¿Seguro
que golpeará primero el suelo? Comprobar estos reflejos artificialmente debe ser extremadamente difícil. (Si el bebé cae de verdad, ¿quién se preocupa de nada
más que de intentar salvarlo? Una aversión natural por sujetar a los bebés a experimentos peligrosos podría explicar la escasez de detalles en las descripciones
disponibles.) No obstante, parece haber aceptación general en ciertos puntos. Uno es que de partida, se ha echado la cabeza atrás, y se ha arqueado la espalda
(véase la primera cita de la nota anterior). Se podría pensar que esto implica una caída hacia atrás sobre la cabeza (¿así que cuál es la ventaja?), excepto porque la
extensión (arqueamiento) de la espalda está preparando una flexión más fuerte (doblamiento hacia delante) que en caso contrario no habría sido posible; y que esto
dará a la cabeza alguna posibilidad de quedar protegida por la masa redondeada del cuerpo en una caída hacia atrás. La aducción de los brazos (en la primera fase)
invita presumiblemente a una toma extra de aire, lo que parcialmente absorberá el choque de una caída, de ocurrir una. No es bueno, pero es mejor que nada. Esta
reacción refleja (parte de nuestra herencia evolutiva) parece ser la solución de emergencia de la naturaleza ante la amenaza de caída del pequeño bebé. (Se ha
sugerido que aquellos primates trepadores de árboles que no reaccionaban de esta manera, fueron eliminados gradualmente durante la evolución.)
… Es notable la similitud de la reacción de un niño recién nacido al retirarle el soporte y aquella al susto o miedo en el adulto. Esta reacción a la caída está presente en el
nacimiento, es decir, es innata e independiente de la experiencia individual… ninguna reacción similar a aquella sentida como miedo por el adulto puede ser provocada en
el recién nacido, excepto alterando agudamente su posición en el espacio…
F. M. FELDENKRAIS, Cuerpo y comportamiento maduro, capítulo 10, ‘El modelo corporal de la ansiedad’, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1949.
Los cambios repentinos de posición en el espacio son registrados por un mecanismo del oído interno, así que no es sorprendente descubrir que tempranamente en
la vida, un fuerte sonido repentino producirá una reacción similar. Así que nuestros miedos más primitivos aparecen relacionados de forma que refuerzan la
reacción. Caer sigue siendo una experiencia cargada emocionalmente: la gente tiene pesadillas en las que cae desde lo alto; a menudo alguien que se ha hecho daño
al perder pie, se lo contará de una manera que muestra cuánto le ha alterado. (Recuerdo una vez que contestando a la pregunta “¿qué tal has pasado el día?” de un
amigo, le mencioné haber tropezado con un guijarro. No me molesté en decir que ese día también me había quemado la lengua realmente mal; la caída, no
particularmente dolorosa, parecía lo más importante en mi mente.)
Parece que la respuesta del infante a la caída, tan necesaria para nuestra protección cuando éramos pequeños, deja tal impresión en nosotros que otros miedos se enganchan a ella
por asociación y más tarde en la vida, una parte de nosotros a menudo intenta responder de la misma manera, aunque sea inapropiado.
El trapecio… puede operar, aunque muy inadecuadamente, como un retractor (o extensor) adicional de la cabeza.
R. A. DART, Aspecto postural de la mala oclusión (1946, DE, 4.2 párrafo 3.)
Inadecuado o no, este uso del trapecio se ve frecuentemente en la mala postura.
Véase también MCF, página 117, sobre el acortamiento del trapecio superior.
Las reacciones de los adultos al miedo o la ansiedad tienen todo esto en común con las reacciones del infante a la sensación de caer: la inclinación hacia atrás de
la cabeza va asociada a la acción flexora generalizada en tronco y extremidades. Estas reacciones clásicas, ya sean marcadas o sutiles, han sido parte de lo
esencial de mi vida laboral durante los últimos treinta años. He tenido que reconocerlas y tratarlas en mí misma; he tenido que sugerir a los demás, directa o
indirectamente, algunas maneras prácticas de combatirlas. Entre niños y adultos hay diferencias obvias como la forma en que se efectúan estas manifestaciones.
Pero estoy convencida de que las similitudes tienen importancia práctica.
Mente y músculo 135
Músculos y miedo

