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Universidad de Valladolid Yucatán


“Licenciatura en Ciencias de la Educación”
Ciclo escolar: 2022-2

Datos Generales:

Br. Graciela Guadalupe Fernández Yupit.

Mtro. José Concepción Díaz Martín.

Asignatura: Metodología de la Investigación.

Tema: La investigación en Ciencias de la Educación.

Subtema: Evolución Histórica de la Investigación.

Octavo Cuatrimestre

Grupo: U

Parcial I

Fecha de envió: lunes, 03 de enero del 2020.


Fecha de recepción: miércoles, 20 de enero del 2020.

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Tabla de Contenidos.
Portada/ i.
Índice/ ii.
Introducción/ 1.
Las ciencias sociales en el contexto del conocimiento. / 2.
Reflexiones básicas del conocimiento. / 2.
Reflexiones sobre el carácter del conocimiento social. / 2.
Objetividad y relativismo del conocimiento en las ciencias sociales. / 2.
Los objetivos de la revisión bibliográfica. / 3.
Conclusión/ 3.
Bibliografía/ 12

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Introducción
El crecimiento del hombre ha surgido a través del tiempo, desde etapas como la invención
de la rueda, el descubrimiento del fuego, el surgimiento de la primera maquina a vapor que
claramente se dio tiempo después, así hasta llegar a lo todo lo que hoy en día tenemos. ¿Pero a qué
viene todo esto?, bueno, todo esto se ha ido dando gracias al conocimiento que surge de la
necesidad del hombre de actuar sobre nuestra realidad material, permitiendo general el uso de
nuestra habilidad racional y el desarrollo cognitivo, para la así poder una base del razonamiento y
entendimiento, terminando por producir un resultado que son los conceptos, los juicios y los
raciocinios, es decir las ideas que construimos sobre la realidad. Estas ideas son, en términos
generales, el conocimiento. De forma que, en el presente trabajo, hablaremos de ciertas reflexiones
básicas sobre el conocimiento, como diversas aportaciones de autores como Mario Burge, Popper,
Piaget, Vygotsky, etc., sobre el concepto de conocimiento.
De igual forma, hablaremos sobre ciertas reflexiones sobre el carácter del conocimiento
social, deduciendo en cierta forma en la manera en la cual sea considerado el apoyo de la ciencia
y el conocimiento a través del tiempo y como es considerada esta en la actualidad.
Por su parte la objetividad y relativismo del conocimiento en las ciencias sociales, también
será parte fundamental de nuestra investigación ya que nos permitirá conocer más sobre la
participación del hombre para el surgimiento de aportaciones sociales y a su vez, como estas se
han ido involucrando en términos científicos, para el desarrollo y avance de nuestra sociedad.
Finalmente, pero no menos importante hablaremos sobre los objetivos de la revisión
bibliográfica, partiendo claramente desde conceptos básicos, para tener cierta idea a lo que nos
conllevara el desarrollo de ese subtema, demostrándonos cual es su importancia.

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Actividad 3: El Contexto del Conocimiento.
Las Ciencias Sociales en el Contexto del Conocimiento.
Si entendemos la ciencia como la búsqueda de conocimiento en cualquier área del saber,
observaremos que ha existido desde los inicios de la humanidad, con diferentes niveles de
protagonismo, pero siempre con el objetivo de potenciar el desarrollo y elevar la calidad de vida
de la sociedad.
La historia así lo demuestra. Hace miles de años la rueda y el cultivo fueron claros ejemplos
de lo que hoy llamaríamos ciencia aplicada; su contribución al trabajo de la tierra, que en aquellos
tiempos era el insumo principal, fue lo que marcó la denominada sociedad agrícola. Sin embargo,
la escasa capacidad científica se manifestó en un lento progreso de la sociedad, por lo que tuvieron
que pasar miles de años para que el avance de la sociedad tuviera un claro y marcado punto de
inflexión, esto recién ocurre hace 300 años con la invención de la máquina a vapor y el surgimiento
así de un nuevo factor de desarrollo: el capital. Nacía así la sociedad industrial, marcada por el
auge del comercio y el inicio de grandes transformaciones sociales.
En esta época el desarrollo de la investigación científica es más intenso, es el tiempo de las
grandes teorías y leyes; en particular en el estudio de los fenómenos naturales, como por ejemplo
la materia, la tierra, la luz, etc., conceptos que hoy se engloban en las denominadas ciencias
naturales. Sin lugar a dudas este auge de la investigación contribuye al desarrollo de múltiples
beneficios para la sociedad, en particular, y solo por citar uno de ellos, el surgimiento de la
electricidad y sus diversas aplicaciones, hito que marca el mundo actual y que pareciera que
siempre ha sido parte de la humanidad; sin embargo, el empleo de la electricidad como fuente
energética del desarrollo, desde una perspectiva histórica, es muy reciente, solo 100 años.
De esta forma en la sociedad industrial, el trabajo y el capital se transforman en factores
básicos para el desarrollo productivo y social, donde el crecimiento económico pareciera dar
respuesta a los requerimientos de la sociedad.
El incremento y apoyo a las ciencias, junto a los importantes cambios sociales hacen que
rápidamente de la sociedad industrial se pase a la sociedad de la información, transitando desde la
vida analógica a la vida digital y pasando del intercambio de objetos al intercambio de información,
un hito en este ámbito son las redes de comunicación y en particular Internet, que como la
conocemos hoy no tiene más de 20 años. Junto a ello una vorágine de aplicaciones que una vez
más contribuyen a potenciar el desarrollo y elevar la calidad de vida de la sociedad.

