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ERlC J.

HOBSBAWM
ARIEL HISTORIA

INDUSTRIA E IMPERIO

Una historia económica


de Gran Bretaña desde 1750

EDITORIAL ARIEL, S. A.
BARCELONA
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i Para Mar/ene
1

Título original:
Industry and empire
1750
An Economic History of Britain since
ndsworth (Midd.)
Penguin Books Ltd.,.Harmo
Nico lson , Londres
Weidenfeld and

Traducción de
GoNZALO PoNTóN

3. a edición: septiembre 1988

© 1968: E. J. Hobsbawm

ión en castellano
Derechos exclusivos de edic
reservados para todo el mun
do

y propiedad de la traducció
n:

© 1977 y1988: Editorial Ariel, S. A.


Córcega, 270 - 0800 8 Barc
elona

ISBNo 84-344-6520-5

Depósito legal: B. 32.423


- 1988

Impreso en España

1988.
E, S. A.
Talleres Gráficos HUROP
Recaredo, 2 - 08005
-
Barc elon a

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mecánico, óptico, de graba
EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 35

Eso no significa que partiera de cero, o que no puedan hallarse en ella


fases primitivas de rápido desarrollo industrial y tecnológico. Sin em­
bargo, ninguna de ellas inició la_característica fase moderna de la his­
toria, el crecimiento económico aut()�?-��e�ido por medio de una cons­
tante revol1lci.§11tecnológica y transformación social. Al ser la prime- )
ra, es también por ello distinta en importantes aspectos a las revolucio­
nes industriales subsiguientes. No puede explicarse básicamente, ni en
cierta medida, en términos de factores externos tales como, por ejem·
j
Capítulo 2 plo, la ill1itación de t�cnicasrná_s avanzadas,Ta importación de capital
o el impacto de una _ economía mundial ya indusiñal.izanií. Las revolu­
ciones industriales que sisWeron Pll..di��()n utilizar la eJ{E_ll_cia, el
1
__

EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL


ejemplo y los recursos britanicos. Gran Bretaña sólo pudo aprovechar
las de los otros países en proporción mucho menor y muy limitada. Al'
Afrontar el origen de la Revolución �dustrial �o es tarea f� · �
J
mismo tiempo, como hemos visto, la Revolución industrial inglesa fu�
pero la dificultad aumentará si no consegwmos clarificar la cuestm
n. prece�ida por lo menos por doscientos años de const�nte de�arrollo
Empecemos, por tanto, con una aclaración previa . econ()mtco ·'l"" edio sus cnruentos. A---aiferencta deJa Rusia del si-

-J1
·

- Primero: La Revolución industrial no es simplemente una acelera­ glo XIX o -XX, Inglaterra entropreparada en la industrialización.
ción del crecimiento económico, sino una acelera?ón - � ��-- - �-�9-��ll;tO _ Sin embargo, la Revolución industrial no puede explicarse sólo en
.Osi
determinada y conseguida por la transformaCIOn-.ec�nórni�U'Y. _al. términos puramente británicos, ya que Inglaterra formaba parte de
n en los medio s
A Iosprhneros estualosos, que concentraron su atenció una economía más amplia, que podemos llamar "economía europea" o
n s, el siste a fa­
de producción cualitativamente nuevos -las máqui � � "economía mundial de los.. estados marítimos europeos". Formaba
bril, etc.- no les engañó su instinto, aun�ue. en �cas10nes �e deJaron pa� �--d��-una red más extensa de relaciones
- - económicas que incluía va­
llevar por él sin rigor crítico. No fue Btrmmgham !ll'a.cmdad que • . riA�.-�_f?_�aS�'';¡-VaOiid as�·-.---algunas· de-las·- cuales�erati tamruen-iOlla5- de ---­
- _
producía mucho más en !85O que en .175O, aunque esenct;lment
e se­ potencial iflcfustihillZ:iCiOn o que aspiraban a ella, áreas de "economía
gún el sistema antiguo, la que hizo hablar aJos contem poran � os d e re­ dependiente", así como e�nomías extranjeras marginales no relacio­
que produe ta mas, de
volución industrial, sino Manchester, una cm dad nadas sustancialmente con Europa. Estas economías dependientes
sta
una forma más claramente revolucionaria. A fmes del siglo XVIne consistían, en parte, en colonias formales (como en las Américas) o en
o en una-eron:o m�ca p1ta' puntos de comercio y dominio (como en Oriente) y, en parte, en sec­
transformación económica y social se produj
ii;t��y-a -tr-�y§_��"-:ª� Como Sa�e·mos ahora: ,en .el sigl� xx, no es éste tores hasta cierto punto económicamente especializados en atender las
segwr la Revo_lucton mdus�nal, aunque �e demandas de las zonas "avanzadas" (como parte de Europa oriental).
el único camino que puede-
el primitivo y posiblemente el único practtcab_le en el stglo XVIII. !� L;' ­ El mundo,"avanzado" estaba ligado al dependiente por una cierta di­
dustrialización .capitalista.requi.er.!' en determ madas fo�as un anal �sts visión de la actividad económi�: de unci pa�te una �ona_ relativa�:p.ente
algodlstinto de la no capitalista, ya que _ debemos explicar �?r que
persecudón_<iel !Jen_diciopr}ya,<!<J �ondu ¡o a la ; ransfor m�eton
lógiéá; ya -que no es forzoso que deba su�edar as� de un �?do -�utom�
tecno­
la

­
urbanizada, de otra_zonas que producían y"exportaba' n abtl11dantes
prod)lctos agrícolas o materias primas. Estas rdaciories"{meden des-
cribirse como un sistema de intercambios -de comercio, de pagos in­
).
tico. No hay duda de que en otras cuestt? nes la mdus maliza ct ?n capt­ ternacionales, de transferencias de capitales, de migraciones, etc.-.
,
talista puede tratarse como un caso espectal �e un fenome�o m:" gene­ Desde hacía varios siglos, la "economía europea" había dado cla­
de
ral, pero no está claro hasta qué punto esto strve para el histonador ras muestras de expansión y desarrollo dinámico, aunque también ha­
la Revolución industrial británica. bía experimentado notables retrocesos o desvíos económicos, especial­
Segundo: La Revolución industrial fue la primera de la historia. mente entre los siglos XIV al xv y XVII.
36 INDUSTRIA E IMPERIO EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 37
No obstante, es importante advertir que esta economía europea
tendía también a escindirse, por lo menos desde el siglo XIV, en unida­
dientemente, sino sólo dentro de una determinada estructura econó

ca, social e institucion ·· Esto es válido incluso para el más poderoso
mi- ¡
:
des político-económicas .independientes y concurrentes ("estados" te­ de estos factores, un fad acceso al mar o a ríos navegables, es decir,
rritoriales) como Gran Bretaña y Francia, cada uno con su propia es­ para la forma de transporte más barata y más práctica de la era prein
­
tructura económica y social, y que contenía en sí misma zonas y secta-
\ res adelantados y atrasados o dependientes.\Hacia el siglo XVI era to­
'¡ talmente claro que si la Revolución industri';;l había de producirse en
algún ll!Sar, debía serlo en alguno que formara parte de la economía
dustnal (y en el caso de productos en gran cantidad la única realm
económic�)- Es casi inconcebible que una zona totalmente cerrada por
_
uerra �
�udtera enca ezar la Revolución industrial moderna; aunque ta­
les �egwnes son mas escas s de lo que uno piensa. Sin embargo,
ente
\
� aun
europea:{Por qué esto era así no es cosa que vayamos a analizar ahora, aqmlos factores no geograficos no deben ser descuidados: las
Hébri­
ya que la cuestión corresponde a una etapa anterior a la que trata este das, por ejemplo, tienen más accesos al mar que la mayor parte
del
libro. Sin embargo, no era evidente cuál de las unidades concurrentes Yorkshire.
había de ser la primera en industrializarse. El problema sobre los orí­ El problema de la población es algo distinto, ya que sus

l genes de la Revolución industrial que aquí esencialmente nos concier-


ne es por qué fue Gran Bretaña la que se convirtió en el primer "taller
del mundo". Una segunda cuestión relacionada con la anterior es por
.
nuent:>S pueden ex�licarse por factores exógenos, por los camb
expenmenta la soctedad humana, o por una combinació
Nos detendremos en él algo más adelante. Por ahora nos
movi­
ios que
n de ambos.
contentare­
qué este hecho ocurrió hacia fines.del siglo XVIII y no antes o después. mos con observar que hoy en día los historiadores no defien
. . den sus­
Antes de estudiar la respuesta (que sigue siendo tema de polémi­ tanctalmente las �plicaciones puramente exógenas que
tampoco se
aceptan en este libro.

cas y fuente de incertidumbre), tal vez sea útil eliminar cierto_núm�ro
de explicacio_119-'U'�g¡_¡;t��on!�que han si�_l1abitual!S duran­ ambién debe� rech ars las expl!cacion de la Revolución
�: ? (
� , _ �. in-
t�ag ,.r _()_ tie�p()_y_gue to dustnal que la renuten a accrdentes hiSton
�.!.����ei[éñ_A<: vez en cuando ..
Muchas Je ellas aportan más mterrogantes que soluciones. ?
los �a�des escubrimientos de los siglos xv y XVI no explic
.
cos . El simple hecho de
an la in­
Esto es cierto, sobre todo, de las teorías que tratan de explicar la dustnalizacton, como tampoco la "revolución científica" del siglo
Revolución industrial en términos de clima, geografía, cambio biológi­ XVI. 2 Tampoco p ede explicar por qué la
� Revolución industrial tuvo f
co en la población u otros factores exógenos. Si, como se ha dicho, el lugar a fines del Slglo XVIII y no, pongamos por caso, a fines
del XVII ·
estímulo para la revolución procedía digamos que del excepcional lar­ cua?do ta�to el conocimien o europeo del mundo externo
. : y la tecno­
go período de buenas cosechas que tuvo lugar a principios del siglo logt� Cl��tífica eran potencialmente adecuados para el tipo
, de indus­
XVIli, entonces tendríamos que explicar por qué otros períodos simila­ tnalizacwn que habia de desarrollarse más tarde. Tampoco
res anteriores a esta fecha (períodos que se sucedieron de vez en .cuan­ �
c:rse re�pons� le � la refo
�� P�?testan:e ya fuera directamente 0 por
puede ha­
do en la historia) no tuvieron consecuencias semejantes. Si han de ser VIa de cierto espm_ tu capitalista espectal
u otro cambio en la actitud
las grandes reservas de carbón de Gran Bretaña las que expliquen su económica inducido por el protestantismo; ni tampoco
por qué tuvo
prioridad, entonces bien podemos preguntarnos por qué sus .recursos lugar �n Inglaterra y no en Francia. La Reforma prote
. stante tuvo lu- ·¡
?s antes que la �e�olución industrial. De ningún
naturales, comparativamente escasos, de otras materias primas indus­ gar mas de dos sigl
triales, por ejemplo, mineral de hierro) no la dificultaron otro tanto o, modo t?dos los paiSes que s convtrtieron al protestanti
� ?,
luego pwneros e esa evolucron y -p r poner un ejemp
smo fueron 1

alternativamente, por qué las extensas carboneras silesianas no produ­ ; � lo fácil- las )
jeron un despegue industrial igualmente precoz. Si el clima húmedo zona� e los Patses Ba¡os que permanecreron católicas (Bélgica)
se in­
/ del Lancashire hubiera de explicar la concentración de la industria al- dustnaliZaron antes que las que se hicieron protestante
s (Holanda).l
godonera, entonces deberíamos preguntarnos por qué las otras zonas Finalmente, tambié� deben recll a,za�s�_!()�:l<::t:_()res_ puram
, . s En la se
� �� � ente po­
igualmente húmedas de las islas británicas no consiguieron o provoca­
ron tal concentración. Y así sucesivamente. Los factores climáticos, la t��� 0
. � a 111l�a ers
_
. , s de Eurol'a c¡u�n'r md ustri ali
l si _o �VII I práctic am,-ent-e todos-los go-
....earse, per<J solo Jo q)nsiguiJ. :-er
Í geografía, la distribución de los recursos naturales no actúan indepen- bntam, c():Por el contrano, los gobiernos británicos desde
1660 �
38 INDUSTRIA E IMPERIO EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 39
adelante estuvieron firmemente comprometidos en polfticas que favo­ ciones eran relativa!Tlente_f�ci]�� Y �ar�tos, y,._'llle!lingún.p.llnto del
recían la persecución del beneficio por encima de cualesquiera otros §_distal!luclió!Tl�s a11á de los lJlQ.k_ll1deLmar, y aún menos de al­
objetivos, y sin embargo la Revolución industrial no apareció hasta gunos canales navegables. Los problemas tecnológicos de la primera
más de un siglo después. Revolución industrial fueron francamente sencillos. No requirieron
Rechazar estos factores como explicaciones simples, exclusivas o trabajadores con cualificaciones científicas especializadas, sino mera­
primarias no es, desde luego, negarles toda importancia. Sería una ne­ mente los hombres suficientes, de ilustración normal, que estuvieran
cedad. Simplemente lo que se quiere es establecer escalas de importan­ familiarizados con instrumentos mecánicos sencillos y el trabajo de los
cia relativas, y, de paso, clarificar algunos de los problemas de países metales, y poseyeran experiencia práctica y cierta dosis de iniciativa.
que inician hoy en día su industrialización, en tanto en cuanto puedan Los años posteriores a 1500 habían proporcionado ese grupo de
ser comparables. hombres. Muchas de las nuevas inversiones técnicas y establecimien­
Las principales condiciones previas para la industrialización ya es­ tos productivos podían arrancar económicamente a pequeña escala, e
taban presentes en la Inglaterra del XVIII o bien podían lograrse con irse engrosando progresivamente por adición sucesiva. Es decir, re­
facilidad. Atendiendo a las pautas que se aplican generalmente a los querían Eoca inversión inicial y su expansión podía financiarse con los
países hoy en día "subdesarrolla_dos'',I!lglaterra no lo esta_lJ_a, aunque beneficiosacUiñu:J¡¡aüs:··nlTesarrollo industrial estaba dentro de las
sí lo estaban determinadas zonas de Escocia y Gales y desde luego

r
capacidades de una multiplicidad de pequeños empresarios y artesanos
toda Irlanda. Los vínculos económicos, sociales e ideológicos que in­ cualificados tradicionales. Ningún país del siglo xx que emprenda la
movilizaron a la mayoría de las gentes preindustriales en situaciones y industrialización tiene, o puede tener, algo parecido a estas ventajas.

J
ocupaciones tradicionales ya eran débiles y podían ser desterrados con Esto no quiere decir que no surgieran obstáculos en el camino de
L
facilidad. Veamos un ejemplo fácil: hacia 1 75O es dudoso, tal como \\ la industrialización británica, sino sólo que fueron fáciles de superar a , 7
ya hemos visto, que se pudiera hablar con propiedad de un campesino causa de que ya existían las condiciones sociales y económicas funda- .¿_
propietario de la tierra en extensas zonas de Inglaterra, y es cierto que \mentales, porque el tipo de industrialización del siglo XVIII era compa­
ya no se podía hablar de agricultura de subsistencia4 ])_�_,,�L<JU_e_no fativ� m����--�<l:�ato y senci!!�·
- y porq_ue el país era lo suflcl�I?-temente
-
hubieran obstáculos insalvables para la transferencia M gentes ocupa-
__

rico y -_�orecien_t_e��o_ñio ·para que le afectaran ineficiencias que� podían



¡; da�--ñie���� res-__ñ·o··ltlaUstriare��maus��-ü�l-�s." -El Páf�� h;bk' a·cumu­
,,
,_ haber dado al traste con economías menos dispuestas. Quizá sólo una
laaó y est�ba arumuiándó Un excédenteio basiante amplio como para potencia industrial tan afortunada como Gran Bretaña podía aportar
permitir la necesaria inversión en un equipo no muy costoso, antes de aquella desconfianza en la lógica y la planificación (incluso la priva­
, los ferrocarriles, para la transformación económica. Buena parte de da), aquella fe en la capacidad de salirse con la suya tan característica
.,,este exce-dente-se concentraba en manos de quienes deseaban invertir

de los ingleses del siglo XIX. Y a veremos más adelante cómo se supera­
en el progreso económico, en tanto _que una cifra reducida pertenecía a ron algunos de los problemas de crecimiento. Ahora lo importante es
\\\ gentes deseosas de invertir sus recursos en otras instancias (económica­ advertir que nunca fueron reahnente graves.
\Z.mente menos deseables) como la mera ostentación. No exis�ó escasez El problema referido al origen de la Revolución industrial que
de capital ni en términos absolutos ni en términos relativos. El país no aquí nos concierne no es, por tanto, cómo se acumuló el material de la
era simplemente una economía de mercado -es decir, una economía en explosión económica, sino cómo se prendió la mecha; y podemos aña­
la que se compran y venden la mayoría de bienes y servicios-, sino dir, qué fue lo que evitó que la primera explosión abortara después del
que en muchos aspectos constituía un solo mercado nacional. Y ade-
1
impresionante estallido inicial. Pero ¿era en realidad necesario un me­
más poseía un extenso sector manufacturero altamente desarrollado y canismo especial? ¿No era inevitable que un periodo suficientemente
un aparato comercial todavía más desarrollado. largo de acumulación de material explosivo produjera, más pronto o
Es más: problemas que hoy son graves en los países subdesarro­ más tarde, de alguna manera, en alguna parte, la combustión espontá­
llados que tratan de industrializarse eran poco importantes en la Gran nea? Tal vez no. Sin embargo, los términos que hay que explicar son
Bretaña del xvm. Tal como hemos visto, el �nsporte y las.comunica- "de alguna manera" y "en alguna parte"; y ello tanto más cuanto que
LA REVOLUCIÓN
40 INDUSTRIA E IMPERIO
EL ORIGEN DE INDUSTRIAL 41
el modo en que una economía de empresa privada suscita la Revolu­ bricó también algo que hasta entonces no había existido: un amplio
ción industrial, plantea un buen número de acertijos. Sabemos que eso
número de clientes para un automóvil barato, de serie y sencillo. Por
ocurrió en determinadas partes del mundo; pero también sabemos que supuesto que su empresa ya no era tan descaradamente especulativa
fracasó en otras, y que incluso la Europa occidental necesitó largo
tiempo para llevar a cabo tal r?volución.
,.
El acertijo reside en las relac1 0nes entre la �b�enc1on �e1Jenefic10s
.
y las _i_�"�� ��-c:i� !:1�� te��� l?_&�s. Con frecuen�ia se ac�ta que � na e�o­
como parecía. Un siglo de industrialización había demostrado que la l
produ cción masiva de productos baratos puede multiplicar sus merca- /
dos, acostumbrar a la gente a comprar mejores artículos que sus pa­
l
- - - . dres y descubrir necesidades en las que sus padres ni siquiera habían
nomía de empresa privada tiene una tendencia automat1ca hacia la m­ soñado. La cuestión es que antes de la Revolución industrial, o en paí­
novación� -pero esto -- no es así. Sólo tiende hacia el beneficio. Revolu­ ses que aún no hubieran sido transformados por ella, Henry Ford no
cionará la fabricación tan sólo si se pueden conseguir con ello mayores habría sido un pionero económico, sino un chiflado condenado al
beneficios. Pero en las sociedades preindustriales éste apenas puede ser fracaso.
ehoáso: ·El mercado disponible y futuro -el mercado que determina lo ¿Cómo se presentaron en la Gran Bretaña del siglo xvm las con­
que--debe producir un negociante- consiste en los ricos, que piden ar­ diciones que condujeron a los hombres de negocios a revolucionar la
tículos de lujo en pequeñas cantidades, pero con un elevado margen producción? ¿Cómo se las apañaron los empresarios para prever no
de beneficio por cada venta, y en los pobres -si es que existen en la ya la modesta aunque sólida expansión de la demanda que podía ser
economía de mercado y no producen sus propios bienes de consumo a satisfecha del modo tradicional, o por medio de una pequeña exten­
nivel doméstico o local- quienes tienen poco dinero, no están acos­ sión y mejora de los viejos sistemas, sino la rápida e ilimitada expan­
tumbrados a las novedades y recelan de ellas, son reticentes a consu­ sión que la revolución requería? Una revolución pequeña, sencilla y
mir productos en serie e incluso pueden no estar concentrados en ciu­ barata, según nuestros patrones, pero no obstante una revolución, un
dades o no ser accesibles a los fabricantes nacionales. Y lo que es más, salto en la oscuridad. Hay dos escuelas de pensamiSI1W-�obg_ "�
no es probable que el mercado de masas crezca mucho más rápida­
mente que la tasa relativamente lenta de crecimiento de la poblaciÓn.
? -
. - � "
-
ruestión. n� �e �ll�s hace hin�pié sobre todo _ e�- el �ercad �n��-�!:!.) \
que era con-muCho la mayor salida p_aRlos__productos _ - aerpats;1a otra
Parecería más sensato vestir a las princesas con modelos ha ute couture
que especular con las opor;unidades de atraer a las hijas de los campe­
se fija en el mercado exterior o de exporta cio!t; que era mucho más di- j
námico y ampliable. La respuesta correcta es que probablemmte am­
sinos a la com_pra de mediaS de seda art1fic1al. El negociante sensato, bos eran esenciales de forma distinta, cqmo también lo era un tercer
si tenía elección, fabricaría relojes-joya carísimos para los aristócratas factor, con frecuencia descuidado: elgobiernQ .·' .

y no baratos relojes de pulsera, y cuanto más caro fuera el proceso de El mercado interior, amplio y en expansión, sólo podía crecer de
lanzar al mercado artículos baratos revolucionarios, tanto más dudaría cuatro -maneraslmp-ort·áirte·s-�tresaeras-·cuaresno-parectan ser exce -
en jugarse su dinero en él. Esto lo expresó admirablemente un millo­ cionalmente ráptdas. P"'O Ú a ei- crec1rmento- _e __ a p-o _ acwn, que
nario francés de mediados del siglo XIX, que actuaba en un país donde creára más consumidores (y, por supuesto, prodUctOres); una transfe­
las condiciones para el industrialismo moderno eran relativamente po­ rencia de las gentes que recibían ingresos no monetarios a..E:?:.�netarios .
bres: "Hay tres maneras de perder el dinero -decía el gran que creat:a-ffiás CliCntes; unlncrc:.ment9__ié-�-rep:ia�)erf4pjt.a, que crea- j
Rothschüd-, las mujeres, el juego y los ingenieros. Las dos pnmeras ra mejores clientes; y que_l()s_�rtí,culos pr()ducidos industri¡¡_ll11�nte -
son más agradables, pero la última es con mucho la más segura".' sustituyeran a las formas más anticuadaS'" de manufactura o a las im­
Nadie podía acusar a Rothschild de desconocer cuál era el mejor ca­ portaciones.
mino para conseguir los mayores beneficios. En un país no industri,ali- La cuestión de la población es tan importante, y en años recientes
·
zado no era por medio de la industria. ha estimulado tan gran cantidad de investigaciones, que debe ser bre­
La industrialización cambia todo esto permitiendo a la produc­ vemente analizada aquí. Plantea tres cuestiones de las cuales sólo la terce­
ción -dentro de ciertos límites- que amplíe sus propios mercados, ra atañe directamente al problema de la expansión del mácado, pero
cuando no crearlos. Cuando Henry Ford fabricó su modelo "T", fa- todas son importantes para el problema más general del desarrollo
42 INDUSTRIA E IMPERIO EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 43

económico y social británico. Estas cuestiones son: 1 ) ¿Q�2-_l!cedió � mejoras ambientales. (Ya que uno de los pocos hechos que sabemos con
la población británica y por qué? 2) ¿Qué efecto tuvieron estos cam­ algúna certeza es que la caída de los índices de mortalidad se debió a
bios de población en la economía? 3) ¿ Quó efecto tuvieron en la es­ que morían menos lactantes, niños y quizás adultos jóvenes antes que
tructura del pueblo británico? a una prolongación real de la vida más allá del cómputo bíblico de se­
Apenas si existen cómputos fiables de la población británica antes tenta años,8 tales disminuciones pudieron acarrear un aumento en el
de 1 840, cuando se introdujo el registro público de nacimientos índice de nacimientos. Por ejemplo, si morían menos mujeres antes de
y muertes, pero no hay grandes dudas sobre su movimiento ge­ los treinta años, la mayoría de ellas es probable que tuvieran los hijos
neral. Entre finales del siglo XVII, cuando Inglaterra ·y Gales con­ que podían esperar entre los treinta años y la menopausia.)
taban con unos cinco millones y cuarto de habitantes, y mediados Como de costumbre, no podemos_ responder a estas cuestiones
del siglo XVIII, la población creció muy lentamente y en ocasion's con certeza. Parece claro que la gente tenía mucho más en cuenta los i
puede haberse estabilizado o incluso llegado a declinar. Después de factores económicos al casarse y al tener hijos de lo que se ha supuesto
la década de l 7 40 se elevó sustancialmente y a partir de la década algunas veces, y que determinados cambios sociales (por ejemplo, el
de l 77 O lo hizo con gran rapidez para las cifras de la época, aunque hecho de que cada-·vez los obreros vivieron menos en casas pertene­
no para. las nuestras6 Se duplicó en cosa de 5O o 60 años después de cientes a sus patronos) puedan haber alentado o incluso requerido fa­
l 7 80, y lo hizo de nuevo durante los 60 años que van desde 1 841 a milias más precoces y, tal vez, más numerosas. Es también claro que
l 90 l, aunque de hecho tanto las tasas de nacimiento como las de una· economía familiar que tan sólo podía ser · compensada por el tra- r---�
··· � muerte comenzaron a caer rápidamente desde la década de 1 870. Sin bajo de todos sus miembros, y formas de producción que empleaban \
embargo, estas cifras globales esconden variaciones muy sustanciales, trabajo infantil estimulaban también el crecimiento de� la población. )
tanto cronológicas como regionales. Así, por ejemplo, mientras que en Los-· cOntemporáneos opinaban que ésta respondía a los cambios en la
la primera del siglo XVIII, e incluso hasta l 7 80, la zona de Londres demanda de tr:bajo, y es probable que la tasa de nacimient<>s��men-
ti
hubiera quedado despoblada a no ser por la masiva imigración de gen­ ta¿:a entre las decad<l�s_<le l]'IQ_y l 7 80, aunque no debe haberse mere-· i
tes del campo, el futuro centro de la industrialización, el noroeste y las meniiela·aé"!ofmá significativa a partir de esta fecha. Por lo que hace
Midlands orientales ya estaban aumentando rápidamente. Después a la mortalidad, los adelantos médicos casi no desempeñaron ningúni
del inicio real de la Revolución industrial, las tasas de crecimiento na­ papel iíñport:iñte en su reducción (excepto quizás por lo que hace a la
tural de las regiones principales (aunque no de migración) tendieron a· vacuna antivariólica) hasta promediado el siglo XIX, por lo que sus
hacerse similares, excepto por lo qu-e respecta al insano cinrurón londi­ cambios se deberán, sobre todo, a cambios económicos, sociales o -¡
nense. ambientales. Pero hasta muy avanzado el siglo xrx no parece que hu­

]
Estos movimientos no se vieron afectados, antes del siglo xrx, por biera disminuido sensiblemente. Hoy por hoy no podernos ir mucho
la migración internacional, ni siquiera por la irlandesa. ¿Se debieron a más allá de semejantes generalizaciones sin entrar en una batalla aca-
variaciones en el índice de nacimientos o de mortalidad? Y si es así envuelta en la polvareda de la polémica erudita.
¿cuáles fueron las causas? Estas cuestiones, de gran interés, son in­ ¿Cuáles fueron los efectos económicos de estos cambios? Más
mensamente complicadas aun sin contar con que las informaciones que gente slJie!e decit·_!llis_tr,.bajo y más barato, y con frecuencia se supo­
poseemos al respecto son muy deficientes. 7 Nos preocupan aquí tan ne �ue esto es .::����-�í�-���p��ra� d 9:_�·��iiiie�to-<CO'i1?�-en�tslst�ma
.
sólo en cuanto que pueden arrojar luz sobre la cuestión. En qué grado !2'P�!"li.S1:�: Pero por lo' que podemos ver hoy en día en muchos países
el aumento de población fue causa, o consecuencia, de factores econó- subdesarrollados, esto no es así. Lo que sucederá simplemente es el ha­

J
micos; esto es, h asta qué punto la gente se casó o concibió hijos ma' s cinamiento y el estancamiento, o quizás una catástrofe, romo sucedió
en Irlanda y en las Highlands escocesas a principios del siglo XIX (ver
pronto, porque tuvo· mejores oportunidades de conseguir un trozo . de


. .. . . o bien -como se ha dicho� por la mfra, p. 28 7). La mano de obra barata puede retardar la industrializa­
tierra para cultivar, o un empleo,
. . ··
1 demanda de . .
trabajo infantil. Hasta qué punto declinó su mortalidad ción. Si en la Inglaterra del siglo XVIII una fuerza de trabajo cada ve
1 porque estaban mejor alimentados o con más regularidad, o a causa de
mayor coadyuvó al desarrollo fue porque la economía ya era dinámi-
t J
EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 45
1
44 INDUSTRIA E IMPERIO

j ca, no porque alguna extraña inyección demográfica la hubiera hecho duda de que e l impulso para realizarlas provino del mercado interior,
� asi. La población creció rápidamente por toda la Europa septentrio­ y de modo muy especial de la creciente_ demanda urbana de alimentos
nal, pero la industrialización no tuvo lugar en todas partes. Además, y combustible. Los productores de artículos domésticos que vivían en
más gente significa más consumidores y se sostiene firmament� gue zonas alejadas del mar en las Midlands occidentales (alfareros de Staf­
esto proporciona un estímulo tanto para la agricultura (y'l que hayque fordshire, o los que elaboraban utensilios metálicos en la región de
alimeri.ú.f a esa gente) cómo para ·las manufacturas. Birmingham) presionaban en busca de un transporte más barato. La
Sin embargo, la población británica creció muy gradualmente en diferencia en los costos del transporte era tan brutal que las mayores
el siglo anterior a 17 50, y su rápido aumento coincidió con la Revolu­ inversiones eran perfectamente rentables. El costo por tonelada entre
ción industrial, pero (excepto en unos pocos lugares) no la precedió. Si Liverpool y Manchester o Birmingham se veía reducido en un 80 por
Gran Bretaña hubiera sido un país menos desarrollado, podían haber­ ciento recurriendo a los canales.
se realizado súbitas y amplias transferencias de gente digamos que des­ Las industrias alimenticias compitieron con las textiles como
de una economía de subsistencia a una economía monetaria, o de la avanzadas de la industrialización de empresa privada, ya que existía
l manufactura doméstica y artesana a la industria. Pero, como hemos para ambas un amplio mercado (por lo menos en las ciudades) que no
f;_ visto, el país era ya una economía de mercado con un amplio y ere­ esperaba más que ser explotado._ El comerciante -me.uos imaginativo l
- ciente sector manufacturero. Los ingresos medios de los ingleses au- podía darse cuenta de que todo el mundo; poi pobre que fuese, comía, J
mentaron sustancialmente en la primera mitad del siglo xvm, gracias bebía y se vestía. La demanda de alimentos y bebidas manufacturados
sobre todo a una población que se estancaba y a la falta de traba­ era más limitada que la de tejidos, excepción hecha de productos /
jadores. La gente estaba en mejor posición y podía comprar más; como harina, y bebidas alcohólicas, que sólo se preparan doméstica­
además en, esta época es probable que hubiera un pequeño porcen­ mente en economías primitivas, pero, por otra parte, los productos _ali­
taje de niños (que orientaban los gastos de los padres pobres hacia rnent�cios eran mucho más inmunes a la c�mpetenci;:t _ exterior que los
la compra de artículos indispensables) y una proporción más amplia tejidos. Por lo tanto, su industrialización tiende a desempeñar un pa­
de jóvenes adultos pertenecientes a familias reducidas (con ingresos pel má�imp()rtante en los_ _J'a{s_es atr_'l?_:\o�--'Jl1;'_ :tl l_<>s a delantados. Sin
_ _ _
para ahorrar). Es muy probable que en este período muchos ingle­ embargo, los molinos hanneros YJ.as industnas cerveceras Ii.leron im­
ses aprendieran a "cultivar nuevas necesidades y establecer nuevos portantes pioneros de la revolución tecnológica en Gran Bretaña, aun­
niveles de expectación",' y por lo que parece, hacia 17 50 comen­ que atrajesen menos la atención que los productos textiles porque no
zaron a dedicar su productividad extra a un mayor número de bie­ transformaban tanto la economía circundante pese a su apariencia de
nes de consumo que al ocio. Este incremento se asemeja más a las gigantescos monumentos de la modernidad, como las cervecerías
aguas de un plácido río que a los rápidos saltos de una catarata. Guinness en Dublín y los celebrados molinos de vapor Albion (que
Explica por qué se reconstruyeron tantas ciudades inglesas (sin tanto impresionaron al poeta William Blake) en Londres. Cuanto ma­
revolución tecnológica alguna) con la elegancia rural de la arquitectu­ yor fuera la ciudad (y Londres era con mucho la mayor de la Europa
ra clásica, pero no por qué se produjo una revolución industrial. occidental) y más rápida su urbanización, mayor era el objetivo para
Quizás tres casos especiales sean excepción: el transporte, los ali­ tales desarrollos. ¿No fue la invención de la espita manual de cerveza,
mentos y los productos básicos, especialmente el carbón. conocida por cualquier bebedor inglés, uno de los primeros triunfos de

1
Desde principios del sigl<(KVIÍ} se llevaron a cabo mejoras muy Henry Maudslay, uno de los grandes pioneros de la ingeniería?
sustanciales y costosas en el transporte tierra adentro -por río, canal e El mercado interior proporcionó también una salida importante

1
incluso carretera-, con el fin de disminuir los costos prohibitivos del para lo que más tarde se convirtie_�()n en productos básicos. El consu­
transporte de superficie: a mediados del siglo, treinta kilómetros .de mo de carbón se realizó casi ·enteramente en. e1 gran ñúmero de hoga-
transporte por tierra podían doblar el costo de una tonelada de pro­ res urbanos, especiahnente londinenses; el hierro -aunque en mucha
ductos. No podemos saber con certeza la importancia que estas mejo­ menor cantidad- se refleja en la demanda de enseres domésticos
ras supusieron para el desarrollo de la industrialización, pero no hay como pucheros, cacerolas, clavos, esrufas, etc. Dado que las cantida-
EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

[1
46 INDUSTRIA E IMPERIO 47

dispuesto a seguir el ejemplo del Lancashire. A diferencia de Shanghai


1

1 des de carbón consumidas en los hogares ingleses eran mucho mayores


Man­
que la dettlanc!a..deilierro
. (gracias en parte a la ineficacia del hogar- en la China precomunista, o Ahmedabad en la India colonial,
ches ter no constituyó un enclave moderno en el atraso general, sino
chimen ea británico comparado con la estufa co ntinental) la hase

que el
preindustrial de la industria del carbón fue_ más. importa!lte que se convirtió en modelo para el resto del país. Es posible
. .... . .. . qud� de
.
. el com­
la .industria del hierro. Incluso antes de la Revolución industrial, su mercado interior no proporcionara la chispa, pero suministró
. .
producción ya podía contabilizarse en millones de tonelad_as, .Frimer
artículo al que podían aplicarse tales magnitudes astronómicas. Las
bustible y el tiro suficiente para mantener. el_fuego.
Las industrias para exportación rrabajaban en condiciones muy 1
máquinas de vapor fueron producto de las minas: en 1769 ya se ha­ distintas y potencialmente mucho más revolucionarias. Estas indus­
bían colocado un centenar de "máquinas atmosféricas" alrededor de triaslliié:tuabin éttráórdinariamente -más del 5O por ciento en un
Newcastle-on-Tyne, de las que 57 estaban en funcionamiento. (Sin
embargo, las máquinas más modernas, del tipo Watt, que fueron real­
solo año-, por lo que el empresario que andaba lo bastante listo como
para al�nzar las ex¡;an5ione� podía hacer su ago�to. A la larga, estas ¡
mente las fundadoras de la tecnología industrial, avanzaban muy len­ industnas se extenateron mas, y con mayor raptdez, que las de los
tamente en las minas.) mercados interiores. Entre 1700 y 17 50 las industrias domésticas au­
Por otra parte, el consumo total británico de hierro en 1720 era mentaron su producción en un siete por ciento, en tanto que las orien­
inferior a 5 0.000 toneladas, e incluso en 17 88, después de iniciada la tadas a la exportación lo hacían en un 7 6 por ciento; entre 1 7 5 O y
Revolución industrial, no puede haber sido muy superior a las 1 77 O (que podemos considerar como el lecho del take-off industrial)
100.000. La demanda de acero era prácticamente despreciable al pre­ lo hicieron en otro siete por ciento y 80 pOr ciento respectivamente.
cio de entonces. El mayor mercado civil para el hierro era quizá toda­ La demanda interior crecía, pero la exterior se multiplicaba. Si era
vía el agrícola -arados y otras herramientas, herraduras, coronas de precisa una chispa, de aquí había de llegar. La manufactura del algo­
ruedas. etc.- que aumentaba sustancialmente, pero que apenas era lo dón, primera que se industrializó, estaba vinculada esencialmente al
ba.:;tante grande como para poner en marcha una transformación in­ comercio ultramarino. Cada onza de material en bruto debía ser im­
dustrial. De hecho, como veremos, la auténtica Revolución industrial portada de las zonas subtropicales o tropicales, y, como veremos, sus
productos habían de venderse mayormente en el exterior. Desde ftnes
en el hierro y _el carbón tenía que esperar a la época en que el ferroca­
rril proporcionara wimercado<kmasas nó sólo para bienes de consu­ del siglo XVIII ya era una industria que exportaba la mayor parte de •y
mo, sino para las industrias de base. El mercado interior preindustrial, producción total, tal vez dos tercios hacia 1 80 5.
e incluso la primera fase de la industrialización, no lo hacían aún a es­ Este extraordinario potencial expansivo se debía a que las indus­
cala suficiente. trias de exportación no dependian del modesto índice "natural" de

j La principal ventaja del mercado interior preindustrial era, por lo crecimiento de cualquier demanda interior del país. Podían crear la
ilusión de_tlll__!ápido creci.mi"nto po_r dos medios principales: contro- 1
p, tanto, su gran tamaño y.estabilidad. Es posible que su participación en
la Revolución industrial fuera modesta pero es indudable que promo­ !ando una serie de mercados de exportación de otros países y destru- \
/'- vió el crecimie_�to econónllco y, lo que es más importante, siempre es- yendo la competencia interior dentro de otros, es decir, a través de
tuvo en condiciones de desempeñar el papel de amortiguador para las o/
los medios políticos o semipolíticos de guerra y colonizació El país J
industrias de exportación m:í:s dinámicasJrente a las repentinas fluc­ que conseguía concentrar los mercados de exportación de otros, o mo­
tuaciones y colapsos que eran el preció quetenían que pagar por su su­ nopolizar los mercados de exportación de una amplia parte del mundo
perior din:rniismo. Este mercado acudió al rescate de las industrias de en un período de tiempo lo suficientemente breve, podía desarrollar
exportacl6n én la década de 1780, cuando la guerra y la revolución sus industrias de exportación-a--iiñ. dtmo que hacía la Revolución in­
americana las quebrantaron y quizás volvió a hacerlo tras las guerras dustrial no sólo practicable para sus empresarios, SiriO en ocasiones
napoleónicas. Además, el mercado interior proporcionó la base para virtualmente compulsoria. Y esto es lo que sucedió en Gran Bretaña
una economía industrial generali7¿tda. Si Inglaterra había de pensar en el siglo xvml0
mañana lo que Manchester hoy, fue porque el resto del país esto h� La conquista de mercados por la guerra y la colonización requería \
48 EL LA

(
INDUSTRIA E IMPERIO ORIGEN DE REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 49

no sólo una economía capaz de explotar esos mercados, sino también Walkers y Carron Works obedecía en buena parte a contratos guber­
un gobierno dispuesto a financiar ambos sistemas de :penetración en namentales para la fabricación de cañones, en tanto que la industria de
_
beneficio de los manufacftirerosbfitánicos. Esto noiileva al tercer-fac­ hierro de Gales del Sur dependía también . de las batallas. Los con­
. tor en la génésis de la Revoluaon industrial: e! gobierno/ Aquí la venta­ tratos del gobierno, o los de aquellas grandes entidades cuasi­
ja de Gran Bretaña sobre sus competidores ¡Jbteneiales es totalmente gubernamentales como la Compañía de las Indias Orientales, cubrían
M
/.1
obvia. A diferencia de algunos (como Francia), Inglaterra está dis­ partidas sustanciosas que debían servirse a tiempo. Valía la pena para
puesta a subordinar toda la política exterior a sus fines económicos. cualquier negociante la introducción de métodos reVolUciOiiariós Con
Sus objetivos bélicos eran comerciales, es decir, navales. El gran Cha­ tal·& satisfacer los pedidos de semejantes contratos. Fueron muchos
tham dio cinco razones en un memorándum en el que abogaba por la los inventores o empresarios estimulados por aquel lucrativo porvenir.
conquista de Canadá: las cuatro primeras eran puramente económicas. Henry Cort, que revolucionó la manufactura del hierro, era en la dé­
A diferencia de otros países (como Holanda), los fines económicos de cada de 1 760 agente de la flota, deseoso de mejorar la calidad del
Inglaterra no respondían exclusivamente a intereses comerciales y fi­ producto británico "para suministrar hierro a la flota".12 Henry
nancieros, sino también, y con signo creciente, a los del grupo de pre­ Maudslay, pionero de las máquinas-herramienta, inició su carrera
sión de los manufactureros; al principio la industria lanera de gran im­ comercial en el arsenal de Woolwich y sus caudales (al igual que
portancia fiscal, luego las demás. Esta pugna entre la industria y el los del gran ingeniero Mark Isambard Brunel, que había prestado
comercio (que ilustra perfectamente la Compañía de las Indias Orien­ servicio en la flota francesa) estuvieron estrechamente vinculados a los
tales) quedó resuelta en el mercado interior hacia 17 00, cuandó los contratos navales.13
productores ingleses obtuvieron medidas proteccionistas contra las El papel de los tres principales sectores de demanda en la génesis
importaciones de tejidos de la India; en el mercado exterior no se re­ de la industrialización puede resumirse como sigue: laes export3.dones,
solvió hasta 1 8!3, cuando la Compañía de las Indias Orientales fue
_
respaldadas por la sistemática y agresiva ayuda del gobierno, propor­
�!
privada-de .su monopolio en la India, y este subcontinente quedó so­ cionaron la chispa, y -con los tejidos de algodón- el "sector dirigen­
metido a la desindustrialización y a la importación masiya de. tejidos te" de la industria. Dichas exportaciones indujeron también mejoras
de algodón del Lancashire. Finalmente, a diferencia de todos sus de­ de importancia en el transporte marítimo. El mercado interior propor-
más rivales, la política inglesa del siglo xvm era de agresividad siste­ , cionó la base necesaria para una economía indtiS'ttíili geD.efá.liZida- - y
mática, sobre todo contra su principal competidor: Francia. De las -a través del proceso de urbanización- el incentivo -p-ara nléjoras fun­

)
cinco grandes guerras de la época, Inglaterra sólo estuvo a la defen­ damentales en el transporte terrestre. así como una amplia plataforina !
siva en una. 11 El resultado de este siglo de guerras intermitentes fue para la industria del carbón y para ciertas innovaciones tecnológicas
/r el mayor triunfo jamás conseguido por ningún estado: los monopolios importantes. El gobierno ofreció su apoyo sistemático al comerciante
� virtuales de las colonias ultramarinas y del poder naval a escala mun­ y al manufacturero y determinados incentivos, en absoluto desprecia-
\ dial. Además, la guerra misma, al desmantelar los principales competi- bles, para la innovación técnica y el desarrollo de las industrias de !
dores de Inglaterra en Europa, tendió a aumentar las exportaciones; base.
la paz, por el contrario, tendía a reducirlas. Si volvemos a nuestras preguntas previas -¿por qué Gran Breta­
La guerra -y especialmente aquella organización de clases medias ña y no otro país? ¿por qué a fines del siglo XVIII y no antes o
l. ¡ fuertemente mentalizada por el comercio: la flota británica- contribu- después?-, la respuesta ya no es tan simple. Es cierto que hacia 1 7 5O
111 yó aún más directamente a la innovación tecnológica y a la industriali­ era bastante evidente que si algún estado iba a ganar la carrera de la
zación>Sus demandas no eran despreciables: ef toneliVdeiaflota pa­ industrialización ése sería Gran Bretaña. Los holandeses se habían ins­
só de 100.000 toneladas en 1685 a unas 325.000 en 1760, y tam- talado cómodamente en los negocios al viejo estilo, la explotación de
bién aumentó considerablemente la demanda de cañones, aunque no su vasto aparato financiero y comercial, y sus colonias; los franceses,
de un modo tan espectacular. La guerra era, por supuesto, el mayor aunque su desarrollo corría parejas con el de los ingleses (cuando éstos
consumidor de hierro, y el tamaño de empresas como Wilkinson, no se lo impedían con la guerra). no pudieron reconquistar el terreno
50 INDUSTRIA E IMPERIO EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 5 1

perdido en la gran época de depresión económica, el siglo xvn. En ci­ tas consistía en productos textiles, té y café, mientras que en 165O es­

