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Prof.

Vilmaris Perdomo

Materia: MTC

Estudiante: Carlos Daniel Piña Labrador

c.i: 30173011

Informe

Personajes representativos de la identidad


Nacional
Rafel Rangel

Rafael Rangel (nacido en Betijoque, estado Trujillo, Venezuela, el 25 de abril de 1877-Caracas, y


fallecido el 20 de agosto de 1909) fue un científico e investigador venezolano, que se dedicó al
estudio de las enfermedades tropicales. Es considerado el padre de la parasitología y el bioanálisis
en Venezuela. Célebre por ser el primero en descubrir en su país natal el Necator americanus,
parásito causante de la anquilostomiasis, entre los años 1903 y 1904. Como investigador, Rangel
contribuyó en gran medida a dar soluciones a problemas sanitarios de su época. En 1902, fue
nombrado primer director del laboratorio de histología y bacteriología del Hospital Vargas. En
1908, tras petición del presidente Cipriano Castro, se encargó de la campaña sanitaria para
erradicar la peste bubónica en La Guaira, y un año después, luego de caer en depresión por varios
problemas surgidos durante la peste y —probablemente— por la negativa a una anhelada beca en
el extranjero, se suicidó con cianuro.

Carrera científica
Estudios de medicina

En septiembre de 1896, después de haber culminado su bachillerato, viajó a la ciudad de Caracas


con el propósito de estudiar medicina en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Se inscribió
en los cursos de anatomía, histología, bacteriología, física y química médica en dicha universidad.
Culminó su primer año satisfactoriamente «con notas sobresalientes», y se matriculó en el
segundo año de medicina. Además de ello, tomó parte en el concurso de externos del Hospital
Vargas, en el que los estudiantes debían realizar una tesis del hueso coxal, y obtuvo la segunda
mejor puntuación del concurso. Sin haber cursado el tercer año de medicina, Rangel decidió
retirarse de la universidad, por motivos «no bien dilucidados».

Primeros pasos en el campo de la investigación (1900-1901)

Rangel, mientras estudiaba el segundo año de medicina en la UCV, recibía lecciones de clínica
médica por parte del doctor Santos Aníbal Dominici en el Instituto Pasteur de Caracas en 1900,
que le permitió destacarse en el campo de la bacteriología y la microbiología. Él además sirvió
como asistente de Dominici en sus tareas diarias en el Hospital Vargas, que le ayudó a obtener los
conocimientos prácticos de la medicina; a partir de ello, se integró a la disciplina del laboratorio.
Entre tanto, Rangel sufrió tuberculosis pulmonar, y para su recuperación Dominici recomendó que
volviera a su pueblo natal hasta su recuperación. Luego de haber superado la enfermedad, Rangel
regresó a Caracas y se reincorporó nuevamente a sus labores. A principios de 1897, fue nombrado
asistente del laboratorio de Hernández, quien fue también uno de sus mentores; Rangel
complementó sus conocimiento sobre laboratorio al formar parte de las cátedras dirigidas por
Hernández, en la que aprendió a «conocer las técnicas de la parasitología microscópica, la
coloración de microorganismos, la elaboración de medios de cultivo y la inoculación de gérmenes
patógenos en animales de laboratorio», investigaciones bastante avanzadas para la época. En
1901, ya familiarizado con las técnicas de microbiología, inició sus investigaciones sobre la
estructura y fisiología del sistema nervioso, tras sugerencias del doctor Hernández, que se
convirtió en el trabajo publicado de Rangel. Asimismo, a menudo solía realizar autopsias, y
estudiaba microscópicamente la anatomía del cuerpo humano, principalmente los órganos y
tejidos.