En situaciones muy aterradoras, la gente puede “encogerse de miedo”, “doblársele las piernas”, lo que parecen reminiscencias de la flexión de la segunda fase de la
reacción del infante a la caída. Esto es sólo la punta del iceberg y quizá no su peor parte, porque un adulto que ha experimentado un miedo tan extremo,
usualmente lo sabe y es consciente de la necesidad de recuperarse. Más insidiosos (y comúnmente devastadores) son los problemas surgidos de una versión
modificada de tal reacción. Los ejemplos están a nuestro alrededor, son tan familiares que raramente notamos los signos en nosotros mismos o en los demás.
Ruidos fuertes repentinos, accidentes de tráfico, dolor, timidez, pánico escénico, cólera reprimida combinada con miedo a nuestras propias tendencias agresivas…
muchos y frecuentes son los estímulos que producen un compromiso muy lamentable en el que algo muy parecido al reflejo de caída del niño empieza y se resiste.
Empieza inconscientemente debido a la revalidación de nuestra primitiva reacción al peligro. Pero hay otro modelo dentro de nosotros, nacido sin duda de las
exhortaciones a “ser valientes”, de forma que mientras aún somos muy jóvenes, intentamos no mostrar miedo, quizá incluso ignorarlo. Este modelo de
comportamiento adquirido, se resiste a la expresión completa del reflejo, a menudo lo resiste tan inconscientemente como empezó el reflejo. Naturalmente, a un
nivel más consciente, no queremos reaccionar inadecuadamente a las circunstancias presentes y probablemente ¡no queremos que se nos doblen las piernas! Pero
cuando nos hacemos conscientes de ello, tanto el reflejo primitivo como del modelo posterior, usualmente ya están entrelazados en un conflicto muscular.
En los ejemplos sugeridos antes, la respuesta desenfrenada al miedo podría dar como resultado el romper algo, estar implicado en un accidente en la calle, dar una
impresión desfavorable, ser incapaz de luchar o de volar. Las desventajas son obvias para los adultos. Pero la forma usual de evitarlas produce una contradicción
por todo el cuerpo, el cual intenta simultáneamente efectuar una acción y prevenirla y esto le cobra peaje a todo el organismo.
Hay también una forma de reacción “a cámara lenta”, producida por la preocupación más que por la alarma. Sus manifestaciones son similarmente contradictorias
y similarmente embarazosas. Frecuentemente, hay una adaptación a largo plazo a ellas, que nosotros podríamos incluso llegar a aceptar como normal.
Esencialmente, esta adaptación es el modelo típico de lo que en este libro se ha descrito como mal uso.
El reflejo del miedo podría considerarse un paradigma de la mala postura en general, ya esté asociada a la vejez, la enfermedad o la falta de ejercicio. (LPC, 13.10 párrafo
2.)
Una vez hice un estudio de documentos contemporáneos que describen problemas de salud de los obreros de las fábricas con exceso de trabajo durante la
Revolución Industrial en Inglaterra. Una de las cosas más aflictivas que leí fue una entrevista a niños trabajadores que no entendían el significado de la pregunta
“¿Está cansado?” No habían conocido nunca cómo era no estar cansados. (Informe de la comisión de empleo infantil, 1843, Informe y evidencia del comisionado
Horne, citado en La condición de la clase trabajadora en Inglaterra en 1844, de F. ENGELS, reeditado en Londres, George Allen and Unwin, 1952). Reflexioné
que si esta había sido la experiencia de un amplio sector de la población de esa época, y si muchas generaciones de niños no habían visto nunca a sus padres más
que exhaustos y fastidiados y probablemente preocupados además, no era sorprendente que hubieran crecido con malos hábitos posturales.
R. ROBERTS, El barrio pobre clásico (University of Manchester Press, 1971, reeditado por Penguin en 1973), incluye esta reminiscencia del crecimiento en
Salford durante el primer cuarto del siglo veinte:
Bajo el bullicio corriente se escondía el miedo. En los niños: el miedo a los padres, los maestros, la Iglesia, la policía y la autoridad de cualquier tipo; en los adultos: el
miedo a los encargados mezquinos, los capataces, directores y empleadores laborales… terror a la enfermedad, la deuda, la pérdida de estatus; sobre todo a perder el
empleo… El miedo era el leitmotiv de sus vidas…
Curiosamente, a mediados del siglo diecinueve se era bien consciente del daño físico que estaba haciéndose y de la considerable implicación para la posteridad.
Ahora parece que el daño hecho entonces no era hereditario, como se temía por entonces, pero el daño por el ejemplo es también daño. Es irónico que en nuestra
propia época haya menos miedo a “una posteridad debilitada” del que había aparentemente, en aquellos tiempos austeros. El deterioro que se temía entonces está