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Así llegamos a la época actual donde aparecen conceptos como sustentabilidad, igualdad
de oportunidades, equidad, entre otros principios, que demuestran que el desarrollo social es tan o
más relevante, aunque el desarrollo productivo.
En este contexto, surge la pregunta ¿cómo seguir creciendo en un mundo donde los datos,
la tecnología y la información han pasado a ser temas cotidianos?
Con un claro sesgo económico, para muchos la respuesta está en lo que los economistas
denominan la productividad total de los factores (PTF), dicho de forma sencilla, ya no es suficiente
con disponer solo de mano de obra (trabajo) y capital, sino que hay que optimizar diversos
elementos que influyen en la PTF, donde la eficiencia y productividad son algunos de los
fundamentales.
La respuesta a la pregunta planteada está en el conocimiento, que se transforma así en
un factor de producción; sin embargo, la capacidad de generar conocimiento reside en las personas
con altos niveles de formación, surgiendo así el concepto de capital humano avanzado y la urgente
necesidad de construir capacidades de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), que son la
base para la denominada economía del conocimiento.
De esta manera, la ciencia se transforma en la protagonista de la sociedad actual;
recordemos que etimológicamente la palabra ciencia viene del latín scientia que significa
conocimiento, por lo tanto, la sociedad del conocimiento es la sociedad de la ciencia.
Si bien en este relato se han tomado ejemplos de desarrollo fundamentalmente del ámbito
de las ciencias naturales, no quiere decir que las ciencias sociales no hayan tenido hitos también
relevantes. Si recordamos que las ciencias sociales son el estudio de la sociedad y del
comportamiento de las personas y su influencia en el mundo que nos rodea, es posible observar
que de manera natural se están fortaleciendo en la sociedad del conocimiento, entre otras razones,
por lo ya comentado. En la actualidad, el desarrollo social es tanto o más relevante que el desarrollo
productivo. Prueba de ello es el establecimiento de múltiples líneas de investigación de naturaleza
social y el fortalecimiento de las redes de cooperación, como por ejemplo la lSSRN (red de
investigadores en ciencias sociales) que agrupa en un formato open access a más de 500.000
investigadores del área.
Así las ciencias sociales, donde se distinguen disciplinas como la demografía, la economía
y negocios, la educación, la antropología, las leyes, la política, la psicología, la sociología, el

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trabajo social, entre otras, tienen una amplia oportunidad de desarrollo en la sociedad del
conocimiento y enfrentan hoy nuevos y múltiples desafíos.
Por lo tanto, además de contribuir a explicar cómo funciona nuestra sociedad ante los
rápidos cambios que están ocurriendo en el mundo moderno, debe integrarse a las ciencias
naturales; porque la investigación en la sociedad del conocimiento implica una concepción
integradora y multifuncional con el fin de obtener mejores respuestas a un determinado problema.
En tal sentido, ya existen múltiples iniciativas como la arqueología-matemática, historia-geografía,
salud-antropología, biología-arqueología, etc. Sin embargo, existe un amplio espectro de
colaboración no explotado y que marcará algunas áreas de investigación futuras y potenciará aún
más el impacto de las ciencias sociales.
Por otro lado, las ciencias sociales también deben vincularse entre sí, pero con un estricto
apego al método científico. Sergio Bagú -uno de los grandes pensadores de la teoría social
latinoamericana- lo grafica de esta forma: "Cuando un sociólogo busca en la perspectiva histórica
un instrumento que le permita esclarecer mejor su propio panorama, o bien cuando un historiador
se vuelca hacia el análisis sociológico de una coyuntura, lo que ocurre es que tanto uno como otro,
en el afán por enriquecer su propia capacidad de análisis, atraviesan los lindes de su especialidad
y se van ubicando en esa frontera incierta donde lo sociológico se transforma en histórico y a la
inversa".
Por último, señalar que también hay un desafío de la sociedad con las ciencias sociales, en
particular en lo que se refiere a la cuantificación de su productividad, marcada hoy por modelos
cienciométricos que no siempre son aplicables de forma directa a los contextos de las diversas
disciplinas sociales.
Reflexiones Básicas del Conocimiento.
Desde la configuración definitiva de la especie, los seres humanos han tenido la necesidad
de actuar sobre la realidad material exterior a su propio interior, una actuación que ha comportado
necesariamente su transformación históricamente paulatina como seres en sociedad.
Esta necesidad imprescindible de actuar ha puesto en relación el mundo exterior al ser
humano con su mundo interior. La relación básica se ha establecido a través de la actividad
cognoscitiva: los seres humanos necesitan conocer en su interior mediante la fabricación de
imágenes e ideas (es decir, la razón cómo facultad específica de los seres humanos y pensamiento
cómo actividad resultante de esta facultad) para operar en la realidad espaciotemporal que les