Director del laboratorio del Hospital Vargas (1902-1909)

El 18 de febrero de 1902, Rangel fue nombrado primer director del laboratorio de histología y
bacteriología del Hospital Vargas, función que cumplió hasta su muerte en 1909. Para su
asignación, el laboratorio no contaba con muchos equipos, ya que estaba recién creado. Sin
embargo, con la ayuda del presidente de ese entonces, Cipriano Castro, equipó el laboratorio con
microscopios y otros insumos. Allí, siguió con sus investigaciones acerca de la parasitología, y
además utilizó como consultorio para dar soluciones terapéuticas. Entre 1904 y 1909, fue tutor de
un total de dieciséis tesis médicas, basadas principalmente en técnicas de laboratorios y de
medicina experimental.

Aportes a la ciencia (1903-1907)

Necator americanus

En 1903, Rangel inició en el laboratorio que dirigía, sus investigaciones acerca de una enfermedad
que causaba una gran disminución del número de glóbulos rojos en la sangre, palidez general de la
piel y mucosas, principalmente notable en los labios, encías y conjuntivas. Además de cansancio,
vértigo y cefaleas. Los enfermos mayormente provenían de comunidades rurales de Caracas y de
localidades adyacentes como Guarenas, Petare, Santa Lucía y Ocumare del Tuy. Tras analizar la
sangre de los pacientes, descubrió cuadro clínicos característicos de la anemia, y en las heces
huevos parásitos.

Luego de practicar autopsia a uno de sus pacientes, descubrió variados trastornos


gastrointestinales y gusanos adheridos a la mucosa intestinal, que identifica como
anquilostomiasis. Al realizar un examen analítico minucioso de los gusanos, dedujo que no se
trataba de Ancylostoma duodenale sino de una nueva especie. Sin embargo, meses más tarde de
haber descubierto la otra especie, Necator americanus parásito que causa la Anquilostomiasis, se
enteró que ya había sido hallado por un estadounidense llamado Stiles. Su análisis permitió dar
con el tratamiento de dicha enfermedad en su país natal. Descubrimiento por el cual es elogiado
como el padre de la parasitología y el bioanálisis en Venezuela.
Otros hallazgos

Para finales de 1904, se trasladó a los llanos venezolanos, donde logró establecer la causa del
parásito Trypanosoma evansi, conocida popularmente como la «derrengadera» o «peste boba»,
tras encontrar tripanosomas en la sangre de caballos. Posteriormente, en 1906 y 1907, viajó a
Coro y dio con el diagnóstico preciso del Ántrax. Además investigó el agente infeccioso del Bacillus
anthracis en los cueros de los mataderos de Valencia y en las cabras y ovejas de Coro. Por otro
lado, también realizó investigaciones entomológicas con zancudos en Caracas.

Últimos años (1908-1909)

Peste bubónica en La Guaira

En marzo de 1908, un doctor en La Guaira observó un caso médico que diagnosticó como «peste
bubónica», que al ser informado a Cipriano Castro, quien para ese entonces desempeñaba el cargo
de presidente de Venezuela, y por sugerencia de un miembro de su gabinete, envió a Rangel a
investigar y dar solución a esta atroz enfermedad, que rápidamente se convirtió en el foco de
atención para toda población venezolana. Llegó a La Guaira el 20 de marzo y de una vez le fueron
presentado dos enfermos con fiebre y bubones, con evolución de catorce y diecinueve días
respectivamente. El equipo médico encargado de la contingencia sanitaria. El primer análisis para
diagnosticar la misteriosa enfermedad, no arrojó resultados. Asimismo, se realizó exámenes a
animales, que se encontraban asintomáticos. Dedujo que no se trataba de peste bubónica, ya que
al principio no pudo identificar el bacilo causante de la enfermedad, y se avisa que no había
ninguna peste. Sin embargo, para mediados de abril seguían apareciendo personas infectadas en
La Guaira, por lo que al enterarse, decidió ir a dicha ciudad nuevamente, y tras volver a examinar
las muestras le dio a conocer al presidente que encontró el bacilo específico de la temida
enfermedad, que efectivamente era bubónica.

