El monarquianismo niega la trinidad de personas en Dios por el
procedimiento de afirmar únicamente la persona del Padre. El objetivo del monarquianismo es claro: defender al cristianismo de la acusación de diteísmo por afirmar que Cristo es Dios igual al Padre. Los caminos elegidos para negar esta pluralidad de personas en Dios han sido dos: o negar que Cristo sea verdaderamente Dios, o negar que sea un subsistente realmente distinto del Padre. Se dan, pues, dos líneas diversas de monarquianismo. La primera hace de Cristo un hombre divinizado, es decir, un hombre adoptado por Dios como hijo con tanta fuerza que «puede decirse que es Dios», pero no lo es realmente; no es más que un hombre divinizado. Por esta razón se le llama monarquianismo adopcionista. También se le llama modalismo dinámico, puesto que dice que Jesús es hijo adoptivo de Dios, en el sentido de que en Él habita especialmente la fuerza divina, la dynamis de Dios. La segunda sí dice que Cristo es Dios, pero niega que sea realmente distinto del Padre; sólo sería uno de los modo s en que Dios se nos ha revelado. De ahí la denominación de monarquianismo modalista. Algunos de estos monarquianos, para hacer aún más contundente su afirmación de que Cristo es sólo un modo en que Dios se no ha revelado, llegan a afirmar que incluso se puede decir que el Padre sufrió en la cruz. De ahí el sobrenombre de patripasianos1. El subordinacionismo propiamente dicho es aquel que afirma una subordinación ontológica entre las divinas Personas. El ejemplo más claro es el de Arrio (+336), cuya herejía llena todo el siglo IV. Arrio negó la divinidad del Verbo, concibiéndolo de una naturaleza inferior al Padre. Decía que el Verbo era poiema, es decir, una cosa hecha, una criatura2. Al hablar de subordinación conviene distinguir la subordinación en el ser de la subordinación en el orden, referencia o procedencia. También es oportuno distinguir la subordinación real de la subordinación en los modos de expresarse. Hay subordinación en el ser cuando un ser es menos perfecto que otro; por ejemplo, el hombre con respecto a Dios. Hay subordinación en el orden cuando un ser es posterior a otro, aunque tenga el mismo ser o naturaleza, como ocurre entre el hijo y su padre; ambos son personas humanas, con el mismo ser o naturaleza, pero uno es 1 L. F. MATEO-SECO, Dios uno y trino, 193-194. 2 Ibid., 203. Alumno: Ignacio Antonio Mancinas Sarabia
anterior al otro y goza de una mayor veneración o preeminencia por
razón de que el padre ha dado la vida al hijo. Por eso es lícito hablar no de una subordinación, sino de un orden en las Personas divinas, pues el Padre es fuente y origen de toda la Trinidad. De hecho en el lenguaje cristiano es corriente llamar al Padre la «primera» persona de la Santísima Trinidad, al Hijo la «segunda», y al Espíritu Santo la «tercera». Se trata de una subordinación en el orden de las Personas. La fe católica afirma que «en la Santísima Trinidad nadie es antes ni después, sino que las tres Personas son coeternas e iguales entre sí», como confiesa el Símbolo Atanasiano, 25-263. Llamamos triteísmo a la tendencia teológica que subraya la trinidad de las personas hasta el punto que tiene el riesgo real de estar afirmando en realidad tres dioses. En esta expresión más que designar una doctrina trinitaria real, es una acusación que será utilizada como arma arrojadiza para desacreditar la teología del contrincante. Es utilizada por primera vez en la llamada controversia de los dos Dionisios. En la Carta de Dionisio de Roma a Dionisio, obispo de Alejandría , se describen como insuficientes tanto la doctrina de Sabelio, que dice «que el mismo Hijo es el Padre y viceversa, como aquellos, por el contrario, que predican, en cierto modo, tres dioses». Posteriormente la expresión es utilizada por los eunomianos o macedonianos contra la teología de los Capadocios, que perfeccionaron hasta el máximo la teología de las hipóstasis de Orígenes, borrando todo tipo de subordinacionismo y elaborando una auténtica teología trinitaria que da razón tanto de la unidad como de la trinidad 4.
Bibliografía
CORDOVILLA, A., El misterio de Dios Trinitario, BAC, Madrid 2012.
LOBO, G., Dios uno y trino. Manual de iniciación, Nostra ediciones, México 2005. MATEO-SECO, L. F., Dios uno y trino, EUNSA, Pamplona 20052.
3 G. LOBO, Dios uno y trino. Manual de iniciación, 133-134. 4 A. CORDOVILLA, El misterio de Dios Trinitario, 322.