Catalina Lopez, Sofía Ormazábal y Juan José Zenteno.-
En primera instancia, Bartra asume el problema de la desigualdad desde una
perspectiva feminista entendiendo que existe una realidad que es transversal a las vivencias de las mujeres en tanto se consolidan como un sector marginado. Consecuentemente, el campo artístico académico, al tener la hegemonía para seleccionar las temáticas que desea o no abordar, asume un desinterés por la trama femenina y la traslada a lo que se considera como arte popular, dimensiones que se vinculan dada su condición de poca importancia para la academia. A ratos, ocurre lo mismo con otro tipo de producciones, tales como la artesanía, la fotografía y la literatura, donde se ve una superposición de la labor masculina que termina por levantar solo a hombres como artistas merecedores del título de grandes maestros. En segunda instancia, Bourdieu utiliza dos conceptos claves de su teoría: campo y habitus. El campo sería entendido como un sistema de posiciones y de sus relaciones objetivas y a su vez es inseparable de una dimensión histórica que deviene inexorablemente a una distribución del capital que mueve este campo y con ello las fuerzas del poder. El habitus, por otro lado, es la “estructura estructurada” del sujeto: la segunda naturaleza social. A raíz de estas dos nociones nos explica cómo la idea de la “genialidad” artística, la mirada, entre otras, proceden de una mitificación dada dentro del mismo campo del arte, es decir, donde se dan una serie de relaciones objetivas, sistemas de posiciones y de prácticas en una determinada temporalidad. Por lo tanto, lo que entendemos, miramos y situamos como arte se comprende desde este campo que las personas que no son parte de él, las que no entienden sus estructuras, historia, conexiones y relaciones objetivas. En este sentido, el sociólogo concluye que el arte no es una expresión pura de creación como se quiere entender, sino más bien su producción y su cabida en el espacio artístico está siempre dentro de la dialéctica entre el habitus y el campo. Debe ser entendido como arte dentro de su juego para que esto suceda, lo que pudiera discriminar como no arte a diversas manifestaciones no hegemónicas, como a su vez asumir como arte a otras manifestaciones que no lo eran en su momento.