Mente y músculo 136


Músculos y miedo

ahora sobre nosotros, así que apenas notamos las reacciones familiares de colapso y tensión combinadas, nacidas de la fatiga, alimentadas por el ejemplo,
sustentadas por los efectos de dos guerras mundiales, y ahora agravadas por las preocupaciones y frustraciones asociadas al desempleo generalizado.
La creciente velocidad de la vida moderna significa también que las causas de la alarma o ansiedad se presentan sin tregua suficiente para que los músculos se
recuperen, sin tiempo suficiente para que el cuerpo retorne a su forma natural. Incluso el deseo de hacer algo particularmente bien, puede implicar el miedo a no
conseguirlo y eso puede disparar la reacción. Cuando se entrena a nervios y músculos mediante la
repetición de este tipo de reacción, el hábito se fortalece hasta que se vuelve difícil no “actuar asustado”
incluso cuando no hay nada más allá de la propia mente. Este reflejo infantil modificado se convierte así
en el trasfondo de todas las demás actividades, un conjunto de suposiciones inconscientes, la base para
todos los intentos de coordinación. Parece que todos estamos metidos en esta trampa, sin una forma obvia
de salir de ella.
Figura 6.4. Reflejo del miedo. A: la postura “más cómoda”; B: postura
tras el estímulo del miedo. Electromiogramas del trapecio superior y el esternocleidomastoideo. (LPC, 12.12.)
No obstante, si las reacciones de miedo son parte de nuestra herencia genética, también lo es la solución al
problema que ellas presentan. Una contribución importante a nuestra esperanza de emerger de nuestro
apuro llega de la investigación que se ha hecho sobre el “reflejo del miedo”: definiéndolo como “la
respuesta postural estereotipada a un ruido fuerte”, F. P. JONES lo califica de “reflejo total” (LPC, 12.12
párrafo 4). Me parece que el reflejo del miedo, como lo muestra él en los adultos, es precisamente lo que
yo he descrito antes como la reacción contradictoria o comprometida a la respuesta dejada-desde-la-
infancia a la sensación de caer. (La figura 6.4 que muestra la reacción del sujeto al cerrarse de golpe una
puerta, merece un estudio cuidadoso.) La secuencia empieza con el cambio en la relación de la cabeza con
el cuello. Sólo entonces, aunque rápidamente, el reflejo se apodera del resto del cuerpo. Los experimentos,
con estímulos que varían desde dejar caer un libro hasta un disparo de revolver, mostraron que
Cuando el estímulo era lo suficientemente fuerte para producir una respuesta, esta aparecía en los músculos del
cuello; en muchos casos no aparecía en ningún otro sitio. (LPC, 12.12 penúltimo párrafo.)
El cambio… empieza en la cabeza y el cuello, bajando por el tronco y las piernas para completarse en
aproximadamente medio segundo. (LPC, 12.12 párrafo 4.)
La buena noticia es que una persona que ha captado este hecho suficientemente para haberlo integrado en
la vida cotidiana, puede a menudo prevenir la reacción antes de que empiece. He aquí un punto en el que
la intervención consciente puede ser de ayuda. La advertencia previa es la defensa previa. Al saber dónde
empieza la secuencia, sabemos también dónde poder anticiparse a ella. Es posible decir: “Esta situación
podría volverse aterradora (embarazosa, preocupante o lo que sea) así que probablemente echaré la cabeza
atrás y abajo a menos que ahora me recuerde a mí mismo que tendré mejores posibilidades si no lo hago.”
Esta es otra razón más por la que a lo largo de este libro he recalcado la importancia del equilibrio libre de

Mente y músculo 137


Músculos y miedo

la cabeza (véase especialmente el capítulo 4.4).