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circunda y transformarla en el sentido que ellos deseen. El trabajo interior (de la razón y la actividad
pensadora) sobre el mundo exterior, es lo que termina por fabricar conocimiento.
Así pues, como argumenta Mario Bunge, una definición posible del conocimiento es que
se trata del producto final de una relación dialéctica, permanente y necesaria entre el interior
racional y cognoscitivo de los seres humanos y el mundo exterior espacial temporal en el que se
desenvuelven. Este producto final, edificado en base a la facultad de razonar y entender
(razonamiento y entendimiento), termina por producir un resultado que son los conceptos, los
juicios y los raciocinios, es decir las ideas que construimos sobre la realidad. Estas ideas son, en
términos generales, el conocimiento.
Es decir, el resultado de la actividad cognoscitiva es la de fabricar conceptos
(etimológicamente, lo concebido) que dan lugar a la formación de proposiciones (o enunciados)
que son la relación entre dos conceptos de naturaleza diversa y de razonamientos, es decir de la
capacidad de relacionar múltiples conceptos archivados en nuestra memoria física.
El vehículo mediante el cual la realidad exterior impacta en la interior son los sentidos, que
son verdaderas ventanas por las que se cuela la información que el mundo exterior envía a cada ser
humano para que este la incorpore (material o inmaterialmente) en su capacidad cognoscitiva. El
vehículo mediante el que se expresan hacia el exterior estas ideas, es decir el conocimiento, no es
otro que el lenguaje.
El lenguaje es lo que permite expresar los conceptos, que son pura idea inmaterial, mediante
términos, enunciados (proposiciones) y conjunto de enunciados (razonamiento). Un lenguaje que
al ser un producto histórico-social que cada individuo recibe de las generaciones anteriores termina
influyendo en el proceso mismo del razonamiento al contener en sí mismo una determinada
información sobre el comportamiento humano ante la existencia. Los esquimales tienen treinta
términos para describir la nieve: su riqueza de conocimiento de la nieve es mayor también gracias
a su lenguaje. Con todo, hay que procurar en no caer en un formalismo lingüístico que olvida que
el lenguaje es un vehículo del conocimiento y no el conocimiento en sí mismo.
Como afirma Ciro Cardoso, todo ello quiere decir que el conocimiento es el producto final
de la permanente relación dialéctica entre un sujeto (yacer debajo, etimológicamente) que conoce
y un objeto (yacer ante) que debe ser conocido, analizado y explicado.
Cuando apelamos al conocimiento podemos hacerlo desde dos perspectivas diferentes: la
de su proceso de creación y la de sus resultados.

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a) En el caso del conocimiento como proceso de creación de ideas sobre la realidad objetiva,
parece claro que todavía hoy podemos seguir sosteniendo la idea de que sus características
continúan siendo las del misterio (todavía no han quedado bien definido como se fabrica realmente
un concepto, la bioquímica parece estar trabajando seriamente en ello después del relativo fracaso
del psicoanálisis) y la complejidad. De cualquier modo, en la creación del conocimiento parece ya
admitido en la actualidad, desde Morton, que hay que tener muy claro la influencia de las
condiciones sociales (clase, generación, oficio, étnea, etc.) y las culturales (valores, mentalidad).
b) En el caso del conocimiento como producto su característica más acusa e importante es
que es meramente conceptual, es decir que siempre posee una naturaleza ideal, intelectual y
racional pero nunca material y exterior. De ahí que tenga el conocimiento como producto un
carácter selectivo, dado que nunca capta la globalidad de realidad sino su esencia, es decir que el
conocimiento es siempre parcial con respecto a la totalidad real. Todo ello hace que el
conocimiento como producto sea limitado y mejorable. Como dice Popper: sabemos muchas cosas,
pero nuestra ignorancia es ilimitada.
Es decir, el conocimiento como resultado es discutible y sujeto a crítica dado que no
tenemos pruebas irrefutables de que se adapte con plena exactitud a la realidad.
Las fuentes del conocimiento por las que adquirimos el conocimiento pueden ser muy
variadas. Empecemos por una obviedad: el conocimiento puede provenir de uno mismo o de otros.
En el caso de que proceda de otros, suele recibir el nombre de tradición. Ello significa que la mayor
parte de los conocimientos de un individuo están conseguidos a través de esa fuente: lo oído y lo
leído es la principal de nuestras fuentes de conocimiento individual. De ahí la importancia suprema
de la educación y con ella de la didáctica. En el caso de que proceda de uno mismo, tres son las
fuentes principales en las que bebe la creación del conocimiento:
A) la experiencia facilitada por los sentidos sobre el mundo exterior.
B) La razón, es decir la capacidad de razonamiento infiriendo lógicamente de unos
conceptos y enunciados a otros. Es decir, utilizando el razonamiento inductivo.
C) La intuición, es decir la comprensión profunda de algo a través de una rápida visión
intelectual sin necesidad de razonamiento inductivo.
Aunque son muchas las teorías que hablan sobre cómo se construye el conocimiento, en la
actualidad, y dentro del mundo educativo, parecen hegemónicas las que señalan que el
conocimiento es un resultado dialéctico entre los efectos del ambiente externo del individuo y las