J tos productos sólo constituían el 1 7, .5 por dento. Azúcar, té, café, ta­
fras absolutas y hasta la Revolución industrial ambos paises podían
aparecer como potencias de tamaño equivalente, pero aun entonces baco y productos similares, en lugar de oro y especias, eran ahora las
¡ tanto el comercio como los productos per capita franceses estaban muy importaciones características de los Trópicos, del-mismo modo que en
! lejos de los británicos. lugar de pieles ahora se importaba del este europeo trigo, lino, hierro,
Pero esto no explica por qué el estallido industrial sobrevino cáñamo y madera. El segundo aspecto puede ser ilustrado por la ex­
1
r cuando lo hizo, en el último tercio o cuartocte!Síglo xvin. La respues­ pansión del comercio más inhumano, el tráfico de esclavos. En el siglo
ta precisa a esta cuestióii-- aúit es ificit::rta� '¡Jefa es claro que sólo pode-

xv1 menos de un millón de negros pasaron de África a América; en el
mos hallarla volviendo la vista hacia la economía general europea o siglo XVII quizá fueron tres millones -principalmente en la segunda
"mundial" de la que Gran Bretaña formaba parte;14 es decir, a las zo­ mitad, ya que antes se les condujo a las plantaciones brasileñas precur­
nas "adelantadas" (la mayor parte) de la Europa occidental y sus rela­ soras del posterior modelo colonial-; en � �
igl�J{V}IIel tráfico.de es­
ciones con las economías coloniales y semicoloniales dependientes, los clavos negros llegó quizás a siete millones. El tercer aspecto apenas si
asociados comerciales marginales, y las zonas aún no involucradas sus­ requiere clarifiCil<:ión. En 165O ni Gran Bretaña ni Francia eran aún
tancialmente en el sistema europeo de intercambios económicos. potencias imperiales, mientras que la mayor parte de los viejos impe­
El modelo tradicional de expansión europea -mediterráneo, y ci­ rios español y portugués estaba en ruinas o eran sólo meras siluetas en
mentado en comerciantes italianos y sus socios, conquistadores espa­ el mapa mundial. El siglo XVIII no contempló tan sólo el resurgir de
ñoles y portugueses, o báltico y basado en las ciudades-estado los imperios más antiguos (por ejemplo en Brasil y México), sino la
alemanes- había periclitado en la gran depresión económica del siglo expansión y explotación de otros nuevos: el británico y el francés, por
XVII. Los nuevos centros de expansión eran los estados marítimos que no mencionar ensayos ya olvidados a cargo de daneses, suecos y
bordeaban el Mar del Norte y el Atlántico Norte. Este desplazamien­ otros. Lo que es más, el tamaño total de ·estos imperios como econo­
to no era sólo geográfico, sino también estructural. El nuevo tipo de mías aumentó considerablemente. En 170 1los futuros Estados Uni­
relaciones establecido entre las zonas "adelantadas" y el resto del dos tenían menos de 300.000 habitantes; en 1790 contaban con casi
mundo tendió constantemente, a diferencia del viejo, a intensificar y cuatro millones, e incluso Canadá pasó de 14.000 habitantes en
ensanchar los flujos del comercio. La poderosa, creciente y dinámica 169 5 hasta casi medio millón en 1800.
corriente de comercio ultramarino que arrastró con ella a las nacientes Al espesarse la red del comercio internacional, sucedió otro tanto
industrias europeas -y que, de hecho, algunas veces las creá-- era difi­ con el comercio ultramarino en los intercambios con Europa. En
cilmente imaginable sin este cambio, que se apoyaba en tres aspectos: 1680 el comercio con las Indias orientales alcanzó un ocho por ciento
en Europa, en la constitución de un mercado para productos ultrama­ del comercio exterior total de los holandeses, pero en la segunda mi­
rinos de uso diario, mercado que podía ensancharse a medida que es­ tad del siglo xvm llegó a la cuarta parte. La evolución del comercio
tos productos fueran disponibles en mayores cantidades y a más bajo francés fue similar. Los ingleses recurrieron antes al comercio colonial.
costo; ·en ultramar en la creación de sistemas económicos pira la pro­ Hacia 1700 se elevaba ya a un quince por ciento de su comercio total,
ducción de tales artículos (como, por ejemplo, plantaciones basadas en y en 17 7 5 llegó a un tercio. La expansión general del comercio en el si­
el trabajo de esclavos), y en la conquista de colonias destinadas a satis­ glo XVIII fue bastante impresionante en casi todos los países, pero la
facer las ventajas económicas de sus propietarios europeos. expansión del comercio conectado con el sistema colonial fue espléndi­
Para ilustrar el primer aspecto: hacia 165O un tercio del valor de 1 da. Por poner un solo ejemplo: tras la guerr:: de Sucesión española, sa­
las mercancías procedentes de la India vendidas en Amsterdam consis­ 1 lían cada año de Inglaterra con destino a Africa entre dos y tres mil
tía en pimienta -el típico producto en el que se hacían los beneficios toneladas de barcos ingleses, en su mayoría esclavistas; después de la
"acaparando" un pequeño suministro y vendiéndolo a precios guerra de los Siete Años entre quince y diecinu_eve mil, y tras la guerra
monopolísticos-; hacia 17 80 esta proporción había descendido el 11 de Independencia americana ( 17 8 7) veintidós mil.
por ciento. Por el contrario, hacia 1 7 80 el 56por ciento de tales ven- Esta extensa y creciente circulación de mercancías no sólo trajo a
52 INDUSTRIA E IMPERIO EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 53
Europa nuevas necesidades y el estímulo de manufacturar en el inte­ masivo pero lento crecimiento de las economías internas se combinó
rior importaciones de materias primas extranjeras : "Sajonia y otros con la rápida (después de 17 5O extremadamente rápida) expansión de
países de Europa fabrican finas porcelanas chinas -escribió el abate la economía internacional, y en el país que supo movilizar las oportu:.
Raynal en 1 7 7 7-,16 Valencia manufactura pequines superiores a los nidades internacionales para llevarse la párte del león en los mercados
chinos ; Suiza imita las ricas muselinas e indianas de Bengala ; Inglate­ de ultramar.
rra y Francia estampan linos con gran elegancia ; muchos objetos antes
desconocidos en nuestros climas dan trabajo a nuestros mejores artis­
tas, ¿ no estaremos, pues, por todo ello, en deuda con la India?" 1 7
Además d e esto, l a India significaba u n horizonte ilimitado d e ventas NOTAS
y beneficios para comerciantes y manufactureros. Los ingleses -tanto
por su política y su fuerza como por su capacidad empresarial e l . El debate moderno sobre la Revolución industrial y d desarrollo económico Sf inicia
con Karl Marx, El Capital, libro primero, sección VII, caps. 2 3-24 (edición castellana del
inventiva- se hicieron con el mercado. Fondo de Culmra Económica, México, 1946). Para opiniones marxistas recientes véase M.
Detrás de la Revolución industrial inglesa, está esa proyección en H. Dobb, Studies in Economic Development ( 1 946) (hay traduccim1 castellana: EJ!udio.� sobre
los mercados ·colómalesy"subdesarrollados" de ultramar y la victo� el deJarrollo del capitalismo, Buenos Aires, 1 9 7 1 ) , * Some Aspects of Economic Development
( 1 9 5 1 ), y la estimulante obr.i. de * K. Polanyi, Origjns of our Time (194 5). * D . S. Landes,
riosa lucha para impedir que los demás accedieran a ellos. Gran Breta­ Ct1mbrit(�e Hcollomic History of Europe, vol. VI, 1965, ofrece una penetrante introducción a
ña les derrotó en Oriente : en 1766 las ventas británicas superaron tratamientos académicos modernos del tema; véase también Phyllis Deane, The First Indus­
ampliamente a los holandeses en el comercio con China. Y también trial Revolution ( 1 9 6 5) (B) (hay traducción castellana: La primera revolución industrial, Bar­
celona, 1 968). Para comparaciones anglo-americanas y anglo-francesas, ver * H. J. Habba­
en Occidente: hacia 1780 más de la mitad de los esclavos desarraiga- kuk, American and British Technology in tbe 1.9th Century ( 1 962), P. Bairoch, Révolution in­
- dos de África (casi el doble del tráfico francés) aportaba beneficios a duxtrielle et .wus-développement ( 1 963) (hay traducción castellana: Revolución indw"trial y xub­
dt•.r.trrolio, Madrid, 1967).
los esclavistas británicos . Todo ello en beneficio de las mercancías bri­
Para un conspecto de·las teorías académicas sobre el desarrollo económico en general,
tánicas. Durante unas tres décadas después �e la guerra de Sucesión pueden verse algunos manuales, entre ellos B. Higgins, Economic Development (1959). Para
española, los barcos que zarpaban rumbo a Africa aún transportaban aproximaciones más sociológicas, ver Bert Hoselitz, Sodological Aspects of Economic Growth
( 1 960); Wilbert Moore, Industriali7,ati<m and Labour ( 1 9 5 1 ) ; Everett Hagen, On tbe Theory
principalmente mercancías extranjeras (incluidas indias), pero desde
of Social Change ( 1 964) (B). Ver también las figuras 1 - 3 , 1 4 , 2 3 , 26, 28, 37.
poco después de la guerra de Sucesión austríaca transportaban sólo Sobre Gran Bretaña en la economía mundial del siglo XVIII, véase F. Mauro, L 'expansion
mercancías británicas. La econ()mÍa industrial b_ritánica creció a partir européenne 1600-1870 ( 1 964) (hay traducción castellana: La expansión europea (1600-
del comercio, y especialmente del comercio con el mundo subdesarro­ 1870), Barcelona, 1968); Ra1ph Davis, "English Foreign Trade 1700- 1 7 7 4", en Econ'omic
History Review ( 1 962).
lladCi: Atodo lo largo del siglo XIX iba a conservar este peculiar mode­ 2. Para nuestros fines es irrelevante si ello fue puramente fortuito o (como es mucho
lo-histórico : el comercio_ y _el transporte mar!tilll() __mantenían la balan­

más probable) resultado de primitivos logros económicos y sociales europeos.
za de pagos-·btitániéá -y_" l i�t�icillnbió a-e maú�í-ias primas tiltra�<!rffias 3. Además, la teoría de que el desarrollo económico francés en el siglo XVIII fue aborta­
do por la expulsión de los protestantes a fines del xv1, hoy en día no está aceptada general­
para las mallufacruras británicas iba-a ser la b<ise de la economía inter­ mente o, como mínimo, es muy controvertida.
nacional de Gran Bretaña. 4. Cuando los escritores de principios del siglo XIX hablaban del "campesinado", solían
Mientras aumentaba la corriente de intercambios internacionales, referirse a los "jornaleros agrícolas".
5. C. P. Kindleberger, Economic Growth in France and Britain ( 1 964), p. 1 5 8.
en algún momento del segundo tercio del siglo xvm pudo advertirse 6. En 1 9 6 5 la población del continente que crecía con mayor rapidez, Latinoamérica,
una revitalización general de las economías internas. Este no fue un fe­ aumentaba a un ritmo no muy alejado del doble de este índice.
nómeno específicamente británico, sino que tuvo lugar de modo muy 7 . Para una guía sobre estos problemas, véase D. V. Glass y E. Grebenik, "World Po·
pulation 1 800- 1 9 50", en Cambridge Economic History of Europe, VI, 1, pp. 60-1 38.
general, y ha quedado registrado en los movimientos de los precios 8. Esto aún es así. Mucha gente sobrevive a su cómputo bfblico, pero en conjunto los
(que iniciaron un largo período de lenta inflación, después de un siglo viejos no mueren de mayor edad que en el pasado.
9. De un documento inédito "Population and Labour Supply", por H. C. Pentland.
de movimientos fluctuantes e indeterminados), en lo poco que sabe­
1 O. Se sigue de ello que si un país lo lograba, difícilmente podrían desarrollar otros la
mos sobre la población, la producción y otros aspectos. La Revolu­ base la Revolución industriaL En otras palabras: es probable que en condiciones prein­
ción industrial se forjó en las décadas posteriores a 1 7 40, cuando este dm>tri¡<l<S sólo fuera viable un único pionero de la industrialización nacional (Gran Bretaña) y
54 INDUSTRIA E IMPERIO
no la industrialización simultánea de varias "economías adelantadas". En consecuencia. pues
-al menos por algún tiempo-, sólo fué posible un único "taller del mundo".
l l . La guerra de Sucesión española ( 1 702� 1 7 1 3), la de Sucesión austríaca ( 1 7 39-
1 748), la guerra de los Siete Años ( 1 7 5 6-1763), la de Independencia americana ( 1 7 76-
1 78 3) y las guerras revolucionarias y napoleónicas ( 1 7 9 3- 1 8 1 5).
1 2. Samuel Smiles, Industrial Biography, p. 1 1 4.
1 3 . No hay que olvidar el papel pionero de los propios establecimientos del gobierno.
Dura�te las guerras napoleónicas fueron los precursores de las cintas transportadoras y la in­
dustna conservera, entre otras cosas.
14. Esto ha de entenderse solamente como indicativo de que la economía europea era
el centro de una red a escala mundial, pero no debe deducirse que todas las partes del mundo
estuvieran unidas por esta red. Capftulo 3
1 5. Aunque probablemente estas cifras son exageradas, los órdenes de magnitud son
realistas.

1 6. Ab é Raynal, The PhiJosophi�al and PoJiticaJ History ofthe 5ettlements and Trade of LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, 1 780- 1 840 1
th � F,�11·opM_11
_ tn tke East an� West I�dm ( 1 776), vol. ll, p. 288 (título de la obra original:
Hutom phdosopktJue et poltttque .
des eta�Jmements
_ et du commerce des européenJ dam Jes deux In­
de�·; hay traducc�on castellana de los cmco primeros libros : Historia política de los eJtableci-
1Jitentos uftramarmos de las naciones europeas, Madrid, 1784-1 790).
Hablar de Revolución industrial, es hablar del algodón. Con él
1 7. Sólo unos pocos años después no hubiera dejado de mencionar a los más felices asociamos inmediatamente, al igual que los visitantes extranjeros que
imitadores de los indios : Manchester. por entonces acudían a Inglaterra, a la revolucionaria ciudad de Man­
chester, que multiplicó por diez su tamaño entre 1 7 60 y 1 8 30 (de
1 7 .000 a 1 80.000 habitantes). Allí "se observan cientos de fábricas
de cinco o seis pisos, cada una con una elevada chimenea que exhala
negro vapor de carbón"; Manchester, la que proverbialmente "pensa­
ba hoy lo que Inglaterra pensaría mañana" y había de dar su nombre
a la escuela de economía liberal famosa en todo el mundo. No hay
duda de que esta per!ipectiviles'C:orrecta. La Revolución industrial bri­
tánica no fue de ningún modo sólo algodón, o el Lancashire, ni siquie­
ra sólo tejidos, y además el algodón perdió su primada al cabo de un
par de generaciones. Sin embargo, el algodón fue el iniciador del cam­
bio industrial y la �!A.�.��N�:���SÍ,?pes Sl1_�'1?:.11!!��a.n e.".i� t�
do, a no ser por la industri�li��<:iÓ!J, y quedeterminaron una nueva
,

��,�������:������9�;4y�f�!����7�a;�:¿:x:J:;fti2:
nas de hunío 'f(fe máqumas a�e vapor, aunque no como las ciudades
algodoneras (en 1 8 3 8 Manchester y Salford contaban por lo menos
con el triple de energía de vapor de Birmingham), 2 pero las fd&ricas
no las colmaron hasta la segunda mitad del siglo. En otras regiones
industriales existían empresas a gran escala, en las que trabajaban ma­
sas proletarias, rodeadas por una maquinaria impresionante, minas de
carbón y fundiciones de hierro, pero su ubicación rural, frecuentemente
aislada, el respaldo tradicional de su fuerza de trabajo y su distinto
ambiente social las hizo menos típicas de la nueva época, excepto en
su capacidad para transformar edificios y paisajes en. un inédito esce-
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 57
56 INDUSTRIA E IMPERIO
nario de. fuego, escorias y máquinas de hierro. Los mineros eran -y lo Fue así como el algodón adquirió su característica vinculación con
son en su mayoría- aldeanos, y sus sistemas de vida y trabajo eran ex­ el mundo subdesarrollado, que retuvo y estrechó pese a las distintas
traños para los no mineros, con quienes tenían pocos contactos. Los fluctuaciones a que se vio sometido. Las plantaciones de esclavos de
dueños de las herrerías o forjas, como los Crawshays de Cyfartha, po­ las Indias occidentales proporcionaron materia prima hasta que en la
dfan reclamar -y a menudo recibir- lealtad polftica de "sus" hom­ década de 1790 el algodón obtuvo una nueva fuente, virtualmente ili­
�res, hecho que más recuerda la relación entre terratenientes y campe­ mitada, en las plantaciones de esclavos del sur de los Estados Unidos,
smos que la esperable entre patrones industriales y sus obreros. El nue­ zona que se convirtió fundamentalmente en una economía dependien­
vo mundo de la industrialización, en su forma más palmaria' no estaba te del Lancashire. El centro de producción más moderno conservó y
aquí, sino en Manchester y sus alrededores. amplió, de este modo, la forma de explotación más primitiva. De vez
La manufactura del algodón fue un típico producto secundario en cuando la industria del algodón tenía que resguardarse en el merca­
derivado de la dinámica corriente de comercio imternacional, sobre do interior británico, donde ganaba puestos como sustituto del lino,
todo colonial, sin la que, como hemos visto, la Revolución industrial pero a partir de la década de 1790 exportó la mayor parte de su pro­
no puede explicarse. El algodón en bruto que se usó en Europa mez­ ducción : hacia fines del siglo XIX exportaba alrededor del 90 por cien­
clado con lino para producir una versión más económica de aquel teji­ to. El algodón fue esencialmente y de modo duradero una industria
do (el fustán) era casi enteramente colonial. La única industria de al­ de exportación. Ocasionalmente irrumpió en los rentables mercados
godón 'puro conocida por Europa a principios del siglo XVI!! et:Cla de de Europa y de los Estados Unidos, pero las guerras y el alza de la
la India, cuyos productos {indianas o calicoes) vendían las compañías competición nativa frenó esta expansión y la industria regresó a deter­
de comercio con Oriente en el extranjero y en su mercado nacional, minadas zonas, viejas o nuevas, del mundo no desarrollado. Después
donde debían enfrentarse con la oposición de los manufactureros de la de mediado el siglo XIX encontró su mercado principal en la India y en
lana, el lino y la seda. La industria lanera inglesa logró que en 1700 el Extremo Oriente. La industria algodonera británica era, en esú
se prohibiera su importación, consiguiendo así accidentalmente para época, la mejor del mundo,_pero acabó como había empezado al apo­
los futuros manufactureros nacionales del algodón una suerte de vía li­ yarse no en su superioridad competitiva, sino en el monopolio de los
bre en el mercado interior. Sin embargo, éstos estaban aún demasiado mercados coloniales subdesarrollados que el imperio británico, la flota
atrasados para abastecerlo, aunque la primera forma de la moderna·in­ y su supremacía comercial le otorgab_an. Tras la primera guerra mun­
dustria algodonera, la estampación de indianas, se estableciera como dial, cuando indios, chinos y japoneses fabricaban o incluso exporta­
sustitución parcial para las importaciones en varios países europeos. ban sus propios productos algodoneros y la interferencia política de
Los modestos manufactureros locales se establecieron en la zona inte­ Gran Bretaña ya no podía impedirles que lo hicieran, la industria al­
rior de los grandes puertos coloniales y del comercio de esclavos, Bris­ godonera británica tenía los días contados.
tol. Glasgow y Liverpool, aunque finalmente la nueva industria se Como sabe cualquier escolar, el problema técnico que determinó
asentó en las cercanías de esta última ciudad. Esta industria fabricó un la naturaleza de la mecanización en la industria algodonera fue el dese­
sustitutivo para la lana, el lino o las medias de seda, con destino al quilibrio entre la eficiencia del hilado y la del tejido. El torno de hilar,
mercado interior, mientras destinaba al exterior, en grandes cantida­ un instrumento mucho menos productivo que el telar manual (especial­
des, una alternativa a los superiores productos indios, sobre todo mente al ser acelerado por la "lanzadera volante" inventada en los
cuando las guerras u otras crisis desconectaban temporalmente el su­ años 30 y difundida, en los 60 del siglo XVIII), no daba abasto a los
ministro indio a los mercados exteriores. Hasta el año 1 7 70 más del tejedores. Tres invenciones conocidas equilibraron la balanza : la
90 por ciento de las exportaciones británicas de algodón fueron a los spinning-jenny de la década de 1760, que permitía a un hilador "a ma­
mercados coloniales, especialmente a África. La notabilísima expan­ nos" hilar a la vez varias mechas; la uater-frame de 1768 que utilizó
sión de las exportaciones a partir de 1 7 5O dio su ímpetu ;cesta indus­ la idea original de la spinning con una combinación de rodillos y hu­
tria: entre entonces y 1 7 70 las exportaciones de algodón se multipli­ sos ; y la fusión de las dos anteriores, la mule de 1780,3 a la que se
caron por diez. -- �----------
--
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aplicó en seguida el vapor. Las dos últimas innovaciones llevaban im-
58 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 59
plicita la producción en fábrica. Las factorías algodoneras de la Revo­ reñido con la modernidad sostuvo que " a menudo a costa de sacrificar
lución industrial fueron esencialmente hilanderías (y establecimientos la belleza externa")4 y a partir de ! 80 5 alargaron la jornada laboral
donde se cardaba el algodón para hilarlo). iluminando sus fábricas con gas. (Los primeros experimentos de ilumi­
El tejido se mantuvo a la par de esas innovaciones multiplicando nación con gas no se remontan a más allá de ! 792.) Blanquearon y ti­
los telares y tejedores manuales. Aunque en los años 80 se había in­ ñeron los tejidos echando mano de las invenciones más recientes de la
ventado un telar mecánico, ese sector de la manufactura no fue meca­ química, ciencia que puede decirse cristalizó entre 1 7 7 0 y 1780, con
nizado hasta pasadas las guerras napoleónicas, mientras que los teje­ el advenimiento de la Revolución industrial. No obstante, la indus­
dores que habían sido atraídos con anterioridad a tal industria, fueron tria química que floreció en Escocia haCia ! 800 sobre esta base se re­
eliminados de ella recurriendo al puro expediente de sumirlos en la in­ monta a Berthollet, quien en 1786 había sugerido a James Watt el
digencia y sustituirlos en las fábricas por mujeres y niños. Entretanto, uso del cloro para blanquear los tejidos.
sus salarios de hambre retrasaban la mecaniz:<cion del tejido. Así pues, erimera etaJ?.ii de la Revolución industrial fue técnicamente un
los años comprendidos entre ! 8 1 5 y la década del 40 conocieron la pnmitiva, no porque no se dispusiera de mejor ciencia y tecnolo­
difusión de la producción fabril por toda la industria, y su perfeccio­ gía, o porque la gente no tuviera interés en ellas, o no se les convencie­
namiento por la introducción de las máquinas automáticas (self-acting) ra de aceptar su concurso. Lo fue tan sólo porgue, en conjunto, la apli­
y otras mejores en la década de ! 820. Sin embargo, no se produjeron c�-��ón d_�_ _ideas _y_���-��9�-�-�}�} iP,o� (a meil�olOeás viejas de siglos),
nuevas revoluciones técnicas. La m ule siguió siendo la base de la hila­ ¡>Otlñ111.nte.iñe. nada caras, podía producir resultados sorprendentes. La
tura británica en tanto que la continua de anillos (ring-spinning) -in­ fÍloved�ito ra·dicaba en las innovaciones, sino _en _la diSJlOsición men-
ventada hacia ! 840 y generalizada actualmente- se dejó a los extranje­ \af<fe l<l¡enfepi-actrca-para��i1izar-Ía-�f��giL.)iJi!t����l�sf; que·cÍ;:.:
..

ros. El telar mecánico dominó el tejido. La aplastante superioridad rante tanto-tieiilpO iiaoíañ estadoasu alcance y en el amplio mercado
mundial conseguida en esta época por el Lancashire había empezado a que se abría a los productos, con la rápida caída de costos y precios.
hacerlo técnicamente conservador aunque sin llegar al estancamiento.
La tecnología de la manufactura algodonera fue pues muy senci­
lla, como también lo fueron, como veremos, la mayor parte del resto
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��e : �: �bl; : : k�
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No radicaba en el florecimiento del genio inventivo individual, sino
�_lllin;¡ba el_pells�llliellto de}_os-�<:�;:
de los cambios que colectivamente produjeron la Revolución indus­ . EstT�itua�i6nfue muy afortunada ya que dio a la Revolu9.91"lit1-
trial. Esa tecnología requería pocos conocimientos científicos o una es­ dust:i�l. inicl��'!.�L!11Pll)�() inrnenso, quizás eseñaa['yT,Cpus..22!._ alcan­
pecialización técnica superior a la mecánica práctica de principios del ce de un cuerpo de emjlresarios y artesa11os cualifi"'!cJPS, no especial­
siglo xvm. Apenas si necesitó la potencia del vapor ya que, aunque el mente--ilustrados o sutiles, ni ricos en demasía que se movían en una
algodón adoptó la nueva máquina de vapor con rapidez y en mayor economía floreciente y en expansión cuyas oportunidades podían
extensión que otras industrias (excepto la minería y la metalurgia), en aprovechar con facilidad.@�_()\!:i!s_.palabras. esta situación.mil1i111i�ó
! 8 3 8 una cuarta parte de su energía procedía aún del agua. Esto no los requisit()S l:>�.!.i�os .de _<;spe_�i.�}i:z"-�¡qn, de capital, de fin�nzas a g�an
significa ausencia de capacidades científicas o falta de interés de los escala o de org�ni�:¡�iQ'.'S B)a!lifi�aci¡)n gul5e!�amet1taies s)ií 1o cual
nuevos industriales en la revolución técnica; por el contrario, abunda­ ningurii i�dustrializa9ón e� p.q�iJ?Je. Consideremo�. por vía de éon­
..

ba la innovación científica, que se aplicó rápidamente a cuestiones traste; la situación del ¡:¡aís "en vías de desarrollo" que se apresta a
prácticas por científicos que aún se negaban a hacer distinción entre realizar su propia revolución industrial. La andadura más elemental
pensamiento "puro" y "aplicado".(Lo"s industriales aplicaron estas in­ -digamos, por ejemplo, la construcción de un adecuado sistema dé
novaciones con gran rapidez, donderue necesario o ventajoso; y� so­ transporte- precisa un dominio de la ciencia y la tecnología impensa­
bre todo, elaboraron sus métodos de producción a partir de un racio­ ble hasta hace cuatro días para las capacidades habituales de no más
nalismo riguroso, hecho señaladamente característico de una época de una pequeña parte de la población. Los aspectos más característicos
científica. Los algodoneros pronto aprendieron a consttuir sus edifi­ de la producción moderna -por ejemplo la fabricación de vehículos a
cios con una finalidad puramente funcional (un observador extranjero motor- son de unas dimensiones y una complejidad desconocidas
60 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 61
para la experiencia de la mayoda de la pequeña dase de nego�iant�s dio d e libras -una gran suma para aquellos días- y un hijo a punto
locales aparecida hasta ese �?�ento, . y reqme�en una mverswn ���­ de ser nombrado primer ministro. Los Peel eran una familia de cam­
cial muy alejada de sus postbilid�des mdep ?n�Ientes de acumulac10n pesinos yeomen de mediana condición quienes, como muchos otros en
de capital. Aun las menores capaadades y habitas que dan;os por des­ las colinas del Lancashire, combinaron la agricultura con la produc­
contados en las sociedades desarrolladas, pero cuya ausencia las desar­ ción textil doméstica desde mediados del siglo xvn. El padre de sir
ticularía, son escasos en tales países: alfabetismo, sentido de la puntua­ Robert ( l 7 2 3-17 9 j ) vendía aún sus mercancías en el campo, y no se
lidad y la regularidad, canalización de las rutinas, etc. Por poner un fue a vivir a la ciudad de Blackbum hasta 17 5O, fecha en que todavía
solo ejemplo : en el siglo XV1II aún era posible desarrollar una industria no había abandonado por completo las tareas agrícolas. Tenía algunos
minera del carbón socavando pozos relativamente superficiales y gale­ conocimientos no técnicos, cierto ingenio para los proyectos sencillos
rías laterales, utilizando para ello hombres con zapapicos y transpor­ y para la invellción (o, por lo menos, el buen sentido de apreciar las
tando el carbón a la superficie por medio de vagonetas a mano o tira­ invenciones de hombres como su paisano James Hargreaves, tejedor,
das por jamelgos y elevando el mineral en cestos. ' Hoy en día sería carpintero e inventor de la spinning-jenny ), y tierras por un valor apro­
completamente imposible explotar de este modo los pozos petrolífe­ ximado de 2.000 a 4.000 libras esterlinas, que hipotecó a principios
ros, en competencia con la gigantesca y compleja industria petrolera de la década de 17 60 para construir una empresa dedicada a la estam­
internacional. pación de indianas con su cuñado Haworth y un tal Yates, quien
De modo similar, el problema crucial para el desarrollo económi­ aportó los ahorros acumulados de sus negocios familiares como fon­
co de un país atrasado hoy en día es, con frecuencia, el que expresaba dista en el Black Bull. La familia tenía experiencia: varios de sus
Stalin, gran conocedor de esta cuestión : " Los cuadros son quienes lo miembros trabajaban en el ramo textil, y el futuro de la estampación
deciden todo". Es mucho más fácil encontrar el capital para la cons­ de indianas, hasta entonces especialidad londinense, parecía excelente.
trucción de una industria moderna que dirigirla; mucho más fácil Y, en efecto, lo fue. Tres años después -a mediados de la década de
montar una comisión central de planificación con el puñado de titula­ 17 60- sus necesidades de algodón para estampar fueron tales que la
dos universitarios que pueden proporcionar la mayoría de países, que firma se dedicó ya a la fabricación de sus propios tejidos ; hecho que,
adquirir la gente con capacidades intermedias, competencia técnica y como observaría un historiador local, "es buena prueba de la facilidad
administrativa, etc., sin las que cualquier economía moderna se arries­ con que se hacía dinero en aquellos tiempos". 7 Los negocios prospera­
ga a diluirse en la ineficacia. Las economías atrasadas que han logrado ron y se dividieron : Peel permaneció en Blackburn, mientras que sus
industrializarse han sido aquellas que han hallado el modo de multipli­ dos socios se trasladaron a Bury donde se les asociaría en 1 77 2 el
car esos cuadros, y de utilizarlos en el contexto de una población gene­ futuro sir Robert con algún respaldo inicial, aunque modesto, de su
ral que aún carecía de las capacidades y hábitos de la industria moder­ padre.
na. En este aspecto, la historia de la industrialización de Gran Breta­ Al joven Peel apenas le hacía falta esta ayuda. Empresario de no-
ña ha sido irrelevante para sus necesidades, porque a Gran Bretaña el ' table energía, sir Robert no tuvo dificultades para obtener capital adi­
problema apenas la afectó. En ninguna etapa conoció la escasez de cional asociándose con prohombres locales ansiosos de invertir en la
gentes competentes para trabajar los metales, y tal como se infiere del creciente industria, o simplemente_ deseosos de colocar su dinero en
uso inglés de la palabra "ingeniero" (engineer = maquinista) los técni­ nuevas ciudades y sectores de la actividad industrial. Sólo la sección
cos más cualificados podían redutarse rápidamente de entre los hom­ de estampados de la empresa iba a obtener rápidos beneficios del or­
bres con experiencia práctica de taller.6 Gran Bretaña se las arregl� den de unas 7 O. 000 libras al año durante largos períodos, por lo que
incluso sin un sistema de enseñanza elemental estatal hasta 18 7 O, m nunca hubo escasez de capital. Hacia mediados de la década de 17 80
de enseñanza media estatal hasta después de 1902. era ya un negocio muy sustancioso, dispuesto a adoptar cualesquiera
La vía británica puede ilustrarse mejor con un ejemplo. El más innovaciones provechosas y útiles, como las máquinas de vapor. Ha­
grande de los primeros industriales del algodón fue sir Robert Peel cia 1790 -a la edad de cuarenta años y sólo dieciocho después de ha­
( 17 j 0- 1 8 30), quien a su muerte dejó una fortuna de casi millón y me- berse iniciado en los negocios- Robert Peel era baronet, miembro del
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INDUSTRIA B IMPERIO
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LA REVOLUCI6N INDU�TRIAL
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Parlamento y reconocido representante de una nueva clase: los indus­ � partir de las actividadesjno planificadas de unos pocos. Surgió, y así
triales. s Peel difería de otros esforzados empresarios del Lancashire, se mantuvo durante mucho ttempo, como un CO!!J:P-lejo Q._!;.. _�_mpt<;_�ª_;uje
incluyendo algunos de sus socios, principalmente en que no se dejó tamaño medio altamente especializadts'icon frecuencia muy localiza­
d3:ST:.--COriiei·Cii�tes·--�-e--··varias···claSéS;=tliiladoresYtejedorei. tintoreros...;'
mecer en la cómoda opulencia -cosa que podía haber hecho perfecta­
mente hacia 1 7 8 5-, sino que se lanz6 a empresas cada vez más atrevi­
das como capitán de industria. Cualquier miembro de la clase media
aca.��-��res,_ blanqu_e�ª()�_e�,_ esta�p��?;res, etc., con frecuenc
so t;lentro de sus ramos, ymculados entre sí por

un


iizado -sinclu
rural del Lancashire dotado de modestos talento y energía comerciales pleja red d_�. !E��s�cciones co�e��i_aJes individuales en "el mercac;lo���-
que se metiera en los negocios de algodón cuando lo hizo Peel, difícil­ ...->ySemefanteÍormi"'cte<Structüfa-;:omercTalt!eiíe ii ventaja de la flexibi­
mente hubiera esperado conseguir mucho dinero con rapidez. Es quizá lidad y se presta a una ráp1da expanS!Ón 1maal, perc)TtiTases posterio­
característico del sencillo concepto de los negocios de Peel el hecho res del desarrollo industrial, cuando las ventajas tecnicas y eronómicas
de que durante muchos años después de que su empresa iniciase la es­ de planificación e integración son mucho mayores, genera rigideces e
tampación de indianas, no dispusiera de un "taller de dibujo" ; es de­ ineficacias considerablesFLa segunda consecuencia fue el desarrollo de
cir, Peel se contentó con el mínimo imprescindible para diseñar los pa­ ufl7Uerte-mOViriii'eOtO d�'"asociación obrera en una industria caraCteri­
trones sobre los que se asentaba su for�una. Cierto es que en aquella zada norriláliñeiite por una orga�iZ<J.ción lab0f8:(¡��-Üble o _ ��re�a­
época se vendía prácticamente todo, especialmente al cliente nada damen�¡j��il. ya que empleaoaUiiáiuerza<fé tralJajo consistente _ so�
sofisticado nacional y extranjero. bre todo en mujeres y niños, inmigrantes no cualificados, etc. Las so-
Entre los lluviosos campos y aldeas del Lancashire.iiPªteci.ó así, _2edades <Jbrer�s �e)a industria algodonera del Lancashire se apoya­
con notable rapidez y facilidad,
-
un nuevo sistel11¡¡in_d'!'_tr.iª'-11asado en ban en una minona de hiladores (de mule) cualificados masculinos que
unª ��a-tect101<?gTi, aunqUe:-cOñ10li"emos Visto, surgió por una com­ no fueron, o no pudieron ser, desalojados de su fuerte posición para
-
bi!1aciónJeTa nuév�j-éle__la_�l1.tig¡la. Aquélla prevaleció sobre ésta. El negociar con los patronos por fases de mecanización más avanzadas
c�ital_a_=u111ulado en la industria sustffilyo a lasnipotecai 111ra.les y a -los int_.,ntos de 1 8 30 fracasaron-_y}J.l!< co:; �l ti�T.P2_col1sig11ÍeE'!.!'
los ahorros dé los posado-os, los !ngerneros>llos itiveriiivC>s construc­ o;:g� niz"r�a_l;¡ rnayoría no cualificada que les rodeaba ei! aS<JI'iaciones
tor<S-d'itél�iéS�Ios�t:eL':rés�_111_e�áriTcos a los-ina!luales, y un proletaria­ sub_<>r¡Jin_aclas• principalmente. porque éstas. estaba11 formadas por sus
do fabril a la combinación de wios pocos establecimientos mecaniza­ !!l.!i! <:ti'-':�ilijos. Así pues el algodón evolucionó como industria fabril
dos coniiiía�inasa de trabajadores domésticos dependientes. En las dé­ organizada a partir de una suerte dé mt'i:odos gremiales de artesanos,
·cadas posteriores a 1as-guerras napC>leóriiciis 1os viejos elementos de la méto<le>s que triunfaron porque en su fase crucial de desarrollo la in­
nueva industrialización fueron retrocediendo gradualmente y la indus­ dustria algodonera fue mi tipo de industria fabril muy arcaico.
tria moderna pasó a ser, de conquista de una minoría pionera, a la Sin embargo, en el contexto del siglo xVIn fue una industria revo­
norma de vida del Lancashire. El número de telares mecánicos de In­ lu_cio_n"cria, hecho que no debe olvidárse una vez aceptadassuscaracte­
glaterra pasó de 2.400 en 1 8 1 3 a 5 5.000 en 1829, 8 5 .000 en 1 8 3 3 rísticas transicionales y persistente arcaísmo. Supuso una nueva rela­
y 224.000 en 1 8 50, mientras que el número de tejedores manuales, ción económica entre las gentes, un nuevo sistema de producción, un
que llegó a alcanzar un máximo de 2 50.000 hacia 1 820, disminuyó nu�_E.-_tmf? ª-��ª�-0:!Q�pu�,ª-�9�!�4a4Llli?:ª-�!1Yc;.Y{I. era _ hi�t<)ri�� � J.ps
__
_ - de
hasta unos 1 00.000 hacia 1 840 y a poco más de 50.000 a mediados contemporáneos eran conscientes de ello casi desde el l:cismo p�nto
de la década de 1 8 50. No obstante, sería desatinado despreciar el ca­ partida:
rácter aún relativamente primitivo de esta segunda fase de transforma­
ción y la herencia de arcaísmo que dejaba atrás. Como arrastradas por súbita corriente, desaparecieron las ronstitucio­

� nes y limitaciones medievales que pesaban sobre la industria, y los es­


Hay que mencionar dos consecuencias de lo que antecede. La pri­
mera hace referenci¡¡ descentraliiiaa y desintegrada_estructura_co­ tadistas se maravillaron del grandioso fenómeno que no pod�an com­
mercial de la.Jndustriáiilgodoiiéra (al igualquela máYoría ele las otras . prender ni seguir. La máquina obediente servía la voluntad del hom­
indusmas-declinol16nicas británicas), producto de su emergencia a bre. Pero como la maquinaria redujo el potencial humano, el capitil
64 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 6j
trimúó sobre el trabajo y creó una nueva forma de esclavitud [...] � �istinguir entre sus aspectos téc�icos y soc:ialc;s\ Otros -aquellos que
� \

canización y la minuciosa _ división del �rabajo di�tp}_J?_l}J.�.r:""'l<!...f�_�g.�-� se veían atrapados en el nuevo sistema contra Su voluntad y no obte­

inteltgen·�¡-a q-ué:·__a_ eben -�erler liSmas_as:�y 1a ,_éoncurrencia_n�Jl.!�e sus_��­ nían de él otra cosa que la pobreza, como aquel tercio de la población
lanQ.�" �[�íru�o nec-e1faríó--pii-<i�Slibsisth. En tiempos de cris¡s acarrei­
- -
de Blackburn que en 1 8 3 3 vivía con unos ingresos familiares de cinco
dás por ia �_s:�tu'[ación de los m_��cados, que cada vez se dan con más chelines y seis peniques semanales (o una cifra media de alrede�oq;le
frecuencia, los salarios descienden por debajo de este mínimo de sub­
un chelín por persona)- 1 1 estaban tentados de rechazar ambos.\ Pn
sistencia. A menudo el trabajo cesa totalmente durante algún tiempo [...]
y urla masa de hombres miserables queda-expuesta al hambr_e y a las tercer grupo -Robert Owen fue su portavoz más caracterizado- sei'a­
torturas 4_e l� J,_enuria. 9 raba la t'industrializacióri del tapitalis!I]o: Aceptaba la Revolución
maustrial y el progreso ri'Cl1ico como portadores de saberes y abun­
Estas palabras -curiosamente similares a las de revolucionarios socia­ dancia para todos. Rechazaba su forma capitalista como generadora
les tales como Friedrich Engels- son las de un negociante liberal· ale­ de la explotación y la pobreza extrema.
mán que es�ribía hacia 1 840. Pero aun una generación antes otro in­ Es fácil, y corriente, criticar en detalle la opinión contemporánea,
dustrial algodonero había subrayado el carácter revolucionario del porqu e la estrúctura del industrialismo no era de ningún modo tan
cambio en sus Observations on the Ejfect of the Manufacturing System ·"mod erna" como sugería incluso en vísperas de la era del ferrocarril,
( 1 8 1 5): por no hablar ya del año de Waterloo. Ni el "patrono capitalista" ni
el "proletario" eran corrientes en estado puro. �.as "capas medias de
La difusión general d e manufacturas a través de un país [escribió Ro­ la so�ie?ad" (no comenzaron a llamarse a sí mismas "claSe ·medü-�."
bert Owen-1 engendra un nuevo carácter en sus habitantes ; y como hi5ta el primer tercio del siglo xrx) estaban compuestas por gentes de­
que este carácter está basado en un principio completamente desfavo­ seosas de hacer beneficios, pero sólo--hahía una minoría dispuesta a
rable para la felicidad individual o general, acarreará los males más la­ á¡)licar a la O:btenció!l <le . beneficios toda la insensible lógica del pro­
mentables y permanentes, a no ser que su tendencia sea contrarrestada ��.só·.·_téCniCo y el _mandamie�to �e "comprar en el m�rcado más bara­
por la ingerencia y orientación legislativas. El sistema manufacturero tO_·"j V�tl<:lér en d In_á�---�·�rg:.�:, Esta�.an ll�nas de _gen�es _ q�� _ yi_y.(;¡}1 tan
ya ha extendido tanto su influencia sobre el Imperio británico como sólo d sLtra�ai<?J!�lariado, a pesar a< un nutridrí a.n:Eo. compuesto
para efectuar un cambio esencial en el carácter general de la masa del aún por versiones degeneradas _de art� sanos _anti�amente indepen­
pueblo. dientes, pegujaleros en busca de trabajo"para sus horas libres, minúscu­
los empresarios que disponían de tiempo, etc. Pero había pocos opera­
El nuevo" s!_ste111-� que sus contemporáneos veían ejemplificado so­ rios auténticos. Entre 1 7 7 8 y 1 8 30 'se produjeron constantes revuel­
bre todo en el Lan"cashire, se componía, o eso les parecía a ellos, de tas contra la expansión de la maquinaria. Que esas revueltas fueran
tres elementos. El primero era la división de la población industrial con frecuencia apoyadas cuando no instigadas por los negociantes y
entre empresarios capitalistas y obreros que no tenían m·ás que su fuer� agricultores locales, muestra lo restringido que era aún el sector "mo­
za de-trabajo, que vendían a cambio de un salario. El segundo era la derno" de la economía, ya que quienes estaban dentro de él tendían a
producción en la "fábrica", una combinación de m�quinas especializa­ aceptar, cuando no a saludar con alborozo, el advenimiento de la má­
das con trabajo hwnano especializa�_9. <? • Como su primitivo teórico, eL quina. Los que trataron de detenerlo fueron precisamente los que no
doctor Andrew U re, las llamó, "un gigantesco autómata compuesto de estaban dentro de éL El hecho de que en conjunto fracasaran demues­
varios órganos mecánicos e intelectuales, que actÚan en ininterrumpi­ tra que el sector "moderno" estaba dominando en la economía.
do concierto [. _ ,] y todos ellos subord¡nados a una fuerza motriz que Había que esperar a la tecnología de mediados del pr�sente siglo
se regula por sí misma''. 10 El tercero era la sujeción de toda _la eccmomía para que fueran viables los sistemas semiautomáticos en la producción
-en realidad de toda la vida- a los fines de los capitalistas y la acu, _ fabril que los frlósofos del "talento del vapor" de la primera mitad del
mulación de beneficios. Algunos de ellos -aquellos que no vefan nada siglo xrx habían previsto con tanta satisfacción y que columbraban en
fundamentálmente- erróneo en el nuevo sistema- no se cuidaron de los imperfectos y arcaicos obradores de algodón de su tiempo. Antes
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66 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 67 11
¡;
de la llegada del ferrocarril, probablemente no existió ninguna empre­ ¡, :.
ente d e los azares de esta única industria, así como también del
sa (excepto quizá fábricas de gas o plantas químicas) que un ingeniero
de producción moderno pudiera considerar con algún interés más allá
�ansporte marítimo y del comercio ultramarino en general. Es casi se­ [�
¡t
guro que la industria algodonera contribuyó más a la acumulación d e i
del puramente arqueológico. Sin embargo, el hecho de que los obrado­ capital que otras industrias, aunque sólo fuera porque su rápida meca­
res de algodón inspiraran visiones de obreros hacinados y deshumani­ nización y el uso masivo de mano de obra barata (mujeres y niños)
zados, convertidos en "operarios" o "mano de obra" antes de ser exi­
permitió una afortunada transferencia de ingresos del trabajo al capi­
midos en todas partes por la maquinaria automática, es igualmente
tal. En los veinticinco años que siguieron a 1 82 0 la producción nera de
significativo. La "fábrica", con su lógica dinámica de-procesos -cada
la industria creció alrededor del 40 por ciento (en valores), mientras
máquina��l'�Eializada atendida por un "brazo" especializado, vincula­
que su nómina Sólo lo hizo en un cin.co por ciento. � . �

dos-todos por"éT inhumano y constante ritmo de la "máquina" y la Difícilmente hace falta poner de relieve que el algodon estimulo la
industrialización y la revolución tecnológica en general. Tanto la in­
disciplina de la mecanización-, iluminada por gas, rodeada de hierros
y humeante, era una forma revolucionaria_el.� 'ra\,ªjar. Aunque los sa­
dustria química como la construcción de máquinas le son deudoras:
larios de las fií"bricas"U:nctfanaser·mása!tos que los que se conseguían hacia 18 30 sólo los londinenses disputaban la superioridad de los
con las industrias domésticas (excepto aquellas de obreros iriuy cualifi­ constructores de máquinas del Lancashire. En este aspecto la industria
cados y versátiles), los' obreros recelaban de trabajar en ellas, ¡mrque

algodonera no fue singular y careció de la capacidad directa de esti­
al hacerlo perderían su más caro patrimonio :Ja indep Sta es mular lo que, como analistas de la industrialización, sabemos más ne­
una razón que explica !á captación de mu1eres y · niños -más cesitaba del estímulo, es decir, las industrias pesadas de base como car­
manejables- para trabajar en las fábricas : en 1 8 3 8 sólo un 2 3 por bón, hierro y acero, a las que no proporcionó un mercado excepcional­
ciento de los obreros textiles eran adultos. mente grande. Por fortuna el proceso general de urbanización aportó
un estímulo sustancial para el carbón a principios del siglo XIX como
·
había hecho en el xvm. En 1842 los hogares británicos aún consu­
Ninguna otra industria podía compararse con la del algodón en mían dos tercios de los recursos internos de carbón, que se elevaban
esta primera fase de la industrialización británica. Su proporción en la entonces a unos 3 O millones de toneladas, más o menos dos tercios d e
renta nacional quizá no era impresionante -alrededor del siete o el la producción total del mundo occidental. La producción de carbón
ocho por ciento hacia el final de las guerras napoleónicas- pero sí ma­ de la época seguía siendo primitiva : su base inicial había sido un hom­
yor que la de otras industrias. La industria algodonera comenzó su ex­ bre en cuclillas que picaba mineral en un corredor subterráneo, pero la
pansión y siguió creciendo más rápidamente que el resto, y en cierto dimensión misma de esa producción forzó a la minería a emprender el
sentido su andadura midió la de la economía. 1 2 Cuando el algodón se cambio técnico : bombear las minas cada vez más profundas y sobre
desarrolló a la notable proporción del seis al siete por ciento anual, en todo transportar el mineral desde las vetas carboníferas hasta la boca­
los veinticinco años siguientes a Waterloo, la expansión industrial bri­ núna y desde aquí a los puertos y mercados. De este modo la minería
tánica estaba en su apogeo. Cuando el algodón dejó de expansionarse abrió el camino a la máquina de vapor mucho antes de James Watt,
-como sucedió en el último cuarto del siglo XIX al bajar su tasa de cre­ utilizó sus versiones mejoradas para caballetes de cabria a partir d e
cimiento al O, 7 por ciento anual- toda la industria británica se tamba­ 1790 y sobre todo inventó y desarrolló el ferrocarril. No fue acciden­
leó. La contribución de la industria algodonera a la economía interna­ tal que los constructores, maquinistas y conductores de los primeros
cional de Gran Bretaña fue todavía más singular. En las décadas post­ ferrocarriles procedieran con tanta frecuencia de las riberas del Tyne :
napoleónicas los productos de algodón constituían aproximadamente empezando por George Stephenson. Sin embargo, el barco de vapor,
la mitad del valor de todas las exportaciones inglesas y cuando éstas cuyo desarrollo es anterior al del ferrocarril, aunque su uso generaliza­
alcanzaron su cúspide (a mediados de la década de 1 8 30) la impor­ do llegara más tarde, nada debe a la minería.
tación de algodón en bruto alcanzó el 2 0 por ciento de las importa­ El hierro tuvo que afrontar dificultades mayores. Antes de la Re­
ciones netas totales. La balanza de pagos británica dependía propia- volución industrial, Gran Bretaña no producía hierro ni en grandes
68 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 69
cantidades ni de calidad notable, y en la década de 1 7 80 su demanda dón de carbón y hierro en veinte años y la que creó virtualmente una
total difícilmente debió haber superado las 100.000 toneladas. 1 3 La · industria del acero. 1 4
guerra en general y la flota en particular proporcionaron a la industria Es evidente que tuvo lugar un notable crecimiento económico ge­
del hierro constantes estímulos y un mercado intermitente; el ahorro neralizado y ciertas transformaciones industriales, pero todavía no una
de combustible le dio un incentivo permanente para la mejora técnica. revolución industrial. Un gran número de industrias, como las del ves­
Por estas razones, la capacidad de la industria del hierro -hasta la tido (excepto géneros de punto), calzado, construcción y enseres do­

