Está en la página 1de 10

ARQUITECTURA EN EL RENACIMIENTO

El siglo XV trajo consigo un renovado gusto por el arte clásico; esta tendencia, que se mantuvo
latente durante la Edad Media, se manifestó en Italia tanto en la literatura como en las artes
decorativas. El estilo románico tenía su punto de partida en el arte romano (la bóveda románica
derivaba de un sistema ya empleado en Roma), y el gótico había sido siempre atemperado en la
península, modificándose según los principios de ese equilibrio formal que caracteriza los
monumentos clásicos. El interés por la antigüedad griega y romana, se intensifica y disciplina en el
curso del siglo XV  y llega a influir marcadamente sobre el nuevo estilo arquitectónico.

El Renacimiento es una creación típicamente italiana. Esto se explica si se considera que Italia
había conservado el patrimonio clásico del que era heredera directa, y que durante todo el siglo
XV, su riqueza artística no habría de franquear las fronteras alpinas. Pero en el curso del siglo XVI,
gracias a numerosos grupos de arquitectos italianos, se difundiría en los países vecinos con un
alcance sólo comparable al de la arquitectura gótica del siglo XIII.

En el curso de los siglos XV y XVI, nacen en Italia las señorías, y los papas se convierten en
protectores de las artes, llamados mecenas.

Una manifestación del espíritu de aquella época la constituye la evolución de la arquitectura, que
influye sobre toda la vida civil y crea sus obras maestras no sólo en el dominio de los monumentos
religiosos, sino también en el sector de los edificios públicos y privados.

Esto tiene proyecciones tales, que en todas las ciudades nacen espléndidos palacios y, en la
campaña, las casas de descanso. No debe olvidarse que en el curso del Renacimiento se desarrolló
en Italia la ciencia del urbanismo, es decir, de una arquitectura nacional en el recinto urbano,
según el plan general y el ordenamiento de la ciudad.

El Renacimiento recurre al arte antiguo en busca de elementos arquitectónicos, de concepciones


planimétricas, de principios sobre las proporciones y los sistemas de construcción. Sin embargo, la
arquitectura del Renacimiento no es una mera imitación de la que se desarrolló en la antigüedad.
Los arquitectos, teniendo en cuenta los viejos modelos, los transforman a la luz de un ideal
estético que les es propio.

En el lenguaje artístico Florencia sufrió radicales transformaciones a partir  del siglo XV por obra de
unos cuantos artistas, cuyo número y calidad resultan sobresalientes en la Historia del Arte. En el
primer tercio del siglo el arquitecto Brunelleschi, el escultor Donatello y el
pintor Masaccio desplegaron una actividad que sirvió de base y punto de partida para ulteriores
desarrollos en Florencia y en otras ciudades de Italia a partir del segundo tercio del siglo y para la
progresiva difusión e implantación del nuevo estilo en el resto de Europa occidental, con los
naturales matices e incluso importantes diferencias por razones geográficas y cronológicas. En sus
inicios, el arte que denominamos renacentista tuvo como característica común su preocupación
por el hombre, entendido como ser individual y libre, y por el espacio que le rodea.
En el siglo XV aparece una nueva concepción arquitectónica que subsiste aún en nuestros días. A
diferencia de los constructores de los períodos románico y gótico, el arquitecto del Renacimiento
no sale de entre los albañiles y escultores.

Es un hombre de formación más teórica que práctica; a menudo, proviene de otras ramas del arte,
y sólo se consagra a la arquitectura de tiempo en tiempo. Él dibuja los planos del edificio y, en la
mayoría de los casos, encarga a otros la realización de los mismos. Ello explica que el aporte del
Renacimiento sea no de orden constructivo, como en el románico y el gótico, sino puramente
estético. Si apartamos la común derivación de la arquitectura clásica, las creaciones del
Renacimiento se presentan bajo tantos aspectos como, arquitectos han trabajado en ellas.

Este fenómeno se explica por la preparación misma del arquitecto de este período, quien, en
razón de su cultura, no podía limitarse a reconstruir un modelo ya existente, sino que aspiraba a
distinguirse imponiendo a su obra el sello de su personalidad.