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consecuencias de sus propias facultades cognitivas. Así, el conocimiento no es una copia de la
realidad sino una construcción diferente edificada por el individuo. Piaget da más importancia a
las condiciones cognoscitivas del individuo (y sus diferentes fases de evolución) y Vigotsky al
contexto sociocultural en el que del conocimiento individual se edifica: el individuo con más
oportunidades de aprender desarrolla más capacidad cognitiva.
Y aunque hay varias formas de conocimiento (experiencial, intuitivo, científico, etc.). Por
lo tanto, el conocimiento científico no es más que un tipo de conocimiento particular y específico.
Como afirmaba Bertrand Russell, es un tipo de conocimiento que partiendo de ciertos hechos
particulares aspira a construir leyes generales. Mario Bunge cree que la ciencia es un estilo de
pensamiento y acción. Es el estilo más reciente, más universal y más provechoso de los que practica
el ser humano.
En todo caso al hablar de ciencia es preciso hacer una distinción entre ciencia como proceso
de investigación y ciencia como producto final, es decir como conocimiento. Un proceso y un
producto elaborado y defendido por la comunidad científica.
Y al hablar de conocimiento científico no hay que olvidar que este tiene también una
permanente relación con el conocimiento ordinario. Entre ambos tipos de conocimiento existe una
evidente dialéctica. Parte del conocimiento previo del que arranca toda investigación es
conocimiento ordinario. Y es, precisamente, el proceso de investigación el que tiene como misión
verificar (para ratificar, rechazar o corregir) dicho conocimiento. Ello lleva a la situación de que,
finalmente, el conocimiento ordinario no seas más que conocimiento científico sistematizado que
con el paso del tiempo se irá fosilizando. Lo que diferencia un conocimiento de otro es que la
ciencia crea su conocimiento mediante un método. No es el objeto de estudio lo que determina la
demarcación entre ciencia y otras actividades intelectuales, sino la utilización de un determinado
método.
Por último, decir que existen genéricamente dos tipos de ciencias: formales (lógica y
matemáticas) que crean su propio objeto de estudio con una vaga referencia a realidad con la que
se relacionan mediante el lenguaje simbólico. Y fácticas que tratan de explicar el mundo de la
naturaleza física o sociocultural.

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Reflexiones Sobre el Carácter del Conocimiento Social.
Es tradicional en los temas de la ciencia plantearse un problema central y recurrente que ha
merecido y merece todavía en la actualidad gran dedicación de los intelectuales. Aunque con
muchos matices, según la época, la pregunta que sigue siendo un núcleo de reflexiones y polémicas
es la siguiente: ¿Existe una manera infalible e incontrovertible de que los seres humanos conozcan
y comprendan objetivamente la realidad presente y pasada?
Como puede adivinarse, se trata de la sempiterna cuestión sobre la naturaleza y el alcance
real de esa cosa que llamamos ciencia y que el único consenso que ha logrado, si acaso, es: el ser
considerado una de las formas privilegiadas de conseguir información objetiva de la realidad,
aunque no desde luego la única y por supuesto con logros nunca definitivos.
La polémica afecta a todo el edificio del conocimiento científico, pero es cierto que de
forma especial concierne a lo que se ha venido denominando de forma alternativa ciencias
humanas, del espíritu, de la cultura o de la sociedad.
Desde el momento mismo de la fundación histórica de las diversas disciplinas sociales, allá
por los finales del siglo XVIII y especialmente durante la centuria decimonónica, ha tenido lugar
el mismo debate: ¿cuáles eran los fundamentos científicos de las disciplinas que iban forjándose
con la intención de entender las claves del comportamiento humano individual y social?
También desde el principio hubo quienes negaron la posibilidad de otorgar un estatuto
científico a las disciplinas nacientes y, por el contrario, quienes afirmaron su cientificidad en pie
de igualdad con el paradigma cientifista dominante que era el impuesto por los conocimientos
físico-naturales. Igualdad que se reivindicaba en cuanto a las posibilidades epistemológicas al
tiempo que se afirmaba la diferente naturaleza de uno y otro conocimiento por la diversidad de los
objetos de la realidad susceptibles de ser estudiados.
Es evidente, pues, que la escisión entre dos culturas, la científica y la humanística, ha sido
un tópico recurrente y sostenido entre nosotros desde el momento mismo de constitución de la
ciencia moderna: a una se le atribuía el don de la objetividad y a la otra el de la belleza subjetiva.
En realidad, tal hecho obedece en buena parte a una razón de tipo histórico consistente en
que la liberación de las ciencias de la naturaleza respecto a la metafísica y a la teología se hizo de
forma mucho más temprana y eficaz de lo que se realizó en el mundo de las disciplinas dedicadas
a la sociedad.