Con el fin de erradicar la peste, se vio en la necesidad de pedir la quema de los ranchos de las
personas afectadas, que según Rangel, el presidente Castro se encargaría de su indemnización.
Por otro lado, se cerró el Puerto de La Guaira, y se tomaron diversas medidas para que la
enfermedad no se propagara otras ciudades como Caracas, como la cacería de ratas. Para
mediados de mayo, la peste casi había sido erradicada y se abre nuevamente el puerto. En julio,
fueron dadas de alta los últimos pacientes. A fines de noviembre de ese mismo año, Castro viajó a
Europa para someterse a una intervención quirúrgica, y el general Juan Vicente Gómez aprovechó
y dio un golpe de Estado, tras ello asumió la presidencia del país. La quema de los ranchos y el
cambio de gobierno,1734 le causaron a Rangel muchos problemas, ya que no contaba con los
recursos para la construcción de las casas, y además era acusado por Gómez de malversar los
fondos que Castro había asignado para la campaña sanitaria. Por otra parte, recibió quejas por no
haber diagnosticado a tiempo la peste. Los dueños de los ranchos quemados, fueron a su
laboratorio en Caracas y comenzaron a presionar a Rangel para la construcción de sus viviendas.
Para colmo, le fue negada una beca para ir a estudiar medicina tropical en Europa, según por el
color moreno de su piel. Estos postreros acontecimientos, le causaron una «fuerte depresión
psíquica». A pesar de su profundo decaimiento, Rangel continuó con sus investigaciones; realizó
un análisis para explicar la causa de la enfermedad del banano.

Vida personal
Juventud y educación

Rafael Rangel nació el 25 de abril de 1877 en el barrio El Arenal de la ciudad venezolana de


Betijoque en el estado Trujillo. Hijo de Eusebio Rangel Moreno y Teresa Estrada, quien murió el 29
de octubre de 1877, seis meses después de su nacimiento, por lo que pasó sus primeros meses al
cuidado de su tía y madrina Ramona Estrada. Su padre, quien nació en año 1854, se dedicó al
comercio y la fabricación de tabacos. A inicios de septiembre de 1878, su padre se casó y junto con
su esposa María Trinidad Jiménez lo crio. Tuvo siete hermanos por parte de su padre; tres del
matrimonio con Jiménez. Su familia era relativamente acomodada, por los negocios de Eusebio.

Rangel fue, desde niño alumno aplicado; asistió a una escuela federal en Betijoque, donde recibió
instrucción y educación por el educador Enrique Flores. Cuando joven tuvo vocación sacerdotal,
por lo que su padre lo envió al Seminario Diocesano de Mérida, donde vio clases de teología.
Posteriormente se fue a Maracaibo e ingresó en el Instituto Maracaibo. Seguidamente se inscribió
en el curso de francés de la Universidad del Zulia, y se graduó de Bachiller en Filosofía a los
diecinueve años, en 1896.

Relación e hijos

En el año 1904, Rangel comenzó una relación amorosa con Ana Luisa Romero, con quien tuvo dos
hijos: Ezequiel en 1905, su primogénito, y Consuelo, nacida en 1907.7

Muerte

Rangel estuvo distraído y atontado todos los últimos días de su vida.4 Un día antes de su muerte,
invitó a estudiantes del Hospital Vargas a una ponencia, la cual se convertiría su último trabajo
científico Mientras intentaba explicar las láminas acerca de la Micetoma a través del microscopio,
tuvo una decaída, y empezó a llorar.

