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Introducción
La práctica educativa evidencia la concepción educativa que asume, y en esta se
encuentra presente la concepción del ser humano y sus relaciones con el mundo. Esto
se manifiesta en nuestra práctica cuando nos preguntamos: ¿cómo evaluamos?, ¿qué
evaluamos?
Por tanto, toda evaluación supone la asunción de una concepción educativa, y toda
concepción educativa propone un enfoque evaluativo. Este comprende tanto la
concepción como la práctica evaluativa.
La evaluación debe ser congruente con los principios y prácticas educativas llevadas a
cabo.
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Enfoques teóricos de la evaluación educativa
La evaluación se instaura como proceso sustantivo dentro de la formación técnica y
profesional.
Muchas prácticas de evaluación siguen siendo tan válidas hoy como lo fueron siempre.
No obstante, es cierto que han surgido nuevos desafíos en este campo, y que los enfoques
tradicionales difícilmente logran darles respuesta.
La evaluación no debe ser vista como una acción neutra y técnica ( Calero, 2009 ). Los
procesos educativos del área de la salud no se encuentran lejanos a esto, e incluso es
posible decir que los docentes (profesores) no vislumbran las repercusiones que la
evaluación provoca en alumnos, así como en la misma sociedad.
Por medio de la acción evaluativa, el profesor establece quiénes tienen un mayor y menor
estatus dentro del grupo a su cargo, lo cual repercute entre los educandos al marcar
diferencias que, en ocasiones, son difíciles de superar en los cursos siguientes.
Ejemplo:
1.
2.
Esta teoría ha estado lejana al proceso de construcción del aprendizaje del alumno.
La finalidad es que el alumno del curso de reumatología describa los 10 criterios básicos
para detectar la artritis reumatoide y, si esto no es posible, se considera que el alumno no
sabe, disminuyendo la calificación por cada criterio que le falte describir, olvidando que la
artritis reumatoide es solo una parte de una gama de patologías que integran el módulo
de la reumatología.
Ejemplo:
Ejemplo:
Lo anterior nos aleja de la comprensión del proceso de aprendizaje individual y grupal por
las facilidades y sofisticaciones que otorga, que además se ven reforzadas por el empleo
de la estadística, la cual otorga un manejo científico a la información, difícil de refutar y
que determina el logro del alumno; sin embargo, nos debemos preguntar:
Evaluación constructivista
Los enfoques constructivistas orientan diferentes estrategias de evaluación. De esta manera,
privilegian el papel activo del alumno como creador de significado, la naturaleza autoorganizada y
de evolución progresiva de las estructuras del conocimiento, es decir, abordan la evaluación
formativa ( Ahumada, 2010 ).
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Existen ocho características que sustentan la evaluación constructivista, las cuales revisaremos
desde una perspectiva orientada a la evaluación en el área de la salud:
2. Evaluación de la significatividad.
5. Evaluación y regulación.
6. Evaluación de aprendizajes.
7. Autoevaluación.
8. Evaluación diferencial.
• La naturaleza de los conocimientos previos con los que parte, lo cual se evidencia en la siguiente
situación: si se va a revisar el tema de embarazo de alto riesgo, el alumno debería conocer las
características de un embarazo normal y la manera de valorar un embarazo de bajo riesgo.
• Las capacidades generales involucradas, por ejemplo, el haber estado en servicios hospitalarios
de ginecoobstetricia y haber participado junto con su profesor en la atención y valoración de las
pacientes.
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• Las atribuciones y expectativas que se plantea, por ejemplo, la posibilidad que tiene de atender
de manera eficiente a sus pacientes embarazadas o de ingresar posteriormente a la especialidad
correspondiente.
