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«Si no haces… es que no me quieres». «Si sales con tus amigos, no vuelvas a casa». «Si no me
compras… ya no quiero saber más de ti». «Si te vas y me dejas solo, me moriré de pena y
soledad». «Si me dejas, me quitaré la vida porque ya no tendré nada por lo que vivir».
He aquí varios ejemplos de chantajes emocionales muy comunes en las relaciones personales.
El chantaje emocional es una práctica muy habitual. Sin embargo, en las dinámicas de maltrato
psicológico se utiliza como una forma de hostigamiento para producir sentimiento de culpa
con el objetivo de controlar a otros. Se ejerce manipulando las emociones de otra persona
para el propio beneficio. Es muy común en las relaciones cercanas, como las familiares y de
pareja, ya que se aprovecha el vínculo sentimental, es decir, suele haber -en mayor o menor
medida- un lazo emocional entre el chantajista y el chantajeado. Aquellos que emplean el
chantaje emocional son a menudo extorsionadores y posesivos. Sobre todo son
especialistas en provocar sentimiento de culpa para así derrumbar a su víctima y poder
manipulada a su conveniencia.
El chantaje emocional es una forma de manipulación, pues se ejerce presión en otra persona
con el fin de dirigir sus pensamientos y su comportamiento. El chantajista se caracteriza por
provocar confusión y una cierta sensación de obligación en el chantajeado mediante
el fomento del miedo y la culpa. «Con todo lo que he hecho por ti, ¿así me lo pagas?», es un
ejemplo de una frase muy común para producir sentimientos de culpa. Los chantajistas tienen
diferentes estilos, pero a menudo utilizan el distanciamiento, el desprecio o elrechazo como
castigo si no consiguen lo que quieren. A veces utilizan estrategias indirectas, como el lenguaje
no verbal reflejado en la mirada, los suspiros o los silencios, obligando a la víctima a averiguar
o suponer sus deseos opreocupaciones.
Como decía, todos somos en algún momento víctimas y ejecutores del chantaje emocional; a
veces por miedo y a veces por sentimientos de inseguridad. Sin embargo, independientemente
de la razón, no existe el chantaje sin un manipulador y un manipulado. Aquel que cede a los
chantajes emocionales se encontrará en un círculo vicioso, ya que el chantajista siempre
necesitará algo más la próxima vez. Los expertos señalan que el propio chantajista es en
general un ser dependiente, necesita y depende excesivamente del chantajeado. El chantajista
utiliza el miedo, el sentimiento del deber y la culpa del chantajeado para conseguir sus
objetivos.
El chantaje emocional es una práctica habitual de maltrato psicológico que denota debilidad e
inseguridad en quien lo practica y servidumbre en quien lo padece. La imposición se lleva a
cabo utilizando los sentimientos como arma. La negación a aceptar las exigencias del otro se
califica de traición a la amistad o el cariño.
El chantaje emocional es una de las prácticas psicológicas más utilizadas, pero no por ello es
legítima. De una forma inconsciente o voluntaria, se presiona a otra personas, víctimas del
chantaje emocional, para que actúen, digan o piensen de una determinada manera, aunque
vaya en contra de sus principios.
Su espíritu posesivo, les hace mostrarse como víctimas cuando su prójimo no actúa según su
capricho o antojo. Para conseguir que se acaten sus deseos, han aprendido a provocar la culpa.
Susan Forward, en su libro Chantaje emocional, distingue diferentes perfiles del chantajista:
El castigador, dice exactamente lo que quiere y las consecuencias a las que a las que tendrá
que atenerse si no se cede a sus deseos.
El autocastigador se dañará, a sí mismo, si no se hace lo que él quiere pero, claro, antes avisa.
La víctima “obliga” a adivinar sus deseos para, luego, dejar claro que es nuestra
responsabilidad el asegurar que lo obtenga.
Egoismo y complacencia
Los chantajistas de emociones, se aprovechan de la mala sensación que produce estar a malas
con ellos. Les da lo mismo que se acceda a sus deseos sólo para aplacar ese malestar. Se trata
de una práctica encubierta que viene a decir si quieres que yo esté bien, y por lo tanto
estemos a gusto; haz lo que yo deseo, aunque no te guste y te haga sentir mal.