Desde el punto de vista del estilo, conviene dividir el Renacimiento italiano en dos períodos bien
distintos: en el primero, que comprende todas las manifestaciones arquitectónicas del siglo XV, los
elementos clásicos son interpretados con una armonía, simplicidad y elegancia que no se repetirán
en el segundo, es decir, el que corresponde al siglo XVI, durante el cual la arquitectura buscará
efectos monumentales y espectaculares.

Durante el siglo XV predomina y se difunde por toda Italia la tendencia marcada por los artistas
florentinos; éstos siguen las enseñanzas de Felipe Brunelleschi y León Bautista Alberti. En el curso
del siglo XVI, las directivas estéticas serán impartidas por los arquitectos de Roma.
La cúpula de Santa María de las Flores es un milagro de la arquitectura, pues el equilibrio de esta
obra gigantesca es obtenido sin ninguna armazón, gracias al simple y perfecto enlace de los dos
casquetes. El proyecto inicial es obra de Lorenzo Ghiberti y de Felipe Brunelleschi, pero es a este
último a quien corresponde él mérito de la realización.

El siglo XV se inaugura con los trabajos del artista y escultor Brunelleschi (1377-1446). Si la
prodigiosa cúpula de Santa María de las Flores, inspirada en la cúpula clásica del Panteón, nos lo
revela aún entusiasmado con el verticalismo gótico, sus obras ulteriores prueban, de manera
incontestable, que su nueva modalidad es típicamente latina. A la cúpula florentina sucede
la iglesia de San Lorenzo, con una nave techada y las naves laterales terminadas en crucero.
Iglesia de Santa María de Novella en Florencia

Leon Battista Alberti (1404-1472), arquitecto y escritor italiano, fue el primer teórico del arte del
renacimiento, y uno de los primeros en emplear los órdenes clásicos de la arquitectura
romana.Alberti nació en Génova el 14 de febrero de 1404. Hijo de un noble florentino, recibió una
educación acorde con su clase social, primero en la escuela de Barsizia (Padua) y luego en la
Universidad de Bolonia. Allí estudió griego, matemáticas y ciencias naturales. Como poeta, filósofo
y organista —uno de los mejores de su tiempo— ejerció una gran influencia entre sus
contemporáneos. En 1432 fue nombrado secretario del papa Eugenio IV.

Vienen luego, en orden cronológico, la Sagrestiú vecchia, que responde a un plano cuadrado con
teche en cúpula, y la galería del Hospital de los Inocentes, financiada por los tejedores de seda. Sin
embargo, es en la capilla de los Pazzi donde Brunelleschi revela más claramente el sentido de la
medida, de la armonía y de las proporciones.

En la iglesia del Espíritu Santo, comenzada por el arquitecto en 1436 y terminada después de su
muerte, el sentido más desarrollado de la profundidad y del espacio hace presentir la arquitectura
del siglo XVI, En las dos iglesias florentinas que acabamos de mencionar, señalaremos la
acentuación del eje longitudinal del edificio que vuelve al plano tradicional de la basílica paleo-
cristiana, y el aligeramiento de las arcadas, mucho más esbeltas que las del medievo italiano.
Florencia: El palacio Rucellai fue edificado entre 1447 y 1451 por Bernardo Rossellino, sobre un
proyecto de León Bautista Alberti. Este edificio, en el cual se notará la admirable fusión de
elementos clásicos con elementos de la más pura tradición medieval y el resurgimiento de los
órdenes superpuestos (ventanas con dintel, que comprenden al mismo tiempo un almohadillado
liso y de doble cristal), volverá a ser tomado como modelo por los arquitectos del siglo XV.

Esto último pudo lograrse gracias a la inserción de arcos entre el capitel y el pie derecho (pilar que
soporta el arco o el dintel). La misma luminosidad y la misma elegancia aparecen en la capilla de
los Pazzi, donde el arquitecto ha repetido con ciertas modificaciones el motivo del pronaos griego.

Entre las construcciones civiles del Renacimiento se admira el espléndido palacio Pitti, diseñado
por Brunelleschi y realizado por varios arquitectos, entre los cuales citaremos a Lucas Fancelli
(siglo XV) y Bartolomé Ammannati (siglo XVI). La simplicidad de las líneas y la sobriedad de los
ornamentos contribuyen a dar al edificio mayor majestuosidad y armonía.
Palacio Pitti, diseñado por Brunelleschi

Los trabajos arquitectónicos de León Bautista Alberti revelan menos elegancia y ligereza; se
caracterizan por una mayor amplitud, que los emparenta con las construcciones grecorromanas.
La figura de este artista aparece como el ideal vivo del arquitecto de la época. Alberti (1404-1472),
es antes que nada, un teórico de la arquitectura.