Esto no es una mera teoría por mi parte; cada día de mi vida confirma la importancia práctica de estas consideraciones. Además, gracias a haber pensado mucho en
la importancia de anticiparse al “reflejo del miedo” en los pequeños acontecimientos de la vida cotidiana, he sido capaz dos veces de evitar accidentes de carretera
potenciales. La primera vez, cuando yo era casi una novata en la conducción, tuve el pensamiento repetido a menudo no atravesando mi mente instantáneamente:
“Ahora no debo echar la cabeza atrás; ahora, aterrorizada como estoy, necesito mi mejor coordinación”; los resultados podrían haber sido desastrosos, pues la
reacción típica habría sido envarar brazos y piernas, interfiriendo con mi control del coche; ello habría comprometido también mi visión de la carretera. Como
fuera, manos y pies parecieron conocer milagrosamente qué hacer y el peligro pasó. Yo había sentido claramente al miedo intentando invadir a todo mi cuerpo,
pero la atención a la relación cabeza-cuello había evitado que ello ocurriera.
La velocidad de reacción, la eficiencia muscular, el equilibrio, la forma de la estructura, la salud a largo plazo de las articulaciones: todo ello depende de una buena
relación de trabajo entre la cabeza y el resto del cuerpo. Se sigue que si se permite al “reflejo del miedo” conseguir tal apoyo de nosotros como para convertirse en
una forma de vivir, todo esto sufrirá.
Una buena cantidad de ímpetu para mejorar en este campo proviene de las artes escénicas. ¿Sorprendente? ¡Para nada: el miedo a hacer el ridículo es un motivo
poderoso para investigar en el campo de la dirección propia! Y músicos, actores, bailarines y gente así (a pesar del mito del artista ensimismado en el séptimo
cielo) a menudo son lo bastante prácticos como para darse cuenta vívidamente de que dependen de su coordinación en un grado mayor incluso que la mayoría de
los demás. No siempre aparecen con todas las respuestas: ¿quién lo hace? ¡Pero a menudo tienen una idea perspicaz de cuáles son las cuestiones! Las artes
escénicas fueron el campo en el que los descubrimientos de Alexander se originaron. La validez de los descubrimientos ha sido reconocida por anatomistas,
antropólogos, biólogos, neurólogos, fisiólogos, psicólogos: por los expertos; pero no olvidemos que no fueron hechos por un “experto” sino por un actor
determinado a resolver un problema práctico.
Si él pudo hacer los descubrimientos, nosotros podemos usarlos. Pienso que deberíamos darnos a nosotros mismos crédito para ser capaces de entender lo que
necesitamos saber. Hay un montón de información: este libro es mi intento de hacerla más accesible. Como dije al principio, este es un tema demasiado importante
para ser dejado a los expertos y verdaderamente no hay manera de hacerlo así. Estos son asuntos en los que todos tenemos interés; y responsabilidad.
Aunque hoy mucha gente está buscando un modo mejor de usarse a sí misma, hay una falta de claridad sobre cuál podría ser este modo mejor. ¿Qué aspecto tiene?
¿Cómo se siente? A pesar de los esfuerzos de los maestros de ejercicio físico, los expertos en ergonomía, médicos, fisioterapeutas, psicólogos, osteópatas y todos
los otros especialistas (sin mencionar a los escritores de artículos de revista sobre sería-útil y la aparición constante de libros de salud-y-ejercicio, algunos bien
informados, algunos no) año tras año más gente sufre de dolor de espalda, LTR, dificultades respiratorias y una serie completa de las llamadas “enfermedades de
estrés”.
El absentismo certificado debido al dolor de espalda se dobló en los años 1970 y de nuevo en los 1980; aumentó de 59 millones de días a 120 millones de días en 1996-7.
(Estadísticas de la Asociación Nacional de Mal de Espalda.)
Esto es menos sorprendente de lo que parece; debemos recordar que los expertos también están condicionados por las mismas influencias que el resto de nosotros.
Pues ahora, una forma modificada de “reflejo del miedo” casi permanente es tan general que poca gente la cuestiona en sí misma o en los demás. Las reacciones
del tipo “miedo” (figuras 6.5 y 6.6) ahora parecen y se sienten tan familiares que parecen “naturales”. Habiendo perdido virtualmente los buenos ejemplos de los
que podríamos haber aprendido por imitación semiinconsciente (la forma más fácil y directa de aprender) necesitamos redescubrir conscientemente lo que quizá
una vez la raza humana conoció instintivamente.
Mente y músculo 138
Músculos y miedo
Figura 6.5. a) timidez; b) reserva; c) vergonzoso;
d) deferencia; e) frío; f) ajetreo; g) simpatía; h) prisa.
¿Cómo puede conseguirse esto? Sólo por los
individuos que se colocan a sí mismos frente a
frente con una serie de elecciones pequeñas,
privadas, que parecen insignificantes. Una vez
entendemos y experimentamos las ventajas de
usarnos a nosotros mismos de un modo más
práctico, nos decimos a nosotros mismos cada vez
más a menudo: “Espera un momento. ¿Quiero
imitar lo que veo a mi alrededor? ¿El problema
actual es una razón para poner las cosas aún peores
para mí mismo? ¿Necesito echar la cabeza atrás
precisamente ahora?”
Es agradable ejercitar tales elecciones. Además
actualmente, como beneficio colateral, podría
ocurrir que nuestro comportamiento tocara una nota
imitativa en los demás, quizá liberándoles de
alguna incomodidad innecesaria. Usualmente no se
puede saber esto, pues hablar de ello lo estropearía,
pero sólo ocasionalmente se puede imaginar lo que
está ocurriendo. Naturalmente, la elección debe ser
de verdad. Generalmente se supone que el
conocimiento teórico capacita para aconsejar a los
demás; la sugerencia de que uno debería cuestionar
primero los propios hábitos que le son familiares,
no es siempre bienvenida. No obstante, ninguna cantidad de corrección, pretensión o “buena postura” tendrá el mismo efecto que una serie de decisiones
personales genuinas de no hacer las cosas que sabemos que son autodestructivas.
Pienso que la necesidad de este giro silencioso es uno de los mayores retos que hoy afronta la humanidad y uno en el cual cada uno de nosotros juega un papel
personal, un papel que no puede ser desempeñado por nadie más. Ni puede ser representado como un juego intelectual, pues la esperanza recae en la buena
voluntad de cada individuo para reconsiderar, en términos prácticos, las suposiciones sobre las que él o ella se mueve por nuestro mundo.
El epígrafe a este capítulo es de “La princesa y el ogro”, un libro favorito de mi infancia que aún proporciona alimento a la mente. En el incidente citado, la
pequeña princesa fue tonta, naturalmente, de un modo que todos podemos entender demasiado bien. Pero habiendo sobrevivido para aprender de su error, fue
capaz de seguir un hilo mágico por el interior sin cartografiar de la montaña e ir en ayuda de un joven minero que estaba atrapado allí.

Mente y músculo 139


Músculos y miedo

Para mí, el hilo mágico que nos conduce a través del laberinto hacia la libertad, es el uso de la cabeza que he recalcado constantemente. Es gracias a errores
pasados (los míos propios y los de otra gente) que he sido capaz de escribir sobre ello. Espero que lo que yo he aprendido pueda ser de ayuda para usted.
Figura 6.6. i) desaliento; j) dolor;
k) ruptura; l) defensivo; m) disculpas; n) discusión;
o) insulto; p) resentimiento; q) aburrimiento.