Finalmente, en la tarde del 20 de agosto de 1909, Rangel se dirigió a su laboratorio y realizó una
mezcla de cianuro de potasio y vino, y posteriormente la ingirió. Cerca del laboratorio se
encontraban los doctores Domingo Luciani, José Rivas y J. M. Salmeron Olivares, quienes al
escuchar gritos de agonía provenientes de dicho lugar, corren a ver qué pasaba y consiguen a
Rangel agonizando. Luciani le pregunta qué había bebido y respondió: «cianuro potásico». Pero
minutos después tras sus esfuerzos para salvarle la vida, fallece a los treinta y dos años.
Jacinto Convit

Jacinto Convit García (nacido en Caracas, el 11 de septiembre de 1913, fallecido el 12 de mayo de


2014) fue un reconocido médico y científico venezolano, sus logros indiscutibles: campaña para
eliminar los leprosorios en Venezuela, concientizar sobre las enfermedades que esperaba
prevenir; luchar por mejorar la atención ofrecida a los pacientes afectados; insistir que los
pacientes fuesen tratados con mayor humanidad; y generar un sentido de urgencia en los
esfuerzos para controlar y curar las enfermedades desasistidas. Recibió el Premio Príncipe de
Asturias de Investigación Científica y Técnica de 1987.

Nació en Caracas, en la populosa parroquia de San José, el 11 de septiembre de 1913, hijo de


madre venezolana, Flora García Marrero, y un español de origen barcelonés, de nombre Francisco
Convit Marti, naturalizado venezolano. De la misma forma, falleció a los 100 años de edad en su
ciudad natal el 12 de mayo de 2014.

Educación formal y contribuciones

Inició sus estudios en el Liceo La Guaira, hoy "Andrés Bello", siendo alumno destacado de Rómulo
Gallegos en la cátedra de Filosofía y Matemáticas, de quien afirmó:

Qué buenos recuerdos, un profesor ejemplar de talento visionario.

Sus calificaciones, le hicieron merecer menciones honoríficas en asignaturas como fisiología y


anatomía humana, clínica médica y clínica quirúrgica entre otras. Años después de empezar a
destacarse como científico, expresó que:

Estudiábamos mucho, con gran intensidad y había mucho que memorizar. Hubo una época en la
que llegué a sentir una especie de cansancio. El número de horas que había que estudiar era
grande.

En 1932 ingresó a la escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde


obtuvo el título de Doctor en Ciencias Médicas en 1938. Se especializó en dermatología en los
Estados Unidos. Como integrante del equipo médico del Leprocomio de Cabo Blanco (estado
Vargas) se dedicó al tratamiento clínico contra la lepra, mientras en colaboración con el Dr. Martín
Vegas iniciaba en la vecina comunidad del litoral central una campaña educativa destinada a
erradicar la creencia colectiva de contagio de dicha enfermedad por simple convivencia con los
leprosos. Su creciente experiencia en el tratamiento e investigación de la lepra le permitió
relacionarse con otros especialistas extranjeros, llegando asistir como delegado de Venezuela al
Congreso Panamericano de Lepra celebrado en 1946 y al Congreso Internacional de Lepra que se
llevó a cabo dos años después, en 1948.

Tras obtener por oposición la plaza de médico dermatólogo en el Hospital Vargas de Caracas, se
incorporó a la cátedra de dermatología del profesor Leopoldo Briceño Iragorry, siendo nombrado
instructor y director de su laboratorio. Jacinto Convit desempeñó este cargo hasta 1950, fecha en
que fue nombrado jefe de Clínica Dermatológica.

Reconocimientos a su carrera

En 1971 Convit fue nombrado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) Director del Centro
Cooperativo para el estudio Histológico y Clasificación de la Lepra, dirección que continuó
desempeñando, hasta antes de su fallecimiento.

En 1968 fue nombrado Presidente de la Asociación Internacional de la Lepra (International Leprosy


Association) y reelecto en 1973, también fue designado presidente de la International Journal of
Leprosy Corporation. En 1976 fue elegido director del Centro Panamericano de Investigación y
Adiestramiento en Lepra y Enfermedades Tropicales.

En 1980, ingresa como individuo de número en la Academia Nacional de Medicina de Venezuela.


Por su larga y fructífera trayectoria científica recibió numerosos reconocimientos nacionales e
internacionales, entre ellos, el Premio Nacional de Ciencias en la especialidad de medicina,
otorgado en 1980 por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT).

