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Hay mucho por descubrir todavía. Aún hoy tenemos una visión fragmentaria de lo que fue el
desarrollo musical durante el periodo virreinal en el Perú. Este se ha asociado casi exclusivamente a los
archivos de las órdenes religiosas, que son tan importantes no sólo en las ciudades grandes que fueran
cabeza de Arzobispado, sino en los pueblos más alejados de la zona andina. Sin duda, la evolución
musical no se contrajo al quehacer religioso, lo lamentable es que hay muy pocas referencias escritas
sobre la música popular o "profana". Hasta ahora la más importante de ellas es la obra de Baltasar Jaime
Martinez Compañón, Obispo que fué de Trujillo entre 1779 y 1788, quien mandó recopilar datos
geográficos e históricos de su diócesis, bajo el título "Trujillo del Perú en el siglo XVIII". Esta obra
enciclopédica de nueve tomos, profusamente ilustrada, trata el tema de la música en el tomo II; ofrece
transcripción de partituras y dibujos de danzas populares de inapreciable valor documental.
//Marcela Cornejo
Presentación de la partitura de "La púrpura de la rosa", primera ópera compuesta y estrenada en América hispana (Lima, 1701), con música de Tomás Torrejón y
Los “Dulces cantores diestros”. Música peruana de los siglos XVII y XVIII
Patricio Ricketts Rey de Castro
cubierta del disco: Música Peruana de los siglos XVII y XVIII, grabado en 1971
Con el conquistador de yelmo y espada llegaron no solamente la cruz y la picota, el herrero, el fraile y
el notario, sino también la rosa y la vihuela, el poeta y el músico. Empezó la opresión, pero también
germinó una nueva cultura.
Conocemos los nombres de 21 músicos seculares españoles que ingresaron al Perú antes de 1553.
Gonzalo Pizarro tenía seis instrumentistas, que le acompañaban en todos sus viajes. Antes de
acercarse a una ciudad, se hacía preceder de tambores, trompetas y chirimías. Su victorioso rival, La
Gasca, tuvo la misma afición. Después de Jaquijahuana, hubo en Cuzco marchas de triunfo y se cantó
el Te Deum. Los músicos de Gonzalo tuvieron la mala fortuna de su señor y fueron condenados a
galeras o destierro. Así perdimos un violista, exilado a Chile, y un trompetista, devuelto a México. Pero
pronto llegaron muchos más. Calcula Stevenson que durante el primer siglo de dominación española
debieron de haber ingresado al Perú no menos de 200 músicos profesionales, sin contar los
religiosos.
Destreza y florecimiento
Los indígenas no tardaron en enamorarse del arte polifónico de los conquistadores. Y de aprenderlo.
Garcilaso recuerda que cuando dejó el Cuzco en 1560 había allí "cinco indios que tañían flautas
diestrísimamente por cualquier libro de canto de órgano que les pusieran delante". "En estos tiempos",
agrega, refiriéndose al año en que escribía, 1602, "me dicen que hay tantos indios tan diestros en
música para tañer instrumentos, que dondequiera se hallan muchos".
La acción de las órdenes religiosas fue decisiva en esa tarea docente y promotora. Franciscanos,
dominicos y agustinos, hicieron de la música uno de los ejes de su tarea evangelizadora. Los
testimonios del rápido florecimiento de la música conventual son abundantes. Y señalan, por cierto,
un apogeo cuando aparecen en escena los jesuitas.
No solamente en Lima sino en la "reducción" de indios creada por la Compañía de Jesús a orillas del
Titicaca la música conoció extraordinario esplendor. La Carta Annua de 1609 hace referencia a Juli,
informando que la Iglesia de San Pedro, la principal de las cuatro con que contaba la población en
aquellos días, tenía un espléndido órgano de catorce palmos que, según el citado documento, "es el
mejor que hay en el Perú así por la diferencia de mixturas como por el aderezo de la caxa, que es de
cedro". Había un maestro organista cuya gran habilidad, según el citado documento, "ha sabido
aumentar la musicalidad de este pueblo de modo que en todo este Reyno aun la de los españoles no
llega así en destreza como el número de cantores e instrumentos, que cantan a dos, tres y cuatro
voces". El Padre Wolfang Bayer, que había pasado varios años en Juli y como buen alemán era
melómano, decía, desterrado en su patria después de la expulsión, que las capillas de canto y las
orquestas de Juli podían rivalizar con las de Europa.