Mente y músculo 140


Descubriendo el mapa

7ª parte: Descubriendo el mapa

7.1 Una corta explicación de la Técnica Alexander


Una experiencia nueva es como viajar por un país desconocido. Pero recuerde, otros han tomado esa ruta antes que usted… Así que la cuestión número uno es: ¿hay un
mapa?… no importa si usted se va a casar, cometer un robo con escalo o guardar un cerdo de guinea: la eficiencia es el cotejo apropiado de la información.
ALAN BENNETT, Cabezas parlantes: seguir en la brecha
En Australia, en los años 1880, un joven actor, Frederick Matthias Alexander, vio su prometedora carrera amenazada por la ronquera crónica y la frecuente pérdida
de voz. Él temía que el problema pudiera ser orgánico, pero aunque los doctores podían tranquilizarle al respecto, ni ellos ni sus maestros de voz podían encontrar
una solución. Razonando que, una vez descartada la enfermedad, la causa debe ser técnica, se puso a averiguar “qué es lo que yo hacía que causaba el problema”.
(USM, 1 párrafo 14.)
Sin ninguna ayuda externa, desarrolló durante una serie de años de agonía, cómo mejorar lo que ahora se conoce como el “uso” de la musculatura corporal en todas las
posturas y movimientos. Y el resultado notable fue que recuperó el control de la voz. Esta historia de percepción, inteligencia y persistencia mostradas por un hombre sin
formación médica, es una de las verdaderas epopeyas de la investigación y práctica médicas.
Profesor NICOLAAS TINBERGEN, Etología y enfermedades del estrés, Discurso del premio Nobel, 12 de diciembre de 1973 (apartado 1.3 párrafo 2).
La historia ha sido contada muchas veces (pero nunca tan bien como por el propio Alexander en el primer capítulo de El uso de sí mismo), de cómo empezó bien
simplemente a observarse a sí mismo con la ayuda de espejos y notó que aparecían ciertos cambios en la colocación de su cabeza cuando empezaba a recitar.
Profundizando más en el asunto, se hizo consciente de otras relaciones dinámicas en el cuerpo, que estaban asociadas a estos cambios desfavorables en la relación
de la cabeza respecto al cuello. Encontrándose a sí mismo aparentemente incapaz, a pesar de su formación en la voz y el movimiento, de organizar su cuerpo de
forma que permitiera el buen funcionamiento de la laringe y del aparato respiratorio, tuvo que reconocer que la calidad de la voz depende de una coordinación total
en la que los procesos de pensamiento están incluidos.
Tras proseguir la línea de indagación impuesta por él mismo y salvando muchas contrariedades desalentadoras, Alexander tuvo un éxito considerable como actor,
presentando un espectáculo de un solo actor que incluía extractos de Shakespeare y adquiriendo renombre por su producción de voz y técnica respiratoria. Actores
y cantantes acudieron a él en manada para recibir clases y los médicos le enviaron pacientes con problemas respiratorios.
Doctores famosos, convencidos de la importancia de los descubrimientos de Alexander, le persuadieron para que fuera a Londres donde podían hacerse más
ampliamente conocidos. Allí, los actores famosos del momento (incluido Sir Henry Irwing) se hicieron alumnos suyos, al igual que escritores como G. B. Shaw y
Aldous Huxley. (La influencia de Alexander está presente en Ciego en Gaza y Fines y medios de Huxley.) El Profesor John Dewey, filósofo y educador, también se
hizo alumno y amigo suyo: Naturaleza humana y conducta y Experiencia y naturaleza están impregnados del pensamiento de Alexander. (En su introducción
clásica de 1939, párrafo 7, a El uso de sí mismo, Dewey se describe a sí mismo conmovedoramente: “Desde el punto de vista práctico, yo era un alumno inepto,
torpe y lento.”) El director del Instituto Froebel animó a Alexander a empezar un curso de formación para maestros de su técnica. El British Medical Journal
publicó en mayo de 1937, una carta de diecinueve doctores distinguidos, exhortando a los responsables de la formación médica a tomar en cuenta el nuevo campo
de conocimiento abierto por los descubrimientos de Alexander:

Mente y músculo 141


Una corta explicación de la Técnica Alexander
... Estamos convencidos de que Alexander está justificado al sostener que “una forma de uso inapropiada que interfiere con el funcionamiento general, constituye una
causa de predisposición al desorden o enfermedad” (USM, 5.1) y que el diagnóstico… será incompleto a menos que… tome en consideración la influencia del uso sobre el
funcionamiento. (Carta reproducida en F. M. ALEXANDER, La constante universal en la vida, apartado 2.1.)
No faltan testigos de la importancia de estos descubrimientos. GEORGE BERNARD SHAW escribió en 1937 (véase La música de Shaw, volumen 1, Londres,
Bodley Head, 1981):
Él estableció, no sólo los principios de una ciencia de gran alcance de los movimientos aparentemente involuntarios que llamamos reflejos, sino también una técnica de
corrección y autocontrol que constituye un aporte substancial a nuestros muy escasos recursos en educación personal.
Carrington señala en Explicando la Técnica Alexander (capítulo 2, apartado 12) que no fue hasta 1924 que R. MAGNUS, escribiendo sobre la fisiología de la
postura, demostró la importancia de los reflejos cabeza-cuello (Körperstellung, 1924, Berlín, Springer, 1924), sin proponer ningún medio para hacer un uso
práctico de la información. La técnica práctica de Alexander precede a Magnus en unos treinta años.
En una época en la que los problemas fueron clasificados o bien como físicos o como mentales, Alexander había llegado a la conclusión de que cada persona, cada
sí mismo, es una unidad psicofísica y que este sí mismo entero está implicado inevitablemente en todo lo que estemos haciendo. El concepto no es fácil de
expresar: hay muchísimos términos que nos permiten considerar a un ser humano como un conjunto de partes componentes, pero para tratar de la persona
completa, se carece de lenguaje específico, como ha señalado R. D. Laing. Esta carencia refleja nuestra forma habitual de pensar, pero limita el desarrollo de
nuestras capacidades.
La objeción más seria al vocabulario corriente utilizado… es que consiste en palabras que dividen al hombre verbalmente… no podemos dar una explicación adecuada de
las divisiones existenciales si no podemos empezar por el concepto de un todo unitario y no existe tal concepto, ni puede ningún concepto así ser expresado dentro del
sistema de lenguaje corriente… tenemos un Humpty Dumpty ya roto quien no puede ser unido de nuevo mediante ningún número de… palabras compuestas: psicofísico,
psicosomático, psicosocial, etc.
R. D. LAING, El yo dividido, Harmondsworth, Penguin (Pelican), 1965.
Alexander tomó como punto de partida de su investigación la hipótesis de que el uso afecta al funcionamiento. Cualquiera que alguna vez le haya dicho a un niño:
“No enredes con eso que lo estropearás”, obviamente ha captado el principio en relación con las cosas. Si hoy día, un número creciente de personas reconoce que
ello también es aplicable a nosotros mismos, es principalmente gracias a Alexander. El principio (a veces llamado “el principio Alexander”) fue meramente un
punto de partida. ¿Cómo pudo él hacer uso práctico de ello?
Fueron necesarias muchas etapas. Primero llegó un largo periodo de observación, durante el cual los obstáculos fueron identificados y Alexander llegó a reconocer
que el funcionamiento seguro de la voz depende de la coordinación total. Luego él buscó un medio de erigir lo que podría describirse como un armazón de
condiciones que favorecerían el uso saludable de su voz; un medio por el cual él podía establecer y mantener este “armazón” durante el trabajo vocal y a través de
la multitud de actividades que podría pedírsele al organismo humano.
Alexander descubrió el medio que estaba buscando, en el hecho de que ciertas relaciones dinámicas dentro del cuerpo (notablemente, pero no exclusivamente, la
de la cabeza respecto a la columna vertebral) influyen en el funcionamiento del resto del organismo. Él describió el conjunto de estas relaciones como
constituyentes del control primario del uso de sí mismo en todas sus actividades, un control primario del uso general de sí mismo.
… en resumen, que para alargarme debía echar la cabeza hacia delante-arriba.

Mente y músculo 142


Una corta explicación de la Técnica Alexander
Como se desprende de lo que sigue, esto resultó ser el control primario del uso de mí mismo en todas las actividades.
F. M. ALEXANDER, USM, 1 párrafo 37, de la edición original de 1932 (Methuen).
En la edición de 1946 (Integral Press) tras “... hacia delante-arriba” continúa:
Las experiencias que siguieron a mi conocimiento de esto, fueron precursoras al reconocimiento de aquella relatividad en el uso de la cabeza, cuello y otras partes, lo que
demostró ser un control primario del uso general de sí mismo.
La edición de 1985 (Gollancz) recupera el texto de 1932. La omisión parece algo a deplorar. Naturalmente, puede argüirse que los párrafos de alrededor ya dejan claro que el mal
uso de la cabeza está “inseparablemente unido al mal uso de otros mecanismos”. Pero Alexander aparentemente encontró deseable aclarar esta mención del tan importante control
primario.
El término “control primario” ha sido objeto de mala interpretación y controversia, pero como el profesor F. P. Jones ha señalado, los argumentos son meramente
verbales; en la práctica, no hay lugar para dudar de la validez de la enseñanza de Alexander sobre este punto.
Algunos doctores objetaron a la comparación del control primario de Alexander con el control central (Zentralapparat) de Magnus basándose en que Magnus no se estaba
refiriendo a la relación de la cabeza con el tronco sino al centro anatómico en el tronco encefálico donde son integrados los reflejos posturales. Esto es una sutileza verbal.
Alexander no afirmaba haber descubierto un centro anatómico; Magnus, en cambio, no apoyaba su explicación en la localización del centro sino en la función de los
reflejos. La doctrina de un “control primario”, fuera o no el mismo control que el demostrado por Magnus, proporcionó a Alexander una explicación parsimoniosa para sus
descubrimientos… El término fue aceptado por Dewey y por la mayoría de médicos que escribieron sobre la Técnica en los años 1920 y 1930… Ludovici, cuya
información procedía del propio Körperstellung… reunió un gran número de pasajes tanto de Magnus como de Sherrington para demostrar la relación de su trabajo con el
de Alexander. (LPC, capítulo 6 párrafo 11.)
Esto es lo que ocurre; la naturaleza nos ha provisto a cada uno de nosotros de un “control primario”: cómo lo usamos es de lo que trataba todo el trabajo de
Alexander. Corroborándolo, el neurólogo SIR CHARLES SHERRINGTON escribió en El esfuerzo de Jean Fernel (1946):
El Sr. Alexander ha prestado un gran servicio al asunto al tratar insistentemente cada acto como implicando al individuo integrado completo, al hombre psicofísico
completo. Dar un paso es cuestión, no solamente de esta o aquella extremidad, sino de la actividad neuromuscular total del momento, no menos que de la cabeza y el
cuello. (Cambridge University Press, Cambridge, reedición de 1974 de Dawsons of Pall Mall, página 89.)
La búsqueda de medios entró en una segunda etapa cuando surgió una dificultad mayor: la naturaleza dota a la humanidad de innumerables posibilidades de
movimiento, las cuales pueden también dar origen a innumerables posibilidades de confusión. Más a menudo de lo que sabemos, intentamos hacer
simultáneamente, movimientos que son mutuamente contradictorios. Peor aún, tendemos a construir hábitos basados en estas contradicciones y a suponer que las
sensaciones cinestésicas asociadas son “correctas” y “normales”. Felizmente, la naturaleza ha provisto también un medio de evitar los movimientos inútiles a favor
de los más eficientes. Sherrington explica que “... refrenar un acto no es menos un acto que cometer uno, porque la inhibición es, al igual que la excitación, una
actividad nerviosa.” (El cerebro y sus mecanismos, Conferencia de Rede, 1933.) Más recientemente, J. P. CHANGEUX propuso que “appendre, c’est éliminer” (El
hombre neuronal, 1983, Fayard) y Libet ha llamado la atención sobre la parte jugada por la inhibición en los aspectos neurológicos de la toma de decisión.
Propongo la tesis de que el control de la voluntad consciente podría operar no para iniciar el proceso volitivo sino para seleccionarlo y controlarlo, ya sea permitiendo o
disparando el resultado motor final del proceso iniciado conscientemente o vetando la progresión a la activación motora real.
B. LIBET, “Iniciativa cerebral inconsciente y el papel del deseo consciente en la acción voluntaria”, en The Behavioural and Brain Sciences, 1985, nº 8, página 524.
En el uso corriente, esta palabra inhibición ha adquirido una connotación muy diferente de su significado literal neurológico. (Véase la definición de ‘inhibición’