época de ferrocarril- tendió a ir por delante del mercado, y sus rápi­
.
mésticos, siguieron trabajando según las pautas tradicionales, aunque
das eclosiones se VIeron seguidas por prolongadas depresiones que los utilizando esporádicamente los nuevos materiales. Trataron de satisfa­
industriales del hierro trataron de resolver buscando desesperadamen­ cer la creciente demanda recurriendo a un sistema similar al "domésti­
t; nuevos us�s para su metal, y de paliar por medio de cárteles de pre­ co", que convirtió a artesanos independientes en mano de obra sudo­
ctos y reducc10nes en la producción (la Revolución industrial apenas si rosa, empobrecida y cada vez más especializada, luchando por la su­
afectó al ace�o) Tres i?Iportantes in ovaciones aumentaron su capaci­ pervivencia en los sótanos y buhardillas de las ciudades. La industria­
; ?
dad: la fundic!On de hierro con carbon de coque (en lugar de carbón ve­ lización no creó fábricas de vestidos y ajuares, sino que produjo l a
getal), las invenciones del pudelaje y laminado, que se hicieron de uso conversión d e artesanos especializados y organizados en obreros míse­
cm�ún hacia 1780, y el horno con inyección de aire caliente de James ros, y levantó aquellos ejércitos de costureras y camiseras tuberculosas
Neilson a partir de 1 829. Asimismo estas innovaciones fijaron la lo­ e indigentes que llegaron a conmover la opinión de la clase media, in­
calización de la industria junto a las carboneras. Después de las gue­ cluso en aquellos tiempos tan insensibles.
rras napoleónicas, cuando la industrialización comenzó a desarrollarse Otras industrias mecanizaron sumariamente sus peql}eños talleres
e? otros países, �1 hierro ad uirió un importante mercado de exporta­ y los dotaron de algún tipo de energía elemental, como el vapor, sobre
� : entre el qmnce �
cwn y el vemte por ciento de la producción ya podía todo en la multitud de pequeñas industrias del metal tan característi­
�enderse al extr.anje�o. La industrialización británica produjo una va­ cas de Sheffield y de las Midlands, pero sin cambiar el carácter artesa­
n�da dem�nda mte: or de este metal, no sólo para áquinas y herra­ nal o doméstico de su producción. Algunos de estos complejos de pe­
; �
mientas, smo tambten para constrwr puentes, tubenas, materiales de queños talleres relacionados entre sí eran urbanos, como sucedía en
construcción y utensilios domésticos, pero aoo así la producción total Sheffield y Birmingham, otros rurales, como en las aldeas perdidas
siguió estando muy por debajo de lo que hoy consideraríamos necesa­ del "Black Country" ; algunos de sus obreros eran viejos artesanos es­
rio para una economía industrial, especialmente si pensamos que los pecializados, organizados y orgullosos de su gremio (como sucedía en
metales no ferrosos eran entonces de poca importancia. Probablemen­ las cuchillerías de Sheffield)." Hubo pueblos que degeneraron progre­
te nunca llegó a medio millón de toneladas antes de 1820, y difícil­ sivamente hasta convertirse en lugares atroces e insanos de hombres y
mente a 700.000 en su apogeo previo al ferrocarril, en 1828. mujeres que se pasaban el día elaborando clavos, cadenas y otros ar­
El hierro sirvió d e estimulante n o sólo para todas las industrias tículos de metal sencillos. (En Dudley, Worcestershire, la esperanza
que lo consumían sino también para el carbón (del que consumía alre­ media de vida al nacer era, en 1841-1850, de dieciocho años y me­
dedor de una cuarta parte de la producción en 1842), la máquina de dio.) Otros productos, como la alfarería, desarrollaron algo parecido a
vapor y, por las mismas razones que el carbón, el transporte. No obs­ un primitivo sistema fabril o unos establecimientos a gran escala -re­

tante, al igual que el carbón, el hierto no experimentó su revolución lativa- basados en una cuidadosa división interior del trabajo. E n
industrial real hasta las décadas centrales del siglo xrx, o sea unos 5O conjunto, sin embargo, y a excepción del algodón y d e los grandes es­
años después del algodón; mientras que las industrias de productos tablecimi·entos característicos del hierro y del carbón, el desarrollo de
para el consumo poseen un mercado de masas incluso en las econo­ la producción en fábricas mecanizadas o en establecimientos análogos
mías preindustriales, las industrias de productos básicos sólo adquie­ tuvo que esperar hasta la segunda mitad del siglo xrx, y aun entonces
ren un mercado semejante en economías ya industrializadas o en vías el tamaño medio de la planta o de la empresa fue pequeño. En 18 5 1,
de industrialización. La era del ferrocarril fue la que triplicó la produc- 1.670 industriales del algodón disponían de más establecimientos (en
70 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 71

los que trabajaban cien hombres o más) que el total conjunto de los han sostenido, más convincentemente, que el descontento procede tan
4 1.000 sastres, zapateros, constructores de máquinas, constructores sólo de las dificultades de adaptación a un nuevo tipo de sociedad.
de edificios, constructores de carreteras, curtidores, manufactureros de Pero incluso para esto se requiere una excepcional situación de penuria
lana, estambre y seda, molineros, encajeros y alfareros que indicaron económica -como pueden demostrar los archivos de emigración a Es­
al censo del tamaño de sus establecimientos. tados Unidos- para que las gentes comprendan que no ganan nada a
Una industrialización así limitada, y basada esencialmente en un cambio de lo que dan. Este descontento, que fue endémico en Gran
sector de la industria textil, no era ni estable ni segura. Nosotros, que Bretaña en estas décadas, no se da sin la desesperanza y el hambre.
podemos contemplar el período que va de 1780 a 1840 a la luz de Por aquel entonces, había bastante de ambas.
evoluciones posteriores, la vemos simplemente como fase inicial del ca� La pobreza de los ingleses fue en sí misma un factor importante
pitalismo industrial. ¿ Pero no podía haber sido también su fase fmal? en las dificultades económicas del capitalismo, ya que fijó límites redu­
La pregunta parece absurda porque es evidente que no lo fue, pero no cidos en el tamaño y expansión del mercado interior para los produc­
hay que subestimar la inestabilidad y tensión de esta fase inicial -es­ tos británicos. Esto se hace evidente cuando contrastamos el elevado
pecialmente en las tres décadas después de Waterloo- y el malestar aumento del consumo per capita de determinados productos de uso ge­
de la economía y de aquellos q11e creían seriamente en su futuro. La neral después de 1840 (durante los "años dorados" de los victoria­
Gran Bretaña industrial primeriza atravesó una crisis, que alcanzó su nos) con el estancamiento de su consumo anterior. El inglés medio
punto culminante en la década de 18 30 y primeros años de 1 840. El consumía entre 1 8 1 5 y 1844 menos de 9 kg de azúcar al año ; en la
hecho de que no fuera en absoluto una crisis "final" sino tan sólo una década de 18 3 0 y primeros años de los cuarenta, alrededor de 7 kg,
crisis de crecimiento, no debe llevarnos a subestimar su gravedad, pero en los diez años que siguieron a 1844 su consumo se elevó a
como han hecho con frecuencia los historiadores de la economía (no 1 5 kg anuales ; en los treinta años siguientes a 1844 a 24 kg y· hacia
los de la sociedad). 1 6 1890 consumía entre 36 y 40 kg. Sin embargo, ni la teoría económi­
La prueba más clara de esta crisis fue la marea de descontento so­ ca, ni la práctica económica de la primera fase de la Revolución indus­
cial que se abatió sobre Gran Bretaña en oleadas sucesivas entre los trial se cimentaban en el poder adquisitivo de la población obrera, cu­
últimos años de las guerras y la década de 1840 : luditas y radicales, yos salarios, según el consenso general, no debían estar muy alejados
sindicalistas y socialistas utópicos, demócratas y cartistas. En ningún del nivel de subsistencia. Si por algún azar (durante los "booms" eco­
otro período de la historia moderna de Gran Bretaña, experimentó el nómicos) un sector de los obreros ganaba lo suficiente para gastar su
pueblo llano una insatisfacción tan duradera, profunda y, a menudo, dinero en el mismo tipo de productos que sus "mejores" , la opinión de
desesperada. En ningún otro período desde el siglo XVII podemos cali­ clase media se encargaba de deplorar o ridiculizar aquella presuntuosa
ficar de revolucionarias a grandes masas del pueblo, o descubrir tan falta de sobriedad. Las ventajas económicas de los salarios altos, ya
sólo un momento de crisis política (entre 1 8 30 y la Ley de ·Reforma como incentivos para una mayor productividad ya corno adiciones al
de 1 8 3 2) en que hubiera podido surgir algo semejante a una situación poder adquisitivo, no fueron descubiertas hasta después de mediado el
revolucionaria. Algunos historiadores han tratado de explicar este des­ siglo, y aun entonces sólo por una minoría de empresarios adelantados
contento argumentando que simplemente las condiciones de vida de e ilustrados como el contratista de ferrocarriles Thomas Brassey. H·as­
los obreros (excepción hecha de una minoría deprimida) mejoraban ta 1869 John Stuart Mili, cancerbero de la ortodoxia económica, no
menos de prisa de lo que les había hecho.esperar las doradas perspecti­ abandonó la teoría-del "fondo d� salarios", es decir una teoría de sala­
vas de la industrialización. Pero la "revolución de las expectativas cre­ rios de subsistencia. 1 7
cientes" es más libresca que real. Conocemos numerosos ejemplos de Por el contrario, tanto la teoría como la práctica económicas hi­
gentes dispuestas a levantar barricadas porque aún no han podido pa­ cieron hincapié en la crucial importancia de la acumulación de capital
sar de la bicicleta al automóvil (aunque es probable que su grado de por los capitalistas, es decir del máximo porcentaje de beneficios y la
mthtanCia aumente si, una vez han conocido la bicicleta, se empobre­ máxima transferencia de ingresos de los obreros (que no acumulaban)
cen hasta el extremo de no poder ya comprarla). Otros historiadores a los patronos. Los beneficios, que hacían funcionar la economía, per-
72 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 73

mitían su expansión al ser reinvertidos : por lo tanto, debían i"ncJ:enlert­ aumentó la presión sobre los márgenes de beneficio, ya que con la in­
tarse a toda costa. 18 Esta opinión descansa�a en dos supuestos : a) flación los beneficios disfrutaron de un alza extra 20 y con la deflación
el progreso industrial requería grandes inversiones y b) que sólo se experimentaron un ligero retroceso. Al algodón le afectó sensiblemen­
tendrían ahorros insuficientes si no se mantenían bajos los ingresos te esta compresión de su tasa de beneficios :
las masas no capitalistas. El primero de ellos era más cierto a largo
plazo que en aquellos momentos. Las primeras fases de la Revolución Costo y precio de venta de una libra de algodón hilado "
industrial (digamos que de 1780 a 1 8 1 5) fueron, como hemos visto,
Margen para otros
Aiio Materias primas Precio de venta
costos y beneficios
limitadas y relativamente baratas. La formación de capital bruto pue­
de haber llegado a no más del siete por ciento de la renta nacional a
principios del siglo XIX, lo que está por debajo del índice del 1 O por 1 7 84 2s. !Os. l id. 8s. ! I d.
ciento que algunos economistas consideran como esencial para la in­ !812 ls. 6d. 2s. 6d. 1 S.
dustrialización hoy en día, y muy por debajo de las tasas de más del 1832 7 '!,d. 1 1 '/,d. 3 3/,d.
30 por ciento que han podido hallarse en las rápidas industrializacio­
nes de algunos países o en la modernización de los ya adelantados. Not;1: f_ = \ihra, s. = chelines, d. = peniques.

Hasta las décadas de 1 8 3 0 y 1 840 la formación de capital bruto en·


Gran Bretaña no pasó el umbral del 1 O por ciento, y por entonces la Por supuesto, cien veces ruatro peniques era más dinero que sólo
era de la industrialización (barata) basada en artículos como los teji­ once chelines, pero ¿ qué pasaba cuando el índice de beneficios caía
dos había cedido el paso a la era del ferrocarril, del carbón, del hierro hasta cero, llevando asi el velliculo de la expansión económica al paro
y del acero. El segundo supuesto de que los salarios debían mantener­ a través del fracaso de su máquina y creando aquel "estado estaciona­
se bajos era completamente erróneo, pero tenía alguna plausibilidad rio" que tanto temían los economistas?·
inicial dado que las clases más ricas y los mayores inversores potencia­ Si se parte de una rápida expansión de los mercados, la perspecti­
les del período -los grandes terratenientes y los intereses mercantiles va nos parece irreal, como también se lo pareció cada vez más (quizá a
y financieros- no invertían de manera sustancial en las nuevas indus­ partir de 1 830) a los economistas. Pero los mercados no estaban cre­
trias. Los industriales del algodón y otros industriales en ciernes se ciendo con la rapidez suficiente como para absorber la producción al
vieron pues obligados a reunir un pequeño capital inicial y a ampliarlo nivel de crecimiento a que la economía estaba acostumbrada. En el in­
reinvirtiendo los beneficios, no por falta de capitales dispombles, sino terior credan lentamente, lentitud que se agudizó, con toda probabili­
tan sólo porque tenían poco acceso al dinero en grande. Hacia 1 8 30, dad, en los hambrientos años treinta y principios de los cuarenta. En
seguía sin haber escasez de capital en ningún sitio. 1 9 el extranjero los países en vías de desarrollo no estaban dispuestos a
Dos cosas, sin embargo, traían d e cabeza a los negociantes y eco­ importar tejidos británicos (el proteccionismo británico aún les ayu­
nomistas del siglo XIX: el monto de sus beneficios y el índice de expan­ dó), y los no desarrollados, sobre los que se apoyaba la industria algo­
sión de sus mercados. Ambas les preocupaban por igual aunque hoy en donera, o no eran lo bastante grandes o no crecían con la rapidez sufi­
día nos sintamos inclinados a prestar más atención a la segunda que a ciente como mercados capaces de absorber la producción británica.
la primera. Con la industrialización la producción se multiplicó y el En las décadas postnapoleónicas, las cifras de la balanza de pagos nos
precio de los artículos acabados cayó espectacularmente. (Dada la te­ ofrecen un extraordinario espectáculo : la única economía industrial
naz competencia entre productores pequeños y a media escala, rara del mundo, y el único exportador importante de productos manufac­
vez podían mantenerse artificialmente altos por cárteles o acuerdos si­ turados, es incapaz de soportar un excedente para la exportación en su
milares para fijar los precios o restringir la producción.) Los costos de comercio de mercaderías (véase infra, cap. 7). Después de 1 826 el
producción no se redujeron -la mayoría no se podían- en la misma país experimentó un déficit no sólo en el comercio, sino también en los
proporción. Cuando el clima económico general pasó de una inflación s·ervicios (transporte marítimo, comisiones de seguros, beneficios ·en
de precios a largo término a una deflación subsiguiente a las guerras comercio y servicios extranjeros, etc.). 2 2
74 INDUSTRIA E IMPERIO LA REVOLUCI ÓN INDUSTRIAL 75
Ningún período de la historia británica ha sido tan tenso ni ha ex­
perimentado tantas conmociones políticas y sociales como los años 30 NOTAS
y principios del 40 del siglo pasado, cuando tanto la clase obrera J . Ver "lecturas complementarias" y la nota 1 del capítulo 2. La obra de *P Man-
como la clase media, por separado o unidas, exigieron la realización 'l'be l11d11Jtrial R.evolution in the 13th Century (hay traducción castellana: La Kevolucióu
im/mlri<d eu el Jiglo XVfii, Madrid, 1 962) es todavía útil; la de T. S. Ashton, The InduJtrial
1011x,

de cambios fundamentales. Entre 18 2 9 y 1 8 3 2 sus descontentos se


Rfl'olutiou ( 1948), breve y muy clara (hay traducción castellana: La Revolución iudmtrial,
coaligaron en la demanda de reforma parlamentaria, tras la cual las ¡¡6(}- IS J (J, México, 1 964). Para el algodón la obra de A. P. Wadsworth y J. L.
masas recurrieron a disturbios y algaradas y los hombres de negocios Mann, The Cotton Trade and Industrial Lancashit-e ( 1 9 3 1 ), es básica, pero termina en ·1780.
al poder del boicot económico. Después de 1 8 3 2, una vez que los ra­ El libro de N. Smelser, Social Change in the Industrial Revolution ( 1 959), toca el tema del al­
godón, pero analiza otros muchos. Sobre empresarios e ingeniería son indispensables las obras
dicales de la clase media hubieron conseguido algunas de sus deman­ de Samuel Smiles, Lives ofthe Engineers, Industrial Biography, sobre el sistema de fábrica y El
das, el movimiento obrero luchó y fracasó en solitario. A partir de la Capital, de K. Marx. Ver también A. Redford, Labour Migration in EnJ!.land 1800-1810
crisis de 1 8 3 7, la agitación de clase media renació bajo la bandera de ( 1 926) y S. Pollard, The Genesis .o/ Modern Managemenl (1965). Ver también las figuras
J . ) , 7, 1 3, 1 \ 16, 22, 2?.28, 37.
la liga contra la ley de cereales y la de las masas trabajadoras estalló
.

2. Las poblaciones de las dos áreas urbanas en 1 8 4 1 eran de unos 280.000 y


en el gigantesco movimiento por la Carta del Pueblo, aunque ahora 1 80.000 habitantes, respectivamente.
ambas corrientes actuaban con independencia y en oposición. En los 3. No fue idea original del que la patentó', RichardArkwright ( 1 7 32- 1 792), un opera­
rio (alto de escrúpulos que se hizo muy rico a diferencia de la mayoría de los auténticos inven­
dos bandos rivales, y especialmente durante la peor de las depresiones tores de la época.
decimonónicas, entre 1841 y 1842, se alimentaba el extremismo : los 4. Fabriken-Kommissarius, mayo de 1 8 1 4, citado en J. Kuczynski, Geschichte der Lage
cartistas iban tras la huelga general; los extremistas de clase media en tlt'!" Arbeiter 1mter KApitalismus ( 1 964), vol. 23, p. 1 78.
5. No estoy diciendo con esto que para realizar tales trabajos no se requiriesen determi­
pos de un lock-out nacional que, al llenar las calles de trabajadores nados conocimientos y algunas técnicas concretas, o que la industria británica del carbón no
hambrientos, obligaría al gobierno a pronunciarse. Las tensiones del poseyera o desarrollase equipos más complicados y potentes, como la máquina de vapor.
período comprendido entre 1 8 2 9 y 1846 se debieron en gran parte a 6. Esto vale tanto para el obrero metalúrgico cualificado como para el técnico superior
esta combinación de clases obreras desesperadas porque no tenían lo especializado, oomo por ejemplo el ingeniero "industrial".
7. T. Barton, History of the Borough of Bury ( 1 874), p. 59.
suficiente para comer y fabricantes desesperados porque creían since­ 8. "Fue un afortunado ejemplar de una clase de hombres que, en el Lancashire se apro·
ramente que las medidas políticas y fiscales del país estaban asfixiando vecharon de los descubrimientos de otros cerebros y de su propio ingenio y supieron sacar
poco a poco la economía. Tenían motivo de alarma. En la década de partido de las peculiares facilidades locales para fabricar y estampar artículos de algodón y de
las necesidades y demandas que, desde hacía medio siglo o quizá más, se producían por ar­
18 30 el índice más tosco del progreso económico, la renta per capita tículos manufacturados, consiguiendo llegar a la opulencia sin poseer maneras refinadas, ni
real (que no hay que confundir con el nivel de vida medio) estaba des­ cultura, ni más allá de conocimientos comunes." P. A. Whittle, Blackburn as it is (1852),
cendiendo por primera vez desde 1700. De no hacer algo ¿ no queda­ p. 262.
9. F. Harkort, Bemerkungen über die Hindernisse der Civilisation und Emancipation der
ría destruida la economía capitalista? ¿ Y no estallaría la revuelta entre unieren Klassen ( 1844), citado en J. Kucz.ynski, op. cit., vol. 9, p. 1 27.
las masas de obreros empobrecidas y desheredadas, como empezaba a lO. Andrew Ure, The Philosophy o/Manufactures ( 1 8 3 5), citado en K. Marx, El Capi­
temerse hacia 1840 en toda Europa ? En 1840 el espectro del comu­ tal, p. 419 (edición británica de 1 938).
l l. "En 1 83 3 se llevó a cabo un cálculo singular sobre la renta de determinadas fami­
nismo se cernía sobre Europa, como señalaron Marx y Engels atina­ hs: la renta total de 1 .778 familias (todas obreras) de Blackburn, que oomprendía a 9. 779
damente. Aunque a este espectro se le temiera relativamente menos en individuos, llegaba sólo a 828 f.. l 9s. 7d." (P. A. Whittle, op. cit., p. 223). Ver tambiln el
próximo capítulo 4.
Gran Bretaña, el de la quiebra económica aterraba por igual a la clase 1 2. Tasa de crecimiento de la producción industrial británica (aumento porcentual por
media. década):
1800 ' 1810 . ............. 22,9 1 8ÍO , 1 8 60 . 27,8
1810 , 1 820 . 38,6 1 860 ' 1870 . 33,2
1820 ' 1 8 30 . . . 47,2 1 870 ' 1880 20,8
1830 ' 1840 . 37,4 1 880 ' 1890 . 1 7.4
1 840 a 1 8 50 . 39,3 1 890 a 1 900 1 7,9
La caída entre 1 8 50 y 1860 se debe en buena parte al "hambre de algodón" ocasionado por
la guerra de Secesión americana.
76 INDUSTRIA b IMPERIO

1 3. Pw� d consu�no británico per fapila fue mucho más :dto que d Je l(_¡s otros .
zo-f7��"'
·¡' ·
.
tomp.Lrahlcs. Era, Por CJCmp�o, unas tres veces y media el consumo francé:. de 1 7 ·

1 4. , (m m1les de toneladas) :
Produccton

Carbón Hierro

1830 1 6.000 600


1850 49.000 2.000
.
l5
· Los describ!ó como "organizados en gremios" un visitante alemán, quien se mara-
. , de
VLilo ,
encontrar alb un fenomeno continental familiar.
1 6. S. G. C� ckland, The Rise of Industrial Society in Englalld ( 1 964), eswdia esta Capítulo 4
ntt·sti6n; v:r tambten R. C. O. Matth ws, A Study in Trade Cycie Hislory ( 1 9 5 4).
;

1 7 Sm embargo, algunos economistas no se mostraron satisfechos con esta teoría po<
·
· ·
1o menos desde 1 8 30. LOS RESULTADOS HUMANOS DE LA
18. �s imposible d�cir e? qué grado �e desarrollaron como parte de la renta n-acional
en este penado, pero hay mdtcms . d: una catda del sector de los salarios en la renta nacional R EVO LUCIÓN INDUSTRIAL, 1 7 50- 1 850 1
entre 1 8 1 1 Y 1 842, y es�o en una epoca en que la población asalariada creóa muy rápid
�ente co� �especto al conJunto de la. población. Sin embargo, la cuestión es difícil y el mat -

t 1 ,d
- sohr� �! que basar una respuesta completamente inadecuado.

La amienta
fue la.hen:-·-··-'-'
aritmética-�-- fundamen
, ··-
tal de la -Revolución in- '
t
1 9. Sm embarg� , en Escocia sí se dio probablemente una ausencia de capital semejan­ __,._ ·-···

Los que llevaron a cabo esta revomción la collcibieron como


�-- ==
ccc " ��

t�, a c�usa e ��e el �tsttma bancario escocés desarrolló una organización y participación ac­
� dustrial. -- ---�------ · - -
-

u-na . serie de adiciones y sustracciones : J�- -�if�_rencia _de_�os��ntr�_


·

no�ana en a mdustna muy por delante de los ingleses, ya que un país pobre necesita un me­ "''"""""'" -·

_i��PE�(en:�L��!��iio -�_ás ��!��- y vender . en er �����-��· �t��-- ��s­


cams�o para co�centr� los numer?sos picos de dinero procedentes de ahorros en una reserva

accestble par� la mverston producttva en gran escala, mientras que un país rico puede recurrir
para consegmrlo a las numerosas fuentes de financiación locales. to de produc(ión .y pr�<:i() _de ye!lti;]iifr<_]íiveiSio-n y beneficio. Para
2 O. �arque los salarios tienden a ir a remolque de los precios y en cualquier caso el ni� nu;_�atnpeo es...m.is consistentes je
0¡,\�; fe_remy J3mth.am yyus segt!idoxes.J.r
es_te _tipo de racionalidad, indu,;Q.l;¡__morªJ_y.Ju¡olltica se manejaban
vd de prectos cuando se vendtan , los productos, tendía
a ser más alto de lo que había sido an­
. .
_ron :estos -S<ñciflos-¿,¡:¡g!l_(,� El objeto de la políticaera!aJel.i9da2:
tenormente, cuando fueron produados.
2 1 . T. Ellison, The �otton Trade of Grea� Britain ( 1886), p. 6 1 .
22. Para ser mas , preasos, esta balanza fue hgeramente negativa en 1 826-18 30, positi­
Cualquier l'lacer del hombre podía expresarse cuantitativamente (por
�� ��. . en todos los quinquenios que van desde 1 8 3 6 a
1 8 3 1 - 1 8 ? 5 y de nuevo negat:tva
lo menos en teoría) y también sus pesares. Deduciendo éstos de aquél
se obtenía, como resultado neto, su felicidad. Sumadas las felicidades
de todos los hombres y deducidos los infortunÍos, el gobierno que con-1
siguiera la mayor felicidad para el mayor número de personas era el
mejor. La contabilidad del género humano tendría sus saldos deudo(
res o acreedores, como la mercantiL 2
El análisis de los resultados humanos de la Revolución industrial
no se ha liberado totalmente de este primitivo enfoque. Aún tenemos
tendencia a preguntarnos : ¿mejoró o empeoró las condiciones de la
gente? y, si fue así ¿ en qué medida? Para ser más precisos : nos pre­
guntamos qué poder adquisitivo, o bienes, servicios, etc., que pueden
comprarse con dinero, proporcionó la Revolución industrial y a qué
número de individuos, admitiendo que la mujer que posee una lavado­
ra vivirá mejor que la que no la posee (lo que es razonable), pero tam�
bién: a) que la felicidad privada consiste en una acumulación de cosas,
tales como bienes de consumo y b) la felicidad pública consiste en la\
mayor acumulación de éstas para el mayor número de individuos (lo\
78 INDUSTRIA E IMPERIO RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCI N Ó 79
a 1 00 libras esterlinas,¡
que no lo es). Estas cuestiones son importantes, pero también enga:&o­ no dispusiera d e una renta anual equivalente
sas. Es natural que todo historiador se sienta interesado por conocer si esperaban la batida. Sus casas de campo seudoclásicas � neoc�ásica� se\
la Revolución industrial obtuvo para la mayoría de la gente en térmi­ n como no lo , hecho nunca desde la epoca 1sabelma
hab1an
multiplicaba
nos ".�s�Iu.t()s__o�relativQ§�más _y mejor alimento,���v:.estido�_yiyi_enda. ni volverían a hacerlo. Como que las actividades económicas de la\.
Pe!o f!O logrará su objetivo .si olvida que esta revol11siillLno ft�ceun­ aristocracia, a diferencia de su estilo social, ya se habían adaptado a V
sirnjil_e proceso de adición_y sustracción, sino un calnbio social funda­ Jos métodos comerciales de la clase media, la época del vapor y de las
"!entctl que transformó las. vidas�de fos h ombre�. d� modo irremD.oéÍ,
_
oficinas contables no les supuso grandes problemas de adaptación es­
, ble. O, para ·ser-ffiás- exactos, en sus fases- inicales d;-t��y6-Sus-·�iej�s piritual, excepto quizás para los que pertenecían a los últimos aledaños
! modos de vida y les dejó en libertad para que descubrieran o se cons­ de la jerarquía hidalga, o para aquellos cuyas rentas procedían de la
truyeran otros nuevos si podían y sabían cómo hacerlo. No obstante, cruel caricatura de economía rural que era Irlanda. kf>s nQples_no tu­
rara vez les enseñó a conseguirlo. viero_n� g\l�Jieja.Ld_e_s_cr_f!'l!dales,_p.QX-'Jlle_hacfa.--ya mueho tiempn que
Queda claro que hay una relación entre la Revolución industrial habían d�do-de.s;:rlo. Como mucho, algún rudo e ignorante baronet
como suministradora de comodidades y como transformadora social. del interior tendría que encararse con la nueva necesidad de enviar a
Las clases cuyas vidas experimentaron inenos transformaciones- fue­ sus hijos a un colegio adecuado (las nuevas "escuelas públicas" se
ron, normalmente, las que más se beneficiaron en términos materiales construyeron a partir de 1 840 para educar a éstos y a los vástagos de
(y al revés), en tanto que su inhibición ante los cambios que estaban los florecientes hombres de negocios) o disfrutar más asiduamente de
afectando a los demás obedecía no s6lo al conformismo material, sino los encantos de la vida londinense.
también al moral. Nadie es más complaciente que un hombre acomo­ Plácida y próspera por igual era la vida de los numerosos parási­
dado y triunfante, satisfecho de un mundo que parece haber sido cons­ tos de la sociedad aristocrática rural, alta y baj a : aquel mundo rural y
truido precisamente por personas de su misma mentalidad. provinciano de funcionarios y servidores de la nobleza alta y baja, y
As[, -p�es, la industriilizaci6n-hfltániCa-ateCtó esca�amente -salVo las profesiones tradicionales, somnolientas, corrompidas y, a medida
rl, en las mejoras- a la aristocracia y pequeña nobleza. Sus rentas engro­ que progresaba la Revolución industrial, cada vez más reaccionarias.
�aron con la demanda de productos del campo, la expansión de las La iglesia y las universidades inglesas se dormían en los laureles de sus
ciudades (cuyo suelo poseían) y de las minas, forjas y ferrocarriles privilegios y abusos, bien amparados por sus rentas y sus relaciones
(que estaban situados en sus posesiones). Aun en los peores tiempos con los pares. Su corrupción recibía más ataques teóricos que prácti�_
para la agricultura (como sucedió entre 1 8 1 5 y la década de los 30), cos. Los abogados, y lo que pasaba por ser un cuerpo de funcionarios )
difícilmente podían verse reducidos a la penuria. Su predominio social de la administración,· seguían sin conocer la reforma. Una vez más eiJ
per111�neció intacto, su poder político en el campo com¡:>Tefii,'e!nduso antiguo régimen alcanzó un punto culminante en la década posterior a
su pod_er a escala nacionarno sUfriD- alteraCiones sensibles:�-.iiinque a las guerras napoleónicas, a partir del cual comenzaron a aparecer algu­
partir de 1 8 3 0 hubieran de tener miramientos con las susceptibilida­ nas olas en los tranquilos remansos del capitulo catedralicio, colegios
des de una clase media provinciana, poderosa y combativa. Es proba- universitarios, colegios de abogados, etc., que produjeron, a partir de
( ble que a partir de 1 8 30 apuntaran las primeras nubes en el limpio ho- la década de 1 830, algunos tímidos cambios ( los furibundos y desde­
1 rizonte de la vida señorial, nubes que debieron parecer oscuros nuba- ñosos ataques procedentes del exterior, ejemplificados por las novelas
1 rrones para el inglés terrateniente y con titulo nobiliario que babia co- de Dickens, no fueron muy efectivos). Sin embargo, el respetable clero
nocido una era dorada en los primeros cincuenta años de industrializa­ victoriano de las novelas de Trollope, aunque muy alejado de los ho­
garthianos clérigos-magistrados cazadores de la Regencia, era el pro­
ción. Si el siglo xvm fue una edad gozosa para la aristocracia, la época
de Jorge IV (como regente y como rey) debió ser el paraíso. Sus jau­ ducto de una adaptación cuidadosa y moderada, no de la ruptura. Las ¡
rías cruzaban los condados (el moderno uniforme para la caza del zo­ susceptibilidades de tejedores y jornaleros agrícolas no hallaron las
rro refleja aún sus orígenes la época de la Regencia). Sus faisanes, pro­ mismas atenciones que las de los clérigos y preceptores, cuando hubo/
tegidos por los pistolones de los guardabosques contra todo aquel que que introducirlos en un mundo nuevo.
so INDUSTRIA E IMPERIO RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCIÓN 8!

. delUna consecuenc�a importa�t� de esta continuidad -en parte


JO a" del Parlamento, en el segundo tercio del siglo xrx, representaba
,>- poder estableado de la VIeJ" clase alta, en parte negativa t balmente este grupo de familias negociantes asimiladas a la oligar­
;ada a exacerbar las tensiones políticas entre las gentes acaudaladas ca /a terrateniente, aunque estuvieran a matar con ella cuando choca-

,:e-
Influyentes- fue que las nacientes clases comerciales hallaron un firme :
�_- p�tron . aguar
de ��d� dándoles. El éxito social no iba a Slg;mt1car ,:
6:U los embargo,
intereses económicos de la tierra y los negocios.
la inserción en la oligarquía aristocrática es, por de-'
( , Sin
: {¡ mng�a mcogmta, ya que, a través de sólo asequible a una minoría (en este caso para una minoría \
él, ctlalquiera podía elevarse a finición,
[< r: f las ftlas de la clase supe ior. Podía convertirse en "cabal
,� - __

,_ i) � lero" (gentle
man) con su correspondiente casa de campo , quizá con el tiempo -
in.
de exc epcionalmente
dici6n).3 La gran masa
ricos
de
o de los negociantes respetables por su tra­
gentes que se elevan desde inicios modes'
gresa�ía en las fila� de la nobleza, tendria un escaño en el Parlamento tos -aunque rara vez de la estricta pobreza- a la opulencia comercial,
. ducad
para el o para su h!JO :
_cial ftrme y estableCido. o en Oxford o Cambridge y un papel so­ y la mayor masa de los que, por debajo de ellos, pugoaban por entrar'
Su esposa se convertiría en una "dama" en las mas de la clase media y escapar de las humildes, eran demasia­
(lady) instruida en sus deberes por cientos de manuales sobre reglas do numerosas para poder ser absorbidas, cosa que, además, en las pri­
la eti�ueta ;¡ue s � publicaron ininterrumpidamente desde ! 840. d� ,
meras etapas de su progreso, no les preocupaba (tal vez sus mujeres
dmasuas mas antt��s �� negociantes se beneficiaron ampliamente Las
eran menos neutrales). Este grupo fue adquiriendo cada vez mayor
este proceso de astmtlacwn, sobre todo los comerciantes y financ de
ieros concienci a como_"clase media''_ y no_ ya como una '_'capa media" de la
de forma específica el comerciante ocupado en el comercio colonialy sociedad, conciencia que se fue generalizando a partir de 1 8 30. Como
que llegó a ser el tipo de empresario más respetado e impor tal clase, exigía derechos y pgder. Además -y sobre todo cuando sus
pués de que los molinos, fábricas y funciones hubieran llenadtante o los
des:
cie­ cO-mponentes procedían de estirpes no anglicanas y de regiones caren­
los del norte de humo y neblina. La Revolución industrial no supuso tes de una sólida estructura aristocrática tradicional- no estaba vin­
t�mpoco par� él transformaciones esenciales excepto quizá que pu­ culada emocionalmente con el antiguo régimen. Tales fueron los pila­
d!eran e�penme�tar l�s artículos que compraba y vendia.lasComo ya res de la liga contra la ley de cereales, enraizada en el nuevo mundo
hemos :VIsto, se Inserto en la poderosa, extensa y próspera estructura comercial de Manchester: Henry Ashworth, John Bright de Rochda­
·
�m�rc1al que_ fue la base del poderio británico en el siglo XVIII. Eco­ le (ambos cuáqueros), Potter, del Manchester Guardian, los Gregs,
nomt� y soctal mente sus actividades y nivel social eran familiares. Brothetton, el cristiano biblico ex industrial del algodón; George
cualqwera que fuese el peldaño alcanzado en la escala del éxito. Du­ Wilson fabricante de colas y almidones, y el mismo Cobden, quien
rante la Revoluci6n industrial los descendientes de Abe! Smith ban­ pronto cambió su no muy brillante carrera en el comercio de indianas
quero de Nottingham, disfrutaban ya de cargos oficiales, se sen�aban por la de ideólogo fulltime.
en el Parlamento y habian realizado matrimonios con la peque no­ Sin embargo, aunque la Revolución industrial cambió fundamental­
bleza (aunque todavia no con la realeza como hadan más tarde)ña Los mente sus vidas -o las vidas de sus padres- asentándoles en nuevas ciu­
Glyns habian pasado de regentar neg�cios de salazones en H�tton dades, planteándoles a ellos y al pais nuevos problemas- no les desor­
Garden a un posición similar a la descrita; los Barings, propie ganiz6. Las sencillas máximas del utilitarismo y de la economía libe-,,
de �na fábrica de tejid�s en el West Country, estaban a punto detarios con­ ral, aún más desmenuzadas en los latiguillos de sus periodistas y pro-'¡
vertirse en gran pote?cta d�l comerao y las finanzas internacionales, pagandistas, les dotó de la guía que necesitaban, y si esto no era sufi- '
su escenso social hab1a comdo parejas con el económico. Tenían ya. 0y
.
ciente, la ética tradicional -protestante o la que fuera- del empresa­
es�aban a punto de conseguir, la dignidad de pares del rio ambicioso y emprendedor (sobriedad, trabajo duro, puritanismo
mas natural que otros tipos de negociantes, como Robertreino. Peel
Nada
indus­ moral) hizo el resto. Las fortalezas del privilegio aristocrático, la su­
tr:al del algodón, iniciaran la misma andadura de riquez y honores perstición y la corrupción. que aún debían derribarse para permitir a la
pub�_cos a cuyo fm se hallaba el gobierno e incluso (comoassucedi ó con libre empresa introducir su milenio, les protegían también de las incer­
el h!JO de Peel y también con el de Gladstone, comerciante de Liver­ tidumbres y problemas que acechaban al otro lado de sus muros. Hasta
pool) el cargo de primer ministro. En efecto, el llamado grupo "peeli- la década de ! 8 30, apenas si habian tenido que enfrentarse con el
82 INDUSTRIA E IMPERIO
LA 83
problema de qué hacer con el dinero
RESULTADOS HUMANOS DE REVOLUCIÓN
sobrante después de vivir con
modo dispendio y de reinvertir para
la expansión del negocio. El · . ..... o claro está en el servicio Aolllés!k<J (pr�cipalmenre m�jeres),
de una sociedad individualista, una
unidad familiar privada que ,
cep� nu ner·0rn:Uiríplicopará beneficio de la creaenre clase medta, que
__

venfa a todas sus necesidades materia


negocio privado, les convenfa porque
les y morales sobre la base de encontro; en e'1 el me1·0r modo. de
.cUyo
.
distinguirse de los obreros. 5
. .
eran gentes que ya no ne.ces.it En segundo lugar' el trabaJO
. . mdusrnal -y especi'almenre el traba­
han de la tradición. Sus esfuerzos les a-' ' mecamza · do en. las fábrtcas- 1mpone una regulart'dad, rt!��!la . __y _�o_-
un cierto sentido su propia rec mpe
habfan sacado del atolladero.
nsa �ra el gusto por la vida, y
lo
n
'
otom a co mpletamente distintas de los
.
ntmos d e tra b
.
aJO prem
. .
dustna-
.
esto no les bastaba, siem �
pre podian recurrrr al dinero, la casa �b J· que dependfa de la vanaoon · · ' de 1as esraoones · o del t'tem-
ble alejada de la fábrica y de la ofic cont<>rt;¡.
ina, la esposa modesta y devota, · [e;, �:
P ' '
¡: :ulriplicidad de rareas en ocupaciones no afectadas por la
circulo familiar, el encanto de los viaj · · · raa'onal del traba)· o' los azares de otros seres humanos o am-
d!VLS!On
es, el arte, la ciencia, la literatu. . Esto era
ra. Habfan triunfado y se les respetab males, o me · luso el mismo deseo de holgar en vez de trab•Jar.
a. "Atacad cuanto queráis a las .
clases medias -deda el agitador de aSl lfi us
' · c1 0 en el rrabaj'o asalariado premdustna
. . l d e tra b aJa dores espe-
la liga contra la ley de cereales
un auditorio cartista hostil- pero no a cla. !'•za 'dos como por ejemplo el de los )Otna · 1eros artesana1es, cuya to-
hay un hombre entre vosotros
con medio penique a la semana que zudez por no empezar la semana de trabajo hasta el marres (el lunes
no esté ansioso por figurar en
ellas ." 4 Sólo la pesadilla de la bancarr era "santo") era la ds<.esperación de sus par';'nos. L,a _¡n ' d_l,lStt!· ": traJ?·
ota o de las deudas se cernfa, de
vez en cuando, sobre sus vidas, pesa consjgo la riranía delreloj,Ja .máquiua que.senalaba,eJ,nrmo �e tral t .
dilla atestiguada por las novelas
de la época : la confianza traicionada
por un socio infiel; la crisis co­ J(LYJa cgmplej!J..EE�n_ott\_<�ra.d:!_itlt��;¡�ción d e Jos p��ce�_os ; a_111e� -
mercial ; la pérdida del coofort de clas · ; · de la vida no ya en esracwnes ( por san Miguel o por la Cua­
e media; las mujeres reducidas a .
la miseria ; quizás incluso la emigración �:�a") 0 en semanas y días, sino en minutos, y por encm·�a de tod..o
a aquel último reducto de in­
'deseables y fracasados : las colonias regularidad mecanizada de trabajo que entraba en confhcto n? so­
.
La clase media triunfante y aquello J::'�on la tradición, sino con todas las inclinaciones d� una humamdad
s que aspiraban a emularla es­
taban satisfechos No asf el trabajad aún no condicionada por ella. Y si las gentes no quertan toma� espon­
. or po_bi!_:-Ia mayorfa, dada la na­
tural;za de las cosas'-" cuy(J_rifundo y-Éo táneamente los nuevos caminos, se les forzaba a ello por med10 de la
r!llas d0:Vic:la�tiadi9onaUL<!�s­
truyo la Revolución industrial, sin disciplina laboral y las sanciones, con leyes para patronos y empleados
ofrecerle nada a cambio. Esta ru¡>­
tura es lo esencial al plantearnos cuá como la de 1 8 2 3 que amenazaba a esros úlrimos co!' encerrarlos en la
les fueron los efectos soci�les dé ¡; '
industrialización. · ··
caree1 si quebrantaban su contrato (a sus patronos solo con sanaones).
..
El trjlga_ja_ �1! �•- so5>5<!a,d,jndustrial es,
_ en muchos aspectos,
y con sala.!'� �",.¡,a� · · rr�p�s ·d .Qll_
stante
! �re.diner.g..pata.Jl.\!,gtllt
.
·

comp et�mente distinto del trabajo podfa proporcionarles vtvo�, de modo


preindustrial. En primer lugar está
constituido, sobre todo, por la labo qu�·¿� leS<jii@aba mas riempo libre que el de comer: dormir y, puesto
r de los "proletarios", que no tie­
nen otra fuente de ingresos digna que se trataba de un pafs cristiano, , rezar en do�ngo.
de mención más que el salario en

met ico que perciben por_su trabajo,
Por otra parte, el traba)o. prein­ En tercer lugar, el trabajo en la epoca mdustnal . .
se r�alizaba cada
dustnal lo desempeñan fundamental vez con mayor frecuencia en los alrededo;es de la gra� cmdad; Y ell�
mente familias con sus propias tie­
rras de labor, obradoren:riesanales, pese a que la más antigua de las revoluaones >�d�tnales des:rrrollo
etc. , cuyos ingresos salariate5 rom­ .
plementan su acceso directo a los buena parte de sus áctividades en pueblos mdustrtahzados de mm�r�s,
medios de producción o bien éste
complementa a aquéllos. Además el tejedores, productores de clavos y cadenas y ortos �brero� espe�!ahs­
proletario, cuyo único vfnculo con
su patrono es un "nexo dinerario", tas. En 1 7 5O sólo dos ciudades de Gran Brerana reman , mas de
debe ser distinguido del "s�rvi­
dor" o dependiente preindustrial, 50.000 habitantes : Londres y Edimburgo ; en 1 80 1 ya habia ocho ;
que tenfa una relación social y hu­
mana mucho más compleja con su en 1 8 5 1 , veintinueve, y, dé ellas, nueve tenfan más de 1 00.000.-Ha­
"dueño", que implicaba ot•lls:acio-
nes por ambas partes, si bien muy desi
gual cia esta fuoca los ingleses vivfan más en la ciudad que en el camp o. y_ .
sustituyó al servidor y a! hombre por et:�s. La �;�·��� <t ��f·�:� -� deello;: p�r lo menos iiii tcrcio eñ ciudades con más de 5 0.000 abt­ �
el '·' � �' ' %1;�
tantes. ¡ Y 'l.u� ciuciades!_�e.ra.sólo.que.eLhumo_flota.GLcontmua-