En resumen, España estaba entonces bien situada en la música europea y el Perú recibió y aprendió
todo lo que la metrópoli tenía y sabía. Lima quiso ser y fue, musicalmente hablando, una segunda
Sevilla.
Ahora, al cabo de siglos, vuelven a escucharse bellas melodías perdidas, escritas por hombres
olvidados:
Hanacpachap cussicuinin
Huaran cacta machascaiqui
lupairuru pucoc mallqui
rara cunap suyacuinin
Callpan nappa quemi cuinin
Huasiascaita ...
Torrejón, Pedrozo o Tomás Herrera ya no son esas fantasmales y difusas criaturas que solamente los
eruditos lograron entrever en los archivos.
Al igual que las originales, briosas y humorísticas creaciones de Ignacio Quispe y de otros peruanos,
sus obras -es decir ellos mismos-, reviven en el esplendor de los claustros franciscanos, son
escuchadas y aplaudidas en lejanos países de América, capturan salas de conciertos y llenan los
hogares de ese denso perfume místico que pudo haber embriagado a la condesa de Lemos, o los
hacen vibrar con tensos ritmos que tal vez marcaron el compás de la angustia del atildado cacique de
Tungasuca, cuando todavía no se llamaba Túpac Amaru.
Hanacpachap cussicumm
Huaran cacta muchascaiqui ...
Los "dulces cantores diestros" de los siglos virreinales regalan al Perú contemporáneo su donaire de
corte, su misticismo sin dudas y su melancolía pastoril. En adelante, sus obras quedarán
perdurablemente entretejidas con lo más vivo de la cultura nacional:
No se exagera al decir que en estos días el país está descubriendo una Escuela Peruana de la
música, esencialmente similar en sus logros, limitaciones y problemática, a la Escuela Peruana de la
pintura.
Uno de los más meritorios trabajadores en esta tarea de recuperación de nuestro legado cultural se
llama Arndt von Gavel. No sólo ha desempolvado cientos de obras en los archivos conventuales y
religiosos de todo el Perú También las ha empezado a traducir a la notación musical contemporánea.
Las ha hecho ejecutables. Y al frente del Coro de Cámara "Jueves" y del Colegio Musicum del plantel
"Alexander von Humboldt" las ha entregado, finalmente, al público limeño y al disco.
Hemos querido escuchar la historia de estos hallazgos de labios del propio protagonista.
Arndt von Gavel es un joven profesor de música del colegio "Alexander von Humboldt". Alto y rubio, de
fácil palabra, entusiasta, al filo de los 40, hace profesión de modernidad con una barba vanguardista,
discretamente bohemia.
Viene de Arnstadt, un pequeño pueblo de Alemania Central, por la vía de excelentes conservatorios Y
guiado por profesores de nombre. Antes de dirigirse a nuestro país, en 1967, había sido profesor de
música en el suyo.
- ¿Cómo vino usted a interesarse en la música virreinal, un tema poco menos que ignorado en el Perú?
-Precisamente por eso. Leí el libro de Stevenson, "La Música del Perú" (anotaremos que, por extraño
que parezca, esta obra fundamental, publicada en Lima en 1959, gracias al auspicio de la OEA, aún
permanece sin traducción del inglés). Es un trabajo bien hecho. Presenta una impresión de conjunto
de la vida musical durante la Colonia. Sin embargo, falta en él lo principal: la música. Los pocos
ejemplos que aporta no podían dejar satisfecho a un músico. Por el contrario, me abrieron el apetito,
por así decirlo.
-¿Conoce usted la obra de Andrés Sas sobre el mismo tema, editada en estos días por el Instituto
Nacional de Cultura?
-No. Había oído hablar de ella, pero nunca tuve la oportunidad de consultar los manuscritos. Me
parece estupendo que se publique. Sas fue, al igual que Holzmann, un músico serio.
-Volvamos a su apetito
-Aumentó, si puedo decirlo así, al escuchar los festivales de coros peruanos de los últimos años. ¡Ni
una sola obra colonial! ¿Dónde oír esta música? me preguntaba. Ingenuamente, busqué ediciones
modernas. Por supuesto que no las encontré en librerías ni bibliotecas.