• Valorar todo el proceso en su dinamismo, por lo que conviene señalar que es importante utilizar
diversas estrategias y técnicas evaluativas que representen las distintas partes del proceso, en lugar
de valoraciones aisladas ( Pimienta, 2008 ); en otras palabras, no se trata de valorar únicamente el
examen final en el aula, sino tomar en consideración las actividades que se efectúan, sobre todo el
proceso de enseñanza-aprendizaje; por ejemplo, las actividades de la práctica clínica, la resolución
de las situaciones clínicas planteadas por el profesor en el aula y en el consultorio u hospital.
• Considerar que el proceso de construcción que llevan a cabo los alumnos no depende
exclusivamente de los aspectos cognitivos y actitudinales de ellos, sino también de las actividades
de planeación, estrategias educativas y evaluativas de los profesores, así como de los distintos
escenarios en que se desenvuelve el alumno (aula, plataforma educativa, campos clínicos). De esta
manera, todos los elementos resultan esenciales para un desarrollo armónico de las capacidades
clínicas, relacionales y éticas de los alumnos, por lo que, siguiendo esta idea en el momento de
evaluar, no sería suficiente que un alumno presente un examen orientado al recuerdo de los
contenidos, sino que también es relevante considerar la forma en que afronta las situaciones
clínicas y la relación que se establece con el paciente y su familia.
• La demostración que el alumno hace en los diversos escenarios con los recursos cognitivos,
afectivos y procedimentales (elaboración de resúmenes, resolución de casos clínicos, construcción
de mapas conceptuales, desempeño clínico, opiniones y reflexiones a partir de los contenidos
revisados, prácticas realizadas durante las discusiones en el aula o al pie de la cama de los
pacientes).
• El valor que los alumnos son capaces de atribuir a los aprendizajes en el aula no es solo al
apreciar la aplicabilidad de los mismos, sino también al valorar la potencialidad que tienen para su
desarrollo profesional futuro, ya que aprender significativamente es una actividad progresiva que
solo puede valorarse cualitativamente; por ello, es importante tener claridad sobre los indicadores
que evidencien el grado y modo de significatividad con que se requiere que se aprenda algo
( Pimienta, 2008 ).
¿Qué diferencias existen entre un alumno del segundo año de la licenciatura de Medicina y
la de un alumno en el servicio social respecto a la atención de las pacientes embarazadas? Sin
duda esperaríamos que en el primer caso el alumno nos describa la evolución del embarazo, los
datos normales y de riesgo en la paciente embarazada, y los estudios que pueden utilizarse;
mientras que los pasantes en servicio social serán capaces de establecer el diagnóstico clínico,
interpretar los estudios de laboratorio y proponer el plan de tratamiento para la paciente, algo muy
cercano a la realidad que vivirán al concluir el servicio social.
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En relación con lo anterior, se insiste en la importancia de seleccionar instrumentos de evaluación
apropiados para apreciar los indicadores que expresen lo aprendido de manera clara y objetiva.
Para evaluar al estudiante de Medicina pueden utilizarse instrumentos de tipo objetivo con el fin
de identificar su capacidad de recordar información, mientras que en el médico pasante se pueden
plantear casos e incluso observar su desempeño ante pacientes reales acerca de ciertos indicadores,
por ejemplo, reconocimiento de factores de riesgo, integración del diagnóstico, interpretación de
estudios de laboratorio y gabinete, e incluso establecimiento del plan terapéutico.
Ejemplo: cuando el estudiante de Medicina examina una paciente embarazada, le toma su presión
arterial y compara los datos encontrados con los aspectos teóricos revisados en el aula. De esta
manera, tiene la oportunidad de observar claramente la funcionalidad entre los aprendizajes; y, en
el mismo sentido, el profesor puede evaluar el desarrollo de las habilidades, procedimientos y
actitudes realizados por el alumno.
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desarrollo apropiado de los alumnos en formación. El docente, a partir de las evaluaciones
realizadas, puede valorar los alcances de los recursos pedagógicos utilizados, para posteriormente
replantear sus prácticas didácticas, con la intención de proporcionar un andamiaje contingente y
oportuno.