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Si en el primero la separación se produjo al menos desde la denominada revolución
científica del siglo XVII6, no parece que en el caso de la segunda esto tuviera lugar hasta la llegada
de pensadores que a sí mismos se consideraban "físicos sociales" como Comte, Mill, Marx o de los
metodólogos de las nuevas disciplinas al estilo de Durkheim, Dilthey, Windelban, Rickert o Weber.
Si las ciencias de la naturaleza habían tenido que emanciparse de las prenociones
dogmáticas e inmutables de corte teológico o filosófico que pretendían explicar el mundo sin
experimentos ni verificación, es decir a priori, lo mismo han tenido que hacer con retraso las
actividades intelectuales dedicadas al estudio de la sociedad. Y en esa discordia cronológica entre
ambos procesos se produjo la separación que dio lugar a una línea de demarcación de lo que era
ciencia y lo que no lo era.
De cualquier forma, lo que si ha quedado meridianamente claro con el paso del tiempo es
que, paradójicamente, el problema de la cientificidad de las denominadas disciplinas humanas, era
un problema que acababa afectando no sólo a su propio estatuto sino a la fundamentación general
del conocimiento científico. De ahí que algunos epistemólogos modernos la sigan considerando la
"cuestión candente" del conjunto de los problemas epistemológicos de la ciencia moderna.
La fundamentación científica de las ciencias sociales no sólo les afecta a ellas
particularmente, sino que acaban abriendo el debate al resto de las disciplinas consideradas
paradigmáticamente científicas y, por ende, a la ciencia en sí misma como actividad humana
diferenciada.
El estatuto de cientificidad de las ciencias de la sociedad comporta de hecho un debate sobre
la propia noción de ciencia y ha servido para señalar asimismo las debilidades de las a menudo en
exceso soberbias ciencias físico-naturales.
Estamos, pues, ante una cuestión actual que tiene su explicación no sólo en resoluciones de
presente sino también en el devenir histórico. En realidad, bien podría decirse que desde finales del
siglo XVIII existe una constante secular evidente en el terreno del pensamiento que puede ser
formulada con una pregunta: ¿pueden los seres humanos conseguir un conocimiento objetivo sobre
la realidad social que ellos mismos crean y recrean constantemente?
A este interrogante han tratado de contestar los pensadores de los últimos siglos en un
intento permanente de afirmar la identidad propia de las disciplinas sociales y su pleno derecho a
ser consideradas en pie de igualdad con las ciencias de la naturaleza. Puede afirmarse que, en la
actualidad, ya pocos discuten el estatuto científico de las ciencias sociales. Y esta de la ciencia más

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abierta está, cada día más, ofreciendo mayores cuotas de credibilidad a las denominadas ciencias
sociales. Desde esta nueva perspectiva cada vez es más aceptado que la calidad del conocimiento
sobre la sociedad puede ser equiparable, tan seguro o tan incierto, al que se consigue sobre la
naturaleza y, en todo caso, ambos son igual de modificables y perfectibles como bien se ha
demostrado históricamente.
Objetividad y Relativismo del Conocimiento en las Ciencias Sociales.
Ahora bien, aunque admitamos que lo social es un objeto con posibilidades de observación
de igual calibre que lo natural, aunque lleguemos a la creencia de que es susceptible de ser
analizado por el método general de la ciencia, no es menos cierto que sigue suscitándose un cierto
escepticismo sobre la posibilidad de conseguir conocimiento objetivo de la realidad social de la
misma calidad que el que en la actualidad ofrecen las ciencias fácticas de lo natural.
En términos gnoseológicos, sabemos en la actualidad que la objetividad (elemento esencial
de la ciencia moderna) depende de una tripleta de elementos: el objeto, el sujeto y la relación entre
ambos durante el proceso de creación de conocimiento del segundo con respecto al primero.
En el caso de las Ciencias Sociales es cierto y evidente que existen algunos obstáculos
epistemológicos en cada una de estas variables que ocasionan problemas específicos con respecto
a los que poseen las disciplinas naturales. Es decir, existen circunstancias específicas que dificultan
la consecución de un conocimiento científico de carácter objetivo; circunstancias hemos dicho,
pero no imposibilidades.
Con respecto al objeto es evidente que en el caso de las ciencias sociales su objeto de
estudio, lo social, posee un alto grado de complejidad y mutabilidad (comparable a la complejidad
del virus del SIDA). En lo social se agrupan realidades muy diversas de orden práctico, ideal,
sentimental, ético, físico, económicas y sociales propiamente dichas. Realidades que a menudo
están íntimamente relacionadas entre sí, característica que precisamente dan unidad a las propias
Ciencias Sociales.
Además, en tanto que producto directamente humano, la variabilidad de los fenómenos
sociales es mucho más intensa que la que puede producirse en los físicos que en general son mucho
más inertes. Incluso no debemos olvidar que la misma divulgación del conocimiento social sobre
determinados problemas sociales conlleva su variación, sea para refrendar y certificar lo que se
desea que ocurra o sea para evitar que tal cosa acontezca.

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Ello significa que en el terreno de las predicciones debe tenerse muy en cuenta que su propia
formulación mutabiliza lo social.
Este hecho, sin embargo, no es patrimonio exclusivo de lo social dado que en algunos
fenómenos de la naturaleza también ocurre, como sucede con la teoría de los quanta en la que el
hecho mismo de su investigación puede hacer variar su comportamiento.
Mayores dificultades epistemológicas se les han inculpado a las ciencias sociales a causa
del sujeto. La imputación principal es que no puede haber un conocimiento objetivo de calidad
porque el sujeto cognoscente forma parte del propio objeto cognoscible, cosa que no ocurre en las
disciplinas naturales.
Es cierto que el investigador de la naturaleza también se encuentra formando parte de ella,
pero sus lazos con la misma no son tan intensos como en lo social. En este último caso, se
argumenta, el investigador está siendo constantemente modificado por el objeto de su
investigación, lo que implica un alto grado de dificultad para distanciarse del objeto estudiado dado
que el investigador tiene nociones, valores y creencias que ha ido adquiriendo en el contexto social
que debe estudiar.
Ahora bien, la señalización de un obstáculo no es necesariamente la muestra de una
imposibilidad epistemológica. Es cierto que el investigador está mediatizado por las influencias
conceptuales, lingüísticas e incluso políticas, pero eso no anula su capacidad de salvar esos
inconvenientes en base a la instauración y aplicación de métodos de análisis avalados por la
comunidad epistemológica. Lo único que señalan estas dificultades es la existencia de las mismas
y la necesidad de promover elementos correctores y/o anuladores de sus respectivas dificultades.
En cualquier caso, no puede atribuirse en exclusividad el problema de los valores al terreno
de las Ciencias Sociales. La influencia de los valores personales y/o colectivos en el proceso de
conocimiento es general al mismo, sea cual sea el objeto específico que se estudie, natural o social.
Los valores son algo inherente a la personalidad de los sujetos cognoscentes y por ello
pueden influir, aunque en distinta intensidad es cierto, en toda actividad cognoscitiva. Debemos
reconocer que dicha influencia es mayor en el terreno de lo social, al tiempo que debemos recordar
que no es en ningún caso exclusiva de ella.
El carácter más cualitativo de las Ciencias Sociales es tal vez lo que ha supuesto que en
ellas alcance un mayor realce. Realce que viene siendo objeto de polémica sobre todo desde que
Max Weber abordará decididamente la cuestión de los juicios de valor en las ciencias sociales