Esta manipulación suele producirse en el contexto de una relación con muchos elementos
positivos. Se sabe cómo es el otro en su mejor momento, y se permite que el recuerdo de las
experiencias agradables eclipse la sensación de que algo no funciona, prefiriendo ceder a los
deseos propios para que ese buen momento no se rompa. Es como si se estuviera obligado a
“pagar” para obtener el amor y el respeto de las personas que se aprecian.
Las relaciones humanas no son precisamente un camino de rosas. Entre flor y flor se esconde
alguna espina que nos desgarra la carne. El pinchazo se agudiza cuando proviene de personas
con las que mantenemos un intenso vínculo que deseamos conservar. Pero este anhelo es
aprovechado por muchos, titiriteros de los afectos, empeñados en hacer sombra hasta que el
amor se marchita y muere.
-M.M.M.-
Prácticamente todos nosotros conocemos a personas que se valen de mil ardides para que
hagamos lo que quieren. Se trata de un chantaje en toda regla y utilizan los sentimientos como
valor de cambio. Pero lo que nos deja indefensos es que estos extorsionadores son nuestros
padres, hijos, parientes o amigos. Por eso nos quedamos muy aturdidos cuando nos plantean
una exigencia como condición para seguir en buena armonía. Sin embargo, acceder a sus
caprichos nos produce un malestar profundo que poco a poco se va enquistando hasta
transformarse en rencor. Algo nos dice que somos víctimas de una manipulación intolerable,
pero nos resulta aún más insoportable negarnos a sus pretensiones por miedo a levantar su
ira, provocarles ese silencio helador que tanto nos angustia, o que lleve a cabo sus reiteradas
amenazas.
Julia, administrativa de 45 años, se hunde cada vez que su marido apela a la sentencia: «“Con
todo lo que yo he hecho por tí”. Llevo diez años casada –dice–, cuando conocí a mi marido, yo
atravesaba una etapa muy difícil, y él me ayudó a superarla. Lo que nunca imaginé es que su
apoyo me iba a resultar tan caro. Ahora siempre que tomo una decisión que a él le disgusta,
zanja la discusión con su típica frase “Julia, qué egoísta eres, con todo lo que yo he hecho por
ti, y ahora tú vas y me lo pagas de esta manera” . Él sabe que ese recuerdo me derrumba y
acabo cediendo a sus deseos. Tampoco soporto que me diga lo de “Tú verás”. Cuando le
anuncio que voy a quedar con unas amigas para ir al cine y luego, si se tercia, tomar algo por
ahí, él sólo contesta: “Tú verás lo que haces, eres mayorcita” . Como el tono que utiliza me
desagrada, intento cerciorarme de que de verdad no le importa que salga; pero él vuelve a
repetir; “Ya te he dicho que tú verás…”. No sé por qué pero esas palabras me hacen sentir
culpable y acabo quedándome en casa aburrida y rencorosa.»
No todos los extorsionadores tienen el mismo estilo, asegura Susan Forward, autora del libro
Chantaje Emocional. Algunos son pasivos y otros muy agresivos; algunos son directos y otros
extremadamente sutiles; algunos revelan las consecuencias exactas que padeceremos si los
disgustamos y otros recalcan lo mucho que les hacemos sufrir, pero todos tienen algo en
común: su comportamiento manipulador. Además, el chantaje emocional suele producirse en
el contexto de una relación con muchos elementos positivos. Sabemos como es el otro en su
mejor momento y permitimos que el recuerdo de las experiencias agradables eclipse la
sensación de que algo no funciona.
La pareja es la sociedad más pequeña que existe y en ella invertimos gran parte de
nuestro capital afectivo. Normalmente, esta unión se realiza con la idea de construir algo
en común que beneficiará a ambas personas. Pero, como ocurre en toda sociedad, uno de
los peligros que acechan a la pareja son las luchas de poder. Cuando éstas se producen,
se olvida que existe un proyecto compartido, y uno o ambos miembros intentan imponer
sus reglas y sus objetivos personales.