Desde su llegada a Cabo Blanco, Convit no descansó hasta obtener la vacuna contra la aciaga
enfermedad. Gracias a sus trabajos, Venezuela se transformó en un centro de entrenamiento en
lucha antileprosa. Ello le valió en 1987 el Premio Príncipe de Asturias en su mención científica y
técnica, galardón concebido por el gobierno de España a las personas e instituciones
iberoamericanas que han hecho significativos aportes en beneficio de la humanidad.

En el año 2013 los diputados de la Asamblea Nacional venezolana aprobaron por primera vez un
proyecto de reconocimiento a sus trabajos, con motivo del centenario de su nacimiento y por su
obra, que incluye sus logros científicos a favor de la salud del pueblo venezolano y del mundo, por
su dedicación al ejercicio de la medicina sin fines lucrativos y de enriquecimiento personal.
Fue amplia la carrera y proyección de la obra de Jacinto Convit a nivel internacional. En la
actualidad el Instituto de Biomedicina recibe becarios enviados por la OMS/OPS provenientes de
América, África y Asia.

Junto a Arnoldo Gabaldón y otros de su generación fueron los primeros venezolanos en


comprender el poder de una medicina institucional y la necesidad de una alianza con las instancias
del poder político.

Avances en la lepra

En 1937, el doctor Martín Vegas, conocido pionero en los estudios sobre la lepra, invitó a Convit a
visitar la vieja casona del lazareto de Cabo Blanco en el estado Vargas, donde se alojaban cientos
de pacientes afectados por lepra o lacería. En 1990, Convit escribía que su permanencia en Cabo
Blanco fue enriquecedora en el plano personal y profesional.

"Aprendí a cuidar a los pacientes desempeñando labores de médico, juez, odontólogo y consejero,
que sirvieron ampliamente para enriquecer mi conocimiento sobre la enfermedad y profundizar
sobre el aspecto humano de los enfermos"

En aquel tiempo esta enfermedad era todavía motivo de prejuicios arraigados socialmente; a los
leprosos se les encadenaba y eran custodiados por autoridades policiales, imagen que definiría el
carácter humano de Convit, quien, ante tal maltrato, exigió a los guardias un mejor proceder con
los enfermos.

Luego de varias investigaciones con el único remedio empleado en estos pacientes, el aceite de
Chaulmoogra, pudieron comprobar que el compuesto de Sulfota y Clofazimina podía fungir con
gran efectividad en contra de este mal, lo que conllevó al cierre de las leproserías siendo
Venezuela el primer país en implementar esta medida.

Vacunas contra la lepra (Enfermedad de Hansen) y la leishmaniasis

Jacinto Convit fue un hombre cuyo compromiso con la lepra y la leishmaniasis fue suficiente para
superar su decepción por el fracaso de los intentos de desarrollar vacunas exitosas contra ellas.
Equilibrando su trabajo estos fueron sus logros indiscutibles: concientizar sobre las enfermedades
que esperaba prevenir; luchar por mejorar la atención ofrecida a los pacientes afectados; insistir
que los pacientes fuesen tratados con mayor humanidad; y generar un sentido de urgencia en los
esfuerzos para controlar y curar las dos enfermedades. Su trabajo persistente fue reconocido por
Venezuela, y otros países del mundo. Como parte de sus celebraciones centenarias, la
Organización Panamericana de la Salud lo eligió como uno de los doce Héroes de Salud Pública.
La enfermedad con la que más se asoció el nombre de Convit, y en la que trabajó a lo largo de su
vida, es la lepra. Su participación fue desde el comienzo de su carrera. Convit se formó en
medicina en la Universidad Central de Venezuela en Caracas, se graduó en 1938, luego se unió al
personal del Hospital Cabo Blanco de la Lepra, comúnmente conocido como el Leprosario de Cabo
Blanco. Las condiciones allí eran pobres y, como más tarde recordó, los únicos tratamientos fueron
analgésicos y aceite de chaulmoogra, una terapia de dudoso valor científico. Con el
descubrimiento de los sulfones en 1940 el tratamiento se hizo mucho más eficaz. Convit fue
entonces una de las fuerzas impulsoras de un cambio en las medidas de control de la lepra de
Venezuela en las que el aislamiento obligatorio fue sustituido por varios programas de
tratamiento.