Ese fue el punto de partida. Con dos amigos, también profesores del Colegio "Alexander von
Humboldt", los señores Erhard Neubert y Jorg Hofmeister, nos pusimos a trabajar. Debo añadir que
son dos músicos de primera, violinista el uno, flautista el otro.
El primer paso fue el más difícil: lograr el ingreso a los archivos. Nadie parecía saber nada. Nadie
estaba dispuesto tampoco a autorizar la investigación. Una mañana, por casualidad, me crucé con el
Cardenal Landázuri, que ingresaba al Palacio Arzobispal. Le abordé y le expuse nuestros deseos.
Diez minutos después nos encontrábamos, mis amigos y yo, ante los manuscritos musicales de la
Colonia, que guarda el Archivo Episcopal de Lima.
En esos días yo no sabía que Sas y Holzmann habían trabajado en ese archivo y hasta habían
catalogado unas 250 piezas, escritas entre 1750 y 1821. Sólo conocía una lista que un musicólogo
chileno publicó en un trabajo sobre la música colonial en América del Sur.
-Lo primero fue fotografiar el archivo. Tomamos unos cien rollos de 36 exposiciones. Con más de
3,500 páginas de música en la mano, decidimos que era el momento de empezar de veras. Para
revelar los rollos y hacer las ampliaciones utilizamos el laboratorio del colegio. Luego empezó nuestra
tarea propiamente dicha.
-El primer trabajo musical consiste en formar las partituras. Lo que se encuentra en el archivo no es
música completa, lista para ejecutarse, sino papeles sueltos. Por ejemplo, del "Te Deum Laudamus"
de A. Pedrozo, escrito en 1762, hace más de dos siglos, se encuentran -repito, en papeles sueltos- las
partituras de los violines primero y segundo, así como voces de orquesta y coro. Se trata de
reconstruir las partituras completas para todas las voces de tal modo que la obra sea ejecutable.
-Sin duda, una tarea ímproba.
-En efecto. Para recuperar una sola página de partitura actual hemos necesitado por lo menos, en
promedio, cuatro horas de trabajo. Ya tenemos listas unas 150 páginas.
-Hagamos números. ¿Quiere decir, entonces, que ustedes han dedicado hasta ahora a los músicos
virreinales unos 75 días, es decir más de tres meses de trabajo continuo?
-Si lo quiere poner así... Pero la diferencia está en que nosotros dedicamos más de ocho horas diarias
a los músicos peruanos del futuro es decir, a la enseñanza, y lo que podemos entregar a esta labor es
sólo nuestro tiempo libre. Así que, en verdad, son muchos meses los que venimos trabajando.
Más que en horas o meses, nosotros medimos nuestro trabajo en resultados. Hasta el momento,
hemos completado la transcripción de las siguientes obras:
-¿Es el archivo catedralicio el único de Lima que contiene reliquias musicales del Virreinato?
-Supongo que no. Tenemos especial interés en revisar el archivo de Santo Domingo. Pero todavía no
se nos abren las puertas para el tipo de investigación cuidadosa que debe hacerse. He visto motetes
a cuatro voces y otras partituras. Este repertorio podría ser especialmente valioso, por haber estado
Alcedo vinculado al convento. Se sabe que compuso una "Misa en Fa", a tres voces. ¿Dónde está? Es
preciso hallarla. Lo mismo puede decirse de otros conventos limeños, que todavía no hemos
estudiado.
- ¿Y en provincias?
-Hemos viajado a Trujillo, Cuzco, Arequipa, Cajamarca y Ayacucho. Siempre con éxito. Baste decir que
en Cuzco hay que estudiar a ese gran músico que fue Ignacio Quispe y que en Arequipa hemos visto
una composición original de Melgar, la única que se conoce. La riqueza es enorme. Tan sólo el
Seminario de San Antonio Abad del Cuzco guarda 354 obras musicales manuscritas.
Nos falta Puno. Se dice -y considero muy importante lo que "se dice", porque así es como surgen las
pistas- que allí puede haber algo de las misiones jesuitas de Juli y Pomata. Los jesuitas, como usted
sabe, fueron los grandes maestros de la música y de otras artes.