Florencia: Hospital de los Inocentes. Es una de las primeras realizaciones de Brunelleschi; en ella se
admira la armonía de las proporciones, característica de los comienzos del Renacimiento
florentino. Son fácilmente observables los elementos clásicos (columnas griegas, arco romano, el
cornisamento acentuado por el frontón y la orla).

Se conocen sus tratados De la Escultura, De la Pintura y De la Arquitectura, en los cuales expresa


su deseo de retornar al arte clásico, pero con un nuevo espíritu; cuando se le encomienda la
ejecución de los planos de los edificios, no es él quien se ocupa de su realización: el arquitecto
confía el diseño de los mismos a sus alumnos: Mateo de Pasti, Bernardo Rossellino, Pier de
Gennari, Mateo Nuzio y Lucas Fancelli.

Además del templo Malatestiano en Rímini, el proyecto de cuya fachada (que no ha sido
ejecutada) se conserva en una medalla grabada por Mateo de Pasti, Alberti nos ha dejado: el
palacio Rucellai en Florencia, la iglesia de San Andrés de Mantua, en cuyas paredes laterales se
abren numerosas capillas que confieren a la construcción la magnificencia de los edificios
romanos; también merece mencionarse la restauración de la fachada de Santa María la Nueva en
Florencia.

En el siglo XV, en Venecia, los elementos góticos sufrieron grandes transformaciones, tal como
puede verse en la iglesia de los Milagros, obra de Antonio Rizzo y de Pedro Lombardo; allí la
simplicidad del Renacimiento toscano ha sido realzada por las marqueterías de mármol y los
rosetones.

Luciano Laurana fue otro de los grandes arquitectos del siglo XV; nació en Zara y murió en Pésaro.
No se tiene lamentablemente una información precisa en cuanto a la ciudad donde recibió su
formación artística. Se sabe solamente que entre 1460 y 1470 permaneció en Urbino, donde
ejercía su actividad en el palacio Ducal, y que en 1468, Federico II de Montefeltro lo nombró
arquitecto en jefe de su corte.
El nuevo estilo arquitectónico se difunde en Toscana y en el centro y norte de Italia, gracias a los
arquitectos toscanos, que inspirándose en las obras de Brunelleschi y Alberti, realizaron trabajos
llenos de originalidad.

Michelozzo Michelozzi, joyero y grabador (1396-1472), edifica en Florencia el convento de San


Marcos y el palacio Médicis Riccardi, y en la campiña toscana las casas de Cafaggiolo y de Careggi,
que lo enfrentan con el problema de las construcciones privadas; el arquitecto lo resuelve
inspirándose en las moradas medievales.

En Milán, donde trabaja hacia 1462, construye la capilla Portinari de San Eustaquio y el palacio del
Banco Mediceano, cuyo portón se conserva en el museo del castillo de esa ciudad.

Pocos son los ejemplares de la arquitectura del siglo XV en Roma. Citaremos la iglesia de Santa
María del Pueblo, construida por Baccio Pontelli y M. del Caprina e inspirada en la obra de
Brunelleschi y de Alberti.

El palacio Strozzi y el pórtico de la iglesia de Santa María de la Gracia en Arezzo, obras realizadas
en Florencia por Benedicto da Maiano, nos muestran la original interpretación de los cánones
entonces vigentes, y cuya aplicación en las proporciones caracteriza todas las manifestaciones del
siglo XV, expresándose por una tendencia hacia lo monumental.

Citaremos también a Giuliano da Maiano, Giuliano da Sangallo, Antonio da Sangallo (conocido


principalmente por sus construcciones militares), Agostino di Duccio (cuya habilidad de decorador
se pone de manifiesto en el oratorio de San Bernardino en Perusa), Bernardo Rossellino,
arquitecto, escultor y,  urbanista, a quien el papa Pío II confió la tarea de transformar su ciudad
natal en una ciudad artística modelo.
En el norte de Italia, donde subsistía la tradición románico-gótica, los arquitectos modifican las
enseñanzas del arte florentino, multiplicando los elementos decorativos.