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sosteniendo una apasionada defensa de la neutralidad valorativa de los investigadores sociales que
pueden y deber adoptar posturas de libertad e independencia frente a los juicios de valor históricos
y coetáneos.
Estamos, pues, ante una aparente contradicción. No parece que el sujeto cognoscente sea
capaz, en ninguna actividad cognoscitiva sobre la realidad total, de eliminar plenamente la
influencia de los valores en la selección e interpretación de esa realidad. Al mismo tiempo, la
necesidad y posibilidad de operar positivamente sobre la propia realidad para modificarla implica
la necesidad social de alcanzar un conocimiento objetivo de la misma para lo cual los valores
parecen ser un obstáculo epistemológico de primer orden. La polémica suscita por Weber aún
continua vigente y no del todo solucionada.
De hecho, nos encontramos ante la contradicción entre una evidencia (la influencia de los
valores) y una exigencia (la necesidad social del conocimiento objetivo). Las ciencias sociales
sufren especialmente este nudo gordiano epistemológico de la ciencia moderna.
En el terreno de las ciencias sociales, aunque también valdría afirmarlo para las restantes
disciplinas, esa aparente contradicción se resuelve con la aclaración de los términos:
No existe ciencia neutral en la que no intervengan los valores, pero los seres humanos
pueden instaurar racionalmente un proceso cognoscitivo que conduzca a la objetividad por el
camino de la progresiva aproximación entre el objeto en sí mismo considerado y el conocimiento
que vamos alcanzando sobre él mediante un método (conjunto de normas y procedimientos).
Así, pues, hemos de admitir sin tapujos que todo proceso de conocimiento (y por supuesto
de conocimiento científico) tiene su raíz en opciones alternativas que adoptamos según juicios de
valor previamente establecidos.
Juicio de valor es escoger la ciencia como conocimiento preferido, juicio de valor es a
menudo la selección del problema a estudiar e incluso de las hipótesis que se fabrican, juicio de
valor existe en la selección de variables.
Sin embargo, la anterior evidencia no significa que el producto final de nuestra actividad
no pueda dar como resultado un conocimiento objetivo, puesto que los seres humanos somos
capaces de actuar en base a la racionalidad, que es susceptible de construir un proceso de
investigación (un método de conocimiento) en el que los juicios de valores queden circunscritos a
límites epistemológicamente soportables.

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La clave de bóveda de ello es el proceso de comprobación (verificación y/o falsación) al
que debe someterse todo conocimiento, también el social, con la realidad que pretende explicar. La
aplicación efectiva a través de la praxis de nuestro conocimiento ideal es la prueba última de la
objetividad (coincidencia de lo descrito con el objeto) de nuestro conocimiento. A largo plazo, la
comprobación acaba poniendo los juicios de valor en su justo sitio, también en el caso de las
ciencias sociales.
De esta manera, la neutralidad valorativa que exige la ciencia es un problema que afecta a
todas las disciplinas científicas.
Desde luego no es posible que el ser humano obvie absoluta y totalmente, a título individual,
sus convicciones ético-políticas previas inculcadas en el proceso de socialización y a través de la
educación. De lo que se trata en ciencias sociales es de cumplir una doble obligación.
Una, ética: obviar toda falta de objetividad conscientemente practicada. No alterar los
hechos por ser molestos a nuestras convicciones es premisa ética en la investigación científica.
Otra, epistemológica: intentar aplicar al objeto de lo social un método que impida la
distorsión valorativa entre el objeto y nuestro conocimiento del mismo. Instaurar históricamente
un método correcto es una necesidad social trasformada en imperativo epistemológico.
De no proceder de este modo, los científicos sociales han podido comprobar que la realidad
pasa factura pues no deja de ser como es porque la disfracen los pesudos científicos.
Todo lo expuesto hasta aquí, muestra que no existe una imposibilidad epistemológica de
crear conocimiento científico de lo social. Es cierto que existen dificultades para conseguir dicha
meta, pero son inconvenientes que también afectan en ocasiones a las ciencias naturales.
Los Objetivos de la Revisión Bibliográfica.
La finalidad de una revisión bibliográfica puede ser resumir los resultados de los estudios
existentes en la literatura científica sobre un tema; identificar lagunas en el conocimiento actual en
relación con un problema; poner a prueba una hipótesis teórica; generar nuevas hipótesis; o ubicar
una problemática en contexto histórico. Un trabajo de revisión bibliográfica: consiste en la
búsqueda de toda la información disponible sobre el tema objeto de estudio, evitando introducir
sesgos al restringir la búsqueda bibliográfica únicamente a una determinada base de datos o a
artículos escritos en un único idioma. Revisar la bibliografía: consiste en sintetizar los resultados
y conclusiones de las publicaciones científicas existentes en relación con un tema o cuestión
concreta.