'.
84 INDUSTRIA E IMPERIO
RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCIÓN 85
,mente sobre sus cabezas y que la mugre les impr
egnara, que los
/cios públicos elementales -suministro de agua
, sanitarioS, limpieza 'udad era más que un testigo presencial de su exclusión de 1� sociedad
!las calles, espacios abiertos, etc.- no estuvieran .C!
hurnana •. era un desierto pedregoso, que a costa de sus propws esfuer-
a la altura de la hacer
.
le
! gración masiva a la ciudad, produciendo así, sobr zo s tenían que habitab .
e todo después
', 1 8 30, epidemias de cólera, fiebres tifoideas En cuarto lugar, la experiencia, tradición, s."c!Ji<ltrrío_Y c'!l2r�liclad
y un aterrador y coJnstan�
, te tributo a los dos grandes grupos de aniquilad
ores urbanos del reindustriales n? Pr()]'LOr(:ionaban una g¡;ía ad�c�da para el t1po de
,
XIX : la polución atmosféri
ca y la del agua, es decir, enfermedades
l piratorias e intestinales . No era sólo que
nas, a veces totalmente desconocedoras de la
las nuevas poblaciones
�rtamiento idó�eo �n una economt� capitalista. El traba¡adOJf
.
pretn<:lüStria1 resp0nd1a a m��nttvos �atenales, en tanto que dese�l:J
P

ar lo sufiéierite para disfrutar delo que le correspondía en el ruve


1
vida no agraria,
los irlandeses, se apretujaran en barriadas obre ga�
sooa1.�-e· qu Dios había querido otorgarle, pero incluso sus ideas sobre 1
ras frías y satuntdas,
cuya sola contemplación era penosa. "La civil
ización tiene sus mila� com didad estaban determinadas por e1 pasado y ]imita ' das por 1o �ue
gros -escribió sobre Manchester el gran liber ,?
era ido . 'neo" para uno.. de su condición social, o como mucho de la m-
al francés Tocqueville­ superior. Si ganaba más de lo que cons1 'd erab a sufi1c�. ente: po-1
y ha vuelto a convertir al hombre civili
zado en un salvaje."6 Tampo­ mediata
co se trataba solamente de la concentración ¡
d'a CO mo el imnigrante irlandés, desespero de la racionalidad \
de edificios inflexible e im­
_

. .
(rrovisada, realizada or quienes los constnúa burguesa- gastarlo en ocios, juergas y alcoho l . Su ,
misma Ignorancia
. p n pensando tan sólo en
los benefictos que D1ckens supo reflejar en mater'al t acerca de cuál era el me¡' or modo de vivir en una .ciudad, o d e
l ".Goketown" y su famosa descripción de r alimentos industriales (tan distmtos . de1 a1·1mento ruraJ) · pod'1a
que construyeron inacabables hileras de casas
�::
.

cenes, empedraron calles y abrieron canales, y alma­ � le más pobre de "lo necesario" (es decir, su propfa idiosincrasia
pero no fuentes ni plazas _
públicas, paseos o árboles, a veces ni siqui
era iglesias. (La sociedad 1e··hacía "más pobre" de lo que le hubiera correspondtdo .
). Este con-
'
que construyó la nueva ciudad ferroviaria de fl.tcto entre la- "economía moral" del pasado y 1 a ractonal'd 1 ad econo-
Crewe. concedió grélcio. , mica del presente capitalista era evidente en e1 amb'lto de 1 a segun'dad
samente permiso a sus habitantes para que . � .
usaran de vez en cuando � sobrevtvta _
'

una rotonda para los servicios religiosos.) A_pa social. La opinión tradicional, que aun disto�swnada en to­
ni;·Qe_l 848 las ,;iuda­ .
d:��?�_nza� dot r das las clases de la sociedad rural y en las relactones mterna� de los
� ��-<!�1-ªl�§_L � _§_�!_�i �yiQlko
1meras generac10neSCie fa industrialización fuero s_. -pcroer;las pri· grup'!.s pertenecientes a la �se obrera, era que un hombre tema dere­
.
n muy escasos en las cho a ganarse la vida, y s1 e�taba impe .
:ciudades británicas, a no ser que por casualida
d hubieran heredado la �tdo de hacerlo, el derec�o a
tradición de construir graciosos edificios públ que su comunidad le mantuvtera. La optmon , de los econormstas hbe­
icos o consentir los espa­
cios abiertos del pasado La vida del pobre, rales de la clase media era que las gentes debían ocupar los empleos
. fuera del trabajo, transcu· .
rría entre las hileras de casuchas, en las taber que ofreciera el mercado, en cualquier parte y bajo cuales�uiera condi­
nas baratas e improvisa­ .
das y en las capillas también baratas e improvisa ciones, y que el individuo razonable �r_earía una reserva dmerar�a. p�r�
recordar que no sólo de pan vive el hombre.
das donde se le solía accidentes, enfermedad o vejez, med1ant<e el ahorro y se�o md!Vl­ �
Era_l11l1cho más que todo esto : la ciudad destr dual 0 colectivo voluntario. Naturalmente no se podia d ';l ar que l�s
uyó la sociedad. pobres de solemnidad se murieran de hambre, pero n? del;nan perctb"
"No hay ninguna otra .ciüdad eti'd·mundo·d
rico y el pobre sea tan grande o la barrera que
otfde·1a d!sbirtcia entre el
más que el mínimo absoluto -una cifra por sup� e�to mfe';or al salano .
los separa tan difícil de
franquear" . escribió un clérigo refiriéndose mínimo ofrecido en el mercado- y en las cond1c10ne� mas -cl.esalenta­
a Manchester. "Hay mu·
cha menos comunicación personal entre el dueñ doras . . El objetivo de la ley de pobres no era tanto ayudar a los desa
.
sus obreros, entre el estampador de indianas
o de una hilandería y fortunados, como estigmatizar los vivientes fracasos de la soc1eda�.¡
y sus oficiales eternameri·
te manchados de azul, entre el sastre y sus apre La clase media opinaba que las "sociedades fraternas" eran formas d e
ndices, que entre el du­
que de Wellingron y el más humilde jornalero seguridad racionales. Esta opinión era contrapuesta a la d� la clase
de sus tierras." 7 La_ .
dudad era un volcán cuyo retumbar oían coJ1 alar'Il obrera, que tomó estas sociedades literalmente como comurudades �e
aJ()s_ rlooB_y,p;;.fe" .
rosos, y cuya erupción les aterrorizaba. !'ara amigos en un desierto de individuos, y que, c�mo e�� �a�u��, tamhien
sus habitantes pobres la gastaban su dinero en reuniones sociales, festqos e mutiles .atavtos Y, �
86 INDUSTRIA E IMPERIO RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCIÓN 87
práctica
yituales a que eran tan adictos los Oddfellows, Foresters y las demás veces vinculados estrechamente a escala nacional mediante la
M"
órdenes" que surgieron por todo el norte en el período inrne•dia.ta­ de ayudar a los asociados en paro a buscar trabajo y conseguir expe­
mente posterior a 1 8 1 5 . De modo parecido, los funerales y vd!at<>ri<)S riencia laboral.
irracionalmente rostosos que los trabajadores defendían como .
· En un sentido muy real el grueso de los trabajadores britániros se
, aun·
cional tributo a la muerte y a la reafirmación comunal en la vida, eran · había adaptado a una sociedad cambiante, que se industrializaba
incomprensibles para los miembros de la clase media, que advertían que aún no estuviera revolucionada. Para determinados tipos de tra­
que los trabajadores que abogaban por aquellos ritos, a menudo no . bajo, cuyas condiciones aún no habían cambiado fundamenta lmente
podían pagarlos. Sin embargo la primera compensación que pagaba -de nuevos mineros y marineros vienen a la memoria-, las viejas tra­
una asociación obrera o una "sociedad fraterna" era casi invariable­ diciones podían ser suficientes: los marineros multiplicaron sus cancio­
mente un servicio funerario. nes sobre las nuevas experiencias del siglo XIX, tales como las de la
\r" Mientras la seguridad social dependió de los propios esfuerzos de
¡·' ' �
caza de la ballena en Groenlandia, pero seguían siendo canciones po­
\
�l �s tr� ajadores, solió se; eronómicamente. �neficaz comparada con la
· situacmn de la clase media, cuando dependm de sus gobernantes, quie­
l nes determinaban el grado de. asistencia pública, fue motor de degra-
pulares tradicionales. Un grupo importante había aceptado e incluso,
es verdad, recibido con alborozo a la industria, la ciencia y el progreso
(aunque no al capitalismo). Eran éstos los "artesanos" o "mecánicos", \
. · · ··· .
. .
' acronyo¡iresíürlrii as . que medio· de. ..áyudá
. . .material. Ha habido po- los hombres de talento y experiencia, independientes e instruidos, que
·'"cos estatutos más inhumanos que la ley de pobres de 1 8 34, que hizo no veían gran diferencia entre ellos mismos y los de un nivel social si­
"menos elegible" cualquier beneficencia que el salario más mísero; müar que trataban de convertirse en empresarios, o seguir siendo agri­
cultores yeomen o pequeños tenderos: las gentes que señalaban los lími­
ronfinó esta beneficencia a las casas de trabajo semicarcelario, sepa­
rando a la fuerza a los hombres de sus mujeres y de sus hijos para cas­ tes entre la clase obrera y la clase media. 9 Los "artesanos" eran los lí:::\
tigarles por su indigencia y disuadirles de la peligrosa tentación de en­ deres naturales, en ideología y organización, de los trabajadores po­
gendrar más pobres. Esta ley de pobres no se llegó a aplicar nunca en bres, los pioneros del radicalimo (y más tarde de las primeras versio- 1
todo su tenor, ya que dond e el pobre era fuerte huyó de su extremosi­ nes -owenitas- del socialismo), de la discusión y de la educación su·
dad y con el tiempo se hizo algo menos punitiva. Sin embargo, siguió perior popular -a través de los Mechanics' Institutes, H alls of Scien­
siendo la base de la beneficencia inglesa hasta vísperas de la primera ce, y una variedad de clubs, sociedades e impresores y editare�
guerra mundial, y las experiencias infantiles de Charlie Chaplin de­ librepensadores-, el núcleo de los sindicatos, de los jacobinos, los car­
muestran que seguía siendo lo que había sido cuando el Oliver Twist tistas o cualesquiera otros movimientos progresistas. A los disturbios
de los jornaleros agrícolas se sumaron peones camineros y albañiles ru-!
de Dickens expresaba el horror popular por ella en la década de
1 8 30.8 Hacia esta fecha -en realidad hasta los años 50- un mínimo rales ; en las ciudades pequeños grupos de tejedores a mano, impreso- \
res, sastres, y quizá un puñado de negociantes y tenderos, proporcio-/
del 1 O por ciento de la población inglesa estaba en la indigencia.
Hasta cierto punto la experiencia del pasado no era tan nimia naron un liderazgo político a la izquierda hasta el declive del cartismo, ¡
como podía haberlo sido en un país que hiciera el tránsito de una épo­ si no más allá. Hostiles al capitalísmo, eran únicos en elaborar ideolo-\
ca no industrial a otra industrial moderna de modo más radical y di­ gías que no buscaran el solo retorno a una tradición idealizada, sino
recto, como sucedió en Irlanda y las Highlands escocesas. La Gran que contemplaran una sociedad justa que podía ser también técnica­
Bretaña semiindustrial de los siglos XVII y xvm preparó y anticipó en mente progresiva. Por encima de todo, representaban el ideal de liber·
cierto modo la era industrial del XIX. Por ejemplo, la institución fun­ tad e independencia en una época en que todo el mundo conspiraba
damental para la defensa de la clase obrera, la trade union, existía ya in para degradar al trabajo.
nuce en el siglo xvm, parte en la forma asistemática pero no inetlcaz de Sin embargo, aun estas no eran más que soluciones de transición
la "negociación colectiva por el disturbio" de carácter periódico y para el problema obrero. La industrialización multiplicó el número de
practicada por marineros, mineros, tejedores y calceteros, y parte en la tejedores a mano y calceteros hasta el final de las guerras napoleóni­
forma mucho más estable de gremios para artesanos especializados, a cas . Después les destruyó por estrangulación lenta : comunidades com-
88 INDUSTRIA E IMPERIO RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCI ÓN 89
bativas y previsoras como los obreros del lino de Dunfermline
ron desmoralizándose y en la pobreza y tuvieron que emigrar en la trt'alización implica ·
una relativa
. diversión de la renta nacional
. ' de b"tstecs .. del con�
5 mo a la invers10n,' una sustttucton por fund tetones. En una
cada de 1 8 30. Hubo artesanos especializados que se vieron cotw, ,.;c
�ono mía capitalista esta operación adquiere la form a; principalmente,
de u11a transferencia
.•
dos en obreros sudorosos, como ocurrió en el comercio de enseres de ingresos d� las clas:s no inversoras -:-co�o
dinense, y aun cuando sobrevivieron a los cataclismos económicos mpesi nos y obreros- a las potenaalmente mversoras -prop1etanos
a
los .añ�s 3 O y 40, ya no podía e�perarse que desempeñaran un papel
soa�l tmpo�ante e� una economta donde la fábrica no era ya una ex- de tierr as o de empresas
no existió
comerciales-, es decir, del pobre al rico. En
nunca la más mínima escasez de capital. dada
, regwnal, smo la regla. Las tradiciones preindu Gran Bretaña
cepcwn
\ dían mantener sus cabezas por encima del nivel, cada vezstriales no po- . riqu eza del país y el bajo costo de los primeros procesos industria­
1
la
más alto, de les' pero una gran parte de los que se beneficiaron de esta transferen­
:la sociedad industrial. En el Lancashire podemos observar cómo las cia de las rentas -y en particular , los más ricos de ellos- invirtieron el
viejas formas de celebrar las fiestas -los juegos de fuerza, combates de · dinero fuera del desarrollo industrial directo o lo dilapidaron sin más,
lucha, riña de gallos y acoso de toros- languidecían a partir de 1 8 40; obligando así al resto de los empresarios (más pequeños) a presionar
y los años cuarenta señalan también el fin de la época en que la can­ aún con mayor dureza sobre el trabajo. Además, la econom!a no basa­
ción popular era el principal idioma musical de los obreros industria­ ba su desarrollo en la capacidad adquisitiva de su población obrera :
les. Los.grandes movimientos sociales de este período -del ludismo al los economistas tienden a suponer que sus salarios no debían estar
ca_rtismo� t<iñtbién fueron -decayendo: habían siao movimientos que muy por encima del nivel de subsistencia. Hasta mediados de siglo no
no ;,lo-obtenían sttvigor-ddaseiifremas dificultades de la época, sino surgieron las teorías que abogaban por salarios más elevados como
también de la fuerza de aquellos otros métodos más viejos de acción económicamente ventajosos, y las industrias que abastecían al merca­
de los pobres. Habían de pasar otros cuarenta años antes de que la do interior de consumo--es decir, vestidos y enseres domésticos- no
clase _obrera británica desarrollara nuevas formas de lucha y de vida. fueron revolucionadas hasta su segunda mitad. El inglés que quería un
- Esas eran las tensiones cualitativas que oprimían a los trabajado­ par de pantalones podía elegir entre la hechura a medida en un
res pobres de las primeras generaciones industriales. A ellas debemos sastre, comprar los usados por sus superiores sociales,_ confiar en la ca­
añadir las cuantitativas : su pobreza material. Si ésta awnentó o no, es ridad, llevar andrajos o hacérselos él mismo. Finalmente, determina­
tema de encendida polémica entre los historiadores, pero el hecho mis­ dos requisitos esenciales de la vida -alimentos y tal vez casa, pero
mo de que la pregunta sea pertinente ya facilita una sombría respues­ también comodidades urbanas- no marchaban al paso de la expan­
ta: nadie s?stiene en serio un deterioro de las condiciones en períodos si6n de las ciudades, o de la población total, y algunas veces no llega­
en que evtdentemente no se deterioraron, como en la década de ban a alcanzarlas. Así, por ejemplo, es muy probable que el suministro
l 95 0 l0 de carne a Londres fuese al remolque de su población desde 1 800
. Por supuesto que no hay duda en el hecho de que en términos re­ hasta la década de 1 840.
' latzvos el pobre se hizo más pobre, simplemente porque el país, y sus No hay duda, tampoco, de que las condiciones de vida de deter;
clases rica y media, se iba haciendo cada vez más rico. En el mismo minadas clases de población, se deterioraron. Estas clases estaban\
momento en que el pobre se había apretado al máximo el cinturón -a compuestas básicamente por los jornaleros agrícolas en gen,eral ( alre- !,
principios y mediados de la década de 1 840- la clase media disfruta­ dedor de un millón en 1 8 5 l ), o, en cualquier caso, por los del sur y
ba de un e:ceso de capital para invertir en los ferrocarriles o gastarlo este de Inglaterra, y los pequeños propietarios y granjeros de la franja
en los ruttlantes y opulentos ajuares domésticos presentados en la céltica de Escocia y Gales. (Los ocho millones y medio de irlandeses,
Gran Exposición de 1 8 5 1 , y en las suntuosas construcciones munici� principalmente campesinos, fueron reducidos a la ritás increíble mise­
pales que ib�n a levantarse en las humeantes ciudades del norte. ria. Cerca de un millón de ellos murieron de inanición de las hambres
.Tampoco se discute no debería discutirse-la anormal presión
-o de 1 846-1 847, la mayor catástrofe humana del siglo XIX a escala
;eahza�a _sob;? el consumo d_e la clase obrera en la época de la primera mundial.)11 También hay que oontar las empleadas en industrias y
mdustnalizaaon que se refleJo, en su pauperización relativa. La indus- ocupaciones en decadencia, desplazadas por el progreso técnico, de las
90 INDUSTRIA E IMPERIO RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCIÓN 91

zonas agrícolas las algaradas file­


que el medio millón de tejedores a mano son el ejemplo mejor cmmct­ l84 3- 1 8 44, en 1 846-1 848. E n las
defmidos obedecían
do, pero no por ello el único. Estos tejedores se fueron enlpc>breciiend o< nciegas, espontáneas y cuando tenían objetivos
·
enteramente a motivaciones económicas. Un
revoltoso de los
progresivamente en un vano intento de competir con las nuevas rná� t:Os
quinas a costa de trabajar más barato. Su número se había duplicado · ��e decia en 1 8 1 6 : "Aquí estoy
entre el cielo y la tierra y Dios es mi
pan y tendré
'
entre 1 788 y 1 8 1 4 y su salario había aumentado notablemente hasta . a la vida que marcha rme. Quiero
ayuda. Antes perderí · ' de maqum · as tn'11a­
mediadas las guerras; pero entre 1 805 y 1 8 3 3 pasó de 2 3 chelines se­ " 12 Los incendios de graneros y 1 a d estruccmn
pan . todos los condados del este; en
manales a 6 chelines y 3 peniques. Hay que mencionar también las doras se sucedieron en 1 8 1 6 por _
, Somerset y Lm­
ocupaciones no industrializadas que dieron abasto a la creciente de­ 182 2 en East Anglia ; en 1 8 30 entre Kent y Dorset
ds orientales y en los
manda de sus artículos no por medio de la revolución técnica, sino por ln · en 1 843-1 844 de nuevo en las Midlan
la subdivisión y el "sudor": las innumerables costureras que trabaja­ :i m ados del este: la gente quería un
y
mínimo
social se
para
combin
vivir. A partir de
ó generalmente
ban en los sótanos o buhardillas. 1 8 1 5 la intranquilidad económica
con una ideolog ía polític a y tm pro­
Así, pues, no nos será posible resolver la cuestión de si, una vez en las zonas industriales y urbanas
ico, o inclu so "coope rativo" (�,
sumados todos los sectores oprimidos de trabajadores pobres y com­ grama espeóficos : radícal.-d�mocrát .
aunque los pnmer os grande s mov1-
parados con los que, de algún modo, conseguían aumentar sus ingre� como diríamos ahora, socialista), A
s de las Midlands 11
sos, hallaríamos promedio neto de ganancias o pérdidas, sencillamente mientas de desazón de 1 8 1 1- 1 8 1 3, el de los ludista
as sin ningún pro- \.
porque no sabemos lo bastante sobre salarios, desempleo, precios de orientales y del Yorkshire, destrozaron las máquin
venta al detalle y otros datos necesarios para responder rotundamente grama especifico d� ;eforn;� política � r �vo lución. I:as fases que abo­
_
torusta tendier on a alternarse,
a la cuestión. Lo g:re sí es completamente cierto es que no existió una gaban por la agitacwn poltttca o asoctac
mejora general signlfieativa·.--Piledelíaber habido -"'0 no=--deterioro y normalmente las primeras eran � las qu �� ntaron con
1 5-18
mayore
1 9 , 1
s mo­
8 2 9-
1 8
)
uno en


¡ entre 1 79Ty-l84-5 : A partir de entonces hubo una mejoría induda­ vimientos de masa : la poltttca predon
!
b e, y el �ntraste entre este período (por modesto que fuera) y el ini­ 1832, y sobre todo en la época cartista ( 1 8 3 8- 1 848 , y
1
la
8 3
organi
3- 1 8 3
za­
ctal nos dtce realmente todo lo que necesitamos saber. A partir de ción industrial a principios de la década de 1 8 20 y en
Sin embargo, a partir de 1 8 3 0 todos estos movhyientos
1 840, el consumo creció de forma significativa (hasta entonces no ha­ se hiciera
� pi
)'
bía experimentado grandes cambios). Tras esta década -conocida co­ cament e ol tarios: Las tacione sd
más conscientes y cara�eríst � � �
rrectamente como los "hambrientos años cuarenta", aunque en Ingla­ 182 9- 1 8 3 5 vieron surgtr la tdea del smdtca to genera l (genera l Ira­
que podía utilizar se para objetiv os po­
terra (pero no en Irlanda) las cosas mejoraron durante la mayor parte des union) y su arma definitiva,
a firmem ente en la


de estos años- es indudable que el paro disminuyó de forma conside­ líticos, la "huelga general" ; el cartism o se apoyab
y para conseg uir sus fines acaricia ba la
rable. Por ejemplo, ninguna depresión dclica ulterior fue tan catastró­ consciencia de la clase obrera,
es, de
fica y desalentadora como la crisis de 1841-1 842. Y por encima de esperanza de la huelga general, o, como se la llamaba entonc
todo, el pálpito de una inminente explosión social que había flotado entalm ente, lo que manten ía unidos a todos
"mes santo" . Pero fundam
en Gran Bretaña casi constantemente desde el fin de las guerras napo­ los movimientos, o los galvan izaba despué s de sus periódi cas derro �as
)
leónicas (excepto durante la década de 1 820 , desapareció. Los ingle­ y desintegraciones, era el descon tento genera l de gentes que se senttan
hambrientas en una sociedad opulenta y esclavizadas en
ses dejaron de ser revolucionarios. un país que
en busca de pan y esperan za y recibían a
Este penetrante desasosiego social y político no refleja tan sólo la blasonaba de libertad , iban
.
es :

pobreza material, sino la pauperización social : la destrucción de las cambio piedras y decepcion . . .
o pru­
viejas formas de vida sin ofrecer a cambio un sustitutivo que el traba­ ¿Acaso su descontento no estaba ¡usttficado Un functo�a�!
jador pobre pudiera contemplar como equivalente satisfactorio. Par­ siano que viajó a Manch ester en 1 8 1 4 nos ha de¡ado una opmwn mo­
tiendo de distintas motivaciones, el país se vio inundado, de vez en deradamente halagüeña :
cuando, por poderosas mareas de desesperación social : en 1 8 1 !-181 3,
en 1 8 1 5- 1 8 1 7, en 1 8 1 9, en 1 826, en 1 82 9- 1 8 3 5 , en 1 838-1 842, en
92 INDUSTRIA E IMPERIO RESULTADOS HUMANOS DE LA REVOLUCIÓN 93
La nube de vapor de carbón se columbra en la distancia._ Las casas es­ 1 O. Es cierto que en tales períodos las grandes zonas de pobreza tendían a ser olvida­
das y debían ser redescubiertas periódicamente (al menos por los que no eran pobres), como
tán ennegrecidas por ella. El río que atraviesa Manchester va tan lleno
sucedió en la década de 1 880, una vez que las primeras prospecciones sociales lo revelaron a
de harapos de colores que más semeja la tina de un tintorero. Todo el una sorprendida clase media. Un redescubrimiento parejo tuvo lugar a principios y mediados
paisaje es melancólico. Sin embargo, deambulan por doquier gentes de los pasados años 60.
atareadas, felices y bien nutridas, y eso levanta los ánimos de quien lo } l . Es decir, con respecto al tamaño de la población afectada.
contempla. 1 3 1 2. William Dawson, citado en A. J. Peacock, Bread or Blood ( 1 965).
1 3. Fabrike�t-KQilllnissarius, mayo de 1 8 1 4 (ver nota 4 del capítulo 3).
}4. Citado en A. Briggs, op. cit., p. 1 2.
Ninguno de los que visitaron Manchester en los años 3 0 y 40 -y
fueron muchos- reparó en sus gentes felices y bien nutridas. "Natura­
leza humana desventurada, defraudada, oprimida, aplastada, arrojada
en fragmentos sangrientos al rostro de la sociedad", escribió sobre
Manchester el americano Golman en 1 84 5 . "Todos los días de mi
vida doy gracias al cielo por no ser un pobre con familia en Inglate­
rra." 14 ¿ Nos sorprenderemos de que la primera generación de traba­
jadores pobres en la Gran Bretaña industrial considerara mezquinos
los resultados del capitalismo?

NOTAS

1. Ver "lecturas complementarias", especialmente 4 (E. P. Thompson, F. Engels, N.


Smdser), nota l del capítulo 2 (K. Polanyi). Sobre el "nivel de vida", ver también E. J.
Hohsb;twm, Labouring Men (1964), Phyllis Deane, The Firsl ltufustrial Revolution ( 1 965).
Para los movimientos obreros, Cale y Postgate ("lecturas complementarias" 2), A. Briggs,
cd., Chartist Studies ( 19 59}. Para las condiciones sociales, E. Chadwick, Report on the
Stlili!tny Conditions of the Labouring Population, ed. M. W. Flinn ( 1965); A. Briggs, Victo­
rúm Citfe_¡ ( 1 963). Ver también las figuras 2-3, 1 3 , 20, 37, 4 5 -46.
2. Es irrelevante para nuestros propósitos que el intento de aplicar el "cálculo de la feli­
cidad" de Bentham implique técnicas matemáticas muy por delante de la aritmética, pero no
el que se haya demostrado que tal intento de aplicación es imposible sobre la base benthamita.
3. No lo eran, por ejemplo, el comercio al detalle y ciertos tipos de industria.
4. N. McCord, Tbe Anti-Corn Law League ( 1 9 5 8), pp. 57-58.
5. Ciertas categorías de obreros no estaban reducidas totalmente al simple vínculo di­
nerario; por ejemplo, los "mozos de ferrocarril", quienes a cambio de una rígida disciplina y
carencia de derechos, disfrutaban de una buena seguridad social, oportunidades de promoción
gradual e incluso pensiones de jubilación.
6. A. de Tocqueville, Journeys to England and lreland, ed. J. P. Mayer ( 1 9 58),
rr· 1 07-I08. (l
7. Canon Parkinson, citado en A. Briggs, op. cit., pp. 1 10-1 1 1 . ;:
8. La ley de pobres escocesa era algo distinta. Ver capítulo 1 5 .
9. La familia de Harold ·Wilson, primer ministro desde 1 964, es casi una ilustración
textual de este estrato. Sus ocho anteriores generaciones paternas fueron: trabajador agrícola,
pequeño prOpietario agrícola, granjero, cordobanero y granjero, administrador de una casa de
trabajo, vendedor, pañero, quúnico. Esta línea paterna entroncó en el siglo xrx con una gene­
ración de tejedores e hiladores, otra de fabricantes de torcidas de algodón, fogonero, armador
de máquinas de tren y una tercera de funcionario de ferrocarriles y maestro de escuela (Sun­
day Times, 7 de marzo de 1965).
1 04 INDUSTRIA E IMPERIO

ra, p�ro la larga experiencia histó;ica habfa··demostrado que aq�élla,


por sola, �o era una fuer�a pohuca vmble en el conjunto del pafs.
S!

Ademas,, hac1a 1 8 40, la agncultura era tan sólo interés de una mino­
rfa. No ocupaba más allá de la cuarta parte de la población y ascendía
a menos de esta proporción en la renta nacional. Cuando la nobleza
abandonó la agricultura -cosa que hizo en 1 846 y de forma aún más
rot.unda en 1 8 79- sólo quedó un grupo de presión núnoritario forta­
lecido por un bloque de miembros del Parlamento (de los últÍmos es­ Capít ulo 6
caños) amantes de la caza del zorro.
LA SEGUNDA FASE
D E LA INDUSTRIALIZACIÓN, 1 840- 1 895

[La primera fase de la industrialización británi


NOTAS
ca -la textil- habla
1_. yer "lecturas c?mplem:ntarias", espe_?almente las obras de Carus-Wilsoo, ed., y a estar a punto de alcan­
llegado a sus lúniteií'o, por lo menos, pared
_ _

Gl.'tss y Eversley, �d. Exrste un.hbro de texto uul


_ y puesto al día, *J. D. Chambers y G. E.
Mr?ga�, The Agpcultural Revolution 17!0-1380 (1 966). G. E. Mingay, English Landed zarlos·: Afortunadamente iba a comenzar una nueva fase de industcreci­ riali­
Soaety tn the Et�ghteenth Century ( 1 963), trata ampliamente de la agricultura; * F. M. L. zación que proporcionaría un sostén mucho más firme para el
.
Y,
Thompsot:J, Eng!tsh Lmtded Society in the Nineteenth Century ( 1 963) sobre la nobleza y la pe­
_ nobleza rural. Sobre los jornaleros agrícolas las obras de J. L. y B. Hammond, The Vi­ miento egmó;nico: la de. bs industri.as de base: e� carbó!l�!: ,hierr()dcl
1a
e] acero. 1La epoca de Cf!S!S para la mdustna
quena
llage Labourer ( 1 9 1 1 ) y "':· Hasbach, A History of the English Farm Labourer ( 1 908), aún
textil fue tambieil.
so� buenos puntos de partida, pero el mejor libro es la pieza m.a_estra de M. K. Ashby, The ,;avénimiento del carbón y del hierro, b época de la construcción fe-
Lije ofJoseph Ash�-! ofTysoe ( 1961). K. Polanyi (nota 1 , cap. 2) es excelente para la ley de
rrovl�riaj
tDos razones convergentes explican este proceso. La primera era
pobres. Ver tamb1en las figuras 4 y 1 3.
2. Por otra parte, los cercamientos parlamentarios fueron insignificantes en algunos
condados, como Cornwall (0,4 por ciento); Devon (1,6 por ciento); Essex (1,9 por ciento);
. o Sussex (l ,2 por ciento), así como en el norte y el oeste por lo que
la creciente industrialización experimentada por el resto del mund<?.J­
Kent (0,3 por Ciento)
. que suponía un mercado en rápido crecimiento para aquellos producy
tos de base que sólo podían ser importados del "taller del mundo"
conaerne a las fincas.
3. Rev. J. S. Henslow, Suggestions towards an Enquiry into the Present Condition ofthe
Labouring Population of Suffolk. (1844), pp. 24-2 5. que aún no producían en cantidad suficiente los países que �e estaban­
4. Annal.r of Agriculture, XXV1, p. 2 14.
industrializando. El índice de expansión de las exportaciones británi
cas 2 fue mucho más elevado entre 1 840 y 1 860 (especialmente entre
5. Por ejemplo, �n 1 7 24 había 65 fincas en los 4.400 acres que tenían las posesiones
de Bag1;t en Staffordshue : 16 de ellas tenían más de 100 acres {tamaño medio: ! 3 5 acres); en
1764 solo qu:_daban �6 fmcas en los 5 . 70? acres de estas posesiones. Veintitrés tenían más
de lOO (ta�an� medm: � 89 acres). G. Mmgay, "The Size of Farms in the 1 8th Century"
184 5 - 1 8 5 5, cuando la venta de productos nacionales en el exterior se
incrementó en un 7, 3 por ciento anual) que mmca antes o después ;
notablemente mayor, por ejemplo, que en el periodo pionero del algo­
en Economtc Hrstory Revrew, XIV, p. 481.
6. R. N. Bacon Histo'J of the .L'J.-[!'iculture of Noifolk (1 844), p. 143.
dón 1 780-1 800. A ello contribuyeron fundamentalmente los produc­
:
�· .E n las zonas mdustnales la coment� d e trabajo procedente del campo mantuvo sus
tos de base, que en 1 840- 1 842 suponfan alrededor del once por cien­
.
condJcJo.nes ; en E�coc1a y el extremo septentnonal el sistema tradicional no llegó a quebrarse

to del valor de las exportaciones británicas de productos acabados; en ,


en la m1sma med1da .
l chel�n y 6 peniques o incluso dos chelines por niño (sobre tres o cuatro) era una
. .8:
ad!clon sttstanclOsa para el magro salario semanal de unos 7 chelines. 1 8 5 7- 1 8 59 el veintid¡Ss por ciento, y en 1 882-1 884 el veintisiete !
. ?· Los '�libros de. caza" que reflejaban el número de aves cazadas, y su estricta conser­ por ciento. Entre 1 840- 1 842 y 1 8 5 7- l 8 5 9 la exportación de carb6n
va�?n, aparweron haaa fines del s�g�o xvm; la c�za del �rro -el número de jaurías llegó al
. .
max1mo en 1 83 5- se h1zo Slstematlca en el pnmer terao del s1glo . pasó de menos de tres cuartos de millón de libras esterlinas a más de
tres millones ; las exportaciones de hierro y acero de unos tres millones
XIX.

a bastante más de los trece, en tanto que las de algodón aumentaban


con mucha mayor lentitud, y aun asf se doblaron. Hacia 1 8 7 3 estas
1 06 INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 107
nación y empequeñecía las obras
exportaciones se contabilizaban respectivamente en 1 3,2 millones de los ferrocarriles desafiaba a la imagi
fl
libras esterlinas, 3 7,4 y 7 7 ,4. a revolución del transporte que supuso públicas más gigantescas del pasad
o]
el trep y el barco de vapor, en sí mismos mercados fundamentales para Parece natura l supon er que este notable desarrollo reflejaba las
por lo me­
el hierro británico, acero y exportaciones de carbón, dio un ímpe­ ecesidades de transporte de una economía industrial, pero,
tu adicional a esta apertura de nuevos mercados y expansión de los � os a corto plazo, no era así. La mayoría el país � tenía fácil acceso al
viejos ) transporte aruático por mar, r�o o can�al�s, y esta
forma de transp
grand
orte
es
p ducto en
{Sin embargo, la segunda razón poco tiene que ver con el creci­ era entonces -y aún es- la mas econom�ca para � �
a para los
miento de la demanda, ya que obedece a la presión de las grandes acu­ antidades . La velocidad era algo de 1mportanc1a relativ
mulaciones de capital hacia las inversiones rentables, presión perfecta­ ; roductos no perecederos, mientras se mantuviera un flujo �
n confin ados
re ar de
virtual­
mente ilustrada por la construcción de ferrocarriles] swnínistros, en tanto que los perecederos estaba
Entre 1 8 3 0 y 1 8 50 se tendieron en Gran Bretaña alrededor de mente a la agricultura y a la pesca. No hay señale s de
.
que lo � proble­
roll m tr•a
mas de transporte afectaran gravemente al desar � �� ! dos.
6.000 millas de ferrocarril, en su mayor parte como consecuencia de en ge­
casos mdlVl� uahza
9os extraordinarios brotes de inversión concentrada, seguida por la neral, aunque es evidente que lo hicieron en
arnl�s qu_e en­
construcción: la pequeña "manía del ferrocarril" de 1 83 5- 1 8 3 7 y la Por el contrario, la construcción de muchos de los ferroc
comp leta ente trractonal
gigantesca de 1 845- 1 847. En efecto,Thacia 1 8 5O la red de ferrocarri­ tonces se pusieron en funcionamiento, era � . pro� ­
cuenc ia nun
les básica. ya estaba más o menos instalada] Desde todos los puntos de desde el punto de vista del transporte, y en conse � �
vista, ésta fue una transformación revolucionaria; más revolucionaria, . más allá de mode stos benef icios, cuand o los hubo. Esta SltUacion
Jeron . que a1gu-
en su forma, que el surgimiento de la industria del algodón, ya que re­ ya era perfectamente conooda en aque11a epoca, y es c;erw
• '

aron public ament e su


presentaba una fase de industrialización mucho más avanzada, una nos economistas como J. R. McCulloch mostr
rriles, a xcepc ión d e un
fase que llevaba la vida del ciudadano ordinario fuera de las pequeñas escepticismo sobre la constru.cci?n de ferroc; � �
� !meas destm adas al trafico
zonas industriales de la época. El ferrocarril llegaba hasta algunos de número limitado de !meas prmcipales o de
de un si­
los puntos más alejados del campo y hasta los centros de las mayores de mercancías especialmente denso, anticipándose así, en más
ciudades.fTransformó la velocidad del movimient0 -es decir, de la glo, a las propuestas de racionalizac ión de los años 60.
vida humana-, que antes se medía en kilómetros por hora y luego ha­ Por supuesto que las necesidades del transporte a umbraron . � el fe­
etas de carbo n sobre carrile s
bía de medirse en docenas de kilómetros, e introdujo las nociones de rrocarril. Era racional arrastrar las vagon
río, natura l tambi én hacerl o con
un complejo gigantesco, a escala nacional, y una exacta trabazón orgá­ desde la bocamina hasta el canal o el
de va�or
nica simbolizada por el horario de ferrocarriles. Reveló, como nada lo máquinas de vapor estáticas, y notable ingeniar una máquin�
o arrastr arlas. Tenia sentido
había hecho hasta entonces, las posibilidades del progreso técnico, móvil (la locomotora) para empujarlas por
as de los ríos, con la costa
porque los ferrocarriles eran más avanzados y omnipresentes que la unir las carboneras del interior, alejad
gton y Stock ton { 18 2 5 ) , ya que
mayoría de las otras formas de actividad técnica. Las hilanderías de medio de un ferrocarril entre Darlin
te cu­
1 800 estaban anticuadas hacia 1 840; pero hacia 1 8 5O los ferrocarri­ los elevados costos de construcción iban a quedar sobradamen
la línea haría posibl e, aunqu e sus
les habían alcanzado un nivel de prestaciones que no había de mejo­ biertos con las ventas de carbón que
5 Los sag ces cuá ueros que consi­
rarse sensiblemente hasta el abandono del vapor a mediados del siglo propios beneficios fueran magros. � �
se ha­
xx; su organización y métodos de trabajo se producían a una escala no guieron los fondos necesarios para constrmrlas sab1an lo que
igualada por ninguna otra industria, y su recurso a la nueva tecnología dan : en 1 826 rentaba un 2,5 por ciento ; un ocho en 1 832- 1 8 3 3 y el
basada en la ciencia (como el telégrafo eléctrico) carecía de preceden­ vez demos trada a viabil ida � de � ferro­
quince en 1 8 3 9- 1 84 1 . Una �
, de
tes. El ferrocarril iba varias generaciones por delante del resto de la carril provechoso, otros fuera de las z?nas mmeras o, me¡o; dicho
economía, de forma que en la década de 1 840 se convirtió en una las minas de carbón del norde ste, copiar on y me¡or aron la Idea, como
nenses,
suerte de sinónimo de lo ultramoderno, como debía suceder con lo los comerciantes de Liverpool y Manchester y sus socios londi
jas -tant o para los invers ores como para
"atómico" después de la segunda guerra mundiaL'lLa envergadura de quienes advirtieron las venta
1 08 INDUSTR1A E IMPERIO SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN !09

su edad madu­
el Lancashire- de romper el cuello de botella de un canal mcmo,polis-. do en su juventud en préstamos de guerra y gastado en
tico (que había sido construido en su época por razones ,"'"''""'!· las miilas sudamerican as", "aquella acumulación de riqueza con
ra en
También éstos tenían razón. La línea Liverpool-Manchester ( 1 8 un pueblo industrial siempre deja atrás las vfas ordinarias de in­
la que
fue hmttada legalmente a un dividendo máximo del diez por ciento versión" (en palabras de un historiador contemporá neo de los ferroca­
�o hubo nunca dtficultades para satisfacerlo. Y ésta, la primera de las rriles),' estaba dispuesto para ser invertido en la segura Gran Bretaña.
otro
lmeas generales de ferrocarriles, inspiró a su vez a otros inversores Si lo fue en los ferrocarriles obedeció a la ausencia de cualquier
hombres de negocios ansiosos por expansionar los negocios de sus nego cio que abs biera el mismo capital, por lo que éstos pasar �n de
�; .
dades y obtener beneficios adecuados sobre su capital. Pero sólo una ser una innovacton vahosa en el transporte a un programa nactonal
pequeña parte de los 2 40 millones de libras esterlinas invertidos en clave de inversión de capital.
rrocarriles hacia 1 8 5O tenía esa justificación racional. Como siempre sucede en épocas de saturación de capitaL gran
Casi todo este capital se diluyó en los ferrocarriles, y buena parte parte de él se invirtió de forma temeraria, estúpida e insensata. �s in­
, lo htzo sm depr el menor
de el rastro, porque hacia la década de gleses con excedentes de capital, ent�siasmados_ por los proy:ctistas,
1 8 30 las grandes acumulaciones de capital quemaban en los bolsillos contratistas y otras gentes que no hae1an benefiao con la actlvtdad de
. a sus propi�tarios, que buscaban afanosamente invertirlos ' en algo que los ferrocarriles, sino planificándolos o construyéndolos, no se acobar­
les proporCionara más del 3,4 por ciento que se obtenía de los valores daron ante sus costos, extraordinariamente elevados, que hizo que la
públicos.6 En 1 840 se calculaba que el excedente anual para la inver­ capitalización por milla de linea férrea en Inglaterra y Gales fuera tres
sión llegaba a casi 60 millones de libras esterlinas ; es decir, el doble veces más cara que en Prusia, cinco que en los Estados Unidos y siete
del valor del capital total estimado de la industria algodonera a me­ que en SueciaJ'Buena parte de este capital se perdió en las quiebras
dia��' de 1 8 30. La economía no proporcionaba objetivos para una in­ que siguieron a las "manías". Otra buena parte fue menos atraído por
versiOn mdustnal a esta escala, mientras que los hombres de negocios una estimación racional de pérdidas y ganancias que por la atracción
estaban cada vez más decididos a gastar su peculio de forma totalmen­ romántica de la revolución tecnológica, que el ferrocarril simbolizó
te improducúva, com?, por ejemplo, en la construcción de los gigan­ tan maravillosamente y que convirtió en soñadores (o en términos
tescos edifiCios municipales, horribles y costosos, con los que las ciu­ eronómicos en especuladores) a los de otro modo sensatos ciudada­
dades del norte comenzaron a demostrar su superioridad a .partir de nos. Pero allí estaba el dinero para ser invertido y si[en conjunto no
1 848, prueba no sólo de su creciente opulencia, sino del aumento de reportó grandes beneficios, sí produjo algo más valioso: un nuevo sis­
su capacidad de ahorro por encima de las necesidades de reinversión tema de transportes, un nuevo medio de movilizar acumulaciones de
de las industrias locales. ¡},a salida más evidente para el excedente de capital de todas clases para fines industriales, y sobre todo una amplia
c�p1tal 1� constituían las inversiones en el exterior (probablemente las fuente de empleo y un gigantesco y duradero estímulo para la indus­
exportaaone:' de capttal. prevalecieron sobre las importacio tria de productos de base en Gran BretañVDesde el punto de vista

nes incluso
a fines de ���lo xvm). Las guerras proporcionaron préstamos a los individual del inversor, los ferrocarriles fueron con frecuencia otra

alta. os bntam os y la �
� epoca de postguerra préstamos para restaurar versión de los préstamos americanos. Desde el pW1to de vista de la
gobternos co�ttnentales reaccionarios] Estas operaciones eran por lo economía, considerada en su conjunto, fueron -accidentalmente­
menos predeCibles, pero la cosecha de empréstitos obtenida en la déca­ una solución admirable para la crisis de la primera fase del capitalismo
da de 1 8 2 O para los recién independizados gobiernos latinoamerica­ británico. Complemento de los ferrocarriles fue el barco de vapor, siste­

nos o ba cá?icos era toda otra cuestión. Y lo mismo hay que decir de

ma de transporte iniciado en los Estados Unidos hacia 1 800 pero in­
los emprestttos de la decada de 1 8 30 para prestatarios iguahnente en­ capaz de competir seriamente con el barco de vela, cada vez más efi­
.
tustastas y poco fiables entre los estados de la Unión americana. Por caz, hasta la transformación revolucionaria de los productos de ba­
esta época ya eran demasiados los inversores que se habían quemado se, pilares de la economía industrial, que la era del ferrocarril inau­

lo� edos para acons�jar la entrega de nueva<> remesas de capital a ad­ guraba.'
mmistradores extran¡eros. El dinero que el inglés rico "había inverti- El balance de la construcción de ferrocarriles en los años 40 del si-
SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 1!1
1 10 INDUSTRIA E IMPERIO
norteamericanas, las pampas sudamericanas o las estepas de Rusia me­
glo XIX es impresionante. En Gran Bretaña significó una inversión de
más de doscientos millones, el empleo directo -en el punto culminan­ ridional, rompiendo con flotillas de guerra la resistencia de China y

te e la con�trucción ( 1 8 46-1 848)- de unas 200.000 personas y un
Japón al comercio extranjero y echando los cimientos p ara las econo­
_
� mías de países tropicales y subtropicales basadas en la exportación de
� �
estimulo md�r ctP al empleo en el resto de la economía que no puede
minerales y productos agrarios. Las consecuencias de estos cambios
ser � cula o 1 Ú\ los f�rrocarriles se debe, en buena parte, que la pro­
; . no se dejaron sentir en Gran Bretaña hasta después de la crisis de
de hierro se duplicara entre 1 8 3 5 y 1 84 Vy en su

d�cCion bmaruca
1870. Hasta entonces sus principales efectos fueron patentemente be­

clunax --: 1 84 5- 1 8 7-:- s�puso quizás el cuarenta por ciento del consu­
_ neficiosos para el mayor, y en algunas partes del mundo único, expor­
mo mtermr del pais, SI�andose espués en un firme quince por ciento
, SemeJante estimulo económico, que llegaba cuando tador de productos industriales y de capital (ver capitulo 7).