Ahora bien, una vez presentados algunos aspectos teóricos de la evaluación educativa, se concluye
lo siguiente:
• La medición es cuantitativa.
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• La evaluación educativa considera la medición, pero, además, dado su carácter cualitativo,
comprende la perspectiva teórica de la que se parte y las interpretaciones y juicios de valor del
proceso de aprendizaje del alumno.
La evaluación debe constituirse en una parte integral del proceso de enseñanza y aprendizaje en el
aula y/o escenarios clínicos, ya que es el elemento que permite visualizar lo que ocurre durante el
proceso del aprendizaje y en sus resultados, en términos de los logros alcanzados.
En este proceso, el docente es quien posee la información que permite emitir juicios sustentados
en determinados criterios. Estos juicios posibilitan la toma de decisiones, la realimentación y el
enriquecimiento del proceso de aprendizaje.
La evaluación debe servir también para recoger información sobre dificultades, vacíos y logros,
indicando si es necesario continuar en el mismo camino o bien modificar el rumbo ( Díaz-Barriga et
al., 2008 ).
En el proceso de evaluación se recoge la información, que luego se analiza con base en criterios de
valor referencial:
Este criterio informa si la persona formada es un profesional capacitado para ofrecer servicios de
medicina general de alta calidad y, en su caso, para referir con prontitud y acierto aquellos
pacientes que requieran cuidados médicos especializados.
Lo importante es tener muy claro que solo son criterios referenciales, y que deben comprenderse
en un contexto determinado y adecuarse a cada situación específica.
Además de asignarse una calificación numérica al trabajo terminado con base en diferentes
parámetros establecidos por la universidad, se evalúan aspectos relacionados con el proceso de
desarrollo del proyecto, como la habilidad para la búsqueda de información sobre el tema de
interés, el desempeño durante la elaboración del proyecto de investigación, el apego a la
rigurosidad del método científico y la habilidad para trabajar de manera colaborativa.
Es importante señalar que estos aspectos no se consideran de manera aislada, sino siempre con la
intención de evaluar en el alumno el desarrollo de las competencias necesarias para realizar una
investigación.
La evaluación constante de estos aspectos permite al docente y al alumno generar estrategias para
el desarrollo del aprendizaje.
Durante el proceso de asesoría informamos al alumno sobre sus avances y nuestro punto de vista
sobre su desempeño. Es necesario considerar las características individuales de los alumnos.
Culmina con la exposición del trabajo terminado, mediante una presentación oral o un cartel.
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El alumno se conciencia sobre su responsabilidad en la realización de todas las actividades en su
quehacer profesional.
Los profesionales de la educación deben tener claro que lo planeado sobre el «qué, cómo, quién,
con qué, cuándo y para qué enseñar» es lo que va a servir como parámetro para decidir «qué,
cómo, quién, con qué, cuándo y para qué se va a evaluar». En pocas palabras, al prescribir los
objetivos y estrategias educativas se determina lo que los alumnos aprenden y cómo lo aprenden,
el papel del profesor, los contenidos, los resultados esperados —el proceso y el producto— y, por
ende, el tipo de evaluación.
Ejemplo: en la planeación del programa del curso de radiología dirigido a médicos internos de
pregrado, se expresa la necesidad de incluir el desarrollo de habilidades para el manejo de la
tecnología, debido a que recientemente se ha renovado el equipo. Los profesores estructuran
detalladamente los contenidos, los objetivos y las estrategias para que estén acordes con las
competencias que se van a desarrollar; sin embargo, consideran que la evaluación la llevarán a
cabo solo al final del curso con preguntas de un banco que ya tienen destinado para ello.