Mente y músculo 143


Una corta explicación de la Técnica Alexander

del Shorter Oxford English Dictionary de 1977, en el capítulo 3.5 párrafo 8.) De hecho, sin inhibición (en el sentido exacto) la excitación podría afectar a cualquier
músculo, conduciendo a la anarquía de movimiento. Por lo tanto, la inhibición es una función fundamental del sistema nervioso y la mayoría de nuestro
funcionamiento reflejo depende de ella. Todos la usamos inconscientemente. No obstante, cierta gente hace más uso de la inhibición que otra: una persona diestra
es la que efectúa acciones deseadas sin añadir esfuerzos inútiles. Es en este sentido que deberíamos entender la “inhibición consciente” de Alexander, cuyo
propósito es ampliar el área de la libre elección. Ello precede a la organización de la coordinación básica, que a su vez debería preceder la dirección de nuestras
energías hacia un fin específico.
La inhibición consciente pavimenta el camino para la dirección, el tercer paso de los medios razonados de Alexander mediante los cuales puede conseguirse la
coordinación satisfactoria. La palabra “dirección” aquí implica todos los significados usuales, como en “hacia allí”, “instrucciones de uso” y “orquesta bajo la
dirección de…”. Alexander explica que él usa el término para “indicar el proceso que se produce al proyectar mensajes desde el cerebro a los mecanismos y al
conducir la energía necesaria para el uso de estos mecanismos.” (USM, 1, nota al párrafo 53.)
La combinación de inhibición y dirección erige el armazón y prepara la cualidad del movimiento deseado. Liberándonos de nuestros hábitos que podrían ser
inútiles o incluso dañinos, inhibición y dirección despejan el camino para la acción de nuestros reflejos y nos liberan de una preocupación demasiado grande por
los detalles de nuestra “postura” y de nuestras acciones. Los elementos voluntarios y reflejos quedan mejor integrados. Soy consciente de que los lectores
desconocedores de la Técnica Alexander pueden sentirse frustrados por la limitada cantidad de información que he dado sobre estos dos conceptos clave de la
inhibición y la dirección, pero no puedo trasladar a palabras las sutiles experiencias implicadas en el aprendizaje práctico.
El planteamiento de Alexander difiere fundamentalmente de los métodos de relajación. De hecho, el concepto de “relajación” requiere un manejo prudente, pues la
instrucción de relajar implica una contracción previa indeseable. El propósito de la combinación inhibición-dirección es evitar la contracción parásita antes de que
ocurra, un factor que falta tristemente en la mayoría de las formas de educación y entrenamiento. (La facilidad en las personas diestras es admirable, mientras que
el esfuerzo es considerado loable: una contradicción absurda que a menudo no es reconocida.) Alexander recalca que la inhibición de las reacciones innecesarias
ofrece un medio razonado de dirigir nuestras habilidades en la dirección de nuestros fines. El esfuerzo implicado (ya sea mínimo o tremendo, según la situación)
será así apropiado a la acción elegida.
Al resolver su propio problema, Alexander había hecho un descubrimiento aplicable a toda forma de actividad humana. Él no se detuvo aquí. Habiéndose dado
cuenta de que la explicación oral es entendida inevitablemente en términos de la experiencia previa del oyente, desarrolló una técnica de enseñanza que hace uso
del toque sutil y preciso donde las palabras podrían ser desorientadoras. La eficacia del toque guía depende de la propia coordinación del maestro; no hay forma de
ser capaz de enseñar los descubrimientos de Alexander sin haberlos integrado en la propia vida cotidiana. Consecuentemente, la formación de los maestros de
Alexander demanda una gran cantidad de atención individual a la coordinación de cada estudiante, durante un mínimo de tres años. Hay que preocuparse cuando,
por ejemplo, los fisioterapeutas afirman “practicar la Técnica Alexander” (sic) como auxiliar de los tratamientos que ellos ofrecen. La Sociedad de Maestros de
Técnica Alexander (STAT) existe desde 1958 y puede ser considerada una autoridad sobre los requisitos para enseñar la Técnica Alexander. Las habilidades
especiales desarrolladas por el aspirante a maestro de Alexander, son profundamente diferentes del planteamiento fisioterapeuta. Pero sólo aquellos pocos
fisioterapeutas con diploma de maestro de Alexander, serán capaces de apreciar esto, pues sólo tras los tres años de formación se comprende completamente la
necesidad de esos tres años.
Resumiendo: la Técnica Alexander no es una técnica postural como tal; ciertamente, se cita a Alexander diciendo: “No existe algo como una posición correcta,
pero existe algo como una dirección correcta.” No tiene nada que ver con la relajación, el masaje o la manipulación; ni es una serie de ejercicios. (Un ejercicio

