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1.

-Historia del Rey Asuero y la reina Vasti


 Un rey orgulloso
No todos los judíos que los babilonios capturaron fueron llevados a la
capital imperial. Muchos vivieron en otras partes del imperio persa. Ahí
vivía una bella joven judía llamada Ester. No tenía padres y vivía con
su primo, un hombre llamado Mardoqueo.
Uno de los reyes de Persia fue un hombre llamado Artajerjes. Su reino
se extendía desde Egipto por toda el África e incluía la India.
El rey Asuero era un rey muy argulloso. Nada le gustaba más que
demostrarle a la gente lo importante y poderoso que era. Pasó medio
año enseñándole a la gente importante de su reino lo rico y poderoso
que era. Les mostró sus tesoros, su palacio, sus caballos y su ejército.
Al final, dio una fiesta como se prolongó durante siete días.
Todos fueron a la fiesta que el rey dio en el jardín del palacio. Se
sentaron en sofás que tenían oro, plata y piedras preciosas
incrustadas. Admiraron los tapices tejidos con hilos de oro. Charlaron
y bailaron alrededor de las fuentes.
El rechazo de la reina Vasti
El rey Asuero se vanagloriaba: “Soy el rey más rico que ha existido.
Mis ejércitos son los mejores. ¡Y tengo la reina más hermosa del
mundo!”
“Oh”, suspiraba la multitud.
Habían oído hablar de la reina Vasti.
“¡Muéstrenosla! ¡Queremos ver a la reina!” coreaba la gente.
Los sirvientes del rey fueron donde la reina Vasti, quien ofrecía su
propia fiesta, y le dijeron: “El rey ordeno que venga ante sus
invitados”.
La reina suspiró y, poniéndose las manos en las caderas, preguntó:
“¿Por qué’”
“Él mostrarles lo hermosa que usted es”.
Para asombro de los sirvientes, la reina movió la cabeza. “No. Díganle
que iré luego. ¿No ven que ahora estoy ocupada?”
Los sirvientes estaban muy sorprendidos. Se apresuraron a llevarle la
noticia al rey. Los invitados del rey quedaron muy sorprendidos. Todos
miraban al rey Asuero para ver qué haría. Llamó a sus consejeros y
les dijo: “¿Cómo he de castigar a la reina por no hacer lo que dije?”
Los consejeros le dijeron: “Tiene que actuar rápidamente. Si no, todas
las esposas de los príncipes del reino comenzaran a decir que no a los
esposos. ¡Eso no les va a gustar a los hombres! Dé una orden
diciendo que Vasti ya no es su reina. Después busque a otra que
ocupe su lugar”.
Al rey le gustó la idea. Dio la orden. Se escribió en muchos idiomas
diferentes. Todos entendieron. El rey buscaba una nueva reina.

2.-Historia de la reina Ester y el Rey Asuero


“Señorita Persia”
El rey Asuero envío a los hombres de más confianza a buscar las
jóvenes más bellas del reino. Entre ellas estaba Ester, la joven judía.
Ester fue llevada al palacio, junto con las otras jóvenes. Ahí subieron
la escalinata hacia su nueva casa.
Recibieron lo mejor de todo, las ropas más hermosas y los mejores
perfumes. Había sirvientes que les daba masajes y las alimentaban.
Inclusive las vestían y las maquillaban. Durante todo un año las
jóvenes fueron tratadas como princesas.
Mientras vivía en el palacio, Ester se aseguró de que nadie se
enterara de que era judía. Esto era algo que el primo le había dicho
que mantuviera en secreto. Como Mardoqueo siempre había sido
como un padre para ella, Ester hizo lo que le había aconsejado.
Cuando los hombres del rey llevaron a Ester al palacio, Mardoqueo los
siguió. Durante todo el año siguiente, él caminaba por el jardín del
palacio todas las mañanas. Así podía vigilar a Ester.
Al final del año, llegó el momento de que el rey fuera el Juez de su
propio concurso de belleza. La joven que ganara se convertiría en su
reina. ¡El rey disfrutaba mucho de esto!
Finalmente le llegó a Ester el turno para conocer al rey. Todos
estuvieron de acuerdo en que nunca antes habían visto una joven
dama más hermosa que ella. Y como era de esperar, el rey dijo: “No
hay ninguna como Ester”. ¡La encantadora Ester se convirtió en la
nueva reina de Persia!
3.-Historia Bíblica de Amán y Mardoqueo
Los Judíos deben morir
Todos los días, Mardoqueo se paseaba en los alrededores del palacio.
Esperaba tener noticias de Ester. Ella era la reina y podía tener todo lo
que quisiera. Pero aun así él se preocupaba por ella como si fuera su
padre.
Había un hombre muy poderoso en la corte del rey que se llamaba
Amán. Solo el rey era más poderoso que él. Amán ordenó que todos
se arrodillaran ante él cada vez que pasara.
En las puertas del palacio, sin embargo, había un hombre que no se
arrodillaría. ¡Ese era Mardoqueo! Él sabía que Amán era de la tribu
amalequita, una de las peores enemigas de Israel. De ninguna forma
se arrodillaría ante un amalequita.
Un día y otra vez Amán pasó junto a Mardoqueo. Una u otra vez
Mardoqueo se negó a arrodillarse.
Amán no quería ver muerto solo a Mardoqueo, sino ¡a todos los
judíos! El rey estuvo de acuerdo, sin siquiera saber de qué estaba
hablando Amán. Los secretarios del rey enviaron cartas a todas partes
en Persia. Las órdenes eran matar a todos los judíos, jóvenes y viejos,
mujeres y niños, ¡Y hacerlo en el plazo de un año!