Los resultados obtenidos en este caso no fueron útiles para evidenciar el logro de la competencia
esperada, de tal forma que se decidió replantear la evaluación, implementando una prueba que
mostrara las habilidades que ya poseían los médicos internos para el manejo de la nueva
tecnología (evaluación diagnóstica), logrando así detectar sus áreas de oportunidad y, con base en
esto, formularon actividades para fortalecer las debilidades detectadas (evaluación formativa) y,
finalmente, elaboraron un examen práctico (evaluación sumativa) congruente con los contenidos,
objetivos y desempeño del alumno, con el propósito de tener elementos de realimentación para
alumnos y docentes dirigidos hacia su mejora.
Para que las acciones de evaluación sean significativas, deben poseer dos características:
1.
Relevancia. Deben estar centradas en los objetos de evaluación, es decir, el nivel de complejidad
del proceso de evaluación debe orientarse a la capacidad para solucionar problemas relacionados
con la práctica real.
2.
Oportunidad. Es la temporalidad adecuada del proceso de evaluación y de los resultados que sean
aplicables a la realidad actual.
Estas dos cualidades favorecen el éxito de la evaluación, porque inciden directamente en la toma
de decisiones para el diseño y gestión de la educación en forma oportuna.
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Para diseñar la evaluación se tiene que decidir el camino que hay que seguir, lo que implica que
previamente se planifican las acciones para su adecuación con la realidad.
Por tanto, la planeación de la evaluación es considerada como la fase más importante. Es el primer
momento donde se toman decisiones que condicionan las demás.
Dimensiones de la evaluación
Las dimensiones tienen que dar respuesta a los siguientes cuestionamientos:
El tener bien definidas las dimensiones y variables implícitas en la planeación de la evaluación nos
garantiza el éxito del proceso evaluativo, independientemente del proceso educativo en que
estemos inmersos (formación de personal en el área de la salud, capacitación continua).
Dentro del quehacer médico, la educación es una actividad ineludible, de tal forma que el tener
una planeación de la evaluación nos permite evaluar el proceso educativo en todo momento.
Ahora, a manera de resumen, se presenta la tabla 54.1 . Como se podrá apreciar, la planeación de la
evaluación educativa deberá necesariamente ser precedida por la planeación de la enseñanza y del
aprendizaje; por ejemplo, antes de que el docente piense en qué evaluar, primero debe tener claro
qué va a enseñar (contenidos), y el alumno debe saber qué tiene que aprender.
Tabla 54.1
Planeación educativa y evaluación
Enseñanza Aprendizaje Evaluación
Qué enseñar Qué aprender Qué evaluar
Cómo enseñar Cómo aprender Cómo evaluar
Con qué enseñar Con qué aprender Con qué evaluar
Cuándo enseñar Cuándo aprender Cuándo evaluar
Para qué enseñar Para qué aprender Para qué evaluar
Instrumentos de evaluación de los desempeños, de uso más
frecuente en pregrado de Medicina y residencias médicas
Los profesores deben tener como propósito disponer de instrumentos de evaluación válidos y
confiables que evalúen en los alumnos situaciones de la práctica real. Los comportamientos que se
deben valorar comprenden aprendizajes conceptuales, procedimentales y actitudinales; para
evaluar estos, se debe hacer una elección adecuada de los diversos instrumentos, dependiendo del
dominio que se quiere lograr en el alumno.
Para los fines de este capítulo, únicamente me ocuparé de los instrumentos de uso más frecuente
que evalúan los desempeños o ejecuciones.
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Evaluación del desempeño
Las pruebas de desempeño son instrumentos de evaluación que permiten valorar de una manera
cercana a la realidad los distintos procedimientos que los alumnos utilizan en su formación.
Este tipo de instrumentos permite al profesor evaluar situaciones más allá del lápiz y papel, e
incluso retroalimentar directamente las desviaciones en el procedimiento, reflexionar sobre sus
estrategias educativas de acuerdo con el logro de los alumnos ( Díaz-Barriga, 2006 ).