"Para hacer la paz se necesitan dos; pero para hacer la guerra basta con uno sólo"
(Samuel Butler)
Se acostumbra a asociar la manipulación con personas egoístas, retorcidas, malvadas,
maquiavélicas…Esto resulta tranquilizador en sí mismo, dado que aporta una explicación
simple y definida de este aspecto oscuro de las relaciones, al tiempo que nos aleja de él.
Pero en la práctica, todos, en un momento dado, podemos utilizar algún tipo de chantaje
emocional.
La manipulación está presente cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra
persona, cuando se exige sin dar opción a elegir, o cuando se menoscaba la autoestima
ajena de manera más o menos capciosa. Implica, en suma, la utilización de otra persona
para un beneficio propio. Sin embargo, existen importantes diferencias de grado.
Así como algunos chantajes son transparentes y casi inofensivos, otros resultan más
retorcidos y pueden terminar siendo destructivos. Ciertos individuos llegan a tiranizar a la
persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación o la crítica. La
manipulación llevada al extremo supone un maltrato psicológico, una agresión que no deja
marca ni heridas, pero que no por eso resulta menos dañina.
Juegos de dominación
"La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu
humano" (Voltaire)
La manipulación se utiliza para ganar poder en una relación. Con diferentes tácticas se
intenta tocar los puntos débiles del otro. Para que resulte efectivo, el chantaje emocional
debe producir una mezcla de temor, obligación y culpa, a fin de que la pareja acabe
sucumbiendo a las propias expectativas. Para ello se suelen emplear estrategias como:
• El autocastigo. En este caso, la amenaza consiste en dañarse uno mismo para hacer
sentir culpable al otro. Como, por ejemplo, diciendo: "Si tú no me quieres, la vida no tiene
sentido para mí".
• El silencio. Supone una manera de mostrar el enfado. El otro, a menudo siente que sólo
cediendo logrará mejorar el clima de la relación.
• Dar para recibir. Se ofrecen ayudas o favores como un modo de atar a la otra persona y
favorecer su sumisión.
Un fenómeno relacional
"La persona que domina, explota y lastima es tan dependiente como la persona
sumisa. Ninguna de las dos puede vivir sin la otra". (Erich Fromm)
A menudo, los chantajes se producen en las dos direcciones. Es decir, cada persona
intenta controlar a la otra con diferentes estrategias de manipulación. Se trata de una lucha
por el poder que puede dar lugar a escaladas de agresiones cada vez más intensas y
despiadadas. El peligro es que si se escucha únicamente a una de las partes, se puede
incurrir fácilmente en una visión parcial del conflicto, pues cada persona interpreta y sufre
la conducta del otro como una ruin manipulación, pero es incapaz de reconocer sus
propios instrumentos de chantaje emocional.
Otras veces, la manipulación es unilateral: uno de los miembros de la pareja somete al otro
desde una posición de superioridad. En tales circunstancias, el riesgo reside en que
aumente paulatinamente la diferencia y el desequilibrio en la relación. Quien ostenta el
poder puede sentirse cada vez más superior y con mayor control sobre la situación,
mientras que la otra persona queda relegada a una posición más débil y de mayor
supeditación.
Detectar la manipulación
"Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre
nosotros" (Hermann Hesse)
Es muy importante diferenciar entre una petición y una exigencia. Pedir implica otorgar la
libertad al otro para elegir entre satisfacer o no la solicitud, teniendo en cuenta su opinión.
En cambio, al exigir no se proporciona tal alternativa y se ignoran los sentimientos y las
necesidades de la otra persona.
Aprender a realizar esta distinción entre pedir y exigir ayudará a reconocer cuándo se es
objeto de una manipulación o cuándo uno mismo la utiliza como vía indirecta para
conseguir aquello que desea.
Tanto en la vida de pareja como en general en todo tipo de relaciones es crucial una
comunicación clara y honesta que permita aclarar las situaciones ambiguas. El juego de
manipulación deja de tener poder sobre uno mismo cuando se reconoce como tal. Y aludir
a los propios sentimientos o sensaciones resulta mucho más eficaz que emplear un tono
acusador, que suele generar más barreras y reacciones defensivas en vez de mayor
comprensión.