SOBRE LOS ALGUNOS ARQUITECTOS

Filippo Brunelleschi
(1377-1446)
Las piezas realizadas por los escultores Ghiberti y Brunelleschi en el concurso de 1401 para la
segunda puerta de bronce del Baptisterio de Florencia muestran la distancia entre la estética
formalista del primero y la preocupación del segundo por el trasfondo humano de la escena
representada. Tras negarse a colaborar en esta obra con su contrincante, Brunelleschi viajó a
Roma y allí, en contacto con los monumentos antiguos, se encaminó a la práctica arquitectónica.

Su primera obra, la gran cúpula de la catedral de Florencia, que supuso la resolución de complejos
problemas técnicos, se convirtió en un símbolo de la primacía de la ciudad y de su entronque
histórico con la antigua Roma. Desde entonces, Brunelleschi mostró una clara concepción del
arquitecto moderno distinguiendo proyecto intelectual y ejecución material, facetas que se
confundían en el maestro de cantería medieval.

En el Hospicio florentino (iniciado en 1419) se observa ya el dominio de las proporciones que


caracterizaría toda su obra frente a la infinitud gótica. La aplicación de un módulo explica la
precisa geometría de San Lorenzo, mientras en la capilla Pazzi alcanza un punto culminante en el
ritmo medido y contrastado de los elementos arquitectónicos resaltados en piedra gris sobre el
muro blanco. Su última obra -la iglesia del Espíritu Santo- presenta un espacio unificado, pues las
capillas rodean por completo el templo y sus arcos de entrada son de proporción idéntica a los que
separan las naves: la visión es unitaria y el hombre resulta centro del edificio.

Vignola
(1507-1573)
Pocos edificios han alcanzado la repercusión que tuvo en Europa occidental la iglesia de la
Compañía de Jesús en Roma -el Gesú- comenzada en 1568 por Jacopo Barozzi llamado Vignola.
Siguiendo ideas de Alberti en San Andrés de Mantua, Vignola relaciona una nave longitudinal
cubierta con gran bóveda de cañón con la planta central de gran crucero; las capillas laterales, sin
embargo, se ven reducidas a pequeños nichos enfrentados a la nave.

Similar contraste manierista se produce en la iluminación del templo desde la luz tamizada de la
nave, que proviene de las capillas laterales, a la mayor oscuridad del tramo que antecede al
crucero y, finalmente, a la explosión luminosa del espacio bajo la cúpula.

La fachada, concebida por el mismo Vignola apoyándose también en concepciones albertianas,


permitía trasponer la distinta altura de las naves sin romper la proporción y el orden clásicos
mediante un cuerpo superior con frontón y aletones de unión con el frente inferior. La
arquitectura del interior y de la fachada, aunque manierista, contenía en sí misma posibilidades de
unificación y dinamismo barrocas -por ejemplo: desarrollo continuo del entablamiento o
valoración de la luz-que explican su difusión como iglesia contrarreformista a lo largo de los siglos
siguientes.

Juan de Herrera
(hacia 1530-1597)
Como Vignola se identifica con el Gesú, Herrera se recuerda sobre todo por su intervención en el
monasterio de El Escorial, aunque proyectó, entre otros, edificios de tanta trascendencia como la
catedral de Valladolid en 1585. Comenzó a trabajar en El Escorial en 1563 bajo la dirección de Juan
Bautista, y desde 1572 dirigió la obra escurialense de modo definitivo hasta su conclusión en 1584,
mostrando una visión práctica y una habilidad para combinar e interpretar ideas y pareceres
variados poco comunes.

Sus conocimientos humanistas y de ciencias ocultas, así como su admiración por Ramón Llull le
llevaron a reforzar la concepción de El Escorial como templo de Salomón y también como imagen
de la Iglesia. Formalmente acentuó su manierismo elevando la fachada principal y construyendo
una portada sin trasfondo, encerrando un patio ante la iglesia y utilizando en ésta un lenguaje de
obsesionante e intelectualizada geometría, en extremo pura y simple dentro de su difícil
hermetismo.

Fuente Consultada:
LO SE TODO Tomo II Editorial CODEX Arquitectura del Renacimiento
Maestros del Arte Editorial SALVAT Cuadernillo de Aula Abierta N°5

También podría gustarte