Un ejemplo para la evaluación del desempeño puede ser la colocación de una sonda vesical en
pacientes varones, en donde el procedimiento que se va a evaluar es:
En ocasiones, este tipo de evaluación se afecta por la lejanía que existe entre las clases teóricas y
las prácticas clínicas en las etapas de pregrado de los alumnos del área de la salud; sin embargo, en
los campos clínicos las posibilidades de éxito son mayores.
El uso de pruebas que evalúan desempeño requiere que en la misma situación de enseñanza los
alumnos se enfrenten a situaciones o tareas que tengan características similares, es decir, que sean
actividades genuinas y preferentemente contextualizadas que permitan a los alumnos demostrar su
progreso y sus habilidades implicadas ( Díaz-Barriga, 2006 ).
En esta técnica se critica la falta de validez y confiabilidad de estas pruebas, aunque el uso de las
rúbricas y las listas de control (cotejo, chequeo o verificación) puede contribuir a subsanar
adecuadamente dichos problemas.
Estas pruebas se refieren a las situaciones creadas para que los alumnos demuestren sus
competencias y habilidades desarrolladas durante los cursos en los que tienen que hacer uso de
distintas acciones y estrategias para alcanzar una meta, por ejemplo, la intubación endotraqueal.
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Por ejemplo, el manejo de un instrumento, producción escrita, aplicación de una técnica
quirúrgica, etc.
Proporcionan la lista detallada de los pasos que el alumno debe seguir en orden para realizar una
tarea apropiadamente, de tal manera que se puedan cotejar la ausencia o presencia del
procedimiento a evaluar, en los siguientes términos:
• Sí/no.
• Completo/no completo.
• Terminado/no terminado.
Contiene:
• Lista de ítems.
• Sección de observaciones.
• Fecha de observación.
Rúbricas
Las rúbricas son un instrumento de evaluación en el cual se establecen criterios que cualifican de
modo progresivo el paso de un desempeño incipiente o novato al grado de experto.
Utilizan escalas ordinales que destacan una evaluación del desempeño centrada en aspectos
cualitativos, aunque es posible el establecimiento de puntuaciones numéricas. Son estrategias
apropiadas para evaluar tareas o actividades genuinas, en particular las referentes a procesos y
producciones ligadas con simulaciones situadas.
Son pertinentes para evaluar tareas que no implican respuestas correctas e incorrectas en el sentido
tradicional, sino más bien aquellas donde lo importante es decidir el grado en que ciertos atributos
están o no presentes en el desempeño.
Una rúbrica es una buena opción para evaluar una competencia clínica, competencias
comunicativas, un informe de laboratorio, un ensayo original, un prototipo o modelo, etc.
La rúbrica necesariamente implica un juicio de valor acerca de la calidad del trabajo realizado por
los alumnos y, ante el problema de que dicho juicio conduzca a un sesgo subjetivo, es como se
define y consensua una pauta que orienta la evaluación ( Ahumada, 2010 ).
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Características
• Estar orientadas a evaluar los productos y procesos de los alumnos.
• Identificar los criterios o indicadores que se van a evaluar y los niveles de desempeño o
ejecución para el proceso o el producto.
• Asignar a cada alumno su nivel de desempeño y la calificación correspondiente, así como las
sugerencias pertinentes para mejorar su participación.
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Figura 54.1Rúbrica para evaluar la aptitud clínica a partir de la discusión de un caso clínico objetivo
estructurado.
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Finalmente, como se habrá observado, existen más instrumentos de evaluación de los desempeños
que los aquí considerados. Pero el objetivo no es tratar de hacer una amplia descripción de los
mismos —situación, además, fuera de los alcances de este capítulo del libro—, sino aportar al
lector algunos elementos teóricos y prácticos que le permitan hacer una adecuada elección de
ellos, dependiendo de las capacidades que se quieren lograr en el alumno de pregrado de Medicina
y residentes.
Conclusiones
• Toda evaluación asume alguna concepción educativa, la misma que guía la práctica evaluativa.
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