La gran ambición de Convit era desarrollar una vacuna contra la lepra. Peter Smith, profesor
coordinador de epidemiología tropical de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, se
involucró en este trabajo a través de la OMS, que coordinaba los ensayos de la vacuna en
Venezuela, Malawi e India. "Convit había desarrollado una presunta vacuna mediante el cultivo de
Mycobacterium leprae en armadillos de nueve bandas”, dijo Smith. La vacuna debía
administrarse conjuntamente con BCG. "Viajé de ida y vuelta a Venezuela durante varios años,
ayudándole a establecer el ensayo de vacunas en las zonas del país donde la enfermedad era más
endémica, en el sur y hacia la frontera con Colombia. Rompimos el código de prueba justo antes
de una gran reunión que Convit estaba organizando en Venezuela. Básicamente no hubo
diferencia en la incidencia de la lepra en el grupo vacunado y en los controles que acababan de
tener BCG". Convit estaba profundamente decepcionado. "Pero él era un tipo muy flemático.
Aceptó los resultados, y luego concentró sus esfuerzos en Leishmania".

Convit tuvo cierto éxito en inmunoterapia, pero menos en desarrollar una vacuna contra la
leishmaniasis. Smith también ayudó durante varios años con el proyecto de leishmaniasis. Las
pruebas organizadas en Sudán y en otros lugares, nuevamente no estuvieron a la altura de las
expectativas de Convit. "Una de las cosas que hizo, que probablemente fue eficaz, aunque nunca
fue evaluada completamente en un ensayo controlado”, dice Smith, "fue para dar dosis repetidas
de BCG a pacientes de lepra como una forma de inmunoterapia". Los cálculos costo-beneficio de
Convit sugirieron que su terapia era una ganga: 40 tratamientos por el precio de una
quimioterapia.

Convit también hizo importantes aportes en el conocimiento de enfermedades infecciosas, como


la Oncocercosis y Micosis profundas.

Creación de Institutos

Luego de controlar la lepra y otras enfermedades endémicas, Convit se planteó el reto de crear un
centro de investigaciones científicas. Así, nació el Instituto Nacional de Dermatología (antecesor
del actual de Instituto de Biomedicina situado en Caracas, el cual dirigió desde 1972, y es desde el
2 de julio de 1973, la sede del Centro Internacional de Investigación y Adiestramiento sobre Lepra
y Enfermedades afines de la Organización Mundial de la Salud. Allí, después de mucho esfuerzo
conjunto y continuo, surgió la vacuna contra la lepra, que sirvió de base para la vacuna contra la
leishmaniasis.

Su obra más importante no fueron sus vacunas o inmunoterapias, fue su espíritu de constructor,
conductor y jefe; que integró a su alrededor un equipo eficaz formado por gentes capaces con
dotes de liderazgo y que crearon con él el Instituto de Biomedicina. Su nombre debe ser sinónimo
de progreso sobre bases científicas.

En su trayectoria contribuyó a la fundación de diversas instituciones y asociaciones relacionadas


con la labor médica, dentro y fuera de Venezuela. De esta forma, fue miembro fundador de la
Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología, de la Sociedad Venezolana de Alergología y
de la Sociedad Venezolana de Salud Pública.