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Ya sea con finalidad clínica o académica, es necesario entender que la revisión bibliográfica
es un paso previo que se da antes de comenzar a realizar una investigación. Con la revisión
bibliográfica nos aproximamos al conocimiento de un tema y es en sí la primera etapa del proceso
de investigación porque nos ayuda a identificar qué se sabe y qué se desconoce de un tema de
nuestro interés. La revisión bibliográfica es una sinopsis que sumariza diferentes investigaciones y
artículos que nos da una idea sobre cuál es el estado actual de la cuestión a investigar. En la revisión
se realiza una valoración crítica de otras investigaciones sobre un tema determinado, proceso que
nos ayuda a poner el tema en su contexto. Si deseamos realizar una verdadera revisión integral de
la literatura, el trabajo que realicemos debe ofrecer al lector un resumen conciso, objetivo y lógico
del conocimiento actual sobre un tema en particular.
Dentro del proceso de investigación la revisión de la bibliografía se encuentra inicialmente
en el proceso de justificación de la investigación para mostrar cuales son las metas, los objetivos,
el alcance, y la exposición de motivos que fundamentan la investigación. Del mismo modo, la
revisión también incluye una exploración de la metodología utilizada para poder contestar la
pregunta de investigación, y aporta una fundamentación que muestra la idoneidad de los enfoques
metodológicos y diseños de investigación utilizados, así como de las técnicas y procedimientos que
se utilizan para recopilar datos. En la revisión se evalúan las diferentes metodologías y diseños
identificando ventajas, inconvenientes y dificultades que presenta cada orientación metodológica.
Del mismo modo también se aportan referencias relevantes que muestran la selección de una
técnica de recolección de datos frente a otras técnicas alternativas. La revisión, por tanto, no es un
ensayo de los propios puntos de vista y opiniones personales. Tampoco es una serie de citas o
largas descripciones de trabajo de otras personas. El propósito de la revisión de la literatura es hacer
uso de la crítica y los estudios anteriores de una manera ordenada, precisa y analítica. En pocas
palabras, la revisión de la literatura se presenta como un análisis crítico del tema de interés al
tiempo que señala las similitudes y las inconsistencias en la literatura analizada.
La revisión bibliográfica se ha definido como "la operación documental de recuperar un
conjunto de documentos o referencias bibliográficas que se publican en el mundo sobre un tema,
un autor, una publicación o un trabajo específico. Es una actividad de carácter retrospectivo que
nos aporta información acotada a un periodo determinado de tiempo. Hart define la revisión
bibliográfica como "la selección de los documentos disponibles sobre el tema, que contienen
información, ideas, datos y evidencias por escrito sobre un punto de vista en particular para cumplir

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ciertos objetivos o expresar determinadas opiniones sobre la naturaleza del tema y la forma en que
se va a investigar, así como la evaluación eficaz de estos documentos en relación con la
investigación que se propone".
La importancia de la revisión de la literatura se relaciona directamente con sus objetivos y
propósitos. En la disciplina enfermera existe una creciente y gran cantidad de literatura e
investigación relevante para la práctica. La revisión de la literatura desempeña una labor
fundamental en la recopilación y síntesis de la información. Por ejemplo, si uno se propone llevar
a cabo un proyecto de investigación en cuidados, el propósito de la revisión bibliográfica es situar
este proyecto en su contexto o antecedentes relevantes, basándose en trabajos anteriores, sus ideas
y la información disponible. Además, una buena revisión extraerá y evaluará críticamente los
resultados pertinentes y las cuestiones que han surgido de los trabajos previos. De este modo, se
proporciona una justificación para la investigación que se propone y demuestra un profundo
conocimiento de la base conceptual del tema.
La revisión bibliográfica es considerada como un estudio detallado, selectivo y crítico que
integra la información esencial en una perspectiva unitaria y de conjunto. En sí la revisión tiene
como finalidad examinar la bibliografía publicada y situarla en cierta perspectiva. El término
búsqueda bibliográfica en el contexto de la revisión comienza a entenderse en si como un estudio
en sí mismo, en el cual el revisor tiene un interrogante, recoge datos (en la forma de artículos
previos), los analiza y extrae una conclusión.
Diferentes autores apuntan las múltiples utilidades de la revisión bibliográfica, pero
podemos agrupar los objetivos que persigue la revisión de la bibliografía en función de tres
finalidades esenciales: el proceso de investigación, la aplicación de la evidencia científica a la
práctica del cuidado, y la actualización académica.
Las revisiones no se llevan a cabo únicamente con la finalidad de hacer investigación. La
importancia de la revisión de la literatura se considera una herramienta básica para avanzar en la
práctica. Puede ayudar a inspirar y generar nuevas ideas, poniendo de relieve las incoherencias en
los conocimientos actuales. Tienen una función importante en la evaluación de las prácticas
actuales y formular recomendaciones para la elaboración de políticas y el cambio de la práctica
asistencial. Por otra parte, también son útiles para el estudio de los marcos teóricos o conceptuales
existentes sobre un tema determinado o para facilitar el desarrollo de marcos teóricos o
conceptuales a través de la exploración y la evaluación crítica de los conocimientos existentes.