de su producCion.
Pueden advertirse tres consecuencias de este cambio en la orienta­
la economía esta � pasando por;! momen:o más �atastrófico del siglo
ción de la economía británica.
( 1 84 1 - 1 842) dificilmente podia haber sido meJor calculado en el
_ La primera es la Revolución industrial en las industrias pesadas,
tlempo. La construcción de ferrocarriles supuso asimismo un estímulo
que por primera vez proporcionaron a la economía suministros abun­
crucial a la exportación de productos de base para las necesidades de
dantes de hierro y de acero (que hasta entonces se obtenía con méto­
esa construcción misma en el extranjero. Por ejemplo, la Dowlais Iron
dos anticuados y en pequeñas cantidades) : 12
Company suministraba entre 1 8 30 y 1 8 5 0 a doce compañías británi­
cas, pero era también proveedora de dieciséis compañías extranjeras
Producdón de lingotes de hierro, acero y carbón
de ferrocarriles.
Pero el estím � �
no quedó ex '!'to con los años 40 del pasado si­
(en miles de toneladas)

Año
glo. Por el contrano, la construcc10n mundial de ferrocarriles prosi­ Hierro Carbón
guió cada vez a mayor escala por lo menos hasta la década de 1 880,
como queda claro por la tabla que sigue ; los ferrocarriles se construye­ 1850 2.250 49 49.000
ron en gran par�e con capital británico, materiales y equipo británicos 7.7 5 0 1. 440 147.000
1 8 80
y. con frecuencta, por contratistas británicos :
En cuanto al carbón este aumento fue conseguido sustancialmente por
Tendido mundial de ferrocarril en millas, por década
métodos familiares, es decir, sin recurrir a mecanismos importantes
(redondeado a miles)
<{¡á
J
que ahorraran mano de obra, por lo qu expansión en la producción
Europa de carbón supuso un notable incremento del número de mineros En
(inclmdo Resto
Año Reino Unido Remo Unido) América del mundo 1850 había en Gran Bretaña algo más de 200.000, hacia 1 8 80 alre­
dedor de medio millón y hacia 1 9 1 4 mucho más de l, 1 millones, que
1 840-1 8 5 0 6.000 1 3.000 7.000
1 8 50.1 860 4.000 1 7 . 000 24.000 1.000
trabajaban en unas tres mil minas, o casi tantos como toda la pobla­
1 860. 1 870 5.000 3 1 .000 24.000 7.000 ción agricola y los obreros textÜes (hombres y mujeres). Esto tenía
1 8 70-1880 2.000 39.000 5 1 . 000 12.000 que reflejarse no sólo en el carácter del movimiento obrero británico
sino en la política nacional, ya que los mineros, concentrados en aglo­
Esta notable expansión reflejaba el proceso gemelo de industriali­ meraciones dedicadas a una sola industria, constituían uno de los po­
cos grupos de obreros manuales -y en el campo casi los únicos- ca­
zación en los países "adelantados" y la apertura económica de las zo­
n�s n� desatrolladas, que transformó el mundo en aquellas décadas
{;É
paces de determinar la suerte de los distritos electorales. l hecho de
. _ que el congreso de los sindicatos se adhiriera al eslogan socialista de
vtctonanas, convtrttendo a Alemania 1 1 y a los Estados Unidos en
conon ías industriales superiores pronto comparables a Gran Breta­ nacionalización de las industrias en fecha tan temprana como la déca­
: : da de 1 890, obedecía fundamentalmente a la presión de los mineros,
na, abnendo a la agricultura de exportación zonas como las praderas
1 12 INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 113
debida a su vez a su insatisfacción general, totalmente j'tlStificad:,,J,,n dos los obreros, ya fuesen varones o hembras, empleados en el sector
especial por la torpe despreocupación en que tenían los propietarios textil. Ellos reforzaron en gran medida una aristocracia laboral que se
seguridad y salubridad de los obreros en semejante ocupación, oscura consideraba a sí misma -cosa cierta- en mejor posición que la mayo­
y malsana. 13 ría de la clase obrera.
E l gran incremento en l a producción de hierro s e debió también a La segunda(Sonsecue.t:tcia de la nueva etapa fue una mejora nota­
mejoras no revolucionarias, y principalmente a uil notable aumento de ble del empleo en general, y una transferencia a gran escala de mano
la capacidad productiva de los altos hornos que, incidentalmente, ten­ de obra de los trabajos peor pagados a los mejor renumerados]Esto
dió a mantener la capacidad de la industria muy por delante de su tiene mucho que ver con la sensación de mejora general en el nivel de
producción, provocando así una tendencia constante a la baja del pre­ vida y la remisión de las tensiones sociales durante los dorados años
cio del hierro, aunque éste sufriera, por otras razones, grandes fluctua­ medios victorianos, ya que el índice de salarios de muchos obreros
ciones de precios : a mediados de los años 80 la producción británica no aumentó de modo significativo, en tanto que las condiciones de
era considerablemente inferior a la mitad de su capacidad potencial. . vivienda y comedidas urbanas seguían siendo sorprendentemente
La producción de acero se vio revolucionada por la invención del con­ malas.
vertidor Bessemer en 1 8 5O, el horno de reverbero en la década de {5
Una tercera onsecuencia fue el notable aumento de la exporta­
1 860 y el proceso de revestimiento básico a fines de la de 1 870.lJ,a ción de capital británico. Hacia 1 870 se invirtieron en el extranjero
nueva capacidad de producción masiva de acero reforzó el impulso ge­ unos 700 millones de libras esterlinas, y, de ellos, más de una cuarta
neral dado a las industrias de base por el transporte, ya que tan pronto parte en la creciente economía industrial de los Estados UnidoS) de
como estuvo disponible en cantidad, comenzó un proceso a gran esca­ modo que el sorprendente crecimiento de las propiedades extranjeras

la de sustitución del hierro, menos durader de tal modo que ferroca­ británicas pudo haberse conseguido sin mucha más exportación de
rriles, barcos de vapor, etc. requirieron de hecho Un doble consumo capital, simplemente mediante la reinversión de intereses y dividendos
de hierro en algo más de una generación. Dado que la productividad (si esto sucedió realmente así, ya es otra cuestión). Por supuesto q� e
per capita de estas industrias que nunca requirieron mucho trabajo ma­ esta emigración de capital no fue más que una parte del notable fluJO
nual aumentó sensiblemente, sus efectos sobre el empleo no fueron tan de beneficios y ahorros en busca de inversión que, gracias a las trans­
grandes. Pero al igual que sucedió con el carbón y con la notable ex­ formaciones del mercado de capital en la época del ferrocarril, no s e
pansión del transporte que llegó con el hierro, el acero y el carbón interesaba y a en los anticuados bienes raíces o valores del gobierno,
proporcionaron empleo para los parados y para los obreros de difícil sino en participaciones industriales. A su vez., negociantes y promoto­
ocupación : trabajadores no cualificados extraídos del excedente de res (los contemporáneos probablemente hubieran dicho "negociantes
población agrícola (inglesa q irlandesa). Así pues )!;,
expansión de estas corrompidos y promotores sospechosos") estaban ahora en condicio­
industrias fue doblemente útil : pr�porcionó a la mano de obra no cua­ nes de obtener capital no ya de socios potenciales o de otros inverso­
lificada un trabajo mejor pagado iJ �
al drenar el excedente rural, ejo­ res informados, sino de una masa de inversores despistados que espe­
ró la condición de los jornaleros cfel campo restantes, que comenzaron raban obtener beneficios para su capital en cualquier parte de la dora­
a mejorar notablemente e incluso espectacularmente en la década de da economía mundial, y lo encontraban por medio de sus agentes ha­
1 8 5 0!# bituales y de corredores de bolsa, quienes con {recuencia pagaban a
Sin embargo, el surgimiento de las industrias de base proporcionó aquéllos para que les canalizaran tales fondos.�a nueva legislación
un estímulo comparable para el empleo de mano de obra cualificada que hizo posible las sociedades por acciones de responsabilidad limita­
en la vasta expansión de la ingeniería, la construcción de máquinas, da, estimuló nuevas inversiones aventureras, ya que si la compañía en
barcos, etc. El número de obreros empleados en esas industrias tam­ cuestión iba a la quiebra el participante sólo perdía su inversión, no
bién se duplicó entre 1 8 5 1 y 1 8 8 1 , y a diferencia del carbón y del toda su fortuna como venía ocurriendo hasta entonces. 1!}'
hierro continuaron aumentando desde entonces. En 1 9 1 4 constituían Económicamente, la transformación del mercado de capitales en
la mayor categoría de obreros varones, mucho más numerosa que to- la nueva era del ferrocarril -las bolsas de Manchester, Liverpool y
! !4
LA
INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE INDUSTRIALIZACIÓN 115
Glasgow fueron todas producto de la "manía" de
turales 0 por lo menos irreversibles,
los años 40- y adaptarse a ellas. Las diversas
un medio valioso, aunque ciertamente no esencial, . .
de movilizar
para invertir en grandes empresas más allá de las posibi dases lo hicieron de formas dtstmtas. Veamos brevemente 1as dos mas '
lidades · · mportantes, los patronos y los obreros.
duales de los socios, Q. para establecer empresas en 1 .
lugares remotos del Establecer una economía industrial no es lo mismo que maneJar la
globo. Sin embargo{¡;ocialmente reflejaba otro aspect
ex1'stente• y las considerables energías de la "clase
.
o de la economía media" británica en
de los años medios de la época victoriana : el crecim -

i�nto de una clase


e¡ med io siglo que va desde Pitt a Peel se ded1caron sobre todo a¡ pn-·
de rentiers, que vivía de los beneficios y ahorro
s procedentes de las
i}
estos objetivos. Política y socialmente esto significó un nota­
hl
acumulaciones de las dos o tres generaciones anterio ero de
re Hacia 1 8 71 e esfuerzo para dotarse de confianza y orgullo en su tarea histórica
Gran Bretaña contaba con 1 70.000 personas
"de rango y propie­ -a principios del siglo XIX, �or primer: � última vez, las se�oras � � la
dad" sin ocupación visible -casi todas ellas mujer
es, o mejor, "da. dase media escribieron obntas pedagog¡cas sobre econom!a polít1ca
mas'' � de ellas un número sorprendente no estaban
y participaciones, incluidas aquellas en firmas
casadas-:1 6 V para que otras señoras ilus�aran a sus hi_j��· o, mejor, a los I?ob�es-: 1 7
familiares constituidas
en "sociedades privadas" con este fin, eran un modo y una larga batalla contra l a aristocra�1a para rehace� la� msu.tucro­
conveniente de nes de Gran Bretaña de forma convemente para el cap1tal!Smo mdus­
proveer a las viudas, hijas y otras parientes que no podian
-y ya no lo trial. La> reformas de la década de 1 8 30 y la implantación del libre­
necesitaban- incorporarse a la dirección de la propie
dad y la empre­ cambio en 1 846 consiguieron, más o menos, estos objetivos, por l o
sa. Las confortables avenidas de Kensington, las
villas de los balnea­ menos en el grado que les era permitido sin correr el riesgo d e una
rios, las residencias de clase media junto al mar, los
alrededores de las movilización qu,izás incontrolable de las masas trabajadoras (ver ca­
montañas suizas y las ciudades toscanas las recibie
ron con los brazos pítulos 4 y l 2)LHacia los "años dorados", la clase media babia venci­
abiertos. La época del ferrocarril, el hierro y las invers
iones extranje­ do en su lucha, aunque le quedaban algunas batallas por librar contra
ras proporcionó también la base económica para
la solterona y el ele­ la retaguardia del viejo régimer[/ La reina misma era, o parecía se�lo,
gante victorianos. .
un pilar visible de la respetabilidad de la clase n;ed1a, y el Part1do
.
Conservador, órgano de todos aquellos que no S!mpauzaban con l a
Gran Bretaña industrial, fu e durante varias décadas una minoría polí­
Así pues, Gran Bretaña entró con los ferrocarriles en el período
tica permanente que carecÍa de ideolo!lía y de progra'?a. El fo;rrüda­
de la plena industrialización. Su economía ya no se sustentaba, en peli­
ble movimiento de los miserables -pcobrnos, carttstas, soe1ahstas
groso equilibrio, sobre la estrecha plataforma de dos o tres sectores
primitivos- desapareció, dejando a exiliados e �tranjeros �o�o Ka�!
pioneros -especialmente el textil-, sino que descansaba firmemente
Marx tratando desconsoladamente de sacar parudo del rad1calismo li-
en la producción de materias básicas, lo que a su vez facilitó la pene­
beral o del respetable sindicalismo que tomaron la vez.
tración de la tecnología y organización modernas -o lo que pasaba .
Pero económicamente el cambio fue espectacular. Los fabncantes
por ser moderno a mediados del siglo XIX- en una amplia variedad dé
capitalistas de la primera fase de la Revolución industrial fueron -? se
industrias. Gran Bretaña acertó en no producir de todo, sino sólo
consideraban- una minoría pionera que trataba de establecer un SiSte­
aquello que precisamente eligió producir. Había sobrepasado la crisis
ma económico en un marco que no les era favorable: estaban rodea­
original de las primeras fases d e la Revolución industrial y aún no
dos de una población profundamente escéptica ante sus esfuerzos, em­
había comenzado a sentir la crisis del país industrial pionero que deja
pleaban a una clase obrera no habituada a la industrialización y hostil
de ser el único "taller ,del mundo".
a ella y luchaban -por lo menos al principio- por levantar sus fábri­
Una economía industrial plenamente industrializada requiere con­
cas a partir de un modesto capital inicial, reinvirtiendo los beneficros,
tinuidad, aunque sólo sea la continuidad en ulterior industrialización.
y a través de la abstinencia, el trabajo duro y la explotación de los po­
Uno de los reflejos más impresionantes de la nueva situación -en la
bres. La épica del ascenso de la clase media victoriana, tal como puede
economía, en la vida social y en l a política- fue la disponibilidad de
leerse en las obras de Samuel S miles, contempla una era completamen­
los ingleses para aceptar sus revolucionarias formas de vida como na-
te mítica de héroes que se hicieron a sí mismos, rechazados por la
1 16 INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 117
masa estúpida que odiaba el progreso pero que volvían más tarde
t s continuaron desconfiando, y en vez de ello se aplicaron a com­
triunfantes con sus chisteras. Es decir, se trataba de una clase com­
puesta de hombres formados por su pasado, y ello sobre todo porque P

�� r los salarios y alargar las jornadauLa contabilidad racional de
carecían de formación cientÍfica y se jactaban de su empirismo. De costos 0 la dirección industrial eran raros, y a qmenes recomendaban
1
tales procedimientos (como el científico Charles Babbage, p10nero .de
.
·

aquí que no fueran totalmente conscientes del modo más racional de


putador) se les consideraba como excentncos carentes de sent1do
' ·

hacer funcionar sus empresas. Ahora puede parecernos grotesco que .


los economistas argumentasen entonces, como hizo N assau Senior �Tc tico. A las sociedades obreras se las �eía o bien condenadas al
,
t aso casi inmediato o se las tenía por vehtculos de la catastrofe eco-
contra el Ten Hours Bill de 1 847, que el beneficio de los patronos se
hacía en la última hora de trabajo, y que por ello una reducción en la

� ica. Aunque dejaron de ser formalmente ilegales en 1 8 24,19
jornada sería fatal para ellos, pero la mayoría eran hombres volunta­ \:S patronos hicieron cuanto pudieron para destruirlas allí donde fue
riosos que creían que el único modo de hacer beneficios era pagar los posible.
En estas circunstancias no era sorprendente que los obreros rehu­
salarios más bajos por la jornada de trabajo más larga. ya hemos visto, al
/ta clase patronal misma no estaba pues completamente familiari­ saran también aceptar un capitalismo que, como , .
zada con las reglas del juego industrial, o bien no quería atenerse a rincipio estaba lejos de atraerles y en la practica era realmente poco
ella§] Estas reglas querían que las transacciones económicas fueran go­ fo que les ofrecía. En contra de lo que sostenían los apologist�s del sis-
bernadas esencialmente por el libre juego de las fuerzas en el mercado telna . teóricamente aún les ofrecía. menos en tanto que segutan stendo
-por la persecución incesante y competitiva de las ventajas- . obreros, hecho inevitable para la mayoría de ellos. Hast� 1a epoc' � d el
económicas- que produciría automáticamente los mejores resultados/: 'ferrocarril, el capitalismo ni siquiera les ofrecía su prop1� �u� erviven­
,
Pero, aparte de su propia reticencia a competir cuando no les conve� cia. Podía colapsar. Podía ser destruido. Podta ser eptsodtco y no
nía, 18 no creían que estas consideraciones fuesen aplicables a los obre­ conformar una época. Era demasiado joven para garantizar una da:a­
ción- _cabal, ya que, como hemos visto: f�era de un.as poc�s �on�� piO­
..

ros. Estos aún se veían atados, en determinados casos, por largos e 'in- _
neras incluso en los textiles el peso pnnopal de la mdustnahzacton no
flexibles contratos, como los mineros "contratados por años" del nor­
deste, a quienes se esquilmaba con frecuencia para obtener beneficios se deJó sentir hasta después de las guerras napoleónicas . En la época
de la gran huelga general cartista de 1 842, todos los adultos de
suplementarios con la compulsión no económica del truck. (pagos en ,
Blackburn, por ejemplo, podían acordarse de los nempos en que habtan
especie, o compras forzosas en los almacenes de la compañía), o con
hecho aparición en la ciudad la primera hilandería y los pnmeros tela­
sanciones, aherr.ojados por una ley de contra,tación (codificada en
res mecánicos, hacía menos de veinticinco años. Y si los "trabajadores
1 82 3) que les hacía reos de cárcel por romper su contrato de trabajo, ·
pobres" dudaban en aceptar el sistema con:o permanente, aún estab.an
en tanto que sus patronos eran libres o simplemente se les multaba
cuando eran ellos mismos quienes no respetaban el acuerdo. Los in­

menos dispuestos -a no ser que fuera� o ligados, a veces por coerc;o­
nes extraeconónúcas- a adaptarse a el, mcluso en sus luchas . Pod1an
centivos económicos -como el pago por resultados- no eran en abso­
tratar de soslayarlo, como hicieron los primeros socialistas con las �o­
luto frecuentes, excepto en ciertas industrias y para determinados tipos
munidades libres e producción cooperativa. A corto plazo podtan
de trabajo, aunque (como afirmaría Karl Marx de modo convincente)
tratar de evit o, como hicieron las primeras sociedades obreras �n­
el trabajo "a tanto la pieza" era en aquella época la forma de pago
vianda a su miembros parados a otras ciudades, hasta que descubne­
más conveniente para el capitalismo. El único incentivo generalmente
ron que �p{ "malos tiempos" en la nueva e�onomía e:an periód�cos y
reconocido era el beneficio ; a los que no lo obtenían co.rilO empresa: .
universales. Podían tratar de olvidarse del sistema cap1tahsta, sonando
ríos o subcontratistas, no les quedaba otro recurso que el trabajo al rit­
en un r-etorno a la propiedad campesina : no es casual que el mayor lí­
mo señalado por la máquina, la disciplina, la manipulación de los sub­
der de masas de esta época, el tribuno cartista Feargus O'Connor, fue­
contratistas, o -si eran demasiado hábiles para dejarse manipular­
se un irlandés cuyo programa económico para las masas que le seguían
fi
sus propias mañas. Aunque a entonces se sabía que salarios más altos
· era un proyecto de colo�ización de la tierra.
y menos horas de trabajo podían aumentar la productividad, los pa-
En algún momento de la década de 1 840 todo esto comenzo, a
1 18 INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 1 19

cambiar. y a cambiar con rapidez, aunque más por acciones a nivel comenzó a abandonar la ficción de que su único objetivo era proteger
cal, no oficiales, que por cualquier legislación u organización a a los niños, ya que los adultos eran teóricamente capaces de protegerse
nacional. .lÍ..os patronos comenzaron a sustituir los métodos ��e:>ttensi- , a sf mismosJinduso en los textiles, donde los fabricantes sostenían
vos" de explotación tales como el aumento de la jornada y la que las leyes de 1 8 3 3 y 1 847 (la Ten Hours Act) constituían injustifi­
ción de salarios, por los "intensivos", que significaban todo lo w,,,.,,,. cables y ruinosas interferencias en la empresa privada, la opinión se re�
rioJLa Ten Hours Act de 1 847 hizo el cambio obligatorio en la · concilió con ellas. El Economist escribió que "nadie tiene ahora duda


dustria del algodón, pero sin necesidad de presión legislativa
cómo se extendió la misma ten encia en el norte industrial.1Lo que
continentales habían de llamar a "semana inglesa" comenzó a exten­
:
alguoa sobre la sabiduría de ?tas medidas".20 El progreso en las mi­
;
nas era más lento, auoqueyJ contrato "por uo año" del nordeste fue
abolido en 1 8 7 2 y syreconoció teóricamente el derecho de los mine­
derse en el Lancashire durante os años:40 y en Londres en los 50. El ros a comprobar)¡{ honestidad de su estipendio por resultados me­
pago por resultados (es decir, con incentivos) se popularizó mucho diante uo "veyflcador del peso" elegido por ellos. El injusto código
más, mientras que los contratos tendieron a hacerse m�s cortos y más "dueño y siryiente" fue abolido por fm en 1 8 7 5 . /j\ las sociedades
flexibles] auoque ninguoa de estas dos conquistas puede ser totalmente obreras se les otorgó lo que suponía su estatuto legal moderno ; es de­
documentada. La compulsión extraeconómica disminuyó y la disponi­ cir, a partir de entonces fueron aceptadas como partes permanentes y
bilidad para aceptar uoa supervisión legal de las condiciones de traba­ no nocivas por ellas mismas de la escena industria\]Este cambio fue
jo -como la ejercida por los admirables inspectores de fábricas- se tanto más sorprendente cuanto que la Real Comisión de 1 86 7 que lo
incrementó. No eran éstas victorias del racionalismo ni de la presión inició, fue resultado de alguoos actos de terrorismo, espectaculares y
poHtica, sino relajadores de tensión. Los industriales británicos se sen­ totalmente indefendibles, llevados a cabo por pequeñas guildas artesa­
tían lo bastante ricos y confiaban en poder soportar tales cambios. Se nales en Sheffield (los Sheffield Outrages) que se temía conducirían,
ha señalado que los patronos que en los años 5 O y 60 abogaban por como probablemente hubiera sucedido veinte años atrás, a la adop·
salarios relativamente altos y trataban de atraerse a los obreros con re­ ción de fuertes medidas contra las sociedades obreras. De hecho las
l!
formas, regentaban frecuentemente viejos y florecientes negocios que leyes de 1 8 7 1 y 1 8 7 5 daban a estos sindicatos uo grado de libertad
ya no se veían amenazados por la bancarrota a causa de la fluctuación legal que desde entonces los abogados de mentalidad conservadora
l¡;
del comercio. Los patronos "nuevo modelo" -más comunes fuera de han tratado repetidamente de cercenar. ·¡.:
,r
Lancashire que en él- eran gentes como los hermanos Bass (cervece� Pero el síntoma más. evidente del cambio fue político : la Reform
rias), lord Elcho (carbón y hierro), Thomas Brassey (co¡matista de fe­ Act de 1 867 (seguida, como ya hemos visto, por importantes cam­
rrocarriles), Titus Salt, Alfred Illingworth, los hermanós Kell de los bios legislativos) aceptó uo sistema electoral que dependía de los vo­
alrededores de Bradford, A J. Mundella y Samuel Morley (géneros tos de la clase obrera. No introdujo la democracia parlamentaria, pero
de puoto). ¿ Es casual que la ciudad de Bradford, que contaba con al­ significaba que los dirigentes de Gran Bretaña aceptaban su implanta­
gunos de estos patronos, iniciara la competición de monumentos mu­ ción futura, cosa que las reformas subsiguientes (en 1 8 84-1'885,
nicipales en el West Riding construyendo un edificio opulento (con un 1 9 1 8 y 1 929) obtendrían cada vez con menor alboroto. 21 Veinte
restaurante "para el acomodo de los hombres de negocios", un consis� años antes se había luchado contra el cartismo porque se creía que la
torio para 3 . 100 personas, un enorme órgano e iluminación por uoa democracia significaba la revolución social. Cincuenta años atrás hu­
línea continua de l . 7 5 O mecheros de gas), con lo que espoleó a su ri­ biera .sido impensable, excepto para las masas y un puñado de radica­
v�l Leeds al titánico gasto de 1 22 . 000 libras esterlinas en su ayuota· les extremistas de clase media. En 1 8 1 7 George Canning daba gra­
miento? Bradford -al igual que muchas otras ciudades- comenzó a cias a Dios de que "la cámara de los Comunes no estuviera suficiente­
planificar en 1 849 su ruptura con la tacañería municipal. mente identificada con el pueblo como para recoger todas sus nacien­
A fines de la década de 1 860 estos cambios se hicieron más visi· tes apetencias [. .. ] Ningún principio de nuestra Constitución se lo exi­
: @.
bles porque fu;ron más formales y oficiales. n 1 86 7 la legislación ge [. .. ] nunca ha pretendido estarlo, ni nunca puede pretenderlo sin
fabnl desbordo por pnmera vez las mdustnas texules, e incluso traer la ruina y la miseria sobre el reino".22 Un tal Cecil, argumentando
1 20 INDUSTRIA E IMPERIO
SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 121
para la retaguardia en los debates de 1 8 66- 1 867, que tanto
sobre las actitudes de las clases altas británicas, aún advertía a hacía con la me1'or voluntad en el mejor de los mundos posibles7No
que hubiera nada seriamente eqmvocado en 1a eco�o �ua · '
·

a ' bnta�
oyentes que democracia significaba socialismo. Los dirigentes Parecí . .;
ca
i . Pero lo había. Así como la primera fase de la mdustnahzacmn se
:
Gran Bretaña no recibieron bien a la Reforma. Por el contrario, a
ser por las agitaciones de las masas, nunca hubieran llegado a ncal l6 en la depresi6n y en la crisis.. del mismo modo la segunda fase
e gendr6 sus propias dificultades. ttos años que van de 1 8 7 3 a 1 896
aunque su disposici6n a hacerlo en 1 867 contrasta sor·prc,nc!enternerrte
: n conocidos por los historiadores de la economíi]-que los han estu­
di
con la masiva movilización de fuerzas que realizó contra el '"'"''nn
ado con mucha mayor atenci6n que cualquier otra fase de la coyun­
en 18 3 9, 1 8 42 y 1 848. Sin embargo, estos dirigentes estaban
ura comercial del siglo XIx-lcomo la "gran depresión J. La etiqueta
puestos a aceptarla, porque ya no consideraban a la clase obrera britá­
;esulta engañosa. En lo que concierne a la clase trabajadora, no puede
nica como revolucionaria. La veían escindida en una aristocracia
ral políticamente moderada, dispuesta a aceptar el capitalismo, y en �
compararse con el cataclismo de los años 30 y 40 del �� o XIX ?, d,�
una plebe proletaria políticamente ineficaz a causa de su falta de orga­ Jos 20 y 30 del actual (ve; infra, pp. 1 99-202). Pero sr dep;esron
_
ignifica un penetrante acumulo de drfrcultades (nuevo, ademas, para
nizaci6n y de liderazgo, que no ofrecía peligros de cuidado. Los
:as generaciones posteriores a 1 8 5O) y sombrías perspe_¡;tivas en el fu­
des movimientos de masas que movilizaban a todos los tra.baJacior·es
Ef
turo de la economía británica, la palabra es adecuada. ras su esplen­
pobres contra la clase empresarial, como el cartismo, estaban muertos
El socialismo había desaparecido de su país de origen.
. J
doroso avance la economía se estancó Aunque el "boom" británico
de 1 8 7 O no estall6 en pedazos de modo tan dramático como en los
Mis tristes impresiones [escribió un viejo cartista en 1 870] se con­ Estados Unidos y la Europa central, entre los restos de financieros en
.
quiebra y altos hornos enfriándose, colaps6 inexorable�ente. A drfe­

firmaron. En nuestra vieja época cartista, es verdad, los obreros del
Lancashire iban vestidos con harapos a miles ; muchos de ellos care� rencia de otras potencias industriales, esta gran �rospe�da bntamca ,
cían con frecuencia de alimentos. Pero su inteligencia brillaba en , n0 se reproduciría. IX
l'hrecios, beneficios y porcentajes de mteres cayeron
partes. Se les podía ver discutiendo en grupos la gran doctrina 0 se mantuvieron desoladoramente baJO · �
;¡ Unos pocos "haoros" febn� '
justicia política [...] Ahora ya no se ven esos grupos, pero puede les de escasa entidad no pudieron detener este largo descenso que no
hablar a obreros bien vestidos, que pasean con las manos en los bolsi� , � <h;
pudo remontarse a�ta mediados d�,la déca de 1 890. Y, cuando de
llos, de las cooperativas y de sus participaciones en ellas, o en socieda� nuevo el sol econormco de la mflaaon §S' abno paso a traves de la me­
des de construcción. Y también puede verse a otros, paseando como bla, alumbr6 un mundo muy distinto. (Entre 1 8 90 y 1 8 9 5 t�nto los
idiotas a sus pequeños galgos. 23
Estados Unidos como Alemania sobrepasaron a Gran Bretana en la
La riqueza -o lo que la gente habituada a pasar hambre considec producci6n de acero. Durante la "gran depresi6n" Gran Bretaña dejó
rada como comodidades-. había extinguido el fuego de los est6magos de ser el "taller del mundo" y pas6 a ser tan s6lo una de sus tres ma­
yores potencias industriales; en algunos aspectos clave, la más débil de
hambrientos. Además, el descubrimiento de que el capitalismo no era
una catástrofe temporal sino un sistema permanente que permitía de­ todas ellasJ
terminadas mejoras, había alterado el objetivo de sus luchas. a no
había socialistas que soñaban en una nueva sociedad. Ahora había sin­
JY La "gran depresión" no puede explicarse en :érminos puramente
británicos, ya que fue un fenómeno a escala mund�al, aunque sus efec­
dicatos que trataban de explotar las leyes de la economía política para tos variaran de un país a otro y en algunos -espectalment: � Esta�os
crear una- escasez de su tipo de trabajo e incrementar así los salarios de Unidos, Alemania y en algunos recién llegados al escenano rndustnal,
sus miembroS] como, por ejemplo, los países escandinav�s- fue un período de ex­
. _
traordinario adelanto en vez de estanca:rruento. Sm embargo, senala
globalmente el fin de una fase de desarrollo económico -la primera o,
si se prefiere, la fase "británica" de industrialización- y d inici� de
LE! ciudadano británico de clase media que contemplara la escena
otra. En términos generales, la gran prosperidad de medr�dos de srglo
a principios de la década de 1 870 podía muy bien pensar que todo se se debió a la industrializaci6n inicial -o virtualmente rrucral- de las
1 22 INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACIÓN 123

principales econornias "adelantadas" fuera de Gran Bretaña


haberii e especializado en cereales que resultaron totalmente incompeti­
tivos. pero no era lo suficientemente importante como para conseguir
apertura de las zonas de producción de materias primas y pr<,dutcto
agrícolas hasta entonces inexplotadas, por inaccesibles o no deL>arroU[a. proteccionismo y con el tiempo cambió a productos sin competencia,
0 s in
das. 24 Por lo que se refiere a los países industriales aquel "boom" posibilidad de competencia, por parte de los productores ex·
algo así como una difusión de la Revolución industrial británica y i)
tranjero (ver infra, P: 1 92 ) .
la tecnología sobre la que ésta se basaba. Por lo que respecta a los De nuevo desaparecieron los beneficios inmediatos de la primera
ductores de materias primas, significó la construcción de un sistema
fase de la industrialización. Las posibilidades de las innovaciones téc·
transportes global basado en el ferrocarril y en la mejora de la nave¡¡;¡. nicas de la época industrial original (británica) tendieron a agotarse, y
ción -cada vez más a base del vapor-, capaz de unir regiones de ello de forma muy notable en los países que durante esta fase se ha·
plotación económica relativamente fácil y diversas zonas mineras bían transformado más completamente. Una nueva fase de tecnología
sus mercados en el sector del mundo urbanizado e im!ustri;lli2:ad1:); abrió nuevas posibilidades en la década de 1 890, pero mientras tanto
Ambos procesos estimularon inmensamente la economía británica es comprensible que se produjeran ciertos titubeos. · Esta situación re·
hacerle ningún daño perceptible (ver supra, p. 1 1 0) . No obstante, sultaba más preocupante porque tanto la nueva como la vieja econo·
guno de los dos podía continuar indefinidamente. mía industrial se enfrentaban con problemas de mercados y márgenes
Por una parte, la gran reducción de los costos tanto en la ' de beneficio análogos a los que habían sacudido la industria británica
tria como (gracias a la revolución de los transportes) de las m;Ltetcias, cuarenta años atrás. A medida que se llenaba el vacío de la demanda,
primas, habría de reflejarse más pronto o más tarde -cuando pr<,dttie­ los. mercados tendían a saturarse, pues aunque era evide.nte que se ha­
ran las nuevas plantas, funcionaran los nuevos tendidos férreos, y bían incrementado no lo habían hecho con suficiente rapidez -por lo
nuevas regiones agrícolas se pusieran en explotación- en una caída menos en el interior- para mantenerse a la par de la múltiple sxpan·
los precios. De hecho apareció como una espectacular deflación que sión de producción y capacidad en productos manufacturados. J.,Ame·
veinte años redujo el nivel general de precios casi en un tercio, y dida que declinaban los beneficios de los pioneros industriales, estruja­
era a lo que se referían la mayor parte de los hombres de ne¡�ociosi dos por arriba por la muela de la competencia en la reducción de pre·
cuando hablaban de la persistente depresión. Sus efectos fueron cios y por abajo por., las plantas mecanizadas cada vez más caras, con
espectaculares, realmente catastróficos, en determinados sectores de gastos generales inelásticos y cada vez mayores, los hombres de nego·
agricultura, por fortuna componente relativamente menor de la ec<>no·' , cios buscaban ansiosamente una salidaJY mientras la buscaban, las
mía británica, aunque eso no fuera así en todas partes. Tan pronto masas de las clases trabajadoras cada vez más nutridas en las econo·
como los flujos masivos de productos alimenticios baratos COJOV•ereie­ mías industriales se unian a la población agraria en algaradas por la
·'
ron en las zonas urbanas de Europa -en la década de 1 8 70- mejora y el cambio, tal como habían hecho en la época correspondien·
base del mercado agrícola no sólo en las zonas receptoras, sino en las te de la industrialización británica. [La era de la "gran depresión" fue
regiones competitivas de productores de ultramar. El descontento también la de la emergencia de los partidos socialistas obreros (princi·
vocinglero de los granjeros populistas del continente norteamericano, pahnente marxistas) por toda Europa, organizados en una internacio­
el retumbar más peligroso del revolucionarismo agrario en Rusia • nal marxist a]
los años 1 880 y 1 8 90, por no hablar de la el>ispa de inquietud agra· En Gran Bretaña el efecto de estos cambios globales fue en unos
ria y nacionalista que sacudió Irlanda en la época del parnellismo y aspectos mayor y en otros menor que en otras partes. La crisis agraria
de la Land League de Michael Davitt, 2' atestiguan de sus efectos eri afectó a este país (pero no a Irlanda) sólo marginahnente, y desde lue­
zonas de agricultura campesina o de granjas familiares, que estaban a go el flujo de las crecientes importaciones de alimentos y materias pri­
la merced directa o indirecta de los precios mundiales. Los países im­ mas tenía sus ventajas. Por otra parte, lo que en otros lugares no fue
portadores, dispuestos a proteger a sus agricultores con aranceles, más que un simple traspiés y cambio de ritmo en el progreso de la in·
como hicieron algunos después de 1 8 7 9, pensaban que tenían alguna
f1,.a
dustrialización afectó más gravemente a Gran Bretaña. En primer lu­
defensa. agricultura británica quedó, como veremos, devastada por gar, porque la econornia británica había sido llevada a una expansión
1 24
LA
INDUSTRIA E IMPERIO SEGUNDA FASE DE INDUSTRIALIZACIÓN 125
ininterrumpida en el extranj ero, especialmente en los
La construcción de la red mundial de ferrocarriles distaba
Estados urlln''" ¡¡ � }
a época d� la " gr�n depresión" i�ició así la er� el mperiali �­
. , ,
mucbo mO, ya fuese el tmpenalismo formal del reparto de Afnca en la de-
haberse completado en la década de 1 8 7 O ; no obstan
te, la ruptura cada de 1 880, el imperialismo semiformal de consorctos nactonales o
el desaforado "boom" de la construcción de principios
de la · nternacionales que se encarg�ron de la d"1recaon " ' fimanc1era
· '
de paises
de 1 8 70 2 6 tuvo el efecto suficiente en las exportaciones
capital en dinero y productos para hacer por lo menos
británicas � ébiles, o el imperialismo informal de la inversión en el extranjero]
que un historia:; Los historiadores de la política dicen que no han encontrado razones
dor sintetizara la "gran depresión" en la frase : "lo que
sucedió económicas para este reparto virtual del mundo entre un puñado de
se construyeron los ferrocarriles". 27 Los rentistas británi
cos se uaiota:n< oderes europeos occidentales (además de los Estados Unidos) en las
habituado tanto al flujo de rentas procedentes de Nortea
las zonas no desarrolladas del mundo, que la falta de pago
mérica � timas décadas del siglo xrx. En cambio, los historiadores de la eco­
de sus nomía no han tropezado con esta dificultad. El imperialismo �o era
dores extranjeros en los años de 1 870 -por ejemplo el
colapso de algo nuevo para Gran Bretaña. Lo nuevo era el fin del _monopolio bn­
finanzas turcas en 1 8 76- trajo consigo el arrinconamien
to de los tánico virtual en el mundo no desarrollado, y la consigUiente necesi­
rruajes y el hundimiento de la construcción de edificio
s en m¡�ares : dad de deslindar formahnente las zonas de influencia imperial frente a
como Bournemouth y Folkestone. (Aún más : moviliz
sorcios agresivos de obligacionistas extranjeros o a gobiern
ó aquellos con­ �
competi ores potenci�les ; con fr_ecuencia anticipá� dose a cualqui�r
os en de­ ;
Perspectiva de beneficws econom1cos ; con frecuenCia, hay que admx-
fensa de sus inversores, que iban a convertir a gobier
nos nominalmen­ tirlo, con desalentadores resu!tados economlCos.
' . 28
te independientes en protectorados y colonias virtuales o
de hecho Es forzoso hacer hincapié en una consecuencia más de la -époc� d e
las potencias europeas, como sucedió con Egipto y Turquía después
la "gran depresión", es decir en la emergencia d e un grupo co'!';petzdor
de 1 876.)
de poderes industrial y económicamente adelantados : la fuston de la
Pero la ruptura no fue sólo temporal. Reveló que .
ahora existían rivalidad política y económica, la fusión de la empresa pnvada y el
otros países capaces de producir para ellos mismos, incluso
quizá para apoyo gubernamental, que ya es visible en el crecimiento del protec­
la exportación, cosa que hasta entonces sólo había sido
factible para cionismo y de la fricción imperialista. En una forma u otra los nego­
Gran Bretaña. Pero también reveló que Gran Bretañ
a tan sólo estaba cios requerían cada vez más del estado no sólo que les echara una ma­
preparada para uno de los varios métodos posibles de
hacer frente a la no, sino que los salvara. La política internacional entró en un� nueva
situación. A diferencia de otros países, que volvieron
a los aranceles dimensión. Y, de modo significativo, después de un largo penodo de
proteccionistas tanto para su mercado interior agrícol
a como para el paz general, las grandes potencias se lanzaron una vez más hacia una
industrial (por ejemplo, Francia, Alemania y los
Estados Unidos), época de guerras mundiales.
Gran Bretaña se asió firmemente al librecambio (ver . .
capítulo 1 2). A todo esto, el fm de la época de expanston , . .
mdtscuttble, la duda
Del mismo modo, rehusó emprender una concen
tración económica ante las perspectivas futuras de la economía británica, trajeron un
sistemática -formación de trusts, cárteles, sindicatos,
etc.- tan carac­
terística de Alemania y de los Estados Unidos en los años 1 8 80
cambio fundamental para la política británica .[E n 1 870 Gran Breta­

capítulo 9). Gran Bretaña estaba demasiado comprometida con


(ver Q
ña había sido libera El grueso de la burguesía británica, el grueso de
la tec­ la clase obrera políticamente consciente e incluso la vieja ala whzg de la
nología y organización comercial de la primera fase
de la industrializa­ aristocracia terrateniente, encontraron su expresión ideológica y políti­
ción, que tan útil le había sido, como para adentrarse
entusiásticamen­ ca en el partido de William Ewart Gladstone, quien ansiaba la paz, la
te en la senda de la nueva tecnología revolucionar
ia y la dirección in­ reducción de gastos, la reforma y la total abolición del impuesto sobre
dustrial que surgieron hacia 1 8 90. Por ello sólo pudo
tomar un cami­ la renta y la deuda nacig.nal. Las excepciones carecieron de progra:na
no, el tradicional, aunque también ahora adoptado
por las potencias u otra perspectiva real. LHacia mediados de los 1 890 el gran Parttdo
competidoras : la conquista económica (y, cada vez
más, política) de ,
Liberal se escindió ; virtualmente todos sus anstocratas y una amplia
las zonas del mundo hasta entonces in explotadas. En
otras palabras: sección de sus capitalistas devinieron conservadores o "unioni�tas lib:­
el imperialismo.
rales" que habían de fusionarse con los conservadores ]L a Ct!)l lond1-
1 26 INDUSTRIA E IMPERIO Ó
SEGUNDA FASE DE LA INDUSTRIALIZACI N 127
nense, bastión liberal hasta 1 8 7 4, adquirió su tinte conservador. Aso­ 4 . Ningún punto del país dista más d e 1 1 5 k m del mar y todas las zonas industriales,
�aba ya � �artido Laborista indepeg¡liente, respaldado por los sin­ excepto algunas de las Midlands, están considerablemente más cerca.
5. La línea Stockton-Darlington aún funcionaba inicialmente como portazgo, es decir,
dicatos e msp1rado por los socialistas. [En la Cámara de los Comunes ofrecía unos carriles -sobre los cuales cualquiera podía hacer correr un tren contra un peaje de-
se sen:aba por pri n_:era vez un proletario socialistiftocado con gorra 1amínadn.
de pano. Pocos anos antes -aunque toda una etapa histórica en 6. De hecho las rentas de ferrocarriles se asentaron con el tiempo -el hecho puede que
no sea insignificante- a un _poco más que los valores públicos, es decir, un porcentaje de alre­
reahdad- un sagaz observador aún ( 1 88 5) había escrito sobre los dedor del cuatro por ciento.
obreros británicos : 7. John Francis, A History of the English Railway ( 1 8 5 1), II, p. 1 36.
8. Los gastos preliminares y las costas legales se estimaron en 4.000 libras esterlinas
por milla de línea mientras que el coste de la tierra en la década de 1 840 podía alcanzar
Aquí hay menos tendencia al socialismo que en otras naciones del Vie­ 8.000 libras por milla. La tierra para el ferrocarril de Londres y Birmingham costó 7 50.000
jo o del Nuevo mundo. El obrero inglés [ . . . ) no hace ninguna de esas libras.
e�travagantes d:m�das.sobre 1� p;ure:ción del :stado en la regula­ 9. Hasta 1 8 3 � aproximadamente la construcción anual de barcos de vapor rara vez ex�
y en el md1ce de sus salariOs, que son corrien­
� de su trabaJO diano . cedió de las 3.000 toneladas; en 1 8 35 - 1 84 5 se elevó a un nivel anual de 10.000 toneladas ;
con
en 1 8 5 5 a 8 1.000 (frente a diez veces esta cifra en tonelaje de vela). Hasta 1 880 rio se cons·
r:s. entre las clases obreras de América y de Alemania, y que hacen que truyeron en Gran Bretaña más barcos de vapor que de vela. Pero aunque una tonelada de va­
aerta forma de socialismo sea igual que la peste en ambos países.29 por costaba más .que una tonelada de vela, también obtenía mayores. prestaciones.
1 O. El n¡Jmero de hombres ocupados en la minería, metalurgia, construcción de máqui­
nas y vehículos, etc., que se vieron afectados por la revolución del ferrocarril, se incrementó
Hacia el final de la "gran depresión" las cosas habían cambiado. en casi un cuarenta por ciento entre 1 84 1 y 1 8 5 1 .
1 1 . O mejor dicho, a la zona que en 1 8 7 1 s e convirtió en Alema.'1ia.
12. E n 18 5O la producción total del acero d d mundo occidental puede no haber supe­
rado las 70.000 toneladas, de las que Gran Bretaña aportó cinco séptimas partes.
1 3. Entre 1 8 56 y 1 886 morían en accidentes alrededor de 1 .000 mineros cada año,
con ocasionales desastres gigantes, como los de High Blantyre (200 muertos en 1 8 77), Hay­
NOTAS
dock (189 muertos en 1 878), Ebbw Vale (268 muertos en 1878), Risca (120 muertos en
1 880), Seaham (164 muertos en 1 880), PCn-y-Craig ( 1 0 1 muertos en 1 880).
�· Checkland, Chamber , Cl pham, Landes (ver "lectura
� � s complementarias", 3). Des­ 14. El número de trabajadores del transporte se duplicó con creces en los años de
gractadamente no poseemos historias modernas de 1 840 y se duplicó de nuevo entre 1 8 5 1 y 1 8 8 1 , llegando a casi 900.000 empleados.
cualquiera de las industrias de has L
obra de M. R. Robbi s, The R lW4.J Age ( 1 962),
J . �
(
��
H. enks, Th� Mtgratton o Brtttsh C ital to 13�
es una útil introducción al tema. La e L
J ( 1 927) es más amplia de lo que sugiere
� � 1 5 . Por supuesto que antes de la creación de la responsabilidad general limitada se ha­
bían tomado previsiones especiales para determinados tipos de inversión en acciones.
��
su t1tulo. El libro de C. Enckson, Brtttsh Industnalis 16. De los accionistas del Bank of Scotland y del Commercial Bank of Scotland en la
u: Steel and Hosiery ( 1 9 59) es útil sobre
los hon�b�es de negocios el de S. Pollard, A década de 1 870, alrededor de dos quintas partes eran mujeres, y de éstas a su vez casi dos
: History ofLabour in Sheffield ( 1 9 59) es virtual­
mente un¡co como estu� re .
? gu:�nal
del trabajo. El de Roydon Harrison, Befare the Socialists tercios estaban solteras.