Vida familiar

En 1946, a los 33 años de edad, se casó con Rafaela Marotta D'Onofrio, de Caracas e italiana de
origen, con quién tuvo cuatro hijos de los cuales viven: Francisco Convit, empresario radicado en
Caracas, dedicado a la actividad agropecuaria y que ha tenido una destacada trayectoria en el
hipismo poseyendo un stud y un haras; afición y propiedades, que por cierto, compartía con su
padre. El Dr. Rafael J. Convit, cirujano plástico que reside en Washington DC y el Dr. Antonio
Convit, profesor e investigador de la Universidad de Nueva York. Su hijo Oscar Convit falleció en el
año 1978 y su esposa en el año 2011.
José María Vargas
José María Vargas Ponce (nacido en La Guaira, 10 de marzo de 1786, y fallecido en Nueva York, el
13 de julio de 1854) fue un médico cirujano, científico, catedrático y rector de la Universidad de
Caracas, además de político, escritor y presidente de Venezuela. Su presidencia es recordada como
la primera ejercida por un civil y opositor al gobierno precedente. En ese sentido se aspiró a
reforzar la institucionalidad del país por medio de un hombre no proveniente del mundo militar.

Historia
José María Vargas nació en La Guaira, en la actual Venezuela, el 10 de marzo de 1786.
Descendiente de canarios. Hijo de José Antonio de Vargas Machuca y Ana Teresa Ponce. En 1798,
ingresó en la Universidad Real y Pontificia de Caracas, graduándose de bachiller en filosofía el 11
de julio de 1803. Obtuvo sus grados de bachiller, licenciado y doctor en medicina en el año de
1808.

Al terminar sus estudios médicos se trasladó a Cumaná, donde vivió hasta 1812; lapso en el que se
incorporó al Supremo Poder Legislativo de Cumaná (1811) en el contexto del movimiento
independentista venezolano. Se encontraba en su ciudad natal cuando se produjo el terremoto del
26 de marzo de 1812, y allí prestó destacados servicios como médico y hombre público a la
comunidad de la misma, los cuales fueron reconocidos oficial y públicamente por la municipalidad
guaireña. Después de su destacada participación tras los sucesos del terremoto de 1812, Vargas
regresó a Cumaná para dedicarse a sus labores médicas.

Fue encarcelado en 1813 por los realistas, al llegar el jefe realista, Juan Francisco Javier Cervériz, a
Cumaná que redujo a prisión a todos los que habían formado parte del Poder Legislativo, en la cual
Vargas tomó parte debido a sus ideologías independentistas. Posteriormente, fue exiliado a
Europa donde perfeccionó sus estudios de médicos y quirúrgicos en Edimburgo, cursando, a su
vez, estudios de cirugía, química, botánica, anatomía y odontología. Asimismo, en esta época fue
incorporado en Londres como miembro del Real Colegio de Cirujanos.

En 1819 regresa a América estableciéndose en Puerto Rico, lugar donde se hallaban refugiados sus
hermanos y madre que huían de la desolada guerra de independencia venezolana. En Puerto Rico
desarrolló una importante labor profesional y científica, escribiendo numerosos trabajos y
colaborando además con la Junta de Sanidad de la isla.

Retorna a Venezuela en 1825, dos años después funda la Sociedad Médica de Caracas. Desde su
llegada se dedicó de inmediato al ejercicio de su profesión, incorporándose además a la
Universidad de Caracas como profesor de Anatomía.
En 1826, El Libertador Simón Bolívar, durante lo que sería su última estadía en Venezuela, llama al
doctor José María Vargas para confiarle la importante misión de restaurar la Universidad de
Caracas (actualmente Universidad Central de Venezuela). Así, en el año 1827, Vargas inicia una
Universidad nueva, implementando sus conocimientos de los grandes centros europeos en los
cuales estudió. Abre la Facultad de Medicina en dicha Universidad, enseñando anatomía, botánica,
mineralogía y química (ramas que hasta ese entonces eran desconocidos dentro la sociedad
venezolana); trayendo, consigo, las ramas de las ciencias modernas al país. De esta manera, Vargas
dedicaría un cuarto de siglo a la enseñanza de las próximas generaciones, sin cobrar ningún sueldo
por ello. Es a partir de esta época, cuando Vargas recibió el reconocimiento y el respeto de
diversos sectores de la sociedad caraqueña, debido a su exitosa labor administrativa, gracias a la
cual consiguió poner al día las cuentas de la universidad. Por otra parte, además de sanear las
rentas de la universidad, se dedicó a reorganizar las diversas facultades, crear nuevas cátedras, a
las reparaciones físicas de los salones, a la organización de bibliotecas, y a relacionar la universidad
con otros planteles. En consecuencia, al término de su desempeño como rector, la universidad se
convirtió en un modelo de eficacia administrativa y en un prestigioso centro de estudios.