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Conclusión.

En conclusión, podemos mencionar que podemos decir que las personas creen que el
conocimiento es la máxima aspiración de la humanidad, y claramente, los avances en la ciencia y
las nuevas tecnologías son los ejemplos más evidentes de ello. El conocimiento, progreso y ciencia
son términos en estrecha relación con la gran mayoría de las sociedades humanas actuales, la
argumentación científica es la única herramienta válida para alcanzar la verdad; y el progreso, el
resultado progresivamente alcanzado para lograr así un conocimiento.

De igual forma podemos mencionar que la incorporación y el apoyo de la ciencia,


acompañada de importantes cambios sociales, ha dado lugar al surgimiento de una sociedad
industrial, la cual está transitando rápidamente hacia una sociedad de la información, de la vida
analógica a la vida digital, del intercambio de objetos al intercambio de información, en base a
ciertas reflexiones que pudimos observar.

En cuanto al carácter del conocimiento social podemos decir que, sin duda, hay muy poca
discusión sobre el estatus científico de las ciencias sociales en estos días. Esta ciencia más abierta
está dando cada día más credibilidad a las llamadas ciencias sociales. Desde esta nueva perspectiva,
se acepta cada vez más que la calidad del conocimiento sobre la sociedad es equiparable a la del
conocimiento sobre la naturaleza y que, en todo caso, ambos son tan conocidos como modificables
y perfectibles, de manera que ha quedado mostrado en la historia.

Por su parte, ahora sabemos que la objetividad (elemento esencial de la ciencia moderna)
depende de tres elementos: el objeto, el sujeto y la relación entre ambos en la creación de un
segundo conocimiento relativo al primero, demostrando su relación e impacto del conocimiento en
las ciencias sociales.

Finalmente, comprendemos el objetivo de una revisión bibliográfica, en la cual se reconoce


la importancia de las revisiones bibliográficas como una herramienta esencial para el avance de la
práctica. En el cual nos mencionan que desempeñan un papel importante en la evaluación de la
práctica actual y en la formulación de recomendaciones para el desarrollo de políticas y el cambio
de prácticas.

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Bibliografía.
Díaz Rojas Horacio (2014) las ciencias sociales en la sociedad del conocimiento. Scielo.
Recuperado de: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0719-
26812014000300001
Guirao Goris Silamani (2015). Los objetivos de la revisión bibliográfica. Utilidad y tipos
de revisión de literatura. Ene. Recuperado de:
http://eneenfermeria.org/ojs/index.php/ENE/article/view/495/guirao
Prats Joaquim (2011-2012) las ciencias sociales en el contexto del conocimiento científico.
Universitat de Barcelona Departament de Didàctica de les Ciències Socials. Recuperado:
http://www.ub.edu/histodidactica/images/documentos/pdf/prats%20que%20son%20las%20ccss.p
df
Universidad de granada (2017) Los objetivos de la revisión bibliográfica. Trabajos de
Revisión Bibliográfica. Recuperado de:
https://grados.ugr.es/enfermeria_melilla/pages/_tfg/curso1617/archivospdf/guiarevisionbibliograf
ica_comision1/!#:~:text=La%20finalidad%20de%20una%20revisi%C3%B3n,o%20ubicar%20un
a%20problem%C3%A1tica%20en

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Lista de cotejo de Graciela Fernández Yupit.

Es importante seguir estos lineamientos que se considerarán para la calificación:


N° Criterios Sí No Observaciones
1. Portada con todos los elementos básicos. Con
(.133%) la
ortografía adecuada.
2. La portada y la tabla de contenidos no se
(.133%) contemplan como parte de la numeración arábiga.
3. Tabla de contenidos. Respetando las indicaciones en
(.133%) las clases en línea.
4. Contenido (información suficiente para argumentar
(2. %) de acuerdo a lo solicitado). Además, la
introducción y conclusión media cuartilla mínimo.
5. Letra Times New Roman, Número 12. Desde la tabla
(.133%) de contenidos hasta la bibliografía.
6. Interlineado 1.5. A partir de la tabla de contenidos
(.133%) hasta la bibliografía.
7. Paginación (numeración arábiga) en la parte inferior
(.133%) lado derecho.
8. Márgenes 2.54 cm (una pulgada). Parte inferior,
(.133%) superior, derecha e izquierda.
9. Hoja tamaño carta.
(.133%)
10. Centrar y Resaltar en Negritas los textos de los:
(.133%) Títulos, Subtítulos, Temas o Subtemas
(encabezados).
11. Definiciones en Negrita. Por ejemplo: Cultura. Es
(.133%) el conjunto de formas y expresiones que
caracterizarán en el tiempo a una sociedad
determinada.
12. Justificar el trabajo de investigación. Desde la
(.133%) introducción hasta la bibliografía.
13. Sangría después de cada punto y aparte.
(.133%)
14. Enviar o subir los trabajos en dos formatos Word y
(.133%) PDF. Primero el Word y después el PDF.
15. La Bibliografía en orden alfabético.
(.133%)
16. Fecha de entrega y hora determinada.
(.133%)

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