Mente y músculo 144


Una corta explicación de la Técnica Alexander

podría ser bueno o malo según la coordinación de la persona que lo efectúe.) Aprendiendo progresivamente a abandonar los hábitos inútiles y gracias a la
adaptación refleja continua del equilibrio entre tensión y relajación, el alumno descubre posturas y maneras de moverse que son más naturales y que se adaptan
mejor a las demandas de cada actividad. Los mismos principios básicos pueden ser aplicados a la mayoría de los actos ordinarios de cada día, así como a los
requerimientos más complejos de la música, la danza o el deporte. Estos mismos principios ayudan a médicos y psicólogos en su observación de los pacientes,
pues conocer las “direcciones del uso” que el paciente se ha dado a sí mismo, puede ser un elemento importante en el diagnóstico.
Sería fútil pretender que un maestro de Alexander es un producto estándar, no más que un tenista, un pianista o un médico. Como en cualquier profesión, algunos
practicantes son más experimentados que otros, algunos están más dotados, algunos han sido formados mejor. Entre los maestros de Alexander puede encontrarse a
aquellos que confían principalmente en el toque como método de comunicación, mientras que otros disfrutan contestando al ruego de explicación verbal. Algunos
están fascinados particularmente por la aplicación de la Técnica a destrezas específicas en las que ellos mismos son expertos, mientras que otros prefieren
implicarse a ellos mismos en los fundamentos. En la práctica, las cosas raramente son cortas y rasas como esto podría parecer implicar. (Los otros dos
planteamientos deberían ser, en mi opinión, vistos con precaución. Es posible volverse demasiado ecléctico y así arriesgarse a desleír el mensaje de Alexander con
ideas sacadas de otro sitio; en cambio, cuando la perspectiva del maestro está indebidamente restringida, la Técnica podría reducirse a un proceso condicionante,
en el que las mismas frases son repetidas con la esperanza de que con el tiempo adquieran significado para el alumno.) Como cada alumno es diferente, cada
maestro debe llevar a su trabajo una experiencia de vida particular, y conocimiento y talentos espaciales. Por lo tanto, naturalmente que puede ocurrir que un
alumno no se lleve bien con cierto maestro, pero usualmente puede encontrarse al maestro correcto. Más allá de las diferencias individuales, Alexander nos ofrece
principios básicos, universales e invariables, que uno no puede permitirse ignorar, pues ellos gobiernan el organismo humano en todas sus actividades.

7.2 Más lecturas sugeridas sobre la Técnica Alexander


Entre el montón considerable que se ha escrito sobre el tema (STAT Books tiene la lista más amplia), he elegido sólo libros que están ya disponibles y que puedo
recomendar como útiles a los recién llegados a la Técnica Alexander. Se pueden conseguir en STAT Books, 20, London House, 266 Fulham Rd, London SW10 9
EL; teléfono: +44 171 352 0666, e-mail: stat@pavilion.co.uk
FREDERICK MATTHIAS ALEXANDER, El uso de sí mismo (1932). El tercer, más corto y más abordable libro de los cuatro de Alexander, que describe cómo
hizo él su descubrimiento original y exploró algunas de las implicaciones.
WALTER CARRINGTON y SEÁN CAREY, Explicando la Técnica Alexander: Los escritos de F. Matthias Alexander, Walter Carrington en conversación con
Seán Carey, 1992. El compañero esencial de los libros de Alexander. El asistente principal de Alexander responde las preguntas de un antropólogo que es también
maestro de la Técnica Alexander: el fruto del pensamiento relativo al tema de casi sesenta años, claro y legible.
WALTER CARRINGTON y SEÁN CAREY, Hablando en persona: Walter Carrington entrevistado por Seán F. Carey sobre la técnica de F. M. Alexander, 1986.
MICHAEL GELB, El cuerpo recobrado: Introducción a la Técnica Alexander (1981). Esta versión ampliada de una tesis es una buena introducción a la Técnica
Alexander, mejorada con fotografías bien escogidas.

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