Preservar la relación
Platón definía la política como el arte de vivir en sociedad. La pareja es una comunidad de
dos personas en la que puede darse tanto una lucha encarnizada por el poder como una
pugna soterrada de control y subyugación. Pero también es posible construir una relación
con una política democrática y solidaria, basada en el respeto y la comprensión mutuos.
Regla número uno: si usted trata con un chantajista emocional confíe en sus
instintos, confíe en sus sentidos. Una vez que un manipulador emocional
encuentra una maniobra que le dé buenos resultados, ésta será agregada a su
lista de aciertos y se "alimentará" frecuentemente con una dieta a base de este
despreciable ardid.
Regla número dos: si un manipulador emocional dice SÍ, hagalo rendir cuenta
por ello. No compre sus suspiros y sutilezas, si él no quiere hacerlo haga que
se lo diga de frente, o sólo póngase sus auriculares, dese un baño, y déjelo
solo con su teatro.
Emociones y poder
1. Libros
– ‘Los manipuladores’, de Isabelle Nazare-Aga (Ediciones B).
– ‘Chantaje emocional’, de Susan Forward (Editorial Martínez Roca).
– ‘Poder sin límites’, de Anthony Robbins (Random House Mondadori).
– ‘La libertad primera y última’, de Anthony Robbins (Editorial Kairós).
– ‘El miedo a la libertad’, de Erich Fromm (Editorial Paidós).
– ‘El poder y sus conflictos’, de Josep Redorta (Editorial Paidós).
– ‘Cómplices, más allá de las relaciones de dependencia’, de Miriam Subirana (Editorial RBA).
2. Película
– ‘Expiación’, dirigida por Joe Wright, basada en la novela de Ian McEwan.
– Cambia de opinión, de comportamiento y de sentimientos en función de las personas y
las situaciones.
– Critica sin que se note, desvalora y juzga. Juega con la ignorancia de los otros para
evidenciar su superioridad.
– Divide para reinar mejor. Miente. Es egocéntrico. Cuando puede, procura dejar notas
escritas, llamar o mandar mensajes en vez de dar la cara.
– No tiene en cuenta los derechos, las necesidades o los deseos de los demás.
– Espera al último momento para pedir, dar órdenes o hacer trabajar a otros.
Dudas y miedo
La persona vulnerable a ser manipulada o a aceptar el chantaje emocional suele tener una
autoestima baja, vive sin rumbo, ha perdido el sentido de su vida, es demasiado ingenua,
le falta sentido común, depende del otro, teme la soledad. Forward considera estas
características: un alto nivel de dudas sobre uno mismo, un profundo miedo al conflicto, la
necesidad de que haya paz al precio que sea, una necesidad exacerbada de aprobación,
la tendencia a asumir un exceso de responsabilidad con relación a la vida de los otros.
A veces hay que poner distancia para observar lo que se está viviendo
y darse cuenta de los límites”
El camino hacia la autonomía emocional se inicia en el momento en que nos damos
cuenta de que estamos siendo manipulados. Debemos escuchar a nuestra intuición y ser
conscientes de lo que sentimos. A veces hay que poner distancia para observar desde
lejos lo que se está viviendo y darse cuenta de lo que se quiere y a qué hay que poner
límites. Es importante reconocer que su responsabilidad en cualquier situación de
manipulación en la que esté involucrado es su contribución a la misma. El proceso de
responder a cualquier persona o situación es algo que sucede en usted. Nadie puede
hacerle sentir nada sin su permiso.
“Podemos cambiar la conducta y conseguir que los demás cambien la suya” (Josep
Redorta)
Para recuperar la soberanía personal, revise sus creencias. ¿Cree que para ser amado
necesita siempre complacer al otro? ¿Las preocupaciones le dan salud, bienestar, le
ayudan a canalizar la energía de su mente, a encontrar soluciones? ¿Le beneficia
complacer al otro renunciando a lo mejor para usted? Si la respuesta es que no, revise por
qué mantiene estos comportamientos.
rápido perro pit bully que siempre habrá un problema o una crisis para superar.