f ��; :: ���
( 1 �65) esclarece la políttca sooal del período. Sobre las 17. Tales como la señora Marcet, Harriet Martineau y la novelista Maria Edgeworth,
migraciones, ver Brinley Thomas,
muy admirada por Ricardo y leída por la joven princesa Victoria. Un autor reciente observa
' .on a .
omtc Growth ( 1 954) y J. Saville, Rural Depopu/ation
in England and Wa­
es ( 7) a 1· ografía sobre la "gran depresión" es amplia. con agudeza que el aparente- olvido de la Revolución francesa y de las guerras napoleónicas
. ,; Ashworth ("lecturas comple­
. , ,
:
n;t"nranas . ) puede presentar los hechos; C. Wilson,
"Economy and Society in late Victo­ en las novelas de Jane Austen y Maria Edgeworth puede deberse a una exclusión deliberada
nan Bn�tn
.
, en Economic History Review, XVIII ( 1 965) y A.
E. Musson en Journai ofEco­ de un tema que tal vez no interesaba a la respetable clase media.
nomtc Htstory ( 1 959) son útiles para los argumentos.
Ver también las figuras 1 ' 3 5 7 1 3- 1 8. Aunque carteles, acuerdos de precios fijos, etc. er"a.n en esta época efímeros o esca­
1 7 , 2 1-22, 24, 2 6-28, ll-32, 37, 50-5 ! . ' ' '
samente efectivos, excepto en los contratos del gobierno, por ejemplo.
2. Es �ecir, su crecimiento en relación al tamaño de la 19. Gracias a los esfuerzos de los radicales ftlosóficos, quienes argüían que, si eran le�
. población británica. Cf. W.
Schlott', Br�tts� Ovmeas Trade ( 1 9 5 2), pp. 41-42.
.
gales, su total ineficacia se pondría en seguida de relieve, y por lo tanto dejarían de tentar a

1 87 6} :
Prmopales exportaciones como porcentaje de la exportac
ión nacional total ( 1 8 30- los obreros.
20. Citado en J. H. Clapham, An Economic History o/ Modern Britain, II, p. 41.
2 1. Pero The Times no consideró la democracia como aceptable hasta 1 9 1 4.
1830 18j0 1870 22. Citado en W. Smart, Economic Annals of the 1Yth Century ( 1 9 1 0), I, p. 54.
Hilaz.as y géneros de algodón 50,8 39,6 23. The Life of Thomas Cooper, Written by Himself ( l 8 7 2), p . 393.
35,8
Otros productos textiles 19,5 22,4 24. No se quiere negar el desarrollo industrial fuera de Gran Bretaña antes de los años
1 8,9
Hierro, acero, maquinaria, vehículos !0,7 ! 3, 1 16,8
1 840, sino su comparabilidad con la industrializ.ación británica. Así en 1 840 el valor de to­
Carbón, carbón de coque 0,5 dos los productos metálicos de los Estados Unidos y Alemania era, en cada país, alrededor de
1,8 2,8
un sexto de los británicos ; el valor de todos los productos textiles algo así como un sexto y un
1 28 INDUSTRIA E IMPERIO

algo más de un quinto Y a1rede-


quinto respectivamente; la producción de lingotes de hierro
dar de un octavo.
2 5: Tuvo res�nancias amoniguadas, porque estaban mucho más
localizadas, en las po..
cas regwnes campesmas de Gran Bretaña, notablemente
en la agitación de los pegujaler s
las Htghlands escocesas y los movim entos análogos
_ de
!
26. Tanto en los Estados Urudos como en Alemania la crisis de 1 8

de los agricultores de las colinas gal s .
as
7 3 fue fu0damen.
talmente una quiebra de la promoción del ferrocarril.
27. W. W.· �o�tow, British Economy in the lYth Century (1 948), -
p. 8 8.
28. Pero m s¡qutera esto era nuevo. Los negociantes británicos"
tenían puestas grand s
esperanzas en América latina en la década de 1820, �
mforma ¡ med1ante
cuando e�eraba
¡a creaaon
_ . ·· , . . -r n construir un 1mpe
· no
de republicas mdependientes. Al menos inicialmente
se vieron
defraudados.
29. T. H. S. Escott, England (ed. de 1 885), pp. 1 3 5-1 36.
Capítulo 7

G RAN B R ETAÑA EN LA ECO N O M ÍA M U N DIAL 1

Los años medios victorianos constituyen un buen punto de obser­


vación para contemplar el característico sistema de las relaciones eco-
· nómicas británicas con el resto del mundo.
En sentid9 literal Gran Bretaña quizá no fue nunca el "taller del
mundo", pero su predominio industrial a mediados del siglo XIX lleg6
a tal punto que da legitimidad a la frase. Gran Bretaña produjo unas
dos terceras partes del carb6n mundial, la mitad de su hierro, cinco
séptimas partes de la reducida producci6n de acero, alrededor de la
mitad de los tejidos de algod6n que se fabricaban a escala comercial, y
el cuarenta por ciento (en valor) de su¡; productos metálicos. Sin em­
{S
bargo, hay que recordar que n 1 84QJGran Bretaña tan s6lo poseía
alrededor de un tercio del vapor mundial y sus productos manufactu­
rados probablemente no llegaban a un tercio del total mundial.}Su ri­
val más importante -ya entonces- eran los Estados Unidos -o, me­
jor dicho los estados del norte de los Estados Unidos- junto con
Francia, la Confederaci6n germánica y Bélgica]rodos estos países,
excepto en parte la pequeña Bélgica, iban por detrás de la industriali­
zación británica, pero ya entonces era evidente que si-. estos países y
otros continuaban industrializándose, la ventaja de Gran Bretaña re­
trocedería de forma inevitable. Y así sucedió. Aunque la posición bri­
tánica se mantuvo muy bien en el terreno del algodón e incluso es po­
sible que se fortaleciera en la producci6n de lingotes de hierro, hacia
1 870 el "taller del mundo" s6lo poseía entre un cuarto y un quinto
del vapor mundial, y producía mucho menos que la mitad de su acero.
Hacia fines de los años de ! 880 ese relativo declive de Gran Bretaña
se hacía notar incluso en las ramas de la producción que privaban anti-
1 30 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 1 31

f. ]
guamente. A principios de década de 1 890 tanto los Estados
dos como Alemania sobrepasaron a Gran Bretaña en la tatmc:a
cos, seguros, etc.), por materias primas extranjeras (crudos y alimen­
del � iculo clave de la industrialización : el acero. A partir de
ciión tOS). En 1 .� 70 el comercio bri�ánico per capita (excluidas la� partidas
"invisibles ) se elevaba a 1 7 libras y 7 cilehnes contra 6 libras y 4
ces, {Yran Bretaña fue una más entre las grandes potencias ,·tlOttS
tria-i chelines en Francia, 5 libras y 6 cilelines en Alemania y 4 libras y 9
les, pero y� no el líder de la industrializaciónlAdemás, entre los_ chelines en los EE. UU. Sólo la pequeña Bélgica, el otro pionero in­
res mdustnales fue el más lento y el que evidenció signos más
. dustrial, tenía en esta época cifras comparables entre los estados indus­
de un relativo declive. triales. Los mercados de ultramar para los productos y sus necesidades
Tamañas comparaciones internacionales no obedecían a un
de capital desempeñaron un papel importante y creciente en la econo­
prurito de orgullo (o inquietud) nacional, sino que tenían una ., · upcJr-,• mía. Hacia fines del siglo XVIII las exportaciones interiores británicas
tancia práctica urgente. Como hemos visto, la primera alcanzaron alrededor del 1 3 por ciento de la renta nacional, a princi­
in­
dustria� bdtánica ?escansaba principalmente para su expansión en pios de la década de 1 870 alrededor del 2 2 por ciento y a partir de
el
comerciO mternacwnal, hecho sensato, ya que con la excepción entonces alcanzaron un promedio entre el 1 6 y el 20 por ciento, ex­
del-_
carbón, sus suministros interi res de m teri s primas no eran muy cepto en el perio�o comprendido entre la c;r;isis de 1 9 2 � Y !os pri�e­
. . � � � im­ , . del s1glo
pr;slonantes algunas mdustna s de.capttal tmportancia, como el algo­ ros años de la decada de los 50. Hasta la gran depreston
J
don, depend�an enteramente de las rmportaciones. Además, desde
me­ XIX, las exportaciones crecieron normalmente con más rapidez que la
diados del siglo XIX, el país ya no _podía alimentarse a si mismo a base renta nacional real en su conjunto. En las industrias principales el
de su propia producción agrícola.4\unque la población británica crecía mercado exterior desempeñó un papel aún más decisivo. El mejor
con rapidez, era originariamente demasiado pequeña para sostener un ejemplo lo ofrece el algodón, que exportó algo más de la mitad del va­
aparato industrial y comercial del ilunaño alcanzadQ.ly ello tanto más lor total de su producción a principios del siglo XIX y casi cuatro quin­
cuanto q\le la mayor part� de esta población -esto es, las clases tas partes al final, así como el hierro y el acero, que contaban con los
trabajadoras- era demasiado pobre para prop-orcionar un mercado in­ mercados ultramarinos para dar salida a un 40 por ciento de su pro­
tensivo para otros productos que no fueran los esenciales de subsisten­ ducción bruta a partir de mediado el siglo XIX. El resultado "ideal"
c!a: aliment�, �obijo y unas pocas piezas elementales de vestido y ar­ de este intercambio masivo hubiera sido transformar el mundo en un
ttculos domesttcos. Pese a su pobreza, el mercado interior podía ha­ conjunto de economías dependientes de Gran Bretaña y complemen­
berse desarrollado más eficazmente, pero -sobre todo a causa del tarias de ella, en el que cada una intercambiaría las materias primas
apoyo británico al comercio ultramarino- no llegó a hacerlo, con lo que obtenía de su peculiar situación geográfica (o as{ argumentaban
que se intensificó aún más su dependencia del mercado internacional. por lo menos los economistas más ingenuos del período) por los pro­
P<_>r otra parte, �ran B�etaña se encontraba en posición de desa­ ductos manufacturados del "taller del mundo". De hecilo estas econo­
rrollar su comerciO .
tnternacmnal en una extensión anormal, a causa mías complementarias aparecieron en diversos períodos, principalmen­
del monopolio de la industrialización y de las relaciónes con el mundo te sobre la base de determinados productos locales especializados para
ultram�rino subdesa�rollado que consiguió establecer entre 1 780 vender sobre todo a los ingleses: algodón en los estados sudistas de
. y
1 8 � 5.{J3.n crerto sentido, su mdustn_a se proyectó sobre un vacío inter­ Estados Unidos hasta la guerra de Secesión, lana en Australia, nitra­
naaonal, aunque, en parte, ese vacío se debiera a las actividades tos y .cobre en Chile, guano en Perú, vino en Portugal, etc. Después
de
control de la flota británica, que lo mantenían artificialmente frente de 1 8 70 el crecimiento de un comercio internacional masivo de pro­
a
las pot�ncias comerciales''riv�l s ductos alimenticios añadi6 varios otros países a este imperio económi­ !i
�J 1. ¡
As1, pues, la econorrua ... bntamca elaboro, un modelo caracte co, sobre todo Argentina (trigo, reses), Nueva Zelanda (carne, pro­
1
rístico
Y peculiar de relaciones internacionales. Se apoyaba notoriamente ductos lácteos), el sector agrario de la economía danesa (productos
en
el comercio exterior, es decir, en términos amplios, en el intercam lácteos, tocino) y otros. A su vez, Sudáfrica desarrolló una relación si­
bio
d e sus propios prod ctos manufacturad s y otros suministros y servi­
. � ? milar sobre la base de sus exportaciones de oro y diamantes, mientras 1:
cios de una economta desarrollada (capital, transporte marítimo, han- el mercado mundial fue controlado por Londres, y varios países tropi-

1 32 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 133


ambio como John Stuart Mill acepta·
cales lo hicie�on sobre la base de sus distintos productos vegetales Incluso firmes adeptos del librec
en favor de las "industrias infanti­
e¡emplo, _ ace1te del Senegal, caucho, etcétera). ron la legitimidad de discriminar
o o no, nada iba a detener a los esta­
Evidentemente el mundo entero no poCHa convertirse en un les". Sin embargo, y fuera legitim
mica y polfticamente de actuar en
ma planetario que girara alrededor del sol económico de Gran dos soberanos independientes econó
ña, aunque sólo fuese porque este pafs no era ya el único desarm!Uocln este sentido como harfan desde
1 8 1 6 los Estados Unidos (los del
s a partir de la década de
o industrializado. Las otras economfas adelantadas, cada una con norte) y otros muchos paises adelantado
mfa local estaba en
propio patrón de relaciones internacionales, eran por supuesto 1 880. Aun sin discriminación, una vez la ecocorir a Gran Bretaña,
de recur
comerciales de Gran Bretaña, y clientes potencialmente más impor­ pie, disminuía rápidamente su necesidad
del_comercio Y de las finan­
tantes para sus productos que el mundo no desarrollado, puesto excepto quizá en cuanto que el mecanismo .

A partlr de mediados del s1glo


eran más ricos y dependfan más de la compra de productos m'mulac• zas internacionales estaba en Londres.
tarados. Es un lugar común que el comercio entre dos países desarro.:.' , XIX, empezó a advertirse
claramente que las exportaciones brit�nicas
e notables, eran estáttcas o
liados es normalmente más intenso que el que existe entre tm país de­ de artículos al "mundo avanzado", aunqu
el 5 2 por ciento de las inver­
sarrollado y otro atrasado, o entre dos atrasados. Sin embargo, este estaban en decadencia. En 1 860- 1 8 70,
. . do en Europa y en los Es­
npq de comercw era mucho más vulnerable porque no estaba protegi­ siones británicas de capital se hablan realiza
sólo el 2 5 por ciento de
do m por el control económico ni por el polftico. Un pafs adelantado tados Unidos, pero hacia 1 9 1 1 -1 9 1 3 tan
en el proceso de industrialización necesitaría inicialmente a Gran Bre­ ellas permanecían en esas zonas.
desarrollado se basaba,
taña porque -en las primeras fases con toda seguridad- se beneficia­ La hegemonfa británica en el mundo no
ement� �mplementadas ; la
ria de ella como única fuente de capital, maquinaria y tecnologfa, pues, en una serie de economías permanen:
tnahzaba, en la compe­
aparte de que, en ocasiones, no le quedaba otra alternativa. Es habi­ hegemonfa británica en el mundo que se rndus
, la otra era temporal por
tual observar cómo son los ingleses quienes ponen en marcha las pri­ tición potencial o factual. Una podfa durar
,, aun cuando fueran pe­
meras fábricas o talleres mecánicos en el continente, y también que las naturaleza. Las otras economías "avanzadas
n elegir entre la urg:�ci.a.
primeras máquinas nativas son copia de proyectos británicos (pasados queñas y lucharan por industrializarse, debfa
de los r;c:rrsos b':'taru·
de contrabando antes de 1 8 2 5, adquiridos legalmente después). Euro­ de acelerar su propio desarrollo echando mano
la suprern ae1a rndustnal d�
pa estaba llena de Thorntons (Austria y Rusia), Evans y Thomas cos y la necesidad de protegerse contra
parti do de este país, tende­
(Checoslovaquia), Cockerills (Bélgica), Manbys y Wilsons (Francia) Gran Bretaña. Una vez hubieran sacado
ismo, a menos por su
o Mulvanys (Alemania), y la difusión universal del fútbol en el siglo rían inevitablemente a virar hacia el proteccion
como para s_e� �apaces de
":' se _debe sobre todo a los equipos que formaron en las fábricas pro­ puesto que hubieran avanzado lo suficiente
caso los bntam cos debe­
ptetanos, directores u operarios especializados británicos, en todos los vender más barato que los ingleses. En este
a sus merc ados en terceros
r�cohes del cont�ente. Nos· encontramos inevitablemente con que los rían· protegerse y' proteger contra ellos
pnmeros ferrocarriles -y con frecuencia el total de ellos- hablan sido países. , . , .
.
do histonco relativa­
,

construidos por contratistas británicos, con locomotoras, raíles, ayuda En términos generales, solo durante un per1o
sarrollado del mundo
técnica y capital inglés.
·
mente breve, los sectores desarrollado y subde
[Z
Sin embargo, y de forma igualmente inevitable, ualquier econo­ tuvieron idéntico interés en actUar de acuer
e
do
no
con
tuvier
la economía británi­
on elección : las dé­
mfa en proceso de industrialización habrfa de proteger sus industrias ca y no en contra de ella, tal vez porqu
leyes de cerea les en 1 846 y el es­
co�tra los británicos, porque si dejaban de hacerlo diffcilmente po­ cadas que separan la abolición de las
7 3. as zonas desarrolladas
dnan desarrollarse para poder co� etir con los ingleses en el interior, tallido de la "gran depresión" en 1 8 Much
to Gran Breta ña, única econo­
y de ningún modo en el exterior) Los economistas nacionales de los no tenían a nadie a quien vender excep
s estab an entra ndo en un período
Estados Unidos y de Alemania no tuvieron nunca muchas dudas so­ mía moderna. 2(f.os países adelantado
dema ndas de impo rtacio ne� , es? e­
bre el valor del proteccionismo, pero aún eran menores las de los in­ de rápida industrialización, y sus .
básic os eran vutu almen te !linuta -
dustriales que actuaban en sectores competitivos con los británicos. cialmente de capital y de productos

t
'
1 34 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 135
daS) A los países que no se preocupaban de entablar relaciones con en el mismo grado que Gran Bretaña ; en realidad los Estados Unidos
el
mundo adelantado (es decir, fundamentalmente con Gran Bretaña) se se apoyaban casi por completo en �n mercado interior, 1� mismo �ue
les obligaba a hacerlo con flotillas y marinos, comQ_sucedió con los úl­ Alemania. No existía entonces un sistema mundial extensivo de flujOS
timos países "cerrados" del mundo, China y Japón, forzados por estos de capital, trabajo y mercancías, prácticamente sin restriccione�, pero
medios, entre 1840 y 1860, a sostener. intercambios sin restricciones entre 1860 y 18 7 5 surgió algo similar. Un historiador ha escnto que
con las economías modernas. "hacia 1866 la mayor parte de Europa occidental estaba en una situa­
Antes y después de este breve período, la situación de Gran Bre­ ción muy cercana al librecambio, o, en cualquier caso, más pró,Pma a
taña en el mundo económico fue distinta en importantes aspectos.
Antes de la década de 1840, las dimensiones y escala de las operacio­
?
él que en cualquier ? tra ép?� de la historia" ..' Los Est� o� Unid?s
.
eran la única potenCia economtca de tmportancta que stguto s1endo sts­
nes económicas internacionales eran relativamente modestas, y la ca­ temáticamente proteccionista, pero incluso este país atravesó un perío­
pacidad para los flujos internacionales masivos limitada, en parte por do de disminución de sus aranceles entre 18 32 y 1860 y de nuevo
falta de excedentes de producción adecuados para la exportación (ex­
cepto en Gran Bretaña), o a causa de la dificultad técnica o social de
después de la guerra de Secesión (1861-1865) hasta 187 5. Af
mismo
tiempo -otra vez con la excepción parcial de los Estados Un�d�s- la
transportar hombres y mercanáas en volumen o cantidad suficientes, adopción general de un patrón oro por la� mo:'edas de las pr�nopales
o a causa, en fin, de los saldos relativamente modestos para invertir en naciones europeas entre 1863 y 1874, Simplifico, las operactones de
el extranjero que habían podido acumularse hasta ese momento, inclu­ un solo sistema de comercio mundial libre y multilateral, que giraba
so en Gran Bretaña. Entre 1800 y 18 30 el comercio internacional cada vez más en torno a Londres.
total se incrementó en un modesto treinta por ciento pasando de unos .
Pero esta situación no fue duradera. El libre flujo de mercancías
300 millones de libras esterlinas a unos 400 ; pero entre 1840 y fue lo primero que inhibieron las barreras arancelarias y otras n:edid�s
1870 se multiplic6 por más de cinco, y en esta última fecha pasó de discriminatorias que se erigieron cada vez con -mayor frecuenc.ta y rt­
los 2.000 millones. Entre 1800 y 1840 algo más de un millón de eu­
ropeos emigraron a los Estados Unidos, dato que podemos utilizar

gor a partir de 1880. No hubo impedimentos para el li re tras�eg� de
hombres hasta la primera guerra mundial y sus secuelas. El flujO Hbre
como bar6metro adecuado para calcular el flujo general de la migra­ de capital y pagos sólo sobrevivió hasta 1931, aunque a parttr de
ción ; pero entre 1840 y 18 7 O casi siete millones atravesaron el Atlán­ 1914 se hizo cada vez más inseguro y, con él, la supremacía de Lon­
tico Norte. A principios de la década de 1840 Gran Bretaña había dres y los fuegos fatuos de toda una economia liberal mundial. Si esta
acumulado quizás alrededor de 160 millones de libras en créditos al economía tuvo alguna vez una posibilidad práctica -lo que es
exterior y a principios de la de 18 5O alrededor de 2 5 O millones ; pero. dudoso- ésta se disipó hacia fines de la década de 18 70.
, entre 18 5 5 y 18 7 O invirtió en el extranjero a una cifra promedio de
2 9 millones de libras anuales y hacia 18 7 3 sus saldos acumulados ha­
bían alcanzado casi los 1.000 millones. Todo esto no es más que otra
forma de decir que antes de la época del ferrocarril y del vapor el al­
( El principal barómetro de las relaciones de una economía con el
resto del mundo es su balanza de pagos, es decir, el saldo entre sus in­
cance de la economía mundial era limitado, y, junto a él, el de Gran gresos y c '!)' ital procedente del exterior y sus exportaciones a países
·

Bretaña.
{Á partir de 187 3 la situación del mundo "avanzado" fue de riva­
extranjerosJ Cualquiera que sea esta cifra -como todas las formas de
contabilidad requiere una interpretación cuidadosa- informa sobre la
lidad entre los países desarrollados ; de ellos, sólo Gran Bretaña tenía naturaleza y el sistema de los negocios internacionales de un país. Esta ii
un claro interés en la total libertad de comercioJNi los Estádos Uni­ ii
balanza consta de partidas "visibles" e "invisibles". Las partidas "vi­
dos, ni Ale�ania ni Francia necesitaban de forma substancial importa­
_
ciOnes masivas de productos alimenticios y de materias primas ; excep­
sibles" en el "haber" son las exportaciones de mercancías (incluyendo
los productos importados por Gran Bretaña y luego reexportados), y
¡,
to por lo que hace a Alemania eran sobre todo exportadores de pro­ las ventas de oro. Las partidas "invisibles" consisten en los b�neficios
ductos alimenticios. Tampoco sus industrias requerían exportaciones del comercio exterior y servicios (por ejemplo los de firmas que s e
LA

! 36 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN ECONOMÍA MUNDIAL ! 37

ocup �n de servicios de mercado británicos u otros y de compras en el Gran Bretaña, es decir, que las materias primas que importaba eran
extenor), entradas por seguros, corretajes, etc., de transporte maríti­ más baratas que antes o que sus exportaciones de productos manufac­
mo, de gastos per�onales de extranje�os en Gran Bretaña (turismo), turados eran más caras, o ambas cosas a la vez. Los principales com­
remesas de los em1grantes, y de partidas auténticamente invisibles pradores de productos británicos, los países productores de materias
con fre�uencia inconmensurables como son las ganancias de los co:t primas, estaban entonces en condiciones de comprar menos productos
tra� a?dtstas. Los ingresos "invisibles" consisten, además, en intereses británicos, ya que disponían de menos ingresos para pagarlos. Sin
y diVIdendos recibidos del extranjero. Las partidas del "debe" son ¡0 embargo, un empeoramiento de estos índices no tenía necesariamente
contra�IO : el coste de importaciones de mercancías, de pagos a firmas el efecto contrario, ya que Gran Bretaña necesitaba importar, pasara
extranJeras y a compañías navieras, envíos de dividendos e intereses al lo que pasara, una cantidad totalmente inelástica de alimentos y mate­
extran�e�� · etc. En última inst:mcia el balance debe cuadrar, aunque rias primas para mantener alimentada a su población y en marcha sus
esto d1f:cilmente sucede y es probablemente indeseable que suceda. fábricas. Habría una tendencia para que las importaciones se mantu­
Tanto Sl hay excedente como déficit, la teoría clásica del comercio in­ vieran altas : si los índices favorecían a Gran Bretaña ésta tendería a
ternacional requiere más pronto o más tarde algunas transferencias de comprar más, si la perjudicaban no podría por ello importar menos.
or (si es éste �� patrón de lo� pagos internacionales), aunque el dese­ Habría también una tendencia natural a que awnentaran las exporta­
?. . ciones cuando empeoraran dichos índices, cosa que sucedió en efecto.
qmhbno tamb1en puede rectlficarse prestando o pidiendo prestado.
Ide�lmente, una vez más, la balanza de pagos con el mundo implica Cuando eran contrarios a los intereses británicos, la proporción de la
un SIStema mundtal _ de cleartng y compensac producción industrial destinada a la exportación Creció y viceversa.
ioneS, es decir, un sistema
que compense los déficits habidos en los negocios con determinados Desde el punto de vista de la supremacía induStrial británica era de­
países con el superávit obtenido de los negocios habidos con otros Es seable que el país comprara caro en lugar de barato.
muy impr bable que cuadre la cuenta con todos los países. Es ci �rto En términos amplios, la industria experimentó un proceso conti­
? nuo de abaratamiento a causa de la continua revolución tecnológica,
que �rad' '�n�lmen�� ha habido zonas del mundo con las que el ca­
'; pero la producci6n agrícola, que hasta fines del siglo suministraba los
memo bntamco (v1s1ble) ha mantenido un claro déficit -por ejemplo
Francia, los países bálticos, Europa oriental y, sobre todo, la India­ alimentos y las materias primas para la industria (hasta 1 880 entre el
hecho que en la época preliberal había preocupado seriamente a eco: 60 y el 70 por ciento eran materias destinadas a la industria textil), ex­
nomistas y políticos. perimentó abaratamientos intermitentes, pero nada comparable a la
El balance (visible) refleja no ya las cantidades de productos im­ Revolución industrial. Hasta la Revolución industrial de los ferroca­
port�dos y exportados, sino también sus precios ; es decir, los llama­ rriÍ�'s y barcos de vapor (que abrieron nuevas fuentes de aprovisiona­
dos mdices del comercio exterior. Si "mejoran", una tonelada de ex­ miento baratas como el Medio Oeste americano), las aplicaciones in­
portaciones servirá para comprar más importaciones ; si "empeoran" dividuales de maquinaria a la agricultura (como el molino azucarero
conseguirá menos.� Para un país de las características de Gran Breta­ movido por vapor), y una creciente demanda de materias primas no
�a exp�esan ese_n;i�lmente la relación entre el precio de los productos agrícolas, tales como productos mineros y petrolíferos, transformaron
mdustnales (bnta�1cos) y el de las materias primas y productos ali­ el sector primario, y por tanto los índices del comercio tendieron a
.
mentiaos moverse contra los productos industriales de rápido abaratamiento.
(extranJeros). Durante la supremacía industrial de Gran
�retaña por lo m�nos, bastante más del 90 por ciento de sus importa­ Pero la agricultura no se transform6 hasta el último tercio del siglo
aones netas consistían en materias primas, mientras que entre el 7 5 y xrx. De aquí que durante los primeros sesenta años del siglo el meca­
. nismo para impulsar las exportaciones británicas funcionara bien. A
el 90 por 'Ciento de sus exportaciones consistían en productos ma­
nufacturados y una buena parte de sus reexportaciones en produc­ partir de entonces se atascó, no sólo por los cambios que experimentó
tos proce�ados por la industria británica (refinados, destilados, etc.). el sector de productores de materias primas, sino también por los cam�
Pero aqm nos encontramos con una situación curiosa. bios sobrevenidos en el sector británico. Las exportaciones británicas
Supongamos que fos índices del comercio exterior favorecían a ya no eran esencialmente productos textiles, sino que se desplazaban
1 38 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 139
cada vez más hacia productos básicos y materias primas, más caros : Pero también advertimos -y esto es ya más raro- que Gran Bretaña
hierro, acero, carbón, barcos, maquinaria. Los productos textiles que no tuvo nunca durante el siglo XIX un excedente de exportación en
habían constituido el 72 por ciento de las exportaciones de productos productos, pese a su monopolio industrial, su marcada orientación ex·
manufacturados de Gran Bretaña entre 1 867 y 1 869 descendieron al portadora y su modesto merc�do de consumo interior. 7 �tes de
5 1 por ciento en vísperas de la primera guerra mundial, mientras que ,
1 846 los librecambistas sosteman que las leyes de cereales tmpedtan
los productos básicos se elevaron del 20 al 3 9 por ciento. El creci­
que los clientes potenciales de Gran Bretaña ganaran lo suficiente con
miento del mercado interior -debido sobre todo a un aumento de la
sus exportaciones para pagar las británicas, pero esto es dudoso. Los
capacidad de importación de alimentos más baratos y la mengua pro­ compradores de las exportaciones inglesas reflejan los lfmite.s de los
porcional en la importancia del algodón- redujo la proporción de im­ mercados a los que Gran Bretaña exportaba, que eran esenctalmente
portaciones netas de materias primas, que pasó de más del 70 a alre­
países que, o bien no deseaban comprar muchos productos textiles bri­
dedor del 40 por ciento, e incrementó la importación de productos
tánicos, o eran demasiado pobres para ir más allá de una pequeña de­
alimenticios: del 2 5 por ciento al 4 5 por ciento aproximadamente ; el
manda per capita. Pero a través de las exportaciones se refleja también
cambio más importante tuvo lugar inmediatamente después de 1 860
. el tradicional sesgo "subdesarrollado" de la economía británica, y, en
Había naturalmente mayor incentivo para mantener más baratas las
alguna medida, la demanda de artículos de lujo de las clases altas y
importaciones de alimentos que las de materias primas, ya que los ele­
medias británicas. Como ya hemos visto, entre 1 8 1 4 y 1 84 5 alrede­
vados precios de los alimentos no podían compensars e, como sucedía
dor del 70 por ciento de las importaciones netas de Gran Bretaña (en
con los de las materias primas, con mejoras en la eficiencia industrial.
valor) eran materias primas, alreded�r del 24 por cient� Rroduct�s
Un tercer factor afectó las relaciones entre los dos niveles de precios
. alimenticios -fundamentalmente troptcales o productos stmilares (te,
En lo sucesivo, en las quiebras periódicas los precios de las materias
azúcar, café)- y alcohol. No hay grandes dudas de que Gran Bretaña
primas iban a colapsarse más espectacularmente que los industriales,
consumía estos productos en cantidad porque eran la base de un co­
mientras que en la p;:_imera mitad del siglo xrx había sucedido lo con­
mercio de reexportación tradicionalmente importante. Así como la
trario.6 Finalmente,t...l crecimiento de las economías satélites y colo­
niales o semicoloniales dependientes que producían materias primas

producción de algodón se desarrolló ��mo producto secund� o de un
gran comercio internacional de deposttos, otro tanto sucedio con el
colocó sus índices de comercio exterior bajo un mayor control de las
gran consumo de· azúcar, té, etc, responsable de buena parte del défi­
economías industriales dominantes _y, sobre todo, de Gran Bretaña]
cit británico.
Así, pues, a un período en ef que los lndices comerciales habían Hoy en día este déficit preocuparía notablemente a los gobiernos.
ido en contra de Gran Bretaña le sucedió, después de 1 860, otro en el
En el siglo XIX ho les preocupaba, y '_10, sólo p�rque e� s� rimeros
que primero con rapidez y luego más lentamente se movieron en su fa­ . ¡
años no fueran consctentes de que ex!Stla seme¡ant� defictt. De he­
vor hasta 1 896- 1 9 1 4, y después de la primera guerra mundíal volvie­
cho, los negocios "invisibles" de Gran Bretaña le procuraron un gr.�
ron a serie muy favorables. A partir de la segunda guerra mundial ten­
excedente, y no un déficit con el resto del mundo. Con toda probabili­
dió de nuevo a empeorar. En consecuencia, durante este largo período dad, la más importante de estas ganancias procedía inicialmente de su
el incentivo a la exportación dejó de actuar con tanta fuerza como an­ flota que alcanzó entre un tercio y la mitad del tonelaje mundial. (Ten­
tes, aunque, de vez en cuando, las grandes inversiones británicas ultra­
dió a declinar relativamente en la primera mitad del siglo, sobre todo
marinas proporcionaron a sus clientes más fondos para comprar, y las
a causa de la pujante flota mercante americana, pero recuperó con cre­
reducciones en otros costos (por ejemplo, en fletes) también mejora­
ces su supremacía después de 1 860 en la época del barco de vapor.)
ron la situación. Sin embargo, aumentó el incentivo para que la indus­
tria británica -si no estaba comprometida con las exportaciones­
Hasta los primeros años de la década de 1 870 sus ganancias exce ían�
los intereses y dividendos de las inversiones británicas en el extran¡ero.
prefiriera el mercado interior al exterior.
Esta fuente de ingresos, que se convirtió poco a poco en el princi�al
Así, pues, lo lógico sería hallar, y de hecho lo hallamos, un gran medio de saldar la diferencia entre las importaciones y las exportaoo­
exceso de importaciones sobre las exportaciones a partir de 1 860. nes, brotó modestament.e después de las guerras napoleónicas, pero a
1 40 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMfA MUNDIAL 141
fines de la década de 1 840 había alcanzado en importancia a la terc
e­ Exportaciones de piezas de algodón
ra f�ente principal de in esos invisibl , los beneficios del comercio
!l" e; y (millones de yardas) (% del total)
servtctos extranJeros, y hac1a 1 8 70 la hab1a sobrepasado. Hacia las dé­
cadas medias del siglo una cuarta fuente, las ganancias por seguros,
co­ Europa y Mundo
misiones de corretajes, etc. -es decir las que derivaban de la dominante Año Estados Unidos subdesarrollado Otros países
posición financiera de la City londinense-, había alcanzado
también 1 82 0 60,4 3 1 ,8 7,8
notable importancia. 1 840 29,5 66,7 3,8
1 8 60 19,0 73,3 7,7
En t�rminos generales, los ingresos invisibles, aparte de intereses
1 8 80 9,8 82,0 8,2
y dividendos, cubrieron con creces el déficit comercial en el
primer 1 900 7,1 86,3 6,6
cuarto de siglo, pero entre 1 8 2 5- 1 8 5 0 -años difíciles de la economí
a
industrial primitiva (ver supra, pp. 7 3-7 4)- no fue así y a partir
de
1 8 7 5 dejaron de tener importancia. Sin embargo, en el primer perío­ del mismo la colonia informal británica de Argentina se convirtió en
do, las rentas procedentes del capital previamente exportado, produje­ un mercado importante. La segunda eran las Indias orientales (pronto
ron un modesto excedente, y después de 1 8 7 5 , al girar los dividend fueron tan importantes como para dividirlas en Indias y Oriente Leja­
os
procedenteS" de las primeras grandes inversiones, se obtuvo un exce� no), que alcanzaron capital importancia para Gran Bretaña. Del 6 por
dente cada vez más considerable. Por ello, la posición internacional ciento de las exportaciones de algodón después de las guerras napoleó­
de la economía británica dependió cada vez más de la tendencia a nicas, estas regiones llegaron a absorber un 22 por ciento en !840, un
in­
vertir o prestar en el extranjero sus excedentes acumulados. 31 por ciento en 1 8 5O y una mayoría absoluta -alrededor del 60 por
Tanto estas partidas, como el comercio- británico visible, fueron ciento- después de 1 87 3. La India absorbió la mayor parte de ellas
vinculándose paulatinamente con el mundo subdesarrollado, en espe­ -entra el 40 y el 4 5 por ciento luego de la arremetida de la "gran
aal con aquel sector que se encontraba bajo el control efectivo econó­ depresión"-. En este período de dificultades, Asia salvó al Lancashi­
mico o político de Gran Bretaña: el Imperio formal o informal. O, re, de forma aún más decisiva que América latina en la primera mitad
para ser más exactos, la peculiar posición de Gran Bretaña hizo que del siglo. Como vemos, hay buenas razones para que la política exte­
tanto las transacciones visibles como las invisibles fluyeran natural­ rior británica favoreciera, en la primera mitad del siglo XIX, la inde­
mente en esa dirección. pendencia de Latinoamérica y la "'apertura" de China. Razones más
A partir de 1 820, al comercio visible británico le fue más fácil pe­ convincentes explican que la India fuese vital para la política británica
netrar con mayor profundidad en el mundo subdesarrollado que a lo largo de todo este período.
irrumpir en los mercados desarrollados, más lucrativos pero también Algo más tarde fueron adquiriendo importancia las exportaciones
más resistentes y rivales. Ello con independencia del dinamismo y li­ de capital, incluidas las dirigidas al mundo no desarrollado y el impe­
derazgo mundial de la industria británica, como puede apreciarse en la rio británico en particular. Antes de la década de 1 840 habían consis­
tabla de la página siguiente. tido esencialmente primero en préstamos cfel gobierno, y más tarde en
El modelo de las exportaciones británicas era en general similar, éstos, ferrocarriles y servicios públicos. Hacia 1 8 5 O Europa y los Es­
aunque no tan extremo, al del algodón: el claro abandono de los mer­ tados Unidos se anotaban aún más de la mitad, pero como era de es­
cados modernos, resistentes y competitivos, por los no desarrollados. perar, entre ! 860 y 1 890, la proporción de Europa disminuyó en
Dos zonas mundiales tenían especial importancia para Gran Bretaña. forma grave (de 2 5 a 8 por ciento) y la de los Estados Unidos fue
La primera era América latina que, es justo decirlo, salvó a la in­ dando tumbos hasta que también cayó espectacularmente durante la
dustria algodonera británica en la primera mitad del siglo XIX, al con­ primera guerra mundial (de 1 9 a 5,5 por ciento). Como era habitual,
vertirse en el mayor mercado para sus exportaciones, que alcanzaron se recurrió a América latina y la India, pero -si exceptuamos las falli­
un 3 5 por ciento del total en 1 8 40, principalmente en el Brasil. An­ das inversiones realizadas después de la lucha por la independencia­
dando el siglo América latina perdió importancia, aunque hacia fines en orden inverso. En la década de 1 850 la India, gracias a los costo-
1 42 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 143

sos ferrocarriles garantizados por el gobierno (contra la teoría Así, pues, l a India s e fue convirtiendo en un mercado cada vez más
laísse-z-faíre) y otros desembolsos, se puso a la cabeza con un 20 vit para la exportación del principal producto británico: el algodón.
al
ciento de la inversión total británica ; después ésta cayó br.¡talm eñ1:e Los británicos obtuvieron este mercado porque en el primer cuarto del
.
América latina, sin embargo, gracias al desarrollo de Argentina y
, siglo XIX destruyeron la industria textil local porque competía con la
otras economías dependientes, duplicó la proporción de 11 .
>versi•on,�· del Lancashire. Además, la India controlaba el comercio del Extremo
británicas en los años de 1 880 y desde entonces representó a su Oriente por medio de 'sus excedentes de exportación con aquella zona ;
alrededor del 2 0 por ciento.9 Pero el incremento realmente so1:pr•en-.· las exportaciones consistían fundamentalmente en opio, un monopolio
dente tuvo lugar en las zonas en v{as de desarrollo y no en las a<r'aS<t<las , estatal que los ingleses alentaron de forma sistemática (con fines lucra­
del mundo .subdesarrollado, y especialmente del Imperio británico. tivos, claro está) casi desde el principio. Aún en 1 87 0 casi la mitad de
'
Los dominios "blancos" (Canadá, Australia, Nueva Zelanda, las importaciones totales de China consistía en estos narcóticos, servi­
áfrica) elevaron su participación del 1 2 por ciento hacia 1 860 a casi dos en bandeja por la economía liberal de Occidente. Tanto estos ex­
30 por ciento en 1 880; y si incluimos a Argentina, Chile y v•ul('"av cedentes como el resto del superávit comercial de la India con el mun­
como dominios "honorarios" -sus economías no eran disímiles­ do fueron a parar, naturalmente, a manos británicas gracias al déficit
incremento en la exportación de capital es más sorprendente. Tras la comercial (políticamente establecido y mantenido) de la India con
primera guerra mundial, aumentó la importancia de los dominios, Gran Bretaña por medio de las Home Charges (es decir, de los pagos
llegaron a suponer el 40 por ciento de didtas exportaciones. La pro­ de la India por el privilegio de ser administrada por Gran Bretaña) y
porción del Imperio y de América latina era, en conjunto, como sigue: de los intereses cada vez mayores de la deuda pública india. Hacia fi­
nes de siglo, la importancia de estas partidas crecía sin cesar. Antes de
la primera guerra mundial, "la clave del sistema de pagos británico es­
Años Imperio (%) América latina(%) Total (%) tá en la India, que debe financiar más de las dos quintas partes de los
déficits totales de Gran Bretaña". 1 0 Otro autor sostiene:

1 860- 1 870
Así,
36 1 0, 5 46,5 pues, la India no sólo proporcionó los fondos para ser invertidos
1 8 80-1 890 47 20 67 enella misma, sino una gran parte de la renta total de las inversiones
1900- 1 9 1 3 46 22 68 de ultramar, que proporcionó a Gran Bretaña su excedente en la ba­
1 927- 1 929 59 22 81 lanza de pagos en el último cuarto del siglo XIX. La India fue, en ver­
dad. la joya de la diadema imperiaP1
Con una excepcióp. importante, estos avances eran, por lo menos al
principio, independientes de la política. El carácter de la hegemonía No ha de sorprender, pues, que ni los librecambistas _mismos quisie­
económica pionera de Gran Bretaña establecía un cierto sesgo en el ran ver cómo esta mina de oro escapaba del control político británico,
panorama económico internacional, sobre el cual se deslizó el país de y que una gran parte de la política extranjera británica, militar, o na­
modo natural. La excepción fue la India, cuya anormalidad salta a la . val, estuviera pensada esencialmente para mantener a salvo su control.
el
vista. Por una parte, la India fue único componente del Imperio bri­ En la India, el imperio formal no dejó nunca de ser vital para la
tánico al que nunca se aplicó el laísse'l(;faíre. Sus más entusiastas cam­ economía británica, aunque era cada vez más vital en todas partes tras
peones en Gran Bretaña se convirtieron allí en planificadores burocrá­ la década de 1 8 70 cuando se incrementó la concurrencia extranjera y
ticos, y los oponentes más acérrimos de la colonización política rara Gran Bretaña trató de escapar de ella -cosa que consiguió en gran
vez sugirieron la liquidación del dominio británico. El Imperio britá­ parte- recurriendo a sus dependencias. A partir de la década de
nico "formal" se aferró a la India incluso cuando no lo hizo en ningu- 1880, el "imperialismo" -la división del mundo en colonias formales
, na otra parte de él. Las razones económicas que explican esta anoma­ y "esferas de influencia" de las grandes potencias, combinada general­
lía eran apremiantes. mente con el intento de crear el tipo de sistema de satélites económi-
1 44 INDUSTRIA E IMPERIO GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 145

cos que Gran Bretaña había desarrollado de forma espontánea­ �


jeron a la mitad, pero no s l? a causa de la contracción general, sino
hizo universalmente popular entre las grandes potencias. Para porque ya no eran competttlvas.
Bretaña esto supuso un paso atrás, ya que significaba cambiar un im:. Gran Bretaña no había escapado de la "gran depresi6n" ( 1 8 7 3-
perio informal sobre la mayoría del mundo subdesarrollado por el im­ 1896) -el primer reto internacional- modernizando su economía,
perio formal sobre la cuarta parte del mundo, aparte de las viejas eco­ sino explotando las posibilidades que le quedaban de su situaci6n tra­
nomías satélites. Este trueque no era especialmente fácil ni tarnp<JCo·c dicional. Aumentó sus exportaciones a las economías atrasadas y saté-'
apetecible. Las economías satélites realmente valiosas estaban lites (como en el caso del algod6n) y sac6 todo el partido que pudo a
to la India) o bien más allá del control político británico -como la última de las grandes innovaciones técnicas que había capitaneado:
Argentina- o bien se trataba de "dominios" blancos con sus propios el barco de vapor de hierro (tanto en la construcci6n de estos barcos
intereses económicos que no coincidían necesariamente con los de como en las exportaciones de carb6n). Cuando los últimos grandes re­
Gran Bretaña y que exigían concesiones compensatorias para la venta ceptores de artículos de algod6n desarrollaron sus propias industrias
de sus propios productos allí, si es que habían de entregar enteramente textiles -India, Japón y China- sonó la hora del Lancashire. Ni se­
sus mercados a la madre patria. Aquí fue donde se estrellaron los quiera el control político podía mantener permanentemente desindus­
yectos de Joseph Chamberlain para la integraci6n imperial, trializada a la India, aunque todavía en 1 890 el grupo de presi6n de
1 900. Desde luego había razones que justificaban la política de ane­ Lancashire hjlbía llegado a impedir la imposici6n de aranceles para
xi6n de todas las zonas atrasadas posibles con el fin de obtener el con� proteger la industria algodonera de la India. 1 2 La guerra, que inte­
trol de sus materias primas, que a fines del siglo XIX parecían vitales rmmpi6 el curso normal del comercio internacional y estimul6 el creci­
para las economías modernas, como así fueron, en efecto. Hacia fines miento industrial en muchos países que después tuvieron que ser prote­
de la segunda guerra mun4ial, el caucho y el estaño de Malaya, los gidos, reveló brutalmente la nueva situaci6n. Antes de ella, la indus­
cos dep6sitos mineros de Mrica central y del Sur, y sobre todo los tria india s6lo proporcionaba el 2 8 por ciento de las necesidades loca­
pósitos petrolíferos de Oriente Medio, se habían convertido en les de tejidos ; después suministr6 más del 60 por ciento. Otros pro­
principal capital internacional de Gran Bretaña, y el puntal de su ba­ veedores rivales de Gran Bretaña, más eficientes, y también la utiliza­
lanza de pagos. Pero a fines del siglo XIX, las razones econ6micas ción del petr6leo como combustible para los barcos, colapsaron las ex­
anexionarse grandes extensiones de junglas, maniguas y desiertos portaciones de carb6n. Éstas habían oscilado desde unos 20 millones
no eran acuciantes. Sin embargo, Gran Bretaña ya no tomaba la de toneladas a principios de la década de 1 880 hasta 7 3 millones en
ciativa, sino que seguía la senda abierta por sus rivales. Pero, como he­ 191 3. En la década de 1920 el promedio alcanz6 49 millones y 40
mos visto, en el período de entreguerras tras el colapso de la estructu­ en la de 1 9 30. El déficit en el comercio visible -la diferencia entre
ra de sus rela�ones económicas internacionales anterior a 1 9 1 4, Gran importaciones y exportaciones- fue rara vez inferior al doble del que
Bretaña se acogió al regazo del Imperio en un mundo cada vez más se experimentó en los peores años antes de 1 9 1 3 .
difícil. Sin embargo, los ingresos invisibles de Gran Bretaña parecían
En términos del comercio visible el colapso sobrevino repentina':" más que adecuados para saldar esta diferencia._ Mientras su industria
mente tras la primera guerra mundial, a causa tanto de la crisis general se tambaleaba, sus finanzas triunfaban y sus servicios como transpor­
económica que deprimió el alcance de la.<;¡ transacciones económicas in­ tista, comerciante e intermediaria en el sistema de pagos mundial, se
ternacionales, y con ellas las de Gran Bretaña, corno a la tardía pero hicieron cada vez más indispensables. Si alguna vez Londres fue el eje
inevitable revelación de que la industria británica era ya anticuada é econ6mico real del mundo, y la libra esterlina su base, tuvo que ser en­
ineficiente. S6lo durante un breve período después de la guerra tre 1 8 70 y 1 9 1 3.
( 1 9 26- 1 9 2 9) el comercio mundial reconquistó el nivel de 1 9 1 3, Como hemos visto, las inversiones en el extranjero se incrementa­
mientras que en los peores momentos cayó un cuarto por del""" ron de forma esporádica principalmente en las décadas de 1 860 y
table cambio desde los años de 1 8 7 5 a 1 9 1 3 en que se había trÍ1Dlic:a- ' 1 870, y más tarde lo hicieron mediante la reinversi6n de sus propios
do. A lo largo de esta dura época, las exportaciones británicas se intereses y dividendos. Hacia 1 9 1 3 Gran Bretaña tenía invertidas en
.,
1
·l
146 INDUSTRIA E IMPERIO
GRAN BRETAÑA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL 147
el extranjero unos 4.000 millones de libras esterlinas, frente a
5 . 5 00 millones escasos de Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y visibles ni invisibles. Las crisis recurrentes de la "balanza de pagos",
que en 1 9 3 1 quit:u;on el sueño por primera vez a l�s �obiemos britá­
Estados Unidos en conjunto. Hacia 1 860 los buques británicos nicos, fueron los smtomas palpables de esta cond1c1on . .
bían transportado alrededor del 3 0 por ciento del cargamento
do en puertos franceses o estadounidenses, hacia 1 900 trans¡,ortaron
el 4 5 por ciento de los franceses y el 5 5 por ciento de los america­
nos. 13 Paradójicamente, el mismo proceso que frenó la producción
británica -el surgimiento de nuevas potencias industriales, la debilita­ NOTAS
ción del poder competitivo británico- reforzó el triunfo de sus finan­
l . * Ashworth, Landes, Deane y Cale (ver "lecturas complementarias", 3). La obra de
zas y su comercio. Las nuevas potencias industriales incrementaron sus • M. Barratt-Brown, After Imperia/ism ( 1 963) es una introducción excelente, mientras que
importaciones de materias primas del mundo no desarrollado, pero Jas de S. B. Saul, Studies in British Overseas Trade 1 370-JY 14 ( 1960), A. Imlah, Economic
gozaban de los acuerdos simbióticos tradicionales de Gran Bretaña Elements in the Pax Britannica ( 1 9 5 8), Charles Feinstein, "Income and Investment in the
por ello, experimentaron déficits notables. Gran Bretaña pudo saldar UK 1 8 5 6 - 1 9 1 4", en Economic Journal ( 1961) son más técnicas. La obra de L. H. Jenks
(ver capítulo 6, nota 1) sigue siendo indispensable. El material básico sobre el comercio se en­
este déficit a) por sus propias importaciones, cada vez mayores, de � cuentra en la obra de W. Schlote, British Overseas Trade ( 1 9 52). Ver * W. A. Lewis, Econo­
productos manufacturados de los estados industriales ; b) por sus in­ mic Survry 1Y JY-JYJY ( 1 949) para el período de entreguerras. Sobre la influencia industrial
gresos "invisibles" por servicios de transporte marítimo y similares, y británica en el_ extranjero, los libros de W. O. Henderson, Britain and Industrial Europe
JlJ0-1310 ( 1 9 5 4), M. Greenberg, British Trade and the Opening of China ( 1 9 1 5 ) y H. S.
e) por los ingresos que obtenía como primer prestamista mundial. ferns. Britain and Argentina in the JYth Century ( 1 9 60) estudian casos concretos. Ver tam­
bramantes de la red mundial de relaciones comerciales y financieras bién figuras 2 3-36.
2. Por ejemplo, incluso en 1 8 8 1- 1 884, Gran Bretaña, 'con más del doble del consumo
estaban, y así tendrían que seguir, en manos de Londres, pues sólo per capita, necesitaba casi la mitad del azúcar que se consumía en Europa, y, dado que varios
Londres podía recoser sus desperfectos. países continentales cubrían la mayor parte de su demanda mediante la producción interior
La primera guerra mundial rompió esta red, pese a los desespera­ (remolacha azucarera), Gran Bretaña consumía la mayor parte del azúcar de caña ultramarino
dos esfuerzos de los gobiernos británicos por evitarlo . Gran Bretaña que se importaba.
3. Hauser, Maurain, Benaerts, Du libéralisme a l'impérialisme ( 1 9 39), pp. 62-63.
dejó de ser la gran nación acreedora del mundo, sobre todo porque se 4. No era de importancia capital para Gran Bretaña.
vio obligada a liquidar alrededor del 70 por ciento de sus inversiones 5. Estos índices se calculan normalmente dando a la relación entre exportaciones e im­
portaciones para año-base el valor de 1 0 0 y expresando los años como porcentaje de ésta.
en los Estados Unidos (digamos que unos 1 .000 millones de libras, 6. Pueden aducirse varias razones para explicar este notable fenómeno. Dos importan­
especialmente en tírulos de ferrocarriles) y a su vez se endeudó fuerte­ tes son a) que hasta la segunda mitad del siglo, las crisis se iniciaron aún frecuentemente en el
mente con esta potencia americana, que al terminar la guerra era la

_sector agrícola -por ejemplo con malas cosechas- y más tarde en el sector industrial, y b)

mayor nación acreedora. A partir de 1 9 1 9 pareció que Gran Breraña que el "grado de monopolio" -es decir, la capacidad de mantener estables los precios y

1
afrontar las crisis reduciendo la producción o de algún otro modo- fue cada vez mayor en el
se recobraba y sus gobiernos hicieron un heroico intento por recrear sector industrial que en el agrícola. Ciertamente, la agricultura podía tender a afrontar las cri­
las condiciones de 1 9 1 3 y restaurar así el paraíso perdido. Hacia 1
1
sis aumentando la producción.

