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Cuello de botella (biología)

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En biología se dice que una población o especie ha sufrido una situación de cuello de
botella cuando ha experimentado un drástico descenso en el número de miembros en
algún momento del pasado, llegando en algunos casos a estar al borde de la extinción.
Como consecuencia, los ejemplares de las generaciones posteriores al cuello de botella
presentan una escasa variabilidad genética y la antigua proporción de alelos en el conjunto
de la población ha cambiado considerablemente.
Suponiendo una acción genética neutra y aditiva, se espera que los cuellos de botella
disminuyan la variación genética, y reduzcan consecuentemente el potencial evolutivo de
las poblaciones. Sin embargo, los cuellos de botella se consideran mecanismos
conductores de la especiación y evolución adaptativa; puesto que dichos eventos de
reducción del tamaño de la población, con frecuencia producen cambios estocásticos en la
composición genética de la población, conocidos como deriva génica.1

Ejemplo de cuello de botella.

Los cuellos de botella aceleran la deriva genética y la evolución de las especies que los


experimentan de forma considerable, pues se produce una selección intensiva de
determinados caracteres que pasan a ser mayoritarios en los individuos supervivientes,
mientras que otros menos favorables se reducen o desaparecen por completo (a menos
que el cuello de botella haya sido causado de forma no natural, por ejemplo, mediante la
caza o tala masiva de árboles practicada por la especie humana).
Posterior a los cuellos de botella, si un número limitado de organismos sobrevivientes
encuentra a una población en un nuevo ambiente (colonización o infección de
microorganismos en un huésped), estos organismos determinarán la composición genética
y las subsecuentes generaciones, creando un “efecto fundador”, que resulta en la deriva
génica.2
Los cuellos de botella, pueden ocurrir frecuentemente durante el ciclo de vida de los virus
de ARN. En las infecciones, los cuellos de botella crean diversidad genética en
las epidemias; y se ha demostrado que ejercen influencia sobre el efecto de
la recombinación y la transferencia horizontal de genes, así como en la resistencia a
drogas. Los cuellos de botella pueden además reducir la virulencia de patógenos y
su adaptación a nuevos huéspedes, puesto que incrementan la tasa con la cual
las mutaciones atenuadas se fijan en una población.3

Índice

 1El ejemplo del guepardo


 2Cuellos de botella artificiales
 3Cuellos de botella y evolución humana
 4Referencias
 5Bibliografía
El ejemplo del guepardo[editar]
Un ejemplo típico de cuello de botella natural es el que sufrió el guepardo (Acinonyx
jubatus) durante las glaciaciones del Pleistoceno. En épocas precedentes, los guepardos
estaban mucho más diversificados y eran más abundantes, tanto que su área de
distribución abarcaba toda África, gran parte de Eurasia e incluso América del Norte. De
entre las distintas especies de guepardos que existieron en el Plio-Pleistoceno, la que dio
lugar al guepardo actual fue Acinonyx pardinensis, un animal de gran tamaño, más robusto
pero menos veloz que el actual, disperso por África, sur de Europa y Oriente Medio. Con la
llegada de los hielos, gran parte del hemisferio norte se congeló o pasó a un clima frío
(taiga, tundra, estepa), mientras que en las regiones tropicales, la falta de agua retenida en
los glaciares polares provocó un clima más seco. Como consecuencia, la mayor parte de
los guepardos se extinguieron y solo quedaron unos pocos miles de A. pardinensis (o
quizá, solo unos cientos) en Oriente Próximo y parte de África, mucho más delgados y
estilizados (consumiendo así menos recursos) y veloces (pudiendo de este modo cazar
animales pequeños y rápidos, más abundantes en condiciones de escasez) que la forma
característica de la especie original. Habían perdido rápidamente muchos caracteres hasta
entonces normales, que fueron sustituidos por otros raros (delgadez, tamaño pequeño,
mayor velocidad) que hasta entonces eran eliminados o simplemente pasados por alto por
la selección natural, y que ahora eran precisamente los más adecuados para sobrevivir. En
la actualidad, la nueva especie resultante, Acinonyx jubatus, es uno de los mamíferos con
menor diversidad génica, hasta el punto de que los individuos de esta especie son
fácilmente contagiables de enfermedades por otros y que apenas sufren rechazo de
órganos cuando se les trasplantan. Por si fuera poco, el guepardo ha sido cazado y
expulsado de diversas zonas debido al avance de la agricultura, disminuyendo aún más su
población.

Cuellos de botella artificiales[editar]


Esto último es un fenómeno que afecta o ha afectado a multitud de especies y poblaciones
en tiempos recientes, que han sufrido un cuello de botella artificial. Dado que en el caso de
la persecución humana no se tiende a matar a los individuos con ciertas características
sino que se persigue a todos por igual, los descensos de población son aún más rápidos
que en los cuellos de botella naturales y no llevan parejos una selección marcada de los
caracteres de los mismos. Ejemplos de animales que han pasado por cuellos de botella
debido a la persecución humana los tenemos en el elefante marino del norte (150 000
ejemplares descendientes de solo 20 cuando se prohibió su caza en 1884), el bisonte
europeo (3600 descendientes de 12), el bisonte americano (370 000 de 750),
el hámster sirio y las tortugas gigantes de las Islas Galápagos. La diversidad genética en
estos animales es reducidísima, hasta el punto de que en el bisonte europeo, por ejemplo,
sólo existen actualmente dos tipos de cromosoma sexual masculino Y.

Cuellos de botella y evolución humana[editar]


Las catástrofes naturales y cósmicas también pueden causar extinciones y cuellos de
botella, a las que no escapa ni siquiera la especie humana. De acuerdo con la
moderna teoría de la catástrofe de Toba, la macroerupción del supervolcán Toba,
en Indonesia, hoy reducido a un lago de cráter y que se calcula que tuvo una potencia
superior en 3000 veces a la del monte Santa Helena, hizo disminuir la población humana
mundial hasta unos pocos miles de individuos hace 75 000 años. En la misma época,
muchas otras especies sufrieron también un descenso variable en su población.
Y es que los humanos no son inmunes a los cuellos de botella, y el del Toba no ha sido el
único que Homo sapiens sufrió a lo largo de su historia. Durante la Edad Media, la peste
negra redujo un tercio la población europea de la época. La colonización europea en
América del Sur y del Norte redujo las poblaciones nativas del continente americano en un
90% de su estado anterior. Otro tanto le pasó a la de Islandia durante una gran erupción
del Laki en 1783 (unida a pestes y hambrunas), que acabó con el 20 % de la población y
aumentó la frecuencia de enfermedades genéticas entre los habitantes.

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