"A este sol peregrino" - partitura original
Sugestiva originalidad
-¿Qué evaluaciones de conjunto puede usted hacer, en esta etapa de sus investigaciones, de la música
peruana virreinal?
-La música que se encuentra en estos archivos es casi por completo de estilo europeo. Pero con
factores de originalidad muy sugestivos. Las obras más interesantes, en cuanto a originalidad, se
encuentran en Cuzco.
Esto es muy explicable. Lima era el centro del Virreinato, de tal modo que sus conexiones culturales
con Europa eran continuas y fuertes. Podría decirse que Cuzco estaba entonces más lejos de Lima,
que Lima de Europa. Por tanto, las influencias y las dependencias se debilitan, dando paso a lo original
peruano. Además, existía en Cuzco un folklore nativo, rico y vigoroso. Mientras la capital incaica
había sido durante siglos un gran centro cultural y logró mantener su identidad aborigen durante el
Virreinato, la Lima de los siglos XVI al XVIII era una ciudad moderna, de corte europeo, sin raíces
nacionales.
Los músicos de la capilla cuzqueña fueron, de seguro, en su mayoría indios. Baste con un elemento
de identificación. En las partituras casi nunca se encuentra la voz de bajo. Salvo excepciones, la voz
más baja del coro es la de tenor. Los bajos son siempre bajos instrumentales, nunca vocales. ¿Por
qué? Porque los indios tienen voces más altas que las europeas. ¿Ha escuchado alguna vez un bajo
indio? Yo no. El color de esta música es, por tal motivo, único. Las sopranos suben a alturas dignas
de solistas, que un coro europeo jamás podría cantar. En Cuzco cantaban el do alto, que se encuentra
una sola vez en la "Misa Solemnis" de Beethoven, a manera de audacia. Es una nota extrema, de
soprano de coloratura. En Cuzco, repito, había tantas de estas sopranos, que podían hacer coro. En la
notación que estamos haciendo nos vemos obligados a bajar la tonalidad por lo menos una cuarta o
quinta, hasta un nivel aceptable para un coro moderno.
-El mejor, diría yo, es el de Ignacio Quispe, un gran músico cuzqueño, tal vez el más interesante de los
estudiados. Quispe sabe que es original. Y se siente orgulloso de serlo. Se ufana de su propio estilo:
dice, con intención polémica; para agregar, en una nota de característica ironía:
Quispe hace aquello que la armonía de su época prohibía, estrictamente: paralelas de quintas,
verbigracia. Y no es que cometa errores, sino que de modo deliberado, a sabiendas, contraviene las
reglas. Tiene su propio estilo, herético. Porque le viene en gana, tres voces suben o bajan
paralelamente, en quintas o terceras, mientras una voz queda en la misma nota. Suena raro, pero
bien...
-Todavía no sabemos nada personal de este original compositor. Pero, por lo que dicen sus obras, bien
se ve que fue un hombre educado en las reglas de composición de sus días. Tenía tanto vuelo como
independencia y ganas de ser él mismo y no un discípulo de remotos maestros europeos. La libertad
con que maneja el ritmo no encuentra paralelo en la música europea de su tiempo.
-Hay también una gran libertad de notación. Se usa una notación modal rara, muy diferente de la
europea o limeña de entonces. Por eso la transcripción al lenguaje musical de hoy es muy difícil.
Equivale casi a escribir de nuevo la obra. De ahí que la preparación de un par de conciertos y discos
pueda tomar, como usted lo anotó, unas 60O horas de transcripción.
-No me atrevería todavía. Pero no es imposible. Tenemos apenas seis obras estudiadas hasta el
momento y es difícil establecer tendencias con elementos tan escasos. Lo que se necesita es seguir
adelante.
-¿Qué otras metas tienen ustedes?
-Quisiéramos hacer una edición práctica, muy difundida, de la música virreinal. Ojala que no solamente
el coro "Jueves", sino todos los coros del Perú lleguen a cantar estas hermosas, originales y
peruanísimas obras.
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Video
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Enlaces:
Codice Trujillo del Perú: Una ventana a la música popular del S. XVIII
Hanac pachap Cussicuinin: Primera composición en lengua indígena, impresa en América
Sacros celestes coros - LP grabado en 1973 [A. Von Gavel, bajo auspicio de la AAC "Jueves"]
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