4.-La reina Ester se presenta ante el rey Asuero


Ester hace un plan
Mardoqueo estaba tan enojado por la orden que había dado de matar
a todos los judíos, que se rasgó las vestiduras. Gimiendo y sollozando,
recorrió todas las calles de la ciudad.
Él y Ester intercambiaron mensajes. Mardoqueo le dijo: “Debes hablar
con el rey e interceder por nuestras vidas”.
Ester empalideció de miedo. “Pero el rey solo recibe a quienes él
manda a llamar. Si voy a verlo sin que me llame podría matarme. Mi
única oportunidad es que levante su cetro dorado y quiera
escucharme”.
Mardoqueo se mantuvo firme. Le dijo: “¡No te vas a salvar tan solo por
ser la reina! Si te quedas callada en un momento como este, Dios
salvará a su pueblo mediante otra persona. Probablemente esta sea la
razón por la que te convertirse en reina”.
Ester oró. Luego dijo: “Díganle a Mardoqueo que estoy de acuerdo. Si
tengo que morir, pues moriré”
Tres días después, Ester entró en la habitación donde estaba el trono.
El rey levantó la mirada y la vio. Sonrió y levantó el cetro de oro. “Ah,
Ester. ¿Qué sucede? Te daría cualquier cosa, inclusive la mitad de mi
reino”.
“Si su majestad acepta, me gustaría invitarlo, y también a Amán, para
que cenen conmigo esta noche”.
Esperanzada, esperó la respuesta.
“¡Por supuesto!” El rey había aceptado.
Esa noche, y la noche siguiente, Ester cenó con el rey y con Amán.
Después de la primera cena, Amán fue a casa e hizo alardear de su
posición. Les mostró a sus amigos su dinero y dijo: “Soy tan
importante que hasta el rey y la Reyna cenan conmigo”

5.-La reina Ester salva a su pueblo


Ester salva a su pueblo
Era la segunda vez que Amán y el rey cenaban con Ester. Este era el
momento por el que ella había estado orando. De nuevo, solo les
había servido lo mejor de lo mejor. Al contemplar a su belleza esposa,
el rey se sintió muy complacido.
Dirigiéndose a Ester le dijo: “Ahora, querida, dime. ¿Qué es todo esto?
¿Qué es lo que quieres?”
Ester sintió cómo su corazón latía más de prisa. Respiró
profundamente. “Po favor, te pido por mi vida, así como por las vidas
de todos los de mi pueblo. Vamos a ser destruidos. Eliminados.
¡Todos nosotros!”, le dijo Ester, y luego bajó la cabeza.
“¿Cómo puede ser esto?”, gritó el rey. “¿Qué hombre tan malvado
haría esto? ¿Quién es él?”
Ester se incorporó y señaló a Amán. “El enemigo malvado es este
hombre. ¡Es Amán!” Horrorizado, Amán casi se ahoga con el vino que
estaba tomando.
Amán es enviado a la horca
El rey estaba furioso. Salió de la habitación y se dirigió al jardín.
Ester Le suplicó que tuviera misericordia.
El rey regresó a la habitación. Cuando vio a Amán asido a Ester,
perdió el control. “¡tú! ¿Cómo te atreves a atacar a la reina? ¡No la
toques así!” Los guardias del rey llegaron corriendo. Rápidamente se
dieron cuenta de que Amán no viviría mucho tiempo.
El rey dijo: “¡Cuelguen a este hombre!”
Entonces el Rey Asuero le dio la casa de Amán y todo lo que él tenía
a la reina Ester. Mardoqueo se dio a conocer. Ester le contó al rey que
Mardoqueo era su primo, pero que lo amaba como a un padre.
El rey se quitó el anillo especial y se lo dio a Mardoqueo. Luego Ester
le dio todas las propiedades de Amán a Mardoqueo.
Una oportunidad para sobrevivir
Después de que Mardoqueo recibió su recompensa, la reina fue de
nuevo donde el rey. Nuevamente ponía su vida en peligro. Si el rey no
levantaba el cetro de oro en dirección a ella, moriría ese mismo día.
Tan pronto como Ester vio al rey, se postró a sus pies. Sollozó y se
lamentó. El rey levantó su cetro de oro. ¡Estaba a salvo! “Por favor!
¿Es posible que mi pueblo escape de la terrible orden que dio Amán?”
Ester sabía que una vez que el rey daba una orden, era imposible
dejar de cumplirla. El rey tuvo una idea. Mandó a llamar a Mardoqueo.
“Mardoqueo, ahora tú tienes mi anillo. Da otra orden, una que pueda
salvar a los judíos”
Mardoqueo dio una orden así: “A todos los judíos se les permitiría
defenderse cuando sus enemigos los ataquen el día de la batalla”.
Conforme se propagaban la noticia, los judíos se regocijaban. Muchos
que no eran judíos querían serlo. Sabían quién iba a ganar la próxima
batalla.
La defensa
El día de la batalla coincidió con el día que Amán había fijado. Pero lo
que sucedió no fue ni remotamente parecido a lo que Amán hubiera
querido. Dios bendijo a los judíos y los convirtió en grandes
luchadores. Los enemigos del pueblo de Dios fueron los que murieron
ese día, ¡no los otros! El día de la batalla, todos los príncipes y los
generales se unieron al bando de Mardoqueo. Le ayudaron al pueblo
de Dios a defenderse de sus enemigos.
Entonces Mardoqueo dio otra orden. Esta decía que los judíos de todo
el reino no debían olvidar nunca la forma extraña y poderosa en que
Dios les había ayudado. Todos los años deberían recordarlo y
celebrarlo con una gran fiesta. Después, todos debían darles comida a
los pobres.
Después de la celebración, la Reina Ester continuó gobernado Persia
junto al rey, durante muchos, muchos años.

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