1 9 2 5 los beneficios obtenidos por inversiones y otras ganancias invi­ 7. La interpretación de estos datos es materia de controversia. Algunos estudiosos no
1
están de acuerdo con la afirmación de que no hubo excedente de exportación. Sostienen que,
sibles fueron -en valores de la época- mayores de lo que nunca ha­
bían sido. Pero esto fue sólo una ilusión. Los beneficios brutos de in­
al ir los productos en barcos británicos, es lógico que se calcularan en puertos extranjeros, por
lo que el valor de los productos exportados es con frecuencia mayor que el de los importados. 1:
versión se habían elevado del 4, 5 por ciento de la renta nacional, en la Además, tal vez fue ventajoso no disponer de un excedente continuo sobre las transacciones
visibles e invisibles. De ser así, Gran Bretaña habría acumulado una gran reserva de oro o ge­
década de 1 8 7 O, al 9 por ciento en 1 9 1 0- 1 9 1 3 ; tras la primera gue­ nerado una crisis de liquidez, a menos que hubiera financiado el excedente a la exportación
rra mundial el porcentaje se redujo, en promedio, a lo que había sido prestando al extranjero aún más de lo que parece haber hecho. Debo esta precisión a K. Be­
rrill.
en la década de 1 8 7 O, y después de la segunda guerra mundial a lo 8. A causa de que las estadísticas de comercio se hicieron de forma peculiar y engañosa.
que fue en 1 860. El crac de 1 9 2 9 aniquiló la ilusión de un regreso a 9. En 1 890, de los 424 millones de libras esterlinas invertidas, Argentina cubría aire·
la be/le époque anterior a 1 9 1 3 y la segunda guerra mundial la enterró dedor de 1 5 7 millones. Brasil -antaño la mayor partida- unos 69, México, 60, Uruguay,
definitivamente . Gran Breraña no disponía ya de ingresos adecuados 18. Cub•. 1 7 y Chil,, 1 ) .
10. S . B. Saul, op. cit. • p . 62.

1
1
1 48 INDUSTRIA E IMPERIO

l l. M. Barratt-Brown, op. cit., p. 8 5 .


12.
de 1 9 1 7
En efecto, tales aranceles no se aplicaron hasta después ·

l
!· Sólo Alemania, que inició una deliberada carrera de rivalida
,
Bretana en la decada d marítima con G
de 1 890, prescindió desde entonces del transporte marítim
��
o británi

Capítulo 8

NIVELES D E VI DA, 1 850-1 9 1 4

Detengámonos un instante para contemplar a Gran Bretaña, des­


de otro ángulo, en el momento culminante de su carrera capitalista,
tres o cuatro generaciones después de la Revolución industrial. Gran
Bretaña era, en primer lugar y por encima de todo, un país de obreros.
R. Dudley Baxter, al calcular el tamaño de las distintas clases británi­
cas en 1 86 7, afirma que más de las tres cuartas partes -7 7 por
ciento- de los 24, 1 millones de habitantes del país pertenecían a la
"clase trabajadora manual" ; e incluía entre la "clase media" a todos
los oficinistas y dependientes, a todos los tenderos por pequeños que
fueran, a todos los capataces, encargados y similares. No más del
quince por ciento de estos obreros eran cualificados o formaban parte
de la aristocracia laboral moderadamente bien pagada -con salarios
entre 2 8 chelines y dos libras a la semana-, más de la mitad eran no
cualificados, trabajadores agrícolas, mujeres y otros obreros mal paga­
dos -con salarios de unos 1 O o 1 2 chelines a la semana- y el resto
pertenecía a las . filas intermedias. En el trabajo, una parte de ellos
-los obreros textiles, los pertenecientes a otras "fábricas y talleres" que
acababan de ingresar en el sistema de legislación fabril en la década de
1 860, incluso en cierta medida los mineros del carbón- ya disfruta­
ban entonces de algunas regulaciones legales de sus condiciones, y más
raramente de su jornada laboral. A partir de 1 8 7 1 consiguieron inclu­
so que se reconociera legalmente, por primera vez, el descanso no reli­
gioso, las Bank Holidays. Pero en lo fundamental sus salarios y con­
diciones de trabajo dependían de las negociaciones que realizasen con
sus patronos, solos o a través de sus sindicatos. A principios de la dé­
cada de 1 8 70 el sindicalismo fue aceptado y reconocido oficialmente,
allí donde había conseguido establecerse con firmeza. Gracias a la ar-
LOS INICIOS DEL DECLIVE 167

que supuso para el transporte, hizo más necesaria l a tecnología científi­


ca, y la expansión de la economía mundial ofreció incansablemente a
la indu stria nuevas materias primas que requerían un proceso científico
para poder usarlas co� eficacia (por ejemplo, el cau�ho y el petróleo).
Existía ya, desde hacia mucho tiempo, una herranuenta fundamental
para la tecnología científica, la física clásica (incluida la acústica) ;
otra, la química inorgánica, vio la luz durante las primeras fases de la
Revolución industrial. En las décadas de 1 8 30 y 1 840 lo hicieron el
electromagnetismo y la quúnica orgánica. La institución básica de la
Capítulo 9 ciencia. el laboratorio de investigación -sobre todo el universitario­
había cristalizado también entre 1 790 y 1 8 30 aproximadamente. La
LOS I N ICIOS DEL D ECLIVE tecnología científica no sólo era deseable, sino también posible.
Así, pues, los principales adelantos técnicos de la segunda mitad
del siglo xrx fueron esencialmente científicos, es decir que para llevar a
Desde la Revolución industrial la transformación de la industria cabo invenciones originales requerían como mínimo algún conoci­
se realizó de forma continua , pero de vez en cuando -como, por miento de los últimos adelantos en las ciencias puras, un proceso mu­
e' emplo en las últimas décadas del siglo XIX- los resultados acumula­ cho más consistente de experimentación científica y de pruebas para
i
t vos de' estos cambios destacaron de tal forma que comenzó a hablar­ su desarrollo, y un vínculo cada vez más estrecho entre industriales,
se de una ''Segunda" revolución industrial. 2 La .di:isoria p�re�Ía ta�t?

más clara cuanto que la primera fase de indust�Iahsmo habla s1d? VISI­
tecnólogos, científicos profesionales e instituciones científicas. Un in­
ventor que nunca hubiera oído hablar de Newton podía ingeniar algo
blemente arcaica, y porque Gran Bretana, su ptonera, permanecta afe­ como la spinning-mule ; pero incluso los inventores técnicamente menos
rrada a este modelo arcaico, mientras que no lo hacían otras econo­ cualificados de la era de la electricidad -por ejemplo el americano Sa­
ffiías industriales más nuevas. muel Morse, inventor del telégrafo eléctrico, que dio nombre al
El primer cambio -que a la larga seda el más profundo:- lo expe­ código- tenían por lo menos que haber leído algunos libros científi­
rimentó el papel de la ciencia en la tecnología, �ue en la p:Imera fase cos. (Su equivalente británico, sir Charles Wheatstone, eq profesor
de la industrialización había sido, como hemos VISto, pequeno y se�n­ wliversitario y FRS [Fellow of the Royal Society] .) Incluso las inven­
dario. Las invenciones importantes fueron simples, y producto del m­ ciones "accidentales" acontecían en un ambiente científico, como su­
genio individual, la experiencia práctica y la capaadad de mnovar con

cualquier nuevo artil�gio para ver .si uncionaba� � lugar de recurnr a
cedió con el color malva, el primer tinte de anilina descubierto por W.
H. Perkin en 1 8 5 6 cuando era estudiante en el Royal College of
una complicada teona o a conoomtentos esotertcos. Las fuentes _de Chemistry. La ciencia ya no sólo aportaba soluciones, sino que plan­
energía (carbón, agua) eran antiguas y bien �onocidas, las matenas teaba nuevos problemas, como sucedió con Gilchrist-Thomas, emplea­
primas esenciales no eran di�tintas de �.s habituales, aunque por su­ do en un juzgado y asistente a clases nocturnas que atrajeron su aten­
puesto (como en el caso del hierro) se utilizaron en mucha mayor esca­ ción sobre la dificultad de usar minerales de hierro fosforosos en meta­
la que nunca y con ciertas mejoras. Naturahnente, ya se contaba con lurgia, en tanto que le proporcionaban los conocimientos químicos
innovaciones mucho más revolucionarias -por ejemplo, en la ind�tria para superarlas en 1 8 7 8 . Mortunadamente, un primo suyo, químico
química- que a veces llamaban la atención por su espectaculandad, en una fundición galesa, pudo verificar su solución que consistía en re­
como el alumbrado por gas; pero su importancia en la producción era vestir un convertidor de Bessemer con escoria básica.
secundaria. Los mayores logros tecnológicos de la fase arc�Ica ,de la Dos nuevas industrias fundamentales en la nueva fase de indus­
industrialización, el ferroéarril y el barco de vapor, eran precientificos trialización, la eléctrica y la química, se basaban totalmente en el co­
o sólo semicientíficos. nocimiento científico. El desarrollo de la máquina de combusrión,
Sin embargo, la evolución misma del ferrocarril y la revolución
1 68 INDUSTRIA E IMPERIO LOS INICIOS DEL DECLIVE 1 69

aunque no planteara problemas científicos de gran novedad, de¡>entdía matización, como sucedía en mucho mayor grado con algunas formas
por lo menos de dos ramas de la industria química : las que retmaLban , de producción química, de operación continua, control automático de
y procesaban las materias primas de petróleo crudo y caucho, mtJrataL'\ temperatura (en 1 8 3 1 se patentó un termostato) y eliminación virtual
bies en su estado bruto. Las industrias inferiores, que no alcazaron de todos los procesos de trabajo.
pleno desarrollo hasta el siglo xx, tales como el complejo de u ' ldttStrias La mecanización en la costrucción dependía de la existencia de
basadas en la fotografía, necesitaron aún con mayor firmeza una una amplia demanda para un mismo tipo de máquina. Por ello la ini­
científica de química y óptica. La famosa industria óptica alemana ciaron los armamentos (fabricación de cargadores de municiones y ar­
produjo una firma de importancia -la Zeiss-, hijuela planificada de mas cortas) hasta que el tamaño del mercado potencial en la industria
los laboratorios de investigación de la Universidad de Jena. Hacia fi. y la demanda de consumidores privados lo suficientemente ricos, hizo
nes del siglo XIX, era ya notorio, especialmente a partir de la experien­ la mecanización comercialmente atractiva. Los pfimeros productos de
cia de la industria química alemana que dirigía el mundo, que el output esta nueva etapa fueron sobre todo, y por razones evidentes, norte­
del progreso tecnológico estaba en función del i11put de fuerza humana americanos: la máquina de coser de Elias Howe ( 1 846), mejor conoci­
científicamente cualificada, equipo y dinero invertido en proyectos de da por la adaptación que hizo de ella su difusor comercial Isaac Singer
investigación sistemática. En los Estados Unidos, Thomas Alva Edi­ (1 850); la máquina de escribir, inventada en 1 843 y comercializada
son ( 1 847- 1 9 3 1) demostró en forma más empírica en sus laborato­ con éxito a partir de 1 86 8 ; la cerradura Yale ( 1 8 5 5 ) ; e\ revólver
rios de Menlo Park, y a partir de 1 8 7 6, 'los resultados que podían de­ Colt de 1 8 3 5 y la ametralladora ( 1 86 1 ) Fueron también los Estados
.

rivarse del mantenimiento de laboratorios a gran escala para la inven­ Unidos los que iniciaron la producción masiva de vehículos automó­
ción tecnológica. viles, aunque de hecho el automóvil era una invención europea
La segunda transformación de importancia fue menos revolucio­ -principalmente francesa y alemana- y el más modesto de los vehícu­
naria. Consistió simplemente en la extensión sistemática del sistema los mecánicos, la bicicleta ( 1 886) no fue nunca importante en el Nue­
fabril -la división de la producción en una amplia serie de procesos vo Mundo. Pero tras esos productos visibles había tenido lugar una
simples, realizado cada uno por una máquina especializada movida transformaCÍón mucho más importante de las máquinas-herramientas :
por energía- a zonas que hasta entonces no lo habían conocido. A la el torno revólver (h. 1 84 5), la fresadora universal ( 1 8 6 1 ), el torno
larga la más importante de éstas fue la fabricación misma de maquina­ automático (h. 1870); y con ellas .,-o tal vez algo después- el desarrollo
ria, o, como diríamos ahora, de "bienes de consumo duraderos", cons­ de los aceros de aleación (y en el siglo xx otras aleaciones como las de
tituidos principalme'!te por maquinaria destinada más el uso personal carburo de tungsteno) lo suficientemente duros y afilados como para
que al productivo. Este es el desarrollo -en parte técnico, en parte cortar acero a elevadas velocidades mecánicas y accidentalmente, so­
organizativo- que conocemos como "producción en masa" y que bre todo a fines del siglo XIX, para producir armamentos más formida­
cuando la aplicación de trabajo humano al proceso de producción que­ bles. Substancias hasta entonces sólo conocidas como curiosidad por
da reducido al punto mínimo, llamamos "automación". En principio el geólogo o el químico -tungsteno, manganeso, cromio, níquel, cte.­
no había nada revolucionario en ello. La fábrica de tejidos de algodón se convirtieron en componentes esenciales de la metalurgia a partir de
tradicional marchaba ya tras el ideal de convertirse en un autómata gi­ 1870, iniciando así una revolución en este campo.
gante, complejo y self-acting (como se le llamaba entonces), y cada in­ El otro aspecto de esta evolución fue la orga11h.itción sistemática
novación técnica le acercaba un poco más a su objetivo. Sin embargo, de la pro,ducción masiva por medio del flujo planificado de procesos y
pese a algunas excepciones, como el telar Jacquard, no le fue posible de la "dirección científica" del trabajo ; es decir, a través del análisis y
alcanzarlo, primero porque los incentivos para elin>inar el trabajo cua­ posterior ruptura de las tareas humanas y mecánicas. De nuevo aquí
lificado no eran lo suficientemente fuertes, pero, por encima de todo, los Estados Unidos fueron a la cabeza, sobre todo porque carecían de
porque las cuestiones referentes a la dirección del proceso y a la orga­ mano de obra cualificada. Los experimentos más incipientes en cade­
nización de la producción no fueron planificadas de forma sistemática. nas de producción continua se remontan a los ingeniosos técnicos y�n­
Pero había llegado a la producción masiva y estaba en vías de auto· quis de fmes del siglo xvm, como Oliver Evans ( 1 7 5 5 - 1 8 1 9), qmen
1 70 INDUSTRIA E IMPERIO WS INICIOS DEL DECLIVE 171

nte ya en la década de 1 880. Los econo­


construyó un molino harinero enterament�automático e inventó" la roceso se manifestó clarame
P' de casi todas las opiniones. políticas se manifes taron en contra,
1
ta transportadora, aunque esta técnica no fue desarrollada ser'!anrrentt< !111stas .,

la ten d enc a a a conc ntr�ciOn entraba en c��-


hasta la década de 1 890 en la industria empaquetadora de a que como fuera que � �
Chicago, y no alcanzó su madurez hasta los primeros años de la h 'cto con el ideal de una
econom
ya
ia
SOcialm
de negooo
ente indesea
s libreme
ble
nte competitl-
(pues favoreCÍa al
da de 1 900 en las fábricas de motores de H enry Ford.3 La I creían que debía ser no

científica" devino programa y realidad hacia 1 880, pntnclpalm•entec ; ande sobre el pequeño, al
rrógrada. Sin embargo,
rico
todas
sobre
las
el
razones
pobre)
nos
:
sino
mducen
económ
a creer
icamente
que los


bajo el impulso del estadounidense F. W. Taylor. Es que
de hecho mejores negocio s que los equeño s,
el año 1 900 se habían echado los cimientos de la industria ""'u<•rn<�c ;, andes negocios" eran P.
: más dinámic os, más eficac s, meJor dota­
a gran escala. por lo menos a largo plazo �
llo cada vez mas ca_ras y com­
El tercer cambio de importancia está estrechamente ,c,.�,unaa,, . dos para emprender las tareas de desarro
lejas. El quid de la cuestión no radicaba en
con el segundo: consistió en descubrir que debía buscarse el mayor su tamaño, smo en que
.
mercado potencial en el aumento de los ingresos de la masa obrera � ran antisociales, cosa que no se aplicab a a los mayores negociOs de
s. Mientras el creci­
bana de los países económicamente desarrollados. También aquí los wdos, los del gobierno y otras empresas pública
lo protagonizaron
Estados Unidos se llevaron la palma, en parte por el tamaño potencial miento en la escala de las operaci ones económ icas
de empresa s del gobier­
�1
de su mercado interior, y en parte por los promedios de ingresos rela- · los gigantes de los negocio s privados en lugar
tivamente altos en un país con un permanente déficit de mano de· vez más decisiva me�te en forma indirect a. ideal
no, éste actuó cada
de un estado que delibera dament e se abstema de la
obra ; en cualquier caso fue válido para los sectores económicamente mediovictoriano
la ingeren cia económ icas fue abando nado casi por com­
dinámicos de aquel país. La industria automovilística americana, por dirección y de
poner el ejemplo más obvio, fue construida partiendo de la base de pleto a partir de 1 8 7 3.
que un automóvil lo suficientemente barato, por costoso que fuese en�
tonces, encontraría un mercado masivo. 4 En la época arcaica de la in·
s del cambio,
dustrialización esto era inconcebible. La demanda de productos elabo­ Por fuertes que soplaran e n todas partes los viento
rados caros quedaba confinada a un� clase media amplia, pero de el canal de la Manc ha perdía n su vigor. En
tan pronto como cruzaban
compradores restringidos, y a los pocos ricos. La demanda de las ma­ cada uno de los cuatro aspect os de la econo mía que acabam os de esbo­
sas estaba reducida a la comida, cobijo (incluyendo algún ajuar rudi­ a la zaga de sus rivale s, hecho sorprenden­
zar, Gran Bretaña anduvo
mentario) y vestido. El mercado para la producción masiva era pues porqu e éstos triunf aron en terren os que Gran
te, por no decir penoso,
extensivo y no intensivo, y aun así, estaba confmado a los artículos ra en desbro zar antes de aband onarlo s.
Bretaña había sido la prime
más sencillos y estandardizados. Como que los salarios de las masas ión de la econo mía indust rial dirige nte y más
Esta súbita transformac
el corto espacio de t�ein­
eran bajos y habían de seguir siéndolo, no sólo no podían comprar dinámica en la más torpe y conservadora, en
gran cosa, sino que el incentivo para mecanizar la fabricación de pro­ ta o cuarenta años ( 1 860- 1 890 a 1 900) es el hecho clave de la his;o­
ductos para satisfacer sus necesidades era limitado. Cuando hay servi­ Bretañ a. Podem os pregu ntarnos por que a
ria económica de Gran
re:'taurar el di?"amis­
cio barato y abundante,)a demanda de aspiradoras es pequeña. partir de la década de 1 890 se hizo tan poco por
La última transformación capital fue el incremento en la escala-de y podem os acusar a las gener aoone s posteriOres a
mo de la economía,
� cosas mal hechas: o
1� empresa eco?"ó ca, la concentració? de la producción y de la pro­ esa fecha por no haber hecho más, por hacer las
con ello no hana­
piedad, el surgimiento de una economia compuesta por un puñado de incluso por hacer que la situación empeorara, pero
volver el pájaro a la
grandes rocas -trusts, monopolios, oligopolios- ' en vez de por un mos otra cosa que dar vueltas sobre el modo de
la década d� 1 890
gran número de guijarros. Esa concentración era el resultado lógico jaula. El pájaro voló entre mediados de siglo y ;
. mdustriales mas
de la concurrencia que algunos sospechaban desde hacía mucho tiem­ El contraste entre Gran Bretaña y los estados
s "industri�s en cre­
po. Karl Marx hizo de esta tendencia una de las piedras angulares de modernos es parricularmente .notable en las nueva
s prestac10nes con
su análisis económico. En Alemania y en los Estados Unidos, este cimiento" y aún lo es más si comparamos sus escasa
! 72 INDUSTRIA E IMPERIO
f
LOS INICIOS DEL DECLIVE !73
los frutos obtenidos por la industria británica en
aquellas ramas en
una estructura y una técnica arcaicas aún podía especializadas en chimeneas, por ejemplo, no estuvieran a la altura
n producir los · novaciones.
g m Los astill . ' .
· eros b ntamcos no. perd"teron su pnm . ac'ta
resultados. La principal de ellas fue la construcci
ón de barcos : . . ' .
rno y uno de los más resonantes testimonios de
la supremacía basta después de la. ,segunda. guerra
. mundial, cuando 1as ventaps tecm-
ca. Durante la época del tradicional velero de made
ra, Gran Bretaña cas de la integraaon se hicteron. mueho mas .
' d eastv�s�
_" "
.
había sido un gran productor, pese a sus rivales. En las industrias en crecimtento d e ttpo . 'fjtco-tecnolo'gico,
aentl
De hecho, su peso
pecífico como constructor de barcos no se debía
a su superioridad donde la integración y la producción a gran escala eran ren�ables, la
nológica, ya que los franceses diseñaban mejores �-· · fue muy distinta Gran Bretaña fue adelantada de la mdustria
.

buques y los E,:ta.los ' · a y de la invención de tintes de amlma, . . aunque hacia . l 8 40 ya


Unidos construían otros superiores, como atest
iguan los triunfos quumc . , · a1e'?ana. pero
,

los barcos de vela americanos desde las famosas


regatas de los cltJ�Pei"S..• lo hiciera parcialmente a pa;tir de la q�nuca academica
hasta las carreras de yates entre los clubs de millo en ! 9 ! 3 Gran Bretaña solo contabiliz�ba el once por oento de la
narios de nwestros;"
roducción mundial (contra el 34 por oento de los Estados Umdos,

propios días. Entre la independencia americana
y el estallido de 2 4 por ciento de Alemania), mientras ,que lo� ale'?"anes exportaban

guerra de Secesión, la construcción naviera en Estad
os Unidos ;.uc:an • • _ aporta�an,
zó un índice muy elevado, se acercó rápid ..
el doble que los ingleses y, lo que es '?as significativo,
amente al de los británicos
hacia ! 8 60 casi lo había alcanzado 6 Los const mercado interior británico el 90 por oento de sus colorantes Sl�tett­
ructores británicos se
beneficiaron de la gran tradición de Gran Breta cos. Además los éxitos de la industria quúnica británica se debieron
ña como potencia na­
val y comercial y de la preferencia de los armadores en gran part� a la empresa de extranjeros . ,
inmigrados tales como la fir­
británicos (inclu­ ma de Brunner-Mond, que se converttna mas ' tarde en el nuc ' 1 eo de 1a
so después de la derogación de las Navigation
Acts, que protegían Imperial Chemical Industries.
fuertemente a la industria) por barcos nativos.
El auténtico triunfo de ,
La electrotérnica, tanto en su teoría como en el aspecto practico,
.


los astilleros británicos llegó con el barco de
vapor de hierro y acero.
Como que el resto de la industria británica cojea fue una conquista inicial de los ingleses. Faraday � Clerk a�well �u­
ba, la de la construc­
ción de buques se puso a la cabez a: en ! 860 el sieron sus bases científicas, Wheatstone (el del telegrafo ele�tricO) hizo
tonelaje británico ha­
bía sido algo superior al americano, seis veces posible por primera vez que el buen padre �ictorian? pudiera descu­
mayor que el francés y .
ocho veces mayor que el alemán, pero en ! 890 brir inmediatamente desde Londres SI su hija se habia fugado o no a
duplicaba con creces Boulogne con "un hombre hermoso y alto, de nell':o bigote Y capote
al tonelaje americano, era diez veces mayo .
r que el francés, y unas
ocho veces mayor que el alemán. mil"tar"
i (como rezaba una ilustración de los beneficws de este tnvento
en un manual técnico contemporáneo).7 Swann comenzo a trabaJar
'

Ahora bien, a los barcos no se aplicó ninguna " en


de las ventajas de la una lámpara de filamento de carbón incand�scente en ! 84 5 , do�,anos ..
técnica productiva y organización modernas
, y fueron construidos en
unidades gigantescas con materiales específico antes que naciera Edison. Sin embargo, h�cia ! 9 ! � la produccion de
s y con el concurso de
los más variados y habilidosos especialistas la industria eléctrica británica era poco mas del terci� de la alemana Y
manuales. Los astilleros
no estaban más mecanizados que los palacios. sus exportaciones escasamente la mitad. Una vez �as los extr�n� e:os
Por otra parte, las ven­ . .
tajas de especializarse en pequeñas unidades eran invadieron Gran Bretaña. Gran parte de la industria mtenor bntaruca
inmensas, ya que con
ello se conseguía lo que se consigue ahora con fue iniciada y controlada por c:apital extranjero -principalmente ame­
la sistemática subdivi­
sión de los procesos en las empresas gigantes, ricano, como el de la Westinghouse- y cuando en 1 90 5 el metro lon­
y que ciertamente en­ dinense tuvo que ser electrificado se ocuparon de ello una empresa Y
tonces no era posible obtener de ningún otro
modo en la construcción
de productos tan complicados. Además multiplica un capital en su mayor parte americanos.
ron las posibilidades
de la innovación técnica y minimizaron sus Ninguna industria es más británica en sus orígenes que la de ma-
costos. Una firma especia­
lizada en ingeniería marina, en un mercado quinaria y máquinas-herramient� . . .
competitivo, contaba con
. "El cambio realizado -escrrbio . en 1 8 5 3 sir
,
. .
. William Fairbairn,
�odas los incentivos para fabricar mejores máquinas, al tiempo que no
Iba a detenerse el proceso de construcción de uno de los pioneros de las máquinas automáticas- y las meJoras mtro­
barcos porque las empre- .
ducidas en nuestra maquinaria de construcción son de la mayor tmpor-
1 74 INDUSTRIA E IMPERIO
WS INICIOS DEL DECLIVE 175
tancia; y me complace añadir que se deben fundam<>ntalmente a
en que un plantel de ricos científicos amateu�s y una serie de lab ?rat?­
chester, se desarrollaron en Manchester y en Manchester tienen
rios de investigación fmanciados por parttculares, o la expenencta
orígenes." 8 Sin embargo, en ningún otro sector los países extrar¡¡er·os:;
práctica en la producción, compensaban ya claran¡ente la virtual au­
-y otra vez sobre todo los Estados Unidos- se adelantaron a
sencia dé formación universitaria y la endeblez de la formación tecno­
Bretaña de forma más decisiva. Ya en 1 860, los resultados COilse¡gui;.
lógica formal. No había razones de peso para justificar que Gran Bre­
dos por los americanos eran contemplados con cierta ansiedad,
taña sólo contase en 1 9 1 3 con nueve mil estudiantes universitarios, en
que no con temor real, pero en la década de 1 8 90 los Estados Urlld<JS '
comparación con los casi sesenta mil de Alemania, o sólo cinco estu­
impulsaron la introducción de las máquinas-herramienta automáticas
diantes superiores externos de cada diez mil (en 1 900) comparados
ruvo que ser un americano, el coronel Dyer, quien dirigiera a los pa­
con los trece de Estados Unidos. ¿Por qué Alemania producía tres mil
tronos ingleses asociados en su intento (no del todo afortunado) de
ingenieros graduados anuales mientras que Inglaterra y Gales sólo
romper el bastión de los artesanos cualificados en la industria, del mis­
3 5O en todas las ramas de la ciencia, tecnología y matemáticas, y de
mo modo que fue americana la compañía que obruvo el monopolio de
ellos pocos cualificados para la investigación? Durante el siglo XIX las
la maquinaria para la primera industria de productos de consumo to­
advertencias sobre los peligros que corría el país en razón de su atraso
talmente mecanizada, la fabricación de botas y zapatos.
educativo fueron constantes. No había escasez de fondos, y tampoco
El caso más lamentable desde el punto de vista británico fue tal
de candidatos idóneos para la formación técnica y superior.
vez el de la industria del hierro y del acero, ya que perdió su preemi­
Sin duda era inevitable que las industrias pioneras británicas fue­
nencia en el mismo momento en que mayor era su papel en la econo­
sen perdiendo terreno al tien1po que el resto del mundo se industriali­
mía británica y su predominio en todo el mundo más incuestionable.
zaba y que su coeficiente de expansión declinara, pero este fenómeno,
Todas las innovaciones importantes en la fabricación de acero proce­
puramente estadístico, no tenía por qué verse acompañado de una au­
dían de Gran Bretaña o fueron desarrolladas allí : el convertidor de
téntica pérdida de impulso y eficiencia. Aún era menos fatal que Gran
Bessemer ( 1 8 56), que hizo posible por primera vez la producción,ma­
Bretaña fracasara en industrias en las que no empezó con las relativas
siva de acero ; el horno de reverbero Siemens-Martin ( 1 867), que in­
desventajas del viejo pionero ni con las del recién llegado, sino prácti­
crementó en gran medida la productividad, y el proceso básico de
camente en el mismo punto y momento que los d��ás. Existen econo­
Gilchrist-Thomas ( 1 8 7 7-1 878), que hizo posible la utilización de .
mías cuyo atraso puede explicarse por puras debihdades materiales : o
toda una nueva gama de minerales para la obtención del acero. Sin
son demasiado pequeñas o sus recursos demasiado pobres, o demasia­
embargo, con excepción del conver-tidor, la industria británica se de­
do escasa su cantera de� técnicos. Es evidente que Gran Bretaña no era
moró en la aplicación de los nuevos métodos -de Gilchrist-Thomas
una de estas economías excepto en el impreciso sentido de que cual­
se beneficiaron mucho más los alemanes y los franceses que sus
quier país de su tan1año y población tenía, a la larga, unas posibilida­
compatriotas- y fracasó estrepitosamente en mantenerse al día con las
des de desarrollo económico más limitadas que aquellos países más ex­
mejoras que siguieron. A principios de la década de 1 8 90, no sólo la
tensos y ricos como, por ejemplo, los Estados Unidos o la Unión So­
producción británica fue la que se rezagó de Alemania y Estados Uni­
viética; pero desde luego sus posibilidades no eran más limitadas que
dos, sino también su productividad. Hacia 1 9 1 O los Estados Unidos
las de la Alemania de 1 8 70.
producían sólo en acero básico casi el doble de la producción total de
Así, pues, Gran Bretaña no se adaptó a las nuevas condiciones no
acero de Gran Bretaña.
porque no pudiera, sino porque no quiso. L� pregunta es ento�c:s
¿por qué no quiso? Una respuesta cada vez mas popular es la sociolo­
gica, que apunta a la falta (o declive) �e empuj � �:re los hombres de
Mucho se ha discutido sobre el porqué de esta situación. Es evi­
negocios, al conservadurismo de la soaedad bntanica, o a ambos fac­
dente que los ingleses no se adaptaron a las nuevas circunstancias, pese
tores. Esta respuesta tiene para los economistas la ventaja de pasar el
a que pudieron haberlo hecho. No hay razón para que la formación
muerto de la explicación a los historiadores y sociólogos, quienes, por
técnica y científica británica no avanzara sensiblemente en un período mucho que quieran, aún son menos capaces de cargar con él. Hay va-
1 76 INDUSTRIA E IMPERIO LOS INICIOS DEL DECLIVE 177

rias versiones de tales teorías, todas ellas nada convincentes' no superiores a las l . 3 5 O libras esterlinas, riesgo que disminuyó
es
más familiar viene a ser algo así: el capitalista británico
� otablemente durante los últimos treinta años antes de la primera gue­
ra mundial y que en industrias importantes fue despreciable. 1 0 Así en
eventual absorción en el estrato superior y socialmente
de los "caballeros" o incluso de los aristócratas -la jerarquía ont
estaba bien dispuesta a aceptarle tan pronto como hubiera hecho
ánoca: :1 período 1 90 5 - 1 909 (que incluye una depresión) de las 2 . 5 00 em­
presas de productos de algodón, sólo un promedio anu.al de on�e fue­
tuna, para lo que no se precisaba gran cosa en los condados re1notos,� ctento.
ron a la bancarrota, es decir, algo menos de un mediO por
y cuando lo consiguió dejó de luchar. Como empresario carecía Liberado del espectro de la súbita pobreza y del ostracismo social
a�u�l impulso interior por man;e';er un constante nivel de progreso -el mismo pánico a quebrar es en sí mismo un síntoma de �u relativ�
t�cmco, cQmo se cree es caractensttco ed1os hombres de negocio ame -
�, rareza- el negociante británico �o tenia ,q�e trabajar demastado. �ll_l­
ncanos. La pequeña empresa familiar típica era totalmente zá Friedrich Engels no sea un e¡emplo t!pico, pero no se ttene not!Cla
·

aislada del excesivo creciriento, que podía suponer su pérdida de de que hasta su retiro a la edad de 49 años con una c?�oda renta
trol. En consecuencia, cada generación era menos emprendedora, y
, para él y la familia de Marx, dejara de dar el debido rend1nuento en la
amparada tras las grandes murallas de los beneficios iniciales, cada vez floreciente empresa de Ermen y Engels, algodoneros de Manchester,
tenía menos necesidad de serlo. aunque to�o el mundo sabe que dedicaba el mínimo tiempo posible a
Algo hay de verdad en estas explicaciones. La escala de valores sus negooos.
a:istocrática, que incluía la categoría amateur y que aparentemente no También es cierto que los negocios británicos carecían de ciertos
hilaba muy delgado en los criterios para admitir "caballeros", inculca­ acicates no económicos para la empresa ; eso le sucede inevitablemente
?
dos en las "�scuelas p úblicas" que a�octrin an a los hljos de la pujan­
� a un pais que ya se encuentra en la �ma política, y �conómica y tie�de
te clase medta, era Ciertamente dommante. Estar en el comercio" era a contemplar el resto del mundo satisfecho de SI mismo y con un cier­
un espantoso estigma social ; aunque "comercio" en este sentido se re� to desdén. Americanos y alemanes podían soñar con hacer patente su
fería mucho más al del tendero a pequeña escala que a cualquier activi­ destino ; los ingleses sabían que el suyo ya lo era. Por ejemplo, no hay
dad que reportara ganancias cuantiosas y, con ellas, aceptación so� duda de que el sistemático esfuerzo emprendido por la industria ale­
cial 9 En efecto, el capitalista rico podía ganar la condición de caballe­ mana en la investigación científica tuvo mucho que ver con un ·deseo
ro o de par con sólo desprenderse de sus rudezas más provincianas -y nacionalista de alcanzar a los ingleses : los alemanes así lo afirmaron.
a partir de los tiempos eduardianos con desprenderse de poco más que Tampoco puede negarse que el deseo típicamente americano de yoseer
de su acento-, mientras que sus hijos se enrolaban en la clase ociosa el equipo mecánico más al día, en tanto que proporoona un I�petu
sin ningún t!po de dificultades. Ciertamente la pequeña empresa fari­ constante al progreso técnico, es también con frecuencia, en su ongen,
.
har predommaba, y las murallas de los beneficios aún eran poderosas. completamente irracional económicamente hablando. La empresa me­
Un hombre tenía que trabajar muy duro hasta conseguir encaramarse dia que hoy en día instala un complicado equipo de computador� ob­
en las ftlas de la clase media, pero una vez situado en una línea de ne­ tiene de él aún menos beneficio que el individuo medio que cambia su
gocios moderadamente florecientes, la vida podía serie muy fácil a maquinilla de afeitar sencilla, pequeña, �daptable, b�rata y suRerior
menos que cometiera algún trágico error de cálculo o fuera víctima de por la rasuradora eléctrica. Una econom1a que convterte el capital y
tm tropiezo anormal durante una infrecuen
te mala crisis. La bancarro� los bienes de consumo en símbolos del ruvel social -tal vez porque no
ta era, según la teoría econórica al uso, el castigo del negociante inep­ tiene otros- posee una indudable ventaja en cuestión de progreso téc­
to, y su espectro recorre las novelas de la Inglaterra victoriana. Pero,

nico sobre otras que no lo hagan.
de hecho, o� riesgos d� incurri; en quiebra eran muy escasos, excepto Sin embargo, el valor de estas observaciones es liritado, aunque'
para el mdiVIduo margmal metido a ocupaciones como las de pequeño sólo sea porque muchísimos hombres de negocios ingleses no se a¡us­
:ender� , los peo_res r�nglones de la construcción y los de unas pocas tan a ellas. Antes del siglo xx el hombre de negocios medio no era un
,
�nd�tr1 as aun dmánucas como el metal. En la Inglaterra eduardiana, "caballero" y nunca se convirtió en noble, o par, ni si�uiera en.p��pie­
mclmdos dos años de crisis, las qwebras promedio lo fueron por valo- tario de una casa de campo. Fue Lloyd George qmen conv1rt1o las
1 78 INDUSTRIA E IMPERIO WS INICIOS DEL DECLIVE 179
ciucJ:tdes provincianas en
"ciudades de es antosos
caba11eros ,. L
sorciO.. n en la aristocracia
consecuencia de la pérdida de imp j
de los hi'os d e a aceros
� bhila�deros fue
a
.
·
a los que podían aplicarse pocas de las quejas de apatía y conservadu­
rismo. Por ejemplo en las West Middlands, cuya capital era Birmingham:
50 d e l05 negoc10s bntáni una jungla de pequeñas empresas que producían esencialmente bienes
causa; y aun hoy en día

cos, no .

en la composición de la .'
Presas de tamano med!O • d¡'recaon de ]as de consumo -a menudo artículos metálicos duraderos- para el mer­
. . · (la gente que en 1 8 60
prop¡etanos-directores) no - 1 89 0 hub'!eran cado interior. Las Midlands se transformaron después de 1 860, pues
hay más d e una person
haya acudido a la universidad , a sobre cinco
que antes sólo habían sido alcanzadas de modo muy incompleto por la Re­


' no mucho mas de una sobre
haya as!S · tl'do a una "escuela púb ' cuatro que volución industrial. Las industrias viejas y decadentes fueron sustitui­
l'Ica " no mas de una de .

das y en ocasiones transformadas como por ejemplo en Coventry,


que se haya educado en
una de las vem Y . cada
te prmcipales "escuelas
cas" del país. 1 1 púb]i. donde los productos textiles quebraron después de 1 860, pero los re­
lojeros locales se convirtieron en el núcleo de la industria de bicicletas,

�:�t �;: ������:�� :; ��� �: ; ��h f


m
:
s e v p ac r dinero rápida- y a través de ella, más tarde, de la automovilística. Si en 1 9 1 4 aún se
e
':' � t n � i a i y .
SIStible la atracción que a poco era !t reconocía en Lancashire lo que había sido en 1 840, no pasaba igual
ejercían la nobleza y an.sto � re­
para las gentes consciente cra �Ia, sobre todo con Warwickshire. Las industrias que formaban parte de la ingeniería
s de clase media, a menu
do mconfonnistas y manufacturas metálicas, cada vez más im¡>ortantes, tenían toda la bu­
�':
( es d ecrr · , deJ'b
t erad amente antiaristocrá
ticas) h a b'Itaban en el norte lliciosa inestabilidad de la empresa privada dinámica de los teóricos ;
y n las Midlands, alim
e . entadas con refranes . .
_
nomtco y enteramente org ivo s al beneftcm eco­ triunfos, fracasos, movimiento en suma. Entre 1 906 y 1909 sólo un
ullosos de los frutos ue ..
vanedan del hollín y del ' � conseguian. Se en­ promedio de once empresas en la industria algodonera quebraban
humo que cubnan las au
su dinero. dades donde hadan cada año, pero en la industria metálica el promedio llegaba a 3 90, en
Además, a principios del su mayoría pequeñas empresas que trataban de realizar una produc­
l
siglo XIX a Gran Br n
�� ;��;; :� '

tado aq el deleite extremo, Ia fal­ ción independiente con recursos inadecuados. Era inconcebible hablar
. incluso irracional, po de estancamiento en ciertos sectores de la economía corno el comercio
como ta . que con tderam s
mente pued e uno Imagin
� os característico de los am
arse el desarroll0 de los
f
ericanos . n1 lC!l-
� �o
de reparto. También éstos se basaban en el mercado interior y no en
país determinado• fl1· stq ferrocarriles en un las exportaciones. i!
· me · ra su construcción por j}
. una com d d co Por lo tanto las simples explicaciones sociológicas no bastan. En í ·�
merct al que no estuviera
excitada por su misma novedad uni � �
que como hem
¡: ;�� i . .. ca ya
tecm cualquier caso para fenómenos económicos son siempre preferibles ex­
;: � ���
·s s s ctlva financieras eran
mo destas. Es c rt
JJ: � ���:�� f f relativamente plicaciones económicas si es que se dispone de ellas. Existe�> varias y
y te��ol gía disminuyó
.? después d �n
�� · r P r sobre ciencia todas ellas se apoyan tácita o abiertamente en la asunción de que en

� :;;: Y
se dmg10 Siempre a un púb e • que tal vez una economía capitalista (cuando menos en sus versiones decimonóni�
lico d " ..
anos y no a lectores de
media: a aquellos que des . clase cas) los hombres de negocios serán dinámicos sólo si ello es racional
eaban, d

�¿" t
. n, meJorar y no a aquello para los criterios de la empresa individual. que son maximizar sus ga­
ya habían m 'orado y s que
;
n embar o• ellos fueron
clutas del ejé cito b� . $ precisamente los re­ nancias y minimizar Sus pérdidas o quizá tan sólo mantener lo que se
mas ns¡osos por ncontr ii
ar en su mochila el

f ��: � �� Í
bastón de mariscal Inc � considere como un nivel de beneficios satisfactorio a largo plazo. Pero

i!
lU: se n a lUlt: d de� siglo hab
ficientes como par hacer ía los su­ si la racionalidad de la empresa individual es inadecuada, entonces