Como profesor de anatomía, inauguró las disecciones de cadáveres, procedimiento que era
sumamente novedoso para la época, lo que le confirió extraordinaria reputación como docente.
En 1827 fundó la Sociedad Médica de Caracas, con la cual se comenzaron a practicar reuniones
científicas en el país. Durante este período desarrolló además una amplia labor de investigación en
el área botánica, que le llevó a establecer relaciones con hombres notables de esta ciencia en el
mundo entero. Como ejemplo de esta circunstancia, tenemos que De Candolle, uno de los más
grandes botánicos de la época, bautizó algunas plantas con el nombre de "Vargasia" en homenaje
a los trabajos realizados en la materia por Vargas. En 1829, al ser fundada en Caracas la Sociedad
Económica de Amigos del País, Vargas fue designado su primer director. Una vez concluido su
rectorado, Vargas se dedicó de lleno a la instrucción, fundando en 1832 la cátedra de Cirugía. Por
otra parte, simultáneamente con sus actividades científicas y educativas, Vargas tomó parte en las
actividades políticas, asistiendo al Congreso Constituyente de 1830, donde desplegó una gran
actividad en las comisiones de trabajo, en las sesiones plenarias y en muchas oportunidades salvó
su voto al estar en desacuerdo con algunos planteamientos del Libertador, lo que, no obstante, no
le impidió ser nombrado ese mismo año como albacea testamentario de Bolívar.

Presidencia

En 1834, cuando se comienza a hablar de los candidatos para el período presidencial (1835-1839),
su nombre se mencionó con genial insistencia sobre todo en los círculos intelectuales, lo que de
alguna manera expresaba cierta actitud antimilitarista. Por tal motivo, ciertos sectores de la
sociedad venezolana que veían con desconfianza a esta multitud de hombres que tenían lógicas
ambiciones políticas y de poder, trataron de reforzar el poder civil mediante la prestigiosa figura
de José María Vargas. En este sentido, la opinión pública caraqueña y nacional, comenzaron a
presionar sistema a un reticente Vargas para que aceptara la primera magistratura, a lo que
accedió finalmente. Fue elegido presidente en las elecciones de 1834, voto ratificado por el
Congreso el 6 de febrero de 1835 y se encargó de la presidencia el día 9 de febrero de 1835 por el
Partido Conservador. Posteriormente el 8 de julio de 1835 estalló la Revolución de las Reformas,
dirigida por Santiago Mariño y Pedro Carujo.

Resto de vida

Después de su experiencia como primer magistrado, Se dedicó exclusivamente a la educación.


Durante esta etapa de su existencia, asumió la presidencia de la Dirección general de Instrucción
Pública, la cual ejerció desde 1839 hasta 1852. Asimismo, continuó dando en la Universidad sus
clases de anatomía y cirugía, fundando además en 1842 la cátedra de Química. Presidió también la
comisión encargada de exhumar en Santa Marta los restos del Libertador y conducirlos a la Patria,
misión que fue completada en diciembre de 1842. En agosto de 1853 enfermó y viajó a Estados
Unidos, donde residió primero en Filadelfia5 y luego en Nueva York, donde, finalmente, murió el
13 de julio del año de 1854, a los sesenta y ocho años de edad.

En 1877, sus cenizas fueron traídas a Caracas y sepultadas en el Panteón Nacional el 27 de abril de
ese mismo año.

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