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AMANDO A UN NARCISISTA

El narcisista no ve el amor como algo sagrado, sino como una guerra en la


cual todo se vale. Los narcisistas, tienen una perspectiva bélica de la vida.
Las personas se rebajan a ser para ellos, una especie de castillos
amurallados que los desafía a ser penetrados. Sembrarse en la mente del
otro es el objetivo que media su autoestima.
Los narcisistas no improvisan, no dejan nada a la espontaneidad, se
construyen como la personificación ideal que nos dijeron y nos enseñaron
a encontrar en una pareja. A través de la manipulación generan artimañas
para captar las debilidades emocionales de la persona, generan un
estado de vulnerabilidad emocional: enamorarlas y obsesionarlas por
medio de imagen idealizada de sí mismo.

Los narcisistas orquestan con las personas el juego de esperanzar y frustrar,


generan promesas de premio, los premios que ofertan, es una “vida con
ellos”, la posibilidad de “una familia juntos”. Ilusionar a la persona
enamorada, es un anzuelo que los mantiene anclados en un estado entre
la esperanza y la frustración. Los narcisistas juegan con explosiones
emocionales, en algunos períodos, son las personas más cálidas, amorosas
y entregadas, para que de un momento a otro se conviertan en seres
distantes, fríos y lejanos; sin embargo, en los periodos de lejanía, se separan
con la firme seguridad de que, su partida física reforzará aún más el vínculo
emocional de quien se separan, ya que para ellos, su principal fuente de
excitación y fascinación, consiste en perpetuarse como un deseo
inconcluso y frustrado en la mente del otro. Los narcisistas siempre
encuentran la forma de establecer esta dualidad entre cercanía y
distancia, porque conocen bien el efecto que estos dos producen en las
personas en quienes lo aplican. Pueden mantenerse lejos por un buen

tiempo, incluso años para después, regresar y comenzar el juego una vez
más.

La herida del narcisista

Encontramos en el narcisista, a una persona que muy seguramente, en


algún momento de su vida, amó profundamente a alguien con quien se
aperturó y vulneró. El fracaso de ese amor en sus vidas, provocó en ellos un
dolor de tal magnitud que volvieron la experiencia del amor, un juego
meramente psicológico y no un encuentro emocional. Este asunto
inconcluso en sus vidas, hace que el narcisista, establezca este tipo de
relaciones, relaciones en donde el otro tiene únicamente la función de
ayudarle a compensar sus pobres sentimientos de autoestima y seguridad.
Sembrarse y hospedarse en la mente de las personas se ha convertido en
su principal fuente de identidad y compensación ante su dolor interno y su
imagen deteriorada. Mientras más “fans” recolecta, más valioso cree
sentirse, sin embargo, la sensación de vacío de un narcisista es tan grande,
que se enfrasca en un ejercicio constante de seducción e idealización
ante las personas, es decir, no importa el número de gente que lo ame o se
enamore de él, su sensación de vacío e infelicidad se mantendrán.

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