��
a e mue Smdes, el b rdo de l
ingenieros. Su Self Help ésta no actuará en beneficio de la economía global, o incluso de la em­
apareci n 1 8 9 Y en cuatro ano
:; �s
5 5 : 000 e¡·emp¡ares. La fabula • s vendió presa individual misma. Esto puede obedecer en parte a que el interés
de la tecnología sigw'ó sien
te tmprestonante como . do 1o bastan� de la empresa y el de la economía difieran a corto o largo plazo,
para hacer de la mgeni
Por ciento de los a1umnos eria la elec ción del 7 5 bien sea porque la empresa individual no pueda conseguir los objeti­
en una gran escuela pu'bl'
de la década de 1 880 lea, por lo menos vos que desearía, bien porque su contabilidad no pueda determinar cuá­
.
y lo que es más, había bas les son sus mejores intereses, bien por otras razones análogas. Todo
tantes sectores de la econom
ía británica ello no son si no formas distintas de expresar la proposición de que
!,i
1 80 INDUSTRIA E IMPERIO WS INICIOS DEL DECLIVE 181

una .ectmomía capitalista no es una econom�a planificada, sino nerales fosforosos- es muy sorprendente. Si Gran Bretaña en la déca­
emerge de una multitud de decisiones individuales tomadas en la da de 1 920 podia producir casi cinco millones de toneladas de acero
secución del propio interés. básico contra dos millones y media del viejo acero ácido, entonces
La más común y tal vez la mejor explicación económica de la pér­ . por qué no podia producir, unos veinte años después de que un inglés
dida de dinamismo de la industria británica es la que considera esta h ubiera inventado el proceso, más de 800.000 toneladas (contra más
pérdid� �� dinamism? como consecuenóa última del temprano despe­ de cuatro millones del viejo acero) ? ¿ Por qué los depósitos de mineral
gue bnta.mco, sostemdo durante largo ttempo, como potencia indus­ fosforoso del este de Inglaterra no fueron convenientemente explo­
trial. 1 2 Esta explicación ilustra las deficiencias del mecanismo de la tados hasta la década de 1 9 3 O ? La respuesta es que las fuertes inver­
empresa privada en varias formas. La industrialización pionera tuvo siones en plantas anticuadas y en zonas industriales anticuadas ancla­
lugar bajo condiciones especiales que no podian mantenerse con méto­ ron la industria británica en una tecnología arcaica.
dos y técnicas que, aunque avanzadas y eficientes para la época, no Ferrocarriles y minas de carbón son buenos ejemplos del segundo
podian seguir siendo siempre las más avanzadas y eficientes, y creó un efecto. He aqui dos ilustraciones de ello. En 1 8 9 3 sir George Elliott,
modelo de producción y de mercados que no tenia necesariamente por asustado por el lockout nacional de los mineros del carbón, sugirió la
qué seguir siendo el más adecuado para sostener el crecimiento econó­ formación de un trust carbonero para racionalizar la industria, ya que
mi�o y el cambio técnico. No obstante, pasar de un modelo viejo y las operaciones independientes de sus tres mil minas aproximadas pro­
anticuado a otro nuevo era caro y difícil. Caro porque suponía recurrir ducían considerables ineficiencias en la explotación de cada mina, por
a viejas inversiones aún capaces de proporcionar buenos beneficios y a no hablar ya de la concurrencia insensata. La respuesta de las carbone­
nuevas inversiones de mayor coste inicial, ya que como regla general ras fue negativa principalmente porque las ineficientes no querían que
una tecnología más nueva quiere decir una tecnología más cara. Y difí­ su participación en el trust fuese valorada (pensaban que seria subvalo­
cil porque este cambio requeriría prácticamente un consenso de racio­ rada) con criterios racionales. Al final no se hizo nada.
nalización entre un gran número de empresas o industrias individua­ La segunda muestra procede de los ferrocarriles. Uno de los mu­
les, ninguna de las cuales podia estar segura de a dónde iria a parar el chos arcaísmos de los ferrocarriles británicos -y de toda la economía
beneficio de la racionalización o incluso si, al emprenderla, no iban a británica- era que los vagones de mercancías que transportaban car­
perder su dinero a manos de la competencia o de gentes ajenas a sus bón no sólo eran demasiado pequeños para ser eficientes, sino que
negocio�. El incentivo para realizar el cambio seria débil en tanto que eran propiedad de las carboneras y no de las compañías de ferrocarri­
se constgweran beneficios satisfactorios con el viejo sistema, y en les . 1 3 Todos los expertos sabian perfectamente ·que el tamaño más idó­
cuanto que la decisión de modernizarse tuviera que partir de la suma neo del vagón de carga era más del doble del actual, asi como lo sus­
total de decisiones de las empresas individuales. Y lo que es más, con tancioso de las ganancias que su cambio aportaría� Tanto los ferroca­
toda probabilidad . se pasaria por alto el interés general de la eco­ rriles como las carboneras, antes de 1 9 14, con toda seguridad habrian
nomía. encontrado sin ninguna dificultad el dinero necesario para ello. Sin
L� industria británica del hierro y del acero es un buen ejemplo embargo, <;omo que habria supuesto una decisión conjunta del ferroca­
del pnmer efecto. Los dueños de las fundiciones fueron reticentes en rril y del carbón para invertir, nada se hizo hasta que ambas fueron
adoptar el proceso "básico" de Gilcbrist-Thomas porque podian im­ nacionalizadas en 1 947. Las carboneras no veían por qué tenían que
portar fácilmente y a buen precio minerales no fosforosos y porque gastar dinero para beneficiar, entre otras cosas, a las operaciones f¡.:
una gran suma del capital invertido en la producción de acero ácido nancieras generales de los ferrocarriles; los ferrocarriles no veían por
había perdido su valor. Quizá sea cierto que otras naciones tuvieron qué debían ser ellos los que cargaran con todo el riesgo de una inver­
Wl mayor incentivo para recurrir al acero básico, porque obtenían de sión que también iba a beneficiar a las carboneras. Ambos se hubieran
él heneficios m�cho mayores, en tanto que Gran Bretaña sólo podia beneficiado sustancialmente, pero la empresa privada no contaba con
asptrar como maxtmo a no perder. Y, sm embargo, su lentitud en explo­ ningún mecanismo para obtener un adelanto evidente.
tar aderuadamente los nuevos procesos -y sus propios recursos de mi- Sin embargo, aun en una sociedad de empresas privadas, hay al-
DECLIVE 183
1 82 INDUSTRIA E IMPERIO LOS INICIOS DEL

gún moáo de resolver estos problemas, aunque actúe tartgenCJtalrnerot: e a un mundo satélite d e colonias for·
que 1a modernización. Retirars · ' dei
y no siempre con éxito. Ya hemos visto (supra, pp. 1 O arse en la creciente potenoa como e1e
O) cóm
. o ¡na1eS O informales ' apoy . mac ·
ton ales, pare cto !a
transacciones mte ' '

resolvió el problema de la construcción de una industria de pr<)(iucta.< réstamo , el comercio y las nu­
; estaba allí, al alcance:_ de la man o. Los
básicos en los prime;�s años de la época del ferrocarril, pero por olución más obvia porque
1 880 y primer�s anos de la de 1 890 se
.
puesto aquella SltuaciOn fue extremadamente excepcional. A veces barrones de las déca das de
,
OJOS bntamcos las radta�tes ventura �
catástrofe puede venir al rescate del capitalismo, como sucedió disiparon y aparecieron ante los .
eras a As1a, de las exportaciOnes de car
Alemania en dos guerras que desrruyeron y removieron tantas tát>ricas'' d las exportaciones algodon

rgo,
diales, de las minas de oro de Johannesbu
que hubo que construirlas totalmente de nuevo. La amenaza misma b n para los barcos mun de los ban cos mer can·
de los he,neficiOs
catástrofe económica puede también producir un gran incentivo de los tranvías de Argentina y -
pue s, lo que sucd1? � esenc1a fue que Gran Bre
invertir en la modernización que de otro modo no se habría dado. . tiles de la City. Así, . ulad as en el mun do
ello durante la "gran depresión" (especialmente en los años 18 80 y aJaS histo.r1cas acum.
tana explotó sus inmensas vent · 1
· 1pa
p �tene1a comema1.' y como �nne

1 89 0) 1� �1dente amenaza que s; cernía sobre la industria británica y. subdesarrollado, com o la may or
.
. el préstamo mternacwnal, mten
tras tema en re­
su sttuacwn generalmente sombna condujo a grandes discusiones so­ fuente de capital para ' mer cado interior y,
tección natu ral ' del
bre la necesidad de modernizarse, a fuertes presiones de ciertas indus­ serva la explotación de la "pro cont ra 1 po
.
1'tttco sobre un
"pro tecc ión artiH cial " del '
trias para que se modernizasen otras de las que dependían sus benefi­ 51 era p·reciso ' la
·

res u!taba mas ' f'ao'1 Y mas


. Fren te a las dific ulta des,
cios y, por fin, a cierta modernización. extenso imperio
otada de una de esas zonas fa­
Ya hemos anotado los ambiciosos planes de sir George Elliott barato retirarse a una parte aún no expl
competición . Así, pues: cuand� la
para la racionalización de las minas de carbón, estimulado por el sur­
gimiento de sindicatos militantes, que fue también característico de­
vorecidas en vez de hacer frente a la
industria algodonera se encontró en
<?
apuros, ran Bretana . no htzo
.
l : tra�sfmo sus Rr�ductos de Eu­
este período de depresión (ver p. 1 8 1 ) . Otra industria, la del gas, fue más que seguir su política tradicio�
depndo :us VleJOS mercados a
la que se mecanizó más rápidamente de Europa por la presión del sin­ ropa y Norteamérica a Asia y Afnca,
que absorbieron una �uart� rarte
dicato. Los ferrocarriles experimentabsm la presión de sus clientes in­ los exportadores de maquinaria textil
ria del país. El c�rbon bntan1co
dustriales y de los politicos para que redujeran sus costos de transpor­ de todas las exportaciones de maquina ,
o de vapor bntamco y de .la ex­
te, especialmente entre 1 8 8 5 y 1 894, y aunque se hicieron cambios marchó rápidamente en pos del barc
o contaban con el Impeno y el
importantes, todavía fueron inadecuados ; por ejemplo, la Great Wes­ tensa flota mercante. El hierro y el acer
dón : h�cia 1 9 1 3 , sólo Argen­
tern instaló una nueva línea en 1 892. Las innovaciones técnicas en la mundo subdesarrollado, igual que el algo
o bntamcos que el conJ�nto
ingeniería se aceleraron de forma considerable, aunque lo hicieran en tina e India compraron más hierro y acer
y
doble que los Estados mdos.
parte bajo la presión no de la competición económica, sino de la mili­ de Europa ; y Australia sola más del ,
la del carbon-: comenzo a apo­
tar; es decir, bajo el acicate de la industria de armamentos que se ex­
tendía y modernizaba rápidamente, sobre todo la flota. Fue éste tam­
Además la industria del acero -como
yarse cada vez más en .la protección.

del merc� o mt�nor. _

.
bién el período en que se dabatió ampliamente la posibilidad de com­ econ omí a brit ámc a en su con Junt o tendw a rettrar�e . de la m
La
nza s, donde sus serv1�10s refo�­
binaciones industriales-cárteles, trusts, etc.-y alguna de esas concen­
traci�nes llegó a realizarse. 14 Sin embargo, comparados con patrones
dustria y" pasar al comercio y a las fina
zaban a sus competidores presentes y

futuros, per� �nde h1zo beneft­
anuales brttamcas en el .extr�n­
amencan�s y alemanes esos cambios fueron relativamente modestos y cios muy satisfactorios. Las inversiones
n eta de capital en el mten�r
la urgencia de realizarlos pronto decayó. La "gran depresión" no fue jero comenzaron a exceder a su formació �
das ll�ga�on � ser �lte;nau;
lo sufictentemente grande como para asustar a la industria británica hacia 1 8 70. Y lo que es más, ambas paru
la inversion mte:IOr d�s,mmuyo
y forzarla a realizar cambios realmente fundamentales. vas hasta que en la época eduardiana
aumentaba la m�,ersmn �n el
La explicación estriba en que los tradicionales métodos de obte· casi ininterrumpidamente, mientras que
ner beneficios aún no habían quedado exhaustos, y proporcionaron extranjero. En el gran "boom" ( 1 9 1 1
- 1 9 1 3) que preced10," la pr!me­
rno dos veces mas en el ex-
durante algún tiempo una alternativa más barata y más conveniente ra guerra mundial, se invirtió como mím
! 84 INDUSTRIA E IMPERIO LOS INICIOS DEL DECLIVE !85

tranjero que en el interior. Pot otra parte, se ha sostenido -y no es Y sin embargo, especialmente en los últimos años antes de la pri­
desde luego improbable- que la formación total de capital interior en mera guerra mundial, reinaba una atmósfera de intranquilidad, de de­
los 2 5 años anteriores a 1 9 14, lejos de ser adecuada para la moderni­ sorientación, de tensión que contradice la impresión periodística de
zación del aparato productivo británico, no fue siquiera lo bastante una estable belle-époque llena de señoras tocadas con plumas de aves­
grande como para impedir que éste se derrumbara lentamente. truz, mansiones de campo y estrellas del music-hall. Estos no fueron
Podemos decir que Gran Bretaña, en vez de ser una economía sólo los años de la súbita aparición del laborismo como fuerza electo­
competitiva, se convirtió en una economía parásita, que vivía de los ral,'• de radicalización en la izquierda socialista, de relampagueantes
restos de su monopolio mundial, el mundo subdesarrollado, sus pasa­ llamaradas de "intranquilidad" laboral, sino también años de ruptura
das acumulaciones de riq!leza y la prosperidad de sus rivales. Ésta era; !
politica. En verdad, fueron �s úni �o� �ños e� ,que el m�canismo esta­
er:i todo caso, la opinión de los observadores inteligentes perfectamen­ ble y flexible del ajuste poht1co bntamco deJO de func10nar, cuando
te conscientes de la pérdida de impulso y el declive del país, aun cuan­ los desnudos huesos del poder se despojaron de los harapos que nor­
do sus análisis fueran con frecuencia defectuosos. El contraste entre malmente los cubrían. Fueron éstos los años en que la Cámara de los
las necesidades de modernización y la cada vez más próspera compla­ Lores desafió a la de los Comunes, cuando una extrema derecha no ya
cencia de los ricos era -especialmente durante el veranillo de San ultraconservadora, sino nacionalista, corrosiva, demagógica y antise­
Martín de la Inglaterra eduardiana- cada vez más visible. Como dijo mítica aparecía en campo abierto, cuando los escándalos de la corrup­
el demócrata desüusionado y ex fabiano William Clarke, Gran Breta­ ción financiera agobiaban a los gobiernos y cuando -esto era lo más
ña dejó de ser el taller del mundo para convertirse en el mejor país del grave- los oficiales del ejército, con el respaldo del Partido Conser­
mundo para los ricos y los ociosos: un lugar para que los millonarios vador, se rebelaban contra las leyes aprobadas por el Parlamento.
extranjeros se compraran propiedades : Eran los años en que los fuegos fatuos de la violencia brillaban en el
cielo inglés, aquellos síntomas de una crisis en la economía y la socie­
Situada como está junto a las tierras históricas de Europa [...] con bar­ dad que la confiada opulencia arquitectónica de los hoteles Ritz, de
cos de todo el mundo· arribando a sus puertos, con una sociedad antigua los palacios proconsulares, de los teatros del West End, grandes alma­
y ordenada, un gobierno estable, con abundancia del servicio personal cenes y bloques de oficinas no podían ocultar totalmente. Cuando en
que los ricos desean, una tierra de clima plácido, paisaje agradable si ! 9 1 4 sobrevino la guerra no lo hizo como una catástrofe que arruina­
no bello, toda una vida organizada para el deporte, distracciones y el ra el estable mundo burgués al modo como la súbita muerte del padre
tipo de diversiones que apetecen las clases ociosas, ¿ cómo puede In­ destrozaba la vida de las familias respetables en las novelas victoria­
glaterra dejar de ser atractiva para los ricos que hablan su propio idio­
nas. La guerra llegó como una tregua en la crisis, como un alto en el
ma? 1 5
camino, quizás incluso como una suerte de solución. Sin luga.r a dudas,
hay un elemento de histeria en la bienvenida que le prodigaron los
Clarke predijo que serian Chatsworth y Stratford-on-Avon las poetas.
ciudades que atraerían a los extranjeros, y no Sheffield ni Manchester.
Gran Bretaña había dejado de competir con los alemanes y los ameri­
canos. ¿ La situación podía durar? Ya entortces los augures predijeron
-y no torcidamente- el declive y caída de una economía simbolizada NOTAS
ahora por la casa de campo en el cinturón de Surrey y Sussex habitado
J . Clapham, Checkla�d. Landes, Ashworth ("lecturas complementarias", 3). Las obras
por los corredores de bolsa, y no ya por los hombres malencarados de de C. Kindleberger, Economic Growth in France and England 18J0-1YJO y H. J. H�bba­

ciudades provincianas llenas de humo. "Roma cayó -dice el persona­ kuk, American and British Technolog,y in the Uth Century (1962) p�eden semr . como mtro­
ducciones para una discusión compleja y la de M. H. Dobb, Studm . m the Devel pment ofCa­
je de Misalliance de Bemard Shaw ( 1 909)-, Cartago cayó; ya le lle­ . �
pi1t1fii111 ( \946) (hay traducción castellana: Estudios sobre ei desarroilo del capttaltSmo. Bueno�
gará la vez a Hindhead." Como solía ocurrir con muchos de los chis­ Aires, 1971) para una opinión marxista. La de George Dangerfield, The Strange Death ofLr­
tes de Shaw, la cosa iba en serio. .
beral England sigue siendo una excelente visión de conjunto para los sobresaltos antenores a
187
1 86 INDUSTRIA E IMPERIO
LOS INICIOS DEL DECLIVE

1 914, El trabajo de D. H. Aldcroft, "The Entrepreneur and the British Eoonc•my Se debió sobre !
todo a l a decis ón d el Part.ido
��:�:: �;:�� �
Libera� de no �F
a

1 9 J 4", en F.conomic Hútory Review ( 1964) contiene referencias a la bibliografía <>Pcci<ili�tda


16. · . l 1gu al que la conces1on I -r n
·
'meto de sttiOS' pero . ,
aerto nu a
tos labonstas en un . como un acto de reconocimien-
tanto una concesmn graaosa.
105 Países coloniales esto no era
Ver la obra de G. C. Allen, Industrial Development of Birmingham and the Black_
(1929) para una región dinámica. Ver también figuras l . 1 3, 17, 18, 22, 26, 28, inteligente , de las realid ades.
.... s una aceptación
ro. o por lo m'"no
37, 5!-52.
2. Es curioso que apenas se hable de una "tercera" o "cuarta". A medida que pasa
tiempo la "segunda revolución" se asimila a los cambios del pasado, y a su vez se descubre
otra "segunda" Revolución industrial: en la década de 1920 y de nuevo en la época de }05·
ambiciosos experimentos de automación después de la segunda guerra mundial.
3 . Sin embargo, las empresas del gobierno que trabajaban para la flota británica, desa­
rrollaron lo que fue quizás la primera cadena de montaje en el famoso horno de galletas de
Deptford, a principios del siglo XIX.
4. Aunque los Estados Unidos tenían un mercado de masas en el campo para los co­
ches de caballos, mercado al que, en cierta medida, apuntaba Ford.
5. Cuando una firma controla virtual o totalmente un campo de la actividad económi­
ca, se trata de un monopolio. Cuando lo hacen un pequeño número de empresas (como en la
industria automovilística americana dominada por la General Motors, Ford y Chrysler), se
trata de un oligopolio. El segundo caso es más usual que el primero, pero no muy diferente en
la práctica.
6. En 1 800 el tonelaje británico (incluido el colonial) era de l ,9 millones, aproximada­
nH'lltr d doble que el americano; en 1860 fue de 5,7 millones, contra 5,4 millones para los
Estado U nidos.
7. A Ure, Dictionary of A rts, Manufacturers and Mines ( 1 8 5 3), vol. I, p. 626.
8. A Ure, op. cit., vol. II, p. 86.
9. Mientras la aristocracia siguió siendo más rica que la clase media no tuvo necesidad
de mitigar su desdén ; y eso a escala local sucedió con frecuencia. En Cambridge (1867) los
hidalgos y clérigos dejaban al morir una propiedad media por valor de 1.500 a 2.000 libras
esterlinas; pero los comerciantes locales sólo una media de 800 y los tenderos de 3 50.
l O. Pérdidas estimadas de acreedores en Inglaterra y Gales a través de procesos por
bancarrota: promedio anual en miles de libras:

1 8 84-1888 8.662 1899-]903 6.017


1 889-1893 7.52 1 1 904-1909 5 . 965
1894-1898 6.417

Hay que recordar que el número total de empresas comerciales aumentó sensiblemente
durante este período.
l l. Las cifras se refieren a 19 56. Podemos tomar la enseñanza en una escuela pública
y/o en una de las dos viejas universidades como criterio de absorción en la "clase alta", poMo
menos en Inglaterra. Pero lo interesante en el período final victoriano y eduardiano es que un
creciente porcentaje de muchachos de las escuelas públicas iba a los negocios y otro menguante a
las profesiones. El ethos de las escuelas públicas no desanimaba a hacer dinero, sólo al profe­
sionalismo tecnológico y cientÍfico.
1 2. H. J. Habbakuk, op. ·cft., p. 220.
1 3. Ambas eran reliquias del supuesto original sobre el que fueron construidos los fe­
rrocarriles, a saber, que eran otra forma de carreteras.
J ..J. La Salt Union en la industria química, el monopolio de hilos de J. and P. Coats y
la Bradfnrd Dyers Association en los tejidos y el Internacional Rail Syndicate (del que Gran
Bretaña poseía los dos tercios) figuran entre los ejemplos mejor conocidos de formas mono­
polistas en este período, pero el crecimiento de amplias unidades integradas en armamentos,
fabricación de barcos (por ejemplo Armstrong, Whitwonh y Vickers) fue probablemente de
mayor importancia.
1 5. William Clark.e, H. Burrows y J. A Hobson, eds. (1 899), pp. 53-54.
DIAGRAMAS

Quienes escriben en el terreno de la historia económica y social se ven


sometidos a la presión de las demandas rivales de la prosa y de los números.
No es tarea fácil induir una selección suficiente de datos cuantitativos en un
texto sin hacerlo ilegible. Por ello, he recurrido a este apéndice constituido
por una serie de diagramas. Algunos de ellos ofrecen información que cubre
el período analizado en d libro y que n� puede incluirse cabalmente en nin­
guno de los capítulos cronológicamente limitados, o que no darían rendi­
miento adecuado en el caso de ser repartidos entre distintos capítulos. Otros
ilustran casos concretos ron mayor detalle de lo que es posible en d texto.
Otros recogen un material indudablemente importante para la historia eco­
nómica o social de Gran Bretaña en d período siguiente a 1 7 50, pero ha­
brían entorpecido la línea de exposición argumental que había elegido. Las
notas a final de cada capítulo remiten a los diagramas que pueden consul­
tarse con provecho en relación con cada capítulo. Estos diagramas están
concebidos como ayudas visuales y no pueden sustituir a las fuentes esta­
dísticas en que se basan, algunas de las cuales se mencionan en la nota sobre
:'lecturas complementarias".
26
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Año (*' promedio de cinco años)

FIGURA 3 . - Tasas de mortalidad en Inglaterra y Gales.


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[i&JtMm s - 1s años � Más de 70 años Año
m 20-44 años FIGURA 4. - Declive de la población agrícola.

FIGURA 2. - Composición por edades de la población británica en distintas épocas.


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FIGURA 5b. - La Inglaterra industrial en 18 J 1.

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del estado

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FIGURA 7. - Algunas ocupaciones británicas, 18 41-lY J 1. FIGURA 8. - Obreros cualificados y semicualificados, lY 11-lY J 1.

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Clase media baja

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Clase media baja

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de laboratorio

1911 1921 1931 1941

FIGURA 9. - Patronos, técnicos, profesionales, lf) 11-lJ J 1. Trabajo cualificado

Porcentaje del total de familias

FIGURA 10. - Estructura social, 1710-1)61.


(Fuentes: para 1 7 50, Joseph Massie; para 1867, Dudley Baxter;
para 1 9 3 1 y 1961, D. C. Marsh).
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Todos los patronos

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1931 1951 1931 1951


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Abogados Arquitectos
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400

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1931 1951 1931 1951

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Patronos en minería y manufacturas
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1911 1921 1931 1941 1951
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• Patronos
1 1 . - La decadencia del patrono, 1.P11-1YJ1. FIGURA 12. --
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Población rural en porcent�je de la total


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FIGURA 16. - La revolución de la velocidad: duración tÚ algunos viajes.

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Año
FIGURA 17. - La revolución del transporte: ferrocarriles. :¡
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Años FIGURA - 19. - La revolución del tramporte: tráfico por carretera, 1.960.

FIGURA 1 8 . - La revolución del transporte: automóviles.


Middlesex
Surrey
Cumberland
Northumberland
Yorks:E.Riding
Westmoreland
Yorks: N.Riding
Durham
Kent
Rutland
Devon
Gloucester
Cornwal!
Hants
Derby
Sussex
Notts
Lincoln
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leicester
Dorset 1850 1900 1960
Dxon
Northants
FIGURA 2 1 . - Comunicación : libros.
Somerset
Cheshire
Hereford
Lancs
Berks
Yorks: W.Riding
Staffs
Worcester
Shropshire
Norfolk
Wilts
Bucks
Huntingdon
N.Wales
S.Wales Índice de
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Essex
Herts
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Porcentaje d e varones que firmaron con una cruz en sus actas


de matrimonio 1825 1850 1875 1900 1925 1925 1950 1975

FIGURA 20. - Comunicación: analfabetismo en Inglaterra, 1840. FIGURA 22. - Producción industrial britdnica, J811-H60.
(Fuente" para 1 8 1 1-1937, W. Hoffmann; para 1938-1 960,
London and Cambridge Economic Service).
Carbón Hierro colado
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(Fuentes: Mulhall, Sociedad de Naciones, Naciones Unidas). .,

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Año
1948 1955 1960 FiGuRA 26.- Participación británica en el comercio mundial, distintas épocas.
la industria mundial: primera mitad tkl siglo XX.
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FIGURA 25b. - Gran Bretaña en
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1860 1927- 1889
1933 1817 1857 1913 1790 1830 1847 1913 1929
1929
Año Año

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Importaciones Clave:
Productos acabados Alimentos y productos en bruto

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agrícolas

FIGURA 2 7 . - Comercio británico por grupos de mercancías, 1814-1JJ63. 80 Países


industriales

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1847 1889 1913 1929
Año

FIGURA 28. - El sistema del comercio británico, 17 f0-1JJ62.


� Export�ciones

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� Pasajeros
� entrados
/1 Pasajeros
LJ salidos

FIGURA 29.- Los puertos británicos en 1) óO.


FIGURA 30. - El sistema comerCial británico de Últramar, 1Y 60.
Tonelaje entrado y solido de los principales puertos en 1888 Clave

CJEntradas
- Salidas

Otros
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Porcentaje de las i'nversiones totales británicas Inversiones brit6 nicas totales en el extranj�ro. en millones de libJOS
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Inversión en ultramar en 1913

Otras actividades, inc luída banca FIGURA 3 5. - La balan'Ztl de pagos.

Transporte, comunicaciones.
construcción de minas

Reparto

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Petróleo, seguros
Agricultura

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Productos manufacturados

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FIGURA 36. - Forma de pago de las importaciones británicas.
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FIGURA 37. - Movimiento de los precios británicos, 1700-JJJJ!J.

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FIGURA 38. - Gastos del gobzerno, 11Y2-1Yff, FIGURA 39. - Gastos del gobierno en porcentaje del PNB.
Desembolsos del gobierno en millones de libras ¡¡
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Asistencia a tos pobres8,4 Pobres 12.4 Asis-tencia a los pobres 31,4 Asistencia a los pobres 34,3 Asistencia nacional 1144
Pensio[leS de vejez 8,5 Pensiones 94,8 Pensiones 98,0 Pensiones 94,1
Hogar 0,6 Hogar 18,1 Hogar 42¡3 Hogar 83,5
Paro 16,9 Paro 73,9 Seguro nacional 493,2
Seguro de enfermedad, 21,1 Seguro de enfermedad,25,7 Servicio nacional
etc. etc. de la salud 445,5
Ayudas fomiliOres 94,1
8,4 21,5· 182,3 274,2 1324;8
Total en millones de li�.ras

FIGURA 4 1 . ·.- Principales partidas en el desembolso


por seguridad social, lYOO-lJJJ.

�-,\K§¡¡,úi.i,�C,f
itCJ:;;r -f#¡:J(sx;#¡Si¡;!iifu;;_\0_\ , ,iH AiiÜ;#N�WJA,:j¡j¡;;;;¿ >�n.i#t.�%N%4\KE-"n_;-.- ¡;;;:¡j;%Qs_i0i;w&;;;;ii;;;Ji,,j: ;-j),PJ;Z.\VPú.SN J. ;;q;g:¡.;;:; S i'P#i 'iLWi\\W\W'M UMit( 1
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FIGURA 43. - Ricos y pobres: los victorianos.

� A : renta, 183f-1SYJ; B : vivienda, 13�2.




� Pobres� "Acomodados"

FIGURA 42. - Porcentaje de la renta nacional invertido.


en seguridad social en varios países (década de 1YJO).

Clase media bajo

64%

FIGURA 44. - Ricos y pobres en JYJJ.


(Fuente: Social Class JJJJ, Informe Hulton).
1834· 1899 1913- 1937-
!BU 1914 1938
Año
(E14·20
Todos los habi� LOs "pobres•de Clase obrera Clase semanales
tantes de Rowntree obrera de ingresos
Ashton-u-Lyne famil iares)
C-lave

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FIGURA 45 . - GaJios familiares de los obreros.

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Año
FIGURA 46. - Consumo de téy de a.,¿car. . fi¿uAA 47. - Zotz4S tÚ ingreSos altos y bajos, 1JJY-1Jó0.
,.,...., límites co


� Ingresos semanales como % en
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FIGURA 49. - Ingresos semanales mediosy precios de ventas al por menor, 1JOO-L9 J 8.

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Sindicatos de maquinaria, metal y astilleros


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FIGURA 50. - Paro, 18ó0-1Jó0.

FIGURA 48. - Mortalidad infantil en las ciudades británicas, 1JJ J-1J J 7.


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1 \ ' LECTURAS COM PLEMENTARIAS
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11
\\ 1/ La peculiar naturaleza de la investigación en historia económica y social
moderna de Gran Bretaña, hace extremadamente difícil la elaboración de
1 \1 una lista de lecturas para los no especialistas . . Con frecuencia (corno sucede
1
con la mayoría de las industrias de base) no hay ninguna historia moderna
J
1
adecuada, por lo que debe remitirse a los lectores o bien a monografías que

2 1 contemplan períodos concretos o a obras publicadas hace más de cien años o


" bien a publicaciones eruditas inaccesibles a la mayoría de la gente. Existen
,, .,.
1 ,.,.
.,..,.
algunas bibliografías seleccionadas útiles, aunque generahnente quedan anti­
1
1
cuadas tan pronto como aparecen, corno sucederá también ron la mía.
..,. - - ­ Los títulos que llevan una (B) antepuesta contienen estas referencias biblio­
1950
... ...

1860 1900 gráficas.


Con esta nota quiero llamar la atención sobre algunas de las fuentes más
FIGURA 5 1 . - Miembros de los sindicatos, 18 60-1)60. asequibles o convenientes, sobre obras generales cuyo alcance es más ambi­
cioso que el de este libro, o que cubren etapas mucho más amplias dentro del . !'¡',
período general de 1 7 50- 1 960, y sobre determinadas obras que han pa­
recido especialmente útiles o estimulantes. Aparecen señaladas ton un aste­
risco. De vez en cuando he tratado de poner en guardia a los lectores sobre
determinadas obras que el lego puede creer aún adecuadas.

} . -FUENTES, PRINCIPALMENTE ESTADÍSTICAS

Las cifras básicas aparecen en * (B) B. R. Mitchell y Phyllis Deane,


Abstraer ofBritish Historical Statistics (1962), obra de la que he entresacado
la mayoría de mis datos estadísticos. Es indispensable como obra de referen­
cia y bibliográfica. Para aquellos que puedan conseguirla, les será casi de la
misma utilidad la obra de M. Mulhall, Dictionary ofStatistics ( ed. de 1 892).
El libro de D. C. Marsh, The Changing Social Structure ofEngland andWa­
les 18 71-lJ J1 ( 19 58) resume y explica las ocupaciones de las gentes. Las
obras de Mark Abrams, The Condition o/ the British People 1J11-1J4J
(1 946) y A. M. Carr-Saunders, D. Caradog Jones y C. A. Moser, A Survey
of Socia/ Conditions in England and Wales ( 19 58) contiene mucho material
FIGURA 52. - Días de trabajo perdidos en huelgas, 1SYO-L9 60.
352 lli"DUSTRIA E IMPERIO
LECTURAS COMPLEMENTARIAS 353
sobre el siglo xx. Para las condiciones de vida, puede consultarse la publica-..
ción anual Britain, An Offidal Handbook (Central Office of Information) y
el Annual Abstract of Statistics. Con ftnes comparativos consúltese las publi­ 3. - HISTORIA ECONÓMICA GENERAL
caciones anuales y periódicas de las Naciones Uh.idas y de sus agencias espe­
ciales (ILO, FAO, etc.). Todo estudiante serio debe consultar las relaciones bibliográficas de la
Las dos obras de Ford, A Breviate ofParliamentary Papers 1.900-1.91([ Economic History Reviezv d�nde aparece la mayor parte de la investigación
( 1 9 5 7) y A Breviate of Parliamentary Papers 1.917-1.93.9 ( 1 9 5 1 ) constitu­ reciente. Otras publicaciones susceptibles de contener artículos importantes
yen buenas guías para la principal fuente inicial de la información social y son Journal of Economic History (EE.UU.), publicaciones especializadas
económica. El libro de G. D. H. Cole, The Post-War Condition ofBritain como Agricultura! History Review y el Bulletin of the Society for the Study of
( 19 56) contiene una buena relación de las principales fuentes oftciales puesta Labour History o Population Stndies y Amateur Historians. También hay que
al día mencionar a los periódicos económicos y sociológicos. Merecen especial
No existen buenos atlas de historia económica, pero el Oxford Atlas mención las listas fmales de la Journal of the Royal Statistical Society. Las
( 1963) proporciona mucha información económica y social. (B) K. Hud­ obras de *E. Carus-Wilson, eds., Essays in Economic Hútory ( 3 vols. 1 9 54-
son, Industrial Archaeology ( 1 963) sirve como introducción a los restos ma­ 1962) y • D. V. Glass y D. E. C. Eversley, eds., Population and Hiitóry
teriales, pero la obra de N. L. B Pevsner, The Buildings ofEngland no tiene
.•
( 196 5) son valiosas selecciones de artículos periódicos.
precio. Cada volumen cubre un condado o parte de él. * F. D. Klingender, Hay un volumen concreto para el período desde 1 7 5O : la obra de W.
Art and the Industrial Revolution ( 194 7) es una buena guia para la icono­ H. B. Court, A Concise Economic History ofEn!}andsince 17 JO (1954). Pe­
grafía, y el libro de * S. Giedion, Mechanisation Takes Command (1948) no ríodos más cortos se tratan en las obras de (B) C. Wilson, England's Ap­
sólo contiene un montón de ilustraciones, sino que es lo que más se parece a prenticeship 11f0 3-171f3 ( 1965), T. S. Ashton, The Eighteenth Century
una historia de la producción masiva. La iconografía sobre historia social es ( 1 9 5 5), (B) S. G. Checkland, The Rise of Industrial Sodety in England
muy pobre. La obra habitual, casi indigerible es la de C. Singer et al., A 181J -188J, con una bibliografía útil, * W. Ashworth, An Economic History
History ofTechnology (vols. IV y V, 195 8). El libro de W. G. Hoskins, The o/ England 18 70-1.9 3.9 ( 1960) y * S. Pollard,The Development ofthe British
Making o/the English Landscape ( 1 958) enseña a los historiadores a pasear y Economy 1.914-1.950, que es enciclopédica. La obra de * J. H. Clapham,
a observar, además de a leer. An Economic History of Modern Britain (3 vols., 1928- 1 9 3 8) es esencial
como libro de consulta, pero pocos estarán dispuestos a leerla toda entera.
Cubre el período 1 8 30-1914. Hay dos obras breves en la Home University
2. - HISTORIAS GENERALES DE GRAN BRETAÑA Libraty, T. S. Ashton, The Industrial R!volutiE" (hay traducci6n castellana:
La revolución industrial, 171f0-1830, México, 195ó) y J. D. Chambers,
La obra de G. D. H. Cole y R. W. Postgate, The Common People (ed. Work.shop of the World, que ha hecho anti¡:uado .el notable capítulo, )argo
de 1 9 56) cubre el período posterior a 1 7 4 5 y dedica especial atención a las como un hbro, redactado por * D. S. Landes para la Cambridge Economic
condiciones y movimientos, de las clases obreras. Hay tres volúmenes de la History of Europe, vol. VI ( 1 965). Los estudios de Phyllis Deane, The First
Pelican History of England (J. H. Plumb sobre el siglo XVIII, D. Thomson so­ Industrial Revolution (1965) (hay traducción castellana: La primera revolu­
bre el XIX y xx) que caen dentro de los límites cronológicos de este libro. ción industrial, Barcelona, 1 968) y W. H. B. Court, British Economic His­
Otros períodos más cortos los cubren las obras de * Asa Briggs, The Age of tory 1870-1.914 (1965) -este último una mezcla de documentos y
lmprovement 1780-18([7 (1959), R. C. K. Ensor, England 1870-1.914 comentarios- son obras recientes sobre los dos períodos que se han discuti­
( 1 9 36), más viejas y más conservadoras, • (B) C. L. Mowat, Britain between do con más calor. El libro de P. Deane y W. A Cole, British Economic
the Wars ( 1 9 5 5) y A. J. P. Taylor, En!)ish History 1.914-1.94! ( 1 96 5). La Growth 11f88-1.9J.9 (1962) es un intento de síntesis valioso -tal vez
obra de E. Halevy, History ofthe English People in the 1.9th Century, sigue prematuro- pero no muy conveniente para principiantes.
siendo útil, especialmente el vol. I (Inglaterra en 1 8 1 5) y el vol. V. (El im­ * R. H. Campbell, Scotland since 1707 ( 196 5) no tiene un equivalente
perialismo y el surgimiento del trabajo.) Por desgracia esta obra no abarca d galés, pero podemos recurrir a Brinley Thomas, The Welsh Economy ( 1 962),
período 1 840-1895. que tiene· interés histórico.
354 INDUSTRIA E IMPERIO

4. - HISTORIA SOCIAL

Está en su infancia. La obra de G. M. Trevelyan, Social History ofEn­


gland ( 1 944) ya no es aceptable, si es que lo fue alguna vez. Algunas de las
obras relacionadas en los epígrafes 2 y 3 se ocupan de algunos aspectos im­ 1

portantes. Unas pocas obras importantes habrán de sustitutir a una relación 1


de manuales. La obra de • E. P. Thompson, The Mal{ing of tbe English
Working Class ( 1 963) será un clásico ; la de * F. M. L. Thompson, English
Landed Society in tbe Nineteenth Century ( 1 963) estudia la nobleza además
[NDICE ALFABÉTICO 1'

de al pueblo llano, tal vez con un punto de indulgencia. El libro de G. D. H. 1


Cole, Studies in Class Structure ( 1 9 5 5) trata de ofrecer cálculos cuantitativos ·
1
Aberdeen, 299 n. 6 alcohol, 4 5 , l l 8 , 1 39, 2 1 2, 243, 2 8 1

y el de W. L. Guttsmann, The British Political Elite, 1832-1Y3J (ed. de


n. 1 5

abogados, véase legal, sist,ema

1
accionaria, organización, 76 n. 19, Alemania, alemanes, 16, 50, 1 1 0,
196 5) contiene gran cantidad de información. Para los aspectos sociales de
1 2 1 , 124, 126, 127 n. l l , 1 2 8
la industrialización, la o.bra de Neil Smelset, Social Change in tbe Industrial
1 1 3 , 1 2 7 n. 1 5 , 206, 222, 2 8 8
acero, industria del, 46, 6 7 , 69, 7 2 , n . 2 6 , 1 30, 1 3 1 , 1 3 2, 1 34, 1 3 5 ,
Revolution ( l 9 59) es útil pese a su retórica y lo mismo puede decirse de la de 146, 1 6 3 , 1 6 8 , 169, 1 7 1 , 172,
1 0 5 , l l l , 1 1 2 , 1 2 1 , 129, 1 30,
(B) Asa Briggs, Victorlan Cities ( 1 963). El libro de J. Burnett, Plenty and 1 3 1 . 1 3 8, 174, 180, 1 8 3, 206, 1 7 3 , 174, 1 7 5 , 177, 1 82, 184,
Want (196 5) es una historia al día del consumo de alimentos pero no puede

1
207, 208, 209, 2 3 2 , 2 3 6 , 2 3 7, 198 n. 14, 199, 206, 2 1 2 , 2 1 3 ,
sustituir aquel magnífioo monumento de erudición y humanismo *R. N. Sa­ 242. 2 5 5 , 294; de aleación, 1 6 9 ; 2 2 5 , 228, 244, 246, 248, 249,
laman, The History antl Social Injluence of the Patato (1 949). La obra de producción y exponación, l O 5, 2 5 9 � 1 3 , 260 � 1 9 , 2 7 1 , 280
Peter Laslett, The World We Have Lost ( 1 96 5) es un ensayo polémico so­ l l l , 1 2 6 n . 3, 1 27 n . 1 2 , 1 2 9 , n. 14, 302, 303, 304, 307, 309

bre la sociedad preindusttial, pero quizá loS lectores pisen terrenos más fir­ ! 80, 2 1 5 n . 8, 2 5 9 n . 1 0 , 3 0 3 ; n. 3 ¡¡
mes con la de E. A Wrigley, ed., An Introduction to Englisb Historical De­
mography ( 196 5), que ofrece un tema de importancia muy directa para la
obreros, 2 0 1 , 207, 2 9 6 ; véase tam­
br"én hierro
alfareros, 4 5, 70, 20 l
algodón, industria del, 24, 47, 48, 49, 11
acústica, 1 6 7 5 5 , 56,. 5 7 , 5 8 , 60, 6 1 , 6 5 , 66, '1
historia social. 68, 69, 80, 84, 96, 1 0 5 , 106,
adelantadas, economías, 3 5 , 47-48,
Para Escocia y Gales e:dsten unos pocos estudios estimulantes sobre te­ 50, 54 n. 10. ! J O, ! 2 5 , 1 32 , 1 3 3 , 108, l l 8, 1 2 9 , 1 30, 1 3 1 , 1 3 8 ,
mas específicos: la mal titulada obra de • L. J. Saunders, Scottish Democracy 1 3 4. 2 5 6, 304 1 3 9, 1 40, 1 4 1 , 1 4 3 , 1 4 5 , 149,
181J-1840 (19 50), la de David Williams, The Rebecca Riots ( 1 9 5 5) y la administración, cuerpo de funcionarios 1 68 , 177, 1 7 8 , 200, 2 0 1 , 208,
de E. D. Lewis, The Rhondda Valleys ( 1 95 9). de la, 7 9 222, 223, 2 32, 242, 2 9 3 , 303;
Mortunadamente existen algunas fUentes pnmarias esplb:.didas en histo­ aeronáutica, industria, 2 1 O , 2 1 4, 2 32- declive, 1 3 8 , 141, 179, 1 8 3, 199,
ria social. *F. Engels, La condición de la clase obrera en Inglaterra en 1844, T. 2 3 3. 236, 243, 2 5 5 209; expansión, 66; India, 48,
África, 5 ! , 5 2 , 56, 1 2 5 , 144, ! 8 3 , 1 4 3 ; beneficios, 7 2, 7 3 ; estructura,
H. S. Escott, England, Its People, Polity and Pursuits ( 1 879) y J. B. Priest­
!91. 291 62, 1 6 8 ; tecnología, 5 8 ; asociacio­
ley, English Journey ( 1 934) ofrecen los aspectos sociales en distintos perío­
agricultura, 2 ! . 2 5, 2 8 , 44, 46, cap. 5 nes, 6 3 ; hambre del algodón, 7 5
dos. *M. K. Ashby, The Life of Joseph Ashby of Tysoe (1961) presta voz a n. 1 2 ; vlase también textil, industria
passim, 1 1 1, ! 2 2 . 1 2 3 , 124, 1 3 7 ,
los sin voz: los pobres rurales. El libro de Heney Mayhew, Londim Labour 147 n. 6. 1 5 3, 1 6 l , cap. 10 passim, alimentos, 28, 44, 8 5 , 89, 94, 122,
and the London Poor, hace lo mismo para los londinenses más pobres de me­ 205. 2 1 9, 2 3 2 , 2 3 3 , 2 8 1 n. 16, 1 2 3 . 1 30, 1 3 1 , 1 3 4, 1 36, 137,
diados del siglo XIX. Hay también algunas novelas espléndidas, sobre to­ 283, 284. 285, 288, 289, 290, 1 3 8, 1 3 9, 1 5 6, 170, 1 89, 1 9 1 ,
do las de *John Galt, Annals of the Parish (Escocia, 1760-1820), Charles 292, 2 9 3 , 309 n. 4 ; incremento de 1 92. 196. 1 9 7 , 1 9 8 n. 1 2 , 205,
Dickens, Hard Times -que contiene verdades espiri�ales más que la productividad, 9 6 ; eficiente, 9 6 ; 2 1 0, 2 1 1 , 2 1 5 n. 9, 243, 280
esquemas de marketing, 2 3 2 n. 7, 2 8 1 n. 1 5 , 293, 304; fruta,
documentales-, George y Weedon Grossmith, Diary of a Nobody para la
clase media baja, *R. Tressell, The Rag¡,ed-TrouseredPhilantbropists para la da­ agua, energía del, 5 8 , 166 1 5 6, 1 9 2 ; preparados, 2 6 8
Ahmedabad. 4 7 almacén general, aparición del, 1 5 7 ,
se obrera. A partir de 1 9 1 4 hay ya demasiadas novelas para realizar aunque
ajuares, enseres, 69, 88, 89, 1 5 5, 209 2 0 9 , 274
sólo sea una selección, pero la obra mencionada de A. J. P. Taylor contiene Alpine, Club, 307
Albion, molinos de vapor, 4 5
una.

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